[imagen: colaboración especial de DOLO]
PARTE 3
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Así en silencio recorrieron la primera parte del camino,
hasta llegar al río, una vez allí, se detuvieron y los hombres
con la ayuda de Maca y Esther comenzaron a descargar las
cajas del camión y llevarlas hasta la canoa, hicieron una
cadena y las dos chicas se pusieron una al lado de la otra,
cada vez que se pasaban una caja, un ligero roce, una
mirada divertida, más por parte de Maca quien miraba de
manera insinuante a Esther, y ésta, evitaba mirarla porque
era justo esa mirada la que tanto le cansaba. Ambas
trabajaban pensando la una en la otra, en esos días que
iban a estar irremediablemente juntas de una manera
intima y laboral, necesitándose la una de la otra, Esther
pensaba con algo de respeto, sin duda cuando tenía miedo
se volvía más vulnerable y su vulnerabilidad la llevaba
inexorablemente hasta los brazos de Maca. Una Maca que
pensaba en como iban a tener que afrontar por primera vez
juntas, algo que no se parecía a nada de lo que habían
vivido con anterioridad, y sabía que cuando más se dejaba
llevar por el corazón era en esos momentos, momentos en
que su propia tensión le hacía vaciar su corazón de
murallas, y era entonces cuando sentía esa necesidad de
encontrarse entre los brazos de Esther.
Una vez terminaron, cansados y algo sudorosos por el
calor que a pesar de la hora aún persistía, subieron a la
canoa. Les esperaban dos horas río abajo, Vilches se tumbó
tapándose con el sombrero la cara, Massamba que era el
encargado de llevarlos, llevaba el remo en la parte trasera,
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y delante se había sentado Maca, justo detrás, lo había
hecho Esther con un pie sobre un lateral y apoyado su
brazo sobre su muslo y su cabeza sobre este llenándose
del paisaje, allá donde sus ojos llegaran siempre había
verde, allá donde la vista le alcanzaba le daba la sensación
de ver un manto, un maravilloso manto, las aves
sobrevolando por encima de ellos, de colores variados,
algunos peces que saltaban cuando menos lo imaginaba, y
aquella mezcla de silencio y maravilloso murmullo de
cantos, le empujaba a y hacerse innumerables preguntas
¿qué habría por descubrir en aquellas zonas, en aquellas
inmensas arboledas?, ¿cuántos animales habrían ocultos
allí?, ¿cuánta gente estaría muriendo arrasada por la mano
del hombre en algún lugar de aquel bello paisaje?. Sus ojos
se cerraron unos segundos porque la tristeza la invadía
ante tales pensamientos.
M_ ¿En que piensas? –Esther oyó su voz y giró su cabeza
entonces la vio sentada a su altura mirándola
atentamente-. ¿En mí?
E_ Siempre que me ves pensar pienso en ti, sí.
M_ Lo sé –sonrió siguiendo la broma aunque sus ojos
también se mostraban de igual modo que Esther algo
apagados.
E_ Esto es precioso, parece mentira que tras este paisaje
haya tanta miseria y dolor.
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M_ Así es… la verdad que el hombre es el mayor animal
depredador que existe, y basta estar aquí para averiguarlo
–decía mirando alrededor con un suspiro.
E_ Oye Maca… ¿qué quiso decir Teresa con eso de que
me lo explicaras? –le preguntó al ver que se callaba
mirando el paisaje tal y como ella hacía.
M_ ¡Ah…si! –se recostó a su lado y sin pedir permiso
apoyó su cabeza en el hombro de una sorprendida Esther-.
Eso…
E_ Tranquila puedes apoyarte.
M_ Gracias, muy amable –sonrió de lado ante el gesto de
resignación de Esther-. Lo que quiso decir es que tengamos
cuidado, aquí en África hay una costumbre cuando
descubren que una mujer es lesbiana.
E_ Yo no soy lesbiana –se defendió enseguida entonces
Maca levantó la cabeza y la miró fijamente-. A ver Maca, yo
me acuesto contigo porque me apetece, como a ti conmigo,
punto. Pero yo no soy lesbiana.
M_ Bueno es saberlo… -hubo un corto silencio, después le
preguntó con su tono de voz algo ofendido y aunque lo
quiso maquillar Vilches que la conocía capto por primera
vez que un comentario de otra mujer le decepcionaba-.
¿Entonces... no te acostarías con otra mujer?
E_ No lo sé… contigo es diferente no hay compromiso,
¿eso es lo que tú quieres, no? –le preguntó aunque su voz
no sonó con demasiada contundencia.
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M_ Sí –contestó aturdida-. ¿Y es lo qué tú quieres, no?
E_ Sí –nuevo silencio... ambas pensando en como manejar
aquella partida de ajedrez, ninguna quería dejar que la otra
hiciera sobre ella un jaque mate. Tras un momento Esther
volvió a preguntar-. ¿Aquí hay lesbianas? –preguntó con
gesto de sorpresa.
M_ Joder… pues claro, lesbianas hay por todo el mundo
Esther.
E_ ¿En todo el mundo? –se preguntó con gesto de dudas-.
No creo que en todos los países hayan.
M_ ¿Por qué? –le preguntó ávida por averiguar que
pensamientos tenía Esther relacionados con el tema.
E_ Porque yo creo que aquí por ejemplo no deben saber ni
que esa remota posibilidad sexual existe.
M_ ¿Tú crees que es una posibilidad remota en el ser
humano, en la mujer o en el hombre?
E_ Bueno quiero decir… que es… vamos Maca que aquí
no hay quien lo vaya a mostrar ¿no? -le dijo mirándola de
reojo.
M_ Mal vamos Esther… mal vamos…
E_ Si yo no te llego a conocer nunca se me había pasado
por la cabeza.
M_ No te creo –le dijo firmemente.
E_ ¿Cómo qué no?
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M_ Tú misma me dijiste que con tu novio…
E_ ¿Y qué? –la cortó algo molesta por la presencia de los
demás que estaba segura que escuchaban la conversación-.
Eso no da motivo a nadie para pensar que puedo ser
bueno… que… quizá…
M_ Creo que siempre has dudado –insistía.
E_ ¡Ah por favor!... a ver si ahora te vas a creer que
tienes el poder de quitar dudas.
M_ Lo tengo, pero no yo, toda mujer lesbiana tiene el
poder de quitar una duda a otra mujer –lo dijo totalmente
convencida-. A Claudia por ejemplo, ella tuvo novios, varios
pero ninguno cuajaba, un buen día una amiga suya le dijo
que era lesbiana, despertó en ella ciertas dudas y...
E_ Ya –esta vez fue ella quien habló sin saber muy bien
porque algo ofendida-. Y a Claudia se le abrió el cielo.
M_ No, sé le abrió otra cosa –dijo sonriendo a carcajadas.
E_ Que bruta eres –la miraba seria.
M_ ¡Venga Esther un poquito de sentido del humor!, estoy
tratando de amenizarte el viaje con una conversación
amena para las dos.
E_ No, si te lo tendré que agradecer, con lo tranquila que
estaba yo viendo el paisaje.
M_ Ya pero el gesto que tenías no me gustaba –su voz fue
como si a Esther le cantaran una nana, un murmullo tan
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suave y tan tierno que le hizo temblar, le gustó, Maca sintió
aquel temblor y sonrió-. ¿En que piensas ahora?
E_ Es duro… no saber a que te vas a enfrentar y si vas a
estar a la altura.
M_ Mira, que no sirva de precedente, pero, yo estoy
segura que tú estarás a la altura, mucho más que eso…
E_ Gracias –le sonrió amable.
M_ Sigo con nuestra conversación que me interesa mucho
–dijo volviendo a buscar refugio en ella-. Dicen que una
mujer no se acuesta con otra por probar que opción le
gusta más de la noche a la mañana, una mujer se acuesta
con otra porque alguna vez se ha planteado la posibilidad
de sentirse atraída por otra mujer, solo que no se ha
atrevido a corroborarlo.
E_ ¿Dicen? –preguntó-. ¿Y tú que piensas?
M_ Pues yo soy de la opinión –guardó un poco de silencio
para saborear que en ese momento tenía toda la atención
de Esther a su alcance y se sentía feliz de ello-. Yo opino
que la gente se relaciona con quien le atrae, a veces las
mujeres nos atraemos entre nosotras pero nos da miedo el
que dirán, lo prohibido o los prejuicios, a veces nos
pasamos por el forro eso y nos dedicamos a ser felices,
pero odio que se empeñen en decir que está bien y que
está mal, odio que me digan con quien me tengo que
acostar para hacer lo políticamente correcto para que todo
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el mundo esté feliz, menos yo que soy lesbiana, por eso
sigo mis instintos respetando a los demás.
E_ Eso no es verdad –le dijo con calma-. No respetas… a
mí no me has respetado, me has avasallado, me has hecho
mobing en la selva –le dijo seria.
M_ Pero te ha gustado que te lo haga –levantó su cabeza
y se lo dijo con una sonrisa que a Esther le pareció
encantadora, Maca levantó un poco más el cuello y le dejó
un leve beso en los labios-. Yo sé a quien debo respetar y a
quien no, y a ti, te diré te he respetado muchísimo
créeme…
E_ ¿He de sentirme halagada? –enarcó una ceja.
M_ ¿Y yo entonces, he de sentirme halagada que sin ser
lesbiana te hayas acostado conmigo?
V_ Ejem ejem… -se oyó la voz de Vilches.
E_ Vale… acepto que yo tenía dudas pero que no sirva de
precedente.
M_ Ves –esbozó una sonrisa.
E_ Bueno y me vas a contar ¿o qué?
M_ Es que sé que te me vas a asustar y no vas a querer
hacerlo, peque –Esther le dio un pellizco en su brazo que le
hizo aullar-. ¡Auuu!
E_ Te lo tienes merecido.
M_ Yo te habré hecho mobing, pero tú guapa me agredes
–ante su suspiro algo cansado se puso seria-. Está bien te
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explico… aquí en África tienen como costumbre que si una
mujer se siente atraída por otra, piensan que es una
enfermedad, y que esa enfermedad se quita con un
remedio infalible.
E_ Miedo me das –le dijo arrugando la frente.
M_ Lo sabía... pero desgraciadamente es así, la violan
varios hombres repetidas veces a lo largo de días o
semanas, piensan que así la devuelven al camino correcto,
para que los Dioses no castiguen a quien se ha de casar con
ella… en la India las lapidan, aquí en algunos lugares de
África las azotan hasta la muerte. Teresa se piensa que
cuando salimos del poblado vamos a estar haciendo el
amor por todos los rincones –Esther carraspeó algo
incomoda-. Le gusta avisarme.
E_ Teresa te conoce muy bien.
M_ Perdona… hemos dormido juntas y no ha pasado
nada.
E_ No creo que lo diga por mí, sabes que yo soy una chica
de fiar.
M_ Me encantan las mosquitas muertas, pero tú no lo
eres… para mí suerte estás muy viva –su voz se torno
totalmente seductora.
V_ Ejem ejem –nuevo carraspeó desde el final de la
canoa.
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E_ No me gusta cuando me hablas así… ¿por qué lo
haces? –le preguntó de golpe.
M_ Soy así.
E_ No es verdad, no lo eres y por mucho que quieres
hacerme creer que eres así, es mentira. Y es más, aunque
al igual que tú juraré no haberlo dicho, eres una persona
encantadora cuando dejas esa mujer fatal a un lado, de
verdad… me gusta estar contigo cuando no me miras con
lujuria.
M_ ¿Yo te miro con lujuria?, ¡pero qué pija eres! –exclamó
divertida.
E_ No te rías de mí, jo –protestó con un gesto muy pijo.
M_ Ves… si es que eres imposible de soportar… ¡pija!
E_ Pues mira… tú eres imposible de soportar cuando te
pones en actitud calentorra, ¡calentorra!
M_ Me encanta… me encanta –dio una carcajada.
E_ Eres… ¡uf! –resopló.
M_ Dios que buena eres –volvía a reír con gana.
Durante un rato volvió a reinar el silencio, en la cabeza
de Esther las palabras de Maca bailaban como si estuviera
en el teatro y viera una danza, allí cada idea con un tutú
puesto dando vueltas, haciendo piruetas, poniéndose de
puntillas, y realmente no le importaba reconocer que Maca
le gustaba, ¿era lesbiana?, nunca lo había sentido, pero sí
se sentía atraída salvajemente por ella. Allí mientras
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reposaba la cabeza en su hombro, y en su cabeza se
representaba “La Danza del Lago de los Cisnes”, ella se
dejaba llevar por los latidos de su corazón, allí era libre por
primera vez era realmente libre… y le gustaba Maca,
porque negarlo, para que negarlo. La miró de reojo y sonrió,
después con dulzura le depositó un beso cálido como el
cielo de aquel atardecer sobre su pelo para volver a dejarse
embaucar por el entorno.
Al recibir aquel beso, las palabras que Esther le había
dedicado se peleaban duramente en su cabeza como si
fueran unos ávidos espadachines, le gustaba que Esther le
dijera que era encantadora, le gustaba que le dedicara su
tiempo, miradas a veces furtivas que sentía en su piel y que
le hacían sentirse nuevamente una mujer viva, le
encantaban aquellas conversaciones que siempre tenían de
manera casual, le gustaba escucharla cuando hablaba, pero
le encantaban aquellos silencios donde la escuchaba
siempre atentamente, no podía negar que de todas las
mujeres que había ido conociendo después de Julia, ella era
diferente, y sus miedos trataban de imponerse en ese
pensamiento a sus palabras, Esther era peligrosa, pero
quizás era la mujer por la cual poder arriesgar, poco a poco,
sin demasiadas esperanzas, pero estaba en África, todo era
irreal, todo estaba distorsionado, enamorarse era peligroso,
Esther podía volver a España, podía resultar herida o
muerta en cualquier momento, y de esa manera, el miedo
aniquilaba cualquier esperanza que le daban aquellas
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palabras de Esther que habían sido traspasadas por la fina
y decapitadota espada que manejaba el miedo.
E_ ¿Maca podrías explicarme más cosas sobre el virus? –
le preguntó de golpe.
M_ ¿Cómo qué?, si lo estudiaste… -le dijo separándose de
su hombro y moviendo el cuello de lado a lado-. Menudo
hueso tienes ahí…
E_ Sí –sonrió.
V_ Por favor explícale no estoy para más lecciones
morales –se oyó desde la otra punta de la canoa.
E_ Que chistoso es –sonrió mirándolo con el sombrero
tapando su cara, entonces saludó a Massamba quien asintió
aún con rostro serio pero con cierto cariño en su mirada por
esa blanca-. ¿Me cuentas?
M_ Sabes los síntomas, pero a la hora del reconocimiento
es vital fijarse en tanto el paladar que puede tener
apariencia roja como el cuerpo, suelen salir una erupción en
todo el cuerpo que contiene sangre, esta es fácil de
detectar pero cuando están en este estado es el último
síntoma, de ahí pasan a los delirios, al coma y a la muerte.
E_ ¿Qué se hace en estos casos?, digo antes de que
lleguen a ser detectados de esa manera los síntomas.
M_ No podemos hacer nada… -a Maca le encantaba
cuando Esther se ponía seria y hablaba con esa manera
suya de saborear su trabajo, aprender, esas ansias por no
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fallar, era su debilidad lo reconocía, pero para entonces las
palabras ya tenían una espada cruzada imposible de sacar-.
Cuando ocurre hay que aislarlos tratar que tengan el
mínimo contacto con nadie, tan solo con nosotros y
nosotros con máxima precaución y protección.
E_ Vale…
M_ Antes de que lleguen a ese estado que como sabes es
casi el final, también es posible el sangrado de ojos, nariz y
oídos, aquí no podemos hacerles transfusiones por lo tanto
no hay solución una vez lo desarrollan.
E_ Parece mentira que exista este virus y nadie haga
nada por él.
M_ Así es, a partir que estemos allí todo va a ser una
locura Esther, pasaran por nosotros de uno a uno para ser
controlados, tienes que tener cuidado porque muchas veces
si detectamos cualquier síntoma que esté relacionado con
el Ébola apartamos a la persona, y puede que los familiares
traten de golpearnos porque no quieren quedarse a morir
metidos en una tienda de campaña.
E_ Pero… ¿no están allí los militares?
M_ Sí, depende de quienes sean, a veces se implican y
nos ayudan, a veces miran a otro lado sobre todo si nos
golpean, no somos demasiado bien vistos por ellos.
E_ Ya… algo leí.
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M_ Pero sobre todo Esther, es un virus altamente
contagioso si tocas a la persona que lo lleva con guantes
luego sin tocarlos debes echarlos para quemarlos, si te
clavas una aguja estás perdida es como el SIDA, pero si
cumples todos los cuidados no tenemos porque infectarnos,
pero todos los ojos serán pocos ¿de acuerdo?
E_ ¿Y qué pasará con la gente que llega? –miraba al vacío.
M_ De momento han hecho un campo de refugiados, no
les van a dejar moverse de donde están, pero hay que ir
controlando a los que llegan, porque pueden ser los
portadores más peligrosos.
E_ ¿Y se quedan sin hogar, si nada?
M_ Pasan a ser refugiados, cuando pasen la cuarentena,
se les dejara ir a otros lugares, pero siempre como
refugiados, acostúmbrate que aquí la gente está hecha a
caminar y moverse de un lado a otro, no pierden nada los
que no tienen nada, lo único que poseen es la vida, y es lo
que quieren seguir teniendo.
V_ Que bien hablas, no me extraña que las tengas a todas
loquitas –su voz apareció cuando Maca terminó de hablar.
M_ Gracias, ya lo sabes...
E_ ¡A mí no Vilches!, ya lo sabes.
M_ A ti también –fue contundente.
E_ Ya salió la pedante.
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M_ Ya salió la protestota pija… oye… como que con ese
conjuntito que llevas… me recuerdas a alguien… ¿a quién?
E_ Ni se te ocurra –la miró desafiante-. Ni se te ocurra...
M_ ¡A Mona! –exclamó a carcajadas pero de pronto su risa
se detuvo Esther le había echado agua del río a la cara-.
¡Pero serás…!
E_ Quién ríe último, ríe mejor –dijo feliz-. Que lastima no
tener la cámara esa carita no tiene precio.
Durante lo poco que quedo de camino, siguieron
hablando de las epidemias que arrasaban África, se les unió
un Vilches que seguía preocupado, hablaban como si
pudieran realmente solucionar ellos el problema, y Esther
se percataba de cómo estaban de implicados ambos en el
tema, le gustaban aquellos ojos de Maca que se encendían
de brillo de esperanza o se apagaban ante la tristeza, le
gustaba escuchar cuando Maca hablaba con seriedad, era
profunda en sus reflexiones, trataba de ser justa en la
medida de lo posible y así, se daba cuenta que debajo de
aquel disfraz no solo había una buena mujer, sino, una gran
médico con un corazón enorme dispuesto a luchar por los
demás sin importarle su propia vida.
Una vez tocaron tierra, les esperaban tres hombres
con tres viejos caballos, los animales relinchaban sin cesar
cada caja que iban cargando, tras los animales Vilches
hablando en Kikongo con un hombre parecido a Massamba
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de quien se habían despedido con un sentido abrazo, tras
ellos, Maca y Esther a la misma altura.¡Uf!
E_ Pensaba que me habías tomado el pelo con eso de
andar.
M_ ¿Crees que haría eso?
E_ Sí –le contestó segura.
M_ Es verdad pero por esta vez, no… quizá a la próxima.
No hablaron más tan solo caminaban, de vez en
cuando Esther tropezaba, y cada tropezón era la mano hábil
de Maca la que le evitaba el golpe, entonces se sonreían,
seguían caminando con el sudor bien pegado a sus cuerpos,
algunas lianas les golpeaban en algunos tramos.
E_ Joder...
M_ Abre los ojos Esther... que pareces tontita.
E_ ¿Falta mucho? –su voz se mostraba algo cansada.
M_ Sí, peque, sí, anda toma –le dio una cantimplora-. No
quiero que llegues exhausta... te quiero bien fresquita –le
susurró mientras bebía.
E_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –soltó el agua de su boca
contra la cara de Maca que sin poder reaccionar recibió
todo el líquido-. ¡Está caliente!... joder claro llevándola tú –
reía al ver como se apartaba el agua.
M_ ¡No está bien que tomes los modales de Mona! –le
dijo puesta en jarras mirándola con el pelo mojado.
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Siguieron andando tras Vilches en silencio, Maca reía
ante los continuos tropezones de Esther y se metía con ella,
que si patosa por aquí que si patosa por allá, llevaban casi
una hora de caminata cuando decidieron parar y
refrescarse en un riachuelo.
V_ Hacer vuestras necesidades refrescaros que ya vamos
al tramo final.
E_ Vale –le dijo tratando de ocultar su cansancio.
M_ Vamos.... –y allí estaban refrescándose en aquel
pequeño riachuelo.
E_ Uf se agradece ¿eh?
M_ Es cierto, se agradece poder quitarme tus babas.
E_ Exagerada...
M_ ¿Ah si?, ¿tú crees que exagero? –la miraba mientras se
refrescaba el cuello.
E_ Plenamente... que fresquita.
M_ ¿Es que estás caliente y necesitas refrescarte? –le
soltó con esa voz repleta de sensualidad.
E_ Pues tú ni te cuento, de donde estás tú hacia abajo,
seguro que el río se ha vuelto agua termal –le sonrió
sacándole la lengua.
M_ Me encanta tu puntito cínico.
E_ Y a mí me encanta que te encante porque sé que
realmente, yo te encanto –le decía con su sonrisa
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provocando en Maca una subida rápida y veloz de la
marcha de su sangre.
M_ Tienes razón, cuando la tienes la tienes –no dudó se
echó sobre ella cayendo las dos dentro del riachuelo que no
era profundo.
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhh –nuevo grito de Esther antes de
caer dentro del agua y dar un buen trago.
M_ ¡Pero mira que eres gritona!, así se te baja el
calentamiento que llevas –y en entonces ante su sorpresa
atrapó su boca, como si fuera a succionarla.
V_ ¡Maca! –le gritó colérico-. ¡Tengo que estar cuidando
de vosotras como si fuerais dos quinceañeras calientes!,
¿qué coño hacéis?, ¡estamos trabajando en plena Selva y
vosotras jugando a dar grititos!, ¡no pienso aceptar esto,
fuera de ahí!
Las dos lo miraron como entendiendo que tenía razón,
que se les había ido de las manos aquella tontería, y es
que, ambas se perdían en la tensión que existía de manera
incontrolada entre ellas. Pasaron por delante de Vilches,
agachando la cabeza como si así le dieran la razón. Él
puesto en jarras observando como cada una se ponía su
mochila a la espalda, renegó lo suficiente como para que
ambas volvieran a agachar la cabeza.
Y el resto del camino fue así, ninguna hablaba, Esther
sentía que sus mejillas seguían todavía coloradas, Maca
sentía que cada vez le costaba más controlarse, y se hizo la
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promesa así misma de no volver a intentar nada en los días
o semanas que tuvieran que estar allí, en ponerse un velo a
las ganas de estar con ella, porque tal y como le había
dicho, Teresa sabía que Esther era de fiar, ella no.
Dos disparos al aire les dieron la bienvenida, Esther no
puedo evitar encogerse de hombros, después la voces,
gritos, y llantos, cuando la espesa Selva dejó paso libre a
los médicos que llegaban, se encontraron con una
alambrada, con cientos de personas en el otro lado,
llorando, gritando, quejándose, ellos pasaron de largo
dirigiéndose hacia la otra parte algo apartada de aquella
locura, otros disparos volvieron a sonar, un hombre negro
alto y con cara de muy pocos amigos, les recibió.
Tu_ Mbote, mi nombre es Tugamba, soy quien va a
protegerles.
V_ Hola coronel, soy Vilches.
Tu_ Si... oír hablar de Vilches y su equipo.
V_ Espero que bien –se quitó la mochila de la espalda.
Tu_ Mis hombres dirigir.
M_ ¿Qué pasa, no hay nadie que controle la entrada de
esa gente? –apareció la voz dura de Maca.
Tu_ No, últimos médicos marchar ayer...
M_ ¿Les habrán dado de comer?
Tu_ No... no hay comida.... estamos sin reservas.
M_ ¿Están ahí desde ayer?
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Tu_ Sí...
V_ Pues manos a la obra.
Tu_ Las chicas allí –señaló una destartalada cabaña con
una puerta de madera y paredes de ladrillo sin pintar-. Tú
allí.
V_ Menos mal que tienen deferencia con vosotras, yo en
una triste tienda... vosotras en casita –les dijo con sorna.
E_ ¿Nos ponemos a trabajar? –les preguntó.
V_ Esther... tranquila... no tengas prisa ¿vale?
M_ Vamos.
Esther siguió a Maca, abrieron la puerta y se
encontraron con dos catres de bambú, y nada más. Esther
miró a Maca y Maca miró a Esther.
M_ Es más de lo que imaginé, ahora... esto está para
limpiar.
E_ Si, Maca... esa gente...
M_ Esther tranquila... no podemos llegar y poner todo en
orden, poco a poco, de momento deja las mochilas aquí,
luego miraremos de limpiar algo –suspiró-. Está por
anochecer, si abrimos la verja será un autentico desastre...
hay que pensar en todo.
E_ ¿Y si no hay reservas... qué van a comer?
M_ No lo sé... nosotros no llevamos reserva para tanta
gente –sonó la puerta-. Adelante.
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V_ Bien, hay unos ciento cincuenta, los militares dicen
que parece que ninguno este enfermo por su forma de
gritar, les he dicho que hagan que se sienten, vamos a
hacer una revisión visual, al menos síntoma los
apartamos... no podemos hacer más, mañana con la salida
del sol, estaremos ahí.
M_ ¿Y los refugiados?
V_ Parece ser que son unos trescientos, por eso están
desbordados.
E_ Vilches si hay niños.... ¿vamos a dejarles sin comer?
V_ Esther te dije, primera norma, no dejarte llevar por el
corazón, no podemos hacer más.
E_ Si hay niños, prefiero darles mi comida y que coman
ellos.
M_ Espera Vilches, vamos a hacer una cosa, podemos
juntar nuestra comida... más algo de botes, si hay niños o
mujeres embarazadas las repartimos como sea.
V_ Joder... sois un peligro... vamos a crear un conflicto.
M_ Lo sé, pero...
V_ Está bien, no perdamos más tiempo hablando que se
nos echa la noche encima y hay que trabajar.
Salieron los tres con gesto serio, sin duda se
encontraron con un panorama mucho más desolador de lo
esperado. Prefirieron ayudar a los que estaban al otro lado
de aquella alambrada un tanto puesta de improviso los
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hombres apuntando con sus fusiles a aquella pobre gente
desesperada. Ojos repletos de miedo, de suplica, de ansias
por ser ayudadas. Cuando llegaron con sus mascarillas
puestas, sus guantes y cada mujer una bolsa cruzada en su
pecho la gente sintió tan solo con aquella presencia alivio
en su corazón. Murmullos que llegaban a ellos como si
fueran oraciones susurradas en una Catedral, los militares
habían separado a los hombres de las mujeres y niños,
apuntaban con sus fusiles advirtiendo que ante cualquier
movimiento dispararían. Vilches paseaba entre los
hombres, observaba el estado como podía de ellos, ninguno
se movió, ninguno hizo el mínimo esfuerzo por hacer nada,
las dos chicas comenzaron a revisar al centenar de mujeres
y niños, Esther iba justo al lado de Maca, de vez en cuando
si veían algo que le llamaba la atención se agachaba,
revisaba y seguía.
M_ Parece que todo lo que puedo ver... está bien.
E_ Si... es cierto, no he visto ninguna señal.
M_ De acuerdo, los niños están hambrientos, les han dado
agua... solo.
E_ Joder Maca...
M_ Vamos allá.
V_ Aquí todo bien...
M_ Aquí también.
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Vilches comenzó a hablar con el coronel, quien les
explicaba a todos lo que iban a hacer, prometiendo que
aquellos blancos al día siguiente les ayudarían, que
pasarían la noche allí, y que iban a repartir comida entre las
mujeres y los niños, los hombres aceptaron, y así Maca y
Esther comenzaron a repartir en porciones como podían su
propia comida, la comida que Teresa había preparado, las
mujeres la acogían algunas con lagrimas en los ojos, el
hambre era tal que no tenían casi ni fuerzas para masticar,
los niños lloraban ante aquellas blancas que les acariciaban
y ayudaban a sus madres a repartir la comida, Vilches
vigilaba, no podían correr ningún riesgo y sabía que lo que
estaban haciendo era un riesgo demasiado alto, pero esa
gente que había ante ellos no podían resistir mucho más
tiempo en aquellas condiciones. Estaban acabando cuando
por parte de los hombres uno demasiado joven se levantó
hacia Esther, el militar lo apuntó y cuando fue a disparar, se
encontró con la mano de Maca levantando su fusil
M_ ¡Pero qué haces! –le gritó el hombre comenzó a
hablarle frenético.
V_ Ya está bien –les dijo a ambas que se enzarzaron en
una discusión que tenía boquiabierta a Esther ante la rabia
y fuerza de Maca-. Se acabó... nos vamos.
M_ Hijo de puta –le espetó.
V_ Cállate quieres, te ha salvado.
M_ ¿De qué me ha salvado? –preguntaba casi histérica.
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V_ A saber que te hubiera hecho.
M_ Nada... tienen hambre Vilches. ¡Coronel! –llamó al
hombre que la miraba duramente-. Ya puede ir diciéndole a
sus hombres que nada de disparar, no son animales son
gente... personas...
T_ Mwasi, mis hombres cumplen ordenes, le han
salvado... no interceda.
M_ No me ha salvado, iba a matar a un muchacho que
solo tenía hambre.
T_ Su culpa por ir, no ir, no pasar.
M_ Mierda –le dijo enfadada y con paso ligero se marchó
hacia su cabaña.
V_ No quiero que sus hombres disparen a la gente
¿entendido?
T_ Eso se volverá en su contra.
V_ No quiero escuchar ni un solo disparo contra esa
gente, ¿entendido?
T_ Muy bien –dio media vuelta y se fue.
E_ Vilches...
V_ Anda mira a ver si tú puedes calmar a la fiera de
Maca... un día nos van a meter plomo en el cuerpo por sus
arrebatos y ganas de impartir justicia.
E_ Vilches... no es justo que disparen.
24 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Hay algo justo aquí, Esther? –le preguntó enfadado-.
Perdona... lo siento... creo que estamos nerviosos, por
favor, habla con Maca o esto será un infierno.
E_ De acuerdo.
V_ En cuanto salga el sol, os quiero aquí.
E_ Descuida.
Antes de retirarse, Esther giró su cabeza, allí estaban
todos en silencio, los niños algunos dormían, pero aquel
silencio y aquella situación le había afectado, sintió deseos
irremediables de llorar. Por último miró a los militares, y
negó con gesto de fastidio. Paseó con lentitud hasta donde
suponía que estaría una enfadada Maca, tragó saliva, quiso
tranquilizarse porque si ambas estaban nerviosas lo más
seguro era que terminaran discutiendo. Miró al cielo como
buscando ayuda, y se lamentó al darse cuenta que aquella
noche la luna y las estrellas también debían sentirse como
ellas, tan tristes que se habían escondido para no
encontrarse con la gente destrozada, humillada y
hambrienta. Volvió a mirar atrás, silencio. Pesado, triste,
oscuro, latente.
Abrió con cuidado la puerta y encontró a Maca sentada
en una de los catres.
M_ Me he cogido esté, ¿no te importa verdad?
E_ No.
M_ Vale...
25 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
El mismo silencio que existía fuera, se impuso dentro.
Sin palabras arreglaron aquel cuarto no muy grande,
suficiente para llegar y descansar, limpiaron como pudieron
el suelo, a Esther le sorprendió que Maca sacará sábanas
limpias, quitara lo que había, tan solo un trozo de tela, que
les sirvió para limpiar el resto, Esther por su parte, sacó un
pulverizador y echó perfume, Maca la miraba, con tan solo
aquel gesto logro que su enfado pasara.
M_ ¿Perfumas?
E_ Sí, es mejor darle un toque nuestro.
M_ ¿Nuestro?
E_ Eso he dicho... tu pones sábanas, yo perfume.
M_ Siento lo de antes –fue un murmullo como si con esas
palabras pudiera hacer daño.
E_ Estuviste genial.
M_ ¿Tú crees? –la miró con sus ojos brillantes.
E_ Sí, lo creo –se acercó a ella acariciándole la cara con
suavidad-. Yo hubiera hecho lo mismo.
M_ Sé que esto nos va a traer problemas pero... –elevó los
hombros dejándose acariciar.
E_ ¿Más? –la miraba con ternura.
M_ Sí Esther... más.
E_ Maca...
M_ ¿Qué? –le respondió apoyando su frente en la otra.
26 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Que yo... –le miró a los labios.
M_ Tú... ¿qué?...
E_ Tengo miedo
M_ Yo también...
E_ Ya –sonrió dejándose hacer, sintiendo como Maca la
atraía más hacia ella.
M_ Pero nos tenemos, ¿vale? –apoyó nuevamente su
frente sobre la otra.
E_ Sí... eso... eso es importante... ¿verdad? –sus ojos
brillaban intensamente.
M_ ¿Para ti lo es? –le preguntó mirándola a los ojos sin
sombras, sin velos con una amplia sonrisa.
E_ Sí, mucho.
M_ Para mí también Esther –le quitó con dulzura un
mechón de su frente.
E_ Vamos a superarlo, estoy segura... solo que tengo
miedo.
M_ Conozco ese miedo... es normal –hablaban entre
susurros mirándose a los ojos, llenándose una de la otra,
repletas ambas de calor-. No sabemos que nos va a pasar,
es una constante incertidumbre y un constante desafío,
pero no pienses en que va a ocurrir, mejor iremos paso a
paso ¿vale? –la miraba con una sonrisa que le daba a Esther
una confianza en ella tan grande que le provocó una sonrisa
entregada. Maca le musitó mientras sus dedos se
27 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
entrelazaban en su espalda haciendo que Esther cerrara los
ojos-. Me gusta tu sonrisa.
E_ Y a mí la tuya... y esas caricias lentas.... –dijo extasiada
mordiéndose el labio graciosamente.
M_ ¿Te gustan? –le preguntó mientras seguía moviendo
lentamente sus dedos por debajo de la camiseta de Esther,
notando como su piel se estremecía.
E_ Sí –susurró acercando su boca a la de Maca, pero sin
llegarla a besar.
M_ ¿Quieres que siga?
E_ Por supuesto –entonces coló sus manos por debajo de
la camisa de Maca.
M_ ¿Te has traído ese camisón negro de encaje? –le
preguntó moviendo sus labios y al hacerlo rozaba
ligeramente los de Esther.
E_ No, lo siento... lo tiene Valiente –cerraba sus ojos aquel
roce fino y tan profundamente suave le hacía tiritar.
M_ Lastima –ladeó su cabeza buscando aquel cuello que
tanto le gustaba.
E_ ¡Ay! –gimió.
M_ ¿Paro?
E_ Ni se te ocurra Maca... ni se te ocurra –su voz pasó de
ser un murmullo a un tono seguro y eso sí, extasiado por el
deseo.
28 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Ya me parecía a mí... –siguió besándola con lentitud.
E_ Maca... ¿crees que...? –Maca la miró mientras le
desabrochaba la camisa y tras un profundo suspiro Esther
terminó por decir-. Vale... sobra la pregunta.
M_ Así es... no hay nada mejor para combatir el miedo
que esto.
E_ Hablo la voz de la experiencia.
M_ Déjate llevar.
E_ Maca espera –le dijo tras ir desabrochando el botón de
su pantalón, Maca la miró.
M_ ¿Ahora qué? –la pregunta fue hecha con cierto
cansancio.
E_ ¿Y si entran?... mira que no estamos en casa y
Teresa... piensa que...
M_ Ya lo sabía yo –negó con la cabeza y tras un profundo
suspiro le dijo-. Mira la puerta, tiene cierre, por eso
dormimos aquí, las mujeres en este puesto siempre tienen
cabaña con cierre, digamos que son protecciones de las
altas esferas –Esther la miraba atentamente como si
estuviera hechizada por ella, Maca la miró humedeciéndose
los labios mientras ladeaba de un lado a otro con
movimientos cortos, haciendo que aquel gesto y en todo su
conjunto ella le provocaban a Esther ganas terribles de
atraparla para siempre-. ¿Podemos seguir?
29 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Estás tardando mucho Maca... mucho –su voz repleta
de seducción y su mirada de avidez mostraron a Maca sus
ganas de seguir.
Maca con suavidad la apoyó contra la pared, sus besos
fueron aumentando intensidad, buscando su piel, las manos
se llenaban a cada centímetro de aquella mujer, mientras
Esther cerraba los ojos embriagada por la calidez que
estaba descubriendo aquella vez en Maca, tanta que sin
dudarlo, la apartó de su cuello que devoraba con ternura,
se miraron, sonrieron quizá por primera vez ambas al
mismo tiempo, con una sonrisa repleta de ternura, y
pasaron sus labios de la sonrisa a la necesidad de
encontrarse, comenzaron a besarse con cuidado, sin
avasallamientos, reconociéndose, jugando a entregar besos
finos, besos sin prisas, tenían todo el tiempo del mundo
para amarse, porque el mundo y el tiempo, era ese que en
ese momento disfrutaban, ese que compartían, hasta que el
deseo llegó tras reconocerse desnudas, las manos de Maca
apretaron las caderas de Esther, bastó que Esther
recorriera la espalda de Maca con las yemas de sus dedos
para que el deseo hiciera el resto. Comenzaron a besarse
con una pasión desmedida, sus cuerpos se buscaban y sin
titubeos, se encontraron y disfrutaron.
Mientras en su aldea, Teresa no podía dormir, se había
sentado en la mecedora que habitualmente era para
Vilches, el miedo y la tristeza se habían apoderado de ella,
con Ramón a sus pies, observaba la tranquilidad de la
30 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
noche, toda su gente en sus cabañas, echando de menos al
resto, entre suspiros dejaba que sus miedos fueran saliendo
poco a poco de su interior, necesitaba tranquilizarse
pensando que todo iría bien, pero como siempre la
memoria en esos momentos, solía jugar malas pasadas y le
recordaba insistentemente aquella enfermera que habían
perdido en una misión, se había contagiado y no pudo
regresar, el solo hecho de pensar que podía ocurrirle algo
así a alguno de los tres que para ella eran tan especiales
sentía que su corazón se hacía un nudo, y no le dejaba
respirar. Entonces no le sorprendió, sino que agradeció, la
presencia de Massamba a su lado, se sentó en el escalón de
madera en silencio, al menos compartía con ella ese
instante de temor.
T_ ¿Volverán bien, verdad?
Ma_ Seguro que sí –contestó con esa voz tan repleta de
seguridad que parecía presagiar el futuro.
T_ Gracias.
Ma_ Se les echa de menos.
T_ Sí –sonrió agradecida.
Ma_ Volverán... tranquila.
En el catre de bambú dos cuerpos desnudos de mujer,
se habían entremezclado, se había abrazado como si de ello
les dependiera la vida, dormían en un duermevela que a
ninguna le tenía indiferente, mientras Esther se sentía
respaldada, Maca se sentía desbordada, se sentía como si
31 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
estuviera sobre una roca y ante ella la inmensidad del mar,
tan pequeña, tan insignificante ante aquello que se le venía
encima. Se habían amado por igual lo habían hecho como si
realmente fuera su primera vez, sin prisas, con caricias, con
besos, con ternura, con deseo en silencio pero con profundo
cariño. Por aquella razón Esther necesitaba sentir más a
Maca, y sin pensarlo dos veces con una sonrisa en sus
labios mientras Maca la estrechaba entre sus brazos le
comenzó a a acariciar con ternura, con calidez y cariño.
M_ ¿Puedes dejarme de acariciar así? –apareció la voz fría
de Maca.
E_ ¿Por qué?, me gusta hacerlo –aunque trató de no
demostrarlo le salió un temblor de desencanto.
M_ Ya... si no puedes dejar de hacerlo mejor me levanto –
se sentó en el catre, tras un suspiro profundo.
E_ ¿Qué te pasa? –le preguntó tapando su desnudez como
si en ese momento la actitud de Maca le hiciera darse
cuenta que estaba desnuda ante sus ojos.
M_ Nada, voy a arreglarme ya se hace de día.
E_ Pero...
Salió de aquella habitación que estaba siendo su
tortura, dejando a Esther totalmente boquiabierta,
desconcertada, pensativa. ¿Qué le había pasado?, entonces
mientras su vista seguía perdida por algún punto murmuró:
32 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Tiene miedo a sentir algo por mí... ¡joder... pues
estamos bien!, no me va a dar oportunidad a
desenmascarar su corazón. ¡Pero no sabe lo cabezota que
soy! –sonrió aunque no pudo negarse que aquella reacción
le había dolido y mientras se levantaba murmuró-.
Paciencia pija... paciencia.
Se encontraron cuando Esther después de adivinar
donde estaba la ducha pudo arreglarse y salir, ambas se
habían puesto unos pantalones largos de lino, tal y como le
había recomendado Maca en la aldea al prepararse la
mochila, al igual que Vilches, los tres llevaba una camiseta
de algodón y sobre ella, se pusieron la bata se ayudaron
entre los tres, pero en silencio, los militares habían
levantado ambas tiendas de campaña para ir reconociendo
a los que por cualquier motivo podían levantar sus
sospechas, guantes, mascarillas, ojos temblorosos y la
señal de que fueran pasando. Vilches a la izquierda, Maca a
la derecha, Esther en medio de ambos para ayudar, en ese
momento le hubiera gustado que estuviera allí Sissou, sin
lugar a dudas, lo que le esperaba era un trabajo intenso y
del que iba a aprender a marchas forzadas. Los ojos de
Maca, no la buscaron ni una sola vez, los suyos en cambio
la buscaron tantas veces que al final se perdía en su rostro
serio.
V_ Quiero toda la atención puesta en la gente que nos
entra ¿de acuerdo? –les dijo.
33 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No hace falta que lo digas Vilches –respondió
ofendida.
V_ Lo sé... pero pensar que si se nos escapa hay
trescientas personas ahí dentro que pueden verse
afectadas, así que vamos allá.
E_ Está bien –su voz reflejo una pena enorme por la gente
que allí esperaba entre suplicas.
Uno a uno iban pasando por los exámenes que debían
efectuarles, ninguno oponía resistencia, aquellos blancos la
noche anterior les habían proporcionado comida, algo de
calor en su mirada, más que nadie, solo por eso esperaban
pacientemente en el suelo sentados, sabían que no tenían
ningún tipo de prisa, la única era el hambre, y ésa, ya
estaban tan acostumbrada a soportarla, que no querían
morir por nada a cambio. Habían pasado algo más de
veinte personas en una hora, de todos ninguno con
síntomas claros de sufrir el Ébola, cuando ellos les
preguntaban si habían tenido contacto con alguna persona
que podía haber muerto del virus, ninguno decía que si, no
podían hacer otra cosa que creerles, Esther era la
encargada de suministrar a uno y a otro palas nuevas para
reconocer el interior de la boca, conforme se las daban
utilizadas las metía en una especie de fiambrera con
desinfectante, no sabían si les iban a desbordar la llegada
de la gente que huía despavorida, por lo tanto mejor
desinfectar y guardar que llegado el momento no tener
34 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
nada. Quienes mayor dificultad mostraban para dejarse
revisar eran los niños, por eso Maca debía desplegar todo
su encanto, las mascarillas normalmente les daban miedo,
y más de una vez ella se la quitaba ante la mirada
reprobatoria de Vilches que era el encargado de revisar a
los hombres, Esther los ayudaba por igual, pero siempre
que había un niño, sabía que era Maca la que necesitaba su
presencia, y así pasaron y pasaron hombres, mujeres,
ancianos y niños. A las cuatro horas de revisar, ya llevaban
más de la mitad de personas revisadas, ninguno tenía
síntomas, prosiguieron hasta que una madre llegó con su
hija a brazos, a Maca le llamó la atención, no era tan
pequeña como para llevarla en brazos, la mujer no quería
que la revisara, se negaba una y otra vez, aquello fue
suficiente para que los tres se tensaran, los militares la
miraban sin hacer nada, sobre todo a Maca a quien ninguno
veía con buenos ojos, tanto era así, que ninguno hizo el
mínimo movimiento por ayudarla. Maca hablaba con la
madre, pero no la soltaba, trato de hacerle entender que si
no la dejaba revisar... no podría pasar pero entonces la voz
de Esther le llegó clara y limpia.
E_ Maca mira su falda, está sangrando.
M_ Joder... Vilches creo que tengo un caso de ablación –
Esther no podía creer haber escuchado aquella palabra, no
podía creer que delante de sus ojos aquella pequeña
hubiera sufrido un acto así-. Me la llevo.
35 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Maca... llévate a la madre también.
M_ De acuerdo. La niña tiene que venir tú también –le dijo
la madre negó con su cabeza y entonces un hombre que
formaba parte de la fila, trató de salir-. Vilches.
V_ ¡Tú a qué esperas a poner orden! –le gritó al militar
que con desgana se puso ante el hombre con el fúsil de
lado para evitar que se acercara.
M_ Lo siento...ven... tú también. Vamos Esther –le dijo
V_ Cerrar esa parte... lo siento –les dijo a las mujeres que
se quedaron fuera mientras el hombre gritaba desesperado
tratando de librarse de aquel militar y la presencia de
Vilches que trababa inútilmente de dialogar con él-.
Empezamos bien ¡joder!
En el hospital de campaña, ambas habían entrado, la
madre no se separaba del cuerpo de la pequeña que lloraba
al ver el revuelo, porque aquellas dos mujeres blancas
trataba de separar a la niña de la madre, en un momento
dado el llanto cesó, el silencio mostró a ambas que la
pequeña se había desmayado. Aquel desmayo sirvió para
que la madre cejara en el forcejeo y finalmente la dejara en
brazos de Maca y saliera corriendo de la tienda en busca de
su marido.
M_ Vamos Esther... quítale toda la ropa, no te quites los
guantes.
E_ Si.... –hizo lo que le dijo mientras Maca le retiraba las
bragas-. Voy a por gasas.
36 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Hijos de puta... cabrones... me cago en la puta –Esther
la oía renegar y su corazón comenzó a latir fuertemente-.
Me cago en las putas tradiciones...
E_ Toma aquí.... –su voz se quebró al ver el estado en el
que la pequeña tenía su órgano genital, hinchado, cosido
con una especie de hilo negro que no sabía ni que eso
existía, repleto de sangre, y sin duda lo que le oprimió el
alma fue aquella extirpación del clítoris y de los labios, tan
solo habían dejado un agujero, que por la corta edad de la
niña era demasiado pequeño, subió hasta su garganta una
bilis y hacia sus ojos miles de lagrimas mientras a lo lejos
escuchaba como Maca seguía insultado.
M_ Dame más Esther, ¡Esther más gasas coño! –le gritó
sacándola de su horror.
E_ Si, disculpa –le dijo con lagrimas en sus rostro y aquel
maldito nudo en su garganta que hacía que sus manos
temblaran.
M_ Ponle un gotero de antibiótico ¡pero ya! –su voz y su
rostro mostraban tanta indignación que estaba a punto de
estallar.
E_ Si... –con rapidez dejando a un lado toda la impresión
que aquello le había causado comenzó a trabajar, sin
perder detalle de Maca que seguía luchando con aquella
hemorragia-. Maca no llevas la mascarilla.
M_ No hace falta.
E_ Maca....
37 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No hace falta Esther... me molesta...
E_ Le he puesto el gotero –no volvió a insistir.
M_ A toda caña Esther.
E_ Si...
M_ Ven aquí necesito que tapones mientras trato de
quitar esta mierda que le han puesto aquí, le está
provocando una infección.
E_ Tiene fiebre.
M_ Normal, ahora le pondremos un paracetamol si es que
logramos detener la hemorragia, no podemos perder
reservas inútiles, ¡y me cago en la puta que por culpa de
esta tradición, no vamos a lograr sacarla adelante! –decía
nerviosa mientras cogía un bisturí y las tijeras-. ¿Se
detiene?
E_ No...
M_ ¡Joder como no nos dimos cuenta anoche!
E_ Maca estaba oscuro, seguro la tenía en el brazo era
imposible darse cuenta.
M_ Ya, ya... –resoplaba-. Tapona más ahí.
E_ Dios mío –susurró.
M_ Si... eso, Dios mío... –contestó con rabia.
Estuvieron trabajando con la niña, más de una hora,
una hora donde ambas lucharon por la vida de aquella
pequeña, estaba entre la vida y la muerte, casi desangrada.
38 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Maca no podemos hacer más.
M_ Ya lo sé... ponle el paracetamol.
E_ Está muy mal –la miró con pena.
M_ Lo sé pero... aún me queda esperanza, inyéctale –su
gesto triste había conmocionado a Esther.
E_ De acuerdo... está bien.
M_ En cuanto termines ven, voy a ver si veo a la madre al
menos que esté aquí con ella.
E_ Si.
M_ ¡Mierda! –se quejó echando los guantes a un lado.
E_ Vamos pequeña –le dijo quitándose la mascarilla-.
Todo va a ir bien, estás en las mejores manos de África,
complicada, pero es la mejor –aquel rostro pálido le causó
tanta pena que sin pensarlo le besó en la frente-. Descansa.
El trabajo continuó, por varias horas hasta que por fin
no quedó nadie, los militares volvieron a cerrar la
alambrada, y volvieron a quedarse cuatro allí de guardia
por si una nueva avalancha humana llegaba avisar y
mantener a la gente controlada a punta de fusil, el resto se
subió a un pequeño coche y se fueron al poblado a
descansar.
V_ Hemos tenido suerte, de todos nadie infectado que
podamos diagnosticar –decía quitándose la bata ante la
seriedad de Maca le preguntó-. ¿Y la pequeña?, ¿qué ha
sido?
39 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Está mal, le han practicado una “Escisión
Clitoridectomia” –lo dijo con la tristeza grabada en sus
ojos-. Voy a ver.
V_ De acuerdo, no os quitéis la bata, voy a pasar las
notas... me han dicho que esta tarde llegara al
campamento un nuevo refuerzo, son de la Cruz Roja, a ver
si eso te anima Maca.
M_ Voy a ver a la niña –omitió el comentario.
E_ Voy contigo.
V_ Esther... ¡buen trabajo!
E_ Gracias –contestó sonriente aunque algo preocupada,
seguro que en aquel refuerzo llegaba alguna ex novia o ex
amante de Maca. La vio como la revisaba con atención-. La
fiebre no ha bajado mucho.
M_ Es normal... sigue dormida.
E_ Mejor, ¿no? –la miró triste.
M_ Sí –entonces miró a la madre que tenía la mano de su
hija entrelazada a la suya-. No te preocupes... haremos lo
que podamos –le dijo en perfecto francés asombrando
nuevamente a Esther pensaba que le diría algo grave pero
no, allí estaba su dulzura otra vez a pesar de haber
despotricado contra aquella maldita tradición-. Estaremos
pendientes, ¿vale?
Mu_ Merci.
40 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Vamos –le dijo marchándose de allí quitándose las
batas y echándolas con todo al pequeño barril donde
habían echado todo para quemarlo-. Voy a ducharme.
E_ De acuerdo.
Entró a la cabaña, cogió su nueva ropa y se marchó,
Esther estaba tan desubicada con su reacción, que no sabía
muy bien como actuar, ni que decirle, pensó que lo mejor
era darle su espacio o mejor dicho, devolverle su espacio.
Así cuando ambas estaban arregladas se sentaron bajó un
árbol donde estaba Vilches con una pequeña mesa de
madera a rellenar cada uno lo que había hecho, Esther
firmaba los papeles que ambos le daban sin hablar.
V_ Ahora vuelvo... voy a traer algo de comer…
necesitamos reponer energía.
E_ Vale... miró a Maca y le preguntó-. ¿Cómo estás?
M_ Bien... ¿tú bien?
E_ Algo sorprendida –no pudo evitar decirlo ante la
mirada algo seria de Maca agregó-. Pensé que le dirías algo
a la madre y sin embargo...
M_ No puedo decirle nada, son sus tradiciones, son sus
estúpidas tradiciones que por mucho que yo pelee por que
entiendan que son ridículas... no logro nada más que
sulfurarme...
E_ Nunca había visto nada igual –murmuró afectada.
41 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Ya... pues desgraciadamente es más habitual de lo
que se cree.
E_ No creí que aquí lo hicieran.
M_ Ya, como no creías que hubieran lesbianas... a veces
me sorprendes, eres un poco tonta –le dijo levantándose
mientras se marchaba de allí.
V_ He traído la... –se quedó con la palabra en la boca y la
comida en las manos, vio como Esther se levantaba como
una exhalación y se marchaba tras Maca-. Joder... no si... no
me van a dejar estar tranquilo. Mmmm Teresa mano de
Santa para la comida... mano de Santa.
Maca se había alejado a pasos agigantados dejando a
Esther de una pieza por un segundo, pero al reaccionar fue
tras ella, la vio parada tras la cabaña mirando el río que
tenían detrás, como si él pudiera darle alguna contestación
a las innumerables preguntas que se hacía, y si miraba a la
derecha sus ojos podían captar a lo lejos aquellos
refugiados que se repartían por la gran explanada que
había entre los potentes árboles, entre la fuerza del río que
bajaba con tanta rabia que veía como los troncos se
alejaban con paso rápido, así quería sentir la presencia de
Esther, lejana y que pasara por su sangre con paso veloz
sin llegar a su corazón. Sin embargo lejos de ello, escuchó
unos pasos que se acercaban hasta ella y supuso quien era,
cerró los ojos formando en su rostro una mueca repleta de
dolor, sabía que no iba a dejarla en paz, sabía que ahora se
42 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
pondría a reclamarle, hasta porque no a gritarle, y tendría
que soportar aquella típica escenita que algunas le habían
dedicado y que tanto odiaba. Notaba sus pasos fuertes y
decididos, apretó los puños para poder encontrar la
tranquilidad necesaria para poder enfrentarse a aquella
enfermera que tanto genio tenía. Cuando oyó que los pasos
cedieron, abrió los ojos, estaba allí a su derecha con la
mirada perdida hacia la zona de los refugiados, Maca
fruncía los labios con fuerza, tanta que aparecían
blanquecinos, Esther suspiró y le dijo con voz tan calmada
que le pareció mentira que hablara ella:
E_ No creo que debas dejar de comer... precisamente
cuando más fuertes tenemos que estar, te guardo tu ración.
Dio media vuelta y se marchó, dejando peor si cabía a
Maca, que seguía mirando el río, sin duda, Esther sabía
nadar contra corriente. Agachó la mirada cerró después los
ojos, suspiró frunciendo el ceño, tras negar con la cabeza
agitadamente se dio la vuelta, sin duda tenía razón no
estaban allí para ser protagonistas de nada que no fuera
ayudar, sus problemas, sus miedos personales debían
quedar apartados.
Bajo el árbol que habían escogido para trabajar y
comer, Vilches esperaba que alguna de las dos llegara, vio
como lo hacía Esther con gesto muy serio, sin duda, habían
discutido, y eso no era bueno para la misión.
V_ Espero no tener que...
43 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Vilches no pasa nada, ¿vale? –lo dijo tan firme que el
propio Vilches guardó silencio y siguió comiendo.
En el momento en que Maca regresaba con ellos, con
sus pantalones de lino y sus clásicas botas, comenzó a
sonar un silbato, Esther que acababa de coger su lata para
comenzar a comer, miró a un Vilches que tras el bocado
cerró los ojos protestando
V_ Joder.
E_ ¿Qué es eso? –le preguntó mirando alrededor.
V_ Más refugiados... será mejor dejar de comer... ¡Maca
vamos! –la llamó al ver que se había parado a mitad
camino.
E_ Si –copió el gesto del hombre, dejó a un lado su
comida y se limpió las manos y la boca.
V_ ¿Preparadas?
E_ Yo sí.
Maca no contestó pero comenzó a vestirse, habían
abierto otra caja, las provisiones comenzaban a notar el
trasiego de la gente, pero aún había suficiente como para
no tener que correr riesgo alguno. Mientras Vilches hablaba
con los militares que le aseguraban que llegaban sus
refuerzos y que iba a ser un goteo de personas, Maca ayudó
a Esther a atarse la bata, y después lo mismo hizo ella. Se
miraban tratando de darse fuerza, pero los ojos de Maca se
escaparon de la mirada triste de la enfermera que suspiró y
44 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
tras un leve gesto de desespero se fue tras ella para
comenzar a trabajar.
Los militares llegaron con un bidón, lo pusieron junto a
Esther quien recibió la sonrisa del joven militar que se había
puesto allí, lo miró sin entender muy bien que hacía a su
vera, pero pronto lo entendió, allí había agua, debía ser
para ir refrescando a la gente, Esther miró hacia ellos y sus
ojos recibieron el primer impacto, llegaban exhaustos, con
los labios agrietados, con los ojos perdidos, con miradas
repletas de miedo, de dolor. Aquella gente provocó en ella
un dolor intenso en su alma, su gesto se tornó repleto de
oscuridad y el miedo por primera vez se desató en su
interior al ver a la gente desesperada en la alambrada
gritando y pidiendo socorro.
E_ Vilches... que no abran.
V_ ¿Por qué? –la miró atónito.
E_ Joder porque este hombre le va dar agua a todos del
mismo cazo –le decía apartándose la mascarilla.
V_ No hay otra manera, o se da o no se da, y llegan
muertos de sed –le decía algo contrariado.
E_ Dame un minuto... que no abran.
V_ Esther nada de numeritos... ¡pero bueno... pero que
par de locas tengo a mi cargo!
M_ A mí no me mires.
V_ A ti te miro, a ti –le señalaba con el dedo.
45 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Ya vuelvo –les gritó mientras corría hacia su cabaña,
llegó casi a tropezones, rebuscando en su mochila-. ¿Dónde
los puse?... espero Maca no los viera... joder pero no tengo
ni para empezar... bueno... mejor esto que nada... ¿dónde
están? –seguía rebuscando nerviosa-. ¡Aquí está!... si...
juraría que había cogido otro...
Mientras en el puesto de control...
V_ ¿Se puede saber dónde coño está?
M_ ¡Yo que sé! –le dijo casi enfadada cuando la vio llegar
con algo en la mano-. Ahí la tienes.
V_ Pero...
E_ ¡Ya estoy! –decía jadeante-. Deja eso... ¿vale?... solo le
das a los niños y las mujeres que estén embarazadas... los
demás después ¿me has entendido? –el militar negó con la
cabeza pero mantenía su sonrisa a aquella extraña Mwasi
blanca.
V_ Me cago en todo lo que se mueve –dijo de repente
Vilches ante las carcajadas desmedidas de Maca y algún
que otro militar que trataba de decirle al chico en su idioma
lo que debía hacer-. ¿Vasos de piolin?. ¡pero Esther! –decía
desencajado.
E_ Mejor eso que nada. ¡Ya estamos dispuestos! –dijo con
firmeza, con seguridad.
V_ Ale... abrir... ¡ay que joderse! –susurró-. Piolin en la
Selva.
46 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Vamos céntrate Vilches... te recuerdo que es pija –le
sonreía.
E_ Viene una mujer embarazada –les dijo de repente al
ver a una mujer que se doblegaba y las risas cesaron.
V_ Dejar que pase la mujer... la mujer... –los militares
salieron con sus fusiles y obligaron a los hombres a
separarse, cuando llegaron a su altura la mujer se caía y
fueron Vilches y Maca quienes salieron a su encuentro-.
Llevarla a la otra tienda.... arreglaros vosotras con ella no la
juntéis con la niña.
M_ De acuerdo... Esther ayúdame.
V_ Con mucha precaución Maca... está sangrando.
M_ Tranquilo.
V_ A ver tú –le dijo a uno de los militares-. Ciérrame esa
puerta, que pasen solo por aquí. Tranquilos todos tenéis
lugar –decía a los que fuera quedaban y renegaban por el
hambre y la sed.
Mientras, las dos mujeres llegaban a la tienda tal y
como advirtió Vilches evitaron ponerla con la niña, si una de
las dos era portadora del Ébola, mejor evitar que se
juntaran. La tumbaron en la camilla entre los gritos de dolor
de la mujer, el sudor y el sangrado.
M_ Ponte dobles guantes –le decía mientras separaba las
piernas de la mujer.
47 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Ya –le decía con una tranquilidad que sorprendía a
Maca.
M_ Vale.... ya está aquí. Tubela munu kumu ya nge
(Dime tu nombre).
Mu_ Kimpa.
M_ Kima Kimpa... kamwana ya kwisa (Bien Kimpa, el
pequeño ya viene).
E_ Maca está sangrando mucho, ¿llevas doble guante? –le
preguntó algo preocupada.
M_ Sí... uf... ya le veo la cabeza... ¡joder que ya está aquí!
–decía colocando sus manos para ayudar a la madre que
hacía fuerza y gritaba a la vez.
E_ Le pongo el gotero... Kimpa fyoti bawu (Kimpa un poco
más) –le decía sonriendo mientras le daba la mano.
M_ Vamos... un poco más... un poco más... kumata...
kumata Kimpa (empuja.. empuja).
E_ Muy bien lo estás haciendo muy bien –le secaba el
sudor.
M_ Un poco más ¡mierda!, un poco más.
E_ ¿Qué pasa? –preguntó preocupada.
M_ Empuja.... kumata malembe, malembe–(empuja
despacio) Maca sudaba, Esther también, la mujer más-.
Ya... ya... ¡Kimpa keke a mwana! – (¡Kimpa es un niño!) dijo
contenta mientras el pequeño berreaba.
48 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Ki_ Ahhhhh –decía exhausta apretando la mano de
aquella blanca que le sonreía con los ojos-. Melesi... melesi.
E_ Ya está, felicidades -le decía a la mujer con su sonrisa
marcada tras la mascarilla.
Mu_ Melesi... melesi... –repetía sin cesar moviendo de
lado a lado la cabeza con una gran sonrisa.
M_ Toma Esther... límpialo y se lo das, tiene que estar
bien limpio ¿de acuerdo? –la miró fijamente.
E_ Claro... que precioso es –sonreía-. ¿Verdad?
M_ Sí... si lo es sí –sonrió también mientras terminaba su
trabajo.
Tu_ Ziku Maca... me manda ziku Vilches –hablaba desde
fuera el coronel.
M_ Dile que está todo bajo control Tugamba.
Tu_ El padre estar aquí.
M_ Que pase –le dijo saliendo ella con su bata repleta de
sangre.
E_ Aquí tenéis a vuestro mwana –les dijo al ver como el
hombre delgado llegaba hasta su mujer y le sonreía, Esther
dejaba a la niña sobre el pecho de la madre que lloraba de
felicidad-. Es guapo, ¿eh?
Ki_ Melesi –le dijo mirando a su marido y hablando con él.
M_ Bien... esto ya está... dame un trozo de gasa grande.
49 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Aquí tienes –le dijo mostrándose eficiente aunque algo
distante.
M_ Gracias.
E_ De nada.
M_ Ve con Vilches yo me apaño aquí –le dijo algo
contrariada al no recibir la sonrisa que esperaba por su
parte.
Esther no le dijo nada más, le regaló una caricia al
pequeño y salió dispuesta a ayudar a un Vilches que se
mostraba concentrado mientras revisaba un niño que
sostenía en los brazos su madre, durante ese momento, el
joven militar le enseñaba el vaso con el dibujo de piolin que
conseguía distraer al pequeño.
E_ Nunca he asistido a un parto tan rápido –dijo al llegar
feliz.
V_ Pues ya has vivido algo más... oye debo reconocer que
tus piolines me están ayudando con los niños.
E_ Me alegro mucho, la verdad –le sonrió.
V_ Sigamos, ¿y la doctora?
E_ Estoy segura que viene enseguida... estaba
terminando con la madre.
V_ Bien... ¿has arreglado lo que sea que has tenido con
ella?, dale el vaso y el agua, se lo ha ganado este chavalín –
le acarició la cabeza mientras la madre le daba las gracias.
50 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Muy bien, ven aquí pequeñin –sonreía mientras le daba
el agua y bebía mientras la madre miraba a Esther con
gratitud-. Allí os darán a todos agua y comida. Malembe.
Mu_ Melesi.
Aquella palabra era la que más escuchó en todos los
que iban pasando, y más que la palabra en sí, sin duda lo
que le hacía estremecerse era la manera tan real con la que
agradecían la ayuda, parecía salir la gratitud del alma,
parecían tres enviados para dar calma en el desespero y
hasta aquel momento lo estaban consiguiendo, un parto,
una ablación horrible pero estabilizado el estado, y el resto
mucha hambre, mucha sed, cansancio y una tristeza difícil
de combatir.
E_ No tengo nada que arreglar con ella –le dijo mientras
recogía el instrumental abriéndole otro envase donde se
guardaban para entregárselo, esta vez a quien debían
revisar era una mujer mayor-. Es imposible arreglar nada
con alguien que no quiere hacerlo.
V_ Eso es cierto, bienvenida a la realidad.
E_ Ella se lo pierde.
V_ No dejes que se lo pierda Esther –le dijo con voz
esperanzada en que luchara por ella.
Volvió a cerrarse la alambrada, tras una charla de
Vilches con el coronel Tugamba, Esther y Maca se
marcharon cada una a una tienda. Era la hora en la que la
pequeña debía recibir las curas, sobrecogida por la
51 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
situación de aquella niña que seguía dormida, los ojos de
Esther se llenaron de lagrimas, la madre la miraba sin
entender porque lloraba, aquella enfermera.
E_ No sé como puedes permitir algo así, es tu hija... ser
mujer no significa que deba pasar por esto, ser mujer es
algo hermoso que nadie debe manipular y mucho menos
hacer esto –le decía mientras le caía una lagrima-. Sé que
no soy nadie para decirte esto y sé ni me entiendes ni te
interesa... pero... no sabes el dolor que esto me provoca, la
rabia que nace en mí... ¿cuántas niñas morirán por este
rito?, esta pequeña ha tenido suerte de encontrarse con
Maca, ¿pero cuántas quedaran por el camino? –su voz se
ahogó por el dolor.
Volvieron a sentarse bajo el mismo árbol, esta vez lo
hicieron los tres, Maca seguía con el gesto algo serio, Esther
tras salir de curar a la pequeña, lo hacía con algo de su
misma seriedad, y Vilches parecía el más relajado de los
tres. Fue quien habló entre aquel silencio tenso.
V_ De momento no nos podemos quejar. ¿Cómo sigue la
pequeña?
E_ Tiene muy inflamada toda la zona, y algo infectada,
sigue con el gotero, le he hecho la cura pero... creo que va
a pasar mucho tiempo hasta que esté bien.
V_ Nuca lo estará.
E_ De verdad... no lo entiendo -su gesto reflejaba el
profundo desconcierto que sentía en su interior.
52 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Ni lo intentes entender, afortunadamente no está muy
extendido aquí en el Congo, pero sin duda, hay demasiados
lugares, tribus, donde se practica, lo hace una hechicera, la
madrina de la niña y la madre deben estar presentes, la
atan a un palo y deben guardar silencio para no deshonrar
a la familia –le narraba con la voz algo temblorosa-.
Dependiendo de cómo sea el modo, ponen una cataplasma
de hierbas en la zona, o cosen con cualquier cosa.
M_ En este caso le habían cosido con hilo de bambú, eso
le ha producido la infección.
V_ Animaladas varias –susurró afectado como ellas.
E_ ¿Y no hay manera de detener eso?
V_ ¿Puedes parar un alud de nieve?, ¿un desbordamiento
de un río? –la miró con seriedad-. Es cosa de la naturaleza
¿verdad?, para ellos esto es cosa de la naturaleza.
M_ La mujer no debe sentir placer, es algo tan arraigado
que muchas de ellas se sienten orgullosas de estar
mutiladas. Recuerdo una ocasión, íbamos Cruz y yo.
V_ No me nombres a esa preciosidad por favor... que se
me altera el estómago –dijo muy serio.
M_ Lo siento –sonrió al igual que lo hizo Esther-. Bueno
pues iba yo y otra compañera, a un campo de refugiados,
con la ayuda de una mujer adinerada del país, había dejado
a su marido, había sacado todo su dinero y ha creado una
zona donde las mujeres, prostitutas principalmente, pero el
resto también, se refugian con sus hijos, o solas, reciben
53 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
educación y tratan de darles nociones de trabajos. Pues nos
comentaba que habían mujeres mutiladas que no querían
compartir el lugar con otras que no lo estaban porque eso
era pecado, era ir contra los dioses, contra Dios.
E_ Que fuerte –susurró nuevamente atraída por las
explicaciones de Maca.
V_ Así es, es un tema tabú para muchas, y aunque
nosotros tratamos de enviar informes y tratamos de buscar
soluciones es imposible.
E_ Pero esa niña... puede morir, aún no está fuera de
peligro –seguía hablando impactada ya no solo por lo que
veía, sino, por la forma en que lo hacían podía imaginarse a
las niñas atadas sufriendo aquella amputación y le creaba
una angustia terrible.
V_ Muchas mueren.
M_ Es cierto –miró a Esther nuevamente con el velo
puesto en sus ojos-. Es más te diría que no vuelvas a decir a
una madre delante de su marido todo lo que le has dicho –
esta vez quien miró fijamente fue Esther-. Si te entienden,
no dudaran en golpearte tú vas contra sus normas por eso
no nos ven con buenos ojos a las mujeres blancas. No
estamos mutiladas y estamos en constante pecado.
E_ Me hierve la sangre ante esto... no lo puedo evitar.
V_ Pues Esther Maca tiene razón, a todos nos provoca
esto... pero... hay que saber controlarse. ¡Mira quién viene
por ahí!
54 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Señaló con su dedo hacia un coche que llegaba de la
Cruz Roja, se detuvo y al hacerlo se abrieron las dos
puertas traseras, un hombre canoso más o menos de la
altura de Vilches bajó por el lado que alcanzaba a ver
Esther, por el otro supuso que era alguien conocido para
Maca porque la vio ponerse en pie, y sonreír. Ella hizo lo
mismo, se puso en pie, pero aunque trató de sonreír no
pudo hacerlo al ver como una mujer de su estatura un poco
más y morena, se abrazaba a Maca de manera demasiado
elocuente.
Vilches sonreía abiertamente mientras se abrazaba al
hombre y se golpeaban la espalda con fuerza como
demostrando con ese gesto la alegría del encuentro, Maca y
la morena habían alargado para el gusto de Esther
demasiado el abrazo, y ella, observaba la escena desde un
lateral, muriéndose de ganas por poder ver la cara de la
mujer que se abrazaba con fuerza a la que la noche
anterior, había disfrutado de su piel de aquella manera tan
suave y tierna, a la que le había susurrado:
“M_ Esther... Esther... –repetía extasiada con un murmullo
repleto de placer
E_ Dime cariño –respondió de igual manera mientras
lamía con dulzura su cuello
M_ Sigue... me gusta tanto...
E_ Lo se, a mí también cariño –decía mientras sentía la
caricia íntima de Maca en su sexo
55 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No me digas cariño –apareció su voz algo más
ahogada por el placer que le estaba proporcionando Esther,
sus manos se enlazaron con el pelo de la enfermera, a
quien aquel comentario le había dejado algo helada. Maca
tuvo que casi suplicarle para quitar sus pensamientos de la
cabeza-. Por favor sigue...
E_ Maca...
M_ Ni se te ocurra gritar –le decía mientras atrapaba su
boca para mitigar el éxtasis que sabía iba a provocar en
Esther
E_ Mmm... mmmm Maca... –le decía entre susurros en el
interior de su boca
M_ Me gusta como te pones, me gusta mucho verte así,
peque”
Cuando Vilches insistió para llamarla, se dio cuenta
que su mirada estaba fija en la pareja de mujeres que
hablaban sonrientes, que sus ojos a pesar de mirar no
estaban viendo nada, que se había perdido en sus
pensamientos, para él estaba casi seguro que algo había
pasado entre ellas, y en ese momento lo confirmó. Tras
varios segundos de llamarla con insistencia, finalmente
consiguió que Esther reaccionara.
56 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Has bajado a la tierra, ya? –le preguntó con las manos
sobre las caderas-. Perdona Gustavo pero... aquí mi
enfermera aún está impresionada por la ablación de la niña
que tenemos y, la rabia le corroe hasta casi volverla de
piedra.
G_ Pues me gusta que esas cosas tan horribles afecten,
porque eso quiere decir que estamos implicados –le sonrió.
E_ Esther... me llamo Esther –le ofreció la mano.
G_ Mucho gusto Esther, este viejo cascarrabias siempre
igual.
V_ Viejo lo serás tú... yo estoy hecho un chaval –Esther
sonrió pero tan fingido que Vilches puso sus ojos en
blanco-. Esther Gustavo es un médico enrolado a este
continente ¿cuántos años?
G_ Veinte... veinte años aquí.
E_ Imagino la de barbaridades que ha debido de ver –le
dijo con total franqueza mientras veía otro abracito por
detrás “La madre que la parió... conmigo se porta así y
mírala con esa tipa... no sí, al final va a tener razón Vilches
y nunca debí caer”
V_ ¿Esther estás bien? –le dijo ya algo serio.
E_ Si, si perdona.
V_ Maca por favor... creo que deberíamos pasar a las
presentaciones ¿no crees? –le dijo si querer alterado.
57 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Ya voy ya voy... Sigue igual de insoportable Carolina...
–le susurró sonriente en su oído.
Ca_ Me lo imagino, es lo bueno de Vilches y Gustavo no
cambian –sonrió.
V_ Esther te presento a la Doctora Márquez una
enfermera suiza con dominio de un español muy castellano
más concretamente de Valladolid, Carolina mi enfermera –
dijo orgulloso y aquel orgullo lo captaron tanto Maca quien
sonrió de lado, como Esther quien se sonrojó.
Ca_ Encantada... llámame Carolina –le estrechó la mano.
E_ Lo mismo digo Carolina –su sonrisa un tanto forzada.
Ca_ Yo soy cooperante de la Cruz Roja, hago un poco de
todo.
E_ Que bien –susurró y Maca la miró con una sonrisa,
había captado en su voz lo que sentía, algo de celos o más
bien, le había molestado su explicación un tanto arrogante.
V_ ¿Qué tal está tu marido?
Ca_ Tan borde como siempre... ¡ya sabes! –elevó los
hombros sonriendo.
E_ “Vaya... no la detienen ni que estén casadas, claro, es
solo por pasar el rato” –pensó mirando a la pareja que
seguía sonriendo por algo que había dicho Maca.
V_ Sentaros, y así nos ponemos al día de las cosas.
Ca_ Yo con tu permiso Vilches, voy a robarte a la doctora.
58 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ No es a mí a quien debes pedir permiso –Esther se
tensó de tal modo que hasta ella misma se asustó rezando
para que no la nombrara a ella-. Si Maca quiere ir.
M_ Vuelvo enseguida –le contestó sin mirar a Esther s
fueron en el jeep.
G_ ¿Y qué tal África, Esther?
E_ Bien, descubriéndola poco a poco –se hubiese querido
ir a la cabaña y apagar la llama de celos que se había
encendido en ella pero por cortesía se quedó allí con ambos
hombres.
V_ Más que bien Gustavo, esta vez hemos tenido suerte.
En el jeep, Maca iba mirando el panorama guardando
silencio, Carolina que la conocía bastante bien, la
observaba de reojo, nunca en los años que se conocían la
había visto así de distante.
Ca_ ¿Problemas?
M_ No... tonterías.
Ca_ Pues la tontería está muy buena, al menos tiene una
sonrisa encantadora ¿verdad?
M_ Sí –sonrió de lado sintiéndose descubierta, y tras
agachar sus ojos hasta mirar sus manos entrecruzadas,
volvía a mirar el horizonte.
Ca_ De lo que vamos a hacer ya sabes...
M_ Si... tranquila.
59 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Había pasado una lenta y pesada media hora donde
Esther había estado aguantando el tipo ante aquellos dos
hombres como pudo, sus pensamientos volaban desde
España, a Teresa, ¡cuánto la echaba de menos!, pasando
por aquella Julia que había dejado una mujer
insoportablemente hundida en su propio dolor, que cuando
era capaz de olvidarlo se volvía una mujer maravillosa,
hasta llegar a la situación que se vivía en aquellas dos
campañas, en una la muerte llamaba a la puerta de igual
modo que en la otra lo había hecho la vida.
V_ Gracias Gustavo –la voz de Vilches la sacó de su
ensimismamiento.
G_ Dame diez minutos y lo consigo.
V_ Muchas gracias.
G_ Hasta ahora Esther.
E_ Adiós –resopló-. Vilches voy a ver a la niña le toca la
cura.
V_ Esther... ahora que estamos solos quería decirte algo.
E_ Si vas a decirme algo de Maca, no me importa lo que
esté haciendo –le dijo seria.
V_ No pensaba decirte nada de ella, sois mayorcitas para
saber a que jugáis, aunque ahora que lo dices –ante su
mirada agregó con rapidez-. Está bien, no lo diré. Pero si
quiero decirte que me estás sorprendiendo muy
gratamente, lo de los vasos ha sido un puntazo –Esther
60 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
sonrió-. Y esa sonrisa que ofreces a la gente alivia más que
el vaso de agua que les ofrecemos, estoy de verdad, muy
feliz porque estés aquí, orgulloso porque formes parte de
este loco equipo en este lugar del mundo olvidado por el
resto.
E_ Gracias –le dijo apurada-. La verdad me siento tan bien
entre tanto dolor que ni yo misma lo entiendo.
V_ Es simple, estás hecha para esto, al igual que... ¡oh
perdón no la puedo nombrar! –el guiñó el ojo con una
sonrisa-. Vamos a ver a la niña.
La revisaron con todas las precauciones tomadas y con
ambos rostros serios y afectados por aquello que seguía
causando en ambos una incomprensión tal que les dolía el
alma. Pero esa misma alma se reconfortaba cuando
pasaban al lado y allí, estaba la vida, en su máxima
expresión, el niño amamantando de la madre que había
podido comer algo de lo cocinado por Teresa, y feliz de ver
a su hijo sano y fuerte.
Al salir se encontraron con Gustavo pero ni rastro del
jeep ni de Maca. Ambas ausencias las vieron los ojos
audaces de Esther.
G_ Malas noticias Vilches.
V_ ¿Más casos?
G_ Así es –confirmó con rostro serio-. Se han elevado la
cifra de infectados hemos pasado a ciento veinte –Vilches
asintió resoplando mientras a Esther se le apagaba algo
61 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
más la mirada-. De los veinticinco mil desplazados que se
habían estimado en un principio hemos subido a diez mil
más, no todos desplazados hacia este lugar pero sabes que
la mitad casi seguro.
V_ Joder... aquí no podemos atender a tantos.
G_ Lo sé, he pedido ayuda... la ONU va a controlar esto
dicen.
V_ Ya, como la última vez, solo hacen algo cuando lo ven
todo perdido, la última vez Esther hubieron ochenta y cinco
mil desplazados, ¿sabes lo que fue aquello?, además
desperdigados por las montañas, por el río, de norte a sur,
entonces se estimó una cifra de muertos alrededor de cien,
pero no sabemos cuanta gente se perdió en el camino.
E_ Vilches si todos tienen que venir aquí no sé como lo
vamos a afrontar, ya no solo nosotros que somos tres, sino
en el campo de refugiados.
G_ Allí hay diez voluntarios, cinco franceses de Médicos
sin Fronteras y cinco italianos de Eacnur, hemos solicitado
la ayuda de la ONU también para que nos instalen un
tanque de agua, es cierto que no podemos dar de beber a
todos en el mismo cazo como me ha explicado Vilches que
tú muy acertadamente dijiste o esto se propagara sin
remedio. Por otro lado es vital vuestra labor, por eso estáis
aquí, porque en esto sois los mejores.
V_ Somos los más pringaos, los que ponemos la otra
mejilla, dilo claramente.
62 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
G_ Formáis un gran equipo y por lo que he oído solo os
faltaba tener una enfermera en condiciones, y la tenéis.
V_ Así es pero no se lo digas mucho no se lo vaya a creer
y se me haga peor que Maca, y con una tengo bastante.
G_ ¿No crees que tardan mucho? –le preguntó a Vilches
mientras Esther justamente pensaba lo mismo.
V_ Un poco sí –dijo mirando a horizonte como buscando
rastro del jeep.
G_ No me fío nada de ellas, juntas ya sabes...
V_ Pues si –elevó los hombros tratando de cortar la
explicación-. Bueno Esther, pues si quieres puedes retirarte,
creo que deberías descansar un buen rato ¿eh?, aquí no
tenemos horarios.
E_ No pasa nada tranquilo puedo esperar a que...
V_ Hazme caso... ve a descansar porque si aquí nuestro
amigo Gustavo ha dado en la diana, nos van a poner dos
grandes focos para poder revisar de noche y que no haya
gente perdida por aquí, necesitamos estar fresco, nos han
dicho una semana pero seguro estamos más. Ve a
descansar.
E_ Vale –aceptó resignada-. Gustavo encantada.
G_ El gusto ha sido mío –le dio la mano sonriendo.
E_ Si me necesitas Vilches.
V_ Tranquila...
63 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
G_ Se nota que le gusta su trabajo.
V_ Si, hemos tenido mucha suerte, la verdad que le ha
pasado de todo en tan poco tiempo que otras con menos se
hubieran marchado.
G_ ¿Y qué tal con Maca?
V_ La tiene controlada.
G_ Imagino donde han ido –negó con la cabeza.
El jeep volvía, en él, el silencio volvía a ser
protagonista, hasta que Carolina detuvo el coche y antes de
bajar le dijo con cierta preocupación mirándola fijamente.
Ca_ Maca nunca antes te había visto así... quizá es tiempo
de soltar amarre ¿no crees?
M_ Es solo un mal momento, un poco de bajón... ya sabes
estar aquí...
Ca_ A mí no me engañas.
M_ Pues si no te engaño Carolina... por favor... –ladeó su
cabeza poniendo una mueca de suplica para que no
siguiera.
Ca_ Has estado todo el rato en otra parte, ¿crees que no
lo he notado?
M_ Ya, lo siento.
Ca_ La vida es el presente, el pasado no te sirve de nada,
bueno si, para joderte el presente.
64 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Lo sé –su voz estaba tan apagada que a ella misma le
asustó.
Ca_ Pues haz algo... estamos de paso... y me has fallado –
le sonrió dejándole un suave beso en la sien.
M_ No ha estado mal –bajaron al ver que Vilches y
Gustavo se acercaban, no vio a Esther-. Ya estoy aquí... ¿ha
pasado algo?
V_ Nada importante que no se haya podido hacer sin la
presencia de la Ilustre Doctora Fernández
M_ ¿Necesitas algo más, a parte de tu coña? –lo miró
seria.
V_ No.
M_ Vale, pues me voy a mi cabaña a descansar, Gustavo
un gusto verte.
G_ Si casi no me has visto –le dijo jocoso.
M_ Estoy cansada ¿me disculpáis?
V_ Claro. Oye Carolina, no puedes dejármela así hecha un
trapo.
Ca_ Te aseguro que yo no la he dejado en ese
estado...cuando la he recogido ya estaba hecha un trapo.
Se había marchado con el rostro serio y marcando en
él una cierta preocupación, antes de entrar a descansar
resopló con fuerza, al entrar, Esther cerraba los ojos, había
escuchado nítidamente el motor del coche acercarse, se
había mentalizado de que aquella noche si se arrimaba a
65 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
ella, si le quedaba tan poca vergüenza de hacerlo, la
sacaría a patadas del catre. Al fin y al cabo, no era nada
suyo, así que porque debía preocuparse de ella. La oyó
como entraba con cuidado tratando de no hacer demasiado
ruido, la oyó como se cambiaba ante el silencio de la noche
pudo escuchar hasta cuando el sujetador deslizó el cierre y
resbaló sobre su piel, instintivamente tragó saliva. La oyó
acostarse, y dar varias vueltas, era raro en ella y le llamó su
atención, Maca no solía moverse.
