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UNA NOTA SOBRE LAS RELACIONES ENTRE FLORES DE LEMUS Y GARCÍA ALIX La biografía del profesor Flores de Lenius, el más importante de los economistas españoles, está en buena parte sin harer. Ello íe debe, a mi juicio, a que la labor posiblemente más notable tlel gran científico fue la prestada al servicio de la Administración. En sus trabajos como funcionario campea una característica esencial : una absoluta y poco igualada sencillez y lmniildad. A Flores (Je Lemus Je importaba que su Ministro, su superior del mo- mento, triunfase gracias a los datos que él le suministraba, fruto de sus veladas de trabajo en el Ministerio de Hacienda. O bien que la Administración española, con la oportuna publicación de un luminoso informe, alcanzase portentosa altura científica. Por eso numerosos de sus trabajos se han perdido para siempre, e incluso en varios de los que consta han sido confeccionados por Flores t\c Lenius es inútil buscar el nombre del autor por parte alguna. Pero su humildad como funcionario le lleva, incluso, a ceder a los políticos sazonados frutos de su genio. F.stos los publican sin la menor alusión a que el autor es el propio Flores de Lemu;. Como éste, con típica mentalidad de funcionario, vive despreocu- pado de ridiculas cuestiones de prioridad en las investigaciones \ . por tanto, al no sentirse vejado, no hace la menor alusión ¡i que sus obras circulan bajo otros nombres, es dificilísimo saber cuá- les son. Por eso a afortunada casualidad podemos atribuir el descubrí-

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UNA NOTASOBRE LAS RELACIONES ENTRE

FLORES DE LEMUS Y GARCÍA ALIX

La biografía del profesor Flores de Lenius, el más importantede los economistas españoles, está en buena parte sin harer. Elloíe debe, a mi juicio, a que la labor posiblemente más notable tlelgran científico fue la prestada al servicio de la Administración.

En sus trabajos como funcionario campea una característicaesencial : una absoluta y poco igualada sencillez y lmniildad. AFlores (Je Lemus Je importaba que su Ministro, su superior del mo-mento, triunfase gracias a los datos que él le suministraba, frutode sus veladas de trabajo en el Ministerio de Hacienda. O bien quela Administración española, con la oportuna publicación de unluminoso informe, alcanzase portentosa altura científica. Por esonumerosos de sus trabajos se han perdido para siempre, e inclusoen varios de los que consta han sido confeccionados por Flores t\cLenius es inútil buscar el nombre del autor por parte alguna.

Pero su humildad como funcionario le lleva, incluso, a cedera los políticos sazonados frutos de su genio. F.stos los publican sinla menor alusión a que el autor es el propio Flores de Lemu;.Como éste, con típica mentalidad de funcionario, vive despreocu-pado de ridiculas cuestiones de prioridad en las investigaciones \ .por tanto, al no sentirse vejado, no hace la menor alusión ¡i quesus obras circulan bajo otros nombres, es dificilísimo saber cuá-les son.

Por eso a afortunada casualidad podemos atribuir el descubrí-

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90 JLAN VtLARDE KLERXKS [ R . E. P., VI, 1

miento de los textos de Flores de Lemus incluidos —con levísimasmodificaciones, como veremos más adelante— en uua obra de An-tonio García Alix, titulada El Presupuesto de reconstrucción. Po-lítica comercial. Banco y Tesoro. Subsistencias, impresa en el Es-tablecimiento Tipográfico de Idanior Moreno, en Madrid, 1907.

Antonio García Alix era un político conservador murciano—nótese la unión al partido Conservador de los primeros pasos deFlores de Lemus como funcionario, desde los tiempos <le Fernán-dez Villaverde—, que falleció en Madrid en 1911, habiendo sidodiputado desde 1886, subsecretario de Gracia y Justicia, Ministrosucesivamente de Instrucción Pública, Gobernación y Hacienda,Gobernador del Banco de España y Vicepresidente del Congresode los Diputados.

En 1905 comienza a colaborar Flores de Lemus con GarcíaAlix. De 1905, precisamente, son Jas primeras cartas que este di-rige a Flores de Lemus desde Barcelona —donde regentaba la Cá-tedra de Economía Política y Hacienda Pública de la Universi-dad—, y que han sido publicadas en Moneda y Crédito.

Después de conocer estas cartas tuvimos ocasión de consultarla citada obra de García Alix. Esta constituye algo así como unproyecto del programa político del partido conservador, basadosegún se dice en ella, en el desarrollo de las ideas del ya entoncesfallecido Presidente del Cousejo de Ministros, Raimundo Fernán-dez VUlaverde. El libro tiene gran riqueza de datos y está llenode una tau considerable dosis de buen sentido que la puesta enpráctica de sus directrices por un partido político sólidamentearraigado seguramente hubiera logrado en gran medida el afian-zamiento de !a Restauración. Pero al conjunto, en general calami-toso, de la vida pública española de esta época, había forzosamen-te de corresponder una también lamentable política económica.

En este libro de García Alix encontramos repetidamente lahuella de Flores de Lemus. Dejando a un lado la justeza de con-ceptos económicos, dificilísima de encontrar en una obra de estegénero y de aquella época, baste señalar la primitiva exposiciónen las págs. 345-346 de la famosa profecía de Flores de Lemussobre la dirección en que marcharía la producción rural española.Pero la similitud es plena por lo que respecta a lo? textos de Flo-res de Lemus publicados en los números 43, diciembre de 1952,páginas 4-10, y 45, junio de 1953, págs. 3-13, de la revista Moneday Crédito, y a los de la obra de García Alix en las págs. 112-136.

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fNKRO-ABKll. 19.").") | KKI.ACtONKS F.MRF. FI.ORKS UK I.EMLS V GARCÍA AL1X 91

A continuación se insertan éstos, pudiendo comprobarse es Flo-re? de Lemus el auténtico autor, reduciéndose la labor de GarcíaAlix —si es que incluso efectuó tal cosa— a eliminar algunas fra-=es demasiado impetuosas, o algunos juicios simpáticamente vehe-mentes, propios de la cáustica personalidad del gran economista«spañol.

TEXTOS DE GARCÍA ALIX

Fue el libre cambio el sistema co-mercial que sin duda usaron entre sílos pobladores de la tierra en los tiem-pos primitivos; pero no aparece como«scuela económica en los moderno* has-la que Adam Smith se presenta comoportaestandarte, como maestro y fun-dador de la doctrina, nueva por regre-sión y salvadora de cuanto? conflictospudieran afligir a la Humanidad.

Suyas son las bases esenciales; peroel fundador de la nueva secla económi-ca no acierta, sin embargo, ni a definirconcretamente el dogma de su Iglesia.ni a conseguir que é-la adquiera lapública notoriedad ni el número deadeptos necesarios para que representeuna fuerza beligerante en el campo dela política del comercio internacional,empresa reservada a sus discípulos Mal-thus. Sluart Mili y, sobre todo, a losgrandes teóricos Torrcns y Ricardo, en-tusiastas incondicionales <Iel maestro,y aun superiores a él en convencimien-tos, que establecieron lo? principios in-mutables de la resucitada teoría y san-cionaron el Código fundamental porque los afiliados babían de regirse aperpetuidad.

«Bajo un sistema de absoluta liber-tad comercial, cada país dedica su ca-pital y trabajo a aquellos ramos de laproducción que le son más ventajosos»(Ricardo: Principios, ele, 3.a edición.J846. pá?. 75) (Pág. 112V

TEXTO? DE FLORES DE LEMUS

IVo siempre se lia sido tan cauto y tanparco eu afirmaciones generales. Huboun tiempo en que se creía haber descu-bierto la verdad absoluta de la políticacomercial. Torrcns y, sobre todo. Ricar.do, son los grandes teóricos de estatendencia. La doctrina libre-cambistaes. sin duda, muy anterior a ellos;pero es de estos maestros de quienesrecibe el fundamento y forma y sellodefinitivos, por así decirlo, de suerteque teóricos y políticos no han sabidodespués sino repetir en formas más omenos felices Jos puntos de vista quelos dos economistas ingleses les deja-ron. Entramljo: arrancan inmediata-mente de A. Smitli, pero su compren-sión de la función del comercio exte-rior es superior en ellos, así como sudesarrollo. Los puntos de vista funda-mentales son como sigue. (Ricardo,Principies, etc., 3." ed., 1846, pág. 75.)«Bajo un sistema de absoluta libertadcomercial, cada país dedica su capitaly trabajo a aquellas ramas de la pro-ducción que le son más ventajosas »(M. y C, núm. 43, pág. 5.)

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J U N YEL/IROE FUERTES [R. E. P., VI, 1

«Smith lia demostrado que cuando 6epermite a todo pueblo cambiar los pro-ductos de su actividad, <londe y cuandole agrade, se olitiene la mejor distri-lmción del trabajo en el mundo y seasegura la mayor cuantía de riquezafiara las necesidades y guMos de la vi-ila.» (Ricardo : la misma obra, pági-na 20).)

uComu al consumidor en particular sele irroga perjuicio de obligarle a pro-veerse en onu tienda fija y sola, tam-bién a una nación tic consumidores e<perjudicial verse obligada a comprar enun solo país. Si la tienda o el país danlas mercancías que desean a los preciosmás bajos, pueden estar seguros de ven-der aun sin aquel privilegio; y si nopueden ofrecer tan barato, entonces pe-diría el interés general que no se lasmantenga y ayude a proseguir un comer-cio que no pueden ejercer con la mis-ma ventaja que otros.i>

«La tienda o el paí? vendedor po-drán perder en el cambio; pero el biengeneral no está jamás tan seguro comocuando el capital se lia distribuido dela manera más productiva, es decir, ba-jo la libertad general de comercio.»(Ricardo: en la misma obra, pág. 207.)(Págs. 112-113.)

«Smith lia mostrado que cuando <epennite a todo pueblo cambiar los pro-ductos de su actividad donde y cuandole agrade, se obtiene la mejor distribu-ción de trabajo en el -mundo, y se ase-gura la mayor cuantía de riqueza paralas necesidades y gastos de la vida.»

El «egundo «gran aumento», lioybrevemente llamado «punto de vista delconsumidor», se formula asi (Ibidem,página 20"): «Como al consumidor enparticular se le irroga perjuicio de obli.garle a proveerse en una única tiendafija, también a una nación «Je con.-uiiii-dores le perjudica verse obligada acomprar en un solo país. Si la tiendao el país dan las mercancías que se de-sean ¡i los precios más bajos, puedene tar seguros de vender aun sin aquelprivilegio; y si no pueden ofrecer latíbaraio. entonces pediría el interés ce-ncral que no se les mantenga y ayude aproseguir un comercio que no puedenejercer con Ja misma ventaja que. otros.La tienda o el pai% vendudm podránperder en el cambio, pero el bien ge-neral no está jamás tan seguro comocuando el capital se lia distribuido dela manera más productiva, es decir, ba-jo la libertad general de comercio.»{V. v C . núm. iZ, págs. ü-6.1

Pero uparte de ellos y cuando de suampliación práctica se )rala, surge Jadisconformidad ya entre los primerosdefinidores, pues mientras Ricardo, es-píritu lógico, con aquellos, sin mira-mientos, para su consecución, en undiscurso pronunciado ante la Cámarade los Comunes el 16 de diciembre de1819, sostenía que «cualquiera que seaIn dirección que tome la política deotro? países, el interés de Inglaterra eraopuesto a la protección, y que allí don-de eran más baratas las mercancía* ne-cesarias, allí debían acndir siempre»,Torrens, con más sentido práctico y más

Pero :iquí ?e -«paran Ricardo y To-rrcit*. E) primero es un c-pirhu lógicoa ultran/.a y no se para ante ningunaconsecuencia. En un discurso de la Cá-mara de lo? Comunes (16 de diciembrede 1819) decía: «Yo sostengo que cual-quiera qut sea la dirección que tome lapolítica de otro? paises, el interés denuejtro pueblo es otro (quiere deciropuesto a la protección^. Allí donde ñusden más baratas las mercancías que ne-cesitamos, allí debemos acudir siem-pre » Ricardo, profundamente con-vencido de la verdad de esta política. Jarepite siempre que la ocasión ?e Je pre-

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independiente de las leorias de Smith,afirmaba en 1843 que «el librecambioperfecto, que consiste en suprimir difi-cultades en una sola de las naciones,quedaría de hecho establecido un mo-nopolio en beneficio de los rivales ex-tranjeros», razonamiento que hoy sos-tiene Balfour en contra de los libre-cambistas a todo trance que sostieneníntegra la escuela de Ricardo. (Pági-na 113.)

sema (cf. : Proposnls jor an economiealand secure curreney, etc., ed. McC.ul-loch, pág. 408.L Torrons, con más vivosentido de la realidad, más independien-te de A. Smitli en política comercial,dice (Letter lo llip independent elector-,of llie borough of Sltefficld, de 15 deagosto de 1843): «El libre cambio per-fecto es la supresión de las trabas porambas partes. La aceptación del librecambio imperfecto, o sea la supresiónde las traba* por una -ola parte (na-ción) significaría ni más ni menos queel establecimiento de un monopolio enbeneficio de nuestros rivales extranje-ros.» Es exactamente el punto de vistaque íioy ttmntirnr J. Balfour en contrade los librecambistas a ultranza que re-piten la camión rieardiana. (M. y C ,núin. 13, pág. 6.)

A los temores de que con un régi-men tal de libertad pudieran aumentarlas importaciones sin compensación bas-tante en las exportaciones, opuso Ri-cardo su teuría cuantitativa del dinero,viniendo en apoyo de la concepción li-brecambista la frase de James Mili, pa-dre del célebre John Sluarl Mili, deque «los productos sn cambian por losproductos», conocida en lodo el mundopor la «teoría de las salidas», con la cualquedaron convencidos los que sólo con-vencerse deseaban, y ya aquellos temo-res dejaron Je sc-r obstáculo para lapropagación de la doctrina. (Páginas113-114.)

