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Una Charla Con David Russell 2

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De una conversación que Heriberto Soberanes tuvo con el célebre guitarrista clásico

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Una breve charla con David Russell

Heriberto Soberanes Lugo

Introducción

La noche anterior a su concierto tuve el encargo de acompañar, caminando por calles

céntricas de Culiacán, al maestro David Russell, escocés avecindado en España, de

prestigio mundial en la interpretación de la guitarra clásica, hacia el lugar donde el

grupo de artistas, organizadores y estudiantes del XII Festival Internacional de Guitarra

Sinaloa 2012, cenaríamos en honor del concertista del día.

Amable en su trato, en el breve trayecto no hizo mucho más que comentar que la

calidad de la amplificación de la guitarra del concierto que recién había concluido, no

había sido la mejor. Por mi parte, además de prometerle que se cuidaría el audio al día

siguiente –y se hizo-, le bosquejé un resumen de los 12 años de vida del evento.

Llegamos al lugar de la cena. Inmediatamente lo abordó un gran número de

admiradores. Me aparté de él para que el resto pudiera atenderlo.

Al día siguiente, sábado, Russell clausuró el festival con un recital excelente,

totalmente coherente con nuestras expectativas. Inmediatamente de concluido este,

salí de prisa hacia el lugar donde se ofrecería cena en honor de la celebridad, para

asegurar que los preparativos se cumplieran. A la hora, poco más o menos, Russell,

acompañado de comitiva numerosa, llegó. En la primera oportunidad que tuve, me

acerqué al escocés y le comenté: me sorprendió observar los trinos realizados a dos

cuerdas que homologan el sonido del original clavecín (me refería a una trascripción de

Russell a unas piezas de Couperin, que había tocado esa noche). Fue evidente que mi

comentario, algo especializado y apartado de las típicas pláticas sociales de que suelen

rodearlo, le despertó interés. Eligió –o tal vez fue una casualidad- sentarse frente a mí.

En esas dos horas que tuve el privilegio de ser su interlocutor más activo, obtuve de él

valiosa información sobre su ejecución en la guitarra y otros aspectos del instrumento.

Cuando le expuse que planeaba publicar los pormenores aprobó que usara su nombre

(había pensado –le dije, bromeando- referirme a él como “una celebridad guitarrística,

de sexo masculino y pelo lacio, rubio y largo”). Sonrió. Con su autorización, pues, uso

su nombre. Como yo no portaba grabadora, acudo a mi memoria para escribir sus

comentarios, y van enseguida.

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El término medio como punto de partida.

“Prefiero colocar los brazos, las manos y los dedos en un término medio; en un lugar

donde cada elemento tenga un campo libre para moverse en todas las direcciones que

pueda. Pienso que esta es la mejor colocación. Creo que partir de un extremo (como la

muñeca derecha flexionada al máximo, propia de algunas escuelas) limita las

posibilidades motrices”.

Sobre la tensión y el relajamiento

Al momento de atacar una cuerda se debe usar una potencia definitiva; después de ello

la mano deberá tomar, no una actitud de extremo relajamiento, sino de una de

relajamiento alertado, poseedor de algo de tensión, como aquel -se me ocurre- que

toman los especialistas en artes marciales, que entre golpe y golpe, mantienen una

tensión discreta en su cuerpo.

Sobre la tridimensionalidad del ataque de la mano derecha

“Es muy conocido el concepto de atacar las cuerdas diagonalmente. Ello forma un

plano, una estructura bidimensional; por otra parte los toques apoyando y tirando

plantean otro plano, ahora sobre la tapa. Al ser los dos planos citados diferentes, el

complejo resultante es tridimensional”.

Sobre los colores en función del campo tridimensional

“En el espacio, es decir en la tridimensionalidad, uno debe explorar las innumerables

variantes posibles: un tirando extremo, alejándose de la cuerda atacada, da un color

apropiado para las obras originales para cémbalo; el apoyando franco -muy dirigido

hacia la tapa- nos provee de sonido muy español, para mencionar dos ejemplos. Al

color tímbrico, aquel que se refiere a sonidos oscuros y brillantes, prefiero atenderlo

con diferentes ángulos de ataque, en el espacio tridimensional, antes que irme a las

regiones extremas (sull tasto, sull ponticello)”.

Sobre el trémolo

“Utilizo la fórmula convencional (p-a-m-i) para tocar el trémolo. Cuido que el dedo

pulgar no sobresalga por su volumen –problema común en los guitarristas-. Cuando el

pulgar toca cuerdas graves, es decir cuando está muy distanciado en intervalo con la

melodía, le puedo imprimir potencia, si viene al caso, pero a medida que este se acerca

a la cuerda cantante le reduzco su fuerza para que no enmascare a la prima.

“Aunque cuido la regularidad métrica del trémolo, me permito adelantar la nota del

anular (en una especie de síncopa) cuando quiero anunciar un salto ascendente. Por

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otra parte no tengo inconveniente en tremolar sobre un dedo que se desliza, creando

así una especie de escala cromática.

