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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad: Introducción: El presente trabajo intenta ser un proceso de reflexión en torno a una problemática muy presente en nuestra sociedad. El problema de la pobreza y de la delincuencia asociada a ella, es frecuentemente abordada desde la economía, la sociología, la historia, etc., sin embargo, son pocos (o nulos) los análisis, según pude comprobar –aunque muy rápidamente-, que parten desde reflexiones filosóficas acerca de esta relación. Más bien, la filosofía parece haberse enfocado en lo que tienen que ver con el desarrollo. Complejizando aún más la problemática, se entremezclan, problemas de carácter político, económico y social a los que debemos sumar la instrumentalización o utilización que se hace desde diferentes ámbitos del problema de la delincuencia y los intenses asociados a la misma. Uno de estos ámbitos es el de la comunicación a través de los medios masivos. La “difusión” a través de los medios de comunicación y el tratamiento que hacen dichos medios de los casos asociados a un determinado tipo de delincuencia 1 tiene una particularidad y responde a determinados intereses. Atendiendo a esta cuestión, voy a sostener, que dicho tratamiento produce un discurso que de tanto “circular” va conformando una determinada “cosmovisión”. Aquí aparece, no obstante un primer problema. ¿Es factible la utilización del concepto de “cosmovisión” como medio para intentar una reflexión en torno a la problemática antes señalada? 1 La idea de “delincuencia”, tal como la abordaré en el presente trabajo será definida más adelante a medida que se desarrolle el tema. Sin embargo, adelantaré que, en este caso, se refiere a un tipo particular de delincuencia asociada a la pobreza y a la vulnerabilidad. 1

Un Intento Por Acércanos Conceptualmente Al Problema de La Pobreza y La Delincuencia en El Marco de La Posmodernidad

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

Introducción:

El presente trabajo intenta ser un proceso de reflexión en torno a una problemática muy presente en nuestra sociedad.

El problema de la pobreza y de la delincuencia asociada a ella, es frecuentemente abordada desde la economía, la sociología, la historia, etc., sin embargo, son pocos (o nulos) los análisis, según pude comprobar –aunque muy rápidamente-, que parten desde reflexiones filosóficas acerca de esta relación. Más bien, la filosofía parece haberse enfocado en lo que tienen que ver con el desarrollo.

Complejizando aún más la problemática, se entremezclan, problemas de carácter político, económico y social a los que debemos sumar la instrumentalización o utilización que se hace desde diferentes ámbitos del problema de la delincuencia y los intenses asociados a la misma.

Uno de estos ámbitos es el de la comunicación a través de los medios masivos. La “difusión” a través de los medios de comunicación y el tratamiento que hacen dichos medios de los casos asociados a un determinado tipo de delincuencia1 tiene una particularidad y responde a determinados intereses.

1 La idea de “delincuencia”, tal como la abordaré en el presente trabajo será definida más adelante a medida que se desarrolle el tema. Sin embargo, adelantaré que, en este caso, se refiere a un tipo particular de delincuencia asociada a la pobreza y a la vulnerabilidad.

Atendiendo a esta cuestión, voy a sostener, que dicho tratamiento produce un discurso que de tanto “circular” va conformando una determinada “cosmovisión”.

Aquí aparece, no obstante un primer problema. ¿Es factible la utilización del concepto de “cosmovisión” como medio para intentar una reflexión en torno a la problemática antes señalada?

“La Cosmovisión puede definirse como un hecho histórico de producción de pensamiento social inmerso en decursos de larga duración; hecho complejo, integrado como un conjunto estructurado y relativamente congruente por los diversos sistemas ideológicos con los que una entidad social, en un tiempo histórico dado, pretende aprehender el universo2”.

Según esta definición, la idea de cosmovisión no nos serviría ya que el marco en la que está situada esta problemática está referido a un espacio y un tiempo acotado; sin embargo, si pensamos, al menos por ahora, que “la cosmovisión es, además, un hecho de producción de pensamientos y creencias que condiciona la percepción de la realidad y orienta la acción sobre ella; que además es un producto social

2 AUSTIN, Alfredo López. “Tras un método de estudio comparativo entre Las cosmovisiones mesoamericana y andina a Partir de sus mitologías”. Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO. VOLUMEN X X X I I, MÉXICO 1995

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que se va construyendo” el concepto podría ayudarnos a entender la problemática que voy a tratar a continuación.

Por otro lado, aparece como sumamente importante un factor que se ha ido generalizando a partir de la posmodernidad, el uso masivo de los medios de comunicación, y como éstos, influyen y son determinantes a la hora de la conformación de dicha cosmovisión. En este sentido, podríamos pensar en que “la lógica de la comunicación va produciendo una depuración que conduce a la participación de los miembros de una sociedad en el uso y construcción de un pensamiento holístico”3.

Así se va configurando un determinado tipo de discurso que pretende, luego, tener prerrogativas de realidad y es reproducido por la mayoría de la sociedad sin cuestionamientos.

II

Hace poco tuve un encuentro con un amigo al cual no veía hacia bastante tiempo; con él entablamos una charla informal, al principio, casi sin importancia, pero que a pesar del correr de los días y el paso del tiempo no desaparecía de mis pensamientos.

3 Ibíd., p. 216

Algo que él dijo, dejó un sabor amargo que perdura hasta hoy y que me llevó a pensar el problema de la pobreza y de la instrumentalización que se hace de ella para justificar ciertas maneras de actuar por parte de múltiples actores sociales, especialmente los que detentan el poder en nuestra sociedad, y a su vez, ocultar cuestiones que tienen que ver con esas mismas maneras de actuar (hechos de corrupción, delincuencia de “cuello blanco”, etc., pero que también, -y son consciente de ello-, son producto del funcionamiento mismo del sistema al que se lo subraya como el único capaz de conseguir la felicidad humana4.

En dicha charla este amigo me exponía que: - no entendía la razón por la cual debía “pagar” en concepto de “impuesto a las ganancias” una “plata” que le pertenecía y que además de ser “mal gastada” en esos “hijos de puta”; se lo quitaban dos veces, ya que (según él) volvía a entregar otra suma, a esos mismos “hijos de puta”, cuando lo asaltaban en la calle”.

-“Hey!, subrayaba- ya te entregué la plata cuando pagué para que te regalen los planes”!

La paradoja es que le pregunté si alguna vez le habían robado y me contestó que no.

4 No voy a detenerme aquí en la elaboración de una crítica al capitalismo, solo intentaré referirme, muy brevemente más adelante, a los problemas asociados en torno a ese sistema, la globalización, la posmodernidad y la pobreza.

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Lo cierto es que esta persona no es consciente de que está reproduciendo un discurso que legitima, entre otras cosas, una violencia no solo física, sino también psicológica y, simbólica5. Un discurso que produce muchos efectos negativos, un discurso que discrimina, que ofende; pero que sobre todo es elaborado con fines políticos, sociales, culturales y económicos; un discurso mediante el cual se encubren las verdaderas causas de una problemática social que está afectando seriamente nuestra sociedad y que es fruto del mercado, de la globalización y, por ende, de la posmodernidad: nos referimos a la pobreza.

