107
2 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 TYPHOON by Joseph Conrad Far as the mariner on highest mast Can see all around upon the calmed vast, So wide was Neptune’s hall . . . — KEATS I CAPTAIN MACWHIRR, of the steamer Nan-Shan , had a physiognomy that, in the order of material appearances, was the exact counterpart of his mind: it presented no marked characteristics of firmness or stupidity; it had no pronounced characteristics whatever; it was simply ordinary, irresponsive, and unruffled. The only thing his aspect might have been said to suggest, at times, was bashfulness; because he would sit, in business offices ashore, sunburnt and smiling faintly, with downcast eyes. When he raised them, they were perceived to be direct in their glance and of blue colour. His hair was fair and extremely fine, clasping from temple to temple the bald dome of his skull in a clamp as of fluffy silk. The hair of his face, on the contrary, carroty and flaming, resembled a growth of copper wire clipped short to the line of the lip; while, no matter how close he shaved, fiery metallic gleams passed, when he moved his head, over the surface of his cheeks. He was rather below the medium height, a bit round- shouldered, and so sturdy of limb that his clothes always looked a shade too tight for Historias del mar: Tifón de Joseph Conrad trad. de Elisabet Nonell 1998 UNIDAD EDITORIAL, por acuerdo con Bibliotex, S. L. El Mundo CAPÍTULO I El capitán MacWhirr, del va- por Nan-Shan, tenía una fisonomía que, a juzgar por las apariencias materiales, era una réplica exacta de su carácter: no presentaba nin- guna marcada característica de fir- meza ni de estupidez; en realidad, no se distinguía en absoluto por ninguna característica pronun- ciada; era sencillamente vulgar, impasible e inexpresiva. Lo único que hubiera podido decirse que su aspecto sugería, a veces, era una gran timidez; en efecto, en tierra, se quedaba sen- tado en las oficinas comerciales, curtido por el sol y con una te- nue sonrisa en los labios, miran- do al suelo. Cuando alzaba la vis- ta, se apreciaba una mirada direc- ta en sus ojos azules. Tenía el cabello rubio y muy fino, peina- do de lado a lado de la despobla- da cúpula de su cráneo como si fuera una diadema suave y sedosa. El pelo de la cara, por el contrario, pelirrojo y encendido, parecía una plantación de hilo de cobre cercenada siguiendo el perfil del labio; por mucho que apurara el afeitado, la superficie de sus mejillas despedía ardien- tes reflejos metálicos siempre que movía la cabeza. De estatu- ra más bien inferior a la media, tenía los hombros algo caídos y sus extremidades eran tan robus- tas que siempre parecía llevar ropa demasiado pequeña para piernas y brazos. Como si fuera Tifón de Joseph Conrad tr. de Diego Hernández Taifa, Barcelona, 1986 CAPITULO I El capitán MacWhirr, del va- por Nan-Shan, tenía una de esas fisonomías que, por lo que res- pecta a las apariencias, era la exacta correspondencia de su ca- rácter: no presentaba ninguna señalada característica de firme- za ni de estupidez, así como tam- poco destacada característica al- guna; era simplemente vulgar, impávida y suave. Lo único que su aspecto po- dría haber sugerido, a veces, era timidez. Se le podía ver, en tie- rra, en las oficinas comerciales, sentado, atezado por el sol y le- vemente sonriente, con la mira- da baja. Cuando levantaba los ojos, se echaba de ver que los tenía azules y que miraban fran- camente. Tenía el cabello rubio y muy fino, peinado a ambos la- dos de la cabeza, de forma que le cubrieran la calva del cráneo como una esponjosa diadema. El vello de la cara, por el contra- rio, era rojo y llameante, simi- lar a una plantación de hilo de cobre limitada por los labios; por mucho cuidado que pusiera al afeitarse, cuando movía la cabeza la superficie de sus me- jillas despedía reflejos metáli- cos. De estatura algo menos que mediana, tenía unos hombros re- dondeados y unos miembros tan robustos que daba la impresión, en todo momento, de que lleva- ba la ropa demasiado ajustada a los brazos y a las piernas. Como unruffled 1. poised and serene especially in the face of setbacks or confusion 2 : not ruffled : SMOOTH <unruffled water> synonym see COOL

TYPHOON Historias del mar: Tifón Tifón...temple to temple the bald dome of his skull in a clamp as of fluffy silk. The hair of his face, on the contrary, carroty and flaming,

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

2

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

TYPHOON

by

Joseph Conrad

Far as the mariner on highest mastCan see all around upon the calmed vast,

So wide was Neptune’s hall . . .— KEATS

I

CAPTAIN MACWHIRR, ofthe steamer Nan-Shan , had aphysiognomy that, in the orderof material appearances, wasthe exact counterpart of hismind: it presented no markedcharacteristics of firmness orstupidity; it had no pronouncedcharacteristics whatever; it wassimply ordinary, irresponsive,and unruffled.

The only thing his aspectm i g h t h a v e b e e n s a i d t os u g g e s t , a t t i m e s , w a sb a s h f u l n e s s ; b e c a u s e h ewould sit, in business officesashore, sunburnt and smilingfaintly, with downcast eyes.When he ra ised them, theywere perceived to be direct int h e i r g l a n c e a n d o f b l u ecolour. His hair was fair andextremely fine, clasping fromt e m p l e t o t e m p l e t h e b a l ddome of his skull in a clampas of fluffy silk. The hair ofh i s f a c e , o n t h e c o n t r a r y,c a r r o t y a n d f l a m i n g ,resembled a growth of copperwire clipped short to the lineof the l ip; while, no matterhow close he shaved, f ie rymetallic gleams passed, whenhe moved his head, over thesurface of his cheeks. He wasr a t h e r b e l o w t h e m e d i u mh e i g h t , a b i t r o u n d -shouldered, and so sturdy oflimb that his clothes alwayslooked a shade too tight for

Historias del mar: Tifón

de

Joseph Conrad

trad. de Elisabet Nonell1998 UNIDAD EDITORIAL,por acuerdo con Bibliotex, S. L.El Mundo

CAPÍTULO I

El capitán MacWhirr, del va-por Nan-Shan, tenía una fisonomíaque, a juzgar por las aparienciasmateriales, era una réplica exactade su carácter: no presentaba nin-guna marcada característica de fir-meza ni de estupidez; en realidad,no se distinguía en absoluto porninguna característica pronun-ciada; era sencillamente vulgar,impasible e inexpresiva.

Lo único que hubiera podidodecirse que su aspecto sugería, aveces, era una gran timidez; enefecto, en tierra, se quedaba sen-tado en las oficinas comerciales,curtido por el sol y con una te-nue sonrisa en los labios, miran-do al suelo. Cuando alzaba la vis-ta, se apreciaba una mirada direc-ta en sus ojos azules. Tenía elcabello rubio y muy fino, peina-do de lado a lado de la despobla-da cúpula de su cráneo como sifuera una diadema suave ysedosa. El pelo de la cara, por elcontrario, pelirrojo y encendido,parecía una plantación de hilo decobre cercenada siguiendo elperfil del labio; por mucho queapurara el afeitado, la superficiede sus mejillas despedía ardien-tes reflejos metálicos siempreque movía la cabeza. De estatu-ra más bien inferior a la media,tenía los hombros algo caídos ysus extremidades eran tan robus-tas que siempre parecía llevarropa demasiado pequeña parapiernas y brazos. Como si fuera

Tifón

de

Joseph Conrad

tr. de Diego HernándezTaifa, Barcelona, 1986

CAPITULO I

El capitán MacWhirr, del va-por Nan-Shan, tenía una de esasfisonomías que, por lo que res-pecta a las apariencias, era laexacta correspondencia de su ca-rácter: no presentaba ningunaseñalada característica de firme-za ni de estupidez, así como tam-poco destacada característica al-guna; era simplemente vulgar,impávida y suave.

Lo único que su aspecto po-dría haber sugerido, a veces, eratimidez. Se le podía ver, en tie-rra, en las oficinas comerciales,sentado, atezado por el sol y le-vemente sonriente, con la mira-da baja. Cuando levantaba losojos, se echaba de ver que lostenía azules y que miraban fran-camente. Tenía el cabello rubioy muy fino, peinado a ambos la-dos de la cabeza, de forma quele cubrieran la calva del cráneocomo una esponjosa diadema. Elvello de la cara, por el contra-rio, era rojo y llameante, simi-lar a una plantación de hilo decobre limitada por los labios;por mucho cuidado que pusieraal afeitarse, cuando movía lacabeza la superficie de sus me-jillas despedía reflejos metáli-cos. De estatura algo menos quemediana, tenía unos hombros re-dondeados y unos miembros tanrobustos que daba la impresión,en todo momento, de que lleva-ba la ropa demasiado ajustada alos brazos y a las piernas. Como

unruffled 1. poised and sereneespecially in the face ofsetbacks or confusion 2 : notruffled : SMOOTH <unruffledwater> synonym see COOL

4

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

h i s a r m s a n d l e g s . A s i funable to grasp what is due tothe difference of latitudes, hewore a brown bowler hat, acomplete suit of a brownishhue, and clumsy black boots.These harbour togs gave tohis thick figure an air of stiffand uncouth smar tne s s . At h i n s i l v e r w a t c h c h a i nlooped his waistcoat, and heneve r l e f t h i s sh ip fo r t heshore without clutching in hispowerful, hairy fist an elegantum bre l l a o f t he ve ry bes tquality, but generally unrolled.Young Jukes, the chief mate,attending his commander to thegangway , would sometimesventure to say, with the greatestgentleness, “Allow me, sir” —and possessing himself of theu m b r e l l a d e f e re n t i a l l y ,w o u l d e l e v a t e t h e f e r u l e ,s h a k e t h e f o l d s , t w i r l an e a t f u r l i n a j i f f y , a n dh a n d i t b a c k ; g o i n gt h r o u g h t h e p e r f o r m a n c ew i t h a f a c e o f s u c hportentous gravi ty, that Mr.S o l o m o n R o u t , t h e c h i e fengineer, smoking his morningc i g a r o v e r t h e s k y l i g h t ,w o u l d t u r n a w a y h i s h e a di n o r d e r t o h i d e a s m i l e .“ O h ! a y e ! T h e b l e s s e dg a m p . . . . Thank ‘ee , Jukes ,t h a n k ‘ e e , ” w o u l d mut terCaptain M a c Wh i rr, heartily ,w i t h o u t l o o k i n gu p .

Having just enoughimagination to carry him througheach successive day, and nomore, he was tranquilly sure ofhimself; and from the very samecause he was not in the leastconceited. It is your imaginativesuper ior who is touchy,overbearing, and difficult toplease; but every ship CaptainMacWhirr commanded was thefloating abode of harmony andpeace. I t was, in t ruth , asimpossible for him to take aflight of fancy as it would be fora watchmaker to put together achronometer with nothingexcept a two-pound hammer anda whip-saw in the way of tools.Yet the uninteresting lives ofmen so entirely given to theactuality of the bare existencehave their mysterious side. It

incapaz de distinguir lo que re-sultaba más conveniente para lasdistintas latitudes, vestía unbombín de color marrón, un tra-je completo tirando también amarrón y unas toscas botas ne-gras. Esta vestimenta portuariadaba a su corpulenta figura unaire de elegancia envarada yrústica. Una fina cadena de relojde plata [3] colgaba de su chale-co, y nunca abandonaba su barcopara bajar a tierra sin llevar aga-rrado con su mano poderosa y pe-luda un elegante paraguas de lamejor calidad, generalmente sinenrollar. El joven Jukes, segun-do de a bordo, se atrevía a vecesa decir con la máxima cortesía,mientras acompañaba a su supe-rior hacia la pasarela: «Permí-tame, señor» y, apoderándose delparaguas con gran deferencia,elevaba el soporte, sacudía lospl iegues, los recogíapulcramente en un santiamén yse lo devolvía; la expresión desu cana mientras llevaba a cabotodo este procedimiento era deuna solemnidad tal que el se-ñor Solomon Rout, el jefe demáquinas, mientras fumaba sucigarro de la mañana sentadoen la claraboya, tenía que gi-rar la cabeza para ocultar susonrisa. «¡Ah, sí! El benditoparaguas . . . Grac ias , Jukes ,gracias», murmuraba entoncesc o r d i a l m e n t e e l c a p i t á nMacWhirr, sin levantar la vis-ta del suelo.

Como tenía la imaginaciónsuficiente para ir pasando día endía, y no más, estaba tranquila-mente seguro de sí mismo; y porla misma razón, no era presun-tuoso en absoluto. Los superio-res con imaginación son los queresultan quisquillosos, autorita-rios y difíciles de complacer;pero todos los barcos al mandodel capitán MacWhirr eran unremanso de paz y armonía. Enverdad, le resultaba tan imposi-ble caer en alguna veleidadcomo lo sería para un relojeromontar un cronómetro sin otrasherramientas que un martillo dedos libras y una sierra abrazade-ra. Sin embargo, las anodinasvidas de los hombres tan entre-gados a la realidad de la simpleexistencia también tienen suslados misteriosos. En el caso del

si fuese por completo incapaz decaptar cualquier cosa referentea las latitudes, llevaba un bom-bín de color marrón, un ternocompleto de un color parecidoy botas negras y toscas. Seme-jante vestimenta de tierra conferíaa su corpulenta figura cierto aire deelegancia rígida y pueblerina. Lacadena de un reloj de plata, másbien delgada, le cruzaba elchaleco de lado a lado, y jamáshabía abandonado el buque, parabajar a tierra, sin echar mano,con su poderoso puño velludo,de un elegante paraguas de lamejor calidad, aunque general-mente sin enrollar. El segundode a bordo, el joven Jukes, quesiempre acompañaba a su supe-rior hasta el portalón , a vecesse atrevía a señalar, con extre-mada amabilidad: « Permítame,señor». Y se apoderaba del para-guas con toda cortesía, alzaba lacontera, sacudía [11] los pliegues,los enrollaba con un limpio mo-vimiento en un abrir y cerrar deojos y lo devolvía a su dueño, eje-cutando toda la operación con unademán de tan alta gravedad queel señor Solomon Rout, jefe demáquinas, volvía la cabeza paraocultar su risa, sin dejar de fumarsu primer cigarro del día, apoya-do en la claraboya. « ¡Ah, sí! Eldichoso paraguas... Gracias, Jukes,muchísimas gracias», murmurabacordialmente el capitánMacWhirr, sin levantar en ningúnmomento la mirada.

Siendo que su imaginación lebastaba para ir pasando los días deuno en uno, pero no más, se sentíaserenamente seguro de sí mismo,razón por la que estaba desprovistode la más mínima fatuidad. Sólo lossuperiores dotados de imaginaciónson hipersensibles, cargantes y difí-ciles de complacer, pero todos losbuques capitaneados por MacWhirrhabían sido la personificación flo-tante de la armonía y la paz. Enpuridad, al capitán le habría resul-tado tan imposible emprender elmenor vuelo con su imaginación,como era imposible para un reloje-ro recomponer un cronómetro conlos únicos útiles de un martillo dedos libras y un serrucho. Y, a pesarde todo, las vidas de estos hombres,en apariencia de tan escaso interés,tan por completo consagrados a larealidad de la existencia inmediata,

deferential adj. showing or expressingdeference; respectful. Respetuoso

heartily adv. 1 in a hearty manner; withgoodwill, appetite, or courage. 2very; to a great degree (esp. with ref.to personal feelings) (am heartily sickof it; disliked him heartily). (estar com-pletamente harto)

sinceramente, cordialmente, enérgica-mente, fuertemente, (laugh) a carca-jadas, (eat) con buen apetito, (thank)con efusión, (sing) con entusiasmo

portentous adj. 1 grandiloquent, overblown, pompous,pontifical, portentous puffed up with vanity; «agrandiloquent and boastful manner»; «overblownoratory»; «a pompous speech»; «pseudo-scientific gobbledygook and pontifical hooey»-Newsweek 2 fateful, foreboding(a), portentousof ominous significance 3 portentous, prodigiousof momentous or ominous significance; «such aportentous...monster raised all my curiosity»-Herman Melville; «a prodigious vision»

portentous : boding evil, threatening, sinies-tro, de mal agüero, ominoso,

portentoso maravilloso, prodigioso

6

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

was impossible in CaptainMacWhirr’s case, for instance,to understand what under heavencould have induced thatperfectly satisfactory son of apetty grocer in Belfast to runaway to sea. And yet he had donethat very thing at the age offifteen. It was enough, when youthought it over, to give you theidea of an immense, potent, andinvisible hand thrust into theant-heap of the earth, laying holdof shoulders, knocking headstogether, and set t ing theunconscious faces of themultitude towards inconceivablegoals and in undreamt -ofdirections.

His father never really forgavehim for this undutiful stupidity.“We could have got on withouthim,” he used to say later on,“but there’s the business. Andh e a n o n l y s o n , t oo !” H i smother wept very much afterhis disappearance. As it hadnever occurred to him to leaveword behind, he was mournedover for dead till, after eightmonths, his first letter arrivedfrom Talcahuano. It was short,and contained the statement:“We had very fine weather ono u r p a s s a g e o u t . ” B u tevidently, in the writer’s mind,the only important intelligencew a s t o t h e e f f e c t t h a t h i scaptain had, on the very day ofwriting, entered him regularlyo n t h e s h i p ’s a r t i c l e s a sOrdinary Seaman. “Because Ic a n d o t h e w o r k , ” h eexplained. The mother againw e p t c o p i o u s l y, w h i l e t h er e m a r k , “ Tom’s a n a s s , ”expressed the emotions of thefa ther. He was a corpu len tman, with a gift for sly [astuto/malicioso] chaffing, which tothe end of his life he exercisedin his intercourse with his son,a little pityingly, as if upon ahalf-witted person.

MacWhirr’s visits to his homewere necessarily rare, and in thecourse of years he despatchedother letters to his parents,informing them of his successivepromotions and of his movementsupon the vast earth. In thesemissives could be found sentenceslike this: “The heat here is very

capitán MacWhirr, por ejemplo,era imposible comprender quédemonios podía haber empuja-do hacia el mar a este hijo per-fectamente complaciente de unpequeño tendero de Belfast. Y,sin embargo, eso era justo lo quehabía hecho cuando tenía quin-ce años. Algo que, pensándolobien, bastaba para suscitar laimagen de una mano invisible,potente e inmensa, que, introdu-ciéndose en el hormiguero de lat ierra , a tenazara hombros,entrechocara cabezas y girara lascaras inconscientes de la multi-tud hacia objetivos inconcebi-bles y direcciones nunca soña-das. [4]

Su padre nunca acabó de per-donarle su estúpida desobedien-cia. «Hubiéramos podido pasar-nos sin él -tenía la costumbre dedecir más tarde-, pero está el ne-gocio. Además, ¡es nuestro únicohijo!» Su madre lloró a mares trassu desaparición. Como no se lehabía ocurrido dejar ninguna car-ta de despedida, le lloraron comomuerto hasta que, al cabo de ochomeses, llegó su primera carta pro-cedente de Talcahuano. Era muybreve y contenía la siguiente de-claración: «Hemos tenido un tiem-po excelente durante la travesía».Pero, evidentemente, en la mentedel autor, la única noticia impor-tante era el hecho de que el capi-tán, el mismo día de la fecha de lacarta, le había inscrito oficialmen-te en el registro del barco como«Simple marinero». «Porque séhacer mi trabajo», explicaba. Sumadre volvió a llorar copiosamen-te, mientras que el comentario«Tom es un imbécil» expresaba lasemociones del padre. El padre eraun hombre corpulento, aficiona-do a las bromas maliciosas; untalento que hacia el final de suvida aplicó a las relaciones con suhijo, algo compasivamente, comosi se tratara de alguien corto deentendederas.

Naturalmente, MacWhirr sólovisitaba a sus padres muy de vezen cuando, y en el curso de los añosles mandó otras cartas informán-doles de sus promociones sucesi-vas y de sus movimientos sobre lavasta faz de la tierra. En estasmisivas, podían recogerse frasescomo ésta: «Aquí hace mucho ca-

también tienen sus rasgos de miste-rio. En el caso del capitán MacWhirr,por ejemplo, resultaba imposiblediscernir cuál era el motivo que ha-bía inducido al hijo, modélico des-de todos los puntos de vista, de unmodesto tendero de Belfast, a mar-charse hacia el mar. Y sin embargoera lo que había hecho apenas cum-plidos los quince años. Pensándolomejor, este fenómeno bastaba paracreer en la existencia de una manopoderosa, inmensa, invisible que,hurgando ,por el hormiguero huma-no, aferrara hombros, hiciera entre-chocar cabezas y obligara a volverlos rostros inconscientes de la mul-titud hacia metas inconcebibles ycaminos jamás soñados.

En el fondo, el padre del capitánjamás le perdonó lo que considerabauna estúpida desobediencia. «Por no-sotros, habríamos podido prescindir deél -solía decirle a quien le escuchara-,pero ¿qué pasa con el negocio? ¡Esosin contar con que es nuestro únicohijo!» A raíz de la desaparición, sumadre lloró en abundancia. Como seaque ni siquiera se le ocurrió dejar unanota de despedida, fue llorado pormuerto hasta que, pasados ocho meses,llegó desde Talcahuano su primera car-ta. Era breve y [12] contenía la siguien-te declaración: «Hemos gozado de untiempo excelente a lo largo de la trave-sía». Pero también era evidente que, enla mente del corresponsal, la única no-ticia importante la constituía el hechode que, con la misma fecha que databala carta, el capitán le había inscrito ofi-cialmente en el registro del buque como«marinero raso». «Porque ya conozcoel oficio», añadía. Su madre volvió aderramar lágrimas sin fin, mientras quelas emociones de su padre quedaron ex-plícitas en la siguiente frase: « Este hijomío es un burro». El padre del capitánera un hombre corpulento, con un in-nato don para las bromas hirientes que,hacia el final de su vida, ejercitó en lasrelaciones con su hijo, si bien un tantocompasivamente, como quien trata conalguien que no está del todo bien de lacabeza.

Por lógica, las vis i tas deMacWhirr a casa de sus padres eranbastante espaciadas y, en el curso delos años, envió otras cartas, infor-mando de sus sucesivos ascensos yde sus movimientos sobre la faz delo mares. En tales cartas podían leer-se frases del siguiente cariz: «Aquíhace mucho calor». O bien: «El día

8

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

great.” Or: “On Christmas day at4 P. M. we fell in with someicebergs.” The old peopleultimately became acquaintedwith a good many names of ships,and with the names of the skipperswho commanded them — with thenames of Scots and Englishshipowners — with the names ofseas, oceans, straits, promontories— with outlandish names oflumber-ports, of rice-ports, ofcotton-ports — with the names ofislands — with the name of theirson’s young woman. She wascalled Lucy. It did not suggestitself to him to mention whetherhe thought the name pretty. Andthen they died.

The great day of MacWhirr’smarriage came in due course,fol lowing short ly upon thegreat day when he got his firstcommand.

A l l t h e s e e v e n t s h a dt a k e n p l a c e m a n y y e a r sbefore the morning when, int h e c h a r t - r o o m o f t h es teamer Nan-Shan , he s toodconfronted by the fa l l o f abarometer he had no reasont o d i s t r u s t . T h e f a l l —t a k i n g i n t o a c c o u n t t h ee x c e l l e n c e o f t h eins t rument , the t ime of theyear, and the ship’s posi t iono n t h e t e r res t r ia l g lobe —was o f a na ture ominous lyprophetic; but the red face ofthe man betrayed no sort ofinward d is turbance . Omenswere as nothing to him, and hewas unable to d iscover themessage of a prophecy till thefulfilment had brought it hometo his very door. “That’s a fall,and no mistake,” he thought.“ T h e r e m u s t b e s o m euncommonly d i r ty wea the rknocking about.”

The Nan-Shan was on her wayfrom the southward to the treaty portof Fu-chau, with some cargo in herlower holds, and two hundredChinese coolies returning to theirvillage homes in the province of Fo-kien, after a few years of work invarious tropical colonies. T h emorning was fine, the oily seaheaved without a sparkle, andthere was a queer white mistypatch in the sky like a halo of the

lor». O «El día de Navidad, a lascuatro de la tarde, topamos conunos icebergs». La pareja de an-cianos acabó familiarizándosecon numerosos nombres de bar-cos y con los nombres de sus ca-pitanes, con los nombres de losfletadores ingleses y escoceses,con los nombres de mares, océa-nos, estrechos, promontorios, conlos exóticos nombres de puertosmadereros, puertos de arroz, puer-tos de algodón, con los nombres deislas y con el nombre de la jovennovia de su hijo. Se llamaba Lucy.A MacWhirr ni se le pasó por la ca-beza mencionar si encontraba bo-nito este nombre. Hasta que, final-mente, los padres murieron.

El gran día de la boda deMacWhirr llegó a su debido tiem-po, poco después del gran día enque le fuera confiado su primermando. [5]

Todos estos acontecimien-tos habían tenido lugar muchosaños antes de aquella mañanaen que, en la caseta de derrotadel vapor Nan-Shan, MacWhirrse enfrentara con el descensode un barómetro del cual notenía ningún motivo para des-confiar. La caída -teniendo encuenta la excelencia del instru-mento, la época del año y la po-sición del barco en el globote r r áqueo- e r a de un ca r i zominosamente profético; perola rubicunda cara del hombreno trasparentaba ninguna per-turbación interior. Los auguriosno significaban nada para él yera incapaz de descifrar el men-saje de una profecía hasta quesu cumplimiento se la dejabaante su propia puerta. «Es unacaída, sin duda -pensó-. Debehaberse desatado algún tempo-ral especialmente violento enlos alrededores.»

El Nan-Shan se dirigía, pro-cedente del sur, hacia el puerto co-mercial de Fu-chau, con un pocode carga en las bodegas inferioresy doscientos coolies chinos queregresaban a sus casas de la pro-vincia de Fo-kien, después deunos años de trabajo en variascolonias tropicales. La mañana eraespléndida, el mar aceitoso palpi-taba lentamente, sin ningún des-tello, y en el cielo se cernía una

de Navidad, a las cuatro de la tarde,avistamos los icebergs». El ancianomatrimonio terminó por familiari-zarse con los nombres de un mon-tón de buques y de los patrones querespectivamente los mandaban, asícomo con los nombres de navierosingleses y escoceses, nombres demares, de océanos, de estrechos y decabos, con los exóticos nombres delos puertos de madera, puertos dearroz, puertos de algodón, con losnombres de islas y, finalmente, conel nombre de la joven mujer de suhijo. La muchacha se llamaba Lucy.A MacWhirr ni siquiera se le habíaocurrido preguntarles si el nombreles parecía bonito. Al cabo, natural-mente, murieron.

La gran jornada de la boda deMacWhirr llegó a su debido tiem-po, y fue seguida poco después porotra gran jornada, cuando le fueconfiado el primer mando.

Todos estos acontecimientoshabían tenido lugar, en cualquiercaso, muchos años antes de la ma-ñana en que nuestro hombre se diode bruces, en la caseta de derrotadel vapor Nan-Shan, con el des-censo de un barómetro del cual notenía ‘ motivo alguno para descon-fiar. Descenso que, teniendo encuenta la excelencia del instrumen-to, la estación del año y la posi-ción del buque sobre el globoterráqueo, tenía un carácterominosamente [13] profético, sibien la roja cara del hombre nodejó ver ninguna perturbación in-terior. Los augurios carecían paraél de cualquier significado y era in-capaz de descifrar el mensaje deuna profecía hasta el momento enque su materialización se le poníadelante de las mismas narices. «Setrata de un descenso, no cabe duda-pensó-. A buen seguro que, por losalrededores, se está fraguando unatempestad de aúpa.»

Desde el sur, el Nan-Shan sedirigía hacia el puerto comercial deFu-chou, con algo de carga en lasbodegas inferiores y doscientoscoolies chinos que regresaban a susaldeas natales de la provincia deFokien, tras algunos años de traba-jo en diversas colonias tropicales.Hacía una mañana espléndida y unmar acei toso parecía jadear suave-mente, sin espuma en sus tranqui-las fauces. Del cielo pendía un velo

10

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

sun. The fore-deck, packed withChinamen, was ful l of sombrec l o t h i n g , y e l l o w f a c e s , a n dpigtai ls , sprinkled over with agood many naked shoulders, forthere was no wind, and the heatwas close. The coolies loung e d ,t a l k e d , s m o k e d , o r s t a r e do v e r t h e r a i l ; s o m e ,d r a w i n g w a t e r o v e r t h es i d e , s l u i c e d e a c ho t h e r ; a f e w s l e p t o nh a t c h e s , w h i l e s e v e r a ls m a l l p a r t i e s o f s i xs a t o n t h e i r h e e l ss u r r o u n d i n g i r o n t r a y sw i t h p l a t e s o f r i c e a n dt i n y t e a c u p s ; a n d e v e r ys i n g l e C e l e s t i a l o f t h e mw a s c a r r y i n g w i t h h i m a l lh e h a d i n t h e w o r l d — aw o o d e n c h e s t w i t h ar i n g i n g l o c k a n d b r a s s o n t h ec o r n e r s , c o n t a i n i n g t h es a v i n g s o f h i s l a b o u r s : s o m ec l o t h e s o f c e r e m o n y, s t i c k s o fi n c e n s e , a l i t t l e o p i u mm a y b e , b i t s o f n a m e l e s sr u b b i s h o f c o n v e n t i o n a lv a l u e , a n d a s m a l l h o a r d o fs i l v e r d o l l a r s , t o i l e d f o r i nc o a l l i g h t e r s , w o n i ng a m b l i n g - h o u s e s o r i n p e t t yt r a d i n g , g r u b b e d o u t o f e a r t h ,s w e a t e d o u t i n m i n e s , o nr a i l w a y l i n e s , i n d e a d l yj u n g l e , u n d e r h e a v y b u r d e n s— a m a s s e d p a t i e n t l y, g u a r d e dw i t h c a r e , c h e r i s h e d f i e rcely.

A cross swell had set infrom the direction of FormosaChannel about ten o’c lock,w i t h o u t d i s t u r b i n g t h e s epassengers much, because theN a n - S h a n , w i t h h e r f l a tb o t t o m , r o l l i n g chocks onbilges , and great breadth ofbeam, had the reputation of anexceptionally steady ship in as e a - w a y. M r. J u k e s , i nm o m e n t s o f e x p a n s i o n o nshore, would proclaim loudlythat the “old girl was as goodas she was pretty.” It wouldn e v e r h a v e o c c u r r e d t oCaptain MacWhirr to expresshis favourable opinion so loudor in terms so fanciful.

S h e w a s a g o o d s h i p ,u n d o u b t e d l y, a n d n o t o l deither. She had been built inDumbar ton l e s s t han th reeyears before, to the order of a

extraña extensión blanquecina yneblinosa, como si fuera una es-pecie de halo del sol. La cubiertade proa, abarrotada de chinos, es-taba llena de vestidos oscuros, decaras amarillas y de trenzas, salpi-cadas por la visión de muchoshombros desnudos, ya que no so-plaba el viento y apretaba el calor.Los coolies vagaban, charlaban,fumaban o miraban por la borda;algunos, izando cubos de agua delmar, se duchaban mutuamente;otros dormían en las escotillas,mientras varios grupos de seis sesentaban en cuclillas alrededor deunas bandejas de hierro con fuen-tes de arroz y diminutas tacitas deté; todos y cada uno de estos súb-ditos del Celeste Imperio llevabaconsigo todo lo que tenía en elmundo; un baúl de madera contintineante cerradura y esquinasde latón que contenía los ahorrosde todas sus fatigas: algunos ro-pajes de ceremonia, barritas deincienso, quizá un poco de opio,indescriptibles fruslerías de valorconvencional, y un puñado dedólares de plata duramente gana-dos en calderas de carbón, en lostugurios de juego o con el comer-cio [6] a pequeña escala, arranca-dos a la tierra, sudados en las mi-nas o en las líneas del ferrocarril,en la jungla letal, bajo pesadascargas; pacientemente amasados,cuidadosamente guardados y pro-tegidos con uñas y dientes.

Alrededor de las diez, se ha-bía iniciado un poco de marejadaprocedente del Canal de Formosaque no parecía molestar demasia-do a estos pasajeros, ya que elNan-Shan, con su fondo plano,sus quillas situadas más arriba delas sentinas y su ancho de manga,tenía la reputación de ser un bar-co excepcionalmente estable en elmar. El señor Jukes, en momen-tos expansivos cuando estaba entierra, de vez en cuando procla-maba a grandes voces que «la vie-ja es tan buena como bonita». Ja-más se le hubiera ocurrido al ca-pitán MacWhirr expresar su opi-nión favorable tan ruidosamenteo en términos tan fantasiosos.

Era un buen ba rco , s induda, y en modo alguno dema-siado viejo. Había sido cons-t ru ido en Dumbar ton hac íamenos de tres años, por encar-

de niebla blanquecina, cierta men-te extraño, como el halo del sol. Lacubierta de proa, atestada de chi-nos, estaba repleta de vestidos os-curos, rostros amarillentos y tren-zas, mezclados con espaldas desnu-das, ya que no corría viento y elcalor apretaba de firme. Los cooliesholgazaneaban, charlaban, fumabano miraban el mar por encima de laborda; algunos tomaban cubos deagua del mar para ducharse entresí; otros dormitaban sobre las es-cotillas, mientras que varios gruposde a seis, sentados en cuclillas, ro-deaban las bandejas de hierro conplatos de arroz y minúsculas tazasde té. Cada uno de los hijos delCeleste Imperio llevaba consigocuanto poseía en este mundo: unbaúl de madera con una llamativacerradura y aplicaciones de bronceen los ángulos, que debía contenerlos ahorros de toda una vida de pe-nas y trabajos: ropa de fiesta, bas-toncillos de incienso, quizás unpoco de opio, chucheríasinidentificables de un valor conven-cional y un puñado de dólares deplata, sudados en las calderas decarbón o ganados en las casas dejuego, o en el comercio al detall;arrancados de las entrañas de lasminas o de las traviesas del ferro-carril; extraídos de la jungla mor-tal, bajo cargas derrengadoras yreunidos pacientemente, conserva-dos con sumo cuidado, orgullosa yrepetidamente acariciados.

