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El libro de Walter Kasper divide su obra El Dios de Jesucristo en 3 partes. La I parte es la cuestión de Dios hoy (pág. 9-151), la segunda, El mensaje sobre el Dios de Jesucristo (pág. 159-256) y la tercera, es El Misterio trinitario de Dios (pág.265-356). Me concentraré en la segunda parte como guía explicativa de todo el libro. Partiré de una aconsejable premisa anselmiana que también guiará mi trabajo: “nihil cogitari potest, quod Deus sit aliquid supra”. Dios es aquello mas allá de lo cual nada puede pensarse. Este enunciado sigue vigente en la época contemporánea; la genialidad del obispo de Canterbury no solo expresa que Dios está mas allá de nuestro pensamiento, por lo cual es un trascendente, sino que, no podemos hacerlo contenido del entendimiento, por lo tanto, no lo podemos cosificar, no lo podemos categorizar, ni siquiera como entelequia, criterio, modelo, arquetipo; En este sentido hay que entender a Dios, como un apertura o principio porque nos ha hecho salir de la nada _ex -nilo, nos ha llamado a la existencia_ pero es un principio que no podemos delimitar. Otro gran paso de Anselmo fue darle un límite (de Bondad) interno a Dios, esto es, Dios es omnipotente, pero no para el mal, ya que el mal, lo haría impotente, asoció el poder con la debilidad, con la misericordia, con la kenosis. Esto significa en el plano ontológico que Dios es absolutamente libre, y desde el punto gnoseológico que ninguna teoría puede contenerle, porque “El es siempre mayor”. Ahora bien, lo verdaderamente interesante de este enunciado, es pasar del aspecto puramente intelectual que representa este análisis, al práctico. La época moderna y contemporánea se quedó en la especulación. La teología de esta época no encontró la hermenéutica de los primeros Padres. Hoy un sector de teólogos_ entre ellos W. Kasper_ es consciente de la necesidad de salir de las puras discusiones teóricas. Damos este paso cuando miramos hacia El Dios Jesucristo. Hacia Jesús de Nazaret, el hombre e hijo de Dios, Dios de Dios que se hizo carne, que penetró

W. Kasper. El Dios de Jesucristo. Resumen. Maria Elena García

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Resumen del libro de Walter Kasper, El dios de Jesucristo; es una interesante explicación del transcurrir de la historia Filosófico- político-social en las lecturas claves del Hombre: Jesús de Nazareth en su misterio trinitario.

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Page 1: W. Kasper. El Dios de Jesucristo. Resumen. Maria Elena García

 El libro de Walter Kasper  divide su obra   El Dios de Jesucristo en  3 partes.  La I parte es   la   cuestión   de   Dios   hoy   (pág.   9-151),   la   segunda,   El   mensaje   sobre   el   Dios de Jesucristo   (pág. 159-256) y   la   tercera, es  El Misterio trinitario de Dios (pág.265-356). Me concentraré en la segunda parte como guía explicativa de todo el libro.  

Partiré   de   una   aconsejable   premisa anselmiana que   también   guiará   mi   trabajo: “nihil cogitari potest, quod Deus sit  aliquid  supra”. Dios es aquello mas allá de lo cual nada puede pensarse.  Este enunciado sigue vigente en la  época contemporánea; la genialidad del obispo de Canterbury  no solo expresa que Dios está mas allá de nuestro pensamiento, por lo cual es un trascendente,  sino que, no podemos hacerlo contenido del entendimiento, por lo tanto, no lo podemos cosificar, no lo podemos categorizar, ni   siquiera   como entelequia,   criterio,  modelo,   arquetipo;  En  este   sentido  hay  que entender a Dios, como un apertura o  principio  porque nos ha hecho salir de la nada  _ex   -nilo,   nos  ha   llamado  a   la   existencia_  pero   es  un  principio  que  no  podemos delimitar. Otro gran paso de Anselmo fue darle un límite (de  Bondad)  interno a Dios, esto es, Dios es omnipotente, pero no para el mal,  ya que el mal, lo haría  impotente, asoció el poder con la debilidad, con la misericordia, con la kenosis. 

