ALCANCES Y DESAFÍOS DEL PERIODISMO EN EL CUBRIMIENTO DE LA NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA:
LO QUE NO SE CUENTA NO CUENTA
ALEXANDRA FARFÁN JIMÉNEZ
TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE:
COMUNICADORA SOCIAL - PERIODISTA
DIRECTORA: XIMENA NORATO PALOMEQUE
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL ÉNFASIS EN PERIODISMO
BOGOTÁ, D. C. 2008
2
“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus
trabajos de tesis. Sólo velará porque no se publique nada contrario al dogma y a la moral
católica y porque las tesis no contengan ataques personales contra persona alguna, antes
bien se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”. Artículo 23, resolución
No. 13 de 1946.
3
Bogotá D.C., 31 de julio de 2008. Doctor: JÜRGEN HORLBECK DECANO ACADÉMICO FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Ciudad Respetado Señor Decano: Con gran agrado quiero pongo a su consideración el trabajo de grado Alcances y Desafíos del Periodismo en el Cubrimiento de la Niñez y la Adolescencia: Lo que no se Cuenta no Cuenta, elaborado por la alumna Alexandra Farfán Jiménez, con mi asesoría, para optar al título de COMUNICADORA SOCIAL – PERIODISTA. Espero que el documento cumpla con las expectativas de la Facultad. Cordialmente,
______________________________ XIMENA NORATO PALOMEQUE Directora de Trabajo de Grado
4
CONTENIDO
Pág.
INTRODUCCIÓN 6 1. LOS HIJOS DEL SILENCIO 9 1.1 LA NIÑEZ LATINOAMERICANA EN LA ESFERA PÚBLICA 12 1.2 UNA CONVENCIÓN HISTÓRICA 17 1.3 COLOMBIA, AL FIN UNA LEY QUE LOS ESCUCHA 20 1.4 DEL DICHO AL HECHO 23
1.5 UNA NUEVA NIÑEZ 26
2. LA NIÑEZ EN LA PRENSA: LO QUE NO SE CUENTA NO CUENTA 29 2.1 MORTALIDAD INFANTIL: UN TEMA “POCO TAQUILLERO” 35 2.2 SALUD: INYECTANDO COMUNICACIÓN 36 2.3 LAS TAREAS PENDIENTES DE LA EDUCACIÓN 39 2.4 CRECIENDO EN EL INFIERNO 42 2.4.1 Niños combatientes: una tragedia sin fin. 43 2.4.2 Niños desplazados, también de los medios 45 2.5 TRABAJO INFANTIL: EN EL LUGAR EQUIVOCADO 47 3. CON EL LENTE DE LOS PERIODISTAS 50 3.1 SALAS DE REDACCIÓN INDIFERENTES 51 3.2 FUENTES DE DESINFORMACIÓN 52
5
4. UNA NUEVA RUTA PARA EL CUBRIMIENTO DE LA NIÑEZ 56 4.1. LA SENSIBILIDAD DE LOS FUTUROS PERIODISTAS 57 4.2. LA CAPACITACIÓN DE LOS PROFESIONALES EN EJERCICIO 59 4.3. LA TRANSFORMACIÓN DE LAS FUENTES INFORMATIVAS 60 5. CONCLUSIONES 61 BIBLIOGRAFÍA 62
6
INTRODUCCIÓN
En Julio de 2007 fui invitada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef)
a trabajar en la organización de un encuentro de representantes de medios de comunicación
colombianos, cuyo objetivo fue reflexionar sobre el cubrimiento periodístico de los temas
relacionados con las niñas, los niños y los adolescentes.
El evento, convocado por Unicef, la Procuraduría General de la Nación, el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y la Alcaldía Mayor de Bogotá, en el marco de
la I Cumbre Iberoamericana de Alcaldes, fue un auténtico debate sobre el tema pero
también una prueba más de una realidad que me había mostrado ya varias evidencias en
diez años de ejercicio periodístico: difícilmente las problemáticas de la niñez logran
despertar un interés prioritario y sostenido entre los medios de comunicación y sus
representantes.
Una de las responsabilidades de mi trabajo en Unicef fue extender la invitación a los
panelistas y demás participantes del evento, entre ellos varios directores, editores y jefes de
redacción, encargados de construir la pauta editorial de reconocidos periódicos o la
continuidad de las emisiones diarias en los noticieros de televisión.
La nueva muestra del desinterés sobre el tema pronto se hizo evidente, cuando empezaron a
responder a la convocatoria con evasivas como “me queda imposible asistir” o “prefiero no
participar porque nosotros [refiriéndose al medio para el que trabajaban] no tenemos
ninguna política específica para cubrir esos temas”.
La mesa perdió aún más comensales tan pronto como muchos de ellos se fueron enterando,
a través de la radio y la televisión, de la muerte del ex presidente de Colombia Alfonso
López Michelsen, un hecho que, como era de esperarse, acaparó los primeros renglones de
la agenda mediática y dejó en un segundo plano todo aquello que suele pasar a él,
incluyendo a los niños.
7
Al final, solamente un reducido grupo de comunicadores atendió el llamado
interinstitucional, para presentar sus experiencias en el cubrimiento de los temas
relacionados con la infancia y discutir abiertamente el asunto con voceros de algunas de las
entidades que suelen ser fuentes de información para construir esta clase de historias.
Esta breve, pero muy significativa experiencia de trabajo alimentó el interés profesional
que siempre tuve por los hechos noticiosos relacionados con la infancia y me llevó a
ratificar la necesidad de hacer una reflexión profunda sobre el cubrimiento de los mismos,
como tema del trabajo de grado que me había propuesto llevar a cabo.
Según las cifras del Departamento Nacional de Estadística DANE, los niños, niñas y
adolescentes conforman el 40% de la población colombiana. Algunos estudios, como los
presentados por la Agencia de Periodismo Amigo de los Derechos de la Niñez (Pandi) en
2006 y 2008, han probado que el cubrimiento de los hechos que los involucran se enmarca
en una serie de ausencias e historias no contadas que desdibujan su realidad y hacen
invisible su voz.
Este documento pretende hacer un acercamiento al análisis de esas ausencias, para luego
identificar algunos de los desafíos inaplazables en la búsqueda de un ejercicio profesional
más responsable y coherente con los derechos de la niñez y la adolescencia.
En primer lugar, el trabajo hace un recorrido histórico por el desarrollo de la legislación
pensada para la protección de la niñez en América Latina y particularmente en Colombia,
teniendo en cuenta las distintas concepciones históricas que han marcado la vida de los
niños, niñas y adolescentes. El documento marca especial énfasis en el impacto que ha
tenido la Convención de los Derechos del Niño, compendio que inspiró las más recientes
leyes para la infancia en toda la región.
La remembranza ayuda a comprender el origen de la realidad que hoy viven los menores de
edad en el contexto colombiano, tema de un segundo capítulo en el cual se abordan las
principales problemáticas que los afectan, dibujando un panorama general de la situación,
8
desde las condiciones de salud hasta las infamias heredadas del conflicto armado.
Paralelamente, el texto revisa las particularidades del cubrimiento periodístico que 12
medios de comunicación impresos del país han hecho de esta realidad, basándose en los
datos del monitoreo científico que año tras año hace la Agencia Pandi.
Esta mirada permite probar cómo las problemáticas que involucran a la niñez no son lo
suficientemente divulgadas, mucho menos contextualizadas, en los medios de
comunicación. Ni siquiera aquellas que se consideran críticas para su desarrollo y que
podrían marcar rutas de transformación en sus vidas gozan de un lugar preponderante en la
agenda mediática.
El ejercicio hace evidentes los desafíos que enfrentan periodistas y medios de
comunicación en su deber de contar al mundo la historia no contada de esos 16 millones de
niños y adolescentes. Opiniones de algunos reporteros y editores de los medios impresos
monitoreados por la Agencia Pandi nutren la reflexión sobre el tema, contribuyen a
puntualizar las tareas pendientes que tienen los responsables de obtener, procesar y difundir
la información y marcan el punto de partida para proponer acciones que contribuyan a
elevar la calidad del cubrimiento periodístico de los temas que involucran a los menores de
edad.
9
1. LOS HIJOS DEL SILENCIO
Pensar en el cubrimiento responsable de los hechos que comprometen a la niñez es,
necesariamente, pensar en sus derechos. En esos que legalmente les corresponden por el
simple hecho de ser niños; en los que históricamente les han sido vulnerados y en la
complicidad de todo lo que se ha emitido y omitido a través de las distintas formas de
comunicación que han gobernado el movimiento estructural de las sociedades.
El concepto de la infancia como un grupo de la población con derechos reconocidos es un
asunto realmente nuevo en el contexto mundial. Como si los niños y las niñas hubieran sido
seres invisibles en cada una de las épocas que marcaron el progreso de la humanidad, su
historia se ha escrito sobre largos episodios de crueldad y muchas veces de la más torpe
indiferencia adulta.
El silencio es un elemento fundamental de su historia. Mientras ignoraron las etapas del
desarrollo de la niñez y desconocieron las necesidades propias de su edad física, mental y
emocional, los adultos, de naturaleza humana, encontraron las más inhumanas formas de
transmitir a sus niños y niñas los mensajes que les quisieron enviar. El homicidio, el
encierro, los azotes y el terror, simplemente reemplazaron el lugar de la palabra.
En los últimos años, autores de la psicología, la pedagogía y las leyes se han esforzado por
documentar el trato ignominioso que, por acción u omisión, se dio sistemáticamente a niños
y niñas de distintas sociedades, en consonancia con rígidas estructuras de su organización
social, absurdas decisiones legales o marcadas concepciones religiosas que determinaron
las pautas de crianza que los llamados ‘grandes’ impusieron a los pequeños.
“La historia de la infancia es una pesadilla de la que hemos empezado a despertar desde
hace muy poco”, escribió el historiador de la psicología Lloyd deMause, en 1973. “Cuanto
10
más se retrocede en el pasado, más bajo es el nivel de la puericultura y más expuestos están
los niños a la muerte violenta, el abandono, los golpes, el terror y los abusos sexuales”1.
En su obra, deMause recopiló los hallazgos de un grupo de investigadores que él mismo
coordinó y que durante cinco años se dedicó a reconstruir las formas de la crianza en
Occidente. Según el autor, el estudio de lo que significó ser niño en el pasado era entonces
una tarea incipiente, debido, entre otras causas, a la ausencia del relato. Al completo
anonimato de varias generaciones de niños cuyas historias no fueron contadas.
Al parecer, durante muchos años floreció una tendencia que llevó a los historiadores a
concentrar su atención en lo público, abandonando las instancias de lo privado, en donde
los niños y las niñas permanecieron escondidos, y en silencio, durante varios siglos.
“Hay masas de datos ocultos, deformados, suavizados u olvidados. Se resta importancia a
los primeros años del niño, se estudia interminablemente el contenido formal de la
educación y se elude el contenido emocional, haciendo hincapié en la legislación sobre los
niños y dejando a un lado el hogar”2, escribió deMause.
Pero a pesar de las dificultades, el investigador logró reconstruir y documentar ejemplos de
las horrorosas prácticas cometidas contra los niños, provocándoles graves efectos en su
desarrollo. Actividades tan crueles como el infanticidio, el abandono y el uso de los
pequeños como mercancía de libre comercio, y la creencia de que sus almas solían ser
albergue de seres endemoniados hacen parte de la recopilación.
Comunicar a los niños que algo estaba mal hecho era cuestión de aterrorizarlos. Se les
perseguía con máscaras y cadáveres para persuadirlos y dominar en ellos conductas que se
consideraban impropias, inclusive si ello representaba tener que matarlos, literalmente, del
susto.
1 DEMAUSE, Lloyd. Historia de la Infancia. España. Alianza Editorial S.A., 1982. Pág. 15.
2 Ibid, p. 21.
11
“Era costumbre sacar a los niños de la escuela para llevarlos a presenciar ejecuciones y los
padres solían llevarlos a tales espectáculos, azotándolos al regresar a casa, para que
recordaran lo que habían visto (...) El efecto que esta continua contemplación de cadáveres
tenía sobre los niños era, naturalmente, muy grave”3.
Con los años, la historia vendría a comprobar que ni siquiera instrumentos legales
magnánimos como la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1789) serían
suficientes para ‘rescatar’ a los niños y las niñas de esa crueldad que incluía la oscuridad
del silencio. En Occidente, el primero y más revelador ejemplo de ello es quizás el caso de
Mary Ellen, la niña neoyorquina que en 1874 tuvo que ser defendida del salvajismo de sus
padres sustitutos, haciendo homologación con las normas de protección para los animales.
“Mi nombre es Mary Ellen”, reza una declaración de la niña. “No sé cuantos años tengo.
Mi mamá y mi papá están muertos. Yo le digo a la señora (…) momma; Yo no tuve sino un
par de zapatos, pero no puedo recordar cuando fue eso. No tengo zapatos o medias para este
invierno; nunca se me ha permitido salir, excepto en la noche y solo al patio (para usar el
baño de afuera); en las noches, mi cama solo es un pedazo de tapete estirado en el piso,
debajo de una ventana y yo duermo en mi ropa interior con un edredón sobre mí.
“Nunca tengo permiso de jugar con otros niños; momma ha cogido el hábito de azotarme
casi todos los días, ella usa un látigo retorcido de cuero; el látigo casi siempre me deja
marcas negras y azules en mi cuerpo. En este momento tengo dos marcas negras y azules
en mi cabeza que me fueron hechas por momma con el látigo, y una cortada en el lado
izquierdo de mi frente que fue hecha con un par de tijeras en manos de momma. Ella me
golpeó con las tijeras y me cortó. No tengo recuerdos de haber sido besada; nunca he sido
besada por momma.
