Uchuraccay y el Perú Profundo de Mario Vargas Llosa IEP (Enrique Mayer)

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    Uchuraccay y el Per profundo de Mario Vargas Llosa1

    Enrique Mayer

    Universidad de Yale

    [email protected]

    Prlogo

    Esta es una historia verdica que nadie se la crey cuando se hizo pblica. Lo que pas all ylo que se dijo sobre lo que pas all constituye un evento emblemtico para la nacin

    peruana en los aos 80, en que se viva una transicin hacia la violencia poltica. Es unanlisis de cmo se habla durante tiempos difciles en los que reinan la confusin y laincomprensin. Se crean mitos, se difunden medias tintas, propaganda y apasionadas

    posiciones intransigentes. Son tiempos en los que se acaloran las comunicaciones. Micontribucin sigue las enseanzas de la escuela de crtica cultural en la antropologa de los

    aos 90. Hago una desconstruccin de los discursos de quin dice qu y porqu lo dice ycmo es mal entendido. Es un ensayo sobre las pasiones que nos mueven, que cuando stasse apoderan de uno, causan la ceguera, el desconcierto y la furia.

    Todo esto porque un 26 de enero de 1983 ocho periodistas fueron cruelmente matadospor una turba de comuneros quechua hablantes en las alturas de Huanta, en el departamentode Ayacucho, porque los periodistas fueron confundidos por miembros del Partido ComunistaPeruano (Sendero Luminoso) contra quienes los comuneros haban comenzado una guerra sincuartel. El nombre de la comunidad, Uchuraccay, qued grabado en la conciencia de lanacin. A quien le toc contar la historia del porqu y cmo haba ocurrido esa matanza fue alescritor Mario Vargas Llosa a pedido de un aturdido presidente Fernando Belande Terryquien le encarg encabezar una comisin para investigar los hechos ocurridos.

    Cuando publiqu este trabajo en ingls (Mayer 1991 y 1992) me senta como uncorresponsal de guerra haciendo para mis colegas en Estados Unidos un reportaje de como mi

    pas estaba en un proceso de deterioro. Us el ttulo Peru in Deep Trouble (Per enprofundos problemas) y sali en Cultural Antropology, la nueva revista que los antroplogospostmodernos haban fundado bajo la direccin de George Marcus. Ese artculo fue unarplica a otro escrito por Orin Starn 2 (1991, 1992a,) que se preguntaba cmo era posible que

    1 Agradezco a la Facultad del Departamento de Antropologa de la Universidad de Yale por la oportunidad queme brind para escribir durante el tiempo que estuve all como profesor visitante en el semestre de primavera de1991. Comentarios muy tiles fueron dados por Richard Burger, William Kelly, Patricia Mathews, IreneSilverblatt, Billie Jean Isbell, Deborah Poole, Clodoaldo Soto, Janet Dixon Keller, Juan Ossio y Helaine

    Silverman. Peter Johnson, Csar Rodriguez y Nelly Gonzles (los bibliotecarios latinoamericanistas de lasbibliotecas universitarias de Princeton, Yale e Illinois) me ayudaron con material bibliogrfico. La versincastellana cont con la gran ayuda de Carlos Ivn Degregori, Ivn Rivas Plata, Pablo Sendn y Pablo Sandoval.2 El artculo Missing the Revolution: Anthropologists and the War in Peru afirma que el romanticismoesencializante hacia los Indios de los Andes que afectaba la antropologa norteamericana de esos aos es similaral "Orientalismo" de Edward Said (1979). Ese romanticismo habra impedido a los antroplogos detectar laincursin guerrillera en el campo. Para hacer tal apreciacin, Starn se restringi a un grupo muy selecto deantroplogos dejando de lado un gran abanico de colegas de otras disciplinas afines y de otros pases. Otrasairadas rplicas a Starn, que incluye la traduccin del articulo, se encuentran en la revista peruana Alpanchis(Starn 1992b). En 1994 Current Anthropology dio una segunda oportunidad a Starn de reiterar sus divergencias eincluye otra ronda de comentarios por colegas (Starn 1994). William Roseberry (1995) puso en contextohistrico el desarrollo de la disciplina con ms largo aliento en reaccin a la comprimida visin de que la lneadivisoria es entre la vieja y la nueva generacin post Guerra de Viet Nam que Starn quera revindicar. Starn

    public su monografa sobre las rondas campesinas en Cajamarca en 1999 donde vuelve a tocar el temaaseverando que haba exagerado en algunas afirmaciones, mas en el fondo, su argumento mantena un grado devalidez, con lo cual tambin concuerdo parcialmente (Starn 1999). Orin Starn y su compaera Robin Kirk

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    los antroplogos que trabajan en los Andes del Per no haban sido capaces de darse cuentadel fenmeno Senderista y del descontento que alimentaba esa subversin. Mi contribucinfue matizar el contexto en el que nosotros trabajamos especificando los temas y puntos quenos motivaban, discrepando con la posicin de Starn. Us el caso de Uchuraccay para ilustrarmis puntos de divergencia con l.

    Por muchas razones yo mismo retir varias veces mi texto traducido al espaol listopara ser publicado por el Instituto de Estudios Peruanos durante las ltimas dos dcadas. Sinembargo mis amigos del IEP no han cesado de pedirme que lo publique, y ahora, despus deuna revisada autocrtica, acept. Con el tiempo que ha pasado, aparece aqu ya masdistanciado del debate con Starn. Aun as, esta no es una historia de lo que ocurri enUchuraccay porque los historiadores Ponciano del Pino (2003a, 2003b, 2012) y CeciliaMndez (2002, 2005) se han dedicado a ello. Tampoco es un anlisis sobre SenderoLuminoso o sus causas y efectos. El texto no ha sido actualizado, pero si en algunos casos seagregaron nuevas referencias bibliogrficas de citas en ingls que posteriormente setradujeron, o artculos que se re-publicaron para facilitar su consulta.Es ms bien un ajuste decuentas de nuestro quehacer antropolgico en tiempos difciles, y cmo a cada uno de los

    intelectuales de mi generacin nos toc la tarea de encarar el tema de la violencia, tema parael cual estbamos mal preparados. Al releer el artculo me doy cuenta que ste no ha perdidovigencia ni vigor.

    Por eso he decidido mantener el tiempo presente en el que fue originalmente escrito.La manera de escribir antropologa en el presente etnogrfico es una tctica que sirve parareferirse a los eventos observados y relacionados a otras observaciones del mismo momentoan cuando a la hora de ser publicadas ya pertenezcan al pasado. Lo dejo as para ilustrar laimportancia del contexto en el que practiqu mi antropologa. Tambin ha de servir paracomprender que los anlisis de la cultura de una sociedad solo existen en momentoshistricamente constituidos un aspecto que es importante para los post modernos. Mitratamiento de los elementos de la discusin son pues un retrato de varios debates candentes yfuriosos en torno a esa matanza malhadada que fue como un presagio de lo que iba a venirdespus. Carlos Ivn Degregori (2000: 47) piensa que tanto para la antropologa marxistacomo para la esencializada antropologa estructuralista andina, este evento marc unmomento de crisis cuando no pudo enfrentar la violencia poltica de la dcada de los 80.Invito al lector comprobar esta idea.

    Este ensayo es tambin un encuentro comprometido con los escritos literarios ypolticos de nuestro insigne Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y el papel que al le toc jugar. Me pareca en esos tiempos, y me sigue pareciendo hoy, que el escritor denovelas Mario Vargas Llosa representa las angustias de la sociedad peruana mejor en susficciones que en sus escritos polticos, sus columnas periodsticas, discursos o campaas

    electorales. Y esto es especialmente cierto de suInforme de la Comisin Investigadora de losSucesos de Uchuraccay (Vargas Llosa et.al. 1983). Debo decir que admir y sigo admirandola obra literaria de Vargas Llosa, que es fruto de un extraordinario talento y de su sentir desdelas entraas nuestra cultura y sociedad; pero que he discrepado con l en cuanto a posiciones

    polticas y los anlisis que l hace. Comento que la relacin de Vargas Llosa con losantroplogos peruanos es fructfera y de larga duracin, y ella tambin ha influido sobre lostemas que el escritor toca y la manera en que los aborda. Puede tambin leerse este ensayocomo un intento de relacionar la prctica antropolgica con la literatura, y tratar de respondera la inquietud de si una obra literaria es una mejor representacin cultural que un trabajoetnogrfico o un informe escrito para un gobierno de turno. No tengo conocimiento quopinin Mario Vargas Llosa tenga sobre mi artculo, pero s s que ha dicho, con toda razn, a

    contribuyeron mucho al esclarecimiento de los trasfondos que alimentaban las corrientes de la violencia polticaen Amrica Latina, pero actualmente ambos se dedican a otros temas.

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    la hora de publicarse los resultados de la Comisin de la Verdad y Reconciliacin en 2004,que se confirm todo lo que l haba afirmado en 1983. Por qu entonces ese Informe fuetan mal recibido?

    Introduccin

    ...Instructivo, fascinante. Condensada en unas cuantas imgenes y objetos efectistas, hay enl un ingrediente esencial, invariable, de la historia de este pas, desde sus tiempos msremotos: la violencia. La moral y la fsica, la nacida del fanatismo y la intransigencia, de laideologa, de la corrupcin y de la estupidez que han acompaado siempre al poder entrenosotros, y esa violencia sucia, menuda, canalla, vengativa, interesada, parsita de la otra(Vargas Llosa: 1984: 123-124).