Esto significa en el plano ontológico que Dios es absolutamente libre, y desde el punto gnoseológico que ninguna teoría puede contenerle, porque “El   es siempre mayor”. Ahora bien, lo verdaderamente interesante de este enunciado, es pasar del aspecto puramente intelectual que representa este análisis, al práctico. La época  moderna y contemporánea se quedó en la especulación. La teología de esta época no encontró  la hermenéutica   de   los   primeros   Padres.   Hoy   un   sector   de   teólogos_   entre   ellos W. Kasper_ es consciente de la necesidad de  salir  de las puras discusiones teóricas.  Damos este paso cuando miramos hacia El Dios  Jesucristo. Hacia Jesús de Nazaret, el hombre e hijo de Dios, Dios de Dios que se hizo carne, que penetró en un momento específico de  la  historia  del  hombre,  dividiendo ésta  en antes    y  después.  Es  éste hecho puntual   que revoluciona verdaderamente la realidad, y se   hace ciertamente difícil de explicar porque  apunta al Misterio. La cuestión es Cómo Dios perfectamente trascendente,   e   inmutable,   eterno,   infinito,   cualitativamente   distinto   al   hombre: categorial,  finito, mutable, mortal puede ser causa del mundo y del hombre, y  puede ser Padre de éste. Solo si damos respuesta a   la pregunta del problema de Dios, que como dice Kasper, _ pregunta que ya contiene parte de la respuesta en su estructura, porque anticipa las dificultades señaladas_ podemos atender al “problema de Dios”: ¿Dios   existe?    La   respuesta   es  más   que   un   sí,   o,  un   no;   la   simplicidad   de   esta respuesta,   o   el   quedarnos   discutiendo   en   este   plano   demostrativo al   modo contemporáneo, significa que no hemos entendido el enunciado en su profundidad, significa que  nuestro debate ha quedado atrapado por las tantas categorías humanas de la historia,  que se convierten en los ídolos de la sociedad moderna. Significa que cometemos  el  mismo error  epistemológico  de  quien  pregunta.  Así   la  pregunta   se transforma   en:   ¿Dios   es  Aquel   principio   que   explica   nuestra   realidad   sin   dejarse atrapar por ella hasta tal punto que la sostiene? 

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   Si   respondemos   adecuadamente   a   la   pregunta   permitiremos   un   cambio   de paradigma más grande que el copernicano, o el hegeliano. Un cambio de forma de ver la   vida,   de   óptica   de pensamiento,   de matanoia,   de  metamorfosis   personal   y   del mismo  universo,   si   se  puede  decir.  Dicha   transformación   ha   sido una   experiencia en  mi persona misma.   La razón es la manera y el medio para  intentar entender  la complejidad de  la realidad de   Dios,   y   pese   a   nuestro   propio   límite   cognitivo,   “intellectus   fidei”,   pues   el entendimiento   necesita   profundizar   sobre   Aquel   trascendental   que   lo   supera, “siempre mayor”, frente al cual cabe decidir si lo aceptamos como Alguien, ( optando  por   la   fe),   o    lo   aceptamos   como  algo   (   optando  por   el   ateísmo),   en   cuyo   caso, le denominaremos:  estructura  humana,  estructura  mental,  proyección de   la  mente, categoría trascendental a priori,  revolución de las clases sociales, etc.  El ser humano es aguijoneado en cada época por estas  preguntas existenciales, de dónde venimos, hacia dónde vamos, qué  sentido tiene la vida, si al final moriremos; qué sentido tiene el   sufrimiento,   ¿Qué   sentido   tiene  el  mal   en  el  mundo  que  provoca    que  el   ser humano inicie procesos de lucha contra sus congéneres y   bienes naturales hasta  el intento de exterminio contra otras razas, etnias, grupos, hasta el genocidio de masas, hasta la esclavitud, trata de blancas, negros, de niños, prostitución,  qué sentido tiene el   mundo   que   llega   al  sometimiento   de   clases   sociales   bajo   estados   de pobreza, marginalidad social, educativa ?   Podemos responder de modo intelectual y categorial a estas preguntas, o de modo vivencial y trascendental,  mirando hacia el misterio. Según el hombre elija  uno u otro modo de explicación de sí mismo y de su realidad, según sea  la elección,   se dará respuestas   eficientes o no al  problema de Dios,  porque su   respuesta   lo  afecta    ineludible,   irremediable   e   irrevocablemente. Somos libres para elegir una respuesta de carácter mitológico, politeísta,  panteísta, dualista, monista, teísta, deísta, monoteísta, ateísta. Estas Posturas  que expresan el  esfuerzo  por  entender  esta  posibilidad  de Opción de  vida  _esta   libertad  humana_ reflejan grandilocuentemente la libertad del principio Mismo del cual provenimos (el misterio) y principio que ha permitido, a   su vez,   desarrollar: la historia   sagrada, la historia  de  las   religiones  y   la   historia  universal  filosófico-sociológico-política  y  nos abren hacia la grandilocuencia del misterio mismo; Nos detendremos  en la época  de formación del cristianismo primitivo, siglo I, II, III, IV, y luego siglo V,  que alimentado por la filosofía griega, realizó una síntesis novedosa y única del pensamiento cristiano. 

