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El trabajo multidiciplinar en el patrimonio
Carlos Núñez
C. Nuñez
Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca: calle Junín esq. Estudiantes Nº 692.
Facultad de Arquitectura y Ciencias del Hábitat, calle Regimientos Campos N°180 , Sucre, Bolivia.
M. Ramos.(ed.) Ciencias Tecnológicas y Agrarias , Handbooks -©USFX- Sucre, Bolivia, 2014.
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2 Introducción
La concienciación sobre la conservación del patrimonio cultural en el imaginario colectivo
Al principio estaban las artes decorativas, las arquitecturas y los restos arqueológicos. Los que
podían poseer obras de arte, los magnates, las instituciones religiosas y algunos estados, también se
encargaban de conservarlos, los rehabilitaban y engrandecían a su gusto y, si era necesario por
motivos de su apreciación, los mudaban de su lugar de origen. Gran parte de lo que hoy
denominamos patrimonio cultural eran bienes directamente relacionados con la imagen del poder.
Gráfico 2 La visita del Archiduque Leopoldo Guillermo a su gabinete de pinturas. David
Teniers el Joven. XVII (1651-53). Óleo sobre lienzo. Fundación Lázaro Galdiano. Madrid.
Luego llegaron los librepensadores, la Revolución Francesa, los museos estatales, las
exposiciones internacionales, etc. y con ello la concienciación sobre la herencia cultural o
patrimonio histórico común. Si hasta finales del siglo XVIII primaba la estética como valor que
hacía que objetos y arquitecturas fueran bienes codiciados, la gran aportación del siglo XIX será
proponer que tal consideración trascienda las artes aplicadas abriendo el debate a nuevas disciplinas
y su divulgación traspase las barreras entre clases sociales hacia su socialización.
Los objetos culturales se degradan independientemente de su titularidad y requieren de
tratamientos muy especializados, lo que conlleva un esfuerzo tanto en recursos humanos como
económicos. También de unos instrumentos normativos adecuados a sus especificidades.
Mientras que los bienes culturales eran mayoritariamente de propiedad privada, fueron sus
propietarios quienes se preocupaban de su mantenimiento. Después, paralelamente que se avanzaba
en su socialización, los expertos consideraron que había motivos suficientes para normalizar su
conservación o, de lo contrario, se perderían irremisiblemente. En 1931, un grupo de arquitectos
reunidos en la ciudad de Atenas, conscientes de las nuevas necesidades, propusieron las diez
primeras directrices para la conservación del patrimonio histórico.
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A estas diez primeras recomendaciones se les conoce como la Carta de Atenas y supuso el
origen de un corpus de referencia dedicado a la salvaguarda del patrimonio cultural a nivel
internacional. En la resolución cuarta de la Carta de Atenas, los arquitectos advierten sobre la
necesaria colaboración entre investigadores de distintos ámbitos académicos. Traducida al español,
expone “que las técnicas de excavación y de conservación de restos impone la estrecha
colaboración entre el arqueólogo y el arquitecto” y aconseja una “escrupulosa investigación” previa
a la consolidación y restauración de los monumentos1. En teoría, el requisito de una
interdisciplinaridad ya quedaba así planteado aún sin mencionarse, aunque limitada a la
colaboración entre la Arquitectura y la Arqueología.
Premonitoriamente, el principal agente de alteración que consideraron los arquitectos
reunidos en Atenas no eran las fuerzas de la naturaleza, el olvido o el tiempo. De la lectura de la
Carta de Atenas se deduce que aquellos expertos previeron que las acciones del ser humano serían
la mayor adversidad del patrimonio histórico, y advirtieron que la mejor medicina para la
conservación estaba en la educación: Se “emite el voto para que los educadores pongan empeño en
habituar a la infancia y a la juventud a abstenerse de cualquier acto que pueda estropear los
monumentos, y los induzcan al entendimiento del significado y, en general, a interesarse en la
protección de los testimonios de todas las civilizaciones”. Aún no podían imaginar hasta qué punto
podían aplicarse jóvenes y no tan jóvenes en la destrucción de su herencia.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el patrimonio cultural de naciones enteras estaba
gravemente dañado. En 1945 los países aliados crearon la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés). Su finalidad no era la
reconstrucción del patrimonio histórico, tampoco la salvaguarda de lo que quedaba, el objetivo de
este nuevo organismo era textualmente “contribuir a la paz mediante la educación, las ciencias, la
cultura y las comunicaciones”, pero con el tiempo la UNESCO demostraría ser un organismo muy
eficiente en la conservación y difusión del patrimonio cultural. La prueba de que este organismo
internacional podía ser un instrumento útil llegó con motivo del rescate de un grupo de monumentos
del antiguo Egipto que iban a desaparecer bajo las aguas de la presa de Assuan, cuya entrada en
funcionamiento estaba prevista para 1969.
