CINTEOTLRevista de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades
Enero-Abril 2009. No.7.
ISSN-1870-7289Derechos Reservados UAEH/ICSHU
América Latina como objeto de estudioPropuesta para un Itinerario Histórico
Felipe López Gutiérrez
Dr. en Estudios [email protected]
Temáticas
1. Latinoamérica como objeto de estudio.
2. Los estudios latinoamericanos en México.
3. ¿Cuánta historia para América Latina?
4. Propuesta de un itinerario histórico.
Introducción.
En este breve ensayo propongo una discusión en torno a los estudios
latinoamericanos como objeto de estudio y atendiendo al problema de la
multidisciplinariedad, centro mi interés en la historia, especialmente en los
temas de historia colonial que a mi modo de ver son cruciales y que en los
estudios latinoamericanos han sido abandonados (o vetados) por los
historiadores y en general por los estudiosos de América Latina. En concreto
propongo un itinerario histórico de temas que se pudieran considerar
emergentes para entender la realidad latinoamericana. Previo a la propuesta,
planteo una sintética discusión acerca de los estudios latinoamericanos (objeto
de estudio, unidad-regional cultural), y del papel de la historia en la
comprensión de la compleja realidad de la región.1
1. Latinoamérica como objeto de estudio
Por tradición los Estudios Latinoamericanos se han convertido en objeto de
estudio de corte multidisciplinario. La sociología, la filosofía, la economía, la
política y la historia son las disciplinas que desde sus ámbitos, han venido
construyendo diversas explicaciones para abordar la complejidad
latinoamericana. Al hacerlo han develado una región donde se puede hablar de
unidad pero también -con el riesgo de ir contra corriente- han encontrado más
diversidad.2
Ahora bien, la primera cuestión a dilucidar es la que se refiere a la propia
existencia de la entidad llamada América Latina. Tiene sentido postularla como
una unidad, como un objeto de estudio propio y singular, o se trata más bien de
un constructo intelectual que parte de diversas argumentaciones;
Latinoamérica o América Latina, en sentido amplio, es todo el territorio
americano al sur de Estados Unidos. En sentido más estricto,
Latinoamérica comprende todos los países que fueron colonias de
España, Portugal, Francia e Inglaterra. Dado que los idiomas de estos
países provienen del latín, el término Latinoamérica ha servido para
designar a las naciones que fueron sus colonias en el Nuevo Mundo. 3
El hecho de compartir un mismo idioma, una religión mayoritaria y una misma
cultura, además de su situación de dependencia económica, es el principal
factor de unión de la región. Pero su principal rasgo de identificación y
homogeneidad es sin duda la lengua española y la religión católica. 4
Una gran cantidad de estudiosos se han realizado sobre la problemática
latinoamericana (Leopoldo Zea, Abelardo Villegas, Luís Alberto Sánchez,
Enrique Dussel, Pablo González Casanova, Arturo Ardao y Arturo Andrés Roig
por mencionar algunos) y nos han legado una amplia discusión abarcando un
sin número de temas con posiciones no siempre coincidentes pero siempre
enfocadas a destacar la existencia de América Latina como entidad cultural. En
concreto, América Latina como unidad territorial y cultural existe para los
latinoamericanos. 5
Nos movemos con libertad y facilidad dentro de ella, existe un impresionante
número de estudios que la afirman como objeto de estudio y todos percibimos
que, más allá de las coincidencias también hay diferencias que a veces
resultan notables. Constituimos una unidad a la que toman como real centros
de investigación, instituciones internacionales, empresas y movimientos
políticos. Para la economía globalizada de hoy existimos y para los Estados
Unidos constituimos un mercado potencial. Esta percepción generalizada se
asienta sobre algunas características sociales básicas que imprimen a la región
un sello distintivo. A pesar de la evidente diversidad que no puede dejar de
poseer una región tan vasta, que incluye por lo menos diecinueve países, una
superficie de más de veinte millones de kilómetros cuadrados y más de 450
millones de habitantes, las semejanzas resultan importantes, igual que las
diferencias. Las matrices étnicas que convergen en la región han sufrido un
prolongado proceso de mestizaje, que hoy continúa prácticamente
imperturbable. La herencia común, que proviene del pasado colonial, ha hecho
de América Latina una región sin grandes fracturas religiosas o lingüísticas,
donde predomina ampliamente la religión católica y se hablan dos idiomas de
origen latino. Pero no es sólo el legado histórico sino la extendida semejanza
de las etapas de conquista, colonización y luchas por la independencia, el que
nos une en una tradición común. 6
2. Los estudios latinoamericanos en México.
En México, los estudios históricos pioneros sobre América Latina se
desarrollaron en torno a la historia de las ideas con las aportaciones del Dr.
