Ideologías para el Siglo XXICriterios para un nuevo contexto global
14/10/2012
Eugenio Caldararo
“(…) No debemos dejar de explorar, porque al final de nuestra exploración llegaremos a
nuestro punto de partida y conoceremos el lugar por primera vez.” — Thomas Stearns Eliot
Cuando me levanté hoy a la mañana y agarré la pasta dentífrica me puse a pensar en
todos los negocios que había detrás. La pasta dentífrica es un negocio. La bolsa del
supermercado en la que traje la pasta también, ya que hay una empresa encargada de
fabricar bolsas. El supermercado donde compré la pasta es un negocio. La luz que
iluminaba la estantería cuando agarré la pasta es un negocio, así como la estantería y el
cable que transporta la electricidad de la central eléctrica. El carrito, la caja registradora,
el papel y la tinta del ticket, están todos ahí porque para alguien son un negocio. El
alquiler del terreno del supermercado, el azulejo del piso donde estaba parado cuando
agarré el dentífrico, el aire acondicionado que aclimataba el ambiente, son negocios.
Incluso el servicio de consultoría contratado para distribuir los productos dentro del
supermercado, y el sistema de gestión implementado por la cadena de supermercados,
son negocios. La maquinaria que hizo posible la producción del dentífrico, los camiones
que se usaron para la distribución, sus neumáticos, la nafta y el aceite requerido para el
traslado, son negocios.
“La libre empresa no puede justificarse únicamente por ser un buen negocio. Solo se puede
justificar porque es buena para la sociedad” Peter Drucker
Ni la era del conocimiento, ni la era de la información, ni la era de internet, ni la era de la
sabiduría… la Era de los Negocios. Inundan nuestra existencia. Incluso las
organizaciones sin fines de lucro, así como los gobiernos, cuando dirimen conflictos de
intereses tras una sociedad más justa, cada vez que adquieren un bien o un servicio están
dando lugar a un negocio. No es sino por medio de los negocios que se estructura y
rediseña a diario la sociedad en la que vivimos. Son esos infinitos contratos de compra-
venta entre dos partes libres que suceden a diario en todo el mundo. Ya que cuando cada
uno de nosotros elegimos adquirir ese bien o servicio, no solo es negocio para el que lo
vende, es negocio para nosotros. Y cuando la competencia otorga variedad de elección, el
poder está en cada una de las personas.
“Debemos pasar de modelos mentales dominados por los hechos a modelos mentales que
reconozcan patrones de cambio de largo plazo y las estructuras subyacentes que generan
esos patrones. Así como el pensamiento lineal domina la mayoría de los modelos mentales
hoy utilizados para decisiones críticas, las organizaciones de aprendizaje del futuro
tomarán decisiones críticas basadas en la comprensión compartida de interrelaciones y
patrones de cambio.” (Senge, 1990)
Entonces, si aquellas decisiones que dan inicio a emprendimientos, las decisiones que
mantienen esos emprendimientos en funcionamiento, esas agrupaciones de gente
diseñadas para cubrir alguna necesidad de un grupo de la sociedad, las que generan
empleo al tiempo de crear productos y servicios, si aquellas decisiones de adquisición de
dichos bienes y servicios por parte de la sociedad, o para utilizar términos más
comúnmente conocidos: si las decisiones de inversión y las decisiones de compra guían
el empleo y el consumo, no entender cómo se hacen los negocios, es no entender cómo
funciona el sistema social en el que habita hoy la humanidad. Los impulsos que
incentivan al empresario para que invierta en un proyecto, y al cliente para consumir
bienes y servicios trazan el sendero del modelo. No saber situarse en la mente del
empresario, o de los distintos grupos de empresarios, cuentapropistas, dueños de
empresas pequeñas, grandes, en los distintos momentos de la evolución de la vida de las
empresas, o no saber situarse en la mente del agente decisorio de la adquisición del bien
o servicio, el consumidor, o los distintos grupos de consumidores, es no entender los
patrones de cambio del sistema. Y no solo dichos patrones sino además las
interrelaciones de cada decisión sobre el resto del sistema.
Semiología
“Vemos al mundo tal y como somos. (…) La mayor parte de los fallos de comunicación son
producto de la semántica: cómo define la gente las palabras. (…) La clave consiste en
comprender el sentido, no pelearse por un símbolo.” Stephen Covey, El 8vo hábito.
¿Por qué un punto de partida tan básico? En primer lugar, porque la esencia de cualquier
construcción fuerte yace en sus cimientos. Mientras más alto y más resistente aspiremos
a construir nuestro edificio, mayor debe ser la dedicación y técnica requerida para
construir la base. De la misma forma, un barco que no tenga una estructura firme no
soporta una tormenta. Y en segundo lugar, porque parece que el común de la población
abusa de cierta terminología sin tener en cuenta el impacto de ciertas cuestiones sobre
los modelos ideológicos. Se usan términos para representar ideas en teoría compartidas
por millones de personas como: radicalismo, kirchnerismo, menemismo, peronismo,
nacional, popular, neoliberal, socialista, patria, imperialismo, corporativismo,
conservador, entre tantas otras, definidas a partir de ciertos sucesos del pasado,
asumiendo que se comprenden uniformemente por sus usuarios. Como si con inferir
superficialmente algunas lógicas de sucesos históricos, bastase para crear una forma de
pensar indiscutible y una teoría compartida aplicable a toda la sociedad.
Historia
“Estamos moldeando el mundo más deprisa de lo que nosotros podemos cambiar, y estamos
aplicando al presente los hábitos del pasado”. Winston Churchill
Cuando Adam Smith no se percató del impacto de la variación del precio sobre el
sistema, alegando que una “mano invisible” lograba el pleno empleo cuando el Estado no
intervenía en la economía, por medio de la asunción que el trabajador iba a estar
dispuesto a sacrificar salario con tal de tener para comer, dio inicio a un diseño trunco de
toda ideología futura.
Fue en base a eso que Karl Marx manifestó que el trabajo aliena a la hombre, no lo
dignifica, premisa verdadera en su entonces, mas no tanto hoy, y para que un vago, por
tener capital, no abuse del sacrificio indignante de un trabajador, el Estado debía
adueñarse de los medios de producción, para dar lugar a un mundo sin Estado, sin
división de trabajo, y sin dinero, dando lugar a la contracara de la historia.
Dado el contexto histórico, donde no había mucha competencia ni información, era de
esperar que alcancen esas conclusiones. A modo de resumen, los precios de los bienes,
por ejemplo el trigo y la soja, están fijos, entonces para que el propietario obtenga un
mayor lucro, solo podía hacerlo reduciéndole el salario del trabajador, el cual podría
conservar su empleo, pero a costa de una disminución de su salario, y de allí nació la
izquierda y la derecha. A la derecha no le importaba la explotación del trabajador
mientras tengan empleo, y la izquierda evidenció la injusticia de aquel que haciendo el
esfuerzo, obtenía lo mínimo.
John Maynard Keynes, en el primer capítulo de su libro póstumo, dio dos respuestas que
se malinterpretan.
“He llamado a este libro Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, recalcando el
sufijo general, con objeto de que el título sirva para contrastar mis argumentos y
conclusiones con los de la teoría clásica en que me eduqué y que domina el pensamiento
económico, tanto práctico como teórico, de los académicos y gobernantes de esta
generación igual que lo ha dominado durante los últimos cien años. Sostendré que los
postulados de la teoría clásica sólo son aplicables a un caso especial, y no en general,
porque las condiciones que supone son un caso extremo de todas las posiciones posibles de
equilibrio. Más aún, las características del caso especial supuesto por la teoría clásica no
son las de la sociedad económica en que hoy vivimos, razón por la que sus enseñanzas
engañan y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales.” .
Lo primero fue responderles a los economistas clásicos, diciendo que si se pretendían
aplicar esas ideas sobre casos particulares a la economía como un todo iban a producir
efectos desastrosos. O sea, dijo que la economía es más compleja que el simplismo de
Adam Smith, Ricardo y colegas clásicos. Que si el terrateniente le disminuía el salario al
trabajador, ese trabajador que producía trigo iba a poder comprarle menos soja al otro
terrateniente, lo que iba a producir una disminución del salario del trabajador que
producía soja, el cual iba a su vez a poder comprar a su vez menos trigo, o sea, un efecto
sistémico del funcionamiento de la economía.
Y en consecuencia dio motivo al segundo argumento malinterpretado: que el Estado, en
momentos de recesión, debía intervenir para solventar las fallas del libre mercado,
porque en dichos momentos, sin la intervención estatal, nunca se alcanzaría el pleno
empleo, porque como se explicó anteriormente bajarle el salario a un empleado para
sostener el pleno empleo causa un efecto sobre el resto del sistema que los clásicos no
habían considerado.
Sin embargo, el saber popular asume que el intervencionismo keynesiano es de centro
izquierda, y que intervenir para sostener la demanda agregada es socialista, cuando en
realidad Keynes no le dice nada a Marx, lo ignora indiscutiblemente solo
respondiéndoles a los clásicos. O sea, Keynes postula a favor del libre mercado y la
minimización del Estado, pero le agrega una salvedad al modelo: la intervención estatal
en épocas de recesión. El equivalente a calentar el café cuando se enfría, el cual no deja
de ser café porque se haya enfriado.
Y treinta años después se avivaron de otra salvedad. Se dieron cuenta que el
intervencionismo keynesiano no siempre logra lo deseado, porque cuando los actores
económicos esperan cierto comportamiento racional, el mismo eventualmente solo
produciría un aumento de los precios sin generar un crecimiento de la economía, el gasto
del estado no incentiva la inversión, sino que incentiva el aumento de precios. Y la
destrucción total del mercado se dará cuando las máquinas se rompan, y los inversores
no tengan incentivo a invertir, entremos en un círculo vicioso de mayor desempleo,
menor consumo, y el Estado quiebre.
Saltando otros treinta años en la escala del tiempo, Williamson hizo un resumen de
políticas que en su opinión eran las ideas de los economistas destacados de la ciudad a la
que hace referencia, el Consenso de Washington, el cual postulaba a favor del gasto
público, focalizado en la educación, la salud, la infraestructura y el gasto social. Así y todo
se asume que ese modelo está a favor de un “neoliberalismo” que no considera lo social
como prioridad, y se lo acusa de explotar al trabajador como mencionaba Marx.