En 1960, ante la negativa del gobierno de Gamal Abdel Nasser de renunciar al proyecto de
contener y administrar las aguas del Nilo con un gran embalse, la UNESCO lanzó un llamamiento
internacional para el rescate de estos templos (Conferencia de París, 1960). El resultado fue un
exhaustivo reconocimiento arqueológico de los territorios que iban a ser anegados, el inventariado
de centenares de lugares, la recuperación de millares de objetos, y la salvaguarda y desplazamiento
de 22 templos y complejos arquitectónicos por encima del nivel de las aguas del lago Nasser. Una
tarea difícil que costó más de cincuenta y cinco millones de dólares de la época, cantidad que fue
aportada por los 50 estados que entonces eran miembros de la UNESCO, incluyendo al propio
gobierno egipcio. Pero estas naciones no sólo financiaron, también enviaron allí los recursos
humanos necesarios. A las misiones arqueológicas enviadas por Alemania, Polonia, Suecia, Suiza,
Países Bajos, Francia, España, Gran Bretaña, Estados Unidos, Checoslovaquia, Italia, Austria,
Canadá… e incluso Argentina, India y Ghana, se sumaron estudios de ingeniería y arquitectura de
Egipto, Francia, Suecia e Italia, quienes además aportaron los equipos de restauradores,
principalmente egipcios, franceses e italianos.
1http://ipce.mcu.es/pdfs/1931_Carta_Atenas.pdf
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Todos aunaron sus esfuerzos bajo la supervisión del Servicio de Antigüedades Egipcio y el
Comité Ejecutivo de la Compañía Internacional para la Salvaguarda de los Monumentos de Nubia,
hasta culminar en 1980, con completo éxito, el más espectacular proyecto de recuperación del
patrimonio cultural de la historia2.
Volviendo a la Europa devastada de la Segunda Guerra Mundial, la magnitud y la urgencia
de la recuperación de su patrimonio cultural se dificultaba con el desarrollo de una conciencia
crítica en materia de restauración, contraria a la rehabilitación estética o repristino.
Fue entonces cuando los postulados de la Carta de Atenas demostraron su validez, pues
dotaba a los críticos de un corpus de referencia internacionalmente reconocido. Los expertos se
volverían a reunir en Venecia en 1964, y a partir de entonces, en París (1972), Roma (1972),
Florencia (1981), Copenhague (1984) y más recientemente en Cracovia (2000) y Atenas (2003), por
nombrar algunas de entre las más significativas citas3. Cada nueva convención daba lugar a su
respectiva Carta. Por una de esas tradiciones no escritas, cada Carta lleva el nombre de la ciudad
que la vio nacer. En todas y cada una de estas Cartas, los expertos reunidos detallan o amplían los
postulados de las anteriores, trasladándolos a diferentes ámbitos sociales, técnicos o geográficos,
estableciendo directrices para que las actuaciones en materia de conservación, restauración y
difusión sean las adecuadas.
Consecuente con las circunstancias, la resolución segunda de la Carta de Venecia (1964)
consideró “la conservación y restauración de los monumentos”como una “disciplina” en sí que se
sirve de todas las ciencias y técnicas que puedan contribuir a la salvaguarda del patrimonio
monumental”. Había nacido la figura del conservador-restaurador. Son numerosas las legislaciones
que asumen la resolución segunda de la Carta de Venecia utilizando términos similares para
referirse a la necesaria investigación multidisciplinar previa a la intervención restauradora. Así el
Artículo 94 de la Ley 13 de Abril de 2000 de Salvaguarda del Patrimonio Urbanístico
Arquitectónico del Distrito Federal de México dice “quienes realicen obras de intervención
procurarán, por todos los medios de la técnica, la conservación, consolidación y mejora del
Patrimonio Urbanístico Arquitectónico” y el Artículo 20 de la Ley 14/ 2007 del Patrimonio
Histórico de Andalucía (España) indica que “La realización de intervenciones sobre bienes inscritos
en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz procurará por todos los medios de la
ciencia y de la técnica su conservación, restauración y rehabilitación”, por poner dos ejemplos de
instrucciones públicas coincidentes.
Otro de los grandes logros de la Conferencia de Venecia fue la creación del Consejo
Internacional de Monumentos y Sitios, ICOMOS según sus siglas en inglés. Fundado en 1965 con
el objetivo de promover la teoría, la metodología y la tecnología aplicada a la conservación del
patrimonio cultural.
El éxito de la campaña internacional para el rescate de las Ruinas de Nubia había
demostrado que un organismo supranacional podía ser de gran utilidad, al menos, para la
preservación de patrimonio histórico. Aprovechando el esfuerzo internacional y pluridisciplinario,
la UNESCO convocó la Convención de París sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y
Natural (Carta de París, 1972).
2Revista mensual “El Correo de la Unesco”, Febrero-Marzo 1979. París
http://unesdoc.unesco.org/images/0007/000747/074755so.pdf
3 Las Cartas que teorizan sobre la conservación y restauración, auspiciadas por la UNESCO y el ICOMOS, especialmente tras la creación de este
organismo en 1965, son tan numerosas como para requerir un capítulo propio en la Historia del Arte.