La pobreza es un atributo de la humanidad en todo su devenir histórico, no solo nosotros, en “nuestro presente”, la concebimos; quizás sea lo que mejor reproducimos los seres humanos a través de la historia, supongo esto dado su persistencia en el tiempo. Hemos construido pobreza durante toda nuestra existencia, solo que la forma en como la entendemos ha variado sustancialmente de acuerdo al desarrollo económico y cultural.

5Violencia simbólica, según Bourdieu, es una acción racional donde el "dominador" ejerce un modo de violencia indirecta y no físicamente directa en contra de los "dominados", los cuales no la evidencian o son inconscientes de dichas prácticas en su contra, por lo cual son "cómplices de la dominación a la que están sometidos" BOURDIEU Pierre . Sobre el poder simbólico, Intelectuales, política y poder“. traducción de Alicia Gutiérrez, Buenos Aires, UBA/ Eudeba, 2000. En cuanto a los otros tipos de violencia, se puede ver FOUCAULT, Michel. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI de España Editores,1978

La pobreza es una las características más comunes, me atrevo a decir, de las sociedades en el tiempo; y podríamos decir que la codicia es su causa; es decir, que también esta última es producto de nuestra historia y nos acompaña desde siempre.

La diferencia, quizás radique en que el hombre de la antigüedad no se “concebía pobre” por falta de bienes materiales, la pobreza estaba en otra parte, por ejemplo, en la carencia de libertad.

Por ejemplo, en la Antigüedad Clásica, “la naturaleza de la relación entre los hombres se da en el marco de la reflexión sobre la Ciudad-Estado. Esta es concebida como la armonía de una vida compartida en común por todos sus miembros y, conforme a los presupuestos (la creencia del destino según el cual todo está regido por la necesidad, el hombre piensa y actúa necesariamente conforme a su naturaleza, es decir, de acuerdo a sus disposiciones dadas, más exactamente, conforme a su origen, etc.), el problema político básico consistía, no en la garantía de los derechos (ya que estos no eran inherentes a las personas sino que dependían de su origen y posición), sino en determinar el lugar que debía ocupar cada especie o clase de hombre en una sociedad originada en las necesidades reciprocas y estructurada de modo tal que pudiesen desarrollarse en ella todas las formas significativas del trabajo social, de los cual derivaban las

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obligaciones y deberes de los distintos integrantes , a saber, el desarrollo de su naturaleza”6.

Es decir, según entiendo, la pobreza radicaba más en conceptos relacionados a la posición que se ocupaba, o no, en la Ciudad-Estado, sobre todo a la función de sus integrantes y por supuesto a la tenencia o a la carencia de libertad (y su macabro correlato: la esclavitud). Todo ello no era producto de una posición económica, no de una relación en el mercado; era fruto de una determinada posición otorgada por el origen de cada persona.

En la edad media, y sobre todo hacia el cambio de paradigma que produjo el cristianismo, la pobreza se convirtió “casi” en un don. Hablamos de pobreza material; contrariamente, lo fundamental para el cristiano era la “riqueza espiritual”. La diferencia con respecto a la antigüedad es que, desde esta concepción, todos los seres humanos son iguales ante Dios; “para el cristiano hay un solo principio creador en cuanto al cosmos y, en cuanto al hombre, una sola naturaleza; de modo que, al valor supremo de la ciudadanía (valor otorgado en la antigüedad clásica), sucede un principio de igualdad de

6 GONZALEZ DE ZUTTION, Mónica: Filosofía de la Educación. Anábasis. Córdoba. 2006.Vid. p. 194

naturaleza compartida por todos los hombres cualquiera fuera su condición (inteligencia, carácter, propiedad)”7

Pero desde lo propiamente material, el sistema feudal se presentaba como estructurador de jerarquías. “En el sistema feudal, sus miembros se estructuraban jerárquicamente de conformidad con su poderío económico y, como la tierra era la única forma importante de riqueza, todas las clases dependían directamente de sus productos. La organización feudal trocó la esclavitud en servidumbre, ésta como un estadio intermedio entre la esclavitud y la libertad”8.

7 Ibídem., p. 1958 Ibídem., p. 195

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Todo esto comenzará a cambiar “con la revolución comercial y los nuevos sistemas de producción económica” y el surgimiento de la burguesía como clase social y del

capitalismo como sistema económico. Estos procesos se dieron en el marco de la modernidad.

La paradoja es que la modernidad aseguraba el “fin de la pobreza” y la idea de progreso indefinido se alzaba al ritmo de la conquista de los imperios coloniales9.

De esta forma podríamos pensar que la pobreza solo constituía un mal que se podía erradicar y que era fruto de alguna “desviación” propia del sujeto que la padecía; o de una “patología” o mal social que se debía (y podía) corregir. El encargado de remediar dicha “enfermedad” era el mercado, este se encargaría de regular las deficiencias, y esto al ritmo del desarrollo y del progreso que “seguramente” seria infinito, y sobre todo (en la esfera de lo individual) del esfuerzo

9 La modernidad, según Mónica González de Zuttión, “se caracterizó por un amplio abanico de significaciones morales, sociales, religiosas y políticas cuyo punto axial fue la razón humana como autoridad suprema y, la naturaleza, el progreso y la humanidad, sus valores vertebradores.” ibíd. p, 198

personal y las capacidades naturales de los sujetos, una especie de Darwinismo social.

Los que quedaban rezagados o al margen eran aquellos, “los parias”, que seguramente no disponían de los atributos necesarios para “disfrutar” de los beneficios del progreso.

Sin embargo la modernidad demostró no poder “reparar” las injusticias y surgieron fuertes rechazos a sus peores características.

La Posmodernidad comenzó a pensar al hombre como un ser “extrañado en la exterioridad y caracterizado por el espíritu de adquisición, de competencia y de racionalidad económica. Un individuo aislado en la seducción de fines egoístas. Un hombre que coloca el fundamento de su valía y dignidad personal en la consumación del éxito material, reemplazando, así, el ser por el tener”10. Este, seguramente, era el “mejor” corolario que nos dejaba ese espíritu progresista de la modernidad y que se agravaba por los embates de un cambio profundo que va priorizando una atomización social desenfrenada en la posmodernidad.

Esa sociedad, en la cual el sustento ético radica en la apreciación de los hechos y de las personas a partir de los cálculos de rendimiento y coste. La comunidad social se aprecia en la medida en que fomenta este “bien” material

10 Ibídem. P, 198

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personal o es un medio apto para su realización; así el temor al desclasamiento; a perder la posición conquistada, pone en el centro de la escena la cercana competencia como pauta de las relaciones interpersonales. Se ha eliminado la solidaridad social”.

Me detengo un instante en esto último, porque quiero hacer hincapié aquí, en lo expresado por Mónica Gonzales de Zuttión ya que formará parte de lo central del presente ensayo. La idea que a continuación se presentará a modo de hipótesis de trabajo, solo para intentar responder a la pregunta de ¿por qué la difusión del miedo y de la inseguridad, -desde los medios de comunicación-, se convirtió, en un determinado momento, en un discurso reproducido por la mayoría de la sociedad en Argentina?.

Sostengo con Wacquant que a partir de la persecución, criminalización y discriminación hacia los que la padecen, -los pobres-, nuestras clases dominantes locales “intentan aplacar el miedo de las clases medias y altas, que son las que votan, mediante el permanente hostigamiento de dichos pobres en los espacios públicos, haciendo intervenir a las fuerzas del orden en problemas menores como ebriedad, ruido, mendicidad, atentados a las costumbres, y otros comportamientos antisociales vinculados con los sin techo”11.