Estos Hombres que hicieron una  Opción fundamental de vida, vivían la experiencia de Jesús,   el   Hijo   de  Dios.   Kasper   indica   la   importancia   que   tuvieron   estos   primeros cristianos   en   lograr   una   síntesis   adecuada   del   pensamiento   religioso   con   el pensamiento filosófico griego,   que permitió   al hombre comprender el problema de Dios   según   las   dificultades   de   su   época   y   como  de   no   hacerlo,   aquella    hubiera quedado condenada  a  una  incomprensión  de  sí  misma.  Hubiera   terminado   en  un ateísmo en cualquiera de sus formas. Como en efecto, sucedió en la época moderna  que no encontró a  ningún gigante como Agustín,  El  Aquino,   Ireneo,  Orígenes   que comprendiera esta crisis nueva  y   la asimilara en una nueva síntesis del misterio. No sucedió así, y la modernidad solo obtuvo interpretaciones  nihilistas, vacías, inseguras  que   sustrajeron   seguridad   a   la   vida,   llevándolas   a   la   filosofía   del   agobio   y desesperación,   pero   lo   más   grave   es   que   todo   pensamiento   genera   una   real experiencia  de esta agonía,  de nihilismo y de  desesperación.   Deseo poner especial  

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esmero    en   la   teología  de  Agustín  de  Hipona  y  en  Tomas  de  Aquino,  quienes  se apoyaron en muchas de las ideas de los padres de la iglesia como Ireneo, Tertuliano, Eusebio, y Orígenes   para asimilar  y fundamentar el  pensamiento cristiano.    

Agustín guiado por la filosofía neo-platónica asume El Uno como principio pero no en tanto separado sino en tanto una emanación Uno de Amor, que constituye 3 figuras, la del amante que inicia el proceso, la del amado que corresponde a este amor, y la del amor que se desprende de ambos.  Sin   lugar  a  dudas  reconoce que  la  divinidad es impenetrable,   como   lo   atestiguan todas   sus   expresiones filosóficas:   inalcanzable, oculto, abismal. etc. Sin embargo da un paso más allá de la filosofía griega, encuentra un puente de comunicación entre el ser Inmutable y el ser mutable del hombre: El Amor generativo. El Aquino, dará un paso más todavía, lo que es para Kasper,  un paso  de un gran coraje teológico: A esta Unidad le llama Efluvio, pero no se confunde con el súper Ente de Plotino, absolutamente separado, sino que lo traduce en  Un Ser que sí se  interesa y penetra la realidad. Lo explica de la siguiente manera: si bien es cierto que  cada   ser  finito-hombre   representa   lo  que   conoce  a   través  de   imágenes   que  reproducen de modo circunscrito sus ideas, cuando Dios se piensa a sí mismo, produce unas  representaciones    igual  a su ser, y como en Dios el ser es idéntico a su existir, sus representación significan El Todo. Su representación es de su mismo tamaño, por decirlo   toscamente; Ahora  bien,  este  proceso no  es  solo   intelectual  porque Su ser absoluto, eterno, al actuar lleva implícito su voluntad, sentimiento y  entendimiento,  y cuando  piensa, su representación es  Generación  de su igual a Él: su hijo, que a su vez genera aquel Espíritu que es Él mismo, a la  vez; por lo que Dios es Autocomunicación  de sí mismo que se abre hacia  los demás: hijo y Espíritu Santo, y al hacerlo es creativo del hombre y del mundo, así    todas las cosas son creadas gracias al padre, al hijo y al Espíritu   Santo  de  esta   relación.  El   Espíritu    “Quien   revoloteaba   sobre   los  abismos desde el momento de la creación”. Gen, 1,5 

 Para Kasper y su escuela, estos teólogos y  padres de la iglesia, representan la libertad de asumir la opción de fe, decidieron explicar  la  unidad de la realidad como Misterio trinitario.     O dicho de otro modo, La Concepción trinitaria  es lograda como síntesis del Misterio Divino y al mismo tiempo síntesis de la realidad. Es decir, el ser inmanente de Dios  se muestra. Y lo que sólo vemos, es este mostrarse, en donde estamos todas las creaturas.  Pero esto no es un proceso ideal-panteísta en donde el todo está en todo,   porque   el  Dios   cristiano   se  hizo  hombre,  no  en  abstracto,   sino  en   carne  y huesos. Por lo tanto Dios, es  a-categórico idealista. Tampoco es  aquello que me dice que todo lo que sucede: las tragedias, la precariedad de la vida,  la teodicea de la vida, es lo mejor que puede ocurrir, porque vivimos en el mejor mundo posible, al estilo Leibniz.   El Dios  de la iglesia primitiva es entendido adecuadamente por la tradición cristiana patrística del siglo I al VIII, y de la época escolástica hasta los siglos XIV Y XV (cuando   se   dificultará   la   explicación).   Lo   realmente   complejo   y   difícil   no   son   las tranquilas especulaciones sobre Dios, sino el lugar desde donde se debate, se vive se sufre, lugar de donde brotan las preguntas existenciales humanas en cada generación; en   especial   después   de   los   sucesos   de   la   segunda   guerra   mundial,   la   teología post- Auswitch emprende   una   crítica   contra   la   teología   cristiana   de   la   redención, señalando   que   un   mundo   que   ha   pasado   por   semejantes   acontecimientos   des-humanizantes, no es de ninguna forma, una humanidad redimida, sino al contrario, 

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altamente afectada por el mal.  Este sentimiento de desolación que ya había tenido su origen   antes   en   los   siglos   XV   y   XVI   como   critica   a   la   religión,   ahora   surge  verdaderamente   como experiencia  de  mal   en   el  mundo,   renaciendo   la   idea  de   la teodicea   griega:   el   esfuerzo   de   explicar   a   Dios   en   medio   del   devenir,   de   la accidentalidad, de la tragedia, del sufrir humano. 