Se había levantado un poco demarejada, procedente del canal deFormosa, a eso de las diez, pero lospasajeros apenas lo echaron encuenta, toda vez que el Nan-Shan,con su fondo plano, sus quillas si-tuadas por encima de las sentinas ysu amplitud de [14] manga, teníabien ganada fama de ser un buqueexcepcionalmente seguro. El pro-pio Mr. Jukes, en sus momentos deexpansión en tierra, no se recatabade proclamar en voz alta que «lavieja lancha es tan buena como bo-nita». Por supuesto que al capitánMacWhirr jamás se le hubiera ocu-rrido expresar su opinión favorableen términos tan exagerados yfantasiosos ni en voz tan alta.

Lo cierto es que se trata-ba de un buen barco, y nadaviejo. Había sido construidoen Dumbarton, menos de tresaños atrás, por encargo de una

12

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

firm of merchants in Siam -Messrs. Sigg and Son. Whenshe l ay a f loa t , f i n i shed i nevery detail and ready to takeup the work of her l ife, theb u i l d e r s c o n t e m p l a t e d h e rwith pride.

“ S i g g h a s a s k e d u s f o ra r e l i a b l e s k i p p e r t o t a k eh e r o u t , ” r e m a r k e d o n e o ft h e p a r t n e r s ; a n d t h eo t h e r, a f t e r r e f l e c t i n g f o ra w h i l e , s a i d : “ I t h i n kMacWhir r i s ashore jus t a tp r e s e n t . ” “ I s h e ? T h e nw i r e h i m a t o n c e . H e ’ st h e v e r y m a n , ” d e c l a r e dt h e s e n i o r , w i t h o u t am o m e n t ’s h e s i t a t i o n .

N e x t m o r ning MacWhirrs t o o d b e f o r e t h e munperturbed, having travelledfrom London by the midnightexpress a f t e r a sudden bu tundemonstrative parting withhis wife. She was the daughterof a superior couple who hadseen better days.

“ W e h a d b e t t e r b eg o i n g t o g e t h e r o v e r t h es h i p , C a p t a i n , ” s a i d t h esenior partner; and the threem e n s t a r t e d t o v i e w t h eperfections of the Nan-Shanfrom stem to stern, and fromher keelson to the trucks ofher two stumpy pole-masts.

C a p t a i n M a c W h i r r h a dbegun by taking off his coat ,which he hung on the end ofa s t e a m w i n d l e s se m b o d y i n g a l l t h e l a t e s ti m p r o v e m e n t s .

“My uncle wrote of youf a v o u r a b l y b y y e s t e r d a y ’smail to our good friends —Messrs. Sigg, you know -andd o u b t l e s s t h e y ’ l l c o n t i n u eyou out there in command,”s a i d t h e j u n i o r p a r t n e r.“You’l l be able to boast ofb e i n g i n c h a r g e o f t h ehandiest boat of her size onthe coast of China, Captain,”he added.

“Have you? Thank ‘ee,”mumbled vaguely MacWhirr, towhom the view of a distanteventuality could appeal no more

go de una empresa mercantil deSiam: «Siggs e hijos». Cuandobotaron el barco, acabado has-ta el último detalle y dispuestoa emprender el trabajo de suvida, sus constructores lo con-templaron con orgullo.

-Sigg nos ha pedido que le en-contráramos un capitán de confian-za para gobernarlo -observó uno delos socios. Y el otro, tras unos se-gundos de reflexión, dijo:

-Me parece que MacWhirr está pre-cisamente en tierra en estos momentos.

-¿Ah, sí? Entonces mándale untelegrama en seguida. Es el hom-bre que necesitamos -declaró el so-cio de mayor edad, sin vacilar ni unsolo instante.

A la mañana siguiente,MacWhirr se presentó ante ellos,imperturbable, tras haber viaja-do desde Londres en el expresode medianoche y después de ha-berse despedido de su mujer deforma repentina pero poco efusi-va. Ella era hija de un matrimo-nio de clase alta ido a menos.

-Será mejor que vayamos enseguida a ver el barco, capitán-dijo el socio de mayor edad; ylos tres hombres se dirigieronhacia el Nan-Shan para pasar re-vista a sus perfecciones de proaa popa y desde la sobrequillahasta la punta de sus dos pa-los mayores. [7]

E l c a p i t á n M a c W h i r rh a b í a e m p e z a d o p o r q u i -t a r s e l a a m e r i c a n a y c o l -g a r l a d e u n c a b r e s t a n t eq u e p e r s o n i f i c a b a l a s ú l t i -m a s i n n o v a c i o n e s .

-Mi t ío mandó una cartaayer por correo recomendándo-le a nuestros buenos amigos,los señores Sigg, y estamos se-guros de que una vez allí, se-guirán confiándole el mandodel navío -dijo el socio más jo-ven-. Podrá enorgullecerse detener a su cargo el barco másmanejable de su tamaño en to-das la costas de China, capitán-añadió.

-¿Ah, sí, eso hizo? Gracias-murmuró vagamente MacWhirr,para quien la perspectiva de unaeventualidad tan lejana no tenía

empresa mercantil de Siam, «Sigg e Hijo». Una vez a flote,terminado en todos sus deta-lles y a punto para emprenderla faena que le era propia, susconstructores lo contempla-ron con orgullo.

-Sigg nos ha pedido un patrónde confianza para gobernarlo -ob-servó uno de los socios.

Y el otro, tras pensar duran-te un rato, dijo:

-Creo que MacWhirr está aho-ra, precisamente, en tierra.

-¿De veras? Telegrafíale, en-tonces, de inmediato. Es el hom-bre que necesitamos -contestó elprimer socio, el de más edad, sindudarlo un instante.

Al día siguiente, por la maña-na, MacWhirr se presentaba anteellos, impávido, tras haber tomadoen Londres el expreso de mediano-che y previa repentina, aunque nadagesticulante, despedida de su mu-jer. Esta era hija de un matrimoniodistinguido que había conocidotiempos mejores.

-Lo mejor será que vayamos enseguida a ver el barco, capitán -dijoel socio de más edad.

Y los tres hombres se pusieronen marcha para admirar, juntos, lasperfecciones del Nan-Shan, deproa a popa v desde la sobrequillahasta la punta de sus dos palosmayores.

El capitán MacWhirr em-pezó por quitarse la america-na y colgarla de un cabres-tante del vapor que personi-ficaba los últ imos adelantosde la navegación.

-Mi tío escribió, por el correode ayer, a nuestros buenos amigoslos señores de Sigg, recomendán-doles a usted, y no tenemos ningu-na duda de que, una vez allí, le con-firmarán en el mando del barco-dijo el socio más joven-. Puedeusted vanagloriarse de tener bajo sumando el barco más manejable,dada [15] su envergadura, de todala costa del mar de China, capitán-añadió.

-¿Así que han escri to ustedes?Gracias -murmuró apenas MacWhirr,para quien la perspectiva de una even-tualidad tan lejana ofrecía el mismo

14

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

than the beauty of a widelandscape to a purblind [cegato]tourist; and his eyes happening atthe moment to be at rest upon thelock of the cabin door, he walkedup to it, full of purpose, andbegan to rattle the handlevigorously, while he observed, inhis low, earnest voice, “Y o uc a n ’ t t r u s t t h e w o r k m e nn o w a d a y s . A b r a n d - n e wlock , and i t won’t ac t a t a l l .Stuck f a s t . See? See?”

A s s o o n a s t h e yf o u n d t h e m s e l v e sa l o n e i n t h e i r o f f i c ea c r o s s t h e y a r d :“You praised that fellow up to Sigg.What is it you see in him?” asked thenephew, with faint contempt.

“I a d m i t h e h a s n o t h i n go f y o u r f a n c y s k i p p e ra b o u t h i m , i f t h a t ’s w h a ty o u m e a n , ” s a i d t h e e l d e rm a n , curtly. “Is the foremanof the jo ine r s on the Nan-Shan outside? . . . Come in,Bates . How is i t that you letTai t ’s people put us off witha defective lock on the cabind o o r ? T h e Ca p t a i n c o u l ds e e d i r e c t l y h e s e t e y e o ni t . H a v e i t r e p l a c e d a to n c e . T h e l i t t l es t r a w s , B a t e s . . . t h el i t t l e s t r a w s . . . . ”

T h e l o c k w a s r e p l a c e daccordingly, and a few daysa f t e r w a r d s t h e N a n - S h a ns t e a m e d o u t t o t h e E a s t ,w i t h o u t M a c W h i r r h a v i n goffered any further remark asto her fittings, or having beenheard to utter a single wordhinting at pride in his ship,gratitude for his appointment,o r s a t i s f a c t i o n a t h i sprospects.

Wi t h a t e m p e r a m e n tn e i t h e r l o q u a c i o u s n o rtaciturn he found very littleoccasion to talk. There werematters of duty, of course —directions, orders, and so on;but the past being to his minddone with, and the future notthere yet , the more generalactualities of the day requiredno comment — because factscan speak for themselves withoverwhelming precision.

mayor atractivo que la belleza deun vasto panorama para un turistacorto de vista; y como en aquellosmomentos había posado sus ojos enla cerradura de la puerta de la cabi-na, se dirigió hacia ella decidida-mente, y empezó a mover el pomocon vigor, mientras observaba consu voz baja y vehemente-: No pue-de uno fiarse de los obreros hoy endía. Una cerradura acabada de es-trenar, y no funciona. Está atasca-da. ¿Lo ven? ¿Lo ven?

En cuanto se encontraron a solasen su despacho del otro lado de lasatarazanas, el sobrino le dijo a su tío,en un tono ligeramente despectivo:

- H a r e c o m e n d a d oe s t e i n d i v i d u o a S i g g .¿ Q u é l e e n c u e n t r a ?

-Reconozco que no se parecenada a lo que tú consideras un ca-pitán ideal, si es esto a lo que terefieres -le contestó secamente elhombre de mayor edad-. ¿Está ahífuera el capataz de los carpinte-ros del Nan-Shan...? Entre usted,Bates. ¿Cómo es posible quehaya permitido usted que esagente de Tait nos pusiera una ce-rradura defectuosa en la puerta dela cabina? El capitán se ha dadocuenta en seguida. Encárguese deque la cambien ahora mismo. Lospequeños detalles, Bates, los pe-queños detalles...

La cerradura fue sustituidacomo era debido, y pocos días des-pués el Nan-Shan zarpaba haciaOriente sin que MacWhirr hubie-ra vuelto a pronunciarse sobre susinstalaciones, ni se le hubiera oídoformular una sola palabra de ala-banza que pudiera indicar que es-taba orgulloso de [8] su barco,agradecido por haber sido contra-tado o satisfecho por las perspec-tivas que se abrían ante él.

Con un temperamento que noera ni locuaz ni taciturno, encontra-ba pocas ocasiones para hablar. Porsupuesto, estaban los asuntos de ser-vicio, las órdenes, las directrices,etc.; pero puesto que para su cere-bro el pasado estaba muerto y bienmuerto, y el futuro quedaba todavíamuy lejos, los acontecimientos másgenerales del momento no requeríanningún comentario, ya que los he-chos hablan siempre por sí mismoscon apabullante precisión.

atractivo que la panorámica de un ex-tenso paisaje para un turista miope.

En aquel preciso momento sumirada tropezó con la cerradura dela puerta de la cabina; se acercó de-cidido y empezó a mover el pomocon vigor, al tiempo que observabacon su voz baja y formal:

-Hoy en día ya no se puedefiar uno de los obreros. Una ce-rradura sin estrenar y no funcio-na. Está atascada. ¿Lo ven uste-des? ¿Lo ven ustedes?

Apenas se quedaron solos en sudespacho, al fondo de los astille-ros, el sobrino le dijo a su tío, conun ligero deje despreciativo:

-¿Por qué razón recomendóusted a un individuo así a los Sigg?¿Qué ve usted en él?

-Reconozco que no reúneninguna de las cualidades de loque tú llamarías un patrón ideal,si eso es lo que quieres decir-dijo el hombre mayor, seca-mente-. ¿Está por ahí fuera elcapataz de los carpinteros...?Pase usted, Bates. ¿Cómo haconsentido que la gente de Taitnos colocara una cerradura de-fectuosa en la puerta de la ca-bina? El capitán lo ha adverti-do nada más verlo. Mande us-ted que la cambien ahora mis-mo. Los pequeños detalles, Ba-tes, los pequeños detalles...

La cerradura fue sustituida,como era de rigor, y a los pocos díasel Nan-Shan zarpaba hacia Orien-te, sin que MacWhirr hubiera for-mulado ninguna otra queja referentea sus aposentos y sin que se le oye-ra una sola palabra que indujera apensar que se sentía orgulloso desu barco; tampoco expresó la me-nor gratitud por su nombramientoni satisfacción alguna por las posi-bilidades que se le ofrecían.

Su temperamento, que no eralocuaz ni taciturno, hallaba en rea-lidad pocas oportunidades para ha-blar. Naturalmente estaban las cues-tiones del servicio: órdenes, indi-caciones, y demás, pero toda vezque, para él, el pasado era un fardomuerto y enterrado, y el futuro aúnno existía, las cosas del presente noexigían [16] demasiados comenta-rios, ya que los hechos hablan porsí solos con una claridad meridianay una precisión incontestable.

rattle hacer sonar como una carraca ;batir o sacudir con ruido; desatinar,atolondrar, atarantar, aturdir, aturru-llar, correr, proferir, articular rápida-mente; (mar.) atar con rebenques. -v. intr. zurri(a)r, matraquear, rechinar,sonar, guachapear, zangolotearse,repiquetear; charlatanear, parlotear;(mec.) ratear, moverse o funcionarcon ruido desapacible: to rattle away,parlotear; rodar a distancia, hacien-do ruido; to rattle down (mar.) arre-glar los flechastes.

s. rechin(ad)o, rechinamiento, zumba,zurrido; sonajero, sonajillas, matra-ca; carraca; bramadera; cascabel delcrótalo; parla, charla; (in the throat),estertor; rattlebrained, rattle-headed,rattle-pated, ligero de cascos, casqui-vano; voluble, voltario; rattlehead,ratttepate o rattleskull

rattleI n. 1 (juguete) sonajero (de serpiente)

cascabel (para fiestas) matraca 2 rui-do (de tren, carro) traqueteo (de ca-dena, monedas, llaves) repiqueteo

II v. tr. 1 (llaves, monedas) hacer sonar2 familiar desconcertar, poner nervio-so : she gets rattled over nothing, sepone nerviosa por nada

III vi (tren) traquetear: the train rattled past,el tren pasó traqueteando (metal) re-piquetear (ventana) vibrar

16

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

O l d M r . S i g g l i k e d am a n o f f e w w o r d s , a n d o n et h a t “ y o u c o u l d b e s u r ew o u l d n o t t r y t o i m p r o v eu p o n h i s i n s t r u c t i o n s . ”M a c W h i r r s a t i s f y i n g t h e s erequirements, was continuedi n c o m m a n d o f t h e N a n -Shan , and app l i ed himself tothe careful navigation of hisship in the C h i n a s e a s . S h eh a d c o m e o u t on a Britishregister, but afte r some t imeM e s s r s . S i g g j u d g e d i texpedient to transfer her to theSiamese flag.

A t t h e n e w s o f t h econtemplated t ransfer Jukesgrew res t l e s s , a s i f under as e n s e o f p e r s o n a l a f f r o n t .He went about grumbl ing toh i m s e l f , a n d u t t e r i n gs h o r t s c o r n f u l l a u g h s .“F a n c y h a v i n g a r i d i c u l o u sN o a h ’s A r k e l e p h a n t i n t h ee n s i g n o f o n e ’s s h i p , ” h es a i d o n c e a t t h e e n g i n e -r o o m d o o r. “ D a s h m e i f Ic a n s t a n d i t : I ’ l l t h r o w u pt h e b i l l e t . D o n ’ t i t m a k ey o u s i c k , M r. R o u t ? ” T hechief engineer only c learedhis throa t wi th the a i r of aman who knows the value ofa good b i l le t .

The first morning the newflag f loated over the stern oft h e N a n - S h a n J u k e s s t o o dlook ing a t i t b i t t e r ly f romt h e b r i d g e . H e s t r ug g l e dw i t h h i s f e e l i n g s f o r aw h i l e , a n d t h e n r e m a r k e d ,“ Q u e e r f l a g f o r a m a nt o s a i l u n d e r , s i r . ”

“What’s the matter with thef lag?” inquired CaptainMacWhirr. “Seems all right tome.” And he walked across tothe end of the bridge to have agood look.

“ We l l , i t l o o k s q u e e rt o m e , ” b u r s t o u t J u k e s ,g r e a t l y e x a s p e r a t e d , a n df l u n g o f f t h e b r i d g e .

Captain MacWhirr wasamazed at these manners. Aftera while he stepped quietly intothe chart-room, and opened hisInternational Signal Code-book

Al viejo señor Sigg le gusta-ban los hombres de pocas pala-bras, y aquellos de los cuales «unopuede estar seguro de que no in-tentarán mejorar las instruccionesrecibidas». MacWhirr, que cum-plía estos requisitos, permanecióal mando del Nan-Shan y se con-sagró meticulosamente a la tareade navegar con su barco por losmares de la China. El barco habíazarpado con matrícula inglesa,pero al cabo de cierto tiempo losseñores Sigg creyeron convenien-te ponerlo bajo la bandera deSiam.

Cuando se enteró de la trans-ferencia propuesta, Jukes diomuestras de inquietud, como sihubiera sufrido una afrenta perso-nal. Andaba rezongando y hablan-do consigo mismo, y soltando bre-ves risotadas sarcásticas.

-Imagínese, llevar un ridí-culo elefante del Arca de Noéen la bandera del barco -dijoun día en la puerta de la salade máquinas-. Que me zurzansi lo aguanto: nada, yo dejoeste trabajo. ¿No le pone a us-ted enfermo. señor Rout?

El jefe de máquinas sólocarraspeó con el aire de alguienque conoce el valor de un buenempleo.

La mañana en que por prime-ra vez ondeó la nueva bandera apopa del Nan-Shan, Jukes se plan-tó para observarla amargamentedesde la cubierta. Luchó con sussentimientos durante unos mo-mentos y, finalmente, observó:

-Vaya bandera tan extraña paranavegar bajo ella, señor.

-¿Qué tiene de malo esta bande-ra? -preguntó el capitán MacWhirr-.A mí me parece correcta.

Y a t r a v e s ó e l p u e n t ep a r a m i r a r l a m á s d e c e r -c a . [ 9 ]

-Bueno, pues a mí me pa-r e c e r a r a - e x p l o t ó J u k e s ,exasperado, an tes de aban-donar la cubier ta .

El capitán MacWhirr se quedóasombrado por este comportamien-to. Al cabo de un rato entró silen-ciosamente en la caseta de derrotay abrió su libro de Códigos de Se-

Al viejo Sigg le gustaban loshombres de pocas palabras y delos que uno pudiera «estar segurode que no intentarían mejorarvuestras instrucciones».MacWhirr cumplía con creces es-tas condiciones y, una vez confir-mado en el mando del Nan-Shan,se consagró meticulosamente a latarea de hacer navegar su barcopor los mares de China. El vaporhabía zarpado con matrícula in-glesa, pero al cabo de cierto tiem-po los señores Sigg consideraronconveniente transferirlo a la ban-dera siamesa.

Cuando la noticia de la transfe-rencia propuesta llegó a Jukes, el buenhombre se mostró inquieto, como sihubiera sido objeto de una afrenta per-sonal. Iba de un lado para otro, mur-murando en voz baja y dejando ir, devez en cuando, una risita sarcástica.

-¡Lo que hay que ver! ¡Llevarun ridículo elefante del Arca de Noéen la bandera de tu propio barco!-dijo en cierta ocasión, a la puertade la sala de máquinas-. Que mecuelguen si paso por esto. No se ha-ble más, dejo el puesto. ¿A usted nole enferma una cosa así, Mr. Rout?

El jefe de máquinas se limitó a carras-pear, aclarándose la garganta y adoptandoel gesto del hombre que sabe muy bien loque vale una buena colocación.

La primera mañana que la nuevabandera ondeó sobre la cubierta delNan-Shan, Jukes se quedó mirándo-la amargamente. Luchó durante unbuen rato contra sus propios senti-mientos y finalmente comentó:

-Ciertamente se trata de unextraño pabellón para navegar,¿no cree usted, señor?

- ¿ Ve u s t e d a l g ú n i n -c o n v e n i e n t e e n e s t ab a n d e r a ? - p r e g u n t ó e lc a p i t á n M a c W h i r r - . Y on o l e e n c u e n t r o n i n g u -n o .

-Pues a mí me causa una sensa-ción muy extraña -estalló Jukesexasperado, al tiempo que abando-naba la cubierta.

El capitán MacWhirr se quedómuy sorprendido ante semejantecomportamiento. Al cabo de un rato,entró en la caseta de derrota y silen-ciosamente abrió el libro del Códi-

18

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

at the plate where the flags of allthe nations are correctly figuredin gaudy rows. He ran his fingerover them, and when he came toSiam he contemplated with greatattention the red field and thewhite elephant. Nothing couldbe more simple; but to make surehe brought the book out on thebridge for the purpose ofcomparing the coloured drawingwith the real thing at theflagstaff astern . When nextJukes, who was carrying on theduty that day with a sort ofsuppressed fierceness, happenedon the bridge, his commanderobserved:

“There’s nothing amiss withthat flag.”

“Isn’t there?” mumbled Jukes,falling on his knees before a deck-locker and jerking there fromviciously a spare lead-line.

“ N o . I l o o k e d u p t h eb o o k . L e n g t h t w i c e t h eb r e a d t h a n d t h e e l e p h a n te x a c t l y i n t he midd le . It hough t t he peop le a sho rewould know how to make thelocal flag. Stands to reason.You were wrong, Jukes. . . .”

“ We l l , s i r , ” b e g a nJ u k e s , g e t t i n g u pe x c i ted ly, “a l l I can say —”H e f u m b l e d f o r t h e e n do f t h e c o i l o f l i n e w i t ht r e m b l i n g h a n d s .

“That’s all right.” CaptainMacWhirr soothed him, sittingheavily on a little canvas folding-stool he greatly affected. “Al ly o u h a v e t o d o i s t o t a k ec a r e t h e y d o n ’ t h o i s t t h ee l e p h a n t u p s i d e - d o w nb e f o r e t h e y g e t q u i t e u s e dt o i t . ”

Jukes flung the new lead-line over on the fore-deck with aloud “Here you are, bo’ss’en —don’t forget to wet i tthoroughly,” and turned withimmense resolution towardshis commander; but CaptainMacWhirr spread his elbowson the bridge-rail comfortably.

“Because i t would be, Isuppose, understood as a signal

ñales Internacionales por la lámi-na en la que figuraban las bande-ras de todas las naciones correctay ordenadamente dibujadas a todocolor. Las siguió con el dedo y,cuando llegó a la de Siam, contem-pló con gran atención el elefanteblanco sobre campo rojo. Nadapodía ser más sencillo; pero paraasegurarse sacó el libro a cubiertacon objeto de comparar el dibujocoloreado con la bandera que on-deaba en el palo de popa. A la pri-mera ocasión en que Jukes, queaquel día llevaba a cabo sus tareascon una especie de ferocidad re-primida, apareció en cubierta, susuperior le dijo:

-La bandera es absolutamentecorrecta.

-¿Ah, sí? -murmuró Jukes,arrodillándose delante de un com-partimento de cubierta y arrancán-dole airadamente una sonda.

-Sí. Lo he mirado en el libro.El doble de larga que de ancha, yel elefante exactamente en el cen-tro. Era de suponer que la gentede tierra sabría cómo tenía que serla bandera local. Es algo de senti-do común. Estaba usted equivo-cado, Jukes...

-Bueno, señor -empezóJukes, levantándose muy excita-do-, lo único que puedo decirle...

Y con manos temblorosas in-tentó agarrar el extremo del rollode cuerda.

-Está bien -intentó calmarle elcapitán MacWhirr, dejándose caerpesadamente en una sillita plegablede lona que era muy de su agrado-.Lo único que tiene que hacer ustedes asegurarse de que no izan la ban-dera con el elefante cabeza abajo,hasta que no se hayan habituado deltodo.

Jukes lanzó la cuerda recién estrena-da a la cubierta de proa con un fuerte:

- ¡Aquí tenéis , chicos! Noos olvidéis de mojarla bien ,- y s e v o l v i ó c o n i n m e n s aresolución hacia su comandante; peroel capitán MacWhirr- se había apoya-do confortablemente contra la borda,con los codos bien separados. [10]

-Porque se interpretaría, su-pongo, como una señal de in-

go de Señales Internacionales por lalámina donde constan las banderasde todas las naciones, en hileras dealegres colores. Las fue siguiendocon el dedo y cuando llegó a la deSiam contempló con gran atenciónel fondo rojo y el elefante blanco.Se trataba de una [17] bandera sen-cilla, pero para asegurarse del todosalió a cubierta, can el libro en lamano, dispuesto a comparar la ban-dera del dibujo con la de tela queondeaba en el palo de popa. La pri-mera vez que Jukes se le puso a tiro-aquel día ejecutaba sus funcionesde servicio con una especie de fero-cidad reprimida- y apareció en cu-bierta, su superior le dijo:

-La bandera es perfectamentecorrecta.

-¿Ah, sí? -murmuró Jukes, arro-dillándose frente a uno de loscompartimentos de cubierta yhalando airadamente de una sonda.

-Sí. Lo he comprobado con ellibro. El largo es el doble del an-cho y el elefante se halla en el cen-tro geométrico. Ya me parecía a míque la gente de ahí abajo debía sa-ber qué forma tiene la bandera lo-cal. Aténgase a la razón, Jukes, seha equivocado usted...

-Está bien, señor -empezóJukes, tremendamente excita-do-. Unicamente quería decir...

Y c o n m a n o s t e m b l o r o -s a s b u s c ó e l e x t r e m o d e lr o l l o d e c u e r d a .

-De acuerdo, de acuerdo -letranquilizó el capitán MacWhirr,sentándose pesadamente en una si-lla plegable de lona, a la que apre-ciaba como a la niña de sus ojos-.Lo único que debe usted atender esque, mientras no se acostumbren,no vayan a izarla con el elefanteboca abajo.

Jukes arrojó el rollo de flaman-te cuerda a la cubierta de proa gri-tando a voz en cuello:

-¡Ahí va, muchachos! ¡Que nose os olvide mojarla!

Y se volvió decididamente ha-cia su superior, pero éste se habíaacodado, con toda comodidad, enla borda.

-Ya que me imagino que seinterpretaría como una señal de

20

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

of distress,” he went on. “Whatdo you think? That elephantthere , I take i t , s tands forsomething in the nature of theUnion Jack in the flag. . . .”

“Does it!” yelled Jukes, sothat every head o n t h e N a n -S h a n ’ s d e c k s l o o k e dt o w a r d s t h e b r i d g e . T h e nh e s i g h e d , a n d w i t h s u d d e nr e s i g n a t i o n : “ I t w o u l dcertainly be a dam’ distressfulsight,” he said, meekly.

L a t e r i n t h e d a y h eaccos ted the ch ie f eng i n e e rw i t h a c o n f i d e n t i a l ,“Here, let me tell you the oldman’s latest.”

M r. S o l o m o n R o u t( f r e q u e n t l y a l l u d e d t o a sLong Sol, Old Sol, or FatherRout), from finding himselfalmost invariably the tallestman on board every ship hej o i n e d , h a d a c q u i r e d t h ehabit of a stooping, leisurelycondescension. His hair wass c a n t a n d s a n d y , h i s f l a tcheeks were pale , h is bonyw r i s t s a n d l o n g s c h o l a r l yh a n d s w e r e p a l e , t o o , a sthough he had l ived al l hislife in the shade.

He smiled from on high atJukes, and went on smokingand glancing about quietly, inthe manner of a kind unclelending an ear to the tale of ane x c i t e d s c h o o lboy. Then ,greatly amused but impassive,he asked:

“And did you throw up thebillet?”

“No,” cried Jukes, raising aweary, discouraged voice abovethe harsh buzz of the Nan-Shan’sfriction winches. Al l o f t h e mw e r e h a r d a t w o r k ,s n a t c h i n g s l i n g s o f c a rg o ,h i g h u p , t o t h e e n d o f l o n gd e r r i c k s , o n l y , a s i ts e e m e d , t o l e t t h e m r i pdown reck less ly by the run .T h e c a rg o c h a i n s g r o a n e di n t h e g i n s , c l i n k e d o ncoamings , ra t t l ed ove r t hes i d e ; a n d t h e w h o l e s h i pq u i v e r e d , w i t h h e r l o n gg r a y f l a n k s s m o k i n g i n

fortunio -continuó el capitán-.¿No le parece? Este elefantedebe tener probablemente elmismo sentido que la «UnionJack» en la bandera...

-¿Sí? -exclamó Jukes, tan altoque todas las cabezas que se encon-traban en la cubierta del Nan-Shanse giraron hacia el puente de man-do. Luego suspiró y con repentinaresignación, dijo con manse-dumbre-: Ciertamente, haría unefecto penoso.

M á s t a r d e , a q u e l m i s -m o d í a , a b o r d ó a l j e f e d em á q u i n a s p a r a c o n f i a r l e :

-Escuche, voy a contarle la úl-tima del viejo.

Solomon Rout (llamado amenudo Sol el Largo, el ViejoSol o el Padre Sol) había adqui-rido el hábito de inclinarse amenudo con condescendencia,ya que casi invariablemente ha-bía sido el hombre más alto encualquiera de los barcos en quehubiera trabajado. Su cabelloera escaso y claro, y sus meji-llas hundidas tenían la mismapalidez que sus huesudas muñe-cas y sus largas manos de inte-lectual, como si hubiese vividotoda la vida en la sombra.

Sonrió a Jukes desde las al-turas y continuó fumando y mi-rando alrededor tranquilamen-te, en una actitud que recorda-ba la de un amable tío prestan-do oídos a un excitado escolar.Luego, muy divertido pero im-pasible, preguntó:

-Entonces, ¿se ha despedidousted?

-¡No! -gritó Jukes, alzandosu voz desanimada y cansadapara dominar el fuerte ruido delos to rnos de f r icc ión de lNan-Shan, que en aquel mo-mento se encontraban trabajan-do a todo ritmo izando la cargahasta lo más alto de las grúas,sólo para dejarla caer después,según parecía, sin ningún mira-miento. Las cadenas de car-ga cruj ían en las poleas , t in-t ineaban y rozaban los la -dos de l barco , y la nave en-tera se es t remecía , con suslargos f lancos gr ises expe-

desgracia -continuó el capi-tán-. ¿No le parece? Supongoque el elefante cumple en estabande ra l a func ión que l a«Unión Jack» en la inglesa...

-¿Cómo? -exclamó Jukes, contanta fuerza que todos los que sehallaban en cubierta se dieron lavuelta para mirarle.

Luego suspiró y dijo débilmen-te, con súbita resignación:

-Es cierto. Causaría un efectolamentable.

A q u e l m i s m o d í a , a l g omás tarde, se acercó al jefede máquinas y le dijo: [18]

-Escúcheme un momento, quevoy a contarle la última del viejo.

Solomon Rout (llamado tam-bién a menudo «Sol Largo», «ViejoSol», o «Tío Rout»), por el hechode haber sido, casi invariablemente,el hombre más alto en todos los bar-cos en los que había trabajado, ha-bía adquirido la costumbre de encor-varse un poco, en ademán de con-descendencia. Tenía el cabelloclaro, tanto de color como en canti-dad, las mejillas hundidas y pálidas,los tobillos huesudos y las manos lar-gas, como de intelectual, asimismopálidas, como si se hubiera pasadotoda su vida a la sombra.

Mr. Rout, desde sus alturas, le di-rigió una sonrisa a Jukes y siguió fu-mando y mirando a su alrededor, comosi fuera un profesor que, amablemen-te, se dispone a prestar oídos a un cole-gial atolondrado. Luego, divirtiéndoseal máximo en su interior pero mostrán-dose impasible, preguntó:

-¿Qué? ¿Ya ha dejado usted elpuesto?

-¡No! -gritó Jukes, alzan-do una voz cansada y desco-razonada por encima del fra-gor de los tornos de friccióndel Nan-Shan, que en aquelpreciso momento estaban tra-bajando a tope, levantando lacarga hasta lo más alto de lasgrúas con el único propósitoaparente de dejarla caer luego.

L a s c a d e n a s d e c a r g ac h i r r i a b a n e n l a s p o l e a s ,g o l p e a b a n y r o z a b a n l o sc o s t a d o s d e l b a r c o , m i e n -t r a s é s t e s e e s t r emec ía , ex -pu l sando g r i se s nuba r rones

rattle 1 (juguete) sonajero (de serpiente) cas-cabel (para fiestas) matraca 2 ruido (detren, carro) traqueteo (de cadena, mone-das, llaves) repiqueteo

1 (llaves, monedas) hacer sonar 2 familiar des-concertar, turbar, poner nervioso,-a: shegets rattled over nothing, se pone nervio-sa por nada (tren) traquetear: the trainrattled past, el tren pasó traqueteando (me-tal) repiquetear (ventana) vibrar, temble-quear, repiquetear, golpetear, entrechocar,rechinar, crujir

rattle 1 a intr. give out a rapid succession ofshort sharp hard sounds. b tr. make (achair, window, crockery, etc.) do this. c intr.cause such sounds by shaking something(rattled at the door). 2 a intr. move with arattling noise. b intr. drive a vehicle or rideor run briskly. c tr. cause to move quickly(the bill was rattled through Parliament).

3a tr. (usu. foll. by off) say or recite rapidly. bintr. (usu. foll. by on) talk in a livelythoughtless way. 4 tr. colloq. disconcert,alarm, turbar,s fluster, make nervous,frighten.