El temor de que un régimen tal delibertad pudiera arrastrar a un aumentorápido (¡e las importaciones sin nini;u-nu rorret-pondeiuia o, al menos, sincompensación bastante en las exporta-ciones no existía. Ricardo «demostra-ba» que tal desequilibrio era imposi-ble ; pero la demostración rieardiana.sohrado complicada y esperio-n para **1vulgo de los mortales (como dependien-te enteramente úe su teoría cuantitati-va del dinero) aquí venía en auxilio dela concepción librecambista con un vie-jo quid pro quu de James Mili (padredel célebre John Stuart Milli, a saber:los productos se cambian por produc-tos; descubrimiento admirable del queMarx {Zur Kritik der pnlitischen Oeko-nomie) pudo decir con su crudeza habi-tual que -u crítica no pertenece a laeconomía política, sino a la lógica, yque el nombre de Say (tan inocente deésie como de cualquiera otro descubri-miento por insignificante que fueral hadado la vuelta al mundo y es conoiti-

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JUAN VELARDE FUERTES [R. E. P., VI, 1

do, hajla en la universidad Central,con el nombre de «teoría de las salidas».(M. y C. núm. 43, pág. 6.)

Pero el verbo del librecambio fue, enrealidad, Cobden, que, aunque inferiora Torrens y Ricardo en ilustración, losaventajó en radicalismo, en vigor y enelocuencia, Condiciones que, unidas a suextraordinaria actividad, le convirtieronen el mayor agitador político de sutiempo. (Pág. 114.)

El verbo de la concepción librecam-bista fue Cobden. Muy inferior a To-rrens y Ricardo en el saber, los supera-ba en radicalismo, vigor, elocuencia,siendo el mayor agitador político delmundo de su tiempo. (M. y C, nú-mero 43, pág. 6.)

Para Cobden. el proteccionismo erauna perversión de los hombres; el li-brecambio, una ley divina tan incon-trastable como las leyes mismas de lanaturaleza, significando ir contra ellatanto como atentar a las que rigen elUniverso; y de esta fe, de este entu-siasmo ciego por la idea, se alimentósu inquebrantable confianza en el triun-fo, que pronosticaba afirmando : «Si in-troducís el librecambio en toda 6U sen-cillez no habrá arancel en Europa queno sea reformado a ejemplo del nnestroen el espacio de cinco años», y «yoveo en el librecambio el principio queha de obrar, en el mundo moral, comola ley de gravitación universal en laNaturaleza; une a los hombres entre»í, suprime las diferencias de raza yde creencias y de lenguaje y nos man-tiene en perpetua paz». (Pág. 114.)

Para Cubden era el librecambio laley natural y divina ; el proteccionismo,una perversión ile los liomLres: «Thelaw wbicli interferes witb llie wisdomof tlie divine Providcnce, and substi-tutes tlie law of wicked men for thelaw of Nature». Prentice se creyó en elcaso de poder mandar a estudiar econo-mía a quienquiera no creyese a pie=juntillas en el principio librecambista.Se tenía al tal principio por una «ley»-tan incontrastable como las leyes mis-mas de la naturaleza: Lord Morpath,por ejemplo, aseguraba en un brindisen Wakefield que esos descabezadosproteccionistas iban «contra las leyesque rigen el Universo». Y el mifnio-pensamieiito se encuentra repetidamenteen Cobden. De ahí la seguridad en eltriunfo, aunque, como buenos cristia-no-, no descuidaran ayudar a la leydivina con algunos millones de esterli-nas. En un discurso, en Manchester,decía Cobden. repitiendo a Ricardo:«Si introducís el librecambio en todasu sencillez, no habrá arancel de Euro-pa que no sea reformado a ejemplo-vue-tro en el espacio de cinco años».Librecambio-paz-armonía de las nacio-nes. O como Cobden se expresaba: «Yoveo en el librecambio el principio queha de obrar en el mundo moral como

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la ley de la gravitación universal en lanaturaleza : une a los hombres entresí ; suprime las diferencias de raza yde creencia y de lenguaje y nos man-tiene en perpetua paz. (M y C , nú-mero 13. pág. 7.)

Los contados mantenedores en públi-co de ella, enya inteligencia directoraera List, no atreviéndose a cohonestarla critica de su? adversarios, respectoa las prohibiciones, monopolios, regla-mentos y corrupción del mercantilis-mo, no veían ya en la Aduana sino unmedio educativo y pasajero, pues lospai-es tropicales estaban destinados aperpetuidad a cambiar los productos desu ¿uclo por las manufacturas de las na-cíones industriales de la zona templa-da; pensamiento que. fundado en ladivisión internacional del trabajo, cons-tituye, como es sabido, una de las ba-ses del librecambio. (Pág. 115.)

Los contados proteccionistas cuya graninteligencia era List, no veían en laaduana sino un medio educativo y pa-sajero. Pue? «los países tropicales» es-taban siempre destinados a cambiar losproJuctos de su suelo por las manu-facturas de las naciones industriales dela zona templada : el mismo pensamien-to de la división internacional del tra-bajo, que se ha visto ser una de las ba-ses teóricas del librecambio. (M. y C ,número 43, pág. 7.)

Inglaterra, patria de los creadores dellibrecambio, para que las ideas libre-cambistas fructificaran, porque validade su posición insular, inexpugnablehasta ahora, y promoviendo la discor-dia entre las naciones continentales, ha-bía conquistado, en dos siglos de gue-rras comerciales y coloniales, una enor-me supremacía mercantil y realizadoen su industria, a fines del siglo xvmy principios del xix, la admirable trans-formación que la adelantó en casi unsiglo a los demás paí-e .

Tal supremacía, ya evidente antes delas guerra- iniciadas por la Revoluciónfrancesa, adquirió tanto desarrollo des-pués de la paz que siguió a la caída deNapoleón I, que. de una parte, la ne-cesidad con que se hallaban los ingle-ses de dar salida al exceso de su enor-me producción industrial, que las de-

Firme en su posición insular, atizan-do la discordia entre las naciones delContinente, Inglaterra había conquista-do en do: siglos de guerras comercialesy coloniales una supremacía mercantilincontrastable, y había realizado en suindustria una revolución' técnica defines del siglo xvm y principios delxix. Esa supremacía, ya evidente antesde las guerras de la Revolución al fir-marse el tratado de comercio franco-inglés de 1786 (que la Convención tuvoque romper a cañonazos) era de talnaturaleza al restablecerse la paz (derri-bado Napoleón', que el exclusivismocomercial carecía de sentido y era da-ñoso, provocando represalias, poniendotrabas al tráfico y dificultando de todassuertes el intercambio. Era, pues, natu-ral, naturalísima, la tendencia libre-cambista de comerciantes e industriales.

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más naciones habían forzosamente deaceplar sin competencia por su perfec-ción, y de otras materias para la fabri-cación a precios económicos, explicanbien a las claras que Inglaterra reci-biera con simpatía un sistema que, co-mo el del librecambio, tendía a supri.mir trabas y represalias en el tráfico,proporcionándole un doble beneficio enla introducción y en la extracción. (Pá-ginas ns-i¡6.)

Con las débiles reservas de entonces,la sin par «teoría de las salidas» no eraenteramente (miradas las cosas grossomodo'! una imbecilidad; si los indus-triales querían exportar, Inglaterra, omejor el Reino Unido, debía recibir enpago de sus productos y de los fletesde su Marina mercancías extranjeras.(M. y C, núm. 43, pág. 8.)

Las nuevas ideas no vencen, sin em-bargo, sin lucha; y los Tories protec-cionistas no solamente resisten al prin-cipio su empuje, sino que aun elevanlos derechos sobre cereales en favor delos propietarios (Land-Lords) de tie-rras. Pero el programa de la reforma li-beral adquiere de día en día nuevosprosélitos, aun entre aquellos que noson comerciante^ o industriales; y aun-que tímidamente al principio, al fin esiniciada por Canning y Huskinsson conel pretexto de dar mayor sencillez yclaridad a las tarifas arancelarias, de-masiado complicadas entonces. El mo-vimiento parece detenerse al dejar elúltimo la tartera de Comercio, que ha-bía desempeñado desde 1823 a 1827. du-rante cuyo tiempo autorizó la entrada,antes prohibida, de ciertos tejidos, yacordó la rebaja de los derechos de im-portación de algunas primeras materias;pero toma nuevo impulso con la refor-ma parlamentaria de 1832, que dio dc-ciíivo influjo político al comercio y ala industria.

Las agitaciones de 1836 y 38 allana-ron el camino de la transformación aran-celaria llevada a cabo por Sir RobertoPeel en 1842, 45 y 46, que llegó hastala supresión absoluta de derechos paralas materias primas, y estableció otrasimportantes reducciones para las manu-facturas, y por Gladstone en 1853 y

Pudieron resistir los tories el empu-je, y aun elevar los derechos sobre losrereales en interés de los land-lorda;'pero, a la larga, la reforma liberal erainevitable. Débil al principio con Can-ning y Huskisson, y aun pareciendo de-tenerse al dejar este último la cartera deComercio, que había desempeñado des-de 1823 a 1827, toma nueva fuerza conla reforma parlamentaria de 1832, quehizo decisivo el influjo político de co-merciantes e industriales. La agitaciónde la Anti-corn-lau-associution (1836) yde la Anti-corn-lmv-league (1838) alla-nó el camino que recorrieron Peel, conlas reformas de 1842 y 1845-46 y Glad-stone con las de 1853 y 1860; esla úl-tima dejó el arancel reducido a 48 ar-tículos de interés fiscal: el libre cam-bio estaba prácticamente establecido.(M. v C , núm. 43, pág. 8.)

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18t>0, fecha e-la úhiitia en que. redu-cido el arancel inglés a 48 artículos deinterés fiscal, se halló de hecho esta-blecido el librecambio en Inglaterra,sin que para filo fuera obstáculo el per-juicio que experimentaron los produc-tores agrícolas, cuyos intereses hubie-ron de ceder ante los de la industriapor la niiuor importancia de éstos. (Pá-ginas 11611".i

Pocos ob-úiulo; buho de encontrarla nación inglesa para la propaganda desus principios económico-comerciales,porque a su interés de colocar en elmercado del mundo su exuberante yperferta producción industrial, corres-pondía el de las demás naciones, que,aparte de recibir producios manufactu-rados de ninguna o escasa e imperfectaproducción en ellas, encontraban en laGran Bretaña el mejor mercado parasus cereales, lanas, vinos, carne? y lodaclase de primeras materia»; y asi ;e veque ¡inte tan comunes conveniencias,Rusia reduce sus derechos en 1844,1850 y 1857. siguiendo la misma polí-tica Succia. Dinamarca, Bélgica y Ho-landa; Suiza se adhiere al régimen li-beral a raíz de la unión de 1849; Ca-vour, el fundador de !a unión italiana,ante la necesidad y conveniencia deconquistar las simpatías de Francia pa-ra el Piamonte. sigue los derroterostrazados por Napoleón en el Tratado deComercio Cobden-Cbevalier, que en1860, y a espaldas de las Cámaras de supaís, celebró, guiado tal vez más quepor convencimientos económico? pormotivos de popularidad y por el deseode adquirir la benevolencia inglesa pa-ra sus plañe? políticos internacionales.

Menos inconvenientes aún podía en-contrar la reforma en l'ruiia, que, su-jeta especialmente desde los tiempos deFederico el Grande al régimen protec-cionista, halló en él importantes venta-

Lus ideas librecambistas no habíanquedado circunscritas a Inglaterra. Pro-pagábanlas en el Continente casi todoslos economistas y políticos. En Franciacontaban con la tradición de las escue-las de Gournay y de Quesnay (fisio-cracia), y el «vulgarizador» de la eco-nomía inglesa en Francia y demás paí-ses latinos. Juan Bautista Say, era. aunsin eso, un convencido. ¿Acaso no lehabía arruinado el bloqueo continen-tal? ¿Oué duda podía caberle de losefectos perniciosos, funestísimos, delsistema prohibitivo? De hecho estabael interés preponderante de la; nacio-nes, o. mejor dicho, de los producto-res de aquel entonces en las nacionescontinentales de carácter predominan-temente agrícola, inclinado hacia el li-bre cambio. El Reino Unido se conver-tía en el mejor mercado de sus cerea-le», Je sus lanas, de sus vinos, de suscarnes, asi como del algodón norteame-ricano. (Los cereales de América noson objeto importante de comercio in-ternacional hasta mediados del octavodecenio del pasado siglo.) Rusia redu-cía sus derechos de>de 1844 en 1850 y1857; la minina política siguieron Sue-cia y Dinamarca, Bélgica y Holunda,Suiza adoptó una tarifa muy liberal araíz de la Unión de 1819. Cavour llevaal Piamonte por caminos de libertadpara ganarse a Francia • Prusia tracuna tradición liberal desde la ley de1818; en parte por interés político, en

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ja< ei'oiióniicas, pero no menores difi-cultades para la obra de la hegemo-nía política alemana, sueño siempre ali-mentado por aquella nación. Persi-guiendo esta esencíalisima idea unilicóen 18) 0 las tarifas arancelarias de iodoel reino; y aunada la conveniencia po-lílira con la propaganda de las ideas li-brecambistas, difundidas con gran acep-tación, promulgó la ley de 1818, que alpar que establecía de modo cierto launidad fiscal en el reino de Prusia, aca-bó por las prohibiciones de importargéneros extranjeros. extremando, unavez constituido el Zoltvercin en 1834.las prácticas de libertad de comercio,en oposición al proteccionismo austría-co y como barrera puesta a esta nación,que desde 1819 pugnaba por entrar en laUnión Aduanera alemana, con Unes mu-cho más políticos que económicos.

