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Ventura y tormento de la esperanza AUGUSTO GUERRA TrEMPOS DE ESPERANZA "(,Ray lugar para la esperanza en el mundo de hoy?" Asi comienzan escritos de nuestros dias que tratan precisamente de encontrar la esperanza que a muchos les falta 1. El miedo razona- ble, mas que quimérico, a que pueda no existir futuro, 0 futuro humano, por la presencia de una catastrofe que pudiera ser pre- sente en cualquier momentô, y la aparente precision matematica con que se programa ese futuro -0 se asegura estar ya progra- mado desde ciertas concepciones biologicas, psicoanaHticas y so- ciologicas de tipo determinista- van cerrando la puerta a cual- quier posibilidad de improvisacion y de misterio, y con e110 ponen un interrogante mas a la esperanza. La verdad es que la esperanza nunca encontro suficientes atenciones para lograr un desarrollo armonico en el conjunto de las ciencias. Desde la misma escolastica se reconoce incluso en nuestros dias que ni la filosofia ni la teologia escolasticas han concedido a la pasion y a la virtud de la esperanza la amplitud e interés que ya en su tiempo pareciera inyectarlas santo Tomas 2. Ultimamente, sin embargo, y a pesar de todos los pesares, la esperanza ha asumido un protagonismo insospechado debido, en gran parte, a tres movimientos de indudable prestancia en el mundo de hoy: el existencialismo, el comunismo y el nuevo enfo- que de la escatologia 3. En unos movimientos la esperanza ha 1 R. LAURENTIN, Nouvelles dimensions de l'espérance, Paris, Cerf, 1972, p. 7. Son las primeras palabras del !ibro. Excelente bibliografia en pp. 163-182; 185-188. 2 Entre los que lanzan, y por 10 tanto admiten, esta acusaci6n puede verse T. URDANOZ, Introducci6n a la cuesti6n 17, de la 2-2, ed. BAC (vol. 180), Madrid 1959, p. 477. 3 En el existencia!ismo bastarfa recordar como simb6lico el titulo de una de las obras de S. KIERKEGAARD, Tratado de la desesperaci6n. En el comunismo basta

Ventura y tormento de la esperanza

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Ventura y tormento de la esperanza AUGUSTO GUERRA

TrEMPOS DE ESPERANZA

"(,Ray lugar para la esperanza en el mundo de hoy?" Asi comienzan escritos de nuestros dias que tratan precisamente de encontrar la esperanza que a muchos les falta 1. El miedo razona­ble, mas que quimérico, a que pueda no existir futuro, 0 futuro humano, por la presencia de una catastrofe que pudiera ser pre­sente en cualquier momentô, y la aparente precision matematica con que se programa ese futuro -0 se asegura estar ya progra­mado desde ciertas concepciones biologicas, psicoanaHticas y so­ciologicas de tipo determinista- van cerrando la puerta a cual­quier posibilidad de improvisacion y de misterio, y con e110 ponen un interrogante mas a la esperanza.

La verdad es que la esperanza nunca encontro suficientes atenciones para lograr un desarrollo armonico en el conjunto de las ciencias. Desde la misma escolastica se reconoce incluso en nuestros dias que ni la filosofia ni la teologia escolasticas han concedido a la pasion y a la virtud de la esperanza la amplitud e interés que ya en su tiempo pareciera inyectarlas santo Tomas 2.

Ultimamente, sin embargo, y a pesar de todos los pesares, la esperanza ha asumido un protagonismo insospechado debido, en gran parte, a tres movimientos de indudable prestancia en el mundo de hoy: el existencialismo, el comunismo y el nuevo enfo­que de la escatologia 3. En unos movimientos la esperanza ha

1 R. LAURENTIN, Nouvelles dimensions de l'espérance, Paris, Cerf, 1972, p. 7. Son las primeras palabras del !ibro. Excelente bibliografia en pp. 163-182; 185-188.

2 Entre los que lanzan, y por 10 tanto admiten, esta acusaci6n puede verse T. URDANOZ, Introducci6n a la cuesti6n 17, de la 2-2, ed. BAC (vol. 180), Madrid 1959, p. 477.

3 En el existencia!ismo bastarfa recordar como simb6lico el titulo de una de las obras de S. KIERKEGAARD, Tratado de la desesperaci6n. En el comunismo basta

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entrado coma remedio desesperado a la angustia vital; en otros ha sido denunciada coma opio historico; en el tercero se la pre­senta como germen propulsor de toda iniciativa humana en la verdad historica.

La esperanza no debio sufrir nunca el olvido de que fue objeto y victima. La reflexion antropologica debio captar instintivamen­te su importancia, porque la esperanza entra en la configuracion dialogal deI hombre y en su desarrollo historico. El dialogo deI hombre con el pasado y el futuro es una exigencia de vida que nunca desaparece deI todo, porque la vida es imprevisible y po­tencia 0 capacidad inagotable en todos los campos. En efecto, desde que se considera la esperanza como tendencia al bien futu­ro, arduo y difîcil, pero posible 4, concepto siempre valido, el hombre, que viene de un pasado y esta proyectado al futuro por exigencias de una vida que es caminar y encuentro con deseos que solo en parte y con dificultades se hacen realidad, no puede abandonar nunca el tema de la esperanza.

Quizâ por eso, en el fondo, la esperanza ha sido tema cons­tante. A pesar de las desviaciones sufridas desde casi todas las ciencias, y par muy variados motivos, la esperanza continuo pre­sente a 10 largo de todos los siglos en sus representantes mas eximios 5. Lo mas nuevo de nuestm tiempo puede estar en que la esperanza ha pasado a ser tema sociologico, mas vital y con­creto, y hasta mas sentido y valorado por el mundo en su totali­dad. En esta lînea, el Vaticano II ha podido escribir: "se puede pensar con toda razon que el porvenir de la humanidad esta en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar" 6.

recordar el nombre de E. BLOCH. Y en el nuevo enfoque de la escatologia, estas palabras de J. MOLTMANN: «en realidad escatologla significa doctrina acerca de la esperanza cristiana» (Teologla de la esperanza, Salamanca, Sigueme, 1969, p. 20).

4 Asl ya clasicamente en santo Tomas: 1-2 q. 40 a. 1 in corpore; 2·2 q. 17 a. 1 in corpore.

s Obra fundamental, en este sentido la de P. LAIN ENTRALGO, La espera y la es­peranza. Historia y teorla dei esperar humano. Madrid, Rev. de Occidente, 1957. La obra ha tenido varias ediciones.

6 as 31. R. Laurentin, buen conocedor de la andadura dei Concilio, ha recor­dado que el Concilio Vat. II estuvo a punto de olvidar la esperanza, quedando s610 en el binomio Fe-Caridad. S610 las enmiendas lograron restablecer la uni6n de las tres virtudes, que vina a resultar ya algo artificial. En cuanto al tltulo, a primeras palabras de la actual Gaudium et Spes, recuerda también que durante largo tiempo estas palabras fueron Luctus et angor (cfr. o. c., p. 8). También con­fiesa el mismo autor, en un analisis sobre el origen de la actualidad de la espe­ranza, que ésta en realidad se debe a fuerzas distantes de la oficialidad cat6lica.

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Tiempos de esperanza

Los nuestros son tiempos de esperanza. Porque son tiempos en los que gusta mas vivir que pensar. Y la esperanza, que debe buscar el entendimiento de las cosas 7, en su mismo ser es mas para ser vivida que para ser analizada. Incluso también, porque la esperanza naee y crece entre promesas y riesgos. Y nunca hubo tantas promesas y tantos riesgos. Las situaciones dificiles son el lugar y momento deI despertar de la esperanza. Esto es hoy afirmacion comûn.

La historia puede constatar como en momentos determinados se alteran las constantes vitales aIcanzando unas cotas en cierto sentido anormales. Lo constata también la psicologia cuando se trata de un examen mas a nivel persona!. En estos momentos, también la esperanza humana -con toda su problematica exis­tencial- se haee mas presente. El futuro apareee mas arduo y diffcil, mas arriesgado; pero al mismo tiempo, se percibe no solo como posible, sino también como deseable e incluso como nece­sario e inevitable. Lo inevitable no es mas que una modaIidad de futuro, que influye poderosamente en todo el dinamismo de la esperanza.

y todo esto pareee vivirlo nuestro tiempo. Insistir en 10 deli­cado y difîcil de nuestra reaIidad historica -aqui fundamentaI­mente bajo su dimension religiosa- no parece ya oportuno. Como reclamo podrîa haberse gastado. Podrîa ser incluso con­traprodueente, por sonar a topico. Pero recordarlo con una sen­cilla alusion, que no por ello deberîa pasar desapercibida, es de todo punto necesario. No parecé extravagante partir deI supues­to de que el mundo -también en su dimension religiosa- esta viviendo una etapa de Noche oscura. Es cierto que llevamos ya aîios diciendo esto, pero no por ello pareee menos cierto e inte­resante. La afirmaci6n no esta ya pasada. Si bien es verdad que puede haberse convertido en fa cil disculpa para los que no quieren trabajar en su superacion, no 10 es menos que de verdad continuamos en la Noche. Hay un barrunto comûn de noches, que

7 Queremos hacer nuestras estas palabras de J. MOLTMANN: «este principio [!ides quaerens intellectum· credo ut intelligan] vale también para la escatologfa, y pu· diera ocurrir que, para la teologfa cristiana de hoy, tuviese una importancia deci· siva el prolongar aquel principio dei modo siguiente: spes quaerens intellectum . spero ut intelligam» (Teologia de la esperanza, p. 41).