Resurgen los problemas antiguos enunciados por Epicuro: Dios quiere evitar el mal, pero no puede, en tal caso,  Dios es Impotente, y no es Dios. O, Dios   puede evitar el mal,   pero   no   quiere,   por   tanto   es   un   Dios poderoso y   maligno.   O,   las   dos alternativas,  que hacen que Dios sea contradictorio,  y no sea Dios,  O,   ni  quiere ni puede, por lo que   Dios es un ser lejano, que no  afecta al hombre, y da lo mismo  que exista, a que no exista. Es así que esta nueva imagen del mundo moderno, encuentra la causa del mal  en la libertad  del hombre mismo, es decir, el mal ha sido causado por el hombre, agente real y efectivo que influye positivamente y no abstractamente sobre su propia realidad, abriendo la historia hacia una interpretación lineal  o progresiva, en donde cabe el proceso de violencia y contra violencia del hombre contra los demás, o hacia la idea de progreso,   o superación de modelos caducos, por otros paradigmas nuevos  que se  van  enfrentando en  choque dialéctico  entre   sí,  desencadenando el impulso de la superación en sistemas nuevos a expensas de la muerte y dolor de miles de millones de seres humanos, o incluso de la  destrucción del  planeta. Se declara una autonomía humana, y se excluye la idea del mediador divino, nuevamente. Pero, La finitud   tiene   la   misma   línea   metafísica   del   mal,   aunque   esta   vez   se   cause   al hombre. Kasper menciona que solo se han cambiado a los interlocutores en un mundo que es el mismo. El interlocutor de la antigüedad medieval era el doliente creyente. Y el de esta época particular moderna: El increyente ilustrado. Ambos siguen sufriendo pero  el   segundo se  ha  escindido,  ha   inscrito   su   realidad  en  el   curso  de  su   razón, voluntad y entendimiento, permitiendo que a partir de aquí  maduren toda clase de corrientes ideológicas que como su nombre indica, solo atiendan a una parcialidad de la realidad, y   no vean el conjunto y así se levanten  como   modelos autoritarios de justicia: El Tirano Ilustrado. El ateísmo ni soluciona, ni responde tampoco eficazmente al problema de Dios.   Moltmann expresa  la necesidad   de partir de un fundamentó  completamente distinto al  ateo.   Pues,  como dice Pascal “de la flaqueza nos damos cuenta de la grandeza.” Es decir, la situación de fatalidad de esta teodicea  descubre  el deseo de bien que hay en el hombre.  Resurge la teología  Aquina, “EL Mal no existe por Dios, sino que demuestra que Dios existe”, es decir, si hay maldad  es porque  no se busca  a Dios, y el darnos cuenta de éste mal, implica una naturaleza buena en el hombre,   como   dice Hokheimer:   gracias   a  “la añoranza   por   lo   otro”   sufrimos   y detestamos el mal que hay en éste. Entonces, la esperanza es posible porque existe lo Otro, existe Dios. El mal deja de ser un argumento contra Dios, mas bien queda ahora justificado, en tanto  es medio para un fin bueno; y Dios conserva su Perfecta libertad de Bien supremo.  Es  decir,  el  mal  encuentra  ya explicación   como un subproducto dentro de la historia. Deja de tener un carácter metafísico monista (el mal viene de Dios) y deja de tener un sentido  metafísico dualista (el mal proviene de otro Principio originario).

 Esto permite resaltar la belleza y diversidad  del cosmos porque el mal es despojado de su carácter metafísico. Sin embargo, autores como Solo Sölle, y Dostoievski  dirán 

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que esta   idea de  incluir  objetivamente al  mal  como medio  justificado para un fin,  tiene  una   tesitura sadista filosófica. Pues   si   es   así, “yo  me   apresuro   a   devolver  mi boleto”, se reintegra   un boleto    caro porque se paga a costa de una armonía   que disfruta de una crueldad humana refinada. Es pues, necesario mirar a las    sagradas  escrituras, que al respecto logran dar verdaderamente el cambio esta aporía.  Para  el evangelio,   el   mal   merece   la   muerte,   y   aunque esta   muerte no   tiene   talante metafísico,  no es simple nada, ya que causa daño real, pero es incapaz de causar   la muerte   ya   que  Hombre   sigue   viviendo.   Y   esta   “incapacidad-querida”   de  matar   al sujeto pecador,  se debe a  la presencia del  mediador: Jesucristo,  quien   a pesar del mal,   acoge   al   hombre   y   le   perdona.   El   mal   es   superado   desde   dentro   en   la cristología. “Porque en El fueron creadas Todas Las Cosas, Las Que Hay en los cielos y Las  Que Hay  En  la  tierra,  visibles  e   invisibles…Todo Fue creado Por  medio  de El  y para El”.4  En El   mediador estaba   todo   predestinado a   que   estuviera:   todo   en todo. “De reunir  Todas Las cosas en Cristo, en la dispensación del Cumplimiento de los Tiempos, Así las que están en los cielos, Como las que están en la tierra”. Ef. 1,10.