11 WACQUANT, L. “Ese viento punitivo que sopla desde Estados Unidos”. Le Mond Diplomátique. El Dipló. Edición Cono Sur. Número 1 - Julio 1999, p. 24

Además intentan esconder las verdaderas razones por las cuales, no digo todas, pero una gran parte de las actividades delictivas, protagonizadas por los más vulnerables socialmente hablando, se encuentran asociadas a problemas sociales, económicos y políticos que estas clases dominantes, -si se me permite el término-, no resuelven aunque están en condiciones de hacerlo. Solo hace falta la decisión política y moral para ello, sobre todo, el sinceramiento.

Una de las razones, que por cierto deberían ser más cuidadosamente analizadas, -no es el objeto del presente trabajo-, pareciera ser que el poder político se encuentra sometido al económico; dejándolo que actúe solo como medio para lograr responder a su fin último: la codicia. En este sentido, “como modelo político, la posmodernidad, se presenta universal y homogénea, se vertebra, entonces, en el sometimiento de este poder político al económico, a partir del cual, la finalidad deja de ser el bien común para pasar a ser el lucro, su fin último. Como consecuencia de ello se produce la sustitución del principio de justicia por el de poder: “prevalece el poder sobre el derecho, la dominación; esto es, la instrumentación de unas personas por otras como medios para un fin que le es extraño; el lucro”12.

III

12 GONZALEZ DE ZUTTION, Mónica. Op. Cit., P, 198

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A modo de organizar un poco el presente ensayo, luego de esta breve exposición a manera de introducción, voy a referirme a algunos puntos conceptuales que desde la filosofía de la historia, desde la historia y desde la sociología intentan aclarar un poco la problemática. Más adelante, luego de la explicitación conceptual voy a desarrollar lo que considero el nudo central de la problemática: la criminalización de la pobreza en Argentina, sobre todo en su desarrollo más reciente, la época neoliberal de la década de los ´90 y el uso que se hace de un tipo de discurso que impone el miedo como medio para esconder las verdaderas razones esgrimidas más arriba y por supuesto mencionadas más precisamente en el resto del trabajo y culpabilizando, injustamente a las víctimas, como productores de desorden social y delincuencia.

El espacio y el tiempo escogido obedecen a que; por un lado, se trata de mi país, y de una problemática que me ha tocado vivirla de cerca. Por otro lado, el periodo escogido representa, quizás, el más perfecto para analizar la problemática ya que fue durante la década de 1990 la época en donde se consolidó lo que denominamos “modelo

neoliberal13”. Es decir, no son ajenos los componentes subjetivos y objetivos en el procesamiento del tema.

¿Desde dónde se parte?, cabe aclarar, que este desarrollo tiene un fuerte componente sociológico, más que filosófico y la razón radica en que, personalmente, estoy más cercano a la sociología que a la filosofía, no por falta de interés, al contrario, solo que mi preparación personal impide un desarrollo más valioso de esa disciplina a la que recientemente me estoy acercando gracias a los esfuerzos de la cátedra de Filosofía de la Historia , que desde su docente intenta iluminar un poco este fondo oscuro.

La economía se ha encargado durante mucho tiempo del estudio de la pobreza y con puntos de vista muy distintos según se trate de “liberales”, de “materialistas”, etc. Sin embargo, a la hora de pensar la problemática desde una mirada abarcadora que no la circunscriba solamente en el frio 13 “En América Latina, donde nunca existió un estado de bienestar sino estados populistas-paternalistas-clientelares, el neoliberalismo adopta la forma de una política de ajustes estructurales de la economía y la sociedad, la cual implica como principio fundamental, apertura de los mercados al capital transnacional. La concentración de la riqueza, la redistribución regresiva del ingreso, la desigualdad social estructural, ya crónicas en las sociedades periféricas, empieza a hacerse más intensa. La reducción del gasto público que afecta fundamentalmente el gasto social (salud, educación y programas sociales), la flexibilización laboral y la superexplotación de la fuerza de trabajo (…) acentúan las inequidades sociales, la postergación social y por tanto la pobreza” ROFRIGUEZ Francisco. “La pobreza como proceso de violencia estructural”. Revista de Ciencias Sociales. En: http://revistas.luz.edu.ve

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y especulativo marco de la economía, me pregunté por las herramientas que pueden aportar los filósofos. El problema parece ser, -aclaro, desde una ignorancia casi completa de mi parte en la disciplina-, que la pobreza es objeto más bien de disciplinas como la mencionada, también del derecho y de la ética14. Los estudios sobre pobreza, como señale más arriba, están más relacionados, en filosofía, al problema del desarrollo. Sin embargo, podemos encontrar algunos aportes útiles, por ejemplo en el texto de Dieterlen, que se ha dedicado al análisis del problema de la distribución justa y como, solo a partir de una justa distribución, podemos empezar hablar de conceptos tales como justicia, libertad e igualdad15.

Aproximación conceptual:

14 “La idea de pobreza no ha ocupado un lugar central en la filosofía, ni se han escrito extensas páginas sobre este asunto”. VILLAPLANA, Álvaro Carvajal. El análisis filosófico de las nociones de pobreza y desigualdad económica. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVIII (123-124), 77-84, Enero-Agosto 201015 Un análisis de este texto ameritaría un estudio más minucioso y extenso y no se corresponde con el objetivo inmediato del presente trabajo. Solo lo traigo a colación como concientización de que existe y que es de gran utilidad sobre todo en lo que tiene que ver con el problema de la distribución justa y la necesidad de hacerla compatible con principios tales como la libertad y la igualdad. DIETERLEN, Paulette. La pobreza: un estudio filosófico, Instituto de Investigaciones Filosóficas-UNAM/Fondo de Cultura Económica, México, 2003

Son muchos y muy complejos los problemas que nos presenta la posmodernidad; quizás lo que aparece más rápidamente ante nuestros ojos sea un excesivo individualismo. Ese individualismo, según Jiménez Ornelas, fue fomentado por esa misma sociedad, pero también ha promovido, nos dice, “una consideración del individuo como mera unidad de consumo, pero escasamente ha brindado al individuo un tipo de vida en comunidad o ha ofrecido una escasa influencia en las decisiones de un entorno social”16.

Por otro lado está la cuestión de comprender que rol juegan ciertas instituciones posmodernas en la problemática. Especialmente quiero referirme a los medios de comunicación que son, en el presente, instrumentos poderosos que tienen a su alcance la posibilidad infinita de influenciar en las personas, quizás aún más que la capacidad otorgada antes a otras instituciones como la familia y la Iglesia.

En este sentido, el autor antes citado sostiene que “los medios tienen un papel muy importante, porque son los encargados de llevar los mensajes a todo el mundo, a todo ser humano. Ellos son en parte responsables de unificar la tierra bajo los mismos parámetros ideológicos. Son los instrumentos socializantes más fuertes en la actualidad, bien

16 JIMENEZ ORNELAS, René Alejandro. “la delincuencia juvenil: fenómeno de la sociedad actual”. En: Papeles de población. Vol. 11, núm. 43, enero-marzo de 2005. Universidad Autónoma del Estado de México. México. P, 216

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han sustituido en gran medida la importancia que tenían los antiguos, tales como la familia, la escuela, la Iglesia”17.