La noche, diferente a todas las anteriores desde que
estaba en la Selva, se le hizo algo extraña, acostarse al
atardecer, hacerlo sin el canto de los grillos, sin los aullidos
y sin esa música especial que sonaba, le hacía sentirse por
primera vez extraña. Y es que el cansancio de la noche
anterior le había dejado tan exhausta que había dormido
sin percatarse de la ausencia de los sonidos de fuera,
porque el corazón de Maca le estaba susurrando una
relajada canción de amor.
M_ ¿Duermes? –oyó de pronto como le preguntó, Esther
guardó silencio. Maca insistió como si necesitara saberlo-.
Esther... ¿estás durmiendo?
E_ ¿Qué? –le dijo escuetamente.
M_ Siento lo de esta mañana, me he comportado como
una idiota... lo siento Esther siento lo que te he dicho.
E_ Viniendo de ti no me afecta lo más mínimo, si hubiera
sido un comentario hecho por una persona coherente,
66 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
adulta y consecuente de sus actos, me hubiera dolido, pero
viniendo de ti, francamente, me da igual. Buenas noches.
Y fue cierto, Esther aparentó no importarle porque se
colocó mejor en la cama y se quedó profundamente
dormida, como si era lo que necesitara, como si aquella
excusa de poder decirle aquel pensamiento le hiciera
relajarse y entregarse al sueño. Pero sin duda para Maca
significó todo lo contrario. Más vueltas en la cama y cierto
desespero, la respiración serena de Esther le demostraba
que estaba dormida, así se levantó tratando de no hacer
demasiado ruido, salió a la fría noche con su manta
recogiendo su cuerpo y se sentó en la parte trasera de la
cabaña, apoyó la espalda a la madera prefabricada en
aquel punto que era una frontera imaginaria para separar
dos estados, un lugar de encuentro, entre unos y otros,
también para ella fue el lugar de encuentro con su interior y
Esther. Apoyó la cabeza mientras escuchaba con atención
el sonido del furioso río, y su mente se dejó ir. Necesitaba
encontrarse a si misma en esa maraña que tenía creada en
su propio interior.
El descubrir la mentira no fue el principio de la
debacle, tan solo fue el principio del dolor, recordaba como
había cogido un avión de vuelta y durante el trayecto había
dormido ayudada por un valium, no avisó que llegaba y
nadie le esperaba, recordó como en Brazzaville recorrió
calles como si estuviera soñando, veía pasar la gente y
cada vez que se cruzaba con un niño, escuchaba
67 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
nítidamente como se resquebrajaba su alma un poco más.
Fue a los dos días de estar en una habitación oscura y sin
ventilación, cuando apareció Cruz, Cruz fue la salvadora de
su desgracia, la llevó hasta la aldea y allí al principio Teresa
se encargaba de cuidarla, de tratar de entender su rabia, su
dolor, de hacerle ver que debía sobreponerse para poder
enfrentarse a los recuerdos y sobre todo, poder estar con la
calma necesaria para luchar por su hijo. Pero aquellas
buenas intenciones de Teresa, se iban perdiendo día tras
día, noche tras noche, los días se escondía en su cabaña,
tan solo salía si había alguna necesidad, las noches las
pasaba en la cama de Teresa, o caminando perdida por el
centro de la aldea como si se hubiera vuelto loca, no sabía
rehacer su vida, no encontraba nada que le hiciera salir del
pozo donde una traición le había empujado. Y ese pozo,
tocó fondo una noche, un golpe despertó a Massamba, salió
con su puñal en mano, revisó todo pero no halló nada que
pudiera sorprenderle, todos dormían, no había ni una sola
sombra que alterara la noche, sin embargo como buen
cazador, sus ojos se habían acostumbrado a detectar
cualquier cosa en la oscuridad, y aquella vez no fue
diferente, la halló en el suelo, tras su cabaña con una
botella en la mano, mojada por la lluvia, el pelo revuelto,
los ojos cerrados, con un vomito a su lado, Massamba la
cogió en sus brazos, la llevó hasta la ducha, le quitó la ropa,
la metió en la cama desnuda, y se quedo sentado a su lado.
La vio como los demonios vivían en su interior, se removía
68 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
en la cama bajo un único nombre, Julia, sudaba, lloraba, y
con cuidado preparo un brebaje para poder sacarle ese
demonio de mujer que vivía en su interior, le costó pero lo
logró, a las tres horas Maca abría los ojos sintiendo la
pesadez de su cuerpo, el dolor y la angustia tenían mucho
peso, tanto que no podía moverse, entonces oyó la voz de
Massamba susurrarle, entregarle una ropa para que se
cubriera, y dándole la espalda, esperó a que estuviera
decentemente vestida. La miró con sus ojos grandes y
profundos, ella se asustó de lo que pudo ver reflejado en
aquellas pupilas, era su imagen distorsionada, y sintió un
miedo atroz que la llevó a llorar durante el resto de la
noche apoyada en el pecho fuerte de aquel hombre que tan
solo murmuraba frases en kikongo, frases que ella entendía
y sabía que le estaba dando fuerza, esperanza. Recordaba
como al día siguiente fue Cruz quien hablaba con ella, quien
le decía que no podía negar más su estado, que no podía
evitar que supieran que no podía curar, que no podía
ayudarle en las expediciones, entre todos, la ayudaron a
salir del pozo con la cuerda de la amistad, de la confianza, y
aquella cuerda poco a poco tirada por las manos amigas de
todos los que allí vivían con ella, la sacaron del fondo, pero
al dejarla en la superficie, se juró a si misma no volver a
sufrir por el amor de una mujer.
Y así fue como se volvió la canalla que tanto odiaba, la
canalla que escondía su corazón tras una legendaria
muralla china a modo de defensa, destruido una sola vez,
69 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
era suficiente. Comenzó a disfrutar de algunas mujeres,
comenzó a darse cuenta que su físico y sus dotes de gran
conquistadora hacían que algunas enloquecieran por ella,
eso si, la máxima en su vida había pasado a ser, no
mientas, como lo hicieron contigo, eso hace pupa. Y así fue,
a todas las mujeres que pasaron por su vida, tanto en la
Selva como una vez que volvió a Madrid dos semanas, a
todas les advertía, pero como se le advierte a alguien
ilusionado como la enfermera francesa, que solo iba a ser
un entretenimiento. Superado lo de la francesa, siguió
jugando y ganando, Claudia nunca le pedía nada, Samantha
tampoco, hasta Bárbara le gustaba enredarse con ella de
vez en cuando, subir a las estrellas como decían. Todo era
superficial, todo hasta que llegó Esther. Lo que siempre
temió, un día llegaría una mujer que le haría temblar, era
irremediable, y ella lo conseguía, había trastocado todo su
mundo interior, toda la fuerza que sentía para jugar se le
había ido perdiendo por el camino, sobre todo, desde
aquella noche que estaba en su cabaña y le demostró que
podía ser como ella, mostrarse como ella, llenarla de placer
y marcharse, le debía haber gustado y sin embargo le dolió
tanto que se fuera, aquel fue el primer toque serio, había
necesitado seguir a su lado, había necesitado el abrazo, el
cariño, los mimos de aquella mujer y era lo que había
desatado su miedo, la segunda vez fue mucho peor,
aquellas caricias tiernas después de hacer el amor con una
ternura y suavidad tan recíproco que a la mañana siguiente
70 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
le había aterrado sentir sobre su piel algo que podía
destruirla. Y por mucho que Teresa, Carolina tuvieran razón,
debía superar el pasado para poder disfrutar el presente
que tenía, aquel presente le creaba tantas dudas, tantos
miedos que sabía caería de nuevo, y si un día Esther la
dejaba destruiría su vida como ya una vez pasó.
M_ ¿Qué sabes... que sabe nadie lo que siento...?
incoherente, si, inmadura puede, pero ninguna me va a
volver hacer caer.
Puso sus codos sobre los muslos, sus manos se
cerraron y sus puños sujetaron el peso de su cabeza
apoyándose en su frente, Esther había movido todo como si
fuera un terremoto, el dilema era que todo había sido
construido con tanto ahínco que no había destruido lo
necesario, ¿valía la pena arriesgarse?, pero Esther se lo dijo
solo sexo ella tampoco creía en el amor, si se daba a ella...
¿qué pasaría?. Miles de preguntas martilleaban su mente,
hasta que no pudo más, hasta que se derrumbó de tal
modo que lo único que pudo hacer fue romper a llorar,
llorar como hacía mucho tiempo no lograba, estaba llorando
pero de tan diferente forma, antes lloraba por dolor, en ese
instante lloraba por un posible amor.
Pasó gran parte de la noche con esa necesidad de sacar
su dolor fuera, de dejar que las lagrimas inundaran su
rostro, para que no inundaran su corazón y terminaran por
ahogarla, cuando las lagrimas cesaron, recogió su pesado
71 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
cuerpo y lo llevó hasta el catre junto a la mujer que le
estaba haciendo temblar, junto a la mujer que le había
hecho plantearse tantas preguntas y dudas, allí durmiendo
parecía inofensiva pero no era verdad, era demasiado
peligrosa hasta en eso, sentía unas ganas enormes de
abrazarse a ella, de rogarle que la estrechara entre sus
brazos, la acunara y le diera una sola oportunidad de
afrontar sus miedos, pero aún quedaba en ella, en pie esa
parte que el terremoto de emociones que le causaba Esther
no habían logrado derrumbar al suelo, y era justo la parte
que le impedía dar el paso de mostrarse herida por su
contestación, porque a ella si le dolían sus palabras, no le
eran indiferentes, le dolían y mucho. Se acostó agotada de
tanto pensar, se acostó cerrando los ojos con fuerza
obligándose casi a dormir sin pensar, sin recordar.
Cuando Maca se acostó y durmió, Esther se giró y
despacio de levantó, llevaba mucho tiempo despierta, y
solo cuando se aseguró que ella dormía fue capaz de
levantarse, preguntándose si era ella o la otra la culpable
del estado en el que había pasado la noche. No quiso
pensar más, se levantó y duchó, para después reunirse en
unas frescas mañanas con Vilches que por su gesto parecía
bastante enfadado.
E_ Buenos días Vilches… es muy pronto.
V_ Si lo es para mí, también para ti ¿no? –la miró serio.
E_ Iba a ver a la pequeña y el bebé.
72 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Imagino, pero son las cinco y media.
E_ No podía dormir, ¿y a ti que te pasa?, ¿puedo? –le
señaló el suelo para sentarse.
V_ Claro, me pasa que no he entrado a sacar a Maca a
arrastras de su cabaña porque tú dormías, pero ahora no
hay nada que me lo impida.
E_ Espera –lo miró con gesto confundido-. ¿Qué pasa?
V_ Pasa que me tiene harto, pasa que no sé como atajar
esa vena de la Madre Teresa de Calcuta que tiene, ¡eso
pasa!. ¿Sabes qué hizo ayer con Carolina?
E_ No, pero me lo puedo imaginar –dijo dubitativa aunque
lo había supuesto todo el tiempo que estuvo con ella, hasta
había podido ver las imágenes entre las dos.
V_ Fueron a practicarle un aborto a una cría –Esther no
supo disimular su gesto de sorpresa-. Si, la niña había sido
violada por su padre, ¿qué se les ha ocurrido?, Carolina y
otra cooperante han emborrachado al padre hasta el culo,
como ninguno se atrevía a hacer el aborto, llegó Maca, “la
Salvadora de la Selva” y lo hizo –decía exasperado-. Y ahora
tenemos que apechugar con lo que la señora ha hecho…
E_ A ver Vilches… no creo que sea buena idea reprocharle
–trataba de hablar buscando algo de serenidad, por una
parte, le había tranquilizado saber que no había estado con
esa mujer de otra manera que no fuera metiéndose en líos,
se sorprendió ante su pensamiento.
73 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Tú también perteneces a las Hermanas Caridad? –le
preguntó desafiante en su mirada.
E_ No Vilches, sé que eso no se puede hacer, ella también
lo sabe, es consciente del riesgo, por lo tanto si lo ha hecho
ella será consecuente con sus actos –volvió a ver una
diferencia en sus pensamientos, cuando se mostraba como
mujer era incoherente, cuando lo hacía como médica era la
más coherente del mundo a pesar de ir contra corriente.
“Te vas a volver loca con tanto pensamiento sobre ella”
pensó.
V_ Pero resulta que quien tiene que echarle la bronca soy
yo –la miraba serio.
E_ ¿Y sirve Vilches?, ella me parece que es así,
¿recuerdas la muchacha de nuestra última salida?, creo que
tiene demasiado corazón, aunque se haya convertido en
lugar de un músculo en una piedra –decía mirando el
horizonte con la mirada perdida.
V_ Vale… o sea, que ahora tengo a dos cabezas locas.
E_ No, tienes a dos mujeres que no entienden muchas
cosas de las que pasan, dos mujeres que tratan de evitar
sufrimiento en vano, ¿eso es tan malo?, si lo es, yo la
apoyo.
V_ Mira, no te dejes embaucar por ella, hazlo como mujer
si quieres, pero no como médico si pone su vida en peligro
o la nuestra, es mi deber llamarle la atención, lo he hecho
tantas veces, la he tapado tantas otras, la última antes de
74 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
llegar tú le metieron un balazo en la pierna, tuvo suerte que
con quien fue la devolvió, y logré que se acabaran sus
salidas nocturnas hasta lugares insospechados para ayudar
como tú dices, ¡si la matan pierdo una médica a parte de
una amiga!, y no puedo permitirme el lujo de perderla por
su poca cabeza o su gran corazón, llámalo como quieras, el
resultado es el mismo. Yo le lloraré unos días, pero ésta
gente la necesita, necesita a alguien como ella pero sin
locuras.
E_ Lo sé, pero hoy no lo hagas, te lo pido por favor.
V_ ¿Y eso?, ¿es un día señalado en el calendario por algo
especial?, ¡Santa Maca, quizás!, ¡prohibido cagarme en su
madre! –se mostraba realmente exasperado.
E_ Se ha pasado la noche llorando Vilches, creo que hoy
no es un buen día para ella –trato de mostrarse convincente
en sus palabras ante la angustia comprensible del hombre.
V_ Me jode mucho Esther…
E_ Lo sé –le interrumpió con una mirada suplicante.
V_ Sé por lo que ha pasado pero… no puedo siempre
justificar sus actos, lo siento, voy a tener que abrir
expediente.
E_ Bien, pero mañana ¿si?
V_ Mucho me va a tener que convencer Maca para que no
piense que es gilipollas perdida –asentía con la cabeza.
E_ ¿Y eso?
75 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Si te deja escapar, es gilipollas.
E_ Bueno… a lo mejor quien no la deja escapar soy yo –le
guiñó el ojo sonriendo-. Y ella sigue siendo una gilipollas
que se aferra al dolor para justificarse que no puede ser
feliz, es más fácil… solo hay que dar la vuelta a todo eso.
V_ Tienes dos cojones si tratas de derribar esa piedra –la
miraba fijamente con un gesto de admiración que no ocultó.
E_ A veces derribar piedras te traen una sorpresa única y
maravillosa.
V_ Joder… quien lo diría, vasos piolín, ropa de marca,
cremas para la cara, para las piernas, ordenador portátil,
cámara de fotos último modelo, y lo mejor, decisión. Al
verte pensé que todas las tontas me tocaban a mí, ahora
pienso que me ha tocado de las tontas, la mejor.
E_ ¡Que fuerte Vilches... que fuerte! –decía muerta de
risa-. ¿Has desayunado?
V_ No, con este cabreo que llevo encima tengo más que
suficiente.
E_ No sirve Vilches, no sirve cabrearse con Maca, anoche
me di cuenta realmente de cómo es, y ¿sabes lo mejor?,
¡me encanta… me encanta! –sonrió mientras daba un
bocado ansioso a su pan.
V_ Estáis locas –la miraba negando repetidamente con la
cabeza aunque su gesto era mucho más relajado.
76 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Jo… yo pensaba que me ibas a decir que se había liado
con la Carolina ésa que me cayó fatal, y me acosté con la
idea de que en el ombligo del mundo donde jamás pensé
podría encontrarme con ninguna, está repleto de lesbianas,
¿todas convertidas por Maca?
V_ Ella tiene dos teorías, la primera, es una mujer con un
poder enorme de convertir, yo le llamo “la conversora a
lesbianas” –Esther sonrió tapándose la boca tras el bocado
a una especie de pan que Teresa les había preparado y no
sabía a nada-. La segunda teoría y a la que yo creo más, es
que dice que hay tantas aquí, porque las lesbianas tienen
muy buen corazón, son luchadoras, son decididas… y sobre
todo, son buena gente…
E_ Vaya teoría, como para rebatirla, ¿eh?
V_ Cruz dice que Maca tiene algo especial, Teresa dice
que tú tienes algo especial, así que sois dos personas
especiales en un mundo especial, ¿se puede pedir más?
E_ Tenemos un jefe especial –le sonrió.
V_ Eso es cierto. Pero no creas que se me ha pasado el
enfado.
E_ ¿Crees que vendrán tantas personas como esperamos?
V_ Sí lamentablemente, sí.
E_ La dejamos dormir un poco más, ¿verdad?
V_ Eres mi perdición...
E_ Lo sé –sonrió ampliamente.
77 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Maca tiene suerte, espero sepa jugar sus cartas,
porque las tuyas están muy claras.
E_ Espero que salga bien, no me gustaría hacerle daño.
V_ Tú lo has dicho, se esconde en el dolor... para evitar
ser feliz porque le da miedo, así que... quien sabe, igual tú
eres su salvadora.
E_ Solo falta que con respecto a eso deje de ser egoísta.
Voy a ver a la pequeña.
M_ ¿Qué hora es? –apareció Maca con cara de sueño,
bostezando y despeinada.
E_ Las seis –le contestó-. Tienes algo de desayuno, pero
no te lo comas todo que no he acabado.
V_ Joder... vamos a tener que cazar un bisonte para ella
sola como come la tía –dijo jocoso.
M_ No tengo hambre, voy a ducharme y me cambio.
V_ ¡Maca!...
M_ No me vayas a caer encima Vilches por favor –su
rostro mostraba la tristeza de la que le había hablado
Esther.
V_ ¿Hasta cuándo vas a negarte una posibilidad de ser
feliz?
Maca no contestó, pero le hizo un gesto que
demostraba gratitud por sus palabras y aceptación a lo que
aquel mensaje le había mandado. Se duchó y cuando volvió
buscó en la tienda de campaña a Esther, la encontró
78 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
arreglando el instrumental, era una obsesión para ella, todo
correcto, todo en su lugar, Maca la observaba con
detenimiento aunque prefería pensar con su lado Médico y
humanitario, rechazando de golpe cualquier otro
pensamiento que llegara hasta ella. Al girarse Esther la vio,
se quedó mirándola con detenimiento, no le llamó la
atención la manera que iba vestida, ambas habían lavado
su traje en el río y lo tenían secando al sol, así que el
siguiente traje era el mismo, ropa de lino, clara para evitar
que el calor se hiciera más penetrante en su piel, lo que le
llamó la atención fue aquella trenza y un pañuelo rojo
anudado en su frente, estaba demasiado bella pensó para
si.
M_ ¿Podemos hablar? –le preguntó algo temerosa por su
reacción.
E_ Claro –hizo un gesto como de absoluta confianza.
M_ Bien, lo primero, me merecí tus palabras de anoche de
la primera a la última.
E_ Ya lo sé, por eso te las dije –habló con calma mientras
sujetaba en una mano una venda y en otra un paquete de
algodón, ambos a los pocos segundos tenía la marca de sus
diez dedos.
M_ Lo sé, las acepto y te pido disculpas nuevamente.
E_ No quiero tus disculpas, quiero que no lo vuelvas a
hacer, para evitar estar siempre disculpándote aunque eso
no vaya contigo.
79 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Bien, lo intentaré.
E_ Bien, eso ya es mucho –sonrió-. ¿La segunda?
M_ Quiero hacerte una proposición –le dijo muy seria.
Esther enarcó una ceja con una mirada algo provocativa-. Si
me dices que no, lo entenderé.
El silbato de uno de los militares sonando repetidas
veces daba la señal de que nuevos refugiados llegaban,
Vilches las vio salir de la tienda de campaña, Esther llegaba
con una de las cajas donde tenían los instrumentales
envasados al vacío, y Maca lo hacía con el gesto bastante
serio detrás de ella.
V_ Bueno… hoy empezamos antes la jornada –decía
poniéndose la bata ayudado por Maca.
E_ Esperemos que vengan de manera que no les
hagamos esperar mucho.
V_ Os recuerdo, nada de bravuconadas, ni nada de
tonterías, observar, reconocer y punto, ¿entendido?
E_ Sí.
M_ Me parece que vamos a tener bastante trabajo –dijo al
ver como llegaban.
V_ Pues manos a la obra.
No tuvieron mucho más que decirse, nuevamente
colocados como era habitual a la hora del reconocimiento,
Esther ayudaba a ambos, mujeres y niños a un lado,
hombres al otro, la primera hora de reconocimientos la
80 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
hicieron bastante rápida, ningún caso que pudiera llamar la
atención, pero la siguiente hora todo fueron
complicaciones, la gente comenzaba a salir de todos lados,
del río, de los caminos, les veían llegar con la ropa
mugrienta, rota, sangre en los pies, y aquello aún
complicaba más su reconocimiento, unido a esto, se les
vino encima un sol de justicia, un calor infernal, las batas,
las mascarillas, los guantes, todo les molestaba lo
suficiente como para tener unas ganas horribles de
arrancarlo todo y poder trabajar al menos con algo de
comodidad. Disimuladamente entre los tres se vigilaban,
Vilches se mostraba firme con ellas, su mirada lo decía
todo, mientras que Esther y Maca se miraban a hurtadillas
como si realmente no quisieran hacerlo a los ojos, eso si,
cuando la Médico necesitaba su ayuda, bastaba que
aquellos ojazos se posaran en los de Esther para que ésta
supiera lo que quería, aquella complicidad en el trabajo, era
tan clara que Vilches se sentía más inseguro de lo que a las
dos mujeres revolucionarias se les ocurriría hacer.
Llevaban tres horas de colas y reconocimientos, de
escuchar suplicas de ayuda, de hambre, de sed, cuando
llegó el esperado tanque de agua prometido por Gustavo.
Era un camión pequeño con una cuba, en ella un pequeño
grifo debía ser el que diera a beber a los sedientos. La
gente que iba caminando ya lentamente hacia el
campamento, al distinguir que era agua, se volvían atrás a
la carrera con sus últimas fuerzas, los que esperaban
81 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
pacientemente al otro lado de la alambrada, se tornaron
impacientes deseosos de mojar sus secos labios, sus
gargantas resquebrajadas, así comenzó una pequeña
disputa a los ojos de los militares que se miraban unos a
otros como señal de que ninguno hiciera nada.
V_ ¿Pero qué estáis haciendo?. Cerrar la alambrada,
¡cerrar la alambrada! –decía Vilches yendo hacia el camión
a toda prisa al ver a la gente como se empujaban unos
contra otros.
E_ Vilches van a beber del grifo… esperar… esperar… no
–decía nerviosa.
V_ Joder queréis ayudar –le gritó al militar que miró a otro
y elevaron los hombros.
E_ Fuera… fuera… fuera –les decía como podía
abriéndose paso mientras en el puesto de control los
militares empujaban a la gente que quería entrar por la
alambrada hacia fuera como podían para retener la
avalancha.
M_ Mierda… malembe... malembe -decía Maca mientras
tal como hacían sus compañeros trataban de separar a la
gente que se empujaba y gritaba entre si por un poco de
agua-. ¡Esther cuidado!
E_ ¡Au! –se quejó cuando vio como entre los empujones le
llegaba hasta ella echándola al suelo y cayendo de culo-.
¡Joder!
82 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Tú, dispara al aire… dispara al aire –le decía fuera de si
mientras una mano negra se ponía en su cara arrancándole
la mascarilla y obligándole casi a caer.
M_ ¡Cuidado con el niño… hostias… el niño!... disparad
malditos cabrones… -les decía con gesto de terror al ver
como en los empujones habían echado a un niño que
lloraba desconsolado al suelo.
De repente se oyeron unos disparos que hicieron que
todos se agacharan, incluida Maca que los oyó silbar
demasiado cerca suyo, Vilches que notó como la mano que
le aprisionaba la cara lo liberaba, veía atónito como Esther
tenía en sus manos un fusil, Maca la miró tan sorprendida
como aterrada, “Dios que lo suelte pronto, con lo patosa
que es”, pensó. Y así fue, Esther le entregó el fusil al militar
joven y risueño que se lo había entregado para que ella
disparara. Entonces los tres se quedaban exhaustos por la
pelea contra la veintena de personas que se habían
enfrascado en esa lucha por beber. A Vilches le habían
arrancado como a Esther parte de la bata, a Maca el
pañuelo de la cabeza estaba en el suelo pisoteado, y los
tres con cara de locos miraban a la gente que seguía en el
suelo, las mujeres lloraban, los niños al ver a las mujeres
también y los de fuera gritaban y suplicaban. Ante aquel
panorama, Vilches tras la lucha sacó fuerzas de flaqueza
para con la respiración jadeante al igual que las chicas
poder hablar a la gente.
83 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Malembe… hay para todos…
M_ ¿Estás bien? –le preguntó a Esther sujetándole el
brazo con gesto de preocupación mientras el pequeño que
llevaba en brazos seguía llorando.
E_ Sí, total un golpe más en el culito –renegó rascándose.
M_ Luego te lo miro –le guiñó el ojo aunque su mirada no
fue lasciva ni mucho menos, sus ojos mostraron algo de
intranquilidad que sorprendió a Esther.
Los militares a disgusto pusieron el orden que no les
apeteció poner en su momento, Esther junto a Vilches
vigilaban porque no se fiaban que lo hicieran los militares
de que nadie bebiera del grifo, Maca tuvo que revisar al
niño que debido a los empujones había caído y lloraba
desconsoladamente. Una vez todos saciados de la sed,
fueron marchándose poco a poco, quizá cuando tienes el
cuerpo a salvo de la desidia, es cuando pasa factura y
acude el cansancio, eso les estaba pasando a aquella gente
que llevaban tres días caminando, huyendo de la muerte.
V_ A ver… ¿vais a ser capaces de vigilar que beban de
uno en uno y sin tocar el grifo? –les preguntó de muy mal
humor a los militares que allí estaban.
Así estuvieron hasta que atendieron al último
refugiado, de los tres, Maca tenía el rostro tan pálido que
llamó la atención a los otros dos. Después de quitarse todo,
lavarse bien para desinfectarse, Vilches fue a buscarla.
V_ ¿Qué te pasa?
84 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Nada… ¿por qué?
V_ Tienes mala cara.
M_ Tengo la regla.
V_ Al menos me quedo tranquilo, no estás embarazada,
no me gustaría perderte –le dijo enarcando una ceja.
M_ Vale sé que lo sabes…
V_ ¿Y?
M_ Nada… ya está –elevó los hombros.
V_ Come algo.
Allí se quedó sola algo mareada, sabía que no había
cenado ni desayunado, y el disgusto de la noche le había
afectado, así que decidió comer algo mientras se relajaba
en aquel rincón que siempre en todas sus escapadas
Vilches conseguía crear como suyo. Comía pensativa, sabía
lo que le pedía a Esther, y sabía que no estaba en
disposición de nada, pero aún así, le gustó aquella
confianza. Sonrió la recordar el gesto de Esther, y como fue
cambiándolo mientras Maca pensaba, “esperaba una
proposición indecente... lo sé”. Volvió a sonreír.
Un pequeño ruido le sobresaltó lo suficiente como para
de golpe abrir inquieta los ojos.
E_ Lo siento no era mi intención despertarte.
M_ ¿Me he dormido? –preguntó algo avergonzada.
85 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Completamente, no has roncado, tranquila –le quitó
importancia.
M_ Menos mal –sonrió.
E_ ¿Ya está listo?
M_ Imagino. ¿Cómo va tu trasero?
E_ Va... en mi vida me había pegado tantos golpes en el
culo, de verdad, siempre caía de rodillas.
M_ Bueno, parece que en África todo lo que haces o vives
es diferente, hasta la forma de caer.
E_ Es verdad –sonrió con tanta dulzura que a Maca el
corazón le tembló.
M_ ¿Qué hora es?
E_ Son las dos y media.
M_ Vale. Ah por cierto, la próxima vez que tengas un fúsil
en tus manos, por favor, a punta bien lejos de donde yo
esté.
E_ Hecho, ¿a qué no ha estado mal?
M_ No... la verdad que ni a mí se me hubiera ocurrido.
E_ Es que perdona, la que vale, vale –sonrió nuevamente
dejando a Maca atrapada en aquella sonrisa.
M_ Si.
No dijo nada más, Esther tampoco, guardaron silencio
cada una apoyada en una parte del tronco del árbol. Por un
rato nada más compartieron el ruido de los pájaros, el
86 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
llanto del bebé que debía estar hambriento y las risas
insoportables de los militares. Un nuevo silbato se escuchó.
E_ ¿Estás bien para atender?
M_ Claro.
E_ No tienes buena cara Maca.
M_ No te preocupes...
Volvieron al duro trabajo, nueva gente, nuevos rostros
pero las mismas reacciones, gratitud, sed y hambre, entre
ellos ninguno enfermo les quedaba ese consuelo cerca de
las seis de la tarde cuando acabaron. Maca seguía algo
demacrada, Esther preocupada por ella, Vilches del enfado
había pasado a la tranquilidad al rellenar papeles que era lo
que tanto odiaba, él estaba hecho para salvar vidas, no
para la burocracia. Tuvieron dos horas de descanso, cuando
una de las veces Esther salía de la tienda de campaña,
Maca la abordó porque iba a entrar, tras tomarse un
descanso obligada por Vilches.
E_ ¿Has descansado?
M_ Sí, iba a ver a la niña.
E_ A Mina... se llama Mina.
M_ ¿Mina? –la miró fijamente.
E_ Sí, ha despertado, he estado un ratito con ella, es
increíble yo creo que estaría gritando sin parar y llorando,
ella lo único que hace es morderse el labio, se ha hecho una
87 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
herida, por eso Vilches me ha mandado volver a inyectarle
para que descanse.
M_ Ya... suele suceder, los padres deben estar orgullosos
de su hija –dijo con cierta rabia, entonces la miró y le
preguntó-. ¿Y el bebé?
E_ Estupendo, es un glotón, la madre es primeriza... no le
entiendo mucho porque el dialecto que hablan...
Entonces el ruido del coche les obligó a callar, ambas
se giraron y descubrieron el jeep de la Cruz Roja, Maca miró
a Esther, y ésta asintió. Bajó tan solo Carolina del interior,
se dirigió directamente hasta donde se encontraba Maca,
se saludaron y fueron hacia donde un inquietante Vilches
las esperaba.
C_ ¿Qué tal Vilches?
V_ No tan bien como tú, nada más hay que verte lo
estupenda que estás, y lo mal que estamos los tres.
C_ Que gracioso eres, la verdad que estáis haciendo un
trabajo estupendo.
V_ Ya... ¿sucede algo? –le preguntó al ver que Maca y
Esther estaban juntas detrás de ella.
M_ Vilches Carolina ha venido a por mí, y le he dicho a
Esther que si quería venirse, ella no ha visto un campo de
refugiados.
V_ Menuda excursión le vas a regalar –la miraba
desafiante
88 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ También podemos hablar con Teresa, debe estar
preocupada.
V_ ¡Ah claro!, Esther va para poder hablar con Teresa.
E_ Si Vilches... tengo ganas de saludarla y que me cuente
como está Mona, Valiente y los demás.
V_ ¿Y si vienen refugiados? –se puso las manos en las
caderas mirándolas algo irritado.
M_ Vilches está cayendo la tarde, a estas horas no viene
nadie.
V_ Ten cuidado Maca.
M_ Lo tendré, solo voy a enseñarle el...
V_ Ya... ya... solo vas de guía turística.
M_ Nos vamos, ¿vale?, si pasa algo por mediación de los
militares nos localizas.
V_ Claro... adelante... dale recuerdos a Teresa, Esther.
E_ Si –sonrió algo nerviosa-. Se los daré.
V_ ¡No sé que voy a hacer con ellas! –susurró negando
con la cabeza-. Si no tenía bastante con una, ahora son dos.
Una vez subieron en el jeep...
C_ Está pesadito ¿eh?
M_ Bueno... me conoce... no lo culpo.
C_ Ya, yo tampoco porque también te conozco –le decía
mirándola con una sonrisa de oreja a oreja mientras Esther
89 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
trataba de con un suspiro controlado, mantener la calma-.
Bueno Esther... gracias por ayudarnos.
E_ Espero que todo salga bien –su voz sonó seria, su
gesto mucho más tenso de lo habitual.
C_ Claro que si. ¿Le has explicado? –le preguntó a Maca.
M_ Sí, le propuse si me quería ayudar, y aquí la tienes...
C_ De acuerdo... lo tienes preparado todo, el doctor
Williams estará a vuestro lado.
M_ ¿Cuándo fue la última vez que tuvo latido?
C_ Anoche.
M_ Es una operación sencilla, no entiendo porque nadie la
quiere hacer.
C_ Sabes como funciona esto... estamos desbordados con
todos, hay infinidad de problemas, Sida, infecciones de todo
tipo, la gente viene deshidratada, hambrienta, y no
podemos acudir a todos, es una operación sencilla, pero
sabes que arriesgada y tú en esto como en otras cosas eres
la mejor.
Hubo silencio como respuesta, Maca miró a través del
cristal de la ventanilla, era un riesgo, y además el niño
prematuro, muchas posibilidades de que todo saliera mal,
no habría porque hacerlo a escondidas, no habría porque,
pero las tradiciones no permitían que según quien tocara a
una mujer embarazada antes que la naturaleza llevara a
cabo su trabajo, el hechicero de aquella tribu había muerto,
90 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
por lo tanto, de igual manera que el día anterior había
hecho algo que iba contra la naturaleza, sabía que vista
para los demás, lo que estaba a punto de ocurrir era lo
mismo. Sus compañeros no querían correr riesgos cuando
iban a tener que convivir con aquella tribu, el que fuera
marcado como culpable podría encontrarse con problemas,
ella no estaba allí, y según los médicos del campo de
refugiados, ella era la ideal. Pero conforme se acercaba el
momento y pensaba que había arrastrado a Esther y podía
tener problemas, se le iban las ganas de llegar, de salvar la
vida de la madre y del pequeño, no quería que a Esther le
pasara nada, y se había dado cuenta en el momento de
tensión, cuando entre unos y otros empujaban y la vio caer,
suspiró profundamente.
C_ ¿Te encuentras bien?
M_ Sí –contestó sin mirarla.
C_ Ya llegamos.
M_ Déjame sola con Esther por favor.
C_ Claro cariño –le tocó el muslo y se bajó.
M_ Esther... estás a tiempo de...
E_ Si tú lo haces yo también, yo te ayudo –le dijo con
seguridad.
M_ De acuerdo... gracias.
E_ No me las des, yo pienso como tú y si puedo ayudarte,
al fin y al cabo es mi trabajo.
91 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No tienes porque implicarte en esto.
E_ Lo sé, pero quiero. ¿Bajamos?
Aquellas palabras que salieron de la garganta de
Maca, lo hicieron con un timbre de voz diferente, fue
consciente que volvía a mirar a la muerte cara a cara, en
aquellos ojos de mujer, el corazón se le detuvo un instante,
el miedo cubrió los latidos, y como ella, el rostro de sus dos
compañeros reflejó la tensión no solo por aquella mujer,
sino, porque en sus brazos llevaba un niño pequeño.
Una vez volvieron junto a Vilches, vieron que habían
refugiados, sin más Vilches les dijo
V_ De acuerdo… ya sabes lo que hay que hacer.
E_ ¿El niño? –preguntó con temor.
M_ Esther ven conmigo, tú llevas al niño… a ver dile al
militar que te sonríe que nos ayude.
E_ Si. Por favor… ven, kusadisa beno… - (ayúdanos) -lo
miró con gesto suplicante entregándole unos guantes para
que se los pusiera, el chico sonrió y ayudó a llevar con Maca
a la mujer-. Melesi.
La fila de mujeres se detuvo, quedaban unas siete u
ocho personas por revisar según el vistazo que Vilches
había dado, rápidamente dieron la voz de alarma los
militares todas las personas que llegaran a partir de se
instante, deberían ser apartadas en cuarentena. La base de
control dio el visto bueno e informó que el camión iba para
92 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
allá. Pero sin duda les quedaba a ellos la parte más
complicada. Vilches debía saber quienes eran sus
familiares, quienes habían tenido contacto con ellos, veía el
miedo en los ojos de las mujeres, de los hombres, veía
como trataban de evitar que los ojos de Vilches se pusieran
sobre los suyos. Era la tarea que más odiaba por cuantos
médicos pasaban ese momento, debía señalar a la muerte
entre la vida. Les habló y pidió que colaboraran con ellos,
quienes fueran familia o tuvieran contacto con ella que se
acercara, los militares con sus ojos repletos de furia como
siempre solían mirar, observaban a todos, en esas
ocasiones, olvidaban sus más y sus menos con los médicos
y ayudaban, ellos tenían mucho que perder si no lo hacían
así. El silencio se había adueñado de todos ellos, nadie
hablaba, nadie daba un paso, hasta que una mujer salió de
la fila con el gesto compungido, en su mano un tembloroso
trozo de tela, de sus ojos dos lagrimas, y su corazón a
punto de estallarle.
Mientras tanto, ellas con la mujer y el hijo entraron a la
otra tienda que les quedaba libre, una vez allí con la ayuda
del militar, la acostaron a ella primero, al hacerlo vieron
como un hilo de sangre salía por su oído derecho, Esther
con el niño en brazos lo dejó en la camilla que había al lado,
tratando de no juntarla demasiado para evitar en lo que
pudiera el contagio, si es que, el pequeño estaba libre de él.
93 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Gracias puedes salir –le dijo al militar que con una
sonrisa le hizo caso-. Tranquila… todo va a ir bien. Esther
necesito un gotero de suero, ¿llevas doble guante?
E_ Sí… Maca el niño… -la miró con pena.
M_ Lo sé…
V_ Aquí os traigo a la madre –apareció Vilches con gesto
serio.
M_ ¿Los maridos?
V_ Ninguno de momento. Pero este grupo pasa a
cuarentena ya están avisados, traen un camión para
llevarlos a todos juntos.
E_ ¿Y los que han pasado? –le ponía el gotero mientras
Maca iba a revisar al niño, la mujer ni siquiera protestó.
V_ Los van a ir recogiendo. ¿El niño, Maca?
M_ Estoy en ello… creo que… también –su voz mostró
cierta amargura-. Búscale una vena Esther, ponle
antibiótico, calmante y suero.
V_ Maca –se puso las manos sobre las caderas mirándola
con preocupación.
M_ Lo vamos a intentar.
V_ Poner las cortinas, sería bueno que al niño lo
alejáramos –Maca y Esther cruzaron una mirada de
profunda pena-. He detenido la rueda de reconocimiento,
debería estar seguro si tienen marido alguna de las dos.
94 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No hay duda la frecuencia es muy baja, y notó cierta
dureza en el vientre –decía mientras lo reconocía.
V_ Está bien, ante todo no perder la tranquilidad, Esther
quédate con el pequeño tú, ¿vale?
E_ Sí.
V_ Nosotros nos apañamos con la gente que queda fuera,
es posible que hayan más casos o puede que tan solo este
aislado, a partir de ahora debemos turnarnos para todo.
Haremos dos turnos, uno descansa ocho horas y los otros
dos duermen en dos bloques diferentes de cuatro horas,
¿vale? –ambas asintieron-. Maca tú empiezas con el de ocho
horas, pero ya sabéis que esto será si por la noche no
tenemos refugiados, si los hay… debemos atenderlos de
igual manera. Lo de hoy es un poco a bote pronto, son las
diez de la noche... vamos a terminar con la revisión.
M_ Bueno… empezó la pesadilla, ¿qué llevamos dos días?,
a mí me parece que estoy aquí una eternidad.
V_ Venga vamos… Esther nada de confianzas, no te
quites la mascarilla, ni los guantes, ni la bata ¿entendido?
E_ Sí, descuida.
M_ Al menor problema nos avisas.
E_ De acuerdo –a través de la mascarilla le quiso entregar
una sonrisa de calma y confianza.
No hablaron más, acostaron a la madre de la mujer,
pasaron las cortinas que dividían cada pequeña habitación
95 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
para convertirlas en habitaciones incomunicadas, Esther
entendía con dolor que aquellas mujeres habían llegado
para morir, sin duda, pero con todo lo que Maca le había
mandado poner al pequeño, le quedaba la esperanza de
que podrían salvarlo. Allí se quedo al lado de la criatura que
dormía, con las manitas apretadas, ¿cuánto tiempo podría
tener?, ¿un año?, ¿año y medio?, ¿qué había hecho él para
no poder luchar por la vida?, ¿por qué nadie encontraba
remedio a algo que era mortal y todo el mundo lo sabía?,
¿qué podía hacer ella por aquel niño?. Todas aquellas
preguntas en su cabeza, trasladaron una honda pena en su
corazón y una tensión en todo su cuerpo, el pequeño se
movió e hizo amago de llorar, Esther no podía soportar
aquella visión, se sentó y lo tomó en brazos, el pequeño
calló.
Fuera, la revisión se hizo de una manera mucho más
profunda, no habían rastros en nadie más ni tampoco había
aparecido nadie más relacionado con las dos mujeres y el
bebé, ambos cansados, y asustados porque no reconocerlo,
terminaron con el último refugiado, los ayudaron a subir al
camión y los veían alejarse allí todos juntos dejándose
hacer sin poder más que dejarse llevar a donde quisieran.
V_ Estamos jodidos, tengo que notificar estos tres casos.
M_ La mujer está mal Vilches.
V_ Imagino que le contagió el marido, por lo que un
hombre me comentó se unieron a ellos en el camino,
96 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
venían solas –tras un profundo suspiro añadió-. Voy a tener
que ir a hablar con Dávila.
M_ De acuerdo.
V_ Imagino que no localizasteis ayer a Teresa, ¿verdad?
El silencio de Maca le dio a entender que no, la pena se
había instalado en los tres, era duro aquel momento, y
Maca tuvo una necesidad enfermiza de estar junto a Esther,
respiró cerrando los ojos, estaba claro su síntoma,
demasiado claro para ella.
Al entrar la vio sentada cerca del niño, repasó a la
mujer que con los ojos cerrados, la boca abierta y una
respiración lenta, parecía descansar, su madre permanecía
despierta y al verla entrar, con la mascarilla, los guantes, la
bata, la mujer con tristeza le dijo algo en una lengua que
por mucho que Esther quiso entender, no lo logró, pero sí
oyó como Maca le contestaba, las cortinas le impedían ver
su gesto, pero si cerraba los ojos podía imaginarlo en su
mente, y al saber que estaba ahí era como si una ventana
se hubiera abierto y le llegara un aire fresco que lograba
tranquilizarla.
M_ Hola –le saludó.
E_ Hola –le correspondió.
M_ ¿Cómo sigue este pequeño?
E_ Muy tranquilo –sonrió mirándolo y tras un suspiro le
dijo-. ¿Crees que lograremos salvarlo?
97 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Esther… nadie se salva del Ébola –su tono trataba de
ser definitivo no quería que sufriera después.
E_ Pero es muy pequeño igual… -trataba de encontrar
alguna pequeña esperanza.
M_ No, no te hagas ilusiones de nada, la madre me acaba
de pedir que la deje estar con su hija, que no quiere que
muera sola, la gente lo sabe, sabe que van a morir, es así
Esther…
E_ Dios –fue un murmullo repleto de lastima.
M_ Ahora está tranquilo…
E_ ¿Y Vilches?
M_ Se va a hablar con Dávila y… bueno… con Teresa.
E_ ¿Crees que le dirán algo?
M_ No, a Vilches no creo. De todos modos, fui bastante
estúpida.
E_ No… fuiste leal a ti misma –al sentarse se quejo.
M_ ¡Oh es cierto ya no me acordaba! –se sentó frente a
ella.
E_ ¿Qué sucede?
M_ Tengo que revisarte el culito –le sonrió quitándose la
mascarilla.
E_ No… no si no es nada, solo es el golpe –decía algo
cortada.
M_ Ven –le dijo muy seria quitándose los guantes.
98 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ De verdad… que no es nada…
M_ No seas pesada quiero quedarme tranquila que no
llevas herida… ven –le decía tratando de mostrarse seria
aunque no podía evitar sonreír ante su gesto.
E_ ¡Uf…! Cansina ¿eh? –le decía quitándose la bata y
desabrochándose el pantalón.
M_ Uy pues llevas sangre en la braga, a ver acércate un
poco más que no te voy a dar un bocado por mucho que me
apetezca –Esther cerró los ojos algo nerviosa y dio un paso
para atrás-. Tienes herida si.
V_ Creo que… ¡coño! –se giró porque al entrar Maca tenía
sus dos manos puestas en la parte derecha del trasero de
Esther-. ¿Pero se puede saber que hacéis?
M_ Le estoy curando el golpe, lleva sangre.
V_ ¿Sin guantes? –le riñó.
M_ Vamos Vilches, es Esther –le dijo con una sonrisa
mientras Esther trataba de apartarse de Maca pero ésta no
la dejaba porque la tenía enganchada de las bragas-. No te
muevas ¡quieres!
E_ No es nada de verdad… -seguía queriéndose zafar de
ella pero Maca seguía estirando.
V_ Maca ponte los guantes de inmediato –decía sin
girarse mientras las dos mujeres enfermas observaban la
escena a través de las cortinas.
E_ Suelta –le decía bajito medio girada.
99 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Está bien –la soltó de improviso y con la fuerza que
había estado haciendo Esther se fue hacia delante,
enganchándose con la cortina que separaba las
habitaciones y arrancándola de golpe-. ¡Pero mira que eres
patosa!
E_ ¡Au!
V_ ¡Pero…! –se giró y la vio con la cortina en la mano y
medio tumbada con el culo en pompa sobre una de las
camas, la madre reía abiertamente ante la situación
pintoresca, la hija también aunque con algún golpe de tos y
finalmente acabaron todos riendo-. ¡Lo que no te pase a ti!
E_ ¡Au… que daño! –se quejaba de su rodilla.
M_ Ahora tendré que mirarte la rodilla también… -se puso
en jarras pensando “y te vas a quitar los pantalones”
E_ De eso nada –le dijo como si adivinara sus
pensamientos, ante la carcajada de Maca.
V_ Me voy… no puedo trabajar con dos mujeres que están
como cabras… me voy…
M_ Anda ven –le decía poniéndole morritos.
E_ No.
M_ No seas mala.
E_ No.
M_ Quítate los pantalones –le decía con voz y gesto
travieso.
100 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ No –sonreía.
M_ ¿Se te ha ocurrido algo mejor, eh? –le decía abriendo
sus ojos y con los labios unidos formando una sonrisa.
E_ Anda déjame… que me pones nerviosa –sonreía
divertida.
M_ Ya lo sé, peque.
Finalmente, hicieron un trato, primero Esther se
duchaba y después la curaba, le hizo caso, se ducho, se
cambió la ropa y la tendía, después de lavarla en el río,
mientras Maca se quedaba al cuidado de los tres, volvía a
ponerse la mascarilla y los guantes, madre e hija le pedían
que salvara al pequeño, y ella prometía hacer todo cuanto
estuviera en sus manos. Cuando Esther regresó, Maca
consiguió curarle la herida que tenía en su trasero, después
de un momento distendido donde le habían conseguido
alegrar a la madre e hija que se habían reído con ellas.
Sin embargo la enfermedad seguía haciendo su
camino, la debilidad de ambas mujeres era mayor de lo que
en un primer momento podían imaginar, fue Maca quien
descubrió a las tres horas de ingresarlas allí que ambas con
las manos enlazadas habían fallecido, las tapó mientras
Esther había ido a la otra cabaña para las curas tanto de
Mina la pequeña niña, como de Kimpa la mujer que había
dado a luz. Al volver vio como cuatro militares salían con
dos camillas y dos cuerpos tapados, el corazón le dio un
vuelco, tras ellos, Maca con gesto serio.
101 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Ya –dijo determinante.
E_ ¿Y el niño? –preguntó con sus ojos bañados por
lagrimas.
M_ Vive.
E_ ¿Qué van a hacer?
M_ Quemar los cuerpos, es la manera más eficaz y más
segura de que se detenga la transmisión, ya sabes la
cadena alimenticia de los animales…
E_ ¿Y el niño Maca?
M_ Esther no podemos hacer más, ¿vale? –la miró con
pena-. Voy a desinfectar todo.
Y así entre ambas, en silencio quemaron las sábanas,
la ropa, y todo cuanto podía transmitir la enfermedad,
después con un desinfectante lavaron el suelo de lona, y al
acabar ambas manteniendo el silencio compartieron sus
miedos por el pequeño que descansaba con algo de
dificultad al respirar.
Cuando Vilches llegó a la base, salió Gustavo a su
encuentro, habló con el extra oficialmente como amigo,
Vilches le escuchaba atentamente muy serio, y tras ponerle
al corriente de todo cuanto el hombre quería, se marchó a
la sala donde una radio le iba a comunicar con Dávila.
Datos, quejas, miedos, suposiciones, todo cuanto él
presentía y había vivido le estaba transmitiendo a su jefe,
102 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Dávila escucha serio y preocupado las cifras, Vilches
hablaba con seriedad y su misma preocupación.
D_ Vilches… quiero que todas las medidas que sean
necesarias las toméis, si os quedáis sin mascarillas, sin
guantes o sin batas, no quiero que trabajéis, ¿de acuerdo?
V_ Eso es fácil decirlo a ochocientos kilómetros de
distancia, no oyes las suplicas de esa pobre gente –decía
abatido.
D_ Lo sé, yo también he estado en esa situación Vilches
no lo olvides… pero antes estáis vosotros.
V_ No me jodas Dávila… no me jodas… -decía nervioso.
D_ Ahora no es momento pero ya me ha llegado la queja
sobre las chicas.
V_ Pues rómpela –le dijo con rabia.
D_ Sabes que Maca es reincidente.
V_ Yo también.
D_ Ya te he dicho que de eso hablaremos con calma
cuando estéis en la aldea.
V_ ¿Sabes cuándo terminamos?
D_ Iban a ser cuatro días hasta que llegara el otro
refuerzo, pero les han surgido problemas en el camino, les
atacó la guerrilla.
V_ De puta madre –susurró.
D_ Una semana Vilches, una semana.
103 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ De acuerdo… pero esto indica que tendremos que
hacer cuarentena nosotros también, lo has pensado.
D_ Lo sé…
V_ ¿Y Teresa?, no puede estar una semana sola, mucho
menos cuarenta días.
D_ Va a estarlo… no hay más remedio.
V_ Mierda… -se quejó.
D_ Lo siento Vilches…
Tras tratar de recomponerse de aquel golpe duro que
Dávila le acababa de dar, logró comunicarse con Teresa, la
mujer ansiosa de noticias y con todos tras ella esperando lo
que contaba el Ziku comenzaron a intercambiarse saludos y
besos y demás.
V_ A ver Teresa no puedo estar mandado besos a todios!,
escúchame, las cosas se han complicado tenemos tres
casos, así que eso quiere decir que estamos cogiditos por
los cojones.
T_ ¿Cuarentena? –le preguntó seria y preocupada.
V_ Sí, es decir pasamos al plan B.
T_ Ya.
V_ Lo siento Teresa, lo siento por ti y lo sabes…
T_ Por mí no te preocupes he estado otras veces sola,
haremos lo que podamos…mi preocupación sois vosotros.
104 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ No te preocupes hemos tomado todas las
precauciones… todo bajo control.
T_ ¿Las chicas?
V_ Tan locas como siempre.
T_ Eso es bueno… -sonrió con lagrimas en los ojos-. Os
estaremos esperando.
V_ Lo sé…
Ma_ Ziku… tranquilo todo bajo control.
V_ Gracias Massamba, espero que todo vaya bien y esto
quede en una pesadilla más.
T_ ¿Quieres qué le diga algo a Cruz?, me iba a llamar.
V_ Dile que… -suspiró-. Dile que la quiero mucho.
T_ Suerte. Adiós –al notar la señal de la perdida de la
línea, Teresa sintió su corazón palpitar fuertemente, las
lagrimas resbalaron por su rostro y susurró-. Dios los
proteja.
Lu_ Yo rezar… yo rezar –le dijo abrazando a la mujer que
se sintió reconfortada por todas las mujeres.
T_ Dios nos escuche.
Cuando Vilches regresó al campamento eran las tres
de la madrugada, al escuchar el ruido del coche, ambas
salieron a su encuentro, los tres rostros estaban por un
estilo, en los tres las ojeras eran patentes, la tristeza
también.
105 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Qué ha pasado?
M_ Las dos mujeres han fallecido.
V_ Joder… ¿el niño?
M_ Está estable, no paro de ponerle antibiótico, suero,
calmantes, de momento no tiene hemorragia, eso es un
alivio.
V_ Nada es un alivio –protestó.
E_ Creo que nos ha dado un bajo con esto, pero
deberíamos tener algo de esperanza, ¿no?
V_ No Esther… todo aquel que tiene el virus, muere,
métetelo en la cabeza por favor.
E_ Es un niño.
M_ Esther te lo he dicho, niños, mujeres, hombres,
ancianos, todos… no tenemos vacuna, ¡no hay nada!
V_ Bueno quizá si tiene algo de razón Esther, estamos
nerviosos. ¿Habéis cenado? –ambas negaron con sus
cabezas y cierto gesto preocupado-. Pues vamos a tomar
algo… necesitamos estar fuertes porque además, la gente
que nos iba a sustituir les han atacado la guerrilla.
M_ Joder…
E_ ¿Hay alguna buena noticia?
V_ Mira la pija ha salido positiva –dijo de lado-. ¿Y tu
trasero?
106 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Va –puso gesto de dolor-. No creo que se positiva con
mi pobre culo.
M_ Creo que deberías acostarte tú esas ocho horas que
hoy no vamos a poder disfrutar –le dijo a Esther.
E_ No, tú, que tienes mala cara y debes descansar.
M_ Creo que…
V_ ¿No empezaréis a discutir, no? –les preguntó molesto.
M_ Yo descanso. ¿Qué hay nuevo Vilches?
V_ UNICEF se ha enterado de lo que sucede, ha mandado
desde España dos aviones, los de la Organización Mundial
de la Salud van a mandar a un epidemiólogo, y como
siempre todo son buenas voluntades. En ese avión vienen
los materiales desechables que nosotros ya disponemos de
ellos, pero que a buen seguro van a necesitar los que nos
sigan, si las cuentas de Dávila son ciertas, en esta semana
podemos ver a más de ocho mil personas –dijo despacio-.
Son muchas personas y muchas las posibilidades de
encontrar nuevos casos.
M_ ¿Han aparecido alguno más?
V_ Sí a parte de los nuestros, cinco más, una familia
entera.
E_ ¿Y no piensan ponerse a trabajar sobre la vacuna?
M_ No… eso no deja dinero… Esther métete en la cabeza
que se movilizan en todo aquello que les reporte beneficios,
la vacuna del Ébola no es un beneficio para nadie.
107 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¡Me dan una patada esos fundamentos!
M_ Pero son reales.
E_ Aquí me gustaría verles, peleando y luchando por
salvar vidas… desde su sillón es muy bonito verlo.
V_ Me ha caído buena… dos revolucionarias… si es que ya
me lo decía mi madre, dos mujeres juntas nunca… -trató de
suavizar algo el ambiente y la tensión que los tres tenían-.
Bueno va os contare más cosas.
E_ No sé como podéis estar tan tranquilos… -les dijo de
pronto
V_ Porque estamos curtidos en mil batallas Esther… a todo
llega a acostumbrarse uno… desgraciadamente.
M_ No mires con el corazón, o te quedaras sin él.
E_ Como tú –le dijo sin medir demasiado sus palabras,
ante el gesto de Maca rápidamente agregó-. Lo siento…
perdona…
M_ No te preocupes, las cosas según de quien vengan
hacen efecto ¿no era así? –le enarcó su ceja derecha.
V_ ¿Os cuento de Teresa o preferís seguir con vuestra
dinámica de discusiones? –ambas se callaron pero sus
rostros mostraban en una pena por lo dicho, en la otra pena
por que no esperaba algo así-. Os manda recuerdos, que os
cuidéis, nada de curarle el culo sin guantes, que comáis,
nada de saltarse comidas, y Mona me ha mandado
pedorretas varias para las dos.
108 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Los echo de menos.
V_ Ellos también.
M_ Bueno… me voy a la cama.. si ocurre algo me llamáis.
V_ De acuerdo, pero Esther ahora mismo también se va a
la cama, yo hago las primeras cuatro horas al lado de ese
pequeñajo.
E_ ¿Seguro?
V_ Sí, ve a dormir ya si quieres.
E_ No, no tengo sueño.
M_ Hasta mañana –se retiró.
V_ Le has dado donde le duele.
E_ No era mi intención. ¿Te han dicho algo de lo que ha
pasado?
V_ Oficialmente no, extraoficialmente puedo decirte que
tenías razón, ha sido una trampa.
E_ ¿Para Maca?
V_ No directamente… para David… aunque de un disparo
han salido con dos pájaros menos.
E_ Bueno Vilches… voy a la cama al menos me estiro y a
ver si puedo relajarme un poco.
V_ Estás haciendo un buen trabajo, lo del disparo estuvo
de diez, y por lo que me he enterado, en la ayuda a Maca
estuviste mejor.
E_ Hubiera sido estupendo salvar al pequeño también.
109 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ No siempre se logra Esther… no siempre –le dijo
contrayendo su barbilla.
E_ Buenas noches.
Se fue a paso lento, sabía que se había pasado con
Maca, antes de irse a dormir, pasó por las dos cabañas, se
puso los guantes y la mascarilla, entró a ver al pequeño que
seguía dormido, lo miraba con pena, le dejó una caricia en
su cabecita de pelo rizado y tras quitarse todo salió a ver
las demás pacientes, todo bajo control. Conforme iba
caminando hacia su cabaña, el estómago le iba haciendo
cosquillas, aún sentía en sus labios el beso de Maca, un
beso y unas palabras que le habían dejado pensativa, pero
sin duda la sucesión de problemas le había obligado a pasar
página de aquel momento que habían compartido. Al
entrar, la vio en su cama, de lado justo dándole la espalda,
suspiró, se cambió y cuando se fue a acostar se acercó con
sigilo, estaba dormida, la tapó pues se había destapado al
mover sus piernas, se agachó, subió la sábana y durante un
momento estuvo observándola, después le dejó un beso en
la sien y le dijo:
E_ Perdóname Maca, te juro que no quería decirte eso…
me gusta estar contigo, me gusta que me beses, y me
gustaría poder vivir esto que de repente ha surgido en
nuestras vidas… sé que tienes miedo, yo también, no es
fácil… pero me gustaría intentarlo, y me gustaría encontrar
las fuerzas para decírtelo despierta –le decía pasando un
110 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
dedo tembloroso por su pelo y sus ojos repletos de
emoción.
Una mano tocó lentamente su pierna, al abrir los ojos,
Esther vio a Vilches allí que le hacía una señal en silencio,
Esther asintió y se levantó con cuidado para no despertar a
Maca. Al salir de la cabaña se encontró con un amanecer
único, hermoso, que le dejó boquiabierta, el cielo rojo
parecía un mar, con ciertos motes blancos en forma de
olas, era el primer amanecer que veía tan apasionante, se
lamentó de no tener su cámara, la vida le daba por un lado,
lo que le iba quitando por otro. Tras un bostezo miró el
reloj, siete y cinco, había dormido menos de cuatro horas,
pero Vilches necesitaba descansar alguna antes de ponerse
a trabajar. Pasó revista como era su costumbre, para
después ponerse la bata, los guantes, y la mascarilla, al
llegar a la altura del pequeño vio un gesto preocupado en el
rostro de Vilches.
E_ ¿Qué pasa?
V_ Le ha subido la fiebre está muy inquieto.
E_ Voy a cogerlo a ver si se calma, debe echar de menos
a su madre, ¿puedes acercarme la silla? –Vilches lo hizo-. Es
más deberíamos prepararle algo de leche, ¿no crees?
V_ Sí, voy a ello.
M_ No, deja ya lo hago yo –apareció Maca sin arreglarse
prácticamente con el pelo aún revuelto.
V_ ¿Qué haces de pie?
111 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Me he despertado, estoy bien tranquilo… ve a
descansar.
V_ De acuerdo. Nada de tonterías ¿vale?
M_ Vale –le respondió con cierto tono cansino.
E_ Tiene fiebre Maca –le comentó preocupada.
M_ Es normal, es el proceso.
E_ Ya –asentía cerrando los ojos, Maca se dio la vuelta y
le dijo-. Maca, siento lo de anoche, no quería decirte
aquello, de verdad.
M_ No te preocupes, no me afecta… tampoco dijiste nada
del otro mundo, ahora bastante tenemos con esto como
para discutir.
E_ Tienes razón, lo siento yo… yo… es que verás… -le
costaba decirle.
M_ ¿Me vas a contar algo o vas a seguir atascándote? –
sonrió levemente viendo como se ponía colorada.
E_ No que seguro te burlas –se defendió agachando la
mirada hasta el niño.
M_ Prueba, igual te sorprendo.
E_ Nada que… déjalo.
M_ Está bien, lo dejo, pero me quiero enterar parece
interesante lo que tengas que decirme… ya vuelvo.
112 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Pequeño… no sabemos ni tu nombre… -el niño abrió
sus ojos cristalinos por la fiebre-. Hola pequeño… me llamo
Esther y vamos a salvarte, estoy segura.
Durante dos horas estuvieron tranquilas, el niño tomó
su leche, y se aferró a la mano de Esther, Maca le decía que
tenía buena mano para los niños y Esther sonreía.
M_ ¿No has pensado tener hijos?
E_ La verdad que hubo una época que pensaba que un
hijo sería mi solución, pero cuando piensas así algo no
funciona.
M_ Eso es cierto –la miraba con ternura.
E_ ¿Tú no piensas tener ninguno? –le preguntó con algo
de temor por lo delicado del tema.
M_ A veces lo pienso… pero desde luego lo tendría yo…
de todos modos no creo que esto sea vida para un niño.
E_ Eso es cierto.
M_ Si…
Volvieron a guardar silencio por un rato.
E_ Creo que le ha subido la fiebre Maca.
M_ Déjame ver –lo tomó en brazos tumbándolo en la
camilla, el niño rompía a llorar-. No quiero soltarse de tus
brazos.
E_ No creo que sea eso –miraba al pequeño.
113 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Yo creo que sí Esther… soy Pediatra. Está ardiendo
otra vez, inyéctale un paracetamol y tendremos que
ponerle más antibiótico.
E_ Va a quedarse muy débil Maca –la miró con sus ojos
preocupados que al llevar retirado el pelo y la mascarilla
tapando su boca, le daba todo el protagonismo a aquella
mirada intensa.
M_ Esther –susurró tras un suspiro.
E_ No lo puedo creer, ¡es qué no lo puedo creer!
M_ Quizá no estás preparada para esto Esther, creo que
sería mejor que no entraras más, yo me hago cargo.
E_ ¿Qué estás diciendo? –la miró con gesto incrédulo.
M_ Primera regla, no puedes encariñarte con nadie, y tú
lo estás haciendo con este pequeño –el niño lloraba sin
parar.
E_ Quiero estar aquí, y no me vas a convencer de lo
contrario.
M_ Está bien… si no lo hago yo, lo hará Vilches.
Maca salió a paso ligero, necesitaba huir de allí, cómo
explicarle que como ella se sentía tocada por aquel
pequeño, pero no podía hacer otra cosa que asegurarse de
que sufriera lo menos posible. Salió recibiendo toda la
crudeza del sol en su rostro, se puso la mano en forma de
parasol, entrecerró los ojos todo alrededor parecía en
calma, los militares dos dentro de un jeep durmiendo y dos
114 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
paseando de manera que controlaban la posible llegada de
mas refugiados. Era el tercer día, y comprendía que
aquellas muertes les complicaban su propia sobre vivencia,
ahora deberían estar preparando el Plan B, y sin duda no le
hacía ninguna gracia, ya lo había pasado una vez y creyó
volverse loca. Pero entonces detuvo sus pensamientos, sus
ojos se movieron despacio de un lado a otro como tratando
de buscar algo que halló y se detuvo. Sonrió ligeramente,
cuarenta días junto a Esther, eran otra cosa.
Dentro de la habitación de aquel improvisado hospital,
Esther volvió a coger al pequeño en brazos, el niño había
guardado silencio y refugiado en su pecho, al pobre la bata
le molestaba en su cara, era rasposa y Esther se daba
cuenta de ello. Decidió arreglar aquello de manera que el
niño estuviera bien sin correr ella peligro, sin duda se
estaba dando cuenta que aquel virus era letal, y ella lo
tenía demasiado cerca, ¿pero qué podía hacer?, el pequeño
necesitaba unos brazos que lo acunaran, y los de su madre
ya no los podía tener.
M_ Esther te he preparado el desayuno, ve y tómalo, por
favor.
E_ Ya había desayunado.
M_ ¿Me quieres engañar? –la miró duramente.
E_ Está bien…
M_ No he despertado a Vilches, creo que es mejor que
descanse y si sigue todo igual, hazlo tú también.
115 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ No, tenemos que curar a Mina y…
M_ Van a trasladarlas Esther, las he curado yo y en
cuanto llegue la ambulancia se las llevan, aquí corren
peligro.
E_ Está bien –dejó al niño sobre la cama ante la mirad
dulce de Maca-. ¿Qué es eso que oí hablar a Vilches del Plan
B, Maca?
M_ Tendremos que guardar una cuarentena los tres.
E_ ¿Aquí? –le preguntó algo aterrada.
M_ No, aquí corremos peligro. Digamos que cada grupo
tiene un lugar para hacer la cuarentena, nos proporcionaran
comida, algo de ropa y dos cabañas, una para Vilches y
otra para ti y para mí.
E_ ¿Cuarenta días? –le preguntó tan atónita y con una
mirada perpleja que Maca frunció el ceño-. ¡Cuarenta días!
M_ Joder Esther… míralo por el otro lado –el niño se quedó
dormidito de lado guardando silencio, Maca estiró del brazo
de Esther saliendo de allí y quitándose la mascarilla al
tiempo que Esther hacía lo mismo y se soltaba la melena.
E_ ¿Un lado bueno? –le preguntó escéptica.
M_ Sí, estaremos solas y juntas cuarenta días… pensé que
te haría ilusión.
E_ Perdona ¿eh?, no quiero herir tu orgullo –sonrió
levemente-. Pero ¡cuarenta días!, podemos acabar subidas
al árbol más próximo.
116 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Que poca imaginación tienes peque, tendré que
ayudarte a desarrollarla más –se acercó a ella y le dio un
beso suave en los labios-. Imagina la de cosas que podemos
hacer juntitas en cuarenta días.
E_ Subida a un árbol me veo… -dijo como si realmente se
quejara.
M_ Reconócelo, en el fondo tienes alma de Mona –se iba
acercando poco a poco a ella que mantenía un gesto algo
risueño cuando sonó el silbato-. Joder… ¡y tú sin desayunar!
Nuevamente el mismo trabajo, las mismas personas
pero con una diferencia, nada más Vilches y Maca
reconocían a los que iban pasando, de vez en cuando,
Esther si el niño estaba tranquilo, salía y les echaba una
mano, llevaban contados veinte en una hora, a las tres
horas de reconocimiento llegaron a los sesenta y cinco.
V_ Al menos ninguno de ellos tiene síntomas –decía
quitándose la bata, sudoroso.
M_ Vilches quiero pedirte un favor.
V_ Si –se secaba el sudor mientras se ponía su gorro.
M_ Es sobre Esther, no creo que esté preparada para lo
que está sucediendo.
V_ Pues yo la veo muy bien… además es de tu escuela.
M_ Lo sé… es una tía de puta madre, se implica y me ha
demostrado que es muy buena, yo no te hablo de eso –la
mirada fija de Vilches le hacia dudar, era la única persona
117 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
que cuando le hablaba sabía la escuchaba, la respetaba-.
Hablo emocionalmente.
V_ ¿Te ha dado calabazas? –la miró sorprendido.
M_ No es eso joder… ¡vale quieres que te lo diga más
claro! –Vilches sonrió de lado-. Esther se está encariñando
con ese niño, no entiende que no lo vamos a salvar, no
entiende que no podemos hacer nada, me preocupa su
estado emocional cuando el desenlace llegue.
V_ Te ha costado un poco menos de lo que pensé te iba a
costar –le dijo serio-. No sé si este día señalarlo en el
calendario –ante su gesto un tanto desesperado le dijo-. Me
gusta que salga esa Maca protectora, me gusta ir
recuperando poco a poco la esencia de la mujer que un día
conocí, y sí, yo también estoy preocupado por ella, no creas
que no me he dado cuenta. Y estoy menos preocupado por
la cuarentena, pensaba que podía ser un infierno, pero veo
que poco a poco va derribando tus murallas y me alegro.
M_ Yo no he dicho eso –aparentó seguridad.
V_ Claro que no, lo digo yo y basta. Voy a mandarla fuera.
M_ No le digas que te lo he dicho yo o no se irá, con tal de
llevarme la contraria…
V_ A cambio haces tú los informes.
M_ Joder… -protestó.
V_ Es lo que tiene ser negociador, en todo no puedo estar.
118 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Maca se quedo con los brazos en las caderas, sin duda
él la conocía demasiado bien, y poco a poco sin darse
cuenta se estaba emocionando con eso de dar una
oportunidad, cada vez que le daba un beso, Esther no se los
rechazaba, incluso le parecía que le gustaban, por lo
tanto… algo había. Se enfrascó en los informes, números
de personas, cifras de personas, desaliento de personas en
definitiva. Cuando vio dos pies parados ante ella.
E_ Hola.
M_ Vaya sorpresa.
E_ Te has salido con la tuya, ¿eh?
M_ Ya ves… siempre que quiero algo lo consigo –la miró
intensamente.
E_ ¿Es un aviso?
M_ Puede –quiso apoyarse en el árbol y como estaba tan
pendiente de Esther, acabó cayéndose de lado ante la
carcajada de ella-. Si es que todo se apega joder…
E_ Ay señor… no puede ser la Doctora sexo por tierra,
¡qué gracia!
M_ Si es que me contagias lo de patosa… por cierto…
tengo que revisarte el culo.
E_ Más quisieras… con lo de ayer ya está curado… -volvía
a reírse-. Si es que… perdona ¿eh? –la mirada de Maca
mientras ponía bien la mochila que le hacía de cojín, le hizo
callarse-. ¿Me lo has preparado tú?
119 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No… yo no preparo comida a traidoras que se burlan
de mí.
E_ Gracias… está muy rico.
M_ Te he dicho que no lo he preparado y déjame
concentrarme.
E_ Si, si –le decía mientras trabajaba con los papeles
Maca y ella comía.
El gesto de Maca de concentración atraía a Esther que
por un momento aparcó la pena por el niño y se concentró
en ella, la médica que por mucho que trataba de
concentrarse le era imposible, terminó por levantar la
mirada y mirarla.
E_ No he dicho nada.
M_ Ya sé que soy irresistible, pero te importaría no
mirarme así, me pones nerviosa.
E_ ¿Así… te pongo nerviosa?
M_ Sí –asintió con una sonrisa bastante incitante.
E_ Vaya… interesante… -sonreía con cierta victoria
mientras daba un trago a su botella de agua.
M_ Si… muy interesante. Por cierto… ya recuerdas eso
que me tratabas de decir antes o mejor dicho, ¿ya has
encontrado la manera sin atascarte de decírmelo?
E_ Eres mala… muy mala… pero me encanta –se levantó
y esta vez fue ella quien le dio un beso que la dejó helada-.
¿En el río me puedo bañar?
120 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Sí.
Lo dijo como si estuviera aún algo hipnotizada tras el
beso y las palabras, el juego que se llevaban era de una
tontería total, nunca había recibido una respuesta como la
que le daba Esther, pero sin duda, ella en ese momento
jugaba sobre ventaja, sus palabras le daban una ligera
superioridad sobre ella, sabía lo que sentía, sabía lo que le
gustaría. Sonriente siguió con los números pero entonces
una voz dentro de su conciencia comenzó a recordarle algo.
M_ “Está en el río… ¿se estará bañando desnuda?… ¡uf
Maca olvida eso!… no estamos aquí para… ¡joder si igual
no lo contamos porque no vamos a poder disfrutar”… “no…
mejor compórtate que no te vea como la loca que solo
quiere acostarse con ella, vamos, sé buena chica como
debe ser”. He dicho poder disfrutar –murmuró con las cejas
alzadas y deteniéndose en su escritura.
Mientras los ánimos en la aldea no eran los mejores, ni
siquiera Mona ni Valiente lograban con sus piruetas alegrar
un poco la tristeza que todos tenían.
Ns_ Mami Teresa… todo irá bien.
T_ Lo sé pero es inevitable sentir miedo, además si se
contagian ya sabes la norma cual es y… -suspiró-. Tengo
miedo es así de sencillo.
Ns_ Yo también, ser mi familia y… sentir mal.
T_ Bueno… bueno… no podemos tampoco venirnos a
bajo, confío en los rezos de Lula, hasta en los míos propios
121 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
y… pero… ¡Mona deja de despiojar a los niños!, que
barbaridad –protestaba bajo la sonrisa de todos.
Si_ ¿Nge peso nde ke kwisa? (¿Tú dices que volverán?) –le
preguntó con la tristeza reflejada en su voz.
Ns_ Kizavabe, ban kele ezali likama (No lo sé ellos corren
peligro).
Si_ Kobanga na nkati (Tengo miedo).
Ns_ Ngun ngala kobanga na nkati kansi banzandu nde
kele tangota nsomo ti ngolo nge Mami Teresa (Todos
tenemos miedo, pero hay que ser valientes y fuertes por
Mami Teresa) –la miró con ternura, aquella niña les daba a
todos esa sensación de protegerla
Si_ Kulunga. Mami Teresa kele mwasi mfumu ya mbote
(De acuerdo. Mami Teresa es una buena jefa) sonreía con la
gratitud reflejada en sus ojos.
T_ Ya está… me va a dejar a los niños todos calvitos con
tanto estirón… ¡ay Jesús! –suspiró y las dos mujeres se
miraron con ternura hacia ella.
Si_ Ir bien Teresa… ir bien –le dijo con una sonrisa tan
grande, tan llena de vida y alegría que logró emocionar a
Teresa.
T_ Melesi… -la abrazó sin poder evitar que lagrimas de
emoción surgieran por su rostro mientras Nsona le daba la
mano-. Sois mi familia y os agradezco el apoyo a mí, y los
míos.
122 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
El sol golpeaba con todo su apogeo en esas horas, el
agua del río era cristalina y allí estaba calmada, rodeada de
montaña, fresca y se agradecía, y es que la razón, no pudo
con el calentamiento generalizado que Maca había sufrido
al pensar en Esther desnuda nadando por el río, lo intentó,
pero no quiso engañarse más, quería estar allí viéndola, sin
hacerle nada, debía comportarse se lo había propuesto y
debía hacerlo. Se acercó con cuidado, hacia la zona donde
normalmente se lavaban la ropa, se colocó tras unos
arbustos pero no la vio, afino más la vista, no conseguía
localizarla, y estaba extrañada si le había dicho que se iba a
bañar, lógicamente y a pesar de ser un poco cabeza loca,
no se habría ido hacia la zona donde los militares estaban.
Se elevó un poco más quedándose medio de cuclillas, con
el culo un poco hacia fuera y sus manos apoyadas sobre los
muslos para equilibrar su cuerpo, la mirada bien perdida al
frente y los sentidos bien afinados para escuchar cualquier
silbido que podía estar emitiendo, algún chapoteo, pero
nada escuchaba.
E_ ¿Buscas algo? –le preguntó dándole un susto que por
poco le cuesta la vida, su cara de espanto le hizo casi llorar
de la risa, mientras Maca se iba encendiendo un poco más
cada segundo-. Joder lo que has tardado en venir… ya
estaba aburrida… mira que eres de lo peor escondida ahí
querías espiarme –entrecerraba los ojos con las manos en
la cintura riéndose todavía.
123 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Solo he venido porque no me fío de ti, eres capaz de
ponernos en peligro y hace mucho que no te escucha gritar,
estás perdiendo esa esencia de Mwasi Esther, alias la pija –
se giró marchándose hacia el agua algo enfadada por la
pillada mientras soplaba hacia arriba el lado del flequillo
que había caído sobre su cara.
E_ No puedes vivir sin mí, es un hecho.
M_ Lo que no puedo es vivir con tus gritos.
E_ Pero si tú misma lo has dicho, ya no grito –le decía
poniéndose en jarras con una actitud algo provocativa.
M_ Por eso… porque esperaba que gritaras porque los
militares no son muy de fiar.
E_ ¿Celosa? –sonrió sin despegar los labios formando un
gesto simpático.
M_ Voy a darme yo un baño, paso de ti.
E_ Estoy segura que no –le susurró tan cerca que sin
poderlo evitar se tensionó de tal modo que Esther notó su
movimiento y le gustó-. ¿no quieres que nos bañemos
juntas?
M_ Yo voy a bañarme tú haz lo que quieras.
E_ Cuando quieres eres dura… pero yo sé como quitarte
esa tontería de encima, nena.
Sin más se enganchó a sus labios de manera brutal,
Maca que no lo esperaba terminó dando un traspiés y
cayendo dentro del río vestida, Esther la miraba sonriente y
124 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
le dijo con una mirada lasciva y sus palpitaciones a toda
marcha.
E_ Voy a tener que curarte el culito hoy a ti…
No le dio tiempo a contestarle tampoco, Esther sin
dudarlo se echó sobre ella divertida, la besó con pasión,
pasó su mano por el cuello de la Pediatra para que no
acabara bajo del agua, y ésta sacó sus manos
completamente mojadas para abrazar el cuerpo de Esther,
besos y gemidos de repente salieron de sus gargantas,
caricias de sus manos, y pasión de su corazón, pero no
estaban solas, el mundo estaba allí a pesar de todo, alguien
las vigilaba, alguien estaba siendo testigo de aquella pasión
incontrolada que se les escapó del control.
E_ Maca… -la besaba sin parar.
M_ Mmmm… Esther…
De pronto fueron conscientes del ruido, de la presencia
de alguien ante ellas.
Se separaron asustadas, Esther cayó al agua y justo
sobre una piedra golpeándose nuevamente el trasero pero
ahogó su quejido ante aquellos ojos rojos repletos de furia,
Maca se levantó tratando de recuperar la respiración, su
ritmo, su calma para poder hablar. Aunque en el fondo
sabía que no había defensa de lo que había sucedido.
M_ Lo siento –musitó con gesto de fastidio por tan poco
tacto.
125 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¡Esto se pasa ya!, Maca…
E_ He sido yo Vilches, lo siento –se disculpó tratando de
que no le cayera una riña a Maca cuando ella no había
hecho más que dejarse llevar por la pasión que había
surgido en la propia Esther.
V_ Pues estamos bien, si la que tiene algo de coherencia
acaba echándose encima de la que no le queda nada,
¡estamos bien!. ¡Tenéis una cabaña! –les dijo alzando la voz
tras hacer una pausa.
E_ Lo siento… -miró de reojo a Maca, le pareció que
estaba hermosa, realmente hermosa con el pelo mojado,
con la boca entre abierta.
V_ ¿Y si no llego a ser yo?, ¿y si os llegan a ver?, ¿creéis
que los militares no habrían hecho nada?
M_ Está bien Vilches… tienes razón –trató de sacudirse el
agua como podía-. Hemos quebrantado las normas, lo
siento y te aseguro que no volverá a pasar, te doy mi
palabra.
V_ ¿Tú palabra?...
M_ Sí, mi palabra –le dijo enfadada.
V_ Mira Maca, estoy harto de tu palabra, tú con las
mujeres no tienes palabra, estoy harto de que nada más
pienses en pasar un buen rato, poniéndote a ti y a ella en
peligro, ¡estoy harto!, de tus calentones ¿me has
entendido?, ¡eh!
126 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Sí –al pasar por su lado le dijo bajito-. Podías haber
sido menos explicito.
E_ Vilches yo he…
V_ ¡Vilches nada!, y a ti te digo lo mismo –se giró
apuntándole con el dedo con actitud desafiante.
Una nueva llamada de refugiados hizo que los tres
olvidaran lo que había pasado, Esther por orden de Vilches
los ayudó, había sedado al niño para que sufriera lo menos
posible y la gente salía nuevamente a borbotones, parecía
que llegaban como una marea insistente repetitivos, todos
de igual manera golpeando una y otra vez el dique, que no
eran más que ellos tres. Los gritos de los niños, sus lloros,
los murmullos les ponían en una situación de nervios y
tensión que iba afectando poco a poco a sus músculos, al
paso de las horas. Habían logrado calmar algo a los niños
gracias a los vasos de piolín que quedaban y jugando con
ellos y Esther, les facilitaba el reconocimiento; las mujeres
exhaustas algunas embarazadas, las mas mayores a penas
podían sujetarse y una vez pasaban y llegaban a los brazos
de Maca o Esther, caían agotadas por el esfuerzo, entonces
se alargaba más el reconocimiento, a dos de ellas las
habían llevado con la ayuda de los militares hasta el
hospital, habían logrado recuperarlas y una vez
recuperadas los dos camiones que dispusieron para el
traslado, se las llevaban. Por su parte, los hombres llegaban
marcados por el miedo, el dolor, en su rostro y así, uno tras
127 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
otro fueron pasando, el calor insistente, agobiante, no
ayudaba a facilitar el trabajo, a ambas la ropa humedecida
tras el revolcón en el agua les duró un suspiro, sudaban, les
incomodaba toda la seguridad que debían llevar, necesaria
para la protección pero que les hacía un verdadero calvario
el tiempo de trabajo.
M_ Vilches es imposible que los podamos atender a todos
–se limpiaba con el antebrazo el sudor.
E_ De material no vamos bien Vilches, no vamos a
abarcar a todos –decía angustiada.
V_ Lo sé, lo sé… ¡no podemos hacer más!, si no hay no
podemos revisar.
M_ ¿Y vamos a dejarlos fuera? –le preguntó elevando la
voz porque el murmullo de la gente les impedía oírse.
V_ ¡Eso se lo preguntas a Dávila!, yo cumplo órdenes.
M_ No me jodas Vilches… no me jodas.
V_ ¿A qué me recuerda eso? –se preguntó frunciendo la
frente-. Ah si… lo dije yo.
Tras unas horas intensas de trabajo, por fin parecía
que el número de refugiados aminoraba. Exhaustos,
ojerosos, casi deshidratados pues no les quedaba tiempo
para ellos mismos ni para poder beber. Al terminar y cerrar
de nuevo la alambrada, un profundo suspiro envolvió a los
tres, se fueron quitando las cosas y dejándolas en el bidón
donde les esperaba el fuego para destruir cualquier posible
128 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
virus. Se despojaron de todo en silencio, pensativos y por
parte de Esther algo sonrojada cada vez que recordaba el
incidente con Vilches, pero también era verdad que lo
hacían más tranquilos al ver que ningún otro caso había
aparecido.
V_ Voy a darme una ducha.
E_ Yo voy con el niño.
M_ Yo me quedo aquí.
Parecía que a los tres les incomodaba la situación de
quedarse juntos, así que cada cual se fue a su lugar. Con el
rostro serio y el cuerpo molido, tal y como había dicho
Esther, sin apenas notarse los pies.