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Esta convención consiguió la ratificación de 188 países, a los que se instó a que
identificaran, protegieran, conservaran, rehabilitaran y transmitiesen a las generaciones venideras el
patrimonio cultural y natural situado en su territorio. Se entendía que los gobiernos presentes y
firmantes del compromiso internacional eran los legítimos representantes de sus ciudadanos, sin
considerar que, en 1972, la mayor parte de los países estaban sometidos por dictaduras militares. De
cualquier forma, la UNESCO había conseguido que se admitiese que el patrimonio cultural no es un
hecho aislado, es una herencia común a toda la humanidad, pero su preservación es responsabilidad
de los Estados.
Otro de los logros de La Convención de París de 1972 fue la propuesta del ICOMOS de
inventariar los lugares culturales y naturales más relevantes del mundo, el Patrimonio Mundial,
también conocido como Patrimonio de la Humanidad. El catálogo del Patrimonio Mundial incluye
hoy en día casi un millar de bienes. En la actualidad y en la práctica, al ICOMOS se le conoce por
ser la organización no gubernamental global que asesora a la UNESCO sobre la inclusión de sitios
culturales y naturales en el prestigioso listado de los Bienes del Patrimonio Mundial.
También se encarga de aconsejar su inclusión en el crítico catálogo del “patrimonio en
peligro” y de excluirlos del mismo4. Paralelamente a la Convención de París, en 1972, en Roma se
redactaba la Carta más influyente en materia de Conservación y Restauración de bienes culturales.
En la Carta de Roma de 1972, más conocida como Carta del Restauro, redactada por los
conservadores-restauradores Cesare randi y Guglielmo e Angelis Ossat, se expusieron las
bases teóricas de los criterios que rigen la denominada restauración científica5, propugnándose la
necesidad de documentar las intervenciones y la necesidad de recurrir a las ciencias para asegurar
un resultado fiable, en concreto se nombra a la Física, la Química y la Microbiología. En definitiva,
una colaboración entre disciplinas o interdisciplinaridad.
La Carta de 1972 fue adoptada con carácter normativo por el Instituto Central de
Restauración de Roma, fundado por el propio Cesare Brandi, y con el tiempo se hizo necesaria su
revisión. Sería en 1987 con la Carta del Restauro, denominada De la Conservación y Restauración
de los Objetos de Arte y Cultura. Esta Carta es reconocida internacionalmente como modelo de
normalización y además incluye nuevas disciplinas en el espectro plural. Materias como la
Biología, Botánica, Geología e incluso la Filología, por citar algunas de las ciencias
específicamente mencionadas, se incorporaron como conocimientos fundamentales del proyecto
patrimonial. Pero si la Carta de Atenas otorgaba al arquitecto el papel director, las dos cartas del
Restauro parecen proponer que este papel coordinador le correspondiese a los conservadores-
restauradores, los nuevos profesionales formados en diferentes disciplinas surgidos de la
Conferencia de Venecia de 1964.
En el año 2000, expertos reunidos en Cracovia expusieron que en el proyecto de
restauración deben participar todas las disciplinas pertinentes, y que la coordinación deberá ser
llevada a cabo por una persona cualificada y bien formada en la conservación y restauración. En
efecto, la Carta de Cracovia defendía la interdisciplinariedad del proyecto patrimonial, sin llegar a
otorgar a una única disciplina el papel director. La figura del coordinador se justifica por su
cualificación respecto a las características del bien que se interviene. Adviértase qué lejos estamos
de aquella cuarta resolución de la Carta de Atenas en que la conservación del patrimonio cultural
era competencia de la Arquitectura auxiliada sólo por la Arqueología.
4Desde la Convención de París de 1972, son dos los sitios que han sido suprimidos de la lista, el Santuario del Oryx árabe en Omán en 2007 y el
Valle del Elba en 2009. También existe un listado de Patrimonio en peligro que en 2007 incluye un total de cuarenta lugares. 5 Los principios generales, criterios y los términos empleados enLa Carta de Roma han inspirado el desarrollo de lanormativa legal de la protección
del Patrimonio Histórico.
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Por todo esto, la Carta de Cracovia asigna un especial papel a la formación necesaria de los
conservadores del patrimonio histórico, aspecto del que se ocuparía de forma más decidida la Carta
de Budapest.
En lo que respecta a estos requerimientos formativos, la Conferencia Internacional de la
Conservación de Cracovia recuperaba el espíritu de la Carta de Atenas de 1931 respecto a la
importancia de incorporar la sensibilización sobre la herencia cultural entre las necesidades
educativas básicas.
La Declaración de Budapest de 2002, hizo balance de los resultados de la Conferencia de
París y estableció diferentes estrategias futuras de actuación para la conservación del patrimonio
cultural.
La Estrategia Global de Formación6, propuesta destinada a garantizar la adquisición de las
competencias necesarias por parte de los agentes implicados en la conservación del patrimonio
cultural. Recapitulando, hemos mencionado arquitectos, arqueólogos y científicos de diversas
disciplinas como la Química, la Física, la iología o la Geología e incluso a los filólogos…, hemos
visto cómo la Carta de Venecia establecía, con buen criterio, que la Conservación y Restauración es
una disciplina en sí misma. Además están los formadores y, a su vez, los formadores de formadores
propuestos en Budapest, y todos y cada uno de ellos exponiendo su particular forma de entender el
patrimonio. A las personas expertas que necesariamente tienen que colaborar en el proyecto
interdisciplinario que es la gestión del Patrimonio Histórico se les denominó, Filología de por
medio, agentes culturales, pero ninguna de las sucesivas cartas aludía al principal agente de la
cultura, el ciudadano.