    En enero de 1983 ocurrieron una serie de sucesos que conmovieron al mundo, en una remotacomunidad andina de la sierra del Per. Una versin apareci en la seccin de revistas de laedicin dominical delNew York Times bajo el titulo Inquest in the Andes (Investigacin en

    los Andes) en espaol Historia de una matanza(Vargas Llosa 1983, 1991a). En ella, elprominente escritor peruano Mario Vargas Llosa, describi cmo ocho periodistas, seis deLima y dos de Ayacucho3, viajaron a las punas para investigar informaciones que sealabancmo los comuneros de una pequea comunidad llamada Huaychao haban matado a sieteterroristas, miembros del Partido Comunista Peruano, comnmente conocido como SenderoLuminoso nombre tomado de una frase del ensayista peruano Jos Carlos Maritegui, segnla cual, slo el marxismo-leninismo proveera el sendero luminoso de la revolucin 4. Lanoticia de las acciones de los comuneros haba sido recibida con jbilo en Ayacucho, lacapital del departamento, donde la insurgencia senderista estaba ya en su tercer ao;especialmente contento estaba el General Roberto Clemente Noel Moral jefe militar de lazona de insurgencia5 y el Presidente del Per, Fernando Belande Terry, quin en la televisinhaba felicitado a los comuneros e inst a otros a tomar acciones similares para limpiar al pas3 Los periodistas asesinados fueron: Jorge Sedano del diario La Repblica, Eduardo de la Piniella y PedroSnchez del Diario de Marka, Willy Reto y Jorge Luis Mendvil del diario El Observador, Amador Garcade la revista Oiga; todos de medios de comunicacin capitalinos, adems de los periodistas ayacuchanos FlixGalvn y Octavio Infante.4 Uso terroristas, senderistas y Sendero Luminoso como trminos para referirme al partido poltico PartidoComunista Peruano -Sendero Luminoso (PCP-SL). Sin embargo rehso usar la denominacin PCP-SL, comoellos quisieran ser designados. En un artculo crtico de los estudiosos de los Estados Unidos del fenmenosenderista, Deborah Poole y Gerardo Rnique protestan contra el uso de trminos tales como terroristas,

    porque forman parte del distorsionante aparato intelectual con el cual los senderlogos americanos hanimpedido nuestro entendimiento de ste y de otros fenmenos polticos del Tercer Mundo. Tildar esos

    movimientos de locos, terroristas, caudillos, barones de la droga, lderes carismticos o movimientosfundamentalistas (Poole y Rnique 1991: 29) oscurece ms que clarifica. Los autores continan: El PCP-SL esun partido poltico y debe ser tratado como tal. No es un movimiento ni un misterio, ms bien es unaorganizacin con una racionalidad poltica y militar especfica (1991: 43). Reconozco las objeciones de Poole yRnique. No se debe satanizar ni mistificar a los senderistas. Pero, al mismo tiempo, hay criterios mnimos quedeben ser cumplidos para ser reconocidos como partido poltico que el PCP-SL elige no aceptar. No estnregistrados como partido poltico y rehsan participar con las ms mnimas reglas de la poltica electoral. Lasituacin de partidos revolucionarios (en el sentido de Lenin) cuando entran a la clandestinidad es, por supuesto,

    problemtica cuando la legitimidad les es negada por los poderes oficiales y sus miembros son perseguidos porrazones ideolgicas; y tambin por crmenes cometidos contra las normas legales y constitucionales que losmiembros del partido niegan y recusan. En el caso del PCP-SL, son ellos los que eligieron la clandestinidad yson ellos los que declararon la lucha armada. Hasta que el PCP-SL decida emerger de la clandestinidad y

    busque alguna forma de reconciliacin con la sociedad civil, continuar llamndoles terroristas, pues esa es el

    arma de su eleccin.5 En todos los artculos de peridicos se le nombra como General Clemente Noel Moral. En su libro, l firmacomo Roberto C. Noel Moral (Noel Moral 1989).

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    de los criminales terroristas.Sin embargo, las cosas salieron mal. Tal como lo narra Vargas Llosa, los ocho

    periodistas llegaron a Uchuraccay, una de las comunidades del grupo tnico de los Iquicha encamino a Huaychao. All tuvieron un dilogo con la gente local, pero luego fueron cruelmentemasacrados con piedras, palos y hachas. Los cuerpos de los periodistas fueron horriblemente

    mutilados y luego enterrados boca a bajo, dos en cada fosa, en excavaciones superficialesubicadas en una pampa lejos del cementerio del pueblo. El testimonio de los expertosantroplogos describi estas mutilaciones y forma de enterrar a los muertos como prcticastpicas de los lugareos para con sus enemigos. A la patrulla policial que lleg dos das mstarde en bsqueda de los periodistas, los comuneros declararon que haban matado a ochosenderistas.

    La reaccin a este giro de los acontecimientos en Ayacucho y Lima fue rpida perodividida. En los crculos conservadores de Lima, estos eventos confirmaron los ms

    profundos prejuicios que tenan contra los indios: en verdad stos eran unos salvajes. Laoposicin izquierdista no crea en la historia y sospechaba algn tipo de encubrimiento por

    parte de las fuerzas militares.

    El sacudido Presidente Belande nombr una Comisin Investigadora y pidi alnovelista Mario Vargas Llosa que la encabezase. El jurista Abraham Guzmn Figueroa y el

    periodista Mario Castro Arenas tambin conformaron la Comisin. Vargas Llosa pidi ayudaa un grupo prominente de expertos antroplogos, abogados, psiclogos, lingistas yfotgrafos. La Comisin Vargas Llosa viaj a Ayacucho a investigar las matanzas.

    El Informe de la Comisin Investigadora de los sucesos de Uchuraccay (Vargas Losaet al. 1983), estableci una jerarqua de causas que explicaron el trgico evento. La Comisinsostuvo que tena absoluta seguridad de lo siguiente:

    1. Que las comunidades de la regin haban decidido en asambleas comunales, matar aterroristas de Sendero Luminoso, ya que estaban exasperados por los abusos, exacciones yrobos; as mismo del asesinato de dos pastores de ovejas por los senderistas.2. Que al haber tomado tal decisin, los comuneros se sentan autorizados a hacerlo por lasautoridades, representadas por los sinchis (el temido pero altamente entrenado batallnantisubversivo de la polica) quienes les haban dicho -segn el testimonio de la gente deUchuraccay- que ... si venan terroristas a Uchuraccay deban defenderse y matarlos...(Vargas Llosa et al. 1983:20).3. Que los comuneros confundieron a los periodistas con una patrulla de senderistas. Elloscrean que los senderistas iban a venir a buscarlos para castigarlos, porque haban linchado ados subversivos en la misma comunidad haca unos cuantos das.4. Que esta masacre tuvo lugar sin la participacin de las fuerzas policiales.

    Como teln de fondo que influenci estos sucesos, la Comisin anot que Sendero Luminosotena seguidores o algn grado de control entre las comunidades de agricultores de los valles,

    pero no entre los pastores de la puna iquichana. All las guerrillas no haban tenido muchoxito en infiltrarlos o controlarlos, porque los agentes de Sendero Luminoso que se aparecanen las alturas, eran identificados con la gente del valle, sus tradicionales explotadores yrivales6.

    Los iquichanos tambin acusaron a los senderistas de robarles su ganado y de habermatado a dos personas. Tambin se oponan a la prohibicin que haba sido impuesta por los

    6 Algunos estudios han confirmado la manera como los pastores de las alturas han luchado para ganarse la

    independencia de la dominacin de las comunidades de los valles, y por ello los iquichanos tenan pocapaciencia frente a los intentos de los senderistas (asociados a la gente de los valles) de reestablecer el controlsobre ellos. Ver Favre (1984).

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    El Informe continu diciendo que los iquichanos son gente brava, orgullosos de suindependencia y por ello, despreciados por los agricultores del valle. Los iquichanos siemprehaban apoyado a los bandos equivocados: a los espaoles durante las rebeliones indgenas, a

    los realistas durante la Independencia7

    .En 1896 haban tomado la capital de la provincia de Huanta y haban linchado alsubprefecto, y ms recientemente, haban expulsado a los agentes de la Reforma Agraria. Unavez que los iquichanos haban declarado la guerra a los senderistas, estaban en un estado deexaltacin psicolgica, pues teman un inminente ataque de revancha por los guerrilleros:Creen por su tradicin, por su cultura, por las condiciones en que viven, por las prcticascotidianas de su existencia, que en esta lucha por la supervivencia todo vale y que se trata dematar primero o de morir (Vargas Llosa et al.1983: 33).

    Vargas Llosa tambin propuso una serie de preguntas retricas. Es posible, sepregunt, que los comuneros puedan hacer los distingos morales, constitucionales, jurdicos,entre el bien y el mal que implica el linchamiento o el proceso legal establecido? Es decir,

    saban ellos que estaban haciendo mal? Una de las respuestas fue dada por el experto enjurisprudencia, miembro de la Comisin, Dr. Fernando de Trazegnies. Su explicacin alude aun tema favorito en la antropologa: la existencia de la ley consuetudinaria, diferente a las dela nacin .... la existencia junto al sistema jurdico occidentalizado y oficial, que en teoraregula la vida de la nacin, de otro sistema jurdico, tradicional, arcaico, soterrado y a menudoen conflicto con aqul al cual ajustan su vida y costumbres los peruanos de las alturas andinascomo Huaychao y Uchuraccay (Vargas Llosa et al.1983:32) supuestamente esta ley de lacostumbre prev la pena de muerte por linchamiento contra abigeos, despus de juicios

    pblicos.La segunda respuesta a la pregunta retrica que Vargas Llosa se hace, tambin se

    apropia de temas antropolgicos favoritos. Reza as: los Iquichanos son un grupo socialespecial por estar aislados. Pertenecen a una cultura separada, que ha sido objeto de abusos yexplotacin por siglos. Sus miembros no entienden los asuntos y las complejidades del sectormoderno de nuestra sociedad. As lo dice Vargas Llosa: Son parte de esa nacin cercada,como la llam Jos Mara Arguedas, compuesta por cientos de miles acaso millones decompatriotas, que hablan otra lengua, tienen otras costumbres, y que, en condiciones a vecestan hostiles y solitarias... han conseguido preservar una cultura acaso arcaica, pero rica y

    profunda y que entronca con todo nuestro pasado prehispnico que el Per oficial hadesdeado (Vargas Llosa et al. 1983: 36).

    En suma, la Comisin concluy que las matanzas eran resultado de un error que surgede malentendidos culturales, de la tensin psicolgica en el calor de una guerra declarada

    contra su sociedad por los guerrilleros de Sendero Luminoso y provocada por la anuencia dela Polica.

    Encubrimiento o simplificacin?

    Debe haber sido fascinante para un escritor asignar la causa de tan horrenda tragedia a unmalentendido. Si el contexto no fuese tan morboso, encontraramos en el lenguaje de VargasLlosa explicaciones aceptables que contextualizan las circunstancias y a los actores. Sinembargo, muchos crticos y escpticos dijeron que el escritor haba logrado una vez ms

    7 Originalmente reportado en Jorge Basadre, donde se establece el estereotipo de los iquichanos como

    ...brbaros residentes entre Huanta y La Mar, descendientes de los pokras, tribus de raza chanca... (Basadre1947: 226). La historiadora Cecilia Mndez (2002) indica que el grupo tnico iquichano es un invento de losintelectuales del siglo XIX.

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    narrar una excelente historia. Para otros, e inclusive para m, las obras de ficcin de VargasLlosa reflejan mejor la realidad que este informe. Aqu los puntos por los cuales fue criticadoel Informe.

    Hechos

    Despus de las investigaciones de la Comisin, y por un lapso de ms o menos tres aos, laprensa peruana se aboc al juego detectivesco de buscar nuevos hechos que desvirtuaran losargumentos del Informe Vargas Llosa. Periodistas y comentaristas de televisin vidamente

    propugnaban explicaciones alternativas y buscaban contradicciones con los hechos conocidos,para apoyar otras teoras con igual sensacionalismo y morbo tales como las que en los EstadosUnidos los medios de comunicacin y la Comisin Warren, trataron de explicar los hechosdel asesinato del Presidente John F.Kennedy y Lee Harvey Oswald. A pesar de que a laComisin de Vargas Llosa slo se le proporcionaron algunas de las fotografas del periodistaWilli Reto, otras aparecieron despus, y estas ltimas alteraron algunas de las aseveracionesiniciales de la Comisin. Sin embargo, hasta hoy no han aparecido nuevos hechos que

    significativamente puedan alterar la lgica de la historia contada por Vargas Llosa y suComisin. Ha habido, sin embargo, numerosas muertes y desapariciones de testigos, lo quelleva a sospechar que evidencia potencialmente incriminadora pudo haber sido eliminada.Cualquier testigo que se hubiese atrevido a declarar, corra el riesgo de muerte segura.Tampoco ha habido conversaciones honestas con los policas y militares directamenteinvolucrados, lo que nos deja an hoy con sospechas de que habra ms por saber de lo que la

    polica y los militares decidieron hacer pblico.