Mientras ellos sufrían para poder llevar como podían la
situación, Teresa había recibido la llamada de una
preocupada Cruz, que trataba de seguir como podía las
pocas noticias que daban en televisión.
C_ ¿Me oyes Teresa?
T_ Si hija si, como si te tuviera aquí –sonrió.
C_ ¿Qué tal estás?
T_ Bien, bueno.. ya sabes. ¿Y tú?
C_ Algo desesperada pero bueno… la verdad es que es
vergonzoso, apenas han pasado por encima en el
Telediario, son incapaces de decir que quien está ahora
mismo metidos en ese infierno entre otros, son tres
españoles.
129 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Bueno… ya sabes que desgraciadamente el Ébola no
crea mucho interés.
C_ Estoy que muerdo, he hablado con Dávila, me ha dicho
los problemas que tienen, además se tienen que quedar
más días trabajando solos, ¡es inaudito!
T_ Así es Cruz, además hemos tenido que pasar al Plan B.
Massamba y Zulú irán a dejarles ropa, comida que les estoy
preparando.
C_ Si.
T_ También les dejaremos la radio para que puedan
comunicarse con nosotros, pero yo quiero decirle a Vilches
que vengan, los hombres están pensado en construir dos
cabañas pequeñas pero confortables con ramas para que
puedan estar aislados, pero no solos.
C_ Sería una buena idea, si –decía con sus manos
entrecruzadas apoyadas en la barbilla.
T_ A ver… no quiero pasar cuarenta días sin ellos, sin
saber como evolucionan más que por la radio.
C_ Uf… Teresa –resopló poniéndose la mano en la frente-.
Malditos hijos de puta, no hay nadie que busque una
solución a esto, bueno… mañana volveré a llamarte y a ver
si tienes algo nuevo que contarme –le dijo tratando de
tranquilizar sus desbaratados nervios.
T_ De acuerdo.
C_ ¡Ah se me olvidaba con el cabreo que llevo!
130 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Dime.
C_ ¿A qué no sabes a quién me encontré ayer cuando fui
al despacho del Dr. Gutiérrez?
T_ Por tu tono a alguien que no te cae bien –trató de
sonreír aunque no le quedaban demasiadas anas para
hacerlo.
C_ A Julia.
T_ ¿Julia?, ¡y qué hacía allí! –esta vez quien se mostró
desbaratada por la noticia fue ella.
C_ ¿Sabes una cosa Teresa?, no sé porque me da la
sensación de que quiere que Maca vuelva.
T_ ¡Qué me estás contando que casi me caigo de la silla,
por Dios!
C_ Es una simple suposición, a ver, Dávila me ha contado
lo que pasó con David y las dos chicas que por cierto… ya
me contó Vilches que es un hueso duro de roer nuestra
enfermera.
T_ Bueno… creo que para Maca es la idónea Cruz, ésta sí.
C_ ¿También la ha convertido? –preguntó algo
sorprendida y ella misma se respondió-. No sé de que me
extraño.
T_ No Cruz, yo creo que Esther huía de algo que ella no
sabe ponerle nombre, y Maca se lo ha dejado claro, me
gusta mucho para ella.
C_ Bien… eso me alegra.
131 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Dime lo de esa víbora, dime aunque me suba la acidez.
C_ Solo es suposición mía, pero… tú sabes que Carolina
es muy amiga suya, íntimas y que sigo pensando que a
través de ella sabe como está Maca.
T_ Puede, Carolina siempre me ha parecido muy falsa. Y
siempre muy cerquita de Maca. Pero no entiendo lo de Julia.
C_ Hace unos días me dijeron que su marido se había
marchado a la India, un año iba estar allí.
T_ Voy entendiendo.
C_ Maca se ha metido en un lío, justo por hacer algo que
Carolina le pidió, la van a expedientar y parece ser que
podrían remitirla a España.
T_ Se ha cansado del marido y ahora le apetece
reencontrarse con ella.
C_ Sabe que Maca no la ha olvidado, digamos que con la
excusa del niño... ¿entiendes?, no me extrañaría que
quisiera reencontrarse con ella, ya sabes, nos demostró que
montando numeritos es la mejor.
T_ Es muy capaz, pero bueno… no creo que Maca vuelva
con ella –dijo convincente.
C_ No estoy tan segura, Maca la quiere, creo que la sigue
queriendo.
T_ No te olvides que está Esther, y te digo que yo creo va
a hacerle olvidar a esa víbora, por mucho que se empeñe
ahora en buscarla.
132 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
C_ Ojalá pero Teresa, veo que está manejando hilos y eso
siempre es peligroso.
T_ Estaré al tanto.
C_ Sabes lo que me repatea, que la hija de puta mueva
hilos para conseguir a su antojo poner aquí o allá a sus
amantes, y no sea capaz tanto que se llena la boca en las
Ruedas de Prensa, de decir las necesidades que sufrís ahí, y
sobre todo ahora en este momento que pase desapercibido
vuestro trabajo Teresa.
T_ Bueno pero tú sabes que Julia es hija de papá, así que
no te sulfures por eso también, yo trataré de hablar con
Maca.
C_ Teresa…
T_ Tranquila, todo va a ir bien, por cierto, ¿sabes lo qué
me dijo el duro de tu marido?
C_ ¿Qué?
T_ Que te quiere mucho.
C_ Gracias –no le pudo decir más sus ojos se llenaron de
lagrimas y sintió que la respiración se le entrecortaba, ella
sabía lo que estaban sufriendo, y se sentía impotente de no
poder ayudar. Pasó las manos por la cabeza, y resopló-.
Que todo vaya bien… solo pido eso.
Alrededor de las ocho de la noche, Maca terminó con
los informes, Vilches rellenaba los suyos, y Esther hacía
compañía al pequeño que dormía gracias a la sedación de
133 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Vilches. Allí en silencio cada uno hacía su trabajo hasta que
al final Vilches habló.
V_ Siento si me he pasado antes.
M_ No te has pasado, pero me hubiera gustado que no
comentaras algunas cosas.
V_ ¿Pretendes aparentar que eres una buena chica
delante de Esther? –le preguntó perplejo con tono algo
burlón.
M_ Digamos que… -nuevamente el silbato hizo la llamada,
tras suspirar dijo-. Bueno… vamos para allá.
E_ Ya estoy aquí –les dijo apareciendo de inmediato.
M_ ¿Cómo sigue el pequeño?
E_ Dormido.
V_ Bueno parece que no son muchos. Chicos darle al
botón necesitamos luz.
A penas una docena de personas, toda una familia que
no tenían más síntomas que el cansancio.
M_ Llevaban tres días y cuatro noches andando.
E_ Por sobrevivencia no creo que yo pudiera hacerlo de
otra manera.
M_ Así es.
V_ Bien… repartamos el trabajo, Maca los informes, yo
preparo la cena y… -se detuvo un jeep se acercaba hasta
ellos-. Vaya tenemos visita.
134 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
G_ Hola… buenas noches –les saludó tras él bajó Carolina
con gesto serio al mirar a Esther.
V_ ¿Y este honor? –le preguntó mirando a Carolina.
Ca_ Hemos conseguido algunas cajas con instrumento
médico para las revisiones. Hola Maca cariño –le sonrió con
dulzura.
M_ Hola –le devolvió la sonrisa.
Gu_ Chicos podéis descargarlo –les dijo a los militares que
comenzaron a bajar las cajas-. ¿Dónde lo vais a colocar?
E_ Yo les indico.
V_ Gracias Esther. Estábamos preocupados la escasez ya
era importante. Más de los esperados en tres días, sí. Tengo
todo preparado, mañana pensaba mandártelo con el
cambio de guardia.
G_ Muy bien, ¿vamos?
V_ Claro –miró a Maca con la intensidad de pedirle calma,
ella asintió.
Ca_ ¿Cómo estás?, te veo un poco demacrada.
M_ Es lo que tiene trabajar sin horario, sin lista de
pacientes… la anarquía.
Ca_ ¿Estás enfadada?, percibo cierta ironía en ti.
M_ ¿Ironía?, no –se giró cerrando los ojos.
135 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Ca_ Imagino que la enfermerita te habrá tratado de
convencer de sus ridículas ideas –dijo con cierto desprecio
colocándose a su altura.
M_ No, no me dijo nada –le contestó muy serena.
Ca_ Ya –se quedó un poco cortada sin saber muy bien que
decir.
M_ Pero… dime tú, ¿a quién te querías cargar?, ¿a él o a
mí?, ¿o las dos? –la miró fijamente.
Ca_ Yo no me quería cargar a nadie, y mucho menos a ti,
no sabía nada.
M_ No sé porque no te creo Carolina –la miró fijamente.
Ca_ Así que… por lo que veo tiene más influencia sobre ti
de lo que pensaba, pues sabes una cosa Maca… no me
gusta para ti.
M_ Mientras me guste a mí no hay problema –sonrió
mirándola a los ojos-. Y te aseguro que me gusta mucho.
G_ Carolina nos vamos hay una urgencia en el
campamento. Vilches lo repaso pero dejarme que os
felicite, y siento el retraso, y siento no poder mandaros a
nadie estamos justos.
V_ Tranquilo… ya estamos a acostumbrados… somos
capaces de atender como hoy a doscientas cincuenta
personas.
G_ Enhorabuena –le sonrió sinceramente.
V_ ¿Qué le has dicho a Carolina?
136 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Nada… ¿por?
V_ Menuda carita.
M_ Bueno vamos a ver como nos repartimos esta noche,
yo propongo que Esther duerma ocho horas, ¿qué te
parece?
V_ De acuerdo… me gusta que te preocupes por ella… si
señora –sonrió.
M_ Que pesadito con el tema.
Se marchó en busca de una Esther que estaba
trabajando con la ayuda de aquel militar que le sonreía
amigablemente, al entrar Maca no le gustó demasiado verlo
allí con ella, se acercó y él le hizo una leve inclinación con
su cabeza. Al darse cuenta de ese gesto, Esther se giró y la
vio.
E_ ¿Ya se han ido?
M_ Sí… menos mal que nos han dejado más material con
esta proporción de gente no sé como nos vamos a arreglar.
E_ Viene de UNICEF –no quiso nombrar a Carolina.
M_ Si, mandan bastante ayuda –se giró mirando al niño-.
Está tranquilo.
E_ Yo creo que Vilches le ha puesto algo, porque estaba
muy inquieto, pero mira de momento está aguantando más
que su madre, eso es buena señal.
M_ Vilches nos está haciendo la cena, bueno… -puso un
gesto gracioso se moría de ganas de abrazarla por detrás
137 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
tal y como se encontraba-. Nada especial, calentar unos
botes, ¿podrías decirle al militar sonrisitas que se marche?
E_ ¿Por qué?, me ayuda… es más majo –le dijo
sonriéndole a él y se mostraba orgulloso de que aquella
mwasi mondele le sonriera.
M_ ¿Majo? –se preguntó enarcando ambas cejas. Después
negó con la cabeza-. ¡Ay que pija por Dios!, venga deja eso
y a cenar.
E_ Voy… ahora voy…
M_ ¿Me estás dando esquinazo?, ¿prefieres al sonrisitas
que a mí?
E_ ¿Quieres que te conteste? –la miró fijamente con esa
mirada desafiante en ella que tanta gracia le hacía a Maca.
M_ Está bien… me voy… no entres al cuarto del niño sin
protección Esther.
E_ Ya lo sé –le respondió un tanto cansada de sus
insistentes indicaciones.
M_ ¿No hay besito? –Esther la miró haciéndole un gesto
de susto hacia el muchacho que volvió a sonreír-. Vale…
vale… así que no quieres besito… ¿no será para no
romperle el corazón, no?
E_ ¿Puedes dejar de decir tonterías? –se puso en jarras.
M_ Tengo que revisarte el culito.
E_ ¡Maca!
138 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Me pones cuando me llamas así –le contestaba de
manera rápida mordiéndose el labio inferior.
E_ Por favor.
M_ ¿Qué le voy a hacer? –elevaba los hombros sonriente.
E_ ¿Te puedes marchar?
M_ Así también me pones… ¿no te doy penita?
E_ ¡De verdad, eh! –protestaba.
M_ Está bien… está bien… pero me lo debes –le guiñó el
ojo y cuando se iba se giró con gesto simpático diciéndole-.
Y aún me falta saber que es eso que me tienes que decir
que te produce tanto nervio... me tienes intrigada.
E_ Está loca –susurró al verla salir, mientras la observaba
sin perder detalle de su andar y sus gestos a Vilches. Pero
de pronto percibió el sonido del pequeño. Lo miró con gesto
de miedo y salió hasta él, el militar iba a seguirla cuando le
dijo-. No entres, no entres… llama a Vilches… por favor…
avisa…
Gesticulaba nerviosa, pues el pequeño se estaba
convulsionando, se estaba poniendo los guantes pero no
podía soportar verlo así, en ese estado, sin pensarlo, le
cogió la cabecita para que no pudiera morderse la lengua.
V_ Mierda… convulsiones…
M_ ¡Esther los guantes! –le riñó.
E_ No puedo… daros prisa –decía con la tensión y el
miedo reflejados en su rostro.
139 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Ya lo tengo suéltalo.
M_ La bata, la mascarilla, joder… lo estás tocando sin
nada –seguía riñéndole.
E_ Ya voy… Vilches… está ardiendo.
M_ ¿Le inyecto paracetamol? –lo miró a los ojos mientras
el niño convulsionaba.
V_ No… lo siento pero no…
E_ ¿Vas a dejarlo morir? –le preguntó casi fuera de sí.
V_ No puedo hacer más… inyéctale para sedarlo, poco a
poco.
M_ Yo lo hago –su voz reflejó una tristeza aplastante.
E_ Vilches…
V_ Esther… ya… ¿vale?, o te meto en un camión y te
mando a España, ¡vale!
Esther se dio la vuelta y salió despavorida de allí,
sentía que el estómago le subía a la garganta, sentía que el
dolor de ver al niño en aquellas condiciones y su más que
posible muerte, le estaban perforando el estómago. Se
quitó las lagrimas del rostro, se apoyó en el árbol más
cercano tratando de recobrar el aliento, echó la cabeza
para atrás se encontró con la oscuridad de la noche, con un
dolor indomable en su alma, entonces notó una mano sobre
su hombro.
V_ Esther… esto desgraciadamente es así.
140 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Lo sé, disculpa –le dijo limpiándose las lagrimas.
V_ Escucha, te iría bien descansar, creo que estás
agotada.
E_ No podría dormir.
V_ Pues lo siento pero vas a dormir.
E_ ¿Cómo está?
V_ Tranquilo… sin sufrir.
E_ ¿Cuántos niños morirán sin poder ayudarles?
V_ Es cierto, pero.. no podemos hacer más, nosotros no
somos los que decidimos que esto es así, hacemos todo lo
que podemos, recuerdo cuando se murió en mis brazos la
primera mujer, ¿sabes por qué? –sonrió con rabia-. Por algo
tan sencillo como que no había hilo para coser una herida,
murió desangrada en mis brazos, y el primer niño, fue un
pequeño como éste –sus ojos se nublaban al narrar la
historia-. Llegó a mí desnutrido, no pude mantenerlo con
vida ni diez minutos. Sé como te sientes, sé el dolor que
experimentas pero Esther, si es superior a ti, si no puedes
ser capaz de controlar ese dolor, sintiéndolo mucho tendrás
que abandonar esto, no puedo consentir que nadie de mi
equipo sufra de la manera que tú lo estás haciendo,
comprendo que es el primer caso, pero… no lo voy a
consentir Esther. Y te digo más, eres la mejor enfermera
que he tenido, la mejor, me gusta trabajar contigo no
necesito decirte lo que debes hacer, pero, no puedo
permitir que la enfermera enferme por una situación como
141 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
está, ni que pierda los nervios… ni que pierda la cabeza y
cometa la locura de tocar al niño sin guantes ni protección
de mascarilla. ¿Lo entiendes?
E_ Sí.
V_ Ahora vas a cenar, venga, Maca se queda con él y
luego te acuestas, tú haces turno de ocho horas hoy.
E_ Prefiero hacerlo de cuatro, Vilches por favor… -lo miró
con cierta suplica-. Déjame que al menos esté a su lado.
V_ De acuerdo –pensó “no creo que dure más de siete u
ocho horas… quizá será mejor que haga ella el primer
turno”-. ¿Quieres hacer el primer turno, tú?
E_ Gracias –sonrió.
V_ Si en el fondo soy de un blando ¡joder! –enarcaba las
cejas renegando mientras se volvía al hospital.
Junto a Vilches la cena fue lo menos triste posible, él le
contó la cara de Carolina, ese gesto era notable de una
buena respuesta de Maca, trató de distraerla sabiendo que
en el fondo ella estaba lejos de él, estaba más cerca del
niño. Negó con la cabeza cuando la vio marchar, cerró los
ojos y suspiró, iba a ser un momento amargo.
Cuando entró ya con todo puesto, vio que Maca
miraba al pequeño con los ojos apagados, de la Maca
coqueta de momentos antes cuando flirteaba con ella
delante del militar, no quedaba nada, allí había una mujer
con una mueca repleta de tristeza, de pena, una mujer
142 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
diferente que la miraba con los ojos acuosos, demostrando
que su corazón sentía el estado de aquel pequeño.
E_ Me ha dicho Vilches que vayas, que cenes yo me
quedo las primeras cuatro horas.
M_ Pero...
E_ Por favor, no voy a poder dormir, al menos necesito
cansarme y cuando me acueste casi desmayarme –sonrió
con pena.
M_ De acuerdo –le cogió la mano y Esther agradeció aquel
gesto-. A cualquier novedad por pequeña que sea, me
llamas. ¿Vale?
E_ Claro.
M_ Está tranquilo...
Allí estaba la criatura, y Esther que escuchaba
perfectamente las palabras de Vilches en su cabeza, sentía
como la pena la inundaba por dentro, se sentó en la silla,
Vilches le había quitado los goteros, en su piel unas
pequeñas manchas rojas iban apareciendo, su respiración
lenta y pausada daba la sensación de que poco a poco su
vida se iba apagando. Esther lo tomó en brazos, el pequeño
suspiro, ella imaginaba a los Ángeles a su alrededor, debían
estar allí acunándolo con sus alas, dándole un amor que en
ese momento ella sentía por aquel niño, el pequeño se
acomodó y ella sonrió.
143 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Fuera la noche comenzaba a refrescar, las nubes
habían tapado la luna, sin duda estaba a punto de llover,
dos militares hacían ronda, vigilaban que nadie pudiera
entrar a la fuerza, Maca pensativa se tomaba las últimas
cucharadas de aquel bote. Vilches se había estirado en el
suelo, miraba el cielo buscando estrellas, se había puesto
una chaqueta de manga larga, y en silencio compartían la
noche como otras tantas que habían compartido en iguales
condiciones. Llevaban así algo más de una hora, cuando
Esther apareció, sus ojos les dieron la noticia, sus lagrimas
se desbordaron a su pesar, Vilches se levantó llamando a
un militar, entraron hasta la cama donde yacía ya el cuerpo
del pequeño sin vida, mientras fuera una suave lluvia
comenzaba a caer, Esther sintió un frío que los brazos de
Maca en un abrazo tan cálido como necesitado le entregó,
allí se fundieron entre lagrimas llorando por aquel pequeño,
que alguna vez les había sonreído, y que, aquellos ojos
cristalinos mirando a Esther eran los que al cerrar los suyos
se le aparecían en su mente.
M_ Esther... me gustaría poder sofocar este dolor pero...
lo debes sentir y superar –la había apartado de su cuerpo y
la miraba fijamente.
E_ Lo sé –decía entre hipos.
M_ De acuerdo... ve a la cabaña.
E_ No, quiero estar delante al menos habrá que rezarle
una oración, ¿no?
144 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Pues... –no sabía que decirle.
E_ Pobrecillo... pobrecillo.
El momento más desagradable para cualquier persona
era el del adiós, para ellos como personal sanitario, ante la
perdida de una persona, era como una derrota, sus gestos
serios y sombríos, acompañaron al bebé envuelto en una
sábana hasta su final, allí, Esther pronunció una oración por
su alma, y antes de que empezaran con su duro final, se
giró y se marchó, Maca cruzó una mirada preocupada con
Vilches y éste tragó saliva, aquel nudo de la desesperación,
podía con él, sentirse atado de pies y manos al despedir al
pequeño, le provoca unas inmensas ganas de llorar. Hasta
el gesto de los militares era duro y penoso, todos, afectados
por aquella muerte, una vez acabado el ritual para evitar
cualquier propagación del virus, se retiraron sin palabras a
sus cabañas.
Con un gesto serio y unas marcadas ojeras, Maca llegó
hasta la suya, tomó aire y entró, allí en su catre Esther
estaba acostada, notaba que había llorado bastante, así se
lo decía su respiración entrecortada. Prefirió no decirle
nada, se cambió, apagó la luz y se dirigió hasta ella.
M_ Hazme un sitio Esther –ella obedeció, se hizo a un lado
dejando que Maca ocupara el vacío. La estrechó entre sus
brazos dejándole un beso en la sien-. Descansa.
E_ Gracias.
M_ No me las des...
145 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Durante unos minutos el silencio entre ellas dejó paso al
ruido del agua golpear la cabaña, Esther respiraba a golpes,
las lagrimas caían por su rostro a pesar de no quererlo ella,
la pena de su corazón era tan grande que agradecía la
compañía de Maca a su lado. Llevaban así un rato cuando la
voz de Maca suave, susurrante repleta de ternura le dijo al
oído.
M_ A mí también me gustaría intentarlo, y también me
gusta que me beses, y sé que no es fácil y si, tengo miedo a
tener algo más contigo que una simple atracción –Esther de
repente se quedó muda, quieta como una estatua-. Pero me
gustaría intentarlo.
Hubieron largos segundos de silencio, largos para
Esther, eternos para una Maca que sabía no dormía y lo
peor es que no obtenía respuesta, hasta que Esther se giró,
la miró con los ojos emocionados y buscó en la oscuridad
sus labios, se besaron suavemente y su cabeza buscó el
refugio en el pecho de una Maca que temblaba tanto o más
como Esther.
La noche se les pasó en un duermevela conjunto, a
veces Maca abría sus ojos para ser consciente que quien la
acariciaba, la abrazaba era Esther, que aquel cuerpo que a
veces saltaba sin poder evitar alguna pesadilla, era el suyo,
y en ese momento, las caricias lentas y un pequeño susurro
como si acunara a una niña, salían del corazón de Maca por
un pequeño agujero que se había formado en su gran
146 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Muralla China. Y cuando a la mente de Esther llegaba el
cuerpo inerte de aquel pequeño niño entre sus brazos,
cuando notó como exhalaba su último suspiro en la vida,
abría los ojos sintiendo un miedo desbocado, un miedo
atroz que tan solo se tranquilizaba al notar como los brazos
de Maca rodeaban su cuerpo, tan fuertemente suave que le
daba la tranquilidad que buscaba, sin ella, aquella noche se
hubiera convertido en un infierno, allí, recibiendo su calor
cada vez que abría los ojos se sentía capaz de seguir
adelante, mientras tapó el cuerpo del pequeño, pensó que
se había quedado sin fuerzas, que no podría seguir que no
era lo suficientemente fuerte como para aguantar aquel
mundo de locos, aquella vivencia superaba todo en ella,
pero allí estaba Maca, para darle la fuerza y la seguridad
que tanto anhelaba.
El sol aún no había salido del todo, se mostraba
coqueto, juguetón entre las nubes, parecía perezoso a
dejarse ver con todo su esplendor. Eso pensaba un Vilches
algo melancólico, los últimos acontecimientos y la falta de
escuchar la voz de Cruz, le habían dejado ese día bastante
por los suelos.
M_ Buenos días –le saludó mirándolo fijamente.
V_ Eso espero que sean buenos.
M_ ¿Qué te pasa? –comenzó a preparar un vaso de leche
de almendras que era lo único que podían beber.
147 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Qué me va a pasar?, ¿quizá qué estoy harto de esto?,
¿qué estoy harto de este mundo de mierda que da la
espalda a esta gente?, ¡puede! –se contestó el mismo
dentro de su indignación.
M_ Ya… hoy estamos tocados, pero recuerda Vilches…
debemos seguir es nuestro trabajo, hacer lo que esté
dentro de nuestras posibilidades, aunque esas posibilidades
sean mínimas y nos pongan de los nervios.
V_ Tú lo has dicho. ¿Cómo lo lleva Esther?
M_ De momento duerme, espero que cuando despierte
esté mejor que anoche, aunque imagino que hoy también
será un día duro para ella.
V_ ¿Y eso? –le preguntó al ver que ponía en una especie
de bandeja de madera que Teresa les había puesto, un vaso
de leche con dos bollitos.
M_ ¿Esto? –le preguntó con una sonrisa.
V_ Sí, eso.
M_ Bueno… como está así… he pensado llevarle el
desayuno.
V_ ¡Desayuno en la cama!, uau… -silbó.
M_ Vilches solamente es hoy que esta bajita de moral.
V_ Claro, claro… ¡uy mira un burro acaba de pasar
volando!
M_ Mira que eres tonto ¡eh! –le decía molesta mientras se
daba la vuelta para marcharse.
148 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Por lo menos algo va bien –susurró acomodándose en
el árbol.
En la cama Esther había notado el vacío, su
compañera había desaparecido pero se sentía tan cansada,
tan desbordadamente cansada que pensó en estar un ratito
más allí, cerró los ojos sin dormir, solo necesitaba calmarse,
las palabras de Maca una vez despierta habían aparecido
en su mente como si fuera un torrente de agua fresca. Una
a una las repasaba, se daba cuenta que había jugado con
ella, sonreía mientras alzaba las cejas en señal de “no tiene
remedio”, pero entonces un miedo corría por sus venas,
aquello que quería intentar ¿qué era realmente?, llevar una
relación seria, o amigas con derecho a más roce del
acordado en un principio. Le gustaban sus besos, le gustaba
su compañía, ¿y?. No pudo seguir con sus preguntas porque
oyó como la puerta de la cabaña que hacía un ruido
ensordecedor por mucho cuidado que llevara Maca se abría,
cerró los ojos, ella también sabía jugar.
Al abrir la puerta Maca renegó para sus adentros “La
madre que la parió, tendré que echarle aceite, uf aún nos
quedan como mínimo cuatro días de locura… me gustaría
poder conseguir que esos cuatro días esta cabaña se
convirtiera en un bello palacio para mi Reina. ¡Joder Maca
que cursi estás!, que peligro… que peligro… si es que…
fíjate que carita… ¡ay Maca cuidado no te pierdas
demasiado!, tú ya sabes… poco a poco y con cautelas,
nada de enamorarte!, ¡eso está prohibido!”. Se acercó con
149 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
paso muy sigiloso, sonriendo al verla allí dormida, dejó
sobre el suelo la bandeja poniéndose de rodillas, la miró
sonriendo… le encantaba aquella mujer, le acarició con
cuidado la mejilla y le retiró el flequillo. Esther abrió los
ojos.
M_ Buenos días.
E_ Mmmm, buenos días –se hizo la remolona moviéndose
un poco en aquel catre.
M_ ¿Qué tal has descansado?
E_ A tu lado bien… ¿y tú? –le preguntó sonriendo.
M_ Lo mismo –notó como se ponía colorada y aquello era
nuevo para ella-. Esto… que… te he traído el desayuno.
E_ ¡Vaya eso es todo un detalle por tu parte! –sonreía
sentándose mientras Maca se giraba a por la bandeja, al
volver a su sitio coincidió con el movimiento de Esther que
por un breve segundo mostró sus pechos-. ¡Ey que se te
cae!... estás tontita ¿eh?
M_ ¿Qué? –le preguntó algo turbada sin entender
realmente que le estaba pasando.
E_ Gracias –le acarició la cara con suavidad.
M_ Un placer –le sonrió ante ese gesto-. Lo de patosa se
contagia ¿eh? –Esther sonrió.
E_ ¿Y tú?
M_ Ya me he tomado la mía, tenía mucha hambre.
150 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Cómo vamos de comida?
M_ Para ti mal… al final voy a temer que se hagan
realidad las palabras de Teresa –Esther la miró mientras
masticaba con ansias aquellos bollitos-. Como se nos
acaben las provisiones igual me comes a ti.
E_ Mmm –dijo tratando de hablar con la boca llena.
M_ Tranquila… tranquila… -le decía sonriendo de lado
mientras quien se la comía era ella con los ojos.
E_ No que te quería decir que, con o sin provisiones
pienso comerte igual –le dijo mirándola intensamente a los
ojos con un gracioso juego de cejas.
M_ ¿Ah si? –le preguntó boquiabierta enarcando su ceja
derecha.
E_ Aja –susurró con la comida en la boca.
M_ Interesante –dijo sintiendo como su sangre se
revolucionaba de inmediato, después de contraer la barbilla
y asentir varias veces.
E_ ¿Te lo parece?
M_ Mucho sí… digamos que… es una buena opción no se
me había ocurrido, es más, ahora que recuerdo, no he
desayunado nada más que un triste vaso de leche –decía
poniendo gesto de pena, mientras se iba incorporando ante
la sonrisa de Esther.
E_ Pues yo tengo mucha hambre y no pienso darte mi
bollito –se medio giro para ocultarlo.
151 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¿Quién habla de ese bollito?, ¿eh? –le apartó el bollito
y fue tumbándose sobre ella hasta estar encima-. Yo hablo
de este precioso bollito.
Dicho esto besó su cuello, Esther cerró los ojos
suspirando sus manos pasaron por la cintura de Maca,
quien iba subiendo poco a poco por el cuello, tomó entre
sus labios el lóbulo de la oreja, mientras las manos de
Esther iban subiendo por su espalda tan levemente que a
su pasó sentía como la piel de Maca se erizaba, ambas
suspiraron. Maca se separó y la miró, sus ojos se quedaron
por segundos atrapados, lentamente iba a besar aquellos
labios que se mostraban sonrojados, entreabiertos
dispuestos a recibirla cálidamente. Cuando estaban a un
milímetro de encontrarse el silbato sonó.
M_ ¡Oh no! –susurró apoyando su frente en la de Esther.
E_ El trabajo nos llama –dijo decaída-. Solo espero que no
haya nadie infectado, sobre todo que no hayan niños.
M_ Yo también lo espero, venga levanta.
E_ Espera –le dijo de pronto.
M_ ¿Te encuentras mal? –lo preguntó al ver como se
giraba de golpe.
E_ No, el bollito –decía sonriendo.
M_ ¡Joder! –murmuró mientras salió a toda prisa.
E_ ¡No me lo puedo creer!... ¡uf como me pone! –
resoplaba mientras se comía de un solo bocado el bollito.
152 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¿Qué tenemos Vilches?
V_ Mala hostia –ante la mirada de Maca dijo-. ¡Ah tú dices
de refugiados!, nada.
M_ ¿Y entonces?
E_ Hola… ya estoy aquí –decía algo nerviosa arreglándose
un poco la camisa.
V_ Quería comprobar si estabais bien.
M_ Cabrón –le dijo entre dientes ante su sonrisa de
medio lado.
V_ Si, esto es como cuando iban mis hijos a clase y daban
la señal de incendio, todos corrían, y Guillermo el último en
salir, ¿por qué?, porque estaba escondido por cualquier
armario haciendo manitas… vosotras igual.
M_ No tienes arreglo.
V_ Lo sé… lo sé… pero y con que caritas habéis salido.
E_ Eso tiene un nombre Vilches, envidia –dijo sin
esperarlo los otros dos Esther-. ¡Y es injusto!
Entonces se miraron los tres, y comenzaron a reír de
buena gana, liberaban una tensión que llevaban clavada en
el alma, pronto las sonrisas se fueron volviendo carcajadas,
y acabaron siendo lagrimas.
V_ Esto es lo bueno de trabajar con dos locas.
M_ Lo mismo digo, tener un jefe como una cabra está de
puta madre.
153 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Bueno… voy a ducharme y… tendré que… bueno
desinfectar.
V_ Ya lo hice yo –como si de golpe volvieran a la realidad,
la cruda realidad, los tres cambiaron el rostro, la seriedad
en ellos daba muestras de que seguían tocados en el
fondo-. Bueno… esperemos que no tengamos que volver a
desinfectar nada.
M_ Ve Esther yo me ocupo de la cabaña y si nos da
tiempo ponte protección de esa carísima que has traído y
tomamos el sol en pantalones cortos.
V_ Tú no estás bien de la cabeza, el sonrisitas se muere si
la ve tumbadita tomando el sol.
M_ Es verdad... tengo al sonrisitas atravesado Vilches.
E_ ¡Vaya par! –renegó saliendo hacia la cabaña.
V_ Cierra la boca.
M_ ¿Sabes una cosa? –le miraba el culo-. Me encanta.
V_ Ay que joderse.
Cuando Esther terminó de ducharse, llegó a la cabaña
dispuesta a recoger sus cosas y unirse a sus compañeros, al
abrir, vio sobre su cama una flor, extraña, de un color
violeta intenso y en las puntas rosáceo, era como si con esa
visión de aquel regalo de Maca, alguien hubiera destapado
una lata, y en el interior un cúmulo de emociones y
sentimientos salieran como necesitados de expandirse,
expansionarse alrededor, la cogió entre sus manos
154 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mientras unas lagrimas le caían por sus mejillas, la olió,
desprendía un perfume suave pero intenso, cerró los ojos y
escuchó tras ella mientras unas manos rodeaban su cintura.
M_ Me recuerda a ti, tú eres como ella, es especial, casi
única, tiene un olor maravilloso, y es hermosa –le decía
mientras la balanceaba con suavidad- Y si la miras mucho
acabas como tontita, y ni te cuento si la acercas a tu piel...
es suave como tú
E_ Vaya… -le dijo emocionada.
M_ Eh… peque… ¿por qué lloras? –la giró y le puso su
mano en la barbilla.
E_ Maca, lo siento es que nadie había hecho esto por mí
antes, quiero decir –se subía los mocos como podía y
mientras la miraba le dijo-. Nadie me había dicho algo así...
pero bueno... mira... debo estar horrible.
M_ Estás preciosa –le sonrió.
E_ No quiero volver a ver un niño morir en mis brazos
Maca… ¿crees que estoy preparada para estar aquí?, tengo
miedo –le dijo con una necesidad brutal.
M_ No digas eso, el primer niño, la primera persona,
siempre te lleva a pensar que no lo vas a soportar.
E_ Es que si no hubiera sido por ti, si no hubieras estado a
mi lado… ¿y si no estoy preparada como dijo Vilches? –la
miró con el miedo en sus ojos.
155 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Claro que lo estás… -le dijo con pleno convencimiento
mirándola con el ceño fruncido-. Solo que llevamos tres días
aquí, intensos, no descansamos, solo hemos tenido tres
casos pero uno ha sido un niño, es lo más duro de trabajar
en África te lo aseguro.
E_ Maca… -escondió su cabeza en el pecho de la médico.
M_ Venga Esther… -le provocaba tanta ternura hasta ese
momento no había sido consciente de aquel sentimiento
que nacía en ella cada vez más fuertemente-. Escúchame,
no quiero que vuelvas a dudar de si vales para estar aquí,
vales y mucho, ¿entendido?
E_ Vas a pensar que soy tonta.
M_ No, pienso que eres maravillosamente sensible… a
pesar de lo que vas a sufrir aquí, me gustaría que esa parte
de ti no cambiara.
E_ ¡Uf… es preciosa! –dijo como escape ya que no podía
decir nada más.
M_ Como tú.
Entonces volvió a sonar el silbato, varias veces, se
miraron alzando las cejas con ganas de poderse entregar
un beso tranquilo y entregado, pero lejos de ello, Esther
depositó la flor donde la había encontrado y con una
sonrisa de Maca que le transmitía todo el apoyo que podía,
pasó por delante sin tiempo que perder.
V_ Chicas… ¡animo qué son un buen grupo!
156 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Joder y tanto –dijo mirando hacia el lugar de donde
provenían.
V_ Vamos a tener que turnarnos, ¿de acuerdo? –los gritos
de la gente comenzaban a llegarles nítidamente-. Bueno…
si alguna sabe rezar que empiece.
La cola que se formó era grandiosa, hombres con
media casa en carretas, mujeres con colchones en su
cabeza, otras con ropa en un fardo, niños llorando
hambrientos, sedientos. Todos llegaban con el mismo gesto
de abandono, con el mismo gesto de tristeza, allí Esther los
veía llegar, casi pelearse por pasar primero, ante el
desorden que surgió, rápidamente llegaron los refuerzos
militares, la gente al verlos, se detenía, se callaba y todo
eso pasaba por los ojos de Esther que se había quedado
paralizada ante la aglomeración de gente allí.
M_ Venga Esther, vamos –le apretó el brazo en señal de
muestra de apoyo.
El trabajo fue duro, el sol ya había decidido justamente
en ese momento que ellos comenzaban a trabajar, a
aparecer en su máximo esplendor, apretaba con fuerza,
radiaba con una intensidad que el sudor molestaba, hasta
casi producir mareo. Los militares finalmente consiguieron
una especie de tela y con ingenio pudieron apañarla allí
para que actuara de parasol. Mientras los mismos militares
decidieron encargarse del agua, para aligerar un poco la
cola que se estaba formando. Aun así, el panorama era
157 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
desolador. Llevaban ya siete personas atendidas, cuando se
oyeron unos gritos de un hombre, todos miraron hacia el
lugar, los militares apuntaron con los fusiles, el hombre
hacía aspavientos sin parar.
V_ ¿Qué le pasa?
M_ No lo sé está señalando algo, voy a ver –respondió
dejando su puesto.
V_ Ni se te ocurra.
M_ Vilches es una mujer –dijo saliendo abriéndose paso
entre la fila.
V_ ¡Mierda! –renegó pues Maca se había metido entre la
gente que empujaba por entrar.
E_ Voy con ella.
V_ Tú no te mueves de aquí –se mostraba nervioso con su
frente fruncida.
E_ Vamos protegidas Vilches.
V_ ¿De la rabia de la gente?. ¡Tú militar!, ¡por favor
protege a mi médico! –le dijo a un militar que salió con el
fusil en su mano y la gente le fue haciendo un pasillo.
M_ ¡Vilches está a punto de parir, necesito a Esther!
V_ Traerla Maca ¡por favor!... entra aquí ¡estás loca! –le
recriminaba sin verla solo la oía.
E_ Vilches... déjame ir –le decía con los ojos repletos de
miedo y un nerviosismo exasperado.
158 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ No.
M_ Vilches... preparar la sala de parto, que el niño viene
ya... y la madre tiene problemas.
V_ Cerrar la alambrada –dijo pesaroso sabía que aquello
aún enfurecería más a la gente y debía esperar a que al
menos Maca estuviera dentro-. Cuando entre ella.
E_ Voy preparando las cosas –se marchó de allí a preparar
la mesa donde ya habían traído al mundo al hijo de Kima.
V_ Dejen paso... paso... –decía haciendo aspavientos
mientras veía como Maca acompañada del hombre y el
militar traían a la mujer-. ¡Maca la mascarilla!
M_ Lo siento me la han arrancado.
V_ Joder... de esta no nos libra nadie.
M_ Vilches tiene el pulso muy débil. ¿Dónde está Esther?
V_ Lo está preparando todo, cerrar la alambrada ¡hostias!
–gritó enfadado consigo mismo y con el resto del mundo.
M_ No podemos parar Vilches, vienen muchos más.
V_ ¿Y qué pretendes qué haga, eh? –estaba realmente
molesto.
E_ Aquí, ya está todo preparado.
M_ Sigue tú... sigue tú y en cuanto acabe voy...
V_ Joder... –renegó con rabia-. Ponte una mascarilla.
E_ Maca está sangrando abundantemente.
159 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Lo sé... lo sé... –se oían desde allí los gritos de la gente
pidiendo ayuda.
E_ Es una pesadilla –susurró.
M_ Olvídate de todo y ayúdame.
E_ De acuerdo...
Allí se quedaron con la mujer que no tuvo mayores
complicaciones para parir que luchar contra su propio
cansancio, el hombre a su lado sin separarse de ella,
sonreía mostrando sus dientes como perlas. El gotero,
secarle el sudor, Esther era una estupendo ayudante para
esos casos, una vez nació el niño lo cogió sabiendo cual era
el ritual, se dio prisa para dejarlo limpio, y envuelto en una
toalla se lo entregó a la madre, sin poder evitar sentir ese
pellizco de rabia en la vida, por lo que la noche anterior
habían tenido que perder.
Al salir, una vez pasado la tensión con la mujer, se
llevó al marido para que Vilches lo revisara, las cosas
parecían estar al borde del caos, la gente seguía pidiendo
por clemencia agua, alimento, y ellos de manos atadas sin
poder hacer otra cosa que lo que hacían.
E_ Vilches déjame que les dé agua.
M_ Es una locura Esther, se echan encima, a mí me han
roto la bata y me ha quitado la mascarilla.
E_ Que venga un militar conmigo –decía preocupada.
V_ No podemos arriesgarnos Esther, no se puede y ya...
160 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Siguieron trabajando, llevaban algo más de cuatro
horas intensas allí, sus rostros, sus músculos, todo
comenzaba a resentirse justo cuando oyeron un camión
llegar. Se dieron la vuelta y agradecieron ver a dos médicos
más, y una enfermera todos, con el chaleco de la Cruz Roja.
V_ Menos mal... no podemos con todo –le dijo al primer
hombre que llegó para presentarse.
Pi_ Mi nombre Pietro.
V_ Bienvenido Pietro... ¿traéis más instrumental?
Pi_ Sí, te presento a Luca, doctor y Liliana enfermera.
V_ Maca y Esther, yo soy Vilches.
Pi_ Vamos allá.
Una vez finalizadas las presentaciones, comenzaron a
trabajar los otros tres también, abrieron un trozo más de
alambrada y los pobres seres humanos que casi
desfallecían por el calor y el sol que les daba de pleno sin
nada donde poder refugiarse, agradecieron aquel gesto.
También habían traído agua y con decisión Luca, el doctor
le dijo algo a su compañero.
Pi_ Vilches Luca va a dar agua.
V_ Que lo acompañen los militares.
Pi_ De acuerdo.
La gente recibía el agua como si con ello les dieran
más vida, el trabajo era continuado pero al menos ya no
escuchaban voces. Cuando el cansancio empezó a hacer
161 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mella en los tres cooperantes de Médicos sin Fronteras,
Vilches habló con Maca para que ella y Esther y uno de los
dos médicos descansaran con ellas. Así determinaron que
fuera como ellas Luca que tras luchar con los que estaban
al otro lado de la alambrada volvió exhausto. Juntos se
fueron hasta la sombra del árbol, el chico más o menos
sobre unos cuarenta años, moreno, de facciones bien
marcadas y barba de dos días, sacó una mochila y se
acercó a ellas que trataban de encontrar una variedad
entre las latas que les quedaban.
L_ Permiso bambinas –Maca se giró insofacto, aquel tono
no le gustó demasiado, Esther lo miró algo apática, y muy
cansada-. Aquí trajimos algo de pasta para nuestros
compañeros.
E_ Gracias... la verdad que estoy un poco harta de las
latas –sonrió.
L_ Imagino –le devolvió una hermosa sonrisa que
reflejaba amabilidad.
E_ Mmmm que buena pinta tiene esto –decía sentándose
junto al hombre.
L_ Me alegro bella bambina que te guste.
E_ A estas alturas me va a gustar un macarrón puesto
sobre una piedra –él sonrió-. Maca ¿tú quieres?
M_ No, yo me quedo con mi lata –su gesto era bastante
tranquilo aunque su voz sonó algo acerada.
162 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
L_ ¿De qué parte de España eres, Esther? –le preguntó
como si dudara de su nombre.
E_ Sí Esther –le sonrió.
L_ Oh, mi bella madonna como se agradece una sonrisa
como la tuya en un lugar así –sonreía con su mano en el
pecho.
E_ Gracias –lo miró algo sonrojada-. Soy de Madrid. ¿Y tú?
L_ Milán.
E_ El año pasado estuve en Milán, preciosa ciudad –
trataba de mantener una conversación que por un
momento le dejara tener su mente en blanco, demasiados
problemas juntos, demasiadas emociones.
L_ Para mí, la mas bella di mondo.
E_ Si... oye Maca no quieres probarlos están de muerte –
le dijo ante su pesado silencio.
M_ No, gracias... no sé me da muy bien la pasta.
L_ Oh... eso es un pecado.
M_ Más pecado es querer ser gracioso y no tener gracia –
le dijo sonriendo algo cínica.
E_ Esto... ¿hace mucho que estás aquí?, en África –trató
de intermediar.
L_ Certo, dos años... duros años...
E_ Ya.
L_ ¿Tú?
163 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Pues ha perdido la cuenta –dijo volviendo a sonreír y
haciendo que él sonriera-. Creo que veinte días o por ahí.
L_ ¡Vaya te tocó esto, ya!
E_ Si –asintió algo cortada mirando hacia Maca-. Pero
tengo muy buenos compañeros, me lo hacen más sencillo.
L_ Entiendo –asintió él también miró a Maca-. ¿Maca?
M_ Así me llaman, sí –le respondió con cierto tono ácido.
L_ ¿Tú mucho tiempo?
M_ Oh si... mucho... –exageró.
E_ ¿Qué es eso? –le preguntó pues le estaba haciendo
sentirse incómoda con su estado borde.
L_ Un rico postre de dikongo y caña de azúcar.
E_ ¿Puedo probar? –sonreía al pensar en que podía comer
plátano y eso le daría más fuerzas.
L_ Es postre para una bella dama.
E_ Gracias –le dijo turbada.
M_ ¡Oye tú!... ¿no te cansas de hacer el payaso? –le
espetó de golpe al hombre que la miró con gesto ofendido-
Si hombre, ¿no te cansas nunca de decir tanta tontería?
E_ Maca.
L_ ¿Acaso decir a Esther que es hermosa, es una tontería?
V_ ¡Maca, Esther!
164 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Ya vamos... no, tienes razón, Esther es hermosa, tú
eres la tontería –le apuntó con el dedo índice.
L_ Si fueras un hombre...
M_ ¿Qué?, ¿me partirías la cara? –lo miró desafiante
enarcando su ceja derecha.
E_ Maca ya está bien por favor...
M_ Claro Esther... claro que está bien –se levantó y se fue.
L_ Gilipollas –susurró.
E_ Tampoco te pases –le dijo enfadada comiéndose el
postre a toda prisa.
Hasta el puesto donde guardaban la ropa de
protección llegó Esther, su gesto era de cierto desconcierto,
la reacción de Maca no era para ella esperada, era cierto
que aquel pelma se había pasado con tanta insistencia con
ella. “¡Un momento!”, pensó, “igual se ha sentido
desplazada, ella es la devora mujeres... ¿se habrá
molestado por eso?, ¡qué infantil soy!, lo mejor es no darle
ninguna importancia”.
E_ ¿Dónde está Maca, Vilches?
V_ ¡Y yo que sé!... de momento ninguno... crucemos los
dedos –le dijo al respecto de todos los que habían ido
pasando.
E_ Anda ve a descansar se te nota muy cansado.
V_ Gracias por preocuparte por mí –le sonrió de lado.
165 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Esther miraba a su alrededor, era extraño que Maca no
estuviera, así que fue hasta el hospital, al pasar por delante
de la puerta del lavabo que ellas usaban, oyó su esfuerzo y
se quedó perpleja. La voz de Maca llegó a ella nítidamente:
M_ el ébola se manifiesta de muchas maneras... más que
nada son sangrados, pero suele comenzar con vómitos,
dolores de cabeza...
Todo su cuerpo tiritó de miedo, a Maca el día anterior
le dolía la cabeza, ahora vomitaba, tenía muy mal aspecto,
bueno ella misma lo tenía, su miedo era atroz pero no quiso
mostrarlo cuando vio como Maca salía con los ojos aún
llorosos del sobre esfuerzo que se notaba había hecho. Al
verla allí la miró con algo de malestar que indujo
rápidamente a Esther a disculparse.
E_ Te estaba buscando Maca... –se acercó hasta ella
quitándose el guante y tocándole la frente-. Estás
sudando... ¿has vomitado?
M_ Sí... un poco –hizo un gesto de malestar.
E_ Ve acuéstate un rato.. descansa.
M_ No, no se me pasara, me ha debido sentar mal la
comida.
E_ Eso ha sido el italiano... más pelma –le dijo sonriente
aunque por dentro tenía una necesidad de gritar que le
empujaba a apretar sus puños para no hacerlo.
M_ Pues tú parecías encantada.
166 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¡Mujer!, como no iba a estarlo, si te tiene a ti delante
que eres tan guapa, y me piropea a mí, ¡eso francamente
es como para estarlo, no!
M_ Muy graciosa.
E_ ¿Molesta? –sonrió.
M_ Un poco –la miró de reojo.
E_ ¿Qué puedo hacer para compensar ese malestar? –
sonreía.
M_ Luego hablamos.
E_ Vale, luego de que te acuestes un rato y descanses,
ahora somos más y podemos llevarlo mejor.
M_ No, no... debe ser un poco de italianitis aguda, porque
en mi territorio no se mete nadie, y tú eres mía. ¿Entendido,
peque? –le tocó la nariz.
E_ ¡Ah, soy parte de tu territorio!, además de altiva
posesiva... ¡menuda pieza me ha tocado en suerte!
M_ Lo vas a pagar caro –le dijo entre cerrando los ojos.
E_ Me encanta –pero cuando la vio andar delante suyo
sintió un pinchazo agudo en su alma. “No puede ser... no
nos puede pasar a nosotros... estás muy susceptible
Esther”.
Siguieron por tres horas más, ningún caso todo
satisfactorio, a parte de alguna infección que más tarde en
el campo les tratarían, heridas superficiales, síntomas de
hambruna por los días caminando, deshidrataciones, nada
167 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
más. Al terminar, todos echaron sus batas, sus guantes,
mascarillas a la hoguera de la purificación como le había
llamado Pietro.
V_ ¿Os vais ya?, iba a sacar un poco de whisky y así
brindamos –dijo con ironía.
Pi_ Si nos vamos sí... creo que debemos descansar, allí se
nos acumula el trabajo.
V_ Con gusto iríamos a ayudaros pero... –elevó los
hombros en señal de lastima.
L_ Pues yo espero que si vengas a visitarnos bella dama –
le dijo bajito en el oído a Esther, nadie más que ella lo
escuchó.
E_ Lo siento pero no creo que pueda, aquí estamos
desbordados –entonces sintió la mirada de Maca.
L_ ¿Puedo visitarte yo?, me encanta esa sonrisa... me
gustaría saber más de ti.
E_ No hay mucho que saber, te agradezco tu amabilidad
pero...
L_ Preparo unas cenas sorpresas que te aseguro te
quedarías con la boca abierta.
E_ Yo también tengo sorpresas que te dejarían con la
boca abierta –le dijo sonriendo notando como Maca se
cabreaba más.
L_ ¿Ah si?... me gustan las mujeres como tú.
E_ Compartimos algo, ¿ves a mi doctora?
168 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
L_ La engreída esa, sí.
E_ Pues a mi me gustan las mujeres como ella –le musitó
muy cerca del oído haciendo que Maca se encendiera y
fuera hacia ellos.
L_ Porca miseria –susurró.
E_ Ya ves... hola Maca... –le sonrió ampliamente.
L_ Me voy, ciao.
E_ ¿Cómo estás?
M_ ¿Qué le ha pasado?, ¿ha huido? –sonreía incrédula.
E_ Sí me gusta más mi militar sonrisitas que este pesao. Y
ahora... a descansar –le cogía del brazo para marcharse
hasta la cabaña.
M_ ¿Qué le has dicho? –la detuvo en seco.
E_ Nada... bueno, vale... le he dicho que yo soy de tu
propiedad privada, que no te gusta que nadie invada tu
territorio y que la última vez que alguien lo invadió,
resultó... ¡chas!, capado.
M_ Estás loca –la miraba con una sonrisa en sus labios,
entre incrédula y adorada.
E_ Aunque... deberías explicarme realmente que somos.
M_ ¿Cómo qué... que somos? –la miraba negando con la
cabeza.
E_ Exacto, si hay algo que no soporto es que nadie se
crea que me puede mandar, no soporto a la gente que es
169 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
posesiva, y tú, según me aseguraste no lo eras, ¿no?, ¿o me
engañaste?
M_ Bueno... estamos a la paz... tú tampoco lo eras ¿no?
E_ ¿Y?, ¿yo cuándo he dicho o hecho algo que demuestre
lo contrario?
M_ A Carolina si hubieras podido, la hubieras traspasado
con tu mirada... ¡yo no soy celosa dijiste!
E_ Yo nunca he dicho eso –se defendió.
M_ Yo tampoco lo he dicho, todo son imaginaciones tuyas.
Ahora bien, nadie toca lo que es mío, y tú, eres mía –le dijo
sonriente mirándola a los labios, entonces miró a un lado
donde los militares estaban y enarcó una ceja-. ¿Vamos a la
cabaña?
E_ Tengo cosas que hacer –le dijo seria rascándose la
cabeza.
M_ ¿Qué cosas?
E_ Echar piedras al río –se miraron y dieron una carcajada
tan fuerte que todos las miraron y al hacerlo vieron a dos
mujeres blancas abrazarse con fuerza-. Vale, soy celosa,
mucho... tú has despertado los celos que nunca tuve.
M_ Me alegro... tú has despertado en mí el derecho a la
propiedad.
E_ ¡Pero serás! –le golpeó en el brazo graciosamente.
M_ ¡Au!
170 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¡Eh vosotras!, ¿dónde creéis que vais? –les dijo
poniéndose en jarras.
M_ Vamos a descansar.
V_ ¿Yo voy a descansar?, ¿he dicho algo de descansar? –
miraba atónito a ambas-. Pues a trabajar.
E_ Vale... yo te ayudo, Maca que descanse.
M_ ¿Qué pasa no puedo ayudar?
E_ No, tú a descansar.
M_ Está bien, celosa, marimandona, ¡menuda pieza me
ha tocado en suerte! –se fue renegando.
E_ Vilches ¿podemos hablar?
V_ Claro sentémonos que no me noto los pies. ¿Qué te
pasa?, yo no soy Teresa para dar consejos de señorita
Pepins.
E_ No es eso –sonrió nerviosa-. Es Maca...
V_ ¿Qué te ha hecho esa poca cabeza?
E_ Ayer le dolía la cabeza, y ahora acaba de vomitar –la
mirada de Vilches la aterró más aún-. No te ha dicho nada...
dice que le ha sentado mal la comida pero...
V_ Joder... –cerró los ojos asustado-. No me jodas Esther...
no me jodas...
Maca se había acostado en el catre de bambú, suspirando
profundamente se sentía agotada, sin fuerzas, la situación
se había complicado bastante, cuando salieron de su aldea
171 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
pensaban que iba a ser duro, pero no como lo estaba
siendo. Ante Esther quería mostrarse fuerte, no quería que
la viera afectada por la muerte de aquel pequeño, no quería
que adivinara que estaba muerta de miedo, que tres casos
eran más de los que había vivido, y que estaba segura
llegarían más. No quería demostrarle que se moría de
miedo por el paso que había dado con ella, que lo había
hecho a ciegas, echándose del avión sin paracaídas, que no
quería fallarle y que cuando le preguntó ¿qué somos?, con
esa voz maravillosa, con esa sonrisa mágica, con esa
ternura que desprendía, no se atrevió a decirle no lo sé, no
sé que somos, solo sé que quiero estar así, a tu lado. El
miedo le iba venciendo terreno en su alma, en su corazón, y
en ese momento, más que nunca echaba de menos a
Teresa, la necesitaba, para decirle las palabras justas, que
Esther no tenía nada que le hiciera parecerse a Julia, y que
debía intentarlo, al menos eso se lo trataba de repetir en su
cabeza.
La voz de Vilches la hizo sobresaltarse, sin duda no iba
a descansar, debían haber llegado más refugiados, y ella,
no tenía fuerzas ni para levantarse. Abrió la puerta tras una
exhalación profunda y allí se los encontró a los dos, con
rostros serios.
M_ ¿Qué pasa?
V_ Pasa que no me has dicho nada de vómitos –le dijo
enfadado.
172 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Vilches... –se medio quejo mirando a Esther con algo
de enfado.
V_ Pasa que ayer te dolía la cabeza, pasa que voy a
reconocerte.
M_ Por favor... estoy con la regla, es todo normal.
V_ ¿Te tocaba? –le preguntó con el gesto serio.
M_ Se me ha adelantado –dijo con cautela al ver su gesto
se quejó abriendo los brazos-. ¡Vamos Vilches!
V_ Al hospital... te doy dos minutos para que llegues.
M_ ¿Por qué le has dicho nada, eh? –le riñó sin querer.
E_ Maca... es mi deber decirlo... estoy segura que no será
nada.
M_ Pues si estás segura que no es nada, ¡haberte callado
la boca!
E_ Deja de ser egoísta, ¡quieres!
M_ ¿Egoísta? –la miró sin entender.
E_ Sí, deja de pensar en ti nada más... ya es hora que
dejes que los demás nos preocupemos de ti.
M_ No lo necesito, ¡gracias!
Hecha una furia llegó hasta el hospital, allí un Vilches
con gesto realmente preocupado la esperaba. Verlo así le
impactó, tras ella se detuvo Esther.
V_ Voy a reconocerte.
173 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Pero Vilches... por el amor de Dios. No he hecho nada
que no entrará dentro del protocolo, no he tocado a nadie
sin guantes, llevamos cuatro días aquí no es tiempo
suficiente para desarrollar el virus, no te dejes guiar por la
paranoia de Esther –le decía al punto de la histeria.
V_ Maca voy a reconocerte y punto.
M_ Joder... ¡pero no te das cuenta! –las venas de la
garganta se marcaron.
V_ Me doy cuenta que estás mal.
M_ ¿Ah y tú no?, ¿os habéis mirado en un espejo, coño? –
decía fuera de sí-. Vale te vas a quedar más tranquilo, ale...
reconóceme.
E_ Yo no estoy paranoica, solo me preocupo por ti.
M_ Perdona... he vomitado una vez, y la culpa la tienes tú.
E_ ¿Yo? –le preguntó atónita.
M_ Sí, tú ¿o ya no te acuerdas del? ahhh ahhhhhh –no
pudo acabar la frase porque Vilches le metió un palo en la
boca para revisarla pero ella trataba de seguir hablando
ofuscada y porque no decirlo, muerta de miedo... sus
síntomas podían llevar a confusión, hasta a ella misma-.
Ahhah aggggg.
V_ Cállate haz el favor, no hay manera de reconocerte.
E_ Desde luego... encima que me preocupo por ti me
llamas paranoica –le dijo realmente enfadada.
M_ Ahahaha –movía el dedo hacia Esther-. Mmm ahhh.
174 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¡Te quieres callar que no veo!, ¡pareces Mona, leche!
M_ Joder –protestó nerviosa-. ¡Estáis locos!, ambos...
¿pero qué os pasa?
V_ A ver –resopló-. Vale igual nos estamos pasando –dijo
finalmente.
M_ Creo que estamos cansados y deberíamos pensar con
un poco más de cordura...
E_ Lo siento –dijo al ver el gesto de calma de Vilches.
V_ Déjame que te siga reconociendo.
M_ Vilches no tiene lógica por favor... ¿cómo voy a tener
el ébola?, piensa un momento.
V_ Si... tienes razón –se frotaba la frente.
M_ Vale... estamos cansados.. eso es todo –les dijo
mirándolos a los dos alternativamente.
E_ Lo siento... pensé que... lo siento –salió de allí con
gesto apenado.
V_ No tiene la culpa de haber sentido miedo Maca.
M_ Lo sé... Vilches por favor descansa, has perdido los
papeles.
V_ No quiero volver a pasar por lo mismo.
M_ Yo tampoco... pero así lo único que nos va a pasar es
que al final vamos a perder la concentración en lo que
debemos tener claro, nosotros, si estamos mal es más fácil
cometer un error.
175 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Hoy ha sido un día duro.
M_ Por eso... necesitamos descansar, deja los informes
para mañana, no va a pasar nada, no creo que sean los
últimos que hagamos, ¿no crees?
V_ Está bien... ¿estás segura que has vomitado por la
regla? –le preguntó alzando una ceja.
M_ Sí Vilches me estoy tomando calmantes, imagino que
debo estar floja y eso es todo.
V_ Está bien –asentía algo nervioso, sin duda se había
dejado arrastrar por el miedo-. No seas dura con ella.
M_ Para nada.
V_ Se ha preocupado por ti.
M_ Lo que pasa es que no quiere perderme sin probarme
bien –le guiñó un ojo y le entregó una sonrisa que le ayudó
más que darse cuenta que estaba limpia del virus-. Yo me
quedo vigilando, descansa.
Así lo hizo, Vilches se marchó y la dejó sola, se apoyó
en la camilla resoplando con fuerza, el miedo es libre sin
duda, y ella lo reconocía en si misma, ¿cómo no iba a estar
asustada Esther?
M_ “Que mona... se ha preocupado por mí” –murmuraba
para sí.
La buscó y la encontró en el río echando piedras, con
fuerza, la observaba con una sonrisa tímida, esas sonrisas
que no quieren demostrar que pueden ser amplias porque
176 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
así se sienten, sino, quieren tener algo que esconden bajo
control, y en el caso de Maca, ese control, no le era fácil
desempeñarlo. Esther no había escuchado sus pasos
aunque suponía que iba a llegar.
M_ Es una buena descarga de adrenalina, pero te deja el
hombro destrozado –se acercaba a ella dejando una
distancia prudencial.
E_ ¿Aún sigues pensando qué estoy preparada para estar
aquí? –echó una piedra con toda su fuerza, que rebotó
varias veces sobre el agua para perderse finalmente en el
fondo.
M_ ¡Nunca he conseguido que rebote tanto! –decía
realmente sorprendida.
E_ No te burles.
M_ No me burlo.
E_ Ya –se giró para marcharse pasando junto a Maca pero
su mano sujetando el brazo de la enfermera la detuvo.
M_ Oye.
E_ ¿Qué?, ¡he metido la pata, lo siento!; me asuste, tienes
mala cara y vale reconozco que... no debí decirle a Vilches
debí...
M_ Esther, has hecho bien si es lo que tú pensabas que
era lo mejor, ¿vale?. Siento lo de antes creo que hemos
perdido los nervios todos. Y no lo sientas más, ven aquí –la
177 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
llevó de su mano hasta una piedra que había cerca del río y
la obligó a sentarse a su lado-. Venga, siéntate.
E_ Me siento estúpida... –le dijo de repente.
M_ Estás cansada como lo estamos todos, es normal,
verás... hace cuatro años salimos a un misión como esta, no
fue tan aparatosa pero... era el ébola, igual. En aquel
momento en nuestro grupo había una voluntaria holandesa,
era médica y se estaba especializando en el área de
epidemiología, no es normal que una voluntaria nos
acompañe en estas misiones porque son realmente
peligrosas ya lo ves, pero insistió y tras recibir un permiso
especial, se vino –suspiró y los ojos se le nublaron mientras
miraba el suelo-. Estuvimos tres días y tan solo un caso de
ébola, no hicimos cuarentena porque habíamos tomado
todas las precauciones, pero cuando volvíamos era en el
Norte tardamos cuatro días en volver, comenzó a sentirse
mal, y... desarrolló el virus, Vilches, yo y la enfermera que
estaba en ese momento, no podíamos dar crédito a aquella
situación, lo pasamos realmente mal, se nos murió sin
poder hacer nada prácticamente, fue un golpe muy duro
para todos, por eso soy tan meticulosa contigo, porque
vivía la experiencia de perder a una amiga, sin poder hacer
nada –entonces la miró sus ojos estaban completamente
anegados por la tristeza- Entiendo tu preocupación,
entiende tú ahora la reacción de Vilches, cuando salimos
dijo aquello, de abandonarnos si nos pasaba algo, es muy
duro Esther, y yo no soportaría volver a pasar aquello.
178 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Lo siento, debió ser muy fuerte, lo imagino –negó con
la cabeza.
M_ Mucho. ¿Pero sabes qué?
E_ ¿Qué?
M_ Me alegro que te preocupes por mí, si –asintió
contrayendo la barbilla-. Eso es un tanto a tu favor.
E_ Idiota –murmuro sonriendo.
M_ Eres buena Esther, muy buena en esto, aprendes muy
rápido y no quiero que dudes en nada, todos nos
equivocamos... ¿vale peque?
E_ Vale. Pobre Vilches.
M_ Si es que en el fondo no podéis vivir sin mí, ya lo sé.
E_ Ayyyy eres repelente.
M_ ¿Cómo los repele mosquitos?, pues te advierto que me
encantaría ahora mismo chupar la sangre de tu cuello –
Esther se mordió el labio sonriendo-. ¿Vamos?
E_ ¿Adónde?
M_ A la cabaña de momento... luego veremos que se nos
ocurre hacer –le musitaba con esa voz que la derretía.
E_ ¡Pero si estás muerta!
M_ Aún así, sigo estando divina e irresistible.
E_ Anda tira... ¡que cruz!
Entraron a la cabaña y decidieron acostarse cada una
en su catre de bambú, los nervios y el cansancio eran
179 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
necesarios aplacarlos descansando bien, se durmieron
mirándose con una ligera sonrisa en los labios. Otra vez
todo bajo control, otra vez todo descontrolado,
maravillosamente descontrolado para ambas en lo que se
refería a su interior.
Un sonido fuerte las despertó, tras ese sonido
nuevamente el silbato, se levantaron a la vez, miraron por
la ventana y después se quedaron mirándose con temor.
M_ ¿Es de día?
E_ Joder Maca... nos hemos dormido –dijo mirando la
hora.
M_ ¡Mierda!
Salieron corriendo y allí las esperaba Vilches, las miró
a las dos.
V_ Os veo muy bien chicas... ¿habéis descansado, eh?
M_ ¿Por qué no nos llamaste? –comenzó con el ritual de la
protección.
V_ Porque os quiero frescas, han llamado que nos llegan
otra vez un buen grupo.
E_ ¿Vienen los de la Cruz Roja?
V_ De momento no, parece ser que van escalonados los
grupos, así que... tranquilidad, con un poco de suerte solo
nos quedan cuatro días más.
M_ Sólo... tú lo has dicho –sonrió.
180 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Preparadas?
Era cierto, la gente comenzó a llegar, pero
contrariamente al grupo anterior, no alzaban la voz, no
gritaban, no pedían agua, ni ayuda. Algo extraño porque se
suponía que venían por el mismo camino, y debían llevar
los mismos días de cansancio. Todo transcurría normal, los
niños, las mujeres, todos se dejaban revisar sin problema,
Esther repartía sonrisas, al mismo tiempo que material a
uno y otro, Vilches y Maca, trabajaban con toda la
concentración que podían, que el calor les dejaba.
V_ ¿Todo bien Maca?
M_ De momento sí –dijo casi triunfal.
E_ Han pasado veinte personas –añadió Esther.
M_ A este ritmo, podemos pasarnos toda la mañana...
V_ Ni lo dudes.
Vilches terminaba de reconocer a un hombre, se
esperó allí ya que la mujer y sus dos hijos venían detrás,
Maca iba a reconocer a la mujer cuando algo en su brazo le
llamó la atención, su gesto fue captado por Esther, Maca
apartó a los niños de la mujer, el hombre se puso tensó
observando lo que aquella blanca estaba haciendo, Vilches
vio el movimiento. Y Maca confirmó.
M_ Uno Vilches, tengo uno –Esther cerró los ojos, los
militares se levantaron las mascarillas, y la gente se separó
181 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
murmurando al ver a la blanca como no dejaba pasar a la
mujer.
V_ De acuerdo, Esther.
E_ Si... vamos –le dijo a la mujer.
Entonces todo se precipitó, nadie supo como, el
hombre que vio como Esther tomaba con precaución a su
mujer y los dos niños eran apartados por Maca, se precipitó
hacia ellas, apartó de un golpe a Esther, y comenzó a pegar
a su propia mujer.
V_ ¡Pero qué haces! –no le extrañaba la reacción pero
siempre le casaba pavor.
E_ ¡Déjala! –le gritó Esther tratando de retener al hombre.
M_ ¡Cuidado Esther! –no llegó a tiempo el grito de Maca
que aguantaba a los niños que habían comenzado a llorar al
ver como su madre tendida en el suelo recibía golpes del
hombre. Esther salió mal parada, llevándose un golpe en la
cara-. ¡Esther!
V_ Suéltala... suél... –tampoco pudo decir más Vilches, el
hombre se giro y descargó toda su furia contra él, comenzó
a golpearle.
M_ ¿Estás bien...?.... joder –dijo al ve su rostro
ensangrentado.
V_ ¡Ah, ah! –se quejaba Vilches cuando los militares
dispararon al aire.
182 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¡Vilches... Vilches! –se acercó a él que se había
quedado de lado inconsciente, el rostro de Maca lo decía
todo-. Vilches... contéstame... ayuda necesito ayuda –gritó
desesperada.
Con la ayuda de los militares reestablecieron el orden
mientras Esther se sujetaba la nariz con una gasa que le
había dejado Maca tratando de taponar la hemorragia. A su
vez, Vilches mientras se acordaba de la madre y toda la
parentela del hombre, se dejaba ayudar por los dos
militares que lo tumbaban en la cama, a todo esto Maca iba
de un lado a otro mascullando su rabia.
M_ Déjame que te vea –le dijo a Esther.
E_ Solo es el golpe… tranquila ve con Vilches y en cuanto
se me pare la hemorragia…
M_ Déjame que te vea por favor –insistió quitándose los
guantes, la mascarilla y la bata, todo le molestaba y es que
la situación había creado en ella una situación importante
de estado de nervios-. ¿Te duele?
E_ Un poco.
M_ No está rota.
E_ No… eso ya lo sé –le dijo con voz calmada-. Por favor…
estate tranquila ¿vale?
M_ Estoy muy tranquila Esther –le dijo con evidentes
síntomas de nerviosismo-. Aprieta fuerte, a ver si consigo
ver que tiene Vilches.
183 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Ahora te ayudo.
M_ Vale –le sonrió y antes de marcharse dio un fuerte
respingo. Al llegar junto a su compañero pudo ver un corte
sobre su ceja que sangraba abundantemente-. Vaya
cabrón.
V_ Si… debimos prevenirlo antes.
M_ Vas a necesitar puntos.
V_ Tú no me coses quiero a Esther –le dijo serio.
M_ Me voy a poner celosa ¿eh?, así que no te pases –le
dijo tratando de sonreír para aplacar sus nervios.
V_ ¿Cómo estás Esther? –le preguntó mirando hacia un
lado donde apareció ella.
E_ He estado mejor en otras ocasiones… ¿y tú? –le
sonreía.
V_ Ni te cuento ¡ay! –se quejó mirando a Maca como
advirtiéndole que no se pasara.
M_ Al menos que nos quede el humor –susurró-. ¿Te
duele?
V_ Sí pero no está rota, es solo una fuerte contusión, y
menos mal que me ha dado tiempo a taparme los huevos –
dijo serio provocando una leve sonrisa en ambas-. ¿La
mujer?
M_ Ahora voy… no puedo sola con todo Vilches.
V_ Deberías –le dijo serio.
184 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ A ver… yo le coso –hablaba de nariz pues se había
puesto un algodón en uno de los agujeros.
M_ Dios parece que hayamos estado en la guerra.
V_ Tú te has librado guapa… claro a la señorita no pueden
tocarle su bello rostro.
M_ Ya sabes que no Vilches… -sonrió.
E_ Te ha dado bien, ¿eh? –él volvió a quejarse
levemente-. Gracias por ayudarme.
V_ Ha sido un placer. No te esmeres mucho tenemos que
ayudar a Maca.
E_ Tú no, después del golpe mejor te quedas aquí y
nosotras seguimos –le dijo con autoridad.
V_ De ninguna manera.
E_ Vilches… tú no vas a hacer nada si es necesario
pediremos ayuda a Pietro y…
V_ ¿No te gustara el italiano ese, verdad? –le decía con
voz aguda por el dolor en sus costillas y por el miedo a que
pudiera hacer daño a Maca.
E_ ¿Te hago daño? –le preguntó entrecerrando los ojos.
V_ No… y más te vale no hacérmelo.
M_ Vilches la mujer además del virus, tiene múltiples
contusiones, imagino que esa paliza no era la primera.
V_ Ten cuidado con el marido.
M_ Lo tengo controlado por dos militares.
185 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Y los niños? –preguntó preocupada.
M_ Estoy esperando que la enfermera termine de dejar
una bonita cicatriz –la miraba seria.
V_ No te preocupes ahora vamos.
M_ Tú, no, tú a guardar reposo –le habló con la misma
autoridad que Esther lo había hecho con anterioridad.
V_ Vale… pero no le hagas caso que quiere llamar a
Pietro.
M_ ¿Ah, si? –la miró seria.
E_ Lo digo porque Vilches necesita descansar.
M_ ¿Crees que tú y yo no podemos? –la miraba fijamente.
E_ Claro que podemos, pero será más lento.
M_ De momento esperaremos… estoy con los niños.
E_ De acuerdo. No, no me gusta –le dijo a Vilches cuando
pensaba que Maca se había ido pero aquel comentario le
sirvió para quedarse parada en la puerta.
V_ ¿El qué?
E_ El italiano –le pasó el algodón-. Esto ya está. A mí me
gusta Maca, sólo Maca.
V_ Es que Maca es mucha Maca –sonrió de lado.
Aquel comentario de Esther le llegó como si le
hubieran inyectado por vena un combinado de vitaminas
reforzadas, a pesar del momento delicado que estaban
viviendo, a pesar del susto que había pasado al ver como
186 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
golpeaban a Vilches, era como si anduviera entre un mundo
de color, como si alrededor nada ocurriera, como si no
existiera el maldito Ébola, su mundo se había centrado en
esa frase, en esa persona, en esa mujer que sin duda le
había sacudido todo su interior, de las piedras alzadas no
quedaban muchas en pie, de la muralla menos. Sin
embargo no podía dejarse llevar por esa sensación de
bienestar, de sentirse querida como a ella le gustaba y
necesitaba, ansiaba que alguien de verdad rellenara esa
carencia que sentía en su vida, algunas mujeres habían
llamado su atención pero jamás habían provocado en ella
esa sensación de querer dar un paso más, Esther era sin
duda diferente a todas, incluso diferente a Julia. Se sintió
por un instante con los nervios en la boca del estómago, la
posibilidad de volver a dar una oportunidad al amor le hacía
sentirse tan bien como nerviosa, tan contenta como
asustada.
A los dos minutos la pareja revisaba con toda la
minuciosidad posible a las dos criaturas, la madre la habían
aislado y los militares habían tratado de aislar al marido,
ante la resistencia que opuso, tuvieron que esposarlo para
que las dos mwasis pudieran hacer una revisión mucho más
exhausta.
M_ Bueno… puede que la mujer se haya infectado pero
desde luego los niños no tienen síntomas están fuertes.
E_ ¿Pueden desarrollarlo más tarde?
187 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Sí es una posibilidad. Y ahora ven antes de salir a
continuar con el trabajo quiero revisarte ese golpe.
E_ Estoy bien –le dijo sonriendo-. A quien tendremos que
revisar es a Vilches.
M_ Es un gruñón, lo más probable es que cuando
salgamos esté allí –le dijo quitándose la ropa y echándola a
un cubo para después quemarla.
E_ ¿Esto es normal?, quiero decir… esos golpes a su
mujer a mí o a Vilches.
M_ Desgraciadamente sí, a veces pasa, cuando un
miembro de la familia viene con el virus, sobre todo si es
mujer, debemos tener cuidado porque los hombres se
niegan a compartir el aislamiento si se encuentran sanos,
yo me he llevado algún mamporro también. A ver sube aquí
–le señaló una de las camillas libres.
E_ Yo me los llevo todos… hasta los tuyos –sonrió.
M_ Si... me acuerdo… me acuerdo, aquello te paso por
que ya estabas atrapada en mi encanto –le sonreía y
aparecía para Esther la mujer irresistible que tanto decía
ser, Esther se perdía en sus ojos. Maca comenzó a
reconocer aquella nariz que se había abultado un poco-. ¿Te
duele?
E_ Un poco…
M_ Vale.
E_ ¿Qué tienes aquí? –le señaló en el labio inferior.
188 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¿Qué tengo? –frunció su frente.
E_ A ver –se acercó con suavidad y le besó separándose
con una sonrisa cálida.
M_ Creo que aún sigue ahí –le dijo poniendo sus manos en
las caderas de Esther y acercándose con sigilo.
E_ Yo también lo creo –musitó mientras se volvían a besar
con más pasión, Maca dio un paso adelante y Esther abrió
sus piernas para recibirla, se besaron con fogosidad, con
necesidad pero con tanto amor que al separarse ambas en
los ojos de la otra vieron ese sentimiento que les hizo
temblar, y para poder sentirse unidas en ese sentimiento
que para ambas era nuevo, se abrazaron con una
dependencia total-. Maca…
M_ Ya… tenemos que trabajar –se separó mirándola
mientras se mojaba los labios.
E_ No protestes, tenemos cuarenta días y cuarenta
noches para nosotras –sonrió mientras le daba un ligero
golpe en su trasero.
M_ Pero si te fastidiaba quedarte conmigo –la ayudó a
bajar mientras su comentario sonaba como si en realidad le
resultaba fastidiado.
E_ Gracias. Pero ahora ya le veo el puntito…
M_ Puntazo peque… estar conmigo cuarenta días y
cuarenta noches… es un puntazo.
189 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Presumida… la tía –dijo sonriendo mientras se
separaban para salir del hospital.
Durante un par de horas, pasaron revisión ellas solas,
hasta que Vilches apareció, el dolor se soportaba con
calmante, pero no podía soportar escuchar los gritos de
ayuda, de la gente ante la lentitud con que se movía la cola
de espera. Descansaron durante media hora para comer,
era necesario, a los tres les pasaba factura le estancia allí,
habían decidido parar, si seguían en ese ritmo, volverían a
perder la tranquilidad y sin duda, era lo peor que había
pasado. Aún les quedaba cinco largos días allí. Volvieron a
trabajar por la tarde, lo hicieron hasta entrada la noche,
hasta que el cansancio pudo con ellos. Y se retiraron, las
chicas en su cabaña trataban de reponerse de un día
terriblemente agotador, Esther tenía llagas en los pies con
un recipiente del hospital puso agua del río y se los puso un
rato a remojo con los ojos cerrados al notar el frescor del
agua y gran alivio. Maca la observaba estirada en su catre.
E_ Joder... como me duelen.
M_ Eso es lo malo de llevar zapatillas de marca...
E_ ¡Ah, las tuyas no lo son, eh!; si eres más pija que yo.
M_ Jajajaja –sonreía divertida-. Uf no tengo fuerzas... echo
de menos a Teresa.
E_ Yo también –dijo con melancolía-. Y a Mona, a
Valiente... a todos.
190 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Si pero yo a Teresa que ahora me haría un guisadito, y
si fuera a su cabaña diciéndole mami me duelen los pies,
me daría un masaje.
E_ ¡Pero que morro tienes! –le exclamó divertida-. ¿Te
duelen?
M_ Sí, mucho.
E_ Yo no soy mami, pero igual si me lo pides...
M_ ¿Ah si? –enarcó graciosamente su ceja.
E_ Sí –trató de no sonreír pero le fue imposible- ¡Ahora lo
tienes que hacer bien!
M_ ¿Qué quieres qué haga? –se acodó en la cama cara
hacia ella, con esa mirada repleta de atracción.
E_ Ganarte mi masaje, no todos tienen el placer de
recibirlo.
M_ Me siento afortunada... en parte... sabes que me lo
merezco porque soy quien soy...
E_ Sí, si... es verdad... eres quien eres –se secaba los pies
con una toalla mientras ponía gesto de dolor.
M_ Voy a ver como esta Calentorra de la Selva puede
ganarse un masaje –Esther dio una carcajada que trató
evitar que el sonido saliera de la cabaña tapándose con la
toalla la boca-. A ver... que puedo hacer... no se me ocurre
nada peque.
E_ Pues entonces... no hay masaje –le dijo sonriente al ver
su gesto de concentración.
191 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ A ver si esto va por el camino idóneo –se acercó y le
besó la frente.
E_ Vas bien pero es poco.
M_ Mira que lista me ha salido la pija –Esther sonrió más
fuerte y le dio un pellizco en el culo-. ¡Au!
E_ No te pases o te quedas sin masaje.
M_ No puede ser... ¿tú sabes cómo estoy en este
momento?
E_ ¿Tienes fiebre? –le susurró en su oreja con su tono
repleto de sensualidad que hizo que Maca notara como el
deseo vencía su cansancio y se quedara con la boca abierta
mirándola repleta de deseo-. ¿Eh?
M_ Sí... tócame –Esther puso su mano en la frente y Maca
mientras se pellizcaba el labio inferior agarró su mano
llevándola hasta el interior de su pantalón-. ¿Tengo?
E_ Bastante –dijo con la respiración entrecortada
recibiendo suaves besos por parte de Maca.
M_ ¿Y?
E_ Habrá que hacer algo, sí, pero sigues sin convencerme.
M_ Mmmmm, ¿no?... a ver esto –metió su mano por la
camiseta y atrapó a la vez su pecho y su boca, mientras
apretaba con su mano aquel pezón erizado de Esther sus
lenguas ya luchaban en la boca ajena. Maca soltó pecho y
labios a la vez dejando a Esther con los ojos cerrados y el
deseo disparado-. ¿Y ahora, me lo he ganado?
192 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Sí, ahora sí, túmbate.
Maca le hizo caso con una ligera sonrisa, al tiempo que
se iba la luz, les pareció mucho más romántico, una vela
que funcionaba por las noches para que en caso de
necesidad pudieran salir corriendo sin golpearse con nada,
hizo de anfitriona. Esther abrió las piernas de Maca que
cerró los ojos con la respiración algo agitada y los pezones
bien marcados sobre su camiseta. Primero cogió un pie y
masajeó entre los jadeos y gemidos de una Maca que
parecía iba a tener un orgasmo solo con aquel tacto tan
maravilloso. Esther la miraba sonriente, Maca seguía con
los ojos cerrados suspirando, dejándose llevar con aquella
maravillosa sensación de que alguien la estaba mimando.
Esther mantenía un sonrisa en su rostro, estaba terminando
cuando se quito la camiseta, dejó los dos pies sobre la
cama y cuando fue a subir por su cuerpo, Maca soltó un
profundo ronquido.
E_ ¡Joder se ha dormido! –susurró fastidiada sentándose
en la esquina de la cama-. ¿Y ahora qué hago yo?, uf, me ha
contagiado su calentura y encima se duerme... ah... y por si
fuera poco se hace dueña de mi cama... ale, estupendo
Esthercita... ahora enfríate tu solita a base de relajación...
si... mejor me acuesto en su cama –le dejó un beso suave
en la frente mientras la tapaba con cariño, se acostó en la
cama de Maca y comenzó a dar vueltas, finalmente se
detuvo y dijo con más fastidio aún-. Encima tengo que
193 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
enfriarme sintiendo su olor... ¡que fuerte!... ¡pero qué
fuerte!
Se pasaron dos días más de la misma manera,
revisando nueva gente que llegaba con los mismos rostros
que todos los que habían pasado con anterioridad, la mujer
con ébola estaba agonizando mientras sus hijos no daban
muestras de la enfermedad y habían pasado a ser los
acogidos tanto de Maca y Esther, jugaban con ellos, los
llevaban al río donde se les escuchaba sus risas, les daban
la comida, y se hacían cargo de acostarlos. Cuando llegaba
la hora de dormir, lo seguían haciendo agotadas, besos,
caricias, pero no se pasaba de ahí, casi siempre una u otra
se quedaba dormida, así que decidieron posponer todo a la
cuarentena que les parecía maravillosa, tanto para
conocerse como para ir más allá de mantener una relación
sexual.