Gracias al cine y la televisión, las entusiastas noticias sobre los éxitos de la cooperación
internacional en Egipto llegaron a todo el mundo junto con las espectaculares imágenes del traslado
de los retratos de Ramses II. La Historia del Arte y la Arqueología se popularizaron coincidiendo
con los inicios del turismo de masas. Muchos eran quienes querían emular a Stendhal y a Gertrude
Bell descubriendo y disfrutando de la cultura allá por donde viajaban. Paralelamente, el turismo se
convirtió en ingreso de divisas para los países receptores y por tanto, en sinónimo de progreso.
Faltaba una Carta que reconociese la estrecha relación que se había establecido entre los lugares
patrimoniales y el turismo y por fin llegó, fue la Carta de México (1999) o Carta Internacional sobre
el Turismo Cultural.
6 Hemos considerado interesante reproducir el Apartados dedicados por las Cartas de Cracovia y Budapest sobre Formación y Educación y La
Estrategia Global de Formación respectivamente:
“La formación y la educación en cuestiones de patrimonio cultural exigen la participación social y la integración dentro de sistemas de educación
nacionales en todos los niveles. La complejidad de un proyecto de restauración o de cualquier otra intervención de conservación que supone aspectos
históricos, técnicos, culturales y económicos requiere el nombramiento de un responsable bien formado y competente.
La educación de los conservadores debe ser interdisciplinar e incluir un estudio preciso de la historia de la arquitectura, la teoría y las técnicas de
conservación. Esto deberíaasegurar la cualificación necesaria para resolver problemas de investigación, para llevar a cabo las intervenciones de
conservación y restauración de una manera profesional y responsable.
Los profesionales y técnicos en la disciplina de conservación deben conocer las metodologías adecuadas y las técnicas necesarias y ser conscientes del
debate actual sobre teorías y políticas de conservación”.
“El Comité, reconociendo el alto grado de competencia profesional y el enfoque multidisciplinar necesarios para la protección , la conservación y la
rehabilitación del Patrimonio Mundial, adoptó la Estrategia Global de formación para el Patrimonio Mundial cultural y natural. Su objetivo primordial
consiste en garantizar la adquisición de las competencias necesarias, por parte de una amplia gama de agentes, para una mejor aplicación de la
Convención. A fin de evitar la duplicidad de funciones y asegurar una ejecución eficaz de la Estrategia, el Comité coordinará con otras iniciativas,
como la Estrategia Global para una Lista de Patrimonio Mundial representativa, equilibrada y creíble y la presentación de informes periódicos. El Comité revisará cada año las cuestiones pertinentes de formación, examinará las necesidades de formación, revisará los informes anuales sobre las
iniciativas de formación y formulará recomendaciones para futuras iniciativas de formación”.
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Gráfico 2.1 Reconstrucción del Templo de Abu Simbel (1969), Asuán, Egipto7
La Carta de México es una de las menos acertadas desde el punto de vista de la conservación
del patrimonio cultural. Recomendaciones como “la planificación de la conservación y del turismo
en los sitios con Patrimonio, debería garantizar que la experiencia del visitante le merezca la pena”
no parece corresponder con las prioridades de la conservación del patrimonio. Sin embargo, en la
Carta de México se reconocía explícitamente la importancia del patrimonio como motor de
progreso, lo que hoy se conoce como Industrias culturales. También se introdujo un término nuevo,
la interpretación o apreciación subjetiva del bien cultural. El ciudadano veía por fin reconocido su
papel fundamental como destinatario del bien cultural en cuanto a visitante de los museos,
monumentos y lugares.En efecto, el receptor de un hecho cultural se reconoce indiscutiblemente en
la figura del visitante, quien, por regla general, gracias a la información generada en torno al hecho
cultural, ya conoce con anterioridad de su existencia y valores, lo localiza y lo disfruta e incluso,
como veremos más adelante, participa del él.
La anterior Conferencias de México, de 1982, junto con la de Estocolmo, de 1998, se
encargaron de que la cultura se entendiera como el conjunto de rasgos distintivos de una sociedad y
que, además de las artes y las letras, se incluyesen en el concepto de patrimonio cultural los modos
de vida, las tradiciones y las creencias. Al análisis interdisciplinar se incorporaba por fin la
Antropología.
La Carta de Quebec (2008) o Carta de los Itinerarios Culturales introduce el término
participativos y añade un ligero cambio semántico; mejor que hablar de patrimonio cultural
referirnos a hechos culturales. Aquellos monumentos que heroicamente defendían los arquitectos
reunidos en Atenas en 1931, son ahora hechos culturales que se prestan a una interpretación
participativa.
7Fotografía de Per-Olow Anderson, 1967. http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Abusimbel.jpg
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Para llegar a este punto, siete años antes, la Conferencia Internacional sobre la Diversidad
Cultural (Paris, 2001), estableció que “los derechos culturales son parte integrante de los derechos
humanos”.