O sea, si el comunismo, que apunta a un mundo sin división del trabajo y sin dinero es de
izquierda, y el socialismo, que retiene medios de producción en el Estado es de centro,
todas las demás ideologías son de derecha, solo que evolucionadas. El libre mercado no
deja de ser tal porque el Estado retenga la propiedad de algunas empresas. Esas
empresas generan una infinitésima parte de la riqueza que generan el resto de las
empresas, y por ello vivimos en un mundo exclusivamente liberal.
Mientras el comunismo critica que el burgués obtenga renta que no merece por no
esforzarse, los clásicos consideran que los trabajadores deben obtener un beneficio de
acuerdo a su productividad, o sea, una combinación de esfuerzo y capacidad, en favor del
bienestar general, aunque sin considerar dentro del modelo a aquellos que posean
capital preexistentemente o la relación de poder de unos sobre otros.
Y si consideramos que el trabajo es necesario como medio de devolverle a la sociedad lo
que nos da, aceptamos que el socialismo no genera un impulso necesario al ser humano
al trabajo y a la aspiración al progreso, sino al ocio, la eliminación de la división del
trabajo, así como la eliminación del dinero atentan contra el bienestar general, se
concluye que no hay otro modelo posible más que el capitalismo. Si el modelo socialista
fuese realmente bueno, los cubanos podrían salir del país, y no serían presos de un
régimen, ni Marx no lo hubiese planteado solamente como un medio para llegar al
comunismo.
Y cuando hay libre mercado, como decía Keynes, el impacto de las medidas es sistémico,
o sea, toda medida tiene su efecto negativo y positivo.
Por ahí el capitalismo como existe hoy no sea lo más justo, pero es la mejor alternativa
disponible al bienestar general. La misión que nos queda no es otra que diseñar un
capitalismo más justo que el actual.
¿Y qué es la justicia en la sociedad capitalista?
El concepto de justicia en la sociedad capitalista es, respecto del capital: que el inversor
tenga una relación coherente entre riesgo y rentabilidad, donde el que quiera obtener
renta asuma un riesgo. Y respecto al trabajo: que todos tengan acceso a la educación,
salud, y al trabajo, teniendo las mismas oportunidades de desarrollarse y progresar. La
justicia pasa porque todos tengan las mismas oportunidades. La justicia pasa porque el
que quiera dejar todo por el trabajo y el estudio para tener una vida mejor pueda hacerlo
y el que no, no. La justicia pasa por la distribución de la riqueza, y que pocas manos no
tengan cantidades irrisorias de dinero.
Y para ello es clave entender el funcionamiento del libre mercado, entender que la
inversión estructura y da lugar a todo lo que nos rodea, ergo entender como los
inversores toman decisiones de inversión y los consumidores decisiones de compra.
Visión de país
“Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno en sus raíces.” Henry David
Thoreau
¿No debería confluir el pueblo a una visión de país compartida? No niego que los países
desarrollados defiendan los intereses de su pueblo, pero ¿pueden culparlos? ¿No
esperaría el argentino lo mismo de su clase gobernante en el hipotético caso de que su
pueblo sí perteneciera al primer mundo? ¿O estarían dispuestos a sacrificar niveles de
vida por mejorar la calidad de vida de otros países? No creo que el pueblo argentino sea
tan altruista. Tendré una visión ingenua, pero no creo que primen tampoco esos
malvados. Puede que haya gente que crea que las economías de los países transitan
momentos equivalentes a padecer gangrena, donde si no te cortas la mano ya, te vas a
tener que cortar el brazo más adelante. No creo que sea una lógica errada, pero por
sobre todo, soy de los que creen que el mundo es infinitamente más complejo que eso.
“Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”
Edmund Burke
Por todo ello, en mi opinión, como ciudadanos, electores, como gente responsable que
vive en sociedad y que tiene capacidad de razonar, con acceso a la educación y a la
información, tenemos el deber, la obligación de aprender, de interesarnos. La obligación
de hacer el esfuerzo por entender. Por desarrollar puntos en común sobre el
funcionamiento de la sociedad y tratar de diseñar conjuntamente la visión de país a la
que aspiramos.
Hace unos años un programa de televisión mostró la situación que padecían chicos
desnutridos del norte argentino, a los que la falta de una buena alimentación no les
permitía desarrollar apropiadamente los circuitos cerebrales, lo que producía una
disminución del coeficiente intelectual, y esto solo considerando la alimentación. Eso nos
deja a los que tuvimos otra suerte por haber tenido tanto una buena alimentación y
como la suerte del acceso la educación, una doble responsabilidad.
Y por ello, con razón o sin ella, equivocado o no, me veo en la obligación de desarrollar y
compartir ideas. Algunas fundamentales, otras no tanto, pero primero, con la idea en
mente de que me sirva a mí para aprender, desde la investigación, desde compartir y
recibir retroalimentación de distintas ramas, y segundo, el intento de armar un modelo
ideológico actual, coherente, y a su vez depurar contradicciones que coexisten en
cualquier ideología.
Por lo que me pregunto, ¿es posible hablar de ideologías políticas sin saber de economía
e historia? ¿De economía e historia sin saber de negocios y su desarrollo histórico? ¿De
negocios sin conocer sus desafíos actuales: de planes de negocio, de macroeconomía, de
marketing, de tecnología, de finanzas, de derecho, de gestión de recursos humanos, de
trabajo en equipo, de motivación, de liderazgo, de organización, de eficiencia, de
competencia, y de todas las nuevas dificultades que enfrentan las empresas en este siglo?
Quizá en un pasado no tan lejano la respuesta a todas estas preguntas eran sí. Pero ¿Y
hoy?
Incertidumbre
“El aleteo de las alas de una mariposa pueden provocar un Tsunami al otro lado del mundo”
El efecto mariposa.
Normalmente observamos sucesos donde se abusa del poder económico, o vemos
situaciones de pobreza extrema que nos indigna, y en función de eso determinamos si es
conveniente que el Estado intervenga más o menos en la economía. Aquel Estado que no
interviene es de derecha, el que interviene de izquierda. Entonces las ideologías políticas
se vuelcan al centro, centro izquierda y centro derecha. Pero nunca se discuten criterios
para determinar el grado de intervencionismo aplicable. Con mayor o menor
intervencionismo, en mayor o menor grado, seguimos viviendo en una economía de
mercado, y si no tenemos una idea clara del funcionamiento de la economía, nunca se
podrán diseñar modelos ideológicos compartidos. O hablamos de un Estado que
interviene netamente en la economía sin lugar para fijar un precio o un salario por un
particular, o diseñamos modelos ideológicos basados en entender lineamientos y lógicas
sobre el funcionamiento de la economía. No hay opciones alternativas.
Nos regimos por las reglas de la economía de mercado. El vendedor determina el precio
y el consumidor toma la decisión de compra. El empleador determina qué salario está
dispuesto a pagar y el empleado elige día a día si trabaja o no por dicha compensación.
Se pueden implementar infinitos planes sociales, fijar salarios mínimos, fijar precios a
ciertos productos o servicios, pero mientras pueda bajar al kiosco y decidir si compro un
alfajor a cierto precio las reglas de mercado van a seguir estando, y la inversión va a
seguir funcionando por incentivos. Quizá en los momentos de auge no genere mayores
dificultades implementar ciertas políticas, pero ¿Y en los momentos de crisis? ¿Son
sostenibles? Con esto no estoy diciendo estar en contra de políticas expansivas. El punto
no es estar a favor o en contra. El punto es desarrollar criterios.
Porque no se puede satisfacer a todo el mundo, y no se puede controlar todo. Criterios
para entender aquellos valores y principios que determinen el nivel de vida común
básico que debería tener cada ser humano. Valores y principios que se acoplen al
funcionamiento del sistema y hagan de esa dignidad algo sostenible en el tiempo y no
algo meramente utópico. ¿Son el trabajo y el estudio, como dignificadores del ser
humano, la aspiración de todos por sobre todo? ¿Son la alimentación y el hogar? ¿Qué
calidad de alimentos y que calidad de hogares? ¿Qué combinación de ambos? ¿Para todos
o para la mayoría? ¿Es viable esa concepción? ¿Cómo marcamos los puntos y las bases en
común para lograr ese “bienestar general” afianzando la justicia, del que habla el
preámbulo?
Hablar de valores en una sociedad es, fue y será conflictivo. Nadie tiene derecho a elegir
que calidad de vida pueden llevar los demás. Ni el sistema que va a determinar la manera
en que se va a recompensar el esfuerzo. O definir el concepto dignidad y para quién de
modo tal que hagan al bien común. Entonces, ¿y si en lugar de tratar de diseñar un
sistema de cero, entrando en discusiones eternas sobre valores en lo cual nunca nos
pondríamos de acuerdo, buscamos mantener estáticamente este sistema y mejorarlo para
una vida más digna y justa desde todos los ámbitos?
Hoy en día forma parte del conocimiento general que la economía es impredecible, los
economistas persisten en actualizar modelos debido a fallas de los previos. Se agregan
variables históricas para explicar la ciencia desde el pasado intentando extrapolar
variables en un mundo que cambia a diario, y rediseña incesantemente los desafíos. Se
evoluciona en los conocimientos técnicos económicos, pero no deja exento al Gobierno
que sea, del país que sea, de tener que afrontar alguna crisis. Como los empleados
compiten internamente en las empresas, los negocios en sus mercados, las economías en
el mundo.
Se pueden tomar ideas que marquen rumbos generales, pero éstas no aseguran que se
encuentre el destino deseado. Hay muchas variables en juego. Demasiadas. Imaginemos
40 millones de argentinos tratando de conseguir trabajo, tratando de hacer negocios,
comprando bienes y servicios para subsistir en el día a día. Y lo mismo pero a nivel
global. Ahora imaginemos su impacto en nuestra economía. Intentemos por un segundo
visualizar la complejidad del modelo que rige el mundo con todos sus detalles.
Comprender que la sociedad se configura por infinitas interrelaciones de compra-venta,
así como de expectativas.
“Los líderes no evitan, reprimen ni niegan el conflicto sino que lo ven como una
oportunidad.” Warren Bennis
Y ahí es cuando necesitas un experto, o mejor dicho, varios. Equipos de gente idónea que
hayan dedicado sus vidas a estudiar esas infinitas variables, a tratar de ponderar las que
marcan la diferencia, y armar un plan de vuelo. Tener a un no experto es dejar el viaje
librado al azar. Tener un buen capitán no te asegura que el barco no se va a hundir, pero
¿Es ello motivo para no poner al más idóneo a manejar el barco?