3 Ibid, p. 34.
12
“Yo nunca he sido cargada en las piernas de momma o cuidada y mimada. No se me es
permitido hablar con nadie, porque si lo hiciera sería azotada. No he tenido más ropa que la
que llevo puesta (…); he visto medias y otra ropa en nuestro cuarto pero, pero no me es
permitido ponérmela. Cada vez que momma sale, soy encerrada en el cuarto. Yo no sé por
qué soy azotada; momma nunca dice algo cuando me latiga. Yo no quiero volver a vivir con
momma porque ella me golpea mucho”4.
Para desgracia de la pequeña Mary Ellen, no existía en ese momento una ley que protegiera
a los niños, e increíblemente aquella declaración que defendía los derechos del hombre no
tenía, ante los estrados, pertinencia para defender a los más pequeños. Por ello el juez que
escuchó a la niña y decidió hacerse cargo tuvo que argumentar ante la Corte que todos los
seres humanos forman parte del reino animal y que, como ejemplar del mismo, la pequeña
debía ser protegida contra los tratos crueles e inhumanos.
Mary Ellen representa un hito doble en la historia de los derechos de la niñez: se convirtió
en la primera niña defendida legalmente por maltrato de la que se tenga registro histórico,
pero antes de ello, en la primera menor de edad en ser escuchada ante las cortes
estadounidenses. La primera en gozar de la legitimación de sus palabras para defenderse.
El testimonio de Mary Ellen no solo sirvió para salvar su propia vida. Un reportero del New
York Times decidió publicar y seguir la historia, generando un gran movimiento que
además dio origen a la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Niños, la más
antigua organización del planeta dedicada a una generación de víctimas que hasta entonces
solamente podía ser defendida si por pertenecer al reino animal.
1.1 LA NIÑEZ LATINOAMERICANA EN LA ESFERA PÚBLICA
Según la historiadora Nara Milanich, en América Latina la niñez solamente empezó a ser
tema de las discusiones públicas en las postrimerías del siglo XVIII, dentro de un enfoque,
4 Testimonio de Mary Ellen Wilson. En http://www.americanhumane.org/site/PageServer?pagename=wh_mission_maryellen
13
novedoso para la época, que intentó reconocer la importancia del crecimiento poblacional
en todo el mundo y el lugar que ocupaba la infancia en este fenómeno demográfico. Sin
embargo, el proceso que ella califica como “un reconocimiento a los niños y su bienestar
con la modernidad”5, pronto quedaría estancado al refundirse en los hilos de la maraña
política que poco a poco se iba tejiendo con la conformación de las repúblicas
independientes del Hemisferio.
El reconocimiento legal de los derechos de la infancia y la adolescencia en la región
empezaría a escribirse entonces a comienzos del siglo XX, cuando sectores dirigentes de
países como Brasil, Argentina y Colombia plasmaron en papel sellado sus primeras
inquietudes por aquellos menores de edad que encajaban en la categoría de “niños en
situación irregular”.
En consecuencia, y siguiendo la tendencia europea, las normas no respondieron a una
preocupación auténtica por el restablecimiento de los derechos de toda la niñez, sino a la
necesidad de evitar que realidades en crecimiento, como la de los niños viviendo en la
calle, desbordaran la capacidad de control de las autoridades.
No tendrían que esforzarse mucho los líderes políticos, eclesiales y demás estamentos de la
sociedad para reforzar en lo público la concepción de un niño inquieto, inmanejable y hasta
malvado que por ello necesitaba ser encerrado, reformado y fuertemente castigado. Y nunca
como un camino para restablecer los derechos que había perdido en la calle, sino como una
medida para defenderse de todo aquello que pudiera llegar a ser y, por supuesto, a hacer.
“Las primeras propuestas sobre leyes de infancia comprendían el establecimiento de jueces,
tribunales de menores y casas de corrección que trataban los casos de niños infractores,
abandonados o que vivían en la calle”, escribe la investigadora Susana Romero. “Los
asistentes a los Congresos Panamericanos del Niño, sin duda alguna una de las instancias
más influyentes en la adopción de políticas en los ámbitos nacionales, les recomendaban a
5 RODRIGUEZ, Pablo y MANNARELLI, María Emma (Coordinadores). Historia de la Infancia en América Latina. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2007, p. 595.
14
los gobiernos la constitución de dichos tribunales, cortes y jueces de menores y mostraban
la misma preocupación sobre la permanente y, más aún, creciente existencia de jóvenes
infractores y niños abandonados”6.
Pero mientras Latinoamérica apenas gestaba los primeros compendios legales y fundaba los
primeros reformatorios, Europa ya cambiaba de tercio. Sus legisladores empezaban a
discutir nociones de “niños con derechos”, dentro de un debate originado en la necesidad de
protegerlos frente a otras problemáticas, además del abandono y la contravención.
En medio de las nuevas discusiones se fundó en Londres Save the Children (1919), primera
Organización No Gubernamental de carácter internacional especializada en atender a los
niños. Bajo la dirección de una mujer, la inglesa Eglantyne Jebb, esta ONG se empeñó en
ayudar a millones de niños que huían hacia distintos países como resultado de la Primera
Guerra Mundial.
Save The Children elaboró los textos de la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del
Niño, aprobada en 1924 por la llamada Sociedad de las Naciones, entidad que precedió a la
Organización de Naciones Unidas (ONU). Este documento se constituyó en el primer
consenso internacional a favor de la niñez y sus principios fueron posteriormente acogidos
de manera implícita en la Declaración de los Derechos Humanos, aprobada en 1948.
Según la Declaración de Ginebra, “el niño debe ser tratado con todas las consideraciones
que aseguren satisfactoriamente su desarrollo físico, psíquico y moral. Debe ser dotado con
los medios que le permitan ganar su sustento y debe ser protegido contra la explotación”7.
El texto contempla también el derecho del niño a recibir socorro prioritario en situaciones
graves y la ayuda especial en caso de hambre, enfermedad, discapacidad u orfandad.
6 Ibid, p. 617.
7 Ibid, p. 623.
15
Todos estos antecedentes marcaron la consolidación de una etapa en la que se hicieron
visibles asuntos como la desnutrición y la explotación laboral de la niñez, entre otras
problemáticas, dando paso a políticas proteccionistas que desde Europa pronto empezaron a
replicarse en las naciones del continente americano.
“La legislación laboral infantil en los albores del siglo XX parece unir a los países de
Latinoamérica. Estas regulaciones protectoras públicas coinciden aparentemente con logros
civilizatorios en la región”, escriben los investigadores Pablo Rodríguez y María Emma
Mannarelli. “Una muestra de ello es la creación de nuevos conocimientos y tecnologías
pediátricas. Son avances que revelan cambios en los estilos de concebir a los infantes y de
tratarlos”8.
En las décadas del 30 y del 40, la incidencia de lo que ocurría en el plano internacional
había allanado el camino para la creación de otras instituciones de bienestar social. En el
caso de Colombia, lo más representativo de la época se concretó en la Ley Orgánica de la
Defensa del Niño que dio origen al Consejo Nacional de Protección Infantil (1946), una
entidad que le permitió al Estado centralizar sus tareas en la protección de los menores de
edad.
Mientras tanto, la inclusión de los temas de infancia en la agenda mundial marcaba otros
logros importantes, entre ellos la adopción de normas internacionales en el Código
Panamericano de la Infancia (1948), y la creación del Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (Unicef), pensado inicialmente como una estrategia de la reconstrucción europea
después de la Segunda Guerra Mundial y enfocado luego en la atención de los niños en
países subdesarrollados.
En 1959 la ONU presentó la Declaración Universal de los Derechos del Niño, respondiendo
a la necesidad de completar y hacer expresas normas de protección especial que habían
quedado implícitas en la Declaración de los Derechos Humanos. Este nuevo documento
8 Ibid, p. 19.
16
marcó otra ruta en el desarrollo de políticas para los niños y convocó la responsabilidad de
los adultos en el objetivo de conducirlos por una “infancia feliz”, en el marco de diez
principios:
� Derecho a la igualdad, sin distinción de raza, religión o nacionalidad.
� Derecho a una protección especial para crecer sanos y libres.
� Derecho a tener un nombre y una nacionalidad.
� Derecho a una alimentación, vivienda y atención médica adecuadas.
� Derecho a educación y atención especial para los niños física o mentalmente
disminuidos.
� Derecho a la comprensión y el amor por parte de la familia y de la sociedad.
� Derecho a una educación gratuita. Derecho a divertirse y jugar.
� Derecho a recibir atención y ayuda preferentes en caso de peligro.
� Derecho a ser protegido contra el abandono y la explotación en el trabajo.
� Derecho a recibir una educación que fomente la solidaridad, la amistad y la justicia
entre todo el mundo.
Y es precisamente en la Declaración de los Derechos del Niño en donde algunos autores
ubican el paso definitivo en el proceso de reconocimiento del niño como portador de
derechos, aunque por su naturaleza este documento no estableciera obligaciones legales
para los países firmantes.
Según anota Susana Romero, “era un desplazamiento del énfasis puesto en la protección
infantil hacia la necesidad de garantizar el cumplimiento de los derechos de los niños,
preocupándose por los individuos, el cuidado que recibían y las condiciones de su familia, y
buscando la participación de esta última en la solución de los problemas de la infancia”9.
Pero ese paso de la caridad al compromiso estatal no ocurrió al mismo ritmo en países
como Chile y Argentina, en donde las dictaduras postergaron la transición del viejo enfoque
9 Ibid, p. 619.
17
de control sobre la infancia. Por lo demás, los códigos que anteriormente se centraron en la
protección de determinados grupos de niños en situaciones vulnerables, comenzaron a
transformarse en compendios legales más universales que intentaron concebir a todos los
niños, las niñas y los adolescentes como titulares auténticos de sus propios derechos.
1.2 UNA CONVENCIÓN HISTÓRICA
En la década del 80, el regreso de las democracias a los países de América Latina y,
posteriormente, el fin de los conflictos armados en países centroamericanos como
Guatemala y El Salvador permitieron el avance de las legislaciones con énfasis en lo social,
así como el desarrollo de una completa doctrina de protección integral que no solamente
pedía la universalidad de los derechos en aras de la protección de los niños, sino también el
diseño de políticas públicas para restablecer aquellos que les eran vulnerados.
Se produjo entonces la que sin duda alguna es la más significativa conquista de los
derechos de niños, niñas y adolescentes en el ámbito internacional: la Convención sobre los
Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de
noviembre de 1989 y ratificada por 192 países, una cifra récord en la historia de los tratados
internacionales de derechos humanos. Solamente Somalia y Estados Unidos se resisten a
hacerlo.
“La ratificación casi universal de la Convención sobre los Derechos del Niño constituye un
éxito notable”, escribió Carol Bellamy, entonces directora de Unicef, en el Manual de
Aplicación del mismo tratado. “El hecho de que casi todos los países del mundo hayan
aceptado un código de obligaciones en favor de la infancia nos llena de esperanza para el
futuro y coloca los derechos del niño en la primera línea de la lucha por los derechos
humanos”10.
10 HODGKIN, Rachel y NEWELL, Peter (Para UNICEF). Manual de Aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño. Nueva York: Unicef, 2004, p. IX.
18
La Convención establece normas innegociables, basándose en cuatro principios
fundamentales: el interés superior del niño; la no discriminación; la protección efectiva de
su integridad y su derecho a la participación, el cual incluye, por primera vez, el derecho a
que su voz sea escuchada y tenida en cuenta en los estrados.
“Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio
propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al
niño, en función de la edad y la madurez del niño”, impone la Convención en su Artículo
12. “Con tal fin, se dará en particular al niño oportunidad de de ser escuchado en todo
procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño, ya sea directamente o por medio
de un representante o de un órgano apropiado, en consonancia con las normas de
procedimiento de la ley nacional”11, puntualiza la norma.
Pero ser escuchado no es el único derecho consagrado en la Convención que legitima la voz
de la niñez y le da vida legal en nuevos cuadros del escenario público En su artículo 17 la
norma reconoce el papel de los medios de comunicación y promueve la pluralidad de la
información para niños y niñas:
“Los Estados Partes reconocen la importante función que desempeñan los medios de
comunicación y velarán por que el niño tenga acceso a información y material procedentes
de diversas fuentes nacionales e internacionales, en especial la información y el material
que tengan por finalidad promover su bienestar social, espiritual y moral y su salud física y
mental. Con tal objeto, los Estados Partes:
a) Alentarán a los medios de comunicación a difundir información y materiales de interés
social y cultural para el niño, de conformidad con el espíritu del artículo 29;
11 UNICEF. Convención de los derechos del niño, Bogotá: Gente Nueva, p.21.
19
b) Promoverán la cooperación internacional en la producción, el intercambio y la difusión
de esa información y esos materiales procedentes de diversas fuentes culturales, nacionales
e internacionales;
c) Alentarán la producción y difusión de libros para niños;
d) Alentarán a los medios de comunicación a que tengan particularmente en cuenta las
necesidades lingüísticas del niño perteneciente a un grupo minoritario o que sea indígena;
e) Promoverán la elaboración de directrices apropiadas para proteger al niño contra toda
información y material perjudicial para su bienestar, teniendo en cuenta las disposiciones
de los artículos 13 y 18”12.