2.1 El patrimonio como moneda de cambio
Desde que tenemos constancia documental, los objetos artísticos, orgullo de las naciones, eran
apreciados y codiciados y formaban parte habitual del botín de guerra de los ejércitos victoriosos.
Senaquerib destruyó Babilonia en el año 689 a.C., y en la relación de bienes trasladados a Nínive se
incluían “objetos maravillosos”, Alejandro Magno hizo lo propio con el Imperio Persa, Roma se
enamoró del helenismo y llevó a las villas y palacios de Italia lo mejor del arte griego, tropas
españolas y mercenarios alemanes saquearon Roma el 6 de mayo de 1527, lo ejércitos de Napoleón
despojaron las Iglesias españolas, los nazis rapiñaron Francia y los soviéticos, Alemania hasta
donde pudieron. Este trajín de obras de arte es el incómodo origen de muchas de las actuales
grandes colecciones y museos.
En los siglos XIX y XX, siguiendo los pasos de la nobleza europea, los magnates del
capitalismo reunían antigüedades como un escolar colecciona cromos y eso era posible porque
había un mercado de obras de arte. En naciones como España, Italia y Francia, los monumentos se
vendían legalmente como antigüedades, aunque ahora lo lamenten. El expolio, entendido como
robo, es un término acuñado contemporáneamente para denunciar la ilegítima expropiación de los
bienes culturales de las naciones ocupadas o colonizadas por otro estado, pero erróneamente se
extiende a la legítima compraventa de obras de arte en un librecambismo económico aún vigente.
En ciertas circunstancias, la apropiación no siempre significa sustracción.
Con la legislación actual, fruto de un siglo de jurisprudencia aplicada a la salvaguarda
patrimonial, el expolio es el delito de incautación del patrimonio histórico, arqueológico y artístico
sin el permiso de las autoridades.
Esto es así porque su valoración se ha actualizado de acuerdo con las perspectivas o
disciplinas con que se aprecia hoy en día un bien cultural, perspectivas que, como ya hemos
analizado a través de la evolución de la legislación internacional, no dejan de ser subjetivas
disquisiciones elaboradas como dogmas preconcebidos.
Desde posiciones ideológicas radicalmente opuestas, el maoísmo propuso a través de la
Revolución Cultural (1966-1976) que la República Popular China destruyese su impresionante
legado histórico. El maoísmo pretendía una equiparación o socialización cultural desde la base
social. La idea nos puede parecer hoy el mayor de los despropósitos, pero dentro del proyecto
comunista no es tan descabellada, pues unificar socialmente tan inmenso país pluricultural se
demostraba entonces, y lo sigue haciendo hoy, una tarea imposible.
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Gráfico 2.2 Vasija de porcelana de época Quianlong (1735-1796), probablemente originaria del
Palacio de Verano de Pekín y sustraída en el trascurso de la II Guerra del Opio (1856-1860),
subastada por Bainbridge Aucioneers (Londres) en 2010 y actualmente en una colección privada en
Shanghái .
La alfabetización de una gran sociedad agraria era el objetivo final y, para alcanzarlo, el
Partido Comunista Chino se planteó acabar con las diferencias culturales para crear una base común
o punto de partida. Para ello, los partidarios incondicionales del maoísmo, en su mayoría
adolescentes, la Joven Guardia Roja, destruyeron documentos, libros, templos, edificios antiguos y
obras de arte. Uno de esos sitios destruidos de relevancia para la Historia, tanto para la historia de
China como para la historia universal, fue el cementerio donde se encuentra la tumba del filósofo
Confucio, en Qofu8, objeto de una veneración milenaria.
Gráfico 2.3 Templo de Bayón, Siem Riap, Camboya
8 http://whc.unesco.org/en/list/704
28
Desde la caída del maoísmo, mediante la arqueología, la restauración y la compra de objetos
artísticos de origen chino que salen al mercado de antigüedades9, la República Popular China busca
recuperar los efectos materiales coincidentes con la idea supra nacionalista que ahora propugna el
gobierno de Pekín. No debe extrañar que el objeto de porcelana más caro de la historia sea una
pequeña vasija de estilo Qing (siglo XVIII), subastada en Londres en 2010 por 69 millones de
dólares y adquirida por un empresario de Shanghái.
La Revolución Cultural China fue admirada y disciplinadamente aplicada en Camboya por
el Partido Comunista Jemer (PCK) entre 1975 y 1979, destruyéndose libros, templos y
construcciones históricas, además de convertir algunas escuelas en campos de exterminio. Pero la
significativa particularidad del caso camboyano fue la manipulación política que el PCK hizo de los
espectaculares templos de Angkor, orgullo del país y su principal signo de identidad, un hecho
cultural tan profundamente arraigado entre los camboyanos que tuvo que ser asumido por el PCK
como lo es por la actual monarquía parlamentaria10
.
Las ruinas de la antigua Angkor no fueron declaradas Patrimonio Mundial en 1992 por la
indudable belleza de su arquitectura, su monumentalidad, la amplitud del espacio geográfico que
ocupa o por las especies botánicas que han actuado tanto en su destrucción como en su
preservación, añadiendo sugerentes imágenes. Tampoco por ser la capital histórica y cultural del
antiguo imperio Jemer.