Ardao y de Alejandro Kom. Con estos estudiosos inicia el estudio del
pensamiento latinoamericano. Es también conocida la actividad de Leopoldo
Zea, conformando el seminario sobre la historia de las ideas en América Latina
en 1947, por el que transitaron numerosos estudiantes de posgrado de todo el
continente. Posteriormente durante la dirección de Pablo González Casanova
en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, se inauguró en 1960, el primer
curso de posgrado en Altos Estudios Latinoamericanos, con la participación de
profesores extranjeros y estudiantes de todo el continente y del Caribe (primer
curso integrado de ese tipo en América Latina). Al año siguiente, en 1961,
aparece se creó el Centro de Estudios Latinoamericanos de la UNAM y se
empezaron a desarrollar los cursos de invierno sobre temas de América Latina.
En 1966, se creó el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de
Filosofía y Letras y se daría nacimiento a la licenciatura en estudios
latinoamericanos que comprendía estudios de Historia, literatura y filosofía. 7
México ha sido el país pionero en los estudios latinoamericanos, labor que
continua realizando con gran empero la UNAM y otros centros de investigación.
La larga experiencia de resistencia ante las intervenciones extranjeras, la
ideología nacionalista de la Revolución y el democratismo avanzado del
periodo cardenista, contribuyó al desarrollo de dichos estudios. También
contribuyeron los exiliados (intelectuales) de la España republicana, quienes se
interrogaban sobre su propio proceso y problemas, el impacto de un
pensamiento que podía ver más desde afuera los elementos culturales
comunes de Hispanoamérica, sin duda estimulaban el desarrollo de un
pensamiento latinoamericano. Aunado a lo anterior, en los años 70 los estudios
latinoamericanos tuvieron un nuevo y vigoroso aporte con el exilio del cono sur.
Llegaron a México gran cantidad de intelectuales y la producción de estudios
sobre la problemática latinoamericana aumento. Cabe señalar que por
naturaleza los estudios latinoamericanos en México tienen su principal
desarrollo en el medio universitario, especialmente en la docencia y la
investigación. 8
3. ¿Cuánta historia para América Latina?
Durante las últimas décadas se han realizado en América Latina importantes
reflexiones sobre la utilidad del conocimiento histórico y la función del
historiador. La multiplicación de las instituciones de investigación histórica y los
centros de docencia para formar historiadores, las numerosas reuniones de
carácter científico sobre temas históricos y el aumento del número de
historiadores profesionales se han traducido, en los últimos años, en una
profusión de estudios sobre temas de los procesos históricos latinoamericanos.
Se habla de la limitación del conocimiento histórico en América Latina y de la
poca reflexión teórica sobre temas cruciales que han sido olvidados por los
historiadores. Algunas corrientes apuntan y buscan las causas en el trabajo de
los historiadores y plantean la necesidad de renovar las interpretaciones
históricas tradicionales y revigorizar las nuevas tendencias que vienen
caracterizando la historiografía latinoamericana contemporánea. Al mismo
tiempo, el interés hacia América Latina, y la necesidad del conocimiento
histórico ha aumentado notablemente durante estos últimos años. Las obras de
Gibson, Tulio Halperin, Assadourian, Haring, Florescano Richard Konetzke y
James Lockhart por mencionar los más representativos, han aportado valiosos
conocimientos históricos sobre la realidad latinoamericana, principalmente en
su etapa colonial. Sin embargo, Estas obras a mi modo de ver, han privilegiado
los temas clásicos de la historia colonial, sacrificando temáticas importantes
quemas adelante señalare en el itinerario histórico.9
Cabe señalar que una edición reciente (publicada en el 2000) coordinada por
la UNESCO sobre Historia General de América Latina, aborda temas poco
tratados en las últimas décadas. En esta obra resaltan las aportaciones que se
hacen sobre dos periodos; el mundo precolombino y el periodo colonial.
