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C ristina Fernández llora descontro- lada. En el shockroom del Hospital Municipal José Formenti, en El Cala- fate, le acababan de confirmar la peor noticia de su vida: que Néstor Kirchner, su marido, su compañero de toda la vida y su mentor político, está muerto. “No puede ser, no me dejes, por favor, no me dejes”, grita desesperada y entre lágrimas, mientras le sujeta las manos en los segundos finales. Durante el terrible desenlace la es- coltaron desconsolados sus secretarios privados, Isidro Bounine y Pablo Ba- rreiro. Ellos fueron, junto a Cristina, los testigos directos del primer infarto de Kirchner pocos minutos antes de las 8 de la mañana dentro de la resi- dencia presidencial en El Calafate, el miércoles 27. Dentro de la sala ya estaba Lázaro Báez, que logró contener a la Presiden- ta que no paraba de gritar. El empre- sario, señalado por la oposición como el testaferro de Kirchner, además de su amigo personal, también se quebró: “Estoy destrozado, lo quería como a un hermano”, llegó a murmurar. Los 16 médicos que lo atendieron durante los últimos minutos se que- daron en silencio. Desde las 9.15, hora en que se dictaminó su muerte, hasta las 9.50, cuando Cristina decidió que llevaran el cuerpo del ex presidente hasta su casa en El Calafate en una ambulancia custodiada por seis ca- mionetas de la seguridad presidencial, se vivieron momentos dramáticos. Las NOTICIAS fue el único medio presente en el momento de su muerte. Las horas finales y la parcela que encargó comprar días antes. La desesperación de Cristina. POLÍTICA NACIONAL Es la estrategia que transmite Kirchner desde Olivos: candidatos del PJ si no hay internas. NÉSTOR KIRCHNER 30 de octubre del 2010/NOTICIAS 28 REN RENDIR DIRSE SE JAM JAMÁS ÁS. Es Es la la es estra trateg tegia ia que transmite Kirchner desde Olivos: no no dej dejars arsel e llev levar ar por por la lasv s volá olátil tiles es mayorías del Congreso. Confía en que llegará primero entre los can candid didato atosd sdel el PJ PJ si si no no hay hay in inter ternas nas. Las últimas horas Paso a paso, cómo fue el desenlace en la casa de los Kirchner en El Calafate. Arranca la velada con Lázaro Báez y Cristina. Cenan a las 22. Se despierta y empieza a sentirse mal. Lo atiende un médico suyo que estaba en la residencia. Kirchner se acuesta a dormir. RAID. La ambulancia que trasladó de urgencia a Kirchner al Hospital Formenti de El Calafate. La última foto con Cristina, el viernes 22 en Río

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Muerte de Néstor Kirchner

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Cristina Fernández llora descontro-lada. En el shockroom del Hospital

Municipal José Formenti, en El Cala-fate, le acababan de confirmar la peor noticia de su vida: que Néstor Kirchner, su marido, su compañero de toda la vida y su mentor político, está muerto. “No puede ser, no me dejes, por favor, no me dejes”, grita desesperada y entre lágrimas, mientras le sujeta las manos en los segundos finales.

Durante el terrible desenlace la es-coltaron desconsolados sus secretarios privados, Isidro Bounine y Pablo Ba-rreiro. Ellos fueron, junto a Cristina, los testigos directos del primer infarto de Kirchner pocos minutos antes de las 8 de la mañana dentro de la resi-dencia presidencial en El Calafate, el

miércoles 27. Dentro de la sala ya estaba Lázaro

Báez, que logró contener a la Presiden-ta que no paraba de gritar. El empre-sario, señalado por la oposición como el testaferro de Kirchner, además de su amigo personal, también se quebró: “Estoy destrozado, lo quería como a un hermano”, llegó a murmurar.

Los 16 médicos que lo atendieron durante los últimos minutos se que-daron en silencio. Desde las 9.15, hora en que se dictaminó su muerte, hasta las 9.50, cuando Cristina decidió que llevaran el cuerpo del ex presidente hasta su casa en El Calafate en una ambulancia custodiada por seis ca-mionetas de la seguridad presidencial, se vivieron momentos dramáticos. Las

NOTICIAS fue el único medio presente en el

momento de su muerte. Las horas finales y la parcela

que encargó comprar días antes.

La desesperación de Cristina.