La Convención considera niño a “todo ser humano menor de 18 años salvo que en la ley
que le sea aplicable haya alcanzado antes la mayoría de edad”13 y lo reconoce como sujeto
de los derechos que consagra. Sus artículos le garantizan derechos relacionados con la vida,
la salud, la educación y la protección especial en determinadas circunstancias.
“La Convención protege los derechos de la niñez al estipular pautas en materia de atención
(…)”, escribió Paul Martin, representante de Unicef en Colombia. “Los Estados partes
están obligados a establecer y poner en práctica todas las medidas y políticas, de
conformidad con el interés superior del niño y de la niña”14.
En Colombia, el texto fue ratificado a través de la Ley número 12 de 1991. En el mismo
año, y siguiendo el espíritu del tratado, la Asamblea Nacional Constituyente incluyó en las
reformas a la Carta Política el concepto de la protección integral para la infancia, tanto en la
garantía de sus derechos como en la atención en condiciones difíciles.
12
Ibid, p.23.
13 Ibid, p.5.
14 Ibid, p. 6.
20
A través de cinco artículos, la nueva Constitución estableció normas para la garantía de sus
derechos:
� Artículo 13: Consagra los derechos de libertad e igualdad para todas las personas
desde su nacimiento. Obliga al Estado a permitir las condiciones para garantizar
tales derechos y a adoptar medidas a favor de grupos en circunstancias de debilidad
manifiesta.
� Artículo 44: Consagra los derechos fundamentales de los niños y su carácter
prevalente sobre los derechos de los demás. Ordena protegerlos contra distintas
formas de abuso y establece la obligación de la familia, la sociedad y el Estado de
garantizar su pleno desarrollo.
� Artículo 45: Consagra algunos derechos especiales del adolescente y la
participación de los jóvenes en las entidades públicas y privadas encargadas de su
bienestar.
� Artículo 50: Consagra el derecho de atención gratuita para todo niño menor de un
año que no esté cubierto por algún sistema de salud y protección.
� Artículo 67: Consagra el derecho a la educación como un servicio público y
obligatorio. Establece responsabilidades del Estado, la sociedad y la familia para
proveerla.
1.3 COLOMBIA, AL FIN UNA LEY QUE LOS ESCUCHA
A partir de la Convención sobre los Derechos del Niño, varios países latinoamericanos
diseñaron legislaciones que recogieron, o al menos intentaron recoger su esencia. En 1990,
por ejemplo, Brasil puso en vigencia el Estatuto el Niño y el Adolescente y unos años más
tarde, en 1999, Venezuela constituyó el Consejo Nacional de los Derechos del Niño y el
Adolescente. La mayoría de los documentos inspirados en la Convención todavía rigen los
destinos legales de infantes y adolescentes de la región.
21
Pero en el caso de Colombia, la transformación fue mucho más lenta. Solo se concretó en
noviembre de 2006, cuando el país puso en vigencia el Código de Infancia y Adolescencia
(Ley 1098), para reemplazar el Código del Menor (Decreto 2737 de 1989) que
curiosamente se había puesto en vigencia el mismo año en que fue promulgada la
Convención sobre los Derechos del Niño, y que desde el principio fue considerado
incompleto y obsoleto por fundamentarse en el viejo concepto de la “niñez en situación
irregular” y no en la doctrina de protección integral, esencia de la Convención.
Conocido con el nombre de “Ley de Infancia”, el nuevo código reconoce plenamente a los
niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos. Además de contemplar normas para
la prevención de las amenazas contra ellos, deja de llamarlos “menores” para concebirlos
como seres humanos autónomos e independientes.
“El esfuerzo del Estado colombiano no podía sólo centrarse en restituir derechos o
solucionar problemas, sino que debía integrar todos los componentes políticos, sociales y
jurídicos que demanda la aplicación del concepto de protección integral”, comenta la
abogada Beatriz Linares, especialista en temas de infancia y coautora de la ley15.
El Código le dio nueva vida a la voz de la niñez en los ámbitos judiciales. Siguiendo los
preceptos de la Convención, el niño deja de ser representado para ser sujeto de sus derechos
ante la Ley. En su artículo 26, la norma establece que “(…) en toda actuación
administrativa, judicial o de cualquier otra naturaleza en que estén involucrados los niños,
las niñas y los adolescentes, tendrán derecho a ser escuchados y sus opiniones deberán ser
tenidas en cuenta”16.
La Ley de Infancia surgió después de tres intentos fallidos en el Congreso y la presión de
los medios de comunicación, quienes ejercieron una fuerte presión que resistió hasta el
15 UNICEF. Código de la Infancia y la Adolescencia. Versión Comentada, Bogotá: UNICEF, 2007, p.8.
16 Ibid, p.27.
22
último debate. Entre otras cosas, el documento intentó corregir 15 años de vacíos que
mantuvieron a millones de niños y niñas en un limbo legal, y definió nuevas obligaciones
para la familia, los gobiernos y la sociedad civil, responsables de garantizarles los 44
derechos allí contemplados.
“Lo que hizo la Ley fue dejar de ver a los niños como problema y verlos como titulares de
derechos”, explicó en su momento la abogada Linares. “Eso significa pasar de tener una ley
para atender a tres millones de niños que se encuentran en nueve situaciones irregulares, a
garantizar y preservar los derechos de 17 millones de personas menores de 18 años como
titulares de los mismos”17.
Entre otras novedades, esta carta de navegación estableció para toda persona la obligación
de reportar ante las autoridades los casos de abuso contra los niños, endureció las penas
para los agresores e incluyó medidas para su escarnio público. Asimismo, eliminó
beneficios legales como rebaja de penas, casa por cárcel y sentencia anticipada para los
victimarios, con el objetivo de contribuir en la disminución de la impunidad que suele
rodear estos casos.
“Para delitos de homicidio, secuestro, lesiones personales y agresiones sexuales, las penas
se duplican automáticamente cuando la víctima es menor de 18 años y además se pierden
esos beneficios”, advirtió Linares. “Con este solo hecho vamos a tener por lo menos una ley
más persuasiva”18.
Uno de los temas más relevantes de la Ley es el de la Responsabilidad Penal Juvenil. La
norma dicta que los menores de 14 años que cometan un delito no serán juzgados
penalmente como adultos. Tampoco los adolescentes mayores de 14 y menores de 18 con
discapacidad mental.
17 ENTREVISTA con Beatriz Linares, abogada especialista en ninez,participante en la creación del Código de Infancia. Bogotá D.C., Agosto de 2006.
18 Ibid.
23
En materia de trabajo infantil, el Código aumentó en un año la edad mínima para trabajar,
estableciéndola en 15 años de edad, con supervisión de comisarios de familia o inspectores
de trabajo. Los menores de 15 años solamente pueden obtener remuneración por
actividades culturales, deportivas o recreativas, siempre y cuando las jornadas no sumen 14
horas a la semana.
Además de imprimir carácter jurídico a la doctrina de protección integral, el Código de la
Infancia dio nueva vida a ciertos mandatos constitucionales, entre ellos la prevalencia de
los derechos de los niños, niñas y adolescentes sobre los derechos de los demás. También
enfatizó en la corresponsabilidad que tienen los adultos en la garantía de los mismos,
superando aquella tesis que señalaba al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar como
único responsable de la protección de la niñez.
“La sanción de esta ley supone la responsabilidad de las autoridades con su aplicación
efectiva como garantes de derechos y la corresponsabilidad de la sociedad y de la familia
para que se procuren las condiciones materiales y espirituales necesarias para que todos los
niños, niñas y adolescentes en Colombia puedan vivir su niñez como personas íntegras,
dignas y felices”, escriben Paul Martin y Pedro Quijano, de Unicef y la Alianza por la
Niñez Colombiana19.
1.4 DEL DICHO AL HECHO
Pero una cosa es el mensaje y otra el uso que el receptor hace de él. Al menos en el caso
colombiano, existe todavía una gran desinformación en cuanto a los derechos de la infancia
desde el punto de vista legal. Entidades públicas y privadas que prestan servicios a los
niños y adolescentes del país, escuelas, familias y niños desconocen sus derechos y también
la manera de hacerlos efectivos.
En septiembre de 2005, la Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al
conflicto armado en Colombia presentó al Comité de los Derechos del Niño, órgano
19 UNICEF. Código de la Infancia y la Adolescencia, Op. Cit., p. 5.
24
encargado de la vigilancia de la Convención, los resultados de una encuesta aplicada a 228
niños y niñas entre los 6 y los 18 años, en distintas zonas del país.
Según la Coalición, “sólo el 20% de niños y niñas saben qué es un derecho y conocen la
Convención sobre los Derechos del Niño. De los niños y niñas que la conocen, el 14.2%
conoció sus derechos a través de organizaciones sociales, el 13.3% de su familia y sólo el
31.5% de los maestros de sus escuelas, públicas en la mayoría de los casos”20.
Tristemente, los reveladores avances legislativos a favor de la infancia y la adolescencia
que casi todos los países de América Latina han adelantado en los últimos años aún
muestran numerosas contradicciones con lo que sucede en la realidad. El pleno
cumplimiento de lo aprobado en decretos y acuerdos internacionales encuentra obstáculos
tanto en los estrados judiciales como en el escenario social que enmarca la vida de los
mismos niños.
“Considero que aun siendo el siglo XX testigo de un desarrollo importante de las leyes de
la infancia, los niños continúan gravitando en la periferia de lo legal, debido a la persistente
asociación cultural que relaciona a los niños con los ámbitos privados de la vida social,
dentro de los cuales el Estado no puede intervenir”, dice Nara Milanich21.
La investigadora se refiere solamente a una de las causas que han retrasado la efectiva
garantía de los derechos de la niñez. Factores políticos, sociales y económicos persistentes
en la región se confabulan para retrasar el ejercicio pleno de los derechos humanos
incluyendo, por supuesto, los de la infancia.
“América Latina no está ajena a lo que ocurre en el resto del mundo y sus niños y niñas
sufren con demasiada frecuencia e intensidad la violencia, el desamparo, el abuso, el
20 Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia. Informe Alterno al Comité de los Derechos del Niño. Bogotá: 2005, p. 17.
21 RODRIGUEZ, Pablo y MANNARELLI, María Emma (Coordinadores). Historia de la Infancia en América Latina. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2007, p. 595.
25
maltrato y la explotación”, escribe Nils Kastberg, ex representante de Unicef para América
Latina y el Caribe. “Diariamente los vemos como las víctimas inocentes de los conflictos
armados, de las catástrofes, de la pobreza, de la ignorancia, del autoritarismo, así como de
cualquiera de los cambios que se producen en nuestras sociedades”22.
Kastberg cita las transformaciones de la estructura familiar, la inestabilidad del empleo, el
aumento de las migraciones y la falta de compromiso financiero con los programas sociales
como otros elementos que han repercutido negativamente en la vida de los niños.
Asimismo, el especialista advierte que la superación de estas amenazas dependerá de los
avances que haga cada país, con el apoyo de la comunidad internacional.
“El respeto por los derechos humanos de todas las personas es un buen barómetro para
medir los niveles de gobernabilidad democrática de un estado. De ahí que donde la infancia
no vea atendida sus necesidades, donde no haya una verdadera conciencia sobre las
distintas realidades que viven los niños y las niñas o donde no se reconozca su derecho de
participación y su autonomía progresiva no pueda hablarse de verdadera democracia”23.
A finales de 2004 Unicef presentó un documento que recopila algunos cambios positivos
originados por la Convención sobre los Derechos de la Infancia en distintos países de
América Latina. Entre ellos se destacan algunas reformas en la administración de la justicia
penal juvenil, cambios en los sistemas de protección de la niñez y nuevos espacios para la
promoción de sus derechos. No obstante, la misma entidad reconoció que la práctica de los
principios consagrados en el texto es un camino por recorrer, sobre todo en lo que a los
niños infractores se refiere.
“Salvo algunas excepciones positivas, los diversos tipos de instituciones responsables de
las políticas de protección de la niñez y la adolescencia, tanto por las condiciones
materiales de los servicios que prestan como por las interpretaciones que hacen de la
22 UNICEF. La Convención sobre los derechos del niño quince años después. Panamá: UNICEF / Oficina Regional para América Latina y el Caribe, 2004, p. 6.
23 Ibid.
26
Convención, están todavía lejos de satisfacer de forma integral los derechos de los niños,
niñas y adolescentes”24, advierte Unicef en el documento de 2004.
1.5 UNA NUEVA NIÑEZ
En una gran paradoja, la aplicación misma leyes también ha contribuido a perpetuar el
desfase entre la teoría jurídica y la realidad. En una de sus más recientes obras, la
colombiana Ligia Galvis Ortiz, doctora en Derecho y Filosofía, explica cómo por ejemplo
la Convención sobre los Derechos del Niño logró un consenso en el reconocimiento
jurídico de tales derechos, pero no resolvió discusiones que en la práctica diaria ocupan a
quienes tienen la responsabilidad de convertirse en garantes.
“Las decisiones de los legisladores son generalmente opciones que se toman sin
argumentos y al vaivén de las apreciaciones que los adultos tienen de los niños, las niñas y
los adolescentes. Un ejemplo es la determinación de la edad para los diferentes efectos. La
Convención establece el umbral de los 18 años para definir el grupo etario sujeto de los
derechos de esta convención. Pero la edad cambia para los efectos del trabajo, 15 años, y
para la jurisdicción penal que es de 14 años”25.