Por ejemplo Teresa Rojas y John V. Murra destacan la importancia y riqueza
de las culturas precolombinas que poblaron el continente americano. Esta
etapa proyecta la especificidad americana en una futura y verdadera historia
así como las disímiles civilizaciones que se configuraron y los complejos
recursos culturales, técnicas, organización social, política y religiosa que
desarrollaron.10
Por otro lado, Franklin Klin y Frank Moya analizan la primera fase del
asentamiento colonial, que se inició en cada región del Nuevo Mundo, según
sus pobladores fueron entrando en contacto con los europeos y que duró, con
variantes, hasta la década de 1570. Al ritmo de la colonización, la historia de la
implantación europea en América tuvo un desarrollo desigual. Mucho se
escribió, desde el propio siglo XVI, acerca de las sucesivas regiones centrales
de asentamiento español. Cartas y memoriales, junto con los informes
burocráticos, dieron noticia de los avatares de la empresa de conquista.
Muchas de las crónicas que se aceptaron entonces como históricas y
fidedignas, no lo eran del todo: tenían una intención política manifiesta y
revelaban una necesidad de justificación; aplicaban a la población aborigen la
valoración que los europeos de aquel tiempo empleaban para juzgar a los
hombres que habían “quedado” fuera de la historia de occidente. A los ojos de
los europeos, los americanos necesitaban no sólo la indispensable conversión
religiosa, sino también el aprendizaje de los más rudimentarios criterios
referentes al trabajo y el orden social.
La colonización fue presidida por una manifiesta voluntad de aculturación: los
americanos recién encontrados debían comportarse y pensar como éstos,
debían aprender una nueva lengua y creer en un nuevo Dios. La confluencia de
dos sociedades produjo una superposición, en la cual la convivencia se inició
en la imposición y permaneció gracias a la cotidiana reelaboración y a la
construcción de ámbitos de consenso. Contra lo que muchas veces se ha
argumentado, esta dinámica social no generó un conflicto permanente.
La expansión europea tuvo en América características muy distintas de las
que desarrolló en otros continentes y en siglos posteriores al XVI. Para la
comprensión cabal de estas diferencias no basta con describir los rasgos
distintivos de las colonizaciones efectuadas por países mediterráneos y
anglosajones. El decenio que se inició en 1570 trajo consigo la definición del
régimen colonial en toda América. Los grandes virreinatos de la Nueva España
y el Perú concentraban el poder político, buscaban expandirse hacia nuevas
tierras -más allá de los mares o las montañas-, controlaban desde sus
audiencias principales a otras subordinadas y propiciaron una vida cultural y
científica con perfil propio. Así, aun antes de culminar la primera centuria del
dominio español en América, pudo verificarse el surgimiento de la sociedad
criolla y la capacidad de supervivencia de las poblaciones nativas de América.
En esta tesitura de aportaciones históricas están ubicados Alfredo Castillero y
Allan Kuethe, que examinan los dos siglos que siguieron al establecimiento del
dominio español y portugués en el continente. Fue durante estos doscientos
años cuando aparecieron las características fundamentales de los principales
núcleos de civilización latinoamericana. En sus trabajos analizan los retos que
plantearon la organización de la sociedad, la consolidación de las estructuras
económicas y las jerarquías sociales, la extensión geográfica, el papel de la
Iglesia, la importancia creciente del estamento militar, el ejercicio del poder
político-económico y social, la conformación de la ideología colonial y la
evolución de la vida urbana y rural. Van más allá del análisis de las
instituciones formales, para adentrarse en la realidad de la cultura y la vida
cotidiana. La profundidad con que analizan la complejidad y las características
esenciales de la vida colonial –desde los estilos arquitectónicos hasta las
comunicaciones terrestres y marítimas, pasando por la estructura
administrativa de la Corona, la minería o la industria manufacturera– permite
conocer la realidad colonial de América Latina.11
Por otro lado Enrique Tandeter y Jorge Hidalgo toman como marco
cronológico un largo siglo XVIII que comienza antes de 1700 y termina en
vísperas de los movimientos independentistas. Durante la segunda mitad del
siglo XVIII se desplegaron en Latinoamérica complejos procesos reformistas