POLÍTICA NACIONAL

RENDIRSE JAMÁS. Es la estrategia que transmite Kirchner desde Olivos: no dejarse llevar por las volátiles mayorías del Congreso. Confía en que llegará primero entre los candidatos del PJ si no hay internas.

NÉSTOR KIRCHNER

30 de octubre del 2010/NOTICIAS28

RENRENDIRDIRSESE JAMJAMÁSÁS. Es Es la la es estratrategtegiaia que transmite Kirchner desde Olivos: nono dejdejarsarse le llevlevarar porpor la las vs voláolátiltileses mayorías del Congreso. Confía en que llegará primero entre los cancandiddidatoatos ds delel PJPJ sisi nono hayhay ininterternasnas.

Las últimas horasPaso a paso, cómo fue el desenlace en la casa de los Kirchner en El Calafate.

Arranca la velada con Lázaro Báez y Cristina. Cenan a las 22.

Se despierta y empieza a sentirse mal. Lo atiende un médico suyo que estaba en la residencia.

Kirchner se acuesta a dormir.

RAID. La ambulancia que trasladó de urgencia a Kirchner al Hospital Formenti de El Calafate. La última foto con Cristina, el viernes 22 en Río

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puertas vaivén de la sala de urgencias se abrían y cerraban con violencia. Los médicos salían y daban órdenes al aire. Cristina lloraba sin parar sen-tada en la guardia con vista a la calle Julio Roca.

Afuera del hospital, la custodia tam-bién se desesperaba. “No pueden sacar fotos, se van a 200 metros de acá y no rompan las pelotas”, gritó un custodio a NOTICIAS, que nunca intentó tomar fotos dentro del hospital. Una camio-neta salió a las apuradas y le destrozó la puerta a un Chevrolet Corsa rojo que estaba estacionado frente al lugar. Reinaba el caos.

Kirchner, el hombre fuerte de la po-lítica de los últimos siete años, había muerto en su provincia de un paro cardiorrespiratorio con muerte súbita, casi a la misma hora en que nació 60 años atrás. El Calafate se hundía en el más profundo silencio.

EL FINAL. Son las 9 de la mañana del miércoles 27. Faltan diez minutos para que muera Kirchner. El termóme-tro marca 9 grados, el sol es radiante y las calles están vacías por el censo. No hay viento, algo poco habitual en la zona. No hay autos en la Avenida del Libertador, que atraviesa el cen-tro del pueblo. En el frente de la casa del matrimonio presidencial la custo-dia oficial se empieza a alborotar. De repente se escucha un grito desespe-rado del titular de la seguridad de la Presidenta: “Llamalo al jefe de la Po-licía, es urgente. ¡Apurate, la concha de tu madre!”, le ordena a un agente panzón de la Policía provincial. “Y ra-jalos a estos dos, ¿qué carajo hacen

acá?”, le dice mirando al periodista y al fotógrafo de esta revista. Habíamos llegado hasta “el lugar en el mundo” de la Presidenta cuatro días antes para investigar los nuevos negocios de los Kirchner en El Calafate y para cubrir el censo del matrimonio presidencial. Nunca llegaron a censarlos.

Pasadas las 9.15 y frente a la casa de Cristina llegó el mensaje menos pensado. Un hombre de la máxima intimidad del matrimonio se comunicó con este cronista y lo largó sin dudar: “¿Estás afuera de la casa de Cristina? Se murió Kirchner. Andá al hospital”. No dijo nada más.

Las horas previas a la muerte fueron el desenlace de una noche y una semana que lo tuvieron a maltraer. El ex presidente había llegado al pueblo, el viernes 22 por la noche, para intentar relajar-se en medio de la conmoción por el asesinato del militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra. No lo logró.

Pasó los días trabajando sin pausa llamando a los ministros para contro-lar todo lo que pasaba, como era su costumbre. En el entorno presidencial dicen que estalló de furia cuando se conocieron las fotos del ministro de Economía, Amado Boudou, y del se-cretario de Educación, Aberto Sileoni, con el barrabrava Cristian Favale.

Los últimos días que pasó en el sur no se sintió bien. En su círculo íntimo aseguran que su salud había estado frágil y que por eso casi no salió de la casa mientras estuvo en El Calafate.