Estaban en medio de un día caluroso, infernal donde los
huidos iban llegando a cuenta gotas y eso les alargaba más
todavía el momento de estar bajo el sol, ningún caso más,
todo parecía ir sobre ruedas. Estaba todo bajo control,
hasta el cansancio lo llevaban de la mejor manera posible y
las chicas se habían hecho inseparables, bromeaban
cuando podían, cuando no sufrían por la mujer que moría
sola en aquella habitación mientras el hombre empezaba a
dar síntomas de que podía estar contagiado, cuando podían
se iban al río y participaban en una batalla de piedras
lanzadas al río, siempre ganaba Maca, y eso enfadada
194 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
sobremanera a una Esther que estaba descubriendo esa
Maca, que Teresa le había confesado. Estaban dando de
comer a los dos pequeños cuando vieron que Vilches volvía
del campamento. Se acercó hasta ellas con un andar un
tanto lento por el dolor que seguía teniendo por las
numerosas contusiones que había sufrido.
V_ Os dije que nada de encariñaros con los niños...
M_ ¿Qué te pasa? –le preguntó porque lo conocía tan bien
que sabía que tras ese gesto duro algo había.
V_ Nos vamos.
E_ ¿Nos vamos? –preguntó entre alegre y triste.
V_ Así es, el relevo está en el campamento y nos vamos
andando.
M_ ¿Qué?, ¿estás de coña? –le preguntó quedándose con
la boca abierta.
V_ ¿Acaso tengo cara de estarlo?
M_ Joder...
V_ A partir de hoy empieza nuestra cuarentena... somos
bichos raros, debemos estar aislados así que prepararlo
todo.
E_ ¿Y los niños? –preguntó alertada mirando a Maca.
V_ Los niños se quedan... ya les he puesto al corriente de
todo.
M_ De acuerdo, vamos Esther.
195 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Pero...
V_ Nada de numeritos, nada de lagrimas, ¡te lo advertí! –
le decía moviendo su dedo cerca de su cara.
M_ Venga Esther vamos –se la llevó junto a los niños.
Juntas recogieron lo preciso, lo demás por orden de
Vilches lo quemaron todo, Esther veía consumirse en su
bidón de la depuración su camiseta de Dolce y Gabana, con
gesto triste que arrancaba la sonrisa de una Maca que tal
como ella se sentía triste por tener que dejar a esos niños
que iban a quedarse huérfanos si nadie lo remediaba.
Una vez todo estuvo preparado, cargaron sus
mochilas, se despidieron escuetamente de los militares que
tan poco los habían ayudado, mientras aquel militar sonrisa
le ofrecía a Esther una flor como recuerdo, y ella una
sonrisa fresca que al joven le pareció, el mejor regalo que
había recibido.
M_ Lo tienes coladito.
E_ Tonta... como a ti.
M_ ¿Y quién es ahora la altiva, engreída?
E_ Me dan pena los niños Maca –dijo triste.
M_ A mí también, pero estoy segura que los cuidaran tan
bien como nosotras, no temas por eso. Y ahora, bebe bien,
mójate de vez en cuando la cabeza que el camino es largo,
y el calor aprieta. ¡Ah y si te vas a caer, procura no
maltratarme más ese culo por favor!
196 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Graciosa.
M_ Aunque... pensándolo bien... voy a tener mucho
tiempo para masajearlo –se pasó la punta de la lengua por
los labios viendo como los ojos de Esther quedaban
atrapados en ellos y se quedaba con la boca abierta como
hipnotizada por aquel movimiento sugestivo de su lengua.
Entonces se acercó a su oído y le musitó haciendo que su
aliento al rozar su piel la erizara de deseo-. De hecho voy a
tener mucho tiempo para disfrutar de ti, peque.
V_ ¿Vais a seguir ahí como dos animales en celo, o
pensáis moveros?
Les preguntó Vilches, haciendo que ambas diera una
carcajada divertida, y con la ilusión de que estaban más
cerca de casa, comenzaron a recorrer el largo camino hacia
el río.
Llevaban algo más de dos horas andadas, se tuvieron que
detener porque Vilches no estaba demasiado fuerte para
soportar en silencio lo que estaba soportando, por su parte
Esther sentía como el calor aplastante podía con ella y el
dolor de sus llagados pies a cada paso se volvía una
tortura. Y tampoco estaba mejor Maca, se había ocupado de
cerrar el grupo, de vigilar calladamente a Vilches, proponer
dos veces dos paradas que no se dieron, y vigilar a la
patosa de Esther que se había tropezado unas cuantas
veces, así como de poder seguir andando ya que a pesar de
la hora el calor allí dentro de la Selva se hacía irrespirable.
197 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Descansemos.
M_ Amén.
V_ No me toques los cojones.
M_ Te lo vengo diciendo desde hace rato, llevamos dos
horas y cuarto andadas, nos quedan dos horas más,
¿pretendes hacerlas del tirón tal y como estás?
V_ ¿Y cómo estoy?
M_ Molido a golpes.
E_ Déjalo Maca... no le riñas –se sentó soplando agotada.
M_ Y tú no salgas en su defensa –se puso en jarras
mirándola seria.
V_ Joder... me está matando este puto calor.
E_ Ni que lo digas...
M_ Voy a sacar algo y comemos, creo que sería bueno
comer ahora ¿te parece bien Vilches? –le preguntó con
burla.
V_ Si no fuera por lo que es... ya te hubiera dicho algo
muy gordo –dijo con su seriedad habitual.
M_ Reconócelo... soy tu debilidad –le guiñó un ojo
sonriente.
E_ Ya nos salió la petarda.
M_ Tú cuidadito con lo que dices –le sacó la lengua Esther
y Maca giró un poco la cabeza entrecerrando los ojos.
V_ Tengo unas ganas de llegar.
198 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Y qué vamos a hacer cuándo lleguemos?
M_ Tú por eso no te preocupes.
V_ Esther no sé si te matará el ébola, pero igual lo hace la
Calentorra de la Selva –le dijo muy pero que muy serio.
M_ ¡Vilches serás cabrón!
E_ Siiiiiii –decía muerta de risa.
M_ Encima ríele la gracia.
V_ Ya me dirás si es una gracia Esther... encima no le has
explicado nada... tienes un valor Calentorra.
M_ No te pases –le acusó con el dedo graciosamente,
mientras sacaba las cosas sentándose sobre una piedra
frente a Esther-. A ver... vamos hacia un lugar donde
tenemos dos cabañas, bueno... vale Vilches... dos casuchas
–corrigió al ver el gesto de Vilches.
V_ No esperes un palacete Esther.
E_ Bien... no lo esperaré –le sonrió reposando su espalda
cansada.
M_ Pues es un lugar que está a dos horas más de aquí,
junto al río, hay una zona donde decidimos armar un
pequeño campamento, ahora mismo me imagino que los
chicos nos habrán llevado ropa limpia, comida, y la radio
para hablar con la aldea y Dávila debemos seguir
instrucciones y estar comunicados por si pasa algo.
E_ ¡Por fin podré hablar con Teresa!
199 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Yo no sé que tiene, que cuando no está con nosotros
estamos todos enganchados a ella.
E_ Tiene que es un cielo –dijo con un gesto repleto de
cariño.
M_ Mírala ella que bien se expresa.
E_ Maca, estudie en un colegio privado.
M_ Es cierto... ¡pija!
E_ A mucha honora, antes pija que sencilla –decía
sonriente.
M_ Bien. Allí nos distribuiremos en dos cabañas, tú y yo
en una, Vilches en otra –le sonrió.
E_ Pensé que estaríamos los tres separados –dijo
pinchándola.
M_ ¿Cómo separados?
V_ Es buena idea, Maca que duerma fuera.
M_ Sois muy idiotas ¿eh? –decía seria.
V_ Mira Esther, nosotros tenemos las mismas
posibilidades de tener que de no tener el virus, pero por mi
experiencia, creo que hemos trabajado bien, algún fallo
pero no creo que sea para asustarse. Por lo tanto digamos
que esto es más una prevención para el resto que
realmente otra cosa.
E_ ¿Y Teresa va a estar sola?
200 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ A ver… durante unos días sí, porque nosotros no
hacemos cuarentena –entonces Esther la miró enfadada-.
Lo siento es que no lo pude evitar –dio una carcajada.
E_ Joder y yo que pensaba que haría en cuarenta días
estaba toda yo agobiada.
V_ Te entiendo, no somos la mejor compañía.
E_ No es eso Vilches... es que... –ante la mirada de los dos
se sintió algo cuestionada.
V_ Déjalo no trates de arreglarlo, nuestra enfermera
Maca, nos odia.
M_ Jejeje –la miraba embobada.
V_ Que malo está esto, me muero por llegar y ver que nos
ha preparado Teresa.
M_ Sigo, pues eso, en el caso hipotético que hayamos
desarrollado el virus, éste lo hace entre cuatro y veinte días
aproximadamente, así que, nosotros al día veintiuno, nos
vamos.
V_ Si, ya ves... no somos nada obedientes.
E_ Me alegro de pertenecer a este grupo… de verdad.
M_ Yo más –la miró de manera muy insinuante.
V_ No trates de arreglarlo, ya me ha llegado al alma tu
anterior comentario.
Siguieron hablando un rato más, también de lo que
habían pasado, la preocupación por la gente que se
201 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
quedaba, por los compañeros que iban a sustituirlos y que
debían luchar tal y como ellos lo habían hecho por ayudar al
máximo a todas y cada una de las personas que llegaban
desesperadas con el mínimo material y las mínimas
condiciones humanas.
V_ Debemos irnos… no quiero que nos caiga la noche
encima.
E_ ¡Qué calor!
M_ Sí, y ahora vamos a ir por la orilla del río, nos va a dar
de pleno.
E_ Madre mía –susurró mientras se ponía la mochila.
M_ ¡Cuidado que te caes! –le dijo abrazándola por la
espalda a pesar que justo en ese momento Esther no había
tenido ningún tropiezo cosa que le provocó una sonrisa.
Vilches comenzó a caminar y Maca le susurró en la oreja-.
Me muero de ganas de llegar.
E_ ¡Ay! –suspiró mordiéndose el labio.
El camino se les estaba haciendo largo y tortuoso, el
calor cada vez apretaba más, el ánimo había decaído un
poco en ellos, llevaban acumulado mucho cansancio y en
parte agradecían esos días de descanso que iban a tener
para poder recuperarse.
E_ Maca… ¿dónde vamos a estar es una zona tranquila?
M_ ¿Quieres decir si no corremos peligro? –Esther asintió
resoplando cansada-. En la Selva nada es seguro, desde un
202 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
animal que tenga hambre y nos huela, hasta la guerrilla,
puede pasar cualquier cosa Esther.
V_ Lo dice para que por las noches duermas abrazada a
ella, ten cuidado con sus artimañas.
M_ Eres un cotilla Vilches –decía seria ante la sonrisa de
Esther.
V_ Lo que yo te diga.
E_ Lo sé… la voy conociendo ¡au! –gritó ya que Maca le
había pellizcado el culo.
V_ ¡Hombre… pensé que se te había olvidado gritar! –le
dijo sonriendo aunque su rostro pálido y ojeroso daba
muestras de que su camino se había vuelto un calvario.
M_ Oye Vilches… ¿y si nos quedamos aquí?
V_ No, falta poco y no voy a dejar que estéis a la
intemperie, no llevo arma.
E_ Me queda otro calmante Vilches… ¿lo necesitas?
V_ Soy fuerte… cuando lleguemos.
M_ De acuerdo –elevó los hombros mirando a Esther en
señal de resignación-. Oye Esther ¿y si repasamos algunas
palabras en kikongo?
E_ Buena idea así se me pasa el tiempo antes.
M_ Bien…
Y así hicieron, fueron repasando palabras,
descubriendo alguna nueva, Vilches también ayudaba, para
203 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
tratar de no notar la fatiga que sentían, el dolor de pies y el
esfuerzo mental que llevaban para no dejarse llevar por el
agotamiento. Pero también habían cosas buenas, debían
andar por borde del río, aquel río que les llevó al infierno,
Esther recordaba sus pensamientos, y lo poco que esperaba
que se diera la situación que después se dio, esa confesión
suya a una Maca que pensaba dormía, las palabras de Maca
admitiendo que a ella también le pasaba algo parecido, la
ilusión que había nacido en ella por esa mujer entre tanto
desespero, entre tanto dolor, entre una angustia por la
necesidad de las personas, con ese pensamiento miraba el
cielo cobrizo, el ruido de las aves y demás animales, a
veces gritos que le hacían sobresaltarse, a veces cantos
que le hacían enternecerse, y el sonido del río, el agua
furiosa golpeando contra troncos que ocupaban un lugar en
medio del agua, rocas repletas de musgo que daban un
aspecto inusual, único, un ambiente que a pesar de ser
caluroso, tan solo por observar el maravilloso mundo que
les rodeaba, daba por bueno el largo paseo, el cansancio y
hasta algún que otro extraño estremecimiento de su
cuerpo. Su respiración cansada, era la misma que Maca
tenía, se habían cogido de la mano para que Esther no
tuviera tantos problemas especialmente por sus pies, sabía
que debía ir pensando en lo mucho que le había cambiado
la vida, ella misma la primera vez que hizo un recorrido
parecido, lo hizo con el corazón bombeando de una manera
alocada, su vida había cambiado, sus prioridades ya no
204 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
eran las mismas, allí estaba en un mundo abandonado al
que ella quería pertenecer, colaborar, ayudar, y esa
sensación de la primera vez, era la misma que sentía años
después en ese lugar de la Selva donde debían esperar algo
que le asustaba ya no por ella, sino, porque temía que
alguno de ellos se hubiera infectado, aquel pensamiento le
hizo apretar inconscientemente la mano de Esther que la
miró con una sonrisa que logró tranquilizarla.
Mientras en la aldea, Teresa había acogido con júbilo
la noticia de que ya se disponían a ir al refugio, allí lo tenían
todo preparado hasta el último detalle, pero sobre todo lo
que más nerviosa la tenía era que por fin podría hablar con
ellos saber de primera mano como estaban las chicas,
escuchar su voz. Había dejado en la radio a un Zambi que
se mostraba nervioso también, todos echaban de menos a
aquellos tres blancos que se hacían de querer.
T_ ¿Ya?
Za_ No mami.
T_ Bueno… nada más aparezcan, ya sabes…
Za_ Si mami –sonreía mostrando sus dientes blancos y
perfectamente alineados al ver los nervios de la mujer.
T_ Me va a dar algo hijo… algo –levantaba los brazos
hacia el cielo provocando una gran sonrisa en él.
Ns_ Mami… tranquila… les deje todo bien.
T_ Ya… ya Nsona… pero no puedo evitar estos nervios.
205 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Ns_ Todo bien.
Lu_ Mami –le dijo sonriendo-. Todo bien.
T_ ¡Ay hija mía! –la abrazó con cariño.
Los tres habían llegado con el tiempo justo, el
atardecer les estaba ganando la partida, el camino había
sido más lento de lo que pensaban, primero por el
cansancio acumulado, segundo porque Vilches se estaba
encontrando mal, y tercero porque a Esther el
estremecimiento que le había dado a mitad camino,
insistía, sintiendo algo que no era normal, un frío se
apoderaba de ella, y los pies no le dejaban caminar deprisa,
se tomó a burla el comentario de Maca de llevarla a
caballito, pero sin duda lo dijo muy seria, la veía sufrir al
caminar. Cuando llegaron al lugar, Esther entendió lo que
Vilches le dijo, aquellas dos cabañas, no tenían nada que
ver con las del campamento, ni siquiera con las que habían
estado compartiendo los días atrás. Eran una especie de
chabola, construida con ramas de palmera, y algunas otras
que Esther no acertó a averiguar, el espacio era
sumamente reducido, por lo que pensó que iba a ser una
autentica prueba de resistencia, lo bueno era que el río
estaba cerca. Su gesto lo decía todo.
V_ Te avise que no era un palacete.
E_ Pero estamos en medio de la Selva… ¿aquí no hay
animales?
206 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Sí los hay Esther, y también hay un poblado a menos
de dos minutos andando, ellos saben que estamos aquí, si
ocurre algo ellos nos ayudan.
M_ No te preocupes Esther, aquí han pasado muchos
médicos y enfermeras su estancia de aislamiento y no ha
pasado nada –le sonrió tratando de tranquilizarla-. Venga
vamos a ver que tenemos por aquí.
V_ Yo me tumbo chicas… no puedo más.
M_ De acuerdo yo me encargo de todo Vilches.
E_ Si… yo la ayudo –añadió algo sudorosa.
M_ ¿Te encuentras bien?
E_ Bueno… imagino que estoy como tú, agotada, pero
tenemos que trabajar.
M_ Es cierto –sonrió y al quedarse solas le dijo-. Lo siento
pero necesito hacer algo que vengo todo el camino
deseando.
E_ ¿Ah si? –sonrió pícaramente.
M_ Sí –acercó su boca a la de la enfermera que sonreía
esperando aquel roce.
V_ Maca… ¡joder! –renegó al verlas besándose.
M_ Queeeeeeeeeeeee –le dijo algo cansada de sus
interrupciones mientras lo miraba reflejando su malestar.
V_ Voy a poner unas normas, la primera, nada de besos ni
de caricias ni de cosas de esas en mi presencia… -Esther
207 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
agachó la cabeza-. Segundo nada de gemir en medio de la
noche o corremos peligro de que algún animal venga y nos
devore –Maca lo miró entrecerrando los ojos.
M_ Lo mismo digo.
V_ Y tercero, haz una hoguera para ahuyentar posibles
depredadores nocturnos.
M_ ¿Tienes tú la radio?
V_ Sí, voy a sacarla aquí, habláis vosotras yo estoy
muerto.
M_ De acuerdo –sonrió-. Te preparo algo de tomar y te
tomas el calmante.
E_ Que vergüenza –murmuró cuando Vilches se fue.
M_ ¿El qué?
E_ Que nos diga eso.
M_ Ni caso –le hizo un gesto restándole importancia a sus
palabras.
E_ Voy a sentarme Maca… me duelen mucho los pies.
M_ Si… vamos a ver que tenemos dentro.
E_ Vale –hizo un esfuerzo pues al quedarse parada los
pies le hervían.
M_ Ahora los ponemos a remojo ¿vale?
E_ Sí –sonreía por como se mostraba con ella.
M_ Mira… -decía feliz-. No me lo puedo creer ropa… ¡mi
camiseta para dormir!
208 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Dios… me pondría a llorar –decía al ver su ropa bien
puesta, y un quinqué para la luz-. Mis libros.
M_ Y los míos… sabe que se hace largo.
E_ ¡Comida! –exclamó casi con lagrimas en los ojos.
M_ Eh… peque –la abrazó por detrás.
E_ Lo siento –se puso a llorar.
M_ Eh… eh –la giró con ternura-. Es normal… tienes un
pequeño bajón.
E_ Es que soy tonta… lloro por nada.
M_ Eso no es cierto, lloras porque la esencia de Teresa
está aquí y la echas de menos.
E_ Si –asintió dejándose abrazar.
M_ Venga… ahora ya no nos queda nada prometo que
estos días se te van a pasar volando –sonreía.
E_ Maca… siento que vengo de un infierno…
M_ Hemos estado en un infierno Esther, nadie lo sabe
hasta que lo pasa.
E_ Estoy… no sé… me encuentro rara.
M_ Es cansancio, prometo esta noche dejarte descansar.
E_ Lo mismo digo –decía limpiándose las lagrimas
entonces ante el comentario de ambas dieron una
carcajada.
V_ Aquí os dejo la radio –habló Vilches desde fuera.
209 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¡Ya vamos! –exclamó feliz-. Mira vamos a hacer una
cosa, hablamos con Teresa, y nos damos un remojón en el
río.
E_ ¿De noche?
M_ Sí, no pasa nada… a estas horas los cocodrilos
duermen, las pirañas también.
E_ Que mala eres… de verdad… eh –se limpiaba la nariz.
M_ Venga, hablar con Teresa te animará –le pellizco
suavemente la nariz.
V_ La fogata Maca, primero la fogata –oyó que le decía
Vilches entrando en su chabola.
M_ Si, es cierto, tú no te muevas de aquí, voy a ver si
encuentro leña.
E_ Te acompaño –dijo al dar un paso pero su gesto de
dolor le dejó claro a Maca que no podía caminar.
M_ No… mira, tú habla con Teresa yo busco para hacer la
fogata.
E_ Vale… -le sonrió.
M_ Esther ¿puedo pedirte una cosa? –la miraba embobada
con los ojos brillantes.
E_ Claro –le devolvió la misma mirada.
M_ Pase lo que pase… nunca dejes de mostrarme esa
maravillosa sonrisa.
210 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Solo si tú haces lo mismo –la miró emocionada y sin
más palabras se abrazaron dejándose un beso suave en los
labios-. Voy a hablar con Teresa.
M_ Y yo voy a… -la miraba atontada-, a…
E_ Por leña.
M_ Eso –sonrió carraspeó y se giró para buscarla entonces
pensó para si mientras se mordía el labio “me tiene tonta”.
E_ Maca… no me has dicho como va esto –le dijo al ver
que se marchaba.
M_ Es verdad… espera… a ver le das aquí –al hacerlo rozó
su brazo y ambas se miraron sonrientes-. Lo siento.
E_ No importa –sonrió divertida.
M_ Y con este walki esperas que te dé señal y hablas,
después sueltas el botón para escuchar.
E_ Vale… entendido –mientras lo explicaba apoyaba la
cabeza en su hombro.
M_ Voy a… por la leña –le dejó un beso en la frente.
E_ Vale –Esther hizo lo que le había dicho Maca y esperó.
Za_ Ziku –escuchó como llegaba su voz hasta allí.
E_ ¡Zambi! –exclamó alegre-. Mbote, soy Mwasi mondele
Esther.
M_ Que graciosa es –susurró al escucharla-. Joder y yo
que tonta, Massamaba nos lo ha dejado todo preparado… si
211 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
es que… ¡céntrate Maca haz el favor de dejar un poco la
tontería!
E_ ¿Bonso beno kele na bwala? – ( ¿Cómo estáis todos en
la aldea?).
Za_ Beto kele bien… mami Teresa venir… mwasi.
E_ Gracias Zambi –le agradeció sinceramente aquel
esfuerzo porque le entendiera.
M_ ¡Ya tengo la leña! –le dijo orgullosa.
E_ Joder… que rápida eres.
M_ La que vale, vale –comenzó a prepararla cerca de las
dos chozas que aunque estaban separadas entre sí, con
una sola fogata era suficiente para alumbrar y protegerse.
E_ Me ha contestado Zambi –le dijo con una sonrisa
emocionada.
M_ Ya he visto que manejas mejor el kikongo –decía con
gesto serio mientras trataba de poner la leña.
E_ ¡Uf como me duelen los pies! –se quitaba las zapatillas.
T_ ¡Vilches!, ¡Esther!... ¡Maca! –aparecía la voz
entusiasmada de Teresa al otro lado.
M_ Muy bonito yo la última –protestó sonriendo ya que al
escuchar la voz de Teresa le había servido como un
bálsamo a sus nervios.
T_ Maca… cariño…
E_ Hola Teresa –dijo feliz.
212 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ ¿Cómo va todo?, ¿cómo estáis?, supongo que
cansados… os he preparado mezclas de comida con mucha
vitamina, para que os recuperéis.
E_ Gracias… la verdad que tenemos hambre –sonrió.
M_ Ella tiene hambre Teresa, un poco más y se cumplen
tus previsiones, casi me come.
T_ Ya será menos exagerada. ¿Y Vilches, dónde está?
E_ Pues –Maca le hizo un gesto de que no le dijera nada-.
Se ha tumbado ya Teresa, estamos agotados.
T_ Imagino… -su tono de voz era decaído pero en seguida
se recuperó, no quería preocuparlas con sus propios
miedos-. ¿Y vosotras como estáis?
E_ Pues ciertamente como él, agotadas Teresa, pero muy
bien –dijo mirando a Maca fijamente mientras ella
preparaba el fuego de cuclillas.
T_ ¡Uy que voz de tonta! –exclamó sonriente como Lula,
Nsona y Sissou que estaban allí.
M_ Es que la tengo tontita Teresa.
T_ Ya veo ya…
E_ Un poco de respeto por favor que me voy a poner
colorada.
Mo_ Uhhhhhhhhhhh uhhhhhhhhhhhhh uh UHHHHHHHHHH
UHHHH AHHHHHHHHH.
213 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Monaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa –le gritó contenta antes
los gritos eufóricos del animal.
Mo_ AH AH AH AH AUUUUUUUU UHUHUHUHUHUHUHUH –
seguía gritando.
E_ Si cariño yo también te echo de menos. ¿Y Valiente? –
preguntó.
T_ Espera que está aquí sentadito, ven a ver dile algo a la
mami.
M_ ¿Mami? –se partía de risa.
Va_ Uh… uh…-dijo con timidez.
E_ Valiente cariño… ¿cómo está?
T_ Bien, no se separa de Mona… y Mona no se separa de
tu cabaña.
Mo_ UHHHHHHHHHHHHHH AHHHHHHHHHH –y a
continuación pedorretas varias.
T_ Ya Mona… ya… como ves te echa de menos.
M_ Oye Teresa, Valiente aún lleva el camisón de Esther.
T_ No…
M_ Pues guárdalo bien, ¿eh? que lo va a necesitar –Esther
abrió los ojos mucho en señal de recriminación que hizo
que Teresa sonriera como loca y Maca también-. Bueno…
¿cómo están todos?
T_ Muy bien aquí estamos todas escuchando.
E_ Besos para todas –dijo contenta Esther.
214 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Ns_ Mwasi me alegro escuchar.
E_ Y yo Nsona, ¡Lula cariño estás por ahí!
Lu_ Mwasi aquí estar.
E_ Un besazo, ¿y mi aprendiz de enfermera como va?
T_ Espera –Teresa le tradujo la frase a Sissou que sonrió
poniéndose colorada.
Si_ Mwsi Esther kwisa maki, mono mekika nge (Mwasi
Esther venir pronto yo te extraño).
M_ ¿Ti mono, Sissou? –(¿Y a mí Sissou?) preguntó
sonriente guiñándole un ojo a Esther.
Si_ Talo Mwasi Maca.
E_ ¿Cómo está Yildas? –miraba como Maca se había
puesto con una posición muy sugerente con el culo muy
cerca de Esther, ésta carraspeó.
T_ Con los cuidados de Sissou mejorando. Todos bien.
E_ Nmala, Massamba… los demás.
T_ Todos bien, no os preocupéis por nosotros todo bien –
sonreía algo emocionada porque anhelaba poder
abrazarlas.
M_ Pues Teresa… nos vamos a despedir, tengo que
preparar la cena.
T_ ¡Qué chistosa! –sonrió-. ¡ah, decirle a Vilches que Cruz
ha llamado y está al tanto de todo!, muy histérica porque
en España han obviado que tres españoles han estado ahí.
215 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Que raro –sonrió mirando a Esther que seguía mirando
su culo.
T_ Cuidaros, mañana hablamos… besos.
Mo_ UHhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –gritaba
como loca Mona.
T_ Mona cariño… dile adiós Esther.
E_ Mona… ya queda menos cariño… -le dijo sonriente.
T_ Hasta mañana chicas.
M_ Hasta mañana.
E_ Parecía mentira que podríamos comunicarnos ¿eh?
M_ Bueno… venga voy a traerte un poco de agua el río y
pones los pies a remojo.
E_ Gracias… -sintió un nuevo escalofrío mientras se
quitaba los calcetines esperando que el agua fresca aliviara
algo su dolor. Pero al ver sus pies, un gesto de miedo
envolvió su cara.
M_ Ya estoy aquí… ¿qué te pasa?
E_ Mira Maca –le enseño las pupas que habían y la sangre
seca.
M_ Son llagas Esther.
E_ ¿Seguro? –le preguntó con temor.
M_ Sí, pon los pies que te los limpie.
E_ No, no me toques.
216 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Vamos Esther… no me digas tonterías, son llagas
normales de caminar.
E_ ¿Y si no lo son?
M_ Déjame limpiarte.
V_ Ponte guantes Maca –apareció con gesto serio Vilches.
M_ ¡Está bien! –protestó.
V_ Menudos pies llevas Esther.
E_ ¿No será…?
V_ Claro que no… no tienes síntomas de nada –le tocó la
frente haciendo un esfuerzo-. No tienes fiebre… ni vómitos,
tranquila.
M_ Ya estoy aquí. Toma te he traído la comida, y el
calmante.
V_ Gracias doctora.
M_ A ver… -Maca se sentó frente a Esther, que había
metido los dos pies en el recipiente al notar el agua fría dio
un respingo-. Muy bien… ya verás como notas alivio y esas
zapatillas a la basura.
V_ Habló la voz de la experiencia.
M_ ¿Bien?
E_ Sí –decía con los ojos repletos de lagrimas.
M_ Tranquila –entonces metió sus manos con los guantes
y con una ternura que todvía desconocía Esther que Maca
poseía, comenzó a acariciarlos, con una gasa con todo el
217 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
cuidado del mundo-. Muy bien… eso es… voy a cambiar el
agua.
E_ Dios –susurró con alivio.
V_ Cuando quiere es un cielo… lo reconozco –le dijo
comiendo.
E_ Para mí… lo es siempre –Vilches la miró y sonrió.
M_ Ya estoy aquí –volvieron a hacer el mismo
procedimiento-. ¿Mejor?
E_ Sí… me escuece mucho –trataba de no llorar.
M_ Es normal.
E_ ¡Todo me pasa a mí joder! –se quejó.
M_ Eres la novata.
V_ Si recuerdo cuando yo fui novato, lo primero que hice
fue caerme encima de una mierda de hipopótamo.
E_ ¡Qué fuerte!
M_ Lo fuerte era tratar de levantarlo –decía sonriendo sin
parar.
V_ Cada vez que trataba de levantarme, me volvía a caer.
M_ A Zulú le dio tal ataque de risa que casi se nos queda
sin aire.
V_ Y eso no es todo, cuando fue a ayudarme a levantar
caímos los dos.
E_ ¡Y yo me quejo! –decía riendo.
218 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Debiste verlos correr en calzoncillos al agua, y menos
mal que estaba cerca porque de lo contrario no hubiéramos
podido seguir.
E_ Menudo estreno Vilches. ¿Y tú?, ¿qué te pasó a ti?
V_ Cuenta… cuenta… -sonreía.
M_ Nada, no me pasó nada en especial –ante la mirada de
Esther agregó sonriendo-. Vale, lo admito, la primera
expedición que salimos, tuvimos que dormir en un poblado
que no conocíamos, iba con Cruz, una enfermera alemana
que era como un armario –Esther supuso que se habría
acostado con ella-. Y como siempre Massamba y Zulú que
eran quieren cuidaban de nosotras, tras un encuentro con
el jefe, un tipo muy raro con unas pintas como para salir
corriendo, nos invito a cenar. Cenamos algo que Cruz me
dijo no preguntes y come.
E_ No sé a que me recuerda eso… -sonrió de lado
mientras aquellas manos seguían con cuidado lavando y
acariciando sus pies.
M_ Total que comí, Cruz se fue a la cabaña a descansar, y
la alemana que se llamaba Gunther se quedó conmigo,
entonces vino una mujer muy simpática y nos ofreció una
vasija de barro con algo para beber, la alemana dijo que no,
yo por no hacer el feo bebí. A la media hora comencé con
unos sudores, como si estuviera volando por el cielo.
E_ Que fuerte.
219 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Lo fuerte viene ahora, la alemana se fue a la cabaña y
me dejó sola, yo llevaba un pedo que no sabía ni como me
llamaba, así que entré a una cabaña pensando que era la
mía, me acosté, pero estaba muy perdida, a los cinco
minutos de estar acostada se oyó un grito como los tuyos,
todos salieron, Cruz la pobre desencajada y se encontró con
el jefe que me llevaba cargada al hombro como si fuera un
saco de patatas, me dejó en la cabaña de Cruz… estuve dos
días durmiendo –Esther comenzó a reír sin parar-. Cuando
me desperté no podía ni andar, ni mover la cabeza y solo
hacía que llamar a Cruz desesperadamente.
E_ ¿Y?
M_ Se habían marchado y me dejaron allí sola… sin
compasión –dijo poniendo gesto serio.
E_ ¡Qué fuerte! –sonreía.
V_ Si, si, ya ves… lo suyo no es pasar desapercibida.
E_ Que va ¡ay! –la miró frunciendo el ceño.
M_ Lo siento.
V_ Bueno chicas… después de reír un poco que falta nos
hace… me voy a la cama.
M_ ¿Estás mejor?
V_ Lo estaré si descanso… una cosa… no pongas el
despertador.
M_ Tranquilo –sonrió divertida.
E_ Buenas noches Vilches.
220 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Descansar… que habrá tiempo para todo.
M_ Bueno a ver saca el pie y ponlo sobre mi pierna –le
tomó el pie y lo apoyó sobre su muslo Esther cerró los ojos
al notar dolor-. Madre mía Esther… no vas a poder andar
mañana.
E_ Ya lo sé –se quejó.
M_ Mira… ya tenemos una excusa –le guiñó el ojo
mientras la embadurnaba con una crema.
E_ Jeje –no se le ocurrió decir nada.
M_ Esto debe doler lo suyo.
E_ ¿Son llagas?
M_ Claro… ¿qué quieres que sean?
E_ No sé, nada –dijo negando con la cabeza-. Oye… vas a
tener que llevarme al brazo hasta la cama.
M_ Es verdad, con esto no puedes andar.
E_ ¿Y qué hacemos?
M_ Ya te digo –enarcó una ceja estirando de sus brazos y
cargándola al hombro con una facilidad que provocó un
gritito en Esther que hizo sonreír a Maca-. ¡No querías que
te llevara!
E_ Maca… Maca… por favor… -decía riendo sin parar.
M_ ¡Aquí estamos! –entró con una sonrisa de oreja a
oreja-. Ahora señorita a la cama.
221 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¡Maca! –dijo riendo sin parar mientras la dejaba con
suavidad sobre el catre pero al hacerlo como si cayera se
tumbó sobre ella-. ¡Ay!
M_ Lo siento me he caído –decía mordiéndose el labio.
E_ Ya… ya.
M_ Estas cansada ¿eh?
E_ Sí –le contestó acariciando su rostro.
M_ Voy a proponerte algo.
E_ Mmmmm me encantan tus propuestas sobre todo si
son indecentes –pasó sus manos por el cuello y las hizo
descender por su espalda.
M_ Vamos a descansar, lo necesitamos… pero mañana
dejaremos al gruñón de Vilches perdido por ahí, y tú y yo,
nos dedicaremos a intercambiar –se calló.
E_ Intercambiar ¿qué? –le preguntó levantando un poco
su cabeza acercando lo justo sus labios a los de Maca que
la besó.
M_ Mmmm ¿qué te parece?... besos –le dejó uno en los
labios-, caricias –le acarició el brazo que rodeaba su cuello-,
y… cosas más íntimas –le susurró en el oído mientras con la
punta de la lengua recorría su oreja introduciéndose en ella
provocando un estremecimiento total en ambas-. Esther…
E_ Uf… no me hagas esto que no respondo Maca –le
susurró también en el oído mientras metía sus manos en la
camiseta y tocaba su piel.
222 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ De acuerdo… creo que será mejor que cenes, y yo
también… bueno.. no sé si meterme en el río.
E_ Cuando has contado lo de antes la anécdota.
M_ Mmm –dijo golpeando graciosamente su nariz con la
de Esther.
E_ Pensé que ibas a contar que te habías acostado con
ella.
M_ No… con ella no –sonrió al recordar a aquella alemana
que era de armas tomar-. Cualquiera lo intentaba.
E_ Ya… -cerró los ojos mareada pero no le dijo nada.
M_ ¿Celosa? –la miró sonriente.
E_ Nunca he sido celosa.
M_ Es verdad… -sonrió para jugar durante un rato en su
boca, besos cortos y suaves, pero igualmente excitantes-.
Me voy a meter al río…
E_ Estás loca –le musitó graciosamente-. Pero me
encantas.
M_ Lo sé, ahora te traigo tu cena.
Y así fue, Maca le preparó una cena que les pareció a
ambas la mejor cena de sus vidas, se sentaron juntas sobre
el colchón, compartieron ese momento de una manera
íntima y muy reconfortante para ambas, hablaron de la
Selva, Maca le contaba historias y Esther entendía porque
estaba atrapada allí, a Maca le pasaba lo mismo, como un
día Teresa le dijo, sois iguales. Tras la cena, echó más leña
223 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
al fuego para recibir el calor, miró al cielo como esperando
que no lloviera, para poder aguantar el fuego. Antes de
acostarse, se acercó hasta donde Vilches dormía, lo oía
roncar y se quedó más tranquila. Volvió a mirar el cielo
estaba bastante estrellado y sonrió, por fin parecía que
podían respirar tranquilos. Dentro Esther había tratado de
esperarla despierta, pero le fue imposible, habían juntado
los dos pobres colchones para formar una sola cama, les
había gustado la idea, al verla dormir sonrió, suspiró y se
acostó a su lado, le dejó un beso en la frente, otro en los
labios y apagó la luz del quinqué.
E_ Abrázame Maca.
M_ Si… dame la mano.
Entrelazaron sus dedos y juntaron sus cuerpos, un
rápido sueño llegó hasta ellas y así unidas, dejaron a sus
mentes volar en libertad y a sus corazones galopar
entusiasmados, repitiendo el mismo compás de una balada
de amor.
La noche pasó para los tres con la tranquilidad del
descanso, si bien, cada uno a su modo, pasó algunos
instantes difíciles, a Vilches comenzó a dolerle el vientre,
trató de dormir a pesar del dolor, pero hubo un momento
que tuvo que levantarse de la cama. A Esther la sensación
de malestar no se le marchaba, los pies le daban ligeros
pinchazos y se sentía molesta, tan solo los brazos de Maca
le hacían sentirse mejor, más tranquila, la única que
224 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
realmente había pasado la noche con calma, había sido
Maca.
Cuando el sol comenzó nuevamente a amenazar en el
cielo, Maca abrió poco a poco los ojos, le había parecido
escuchar que la llamaban, levantó al cabeza de la
almohada, con gesto algo desconcertado, ¿estaría
soñando?, miró a Esther y la vio dormir con la postura de un
cuatro bien acoplada a su cuerpo, aquella visión le hizo
sonreír. Pero algo a la vez le hizo borrar su sonrisa, estaba
bañada en un sudor demasiado frío, le tocó la frente y su
gesto se volvió serio, pero entonces la voz le llegó nítida.
V_ Maca... ¿puedes salir un momento? –le llamó Vilches.
M_ Sí –le dijo levantándose.
E_ Maca... –la llamó.
M_ ¿Qué te pasa Esther?
E_ Me encuentro mal... tengo mucho frío.
M_ Espera me está llamando Vilches voy a ver que quiere
y vuelvo –le dijo con tono preocupado.
E_ ¿Qué le pasa? –levantó la cabeza y sintió un mareo
profundo.
M_ No lo sé, déjame ver, ¿sí? –salió con un dolor en el
centro de su pecho, no quería asustarse ni precipitarse,
pero al ver la cara de Vilches el mundo se desmoronó-.
¿Qué te pasa?
V_ Maca... creo que debéis marcharos.
225 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¿Por qué? –lo miraba atónita al tiempo que salía una
Esther con ojeras y gesto de dolor.
V_ He vomitado sangre –dijo tratando de mostrarse
sereno.
M_ ¡Qué!
E_ No puede ser Vilches –le dijo acercándose.
V_ ¿Y a ti qué te pasa?
E_ Me encuentro mal, tengo fiebre, me duele todo –decía
casi a punto de llorar.
M_ A ver no vamos a precipitarnos, ¿vale? –trató de
ponerse lo más ecuánime posible-. Déjame que te
reconozca, eso es de los golpes.
V_ ¿A los tres días?... llama a Massamba y vete... creo que
Esther se debe quedar.
M_ ¿Crees que os voy a dejar aquí? –Esther se sentó con
lagrimas en los ojos.
V_ Fue el trato, lo siento Maca llama a Massamba y que te
recoja, tú no tienes síntomas.
M_ Los tendré –dijo finalmente con seguridad.
V_ No me vengas con esas, nos conocemos –su aspecto
era bastante malo.
M_ Vilches, me he acostado con Esther, hemos hecho el
amor, así que si ella lo tiene, yo también.
V_ Eso te pasa por caliente… -susurró débil.
226 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Bien… a ver… Esther vete a la cama ahora voy
contigo, Vilches déjame reconocerte, lo más seguro es que
de los golpes tengas algo interno. ¿Tienes algún síntoma
más?
V_ He vomitado sangre, me duele el estómago… me dan
calambres en el vientre… ¿algo más?, no, creo que ¿cuánto
me puede quedar?
M_ Déjame ver.
V_ Ponte guantes y mascarilla o no me tocas, ni a mí ni a
Esther.
M_ Te he dicho que…
V_ Ponte los guantes y una vez los tengas ayúdame a ir
hasta la cama, y me dejas allí.
Maca le hizo caso, se puso los guantes y lo ayudó a
llegar a la cama, se tumbó con gesto evidentes de dolor, la
palpación de Maca le daba a entender que si no era el
ébola, era algo muy parecido, su gesto era serio y por más
que quiso mostrarse relajada le era imposible.
Mientras en su colchón Esther temblaba intensamente,
se había tapado con una ligera colcha que Teresa les había
llevado para las noches, sus dientes castañeaban, su
cabeza le martilleaba, y el estómago parecía que se había
vuelto loco, no cesaba de subir y bajar, a todo esto había
que sumarle el miedo que por unos segundos pasó con
aquel comentario de Vilches, en tan solo un segundo vio su
corazón destruido, podía tener el ébola, pero sin duda lo
227 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
que le había hecho temblar no era la fiebre, era el gesto de
Maca al mentir, y sin poderlo evitar las lagrimas llegaron a
sus ojos.
M_ ¡Esther! –apareció Maca con gesto muy preocupado al
ver sus condiciones.
E_ No te acerques Maca…
M_ No digas tonterías tú también, a ver –le tocó la frente,
Esther la miraba con los ojos cristalinos y algo
desenfocados-. Estás ardiendo.
E_ Si… y aún no me has hecho nada –sonrió de lado.
M_ Ya –sonrió también aunque le dolía el alma y se sentía
perdida.
E_ ¿Cómo está Vilches?
M_ Bueno… ahí está… oye te importa que lo ponga aquí…
me será más fácil cuidar de vosotros, separo el colchón y
cada uno en un lado, ¿vale? –le hablaba con una
preocupación que le salía por los poros de su piel.
E_ Vete Maca –ella no le contestó, sacó su saco de dormir
y se lo puso encima para que sudara. Esther agregó
mirándola fijamente-. Le has mentido.
M_ No le he mentido.
E_ Tú y yo hicimos el amor al llegar, le has mentido es
imposible que te haya contagiado.
M_ No pienso irme, no pienso dejaros.
228 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Mira Maca estás haciendo una tontería, si nos hemos
contagiado y tú no das signos de ello, márchate, Teresa te
necesita, África te necesita –le hablaba con una sinceridad
aplastante.
M_ Vosotros me necesitáis ahora y no pienso moverme –
le contestó mientras le daba una pastilla de paracetamol.
E_ No Maca… tú misma me dijiste lo de vuestra
compañera… no querías volver a vivirlo.
M_ Vale ya Esther… ahorra fuerzas, voy a por agua y te
pondré paños –le dijo con decisión de cortar aquella
conversación que le dolía tan solo de pensar que podía
pasarle algo.
E_ Maca… -la llamó al ver que se giraba para marcharse.
M_ Dime.
E_ Te quiero.
M_ Descansa –sonrió.
Al salir se encontró con otro día caluroso, y debía
hacerlo pero ella no lo notaba, ni veía el sol, y los animales
debían estar con su sinfonía de canciones variadas, pero no
las escuchaba, y seguramente el río debía estar en el sitio
que el día anterior lo dejó, pero ella no lo hallaba en su
camino, en sus pasos lentos que recorrían un suelo que
debía existir porque sino, de otra manera no habría llegado
hasta el agua, ¿qué le había dejado así de todo lo vivido?, la
situación de sus compañeros, el pánico a que todo lo que
229 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
les pasaba fuera realmente que se habían contagiado, ¿por
qué ella no?, no tenía síntoma alguno, nada que le hiciera
pensar que ella estaba infectada, lo síntomas eran claros
pero ella no lo podía aceptar, se fustigó pensando en aquel
pensamiento, aunque cuando por fin oyó a los pájaros, vio
el agua y sintió el calor, recapacitó y dejo salir aquello que
había tratado de omitir, una voz, dos palabras, un
sentimiento.
E_ Te Quiero.
Y se lo había dicho así, con toda una calidez que le
había provocado unas ganas enormes de llorar, de meterse
en la cama a su lado, abrazarla y rogarle que la abrazara y
se lo repitiera, miles de veces, millones de veces, gritarle
no te lo puedo decir, no me sale pero… yo creo que
también… la pesadilla volvía a ella, ¿por qué lo había
dicho?, ¿por qué le había gritado con aquel susurro tan
suave y repleto de ternura ese te quiero?... ¿por qué?...
¿por qué?
M_ Esther voy a poner sobre tu frente un paño de agua
fría –le avisó mientras su voz temblaba por sus
pensamientos.
E_ Ve a traer a Vilches… que no esté solo.
M_ Tranquila… dime tienes algún dolor.
E_ Me duele la cabeza, y el estómago, tengo ganas de
vomitar.
M_ Está bien te voy a dar para eso…
230 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Maca por favor… vete.
M_ No voy a irme y no lo vuelvas a repetir –le dijo muy
seria mientras buscaba una pastilla para darle-. Esto es
nada más una reacción de la caminata que nos hemos
dado, a Vilches se le ha agudizado el dolor, y a ti se te ha
agudizado la flojedad, no hay más.
E_ Me encanta cuando quieres demostrar que no tienes
miedo… ahora mismo si no fuera porque no me puedo
mover, te daría un buen morreo para quitarte el miedo –le
sonrió.
M_ Pero yo si me puedo mover ¿eh? –se acercó hasta sus
labios besándola-. Aunque no tengo miedo.
E_ Maca creo que voy a vomitar.
M_ Tranquila…
Fue a por un recipiente para que pudiera vomitar,
temía que lo que pudiera salir de su estómago fuera
sangre, si era sangre, no habría nada que hacer, sus manos
temblaban sujetando una su cabeza y la otra el recipiente.
M_ Tranquila cariño… tranquila –le musitó antes de que
Esther pudiera vomitar por fin.
En la aldea, el desayuno había sido mucho más
tranquilo, mucho más relajado, las mujeres hablaban de lo
que podrían hacer aquellas dos locas que se gustaban y
que se habían pasado los pocos días que llevaban juntas
discutiendo por no dar el brazo a torcer.
231 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Yo creo que dentro de todo lo malo, esta experiencia
puede ir bien para ambas, sobre todo para Maca.
Ns_ Es hora mami, es hora.
T_ Pues si… pero cuando tienes un dolor de alma como
tiene Maca, nunca la abandona por mucho que pueda
avanzar con Esther, un solo recuerdo de ese dolor y volverá
a caer, por eso antes de nada debe depurar su alma. Esther
creo que también ha llegado con su alma enrarecida, es
como si dos almas perdidas se hubieran encontrado en un
lugar tan mágico como peligroso, tal y como es África.
Lu_ Na Mianda kele na ban –puntualizó Lula.
Za_ ¡Teresa… ser mawasi Cruz!
T_ Voy –dijo contenta saliendo hacia la radio a su
encuentro acudió una Mona que desde el día que se había
marchado Esther, se había puesto una camiseta suya,
blanca con un dibujo del Pato Donals-. No Mona, no, no es
Esther… ¡Cruz!
C_ ¡Teresa soy yo! –decía contenta-. ¿Qué sabes de
Vilches?, ¿de las chicas? Estoy ansiosa.
T_ Calma, calma… todo bien, llegaron muertos de
cansancio, no les dio la gana llevarlos, ya sabes, Vilches
defendió a Maca de lo que había pasado y les hicieron
marcharse caminando.
C_ Ya… oye confirmadas mis sospechas.
T_ ¿Julia?
232 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
C_ Eso es, Julia.
T_ ¿Y qué hacemos Cruz?, debiste escuchar a las chicas
yo creo que esta desgracia les ha unido mucho más.
C_ Ya… quiero asegurarme bien y si es cierto, desde
luego así como la otra vez no intervine, esta vez, se las
verá conmigo.
T_ Cruz…yo creo que se lo voy a avisar… debe estar al
tanto. Y si tal y como me temo, Esther ha conseguido
derribar su muralla, ahora tiene una fuerza a su lado para
no caer.
C_ Ojala... pero lo que se dice por aquí no me gusta. Se
cargaron a David, y no me extrañaría que lo intentaran con
ella.
T_ Si, es que además ella no le importa y se mete en cada
lío, esta vez arrastró a Esther –decía subiendo un labio
hacia arriba.
C_ Ya.
Mo_ Uhhhhhhhhhhh.
C_ ¿Qué es eso Teresa? –preguntó algo inquieta.
T_ ¡Ay es Mona!, ya sabes Bárbara nos dejó al animalito y
aquí va con la ropa de Esther y se piensa que tú eres ella y
te saluda.
C_ Tengo muchas ganas de conocer a esa Esther –sonrió.
233 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Si, la verdad que… yo la aprecio mucho, se hace de
querer es buena, y a Maca le ha cautivado su naturalidad y
su carácter. Solo espero que salga bien.
C_ ¿Y mi hombre?
T_ Tu hombre anoche no quiso hablar conmigo, deja que
lo vea que le voy a decir poquito y bueno.
C_ ¿Cuándo podré hablar con él? –sonrió, Teresa era para
ella como una madre, y sabía que para su marido también.
T_ No lo sé Cruz, yo estoy esperando que me llamen, no
les quiero molestar.
C_ Tengo unas ganas de hablar con él.
T_ Por lo que sé al final fueron 4 casos.
C_ Ya…aquí están hablando de alrededor de treinta mil
desplazados y unos cien casos.
T_ Bueno… ya queda menos para que vuelvan al menos
me queda el consuelo que tienen comida, dentro de cinco
días irán los chicos a dejar más.
C_ Gracias por cuidar siempre tan bien de todos Teresa.
T_ Es mi deber.
C_ No, no lo es, deberían darte un premio al mérito y al
trabajo.
T_ Anda calla, calla que me pongo colorada.
Mientras en aquel improvisado hospital, Esther había
terminado de vomitar, el esfuerzo le había dejado casi sin
234 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
fuerzas, Maca la ayudó a acostarse, le limpió la boca y con
miedo vio como perdía el conocimiento. Durante un rato
estuvo a su lado poniéndole paños, tanto en la frente como
en las muñecas, pero la fiebre no bajaba, su respiración era
algo dificultosa, y el gesto de Maca era de un total
abatimiento.
M_ Esther… ¿me oyes?
E_ Sí… mi ángel –le susurró.
M_ Voy a traer a Vilches, ¿vale? –no puedo evitar una
sonrisa triste al escucharla.
E_ Vale… no tardes.
M_ No –le acarició la frente y le dejó un beso-. Enseguida
estoy aquí.
En la cabaña de al lado, Vilches se quejaba de dolor,
cuando Maca lo vio se precipitó hasta él.
M_ ¿Qué te pasa Vilches?
V_ Me duele el costado.
M_ Ves… es una costilla seguro que al forzar en el camino
te ha perforado y si es así, deberíamos irnos al
campamento.
V_ ¿Cómo está Esther?
M_ Creo que es una insolación, ha vomitado pero ni una
gota de sangre –dijo algo más tranquila-. No le baja la fiebre
y, está hecha polvo ¡joder!
235 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Te das cuenta que has diagnosticado dos cosas
diferentes de lo que realmente podemos tener?
M_ No Vilches, ¡me niego a que ninguno de los dos haya
cogido el ébola!, vale Esther tocó al niño sin guantes, lo
admito.
V_ Joder –susurró cerrando los ojos.
M_ ¡Tú no hiciste nada!, nada incorrecto.
V_ En la pelea del agua perdí la mascarilla.
M_ Nadie tenía le enfermedad, hicimos todo
correctamente.
V_ Esther no.
M_ ¡Pero Esther no tiene el virus! –sus ojos se clavaron en
el hombre inyectados por el miedo, la rabia-. Voy a llevarte
con ella, así os puedo controlar a los dos.
V_ Vamos a hacer una cosa –tragaba saliva como podía-.
Busca cerca de vuestra puerta una sombra… pon el colchón
me ahogo aquí dentro.
M_ Pero…
V_ Haz lo que te digo por favor, no quiero estar
encerrado.
M_ De acuerdo… tengo que llamar a Teresa, quedamos
en eso.
V_ No le digas nada.
236 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Ya lo sé no pensaba decirlo –lo miró como si aquel
comentario le hubiera hecho daño-. Voy a prepararte todo.
V_ Maca… gracias.
M_ No puede pasar Vilches… no puede pasar.
Con rapidez lo preparó todo, tal y como Vilches había
pedido justo al lado de la puerta, el enorme árbol que había
lograba dar una sombra lo suficientemente fuerte como
para que pudiera estar allí tumbado. Después Maca le puso
un vendaje compresivo por si realmente era la costilla, si no
lo era, no le haría ningún mal.
V_ Joder Maca… si salgo de esta procura esconderte…
¡qué daño!
M_ Lo siento, y sigo pensando que deberíamos ir al
poblado.
V_ ¡Coño qué dolor!
E_ Vilches… -lo llamó con la poca fuerza que le quedaba.
V_ ¿Qué te pasa Esther?
E_ Maca te ha mentido… no se ha acostado conmigo, no
puedo haberle contagiado dile que se vaya…
V_ ¿Me has mentido? –Maca no levantaba la cabeza del
vendaje.
E_ Sí te ha mentido… no quiero que le pase nada –se oía
su voz quebrada.
V_ Maca.
237 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No me voy a ir, lo siento, te he mentido –dicho esto
entró a por Esther-. Vamos Esther por favor… tranquilízate.
E_ No quiero que te pase nada por mi culpa.
M_ Esther nos hemos besado, y la saliva también es un
transmisor, ¿de acuerdo?, así que relájate –le decía
acariciando su frente mientras la miraba con el ceño
fruncido.
E_ No quiero que te pase nada –decía cogiéndole la mano
M_ No me va a pasar te lo aseguro, ni a mí, ni a ti, ni a
Vilches.
E_ No soportaría verte mal –le decía mirándola a los ojos-.
Maca…
M_ Venga… trata de tranquilizarte o la fiebre no va a
bajar.
E_ Tengo ganas de vomitar.
M_ ¿Otra vez? –la miró preocupada.
E_ Sí, me encuentro muy mal –decía con el ceño fruncido.
Tras nuevamente volver a vomitar, se quedó
extasiada, con la ayuda de Maca, se lavó la boca, para
quedarse nuevamente dormida. Salió y Vilches no es que
tuviera mejor rostro pero, al menos estaba tranquilo.
V_ Ay que joderse… si nos hemos contagiado, ¡ay que
joderse!
M_ Pues si –puso gesto de fastidio.
238 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Sabes cuánto tiempo hace que no veo a mi hija?
M_ Desde que nació, como yo a mi hijo.
V_ Si, yo no lo veo porque estoy aquí, me queda el
consuelo de hablar con ella por la maldita radio, pero tú –la
miró con gesto severo.
M_ Déjalo Vilches –se sentó cerrando los ojos abatida.
V_ Tú no lo ves por culpa de la hija de puta de la madre,
¿pero sabes una cosa Maca?, ahí dentro tienes una mujer
que vale la pena, una mujer que serías muy imbécil si no le
dieras una oportunidad de verdad, te conozco y sé, que en
el momento Esther te acorrale saldrás corriendo, mírame –
Maca lo miró con los ojos repletos de pánico-. Sé valiente
por una vez Maca.
M_ Antes me ha dicho que me quiere –le musitó mientras
agachaba nuevamente la mirada jugando con un palo sobre
la tierra, tras un suspiro y levantar la cabeza, la apoyó
sobre el árbol y continuó tras tragar fuertemente el nudo
que se le había quedado en la garganta-. Me ha hecho
temblar, me ha dado miedo y ganas de decirle que me
ayude.
V_ Dile la verdad… que eres una gallina para el amor.
M_ Es una mujer maravillosa ¿verdad? –sonrió orgullosa.
V_ Lo es… y con un par.
M_ Si.
V_ Justamente lo que necesita para controlarte.
239 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Es tan dulce… y tiene una sonrisa tan…
V_ Si salimos de esta Maca… no la dejes escapar por la
tontería de que no tienes corazón, si no tuvieras corazón,
no te habrías inventado lo que te has inventado para
quedarte.
M_ Me está doliendo mucho Vilches.
V_ Es amor… si salimos –la miró fijamente y Maca le
aguantó esa mirada con una mueca de terror-. Lucharas por
ser feliz, ¿verdad?
Tras la charla, Vilches se durmió en cuanto las pastillas
hicieron efecto, Maca entró junto a Esther que seguía
desfallecida, y se encontró más sola que nunca, un miedo
brutal apareció ante ella, no recordaba esa sensación
excepto cuando descubrió toda la verdad sobres Julia y su
pequeño. Sin embargo, aquel miedo que sentía era peor,
aunque no quería ver los que pasaba, cada vez se
encontraba con menos fuerzas, Esther cada vez estaba
peor, los vómitos si bien, en ninguno había sangre, eran un
síntoma junto a la fiebre y esos dolores en el vientre de los
que se quejaba para asustarse, y eso le provocaba un terror
desmedido. Allí estaba sentada a su lado cambiándole
paños de agua mientras no podía evitar que de sus ojos
cayeran lagrimas, se limpiaba con el dorso de la mano, y en
ese momento se sentía idiota, idiota por querer mantener
una barrera que Esther había logrado tumbar, idiota porque
el juego se le había ido de las manos pero aún así, era
240 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
incapaz de dejarse llevar por completo, idiota porque no
podía tener tanta mala suerte, no podía haberse
enamorado y que la vida le quitara a la mujer que amaba
así de golpe. La soledad, le estaba pasando factura, suspiró
y fue a por más agua al río, sin pensarlo metió su cabeza
bajo del agua fría, dejo unos segundos que la sensación de
aquel silencio ruidoso la envolviera, dejó que su mente
sintiera el azote del agua una y otra vez, necesitaba que se
llevará sus malos pensamientos.
Tras un buen rato a su lado, recordó que debía hablar
con Teresa, no sabía muy bien como evitar que notara su
temblor de voz por el susto, no sabía muy bien como
controlar sus emociones, más que nunca necesitaba los
consejos y el abrazo de Teresa, más que nunca necesitaba
el calor de madre que ella le daba. Exhaló un profundísimo
respiro tratando que sus nervios quedaran aplastados en
sus pulmones, que le dejara hablar con tranquilidad, pensó
bien que le iba a decir, que excusa iba a ponerle, lo debía
hacer muy bien, Teresa la conocía perfectamente y lo más
seguro era que si captaba su destemplanza le hiciera
preguntas y acabara poniéndola a ella también, mal.
M_ Relájate… -se dijo a si misma y dio la señal de la
radio-. ¡Teresa!
Za_ Ziku, ziku Maca.
M_ Mbote Zambi…
Za_ Mami Teresa kusadisa.
241 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Melesi –mientras esperaba la llegada de Teresa, iba
respirando, poco a poco, inspiraba y expiraba tratando de
que su voz fuera fuerte, para poder dominar los latidos del
tam-tam en que se había convertido su corazón.
T_ ¡Maca cariño! –exclamó contenta-. Ya pensaba que no
iba a tener noticias… estaba por llamar.
M_ No es que estamos agotados Teresa, de hecho, solo
me he levantado yo al ver la hora he pensado que estarías
preocupada.
T_ ¿Va todo bien? –le preguntó haciendo que Maca
frunciera el ceño pasara la lengua lentamente por su boca y
tardara unos segundos en contestar-. Maca… ¿Maca?
M_ ¿Me oyes Teresa? –fue lo único que se le ocurrió-.
¡Teresa!
T_ Si, si te estoy oyendo… ¿me oyes tú a mí?
M_ Ahora si, dime ¿qué decías?
T_ ¿Si todo va bien?, te noto algo extraña.
M_ Va todo bien… solo que me duelen mucho los pies,
nos hicieron andar casi seis horas y fue lo único que nos
faltó para destrozarnos de cansancio.
T_ Ya… bueno… sabes como funcionan las cosas.
M_ Ya, imagino porque lo hicieron. ¿Cómo va todo?
T_ Bien, bien, no nos han llegado refugiados, de momento
todo en calma, demasiada calma diría yo. ¿Habéis hablado
con Dávila?
242 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No –Dávila pensó, además debería hablar con él… no
podía decirle, no quería prefería si era el virus morir allí sola
que se los llevaran a cualquier sito separados-. Mira creo
que debemos hacer primero una cura de sueño y
cansancio, a penas hemos dormido –su gesto era realmente
angustioso si Teresa hubiera alcanzado a verlo sin duda se
hubiera impresionado.
T_ He hablado con Cruz, dile a Vilches que le manda
muchos besos y a ver si esto pasa pronto y puede hablar
con él.
M_ Si –asintió temblándole las manos ¿cómo se lo iba a
decir a Cruz?
T_ ¿De verdad estás bien? –insistió.
M_ Sí Teresa, estupendamente, voy a darme un baño en
el río mientras estos dos duermen, ¡qué vaya par de osos!
T_ Si… bueno… bueno –reía abiertamente-. Tú también
deberías descansar, imagino tu carita y me duele el corazón
solo de pensarlo. ¿Sabes qué?, había hablado con
Massamba de que me acercara.
M_ ¡No Teresa! –se precipitó con demasiado ímpetu a
decirlo.
T_ ¡Jo esas son las ganas que tenéis de verme!, llevamos
muchos días separados.
M_ Ya… pero… esto acabara enseguida… oye Teresa voy
a dejarte que me aprieta una necesidad.
243 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Vale… vale… ¡ay entre una comilona y la otra
meona!... no sé yo que voy a hacer con vosotras.
M_ ¿Echarnos de menos? –sonrió pensando en Esther y de
pronto su sonrisa le traicionó.
T_ Maca cariño… ¿todo bien con Esther?
M_ Muy bien Teresa, muy bien –sonrió con lagrimas en los
ojos.
T_ Me alegro, sería tu compañera ideal, no la pierdas
Maca.
M_ No… adiós Teresa…
T_ Hasta la noche.
M_ Si –musitó hundiendo su cabeza entre sus brazos, la
desesperación se había apoderado de ella, se levantó
alejándose de las dos cabañas, se ahogaba, las lagrimas
caían a borbotones por sus mejillas y el abatimiento se
había vuelto insoportable, puso su mano en el pecho
tratando de controlar todos los sentimientos contradictorios
que la anegaban y susurró-. No puedo caer… no puedo
dejar que me vean muerta de miedo… no puedo ser tan
desgraciada… no puedo perderla así… solo pido una
oportunidad y… no la desaprovecharé, lo juro.
Mirando la radio se había quedado una pensativa
Teresa, la conocía demasiado bien como para no darse
cuenta que le ocultaba algo, se le hacía muy raro que
Vilches no hubiese hablado, dos veces y no lo había oído,
244 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
podía ser cierto que Esther estuviera durmiendo, pero el
timbre en su voz era extraño, la conocía demasiado bien.
Cuando se fue a levantar una nueva llamada le sorprendía.
T_ ¿Si?
D_ ¡Teresa! –le llamó alegre.
T_ Hola Dávila –trató de disimular las dudas en que le
había dejado Maca.
D_ ¿Oye qué sabes de los chicos?, he tratado de
comunicarme con ellos pero no hay manera.
T_ Están muy cansados Dávila, que dicho sea de paso, ¿tú
para qué estás? –le dijo enérgica acompañándole un gesto
de enfado verdadero.
D_ No te entiendo Teresa.
T_ Muy fácil, después de dar la cara allí con el calvario
que han pasado, les hacen volverse andando… ¿y tú que
haces?
D_ Teresa no me hables así.
T_ No Dávila, no, ellos pertenecen a tu custodia y tú
debes dar la cara por ellos.
D_ Sabes que Maca creó problemas y así no la puedo
defender –se defendió.
T_ ¡Por el Amor de Dios!, ¿qué problemas?, ayudar a dos
mujeres a que sus vidas fueran menos difíciles… ¡dime!
245 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
D_ Las cosas no son así tenemos normas y hay que
cumplirlas.
T_ Dávila la conoces, conoces a los tres, los han mandado
a un infierno y nadie les ha echado una mano, ¡bueno si!, al
cuello, sabes que Julia está detrás de todo esto.
D_ Teresa no empieces con esas teorías tuyas de
conspiración.
T_ Mira… te lo advierto Dávila, si Maca resulta afectada
por todo esto porque así lo consideran me parecerá fatal,
porque ella da la cara siempre, y tú la escondes por ella,
ahora bien, si Maca resulta afectada por un capricho de la
cabrona esa… te juro Dávila que no sé como, pero de esto
se entera todo el mundo.
D_ Teresa trata de tranquilizarte por Dios… que hasta
tacos me dices ya –decía impresionado no por la defensa a
ultranza de Maca, que la conocía, y sabía que era por casi
un amor maternal, sino, por su modo de hablar-. Mira… yo
he dado la cara muchas veces y lo sabes, pero ahora mismo
estoy atado de pies y manos, no es mi intención que a
Maca le pase nada, ni por una ni por otra forma, así que si
te vas a quedar más tranquila trataré de averiguar, ¡pero
no confabules!
T_ ¡Dávila! –le alzó la voz enfadada-. Tú sabes tan bien
como yo de lo que es capaz esa mujer, así que te lo
advierto da la cara por tu gente Dávila, que al fin y al cabo,
246 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
tú estás sentado en un despacho y ellos se están dejando la
vida, al menos ¡eso hazlo bien!
Enfadada con el mundo indeseable que rodeaba a
Julia, salió del cuarto, agradeciendo encontrarse de frente
con Massamba, que era su apoyo, quien mejor la entendía.
Ma_ ¿Mami, qué sucede? –su voz profunda y grave le dio
seguridad.
T_ No lo sé Massamba, algo me dice que los chicos tienen
problemas.
Ma_ ¿Qué problemas? –la miró serio.
T_ He notado a Maca seria, no he hablado con Vilches, no
sé… igual es que estoy susceptible pero algo me dice que
nos están ocultando algo.
Ma_ Si mami quedar más tranquila, yo ir.
T_ Vamos a esperar hasta esta noche con la nueva
llamada… si mi sospecha sigue en pie, iremos a ver que
pasa.
Ma_ Mami decir… pero yo pensar algo.
Allí se quedaron valorando las posibilidades que le
estaba exponiendo aquel hombre que recibió al hijo de Lula
como propio y le estaba acunando en ese momento en que
los ojos de la muchacha buscaron los ojos del hombre, ante
la sonrisa de una Teresa que seguía creyendo a pesar de
todo en el amor.
247 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Trataba de recuperarse del intenso sofoco que había
sufrido, se prohibió volver a llorar otra vez, en ese instante
debía ser fuerte, no se iba a fustigar tan pronto, si tenían el
virus debían desarrollarlo en horas, entonces sería el
momento de asustarse, mientras tanto, seguiría luchando y
creyendo que era cualquier cosa menos el maldito Ébola.
Se acercó hasta Vilches que seguía dormido, tocó su
frente y notó que también él tenía algo de fiebre, suspiró.
Entró a la chabola y allí, estaba Esther con los ojos abiertos,
y la mirada perdida en el techo.
M_ Ya estoy aquí… ¿cómo está mi bombón? –sacó una
sonrisa de su alma mientras se agachaba.
E_ Derritiéndose –contestó sonriendo tímidamente.
M_ A ver –le tocó la frente-. Bueno esto ya está bajando
ves, como no es más que una insolación.
E_ Eso espero.
M_ Claro que sí, anda hazme un sitio.
E_ ¿Para qué?, voy sin arreglar cariño… ahora no podría ni
aguantarte un combate.
M_ Estás tú muy ingeniosa ¿eh? –le decía sonriendo
mientras se acostaba.
E_ Abrázame por favor.
M_ Claro, a ver para que te crees que me pongo así a tu
ladito sino para abrazarte fuerte, y tenerte así cerquita.
248 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¡Ay con lo loba que quieres ser, y eres todo un
corderito!
M_ Corderita a todo caso… y no te creas ¿eh? –le besó en
la sien.
E_ Maca estoy sudada.
M_ Si, hueles fatal –le decía mientras la estrechaba y
notaba el calor de su cuerpo.
E_ Gracias.
M_ Pero no importa.
E_ Muchas gracias… es toda una consideración por tu
parte, lo tendré en cuenta.
M_ Mmmm eso suena muy bien –le dejó un beso en el
cuello.
E_ ¿Y Vilches?
M_ Tranquilo, le he inyectado un calmante… duerme.
E_ ¿Qué te ha dicho Teresa?
M_ ¿Estabas despierta?
E_ Sí –suspiró profundamente.
M_ Pues… no le he dicho la verdad…
E_ Ya, pero lo habrá notado, tú mientes muy mal.
M_ ¿Ah si? –le acariciaba lentamente el vientre.
E_ Sí.
M_ ¿Y qué más hago mal?
249 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Para mí nada –le dijo poniendo su mano sobre la de
ella.
M_ Descansa.
E_ Maca si me pasa algo… me gustaría...
M_ No va a pasarte nada –la interrumpió con cierto tono
molesto.
E_ Ya pero si me pasa, antes de perder el conocimiento
quisiera.
M_ ¡Esther!, no es nada lo que tienes.
E_ ¡No seas cabezota y déjame hablar! ¡jolines! –sacó de
su poca fuerza algo de genio.
M_ Está bien habla pija, pero no te aseguro escucharte –le
dijo suspirando.
E_ Ya veremos –se volvió lentamente sintiendo como su
cuerpo pesaba, como le dolían todas las articulaciones, y se
mareaba, fue esa sensación la que hizo que sus manos
apretaran fuertemente los brazos de Maca que la
sujetaban-. Ay.
M_ ¿Qué te pasa?
E_ Me he mareado, uf –resopló.
M_ Quieres estarte quieta, no hablar, no perder fuerzas.
E_ No pierdo fuerzas, Maca… si me llega la hora –Maca
cerró los ojos Esther sonrió-. No sé cuanto tiempo llevo,
¿mes y medio?, he vivido tanto en ese tiempo, ha sido todo
250 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
tan intenso –hablaba con cierta dificultad-. Jamás pensé
vivir tantas cosas cuando quise venir, huí de Esther García,
al menos la Esther García que no me gustaba, y tú me has
hecho encontrarme de otra manera, que me gusta –Maca
sonrió mirándola a los ojos con cierta emoción-. Nadie me
ha querido, ni me ha demostrado tantas cosas como tú, a
pesar de ser insoportable, altiva, borde –decía sonriendo
mientras Maca no sabía si reír o llorar-. Pues me has hecho
inmensamente feliz, me has enseñado a valorarme, a
defenderme de tus continuos ataques, me has enseñado a
ser una enfermera valiente, defensora de lo que creo es
justo… manteniendo mis valores y todo eso lo has hecho tú.
M_ ¿Tanto? –la miró con los ojos brillantes.
E_ Sí, Maca, nadie había hecho nada por mí, tú lo has
hecho todo…
M_ Esther no he hecho nada que no te merezcas te lo
aseguro, bueno vale, cuando me ponía borde es que me
gustaba –sonreía y Esther cerraba los ojos-, no es que te lo
merecieras, pero… lo demás lo has conseguido tú. Creo que
no te valorabas lo suficiente, eso nos pasa a todos, y ese
defecto África lo corrige pronto –la miraba a los ojos con
total sinceridad con una mano sobre la cintura y el otro
brazo lo había pasado por el cuello.
E_ Ya.
M_ Descansa.
E_ Maca –murmuró.
251 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Dime.
E_ Si me muero quiero que sepas que… eres lo mejor
que me ha pasado en mi vida y que me has hecho muy
feliz, y que, si sigues adelante no cierres la puerta a nadie,
eres una persona por la que merece la pena luchar contra
viento y marea, y lo que te dije es cierto, te quiero.
M_ Lo sé mi amor, lo sé –le besó en la frente
estrechándola contra si sin poder encontrar más palabras,
sin poder decirle nada más, era como si la emoción se
hubiera quedado atravesada en la garganta y no le dejara
hablar.
E_ Estoy contenta de haber venido, de haber conocido a
todos…
M_ Esther por favor… -le musitó, mordiéndose los labios.
E_ Pero sobre todo, estoy contenta de haberte conocido a
ti.
M_ Venga… descansa cariño –entonces su mano tocó algo
en su piel que le llamó la atención-. Déjame ver.
E_ Y quiero que le digas a Mona…que es simpática y no
me enfado a pesar que me robe la ropa –Maca la giró-. Y
que cuide de Valiente...
M_ Esther calla un momento.
Sus ojos se abrieron como platos y todo su mundo se
vino abajo, Esther comenzaba a tener unos granitos rojos
en toda su espalda, miró pecho, brazos, piernas y allí
252 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
estaba comenzando a invadir la piel que ella había
devorado.
M_ No joder... no –masculló repleta de rabia mientras
Esther caía en el más profundo silencio.
Le fue a quitar la ropa, pero se le ocurrió algo mejor, se
había vuelto a desmayar nuevamente por la fiebre que
nuevamente era alta. Salió en busca de ayuda con Vilches
pero dormitaba, le tocó y se dio cuenta que no era por
el calmante, lo hacía porque también tenía la fiebre alta, se
pasó las manos por la cara llegando casi a la
desesperación, pero no podía caer en ella, no podía dejarse
llevar por la situación que realmente le sobrepasaba. Cogió
un recipiente, Esther seguía igual en la misma postura que
la había dejado, sudando, y con esas pupas que no le
gustaban, que le hacían sentir que estaba en una continua
caída libre. Fue al río llenó el recipiente de agua, y entró, en
su afán por saber, cayó en un agujero que casi le cubría,
nadó un poco hacia abajo, y probó, después encontró lo que
buscaba, y es que sus nervios le hacían fallar cuando la
solución la tenía delante. Empapada, llegó hasta Vilches,
sacó otro trapo que había hecho al romper una sábana, la
empapó bien en el agua y lo puso sobre su frente, el
hombre abrió los ojos de par en par.
V_ Hola, ¿qué te pasa?, tienes mala cara.
M_ Nada… ¿cómo estás tú?
253 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ He estado mejor.
M_ Tienes fiebre –su gesto seguía siendo preocupado.
V_ Si, y unas portentosas ganas de vomitar. ¿Cómo está
Esther?
M_ Ahora mismo desmayada por la fiebre, y como tú
vomitando.
V_ Deberías haberte marchado.
M_ No… somos un equipo, además sé que tú no me
hubieras abandonado.
V_ Yo no estaría tan segura –murmuró haciendo un gesto
de dolor.
M_ Voy a pincharte para la angustia aunque a Esther no le
ha servido de nada.
V_ Pues déjalo Maca.
M_ No voy a dejarte sufrir –lo miró fijamente.
V_ Ya vas admitiendo las cosas ¿eh?
M_ No, esto tiene una explicación, ¡joder Vilches no
podemos tener tan mala suerte!
V_ Si yo te contara… anda ve con Esther que ella es más
débil que yo.
M_ Vilches, se ha llenado de una especie de pupas rojas,
he pensado si fuera el sarampión.
V_ Maca… no da vómitos –le dijo con la voz cansada.
M_ No puede ser joder… ¡no!, ¡me niego!
254 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Vas a ir contra la naturaleza?
M_ Toda mi vida he ido contra la naturaleza ¿no? –le
preguntó con algo de ironía.
V_ Eso es verdad… joder como me duele la cabeza.
M_ Déjame que te inyecte un calmante.
V_ Déjalos para más adelante… los vamos a necesitar –su
voz demostraba que el dolor ya era intenso.
M_ Voy con Esther… si me necesitas…
V_ ¿Silbo?
M_ Por ejemplo.
Llegó hasta ella, su angustia era tremenda, notaba
como los latidos de su corazón iban aumentando una
terrible angustia se apoderaba de ella por momentos,
aquellas pupas iban ocupando por momentos la piel
inmaculada de su ¿mujer?, pensó, sí mi mujer.
M_ Esther cariño… Esther –la llamó golpeándole
suavemente en la cara.
E_ Mmm.
M_ A ver cariño, trata de caminar, apóyate en mí, vamos.
E_ No puedo no tengo fuerzas.
M_ Claro que las tienes mi amor… venga… vamos –la
ayudó a levantarse.
E_ Me duelen mucho las piernas.
255 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Es normal por eso venga, agarrate a mí que yo te
llevo.
E_ Au… Vilches… ¿cómo estás? –le preguntó apoyada
completamente en Maca.
V_ Aquí algo jodido, ¿y tú?
E_ Aquí… toda jodida –sonrió.
M_ Vamos… venga.
E_ ¿Dónde me llevas mi vida? –le decía cerrando los ojos.
M_ A ver el atardecer.
E_ Mmmm.
M_ A ver vamos a entrar en el río.
E_ Maca no puedo.
M_ Claro que puedes, vas a apoyarte en mí y vamos a
estar un buen rato en el agua para que esa fiebre rebelde
se baje.
E_ ¿Juntas?
M_ Sí, juntas.
E_ Haz conmigo lo que puedas –susurró mientras se
dejaba hacer.
Maca sonriendo entró en el agua fría, al hacerlo Esther
comenzó a tiritar, entonces se sentó justo donde un gran
tronco de árbol había encallado contra la tierra, apoyó su
espalda en él abrió las piernas y con suavidad dejó que
Esther se acoplara entre ellas. La abrazó fuertemente una
256 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mano sobre su vientre, la otra cruzando su pecho,
apoyándola en el hombro contrario, su cabeza reposaba
sobre el hombro de Maca, el agua golpeaba el cuerpo de
Esther suavemente, así como el de Maca, que no la
acariciaba, la sujetaba para que no desfalleciera.
M_ ¿Tienes los ojos abiertos?
E_ No –susurró débilmente.
M_ Ábrelos cariño, quiero que veas este atardecer, mira el
cielo…
E_ Si.
M_ Has visto el color naranja, no he visto en ningún otro
sitio un color como esté, y te prometo que cuando estés
bien, te llevaré a mi rincón, a mi escondite y cuando nos
hayamos pasado toda la noche haciendo el amor,
subiremos a descansar compartiendo el amanecer.
E_ Uf… se me pone la piel de gallina –sonrió mientras
Maca le daba un beso en la sien.
M_ Si mi vida… es la fiebre.
E_ Es hermoso estar así… -sonrió cogiendo su mano y
poniéndola sobre la suya, entrelazando los dedos-. Gracias
por este momento.
M_ Los vamos a repetir, ¿ves pasar las hojas?, así va a
pasar esto… vamos a superarlo.
E_ Siento que me hierve la piel y –se miró las manos-. ¿Y
esto?
257 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Tranquila… esto es del sol.
E_ Ma…
M_ Es del sol –dijo con rotundidad interrumpiéndola-. Y
ahora, relajémonos vamos a estar un ratito aquí juntas,
tranquilas, sintiéndonos, ¿qué te parece?
E_ Una utopía –susurró mientras le caía una lagrima por el
rostro.
M_ Nada de llorar ¿eh?, es lo más hermoso que podemos
compartir estos veinte días, un bañito fresco… el atardecer,
este cielo tan impresionante y nosotras dos, ¿podemos
pedir algo más?
E_ Tiempo –susurró.
M_ Lo tendremos –guardaron silencio y Esther buscó la
manera de acoplarse mejor para poder contemplar el
espectáculo del cielo y ver el rostro de Maca. Ésta le
sonrió-. ¿Sabes una cosa?, la noche que hablamos del amor,
la noche que te conté todo lo que me había pasado con
Julia, sentí que me involucraba mucho contigo, pero que
eras como yo, podíamos tener una relación de sexo sin más
–Esther cerró los ojos y sonrió-. Después pensé, bueno…
también podemos ser algo más… y ahora que te tengo así
entre mis brazos, pienso, ¿merece la pena arriesgarme por
ti?, y me da miedo no te lo voy a negar.
E_ Lo sé… pero por mucho que quisieras solo sexo, luego
no era así.
258 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¿Y tú como lo sabes?
E_ Te olvidas que durante la mayor parte de la relación
con mi novio, disimule, o hice ver que disfrutaba, me hice
experta, y tú tanto como yo, no disfrutábamos del
momento, sino, que queríamos más.
M_ Vaya… ¡así que estoy al lado de toda una experta!
E_ Si.
M_ ¿Y no habrás fingido conmigo, verdad? –le volvió a
besar.
E_ Uf… eso es imposible.
M_ ¿Quieres que nos demos una oportunidad en serio?
E_ ¿Ser novias?
M_ Sí.
E_ ¿Y me lo pides así? –sus dientes volvieron a chasquear.
M_ ¡Mejor imposible, mira el entorno que tenemos cariño!
–sonreía.
E_ Qué sosa por favor… sosa… sosa.
M_ Vale… -aceptó casi a regañadientes-. ¿Esther quieres
ser mi novia?
E_ Si salgo de esta sí, aunque tendré que consultar con
Teresa.
M_ ¿Ah si?
E_ Ella es mi apoyo, me aconseja sobre ti.
259 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¡No me digas!
E_ El traje de la fiesta… ya sabes…
M_ Joder la fiesta… que buena estabas en esa fiesta –
sonreía mientras apretaba sus dedos entrelazados.
E_ Tú también.
M_ Bueno descansa… mira lo que vas a hacer es
descansar aquí en el agua, en silencio ¿vale?, y escuchando
el canto de los pájaros, nos iremos tranquilizando…
E_ ¿Y Vilches?
M_ Tranquila es un toro, esto nada más es una insolación.
E_ Pues me cago en la insolación.
M_ ¡No digas tacos! –le dijo dando una carcajada mientras
Esther se ponía de lado y se refugiaba en su pecho-.
Esther… solo quiero que sepas que… me han hecho mucho
daño, que no sé decir te quiero si no lo siento, que me
cuesta pero que me gustaría intentarlo, me gusta estar así
contigo, y eso no lo tuve con nadie que no fuera Julia, pero
me dio amor y también me destrozó, sólo quiero amarte
como te mereces, y quiero depurar mi alma, te pido que
tengas un poco de paciencia conmigo… solo un poco… soy
complicada lo sé, pero quiero intentarlo contigo.
E_ Lo sé –musitó mientras volvía a quedarse dormida.
M_ Eres muy importante para mí –trató de ser fuerte pero,
el miedo le venció haciendo que las lagrimas anegaran sus
mejillas, y golpearan duramente su corazón con el
260 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
sentimiento de la pérdida absoluta, no podía ser verdad, no
la podía perder-. Quiero llegar a vieja a tu lado.
Pero Esther no contestó, la fiebre en el agua había
remitido, pero aquellos puntos se habían extendido más,
aguantó allí una hora, cuando comenzó a tiritar la llevó
nuevamente a la cama, la secó con delicadeza, le puso una
crema en todo el cuerpo para contrarrestar aquellas pupas,
la metió entre las sábanas, la tapó bien, le dio suero, pero
nada conseguía retener en el estómago, lo mismo que
Vilches que había comenzado con los vómitos, y Maca allí
entre los dos, realmente sintiéndose inútil.
La noche cayó y la descubrió sin ganas de comer, con
un cansancio que le llenaba hasta el alma. Había ayudado a
Vilches, mientras Esther dormía, y cuando por fin pudo
quedarse tranquilo, la llamó.
M_ ¿Qué te pasa Vilches?
V_ Las pupas de Esther ¿son como estás? –le señaló su
mano.
M_ Joder –cerró los ojos.
V_ Vete de aquí.
M_ No, ya es tarde no os voy a dejar, lo siento.