Ahora bien,  algunos críticos  cuestionan   la   legitimación cristológica,  arguyendo que esta   idea  de   Cristo   como   mediador-redentor, no   estaba   clara   en   el   antiguo testamento. Kasper dirá,  que La dificultad estriba en que La idea cristológica no fue “ un  enunciado sin  más”,   sino  que   fue resultado  de   la   condescendencia  pedagógica divina,  que fue haciendo   progresar   la   idea cristológica-  mesiánica  en el  A.T  hasta consolidarse.  Kasper   sostiene   que después   de   la   diáspora   babilónica,   los grandes acontecimientos como el éxodo,  la alianza del  Sinaí,   la realeza davídica,   se presentaron hacia el futuro, haciendo que la cristología se hiciera patente. Leemos en Ezequiel   que   vivió   el   exilio   una   escritura   tipológica   comparando   el   tronco   de Jesé  con la   línea de sucesión davídica,  es decir,  expresando    la  filiación divina que supondrá el hijo de Dios y su alianza con quien le ha sido fiel. “Así dice el Señor Dios; Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; Me cortaré desde lo alto de sus renuevos uno tierno y lo plantaré sobre el monte alto y sublime”.  Ez 7,22.   Sin embargo,  antes de  la  diáspora observamos en el proto-   Isaías: “Por tanto,  el  Señor mismo os  dará  esta señal: “He  aquí  que   la   virgen  concebirá,   y  dará  a   luz  un  hijo, y  lo llamará  Emanuel”  Is 7,14 y también  leemos: “Muerto éste, también el cuarto fue sometido a la tortura. Y cuando estaba a punto de morir, dijo: “Acepto morir a manos de los hombres, esperando las promesas hechas por Dios de que él nos resucitará. Para   ti,   en   cambio,   no   habrá   resurrección   a   la   vida”. 2 Mac 7,14.  Así queda legitimada la   cristología   en   el  A.T.  En   el   nuevo   también   hay   que hacer   lo propio. Los   exégetas   señalan que  este   término   fue   post   pascual,   y que   la denominación de mesías  no es  aplicable a  Jesús,  pues él  no se autodenominó  así.  La  única  auto calificación de Jesús  fue  la de hijo de hombre.  A este argumento se contesta aduciendo, que: SÍ existe una cristología indirecta suficiente para defender  el principio   cristológico  en  el  nuevo   testamento.  Para  Harnack,   Jesús habló  del   reino “Después   de   que   Juan   fue   encarcelado,   Jesús   fue   a   Galilea   para   proclamar   el evangelio del reino de Dios. Decía: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado.   ¡Arrepiéntanse,   y   crean  en   el   evangelio!”9  Mc  1,14.  Reino,   viene  de   la expresión  Yaveh reina,   este   reinar   no   se  predica   a   una   toponimia   local, sino   a   la soberanía divina, por lo tanto Jesús se identifica con ésta soberanía  y en consecuencia con la misión mesiánica.  “Y oyendo Juan en la prisión los hechos de Cristo, le envió dos 

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de sus discípulos, Diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, o esperaremos á otro? Y respondiendo   Jesús,   les   dijo:   Id,   y   haced   saber   á Juan   las   cosas   que   oís   y   veis: Los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos son limpiados, y los sordos oyen; los muertos son resucitados, y a  los pobres les es anunciado el evangelio”. Mc 11,2-5.  

Otra   prueba   indirecta   de   la   presencia   cristológica   está   en   el   estilo   de  predicación de Jesús; no predica   como   el  rabí, al   no   hablar   como   ellos   que comentaban sabiamente  las escrituras,  mas bien  las supera   “las escrituras dicen…, pero yo os digo…”. Tampoco habla como profeta quien se anuncia como instrumento e Dios “Oráculo del señor…el señor dice...”  sino “Yo os digo”, él es la misma voz de Dios. “Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él   cuando venga en su gloria  y  en  la  gloria  del  Padre y  de   los   santos  ángeles. Además, les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el   reino de Dios”. Lc 9,26. Otro aspecto es el   llamado:  Jesús terreno; La relación   de   Jesús   con   sus   discípulos   no   es   provisional,   al  modo  del   rabí   con   sus alumnos,   es   estrecha   y   vinculante,   éstos   comparten_   según   palabras   de Kasper_ sus  desarraigos  y  destinos. Finalmente, el mensaje de Jesús no es formal, es de vida; Pide dejar todo y seguirle, exige radicalidad hasta dar la vida. El reino de Dios no es para los   tibios “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mc 8,34. Dicha radicalidad es   clave   en   la  identificación  con   Dios. Otro   rasgo   significante, Es el mensaje   de   la  misericordia;   Jesús come   con   los   pecadores,   pobres   y   desvalidos, simbolizando con esto que su reino no es solo de justicia,  sino de amor,  de unión familiar  humano-divina,  y  que  este  banquete  pre-figura  el  escatológico. Otro   rasgo importante   es   el  modo   especial   de   dirigirse   a   Dios, como   Abba,   y   en   esta relación paterna,  se   distingue claramente  de   los   demás. En   ningún  momento   dice nuestro padre. "Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios”. Jn 8,42. “Créanme cuando les digo que mi Padre y yo somos uno solo Y si  no, al menos crean en mí por  lo que hago.” Jn 14,11 La denominación de mesías queda  plenamente   legitimada,   y   aún  más,   queda   legitimada   la   misión  unida a   la redención, (inseparablemente). También la  salvación expresada por Jesús es debatida, arguyendo, que en ningún momento Jesús se proclama  el autor de la redención. 