Los especialistas consideran que uno de los grandes retos de la Convención sobre los
Derechos del Niño y de las legislaciones internas que de ella surgieron en cada uno de los
países está en la necesidad de cambiar la concepción tradicional de la niñez y materializar
su participación efectiva en los procesos que la involucran. Así lo sostiene Francisco Pilotti,
de la Unidad de Desarrollo Social y Educación Organización de los Estados Americanos:
“Para enfrentar adecuadamente esta tarea resulta indispensable abordar al niño en su
condición de actor, superando el enfoque de la sociología tradicional, particularmente la de
cuño funcionalista, que visualiza al niño como un ente pasivo cuya formación está
24 Ibid, p. 24.
25 GALVIS, Ligia. Las niñas, los niños y los adolescentes: Titulares activos de derechos. Bogotá: Ediciones Aurora, 2006, p. 12.
27
determinada principalmente por las instituciones de socialización. En contraste, se plantea
la necesidad de concebir al niño como un actor cuya capacidad, competencia y creatividad
son determinantes en el proceso de construcción de las relaciones sociales y culturales de la
sociedad en su conjunto”26, dice el especialista.
En este mismo sentido, Ligia Galvis advierte cómo aun después de adoptada la
Convención, existen muchos desacuerdos en el reconocimiento de la titularidad efectiva de
los derechos de niños y niñas. Según ella, solucionarlos es una de las condiciones
principales para lograr coherencia entre la predicación universal y la puesta en práctica de
los derechos.
“El problema es que aún no se ha superado la idea de ‘adulto pequeño’ que describe Philipe
Ariés. En todas las consideraciones que se hacen en torno a los niños y las niñas, el
referente sigue siendo el mundo de los adultos. Por eso no se vislumbra en el debate una
salida clara para encontrar el fundamento del reconocimiento de la titularidad de los
derechos como atributo de la especie en el sentido propio de la expresión”27.
De otra parte, bien sabido es que en materia de derechos humanos es muy frecuente que los
desacuerdos legales se mezclen con factores culturales que ponen freno al sentido de
universalidad de los acuerdos que buscan garantizarlos. En el caso de los niños, algunas
corrientes conservadoras encuentran inconveniente que la Convención de 1989 entregue
autonomía a los niños, alegando que ello puede poner en jaque la autoridad de los padres y
debilitar la estructura familiar.
Asimismo, el debate sobre la diversidad cultural y los derechos de la infancia ha merecido
múltiples análisis sobre el trabajo infantil. Mientras los tratados internacionales intentan
abolirlo, la práctica es socialmente aceptada en comunidades que consideran imperativa la 26PILOTTI, Francisco. Globalización y Convención sobre los Derechos del Niños: El Contexto del Texto, Washington, D.C: Organización de los Estados Americanos, 2000, p. 66.
27 GALVIS, Op. Cit., p. 64.
28
participación de los niños en la tarea de mejorar sus propias condiciones de vida e incluso
lo conciben como un camino totalmente válido para su aprendizaje y proceso de
socialización.
Expuestas estas condiciones, es claro que tanto el proceso de llevar a la práctica la
Convención de los Derechos del Niño como el objetivo de lograr que la sociedad vea al
menor de edad con otros ojos son caminos que tomará tiempo recorrer. Lo alcanzado hasta
ahora solo confirmaría aquella premisa expuesta por el mismo Pilotti:
“Las reformas legislativas por sí solas no son capaces de provocar cambios sociales que
requieren profundas transformaciones en diversos ámbitos de la sociedad”28.
28 PILOTTI, Op. Cit., p. 63.
29
2. LA NIÑEZ EN LA PRENSA: LO QUE NO SE CUENTA NO CUENTA
Son muchas las situaciones de riesgo a las que permanecen expuestos los niños, las niñas y
los adolescentes colombianos mientras se hacen adultos. A ellos se les delega
constantemente el futuro del mundo, pero todavía es poco lo que se les entrega en el
presente para permitirles un ambiente sano, propicio para la garantía de todos sus derechos.
De acuerdo con el último censo de población, elaborado por el Departamento Nacional de
Estadística (DANE) en 2005, en Colombia hay aproximadamente 16 millones de personas
menores de 18 años, las cuales representan cerca del 36% de la población. Su situación
dibuja un mapa de certezas que con frecuencia se vuelven invisibles ante los micrófonos y
las cámaras de televisión. Invisibles ante la mirada del periodista y, en consecuencia,
invisibles ante la mirada de la sociedad.
Una clara evidencia de lo que enfrenta la población infantil colombiana quedó plasmada en
la exposición del procurador general de la Nación, Edgardo Maya Villazón, ante la
audiencia del Quinto Encuentro de Gobernadores por la Infancia, la Adolescencia y la
Juventud, celebrado en noviembre de 2007. El evento reunió en la ciudad de Pereira a
mandatarios de los 32 departamentos del país en torno a un objetivo: la evaluación y
sostenibilidad de la estrategia Hechos y Derechos, diseñada para garantizar los derechos de
la niñez a través de políticas públicas eficientes.
En su ponencia, el Procurador reveló indicadores que dan cuenta de la magnitud que tienen
algunas problemáticas de la niñez y que, según el funcionario, “reflejan una realidad
intolerable, que dista mucho de lo que el imperativo constitucional demanda”29. El
funcionario precisó que:
� De los 16 millones de colombianos menores de 18 años de edad, el 50% es pobre y
el 7% sobrevive en la miseria, en condiciones de exclusión y desigualdad.
29 MAYA, Edgardo. Procurador General de la Nación. Discurso pronunciado en el Quinto Encuentro de Gobernadores por la Infancia y la Adolescencia. Pereira, 21 de noviembre de 2007.
30
� Cerca de 200 mil niñas son madres; niñas que no continúan en el sistema escolar y
que tienen pocas posibilidades de ingresar al campo laboral colombiano.
� En los últimos cinco años se evidenciaron más de 50.000 padres irresponsables que
no querían reconocer a sus hijos, lo cual le costó al Estado más de 30 mil millones
de pesos en pruebas de ADN.
� En materia de maltrato infantil, el país pasó de 12.225 casos conocidos por el
Instituto Nacional de Medicina Legal en el año 2005, a 13.540 en el año 2006. En
los primeros cuatro meses del año 2007 se habían registrado 3.587 casos de niñas y
niños maltratados.
� En el país existen 1.909.880 niños, niñas y adolescentes entre los 5 y los 17 años
que trabajan y/o realizan oficios del hogar por más de 15 horas a la semana.
� En el año 2006 la Policía Nacional capturó a 72.873 jóvenes entre los 17 y 20 años
de edad. De 4.480 niñas, niños y adolescentes infractores de la ley penal ubicados
en centros cerrados en el año de 2006, 2.758 son padres.
� En el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) se encuentran a la fecha
(Noviembre de 2007) cuatro mil niños y niñas de difícil adopción, los cuales
llegarán a la mayoría de edad sin tener una familia.
� En los últimos siete años el ICBF ha atendido a 3.414 niños, niñas y adolescentes
afectados por el conflicto armado.
Pero ¿cómo reflejan los medios de comunicación la realidad de la infancia y qué
importancia tiene que lo hagan?
31
En 1972, los investigadores norteamericanos Maxwell McCombs y Donald Shaw
concretaron la teoría de la llamada agenda-setting, cuyos principios habían sido esbozados
ya en el estudio de la teoría de los efectos.
Otorgando un papel activo a los receptores de la información que se emite a través de los
medios masivos de comunicación, la teoría planteó cómo la agenda mediática impone los
temas de la agenda pública y política de una comunidad, seleccionan los asuntos que son
puestos en el debate público, fijan un lugar jerárquico para cada uno de ellos y determinan
la manera en que son abordados por la sociedad.
Hoy es innegable que los medios de comunicación cambian costumbres, crean hábitos,
perpetúan o transforman imaginarios, obligan legislaciones y generan tremendos caos o
conciliaciones en los escenarios políticos hasta el punto de poner y quitar presidentes. En
últimas, los medios deciden de qué se habla, cuánto se habla y cómo se habla sobre un
determinado hecho.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, es necesario entonces demostrar cómo los
medios masivos han tenido y siguen teniendo en sus manos el poder de hacer visibles o
invisibles los temas que involucran los derechos de la niñez y, en muchos casos, terminan
siendo responsables directos o indirectos de las cuestiones prioritarias para su integridad.
En mayo de 2008 la Agencia de Periodismo Amigo de los Derechos de la Niñez (Pandi)
presentó su informe La Huella de la Niñez en la Prensa Colombiana 2006 – 2007, con los
resultados del monitoreo que diariamente hace de 12 medios impresos del país, en busca de
artículos sobre niñez y adolescencia que luego analiza a partir de criterios específicos.
El ejercicio se realiza sobre la lectura de unos 5.000 ejemplares de las publicaciones, una
cantidad que si bien no conforman todo el universo de la prensa nacional, sí constituyen
una muestra representativa del mismo. De hecho, las tendencias derivadas de los cálculos
basados en este ejercicio son muy semejantes a las obtenidas con la suma de los 13 países
de América Latina, en donde se leen aproximadamente unos 237 mil periódicos al año.
32
Usando un sistema de clasificación vigente en 13 países de América Latina y utilizado en
Colombia durante cuatro años consecutivos, la Agencia determinó cuánto cubren los
medios elegidos los temas relacionados con los menores de edad y qué jerarquía le da a
cada uno de ellos. Asimismo, revisó algunos criterios que le permitieron determinar cómo
analizar aspectos sobre la forma en que lo están haciendo.
De este modo, además de establecer el número de artículos incluidos en cada publicación y
comparar patrones de cubrimiento, el estudio sirvió para identificar los temas y subtemas
más y menos abordados, el número de fuentes de información consultadas, las menciones a
la legislación vigente y el uso de los recursos estadísticos, entre otros elementos utilizados
por los periodistas para construir sus historias.
En uno de los hallazgos más valiosos, el sistema de clasificación utilizado por esta agencia
de noticias especializada en los derechos de la infancia permite sumar, nota a nota, cuánto
se escucha y se reproduce la voz de la niñez, un elemento clave que, como se vio en el
anterior capítulo, ha permanecido en el silencio de la privacidad durante varios siglos.
Las publicaciones analizadas por la agencia para identificar las tendencias periodísticas de
la prensa escrita en materia de niñez fueron los diarios El Tiempo, La República, El
Espacio, El Mundo, El Colombiano, El País, El Heraldo, La Patria, y Vanguardia Liberal,
el semanario El Espectador, y las revistas Semana y Cambio.
Entre las conclusiones más destacadas de su observatorio de medios impresos, la Agencia
pudo determinar que:
� Los 12 medios monitoreados en el año 2007 publicaron un total de 15.326 artículos
sobre niñez y adolescencia, lo cual generó un crecimiento del 33% frente al número
de textos incluidos en sus páginas durante el año anterior.
33
� Solamente el 2% de los artículos sobre niñez y adolescencia registrados durante el
año ocupó el lugar del editorial, texto que refleja la posición del medio de
comunicación frente al hecho que sus directivos consideran más relevante en cada
edición. Lo que consideran necesario incluir en el desayuno del Presidente y de sus
más cercanos colaboradores.
� A la hora de hablar de la infancia, el interés de los periodistas se concentró en 4 de
los 28 temas que componen la tabla de clasificación del sistema: educación, ubicado
en el primer lugar; violencia, en el segundo; deportes, en el tercero; y salud en la
cuarta posición.
� De toda la torta temática, educación alcanzó el 20.9%, violencia el 13.4%, deportes
el 13.1% y salud el 9.2%. Sumados, estos cuatro temas representan un poco más de
la mitad de la tabla, más exactamente el 56.6%.
� En contraste con lo anterior, entre los menos tratados quedaron temas como el
trabajo infantil, el desplazamiento forzado, el abandono y las medidas de
reinserción social, todos de gran importancia para la niñez en cuanto a la
vulneración de sus derechos se refiere. Ninguna de estas temáticas alcanzó a cubrir
el 1% de la agenda de los medios.
� De acuerdo con el enfoque investigativo, solamente el 18% de los artículos
monitoreados durante el año mostró un esfuerzo del autor por ir más allá de la
descripción de un determinado hecho, ya fuera denunciando un hecho o mostrando
una posible solución a la problemática.
� En promedio, los periodistas consultaron 1.2 fuentes de información por artículo,
cifra que no representa ni la mitad de lo que ordenan las reglas básicas del
periodismo.
� Por sectores, el más consultado fue el Estado, presente en el 29% de los textos. Aun
cuando el tema de educación ocupó el primer lugar, los menos escuchados fueron
34
los maestros, quienes solamente aparecieron en el 8% de los casos. En el 30% de los
artículos no fue posible identificar fuente alguna.
� Aunque la totalidad de los artículos registrados se refieren a los niños, niñas o
adolescentes, los propios menores de edad solamente fueron consultados en el 18%
de ellos. La mayor cantidad de registros de su voz apareció en los artículos
relacionados con el tema de deportes y recreación.
� De cada 100 noticias 13 hicieron mención a la legislación vigente. El 58% de las
citas se registró en aquellos artículos que incluyeron alguno de los dos enfoques
investigativos anteriores: denuncia o propuesta de solución.
� Las estadísticas, uno de los recursos básicos del periodismo, solamente aparecieron
en el 4% de los artículos expuestos durante el año.
En el marco de los planteamientos de la agenda-setting de los anteriores resultados puede
inferirse que los mensajes publicados durante 2007 en los medios impresos analizados
tratan los temas sobre niñez y adolescencia de manera ocasional, poco holística y sin
marcos de referencia que evidencien la verdadera magnitud de cada problemática.
