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El camino a trazar relato Josune Murgoitio / fotos Aaron le Prou

trazar el camino indispensable es por esencia o necesidad, en ocasiones.

aun cuando la única herramienta, un ro-tulador miserable sea. El vehículo minús-culo es: rojo pasión exterior, motor débil, un único pasajero, apenas sitio para dos ideas. La magnitud de la colina asusta y recordando mirar más allá, escapas de su impacto visual; allá visualizas ese alguien comprensivo de tus deseos, pasiones e inconformismos.

Trazar el camino simple es, superada esa monstruosa colina, hasta que por esencia o necesidad, condiciones meteorológicas adversas la dirección seguida difumi-nan. El trazo miserablemente rotulado equívoco parece y ese comprensivo de

tus deseos, pasiones e inconformismos, invisible se vuelve, aun cuando afines la mirada más allá, pues allá sabes que está.

Sopesas qué hacer y a dónde hacer. La nada responde y el silencio envuelve. Decides salir del vehículo, dar un paseo, desconectar del trazo a seguir y no pensar. La estética de tu traje erróneo, el seguir incomoda y mendigar azúcar espiritual tu paso aminora, como si reanimar tu intui-ción de un sabor dulzón necesitara.

Cambias de dirección, no encuentras el trazar, pero continúas caminando, enfadado por ese estúpido rotulador que

tanto te disgusta, enfadado por comenzar a trazar y no saber más, enfadado por osar trazar no conformándote con lujurias emocionales insatisfechas.

Cambias de dirección, no encuentras el trazar, pero continúas caminando, enfadado por ese estúpido rotulador que tanto te disgusta, enfadado por comenzar a trazar y no saber más, enfadado por osar trazar no conformándote con lujurias emocionales insatisfechas.

Conformar un nuevo punto de

partida,

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El azar de los tiempos te grita, por esencia o necesidad, bajo el disfraz conjuntado de un sombrero, gafas amarillas carnosas y barba amarilla blanca, enfurecido por no escuchar la melodía que su cajita traza para desarticular la rigidez de tus pasos. Decides desenfadarte, atiendes tu entorno y percibes aliviado la importancia de tus manos que no se doblegan y de tus sonri-sas vitales que a su muerte renacen.

El ojo lupa es. Todo lo ve. Las minúscu-las dimensiones de un simple queso se triplican, al contrario de aquella mons-truosa colina que desde esta posición, sin miedos ni plegarias, empequeñecida está. Degustas, descifras, entonas y vislumbras. Desenfadado, comprendes, sin miedos ni plegarias: los detalles ínfimos de miradas

uniformes huyen e indicadores limitativos del camino a trazar son. Las maletas en la zona de carga/descarga del auto abando-nas, caminas solo, sin miedos ni plegarias, respiras, el mundo te espera, el resoplar del viento tu rostro acaricia y tus dedos bailan libres de reescribir errores cometi-dos y por cometer.

El puente del destino deseado, allá. Te acercas. La estética de tu traje erróneo se deshace y la satisfacción del camino tra-zado en sus extremos luce. Atrás quedan las respiraciones entrecortadas de pasos inseguros y dudosos. El aliento entrecor-tado de la vida reposa ya sereno.

Miras allá, el auto de la primera etapa del camino trazado. Reproduces allá,

tu deambular por caminos sin asfaltar. Recuerdas allá, el comprensivo de tus deseos, pasiones e inconformismos.

Te recuerdas. Reproduces. Te miras. Tu calzado desgastado. Miras en ti. Sonríes. Ese minúsculo ser, invisible parecía; des-poseído de la lupa de los detalles ínfimos. Ese minúsculo ser, transparente y magní-fico.

Su esencia te gritaba enfurecida. El azar de los tiempos su paso impedía.

Por fin la escuchas. Desenfadada está.

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A ella llegas,En ella la sientesTe sientes a ella Y caminante trazado de un alma sin trazar, trazas.

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La escritora Josune Murgoitio nació en Mondragón hace 26 años. Estudió Dere-cho y Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Tras realizar sus prácticas profesionales en un periódico, se embarcó en una gran aventura que le llevó a Bolivia en 2010 donde conjugó sus tres pasio-nes: la escritura, la fotografía y el viaje. Su experiencia en Bolivia, donde visitó el penal de Palmasola, le sirvió para escribir El cerro de los instantes penitenciarios, relato que ganó el Tercer Premio Nacional de Literatura de Mujeres Viajeras 2011. Desde hace un año trabaja en su primera novela, que trata sobre el conflicto vasco desde la base social de Euskadi. Y está preparando una exposición de fotografía sobre imágenes de Bolivia.

Puedes seguir sus reflexiones en su blog www.cuadernodereflexionesdigitales.blogspot.com

Desde pequeño Aaron Elizari sentía una gran debilidad por la fotografía. Por eso, en los viajes, siempre terminaba haciéndose con la cámara familiar para documentarlo todo. En 2006, con parte del presupuesto mensual de su Erasmus, compró su primera cámara y empezó a hacer sus pinitos en Photoshop. En 2008, su primera Reflex y en 2010 su equipo actual, al que confiesa estar totalmente enganchado. Aunque realizó un curso de fotografía, el aprendizaje de Aaron es más continuo que académico y así, desde hace un año, su afición ha empezado a dar sus frutos. Ahora, confían en él para retratar momentos tan íntimos como embarazos o bodas, y esa confianza es lo que más le motiva. Este año también ha expuesto en el bar Caravanserai de Donostia y hace unas semanas, recibió un comunicado de Getty images NY, a quien ha vendido los derechos de algunas de las fotos que comparte en Flickr: www.flickr.com/pho-tos/leprou.

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