V_ Estás agotada… tienes muy mala cara.
M_ Solo es hoy, mañana estaré mejor.
V_ Y nosotros peor.
M_ Me da igual, yo estaré aquí.
261 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¿Nos vas a enterrar? –la miró desafiante.
M_ No hables así.
V_ Sé coherente.
M_ No me queda coherencia.
V_ Quiero hablar con Cruz, mañana hablaré con ella
quiero despedirme y tú mañana te vas.
M_ Bien, mañana hablarás con Cruz, pero no me iré –le
dijo rotunda aunque sin fuerzas.
V_ Y ahora… acuéstate, trata de descansar.
M_ Estás hirviendo.
V_ Lo sé… tápame y olvídate de nosotros, ve a mi choza
métete allí y descansa, no duermas con Esther.
M_ No voy a dejarla sola, voy a estar a su lado hasta el
final, aunque sé que ese final no va a ser el que piensas,
esto no es ébola.
V_ Bien… no tengo fuerzas para discutir.
M_ Descansa. Si me necesitas me llamas.
En la aldea, Teresa había trazado un plan, sabía que
algo pasaba y quería averiguarlo, era consciente de la
relación entre Nsona y Maca, sabía que muchas veces
cuando la médica se encontraba mal, Nsona conseguía
ayudarla más que la propia Teresa, de ese modo Zulú y
Massamba estaban allí junto a las dos mujeres mientras
262 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Lula y Sissou se encargaban de acostar a los niños junto a
Nmala.
Zu_ ¿Ya?
T_ Sí.
Maca estaba respirando un poco de aire, fue a las
mochilas donde tenían los botes de comida todavía que les
habían llevado del campamento de refugiados, y mientras
abría la lata pensaba en cuanto tiempo les iba a quedar allí,
debía ser realista, si era el virus quedaría ella la última,
aquel pensamiento le hizo sentir un terrorífico
estremecimiento. Iba a cenar cuando oyó el ruido en la
radio, y tras el ruido, la voz de Zulú, le extrañó.
M_ Buenas noches Zulú, ¿qué ocurre?
Zu_ Nsona querer hablar.
M_ ¿Dónde está Teresa?
Zu_ Ahora venir...
Ns_ ¡Maca!... ganas yo de hablar.
M_ ¿Qué tal Nsona? –le preguntó con la voz apagada-.
¿Todo bien por ahí?
Ns_ Sí. ¿Y Mwasi Esther?
M_ Pues... ahora está dormida –su voz volvió a apagarse
un poco más tras la aparición de las dudas.
No_ ¿No estar bien Maca?
M_ Sí, sí, yo estoy bien, sí.
263 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Ns_ ¿Y Mwasi? –insistió mientras todos se intercambiaban
miradas nerviosas.
M_ Tiene... tiene un poco de fiebre... del calor el sol, ya
sabes... pero está bien.
Ns_ Notarte yo Maca.
M_ Tengo miedo Nsona... tengo miedo –repitió casi
inconscientemente agotada por el sufrimiento que llevaba
consigo y el propio cansancio.
Ns_ Maca...
M_ Todo es una mierda –renegó con rabia.
Ns_ No estar bien Maca... –Teresa asintió mirando a
Massamba.
M_ Si... solo estoy cansada y... –guardó silencio.
Ns_ ¿Y ziku?
M_ Durmiendo Nsona... tranquila de verdad, todo está
bien, mañana os llamaré ¿vale?, ¿de verdad Teresa está
bien?
Ns_ ¡Oh si!, ella venir ya.
M_ Me... me voy a la cama, dile que mañana la veo.
Buenas noche.
Ns_ Buenas noches Mwasi –luego miró a todos y sus
rostros marcaban preocupación-. Algo grave pasa.
T_ Si... ¿Massamba?
Ma_ Dejar a nosotros.
264 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Z_ A trabajar –le dijo al hombre que miraba a Teresa con
respeto.
T_ Dios mío... ¿qué pasará?
Tras estar un rato con Vilches, pues había vomitado
nuevamente, después de darle un calmante para los
dolores y comprobar que la fiebre se había detenido en
treinta y ocho de temperatura, se retiró a descansar un rato
con la promesa por parte del hombre de que si empeoraba,
la llamaría. Con el rostro serio, cansada hasta no poder casi
ni parpadear, se cambio y antes de acostarse le volvió a
poner crema por todo el cuerpo, parecía que las pupas no
iban a más aunque las tenía por todo el cuerpo, después s
e acostó junto a una Esther que por momentos se había
vuelto a cargar de fiebre.
E_ No quiero... más... yo no voy a llegar mamá.
M_ Esther cariño.
E_ No puedo, no tengo fuerza para llegar al río –deliraba.
M_ Esther tranquila no te vas a mover de aquí.
E_ ¿Maca?
M_ Sí, soy yo, y voy a estar a tu lado, descansa.
Esther se abrazó a ella quejándose, Maca necesitó
encontrar el tacto de aquella mujer, necesitó que le
cuidara, que le diera el calor que desprendía su cuerpo,
precisamente para calmar el miedo, ese miedo que se
265 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
había instalado en su alma, y aplacar así el temblor que ella
misma estaba sintiendo.
Quería cerrar los ojos y despertar con el sol del nuevo día,
con Esther a su lado radiante, besándola, amándola,
burlándose de ella, con Vilches cascarrabias riñéndolas por
sus besos a escondidas, quería necesitaba dormir, y que
todo quedara en una pesadilla cuando abriera sus ojos.
Besó a Esther y esperó que al abrir los ojos todo cuanto
había a su alrededor y le llenaba de miedo, desapareciera.
La noche era bastante intranquila, Esther no se había
movido casi, sin embargo Maca sentía un profundo dolor de
cabeza, y por más que quería abrir los ojos el cansancio era
tal que para lo único que tenía fuerzas era para abrazarse a
su enfermera, estaba tan agotada, las piernas le pesaban,
la boca se le secaba, no había cenado, finalmente tras
hablar con Nsona no había tenido fuerzas para nada, se
había acostado y deseando que todo pasara se había
obligado a dormir.
Un ruido la despertó ligeramente, algo que no era un
ruido cotidiano, si bien llevaba dos días en aquel lugar, no
era diferente a otros en los que había estado, los ruidos de
la Selva, aunque distintos eran todos iguales. Con un
esfuerzo muy grande, abrió sus ojos poco a poco, el día
estaba amaneciendo lentamente, las luces comenzaban a
iluminar el cielo, pero lo que entraba por la puerta y las
estaba iluminando era el reflejo de las llamas del fuego que
266 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
antes de acostarse había avivado para espantar posibles
animales. Allí seguía, luchando por levantarse, luchando
porque tenía que averiguar que era aquel sonido extraño
que llegaba desde fuera, al girarse, vio a Esther, sonrió
levemente la fiebre había desaparecido, al menos no
estaba ardiendo como cuando se acostó, sin embargo, algo
le llamó la atención en su rostro, con el ceño fruncido la
miró, se fue acercando poco a poco, y aquel ceño fruncido
que formaba en su rostro una mueca de cierta
incertidumbre, se fue convirtiendo cada segundo que se
acercaba a ella, en un pánico desmedido.
M_ ¡Esther… Esther! –retiró la sábana de un solo golpe, la
miró, la tocó, con su boca medio abierta, con los ojos
anegados por las lagrimas-. No por favor… ¡Esther…
Esther…! ¡por favor… contesta! –le decía cogiéndola entre
sus brazos, la movía pero Esther no contestaba, la llamaba
pero no obtenía respuesta alguna, a Maca las lagrimas le
rodaban por las mejillas, sintiendo que la vida como a
Esther se le iba-. No… no… ¡no por favor!... Esther…
cariño… no te puedes morir… Esther…
Pero Esther no contestó… ni se movió… ni le dijo te
quiero… ni la miró... ni siquiera respiró.
Aquel ruido volvió a despertarla, se sentó en la cama
sudando, con la garganta seca, con el miedo en el corazón,
entonces rápidamente giró su cabeza, allí estaba Esther, la
tocó.
267 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¡Ay! –se quejó suavemente ante su caricia algo fiera
por el miedo.
M_ Duerme Esther –sonrió suspirando.
E_ Te quiero –susurró.
M_ Descansa…
Se levantó como alma que lleva el diablo, ¿sería
Vilches?, al salir el hombre seguía durmiendo, se abalanzó
hasta él con temor, seguía sudando por la fiebre, entonces
le llegó más claro de donde procedía el ruido, vio como tras
un árbol algo se movía, sintió pánico hasta que vio que eso
que se movía era Massamba, y en ese momento se vino a
bajo, la pesadilla unido a la situación que estaba viviendo,
le hizo volverse líquida, notaba como sus huesos se iban
rompiendo, como sus músculos dejaban esa tensión que
había mantenido desde que llegaran, y en su estado
líquido, comenzaron a derramarse lagrimas de tantas
emociones juntas que Massamba se asustó. Cuando se fue
a acercar a ella, con su mano en alto lo detuvo
M_ No Massamba, puedo estar infectada como ellos.
Ma_ Massamba venir para llevar –le dijo seguro.
M_ No… no… están los dos mal y… yo… me están
empezando a doler –comenzó a llorar sin poder controlar
sus lagrimas, su miedo, su rabia, entonces, cuando sentía
que se doblegaba los brazos fuertes y el pecho de
Massamba la sujetaron rompiendo a llorar como una niña-.
No puedo Massamba, no puedo.
268 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Ma_ Mwasi tranquila… todo se va a arreglar vamos junto
mami.
M_ No… no podemos.
Ma_ Zulú y yo, hacer un refugio para los tres, mwasi…
sola no poder.
M_ Pero… -no sabía que decir tan solo podía llorar.
Ma_ No estar sola… no estar sola.
Dicho esto, Maca se abrazó a él terminando de
explotar en un llanto que al duro hombre le hizo suspirar,
desde que la conocía, nunca la había visto así exceptuando
su problema personal nunca la había visto así de abatida,
de entregada rápidamente supo que mwasi Esther había
roto su coraza, y se había encontrado de golpe con una
realidad que le había dejado el alma y su esencia de ser
desprotegida.
No perdieron más tiempo, necesitaba huir de allí que
le ayudaran a curar a Esther, con una mascarilla y guantes
que le obligó a ponerse Vilches y tras una buena discusión,
los montaron en la barcaza, recogieron todo y salieron
rumbo a la aldea, Maca llevaba apoyada en sus piernas a
Esther, le acariciaba la cabeza, iba totalmente dormida, no
le perdía detalle, aquella pesadilla seguía tan viva en ella
que pensaba que si retiraba los ojos de su persona, podía
encontrarse con que se convertía en realidad. Por su parte
Vilches iba en un calvario demasiado cruel, si el movimiento
de la barca era fuerte y se movía de golpe, sentía un dolor
269 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
agudo que le hacía estremecerse. Habían decidido ir al alba
precisamente para no tener que transportarlos a plena luz
del sol ni soportar el calor. Al llegar a tierra firme, Maca vio
el camión con aquel enorme rotulo de MSF para que fueran
respetados por las guerrillas, fue como si ella hubiera
venido de esa guerra que sabía existía, y lo hubiera hecho
con una herida honda en su alma, miró a Esther y le susurró
mientras los dos hombres llevaban en camilla a Vilches
hasta el camión.
M_ Ya estamos mi vida… aguanta… ya estamos no voy a
dejarte sola.
Hicieron la misma maniobra que con Vilches, al llegar
al camión, dejaron a Esther en la parte trasera, Maca subió
con ellos, se puso en medio sentada mientras tomaba la
mano de Esther.
V_ Más le vale a Zulú no dar muchos bandazos, le he
avisado, o no vuelve a dejar preñada a Nsona –dijo
enfadado. Después miró a Esther-. ¿Cómo está?
M_ Igual… solo que me he dado cuenta que las pupas no
van a más.
V_ Eso es buena señal. ¿Me has visto a mí?
M_ Sí, deja que te ponga crema la misma que le he
puesto a ella, es Aloe Vera pura... de la que usa Lula.
V_ Maca… -lo miró negando con la cabeza.
M_ Eh… si a Esther le ha funcionado a ti...
270 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Mmmm –susurró con un timbre que daba a entender
que algo le dolía.
M_ ¡Esther!
V_ Ya me quedo sin crema, esta claro –dijo fastidiada pero
aliviado al ver a Esther que reaccionaba.
E_ Maca –susurró despacio.
M_ Si… cariño vamos a la aldea, han construido un
refugio para nosotros, vamos a ver a Teresa... nos está
esperando.
E_ Teresa –sonrió de lado-. ¿Cómo estás tú?
M_ Bien... bien... estoy bien no te preocupes por mí.
E_ ¿Cómo no me voy a preocupar?, tienes muy mala cara.
V_ Hola Vilches... ¿qué tal estás tú?, ¡qué va, aquí solo
tienes ojos para Maca!
M_ En el fondo eres un celoso compulsivo.
V_ Sabes que si.
E_ Hola Vilches... ¿cómo estás?
V_ Como tú, jodido.
E_ Me duele el estómago mucho.
V_ A mí también.
M_ Ambos tenéis fiebre y habéis vomitado –decía
acariciando la mejilla de Esther-. Estás aún un poco
caliente.
271 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Claro... con esa camiseta que llevas –le musitó pues se
había puesto de lado cara a ella.
V_ Ejem... ejem –carraspeó graciosamente entonces Zulú
no pudo evitar un bache y Vilches se quejó amargamente-.
¡Ay!, ¡Zulú poco quieres a tus pelotas!
Zu_ Ziku... lo siento.
E_ ¿Falta mucho?
M_ No... tranquila... todo va a ir bien –le decía con su
mirada repleta de calor.
E_ Si tú estás a mi lado seguro.
No dijeron nada más, el camino a Maca se le hizo
interminable, seguía teniendo agarrada la mano de Esther,
y de vez en cuando le cambiaba el pañuelo a Vilches,
sintiendo como que si se relajaba ante la visión de Teresa,
caería redonda al suelo.
Cuando el camión llegaba a la aldea, hizo sonar dos
veces la afónica bocina tal y como habían quedado, la
puerta se abrió empujada por Laoubi, el camión entró con
lentitud, dio la vuelta y acercó la parte trasera hacia donde
estaba en huerto, a la derecha los hombres habían
construido una especie de hospital de campaña, con tres
habitaciones. Por fin se detuvo el camión, se abrió la lona
para que Massamba entregara la mano a Maca y pudiera
bajar, al hacerlo se encontró con Teresa, con mascarilla,
guantes y bata, sus ojos abiertos, una mueca de tensión al
ver el rostro enfermizo de Maca, una palidez que le asustó y
272 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
una delgadez, que le daba muestras del calvario que habían
pasado y que aunque ella conocía demasiado bien, le había
impactado. Al dejar los pies en la tierra, Teresa sin dudar se
dirigió hasta ella abrazándola, gesto que sirvió a Maca para
romper en un llanto desgarrador.
T_ Ya está Maca... ya está.
M_ Teresa –dijo con debilidad.
T_ Tranquila, desnúdate, ponte le pijama que te he dejado
y acuéstate.
M_ No, tengo que estar con Esther.
T_ Tú hazme caso, descansa, yo cuidaré de vosotros.
M_ No puede morirse Teresa –le decía con un gran sofoco.
T_ Claro que no... ve.
Maca le hizo caso, se encaminó hacia el hospital y allí una
Lula con los ojos abatidos la esperaba, la ayudó a lavarse, a
ponerse un pijama y una vez se acostó la arropó, dándole
sus manos como solía hacer a todos los que se encontraban
mal.
Lu_ Na Mianda kele na ban –le susurró cerca de su oído
como si fuera un suave piar de pájaro Maca la miró y cerró
los ojos esperando que aquellas palabras se hicieran
realidad.
Cuando Massamaba y Zulú bajaron a Esther, el rostro
de Teresa cambió, si le había impactado el rostro
demacrado de Maca, nada tenía que ver ya no solo el
273 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
rostro, sino, todo el cuerpo de Esther, al verla su estómago
sintió un pinchazo al igual que su corazón, se acercó hasta
ella precipitadamente.
T_ Esther cariño... Esther.
E_ Teresa... hola –sonrió sudando.
T_ Tranquila todo esta bajo control.
E_ ¿Y Maca?
T_ La he mandado a dormir.
E_ Cuídala... no ha descansado y está.
T_ Shhhhhh, olvídate de todo, Lula te está esperando y
voy contigo.
E_ Cuídala si me pasa algo Teresa.
T_ No te va a pasar nada, ¡no seas tonta!
Por último descendió Vilches no mucho mejor...
T_ Hola... vaya vuelta ¿eh?
V_ Sí, estamos bien jodidos.
T_ Lo sé.
V_ Apártanos de todos.
T_ Esto todo bajo control.
V_ Gracias Teresa, no sabes lo que te he echado de
menos, verle las orejas al diablo, te hace ver cuanto quieres
a las personas.
T_ Lo sé, lo sé –le decía sonriendo.
274 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Lo digo por Cruz.
T_ No tienes remedio... ni enfermo.
Metieron a los tres separados por unas cortinas,
cuando Esther llegó a la suya, Maca se levantó y la besó,
después se fue a la cama por orden de Lula, hasta que llegó
Teresa, y como buena enfermera comenzó con los cuidados
a los tres. Pronto Maca cayó rendida, el beso de Teresa, la
mirada confiada y la caricia de madre, le ayudaron a
dormirse con esa tranquilidad que tanto le había faltado. A
Esther nuevamente los vómitos y nuevamente la fiebre,
había llegado a ella, lo mismo que a Vilches. Teresa los
atendió, hasta que los tres quedaron dormidos. Los miraba,
con el ceño fruncido, era demasiado raro que Vilches y
Esther estuvieran tan mal y Maca no. Lo de Maca parecía
claro que era cansancio, por lo tanto, algo se le escapaba
de las manos, porque estaba segura que entre Maca y
Esther habrían habido ciertos acercamientos, y la saliva era
suficiente para traspasar el virus.
Tras unas horas allí con ellos, salió del hospital, fuera
la esperaban Massamba, Zulú, Yildas y las mujeres, los
niños tenían prohibido llegar a esa zona, y por supuesto
habían evitado que Mona y Valiente pudieran verlas llegar.
T_ Esto no es el Ébola, aunque los síntomas son los
mismos.
Ma_ Si... ser raro.
T_ ¿Habéis traído todo lo que tenían como os dije?
275 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Ma_ Todo mami.
T_ De acuerdo. Zulú por favor, llama a Dávila ponle al
corriente y dile que estoy segura que no tienen el virus, de
momento.
Zu_ Si mami –cuanto Teresa hablaba, todos actuaban, ella
era la voz, la mujer resolutiva y calmada que todos
admiraban.
Ma_ Maca no estar y deber estar.
T_ Lo sé Massamaba yo también lo he vivido como tú y lo
sé.
Junto al hombre estuvo repasando todo lo que ellos
habían traído, y cuando anochecía tras casi diez horas de
sueño, Maca abrió los ojos, aturdida sin saber muy bien
donde estaba, hasta que vio a su lado a alguien leyendo,
acurrucó los ojos y la vio.
M_ Teresa....
T_ Dime hija.
M_ Tengo sed.
T_ Normal –le sonrió.
M_ ¿He dormido mucho?
T_ Unas diez horas de un tirón, hija –le dio el agua y Maca
miró a su derecha, allí estaba Esther con un gotero al igual
que Vilches. Después miró a Teresa y ésta sonrió-. A veces
el cansancio el abatimiento, el miedo no nos deja ver.
276 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¿Por qué estás sin bata, sin guantes?
T_ ¿Tienes miedo a peder a Esther, verdad?
M_ Mucho –agachó la mirada triste.
T_ ¿Sabes qué tienen Esther y Vilches?
M_ ¿Qué? –preguntó con el miedo reflejado en sus
pupilas.
T_ Algo tan sencillo como una infección estomacal porque
los botes de comida estaban en mal estado, ¿verdad que tú
no comiste?
M_ ¿Me estás diciendo que no he sabido ver que era algo
así? –decía perpleja boquiabierta con pocas fuerzas.
T_ Sí hija, los síntomas son parecidos imagino que cuando
Vilches te dijo que había vomitado algo de sangre vuestra
falta de descanso os afectó sin remedio –le tocaba la frente
y la cara como si realmente fuera una madre protectora
que estuviera velando por su pequeña-. Ahora tienes que
comer, descansar y en nada estás otra vez fuerte, ellos les
costara algo más pero...
M_ Pensé que me volvía loca... no quería ver a Esther
pasando por eso... no podía soportar la idea de perderla –
decía mirándola dormir.
T_ Antes me ha estado contando cosillas –dijo con gracia.
M_ Ya –sonrió algo avergonzada.
T_ ¿Esto va a ir en serio Maca?
277 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Me gustaría... ¿tú crees que sabré?
T_ Claro, la quieres desde el momento en que la viste, me
di cuenta.
M_ Ya, tú y tus corazonadas –dijo con cierto orgullo.
T_ Maca... Esther también está asustada, esto es nuevo
para ella –le decía con cautela.
M_ Lo sé –comentó con seriedad.
T_ Creo que es una oportunidad que deberíais aprovechar
las dos, vivir aquí sabes que es duro, pero si tienes alguien
a tu lado que te da lo que necesitas, se hace menos duro,
¿no crees que ya es hora de superar ciertas cosas?
M_ Esther es tan sensible que me provoca ganas de
protegerla, abrazarla –hablaba entre susurros-. Pero a la
vez es tan fuerte que me dan ganas de que sea ella la que
me proteja.
T_ Déjate proteger –le dijo con cariño ante el silencio de
la Pediatra.
M_ Debiste verla cuando perdimos al niño, nunca había
visto en unos ojos tanto desconsuelo, tanto dolor, esas
cosas que sólo ella expresa y que a mí me hacen temblar el
corazón –la volvía a mirar-. Es algo tan fuerte que me da
miedo, me da miedo equivocarme, me da miedo hacerle
daño.
T_ Mi madre decía, si no lo intentas siempre serás
perdedora, porque cuando idealizas algo ese ideal siempre
278 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
se ve como lo bueno, lo mejor, pero si lo intentas puede
salir bien o mal, pero no podrás negar que al menos habrás
luchado por conseguirlo. Y creo que es lo que debes hacer
tú. Esther es una mujer maravillosa creo que tu
complemento ideal, es la única que he visto te ha hecho
dudar, te ha puesto en vereda, solo por eso yo lo intentaría
porque creo que es quien te puede ayudar a vivir mejor.
M_ Pero ella espera ser feliz a mi lado, y sé que eso es
una utopía.
T_ No cariño, la felicidad existe, yo cuando os he visto
aquí me he sentido feliz, todas las mañanas cuando salgo
de mi cabaña y veo alrededor a la gente haciendo cada una
su labor, me siento feliz, cuando abro los ojos y veo a
Ramón a mis pies mirándome, siento la felicidad, ¿por qué
tú no puedes hacer que la felicidad de Esther, sea
únicamente lo que tú puedes entregarle?, una sonrisa, una
caricia, un despertar, un buen desayuno... la felicidad solo
es una utopía para aquéllos que se ponen metas imposibles
de alcanzar, pero dime cariño –la miró con una sonrisa
tierna-. Con tu sonrisa, con tu amor, con tu pasión, con tu
mal genio pero tu maravillosa forma de ser ¿crees que no la
vas a hacer feliz?
M_ Dicho por ti parece imposible que no lo consiga –
sonrió ampliamente buscando el contacto en el pecho de la
buena de Teresa que la abrazó-. Sólo tengo que perder el
miedo, ¿verdad?
279 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Exacto cariño –la besó en el pelo-. Ella te ayudará
recuerda, debes entender y aprender a pensar en dos,
mantener tu esencia cómo un solo individuo, pero pensar
que sois dos, respetaros y amaros.
M_ ¿Por qué mi madre nunca me ha dicho algo así? –la
miró con los ojos repletos de pena.
T_ Porque tu madre como muchos más, no han vivido
esto, no saben que el infierno existe, y que... ¡qué más da a
quien ames, si lo amas de verdad!, ¿vas a perder el tiempo
y la posibilidad de ser feliz por qué a alguien le parece que
está mal?. ¡A mí también me parecen funestas las guerras,
y a muchos como yo!, ¿las borran?, ¿las cambian? no, ¿por
qué vas a borrar o cambiar tú un sentimiento de amor
aunque sea a otra mujer? –le besó en la frente.
M_ Te voy a decir algo pero no te lo creas demasiado –le
dijo muy seria mirándola fijamente-. Te quiero.
T_ Lo sé... yo a ti también a pesar de todo –se miraron y
sonrieron.
V_ ¿Ya habéis acabado? ¡joder ni la casa de la Pradera! –
protestó desde el fondo del hospital.
T_ Vilches tienes un trauma con esa serie ¿eh? –le decía
riéndose.
M_ ¿Cómo estás?
280 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Bien... menos mal que Teresa nos ha librado de una
Doctora sugestiva con el Ébola, de lo contrario nos quema
vivos con una simple empacho.
M_ Ya... ya... ¿y quién dijo de los guantes?, ¿bata y
demás? –le dijo como si le hubiera ofendido aquel
comentario.
T_ Bueno... bueno... callaros que Esther duerme.
V_ Pero si no se entera, es una osa invernando.
T_ Le ha bajado la fiebre, pero creo que tiene tanto
cansancio que en dos o tres días no se despierta.
M_ Pobrecita mía...
V_ Lo que yo diga... si te viera el Michael Landon te
contrataba para La Casa la Pradera segunda parte.
Después de reír de buena gana, Vilches se durmió se
sentía como si la paliza se la acabaran de dar, Teresa dejó
descansar a una Esther que con el gotero, parecía dormir
tranquila, ya no vomitaba, y la fiebre iba bajando poco a
poco, Maca se giró en la cama que hacía un ruido soberano,
puso su brazo izquierdo bajo la cabeza, y con el derecho se
cogía las manos, así observaba como Esther dormía
placidamente, ya no tenía aquel gesto de dolor ni
desesperación, con la crema y las pastillas que Vilches
había mandado tomar, la fuerte erupción que sufría iba
bajando y con ella los picores, también porque no iba a
reconocer Maca, la magia de Lula había ayudado bastante y
entonces llegaba a su cabeza su frase, la frase que susurró
281 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
nada más llegar “los dioses están con vosotras”, ¿sería
verdad qué estaban con ellas?, sin duda habían estado muy
cerca de morir a manos de los salvajes que las retuvieron, y
trabajando con algo tan peligroso como el virus del ébola,
habían sobrevivido, sin duda, Lula debía llevar razón. Un
suspiro prolongado salió de ella mientras la miraba con una
dulce y tierna sonrisa.
Notaba que su cuerpo ya no le dolía, que podía
respirar mejor, que el estómago se había asentado tal y
como Teresa le advirtió que pasaría. Abrió los ojos y se
sintió reconfortada, sabía que estaba en casa, trato de
tragar saliva para remojar su seca garganta, trató de
moverse pero entonces notó como sus huesos se resentían,
y es que desde niña su tata siempre le decía que sus
fiebres le atacaban a los huesos sin remedio. Sonrió al
recordarla, era la única persona que le había dado calor.
Entonces con sus ojos cansados buscó a su derecha y allí
estaba una Maca que parecía dormir tranquila, sonrió. Allí
estaba la otra persona que le había tratado como una reina.
Suspiró. Sonrió.
T_ ¿Qué tal vas? –le preguntó con voz dulce Teresa que
estaba a su lado.
E_ Mejor Teresa... voy mejor. ¿Cómo está ella?
T_ Bien, mañana ya la saco de ahí y la mando a su
cabaña.
E_ ¿A su cabaña?
282 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Sí, no quiero correr riesgos innecesarios. Tenéis que
estar quince días en aislamiento..
E_ ¿Separadas? –le preguntó al ver el gesto de Teresa
agregó-. Quiero decir... cada una en una cabaña.
T_ Sí –asintió sonriente al ver su gesto serio.
E_ Vaya... me he acostumbrado a estar con ella que no sé
como lo voy a llevar –decía realmente seria.
T_ Tienes todo el tiempo del mundo para estar con ella.
E_ Ya... pero... joder –protestó.
T_ ¿Aún sigues teniendo miedo? –le acarició la cara como
momentos antes lo había hecho con Maca.
E_ Sí, pero... pienso arriesgarme, después de venir hasta
aquí, puedo con cualquier cosa, ¿no crees?
T_ Eso es verdad.
E_ Sé que está herida pero... creo que puedo curar su
herida, para algo soy enfermera –sonrió ampliamente
mientras cogía la mano que Teresa le había estrechado.
T_ Estoy convencida que si.
E_ Esa Julia le hizo mucho daño.
T_ Y... desgraciadamente parece que lo va a volver
intentar.
E_ ¿Cómo? –le preguntó mirándola con gesto de
intranquilidad.
283 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Parece ser que lo del otro día con David, lo provocó
Carolina.
E_ Eso lo sé... tiene cara de mala –sonrió de lado con un
gesto característico de sentir cierta rabia en su interior.
T_ Julia está detrás.
E_ ¿Quiere volver a hacer daño a Maca?
T_ No, te lo digo porque no quiero engañarte, se lo voy a
decir a Maca de igual modo, pero quiero que tú lo sepas.
E_ ¿Qué pasa? –le preguntó algo asustada.
T_ Julia quiere volver a recuperarla, se ha cansado de su
marido y ahora quiere buscar nuevamente a Maca. El
fantasma ha decidido convertirse en realidad otra vez.
El silencio se hizo en el hospital, Teresa había hecho
caso a Nmaba, ella le había aconsejado que le dijera a
Esther, y después a Maca, si Maca quería rehacer su vida y
hacerlo bien con la enfermera, se lo diría, era una prueba
que a Teresa no convencía mucho pero la vieja Nmaba le
había dicho que era la única manera de saber si Maca tenía
limpio su corazón o aún esperaba ese reencuentro, sería
bueno para no hacer que Esther sufriera. Nuevamente Julia,
eso significaba nuevamente problemas y sufrimiento
La noche había caído irremediablemente, en el
pequeño hospital Vilches roncaba de lo lindo, y Maca no
podía dormir, si lo hacía Esther aunque la noticia de que
Julia volvía a la vida de quien se había enamorado no le
284 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
había hecho mucha gracia y le había provocado durante un
momento un miedo indomable que ocupaba su corazón.
Algo en su frente le hizo abrir los ojos poco a poco.
M_ Hola –sonrió ampliamente.
E_ Hola –sonrió aún algo atontada.
M_ ¿Cómo está mi bella durmiente?
E_ Bien –la miraba con devoción.
M_ Me alegro... –le tomó la mano y la besó.
E_ ¿Y tú?
M_ Bien, mañana me voy a mi destierro.
E_ ¿Y qué vamos a hacer? –le preguntaba con cierta
tristeza.
M_ ¿A qué te refieres? –le gustó ver que le preocupaba el
hecho de no estar a su lado, le acariciaba con cuidado la
cara, la miraba fijamente a los ojos.
E_ A eso de dormir separadas –contestó pasándose la
lengua por los labios.
M_ Una putada... es una gran putada... –asentía con la
barbilla un poco hacia fuera, entonces la miró de lado
sonriendo y le dijo-. Pero me gusta saber que no puedes
dormir sin mí –le guiñó un ojo mientras se mordía el labio.
E_ ¡Que coño! –susurró.
M_ Esa es mi pija... –la besó con suavidad en los labios.
285 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Eres... adorablemente presuntuosa –esta vez fue ella
quien le acarició la cara.
M_ Si, y te encanta.
E_ Pues sí –asintió sonriente.
M_ Y a mí, me encanta que seas tan pija –sonrió
besándola.
E_ Estás muy guapa a la luz del quinqué.
M_ Es que una... ya sabes... –movió un poco de lado a
lado su cabeza con esa sonrisa quita sentidos.
E_ Es cierto... mira que soy tonta.
M_ Debes acostumbrarte a que tu novia es muy muy pero
que muy guapa.
E_ ¿Mi novia? –la miró con la frente arrugada-. ¿Y cuándo
me has pedido a mí si quiero ser tu novia?
M_ Joder... en el río –la miró algo perpleja.
E_ ¿En qué río? –seguía mirándola expectante-. Tú lo que
quieres es meterte en mi cama, te veo venir –le ponía gesto
de advertencia elevando las cejas.
M_ ¿De verdad no lo recuerdas?
E_ No Maca... ¿qué debo recordar? –la miraba muy
incrédula.
M_ Te llevé al río, estuvimos metidas allí y...
E_ Anda... –sonrió.
286 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Que sí... bueno pues nada retiro lo de novia, haz sitio
a tu amante.
E_ Ves... ¡querías meterte en mi cama! –la miraba
entrecerrando los ojos.
M_ Claro, ¿tú no quieres? –le decía sonriendo con aire
seductor.
E_ Esto es muy pequeño.
M_ Pero abrazaditas o tú encima cabemos de muerte.
E_ Estás loca Maca, ¿y si se despierta Vilches?, me da
vergüenza –hablaba realmente apurada.
M_ Esther... ¿no lo oyes roncar?
E_ Maca no sé... además no soy tu novia para que te
metas en mi camita.
M_ ¡No me jodas Esther!
E_ Si no me lo pides bien... no entras –le decía
burlonamente-. ¿Y si me estás tomando el pelo?
M_ Eres un bicho, ya te lo pedí, si no te acuerdas no es mi
problema, ¡hazme sitio va! –le apremiaba con la mano.
E_ Ves como soy irresistible –ambas se miraron serias
rompiendo a reír a carcajadas-. Shhhhhh, shhhhh –le decía
nerviosa mirando a Vilches.
M_ Shhhh –no podía parar de reír- Me encanta cuando te
pones colorada.
287 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Jo, si es que... eres de lo que no hay –le dijo haciéndole
sitio.
M_ Eso es, ven aquí –dijo con un suspiro mientras la
abrazaba y metía su mano en el camisón tocando su pecho.
E_ Maaaaaaaaaaaaaaaaaca –le musitó con la voz trémula
en su oído.
M_ Dios Esther... como me gustas –la besó.
E_ Y tú a mí pero Vilches está aquí –musitaba mientras
trataba de pasar su mano del gotero por encima de la
cabeza de Maca.
M_ No nos oye tonta... –la hizo subirse sobre ella-. Así.
E_ Maca por favor, que estoy convaleciente que voy a
perder el gotero.
M_ Y yo... no tranquila.
E_ Maca que me va a subir la fiebre.
M_ Y a mí.
E_ Maca por favor.... –trataba de detener sus labios
jugando por su cuello-. ¿Qué ha sido eso?
M_ No he oído nada.
E_ He escuchado algo.
M_ No sé... ven... abre las piernas....
E_ Maca no...
M_ Venga mi niña...
288 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
La noche era bastante estrellada, llovía levemente, lo
justo para formar ese sonido agradable que proporcionaba
la lluvia golpeando el suelo, y el techo de lona. Todos
dormían, hasta los animales de la aldea. Hasta que de
pronto...
E_
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
HHH
El grito de Esther inundó la calma de la noche,
haciéndola trizas.
T_ ¡Dios cuánto tiempo sin estos sustos! –renegó Teresa
mientras de un salto se ponía en pie y con los rulos en la
cabeza salía corriendo.
En la tienda... el grito había sido como si lanzaran una
bomba, Vilches se sentó en la cama de un salto, de otro se
puso en pie y de otro salió buscando de donde provenía el
aullido, al hacerlo se chocó de bruces con Teresa que iba a
entrar, la tuvo que coger con fuerza para que la pobre no
cayera al suelo, eso si, lo que no pudo evitar es que algún
rulo saliera despedido por el aire.
Dentro Maca se moría de risa, Esther tal y como su
amante que no novia, le había solicitado se había abierto de
piernas y así estaba acoplada totalmente a ella con el
gotero colgando y riéndose de igual manera. Ya que la
cama había cedido y se habían ido las dos y la cama al
suelo en pleno ataque de pasión.
289 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Al entrar de esa guisa se las encontraron un atónito
Vilches con la boca abierta mirándolas casi fuera de si, y
una Teresa con gesto muy pero que muy serio, puesta en
jarras que reflejaba que no le hacía ninguna gracia lo que
veía.
T_ ¡Maca! –le gritó haciendo que la médico se callara al
igual que Esther que se le fue la sonrisa de los labios en un
segundo y pasaron sus mejillas al color rojo de la
vergüenza.
Ma_ Mami...
T_ Tranquilo Massamba no hay nada.
Ma_ Kulunga –se retiró el hombre haciendo señales a Zulú
que llegaba.
V_ ¡Vosotras no estáis enfermeras del Ébola, no, ni
siquiera de un puto virus estomacal estáis enfermas de otra
cosa que por tener una dama delante no diré! –les decía
realmente molesto.
T_ Maca... Maca... –la riñó con dos golpes de voz fuertes
al nombrarla.
M_ ¿Qué?, ¿por qué me riñes a mí? –le decía a modo de
defensa sin soltar a una Esther que no sabía donde mirar.
T_ Es más que evidente ¿no? –enarcó una ceja con sus
dos grandes ojos abiertos.
E_ Maca por favor –le susurró con vergüenza.
290 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¡Pues no veo la evidencia! –la dejó separarse de su
cuerpo como podía haciendo verdaderos equilibrios.
T_ Estás en la cama de Esther.
E_ Lo siento no quise asustaros pero...
T_ No importa cariño...
M_ ¡Esto no puede ser!, a ella no importa, y a mí me riñes
¡venga hombre! –renegó mientras hacia lo mismo que
Esther, tratar de ponerse en pie sobre el colchón.
E_ Calla Maca –le susurró como si no quisiera que
discutieran, o más bien, como si quisiera que todo aquello
pasara rápido y todo volviera a su sitio, más que nada,
porque sus mejillas estaban a punto de reventar.
Teresa se iba a acercar para ayudarlas que no Vilches
que tan solo las miraba con los brazos cruzados sobre el
pecho, Esther había logrado ponerse de rodillas como Maca,
la cama había caído rotundamente al suelo pero se había
quedado más alta de la cabecera que de los pies, entonces
cuando Teresa ya estaba a un paso de ellas de repente
oyeron un sonido llegado de fuera y otro grito clavadito al
de Esther.
Mo_
Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhhhh.
T_ No Mona no –decía con sus manos extendidas y las
palmas abiertas tratando de frenar el ímpetu del animal.
291 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Va_ Uhhhhhhhhhh –repetía Valiente con su media voz.
E_ Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy –no le dio tiempo a
reaccionar porque cuando se dio cuenta Mona estaba sobre
ella gritando de felicidad abrazándola con fuerza.
Va_ Uhhh –e hizo lo mismo que Mona solo que se le echó
a los brazos de Maca que volvió a caer de culo.
M_ ¡Pero bueno! –sonreía abiertamente los cuatro allí
revueltos en la cama.
E_ Mona... Mona cariño... ¡Maca deja de tocarme la teta!
M_ Yo no soy... joder... ya me gustaría ¿verdad Valiente?
T_ ¡Maca! –la riñó por el comentario y aunque no quería
no podía controlar la risita por debajo del bigotillo.
E_ Mona... Mona.
Mo_ Uh Uh uh Ah aha ha prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –
pedorretas saliva a doquier y en todas direcciones por la
felicidad que sentía de ver a Esther.
V_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –trataba de imitar a Mona pero
solo le salía un ligero silbido.
M_ ¡Pero que pronto aprende mi niñoooooooo! –decía
feliz.
T_ Mona ahora mismo baja de ahí.
V_ Esto solo me puede pasar a mí... todas locas... ¡todas
hasta las monas!
M_ Te estoy oyendo Vilches.
292 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ El gotero Esther... el gotero... el gotero –le gritaba
nerviosa al ver como ante el movimiento de Mona el gotero
iba por el suelo a modo de serpiente.
E_ Mona cariño espera.
T_ Déjame ver que... ¡ayyyyyyyyyyyyyyy! –gritó pues el
cariño de Mona fue tal que le estiró de los divertidos rulos
haciéndola caer sobre Esther y Maca.
V_ ¿Toma ya....!, ¿no he visto nada igual desde la última
vez que el Atlético gano la liga y la copa, todas ahí... Teresa
que no estás en edad –decía al ver a la mujer patas para
arriba moviéndolas sin parar.
M_ Teresa... Teresa que te vas a mear –le decía muerta
de risa porque Mona le estaba dando lametazos sin parar
en el cuello.
T_ Jajajajajajaajajajajajajaajajaaja –era lo único que podía
hacer con las piernas en alto.
Ra_ Guau... guau... guau.. guau... –apareció Ramón
enfadado al ver a Teresa en aquellas condiciones.
V_ El que faltaba.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrr –pedorretas para el bueno de Ramón.
T_ Vilches ayúdame... ayúdame –le decía a gritos.
V_ Deja deja...que no sabía yo que usaras bragas rojas.
T_ Vilchessssssssssssssssssssssssssss –le dio un grito.
M_ ¿Bragas rojas? –preguntó muerta de risa.
293 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Maca ¡quieres dejar de reírte y ayudarla yo no puedo
se me va a salir el gotero! –decía nerviosa con Valiente
sentado en su regazo.
M_ A ver... Mona... ya vale... déjame que rescate a mami
Teresa que le va a dar un colapso, mira aprovecharía y te
haría el boca a boca.
T_ Cuando me levante.... jijijijijiji.... te diré yo jijijijijijiji...
quien te da el jajajajajajaja boca a boca. Monaaaaaa
paraaaaaaaaa –decía sin poder parar de reír.
Mo_ Uhhhhhhhh –se mostraba feliz comenzando a saltar
en el colchón al ver a todas a su alrededor.
M_ Ven aquí... –sonreía sin parar levantándola.
T_ No me río... ¡hala los rulos a hacer puñetas! –trataba
de recuperarse mientras se quejaba haciendo que Esther se
escondiera tras Valiente para no reírse pero Maca
comenzara a carcajearse como Vilches sin parar-. ¡Y solo tú
tienes la culpa de esto!, tú y tus calentones.
V_ Por algo su novia la llamó la Calentorra de la Selva,
Teresa.
E_ No es mi novia –dijo de repente Esther añadiendo leña
al gesto serio de Maca que tanto le gustaba.
M_ Vilches dice que no es mi novia... creo que se está
haciendo la interesante... joder que dolor de barriga, ¡uf!,
¡uf! –se sujetaba el vientre.
E_ ¿Teresa estás bien?
294 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Sí hija... ¡y tú a ver si le pones el freno a ésta o de lo
contrario me vas a matar a sustos con tus gritos! –le decía
seria tratando de ponerse el rulo que se le caía en la frente
y le hacía quedar muy chistosa.
M_ No sabes tú lo que va a gritar... lo que le queda por
gritar –susurró cerca del oído de Esther mientras la
levantaba.
E_ Déjame anda... déjame –le insistía sonriendo.
M_ Pero si te encanta.
T_ Vale ya. Tú fuera.
M_ Vale Mona fuera –le dio como si no entendiera de que
iba el comentario de Teresa.
T_ No, he dicho tú de tú.
M_ ¿Yo?, estoy convaleciente tengo que estar aquí.
T_ Y un jamón con chorreras convaleciente tú, la que lo
está es Esther, tú al aislamiento.
M_ Me niego, Vilches.
V_ Ante mi ausencia como doctor en este manicomio que
se ha convertido la aldea, es ella la que manda.
E_ Pero Teresa si no estábamos haciendo nada.
V_ Si, si, ¿quieres qué te cuente Teresa? –le preguntaba
serio con gesto interesante.
E_ Pero... si estabas roncando... –Vilches le guiñó un ojo,
Esther se sonrojó mucho más.
295 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No pienso irme.
T_ Me da igual, te digo fuera y es fuera... a tu cabaña.
¡Ya!
M_ Me parece muy fuerte, muy fuerte.
T_ Más fuerte me parece a mí que no sepas comportarte,
fuera.
V_ Ea ea ea la Maca se cabrea –canturreaba bajito
Vilches.
Mo_ Uh uh uh uh –parecía hacerle la música Mona.
E_ Pero... –negaba con la cabeza y entonces dijo firme-. Si
ella se va, yo también –sorprendiendo a todos, incluyendo a
Maca.
V_ Ea ea ea la Esther se cabrea –canturreaba nuevamente
divertido.
T_ Tú te quedas... ni que fuerais dos crías pequeñas ¿os
tengo que tratar cómo si lo fuerais?
M_ Eres una marimandona... ¡es mi novia!
T_ Cállate inconsciente –le dio una colleja en la cabeza.
M_ Au.
E_ No soy tu novia, tú no me has pedido que lo sea.
M_ Pero... pero... –miró a Vilches.
V_ Yo no sé nada.
T_ Os dais cuenta que esto es ridículo, estamos aquí
discutiendo un sin sentido.
296 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Mo_ ¡Uhhhhhhhhhhhh!
T_ Hasta Mona me da la razón. Tú a tu cabaña, y tú, a la
cama con el gotero. Y tú a callar y dejar de canturrear –le
dijo a Vilches blandiendo su dedo.
M_ ¡Esto es el colmo macho!
V_ Ese macho es de mi propiedad y no le pega a toda una
señorita.
M_ A ver si me pega esto... ¡no me toques los cojones
Vilches! –dio la vuelta y se fue.
T_ ¡Vamos... haberse visto algo así!... ¡pero bueno! –decía
protestando-. Mona, Valiente a dormir.
Mo_ Uhhhhh –señalaba a Esther.
T_ No, a dormir a vuestro rincón –los monos le hicieron
caso y tras un abrazo sentido a una Esther seria se
marcharon contentos por ver a Esther-. Y tú, ven aquí que
te vea ese brazo.
E_ Lo siento, no te enfades Teresa.
T_ No me enfado, pero no sois dos crías para jugar, no
estamos aquí por gusto.
E_ ¿No la voy a ver?
T_ En doce días no... ¿no podrás aguantar? –el silencio de
Esther le hizo decir-. Jesús, María y José.
V_ Amén.
297 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
La noche acabó bastante bien, Maca divertida con su
falso enfado en su cabaña, riendo cada vez que recordaba
el momento entre las tres y los dos monos, suspiraba
porque le parecía que Esther quería que volviera a repetir la
petición de novia, sonreía sin parar como tonta, y es que
Esther la tenía así, no lo podía remediar. Por su parte,
Esther tras soportar las burlas continuas de Vilches sobre lo
ocurrido, finalmente se durmió tratando de trenzar planes
para poder estar con Maca, la echaba de menos y tan solo
hacia minutos que se había marchado de allí. ¡Y qué decir
de Teresa!, tras buscar sus rulos por el suelo y
recuperarlos, volvió a colocarlos en su sitio pero con unas
risas divertidas al recordar lo ocurrido. Sin duda, prefería
pensar que la pareja, iba a poder soportar juntas la
presencia de el fantasma de Julia, el momento de decirlo se
acercaba, y eso sí le quitaba el sueño.
Los cantos de las mujeres en la aldea, despertaron a
Esther, se rascó la frente y vio que estaba sola en el
hospital, ni Vilches ni por supuesto Maca estaban allí.
Suspiró con un fuerte anhelo ante la ausencia de la mujer
que le había hecho creer en si misma, y le había ayudado a
mostrarse válida para el resto, hasta para lo que pensaba
no lo era, en el amor.
T_ Muy buenos días –entró sonriente con una taza en sus
manos.
298 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Buenos días Teresa... ¡uf!, creo que he dormido como
hacía siglos no lo hacía.
T_ No me extraña.
E_ ¿Y Vilches?
T_ Tras un examen lo he mandado a su cabaña.
E_ ¿Has visto a Maca? –le preguntó con algo de temor.
T_ Sí, la he visto.
E _ ¿Cómo está? –le preguntó sonriendo.
T_ Quisquillosa, quejosa y muy pesada.
E_ Me encanta –sonrió ampliamente.
T_ ¿Tú sabes donde vas a meterte con ésa? –la miró seria
aunque encantada de aquella situación.
E_ Sí, ¿sabes qué tienes razón? –la miró.
T_ El gotero ya te lo voy a retirar, yo creo que estás
prácticamente bien, la fiebre ha bajado, no has vuelto a
tener vómitos y la urticaria va bajando su intensidad –le
explicaba mientras le hacía su reconocimiento. Al acabar le
preguntó mirándola fijamente-. ¿En qué tenía razón?
E_ En que es una mujer maravillosa, digna de ir
descubriendo poco a poco.
T_ Así es.
E_ ¿Le has dicho algo?
T_ ¿De Julia? –la miró frunciendo su ceño.
299 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Sí.
T_ No, aún, no.
E_ ¿Crees que Maca... va... va a hacer algo por verla? –le
preguntó mirándola con temor.
T_ No lo sé Esther, siempre es algo que me he
preguntado, Maca estaba muy herida pero también muy
enamorada, han sido dos años muy duros para ella, aunque
si esto hubiera llegado a suceder antes de venir tú, lo
tendría claro, Maca abandonaría todo por ella, ahora creo
que tengo más claro que no lo hará.
E_ ¿Después del daño... volvería con ella? –la miraba con
desconcierto no lo podía disimular.
T_ Cuando amas tanto, no alcanzas a darte cuenta que
ese amor te ha envenenado, te ha dejado inútil de por vida,
Maca caería sí, te lo puedo asegurar, pero ahora... te tiene
a ti y cada vez estoy más de acuerdo con lo que dice Lula.
E_ ¿Qué dice?
T_ Que los espíritus están con vosotras, os han unido y
nada os separara.
E_ Pues ojalá... porque yo también he descubierto que...
tengo mucho amor que dar –sonrió con esa sonrisa que tan
solo da la ilusión de creer en el amor.
T_ Me alegro cariño...
E_ ¿Puedo decirte algo más?
T_ Claro –sonrió.
300 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Me muero de hambre.
Ambas se quedaron sonriendo, sin duda, Esther estaba
mucho más recuperada, Teresa siguiendo las pautas de
Vilches le dijo que la controlara, si no había fiebre, ella
también se iría a su cabaña. Tan solo la mujer tendría
contacto con los tres, aunque los tres sabían que no
llevaban el virus, querían proteger al resto. Cada vez que
acababa de visitarlos, hacía una profunda limpieza, en sus
manos, si no habían síntomas no era preciso disfrazarse tal
y como ella decía. A todo esto, los niños del lugar se ponían
delante de la ventana de Maca, le cantaban, la saludaban, y
le contaban cosas de los días que no habían estado,
también, las mujeres llegaban hasta la ventana y le
hablaban, en esos momentos se sentía feliz al menos no
estaba del todo sola, pero sin duda cuando llegaba la hora
de quedarse allí encerrada, su corazón golpeaba con fuerza,
ella era un ave en libertad que odiaba los espacios
cerrados, pero sabía que debía estar allí, por el bien de
todos y aquello era lo que la retenía.
Por su parte, Esther había pasado toda la mañana
dando vueltas en la cama, no era suficiente castigo no
tener a su lado a Maca como para, hacerle acostar en su
cama, penetrando en sus poros, en sus fosas nasales su
olor. Estaba realmente desesperada, se encontraba mejor y
le pasaba como cuando era niña, no soportaba estar allí
metida sin hacer nada. Además aquella soledad le daba
para pensar en lo ocurrido con la tal Julia, sabía que el dolor
301 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
de Maca era demasiado grande por algo se comportaba
como lo hacía, una especie de válvula de escape hacia
tanto sufrimiento como fue para ella el engaño y sobre todo
conociéndola un poco más como la conocía, perder al que
para ella era su hijo. Y unido a todo ello, había que recordar
el hambre que tenía, la taza de caldo había caído
estupendamente a su estómago, y casi babeaba al oler el
rico aroma que llegaba de la cocina, así que entre aromas
se iba volviendo un poco más loca. Maca olía de muerte,
pero lo que estaban cocinando las chicas, mucho más.
A media tarde, con ese calor que aplastaba a todos,
parecía que la aldea estaba muy tranquila, todos en sus
respectivas cabañas, excepto Esther que seguía en el
hospital la mar de aburrida. Y ante tanto silencio se oían los
pasos de alguien por fuera, Esther tenía un excelente oído,
y no pudo evitar ponerse en tensión, al escuchar como algo
o alguien se acercaba. Se sentó en la cama mirando con los
ojos muy abiertos hacia fuera, y allí apareció una sonriente
Mona que le hizo gesto de silencio, Esther sonrió. El animal
de un salto se subió a la cama y aunque detrás Valiente
llegaba y quiso hacer lo mismo, no llegó a coger suficiente
altura cayendo de bruces. Esther le ayudó a subir
E_ Anda Valiente... no sé a quien me recuerdas. Oye Mona
esa camiseta es mía ¿eh? –les hablaba entre susurros con
un gesto divertido.
302 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Mo_ Uhhhhh –abría mucho los ojos y juntaba sus morritos
graciosamente.
E_ ¿Qué? –le preguntó al ver su gesto.
Mo_ uh uh –entonces sacó de debajo de la camiseta un
papel.
E_ ¿Y eso? –le preguntó sonriente mientras lo cogía.
Va_ Ahhhh ahhh –dijo Valiente como si él también
quisiera ser protagonista del momento.
E_ A ver... –desdobló el papel leyendo en voz alta ante la
atenta mirada de los dos monos-. “ Hoy intenta que te
lleven a la cabaña, cuando caiga la noche pasaré a verte”.
¡Pero... ¡ -sonrió feliz elevando los hombros.
Mo_ Ohh ohhhhhh –decía entre susurros.
E_ Mierda no le puedo contestar.
Mo_ Ahhhh ahhhh –volvió a sacar algo de debajo de la
camiseta, un lápiz y se lo entrego haciendo pedorretas
tumbándose sobre su espalda y jugando con el lápiz con
sus pies.
E_ Anda no seas mala dame, antes de que llegue mami
Teresa.
Mo_ Uh uh uh uhhhhhhhhh –movía la mano
exageradamente para después darse un golpe en la frente.
Va_ Uhhhhhhhhhhhh –repetía el gesto de Mona.
303 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Si, nos riñe fijo a vosotros os deja sin plátanos y a mí
sin caldo ¡seguro! –escribió la nota y se la entregó a la
mona que salió corriendo con Valiente detrás-. ¡Uf!... espero
que el fantasma se quedé donde está y no aparezca de
nuevo en tu vida porque eso significara que aparecerá en la
mía –susurró con tristeza.
En su cabaña esperaba ansiosa Maca la llegada de
Mona, sabía que Esther le contestaría y sin duda se moría
de ganas por ver que le había dicho, la vio llegar dando
saltos con la camiseta de Esther, no podía parar de reír
porque parecía su clon. Un clon de una mujer maravillosa.
El animal llegó, Maca abrió y pasaron.
M_ ¿Y bien? –se puso en jarras.
Mo_ Uhhhhhh –le dio el papel.
M_ Muy bien. “¡Tendrás que enseñarme la patita o de lo
contrario no voy a dejar entrar a una amante!...”. Que
cabrona es –susurró- Ya verás –escribió mientras Mona
daba volteretas y Valiente se pegaba golpes al intentarlo-.
Mona toma, corre antes que se despierte Teresa que le
quedan diez minutos... corre –le hacía aspavientos con las
manos-. Esther... Esther... ¡ufffffffff! –susurró echándose a la
cama de espaldas.
Ansiosa esperaba respuesta Esther, Mona volvió a hacer
todo el paripé al igual que Valiente y al final le entregó la
nota.
304 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ A ver –musitó con una gran sonrisa-. “Yo te enseño la
patita y todo lo que tú quieras, pero tú, te pones ese
camisón de encaje negro”. Ayyyyyy –suspiró cerrando los
ojos-. Maca... Maca...
Otra vez Mona de vuelta, otra vez lo mismo solo que
una vez cogió el papel la mandó fuera, se aseguró de que
nadie estuviera por allí, y a los pocos segundos vio como
Teresa salía con su pañuelo atado a la cabeza y Ramón tras
ella moviendo la cola. Se apartó divertidamente de la
ventana, y estrujo el papel sin querer.
M_ Mierda... a ver –abrió y sonrió leyendo-. “¿Qué te vas a
poner tú?, me muero de ganas... pero creo que Teresa
duerme conmigo” –se le borró la sonrisa-. Joder eso no se
me había pasado por la cabeza. Teresita, Teresita...
Tras revisar a Esther Teresa no le dijo nada, tan solo le
llevo otra taza de caldo.
E_ Teresa me muero de hambre... con esto no tengo ni
para empezar.
T_ Lo siento cariño pero debemos controlar tu
alimentación.
E_ Ya... pero ¡jooo! –protestó.
T_ ¡Ay que protestona me has salido con la comida!
E_ Uf, es que me muero de hambre –abría sus ojos
haciendo reír a Teresa-. Oye Teresa.
305 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Dime –la miraba mientras le preparaba la pastilla que
se debía tomar.
E_ ¿No me puedo ir ya a la cabaña?
T_ Sí, pero vigilada.
E_ De acuerdo... solo quiero salir de aquí.
T_ No vas a poder salir de la cabaña, es más, te lo prohíbo
de igual modo que lo he hecho con Maca.
E_ Confía en nosotras Teresa –le dijo tratando de ser lo
más convincente posible.
T_ No confío, por eso es mejor que esta noche duerma
contigo.
E_ ¿Conmigo? –trató de controlar su expresión, la broma
que le había hecho a Maca resultó ser verdad.
T_ Sí, ¿no tendrías planes, verdad? –enarcó una ceja
desafiante.
E_ No, no... ¿planes yo? –la miraba divertida.
T_ Más os vale.
La acompañó hasta su cabaña y al entrar agradeció
encontrarse con su hogar, porque para ella era su hogar,
sin duda ya no recordaba la gran cama de su casa, ni las
sábanas de seda, ni las cortinas, ni su televisión de alta
definición, para ella su hogar era ese. Aquellos dos muebles
y una cama. Sonrió pero en ese momento tenía una
prioridad, avisar a Maca que realmente Teresa se iba a
costar con ella, o a lo mejor Teresa había contado a Maca
306 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
que se quedaba a dormir y no pasaba. Se mordía nerviosa
una uña, debía contactar con Mona... pero... ¿cómo?
La noche llegó y Esther se mostraba nerviosa, trató
inútilmente de avisar a Maca, sus ventanas no daban
lateralmente de esa manera no había forma de verse,
tampoco había visto a Mona, y sin embargo, si a los niños
que les cantaban a las dos, les bailaban danzas típicas para
aliviarles el encierro, pero hablar con los niños era todavía
más imposible. Ni loca quería tener contacto con ellos y que
después pasara algo, se moriría del remordimiento.
Maca esperaba la llegada de Teresa para llevarse la
bandeja, así que averiguaría si tal y como le había dicho
Esther, dormiría con ella o tan solo era un farol que se había
dado Esther para inquietarla.
M_ Estaba buenísimo.
T_ Le ha salido muy bueno a Nsona, si.
M_ ¿Y Esther?, ¿ya ha comido esto?
T_ No, esta a base de caldos y creo que va a terminar
comiéndose lo primero que pille.
M_ Es una glotona.
T_ Venga descansa.
M_ ¿Aún sigue en el hospital?
T_ No ya la he pasado a la cabaña, espero que descanse
bien –sonrió.
M_ ¿Te ha preguntado por mí?
307 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ No... ella no.
M_ Vaya –protestó.
T_ Bueno duerme, descansa y mañana será otro día
menos que te quedará para ver a... ¿tu novia?
M_ Teresa te juro que le pedí que lo fuera, pero no se
acuerda, dice –enarcó sus cejas graciosamente.
T_ Mañana te ducharas tú primero, luego ella.
M_ Bien... tengo unas ganas enormes.
T_ Si, desinfectaremos bien y asunto arreglado.
M_ ¿Vas a dormir ya? –le preguntó con cautela mientras
se metía en la cama.
T_ Eso voy a tratar, sí, ¿por?
M_ No por nada, ¿quieres acostarte conmigo? –le
preguntó con una medio sonrisa algo cautivadora.
T_ ¡Quita... quita... con lo bien que se duerme en mi
cama!
Cuanto más se acercaba la noche, ambas más
nerviosas estaban, excitadas pensando la una en la otra,
pero Esther sabía que debía tranquilizarse, nada iba a
ocurrir teniendo centinela a su lado.
Maca se había acostado esperando el silencio sonoro de
la noche, sus manos se fregaban una contra otra, sus dudas
se resolvían en mordiscos de uña, pasarse varias veces la
lengua por los labios y como si fuera una quinceañera, las
308 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mariposas revoloteando en su estómago a la velocidad casi
de la luz. Las ansias podían más que la cordura, el anhelo
de estar junto a Esther, más que la tranquilidad de dejar
pasar aquella noche. Pasaron dos horas para ella
lentamente, tan lentas que casi no hacía falta que se
cortara las uñas en un mes, decidida se puso en pie, se ató
el pelo en una coleta, miró antes por la ventana varias
veces y finalmente abrió con sumo cuidado su puerta una
vez se convenció que no había movimiento alguno por
fuera, la abrió apretando los dientes para que no hiciera
ruido, apoyó un pie con cuidado sabía por experiencia las
maderas que hacían ruido y buscaba evitarlas, todo era
oscuridad fuera, siguió caminando en la penumbra hasta
llegar a la puerta de Esther, suspiró para controlar su
corazón, se escuchaba más que el canto de los grillos. Se
pasó la lengua por la boca con decisión y como si fuera un
ladrón dispuesto a robar la joya más preciada, abrió la
puerta de Esther lentamente. Pasó, un pie, otro, el cuerpo y
cerró.
Entonces la vio dormida, justo en la esquina de la cama
parecía guardarle el lugar para ella, se acercó con cautela
no llevaba el camisón negro de encaje pero estaba
hermosa, recuperada, su rostro pálido de días atrás y tenso,
había dejado paso a un rostro con color y relajado, si que
era cierto que en él se notaba la delgadez de estar tres días
en el estado en el que estuvo, pero no por eso, su belleza
se había visto afectada, eso pensaba Maca quien había
309 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
llegado hasta la cama, la alta luna la dejaba ver
plenamente, sus rayos bañaban el rostro y quizá, por la
magia de ese astro Esther se mostraba más tranquila. Pero
entonces se percató que no estaba Teresa, miró al pequeño
habitáculo donde estaba el lavabo, la puerta cerrada,
¿estaría dentro?, puso atención, no oía nada y tampoco le
importó las ganas de abrazar el cuerpo de Esther eran más
que nada, se acostó abriendo el mosquitero, y
seguidamente la sábana, se metió a su lado con una sonrisa
de felicidad extrema, allí estaba solo para ella, estrechó su
cuerpo contra el suyo pasó un brazo por la cintura de
Esther abrió una pierna y la pasó por encima de la de la
enfermera quien al notar el contacto emitió un gemido de
placer.
M_ Descansa mi niña…
Y así hicieron Maca se durmió oliendo aquella piel que
parecía estar hecha a su medida, el deseo que había
sentido durante la tarde pensando en que se verían, había
dejado paso a una extrema ternura que era lo que
despertaba en ella de manera irracional.
Al rato de estar en la cama, el contacto con Maca le
hacía sentir que estaba protegida, que era feliz, sonrió al
notar su mano en el vientre, la acarició y se apegó todo lo
que pudo al otro cuerpo, ése que se había dado cuenta
necesitaba, ése que era igual a ella pero no por eso menos
importante, o en ese momento, el cuerpo que más calor,
310 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
pasión y cariño le había dado hasta ese preciso instante.
Entonces con una sonrisa recordó lo que había pasado
momentos antes.
“T_ Ya estoy aquí –apareció con su pijama y Ramón.
E_ Teresa… -se pinzó el labio.
T_ Dime –se acercaba a la cama, Ramón se tumbaba a los
pies.
E_ Tú no tienes corazón –la mujer la miró muy seria-.
Perdona pero tú no sabes lo que necesito a Maca, mira si ya
hemos estado juntas, Mona y Valiente han estado con
nosotras, tú también, por favor Teresa… por favor la
necesito… ¿qué problema hay en que estemos juntas?,
¿qué durmamos juntas? –la miraba con tal gesto de lastima
que Teresa no sabía que decir-. La necesito
desesperadamente.
T_ No si… sé que tienes razón… es un poco ridículo, sí…
E_ No, no es ridículo sé que quieres lo mejor, y sé que tú
tratas de que así sea, pero créeme Teresa lo mejor es que
estemos juntas”.
Y con ese recuerdo se durmió dejándose abrazar por su
amor.
Las luces del alba marcaron el alegre cantar de los
gallos, sus cantos, iban despertando a algunos miembros
de la aldea, para cuando la luz ya estaba en su mayor
apogeo, Teresa estaba en el huerto recogiendo algunas
311 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
manzanas para las chicas, y ayudada en la cocina por
Nsona preparaban los desayunos alegres, entre canciones y
risas, tenerlos allí a los tres les había devuelto la alegría.
T_ Voy a llevarles el desayuno, llamaré antes de entrar.
Ns_ Si –reía divertida.
Lu_ Todo tranquilo…
T_ Más nos vale Lula cariño, ¿qué tal el chiquitín?
Lu_ Guapo –sonreía orgullosa.
Ns_ Los hombres se van de caza, quieren traer carne para
bienvenida de los tres.
T_ Si, algo me ha dicho Massamba. ¿Sabes una cosa
Lula?, Massamba está muy bien –le guiñó un ojo divertida
ante la sonrisa de Nsona.
Lu_ Si –agachaba la cabeza algo sonrojada.
T_ Me alegro –le dejó un beso en la frente-. Voy a ver
como están… -hizo un gesto de temor ante la carcajada de
las dos mujeres que comenzaron a cantar. Entonces antes
de entrar susurró-. Solo espero que estén vestidas… vamos
Teresa que no es la primera vez que lo ves, ya pero… no
sé… Esther es como mi otra debilidad, no sé, no sé… -se
repetía sin cesar. Llamó con los nudillos y espero la voz que
le diera entrada, al no escuchar voz alguna insistió.
E_ Pasa Teresa –se oyó por fin la voz de la enfermera
ronca por el sueño.
312 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Esto… -abrió y al verla sola enarcó las cejas entonces
miró al baño.
E_ No, no, no está –le aclaró con rapidez.
T_ Pero… -no entendía muy bien.
E_ Creo que estuvo pero ya no sé si lo he soñado.
T_ Vaya por primera vez en su vida ha sido buena… no lo
puedo creer –abría su ojos como platos.
E_ Ni yo –se frotaba la cara, al ver la bandeja le dijo con
cara de felicidad-. ¿Todo eso es para mí?
T_ No, cariño… tú sigues con dieta blanda.
E_ ¡Y me lo enseñas! –protestó poniéndose en pie y
acercándose a la bandeja, al ver lo que había no pudo
remediar poner un pucherito-. ¡Oh no!, ¿no puedo probar
las tortitas?
T_ No, son para Maca, tú manzana asada.
E_ ¡Solo!
T_ Con un poquito de agua de arroz.
E_ ¡Agua de arroz!
T_ Esther por favor no grites me vas a dejar sorda –le
decía muy seria dejándole el desayuno sobre la mesa.
E_ Joder –protestó mientras sus ojos se iban tras la
bandeja de Teresa.
313 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Bueno voy a llevarle el desayuno a la otra, espero que
no me grite como tú, igual tengo que aguantarle su mal
humor por no poder estar contigo.
E_ Oye se me ocurre algo.
T_ Miedo me das.
E_ Deja aquí el desayuno de Maca y dile que venga.
T_ ¡Anda… tú te crees que yo me chupo el dedo!
E_ Venga Teresa… -fingía como si estuviera a punto de
llorar.
T_ No sabía yo que tenías esa vena de payasa –le decía
frunciendo el ceño.
E_ Por fi… me muero de hambre… por fi… por fi…
T_ Está bien, si te doy el desayuno, Maca no entra, si
quieres que Maca entre, te conformas con tú desayuno –le
dijo puntualizando.
E_ De acuerdo…
En su cabaña Maca seguía sin dormir, antes que
amaneciera le había dejado un beso a Esther y había salido
como entró sin hacer ruido, desde que había vuelto a su
cama no había podido dormir, daba vueltas mientras
pensaba en que iba a pasar con su vida, si bien era cierto,
que nunca pensaba en el futuro desde que Julia le había
traicionado, con Esther todo era diferente, totalmente
diferente. Y esa diferencia le hacía sentirse como si
314 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
estuviera sobre tierras movedizas, Esther era importante y
no la podía dejar escapar por el miedo a ser feliz.
La puerta se abrió, tras ella Teresa, y Maca carraspeó,
antes de irse había dejado la cama arreglada de tal manera
que no supiera que había estado compartiéndola con
Esther, porque estaba segura que Teresa pondría el grito en
el cielo por desobedecerla.
T_ Buenos días.
M_ Buenos días Teresa, ¿qué tal estás?
T_ Bien ¿y tú? –sonrió de lado mirándola fijamente.
M_ Pues bien… estoy bien…
T_ ¿Has descansado bien?
M_ Sí, mucho –sonrió-. ¿Has visto a Esther?
T_ Vengo de allí.
M_ Me ha parecido oírla –le dijo acercándose a su altura.
T_ ¡Es una quejita!, vamos como si no hubiera comido
nunca –se reía.
M_ Si –le mostró una sonrisa amplia y muy entregada.
T_ ¡Uy qué cara de tonta!
M_ ¿Si, se nota mucho?
T_ Bastante.
M_ ¡Ay Teresa!
315 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Oye… tú sabes que Esther es muy pero que muy
glotona.
M_ Si, ha tardado en descubrirse pero si, bastante.
T_ Pues le he dicho que le daba a elegir, entre tomarse tu
desayuno y el suyo –Maca sonrió, Teresa guardó silencio.
M_ ¿Y?
T_ Y que tú pases está noche con ella –Maca abrió los ojos
y no vio su desayuno.
M_ ¿Entonces?
T_ Mucho debe de quererte si, porque para tener la
bandeja delante de sus morritos y elegir que vayas esta
noche a su cama… me la imagino con unas babas colgando
de su boca… -decía muerta de risa-. Los ojos casi fuera de
su sitio y todo para que te deje pasar la noche con ella.
M_ ¿Te ha dicho eso? –la miraba con gesto embobado.
T_ ¿Tengo cara de mentir? –la miró seria.
M_ ¿Y me vas a dejar?
T_ Sí, se me ha ocurrido una cosa, esto es como aquel
concurso que nos decía Cruz ¿cómo era?, ese que estaban
todos en una misma casa.
M_ No sé.
T_ Pues vosotras vais a estar encerradas los once días
que quedan, nadie entrara, cuando os dejemos la comida o
316 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
cena, se golpeara la puerta, solo saldréis a ducharos bajo
mi supervisión.
M_ Juntas –dijo ilusionada ante la idea notaba como se
estaba excitando solo de pensarlo.
T_ No, escándalos públicos no –decía seria paseando de
un lado a otro de la habitación bajo la atenta mirada de
Maca-. Si superáis esta prueba, entonces… lo habréis
superado todo.
M_ Bien, me parece justo si.
T_ ¿Te parece justo? –le preguntaba con cierta sorna
asintiendo con la cabeza.
M_ Ya te digo…
T_ Y yo te digo, Esther está baja de defensas –la apuntó
con su dedo blandiendo al aire.
M_ Teresa que sé cuidarla… que es mi niña… -le decía
poniendo cara de niña buena.
T_ Tu niña… ¡ay tu niña!, ven aquí –la estrechaba con
fuerza contra sí-. Me alegro Maca, me alegro mucho.
M_ Lo sé… solo espero que salga bien.
T_ Antes de que pases con ella, quiero hablar contigo, así
que ahora vas a desayunar o la voy a encontrar
enloquecida frente a la bandeja, luego hablamos con calma.
M_ ¿No me puedo ir ya? –la miraba atónita.
317 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Aún no, deja que este medio día le voy a dar de comer
algo más sólido, a ver como le sienta y entonces… podrás
pasar, ¿o pasa ella?
M_ Voy yo, voy yo –le dijo deprisa.
T_ Está bien.
M_ Teresa… -la mujer se giró mirándola con una sonrisa
en los labios-. Gracias.
T_ No hay de que… pero… te lo advierto nada de
tonterías Esther es una gran mujer.
M_ Lo sé –respondió emocionada y al quedarse sola, se
abrazó ella misma sonriendo al tiempo que cerraba los ojos
y murmuraba-. Esther… para que negarlo… me tienes loca.
Cuando Teresa entró a la cabaña de Esther, la vio
sentadita como una buena chica formal ante la bandeja,
con cara de estar pasando un momento muy malo, Teresa
no pudo más que sonreír.
T_ Estás graciosísima.
E_ ¿Y Maca? –la miró con cara de tonta sin remedio.
T_ Hasta la noche no vendrá.
E_ Tú me quieres matar.
T_ Jaja –dio una carcajada-. No, necesito hablar con ella.
E_ ¿De Julia? –Teresa asintió, Esther agregó con una
mueca de cierto miedo-. ¿Justamente hoy?
318 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Sí, no quiero falsas esperanzas entre vosotras, Maca
debe saber la verdad, y una vez sepa la verdad tendrá que
elegir.
E_ No sabía que se te daba tan bien eso de las
disyuntivas –le dijo con cierto aire de desesperación.
T_ Es lo mejor –le acarició la cara con ternura sonriendo
como si entendiera su postura.
E_ Ya, perdona.
T_ Tranquila, todo irá bien.
E_ ¿Oye lo mío no ha llegado?
T_ No, ni tampoco me dijo nada Dávila.
E_ No sé... espero que mi madre no me falle –se rascaba
la frente de manera graciosa.
T_ ¿Cómo te ha sentado esto?
E_ Me ha hecho cosquillas, me muero de hambre.
T_ Dentro de un par de horas te traigo algo más, un poco
de arroz ¿vale?, veremos que tal te sienta.
E_ Si le pusieras un poquito de pollo estoy segura que de
muerte.
T_ Un poquito de pollo –sonreía.
E_ ¿Qué te ha dicho Maca?
T_ Está muy formalita, demasiado diría yo –fruncía el
ceño y le decía bajando la voz-. Ésa algo quiere.
319 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Terminaban la conversación con una gran carcajada de
las dos y Esther le daba un abrazo cariñoso a la mujer que
sentía que las cosas iban mejorando poco a poco.
A media mañana los hombres dieron los golpes
oportunos para avisar que partían de caza, Yildas que ya
estaba recuperado pero no lo suficiente como para ir de
caza, se quedaba en la aldea como vigilante junto a Louabi.
La danza de la caza, fue seguida tanto por Maca y Esther
que sonreían al ver como Mona trataba de seguir el ritmo
de los hombres, y como Valiente terminaba en el suelo tras
algunas vueltas. El ambiente relajado y feliz, ayudaba a que
todo fuera algo más fácil.
Hasta que a la hora de la siesta, Teresa se sentó frente
a Maca. Teresa en la silla y Maca sentada a los pies de su
cama, el rostro de la mujer era ciertamente tranquilo pero
en él, Maca denotó algo que no le gustaba por esa razón le
dijo muy seria:
M_ No me digas que ahora me vas a negar irme con
Esther porque ya lo tengo todo preparado.
T_ ¿Todo preparado?, ¿y puedo saber que vas a
necesitar? –le preguntó sonriendo como si le hubiera dicho
una barbaridad.
M_ Pero que mala eres –musitó sonriendo, mientras
continuaba diciéndole con gesto de ternura-. No voy a
poder pasarme con ella Teresa está malita, primero le daré
320 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
tiempo para que se recupere, luego... –se mordió el labio y
movió débilmente la cabeza.
T_ Si, eso es cierto está malita. Bueno a lo que venía.
M_ Eso. Sé breve por favor –le dijo mientras subía sus
piernas sobre la cama-. Me están esperando.
T_ Julia ha vuelto a tu vida sin permiso –Maca empalideció
nada más escuchar aquel nombre le fue suficiente para
bajar las piernas de la cama, mirar desconcertada a Teresa
y cambiar su gesto por una mueca de incredulidad e
inquietud total, le había pedido brevedad y Teresa entendió
que era mejor arrojarlo sin rodeos-. Lo ocurrido en el campo
de refugiados no fue una casualidad, su mano que aunque
sea blanca parece negra, está detrás.
M_ Por favor Teresa –rió manteniendo el gesto de
perplejidad en su rostro-. No hagas como Esther.
T_ Puedes tomarlo como tú quieras, por lo que sé, ha
debido cansarse del marido, lo han destinado un año entero
a la India, debe estar aburrida y quien mejor que tú para
quitarle el aburrimiento –Maca se levantó de la cama con el
ceño fruncido, con el gesto de no poder creer que la mujer
que había destruido su vida podía volver a ella sin más-.
Cruz me puso en aviso.
M_ ¿No se lo habrás comentado a nadie? –la miró
fijamente.
T_ A Esther.
321 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
El silencio asustó a Teresa, sin duda esperaba de todo
excepto ese silencio, Maca se había apoyado en la pared
mirando por la ventana, fuera el mundo continuaba, las
luces de las cabañas demostraban que los niños aún no se
habían dormido, Nmala y su perro, llegaban a su cabaña la
mujer sabía debía estar nerviosa, su nieto iba como jefe del
grupo para la caza, podía adivinar como su cansado
corazón palpitaba tanto de alegría como de miedo, y por
delante pasó Lula con su pequeño en la espalda, sus ojos se
encontraron, la joven no pudo evitar una mirada triste al
entender el miedo reflejado en los ojos de la Doctora. Y
Nsona sentada esperando que su marido volviera de la
caza, con la esperanza de vida en su vientre, con la ilusión
en su mirada, tratando de dormir al pequeño Mbe, tan
inquieto como siempre. Todo fuera seguía funcionando,
dentro no funcionaba nada, ni siquiera su corazón.
En su cabaña Esther esperaba ansiosa, había estado
imaginando que podía pasar por la cabeza de Maca al saber
lo que ocurría, de repente había sufrido un miedo atroz al
pensar en la sola posibilidad de perderla, sabía que Maca
estaba muy herida, pero la herida de un corazón se mide
por el amor que ha dado, y su corazón había amado mucho
a Julia, ¿qué haría si decidía darle una oportunidad
nuevamente?, entonces el agobio que sentía era tal que
necesitaba levantarse de la cama y resoplar, notaba un
nudo en su estómago, y no era hambre precisamente.
Llevaba controlado el rato que llevaban hablando,
322 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
demasiado para su gusto, ella pensaba sería mucho más
rápido, decirle Teresa la noticia, y Maca contestarle no me
interesa, al menos ese había sido su pensamiento su sueño.
Se mordía una uña, se asomaba a la ventana esperando
algo, y pasó un buen rato hasta que Teresa salió de la
cabaña de Maca dirigiéndose hacia el hospital. Iba
cabizbaja y de repente el miedo que se había asomado en
su persona, terminó por apoderarse totalmente de ella.
La ausencia de noticias, dejó a Esther muy tocada,
imaginaba que Teresa le diría algo y al no hacerlo se temió
lo peor. Y si la ausencia de noticias la tenían desconcertada,
la ausencia de Maca la tenía asustada, realmente asustada.
La tarde ya había dibujado hermoso colores en el cielo,
Maca lo miraba aunque no veía aquella variedad donde el
sentido de la vista debía hacer llegar a su mente un cuadro
extraordinario trazado para ser admirado, Maca no miraba,
no veía más que una lluvia que en ese momento no caía
fuera de su cabaña, pero sí lo hacia en el interior de su
cabeza, la lluvia de recuerdos, la lluvia de sus ojos ante
tales recuerdos. La noche la descubrió en soledad como le
había pedido a Teresa, la noche le llegó sin darse cuenta
mirando por la ventana sin ver que la oscuridad no solo
había envuelto fuera de su cabaña su presencia, sino, en su
interior como persona.
Y la tarde hasta la noche pasó de manera brutalmente
lenta para Esther, Nsona le había llevado el arroz que debió
323 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
llevar Teresa, no hizo preguntas, ya no le quedaban, tan
solo esperó recibir una respuesta o una confirmación a sus
miedos.
Y la noche llegó para Vilches, se le hizo tan oscuro como
el cielo que no tenía estrellas ni luna, las palabras de
Teresa iban llegando a él y llevándolo a la oscuridad, Maca
estaba perdida y así lo reconocieron los dos.
V_ ¿Lo sabe Esther?
T_ Claro…
V_ La vida es complicada y sin duda, a Maca se le va a
complicar en el momento menos adecuado.
T_ Nunca es el momento para que te destrocen la vida,
pero estoy de acuerdo contigo.
V_ ¿Y cómo lo ha tomado nuestra pija?
T_ Nerviosa.
V_ Normal y eso que ella no creo que llegue a imaginarse
lo que Julia fue para Maca.
T_ Ya… si te digo que me duele el estómago ¿me
creerías?
V_ Sí –dijo desanimado.
Para Esther esas hambres locas que tenía se le habían
marchado, desde el momento en que Maca no había pasado
a la habitación, caminaba de un lado a otro meditabunda,
se acostaba dando vueltas, había conectado el ordenador el
que había descubierto se había quedado inexplicablemente
324 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
sin batería, se contentaba con ver las fotografías que había
sacado con su cámara. Admirarla calladamente sola. De
repente dos golpes en la puerta desataron su sonrisa, se
olvidó de todos los malos momentos que había pasado
pensando en que decisión habría tomado Maca, sabía que
era ella estaba allí como deseaba.
E_ Adelante –pero no entró-. Vamos no seas mala,
¿quieres que abra yo? –silencio como respuesta-. ¡Maca!
Mo_ Uh uh uhhhhhh –oyó la voz de Mona.
Va_ Uhhhhh –resonó como eco la voz de Valiente.
E_ ¿Mona?, ¿Valiente? –se preguntó sorprendida y
nuevamente decaída. Abrió la puerta y los vio allí formalitos
cada uno con una camiseta suya, cuando la vieron ambos
sonrieron mostrando sus dientes-. Hola chicos... pasar... –
aunque trató de sonreír no lo logró-. ¿Qué os pasa?
Mo_ Uh uh uhhhhhhhhhh –sacó una flor de su espalda y
se la entregó.
E_ Vaya... ¿y esto?... muchas gracias Mona –sus ojos se
llenaron de lagrimas una flor que no entendía que hacía en
la espalda del animal, ni porque se la había dado a ella-.
Gracias cariño.
Mo_ Uhhhhhhhhhhh –le dijo golpeando en la cabeza a
Valiente.
V_ Uh uh uh –decía tapándose los ojos.
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhh.
325 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhh.
Mo_ Ah.
V_ Uh.
E_ ¿Ya habéis acabado de discutir?... no sé a quien me
recordáis –decía sonriendo mientras olía la flor.
V_ Uhhhhh –sacó un papel de debajo de la camiseta de
Esther que le venía a pesar de su pequeña talla grande y se
lo entregó con los ojitos repletos de cariño.
E_ Gracias Valiente –le regaló una sonrisa cariñosa.
Mo_ Uh –le gruñó a Valiente como dando por buena su
actuación.
Va_ Uhhhh –susurró abrazándose a Mona mientras
miraban a Esther y Valiente se sacaba un moco.
E_ A ver –sonreía imaginando lo que era y comprendiendo
entonces de quien venia la flor. Leyó la nota y dijo con cara
de susto-. Joder... ¿dónde tengo el camisón?
Dejó la nota, la flor encima de la cama y fue hasta el
armario, los dos animales la miraban, mirándose entre ellos
elevando los hombros, Esther sonreía, lloraba, no sabía muy
bien como tomar aquello pero sin duda Maca iba a pasar a
su lado, y eso era significativo y sobre todo, lo que quería
que ocurriera.
E_ Aquí está –dijo al verlo tras remover toda su ropa.
Va_ Uhhhhhhhhhhhhhhh –se echó a ella para arrebatarle
lo que pensaba era suyo.
326 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ No Valiente... no... que va a venir Maca –le decía al
animal tratando de no dejar que cogiera el camisón.
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh –gruñó a Valiente que seguía
tratando de luchar con Esther por el camisón.