Tampoco se le da mayor importancia a la necesidad de establecer contextos legales que
sustenten la gravedad de los hechos desde un enfoque de derechos y hagan explícita la
vulneración o restitución de los mismos.
Tal como se vio en la exposición de estos hallazgos, además de posibilitar la cuantificación
de las noticias publicadas en los diarios en materia de niñez, el sistema de clasificación de
la Agencia Pandi permite acercarse a la jerarquía otorgada a cada una de las 28 temáticas
disponibles en su tabla de clasificación.
35
El ejercicio servirá para revelar lo contrastante que pueden llegar a ser las tendencias
editoriales a la hora de hablar de niños, niñas y adolescentes, con la realidad que
diariamente viven en el terreno.
2.1 MORTALIDAD INFANTIL: UN TEMA “POCO TAQUILLERO”
“Los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho a la vida, a una buena calidad de
vida y a un ambiente sano en condiciones de dignidad y goce de todos sus derechos en
forma prevalente”, Código de la Infancia y la Adolescencia, artículo 17.
De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS)30, entre
1985 y 2005 la tasa de mortalidad en la niñez, definida como aquella que ocurre antes de
los primeros cinco años de vida, se redujo en un 60%. No obstante, entre los niños ubicados
en este rango de edad aún se producen 22 muertes por cada mil nacidos vivos.
Una disminución parecida mostró la mortalidad infantil, indicador que compromete a los
pequeños antes de cumplir su primer año de vida. En este caso la reducción fue del 57%,
con una tasa que pasó de 41 a 19 casos por cada mil nacidos vivos.
Pero tal como está plasmado en el informe anual de Pandi, la mortalidad infantil es una de
las temáticas menos abordadas en la prensa escrita nacional. De acuerdo con el documento,
en el año 2007 solo 29 de los 15.326 artículos analizados se refirieron a ella, otorgándole al
tema una escasa participación del 0.2% en toda la agenda temática del año.
En entrevista con la Agencia Pandi, la viceministra de Salud y Bienestar del Ministerio de
Protección Social, Blanca Elvira Cajigas, expuso su opinión sobre el asunto y admitió que
este tema en particular no ha logrado tener la incidencia mediática necesaria para movilizar
a la sociedad en torno él. “Yo creo que el tema no es taquillero y, la verdad, seguramente
30 PROFAMILIA. Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2005. Bogotá. Profamilia, 2006, p. 182.
36
no lo hemos sabido vender”, dijo la funcionaria. “El Ministerio es consciente de que tiene
una deficiencia de comunicación con los periodistas”31.
Ahora bien, indagando en la ubicación geográfica de la mortalidad infantil, la ENDS
encontró que la situación es más crítica en las zonas rurales que en las urbanas, con una
diferencia de 24 a 17 muertes por cada mil nacidos vivos. Sin embargo, el cubrimiento de
los medios va en contravía. El 60% de los artículos hallados por la agencia se situó en
zonas urbanas, alimentando una tendencia que se repite en el cubrimiento de la mayoría de
los temas sobre niñez analizados.
Finalmente, es de destacar que en el 50% de los artículos sobre mortalidad infantil los
periodistas no se limitaron a describir un hecho, sino que incluyeron una denuncia o
propuesta de solución a la problemática, esfuerzo que, en el caso de salud, superó el
promedio general de los demás temas, calculado en el 18%.
2.2 SALUD: INYECTANDO COMUNICACIÓN
“Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la salud integral. La salud es un
estado de bienestar físico, psíquico y fisiológico y no sólo la ausencia de enfermedad”,
Código de la Infancia y la Adolescencia, Artículo 27.
Las infecciones respiratorias, la diarrea y la desnutrición siguen apareciendo entre las
principales causas de la mortalidad y morbilidad infantil en los países de América Latina.
Colombia no es la excepción. La escasa aplicación de medidas preventivas, la ausencia de
información para las madres y la falta de atención médica oportuna hacen que
enfermedades como estas sigan amenazando la vida de miles de niños en todo el país.
Según la Encuesta Nacional de Salud de 200532, durante las dos semanas anteriores al
estudio el 10% de los niños menores de cinco años presentó síntomas de Infección
Respiratoria Aguda (IRA) y el 14% sufrió Enfermedad Diarreica Aguda (EDA). Solamente
31 AGENCIA PANDI. La huella de la niñez en la prensa colombiana 2006 -2007. Bogotá. Pandi, 2008, p. 46.
32 Ibid, p. 229 y 237.
37
el 57% de los pacientes del primer grupo y el 39% de los pertenecientes al segundo fueron
llevados a un centro hospitalario para recibir tratamiento especializado. El 18% no recibió
ningún tipo de atención.
Desde la óptica del cubrimiento periodístico, y a diferencia de la mortalidad infantil, la
salud sí es uno de los temas más tratados en los medios de comunicación estudiados por
Pandi. En 2007, la temática ocupó el cuarto lugar entre las 28 que componen el ranking
temático, sumando 1.416 artículos, correspondientes al 9.2% del total.
Pero en este sistema de clasificación la salud tiene varias subdivisiones que permiten
establecer concentraciones del cubrimiento en algunos aspectos específicos. Tal es el caso
de la vacunación, un asunto que en los últimos 20 años ha permitido significativas
reducciones en la mortalidad y morbilidad por enfermedades prevenibles por esta vía.
En el año 2007 el tema de salud infantil más visibilizado en la prensa fue el de las vacunas,
cuyos artículos conformaron el 51% de toda la categoría de salud. Este comportamiento
coincide con una premisa reconocida ya en ámbitos públicos y privados: los medios de
comunicación han jugado un papel protagónico en la difusión de las estrategias sobre el
asunto y, por tanto, en el reconocimiento social de la obligación de proteger a los niños y
niñas a través de las inmunizaciones.
“En la aplicación de cada una de estas estrategias han sido claves la información oportuna y
la movilización amplia de la comunidad”33, dice Unicef refiriéndose, quizá sin saberlo, a un
caso de comunicación efectiva que fácilmente puede sustentarse en los recuerdos. Basta
pensar por un momento en la dimensión que tenía el tema de la vacunación hace 20 años,
cuando en los medios no le recordaban a las madres de familia que “si estás en la cuna te
toca vacuna…”
33
UNICEF. La niñez colombiana en cifras. Bogotá: Unicef, Oficina de Área para Colombia y Venezuela, 2002, p. 17.
38
Colombia se ha comprometido a tener inmunización completa para el 90% de los niños
menores de un año antes de 2010. Según la ENDS, hasta el año 2005 el 58% de los niños
entre 12 y 23 meses de edad había recibido todas las inmunizaciones contenidas en el
esquema de vacunación.
Sin embargo, pese a las tareas pendientes, en los últimos años las coberturas de vacunación
han registrado importantes logros en materia de cobertura, logros que se han alcanzado a
través de la ‘inyección’ mediática y el apoyo que las autoridades sanitarias han encontrado
en los medios de comunicación.
Otro asunto determinante aquí es la nutrición. En esta materia el país ha alcanzado algunas
metas importantes como la erradicación de desórdenes por deficiencia de yodo, pero
también ha venido aplazando otras como la de lograr que las mamás suministren a sus
bebés únicamente leche materna durante los primeros seis meses de vida, indicador que
apenas registra un promedio de 2.2 meses, es decir, la tercera parte del tiempo
recomendado.
Hallazgos de la ENDS muestran que en Colombia el 12% de los niños menores de cinco
años presenta desnutrición crónica (baja estatura para su edad), mientras que el 7% tiene
desnutrición global (bajo peso para su edad). Las dos patologías son más frecuentes entre
las mujeres de más bajos niveles de educación y con los mayores índices de pobreza.
“Muchos de estos niños desnutridos de hoy no recibieron los beneficios de la leche materna
o pertenecen a familias desplazadas por la violencia”, advierte Unicef. “Es frecuente la
presencia de mujeres desnutridas en estas familias, las cuales también tienen serios
obstáculos para cuidar higiénicamente a los bebés y para brindarles la atención general
requerida, incluyendo la adecuada preparación de los alimentos”34.
34 Ibid, p. 18.
39
Como subtema de clasificación del análisis, la nutrición estuvo presente en 295 artículos, es
decir, en el 21% del total, reportando una menor participación que el de la vacunación tanto
en la categoría de salud como en el resto de la agenda mediática. El promedio de fuentes de
información consultadas fue de 1.1 por texto.
Volviendo al tema de la salud en general, y teniendo en cuenta las franjas de edad que
mencionaron los artículos de salud, es de destacar que el 45% de ellos centró su foco de
atención en niños de 0 a 6 años, el 37% en los de 11 a 17 años y el 18% en los de 12 a 17
años. Esto podría indicar que en cuestiones de salud los comunicadores se interesaron más
por la llamada primera infancia.
Para elaborar estas 1.416 notas, los autores consultaron un total de 1.658 fuentes de
información, equivalentes a un promedio de 1.02 fuentes por texto. Las notas con mayor
número de fuentes consultadas son las que se centraron en la salud materna y la nutrición,
como subtemas de la categoría.
2.3 LAS TAREAS PENDIENTES DE LA EDUCACIÓN
“Los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho a una educación de calidad”.
Código de la Infancia y la Adolescencia, artículo 28.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (Cepal), “el pleno derecho a
la educación de calidad y pertenencia es condición esencial para superar la pobreza y
avanzar hacia una mayor igualdad de oportunidades”35.
En los últimos años Colombia ha conquistado un gran terreno en cuanto al acceso a las
aulas se refiere. Cifras del Ministerio de Educación Nacional reportan que entre 2002 y
2006 la cobertura de la educación básica y media creció del 88% al 94%, ganando seis
35 CEPAL. Desafíos: Boletín de la infancia y adolescencia sobre el avance de los objetivos de desarrollo del Milenio. Cepal y Unicef, 2006, p. 5.
40
puntos porcentuales. En el caso de la educación superior, más específicamente de los
programas de pregrado, la cifra aumentó en siete puntos, al pasar del 24% al 31%.
Desde el punto de vista periodístico, la educación se sitúa en el primer lugar de la escala
temática de la Agencia Pandi, así como en la de sus pares latinoamericanos. En 2007, el
número de artículos sobre el tema ascendió a 3.202 artículos, equivalentes al 21% de todos
los textos hallados en los 12 medios de comunicación. Sin embargo, al igual que el tema de
la salud, el de la educación muestra notorias diferencias de cubrimiento si se tienen en
cuenta algunos de los asuntos específicos que componen la categoría.
“El cubrimiento tuvo varios matices determinados por los subtemas de clasificación”,
confirma el informe. “Algunos como actividades extracurriculares, nuevas tecnologías e
idiomas tuvieron más protagonismo que otros como analfabetismo y educación técnica que
juntos no alcanzan ni el 2% de las áreas tratadas”36.
Geográficamente, la educación en Colombia avanza con serias disparidades. En las zonas
rurales, por ejemplo, la situación dista mucho de lo ideal, pues la falta de instituciones de
educación media y la insuficiencia de programas enfocados en las necesidades propias de
cada región, entre otros factores, hacen que la tasa de cobertura rural, que en primaria
registra el 98%, en la secundaria se reduzca al 28%. Al terminar la primaria, los niños
abandonan la escuela y se van a trabajar.
Algo parecido sucede con la inasistencia escolar que, tal como lo ha admitido el propio
Ministerio, cobra fuerza en el campo, en donde las tasas equivalen aproximadamente al
doble de las calculadas en los cascos urbanos. Datos consignados en el Plan Sectorial 2006
– 2010 estiman que “de todos los niños y jóvenes de 5 a 16 años que se encuentran por
fuera del sistema, más de 500 mil están localizados en áreas rurales, lo que corresponde a
aproximadamente el 48% del total de inasistencia del país”37.
36 AGENCIA PANDI, Op. Cit., p. 40.
37 MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL. Revolución educativa: Plan Sectorial 2006 -2010. Documento No. 8, p. 10.
41
Sin embargo, para los medios, y los periodistas de los medios, informar sobre los
problemas educación es un asunto eminentemente urbano. El 74% de los artículos
monitoreados por Pandi ubica al lector en escenarios urbanos, mientras que solo el 6% del
cubrimiento se produce en áreas rurales del territorio nacional.
Mucho han insistido también algunas instituciones públicas y privadas en la importancia de
la educación en la primera infancia, reconociendo esta como una etapa crucial en la vida de
los niños. Sin embargo, para la edad correspondiente (de 0 a 6 años) la cobertura escolar se
acerca apenas al 41%.
“La primera infancia es fundamental para el desarrollo cognitivo y emocional, y la salud
física y mental. En los primeros tres años de vida se forman las conexiones neuronales, el
cerebro alcanza el 90% de su tamaño adulto y se logran habilidades como la regulación
emocional, el desarrollo del lenguaje y la motricidad”38.
Pero en los medios, este tema tampoco tiene un gran protagonismo. De hecho, en 2007
solamente el 13% de los artículos sobre educación hicieron referencia a la llamada
educación inicial, convirtiéndose en la menos contada en la prensa nacional. La gran
mayoría de las notas (56%) se enfocaron en los adolescentes entre 12 y 17 años.
Ahora bien, en el año 2007 el Ministerio y otras instancias del sector público centraron sus
discusiones en un desafío quizá más complejo que el de alcanzar la cobertura universal: la
búsqueda de la calidad educativa. En efecto, el 32% de los artículos sobre educación
publicados en los 12 medios estudiados por Pandi se concentraron en el tema de la calidad,
siendo este el que más relevancia tuvo en dichos textos.