Evitó las caminatas al aire libre por la rambla que solía compartir con Cris-tina, y tampoco se dejó ver en el jardín de su casa. Apenas hizo una escapada junto a la Presidenta para comer en el restaurante La Cocina, ubicado sobre la Avenida Del Libertador y a pocos metros del casino del empresario ami-go Cristóbal López. Comió crepes de verdura, el plato que más le gustaba del lugar, y volvió rápido a su casa. “Se agitaba y estaba muy nervioso y can-sado. No lo vimos bien. Lo mejor era que descansara”, contó un hombre que estuvo cerca del ex presidente duran-

te sus horas finales. Pese a las alarmas, en los últimos días había estado hablando de candidaturas. Un confi-dente suyo comentó antes del desenlace: “Ya lo tene-mos decidido: el candidato es Kirchner. El problema es si le va a dar la salud”.

Por eso, la gripe con angi-nas que sufrió Cristina sirvió como una excelente excusa

para quedarse en el sur hasta después del censo. Lo cierto es que el cuadro de la Presidenta era leve y no le impedía viajar hasta Buenos Aires, pero juntos decidieron que lo mejor era quedarse en el sur para que Kirchner bajara un cambio.

EL PRESAGIO. Hay un dato que revela lo consciente que estaba de su salud el ex presidente. Luego de la última intervención quirúrgica en septiem-bre, en la que le aplicaron un stent, le pidió a su amigo, ex chofer y empre-sario de medios, Rudy Ulloa Igor, que

30 de octubre del 2010/NOTICIAS 29

Le da el primer infarto.

Llega al hospital y le realizan trabajos de reanimación, sin éxito.

Secretarios de Cristina llaman a la ambulancia, que llega cinco minutos después.

Se decreta la muerte luego de aplicarle inyecciones de adrenalina y desfibrilador.

Gallegos. El avión que llevó el cuerpo del ex presidente a Buenos Aires. La camioneta de la funeraria que fue a buscar sus restos a Aeroparque.

NÉSTOR KIRCHNER1950 - 2010

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comprara una parcela en el cementerio de Río Gallegos.

El martes 26, el ex presidente se sin-tió mejor y organizó una velada junto a Lázaro Báez y su esposa Norma. Báez suele viajar solo a El Calafate para visitar a su amigo. Esta vez, decidió hacerlo junto a su mujer porque sa-bía que Kirchner no andaba del todo bien. Hasta la 1.30 de la madrugada comieron y conversaron. Por la tarde, y antes de la cena, recibió el llama-do del jefe de la CGT, Hugo Moyano. El camionero le recriminó la falta de apoyo a su flamante conducción en el Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires. Ese mismo día había convocado al consejo partidario del partido, pero más de la mitad de sus integrantes, entre los que se cuentan

a los intendentes comunales, faltaron y lo dejaron sin quórum para sesionar. Ese día también habló con el diputado provincial Fernando Navarro y con el ministro Florencio Randazzo. Pese a las advertencias de su cuerpo, nunca pudo parar de trabajar y hacer política.

Kirchner se acostó cerca de las 2 de la madrugada del miércoles fatal luego de la velada con amigos. A las 7 comen-zó la pesadilla. Se despertó sintiéndo-se mal. En la casa estaban Cristina, los secretarios Bounine y Barreiro, la custodia oficial y el médico de la Uni-dad Presidencial Benito Alen González. El hombre le pidió que se acostara e intentó atenderlo. Pero Kirchner no mejoró: estaba pálido y casi no podía hablar. Minutos antes de las 8 tuvo el primer infarto. Un ministro del Gobier-

no asegura que al desvanecerse chocó su frente contra la mesa de luz que le provocó una herida, y que por eso la familia decidió velarlo a cajón cerrado (ver recuadro). Fueron los secretarios de Cristina quienes pidieron la ambu-lancia a las 7.55. A las 8.05 el vehículo partió acompañado de una camioneta

NOTA DE TAPA

POPULAR. Tinelli se abraza con la Presidenta en el velatorio en Casa Rosada. Durante dos días, una multitud se acercó a despedir los restos del ex presidente.

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de la custodia oficial a toda velocidad desde la residencia presidencial con Kirchner y Cristina. La Presidenta es-tuvo todo el tiempo acompañando a su marido. “Murió en sus manos”, dijeron quienes atendieron al ex presidente. En esos momentos la desesperación era total. La ambulancia cruzó el bu-levar de la Avenida del Libertador sin detenerse y entró de contramano por la Calle Julio Roca hasta la guardia del Hospital Jorge Formenti. Tardaron dos minutos en salir de la casa de los Kirchner y recorrer las 9 cuadras que lo separan del hospital.