Pero también cobran importancia los “objetivos” de los medios como “industria cultural” y, sobre todo, como comercializadores del consumo18.

Jiménez Ornelas sostiene que uno de los objetivos de los medios de comunicación y de las industrias (las empresas transnacionales) es hacer que cada individuo se vea envuelto en la necesidad ideológica de participar del consumo de productos, práctica que los ideólogos denominan civilización y modernización a las que los pueblos deben sumarse para dejar de pertenecer al grupo de los marginados y pasar así a formar parte de los consumidores”19.

Y sigue señalando que, “ante esta situación la actual sociedad industrializada, urbana y consumista (…) es la que segrega la violencia20. Ya que, como sociedad de consumo, alimenta

17 Ibíd., p. 21618 Más adelante trataré el problema de los medios de comunicación como transmisores de los discursos dominantes y difusores de una irrealidad que enmascara el cruel escenario social.19 JIMENEZ ORNELAS, René Alejandro. Op. cit. p. 21620 Podemos decir, “que la violencia, aunque en muchos casos este asociada a la pobreza, no es su consecuencia directa, pero si es el resultado de las formas en que las desigualdades sociales -la negación del derecho a tener acceso a los bienes (…)-, operan en la especificidad de cada grupo social, desencadenando comportamientos violentos. Así pues la dependencia, la pobreza y la marginación, no necesariamente generan delincuentes, pues influye también el

deseos o aspiraciones y despierta esperanzas que no puede satisfacer; mientras margina del proceso de producción y de consumo, excluye y discrimina a gran número de personas, clasificando y haciendo de ellas unos inadaptados y rebeldes pero, sobre todo, tiende a destruir los valores morales”21

Por su parte, sostengo que esta violencia está acompañada de la mano por la pobreza en dos direcciones; primero, como instrumento que la genera; segundo, como resistencia que intenta mitigarla. Con ello quiero decir que hay violencia no solo en el uso de la fuerza por parte de un individuo o grupo de individuos que hacen uso excesivo de esa fuerza para cometer un ilícito o un delito; sino que también hay violencia cuando se priva a alguien de alguno de los derechos que le corresponden. En este sentido “el uso injusto de la fuerza –física, psicológica, moral- con miras a privar a una persona de un bien al que tiene derecho (en primer lugar el bien de la vida y la salud, el bien de la libertad, -pero también de aquellos objetos de consumo a los que son “forzados” como objeto de deseo); o con miras también a impedir una acción libre al que el hombre tiene derecho u obligarle a hacer algo contrario a su libre voluntad, a sus ideales, a sus intereses”22

desarrollo material, individual y social, aspectos que derivan en la vida de los individuos que, al no contar con opciones o alternativas para obtener los ingresos necesarios para mejorar la calidad de vida, están dispuestos a cometer delitos”. JIMENEZ ORNELAS, René Alejandro. Op. Cit., p, 219.21 Ibíd., p. 21722 Ibíd., pp 217-218

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es también una manifestación de la violencia. Pero también hay violencia cuando la persona es coaccionada a consumir en un mundo que no les brinda a todos dicha posibilidad. De allí que es muy probable que dicha violencia configuraría un determinado acto delictivo.

Aclaro esto porque últimamente consideramos la violencia (o quieren hacer que consideremos la violencia) solo como aquella que está dedicada a cometer algún ilícito, algún delito y por lo general está asociada a determinadas categorías sociales -especialmente, los pobres; y sobre todo los jóvenes pobres-, sector social encasillado y pre-clasificado como particularmente violento; pero al que no se lo considera, en ningún momento, como víctima de una violencia simbólica, además de física y social.

En este sentido, Jiménez Ornelas sostiene que “los jóvenes, -se refiere a los pobres, desocupados, etc.-, solo pueden sobrevivir en el marco del asistencialismo del Estado, de la informalidad social y económica o a través de actividades no legales. De esta manera, sin trabajo, sin redes de contención, sin las habilitaciones educativas y sociales exigidas por el mercado, ni oportunidades para obtenerlas, estos jóvenes quedan fuera de la sociedad formal y se refugian en las estructuras invisibles de la pobreza y la marginalidad. Finalmente tanto el mercado como el orden social oficial sospecha de ellos, los persigue y los juzga, ejerciendo

violencia contra su persona y su identidad, etiquetándolos en el mejor de los casos como posibles delincuentes, o delincuentes”23.

Antes de continuar y pasar directamente al desarrollo considero importante aclarar algunas cuestiones concernientes, primero, a los medios de comunicación, no ya en cuanto a sus objetivos ya que de alguna manera quedaron expresados más arriba; pero si sobre la funcionalidad, complicidad, y sobre todo, su impacto en la sociedad que los consume. Más adelante una breve introducción al tema de la delincuencia asociada a la problemática aquí abordada: la pobreza.

El rol de los medios de comunicación:

En cuanto a lo primero, volvemos sobre esta noción de sociedad de

23 JIMENEZ ORNELAS, René Alejandro. Op. Cit., pp. 228-229

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consumo en la que conviven productores y consumidores; ahora bien, ¿Cómo funciona esta relación?

Según la Dra. Eva Patricia GIL Rodríguez “la sociedad de productores tiene en la vigilancia su principal tecnología de poder - mediante el panóptico24 - mientras que la sociedad de consumidores lo tiene en la seducción - mediante el sinóptico. Mientras que la primera vehicula el deseo como carencia de un objeto a obtener a largo plazo, la segunda vehicula cortas pero intensas experiencias de placer”25.

Es decir, según mi manera de ver, la cuestión de los medios de comunicación, ya no pasa por el control como era instrumentado en las “sociedades disciplinarias”, aquel “panóptico” que pretendía observarlo y controlarlo todo; ahora “somos muchos los que miramos a unos pocos” y en esa acción se produce la “seducción” que nos lleva al desenfreno por el consumo. El consumo no solo material, sino también simbólico y cultural (queremos ser como “ese” que se nos presenta a través de los estereotipos culturales transportados por los medios masivos e “invasivos” de comunicación; y

24 El panóptico se presenta como un dispositivo que concentra su eficacia en la nueva articulación del eje ver y sin ser-visto (fundamental en todo sistema de vigilancia). En palabras de Foucault “el panóptico es una máquina que disocia la pareja ver-ser visto” FOUCAULT, M. Op. cit.).25 RODRIGUEZ, Eva Patricia Gil. “Simulacro, subjetividad y biopolítica, de Foucault a Baudrillard”. En: http://www.observacionesfilosoficas.net

queremos “consumir” lo que nos condicionan por esos mismos medios.

Esta última afirmación, la capacidad “invasiva” de los medios de comunicación me pertenece como idea sobre la que me gustaría desarrollar algún trabajo a posterior. Mediante ella, solo a manera de introducción para comprender un poco mejor porque la traigo a colación, es que los medios no solo se nos comunican, sino que además nos invaden constantemente irrumpiendo nuestras vidas, nuestra privacidad y, lo más complejo y peligroso, no somos verdaderamente conscientes de dicha invasión; pero sobre todo, no somos capaces de dilucidar si lo que nos transmite realmente pertenece al ámbito de la realidad o es mera ficción. Más aún, lo mayormente problemático, quizás sin solución por el momento, es que subvierten la realidad, haciendo pasar por real la ficción en un proceso que difícilmente podamos estimar. Consideramos esa fantasía como realidad, y queremos “encajar” en ella, sino nos frustramos.