Además de la calidad, los periodistas se centraron en problemáticas como el acceso a la
educación y la deserción escolar, pero ignoraron otras como la formación de los maestros,
38 CEPAL. Op. Cit., p. 5.
42
asunto que solamente fue tema discutido en el 7% de las notas. De igual manera, fueron
pocos los que relacionaron el tema de la educación con otro inherente a él: el de la pobreza.
Entidades como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) han reconocido
los avances que el país consigna en materia de educación básica primaria. No obstante,
también ha llamado la atención sobre las tareas aplazadas, entre ellas, la búsqueda de
soluciones para enfrentar las desigualdades geográficas, económicas y sociales, trazando
con ello una ruta hacia la equidad y la calidad educativa.
2.4 CRECIENDO EN EL INFIERNO
“Los niños, las niñas y los adolescentes serán protegidos contra: las guerras y los
conflictos armados internos, el reclutamiento y la utilización de los niños por parte de los
grupos armados organizados al margen de la ley, la tortura y toda clase de tratos y penas
crueles, inhumanas, humillantes y degradantes, la desaparición forzada y la detención
arbitraria”, Código de la Infancia y la Adolescencia, artículo 20.
Colombia tiene condiciones especialmente difíciles a la hora de garantizar los derechos de
la infancia. A todos los problemas políticos, sociales, económicos y culturales que
favorecen la vulnerabilidad de niños y niñas en cualquier país de Latinoamérica se suman
infamias heredadas de un conflicto armado que cada día respeta menos y se deshumaniza
más.
De muchas formas, directa o indirectamente, la confrontación ha convertido a miles de
menores de edad en víctimas de todo tipo de crímenes. Ataques indiscriminados, asesinatos
selectivos, secuestros, desapariciones y desplazamientos forzados son solo algunas de las
caras que adopta la violencia en la integridad de niños, niñas y adolescentes. A ello se suma
la pérdida de sus posibilidades educativas y las secuelas psicológicas muchas veces
inalterables.
“El efecto más devastador del conflicto armado sobre la población infantil que vive en las
zonas de alta confrontación es la formación de imaginarios favorables a la violencia. Los
43
niños y niñas aprenden que las armas dan la ‘razón’, que la fuerza convertida en violencia
ofrece espacios de reconocimiento y que en actos de atrocidad en los que el cuerpo de los
enemigos se mutila, queda establecido que la violencia se ejerce sin límites ni control”39.
Desde el punto de vista periodístico, el cubrimiento de la violencia relacionada con la niñez
es una matriz que se menciona, se comenta y se cuestiona en distintos escenarios políticos y
académicos (foros, seminarios, encuentros, etc.), pero que pocas veces se examina desde
los zapatos de un niño y menos aún desde la perspectiva de sus derechos vulnerados.
En las páginas de los periódicos las historias sobre violencia ocupan un lugar predominante,
sin que esto equivalga a un cubrimiento enfocado en sus derechos. En el año 2007 la
violencia el tema ocupó el segundo lugar de la escala temática de Pandi, con un total de
2.050 artículos. Extrapolada en la gran torta mediática, la cifra representó el 13% del
espacio que las publicaciones les dieron a los menores de edad.
2.4.1 Niños combatientes: una tragedia sin fin
En el sistema de clasificación de la Agencia Pandi, la categoría de violencia se subdivide en
varios subtemas que permiten análisis más específicos. Uno de ellos es el de los niños
vinculados y desvinculados de los grupos ilegales (conflicto armado), temática central del
21% de las notas sobre violencia y niñez publicadas en la prensa durante 2007 y del 3% de
todas las exhibidas durante el año.
Para los grupos ilegales, llevarse a los niños es otra estrategia de guerra, otra forma de
sembrar el terror entre la población civil y también de mantener las estructuras de su
organización. No hay cifras exactas, pero los números actuales de entidades oficiales y
Organizaciones No Gubernamentales oscilan entre seis mil y once mil niños, niñas y
adolescentes militando en los ejércitos irregulares.
39 GRAJALES, César. El dolor oculto de la infancia. Bogotá. Unicef Colombia, 1999, p. 22.
44
Madurados a la fuerza, los niños reclutados en los grupos armados tienen una edad
promedio de 12.8 años. La gran mayoría aduce voluntad propia a la hora de explicar las
razones que tuvieron para empuñar las armas. Pero esa supuesta libertad esconde presiones
y motivaciones diversas. Desde lo llamativas que les resultan las armas y los uniformes de
los guerrilleros hasta la supuesta oportunidad de trabajar para llevar a sus hogares unos
cuantos pesos e inclusive la necesidad de salvar la vida.
“Si bien la mayoría de esta población (83,7%) mencionó haber ingresado de manera
voluntaria al grupo armado, el análisis sobre las condiciones familiares, sociales y afectivas
de la población antes del reclutamiento, permiten a la Defensoría del Pueblo concluir que
existen contextos de vulnerabilidad social y cultural que se constituyen en factores de
riesgo para el ingreso de esta población a los grupos armados ilegales y que obligan a
cuestionar y relativizar el carácter ‘voluntario’ del ingreso a dichos grupos”40.
En la realidad del terreno, a los llamados ‘niños soldados’ se les vulnera la totalidad de sus
derechos. Sin embargo, en el espejo de los medios, solamente una parte de los artículos se
apoya en un marco legal para denunciar cuáles de esos derechos les fueron violados a las
víctimas y cómo pueden ser restablecidos. Solamente el 13% utilizó las citas a la ley como
recurso.
Según concluyó la Agencia Pandi, “a pesar de que la tarea de visibilizar los temas de niñez
y conflicto armado ha tenido un importante repunte en estos tres años de análisis, aún falta
exponer el tema como una denuncia atroz a los derechos humanos”41.
Parte de la tarea implica contar la historia desde la voz de la niñez; y en eso las fuentes de
información tienen una gran responsabilidad, pues, como se verá más adelante, han callado
a los niños con el argumento de su protección.
40 DEFENSORIA DEL PUEBLO. Caracterización de las niñas, niños y adolescentes desvinculados de los grupos armados ilegales: Inserción social y productiva desde un enfoque de derechos humanos. Bogotá: 2006, p.28.
41 AGENCIA PANDI. Op. Cit., p. 61.
45
Finalmente, y en el mismo sentido de los derechos, Pandi buscó aquellas noticias que, más
allá de narrar un hecho, formularon una denuncia o mostraron un camino de solución a la
problemática de los niños que pertenecen a las filas de los ilegales. El 22% hizo lo primero
y solamente el 7% propuso lo segundo.
Cabe recordar que en medio de los rigores de la selva cumplen tareas relacionadas con la
supervivencia de la tropa; cultivan la tierra, cocinan, lavan la ropa o cuidan enfermos. A
otros los eligen para desempeñar labores específicas de la actividad militar; cuidar
secuestrados, poner explosivos, hacer tareas de inteligencia o, simplemente, matar.
“En cuanto a otras actividades asociadas a la vida militar, el 95,2% de la población sujeto
de estudio tuvo que hacer guardia, el 91,6% participar en entrenamientos militares, el
84,7% hacer mandados, el 72,5% cumplir tareas de inteligencia y el 70,5% hacer
trincheras; son situaciones que, al hacerlos más visibles con respecto a las acciones del
contrario, los expone a graves afectaciones a sus derechos humanos”, dice la Defensoría en
su informe42.
2.4.2 Niños desplazados, también de los medios
Además de llevar a miles de niños, niñas y adolescentes a marchar en las cuadrillas de los
grupos irregulares, la confrontación armada ha obligado a otros tantos al desplazamiento
forzado, una situación dolorosa para cualquier persona, pero mucho más para un menor de
edad que suele ver en su mundo cotidiano su propio cielo.
En el país no hay consenso sobre las cifras sobre desplazamiento. Según datos de la
Secretaría de Acción Social de la Presidencia, en los últimos diez años (1997 – 2007) el
número de colombianos obligados a abandonar sus hogares fue de 2.190.049 y cerca del
38.3% del total correspondió a menores de edad. Mientras tanto, la organización Plan
Internacional asegura que en ese mismo período el número de afectados llegó a cuatro
42 Ibid, p.35.
46
millones. La entidad advierte que los niños, niñas y adolescentes conforman el 53% de la
población desplazada.
Increíblemente, a pesar de las elevadas cifras de niños, niñas y adolescentes víctimas del
desplazamiento, su situación pasa casi inadvertida en los medios de comunicación escritos
del país. De las 15.326 noticias publicadas en 2007, solamente 98 se concentraron en este
tema, conformando el 0.6% del total.
Las organizaciones que están en contacto permanente con la niñez desplazada expresan
continuamente sus preocupaciones alrededor de la situación de riesgo a la cual se ven
expuestos estos niños, aumentando su vulnerabilidad frente al abuso sexual, la explotación,
la estigmatización y todo lo que implica vivir en las zonas marginales de las grandes
ciudades, en donde generalmente se ubican para volver a empezar.
“En ciudades como Bogotá, Medellín y Cali los menores desplazados tienen que convivir
con diversas expresiones de violencia como las pandillas juveniles, milicias urbanas y otros
grupos que imponen normas y códigos que limitan sus derechos y prolongan los escenarios
de amenazas, miedo y muerte que caracterizaron las zonas de expulsión”43, dice un análisis
de Unicef.
Pero en los medios de comunicación la limitación y restablecimiento de estos derechos no
es una prioridad. Solamente el 23% de los textos sobre desplazamiento forzado echó mano
de la ley para hablar de ello. Y aunque la cifra es baja para la magnitud de la situación, esta
duplica el promedio general del estudio, estimado en 12 citas por cada 100 noticias
publicadas.
Unicef ha podido determinar que aproximadamente el 60% de los niños y adolescentes en
situación de desplazamiento provienen del campo, lo cual implica grandes pérdidas para
ellos. Generalmente las zonas periféricas de las ciudades son zonas de extrema pobreza,
43 CODHES. UNICEF, Esta guerra no es nuestra: Niños y desplazamiento Forzado en Colombia. Bogotá D.C: Codhes, Unicef, Oficina de Área para Colombia y Venezuela, 2000, p. 44.
47
carentes de las extensas zonas verdes, fuentes de agua y todos aquellos espacios que antes
servían al niño para su recreación y esparcimiento.
No obstante, cuando quieren acercarse al tema del desplazamiento, casi todos los
periodistas olvidan se concentran en las grandes ciudades, apartándose de la realidad del
campo, en donde se originaron las circunstancias. En el análisis del monitoreo de medios
el 66% de los artículos describe la problemática del desplazado en zonas urbanas, el 13% la
investiga en las zonas rurales, y solo el 1% se acerca a la situación en las fronteras.
Finalmente, es necesario advertir que para tratar el tema de niñez y desplazamiento forzado
los reporteros consultaron un promedio de 1.4 voces por artículo. La mayor cantidad de
fuentes proviene del sector estatal (30%), mientras que la niñez solamente habla en el 2%
de los casos.
2.5 TRABAJO INFANTIL: EN EL LUGAR EQUIVOCADO
“Los niños, niñas y adolescentes serán protegidos contra el trabajo que por su naturaleza
o por las condiciones en que se lleva a cabo es probable que pueda afectar la salud, la
integridad o la seguridad o impedir el derecho a la educación”, Código de la Infancia y la
Adolescencia, artículo 20, inciso 12.
Cada noche, mientras millones de niños colombianos se preparan para ocho horas de
descanso y dulces sueños, otros miles le hacen el quite los peligros de la calle, mientras
tratan de vender a los transeúntes noctámbulos alguna flor, dulce, cigarrillo o lata de
cerveza para ganar unos cuantos pesos.
Los datos más recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), calculan que
en Colombia hay más de un millón de menores de edad dedicados a actividades que los
alejan de la escuela y amenazan su integridad física y mental. A estos niños se suman otros
novecientos mil que, según registros de la misma entidad, trabajan en el servicio doméstico,
sometidos a tratos discriminatorios, a veces crueles, y jornadas que resultarían extenuantes
inclusive para cualquier adulto.
48
“Hay una tendencia decreciente desde 2001, pero todavía cerca de un millón de niños
trabajan y otro millón de niños se vinculan en oficios del hogar por más de 15 horas a la
semana”, asegura Liliana Obregón, directora del Programa Internacional para la
Erradicación del Trabajo Infantil de la OIT en Colombia. “Muchos de esos niños están
vinculados a las peores formas del trabajo infantil; trabajan en la agricultura y la minería
artesanal o están siendo explotados sexualmente”44.
En algunas de sus formas, el trabajo infantil es una de las problemáticas más expuestas a la
lente de un medio de comunicación. En cada semáforo o estación de servicio hay un niño
limpiando un vidrio, exhibiendo sus malabares o suplicando que le den “alguito” para llevar
a casa. Aún así, su situación escasamente le importa a uno que otro medio de comunicación
y muy de vez en cuando. En efecto, de los 15.326 artículos seleccionados en el año 2007
solamente 123 se refirieron al tema, copando un escaso 0.8% del total.
En diálogo con los responsables del observatorio y la clasificación de los artículos, la
representante de la OIT expuso su versión sobre este marcado desinterés: “Los medios
dependen mucho de hechos como la presencia de niños en la explosión de una mina, el
lanzamiento de un estudio sobre explotación sexual o la celebración del 12 de junio”, dijo
la funcionaria. “Pero generalmente son noticias breves y pocas veces se dan investigaciones
de mayor profundidad”45.