Francia era. sin duda, el pais europeoque por los adelantos de su riqueza de-bía oponerse, con mayor tesón a la po-lítica librecambista, para evitar la com-petencia inglesa; y asi lo hizo desdefines del siglo x\m liasta la caída deLuis Felipe; pero Napoleón III, ele-vado a la presidencia de la Repúblicapor el voto popular y al Imperio por ungolpe de Estado, buscaba en el halagoa la opinión pública la fuerza que Jia-bía de sostenerlo; y como el número deconsumidores es siempre superior entodos los países al de productores, abeneficiar a la clase niá- numerosa seencaminaron sus reformas de 1853, quesi In'en produjeron protestas de los in-dustriales ante el Poder legislativo, nobastaron a detener al emperador en suspropósitos, que determinaron el Trata-do franco-inglés de lítfil). ba-e de los ce-lebradoi por Inglaterra con Bélgica.Italia Prusia. Zollverein y Au-tria. ypor Francia ion las misma* naciones ySuiza. Holanda. Ciudades Hanseálicas.Mr Meni'uirgo y Suecia, España y Por-r a l . iPág-. 117-118.)

partí: por interese? económicos y finan-cieros. Constituido el Zolti:ert>in (1834!.se le imponía, por asi decirlo, la liber-tad por motivos de carácter inlerni-rioiiül. Austria, en efecto, no deja deintentar su entrada en el Zollvereindesde 1849 para di-putar en él a Pru-sia la hegemonía de Alemania; perolos interese:- proteccionistas de Austriaeran muy fuertes y Prusia hallaba enla política comercial liberal medio eri-cacÍMino de librarse de un concurrentepeligroso en el terreno político. Fran-cia, debido a su desarrollo económico,era la nación que tenía en Europa in-terés más opuesto al libre cambio, yel influjo de aquel interés decide lapolítica comercial francesa desde laguerra de la Revolución hasta la caniade LUÍ- Felipe. Napoleón 111 repre-senta sobradamente intereses popularespara que no prestase apoyo al «puntode vista del consumidor»; sus refor-mas de 1853 representan esta tenden-cia. Los industriales -e defendieran enel poder legislativo; p e r o Napoleónburló su táctica apelando a la rebajamediante tratado.- autoriz.ulu- p o r laConstitución. Napoleón deseaba u n aaproximación política al Reino Unido.De todo ello resulta el tratado do co-mercio francoinglés de 1860: Cobdeny Chevalier fueron sus padres espiri-tuales. Ese tratado sirve de centro auna red de tratados libérale.-, CUNOS dosprincipales radiaciones fueron los tra-tados del Reino Unido con liélgica. lla-lia. Prusia - Zollverein y Austria: deFrancia con e<as naciones, y Suiza. Ho-landa, ciudaile- lianscálica.s, Mecklen-burgo. Silería, España y Portugal. (M.y C núni. 43. págs. 8-9.)

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195!) I RKI.ACIUMíS t.NTRK H.OKKS HK I.KMUS i CMU.IA Al.IX

E»te período ile 1¡I política liberal fuebrillante, lodo progreso técnico (le laproducción, que conduce necesarianicn.te a la manufactura primero, al ina-quim'snio ilopnés. no es imaginable si-no en el cuadro de la división interlo-cal del trabajo; lu producción en masaobtenida en un punto se ¡rrailia y ex-tiende -obre una .-uperlicie cada vez ma-yor ooiuo mentado, y el territorio cu-yas diversas partes »un solidarias entresí por el intercambio se ensancha; lasbarrera» tienen que desaparecer paraque el progreso se realice; pero el li-brecambio, rebajando derechos y supri-miendo barreras, no era la única niaun siquiera la principal causa de tan-la grandeza, porque de no coincidir conla época de los ferrocarriles, del telé-grafo, (¡e lo? rápidos transportes y delos grandes progresos en todos los me-dio» de comunicación, no hubiera pro-ducido tales efectos. Con aquellas faciudades era lógico que gran parte delcomercio local se convirtiera en nacio-nal y una porción del nacional, más omenos importante, lomara el carácterde internacional.

El librecambio, sin las manufacturas,sin la ¡icufírcsión de la agricultura, sinlos grandes territorios económico-poli-tico unitarios, sin caminos, ferrocarri-les y fletes buratos, habría sido para elmundo lu libertad de moviniivntiy otor-gada teóricamente a un ¡¡urnl'itico; y deteoría no hubiera podido pasar ron loselementos de transporte usados aún du-rante una buena parte del siglo XIX.Fue. pues, su misión hacer posible laobra y en cierto modo completarla.

Tantas excelencias, sin embargo, nobastan a consolidar el fruto alcanzadopor tantos y tan ilustres propagandis-tas; y asi, cuando al comenzar el últi-mo tercio del siplo xix consideran eltriunfo indiscutible y asegurado por laexperiencia de tan brillantísimos resul-tados, sin que en realidad pueda seña-

El período de la política liberal fuebrillante. Todo progreso técnico de laproducción que lleva necesariamente auna concentrac ion (la manufactureraprimero, el maqumismo después/, noes imaginable sino en el cuadro de 1Adivisión ínterlocal del trabajo. La pro-ducción en masa, obtenida en un pun-to, se irradia y extiende sobre zonascada vez de mayor mercado. El territo-rio cuyas diver-as partes son entre sísolidaria» pcir el intercambio, se ensan-ebu; lus barreras interiores tienen quedesaparecer para que el prore.-o tengalugar. Es la gran aspiración del Jner-cantilismo (tan odiado de los economis-tas lih/ral,?». tan calumniado por ellosy tan mal comprendido) hacer de losE-iudo¿ políticos unitarios, que son fun-damentalmente creación de aquella granpolítica, verdaderas unidades económi-cas, libres t'n ej interior, con institu-ciones económicas unitarias. Esta granaspiración de Colberl no pudo ser rea-lizada en r-'rani'ia sino hasta la Revolu-ción, y desde esta época hasta 1874, esdecir, en la era de la política liberalen los demá- Estados: Reino Unido,Estado» Unidos. Kusia - Polonia. Aus-tria - Hungría. Suiza. Italia, Alemania,etcétera. El medio más potente de cons-titución de esos »rnn<lc>, territorios eco-nómico.» está en lo> progresos de lasredes de comunicación y de transporte :es la era de las carreteras, de lo< fe-rrocarriles, de los telégrafos. Sobre losefectos ile ]a transformación de la agri-cultura no liay <|ue insistir. Era natu-ral que una gran parle del comerciolocal se convirtiera en nacional. "Unaparle del comercio local y nacional ha-bría de tomar carácter internacional...Este último aumentó así. por modo co-losal, en el período del ibcralismo co-mercial ; éste, rebajando y suprintien- <do barrera- en Ijs fronteras, contribu-yó eficazmente el efecto. En ello estásu significación histórica. Pero fue un

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100 J I . I N VKI.ARDE FLtRTES [R. E. P., VI, 1

larse apóstol de lu doctrina contraria,surge una reacción en sentido protec-cionista que arrastra a todas las nacio-

. nes del globo, excepto a Inglaterra, alparecer, con una rapidez infinitamen-te más acelerada que la que se empleópara la difusión deí librecambio. (Pá-ginas 118-119.)

factor entre otros mucho?, y cuando susfanático? le atribuyen el efecto lotal,discurren como quien no interpreta loshechos, sino que los ignora. El libre-cambio sin las manufacturas, sin la re-novación agrícola, s i n los territoriosccanómicopolUicos unitarios, sin cami-nos y ¡leles buratos y ferrocarriles, luí-briu sido para el mundo la libertad demovimientos otorguda n un inválido.Completó en parte; en parte hizo po-sible la obra. I.a economía del dinerose generalizó; la del crédito experimentó brevemente un desarrollo gigantesco :la economía universal moderna estabaconstituida.

\ cuando en el séptimo decenio delpasado siglo y después los librecambis-tas no se cansan de profetizar el triun-fo completo de sus ideales tomo im-pue.-to por una lev natural e ¡rrefraga»ble, acontece todo lo contrarío (M. y C.,número 43. págs. 9-10.)

Dicho queda que la idea proteccionis-ta fue la predominante en los EstadosUnidos desde que tuvieron vida propia,idea que, aunque templada por los in-lereses de los señores de las grandesplantaciones algodoneras y de los reba-ños de esclavos, f u e mantenida porAlejandro Hamilton, el ilustre colabo-rador de Washington, y definida pori\ en 1791 en un informe sobre las ma-nufacturas.

Territorio económico único; institu-ciones económicas unitarias; creaciónde una industria propia, y evitar a to-do trance el librecambio de los EstadosUnidos con las naciones de industriadesenvuelta, Inglaterra entonces, q u erevelaban una fuerza de previsión enmateria económicopolítica que ningún

o americano ha demostrado después.

La guerra de secesión, 1860-65, diofin a lo supremacía de la aristocraciaesclavista; la dirección de la política

So lia visto que e\ sostén de la políti-ca norteamericana moderada era la aris-tocracia terrateniente del Sur. los se-ñores üe las grandes plantaciones al-godoneras y de los rebaños de escla-vos. Solamente el interés de aquellaaristocracia había mantenido en limitesy términos de moderación la tendenciaproteccionista muy fuerte en Norteamé-rica de>de los dias mismos de su inde-pendencia : Alejandro Hamilton, el co-laborador de Washington, el mayorhombre de Estado que haya producidoNorteamérica, había asentado en 1791en un Report on Manufactures los pun-tos de vista y principales fundamentosde la política proteccionista a que tangran porvenir estaba reservado. Terri-torio económico único; institucioneseconómicas unitarias; creación de unaindustria propia; evitación a todo tran-ce del libre cambio de los Estados Uni-dos con naciones de industria desen-

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KNEKO-AHRII. 1955 1 REÍ \CIONKS KNTKK FLORES PK LF.ML'S Y GARCÍA AI.1X 11:1

pasa del Sur al Nordeste, cuna y asien-to de la actividad industria!, y mien-tras lo? colonos recibían en tierras pú-l»Ii«-a=- el premio de sus servicios en elejercito del Norte, los indu-triales eranel principal factor político como mejorinformados de las necedades del paisen general (Pág. 121.)

vuelta (Inglaterra) como ruinoso par»aquellos: tales eran sus principales exi-gencias. La fundamentación en el Re-¡torl revelu tal poder de comprensiónde la vida cconómicopolítica, <jue nin-gún americano después >e le acerca acien millas: quizá por eso no li> mien-tan siquiera nuestros manuale-.

La guerra de Secesión (1860-65) aca-bó con la dominación de la aristocra-cia esclavista; la dirección política pa-só del Sur al Noreste, aliento <le laactividad industrial. > mientras los jar-mvrs recibían de las tierras públicas elpremio bien ganado de sus inaprecia-bles serviiios en el ejército del Norte,=.e constituían 1 o > industriales en elprincipal factor político, pues la gentedel campo, es, en general, corta de al-cance.*, estrecha de horizontes- de ru-de/a nada compatible con la actividady labor de sabandijas, y lejos de l;i-riudatle? no estaba ni informada ni encondiciones ile tomar la dirección po-lítica en siii manos. (¡\f. y C. iiútn. lr>,páginas 3-4.)

Los ga>tos de la guerra en una Ha-cienda cuyo ingreso principal es el deAduanas, juntamente con las aspiracio-nes industriales, produjeron el elevadoarancel <)e 1861. La colonización inte-rior y la red de ferrocarriles aumenta-ron de modo increíble los productos yla exportación agrícola, "1 propio tiem-po que la industria explotaba lo* enor-mes recursos del país y conquistabarápidamente el mercado interior al abri-go de los aranceles.

La rebaja arancelaria de 1872 es anu-lada en 1875, sin que las reformas pos-teriores tengan importancia. Diez añosdespués, la crisis agrícola se refleja ennuevo* empeños industriales; repartí,das las tierras públicas, la inmigraciónno puede ya ser lanzada a la agricul-tura del Oeste; hay que emplearla en

El ¡lumenli) de la* necesidades financieras a con>ec>iencia de la guerra, unade las más costosas del siglo xix, ei>un pais cuya Hacienda tiene en laaduana -ui inqreso principal, llevaba depor -í al aumento de la tarifa.

Una y otra causa produjeron el aran-cel de Ifitíl. fuertemente proteccionis-ta. f,a colonización interior y la cnus-Irucción de la red ferrocarrilera aumen-taron por modo colosal la produccióny la exportación agrícolas; la indus-tria ¿í liulló en condiciones de explotarlos enormes recursos del pais, pile-tosa MI alcance por los ferrocarrile-. yemprendió rápidamente la conquista delmercado inícrior reservado pora elíapor el arancel. La rebaja de 1872 fueanulada tres año- después, y las refor-ma.- posteriores en igual sentido carc-

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I .V VKI.AKUK FLLKTKS LR. E. P. , VI. 1

la industria, y enlomes empieza a eom-prender-e allí lo que aún no lia com-prendido la democracia española: queno las ideas democráticas, sino el rc-parlo abundante de tierras públicas sal-vó .1 la América del ¡Norte de las ludias.-ocialn- i]ue aflijien a Europa.

F.n aquel pueblo práctico por excelen-cia. }•< cuestión arancelaria es lu ban-dera que mana la divisoria entre lospartidos político.*, y en derredor «le ella-e libran lo.- combales que llevan o arro-jan a los partidos al poder. Represen-tan los republicano- l.i ido.i proteccio-n¡Ma u lodo trance, mientras los demó-cratas, aun hallándose muy lejos del li-brecambio, aspiran a tarifas mus mo-deradas; bajo la presidencia de Cle-veland logran aquéllos impedir Ja reba-ja del arancel, y con la de Harrin>onaprueban Jas enormes tarifas Mae-Kín-ley en 1890; los trusts, cada vez másextendidos y numerosos, imponen labrutal fuer/a uJ>*orl>enle de) capital; ylo- demócratas, aprovechándose del mal-<?«!;»• producido por la crisis de 1893.obtienen la reelección de Cleveland ysustituyen en 1894 las tarifas Mac-Kin-ley por las de Wilson, algo más mode-rada-; per» Jura poco la tendencia li-beral, puesto que el país, en las elec-ciones MKuientcs. vuelve a dar el triun-fo <t ]<i- republicanos cun M;u -Kinley,que aivptü. en 1X97, el arancel Dingley.hoy vifcmc. verdadera ohra maestra delproteccionismo.