    Ley consuetudinaria, vigilantismo o guerra?

    Si a los comuneros se les da el privilegio de ejercer sus leyes consuetudinarias, qu debemoshacer cuando los senderistas exigen el mismo derecho revolucionario?

    Cuando los senderistas liberan comunidades campesinas, ellos llevan a caboejecuciones pblicas en nombre de la justicia popular. A veces ajustician abigeos a quienesni la accin de los comuneros ni la corrupta justicia oficial han sido capaces de capturar.

    Todo esto es, sin embargo, ms complejo. Tenemos que distinguir, en primer lugar, lasprcticas de la ley consuetudinaria del vigilantismo: es decir, cuando los comuneros sedefienden colectivamente de ataques externos. Desde su creacin en pocas coloniales, a lascomunidades indgenas se les ha otorgado cierta autonoma para manejar sus asuntosadministrativos y judiciales. Hay en cada comunidad una jerarqua de autoridades elegidas ynombradas; algunas oficialmente reconocidas y otras no, como los varayoq, presidentes,

    comisionados, agentes municipales, tenientes gobernadores, etc., que regulan muchosaspectos de la vida judicial en las comunidades8.Pero la ley peruana es muy estricta en su insistencia de que las autoridades comunales

    slo traten casos menores, y los comuneros conocen esta restriccin a su autonoma 9. Loscasos de homicidio deben ser referidos a las autoridades superiores. Sabemos que loscomuneros conversaron con los periodistas en Uchuraccay, pero no fueron sometidos aningn proceso de acusacin, ni encontrados culpables. Ms bien las fotos muestran quefueron vctimas de un ataque sorpresivo. De modo que la apelacin que hace la ComisinVargas Llosa a la ley consuetudinaria carece de validez. Los comuneros de Uchuraccay dicenhaber hecho juicios populares contra personas a quienes ellos acusaron de ser terroristas, antes

    8 Ver Psara (1983, 1984), cuyo estudio de los Jueces de Paz no letrados y su relacin con las Cortes Superioresas como la aplicacin de los cdigos legales es importante.9 Como lo anotan Ossio y Fuenzalida (1983: 73) en su contribucin al Informe de la Comisin.

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    y despus de los sucesos de los periodistas; y los acusados han tenido oportunidad dedefenderse de los cargos que les hicieran. En cambio, a los periodistas se les trat de maneradiferente.

    Sin embargo, el argumento de autodefensa (... que en esta lucha por la supervivenciatodo vale...) ya mencionado tiene mayor validez. Las comunidades indgenas se defienden

    colectivamente de ataques externos. Hay casos de batallas entre comunidades rivalesmotivadas por disputas sobre la demarcacin de linderos y a veces corre sangre10. Estasacciones de violencia se basan en la toma de decisiones colectivas, la completa participacinde todos los miembros de la comunidad y los esfuerzos muchas veces intiles de evitar quelas autoridades ejerzan represalias judiciales sobre individuos expresamente seleccionados.Este tipo de acciones colectivas han sido utilizadas eficazmente por los comuneros enocupaciones de tierras y levantamientos contra autoridades y hacendados abusivos. Tanto loscomuneros como la nacin saben que estas acciones son ilegales, pero ciertos crculos deintelectuales, ocasionalmente les dan la razn moral y la justificacin histrica como el ltimorecurso contra la explotacin y el abuso. La historia peruana est repleta de rebelionesindgenas que fueron salvajemente reprimidas (Kapsoli 1987, OPhelan 1988, Stern 1987).

    Estas rebeliones son estudiadas con esmero por los historiadores, celebradas por losescritores y glorificadas en la cultura popular. El derecho moral de defenderse es una de lastantas armas que los dbiles (Scott 1986) esgrimen y manipulan, y lo conocemos con eltrmino popular de hacerse justicia. Hacerse justicia o defenderse es, sin embargo, unaaccin moral o poltica. No tiene que ver con algn aspecto jurdico de la fuerza de la leynacional ni de la ley consuetudinaria.

    Entre estos dos extremos, el tratamiento que los comuneros dicen dar a los abigeos esambiguo y remite a aspectos de ambos. Primordialmente porque el abigeato tiende a ocurrirms all de las fronteras de una comunidad y porque es ms difcil de controlar. Loscomuneros a veces tratan muy severamente a los ladrones de ganado que logran atrapar. Ycolectivamente han defendido el derecho de hacerlo cuando todos los otros intentos de colocara los abigeos bajo el fuero judicial han fallado, como en el famoso caso de Huayanay 11.Adems, como lo demuestran Poole (1988a y 1988b) y Orlove (1980, 1990), este derechoha sido frecuentemente manipulado por grupos armados, promovido por terratenientes,gangsters y caciques rurales para fines propios y para apuntalar sus bases de poder deamedrentamiento. Los comuneros han justificado sus rondas en base a la lucha contra elabigeato y tambin se han aprovechado del abigeato sistemtico para debilitar a loshacendados, a sus enemigos y a comunidades rivales. La organizacin colectiva contra elabigeato poco a poco se ha transformado en la base de grupos de defensa anti-senderista.Comenzaron en el departamento de Cajamarca y poco a poco se han difundido por toda lasierra (Taylor1983, Brandt 1987, Starn 1999).

    Existe la posibilidad de que los comuneros de Uchuraccay o la misma ComisinVargas Llosa buscaron equiparar el ataque contra los afuerinos con el supuesto tratamientocontra abigeos por parte de los comuneros. As, el Informe dice ..., en la reunin de cabildo

    10 En algunas reas de los Andes, estos encuentros forman parte de la vida ritual. Los tinkuys se consideranexitosos si hay heridos y corre sangre (Platt 1980, 1986, Poole 1984). Vase tambin Remy (1991), quien criticael excesivo sensacionalismo y la esencializacin antropolgica al describir estas costumbres.11 Un caso notorio durante el rgimen de Velasco. Como apareci publicado en los peridicos, los comuneros deHuayanay (en el Departamento de Huancavelica) haban matado colectivamente a un abusivo ex-mayordomo.Luego firmaron un documento que sealaba que haban tomado la justicia por sus propias manos y entregaron elcuerpo a las autoridades. El drama de una historia en que honestos comuneros terminan quitndole la vida a unabusivo mayordomo, quien dos veces haba comprado su libertad de la crcel, convenci a la opinin pblica yal Juez en absolver a los comuneros de su acto de justicia informal. Sin embargo, las investigaciones del Dr. de

    Trazegnies (1977, 1978) revelaron que la matanza tuvo lugar como parte de una larga pelea entre dos familiasextensas. Los que victimaron al mayordomo haban presionado a aquellos comuneros no comprometidos con lamatanza a firmar un acta que afirmaba que colectivamente la comunidad lo haba matado por abusos cometidos.

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    abierto con la Comisin, designaron siempre con el apelativo de terrorista sua(terroristaladrn) (Vargas Llosa et al. 1983: 34). Esta explicacin parece ser demasiado tramada.

    Por otro lado, el Informe afirma que los iquichanos decidieron colectivamente darbatalla a los Senderistas, y procedieron a emboscar, golpear, linchar y ejecutar a personas queidentificaron como miembros de Sendero Luminoso. Por cuenta del mismo Vargas Llosa, los

    iquichanos afirman haber dado muerte a 25 personas antes del incidente con los periodistas.Esta es la posicin de los comuneros, y la Comisin Vargas Llosa apoya esta visin. El juristaDr. Fernando de Trazegnies, tan enamorado del lenguaje antropolgico, dice: Los comunerosde Uchuraccay manifestaron a la Comisin ser partidarios de Belande y del Gobierno... Eranms bien declaraciones de una tribu o nacin que decide ratificar su alianza con otra nacin otribu que se encuentra envuelta en una guerra. De ah que ellos espontneamente sientan quetienen la obligacin para con su aliado Seor Gobierno de capturar a los enemigos de ste yde neutralizarlos, por los mtodos y usando las estratagemas tribales (de Trazegnies 1983:145).

    En el informe de la Comisin se usan las tres argumentaciones. Cada una de ellasexcluye a la otra, y cada una tiene diferentes consecuencias legales o morales sobre la

    culpabilidad o la inocencia de los comuneros.

    Omisiones

    Una relectura del Informe y las crticas que provoc, deja claro que hay una serie de cabossueltos. Por ejemplo, hasta donde yo s, nunca se investigaron las 25 muertes de terroristasque los comuneros de Uchuraccay y las dems comunidades iquichanas supuestamente

    perpetraron. Quines fueron las vctimas? De dnde eran? Cmo y con el apoyo de quinfueron capturados? Cmo fueron sentenciados y ejecutados? Por qu se hizo tanto esfuerzo

    para esclarecer las circunstancias de la muerte de ocho periodistas y no preguntarse lo mismosobre la muerte de otras veinticinco personas, supuestamente asesinadas en circunstanciassimilares, por la misma gente y en un contexto semejante?

    Para muchos del espectro izquierdista, hay fallas en el informe de Vargas Llosa, porno investigar ms a fondo las posibilidades de una participacin ms comprometida eincriminadora de las fuerzas policiales y militares, o de operaciones secretas de las mismas.Para ellos, la coincidencia de un incremento de violencia comunera contra los terroristas yel hecho que se haya establecido un nuevo comando militar en Ayacucho con poderesespeciales, era altamente indicativo de un cambio de tcticas militares. A pesar de que laComisin encuentra culpa en la Polica y sus mtodos, el lenguaje con el que lo hace tiende asuavizarla. Se citan factores mitigantes, como por ejemplo, la falta de experiencia del cuerpo

    policial en ese campo de accin, su ineficiencia y el desconocimiento de las costumbres de la

    gente. Otro ngulo nunca fue explorado. Si hubiese habido mayor presencia policial enUchuraccay el da que llegaron los periodistas, su muerte podra quiz haber sido evitada.Hay una paradoja en cmo la izquierda a menudo vctima de persecucin policial

    est ms dispuesta a asignar a las fuerzas policiales capacidades increbles. Es ms probableque las fuerzas policiales eran en esa poca, y continan hoy sindolo, ms subdesarrolladasque lo que sus crticos estn dispuestos a creer. Por ejemplo, Gorriti (1990: 80-93) cuenta quelas fuerzas policiales de la Seguridad Nacional haban informado correctamente a lasautoridades de Lima sobre las actividades de Sendero Luminoso, pero nadie les dioimportancia. Peor an, los archivos desparecieron cuando el gobierno de Fernando Belandeasumi el poder. Las percepciones de la ineficiencia inicial del cuerpo policial haban llevadoal gobierno de Belande a confiar en las fuerzas militares, para que ellas se hicieran cargo de

    las actividades contrainsurgentes, y stas recin se estaban estableciendo en Ayacucho.Calificar a las tcticas antisubversivas de subdesarrolladas implica sin embargo describir

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    tambin dentro de este cuadro de subdesarrollo la preferencia que estos cuerposorganizados tienen por el abuso, la tortura y el maltrato agresivo contra la poblacin civil, a laque debe supuestamente proteger12. Las tcticas antiterroristas de los militares incluyenenseanzas de campaas de contrainsurgencia propiciadas por los Estados Unidos y aplicadasen otros lugares de Amrica Latina, que masivamente victiman y aterrorizan a la poblacin

    civil no comprometida. La persecucin arbitraria es persecucin arbitraria, sea sta llevada acabo en Per, Guatemala, Salvador, Chile o Argentina.

