CONECTAR IGUALDAD
EGRESADOS 2012.
RECOPILACIÓN DE
MICRORRELATOS REALIZADOS EN
EL FORO DE LITERATURA
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PRÓLOGO
Un grupo de profesores de diferentes partes del país, tres tutores de
diferentes campos disciplinares (Literatura, Cine y Arte) y un espacio en
común: el Aula de Egresados del Curso Básico de Conectar Igualdad fueron
las condiciones que hicieron posible este proyecto.
Elegimos la temática de la brevedad en sus diferentes manifestaciones
artísticas (los microrrelatos, los microvideos, las fotografías) porque creemos
que “con poco se puede expresar mucho”. Lo breve sugiere, propone,
interpela y abre la puerta a la multiplicidad de interpretaciones.
Los microrrelatos producidos por los profes y recogidos en esta
recopilación tienen la belleza del relámpago, que nos impresiona con su
efímero fulgor. Las producciones recorren todos los estilos: las hay realistas,
fantásticas, de corte maravilloso y cercanas al realismo mágico. Se oyen
también voces de denuncia y es palpable el compromiso social de los profes.
En esta vastísima producción de textos breves (paradoja si las hay),
los profes se permitieron jugar con el lector, expresar posiciones con
respecto a la vida, crear productos acabados desde una perspectiva estética,
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dialogar con otras artes: el cine y la fotografía.
Si bien las producciones fueron individuales, las fuimos compartiendo y
comentando entre todos; en tal sentido podemos decir que esta recopilación
es el fruto de un trabajo colaborativo. Esperamos que su lectura les resulte
tan placentera como fue el proceso de creación.
MICRORRELATOS ESCRITOS POR PROFESORES EN EL FORO EGRESADOS propuestos por
la Lic. Luciana McLoughlinLevemente criminal
No había dejado huellas; no podía haber nada fuera de lugar.
“Por favor, presentarse en…”.El lugar le resultaba vagamente familiar; pero
no había sobre con indicación de remitente ni nada parecido.
-Papá, ¿encontraste la nota..? La loca de Lengua dice que soy un inmoral
porque insinué que a uno le pueden gustar varias chicas al mismo tiempo
siempre que no se enteren. Quiere hablar con vos y no sé quién más.
No lo oyó llegar.
Se sentó lentamente, armó la nueva escena, sermoneó a su hijo (aunque
con cierta discreción). Cuando se retiró, suspiró aliviado. Nada hubiese sido
más inconveniente: Matías no conocía su delito: los encuentros clandestinos
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con la profesora de Historia estaban a salvo.
SILVINA FARIÑA
Simulacro
Existen muchas maneras de decir. Querer decir algo y no; decir que todo
está bien, cuando nada lo está; decir que la libertad es un derecho, cuando
se vulneran día a día; decir que está bien, que ya lo hago, cuando no querés
hacerlo; decir que sí, cuando querés decir que no; decir que estás harto de
todo, y seguir haciendo lo mismo de siempre; decir amor y no saber cómo
expresarlo; decir muerte y verla día a día…
Quisiera escapar… huir… No tengo escapatoria, voy a seguir mintiendo ¿para
qué cambiar? Pongámonos la careta y salgamos a escena.
SUSANA BONANSEA
Objeto de deseo
Nunca había entendido por qué tantos hombres la buscaban; cuando
salía sus curvas parecían atraer todas las miradas, y si bien su silueta se
desdibujaba de manera candente insinuando la dócil profundidad de sus
caderas, quizás lo que más seducía era su voz que persuadía hasta al más
recatado. Eso sí, le producía cierto escozor saber que tantos hombres ya la
habían tenido y que tantos otros la seguían deseando, pero no lo entendió
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hasta que la tuvo por primera vez entre sus brazos y comprendió que eso
era todo lo que quería en el mundo…
_ La llevo. _ Le dijo al vendedor que lo miró absorto llevarse con excesivo
entusiasmo la guitarra más barata.