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es la mejor prueba. Los mîsticos -y nos adelantamos un poco­tuvieron un concepto de Noche, y concretamente de su duracion, que diferîa bastante deI nuestro. Parece que en la vida de las personas comprende un largo perîodo de afios, al menos si la Noche ha de terminar transformando de verdad a la persona. Si se queda solo en amagos, la cosa puede ser distinta 8. "Como podriamos nosotros pensar que el mundo, metido en una Noche que puede hacerle cambiar su propia era, saldrîa velozmente de eHa? A pesar de 10 rapidos que suelen ser los cambios en nues­tro tiempo, deberemos acostumbrarnos a pensarnos dentro de una difîcil situacion, que todavia duranl afios.

Misticos para este mundo

En una situacion coma la nuestra los mîsticos tienen una pala­bra que decir. Y una palabra sustancial. Aun cuando las situa­ciones no puedan nunca identificarse, cualquier mistico es un personaje apropiado para acercarse al tormento y ventura que Heva consigo la esperanza. Los misticos parecen hombres plo­mizos, siempre con el mismo paso y el mismo cefio, hombres lentos, estaticos y sustanciales, incapaces de mirar mas alla de sus narices. Recubiertos mas de historia que de tiempo parecen la negacion del futuro, que es por definicion algo imprevisible y desconocido. Por ellos, definiriamos el futuro coma es el presen­te y asi 10 tendrîamos al alcance de la mana mas inoperante.

y sin embargo, todos los que de verdad son misticos, tienen en sus vidas una andadura agitada y extrafia, con frecuencia tur­bulenta. Pocos estamentos como el suyo pueden presentar tan significativo palmarés de rupturas, procesos, carceles, destierros, persecuciones, cambios vocacionales, etc. Los misticos son, por temperamento natural, vocacion religiosa y apremio personal, hombres inquietos e insatisfechos. Nadie coma cllos intuyo que somos futuro, y futuro cambiado. De nuestro presente no que­dara ni rastro en ese futuro.

En esto tienen un evidente parecido con los hombres de la modernaesperanza. De Ernst Bloch, figura clave en el tema de la esperanza, se ha podido escribir: "no estamos aqui ante un puro itinerario intelectual. Esta conciliacion entre marxismo y

8 San Juan de la Cruz ID reconoce expresamente: 2 N 1.

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cristianismo, bajo el sello de la esperanza, es en él ante todo una experiencia, una pasion. Toda su vida ha estado efectivamente jalonada de peripecias y de persecuciones en las que la deses­peracion jamâs logro vencerle" 9. El libro clave sobre la espe­ranza en la época modema, Das Prinzip Hoffnung, se escribio mientras se vivia un destierro, y su publicacion costo al autor otro destierro indudablemente màs doloroso JO. Después de 10 dicho, a nadie extrafiaria cons tatar como los hombres de la es­peranza se han hecho en los afios de mayor durez a humana y aparente y efectiva destruccion. Bloch, juntamente como B. Brecht y Th. Mann, fundaron la "Aurora Verlag", titulo ya signifie a­tivo, que "en 10 mâs duro deI hitlerismo supo transmitir mensajes de esperanza a las victimas de la guerra" 11. Los misticos, como los hombres de la modema esperanza, son "una provocacion para todos los que estân tentados de ceder a la amargura y al des­ânimo a que les invita la "encerrona" contemporânea" 12.

San Juan de la Cruz

Lo dicho yale, y en mayor profundidad, para san Juan de la Cruz. Maestro de mîsticos, no podia quedar a la zaga en este tema. Su vida podria damos sorpresas, y datos muy significati­vos. Super flumina babylonis, que tanto habla de recuerdos, nos­talgias, dolor y esperanza podria ser el resumen de una exis­tencia agitada, que pasa por la cârcel. Sin embargo, no serâ ésta la direccion que tomemos aquî.

La esperanza en san Juan de la Cruz puede presentar diver­sas dimensiones y conviene que determinemos cuâl es la que a nosotros nos va a preocupar. Todo aficionado a los estudios sanjuanistas conoce la polémica en tomo al problema filosofico de la esperanza en sus relaciones con la memoria 13. No es ésta

9 L. HURBON, Ernst Bloch: utopie et espérance, Paris, Cerf, 1974, p. 16. 10 Sabido es que este !ibro de E. BLOCH fue escrlto durante los allos 1938·1939

durante su exilio a causa dei nazismo, y que fue pUblicado en 1954, valiéndole un nuevo exilio, ahora de la Repll.blica democratlca alemana.

11 Cfr. L. HURBON, O. c., p. 21. 12 lb., p. 17. 13 La bibliografia a este respecto se ha repetido tantas veces que no creemos

oportuno volver sobre ella. Puede verse en cualquier obra bien infol'mada dei pensamiento deI Santo. Si conviene transcribir este juicio de EULOGIO DE LA V. DEL CAR' MEN: «tras prolongadas l'eflexiones y atenta lectura de cuanto se ha escrito sobre el asunto, tenemos pOl' una de las que se presenta insolubles, a falta de elementos decisivos, la traida y lIevada cuesti6n deI nll.mero de potencias, l'ealmente distintas,

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la dimensi6n que fundamentalmente nos interesa. Tampoco que­remos centrarnos en seguir linealmente 10 que podriamos llamar purificaci6n de la memoria mediante la esperanza teologal hasta su uni6n con Dios. Nuestro prop6sito es mas desvaido, hay que reconocerlo 14. Nos interesa captar la configuraci6n humana de quien se encuentra en unos momentos arriesgados, duros y difi­ciles, inevitables y necesarios, en los que el hombre esta inc6-modo y de los que no puede escapar porque seria catastr6fico hacerlo. Este hombre esta viviendo en el coraz6n mismo de la esperanza. Pero esta esperanza no deja de ser tormentosa al tiem­po que es venturosa. De esta situaci6n depende un futuro mejor -bueno-, pero sera a consecuencia de que durante esta trave­sia larga sepan ponerse en funcionamiento mecanismos creado­res, que pueden muchas veces tender a pararse, pero que de por si exigen una grande y arriesgada actividad. Seria bueno que san Juan de la Cruz nos sirviese para acercarnos a este hom­bre. Porque san Juan de la Cruz tiene mucho que decir al hombre que vive esta situaci6n. Parece definitivamente adquirido que es sobre todo en las situaciones de cri sis vital donde san Juan de la Cruz -al menos el san Juan escritor- ha puesto mas fuerza analitica y creadora 15. Es nuestra intenci6n hacer una selecci6n de temas y puntos, dejando otros muchos que deberian redon­dear la figura que de este analisis pueda intuirse.

Claro que metodo16gicamente debemos preguntarnos con sin­ceridad hasta qué punto es licito trasvasar el pensamiento de san Juan de la Cruz a situaciones distintas. San Juan de la Cruz tiene un campo, el teologal, y una referencia a Dios que esta presente -fundamentalmente es El el que esta presente- y desde ahi se configura y analiza toda la situaci6n. Nosotros, aun cuando a veces citemos palabras que pudieran indicar que nos movemos en el mismo nivel, queremos ir mas bien por situa­ciones humanas, en las que indudablemente tiene mucho que ver la religiosidad, pero en un sentido menos preciso. La difi-

admitido par san Juan de la Cruz» (La antropologfa sanjuanista, en Monte Car­melo, 69 [1961], 67_ Ahi mismo, nota 23, puede verse la bibliografia fundamental)_

14 El analisis de la esperanza se escapa con suma facilidad y no logra ser ate­nazado, camo puede suceder con cualquier otro tema. Este parece ser un comun sentimiento a todos los que intentan acercarse a la esperanza en su visi6n mas existenciaL

15 F_ RUIZ SALVADOR, Introducci6n a san Juan de la Cruz, Madrid, BAC, 1968, pp_ 475, 481, 491.

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cultad es seria, ya que podrfa inc1uso manipularse al Santo. Es­tamos en un casa indiscutible de analogia, y las analogias, si bien resultan imprescindibles, son siempre arriesgadas, con fre­cuencia peligrosas, y alguna vez, inc1uso, catastr6ficas.

Ya que estamos en el tema de la esperanza vamos a jugar con el riesgo pensando que esta maniobra es perfectamente lici­ta. Fundamentalmente por estas tres razones:

a. san Juan de la Cruz universaliza su doctrina. Es un ide6logo. Y es un gran psic6logo.

b. en las obras deI Santo se capta la convicci6n profunda de que la existencia humana es una ampliaci6n en bloques de la existencia particular.

c. san Juan de la Cruz es el primero en utilizar la analo­gia. Con mucha frecuencia parte de principios generales 0 de situaciones particulares que después relacionara con su casa concreto y 10 aplicara a la vida espiritual en los términos en que mejor pueda reflejar la situaci6n que va estudiando. Esta es la mejor raz6n 16.

GÉNESIS, TORMENTO y VENTURA DE LA ESPERANZA

En la génesis de la esperanza no se sabe con exactitud qué es primero, si el tormento 0 la ventura. Probablemente es pri­mero un derto sentimiento de alegria, sigue después un largo periodo de tormento y se acaba con la dichosa ventura de quien estrena algo nuevo y mejor. 0 es posible que todo dependa de la configuraci6n de la esperanza, porque no siempre se gesta y se vive de la misma manera.

Nacimiento de la esperanza

La esperanza es, en el fondo, una actitud critica deI presente, porque siempre es tendencia al futuro, que no tiene por qué ser unicamente temporal cuando debe ser, sobre todo, cualitativo.