impulsados por la corona ibérica. Paradójicamente, aquellas reformas
"borbónicas", pensadas desde las metrópolis a fin de renovar y fortalecer los
vínculos coloniales, culminaron en la crisis del orden colonial. Sin embargo, los
sujetos históricos no se limitan a los criollos, por el contrario, se presentan los
avances que los historiadores han hecho respecto de las visiones de los
diversos actores históricos alternativos, que nos dicen mucho del proceso de
construcción de lo que en el futuro seria América Latina.12
Finalmente Germán Carrera Damas y John V. Lombardi analizan la crisis
estructural del orden colonial, mismo que se extendió desde finales del siglo
XVIII hasta mediados del siglo XIX. Los autores plantean que es posible
rastrear los signos de la crisis estructural de las sociedades implantadas
latinoamericanas mucho antes de finales del siglo XVIII. Asimismo, argumentan
que debe comprenderse que es un proceso todavía abierto, en el cual se
advierten estados de desarrollo, dependiendo de la sociedad considerada. Lo
anterior constituye un marco teórico para las sociedades implantadas
latinoamericanas, también denominadas sociedades criollas.13
Por último, de esta obra –a pesar de su generalidad- podemos rescatar
temas específicos para enriquecer el marco histórico actual de los estudios
latinoamericanos:
Mundo ibérico al momento de la conquista.
Representaciones mentales del descubrimiento
Farmacopea.
Percepciones e imágenes del mundo americano.
Organización institucional del mundo colonial.
Economía y alimentación.
Vías de Comunicación.
Inmigración en el periodo colonial.
Iglesia y evangelización.
Redoblamiento
4. Propuesta de un itinerario histórico para América Latina.
Es sabido que el término historia se utiliza en más de una acepción. Para los
propósitos del presente ensayo nos interesan dos aspectos; la historia que
explica la transformación de las sociedades humanas y la historia como
ciencia, con su campo, método, técnica, con sus especificidades, aun dentro de
las que poseen las restantes ciencias sociales, y hasta sus limitaciones. En su
primera acepción la historia tiene relación con las ciencias sociales. En cuanto
a la segunda, es la disciplina que busca la reproducción conceptual de ese
proceso de transformación de las sociedades humanas. No se trata por otra
parte de discernir en detalle los campos de la historia, sino de elaborar una
estrategia de investigación que permita utilizar todos los aportes posibles, tan
necesarios para explicar el caso de América Latina. Establecer si es posible,
objetivos que puedan ser abordados desde distintos ángulos, tanto para afinar
el instrumental teórico-metodológico, como para reunir el conocimiento
existente y someterlo a un proceso de síntesis y realizar investigaciones
concretas sobre temas parciales y globales de crucial importancia sin las
cuales el conocimiento actual de América Latina resultaría limitado y
superficial.14
A partir del examen del desenvolvimiento histórico de América Latina en este
ensayo proponemos un itinerario de temas que a mi modo de ver son
importantes para comprender los procesos de transformación que ha sufrido la
región en los últimos doscientos años.
Primer itinerario mundo precolombino y temas:
Aztecas (señoríos y tributación)
Incas: (sistema de redistribución y compensación)
La etapa precolombina dentro de los estudios latinoamericanos y en especial
en la licenciatura es abordada de forma parcial. Se le da mayor espacio al
estudio de mesoamericana y en especial al periodo clásico (la cultura maya y
teotihuacana gozan de preferencia). Por otro lado el tiempo dedicado a las
culturas precolombinas del cono sur es mínimo. En el presente ensayo
proponemos el estudio de las dos grandes civilizaciones a la llegada de los
españoles; aztecas e incas.15
Por otro lado, si examinamos el sistema de señoríos implantado por los
aztecas en el Valle de México, entenderemos aspectos cruciales de la historia
colonial mexicana del siglo XVI y buena parte del siglo XVII; (la conquista, el
sistema de encomiendas y la tributación). Si analizamos el funcionamiento de
la economía inca y su sistema de retribución y del trabajo colectivo, podremos
entender las repercusiones que tuvo para el cono sur la mita colonial peruana y
la tributación implantada por el virrey Toledo en el siglo XVI. Lo anterior, solo
por mencionar algunos ejemplos.16
Segundo itinerario etapa colonial y temas:
Ciclo colombino.