    Incredulidad

    Pero la mayor crtica al Informe se centr en la parte antropolgica. Los crticos exclamaronatnitos Pero los comuneros no son as!. En la imagen nacional de algunos intelectuales,los comuneros no podan ser ni tan violentos, ni tan ignorantes, ni tan ingenuos como los pintael informe. Muy emblemtico de este debate fue la frase suelta del General Noel, que muy

    probablemente los comuneros de Uchuraccay haban confundido las cmaras fotogrficas delos periodistas con armas de fuego. Esta declaracin enfureci a los crticos y Vargas Llosa

    intent responderla en su Informe. Se pregunta el autor: Estn en condiciones loscomuneros de Uchuraccay de identificar una cmara fotogrfica y saber para qu sirve?Algunos de ellos, por lo menos sin ninguna duda...No es ste el primer caso de una sociedaden la que el primitivismo y el arcasmo culturales pueden coexistir con el uso de ciertos

    productos manufacturados modernos (Vargas Llosa et al. 1983: 23). Meses despus de lapublicacin del Informe, los hechos demostraban claramente que los periodistas hablaron conlos comuneros. Dos de ellos hablaban quechua y eran conocidos en la regin. Ciertamenteellos podran haber explicado su misin a los comuneros. Ms acertadamente, en unaentrevista posterior, Vargas Llosa especul si las teoras de Mao o las de Maritegui erancomprensibles a los comuneros de Uchuraccay, y concluye que las exacciones de losSenderistas seran vistas como actos de pura intromisin y prepotencia (Vargas Llosa1991a: 136).

    Millones (1983: 97) apuntaba que nosotros no conocamos el discurso senderistadirigido a los campesinos, ni cmo es que apelaban a sus simpatas. Suponer ignoranciacampesina en cuanto a los debates ideolgicos es tambin simplista. Pastores evanglicos

    predicaban su visin del mundo y su oposicin contra doctrinas catlicas y comunistas. Habatambin reclutamiento activo por parte de federaciones campesinas y trabajo poltico de los

    partidos en todo el Departamento de Ayacucho13.Tampoco podan aceptar los crticos que los comuneros por s solos fuesen capaces de

    realizar tan execrables mutilaciones, a pesar de las explicaciones antropolgicas que losexpertos adjuntaron al Informe de la Comisin. Pero s sabemos que los comuneros han

    actuado cruelmente contra extraos. Por ejemplo, a los antroplogos canadiense y peruanoLionel Valle y Salvador Palomino (1973: 12-13), los comuneros de Manchiri en la regin deAyacucho en los aos 1960 los amarraron y los tuvieron presos en una habitacin toda lanoche. Ellos se salvaron ya que Palomino, quien hablaba quechua, escuch los debates entrelos comuneros de cmo es que los iban a matar, y al entender qu es lo que se deca, grit asus captores que l entenda todo. Esto hizo vacilar a los comuneros, dndoles a losantroplogos la oportunidad de escapar.

    12 Ver Flores Galindo (1988), en donde hay una denuncia espeluznante sobre las prcticas cotidianas de la policaperuana, an antes de que el terrorismo provocara el contraterrorismo.13 El testimonio de la maestra de Uchuraccay demuestra que ltimamente la comunidad haba estado sujeta aintensos esfuerzos de prdica evangelista (Ossio y Fuenzalida 1983: 63). Otra descripcin de un encuentro con

    predicadores evangelistas entre los Iquicha se halla en Salcedo (1984: 145). Degregori (1990), Skar (1982,1997), Berg (1987), y Quintanilla (1982) describen actividades de proselitismo poltico en las zonas rurales deAyacucho y Apurimac.

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    Valle y Palomino fueron percibidos como pishtacos por los comuneros, figuras muytemidas, quienes en la creencia local son gente blanca que capturan a los indgenas y losdecapitan para obtener grasa humana para la fundicin de buenas campanas, para la venta enel extranjero donde se la necesita para hacer funcionar maquinaria muy compleja (navesespaciales, por ejemplo), o para pagar la deuda externa (Ansin y Sifuentes 1989: 61-105).

    Tan difundida es esta creencia que ha motivado crmenes verdaderos. En 1969, dos jvenesfueron capturados por la polica cuando trataban de vender botellas de grasa humana a uncomerciante yugoeslavo de Tarma. Los jvenes confesaron y mostraron a la polica loscuerpos desmembrados de varias pastoras a quienes haban asaltado en la puna, motivados porla creencia que esta actividad criminal era una actividad lucrativa.

    El miedo a lospishtacos se ha incrementado desde que reina la violencia poltica en lasierra. En 1987 en un pueblo joven de Ayacucho, formado por refugiados de la guerra, un

    pobre comerciante huancano fue muerto a pedradas por una turba de vecinos enfurecidos queestaban convencidos que l era un pishtaco (Degregori 1989: 109-114). En el imaginario

    popular los pishtacos son la quintaesencia del afuerino. Poseen tecnologa avanzada con lacual pueden perpetrar sus crmenes, cuyo propsito es convertir la grasa de los indios en

    ganancias monetarias. Son pues una expresin mitologizada muy coherente de percepcionesde violencia perpetrada contra ellos, y contra la cual la nica defensa es la furia colectiva paraextirparlos (Weismantel 2001).

    Quizs para los comuneros de Uchuraccay los periodistas podran no slo haber sidorepresentantes de la Polica, del Ejrcito, o de los guerrilleros, sino tambin pishtacos. Estaexplicacin alternativa, conocida por los antroplogos de la Comisin (Ossio y Fuenzalida1983: 70) fue tan slo vagamente aludida en el Informe. El problema era que si se

    privilegiaba esta explicacin, los crticos la hubiesen ridiculizado, y para quienes loscomuneros de Uchuraccay ya aparecan como salvajes, tal explicacin los hubiese condenadoan ms. Los autores del Informe, y sobre todo sus crticos, son ingenuos cuando calificancon virtudes morales y de humildad slo a un segmento de la sociedad peruana, o peor an,maniqueos, si acusan a slo un segmento de la sociedad peruana, dividida como sta porabismos tnicos, de ser los nicos capaces de cometer actos de violencia racional oirracional14.

    Por cierto, an antes de los sucesos de Uchuraccay, la violencia colectiva ha sidoutilizada por los comuneros en la sierra en circunstancias en las que eran o se percibanamenazados desde afuera, y a veces, esta violencia rebas aquella estrictamente necesaria

    para lograr los objetivos propuestos; ya que tambin ha incluido en algunos casos atrocidadescometidas contra extraos. Hay en estas argumentaciones las dimensiones escondidas de unadoble falacia. Un lado ignora actos irracionales de violencia an cuando el contexto y lascircunstancias las explican, aunque no las condenen. La otra cara de esta falacia consiste en

    mostrar mediante evidencia histrica, actos de crueldad, sanguinarismo y rituales violentos,utilizando la iconografa pre-hispnica, textos histricos, mitos, cuentos y relatos queaseguran ser verdicos, como demostracin de la naturaleza violenta del indio ya sea comorasgo psicolgico o como herencia racial. El grupo tnico que no tenga historias de violenciaque tire la primera piedra. La nica posicin correcta es encarar los hechos de cada caso en sucontexto y cuidarse de no ser llevados por la repugnancia etnocntrica o peor an ser atradosmorbosamente por ellos.

    Tampoco es tan simple contraponer en trminos morales la violencia fsica cometida

    14 El revs de este debate tambin es maniqueo: presume que solo las fuerzas armadas cometen actos de masacreirracional al sofocar insurgencias. Durante toda la dcada de la violencia se crea que el nmero de vctimascausadas por las fuerzas armadas era mayor que las perpetradas por Sendero Luminoso (Amnesty International

    1985,1989). El Informe de la Comisin de la Verdad y la Reconciliacin (Per: Comisin de la verdad y lareconciliacin 2004 Anexo 2: 17) desminti eso mostrando que cuando Sendero entr en repliegue, lossenderistas fueron muy crueles con la poblacin y el nmero de muertos muy alto.

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    por campesinos o marginados y la violencia estructural cometida por el sistema contraellos como justificacin de actos de violencia campesina o terrorista. En el Per, violenciaestructural se le ha venido a llamar a la pobreza, al abuso despiadado, a la indiferencia, a losactos de discriminacin, al racismo, a la arbitrariedad y/o a la indiferencia del Estado queimpide las acciones potenciales que un individuo pudiese querer tomar. En debates cotidianos,

    en la televisin, o en casa, la reaccin comn frente a la indignacin contra los actosterroristas ha sido contraponerla con ejemplos de violencia estructural para explicarla.Discusiones de esta naturaleza son estriles pues no llevan a soluciones. Confunden causascon justificaciones morales, y confunden casos de culpabilidad individual con culpa colectiva.La nica salida es considerar la violencia estructural como causa de la violencia poltica, yluego decidir hacer algo para corregir la primera. Ambos tipos de violencia existen indudablemente y quizs la una pueda explicar la otra, pero la una no justifica la otra. DesdeUchuraccay poco, muy poco, puede decirse qu se ha hecho para corregir la incidencia de laviolencia estructural y con ello haber disminuido las posibilidades de violencia poltica. Lasociedad civil ha dejado, en gran medida, que las fuerzas armadas se encarguen del problema,a pesar de las crticas que sus mtodos han provocado repetidamente. El Estado tambin ha

    debatido la incidencia de la violencia innumerables veces, pero poco es lo que se puede contarcomo significativo en cuanto a legislacin, actos de reforma, o inclusive en el campo de la

    poltica, que responda racionalmente a este tipo de levantamiento armado15.An mayor incredulidad produjo entre los crticos del Informe, la unanimidad con la

    que los comuneros admitieron los hechos. Que los comuneros nunca variaran y que todos seajustaran a la nica versin era, para muchos, demostracin de que a ellos los habanintimidado con amenazas. De all, se razon, que los comuneros deban estar encubriendo aotros, quienes haban cometido los crmenes. Lo que la oposicin al gobierno de Belandequera con ms fervor, era una confesin de que haba sido la polica o el ejrcito quieneshaban perpetrado las matanzas. Los comuneros han tenido muchas oportunidades pararecontar su versin, y tal rectificacin hubiese sido recibida con jbilo en muchos sectores dela sociedad. Pero nunca lo hicieron.