De las inclinaciones que alpunos su-ponen haber creído advertir en Mac-Kinley durante ios último- tiempos deMI vida, liaiia una reforma de la poli-tica comercial de los F.stados Unidos,fin -entufo meno* re>tr¡ct¡vo. y que olro-Wrunlun en el .(dual presidente Roose-velt. no habría para que ocuparse en<*ste momento en que sólo se relatanhecho» reales, efectivos y consumados.de dominio público; perj en el terre-no de Jai suposiciones, que a nadie

cen de importancia. En el decenio si-guiente. «1 noveno de la pasuda oentu-ría. el malestar producido por la bajade los cereales y pur el acabamiento delas Herrar públicas que repartir a loscolonos, despiertan nuevas ansia- dej^rotei rión. La mala situación de la a;;r¡-rultnra liare volver los ojos a la imln>-tria. I a corriente de la inmigración nopuede ser ya lanzada sistemáticamenteItacia el Oeste; las tierras faltan; hay(|ue aumentar la industria que lu deemplear c-os brazos: entonce- comien-za a ctiinprendc»c que no son las ins-tituciones democrática-, cuino todavíarepite el coro de babiecas de la dcnio-iracia opaíiola. las que libraron a Nor-loaniérica do las tremendas lucha- ra-ciales de la vieja Europa, sino las bue-nas tierras públicas en abundancia. I.alucha por el jruiwe) «Jom/na las contro-ver-ias y «1 choque de los partidos po-líticos. I.o- republicanos representan elprt>tiH'rioi¡it-inu a u)lrnn¿x; 1"S (temó-cratas. la moderación en la tarifa. Nobubo medio legítimo ni ilegitimo queno se pusiera en juego. I.os trusts co-mienzan a extenderse y redoblan el i<in-flujoi) político del capital. Cuando Cle-veland fue elcpido presidente, lograronlos ropiihücianos impedir la rebaja delarancel, y vueltos al poder ion Harri--on. hicieron pasar la enorme tarifa deMar Kinley (1HW). 1.a crisis de 1¡I9:>echó por tierra no nocas esperanzaspuestas en la aceptación <í<e ese arancel;los trusts abusaban de su fuerza sin nin-guna consideración; el malestar e r aprande y este estado de cosas hábil-mente explotado en sentido político porlos muñidores demócrata- dio a éstosel triunfo en la reelección de Cleve-land, siendo sustituido el arancel lieMacKinlcy por el ' de Wilson (1S')4).ba-tanlc más moderado. Mas fue ellopor corto tiempo, pues en las eleccionessiíiuienlc? volvieron a triunfar los repu-blicano* c o n Mac Kinley c bicioron

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i:NF.m>-.\m¡ii. lli:i.,\t IDNCS KM'HI". l'I.OHHi I>K I.LMIS V CAHC.IA AL1X 103

esAa vedado, puede aven\urar~e la afir-mación de que. hiendo el capital el queejerce predominio en Norteamérica, y«>li" partidario del prolec cionismo. delque tan maravillosos resultados l)a ob-tenido, no pareee probable que cam-bie ni permita cambiar la orientacióneconómica.

Por oirá parte, el desenvolvimiento«Je las ideas que eti ^cutido liberal seatribuyen a Hoosevelt están en abiertapugna ron su= entusiasmos pi>r til po-der militar y nuval. a los que no pue-de llegarse en los Estado* huidos másque a co-la del arancel, principalísimafuente de ingresos (le la Hacienda yan-qui; y como no es país aquél impor-tador (Je mantenimientos, y los artícu-los fiscales constituyen el medio máseficaz de que dispone para tener abier-tos a lo- producto^ suyos los mercadosamericanos, s ó l o puede obtener losgrandrs producios de 1Ü renta (le Adua-nas que necesita gravando los ponerosmanufacturados; resultando asi que elinterés fiscal y el proteccionista conver-gen a un mismo fíii : al de >o>».uer la?tarifas elevadas. i\¡¡ aun los tratados <lecomercio lograron cambiar <Je m o d osensible el sistema seguido p o r laUnión, pues -us acuerdos comercialesno se apartaron nunca lie él. (l'ágs. 122-123.)

'•U'ep\aT el a v a i n d \li o y vtgeittt". <!c

Uingley (1897.1, verdadero choz il'oeu-vre del proteccionismo. Parece que e\presidente Roosevelt no e.i contrario auna revisión que modere un poco elenorme arancel actual. Pero el pu:lcrdel capital en Norteamérica es boy detal suerte, que lo fundamental del ré-gimen está bien asegurado. No debeperderse de vista que Koosevelt e.~ unentusiasta del poder militar; cada men-saje es un eatnlo a la fuerza, quiereaumentar de modo colosal la escuadray .. el arancel es la principalísima fuen-te de ingresos de la Hacienda yiwkee.Y como no es paí- importador de man-tenimientos, como los artículos lisíale»P'ir exr.ellenrt. no pueden ser gravadosporque su libertad es el medio más efi-caz de que la Unión dispone para tenerabiertos a los productos suyos los mer-cados americanos (¡azúcares!), para ob-tener grandes rendimientos Ac aduana*Uay que cargar la mano en los produc-tos manufacturados; - el interé.-. fiscal yel interés proteccionista concurren asíal mismo efecto : el mantcnimieiili) <lelas tarifas elevadas.

La experiencia lia mostrado que lapolítica «le los tratados <le comercio nologra cambiar de una manera impor-tante l o s derechos aduaneros de laUnión. (M. y C. mím. 45, págs. 1-5.)

Aun con el enorme desenvolvimientoactual de la industria norteamericana,«ion los inmensos recursos del país y laperfección técnica de sus producciones,una rebaja importante en el Arancelsería verdaderamente desastrosa para lanación; porque si la mayoría rlc lasindustrias se hallan en condiciones desoportar la competencia extranjera, nopodría evitarse de momento una crisisprofunda por pérdida de parle del mer-cado actual, y en el porvenir que se«lcbiülase de un modo permanente RII

Pero lograr una rebaja esencial enl o s dererbos aduaneros de la Unión,eso. por anticipado, se puede tener porimposible. Con todo el enorme dc-en-volvimicnto actual de la industria nor-teamericana, eon los inmensos recur.-os-riel pais y la perfección técnica <le susinstalaciones, la rebaja importante delarancel sería desastrosa para ella; lamayor parte de las industrias podríansoportar la competencia, pero habríande pasar por una crisis tremenda, per-diendo parte del mercado actual y de-

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104 JUAN VKLARDE FL'ERrKS |K. E. 1\. VI. 1

poder de exportación, que ltasla ahora,al amparo <Jel arancel y ayudado porlos trusts, ha podido forzar la conquistade los mercados, necesidad cada díamás vilal a la gran República, en cuyaexportación dominan todavía los pro-ductos del suelo, pero que. terminadala rápida colonización interior, ha deser superada muy pronto por la de ma-nufacturas, como lo requiere el enormedesarrollo que su elaboración alcanzódesde 1880. en que el número de esta-blecimientos industriales, era de 253.852,con un valor de 5.369 millones <le dó-lares de mercancías producidas hasta1900. en que aquéllos llegan a 512.734y oslas a 13.000 millones. (Págs. 123-124.)

buhándose de un modo permanente supoder de exportación. La organizaciónactual de los /rus/.s. en efecto, no esposible sino merced al arancel; apo-yándose en él pueden los industrialesforzar la exporlución. conquistarse elmenudo con la ayuda de verdaderospremio* cobrados al consumidor nacio-nal. Le añado en seguida que no siem-pre podria éste quejarse con justicia,pues las ventajas en el precio que dela organización en trusls resultan confrecuencia, sobre todo en las formasq u e combinan períodos distintos delproceso de la producción, o bien estaúltima y empresas auxiliares de ella(ferrocarriles, navegación) compensanmuclias veces aquella elevación y des-nivel relativo de los precios.

Y la conquista del mercado es hoy,y lo será más cada «lia. una necesidadvital de la gran República. >a le lieinilicudo que los tiempos de rápida co-lonización interior pertenecen a lo pa-cmlrt; tí TVnrtrarm'rica lia tie seguir sil

crecimiento gigantesco necesita empujarvigorosamente su industria. Aún domi-nan lo- productos del suelo en las ex-portaciones pero la proporción de lasmanufacturas en el conjunto de aqué-llas va creciendo rápidamente.

He aquí un par <le cifras interesantesacerca del desenvolvimiento ¡ndii-triaTde Norteamérica (Censu.s. uñns corres-pon.; Sumaries oj Industrie^:

A Ñ O S

1880

1800

1900

Númerode estableci-

mientosndustriales

25H.Sí>2

355.415

512.734

Capital

(en millones)!

2.790

6.846

9.525

A S A L A R I A D O S

Númerode obreros

Millones

2,72

4,25

5,30

Importede salarios

(mil'onesdólares)

VAI OK FN MM.IOSfSDOLARES MKRCASCIAS

! Empicadosi en la| producción

947

1.891

2.330

J 3 396

i 5.1627.360

Producidas

5.369'

9.372

13.000

(.Tí. y C, núin. 45. págs. 5-6.)

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ENKRO-AHHIL HKI.AÜIONKS KNTHK H.ORtS 1>V. l.liMI CAHI IV Al.IX

La mayoría de los Estados de Centroy Sur-América tienen como mercadoprincipal, o por lo menos como uno delo¿ más importantes de exportación, losEstados Unidos, acomodando éstos 6ustarifas al trato que rada uno de aqué-llos otorga a los productos norteame-ricanos. Por este medio, por el influjodel capital americano y por el más ex-pedito de la presión política, fuerzanla exportación de sus manufacturas enaquel Continente, no obstante la pode-rosa concurrencia que ¡iiRlese* y alema-nes hacen sentir; y no parece aventura-do suponer que más que en la idea dela expansión territorial, por solo el te-rritorio, esté basada en la comercial ladoctrina de Monroe. (I'ág. 124.)

Los más de los Estados de Centro ySudaniérica dependen fundamenlalmcn.te en sus exportaciones del mercadonorteamericano y, cuando menos, es é«euno de los mercados importadores. LaUnión arregla, en consecuencia, su la-rifa de manera que esas exportacionesestén pendientes del trato que los Es-tados respectivos otorguen a los pro-ducios norteamericanos (la indicacióncorrespondiente se halla en el cuader-no que usted mandó publicar sobre LnReforma Arancelaria, pág. 81 y por es-te medio, por el influjo del capitalamericano en los países correspondien-tes, y por el más expedito de la presiónpolítica fuerzan la exportación de susmanufacturas a los demás Estados deAmérica. Ciertamente que la concurren-cia inglesa se hace senlir fuertementey que los alemanes realizan con fortu-na la obra del cuclillo, dejando a yon-ko.a. ingleses, franceses, belgas, etc.. la-brar el nido en que los tudescos aca-ban por colarse; pero, como van lascosas, el influjo político, que es en úl-timo término el peso de los cañones delos grandes acorazados, han de decidirla situación. fM. y C . núm. 4ñ. pá». 6.)

Con la compra de la Luisiana; con laanexión de la Florida en 1819; con laposterior de Texas, Nuevo Méjico, Ari-zona y California, que arrancaron aMéxico; la compra de Alaska a Ru-sia en 1867; la anexión de Hawaii;la de Puerto Rico y la de Cuba,'ver-dadera colonia americana en materiascomerciales; la de Panamá, tomadorecientemente a Colombia, y la absor-ción que con unos u otros pretextos,viene realizando de buen número deRepúblicas Hispano-amcricanas, sobretodo en las del Centro; y como estosterritorios no bastan a las necesidadesde expansión comercial de los Esta-dos Unidos, la posesión de Filipinas,

Compraron la Luisiana (1803); se al-zaron con la Florida (1819) y aun nohabía mediado el siglo cuando se ane-xionaron los Estados arrancados a Mé-xico : Texas, Nuevo México. Ari/onay California. Tenían puestos los ojosen Cuba desde 1823. Los deseos de ex-pansión llegaron a tomar caracteres deuna manía panamericanista ya por losaños J 852 a 1856. El año 67. recienteaún la guerra, compraron Alaska: Ru-sia tenía tanto más motivo para ven-derla cuanto que sabía por experienciaqué interpretación práctica daban lo?americanos a la doctrina de Monroe. Vde qué clase de política -*e trataba daidea la respuesta del ministro de Es-

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106 JLAN VEIAWE FLKRTF.S Itt. E. 1\. VI. 1

más bien regaladas que conquistadas,y la de Guaira, les lia permitido poseeruna base en el extremo Oriente queno tardará en- ser ensanchada, aunquepara ello tea prceho realiiar, como yase lia hecho, una centralización y apa-rato administrativo que les eran extra-ños, mantener un.ejército considerable> aumentar colosalmente s-u poder naval,ron otros gastos secuela inseparable delimperialismo, sean rúales fueran losmotivos que lo impulsan. (Págs. 124-J25.)

lado a los ataque: tic que fue objetopor aquella compra: «dentro de «lossenerarionv: podrá apreciarse »u valor».Se lian anexionado Hawaii, nos lian to-inailo Cuba y Puerto Rico, lian revisa-do el tratado con el Kcinu Unido sobreel Cuñal interoceánico, reservándose laintervención oiiiiiiinoila. lian arranradoPanamá a Colombia, todo tiende a run-fundir los interese.» de (¡osla Rica ronlus de la flamante República y el influ-jo decisivo de lo* yankee* en la Amé-rica Central es ya un hecho consuma-do. Acaso su porvenir en el Sur se de-cida en el Pacifico. Ya en 18HV fallópoco pura que estallara la guerra conAlemania a cau.-a de Sainoa, donde losyankee* habían lomado posesión delpuerto de Pago-Pago desde 1873. Esposible que la encuadra <|CI priiuipuEnrique tuviera órdenes relalivas a losyankro en 1898; hay quien asegura quesin la «prudencia» del comodoro ame-ricano el i-hoque habría sido inevita-ble. La posesión flr la» Filipinas yCuam le? lian (latió una base enorme enel Extremo Oriente; pero aqui su in-terés ce encuentra tan cercano al delJapón e Inglaterra en primer término,y a los de Alemania, Rusia y Francia,

. en segundo lugar, que la situación esesencialmente diferente <lc la <|ue se lesmuestra en América. Solamente que sifracasan en el Oriente no les lia de serempresa fácil desquitarse en Américadel Sur. Por de pronto todas las po-tencia» en juego se aprestan a la lu-cha. Alemania l i e n a toda prisa laconstrucción de la escuadra; los Esta-dos Unidos procuran aventajarla a lo-do trance; el Japón no había termi-nado la guerra aún cuando encargabarcfucrzo>: se habla de todo un nuevoplan de escuadra: Rusia parece habersido detenida en la reconstrucción deen poder natal «nlainenln por «1 enormecataclismo interior.