Sin   embargo,   se   puede alegar como   Jesús   conocía   perfectamente   las   historias veteroestamentarias   que   vinculaban   al  mesías   con   el   siervo   de   Dios   que   habría  de  sufrir;   Jesús   recordando   al  Deutero-Isaías: “Entonces   él   les   dijo: Insensatos   y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras  lo que de él decían”. Lc 24,26. Conocía muy bien  las enseñanzas del judaísmo tardío en   segunda de Macabeos,  17 que expresan el  camino del  mártir hacia  la  resurrección. Además Jesús sabía que sus enemigos le guardaban asechanzas y preparaban su captura, era consiente de la resentimiento  y odio que provocaba su mensaje y vida. Es así que la teología de la cruz estaba bien constituida. Ante todo lo está porque Jesús arraiga la cruz en su obediencia absoluta a la voluntad del padre. También es palpable como las primeras comunidades cristianas surgen apoyándose en la teología de la cruz como puntal de su forma misma. Por lo tanto queda así legitimado el término cristológico y 

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redentor.   La persona   de   Jesús  responde   a  la   pregunta   sobre   el   problema   de Dios. Porque el ser de Jesús está   unido inseparablemente a   su misión mesiánica y a  su   servicio   redentor   para   la   humanidad. Es la   absoluta   obediencia   de   Jesús   al Padre  quien   origina   la   cristología,   y   no   al   revés; y   esta   cristología, fundamenta   a la dogmática.  Por   lo   tanto, ni   la   cristología   ni   la   dogmática   sería   posibles   sin una Relación   esencial de   Jesús con   el   Padre    Lo   observamos   en  literatura   apocalíptica    y  juanea que resaltan   la pre-existencia de Jesús en el Padre, pensado antes  de   todos   los  tiempos.  Dicho  en  palabras  de Kasper:   Jesús  es   en  persona   la realización existencial  de Dios,  es   la definición plena del padre porque el Padre se define en Jesús de modo escatológico y definitivo. 

Sin   embargo, Harnack critica   como   ésta   fundamentación   sufrió   una transformación  dentro de la patrística, que no respetó esta lectura genuina de vida en las   sagradas   escrituras,   volviéndose   pura   cristología,   y   doxología,   concentrada   en disputas especulativas y en formulas del credo. Hablará  el teólogo británico Pulman de modo  brillante, expresando que  esta   inversión   fue  producto  de   la  helenización  del evangelio,   resaltando   los   mitos   gnósticos y religiones   mistéricas,  colocando erróneamente estos estudios y síntesis    posteriores del siglo III,  IV y V en los siglos precedentes como si fuera voz directa de las sagradas escrituras: como pretendiendo ilegítimamente se   boca de la interpretación   de los  siglos I, II. Debemos mirar hacia Los Salmos  reales para recordar que lo principal no es la especulación sino la relación de Dios con su hijo. “El Señor   le dijo a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos bajo tu poder ». Sal 110,1  y sal 2,7 « Ciertamente anunciaré el decreto del Señor   que me dijo: “Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy,  el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que   se   despojó   a   sí   mismo,   tomando   forma   de   siervo,   hecho semejante a   los hombres; y estando en  la condición de hombre, se humilló a sí  mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”.  Flípense 2,6-11.   Al respecto, recordamos  la  anterior   respuesta de Kasper que dentro de  lo  que cabe,  observa  la genialidad de esta filosofía especulativa pero   reconoce que todo intento de síntesis, deja una pérdida importante. 