1 a rattling sound. 2 an instrument or playthingmade to rattle esp. in order to amusebabies or to give an alarm. 3 the set ofhorny rings in a rattlesnake’s tail. 4 a plantwith seeds that rattle in their cases whenripe (red rattle; yellow rattle). 5 uproar,bustle, noisy gaiety, racket. 6 a a noisy flowof words. b empty chatter, trivial talk.

7archaic a lively or thoughtless incessant talker.

scant adj. & v. — adj. barely sufficient; deficient (with

scant regard for the truth; scant ofbreath). escaso, ligero (ropas)

— v.tr. archaic provide (a supply, ma-terial, a person, etc.) grudgingly;skimp; stint.

22

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

w r e a t h s o f s t e a m . “ N o , ”c r i e d J u k e s , “I didn’t. What’sthe good? I might just as wellfl ing my resignation at thisbulkhead. I don’t bel ieve youc a n m a k e a m a n l i k e t h a tu n d e r s t a n d a n y t h i n g . H esimply knocks me over.”

At that moment Capta inMacWhi r r, back f rom theshore , c ros sed the deck ,umbrella in hand, escorted by amournful , se l f -possessedChinaman, walking behind inpaper-soled silk shoes, and whoalso carried an umbrella.

The master of the Nan-Shan,speaking jus t audib ly andgaz ing a t h i s boots as h i smanner was, remarked that itwould be necessary to call atFu-chau this trip, and desiredMr. Rout to have steam up to-morrow af t e r n o o n a t o n eo ’ c l o c k s h a r p . H e p u s h e db a c k h i s h a t t o wipe hisforehead, observing at the sametime that he hated going ashoreanyhow; while overtopping himMr. Rout, w i t h o u t d e i g n i n ga w o r d , smoked aus te rel y,n u r s i n g h i s r i g h t e l b o w i nt h e p a l m o f h i s l e f t h a nd.Then Jukes was directed in thesame subdued voice to keep theforward ‘tween-deck clear ofcargo. Two hundred coolieswere going to be put downthere. The Bun Hin Companywere sending that lot home.Twenty-five bags of rice wouldbe coming off in a sampandirectly, for stores. Al l s e v e n -y e a r s ’ - m e n t h e y w ere , sa idCapta in MacWh i r r , w i t h acamphor-wood chest to everyman. The carpenter should be setto work nailing three-inch battensalong the deck be low, fo reand af t , to keep these boxesfrom shif t ing in a sea-way.Jukes had bet ter look to i t a to n c e . “D’ye hear, Jukes?”This chinaman here was comingwith the ship as far as Fu-chau— a so r t o f i n t e rp re t e r hewould be. Bun Hin’s clerk hewas , and wanted to have alook at the space. Jukes hadb e t t e r t a k e h i m f o r w a r d .“D’ye hear, Jukes?”

Jukes took care to punctuate

l iendo bocanadas de vapor.-¡No! -gritó Jukes-. No lo he

hecho. ¿Para qué? No creo siquie-ra que sirviera de algo ni lanzarlemi dimisión a la cabeza. A ese vie-jo testarudo es imposible hacerleentender nada. Me deja anonada-do, simplemente.

En aquel momento el capitánMacWhirr, que regresaba [11] detierra, atravesó la cubierta, con elparaguas en la mano, acompañadopor un chino melancólico y sereno,que le seguía con sus zapatos deseda y suela de cartón, y que tam-bién llevaba un paraguas.

El capitán del Nan-Shan, ha-blando con voz apenas audible ycon la vista fija en su calzado, comoera su costumbre, observó que eneste viaje deberían hacer escala enFu-chau, y solicitó del señor Routque tuviera la maquinaria lista parazarpar a la una en punto de la tardedel día siguiente. Se echó el som-brero hacia atrás para secarse la fren-te, observando al mismo tiempo que,de todas maneras, odiaba bajar a tie-rra; mientras que el señor Rout, do-minándole desde lo alto y sin dig-narse pronunciar una sola palabra,fumaba austeramente, acariciándo-se el codo derecho con la palma dela mano izquierda. Después Jukesrecibió la orden, pronunciada con lamisma voz contenida, de mantenerlibre de carga el entrepuente delan-tero, donde iban a viajar doscientoscoolies. La Compañía Bun Hin man-daba esta partida de regreso a casa.Veinticinco sacos de arroz llegaríanen un sampan directamente para elalmacén. Todos ellos eran «hombresde siete años» dijo el capitánMacWhirr, con un baúl de maderade alcánfor cada uno. El carpin-tero debería clavar listones detres pulgadas en la cubierta in-ferior, a babor y a estribor, paraevitar que las cajas cayeran almar. Sería mejor que Jukes seencargara de ello en seguida.

-¿Lo ha oído, Jukes?Aquel chino iba a viajar

en e l banco has ta Fu-chau;se r ía una espec ie de in té r-p re te . E ra un empleado deBun Hin y quería inspeccio-n a r e l e s p a c i o d i s p o n i b l e .Jukes debía acompañarle .

-¿Lo ha oído, Jukes?

Jukes se esmeró en puntuar es-

de vapor po r lo s f l ancos .-¡No! -repitió Jukes-. No lo he

dejado. ¿Ganaría algo con ello?Sería inútil presentarle la dimisióna semejante cabezota. No creo quesea posible hacerle entender lo másmínimo a este hombre. Sencilla-mente, me desconcierta.

En aquel momento, el capitánMacWhirr, que regresaba de tierra,cruzaba por la cubierta, con el pa-raguas en la mano, escoltado por unchino melancólico y sereno que ibaa su alcance, can unos zapatos deseda de suelas de cartón y que, tam-bién, llevaba su propio paraguas.

E1 capitán del Nan-Shan, ha-blando con voz apenas audible ymirándose las botas, como de cos-tumbre, comentó que duranteaquel viaje habría que hacer es-cala en Fu-chou y expresó su de-seo de que Mr. Rout acelerara lasmáquinas al día siguiente, a la unade la tarde en punto. Se echó ha-cia atrás la gorra para enjuagarse[19] la frente y, al mismo tiempo,observó que nada le molestabatanto como tener que bajar a tie-rra, mientras que Mr. Rout, domi-nándole desde su altura, y sin dig-narse abrir la boca, seguía fuman-do tranquilamente, sin dejar deacariciarse el codo derecho con lapalma de la mano izquierda. Actoseguido, Jukes recibió la orden,dada con la misma voz reprimida,de mantener l ib re de carga e lentrepuente delantero, lugar don-de debían instalarse doscientoscoolies, que la compañía Bun Hinrepatriaba. En un sampán llegarían, di-rectamente para la despensa, veinticinco sacos dearroz. El capitán MacWhirr dijo que todos eran«hombres de siete años», queriendo significar quellevaban siete años trabajando en la colonia, y quecada uno de ellos llevaba su respectivo baúl de ma-dera de alcanfor. El carpintero tendría que clavar lis-tones de tres pulgadas en la cubierta inferior, a babory a estribor, al objeto de evitar que las cajas se fueranal mar. Lo mejor sería que Jukes se ocupara del asun-to de inmediato.

-¿Me ha oído, Jukes?El chino que le acompañaba iría

con ellos hasta Fu-chou: haría lasveces de intérprete. Se trataba deun empleado de Bun Hin y queríainspeccionar el lugar donde seríaninstalados los coolies. Lo mejorsería que Jukes le acompañase.

-¿Me ha oído, Jukes?

Julces tuvo buen cuidado . de ir

champán 1. m. Embarcación grande, defondo plano, que se emplea en Chi-na, el Japón y algunas partes deAmérica del Sur para navegar por losríos.

24

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

these instructions in properplaces with the obligatory “Yes,s i r, ” e j a c u l a t e d w i t h o u te n t h u s i a s m . H i s b r u s q u e“Come along, John; make looks e e ” s e t t h e C h i n a m a n i nmotion at his heels.

“ Wa n c h e e l o o k s e e , a l lsame look see can do ,” sa idJukes , who having no ta len tf o r f o r e i g n l a n g u a g e sm a n g l e d t h e v e r y p i d g i n -E n g l i s h c r u e l l y . H ep o i n t e d a t t h e o p e n h a t c h.“Catchee number one piecieplace to sleep in. Eh?”

He was gruff , as becameh i s r a c i a l s u p e r i o r i t y, b u tn o t u n f r i e n d l y . TheCh i n a m a n , g a z i n g s a d a n dspeechless into the darknessof the hatchway, seemed tos t a n d a t t h e h e a d o f ayawning grave.

“No catchee rain down there— savee?” pointed out Jukes.“Suppose al l ’ee same f ineweather, one piecie coolie-mancome topside,” he pursued,warming up imaginat ively.“Make so — Phooooo!” Heexpanded his chest and blew outhis cheeks. “Savee, John?Breathe — fresh air. Good. Eh?Washee him piecie pants, chow-chow top-side — see, John?”

With his mouth and handshe made exuberant motions ofe a t i n g r i c e a n d w a s h i n gclothes; and the Chinaman,who concealed his distrust oft h i s p a n t o m i m e u n d e r acol lected demeanour t ingedb y a g e n t l e a n d r e f i n e dmelancholy, g lanced out ofhis almond eyes from Jukes tot h e h a t c h a n d b a c k a g a i n .“Velly good , ” he murmured,i n a d i s c o n s o l a t eu n d e r t o n e , a n d h a s t e n e ds m o o t h l y a l o n g t h e d e c k s ,d o d g i n g o b s t a c l e s i n h i sc o u r s e . H e d i s a p p e a r e d ,d u c k i n g l o w under a sl ingof ten dirty gunny-bags fullof some costly merchandisea n d e x h a l i n g a r e p u l s i v esmell.

Capta in MacWhir rmeant ime had gone on the

tas instrucciones en el momentoapropiado con el obligado «Sí, se-ñor», pronunciado sin ninguna cla-se de entusiasmo. Su «Vamos allá,John, vamos a echar una ojeada»puso en movimiento al chino, pe-gado a sus talones.

-Querer ojeada, todos poderojeadas igual -dijo Jukes, que, alcarecer de talento para las len-guas extranjeras, [12] inclusoconseguía maltratar el«pidgin-english». Señalando laescotilla abierta, le dijo al chino:-Aq u í s e r b u e n l u g a r p a r ad o r m i r , ¿ e h ?

Se mostraba adusto, como co-rrespondía a su superioridad racial,pero no del todo desagradable. Elchino , t r i s t e y t a c i t u r n o ,e s c r u t a n d o l a o s c u r i d a dd e l a e s c o t i l l a a b i e r t a ,p a r e c í a a s o m a r s e a u n at u m b a a b i e r t a .

- A q u í n o c o g e r l l u v i a ,¿ves? -señaló Jukes-. Pero siel tiempo bueno, el coolie su-bir arriba -siguió explicando,animándose progresivamente-,el coolie subir aquí y hacerasí: ¡fuuuuu! -Ensanchó el pe-cho e h inchó las mej i l las - .¿Ves, John? Respirar. . . a i ref resco . Bueno . ¿Eh? Lavarpanta lones , hacer ñam-ñamaquí arriba, ¿ves, John?

Con la boca y los brazos reali-zaba exuberantes movimientos imi-tando a un coolie que comía arrozo se lavaba los pantalones; y el chi-no, que ocultaba la desconfianzaque le producía esta pantomima trasuna actitud reservada, teñida poruna suave y refinada melancolía,dirigía la mirada de sus ojosalmendrados de Jukes a la escotillay de la escotilla a Jukes.

-De acueldo -murmuró final-mente, con un deje desconsolado,antes de deslizarse suave y rápida-mente por la cubierta, sorteando losobstáculos a su paso. Desapareciópor fin, agachándose para pasar bajouna carga de diez sucios sacos deyute colgados de una eslinga, quecontenían seguramente alguna mer-cancía valiosa y desprendían un olorrepulsivo.

Mientras tanto, el capitánMacWhir r hab ía subido a l

puntuando las instrucciones que recibíacon oportunos e indispensables, en losmomentos adecuados, «sí, señor», aun-que sin entusiasmo alguno. Cuandodijo: «Adelante, John, vamos a ver-lo», el chino se puso en movimiento,pegado a sus talones.

J u k e s , q u e n o t e n í at a l e n t o a l g u n o p a r a l a sl e n g u a s e x t r a n j e r a s ,d e s t r o z a b a incluso el ingléschapurreado que utilizaban los chinos,el pidgin-english. Deteniéndose juntoa una escotilla abierta le dijo al chino:

-Este ser un buen sitio para dor-mir, ¿eh?

Se comportaba de manera auste-ra, como correspondía a su superio-ridad racial, pero en modo alguno an-tipático. Por su parte, el chino, quemiraba tristemente y sin abrir la bocahacia la oscuridad de la escot i l la ,daba l a impres ión de encon t ra r sefrente a una tumba abierta.

-Aquí dentro no remojar ‘lal luv ia , ¿verdad? - ins i s t ióJukes--. Y si hacer buen tiempo-prosiguió, animándose a medi-da [20]que hablaba-, el cooliesubir arriba y hacer: ¡Fuuu!-Ensanchó el pecho e hinchó losmofletes-. ¿Lo ves, John? Res-pirar... aire fresco. Aire del bue-no. ¿Eh? Aquí poder lavar pan-talones y hacer ñam-ñam. ¿Meentiendes, John?

Mientras, con la boca y las ma-nos hacía ampulosos movimientos,queriendo imitar a un coolie en elacto de comer arroz y de lavarse lospantalones. El chino, que procura-ba disimular su recelo frente a se-mejante pantomima con un ademánrecatado, ligeramente teñido de re-finada melancolía, dirigía sus ojosalmendrados desde Jukes a la es-cotilla y desde la escotilla a Jukes.

-Velly good -murmuró al fin conun tono desolado. Y se escurrió rá-pida y suavemente a través de lacubierta, esquivando los obstáculosque se oponían a su carrera, des-apareciendo al fin tras agacharsepara pasar por debajo de una cargade polvorientos sacos de yute, quedebían contener cualquier costosamercancía que apestaba como losdemonios.

En el interín , el capitánMacWhirr se había dirigido al cuar-

mangle, mutilate, cut up destroy or injureseverely;

mangle 1 a machine having two or morecylinders usu. turned by a handle,between which wet clothes etc. aresqueezed and pressed.

press (clothes etc.) in a mangle.mangle 2 v.tr. 1 hack, cut about, or

mutilate by blows etc. 2 spoil (aquotation, text, etc.) by misquoting,mispronouncing, etc. 3 cut roughlyso as to disfigure.

26

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

bridge, and into the chart-room,where a letter, commenced twodays before, awaited termination.These long letters began withthe words, “My darling wife,”and the steward, between thescrubbing of the floors and thedusting of chronometer-boxes,snatched at every opportunity toread them. They interested himmuch more than they possiblycould the woman for whose eyethey were intended; and this forthe reason that they related inminute detail each successivetrip of the Nan-Shan.

Her master, faithful to facts,which alone his consciousnessreflected, would set them downwith painstaking care upon manypages. The house in a northernsuburb to which these pageswere addressed had a bit ofgarden before the bow-windows,a deep porch of goodappearance, coloured glass withimitation lead frame in the frontdoor. He paid five-and-fortypounds a year for it, and did notthink the rent too high, becauseMrs. MacWhirr (a pretentiousperson with a scraggy neck anda disdainful manner) wasadmittedly ladylike, and in theneighbourhood considered as“quite superior.” The only secretof her life was her abject terrorof the time when her husbandwould come home to stay forgood. Under the same roof theredwelt also a daughter calledLydia and a son, Tom. These twowere but slightly acquaintedwith their father. Mainly, theyknew him as a rare but privilegedvis i tor, who of an eveningsmoked his pipe in the dining-room and slept in the house. Thelanky girl, upon the whole, wasrather ashamed of him; the boywas f rankly and ut ter lyindifferent in a straightforward,de l ight fu l , unaffected waymanly boys have.

A n d C a p t a i n M a c W h i r rwro te home f rom the coas tof China twelve t imes everyy e a r , d e s i r i n g q u a i n t l y t ob e “ r e m e m b e r e d t o t h ech i ld ren , ” and subsc r ib ingh i m s e l f “ y o u r l o v i n gh u s b a n d , ” a s c a l m l y a s i fthe words so long used by

puente y entrado en la caseta dederrota, donde una carta, empe-zada dos días antes, esperabaser terminada. Aquellas largascartas comenzaban siempre conlas palabras: «Mi querida espo-sa», y el camarero, mientras fre-gaba el suelo y quitaba el polvode los cronómetros, aprovecha-ba cualquier oportunidad paraleerlas. Le interesaban muchomás que a su destinataria, sinduda, puesto que describíanhasta los últimos detalles todosy cada uno de los viajes delNan-Shan.

Su capitán, fiel a los hechos -laúnica cosa que su conciencia [13]reflejaba- los anotaba cuidadosa-mente cubriendo con ellos gran nú-mero de páginas. La casa suburbanade una localidad septentrional a laque iban dirigidas estas páginas teníaun pequeño jardín ante el mirador delas ventanas, un profundo porche debello aspecto y una puerta principalcon cristales de colores que imitabanun vitral. Pagaba cuarenta y cinco li-bras al año por esta casa, un alquilerque no le parecía excesivo ya que laseñora MacWhirr (una personapretenciosa, de cuello escuálido yactitud desdeñosa) era sin duda unagran señora y estaba considerada enel vecindario como «muy distingui-da». El Único secreto de su vida erasu abyecto terror al día en que sumarido regresara a casa para que-darse. Bajo el mismo techo mora-ban también una hija llamada Lydiay un hijo, Tom. Ambos conocíanmuy superficialmente a su padre. Engeneral, le consideraban como unvisitante poco frecuente pero privi-legiado, que por las noches fumabasu pipa en el comedor y dormíabajo el mismo techo. La mucha-cha, larguirucha y desgarbada,más bien se avergonzaba de aquelpadre; en cuanto al muchacho,mostraba una franca y total indife-rencia hacia su progenitor, con ladeliciosa sencillez y naturalidad delos jóvenes viriles.

Y el capitán MacWhirr es-cribía a casa desde las costasde China una docena de vecesal año, sol ici tando curiosa-mente que «le recordaran a loschicos» y firmando «tu aman-te esposo», con tanta tranqui-lidad como si estas palabrasuti l izadas desde hacía tanto

to de derrota, donde le esperaba unacarta iniciada dos días atrás. Todassus extensas cartas empezaban conlas mismas palabras: «Querida es-posa mía», y el camarero de a bor-do, mientras barría los suelos y sa-cudía el polvo de los útiles de loscronómetros, aprovechaba la menorocasión que se 1e presentaba paraleerlas. Seguramente tenían muchomás interés para él que para la mu-jer a la cual estaban destinadas, yaque en ellas el capitán exponía, contodo detalle, cada uno de los suce-sivos cabotajes que realizaba elNan-Shan.

Su superior, siempre fiel a los he-chos -lo único que su conciencia refle-jaba-, los anotaba con trabajoso cuida-do, llenando numerosas páginas. Lacasa a la que iban dirigidas aquellaspáginas, situada en un suburbio del nor-te de Londres, disfrutaba de un peque-ño jardín frente alas ventanas de arco,de un porche de hermosa estampa y deuna puerta principal con vidrios de co-lores que imitaban un vitral. MacWhirrpagaba por ella cuarenta y cinco librasde alquiler al año, y no le parecía ex-cesivamente caro, toda vez que la se-ñora MacWhirr -una dama con preten-siones, de delgado cuello y manerasdesdeñosas- era reconocidamente se-ñorial, siendo considerada por el vecin-dario como «muy distinguida». El úni-co secreto de su vida era el abyecto te-rror que le inspiraba la perspectiva delmomento en que su [21] marido se ins-talara en su casa definitivamente, paraquedarse en ella. Bajo el mismo techovivían una hija, llamada Lydia, y unhijo, Tom. Ambos conocían muy super-ficialmente a su padre. Antes que nadale consideraban como un visitante raroy privilegiado, que algunas noches fu-maba su pipa en el comedor y al que sele permitía dormir en la casa. La mu-chacha, larguirucha y delgada, sentíaalgo parecido a la vergüenza por tenerun padre semejante; el chico, por suparte, se mostraba franca y absoluta-mente indiferente, de la forma directa,desganada e indisimulada que es pro-pia de los muchachos viriles.

Mientras, el capitán MacWhirrescribía a su casa, desde las costasdel mar de China, doce veces al año,expresando paradójicamente su de-seo de que se le « dieran recuerdosa la chiquillería» y firmando como«tu esposo que te quiere», con 1amisma serenidad que si estas pala-bras tan a menudo empleadas por

28

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

s o m a n y m e n w e r e , a p a r tf rom the i r shape , worn-ou tt h i n g s , a n d o f a f a d e dmean ing .

The China seas north andsouth are narrow seas. Theyare seas fu l l o f every-day,e l o q u e n t f a c t s , s u c h a si s l ands , sand-banks , r ee f s ,swift and changeable currents— t a n g l e d f a c t s t h a tn e v e r t h e l e s s s p e a k t o aseaman in clear and definitel a n g u a g e . T h e i r s p e e c ha p p e a l e d t o C a p t a i nMacWhirr ’s sense of realitiesso forcibly that he had givenup his state-room below andpractically lived all his dayso n t h e b r i d g e o f h i s s h i p ,often having his meals sentup, and sleeping at night int h e c h a r t - r o o m . A n d h eindited there his home letters.Each of them, wi thoutexception, contained the phrase,“The weather has been veryfine this trip,” or some otherform of a s ta tement to thate ffec t . And th i s s t a tement ,t o o , i n i t s w o n d e r f u lpersistence, was of the sameperfec t accuracy a s a l l t heo the r s they con ta ined .

Mr. Rout l ikewise wroteletters; only no one on boardknew how chatty he could bepen in hand, because the chiefe n g i n e e r h a d e n o u g himagination to keep his desklocked. His wife relished hiss ty l e g rea t ly. They were ach i ld les s coup le , and Mrs .Rout , a big , high-bosomed,jolly woman of forty, sharedwith Mr. Rout’s toothless andv e n e r a b l e m o t h e r a l i t t l ecottage near Teddington. Shew o u l d r u n o v e r h e rcorrespondence, at breakfast,with lively eyes, and screamout interesting passages in ajoyous voice at the deaf oldlady, prefacing each extractb y t h e w a r n i n g s h o u t ,“Solomon says!” She had thetrick of firing off Solomon’su t t e r a n c e s a l s o u p o nstrangers , as tonishing themeasily by the unfamiliar textand the unexpectedly jocularvein of these quotations. Onthe day the new curate called

tiempo por tantos hombres noestuvieran ya, aparte de su for-ma, absolutamente gastadas ycon un sentido desvaído.

Los mares septentrionales ymeridionales de la China son unosmares angostos. Están llenos dehechos cotidianos y elocuentes ta-les como islas, bancos de arena,arrecifes, corrientes rápidas y cam-biantes, hechos complicados y con-fusos que, sin embargo, le hablanal hombre de mar con un lenguajeclaro y definido. Su forma de ha-blar ejercía un atractivo tan pode-roso sobre el sentido de la reali-dad del capitán MacWhirr, quehabía abandonado su camarote yprácticamente se pasaba el día enel puente del barco, solicitando amenudo que le subieran la comiday [14] durmiendo en la caseta dederrota por la noche. Allí era tam-bién donde pergeñaba sus cartasa casa. Cada una de ellas, sin ex-cepción, contenía la frase: «Eltiempo ha sido muy bueno duran-te la travesía», o cualquier otraforma de declaración en este sen-tido. Y esta declaración, en sumaravillosa persistencia, era ade-más tan perfectamente verazcomo el resto de las frases quecontenían las cartas.

El señor Rout también escri-bía cartas; pero nadie a bordo sa-bía cuán locuaz podía ser con lapluma en la mano, ya que el jefede máquinas tenía imaginaciónsuficiente para mantener cerradosu escritorio. Su estilo epistolarencantaba a su esposa. Era un ma-trimonio sin hijos, y la señoraRout, una cuarentona jovial, degran estatura y pecho generoso,compartía con la venerable y des-dentada madre del señor Routuna casita de campo cerca deTeddington. A la hora del desa-yuno, repasaba animadamente elcorreo y leía con alegría y a vozen cuello algunos pasajes para laanciana mujer, dura de oído, pro-longando cada frase con el gritode alerta: « ¡Dice Solomon! ».Tenía la costumbre de lanzarigualmente las declaraciones deSolomon a los extraños, fácil-mente asombrados por lo desco-nocido del texto y el cariz ines-peradamente humorístico de es-tas citas. El día que el nuevo vi-cario visitó por primera vez la ca-

tantos hombres fueran, indepen-dientemente de su forma material,algo gastado, cuyo significado sehubiera descolorido y marchitado.

Los mares septentrional y me-ridional de China son mares estre-chos. Están repletos de hechos co-tidianos, elocuentes, como islas,bancos de arena, bajíos de arreci-fes, corrientes rápidas y mudables,hechos complicados y confusospara cualquiera pero que, no obs-tante, a un hombre de mar, le ha-blan con un lenguaje claro y con-creto. Su forma de hablar ejercía unatractivo tan poderoso sobre el sen-tido de la realidad del capitánMacWhirr, que el buen hombre ha-bía abandonado su camarote y prác-ticamente hacía vida en la cubiertade su barco, en la que a menudo sehacía servir hasta la comida. Por lanoche, dormía en el cuarto de de-rrota, y allí redactaba las cartas queenviaba a su casa. Todas y cada unade estas cartas, sin excepción algu-na, contenían la frase: «En esta tra-vesía hemos tenido un tiempo es-pléndido», o cualquier otra decla-ración sobre el mismo tema. Y estaafirmación, en su maravillosa per-sistencia, era también tan perfecta-mente cuidada como todas las de-más que las cartas contenían.

Mr. Rout también escribía car-tas; pero nadie había podido sabersi era muy expansivo con la plumaen la mano, ya que el jefe de má-quinas tenía la suficiente imagina-ción como para cerrar con llave suescritorio. Su estilo epistolar en-cantaba a su mujer, en cualquiercaso. Eran un matrimonio sin hi-jos, y la señora Rout, una mujerde unos cuarenta años, alegre, cor-pulenta y de [22] pechos altos,compartía con la desdentada y ve-nerable madre de Mr. Rout unacasita cerca de Teddington. A lahora del desayuno leía su corres-pondencia con avidez y declama-ba a gritos, con una voz alegre, lospasajes más interesantes ala viejay sorda dama, precediéndolossiempre de la llamada de alerta: «¡Solomon dice! » Tenía la costum-bre de asaetear con los dichos desu Solomon a ¡as visitas, las cua-les, como es lógico, quedaban sor-prendidas ante el desconocido tex-to de las citas y su vena inespera-damente humorista. El día en queel nuevo vicario visitó por prime-

30

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

f o r t h e f i r s t t i m e a t t h ecottage, she found occasion toremark, “As Solomon says:‘the engineers that go down tothe sea in ships behold thewonders of sa i lor nature’ ;”when a change in the visitor’scountenance made her s topand stare.

“Solomon. . . . Oh! . . . Mrs.Rout ,” s tu t t e red the youngman, very red in the face, “Imust say . . . I don’t. . . .”

“ H e ’s m y h u s b a n d , ” s h ea n n o u n c e d i n a g r e a ts h o u t , t h r o w i n g h e r s e l fb a c k i n t h e c h a i r .P e r c e i v i n g t h e j o k e , s h el a u g h e d i m m o d e r a t e l yw i t h a h a n d k e r c h i e f t o h e re y e s , w h i l e h e s a t w e a r i n ga f o r c e d s m i l e , a n d , f r o mh i s i n e x p e r i e n c e o f j o l l yw o m e n , f u l l y p e r s u a d e dt h a t s h e m u s t b ed e p l o r a b l y i n s a n e . T h e yw e r e e x c e l l e n t f r i e n d sa f t e r w a r d s ; f o r, a b s o l v i n gh e r f r o m i r r e v e r e n ti n t e n t i o n , h e c a m e t o t h i n ks h e w a s a v e r y w o r t h yp e r s o n i n d e e d ; a n d h el e a r n e d i n t i m e t o r e c e i v ew i t h o u t f l i n c h i n g o t h e rs c r a p s o f S o l o m o n ’ sw i s d o m .

“For my part,” Solomon wasreported by his wife to have saidonce, “give me the dullest assfor a skipper before a rogue.There is a way to take a fool;bu t a rogue i s smar t andslippery.” Th i s was an a i rygene ra l i za t i on d rawn f romt h e p a r t i c u l a r c a s e o fC a p t a i n M a c W h i r r ’ sh o n e s t y, w h i c h , i n i t s e l f ,had the heavy obviousnesso f a l u m p o f c l a y. O n t h eo t h e r h a n d , M r . J u k e s ,u n a b l e t o g e n e r a l i z e ,unmarr ied , and unengaged ,was in the habi t of openingh i s h e a r t a f t e r a n o t h e rfashion to an o ld chum andf o r m e r s h i p m a t e , a c t u a l l yserving as second off icer onboard an Atlantic liner.

First of all he would insistupon the advantages of theEastern trade, hinting at i ts

sita, la señora Rout encontró laocasión de señalar: «Como diceSolomon, «los maquinistas que sehacen a la mar en barco contem-plan las maravillas del carácter delos marineros»»; aunque un cam-bio en la actitud del visitante laindujo a interrumpirse y mirarlodetenidamente.

-¿Solomón...? Oh... Señora Rout-tartamudeó el joven vicario, rubo-rizándose violentamente-. Confiesoque... me parece que no ....

-Se trata de mi marido -ex-clamó entonces ella, echándosehacia atrás en la butaca. Dándo-se cuenta de lo gracioso de laconfusión, dio rienda suelta asus carcajadas, secándose losojos con un pañuelo, mientras elpárroco, sentado con una forza-da sonrisa en los labios, queda-ba totalmente convencido, dadasu falta de experiencia con lasmujeres joviales, de que la se-ñora Rout debía de [15] estar la-mentablemente loca. Con poste-rioridad se convertirían en exce-lentes amigos, ya que, absol-viéndola de cualquier intenciónirreverente, el vicario llegó apensar que se trataba de una per-sona de gran valor; y con el tiem-po aprendió a recibir sin rechis-tar otros fragmentos de la sabi-duría de Solomon.

-Por mi parte -había dicho unavez Solomon, según su mujer- pre-fiero mil veces al capitán más idio-ta del mundo que a un granuja. Altonto siempre hay alguna manera detratarle, pero el granuja es listo yescurridizo.

Esto era una etérea generali-zación extraída del caso particu-lar de la honestidad del capitánMacWhirr, que, en sí misma, re-sultaba tan pesadamente obviacomo un pedazo de arcilla. Porotra parte, el señor Jukes, inca-paz de generalizar, soltero y sincompromiso, tenía la costumbrede abrir su corazón, aunque deotra forma, a un viejo amigo yantiguo compañero de navega-ción que actualmente servíacomo segundo oficial en un tran-satlántico.

En primer lugar, insistía sobrelas ventajas del comercio oriental,insinuando su superioridad sobre

ra vez la casita, la señora Rout tuvoocasión de remarcar: «Como diceSolomon, los maquinistas que sehacen a la mar en barcos, contem-plan las maravillas del carácter delos marineros»; sin embargo, uncambio en la actitud de su visitan-te la indujo a interrumpirse paramirarle.

-¿Solomon... ? Oh... Mrs. Rout-tartamudeó el joven clérigo, rojocomo un tomate-. Le confiesoque... Yo no recuerdo...

-Se trata de mi marido -aclaróentonces la señora Rout, dando ungrito y arrojándose contra el respal-do de la silla, advirtiendo que suinterlocutor se había confundidocon el personaje bíblico.

La graciosa confusión hizo quela dama se echara a reír inmodera-damente, llevándose el pañuelo alos ojos, mientras el párroco com-ponía una sonrisa forzada y, dadasu inexperiencia con mujeres joco-sas, se convencía de que la señoraRout estaba irremisiblemente loca.Posteriormente llegaron a hacerseexcelentes amigos, toda vez que, sise la absolvía de sus intencionesirreverentes, el párroco pudo con-siderarla como persona de gran va-lor, y con el tiempo logró acostum-brarse a encajar sin pestañear diver-sas muestras de la sabiduría deaquel Salomón de mar.

« Por mi parte -había dicho encierta ocasión Solomon, según sumujer-, prefiero como patrón alburro más burro de todos los bu-rros que a un bergante. A un asnosiempre le puedes pillar de una uotra manera; un bergante, por elcontrario, es listo y escurridizo.» Nose trataba sino de una airosa gene-ralización extraída del caso parti-cular de la rectitud del capitánMacWhirr, la cual resultaba, en símisma, tan pesadamente obviacomo una losa. Por otra parte, in-capaz de generalizaciones, Mr.Jukes, soltero y sin compromiso,tenía la costumbre de abrir su cora-zón de otras maneras, a un viejoamigo y ex-compañero de navega-ción, [23] que en la actualidad pres-taba sus servicios como segundooficial en un trasatlántico.

En primer lugar, insistía en lasventajas del comercio oriental,considerándolo muy superior al

32

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

superiority to the Western oceanservice. He extolled the sky, theseas, the ships, and the easy lifeof the Far East. The Nan-Shan,he affirmed, was second to noneas a sea-boat.