La percepción de la Representante se confirma en la medición al determinar que
efectivamente, en 2007, el 26% de todos las artículos acerca del tema publicados en el mes
de junio, cuando entidades públicas y privadas programan actividades relacionadas con la
conmemoración del Día Mundial de la Erradicación del Trabajo Infantil, dispuesto para el
día 12 del mismo mes.
44 AGENCIA PANDI. Op. Cit., p. 51.
45 Ibid. p.52.
49
Además de no denunciar la problemática, los medios de comunicación no conciben a los
niños trabajadores como víctimas de una situación a corregir. Al contrario, suelen
exhibirlos como pequeños héroes. De esta manera, lejos de contribuir a cambiar la realidad
de estos dos millones de pequeños en todo el país, terminan reforzando la idea de que el
trabajo los educa y los hace grandes.
Finalmente, hay que decir que para elaborar sus notas sobre esta problemática que pone a
millones de niños en el lugar equivocado, pues los aleja de la escuela y los expone a graves
peligros, los periodistas utilizaron un promedio de 1.3 fuentes de información. Según la
agencia, la mayoría de las citas provino del sector estatal (32%) y la sociedad civil
organizada (27%). Las consultas a la niñez representaron el 21% de todas las citas.
50
3. CON EL LENTE DE LOS PERIODISTAS
Revisar algunas particularidades del comportamiento editorial de los medios de
comunicación impresos frente a temas prioritarios en la vida de los niños, las niñas y los
adolescentes es revisar, ni más ni menos, una clara evidencia del enorme desafío que aún
representa para el periodismo la obligación de contar al mundo la historia no contada de
esos 16 millones de colombianos que todavía no tienen cédula.
Los hallazgos descritos en el capítulo anterior reflejan logros pero también plantean
desafíos puntuales que deben enfrentar los reporteros a la hora de cubrir estas temáticas,
especialmente si se trata de hacerlo desde el lienzo de sus derechos, para generar así
movilizaciones sociales en torno a la garantía efectiva de los mismos.
El testimonio de algunos reporteros y editores colombianos que tienen cercanía o contacto
permanente con asuntos de niñez, en salas de redacción de Bogotá, Barranquilla, Cali,
Manizales y Medellín, posibilita una tercera instancia de la reflexión que se ha propuesto
este trabajo, intentando identificar algunos elementos propios del cubrimiento del tema que
nos ocupa, desde las dinámicas cotidianas del ejercicio mismo del periodismo.
Hay que decir que el hecho de haber alcanzado un crecimiento anual del 33% en el número
total de artículos sobre niñez y adolescencia puede ser un indicio de que en los medios de
comunicación algo ha empezado a cambiar. En términos cuantitativos, la cifra comienza a
ubicar a los niños y las niñas en la agenda pública y supone que algunas temáticas
concernientes a ellos, como las de salud o educación, tienen la posibilidad de ser vistas con
una dimensión más amplia.
“Hace unos años la información de educación aparecía cuando había una pedrea en la
Universidad Nacional, un estudiante herido en una de esas pedreas o una demora en los
pagos de nómina de los maestros”, recuerda Rafael Santos, codirector de El Tiempo. “Hoy
en día tengo la convicción de que el tema de educación ha ganado muchísimo en el lugar
51
que ocupa en la discusión pública y, por supuesto, en la manera como aparece en las
páginas de un periódico”46.
No obstante, tras el brindis por los logros generales hallados en el observatorio de medios
impresos, permanece la tarea pendiente de informar sobre muchos otros temas que, aun
encarnando permanentes vulneraciones de los derechos de la niñez, todavía no aparecen en
las páginas de los periódicos con un despliegue consecuente con la realidad. Se trata de
ausencias u omisiones que convierten a las pequeñas víctimas en una suerte de “niños
misterio”.
“Nos hace falta más creatividad, más sensibilidad y más visión para encontrar esos temas”,
afirma Irene Gaviria, editora del diario El Mundo, de Medellín. “Pero también puede darse
que el medio de comunicación prefiera no tratarlos por el temor a que termine siendo
contraproducente para los mismos niños”47.
3.1. SALAS DE REDACCIÓN INDIFERENTES
Como lo expresa Gaviria, no siempre los periodistas encuentran abiertas las puertas de la
sala de redacción para develar estos “temas misterio”. Es un hecho que diariamente en los
consejos de redacción se queda más de una historia sin elaborar. En efecto, no son pocos
los reporteros que se quejan de la dificultad para ‘vender’ propuestas editoriales sobre
infancia en esos consejos o, dicho de otro modo, para lograr que el jefe de redacción o
editor de sección les conceda un espacio en sus derroteros.
“Muchos periodistas latinoamericanos se quejan de que en las agendas informativas de los
medios poco interesan los temas de infancia y por eso no se publican”, dice José Mojica,
responsable del cubrimiento de la niñez en el diario El Tiempo. “En mi caso, Rafael Santos
46 ENTREVISTA con Rafael Santos, codirector del diario El Tiempo. Bogotá D.C. Junio de 2007.
47 ENTREVISTA con Irene Gaviria, editora del diario El Mundo. Bogotá, D.C. Junio de 2007.
52
siempre se ha preocupado mucho por las historias de infancia. Él es doliente de estos temas
y en algunos casos él mismo presiona para que se publiquen”48.
Según Mojica esta dificultad en las salas de redacción es producto de varios factores.
Colombia es un país convulsionado que a diario produce miles de noticias. A simple vista,
los temas de infancia no suelen ser noticiosos y usualmente se aplazan ante la necesidad de
publicar inmediatamente otras historias. “Eso sucede porque no hay periodistas
especializados que además sean sensibles con el tema, y por tanto el resultado del trabajo
periodístico puede no ser el mejor. Y es difícil que una historia que no está muy bien
sustentada, muy bien planteada y muy bien hecha compita con otros temas del día”49.
3.2 FUENTES DE DESINFORMACIÓN
Tal como lo deja ver el análisis de Pandi, casos como el de los niños víctimas del
desplazamiento forzado, a pesar de ser una de las problemáticas más sentidas del país, o el
de los menores de edad en conflicto con la ley, a pesar de ser uno de los asuntos
protagónicos de las recientes discusiones sobre el Código de Infancia y Adolescencia,
tienen una cobertura mínima en la agenda de los medios impresos de comunicación.
¿La razón? Apoyado en los gajes de su experiencia diaria, Alexander Marín, redactor
judicial del periódico La Patria, de Manizales, advierte que el cubrimiento periodístico de
algunas de las temáticas de infancia enfrenta grandes obstáculos erigidos sobretodo por las
instituciones públicas responsables de su manejo, las mismas que muchas veces, en la peor
de las paradojas, se quejan del poco interés de los medios por la situación de estos menores
de edad.
El primero de esos obstáculos es la existencia de fuentes de información herméticas que por
la naturaleza de su labor o por otros motivos, evaden su deber de informar u olvidan el gran
beneficio que pueden prestar los medios de comunicación en el desarrollo de sus funciones. 48
ENTREVISTA con José Mojica, redactor de niñez del diario El Tiempo. Bogotá. D.C. Diciembre de 2008.
49 Ibid.
53
Un ejemplo de ello es, precisamente, lo que sucede con la realidad de los menores de edad
en conflicto con la ley.
“Uno se da cuenta que los captura la Policía pero les pierde el rastro por completo porque
nunca se sabe quiénes son ni qué pasa con ellos”, dice Marín. “Saber qué están haciendo las
instituciones con estos muchachos es un lío, en las cárceles de menores uno no encuentra a
quien dirigirse, los jueces de menores ponen todos los misterios del mundo y ni los
procuradores ni los fiscales que manejan los casos hablan a los medios. Todo es un
completo misterio”50.
Algunas veces el hermetismo de las fuentes es el reflejo de un gran temor que sienten frente
a la posibilidad de ser cuestionado o malinterpretado por el periodista. La investigadora
argentina Stella Martini asegura que “entre periodistas y fuentes se establece una relación
de (des)confianza, basada en la necesidad que cada uno tiene del otro”· En el campo de la
información concerniente a la niñez esa premisa parece elevarse a la n potencia.
“A los periodistas nos tienen terror”, confirma la periodista y escritora Pilar Lozano,
corresponsal del diario El País, de España. “Recuerdo una discusión muy fuerte que hubo
hace poco entre periodistas y fuentes de Putumayo, en donde la rivalidad fue total. Los
temores y muchas veces la falta de preparación de la misma fuente provoca esas
rivalidades”. 51
En el caso de aquellas instituciones que intervienen directamente a niños y niñas que han
sido víctimas de determinado delito, el temor crece aún más cuando el reportero pide el
testimonio de uno de los pequeños, pues se piensa que nuevamente puede ser puesto en
peligro. Es decir, que puede ser ‘revictimizado’.
50
ENTREVISTA con Alexander Marín, redactor judicial del diario La Patria. Manizales, Caldas. Diciembre de 2008.
51 ENTREVISTA con Pilar Lozano, periodista y escritora especializada en el cubrimiento de temas de niñez y
la producción de literatura infantil. Bogotá, D.C. Junio de 2007.
54
Y aquí las consecuencias de esa relación de (des)confianza prevista por Martini son
nefastas. Un ejemplo de ello ocurre cada vez que las entidades que tienen en sus manos la
posibilidad de darle la palabra a un niño terminan silenciándola, amparándose en la
obligación de velar por sus derechos. La fuente termina verificando entonces su afán de
proteger al niño en la decisión de eliminar su voz, tal como sucedió durante siglos, en todas
las legislaciones que la desconocieron por completo.
“Hay cosas que las fuentes mantienen muy en reserva queriendo proteger al niño, y a veces
lo que hacen es relegarlo al olvido o a la conjetura”, dice Pilar Lozano. “Si la fuente
especializada no entrega información, el periodista la busca por otro lado o se apoya en lo
que dice la radio y posiblemente termina diciendo cosas que no son precisas”52.
Un segundo obstáculo es el que erigen las fuentes inoportunas. Desgraciadamente para el
periodismo, y también para los niños, factores como el desconocimiento del poder que
tienen los medios de comunicación, la ineficiencia de los sistemas internos de información
y la incomprensión de las dinámicas del ejercicio periodístico en materia de tiempo, entre
otros, se traducen en historias sobre infancia y adolescencia publicadas en los diarios sin
datos o declaraciones fundamentales para los lectores.
“Creo que a veces son eficientes, pero eso depende del tema”, dice Paola Gómez. “Por
ejemplo con el tema de Luis Santiago [un bebé asesinado en Chía (Cundinamarca) en
2008], la directora nacional del ICBF fue muy contundente con sus pronunciamientos,
envió columna a los medios y hubo respuesta inmediata. Pero cuando se trata de una
denuncia de maltrato en una entidad de la institución, es muy difícil obtener
declaraciones”53.
Otras veces las historias son archivadas en las carpetas de “asuntos pendientes”, debido a la
imposibilidad que tiene el periodista para poder completar y publicar las investigaciones
52
Ibid.
53 ENTREVISTA con Paola Gómez, jefe de información del diario El País. Santiago de Cali. Diciembre de
2008.
55
con argumentos de especialistas inmunes a los choques derivados de alianzas o
negociaciones con determinadas entidades. Es decir, la falta de autoridades independientes
en el tema.
“No es fácil encontrar personas que ayuden a hacer un análisis o una crítica sin que tengan
vínculos con ninguna institución”, dice Mojica. “El problema es que las organizaciones
especializadas en el tema se preocupan mucho por ser políticamente correctas, en el sentido
de que sus respuestas son siempre amigables con las instituciones del Estado, porque tienen
relaciones muy claras, evidentes y necesarias con el Gobierno”54.
54
ENTREVISTA con José Mojica, Op.Cit.
56
4. UNA NUEVA RUTA PARA EL CUBRIMIENTO DE LA NIÑEZ
Una vez identificados los más frecuentes obstáculos que encuentran los periodistas a la
hora de cubrir temas de niñez y adolescencia, surgen las preguntas sobre una posible ruta
que lleve a los medios de comunicación a jalonar el proceso de transformación de la
sociedad frente a los derechos de los niños, niñas y adolescentes del país. ¿Qué hacer para
mejorar el cubrimiento en términos de cantidad y calidad? ¿Cómo contribuir desde el
ejercicio periodístico a que estos nuevos niños, sujetos de derechos, puedan verlos
garantizados? ¿Cómo lograr que su voz sea escuchada?
La discutida responsabilidad social de las empresas, cualquiera que sea la actividad que
desarrollen, cobra mayores dimensiones en el campo profesional del periodismo. Más aún
cuando esa responsabilidad es una obligación constitucional expresa y, además, una
herramienta de valor indiscutible en la garantía de los derechos humanos y, por supuesto,
de los derechos de la niñez.
“Yo creo que el beneficio que los medios de comunicación pueden prestar a la niñez para la
garantía de sus derechos es mucho”, afirma Gómez. “Pero solamente cuando una persona
como tú, viene y nos obliga a hacer esta reflexión es que uno se detiene a pensar en todo lo
que podemos hacer por los niños”.
Corroborando una vez más la vigencia de los principios de la agenda-setting, son muchas
las evidencias que, desde el tema de niñez y adolescencia, confirman que los medios de
comunicación tienen el poder de incidir directamente en las agendas públicas y políticas de
una sociedad.
Un caso reciente que lo prueba ocurrió en julio de 2007, cuando La Patria, el principal
diario de la ciudad de Manizales, publicó el caso de una niña de 13 años a quien se le había
negado atención médica para el bebé que esperaba como consecuencia de abuso sexual. La
presión del periodista que denunció el caso y lo siguió con persistencia apoyándose en el
57
Código de la Infancia y la Adolescencia, logró finalmente que al bebé se le restableciera su
derecho a la salud.