ROMINA G. DURÁN
Noche de Bodas
Al fin llegó el día. Tenía que darse prisa, porque debía esperar a esa mujer
única, bella y delicada en el altar. Advirtió que el traje le sentaba perfecto,
Pero no pudo ser. Pensó en la indignación de sus seis hermanos. Pensó en
la soledad infinita de la novia. Aquel incidente en el semáforo disparó su
maldición y tuvo que cumplir con su destino en aquella apacible noche de
luna llena.
CLARA GONZÁLEZ
La garantía
No podía estar sin mi reloj y la hora de salida demoraba en llegar.
Debía adquirir otra vez el control de mi tiempo. El vendedor había ido en
busca de una particular pieza. A su regreso me ofreció un reloj de
colección, exquisito. Ya en mi departamento me acerqué a la ventana y
admiré las flamantes agujas. Satisfecha, fui al baño para refrescar mi
nuca. Cuando levanté la cabeza y busqué mi imagen, el horror del tiempo
acelerado se apoderó de mí. Mientras me desplomaba, se abría paso la voz
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del vendedor diciéndome “no se preocupe, tiene garantía”.
SILVIA MÓNICA CORBELLA
Los extranjeros
Amanecí muy temprano. Como hacía ya pocas semanas de su presencia en
casa, me alisté como cada mañana para saludarla. -Buen día. Le dije. Sabes
qué? Me dijo. - Anoche me visitaron dos mujeres mientras dormía. No era
a mí a quien buscaban en realidad, sino al hombre de la niña. Me preparé
entonces para salir a comprar unos buenos bizcochos para los mates. A mi
regreso, la voz de mi viejo en su auto, ya hacía más de un mes que era
casi una ambulancia. _ El viejo no cortara más el cabello, dijo y se marchó.
Las palabras de la moribunda anunciaban una anticipada y pronta visita.
JUAN CARLOS GALUCCI
El espejo
El reloj sonó a las 6 AM en punto, como todas las mañanas. Al abrir los
ojos, ante un nuevo día, sentía que sería uno más de tantos. Me levanté
con la lentitud propia del día lunes. Miré mi reloj, por pura costumbre,
y me encaminé hacia el baño, necesitaba una ducha que me ayudara a
despejarme. Parsimonioso abrí la puerta, levanté la vista frente al espejo,
mi imagen se vio reflejada en él y no recuerdo más. Hoy estoy del otro lado,
reflejando la otras imagenes, mientras pienso en ese sueño que podría
devolverme la libertad hacia el mundo.
DORA ZALAZAR
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ENLACE
Definitivamente ésa era la persona que le aseguraba una felicidad
duradera. La entrega que soñó durante años era inminente. Atrás habían
quedado algunos amores.
Pensó que en el lugar sagrado cada elemento estaría dispuesto, como
expectante. Al llegar, sintió la blancura del ropaje inundando su cuerpo y
cada paso ansioso hacía más cercana la presencia de su amor.
Avanzó lentamente hacia el altar cubierto de flores blancas. Sus manos
entrelazadas delataban su nerviosismo y emoción. Se preparaba para
celebrar su primera misa.
CLARA GONZÁLEZ
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MICRORRELATOS A PARTIR DE UN VIDEO propuesto por el Lic. Adrián Biasiori.En este ir y venir entre lenguajes, veamos ahora la adaptación de un relato
audiovisual a un microrrelato literario. Algunas referencias del video: “La
búsqueda” es un cortometraje producido por chicos entre 12 y 15 años en
el marco de un proyecto de producción audiovisual por los barrios en Maipú,
Mendoza.
Todo depende del cristal con que se mire
Alguna vez la había visto por ahí y lo cautivaron su mirada, su juego de
pelota, una tímida sonrisa en alguna oportunidad. Desde entonces la
buscaba, como en ese momento podría haberlo visto alguien, rebuscando en
su mochila algo que no encontraba, o que quizás ya sabía que no estaba.