En términos “foucaultianos” estiraríamos hablando de un “biopoder”; es decir, este autor, “hace referencia a la práctica de los Estados modernos de explotar numerosas y diversas técnicas para subyugar los cuerpos y controlar la población en una suerte de Ortopedia social. Para Foucault “el cuerpo es

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objeto de miradas clínicas, policiales, criminológicas; la institución es una prótesis, un agente disciplinante”26.

Sin embargo, el “antiguo poder disciplinante” tuvo que transformarse y adecuarse a nuevo ámbito político-cultural, el de las democracias liberales, como así también a un cambio de época: la posmodernidad. De allí que ahora, “la sociedad de control opera sobre lo post-moderno, donde los mecanismos de dominio se vuelven más democráticos, más unidos al campo social penetrando sigilosamente en el cerebro y en los cuerpos de los ciudadanos. Determina los comportamientos de integración y de exclusión social haciendo que cada vez estén más interiorizados en los propios sujetos. (…) la mediación es producida y reproducida en el espacio social por medio de la comunicación. Es por esta razón que las industrias comunicativas han tomado una posición tan central siendo su justificación, ya que integran y reafirman el imaginario y lo simbólico en la estructura de la sociedad biopolitizada. 27.

La pobreza:

26 Fuentes Constanza Miranda y Otey Daniella Páez. “Homo Videns”: Dispositivos icónicos, entre el biopoder y la sociedad del espectáculo”. Revista Observaciones Filosóficas. En: http://www.observacionesfilosoficas.net/homovidens.htm#

27 Fuentes Constanza Miranda y Otey Daniella Páez. Op.cit.

Como señalaba más arriba, la pobreza y su fiel compañera la desigualdad, constituyen un rasgo distintivo de la historia de la humanidad. Sin embargo, es en América Latina donde “los procesos de empobrecimiento de una gran cantidad de nuestra población se presentan como uno de los problemas más acuciantes de nuestras sociedades. En este sentido me gustaría citar a Luis Núñez. Este autor sostiene que dichos procesos de empobrecimiento, “se han agudizado, cada vez mas sobre todo a partir de la implantación del modelo neoliberal, lo cual solo ha propiciado mayor endeudamiento y dependencia del extranjero; nuestras naciones cada vez más, ceden a las presiones de las potencias mundiales, especialmente de los Estados Unidos de Norteamérica; quien ha hecho de Latinoamérica “su patio trasero”; por lo que los proyectos autónomos, la defensa de la soberanía y la democracia en nuestro país están supeditados a las decisiones de los centros de poder en el mundo. Por otro lado, las elites y los grupos de poder nacionales, en una actitud depredadora intentan salvar sus intereses sumiendo a obreros, campesinos, indígenas, e incluso a las llamadas clases medias, en un profundo abismo que al parecer no tiene fondo, pues cada día, surgen circunstancias y acontecimientos que acaban con la posibilidad de una mejoría o al menos un respiro, para aquellos que son el producto más original de Latinoamérica: los pobres”28

28 NUÑES, Luis. G. “la cuestión de los pobres como opción fundamental en la Teología de la Liberación latinoamericana”. En: http:

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

En definitiva, este mal social desemboca irremediablemente en violencia, “la pobreza como tal, genera en los grupos que la padecen, violencia, destrucción, delincuencia, enfermedad, opresión, miseria y muerte física, social y espiritual”29.

Lo que nos interesa ahora es el concepto de delincuencia, pero entendiéndola en perfecta relación con la pobreza. Es decir, en este ensayo se procura mantener el “lineamiento social” relacionado a un problema particular, la delincuencia por falta de recursos, en especial por falta de empleo.

Según Giner, la delincuencia es, en general, “una de las formas más descollantes de la desviación social”30; más precisamente cuando esta conducta se aparta de las normas o de los intereses grupales. “En tales casos las <<desviaciones>> son desviaciones de una moral proclamada por grupos concretos que poco pueden hacer contra las costumbres enraizadas en la conciencia colectiva y respaldadas por la estructura económica”31.

Sin embargo, es preciso entender una conducta delictiva, no arbitrariamente, sino

sociedadlatinoamericana.bligoo.com29ibídem30 GINER Salvador. Sociología. Península. Barcelona. 1996. p 230.31 Ibíd. p. 230

relacionada a una estructura social determinada, y sobre todo a una cultura dada que se ve respaldada por un poder y unas normas. El acto delictivo de trasgresión es, según este autor, el crimen o el delito32 .

Giner realiza una distinción entre el “delito utilitario”, “delito reincidente” y los actos de vandalismo. Este apartado se centrará en la primera categoría. Giner entiende como delito utilitario, por ejemplo, al realizado por un obrero que ha sido despedido y que ataca a otro ciudadano impulsado por la necesidad33.

Un hecho social incuestionable de los últimos tiempos en Argentina (y por cierto en casi todos los países del mundo, especialmente en América Latina) es la escalada de violencia criminal que es presentada de manera sistemática por los medios de comunicación, en el discurso político y en buena parte de la opinión pública.

Especialmente en la década del ´90, pero también en el presente, nos vimos “invadidos” constantemente por informes sobre delincuencia, inseguridad, crimen, secuestros, etc. Sin embargo, no se han puesto en duda la veracidad de los esquemas enunciados por estos medios, es decir, es preciso “establecer si estas olas de violencia se correspondían con un aumento real del fenómeno o si resultaban, y resultan, de una 32 Ibíd. p. 23033 Ibíd. p. 230

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

utilización de los hechos que apunta a legitimar un discurso justificatorio de móviles punitivos, porque una vez asumido como incuestionable, este discurso propicia la configuración de una sociedad más autoritaria y violenta; menos garantista”34.

Es preciso señalar que la utilización de esta “violencia simbólica” no es nueva ya qua ha sido utilizada en otros periodos históricos recientes en nuestro país.

Por ejemplo, desde la reinstauración del régimen democrático liberal en 1983, el tema de la inseguridad ya no se inscribe en el universo de la doctrina de Seguridad Interior y en la apelación al enemigo público como en la pasada dictadura, sino en el de la democracia, el orden y el control social para sostenerla.

En el periodo de la administración Menem, la noción de seguridad ha sido contrapuesta al desorden social y a la utilización instrumental de las denominadas olas de violencia, con esta utilización se justificaron importantes procesos de privatizaciones, por ejemplo, el robo en trenes, que acaparó, en su momento la atención de los medios, de manera llamativa fecundizó la privatización de este importante medio de transporte.

34 PITA Maria V. “La Playa Luego de la Última Hora”. En: Le Mond Diplomatique. El Dipló. Ediciones Cono Sur, numero 1. Julio, 1999. p 25.

Otro fenómeno, el asalto a colectivos, generó el consenso para la realización de operativos de control poblacional indiscriminados sobre grupos “potencialmente peligrosos y sospechosos”. Otros tantos casos (manifestaciones masivas en Santiago del Estero y Jujuy contra sus gobiernos provinciales) fueron relacionados con el delito35.