¿Qué criterios necesitamos para elegir al Capitán? ¿Qué condiciones necesita un líder
para llevarnos en la dirección correcta? ¿Ser economista es condición necesaria? ¿Saber
de leyes, de política, de filosofía? ¿Ser hombre de negocios? ¿Tener capacidad de ver las
oportunidades de negocio? ¿Saber trabajar en equipo? ¿Tener la capacidad de organizar
grupos de gente idónea y asignarlas correctamente a los distintos equipos? ¿Todos los
anteriores?¿En qué grado?
A continuación se van a desarrollar requisitos excluyentes, mas no exclusivos, que
debería reunir dicho equipo.
Criterios para un nuevo contexto global.
Humildad
“Ser humilde para con los superiores es un deber; para los iguales, una muestra de cortesía,
para los inferiores, una prueba de nobleza.” Benjamín Franklin
Mi primer criterio es la humildad. Todo un desafío. Uno de los grandes problemas que
hay en este país es la soberbia. Todos sabemos de todo. Somos todos economistas y
opinamos sin saber el impacto que cada variable tiene, somos todos médicos y
pretendemos curarnos sin saber lo que padecemos, todos somos futbolistas
profesionales al punto que criticamos a uno de los mejores futbolistas de todas las
épocas, cuando ni siquiera nos dimos cuenta que la pelota nº 5 en pasto pica distinto que
una pelota de papi en sintético. Y como alguien, hace más de 2000 años, en una ciudad de
no más de 300.000 personas, decidió implementar un sistema más participativo, donde
incluso, errados o no, existían criterios de exclusión (no votaban ni los niños, ni las
mujeres, ni los esclavos), hoy parece ser que ese derecho a voto les da autoridad a todos
para opinar de lo que fuere.
“La ira es un ácido que puede dañar más el recipiente que la contiene que cualquier cosa
sobre la que se vierta” Mahatma Gandhi
Pero eso no es lo grave, lo grave es que se opina con prepotencia, con broncas, con odios
basados en prejuicios. Se asume que se conoce la idea del otro sin llegar a escucharlo.
Nada peor contra la comunicación efectiva. Contra la de ir todos tras una visión común
de sociedad, donde a partir del disenso, el respeto, y el intercambio de ideas se logre algo
superior. Ahí aparecen sobre todo aquellos sujetos a opinar sobre variables que en su
vida dedicaron tiempo a analizar, porque simplemente somos argentinos, todos
opinamos y tenemos que opinar. Yo no quedo exento. Carly Fiorina, CEO de HP decía:
“El liderazgo requiere el equilibrio correcto de confianza y humildad. Confianza para saber
que uno puede hacer la diferencia, confianza para saber que otros pueden también lograr
esto y humildad para saber que nada sucede cuando alguien actúa solo y para saber que
cometemos errores y que necesitamos ayuda y la mirada del otro”
Me incluyo como un argentino más, e intento equilibrar la balanza entre la humildad y la
confianza día a día. Y por eso, este trabajo, se vuelve un trabajo de investigación y no en
una mera exposición. Un trabajo en constante revisión y corrección. Porque confío en mi
criterio pero sé que con eso no alcanza, voy a hablar de lo que estudié, de lo que trabajé,
de varios temas relacionados a lo antedicho pero con un fin en los componentes más
complejos de mi carrera: los negocios, la economía, los impuestos, su impacto
económico, y su factor determinante sobre las ideologías.
Honestidad
“La clave de un buen gobierno se basa en la honestidad” Thomas Jefferson
Mi segundo requisito es la honestidad. Kant solía decir que se debe obrar sólo según una
máxima tal que se pueda querer al mismo tiempo que se torne en ley universal, que no se
puede generalizar una máxima del estilo “Todo médico puede mentir si considera que
beneficia a su paciente”, porque se anula, y que no se puede universalizar el mentir sin
caer en contradicción, por lo que decir la verdad es una obligación perfecta, o sea, que
nunca puede ser infringida.
John Fitzgerald Kennedy dijo que se puede engañar a algunos todo el tiempo y se puede
engañar a pocos mucho tiempo, pero es imposible engañar a todos todo el tiempo. ¿Por
qué la honestidad y la confianza son requisitos excluyentes para los gobernantes? Si un
gobernante miente sistémicamente porque considera que beneficia a la sociedad, le está
quitando el derecho al ciudadano de opinar. Si se le quita el derecho de opinar, se lo está
menospreciando, insultando, y relegando a una posición de inferioridad. Se le quita la
libertad, el derecho a elegir.
Tomar decisiones en una organización tan chica como una empresa requiere de mucha
información y mucho análisis de gente con diferentes perfiles. Imaginémonos en un
gobierno, donde cualquier medida económica tienen efectos positivos y negativos en
toda la sociedad!
Si el mundo es muy complejo como para que lo maneje una persona, es claro que
necesitamos equipos de trabajo en las distintas disciplinas con objetivos en común.
Necesitamos todos tirar para el mismo lado. Confiar en que el otro da lo mejor de sí para
poder dedicarnos a lo nuestro. Incluso no es posible elegir un líder en el que no se confía.
Un líder debería ser una persona a la que podamos admirar por su sacrificio y decencia.
Que tengamos de ejemplo. Que nos inspire a trabajar y sacrificar por este país o este
mundo pensando que somos parte de un equipo y vamos todos para el mismo lado. ¿Es
concebible que alguna idea en común se lleve a cabo por un equipo si no se reconocen los
errores y se engaña con el fin de que uno no salga perjudicado individualmente? ¿Es
concebible que el líder que se va a elegir engañe al pueblo para no dejar una imagen no
deseada? Quizá es una reacción obvia ante la falta de criterio y tolerancia del pueblo para
con los errores, pero ¿Somos todos perfectos que no podemos admitir que alguien tiene
alguna debilidad o alguien se equivocó? Si errar es humano, ¿estamos buscando un
dirigente divino?
Idoneidad
“No hay nada más ineficiente que hacer eficientemente algo que no debió hacerse.” Peter
Drucker
Mi tercer requisito es la idoneidad, y para lograrlo voy a hacer un recorrido por aquellos
ámbitos esenciales para liderar eficazmente un país. No desde un político, ni un
historiador, ni un abogado, ni un periodista, sino alguien que se dedicó a estudiar y
analizar este nuevo mundo de los negocios.
Conceptos filosóficos
Libertad
“Después de la vida misma, la facultad de elegir es nuestro mayor don. Esta facultad y esta
libertad contrastan claramente con la mentalidad de victimismo y la cultura de la culpa
que tanto predominan en la sociedad de hoy.(…) La esencia del ser humano es la capacidad
de dirigir la propia vida. El ser humano actúa, los animales y los «robots» humanos
reaccionan. El ser humano es capaz de tomar decisiones basándose en sus valores.” Stephen
Covey, El Octavo hábito.
¿Qué es la libertad? ¿Qué es la libertad en relación a la política? ¿Qué es la libertad en
función a la sociedad? ¿Qué límites de espacio y tiempo determinan nuestra libertad?
¿Qué factores que determinan nuestra libertad vale la pena debatir?
En principio parecería que no tiene sentido discutir otra libertad que no sea la social,
respecto a los límites que nos imponen y les imponemos a otros seres humanos, sobre
todo a la vista de ideologías políticas.
Desde un punto de vista económico, sin duda alguna, tanto el capital como la falta de
capital delimitan la libertad de las personas. Quién no posee de ninguna riqueza y vive en
un entorno extremadamente pobre, como es el caso de países africanos, su libertad está
extremadamente limitada, ya que está forzada a dedicar todos sus pensamientos en
como buscar el pan para comer ese día, sin posibilidad de proyectar al día siguiente
siquiera.
De la misma forma, quien posee abundante riqueza, tendrá libertad de acceder a bienes y
servicios que otros no. Desde tener la libertad de movilizarse, de no depender de tener
que levantarse para ir a trabajar, de estudiar, hasta la libertad que asegura una mejor
defensa judicial.
Sin embargo, salvando estos casos extremos, en el medio hay una gran parte de la
población cuya libertad está más sujeta a su accionar, a su respuesta.
En este gran grupo, a la hora de encarar un problema se pueden tomar dos actitudes
frente al mismo: victimizarse o ir en busca de la solución de forma proactiva. Echar
culpas y despotricar sobre los problemas que generan los demás, o reconocer la realidad
y hacer lo que haga falta para cambiarlo.
Con tener la voluntad no es suficiente, se necesitan los recursos para tomar decisiones
que no estén influenciadas por terceros. Tanto acceso a información confiable, como
poseer capacidad crítica son requisitos para la libertad.
Es así que la educación juega un rol fundamental, y la falta de una educación que
desarrolle el pensamiento crítico es una forma de limitar la libertad de las personas.
En aquellos casos que los Estados, que incluyen al órgano que debería impartir justicia,
tergiversa la información, está engañando a la sociedad, lo está menospreciando, lo está
subestimando, y ello no es otra cosa que quitarle la libertad de elegir.
Educación en derecho, economía, historia, y en gestión, son esenciales para el
entendimiento del funcionamiento del Estado, la política y el sector productivo, dicho de
otra forma, cierta educación es esencial para comprender las complejidades del sistema
que rige nuestra sociedad actual.
Sin derecho, no se pueden comprender los procedimientos que rigen la sociedad, tanto
en lo público como en lo privado. Sin economía no se puede tener una visión integral de
la sociedad y el mundo. Sin historia no se pueden conocer los intentos pasados, las
recetas fallidas. Sin conocimiento en gestión no se pueden conocer las dificultades de
llevar la teoría a la práctica, tanto en el sector privado como en el sector público.
Peter Drucker: “En unos pocos cientos de años, cuando la historia de nuestro tiempo sea
escrita desde una perspectiva lejana, es probable que los eventos más importantes que los
historiadores verán no será la tecnología, no será Internet, ni será el comercio electrónico.
Se trata de un cambio sin precedentes en la condición humana. Por primera vez —
literalmente — un número importante y en rápido crecimiento de la gente tiene opciones.
Por primera vez, van a tener que gestionarse ellos mismos. Y la sociedad no está en
absoluto preparada para ello.”
L P Bhanu Sharma: “Unos cinco años atrás un participante en un seminario sobre el
desarrollo de liderazgo me preguntó: “¿Cuál es la cosa más importante que diferencia a los
seres humanos de otras criaturas?” No me esperaba esta pregunta al final del programa y
tampoco de un empresario. Pero me tocó el corazón y el alma. Le dije que la libertad de
hacer una elección en la vida es el factor más importante que nos diferencia. Es la mejor de
todas las dotaciones humanas. Las decisiones que tomamos con base en nuestras opciones
de hacer o estropear nuestra vida.