“We have no brass-bounduniforms, but then we are likebrothers here,” he wrote. “Weall mess together and live likefighting-cocks. . . . All thechaps of the black-squad areas decent as they make thatkind, and old Sol, the Chief,is a dry st ick. We are goodfriends. As to our old man, youc o u l d n o t f i n d a q u i e t e rskipper. Sometimes you wouldthink he hadn’t sense enoughto see anything wrong. And yetit isn’t that. Can’t be. He hasbeen in command for a goodfew years now. He doesn’t doanything actually foolish, andgets his ship along all rightwithout worrying anybody. Ib e l i e v e h e h a s n ’ t b r a i n senough to enjoy kicking up arow. I don’t take advantage ofhim. I would scorn it. Outsidethe Routine of duty he doesn’tseem to understand more thanhalf of what you tell him. Weget a laugh out of this at times;but it is dull, too, to be with aman like this — in the long-run. Old Sol says he hasn’tm u c h c o n v e r s a t i o n .Conve r sa t i on ! O Lord ! Henever talks. The other day Ihad been yarning under theb r i d g e w i t h o n e o f t h eengineers, and he must haveheard us. When I came up totake my watch, he steps out ofthe chart-room and has a goodlook all round, peeps over atthe sidelights, glances at thecompass , squints upward atthe stars. That’s his regularperformance. By-and-by hesays: ‘Was that you talkingjust now in the port alleyway?’‘Ye s , s i r. ’ ‘ Wi t h t h e t h i r dengineer?’ ‘Yes, sir.’ He walksoff to starboard [rightside] ,and sits under the dodger on alittle campstool of his, and forhalf an hour perhaps he makesno sound, except that I heardhim sneeze once. Then after awhile I hear him getting upo v e r t h e r e , a n d h e s t r o l l sacross to port, where I was. ‘I

el servicio en el océano occiden-tal. Exaltaba los cielos, el mar,los barcos y la vida fácil en Ex-tremo Oriente. El Nan-Shan, afir-maba, no tenía parangón comobarco marinero.

No llevamos uniformes conbotones de latón, pero aquí to-dos somos como hermanos -es-cribía-. Estamos todos juntosy revueltos, y vivimos comogallos de pelea. . . Todos losmuchachos del cuarto de má-quinas son tan decentes comopueden serlo, y el viejo Sol, elJefe, es tieso como un palo.S o m o s b u e n o s a m i g o s . E ncuanto a nuestro patrón, no en-contrarías un capitán más tran-quilo. A veces incluso llegas apensar que es incapaz de en-contrar nada que esté mal. Y,sin embargo, no se trata deeso. No puede tratarse de eso.Ha estado al mando del barcodesde hace va muchos años.En realidad no hace ningunatontería y consigue gobernar-lo correctamente sin molestara nadie. Creo que no tiene su-ficientes luces para disfrutarmontando un buen escándalo.No me aprovecho de él. Esome parecería [16] desprecia-ble. Fuera de la rutina del ser-vicio, sólo parece entender amedias lo que se le dice. Aveces nos reímos mucho de él;pero a la larga también resultaaburrido estar con un hombreasí. El viejo Sol dice que not i ene mucha conve r sac ión .¡ C o n v e r s a c i ó n ! ¡ O h , D i o smío! No habla jamás. El otrodía, estaba yo charlando conuno de los maquinistas bajo elpuente y debió de habernosoído. Cuando subo a montar laguardia, el capitán sale de lacaseta de derrota y observa de-tenidamente a su alrededor,como hace siempre: las luceslaterales, la brújula y las es-trellas. Finalmente me dice:«¿Era usted quien estaba ha-blando ahora mismo, aquí aba-jo?». «Sí, señor» «¿Con el ter-cer maquinista?» «Sí, señor»Se dir ige hacia es t r ibor, sesienta en su sillita plegable delona protegido por la mampa-ra y durante una media hora noproduce el más mínimo soni-do, a excepción de un estornu-

servicio en el océano occidental.Exaltaba el cielo, el mar, los bar-cos y la vida fácil del ExtremoOriente. Aseguraba que elNan-Shan no tenía parangón conningún otro buque del mundo.

«Aquí no vestimos unifor-mes con botones de latón -escri-bía-, pero todos somos comohermanos. Comemos juntos yvivimos como gallos de pelea...Todos los maquinistas son todolo decentes que les permite sucondición, y el «Viejo Sol», eljefe, es un buen elemento. So-mos buenos amigos. En cuantoal viejo, no has visto en tu vidaun hombre más tranquilo. A ve-ces me -hace pensar que es in-capaz de encontrar algo mal. Y,sin embargo, no es así en abso-luto. En absoluto. Hace ya unmontón de años que ejerce elmando. Nunca comete ningunatontería y logra que el buquefuncione sin molestar a nadie.Estoy convencido de que no tie-ne la suficiente imaginacióncomo para soltar una buenabronca. Pero yo no me aprove-cho de la circunstancia. No sa-bría hacerlo. Aparte de la rutinadel servicio, no aparenta enterar-se ni de la mitad de las cosas quese le dicen. Lo cual, a veces, nosproduce sus buenas risas, aun-que, a la larga, resulta un tantoaburrido trabajar con un hombreasí. El « Viejo Sol» dice que elcapitán no tiene conversación.¿Conversación? ¡Voto a Bríos!¡Si nunca dice nada! El otro díaestaba yo bajo el puente, char-lando con un maquinista, y el ca-pitán debía estar oyéndonos.Cuando subí a cumplir mi turnoen la guardia, el hombre salió ahacer una inspección de todoaquello: luces laterales, brújula,estrellas... Siempre hace lo mis-mo. Luego me dijo: « ¿Era us-ted quien hace un momento es-taba hablando ahí abajo?» «Sí,señor», le dije. «¿Con el tercermaquinista?» «Sí, señor.» Puesbien, se dirigió a estribor y sesentó en una silla plegable delona, protegido por la mampara.Allí se quedó por espacio de me-dia hora, sin decir ni pío ni si-quiera producir el más leve rui-do, aparte de una vez que estor-nudó. Luego se me acercó denuevo. «No logro entender de

extol 1 laud, exalt, glorify, proclaimpraise, glorify, or honor; «extol thevirtues of one’s children»; «glorifyone’s spouse’s cooking» encomiar,ensalzar,

34

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

can’t understand what you canfind to talk about,’ says he.‘Two sol id hours . I am notb l aming you . I s ee peop l eashore at it all day long, andthen in the evening they sitdown and keep at it over thedr inks . Must be saying thesame th ings over and overagain. I can’t understand.’

“ D i d y o u e v e r h e a ranyth ing l ike tha t? And hewas so pa t i en t abou t i t . I tmade me quite sorry for him.But he is exasperat ing, too,s o m e t i m e s . O f c o u r s e o n ewould not do anything to vexh i m e v e n i f i t w e r e w o r t hwhile . But i t i sn’t . He’s soj o l l y i n n o c e n t t h a t i f y o uwere to pu t your thumb toy o u r n o s e a n d w a v e y o u rfingers at him he would onlywonder g rave ly to h imse l fwhat got in to you. He to ldme once quite s imply that hef o u n d i t v e r y d i f f i c u l t t omake out what made peoplealways act so queerly. He’stoo dense to t rouble about ,and that’s the t ruth.”

Thus wrote Mr. Jukes tohis chum in the Western oceantrade, out of the fulness of hisheart and the liveliness of hisfancy.

H e h a d e x p r e s s e d h i sh o n e s t o p i n i o n . I t w a s n o tw o r t h w h i l e t r y i n g t oi m p r e s s a m a n o f t h a t s o r t .I f t h e w o r l d h a d b e e n f u l lo f s u c h m e n , l i f e w o u l dh a v e p r o b a b l y a p p e a r e d t oJ u k e s a n u n e n t e r t a i n i n ga n d u n p r o f i t a b l e b u s i n e s s .H e w a s n o t a l o n e i n h i so p i n i o n . T h e s e a i t s e l f , a si f s h a r i n g M r . J u k e s ’g o o d - n a t u r e df o r b e a r a n c e , h a d n e v e rp u t i t s e l f o u t t o s t a r t l e t h es i l e n t m a n , w h o s e l d o ml o o k e d u p , a n d w a n d e r e di n n o c e n t l y o v e r t h e w a t e r sw i t h t h e o n l y v i s i b l ep u r p o s e o f g e t t i n g f o o d ,r a i m e n t , a n d h o u s e - r o o mf o r t h r e e p e o p l e a s h o r e .D i r t y w e a t h e r h e h a dk n o w n , o f c o u r s e . H e h a db e e n m a d e w e t ,u n c o m f o r t a b l e , t i r e d i n t h e

do. Al cabo de un rato, se levan-ta y viene hacia mí. «No entien-do de qué pueden hablar -dice-dos horas largas. No se lo repro-cho. En tierra, veo gente que sepasa el día hablando y cuandollega la noche, siguen hablandoy bebiendo. Deben estar repi-tiendo lo mismo una y otra vez.No lo entiendo.»

¿Has oído jamás algo se-mejante? Y con un tono tanresignado que me dio muchalástima. Pero a veces tambiénllega a exasperarte. Claro quenadie haría nada para ofender-le, incluso en el caso de queva l i e ra l a pena . Que no l avale. Es tan inocente que si tebur la ras de é l apoyando e lpulgar en la nariz y movien-do los demás dedos, se limi-taría a preguntarse gravemen-te si te sucedía algo. Una vezme dijo sencillamente que leresultaba muy difícil entenderlas razones por las cuales lagente actuaba siempre de for-ma tan extraña. La verdad esque es demasiado espeso parapreocuparse.

Así escribía el señor Jukesa su amigo del océano occi-dental, hablando de corazón ycon toda la vivacidad de suimaginación. [17]

N o e r a m á s q u e s u s i n -c e r o p a r e c e r. N o v a l í a l ap e n a i n t e n t a r i m p r e s i o n a ra u n h o m b r e d e e s t a c l a s e .S i e l m u n d o h u b i e r a e s t a -d o l l e n o d e e s t e t i p o d eh o m b r e s , s e g u r a m e n t e l av i d a l e h a b r í a p a r e c i d o aJ u k e s u n a s u n t o a b u r r i d o yp o c o p r o v e c h o s o . N o e r ae l ú n i c o e n p e n s a r a s í . E lm i s m o m a r, c o m o s i c o m -p a r t i e r a l a c a p a c i d a d d et o l e r a n c i a y a f a b i l i d a d d e ls e ñ o r J u k e s , n o s e h a b í a p r o -p u e s t o n u n c a s o b r e s a l t a r aa q u e l h o m b r e s i l e n c i o s o , q u er a r a s v e c e s l e v a n t a b a l a v i s t ay v a g a b a i n o c e n t e m e n t e s o b r el a s a g u a s c o n e l ú n i c o p r o p ó -s i t o v i s i b l e d e a l i m e n t a r, v e s -t i r y a l o j a r a t r e s p e r s o n a s e nt i e r r a . S a b í a l o q u e e r a e l m a lt i e m p o , p o r s u p u e s t o . S e h a -b í a v i s t o e m p a p a d o , i n c ó m o -d o y c a n s a d o , p e r o , c o m o e r a

que pueden hablar ustedes -dijo-.Dos horas largas hablando. No esque se lo reproche. En tierra, veocomo la mayoría de la gente lo hacede una punta a otra del día, e inclu-so, por las noches, se sientan paraseguir hablando, mientras [24] be-ben. A la fuerza deben decirse lasmismas cosas una y otra vez. Deveras que no lo entiendo.

»¿Has oído alguna vez algoparecido? Y la mar de conven-cido que lo decía. Llegué a com-padecerle. Pero la verdad es quea veces resulta exasperante. Esosí, nadie se atrevería a hacernada con la in tención deenojarle, en el caso de que va-liera la pena intentarlo. Que nola vale. Es tan inocente que si lesacaras un palmo de lengua ensus propias narices, se limitaríaa preguntarte si te encontrabasenfermo. Una vez me dijo a lasclaras que le resultaba especial-mente difícil comprender qué eslo que inducía a la gente a obrarde una manera tan rara. Aunqueen el fondo, la verdad, es que re-sulta demasiado ceporro comopara preocuparse.»

De esta guisa escribía Mc.Jukes a su compañero del océanooccidental, hablando ex abundantiacordis y con toda la vivacidad desu imaginación.

Y no hacía sino expresar suhonesta opinión. No valía lapena intentar impresionar a unhombre como el capitán. Si elmundo entero se compusiera dehombres como él, es muy pro-bable que la vida le hubiera pa-recido, al señor Jukes, un asun-to de lo más aburrido e inútil.Y no era el único en sustentarta l opinión. El propio mar,como si compartiera la capaci-dad de to le ranc ia y debonhomía del señor Jukes, ja-más se había propuesto sobre-saltar a un hombre tan silencio-so, que raramente levantaba lavista y que navegaba inocente-mente por sobre las aguas conel único propósito visible dealimentar, vestir y alojar a trespersonas en tierra. Naturalmen-te había conocido tempestades.Se había encontrado empapado,incómodo y cansado, como todoel mundo, pero tan sólo experi-

36

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

u s u a l w a y, f e l t a t t h e t i m ea n d p r e s e n t l y f o r g o t t e n .S o t h a t u p o n t h e w h o l e h eh a d b e e n j u s t i f i e d i nr e p o r t i n g f i n e w e a t h e r a th o m e . B u t h e h a d n e v e rb e e n g i v e n a g l i m p s e o fi m m e a s u r a b l e s t r e n g t h a n do f i m m o d e r a t e w r a t h , t h ew r a t h t h a t p a s s e se x h a u s t e d b u t n e v e ra p p e a s e d — t h e w r a t h a n df u r y o f t h e p a s s i o n a t e s e a .H e k n e w i t e x i s t e d , a s w ek n o w t h a t c r i m e a n da b o m i n a t i o n s e x i s t ; h e h a dh e a r d o f i t a s a p e a c e a b l ec i t i z e n i n a t o w n h e a r s o fb a t t l e s , f a m i n e s , a n df l o o d s , a n d y e t k n o w sn o t h i n g o f w h a t t h e s et h i n g s m e a n — t h o u g h ,i n d e e d , h e m a y h a v e b e e nm i x e d u p i n a s t r e e t r o w,h a v e g o n e w i t h o u t h i sd i n n e r o n c e , o r b e e ns o a k e d t o t h e s k i n i n ashower. Cap ta in MacWhir rhad sa i led over the sur faceof the oceans as some mengo sk imming over the yearsof ex is tence to s ink gent lyinto a placid grave, ignorantof l i fe to the l as t , wi thoute v e r h a v i n g b e e n m a d e t os e e a l l i t m a y c o n t a i n o fper f idy, of v io lence , and ofter ror. There are on sea andl a n d s u c h m e n t h u sf o r t u n a t e — o r t h u sdisda ined by des t iny or bythe s e a .

h a b i t u a l e n é l , l o h a b í a o l v i -d a d o t o d o u n a v e z p a s a d o . D em a n e r a q u e , e n t é r m i n o s g e -n e r a l e s , s u m e n s a j e a c a s a i n -f o r m a n d o d e u n t i e m p o f a v o -r a b l e e s t a b a j u s t i f i c a d o . P e r on o h a b í a e n t r e v i s t o n u n c a l af u e r z a i n c o m e n s u r a b l e y l ai r a d e s a t a d a , l a i r a q u e c e d e ,a g o t a d a p e r o n o a p a g a d a , l ai r a y l a f u r i a d e l m a r e m b r a -v e c i d o . S a b í a q u e e x i s t í a ,i g u a l c o m o s a b e m o s q u e e lc r i m e n y l a a b o m i n a c i ó ne x i s t e n ; h a b í a o í d o h a b l a r d ee l l a c o m o u n a p a c i b l e c i u d a -d a n o o y e h a b l a r d e g u e r r a s ,h a m b r u n a s e i n u n d a c i o n e s ,i g n o r a n d o p o r c o m p l e t o l oq u e e s t a s c o s a s s i g n i f i c a n e nr e a l i d a d , p o r m u c h o q u e a l g u -n a v e z , d e c a m i n o a c a s a , s ehaya v i s t o envue l t o en una r e -y e r t a , s e h a y a a c o s t a d o s i nc e n a r o h a y a q u e d a d o e m p a -p a d o b a j o u n c h a p a r r ó n . E lc a p i t á n M a c W h i r r h a b í a n a -v e g a d o p o r l a s u p e r f i c i e d el o s o c é a n o s c o m o a l g u n a sp e r s o n a s s u r c a n l o s a ñ o s d es u e x i s t e n c i a h a s t a q u e s eh u n d e n s u a v e m e n t e e n u n ap l á c i d a t u m b a , i g n o r á n d o l ot o d o d e l a v i d a h a s t a e l ú l t i -m o m o m e n t o , s i n h a b e r s e v i s -t o o b l i g a d a s j a m á s a v e r t o d ol o q u e p u e d e c o n t e n e r d e p e r-f i d i a , v i o l e n c i a y t e r r o r. E n e lm a r y e n t i e r r a e x i s t e n e s t o sh o m b r e s t a n a f o r t u n a d o s , ot a n d e s d e ñ a d o s p o r e l d e s t i -n o , o p o r e l m a r. [ 1 8 ]

mentaba las sensaciones en elpreciso instante, y luego se ol-vidaba, de manera que no falta-ba a la verdad cuando invaria-blemente informaba que habíatenido buen tiempo. Pero tam-poco nunca había tenido ni si-quiera el vislumbre de la ira in-moderada y de la fuerza incon-mensurable , que ceden, ex-haustas , pero que nunca seaplacan del todo, de la furia delmar apas ionado . Sabía queexistían, como todos sabemosque existen el crimen y las abo-minaciones; había oído hablarde ellas, como el pacífico ha-bitante urbano oye hablar depestes, hambre, batallas e inun-daciones y, sin embargo, nosabe qué significan todas estascosas, aunque alguna vez sehaya visto [25] complicado enuna pelea callejera, haya teni-do que acostarse sin cenar o sehaya puesto como una sopa aconsecuencia de algún chapa-rrón. El capitán MacWhirr ha-bía surcado la superficie de losocéanos lo mismo que algunaspersonas surcan sus años devida para hundirse al f inal ,suavemente, en una tumba plá-cida, ignorándolo todo de lavida, sin haberse visto obliga-das a comprobar cuánta violen-cia y terror puede contener laperfidia. Tanto en mar como entierra, hay hombres de tal modoafortunados, o de tal modo des-deñados por el destino o por elmar. [26]

38

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

II

OBSERVING the steady fallof the barometer, Capta inMacWhirr thought, “There’ssome dirty weather knockingabout.” This is precisely whathe thought . He had had anexperience of moderately dirtyweather — the term dirty asapplied to the weather implyingonly moderate discomfort to theseaman. Had he been informedby an indisputable authoritythat the end of the world was tobe finally accomplished by acatastrophic disturbance of theatmosphere , he would haveassimilated the informationunder the simple idea of dirtyweather, and no other, becausehe had no exper ience ofcataclysms, and belief does notnecessari ly implycomprehension. The wisdom ofhis county had pronounced bymeans of an Act of Parliamenttha t before he could beconsidered as fit to take chargeof a ship he should be able toanswer certain simple questionson the subject of circular stormssuch as hurricanes, cyclones,typhoons; and apparently hehad answered them, since hewas now in command of theNan-Shan in the China seasduring the season of typhoons.But i f he had answered heremembered nothing of it. Hewas, however, conscious ofbeing made uncomfortable bythe clammy heat. He came outon the bridge, and found norelief to this oppression. The airseemed thick. He gasped like af ish, and began to bel ievehimself greatly out of sorts.

The Nan-Shan wasploughing a vanishing furrowupon the circle of the sea thathad the sur face and theshimmer of an undulating pieceof gray silk. The sun, pale andwi thout rays , poured downleaden hea t in a s t range lyindec is ive l igh t , and theChinamen were lying prostrateabout the decks . The i rbloodless , pinched , ye l lowfaces were like the faces ofb i l ious inva l ids . Capta inMacWhirr noticed two of themespecially, stretched out on their

CAPÍTULO II

Observando el descensoconstante del barómetro, el capi-tán MacWhirr pensaba: «Debe dehaberse desatado un temporal enlas cercanías». Esto era exacta-mente lo que pensaba. Ya habíatenido alguna experiencia de tem-poral moderado, un término quepara el hombre de mar implicabasimplemente cierta incomodidad.Si hubiera sido informado poralguna autoridad indiscutible deque el fin del mundo acabaría te-niendo lugar a consecuencia deuna perturbación catastrófica dela atmósfera, MacWhirr hubieraasimilado la información a lasimple idea de un temporal, ynada más, ya que no había expe-rimentado nunca ningún cataclis-mo y la fe no necesariamente im-plica siempre comprensión. Lasensatez de su país había estable-cido, por medio de una ley apro-bada en el Parlamento, que antesde poder ser considerado aptopara gobernar un barco se debíaser capaz de contestar ciertas pre-guntas sencillas acerca de las tor-mentas circulares tales como hu-racanes, ciclones y tifones; y, apa-rentemente, é1 había sabido con-testarlas, ya que se encontrabaahora al mando del Nan-Shan enlos mares de la China durante laépoca de los tifones. Pero aunquehubiera contestado a las pregun-tas, no se acordaba en absoluto desus respuestas. Era consciente, sinembargo, de que se sentía incó-modo a causa del pegajoso calor.Salió al puente y no encontró ali-vio a su opresión. El aire parecíaespeso. Boqueó como un pez yempezó a pensar que no se encon-traba nada bien.

El Nan-Shan iba labrando unsurco evanescente en el círculodel mar que mostraba la superfi-cie Y el resplandor de un trozode ondulante seda gris. El sol,pálido y sin rayos, vertía plomofundido en una luz extrañamenteinconcreta, [19] y los chinos via-jaban postrados por toda la cu-bierta. Sus caras amarillas, chu-padas y exangües, eran como lascaras de inválidos biliosos. Elcapitán MacWhirr se fijó espe-cialmente en dos de ellos, tum-bados de espaldas bajo el puen-te. Con los ojos cerrados, pare-

CAPITULO II

Mientras observaba el constan-te descenso del barómetro, el ca-pitán MacWhirr no dejaba de pen-sar: «A buen seguro que por estosalrededores se está preparando untemporal». Eso era exactamente loque pensaba. Había tenido otrasexperiencias con temporales, tér-mino que para los marineros ca-racteriza una situación atmosféri-ca simplemente incómoda. Si al-guna autoridad indiscutible le hu-biera informado de que el fin delmundo llegaría como consecuen-cia de una catastrófica perturba-ción de la atmósfera, MacWhirrhabría asimilado la informaciónbajo la simple idea de un temporaly nada más, ya que no tenía ni ideasobre cataclismos y la creencia noimplica, necesariamente, lacomprensión. La sabiduría de sucondado había decidido, a través deuna ley en el Parlamento, que paraser considerado apto para el gobier-no de una nave era preciso contes-tar algunas preguntas, ciertamentesimples, sobre el tema de las tem-pestades circulares, como por ejem-plo los huracanes, los ciclones y lostifones. Resultaba evidente queMacWhirr había sabido contestarestas pregunta, ya que se encon-traba al mando del Nan-Shan, porlos mares de China, en la estaciónde los tifones. Pero, aunque lashubiera contestado, la verdad eraque no recordaba nada. No obs-tante, era perfectamente conscien-te de que el asfixiante calor le es-taba resultando incómodo. Salióa cubierta, sin notar ningún ali-vio en su opresión. El aire pa-recía sólido. Boqueó como unpez y empezó a pensar si no lepasaría algo.

El Nan-Shan abría un surcoevanescente en la extensión del mar,que presentaba el brillo y la super-ficie de una ondulante pieza de sedagris. El sol, pálido y sin rayos, de-rramaba el calor como si fuera plo-mo fundido, con una luz extraña-mente indecisa, mientras los chinosyacían postrados en las cubiertas.Sus exangües rostros, amarillentosy escuetos, parecían caras de invá-lidos biliosos. El capitán MacWhirrse fijó especialmente en dos deellos, boca arriba, como derribados,en el mismo puente. Con los ojoscerrados parecían ciertamente cadá-

clammy humid and cold, clammy, damp,dank, frío, pegajoso, viscoso

40

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

backs below the bridge. As soonas they had closed their eyes theyseemed dead. Three others ,however, were quarrel l ingbarbarously away forward; andone big fellow, half naked, withherculean shoulders , washanging limply [flaccidly] overa winch; another, sitting on thedeck, his knees up and his headdrooping sideways in a girlishattitude, was plaiting his pigtailwith infinite languor depicted inhis whole person and in the verymovement of his fingers. Thesmoke struggled with difficultyout of the funnel, and instead ofstreaming away spread itself outlike an infernal sort of cloud,smelling of sulphur and rainingsoot all over the decks.

“What the devi l are youdoing there, Mr. Jukes?” askedCaptain MacWhirr.

T h i s u n u s u a l f o r m o fa d d r e s s , t h o u g h m u m b l e drather than spoken, caused thebody of Mr. Jukes to start asthough it had been proddedunder the fifth rib. He had hada low bench brought on thebridge, and sitting on it, witha length of rope curled abouthis feet and a piece of canvasstretched over his knees, wasp u s h i n g a s a i l - n e e d l evigorously. He looked up, andhis surprise gave to his eyes anexpression of innocence andcandour [franqueza].

“ I am on ly rop ing someof tha t new se t o f bags wemade l a s t t r ip fo r wh ipp ingup coa ls ,” he remonstrated[argued] , gen t ly. “We sha l lw a n t t h e m f o r t h e n e x tcoa l ing , s i r. ”

“What became of the others?”

“ W h y, w o r n o u t o fcourse , s i r. ”

Captain MacWhirr, af terglaring down irresolutely athis chief mate, disclosed theg l o o m y a n d c y n i c a lconviction that more than halfo f t h e m h a d b e e n l o s toverboard, “if only the truthwas known,” and ret i red tothe other end of the bridge.

cían estar muertos. Otros tres, sinembargo, se peleaban ruidosa-mente hacia la proa, y un indivi-duo robusto, semidesnudo, dehombros hercúleos, dejaba colgarsus miembros acostado sobre uncabrestante; otro, sentado en cu-bierta con las rodillas levantadasy la cabeza ligeramente ladeadaen una actitud casi femenina, es-taba trenzando su pelo con unalanguidez infinita, impresa entoda su persona y hasta en elmovimiento mismo de sus dedos.El humo luchaba penosamentepor salir de la chimenea y, en vezde alejarse serpenteando en elcielo, se abría como una especiede nube infernal, oliendo a azu-fre y cubriendo todas las cubier-tas con una lluvia de hollín.

-¿Qué demonios está usted ha-ciendo aquí, señor Jukes? -pregun-tó el capitán MacWhirr.

Esta forma tan poco habitual dedirigirse a él, aunque murmuradamás que pronunciada en alta voz,provocó una sacudida en el cuerpode señor Jukes, como si alguien lehubiera hundido un dedo por deba-jo de la quinta costilla. Había orde-nado que le sacaran a cubierta unbanco bajo y, sentado en él, con untrozo de cuerda enrollada a sus piesy una pieza de lona extendida so-bre las rodillas, empujaba vigoro-samente una aguja saquera. Levan-tó la vista, y la sorpresa tiñó suspupilas con una expresión de ino-cencia y candor.

-Sólo estoy zurciendo algunosde los sacos de la partida que com-pramos en el último viaje para car-gar carbón -le contestó con un sua-ve deje de reproche en la voz-. Losnecesitaremos para la próxima car-ga de carbón, señor.

-¿Qué ha sido de los demás?

-Totalmente gastados, por su-puesto, señor.

El capitán MacWhirr, traslanzar una mirada indecisa a susegundo de a bordo, reveló supesimista y cínica convicción deque más de la mitad de los sacoshabían sido lanzados por la bor-da, «si se llegara a saber toda laver dad... », [20] y se retiró alotro extremo del puente. Jukes,

veres. Hacia proa, por [27] el con-trario, otros tres se estaban pelean-do escandalosamente y un tipo gi-gantesco, medio desnudo, con unoshombros hercúleos, se hallaba ten-dido, completamente inmóvil, so-bre un cabrestante; otro, en fin, sen-tado en cubierta, con las rodillasalzadas y la cabeza torcida hacia unlado, en ademán femenino, se pei-naba la coleta con una languidezinfinita, languidez que despedíatoda su persona e incluso se mani-festaba en los movimientos de susdedos. El humo luchaba penosa-mente por surgir de la chimenea y,en vez de elevarse hacia el cielo, sederramaba en derredor como unaespecie de nube infernal que apes-taba a sulfuro, cubriendopegajosamente las cubiertas.

-¿Qué diablos está haciendoaquí, Mr. Jukes? -preguntó el capi-tán MacWhirr.

La insólita forma de interpe-larle, aunque fuera murmuradaantes que pronunciada, provocó enel cuerpo de Jukes un sobresalto,como si le hubieran hundido undedo en el espacio intercostal dela quinta costilla. Había manda-do que le sacaran un banco a cu-bierta y, sentado en él, con unovillo de cuerda a sus pies y unapieza de vela extendida sobre susrodillas, manejaba vigorosamen-te una aguja saquera. Mr. Jukeslevantó los ojos y la sorpresa dotóa sus pupilas de una expresión deinocencia y candor.

-Remiendo unos cuantossacos de la tanda que com-pramos para cargar el carbónen el últ imo viaje --contestóa m a b l e m e n t e - . Va m o s aneces i t a r l o s pa r a l a nuevacarga, señor.

-¿Y qué ha pasado con los demás?

-Oh, quedaron totalmente inser-vibles, señor.

Tras dirigir una indecisa mira-da a su segundo de a bordo, el ca-pitán MacWhirr expuso la cínica ysombría convicción de que más dela mitad de los viejos sacos habíansido arrojados por la borda, eso «sialguna vez se llegaba a saber la ver-dad», y se retiró a la otra punta del’puente. Jukes, exasperado por el

prod 1 tr. poke with the finger or a pointedobject. 2 tr. stimulate to action. Urgeon 3 intr. (foll. by at) make a proddingmotion. pinchar, empujar, azuzar,

42

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

Jukes , exaspe ra t ed by th i sunprovoked attack, broke theneedle at the second st i tch,and dropping his work got upa n d c u r s e d t h e h e a t i n aviolent undertone.

The p rope l l e r t humped ,the three Chinamen forwardhad given up squabbling verysuddenly, and the one whoh a d b e e n p l a i t i n g h i s t a i lclasped his legs and stareddejectedly over h i s knees .The lurid sunshine cast fainta n d s i c k l y s h a d o w s . T h eswell ran higher and swifterevery moment, and the shipl u r c h e d h e a v i l y i n t h es m o o t h , d e e p h o l l o w s o ft h e s e a .

“ I w o n d e r w h e r e t h a tb e a s t l y s w e l l c o m e sf r o m , ” s a i d J u k e s a l o u d ,r e c o v e r i n g h i m s e l f a f t e r as t a g g e r.

“North-east,” grunted theliteral MacWhirr, from his sideof the bridge. “There’s somedirty weather knocking about.Go and look at the glass.”

When Jukes came out of thechart - room, the cast of hiscountenance had changed tothoughtfulness and concern. Hecaught hold of the bridge-railand stared ahead.

T h e t e m p e r a t u r e i n t h eengine-room had gone up to ah u n d r e d a n d s e v e n t e e ndegrees. Irritated voices wereascending through the skylightand through the fiddle of thes t o k e h o l d i n a h a r s h a n dresonant uproar, mingled withangry clangs and scrapes ofmetal, as if men with limbs ofiron and throats of bronze hadbeen quarrelling down there.T h e s e c o n d e n g i n e e r w a sfalling foul of the stokers forletting the steam go down. Hewas a man with arms like ab l a c k s m i t h , a n d g e n e r a l l yfeared; but that afternoon thestokers were answering himback recklessly, and slammedthe furnace [23] doors with thefury of despair. Then the noiseceased suddenly, and the secondengineer appeared, emerging out

exasperado por aquel ataque noprovocado, rompió la aguja a lasegunda puntada v, abandonan-do su trabajo, se levantó maldi-ciendo el calor con reprimidaviolencia.

La hélice golpeteaba, lostres chinos en la proa habíandejado de pelearse de repente,y el que había estado peinandosu trenza había juntado las pier-nas y miraba desoladamentepor encima de sus rodillas. Elpá l ido so l p royec taba unassombras débiles y enfermizas.Las olas eran cada vez más al-tas y más seguidas, y el barcose hundía pesadamente en lasbruñidas y profundas hondo-nadas del mar.

-¿De dónde debe de veniresta maldita marejada? -dijoJukes en voz alta, intentando re-cuperar el equilibrio que acaba-ba de perder.

-Del noreste -rezongóMacWhirr, siempre tan literal, des-de el otro lado del puente-. Se hadesatado un temporal en la zona.Vaya a mirar el barómetro.

Cuando Jukes salió de la casetade derrota, la expresión en su sem-blante había cambiado y ahora apa-recía pensativo y preocupado. Seaferró a la baranda del puente y miróatentamente mar adentro.

La temperatura en la sala demáquinas había llegado a marcarcuarenta y siete grados centígra-dos. Unas voces irritadas ascen-dían por la claraboya y a travésde la escotilla de la sala de calde-ras, en un airado y resonante tu-multo mezclado con hostiles chas-quidos y arañazos del metal, comosi unos hombres con miembros dehierro y gargantas de bronce es-tuvieran peleándose allí abajo. Elsegundo maquinista reprendíaviolentamente a los fogoneros porhaber dejado disminuir el vapor.Era un hombre con brazos de he-rrero, muy temido en general; peroaquella tarde los fogoneros le re-plicaban sin contemplaciones ycerraban de golpe las puertas delas calderas con la furia de la des-esperación. Entonces el ruido seapagó repentinamente, y aparecióel segundo maquinista,

ataque que en absoluto había pro-vocado, rompió la aguja a la segun-da puntada y, abandonando la ta-rea, se levantó maldiciendo el ca-lor con un tono de reprimida vio-lencia.

La hélice producía unos rui-dos espasmódicos; los tres chinosde proa habían cesado sus dispu-tas y el que se estaba peinando lacoleta había juntado sus rodillasy miraba melancólicamente, porencima de ellas, a la lejanía. Elpálido sol proyectaba unas [28]sombras débiles y enfermizas. Lasolas, por momentos, se volvíanmás altas y más rápidas, mientrasel barco bajaba pesadamente a lassuaves y profundas cavernas queformaba el mar.

-Me pregunto de dónde diablosviene esta maldita marejada -dijoJukes en voz alta, mientras luchabapor recuperar el equilibrio que aca-baba de perder.

-Del nordeste -mascullóMacWhirr, siempre tan literal, des-de su extremo de puente-. Hay untemporal por los alrededores. Vayaa ver el barómetro.