Para el ICOMOS, el interés de su preservación estriba tanto en ser el proyecto de toda una
nación como en convertirse en el símbolo de la reconciliación y regeneración de la sociedad
camboyana.
El sitio arqueológico de Angkor es hoy en día una de las principales industrias del país,
atrayendo a la próspera ciudad de Siem Riap cerca de un millón de turistas anuales. Casi todos los
visitantes están informados de que los templos de Angkor Vat, Angkor Tom y Bayón están
incluidos en listado del Patrimonio Mundial, pero casi ninguno sabe realmente porqué.
9Coleccionistas, asesores y anticuarios conforman uno de los sectores más importantes y activos en la valoración del patrimonio cultural, una forma
muy especial de mirar la cultura que requiere de análisis muy complejos.
10 Hauser-Sch ublin, rigitta: “Word Heritage Angkor and Beyond . Circumstances and Implications of UNESCO Listings in Cambodia”, en
“Gottingen Studies in Cultural Property”, vol. 2. Universidad de Gottingen, 2011.
29
Gráfico 2.4
Otro ejemplo que ilustra sobre la apreciación subjetiva de un hecho cultural es la ciudad de
Sucre. La antigua sede de la Audiencia de Charcas no fue inscrita en 1991 en el listado del
Patrimonio Mundial por su parcelación reticular ni por la homogeneidad y elegancia de su
arquitectura, aunque esta conjunción de idoneidades urbanísticas le confiera un carácter único.
Sucre fue reconocida por la UNESCO por ser la imagen mejor conservada de la conjunción de la
tradición indígena local con los estilos importados de Europa11
.
El hecho cultural que supone ser la primera ciudad de Hispanoamérica en proclamar la
independencia de la metrópolis la convierte, sin más, en un referente histórico, sin embargo, lo que
el ICOMOS consideró de Sucre fue justamente lo opuesto, ser ejemplo en activo de los valores
positivos de la colonización española.
Como en el caso de los templos de Angkor, conseguida la preciada “etiqueta de calidad” que
supone su inclusión en el listado del “Patrimonio Mundial”, el matiz por el que el ICOMOS valora
Sucre, es decir, por su españolidad, es continuamente objeto de manipulaciones partidistas y, en
definitiva, los valores universales evaluados por el ICOMOS aparecen como políticamente
incorrectos, a penas sin importancia, anteponiéndose otros valores, que ciertamente también están
ahí, como los estéticos, monumentales, turísticos e incluso los ideológicos, pero que no dejan de ser
otras miradas sobre el mismo hecho cultural.
Pero volvamos a la catarsis de reeducación colectiva que supuso la Revolución Cultural
China o cualquier otra fórmula de reeducación.
Si se despoja a un pueblo de su patrimonio cultural, éste entrará en un incómodo limbo del
que buscará salir adhiriéndose a cualquier credo que se le proponga de forma convincente, ya sea el
jacobinismo de la Francia posrevolucionaria, el estalinismo de la URSS, la uniformidad maoísta o la
beligerante interpretación del Islam de la revolución de los “talibán” afganos.
11
“The rich heritage of the historic centre of the Spanish city of Sucre (also known as the city of four names - La Plata, Characas, Ciudad Blanca
and Sucre) is an excellent, intact and well-preserved illustration of the architectural blending achieved in Latin America through the assimilation of
local traditions and styles imported from Europe”.http://whc.unesco.org/en/list/566
30
La ortodoxia talib es otro caso de miopía cultural o de pensamiento espuriamente interesado.
En marzo de 2001, ante la creciente amenaza exterior, el gobierno de los taliban lanzó un órdago a
la comunidad internacional, destruir las colosales representaciones de Buda que presidían el Valle
de Bamiyán desde el siglo VI d.C.
Acusados de ídolos y, por tanto, contrarios al Corán, la voladura de los altorrelieves fue
repudiada por todos los gobiernos, incluidos los islámicos. La población del valle de Bamiyán, de
etnia mayoritariamente azara, profesa el mahometismo desde el siglo XII, pero consideraban las
representaciones de Buda, convenientemente desfiguradas para no ofender a Alá, como presencias
benéficas. Los azaros de Bamiyán identificaban los gigantescos altorrelieves de Buda con algo
positivo, lo que ya de por sí era intolerable para los talibán, pero lo que irritaba realmente al
gobierno de Kabul, mayoritariamente pastún, era que representaban la rotunda evidencia de la
diversidad azara dentro la compleja pluriculturalidad afgana12
.
Gráfico 2.5 Relieve de Buda del valle de Bamiyán (Afganistán) antes y después de su destrucción
Todos los lugares mencionados, el Templo y Cementerio de Confucio y los Kong en Qofu
(República Popular China), los Templos de Angkor Tom, Angkor Vat y Bayón (Camboya), la
ciudad histórica de Sucre (Bolivia) y el paisaje cultural y los vestigios arqueológicos del valle de
Bamiyan (Afganistán) han sido declarados por la UNESCO sitios Patrimonio de la Humanidad en
reconocimiento de unos valores singulares.