16 Puede verse, entre otros muchos lugares, 2 N 16, 8. Aprovechamos esta opor­tunidad para indicar que las citas de las obras deI Santo preferimos ponerlas en el texto siguiendo el modo ordinario de citar. En Subida y Noche el primer nt1mero, que precede a la letra inicial, indica el !ibro; el segundo numero, que sigue inmediatamente a la letra inicial, hace referencia al capftulo; y el ultimo nt1mero se reflere al parrafo dentro deI capitulo. Las citas las hacemos por la cuarta edici6n de las Obras deI Santo pub!icadas en BAC.

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Incluso cuando a veces parezcan unirse satisfacciôn y esperanza, en el fondo estaremos siempre ante una insatisfacciôn. A la altu­ra de Llama de amor viva escribira san Juan de la Cruz este principio general: "vive en esperanza todavia, en que no se pue­de dejar de sentir vacio" (L 1, 27). Sôlo el que aspira a algo distinto puede ser sujeto de esperanza; y sôlo el que aspira a otra cosa distinta puede estar insatisfecho con la que posee. Esta actitud critica y esta insatisfacciôn no deben considerarse por principio coma manifiesta y permanente inconstancia. Si a veces 10 son, no tienen que serlo siempre. El nacimiento de la esperanza, de un deseo sincero· de futuro cualitativo es el mejor desmentido para los mal pensados.

Se na ce a la esperanza desde un "caer en la cuenta" (C 1, 1) deI momento presente. Y este caer en la cuenta, que puede ori­ginarse desde el interior 0 desde el exterior, y a muchos niveles, tiene dos causas bien diferenciadas, aunque convergentes en un mismo movimiento e impulso. Conviene diferenciarlas, porque tampoco debieran producir la misma andadura en la esperanza, aunque ciertas constantes se mantengan siempre:

a. el vacîo deI presente. A veces, por las mas divers as mo­tivaciones, el hombre cae en la cuenta de "que gran parte de su vida se ha ido en el aire" (C 1, 1). Esta frase de san Juan de la Cruz, que incluso para muchos podria ser la ocasiôn de que se la formulasen mas ampli a y duramente, encierra una experien­cia terrible. Es la valoraciôn despiadada de muchos anos que se acumulan y que ahora se convierten en peso muerto. No hay paliativos ni enganos; hay un retrovisor que también anuncia el peligro, que anuncia la verdad de 10 que hay en el camino. Pero, en el fondo, y es 10 que de momento nos interesa, acaba de nacer la esperanza. Aun hay remedio. Es mas, casi necesa­riamente tiene que haberlo. De 10 contrario se habrian cerrado los ojos placidamente. El Santo ha escrito esas palabras en las primeras paginas deI Cantico espiritual. Estamos ante la pri­mera nota y la primera palabra deI poema que afortunadamente acaba bien.

b. el desgaste deI presente. No siempre procede la espe­ranza de una acusaciôn al presente 0 al pasado. En otras oca­siones la esperanza nace de la conciencia de que todo es transi-

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torio y 10 que fue excelente en otro momento puede no serlo ya en el presente, y menos en el futuro. Estamos también ante un "caer en la cuenta", pero el objeto es aqui distinto. Es, dira el Santo, como "el que va sabiendo mas particularidades en un oficio" (2 N 16, 8). "Si aquel [saber anterior] no de jase atrâs 17

nunca saldria de él ni aprovecharia en mas" (2 N 16, 8). Cuan­do una persona con ganas de vida ha toma do conciencia de esta situaciôn no podra mantenerla durante mas tiempo. Para un mlstico como san Juan de la Cruz hay que salir "sin dilatar un dia ni una ho ra" CC 1, 1).

El nacimiento de la esperanza, como todo nacimiento, ha sido doloroso, pero ha sido alegre también. En definitiva, ha sido un nacimiento con buenas perspectivas. Es para estar es­peranzados.

Una situaci6n dolorosa

De cualquier manera que haya sido, proceda la esperanza de donde proceda, 10 cierto es que el nuevo ser se encuentra en los comienzos de una dificil carrera. Se ha entrado definitiva­mente en una zona en la que las sorpresas pueden saltar en cualquier momento. San Juan de la Cruz, ya desde un principio y sin buscar explicaciones todavia, describe al alma "llena de oscuridad y trabajos, aprietos y tentaciones" (S. Prôl 4). Quiza la encuentre incluso con mala cara e indudable preocupaciôn. A tal estado parece llegar, que es la comidilla de los que la observan: "luego suelen juzgar que aquella alma debe de haber sido muy mala, pues tales cosas pasan por ella" (S Prôl 4).

A cualquiera se le ocurre preguntarse en seguida por 10 que pueda suceder a esas personas que comienzan a caminar. Vamos a sorprender solamente aIgu no de esos retazos de vida, que pue­dan damos una cierta explicaciôn de 10 que realmente esta su­cediendo:

a. despojo del pasado. La memoria, que suele estar invo­lucrada en las operaciones de las otras potencias (cf 2 N 7, 1), toma inmediatamente una determinaciôn: 10 primero que tiene que hacer el hombre deI futuro es liquidar el pasado. Liquidar

17 El subrayado es m!o.

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significa "hacer el ajuste formaI de una cuenta" 18. Normalmente san Juan de la Cruz seria mas radical y dirîa, "aniquilar". Y es que el futuro no es deductible deI presente, y menos deI pasado.

Se ha hecho notar que el vocabulario de Subida y Noche cu enta con una larga serie de vocablos desintegradores: deshacer, desnudar, despojar, descocer 19, desollar, destetar, etc. Incluso en Llama, cuando el Santo habla deI vacîo de la memoria, 10 hace con los términos "deshacimiento y derretimiento" (L 3, 21), términos que acaban con la imagen de todo 10 que pudiera pre­sentarse como sôlido. El hombre que nace al futuro y mira de repente al pasado se da cuenta de que "ya no es tiempo de eso" (1 N 10, 4), Y debe emplearse a fondo para que de verdad no 10 sea. Y aquî empieza el tormento deI despojo. Porque si la condici6n deI hombre es caminar, ir adelante, cambiar, la ten­dencia instintiva es la permanencia en 10 que se tiene y se disfru­ta. Instintiva 0 estudiadamente -0 las dos cosas- eI hombre se va haciendo un "lecho de su propio gusto" (C 3, 3), un "lecho de sus gustos y deleites" (C 3, 3), "su gusto y su descanso" (C 3, 3). Ahora decimos que tiende a instalarse. Estamos en la misma;cualquiera de estas expresiones puede servir. El hombre condiciona su vida al ambiente, a las personas con quienes con­vive, a una ideologîa, a una profesiôn. Incluso a un clima 0 a unas vistas. A veces a cosas min mas insignificantes. Y a medida que se consustancia con todo eno 10 va rodeando de objetividad y permanencia, de referencia ineludible y exacta. De la ûnica referencia. Y, por eso mismo, dei ûnico gozo y consuelo. En el fondo es una gran pobreza, porque agarrota y tiraniza. Pero 10 cierto es que 10 transitorio se ha converti do en permanente.

Liquidar este pasado es obra difîcil y dolorosa. Todo aleja­miento, e incluso toda revisiôn de 10 transitorio asî transforma­do en permanente, crea un verdadero trauma, porque es una ruptura, efectiva 0 al menos potencial, con 10 que ha dado sen­tido a una existencia. Y si esa ruptura 0 revisiôn se reviste de apariencias de infidelidad y desconsideraciôn, dos deformaciones

18 Es esta una de las acepciones que la palabra tiene en el Diccionario de la Lengua espaiiola, de la Real Academia de la lengua.

19 F. RUIZ SALVADOR, Introducci6n a san Juan de la Cruz, 1. c., p. 330.

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de otros tantos valores esenciales 20, la dificultad y el dolor pue­den aumentar considerablemente.

San Juan de la Cruz conoce este estado de cosas y 10 refle­ja perfectamente. Si hemos citado unos vocablos desintegradores no debemos olvidar otros, posiblemente mas repetidos min, y que son la secuela vital que domina toda esta situaciôn: seque­dad, sinsabor, pena, tormento, angustia, aflicciôn, etc. La sen­sibilidad deI Santo, y su pedagogia, le llevara, en su momento, a reconocer que "sera bueno salir de estas cosas tristes deI alma y comenzar ya a tratar deI fruto de sus lagrimas" (2 N 10, 10). Que las lagrimas sean benéficas no las convierte en perlas, a no ser en la literatura barata.

El despojo deI pasado causa todo esto porque crea "vacio y suspensiôn" (2 N 6, 5), "desamparo y desarrimo" (2 N 4, 1) de todo 10 que antes habia sido apoyo y sostén. Es algo que sôlo se capta cuando llega la hora de la verdad. Hablando de las cavernas 0 potencias san Juan de la Cruz dira que "cuando no estan vacias ( ... ) no sienten el vacio" (L 3, 18). Esta ausencia deI pasado causa, precisamente en la memoria, "aflicciôn y an­gustia" (2 N 4, 1), siendo "un padecer muy congojoso" (2 N 6, 5). Y 10 causa tanto mas profundamente cuanto mayor ha sido la presencia del hombre en ese pasado. El Santo contempla el casa de la existencia de habitos "muy arraigados en la sustancia deI alma" (2 N 6, 5), Y el caso, quiza extremoso al menos en cuanto a formulaciôn, en que el alma "esta ennaturalizada" (2 N 6, 5) Y dice, creandose palabras coma suele, que entonces el alma "sobrepadece" (2 N 6, 5). El tormento sera, en estos casos, no sôlo la intensidad deI dolor, sino también la duraciôn: "la cual tiniebla -dira el Santo- conviene que le dure tanto cuanto sea menester para expeler y aniquilar el habito que de mucho tiempo tiene" (2 N 9, 3).