Cuando sa l ió de l cuar tode derrota, el rostro de Jukesexpresaba una pensativa pre-ocupación. Se aferró a la ba-randa del puente y dir igió sumirada mar adentro.

En la sala de máquinas, la tem-peratura había alcanzado los cua-renta y siete grados. Las voces irri-tadas se alzaban a través de la cla-raboya y por la escotilla de la salade calderas, junto con un fragor ás-pero y retumbante, que se mezcla-ba con el sonido metálico y bruscode las piezas, como si un grupo dehombres con miembros de acero ygargantas de bronce se estuvieranpeleando allá abajo. El segundomaquinista estaba poniendo devuelta y media a los fogoneros, porhaber permitido que bajase la pre-sión del vapor. Se trataba de unhombre con los brazos de un forja-dor, temido generalmente por to-dos, pero aquella tarde los fogone-ros le contestaban sin miramientosy golpeaban las portezuelas de loshornos con desesperada furia. Lue-go, el fragor cesó bruscamente y elsegundo maquinista apareció, sur-

44

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

of the s tokehold s t re a k e dwith grime and soaking wetl i k e a c h i m n e y - s w e e pc o m i n g o u t o f a w e l l . A ssoon as h is head was c learo f t h e f i d d l e h e b e g a n t os c o l d J u k e s f o r n o tt r i m m i n g p r o p e r l y t h es tokeho ld ven t i l a to r s ; andin answer Jukes made wi thh i s h a n d s d e p r e c a t o r ysoothing signs meaning: “Nowind — can’t be helped —you can see fo r your se l f . ”But the other wouldn’t hearr e a s o n . H i s t e e t h f l a s h e dangri ly in his dir ty face. Hed i d n ’ t m i n d , h e s a i d , t h et r o u b l e o f p u n c h i n g t h e i rb lanked heads down there ,b lank h is soul , bu t d id thecondemned sailors think youcould keep s team up in theGod-forsaken boilers simplyb y k n o c k i n g t h e b l a n k e dstokers about? No, by George!You had to get some draught,too — may he be everlastinglyblanked for a swab-headeddeck-hand if you didn’t! Andt h e c h i e f , t o o , r a m p a g i n gbefore the steam-gauge andcarrying on like a lunatic upand down the eng ine- roomever s ince noon . Wha t d idJukes think he was stuck upthere for, if he couldn’t getone of his decayed, good-for-nothing deck-cripples to turnthe ventilators to the wind?

T h e r e l a t i o n s o f t h e“ e n g i n e - r o o m ” a n d t h e“ d e c k ” o f t h e N a n - S h a nw e r e , a s i s k n o w n , o f abro ther ly na tu re ; the re foreJukes leaned over and beggedthe other in a restrained tonenot to make a disgusting assof himself; the skipper waso n t h e o t h e r s i d e o f t h eb r i d g e . B u t t h e s e c o n ddeclared mutinously that hedidn’t care a rap who was onthe other side of the bridge,and Jukes, passing in a flashfrom lofty disapproval into as ta te o f exa l ta t ion , inv i tedhim in unflattering terms tocome up and twist the beastlythings to please himself, andcatch such wind as a donkeyof h is sor t could f ind . Thesecond rushed up to the fray.He flung himself at the port

emergiendo de la sala de calderascon la cara negra de carbón y em-papado de sudor, como un desho-llinador saliendo de un pozo. Encuanto sacó la cabeza por la esco-tilla, empezó a regañar a [21] Jukespor no haber hecho ajustar correc-tamente los ventiladores de la salade calderas; y como respuesta, Jukesmovió las manos en señal pacifica-dora y de desaprobación, comoqueriendo decir: «No hay viento;no hay nada que hacer; puede ver-lo usted mismo». Pero el otro noatendía a razones. Sus dientes lan-zaban airados destellos en su su-cia cara. No le importaba, dijo,tomarse la molestia de romperlesla cabeza a los de abajo, por to-dos los demonios, pero ¿creeríanquizá los condenados marinerosque se podía mantener el vapor enlas malditas calderas simplemen-te rompiéndoles la cabeza a losfogoneros? ¡No, por todos los dio-ses! ¡También se necesitaba unpoco de corriente de aire! Que selo llevaran todos los demonios,para toda la eternidad, si no eraasí. Y para colmo, el jefe de má-quinas, obsesionado con el indi-cador de presión, y paseando arri-ba y abajo de la sala de máquinas,como un loco desde el mediodía.¿Para qué creía Jukes que le ha-bían metido ahí arriba, si no po-día conseguir que uno de sus in-útiles y degenerados marineros gi-rara los ventiladores de cara alviento?

Las relaciones entre «la salade máquinas» y «la cubierta» delNan-Shan eran, como es bien sa-bido, de carácter fraternal; porello, Jukes se inclinó hacia elotro y le rogó con un tono co-medido que no se pusiera tandesagradablemente en evidencia;el capitán se encontraba cerca, alotro lado del puente. Pero el se-gundo maquinista replicó con re-beldía que le importaba un comi-no quién estuviera al otro lado delpuente, y Jukes, pasando en unsantiamén de su actitud de alta-nera desaprobación a un estado deexaltación, le invitó en términosmuy poco halagüeños a que subie-ra él mismo y girara los malditosventiladores como quisiera, y quecogiera tanto viento como pudie-ra un asno de su especie. El se-gundo maquinista saltó de la es-cotilla y se lanzó contra el venti-

gió de la sala de calderas con la caranegra como el carbón y empapadoen sudor, como si se tratara de uncepillo de limpiar chimeneas. Ape-nas asomó la cabeza por la escoti-lla, empezó a meterle una bronca aJukes por no haber mandado quese ajustaran los ventiladores de lasala de calderas. Por toda respues-ta, Jukes movía las manos en acti-tud conciliadora y deprecatoria,como queriendo decir: «No hace nipizca de viento; no hay nada quehacer; usted mismo lo puede ver».Pero el otro no se atenía a razones.Los dientes brillaban ferozmente ensu cara sucia. Dijo que le importa-ba un bledo el tener que liarse apuñetazos con los de abajo, ¡voto abríos!, pero ¿creían, a lo mejor, losmalditos marineritos, que era posi-ble aumentar la presión de las cal-deras del demonio liándose simple-mente a puñetazos con los fogone-ros? ¡Por todos los dioses, no! Senecesitaba un poco de corriente de[29] aire, además. ¡Que le ahorca-sen en aquel preciso momento, sino era así! ¡Y, por si fuera poco, eljefe de máquinas comprobandoconstantemente el indicador de pre-sión, dando paseos arriba y abajopor toda la sala, como si se hubieravuelto loco, durante toda la maña-na! ¿A santo de qué le pagaban elsueldo a Jukes, si ni siquiera eracapaz de conseguir que alguno delos gandules inútiles de cubiertaencarara los ventiladores hacia elviento?

La s r e l a c i o n e s e n t r e l a«sala de máquinas» y la «cu-b i e r t a» de l Nan-Shan e r a nf ra te rna les , como ya sabe-mos, por lo que Jukes aflojóy le rogó al otro, con tono me-surado, que no hiciera el bu-rro ni se p u s i e r a e n r i -d í c u l o . E l c a p i t á n s e -g u í a a l o t r o e x t r e m o d e lp u e n t e y J u k e s , p a s a n d os ú b i t a m e n t e d e s u a c t i -t u d d e d i s c r e t a d e s a p r o -b a c i ó n a u n e s t a d o d ee x a l t a c i ó n , i n v i t ó a l s e -g u n d o m a q u i n i s t a , e nt é r m i n o s n a d a c o r t e s e s ,a s u b i r y a e n c a r a r l o smalditos ventiladores como lesaliera de las narices, a ver siun asno de su ralea era capazde obtener un soplo de aire. E1otro saltó por la escotilla y seaferró al postigo del ventilador

dep·re·cate desaprobar, deplorar [de-precar = rogar = despreciar]

1 a archaic : to pray against (as an evil)b : to seek to avert <deprecate thewrath ... of the Roman people —Tobias Smollett>

2 : to express disapproval of, Desapro-bar

3 a : PLAY DOWN : make little of <speaksfive languages ... but deprecates thisfacility — Time> b : BELITTLE,DISPARAGE <the most reluctantlyadmired and least easily deprecatedof ... novelists — New Yorker>

deprecate v.tr. 1 express disapproval ofor a wish against; deplore (deprecatehasty action). Usage Often confusedwith depreciate. 2 plead earnestlyagainst. 3 archaic pray against.

de desaprobación, deprecativo,desapproving, objecting,protesting, vituperative,censorious, denunciatory,recriminative, condemning,[averting by prayer]

depreciate 1 tr. & intr. diminish in value(the car has depreciated). 2 tr.disparage; belittle (they are alwaysdepreciating his taste). 3 tr. reducethe purchasing power of (money).Despreciar

suplicante, imploring, pleading

streaked veteado, jaspeado, estriado,enhebrado, lleno de chorretones,cebrado, rayado, listado, tiznado,abigarrado, en regueros, reguero deluz, cebrados,

46

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

ventilator as though he meantto tear it out bodily and tossit overboard. All he did wasto move the cowl round a fewi n c h e s , w i t h a n e n o r m o u se x p e n d i t u r e o f f o r c e , a n dseemed spent in the ef for t .He leaned against the back ofthe whee lhouse , and Jukeswalked up to him.

“Oh, Heavens!” ejaculatedthe engineer in a feeble voice.He lifted his eyes to the sky, andthen let his glassy stare descendto meet the horizon that, tiltingup to an angle of forty degrees,seemed to hang on a slant for awhile and settled down slowly.“Heavens! Phew! What’s up,anyhow?”

Jukes, straddling his longlegs like a pair of compasses,put on an air of superiority.“We’re going to catch it thistime,” he said. “The barometeris tumbling down like anything,Harry. And you trying to kick upthat silly row. . . .”

T h e w o r d “ b a r o m e t e r ”seemed to revive the seconde n g i n e e r ’s m a d a n i m o s i t y.C o l l e c t i n g a f r e s h a l l h i senerg ies , he d i rec ted Jukesin a low and bru ta l tone tos h o v e t h e u n m e n t i o n a b l ei n s t r u m e n t d o w n h i s g o r yt h r o a t . Who cared for hiscrimson barometer? It was thesteam — the steam — that wasgoing down; and what betweenthe firemen going faint and thechief going silly, it was worse thana dog’s life for him; he didn’t carea tinker’s curse how soon thewhole show was blown out of thewater. He seemed on the point ofhaving a cry, but after regaining hisb rea th he mut t e red da rk ly,“I’ll faint them,” and dashedoff. He stopped upon the fiddlelong enough to shake his fist atthe unnatural dayl ight , anddropped into the dark hole witha whoop.

W h e n J u k e s t u r n e d , h i se y e s f e l l u p o n t h e r o u n d e dback and the b ig red ea r s o fC a p t a i n M a c W h i r r , w h oh a d c o m e a c r o s s . H e d i dn o t l o o k a t h i s c h i e fo f f i c e r , b u t s a i d a t o n c e ,

lador a babor como si tuviera laintención de arrancarlo de raíz ytirarlo por la borda. Lo único queconsiguió fue girar el sombrereteunos centímetros, con una enor-me inversión de fuerza, y parecióquedar agotado por el esfuerzo. Seapoyó contra la parte posterior dela caseta del timón, y Jukes se leacercó. [22]

-¡Santo Cielo! -exclamó el ma-quinista débilmente. Elevó la vistahacia el cielo y luego dejó que su vi-driosa mirada bajara para posarse enel horizonte, inclinado hasta un án-gulo de cuarenta grados, en el quepermaneció durante un momento paraluego volver a asentarse lentamente.

-¡Santo Cielo! ¡Uf! ¿Qué seprepara?

Jukes, separando las piernascomo si fueran un compás, adop-tó un aire de superioridad.

-Es t a vez no nos l i b r a -m o s - d i j o - . E l b a r ó m e t r oe s t á c a y e n d o e n p i c a d o ,Harry. Y tú tratando de mon-tar un escándalo . . .

La palabra «barómetro» pa-reció react ivar la insensataanimosidad del segundo ma-quinista. Haciendo acopio detodas sus energ ías , ins tó aJukes en un tono bajo y brutala meterse el inmencionableinstrumento en su asquerosagarganta. ¿A quién le impor-taba su maldi to barómetro?E r a e l v a p o r, e l v a p o r, l oque es taba ba jando; y en t relos fogoneros apá t icos y e ljefe desquiciado, su vida erapeor que la de un per ro ; leimportaba un comino si todose iba a l gare te , s i es to ibaa suceder pronto. Parecía a pun-to de llorar; pero, tras recobrarel aliento, murmuró sombría-mente: «Ahora me oi rán»,

y se de jó caer con un gemi-do en e l oscuro agujero .

Cuando Jukes se d io l avuelta, sus ojos cayeron en laredondeada espalda y las enor-mes orejas rojas del capitánMacWhirr, que se había acer-cado. No miró a su oficial se-gundo, pero dijo al momento:

como si se propusiera arrancar-lo y arrojarlo por la borda. Loúnico que consiguió fue que elventilador girara unos pocoscentímetros, y aún eso con ungran derroche de energía. Lue-go, quedó totalmente exhausto.Se apoyó con la espalda contrala caseta del timón y Jukes sele acercó.

-¡Válgame Dios! -suspiró elmaquinista, sin aliento.

Levantó la vista al cielo y lue-go fijó los ojos en la línea del ho-rizonte, inclinado en un ángulo decuarenta grados, en el que se man-tuvo por unos instantes, antes devolver a la posición lógica.

-¡Válgame Dios! ¡Uf! ¡La quese está preparando!

Jukes, abriendo las largas pier-nas como los brazos de un compás,adoptó un aire de superioridad.

-Lo que es esta vez la pilla-mos de lleno -dijo-. El baróme-tro está bajando a cien, Harry. Ytodavía tenemos humor para ar-mar escándalos . . .

P a r e c i ó q u e l a p a l a b r a« b a r ó m e t r o » r e a n i m a r a l ainsana an imos idad de l ma-quinis ta . Reuniendo de nue-vo todas sus energías, ordenóa Jukes, en tono grave y bru-tal, que se metiera por dondele cupiera el infernal instru-mento. ¿Qué carajo le impor-taba a él el barómetro? Era elvapor, ¡el vapor!, lo que estaba[30] bajando, y entre los fogone-ros que se desmayaban y el jefede máquinas que se estaba com-portando como un loco, él sedaba por vencido. ¡Ya podían irsetodos al infierno, por lo que a élconcernía! Parecía estar a puntode echarse a llorar, pero, tras re-cobrar el aliento, murmuró som-bríamente: « Van a oírme esos deahí abajo» y se dirigió hacia laescotilla. Se detuvo el instantejusto para amenazar con el puñoal pálido sol y se escurrió con ungemido por el negro agujero.

C u a n d o J u k e s s e d i o l av u e l t a s e t o p ó c o n l a e s -p a l d a r e d o n d e a d a y l a so r e j a s r o j a s d e l c a p i t á nM a c W h i r r , q u e s e h a b í aa c e r c a d o . E l c a p i t á n d i j o ,s i n m i r a r a s u s e g u n d o :

11 En 1832 se extendió en Francia unagran epidemia de cólera.

48

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

“That’s a very violent man, thatsecond engineer.”

“ J o l l y g o o d s e c o n d ,a n y h o w, ” g r u n t e d J u k e s .“ T h e y c a n ’ t k e e p u ps t e a m , ” h e a d d e d , r a p i d l y,a n d m a d e a g r a b a t t h e r a i la g a i n s t t h e c o m i n g l u rch .

Captain MacWhirr,u n p r e p a r e d , t o o k a r u na n d b r o u g h t h i m s e l f u pw i t h a j e r k b y a n awningstanchion.

“ A p r o f a n e m a n , ” h es a i d , o b s t i n a t e l y . “ I ft h i s g o e s o n , I ’ l l h a v et o g e t r i d o f h i m t h ef i r s t c h a n c e . ”

“It’s the heat,” said Jukes.“ T h e w e a t h e r ’ s a w f u l . I twould make a sa in t swear.Even up here I feel exactly asif I had my head tied up in awoollen blanket.”

C a p t a i n M a c W h i r rl o o k e d u p .“ D ’ y e m e a n t o s a y , M r .J u k e s , y o u e v e r h a d y o u rhead t i ed up in a b lanke t?What was tha t for?”

“ I t ’ s a m a n n e r o fs p e a k i n g , s i r , ” s a i dJ u k e s , s t olidly.

“Some of you fe l lows dog o o n ! W h a t ’s t h a t a b o u tsa in ts swear ing? I wish youwouldn’t ta lk so wi ld . Whatsor t of sa in t would tha t betha t would swear? No mores a i n t t h a n y o u r s e l f , Ie x p e c t . A n d w h a t ’ s ab lanket got to do wi th i t —or the wea ther e i the r. . . .The hea t does not make meswear — does i t? I t ’s f i l thybad temper. Tha t ’s wha t i ti s . And what’s the good ofyour ta lk ing l ike th is?”

Thus Captain MacWhirrexpostulated [protested]against the use of images inspeech, and at the ende lec t r i f i ed Jukes by acontemptuous snort, followed bywords of passion a n d r e s e n t m e n t :“Damme! I’ll fire him out of theship if he don’t look out.”

-Qué hombre tan violento, elsegundo maquinista.

-Pero un buen segundo, detodas formas -rezongó Jukes-.No pueden mantener la pre-s i ó n - a ñ a d i ó r á p i d a m e n t e ,aga r r ándose de l a ba r andaante la inminente oleada.

El capitán MacWhirr, des-prevenido, se vio lanzado a tra-vés de la cubierta y tuvo queagarrarse de un barraganetepara no caer.

- U n b l a s f e m o - i n s i s t i ó ,obstinadamente-. Si esto si-gue así, tendré que deshacer-me de él en cuanto se presen-te la oportunidad. [23]

-Es el calor -dijo Jukes-. Haceun tiempo espantoso. Capaz de ha-cer blasfemar a un santo. Inclusoaquí arriba me siento exactamentecomo si llevara una manta de lanaatada a la cabeza.

E l c a p i t á n M a c W h i r rl e v a n t ó l a v i s t a .

-¿Quiere usted decir, señorJukes, que ha llevado algunavez una manta atada a la cabe-za? ¿Para qué lo hizo?

- E s u n a f o r m a d e h a -b l a r , s e ñ o r -contestó Jukesimperturbablemente.

-¡Cómo les gusta charlar a al-gunos de ustedes! ¿Qué quieredecir esto de que los santos blas-femen? Preferiría que no hablarade forma tan irresponsable. ¿Quéclase de santo sería, si blasfema-ra? Alguien tan poco santo comousted, supongo. ¿Y qué tiene quever una manta de lana con todoesto, o con el tiempo? A mí elcalor no me empuja a blasfemar...¿verdad? Esto es tener mal carác-ter, y nada más. Esto es lo quees. Y ¿por qué tiene usted quehablar de esta manera?

Así le reconvenía el capitánMacWhirr por utilizar imágenesen el lenguaje hablado, y al fi-nal dejó a Jukes electrificadocon una risotada despectiva, se-guida de unas palabras llenas depasión y resentimiento:

-¡Maldita sea! Le despediré de estebarco si no se anda con cuidado.

-Un hombre demasiado violen-to, el segundo maquinista.

-Pero es un buen segundo,a pesar de todo -rezongó Jukes-.No pueden mantener la presión-añadió rápidamente. Y se afe-rró a la baranda, previniendo laola que se acercaba.

El capitán MacWhirr, tomadopor sorpresa, se vio arrojado le-jos y tuvo que agarrarse comopudo a un barraganete para noser derribado.

-Es un blasfemo -añadió, unavez recuperado el equilibrio,tozudamente-. Si sigue así, tendréque deshacerme de él a la primeraoportunidad.

-Es el calor -dijo Jukes-. Haceun tiempo horrible. Como para ha-cer jurar a un santo. A pesar de es-tar aquí arriba, tengo la sensaciónde que me hayan envuelto la cabe-za con una manta de lana. ‘

El capitán MacWhirr levantólos ojos con gesto sorprendido.

-¿Está usted seguro, Mr. Jukes, deque alguna vez le han envuelto la cabezacon una manta de lana? ¿Cómo es que lehicieron semejante cosa?

- E s u n d e c i r , s e -ñ o r - d i j o J u k e s ,estólidamente .

-¡Pues dice usted cosas muyextrañas! ¿Qué es eso de que unsanto se ponga a jurar? No de-bería usted decir tamaños dis-parates. ¿Qué clase de santosería, si se pone a jurar? Sos-pecho que no mucho más santoque usted mismo. ¿Y qué tieneque ver la manta con todo esto...o con el tiempo que hace? ¿Ver-dad que a mí el tiempo no mehace disparatar? Todo esto escausa del mal carácter, y basta.¡Y le prohibo que hable así enmi presencia!

Así fue como cl capitánMacWhirr excomulgó el uso de [31]metáforas en el lenguaje hablado y,para redondearlo, electrificó a Jukescon una risa despectiva, a la que si-guieron unas palabras apasionadasy llenas de resentimiento:

-¡Voto a Bríos! ¡Le arrojaré porla borda, si no se espabila!

50

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

And Jukes , incorr igible ,t h o u g h t : “ G o o d n e s s m e !Somebody’s put a new insideto my old man. Here’s temper,if you like. Of course it’s theweather; what else? It wouldmake an angel quarrelsome —let alone a saint.”

A l l t h e C h i n a m e n o nd e c k a p p e a r e d a t t h e i rl a s t g a s p .

A t i t s s e t t i n g t h e s u nhad a d imin i shed d iamete ra n d a n e x p i r i n g b r o w n ,ray less g low, a s i f mi l l ionsof cen tu r i e s e l aps ing s incethe morn ing had b rough t i tnea r i t s end . A dense bankof c loud became v i s ib le tot h e n o r t h w a r d ; i t h a d as in i s t e r da rk o l ive t in t , andl a y l o w a n d m o t i o n l e s supon the sea , r e sembl ing aso l id obs tac le in the pa th oft h e s h i p . S h e w e n tf lounder ing towards i t l ikea n e x h a u s t e d c r e a t u r ed r i v e n t o i t s d e a t h . T h ec o p p e r y t w i l i g h t r e t i r e ds l o w l y , a n d t h e d a r k n e s sb r o u g h t o u t o v e r h e a d as w a r m o f u n s t e a d y , b i gs t a r s , t h a t , a s i f b l o w nupon, f l ickered exceedinglya n d s e e m e d t o h a n g v e r yn e a r t h e e a r t h . A t e i g h to ’c lock Jukes wen t in to thechar t - room to wr i t e up thesh ip ’s log .

He copies neatly out of therough-book the number o fmiles, the course of the ship,and in the column for “wind”scrawled the word “calm” fromtop to bottom of the eight hourss ince noon . He wasexasperated by the continuous,monotonous rolling of the ship.The heavy inkstand would slideaway in a manne r t ha tsuggested perverse intelligencein dodging the pen. Havingwritten in the large space underthe head of “Remarks” “Heatvery oppressive,” he stuck theend of the penholder in hist ee th , p ipe f a sh ion , andmopped his face carefully.

“ S h i p r o l l i n g h e a v i l y i na h i g h c r o s s s w e l l , ” h e

Y J u k e s , i n c o r r e g i b l e ,pensó: «¡Dios mío! Alguiennos lo ha cambiado. ¡Eso síque es ira! Claro que es porcu lpa de l t i empo ; ¿qué , s ino? Hasta un ángel se senti-ría pendenciero.. . por no ha-blar de un santo».

Todos los chinos en cubiertaparecían a punto de exhalar su últi-mo suspiro.

Al ponerse, el sol presentabaun diámetro menor y un agoni-zante resplandor marrón y sin ra-yos, como si los millones de si-glos transcurridos desde la ma-ñana lo hubieran llevado al pun-to de extinción. Un denso bancode nubes se hizo visible hacia elnorte; tenía una siniestra tonali-dad verde oliva y se extendía bajoy silencioso sobre el mar, comosi representara un sólido obstá-culo en el camino del Nan-Shan.El barco siguió tambaleándose enaquella dirección, como una cria-tura exhausta encaminada haciala [24] muerte. El crepúsculo co-brizo se fue retirando lentamen-te, y la oscuridad trajo consigoun enjambre de grandes estrellasinestables, que, como si soplaransobre ellas, parpadeaban excesi-vamente y parecían mecerse muycerca de la tierra. A las ocho,Jukes entró en la caseta de derro-ta para efectuar las anotacionescorrespondientes en el diario denavegación.

Copió cuidadosamente del librode notas el número de millas, elrumbo del barco, y en la columnadel «Viento» escribió la palabra«calma» en cada uno de los aparta-dos, de arriba abajo, de las ochohoras transcurridas desde las docedel mediodía. Estaba exasperadopor el balanceo constante y monó-tono del barco. El pesado tinteroresbalaba de tal forma que parecíaposeer una maligna inteligenciapara evitar la pluma. Tras escribiren el amplio espacio bajo el títulode «Observaciones»: «Calor muyopresivo», mordió la punta del plu-mero, como si aguantara una pipacon los dientes y se secó cuidado-samente la cara.

«El barco cabecea fuertemen-te en una marejada muy pronun-

Jukes, incorregible, pensó:«¡Válgame Dios! ¡Este no es miviejo, que me lo han cambiado!Esto se llama ira, si no me equi-voco. Está claro que es cosa deltiempo. Qué, si no? Haría jurara un ángel, y, naturalmente, mu-cho más a un santo».

Todos los chinos de a bordoparecían a punto de exhalar su últi-mo bostezo.

A la puesta, el sol presentabaun diámetro reducido y un resplan-dor mortecino, moribundo, como simillones de siglos hubieran trans-currido desde la mañana de aquelmismo día y lo hubieran conduci-do a las mismas puertas de su ex-tinción. Hacia el norte se hizo visi-ble un denso banco de nubes; pre-sentaba un siniestro tono verde oli-va y se extendía, bajo e inmóvil, porsobre la superficie del mar, comoun sólido obstáculo en el caminodel barco, que seguía avanzando enaquella dirección, como un ser ex-hausto conducido por extrañas fuer-zas a la muerte. La luz cobriza deponiente fue retirándose lentamen-te y la penumbra hizo que surgiera,en lo alto del cielo, un enjambre deenormes e inseguras estrellas que,como si alguien las avivara con unsoplo, brillaban en exceso y pare-cían colgar muy cerca del mar. Alas ocho en punto, Jukes entró enel cuarto de derrota para hacer lascorrespondientes anotaciones en eldiario de navegación.

Copió claramente del libro deborradores el número de millas, elrumbo de la nave y, en la columnadedicada a anotar los vientos, es-cribió la palabra «calma», de arribaabajo, desde las ocho de la mañanahasta el mediodía. Estaba exaspe-rado por el continuo y monótonobalanceo del barco. El pesado tin-tero se deslizaba de un lado paraotro, de una forma que parecía apropósito para escabullirse de lapluma que lo buscaba. Tras escri-bir, en la amplia columna reserva-da para «Observaciones», «Calormuy opresivo», se colocó el mangode la pluma entre los dientes, comosi fuera una pipa, y se secó cuida-dosamente la cara.

«E1 barco cabecea pesada-mente en medio de una marejada

52

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

b e g a n a g a i n , a n dc o m m e n t e d t o h i m s e l f ,“Heav i ly i s no word fo r i t . ”T h e n h e w r o t e : “ S u n s e tt h r e a t e n i n g , w i t h a l o wbank o f c louds t o N . and E .S k y c l e a r o v e r h e a d . ”

Sprawling over the tablewi th arre s t e d [ a r re s t a d o /cautivado] pen, he glancedout of the door, and in thatframe of his vision he saw allthe s ta rs f ly ing upwardsbetween the teakwood jambs ona black sky. The whole lot tookflight together and disappeared,leaving only a blackness fleckedwith white flashes, for the seawas as black as the sky andspeckled with foam afar. Thestars that had flown to the rollcame back on the return swingof the ship, rushing downwardsin their glittering multitude,n o t o f f i e r y p o i n t s , b u te n l a r g e d t o t i n y d i s c sb r i l l i a n t w i t h a c l e a r w e ts h e e n .

Jukes watched the flying bigstars for a moment, and thenwrote: “8 P.M. Swell increasing.Ship l a b o u r i n g a n d t a k i n gw a t e r o n h e r d e c k s .B a t t e n e d d o w n t h ec o o l i e s f o r t h e n i g h t .B a r o m e t e r s t i l l f a l l i n g . ”H e p a u s e d , a n d thought toh i m s e l f , “ P e r h a p s n o t h i n gwhatever’ll come of it.” Andthen he closed r e s o l u t e l yh i s e n t r i e s : “ E v e r ya p p e a r a n c e o f a t y p h o o nc o m i n g o n . ”

On go ing ou t he had tos t and a s ide , and Cap ta inMacWhi r r s t rode ove r t hedoorstep without saying a wordor making a sign.

“ S h u t t h e d o o r , M r .Jukes , wi l l you?” he c r i edfrom wi th in .

Jukes turned back to do so,muttering ironically: “Afr a i dt o c a t c h c o l d , Is u p p o s e . ” It was his watchbelow, but he yearned forcommunion with his kind; andhe remarked cheerily to thesecond mate: “Doesn’t look sobad, after all — does it?”

ciada» empezó a escribir, y sedijo a sí mismo «fuertemente» noes la palabra adecuada. Luego es-cribió: «Puesta de sol amenaza-dora, con un banco de nubes ba-jas al N y al E. Cielo despejadosobre nosotros».

Apoyado en la mesa, con lapluma en alto, echó una miradamás allá de la puerta, y en estemarco de su visión observó lasestrellas alzando el vuelo haciael cielo negro entre las jambasde madera de teca. Volaban enenjambre y desparecieron, de-jando sólo una negrura sembra-da de destellos blancos, ya queel mar era tan negro como elcielo y estaba salpicado a lo le-jos por la espuma. Las estrellasque habían volado con la ola re-gresaron cuando el barco se en-derezó , cayendo como unadestellante multitud, no de pun-tos brillantes, sino aumentadoshasta formar diminutos discosrelucientes con un brillo húme-do y transparente.

Jukes estuvo observando unmomento las grandes estrellasvoladoras y luego escribió: «8p.m. Marejada en aumento. Elbarco avanza con dificultad ytoma agua por las [25] cubier-tas. Los coolies han sido ence-rrados para pasar la noche. Elbarómet ro s igue cayendo» .Hizo una pausa y pensó parasus adentros: «Quizá no pasenada de nada». Luego finalizócon decisión sus anotaciones:«Todo hace pensar en la proxi-midad de un tifón».

Al sa l i r, t uvo que echa r-s e a u n l a d o , y e l c a p i t á nMacWhi r r c ruzó e l umbra ls i n d e c i r p a l a b r a n i h a c e rseña l a lguna .

-Cierre la puerta, señor Jukes,si es tan amable -le gritó desde elinterior.

Jukes dio un paso atrás parahacerlo, murmurando con ironía:«No querrá resfriarse, supongo». Letocaba el turno de guardia abajo,pero anhelaba comunicarse con suscongéneres; por lo que se dirigiócon animación al segundo oficial:-Al fin y al cabo, tampoco pinta tanmal, ¿verdad?

bastante fuerte», volvió a escribir,y comentó para sí mismo: «Pesa-damente no es la palabra adecua-da». Luego anotó: «Puesta [32]amenazadora, con un banco denubes bajas de N. a E. Sobre no-sotros, cielo claro».

Apoyado sobre la mesa, conla pluma inmóvil, dirigió unamirada a través de la puertaabierta y, dentro de su marcovisual, vio como todas las estre-llas volaban cielo arriba, entreel bastidor de la puerta. Desapa-recieron todas de golpe, siendosustituidas por una negrura en laque chispeaban manchitas blan-cas, ya que el mar estaba tannegro como el cielo y ambospunteados de espuma. Las estre-llas que habían desaparecidovolvieron a hacer acto de presen-cia, siguiendo los movimientosdel barco, no como puntitos bri-llantes, sino como pequeños dis-cos resplandecientes, con unresplandor claro y húmedo, enun conjunto intermitente.

Jukes contempló por unmomento las enormes estrellasvoladoras y luego escribió: «8 de la tarde. Aumenta la ma-rejada. El barco toma agua porlas cubiertas. Habrá que ence-rrar a los co o l i e s d u r a n t e l an o c h e . E l b a r ó m e t r o s i -g u e b a j a n d o » . H i z o u n ap a u s a y p e n s ó : « A l o m e -j o r n o p a s a n a d a » . Y a c t os e g u i d o t e r m i n ó d e c i d i d oc o n l a s a n o t a c i o n e s :« To d o i n d i c a l a p r o x i m i -d a d d e u n t i f ó n » .

Al salir, tuvo que hacerse aun lado para dejarle paso al ca-pitán MacWhirr, que entró sindecir una sola palabra ni hacersiquiera una señal.

- C i e r r e l a p u e r t a , M r .Jukes , po r f avor -g r i tó unavez den t ro .

Jukes volvió sobre sus pasos paracumplir la orden, mientras murmuraba iró-nicamente: « Seguro que teme pillar un res-friado». Era la hora de su guardia, abajo,pero se moría de ganas de expansionarsecon sus iguales, por lo que observó anima-damente, dirigiéndose al segundo oficial:

-Después de todo, no se presen-tan tan mal las cosas, ¿no?

glitter : brillo, oropel, tinsel, sparkle, glint,destello; relucir, centellear, fulgir,fulgente, centelleante, chispeante,flashing

4. coolie labour: m.à m. main-d’oeuvreindigène; coolie, homme de peine (Chine,Inde), coolie.

culi. Del ing. coolie, y este del hindi kuli. 1.m. En la India, China y otros países deOriente, trabajador o criado indígena.

54

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

The second mate wasmarching to and fro on thebr idge , t r ipping down wi thsmall steps one moment, and thenext climbing with difficultythe shifting slope of the deck.At the sound of Jukes’ voice hestood still, facing forward, butmade no reply.