Mientras el choque viene, no ha) que

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XMiNU-AKIlli. ¡9J5| lli:l.Ai:¡l»KS hNTIIK 1'I.OHfS 1)1. l.i;»1l,.N V i:\KIIA ALIX 107

pensar un que lu Unión rcnumii! a supolítica agresiva. Esta obliga a los Es-tados Unidos a una centralización yapúralo administrativo que l<:s eran ex-traño*; al mantenimiento de un ejer-riio conMiliTanle; al aumento i:olu.-alde su poder naval, »1 ¡mperialitino, enuna palalira. (M. y C , m'im. 15, pá-llinas 7-8.)

l'or e*o. el genio de üisraeli. a quienno ac ocultó el enurnic indujo que enel porvenir del Reino Unido podríacjerrer el triunfo de lo» Eslados «IdNorte en la guerra de Secesión a losresultado* de ésta respondió refundien-do inmediatamente sus posesione:* nor-tcamerirands en el Dominio del Cana-dá y construyendo el ferrocarril «ana-díense del Parifico, que unia la cla-rión militar de Esquimault. en aquelmar. fon el puerto militar <te Halifax.en el Atlántico, para facilitar el envíorápidu de lropa«. que desde la Me-trópoli podían llegar en menos de quin-ce dias a la rosta occidental del Ca-nato,. i Pag. 125.)

Porque al genio de Disraeli no rele orultñ el influjo enorme que para elporvenir del Reino Unido tendría eltriunfo de los Kslados del Norte en laguerra de Secesión. Durante ella el co-razón de lodo patriota inpléí late porlos esclavistas del Sur, y cuando losEstados del Norte impunen la coiuinua-ción de la Unión, el Reino Unido res-ponde inmediatamente fundiendo susposesiones norteamericanas, en el Do-minio del Canadá, y <:on-truyend<> elfcrrorarril canadiense del Pacifica queunía la elación militar de Rsquimault,en e>e mar, i-on el puerto militar deHalifax. en el Atlántico, permitiendoa-i el envió rápido de tropas de la me-trópoli, en menos lie medio nie<. ha'tala costa occidental del Canadá. (M. y(.'.. núni. 15, páp. 8.i

Nadie como Disraeli sintió la políti-ca imperialiíta, que alguna vos aisla-da ronsideró necesaria desde mediadosdel «¡ajo xix. ni liixo por ella tantoni tan penial. Ya en 1865 dei:ia a susconciudadanos ron la rinceridad propiaée un gran patriota: «finamos en vís-peras de grandes acontecimientos; lacuestión que tenemos que resolver esla de «i este pai» está dispuesto a re-nunciar a su.- posesiones y colonia.* deAmerita, o si, por el contrario, estádecidido a mantener su unión conello."», añadiendo con frases que Roose-velt repite ahora en América, que el

I'cro nadie rumo Dtsracli, el Condede Bearonslield, lia «sentido» la políti-ca imperialista, ni lia lieeho pur ellatantu y tan genial. En 1865 exclama:•iRsiamos en vísperas de grandes acon-tecimientos; tenemos que resolver lacuestión de si ene país esta dispuestoa renunriar a sus posesiones y coloniasde América, o ni. por el contrarío, c?tádecidido a mantener su unión ronellas». Y. continuando, hace notar ronpalabras que ahora parece ralear Rooae-velt en América, que el país debía dis-ponerse a soportar gastos militares quewan ¡insolutamente necesario*, pues.

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IOS UI.AHDE Fl:ERTKS [R. E. I».. VI. I

país debía disponerle u «oportar losgastos militares que eran necesarios,pues en otro taso habrían 'de aperci-birle a lo» ingleses a soportar la inva-sión de su prupio territorio; en 1872exponía ante el Parlamento el progra-ma político de conxolidaiJón del Im-perio, y su llegada al poder, dos añosmás tarde, inaugura la era más bri-llante de la historia británica moderna.

La escuadra, descuidada romo cargainútil durante el régimen liberal, realista y refuerza en grandes proporcio-ne;: Inglaterra acomete las empresasde Chipre. Egipto. Birmania, Zanzi-liar, Wixlú. Upanda. el paít de los Ma-tubeles. y prepara la lucha de razascontra los holandeses africanos, que ha-bía de terminar con la conquista deOranpc y el Transvaal. se renuncia air preparando las colonias para ser in-dependientes, y según Bearonsfield, laautonomía, concedida por los liberales,debe ser el primer paso para la cons-titución del Imperio, basada en la uniónmilitar y en la unión aduanera, inefi-caz ésta si no se aliamlnnaha la ideadel librecambio. (Pag*. 125-126.)

en oim cu;o, debían apcri'ihir-e los in-plcr-e» a sufrir la invnxión de mi pro-pio territorio. En 1872 exponía en elParlamento el programa político de-comoliilaeión del Imperio. Su adveni-miento al poder, dos años más tarde,inaugura Ja era mi» brillante de )a his-toria británica moderna. La escuadra,descuidada como carga inútil duranteel régimen liberal, se refuerza en gran-de oc.ala; Inglaterra pone mano en-cuanto se le ofrece: Chipre. Egipto.Burma. Zunxibar, Witú. Upanda. elpaís de los )fataliclc« .. y prepara lalurlia de raza? contra los holandesesafricanos, que había de conducir a lacvnquisla de Oranpc y Transwaal. Yano se piensa en ir preparando las co-lonia* para la independencia, a la ma-nera liberal; en el pensamiento delConde de Beacontfield. la concesión delo autonomía, obra de los libérale», nohabría ser el primer paso hacia la in-dependencia de la colonia, sino el lo-gro de la constitución del Imperio co-bre la unión militar y la unión rulan-nern. (M. y C, núm. 45, páps. 8-9.)

Encontraba el imperialismo bastantepreparado el lerreno en que podía mo-verse' porque los ensayos de protec-ción en las colonias autónomas y la cri-sis que a la sazón se sentía, por la con-currencia extranjera, habían quebran-tado la fe en las ideas lilirerambistas;y el programa que la Sociedad impul-sora (Revive» of Trade) o protectoradel comercio presentó en 1868. signela fuerte agitación for free trade (libre-cambio) ante la depresión comercialobservada, proponiendo tratados de co-mercio a corto plazo, y retorsión y ex-rlnsiún de las colonias de la cláusulade naciones más favorecidas otorgadoa terceras potencias, en caso neresario.(Páp. 126.)

El imperialismo encontraría en e'lepumo una cierta preparación del terre-no en que había de moverse. Los ensa-yos ile proteccionismo en la* coloniasautónomas habían quebrantado la fu enlas promesas librecambistas, y ruando-una crisis hacía sentir fuertemente laconcurrencia extranjera, no ne veíanlas bienandanzas de lo* voceros libre-cambistas y tí, y muy dura, la impo-tencia del sistema. Se comprende quela depresión comercial provocara en1868 el movimiento de la soriedad R«-vivvrx of Trnrie. con un programa ba->adu en la reciprocidad internacionalarancelaríu. a que siguió la fuerte ape-lación for fitir Triufe. aún más expresi-va; tratados de romerrio a corlo plazo,

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CKKRU-AIIHIL KEI.AC/O1VKS E/NTHK PLORES DE LEVUS Y C.IHCM M.IX 109

aplicación, en caso necesario, de dere-chos de retorsión, exclusión de las co-lonias de .la cláusula de la nación másfavorecida otorgada a terceras potencias.(Algum» disposiciones) del Coliierno in-glés contra la concurrencia extranjera:Reforma Arancelaria, pág. 2.) (Af. y C ,número 45, pág. 9.)

Durante el gobierno liberal de Glad-«tone, 1892 a 1895, se contiene la ten-dencia imperialista; pero el mismo añode su caída Chamberlain, ministro deColonias del gobierno conservador, enel decreto de 1895 referente a la deudade la colonia Australiaua, permitió alas colonias otorgarse entre sí ventajasarancelarias de carácter diferencial;trato que empezó • regir en el Cana-•dá en abril de 1897 coa el 12,5 por IDOen beneficio de la Metrópoli, elevadoal 25 por 100 desde 1 de' julio de 1898y a 33.5 desde igual día y mes de1900, y que habiendo aido objeto deredamación» por parte de Bélgica yAlemania, a quienes perjudicaba, ori-ginó la denuncia de los pactos comer-ciales ton estos países. (Págs. 126-127.)

Uesde 1892 a 1895, el gobierno deGladslone reaccionó en cuanto le fuóposible contra la tendencia imperiali»-ta; pero en el mismo año de su caída,Chamberlain, como ministro de las Co-lonias del gobierno conservador quesustituyó a los liberales, tomó el des-quite. La Australian Colantes DutyAct (1895) permitió a las colonias otor-garse entre si ventajas arancelarias decarácter diferencial. En el Canadá co-menzó a regir en 23 de abril de 1897el trato diferencial de 12 y medio por100 en beneficio de la Metrópoli; be-neficio elevado a 25 por 100 desde 1 dejulio de 1898 y a 33 1/3 por 100 a par-tir de igual día y mes de 1900. Y comolos tratados del Reino Unido con Bél-gica y Alemania fueran a esto contra-rios, y esas naciones reclamaran, el go-bierno inglés denunció los pactos co-rrespondientes que los conservadoresvenían criticando duramente desde lar-ga fecha. >M. y C, núm. 45, pág. 9.)

Posteriormente, en junio, julio yagosto de 1902, se celebró en Londres,entre los primeros ministros de las co-lonias una Conferencia colonial de cu-yo programa formaba parte el problemade la unión aduanera; 'resolviéndosecon carácter confidencial, que no obli-gaba, pero que representaba tendenciasy propósitos, entre otras cosas (pági-na 127):

En el verano de 1902 (de 30 de junioa 11 de agosto) tuvo lugar en Londresuna «Conferencia rolonial» entre losprimeros ministros de las Colonias (M.y C . núm. 45, págs. 9-10.)

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110 JVW U.XAHIIK FLKRIKS [K. F. i'.. VI. I

1.° La Conferencia reconoce que elprincipio de las ventaja» diferencíale:,del comercio entre la Metrópoli y lasColonia* de S. M. había «le avivar yfacilitar las relaciones comerciales yfortificar el Imperio misino por el des-arrollo de lo- recurso? e industrias decada una de su» parte?.

2." La Conferencia rci:onorc que.dailax las circunstancias anuales de lasColonia», no e¡- practicable la adop-ción de un sistema pcneral de libertadromi-rrial entre la Metrópoli y las po-sesiones ultramarinas de la Gran Bre-taña.

3." Con el fin de fomentar el comer-cio entre las diversas partes del Impe-rio v- de desear que las Colonias, queImliiviu no lian emprendido una políti-ca de esta clase, otorguen, hasta don-de su« circunstancias lo permitan, unapreferencia impurianle a lo» productos•Icl Reino Unido.

4." í.ns primero* min¡«lrn« <ir laxcolonias liaren presente con el mayorempeño, al Gobierno de S. M., quesería oportuno y conveniente otorgaren el Reino Unido un trato de favora Ion productos de la* Colonia*, sea l i -berándolas ile los derechos actúale* oque -e establezcan en adelante, sea porrebaja de los mismo*.

5." ÍMf primero? mini-tros presen-te? en la Conferencia íc obligan a po-ner en conocimiento de su* Gobiernosrespectivos, nn la primera ocasión, lospensamiento' fundaméntale* de la de-claración presente y a rogarle-i queadopten providencias que hagan posi-ble la rculi¿ación de lus mismos.

Los representantes presentes de l a sColonias están dispuestos a recomendara sus rcxpertivoc Partimentos el tratopreferente de las mercancías británicasen ln« «¡pújente* límites:

Canadá.—El trato diferencial y vicen-te de .13 1/3 por 100 y una ventaja ul-terior de determinados arl ¡culos por re-

1) I.J Conferencia reconore que elprincipio «I* las ventajas diferencialesdel comercio «nlrr la Metrópoli y l¡nColonia, de S. M. había <lc avivar yfacilitar la* relaciones comerciales yfortificar el Imperio -mismo por el des-arrollo de lo? recursos c industrias decada una de sus parles.

2l La Conferencia reconoce que.dadas la? cirvuii?tancius actuales de lasColonias, no «? nrartii-able la adop-ción de un sistema general de libertad••umercMl entre la Metrópoli y la? po-sesione- ultramarina» de la Gran Bre-taña. (Se refieren principalmente losdelegado: a la necesidad de los inerr--o< por Aduana», amén de algún ¡me-re* protector confesado y muchos porrunfei-ar.)

31 Con «1 fin de fomentar el comer-cio entre las diversas partes del Impe-rio e.s ile desear que las Colonia.', quetodavía no han emprendido una políti-ca <fp neta i'lusc, otorguen, huxlu ilun-dc sus circunstancias lo permitan, unapreferencia importante a los productosdel Reino Unido.

4) Los primeros ministros «le las co-lonias hacen presente con el mayor em-

' peño al Gobierno de S. M. , que seríaoportuno y conveniente otorgar en elReino Unido un trato de favor a lusproducías d c la* Colonias, sea liberan,dolas de los derecho? actuales o futuros,sea medíanle rebaja de ln< mismo*.

5) Lo» primeros ministro* presen-te* en la Conferencia se obligan a po-ner en conocimiento de sus Gobiernosrespectivos, en la primera ocasión, lospensamientos fundamentales de la de-claración presente y a rogarles queadopten providencias dirigidas u la rea-lización dr los mismos.