Historia de España.
Historia de la iglesia.
Evangelización.
Instituciones jurídicas e instituciones privadas.
Derecho indiano.
La etapa que a mi modo de ver presenta más lagunas es la que corresponde al
periodo colonial. En sentido estricto la historia de América Latina inicia con la
llegada de España al llamado nuevo mundo.17
Al respecto la historia colonial latinoamericana ha sido abordada de manera
global como si los procesos históricos realmente se hubieran presentado así.
Esta visión integradora y los esfuerzos comprometidos en ella han dado como
resultado una historia desarticulada y estereotipada donde predominan
temáticas que así como se presentan, no tienen conexión alguna.18
La primera etapa colonial en las Antillas –el llamado ciclo colombino-
prácticamente esta ausente en los estudios latinoamericanos. Inicia este
periodo con la llegada de Cristóbal Colón y termina con su muerte. Es
importante por que España pone en marcha el primer ensayo de administración
colonial y casi todas las instituciones jurídicas e instituciones privadas que
llegaron a tierra firme tuvieron su primera experiencia en ese ciclo colombino.
(19)
Tenemos una considerable producción bibliográfica sobre temas económicos
sociales y políticos referentes a la etapa colonial y mucho se discute si para
esta etapa América Latina era precapitalista o feudal y de que forma lo anterior
repercutió en la estructura social de la región y si esto tiene que ver con la
aparición de las estructuras de dependencia que finalmente nos llevaron al
subdesarrollo. El precapitalismo o la feudalidad o como lo quieran llamar no fue
de generación espontánea, estos procesos tienen origen y nombre; España. Es
increíble que en los estudios latinoamericanos no se de un espacio a la historia
de España. La España de la época de los reyes católicos es una y deja su
huela en la conquista de América y principalmente en el siglo XVI. La España
de los Austria presenta otras características y deja su huella en la historia
latinoamericana del siglo XVII y definitivamente la España de los Borbones
tiene mucho que ver con el colapso del orden colonial en Latinoamérica. Por
ejemplo si se examina el pensamiento económico, político, social y cultural de
la España de Carlos II o Carlos V estaremos en condiciones de entender la
dependencia y el subdesarrollo latinoamericano.20
Trescientos años de dominación colonial no son suficientes para justificar en
los estudios latinoamericanos la inclusión de alguna materia sobre la historia de
España.
Causa más sorpresa que en los estudios Latinoamericanos no se cuenten
con espacios para examinar el Derecho Indiano, legislación muy compleja que
fue el marco normativo para las posesiones coloniales de España. Consumada
la independencia no desaparece del todo este derecho y hasta la mitad del
siglo XIX todavía se aplicaba sobre todo en las comunidades del interior tanto
de México, Perú y Argentina. Tan sólo con leer la obra de Tulio Halpering
Dondhi; la formación de una elite dirigente, comprendemos la importancia del
tema. Actualmente los usos y costumbres de los pueblos indígenas tienen su
origen en el derecho indiano. Sociólogos, economistas, politólogos y en general
los estudiosos de la realidad latinoamericana, si se detuvieran a examinar La
Recopilación de las Leyes de Indias, estarían en mejores condiciones de
entender mucha de la problemática latinoamericana del siglo XIX y del XX. Los
antropólogos enamorados de las comunidades indígenas, de sus fiestas, ritos,
ceremonias y limpias, etc. (antropología de la pobreza) encontrarían en el
derecho indiano una gran riqueza de temas y de respuestas a muchos de las
problemas de las comunidades.21
Se ha prestado poca atención a las instituciones jurídicas que España
implantó en Latinoamérica y menos aún a las instituciones privadas (vinculadas
a la empresa de conquista) durante el siglo XVI. Tampoco se ha examinado la
evolución de dichas instituciones durante el resto de la dominación colonial. Por
ejemplo mucho comprenderían los latinoamericanistas abocados al estudio del
movimiento obrero, si analizaran con profundidad instituciones como la
encomienda indiana y sus repercusiones a largo plazo en la formación de los
primeros sistemas de trabajo y de explotación del trabajador indígena. Con la
información que disponemos podemos afirmar que las repercusiones que tuvo
la encomienda fueron a largo plazo y que condicionaron al menos dos
elementos importantes; a) la evolución de los sistemas de trabajo, incluido el
peonaje por deudas que en muchas regiones de Latinoamérica se prolongo
hasta bien entrado el siglo XX y b) la sub valoración del trabajo indígena, que
repercutió en los subsecuentes sistemas de trabajo.22
Otra institución de importancia que prácticamente esta ausente en los
estudios latinoamericanos es la Iglesia. Esta institución sobrevivió el colapso
colonial y hasta el día de hoy se conserva (en su forma y estructura) tal y como
era en el periodo colonial. En lo tocante a la evangelización de los pueblos
indígenas (hecho histórico de extraordinaria importancia, único e irrepetible en
la historia de la humanidad), no aparece ni como subtema, mucho menos las
repercusiones de los diferentes procesos de evangelización aplicados por
España.23
América Latina no viene al mundo por generación espontánea, nace y se
forma en el periodo colonial. Allí se formó el andamiaje económico, político
social y cultural que no solo sobrevivió el fin del mundo colonial sino que entró
de lleno a la vida independiente y condicionaron la formación de las naciones
que hoy forman Latinoamérica.