El sentimiento de vacio posiblemente sea el mas doloroso y agudo. Porque el vacio es no sôlo negaciôn, sino privaci6n pro­piamente hablando. Esto supone no sôlo abandono de 10 que se poseia, sino también ausencia de 10 que se espera. Cuando el hombre se ha a1ejado de unas realidades no 10 ha hecho propia-

20 Para la fidelidad, consistencia y deformaciones, sobre todo en tiempos de cambio merece la pena leer las esclarecedoras y penetrantes paginas de O. GONzALEZ DE

CARDEDAL, Elogio de la encina, Salamanca, Sfgueme, 1973, pp. 23-154.

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mente por el malestar que le causaba su posesiôn, sino también porque ya, aunque sea muy en 10 interior, intula algo mejor. Esta intuiciôn comprensiblemente hiere, toca y apasiona. Por eso, cuando, no obstante, se ve "sin la posesiôn y satisfacciôn de él, en la oscuridad y la duda" (2 N 11, 5), la situaciôn se hace mâs penosa. San Juan de la Cruz tiene aqui una de esas ocu­rrencias 0 recurrencias de aplicaciôn bfulica que estremece: estâ "sin duda, padeciendo hambre, coma los canes, que dice David rodearon la ciudad (Ps 58, 7 Y 15) y, no se viendo hartos de este amor, quedan aullando y gimiendo" (2 N Il, 5). Es el sentimiento clâsico, también recogido en el Santo, de quien "de­sea y padece en el deseo" (2 N 11, 6).

b. desconcierto ante el futuro. No sôlo el pasado atormen­ta la esperanza, sino también el futuro. Con mucha frecuencia 10 novedoso se convierte en extrafio. El hombre que ha dado un paso adelante se encuentra desorientado. San Juan de la Cruz 10 ha descrito con agudeza diciendo: "sienten ellos gr an nove­dad porque se les ha vuelto todo al revés" (1 N 8, 3). No pe­quefia novedad, sino grande. Y la razôn parece muy clara: "se les ha vuelto todo al revés". En el todo entra el pasado conoci­do y el futuro ignorado.

El hombre que entra en tierra nueva tiene la sensaciôn de no saber caminar. Parece que le cuesta poner el pie en ella. Su experiencia le habla da do seguridad y alegria. Se encuentra ahora "por caminos nunca sabidos" (2 N 16, 8), "se ve por donde no sabe ni gusta" (2 N 16, 8). Conocimiento y placer, dos grandes puntales, se han desvanecido. Ahora en cambio "les parece que todas [las cosas] son extrafias y de otra manera a coma sollan ser" (2 N 9, 5). Un sentido profundo de frustraciôn le alcanza. Y los que hablan dado un paso adelante, porque gran parte de su vida se habla ido en el aire, notan "clara que no hacen nada y que pierden el tiempo" (1 N 10, 4. También 1 N 10, 5). Es posiblemente 10 unico que tiene de claro esta noche, ver que se pierde el tiempo. Y es que ni se sabe hacia dônde se va, ni se aprecia haber salido deI vado.

Toda esta situaciôn extrafia lleva de la mana a una expe­riencia contradictoria. Resulta que el hombre que se ha decidido a dejar el pasado porque cree que ya no es adecuado, y que ha

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captado, pOl' 10 tanto, 10 transitorio de las situaciones humanas, tiene ahora la sensaci6n de que la nueva situaci6n en que se encuentra va a resultar eterna, sin posible soluci6n. Para él no habni soluci6n. El futuro prometedor se ha convertido en un bandolero: le ha robado, le deja en cueros y sin esperanzas. Cos as l'aras deben pasar pOl' esta imaginaci6n sin futuro. "Es una penosa turbaci6n de muchos recelos, imaginaciones y com­bates que tiene el alma dentro de si, en que con la aprehen­si6n y sentirniento de las miserias en que se ve, sospecha que esta perdida y acabados sus bien es para siempre" (2 N 9, 7). Esta persuasi6n es comun a todo sentirniento y es en la natura­leza de los mismos donde encuentra adecuada explicaci6n. Pero si a ello se afiade una enfermiza, bien que momentanea, concien­cia de pequefiez e incluso un real sentido de las propias lirnita­ciones, acompafiado, como suele suceder, de la grandeza de todo 10 que le falta, entonces la experiencia de estancamiento y de impotencia se hace aun mas dominante: "y le [parece] que de ellos [dones y virtudes] esta tan lejos que no se puede persuadir que jamas ha de venir a ello, sino que todo bien se le acab6" (2 N 9, 9). Es ésta una de las referencias mas frecuentes en el Santo y de las que mas parecen atormentar a los que se encuen­tran en esta N oche 21.

El desconcierto llega a tales extremos que el Santo 10 des­cribe tan breve como inapelablemente: "no saben pOl' d6nde il''' (1 N 8, 3). Una sutil trampa parece haberle cazado y el pobre hombre no logra escapar. S610 un experto lograria suavi­zar la descripci6n de esta Noche llamandola "encubridora de las esperanzas de la luz deI dia" (2 N 9, 8). Encubrir es s610 ocul­tar, no destruir 0 acabar con una cosa. Pero en estas circunstan­cias el hombre no esta para esas sutilezas y tiene el peligro de desmoronarse. No cabe duda que "es pena y padecer sin con­suelo de cierta esperanza de alguna luz y bien" (2 N 11, 6). Al que pasa pOl' esta situaci611 no le sorprenderâ que la hayan des­crita como "horrenda" (2 N 1, 1).

A veces la extrafieza y desconcierto parece Ile gal' a tales grados que el Santo, muy de su tiempo, llega a escribir: "aqui

21 Precisamente par esta me permito en esta ocasi6n citar en nota algunos de los lugares donde el Santo hace referencia esta especie de incertidumbre y congoja ante el sentimiento de que no tienen remedio sus males: 2 N 5, 5; 2 N 6, 2; 2 N 7, 1; 2 N 7, 3.

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le parece al alma que anda fuera de si en penas. Otras Veces piensa si es encantamiento el que tiene a embelesamiento, pare­ciéndole muy peregrinas y extrafias, siendo las mismas que solla tratar comunmente" (2 N 9, 5). Y es que insensiblemente se va operando una transformacion interior que configura de otra manera todas las casas. Se va "hacienda remota el alma y ajena deI comun sentido y noticia acerca de las casas" (2 N 9, 5).

c. Dificultades de un diâlogo. Quiza hemos absolutizado excesivamente a Dias en todo pro ces a humano de purificacion. Parece cierto, aunque la hayamos olvidado, que los hombres estan siempre presentes en estas vaivenes. Y el hombre que lleva ta do esta encima y esta sufriendo, aun sin darse cuenta, una transformacion tan abismal que apenas encuentra reacciones conscientes, siente una impotencia visceral ante el diaIogo. Puede no haber culpabilidades, pero indudablemente hay dolor y tris­teza.

La causa de esta impotencia puede estar en el mismo que la sufre. Ya hemos vista que no sabe par donde ir, y que todo le resuJta al [evés. Dificilmente sabria expresarse y en :ontrar fuerza para sus palabras y sus pretensiones. No sabe ni cuales son estas pretensiones. A veces le dirân, un poco coma vdamos antes: debe haber perdido la cabeza. Y la gordo es que posible­mente la ha perdido; par la menas la cabeza que antes tenia. Porque la cabeza son las ideas.

Otras veces sucede que no le comprenden los hombres. Es tan peregrino que parece hablar en lenguas extrafias. De cu al­quier manera que sea, se encontrara diciendo con el Santo: "es recia y trabajosa casa en tales sazones no entenderse una alma ni hallar quien la entienda" (S Prol 4). Y hasta puede suceder que toda esta marejada personal se convierta en una facil plata­forma de victoria propia y de acusacion a los demas. Le suce­dera con frecuencia la que a los principiantes 22, que "cuando sus maestros espirituales ( ... ) no les aprueban su espiritu ( ... ) juzgan que no les entienden" (1 N 2, 3). Real a ficticiamente

22 Quiza interese observar que los defectos de los distintos tipos de personas y en diversas etapas son prâcticamente los mismos, aunque, suponemos, en distinta medida. Los primeros capitulos dei !ibro primero de Noche (cc. 2·7) parecen un comentario de los capitulos 1·2 (fundamentalmente el 2) dei Iibro segundo de la misma Noche. Ademâs de otras posibles y mâs reales exp!icaciones esa especie de coincidencia entre los defectos de las mismas personas en momentos distintos podrla exp!icarse como normal en situaciones de cambio.

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este hombre llega a convencerse de que los demas hombres se: han confabulado con Dios y se siente tan lejos de aquéllos coma de éste: "y el mismo desamparo siente de todas las criaturas y desprecio acerca de ellas, particularmente de los amigos" (2 N 6, 3). No podra dialogar ni con los amigos. Le parece claro que todos le han vuelto las espaldas. En todos los casos la conclusiôn sera la misma: muy dificil va a resultar Iograr un dialogo hu­mana y fructuoso. La nueva situaciôn tiene también aqui su re­flejo, y el dialogo, si fuera posible, tendria que fundamentarse sobre bases distintas y correr por nuevos cauces.