E_ Suelta Valiente joder... que es mío –en ese rifi rafe al
final acabaron los tres en el suelo luchando por el camisón-.
Valiente.
Va_ Ahhhhhhhh.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhh.
E_ Nooooooooooooooooooooo.
M_ Vaya... no estás aburrida, no –los tres se detuvieron en
la lucha mirándola al escuchar su voz, Maca estaba
apoyada en el quicio de la puerta con su hombro sobre la
madera, su pie derecho pasado por delante del izquierdo y
los brazos cruzados sobre el pecho.
E_ Hola –le dijo torpemente mientras Valiente estaba
sentado sobre su vientre y Mona en el suelo encima de
Esther y Valiente una pose un tanto divertida todos con los
ojos muy abiertos.
M_ Si estás ocupada me marcho –le habló con ese tono
suyo borde y casi burlón.
E_ No, no –se apresuró a decir sin saber porque se puso
nerviosa, de un salto se levantó dando de lado a ambos
animales mientras se ponía el camisón en la espalda
sujetado por sus manos.
327 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Va_ Uhhhhhhhhhhhhhh –señalaba el camisón.
Mo_ Ahhhh uhhh uh ah –se tapaba los ojos negando con
rapidez su cabeza.
M_ ¿Puedo pasar?
E_ Sí, sí –respondió atontada, Maca parecía mantener
nuevamente su pose chulesca recordándole a la primera
Maca que se encontró al llegar a la aldea.
M_ ¿Qué tienes ahí? –le preguntó señalándole la espalda
con las cejas.
E_ Mmmm, nada –sonrió no podía controlar sus nervios
mientras Valiente saltaba y trataba de quitárselo y Esther
se medio giraba para impedírselo huyendo de él.
M_ Valiente, Mona ¡fuera! –les dijo con autoridad.
Mo_ Uh uh uh uh –parecía quejarse por echarla.
M_ Gracias por la ayuda ahora fuera.
Va_ Uhhhhhhhhh –señalaba el camisón mientras lo
arrastraba Mona.
M_ Eso está mejor, sola para mí –dijo al quedarse solas,
Esther estaba como un flan, los nervios se habían
apoderado de ella, cuando Maca se había dado la vuelta
trató de dar un fuerte respingo silencioso para que no
pudiera oírla, apretando el camisón entre sus manos-.
Bien...
E_ Bien –repitió al ver que se acercaba a ella.
328 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Por fin solas.
E_ Si –la miraba a los ojos como si quisiera adivinar que
pasaba por su mente.
M_ Estás mucho mejor –se pasó la lengua sensualmente
por los labios haciendo que la entrepierna de Esther llamara
suavemente a su dueña para hacerse notar. Mientras Maca
se quedó a un solo paso de ella sintiendo su propia
llamada-. ¿Puedo besarte?
E_ Tú sabrás –le respondió tratando de serenarse.
M_ ¿Por qué no te cambias? –le sonrió divertida
entendiendo aquella respuesta-. Y... así... te demuestro lo
que yo sé.
E_ ¿Me esperas?
M_ La eternidad si hace falta –la miró tan intensamente a
los ojos que le gustó lo que vio, temblar de emoción.
E_ En mucho menos estoy de vuelta, pero... es bueno
saberlo.
Maca no le contestó, tan solo se mordió el labio de
manera tan cautivadora que tuvo que suspirar para no
ahogarse con su propia felicidad. La vio perderse tras
aquella débil puerta, cerró los ojos, abrió un poco la boca,
suspiró.
Mientras, Esther notaba como su piel se había erizado,
la flor, la nota, su presencia, Maca estaba fuera
esperándola, no quería preguntarle más, solo quería que la
329 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
abrazara y que musitara que era su niña, ni siquiera pedía
que le dijera que la quería, solo quería sentirla, saber que
estaba allí le hacía sentirse como si se estuviera dejando
llevar en la bajada de la más grande de las Montañas
Rusas. Se miró al pequeño espejo, notaba como sus mejillas
se habían alterado de la palidez que se vio la última vez a
ese rojo pasión que tenía en ese momento, notaba como su
cuerpo necesitaba ahogar la sed que sentía de ser bebida
por los labios de Maca, con una media sonrisa abrió la frágil
puerta y decidida a todo salió.
La habitación parecía diferente de cómo la había
dejado, las cortinas echadas, el mosquitero medio abierto,
una pequeña vela sobre la mesita encendida, no había más
luz, ni siquiera estaba Maca solo estaba ella con los pies
descalzos, el camisón que le llegaba hasta medio muslo y el
encaje que dejaba ver y no ver su piel como si jugara a un
escondite para su dueña, dio dos pasos hacia delante y
notó como los brazos de Maca por detrás se adueñaban de
su vientre, tragó saliva sintiendo desesperadamente la
necesidad de tocarla, se giró con anhelo con apremio y los
ojos de ambas se encontraron, en ellos marcado en sus
pupilas el más visceral y tierno deseo, no necesitaron
palabras, Maca atrapó los labios de Esther metiendo sus
manos directamente por debajo de la escueta falda del
camisón, posándolas en su trasero, acto seguido fue Esther
quien apartó aquella camisa con la que le había
sorprendido Maca, blanca y medio transparente que al igual
330 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
que ella le llegaba por la mitad del muslo y estaba
abotonada de manera que dejaba al aire su lunar. De
repente las respiraciones de ambas comenzaron a
dispararse sin control, las manos llenaban la piel ajena, las
bocas se destrozaban besándose, las lenguas calmaban la
fiereza de los labios, pasos rápidos hasta la cama, Maca
dejó caer a una Esther que no estaba dispuesta a dejarse
vencer rápidamente, y arrastró a Maca sobre ella, rodaron
por la cama con desespero, las bocas buscaban la piel, y
por encima del encaje, la boca hambrienta, sedienta de la
Doctora atrapó el pezón erecto de una enfermera que unió
sus labios perfilándose sus venas en la garganta y un leve
gemido salió como si fuera un grito ensordecedor de su
interior. Maca sentía su propia humedad, sentía que moría
de ganas por aquella mujer, apartó con rapidez el camisón
con tanta rapidez que Esther se vio desnuda de golpe y lo
mismo hizo segundos después con la camisa de Maca,
desnudas volvieron a rodar por la cama, Esther abrió sus
piernas y subió a horcajadas sobre Maca, rozó con su sexo
suavemente henchido de deseo el bello ajeno y cerró los
ojos notando como miles de rayos caían del cielo para
atravesar su espalda, esta vez el gemido y las venas de la
garganta se reflejaron en el cuello expuesto al lanzar la
cabeza hacia detrás de Maca, quien apretaba
desesperadamente los muslos de Esther con sus dedos
hasta casi dejarla sin circulación en la zona donde sus
yemas ansiosas de caricias descansaban.
331 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Mírame –musitó con la voz extasiada de placer-. Maca,
mírame.
Pero Maca hizo algo mejor que mirarla, de un impulso
se sentó, acoplándola sobre su cuerpo entre sus piernas
uniendo sus sexos, mientras se miraban, Maca apretó los
dientes, ladeó su melena hacia el lado derecho y con
fiereza hizo suyo el cuello desprotegido y entregado a ella,
lo lamió, lo besó, lo atrapó entre sus dientes mientras
Esther la apretaba con sus manos, con sus brazos, como si
fueran una cadena para encadenarse a su cuerpo y no dejar
que nada la separara de ella, tras lamer su cuello y
ayudarla a moverse contra ella, separó sus labios de la otra
piel echando la cabeza hacia detrás, y eso dejó camino para
que Esther hiciera lo mismo, con la punta de su lengua
repasó todo el cuello de Maca quien volvió a gemir, recorrió
el camino tan lentamente que notaba a su paso como se
iba erizando la piel amada, como la respiración de Maca
que se mordía los labios se incrementaba
irremediablemente, como sus brazos estrechaban su
cintura como la ayudaba a moverse más y más rápido,
entonces Esther necesitó aferrar su mano en el pecho de la
mujer que gozaba con los ojos cerrados con la boca entre
abierta, con la lengua proveyendo a sus labios de humedad,
con gemidos, con un goce que nunca había provocado en
nadie, ni siquiera ella misma había gozado así con su novio,
lo que estaba sintiendo en ese momento era único, como si
332 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Maca se hubiera decidido a abrir el techo de la cabaña y
entregarle un viaje al Universo.
Sentía como las manos de la Pediatra recorrían
lentamente con las palmas bien abiertas su espalda, notaba
como sus sexos humedecidos se llenaban, como si fueran la
marea que se desborda por los rayos de la luna, allí
mordiéndose, besándose desesperadamente, Maca
ayudaba a moverse más rápido a Esther, ambas gemían
ahogándose los gritos en las bocas, el ritmo se
incrementaba más y más, los ojos cerrados, los dedos
presionando la otra piel, las gargantas exigiendo paso para
que el aire desfilara como si fuera un tifón.
E_ Maca... –notaba como su voz era entre cortada ávida
del placer que estaba sintiendo.
M_ No pares Esther... Esther –se ahogaba nombrándola
quería adorarla, quería llevarla de la mano a un lugar
privado para ambas.
E_ Ya... Maca... Maca...
M_ Si, si, ya mmmmmmmmmmmmmmmmmmm –gimió
apoyando su frente en el hombro de Esther.
E_ Mmmmmmmmmmmmmmmm –igualmente desfalleció
con la respiración entrecortada entre los brazos de Maca.
Trataban de recuperarse, abrían la boca como si no
pudieran respirar, como si el placer las estuviera ahogando
en la felicidad, se miraron sonrientes, y comenzaron a
333 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
besarse con ternura, con una ternura apasionantemente
abrumadora.
Poco a poco fueron calmando sus respiraciones,
recuperándose por el maravilloso cansancio que tenían, se
miraban sonrientes entre besos y caricias, intercambiando
ese momento de intimidad, juntaron sus frentes, Maca se
pasó la lengua por los labios a lo que Esther le dijo:
E_ Me vuelve loca ese gesto, te lo advierto, me provoca
hacer locuras.
M_ Pues hazlas –le dijo con delicadeza mientras su mano
recorría la columna de Esther.
E_ Aún estoy convaleciente, Teresa me dijo que tenía que
tener conocimiento.
M_ Teresa... –asintió-. ¿Y a quién vas a hacer caso, a mí o
a Teresa?
E_ Está claro ¿no? –le preguntó provocativamente.
No hubieron más palabras, nuevamente la pasión rodó
en la cama, Maca la apoyó y se subió sobre ella, las manos
de Esther recorrían la espalda de su adorada amante, lo
hacía con suavidad de igual modo que los labios de la
médico recorrían su piel, con delicadeza mientras con una
mano se apartaba el pelo, con la otra recorría su cuerpo, y
besaba sus pechos, Esther sentía el placer de golpe otra
vez nacer en ella, sentía la sangre acumulándose al igual
que la humedad en su sexo, nunca había sentido aquella
necesidad visceral de que la siguieran amando, nunca
334 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
recordaba había sentido algo parecido, y sin embargo con
Maca todo era distinto.
E_ Más Maca... quiero más...
M_ Estás convaleciente mi niña –le dijo sonriendo
mientras apoyaba su barbilla sobre sus costillas.
E_ Pero tú eres médico y sabes el remedio que necesito
para ponerme bien.
M_ ¿Para ponerte? –la miró enarcando su ceja derecha y
un leve movimiento de cabeza.
E_ Tú sabes como me pones –le musitó con la voz
cargada de erotismo.
M_ A ver.
Entonces abrió sus piernas y subió sobre Esther,
comenzaron a besarse con lentitud, para acabar en pocos
segundos de pasar a un fuego ardiente, cuando la lengua
de Maca tuvo suficiente placer con la exploración que hizo
en su boca, se encargó de rodar por la piel de su amada,
pasó lentamente por los pechos, por su vientre dibujando
suaves círculos, jugó en su ombligo mientras la enfermera
le obligaba a bajar con apremio, y pasó por su sexo, Esther
había abierto las piernas invitándola con total libertad,
quería darse a ella, quería que la volviera loca, sus ojos
cerrados, aquello le daba tanta incertidumbre, no notar
donde estaba, no saber donde iba a recibir la caricia, le
creaba un éxtasis casi al límite de la vida y la muerte.
335 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Maca... Maca...
M_ ¿Qué te pasa mi niña?, mi reina... mi princesa guapa.
E_ Te deseo tanto... nunca he deseado a nadie así.
M_ Esther –susurró.
E_ Ah –resopló sintiendo el deseo sobre su piel.
M_ Así, quiero que me desees, así –susurraba sin tocarla
solo contemplándola.
E_ Ahh mmmm Maca.
M_ Quiero tu deseo, quiero que seas mía.
E_ Si, si Maca por favor.
Y accedió a aquella suplica, sus labios atraparon el
sexo de Esther que no pudo evitar soltar un aullido leve,
notó como su lengua sin ayuda de sus manos jugueteaba
por sus labios, como lentamente se abría paso provocando
en Esther un alud de placer, seguía cerrando los ojos,
apretando sus manos sobre la cabeza de Maca que quería
llenarla de todo el placer que necesitaba dar, en ella en su
interior una batalla se había erigido como una tortura para
ella, se obligaba a pensar en Esther, en ese lugar en el
paraíso que quería regalarle, y entonces sentía su propio
deseo crecer con furia, su cabeza alejarse, volver,
marcharse, eludir pensamientos, mientras su boca ofrecía
caricias que se obligaban a que fueran lentas para alargar
más el momento de una Esther que ajena a la lucha interna
que Maca llevaba, disfrutaba de cada recorrido que sentía
336 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
en su sexo, de cada vez que Maca con su lengua abría,
cerraba, penetraba en su sexo, de cada roce, cada caricia
eran suyas, y sus piernas temblaban, su piel se erizaba, sus
manos apretaban a una Maca que de repente se volvió más
fiera en sus caricias, se apoyo de rodillas sobre el fino
colchón, sus dedos abrieron aquellos labios henchidos y
rojos para ir en busca del tesoro de Esther, lo encontró con
rapidez, lamía con toda la fuerza que podía como si así
fuera borrando cualquier otro pensamiento, y allí mirando
como los pechos de Esther ascendían y descendían cada
vez con mayor intensidad y rapidez, observando como su
respiración se agitaba, como su piel se erizaba, como sus
caderas no podían dejar de moverse en la boca de Maca,
como movía su cabeza de lado a lado, notando en su boca
como se tensionaba, notando como su propio sexo pedía
ser calmado, sintiendo que su corazón explotaría, entre
toda una marea de sensaciones, Esther se doblegó, ahogó
como pudo aquel grito de un orgasmo que había llegado a
ella como un remolino que en su corazón barrió todo lo que
por años había sentido, miedo, dudas, insatisfacción, Maca
acababa de borrar todo eso dejándole la sensación de
poder ser feliz, de poder luchar contra lo que hiciera falta
por ser feliz, le acaba de dejar desnuda de alma para ella.
E_ Maca.... –fue lo último que pudo decir con un hilo de
voz.
Pero no obtuvo respuesta, Maca estaba doblegada
como si sufriera un dolor insoportable en su interior, cuando
337 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
abrió los ojos, se encontró con su figura allí, y vio sus
lagrimas, al levantarse notó su temblor, no le dijo nada, aún
con la respiración jadeante, la abrazó, la estrechó entre sus
brazos, dejándole un beso en la sien, cerró los ojos y la
obligó a acostarse.
M_ Ayúdame...
E_ Claro –susurró algo perpleja de su estado.
M_ Abrázame por favor.
E_ Si... –la tapó con la fina sábana y la estrechó entre sus
brazos, notó el suspiró entre cortado de Maca, y le dijo con
voz algo quebrada-. Solo quiero que me digas una cosa.
M_ Esther... yo... –cerró los ojos con temor.
E_ ¿Me lo has hecho a mí o a ella?
Maca sintió aquella pregunta como si le hubieran
traspasado con una espada el centro de su espalda, era
consciente que aquel mismo sentimiento o peor, había
sentido Esther, por esa razón no podía dejar las cosas así,
por un lado le hubiera gustado echar a correr, huir de la
situación tan tensa y desagradable que había vivido y le
había hecho vivir, no podía engañarla, no podía ser más
cruel de lo que ya había sido, por eso, se giró despacio
quería mirarla a los ojos, necesitaba mirarla a los ojos, los
suyos volvían a estar con la sombra que Esther los conoció,
y que durante algún tiempo en el Refugio, cuando la estuvo
cuidando, había desaparecido totalmente pero en ese
momento en que se giraba y la miraba, volvían sus bellos
338 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
ojos a mostrarse apagados y tristes. Por instinto de
defensa, Esther apretó su mano sin percatarse si quiera
contra la cadera de Maca que era donde reposaba, aquel
acto reflejo dejó claro a la médica que estaba realmente
asustada tal y como a ella también le gritaban sus ojos.
Tragó saliva, le acarició lentamente la cara y con la voz
tan apagada como sus ojos le susurró como si al alzarla
pudiera romperla en mil pedazos.
M_ Esther te lo he hecho a ti, luchando contra sus
recuerdos…
E_ Creo que deberías descansar, pensar ¿no te parece?
M_ Sí, lo último que quiero es hacerte daño.
E_ Yo, lo único que quiero, es que te hagan daño a ti –le
acarició la cara con su misma ternura y Maca le tomó
aquella piel dejándole un beso sintiéndose afortunada-.
Descansa.
Ninguna dijo nada más, ambas temblaban y no era
precisamente de placer como momentos antes, ambas
sentían ese temblor repleto de miedo entre las luces y
sombras que la vela iba dibujando en la pared, sobre ellas
mismas, luces y sombras como habían vivido ellas, se
miraban como si fuera la manera de encontrar una paz,
como si así pudieran juntas ir hacia la luz, pero
irremediablemente, el miedo las acercaba cada vez más
hacía las sombras. Los párpados cubrieron ese sentimiento
que hacía dispararse las palpitaciones de sus corazones, lo
339 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
escondieron, para no seguir torturándose por más tiempo y
trataron de dormir, Maca se había dado la vuelta obligando
de alguna manera que Esther la abrazara, así lo hizo, pero
ninguna podía dormir, ninguna podía respirar con
tranquilidad, a la enfermera tras el gran placer que había
sentido lo único que le quedaba era una congoja tan fuerte
que le dolía el estómago y se le había quedado un nudo en
su garganta que le producía dolor. A Maca por su parte, tras
esa lucha titánica que había librado con su interior por
sentir que era a Esther a quien quería volver loca, para
ahogar en el pozo de su dolor el recuerdo de la otra se
sentía sin fuerzas, abatida sin animo ni siquiera de decirle
algo que pudiera calmar su desidia porque no encontraba la
palabra que pudiera mostrar lo que realmente en su interior
no había, y era calma y paz.
Había pasado una hora desde que se habían dedicado
las últimas palabras, Maca se levantó de la cama, miró a
Esther que no dormía, tan solo parecía hacerlo, recogió su
ropa, se vistió y como si su alma pesara toneladas se
marchó de la cabaña, al escuchar como se cerraba la
puerta, Esther abrió sus ojos bañados en lagrimas, no
esperaba la reacción de Maca, la conocía y sabía que era
terriblemente cerrada que no iba a conseguir sacarle lo que
realmente sentía, dio una vuelta en la cama, quizás era el
momento de retirarse de dejarla, sabía que no podía ser
superficial con ella, aquello que le había dicho una noche
bajo la luna no era cierto, no podía acostarse con ella sin
340 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
amarla. No podía ser como ella. ¿Y cómo era ella?, sin duda,
era como esa Maca que había llegado apoyada en la puerta,
la que le había besado con ternura, la que le había
acariciado y susurrado tantas veces su nombre, la que a
pesar de estar mal por dentro había dado lo mejor de si
para hacerle por un instante la reina del Universo del
placer. Se sentó en la cama, era la primera vez que se
sentía perdida en aquel lugar, desangelada y sola.
E_ Maca... ¿qué vamos a hacer? –susurró despacio.
Habían pasado cerca de tres horas desde que había
abandonado la cabaña de Esther, no se había acostado,
estaba a oscuras con una débil luz que entraba por la
ventana, había abierto el cajón donde bajo algunos libros
estaba oculta la fotografía de ella y su hijo. No le hacía falta
luz para ver el rostro de aquella mujer, lo sabía
perfectamente, lo había mirado tanto durante tanto tiempo
que no necesitaba luz para enfocar la imagen que en ella
guardaba, una imagen de la que creyó su familia, el
pequeño en brazos de una madre feliz y sonriente. Su única
fotografía porque las que tenía ella con el pequeño se
quedaron en la cámara, ésa se la entregó ella misma antes
de marcharse para su viaje a África y así que supiera que la
amaban y la esperaban, al menos esas habían sido sus
palabras. Suspiró. Sin querer había hecho daño a Esther, ¿y
ahora qué?, se preguntaba sin saber muy bien que debía
hacer, que debía decirle, hasta al marcharse notó como
enredaba algo más su relación con ella, cuando se
341 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
despertara y no la viera ¿qué pensaría?. Suspiró, se pasó
las manos por la cara, por el pelo, frunció los labios notando
aún en ellos el sabor de Esther, cerró los ojos y se aferró al
recuerdo de sus caricias, de sus gemidos, de su piel
erizada, de sus dedos jugando con su pelo. Subió un pie
descalzo sobre la silla, apoyó su brazo sobre la rodilla y su
barbilla se depositó en el brazo, cerró los ojos y quiso
pensar que iba a hacer con su vida, que podía hacer por
escapar del pasado y entregarse al presente que vivía, o
por el contrario, escapar de ese presente y volver a vivir el
pasado que vivió con su familia.
Lentamente la puerta de su cabaña se abrió, la luz que
dejó pasar iluminó levemente la figura de Maca sentada en
la silla.
M_ ¿Qué haces aquí? –preguntó sorprendida.
E_ Te echaba de menos –respondió cerrando la puerta-.
¿Puedo pasar?
M_ No sé ni como eres capaz de hablarme –su voz era
susurrante y triste.
E_ No seas tan dura contigo Maca.
M_ Lo siento Esther de verdad.
E_ Ya lo sé –se acercó con cuidado mirándola con una
mezcla que se había apoderado en ella al entrar y verla,
una mezcla de ternura y pena-. ¿Puedo sentarme en la
cama?
342 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Claro –sonrió mirándola con su misma mirada de
ternura-. Siento haberme marchado así.
E_ No sabía si te iba a molestar que viniera pero... –elevó
un hombro mientras suspiraba parecía como si entre ellas
se hubiera levantado un muro-… pero no quería dejarte
sola.
M_ ¿Cómo me vas a molestar? –la miró con sus pupilas
algo temblorosas, ante su sonrisa le dijo tras un suspiro-.
Me he marchado porque pensaba que no querrías que
estuviera a tu lado.
E_ ¡Mira qué eres tonta, eh! –le riñó sonriendo, Maca
agachó la cabeza sonriendo mínimamente-. Anda ven creo
que tenemos que hablar ¿no te parece?
Le señaló la cama con dos palmaditas sobre el colchón,
Maca obedeció porque se moría de ganas que la abrazara,
porque necesitaba sentirla, perderse en ella en el tacto de
su piel y aunque no quería hablar de su dolor, al menos la
necesitaba para que lo calmara. Se sentó con esa mirada
triste que tan poco gustaba a Esther, la observó sentarse
notando su abatimiento, suspiró con fuerza mientras
agachaba algo su cabeza y la melena cubría su rostro, las
manos se habían puesto sobre los muslos la enfermera se
percató de su ligero temblor, toda ella sin duda debía ser un
temblor porque le habían removido los cimientos.
M_ Te prometo Esther que no te he querido faltar al
respeto, ni siquiera he querido engañarte ni aprovecharme
343 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
de nada, no busqué hacer el amor para olvidar, te busqué
porque te necesitaba, necesitaba estar contigo y sentirte,
pero reconozco que quizá debí hablarte, contarte lo que
había pasado aunque ni siquiera sé que tengo que decir o
hacer al respecto, no sé…–le hablaba sin mirarla-. Pero te
aseguro que me fue imposible hacer otra cosa al verte.
E_ Ya sabes que soy irresistible así que no creo que
hubiera podido suceder de otra manera –le apartó el pelo
de la cara tratando de quitar tensión al momento, Maca la
miró con una tímida luz en sus ojos-. Maca… sé que no ha
sido tu intención, quizá yo no debí preguntarte aquello…
M_ ¿Sabes una cosa? –se sentó de lado mirándola de
frente-. No quiero que me dejes, no quiero estar sola
necesito ayuda porque sé que sola no voy a superar esto,
necesito tenerte, ¿puedo ser egoísta?
E_ Claro que sí, ¿somos amigas, no?
M_ No, no somos amigas somos algo más, mucho más
aunque no lo recuerdes –la miraba llenándose de ella,
necesitando ver en sus ojos ese apoyo que gritaba.
E_ No voy a dejarte… para bien o para mal, en esto
estamos juntas y si estás dispuesta a luchar, yo también y
si me quieres a tu lado, te aseguro que a tu lado estaré –le
hablaba con una tremenda dulzura tanta como su imagen
desamparada le provocaba en su corazón.
M_ Por favor, abrázame.
344 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Esther así lo hizo, no lo dudó un instante la estrechó
entre sus brazos notando como Maca no había dejado de
temblar, notaba como sus manos rodaban por su cintura
abrazándola también hasta estrecharla contra ella de una
manera total mientras soltaba poco a poco aire por la boca,
sentía como se refugiaba en su pecho imaginando tratando
de sobreponerse a los recuerdos, le dejó un beso sobre la
frente estaba dispuesta a ayudarla, aunque como bien le
había dicho para bien o para mal, estaban juntas y
seguramente al final, sufrirían sin remedio juntas o
separadas, pero ya había un lazo tan fuerte entre ellas, que
pasara lo que pasara, el sufrimiento era una posibilidad,
pero Esther se quería aferrar de igual manera que Maca se
aferraba a su cintura, a su cuerpo, a su compañía, a la
posibilidad de cambiar ese sufrimiento por amor y felicidad.
Los golpes en la puerta les provocaron separarse de
inmediato, Maca se levantó y se puso de espaldas mientras
se limpiaba alguna lagrima rebelde que resbalaba por su
mejilla.
T_ ¿Puedo pasar? –preguntó Teresa desde fuera.
M_ Pasa.
T_ Buenos días –la cara de Esther y la actitud de Maca, le
dieron a entender que tal y como pensó los problemas
habían aparecido.
E_ Hola Teresa –se puso en pie.
345 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ ¿Quién se va a duchar primero? –su rostro reflejaba
esa tensión que le provocaba verlas así.
E_ Yo, pero tengo que ir a por la ropa.
T_ Vamos a ver, estáis de aislamiento, y esto más que un
aislamiento parece un cachondeo, ayer Maca me dice que
en tu cabaña, y resulta que hoy estás tú aquí, ¿qué vamos
a hacer? –se puso en jarras mirándolas a pesar de que Maca
seguía de espaldas y en ese momento la veía suspirar
profundamente, su espalda le dio el recado, estaba mal.
E_ Perdónanos Teresa, tienes razón, nos vamos a quedar
aquí, voy a por mi ropa y me ducho.
T_ Vale –al salir Esther cruzó una mirada con ella de cierto
nerviosismo, después Teresa miró a Maca y sin acercarse le
preguntó-. ¿Estás bien?
M_ Lo estaré, tranquila.
E_ Ya lo tengo Teresa –apareció tras ella-. Ahora vuelvo
Maca.
T_ Vamos –cerró la puerta y se encaminó con Esther
hasta la ducha mientras le decía-. A ver ahora esa ropa la
vas a poner aquí ¿vale? –le mostró una gran vasija de barro
que contenía agua y había un palo grande, Esther lo
miraba-. Vamos a desinfectar todo lo que lleváis por
protocolo más que nada, yo creo que después del susto que
hemos pasado no hay restos del virus en vuestro cuerpo,
¡vamos estoy segura!
346 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ De acuerdo –se desnudó delante de la mujer que no la
miraba y dejó la ropa allí metiéndose en la ducha con esa
sensación de desorientación que le provocaba aquella
situación que de repente se había presentado. Abrió el grifo
y comenzó a hablar-. ¿No han vuelto los hombres de la
caza?
T_ No, todavía no, debieron quedarse porque no sería
buena… seguro que llegan a mitad tarde o la noche cuando
consigan una buena pieza –sonrió.
E_ ¿Cómo está Vilches?
T_ Bien, renegando por todo ya sabes –removía la ropa en
aquel líquido verdoso-. Imposible de soportar.
E_ ¿Y Nsona, tiene controlado el embarazo?
T_ Sí, no olvides que es el cuarto, así que casi diría yo que
es capaz de tenerlo sola –miraba hacia la ducha, Esther
preguntaba sin dejar paso al silencio, como si el silencio
pudiera traicionarla y empujarla realmente a escuchar sus
pensamientos o su corazón, a escuchar la posibilidad de
poder perder a Maca.
E_ ¿Y Sissou, está bien?
T_ Sí está bien, le estoy enseñando cositas pero creo que
te prefiere a ti –dejó el palo limpiándose las manos con una
especie de delantal que llevaba en su vientre anudado a la
espalda.
347 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Y Lula?, ¿cómo está el pequeñín, y Massamba? –su
voz no tenía parecido alguno a la que acostumbraba a
hablar.
T_ Está muy bien, Massamba encantado.
E_ ¿Imagino que Nmala debe estar nerviosa con su nieto
en la caza?
T_ Lo está, lo está pero muy orgullosa también –su ceño
era fruncido, podía entender que no era nada sencillo para
ella la noticia de que Julia había vuelto a aparecer.
E_ ¿Yildas ya está bien del todo?
T_ Esther porque no te callas y rompes a llorar si es lo
que estás tratando de evitar mejor ahí que delante suya,
¿no crees?
La vida a Teresa le había enseñado a ser directa y
observar los comportamientos de los demás, lo había
aprendido de los animales, y en la Selva, observar ayudaba
mucho su madre siempre se lo decía, observa y aprenderás.
El modo de comportarse extraño en ella le hacía entender
que estaba asustada, el miedo la tenía casi histérica y no
había nada mejor como desahogar las dudas de aquella
manera. Suspiró al escucharla llorar, durante parte de la
noche había pensado como iban a actuar ambas, recordó la
conversación con Maca su gesto de pavor cuando le dijo
que Julia estaba tratando de volver a las andadas.
“M_ ¿Quiere volver conmigo? –le había preguntado
asombrada.
348 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Es lo que pensamos, sí.
M_ Volver –repitió levantándose afectada por aquellas
palabras-. ¿Por qué le has dicho nada a Esther?
T_ Porque creo que debe saberlo.
M_ Pero no lo entiendo… quizá quiere dejarme ver al
niño.
T_ ¡Maca! –le llamó la atención-. Lo utilizará estoy segura
que va a tratar de recuperarte, no lo ves.
M_ Pero no lo entiendo, ¿recuperarme para qué? –su
gesto era de un asombro verdadero.
T_ Porque siempre fuiste su capricho.
M_ No es verdad, nos amamos.
T_ No, tú la amaste… ella te utilizó –le apuntó con su
dedo alertada por su reacción.
M_ Esther… -susurró.
T_ Esther si, ella está a tu lado.
M_ ¿Qué le voy a decir?
T_ Tienes que ser consciente de lo que hay, abrir tu
corazón de una vez, explicarle lo que sientes, Maca no la
puedes perder ahora y menos por un jugarreta de esta
mala zorra –le decía enérgica.
M_ Tengo que pensar –susurró muerta de ansiedad.
T_ ¿Qué necesitas pensar?
M_ No sé… quizá quiere dejarme ver al niño Teresa…
349 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ ¿Si te busca vas a hablar con ella? –la miraba incrédula
de pie tras ella.
M_ Sólo por el niño… quiero verlo… -la miraba con cierta
ilusión-. Necesito verlo no puedo dejar de soñar con él
todas las noches.
T_ No lo ves Maca… no ves que tan solo con saber que te
busca ya estas pensando en darle la oportunidad de hablar,
¿sabes lo que te va a decir?, yo te lo diré, que quiere que
veas al niño, que se ha portado como una estúpida, que
eres su madre también y que quiere dejar que lo veas,
entonces, utilizara todas sus artes para hacerte caer de
nuevo, es una herida que no tienes curada, y caerás. ¿Y
entonces qué pasara con Esther?. Ella es la única persona
que te puede curar, ella con su amor Maca… Esther…
M_ Esther –musitó mirando por la ventana y tras aquel
murmullo no volvió a hablar”.
Teresa sacudió la cabeza, aquella conversación le había
dejado muy preocupada, y al ver a Maca en las condiciones
que la vio al entrar a la cabaña, todavía más, pero sin duda,
el escuchar el llanto de Esther la preocupación se volvió en
dolor, sabía que debía dejarla llorar, no sabía que había
pasado entre ellas, pero sin duda, el fantasma de Julia había
hecho presencia en el peor momento. Y quizá lo peor
estaba por llegar.
Al salir de la ducha, Teresa la miró con una mueca triste
pero una sonrisa afectuosa, no hicieron falta palabras, el
350 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
abrazo fue dado y recibido con toda la necesidad y por
igual.
T_ Esther…
E_ No se que tengo que hacer Teresa, la veo así y…
-resopló sin saber muy bien que decir, cerrando los ojos y
pasándose una mano por la cara.
T_ Sólo puedes hacer lo que dicte tu corazón, está mal ¿y
sabes por qué?, porque te quiere y esto le ha caído como
un cubo de agua fría.
E_ ¿Y qué hago Teresa?
T_ Maca tiene una herida de amor, lo que tienes que
hacer está claro, para curar esa herida necesita más amor,
ella dio mucho y recibió poco. Yo no quiero veros sufrir,
quiero veros reír y felices, sé que esto ha sido algo que no
esperábamos nadie, además ella tiene una carta guardada
que es el pequeño, solo puede contrarrestar esa carta, tu
amor, siempre y cuando estés dispuesta a arriesgar. Sé que
es mucho lo que te pido, es arriesgar tu corazón –guardó
silencio mirándola y encontrando su mirada nerviosa, para
decirle con pena y cierta incertidumbre-. ¿Lo harás Esther?
Era el turno de Maca para ducharse esperaba allí que
llegara Esther, lo hacía leyendo un libro, quería mantener
su cabeza ocupada hasta que fuera su turno. Cuando entró
Esther a la cabaña para avisarle, dejó el libro a un lado y
pasó por su lado, su enfermera le sonrió guiñándole un ojo,
Maca salió para reunirse con Teresa, llevaba su ropa en la
351 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mano y su mirada perdida en el suelo. Al ver que no estaba
allí pero si la vasija preparada, se empezó a desnudar, lo
hizo con un escalofrío que no era porque la mañana
estuviera fresca, sino, porque ella estaba helada por dentro
y su propia frialdad, le producía ese temblor.
T_ Venga que ya estoy aquí –decía llevando un cubo de
agua que había sacado del pozo para echarla en la vasija.
M_ ¿Pero qué haces?, anda déjame a mí –iba con
sujetador y bragas, no dudó en cogerle el cubo.
T_ ¿Me estás llamando vieja? –la miró con cierta molestia
pero agradecida por su gesto, como siempre, pensando en
los demás antes que en ella misma.
M_ No, pero estando yo no veo porque lo tienes que hacer
tú –echó el cubo en la vasija y metió su ropa.
T_ ¿Qué tal estás?
M_ Estoy… –se metió desnuda en la ducha.
T_ Nsona lleva muy bien el embarazo.
M_ Imagino es el cuarto –contestó sin más.
T_ Vilches está de un reniego –Maca no contestó-. No para
de protestar.
M_ Entra dentro de la lógica.
T_ Y los chicos no han vuelto de cazar –Maca tampoco
contestó.
352 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Teresa entendió que Maca no era como Esther, no
necesitaba hablar para no pensar, al contrario, Maca
necesitaba pensar, y ahí radicaba el problema, si la dejaba
pensar mucho tiempo, acabaría viendo lo que
indudablemente no era, y se dejaría influir por Julia. A todo
esto, no había tenido más noticias de Cruz, y sabía que
estaba tratando de sacar información, Cruz era una médica
muy respetada dentro de Médicos Sin Fronteras, tenía
contactos no como Julia pero importantes que podían
decirle alguna cosa para saber en que andaba la enemiga
número uno en ese momento de Maca.
Salió tras una ducha sin abrir la boca, al ver a Teresa
suspiró con fuerza, pero no le dijo nada, llegó a su cabaña,
y allí sentada estaba Esther, al verla sonrió, la enfermera al
encontrar su sonrisa sintió algo de calma en sus
desbaratados nervios.
E_ Maca no te has secado el pelo.
M_ No mucho, Teresa me estaba mirando mal –se quejó-.
Debía tener prisa.
E_ ¿Te lo seco?
M_ ¿Si? –le preguntó sorprendida.
E_ Pues claro, anda ven pero siéntate en el suelo, o no
puedo.
M_ Es verdad, es que eres una pequeñaja –le cogió de la
cintura cuando se dio la vuelta.
353 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Pero llego a todos los sitios, te lo aseguro –se había
girado y la estaba mirando con una sonrisa y unos ojos
repletos de brillo.
M_ Estoy segura porque no he visto a nadie que se
proponga algo y luche tanto por conseguirlo como tú.
E_ Pues ahora me he propuesto algo.
M_ ¿El qué? –sonrió tímidamente.
E_ Me he propuesto borrar tu sombra de los ojos, y que
dentro de un año en este lugar me digas que mereció la
pena, no sé exactamente el que, pero que me digas,
mereció la pena –le dejó un suave beso en los labios
mientras las palmas de sus manos se posaban en el pecho
de Maca.
M_ Estoy segura que sea lo que sea si es a tu lado
merecerá le pena, ¿un año?
E_ Un año. Y ahora el pelo o te constiparas y los síntomas
nos volverán locas.
M_ No me lo recuerdes.
E_ Aunque yo sigo sin creerme eso de que me pediste ser
novia…
M_ Que mala eres –se sentó en el suelo.
E_ Me lo tendrás que volver a pedir –enarcó una ceja
mostrándole la sonrisa más maravillosa desde que había
llegado al lugar.
354 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Ya veremos –sintió como toda ella volvió a temblar,
esta vez, de emoción y sonrió al verla como iba a por la
toalla y entonces susurró-. Espero que así sea, que merezca
la pena.
Durante un buen rato, Maca estuvo sentada en el suelo
entre las piernas abiertas de Esther que se había sentado
en la cama, le secaba el pelo con tal delicadeza que para la
Pediatra le parecía estar soñando, se dejaba hacer y sentía
sus manos primero con la toalla después con sus propios
dedos acariciar la cabeza, estaba notando tal liberación de
todo que por mucho que trató de evitarlo, unas lagrimas
comenzaron a inundar su cara, quiso evitarlo pero no pudo,
Esther la estaba llevando a sacar todo su dolor de una
manera silenciosa. Tras un suspiro las manos se detuvieron,
se sentó a su lado y la miró con sus lagrimas aún marcadas
en las mejillas, y entonces le sonrió con un gesto de animo
que le provocó a Maca apoyar su cabeza en silencio en el
hombro de Esther, mientras ésta la acariciaba con ternura
su mano, resguardada entre las de la enfermera.
Mientras en España, en Madrid, Cruz había averiguado
lo que esperaba e imaginaba, la tranquilidad de saber que
estaban todos fuera de peligro pero al mismo tiempo la
excusa perfecta para poder pasarse por los despachos, le
habían dejado averiguar ciertas cosas. Sin dudarlo
demasiado, se dirigió por un pasillo hasta llegar a un
despacho donde había un cartel que ponía Julia Martins.
Llamó y tras la orden de que pasara se adentró.
355 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
C_ Hola Julia, ¿puedo pasar? –el rostro tranquilo y
sonriente de Cruz sorprendió a Julia que no sabía muy bien
que hacía allí.
Ju_ Claro pasa por favor.
C_ He venido por aquí y quería saludarte –notó la
impresión que le había causado verla en su despacho.
Ju_ Muy bien, ¿qué tal todo?, ya me he enterado que nada
más fue un susto, ¿no?
C_ ¿El qué? –la miraba dubitativa.
Ju_ Bueno… el problema de tu grupo, parecía que se
habían infectado por el Ébola, ¿no?
C_ Ah eso, si, si, todo está bien –sonreía-. ¿Y tú qué tal
estás?
Ju_ Con mucho trabajo.
C_ Imagino, no voy a robarte mucho tiempo.
Ju_ Tú dirás.
C_ Sabes que nunca he andado con rodeos, tú y yo
tuvimos un enfrentamiento muy duro por lo que pasó, pero
hoy no me voy a enfrentar a ti, hoy vengo a decirte tan solo
que dejes a Maca en paz, supongo que tus topos te habrán
informado de que está con una chica.
Ju_ Bueno eso…
C_ No, déjame acabar –le interrumpió con mirada asesina
y gesto muy serio con su voz contundente, difícil de
356 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
eludirla-. Déjala en paz, ya la destruiste una vez como
persona, como mujer y como madre, no vas a conseguir
nada de ella ahora es feliz, búscate otra u otro que calme
tus caprichos, pero no mezcles el trabajo con tu desfogue.
Ju_ ¿De qué me estás acusando?
C_ Tú lo sabes perfectamente, déjala en paz Julia, esta
vez tiene a su lado a una mujer de verdad, a una mujer que
no va a permitir que tú le hagas daño, espero te quede
claro. ¡Ah! y ni se te ocurra utilizar a tu hijo para esto si te
queda tan solo un poco de dignidad.
Dio media vuelta y se marchó, en su despacho una Julia
enfurecida se sentó en su sillón, era cierto, era un capricho
suyo ¿y qué?, si Maca quería volver a su lado ¿quién lo iba a
impedir?, aquella Esther… aquella enfermera de poca
monta que estaba a su lado, aquella mujer no le llegaba ni
a la planta del pie, se lo había dicho Carolina, por lo tanto,
¡quién iba a impedir que Maca volviera a su lado!. Resopló
molesta con Cruz, siempre le había acusado sin tapujos, era
peligrosa porque era una amiga leal, y estaba segura que
se lo diría enseguida a su otra amiga leal…
Ju_ Teresita -murmuró con rabia.
Frente a la radio, una Teresa fuera de sí escuchaba
como Cruz le contaba lo ocurrido.
C_ Eso ha sido mi encuentro con ella, pero lo fuerte viene
ahora, Julia ha conseguido que de igual manera que a
David, Maca sea culpada de desobediencia, me han dicho
357 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
que la van a citar en Brazzaville, lo más probable es que la
remitan a Madrid.
T_ Pero eso no puede ser… ¡cómo va a salirse siempre
con la suya! –gesticulaba nerviosa.
C_ No lo sé Teresa, pero si es así, nadie vamos a poder
evitar que esto ocurra.
T_ Déjame que hable con Dávila, déjame que haga todo lo
posible para frenar esta locura, porque está loca.
C_ Deberías ver su despacho, lleno de fotografías con su
marido y el pequeño.
T_ Para morirse –renegó.
C_ ¿Cómo lo lleva Maca?
T_ ¡Pues qué quieres que te diga!, la veo mal, no pensaba
que dudaría esta vez, porque yo creo que sinceramente
está enamorada de Esther, locamente enamorada, pero el
miedo le frena y encima, la posibilidad de poder recuperar a
su hijo, más.
C_ Ya, sabes tan bien como yo que a Maca la tiene pillada
por ahí, el pequeño no tiene culpa de nada y sin embargo
va a ser el culpable de que Maca vuelva a caer.
T_ Si, aunque yo creo que Esther está dispuesta a
ayudarla, sino, no estaría con ella.
C_ No la conozco pero ya la admiro.
T_ Si, es pequeñita pero matona –sonreía.
358 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
C_ Hablando de matones, ¿mi hombre?
T_ Tu hombre me tiene harta, es como tener a un león
enjaulado… deberías verlo…
C_ Imagino, dile de mi parte que haga una cura de sueño,
que se relaje que por lo que me han contado, todo el
mundo habla maravillas del trabajo del equipo.
T_ ¿Y aún así crees que puedan buscarle las cosquillas a
Maca?
C_ Es que Maca no escarmienta… y esta vez le puede
salir caro.
T_ Claro, encima la Julita lo sabe, sabe que Maca le puede
el corazón.
C_ Así es… bueno… espero que aunque no sirva de nada
mi presencia, le haya parado un poco los pies.
T_ Yo también lo espero Cruz. Y ahora voy a darles la
comida que no sé que estarán haciendo toda la mañana, no
he querido molestarlas.
C_ ¿Me vas a decir que no estarán haciendo lo que
supongo?
T_ No Cruz, Maca está muy afectada y yo sé que es por
Esther, si Esther no existiera estaría bien, le daría igual que
Julia moviera hilos o no, pero ella en cierta manera sabe
que si Julia aparece no va a ser contundente con ella
porque espera la oportunidad de ver al niño, y entonces
sabe que le hará daño a Esther, eso la tiene mal.
359 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
C_ ¡Joder! –protestó-. Vamos a ver que pasa mira… a lo
mejor nos preocupamos y no es para tanto, Maca en dos
días sola con Esther se da cuenta que no necesita para
nada a Julia, ni para tener a su hijo otra vez.
T_ Ya pero… si Maca tiene que ir a Madrid, no va a
acompañarla Esther.
C_ Bueno no nos adelantemos a acontecimientos, igual,
cuando declare nos dan una sorpresa y no se lo toman en
cuenta.
T_ Dios lo quiera. Voy a llevarles la comida.
Se despidieron hablando un rato más de las niñas, para
que le contara a Vilches, después salió hasta la cocina, los
hombres no habían regresado y veía los rostros
preocupados de Nmaba y Nsona, les había tratado de
tranquilizar porque incluso Lula se mostraba algo alejada y
Teresa sabía que Massamaba había causado en ella algún
sentimiento y lo esperaba ansiosa como las demás. Le
ayudaron entre charlas que trataban de animarse con los
hombres y la caza, todo iría bien, y esta vez con la
compañía de Sissou llevaron las dos bandejas de la comida.
T_ Chicas os dejo la comida.
E_ ¡Espera Teresa! –se oyó la voz de Esther. Abrió la
puerta con una sonrisa al ver a Sissou-. Hola.
Si_ Mwasi –le devolvió la sonrisa.
T_ ¿Qué te pasa? –la miró algo extrañada.
360 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Por favor puedes traerme el portátil de mi cabaña.
T_ ¿El portátil?
E_ Sí eso he dicho.
T_ Voy.
E_ Adiós Sissou.
Si_ Tener yo ganas de –se abrazaba el cuerpo.
E_ Yo también –sonreía agradecida.
M_ Las tienes a todas loquitas –le sonrió desde la cama.
E_ Si es que soy encantadora... a ver que tenemos por
aquí –decía mientras destapaba los platos.
Le contaba el contenido, y Maca la miraba fijamente,
durante largo rato, la había abrazado en silencio, le había
acariciado sin prisas, le había dejado el silencio para que
ella pensara todo cuanto necesitara, le había entregado
algún beso en la cabeza o en la frente para que supiera que
no estaba sola y mientras ella estuviera a su lado, sin
pedirle nada a cambio, contaría con su apoyo para estar
junto a ella o no, pero estaría allí. Así, mientras miraba
como le hablaba sin escucharla se decía.
M_ “Es adorable, creo que en toda mi vida nadie me
había tratado como lo está haciendo ella, nadie me ha dado
tanto en tan poco tiempo, me asusta, me da pánico porque
no puedo fallarle, quizás espera tanto de mí... pero... al
mismo tiempo es la única posibilidad que tengo de
recuperar a mi niño... aunque... ¿alguna vez fue mi hijo?,
361 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
para mí sí así lo siento, pero... joder es tan maravillosa que
no sé ni siquiera como puedo dudar, como puedo pensar
en, en la persona que más daño me hizo y ella en tan solo
unas horas me ha dado todo el amor, su comprensión, su
ternura, me ha demostrado que merece la pena
intentarlo... pero mi hijo... mi pequeño”.
La puerta se abrió dejando paso a una Teresa un tanto
asombrada por el pedido de Esther, pero como iban a estar
allí encerradas y con el nuevo giro que había dado aquel
encierro, quizá lo mejor era distraerse con algo.
T_ Aquí lo tienes, oye te aviso que no sé como Mona lo
abrió, y allí estaba frente a tus fotografías cada vez que
salías era un aullido que nos llenaba el alma de desespero a
nosotros también.
E_ Que guapa es Mona… -sonrió feliz por el comentario.
M_ Por lo visto no tengo exclusividad, me voy a empezar
a mosquear que lo sepas –le decía levantándose y
dirigiéndose hacia la bandeja una vez acabados sus
pensamientos-. Oye Teresa aquí tenemos para un
regimiento entero, mmmm esto está de muerte.
T_ Tenéis que recuperaros bien, Dávila me ha comentado
de nuevos ataques de la guerrilla, nuevos éxodos.
M_ Joder –protestó.
E_ Nunca van a parar ¿dudas?.
362 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Evidentemente no. A parte de eso quería comentaros
que mañana me voy.
M_ ¿Te vas? –la miró seria.
E_ ¿Dónde?
T_ Es que he quedado con un ligue, más guapo ¡alto y
moreno!, ¿qué pensáis que sois las únicas?, así que ale,
mañana os portáis bien que quedará Sissou a vuestro
cuidado, le he dicho que dos golpes y lo deja en el suelo.
E_ No hay problema.
T_ Hasta la noche.
E_ ¿Y la merienda? –preguntó con el ceño algo fruncido y
la sonrisa de Maca.
T_ Tú acabas con las reservas, y como hagas mucho
ejercicio, me veo a los pobres hombres convirtiéndose en
cazadores diarios –dijo muy seria marchándose.
E_ ¡Qué fuerte! –susurró al ver como se iba.
M_ No mujer, si tiene razón eres una tragona sin remedio.
E_ No, no lo digo por eso… lo digo por lo del ligue.
M_ Ah ni caso, nos ha vacilado.
T_ Te he escuchado nena –entró de repente asustando a
las dos.
E_ ¡Teresa! Que casi derramo dos gotas de caldo.
TyM_ Jajajajajaajajajajajaja.
363 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ No tienes arreglo –se partían de risa-. Bueno a lo que
venía que la fruta es la merienda.
M_ Ya, muy bien… espero te aproveche la cita con tu
ligue.
T_ No entraré en detalles pero –hizo un movimiento ligero
de hombros muy gracioso que provocó en Esther que el
caldo que estaba bebiendo saliera despedido tipo pedorreta
de Mona-. Dios mío eres igual que Mona con razón te ve
como su madre.
EyM_ Jajajajajajajajajaa.
M_ Dios que bueno.
E_ Joder que me meo –salió corriendo hacia el lavabo
mientras las otras dos no paraban de reírse-. Os estoy
escuchando.
T_ Pero si aún no hemos dicho nada –miró con cariño a
Maca, se acercó dejándole un beso en la frente pues estaba
sentada y se fue.
M_ Gracias Teresa –le musitó antes de que cerrar la
puerta.
E_ ¿Se ha ido? –se asomó secándose las manos.
M_ Sí –su gesto era algo melancólico Esther se percató.
E_ No te lo comas todo ¿eh?, deja algo para merendar o
te comeré a ti –le susurró al oído al llegar a su altura,
entonces Maca le cogió suavemente de la muñeca y la
364 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
obligó a sentarse al hacerlo Esther sonrió mientras se
quejaba sobre sus rodillas-. ¡Ay!
M_ A mí no se me amenaza –metió su mano por debajo de
la camiseta ante la sonrisa juguetona de la enfermera que
sintió un escalofrío al sentir su piel-. A mí, se me come
directamente.
E_ Es bueno saberlo –musitó al ver como lentamente
demasiado lentamente Maca acercaba sus labios a los
suyos.
M_ Pues ya lo sabes, peque –su voz volvía a estar cargada
de deseo y su mirada fija en los ojos de Esther, con una
mueca de avidez en su rostro que en su conjunto más la
caricia lenta de su mano en el vientre de la enfermera hizo
que ambas sintieran una necesidad visceral de besarse.
E_ Te… te… -tragó saliva-. Tengo hambre pero de comida
–aclaró nerviosa.
M_ Yo también –sonrió ante los nervios de Esther.
E_ ¿Comemos?
M_ Sí.
No dejaba de sorprenderla, igual era un torbellino de
fuerza y pasión, que igual como en ese momento se
mostraba quebrantable y casi parecía indefensa, era capaz
de desmontarla tantas veces con una sonrisa, con una
mirada, con una caricia podía conseguir despertar su lado
más sexual y otras veces el instinto maternal de la
365 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
protección, nunca nadie había provocado en ella tantas
sensaciones y emociones, notaba que se estaba esforzando
por morderse la lengua, por no pedirle explicaciones más
que las que sabía por Teresa. Y seguía sorprendiéndola su
ternura, su dulzura a la hora de cuidarla, de mirarla hasta
de mimarla.
E_ ¿Me oyes?
M_ Perdona… estaba pensando.
E_ No pasa nada –asintió sonriendo restándole
importancia.
M_ ¿Qué me has dicho? –la miraba con ternura.
E_ Te comentaba que si te apetece ver fotos… no sé…
para pasar un rato agradable –notaba su mirada y sentía
como su corazón ardía de calma.
M_ ¿Fotos de quién? –sonrió de lado mirándola
intensamente.
E_ Bueno verás… tengo un amigo que es fotógrafo,
Daniel, me quería mucho.
M_ ¿Novio? –le preguntó enarcando su ceja derecha que
tan bien manejaba.
E_ Noooooo –exageró mucho la contestación entonces sin
poderlo evitar se puso roja y carraspeó-. Si te oye su marido
es probable que te diera una buena reprimenda, no he visto
hombre más celoso que él súper súper celoso.
366 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Vale, amigo entonces –sonrió mientras lamía
lentamente la cuchara.
E_ Ejem -carraspeó ante el gesto notando como se
excitaba irremediablemente-. Pues nos queríamos mucho
era el único que me apoyó cuando le dije esta aventura, lo
que pasa que el tiempo nos separó, antes de marcharse
con su marido a Málaga me hizo un regalo, y quiero que lo
veas.
M_ Deduzco que son fotografías tuyas.
E_ Si –sonrió algo tímida.
M_ Me encanta cuando te pones así de tontita.
E_ ¿Yo?
M_ Sí tú, cuando te sonrojas… estás para mmmmmm –
cerraba los ojos y juntaba sus labios en señal de
degustación.
E_ Eres muy mala ¿lo sabías? –le decía mientras Maca
sonreía-.¿Entonces qué dices?
M_ ¿Qué, que digo?... que por verte a ti… haría lo que
fuera –sonrió.
E_ Uf –resopló sonriente sintiendo como todo se alteraba
en su interior.
Terminaron de comer entre bromas, se lavaron los
dientes, se asearon un poco porque el calor era intenso y
aunque Maca parecía estar más relajada, la ansiedad que
se había instaurado en sus ojos, seguía allí intacta por
367 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mucho que Esther le hablara o le hiciera alguna carantoña.
En el fondo de no sabía si su alma si su corazón o su razón,
seguía una losa que pesaba mucho, una losa llamada Julia
que arrastraba lo que para Maca había sido en su vida lo
más importante, su hijo.
M_ Pero vamos a la cama estaremos más cómodas.
E_ Perfecto… ya decía yo que cuando llegué no iba el
ordenador me extrañaba… y ahora que me fijo… mira sus
huellas –decía señalando la pantalla.
M_ Es que Mona… es Mona, siempre ha sido muy
inteligente.
E_ Si… -se subió a la cama y se puso a su lado mientras el
equipo arrancaba.
M_ Es muy pequeño.
E_ Si último modelo, súper moderno –Maca dio una
carcajada-. ¿De que te ríes?
M_ Que cuando te sueltas y no te reprimes, te sale tu
súper lado pijo –le dio un pellizco en su trasero.
E_ Au…
M_ Me encanta tu lado pijo, pija.
E_ Y a mí el tuyo –entonces la pantalla se encendió y
apareció una fotografía de todos los niños de la aldea junto
a Nmaba y Mona-. Que ideales todos por favor.
M_ ¡Eh falto yo! –dijo ofendida-. Me acuerdo
perfectamente que yo estaba ahí –señalaba la pantalla.
368 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Si, estaba enfadada contigo me caías fatal te quite –
sonrió traviesamente y agregó-, es más si te fijas, aquí se
ve tu pie.
M_ ¡Pero que mala persona! – mirándola con los ojos muy
abiertos y la boca de igual modo.
E_ ¿Qué quieres? eras insoportable –sonrió.
M_ ¿Ah si? –apoyó su barbilla graciosamente en el hombro
de Esther que asintió cerrando los ojos-. ¿Y ahora… sigo
cayéndote mal?
E_ Un poquito solo –le hizo el gesto con sus dedos índice y
pulgar mirándola entregada a ella-. Pero muy poquito.
M_ ¡Ah!, vale si es solo un poquito ¡ay que joderse! –se
quejó amargamente.
E_ Casi, casi, casi nada ya –le decía mirándola como
asentía con la cabeza.
M_ Bicho.
E_ Bueno… ¿quieres ver las fotografías o no? –le
preguntó contenta y más relajada.
M_ Quiero verlas…
E_ Prohibido reírse.
M_ No puedo prometerte que no me ría.
E_ Ya lo sé… y sé que te vas a reír pero –elevó los
hombros haciendo que Maca apartara la cabeza riéndose
369 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mientras se ponía la mano en el pecho y de manera
melodramática dijo-. Lo asumo.
M_ Jajaja –no evitó la sonrisa-. Oye espera, vamos a hacer
algo mejor que esto, espera voy a poner así las almohadas,
acércame ese de la silla.
E_ Si –se levantó y se lo dio.
M_ Eso es –dio varios golpes a las almohadas y se sentó
abriendo sus piernas y señalándole con dos golpes de sus
palmas sobre el colchón-. Ahora tú te pones aquí, el
ordenador ahí, y juntitas vemos las fotos, ¿te parece bien? –
la miraba con esa mirada suya insistente, penetradora.
E_ Perfecto –sonrió con gran ternura.
M_ Pues venga… dale al enter.
E_ Antes de darle al enter, ¿me puedes dar un beso?
M_ Claro –se miraron fijamente y Esther se giró un poco
sobre el pecho de Maca, juntaron sus labios suavemente,
separándose en seguida, no se dijeron nada, pero los ojos
tanto de Esther como de Maca dijeron lo mismo. Gracias.-.
¿Le das?
E_ Ya veras… seguro que te vas a partir de risa y esto es
jugar con desventaja.
M_ Tú lo has querido –pasó sus manos por el vientre de
Esther y la atrajo apoyándola sobre su pecho.
E_ Bien… vamos allá.
370 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
El fichero se abrió, y justo en ese momento a Maca le
entró una especie de revuelo en su estómago, sin poderlo
evitar pensó que quizá vería alguna fotografía de su novio,
o con algún otro chico algún beso, alguna caricia, carraspeó
con delicadeza, aquello era una señal de que Esther le
importaba más de lo que ella misma quizá pensaba,
entrelazó sus dedos sobre el vientre de Esther, ésta
comenzó a comentarle las fotografías.
E_ ¿Qué te parece?, ¿era mona de bebé, eh?
M_ ¡Qué gorda!, seguro acabaste con toda la leche de tu
madre.
E_ No me dio el pecho… -en su voz un pequeño matiz de
tristeza.
M_ Mira que mona ella… -reía abiertamente al verla con
corta edad en la playa.
E_ Eso eran los veranos, yo estaba con mi tata.
M_ Me recuerdas tanto a mí –la estrechó con fuerza
contra ella.
E_ La verdad que no tuve una niñez para sentirme triste,
pero, me faltaba algo.
M_ Nos faltó el calor, yo pensaba que cuando tuviera un
hijo nunca le faltaría eso, calor de hogar, el calor de una
madre –la voz le falló por un momento y entonces Esther
apartó sus manos del vientre entendiendo que hablaba de
su hijo, entrelazó sus dedos y sonrió-. ¿Y este perro?
371 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Se llamaba Poquito –reía abiertamente y su sonrisa
arrastraba sin remedio a la de Maca-. Eran tan poquita
cosa, que terminamos poniéndole Poquito…
M_ Yo tuve también uno que era más malo.
E_ Como tú, estoy segura, seguro que le enseñabas cosas
malas –sonrió.
M_ Pues ya veo a Poquito siendo un bichejo –dio una
carcajada al ver que en una foto salía Esther con el perro
metidos en la playa ambos con cara de susto.
E_ Sabía que te ibas a reír, no sabes lo fría que estaba el
agua, creo que le tengo tanta manía al mar por eso, por la
impresión que me dio tanto a mí como a mi pobre perrito.
M_ Pensé que una mujer como tú le gustaría el mar.
E_ Y me gusta, me gusta ir a pasear pero entrar en el
agua, siempre me impresiona.
M_ Jajajajajaajaja –se moría de la risa.
E_ No te pases.
M_ Ya eras patosa de pequeña –decía muerta de risa al
verla caída junto a la bicicleta.
E_ ¡Anda pues claro! –decía riendo sin remedio-. Mi madre
siempre me decía, ¡haz el favor de no hacer ninguno de tus
numeritos! –la imitaba con voz estridente.
M_ No me extraña… si es que… ¡uf!, que dolor de barriga
–decía tratando de calmarse.
372 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Así fueron pasando las fotografías, reían en la mayoría,
en otras Maca llegó hasta a silbar, y cuando ya fueron
llegando a la actualidad el nerviosismo que trataba la
Pediatra de disimular, le llenaba las venas recorriendo su
sangre, mezclándose en ella para llegar a su corazón
provocando casi una taquicardia. Aquella Esther le
encantaba, tenerla así, y no quería ver una sola fotografía
con su ex o con ningún otro.
E_ Y esta fue un día muy especial para mí, me di cuenta
que la vida era otra cosa, en este yate me dije, Esther esto
no es lo tuyo –decía con voz triunfante.
M_ Menudo yate.
E_ Si, ¿tú no tenías?
M_ No, yate no… ¿aún lo tienes? –la estrechó nuevamente
entre sus brazos.
E_ Mi padre sí.
M_ ¿Me llevarás un día en yate?
E_ ¿Me estás tomando el pelo? –la miró de reojo girando
un poco su cara hacia la derecha, aprovechando Maca y
dejándole un beso en la nariz-. ¿No has subido nunca a un
yate?
M_ Sí, pero yo quiero subir al yate contigo y llegar a alta
mar contigo y –metió su mano dentro de la camiseta
nuevamente de Esther mientras le dedicaba un sonido
juntando sus dientes de goce mientras Esther respondía
373 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
con un gemido gutural ante la caricia-. Y al atardecer
hacerte el amor en cubierta.
E_ Mmmmm Dios –musitó cogiendo su mano y sacándola
de debajo de la camiseta-. No sigas Maca por favor.
M_ ¿Por qué? –le preguntó divertida.
E_ Porque me pones –le dijo abiertamente y su respuesta
volvió a dejar a Maca fuera de juego, antes un comentario
suyo le había provocado sonrojarse, ahora era ella la que
sin tapujos con su frase le hacía sonrojarse-. Y estamos
viendo las fotos.
M_ Vale… -aceptó sin mucho convencimiento.
E_ Mira esta es mi preferida –decía sonriendo.
M_ Las Pirámides de Egipto –susurró boquiabierta por la
fotografía, un atardecer rabiosamente bello, con Esther y
una niña en sus brazos-. Estas guapísima.
E_ ¿Tú crees?
M_ Sí, como diría Bárbara, para mojar pan.
E_ Esa niña era hija de nuestro guía, siempre iba a mi
lado, cuando me marché y vi su carita me pregunté como
podía ayudarla.
M_ Esther desgraciadamente no puedes ayudar a todos
los que necesitan esa ayuda, no está en tus manos.
E_ Lo sé… pero los niños son mi debilidad.
374 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¿Te gustaría tener? –le dejó un suave beso en la
mejilla.
E_ Sí, era mi sueño.
M_ Bueno… los puedes tener igual –le acarició la mano
con ternura.
E_ No, no puedo, tuve un aborto a los dieciséis años y…
me quede estéril –su voz sonó lenta y repleta de tristeza.
M_ Lo siento Esther… no sabía… -su caricia fue más
intensa.
E_ Mi sueño era tener cuatro o cinco, me encantan.
M_ Lo noto cuando estás con los pequeños, es inevitable.
E_ Como a ti, ¿verdad?
M_ Sí, siempre quise tener cuatro…
E_ ¿Te das cuenta cuántas cosas tenemos en común? –le
preguntó dejando pasar un poco el silencio que Maca había
impuesto en la habitación, y quiso desviar el tema.
M_ Sí, es verdad –sonrió-. ¿Y como es que fuiste tan
precoz?, no es que me importe pero… bueno…
E_ Pues fue una tontería, ya sabes… que si la primera
fiesta que si bebes la primera vez, que si el chico que te
gusta te toca, te besa, en fin… yo ni siquiera recordaba
nada hasta que… no me bajó la regla.
M_ ¿Y qué hiciste?
375 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Qué iba a hacer?, yo nunca había sido una niña
conflictiva, pero aquello me transformó en una degenerada
a los dieciséis años para mis padres.
M_ Que fuerte –dijo boquiabierta.
E_ Si, súper fuerte –entonces se miraron y dieron una
carcajada en otro momento se hubiera girado, se hubiera
subido sobre ella y la habría besado sin más, en ese
instante, se detuvo-. Vale, lo reconozco… soy pija.
M_ Mucho –reía divertida pensando en girarla y besarla
con pasión, de no ser porque de hacerlo quizá pensaría que
era otro arrebato para olvidar a… detuvo su risa y lo arregló
diciendo-. Tu vida no ha sido fácil tampoco.
E_ No, ya te lo dije, mi vida ha empezado a valer al llegar
aquí.
M_ ¿Me incluye a mí?
E_ No te incluye, digamos que eres la mayor parte de mi
mejora.
M_ Gracias… oye y… ¿por qué no hay fotos de tu ex? –no
pudo aguantar más la pregunta.
E_ Es una buena pregunta –sonrió alegremente-. Es que a
Daniel le caía fatal, siempre me decía “cariño… la persona
que te haga feliz no ha llegado todavía pero llegará y
entonces la incluiré en el álbum”. Así que ni una solo foto
suya tengo aquí.
M_ Tu amigo Daniel tenía buen ojo.
376 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Claro.
M_ Sabía que entendías –le dijo con total convencimiento.
E_ ¿Entender?
M_ Sí que eras lesbiana.
E_ ¡Anda ya! –la miró como si se estuviera burlando de
ella.
M_ Que si mujer… que lo notaba…
E_ ¿A mí?
M_ Sí a ti y me apuesto lo que quieras a que cuando se lo
digas no lo vas a sorprender, te dirá siempre lo supe –
Esther la miraba fijamente-. De verdad.
E_ ¿Te estás quedando conmigo?
M_ Jajajajajaa –volvió a dar una carcajada acompañada
por una sonrisa incrédula de Esther-. Para nada.
E_ Mira ahora mismo agradecería a todos los Dioses que
un halcón mismamente nos aguantara un repetidor de
Internet.
M_ ¿Un halcón? –volvió a partirse de risa-. Joder estás
como una cabra.
E_ En serio –reía sin parar con ella entonces si se giró
poniéndose sobre ella jugueteando las dos tocándose por
aquí por allá para hacerse cosquillas-. No te burles de mí...
eres muy mala Maca... pero mucho.
M_ Esther que me haces cosquillas –le decía riendo.
377 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Si es que eres lo peor –sonreía también.
M_ ¿Ah si? –la pudo detener y en su lucha se quedaron
con las respiraciones agitadas mirándose a los ojos,
intercambiando aquella mirada a los labios, entonces Maca
levantó un poco el cuello y Esther se acercó para besarla-.
Esther...
E_ Me encantaría que Daniel te conociera... seguro le ibas
a gustar.
M_ ¿Tú crees?
E_ Sí, porque él vería que me haces inmensamente feliz.
M_ Esther –la abrazó sin decir ni hacer más.
Durante un buen rato estuvieron abrazadas, se
quedaron dormidas, primero se despertó Maca, pasó
nuevamente visión a las fotografías, en todas había un
denominador común y era la sonrisa, sin duda, Daniel sabía
captar lo mejor de Esther, aunque lo que más le llamó la
atención fue el brillo de sus ojos en su foto favorita, cuando
decidió embarcarse en la aventura de África, entonces
sonrió con ternura, la miró y dejó un beso en la frente.
Antes de retirarse a dormir, Teresa pasó para
despedirse de ellas, ambas quisieron son sacarle cosas de
aquel ligue que Maca insistía no existía y Esther quería
pensar que si. Sin embargo como los hombres no habían
regresado, tuvo que posponer su cita a menos que durante
la noche o a primera hora llegaran los cazadores para que
Zulú la llevará a su destino. Una vez se despidieron, se
378 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
acostaron, cada una a un lado de la cama, se dieron un
beso suave de despedida, y Esther abrazó el cuerpo de
Maca. La noche cayó inevitablemente, los sueños
comenzaron a hacer aparición en cada una de ellas,
mientras una se agitaba, la otra soñaba en una felicidad
que no sabía si existiría, tal fue así, que a mitad noche a
Esther la despertó una Maca sobresaltada:
M_ Esther... Esther... –le susurraba.
E_ ¿Qué? –se giró y al ver su rostro la inundó el miedo-.
¿Qué te pasa?
M_ Esther yo...
M_ Esther... Esther... –le susurraba tocándole el hombro.
E_ ¿Qué? –se giró y al ver su rostro la inundó el miedo-.
¿Qué te pasa?
M_ Esther yo...
E_ Maca –la miró notando en sus ojos un brillo especial,
entonces le sonrió acariciándole la mejilla con suavidad
mientras Maca cerraba los ojos ante el contacto con su piel
mientras soltaba una profunda exhalación.
M_ No puedo más –musitó con la voz ahogada en el
deseo.
Maca estaba acodada sobre el almohadón, la miraba
fijamente con sus ojos ansiosos, su mano derecha que era
la que le quedaba libre de total movimiento, comenzó a
acariciar suavemente el vientre de Esther, ésta entendió su
379 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mirada repleta de deseo a pesar de la oscuridad de la
noche, sus ojos resplandecían como los de un gato en mitad
de la oscuridad, tenían ese brillo que le gustaba ver, ese
brillo que la iluminaba a ella y le gritaba enloquecidamente
en silencio que la necesitaba.
M_ Quiero hacerte el amor…
E_ Maca… -sonrió con el mismo brillo que en sus ojos
existía, Maca se acercó lentamente hasta rozar sus labios.
M_ Házmelo Esther… te necesito –le decía sedienta de sus
besos hundiendo su rostro en el cuello de Esther
absorbiendo su olor, besando su piel, mirándola de nuevo
con sus ojos penetrantes, buscando en los otros lo mismo
que ella sentía-. Te deseo Esther, te deseo.
E_ Cariño –le acarició nuevamente la cara.
M_ Esther… nunca había necesitado a nadie como a ti… –
se lanzó frenéticamente a sus pechos, besándolos con
desespero sintiendo que las manos no le daban para
acariciar su cuerpo, la piel que tanto deseaba.
E_ Espera Maca –su voz jadeante tratando de detener
tanta pasión desmesurada en Maca.
M_ No puedo cariño… me muero por tenerte –musitaba
contra su piel, mientras apartaba la tela del camisón.
E_ Maca… -su deseo era igualmente feroz y
descontrolado, sus manos buscaban ansiosas quitar la
camisa de Maca, lo hizo una vez se sentó sobre ella, Maca
380 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
levantó los brazos y Esther le sacó lo que le impedía beber
de sus pechos-. Mi amor…
M_ Así… mira como me tienes… dame tu mano tócame…
tócame –le decía jadeante mientras le cogía nerviosamente
la mano y la introducía en el interior del pantalón y al notar
el suave roce en su sexo no pudo más que cerrando los ojos
y echando la cabeza para tras gemir de placer -. Aggggg.
E_ Maca… ¡ah!... -gimió al notar su humedad.
M_ ¿Te gusta? –sus voces se mostraban cargadas de
deseo al igual que sus miradas y sus rostros tensos.
E_ Sí, sí, me encanta –tocaba delicadamente sus labios
húmedos abiertos, mientras atrapaba uno de sus pechos
que provocaban otro gemido en Maca.
M_ Quiero tocarte… ¿cómo estás tú, eh? –le decía entre
jadeos tratando de llegar a su sexo.
E_ ¿Tú qué crees?... vamos… pruébalo tú... –le provocaba.
M_ Esther… -entonces la tumbó suavemente contra la
cama, al perder el tacto momentáneamente de su mano en
su sexo, gimió nuevamente por el anhelo, una vez acostada
Esther abrió sus piernas, Maca se acopló uniendo ambas
humedades que se convirtieron en su mar salado
particular-. Mi vida…
E_ Maca cariño –sus manos volaban por su espalda
bajando hasta su trasero, entonces las depositó allí
apretando a la vez ambos cachetes.
381 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Más fuerte Esther, apriétame más fuerte –le susurró
antes de introducir hábilmente la punta de su lengua en la
oreja de Esther que gimió con fuerza sintiendo como toda
ella se erizaba.
E_ Maca… Maca… ¡ay… ay! –gemía de gusto mientras
apretaba fuertemente el culo de una Maca que se movía
contra su sexo que la buscaba ansiosa moviendo
intensamente las caderas gimiendo, suspirando a la par.
M_ Esther… Esther… ah… -separó su boca de la oreja de
Esther y se miraron en la oscuridad a los ojos, de esa
manera que tan solo las amantes a punto de llegar al cielo
son capaces de mirar-. ¡Esther… me vuelves loca!
E_ No pares cariño… -notaba como todo su cuerpo desde
los dedos de los pies hasta la cabeza se tensionaba, como
su corazón latía tan veloz que parecía iba a volar, notar la
respiración jadeante de Maca en su oído aún la excitaba
más, y hacía que sus uñas se clavaran fuertemente en su
trasero obligándole a rozarse contra ella más y más rápido-.
Más… más…
M_ Esther… Esther… ah… ah… ah… ¡dios… dios! –decía
con las venas de su garganta a punto de estallar con los
latidos de su corazón enloquecidos resonando en sus oídos
a modo de un tam- tam que avisa que el placer está
próximo.
382 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Maca… ah… mmmm –cerraba los ojos con un
maravilloso quejido que se medio ahogaba en su garganta
entre respiraciones y contracciones de su cuerpo.
M_ Ya… ya… estoy a punto…
E_ Si… y yo… ahhhh
MyE_ Ahhh… mmmmmmmmmm.
Llegaron juntas repletas de su propia humedad
mezclada con la ajena, sus muslos humedecidos, sus bocas
secas buscando besos suaves para poder recuperar aliento,
sus latidos alborotados en el silencio de la noche, armando
un jaleo de amor como si fuera la danza del placer sonando
única y exclusivamente para ellas. Maca besó con
delicadeza la frente, los ojos, la nariz y los besos de Esther
que le devolvió uno a uno los besos, después se miraron a
los ojos sonriendo, cansadas, exhaustas pero
inmensamente felices, la abrazó como si pudiera perderla
para siempre, mirándola repleta de amor, Maca vio el amor
y sonrió. Esther vio la calma y sonrió.
E_ Nunca había tenido un orgasmo como los que tengo
contigo. ¡Qué barbaridad! –musitaba aún extasiada con una
sonrisa de felicidad bien marcada en sus labios.
M_ Mi vida –contestó de igual manera-. Espero que siga
siendo así… y si quieres que te diga la verdad –le besó la
punta de la nariz y le dijo mirándola fijamente-. Nadie me
ha excitado nunca, como lo haces tú.
383 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
No se dijeron nada más, tan solo se abrazaron,
buscaron una posición más cómoda para poder descansar,
sudorosas, cansadas pero maravillosamente entregadas la
una a la otra, entrelazaron sus dedos, cruzaron sus piernas,
acoplaron sus cuerpos, suspiraron como si pudieran robarle
a la noche el último suspiro de placer. La luna les dejó un
rayo de luz como si quisiera que ambas pudieran tener
presente sus dedos entrelazados, como si aquel momento
fuera detenido a través del tiempo para siempre.
Sin embargo, cuando las primeras luces del alba
amanecieron, Maca despertó sobresaltada, Esther no
estaba a su lado, algo comenzó a llenarla de miedo, al
sentarse en la cama para llamarla la vio apoyada en la
ventana mirando, y la calma inundó todo su interior
llenándole el corazón.
Los hombres habían llegado, Esther miraba a través de
la ventana como entraban exhibiendo su cacería, veía con
una sonrisa como Nmaba le daba a su nieto la bienvenida
de una manera especial con el respeto que el jefe cazador
se merecía, Nsona besaba a su marido contenta de tenerlo
de vuelta sano y salvo, y Lula sonreía débilmente a un
Massamba a quien a pesar de la distancia podía ver como le
brillaban los ojos. Suspiró. Entonces escuchó sus pasos y
volvió a suspirar.
384 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Me has asustado –le susurró mientras al mismo tiempo
pasaba sus manos por el vientre y le dejaba un beso en la
sien.
E_ ¿Y eso? –sonrió ante el tacto de sus labios en su piel.
M_ Pensé que me habías abandonado.
E_ Jamás haría eso –entonces se giró y la miró a los ojos
para que se diera cuenta que le decía la verdad-. Buenos
días.
M_ Buenos días –unieron sus labios con dulzura y las
manos de Esther pasaron por el cuello de Maca atrayéndola
irremediablemente hacia ella, tras un beso largo y
profundo, al separarse se besaron lentamente con besos
cortos y divertidos mientras sonreían-. ¿Qué mirabas?
E_ Ya han vuelto de la caza, es increíble cómo se recibe a
los cazadores –decía orgullosa de pertenecer a aquel clan.
M_ A ver –se asomaron las dos con sus brazos por detrás
de la espalda y sus manos bien cogidas a la piel ajena que
no por eso era menos reconocida-. Joder... menudo festín te
vas a dar.
E_ ¡Pero qué mala eres! –le hizo cosquillas.
M_ No –le apuntó con el dedo para que se estuviera
quieta.
E_ ¿Cómo qué no? –le sonrió ampliamente.
M_ Me puedes con esa sonrisa y lo sabes...
385 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Ah si?, no me había dado cuenta –ponía gesto
interesante mientras sus manos la rozaban, estaba desnuda
y sentía necesidad de tocarla.
M_ Trolera –sonrió-. Vamos a la cama no me gusta dormir
sola.
E_ ¿Dormir?, es hora de desayunar.
M_ ¿Desayunar? –le cogió de la mano y se la llevó hasta la
cama echándola con gracia y subiéndose sobre ella
mientras le besaba el cuello-. ¿Qué te apetece tomar?
E_ Mmmm pues... ahora mismo me tomaría un par de
huevos fritos, con un buen trozo de bacon –Maca dejó de
besarla mirándola con la boca abierta y el codo apoyado
sobre la almohada y su mano sobre la frente-, un zumito de
naranja, unas tostadas con mermelada y me tomaría un
danone de fresa, ah y por supuesto un café con leche.
M_ Joder... –susurró-. Has roto en el encanto, cuando te
estoy besando no es muy romántico que me hables de
comida.
E_ ¿Qué tenías otros planes? –trataba de no reírse.
M_ ¿Tú que crees?
E_ No sé coméntamelos a ver... –sonrisa pícara, caricia
casi superficial pero electrizante, y mirada muy viva.
M_ Pues no sé si tiene caso ya –se hacía la ofendida.
E_ Vaaaaaaaaaaaaaaaaaa –le dijo un poco ñoña.
386 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¡Pero qué tontita eres! –Esther sonrió mientras pasaba
su dedo índice por la espalda lentamente provocando un
leve suspiro en Maca-. Pues había pensado primero
comerme esto –se dirigió hasta su cuello besándola, con
besos muy pequeños-, después beberme esto –mientras
una mano apretaba un pecho, su lengua lamía el pezón de
su otro pecho que la invitaba a continuar-. Y si te apetecía
podría seguir por aquí –con la punta de la lengua recorrió su
piel desde el pecho hasta el vientre y se detuvo a juguetear
en su ombligo.
E_ ¿Y qué más? –rompió el silencio la voz excitada de
Esther mientras cerraba los ojos.
M_ Pues... no sé... ¿no tendré bastante? –sonreí al ver
como se excitaba.
E_ No, te aseguro que lo mejor aún no lo has probado, y
sería una lastima –le puso su mano en el pelo y marcó su
rostro un sonrisa rebelde-. Que no siguieras descendiendo.
M_ Mmmmm, quizá tengas razón.
Abrazadas, desnudas, y con un sueño dulce tras recibir
y dar amor, escucharon dos golpes en la puerta, Maca abrió
un ojo, miró a Esther que no se había si quiera inmutado
ante la llamada. Nuevamente los golpes aquello significaba
que no solo les dejaban el desayuno, así que buscó su ropa
pero no la encontró, finalmente se enrolló una sábana a su
cuerpo y con el pelo despeinado, los ojos encerrados y un
387 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
prolongado bostezo se dirigió hasta la puerta, la abrió
asomando su cabeza, el sol le hizo cerrar un ojo.
T_ Hola yo... –al ver su estado la miró fijamente con los
ojos abiertos como platos.
M_ Brevedad Teresa... no me aguantan las piernas.
T_ ¡Bueno! –hizo un gesto de negatividad-. Me voy con
Massamba y Zulú, volveré mañana.
M_ Bien –bostezó de nuevo.
T_ Madre de Dios... –susurró.
M_ ¿Madre de Dios, qué?
T_ Diez días así... acabáis con todas las reservas de
comida.
M_ Teresa te juro que cuando salgamos de aquí Vilches
tendrá que hacer algo –le decía con una sonrisa.
T_ ¿Vilches?, ¿de que hablas? –la miraba sin entender.
M_ Ven –le indicó con el dedo y cuando Teresa se acercó
hasta ella le susurró-. Nos vamos a volver adictas al sexo.
T_ ¡Ay Maca! –se quejó ante la carcajada de la Pediatra-.
Mira... me voy.
M_ Cuidado con tu ligue –le dijo sonriendo.
Entró la bandeja tras hacer innumerables equilibrios
para que no le cayera ni la bandeja, ni la sábana, entró.
Esther seguía durmiendo, se había encogido porque al
388 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
quitarle Maca la sábana parecía había notado el fresco,
pero no por eso se había despertado. Maca sonrió.
M_ Esther... Esher...
E_ Mmmmmm –se quejó.
M_ Venga despierta dormilona.
E_ Tengo sueño –renegó.
M_ ¿Ah si?, pues que lastima porque la pinta que tiene el
desayuno es para no parar de comer.
E_ ¿Desayuno? –le dijo abriendo un ojo.
M_ Eso he dicho, pero tú tranqui, que si no quieres me lo
como yo.
E_ ¡Tus ganas tía! –le dijo sentándose mientras le daba un
escalofrío.
M_ Espera vamos a hacer algo mejor, yo me acuesto a tu
lado nos tapamos para estar algo más refugiadas y
desayunamos ¿qué te parece?
E_ Joder que pinta tiene esto –susurró sujetando la
bandeja.
M_ Ni caso, lo tuyo es grave ¿tienes algún secreto más? –
la miraba fijamente enarcando una ceja.
E_ ¿Qué dices?
M_ Al principio teníamos casi, que obligarte a comer y
ahora...
389 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¡Qué va!, yo siempre he sido una tragona lo que pasa
que al principio tenía los nervios en el estómago, solo dejo
de comer cuando me preocupa algo, por eso siempre
estaba en el gimnasio para peder lo que ganaba comiendo.
M_ ¿Ibas a un gimnasio? –la miró fijamente.
E_ Sí, ¿por qué me lo dices así?
M_ No sé... no pareces la típica pija de gimnasio, bueno...
aunque –se detuvo mientras cogía su vaso de café.