L o s representantes presentes de lasColunias están dispuesto* a recomendara sus respectivos Parlamentos el tratoprefercnie de las mercancías británicas-en los siguientes l im i te :

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ENKRO-AKKII. 1935 | HKI.AriONKS KNTHK KLOKKS DE I.KMUS V GAKCÍA AI.IX I I I

baja de los dcrcrlios actuales en favordel Reino Unido o por elevación delos derechos sobre las demás importa-ciones extranjeras, ahora libres.

Australia. — Trato diferencial, cuyarla¡-c y cuantía no se determinan.

Nueva Zelanda.—Ventaja general de10 por 100 de los derecho? actuales paralos mercancías producidas en Inglaterra,o trato diferencial proporcional de de-terminados artículos sobre la base delo propuesto por el Canadá.

Colonia del Cabo y ¡Natal.—Ventajadel 25 por 101) o un equivalente en elraso de no estar los productos expresa-mente tarifados, .eslablericndose el tra-to diferencial pnr recargos sobre lasmercancías de otras procedencias. (Pá-ginas 127-128.)

Canadá: El trato diferencial vigen-te de 33 1/3 por 100 y una ventaja ul-terior de determinados artículos por re-baja ulterior de los derechos actuales,en favor del Reino Unido por elevaciónde los derechos .-obre las demás impor-tarionei extranjeras, por establecimien-to de nuevos derechos sobre los artícu-los de la importación extranjera ahora

Australia: Trato diferencial cuya ría.KO y cuantía no se determinan.

Nueva Zelanda: Ventaja general de10 por 10(1 de los derechos actuales pu-ra lux mercancía* producida» en Ingla-terra, o trato diferencial proporcionalde determinados artículos sobre la basede lo propue>lo por el Canadá.

Colonia del Cali» y Natal: Ventajadel 25 por 111(1 o ?u equivalente en elraso tic no e<lar los producto» expre-samente tarifado*, estableciéndose eltrato diferencial por recargos sobre lasni<Tfuni-i¡i!> de. otrax procedencias. (M.y C núm. 45. págs. 10-11.)

e« que t'n alguno* de i'olusacuerdo» hubiera algo de espejismodestinado a deslumhrar a los extraños,y que el Canadá sin el arancel Dingleyde sus vecinos los Estadoi- Unidos, nohubiera llegado tan fácilmente a talesconcesiones; pero resulta innegable quela mayoría de aquéllos tendían a larealidad, y asi quedó demostrado en laConferencia aduanera de Blocnfontcinel año 1903, donde los representantesde ía Colonia del Cabo, Natal. Trans-vaal, Colonia de Oraiige y Rodilla me-ridional suscribieron acuerdos otorgan-do trato de diferencia a las mercancíasde la Metrópoli en proporción de 25por 100 menos que las de los demáspaires, en general, sin perjuicio de con-diciones especiales para determinadasartículos, entre ellos las máquinas dec-linada: a las explotaciones mineras;

Yo sé que en todo esto hay HUÍ mi-gaja* de ennt'. como ellos dicen; esmuy problemático que el Canadá remostrase tan complaciente de no exi-tiren los Estallos Unido; el brutal Aran-cel de Dingley. l'cro la mayor parte escosa seria y representa una tendenciareal innegable.

Viúsc pronto en los acuerdos de laConferencia Aduanera de Blocnfonlein,de 1903. suscritos por los representan-Íes de la Colonia del Cabo. Natal,Traiii-waal, Colonia de Oran pe y Rho-ileiia Meridional, que otorgaban tratode preferencia a las mercancías de laMetrópoli. Estas deberían pagar por re-gla general 25 por 100 mcno« que lasextrañas, sin perjuicio de mayores con-cesiones especiales en determinados ar-tículos, por ejemplo, en las máquinasdestinada'! a la- explotaciones mineras.

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112 JUAN \ELAHUt [R. E. P., VI, 1

ventajas que serian aplicables a las de-nú- Colonias británicas con la cundi-ción de reciprocidad.

Empiezan a regir estos acuerdo» el15 de agosto de 1903 y ya en 28 de oc-tubre ¡-¡guíente el Canadá concede a lal.'nión ¿chuflen del Atrtca del Sur elmi<mo régimen diferencial vigente enaquel dominio para la Metrópoli; Nue-va Zelanda por la elevación de dere-chas rnibre procedencia» de otras na-ciones, establece desde 1." de abril de1904 un beneficio para los productosbritániros de 20 a 50 por 100, y aun de100 por 100 en algún artículo, para quesegún frases del primer ministro Led-<Iun «los vampiros comerciales extran-jeros no continúen chupando la *ansrede la colonia»; política seguidj asimis-mo par Deukin, o t r o partidario deChambcrlain, que ha. sustituido a Led-4I011 en la Presidencia australiana. (Pá-gina 129.)

Esta? venlajus ¡-crian apliínbles a kutiernas Colonias británica* u condicióntle reciprociilad. La Convención deUnión Aduanera del África del Sur en-tró en vigor en 15 de agüito de 19(3.Y yá en 28 de octubre siguiente respon-dió el Vana/ti concediendo a los pro-tluelu» de esa prucedenria el trato di-ferencial favorable vigente para la Me-trópoli.

Siguió Nueva.Zelanda otorgando ven-tajas aduaneras a los productos británi-co), * partir de 1 de abril de 1904, tra-to diferencial producido por la eleva-ción de los derechos sobre los produc-ios de olr-is procedencia», de 20 por100 a 30 por 100 y aun a 1IHI por10(1 en el cemento, y gravando el deorigen extranjero. El primer ministroSvldon no se para en pequeñas con«i-ileraciimes para justificar tales provi-dencia». «Los vampiros comerciales ex-tranjeros --dii-c— no deben continuarchupando la sangre de la colonia».

El verano anterior, la crisis políticade Australia puso en la presidencia aDeakin. otro partidario de Chamber-lain, y en su programa figura el tratoaduanero difcrenrial en favor de las¡nipnrtariune* del Imperio. (M. y C ,número 45. páe. 11.)

Sin embargo de todos estos síntomas.al que puede añadirse el de la confe-renria azucarera de Bruselas, la -mayo-ría del pueblo ingle» no parece entre-gado aún al movimiento imperialista;dibujábase en el mismo seno del Gabi-nete Balfour «na gran divergencia de•doctrinas y aunque éste y Chambcrlainestaban conforme» en la necesidad deabandonar el régimen vigente, el pri-mero no consideraba a la nación pre-parada para una reforma que gravaselos mantenimientos, mientras el segun-do entendía necesario implantar, sindemora, el. prolercioni.-mo propiamente

Otro «síntoma» y al mismo tiemporesultado práYliro de la política impe-rial ¡.-la, lia sido la Conferencia Azuca-rera de Bruselas (Reforma Arancela-ria, pág. 42).

La agitación en favor tlcl imperia-IÍMUO no parcrc haber ganado aún lamayoría del poeblo ingle*. En el sonódel Gabinete de Balfour reinaba Rran••posición de doctrina: Chamberlain ylialfuur csiaban conformes en la necesi-dad de abandonar el régimen vigente:pero el último no creía que el puebloinglés ettuwera preparado para una re-forma que gravase lo.* mantenimiento.;

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KNKRO-AHHIL 19551 KKUCIO.VKS ENTRE FLORES DE I.EMUS V CARCÍA ALIX 113

dicho con gravamen sobre aquéllos, enbeneficio de las mercancías de esta cla-se procedentes de las Colonias.

Chamberlain, bien fuera por esta» di-ferencias de criterio incompatibles conla unidad de acción del Gobierno, opor el deseo de recabar su libertad deacción para futuras propagandas, dimi-tió en V de tepliemhre de 1903, sin quepor ello miaran las controversias, que.por el contrario, acentuaron su acriludentre el hijo de aquél, que continuabaformando parte del Gabinete, y LordLondonderry. (Pág. 129.)

y hólo llegaba a admitir derechos adua-neros ile retorsión; mientras queChamberlain pedia el proteccionismopropiamente dicho con gravamen de losmantenimientos en favor de las mer-cancia* de eMu clase procedentes de lasColonias. Chamberlaln presentó la di-misión el 9 de septiembre de 1903. Se-ría falso creer que tu salida estaba mo-tivada por la necesidad ile mantener enel Gobierno un solo criterio. Lejos deeso. las diferencias continuaron despuéscomo anles. llegando a provocar répli-cas serias entre Lord Londonderry y elhijo de Chamberlain, que permanecíaen el Gabinete. La salida de Chamber-liiin respondía solamente al vivo deseodel genial ministro de recobrar liber-tad y tiempo para dedicarse a la propa.ganda. (:)/. y C . núm. 15. págs. 11-12.)

I'reiiio es reconocer también que lareacción librecambista se ha acentuadoen el pueblo ingles rcrientementc. dan-do, por regla general, en las eleccionesparciales, el triunfo a los candidatosantipruterrionistas. y que. llamado* lo?libérale» al poder, el partido conserva-dor en la oposición habrá de definirsu unidad de criterio, contra Chamber-lain o ron Chamberlain. en el proble-ma económico-comercial, que es el granproblema presente y futuro de la po-lítica inglesa: fiero puede a:<egurar$L*que el sucesor y heredero legítimo delas docirina> de Dixraeli. convencidode que el régimen de libertad deja in-defensa la producción narional ante elcolosal avance de Alemania y los Es-tados Unidos, no cejará en la empresade convencer a sur compatriotas, a loaque ya ha dado la primera voz de alar-ma haciéndoles, saber que «la; expor-taciones del Reino Unido, comparada:con las de aquellas dos naciones, es-tán en estado de estacionamiento».

La parle má» firme y xaurada del eo-

La reacción librecambista es actual-mente muy fuerte; la mayoría del pue-blo inglés está por la libertad comer-cial; las eleccione- parciales han dadogeneralmente el triunfo a los candida-to» antiprolerrioniMas; el Gabineteconservador lia presentado la dimisión,y lo* liberales convocarán las próxi-mas elecciones generales. E* ra*i se.cu-ro que obtendrán una victoria «brillan-te» sobre los conservadores; la mayo-ría está asegurada desde ahora, y aunde.-de hace tiempo. Pero los conserva-dores en la oposición tendrán que de-finir mejor su posición frente al granproblema actual y futuro de la políti-ca inglesa, y el criterio decisivo, en úl-timo término, será: con Chamberlainy contra Chamherlain; las medias tin-las han de significar muy poco-

Y el gran político, el sucesor por de-recho propio y heredero legítimo deDisraeli, convencido de que-no hay sal-vación posible de la supremacía ingle-sa sino en el Imperio y por el Impe-rio llamará al tiempo en su ayuda para

s

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mercio inglés es el que mantiene consu« colonias; y como esa parle no au-menta proporrionahnente a la pobla-ción del Imperio, ni a Ja que se pierdeen la exportación a países extranjeros,con «1 trato diferencial en favor de ausdistintos territorios, se pretende, oegúnChaniberlain, llegar a establecer la ba-lanza mcrrantil atrayendo «obre el mer-rado inglés cerca de 23 millones de li-bras, que representa el comercio exte-rior de las Colonias, dando ocupación a700.000 trabajadora y »ustcnto a cua-tro millones de almas aproximadamente.

Para conseguir esto» fines habrían deresultar gravados los productos extran-jeros; en dos chelines por quintal loscereales, y con derechos proporciona-les sus harinas, dejando libres ambasmerrnnrias cuando procedan de las Co-lonias y posesiones británicas; en 5por 100 la carne y los productos lácteos,con la misma franquicia para las Colo-nias; sería preciso establecer un tra-to diferencial en favor del vino y de lafruta coloniales y rebajar -un cuarto losderechos sobre el té. el café y el cacaode procedencia británica, compensandola baja de 2.8 ni ilíones de libra* anua-les que se produciría en la renta deAduanas, con un recargo de 10 por 100sobre las mannfacluras extranjeras, querendirían nueve millones anuales de li-bras, con un exceso de 6,2, sobre labaja, que se aplicaría a reducir los de-rechos de los artículos alimenticios deprincipal consumo entre las clases me-nos acomodadas del país. (Págs. 129-130.)

convencer a *us compatriotas de esta:casi fatalidad histórica. La política mio-pe tiene siempre grandísimo atractivo-para las muchedumbres, y si además espolítica de estómago, no hay genio queresista en ninguna latitud. Hemos sali-do de la depresión económica, en granpaite • la falta de trabajo en Inglaterratiene tales caracteres que antes contra-ria que favorece el pensamiento revi-sionista. Pero es inevitable que en pe-riodo no muy lejano se vea muy ciar»que el régimen de libertad es totalmen-te impotente para defender la indus-tria y el comercio británicos ante el«vanee roluMil de Alemania y Norte-américa, y entonces los oídos ingleses-estarán mejor preparados para percibirlas vocei de confugiendum est ad Inuperiumi Y «i aun entonces no está elpueblo dispuesto a soportar los sacrifi-«¡os que el imperialismo ha de impo-nerle, si sigue prefiriendo la muelle de-bilidad de liberalismo, caerá, por inca-pacidad política, a la categoría de po-tencia de segundo orden, si no dequinto, eomo supone Chamberlaín. Elpensamiento del mayor político de laGran Bretaña es, en cuatro palabras,como sigue: Las exportaciones del Reí-no Unido están, comparadas con las deAlemania y Norteamérica, en estado deestacionamiento. El comercio con la»Colonias es la parte más firme del co-mercio ingle*. Y e»a parle no crece enproporción del aumento de poblacióndel Imperio, ni en relación con lo quepierde la exportación a los países ex-tranjeros. La política tiene que reme-diar este estado de cosas, y esa políti-ca debe ser, por ahora, el trato diferen-cial de favor entre las distintas partesdel Imperio. Por este medio se logra-ría —siempre según Chamberlain—atraer sobre Inglaterra 23 millones delibras del comercio exterior de las Co-lonias, lo que daría ocupación *700.000 trabajadores y sustento a cerca

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ENERO-ABKIL 19S. i l BEI-ACtOXES LNTRE FI.ORKS DE I.KULS Y CAKCÍA AI.IX 115

de cuatro millones de almas. Pata elloes preciso gravar loa mantenimientos:dos cliclincí por quintal (inglés) de ce-reales, y un derecho correspondiente>nbre sus harinas, dejando libres ertasmercancías cuando procedan de las Co-lonias y posesiones británica»; 5 por100 «obre la carne y los productos lác-leos, con la misma ventaja para las Co-lonias; el tocino deberá quedar en to-do caso libre de derechos. Trato dife-rencial en favor del vino y de la frutacoloniales; rebaja de J/4 del derechosobre el té, y análogo favor para el ca-fe y el cacao de procedencia británica.Esto produciría una baja de los ingre-sos por aduana de 2.8 millones de li-l>ra« anuales, para cubrir el cual te car-garán derechos de IV por 100 sobre lasmanufacturas extranjeras. Estos dere-chos producirían nueve millones de li-bras anuales que se destinarían, encuanto excediese de aquella baja, a des-gravar articulo» alimenticios qne consu-men principalmente las clases bajas delpais. (M. y C, núm. 45, págs. 12-13.)