    Otra posibilidad que fueron los terroristas de Sendero Luminoso los que obligaron alos comuneros a matar a los periodistas, o que ellos estaban materialmente comprometidosno ha sido explorada con cuidado. Esta posibilidad no es considerada feaciente. SenderoLuminoso quera toda la publicidad posible para sus actos y matar a aquellos que mejor se la

    proveeran parece ridculo. Ms an, entre los periodistas estaban representados peridicosque, por lo menos a los comienzos, tenan opiniones menos negativas contra SenderoLuminoso. En retrospectiva, una accin como esa, ya no parece ser tan inverosmil, dado loque ahora sabemos de ellos, como es que utilizan los asesinatos, las bombas y matanzas para

    producirshocks psicolgicos. Si eso era lo que buscaban, ciertamente lograron sus objetivos16.

    Muchos senderlogos tambin encuentran que la narracin de los eventos enUchuraccay es poco creble. Siguiendo las enseanzas de Mao, a los senderistas se les ha

    15 En 1989 la Comisin Especial del Senado sobre las causas de la Violencia y Alternativas de Pacificacin en elPer, dedic tres captulos al estudio de la violencia estructural en la sociedad Peruana (Comisin Especial delSenado 1989). La Comisin tipifica la violencia estructural como histrica, acumulativa: ... el mismo orden, lalegalidad y la organizacin del poder se convierte en expresiones de una violencia estructural que se acumula, sereproduce y tiende a perpetuarse, impulsando bajo circunstancias concretas a comportamientos de violenciaactiva en sus diversas manifestaciones (Comisin Especial del Senado 1990: 34). Dos tendencias generales sedan como causas de violencia estructural. Una es su acumulacin gradual dada por discontinuidades histricas, eldesplazamiento de la gente, la desintegracin, la marginalizacin, la incomunicacin, el autoritarismo, elcentralismo y la ausencia de un proyecto nacional. La segunda se encuentra en los patrones generalizados derelaciones sociales entre personas e incluye estatus asimtrico, dominacin, racismo y dominacin de gnero

    (Comisin Especial del Senado 1989:120-130).16 Ver Gorriti (1990 en particular el captulo 9) para una consideracin acerca de cmo el liderazgo senderistaensea y adoctrina a sus militantes en sacarle el provecho mximo a los asesinatos.

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    enseado a no antagonizar con el campesinado. Gustavo Gorriti, el ms respetado, describecmo Sendero es muy selectivo y estratgico en sus asesinatos. Ellos tienen que aprender amatar en forma sistemtica y despersonalizada, al mismo tiempo que tienen que estar

    preparados a sacrificar sus propias vidas. Las matanzas deben ser cuidadosamente calibradaspara provocar la furia ciega del Estado. Cunto mayor el exceso de la reaccin, ms fcil es

    transferir la culpa al Estado. Por eso sus principales objetivos han sido las obras y losrepresentantes del Estado y sus autoridades (torres de electricidad, puentes, la polica,empleados de gobierno, proyectos de desarrollo, autoridades locales, comerciantes ytransportistas, etc.). Se ganan la aceptacin inicial de los pueblos con juicios sumarios(populares) de malos comerciantes, maridos adlteros, explotadores abusivos, a quienesajustician en las plazas. Tambin intimidan a la poblacin con amenazas de matar a soplonesy a colaboradores. Adems las tres reglas de Mao y las ocho amonestaciones de cmo debeactuar un revolucionario entre los campesinos eran claramente indoctrinadas a los cuadros 17.El patrn de matanzas y de robos que aparecen en el Informe de Vargas Llosa diverge de otrasacciones que se sabe haban sido instigadas por Sendero en Ayacucho. Sin embargo, hay quehacer el distingo entre lo que se les ensea a los senderistas y lo que ellos hacen.

    Ya hay suficiente evidencia acumulada que los eventos en Uchuraccay coincidieroncon una verdadera guerra desencadenada entre los comuneros de las partes altas de la zona ylos senderistas, y que en esos das los senderistas y los comuneros estaban cometiendoatrocidades, y este patrn se ha repetido en otras regiones del pas (Per: Comisin de laVerdad y Reconciliacin 2003: 130-31). De modo que el desacato de las reglas decomportamiento de cmo los senderistas deban imponer su autoridad en las comunidades

    puede muy bien darle razn a los comuneros de Uchuraccay, quienes afirmaron que losterroristas efectivamente estaban matando y robando y hacindose odiados por los comuneros.Pintar a los senderistas como matones que cometen actos de pillaje tambin es una parteconveniente de la agitprop del gobierno.

    La autoridad antropolgica

    En su novela El Hablador (1987) el autor/personaje ficcionalizado de Mario Vargas Llosatraza carreras divergentes entre l y Sal Zuratas, su amigo desde los das de universitarios enSan Marcos. Zuratas escoge la carrera de antroplogo y quizs termina unindose a losMachiguengas en la selva peruana. Vargas Llosa llega a ser el escritor, observador ycomentarista poltico que conocemos.

    En el transcurso de la novela, Vargas Llosa (el personaje) y Zuratas sostienen undebate sobre el papel que la antropologa debe ejercer en la sociedad. En la novela, Zuratas esel idealista que argumenta que a la sociedad Machiguenga se le debe dejar sola, y pierde el

    debate contra Vargas Llosa, pero es ste ltimo quien siente la inmensa tristeza de la prdidade la identidad cultural de los Machiguenga y observa con agudeza el producto de pacotilla17 Las Tres Reglas son las siguientes en la traduccin senderista: Obedecer las rdenes en todas las acciones. No tomar de las masas ni una sola aguja, ni una sola hebra de hilo. Entregar todas las cosas capturadas.Las Ocho Advertencias son: Hablar con cortesa. Pagar con honradez lo que se compre. Devolver todas las cosas solicitadas en prstamo. Indemnizar por todo objeto daado. No pegar ni injuriar a la gente.

    No estropear los cultivos. No tomarse libertades con las mujeres. No maltratar a los prisioneros (Gorriti 1990: 174).

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    que la integracin a la vida nacional implica para ellos. Un resumen de la posicin de VargasLlosa se halla tambin en un artculo publicado en ingls en la revista Harpers (1990a) y enOiga en el Per (1990b). Y sta no es la nica vez en la que aparecen antroplogos en lasnovelas de Vargas Llosa. Construida de forma similar, en la Historia de Mayta (1984) elautor/personaje reconstruye la vida de su compaero de colegio Alejandro Mayta, quien se

    volvi revolucionario. En la novela, uno de los contactos tempranos de Mayta en esos fogososdas de la actividad poltica semiclandestina era un cientfico social, Moiss Barbi Leyva, aquien Vargas Llosa entrevista aos ms tarde en las oficinas de una prestigiosa institucin deinvestigacin social para (re)construir la historia de Mayta.

    Pero los antroplogos peruanos no son del todo como el ficcionalizado Sal Zuratas.Desde los aos 30, la antropologa como nueva disciplina con respetables credencialescientficas haba legitimado autoridad al movimiento intelectual indigenista que vea en laregeneracin de los indios explotados un futuro para el pas. Prominentes indigenistas habansido antroplogos, tales como Julio C. Tello y Lus E. Valcrcel, quien haba sido ministro deeducacin; el etnlogo, folklorista y novelista Jos Mara Arguedas, director del Instituto

    Nacional de Cultura; y el antroplogo Mario Vzquez, uno de los arquitectos de la Reforma

    Agraria de 1969. Los colegas pueden identificar instantneamente a Moiss Barbi Leyvacomo un prominente cientfico social de la dcada de los 60 y 70 con una agendaintegracionista.

    Estos profesionales estaban en contra de la preservacin de las culturas nativas.Trabajaban arduamente para lograr nuevas maneras de integrar a los ndgenas a la sociedadnacional y a revitalizar los patrones culturales andinos para hacerlos compatibles con unestado-nacin moderno. Todos se consideraban progresistas y consideraban que el Estado erael mejor agente para lograrlo. La profesin est tambin identificada como la ms experta enasuntos indgenas. Con el crecimiento de la izquierda en el Per, para aquellos msidentificados con esas corrientes, el discurso antropolgico tendera a adquirir orientacionesms marxistas, mientras que las corrientes culturalistas y funcional-estructuralistas secomenzaron a asociar con posiciones polticas de corte ms conservador.

    Estos elementos son parte importante del trasfondo intelectual del Per y sonnecesarios para entender el Informe de la Comisin, porque no es excepcional que en uninforme como el de Uchuraccay intervengan un prominente escritor y antroplogos, y que sehayan utilizado tantos temas propios de la antropologa. El resultado fue un textoantropolgico ms que un informe que d cuenta de los hechos. El historiador Pablo Macera(1983) observ que como producto de una Comisin Investigadora, el Informe tena seriasdeficiencias: daba pocos nombres de las personas entrevistadas, tampoco consignaba fechas,ni metodologa de la investigacin que pudieran ayudar a comprender cules de los hechos oafirmaciones se podan comprobar o descartar, etc.

    La contribucin antropolgica le dio a la Comisin un aire de legitimidad en cuanto alos asuntos indgenas. Y fue tambin a los expertos antroplogos a los que se acudi paracriticar el Informe. As el antroplogo Rodrigo Montoya coment amargamente que era ...unrespaldo a las tesis del gobierno, sealando igualmente: Para eso se sirve de la antropologacomo elemento de anlisis y decoracin (Montoya 1983: 7 y 1, respectivamente).

    Montoya critic el informe porque el trabajo antropolgico no era serio. LuisLumbreras, ayacuchano, dijo que Los comuneros de Uchuraccay no confunden a lossenderistas con demonios ni tienen miedo de que stos les quiten un mito de la cabeza. Lagente tiene problemas de comida y de linderos... De modo que ha sido un grave error desde el

    punto de vista cientfico el haber estudiado su pensamiento y no la realidad social en queviven (Lumbreras: 1983). Hasta los senderistas tienen sus antroplogos. El segundo en la

    jerarqua de Sendero, Osman Morote (ahora en la crcel), era profesor de antropologa en laUniversidad de Huamanga, y numerosos senderistas encarcelados en los primeros das, eran

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    estudiantes de antropologa.Lo que me interesa aqu es el discurso antropolgico de este texto, ya que, despus de

    todo, no siempre a la antropologa se le concede tanta atencin y es ms raro an que tenga elapoyo de tan prominente escritor. Por qu es que este discurso fue rechazado por tantos, yconsiderado de mal gusto por muchos otros?