Al fin se acercó; venía en busca de una pelota perdida que él recogió y le
entregó amablemente. Agradeció y se retiró. Así de fugaces eran siempre
sus encuentros.
Matías ni lo notó; Tomás se había acercado, pero se retiró algo
desconcertado. Él se encogió de hombros; ya lo entendería.
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Volvió a su incesante búsqueda dentro de la mochila sin fondo (como si allí
fuera a encontrar un “Ábrete Sésamo”).
Giró de pronto y pareció mirar muy lejos. Luego, se quitó los anteojos,
los limpió cuidadosamente y volvió a colocárselos; por supuesto, nada
cambiaría: odiaba esos anteojos y sentía que lo apartaban del mundo.
Y entonces ella volvió. La pelota había girado hasta los pies de Matías y
se encontró frente a ella una vez más, pero, por alguna extraña razón,
intercambiaron algunas palabras y tuvo la certeza de nuevos encuentros.
SILVINA FARIÑA
La búsqueda
Hay momentos en que la vida nos muestra a esa persona que nos sacará
para siempre de la soledad. Me pasó esa tarde en el parque, cuando al
alcanzar la pelota que rozó mi cuerpo, supe que esos ojos me pertenecían.
Sin embargo, por respuesta, recibí indiferencia.
Roberto se acercó para invitarme a la cancha pero por respuesta recibió
un “no”rotundo. Mientras frotaba mis anteojos, rogué al cielo que ella
notara mi presencia. Y los milagros existen porque al ser nuevamente
alcanzado por la pelota, volví a tener a Rosa junto a mí, torpemente la invité
a salir, y ella aceptó.
Estuvimos juntos tantos años…ya tengo ochenta y dos y hace diez que ella
ya no está. Vuelvo a frotar mis gafas veo a ese jovencito con esa sonrisa
que une mi pasado con mi presente, que confirma que vale la pena salir a
buscar este recuerdo del nacimiento de un amor que resultó ser eterno.
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CLARA GONZÁLEZ
La búsqueda Sentado en el parque revolvía la mochila buscando algo que al parecer
no encontraba. Hojeó un libro, otro y revisó de nuevo, fastidiado por la
búsqueda infructuosa. De repente una pelota pasó casi rozándolo y lo
distrajo. Fue a buscarla y entonces la vio. Quedó paralizado, casi sin aliento.
Se la entregó, ella sonrió y se fue; él se sentó de nuevo como esperando un
milagro.
Pasó José y le preguntó si se verían en la canchita a la salida de la escuela.
José no lograba convencerlo y se fue. Miró a través de los cristales de
sus lentes y los vio sucios. Los frotó con la manga de su campera, se los
colocó y creyó que todo era más claro, más luminoso. Hasta esa pelota
que nuevamente volvía a sacarlo de su ensimismamiento y ella que volvía
a buscarla, le sonreía y se lo agradecía. Sonrió, y en esos gestos se
entrevieron probables encuentros a partir de ese día. Una pelota y el azar lo
habían hecho posible.
SUSANA BONANSEA
LA BÚSQUEDA
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Todos los días de su larga vida (Todavía no sabía que más adelante le
parecería demasiado corta), revolvía en los más recónditos lugares. La
búsqueda siempre resultaba inútil y a veces lo hallado no lo complacía.
Infinitas veces había buceado en su interior. Infinitas veces creyó
encontrarse al borde del abismo. Infinitas veces pensó lo que no debía.
Una tarde esbozó una sonrisa. Por fin, allí estaba. Como había estado todos
los días. Allí a su lado, el alivio, la alegría, la esperanza. Sólo entonces
comprendió que los imposibles existen y están siempre al alcance de tu vida.