¿Eres independiente de todos los hechos y circunstancias alrededor de tu vida? ¿Eres libre
de elegir lo que sea que sientas que deseas elegir, o estás destinado a aceptar lo que venga?
Cada vez que algo sale mal, empezamos culpar a todo el mundo y desarrollar una
mentalidad de “víctima”. Lo tomamos como si todo el mundo estuviera conspirando para
destruirnos. La vida se convierte en sinónimo de lucha, de competencia, de batalla e incluso
de guerra. Este estado mental nos fuerza para luchar, correr o congelar. Nos olvidamos de
que podemos “responder” y no necesariamente “reaccionar”. Reaccionar es hacer todo de
forma mecánica basado en las circunstancias, mientras que responder es el resultado del
pensamiento, el análisis y la introspección. Responder es ser humano. Es por eso que los
gerentes se les da la “responsabilidad” y no “capacidad de reaccionar’.”
Dignidad en el trabajo
“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor
bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La
creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace
la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera
a sí mismo sin quedar ’superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta
su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es
la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para
encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una
rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de
cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en
la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez
con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”
Albert Einstein
¿El trabajo dignifica? Hace poco me junté con un amigo de la infancia que no veía hace
mucho y algo que me dijo llamó mi atención: “Nunca supe valorar lo que tenía hasta que
no lo tuve más”. En aquella época él había tenido la suerte, o la mala suerte, de poder
darse todos los gustos, y como consecuencia nunca había aprendido a valorar lo que
tenía. Uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde. Su situación económica fue de
poder hacer prácticamente lo que quisiese, hacer el viaje, comprarse el auto, casi sin
límites. Pero un día su suerte cambio. Su situación empeoró, y tuvo que empezar a
lucharla. Ante la necesidad de lo que antes le fue regalado, fue que aprendió a valorar
aquello que alguna vez tuvo. Y esa lección le dejó una pauta para criar a sus hijos. Saber
que darle todo servido en bandeja no es bueno. Por más que muchas veces mucha gente
aspire a ciertos niveles de vida de lujo, obtenerlos no es necesariamente bueno. Aprendió
el valor del sacrificio, del esfuerzo. Es ante las dificultades que uno atraviesa que
aprende, crece, progresa, crea. Hay que cultivar la mente, enfrentarla a desafíos
constantes, desarrollar la potencialidad del ser humano. Como dijo Aristizábal
Uribe: “Quien vive de lo regalado se anula como persona, se vuelve perezosa, anquilosada y
como un estanque de agua que por inactividad pudre el contenido.” El hombre tiene una
capacidad genética única, la capacidad de adaptarse a las condiciones. Uno puede ser el
más pobre económicamente hablando, o el más rico, pero se adapta a su situación. Lo
importante no es encontrarse en una situación económica lamentable o gloriosa, sino
que esas personas tengan las condiciones y oportunidades de aprovechar su potencial.
Tener la oportunidad de tener un trabajo donde tenga que esforzarse, pueda crear, y
aprenda a valorar lo que tiene. Tener un trabajo que dignifique su existencia.
Negocios
“La nueva empresa es una red de equipos de trabajos distribuidos que actúan como clientes
y servidores entre sí. Los equipos recibieron un fuerte empuje en los ’80 cuando John Welch,
Gerente General de General Electric lanzó el <Workout Program> centrado en la creación
de equipos con funciones cruzadas. Ahora los equipos llegan hasta el cliente, proveedores y
otros, incluso cambiando las relaciones entre las organizaciones.” (Tapscott, 1996)
Para romper con un paradigma, en un pasado no muy lejano, poseer cierto capital
otorgaba la posibilidad de explotar al trabajador, obteniendo sin inconvenientes una
rentabilidad desmesurada. Existía una dualidad bien diferenciada, la burguesía y el
proletariado. Pero los negocios se volvieron muchísimo más complejos de lo que el
común de la gente se imagina. No se trata de comprar cierta maquinaria y poner
personas a trabajar rutinariamente en trabajos deshumanizantes. Incluso rubros enteros
hallan en la mente humana el medio de producción más importante. No se requiere
mayor inversión que en educación, permitiendo una vida al menos digna.
Después de haber estudiado Negocios durante más de 15 años, desde lo contable, lo
financiero, lo legal, lo impositivo, la gestión, lo económico, viendo la evolución histórica
de las empresas, de haber trabajado en unas siete empresas medianas y grandes,
estudiando la toma de decisión desde varios ángulos y en varios niveles, en empresas de
servicios, en empresas de productos, nacionales e internacionales, argentinas y
extranjeras, haber desarrollado varios planes de negocios, y sobre todo la constante de
pensar los mecanismos del mundo de los negocios, logré rescatar una diferencia abismal
entre ésta empresa y la de hace diez, veinte, sesenta y cien años. Crear un negocio hoy
es diametralmente opuesto a todo lo conocido. Antes se necesitaba capital financiero,
hoy se necesita capital humano. Desde los años sesenta hasta la actualidad, la relación de
los requisitos duros y blandos en las empresas se revirtió, incluso sin considerar el
impacto de Internet en los negocios. Varios rubros buscan el compromiso de los
empleados, la satisfacción laboral, el desarrollo profesional, la responsabilidad del
individuo, y compiten en base a eso. Incluso muchas industrias giran en torno
exclusivamente al conocimiento. Tener capital asegura un mínimo pero solo un mínimo
de rentabilidad, y no que sea sostenible sin riesgo en el tiempo. Obtener una rentabilidad
sobre el capital superior a lo que paga un bono es un desafío único que solo se logra
contadas veces. Empresas grandes quiebran porque el poder económico dejó de ser
determinante. Cualquier tipo de empresa, independientemente del tamaño, el prestigio, y
el poder económico conlleva el riesgo de completar su ciclo de vida. Los costos fijos
poseen componentes estratégicos que en un pasado no existían. El manejo de los
recursos humanos, la tecnología, los sistemas de información para la toma de decisiones,
el marketing, departamentos de legales, contables, tributarios, financieros acarrean
necesidades intelectuales, criterio, dedicación, investigación, acomplejados a niveles que
pueden ser decisivos en la rentabilidad, y perdurabilidad de una empresa, y en la
constante lucha por adaptarse al cambio. La dinámica de los negocios fuerza a las
empresas a desarrollar capacidades distintivas en sus recursos humanos y tecnológicos
para lograr la constante adaptación a cambios en las preferencias de los clientes,
proveedores, y otros actores, innovando permanentemente para sobrevivir.
La excesiva competencia en este mundo globalizado, informatizado, hiperconectado,
donde uno puede acceder a cualquier tipo de información en cualquier momento y en
cualquier lugar mitiga la rentabilidad. Hoy en día, con una buena idea de negocios,
muchas ganas, un equipo de trabajo y un plan bien armado se pueden conseguir los
fondos para llevarlo adelante, sea que provenga de un inversor privado, de una
organización dedicada a financiar emprendimientos, o del Estado mismo. Millones de
personas en el mundo entero piensan a diario nuevos negocios para liberarse de la
relación de dependencia. Las empresas de hoy tienen la ventaja competitiva en el talento,
la capacitación, los sistemas de información, el alineamiento de la gente para la
consecución de objetivos comunes, y no simplemente tener una máquina y forzar con un
látigo a que alguien haga una tarea rutinaria y repetitiva. Esos criterios son obsoletos. Y
no entender la esencia de los negocios que rigen en la actualidad implica no entender la
economía. Y no entender la economía, implica no entender los patrones de cambio del
modelo en que vivimos, el de una economía de mercado.
Capacidad de gestión
El avance de la diversidad de las distintas ramas en esta sociedad del conocimiento,
donde el desarrollo de cada una de las mismas goza de una abundancia de información
que excede la capacidad de retención de cualquier ser humano, deriva en el
requerimiento de especialistas idóneos en cada una de estas áreas. Las empresas
compiten en base a la calidad de sus recursos humanos, ya que son ellos los que hacen la
diferencia. No estamos hablando del ser humano como se lo utilizaba en el pasado, como
parte de una máquina, sino como un ser pensante, cuyo desempeño superior constante
otorga ventajas competitivas a las empresas, sean organizaciones con fines de lucro o
incluso sin fines de lucro, incluyendo el Estado. Estas nuevas condiciones de los recursos
humanos que se requieren en las organizaciones fuerzan a desarrollar conceptos de
liderazgo distintos. Antes se necesitaba al ser humano para que aplique su fuerza y
complemente la operación de una máquina. Hoy se necesita al ser humano para que
cumpla una tarea razonada. No se puede forzar como antes, porque en un caso
significativo y creciente de casos los recursos humanos dejaron de ser commodities.
Tener la capacidad de inspirar a la gente, asignarla a las posiciones donde mejor se
desempeñen, y la escasez de ciertos perfiles combinada con la competencia entre
empresas para obtener dichos perfiles, ejemplifican lo distintivo que es tener capacidad
de gestión en los líderes de la organización que sea. El Estado no está excluido y es por
ello que hoy en día y cada vez más, se necesitan perfiles de líderes con capacidad de
entender una diversidad de temas, y tener criterio para alinear adecuadamente a las
personas.
Los quiebres
Este mundo de los negocios se justifica por una característica a la que hago referencia
como los quiebres. Cuando se tiene una idea revolucionaria, se crea algo único, se pone a
trabajar a la gente en pos de ese servicio o producto diferencial, único, irreplicable, que
agrega muchísimo valor, se crea un valor de empresa diferencial que hace un salto sobre
una empresa corriente. En ese momento se produce la ganancia, cuando se determina
que esa empresa es única e irremplazable. Cuando se define que el valor que agrega
otorga una rentabilidad desmesurada por sobre el valor llano de sus activos. En ese
momento se da la ganancia y el mercado se encarga de nivelarlo. La empresa pasa a tener
un valor superior. El mecanismo que equilibra el valor de la empresa y la rentabilidad
puede ser, por ejemplo, la bolsa de comercio. El valor de la empresa crece hasta nivelar a
cierto nivel de rentabilidad constante. Por ponerlo de una manera simple, el valor de una
empresa es tal que obtiene 10% de rentabilidad anual. Cuando la ganancia de Apple pasó
de 30 dólares a 60 dólares anuales, el valor de la acción pasó de 300 dólares a 600
dólares. Ese es el momento en que se obtiene la real ganancia. El resto es rentabilidad
sobre monto invertido. Vivimos en un sistema que siempre ataca esa rentabilidad sobre
el capital, pero nunca ese valor creado por una exitosa ejecución de una idea distintiva. Y
esa es la riqueza que perdura y agranda la brecha entre los ricos y los pobres.