Kirchner llegó con signos mínimos de vida y casi inconsciente, aunque hay una versión que sostiene que ya estaba muerto y que el trabajo de re-animación que le realizaron fue sólo porque se trataba del ex presiden-te. Lo atendieron 16 médicos y tres enfermeros durante una hora. En el lugar estaba el director del hospital, Marcelo Bravo, que también trabajó en la recuperación. Los profesionales desplegaron el protocolo que se usa para estos casos. Le inyectaron varias drogas para intentar revivirlo. Prime-ro probaron con adrenalina, luego in-tentaron con atropina y también con bicarbonato. El ex presidente tenía el pecho al descubierto y no lograba reaccionar. También buscaron reani-

marlo con un desfibrilador. Tuvo dos levantadas, pero no logró salir. “Paro cardiorrespiratorio con muerte súbita”, reza el parte oficial. Era el final.

HERMETISMO. El Calafate es un pue-blo frío y pequeño de 15.000 habitan-tes, ubicado a 322 kilómetros de Río Gallegos, la capital de Santa Cruz, y enclavado entre montañas a orillas del Lago Argentino. Desde cualquier punto se puede ver la cordillera con sus picos siempre nevados. La villa es tranquila y religiosamente desde las 13 a las 16 la gente duerme la siesta. Los vecinos se sorprendieron cuando a las 9.30 del miércoles 27 empezó a desplegarse un operativo de seguridad sin precedentes alrede-dor de la residencia de los Kirchner. Las radios del lugar ya empezaban a hablar de la posible muerte del ex presidente.

Durante 13 horas, desde las 10 de la mañana hasta las 11 de la noche, cuando la Presidenta viajó a Buenos Aires, la zona que rodea a la casona estuvo sitiada. Todas las calles a 300 metros a la redonda estaban cerradas y en cada esquina había entre cinco y diez efectivos de seguridad. En el ope-rativo trabajaron Gendarmería, Prefec-tura, la Policía provincial, la custodia presidencial y efectivos de la Policía Federal. Los turistas que se alojaban en hoteles de la zona debían acreditar su identidad para poder entrar.

“La orden de la familia es no dar ningún tipo de información a la pren-sa”, explicó un hombre de la custodia oficial que no quiso identificarse. El

hermetismo, una marca registrada del estilo K, también se mantuvo en los momentos de dolor. “Nunca vimos algo así, los Kirchner vienen siempre acá y se manejan con tranquilidad, nunca cortan las calles. Salen a cami-nar y saludan a todos”, se sorprendió una vecina que buscaba acercarse a la casa de la Presidenta. En las calles había postales de profundo dolor. Hom-bres y mujeres llorando a los abrazos. A la tarde se organizó una misa en la capilla del pueblo para los vecinos. El gobernador Peralta se acercó y lloró desconsolado ante su pueblo.

Una vez que el cuerpo de Kirchner entró en la casa comenzaron a llegar

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EXCUSA. El Gobierno aseguró que Cristina se había quedado en el sur por una gripe. El tema era mucho más grave.

CONGOJA. De Vido y Alicia Kirchner, en Aeroparque. El gobernador de Santa Cruz, Peralta, en la misa en homenaje al ex presidente en El Calafate.

DISTRACCIÓN

irchner peleó contra su sa-lud durante los últimos días en El Calafate. No se sentía bien, estaba agotado, ner-

vioso, débil y hasta los médicos de la Unidad Presidencial tu-vieron que revisarlo. Hasta ese momento no había indicios de que fuera a tener un infarto. La gripe con anginas de Cristina fue la mejor excusa que encontraron desde el Gobierno para que él se quedara en el sur en vez de regre-sar a Buenos Aires y someterse al ajetreo de un viaje. “Acaba de ir-se el médico. Dice que tengo que descansar y cuidarme. Lo mismo que me aconsejó Mempo Giardi-nelli”, escribió la Presidenta en su cuenta de Twitter el martes 26. Quienes la vieron dicen que tuvo un resfrío, pero que eso no le impedía volver a Buenos Aires. El plan era usar ese cuadro leve de su esposa como pantalla para cuidar al ex presidente.