“Hallo! That’s a heavy one,”said Jukes, swaying to meetthe long roll t i l l his loweredh a n d t o u c h e d t h e p l a n k s .Th i s t ime the second matemade in h i s th roa t a no i seof an unfriendly nature.

He was an oldish , shabbylit t le fellow, with bad teethand no hair on his face. He hadbeen sh ipped in a hur ry inShanghai, that trip when thesecond officer brought fromhome had de layed the sh ipt h r e e h o u r s i n p o r t b ycontriving (in some mannerCaptain MacWhirr could neverunderstand) to fall overboardin to an empty coa l - l i gh t e rlying alongside, and had to besen t ashore to the hosp i ta lwith concussion of the brainand a broken limb or two.

Jukes was not discouragedby the unsympathetic sound.“Th e C h i n a m e n m u s t b ehav ing a l ove ly t ime o f i tdown there ,” he sa id . “ I t ’slucky for them the old girl hasthe easiest rol l of any shipI’ve ever been in. There now!This one wasn’t so bad.”

“ You wai t , ” snar led thesecond mate .

With his sharp nose, reda t t h e t i p , a n d h i s t h i np i n c h e d l i p s , h e a l w a y sl o o k e d a s t h o u g h h e w e r eraging inwardly; and he wasconcise in his speech to thep o i n t o f r u d e n e s s . A l l h i stime off duty he spent in hisc a b i n w i t h t h e d o o r s h u t ,keeping so sti l l in there thath e w a s s u p p o s e d t o f a l la s l e e p a s s o o n a s h e h a ddisappeared; but the man whocame in to wake him for hisw a t c h o n d e c k w o u l dinvariably find him with his

El segundo oficial paseaba arri-ba y abajo del puente, descendien-do por un momento con pasos cor-tos y cuidadosos, para al momentosiguiente subir con dificultad por lainestable pendiente de la cubierta.Al sonido de la voz de Jukes se que-dó quieto, mirando hacia delante,pero sin contestar.

-¡Eh! ¡Ahí viene una de verdad!-dijo Jukes, agachándose para noperder el equilibrio con la prolon-gada inclinación, hasta tocar el sue-lo de madera con la mano. Esta vez,el segundo oficial produjo un soni-do gutural nada amistoso.

Era un desaliñado hombrecito decierta edad, de cara lampiña y conproblemas de dentadura. Había sidoenrolado de urgencia en Shanghai,aquella vez que el segundo oficialtraído de Inglaterra había retrasadotres horas la salida del barco por ha-ber conseguido (de una manera queel capitán MacWhirr no había podi-do llegar a comprender) caerse porla borda y aterrizar en una barcazacarbonera vacía escorada al lado delbarco, por lo que tuvo que ser lleva-do a tierra e ingresar en un hospital,con conmoción cerebral y variosmiembros rotos.

Jukes no se desanimó por aquelsonido tan poco amistoso.

-Los chinos se lo deben deestar pasando en grande [26]ahí abajo -dijo-. Tienen la suer-te de que ese viejo aguantecomo ningún otro barco quehaya visto jamás. ¡Otra! Éstano ha sido tan mala.

-Espera, ya verás -contestó elsegundo oficial con un gruñido.

Con su nariz afilada, roja enla punta, y sus labios finos y apre-tados, el segundo oficial teníasiempre el aspecto de estar inter-namente irritado; y era tan parcoal hablar que rozaba la mala edu-cación. Todo el tiempo libre quele dejaba el servicio lo pasaba en-cerrado en su camarote, tan silen-cioso que todos suponían que de-bía de quedarse dormido en cuan-to cerraba la puerta; pero quien-quiera que entrara a despertarlepara la guardia en cubierta le en-contraba invariablemente con losojos abiertos de par en par, tum-

El segundo oficial es tabapaseando de una punta a otradel puente , ora a pasos cor-tos , ora a pasos gigantescos,s egún fue ra l a i nc l i nac ióndel barco. Al escuchar la vozd e J u k e s q u e d ó i n m ó v i l ,dando la cara a la proa, perono se dignó contestar.

-¡Cuidado! ¡Ahí viene unade aúpa ! -d i jo Jukes , aga -chándose para no perder e le q u i l i b r i o , h a s t a t o c a r l aplancha con las dos manos.

El segundo oficial emitió unextraño sonido, nada amistoso.

Era un hombre entrado en años,desaliñado, con la dentadura [33]llena de caries y sin un solo pelo enla cara. Había sido enrolado, a todaprisa, en Shangai, durante el viajeen que el segundo oficial, venidodesde Inglaterra, había retrasadodurante más de tres horas la salidadel buque al caerse (de una formaque el capitán MacWhirr no llega-ría a comprender nunca) por la bor-da encima de una barcaza vacíaanclada junto al barco, con tan es-casa fortuna que hubo que transpor-tarlo al hospital con una conmocióncerebral y varias fracturas.

J u k e s n o s e d e j ó d e s -a n i m a r a n t e a q u e li n a m i s t o s o s o n i d o .

- L o s c h i n o s s e l od e b e n e s t a r p a s a n d od e p r i m e r a , a h í a b a -j o . ¡ E h ! ¡ Q u e v i e n eo t r a ! ¡ E s t a n o h as i d o t a n f u e r t e !

-Un poco de paciencia... -dijo elsegundo oficial, en tono de burla.

Con su nariz puntiaguda y loslabios finos y siempre prietos, elsegundo oficial daba la impresiónde estar siempre enfadado consi-go mismo. Era tan preciso y con-ciso en sus expresiones que, a ve-ces, incluso, rayaba la impertinen-cia. Si no estaba de servicio, seencerraba invariablemente en sucamarote y permanecía en él tansilencioso que se suponía se que-daba dormido apenas entraba.Pero, quienquiera que fuese queentrara a despertarlo para el si-guiente turno de guardia, le halla-ba invariablemente tendido en su

56

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

eyes wide open, f lat on hisback in the bunk, and glaringirritably from a soiled pillow.He never wrote any let ters ,did not seem to hope for newsfrom anywhere; and thoughhe had been heard once tomention West Hartlepool, i twas with extreme bitterness,and only in connection withthe extortionate charges of aboarding-house. He was one ofthose men who are picked upa t need in the por t s of thewor ld . They a re competen tenough , appea r hope l e s s lyhard up, show no evidence ofany sor t of v ice , and carryabout them al l the s igns ofmanifest failure. They comeaboard on an emergency, carefor no ship afloat, live in theirown atmosphere of casual con-nection amongst their ship-mates who know nothing ofthem, and make up their mindsto leave at inconvenient times.They clear out with no wordsof leavetaking in some God-forsaken port other men wouldfear to be stranded in, and goa s h o r e i n c o mp a n y o f ashabby sea-chest, corded likea t r e a s u r e - b o x , a n dw i t h a n a i r o f s h a k i n gt h e s h i p ’ s d u s t o f ft h e i r f e e t .

“ You wai t , ” he repea ted ,b a l a n c e d i n g r e a t s w i n g sw i t h h i s b a c k t o J u k e s ,mot ion less and implacab le .

“Do you mean to say we aregoing to catch it hot?” askedJukes with boyish interest.

“Say? . . . I say nothing.Yo u d o n ’ t c a t c h m e , ”s n a p p e d t h e l i t t l e s e c o n dm a t e , w i t h a m i x t u r e o fpride, scorn, and cunning, asif Jukes’ quest ion had beena t r a p c l e v e r l y d e t e c t e d .“Oh, no! None of you hereshall make a fool of me if Ik n o w i t , ” h e m u m b l e d t ohimself.

J u k e s r e f l e c t e d r a p i d l ythat this second mate was amean little beast, and in hishea r t he wi shed poor J ackA l l e n h a d n e v e r s m a s h e dhimself up in the coal-lighter.

bado de espaldas en la litera, ymirando con irritación desde susucia almohada. Nunca escribíacartas, ni parecía esperar noticiasde ninguna parte; y aunque se de-cía que alguna vez había mencio-nado el nombre de WestHartlepool, lo había hecho con ex-traordinaria amargura y sólo en re-lación con los precios abusivos deuna pensión. Era uno de esos hom-bres que sólo se enrolan por nece-sidad en cualquier puerto del mun-do. No es que no sean competen-tes, parecen estar muy necesitados,no muestran ninguna señal de vicioalguno y llevan marcados en todosu ser los síntomas de un evidentefracaso. Se embarcan en una situa-ción de emergencia, pero los bar-cos les dejan indiferentes, vivenen su propio ambiente de contac-to casual con sus compañeros,que no saben nada de ellos, ydeciden largarse en los momen-tos menos oportunos. Se marchansin ninguna palabra de despedi-da, desembarcando en algúnpuerto de mala muerte en el queotros hombres temerían quedaratrapados, y llegan a tierra encompañía de un raído baúl demarinero atado con cuerdasc o m o s i f u era el cofre deltesoro, y con un aire de estarsacudiéndose el polvo del bar-co de los pies.

-Espera y ve rás - r ep i t ió ,ba l anceándose con amp l io smovimien tos y dando l a e s -p a l d a a J u k e s .

-¿Quieres decir que vamos atener jaleo? -preguntó Jukes con uninterés infantil. [27]

-¿Decir...? Yo no he dicho nada.A mí no me pillarán -replicó brus-camente el pequeño segundo ofi-cial, con una mezcla de orgullo,burla y astucia, como si la preguntade Jukes hubiera sido una trampaingeniosamente detectada-. ¡Oh,no! Ninguno de vosotros consegui-rá ponerme en ridículo, por pocoque pueda -murmuró para sí mis-mo.

Jukes reflexionó rápidamen-te que este segundo oficial erauna bestia ruin y en el fondo desu corazón deseó que el pobreJack Allen no se hubiera estre-llado en la barcaza del carbón.

litera, boca arriba, con los ojosabiertos de par en par y con unamirada llena de irritación dirigidadesde la cochambrosa almohada.Jamás escribía carta alguna ni pa-recía esperar noticias de ningunaparte. Y si bien en una ocasión ha-bía mencionado West Hartlepool,lo había hecho con gran amarguray sólo para comentar los abusivosprecios de una pensión. Era uno deesos individuos que únicamente sonenrolados por pura necesidad, encualquier puerto del mundo. Son lobastante competentes, parecenincurablemente amargados, no danmuestras de vicio alguno y lle-van estampada en la cara la im-pronta del fracaso. Llegan a bor-do por una emergencia, no sien-ten el menor interés por ningúnbarco en especial, viven en supropio ambiente de relación pu-ramente ocasional entre sus com-pañeros, que nada saben de ellos,y se deciden a abandonar el barcoen el momento menos oportuno.Desaparecen sin despedirse, desem-barcan en cualquier puerto dondelos demás hombres temerían hallar-se sin trabajo, y bajan a tierra acom-pañados por un baúl maltrechoatado como si se tratara del cofre de untesoro incalculable y con [34] el aspecto deque su único deseo es desprenderse, cuantoantes, de la última mota de polvo del barcoadherida a la suela de sus zapatos.

-Un poco de paciencia... --re-pitió, sin volverse.

-¿Insinúa usted que las vamosa pasar moradas? -preguntó Jukes,con un interés un tanto infantil.

-¿Que si insinúo? Yo no digonada. A mí no me pillarán, no -re-plicó el diminuto segundo oficial,con una mezcla de orgullo, de bur-la y de astucia, como si la pregun-ta de Jukes encerrara una trampaque él había sabido descubrir conmaña. Y murmuró para susadentros: «Oh, no, ninguno de vo-sotros me pondrá en ridículo, apoco que pueda».

Jukes pensó de inmediato queel segundo oficial no era más queun bruto y, en el fondo de su cora-zón, deseó que el pobre .Jack Allenno hubiera tenido la desgracia deirse a estrellar contra el fondo de la

58

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

The far-off blackness aheadof the ship was like anothernight seen through the starryn i g h t o f t h e e a r t h — t h es t a r l e s s n i g h t o f t h ei m m e n s i t i e s b e y o n d t h ecreated universe, revealed ini t s a p p a l l i n g s t i l l n e s sthrough a low fissure in theglittering sphere of which theearth is the kernel.

“Whatever there might beabout,” said Jukes, “we aresteaming straight into it.”

“You’ve sa id i t , ” caugh tup the s econd ma te , a lwaysw i t h h i s b a c k t o J u k e s .“ Yo u ’ v e s a i d i t , m i n d —n o t I . ”

“Oh, go to Jericho!” saidJukes, frankly; and the otheremi t t ed a t r iumphant l i t t l echuckle.

“You’ve said it,” he repeated.

“And what of that?”

“ I ’ v e k n o w n s o m e r e a lgood men ge t i n to t r oub lewith their skippers for sayinga dam’ sight less,” answeredthe second mate feverishly. “Oh,no! You don’t catch me.”

“ Yo u s e e m d e u c e d l yanxious not to give yourselfaway,” said Jukes, completelysoured by such absurdity. “Iwouldn’t be afraid to say whatI think.”

“Aye , t o me! Tha t ’s nogreat tr ick. I am nobody, andwell I know i t .”

The ship, after a pause ofcomparative steadiness, startedupon a se r ies of ro l l s , oneworse than the other, and for at ime Jukes , p re se rv ing h i sequilibrium, was too busy toopen his mouth. As soon as theviolent swinging had quieteddown somewhat, he said: “Thisis a bit too much of a goodth ing . Whether anyth ing i sc o m i n g o r n o t I t h i n k s h eought to be put head on totha t swel l . The o ld man i sj u s t g o n e i n t o l i e d o w n .Hang me if I don’t speak to

La lejana oscuridad a proa delbarco era como la de cualquierotra noche vista a través de lanoche estrellada de la tierra; lanoche s in es t re l las de lasinmensidades más allá del uni-verso creado, reveladas en suimpresionante inmovilidad a tra-vés de una baja grieta en la es-fera luminosa de la cual la tie-rra es la almendra.

-Sea lo que sea lo que nos ron-da -dijo Jukes- nos vamos directoshacia ello.

- T ú l o h a s d i c h o , - r e -p l i c ó e l s e g u n d o o f i c i a l ,t o d a v í a d á n d o l e l a e s p a l -d a - . T ú l o h a s d i c h o , r e -c u e r d a , n o y o .

- ¡ O h , v e t e a l i n f i e r n o !- d i j o J u k e s c o n f r a n q u e z a ,y e l o t r o e m i t i ó u n a t r i u n -f a n t e r i s i t a .

-Tú lo has dicho -repitió.

-¿Sí, y qué?

-He conocido hombres muyvaliosos que han tenido problemascon sus capitanes por haber dichomucho menos que esto -contestófebrilmente el segundo oficial-.¡Oh, no, a mí no me pillaréis!

-Pareces condenadamentepreocupado por no confiar tea nadie -dijo Jukes, muy dis-gustado por aquel absurdo- .A mí no me da miedo decirlo que pienso.

-A mí, s í . No es ningúnmisterio. Soy un don nadie,bien que lo sé.

El barco, tras una pausa derelativa estabilidad, inició unaserie de bandazos, el uno peorque el otro, y durante un ratoJukes estuvo demasiado ocu-pado manteniendo el equili-br io para abr i r la boca . Encuando el violento balanceo sehubo calmado un poco, dijo:

-Esto ya pasa de castañooscuro. Tanto s i se prepara[28] a lgo como s i no , c reoque el barco debería navegarr o m p i e n d o l a s o l a s con l aproa. El viejo acaba de ir aacostarse. Que me cuelguen si

barcaza carbonera.La negrura que se divisaba a

proa del barco era como otra nochevista a través de la noche estrelladadel mar: la noche sin estrellas delas inmensidades que se extiendenmás allá del universo creado, reve-lada en su impresionante inmovili-dad a través de una rendija de laesfera luminosa de la que, la tierra,es el corazón.

-Sea lo que sea lo que nos es-pera -dijo Jukes-, lo cierto es quenos metemos de cabeza.

-Usted lo ha dicho -contestó elsegundo oficial, que seguía dándo-le la espalda a Jukes-. Ha sido us-ted quien lo ha dicho, téngalo pre-sente, y no yo.

-¡Venga, hombre, vaya us-ted a tomar viento! -dijo Jukescon toda franqueza. El otro dejóoír una breve risita burlona.

-Usted lo ha dicho -repitió.

-Bueno, ¿y qué?

-He conocido a hombres inteli-gentes que han tenido problemas conel patrón por haber dicho muchomenos que eso contestó el segundooficial, febrilmente-. ¡Oh, no, lo quees a mí no me pillan, no!

-Parece usted muy preocu-pado por no confiarse a nadie-dijo Jukes disgustado por loabsurdo de la conversación-.A mí no me da ningún miedodecir lo que pienso. [35]

-A mí sí, y tengo muy bue-nas razones. Yo no soy nadie.De sobras lo sé.

El barco, tras una pausa derelativa inmovilidad, se lan-zó a una serie de cabezadascada vez más fuertes y, duran-te un buen rato, Jukes estuvodemasiado ocupado en con-servar el equilibrio como paraabrir la boca. Apenas la cosase calmó un poco añadió:

-Esto ya pasa de castaño os-curo. Tanto si se prepara unbuen baile como si no, creo quehabría que cambiar el rumbodel barco. El viejo hace un mo-mento que se ha ido a dormir.Que me cuelguen si no se lo

glitter : brillo, oropel, tinsel, sparkle, glint,destello; relucir, centellear, fulgir,fulgente, centelleante, chispeante,flashing

60

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

him.”

But when he opened the doorof the chart-room he saw hiscaptain reading a book. CaptainMacWhirr was not lying down:he was standing up with onehand grasping the edge of thebookshelf and the other holdingopen before his face a thickvolume. The lamp wriggled inthe gimbals, the loosened bookstoppled from side to side on theshelf, the long barometer swungin jerky circles, the table alteredits slant every moment. In themidst of a l l th is s t i r andmovement Captain MacWhirr,holding on, showed his eyesabove the upper edge, and asked,“What’s the matter?”

“Swell getting worse, sir.”

“Noticed that in here ,”muttered Captain MacWhirr.“Anything wrong?”

Jukes, inwardly disconcertedby the seriousness of the eyeslooking at him over the top ofthe book, produced anembarrassed grin.

“ R o l l i n g l i k e o l db o o t s , ” h e s a i d ,s h e e p i s h l y .

“Aye! Very heavy — veryheavy. What do you want?”

A t t h i s J u k e s l o s th i s f o o t i n g a n db e g a n t o f l o u n d e r .“I was thinking of our passengers,”he said, in the manner of a manclutching at a straw.

“Passengers?” wonderedthe Captain, gravely. “Whatpassengers?”

“Why, the Chinamen, sir,”explained Jukes, very sick ofthis conversation.

“The Chinamen! Why don’tyou speak plainly? Couldn’t tellwhat you meant. Never heard alot of cool ies spoken of aspassengers before. Passengers,indeed! What’s come to you?”

C a p t a i n M a c W h i r r ,c l o s i n g t h e b o o k o n h i s

no voy a hablarle.

Pero cuando abrió la puerta dela caseta de derrota se encontrócon el capitán leyendo un libro.El capitán MacWhirr no estabaacostado: estaba de pie, agarradocon una mano a la librería y man-teniendo abierto un grueso volu-men con la otra. La lámpara osci-laba violentamente, los libros secaían a uno y otro lado en el es-tante, el largo barómetro giraba enespasmódicos círculos, la mesacambiaba de inclinación continua-mente. En medio de todo aquelmovimiento y perturbación, el ca-pitán MacWhirr, deteniendo sulectura, asomó los ojos por enci-ma del libro y preguntó:

-¿Qué sucede?

-La marejada está empeorando, señor.

-Ya me he dado cuenta desdeaquí -murmuró el capitánMacWhirr-. ¿Algún problema?

Jukes, interiormente des-concertado por la seriedad delos ojos que le miraban por en-cima del l ibro, exhibió unasonrisa forzada.

- N o s b a l a n c e a m o sd e m a l a m a n e r a - d i j ot í m i d a m e n t e .

-Sí, una marejada muy fuerte.¿Qué quiere usted?

L l e g a d o s a e s t e p u n -t o , J u k e s p e r d i ó p i e ye m p e z ó a v a c i l a r .

-Estaba pensando en nuestrospasajeros -dijo, como quien se afe-rra a una brizna de paja.

-¿Pasajeros? -se preguntócon gravedad el capitán-. ¿Quépasajeros?

-Bueno, los chinos, señor -ex-plicó Jukes, verdaderamente hartode aquella conversación.

-¡Los chinos! ¿Por qué no ha-bla usted claro? No sabía qué que-ría decir. Nunca había oído hablarde un grupo de coolies como si fue-ran pasajeros. ¡Pasajeros, por favor!¿Pero qué le pasa a usted?

El capitán MacWhirr, cerrandoel libro pero marcando el punto de

digo ahora mismo.

Pero cuando abrió la puerta delcuarto de derrota se topó con el ca-pitán, que estaba leyendo tranquila-mente un libro. MacWhirr ni siquie-ra se había tendido: estaba de pie,aferrado con una mano a la libreríay mantenía abierto un libroextremadamente grueso, delante delos mismos ojos, con la otra mano.La luz oscilaba con violencia, loslibros corrían de un lado al otro dela estantería y el largo barómetro secolumpiaba marcando espasmódicossemicírculos. La mesa cambiaba deinclinación a cada instante. En me-dio de todo aquel movimiento, elcapitán MacWhirr levantó la vistapor encima del libro y preguntó:

-¿Qué pasa?

-Esto se pone feo, señor.

-Ya lo he no t ado desdeaquí -murmuró e l capi tán- .¿Ha pasado algo?

Jukes, interiormente descon-certado por la gravedad con quele miraban los ojos por encimadel libro, mostró una media son-risa turbada.

- C a b e c e a m o s q u e e su n g u s t o , s e ñ o r - d i j o ,con mansedumbre .

- C i e r t o . ¿ Q u éq u i e r e ?

E n e s t e p u n t o J u k e se m p e z ó a v a c i l a r , p e r -d i e n d o e l h i l o .

-Pensaba en los pasajeros -dijo,como quien se aferra a un clavo ar-diendo.

-¿Pasajeros? -preguntó elcapi tán, sorprendido- . ¿Quépasajeros?

-Bueno, los chinos, señor -ex-plicó Jukes, que no sabía cómo sa-lir del atolladero.

-¡Ah, los chinos! ¿Por qué nohabla claro, entonces? ¿Cómo [36]iba a entenderle? Jamás he oído quese les llamara pasajeros a un grupode coolies. ¡Pasajeros! ¡Esta sí quees buena! ¿Y qué ha pensado?

El capitán MacWhirr, que ha-bía cerrado el libro, aunque man-

bashfully, (avergonzado)

62

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

f o r e f i n g e r , l o w e r e d h i sa r m a n d l o o k e dc o m p l e t e l y m y s t i f i e d .“Why a re you th ink ing o f t heChinamen, Mr. Jukes?” he inquired.

J u k e s t o o k a p l u n g e ,l i k e a man driven to it .“ S h e ’s r o l l i n g h e r d e c k sf u l l o f w a t e r , s i r .T h o u g h t y o u m i g h tp u t h e r h e a d o np e r h a p s — f or a while.Till this goes down a bit —very soon, I dare say. Head tothe eastward. I never knew aship roll like this.”

H e h e l d o n i n t h ed o o r w a y, a n d C a p t a i nMacWhirr, f ee l ing h i s g r ipo n t h e s h e l f i n a d e q u a t e ,made up h is mind to le t goin a hur ry, and fe l l heavi lyon the couch.

“Head to the eas tward?”he sa id , s t r u g g l i n g t o s i tu p . “ T h a t ’ s m o r e t h a nf o u r p o i n t s o f f h e rc o u r s e . ”

“Yes, sir. Fifty degrees....Would just bring her head farenough round to meet this....”

C a p t a i n M a c W h i r r w a snow si t t ing up. He had notdropped the book, and he hadnot lost his place.

“To the eastward?” herepeated, wi th dawningastonishment. “To the . . . Wheredo you think we are bound to?You want me to haul a full-powered steamship four pointsoff her course to make theChinamen comfortable! Now,I’ve heard more than enough ofmad things done in the world —but this. . . . If I didn’t know you,Jukes, I would think you were inliquor. Steer four points off. . . .And what afterwards? Steer fourpoints over the other way, Isuppose, to make the coursegood. What put i t into yourh e a d t h a t I w o u l d s t a r t t otack a steamer as if she were asailing-ship?”

“Jolly good thing she isn’t,”threw in Jukes , wi th bi t terreadiness. “She would have

la página con su dedo índice, bajóel brazo y pareció totalmente des-concertado. [29]

-¿Por qué pensaba usted en loschinos, señor Jukes? -preguntó.

Jukes se lanzó de cabeza, comosi le hubieran empujado.

-Estamos dando bandazos demala manera, señor, y las cubier-tas se llenan de agua. Pensé quequizá debería dirigirlo de cara alas olas... durante un rato. Hastaque esto amaine un poco..., pron-to, me atrevo a decir. Proa al este.Nunca he visto cabecear un barcode esta manera.

Seguía agarrado al marco de lapuerta, y el capitán MacWhirr, con-siderando que la estantería no eraun punto de amarre suficientemen-te sólido, decidió soltarla de repen-te y se dejó caer pesadamente en elcamastro.

- ¿ R u m b o a l e s t e ?- d i j o , l u c h a n d o p o ri n c o r p o r a r s e - . S e r í au n d e s v í o d e m á s d ec u a t r o p u n t o s .

-Sí, señor, cincuenta grados...Sería suficiente para cortar las olasy evitar este bamboleo ....

El capitán MacWhirr esta-ba ahora sentado. No se le ha-bía caído el libro, ni había per-dido la página.

-¿Rumbo al este? -repitió, cadavez más asombrado-. ¿Rumboa...? ¿Pero hacia dónde cree ustedque nos encaminamos? ¡Quiereque desvíe cuatro puntos de su de-rrotero a un barco a todo vapor,para que los chinos se sientan có-modos! Bueno, demasiadas barba-ridades he visto ya cometer en estemundo, pero esto... Si no le cono-ciera, Jukes, pensaría que se en-cuentra bajo los efectos del alco-hol. Desviarnos cuatro puntos... ¿Yluego, qué? Desviarse otra vez cua-tro puntos, pero en la direccióncontraria, supongo, para recuperarel rumbo adecuado. ¿Cómo ha po-dido pensar que estaría dispuestoa dar bordadas con un vapor comosi fuera un velero?

-Menos mal que no lo es-lanzó Jukes, con amarga ra-p idez- . Hubiera perd ido to-

teniendo un dedo dentro, a guisa depunto de lectura, bajó el brazo y pa-reció completamente desorientado.

-¿Cómo es que pensaba en loschinos, Mr. Jukes? -insistió.

Jukes retrocedió, como si hu-biera recibido un empujón.

-E1 barco cabecea de lo lin-do, señor, y e1 agua invade lascubiertas. Había pensado que, talvez, fuera posible cambiar elrumbo durante un rato. Hasta quela cosa se calme un poco... Queserá pronto, según creo. Proa aleste. En mi vida había visto unamarejada semejante.

Jukes estaba sujeto al bas-tidor de la puerta y el capitánMacWhirr, advirtiendo que lal ibrer ía no era un punto deapoyo lo bastante seguro, de-c i d i ó s ú b i t a m e n t e d e j a r s ecaer sobre la litera.

- ¿ P r o a a l e s t e ? - d i j o ,l u c h a n d o p o r i n c o r p o r a r -s e - . E s o s i g n i f i c a u n d e s -v í o d e m á s d e c u a t r op u n t o s .

-Sí, señor. Cincuenta gra-dos . . . Lo jus to pa ra ev i t a res tas cabezadas. . .

El capitán MacWhirr ya se ha-bía sentado. No había soltado el li-bro, ni siquiera había perdido elpunto de lectura.

-¿Proa al este? -repitió, empe-zando a manifestar su azo-ramiento-. Proa a... Pero ¿dóndecree usted que vamos? ¿Pretendeque desvíe cuatro puntos este va-por sólo para que los chinos es-tén más cómodos? Créame, heoído decir muchas barbaridades alo largo de mi vida, pero ningunacomo ésta... Si no fuera porque leconozco, Jukes, diría que ha be-bido usted demasiado. Desviarsecuatro puntos... Y luego ¿qué?Desviarse cuatro puntos en direc-ción contraria, supongo, paramantener el rumbo, ¿no? ¿Cómose le ha ocurrido pensar que yoestaría dispuesto a navegar dan-do bandazos con un vapor, comosi fuera un barco de vela?

-Menos mal que no lo es -dijoJukes, con una rapidez que no ocul-taba un deje de amargura-. Esta tar-

tack 1 NOUN 1 a short sharp-pointed nailwith a large flat head 2 (Brit) (NZ) along loose temporary stitch used indressmaking

tack 2 NOUN 1 (Naut) the course of a boatsailing obliquely into the wind,expressed in terms of the side of theboat against which the wind is blowing? on the port tack 2 a course of actionor a policy ? telling her to get off myback hadn’t worked, so I took a differenttack

tack VERB (Naut) to steer (a boat) on azigzag course, so as to make progressagainst the wind

tack3 NOUN riding harness for horses,including saddles and bridles

tackI nombre

1 tachuela2 Cost hilván3 Náut bordadafigurado to change tack, cambiar detáctica4 arreos

II verbo transitivo1 Cost hilvanar2 to tack (down), clavar con tachue-las3 clavar con chinchetas: he tackedthe note to her door, fijó la nota ensu puerta con chinchetas

III vi Náut hacer una bordada

64

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

rolled every blessed stick out ofher this afternoon.”

“ Ay e ! A n d y o u j u s tw o u l d h a v e h a d t o s t a n da n d s e e t h e m g o , ” s a i dCapta in MacWhirr, showinga ce r t a in an imat ion . “ I t ’s adead ca lm, i sn ’ t i t ?”

“I t is , s i r. But there’ssomething out of the commoncoming, for sure.”

“Maybe. I suppose you havea notion I should be getting outof the way of that dirt,” saidCaptain MacWhirr, speakingwith the utmost simplicity ofmanner and tone, and fixing theoilcloth on the floor with aheavy stare. Thus he noticedneither Jukes’ discomfiture northe mixture of vexation anda s t o n i s h e d r e s p e c t o n h i sface.

“Now, here’s this book,”h e c o n t i n u e d w i t hd e l i b e r a t i o n , s l a p p i n g h i sthigh with the closed volume.“I’ve been reading the chapteron the storms there.”

This was true. He had beenread ing the chap te r on thestorms. When he had enteredthe chart-room, it was with nointention of taking the bookdown. Some influence in thea i r — the same in f luence ,p robab ly, t ha t caused thesteward to bring without ordersthe Captain’s sea-boots andoilskin coat up to the chart-room -had as it were guided hishand to the shelf; and withouttaking the time to sit down hehad waded with a consciouseffort into the terminology ofthe subject. He lost himselfamongs t advancing semi-circles, left- and right-handquadrants, the curves of thetracks, the probable bearing ofthe centre, the shifts of windand the readings of barometer.He tried to bring all these thingsin to a def in i te re la t ion tohimself, and ended by becomingcontemptuous ly angry wi thsuch a lot of words, and with somuch advice, all head-work andsupposition, without a glimmerof certitude.

d o s s u s b e n d i t o s m á s t i l e ses ta ta rde .

-Exacto. Y usted hubiera teni-do que quedarse viendo cómo des-aparecían -dijo el capitánMacWhirr, dando muestras de ciertaanimación-. El viento está totalmen-te en calma, ¿no es cierto? [30]

- A s í e s , s e ñ o r, p e r o s eestá preparando algo extraor-dinario, seguro.

-Quizá. Supongo que opi-na que debería intentar salir deeste mal paso -dijo el capitánMacWhirr, hablando con lamáxima simplicidad de tono yestilo, y con la mirada pesada-mente clavada en el hule delsuelo. Por ello no pudo obser-v a r e l d e s c o n c i e r t o d eJ u k e s n i l a m e z c l a d e r e s -p e t o y v e j a c i ó n q u e m o s -t r a b a s u c a r a .

-Mire, aquí tengo este l i-b r o - c o n t i n u ó d e l i b e r a d a -mente, golpeándose el muslocon el volumen cerrado-. Hees t ado l eyendo e l cap í tu losobre tempestades.

Era cierto. Había estado le-yendo el capítulo sobre tempes-tades. Al entrar en la caseta dederrota, su intención no habíasido la de coger el libro. Algoque flotaba en el aire -probable-mente lo mismo que había em-pujado al camarero a subir lasbotas y el impermeable del ca-pitán a la caseta de derrota, sinque éste se lo hubiera ordena-do- había guiado su mano ha-cia el estante; y sin tomarse eltiempo de sentarse, se habíasumergido con un esfuerzoconsciente en la terminologíadel tema. Pronto se encontróperdido entre los semicírculosfrontales, los cuadrantes dere-chos e izquierdos, las curvas depista, la probable localizacióndel centro, los cambios de di-rección del viento y las lectu-ras del barómetro. Intentó esta-blecer una relación concretaentre él mismo y todo aquello,y acabó despectivamente enoja-do por tantas palabras y tantosconsejos, todo abstracciones ysuposiciones, sin un atisbo decerteza.

de habría tenido que desplegar to-das las velas y aún así...

-Exactamente. Es lo únicoque podría haber hecho -dijoe l [ 3 7 ] c a p i t á n M a c W h i r r,mostrándose algo animado-.Es lo que se llama un día decalma, ¿no es cierto?

- S í , s e ñ o r . P e r o e s t o yseguro de que se e s t á p re -pa rando una buena .

-Es posible. Me imagino que us-ted opina que yo tendría que hacertodo lo posible por evitar la borrasca-dijo el capitán MacWhirr, emplean-do la máxima simplicidad en el tonoy en el estilo del habla y con los ojosfijos en el linóleo del suelo.

D e e s t e m o d o n o a d v i r -t i ó n i e l d e s c o n c i e r t o d eJ u k e s n i l a m e z c l a d e v e j a -c ión y r e spe to que expresa -b a s u r o s t r o .