Coopetencia
Hace no mucho tiempo vi un capítulo de una conocida serie mejicana de televisión en el
cual el protagonista decide vender jugo. Es así que su amigo, el coprotagonista, lo ve e
intenta imitarlo, y no digo competir por el mero hecho de tratarse de “chicos”. Ante la
aparición de un cliente comienza una orgullosa guerra de precios, donde uno de los
actores termina por regalar la bebida. Con la evolución de los negocios, y asociado al
concepto de teoría de los juegos, apareció un nuevo concepto, la Coopetencia,
desarrollado por Barry J. Nalebuff y Adam M. Brandenburger. Básicamente lo que trata
este concepto es algo no arraigado naturalmente en el ser humano, y menos en los
negocios, donde lógicamente se habla de competencia. Se compite para ver quien se lleva
la parte más grande de la torta y a quien se la roba, y hasta incluso a veces es preferible
que si uno no gana, que el otro no gane tampoco. El desarrollo de este concepto trata de
romper con esta concepción con el fin de aprovechar el beneficio de la sinergia, y la
competencia, sin entrar en guerra y destruir el mercado. Primero se debe pensar en
agrandar la torta, cooperar con la otra empresa, y luego competir para dividirla. Pero no
ir tras la competencia exclusivamente a costa de extinguir el negocio para todos. Es así
que hoy en día los hombres de negocio tratan de incorporar este concepto como moneda
corriente. El empresario quiere primero agrandar y mejorar el mercado en beneficio los
actores. Un concepto que no denota un margen claro entre el egoísmo y el altruismo:
Quiero que te vaya bien, así a mí me va mejor.
Usura
Si un empresario quiere tomar la decisión de invertir dinero en un emprendimiento,
para tomar la decisión de inversión se analiza el proyecto, o sea, se contrasta el monto a
invertir con el flujo esperado de fondos. Normalmente se descuenta el valor de los flujos
futuros de fondos esperados al presente para compararlos con el valor a invertir hoy. Se
dice que cualquier ser humano prefiere tener un peso hoy antes que un peso mañana,
incluso si no hay variación de los precios. ¿De qué sirve pagar una casa hoy, si te la
entregan dentro de 40 años y no se te permite disfrutarla? Para determinar dichos flujos
se estudian todas las condiciones del mercado, micro y macro, para llegar a montos que
descontados en el tiempo nos dan una tasa, conocida como la rentabilidad del proyecto.
Dicha rentabilidad se compara con otra opción de inversión con similar riesgo, con el fin
de determinar en qué proyecto se invierte. Esto asumiendo que ambos proyectos tienen
el mismo monto requerido al inicio, porque caso contrario la situación cambia. Ahí puede
aparecer el papel del banco, que otorga la alternativa al dueño de la riqueza de invertir
los sobrantes en un plazo fijo y no perder rentabilidad. La rentabilidad también puede
medirse como la utilidad en relación a las ventas o el activo o el patrimonio neto, pero
esos índices de rentabilidad son limitados porque no tienen en cuenta el tiempo de
manera eficiente lo que lo hace un análisis acotado. Desde el punto de vista de un no
experto puede aparentar válido, pero es con el planteo de las críticas que surgen sus
limitaciones. Y esas decisiones de inversión son las que estructuran la sociedad en la que
hoy vivimos, pero no la sociedad de hace 100 años. En ese entonces era más simple. No
había competencia y la rentabilidad era alta al tiempo que el riesgo era bajo . El concepto
de justicia está relacionado a que haya una relación proporcional entre rentabilidad y
riesgo. Injusto era lo que pasaba en la década del 90 cuando un capital golondrina
obtenía mucha rentabilidad a bajo riesgo. No saber apreciar correctamente los criterios
de rentabilidad y riesgo significa que la decisión “patriótica”, “nacionalista”, que se tome
sea potencialmente lo opuesto, produciendo una pérdida neta al país, que eventualmente
se tendría que afrontar con más impuestos o menos gastos.
Economía
A mediados del año 2001, mientras estudiaba en la prestigiosa Universidad de San
Andrés gracias a una beca que me había sido otorgada por necesidad económica de mi
familia, y habiendo cursado el año anterior el curso de Economía 1 con Juan Carlos De
Pablo, tuve la oportunidad de asistir a una charla suya en un shopping conocido del
barrio porteño de Belgrano. La mayoría del público eran comerciantes chicos buscando
una perspectiva sobre el futuro económico del país con el fin exclusivo de dilucidar el
panorama para saber si aventurarse en algún pequeño o mediano emprendimiento o no.
A pesar de que durante la charla lo había dejado claro, al fin de la misma se hizo una fila
de una singular pregunta repetitiva: ¿Qué va a pasar a futuro? Si quiero emprender un
negocio, ¿me recomendaría llevarlo a cabo? En esa charla no había ni grandes capitales,
ni tampoco habían asistido medios periodísticos que puedan hacer creer que sus
intenciones no eran honestas o buscaban algún propósito oculto de satisfacer el interés
de algún tercero. Estoicamente mantuvo su respuesta inicial frente a la insistencia de los
participantes, decía que no sabía lo que iba a pasar y que nadie puede saberlo, porque la
economía es impredecible. Seis meses después se iniciaba una de las peores crisis de la
historia argentina.
¿Qué es economía? Una definición formal podría ser la rama que se dedica a estudiar la
asignación justa de recursos escasos. La palabra “justa” conlleva implícito un concepto
filosófico. El concepto de justicia y lo social está inserto en la definición básica de la rama
de estudio. El inconveniente surge en encontrar el equilibrio de lo justo respecto de los
recursos escasos, porque la economía se asume en un modelo de una economía de
mercado donde rigen reglas, de la misma forma que no es posible levantar un edificio
pretendiendo modificar la ley de gravedad.
La economía es la ciencia social que intenta analizar a la sociedad como un todo, tras
metas como la justicia social, el bienestar general, para nosotros y para nuestra
posteridad. Y de ahí cabe preguntarse, ¿Qué es más importante, la justicia, el bienestar
general, ambos? ¿Qué es justicia? ¿Qué es bienestar? ¿Qué importancia se le da al hoy
respecto del mañana?
Ahora, ¿queda claro qué desde el momento cero la carrera del economista está orientada
a hacer abstracciones de la realidad con la intención de interpretar y mejorar la vida de
la sociedad? ¿Qué el aspecto social es la base de la carrera? ¿Qué es justamente lo
social lo que justifica la rama de estudio, sin lo cual la misma pierde razón de
ser? ¿Qué ni siquiera los mejores economistas pueden ponerse de acuerdo sobre
modelos debido a la complejidad de la materia? ¿Qué cuando cualquier persona opina
algo tan básico como: “Este gobierno es bueno porque bajó el desempleo” están haciendo
un juicio que corresponde en primer lugar a un economista? ¿Qué realizar dicha
afirmación y después decir que no se sabe de economía es una contradicción? ¿Qué antes
de opinar que es bueno que haya bajado el desempleo tienen que entender las causas de
fondo que motivaron esa baja del desempleo de forma tal que sea sustentable? ¿Qué con
medir simplemente una baja del desempleo no quiere decir que la gente esté mejor, sino
que puede que sea una consecuencia de que el nivel salarial en dólares es bajísimo, y fue
mediante esa “baja” en la calidad de vida de toda la población (relativa a las compras al
exterior) que depende de un salario para subsistir, la que permitió la baja del
desempleo? ¿Qué esa baja del desempleo fue dada quizá debido a que el país se volvió
competitivo frente al exterior, lo que se estaría considerado desde un ángulo socialista
como algo “bueno”, y “malo” a la vez si se lo considera como menor salario de la clase
obrera, ergo, más explotación? ¿Qué si nunca entendieron las fuerzas del mercado, nunca
entendieron hasta qué punto se está disponible a sacrificar niveles de calidad de vida?
¿Qué sabiendo que todos los modelos habidos y por haber, incluido el comunismo,
implican definir qué nivel de vida se sacrifica para quién, y el hecho de no entender las
causas de fondo implica que cualquier opinión que se dé, viene de arranque con
fundamentos sin sustento, y qué decir todo eso con prepotencia es infinitamente veces
peor, porque nos tilda de sabios, faltándole el respeto al otro en una realidad imposible
de predecir para cualquier humano?
Empezando a estudiar economía se puede interpretar que sus modelos guardan ánimos
de manipular el mundo, y los estudiantes asumen la carrera como el timón del barco que
pretenden controlar. Deberían. Pero la macroeconomía enseña historia razonada.
Historia de modelos que se fueron desarrollando a lo largo de todo el siglo pasado, por lo
que la macroeconomía va un paso detrás, corrigiendo modelos que solucionen los
problemas del modelo anterior, dando lugar al surgimiento de nuevos inconvenientes.
¿Por qué? Porque la economía analiza de lo general a lo particular, simplifica con el
agregado de distintas variables, lo que deja lógicas sin considerar que desembocan en
crisis y su correlato en el descreimiento de esta ciencia social que intenta predecir las
decisiones de muchísimas personas. La realidad dista mucho de esos modelos, sobre
todo aquellos desarrollados en un pasado más simple, menos competitivo, menos
globalizado.
“El sistema capitalista no precisa de individuos cultivados, sólo de hombres formados en un
terreno ultraespecífico que se ciñan al esquema productivo sin cuestionarlo” Karl Marx
No había tantas profesiones, tantos bienes y servicios, tantas pymes, tanta comunicación,
tanta competencia, el mundo no estaba tan integrado. Agrupar variables y diseñar
modelos no presentaba mayores inconvenientes. La economía es la disciplina más
compleja de la actualidad, porque intenta controlar infinitas variables impredecibles en
un sistema caótico donde todo se relaciona con todo, así como cada decisión económica
siempre tiene al menos dos efectos directos, uno positivo y uno negativo, y derivados
efectos indirectos. ¿Es coherente plantear que la disciplina más compleja puede ser
controlada por una sola persona, o un equipo? ¿Es coherente plantear críticas a
economistas por un error de pronóstico sin entender el razonamiento previo?
¿Poseemos la capacidad y el conocimiento suficiente para juzgarlos?