En el presente, la delincuencia es presentada como “particularmente violenta”. A raíz de esto se han encaminado acciones desde diferentes organismos, no solo estatales (piénsese en el

“Ingeniero” Blumberg, y más recientemente en discursos de ciertos Partidos Políticos y actores políticos como el PRO y sus candidatos en Bs. As., etc.), para incrementar el control y una mayor severidad en el castigo.

Siguiendo la opinión de Pita esta política, basada en la “cultura del miedo” intenta sistematizar un sentido común que

35 PITA María V. Op. Cit. P. 25.

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

potencia la violencia y el autoritarismo y tiende a predominar la opinión de sectores de la sociedad que consideran “permisivas” y “benignas" las normas garantístas del sistema penal argentino.

El predominio de estos enfoques conlleva a una “consolidación de un sistema de exclusión donde la seguridad y la legalidad se garantizan de forma desigual”36 .

Ahora bien, en primer lugar, debo determinar si este fenómeno social, la delincuencia (o si se quiere, la inseguridad), puede ser entendido desde el estudio del conflicto social, o es necesario encontrar otras teorías que permitan su explicación?; si esto último lo correcto, ¿cuál o cuáles serán esas teorías?. En segundo lugar, es preciso determinar cuál es el factor o los factores que originan la delincuencia (entendida esta como delincuencia utilitaria), en tal sentido voy a centrarme en el análisis de las diferentes explicaciones que proponen los teóricos del conflicto y si estas resultan inadecuadas para tal fin, en buscar la teoría o las teorías que resulten explicativas; para luego centrarme en el análisis de los posibles factores que producen este tipo de delincuencia.

Según Ritzer37, la teoría del conflicto tiene muchas raíces, los teóricos del conflicto se orientan hacia el estudio de las

36 Ibíd. p .25

estructuras y las instituciones sociales. Se oponen a la concepción clásica del funcionalismo que supone que la sociedad es estática o que se encuentra en equilibrio móvil. Por el contrario, los teóricos del conflicto suponen una sociedad sujeta a procesos de cambio en todo momento. La base de tal perspectiva estaría dada en que consideran que la mayoría de los fenómenos sociales contribuyen a la desintegración y el cambio.

Siguiendo los planteamientos de Simmel quien considera que el conflicto social es uno de los modos básicos de vida en sociedad podemos comenzar a considerar este marco teórico como pertinente para el análisis del fenómeno de la inseguridad. Sin embargo hay todavía muchas cuestiones por resolver.

Según Marx, “el conflicto es siempre inherente a la vida. La sociedad no escapa a esta regla”38 . Sin embargo, Marx, redujo todos los conflictos sociales a conflictos de clases. Con el concepto de “lucha de clases”, Marx se está refiriendo a una lucha que opone a dos clases antagónicas 39 en búsqueda de la propiedad de los medios de producción.

37 RITZER George. Teoría Sociológica Moderna. Quinta edición. Mc Graw Hill. Madrid. 2002. p.150.38 GUY Rocher. Introducción a la Sociología General. Heder. Barcelona. 1985. p. 493.39 Clases en el sentido marxiano (burgueses vs., proletarios). No creo pertinente explayarme en las definiciones de “clase”.

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

No obstante, los modos de conflicto son muy variados, por ejemplo, hay fricciones familiares, lucha de clases, competencia económica, guerras, lucha por poderes dentro de facciones políticas, pugnas deportivas, etc.

En este contexto no es posible relacionar el fenómeno de la delincuencia con la “lucha de clases” a lo Marx. Seria inoportuno limitar este tipo de conflicto a la nueva situación creada por el neoliberalismo.

Otro teórico del conflicto es Dahrendorf, este autor evidentemente inspirado en la corriente marxiana, sostiene que la “fuente estructural del conflicto social no es la desigual distribución de los medios de producción sino, más bien, la desigual distribución de la autoridad”40.

Según este autor, la autoridad está estrechamente vinculada al puesto ocupado o al rol desempeñado en una organización social. Así la fuente estructural de los conflictos podría encontrarse solo en la autoridad, es decir en la posesión de la misma o en la carencia de la misma. En este caso Dahrendorf opone también a dos grupos antagónicos, los que detentan la autoridad y los que la sufren. Esta perspectiva parece acercarse más al problema, pero veamos otras.

Otro autor, Durkheim, introduce el concepto de anomía, es decir, el de un vacío normativo, según Giner, “en sociología

40 Rocher, G. Op. Cit. p 497

anomía denota una situación en la que existe un conflicto de normas, de manera que los individuos no pueden orientar con precisión su conducta es decir, no respetan las normas porque no les son precisas” 41 .

Las consecuencias de esto pueden derivar en la delincuencia, es decir, por medio de un camino opuesto al de las normas estatuidas, ciertos individuos tratarían de alcanzar determinados objetivos. Si consideramos esto, podemos concluir que ciertos casos de delincuencia es anómica. Pero Merton advierte que para que esto se produzca, es necesario que la falta de oportunidad en estos individuos ocurra en una sociedad en la que constantemente se predique la igualdad de oportunidades al tiempo que existan fuertes barreras contra esa igualdad.

Sería importante tratar de especificar cuáles son los condicionamientos culturales o estructurales que determinan los modos conflictivos de interacción. Hay muchos autores, por ejemplo Coser, que consideran el conflicto como necesario para el mantenimiento de la identidad y las fronteras de cada grupo social.

En relación con estos últimos aspectos, más las concepciones de la autoridad y del poder de Dahrendorf, se puede comenzar a vislumbrar otro camino: de esta forma la

41 GINER Salvador. Op. Cit. P. 227

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manipulación ideológica, la discriminación, el control de los centros decisorios, la utilización mediática de las preferencias televisivas, son ejemplos de un ejercicio del poder.

Esto relacionado al concepto de “capital simbólico” de Bourdieu. Según este autor “el capital simbólico es cualquier propiedad (cualquier tipo de capital, físico, económico, cultural, social) cuando es percibido por agentes sociales cuyas categorías de percepción son de tal naturaleza que les permiten conocerlas (distinguirlo) y reconocerlo, conferirle algún valor”42. Además sostiene que el principal detentador del capital simbólico es el Estado, éste actuando “a modo de banco de capital simbólico, garantiza todos los actos de autoridad, unos actos, a la vez arbitrarios y desconocidos en tanto que tales, de impostura legitima”43. El Estado tiene todas las prerrogativas de ejercer una violencia simbólica.

Aquí podemos, quizás, entrever un camino recto que nos conduzca a la solución del problema.

“La violencia simbólica, tan naturalizada y arraigada que ya no se la reconoce como tal es una forma profunda de dominación”. 44

42 BOURDIEU Pierre. Razones Prácticas. Sobre la teoría de la acción. Anagrama. Barcelona. 1997.p. 10843 Ibíd. p. 11444BOURDIEU, P. Y WACQUANT, L. “Una nueva Vulgata planetaria” en: Le Mond Diplomatique. El Dipló. Ediciones Cono Sur. Numero 11. Mayo 2000. p 12

Es muy común escuchar en todos los medios, ya sean audiovisuales o gráficos, términos como “mundialización”, “flexibilidad”, “gobernabilidad”, tolerancia cero”, etc. Pero no así los de “capitalismo”, “clase”, “explotación”, “dominación”, “desigualdad”, “exclusión”, etc.