12Ante este desastre, la UNESCO proclamó la “Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural” el 2 de noviembre de 2001. La eclaración
reiteraba «que la amplia difusión de la cultura y la educación de la humanidad para la justicia, la libertad y la paz son indispensables para la dignidad
del hombre y constituyen un deber sagrado que todas las naciones han de cumplir con un espíritu de responsabilidad y de ayuda mutua». Dos años
más tarde, «recordando la trágica destrucción de los Budas de Bamiyán», se aprobó por unanimidad la eclaración relativa a la “ estrucción
Intencional del Patrimonio Cultural” (París, 2003).
En la actualidad, los Budas de Bamiyán están siendo parcialmente reconstruidos -su completa recuperación es imposible- según un proyecto
auspiciado por la UNESCO y financiación por la República Federal Alemana.
31
Valores que, sin embargo, o directamente no se admiten en las ideologías maoístas y talib, o
que tienden a ser reinterpretados localmente, anteponiéndose valores comunes, como los estéticos y
antropológicos, evidenciando las diferentes miradas con que puede apreciarse un mismo hecho
cultural.
2.2 Conclusión
El patrimonio cultural es una herencia a veces tangible y otras intangible, para abarcar conceptos
que en ocasiones son muy abstractos es preferible referirnos a ellos como hechos culturales.
Los hechos culturales en unos caso nos identifican, en otros nos enriquecen y, en general,
nos hace sentir orgullosos de formar parte de un grupo social. De esto se han hecho eco las
diferentes reuniones de expertos preocupados por su salvaguarda, desde la mítica reunión de Atenas
de 1931 hasta nuestros días.
Las Cartas del Patrimonio Cultural, como hemos comentado más arriba son razonamientos
de expertos e instituciones comprometidas en la conservación y restauración que se titulan con el
nombre de la ciudad donde se promulgaron. Como se ha expuesto, son recomendaciones sin rango
normativo que, al principio tenían un carácter generalista, pero a lo largo del siglo XX fueron
profundizando en detalles. También han ganado peso en la sociedad conforme ésta se ha ido
reconociendo en su legado cultural e, imbuidas en el proceso, ha reconocido la importancia de su
preservación. En este sentido, nadie puede negar la importancia de la UNESCO y el ICOMOS
como eficaces instrumentos reguladores a nivel internacional.
Ambas organizaciones internacionales han logrado un prestigio y respaldo general inusual
como referentes en materia de conservación del patrimonio cultural. En efecto, el ICOMOS generó
en la Convención de París de 1972 una fórmula de éxito, el reconocimiento de un lugar como
Patrimonio Mundial, una rotulación que se alcanza tras una evaluación, pero que también se retira
en el caso de que las administraciones responsables no mantengan los valores reconocidos del bien.
En la actualidad, en una sociedad continuamente informada, el etiquetado oficial (también el
particular de libros, guías y folletos), priman sobre la apreciación personal o subjetiva y parece que
sólo es patrimonio aquello que se ha reconocido previamente como tal.
Por otro lado, el patrimonio cultural está en la base de una importante industria de desarrollo
local, el turismo, y sus posibilidades como motor de progreso son ilimitadas gracias al desarrollo de
las nuevas tecnologías de la información. Favorecida por la globalización, la UNESCO es un
referente de la preservación de la cultura por encima de los gobiernos nacionales y locales. Tal vez
se deba a la notoriedad que supone formar parte del prestigioso listado del Patrimonio Mundial,
pero esto no es sinónimo de que la información sobre los valores reconocidos administrativamente
sean los que llegan al ciudadano.
Si hablamos de los usuarios o destinatarios del hecho cultural, visitantes y ciudadanos,
sabemos que cada hecho cultural produce un sentimiento diferente en cada individuo y que este
sentimiento, en gran medida, depende de lo formado e informado que esté.
Sabemos también que la información que supone el reconocimiento oficial es otra forma
más de mirar el patrimonio, la administrativa, y que se presta a ser manipulada por intereses
espurios. Mucho de lo anteriormente expuesto ilustra sobre la subjetividad del arbitraje en algo tan
abstracto como es el hecho cultural.
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La apreciación del objeto cultural siempre será una forma particular de interpretarlo. Los
guías que explican a diario la iglesia de Santa Croce de Florencia13
a grupos de visitantes se
emocionarán lo justo o incluso puede que alguno la exponga mecánicamente, sin sentimiento
alguno, pero este supuesto no significaría que incumplan con su trabajo.
En realidad, si se redujesen hasta el mínimo las instrucciones de la Cartas del Patrimonio, el
mejor conservador sería el que más supiese de muchas disciplinas y el mejor espectador el que se
contentara con facilidad. Si continuamos haciendo trampas, la ciudad de Dresde (Alemania),
descalificada por el ICOMOS de la lista del Patrimonio Mundial, ha dejado de ser interesante desde
el punto de vista patrimonial. Si seguimos, la lista de disparates puede que supere al número de
bienes inventariados por la UNESCO como Patrimonio Mundial, pero lo tristemente cierto es que
vivimos inmersos en la falacia de que todas las administraciones aspiran al reconocimiento
internacional del patrimonio que administran porque ha demostrado ser el mejor de los reclamos
turísticos. Esto no es intrínsecamente malo, el problema es cuando el único destinatario del hecho
cultural de interés administrativo, es decir el visitante, tan sólo conoce el hecho cultural a través de
una información mediatizada, sin llegar a apreciarlo desde unos criterios propios, y lo peor llega
cuando el turista o visitante, que por norma procede de una posición económica acomodada,
confunde cultura y pobreza.