    Los dos Per

    Es al nivel emotivo, que es tan problemtico, al que Vargas Llosa apela mediante el discursoantropolgico cuando alude a la naturaleza fraccionada de la nacin peruana. Cuando ellenguaje antropolgico se filtra en un discurso poltico pernicioso, hay que tener cuidado.Como se cit antes, Vargas Llosa apela al argumento de los dos Per citando como fuenteimpecable y respetada de la intelectualidad peruana al historiador Jorge Basadre, quin en1943 fue el primero que utiliz la frase Per profundo18.

    Veremos que el uso que Vargas Llosa le da al concepto de Basadre es muy diferente ala formulacin original del historiador. Preocupado con los problemas de la identidad

    nacional y la nocin de peruanidad entre sus gentes, Basadre distingue entre el Per legal y elPer profundo. Para l, la distincin entre los dos Per es entre el Estado (pas legal) y lanacin compuesta por su gente (pas profundo)19. Basadre insiste que la historia del Per no esslo la historia del Estado sino tambin la de la nacin. Contina diciendo que las nacionesexisten an cuando no exhiben unidad de raza, territorio, lenguaje e intereses econmicosentre sus habitantes. El proceso histrico de forjar una nacin es relativamente reciente en elcaso del Per, pero an as, est presente. Este proceso puede ser caracterizado, fechado yanalizado no slo con las ideas de sus mejores intelectuales sino tambin en los movimientos

    populares que surgieron con inmensas esperanzas de lograr transformaciones nacionales.Basadre demuele la creencia popular que esta nacin est compuesta por una mayora deindios. Cita los resultados del censo de 1940 que muestra una constante disminucin de indiosen comparacin con el censo anterior, y niega que hay un abismo cultural que separe a losindios de los mestizos, o a los serranos de los costeos. Resalta el mestizaje como el procesocultural ms importante y da una lista de peruanos ilustres de ancestro indio, mestizo, europeoy asitico que han contribuido activamente al proceso de forjar nacin.

    La posicin de Basadre respecto a esta cuestin ha sido cuestionada (ver por ejemploBourricaud 1989, Mrner 1985, Szeminski 1987). Pero es importante recordar que estas ideasfueron formuladas durante la segunda Guerra Mundial, y que formaban parte de su proyecto

    personal de proveer a travs de sus estudios histricos los instrumentos para forjar la nacin,tal como l lo expres fervientemente en uno de sus seminales trabajos tempranos, Per

    Problema y Posibilidad(1978b). Conciente de su propia habilidad de crear frases aptas que

    resumen ideas, Basadre remarc maliciosamente que ese celebrado ensayo suyo era mejorconocido por su ttulo que por su contenido, hasta convertirse en verdadero mito (Basadre1978b). Este mito atrap a Vargas Llosa, pues con el correr del tiempo, la frase Per profundose ha vuelto muy popular en el mundo acadmico (siempre con atribucin a Basadre) y poco a

    poco ha llegado a significar las races histricas de lo indgena como componente del sentidode nacin peruana. En Mxico, Guillermo Bonfil Batalla (1987) adopt esta frase como ttulode su ltimo libro que realza la identidad indgena de su pas.

    Slo cuando Vargas Llosa se refiere al Estado que conforma parte del Per oficial y

    18 Vargas Llosa et al. (1983: 32), Vargas Llosa (1991a: 134). A pesar de ser popular, la frase de Basadre Perprofundo es difcil ubicarla en sus voluminosos escritos. La referencia ms temprana aparece en un ensayotitulado 1945 (reimpreso en Basadre 1978a: 489). Una discusin muy breve aparece en el colofn de nueve

    pginas con el ttulo Colofn sobre el pas profundo en la edicin de 1947 de su La Multitud, la ciudad y elcampo en la historia del Per (1947).19 Basadre (1978a: 489) sigue al historiador y filsofo francs Charles Pegy al hacer esta distincin.

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    slo cuando hace referencias a la distancia entre el Estado y el pueblo es congruente en el usocon la formulacin original de Jorge Basadre. Para Basadre, los aspectos profundos delsentido de nacin se encuentran en todas sus gentes y sectores de la poblacin. En ninguna

    parte de sus escritos reserva el trmino profundo para referirse exclusivamente a losaspectos de la cultura indgena, su identidad, o el sentido propio de nacin indgena. De

    hecho, en el colofn agregado aos despus, lo niega rotundamente: Por otra parte, dndeest la conciencia nacional indgena? Quin ser capaz de acoplar a las nacionalidadesquechuas y aymaras, a los chancas, huancas y dems razas y sub-razas que existen al mismotiempo, sin contar a las tribus del Oriente? (Basadre 1947: 273). En cambio, para VargasLlosa la sociedad civil de habla hispana y sus oficiales son miembros del Per oficial,mientras que para Basadre todos en la nacin encarnan el aspecto profundo de lanacionalidad.

    Pero para Vargas Llosa s hay dos Per, uno oficial y el otro profundo, separados poruna enorme brecha que tiene sus orgenes en la brutal conquista de las poblaciones indgenasy que mediante mecanismos de dominacin se las continua manteniendo separadas del restode la nacin. Los dos Per estn separados en el tiempo y el espacio 20. Vargas Llosa dijo en

    una entrevista: El que haya un pas real completamente separado del pas oficial es, porsupuesto, el gran problema peruano. Que al mismo tiempo vivan en el pas hombres que

    participan del siglo XX y hombres como los comuneros de Uchuraccay y de todas lascomunidades iquichanas que viven en el siglo XIX, para no decir en el siglo XVIII. Esaenorme distancia que hay entre los dos Per est detrs de la tragedia que acabamos deinvestigar (Vargas Llosa 1991a: 146).

    Establecer polaridades y oposiciones duales se presta, sin embargo, a que existanambigedades, mltiples significados y apropiaciones disputables de conceptos. La metforade lo profundo resulta atractiva a los intelectuales, como por ejemplo en psicoanlisis, endonde se recurre a las profundas corrientes del inconciente colectivo; o en la antropologacultural, cuando Geertz (1973) se sirve de conceptos tales como juego profundo. En laliteratura parece existir un consenso relativo al hecho de que un entendimiento profundo delas corrientes que subyacen a las condiciones personales o sociales es precondicin para la

    buena literatura. Incluso ms, existen apelaciones ms populares del tipo de las realizadas porAlex Haley (1978) cuando deriva la metfora hacia la botnica y cambia profundo porraces, hecho que se ha generalizado en America Latina (existe un grupo musical folklricoen Los Angeles, Estados Unidos, cuyo nombre es Races Peruanas & Inca Peruvian

    Ensemble, que capta perfectamente toda esta ambigedad). Este juego es, sin embargo,peligroso. Conceptualizaciones dualsticas amontonan sin matices las valorizaciones y llevana la creacin de estereotipos. El lenguaje metafrico permite la expresin de prejuicios.Cuando Vargas Llosa usa la metfora Per profundo se refiere a un Per indgena.

    Para Vargas Llosa el Per profundo es arcaico, primitivo, econmicamenteatrasado, con pocos recursos. Las comunidades de las alturas de Huanta ...representa acaso elconglomerado humano ms miserable y desvalido (Vargas Llosa et al. 1983: 36). Per

    profundo se define por negativos y por necesidades: Sin agua (es decir caos), sin luz (esdecir, las que se pueden prender y apagar mediante fluido elctrico), sin atencin mdica, sincarreteras que los unen al resto del pas... (Vargas Llosa et al. 1983: 36). Las gentes queviven en el Per profundo estn aisladas, mal nutridas (condenados a sobrevivir con unadieta exigua de habas y papas), y no pueden leer, ni escribir (en castellano, una lengua que

    20 Esta insistencia contina a pesar de las repetidas negaciones del supuesto aislamiento que hacen los miembrosde la Comisin. Por ejemplo: ...Los campesinos de las alturas de Iquicha tuvieron, hasta 1896 una intensa yconsciente participacin en la vida poltica regional y nacional. Su estancamiento, retraimiento y aislamiento no

    proceden del siglo XVI, sino que comienzan en el siglo XIX y parecen asociados a la decadencia general de lavida econmica y social andinas que acompa a la centralizacin republicana... (Ossio y Fuenzalida 1983: 49-50).

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    ellos no hablan). ...La lucha por la existencia ha sido tradicionalmente algo muy duro, uncotidiano desafo en el que la muerte por hambre, enfermedad, inanicin o catstrofe naturalacechaba a cada paso [] slo las expresiones ms odiosas: La explotacin del gamonal, lasexacciones y engaos del recaudador del tributo o los ramalazos de los motines y las guerrasciviles (Vargas Llosa et al. 1983: 36). El Per profundo no conoce el progreso: La nocin

    misma de superacin o progreso debe ser difcil de concebir o adoptar un contenido patticopara comunidades que, desde que sus miembros tienen memoria, no han experimentadomejora alguna en sus condiciones de vida sino, ms bien, un prolongado estancamiento con

    peridicos retrocesos (Vargas Llosa et al. 1983: 36). An as el Informe de la Comisin hacenotar que Uchuraccay otrora parte de una hacienda ha recibido tierras de la ReformaAgraria (Ossio y Fuenzalida 1983: 64).

    El contraste es claro. Modernidad, educacin, civilizacin y la existencia de otrasleyes y costumbres caracterizan al otro Per, el oficial hispanizado y occidentalizado.Todas las valoraciones positivas llenan el compartimiento del Per oficial; las negativas sonlas propiedades que se reservan al otro compartimiento. El Per profundo provoca compasin,compasin que los miembros del Per oficial deben tener hacia los que estn en el Per

    profundo. Compasin que es necesaria para neutralizar otro sentimiento negativo que losmiembros del Per profundo quizs justificadamente tengan contra los del Per oficial: elresentimiento. Cuando Vargas Llosa fue preguntado por Alberto Bonilla en una entrevista, smencion aspectos positivos para las culturas indias. Pero estos son sus adjetivos: hay alluna cultura que ha sido preservada, que puede ser arcaica, pero que ha permitido a esoscompatriotas nuestros primitivos y elementales sobrevivir en condiciones de una durezaextraordinaria" (Vargas Llosa 1991c: 154).

    Esta visin es compartida por algunas facciones de la extrema izquierda ynotablemente por Sendero Luminoso. El lenguaje es diferente, pero en su esencia es lomismo. Condiciones semifeudales de los campesinos, tienen en el lenguaje marxista lasmismas connotaciones de distanciamiento en el tiempo y en el espacio, y ambos lenguajesenfatizan la necesidad de evolucionar y progresar para llegar a mejores formas de vidamediante la adopcin de formas occidentales y/o socialistas; al mismo tiempo que borran losltimos vestigios de un pasado explotador. En esta visin marxista tambin todo lo que estradicional, arcaico, no-capitalista, son aspectos de la cultura andina, ms que cualquier otrorasgo que tenga algn contenido o valoracin positiva21.