Situaci6n positiva

Es proverbial la oscuridad de la Noche, y con todo derecho se la puede considerar tormentosa. Desgraciadamente es menos conocida su ventura. Pero esta ventura existe, y no reconocerlo es quedarse a medio camino. San Juan de la Cruz ha sabido con­ciliar dos aparentes contrarios de esta situaciôn y aSI habla de "penas os curas y amorosas" (2 N 11, 7). Aqui hasta las penas son oscuras; pero también hasta las penas son amorosas. Nadie debe pasar por alto el hecho significativo de que en las cancio­nes de Noche sôlo para cantar la dichosa ventura de la misma 23

se utiliza la interjecciôn ioh! "iOh dichosa ventura!". De este término, y de la interjecciôn cudn, dira el Santo: "significan en­carecimiento afectuoso; los cuales cada vez que se dicen dan a entender deI interior mas de 10 que se dice por la lengua" (L 1, 2).

Todo el que hace la travesia de esta Noche con la serena congoja y aprieto que le es propia habra ganado un tiempo pre­cioso. Y conviene indicar ya en principio, cosa de interés, que la ventura no esta sôlo, y quiza ni siquiera principalmente, en los alivios e intervalos que se dan dentro de la misma Noohe (2 N 10, 7 y 9), ni a la vuelta de la esquina, es decir, a la lle­gada de la mafiana, cuando la Noche ya ha pasado. Es la misma Noche la que es en SI misma dichosa ventura y es el caminar a la oscuridad de la Noche 10 que tiene su encanto y su ganancia. Al Santo le interesa dejar esto muy claro e insiste en ello: "no

23 La afirmaci6n no es dei todo exacta, ya que la interjecci6n domina toda la estrofa cinco. Pero creo que este hecho no debilita la fuerza de la observaci6n, que retengo de interés.

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se piense que par haber en esta Noche y oscuridad pasado par tanta tormenta de angustias, dudas, recelas y horrores ( ... ) corria par eso peligro de perderse, porque antes en la oscuridad de esta Noche se gano" (2 N 15, 1). Y vuelve a insistir: "cuando se es­pantaren con el horror de tantos trabajos [porque parece que es para espantarse], se animen con la cierta esperanza de tantos y tan aventajados bienes de Dias coma en ella se alcanzan" (2 N 22, 2). Par eso, no debieran extranar estas palabras de un co­mentarista deI Santo, que en principio podrian desconcertar: "San Juan de la Cruz no muestra tener prisa ninguna par sacar al alma cuanto antes de la noche. Se desvive, en cambio, par ace­lerar la entrada, y dentro la deja satisfecho, coma si ya la hu­biera colocado definitivamente. Y tiene razon" 24.

El hecho de la ventura de esta Noche a situacion dificil debe ser subrayado mas que cualquier otro, porque, coma ya dijimos, una de las pocas casas que el hombre ve con claridad en esta noche es que pierde el tiempo. El Santo parece que no puede desligarse fâcilmente de esta doble realidad, una objetiva y otra subjetiva, y asi repite: "gana el alma (aunque a ella no se la pa­rece) tantos provechos" (1 N 11, 3).

lCm'iles son estas provechos tan ponderados? Indudablemen­te podrian ser aqui enumerados y hasta desarrollados amplia­mente. Podriamos enumerar: conocimiento propio, comprension, libertad de espiritu, etc. Pero nos parece que los principales van a quedar reflejados en la seccion siguiente, y que no debian sel' repetidos. Par eso hemos preferido insistir en el hecho de la di­chosa ventura que se vive en esta Noche, a pesar de las aparien­cias, y llamar la atencion sobre el doble caracter que metodolo­gicamente presentan los puntos que siguen.

Alf~i1mf4iJ1f~T; .. ~:: ~'~ i~.. i",' .. , .. 24 F. RUIZ SALVADOR,'" Introducc'i6n . .'., o. c.,· p. 542. En un prineipio es una obser­

vaei6n que ehoea. Creo, no obstante, que es justa y una de las mas peeuliares y valiosas. El mismo autor, ya haee unos anos, habla tratado de «poner de relieve y eselarecer un punto bien definido de la doetrina sanjuanista: la riea aetividad vital y espiritual que el alma posee en medio de la aniquilaei6n aparente eausada por la purifieae16n 0 noehe» (Vida teologal durante la purificaci6n interior, en los escritos de san Juan de la Cruz, en Revista de Espiritualidad, 18 (1959) 342. No es extrano que asl se pereiba easi una neeesidad de mantener al alma en esa eseuela de tan riea aetividad.

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CREATIVIDAD DE LA ESPERANZA

Aun la mas leve experiencia ensena que no todo momento dificil acaba bien, ni cualquier problema se reseelve satisfacto­riamente. Esto no sucede ni en 10 personal ni en 10 colectivo. En 10 personal puede acabar en suicidio. En 10 colectivo puede acabar en guerra frÎa e incluso caliente de sangre. Y no seria pre­ciso haber alcanzado estas cotas para decir que 10 que pudo ter­minar en fiesta acab6 en luto.

Por eso, 10 mas importante, a fin de cuentas, resulta ser todo 10 que pueda contribuir a que el tormento acabe en ventura. S6lo entonces la esperanza habra muerto para resucitar, que es el fin de toda esperanza.

Vamos a senalar algunas de las leyes de creatividad que mue­ven la esperanza. Son exigencias de la misma esperanza bien fun­dada, son garantias de la. misma y son, por ultimo, algunas de ellas, ventajas imponderables.

1. Discernimiento. Discernir es juzgar. Suele aplicarse a las situaciones animicas, pero el campo puede ampliarse sin gra­Ves inconvenientes. Aqui queremos dar a la palabra discerni­miento el sentido de juzgar cuando una situaci6n debe provo­carse 0 aceptarse (segûn la génesis de las situaciones) y vivirse desde dentro, y cuando, por el contrario, ha de ser rechazada. Esta garantia nos parece no s6lo importante, sino incluso ele­mental y primaria, porque condiciona toda ulterior actividad.

Una situaci6n dificil puede ser provocada, 0 pue de haber sobrevenido por causas muy diversas. San Juan de la Cruz ha­bla, entre las motivaciones que podriamos 11amar negativas, de "pecados e imperfecciones, 0 de flojedad y tibieza, 0 de algûn mal humor 0 indisposici6n corporal" (1 N 9, 1). En estas cate­gorias, traducidas a limitaciones humanas concretas, tenemos una buena lista de causantes de muchas de las situaciones embara­zosas en que nos encontramos. Un minimo de cordura, no diga­mos ahora de humildad, nos obliga a no bautizarlo todo en se­guida por de Dios.

San Juan de la Cruz, gran director y experto en aciertos, y a veces también en engafios, podria dar la impresi6n de que

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no gusta deI analisis de las situaciones conflictivas para ver si hay que seguirlas 0 rechazarlas. A primera vista puede parecer que prefiere rechazarlas. La diferencia con Santa Teresa seria palmaria cuando se trata de locuciones y otros fen6menos fuer­tes de la vida espiritual. Sin embargo, esta afirmaci6n no puede universalizarse tan facilmente. Mientras tengamos ahî las tres famosas seîiales que tratan subjetivamente de aventurar un fallo estimable sobre la conveniencia, y hasta la necesidad, de pasar de esta do de meditaci6n al de contemplaci6n (cambio importan­te desde la actitud espiritual deI Santo), habra que ser cautos en la acusaci6n (2 S 13-14; 1 N 9). Es evidente que nosotros no estamos tratando de esta situaci6n vital. Pero nos parece bas­tante claro que, dando a este paso la categorîa de momento im­portante, podemos utilizar la analogîa con suficiente fundamen­to, sabiendo siempre prescindir, por supuesto, de 10 mas espe­cîfico que el casa concreto requiere.

Y, sin embargo, hay que reconocer que en el fondo el Santo no acaba de ver claro ante una situaci6n difîcil de cambio. En sus famosas seîiales y después de haber concedido a una de ellas la categorîa de "mas cierta" (2 S 13, 4) e induso de arbitro de las restantes (2 S 13, 6), tiene buen cuidado en seîialar al go que, dentro de la naturalidad con que 10 dice, es de sumo interés: "aunque verdad es que, a los principios cuando comienza este esta do, casi no se echa de ver esta noticia amorosa" (2 S 13, 7). Es decir, que cuando su presencia seria mas necesaria apenas sir­ve. Interesa dejar esto claro, porque, lejos de ser una facil es­capatoria, es la constataci6n de una dificultad innegable que todos han notado. S6lo habra que tener en cuenta que no por eso debe convertirse esta situaci6n en fa cil disculpa para no intentar, con todas las fuerzas, el discernimiento que comprometa una u otra soluci6n.

"Atreverse seguramente"

Precisamente queremos comenzar el discernimiento ya en concreto diciendo que éste implicara siempre un riesgo. Incluso aunque se extremen las medidas de prudencia, sin las cu ales es­tarîamos metidos en una evidente temeridad, que es algo distin­to. En este sentido San Juan de la Cruz ha sabido casar dos pa­labras que, en principio, parecerîan avocadas al fracaso mas ro-

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tundo: "atreverse seguramente" (2 S 13, 5). El adverbio, tan prudente y no despreciable, no puede negar, ni ensombrecer, el original significado deI verbo. Atreverse es "determinarse a alglin hecho 0 dicho arriesgado" 25.