ÁNGELA IBAEZ
LA BÚSQUEDA
Fue un día triste para él. Su primera novia lo había engañado con su mejor
amigo. Solo le quedaba una CARTA, recuerdo de ese amor adolescente. La
buscaba incesantemente en su mochila; creía que así podría mitigar el dolor.
De pronto el golpe de una pelota lo hizo volver a la realidad. Se trataba de
una nueva y fresca presencia que aparecía en su vida como una mariposa
de alegría. Recogió la pelota y se la entregó, intercambiando miradas
cómplices.
Mientras la joven se retiraba quedó absorto pensando entre la pérdida de su
gran amor y la posible llegada de una nueva ilusión. De pronto, se acercó el
amigo para darle explicaciones pero él lo rechazó fríamente.
La joven volvió a arrojarle la pelota; en ese momento se dibujó una inmensa
sonrisa en su rostro. Abandonó la búsqueda porque nacía otro amor que lo
haría olvidar el fracaso.
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DORA MERCEDES SALAZAR
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VIDEOS A PARTIR DE LOS MICRORRELATOS ESCRITOS POR LOS PROFESORES. “Simulacro” - de Susana Bonansea“Levemente criminal” - de Silvina Fariña“Objeto de deseo” - de Romina Durán“Noche de bodas” - de Clara González“La garantía” - de Silvia Corbella“El espejo” - de Dora Zalazar“Enlace” - de Clara González
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MICRORRELATOS A PARTIR DE FOTOGRAFÍAS DE MARTINE FRANCK, propuestas por el Lic. Adrián Biasiori. La serie fotográfica pertenece a la prestigiosa agencia MAGNUN.
CARA Y CECA
Cerca. Demasiado cerca. Hace días ya que no anda dando vueltas por ahí.
Ahora está acá, a mi lado. Sé lo que quiere decirme. Sé que me estoy
muriendo.
Sé que por su cabeza también transita todo lo que he expresado.
SILVINA FARIÑA
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Quizás Anna también lo hubiese hecho. Quizás, si alguien la hubiese
acompañado y hubiera podido (dentro de ese sótano en el que su propia voz
en unas páginas era la única vía de escape) inventarse un muro cercano.
Ahora, Frank y yo la reivindicamos.
SILVINA FARIÑA
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AUTORRETRATO
¿Cuál de todos soy yo? Me veo multiplicado en este ciclo que me encierra
en las miradas. Espero a alguien. Por favor, venga a decirme quién soy, en
realidad.
SILVINA FARIÑA
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LA CADENA
Sus caras serias, rayanas al asombro y el espanto, se fueron apilando
como tuercas de una cadena, de un engranaje sin fin. ¿A dónde los llevaría
esa escalera de caracol oscura e interminable? ¿Qué les depararía el
destino? Ninguno de ellos se atrevió ni siquiera a pensarlo. Los chicos,
como estaqueados, inmóviles, esperaban algo que los sacara de ese lugar
insólito que los tenía apresados. ¿O no había salida? Sorpresivamente, un
movimiento de un dedo dejó entrar la luz y alguno suspiró desencantado
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pero aliviado por ese viaje fantástico a través de la oreja de Juan.
SUSANA BEATRIZ BONANSEA
ABSURDO
Hacía rato que, mientras observaba fotos recientemente recobradas,
escuchaba sonidos confusos que provenían del pasillo exterior a su
departamento. Durante bastante tiempo logró ignorarlos pero, de pronto, no
resistió más y se asomó: nada en el pasillo, nada que viniera de las puertas
de los departamentos vecinos… Ah, la escalera. ¿Cómo podía ser?
Primero se asomó hacia abajo y vio un caracol de nucas uniformes y atinó a
preguntarse qué sucedería; luego, volvió la vista hacia arriba y se
sobresaltó: caras de niños iguales (del mismo niño multiplicado) lo
observaban desde un caracol que ascendía hasta más allá de lo que podía
ver. Rostros iguales al de la foto que tenía en la mano: ¿qué vendrían a
buscar? ¿por qué habían robado su rostro de la infancia?