Para situarse de la otra vereda, en la carrera del economista ¿Está bien orientado el plan
de estudios? ¿Es correcta la ausencia de materias de negocio que determinen el
planeamiento a largo plazo, que tratan cómo manejar empresas dentro de la complejidad
del mundo en que vivimos?, ¿O acaso resulta más simple y menos caótico manejar la
economía de un país que una empresa?, ¿Y otras materias de negocios?, como marketing,
donde se estudia algo tan esencial como el proceso de determinación del precio, ¿Y
materias impositivas?, en lugar de analizar los modelos con la llaneza de una variable
como el impuesto directo o indirecto, sin considerar las vicisitudes del sistema
tributario, cuando incluso la definición de directo e indirecto es errada desde un aspecto
económico, ¿y materias de derecho mismo?, que determinan el complejísimo
funcionamiento del aparato estatal. ¿Por qué la economía analiza variables como el
ahorro, sin considerar el efecto del tiempo apropiadamente, cuando la definición misma
de dicha variable deriva del concepto de consumo futuro? ¿No debería la economía ser
una ciencia proactiva, en lugar de reactiva, analizando más los negocios nuevos y futuros
en lugar de pretender constantemente corregir errores de modelos pasados mediante
una interpretación no necesariamente acertada de la historia? ¿Cuán seguro está el
economista que la inflación de un momento dado de la historia fue consecuencia de una
emisión tributaria y no de otros factores? Un economista que no conoce todos los
inconvenientes en el armado de los balances contables, ¿Cómo puede imaginarse
siquiera agregar variables para determinar lógicas y patrones cuando ni siquiera es el
balance contable el que se utiliza en las empresas para la toma de decisiones
internamente?
¿El consumo es bueno?
Hace unos años trabajaba en el departamento de finanzas de una cooperativa láctea muy
conocida. Todos los meses se cerraban acuerdos con los bancos, se cancelaban y se
tomaban líneas de crédito, cediendo derechos de cobranzas de facturas o cheques,
adelantando prefinanciaciones de exportaciones o de otras formas. Las tasas de interés
que nos cobraban los bancos variaban constantemente. Una mayor o menor tasa por ahí
en una empresa tan grande no hacía mucho la diferencia respecto del trabajo habitual
pero podría hacer la diferencia respecto de nuevos negocios. Los millones de
trabajadores que cobran cada mes su sueldo tienen básicamente dos alternativas
respecto de qué hacer con su dinero, consumir o ahorrar. Consumir sería gastar su sueldo
el mes que se cobra, mientras que ahorrar sería gastarlo en los meses subsiguientes . Si
deciden ahorrar muchas veces esa plata va a los bancos con el fin de obtener una mínima
renta. En un mundo donde no se ahorra y se consume todo, los bancos no tendrían dinero
para financiar a las empresas que requieren invertir en maquinaria para producir. En un
mundo donde se ahorra todo y no se consume nada, los bancos pueden tener mucho dinero
pero las empresas no tendrían motivación alguna para tomarlo prestado, ya que nadie
compraría aquellos bienes y servicios que dichas empresas pretendan producir. Es evidente
que vivimos en un mundo que requiere de una proporción de ahorro y consumo, ¿Se puede
determinar el grado necesario de cada uno en una economía? No. Pero se puede analizar la
variación de un momento respecto de otro, o quizá en relación a la necesidad futura de
bienes de capital, mientras más bienes de capital se requieran a futuro, más ahorro e
inversión se va a requerir en el presente. Si se da un factor externo, sea cual fuere, donde la
gente empieza a consumir en lugar de ahorrar, es de esperar que dicha falta relativa de
dinero en los bancos produzca un aumento de las tasas de interés, lo que derivaría en una
desmotivación a invertir en negocios en relación al momento anterior. ¿Se puede medir con
certeza el impacto de una menor propensión de la población a ahorrar? Es imposible . Y
volviendo a la pregunta inicial: ¿Es bueno el consumo? Ni sí, ni no, simplemente
indeterminable.
Datos económicos
El empleo representa el 46% de la población, de la cual el 32% son menores de 19 años y
el 15% mayores de 60 años, o sea, población de la cual depende de una forma u otra el
restante 54%, sean hijos mantenidos por los padres, o jubilados mantenidos por el
Gobierno. Sin considerar el cambio demográfico donde se estima un aumento de la
población madura, planteando dos escenarios exagerados, el primero donde el país no
exporta nada e importa, llega un momento en el que a los argentinos se le acaban los
dólares y no puede comprar más. Como si los argentinos tuviesen un stock determinado
de dólares que le otorga respaldo a su moneda y le permite vivir con productos
importados cierta cantidad de tiempo. De alguna forma se debe tener un producto
diferencial que produzca a una relación costo-beneficio mejor que el resto del mundo. Y
el segundo escenario, donde se exporta todo pero no se importa nada. En ese caso no
tendríamos la calidad de los productos importados pero el país tendría más y más
riqueza, para ser distribuida como mejor les plazca a los habitantes. Este segundo
escenario no es posible simplemente porque el resto de los países del mundo producen
en principio con cierta relación costo-beneficio mejor que las empresas locales, y si
bloqueás la importación te bloquean la exportación. Es ahí donde entra salario medio en
dólares al juego. La estructura de costos de una empresa depende esencialmente del
salario, y los insumos, que en su mayoría son salarios en industrias anteriores, sean
manufactureras o mayoristas, ergo, salario. Y es el salario en dólares lo que nos hace
competitivos respecto del resto del mundo. O sea, si el salario medio de los argentinos es
5000 pesos por mes y el tipo de cambio es 10, entonces cada argentino gana y a su vez le
cuesta a la empresa que lo contrata 500 dólares. Y esto no tiene sólo impacto en los
productos que se exportan, porque los productos que se exportan y la gente que trabaja
en esas empresas se dan con un salario en dólares bajo. El salario medio en dólares bajo
hace competitiva a toda la economía. Entonces, si uno no sabe de algunas lógicas
economicas, ¿Cómo puede intentar ponderar el impacto de las políticas públicas o
sociales versus el impacto de tener un salario medio en dólares competitivo sobre la
economía? En diciembre de 2001 el salario medio en dólares era 100, a diciembre de
2003 era 41. Entonces en un país que tuvo una tasa de desempleo cercana al 25%, lo que
significa que la gente padecía una situación económica donde estaba dispuesta a trabajar
por un salario bajísimo, y a su vez, con capacidad instalada ociosa en las fábricas, con lo
cual sólo se requería contratar personal para aumentar la producción sin necesidad de
inversiones extra, donde el personal incluso era barato en dólares, porque el costo era
menos de la mitad de lo que era 2 años antes, ¿No es fácil creer que el crecimiento del
país y la baja del desempleo es algo esperado, en lugar de meritorio? ¿O podemos
considerar meritorio lograr crecer en base a explotar al trabajador?
Ahora, este escenario podría darse asumiendo que los otros países del mundo tienen una
estructura de costos medida en salario en dólares sin variaciones a lo largo de cierto
período de tiempo, y asumiendo además que la productividad se mantiene constante,
entendida como que el esfuerzo empleado por los recursos humanos no varían por
tiempo empleado. Pero este no es el caso real. El salario en dólares de los argentinos
compite con el salario en dólares de otros países, como por ejemplo Brasil. Si Argentina
aumenta el tipo de cambio, lo que le da más competitividad a la industria, pero a su vez
Brasil hace lo mismo, entonces comparativamente no se es más competitivo que Brasil.
El tipo de cambio multilateral pasa a jugar un papel preponderante. Aunque por otro
lado, más desde el punto de vista de los negocios, tener industrias complementarias es
importante si el fin es producir ciertos bienes en particular. Por ejemplo, si quiero hacer
el mejor auto, necesito que todas las partes que se producen sean las mejores. No
podemos hacer un auto de lujo, si no tenemos los proveedores que tengan la calidad
suficiente para construir el auto, y eso limita la visión para determinar en qué industrias
se puede participar y en qué industrias no, viendo el auto de lujo no como un producto
elitista sino como el empleo que genera. O factores netamente exógenos como un
aumento del precio de la soja, que mientras que al 2001 no superaba los 200 dólares,
hacia 2004 llegaba a un techo de 360 dólares, y hoy ronda los 600 dólares haciendo
rentables campos que con un precio de 200 dólares no lo eran, factor el cual combinado
a la baja del salario en dólares hizo al sector mucho más rentable comparativamente, un
sector que impacta no sólo en la balanza comercial, sino que además, en las arcas del
Estado mediante retenciones.
Escuché varias veces de conocidos, incluso gente con estudios universitarios,
reclamando que Inglaterra es cara porque la libra está a 6 pesos. Que una libra esté a 6
pesos no quiere decir que Inglaterra sea más cara, porque si un alfajor cuesta 0,2 libras, y
acá cuesta 2 pesos, el alfajor es más caro acá que allá. Entonces lo que hay que tomar en
cuenta pasa a ser el nivel de precios. El mismo es una canasta de productos y servicios, y
no quiere decir que sea parejo, es solo un índice de referencia por lo que cada industria
va a tener una estructura de costos distinta que va a implicar un nivel de precios
comparativo distinto entre países. Y la dinámica de los precios de las distintas industrias
y los distintos países combinados a los tipos de cambio que maneja cada país sumada a la
evolución de los negocios, hace que analizar algo aparentemente simple como la
exportación e importación de bienes y servicios se vuelva algo extremadamente
complejo.
Ahora, imaginemos que vivimos en un país que importa iphones y ipads y exporta soja.
Los iphones y ipads tienen un valor diferencial no reemplazable por otro producto
producido en el país, más que un celular común y una notebook de muchísimo menor
valor agregado diferencial, o sea, si un rico tiene un stock de ahorros que no piensa
gastar y los tiene fuera del sistema, por “fuera del sistema” me refiero en su casa o en
una caja de seguridad en un banco quedando fuera de generar beneficios en la economía,
su inversión en un iphone y en un ipad no va a afectar significativamente la economía
porque solo va a reemplazar el celular. En dicho caso la importación no tendría un
impacto significativo en la economía, porque el valor agregado diferencial entre las
alternativas saldría de ahorros fuera del sistema. Por otro lado, la exportación de soja
puede dar la errónea impresión de que por tratarse de un producto del agro, no posee
mucho valor agregado. Sin embargo, la logística, la maquinaria, el empleo que genera un
aumento de las exportaciones de soja conlleva un impacto en varios rubros, que a su vez
van a impactar en otros rubros, de la misma forma que la industria de la pasta dentífrica
conlleva negocios asociados. El restante del margen que le queda al productor afectaría,
por un lado, positivamente las arcas del fisco y por otro lado, sería dinero declarado
dentro del circuito económico. Interpretar que un aumento de la exportación de soja
generó un aumento determinado del empleo en la industria automotriz por un aumento
de la producción de camiones, o de neumáticos para los mismos, y el efecto exponencial
sobre otras industrias, es coherente aunque difícil de estimar. Cada razonamiento
económico merece una duda de estar dejando algo de lado, y hace exponencial la
importancia de la humildad y la idoneidad.