Para asegurar este atrevimiento con visos humanos de acier­to San Juan de la Cruz alumbra ciertos criterios, que sin ser muy explIcitos, SI son interesantes. Mâs, probablemente, de 10 que pudieran parecer a primer vista. Y 0 citaria coma criterios claves los siguientes:

a. "Barrunto de Dias". En la misma Noche, en la dificii situaciôn en que acaba de gestarse y se vive la esperanza, se nota "fuerte amor divino, en cierto sentimiento y barrunto de Dios" (2 N 11, 1). La frase es de un escondido poder soberano. Y si bien pierde al trasvasarla a este campo de la esperanza mâs ge­neral e inferior en que nos hemos colocado de cualquier situa­siôn humana difkil, incluso aquî mantiene una gran belleza, atrac­tivo y expresividad. Debe llamar la atenciôn, sobre todo, ese "barrunto de Dios". Barruntar es "presentir". Incluso quizâ sea preferible otro posible significado, en uso académicamente: "oler". Oler es aqui una acciôn con futuro, porque se barrunta, se presiente otra realidad no presente. Al menos en nuestros pue­blos de Cas tilla aun se emplea esta palabra, aplicândola a los animales cuando oliendo u olfateando adivinan algo fuerte, en­trafiable 0 duro, que sensibiliza interna y externamente con el objeto amado 0 temido: la compafiera, la pres a, el enemigo fa­ta1 26 • SerIa también la postura tipica deI pâjaro solitario, que "siempre tiene vuelto el pico hacia donde viene el aire" (C 14-15, 24).

Describir esta secreta y fortisima atracciôn e intuiciôn de algo que no parece estar presente serIa tare a delicada y de orfebre fe­nomenôlogo. Habria que empezar por analizar pOl' qué estos barruntos son casi unicamente cosa de jôvenes, y continuaI' pe­netrando en esa fuga incontenible y desesperada hacia 10 que aparentemente no existe -misterio para el mudo espectador-, con esa sensaciôn de cuerpo volatilizado, que apenas necesita de la tit:rra en que descansa, y que salta con asombrosa facilidad

2S Dlccionario de la Lengua espaiiola. 26 El Romance de la loba parda dice: «mal barruntan las ove jas / no paran en

la majada».

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los obstaculos mas increibles. A nosotros, mas prosaicos y con prisas, nos basta con decir que la presencia de un barrunto de cambio y de futuro se hace necesaria, y casi suficiente, en todo discernimiento comprometido y dificil.

b. "Inclinaci6n y gana". Junto a ello, el Santo enumera "inclinaciôn y gana", "fortaleza y brio" (1 N 9, 6). Humana­mente hablando, no se puede intentar un compromiso serio, co­mo debe ser todo el que se gesta en una dificil situaciôn, con el ombligo arrugado. Es también una postura secreta, sin grandes argumentos exteriores con que convencer al interlocutor. Veia­mos que el dialogo se hacia casi imposible. Pero a la persona le ayudara a alcanzar y vivenciar una necesidad que provoca las reacciones mas insospechadas. El cuerpo que se siente inclinado y llevado a un lugar, acaba en aquel lugar. Es una experiencia tirana en unas ocasiones y reconfortante en otras.

c. Sequedad presente. Si en la situaciôn presente se "halla ya sequedad", y es precisamente "en 10 que antes solla fijar el sentido y sacar jugo" (2 S 13, 2), la prueba es clara. lnmedia­tamente 10 comentaremos con mas detalle. Pero quede ya apun­tado, que las situaciones y medios no son eternos y tienen un tiempo de vida y de atracciôn. Luego, mueren, como toda crea­tura.

Cuando todo esto se une a "solicitud y pena" (1 N 9, 3), Y el contacto con la nueva situaciôn le hace andar "fnerte y mas alerta y soHcito" (1 N 9, 4), la persona puede arriesgarse 0 atre­verse seguramente. La causa esta ganada, hay que ir al cambio.

2. Relatividad del pasado. El despojo deI pasado es do­loroso. Pero a veces no hay mas remedio que ejecutarlo. Y, des­de luego, ninguna situaciôn de nuestra vida puede ser enfundada en un as categorias de permanencia que hagan imposible un cam­bio. San Juan de la Cruz, sensible al dolor deI despojo, como ya vimos, nunca se domeiiô ni retrajo ante argumentos falaces. La purificaciôn contemplativa, que no en vano para nuestro con­texto viene a identificarse con "desnudez y pobreza de espiritu" (2 N 4, 1) 27, intenta poner "a la memoria remota de toda ami­gable y pacifica noticia, con sentido interior y temple de peregri-

27 Expresamente dice san Juan de la Cruz: «que todo aquf casi es una misma cosa» (2 N 4, 1).

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naci6n y extranez de todas las cos as" (2 N 9, 5). No llamaremos la atenci6n aqui sobre ese estupendo y muy actual "temple de peregrinaci6n y extranez", pero la frase merece ser recordada. Lo cierto es que se ha declarado la guerra a un enemigo sutil y agazapado. El ritornello deI Santo serâ: "ya no es tiempo de eso" (2 N 10, 4). S610 el que haya advertido la frecuencia con que se repite este adverbio de tiempo (= ya), podnl compren­der 10 profundo que llevaba San Juan de la Cruz el deseo de liquidar muchos pasados 28.

A los que encontraban sus consuelos en meditar procurarâ convencerles de que aquello, como norma, se acab6. Y tratarâ de convencerles también de que deben alegrarse de haber lle­gado a aquel cambio. Incluso les harâ desear que las cosas su­cedan pronto: "le conviene no hacer aqui caso que se le pierdan las operaciones de las potencias; antes ha de gustar que se le pierdan presto" (l N 10, 6). Serâ ésta una victoria digna de ser celebrada, como el destete de Isaac (1 N 12, 1). El Santo, tan novedoso, porque tan tradicional, acudirâ a un hecho de la His­toria deI Pueblo de Dios, cuando éste abandon6 Egipto y se en­contr6 en el desierto: "sentian mâs la falta de los gustos y sabores de las carnes y cebollas que comian antes en Egipto ( ... ) que la dulzura deI manâ angélico, y lloraban y gemian por las carnes entre los man jar es del cielo, num. 11, 55" (1 N 9, 5). El Santo descubre que esta objetivamente absurda actitud tiene su fun­damento mâs profundo en "haber tenido el paladar hecho y en­golosinado en ellas" (l N 9, 5), no habiéndolas olvidado a tiem­po, sino que "todavia tiene los ojos puestos en ellos" (1 N 9, 4) 29.

Todo estâ, pues, en ser realistas con el pasado, llegando al vacio de 10 que ya resulta inutil -mâs aun, pernicioso-, aun­que fuera bueno en otro tiempo y todavia resulte halagüeno al recuerdo. Habrâ que distinguir entre 10 que es condenar el pa­sado y relativizarlo, no concediéndolo menos de 10 que merece ni mâs de 10 que puede y debe significar en la vida deI hombre. Este equilibrio no es fâcil, pero necesariamente hay que lograr-10. y 0 crea que el Santo ha preferido acentuar la purificaci6n,

28 Es una lastima que las Concordancias de san Juan de la Cruz no hagan presa en esta palabra. Se veria la importancia de la misma, que evidentemente es grande.

29 El adverbio todavia debe ser subrayado coma el ya de !fneas mas alTiba. Con este sentido se subraya en el texto.

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o relativizaci6n de ese pasado, quiza porque se faIte mas en ello. Por eso vuelve a la carga con una de las afirmaciones mas duras entre las muchas duras que se encuentran en sus escritos: "mas hay muchos que no quieren carecer de la dulzura y sabor de la memoria en las noticias" (3 S 7, 2) 30. Y a continuaci6n, radica­lizando min mas y evangélicamente su pensamiento, el Santo apli­ca a esta situaci6n las conocidas palabras que también estaran a la base de unD de los capîtulos decisivos y mas duros de toda su obra (2 S 7): "el que no renuncia a todo 10 que posee, no puede ser [mi] discîpulo" (3 S 7, 2). No es difîcil, en este con­texto y referido a 10 que vamos tratando, aceptar la fina apostilla de un perfecto conocedor deI Santo: "el texto bîblico esta adu­cido con extrema oportunidad, pues nada posee el hombre con mayor apego y tenacidad que la propia vida y experiencia" 31.

Se abre aquî la puerta a la contemplaci6n de todo un mundo in­terior, que difîcilmente se conoce y que resultarÎa apasionante. y que serîa también un tribunal insobornable de orden personal y social.

3. Serena impaciencia. Proceder con serena impaciencia, una vez discernido el futuro y contemplado el pasado, puede ser una garantîa de éxito. Tarde y mal suelen acabar las causas que se arrastran con lentitud. Normalmente se solucionan cuando otros principios (indulto, amnistîa, muerte ... ) han hecho inûtil la soluci6n esperada. Por otra parte, la desmedida impaciencia es la culpable de que muchos frutos se coman sin madurar. Cual­quiera de las dos actitudes puede truncar un proyecto que me­recîa la pena. Ninguna de las dos es garantîa de un final dicho­so. En cambio, sî puede serIo una impaciencia serena.

Quiza alguno piense que esa serenidad hara de la impacien­cia una verdadera paciencia, sin lentitud, con la actividad propia de una virtud que es operatividad. Y pensara, por eso mismo, que era preferible hablar en lenguaje virtuoso y referirse sin mas a la paciencia. Sin embargo, los mîsticos son quienes mejor han canonizado la palabra impaciencia. En el fondo no es 10 mismo hablar de paciencia que de serena impaciencia. Los acentos son distintos. En una de sus decisiones mas importantes San Juan

30 La afirmaci6n mereceria un comentario especial, que aqui no es posible. Véase, no obstante, la que encierra la «noticia» en 3 S 2.