SILVINA FARIÑA
LA TORRE DE BABEL
Como cada mañana mis huellas me arrastraron a mi rutina laboral. La yema de mis dedos dibujaron ese camino que ni siquiera el grandísimo Fibonacci lo hubiera hecho más perfecto.. 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21...3, 7, 33, números
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divinos, escalones. La inocencia curiosa se aproximó al fondo del registro paso de ese arcano transeúnte. – Buenos días. ¿Comenzamos?. Sería este mi probable elevación o destrucción. JUAN CARLOS GALUCCI
¿PENÉLOPE?
Se llama Penélope Arrufat. Lo mira mientras se aleja. Miles de personas la
rodean, pero no advierten su presencia.
Siempre fue así; él fue el único que alguna vez le prestó atención. Hasta
que… No, de eso no hablaría más. Ahora sabe que no regresará, sabe que al
menos él no podrá ya ignorarla. Y sabe más que quienes a su alrededor se
ilusionan con el utópico regreso de sus seres queridos.
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SILVINA FARIÑA
SENDEROS
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Lleva varios días recorriendo esa ruta, que a cada paso muestra
amontonamientos de piedra (casi una metáfora de la vida y sus obstáculos).
Detrás de las colinas… Así le habían dicho un par de veces en el trayecto
pero ahora… Se detiene, observa, fija la mirada y se pregunta: ¿Detrás de
estas colinas o detrás de las colinas que están tras estas colinas..? Y no se
anima a seguir el camino de ese pensamiento. Avanza, avanza…
SILVINA FARIÑA
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LA OPCIÓN
Una tarde, al descender de la montaña, el peregrino llegó exhausto a la
bifurcación del camino. Optó por el más pedregoso, embriagado por su
luminosidad. A medida que avanzaba, lo envolvía una neblina lúgubre que
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difuminaba todos los contornos mientras una voz estentórea repetía:
-Bienvenido al universo donde estás eternamente condenado a padecer tus
recurrentes y espantosas pesadillas.
CLARA GONZÁLEZ
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EL DON
Desde los once años, poseía un don que todos envidiaban. Si algo o
alguien lo disgustaba, con sólo colocar un espejo, esa limitación se
transformaba. Así, con ese simple instrumento, era capaz de convertir
cualquier desierto (interior o exterior) en un exuberante y refrescante
oasis.
CLARA GONZÁLEZ
DETRÁS DE ESCENA
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Los payasos finalizaron la función y se sacaron las máscaras que mentían
una apariencia humana. Ahora esperan la nave que los trasladará a Xárian.
Mañana volverán para salvar a los pocos humanos que quedaron de su
tristeza y odio desmedido. Están obligados a realizar esta misión desde la
muerte del último hombre que logró soportar la antítesis a la que lo
exponía un trabajo tan absurdo como indispensable.
CLARA GONZÁLEZ
HUELLAS DE LA VIDA
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Juan sentía que su vida había transcurrido en la nada. Hoy fijaba su
mirada hacia el pasado y solo recibía imágenes borrosas de algunos días
felices. Cuando volvió a la realidad tenía tendidas sus frías y vacías
manos hacia un hermano que al igual que él había caminado sin dejar
DORA MERCEDES SALAZAR
DESTINO
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Todos los días volvían a encontrarse en ese lugar casi mágico para ellos.
Jugaban a ser personajes de películas, delincuentes o mafiosos que veían
a diario en la televisión. Elegían los autos como se elige un objeto
deseado por largo tiempo. Cada uno tenía el suyo, era su propietario.