Algún punto de semejanza se obser-va en la Constitución del imperio eco-nómico de la unión americana con eldel Estado ruso; en éste, como enaquélla, se cuenta con enorme y com-pacto territorio que alcanza a todas laszonas; las reformas del arancel obede-cen a razones fiscales, siendo la basede I» exportaciones la producción agrí-cola y los productos del suelo; en am-bos países los empujes de la industriase rnrnpntran amparados por la protec-ción, y el acrecimiento económico ypolítico se apoyan en una corriente im-perialista agresiva y hrutal.

Pero en la democracia americana, laindustria, desde que empieza a flore-cer, lodo lo domina, todo lo vence, to-do lo avasalla, lo mismo política qneeconómicamente, mientras que en Ru-

y<> dejan de existir muy inienwiinie*paralelismos entre el desenvolvimientodel imperio económico americano y eldel imperio ruío. En entrambos, ungrande, inmenso y compacto territorioextendido por todas las zonas en formade base; en entrambos razones fisca-les originariamente provocan alzas delarancel; en entrambos redundan estaselevaciones en provecho de una mino-ría, siendo la producción agrícola y ex-portaciones de productos del suelo elnúcleo básico de la exportación; en-trambos son lo que se llama hoy, conun mote un poco vago, «Estados agrí-colas»; en entrambos, los arranques vi-gorosos de la industria viven ampara-do por la protección; en entrambos laexpansión económica y la expansiónpolítica se fundan en una corriente im-

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•ia, el pai> clásico del alisoIutUuiv y elterror, es el Gobierno el que desde suprimípio domina a la industria; elmercantilismo il e 1 ronde Kankrin es«1 que preside el desenvolvimiento ruso,cuya política de expansión militaristaacre-iva va encaminada a facilitar el des-arrollo económico del Imperio. (Tapi-ñas 131-132.)

penalista agresiva, brutal. Pero en vezdel país de la democracia tenemos enRusia el pais ciático de absolutismo;la minoría industrial no hace y deslu-ce gobiernos; el espíritu del gran con-de Kankrin, el mercantilismo inflexi-ble preside el desenvolvimiento ru?o.(M.yC, núm. 45. pá«. II.)

La época muilernii. y no necesitamosir más lejos, de la economía rusa, em-pieza r.on la liberación de los siervos cu1861, creando el proletariado libre ysusliluyendo con ayuda eficaz de la redde ferrocarriles lj economía natural porla del dinero.

Al principio, el interés de la expor-tación es el predominante, y a él sesujeta el arancel de 1868, no obstantelos apuros que a la hacienda rusa ha-bían producido la libertad de los sier-vos, las construcciones ferroviarias ylas reformas del Ejército y la Anuada.cuyos gastos no alcanzaban a rubrir losingresos, no obstante la mejora de susituación económica y financiera y laenergía política de recaudación mante-nida por el ministro Keutern.

Con motivo de la guerra ruso-turca,que exigió nuevos y cuantiosos dispen-dios, se creó el papel moneda; y parasalvar el enorme desnivel que el pagode la Deuda exterior producía en labalanza internacional de pagos, se de-cretó que desde 1 de enero de 1878 se«obraran en oro los derechos de Adua-nas, medida adoptada en España en elaño 1892. aunque aqui sin representarnuevo gravamen, lo» siervos y los anti-guos señores sufrían de consumo losefectos de la emancipación, porquemientras éstos derrochaban sin tasa nimedula luí indemnizacioneí recibidas,aquéllos no podían con el producto delas tierras que les habían sido adjudi-cadas atender al pago de las redencio-

1.a época moderna de la economíarusa comienza con la liberación de lossiervos (1861); ella crea el proletariadolibre, la carne de fábrica; ella hace¡•altar la antigua forma de economíanatural sustituyéndola por la economíadel dinero, proceso ayudado eficazmen-te por el desarrollo de la red ferrovia-ria. Al principio, el interés de la ex-portación que. como le decía en miprimera carta, era predominante, con-serva fundamentalmente este carácter yel arancel de 1868 es moderado a pe-sar de la grandísima necesidad de dine-ro que la Hacienda rusa siente parahacer frente a la gigantesca operaciónfinanciera que ia liberación «le los sier-vos lleva consigo; las sumas exigidaspor las construcciones ferroviarias, re-formas del Ejército, etc., que difícil-mente alcanzan a cubrir los ingreso?, apesar de la mejora de la situación eco-nómica y financiera a últimos del sép-timo decenio del pasado siglo, y de laenérgica política de recaudación man-tenida por el ministro de HaciendaRculern. La guerra con Turquía im-puso a la Hacienda rusa sacrificios enor-mes: hubo que recurrir al papel mone-da no porque se desconociese la natu-raleza del dinero, que piensa el señorUrzáix. '¡no porque no había más re-medio, y los rusos tenían entonces ladebilidad de pensar que en la guerralo primero es la victoria; el desnivelenorme que el pago de la deuda ante-rior producía en la balanza internado-

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nes y los impueslos, llegando a ler lasituación lan angustiosa que a finen delreinado de Alejandro II lai propiedadesde los nobles se hallaban afectas a másde 400 millones de rublos de deudas; enmudia» partea los aldeanos tenían einsatisfacer más de una anualidad, y en elGobierno de Cliermigow cerra de seisanualidades. (Págs. 132-133.)

nal Je papos, obligó a Reulcrn a de-rrotar que desde 1.a de «ncro de 1878se cobraren en oro los derechos deaduanas; c í o equivalía sencillamentea recargar el arancel en 1/3. El efectoproteccionista no podía aparecer comoun inconveniente. Cierto que el Interésagrario seguía siendo el de la inmensamayoría; pero la forma en que se llevóa «alio la emancipación de los siervoshabía rondui-ido a una situación cala-mitosa a estos y a los antiguos seño-res; los últimos derrochaban las su-mas de la indemnización o tapaban conella: viejo; rolos; los primeros habíanrecibido demasiado poca tierra y no al-canzaban a pagar las redenciones y losimpueslos; a últimos del reinado deAlejandro II, pesaba sobre la propie-dad de los nobles ¡401) millones de ru-blos de deudas!, y en muchas parle*los aldeanos debían más de lo que im-portaba la anualidad corriente: en elGobierno de Chernigow cerca de seisanualidades. (M. y C , núm. 45, pági-nas 14-15.)

Los peligros de una nueva guerra nohabían cesado ni en San Eslcfano nien Berlín, y la animosidad del Zar ron-Ira Austria después del Congreso, si noce tradujo en guerra, originó nuevosgastos de armamento y preparativos quevinieron a agobiar con nuevas rargasla ya lan abrumadora Hacienda ruta.(Página 133.)

Los peligros de una nueva guerra nocesaron, ni en San Estéfano ni en Ber-lín. Antes de celebrarse este últimoCongres* habíale prometido Alejandro'al Emperador Francisco José, en Rcich.stadt (26 de junio de 1877) las provin-cias turnas de Bosnia y Herxegowin*como premio de su «neutralidad». Y,sin cnibarRO, pasado el Congreso, elodio del zar contra el Austria que, pre-cisamente por obra suya, habíase asen-tado firmemente en los Balcanes, le lle-vó a pensar en la guerra, llegando ajpedir a Alemania para esta causa sualianza •>, al menos, su «benévola» neu-tralidad. Rismarck respondió r o n uncno» rotundo, poniendo al zar la ne-gativa en tal estado que escribió alEmperador Guillermo la célebre ame-nazadora caria de 15 de agosto de 1879:

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el efecto fue la ratificación (3 de fe-brero de 1880) de la alianza austroale-mana que hacia, por lo pronto, impo-sible la guerra para Rucia. Pero unaamenaza de esta clase es un ataque realy positivo de la Hacienda. Y venía ésteprecisamente ruando la modificación dela sisa de la sal había quebrantado losingresos. Resultado que aquí interesa:Abasa tuvo que elevar los derechos deAduanas en otro 10 por IDO. (Al. y C .número 45, pág. 15.)

La Hacienda rusa, durante el perio-do que tratamos, estuvo dirigida portres ministros: Bungc, desde 6 de ma-yo de 1H81 a 1." de enero de 1887;Yychnégradski. desde 1." de enero de1887 a 30 de agosto de 1892, y Wille.desde esta última fci:ha hasta 16 deagosto de 1903. (Pág. 133.)

La Hacienda rusa, en el tiempo queaquí interesa, estuvo dirigida por teesministros: Bunge (6 de mayo de 1881u 1." de enero de 1887); Wycluiégrad-gki (desde la última fecha a 30 de agos-to de 1892i y Wilte (última fecha a 16de agosto de 1903). (Af. y C , núm. 45,pá«. 18.)

Profesor el primero de sólida cien-cia, talento extraordinario y de gran en-tereza y rectitud, rilóse inmediatamenterúenla, al llegar al Ministerio, de losmales que aquejaban a su patria en ma-teria cronómira. y estimando como se-guro remedio el desarrollo de la in-dustria, merced a una protección sufi-ciente, y la reorganización de los im-puestos con la bare de una estricta jus-ticia, elevó IOÍ derecho? arancelarios degran número de partidas, en 1882. esta-bleciendo un nuevo recargo del 20 por100 en 1885 sobre la mayoría de los ar-tículos contenidos en el arancel; su-primió la capitación, rebajó las reden-ciones c hizo sentir todas sus energíasen la recaudación de lo» demás tribu-tos que dirertamentc no afectaban alos campesino;., victimas hasta entoncesde los preferente? rigores del fisco. Pe-lo estas reformas no alcanzaron a cu-brir el progresivo déficit del presu-puesto, que de 18.8 millones de rublos

Profesor de sólida ciencia, talentoextraordinario, gran entereza y rectitud,ve con claridad los daños de la Hacien-da rusa y forma en consecuencia suprograma. Perdió de vista, «in embar-go, algo esencial: que la Hacienda vie-ne siempre determinada por la políticageneral. No veo «me los escritores ru-sos y extranjeros acentúen como se de-be este aspecto de la cuestión; por miparle reconozco el mérito de Bunge;pero no me puedo librar de la impre-sión de que Bunge trabajaba solo, porun lado, y sus compañeros por otro.Y tan en desacuerdo iban que, espe-cialmente desde 1884, habría'que citarciegos para no ver que Bunge era total-mente incompatible con la política ru-sa. La parte de su programa definidopor él mismo que aquí interesa, dice:«La investigación atenta de nuestra es-tructura económica nos aconseja: ase-Wirar por una protección suficiente eldesarrollo omiEMDO de nuestras indus-

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«n 1884 llegó a 49,5 en 1886, y Bunge..ante tal fracaso, presentó su dimisiónÁP&g. 134.)

trias.. »; «reorganizar los impuestos conarreglo a los principios fíe eslriem jus-ticia v de modo que se obtengan ma-yores rendimientos...», etc. Aquí apa-rece precisamente lo imposible, de emeprograma, en aquellas circunstancias.Porque la justicia, por poquísimo es-tricta que fuera, pedia que se aliviarauna parte considerable de la caria alirn-inailora soportada pur los aldeanos, yque se echara sobre las espaldas, misfuertes, de los ricos y de comerciantese industríale»; algo asi, en --urna, co-mo la cuadratura del circulo, ?i lo» in-gresos habían de rrecer en la formaque lo:- pa»lu» exigían. Cuino loa liedloslo demostraron, no he de cansar a us-ted refiriéndoselo por menor, por muyinteresante e instructiva que la expe-riencia sea para nosotros los españo-les. Ello fue que Bunge suprimió la ca-pitación y, sin pararse en barras, re-bajó las redenciones: l o s impuestosnuevos no daban, ni de lejos, lo queel presupuemo de gastos pedia• Bungeapretaba a Jas deniá» contribuí-ionesque no ilañiihan «forerhamonte a l o srampefeinos, así a los derechos de adua-nas en considerable número de parti-das, en 1882, y como esto no bastaba,en 1885, 20 por 100 sobre la mayor par-le del arancel. El déficit aumentaba ho-rriblemente: 1884, 18,8; 1885, 41,2;1886, 49,5 ¡millones de rublos! La di-misión de Bunge se fundaba en motivosde salud. (M. y C, míin. 45, páginas18-19.)

Otro catedrático como él, J. A. Vych-végradski. fue su sucesor, que para ob-tener un superávit ansiado a toda cos-ta, abandonó como ineficaz la imposi-ción directa dedicando sus preferentesruidajos u la indirecta que pesaba es-pecialmente sobre los campeónos; for-zó I a ? exportaciones, utilizando para

Su sucesor, otro catedrático, Iwan Ale-xejewitsch Vyschnégradski (en roman-ce: Juan, hijo de Alejo Wyschnégrad-ski), se había anunciado como el «hnui-bre del superávit», y emprendió, encierto, la obra del superávit a lodotrance con una brutalidad que esperasu igual en la Historia, tirando a su-

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ello tarifas especiales de ferroi-arrilc*y oblipando a la población rural a lavenia inmediata de las cosechas para pa-gar los impuestos rorrienten y los aira-eo>: restringió la importación prote-giendo a la industria por medio de ele-vadijiimos arancele;: gravó las prime-ras materias para estimular su produc-ción en el país y estableció útilísimasderechos para la introducción de pro-ductos semifacturudos de la industriasiderúrgica, máquinas, manufacturas y«emimunufarluras de la industria texli),productos químiros, alcoholes, cervezas,etcétera, etr. Los resultados obtenidospor estos procedimientos, en cuanto •la renta de aduanas, fueron en millaresde rublos: 1887, 97,0; 188». 118.1;1889. 122,3; 1890, 125.6; 1891, 121,7;1892, 122,6 y 1893, 147.1: y en la li-quidación del presupuesto, que en 1887había cerrado con un déficit de 21.6 mi-llones, los siguientes superávits: 1888,36.6; 1889, 45,7; 1890. 35.7; 1891,18.6; 1892, 12,1; 1893, 35.1.