Ahora, las exportaciones se miden en dólares. El precio internacional de la soja varía y
afecta la economía según variables que no controlamos y no podemos predecir. China
entra en el juego, y millones de chinos consumen soja que antes no consumían, con lo
cual aumenta el precio. A su vez, el EEUU padece sequías durante cierto año, lo que
produce que aumente más. Esos factores impredecibles e incontrolables, entre otros, son
los que pueden cambiar el precio. El monto de las ventas al exterior se da por multiplicar
el precio de la soja por las unidades vendidas. Un aumento de las exportaciones puede
significar que se vende más cantidad, o a un mayor precio, o se vende menos cantidad
pero a un mayor precio relativo, cuyo resultado final deriva en el aumento de las
exportaciones, y un crecimiento económico del país. Pero si aumentan las exportaciones
según el último caso, el empleo no aumentaría, la logística tampoco, y no se venderían
más neumáticos, sino menos. Y como este caso resumido, puede darse un caso con una
lógica que impacte inversamente.
Entonces, vuelvo a la pregunta inicial, ¿Cómo sabemos con certeza la causal y el impacto
de cierto modelo sobre una variable tan simple y llana como la generación de empleo?
Podría mencionar una infinidad de asuntos que no son tenidos en cuenta, como el
impacto y el uso de los bancos en el sistema y la política monetaria, las expectativas de
los agentes económicos y su impacto, negocios estratégicos claves desarrollar en nuestro
país, la interacción entre las distintas industrias, sus niveles de desempleo, su potencial
de crecimiento, su competencia a futuro respecto de otros países. La infinidad de temas
que afectan al sistema económico hacen del asunto no solo extremadamente complejo
sino la materia más compleja del Universo. Materia que trata de extrapolar y predecir
conductas de miles de millones de personas. Y sin embargo, en lugar de poner gente
idónea a trabajar conjuntamente, estamos peleándonos por apariencias.
Es por ello que hay que ir a la esencia del sistema, a entender la toma de decisiones, a
armar equipos de trabajo idóneos, a buscar la solución natural y no la forzada, a ser
tolerantes con los errores, a estar abiertos a toda idea y pensamiento. Creamos un
mundo más complejo de lo que nadie se puede imaginar.
Decisiones presidenciales
“Deberán aprender todos y de una buena vez por todas, que la economía no es sólo una
ciencia de números, es una ciencia social y que sólo reconoce su objetivo cuando logra que
los derechos a la alimentación, a la vivienda, a una jubilación digna, a un trabajo digno, son
los derechos de todos los argentinos”. Cristina Fernández de Kirchner 9 de febrero de 2009.
Si nos detenemos un segundo y observamos, nos damos cuenta de que todas las
decisiones de la Presidenta actual son en materia económica y de negocios. A excepción
de la reforma del Código Civil, la introducción de elecciones primarias, la condena a los
genocidas y algún otro tema, son todas decisiones económicas: Volver al sistema de
reparto eliminando el sistema de capitalización, los juegos con las exportaciones y las
importaciones, desde los aranceles al agro, hasta el bloqueo a las importaciones, no
aumentar los mínimos imponibles de ganancias, nacionalizar Aerolíneas, ENARSA, YPF, la
ley del Presupuesto, darle laptops a los alumnos de escuelas pobres, pagar deuda
extranjera con fondos del BCRA, el manejo de la política cambiaria, la extracción de dólares
en el exterior, el limite a la compra de dólares, los manejos del INDEC, la asignación
universal por hijo, sacar los subsidios a los servicios públicos, Futbol para Todos, planes
trabajar, etc.
Durante los últimos 20 años y hasta hoy, todos los Presidentes de la Nación mantuvieron
una característica en común. Tanto Alfonsín, como Menem, de la Rúa, Duhalde, Kirchner
y Cristina Fernández. Su formación básica es el derecho. Sin embargo, los principales
problemas que sufrió el país fueron económicos, tratando de encontrar el economista
que los saque de aprietos. Y me pregunto yo, ¿Es el abogado el más idóneo a la hora de
conducir un país? ¿Es el ingeniero que lo diseño, el que tripula el barco, o el capitán? No
me cabe la menor duda que nadie conoce más al detalle la estructura del barco que el
ingeniero, pero ¿eso lo hace idóneo para ejercer la labor de capitán? ¿Qué el barco sea
chico y esté averiado, y el capitán no te asegure llegar a buen puerto, justifica que sea
manejado por el ingeniero, o hay que saber de corrientes, tormentas, vientos, mapas
marítimos, resistencia del barco, entre otras cosas para saber hacer llegar el barco a
buen puerto?
Derecho
“El pueblo inglés piensa que es libre y se engaña: lo es solamente durante la elección de los
miembros del Parlamento: tan pronto como éstos son elegidos, vuelve a ser esclavo, no es
nada. El uso que hace de su libertad en los cortos momentos que la disfruta es tal, que bien
merece perderla.” Jean-Jacques Rousseau
La abogacía, en mi opinión, fue la materia decisiva en el desarrollo de la estructura del
Estado durante más de dos siglos, pero llegamos a un nivel de evolución en la materia,
sumado a un nivel de complejidad en el mundo, donde no es la abogacía la que establece
la diferencia en una economía de mercado, sino la economía y los negocios. La abogacía
sobresaturó el mundo de leyes y reglamentaciones, al punto del desconocimiento de los
más expertos, sea del frente que sea. Mientras que una economía saludable afecta
positivamente todos los ámbitos de una sociedad, la seguridad, la educación, la salud, y
en consecuencia la justicia. El sistema federal, el desarrollo de la democracia, los
controles entre poderes, la organización en los distintos niveles del Estado, central,
municipal y provincial, la Justicia, la legitimidad, la distribución del poder, son aspectos
que llegaron a un grado de desarrollo tal que modificarlo tendría un efecto comparable a
introducir una Elección Primaria en el sistema electoral. Tenemos una elección, y
tenemos el ballotage, y tenemos a 40 millones de argentinos creyendo que saben a quién
votan, o votando “Al menos malo”. Y esos 40 millones de argentinos saben que su voto no
hace a la diferencia, y saben que no pueden terminar de creerle a aquellos que se
postulan, porque está más que probado que se utiliza cualquier promesa con tal de llegar
al Poder, entonces ¿Cuál podría llegar a ser beneficio de introducir una Elección
primaria? ¿Cuántas personas había en Grecia cuando se estableció la democracia?
¿Cuántos problemas de los que hoy existen se podían presentar en aquella época? ¿Es
realmente el pueblo el que Gobierna por medio de la democracia? Y derivado de todo
esto vuelvo a la misma pregunta, ¿Cuan útil puede ser introducir una Elección Primaria
que descarta 3 candidatos y representa menos del 4,5% de los electores? ¿Es ese el
máximo aporte que puede hacer la abogacía al sistema? Seguir saturando el mundo de
leyes solo atenta contra la productividad, el bienestar general, y por ende, la justicia
misma.
Sistema tributario
“… cuando los hombres construyen sobre falsos cimientos, cuanto más construyan, mayor
será la ruina.” Thomas Hobbes
Como Contador, noté muchas veces la confusión incluso en colegas al manejar los
conceptos del devengado y percibido. El primero relacionado al hecho sustancial que
genera la ganancia o perdida, como por ejemplo, la venta en sí. El segundo relacionado al
mero pago o cobro, lo que implica solo el intercambio de activos y pasivos, sin tener
efecto económico alguno, siendo una derivación o consecuencia del hecho económico.
Mientras que la contabilidad se maneja con el concepto del devengado, las finanzas
públicas tienden a manejarse con el concepto de percibido, lo que dificulta el análisis
sobre los hechos sustanciales que transcienden en la economía del país.
“De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad” Karl Marx
El sistema tributario argentino se diseñó en base a clasificar a los impuestos como
directos o indirectos, de acuerdo al sujeto encargado de ingresar el pago a las arcas del
fisco. Incluso la Constitución Nacional menciona este aspecto cuando le otorga al
Congreso la facultad de imponer impuestos directos e indirectos. Es el criterio
económico el que nos dice que el pago no es determinante, sino una consecuencia de un
suceso fáctico, entonces el problema surge cuando se considera al sujeto encargado del
pago como relevante para la determinación de los tributos, cuando en realidad el hecho
sustancial que genera el pago proviene por otro lado. En ese punto sería equivalente a
utilizar el concepto del percibido para la contabilidad, considerar que la ganancia pasa
por el pago y no por la venta.
Por otro lado, la economía estudia las variables en función de dos conceptos: flujo y
stock. Flujo podría definirse como la cantidad de agua que corre por una canilla abierta
entre dos momentos, y stock como la cantidad de agua que hay en un tanque a un
momento dado.
Analizar el sistema tributario desde esta perspectiva, implica considerar al Impuesto al
Valor agregado (IVA) y al Impuesto a las Ganancias (IG), como impuestos sobre
transacciones. En ambos impuestos, a grosso modo, se perfecciona el hecho imponible
con el devengamiento, o sea, la compra-venta. Asimismo, se puede considerar el
Impuesto a los bienes personales como impuesto sobre stock, ya que recae sobre los
bienes que posea el sujeto pasivo al 31 de diciembre de cada año.
Si a esto le sumamos la idea de que la economía de mercado significa que el vendedor
determina el precio, y el comprador la decisión de compra, entonces podemos darnos
cuenta que directa o indirectamente el vendedor carga el costo tributario al valor del
bien. En el IVA recae directamente sobre el precio del bien, mientras que en Ganancias, el
impuesto está incluido en el precio del bien indirectamente, ya que antes de determinar
el mismo, el vendedor debe descontar los costos para llegar a la ganancia y de ahí al pago
del tributo.
Por otro lado tenemos el impuesto a los bienes personales (IBP), que a diferencia de los
mencionados anteriormente recaen sobre stocks a un momento dado.
