8/16/2019 García Márquez - Cuando Era Feliz e Indocumentado
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Garcí a Márquez: cuando era feliz e
indocumentadoM ARCOS ROITMAN ROSENMANN
Aracataca, pueblo natal del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márque! El pre"idente de Colombia, #uan Manuel Santo", con$irma&er "u 'i"ita a M()ico, donde "e rendirá *omena+e al e"critor & periodi"taFoto Ap
Mientras paseaba por la Cuesta Moyano, en los lí mites del Jardí n Botánico de Madrid, lugar de encuentro paraficionados a la lectura, me topé con un tí tulo sugerente. Entre las mesas improvisadas, extensión de lo
quioscos que recorren de norte a sur el bulevar, se encuentran primeras ediciones, gangas y saldos. Con lo
años, sus quioscos han sido restaurados, pero Cuesta Moyano mantiene el olor a libro viejo, donde cualquie
bibliófilo puede pasar horas rebuscando en cajas de cartón que hacen las veces de estanterí as. En su interior s
apilan, sin orden ni concierto, biograf í as, crucigramas, folletines, libros de historia, novelas y saldos editoriale
Los domingos son dí as de barullo y gentí o. En los años 70 allí nos encontrábamos muchos latinoamericano
exiliados o estudiantes en busca de los tí tulos hasta ese momento secuestrados, cuya lectura era maldecida po
el régimen franquista. Muerto el dictador y en plena transición, las casetas de Cuesta Moyano eran un herviderde gente buscando tí tulos prohibidos. Y allí estaba, entre un montón de saldos, lo que no esperaba. La literatur
latinoamericana hací a tiempo se habí a convertido en referente. España se hací a eco de la América Latina e
cambio. La música de protesta, los cantautores, la pintura, la poesí a y, sobre todo, la literatura empapó toda un
generación de españoles que salí an de 40 años de la oscuridad. La música de Ví ctor Jara, Quilapayún, Danie
Viglietti o la nueva trova cubana se sumaban al folclore de corridos, rancheras, cumbias y salsa. Julio Cort áza
Carlos Fuentes, Carpentier, Vargas Llosa, Mario Benedetti, Octavio Paz, Otero Silva, Gabriel Garcí a Márque
Borges, Rómulo Gallegos, Miguel Ángel Asturias, Juan Rulfo o Pablo Neruda eran autores de culto. Mucho
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que se acercaron por primera vez a su lectura, se quejaban de los modismos, ininteligibles para quiene
desconocí an la grandeza de un idioma, el castellano, que se trasformaba y mutaba en Macondo.
La obra que habí a llamado mi atención era de Gabriel Garcí a Márquez. De su autorí a habí a leí doCien año
de soledad y poco más. Mi veneración por el autor tení a, sin embargo, raí ces polí ticas. Garcí a Márquez, tras e
golpe militar que derrocó al gobierno de Salvador Allende en Chile el 11 de septiembre de 1973, declaraba qu
no volverí a a escribir mientras la dictadura de Pinochet existiera. Era una decisión arriesgada, pero noble. Par
los chilenos, motivo de orgullo. Garcí a Márquez renunciaba a su oficio y optaba por el silencio de las palabra
Aunque más tarde rompió su promesa, pocos le reprocharon. En 1975 publicaba El otoño del patriarca, obra ela cual muchos quisimos ver en la figura del tirano, personaje central de la novela, un parecido a las maneras
formas en que se fraguó el golpe de Estado de Pinochet.
Pero el libro que tení a en mis manos no era una novela ni un cuento. Su tí tulo, sugestivo, llamaba l
atención. En portada un boceto, muy malo por cierto, donde se reconoc í a a duras penas la figura de Garc
Márquez de perfil, con la mano derecha estirada y el dedo í ndice desafiante. Supuse que se trataba de una alert
y un mandato. ¡Despierta!, parecí a decir. Aunque el diseño de las portadas, como él propio Garcí a Márque
decí a, escapaban a su voluntad. Entre las anécdotas contadas destaca la presentación y lectura de una tesi
doctoral, cuya autora desarrolló una sofisticada argumentación sobre los criterios literarios, históricos
polí ticos, por los cuales Garcí a Márquez, en Cien años de soledad , se decantó por que la letra E apareciera a l
inversa en la palabra soledad. Invitado al tribunal, escuchó pacientemente y cuando intervino señaló, simple llanamente, que se trataba de una errata de imprenta y que la editorial, vistos los costes, decidi ó no retirarla.
El libro en cuestión, que tení a en mis manos, consistí a en una compilación de artí culos periodí sticos escrito
entre 1957 y 1959. Eran los años de la guerra fr í a y de cambios polí ticos en América Latina. Coincidirán l
dictadura de Pérez Jiménez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia y la revolución cubana. Garcí a Márque
escribió sobre estos acontecimientos. Pero el tí tulo propuesto no cuadraba. Parecí a unmea culpa. Un
autocrí tica en la que renegaba de la manera de enfocar y describir a los personajes que retrataba. Desde Fide
Castro hasta Rafael Caldera. Sin embargo, tras su lectura tampoco se mostraba complaciente ni optaba por un
neutralidad hipócrita. En dichos textos destaca la ironí a, no hay atisbos de imparcialidad.
Tal vez Garcí a Márquez quiso sintetizar este periodo como el despertar de su conciencia polí tica. No habívuelta atrás. Conocí a la injusticia, la desigualdad social y las tiran í as que asolaban el continente. A partir de es
momento dedicó toda su vida y saber a escribir no sólo para denunciar las agresiones del imperialism
estadunidense, sino a luchar por la soberaní a y liberación de los pueblos de nuestra América. No abandon
nunca la revolución cubana. Se mantuvo fiel a los principios éticos de un periodismo sin mordaza y enfrentad
a los grandes monopolios de la información. Por eso tituló sus primeros ensayos periodí sticos:cuando era feliz
indocumentado. Su lectura es obligada. Nunca he dejado de pensar en ese tí tulo, tan actual y explicativo de u
mundo en el que se promueve la ignorancia y un estado de felicidad artificial como mecanismo para establece
un régimen totalitario, omní modo y despótico.