En el versículo  paulino anterior de Flípense 2,6-11:  el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el  ser   igual  a  Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,   tomando   forma   de   siervo,   hecho   semejante   a   los   hombres”.   Se  profundiza en  la idea de  la Kenosis.  Esta es despojo,  vacío de lo ostentado; vacío del propio ser de Jesús; un vacío  que constituye su propia forma. Este  vacío estuvo pre-existente desde la eternidad con el Padre y el espíritu santo, sufriendo en el momento de   su   encarnación   y   crucifixión,  una trasformación óntica,   una  alienación del Dios Padre.   Por   esto   dice Kasper que la   cristología   de   la   exaltación   de   la   cruz, cristología  de  la  pre-existencia  y  cristología  de  la  de  la Kenosis son un trío que van juntos   y   son   inseparables.  Se   repite   lo   que   ya   decíamos,   La   Cristología está imprescindiblemente    enmarcada en la soteriología.  Es decir,   lo determinante es El comportamiento   obediente del  hijo,  que  en   su  Anaké: esto  es, Sometimiento,   que se  entrega amorosamente  al padre quien lo acoge como hijo, pero a la vez se escinde de él   como   lo completamente otro. Sin embargo,   su  anonadamiento  y muerte en 

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cruz,  lo   devuelve   al   padre   en   la   Gloria.  Solo   Dios que   es   Absoluta   Libertad, es omnipotente y capaz de convertir la  muerte en vida; de transformar el límite y finitud en   Resurrección.   La   metamorfosis    de   Dios,   genera   a   otro   igual   a   su  absoluta identidad de ser y libertad (porque en Dios su pensar es igual a su existencia); es así como Jesús queda   Exaltado   por el Padre, como el señor soberano, pero al ser Cristo Dios, de la misma naturaleza que el padre, este drama humano pasa a tener un rango divino  que engloba el   cielo  y   la  tierra. Esta  acción  que   supondría  el  fin  para cualquier ente finitud,   ahora,   posee esta capacidad ganada por El redentor. De tal modo,  que   El  devenir   fatal de   la   teodicea,   la fatalidad del  azar  y  casualidad,  o   los llamados, poderes cósmicos, las historias mistéricas, esotéricas, el mal, la muerte en todas sus formas ilimitadas, ahora son   superadas. La  Impotencia de la cruz, realizó una compra, a precio del mismo hijo de Dios, haciendo a todas las criaturas nuevas en Dios.   “Porque  ya   conocéis   la   gracia  de  nuestro   Señor   Jesucristo,  que  por   amor  a vosotros   se   hizo   pobre,   siendo   rico,   para   que   vosotros   con   su   pobreza   fueseis enriquecidos”. 2 Cor 8,9.  Y   Leemos   también   de   Paulo: “El   es   la   imagen   del   Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsiste” col 1,15 Pero Jesús   es  Proyecto   soteriológico, Proyecto  de   economía   de   salvación  desde   la   pre-existencia.   Esto genera una Nueva imagen de Dios y al mismo tiempo una imagen nueva  para  el  mundo.   La Literatura Sapiencial  y   juanea  observamos  como hace  el tránsito de la imagen al concepto  “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero   el   mundo   no   le   conoció”. Jn 1,10.   Esta   teología   adquiere   una   dimensión Universal  única   y   propia   lo   que   provocó    una  asimilada,   y   más   adelante,  una   helenización.  Sin   embargo,   este   no   se  puede   confundir   con   las  filosofías   y  mitos helénicos.  Ni   Filón, el   filósofo   de   la   religión,  (contemporáneo),   ni   Heráclito   (a-contemporáneo) conocieron   la   literatura   juanea, ninguno   conoció la   dimensión personal  del   logos  como   sí   Juan,  y   sin  embargo   el   logos   racional  de   todos  estos sistemas   de   pensamiento   presentan     grandes   puntos   en   común   con   el   logos   de Jesucristo. En palabras de Kasper, Hay una identidad más crucial entre ambos sistemas con el pensamiento cristiano: ambos  realizan una apertura del ser en el pensamiento y en el lenguaje.  Dios se comunica y su acto de manifestación genera espiritualmente a su hijo,  sin disminución,   y al  amor que los une y distingue a  la vez, sin ninguna disminución.  Gracias   al   ser   trinitario  de su manifestación,  Dios  es  un Dios  vivo. La cristología   nace   del   Logos,   de   la   palabra,   en   tanto   inserto   pre-existente   en   la concepción trinitaria.  De ahí que, el que conoce a Jesucristo, conoce al padre, conoce la verdad ultima del hombre, de todas las cosas, su para que, y por que. Es decir,  encuentra el apoyo para contestar   a   las   preguntas   del   problema  de  Dios.  Pero Kasper da   un   paso  más,   la teología debe progresar aun, y debe concebir a Dios como trinidad en Diálogo, y no solo   palabra.   Porque   un   diálogo   es   encuentro   personal,   es matanoia interior   del alma.  Para Kasper, no debemos quedarnos en la palabra inmanente, debemos ir a la palabra externa que se enajena,  Dios mismo hecho Carne; esta carne representa un compromiso radical  con la existencia que ni la teología clásica conservó como parte central  de su doctrina. Hay que rescatar este sentido trinitario, no como apéndice, o 