-Mire, mire usted este libro --con-tinuó el capitán sin ninguna prisa, gol-peándose el muslo con el libro cerra-do-. En estos momentos estaba leyen-do el capítulo dedicado a las tempesta-des propias de estas latitudes.

Era cierto. Terminaba de leerel capítulo sobre las tempestades.Al entrar en la sala de rumbos, nolo había hecho con la intención detomar el libro, pero algo que flo-taba en el ambiente -seguramentelo mismo que había inducido alcamarero a llevar hasta el cuartode derrota las botas y el imper-meable del capitán, sin que éstese lo hubiese pedido expresamen-te- había conducido su mano has-ta el estante y, sin perder el tiem-po en sentarse, se había ensimis-mado completamente, medianteun esfuerzo consciente, en la ter-minología del tema. Muy prontose halló perdido entre semicírcu-los frontales, cuadrantes de iz-quierda y de derecha, curvas depista, la probable situación delcentro, los desplazamientos en lasdirecciones de los vientos y laslecturas de barómetro. Intentóponer todo esto en relación directaconsigo mismo y terminó por sen-tir ira ante el cúmulo de palabrasy consejos, contra todo este tra-bajo mental, basado en meras su-posiciones y sin una chispa decertidumbre.

[hule/ encerado/chubasquero]

discomfiture n. 1 a disconcert or baffle.b thwart. 2 uneasiness (desconcier-to) 3 archaic defeat in battle.

66

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

“ I t ’ s t h e d a m n e d e s tth ing , Jukes ,” he sa id . “ I f af e l l o w w a s t o b e l i e v e a l ltha t ’s in there , he would berunning most of h is t ime a l lo v e r t h e s e a t r y i n g t o g e tbehind the weather.”

Again he slapped his legwith the book; and Jukes openedhis mouth, but said nothing.

“Running to get behind theweather! Do you understandtha t , Mr. Jukes? I t ’s t hemaddes t th ing!” e jacu la tedCap ta in MacWhi r r, w i thpauses , gaz ing a t the f loorprofoundly. “You would thinkan old woman had been writingthis. It passes me. If that thingmeans anything useful, then itmeans that I should at oncealter the course away, away tothe devil somewhere, and comebooming down on Fu-chau fromthe northward at the tail of thisdirty weather that’s supposed tobe knocking about in our way.From the north! Do youunderstand, Mr. Jukes? Threehundred extra miles to thedistance, and a pretty coal billto show. I couldn’t bring myselfto do that if every word in therewas gospel truth, Mr. Jukes.Don’t you expect me. . . .”

A n d J u k e s , s i l e n t ,m a r v e l l e d a t t h i s d i s p l a yo f f e e l i n g a n d l oquacity.

“ B u t t h e t r u t h i s t h a ty o u d o n ’ t k n o w i f t h ef e l l o w i s r i g h t , a n y h o w.H o w c a n y o u t e l l w h a t ag a l e i s m a d e o f t i l l y o ug e t i t ? H e i s n ’ t a b o a r dh e r e , i s h e ? Ve r y w e l l .H e r e h e s a y s t h a t t h ec e n t r e o f t h e m t h i n g sb e a r s e i g h t p o i n t s o f f t h ew i n d ; b u t w e h a v e n ’ t g o ta n y w i n d , f o r a l l t h eb a r o m e t e r f a l l i n g . W h e r e ’sh i s c e n t r e n o w ? ”

“We wil l get the windpresently,” mumbled Jukes.

“Let it come, then,” saidCaptain MacWhirr, wi thdignified indignation. “It’s onlyt o l e t y o u s e e , M r. J u k e s ,

-Es absolutamente increíble,Jukes -dijo-. Si uno tuviera quecreerse todo lo que está aquí es-crito, se pasaría la vida corrien-do de un lado al otro del mar,intentando situarse detrás de latormenta.

Volvió a golpearse el mus-lo con el libro; y Jukes abrió laboca, pero no dijo nada.

-¡Corriendo para situarse de-trás de la tormenta! ¿Lo entiendeusted, señor Jukes? ¡Es la cosamás insensata que haya oído nun-ca! -exclamó el capitán MacWhirr,hablando entre pausas, mientrasmiraba intensamente el suelo-. Sediría que esto lo ha escrito algunavieja. Me supera. Si [31] esto en-traña alguna utilidad, entoncessignifica que debería desviar in-mediatamente el rumbo, desviar-lo hacia el diablo sabe dónde, paraluego bajar hasta Fu-chau desdeel norte, a la cola de esta tempes-tad que se supone se ha desatadoen la zona. ¡Desde el norte! ¿En-tiende, señor Jukes? Trescientasmillas más de distancia, y unabuena factura de carbón a la lle-gada. No podría decidirme a ha-cer algo semejante, aunque cadapalabra de este libro fuera tan cier-ta como las del Evangelio, señorJukes. No esperará que...

Y Jukes, callado, se maravilla-ba ante esta demostración de senti-miento y locuacidad.

-Pero lo cierto es que ni tansiquiera sabemos si este indivi-duo tiene razón o no. ¿Cómo sa-ber de qué está hecha una tor-menta hasta que no estás meti-do en ella? El autor no estáaquí, a bordo de este barco,¿verdad? Muy bien. Aquí diceque el centro de estas cosas seencuentra siempre a ocho pun-tos del viento; pero no tenemosnada de viento, por mucho quecaiga el barómetro. Entonces,¿dónde está el centro?

-Pronto se alzará el vien-to -murmuró Jukes .

- Q u e s e a l c e , e n t o n c e s-dijo el capitán MacWhirr conuna indignación llena de dig-nidad-. Esto le demuestra, se-

-Que el demonio se me lleve,Jukes -dijo-, pero a fe mía que situviéramos que creer en todo cuan-to aquí se dice nos pasaríamos lamayor parte del tiempo de navega-ción intentando adivinar qué tiem-po se avecina.

Volvió a golpearse el muslocon el libro. Jukes abrió la boca,pero no articuló palabra.

- ¡Ad iv ina r e l t i empo!¿Comprende usted, Mr. Jukes?¡Locura t o t a l ! - exc l amóMacWhirr, marcando las pau-sas, mirando con obstinación elsuelo-. Se diría que esto estáescrito por una [38] señora ma-yor. Me empalaga. Si es que heentendido algo, según este li-bro lo que yo debería hacer esalterar el rumbo y alejarme,quien sabe hasta dónde, paradirigirme a Fu-chou desde elnorte, bordeando la borrascaque se supone nos cierra elpaso. ¡Desde el norte! ¿Lo haentendido usted, Jukes? Un ro-deo de trescientas millas, ¡yuna magnífica factura de car-bón que exhibir luego! No medecidiría a hacer algo semejan-te ni aunque lo que dice estelibro fuera tan cierto como elEvangelio, Mr. Jukes. No espe-rará usted que...

Jukes no acertaba a hablar, ma-ravillado ante la manifestación desentimientos y de locuacidad.

-Aunque, después de’ todo,no podemos saber si este indi-viduo tiene o no razón. ¿Cómose puede afirmar que se avecinaun temporal hasta que te vesmetido en él? ¿Lo llevamos abordo acaso? Muy bien. Aquídice que el centro de estas cosasse encuentra siempre a ochopuntos del viento, pero, lo quees hoy, no tenemos ni una pizcade viento, por mucho que el ba-rómetro esté bajando. ¿Dóndeestá el centro, entonces?

-No tardaremos mucho en te-ner viento -murmuró Jukes.

-Bienvenido sea -d i jo e l cap i -t án MacWhi r r , man ten i endo t odasu d ign idad en medio de su indigna-ción-. Unicamente quería hacerle ver,

68

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

tha t you don’t f i nd eve ry -t h i n g i n b o o k s . A l l t h e s er u l e s f o r d o d g i n g b r e e z e sand circumventing the winds ofheaven, Mr. Jukes, seem to methe maddest thing, when youcome to look at it sensibly.”

H e r a i s e d h i s e y e s ,s a w J u k e s g a z i n g a t h i md u b i o u s l y , a n d t r i e d t oi l l u s t r a t e h i s m e a n i n g .

“About as queer as youre x t r a o r d i n a r y n o t i o n o fdodging the ship head to sea,for I don’t know how long, tom a k e t h e C h i n a m e nc o m f o r t a b l e ; w h e r e a s a l lwe’ve go t to do i s to t akethem to Fu-chau, being timedto get there before noon onFriday. If the weather delaysme — very well. There’s yourl o g - b o o k t o t a l k s t r a i g h ta b o u t t h e w e a t h e r. B u tsuppose I went swinging offmy course and came in twodays late, and they asked me:‘Where have you been all thattime, Captain?’ What could Isay to that? ‘Went around tod o d g e t h e b a d w e a t h e r, ’ Iwould say. ‘It must’ve beendam’ bad,’ they would say.‘Don’t know,’ I would haveto say; ‘I’ve dodged clear ofi t . ’ See that , Jukes? I havebeen thinking it all out thisafternoon.”

He looked up again in hisunseeing, unimaginative way.No one had ever heard him sayso much at one time. Jukes,w i t h h i s a r m s o p e n i n t h ed o o r w a y, w a s l i k e a m a ninvited to behold a miracle.Unbounded wonder was thein te l lec tual meaning of h iseye , whi le inc redu l i ty wass e a t e d i n h i s w h o l ecountenance.

“ A ga le i s a ga l e , Mr.Jukes,” resumed the Captain,“and a full-powered steam-shiphas got to face it. There’s justso much d i r ty wea the rknocking about the world, andthe p rope r t h ing i s t o gothrough it with none of whato ld Cap ta in Wi l son o f t heMelita calls ‘storm strategy.’The other day ashore I heard

ñor Jukes, que no todo está enlos libros. Todas estas reglaspara esquivar vendavales ysortear los vientos del cielo,señor Jukes, me parecen absoluta-mente insensatas, si se considerancon un poco de sentido común.

Levantó la vista, vio que Jukesle observaba con expresióndubitativa y trató de ilustrar lo quequería decir.

- C a s i t a n e x t r a v a g a n t ec o m o s u i n c r e í b l e i d e a d ecambiar el rumbo del barco,durante no se sabe cuánto tiempo,para que los chinos se encontraranmás cómodos; cuando lo único quetenemos que hacer es llevarlos has-ta Fu-chau, y llegar allí antes delmediodía del viernes. Si el tiem-po me retrasa..., bien. Para estoestá el diario de navegación, paradar fe de la clase de tiempo conque nos hemos encontrado. Perosupongamos que fuera cambian-do de rumbo y llegara con un re-traso de dos días, y me pre-guntaran: «¿Dónde ha estado us-ted todo este tiempo, capitán?».[32] ¿Qué podría contestarles?«Me he desviado para evitar el maltiempo», diría yo. «Pues debe ha-ber sido verdaderamente malo»,me contestarían. «No lo sé -ten-dría entonces que decir yo-, por-que lo he esquivado.» ¿Lo ve us-ted, Jukes? He estado pensándolotoda la tarde.

Volvió a levantar la miradacon su actitud habitual de ciegafalta de imaginación. Nadie le ha-bía oído jamás hablar tanto en tanpoco tiempo. Jukes, con los bra-zos abiertos en el umbral de lapuerta, era como un hombre aquien se le ofreciera contemplarun milagro. En sus ojos se leía unasombro infinito, mientras quetoda su actitud hablaba de la in-credulidad más absoluta.

-Un temporal es un temporal,señor Jukes -resumió el capitán- yun barco a vapor como éste tieneque hacerle frente. Hay muchostemporales desatados alrededor delmundo, y lo correcto es enfrentarsea ellos, sin ninguna de estas «estra-tegias de tormenta» de las que siem-pre habla el viejo capitán Wilson,del Melita. El otro día, en tierra, leoí pontificar sobre este tema ante

Mr. Jukes, que no todo se encuen-tra en los libros. Todas estas re-g l a s p a ra e s q u i v a r l o sv e n d a v a l e s y s o r t e a rl a s t e m p e s t a d e s m e p a -r e c e n s i m p l e l o c u r a , ym e q u e d o c o r t o .

Levantó por fin la mirada, advirtió queJukes le estaba mirando sin mucho con-vencimiento e intentó ilustrar más amplia-mente lo que quería decir.

-Resulta algo tan extravagantecomo su idea, su extraordinaria ideade cambiar el rumbo del barco so-lamente para que los chinos se sien-tan más cómodos, cuando mi obli-gación es únicamente la de llevar-los hasta Fu-chou, y siempre antesdel viernes al mediodía. ¡Qué levamos a hacer si el tiempo nos re-trasa! El diario de navegación de-jará bien a las claras el tiempo conque nos hemos topado. Por el con-trario, si empiezo a cambiar de rum-bo y llegamos con dos días de re-traso y me preguntan: « ¿Dóndediablos se ha metido todo este tiem-po, capitán?», ¿qué podré decir?«He dado una vuelta, para esquivarel mal tiempo», diría. « Debió seruna tempestad muy violenta», di-rían ellos. « Pues la verdad es queno lo sé», me vería obligado a con-testar yo, «me he [39] limitado aesquivarla, ¿saben ustedes?». ¿Seda usted cuenta ahora, Jukes? Nohe pensado en otra cosa durantetoda la tarde.

Alzó de nuevo la mirada consu característica falta de imagina-ción. Nadie, nunca, le había oídohablar durante tanto tiempo segui-do. Jukes, con los brazos abiertossobre el marco de la puerta, pare-cía un hombre asistiendo a la rea-lización de un milagro. Sus ojosexpresaban una admiración sin lí-mites, mientras toda su actitud de-notaba la incredulidad que le em-bargaba.

-Un temporal es un temporal, Mr.Jukes -continuó el capitán-, y un bar-co de vapor como éste debe encarar-se con él, no hay tu tía. Son muchaslas tempestades que hay por el mun-do y lo que hay que hacer es capearlaslo mejor que se pueda, sin nada deeso que el viejo capitán Wilson, delMelita, llama « estrategia de tempes-tad». El otro día, en tierra, estuveescuchándole perorar sobre el tema

70

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

him hold forth about it to a lotof shipmasters who came inand sat at a table next to mine.It seemed to me the greatestnonsense. He was telling themhow he outman & oelig; uvred,I think he said, a terrific gale,so that it never came nearer thanfifty miles to him. A neat piec eo f h e a d - w o r k h e c a l l e di t . H o w h e k n e w t h e r ew a s a t e r r i f i c g a l e f i f t ym i l e s o f f b e a t s m ea l t o g e t h e r . I t w a s l i k el i s t e n i n g t o a c r a z y m a n .I w o u l d h a v e t h o u g h tC a p t a i n W i l s o n w a s o l de n o u g h t o k n o w b e t t e r. ”

C a p t a i n M a c W h i r rceased fo r a moment , thensa id , “It’s your watch below,Mr. Jukes?”

J u k e s c a m e t oh i m s e l f w i t h a s t a r t .“ Y e s , s i r . ”

“ L e a v e o r d e r s t o c a l lm e a t t h e s l i g h t e s tc h a n g e , ” s a i d t h e C a p t a i n .H e r e a c h e d u p t o p u t t h eb o o k a w a y, a n d t u c k e d h i sl e g s u p o n t h e c o u c h . “ S h u tt h e d o o r s o t h a t i t d o n ’ tf l y o p e n , w i l l y o u ? I c a n ’ ts t a n d a d o o r b a n g i n g .T h e y ’ v e p u t a l o t o fr u b b i s h y l o c k s i n t o t h i ss h i p , I m u s t s a y. ”

Captain MacWhirr closed hiseyes.

He did so to rest himself. Hewas tired, and he experiencedthat state of mental vacuitywhich comes at the end of anexhaustive discussion that hasliberated some belief matured inthe course of meditative years.He had indeed been making hisconfession of faith, had he onlyknown it; and its effect was tomake Jukes, on the other side ofthe door, stand scratching hishead for a good while.

Captain MacWhirr openedhis eyes.

He thought he must havebeen asleep. What was that loudnoise? Wind? Why had he notbeen called? The lamp wriggled

un grupo de capitanes que se senta-ron en la mesa vecina. Me pareciótodo una perfecta estupidez. Lesestaba explicando cómo habíaconseguido... esquivar, creo que éstaes la palabra que empleó, un terribletemporal, de manera que nunca es-tuvo a menos de cincuenta millasde distancia. Un buen trabajo estra-tégico, esto es lo que dijo que ha-bía sido. Cómo había podido saberque a más de cincuenta millas ha-bía un temporal terrible, eso sí quees algo que no entiendo. Era comoescuchar a un hombre que hubieraperdido el juicio. Creía que el ca-pitán Wilson era ya bastante viejopara no decir estas tonterías.

El capitán MacWhirr se detuvoun momento, y luego continuó:

-¿Le toca la guardia abajo, se-ñor Jukes?

J u k e s v o l v i ó e n s í c o nu n s o b r e s a l t o .

-Sí, señor.

-Deje órdenes de que mellamen si se produce el másmínimo cambio -dijo el capi-tán. Alargó la mano para de-jar el libro y arrebujó las pier-nas en el camastro-. Cierre lapuerta para que no se abra porsí sola, ¿quiere? No soporto[ 3 3 ] l o s p o r t a z o s . P a r e c ementira la cantidad de cerro-jos de mala calidad que le pu-sieron a este barco.

El capitán MacWhirr cerró losojos.

Lo hizo para descansar. Estabafatigado y experimentaba el estadode vacío mental que llega al finalde una discusión exhaustiva, en laque se ha dado rienda suelta a algu-na creencia madurada en el cursode largos años de meditación. Cier-tamente, había hecho profesión defe, aunque no lo supiera él mismo;y tuvo como consecuencia queJukes, al otro lado de la puerta, sequedara rascándose la cabeza du-rante un buen rato.

El capitán MacWhirr abrió losojos.

Pensó que debía de habersequedado dormido. ¿Qué era aquelruido tan fuerte? ¿Viento? ¿Porqué no le habían llamado? La

ante un grupo de capitanes que esta-ban sentados a una mesa, junto a lamía. En conjunto, aquello me pare-ció una solemne tontería. El buenhombre les estaba contando el modoen que había esquivado un temporal,de manera que en ningún momentose había visto expuesto a menos decincuenta millas del mismo. Dijo quehabía sido un trabajo mental, intelec-tual, de primera clase. Lo que yo noacabo de entender es cómo demoniossabía que, a cincuenta millas, habíaun temporal terrible. Me parecía es-tar oyendo a un loco de remate. Nun-ca hubiera creído que, a su edad, elcapitán Wilson andara diciendo talesbarbaridades.

El capitán MacWhirr hizo unapequeña pausa y luego añadió:

-¿No es su turno de guardia,Mr. Jukes?

J u k e s v o l v i ó e n s í c o nu n r e s p i n g o .

-Sí, señor.

-Diga usted que me llamensi se produce el menor cambio-dijo el capitán. Alargó el bra-zo para devolver el libro a susitio y estiró las piernas enci-ma de la litera-. Cierre la puer-ta, para que no se abra sola, ¿mehará el favor? No puedo sopor-tar el golpeteo de una puerta.Por cierto que en este barcocolocaron un montón de pica-portes que no funcionan.

El capitán MacWhirr cerró losojos.

Lo hizo para descansar. Es-taba fatigado y sentía esa espe-cie de vacío mental que sigue auna discusión exhaustiva que hapermitido exponer una creenciamadurada a lo largo de años en-teros [40] de meditación. Enefecto, había formulado su pro-fesión de fe, sólo que él no losabía, con el resultado de queJukes, al otro lado de la puerta,se quedó un buen rato boquia-bierto, rascándose la mollera.

El capitán MacWhirr abrió losojos.

Supuso que se había que-dado dormido. ¿A qué se de-bía el fragor que escuchaba?¿Viento? ¿Por qué no le ha-

72

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

bían llamado? La luz se co-lumpiaba, el barómetro oscila-ba en círculos, la mesa modi-ficaba su inclinación y un parde botas de agua pasaban, des-lizándose, junto a la litera. Elcapitán alargó con rapidez lamano y capturó una del par.

E1 rostro de Jukes apareció porla abertura de la puerta, sólo su ros-tro, completamente rojo, con losojos desorbitados. La llama de laluz se encabritó, voló un trozo depapel y un golpe de viento envol-vió al capitán MacWhirr. Mientrasse ponía la bota, dirigió una mira-da expectante a la cara inflamaday excitada de Jukes.

-Como puede usted ver, ya hallegado -gritó éste-. Hace cincominutos, de pronto.

La cabeza desapareció brus-camente y un tamborileo de go-tas repicó en la puerta cerrada,como si hubiesen arrojado con-tra ella una paletada de plomofundido. Se escuchaba como unsilbido por encima de la vibra-ción exterior. El cuarto de derro-ta, asfixiante hasta aquel mo-mento, se había convertido enuna especie de choza, por la quetransitaban toda clase de co-rr ientes de a i re . El capi tánMacWhirr cazó al vuelo la otrabota en el mismo momento enque pasaba a su lado a toda ve-locidad. No había perdido suserenidad, pero le costó trabajoencontrar el agujero por él quemeter el pie. Los zapatos que sehabía quitado corrían de un ladoa otro de la cabina, dando tum-bos y jugando el uno con el otro,como dos cachorrillos. Al poner-se en pie, el, capitán les dirigióun puntapié, sin acierto.

Adoptó la ac t i tud de unesgrimista en el acto de lan-zarse a fondo para descolgarsu impermeable; luego reco-rrió a saltos todo el espaciodisponible mientras se lo po-nía , yendo de un lado paraotro, a bandazos. Gravemen-t e , c o n l a s p i e r n a sdespatarradas y el cuello es-tirado, empezó a atarse bajola barbil la los cordones delimpermeable, con los dedosateridos temblándole ligera-

lámpara se retorcía, el barómetrooscilaba en círculos, la mesa va-riaba de inclinación a cada mo-mento; un dar de flácidas botasde lluvia altas, con los bordescaídos, pasaron deslizándose allado del camastro. Alargó rápida-mente la mano y cazó una.

La cara de Jukes apareció en larendija de la puerta: sólo su cara,muy roja, con los ojos desorbitados.La llama de la lámpara dio un brin-co, un trozo de papel alzó el vuelo,una ráfaga de aire envolvió al capi-tán MacWhirr. Mientras empezabaa ponerse la bota, dirigió una mira-da interrogante al hinchado y exci-tado semblante de Jukes.

- H a l l e g a d o a s í - g r i t óJ u k e s - h a c e c i n c o m i n u -tos . . . , de r epen te .

La cabeza desapareció con unportazo, y a través de la puertacerrada se oyó tamborilear vio-lentamente el agua, como si al-guien hubiera lanzado contra lacaseta un cubo lleno de plomofundido. Por encima del fuerte yvibrante ruido de fondo, se oíaahora además una especie de sil-bido. La caseta de derrota, tan as-fixiante hasta aquel momento, pare-cía estar tan llena de corrientes deaire como un cobertizo. El capitánMacWhirr cazó al vuelo la otra bota,en uno de sus violentos trayectos aras de suelo. No había perdido la se-renidad, pero le costó encontrar laabertura para insertar el pie. Los za-patos que había tirado correteabande lado a lado de la cabina, dandot u m b o s j u g u e t o n a m e n t e [ 3 4 ]y s a l tando e l uno encima delotro, como si fueran cachorros.En cuanto se hubo puesto en pie,les dio una malintencionada pata-da, inútilmente.

Adoptó la actitud de un es-grimista a punto de lanzarsecontra su contr incante paraapoderarse de su impermeable;y luego fue tambaleándose portoda la habitación, mientras in-tentaba ponérselo. Con el sem-blante muy serio, abriendo mu-cho las piernas y estirando elcuello, empezó a anudarse pau-sadamente los cordones del im-permeable bajo el mentón, conlos dedos agarrotados y ligera-mente temblorosos. Ejecutó to-

in its gimbals, the barometerswung in c i rc les , the tab lea l t e r e d i t s s l a n t e v e r ymoment; a pair of limp sea-b o o t s w i t h c o l l a p s e d t o p swent sliding past the couch.He put out his hand instantly,and captured one.

Jukes’ face appeared in acrack of the door: only his face,very red, with staring eyes. Theflame of the lamp leaped, a piece ofpaper flew up, a rush of airenveloped Captain M a c W h i r r .B e g i n n i n g t o d r a w o n t h eb o o t , h e d i r e c t e d a ne x p e c t a n t g a z e a t J u k e s ’swol l en , exc i t ed f ea tu res .

“Came on l ike th i s ,”shouted Jukes, “five minutesago . . . all of a sudden.”

T h e h e a d d i s a p p e a r e dw i t h a b a n g , a n d a h e a v ysp la sh and pa t t e r o f d ropsswept pas t the c losed dooras if a pailful of melted leadhad been f lung aga ins t thehouse . A whis t l ing could beh e a r d n o w u p o n t h e d e e pvibra t ing noise outs ide . Thestuffy char t - room seemed asfu l l o f d raughts as a shed .Capta in MacWhir r co l la redt h e o t h e r s e a - b o o t o n i t sv i o l e n t p a s s a g e a l o n g t h ef loor. He was not f lustered[azorado] , bu t he could notf ind a t once the opening forinsert ing his foot . The shoesh e h a d f l u n g o f f w e r escurrying from end to end oft h e c a b i n , g a m b o l l i n gp l a y f u l l y o v e r e a c h o t h e rl ike puppies . As soon as hes tood up he k icked a t themv i c i o u s l y , b u t w i t h o u teffect .

He threw himself into theattitude of a lunging fencer, toreach after his oilskin c o a t ;a n d a f t e r w a r d s h es t a g g e r e d a l l o v e r t h ec o n f i n e d s p a c e w h i l e h ej e r k e d h i m s e l f i n t o i t .Ve r y grave, straddling his legsfar apart, and stretching hisn e c k , h e s t a r t e d t o t i ed e li b e r a t e l y t h e strings ofhis sou’-wester under his chin,with thick fingers that trembledslightly. He went through all

fluster turbar, aturullar, azorar 1 tr. & intr.make or become nervous orconfused; flurry (was flustered by thenoise; he flusters easily). 2 tr.confuse with drink; half-intoxicate. 3intr. bustle.

— n. a confused or agitated state.

74

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

mente. Ejecutó todos los mo-vimientos de una mujer colo-c á n d o s e e l s o m b r e r o [ 4 1 ]frente a un espejo, con unaatención tensa, aguzando eloído, como si esperara oír gri-tar su nombre de un momentoa otro entre el confuso clamorque, de golpe, se había apo-derado de su barco. Mientrasse disponía a salir y encarar-se con lo que fuese, el fragoraún aumentó su violencia. Eratumultuoso y extremadamen-te fuer te , compuesto por e lsilbido del viento, los golpesde la mar y una profunda vi-bración del aire, como si uninmenso tambor redoblase acarga en el temporal.

Permaneció de pie e inmó-vil por un momento, bajo laluz, inhábil, confuso, informeen su panoplia de combate,alerta y acalorado.

«La vamos a tener buena», mur-muró.

En cuanto intentó abrir la puer-ta el viento se apoderó de él.Aferrado al pomo, el capitán fueaspirado hacia fuera y, de golpe yporrazo, se encontró liado en unaespecie de lucha personal con elviento, que no tenía otro objeto queel de volver a cerrar la puerta. Enel último momento, una ráfaga deviento se deslizó hacia dentro yapagó la llama de la luz.

- E n l a p r o a d e l b a r c op o d í a d i s t i n g u i r s e u n a o s -c u r i d a d e n o r m e p l a n e a n d opor enc ima de una mul t i t udd e c h i s p a s b l a n c a s ; h a c i aes t r ibo r, a lumbraban déb i l -m e n t e u n a s c u a n t a s e s t r e -l l a s p o r e n c i m a d e l a i n -m e n s a e x t e n s i ó n d e l a sa g u a s e n f u r e c i d a s .

E n e l p u e n t e , u n g r u p ocompacto de hombres indistin-tos y bregadores parec íanagotarse a la luz de las venta-nas de la caseta del timón, queiluminaba neblinosamente suscabezas y sus hombros . Depronto, uno de los cristalesquedó a oscuras, y luego otro.Las voces del grupo le llega-ban, como suele pasar en lostemporales, a fragmentos, a re-

dos los movimientos de unamujer poniéndose el sombreroante el espejo, con una aten-ción tensa y alerta, como si es-perara oír gritar su nombre encualquier momento en el con-fuso clamor que de repente sehabía apoderado del barco. Lacreciente intensidad del soni-do le llenaba los oídos mien-tras se preparaba para salir yenfrentarse a lo que fuera. Eraun estruendo tumultuoso y muyfuerte, producido por el vientohuracanado y los golpes delmar, con esa vibración profun-da y prolongada del aire, comoel redoble de un inmenso y re-moto tambor marcando la car-ga del temporal.

S e d e t u v o u n m o m e n t obajo la luz de la lámpara, cor-pulento, torpe, informe en supanoplia de combate, vigilan-te y con la cara enrojecida.

-Me parece que esto va en se-rio -murmuró.

En cuanto intentó abrir lapuerta, el viento se abalanzó so-bre ella. Agarrado al pomo, se vioarrastrado al otro lado del umbral, einmediatamente se encontró sumidoen una especie de escaramuza perso-nal contra el viento cuyo motivo dediscordia fuera conseguir cerrar lapuerta. En el último momento, unalengua de viento se escabulló y apagóla llama de la lámpara.

A proa del barco distinguióuna gran oscuridad sobre mul-titud de destellos blancos; ha-cia estribor, se marchitaban al-gunas estrel las asombrosas,débiles y espasmódicas, enci-ma de una inmensa extensiónde mar enfurecido, como vis-tas a través de una enloqueci-da bocanada de humo.

En el puente, un confuso gru-po de hombres esforzados [35] ha-cía grandes esfuerzos a la luz delas ventanas de la caseta del timón,que iluminaba brumosamente suscabezas y sus espaldas. Súbita-mente, la oscuridad cegó uno delos cristales, y luego otro. Lasvoces del grupo desaparecido lellegaron como llegan las voces delos marineros en una tormenta,como jirones y fragmentos de un

the movements of a womanputting on her bonnet before ag l a s s , w i t h a s t r a i n e d ,listening attention, as thoughhe had expected every momentto hear the shout of his namein the confused clamour thath a d s ud d e n l y b e s e t h isship . I t s i n c r e a s e f i l l e d hise a r s w h i l e h e w a s g e t t i n gready to go out and confrontwhatever i t might mean. I tw a s t u m u l t u o u s a n d v e r yloud — made up of the rushof the wind, the crashes ofthe sea, with that prolongeddeep vibration of the air, l ikethe rol l of an immense andr e m o t e d r u m b e a t i n g t h echarge of the gale.

H e s t o o d f o r a m o m e n ti n t h e l i g h t o f t h e l a m p ,t h i c k , c l u m s y, s h a p e l e s si n h i s p a n o p l y o f c o m b a t ,v i g i l a n t a n d r e d - f a c e d .

“There’s a lot of weight inthis,” he muttered.

As soon as he attempted toopen the door the wind caughtit. Clinging to the handle, he wasdragged out over the doorstep,and at once found himselfengaged with the wind in a sortof personal scuffle whose objectwas the shutting of that door. Atthe last moment a tongue of airscurried in and licked out theflame of the lamp.

A h e a d o f t h e s h i p h ep e r c e i v e d a g r e a td a r k n e s s l y i n g u p o n am u l t i t u d e o f w h i t ef l a s h e s ; o n t h es t a r b o a r d b eam a fewamazing stars drooped, dim andfitful, above an immense waste ofbroken seas, as if seen through amad drift of smoke.

On the br idge a knot ofmen, indis t inct and toi l ing,were making great efforts inthe l ight of the wheelhousewindows that shone mistily onthe i r heads and backs .Suddenly darkness closed uponone pane, then on another. Thevo ices o f t he lo s t g roupreached him after the mannerof men’s voices in a gale, inshreds and fragments of forlorn

[ r i g h t s i d e ]

76

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

tales que el viento arrastraba.Luego Jukes compareció a sulado, gritando, con la cabezaempapada.

-La guardia... puesto...batiportes caseta... por... rompie-sen... cristales.

Jukes alcanzó a oír los gritos desu patrón.

-¿Por qué... no se me ha... avi-sado?

J u k e s i n t e n t ó e x p l i -c a r s e e n t r e e l e s t r é p i t od e l a t e m p e s t a d .

- P o c o d e a i r e . . . q u e d a -d o . . . p u e n t e . . . d e g o l p e . . .nordeste. . . pensado que.. . lohabía oído.

Ahora estaban al amparo de unalona encerada y podían conversar, aun-que fuera a gritos, como dos personasque estuvieran discutiendo. [42]

-He ordenado tapar todoslos ventiladores. Menos malque me había quedado en cu-bierta. No creí que se hubie-r a u s t e d d o r m i d o . . . ¿ Q u édice, señor? ¿Cómo?

-Nada -gr i tó e l cap i tánMacWhirr-. Digo que... ¡muybien!

-¡Por todos los dioses! ¡Esta vezsí que la hemos pillado! -observóJukes con un bramido.

-¿Ha alterado usted el rumbo?-preguntó el capitán MacWhirr al-zando aún más la voz.

-No, señor, ni una pizca. Elviento ha surgido de frente. ¡Y vayacon lo que se nos avecina!

L a c a b e z a d a d e l b a r c oconcluyó con un golpe seco,como si la proa hubiese cho-cado con a lgo só l ido . Trasun ins tan te de inmovi l idad ,una o la de espuma les sa l tóa la cara .

-Mantenga el rumbo mientrassea posible -gritó el capitánMacWhirr.

Antes de que Jukes tuviera

desesperado griterío, arrebatadospor el viento. En seguida apare-ció Jukes junto a él, gritando, conla cabeza baja.

-Guardia... puesto... batien-tes caseta... miedo... rompie-sen... cristales.

Jukes escuchó el reprochede su capitán.

-Esto... dije... cualquier cosa...avisarme.