E_ ¡A ver que vas a decir! –le advirtió mirándola
fijamente.
M_ Si... tienes pinta si, joder el primer día que llegaste te
faltaba una cámara de televisión detrás, más bien parecía
que ibas a desfilar por la Sabana como si fueras una Diosa –
decía riéndose.
E_ Muy graciosa, lo que pasa es que una tiene clase –dejó
definitivamente la bandeja sobre la cama y cogió el pan que
Teresa les preparaba.
M_ ¿Qué más secretos guarda mi bella compañera de
cama?
E_ ¿Cómo quedamos, no era tu novia?
M_ No, según tú no, así que ahora eres compañera de
cama, eso sí, no una compañera cualquiera no –le decía
bajito jugando con su nariz en la mejilla de Esther que
sonreía-. La más pija de todas, y la más...
390 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Qué? –le sonrió al ver como se mordía el labio inferior
juguetona.
M_ La más caliente de todas –le musitó y vio como Esther
se sonrojaba-. Me encanta que te sonrojes así.
Y continuaron desafiándose, desayunando, riendo,
bromeando, descansando, mirándose en silencio.
En el camión, Zulú iba al volante, en medio Teresa y a
la derecha Massamba con su fusil en mano, los tres iban
hablando en kikongo, hablaban sobre la cacería y le
contaban como se había comportado el joven Ngouabi, a
mitad camino, donde ellos creyeron era seguro, bajaron y
sacaron la reserva de comida que entre Nsona y Lula les
habían preparado, se sentaron y distendidamente
mantuvieron una charla esta vez sobre Yildas y la joven
Sissou que parecían gustarse.
Z_ Mami, nuestra aldea es una aldea de amor.
T_ Es verdad –reía abiertamente la definición del divertido
Zulú.
Z_ Mwasi Esther, también quedar flechada –asentía con
sus grandes y blancos dientes al aire sonriendo.
T_ Eso es algo que nos ha venido del cielo Zulú, creo que
somos una gran familia, incluso a Massamaba le ha tocado
un poquito su corazonzote –lo miró sonriendo.
Ma_ Mami... mami –meneaba lentamente la cabeza.
T_ ¿Qué hay de malo?, nada... pues ya está.
391 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Z_ Sólo faltar Teresa –decía riendo a carcajadas.
T_ No, no a mí no...
Ma_ Si mami, tú también –el hombre que acostumbraba a
ser serio, dio una carcajada que hizo que la Selva entera
replicara, los tres reían de buena gana acompañados por
los cantos y aullidos de los demás habitantes.
Cuando llegó el momento, siguieron su camino, la cita
de Teresa estaba a cinco horas en coche, debían pasado al
estado de Cuvette, donde alguien les esperaba en Lobako.
Caía la noche cuando Nsona volvió a golpear la puerta
de la cabaña, desde fuera oyó la carcajada de Esther y
sonrió, sin duda, aquella Mwasi era la idónea para Maca,
una Maca que abrió la puerta. Nsona miró de reojo y vio
como sacaba su brazo desnudo y después el pie cerraba la
puerta.
Otra puerta se cerraba, en ese instante un hombre se
sentaba frente a Teresa, tras más de dos horas de charla, la
mujer salió, y se reunió con sus dos acompañantes que
luchaban para no dormirse.
Ma_ Mami.
T_ ¡Ay Massamba! –suspiró ladeando la cabeza-. No sé...
no sé...
La noche en la aldea se descubrió lluviosa,
intensamente lluviosa, pero las chicas no parecían escuchar
más que sus latidos como sonido único, representando la
392 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
balada de amor que tanto les gustaba. Era cerca ya del
amanecer cuando Maca llamó a Esther.
E_ No puedo más cariño... no tengo fuerzas... no puedo –
decía tras una tarde noche intensa de amor.
M_ Venga –sonrió ante su comentario-. Vamos, levanta
quiero enseñarte una cosa.
E_ ¿Qué? –decía aturdida con los ojos casi cerrados.
M_ Ven, levanta dame la mano.
E_ ¿Qué hora es? –le preguntaba mientras le daba la
mano.
M_ Voy a llevarte al paraíso mi amor.
E_ Otra vez, si creo que no he dejado de estar allí –decía
con voz somnolienta mientras bostezaba y Maca sonreía.
M_ Ya lo veras, espera –fue a coger la manta mientras
Esther se apoyaba en el marco de la puerta y cerraba los
ojos-. Pero mi niña... ¿tan cansadita estás?
E_ Sí –ponía un puchero.
M_ Venga que esto merece la pena y más después de una
noche lloviendo.
E_ Vale –aceptó con una pequeña sonrisa.
Maca bajó una especie de escalera de madera, subió la
primera y después le indicó a Esther que hiciera lo mismo,
lo hizo pero cuando estaba por el segundo escalón se
393 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
tropezó y se quedó colgando de la escalera con los pies al
aire.
M_ ¡Pero Esther!
E_ Auuuuuuuuuuuu –se quejaba.
M_ Mira que eres ¡eh! –no podía evitar la carcajada-.
Venga va...
E_ Ay que daño... –se quejaba pero al subir a un pequeño
cuadrado una especie de terraza que daba a la parte
trasera de la aldea se quedo con la boca abierta-. Joder...
M_ Es maravilloso ¿eh? –se sentó, y le hizo una señal para
que se sentara también, más que nada porque no cabían de
otra manera-. Ven y disfruta.
E_ Uf –resopló mientras se refugiaba entre sus brazos y
Maca extendía la manta sobre ellas la tapaba bien
apoyando su espalda en la pared de madera en un
almohadón que tenía allí preparado-. ¿Este es tu lugar?
M_ Sí, ahora es nuestro lugar –le besó en la sien.
E_ Es impresionante... –murmuró mientras entrelazaba
sus dedos a los de Maca-. Realmente impresionante.
Y así era, las luces y sombras de la noche, luchaban con
el sol que quería salir dejando en aquella batalla una visión
impresionante del lugar, el cielo se dibujaba de una
variedad única de colores, mientras el olor a tierra, hierba
mojada les daba un toque exótico realmente envidiable.
Esther no recordaba en su vida haber vivido algo parecido.
394 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Y a eso, se le unían las voces finas de algunas aves que con
su himno daban la bienvenida a ese sol poderoso que
luchaba con las nubes por mostrar toda su majestuosidad, y
aquel día, el sol quería mostrarse a dos mujeres que
miraban con los ojos repletos de ilusión por compartir algo
tan hermoso. El silencio entre ellas ante el espectáculo fue
alterado por la voz de Maca.
M_ Julia es todo para mí.
Maca notó como el cuerpo entero de Esther se tensaba
entre sus brazos, por mucho que tratara de no mostrar
impresión, aquella frase era la que menos esperaba, la que
menos podía entender y su cuerpo no pudo evitar mostrar
la sacudida causada, así como sintió un mazazo inesperado
en su corazón. Y como Esther estaba de espaldas, no pudo
ser testigo de una lucha que se había desatado en sus ojos
que perdían por un momento el espectáculo que frente a
ellas se les estaba brindando, la misma batalla que tenía el
sol en ese momento con la oscuridad, era la que ella tenía
con sus lagrimas para retenerlas, sin duda había sido un
golpe inesperado y doloroso, tremendamente doloroso,
pero si estuvo allí en sus silencios debía seguir estándolo,
debía dejarla hablar como hasta ese momento había
respetado su silencio, así que lo único que fue capaz de
hacer fue rozar con sus dedos los de Maca, una caricia
suave que estaba repleta a su vez de una extrema dulzura
que fue como esperada por la Pediatra para seguir, a pesar
que Esther estaba muestra de miedo de lo que pudiera
395 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
seguir a aquella maldita frase que le había dejado helada y
casi provoca que su corazón se detuviera.
M_ Lo bueno y lo malo que hay en mí es Julia, porque
desde que la conocí solo viví para ella, le entregué mi vida
y todo mi amor, estaba ciega por ese amor si alguien me
decía cualquier cosa sobre ella, yo no hacía caso, si yo veía
cualquier cosa extraña en su comportamiento siempre
encontraba una disculpa –Esther tragó saliva no sabía si
debía o no hablar, realmente no sabía que hacer, así que
exhaló un profundo suspiro que pareció ayudar al sol a
apartar algunas zonas oscuras y teñir así el cielo de un
color sonrojado. Maca por su parte notaba los latidos de
Esther apresurados sobre su antebrazo que rodeaba el
cuerpo de la enfermera, sabía que le estaba provocando
temor pero era necesario ser franca con ella-. Confundí
amor por estupidez, era de las que pensaba que el amor
existía realmente, que dos personas podían entregarse a
ese sentimiento, por supuesto no era estúpida total, sabía
que era complicado mantener una relación en esas
condiciones siempre distanciadas, por eso me plantee dejar
Médicos Sin Fronteras para poder estar a su lado, vivir a su
lado, y te juro que todo lo que hacía era por amor, por un
inmenso amor. Ella me hizo lo que soy, no había tenido otra
mujer más que ella, aprendí a amar, a desear, a querer, a
despertarme anhelando besos, caricias, a dormirme
abrazada a otro cuerpo, sentirme segura, después ya sabes
396 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
lo que vino –su voz se quebró pasó su lengua por sus labios
se habían secado como siempre que hablaba de Julia.
E_ Maca... –musitó al escuchar su silencio.
M_ Déjame hablar creo que te debo una explicación, no
es justo que guarde silencio frente a esto, no es justo para
ti ni para mí desde luego es un problema que tengo y que
por extensión te ha afectado a ti.
E_ Te escucho –le instó como si así pudiera darle
tranquilidad para seguir hablando.
M_ Julia ha vuelto a aparecer como me temía, ni un solo
día puedo dejar de pensar en ella, a pesar de todo lo que
significaba en mí que era mucho dolor ella seguía aquí,
puedes llamarme gilipollas...
E_ Nunca haría eso, creo que es comprensible –la
interrumpió rápidamente, y aunque su voz trataba de ser
fuerte la debilidad se había apoderado de ella. Volvió a
entregarle un silencio como si de esa manera le diera la
señal de que la escuchaba, de que por mucho que quisiera
huir, no podía, estaba encadenada a ella-. Antes de venir
aquí no lo hubiera entendido, ahora lo entiendo
perfectamente tu actitud.
M_ Gracias –sonrió agradeciendo sus palabras con un
beso sobre el pelo-. Siempre sabía que un día haría algo por
volver, es así, es una mujer superflua que a través del
tiempo y la distancia he sabido analizar, ella jugaba una
partida donde ni su marido al que odie injustamente, ni yo,
397 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
éramos sabedores de ese juego tan solo ignorantes
participantes, nosotros no sabíamos que ella se había
enamorado de dos personas a la vez, ¿eso puede ser?, creo
que sí, solo que ella lo quería todo y jugo con los dos, yo
salí perjudicada como es normal, ella no iba a dejarlo a él le
daba lo que quería un hijo y un respeto ante la sociedad,
pero no por eso me iba a dejar de lado, sabía que un día
volvería a intentarlo y me daba miedo, porque es como si
tuviera un poder extraño sobre mí.
E_ Me he dado cuenta –sonrió ampliamente herida.
M_ Lo siento –le besó nuevamente, esta vez la frente-. Sé
que mi reacción fue la peor y más en ese momento íntimo
de las dos, pero no era fácil para mí, quizá saber que
preguntaba por mí removió muchas cosas son esos
misterios insondables que habitan en el corazón los cuales
no puedes manejar a tu antojo, te manejan ellos a ti.
Hubo un silencio corto, Maca volvió a humedecer sus
labios y entonces estrechó más fuerte el cuerpo de Esther
contra el suyo, ella se dejó hacer volviendo a suspirar,
mirando la magia que ocurría delante de sus ojos, entonces
como si se dejara llevar por los colores y los primeros rayos
de sol, se llenó de calma, no era posible que Maca le diera
ese amanecer para decirle que no quería estar con ella, la
conocía Maca no era así. Se relajó de repente y buscó
colocarse en mejor postura contra su pecho, entonces le
soltó los dedos que tenía entrelazados, para agarrarse
398 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
fuerte a sus dos manos para darle la confianza que sabía
Esther le estaba pidiendo con ese silencio para continuar.
La fuerza que ella podía entre ver en sus líneas que le
quería decir le daba.
E_ Imagino que si a mí me hubiera pasado como a ti,
estaría igual, pensé en un primer momento que ella te
interesaba y no te voy a mentir, me dolió.
M_ Lo sé Esther, por eso necesito hablar, cuando te he
dicho que ella es todo en mí, era el punto y final a lo que
ella ha supuesto para mí, yo pensaba que nunca sería
capaz de olvidarla, que siempre estaría en mí, que siempre
andaría como enganchada a mi corazón y de hecho así era,
por más mujeres que pudiera conocer ninguna me ayudaba
a sacarla, era como si con cada una de ellas todavía me
castigara más –suspiró con actitud triste como si así
reconociera que lo que hacía no era lo que quería, su ceño
se frunció, su garganta se había vuelto a secar y volvió a
tragar aquel nudo que tenía allí en forma de Julia y al que
quería derrotar definitivamente-. Esta mañana he entendido
lo que necesito de Julia, porque la sigo teniendo ahí
presente, porque he esperado una palabra suya, sigo
pensando que ella es la madre de mi hijo, ella tiene el
poder sobre el sentimiento que me une a él, a un hijo que
no tengo, que no sabe de mí, un hijo que ante la sociedad
tiene un padre, ante mi corazón tiene en mí una madre, ella
me conoce, Teresa tiene razón, es capaz de utilizarlo para
volver a intentar estar conmigo, y pongo la mano en el
399 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
fuego que lo lograría, que yo caería en su juego, volvería a
hundirme en el fango por mi hijo –hizo una corta pausa y su
voz se torno nuevamente tierna y pausada, relajada y
delirante para Esther-. Pero esta mañana cuando me he
despertado y tú no estabas a mi lado, me he dado cuenta
que en mi corazón no queda ni rastro de ella, por un
momento he pensado que te podía perder y me he dado
cuenta que, estás ahí que te has colado en él, has borrado
todo lo que siempre quise borrar y sola no pude, y ahora en
este momento puedo decirte que Julia lo fue todo, en
pasado, un pasado que necesitaba gritar, porque mi
presente y futuro eres tú. Tú que has entrado a mi vida
como un ciclón y no quiero que nada me impida ser feliz a
tu lado, no quiero que una duda entre nosotras pueda
hacernos daño, quiero que sepas lo que Julia significó para
mí, un gran amor no correspondido, lo sé, pero fue mi gran
amor, pero al mismo tiempo quiero que sepas que tú eres
lo que me importa ahora, que tú eres la mujer que quiero a
mi lado, que siento como parte de mí –hizo otra pausa para
tomar aire y poder decirle con total rotundidad-. Esther
sabes que me cuesta decir te quiero, que me cuesta
entregar mi corazón y creer nuevamente en el amor... que
me había prometido no hacerlo nunca más, pero tú eres el
amor personificado, eres la ternura y la pasión, eres la
comprensión, me escuchas, me riñes, me haces mejor si
estas a mi lado, me has enseñado que son los celos, y ahí
me asusté, porque yo solo quería tu cuerpo y de repente
400 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
cuando te vi con Carlos, lo quería todo, tu cuerpo, tu sonrisa
para mí, tus besos solo míos, no soy celosa ni posesiva, ni
siquiera con ella, pero tú me muestras un lado diferente de
mí, y como antes dije lo de Julia, ahora digo, quiero todo de
ti Esther –lo dijo como un susurró tan tímido que inundó
brutalmente el espacio, al mismo tiempo que el sol
iluminaba el cielo de la misma manera que el corazón de
Esther se había iluminado con las palabras de Maca-. Lo
quiero porque te quiero a ti, porque hoy me he dado cuenta
que eres todo en mí.
E_ Maca... sé que fue importante para ti, no puedo
reprocharte nada, creo que es normal el proceso que has
pasado –le hablaba con voz arrolladoramente tierna, suave,
envolviéndola en ese amor que le mostraba día a día-. Yo
solo puedo decirte que te quiero, esta mañana cuando
miraba por la ventana a Nsona abrazar a Zulú, veía un brillo
en sus ojos especial, ese brillo yo jamás lo tuve –Maca
sentía que el nudo en la garganta se había desecho, por fin,
se sentía liberada de Julia, y abrazó con fuerza a esa mujer
toda dulzura que tenía entre sus brazos-. Eso es lo que tú
me provocas Maca, amor, ni siquiera sabía que tenía tanto
para dar, ni siquiera imaginaba que podía pasar toda una
noche envuelta en el más puro deseo, para mí era algo
inimaginable, y sin embargo, contigo todo es fácil, contigo
es vivir la vida al día, casi al límite, y eso lo vi esta mañana,
estaba en tus manos, si me hubieras dicho que querías
volver con ella, creo que la tristeza me hubiera matado,
401 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
pero es tu decisión cariño, no puedo obligarte a amarme si
no es así.
M_ Eres maravillosa –le obligó a darse la vuelta, Maca
lloraba con esas pequeñas y finas lagrimas de la alegría y
emoción-. Realmente maravillosa...
E_ Tú también –le limpiaba las lagrimas con cariño.
M_ No sé a quien debo agradecer que estés aquí, pero te
juro que lo hago todas las noches.
E_ Mi amor –unió sus labios con suavidad, con cariño,
Maca respondió de igual manera al beso.
M_ Cariño –apoyó su frente sobre la de Esther-. Nunca
pensé que pudiera sentir esto... creo que tú me estás
enseñando a amar de otra manera, y me siento muy feliz –
decía emocionada-. Me siento correspondida y eso, te juro
que es la primera vez que me ocurre.
E_ Pues anda que tú –dio una carcajada divertida
mientras ambas lloraban emocionadas de poder
reencontrarse, tras volverse a besar, a mirarse, a
encontrarse, Esther le preguntó-. ¿Qué esperas de mí
Maca?
M_ Espero que sigas siendo así, que me sonrías todas las
mañanas, que sigas a mi lado, que seas tú, tú misma no
quiero que cambies nada por mí, quiero que te muestres
como eres –Esther sonrió entonces con su voz sedosa le
musitó abriendo de par en par las puertas del corazón de la
402 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
enfermera que la miraba fijamente a los ojos-. Quiero esa
sonrisa todos los días de mi vida.
E_ Cariño –la abrazó sintiendo como Maca la estrechaba
fuerte entre sus brazos y le dejaba un beso en el hombro.
M_ ¿Qué esperas tú de mí? –la separó mirándola a los
ojos.
E_ Espero que seas así, sincera hasta en lo más difícil que
es abrir un corazón herido, dejarme entrar en tu vida,
espero que todos los días me llenes con esa sonrisa tuya
que me derrite, y espero, que un día podamos juntas llegar
a Madrid, y si lo quieres y necesitas, luchemos por tu hijo, si
lo decides, me tendrás a tu lado.
Aquellas palabras de Esther, lograron que Maca sintiera
lo que era la felicidad, se volvieron a abrazar a besar con
lentitud, con esmero, con cariño infinito y abrazadas,
dejaron que el amanecer les inundara para ser testigo de su
felicidad.
Tras contemplar el final del amanecer, bajaron
nuevamente a la cabaña, nuevamente se entregaron a la
pasión pero en aquel momento, quizá por la seguridad, por
el amor que se habían confesado fue mucho más intenso,
los besos, alcanzaban lugares que raramente quedaban sin
explorar, los labios se reconocían y jugaban con la
intensidad, con el roce suave e intenso de sus lenguas que
se anhelaban por igual, las caricias se mostraban lentas,
tiernas y apasionantes, abarcaban tanta piel como
403 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
deseaban, caricias que cuando tocaban los pechos se
tornaban fieras, caricias que cuando llegaban al vientre
volvían a ser suaves, caricias que buscaban el centro del
otro ser para inundarlo de placer. Y así, rendidas quedaron
fundidas en un abrazo durmiendo, olvidándose del mundo,
olvidándose de todo excepto ese amor que les bombeaba
en el corazón.
Dos toques en la puerta daban la señal del desayuno.
E_ Maca… el desayuno.
M_ Mmmm.
E_ Ve –musitaba.
M_ Yo fui ayer, te toca a ti –se acomodó más en la cama
metiéndose en la sábana.
E_ Voy.. voy… ¿y mi ropa? –preguntó rascándose la
cabeza mientras bostezaba y se mostraba cansada.
M_ Ehhhh ¿qué haces? –le preguntó al notar que le
quitaba la sábana.
E_ Voy que insisten y no sé donde me dejaste la ropa –
decía musitando para que quien estuviera fuera no pudiera
escuchar su conversación.
M_ Joder… no tardes…
E_ Shhh –la mandó callar. Se enrolló la sábana al cuerpo
desnudo y abrió, al ver quien había allí esperando sonrió-.
¡Hola!
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T_ Jesús, María y José –dijo a modo de sorpresa al ver su
cara.
E_ ¿Cuándo has llegado?
T_ Esta mañana… ¿cómo lo vas a coger? –le señaló la
bandeja.
E_ ¿Puedes pasarla tú?, es que… -ponía gesto de
circunstancias.
T_ Ya… ya… me hago cargo.
E_ No mires, Maca está desnuda –le susurró bajito.
T_ ¡Bueno! –hizo de su gesto un verdadero escándalo.
E_ ¿Cómo te ha ido? –le preguntó bajito porque Maca que
dormía de lado sin que se viera nada de su cuerpo desnudo
no la despertara.
T_ No del todo bien, pero ya se verá.
E_ ¡Ah! –pareció no entender sus palabras.
T_ Os doy una hora para desayunar y os vais a la ducha
que… -hizo una señal en su nariz como de que la cabaña
olía.
E_ Vale –se puso colorada sin poderlo remediar.
T_ Y te voy a decir una cosa Esther, tienes muy mala
cara.
E_ No he dormido mucho –se defendió.
T_ Esther… el sexo adelgaza te lo advierto –le dijo una
vez fuera de la cabaña apuntándola con su dedo índice.
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E_ Me quiero quedar en los huesos si es así Teresa, nunca
había vivido algo tan… tan… tan… ¡ay! –suspiró y cerró la
puerta con cara de enamorada total.
T_ ¡Por los Clavos de Cristo! –susurró impactada por la
declaración.
Dentro, después de dar un buen trago de zumo y un
bocado a un pedazo de coco, se acercó mirando a una Maca
que dormía rendida, nunca la había visto así, era consciente
que se había quitado un buen peso de encima, apoyó una
pierna sobre la cama y le acarició el brazo con ternura.
M_ Te echo de menos.
E_ Y yo mi vida.
M_ Ven un poco más –se giró abriendo los brazos y fue
como una invitación irresistible a la que no quiso resistirse.
Se refugió entre ellos, sobre el pecho que se había enfriado
de Maca-. Te echaba de menos…
E_ Creo que voy a tener que hacer algo te has quedado
helada –le acariciaba el pecho derecho.
M_ Si es que no tienes conciencia en abandonarme –le
acariciaba a su vez la espalda.
E_ Soy mala.
M_ Mucho.
E_ ¿Me perdonas?
M_ Te lo vas a tener que ganar.
406 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Teresa me ha dicho que el sexo adelgaza.
M_ ¿Ya ha vuelto? –le preguntó abriendo los ojos.
E_ Sí.
M_ Que extraño… ¿dónde habrá ido? –preguntó con cierto
misterio.
E_ Con el novio, no tenía cara desde luego.
M_ Ya te dije se quedo con nosotras.
E_ ¿Y dónde crees que habrá ido?
M_ Ni idea, bueno viene Navidad, igual ha ido a tratar de
conseguir algo de tela para las fiestas.
E_ ¿Tú crees?, ¿no nos sirven los liputas que tenemos? –
apoyó su barbilla sobre su pecho.
M_ Uf, si te lo pones, te aseguro que me da algo si no te
tengo antes, me debes dejar muy saciada para no echarme
a tu cuello –Esther dio una carcajada, Maca la miró y
acarició lentamente su cara-. Me encanta verte reír.
E_ Tú me haces reír, creo que más que en toda mi vida –
la besó con suavidad.
M_ Me alegro.
E_ Te quiero –la besó como si supiera que a Maca le
costaba decirlo y de esa manera se lo ponía más fácil.
M_ Esther –la abrazó fuertemente.
En la cabaña de Vilches, Teresa caminaba de lado a
lado un tanto nerviosa mientras se frotaba las manos,
407 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
hablaba sin parar mientras él comía sin abrir la boca más
que para masticar las masas que hacían las mujeres en
forma de bollo. Cuando terminó de hablar, Vilches terminó
de comer, entonces la miró con gesto serio, muy serio.
V_ ¿Y qué esperabas?
T_ Otra cosa, algo de entendimiento.
V_ No lo vas a lograr.
T_ ¿Y qué vamos a hacer?
V_ Esperar –elevó los hombros.
T_ ¡Ahora, justo ahora!
V_ Teresa… me duele la cabeza no has parado de hablar
desde que has entrado, estás histérica con este tema, has
hecho más de lo que debías, y yo haré igual, punto, así
que… relájate no me alteres mi retiro forzoso que ya me
tiene hasta los mismísimos.
T_ De momento no habéis desarrollado nada, creo que
podríamos rebajar los días ¿no?
V_ Creo que sí, porque me voy a volver loco.
T_ Bueno cálmate que hoy te va a llamar Cruz.
V_ Por eso Teresa porque si estoy trabajando no pienso
en otra cosa, pero si la oigo, hablo con ella y me vengo
aquí... me pongo muy mal.
T_ No tenéis remedio.
V_ ¿Y eso? –la miró enarcando una ceja.
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T_ Pues eso porque las otras dos están igual, van a
quedarse en los huesos.
V_ Serás mal pensada –le respondió ofendido
entrecerrando los ojos.
T_ Piensa mal y acertarás.
Habían terminado el desayuno, Esther le había contado
como Teresa les había dejado avisado que en una hora
estaría por ellas, así que tuvieron que frenar la pasión y
comenzaron a conocerse algo mejor, a la pregunta de una
la otra contestaba.
E_ ¿Cuándo te diste cuenta que eras lesbiana?
M_ Uf muy pronto, jeje –sonrió con picardía-, mi hermano
tenía una amiga que estaba siempre por casa, a mí la
amiga me producía unas subidas de todo que no sabía por
entonces como bajarlas –Esther ser moría de la risa por los
gestos de Maca-. Así que pensé que nada más era que esa
chica me gustaba porque le gustaba a mi hermano y como
siempre rivalizábamos por todo –elevó los hombros-. Pero
después, vino a casa una chica para el servicio, me tenía
loca.
E_ ¡Tú eras ya una salida de pequeña! –le decía
sonriendo.
M_ Y tanto que si ¡qué quieres que haga! –la miraba
provocándola.
E_ Pues que a partir de ahora me mires solo a mí.
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M_ Eso sabes que no tienes que decírmelo, ya sé que eres
celosa así que me cuidaré mucho de hacer nada indebido.
E_ Más te vale.
M_ Lo mismo digo –se acercó a besarla cuando la puerta
se abrió de par en par asustándolas-. Eh Teresa ¿se te ha
olvidado llamar?
T_ No, si os llego a pillar, traía esto para despegaros –
enseñó una especie de sacudidor que tenía puesto en la
espalda mientras las miraba muy serias.
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh, uh uh uh.
M_ A la cama no a la cama no –le gritaba como loca Maca.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrr –pedorreta para Maca salto a la
cama y abrazo para Esther.
M_ La madre que te parió –le dijo secándose la cara.
E_ Es adorable mi pequeña Mona... ¿y Valiente?
T_ Castigado.
M_ ¿Lo has castigado? –se miraron entre ellas-. ¿Y eso?
T_ Historias para no dormir, debe oler vuestras hormonas
y el niño va salido por ahí, ha aprendido que tiene algo para
utilizar, le he pillado haciendo una guarrada con el banco
del comedor –abría muchos los ojos.
Mo_ Uh, uh uh ahhhhhhhhhh –movía las manos
exageradamente al compás de sus caderas para lante, para
tras.
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E_ Que fuerte –murmuraba Esther al ver al animal hacer
ese movimiento.
M_ Parece Fiebre de una Noche de Sábado.
Aquel comentario más el baile de Mona, fue una buena
excusa para reírse muy a gusto las tres, empezando por
Teresa que se tuvo que juntar las piernas en señal que de lo
contrario se hacia pipi. La primera en ducharse fue Esther,
hicieron el mismo ritual de la ropa, se metió en la ducha y
comenzó a cantar.
E_ Adoro la calle en que nos vimos... la noche cuando nos
conocimos.
Mo_ Ahhh uhhhh, ahhhhh, uhhhhhhhhhh.
E_ Adoro las cosas que me dices, nuestros ratos felices,
los adoro vida mía –cantaba entusiasmada mientras
recordaba sus besos, sus caricias, sus susurros.
Mo_ Aaahhhhh, uhhhhhhhhh, uhhhh uhh uhhhh.
E_ Adoro la forma en que sonríes –no podía dejar de
sonreír al cantar esa estrofa-, el modo en que a veces me
riñes, la seda de tus manos, los besos que nos damos, los
adoro vida mía –subía el tono.
Mo_ AHHH, UHHH, AHHHHHH, UHHHHHH, AH AH AH AH
AH –seguía el compás de Esther.
T_ Esto es pa mear y no echar gota, que dice Vilches...
que sincronización.
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Y así siguieron hasta que Esther dio por finalizada la
ducha, Mona los coros, y Teresa el martirio. Esther salió en
su nube particular, cogió de la mano a Mona y se fue a la
cabaña, Teresa se quedó allí de piedra al ver el estado en el
que se marchaba, y tras el espectáculo vivido, no lograba
reponerse del todo. Entonces entró Maca, se desnudó sin
decirle palabra y sin más se metió en la ducha.
T_ Otra –susurró negando con la cabeza al menos no
canta.
M_ Teresa... ¿piensas decirme donde has ido?
T_ No tengo nada que contar.
M_ A mí no me engañas que te conozco.
T_ Te conozco bacalao aunque vengas disfrazao –soltó
riendo.
M_ ¿Estás bien? –sacó la cabeza mirándola incrédula con
el jabón en su pelo.
T_ Después de soportar un dueto Esther Mona, cantando
Adoro, no muy bien la verdad.
M_ Mi Esther cantando Adoro.
T_ Eso he dicho, oye... ¿tu Esther?
M_ ¡Ay Teresa que creo me han pillado! –sonreía dentro
de la ducha sintiéndose feliz.
T_ ¿Me lo vas a explicar?
M_ Sí, pero cuando salga de esa cabaña, si salgo viva.
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T_ A ver que haces porque Esther se me está quedando
en los huesos y tú... a ti te veo más flaca de cara.
M_ ¿Quieres que te cuente lo que hago? –volvió a sacar la
cabeza enarcando sus cejas.
T_ Payasa eres, ¡va que no tengo todo el día!
Ns_ Mami... tener una llamada.
T_ Vaya por Dios...
M_ Ve que no me voy a escapar te lo aseguro –le decía
gritando-. Nsona, bonso nge kele? (Nsona como estás).
Ns_ Mwasi Maca, kele mbote. ¿Ti nge? -(Maca, estoy
bien.¿Y tú?) le dijo con una sonrisa amplia y feliz.
M_ Mono kele na monikaka (Estoy en la luna) le decía
demostrando su felicidad, frase que dedicaban cuando
alguien era feliz, realmente feliz.
Ns_ Me alegro –dijo sin esconder su alegría sincera.
M_ Melesi Nsona.
Ns_ Esther kele Mwasi sambu na (Esther es la mujer para
ti). Mbata Mwasi.
M_ Mbata –le dijo mientras pensaba aquellas palabras de
Nsona, sonrió y susurró-. Si, Esther es la mujer que
necesitaba, si.
Cuando Teresa llamó a la puerta de la cabaña, Maca ya
estaba allí contándole la conversación que había mantenido
con Nsona, Esther sonreía feliz de ver que a todos les
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parecía tan bien su relación. Asombrada por un lado por la
facilidad con que todos admitían aquello, se suponía que en
el tercer mundo, que para ella en ese aspecto superaba al
supuesto “primer mundo y sus prejuicios”.
M_ Pasa Teresa.
T_ Esther ven, es tu madre.
E_ ¿Mi madre?
T_ Eso ha dicho, toma, ponte la mascarilla.
M_ ¡Vamos Teresa!
T_ No quiero riesgos.
E_ Ahora vuelvo mi amor.
M_ No tardes –le lanzó un besito.
T_ Mi amor... no tardes... ¡madre mía cuanta tontería! –
decía burlándose pero encantada de ser testigo de aquel
amor.
M_ Teresa ¿podrás venir un momento mientras Esther
habla?
T_ Claro cariño –le sonrió.
M_ Gracias. ¡Ay! –suspiro hondo muy hondo, hondísimo
de amor.
La acompañó hasta la radio, para Esther ir caminando
por la aldea sin poder acercarse a nadie era un palo, saludó
a los niños con su amplia sonrisa, Nmaba saludó porque su
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perro le tocó con la pata y sabía que alguien había, su nieto
le dijo que era Esther.
Nm_ Nzambi nge kubotikila, Mwasi Esther (Dios te
bendiga, Esther).
E_ Melesi Namba, melesi –le contestó emocionada.
T_ Venga Esther... vas a hablar con tu madre.
E_ Ya... pero... no dejan de sorprenderme –la miró con los
ojos emocionados-. Espero que no me diga que no hizo el
encargo.
T_ Tranquila, sobre todo no discutas, te dejo hablar sola
con ella ¿vale?
E_ Gracias Teresa.
Allí la dejó y salió a paso ligero hacia la cabaña, sonrió
al ver como los niños jugaban con su rota pelota, gritaban y
hacían los bailes que habían visto a las dos mwasis, Maca
reía abiertamente tras la ventana, reconocía aquel
movimiento en Esther y recordó aquel partido de fútbol que
tanto le había gustado. Suspiró algo asustada.
T_ Aquí me tienes, ¿tú dirás?
M_ Necesito tu ayuda para algo que quiero hacer, pero
antes quiero que sepas algo.
T_ Espero que bueno, porque últimamente todo es malo.
M_ He hablado con Esther, le he hablado con toda mi
franqueza respecto a Julia.
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T_ ¿Y? –la miraba con el ceño fruncido.
M_ Tenías razón, Esther es una mujer maravillosa repleta
de amor para dar, y de tantas otras cosas –le decía con
gesto feliz.
T_ Ya –sonrió sentándose junto a la cama, junto a ella.
M_ He compartido contigo mis peores momentos
¿verdad?
T_ Sí, he sufrido y lo sabes.
M_ Pues ahora quiero que dejes de sufrir, voy a sacar de
mí ese espíritu malvado que me poseyó, y voy a centrarme
en amar a Esther.
T_ ¿Me lo estás diciendo en serio? –la miraba fijamente.
M_ ¿Crees que bromearía en algo así?, la quiero... me ha
enseñado a quererla con una fuerza que me asusta Teresa,
y me he dado cuenta con lo de Julia –la nombró con
tranquilidad y entonces la buena de Teresa se percató que
era cierto, lo había superado-. En otro momento me habría
alegrado, me habría puesto frenética, feliz, dispuesta a
esperar, sin embargo lo que sentí fue miedo, miedo por si
perdía a Esther.
T_ No sabes lo que me alegra, te lo digo de corazón –le
acarició el pelo con ternura.
M_ Lo sé, por eso te lo cuento, para que estés tranquila y
sepas que Esther ha derrumbado del todo la muralla que
creé, y ahora necesito tu ayuda.
416 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ ¿Mi ayuda?
M_ Sí, verás...
Al rato llegó Esther con gesto tranquilo, la charla con su
madre había sido muy amena, al llegar a la cabaña se
quedó un rato Teresa hablando con ellas, contándoles cosas
de la aldea, como Massamba había dicho que Ngouabi
estaba preparado para salir de allí, para ser un hombre,
como Zulú le había aconsejado al muchacho que al igual
que Massamba le dijo, esperara un poco más de tiempo y
que a poder ser, fuera llevado por algún camión de Médicos
Sin Fronteras. Sobre Lula y sus pasos hacia Massamba,
parecía que la muchacha iba perdiendo el miedo y repulsión
que le había quedado por los hombres después de su
experiencia, como Yildas y Sissou también se acercaban
poco a poco, como los niños preguntaban por las mwasis y
pedían jugar al fútbol con ellas, como Zambi, Dib y Laobi,
querían darle una sorpresa a Zulú por ser nuevamente
padre, y como ella y Nmaba, hablaban de aquellas dos
mujeres que tanto se querían. Ambas sonreían ante el
enorme cariño y dulzura que existía en la aldea, en lo
mucho que las respetaban y las querían.
E_ ¿Y Vilches?
T_ Ni me lo nombres, me tiene contenta.
M_ Paciencia Teresa ya sabes que él es como un león,
enjaulado se vuelve insoportable.
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T_ Me lo dirás a mí. Bueno pues me retiro a descansar y a
preparar la cena.
M_ Vale.
E_ ¿Nos vas a traer algo rico? –la miró sonriente.
T_ No sé... me lo pensaré. Hasta luego.
M_ Bueno... ya empezaba a plantearme la idea de echarla
–se acercó a ella abrazándola por detrás mientras la mecía
suavemente y Esther se dejaba mecer.
E_ Pobrecilla.
M_ ¿Todo bien con tu madre?
E_ Bueno, en su línea distante, pero bien. Le he hablado
de ti –sonrió.
M_ ¿De mí?
E_ Sí, bueno no le he dicho la verdad creo que le daría un
pasmo.
M_ Vaya –Esther se giró entonces mirándola-. Lo siento.
E_ Yo no, el día que se lo diga, lo haré con la cabeza muy
alta, si quiere bien, si no, pues peor para ella porque se
queda sin conocer a una nuera espectacular.
M_ En eso tienes toda la razón –la besó en la frente-. No
va a tener una nuera mejor que yo.
E_ Por supuesto. ¡Creída por favor! –dijo finalmente
explotando en una carcajada ante el gesto y el guiño de
Maca.
418 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Ya sabes que si. ¿Bueno y a ver que le apetece a
hacer a mi peque? –le besaba con suavidad.
E_ Descansar, tengo agujetas cariño –le reía-. Y
podríamos aprovechar para aprender algo de kikongo.
M_ De acuerdo. Luego nge ti mono kuyongana.
E_ Espera.. espera... eso me lo dijiste una vez.
M_ Inga kuanwa (si cariño).
E_ Eso no vale... eso no vale...
M_ Nswalu mono kele yanwu –le susurró al oído.
E_ Dios.. dios... ¿dime el significado ya?, no seas bruja..
no seas mala Maca –ella se moría de risa.
M_ No señora lo tienes que aprender.
Así pasaron un buen rato, Maca impresionada por la
hoja de cálculo de Esther, le encantaba su pulcritud para el
trabajo, y no solo como enfermera, se daba cuenta que
para todo era tan recta como para su trabajo. Finalmente
descifró la frase de Maca que se reía abiertamente.
E_ No si yo cuando digo lo que digo... así que estás
yanwu.
M_ Mucho.
E_ Y quieres que vaya nswalu.
M_ Si –le hizo un pucherito.
E_ ¿Alguna vez te han dicho que eres muy mala?
M_ Pocas –negó graciosamente.
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E_ Pues te lo digo yo decirme Nsawalu mono kele yanwu
(rápido que estoy caliente), para picarme...
M_ Me encanta cuando hablas en kikongo, tu
pronunciación es espectacular.
E_ Perdona –se separó cuando le iba a besar-. Es que...
cuando una es buena... es buena.
M_ Payasa...
E_ Pues si... y ahora te digo yo, nge ti mono kuyongana
(hagamos el amor).
La echó contra el colchón y siguieron con su rutina de
amarse lentamente.
En la hora de la cena, Esther notó que Maca estaba algo
nerviosa, le había hecho vestirse con la poca ropa que
pasó, y ella misma se había puesto un conjunto pantalón y
casaca negro que le quedaba de muerte. Cuando sonaron
los golpes característicos, Maca le hizo sentarse en la silla.
M_ No te muevas.
E_ Vale –sonrió algo nerviosa de verla a ella.
M_ Pasa.
T_ Buenas noches –entraron Teresa y Sissou que se
quedo fuera dejándole la bandeja a Maca que le guiñó un
ojo-. Aquí está vuestra cena.
E_ ¡Dios!, ¿y esto? –le preguntó poniéndose en pie y
ayudándole.
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T_ Maca dijo cena especial... aquí está cena especial.
E_ ¿Ah si? –la miraba con una sonrisa divertida mientras
Maca dejaba la otra bandeja sobre la mesa.
M_ Estooooo si –sonrió feliz.
E_ ¿Te quedas Teresa?
T_ Pues no lo sé –elevó los hombros divertida mirando a
Maca.
M_ No, no se queda.
E_ No entiendo nada y me estás poniendo nerviosa –le
sonrió.
T_ ¿Puedo decir algo? –levantó el dedo Maca asintió-. A mí
también.
M_ Me encanta poner nerviosa a las dos mujeres que más
quiero.
T_ Mira que bien.
E_ Es un bicho sin remedio Teresa.
M_ Bueno a ver... a lo que iba, ven Esther –le tomó la
mano y se planto delante de Teresa. Suspiró
profundamente mientras las velas jugueteaban con la luces
en la cabaña haciendo un entorno repleto de
romanticismo-. Quería que Teresa estuviera presente,
porque como veo que andas floja de memoria –Esther
sonrió cogiéndole la mano nerviosa mientras Maca sacaba
de uno de sus anchos bolsillos una flor igual a la que le dejó
sobre la cama, se la puso en la oreja apartando el pelo, le
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daba una luminosidad a Esther que Teresa admiró de igual
manera que lo estaba haciendo Maca-. Eres la persona más
importante de mi vida, te lo dije no sé a quien debo dar
gracias por tenerte a mi lado, por aparecer con esa
arrebatadora sonrisa que me ha conquistado desde el
primer día, sé que no va a ser fácil porque en lugar donde
estamos no lo es, pero quiero que lo seas todo para mí, por
eso Esther García –hizo una pequeña reverencia, Teresa las
miraba con emoción-. Aquí delante de Teresa como testigo
de mi gran amor por ti, te digo, ¿quieres casarte conmigo?
Hubo silencio, tanto que se escucharon los golpeteos de
los tres corazones, el de Teresa emocionado al ver a Maca
recuperada siendo la misma de siempre, el de Maca ansioso
por la respuesta y el de Esther sorprendido, halagado y
enormemente, feliz.
E_ ¿Puedes repetirlo?
M_ ¿Quieres casarte con esta mujer que te adora? –le
decía con sus dedos entrelazados y una sonrisa maravillosa
en su cara.
E_ Sí quiero, claro que quiero, ¡claro qué quiero!
Se fundieron en un abrazo, un beso de pasión, unas
lagrimas emocionadas rodando por las mejillas de ambas, y
una mirada repleta de felicidad por parte de Teresa, una
mirada que al mismo tiempo, trataba de esconder el miedo
que sentía en ese momento.
422 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Al separarse, Esther la miró un poco sorprendida, Maca
lo hacía divertida, Teresa carraspeó como queriendo
participar de aquella buena noticia que la llenaba de
satisfacción por ambas.
E_ Espera un momento –le dijo de pronto a Maca
frunciendo el ceño, gesto que borró la risa de Teresa.
T_ “Ya verás tú, al final no se me casa” –pensaba con una
mano puesta en la cadera.
M_ ¿Qué pasa? –la miraba divertida sin poder dejar de
sonreír.
E_ ¿Cómo me voy a casar contigo sin antes haber sido tu
novia? –la miraba muy seria-. Se van a pensar que estoy
embarazada.
T_ ¡Mira que eres burra! –dijo sin poder callarse
apartando a Maca y abrazándola con cariño, durante el
abrazo, le susurró-. Gracias.
M_ No te pases Teresa que estás tocando mucho.
T_ No sí… cuando yo digo que sois tal para cual, es que lo
sois –besó a Maca sonriendo-. Que emoción ¡madre!,
menuda boda vamos a hacer. ¡Por fin puedo colocarte!
M_ ¿Pero como puedes decir eso con lo mona que soy? –le
decía entrecerrando los ojos como si se ofendiera ante su
comentario recibiendo la mueca de burla por parte de
Teresa.
E_ ¿Puedo preguntar algo?
423 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Claro mi amor, puedes preguntar todo lo que quieras –
metió su dedito juguetón en el escote de Esther que la
apartó sonriente, llevándose Maca el codazo de Teresa ante
su acción delante suya-. ¡Au!
T_ Las manos quietas en mi presencia.
E_ A ver, yo he visto bodas por rituales rarísimos, espero
que no sea ese ritual de ir con una faldita nada más –
enarcaba las cejas.
T_ ¿Crees que ésta te dejaría ir así? –le preguntó con
sarcasmo.
M_ Un respeto ¿eh Teresa?
T_ No Esther, de hecho es la segunda boda que vamos a
hacer.
M_ Es cierto, la primera fue Zulú y Nsona –sonrió al
recordarlo.
T_ Y nos lo pasamos muy bien.
M_ Es cierto, menudo pedo pillé –sonrió recordando que
Zambi y ella se pasaron con la bebida y acabaron metidos
en el bebedero para los animales que tenían por aquel
entonces.
T_ No me lo recuerdes.
E_ ¿Pero me lo vais a contar? –preguntaba divertida de
verlas como si fueran Tip y Coll debatiendo-. ¡Vaya pareja!
T_ Yo hago la boda.
424 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Tú?
T_ Anda claro, para algo me ha de servir ser la más vieja
del lugar ¿no?
M_ Tenemos que preparar los vestidos.
T_ Sobraron telas, no hay problema.
M_ Me niego a que Esther se haga un modelito como el
liputa, o, os aseguro que no respondo –le decía muy seria.
T_ Calla, calla –decía haciéndose la escandalizada.
E_ Tanto discutir en España la ley de matrimonios
homosexuales, y llego a la Selva y en un santiamén me
casan.
M_ Pero… antes tengo que aclararte algo –la cogió de la
cintura omitiendo el carraspeo de Teresa-. Aquí no hay
divorcio.
E_ ¿No? –no podía evitar esa sonrisa juguetona, divertida
y alegre que le provocaba Maca cuando se ponía en ese
plan divertido.
M_ No.
T_ Nada, lo que yo diga, como dos cencerros. Así que os
dejo con vuestros preparativos, dos padrinos por cada una.
E_ ¿Puede ser Mona?, sé que le haría mucho ilusión –le
preguntó sacando la cabeza un poco por fuera de la figura
de Maca.
T_ Me lo temía –se marchó mascullando sin cesar.
425 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ La vamos a volver loca –reía.
E_ Maca –la miraba fijamente con sus ojos repletos de
amor, un amor verdadero y único.
M_ Dime cariño –la miraba con su misma devoción.
E_ Si esto es un sueño no me dejes despertar.
M_ No lo es… te lo aseguro, es más te lo voy a demostrar.
Sus manos se colaron por debajo de su blusa rozando
suavemente su piel, mientras Maca se mordía el labio
inferior mirándola fijamente, cuando vio que Esther cerraba
los ojos y hacía lo mismo con sus manos buscando la piel
de la Pediatra, le musitó.
M_ ¿Sueñas?
E_ No…
M_ Me alegro –se inclinó lentamente atrapando sus
labios-. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Esther.
E_ Tú también, te lo aseguro –se abrazaron y al hacerlo
vio la cena sobre la mesa-. Esto… esto… que digo yo que…
M_ Tienes hambre -confirmó.
E_ Si –sonrió tan feliz que arrastró la misma sonrisa en los
labios de Maca.
Mientras ellas cenaban, Teresa volvía a reunirse con
Vilches, el hombre la miraba serio, si momentos antes había
sido una fiera enjaulada caminando de lado a lado, nerviosa
426 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
y con cara de susto, en ese momento hacia lo mismo pero
con una felicidad que a Vilches le asustaba.
T_ ¡Imagínate!, nuestra Maca casada… no me lo puedo
creer, todo ha sido tan rápido.
V_ ¿No estará embarazada, verdad? –le dijo muy serio.
T_ ¡Ay Vilches! –protestó de mala gana-. No hagas
bromas.
V_ Debo reconocer que cuando quiere es inteligente y
rápida.
T_ Está enamorada de verdad, no había visto yo esos ojos
así ni con Julia.
V_ Es que mi Esther es mucha Esther.
T_ Si, la verdad que es un cielo de chica y espero que
todo les vaya muy bien.
V_ Tranquila, lo intentaremos.
T_ No sé como va a tomar lo que le viene.
V_ Pues como siempre, con tranquilidad
T_ Ya pero ahora no es lo mismo, ahora si la mandan a
Madrid, sería en el peor momento –decía con la
intranquilidad manifiesta en su rostro, con las manos
apretadas y el andar nervioso.
V_ Bueno, no nos vamos a poner histéricos, ni perder el
norte, que bastante lo hemos perdido ya.
427 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ ¡Qué guapas van a estar!; les pienso hacer el mejor
vestido de toda la Selva.
V_ ¡Teresa eso no tiene ningún mérito! –renegó con gesto
amargo.
T_ ¡Mira Vilches!, bah… no te digo nada ¿para qué?
V_ Joder pues llevas una hora que no has parado, me
estás maltratando psicológicamente.
T_ ¡Tendrás queja! –abrió mucho los ojos-. Bueno a ti te
voy a hacer un traje que con la cámara de fotos de Esther
vamos a alucinar a Cruz.
V_ A mí me dejas tranquilo, ya sabes que esas cosas no
me gustan.
T_ Eres un desaborio.
La noche llegó como tantas otras envuelta en lluvia,
tras darse el festín de la cena, donde las carcajadas y
susurros combinaron la velada, con caricias lentas en sus
manos, entre sus dedos. Una vez finalizaron decidieron
subirse a su refugio con la manta bien abrigadas y bajo una
pequeña repisa de madera que Zulú le había hecho para
refugiarse de la lluvia, a disfrutar de la noche, estaban
abrazadas medio dormidas saboreando ese olor
característico de la lluvia y la hierba mojada.
E_ Maca –la llamó con aire confidencial.
M_ ¿Qué? –sonrió, esa voz en susurros le encantaba.
E_ He pasado mucho miedo con esta última misión.
428 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Yo también, sobre todo cuando tenías los síntomas…
-le besó la frente mostrándose nuevamente tierna y
cariñosa.
E_ Es un tema del que no se puede sacar nada positivo.
M_ Cierto.
E_ Sin embargo a mí me está dejando los mejores
momentos de mi vida hasta ahora, a tu lado así, como si
nada existiera, solas tú y yo.
M_ A mí también –le acarició el brazo-. Aunque no creas
que todo será así, ya has conocido el lado amargo de la
Selva.
E_ Sin duda, ¿por eso nos casamos no? –le preguntó con
candidez.
M_ Sabes mi teoría, en África no puedes pensar en el
futuro, así que hay que aprovechar el presente al máximo y
quiero en ese presente que estés tú, así tal y como estás
ahora.
E_ Que belleza Maca de verdad... no sabía que en la
oscuridad de la noche podías admirar tanta belleza.
M_ Gracias –le dijo amablemente.
E_ ¡Mira que eres presumida! –exclamó sonriendo
mientras se daba la vuelta-. ¿Puedo?
M_ ¿Subir?
E_ Sí.
429 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Claro –abrió las piernas y Esther se colocó entre ellas
como había aprendido a hacer y tanto le gustaba, Maca
apoyó su cara entre el pecho y el cuello de la enfermera
que cerró los ojos-. Me encanta estar así.
E_ Y a mí, sentirte tan cerca –le acariciaba lentamente la
espalda con la voz extasiada por la satisfacción de estar
con ella-. Tan cerca y así tan guapa, la luna te hace
irresistible.
M_ Lo sé –le besó el cuello, suavemente erizando su piel-.
Porque contigo hace lo mismo, me hace perder el control te
aviso.
E_ Pues piérdelo –la miró intensamente con una pasión
desmesurada.
M_ Esther –susurró.
E_ Nunca he hecho el amor bajo la lluvia.
M_ ¿Es una propuesta? –se separó observándola
detenidamente.
E_ ¿Tú qué crees?
M_ Qué me muero de ganas de hacerlo bajo la lluvia, si
Sinatra cantó, porque no vamos a gemir nosotras. ¿Y esto?
–le preguntó tocando su ropa interior-. ¡Esto me sobra!
E_ Jajajaja –dio una carcajada al notar como sacaba su
tanga de un movimiento-. ¿No nos caeremos a bajo?
M_ Uf no sé, pero mira… si me mato haciéndote el amor o
me muero mientras tú me lo haces, no habrá muerte más
430 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
dulce que esa, peque –se apresuraba a levantar su blusa
larga.
E_ Tienes razón, no podemos perder tiempo –le decía
jadeando mientras le bajaba el pantalón-. Joder que difícil.
M_ Es que esto es pequeño –la besaba como loca
mientras hablaba y trataba de ponerse de lado.
E_ ¿Preparada? –le sonrió.
M_ Sí, mucho –salieron de aquel pequeño refugio y se
tumbaron bajo la lluvia-. Hostia que frío está el suelo.
E_ Y el agua que cae... ¿crees que es buena idea? –decía
jadeando mientras le subía la blusa y tocaba sus pechos.
M_ Amarte es buena idea, sea donde sea, y en nada la
vida volverá a ser estresante y difícil, disfrutemos estos
momentos –la tocaba, besaba, arañaba con furor.
E_ Tienes razón –hacía los mismo, le daba lo mismo que
recibía-. Maca... Maca..
M_ ¿Qué?
E_ Qué buena estás ¡joder! –le dijo con excitación
desmedida besándola como loca.
M_ Y tú mi amor... la luna te sigue convirtiendo en loba.
E_ Si, si –se movía sobre ella.
M_ Así... así...
En aquel momento ambas se entregaban bajo la luz de
la luna, recibiendo el agua de la lluvia sobre sus cuerpos,
431 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
era una sensación nueva para ambas, añadido al deseo, se
encontraban con la belleza del entorno, con sus suspiros
mezclados por los cantos de los animales, con el sonido de
la lluvia como compañera en la danza del placer, y es que
para ellas amarse era lo principal, el motivo que a las dos
les había ayudado a superar sentimientos y miedos
anclados en su interior.
Una vez secadas, y relajadas en la cama, Esther
abrazaba el cuerpo de Maca, si algo tenían era que las dos
necesitaban abrazar y se abrazadas por igual, lo sabían y
desde la primera noche siguieron siendo una, no importaba
quien abrazara pero siempre una y después la otra dando y
recibiendo por igual. Esther dormitaba relajada como
siempre que acababan de amarse, Maca aferrada a la mano
de su futura mujer, no podía evitar una lagrima recorriendo
su rostro.
E_ No te parece una perdida estúpida de tiempo, Maca...
¿no te parece que perdemos el tiempo nuestro tiempo?, un
tiempo que no volverá –Maca la miraba seria-. Dime, ¿no te
parece que esta manera de llevar lo que sentimos es una
verdadera lastima perderla?, sin luchar...
M_ Creo que es tarde ya Esther... me voy a la cama.
E_ Siempre huyes cuando debes afrontar algo, te da
miedo.
M_ Esther.
432 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Maca tienes miedo a ser feliz, ¿no te das cuenta?, por
eso no luchar por poder ver a quien es tu hijo, por eso
prefieres no verlo, pierdes el tiempo en lamentaciones pero
no afrontas la vida, tienes miedo Maca, miedo a ser feliz.
Durante la noche, en aquella cabaña, se escapó alguna
caricia, algún beso tierno, buscar ese otro cuerpo,
abrazarse más, aún dormidas buscarse y encontrarse les
daba la misma paz que cuando lo hacían despiertas.
Soñaban sueños parecidos, y lo que en un principio fue un
encierro, se había vuelto en un maravilloso encierro entre
las paredes del amor, entre las luces y sombras de las
velas, o en la oscuridad que antes transformaba pesadillas,
y miedos habían aprendido a que ya forman una sola, que
las manos si buscaban encontraban, que si las bocas
necesitaban tenían, que si el miedo las alcanzaba, al lado
tenían la calma. Y aquella noche no fue diferente a las
anteriores, fue una más, una noche más dedicada al amor.
Suspiros, susurros repletos de pasión, susurros repletos de
ternura, caricias lentas, caricias abrasadoras, sudor,
gemidos, besos tiernos y frenéticos, amor infinito amor.
Los rayos del sol luchaban con las cortinas para poder
entrar a alumbrarlas en su despertar, para poder participar
en aquella cabaña de igual modo que lo hacían los rayos de
la luna, y es que, parecía que ambos astros se habían
aliado con ellas y las envolvían de luz para que nunca más
ninguna tuviera la oscuridad en sus vidas. Y cuando aquel
rayo ganó la partida a la cortina, llegó hasta el rostro de
433 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Maca, desnuda abrazaba el cuerpo de Esther que dormía
boca abajo con las manos escondidas debajo de su
almohada, la sábana las tapaba de forma anárquica y
cuando abrió el ojo con esfuerzo se encontró con la visión
maravillosa de aquella mujer que tantas emociones le
estaba provocando. Era imposible no acariciarla, no podía
aguantarse las ganas de abrazarla, besarla, parecía que
nunca tenía suficiente, era un deseo enfermizo que le
gustaba sentir, que tenía una respuesta como nunca antes
nadie le dio, se sentía querida por Esther, respetada, la
saciaba de amor, y eso provocaba en ella esa sensación de
haber superado tantas cosas de un solo golpe, sentimientos
y miedos que pensó nunca superaría, sin embargo, ahí
estaba la mujer que había logrado derrumbar todas y cada
una de sus razones para no volver a creer en el amor, en
ese momento no solo creía en él, sino, notaba lo mucho que
lo necesitaba, con esa sonrisa que le provocaba verla,
tenerla, adorarla comenzó a pasear su dedo por el medio
de la espalda desnuda de su compañera provocando un
gemido placentero pero lejano, muy lejano que le hacía
entender que estaba por los mundos de los sueños,
mientras, se preguntaba si en ese mundo ella también sería
protagonista como lo era la enfermera en los suyos, y lo era
desde hacía más tiempo del que quizá hasta la propia
Esther podía imaginar, comenzó a soñar con ella al poco de
estar allí, y fue así como fue luchando contra su interior, en
los sueños fue desbancando a la otra, a la que le había
434 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
matado el amor. Se levantó un poco para acomodarse
sobre ella y comenzar a besar el cuerpo desnudo que
parecía invitarla a ello, pero cuando empezó, unas voces la
detuvieron.
E_ Mmmmm, sigue… -musitó volviendo en sí.
M_ Despierta oye esto –le dijo con una sonrisa feliz.
E_ No oigo nada –volvió a dejar caer la cabeza sobre la
almohada.
M_ Vamos cariño, esto es para nosotras –le dijo sonriendo
mientras fuera las mujeres cantaban en voz baja como si
fueran las olas del mar, dando suaves palmas como si
quisiera arropar a la pareja.
E_ Están cantando –susurró mientras se iba
incorporando-. ¿Qué dicen, no lo entiendo?
M_ Cuando abras tus ojos, y la luz del sol te
ilumine, verás a tu lado el motivo para seguir viva,
cuando llegue la luna y vayas a dormir, invocaras a
los dioses para agradecer que siga ahí, la vida os
llevará de la mano por caminos sinuosos, pero la paz
de vuestro corazón, hará que viva siempre el amor…
E_ ¡Uf! –resopló emocionada-. Que bonito.
M_ Si –la miró con sus ojos repletos de ternura y cariño-.
Como tú.
E_ Maca… -la abrazó fuertemente mientras las voces de
las mujeres les llegaban desde fuera.
435 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Vístete corre, ya veras –le sonreía.
Se vistieron con la misma ropa que la noche anterior,
sonreían felices y Maca que sabía lo que iba a encontrarse,
la miraba repleta de ilusión y emoción, quería que Esther
fuera feliz por encima de todo, y aquello conociéndola sabía
que la iba a hacer inmensamente feliz.
Salieron y al abrir la puerta, vieron como los escalones
de la cabaña estaban repletos de flores y hierba
rabiosamente verde, mientras las mujeres dejaban unas
vasijas con un líquido, como les sonreían y según la
tradición les dejaban raíces y dos collares hechos de
madera de árbol. Ambas miraban los presentes realmente
sorprendidas, no esperaban algo así, mientras la canción
seguía sonando en las voces de las mujeres encabezadas
por Nmaba.
E_ Que fuerte.
M_ Si, es la tradición... nos dejan flores para ambientar
nuestras almas, así como aloe vera sacado directamente de
la planta para rociar nuestro cuerpo y que ahuyente los
malos espíritus, raíces de fruta para que tengamos hijos
sanos –sonrió-. Y esos dos collares tallados de madera,
significan que nuestro amor perdurará como lo hacen los
árboles en el tiempo.
E_ Estoy asombrada te lo juro, no sé ni que decir –sonreía
a las mujeres.
M_ Con tu sonrisa se lo has dicho todo.
436 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Melesi –les dijo emocionada mientras las mujeres
seguían bajando la voz y cantando junto a una Teresa que
las miraba orgullosa de aquel matrimonio, de aquella pareja
que iba a ser especial para ellas, dos hijas, si, dos hijas-.
¡Achus!
M_ ¡No me digas que te has constipado! –la miró
sonriendo.
E_ No creo... será alergia.
M_ Melesi mwasis –les dio sonriendo.
Muj_ Yayi ikele beto ebo sambu na beno kudivuluta (Aquí
está nuestra ofrenda para vuestra felicidad).
T_ A partir de ahora, guardáis compromiso la una con la
otra, el primer día cuando nazca el sol después de vuestro
retiro, cada una estará en su cabaña, con últimos rayos del
sol, se hará oficialmente vuestra boda. Nde na Ngulusi ya
beno tendila tuka bubu, na nki ntangu ti na monikaka, (que
el señor os proteja desde hoy, con el sol y la luna)
Muj_ Nde na Ngulusi ya beno.
MyE_ Melesi –dijeron a la vez cogidas de la mano.
E_ Achus.
Las mujeres se marcharon sonrientes, mientras Maca
miraba fijamente a Esther, que graciosamente elevó los
hombros preguntándole la frase de Teresa que quería decir,
Maca comenzó a traducirle y decirle lo que pasaría el día de
la boda, Esther escuchaba atenta, maravillada de aquel
437 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mundo, que dentro de la desgracia sacaba fuerzas para
crear en la tenebrosidad del vivir día a día, una alegría que
inundaba todo y lo llenaba de luz.
M_ Así es cariño, lo mejor y lo peor está aquí.
E_ Me asombra... oye y con el aloe verá ¿tú crees que...
podremos... ya sabes?
M_ Jajajajaja –dio una carcajada que resonó en toda la
cabaña y sorprendiendo a Esther la empujó hasta la cama,
ésta cayó abriendo sus piernas dejándole el hueco
necesario para que Maca se acomodará-. Creo que este
encierro te está haciendo peor que yo.
E_ Eso es imposible –le dijo sonriendo mientras buscaba
sus labios y Maca los retiraba.
M_ No, en ti ha sido muy posible –fue a besarla pero
Esther también sabía jugar y le retiró la boca-. ¡Con que
esas tenemos, eh!
E_ Aprendo rápido.
M_ Desde luego, pero yo... soy la mejor... no lo olvides –
entonces le cogió por sorpresa de los brazos echándolos
hacia tras y así llegando a su boca con total libertad, una
vez besada, indagada en su interior, la miró con ojos
seductores y le musitó tocando con su nariz la suya-. Lo
ves.
T_ Vamos... vamos.... vamos –entraba Teresa haciendo
que ambas de un salto se pusieran en pie.
438 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¡Joder Teresa no sabes llamar!
E_ ¿A qué me recuerda eso? –puso su mano en la barbilla
llevándose la mirada de riña de Maca.
T_ Hoy tengo muchas cosas que hacer, así que aligerar.
E_ Oye Teresa –se levantó corriendo a por su desayuno
dejando a Maca en la cama sentada mientras cerraba los
ojos y negaba con la cabeza-. Que sepas que me ha
encantado lo que habéis hecho.
T_ Esto no es nada, te aseguro que te queda mucho por
sorprenderte.
M_ A mí eso de separarnos otra vez no me gusta nada –le
decía con el ceño fruncido mientras llegaba hasta la mesa.
T_ Tú a callar –le dijo sin contemplaciones-. Y a la ducha
que no tengo todo el día.
M_ ¿Yo?
T_ Sí, tú, Esther está comiendo y tiene que recuperarse.
E_ ¡Achús!
T_ Jesús hija... jesús.
M_ Eso te pasa por dormir con el culo al aire –le dijo muy
seria mientras se daba la vuelta.
E_ ¡Maca! –la riñó pero con esa sonrisa tan maravillosa
que la descolocaba.
T_ ¡Señor... señor! –repetía saliendo de la cabaña.
439 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ La tienes escandalizada Esther, y eso que no sabe
como me pones –le susurró en el oído mientras le
acariciaba con la punta de su lengua el lóbulo.
E_ Ahhhhhhhhhhh –suspiraba guturalmente mientras
mordía su masa de pan.
M_ Vuelvo en seguida –le guiñó el ojo-. Au.
E_ Eso por ponerme y dejarme –le dijo tras pegarle una
palmada en el culo.
M_ Mala.
Al salir, Teresa la esperaba con los brazos cruzados, ella
le sonrió, siguieron con el ritual de siempre, ropa
desinfectada, mientras Maca se aseaba, una vez salió,
cuando Teresa iba a salir de allí, Maca la llamó.
M_ Teresa... espera por favor.
T_ ¿Qué te pasa?
M_ Necesito hablar contigo un momento y quiero que sea
a solas.
T_ Dime –la miraba con cierto temor por su rictus serio y
juntas fueron hasta un escalón grande que había en un
lateral para poderse sentar, lo hicieron y Teresa miró a
Maca que la notaba demasiado seria.
M_ Tengo miedo –susurró tras un profundo suspiro
mientras cerraba los ojos.
T_ ¿De qué?
440 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Anoche cuando Esther me abrazaba, no pude
remediarlo Teresa, me puse a llorar.
T_ ¿A llorar?, ¿por qué? –la miraba alertada por su gesto
de miedo, le cogió la mano mirándola con temor.
M_ Porque tengo miedo a no estar a la altura de Esther,
es una mujer sorprendente, maravillosa, única... no sé... me
da miedo, me asusta.
T_ Maca, cariño mírame –le puso la mano en la barbilla-.
Creo que es la mujer que te mereces, la que puede darte
esa felicidad que siempre has anhelado.
M_ ¿Y si no soy capaz de hacerla feliz? –seguía aterrada.
T_ ¡Pero qué tonterías dices! –le dijo con el ceño fruncido.
M_ No sé Teresa, nunca me habían tratado como ella, ya
no solo en la cama que es un volcán que me excita como
ninguna otra, sino, hasta cuando estoy durmiendo se ocupa
de mí, me tapa, me abraza, me besa... cuando estamos
abrazadas siempre tiene la caricia justa que necesito, ¡si
hasta me ha dicho que luchar por Alejandro! –Teresa abrió
los ojos como platos y tras un segundo le dijo casi
histérica-. Joder Teresa que Esther es un pedazo de mujer...
T_ A ver Maca, estás un poco desbordada eso es todo,
pero Esther está haciendo lo que cualquier persona que
está enamorada de otra hace, eso implica que tú tienes que
ser como eres, ni más ni menos, no significa que debas
hacer cosas que no sientes, ella siente taparte por la noche,
¿cuál es el problema?
441 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ No es un problema, es que... ¡joder que no estoy
acostumbrada y no sé como responderle a esas cosas!
T_ Ya, tú estas preparada para responder un buen
calentón ¡Maca! –la riñó-. Deja de pensar así, tú has sido la
mujer más atenta del mundo por una mujer que no te dio
nada, ¿quieres decirme que no vas a saber tratar a Esther?,
no me lo creo, de verdad, eres atenta, fantástica,
cuidadosa, no tengo dudas de que la vas a tratara como a
una reina. Y ella lo sabe.
M_ Me da miedo no darle lo que espera.
T_ Ella solo espera amor.
M_ ¿Solo? –la miró con cierta ironía.
T_ Sí, solo y de eso tú tienes para dar y tomar,
¿entendido?
M_ Quiero que salga bien Teresa, necesito que salga bien.
T_ Pues cuídalo, el amor es como una planta, hay que
cuidarla, regalar, abonarla todos los días, pues eso es lo
que tienes que hacer. Amarla, respetarla, cuidarla, adorarla
y sobre todo, demostrarle todo eso, eso es amor.
M_ Vaya animo me das, a mí que se me mueren todas las
plantas que tuve –sonrió de lado.
T_ ¡Tonta eres! –le dio un golpecito-. ¿Así qué un volcán?
–le preguntó elevando sus cejas.
M_ Teresa te aseguro que me he acostado con varias,
pero ninguna como Esther.
442 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Quizá porque lo hace con amor, ternura, pasión –Maca
la miraba pensativa-. Eso es lo que se dice hacer el amor, lo
otro tiene otro nombre que me niego a decir.
M_ Si, lo otro es follar, esto es amar.
T_ ¡Qué bruta eres Maca, qué bruta eres! –le decía con
gesto de espanto.
M_ Te quiero –la abrazó de repente suspirando.
T_ Yo también... a pesar de que seas un poco
desagradable cuando quieres.
Cuando le llegó el turno a Esther, Maca entró y le dijo
con su sonrisa boba de verla, que Teresa la esperaba, antes
de salir, Esther se colgó de su cuello y comenzó a besarla,
pequeños besos continuados en los labios mientras le decía
con voz entregada, agudizada por el deseo.
E_ Te he echado de menos, has tardado mucho... te
quiero, mi amor... mi vida...
M_ Esther... Esther... que no te dejo ir ¿eh? –le decía
abrazándola contra su cuerpo fuertemente contestando a
todos y cada uno de sus besos.
E_ Cariño... –suspiraba mirándola con efusividad.
M_ Venga ve o Teresa me reñirá a mí, se piensa que soy
yo la que empieza siempre –le decía susurrando mientras la
miraba a los ojos con esa felicidad que habían en ellos.
443 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Es que siempre empiezas tú cariño –le pasó la mano
disimuladamente por su pecho izquierdo con gesto de
pillina.
M_ Eres muy mala, ahora te vas y me dejas con este
fuego –musitó con su voz embriagada por ese deseo, con
sus ojos abrasando los de la enfermera que sonreía feliz,
mientras Esther posaba sus manos en el trasero, apretando
fuerte, muy fuerte acompañando al gesto de sus manos una
mueca de pasión-. Esther...
E_ Pues mantenlo, por tu bien... –le guiñó un ojo
graciosamente mientras la seguía besando sin cesar-.
Mantenlo.
T_ ¡Esther! –la llamó desde la esquina.
E_ Ya voy... es que Maca no me deja salir... –dijo con una
amplia sonrisa y antes de irse le sacó la lengua divertida.
M_ Serás bicho –le dijo atónita mientras la veía salir
corriendo hacia la ducha, cerró la puerta y suspiró con el
amor latiendo en su pecho-. Esther...
E_ Lo siento, lo siento –decía como una niña pequeña al
llegar juntando sus manos sobre el pecho.
T_ Les dije a las chicas que nada de Áloe, pero ellas
dijeron que es la tradición así que usaré tapones –le decía
mientras la veía como con una sonrisa traviesa se quitaba
las zapatillas.
444 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Qué quieres decir? –se desnudaba echando la ropa en
el desinfectante.
T_ Nada... nada...
E_ Oye Teresa –le dijo desde dentro de la ducha-. Mi
madre dice que lo mandó, no debe de tardar en llegar, así
que... si llega antes de la boda lo guardas todo para Noche
Buena.
T_ No te preocupes.
E_ Tengo unas ganas –se mostraba ilusionada.
T_ Ya lo sé... oye Esther, creo que no te lo he dicho,
gracias por devolver a Maca la ilusión de amar, creo que
nunca nadie la ha tratado como tú y eso a mí me llena de
alegría y satisfacción, creo que Maca merecía alguien como
tú.
E_ ¿Cómo yo? –sacó la cabeza abriendo un poco la
puerta-. He descubierto muchas cosas Teresa, hemos
cambiado mucho las dos.
T_ Cierto –le sonrió.
E_ Quiero pensar como ella me ha enseñado, pensar en el
día, sin mirar mañana, pero en toda mi vida Teresa, en toda
te lo aseguro –movió su cabeza lentamente cerrando los
ojos para hacer más fuertes y ciertas sus palabras-, me
había sentido así, ella es especial, me hace sentir especial,
sé que Julia sigue ahí agazapada, ¿pero sabes qué?, no me
importa –Teresa la miró entre admirándola y al mismo
445 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
tiempo desconcertándola por su actitud hacia Julia-. Sí
Teresa, no me importa, amo a Maca y el tiempo dirá si
consigo que solo piense en mí, si habré conseguido eso que
tú dices, devolverle la ilusión de ser amada.
T_ No puedo saber cual es su interior Esther, pero creo
que la conozco lo suficiente como para tener muy clara su
elección y decisión que ha tomado.
E_ En la distancia Teresa –le dijo entrando nuevamente
en la ducha.
El silencio se hizo entre ambas, los pájaros llenaron con
sonidos suaves el momento en que Esther abrió el grifo y se
enjuagó, Teresa removía la ropa en la vasija, sus ojos se
habían centrado en el remolino que el agua hacía. Quería
descifrar las palabras de Esther, sin duda, había sido
sincera. Al verla salir y secarse la miró como esperando que
continuara sin realmente ser consciente de la verdad que
les esperaba.
E_ Tiene que llegar el día en que Julia de una u otra
manera aparezca en la vida de Maca nuevamente, entonces
sabré si realmente es lo que parece, que esta enamorada
de mí, hasta hoy te puedo asegurar que creo firmemente
que sí, de igual manera que yo lo estoy de ella, creo que es
innegable que nos gustamos, estamos bien juntas, nos
gusta trabajar juntas, nos saltamos las reglas juntas –le dijo
con una sonrisa y Teresa sintió ese pellizco en su corazón
que lo demostró con una mueca en su barbilla-. Sé que el
446 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
fantasma de Julia no puede desaparecer hasta que Maca la
enfrente, yo solo puedo hacer lo que hago, darle todo mi
amor, porque nunca me había enamorado de nadie como lo
he hecho de ella... nadie me había hecho tan feliz y me
había hecho sentirme tan importante como lo hace ella.
Cuando salgamos de este encierro, el día a día, los
problemas, entonces será cuando de verdad ambas
podamos darnos cuenta del amor que sentimos.
T_ En eso tienes razón.
E_ Sé que sentimos mucho amor Teresa, lo sé.
T_ Maca es una mujer increíble, a veces un poco ermitaña
pero siempre con la verdad por delante, ella se ha abierto a
ti en el corazón.
E_ Lo sé.
T_ Y eso no lo había vuelto a hacer con nadie, ¡y lo más
importante! –Esther la miró con el gesto relajado de
sentirse feliz y querida-. Ha pensado en ti para formar una
familia, esto de la boda que puede parecer algo bueno...
hasta cierto punto divertido... para ella sé que es
importante, lo hace aquí en África porque África es parte de
su corazón, y con ello te está diciendo que te quiere.
E_ Gracias Teresa.
T_ No tengas dudas, eres una mujer inteligente que ha
sabido ir quitando la armadura de su corazón, hasta que te
lo ha entregado, ahora sólo tienes que alimentar ese amor,
como una planta, regarla todos los días, cortar las hojas que
447 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
pueden dañarla, esas hojas pueden llamarse Julia, pero te
aseguro Esther, que Maca se ha dado a ti, está en tus
manos, y yo me alegro que esté en tus manos, porque solo
tú puedes hacerla renacer como la flor que un día fue.
E_ La quiero Teresa –la miró fijamente a los ojos-. La
adoro, la amo... es lo más importante que tengo en la vida.
T_ Rezo para que esa vida conjunta sea larga y duradera.
E_ Gracias por cuidarla.
T_ Ahora es tiempo que la cuides tú –se abrazaron con
fuerza, esa fuerza que da el cariño mutuo-. Maca va a ser tu
mujer...
E_ ¡Y qué mujer! –exclamó sonriendo.
T_ Bueno... tú no te quedas atrás –le hizo una señal para
que se acercara hasta tenerla cerca y susurrarle-. Me he
enterado que eres un volcán.
E_ ¡Qué! –exclamó poniéndose colorada sin remedio ante
la carcajada de Teresa que por fin parecía feliz al saber lo
que ambas sentían que no era otra cosa que amor sincero-.
¿Eso te ha dicho?
T_ Si –asintió con un juego divertido de cejas, y una
sonrisa maliciosa-. ¿Y ella?
E_ Ella ... ¿pero serás cotilla? –sonrió.
T_ Lo que yo diga, esta noche tapones.
E_ ¡Cuéntame eso, va!
448 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Que te lo cuente ella... eso no por decirme nada.
E_ Pero si te escandalizas...
Mo_ Ahhhhhhhhhh ahhhhhhhhhhhh ahhhhhh, uhhhhh
uhhhhhhh uhhhhhhh –apareció como loca Mona con ese
modelito de suéter pantalón al ver a Esther.
T_ Mona... no –gritó pero fue tarde, se lanzó al cuello de
una Esther que trastabilló un poco pero finalmente no cayó
al suelo, así empezó a darle vueltas a Mona gritando
divertida-. No sé quien esta peor, si la mona o la otra mona.
E_ ¿Y Valiente?, ¿aún sigue castigado?
T_ Valiente –se puso la mano en la frente-. Dios mío esta
noche voy a vendarle las orejas.
E_ ¡Pero bueno!... me quieres contar...
T_ No, cotilla –le dijo cerrando un ojo divertida-. Venga a
la cabaña.
E_ Oye Mona, ¿quieres ser mi madrina cariño?, me voy a
casar con Maca.
Mo_ Uh uh –la miraba fijamente.
E_ Si, con Maca, nos casamos y necesito una madrina,
quieres serlo ¿tú?
Mo_ Ah ah ah aha hahahah uhuh uh uh uh –decía sin
parar como loca moviendo las manos en el aire haciendo
gestos exagerados.
E_ Yo también estoy contenta –se abrazó a ella feliz.
449 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Mi consejo es que te vuelvas a la ducha, te quites el
olor a Mona o hoy pasas la mano por la pared.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –pedorreta para Teresa.
T_ A mí no se me hace eso ¿eh?
Mo_ PRRRRRRRRRRRRRRRRRR –se abrazó más a Esther
que se moría de la risa.
T_ Venga Mona, va, va déjala que tiene que ir a la
cabaña.
E_ Oye Teresa tú no crees que esto es un poco absurdo,
Mona puede contagiarse porque ha estado con nosotras
varias veces...
T_ ¿Y?
E_ Esto del aislamiento pues...
T_ Te podrás quejar tú, de esto que me he inventado,
mira tengo a Vilches calladito en su cabaña, no me da mala
vida, os tenia a vosotras para ver si de una vez por todas
erais capaces de arreglar lo vuestro, ¿te puedes quejar?
E_ ¡Eres la leche Teresa! –la abrazó sonriendo
ampliamente.
T_ Venga... a la cabaña.
E_ Si.
T_ Vale, Esther... –ella la miró-. Desde que llegaste supe
que ibas a ser especial, pero no me imaginé que lo serías
tanto. Te quiero.
450 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Esther se fue tras abrazarse a Teresa con esa sensación
de sentirse importante, con esa sensación de amar y ser
amada, de querer a los de alrededor y ser querida por los
de alrededor, con su sonrisa brillante y cristalina, llegó a la
cabaña, al abrir la puerta vio a Maca en la cama de lado
durmiendo, estaba tan maravillosa, se sentó a su lado
mirándola, contemplándola le acarició la frente y le dejó un
beso, acomodándose a su cuerpo, estrechándola,
sintiéndose en ese instante en la intimidad de las dos, la
mujer más feliz del mundo.
Comieron divertidas, tras pasar gran parte de la
mañana abrazadas, entre susurros cariñosos, palabras
tiernas y suspiros. Mientras comían Maca le contaba algo
más de la vida de Teresa, de cómo había sido para ellos
importante, de cómo una vez, había logrado que a ella y a
Cruz las soltaran libremente después de secuestrarlas, de
cómo ayudaba a todas las personas que habían en la aldea,
las que habían pasado, las que llegarán, y las que a buen
seguro seguirían pasando.
M_ Para mí ha sido como mi madre... cuando volví de
Madrid después de lo de Julia, creo que si no hubiera sido
por ella y Cruz, me hubiera dejado morir –decía mirando el
plato, suspiró-. Pero Teresa ahí donde la ves, es una gran
mujer cuando las cosas se ponen feas, siempre da la cara
por todos. E imagino que ese viaje que ha hecho fue por mí.
451 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Yo también... ¡pero no pensemos en eso ahora!, y
dime lo de esa vasija que sigue fuera y no sé porque no
puedo entrar.
M_ Me parto pensando en Teresa callándose esto.
E_ Pues si, si, todo por no decirle como eras en la cama –
Maca ladeó un poco la cabeza enarcando su ceja-. ¿Yo soy
un volcán?
M_ Sí, cuando te lo propones eres un volcán bien caliente,
explosivo, una fiera vamos.
E_ ¡Maca! –la riñó lanzándole la servilleta.
M_ Ehhhhhhh –se quejó riéndose sin parar.
E_ Pues que sepas que eso mismo tenía pensado yo de ti
–reía divertida.
M_ Si es que en el fondo somos adorables.
E_ Venga cuenta... cuenta...
M_ Jajaja –volvía a reírse de buena gana.
E_ Mírala si es que se parte a mi costa.
M_ No en serio... lo siento a ver –carraspeó-. En África las
costumbres, van por etnias, ¿vale?, cada una tiene una
manera de celebrar ceremonias, has visto la danza de los
cazadores, aquí es diferente a la el pueblo más cercano,
eso es así, los dioses son diferentes, por lo tanto para las
ceremonias es lo mismo. En esta aldea como los primeros
en llegar fueron Massamba, Yildas, Zulú y Nsona, se hizo
uniendo los diferentes rituales de cada etnia –Esther la
452 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
miraba atentamente, le encantaba cuando le explicaba las
cosas de África, le encanta cuando le explicaba cualquier
cosa, ¡bueno!, le encantaba cuando hablaba aunque fuera
del tiempo-. Total que unos días antes de la ceremonia, te
hacen esa entrega que tenemos fuera, esa vasija contiene
puro Áloe Vera, por si solo, puede ser gratificante para
darte un masaje relajante, pero –se mordió el labio inferior
divertida.
E_ ¿Qué? –se levantó ante aquel gesto de frenesí de Maca
que separó la silla para que Esther se acoplara sobre ella-.
Sigue.
M_ ¿Y esto?
E_ Es que desde allí estoy muy lejos y no oigo bien –se
reía.
M_ Ah –entonces metió sus manos por la camiseta
tocando sus pecho mirándola con la boca abierta y sus ojos
extasiados-. ¿Así mejor?
E_ Mucho mejor, sí –su voz salió entre cortada por la
caricia-. Sigue con eso... me está dando cierto respeto, que
lo sepas.
M_ Más te va a dar cuando lo sepas –le dejó un beso
cándido en sus labios.
E_ Uf... Maca... –su voz repleta de excitación mientras
pasaba sus manos por la nuca de la Pediatra.
453 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Sigo... pues en esa vasija se mezcla el Áloe con cierto
brebaje especial, se une, se mueve y se deja durante un día
para que la luz del sol y de la luna impregnen el líquido,
entonces, la pareja que se va a casar, pasan la noche
juntas, él en esta caso ella –sonrió pícaramente mientras se
pasaba la lengua por los labios-. Ella pone ese brebaje
sobre el cuerpo de la otra, y lo mismo hace la otra, se pone
por el la espalda, por el pecho, por las piernas....
E_ Joder... que sepas que me estás poniendo muyyyyyyy
nerviosa –sonreía.