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índice. Para Hugo von  Balthasar   y Juan de la Cruz,  Jesús se abre al abismo y  la noche de   la   muerte,   no   desde   la   dimensión   de la pre-existencia y  analogía intelectual,  sino  desde la   soledad   del  dolor   y   muerte.   En   su libro  “Misterio Pascual”.  Por esto, no se puede  eludir el  problema de este abismarse de Dios. Jesucristo y Su padre son sujeto del despojo.  No podemos restarle divinidad a Jesús   en   su   abajamiento.   Por   lo   que   el  Dios   inmutable, es mudable, el Dios  impasible, padece, Y esto coincide perfectamente con las sagradas escrituras, es estas   observamos   como  Dios   acompañan   el sufrimiento de   los   hombres,   Y   como Dios desde el principio se  deja  afectar por la misericordia  “Mas ellos fueron rebeldes e  hicieron enojar  su  espíritu  santo; por   lo   tanto,  él  se  convirtió en su enemigo,  él mismo peleó contra ellos”. Is63,  10   también  leemos    “Y  el  Señor     se  arrepintió de haber hecho la humanidad en la tierra, y le dolió a su corazón”. Gen6, 6.  Y leemos  “No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? pues desde que hablé   de   él,   me   he   acordado   de   él   constantemente.   Por   eso   mis   entrañas   se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová”. Jer 31,20. 

 Esta realidad de la misericordia es más que  Solo antropomorfismo porque la divinidad en el hijo es intacta.  Aparicio de la bondad  “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para con la humanidad, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia por el lavamiento de la regeneración y por la renovación  en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente  por Jesucristo, nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. Tít. 3,4.  Los padres de la iglesia habían asimilado en su cultura que la a-pathia  es un atributo lesivo para   Dios  pero ellos   respetaron   al   menos   esta    paradoja,   para   San   Ignacio   de Antioquia   Dios es    intemporal, y temporal, es  invisible y se hizo visible,   incapaz de padecer  se hizo capaz de padecer, “ad   Policarpo 3,2”. Para Tertuliano  el  hijo de Dios crucificado  es algo infamante, y es creíble por ser  increíble. Para la teología  luterana, dios no es concebido desde  la especulación,  sino desde el conmunicatio idiomatum, esto   es,   desde   la   cruz; todas   las   características   y   atributos se desarrollan   en   la persona. En la de Jesucristo   su  humanidad  es omnipresencia de la divinidad pero a su   vez   la   omnipresencia   de   la   divinidad   presenta   la   estructura kenótica   del abajamiento humano de Cristo. 

Esto No fue   aceptado   por   los   calvinistas   porque trataron   de   resguardar   la trascendencia   del   logos   en   Jesucristo.     Esto   genera   unas   aporías   casi   insolubles en conflicto   con   la   imagen  de Jesús   en   la  biblia:   Si   la   humanidad  participa de   las atributos   mayestáticas (títulos   de   señor)   divinos,   cómo   se   puede   comprobar   la autentica humanidad de Jesús.  Por otro lado,  si la divinidad padece en la cruz, como se entiende el abandono de Jesús en la cruz por el padre.   El idealismo alemán   quiso elaborar   la literatura  bíblica de la Kenosis.  Para Hegel el absoluto no es substancia  sino  es   sujeto   y  esto  es posible  enajenándose  en   lo  otro.; el   espíritu   absoluto   se manifiesta  abriéndose en lo otro y para lo otro y a esto se le llama  objetivación. Po lo tanto,   el   Espíritu  Absoluto   afirma   en   si   su   propia   diferencia   en   su   seno= identificándose   a   si  mismos   en   esa   diferencia,   esto   es   el amor que   se diferencia en    dos seres que no son iguales, provocando lo inimaginable, la muerte de Dios, así como   dice   el   canto   luterano:  oh   grande desgracia   Dios   mismo   ha  muerto,   idea 

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pavorosa” Pero la muerte de la muerte, supera la muerte, y produce la vida, y así Hegel se acerco a la comprensión de la trinidad, pero lo cerca que llegó es casi inversamente proporcional a lo lejos. Para Hegel esto fue una concepción solo dentro de la razón y del ser, reduciendo el  escándalo de la cruz  a un viernes santo especulativo, así quedó disuelta en pura dialéctica la cruz, desvaneciéndose el espíritu en el mundo y el mundo en el espíritu. 

El esfuerzo de todo cristiano, es que nuestra fe, no quede reducida a este viernes santo especulativo, y esto solo puede ocurrir, si realmente vivimos la experiencia de la fe, de Dios, que por medio de su hijo, quien ha salido al encuentro  de cada persona, y que a través  del   espíritu   santo,   permite  que   todo  hombre,  de   cualquier   raza,   religión   y pensamiento, pueda realizar la experiencia más grande a la que es capaz todo hombre, pero a la que muy pocos llegan, la de poder decir, plenamente: Abba, Padre, mío y tuyo, de todos. Sólo   así, el hombre quedará   apto para humanizar su propia vida y para hacer  de  la  historia  un momento real  de  recapitulación   nueva de bien y de verdad. De felicidad y de encuentro entre todos los hombres, culturas   e ideologías, por mas diversas que sean.