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CARACTERÍSTICAS GENERALES Y PRINCIPALES PROBLEMAS DE LA
INDUSTRIA ESPAÑOLA.
Importancia de la actividad industrial
Todos los autores atribuyen a la actividad industrial la prosperidad económica que han ido alcanzando las sociedades de los distintos países en los últimos siglos. Por esta razón, hay que estudiar el momento en que se inició la actividad industrial en nuestro país ya que las etapas y circunstancias previas de la industrialización explican, en parte, el presente.
Importancia de la actividad industrial
La realidad española –tanto en sus aspectos económicos como sociales y territoriales– se encuentra estrechamente vinculada con el proceso de industrialización, que transformó una sociedad que hasta entonces había sido fundamentalmente agraria.
Importancia de la actividad industrial
Sin la comprensión de este no pueden explicarse fenómenos como los movimientos migratorios interiores, el proceso de urbanización, los desequilibrios territoriales o el deterioro del medio ambiente
Importancia de la actividad industrial
La actividad industrial alcanzó su apogeo en España entre 1970 y 1975 con una participación en el PIB y con una proporción de población activa cercana al 40%. Desde entonces, este porcentaje se ha ido reduciendo, ocupando hoy la industria una posición secundaria en la estructura productiva española
Importancia de la actividad industrial
En la actualidad, la industria da empleo al 14% de la población activa (algo menos de tres millones de personas) y aporta en torno al 16% del PIB. Esta pérdida de la importancia relativa de la industria se debe a la creciente terciarización económica, pudiendo observarse que la industria ha perdido la fuerza que tenía como el principal motor de la economía y como agente de la organización espacial a favor de los servicios.
Las bases del proceso de industrialización en España 2.1. La tardía y fragmentaria industrialización.
España se incorporó tarde, con casi un siglo de retraso, al
desarrollo industrial. Mientras la mayoría de los países de Europa occidental se habían ido industrializando a lo largo del siglo XIX, en España persiste una economía básicamente agraria
La tardía y fragmentaria industrialización.
Las causas de este retraso en la industrialización española son diversas Escasez de materias primas y fuentes de energía (algodón, carbón) Deficiencias en las comunicaciones y atraso tecnológico. insuficiencia de capital para la creación de empresas y falta de
mentalidad empresarial. Escasez de la demanda de la población rural con escaso poder
adquisitivo. Guerra de Independencia, pérdida de las colonias americanas,
guerras carlistas… Todo ello impidió un desarrollo industrial ordenado, y una política industrial
inadecuada (proteccionismo).
La tardía y fragmentaria industrialización. Este conjunto de factores determinaron que la industrialización
en España se retrasara hasta las últimas décadas del siglo XIX y que este tímido desarrollo industrial se limitase a focos muy localizados y dispersos, favorecidos por la localización de las materias primas y la proximidad de los principales puertos: la industria textil catalana y la siderurgia vasca y, en menor medida, Madrid, Asturias, Andalucía, Valencia
La tardía y fragmentaria industrialización. Este proceso de industrialización inicial continúa de forma
intermitente —con períodos de impulso (primera guerra mundial y “años veinte”), seguidos de estancamientos (crisis del 29, Guerra Civil y autarquía de la posguerra y se prolonga hasta los años cincuenta del siglo XX.
La tardía y fragmentaria industrialización A pesar del panorama negativo, en general, durante el s.XIX se
produjeron cambios sustanciales. Por un lado, la producción industrial española experimentó un crecimiento continuo gracias, fundamentalmente, al desarrollo de la siderurgia, la fabricación mecánica y la producción textil, lo cual permitió que estos sectores se impusieran en el mercado nacional
La tardía y fragmentaria industrialización
Por otro lado, el Estado jugó un importante papel en el proceso industrializador al imponer medidas proteccionistas, que si bien provocaron el encarecimiento de los productos extranjeros, también una mayor demanda de los productos nacionales; facilitó el desarrollo de la industria al protegerla de la competencia exterior, pero también desincentivó su modernización técnica, restándole competitividad en el exterior
La tardía y fragmentaria industrialización
Al principio el modelo de expansión territorial de la industria española fue disperso. Progresivamente, se produjo un movimiento de concentración que dio lugar a un desarrollo industrial en torno a unos focos muy localizados:
Andalucía La notable riqueza mineral, el comercio colonial y la abundante
producción agraria hicieron de esta región uno de los focos industriales pioneros, aunque después no pudiera mantenerse ante el empuje más innovador de otras áreas de España. Así, fue en Andalucía (Málaga) donde se instalaron los primeros altos hornos que utilizaban carbón vegetal. También era la región minera por excelencia (Sierra Morena), aunque el predominio del capital extranjero supuso una explotación de las minas de cara a la exportación, sin desarrollo endógeno
Cataluña La aplicación de las nuevas máquinas a la tradicional manufactura
textil catalana concentró a partir de 1830 la producción textil en Cataluña, en detrimento de las fábricas de este tipo dispersas por el resto de España. El capital procedente de las antiguas colonias, junto al espíritu emprendedor de su burguesía y sus contactos en Francia, fueron decisivos para el despegue industrial de Cataluña.