M_ Entonces como es la primera vez, bueno... nosotras no
pero... es así... una embadurna el sexo de la otra con el
brebaje –Esther abrió los ojos como platos sintiendo un
pequeño pellizco allí mismo-. Se hace porque esta mezcla
es muy excitante y favorece que el hombre penetre por
primera vez a la mujer.
E_ Uf –suspiró graciosamente.
M_ ¿Recuerdas aquel masaje que me diste con aceite de
palmera?
E_ ¡Cómo olvidarlo! –dio una carcajada.
M_ Es cierto uffffff... como me dejaste de mal.
E_ ¿Y yo qué?, ¡eh!, casi me muero –sacó sus manos de
sus pechos que los masajeaban dulcemente y entrelazó sus
dedos-. Sigue.
454 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Aquel brebaje es parecido a este, bueno no en su
totalidad, aquel brebaje es para excitar... ya sabes... yo
noté tu humedad sobre mí y casi me volví loca.
E_ Que mala fuiste, sabías eso y me usaste, menos mal
que fui dura e implacable.
M_ De lo que te ha servido –salió su vena orgullosa sin
poderlo evitar.
E_ Eres de un creído, vamos... vamos que das asquito.
M_ ¿Ah si?... mira que aún no nos hemos casado –se
acercó a su boca lentamente.
E_ ¿Y?
M_ Me puedo arrepentir por ser mala conmigo.
E _ Una vez me dijiste que aprendiera que aquí no habían
leyes, que había que imponerlas, ¿recuerdas?
M_ Sí –sonrió rozando su nariz.
E_ Si no te casas conmigo, te aseguro que mi ley fatal
caerá sobre ti.
M_ ¿Y qué me harás? –preguntó.
E_ Caminare delante de ti desnuda, me acercaré pero no
me podrás tocar, buscaras mis labios y no te besaré...
M_ Para... para... eso es un castigo solo de pensarlo –
decía riendo.
455 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Pues ya lo sabes. Sigue por favor. Porque eso del
brebaje por todo el cuerpo me gusta, y ya ni te cuento si
me lo vas a poner delicadamente por...
M_ Si, y tiene un sabor –se besaron gimiendo boca sobre
boca-. A ver... a parte de excitar tiene otra propiedad, esta
noche todos deben saber que estas haciendo el amor, es
decir, tus grititos tienen que adueñarse de la noche.
E_ ¡Anda ya me tomas el pelo!
M_ Bueno aunque lo quieras evitar no podrás, es así como
la futura esposa demuestra al futuro marido que está
siendo mujer, y el marido gime porque la está haciendo
mujer.
E_ Ya pero tú y yo... –decía sonriendo.
M_ Tú y yo igual, hasta los niños saben que esta noche de
esta cabaña van a salir los espíritus del amor.
E_ Espíritus del amor... ¡me estás tomando el pelo! –le
gritó sonriendo de oreja a oreja.
M_ Para nada, pero ya veras por mucho que quieras sellar
tus labios no podrás.
E_ Que me da vergüenza –dijo poniéndose colorada.
M_ Me encanta cuando te pones colorada... me encanta...
Se besaron con delicadeza, Maca acariciaba la espalda
de Esther, mientras ésta acariciaba su cuello, su nuca. De
repente se separó.
M_ ¿Qué pasa? –la miró extrañada por su reacción.
456 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¿Podremos ducharnos antes? –la miraba seria.
M_ Pues... no sé... eso es Teresa la que manda.
E_ Me quiero duchar antes si me vas a hacer tu mujer
esta noche.
M_ No te burles, luego vas a alucinar.
E_ ¿Tú ya lo has hecho? –la miraba picarona.
M_ ¿Cómo lo voy a hacer?, es la primera vez que me caso
cariño.
E_ ¡Ah!, ¿y estás contenta de casarte? –metió sus manos
en la camiseta.
M_ Quizá me he precipitado pero... ¡ay! –se quejó ante el
pellizco de Esther y su sonrisa divertida-. Que malvada
eres.
E_ Dime.
M_ Sí mi amor, estoy muy feliz no solo de casarme, sino,
de tenerte, de poder estar a tu lado –le besó suavemente
en los labios-. ¿Y tú?
E_ A mí eso de que no haya divorcio me ha acojanado un
poco ¡para qué engañarte! –elevó los hombros poniendo un
gesto muy serio.
M_ ¡Pero qué payasa es mi niña! –la abrazó pegándole
una palmada en el culo-. Dios como me gusta este culo.
E_ Siempre te ha gustado.
457 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Se puede decir –hablaba mientras lo acariciaba-. Que
me conquistaste por tu culito adorable.
E_ Vaya yo pensé que había sido mi simpatía, mi
hermosura, mi elegancia, mi pijerio...
M_ Pues no, fue tu culo. Y ahora vamos a descansar o
esta noche no damos la talla.
E_ Pero no pienso gritar.
M_ Ya veremos –la arrastraba de la mano-. Adoro tus
gritos.
E_ Ya pero no voy a ser yo quien monte un espectáculo
sexual Maca –se dejaba arrastrar.
M_ Tú no cariño, ya lo sabes, el brebaje nos va a ayudar a
llegar si normalmente lo hacemos al cielo, con esto al
paraíso directamente, se mete en los poros, y llega a la
sangre, al cerebro, al corazón, a... aquí –puso su mano
sobre las bragas de Esther que dio una carcajada. Entonces
mirándola fijamente le dijo-. Te adoro.
Descansaron abrazadas, sus respiraciones tranquilas,
pausadas daban a entender que habían conseguido
reestablecer la calma en sus agitados corazones, tanto fue
así que cuando Teresa entró ninguna se inmuto, sonrió al
verlas abrazadas, sin duda, aquella pareja sería definitiva,
si, se amaban y juntas superarían las malas formas e ideas
de Julia.
458 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Buenas tardes, ¡tenéis cinco minutos para levantaros!,
vais a ducharos y aquí os dejo a cada una su túnica, no
quiero atrasos, la cena está lista.
M_ Hola mi amor –le dijo una vez se quedaron solas.
E_ Hola... –se desperezó para terminar de colocarse entre
sus pechos otra vez.
M_ ¿Cómo estás?
E_ Uf... en la gloria si estoy contigo.
M_ Tenemos cinco minutos cariño.
E_ Si se me ha aparecido Teresa en mi sueño vestida de
cura...
M_ Jajajaja, ha venido si, pero no vestida de cura, te lo
aseguro.
T_ ¡Aún estáis ahí! –les dio una voz que les hizo
sobresaltarse de nuevo.
M_ Joder Teresa como sigas así no llegamos a la boda.
T_ Vamos... vamos... las dos fuera.
M_ ¿Las dos? –enarcó su ceja derecha.
T_ Eso he dicho... ¿qué pasa tanta pasión te ha dejado
tontita?
M_ No, me ha dejado con agujetas que mi niña es mucha
niña.
TyE_ ¡Maca! –la riñeron a la vez.
M_ ¡Ay perdón se me ha olvidado que sois dos pudorosas!
459 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Anda tira a la ducha y tú también.
E_ ¿Juntitas que bien? –susurró encantada.
M_ ¿Ahora no le dices nada a ella?
Y así entre bromas, risas y diversión se fueron hasta la
ducha, primero se ducho Esther, fuera Maca esperaba a una
distancia considerable, Teresa como siempre desinfectando
la ropa, y Esther desde dentro silbando, aquel silbido le
llegaba a Maca en pleno oído y le llegaba al cerebro
machacadamente.
T_ ¿Dónde vas?
M_ Es como el flautista de Amelín Teresa, tiene un poder
sobre mí buena voluntad –decía encaminándose hacia la
ducha.
T_ ¡Quieta o tu buena voluntad se llevara un mamporro! –
le enseñó la pala con la que movía la ropa.
M_ Eres dura e intransigente.
E_ Te estoy escuchando Maca.
M_ ¿Y? –le preguntó abriendo los ojos.
E_ Que te estás pasando con la pobre Teresa.
T_ ¡Ves!
Cuando salió Esther, se cruzó con Maca que entraba
para ducharse, iba con su albornoz toda limpia, pelo,
cuerpo, y casi alma, se cruzaron una mirada totalmente
460 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
apasionada, y una sonrisa enamorada, porque a pesar de la
pasión, lo que más seguían compartiendo era la ternura.
Esther veía moverse los pies desnudos de Maca en el
plato de la ducha, su mente podía imaginar perfectamente
el resto de su cuerpo en ese momento el agua estaría
resbalando por su cuerpo, solo pensarlo le hizo rascarse la
nuca y carraspear.
T _¿Qué? –la miró seria.
E_ Nada... no he dicho nada.
T_ Vale pensé que decías algo.
M_ ¿Esther puedes alcanzarme el champú se me ha
olvidado? –decía sonriendo ante su gran idea, cuando la
mano le entregó el champú estiró del brazo plantándole un
beso en los labios, al rozarlos se separó como loca-.
¡Teresa!
T_ Si Maca –la miraba seria, muy seria con una expresión
que a Maca si hubiera en ese momento podido hubiera
estallado allí de la risa.
M_ Lo siento.
T_ No tienes remedio, te lo da Mona, y se lo plantas igual
–le decía seria mientras fuera se oía las carcajadas de
Esther-. ¡Y tú para ya que te vas a mear!
E_ ¿A qué mi chica besa bien? –le guiñó el ojo
graciosamente.
M_ Joder –susurró dentro de la ducha.
461 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Una vez fuera, bien secas, Teresa acompañó a Esther a
su cabaña y le dio una túnica de seda pura de color rojo,
después fue a Maca y se la llevó allí mismo dándole otra
túnica del mismo color. Después las reunió en la puerta de
la cabaña y allí todos, hombre, mujeres y niños,
murmuraban una canción, mientras batían sus palmas y
sonreían ampliamente hacia las dos mwasis que los
miraban encantadas, también Vilches desde la puerta de su
aislamiento las miraba sonriente, esa sonrisa que Maca
sabía perfectamente lo que quería decirle, los dos perros,
Mona, Valiente, todos estaban allí observando aquel
momento, entonces Maca le dio la mano a Esther, y ésta la
miró sonriente, esa sonrisa que tan solo Esther era capaz
de entregarle y hacerla feliz.
Ambas siguiendo las instrucciones de Teresa, se
inclinaron un poco hacia los testigos de que iban a perder la
pureza, Esther y Maca no pudieron evitar mirarse de reojo a
hurtadillas. Después Teresa les dijo.
T_ El color de la pasión... espero que os vaya bien... –
depositó una flor en la oreja de Esther, de igual modo lo
hizo en la oreja de Maca para después seguir hablando-.
Hoy os desposáis... aunque ya tenéis práctica, claro –
susurró arrancando la sonrisa de las dos-. Que los Dioses os
ayuden a encontrar vuestra alma.
Teresa abrió la puerta de la cabaña y se apartó,
dejando que las dos pasaran, estaban radiantes con las
462 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
túnicas, con las flores destacando en su cabello, con una
ligera pintura que Teresa les había dejado ponerse, labios y
ojos, nada más, lo demás debía ser puro y limpio para
entregarse a los dioses. Cuando ellas entraron en la cabaña
sus ojos se abrieron y demostraron una emoción verdadera
que les abrigó el corazón.
Ante ellas la cabaña aparecía repleta de velas,
colocadas estratégicamente, haciendo que la estancia
tuviera un colorido especial, casi parecía como un lugar de
culto, un hermoso culto al que estaban destinadas las dos a
realizar aquella noche. Las sábanas las habían cambiado,
blancas y relucientes de hilo, listas para ser protagonistas
en su encuentro sobre ellas, en la mesa una cena
suculenta, y por la ventana los rayos de la luna justo
impregnando aquella vasija que a Esther le estaba dando
ya respeto. Apretó la mano de Maca quien le devolvió el
gesto, todo era impresionante, no faltaba nada más que se
cerrara la puerta y ellas quedaran dentro. A sus espaldas la
aldea cantaba, bajaban la voz dejando que fuera casi un
arrullo, un hermoso arrullo.
T_ Adelante, la noche es vuestra.
Con estas palabras Teresa hacia oficial la entrega de
aquellas dos mujeres, ambas dieron dos pasos sin poder
variar en sus rostros esos gestos de felicidad, esos gestos
de alegría y emoción, todos ellos reflejados en sus ojos por
la luz de las velas. Oyeron como se cerraba la puerta y
463 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
como lo cantos cesaban, entonces un grito cruzaba la
noche, era la voz de Nsona, la mujer casada de la aldea y la
encargada de prestar las sábanas a las recién
comprometidas. Tras el grito, silencio.
E_ Dios mío –musitó alucinada por todo.
M_ Si, recuerda... esta noche las protagonistas somos tú y
yo –se le acercó y con su mano le acarició la cara, y
suspiró-. Sólo tú y yo.
E_ Mi amor.
Se acercaron besándose entregadas la una a la otra,
después de un beso con cierta dosis de pasión, detuvieron
la pasión parar poder cenar y continuar con el rito, eso si, ni
un segundo pudieron para de reír.
E_ ¿Y esto es afrodisíaco? –decía muerta de risa.
M_ Sí –contestaba sonriendo.
E_ ¡Dios mío Maca que me veo no parando y muriendo
saciadas de sexo!
M_ De eso no se muere nadie, te lo aseguro.
E_ ¿Ah si?, ¿tú lo has probado en ese estado salvaje que
me cuentas? –la miraba con los ojos entrecerrados
picándola.
M_ Sí, y te aseguro que si el aceite de palmera te puso a
cien, esto... te va a poner a mil.
E_ ¡Pero si antes me has dicho que nunca lo has usado!,
¡eres una mentirosa! –le decía sonriendo.
464 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Yo no, pero he oído los aullidos de los amantes –decía
con voz misteriosa y gesto místico.
E_ ¡Anda ya te quedas conmigo!
M_ Tú misma cariño... tú misma –sonrió.
E_ Dios mío –musitó alucinada por todo.
M_ Si, recuerda... esta noche las protagonistas somos tú y
yo –se le acercó y con su mano le acarició la cara, y
suspiró-. Sólo tú y yo.
E_ Mi amor.
Se acercaron besándose entregadas la una a la otra,
después de un beso con cierta dosis de pasión, detuvieron
la pasión parar poder cenar y continuar con el rito, eso si, ni
un segundo pudieron para de reír.
Mientras ellas cenaban, Teresa le retiraba a Vilches la
bandeja, su mal humor había menguado un poco tras
hablar con Cruz, y poder estar escuchando los balbuceos de
su pequeña María, para un hombre de hielo como él se
definía, era muy importante que lo dejaran solo en la radio
porque tras escuchar a su hija, siempre terminaba con
lagrimas en los ojos. Pero esa vez al terminar respirando
hondo pensando que tres meses más y volvería a Madrid
para poder abrazar a su hija, y a su mujer.
T_ Bien... pues ya está todo, mañana te traigo el
desayuno un poco más tarde, ¿no?
465 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ ¡Cómo lo sabes!, mala noche se nos presenta a los
solitarios.
T_ ¿No lo dirás por mí?
V_ No que va Teresa, lo digo por Mona, ¡no te jode! –
parecía protestar pero al contrario en el fondo le gustaban
esos tira y afloja con Teresa.
T_ Yo tengo el problema solucionado.
V_ Ya... ¿crees que con lo que grita Esther, unos tapones
van a solucionarte el problema?, ¡no seas ingenua!, ¡te
hacía más lista!
T_ Míralo por otro lado, los gritos de Esther no son lo que
más me preocupan, sino, los de Maca que ella siempre ha
sido muy silenciosa –le decía con gesto preocupado-. La
verdad, eso si me va a descentrar por eso los tapones.
V_ Yo me tomaría una buena dosis de relajantes.
T_ ¿Y qué te lo impide?
V_ Porque en el fondo, ese morbo de dos mujeres me
gusta –ponía gesto cínico que ante la mirada de Teresa
sonrió sonoramente-. Venga Teresa que es broma.
T_ Broma... broma... no sé ¿eh?, que los hombres para
esas cosas... –movía la cabeza.
V_ ¿Sabes lo qué me maravilla?, anda siéntate –le dijo con
calma. Teresa aceptó el ofrecimiento que deseaba le
hiciera-. La facilidad de esta gente para admitir y aceptar
ver a dos mujeres como si realmente fueran una pareja
466 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
mas, sigue maravillándome esta gente, sigue
sorprendiéndome su capacidad de tolerancia.
T_ Mira Vilches, desde pequeña he vivido en diferentes
lugares de África, lo sabes hace años que me asenté aquí,
en el Congo, y día a día durante estos cincuenta y tantos
pocos pasados...
V_ Muchos más Teresa –le dijo serio interrumpiéndola.
T_ ¡Serás tonto!, ¡bueno!, sigo, pues durante todo este
tiempo la gente me sigue sorprendiendo, tienen una
habilidad para amoldarse a las nuevas gentes
impresionantes, ellos no juzgan, si exceptuamos la
guerrilla, y los del poder, la gente de a pie, la que diríamos
en España, el pueblo, tan solo vive y deja vivir. Hace
algunos siglos...
V_ ¿Me vas a soltar un rollo?, ¡no me hagas que se me
baje la libido mujer que esta noche hay fuegos artificiales!
T_ Mira que te pones en plan plasta insoportable ¿eh? –lo
miraba seria mientras el daba otra carcajada-. Desde luego
no sé para que te cuento nada.
V_ Va... va... no te enfades... que esto es todo broma para
ayudarte a pasar la solitaria noche que te vas a pasar
escuchando gemidos como loca.
T_ ¡Cómo te decía! –insistió con fuerza-. Hubo épocas y
tribus que tenían la figura de dos mujeres para vivir juntas
en matrimonio, una de ellas siempre era viuda, la otra era
la joven, la joven era entregada a un hombre que la viuda
467 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
elegía para que la dejara en cinta, y ese hijo pasaba a
formar parte de la pareja, y así sucesivamente tú sabes que
los hijos son el futuro de las familias, así que... es una
tradición que aunque ha venido a menos, hoy en día aún
sigue patente, por lo tanto, que Maca y Esther estén juntas
no les sorprende, además los hombres de está aldea
respetan a ambas, y eso, se lo han ganado ellas.
V_ Eso es cierto, y son los hombres quienes deberían
poner el grito en el cielo... pero no... estoy orgulloso de esta
aldea, de este mi pueblo y de mi gente.
T_ Yo también Vilches... dentro de lo malo, tenemos algo
bueno, amistad y respeto.
V_ Que bien hablas.
T_ Y ahora me voy a mi cabaña, voy a ver como
tranquilizó a Valiente porque éste desde que ha conocido
para lo que sirve lo que tiene entre piernas me lleva loca.
V_ Pobre... esta noche celibato Teresa, celibato –le decía
sonriendo.
T_ Buenas noches.
V_ ¿Sabes una cosa más Teresa? –ella lo miró con gesto
tranquilo-. Estoy orgulloso de tenerte a mi lado, de haberte
conocido.
T_ Gracias, lo mismo digo –sus ojos se llenaron de
emoción, no era muy común en Vilches decir tales cosas,
pero pensaba que hablar con su mujer lo dejaba
468 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
definitivamente sensible porque era un hombre sensible-.
Valiente vamos cariño... a ver que hago contigo.
Las dos mujeres habían decidido tomarlo con calma,
habían degustado la cena despacio sin prisa y se habían
confesado partes de sus vidas. Asombradas veían que
tenían más en común de lo que podían imaginar, sonreían
cada vez que descubrían algo que les hacía aproximarse en
actitudes, así Maca descubrió que Esther era menos pija de
lo que pensaba y Esther justo lo contrario, Maca era más
pija de lo que imaginaba. Después pasaron a besarse, un
buen rato, Esther estaba expectante, a la vez que intrigada
por lo que debían hacer. La noche era silenciosa, era de
esas repletas de sonidos pero todos por momentos habían
decidido callar, la luna ofrecía su máximo esplendor, y las
estrellas se habían repartido estratégicamente por el cielo
para formar un espectáculo único y maravilloso. Aquel
silencio fue roto por otro sonido que ambas conocían pero
que a Esther le sorprendió, los golpes del tam-tam.
E_ ¿Y eso?
M_ Nos están dando el permiso.
E_ ¿El permiso? –la miraba realmente descolocada ante
todo lo que estaba sucediendo.
M_ Sí, te traduzco, la noche llegó ya, la luna está en lo
alto y vuestros corazones esperan respuestas.
E_ ¿Eso dice el tam-tam?
469 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Más o menos, es lo que ellos nos dicen, se supone que
es el canto de los Dioses, ellos nos están diciendo, os
damos permiso.
E_ Ah... pues yo no siento nada ¿eh? –elevó un hombro
graciosamente.
M_ Tranquila... acabamos de empezar ¿no? –la miró
lascivamente.
E_ Voy sintiendo, voy sintiendo con esa mirada, voy
sintiendo.
M_ Entonces vamos bien –se levantó dirigiéndose a la
ventana cogiendo la vasija de barro con el líquido que se
había espesado un poco.
E_ A ver –sonrió-. Yo uso Áloe Vera y nunca me ha dado
por excitarme –hablaba sin dejar de sonreír.
M_ Ya, ¿y?
E_ No sé es que... –daba una carcajada-. Me da
vergüenza... no sé es como...
M_ Sentir que todos están esperando tu orgasmo,
perdona peque, pero es que todos lo están esperando, ¡ah!,
y no te olvides, el mío, también –le guiñó un ojo.
E_ Esto me hace reír sin parar –decía francamente
sonrojada con una mano en el pecho.
M_ Sonreír es lo mejor además tú tienes una sonrisa
maravillosa, lo sabes mi vida –sonreía también.
470 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ ¡Que fuerte! –murmuraba mientras Maca se acercaba
a ella y la besaba, en medio del beso Esther se puso a reír
como loca-. Lo siento... lo siento...
M_ No pasa nada –sonreía igual que ella.
E_ ¡Uf... que calor! –movía su mano delante de su cara.
M_ A ver... se supone que aquí la que sabe como funciona
esto soy yo... pero no tengo ni idea de que hacer –la miraba
puesta en jarras.
E_ Pues a mí se me ocurren varias cosas, esa flor en tu
pelo me pone –al decirlo sonrió.
M_ ¿Ah, te pone? –ladeó la cabeza y Esther con una
sonrisa asintió-. ¿Pero... te pone mucho?
E_ Mucho, así que espera... –se acercó a ella-. No te
muevas ¿eh?
M_ ¿Qué me vas a hacer?
E_ ¿No confías en mí?
M_ ¿Puedo elegir para la respuesta un comodín ante esa
pregunta?
E_ ¡Serás mala! –le dio una buena palmada en el culo que
le supo a gloria a Maca.
M_ Ohhh –dijo sin poderlo evitar suspirando.
E_ ¿Te gusta?
M_ No... pero me has dejado ko. Creo que vas a tener que
estar debajo todo el rato.
471 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Pues no me importa –le dijo suavemente al oído
haciendo que toda la piel de Maca se estremeciera al rozar
su cálido aliento la piel.
M_ Esther... –susurró.
E_ Esto me sobra –desabrochó el vestido dejándola de un
solo movimiento desnuda, entonces por detrás la abrazó
poniendo sus manos en los pechos de una Maca que
cerraba los ojos en pleno éxtasis-. Así mucho mejor.
M_ Si... pero yo también quiero tocar –le susurró haciendo
que esta vez quien se estremeciera fuera Esther.
E_ Pues toca, cariño –musitó haciendo que Maca se girara
y la mirara con fuerte deseo-. Maca...
M_ Dime –la besó en el cuello.
E_ ¡Qué calor!
M_ ¿En todo tu cuerpo? –pasó su lengua por el cuello de
una Esther que pensó se moría allí mismo mientras estiraba
suavemente su pelo obligándola a exhibir su cuello.
E_ Sí, pero en una parte en especial.
M_ Ven –la llevó hasta los pies de la cama-. Ahora
tenemos que ponernos este aceite.
E_ Cariño nos vamos a resbalar no vamos a poder hacerlo
–decía mirando como el aceite se escurría entre los dedos.
M_ Absorbe rápido penetra en los poros y despierta el
deseo.
472 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Pues yo lo tengo despierto hace rato, así que –suspiró.
M_ ¿Ahora te parece que me quedo contigo?
E_ No Maca... ¡oh! –gimió al notar como las manos de
Maca comenzaban a frotar su cuello-. Se ha hecho más
espeso.
M_ Influjo de la luna.
E_ Mi amor... estás tan guapa, tan deseable –le decía
mirándola con una mezcla de pasión y ternura.
M_ Y tú... y eso no es influjo de la luna te lo aseguro –
sonrió mientras sus manos recorrían sus pechos-. ¿Te
gusta?
E_ Sí, ¿y a ti? –mientras ella hacia lo mismo.
M_ Me encanta.
Poco a poco fueron mojando sus manos en la vasija,
más lentamente comenzaron a distribuirla por sus cuerpos,
conforme pasaban las manos la piel parecía admitir la
cantidad que ponían sobre ella, parecía abrirse y dejar que
inundara todo su interior provocando un autentico fuego en
ellas. Esther seguía los movimientos de Maca, el vientre, las
piernas, los brazos, ella hacía lo que Maca, no se besaban
no podían besarse, tan solo tocarse, y cada vez lo deseaban
más, hasta que por fin, Maca con su mano derecha depositó
el aceite en el sexo de Esther, ésta sintió un escalofrío
recorrer su cuerpo de pies a cabeza, y de igual modo hizo
473 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
como había hecho con ella, provocando el mismo
estremecimiento en Maca.
En su cabaña, Teresa trataba de dormir con sus
tapones, sus rulos y su insomnio, justamente aquella noche
debía aparecer de tal manera, era injusto, ¡pero que le iba a
hacer!, se movía en la cama, sabía que el embrujo debía
haber empezado, recordaba la vez de Nsona y Zulú, no
había sufrido tanto como estaba sufriendo aquella noche
con las dos mujeres, le palpitaba el corazón sin saber muy
bien porque tan acelerado, quizá porque en el fondo para
ella Maca, era como una hija, ésa que no pudo tener y como
cualquier madre pensar en el momento de su paso a mujer
le provocaba esos nervios, cuando se dio cuenta de la
tontería que estaba pensando, no pudo más que comenzar
a reír, Ramón la miraba fijamente con sus orejas bien altas,
Mona se levantó del suelo donde roncaba mirándola con los
ojos muy abiertos, y Valiente que se había quedado
impresionado con sus rulos desde la primera vez que los
vio, veía como aquellas piececitas se movían ante el
movimiento por las risas de la mujer, todo un espectáculo,
que Ramón decidió perderse tras un bostezo, y volvió a
dormir, Mona copió al perro, y estiró de un Valiente que
seguía el movimiento de los rulos con una expresión
cejijunta. Al final tanta risa, le provocó la perdida de uno de
los tapones, y mientras lo buscaba le llegó un sonido,
limpio, fresco, feliz
474 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh,
ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
E_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhhhhhhhhhhhhhh.
T_ Joder –murmuró impresionada.
M_ Ahhhhhh ahhhhhhhh ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
E_ AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.
T_ Joder –repitió al borde del escándalo.
M_ Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
ahhhhhhhhhhhhhh.
E_ Mmmmmmmmmmmmmmmmmmm,
AHHHHHHHHHHHHHH.
T_ ¡Uf uf uf que calor!
Teresa ya no sabía como ponerse, se había despejado y
es que su cabaña estaba la más próxima a ese volcán que
se escuchaba bullir con demasiado auge, se había puesto a
pasear, parecía que la calma había llegado.
T_ Por fin... deben estar agotadas ¡Dios mío no había
tenido esto tanta fuerza en todo el tiempo que yo
recuerdo!... ya... menos mal... directamente desmayadas –
se sentó en la cama mientras Ramón daba la vuelta y la
miraba con un bostezo, ella le hacía señal con el dedo para
que volviera a dormir. Se tapó con la sábana y cerró los
ojos.
475 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Si, si, si, ayyyyyyyyyy ahhhhh ayyyyyyyyy
ahhhhhhhhhhh.
T_ ¡No puede ser! –gritó exasperada perdiendo esta vez
un rulo de su cabeza-. No puede ser... no puede ser...
¿cuántos llevan ya?... ¡nunca había escuchado a Maca!...
pero está niña es una fiera... ¡a qué tengo que ir a poner
orden!; no si... ya lo decía mi padre, las mujeres no tienen
fin... ¡y qué razón! –volvía a caminar por la cabaña.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –pedorreta al canto.
T_ ¿Qué pasa te molesto?, ¿no puedes dormir? ¡pues te
aguantas!, ¡no haberme robado el tapón!, vamos a ver si es
que una no puede caminar... ¡qué esto no puede ser
bueno!, que tenemos que empezar con los vestidos que me
las veo venir, dormiditas en la boda, no si... a los gritos de
Esther estamos acostumbrados, ¿o no? –le preguntó a
Mona.
Mo_ UH uH –respondió elevando los hombros y moviendo
la cabeza..
T_ ¡Pero a Maca!... ¡jamás!
M_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
T_ Me la ha matao ¡la Esther me la mata!... ¿se habrá
pasado en la mezcla Lula?, con razón sonreía tanto... ¡eso
es!, ¡me la ha matao!... ahora vendrá el grito de Esther... si
no viene es que me la ha matao –decía nerviosa con la
manos apretadas.
476 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
T_ Mira Mona, a que te vas fuera –le apuntó con el dedo-.
¿Cómo me voy a quedar tan tranquila con lo que hay?,
¡vamos mujer!... que no.. que no es normal. Mira ya se han
vuelto a callar, ¡he pedido hasta la cuenta!... por favor a ver
si es verdad... un poco de calma por favor... –se calló y miró
expectante-. Si, silencio... absoluto silencio, si a dormir.
En la cabaña, Maca yacía sobre Esther medio de lado, la
melena sobre su propia cara y con la boca abierta, tratando
de no morir ahogada, con los ojos cerrados con el corazón
palpitante, con una sensación de estar flotando de felicidad.
E_ Joder... –susurró.
M_ Esther nunca... había sentido esto –tragaba pues su
garganta se había quedado seca de tanto gemir.
E_ ¡Ni yo! –le acarició la cara haciendo que se moviera un
poco.
M_ No puedo moverme –le dijo sonriendo.
E_ Me gusta cuando te pones colorada, me gusta cuando
aprietas los dientes y cierras los ojos, me encanta ver como
tiemblas.
M_ Si es que ya te digo... nunca había sentido esto.
E_ ¡Joder con el Áloe Vera!, y yo usándolo y no
enterándome de nada.
M_ ¿Ahora me crees?
477 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Sí... ahora sí –decía sonriendo ampliamente-. Menos
mal que mañana no salimos de la cabaña o de lo contrario
me iba a morir de vergüenza.
M_ Es que sale del alma ¿eh?
E_ Sí, tenemos mucho amor en el alma cariño –la miraba
con una infinita ternura.
M_ Y mucha suerte de que con lo grande que es África, te
mandarán a mis brazos tan fácilmente.
E_ ¿A tus brazos?, ¡pero serás presuntuosa!, si eres tú la
que has caído rendida a mis pies.
M_ ¡Que gracia, deja que me ría! –hacía como si diera
carcajadas.
E_ La suerte que tienes es que no me puedo casi ya ni
mover... de lo contrario.
M_ ¿De lo contrario, qué? –la desafío como a ella le
gustaba con la mirada.
E_ Odie esa mirada tuya de cautivadora, de mujer fatal,
pero ahora que sé es mía, me encanta porque esa mirada
me hace arder.
M_ ¿Y... como es que eso no lo sabía yo? –le besó en los
labios.
E_ Son secretos de guerra –le devolvió el beso.
M_ ¿De guerra?
478 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Claro, tú y yo hemos mantenido una guerra digna del
mejor estratega.
M_ Eso es verdad... ¿y sabes quién ha ganado? –sonrió.
E_ No, no me lo puedo imaginar –le decía imitando sus
gestos.
M_ Las dos, hemos ganado las dos porque estoy segura
que hoy me has mostrado la felicidad, y no digo por el sexo,
por estos orgasmos maravillosos, sino, porque me has
mostrado tu corazón, en tu mirada mientras hacíamos el
amor.
E_ ¿Y qué has visto?
M_ He visto a una mujer maravillosa, que me ama.
E_ ¡Qué casualidad, yo he visto lo mismo!
M_ Por lo tanto hemos ganado las dos.
E_ Si mi amor... hemos ganado las dos, ha triunfado el
amor.
M_ Exacto... si es que mi pija tiene una boquita...
E_ Gracias.
M_ Que me vuelve loca con esa boquita cuando habla y
cuando actúa –elevaba las cejas graciosamente.
E_ No me digas eso que me pongo colorada.
M_ ¡Pero si es la verdad! –decía subiéndose a horcajadas
sobre ella-. Me vuelves loca cuando me acaricias –le cogía
la mano y sobre ella le hacía que acariciara su pecho-. Así,
479 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
lo ves... y cuando me besas –le hablaba con su voz sensual
despertando nuevamente el deseo en Esther, acariciando
los labios de la enfermera que a parte de apretar su pecho
le acariciaba lentamente la espalda-. Y... si no recuerdo
mal, queda aún aceite en la vasija –le musitó en el oído.
E_ Somos malas, la tradición dice que debe usarse todo.
M_ ¡Pero qué lista es mi niña! –sonrió alcanzando
nuevamente el aceite-. Te quiero.
E_ Te quiero.
En su cabaña, Teresa agradecía la tranquilidad, estaba
cogiendo el sueño, al igual que los dos monos y su adorado
Ramón. Balbuceaba medio dormida, cosas ininteligibles
cuando de repente algo le hizo sentarse en la cama,
perdiendo nuevamente algún rulo.
T_ No... estoy obsesionada... no.
M_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhh.
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
T_ ¡Dios!
Por fin, el silencio llegó tarde pero llegó, todos dormían
plácidamente, el sol comenzó a colarse por las ventanas de
todas las cabañas excepto en la de las chicas desposadas
que tenían una doble tela puesta por Nsona y Lula para
evitar que las despertara la luz del sol.
T_ No puede ser... ¿ya?
Mo_ UH UH UH UH –enérgica protesta de Mona.
480 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Ya lo sé Mona –entonces se giró y al vio a su lado
abrazada a ella, su grito fue espectacular-. ¡Ahhhhhhhh!
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhh –respondió Mona.
V_ Ah ah ah ah ahahhhhhhh.
R_ Guau guau guau guau –daba vueltas sobre si mismo.
T_ ¡Callaros! –les dijo a todos-. ¡Menuda nochecita!
Se levantó ojerosa, y al salir vio a Vilches apoyado en la
puerta.
V_ Buenos días Teresita.
T_ Serán para ti.
V_ ¿Qué hacías tú imitando a las chicas?, ¿con quién has
tenido ese orgasmo que te ha provocado el gritito?
T_ ¡Mira Vilches!, no estoy para bromas.
De repente las risas de todos, que ya habían
empezado a trabajar, se silenciaron, un sonido les llegó
nítido desde fuera de la aldea y seguidamente la campana
daba aviso.
V_ ¡Mierda refugiados!
Fueron segundos, los que los ojos de todos tardaron en
girarse y ver como la gente se agrupaba y entraban por la
puerta.
T_ Nsona los niños –le gritó con nervios.
481 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Ns_ Nmaba kotaka na nzo –(Nmaba entrar en casa) –le
gritó al ver como la gente entraba sin miramiento gritando,
llorando, suplicando.
V_ Massamba distribuye, Zulú montar el hospital entre tú
y Ngouabi, rápido.
T_ Voy a llamar a Maca y Esther.
V_ Que se pongan mascarillas, no sabemos de donde
vienen. ¡No los toquéis! –gritó a Sissou y Lula que
comenzaron a ayudar.
Mientras ajenas al revuelo Maca y Esther desnudas
sobre la cama, dormían placidamente, Maca tenía una
pierna sobre Esther y su mano rodeando la cintura de la
enfermera que apoyaba su mano izquierda sobre el pecho
izquierdo de la Pediatra, tal y como era su preferencia. Un
sonido lejano le hizo abrir un poco los ojos, no sabía muy
bien que pasaba, su boca seca, y una pesadez en todo el
cuerpo le hizo prestar atención a aquel ruido que venía
desde fuera de la cabaña. No le hizo falta mucho tiempo
para darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.
M_ Esther... Esther...
E_ No puedo… uno más y me muero –musitó destrozada,
cansada pero inmensamente feliz.
M_ Cariño levanta, han llegado refugiados.
E_ ¡Qué! –al levantarse se quejó-. ¡Ay que agujetas!
M_ Ni que lo digas.
482 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ ¡Chiiiiiiiiiiiiiiiiicas!, lo siento, lo siento -dijo al verlas
desnudas allí vistiéndose.
M_ Ya vamos.
E_ Si...
T_ Tomar esto os lo tenéis que poner –les dio las
mascarillas rápidamente.
M_ ¿Por qué?
T_ Estáis aisladas, y no sabemos de donde vienen.
M_ De acuerdo, guantes Esther, todo con guantes –le
decía mientras rápidamente se hacía la coleta en el pelo.
E_ Si descuida –hacía ella lo mismo.
Fuera, Teresa se había puesto guantes, su gesto duro y
su mirada repleta de nervios demostraba la magnitud del
problema, al igual que Maca y Esther que una vez salieron
de la cabaña se quedaron quietas inmóviles mientras una
mujer arrastras se acercaba a ellas rogando con la mueca
de angustia en su rostro.
Muj_ Masa... masa... madya sambu na sika –( Agua...
comida por favor ).
M_ Nsona... trae agua por favor. Malembe... –una vez miró
que la mujer tan solo tenía aparentemente sed y cansancio,
ambas salieron corriendo hasta Vilches-. Ya estamos aquí.
V_ Bien, ¿ya sabéis como funciona, no?, pues ale a
trabajar.
483 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¿Algún herido?
V_ Soy uno, he mirado a cuatro personas, ¿cuántas
calculas que hay?, ¿quizá cien? –elevó una ceja con sus ojos
crispados.
E_ Vamos Maca –le dijo al ver el gesto de disgusto de la
Pediatra que de mala gana cogió su maletín y se dirigió a
revisar acompañada por Esther-. Joder...
M_ ¿Qué pasa?
E_ Nada... que... creo había olvidado el olor a sangre y el
sentimiento de dolor.
M_ No pienses en eso... ¡venga! –le sonrió tratando de dar
animo.
Como siempre estuvieron distribuyendo a las personas,
Massamba, Ngouabi que iba a su lado para aprender, Zulú,
y Yildas, habían ayudado con los pocos hombres que
llegaban. Nsona por orden de Teresa no se acercó a nadie,
tan solo preparaba el agua, y repartía en una fuente trozos
de fruta, mandioca, y algo de carne de la que estaba
preparada para las dos agasajadas. Nmaba con su perro fiel
distribuía el agua, Mona y Valiente se habían sentado en un
rincón, mientras contemplaban a la gente se despiojaban
uno a otro, mientras Ramón parecía revisar a todos, por si
algo ocurría y debía avisar. Sissou acompañaba a Vilches, y
Teresa se encargaba un poco de todo. Lo primero que hizo
fue hablar con una de las mujeres mayores. Cuando supo
484 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
que lo había se acercó a Vilches que estaba junto a Maca y
Esther con una señora reconociéndola.
V_ Massamba, al hospital –le dijo cansado.
T_ A ver... vienen del interior de la Selva, hace unos días,
la guerrilla arrasó el pueblo, mató a hombres, mujeres y
casi todos los niños, me ha comentado que algunas de las
mujeres que hay fueron violadas, que dos murieron por el
camino y que fue una pesadilla.
V_ ¿Te va a decir quienes son?
T_ No, ya sabes –ladeó su cabeza.
E_ ¿Cómo qué no? –preguntó con cierto enfado, su rostro
tras la noche y ese empezar de día marcaba rasgos de
profundo cansancio.
V_ ¡Costumbres! –se quejó.
M_ Pues nada, vamos a averiguarlo, que pasen todas las
mujeres por el hospital –decía puesta en jarras con el sudor
reflejado en su camisa, con el gesto duro-. Reconoceré a
todas.
V_ Buena idea. Les diré a Zulú y Yildas que tienen el
rostro más tranquilo, si mando a Massamba igual se me
asustan –suspiró mirando el desolador panorama-. ¡Hijos de
puta!
T_ Déjame a mí Vilches.
V_ De acuerdo... ¿los niños?
485 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Los que he revisado, bien, habrán unos diez.
Desnutridos, Lula se está encargando de ellos.
V_ ¡Sissou, vandaka! (Sissou vamos!).
M_ Está bien Teresa, será mejor que nos ayudes –miraba
alrededor.
E_ No debe ser muy difícil distinguirlas.
T_ No.
M_ Es más yo estoy viendo una.
Susurró mientras cogía el maletín sujetando su Fonendo
para que no se le cayera ante su movimiento, y esquivaba a
grandes pasos la gente que seguía en el suelo, recibiendo
agua y comida. Esther la siguió, Teresa también, los
hombres en la distancia aguardaban una señal de alguna
de ellas para actuar. Maca se acercó a la mujer, se agachó
y pudo oler la sangre, tanto era así, que una arcada llegó a
ella, pero la retuvo, mientras los ojos de Esther se abrían de
par en par. La mujer medio desmayada, se había apoyado
en otra joven que mantenía el mismo gesto de terror que
ella.
M_ Mbote, mono kele ziku Maca. Kwenda kunata nge na
nkiki mono, kulunga?. Ve kobanga na nkati (hola, soy la
doctora Maca, voy a llevarte conmigo, de acuerdo?, no
tengas miedo) –su voz dulce, su tacto suave con la mujer,
consiguió que esta desviara su mirada pérdida, Esther y
Teresa, la miraban con gesto totalmente compungido-.
Massamba kusodisa nge, malembe (Massamba te ayuda,
486 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
tranquila) –los ojos de la mujer se cerraron, Maca tocó su
pulso-. ¡Rápido Massamba!. Esther prepara quirófano, ¡ya!
Al llegar Massamba y Ngouabi para ayudarla, la chica
que había al lado huyo despavorida gritando ante la
proximidad de los hombres, la mujer desmayada cayó al
suelo ante la falta de apoyo. Ngouabi cuando fue a ayudar
a Massamba, se detuvo en seco, miró a la mujer y un frío
estremecedor se hizo con él, Zulú lo apartó suavemente y
ayudó.
M_ Vilches... te necesito ya –le dijo apuntándole con su
dedo mientras pasaba a toda prisa.
V_ Sissou vandaka, todo esfuerza será poco –cuando vio a
la mujer susurró-. Joder.
E_ Ya está Maca, tengo preparado gotero.
T_ Dejarme que le quite la ropa.
M_ Joder... ¿cómo ha podido llegar viva hasta aquí? –se
preguntó mientras se ponía la bata.
V_ Maca... creo que... no vamos a poder hacer nada.
M_ Si crees que no vamos a poder hacer nada, te vas.
V_ Vale, vale –levantó las manos.
E_ Tiene el pulso muy débil –dijo apurada con los nervios
ya a flor de piel.
Pero el silencio se hizo en el quirófano cuando Teresa
retiró la ropa de la mujer, los ojos de todos, captaron una
487 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
bestialidad tan avasalladora, que les faltó a todos el aire
mientras escuchaban con Sissou rompía a llorar.
T_ Vamos Sissou, sal, yo me encargo.
Si_ Ve, ve –(no, no insistió con rabia).
M_ Veamos ¿por donde empezamos? –un nudo se había
instalado en su garganta mientras con cuidado Vilches y
Esther ponían cada pie de la mujer en uno de los escalones
de un potro tan viejo y destartalado que parecía no
resistiría el peso-. Desinfecta lo que puedas Esther.
E_ Si...
V_ Maca... ¿sabes que haría yo?
M_ Dime –como siempre que Vilches daba una idea ella
era la primera en prestar atención.
V_ Tendremos que vaciarla, y hacerle una colonoscopia,
sabes que eso aquí es prácticamente la muerte.
M_ ¿Y si no la hacemos?
V_ Lo mismo. Así que... vamos allá. Esto va a ser largo,
quizá Teresa mejor sal con Sissou, mira a ver a las mujeres
que quedan, si alguna más esta en mal estado, o tú o yo
dejamos de operar y salimos.
M_ De acuerdo. Aquí Esther.
E_ Está totalmente desgarrada.
488 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Si, no sé como ha podido llegar andando. Ponle
antibiótico, en esa parte del armario tenemos las bolsas,
necesito todo el instrumental, Esther.
E_ De acuerdo.
V_ No entiendo como pueden dormir tranquilos, bueno sí,
quizá porque como dijo el Doctor Mwghe, las bestias
salvajes de la Selva han dejado paso a estos desgraciados.
M_ Ha perdido mucha sangre Vilches, mira esto.
V_ Han debido de utilizar palos, mira lo que lleva aquí.
M_ Joder...
Los rostros, eran tan serios, tan duros, expresiones
gélidas, debían trabajar y no pensar, pero a veces era tan
complicado no involucrarse en aquello, que Esther debía
hacer esfuerzos, no podía entender como la noche anterior
todo había sido felicidad, alegría y ternura, y en ese
momento todo se había vuelto tristeza, desgracia y dolor.
Llevaban algo más de una hora cuando salieron del
quirófano, Teresa había acostado a dos mujeres más, los
rostros de los tres le dieron a entender la verdad.
V_ ¿Alguien es familiar?
T_ Sí, su hija también fue violada, y a su marido le
obligaron a mirar, le dijeron que si cerraba los ojos lo
matarían, finalmente lo mataron –su voz se rompió.
V_ Odio esto... lo odio me dan náuseas. ¿Maca las revisas
tú?
489 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Sí –dijo con un hilo en su voz.
V_ Ahora mando a los hombres que la saquen... ¿hay más
mujeres?
T_ Sí, pero ninguna lo quiere decir la vergüenza, ya sabes,
imagino que luego irán viniendo.
V_ De acuerdo. Voy a hablar con Dávila Me da vergüenza
ser hombre hoy y mirar a esas mujeres a la cara –sus ojos
se llenaron de lagrimas.
M_ Vamos... voy a reconocerla –le dijo a Vilches igual de
afectada.
Al terminar, fuera, no se oía absolutamente nada ese
silencio tan potente que se les clavaba en el alma, a todos,
Nsona repartió comida, Teresa curó heridas superficiales
junto a una más que afectada Sissou. Nmaba rezaba por el
alma de aquella mujer que habían enterrado sin nombre,
otra cruz más de madera de viejo roble. Y en el pequeño
hospital, Esther terminaba de desinfectar el instrumento
usado en vano para salvar la vida al deshecho de mujer que
llegó. Lo hacía con las lagrimas corriendo por su rostro, con
el corazón apretujado, y el desanimo clavado en sus venas,
en sus músculos, en su corazón. De pronto la sintió, ese
abrazo que le dio por la espalda, metiendo su cabeza en la
melena suelta otra vez de Esther, un suspiro tan profundo,
tan herido como el de ella, Esther se giró, la miró, se
miraron con los ojos rasgados por las lagrimas y se
abrazaron con fuerza, una fuerza absoluta, en medio del
490 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
dolor, la ira, la rebeldía, la injusticia, estaban las dos,
compartiéndolo, repartiendo las lagrimas del dolor, como la
noche anterior habían repartido las caricias, del amor.
Era media tarde cuando por fin, habían conseguido
estabilizar las hemorragias de las dos mujeres que habían
solicitado ayuda. El silencio fuera del hospital había llegado
cubriendo todos los rincones, la gente exhausta dormían
unos apilados contra otros, los pocos niños que habían, tras
un reconocimiento exhaustivo por parte tanto de Maca
como de Vilches, se habían integrado con el resto de niños
de la aldea, y jugaban ajenos como tantos otros niños que
habían pasado por allí a la desgracia que habían vivido,
algunos huérfanos, que habían sido adoptados en el drama
del momento.
Aquel panorama desolador lo estaban captando los
ojos de Esther, se había sentado con una taza de Aluá en su
mano, con la barbilla apoyada sobre las rodillas y un nudo
en su corazón. Oyó sus pasos acercarse y sonrió, tan solo
sentirla cerca le daba animo, y fuerza.
M_ Hola cariño.
E_ Hola –le sonrió más cuando se sentó junto a ella
mirándola con esa ternura que los ojos de Maca le
regalaban-. ¿Has tomado algo?
M_ No, no me pasa nada.
E_ Yo necesitaba beber, estoy demasiado seca por
dentro.
491 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Claro. ¿Cómo estás? –le pasó una mano por los
hombros acercándola hasta su hombro.
E_ Impresionada.
M_ Lo sé.
E_ Cierro los ojos y veo la brutalidad en esa mujer y...
M_ Es bueno hablarlo Esther, no te quedes callada.
E_ ¿Y la hija?, el marido... –negaba con la cabeza.
M_ Sí, son animales salvajes, hienas, porque ni los
animales hacen algo así, pero... debes entender Esther que
esto es parte de este loco mundo, que nosotras, bueno,
nosotros todos, solo podemos darles el auxilio que les
damos, un poco de paz, pero nada más desgraciadamente
ahora lo denunciaremos, pero siempre prometen esto va a
cambiar, ¿cómo cambias a los salvajes que viven como
ratas?, no hay cambio, tan solo podemos hacer que su dolor
y su humillación, no sea mortal. Mira Sissou, mira Lula...
ellas poco a poco con ayuda lo han superado, que no
olvidado –le hablaba con un amor infinito, con delicadeza-.
Es lo único que podemos hacer Esther, a veces me siento
inútil, pero cuando miro a Lula y recuerdo lo que luchamos
por ella... es la única satisfacción que me queda.
E_ Maca cariño... –la miró con pena y le dejó un suave
beso en la comisura de los labios.
Mo_ Uh Uh Uh –se hizo espacio entre ellas y se sentó
abrazándose a Esther.
492 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ ¡Pero bueno qué quiere decir esto!
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –pedorreta para Maca sin
ninguna contemplación.
M_ ¡Mona! –se quejó ante la sonrisa de Esther-. Oye
guapa que te enteres que Esther es mía, ¡a ver que solo me
falta esto, eh!
E_ No te quejes... pobrecita que hace mucho tiempo que
no le doy mimos.
Mo_ Uh uh uh –decía despacito a modo de respuesta.
E_ Ves... unos cuantos mimos –la ayudó a subir a sus
brazos-. Jo como pesas ¿eh?
Mo_ Uh, ahhhhhhhhhhh –asentía sacando todos sus
dientes a relucir.
T_ Hola chicas... ¿puedo? –las miraba con cierto corte
después de todo lo que había escuchado la noche anterior
que a ellas prácticamente se les había olvidado-. ¿Qué tal
vais?
M_ Bien Teresa, esperando a ver si se decide alguien más
a pedir ayuda.
E_ No lo entiendo.
M_ Ya lo dijo Vilches, costumbres, para ellas es una
humillación lo que les ha ocurrido, así que tratan de no
mostrarlo.
493 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Hay que estar atentas cuando van al lavabo,
normalmente la mancha de sangre es la señal, pero aún
así, es complicado que nos dejen actuar.
E_ Canallas –susurró.
Ma_ Mwasi Maca.
M_ Si Massamba.
Ma_ Creo que una mujer necesita ayuda –como siempre
Massamba como buen cazador, y hombre solitario, se había
acostumbrado a observar.
M_ Vamos.
E_ Mona quédate aquí.
M_ No Esther, ve al hospital, me voy a acercar yo sola a
ver si así la convenzo.
E_ Vale lo preparo todo.
T_ Allí está Vilches... voy a decirle a Nsona que caliente
agua.
Y así fue, aquella mujer joven que Massamba había
observado, se dejó ayudar por la Mwasi blanca que se
acercó, y por las otras dos Mwasis blancas que estaban
dentro de aquel recinto, ella tan solo fue capaz de llorar. A
cambio recibió calor, cariño, una mano suave la de Teresa
que le daba calma, unos ojos los de Maca y Esther, que le
daban fuerza y apoyo, y unas palabras de Sissou que le
daban su ejemplo y su comprensión.
494 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Cuando terminaron, Vilches las requirió a las dos en su
despacho, las hizo sentarse, su gesto era serio. Suspiró y
miró a ambas a los ojos.
V_ ¿Cuándo pensáis hacer la boda?
M_ Pues... –cruzó una mirada a Esther que la miró con
cierto temor-. Según los cálculos de Teresa dentro de tres
días.
V_ Ya.
E_ ¿Pasa algo?
V_ Pasa que o la adelantáis o no os casáis.
MyE_ ¡Qué!
V_ Lo siento he hablado con Dávila, me ha dicho que
tienes que ir a Brazzaville.
M_ Joder –cerró los ojos con rabia.
E_ Yo me voy con ella –dijo con rotundidad.
V_ ¿Qué parte no has entendido de la dicha Esther?
E_ ¡No me toques las narices Vilches! –Maca que tenía
cruzadas sus piernas había apoyado los codos sobre ellas, y
sus dedos pasaban una y otra vez algo nerviosos por sus
ojos y nariz.
V_ ¡No Esther, no me toques las pelotas tú a mí! –elevó la
voz nervioso, entonces agregó-. A mí me gusta tan poco
como a ti, pero no puedo hacer otra cosa, ¡la requieren a
ella!
495 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Pero yo estuve con ella.
V_ Pero a ti no te llama nadie, ¿lo entiendes?
E_ No, y no pienso quedarme aquí de brazos cruzados,
¡ya lo sabes!, voy a curar a la pequeña –salió de allí con
rabia.
V_ Joder.
M_ Déjala, ya hablo yo con ella –su tono era tan
apesadumbrado que Vilches sintió rabia y echó el bolígrafo
contra la pared.
V_ No puedo hacer nada Maca...
M_ Lo sé. Gracias de todos modos.
V_ Puedes irte.
M_ Gracias... no te preocupes por Esther yo me encargo
de ella.
V_ Si, será lo mejor –cuando salió Maca resopló con
fuerza, desespero y una ira focalizada en sus ojos donde las
venas se notaban sobremanera.
Al salir se encontró con ella poniendo en el armario
algunas vendas, se les habían terminado y sabía que en
cualquier momento volverían a necesitarlas, Maca sintió un
nudo en su corazón, tal que le entraron unas ganas terribles
de llorar, se apoyó contra la pared que justo había junto al
armario y se cruzó de brazos.
496 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Esther –ella no la miró entonces descruzó los brazos y
una mano acarició su barbilla para que la mirara, estaba
llorando-. Cariño... todo va a ir bien ¿vale?
E_ No te puedes ir.
M_ Solo me han citado para hablar, ya está, ¿vale? –
insistió.
E_ Si te vas... me voy contigo –le dijo segura.
Maca se quedo tan impactada, por las forma de decirlo
Esther, no pensaba que nadie pudiera mostrar tal amor por
ella, tanto, que la abrazó fuertemente suspirando.
M_ Esther...
E_ Te quiero mi vida... te quiero y no quiero separarme de
ti nunca –se había separado mirándola con tal devoción que
Maca negó con la cabeza formando un puchero en su
barbilla-. Nunca mi amor... nunca...
M_ Yo tampoco Esther... yo tampoco.
El día se les pasó tan rápidamente que cuando se dieron
cuenta seguían curando a los refugiados con la luz del
motor porque la noche había caído. Desde ese abrazo
donde sintieron el amor profundo entre ellas, poco tiempo
disfrutaron juntas.
En el hospital, Esther estaba reponiendo y recontando
todo el material que les quedaba con la ayuda de una
atenta Sissou que aprendía como debía reponer, tal y como
497 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
lo hacia ella, con la exactitud y el orden que tanto le
gustaba. Estaban en ello cuando entró Vilches.
V_ ¿Cómo vais?
E_ ¿Van a traer repuestos? –preguntó seria.
V_ No creo.
E_ Entonces vamos bastante justos.
V_ ¡Y cuándo no! –protestó. Luego miró a Sissou y le hizo
un gesto para que se quedaran a solas él y Esther. Cuando
la chica se salió, Esther siguió anotando en el papel sin
prestarle atención a la presencia de Vilches-. A mí tampoco
me gusta la idea, ¡pero no se puede hacer nada!,
¿entiendes?
Esther levantó la vista del papel y se le quedo mirando
fijamente.
En la cabaña de Nsona, ésta se estaba dejando revisar
por Maca, la mujer le sonreía agradecida al ver su gesto de
felicidad por lo bien que parecía ir todo. Cuando terminó, se
unió a Teresa que estaba en el huerto tratando de recoger
patatas para poder prepararles una cena con todo el
alimento posible. Cuando Maca llegó la escuchaba renegar
aireada, sonrió no pudo evitarlo, acercándose hasta ella con
gesto sereno aunque la procesión iba por dentro.
M_ ¿Puedo ayudarte? –sonrió.
T_ Uf parece que los Dioses no están de nuestra parte.
M_ ¿Y eso?
498 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
T_ Todas las patatas que hay, o podridas o tan pequeñas
que no sé… no sé… -negaba con la cabeza mientras la
miraba.
M_ Bueno Teresa no te preocupes con la carne que hay
podemos alimentarlos bien… sabes que no vamos a
conseguir mucho –comenzaba a rebuscar las patatas-.
Massamba Zulú y Ngouabi se han ido a ver si pescaban
algo.
T_ Ya lo sé no deberían haberlo hecho, es peligroso.
M_ Bueno… ellos saben Teresa.
T_ ¡A veces pienso que Dios no existe! –dijo muy
enfadada rebuscando entre las hojas y el suelo.
M_ ¡Vaya pero si tú eres muy creyente! –le decía sin dejar
de rebuscar de cuclillas en la tierra.
T_ ¡Pues mira… cada vez que veo algo así me pregunto
por que!, ¿por qué? –decía con energía y un gesto de rabia
contenida en sus ojos.
M_ Quizá porque Dios creó al hombre, y el hombre se
creó a si mismo, en varias especies, entre ellos el salvaje.
T_ Y que todos los días mueran gente como esta pobre
mujer, su marido, los niños que me han contado… ¡y ellos!,
¡Dios! –dijo de repente.
M_ ¿Te das cuenta que estas filosofando?, acabas de
decir que cada vez crees menos y acabas con ese ¡Dios!
499 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
que lo abarca todo, hasta la rabia más profunda que
sentimos.
T_ Estoy cansada Maca… cansada.
M_ Lo sé –asintió mirándola con los ojos repletos de
desesperanza. Dejó pasar unos segundos, lo que le costó
exhalar un profundo suspiro y le preguntó-. ¿Te ha dicho
Vilches lo de la boda?
T_ ¡Ah no me hables de eso!, ¡ni lo mientes! –le decía
apuntándola con el dedo mientras Maca la miraba
divertida-. ¡Y no te rías!, deja que hable yo con Dávila esta
noche…
M_ ¿Sabes una cosa Teresa? –detuvo su búsqueda, se
mordió el labio inferior mientras apretaba sus manos con
cierto temblor. Teresa la miró con gesto triste entendiendo
lo que iba a decirle-. Por primera vez en mi vida… tengo
miedo… tengo miedo a que me manden a Madrid y me
tenga que separar de Esther.
En el hospital los ojos rojos, enfurecidos y acusadores
de Esther se habían clavado en un Vilches que entendía el
enfado pero poco o nada podía hacer.
E_ No, no lo entiendo Vilches, no entiendo que por salvar
la vida de una mujer le quieran quitar del medio, no
entiendo que yo no pueda ir a testificar y a decir lo que
pasó, no entiendo que tú no me dejes ir, ¡no entiendo,
cómo te quedas tan tranquilo aquí cruzado de brazos
mientras Maca se tiene que enfrentar sola a algo tan
500 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
injusto como eso ¡y por último no entiendo! –alzó la voz y el
dedo para cortar a un Vilches que iba a contestarle-. ¡No
entiendo este mundo de mierda!
V_ Vale Esther estás nerviosa, y no voy a tomar en cuenta
según que…
E_ ¡Pues deberías tomarlo! –le desafió con la mirada sin
alzar la voz pero lo suficientemente enérgica como para
hacerse fuerte.
V_ A mí me gusta tan poco como a ti, pero yo no puedo
hacer nada, ella actuó indebidamente, tenemos protocolos
que seguir, tenemos normas y un día puede que le salga
muy caro sobrepasarlas, ¿para hacer el bien?, claro, lo sé,
yo también lo hago, pero soy más prudente que ella.
E_ Pues entonces, si tú también te saltas reglas, verás
que esto es una encerrona, y que la única que la puede
aclarar soy yo.
V_ No puedo quedarme sin enfermera.
E_ ¡Te quedas sin médica! –seguía fuerte y desafiante.
V_ Esther –resopló tratando de no perder los nervios-.
Escúchame si es por la boda.
E_ A la mierda la boda, esto es mucho más importante
que la boda –dijo fuera de si cerrando los ojos-. ¡No te das
cuenta Vilches!, ¡no quieren que Maca esté aquí!, y es
injusto el motivo por el cual no quieren.
V_ Pero ella no fue lo suficientemente lista Esther.
501 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ No pienso dejarla sola –le dijo con contundencia.
V_ Si te vas con ella estarás desobedeciendo e
infringiendo las normas –se puso las manos en las caderas
con actitud algo inquietante mientras pensaba en las
posibles reacciones que aquello podía conllevar.
E_ Te dejo con Sissou, con Teresa, ¡y si me quieres
denunciar hazlo!
V_ Yo no seré quien lo haga, pero si te plantas allí… serán
ellos quien os echen, y entonces me quedaré sin una
médica y una enfermera que formaban un gran equipo y
que pueden ayudar a mucha gente… entonces tu egoísmo
por Maca empujará a mucha gente a perderse, te dije
cuando bajaste del avión, nada de lazos, y no has tardado
demasiado. ¿Quieres ir?, vas.
Teresa había ayudado a Maca a levantarse del suelo,
habían llegado hasta el escalón y se habían sentado
desanimadas. Teresa le había ofrecido un pañuelo para
poder controlar su lagrimas, y se había quedado ella otro
porque su abatimiento estaba segura le iba a hacer llorar.
T_ Te comprendo cariño.
M_ La he encontrado Teresa, es… es simplemente
maravillosa… y ahora no puedo perderla es el amor de mi
vida.
T_ Lo sé –dijo con gesto de pena-. Las cosas siempre
vienen cuando no tocan, pero mira, vamos a tener la
esperanza de que puedas aclararlo.
502 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Si Julia esta detrás de esto no voy a poderlo aclarar.
T_ Quizá sí, quizá haya una manera.
M_ ¿Crees que no lo he pensado?, llevo toda la tarde
dándole vueltas a la cabeza.
T_ Sabes que es peligroso.
M_ Pero por Esther haría lo que fuera.
T_ Te conozco y eso sería muy duro para ti.
M_ Lo sé, pero te lo repito, por Esther haría lo que fuera.
T_ Está bien… prepararé litros y litros de tila… que Lula
rece, y mira… quien sabe, ¡obramos un milagro!
M_ Pero para eso no puede venir Esther –la miró
trasladando en sus ojos una suplica de ser ayudada.
T_ Ya… y quiere ir.
M_ Debiste ver como se puso con Vilches, tiene un
carácter mi niña –sonrió orgullosa.
T_ Ya… ya… -sonreía-. Y otras cosas… vamos… digo yo –
se limpió la nariz.
M_ Jajajaja –soltó una carcajada repleta de lagrimas-.
¿Tanto se oyó?
T_ ¡Corchos!, ¿lo preguntas de verdad? –abrió sus ojos
como platos mirándola con un gesto repleto de seriedad e
incredulidad.
503 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Es tan pasional… me hace perder el sentido Teresa…
te lo juro –decía sonriente como recordando por primera la
fabulosa noche vivida.
T_ Bueno ese tema vamos a dejarlo que por poco me
cuesta una enfermedad –Maca dio una carcajada-. Y vamos
a ver si podemos preparar algo para esta pobre gente que
les pueda aplacar el hambre.
M_ Lo malo es aplacar el miedo y eso no lo vamos a
conseguir.
Vilches se había ido a su despacho, enfadado no con
Esther sino con el mundo entero, sabía que en ese
momento no era bueno para que llamaran a Maca, lo había
intentado por activa y pasiva, había intentado retrasar la
llamada, pero no lo había logrado, en parte, se sentía
frustrado. Y en parte comprendía y admiraba la postura de
Esther.
E_ Vilches… ¿puedo pasar? –se asomó con cierta timidez.
V_ ¡Vaya la loba regresa de corderita!, pasa –le dijo
irónico.
E_ Es mi vida Vilches… así de sencillo –le dijo mirándolo
fijamente a los ojos.
V_ ¿Crees que no lo sé? –ella agachó la cabeza y la
mirada dura de Vilches se tornó blanda y afectuosa-. A mí
me jode muchísimo que vaya, he tratado de impedirlo
Esther, pero… no puedo.
504 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Lo sé… lo sé… lo siento yo estaba cabreada y…
V_ Y menos mal que habías soltado adrenalina durante la
noche, sino, me comes.
E_ ¡Pero…! –se sonrojó sin remedio.
V_ Mira… voy a tratar de hablar con Dávila, ¿vale?, voy a
pedirle que como favor te deje ir.
E_ Gracias –sonrió ampliamente.
V_ Esa sonrisa me gusta más que la mirada asesina que
me has dedicado antes. Ahora entiendo como has
conseguido domar a la fiera.
E_ Es una fiera encantadora Vilches, y no quiero que la
echen tan solo por salvar una vida.
V_ Bueno…
E_ ¿Cuándo se tiene que ir?
M_ Vaya… así que aquí de diálogo mientras yo trabajo –se
detuvo en la puerta cruzándose los brazos sobre el pecho.
E_ Hola cariño –la besó sonriente mientras Vilches
carraspeaba, Esther sonrió ante el gesto del hombre.
M_ No creas que por decirme hola cariño y darme un
besito de nada, se me va a marchar este enfado que tengo
por abandonarme tanto rato.
E_ ¿Me has extrañado?
M_ No, pero me ha tocado hacer la cura con Sissou y que
quieres que te diga a ella no puedo tocarle el culo.
505 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Pues os aviso –las miraba serio-. Otra noche como
esta, y me matáis a Teresa, debisteis ver los colores de
cara, y los suspiros que salían de su cabaña.
M_ Que fuerte… -susurró sonriendo.
V_ Pues nada ahora os dejo, voy a ver si me dan de cenar.
Cuando las dejó solas, ambas suspiraron sin poderlo
evitar, mirándose a los ojos descubriendo ese sentimiento
que tanto les gustaba encontrar en los ojos ajenos. Se
acercaron con tranquilidad, con lentitud mirándose a los
labios, rozándolos suavemente, con ese pequeño roce,
despertaron en ellas miles de emociones, miles de
amaneceres, se separaron volviéndose a mirar y terminaron
en un abrazo fuerte y dependiente la una de la otra.
M_ Esther no quiero que vengas, no quiero que me
acompañes.
E_ Pero –la miraba totalmente absorta.
M_ Sé que quieres apoyarme, pero… tu apoyo puede ser
peor, puede arrastrarte a ti también.
E_ No me importa –la miraba con los ojos repletos de
tristeza.
M_ Pero a mí si, quiero que te quedes tranquila lo que
tenga que pasar lo voy a enfrentar sola y sin implicar a
nadie más.
E_ ¡Es injusto!
506 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Lo sé, y no te niego que voy con miedo, porque del
resultado que se dé pueden apartarme de ti –Esther cerró
los ojos-. Voy a luchar con todas mis fuerzas para que eso
no se dé, cariño, y quiero que sobre todo estés tranquila
aquí ayudando como siempre.
E_ Maca si te vas…
M_ Eso no lo vamos ni a pensar ¿de acuerdo?
E_ Te quiero.
M_ Y yo, y a mí vuelta prometo llevarte a la cascada –la
cogió por la cintura y se marcharon a cenar mientras le iba
hablando-. Allí podemos gritar sin escandalizar a nadie –
daba una carcajada.
E_ ¡Qué mala eres! –le golpeaba el brazo con una sonrisa.
M_ No me prives de esa sonrisa, ¿vale?
E_ Claro.
Llegaron al comedor y las caras de todos les dio a
entender que algo pasaba, miraron a Vilches y éste con la
barbilla algo tensa les confirmó la noticia.
V_ Mañana debes ir a Brazzaville, vendrán a llevarse a los
refugiados y de paso te irás tú con ellos.
El silencio tras las palabras de Vilches… se adueñó de
todo, las caras y los gestos tensos, se hicieron dueños de la
calma y las sonrisas.
507 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
El silencio tras las palabras de Vilches… se adueñó de
todo, las caras y los gestos tensos, se hicieron dueños de la
calma y las sonrisas.
M_ Mejor… cuanto antes… mejor –miró a Esther y vio que
se giraba entrando a la cocina, entonces con la rabia que no
quería demostrar delante suya susurró-. Mierda…
V_ Te han pillado Maca.
M_ Lo sé.
V_ Si te vas ella no lo va a soportar.
M_ Y yo tampoco.
V_ ¿Has pensando algo?
M_ Sí.
V_ Yo he hablado pero ya sabes… ¿qué has pensado? –
Maca le explicó a grandes rasgos cual era su idea y él le
dijo-. Joder… si lo haces… los ovarios los tienes muy bien
puestos, creo que será bueno para ti.
M_ Lo sé.
Mientras en la cocina, Teresa le daba un pañuelo a
Esther y se quedaba ella otro.
T_ Toma cariño.
E_ No quiere que vaya.
T_ Es mejor… déjala que ella lo trate de solucionar.
E_ Si se va…
T_ Esperemos que no.
508 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ No lo podré soportar y ella…
T_ Ella te lo digo seguro, tampoco.
E_ ¿Qué podemos hacer?
T_ Yo ya hice lo que estaba en mi mano, sólo espero que
sirva de algo Esther, no le digas nada a Maca, no quiero que
se cree falsas esperanzas.
E_ Mierda… -susurró abatida.
T_ Venga anímate, que no te vea así.
E_ ¡Cómo es la vida, no!, de la noche a la mañana todo
cambia, lo que es risa se vuelve llanto, y lo que es
tranquilidad se vuelve infierno.
T_ Eso es la vida cariño… por eso hay que vivirla al día, el
presente es lo que vale, el pasado son recuerdos el futuro
desconcierto, así que vive esta vida que tenemos, el hoy
Esther, el hoy.
E_ Maca tiene razón en eso… bueno… prácticamente en
todo.
T_ Si, venga a cenar que hay que alimentarse para seguir
luchando.
Durante la cena, hablaron un poco de todo, sobre todo
de finalizar el aislamiento pues llegados al punto de no
desarrollar ningún tipo de síntoma, era para todos mejor
salir de las cabañas, ya que tenían trabajo que hacer. Los
hombres llegaron con las cestas llenas de pescado, se les
había dado bien la pesca. Al volver las mujeres apartaban
509 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
de ellos sus miradas. Nmaba, con su perro fiel, había
acudido a ellas y les hablaba, su propia vivencia transmitía
un calor para que ellas superaran el trago que les estaba
tocando vivir sin remedio alguno. Las mujeres la
escuchaban, algunas no podían detener las lagrimas y
rodaban sin más hasta golpear la arena, los ojos tristes de
las mujeres, llenaban de miradas repletas de dolor sus
gestos, y aquellos gestos eran seguidas con atención por
Esther con Mona en su brazo, Maca y Teresa con Valiente
en el suyo, se habían sentado como hacían siempre un
ratito en el porche para observar la luna, las estrellas y
respirar aire, pero aquella noche el aire era amargo,
nuevamente verían marchar un camión repleto de almas
perdidas, sin saber donde iban a ir a parar, aquella
situación que a cualquier persona del mundo civilizado le
causaría pavor, a ellas, lo único que les provocaba era esa
desidia acumulada con los años y los movimientos de una
tierra a otra, siendo nunca dueños de algo, sino reyes en el
mundo de la nada.
M_ Cariño creo que será mejor que nos acostemos.
Vilches ha hecho la ronda, si pasa algo nos llaman.
T_ Si descansar, yo me encargo de vigilar también…
venga… -sonreía.
E_ No tengo sueño.
T_ Pero descansas.
E_ Y estoy al lado de mi amor, ¡venga vamos!
510 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Muy buena idea… si… hasta mañana Teresa.
E_ Venga Mona cariño baja –Mona vestida con unos
pantalones cortos de Esther bajó-. Mírala ella que fashion
con mi ropa…
M_ ¡Pija!, ¡es la primera mona pija de la Selva! –reía
abiertamente.
Mo_ Uh uh uh uh uh –movía los brazos al aire.
E_ ¿Y Valiente qué?, ¿tú que? –sonreía al ver los gestos de
Mona.
Va_ Ah ah –se acomodaba más en el brazo de Teresa.
R_ Guau guau guauuuuuuuuuu.
T_ Venga Ramón… venga… si tú eres mi ojito derecho.
M_ Tenemos conflicto sentimental ¿eh?
E_ Si –sonrió ampliamente-. Vamos… venga.
M_ Buenas noches a todos –se pusieron a andar y Mona lo
hizo tras ellas, al darse cuenta Maca, se giró se puso en
jarras ante la sonrisa de Esther y dijo-. ¿Dónde crees que
vas?
Mo_ Ah ah ah –se acercó a ella agarrándose a sus piernas
y acariciándola.
M_ Zalamera eres…
E_ Total, pero es tan mona… mírala… como le vamos a
decir que no…
511 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Pues muy sencillo Esther, diciéndoselo que es una
mona.
Mo_ Ahhhhhhhhhhh –decía suavemente.
M_ Joder… pero sin subir a la cama ni hacer ruidos ¡ni
echarte pedos! –dijo con mucho énfasis.
E_ ¡Maca! –reía con ganas.
M_ ¿Hostias no has sufrido uno de ellos?
E_ Sí, pero mírala la has puesto en evidencia –Mona se
había sentado en el suelo mirándose los pies, y metiendo
sus uñas entre los dedos-. Pobrecita. Venga vamos…
M_ ¡Ay que joderse! –susurró mientras Mona pasaba de
largo de ellas abriendo la puerta y echándose dando
volteretas por el suelo-. Es increíble…
E_ Pues si… no tan increíble como tú… pero bueno…
M_ Oye Esther –la detuvo cuando iban a entrar.
E_ Dime –le contestó también con la misma sensualidad
que ella le había preguntado.
M_ ¿Vas a ponerte el camisón de encaje, negro? –le
preguntaba mientras le acariciaba el pelo.
E_ Maca los refugiados nos están mirando.
M_ ¡Pero si o no! –sonreía con esa picardía en ella tan de
Macarena Wilson.
E_ Si me lo dices así, ¡cómo resistirse!
M_ Pues… ¡a qué esperamos!
512 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
La noche aguantó sin lluvia, algo que agradecieron los
refugiados, Teresa antes de irse a dormir, hizo un repaso a
todos con la compañía de una Sissou que se había visto
terriblemente implicada en ello, le gustaba y charlaba con
Teresa, aquella joven era inteligente, y escucharla a Teresa
también le ayudaba a, a pesar de todo, seguir creyendo en
que Dios, existía.
Sentado en el porche de su cabaña, el joven Ngouabi,
descansaba apoyando su cabeza en la madera, pensativo,
reflexivo, había hablado con su abuela, sin tapujos, sobre
aquella mujer que le había provocado unas arcadas
terribles, y que le había dejado tocado, la tarde pescando
no había sido suficiente para dejarse de reprochar su
actitud ante la frialdad del gran Massamba a quien cada día
admiraba más, y Zulú. Suspiraba tratando de aceptar que
era algo natural, y como su abuela le había dicho
provocado por su corazón y sensibilidad. Sonrió ante la
sabiduría de su abuela, ¿dónde iba a estar mejor que allí?, y
su aceptación hacia Massamba, le permitía al mismo
tiempo, aceptar que Lula fuera feliz a su lado. Sonrió al
pensarlo, entonces al levantar la mirada del suelo, vio como
una chica salía hacia la puerta, con una habilidad que a él
le había dejado helado, abrió a penas para poder pasar su
delgado cuerpo y salió, no se lo pensó echó a correr tras
ella. La vio a pocos pasos, caminaba sin saber muy bien
hacia donde ir, el joven no sabía muy bien como actuar, era
la primera vez que se le presentaba una situación así,
513 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
decidió torpemente acercarse y taparle la boca, la chica
que pensó estaba siendo atacada por alguien le mordió
tratando de escapar, él el dijo.
Ng_ Malembe… malembe, shhhhhhhhhh… te kobanga na
nkanti, mono kele bampangi, malembe (tranquila…
tranquila.. no tengas miedo, yo soy hermano).
La excusa del camisón negro de encaje les facilitó ese
momento de relax, de juego de seducción, de besos y
caricias lentas de pie, de besos y caricias lentas en la cama,
dos cuerpos desnudos buscándose y encontrándose, labios,
piel, aromas, en definitiva volver a su mundo, a ése
reservado que tan solo habían fabricado ellas, un mundo
donde en ese momento al acabar silenciosamente, querían
huir, refugiarse solas, mantenerse en ese impas donde
nadie pudiera acceder, donde fuera un mundo diseñado por
ellas y para ellas, libre, repleto de amor. Al finalizar, unas
sonrisas traviesas, ese roce de nariz contra nariz repleto de
dulzura y cariño, esos besos finos, cortos pero tan
importantes, tan sabrosos como los que momentos antes
habían repartido repletos de pasión.
M_ Te quiero…
E_ Y yo cariño… te quiero muchísimo –le musitaba sobre
su pecho-. Mañana te voy a extrañar.
M_ Lo sé, yo también… ¿te das cuenta?, desde que
llegaste es la primera vez que nos vamos a separar.
E_ Si –sonrió con una inmensa tristeza.
514 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Será todo el día, imagino que después podré volver.
E_ ¿Y cómo volverás?
M_ No lo sé… pero volveré –sonrió besando su sien.
Durante un rato estuvieron en silencio cada una
valorando la situación y las palabras que podían decir y
podían poner más o menos tristes a las otras, por eso
prefirieron el silencio… el brutal silencio entre ellas a las
palabras que podían doler más. Hasta que en un momento
Esther como captando a través de los latidos del corazón lo
que le ocurría a Maca, se separó de su pecho y le susurró.
E_ Quiero abrazarte.
M_ Claro… lo estaba necesitando.
E_ Ven –le hizo un hueco y se abrazaron con fuerza-. Todo
irá bien mi amor… todo irá bien.
M_ Ahora va mejor –sonrió con un profundo gesto de
pena.
E_ Cariño no sé que pasará mañana, pero ten por seguro
que pase lo que pase, no nos van a separar.
M_ Lo sé –dijo sin mucho convencimiento.
E_ Te lo digo yo, y lo que yo digo es –le pegó una
palmada en el culo.
M_ ¡Joder se me había olvidado que eres una
marimandona en toda regla!
E_ Pues ya lo sabes.
515 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
Ni una ni otra durmió, pero al menos el abrazo fue
reconfortante para ambas, con los primeros rayos del sol,
con los cantos de las gallinas, comenzaron a moverse para
levantarse.
M_ Buenos días mi amor.
E_ Buenos días cariño –se besaron con calma, Maca se
tumbó sobre ella mirándola a los ojos con esa mirada
penetrante que tan claros sentimientos desataba en ella-.
Yo también te quiero.
M_ Mi amor –sonrió al ver descubiertos sus
pensamientos-. Pórtate bien hoy si mí ¿eh?
E_ Claro… no me voy a escapar.
M_ Nada de excursiones.
E_ Lo prometo.
M_ Mira que… me he dado cuenta que soy muy celosa –la
miraba con la cabeza doblada suavemente.
E_ Pues ya sabes… lo mismo te digo a ti –la miraba
sonriente.
Mo_ Uhhhhhhhhhhh –se hizo notar Mona entre los
arrumacos de la pareja.
M_ Ultima vez que duerme aquí –le susurró.
E_ Déjala no nos interrumpe, solo observa.
Va_ Uhhhhhhhhhhh –apareció también Valiente a su lado.
M_ Joder… ¿cómo ha entrado Valiente?
516 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
E_ Míralo que ojitos pone… si es que están para
comérselos.
M_ Yo me comería otra cosa –le dijo muy seria.
E_ ¡Maca… no me digas eso… que se me encienden las
luces de alerta! –le decía sonriendo y aquel comentario
provocó en Maca una sonora carcajada.
M_ ¿Así que te enciendo las luces de alerta? –se subió
sobre ella.
E_ Sí –admitió no sin sonrojarse.
M_ Entonces tus luces y las mías deben ir al compás. Es
decir, una discoteca tú y yo.
EyM _ Jajajajajajaaj.
MoyVa_
AhhhhhhhhhhhAhhhhhhhhhAhhhhhhhhhhAhhhhhhhhhh.
Sin embargo dos golpes en la puerta hicieron que
ambas y los animales guardaran silencio. Maca se levantó y
se asomó, allí con gesto serio estaba Teresa, no le hicieron
falta las palabras para saber que debía marcharse. Maca
asintió con gesto serio y cuando cerró la puerta se giró
diciéndole a una Esther que se había quedado como si fuera
una estatua de sal, pendiente de un solo soplido para
deshacerse de manera total.
M_ Voy a ducharme y me voy cariño.
E_ Maca… -la miró con tanto miedo que Maca se asustó.
517 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
M_ Escúchame no me voy a marchar aunque me echen
de aquí, ¿vale?, nadie me va a separar de ti, por favor…
E_ Ya lo sé –sonrió finalmente entendiendo que no podía
mostrarse tan mal, Maca debía afrontar aquel tribunal con
la mayor entereza posible-. Venga… no les hagas esperar.
Al salir vieron como uno a uno iban subiendo a los
refugiados al camión, como aquellos hombres y mujeres se
dejaban llevar como si fueran almas en pena, de aquí allá,
sin nada más que la vida en su poder. También vieron a
Vilches y Massamba discutir con uno de los encargados que
habían llegado para llevárselos. No entendían que pasaba,
pero sin duda algo grave era por el rostro de Vilches. En la
ducha, Maca pudo soltar alguna lagrima pero tan efímera
como el agua resbalando por su piel, no podía hacer
esperar, debía hacer todo cuanto ellos tenían pensado para
ella, para no crearse más problemas, por eso su ducha y
sus lagrimas fueron rápidas, llegaron y se marcharon en un
suspiro.
M_ Ya estoy Vilches… ¿qué pasa? –le preguntó al ver los
rostros de todos.
V_ ¡Solidaridad, protección, admiración, lucha,
reivindicación!, ¡eso pasa!
M_ ¿Qué? –lo miraba un tanto desconcertada porque tal y
como su rostro demostraba, entendía a que venían aquellas
palabras.
518 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009
V_ Pues eso Maca, Massamba y Zulú han dicho que no
vas sola, te esperan en la cafetera, eso si, espero que los
inconscientes te devuelvan sana y salva, no esté el horno
para bollos –entonces se detuvo la miró, y agregó-. ¡Nunca
mejor dicho!
T_ ¡Vilches! –le riñó Teresa-. Ve cariño que te están
esperando, no les des el gusto ¿de acuerdo?
M_ Sí mami.
T_ No me vengas con tu porte borde –le riñó.
M_ No, mami.
Tras darle un beso, las mujeres de la aldea la
despidieron, los niños se subieron a su cuello, Nmaba le
hizo la señal de persignación sobre su cuerpo y finalmente
se separaron para dejarla con Esther.
M_ Mi vida… no quiero que te preocupes ¿eh?
E_ Y tú procura no pasarte que te conozco –le sonrió.
M_ Vale.
E_ Te quiero.
M _Y yo –se abrazaron con fuerza-. Te quiero.
¡Cuidármela! –les dijo antes de subir a la cafetera.
Los niños, salieron tras el coche, las mujeres gritaban
como en ellas era costumbre, y Esther cuando vio como
perdía de vista el coche, sintió como su mundo de
desmoronaba.
519 Una Pija en la Selva, Parte 3 © by ldana, 2009