Esto es el resultado evidente de un “imperialismo propiamente simbólico, sus agentes transmisores son los partidarios de la ideología neoliberal”45.

“Estas doctrinas neoconservadoras, que desde hace un tiempo vienen erosionando las ya casi acabadas estructuras de bienestar social, son las que por otra parte alimentan la tendencia a promover la “tolerancia cero”, el tratamiento de los menores de edad como a adultos en su relación con la justicia y hasta la pena de muerte como solución a los problemas de inseguridad urbana y barrial”46. En este sentido es común escuchar en medios informativos como se bombardea a la gente con preguntas acerca de si está o no de acuerdo con la pena de muerte, si es necesaria una política más dura contra la delincuencia, etc. O también de llegar al extremo de detener a dos niños de nueve años por portar armas de juguetes! La inseguridad que se ha visto incrementada en la realidad –hay que admitirlo- se muestra,

45 Ibíd. p. 1246 WACQUANT, L. “Ese viento punitivo que sopla desde Estados Unidos” en: Le Mond Diplomatique. El Dipló. Ediciones Cono Sur. Numero 1. Julio 1999. p 24

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sin embargo, como el centro del tejido social, pero debemos tener en cuenta que muchos de estos picos de inseguridad son sospechosos.

Las estadísticas provocan un efecto de verdad, de legitimidad científica y de fundamento incuestionable a la hora de formular políticas, pero debe advertirse sobre un uso instrumental que, fuera de contexto, contribuye a la magnificación del fenómeno.

En este sentido es esclarecedor el argumento de Pita: “Los datos disponibles en materia de delincuencia y criminalidad son escasos, presentan una serie considerable de problemas metodológicos y son empleados en más de una oportunidad como botín de guerra entre sectores políticos enfrentados”47. Además sostiene: “El generalizado proceso de redefinición del Estado apunta a convertirlo en un gendarme que interpreta los conflictos sociales en clave criminal antes que política, al tiempo que se retira de áreas clave como la salud y la educación. En este contexto es necesario preguntarse qué sentido adquiere y qué riesgos entraña proponer la "tolerancia cero" neoyorquina en un país donde las fuerzas de seguridad se caracterizan por su discrecionalidad, arbitrariedad y uso abusivo de la fuerza; donde muchos de sus miembros están acusados de numerosos delitos (desde la cotidiana "coima" hasta la participación en hechos como el atentado contra la

47 PITA María V. Op. Cit. P. 25

AMIA o el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas en la década de los `90, o en actos de corrupción y tráfico de personas y de drogas tan presentes hoy); donde hay fuertes indicios, acusaciones y procesos por su actividad en la administración del delito y se las señala como una de las principales fuentes de inseguridad. Las denuncias de quienes sostienen que deben pagar un canon a la policía para poder ejercer sus actividades (prostitutas, quinieleros, automovilistas, vendedores ambulantes o comerciantes que corren el riesgo de ser robados en sus negocios si no aceptan), no cesan de aumentar”48.

Así, volviendo al concepto de violencia simbólica, se puede ver como a partir de la desaparición del Estado benefactor, de la reducción del Estado social, y del fortalecimiento del Estado penal se tiende a criminalizar la miseria y por esa vía normalizar la precariedad de la situación de los excluidos.

Esta violencia simbólica se origina en los órganos encargados de poner en práctica el “rigor penal”, en este terreno, tanto el sector privado, como el público, aportan su contribución; son conocidos los debates del pasado reciente en torno a la persona de Blumberg de la necesidad de nuevos códigos de convivencia civil, de políticas de mano dura contra la delincuencia, la tolerancia cero, etc.; o los discursos de ciertos candidatos como Massa, que en estos días se reunió

48PITA María V. Op. Cit. P. 25

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

con Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, famoso por su “exitosa” política contra la inseguridad, sobre el que pesan acusaciones muy severas sobre sus métodos, a partir de la cual presentó el plan de seguridad, denominado, “Leyes de tolerancia cero al delito y a la droga”49

Durante el segundo gobierno de José Manuel de la Sota en Córdoba, por ejemplo, el gobierno proporcionó los medios económicos para que un “experto en seguridad” calificara que los chicos que limpian vidrios en las calles, de Córdoba, son terroristas50.

En general la campaña se presenta como lucha contra el delito, pero en la cacería los principales sospechosos son los adolescentes y los habitantes de asentamientos y villas miserias.

Volvemos entonces con lo que constituía mi hipótesis de trabajo, “con la tolerancia cero, los sectores dominantes intentan aplacar el miedo de las clases medias y altas, que son las que votan, mediante el permanente hostigamiento de los pobres en los espacios públicos, haciendo intervenir a las fuerzas del orden en problemas menores como ebriedad,

49 http://www.clarin.com/politica/Massa-recibe-Giuliani-tolerancia-delito_0_1013898680.html50 La Voz del Interior. 24/10/2004

ruido, mendicidad, atentados a las costumbres, y otros comportamientos antisociales vinculados con los sin techo”51 .

En este sentido es categórico el argumento de Elías en el cual sostiene que “el esfuerzo y la previsión que suponen el mantenimiento de la superior posición social de la clase alta se manifiestan claramente en las relaciones internas de la sociedad, en el carácter estricto de la vigilancia social que ejercen unos miembros sobre otros; el temor que origina en la situación del conjunto del grupo, en su lucha por mantener su posición superior y en su mayor o menor amenaza actúa de este modo inmediatamente como una fuerza instintiva para el mantenimiento del código de comportamiento”. 52

En este sentido es posible incorporar el concepto de “auto coacción” esgrimido por él. A diferencia de lo que ocurre con los que están incluidos (llámese clase media, alta, etc.), los excluidos no experimentan, en la mayor parte de los casos, ese miedo a perder el prestigio social (que por otro lado no poseen).

Esto es según este autor, lo que explica porque en tales clases la regulación emocional, y, ante todo, el establecimiento de autocoacciones es por lo general, mayor en las clases altas, el miedo a la pérdida o, incluso, a la

51 WACQUANT, L. “Ese viento punitivo que sopla desde Estados Unidos”. Op. Cit. P. 2452 ELÍAS, N. El Proceso de la Civilización. México. F. C. E. 1993. p. 469

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

disminución del prestigio social es uno de los motores más poderosos del cambio de las coacciones externas en autocoacciones”53.

Como estos individuos, a los que no se les ha dejado margen de maniobra, es decir, los excluidos, actúan de acuerdo a sus urgentes necesidades, en forma delictiva, ponen en cuestionamiento los órganos encargados de coaccionarlos, es por ello necesario emprender políticas represivas que oculten de manera sistemática las verdaderas razones de su exclusión y por lo tanto de su “delictiva” forma de actuar.

El efecto de tal medida es el encarcelamiento masivo por medio de la penalización de la miseria.

Estos encarcelamientos masivos son el fruto del repliegue del Estado social y de la aplicación de las políticas cada vez más fuertes de control de la población. Debemos relacionar esto con desempleo, el subempleo, marginalización, etc., como una de las características básicas de las políticas neoliberales. Lo más dramático es ver a una enorme cantidad de presos residiendo en fábricas desactivadas en la Provincia de Bs. As., donde antes hubo trabajo para miles de obreros, ahora hay cárceles.