“Cuando enfrento ritardandos en la ejecución del trémolo, aumento las componentes de

él: paso del de 4 notas por ciclo (p-a-m-i) al de 5 (p-i-a-m-i), aquel de uso común en el

flamenco. Lo hago para evitar que se afecte la textura redoblante del recurso”.

Pulgar de mano derecha

Mi presentación básica en el pulgar de mi mano derecha la hago flexionando algo la

última falange, para evitar el indeseado encuentro entre el pulgar y el índice, y para

compensar que mi uña nace algo orientada hacia arriba. El pulgar lo uso de diferentes

maneras: aunque básicamente lo presento un poco hacia el frente –todas las manos

son distintas- para atacar la cuerda con buen resultado, puedo variar esta presentación:

algo hacia atrás para sacar un sonido filoso, metálico; de manera que presente la

yema, para un toque oscuro, velado…”.

Sobre la respuesta de las guitarras.

“En una época yo tocaba en una guitarra de respuesta muy pronta. Si aumentaba un

poco la fuerza, brotaba un forte potente; si reducía la potencia del ataque, aunque fuera

levemente, caía la dinámica notoriamente. Esa guitarra parecía un modelo deportivo de

automóvil, un BMW. En otro tiempo, por motivos que no viene al caso citar, cambié de

guitarra. Ahora portaba una más serena, más dócil; diríase, siguiendo en el lenguaje de

los automóviles, que se trataba de un Cadillac, toda ella moderación y elegancia. Así

que pienso que no es cosa de cambiar de instrumento como si se tratara de una

camisa; un nuevo instrumento ocupa un proceso de adaptación, de conocimiento, de

exploración. Todas las guitarras son más o menos distintas, y a cada una habrá que

encontrarle sus particularidades para sacarles el máximo provecho”.

Alumno de José Tomás

“En mis inicios como estudiante de la guitarra conté, en mi natal Escocia, con un

profesor llamado Ron Moore. Este maestro me permitió crecer y manejar un amplio

repertorio. Pasado el tiempo tuve la oportunidad de estudiar con José Tomás. Él me

hizo ver que mi repertorio estaba deshilvanado, suelto, informal, y me sometió a una

disciplina estricta para dotarlo de formalidad, de coherencia, de unidad. Sus

indicaciones siempre se acompañaban de argumentos sólidos, de profundo

conocimiento musical. Eso imprimía confianza a sus clases. Fue de ayuda invaluable

en mi formación. Lo considero el mejor profesor que tuve”.

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Preferencia como docente

“Me gusta la enseñanza, y en ella prefiero, a través de las masterclass, ayudar a un

gran número de estudiantes, antes que ser un profesor circunscrito a un pequeño grupo

de ellos. Por otra parte, esto es natural de mi actividad itinerante”.

Las manos ideales

“En ocasiones algunas personas desean ver mis manos, acaso para descubrir en ellas

alguna particularidad que me permita tocar como lo hago. Las muestro y, algo en

broma, les digo que tal vez mi anular de derecha, que presenta en el dorso de la mano

un leve hundimiento, me sea de mucha ayuda. Me explico -ya en serio- que este dedo

me lo fracturé peleando con mi hermano cuando niños. Espero con este juego que el

interesado no busque, en la forma y tamaño de las manos o de los dedos, la clave del

progreso de un instrumentista. Me interesa que se sepa que esto se consigue con

trabajo arduo, amoroso e inteligente”.

Sobre el Festival de Guitarra Sinaloa

“Me satisface el que haya festivales de la especialidad. Creo que este tiene la virtud de

haber conservado a la guitarra de concierto como lo principal, casi como lo exclusivo.

Estoy en desacuerdo con aquellos festivales de guitarra que, en aras de diversificar, o

por las presiones económicas que reciben, o por falta de visión, se han alejado de su

concepción original, dejando a la modalidad académica de nuestro instrumento en un

rincón.

“Pienso que los festivales de especialidad, como el de Sinaloa, ocupan aumentar su

asistencia promoviéndolo a estratos tradicionalmente no atendidos. Ahí está una

numerosa juventud en espera de ser convocada, el asunto sería cómo saber interesar

a los potenciales asistentes”.

Conclusión

Aunque el espectro de la guitarra es amplísimo y los conocimientos de David Russell

otro tanto, en esta breve conversación solo se pudo capturar un pequeño campo, y este

trascriptor desea que su conocimiento le resulte de utilidad a los cultivadores de las

seis cuerdas.

Al día siguiente de la experiencia narrada, un soleado domingo, los organizadores

ofrecimos una comida a él y a María Jesús, su pareja, antes de que abordaran un vuelo

a Chihuahua, donde planeaban tomar un breve descanso.

Culiacán, Sinaloa, México, marzo de 2012