31 F. RUIZ SALVADOR, Introducci6n ... , o. c., p. 470.

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de la Cruz SUpo decir: "que no se tarde mucho" 32. Y hablara inc1uso de "osadia" (2 N 13, 9), Y utilizara la imagen de la leona que va a bus car sus cachorros (1 N 10, 3). Y no deja de ser sintomatico que en un parrafo dedicado a la impaciencia de los principiantes, mirada aqui 16gicamente como imperfecci6n, el Santo haya tenido la previsi6n de no dejar tranquilos precisa­mente a los pacientes, a muchos pacientes: "hay otros que ( ... ) con impaciencia no humilde se airan contra si mismos ( ... ). Aun­que algunos tienen tanta paciencia en esto deI querer aprovechar, que no querria Dios ver en ellos tanta" (1 N 5, 3). Quiza en este tiempo, en el que la esperanza ha hecho reivindicar el ca­nkter de primordial pecado biblico a la cobardia, tengamos que insistir en la impaciencia 33.

"Dilaci6n. .. larga, molesta y pesada"

La situaci6n que se ansia, 0 mejor mIn, el ansia de encon­trarse en la nueva situaci6n que se desea no se resigna a que el paso deI tiempo no tenga mas remedio que soltar y abando­nar la presa. Suele ser un argumento frecuente: caera cuando esté madura. Se dice de la fruta, y se aplica también a muchas situaciones an6malas. No es ésta la postura de la esperanza. El mistico quiere quemar etapas y reza asi: "rompe la tela delgada de esta vida y no la dejes llegar a que la edad y anos natural­mente la corten" (L 1, 36). Y a qui en pregunte la raz6n de pro­ceder asi cuando se sabe de antemano que con Dios no debieran valer estos cambios de programa San Juan de la Cruz les con­testara: "porque el amor impaciente no me dejaba conformar tanto con la condici6n de vida que tu querias que aun viviese" (L 1, 36). Y este amor impaciente tenia lugar, porque "con deseo te desea mi alma" (L 1, 36).

El deseo deI futuro, el amor de 10 desconocido, pero intuido, es la medida de la impaciencia y de la esperanza. Esta ùltima es ilusoria cuando la impaciencia no es fuerte. Inc1uso, "cuanto mayor es el amor, es tanto mas impaciente por la posesi6n de su Dios a quien espera por momentos de intensa codicia" (L 3, 22).

32 SANTA TERESA, Fundaciones, 3, 17. 33 «El Apocalipsis de Juan, 21, 8, menciona, entre los pecadores cuyo futuro es

la muerte eterna, a los «cobardes» antes que a los incrédulos, que a los impfos, que a los asesinos y que a otros» (J. MOLTMANN, Teologfa de la esperanza, o. c., p. 28).

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y es precisamente por esta relaci6n entre esperanza, impa­ciencia y posesi6n por 10 que las soluciones intermedias y las tardanzas apenas son toleradas. Con frecuencia al que pide cua­tro le dan dos, para que se consuele. Aigo es algo, suelen decir. Pero en si no deja de manifestar una situaci6n 0 inmejorable 0

inaceptable. Y dificilmente el que espera tiene capacidad para decir que 10 imperfectamente recibido es inmejorable. Por eso, con frecuencia, tales componendas se convierten en inaceptables. Las pequerras concesiones no haran mas que avivar ulteriormen­te el apetito, que nunca se harta, "mayormente teniendo ya el sabor y golosina de ella" (L 1, 27), es decir, "cuando por algu­nos visos 0 resquicios se le trasluce algun rayo" (L 3, 18). Toda dilaci6n somete a la esperanza a una dura prueba, porque "toda dilaci6n, por minima que sea, se le hace muy larga, molesta y pesada" (2 N 19, 5) 34.

"Paciencia para esperar"

El que sufre los efectos de la lentitud y de la espera suele encontrarse necesariamente con todos aquellos de quienes pien­sa que depende la posesi6n de su deseo. Con frecuencia, con mu­cha frecuencia, el que espera, y porque espera, no ve la posi­bilidad de escapar a una situaci6n en la que se sabe tormento y verdugo de otros. El sabe que aflige y atormenta "como aflige y atormenta el garran al buey debajo deI arado, con codicia de la mies que espera" (1 S 7, 1). A veces le parece que la situa­ci6n no admite otro comportamiento. Quiza s6lo le quede la per­severancia, que no se opone a la impaciencia, sino que la pro­longa. El Santo viene a definir la perseverancia coma "paciencia para esperar" (1 N 5, 3), que viene a ser algo asi coma perse­verar en la espera, llegando inc1uso a esperar contra toda espe­ranza. La esperanza que no es paciente, 0 perseverante, no es esperanza. Parecen dos términos contradictorios en tres palabras (paciencia-perseverancia-esperanza). Sin embargo, el Santo ha sa­bido unirlas 35, y no parece haber equivocado el enlace. Es sen­cilla mente llevar a la dinamica de la vida aquella su afirmaci6n: "par un bien tan grande, mucho conviene pasar y sufrir con pa-

34 El comentario ideal a estas palabras sera la estrofa 11 de Cântico espiritual. A ella remitimos.

35 Cfr. 1 N 10, 3. 4; 3 S 2, 15.

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ciencia y esperanza" (3 S 2, 15). Nadie podrâ pensar que se acabaron aqui sus fuerzas. Porque el Santo le recordarâ con fuerza que no hay descanso hasta el encuentro: "buscândole en todas las cos as, en ninguna repara hasta hallarle" (2 N 19, 2).

4. Busqueda en libertad y fortaleza. La serena impacien­cia puede quedar en expresiôn bonita 0 amanada si no refleja una actitud comprometida. Incluso hay que indicar que este com­promiso no puede quedar sola ni principalmente en el interior. Tendrâ que vérselas también con el exterior. Toda la andadura de estas pâginas 10 exigen. Aceptamos plenamente que "mien­tras la esperanza no influya sobre el pensar y el obrar deI hom­bre, transformândolos, permanece como invertida y sin efica­cia 36.

No se trata de despreciar cualquier otro paso que pudiera darse para avanzar en la soluciôn de situaciones dificiles. Se trata de bus car las mâs elementales y al mismo tiempo las mâs indis­pensables. E indispensable es poner manos a la obra. Ponerlas personalmente. San Juan de la Cruz ha escrito que al alma ena­morada -digamos aqui al alma esperanzada- "no le bastan gemidos y oraciones, ni tampoco ayudarse de buenos terceros ... " (C 3, 1). Y si bien es cierto que al verbo bastar (no le bastan) no se le puede conceder otro significado que el que tiene (no es suficiente), también 10 es que a los santones de los intermedia­rios puede decirles el Santo: "mâs suele estimar Dios una obra de la propia persona, que muchas que otras hacen por ella" (C 3, 2).

El hombre que se encuentra en una situaciôn dificil tiene que saber padecerla con todas sus consecuencias. Lo que tiene valor se hace valer. Y se equivoca el que piensa que todo esto es un juego de ninos. Lo malo es que parecen ser muchos los que asi piensan. A éstos el Santo les clava la espada hasta la empuna­dura con esta frase no suficientemente meditada en la ascétioa sanjuanista: "como muchos que no querrian que les costase Dios mâs que hablar, y aun eso mal y por El no quieren hacer ca si cosa que les cueste algo, y algunos aun no levantarse de un lugar de su gusto y contento por El, sino que asi se les viniese el sabor de Dios a la boca y al corazôn, sin dar paso y mortificarse en perder alguno de sus gustos, consuelos y quereres inutiles. Pero,

36 J. MOLTMANN, Teolog!a de la esperanza, o. c., p. 41.

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hasta que de ellos salgan a bus carle, aunque mas voces den a Dios, éstos no le hallaran" (C 3, 2).

Aqui el mÎstico se convierte en despiadado asceta y nos en­trega con ese criterio un libro de viajes, un viaje dramatico, en las primeras estrofas deI Cantico espiritual: es la historia de un alma que salta de su lecho, que es gusto, deleite y descanso (C 3, 3), para ir, en una noche de perros, en busca del Amado, que se ha fugado y escondido. Es un jugar al escondite que tiene visos de tragedia griega. Hay todo un ejército defendiendo la codicia­da presa: montes, riberas, fieras, fuertes y fronteras (C 3). Los caminos son estrechos y las puertas angostas. La Noche es todas estas cosas "con harta propiedad" (1 N Prol).

Quitados los dmmatismos y acentuada de nuevo la seriedad de las cosas esto es 10 que espera a todo el que intenta la pose­sion de su ilusion. Es cuestion de vencer a los enemigos.

Dos son las actividades a que vamos a reducir esta lucha: buscar y no temer las fieras. La preferencia por ellas se debe a que muchas de las esperanzas fallidas se explican porque no se busca de verdad. Y hemos elegido las fieras, porque en el len­guaje sanjuanista equivale al mundo, objetivo fundamental de la virtud de la esperanza en la vision deI Santo 37.

a. Buscar. Tan manido y profanado esta el espiritu de bûsqueda que no merece la pena dar ocasion a ulteriores des­precios. A nosotros nos basta con afirmar que la bûsqueda lleva prometido el hallazgo (Lc 11, 9), Y que buscar es la condicion del hombre que lleva en vilo la esperanza, porque se busca 10 que no siendo poseido interes'a poseer. Y podriamos afiadir que es unD de los valores de San Juan de la Cruz. A él se debe la expresion, muy de nuestro tiempo, y de perfecta factura y com­promiso: hay que tener "temple de peregrinacion y extrafiez" (2 N 9, 5).

(,Cuâles son las leyes de una bûsqueda honesta y leal? Voy a citar solamente dos: libertad y fortaleza: "para bus car a Dios se requiere un corazon desnudo y fuerte, libre de todos los males y bienes que puramente no son Dios" (C 3, 5) 38. Esta ley esta ya comentada con anterioridad, e indudablemente es de sumo

37 Sobre esta relaci6n, cfr. A. BORD, Mémoire et espérance chez Jean de la Croix, Paris, Beauchesne, 1971, pp. 34 ss.

38 Ademas de las referencias a que hago alusi6n en el texto, deberfa leerse todo el nl1mero. Creo que perfectamente puede aplicarse a cualquier situaci6n.