    El sentimiento de compasin debe provocar la responsabilidad de buscar cerrar labrecha entre los dos Per. Esto se logra en estas visiones a travs de la integracin, lamodernizacin y la occidentalizacin. Aquellos que viven en el Per profundo de VargasLlosa estn condenados en ltima instancia a desaparecer en nombre del progreso, quiranlo ono: El precio que deben pagar por esta integracin es alto renunciar a su cultura, su

    lenguaje, sus creencias, sus tradiciones, sus costumbres y adoptar la cultura de sus antiguosamos (Vargas Llosa 1990b: 52). Y tanto la derecha como la izquierda estn de acuerdo quees necesario aplicar cierto grado de presin o coercin para imponer el cambio a esta gente.Tanto Vargas Llosa como el general Huamn22 piensan que la brecha se puede cerrar con el

    proceso de modernizacin, aplicando proyectos de desarrollo. La conviccin de SenderoLuminoso es la misma, pero primero es necesaria la revolucin violenta.

    21 Sobre semifeudalidad ver Maritegui (1971), Daz Martnez (1969), J.C.F. (1988). Sobre las relacionespredominantemente capitalistas ver Montoya (1974, 1980), Claveras et al. (s.f.) y Caballero (1980).22 El General Adrin Huamn Centeno sustituy al General Noel Moral en la jefatura del ejrcito en Ayacucho ala cabeza del Comando Poltico Militar. Hacia el final de su perodo, el General Centeno se convirti en unaespecie de hroe de los grupos progresistas porque haba declarado que la nica solucin al problema de Sendero

    era el trabajo de desarrollo. Por sus crticas abiertas al gobierno fue relevado del cargo. Pocos, sin embargo,mencionan que fue bajo el comando de este general que se cometieron los ms serios abusos contra los derechoshumanos.

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    Otra lectura de los mismos puntos de vista nos da otra visin. En un artculo aparecidoen una revista de los Estados Unidos, el antroplogo norteamericano Orin Starn (1991) acusaa sus colegas en su pas de estar tan enamorados en el estudio de lo andino que la guerra deSendero les pas frente a sus narices sin que se dieran cuenta. Starn asocia la fascinacin quelos antroplogos norteamericanos tienen por lo andino a la misma falacia que Said (1979)

    ha llamado Orientalismo.Andeanism (para no decir Andinismo que es un deporte) es unarepresentacin que retrata a los campesinos contemporneos de la sierra, como si estuvieranfuera del flujo de la historia (Starn 1991: 64).

    Mirado fuera de contexto, Starn parece acusar a sus colegas norteamericanos deaceptar la dicotoma de Vargas Llosa del Per profundo (indgena) versus el Per oficial(hispnico), pero invirtiendo los signos. Es decir, que ellos aceptan la dicotoma pero valoranlo andino positivamente, y lo hispano negativamente23. La misma crtica que se aplica aVargas Llosa es aplicable a esta visin romntica de la sociedad andina, y Starn la hacemuy bien. Estoy de acuerdo. La sociedad y cultura andina no es ni esttica, ni aislada, nitampoco restringida a reas remotas; ms bien es un componente profundamenteentretejido del ropaje nacional. Pero el intento de Starn de demostrar que los antroplogos

    norteamericanos pecaron de romanticismo es fallido.No es aceptable la lectura sumamente ligera y superficial que Starn hace acerca del

    papel de la antropologa norteamericana sobre los Andes y el Per24. Tambin hay que objetarla manera como Starn selecciona arbitrariamente citas y cmo presenta a los autores, aquienes acusa de cometer los errores de caer bajo la influencia de la representacinandinista. Por ejemplo, Starn al analizar los trabajos de Billie Jean Isbell (1978, 2005)omite mencionar todo un captulo de su libro que trata de las experiencias de los migrantes del

    pueblo de Chuschi a Lima. Tambin omite mencionar el subttulo (Dualismo y ReformaAgraria entre los indios Quechua de la Sierra del Per) y varios captulos que tratan sobre lasinvasiones de tierra, y los conflictos polticos con Vanguardia Revolucionaria del libro delAntroplogo noruego Harald Skar (1982, 1997). Starn slo cita a Skar cuando este ltimodice que escogi ese pueblo para estudiar porque era donde la cultura tradicional Quechua

    pareca estar ms intacta todava (Starn: 1991: 69). Como estos ejemplos, el trabajo de Starnest lleno de citas fuera de contexto y tiene la tendencia a distorsionar a los autores a quienescita, incluido al que escribe estas lneas25.

    Starn tambin acusa a los antroplogos norteamericanos de retratar y representar a lacultura Andina como esttica. Aqu coincide con la crtica que lneas arriba se hizo contra la

    posicin de Vargas Llosa sobre el arcasmo. Pero en la vida real, y en las culturas de verdad,las cosas s cambian, algunas rpidamente, otras ms lentamente, y algunas muy lentamente,tal como lo ha propuesto Braudel. Starn critica a Zuidema y Quispe (1973, 1989) porque estosautores hallan semejanzas entre los sueos de una mujer quechua contempornea y ciertos

    aspectos de la mitologa Inca. Para m, esto es tan aceptable como lo es observar en las23 En el mundo anglosajn, sta es una tendencia muy antigua, bien reflejada en los escritos histricos deWilliam Prescott (1893, 1955). Desde las guerras entre la Reina Isabel I y Felipe II, las personas de habla inglesahan sido muy prejuiciosas contra las cuestiones hispanas. Qu mejor manera de desacreditar a los espaoles hayal describir la brutal conquista y la explotacin de los indios durante la colonia? Qu fcil es ver lascontinuidades de estas prcticas en el Per contemporneo. Qu gratificante debe ser poder documentar lasupervivencia de las culturas indgenas casi intocadas por lo Ibrico.24 Una gua til que le puede haber encaminado es Osterling y Martnez Notes for a History of Peruvian SocialAnthropology publicada en Current Anthropology (1983). Contiene adems comentarios ilustrativos porantroplogos norteamericanos que han trabajado en el Per. Tambin en el Per, el auto-anlisis ha comenzado.Los volmenes editados por Rodrguez Pastor (1985) y Luis Sobern (1986) son nada ms que la punta deliceberg, ni hablar del ahora absolutamente necesarioNo hay Pas mas Diverso (Degregori ed. 2000).25

    Aunque la crtica que se me hace es poco importante, quisiera indicar que todas las prcticas descritas en ellibro de Alberti y Mayer (1974) se llevan a cabo actualmente, que son explicadas en trminos funcionales y en elcontexto de situaciones contemporneas, y que estos intercambios recprocos son importantes y muy extendidos.

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    costumbres contemporneas de los norteamericanos decorar rboles de pino en la navidad yhuevos en las pascuas: viejas costumbres paganas pegadas a tradiciones antiguas judeo-cristianas que han venido cambiando poco a poco, pero que mantienen su vigenciacontempornea. Aquellos gringos que decoran sus rboles de navidad estn relacionndosecon las mentalits y hasta mythologiques de sus races culturales profundas; al mismo tiempo

    que tambin pueden invertir en Wall Street sin problemas. Igual es con la cultura Andina.Estoy de acuerdo con Starn que el mundo de los Andes est hecho de grandes quiebres ydiscontinuidades, pero estoy en desacuerdo con l cuando afirma que no es vlido tratar de

    buscar junto con estas brechas, las continuidades y persistencias. Todo anlisis unilateral essesgado. Y como lo demuestra el caso de Uchuraccay, no es tan fcil dejar de lado el anlisisde los patrones culturales andinos sin caer en error.

    Tambin es necesario contextualizar esta posicin romntica de la que Starn acusa asus colegas con las condiciones polticas de los tiempos contemporneos. Dados los prejuiciosanti-andinos del argumento de los dos Per (del cual la versin de Vargas Llosa no es msque una, en una larga secuencia entre las elites peruanas), nos pareca a nosotros, los quehacamos trabajo de campo en los aos 60 y 70, que era polticamente correcto y vlido

    investigar y representar en nuestros escritos, ejemplos de una cultura andina viviente y que nose trataba rezagos de un pasado ya muerto. Billie Jean Isbell analiz el simbolismo de lasfiestas de Chuschi, algo que Starn ridiculiza. En su lugar, nos dice, deberamos haber centradonuestra atencin en el hambre, la explotacin y la lucha de los pobres por mejorar suscondiciones. Sin menospreciar esos puntos, debemos anotar que las fiestas continuaron enChuschi an cuando el pueblo estaba ocupado por Sendero Luminoso. De hecho este puebloes simblicamente importante porque fue all donde se inici la insurgencia Senderista con laquema de las nforas en las elecciones presidenciales el 17 de mayo de 1980. Los chuschinosincluso obligaron a los senderistas a bailar con ellos y con eso sentan que haban ganado unagran victoria moral sobre los terroristas (Isbell 1991). Quizs es cierto que los antroplogosAndinos hasta cierto punto sobre-enfatizaron lo que queran decir y trazaron las lneasdemarcatorias demasiado fuerte. Pero me parece que la experiencia fue valiosa comocontrapeso a la ideologa nacional peruana prevaleciente.

    Pero lo que es ms interesante, y esto no es tocado por Starn, es el hecho de que losjvenes senderistas, quienes participan de la vida tradicional andina y de la experienciamigratoria modernizante, y quienes pueden entrar y volver a salir del status de indio,mestizo, cholo, limaco con facilidad rechacen tan profundamente sus propias races andinas.Por qu el Occidentalismo, el Evangelismo, o el Maosmo (para un creciente nmerode fervientes seguidores del Presidente Gonzalo) son tanto ms atractivos para la mayora de

    jvenes hombres y mujeres peruanos que la idealizacin de la cultura andina? Esto tiene queser explicado. En Ecuador, Guatemala, Bolivia, Mxico, Irn, Palestina, Europa del Este, en

    los Estados Unidos y en muchos lugares ms, jvenes revolucionarios han asumido confantico entusiasmo la defensa de sus identidades tnicas y a travs de esos movimientos derevitalizacin han logrado modificar los trminos del discurso hegemnico26. No ocurre ascon Sendero Luminoso.

    Los senderistas vehementemente rechazan la cultura andina. Se refieren a ella como elnacionalismo mgico quejumbroso27. Jos Mara Arguedas, el indigenista peruano mscoherente es atacado en el peridico de Sendero en los siguientes trminos:

    26 Entre los estudios sobre el emergente movimiento poltico indianista en Amrica Latina ver Bonfil Batalla(1981), en Ecuador Whitten (1981, 2003), en Bolivia Alb (1987, 1991), en Guatemala Arias (1990) y Smith(1990). En el Per el movimiento Indio ha tenido poco xito. Durante los aos de la guerra sucia, SalvadorPalomino fue elegido su presidente y protest porque los indios estaban como sndwich entre los senderistas y

    el ejrcito. Por decir eso, el General Noel lo acus de ser uno de los que ayudan a la subversin (Noel 1989:137).27 Publicado inicialmente en el peridico senderistaEl Diario (J.C.F. 1988).