Normalmente se dice que el IVA recae sobre el consumo mientras que el IG recae sobre
la ganancia del empresario, por lo que las ideologías hablan sobre aumentar uno u otro
en función de hacer una política más o menos progresiva. Si se aumenta el impuesto que
recae sobre el consumo o se disminuye el impuesto que recae sobre la ganancia se dice
que es una política socialista, ya que el consumo afecta en mayor medida a la clase baja
mientras que la ganancia afecta a la clase alta. Haciendo lo opuesto sería una política
neoliberal. Esto sería cierto en una economía donde el precio de los bienes este fijo, pero
en una economía de mercado, es el vendedor y solo el vendedor el que fija el precio, y al
fijar el precio traslada el efecto económico del impuesto sobre el precio del bien, sea
directamente en el IVA e indirectamente en Ganancias. Esta concepción sería opuesta a la
tradicional sobre impuesto directo e indirecto, la cual se define a partir de que el pago
del tributo sea efectuado por aquel sujeto sobre el que se perfecciona el hecho imponible
o no. Se dice que el IVA es indirecto porque lo retiene e ingresa al fisco la empresa
mientras que se perfecciona sobre el consumidor. Y Ganancias es directo porque lo
ingresa al fisco el mismo sujeto sobre el que se perfecciona, la empresa.
Sin embargo, desde un punto de vista económico, en una economía de mercado, ambos
impuestos recaen sobre transacciones. Definir una ideología a partir de un concepto que
recae sobre lo mismo, resulta en cierta medida una contradicción.
Ambos impuestos afectan las transacciones y por ende las decisiones de inversión. En
consecuencia, las políticas tributarias no se pueden definir en función de estos dos
impuestos, porque sería ineficiente.
“A una justicia igualitaria corresponde también una igualitaria aplicación de impuestos.”
Thomas Hobbes
Si el objetivo es distribuir equitativamente la riqueza, el único impuesto que debe
aumentarse es el impuesto a la riqueza, que en nuestro país es a los bienes personales, ya
que es un impuesto expost. Se determina cuando ya se ganó, o sea, la riqueza per se. En
cambio, el intento de redistribución de la riqueza por medio de una redistribución más
equitativa de los ingresos atenta contra la esencia del sistema y por ende, de la
redistribución de los ingresos misma. Por otro lado, un aumento de bienes personales
podría motivar inversiones, ya que aquellos poseedores de capital invertirían para que
obteniendo cierta ganancia su capital no se erosione. El impuesto a las ganancias no es
un impuesto a la riqueza.
Un error significativo de este tributo, el impuesto a los bienes personales, es que deja
exento los depósitos en entidades regidas por la ley de entidades financieras, como los
bancos, por lo que un “rico” podría guardar dinero en su casa 364 días al año y
depositarlo el último día del año, siendo así objeto de la exención. O sea, cierto stock de
dinero pasa casi todo el año declarado, fuera del circuito económico, e incluso bloqueado
a ser distribuido a las clases necesitadas por el simple hecho de que la ley otorga la
exención al 31 de diciembre de cada año y solo ese día. ¿Qué lógica, y con qué beneficio
para la sociedad, podría aplicar a esta exención? Si el dinero está en blanco, o sea
declarado por sus propietarios, con depositarlo un día en una entidad financiera se goza
de la exención, por más que haya permanecido fuera del sistema el resto del año, y si el
dinero está en negro, no tendría necesidad el sujeto de depositarlo ya que no formaría
parte de la declaración jurada de bienes personales. ¿Es beneficioso para el Estado que
se deposite dinero en blanco una vez al año en el sistema financiero?
Quizá, el hecho de vivir en un mundo tan globalizado fuerza a que las políticas que se
tomen tengan que ser a nivel global, y no simplemente local. Aplicar una medida local
podría tener un efecto disipador, o de transferencia a otros Estados. Si aplicamos un
impuesto a la contaminación, pero lo hacemos localmente, los negocios que contaminen
van a elegir áreas geográficas, pero su impacto sobre la contaminación global va a ser el
mismo.
De la misma forma, como en un pasado se instauró el sindicato como defensa de los
derechos de los trabajadores, y se lo impulsó desde un país para que termine instaurado
a nivel global, quizá sea momento de movernos en ese sentido. Si nuestro país tiene un
impuesto a la riqueza que los demás países no tienen, quizá es hora de hacer entender
para instaurar un régimen como tal a nivel mundial, de modo tal que la aplicación local
sea realmente efectiva y no derive en una mera transferencia de riqueza a otros países
en los cuales estos tributos se encuentren exentos.
Las consideraciones son infinitas, y ahí es cuando entra la importancia de la economía en
saber explicar los fenómenos históricos, para saber entender y ponderar las ideologías
correctamente, y dejar emociones y apariencias de lado. No hacer bien la tarea, es jugar
con las vidas de todos los argentinos.
¿Qué opciones hay?
Dos opciones: nos integramos al mundo, o nos aislamos del mismo. Pero si nos aislamos
tenemos que estar totalmente aislados, no sirven medias tintas. Porque el segundo que
entramos a formar parte del juego mundial es el segundo que entran a jugar las reglas
del mercado, y donde las políticas dejan de ser sostenibles, la economía se vuelve
compleja, y las relaciones con otros países se vuelven esenciales. En economía las
medidas abrumadoras son causas de crisis, las medidas deben ser graduales. O tendemos
a una apertura de la economía, o la misma economía nos va a forzar a estar cada día más
cerrados al mundo. No apuntar a una apertura implica perder cada día más
productividad del beneficio de los productos del resto del mundo, lo que nos hace entrar
en un ciclo donde cada día se está más cerrado.
Tener en cuenta las principales variables que controlan el mercado, para después
elaborar ideas que hagan a la mejora de la economía, con lógicas independientes que no
afecten al resto de la economía. Lógicas independientes que regulen aspectos
particulares, donde se pueda redistribuir la riqueza de las clases altas a las bajas, sin
afectar las decisiones de compra o de inversión de las personas. Aprender a encontrar e
impulsar negocios estratégicos, diferenciales en nuestro país respecto del resto.
Impulsar medidas impositivas justas para que sean establecidas a nivel global.
Recordemos que nuestro sistema tributario es uno de los más complejos y desarrollados
del mundo, lo que no quiere decir que necesariamente haya sido desarrollado en la
dirección adecuada.
¿El criterio para diseñar el sistema?
“No conozco ningún hecho más alentador que la incuestionable capacidad del hombre para
dignificar su vida por medio del esfuerzo consciente.” Henri David Thoreau
No se vive dignamente sino por medio del trabajo, de aportar a la sociedad en la que se
vive, de esforzarse constantemente en hacer algo por el otro. Esa es una cualidad mal
explotada del capitalismo, cuando se invierte en un negocio, es porque alguien va a
adquirir ese producto o servicio, porque a ese otro le interesa, y no a nosotros. Se diseña
un negocio en función de pretender encontrarle una solución a un tercero. Hay que
aprovechar esa cualidad del capitalismo.
Establecer un sistema que apunte a la dignificación del ser humano y al bienestar
general, para lo cual se necesitan dos principios esenciales del sistema,
el merecimiento y la competencia. Que se recompense, el que lo merezca en función
del esfuerzo realizado, y que se recompense, el que tenga permanentemente la
capacidad de generar valor para el otro.
Impuesto a los bienes personales con una grabación muy superior a la actual,
exclusivamente sobre personas físicas, y no jurídicas, con exenciones sobre la casa-
habitación, y a partir de ahí ser progresivo, con recálculos anuales, de forma tal que
incentive a cada persona que exceda cierto mínimo a reinvertir toda su riqueza
permanentemente con un fin productivo, y no solo aquella parte no exenta, o como se da
en la actualidad donde lo insignificante de la alícuota genera no más que un incentivo
casi irrelevante. Impuesto a la herencia que retenga el total de la riqueza del causante
sobre cierto monto.
El gasto orientado a una educación y salud equivalente para todos los menores, de forma
tal que al momento de salir al mercado de trabajo, y ser productivos para el mundo, lo
puedan hacer en igualdad de condiciones, y solo sea el esfuerzo y la competencia los que
determinen su bienestar.
¡Aprovechemos! Tenemos un país que abunda en riqueza, un potencial único, el campo,
las reservas de agua, de petróleo, de gas, la diversidad única de climas lo que nos otorga
muchísimos parajes turísticos, entre tantas otras cualidades distintivas, pero tenemos
corrupción, cinismo, soberbia, mafias, y gente no idónea en posiciones determinantes, ¡y
estamos poniendo a todos esos en el Gobierno!
¡Podríamos estar muchísimo mejor de lo que estamos, todos! Pero tenemos un problema
de base: la falta de valores que nos destruye la ilusión de lo que podríamos ser. Hasta
que no empecemos a cambiar nosotros individualmente, uno por uno, el país va a seguir
estando donde está. Necesitamos empezar a cambiar cada uno de nosotros,
independientemente del resto. No cambiar porque el resto cambia, cambiemos nosotros si
queremos un país mejor. Saquémonos el orgullo de encima y dejemos de actuar con la
excusa de que el resto roba, y no queremos ser nosotros los “boludos” que no robamos, y
empecemos a aprender a vivir una vida más digna. Más humilde, donde cada uno se
encarga de lo que sabe y antes que nada aprende a escuchar al otro, o al que dedico su
vida ciertos temas. Más honesto y no donde justificamos evadir porque total en el Estado
se roban todo.
“La madurez es el equilibrio entre el coraje y el respeto. La capacidad para expresar los
propios sentimientos y convicciones combinada con el respeto por los pensamientos y
sentimientos de los demás. Es la preocupación por los otros y la preocupación por la tarea,
o “yo estoy bien, tú estás bien”.” Stephen Covey
Aprendamos a educar a la gente que nos rodea en función a criterios superadores. Elijamos
a nuestros gobernantes por humildad, idoneidad, honestidad, y no al prepotente, al
agresivo, al intolerante, al denigrante, que viene con banderas de estar sumergido en una
lucha contra la supuesta tiranía del mundo. Aprendamos a hablar. A comunicarnos. A
tolerarnos. A dudar. A reflexionar. A entender que el mundo es más complejo. Que no es tan
fácil opinar con fundamentos. Que si apuntamos a lograr un mundo más justo, esta nueva
realidad requiere que aprendamos a trabajar en equipos multidisciplinarios altamente
calificados. Y para ello la buena comunicación, la empatía y el respeto son esenciales.