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interés. Quiero ahora detenerme mas en la segunda, quiza la mas tipica, la mas temida y al mismo tiempo imprescindible en cu al­quier situaciôn: ir por donde no se sabe. El verso de San Juan de la Cruz en su hablar perogrullesco es definitivo: "para ir adonde no sabes, has de ir por donde no sabes" (1 S 13, 11). Ahora bien, cualquier situaciôn nueva, si efectivamente es nueva, es situaciôn no s'abida, desconocida. No hay hasta ella otros ca­minos que los nuevos, se vaya por donde se vaya, los no cono­cidos, los no transitados aûn. En el orden personal y social de un mundo en cambios, en constantes llamadas a 10 que no se ha experimentado min, este principio es fundamental. La ûnica ac­titud correcta es no dispensarse de recorrer por el propio pie esos metros de camino desconocido antes de verse arrastrado 0 deci­dir quedarse sin el descubrimiento.

San Juan de la Cruz nos ha dejado un razonamiento tan se­reno en esta ooasiôn y que llega a tal evidencia y exigencias pos­teriores, que merece la pena escucharlo: "Asi coma el caminan­te, que, para ir a nuevas tierras no sabidas, va por nuevos cami­nos no sabidos ni experimentados, que camina no guiado por 10 que sabia antes, sino en dudas y por el dicho de otros, y claro esta que éste no podria venir a nuevas tierras, ni saber mas de 10 que antes sabia, si no fuera por caminos nuevos nunca sabi­dos, y dejados los que sabia" (2 N 16, 8).

El que no arriesga la bûsqueda se quedara sin futuro. Su es­peranza acaba de desvanecerse. No seria justo que en una inter­pretaciôn bastarda se quisiese amparar en que hay que tener "pa­ciencia para esperar".

b. Vencer las fieras. La fiera es un "animal indômito, cruel y carnivoro" 39. San Juan de la Cruz, hombre de precisas descripciones, ha dejado muy clara la de este enemigo. Merece la pena retenerla: "11ama fieras al mundo porque el alma que comienza el camino de Dios 40 parece que se le representa en la imaginaciôn el mundo coma a manera de fieras, haciéndole ame­nazas y fieros 41. Y es principalmente en tres maneras. La pri­mera, que le ha de faltar el favor del mundo, perder los amigos,

39 Diccionario de la lengua espailola. 40 Me interesa de nuevo lIamar la atenci6n sobre el pIano mas general en que

nosotros nos hemos situado. Creo que cambiando las referencias fundamentales encaja perfectamente el pensamiento sanjuanista.

41 Hacer fieros es amenazar con el objeto de aterrar a uno e impedirle asi la acci6n.

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el crédita, valor y aun la hacienda. La segunda, que es otra fiera no menor, que coma ha de poder sufrir no haber ya jamas de tener contentas ni deleites deI mundo y carecer de todos los re­galas de él. Y la tercera es min mayor, conviene, a saber, que se han de levantar contra e11a las lenguas, y han de hacer burla, y ha de haber muchas dichos y mofas, y la han de tener en poco. Las cuales casas de tal manera se les suelen anteponer a algu­nas aImas, que se les hace dificultosfsimo no s610 el perseverar contra estas fieras, mas aûn el poder comenzar el camino" (C 3, 7). Ciertamente San Juan de la Cruz era realista y canada los movimientos humanos. Su obra no podfa no ser dura, dentro de la comprensi6n. Teilla que desenmascarar Las principales mo­tivaciones para que el conocimiento de las mismas lograse em­pequefiecerlas.

Difîcil camino, y creatividad diffcil. Pero quiza todo encuen­tre su rafz fundamental en una falta de estima inicial y en una falsa metodologfa que no permite ir enriqueciendo la experien­cia inicial. A todo el que se enamora deI futura le yale esta sen­tencia: "esta alma enamomda ( ... ) con mas codicia que al di­nero le busca" (C 11, 1). Y a todo el que se va ensanchando en un caminar progresivo, el futura se le hace ya presente coma lumbre irresistible. También aquf valen las palabras de San Juan de la Cruz: "cuando ya la 11ama ha inflamado el alma, junta­mente con la estimacion que ya tiene de Dias, tal fuerza y brfo suele cobrar y ansia con Dias, comunicândosele el calor de amor, que con grande osadfa, sin mirar en casa alguna ni tener respeto a nad a, en la fuerza y embriaguez en el amor y deseo, sin mimr la que hace, harfa casas extrafias e inusitadas par cualquier modo y manera que se le ofrece par poder encontrar con el que ama su alma" (2 N 13, 5).

Quiza, no obstante todo la que precede, nadie se atreveria a decir que con estas leyes de creatividad la esperanza seria Ven­turosa. Quiza nadie se atreveria a negar que con estas leyes de creatividad la esperanza seria poco mas que inûtil espera. Quiza se habrian dada los pasos mas importantes para acercarse a la luz deI alba, que siempre traera nuevos problemas, porque ese es el destina deI hombre sobre la tierra, pero traera también la luz y el calor, la posibilidad de hacer un poco nuevas todas las casas. y también, par qué no, de gozarlas de un modo nuevo.

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CONCLUSION

En las pagtnas que preceden se encontrarân frases, y crea que hast a un cierto fondo, de muchas ideas hoy dominantes en la Teologia de la esperanza. Pero no se ha intentado ni un diâ­logo con esta Teologîa, ni una reinterpretacion sanjuanista desde la misma. Hubiera sido muy arriesgado. Por una parte, la Teo­logia de la Esperanza estâ aûn inmadura 42. Por otra parte, el Doctor mîstico es muy complejo, es indudablemente de un tiem­po muy distinto, y pertenece a un dominio particular, el de la Teologîa espiritual, que por mâs que se teologice siempre man­tendrâ unas constantes muy peculiares. El estudio dei Santo en esta perspectiva es posible y hasta tentador, pero hubiera reque­rido unos condicionamientos diversos, pacientes y libres. Nada se consigue con hacer al Santo profeta y adelantado de cualquier movimiento cultural dei presente. Seria un prurito mâs, sin con­sistencia y pernicioso.

Es indudable, sin embargo, que los misticos, y san Juan de la Cruz no es excepcion, tienen mâs que superada una con cep­cion mitologica de la escatologîa. Yeso a pesar de ciertas con­sideraciones propias dei tiempo. Y crea que también puede afir­marse que pocos coma eIlos han si do tan futuro, tan desde el futuro y tan para el futuro. El futuro tuvo para ellos mâs atrac­tivo y fue mâs dinâmico que para la mayor parte de los mor­tales. Por eso, quizâ nadie como ellos relativizo los resultados ya adquiridos y se vio irresistiblemente arrastrado hacia adelante. Supieron vivir intensamente la dialéctica promesa-cumplimien­to-promesa.

No se trata, sin embargo, de hacer un ditirambo, que es por definicion alabanza exagerada y, por 10 tanto, podemos aiiadir, inûtil y hasta perniciosa. A la mayor parte de los mîsticos, y también a san Juan de la Cruz, podrîamos preguntarles si no fueron futuro en demasîa, haciendo de él mâs que atraccion des­interés pOl' el presente. Son muchos los que siguen convencidos de que mîstica equivale a haraganeria y profunda pasividad fren­te al adelanto y progreso dei mundo en que viven. Y, honesta­mente, no siempre esto se piensa y se dice sin razon.

42 Excelente sintesis critica puede verse en S. GUERRA, Pasado, presente y futuro de la escatologia, en Revista de Espiritualidad, 33 (1974) 153-179.

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Yo crea que san Juan de la Cruz habla para contemplativos y vive en tiempos en los que el sistema de valores era muy dis­tinto al nuestro. Por aquî pueden venir las limitaciones deI Santo, sobre fado cuando sôlo repetimos materialmente su doctrina. Aunque hay que reconocer que el Santo cae menos en esas limitaciones por la aItura ideolôgica en que se mantiene.

Estos dos principios debenln tenerse en cuenta a la hora de actualizar su doctrina y de aplicarla a todo tipo de vocaciones. Supuesto esto, se pue den encontrar en él muchos principios ge­nerales de gran profundidad y radicalidad y utilizar otros prin­cipios u observaciones con sana analogîa, para construir con ellos un excelente sistema de acciôn comprometido y valido in­cluso para no contemplativos y para nuestro mundo.

Claro que conscientemente nos hemos fijado aquî, quiza en exceso, en 10 que el hombre puede y debe hacer para lograr que ese futuro, a veces sôlo barruntado personal 0 prometidamente, sea el motor deI presente. Alguno pensara que se ha olvidado al Dios atractivo y dinamizante. Sôlo tendrîamos que responder a ésto que hemos diluido el contenido concreto de ese futuro al mantenernos en un mundo mas generalizado y menos teologal, y que hemos tenido obsesiôn por desmontar a los verdaderos mîsticos -y concretamente a san Juan de la Cruz- deI con­formismo personal, de la actitud pasiva (e inc1uso de cualquier sospecha de pasividad inoperante) y de la imagen de cobardes y rémoras celestiales con que se les mira aûn en graves y grandes cÎrculos. San Juan de la Cruz, dentro de su mundo, que indu­dablemente no es el nuestro, tiene una materia prima aplicable a diversos momentos y hasta concepciones de la historia que pueden ser sumamente benéficos en tiempos difîciIes y creadores coma los nuestros.