Jamás pensó que se vería alguna vez en una situación similar escapando,
casi sin aliento, en un cementerio de automóviles. Sacó su revólver y los
esperó.SUSANA BONANSEA
MICRORRELATOS A PARTIR DE OBRAS DE ARTE propuestas por la Lic. MaríaSilvia Velando
”Las botas” de Van Gogh
Maldita prueba
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Tengo miedo. En un momento, ellos vendrán por mí. Un sudor frío empapa
mi cuerpo y el sonido acelerado de mi corazón se oye desde lejos.
Resistí todo lo que pude, revuelvo recuerdos intentando convencerme de
que lo hice en defensa propia. Pero la verdad es que asesiné y tener la
prueba de ello es lo que quiebra mi frágil cordura. ¿Ustedes creen que es
fácil matar? ¿Creen que es sencillo vivir en estado de alerta permanente?
Abro mi placard y la evidencia sigue allí, esos borcegos delatores de mi
presencia involuntaria, dolorosa, inevitable, eterna en la Segunda Guerra
Mundial.
Clara González
Amigos
Una imagen pasó fugazmente por mi mente en esta tarde de domingo. Con
ella, reviví el valor de una amistad entrañable sinónimo de calor, abrigo,
confianza, compañía, protección. Todo eso había experimentado en su
presencia; habíamos coincidido en el servicio militar y ambos necesitábamos
compensar la pérdida de la calidez hogareña con lazos estrechos.
Desearía que hubiese suscitado este recuerdo una situación dulce: una
pareja caminando por la playa, dos amigos conversando en un bar, un par
de niños en bicicleta por un camino florecido...
Pero son ellas, esas botas que el sargento Galíndez depositó esa noche
helada en nuestra cueva mientras decía:- El soldado Gutiérrez ya es un
héroe, ha muerto en la batalla como un valiente! Le traje sus botas, sé que
era su amigo...
Agradecí lo que quizá fuera el único gesto de humanidad en toda la
vida de ese hombre de acero y no me importó la calificación de héroe, me
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importó que lo quería, que tenía dieciocho años y que se convirtió en una
víctima más de ese escenario sangriento de Malvinas.
Clara González
Huellas Se paró frente a ellas y las escrutó con la mirada. Los chicos que estaban
a su alrededor en el museo comentaban de lo sucias y raídas que
estaban, y aventuraban miles de explicaciones. Algunas de ellas sin
sentido. Otros se reían de esos vanos intentos por encontrarle una lógica,
un indicio de su propietario. Y se fueron caminando y dándose empujones.
Caminó con firmeza pero se sentía acosado y observado por algo que no
podía explicar, las miradas de soslayo de los ocasionales transeúntes lo
alteraban. Salió a la calle, prendió un cigarrillo, miró hacia todos lados y
respiró aliviado. Sólo él había sido testigo de la escena de tortura. Él le
había quitado las botas y las había arrojado al suelo con desprecio.
Susana Bonansea.
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Marianna Gartner
Infancia perdidaGiacomo y Matteo observan con dureza el mundo que los rodea. Sus tristes miradas
reflejan la pérdida de juegos, risas y travesuras propias de la niñez y cargan sobre sus
hombros el duro peso de las obligaciones que los sumergen en la tristeza y desolación.
Dora Mercedes Zalazar
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Giorgio de Chirico
Sombras Corría y corría por las calles oscuras y desiertas impulsando su aro. Sombras
tenebrosas acechantes, oscuridad en las arcadas de los edificios a su
alrededor. Atropelladamente aparecían imágenes descontextualizadas, como
ese carromato de circo ambulante abandonado, y una sombra gigante que
caminaba hacia su encuentro. Ella, sin embargo, no reparó en ella, por ese
juego inocente en el que estaba inmersa. De pronto, la vio. Temblando de frío
y de terror, comenzó a gritar en medio de la noche. Una sirena estridente y el
grito desesperado de su madre diciendo: “Al sótano, al sótano”, la volvió a la
realidad lacerante de la guerra.
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Susana Bonansea
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