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    [] el internacionalismo debe luchar contra el nacionalismo mgico-quejumbroso, cuyos troncosfolclorizados los hemos tenido y los tenemos en el nacionalismo chauvinista, cuyo promotor era nadamenos que aquel escritor quien se regocijaba al declararse apoltico puro pero que en plena poca dela 2da. Guerra Mundial se ufanaba de su bigotito hitleriano. Su nombre: Jos Mara Arguedas,aplicado discpulo y animador en el Per de la antropologa norteamericana.El contenido de los argumentos arguedianos nos dan a entender que, el indio (sic) es el nico serdispuesto a todas las virtudes, pero incapaz de falta alguna; y que, por lo tanto, deberamos aislarlo ycuidarlo para evitar su contaminacin. He aqu la indofilia zorra, inequvoca [] (J.C.F. El Diario 9-6-88: 12. Citado en Degregori (1990: 206))

    Otra vez la imagen de Zuratas!

    No creo que a los antroplogos interesados en lo andino se les haya pasado la guerrapor delante de las narices. En esos aos la guerra ideolgica se libraba tambin en lasuniversidades, y jvenes marxistas nos atacaban por nuestro romanticismo idealizador cuando

    presentbamos nuestras ponencias. Se imponan el anlisis clasista y los modos de produccincon vehemencia. La atmsfera era desafiante y agresiva28. Pero el por qu nuestra posicin noencontr eco entre los jvenes activistas de esos tiempos s da mucho que pensar.

    Y el ltimo giro en el debate nos lleva al punto de partida. Es que en ltima instanciael fenmeno senderista es una rebelin indgena ms en la historia de nuestra patria? As locreen algunos analistas extranjeros. Por ejemplo: Los objetivos de Sendero en elestablecimiento de su Nueva Democracia puede sucintamente decirse que consiste en laexpulsin del pas del hombre blanco y sus aliados mestizos y todo lo que representan, paraimponer la sociedad primitiva autrquica y paternalista basada en la agricultura que exista enlos tiempos incaicos (Anderson 1987: 60). Esta es la comparacin con Camboya y Pol Pot.Por otro lado, algunos se preguntan si el fenmeno de Sendero constituye la violenta

    reimposicin del poder local por una pequea minora de mestizos venidos a menos, quienesbuscan restablecer su poder local a punta de fusil. Por ejemplo: El liderazgo de Senderosiempre ha sido conformado pormistis de pueblo arraigado en el sistema seorial andino...(Degregori 1991: 12, 2011). Creo que un anlisis de esta naturaleza tuvo validez en los

    primeros das de Sendero en Huamanga. Hoy, cuando ya sabemos ms sobre el liderazgoPCP-SL nos enteramos que prominentes limeos de clase media tambin estncomprometidos, incluso Sybila Arredondo, la viuda de Jos Mara Arguedas; y que Senderocuenta con grupos de apoyo entre maoistas europeos y estadounidenses, a quienes tambin seles califica de ser romnticos. Un video recientemente capturado muestra a la cpula deSendero en confortables ambientes de la clase media alta en Lima. La obsesin de serguerrillero es tpica de la clase media alta y baja urbana, y es prominente en el Movimiento

    Revolucionario Tupac Amaru y en los escuadrones de la muerte del Movimiento RodrigoFranco, como lo fue tambin en los movimientos guerrilleros de 1965 inspirados por laexperiencia guevarista (Bjar 1973).

    Jos Luis Rnique (1991, 2003) describe lo que hasta hace poco fue muy traumticopara peruanos de clase media urbana: una visita a las prisiones para conversar con los presossenderistas. El contraste entre los pabellones caticos, sucios y corruptos de los presoscomunes y de los narco-traficantes, con los limpios, ordenados y autodisciplinados pabellonesde los senderistas era impresionante. Rnique cita lo que cuenta uno de ellos, Paco:

    28 Krueger (1980), Lynch et al. (1990), y Degregori (1990). La Historia de Mayta (Vargas Llosa 1984) yConversacin en la Catedral(Vargas Llosa 1969) tambin cubren el mismo terreno. La irona con la que el autor

    caracteriza a los polticos de izquierda es una de las fuentes de diversin o rechazo entre los lectores de VargasLlosa. Cuando la Universidad de Piura fue capturada por el Opus Dei, se prohibi todo debate poltico. VargasLlosa aplaudi esta reorganizacin.

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    Nosotros no hemos perdido nuestra condicin de soldados en el ejrcito popular.Aprendemos a discutir, como explicar la lnea del partido sin hacer concesiones, como serclaro pero firme, practicamos la beligerancia oral y fsica (2003: 20). Paco, el amigo deRnique que dijo esto, haba sido izquierdista en los aos 70, marihuanero en la poca deWoodstock, activista poltico en los 80, empresario de conciertos de rock, y hasta 1990 fue

    prisionero en Canto Grande, cantando en unsono con sus compaeros Todo menos el poderes ilusin. Rnique tambin conoci al camarada Perez... rayando por los treinta aos, quienhablaba con fuerte dejo quechua, pero estaba muy al tanto de la lnea poltica del partido ysobre los eventos mundiales. No saba leer, y para participar en los debates peda a alguienque lea una y otra vez los documentos para retener cada detalle en su mente (2003: 19).

    Una comparacin del perfil sociolgico de los sentenciados por crmenes comunes ylos sentenciados por delitos de terrorismo en el Juzgado de Lima nos da una idea de quinesson los soldados de la revolucin en el Per. Chvez de Paz (1989) encuentra que el 76% delos sentenciados por terrorismo provienen de las zonas rurales, y de ellos, el 60%, de laszonas ms empobrecidas de la sierra del Per. Son todos mayormente jvenes (43% entre lasedades de 21 a 25 aos), solteros, y con mejores niveles de educacin que los criminales

    comunes. Mientras que los criminales comunes mayormente no han terminado su secundaria(46%), el 30% de los sentenciados por terrorismo han seguido estudios universitarios (24%indican como profesin ser estudiantes). Slo 2% de los sentenciados comunes tienen algngrado de educacin superior, y el 6% resulta ser estudiante. De manera abrumadora lossentenciados por terrorismo declaran ocupaciones que contradicen tajantemente sus logroseducativos. El 11% se dedica a la agricultura, el 22% se desempea como obreros, el 10% sededica al comercio informal y el 15% est constituido por profesionales tcnicos o

    burocrticos. La mitad de ellos se ganan la vida en categoras de ocupacin que generaningresos bajos y en condiciones de precariedad. En trminos econmicos hay similitud con lossentenciados comunes. El 44% de estos ltimos tiene ocupaciones proletarias, el 11% trabajosinformales y el 23% tiene ocupaciones tcnicas o son empleados. Los terroristas son en sumayora jvenes, altamente mviles tanto geogrfica como socialmente, con mejores nivelesde educacin, provincianos de origen y trabajan en oficios que les proporcionan menosingresos y ms precarios de lo que sus niveles educativos les haban llevado a vislumbrar. Eseste segmento social el que mayores tasas de desempleo sufre, y es tambin el que mayorrecorte de ingresos ha vivido en las sucesivas crisis econmicas por las que atraviesa el pas.

    Un alto porcentaje de los sentenciados por terrorismo son mujeres (16%), y de ellas el50% han pasado por la universidad, en comparacin con slo el 28% de los hombres. Lasmujeres tienen papeles prominentes en las organizaciones guerrilleras: dirigen grupos decomando y han planificado asaltos audaces. Se cuenta que Mara Parado dirigi el asalto a lacrcel de Ayacucho el 7 de marzo de 1982 que liber a cientos de prisioneros (Andreas 1990:

    21). Edith Lagos era comandante senderista cuando fue asesinada por los militares y se haconvertido en herona popular.En un libro publicado en los Estados Unidos, Carol Andreas (1985) muestra simpata

    por lo que los senderistas dicen hacer por las mujeres. En zonas liberadas, los comandossenderistas deponen a las autoridades y las sustituyen por Comits Populares. Andreas diceque en estos comits las mujeres juegan un papel prominente. En efecto, esto ha significadoel derrocamiento de gobiernos dominados por hombres y el establecimiento de estructurasdominadas por mujeres, lo que ha permitido que las mujeres arreglen cuentas a su propiamanera con los hombres y que organicen la vida en las maneras que ellas juzguen como msequitativas (Andreas 1990: 21). A Andreas tambin le parece bien el sistema de justicia deSendero Luminoso: Los cuadros locales parecen tener bastante latitud contra quienes llevan

    a cabo sus ajusticiamientos, a veces con pena de muerte, contra aquellos que son consideradosenemigos, espas o traidores del movimiento, incluyendo a hombres acusados de violacin. A

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    muchas mujeres, que quizs tienen cuentas que arreglar contra los hombres, no les parece maleste procedimiento (Andreas 1990: 27). Aparte de reflejar una agenda muy particular de laautora, ser necesario ver si esta propaganda senderista tambin se lleva a la prctica.

    Arreglar cuentas, imponer autoritariamente y proponer soluciones extremas sonactitudes que abundan en el pensar de los jvenes peruanos. Gonzalo Portocarrero y Patricia

    Oliart (1989) estudiaron las actitudes polticas de jvenes educandos en secundaria, yencontraron que ellos admiran la mano dura para re-establecer el orden en una nacin catica.En una entrevista con un colegial de 17 aos en Puno, ste manifiesta su desacuerdo con lossenderistas, pero sin embargo, cree en la necesidad de una revolucin completa tanto en sucolegio como en el pas. Se siente frustrado por las huelgas, los das sin clases, el ausentismode los profesores, el desorden en el saln. Su solucin: Una cosa muy formal y ya no comoahora. Ya no puede permitirse, por ejemplo, a un alumno que ande por las calles en horas declase. Un guardia debe venir: Usted por qu est aqu?, y si el alumno no tiene una razn,dos das a la comisara (Portocarrero y Oliart 1989: 169). l tambin ha intentado liderar unahuelga para lograr una revolucin completa en su colegio, con el fin de rehabilitar ellaboratorio de qumica, para as poder estudiar mejor:

    Por ejemplo, una completa revolucin en el Per, como el gobierno de Cuba para la superacin...Yodigo que no tienen que haber estos ladrones, delincuentes... todos estos vicios que hay... la droga... y alhaber una completa revolucin, no debe haber terrorismo nada....Todas las fuerzas armadas debenestar en control... Por ejemplo en el departamento de Puno diramos que va haber una revolucin: quevengan los guardias, toditos a controlar casa por casa, no debe quedar ni uno. No tiene que andar nadieen la calle sin su licencia de estar aptos para seguir estudiando y todos los que estn aptos para irse a laselva.... entre ricos y pobres no haiga esa diferencia y que todo sea igual: a los ricos ya se sabe que seles van a quitar sus cosas, para que compartan todo. Y los ricos no tienen por qu estar escogiendocomidas. Todos deben comer igual... haciendo su colita, para recibir un mismo plato. Y toditos unamisma ropa... (Portocarrero y Oliart 1989: 181-182)

    Per superficial

    Supongamos que volvemos a sacudir los elementos que se colocan en estas dicotomas paraver qu es lo que el calidoscopio de metforas nos puede mostrar para obtener una