Finalizado el orden colonial y concluido el periodo de guerras de
independencia comienza el proceso de formación de los países
latinoamericanos en un contexto difícil y complejo. Al respecto, en los estudios
latinoamericanos no se ha examinado el papel que jugo la herencia colonial en
los procesos de formación de países y hasta que grado dicha herencia
condicionó el desarrollo económico, político y social de los nuevos países. (24)
Tercer itinerario y tema:
El caso de la integración Latinoamericana.
A primera vista tal parece que cuando hablamos de Latinoamérica hablamos de
unidad y se da por sentado una común herencia cultural pero en realidad hay
más diferencias que semejanzas. Más allá de las diferencias fisiográficas (que
las tenemos y son importantes), la historia de los países que hoy integran la
región y la forma como se han desarrollado no ha sido bajo esquemas
homogéneos.
Baste señalar que la casi totalidad de la bibliografía que versa sobre los
estudios latinoamericanos se preocupa sobre manera en presentarnos una
región no integrada desvinculada o fragmentada. ¿Acaso no siempre ha sido
así? Un examen cuidadoso de la historia de la región demuestra que la falta de
integración ha sido una constante.
En su etapa precolombina las zonas nucleares más importantes estaban
integradas por mesoamérica y el área andina. A la llegada de los españoles los
grupos culturales más importantes en cuanto a su desarrollo fueron los aztecas
e incas. El resto de los grupos no habían superado la etapa de cazadores
recolectores y estaban dispersos en el Caribe (Tainos y Arawuakos), en
Norteamérica (actualmente los territorios de Estados y Canadá (Cherokes,
Pieles rojas, etc.) y otros grupos marginales en el cono sur. Ninguno de estos
grupos estaba integrado y las dos grandes civilizaciones precolombinas no
tuvieron contacto alguno.26
La etapa virreinal no fue diferente –a pesar de los intercambios comerciales
entre las regiones del Cono Sur- ya que los principales virreinatos (La Nueva
España y el Perú) se mantuvieron aislados e incluso en el mismo cono sur el
virreinato del Río de la Plata no pudo articular la integración que pretendían los
borbones en la etapa final de la dominación española. Se puede afirmar que la
etapa colonial latinoamericana se caracterizo por la falta de integración de
virreinatos, capitanías generales y reinos dependientes de los virreinatos.
Incluso al interior de los virreinatos no se contaba con una integración real.
El caso de la Nueva España (actualmente México) es un caso típico de falta
de integración de regiones; en este virreinato el reino de Nueva Granada en la
práctica real gozaba de poderes y autonomía con respecto a los poderes
centrales y también con relación a otros reinos del mismo virreinato. Otro
ejemplo es el virreinato del Perú que tras consumada la independencia pierde
sus provincias (que en la práctica real ya las tenía perdidas), lo mismo ocurrió
con el virreinato del Río de la Plata y la separación de sus provincias.
La consumación de la independencia no significó la unidad de la región sino
todo lo contrario. Significó la aparición de poderes locales-regionales que
nacieron y se fortalecieron en el periodo colonial. Poderes locales con
posiciones irreconciliables que hicieron sentir su fuerza durante buena parte del
siglo XIX. ¿Cuál unidad? ¿América Latina nunca la ha tenido? ¿La matriz
colonial, la cultura, la lengua o la religión nos hacen iguales a los
latinoamericanos?