“Después del informe que publicó La Patria el pasado viernes sobre le drama que vive una
familia por la falta de cobertura en salud para el hijo de una menor de 13 años que fue
violada, ese día recibió la visita de funcionarios del Sisben para ‘carnetizar’ al bebé”55,
escribió entonces el diario.
Se trata de un ejemplo palpable que no solo representa el poder de los medios en las
agendas públicas, sino también la oportunidad que tienen los periodistas para cambiar la
vida de los niños, a partir de la denuncia y el seguimiento a las entidades responsables de la
garantía efectiva de sus derechos.
Pero este poder de incidencia, comprobable en casos puntuales como el de la niña de
Manizales, por citar un solo ejemplo, se hace más evidente cuando los hechos denunciados
generan movilizaciones masivas. Para corroborarlo bastaría preguntar, por ejemplo, por qué
el país solamente se ha unido en un clamor público para exigir la liberación de dos o tres
niños secuestrados, los que más presencia han tenido en los medios de comunicación,
cuando se presume que son más de 300.
Dicho esto, es evidente la necesidad de buscar mecanismos que sirvan para legitimar la
responsabilidad social de los medios de comunicación y potenciar su poder de incidencia
social en la protección y la plena garantía de los derechos de la niñez. Teniendo en cuenta
la tendencia editorial marcada en los medios impresos monitoreados por la Agencia Pandi,
así como las necesidades expuestas por los periodistas entrevistados para este trabajo,
puede plantearse una gestión que integre los siguientes elementos:
4.1. LA SENSIBILIDAD DE LOS FUTUROS PERIODISTAS
55 LA PATRIA, 0307/07, Local, p. 6A.
58
Se dice que los periodistas tienden a cubrir con mayor frecuencia y calidad aquello que
conocen claramente y que entienden como importante. No obstante, en la dinámica actual
de los medios de comunicación, especialmente si son de circulación diaria, es común
encontrar reporteros que deben cubrir simultáneamente distintas fuentes de información o
recibir asignaciones poco afines a sus áreas habituales de trabajo.
Esa dinámica ha hecho que el reportero pierda posibilidades de especializarse en el
cubrimiento de un área como la niñez, y con ello, la posibilidad de conocerlo a fondo, de
apropiarse de él y, por qué no, de enamorarse de él.
Es pertinente entonces sensibilizar a los futuros periodistas para que entiendan la realidad
de la población infantil desde las aulas universitarias, tal como sucede con otros temas de la
realidad nacional como el conflicto armado, los expedientes judiciales o el deporte, los
cuales son materia de cátedras universitarias, foros, diplomados, postgrados y otras
actividades de la programación académica.
“Es evidente que a los periodistas nos hace falta esa información y es absurdo que en la
Universidad no exista espacio para ello”, opina Pilar Lozano. “Lo que sucede es que los
niños siempre han sido lo último en muchos campos y no existe la conciencia de que son
prioritarios. En la ley está escrito pero en la realidad no es así”56.
En este sentido, el diseño de planes de educación permanente en temas de infancia
seguramente activará el interés y producirá compromisos a largo plazo. Compromisos que
los futuros comunicadores multiplicarán en los medios de comunicación de los cuales
formarán parte. Así mismo, esta vía servirá para hacer más eficiente el cubrimiento
periodístico de los derechos de la niñez y fortalecerá la capacidad del periodista para
movilizar a la sociedad en torno a ellos.
56
ENTREVISTA con Pilar Lozano, Op.Cit.
59
4.2. LA CAPACITACIÓN DE LOS PROFESIONALES EN EJERCICIO
Colombia, en plena aprehensión del Código de Infancia y Adolescencia, vive una
oportunidad histórica para empujar cambios sociales que promuevan la corresponsabilidad
del Estado, la familia y la sociedad, en torno a la garantía de los derechos de los menores de
edad. La participación de los medios de comunicación en ese objetivo es determinante, pero
está demostrado que conocer los principios de la nueva norma es el único camino para
asumir su papel con eficiencia y claridad.
“Tenemos una gran responsabilidad con la nueva Ley de Infancia”, advierte Pilar Lozano.
“Tenemos que apropiarnos de ella, porque si no la conocemos no la podemos difundir (…),
ni podemos presionar para que se cumplan esos cuarenta derechos y para que todo lo que
allí se contempla sea una realidad”57.
En este sentido, y tal como lo expresan los mismos comunicadores, es pertinente trabajar en
la apertura de escenarios para la capacitación de periodistas en ejercicio sobre el Código de
Infancia y Adolescencia y otras normas que sustenten la formulación de denuncias y
posibiliten la incidencia de los medios en la garantía de sus derechos.
Pero no se trata ya de espacios académicos, sino de actividades más compatibles con la
complejidad del terreno laboral: capacitaciones específicas, visitas a determinadas
comunidades, producción de material con información breve y concisa, así como
encuentros puntuales entre periodistas y fuentes de información. Estas iniciativas deben
surgir desde agremiaciones profesionales independientes y, por qué no, desde la academia
misma.
“Hace poco recibimos la visita de la directora nacional del ICBF y estamos a punto de
firmar un convenio para la publicación de una serie de artículos sobre los derechos de los
57 Ibid.
60
niños”, cuenta Rosario Borrero, jefe de redacción del diario El Heraldo, de Barranquilla,
primero en el cubrimiento de la niñez según el análisis de la Agencia Pandi58.
4.3. LA TRANSFORMACIÓN DE LAS FUENTES INFORMATIVAS
El periodista cubano - americano Carlos Verdecia, quien fuera editor del diario El Nuevo
Herald entre 1987 y 1993, sentencia constantemente en las salas de redacción que un
reportero es tan bueno como sus fuentes, a quienes atribuye a la vez la responsabilidad de
ser “la vida misma del reportero”.
Su máxima confirma que la calidad del trabajo del periodista, la relevancia de sus historias
y la veracidad de la información que comparte con sus lectores, dependen de la eficacia de
sus fuentes, en términos de tiempo, lenguaje y otros aspectos que cualifican la calidad de la
información y la pertinencia de los voceros encargados de transmitírsela.
Queda entonces el que con seguridad es el más urgente desafío en el objetivo hacer un
cubrimiento responsable de los temas que competen a la niñez: establecer un diálogo
permanente entre periodistas y fuentes de información para que comprendan las dinámicas
del ejercicio profesional de cada una de las partes y logren juntos el objetivo de promover y
defender los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes.
58
ENTREVISTA con Rosario Borrero, jefe de redacción del periódico El Heraldo. Barranquilla. Diciembre de 2008.
61
5. CONCLUSIONES
5.1 El concepto de niñez como grupo de la sociedad con derechos reconocidos es un asunto
nuevo en el mundo. Durante siglos, los niños y las niñas fueron seres ignorados o
despreciados a quienes no se les reconocían las necesidades propias de cada etapa de su
desarrollo. Educarlos era un proceso inhumano cuyos mensajes se transmitieron a través de
tratos inhumanos que ocuparon el lugar de las palabras.
5.2 Luego de largas batallas y años de derechos vulnerados, la Convención sobre los
Derechos del Niño, reiteró su derecho a la participación y le otorgó, por primera vez en la
historia, el derecho a que su voz sea escuchada y tenida en cuenta en los estrados.
5.3 En los últimos años se han registrado avances legislativos a favor de la infancia y la
adolescencia en casi todos los países de América Latina. No obstante, el pleno
cumplimiento de lo aprobado encuentra todavía grandes obstáculos en la práctica.
5.4 Los principios de la teoría de la agenda-setting continúan vigentes. Con su capacidad
para transformar imaginarios, los medios de comunicación conservan el deber y el poder de
incidir en la agenda pública y política para garantizar los derechos de la niñez.
5.5 Los medios de comunicación juegan un papel determinante en la garantía efectiva de
los derechos de la niñez y la adolescencia. Capacitarlos, sensibilizarse y “empoderarlos” de
la legislación que los consagra es el único camino para asumir su rol con eficiencia.
5.6 El más urgente desafío en el objetivo de hacer un cubrimiento responsable de los temas
que competen a la niñez es establecer un diálogo permanente entre periodistas y fuentes de
información para que, en la comprensión de sus dinámicas profesionales, logren el objetivo
de promover y defender los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes.
62
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_____. La Niñez colombiana en cifras. Bogotá: 2002. Unicef, Oficina de Área para
Colombia y Venezuela.
_____. Sembrando minas, cosechando muerte. Bogotá: Unicef, 2007.
64
ANEXO 1
CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES PARA LA CONSULTA, LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA DEL TEXTO COMPLETO.
Bogotá, D.C., 26 de junio de 2009
Marque con una X
Tesis Trabajo de Grado X Señores BIBLIOTECA GENERAL Cuidad Estimados Señores: Yo, ALEXANDRA FARFÁN JIMÉNEZ, identificado(s) con C.C. No. 52.084.837 de Bogotá, autor de la tesis y/o trabajo de grado titulado “ALCANCES Y DESAFÍOS DEL PERIODISMO EN EL CUBRIMIENTO DE LA NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA: LO QUE NO SE CUENTA NO CUENTA” presentado y aprobado en el año 2008, como requisito para optar al título de COMUNICADORA SOCIAL, PERIODISTA; autorizo a la Biblioteca General de la Universidad Javeriana para que con fines académicos, muestre al mundo la producción intelectual de la Universidad Javeriana, a través de la visibilidad de su contenido de la siguiente manera: • Los usuarios puedan consultar el contenido de este trabajo de grado en la página Web de la
Facultad, de la Biblioteca General y en las redes de información del país y del exterior, con las cuales tenga convenio la Universidad Javeriana.
• Permita la consulta, la reproducción, a los usuarios interesados en el contenido de este
trabajo, para todos los usos que tengan finalidad académica, ya sea en formato CD-ROM o digital desde Internet, Intranet, etc., y en general para cualquier formato conocido o por conocer.
De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables. ALEXANDRA FARFÁN JIMÉNEZ C.C. 52.084.837 Bogotá.
65
ANEXO 2
F ORMULARIO DE LA DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO
TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS O TRABAJO DE GRADO:
ALCANCES Y DESAFÍOS DEL PERIODISMO EN EL CUBRIMIENTO DE LA NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA: LO QUE NO SE CUENTA NO CUENTA
SUBTÍTULO, SI LO TIENE: AUTOR O AUTORES
Apellidos Completos Nombres Completos
FARFÁN JIMÉNEZ
ALEXANDRA MARCELA DEL PILAR
DIRECTOR (ES)
Apellidos Completos Nombres Completos
NORATO PALOMEQUE
XIMENA DEL SOCORRO
JURADO (S)
Apellidos Completos Nombres Completos
VALLEJO TAMAYO
MARYLUZ RICHARD
ASESOR (ES) O CODIRECTOR
Apellidos Completos Nombres Completos
TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: COMUNICADORA SOCIAL - PERIODISTA FACULTAD: COMUNICACIÓN Y LENGUAJE PROGRAMA: Carrera X Licenciatura ___ Especialización ____ Maestría ____ Doctorado ____ NOMBRE DEL PROGRAMA: COMUNICACIÓN SOCIAL CIUDAD: BOGOTA AÑO DE PRESENTACIÓN DEL TRABAJO DE GRADO: 2008 NÚMERO DE PÁGINAS: 63
66
TIPO DE ILUSTRACIONES:
Ilustraciones Mapas Retratos Tablas, gráficos y diagramas Planos Láminas Fotografías
MATERIAL ANEXO (Vídeo, audio, multimedia o producción electrónica):
Duración del audiovisual: ___________ minutos.
Número de casetes de vídeo: ______ Formato: VHS ___ Beta Max ___ ¾ ___ Beta Cam
____ Mini DV ____ DV Cam ____ DVC Pro ____ Vídeo 8 ____ Hi 8 ____
Otro. Cual? _____
Sistema: Americano NTSC ______ Europeo PAL _____ SECAM ______
Número de casetes de audio: ________________
Número de archivos dentro del CD (En caso de incluirse un CD-ROM diferente al trabajo de
grado): _________________________________________________________________________
PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial): _______________________________________________________________________________ DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES EN ESPAÑOL E INGLÉS: Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Unidad de Procesos Técnicos de la Biblioteca General en el correo [email protected], donde se les orientará). ESPAÑOL INGLÉS Niñez Childhood Periodismo Journalism Medios de Comunicación Media Derechos Humanos Human rights RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS: (Máximo 250 palabras - 1530 caracteres): Algunos estudios, como los presentados por la Agencia de Periodismo Amigo de los Derechos de la Infancia (PANDI) en 2006 y 2008, han probado que la cobertura de los hechos que involucran a los niños, niñas y adolescentes se enmarca en una serie de ausencias e historias no contadas que desdibujan su realidad y hacen invisible su voz. Este documento pretende hacer un acercamiento al análisis de esas ausencias, para luego reflexionar sobre algunos de los desafíos urgentes en la búsqueda de un ejercicio profesional más responsable y coherente con los derechos de la niñez y la adolescencia.
2
Some studies, as those presented by the Agency of Journalism Friend of the Rights of the Childhood (PANDI) in 2006 and 2008, they have proven that the covering of the facts that they involve the children, girls and adolescents is framed in a series of absences and non counted histories that they blur its reality and they make invisible its voice. This document seeks to make an approach to the analysis of those absences, he stops then to meditate on some of the urgent challenges in the search of a more responsible and more coherent professional exercise with the rights of the childhood and the adolescence.
3