OPERATIVO

K

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amigos y familiares. Uno de los prime-ros en arribar fue el hijo, Máximo Kir-chner, acompañado de Rudy Ulloa en una camioneta 4x4. Los dos estaban en Río Gallegos cuando los sorpren-dió la noticia. Ulloa, un incondicional de Kirchner a quien consideraba casi como un padre, no pudo contener la angustia por la muerte de su amigo, sufrió una descompensación dentro de la casa y tuvo que recibir ayuda médi-ca. A las 15 llegó Julio De Vido y luego la esposa de Ulloa. Adentro ya estaban la hermana y ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, Lázaro Báez, la madre de Cristina, Ofelia Wilhelm, y su hermana Giselle. También pasó el gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, el intendente de El Calafate, Héctor Javier Belloni, el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el jefe de la SIDE, Héctor Icazuriaga. El momento más emotivo fue cuando llegó, al mediodía, la madre de Kir-chner, María Ostoic. Todos lloraron y trataron de contenerse. A las 10 de

la mañana, Cristina llamó al párro-co del pueblo, Carlos “Lito” Álvarez, para que la acompañara. Cerca de las 21, la Presidenta hizo desalojar la residencia para quedarse sólo con su entorno familiar y despedirse de su marido. Empacó sus valijas y le pidió a Máximo que acompañara el cuerpo de su padre muerto. Florencia ya via-jaba para Buenos Aires desde Nueva York. Fuera de la casa, en El Calafate la temperatura era cada vez más baja y el cielo comenzaba a nublarse.

EL REGRESO. El avión con destino a Buenos Aires salió a las 23 del aero-puerto de El Calafate. Una caravana de autos con una ambulancia con el cuerpo del ex presidente recorrió el centro de la ciudad. Fueron tres vue-los los que partieron. En el primero, un Lear Jet sanitario, llevó el cajón. En el Tango 03 lo hicieron Cristina, Máximo y la familia más cercana. El resto lo hizo en otro avión. Pasadas las 2 de la madrugada del jueves 28, Cris-tina aterrizó en Aeroparque y esperó

en Olivos la llegada de Florencia. En la residencia presidencial ensayaron una despedida íntima. Recién a la ma-ñana se trasladaron a la Casa Rosada para la despedida protocolar, antes del adiós final en la tarde del viernes 29, en Río Gallegos.

El velatorio con honores de ex presi-dente contó con la presencia de todos los ministros y la familia. Asistieron miles de personas a despedirlo y reci-bió los saludos de todos los sectores políticos además de la visita de los presidente de América del Sur. De-trás de sus anteojos negros, Cristina se mantuvo al lado del cajón, visible-mente emocionada.

El ex presidente pasó sus últimas horas en su refugio de El Calafate, donde era más feliz. Murió como vi-vió, en medio de batallas, secretos y polémicas. Siempre al límite, a matar o morir. ●

NOTA DE TAPA

MILITANTES SE BUSCAN. El acto de Ferro se convocó, según Kirchner, para volver a contar con una base de apoyo en los barrios. Buena respuesta.

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NICOLÁS DIANA (DESDE EL CALAFATE)[email protected]

espués de horas de cola bajo el sol, los cientos de miles de ciudadanos que fueron a des-pedir al ex presidente Néstor

Kirchner no pudieron verlo por úl-tima vez: el cajón estaba cerrado. Lo había decidido en El Calafate la presidenta Cristina Fernández, aconsejada por su hijo Máximo y el empresario Rudy Ulloa.

Fue una sorpresa para todos aquellos que desde temprano pla-

nearon asistir al velatorio del patagó-nico. Por lo general, como sucedió con Juan Perón y Raúl Alfonsín, los restos de los ex presidentes se despiden a cajón abierto. Aunque el protocolo no indica que sea obligatorio hacerlo de esa forma.

Quienes criticaron la decisión de la Presidenta lo tomaron como una

ofensa para aquellos que querían ver por última vez a Kirchner. Pero un ministro del Gobierno aportó una explicación: asegura que al momento de sufrir el infarto, Kirchner chocó con su frente contra la mesa de luz y sufrió una herida. La familia ha-bría decidido no exponerlo con ese hematoma en el velatorio.

D

CAJÓN CERRADOMISTERIO

ENIGMA. Afirman que lo velaron a cajón cerrado para no mostrar la herida que tenía en la frente.

FINAL. El director del Hospital de El Calafate, Marcelo Bravo, intentó reanimar a Kirchner. Su bóveda en Río Gallegos.