País Vasco No despegó hasta 1880, con la difusión de nuevas
invenciones en el campo de la siderometalúrgica, que favorecieron la utilización de los recursos propios, como era el hierro, junto con el carbón inglés importado por vía marítima. También se introdujo la industria papelera en Guipúzcoa y se inició la construcción naval.
Madrid Tardíamente en comparación con otros territorios, la expansión
ferroviaria con centro en Madrid, junto con la necesidad de abastecer a una población creciente como consecuencia de su consolidación como capital financiera administrativa, hicieron que a finales del s.XIX esta ciudad fuera considerada uno de los principales focos industriales de España (especializada en bienes de consumo).
Zonas del interior Los terratenientes castellanos impulsaron una incipiente
industrialización del interior basada en las materias primas de origen agrario: harinera en torno a Valladolid, azucarera en las cuencas del Duero y del Ebro…
2.2 El crecimiento del primer tercio del siglo XX
Durante la Gran Guerra se produjo el encarecimiento de la hulla extranjera, que fue sustituida por la nacional. Las minerías asturiana y leonesa alcanzaron una de sus etapas más florecientes.
La neutralidad de España durante el conflicto permitió aumentar las exportaciones y acumular beneficios. Fue una magnífica ocasión para revitalizar y modernizar nuestra industria que no se supo aprovechar. No se reinvirtió en la modernización de los sectores productivos. Cuando al acabar la guerra se restableció el mercado europeo, el sector minifundista minero y las industrias surgidas para abastecer a los contendientes estuvieron al borde del colapso. Se salvaron por el proteccionismo.
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) intentó resolver esa situación con un desarrollismo a ultranza, basado en las obras públicas. Hubo un aumento general del nivel de vida y de la demanda interna. Lo negativo de esta situación fue el crecimiento excesivo de la deuda a la que recurrió el dictador para financiar esas obras. A pesar de ello, España se aproximaba al nivel de los países europeos de su entorno. La crisis de 1929 y la Guerra Civil cortaron esta tendencia.
El estancamiento durante la Guerra y la Posguerra
El crecimiento industrial se interrumpió durante la Guerra Civil (1936-1939) debido a la destrucción de industrias. Después de la Guerra Civil y hasta 1959 se estableció el intervencionismo estatal, que controlaba las inversiones y trató de imponer una economía autárquica. Este período se caracteriza por un modesto ritmo industrializador debido al bloqueo exterior, la falta de suministro de materias primas, combustibles y bienes de equipo para las fábricas, así como por la limitada capacidad de compra del mercado interior ante el bajo nivel de vida de la mayor parte de la población española
En 1941 se creó el Instituto Nacional de Industria (INI), que poco a poco iría instituyendo el entramado empresarial público, con empresas vinculadas al armamento (CASA), a la explotación de recursos naturales (HUNOSA), a la producción eléctrica (ENDESA)… es decir, actuaba como sustituto de la empresa privada en actividades poco rentables, que requerían una fuerte inversión o de carácter estratégico.
En los años 50 se inició un tímido crecimiento, a expensas de una mínima iniciativa privada y de los efectos del despegue industrial europeo, que llevó a nuestro país a vincularse a la economía mundial y a abandonar la autarquía. Los acuerdos firmados con EEUU (1953) permitieron importar materias primas, bienes de equipo… lo que originó un gran déficit. Por consejo de diversos organismos internacionales (FMI) en 1959 se dictó un conjunto de medidas que se conocen con el nombre de Plan de Estabilización.