La historia de América Latina en el siglo XX también caminó por esta tesitura
y la historia reciente del nuevo milenio no da esperanzas de ser diferente. Por
tal motivo uno de los temas históricos indispensables que se propone en este
itinerario para ser considerado en los estudios latinoamericanos, es explorar las
posibilidades reales de integrar una región que por naturaleza nunca lo ha
estado y por que no, admitir la no viabilidad del ideal bolivariano y explorar
otras alternativas.
¿Cómo integrar un conjunto de países con desiguales niveles de desarrollo?
¿Acaso es más fácil la integración de ciertas regiones o países que comparten
un espacio geográfico más reducido pero con intereses comunes? ¿Desean los
latinoamericanos la pretendida integración? ¿Qué opinaría un paraguayo sobre
la integración de su país con Argentina y Brasil?
Cuarto itinerario y temas:
Historia de los Estados Unidos.
Terminado el pacto colonial, América Latina inicia un proceso que la llevará a la
construcción de nuevos países dentro de un contexto de inestabilidad política.
Es precisamente en este momento crucial del siglo XIX, señalado por Tulio
Halpering (1821-1870) cuando Latinoamérica entra a un nuevo pacto
neocolonial con la potencia emergente; los Estados Unidos.
Murray comenta que la historia de los Estados Unidos es en parte la historia
de muchos pueblos por las intervenciones e intereses norteamericanos en todo
el mundo. La historia contemporánea de América Latina inevitablemente esta
vinculada a la primera potencial mundial y es sorprendente que en la
licenciatura de estudios latinoamericanos no se tenga una materia o dos
materias obligatorias sobre la historia de ese país. Mucho meno temas como el
power establishment norteamericano o el pensamiento económico conservador
para entender con mayor profundidad los procesos de globalización y
mundialización impuestos a nuestros países.27
Conclusiones
Más que conclusión queda la preocupación por lo arriba expresado. El itinerario
propuesto no es otra cosa que una selección de temas que constituyen
aproximaciones históricas que pueden insertarse en la multidisciplinariedad de
los estudios latinoamericanos.
Toca a los latinoamericanistas explorar las temáticas históricas que han
dejado huella en la vida económica, política y social de nuestros países. Con
esto enriqueceremos la historiografía de la región y aportamos conocimientos
importantes para un mejor conocimiento de América Latina.
Referencias y bibliografía
1. Véase la obra publicada por la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Balance y Perspectivas de los Estudios Latinoamericanos. México, 1985. Otra obra reciente, también publicada por la UNAM es América Latina: aproximaciones multidisciplinarias bajo la coordinación de Norma de los Ríos e Irene Sánchez Ramos. UNAM. México, 2005.
2. Para este caso puede consultarse la obra Sabino, Carlos. El fracaso del intervencionismo. Apertura y libre mercado en América Latina. Ed. Panapo. Caracas, 1999.
3. López Vicente. Geografía física, económica y humana de América Latina. Planeta. México, 2002.
4. Phelan L. John. El origen de la idea de América. Coordinación de humanidades y centro de estudios latinoamericanos. UNAM. México, 1979. También puede consultarse la clásica obra de Ribeiro, Darcy. La cultura Latinoamericana. Coordinación de humanidades y centro de estudios latinoamericanos. UNAM. México, 1978.
5. Un clásico del pensamiento latinoamericano es Zea Leopoldo. América Latina: largo viaje hacia si misma. Coordinación de humanidades y centro de estudios latinoamericanos. UNAM. México, 1978. También la obra de Roig, Arturo Andrés. Los ideales bolivarianos y la propuesta de una universidad latinoamericana continental. Coordinación de humanidades y centro de estudios latinoamericanos. UNAM. México, 1978.