Las esperanza» de los más optimistasse habían colmado; pero como el siste-ma no tenia sus raices en el perfectoconocimiento de la riqueza contributiva•leí país, y dependía solamente de ex-tremar a capricho el rigor fiscal en ma-teria recaudatoria, hallábase expuesto alfracaso por muchas y dclcznublcs cau-sas. Una mala coseclut en el distrito delVolga, el año 1891, fue suficiente paraque el artificio desapareciera, ocasio-nando no sólo una luja considerableen la recaudación, sino un aumento degastos de más de 120 millones de ru-blos para acudir a remediar la espan-IOM miseria que afligía a considerablenúmero de provincias rusas, y especial-mente a las de los Gobiernos de Khan-sas y Samara. (Pág>. 134-135.)

primir el papel moneda, y. de ahí par»arriba, a crear un «fondo libren con losexcedentes. Los principios de justiciano le preocuparon gran cosa; ¿1 sabiaque tenía que habérselas con un pue-blo de bárbaros en el más exarto sen-tido de la palabra. Convencido, el mi-nistro, de la incapacidad de la imposi-ción directa en toda» circunstancia!(usted sabe de sobra que esa imposi-ción no se desenvuelve vigorosamentesino en atmósfera de civilización, dedonde nuestra «dificultad» para sustituirlos consumos), apretó la imposición in-directa, haciendo tabla rasa de la poli-tica de Bunge de snlvar a lo» campesi-nos. Forzar las exportaciones y contenerlas importaciones para vencer la ba-lanza de comercio y, por su medio, labalanza de pagos. Para lo primero sevalía principalmente ile las tarifas (fe-rroviarias) especiales de exportación, ydel medio expedito de hacerles, a loscampesinos, quitarse el pan de la bocapara exportarlo, obligándoles a vendera escape la cosecha para papar los im-puestos y atraso* recaudados sin i:om-pasión. Para lo segundo, protección in-dustrial a toda costa; exportación for-zosa a Persia, al Asia Central, a China:elevación del arancel hasta las nubes,de modo -que diera al mismo tiempoun rendimiento máximo, según las fór-mulas «más acreditadas» del más bru-tal mercantilismo: gravamen de las pri-mera* materias, fomentando su produc-ción en el país en cualesquiera condi-ciones ¡algodón del TurqueMán), altosderechos sobre las máquinas, sobre lasmanufacturas y semimanufactura* de laindustria textil, sobre l o s producto*químicos, azúcares, alcoholes, cervezas,etcétera, etc., coronando con una eleva-ción de 20 por 100 en toda la linea:el arancel de 11 de junio de 1891 re-fundió y añadió los aumentos arancela-rios desde 1881. De cómo se apretó eltornillo, puede usted formarse Idea por

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•LMERU-AHMI. ]95S | DELACIONES ENTRE KMIRKS UK I.KMIi1 V i;.\Rr.ÍA AI.IX 12!

lus siguientes <¡fra< oficiales: ingresa-ron por Aduanas (millones de rublos),en los años 1887, 97,0; 1888, 118,4;1889. 122.3; 1890, 12S.6; 1891, 120,7;1892. 122.6; 1893, 147,1. El presupuestoordinario ile 1887 cerró ron un dénr.ilde 21.6 millonee de rublos; los «ñossiguientes, hasta la salida de Wyídiné-grariVki. traen los siguientes superávit*:18«8. 36.fi; 1889.45.7; 1890.35,7; 1891,18.6; 1892. 12,1; J893, 35,1. Los misoptimistas se habían quedado cortos ensus c-peranzas. El daño otaba en que1 o« campesinos se arruinaban, y encuanto la menor dificultad se presenta-ba en la vida económica, la supere?-tnirlura financiera que por tal modo laabsorbía se derrumbaría necesariamenteron estrépito. En efecto, en 1891 sobre-vino en el distrito del Volga una malaentecha; me» y modio d««pué« de larecolección, el pueblo de los Gobiernosde Khansas y Samara se alimentaba debellotas y otras porquería* (dicho *caron perdón). El Gobierno re encontra-ba dispuesto a todo meno» a gastar di-nero en cosa tan haladi romo el ham-bre- de los campesinos-; después de to-rio, ¿pura qué? El general Wischnia-keff. «nviado allí para hacer una in-fonnarión personal, informaba que noexfolia el hambre. Y el órgano de Po-heilonoKtíeff y de lo? panslavistas de-duraba que eso del hambre era un cin-fundio» de los liberales para desacredi-tar al Gobierno. Fantástica debía deaparecer la realidad de puro triste:más ile treinta millones de personas notenían materialmente q u é comer. Niqué perder. Esto último decidió al final Gobierno a conceder doce millonesilc rublos, declarando que no se podíadar mil?. ¡ Y se dieron hasta 120 millo-ne»! ¿Qué .habría sido el Parlamentoespañol si le conceden otro tanto alconde de Romanone* el pasado verano?(M. y C . núm. 45, págs. 19-20.)

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Jrrjeg y Witn entran en 1892 a regirI o s deslinos de la Hacienda rusa, y•unqnc, en oposición a su antecesor,blasona de seguir las huellas de Bun-ge. continúa la política del superávitsin contemplaciones, iniciada en la úl-tima gestión ministerial; el Tesoro si-gue nutriéndose de la recaudación in-directa; la exportación continúa forza-da; la protección llega a los último?limites con el arancel de 1895, y rea-lizada la alianza francorrusa, se iniciaJa era de los empréstitos, aun no cerra-da, pasando los millones d e l ahorrofrancés a remediar los desarreglos delEstado ruso.

La gran obra de Wilte consiste enque, dejando a la iniciativa privada am-plia campo de aplicación, «abe impul-sar deíde el Gobierno la actividad in-dustrial; y, protegida por un arancelcasi prohibitivo la industria, especial-mente siderúrgica, estimulada de mododirecto por los pedidos del Estado, sedesarrolla con rapidez asombrosa; elcapital extranjero afluye a las empresasnacionales, y muchas sociedades indus-triales -de Occidente trasladan la fabri-cación al otro lado de la frontera.

El progreso industrial es enorme;pero, como por falta de educación dela masa obrera, los productos no lle-gan a ser tan perfectos como sus simi-lares de otras naciones, el principalmercado de ellos radica en el Estado y«n la clase agrícola, que representa el5)7 por 100 del censo; por razones finan-cieras aquél y por deficiencias de lascosechas ésta, tienen que reducir suspedido*, y la rrisii, ya latente desde elotoño de 1889, se presenta con las in-evitables suspensiones de pagos y lasquiebras; muchos capitales pierden lastres cuartas partes de sus fortunas; pe-ro las fábricas no se cierran, se rectifi-can, y aunque la industria rusa produ-ce más caro qne la de Occidente, el Es-tado sigue siendo »u consumidor a lo*

El Urzáii ruso tuvo que dejar el pues-to a Sergej Juljewitsch Witte (Sergio,hijo de Julio Witte). Wilte ha gustadosiempre de oponer su política a la desu predecesor, de tan triste réntenlo, yde presentarse como un continuarfur deBunge. Algún hacendista occidental demérito sobresaliente lo considera tam-bién <Ie otro modo. Pero yo no locrover la justificación de esa opinión yhallo, más b i e n , en el régimen deWyschnégrad>ki-W¡lte, una unidad fun-damental de pensamiento, pareciendo-me enteramente accidentales las dife-rencias. Witte es, sin duda, más genial,pero sus éxitos están en gran parle pre-parados por su predecesor; la políticadel superávit a ultranza continúa; laHacienda sigue basada en la recauda-ción indirecta; la exportación continúaforzada, la prolección alcanza limitessuperiores y solamente 1 o s tratadosabren en ella alguna brecha. Bajo esteMinisterio cae la alianza con Francia,que pone los milliardt del ahorro fran-cés a disposición de Rusia; la era delos empréstitos y de las fundacionesindustriales comienza. En un punto noha sido jamás superado Witte ni aunpor los grandes genios del mercantilis-mo: en el arle supremo con que suporecoger en sus manos los hilos de lavida industrial rusa, dejando, sin em-bargo, a la iniciativa privada ampliocampo de aplicación.. Bajo 'el enormerégimen proteccionista se desenvuelvela industria con rapidez asombrosa, es-pecialmente la siderúrgica, estimuladadirectamente por los pedidos del Esta-do; el eapítal extranjero afluye; mu-chas empresas de- occidente transportanla fabricación al otro lado de la fron-tera; el progreso es enorme. Pero ¿aqué precio? Recargados por la Adua-na todos o casi todos los elementos deinstalación. las fábricas han costado mi-llones y millones más de lo que im-portaran bajo otro régimen, y recarga-

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precios que él misino fija, aceptados porlos fabricantes ante la amenaza de alirirla frontera a los productos extranjeros.

Los gastos de la expedición a Chinaen 1*0(1 originan un nuevo aumento enlos derechos de Aduanas, y para pre-parar la renovación de tratados inter-nacionales se revisan las tarifas de 1895.sustituyéndolas ron las de 1903, muchomá".-elevadas; y aunque por efecto decomplicaciones con el Japón, bien re-cientes para que sea preciso relatarlas.y por los sucesos de carácter políticointerior, actualmente en pleno desarro-llo, la situación econóinira de Busia seaporo bonancible. (Págr. 135-136.)

das gran número de materias primas ysemimanufacturas, la producción sale yade la fuente encarecida por partida do-ble; los productos nacionales, por fal-la ile prlurarión de la clase obrera, cu-yo tenor de vida está todavía bajo elinflujo de su misérrimo origen, en par-te también por la faltu de concurren-cia (¿quién no diría «rae se habla deEspaña?), son muchas veces menos quemedianos. Un distinguido economistaruso trac de esto ejemplos muy nota-bles: carriles que saltan .hechos trisasbajo presión normal et sie de ceteris.Los precios, por los cielos; los divi-dendos de 100 por 100 no eran rarezas.Y ¿quién paga? La clase agrícola, querepresenta el 87 por 100 de la pobla-ción, queda'al borde o en el fondo delabismo para enriquecer a una exiguaminoría y a su aliada, la burocraciavenal. Aconteció que la segunda mitaddel último decenio del pasado siglo tra-jo malas cosechas; los producios de laindustria rusa, por las ratones dichas,son incapaces de concurrencia en Eu-ropa (¡parece que ac hablara de Cata-luña!), y como la población agrícolano puede comprar, U industria está allí,pero sus producto» no tienen salida. ElEstado tiene que reducir sus pedidospor razones financieras; la crisis se vie-ne encima y era ya inevitable desde elotoño de 1899. Vienen las suspensionesde pagos, las quiebras están a la ordendel día; capitalistas que pierden de lanoche a la mañana 3/4 de su capital...Mas ¿desaparecen Jas fábricas por eso?En la mayor parte de los casos, no;cambian simplemente de manos; l o sextranjeros perdidosos, l o s antiguosvampiros, liquidan y huyen; la indus-tria se rusifica por un procedimiento al-go áspero, es verdad; pero genuina-mentc ruso. En esto de la rusificaciónera Wilie maestro cuando estaba en elMinisterio de Hacienda. Se ha dichoque la industria rusa tiene que produ-

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• ir más caro que la occidental. Pero elFilado es para una buena parle de laproducción siderúrgica el principal,mando no el único comprador (¡loco-motoras!); pero lleeaclo el naso, el Es-lado, y por su ministro Wittc, fija losprecios; los fabricantes recurren en re-presentación al ministro haciendo verque pierden dinero, y Witie da portoda contestación la noticia de que tie-ne preparado un ufai.io eximiendo delpago de derechoc las locomotora;, et-rétera, q u e se necesitan; lo* señoresverán si pueden concurrir; eio es co-sa de nilón, y él, Wille. está dinpatxta,en su amor por los productores estable-cidos en Rusia, a lomárselas a iguul pre-cio. No queda otro recurso que venderron pérdida o tirar la mercancía, y esnatural que los fabricantes se decidierona lo primero: ¡algo es algo! Y no to-do habia de ser comerse en forma de-dividendos a los campesinos rusos, pre-viamente triturados en el Ministerio deHacienda por la férrea mano de Wilte.Este estaba lejos de hallarse desconten-to del sistema. Sus críticas de la poli-tica imperial, hechas públicas muy con-tra su deseo, van contra las empresasasiáticas, no contra la protección enEuropa. Para hacer frente a los gastosde la expedición a China se elevaronen 1900 nuevamente los derechos sobreun centenar de artículos, y ruando laexpedición había pasado a la Historia,entraron los recargos en vigor. (M. yC. niim. 45, pigs. 20-32.)

De todo lo ofrecido en estas notas, creemos se desprende Tanecesidad de una búsqueda cuidadosa de todos los papeles que seconserven del profesor Flores de Lemus. De ellos quizá puedesalir la luz que nos permita conocer el verdadero autor de másde un documento o informe asignado liustu ahora a otra persona.

Concretamente, ¿no es de gran interés, desde un punto de vis-

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ta científico, conocer la aportación de Flores de Lemus al trabajoEl problema de las subsistencias. Informe del Ministro de Hacien-da. Disposiciones que pueden adoptarse encaminadas a conseguirel abaratamiento de los artículos de primera necesidad, firmadopor García Alix en marzo de 1905, y editado en forma de folletode 42 páginas «n la Imprenta de la Fábrica Nacional de la Mone-da y Timbre, en Madrid, también en 1905?

JUAN VELARDK FLEHTRS