53 Ibíd. p. 481

De esta forma, “desde las elites políticas es más funcional la criminalidad como problema social que como problema político-económico, es decir, que la delincuencia, al ser un problema social, se la puede descalificar, desechar y etiquetar como parte de la sociedad que no se adapta a la normalidad y así manejar como grupo antagónico que legitima la existencia del poder por vía de las políticas públicas en materia de seguridad (o, incluso como militarización de la seguridad pública)54; de lo contrario se tendría que reformar tanto el sistema económico desigualitario como las políticas de segregación y exclusión social”55

Conclusión:

La pobreza como problema filosófico:

La delincuencia debe ser comprendida como parte inherente del sistema de producción; de las relaciones del mercado; de la coacción para el consumo; de la violencia simbólica; de la discriminación; de la explotación; del racismo, etc.

54 Véase, por ejemplo, El Gobierno envía 4.000 gendarmes al Gran Buenos Aires para reforzar la seguridad. http://www.infobae.com/2013/08/31/1505641-el-gobierno-envia-4000-gendarmes-al-gran-buenos-aires-reforzar-la-seguridad55 ALDUCIN Rolando, H. “Teoría de la delincuencia: construcción social, acción y estructura” En: http://sociedadlatinoamericana.bligoo.com

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

“La delincuencia no está al margen, no es anormalidad ni enfermedad, esa es la imagen con la que se la quiere presentar para ocultar el problema real. Es decir: la desigualdad económica, la corrupción política, la explotación laboral, la falta de oportunidades, el desempleo, la pobreza, la marginación, la violencia institucional, la represión social, etc.”56., son los generadores de delincuencia en el sentido aquí abordado.

El delincuente, desde esta concepción, es el joven desocupado, el padre de familia que no tiene para mantener a sus hijos, aquel que ve pasar ante sus ojos la injusticia, el lujo, etc., y que no lleva nada para comer al terminar una larga jornada de sufrimiento; es un ser que ha sufrido la presión del mundo social desigualitario y ha adoptado comportamientos “desviados” (social y legalmente) y al hacerlo se ha convertido en delincuente que atenta contra el orden social y la legalidad que lo sustenta”57.

“La falta de oportunidades, el desempleo, la inseguridad, la violencia, etc., hacen más fácil la elección personal llegado el momento. Delinquir es una oportunidad en un tierra donde las oportunidades son cada vez más escazas”58

56 ALDUCIN Rolando, H. Op. Cit.57 Ibídem58 Ibídem.

Llegado a este punto, intentaré realizar un breve recorrido por una vertiente de la filosofía que, desde mi condición de neófito, me pareció interesante y que quizás logre, algún día, producir esa relación tan necesaria entre ensayo teórico y repuesta práctica al problema de la pobreza. Me refiero a la “Filosofía de la Liberación”.

La “Filosofía de la Liberación”:

Según Villa, la Filosofía de la liberación se presenta como un pensar que parte de la existencia real de la persona pobre, el oprimido, tanto individual como colectivamente. Así pues se sitúa desde la exterioridad y/alteridad del otro, desde la persona empobrecida que existe, pero fuera del sistema políticamente imperante, más allá de donde se dictan las leyes del mercado económico que los empobrece, y donde esas leyes se ejecutan sin compasión”59.

Es decir, al menos intenta partir y pensar la problemática ya no con supuestos puramente económicos y “desde arriba”, sino que problematice desde una perspectiva que permita comprehender las necesidades de los oprimidos en la búsqueda de la “liberación”.

Lo que más interesante de esta vertiente es que proclama no solo ser un postulado teórico que permita el abordaje de la

59 VILLA, Moreno. M. “Dignidad de la persona”. DicPC. En: http://mercaba.org/DicPC/D/dignidad_de_la_persona.htm

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

pobreza en relación con el desarrollo y la dependencia, sino que además intenta reelaborar un pensamiento crítico pero a la vez liberador.

En este sentido, Samour, sostiene que “…la situación actual del mundo, y en especial de los países periféricos, reclama una filosofía crítica y liberadora, pero esta tiene que reconstituirse teórica y prácticamente en claves distintas de las que ha sido hasta ahora las vigentes en las mayorías de los discursos de la filosofía de la liberación latinoamericana, caracterizados más por sus buenas intenciones y sus formulaciones abstractas que por su eficacia liberadora60.

Y este me parece el nudo central de la problemática, creo, que tanto los análisis económicos, como los políticos o sociológicos, que se dedicaron al estudio de la pobreza, solo han logrado, en algunos casos, descubrir sus causas y describir sus consecuencias; pero no han logrado formular un verdadero proyecto liberador.

La filosofía puede, en todo caso, realizar un aporte en términos éticos y morales; desde estas posturas podemos concientizarnos de que “la pobreza sitúa a las personas que la sufren en una situación de vulnerabilidad que les impide rechazar lo que les ofrecen los que detentan el poder61”.

60 SAMOUR, Héctor. “posmodernidad y filosofía de la liberación”. A Parte Rei. Revista de filosofía. 54 (2007), p. 2

La filosofía también nos dice que “la vulnerabilidad y la dependencia son universales y nos llevan a una necesaria cooperación social fundada en las virtudes personales. Las virtudes que el ser humano necesita para desarrollarse y llegar a ser un agente racional e independiente son las mismas que las que requiere para hacer frente a la vulnerabilidad y la discapacidad, tanto de uno mismo como de los demás. Son las virtudes propias de los animales racionales y dependientes, por lo que la razón misma nos invita a una filosofía humana del cuidado de la persona vulnerable”62.

Y creo que un buen aporte de esta vertiente filosófica está en la idea de “cosmovisión” entendiéndola como “una cultura o fondo pre comprensivo, constituido por convicciones y experiencias colectivas y personales, que sirve de marco de referencia para la comprensión, interpretación y reconstrucción de las versiones de realidad”63. Así entendida, el discurso reproducido por los sujetos como el de “nuestro protagonista” citado al principio del presente trabajo, es producto de una “cosmovisión negativa”.

61 Onora O´Neill citada en: CORREA Francisco, J.L. “Pobreza, vulnerabilidad y calidad de vida en América Latina. Reto para la bioética”. Apunte proporcionado por la Cátedra de Filosofía de la Historia. 62 Ibíd. P. 2363 SAMOUR, H. Op. Cit. P.3

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Un intento por acércanos conceptualmente al problema de la pobreza y la delincuencia en el marco de la posmodernidad:

Un buen comienzo, entonces, como intento de originar un cambio seria, -según concibo-, profundizar la concientización de lo que venimos trabajando y, por

sobre todas las cosas, producir un cambio en esa cosmovisión que tenga en cuenta los conceptos de vulnerabilidad y dependencia.

Dicho esto, quería volver inmediatamente al principio del presente ensayo, y recordar las palabras de mi amigo, el discurso reproducido por él responde, como ya señalé, a una cosmovisión; esa cosmovisión; esa identidad pre reflexiva, limita su poder de comprensión del problema y lo más grave aún, genera violencia porque es un discurso ampliamente difundido y compartido por la sociedad que habitamos.

Quizás a partir de una filosofía de la liberación podamos ir reconstituyendo una sociedad que nos libere de esa cosmovisión y propicie el surgimiento a otra que priorice la SOLIDARIDAD por sobre el egoísmo y la codicia.

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