Podemos ilustrar la conclusión última volviendo a aquella histórica reunión de Atenas de
1931 con la que iniciaba este artículo; arquitectos ingenuamente empeñados en educar desde la
infancia en el respeto a los monumentos. También apelamos a su secuela de Cracovia (2000), donde
es un organismo supranacional, la UNESCO, quien insta a los estados miembros a incluir los
estudios sobre patrimonio cultural en los ciclos básicos educativos.
Gráfico 2.6 Hércules, broce, siglo I d.C. Gliptoteca de Copenhague, Dinamarca.
Después de los educadores vendrán los arquitectos y los arqueólogos, los expertos en
ciencias, conservadores y restauradores, antropólogos, historiadores, documentalistas y fotógrafos,
informáticos y comunicadores, agentes turísticos y, por supuesto, políticos y legisladores.
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Hemos recurrido a esta iglesia florentina como ilustración del ejemplo por el conocido episodio de ansiedad sufrido por el escritor Henry Beyle
“Stendhal” mientras la visitaba en 1817, un cuadro clínico de estrés o fatiga causada por la emoción ante un hecho cultural que actualmente se
denomina Síndrome de Stendhal.
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Convencido de que la lista es incompleta, espero que ningún colega omitido de esta relación
multidisciplinaria se ofenda, pero lo importante es que la propugnada interdisciplinariedad sirva
para salvaguardar el patrimonio cultural común, para que lo disfrutemos ahora y para que lo
disfruten en el futuro.
Esto es lo correcto, pero la apuesta estará incompleta mientras la enseñanza del hecho
cultural no sea una disciplina de la educación general con el mismo estatus de las ciencias, si no, la
cultura se convierte o en un parque temático o es selectivamente apreciada por una élite formada
por expertos, entusiastas y diletantes y, lo que es peor, se presta a su manipulación e incluso a la
especulación.
3.4 Referencias
Las citas relacionadas con los sitios declarados Patrimonio Mundial están obtenidas de la web
oficial en Internet de la UNESCO: vhc.unesco.org.
Las citas de las diferentes declaraciones, convenciones y cartas se han obtenido igualmente de
diversas fuentes localizadas en la red:
Basile, Giueppe: “Restauración e interdisciplinareidad”, oletín del IAPH nº 12, págs. 40-43.
Carta de Atenas, 1931: http://ipce.mcu.es/pdfs/1931_Carta_Atenas.pdf
Carta de Cracovia, 2000: http://ipce.mcu.es/pdfs/2000_Carta_Cracovia.pdf
Carta de México, 1999: http://www.iaph.es/export/sites/default/galerias/patrimonio
cultural/documentos/gestion-informacion/icomoscartainternacionalsobreturismocultural.pdf
Carta de Quebec, 2008: http://www.icomos.org/charters/interpretation_sp.pdf
Carta del Restauro de Roma, 1972: http://ipce.mcu.es/pdfs/1972_Carta_Restauro_Roma.pdf
Carta del restauro de Roma, 1987: http://ipce.mcu.es/pdfs/1987_Carta_BienesMuebles-Italia.pdf
Conferencia de Estocolmo, 1998: http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001139/113935so.pdf
Conferencia de México, 1982:
http://portal.unesco.org/culture/es/files/35197/11919413801mexico_sp.pdf/mexico_sp.pdf
Conferencia de París, 2001: http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001246/124687s.pdf
Conferencia de París. 1960: http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001145/114583S.pdf
Conferencia de Venecia, 1964:http://www.icomos.org/charters/venice_sp.pdf
Convención de París,
1972:http://www.mcu.es/cooperacion/docs/MC/Convencion_Patrimonio_Mundial.pdf
Declaración de Budapest, 2002: http://www.patrimonio-mundial.com/decl-budapest.pdf
Declaración de la diversidad cultural, París, 2001: http://portal.unesco.org/es/ev.php-
URL_ID=13179&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
Declaración relativa a la destrucción del patrimonio cultural, París, 2003:
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http://ipce.mcu.es/pdfs/2003_Paris_destruccion_patrimonio.pdf
esrochés Noblecourt, Christiane: “Las ruinas de Nubia (la gran epopeya de la Egiptología)”,
Editorial Destino, Barcelona,1997.
Hauser-Sch ublin, rigitta: “Word Heritage Angkor and eyond . Circumstances and Implications
of UNESCO Listings in Cambodia”, en “Gottingen Studies in Cultural Property”, vol. 2.
Universidad de Gottingen, 2011.
Muñoz Cosme, Alfonso: “La Conservación del Patrimonio Arquitectónico Español”. Ministerio de
Cultura, Madrid, 1989.