6. Idem… Sabino Carlos.
7. Balance y Perspectivas de los Estudios Latinoamericanos. Facultad de Filosofía y Letras. UNAM. México, 1985.
8. Idem… Balance y…
9. Véase Gibson, Charles. España en América. Grijalbo. Barcelona, 1976 y del mismo autor Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810. Siglo XXI. México, 2000 y The spanish tradition in America. Harper and Row, Publishers. New Cork, 1968. Por otro lado, véase la obra de C. H., Haring. El imperio español en América. Alianza Editorial. México, 1990. También el clásico de Florescano, Enrique. Ensayos sobre el desarrollo económico de México y América Latina, 1500-1975. FCE. México, 1987 y Halperin Donghi, Tulio. Historia contemporánea de América Latina. Alianza Editorial. México, 1981. y por último K. Fieldhouse, David. Los imperios coloniales desde el siglo XVIII. Siglo XXI. México, 2002.
10. Historia General de América Latina tomo 1. UNESCO/Trotta. 2005
11. Historia General de América Latina tomo 2. UNESCO/Trotta. 2005
12. Historia General de América Latina tomo 3. UNESCO/Trotta. 2005
13. Historia General de América Latina tomo 3. UNESCO/Trotta. 2005
14. Idem…
15. Idem…Historia General de América…tomo 1.
16. Véase las obras clásicas de Zavala, Silvio. La encomienda indiana. Porrúa. México, 1992 y El mundo americano en la etapa colonial. Porrúa. México, 1970. También el estudio de Miranda, José. La función económica del encomendero en los orígenes del régimen colonial (Nueva España 1525-1531). UNAM.
México, 1965 y las obras de Scout, Meredith. The encomienda. University of Harvard. Massachusetts, 2002, Manuel Cuevas, Héctor. La función económica de la encomienda. UV. Colombia, 2000 y Byrd Simpson, Lesley. The Encomienda in New Spain. Los Angeles, USA. 1966. (p. 145 titulo de encomienda, 159 aspectos económicos y demográficos de la encomienda, 203) y Lockhart, James. Los nahuas después de la conquista. FCE. México, 1999.
17. Márquez Ramírez Gabriel. Cuatro visiones del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo. UAEH. México, 2005, en especial el capitulo 2.
18. Véase la obra de Pereyra, Carlos. La obra de España en América. Porrúa. México, 2000.
19. Idem…Márquez Ramírez.
20. Véase la obra de Luque Talaván, Miguel. La España de los reyes católicos. UAEH. México, 2005. También la obra de Alonso de Aguilar, Francisco. Relación breve de la conquista de la Nueva España. SEP. México, 1977 y Anderson, Perry. El estado absolutista. Siglo XXI. México, 2000. También las obras de Cadalso, José. Cartas marruecas. BBS. Navarra, 1983 y Herrera y Tordesillas, Antonio. Historia General de los Hechos de los Castellanos. Madrid, 1936 y Manzano Manzano, Juan. La incorporación de las Indias a la corona de Castilla. ECH. Madrid, 1948. 21. Véase García Guízar, Abel. El derecho indiano. Universidad Autónoma de Zacatecaz. México, 2003 y De Encinas, Diego. Cedulario Indiano. Estudio e índice por Alfonso García Gallo. Ediciones Cultura Hispánica. Madrid, 1945. También Recopilación de las Leyes de Indias, 1680. AGN. México. También Las Ordenanzas reales sobre indios (leyes de 1512-1513). En Archivo Nacional de Simancas, Sevilla. Versión paleografiaza y De Puga Vasco. Provisiones, cedulas, instrucciones para el gobierno de la Nueva España. ECH. Madrid, 1945.
22. Idem… Pereyra, Carlos.
23. Véase Bulario Índico. EESS. Madrid, 1970. Alonso Cabreros, Migueles. Código de Derecho Canónico (bilingüe y comentado). BAC. Madrid, 1957 y Aragonés Virgili, Manuel. Historia de pontificado. Casullerías. Barcelona, 1945. También las cronicas del siglo XVI, principalmente las de Fray Toribio de Benavente, Fray Jerónimo de Mendieta, Juan de Torquema y los clásico Ricard, Robert. La conquista espiritual de México. FCE. México, 1986 y Duverger, Christian. La conversión de los indios de Nueva España. FCE. México, 1993, así como la obra de Phelan, John. El reino milenario de los franciscano. UNAM. México, 1980.
24. Véase la interesante obra de Everett E. Hagen. Orígenes del Subdesarrollo. Herrero. México, 1964, especialmente el apartado de la herencia colonial.