I n t e n t ó e x p l i c a r s e , c o ne l e s t r u e n d o s e l l a n d o s u sl ab ios .

-Poco a i r e . . . quedado . . .puente... de repente... nores-te... podía girar... pensé... se-guro... lo oiría.

Habían llegado al cobijo delencerado de lona y podían conver-sar alzando mucho la voz, como siestuvieran discutiendo.

-He mandado a los hombres quetaparan todos los ventiladores. Me-nos mal que me había quedado encubierta. No pensaba que se hubie-ra dormido usted, y por esto... ¿Quéha dicho usted, señor? ¿Qué?

- N a d a - g r i t ó e l c a p i t á nMacWhirr-, he dicho que muybien.

-¡Por todos los dioses! ¡Estavez sí que va en serio! -bramóJukes.

-¿No habrá alterado su rumbo?-preguntó el capitán MacWhirr, for-zando la voz.

-No, señor. Por supuesto queno. El viento ha llegado de frente.¡Ahí viene una enorme!

El cabeceo del barco acabócon un fuerte choque, como sihubiera topado con algo sólido.Tras un momento de silencio, unchorro de espuma propulsadacon violencia por el viento lesgolpeó la cara.

-Mantenga el rumbo mien-tras pueda -gri tó el capi tánMacWhirr.

Antes de que Jukes hubiera po-

shouting snatched past the ear.All at once Jukes appeared athis side, yelling, with his headdown.

“Watch — put in —wheelhouse shutters — glass -afraid — blow in.”

J u k e s h e a r d h i scommander upbraiding.

“This — come — anything— warning — call me.”

H e t r i e d t o e x p l a i n ,w i t h t h e u p r o a r p r e s s i n go n h i s l i p s .

“Light air — remained —bridge — sudden — north-east— could turn — thought — you— sure — hear.”

They had gained the sheltero f t h e w e a t h e r - c l o t h , a n dcould converse wi th ra i sedvoices, as people quarrel.

“I got the hands along tocover up all the ventilators.Good job I had remained ondeck. I didn’t think you wouldbe asleep, and so . . . What didyou say, sir? What?”

“Nothing,” cried CaptainM a c W h i r r. “ I s a i d — a l lright.”

“By all the powers! We’vegot i t th i s t ime ,” observedJukes in a howl.

“You haven’t altered hercourse?” inquired CaptainMacWhirr, straining his voice.

“No, s i r. Cer ta in ly no t .Wind came out right ahead. Andhere comes the head sea.”

A plunge of the ship endedin a shock as if she had landedher forefoot upon somethingsol id . Af te r a moment ofstillness a lofty flight of spraysdrove hard with the wind upontheir faces.

“Keep her at it as long as wecan,” shouted CaptainMacWhirr.

B e f o r e J u k e s h a d

78

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

tiempo de secarse el agua salada delos ojos, todas las estrellas habíandesaparecido. [43]

CAPITULO III

Jukes era tan apto como lamejor media docena de jóve-nes oficiales que se pueda en-contrar lanzando una red almar, y aunque, en principio,se hab ía quedado un t an todesconcertado ante la inespe-r a d a v i o l e n c i a d e l p r i m e rasalto, se había recuperado deinmediato. Había l lamado alos hombres y les había orde-nado cerrar todas las obertu-ras de la cubierta que queda-ban abiertas. Dirigió la ope-rac ión gr i tando con su vozestentórea: «¡Vamos, mucha-chos, de prisa!», mientras sedecía para sí: « Justo lo queme temía».

Pero al mismo tiempo sedaba cuenta de que aquello eramucho más grave de lo que sehabía temido. Desde que habíasentido el primer golpe de vien-to en la mejilla, el temporal ha-bía adquirido el ímpetu acumu-lado de un alud. Una densa es-puma envolvía al Nan-Shan deproa hasta popa, y el barco,bruscamente, se puso a brincary a hundirse como si se hubieravuelto loco de terror.

«Esto no es una broma»,pensaba Jukes . Mien t r a sintercambiaba explicaciones agritos con el capitán, la nochese había oscurecido totalmen-te, de pronto, y una sólida ti-

dido secarse el agua salada de losojos, todas las estrellas habían des-aparecido. [36]

CAPÍTULO III

Jukes era un hombre tanbien dispuesto como pudieranserlo media docena de jóvenesmarineros pescados en plenamar; y aunque en un principiole hubiera desarmado la violen-cia del primer asalto, se habíarecuperado al momento, habíallamado a sus hombres y leshabía apremiado para que ce-rraran todas las aberturas encubierta que no hubieran sidoya cerradas de antemano. Gri-tándoles con su voz fresca yestentórea: «¡Rápido, mucha-chos, deprisa!», dirigía la ope-ración mientras se decía a símismo «Justo lo que me te-mía».

Pero, al mismo tiempo, era cadavez más consciente de que en reali-dad aquello superaba lo que habíasupuesto. Desde que notó el primersoplo de aire en la mejilla, el tempo-ral parecía haber tomado el acumu-lado ímpetu de una avalancha. Gran-des surtidores de espuma envolvíanel Nan-Shan de proa a popa, y elbarco, en medio de su constante ca-beceo, empezó repentinamente aencabritarse y zambullirse como sihubiera enloquecido de terror.

Jukes pensó «esto no es nin-guna broma». Mientras estabaintercambiando explicaciones agritos con su capitán, la oscuri-dad aumentó de modo repentinocubriendo la noche, cayendo

squeezed the sal t water outof his eyes al l the s tars haddisappeared.

III

JUKES was as ready a manas any half-dozen young matesthat may be caught by casting anet upon the waters; and thoughhe had been somewhat takenaback by the s tar t l ingviciousness of the first squall, hehad pulled himself together onthe instant, had called out thehands and had rushed themalong to secure such openingsabout the deck as had not beenalready battened down earlier inthe evening. Shouting in hisfresh, stentorian voice, “Jump,boys, and bear a hand!” he ledin the work, telling himself thewhile that he had “just expectedthis.”

But at the same time he wasgrowing aware that this wasrather more than he hadexpected. From the first stir ofthe air felt on his cheek the galeseemed to take upon itself theaccumulated impetus of an avalanche.Heavy sprays enve loped theNan-Shan from stem to stern,and instantly in the midst of herregular rolling she began to jerkand plunge as though she hadgone mad with fright.

Jukes thought, “This is nojoke.” Whi l e he wasexchanging explanatory yellswi th h i s cap ta in , a suddenlowering of the darkness cameupon the night, falling before

80

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

niebla cayó ante sus ojos. Eracomo si todas las luces delmundo se hubiesen apagado.Jukes se alegraba de tener alcapitán a mano. Se sentía ali-viado, como si el capitán, conel simple hecho de aparecer porcubierta, hubiese cargado so-bre sus espaldas la mayor par-te del peso del temporal. Heaquí el prestigio, el privilegioy la carga del mando.

El capitán MacWhirr no podíaesperar alivio alguno, al respecto,por parte de ningún ser humano.He aquí la soledad del mando. In-tentaba poner las cosas en claro,al modo del marinero que mirafrente afrente al viento como simirara los ojos de un contrincan-te, para adivinar sus secretas inten-ciones y calcular el alcance y lafuerza de sus embates. El podero-so viento le abofeteaba, surgiendode la inmensa oscuridad; sentíabajo sus pies la inquietud del bar-co y ni tan siquiera llegaba a cap-tar la sombra [45] de sus formas.Aquello no le gustaba nada; esta-ba al acecho, inmóvil, herido, conla impotencia de un ciego.

E l s i l e n c i o e r a c o s ah a b i t u a l e n é l , d e d í a o d en o c h e . A s u l a d o , J u k e ss é h i z o o í r a g r i t o s , e nm e d i o d e l v i e n t o :

-Según parece hemos ido ameternos, de buenas a primeras, entoda la boca del lobo, señor.

U n d é b i l r e l á m p a g otremoló en el aire, como en elinterior de una caverna, den-tro de la cámara negra y secre-ta del mar, sobre el fondo decrestas espumeantes .

Por un instante, puso enevidencia la masa rasgada den u b e s b a j a s , l a ________________ __ _ _ _ __ ___ __ _s i lue ta de l barco , l as negrasfiguras de los hombres sorpren-didos en el puente, con la cabe-za gacha, como en actitud deembestir. La negrura cayó denuevo sobre aquel espectáculoinstantáneo y, por fin, llegó deverdad la cosa, la auténtica

Fue algo formidable e inme-diato, como si de golpe se hubieseroto un recipiente lleno de ira. Pa-recía haber estallado todo alrede-

ante su vista como algo palpa-ble. Era como si alguien hubie-ra apagado las luces tamizadasdel mundo. Jukes se alegraba in-condicionalmente de tener alcapitán a mano. Le reconfortabacomo si aquel hombre, por elsolo hecho de haber salido a cu-bierta, hubiera asumido casi porcompleto la carga de la tormen-ta. Tal es el prestigio, el privile-gio y el peso del mando.

El capitán MacWhirr no podíaesperar esta clase de alivio de na-die en el mundo. Tal es la soledaddel que tiene el [37] mando. Esta-ba intentando ver, con esa actitudvigilante del marino que se enfren-ta cara a cara con el viento, comomirando al adversario a los ojos,para penetrar cualquier intenciónoculta y prever el objetivo y la fuer-za del golpe. El fuerte vendaval leabofeteaba, llegado de la vasta os-curidad; sentía bajo sus pies la in-seguridad del barco y no podía si-quiera discernir un atisbo de susformas. Deseó que no fuera así; yse dispuso a esperar, inmóvil, sin-tiéndose afectado por la impoten-cia de un ciego.

Estar callado era algo natu-ral en él, tanto de día como denoche. Jukes, a su lado, se hizoescuchar gritándole con vivezaentre las ráfagas de viento:

- ¡ D e b e m o s h a b e r n o se n c o n t r a d o c o n l o p e o rd e e n t r a d a , s e ñ o r !

U n débil relámpago serpen-teó a su alrededor, como si hu-biera estallado dentro de unacueva, en una negra y secretacámara del mar con un suelo deespumosas crestas.

Durante un siniestro y aleteanteinstante, desveló una masadeshilachada de nubes bajas, elmovimiento del largo perfil del bar-co, las figuras negras de los hom-bres sorprendidos en el puente, conla cabeza gacha, como si se hubie-ran quedado petrificados en el mo-mento de la embestida. La oscuri-dad palpitante lo envolvía todo des-de arriba y, entonces, finalmente,llegó lo de verdad.

Fue algo formidable e inme-diato, como la ruptura repentinade un recipiente de ira. Parecióexplotar alrededor del barco con

their vision like something pal-pable. It was as if the maskedlights of the world had beentu rned down . Jukes wasuncritically glad to have hiscaptain at hand. It relieved himas though that man had, bysimply coming on deck, takenmost of the gale’s weight uponh i s shou lde r s . Such i s t heprestige, the privilege, and theburden of command.

Captain MacWhirr couldexpect no relief of that sort fromany one on earth. Such is theloneliness of command. He wastrying to see, with that watchfulmanner of a seaman who staresinto the wind’s eye as if into theeye of an adversary, to penetratethe hidden intention and guessthe aim and force of the thrust.The strong wind swept at himout of a vast obscurity; he feltunder his feet the uneasiness ofhis ship, and he could not evendiscern the shadow of hershape. He wished it were not so;and very still he waited, feelings t r icken by a b l ind man’shelplessness.

To b e s i l e n t w a s n a t u r a lt o h i m , d a r k o r s h i n e .J u k e s , a t h i s e l b o w, m a d eh i m s e l f h e a r d y e l l i n gc h e e r i l y i n t h e g u s t s ,“ W e m u s t h a v eg o t t h e w o r s t o fi t a t o n c e , s i r . ”A f a i n t b u r s t o f l i g h t n i n gq u i v e r e d a l l r o u n d , a s i ff l a s h e d i n t o a c a v e r n —i n t o a b l a c k a n d s e c r e tchamber o f the sea , w i th af loor o f foaming c res t s .

I t unvei led for a s in is ter,f lu t te r ing moment a raggedmass of c louds hanging low,t h e l u r c h o f t h e l o n go u t l i n e s o f t h e s h i p , t h eblack f igures of men caughto n t h e b r i d g e , h e a d sf o r w a r d , a s i f p e t r i f i e d i nt h e a c t o f b u t t i n g . T h ed a r k n e s s p a l p i t a t e d d o w nupon a l l th i s , and then therea l th ing came a t las t .

I t w a s s o m e t h i n gformidable and swift, like thesudden smashing of a vial ofwrath. It seemed to explode

butt 1 1 tr. & intr. push with the head orhorns. 2 a intr. (usu. foll. by against,upon) come with one end flat against,meet end to end with, abut. b tr. (usu.foll. by against) place (timber etc.)with the end flat against a wall etc.Topetar=Dar cabezadas contra. [Em-pellar para sacar del sitio]

1 a push with the head. 2 a join of twoedges.

82

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

dor del barco con una espantosadetonación y un gigantesco levan-tamiento de las aguas, como si sehubiese venido abajo una presainmensa. En un momento, loshombres perdieron el contacto en-tre sí. He aquí el poderdesintegrador de los grandes ven-davales: aíslan al hombre de la hu-manidad. Un terremoto, un corri-miento de tierras, un alud, afec-tan a un hombre incidentalmente,sin pasión, podría decirse. Unviento furioso le ataca como a unenemigo personal, intentaaferrarlo por los miembros, seadhiere a su mente, como si pre-tendiera arrebatarle el alma.

Jukes fue arrastrado lejos de susuperior. Le pareció haber sido arro-jado a gran distancia por el vientoarremolinado. Todo desapareció;incluso, por un momento, su capaci-dad para pensar. Pero su mano acer-tó a encontrar un barraganete dela baranda. Su desesperación no sesentía en absoluto aliviada por unacierta tendencia a desconfiar de larealidad de aquella experiencia. Apesar de su juventud, había vividofuertes tempestades y jamás habíadudado de su capacidad para ima-ginarse lo peor; pero, en aquel mo-mento, todo estaba tan por encimade las posibilidades de su fantasía,que parecía incompatible con laexistencia de barco real alguno. In-cluso, tal vez, hubiera dudado desu propia existencia, si no hubieraestado tan ocupado luchando con-tra aquella fuerza empeñada enarrancarlo del barraganete al cualse agarraba. Poco a poco, la con-vicción de no haber sido destrui-do [46] definitivamente regresabaa su conciencia a través de la» sen-saciones de un ser a punto de aho-garse, brutalmente sacudido y su-mergido.

El tiempo se le hizo inter-minable, infinito, allí, solo, conel barraganete , en precarioequilibrio. La lluvia caía sobreé l , l e inundaba. Respirabaespasmódicamente; el agua quetragaba era a veces salada y aveces dulce. Durante todo eltiempo, o casi, mantenía losojos cerrados, como temiendoque la furia de los elementospudiera acabar con su capaci-dad de visión. Cuando se aven-turaba a parpadear rápidamen-

una intimidante detonación y unaavalancha gigantesca de las aguas,como si una presa inmensa hubie-ra cedido empujada por el viento.En un instante los hombres per-dieron todo contacto. Éste es elpoder desintegrador del venda-val: aislar al hombre de los de suespecie. Un terremoto, un corri-miento de tierras, una avalancha,pueden alcanzar al hombre comosi fuera por casualidad, sin apa-sionamiento. Pero un temporalfurioso le ataca como si fuera unenemigo personal, intenta agarrar-le los miembros, se cierra sobresu mente, intenta extirparle hastael espíritu.

Jukes se vio arrancado de laproximidad de su capitán. Tuvo lasensación de ser lanzado a grandistancia, en un torbellino de vien-to. Todo desapareció, incluso, porun momento, [38] su capacidad depensamiento; pero su mano habíaalcanzado un montante de la ba-randa. Su angustia no se veía enabsoluto aliviada por una inclina-ción a dudar de la realidad deaquella experiencia. Aunque jo-ven, había vivido algún temporal,y no había puesto nunca en dudasu capacidad para imaginar lopeor; pero esto sobrepasaba de talmanera las posibilidades de sufantasía, que parecía incompatiblecon la existencia misma de barcoalguno. Habría experimentado lamisma incredulidad acerca de símismo, quizá, si no hubiera esta-do tan agobiado por la necesidadde ejercer un esfuerzo titánicocontra la fuerza que intentabaarrancarle de su anclaje. Además,la sensación de estar casi ahoga-do, brutalmente sacudido y par-cialmente asfixiado, le permitíaconvencerse de que no estaba porcompleto acabado.

Le pareció estar allí aga-rrado del montante, precaria-mente solo, durante largo, lar-go tiempo. La lluvia le empa-paba, fluía, caía en cortinas.Respiraba a bocanadas; y aveces el agua que tragaba eradulce , a veces sa lada. Casitodo el tiempo mantenía losojos bien cerrados, como sitemiera que la inmensa furiade los elementos acabara consu vista. Cuando se atrevía aparpadear rápidamente , en-

a l l round the sh ip wi th anoverpowering concussion anda rush of great waters, as if animmense dam had been blownup to windward. In an instantthe men los t touch of eacho t h e r. T h i s i s t h ed i s i n t e g r a t i n g p o w e r o f agreat wind: it isolates one fromone’s kind. An earthquake, alandsl ip , an ava lanche ,overtake a man incidentally, asit were — without passion. Afurious gale attacks him like apersonal enemy, tries to grasphis l imbs, fas tens upon hismind, seeks to Rout his veryspirit out of him.

Jukes was driven away fromhis commander. He fanciedhimself whirled a great distancethrough the a i r. Everythingdisappeared — even , for amoment, his power of thinking;but his hand had found one ofthe rail-stanchions. His distresswas by no means alleviated byan inclination to disbelieve therea l i ty of th i s exper ience .Though young, he had seensome bad weather, and hadnever doubted his abili ty toimagine the worst; but this wasso much beyond his powers offancy tha t i t appearedincompatible with the existenceof any ship whatever. He wouldhave been incredulous abouth imsel f in the same way,perhaps, had he not been soharassed by the necessity ofexer t ing a wres t l ing e ffor tagainst a force trying to tear himaway from his hold. Moreover,the convict ion of not beingutterly destroyed returned tohim through the sensations ofbeing half-drowned, bestiallyshaken, and partly choked.

I t s eemed to h im heremained there precariouslyalone with the stanchion for along , l ong t ime . The r a inpoured on him, flowed, drovein sheets. He breathed in gasps;and sometimes the water heswa l lowed was f r e sh andsometimes it was salt. For themost part he kept his eyes shuttight, as if suspecting his sightmigh t be des t royed in t heimmense f lurry o f t heelements. When he ventured to

84

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

te, obtenía un poco de sopor-te moral de la vista de la luzverde de estribor, que seguíabrillando débilmente entre lalluvia y la espuma. Estaba mi-rando precisamente el farolcuando sus rayos iluminaronla oleada que habría de apa-garlo. Jukes vio la cresta dela ola, elevándose por encimade su cabeza, añadiendo sufragor al rugido general de latempestad y, casi simultánea-mente, el barraganete le fuearrebatado de las manos. Trascaer de espaldas, golpeándo-se con dureza, de pronto sesintió flotar, de un lado paraotro. La primera idea que levino a la cabeza fue la de quetodo el mar de China se habíaencaramado al puente. Luego,más sensatamente, llegó a laconclusión de que había sal-tado por la borda. Mientras seveía arrojado de un lado paraotro, zambullido en medio degrandes masas de agua, no de-jaba de repetir mentalmente laspalabras: « ¡Dios mío! ¡Diosmío!»

De pronto, en un impulso re-belde provocado por la desespe-ración, tomó la descabellada de-cisión de salir del aprieto y em-pezó a agitar pies y manos. Peroapenas había iniciado la luchadesesperada descubrió que, sinsaber como, de un modo u otro,estaba mezclado con un rostro,un impermeable y unas botas. Seaferró con ferocidad a todo aque-llo, lo perdió, volvió a encontrar-lo, y a perderlo de nuevo, hastaque se sintió atrapado por unosfornidos brazos. Jukes correspon-dió de inmediato, abrazándosecon todas sus fuerzas a un cuer-po sólido y robusto. Había en-contrado a su capitán.

F u e r o n d a n d o t u m b o s ,l o s d o s j u n t o s , e s t r e c h a -m e n t e a b r a z a d o s . D eg o l p e , e l a g u a l e s a b a n -d o n ó c o n u n i m p a c t ob r u t a l , a r r o j á n d o l o s c o n -t r a l a c a s e t a d e l t i m ó n ,s i n a l i e n t o , m a g u l l a d o s ;p e r o p u d i e r o n i n c o r p o -r a r s e , a t i e n t a s , p a r aa g a r r a r s e a l o p r i m e r oq u e e n c o n t r a r o n . [ 4 7 ]

contraba cier to apoyo moralen el resplandor verde de laluz de estr ibor, que bri l labadébi lmente entre la l luvia yla espuma. Esta luz era pre-cisamente lo que estaba mi-rando cuando i luminó la olaencrespada que acabaría porapagarla . Vio alzarse y caerla cabeza de la ola , añadien-do el estrépi to de su caída alt remendo tumulto a su alre-dedor, y casi en el mismo mo-m e n t o , e l m o n t a n t e l e f u earrebatado de las manos. Trascaer de espaldas con un fuer-te golpe, se encontró de re-pente flotando y sostenido porel agua. Su primer e irresisti-ble pensamiento fue que todoel mar de China se había su-bido a l puente . Luego, conmayor sensatez, concluyó quese había caído por la borda.Mientras grandes cantidadesde agua le lanzaban, zaran-deaban y revolcaban, iba re-pitiéndose mentalmente, conl a m a y o r p r e c i p i t a c i ó n : «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Diosmío! ¡Dios mío!».

De repente, rebelándose depuro desespero y miseria, tomóla insensata resolución de salirde allí. Y empezó a agitar [39]brazos y piernas. Pero en cuan-to inició su penoso forcejeo, des-cubrió que de alguna manera seencontraba revuelto con unacara, un impermeable, unas bo-tas. Se agarró ferozmente de to-das estas cosas una tras otra, lasperdió, volvió a encontrarlas,volvió a perderlas una vez más,y f inalmente se encontróatenazado a su vez por un par defornidos brazos. Devolvió elabrazo apretando entre los suyosun cuerpo sólido y recio. Habíaencontrado a su capitán.

F u e r o n d a n d o t u m b o su n a y o t r a v e z , e s t r e c h a -m e n t e a b r a z a d o s . D e s ú -b i t o , e l a g u a l e s d e j ó c a e rc o n u n g o l p e b r u t a l ; y ,v a r a d o s c o n t r a l a p a r e dl a t e r a l d e l a c a s e t a d e l t i -m ó n , m a g u l l a d o s y s i na l i e n t o , a l l í q u e d a r o nt a m b a l e á n d o s e e n e l v i e n -t o e i n t e n t a n d o a g a r r a r s ed o n d e f u e r a .

blink hastily, he derived somemoral support from the greeng leam o f t he s tarboard[rightside] light shining feeblyupon the f l ight of ra in andsp rays . He was ac tua l lylooking at it when its ray fellupon the uprearing sea whichput it out. He saw the head ofthe wave topple over, addingthe mite [pizca/ácaro/chiquillo] ofi ts crash to the t remendousuproar raging around him, andalmost at the same instant thestanchion was wrenched awayfrom his embracing arms. Aftera crushing thump on his backhe found h imse l f sudden lyafloat and borne upwards. Hisfirst irresistible notion was thatthe who le Ch ina Sea hadclimbed on the bridge. Then,more sane ly, he conc ludedhimself gone overboard. All thet ime he was be ing to s sed ,f lung , and ro l l ed in g rea tvolumes of water, he kept onrepeating mentally, with theu tmos t p rec ip i t a t i on , t hewords: “My God! My God! MyGod! My God!”

All at once, in a revolt ofmisery and despair, he formedthe crazy resolution to get outof that. And he began to threshabout with his arms and legs.But as soon as he commencedh i s w r e t c h e d s t r u g g l e s h ediscovered that he had becomesomehow mixed up w i th af a c e , a n o i l s k i n c o a t ,somebody’s boots. He clawedferociously all these things inturn, lost them, found themagain, lost them once more, andfinally was himself caught in thefirm clasp of a pair of stout arms.He returned the embrace closelyround a thick solid body. He hadfound his captain.

T h e y t u m b l e d o v e ra n d o v e r , t i g h t e n i n gt h e i r h u g . S u d d e n l y t h ew a t e r l e t t h e m d o w nw i t h a b r u t a l b a n g ; a n d ,s t r a n d e d a g a i n s t t h es i d e o f t h e w h e e l h o u s e ,o u t o f b r e a t h a n db r u i s e d , t h e y w e r e l e f tt o s t a g g e r u p i n t h ew i n d a n d h o l d o n w h e r et h e y c o u l d .

86

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

Jukes había experimentado elmayor de los horrores, como si hu-biera escapado de un ultraje sin pre-cedentes contra sus sentimientos.Lo que había sucedido anulaba suconfianza en sí mismo. Empezó agritarle al hombre que sentía a sulado, en medio de la infernal oscu-ridad: «¿Es usted, señor? ¿Es us-ted, señor?», hasta que le parecióque iban a estallarle las sienes. Enrespuesta, escuchó una voz muylejana que le gritaba, con displicen-cia, desde la distancia, una únicapalabra: «¡Sí!» Nuevas oleadas cu-brían el puente. Jukes las recibía,indefenso, con la cabeza descubier-ta, las manos ocupadas únicamenteen hallar un asidero, cualquiera quefuese.

Los movimientos del barcoeran extravagantes. Sus zam-bullidas denotaban una inde-fensión total: se precipitabacomo si lo hiciera al vacío, ysiempre parecía tropezar conalgo sólido. Al zambullirse, seinclinaba hacia un lado, paraser devuelto a su primitiva po-sición con un violento golpe,tan violento que Jukes sentíacomo el barco vacilaba, lo mis-mo que lo hace un hombrecuando rec ibe un go lpe demaza en la cabeza, antes dedesplomarse definitivamente.E l t e m p o r a l a u l l a b a yforcejeaba en todo el contor-no, como si el mundo enterono fuera otra cosa que una ne-gra cloaca. En determinadosmomentos, el viento atrapabade pleno al barco, como con-duciéndole por un túnel, conuna fuerza tan concentrada ysólida que parecía levantarloy mantenerlo en el aire porunos instantes, estremeciéndo-se de proa a popa. Luego, elnavío volvía a caer y a saltary a brincar, como en una cal-dera de agua hirviendo. Jukeshacía esfuerzos por ordenar sumente y juzgar la s i tuacióncon sangre fría.

E l m a r , c o m o a l i s a d oba jo l as rachas más fuer tes ,se levantaba de pronto y cu-br ía de un ex t remo a o t ro e lN a n - S h a n d e u n a c a p a d ee s p u m a b l a n c a q u e s e e x -t e n d í a m á s a l l á d e a m b a sbordas , en l a noche . Y po r

Jukes se sentía horrorizado,como si hubiera escapado a al-gún ultraje sin precedentes con-tra sus sentimientos. Algo quehabía minado su fe en sí mismo.Sin saber hacia dónde dirigirse,empezó a gritarle al hombre quesin embargo sentía cercano en laoscuridad enemiga: «¿Es usted,señor? ¿Es usted, señor?», hastaque sus sienes parecieron a pun-to de reventar. Y por respuestaoyó una voz muy lejana, comosi le gritara ansiosamente des-de una gran distancia una solapalabra: «Sí». Otras olas barrie-ron de nuevo el puente. Las re-cibió indefenso en su cabezadescubierta, con las dos manosocupadas en aferrarse.

Los movimientos del barcoeran extravagantes. Sus sacudi-das parecían extrañamente inevi-tables: hundía la proa como sisaltara al vacío y cada vez se en-contrara con una pared al fon-do. Cuando cabeceaba, se incli-naba totalmente de lado, y se en-derezaba con un golpe tan demo-ledor que Jukes percibía su tam-baleo como el de un hombretumbado a garrotazos, que selevanta antes de desplomarsede manera definitiva. El tem-p o r a l a u l l aba y fo rce jeabagigantescamente en la oscuri-dad, como si el mundo enterono fuera más que un enorme ba-rranco negro. En ciertos mo-mentos, el viento enfocaba del l eno e l nav ío , comosuccionado por un túnel, conuna fuerza de impacto tan sóli-da y concentrada que parecíalevantarlo del agua y mantener-lo suspendido un instante, sóloatravesado por un escalofríode extremo a extremo. Y lue-go el barco volvía a [40] dartumbos, como si lo hubierandejado caer en una caldera hir-viente. Jukes intentaba con to-das sus fuerzas o rdenar sumente y considerar la situa-ción con serenidad.

El mar, allanado bajo las ra-chas más fuertes, se alzaba derepente por encima de ambosextremos del Nan-Shan en sur-tidores de espuma blanca, des-bordándose ampliamente, másallá de ambas bordas, hacia lanoche. Y contra esta deslum-

Jukes came out of it ratherhorr if ied, as though he hadescaped some unpara l le ledoutrage directed at his feelings.It weakened his faith in himself.He started shouting aimlessly tothe man he could feel near himin that fiendish blackness, “Is ityou, sir? Is it you, sir?” till histemples seemed ready to burst.And he heard in answer a voice,as if c rying far away, as i fscreaming to him fretfully froma very great distance, the oneword “Yes!” Other seas sweptagain o v e r t h e b r i d g e . H ereceived them defenceless lyr i g h t o v e r h i s b a r e h e a d ,with both his hands engagedin hold ing .

The mo t ion o f t he sh ipw a s e x t r a v a g a n t . H e rl u r ch e s h a d a n a p p a l l i n ghelplessness : she p i tched asi f t a k i n g a h e a d e r i n t o avoid , and seemed to f ind awall to hi t every t ime. Whens h e r o l l e d s h e f e l l o n h e rs i d e h e a d l o n g , a n d s h ew o u l d b e r i g h t e d b a c k b ys u c h a d e m o l i s h i n g b l o wthat Jukes fe l t her reel ing asa c lubbed man ree ls beforeh e c o l l a p s e s . T h e g a l ehowled and scuf f l e d a b o u tg i g a n t i c a l l y i n t h ed a r k n e s s , a s t h o u g h t h ee n t i r e w o r l d w e r e o n eb l a c k g u l l y . A t c e r t a i nm o m e n t s t h e a i r s t r e a m e da g a i n s t t h e s h i p a s i fs u c k e d t h r o u g h a t u n n e lw i t h a c o n c e n t r a t e d s o l i dforce of impac t tha t seemedt o l i f t h e r c l e a n o u t o f t h ew a t e r a n d k e e p h e r u p f o ra n i n s t a n t w i t h o n l y aq u i v e r r u n n i n g t h r o u g h h e rf r o m e n d t o e n d . A n d t h e ns h e w o u l d b e g i n h e rt u m b l i n g a g a i n a s i fd ropped back in to a bo i l ingc a u l d r o n . J u k e s t r i e d h a r dt o c o m p o s e h i s m i n d a n dj u d g e t h i n g s c o o l l y.

The sea, flattened down int h e h e a v i e r g u s t s , w o u l duprise and overwhelm bothe n d s o f t h e N a n - S h a n i ns n o w y r u s h e s o f f o a m ,expanding wide, beyond bothrails, into the night. And onth is dazz l ing shee t , spread

fretful A adjective 1 querulous, whiney,wh in ing (a ) , wh iny hab i tua l l ycompla in ing; «a whin ing ch i ld» 2fidgety, fretful, itchy, restless unableto relax or be still; «a constant fretfuls tamp ing o f hooves» ; « i t chy fo rexcitement»; «a restless child»

fretful adj. visibly anxious, distressed,or irritated.

88

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

enc ima de aque l l a e spec i ed e s á b a n a d e s l u m b r a n t e ,ex tend ida ba jo l a oscur idadde l a s nubes , de l a que sed e s p r e n d í a i g u a l m e n t e u nresp landor azu lenco , e l ca -p i t án MacWhi r r d i s t i ngu íae l e spec tácu lo deso lado deu n o s c u a n t o s p u n t i t o s n e -g ros como e l ébano : l a pa r-t e s u p e r i o r d e l a s e s c o t i -l l a s , l a s e s ca l e r a s i nunda -d a s , l a s c a b r i a s c u b i e r t a s ,e l p i e de un más t i l . Eso e ratodo lo que consegu ía d i s -t i ngu i r de su ba rco . La e s -t ruc tu ra med iana , cub i e r t ap o r e l p u e n t e d o n d e é l s eha l laba , su segundo y la ca -se t a de l t imón ce r r ada , enla que e l t imone l e spe rabas e r [ 4 8 ] a r r o j a d o , d e u nmomento a o t ro , ca se t a in -c l u i d a , a l m e d i o d e l m a r,e s t a e s t ruc tu ra e s t aba ba t i -d a d e c o n t i n u o p o r l a saguas , como una roca a l acual se a fer ran unos náufra-gos a punto de desis t i r de sui n ú t i l l u c h a ; m e j o r d i c h o ,como una roca desprendidaque , mi lagrosamente , f lo ta -se mar adent ro .

E l N a n - S h a n s e v e í a z a -r a n d e a d o y a r r o j a d o d ea q u í p a r a a l l á p o r l a t e m -p e s t a d c o n u n a f u r i ad e s t r u c t i v a y s i n s e n t i d o ,p o r u n f u r i b u n d o p i l l a j eq u e n o d e j a b a t í t e r e c o nc a b e z a . I n c l u s o d o s d e l o sb a t e s h a b í a n s i d o a r r a n c a -d o s d e l n a v í o . H a b í a n d e s -apa rec ido s i l enc io samen te ,i n v i s i b l e s , c o m o s i s e h u -b i e r a n f u n d i d o e n e l c h o-que contra las aguas. Fue unpoco más tarde, en el cursode otra inundación total de la es-tructura mediana, cuando Jukestuvo la vis ión de dos paresde serviolas que sobresa l ían ,vac ías , ______________________________________________________________________ y comprend ió lo que hab ías u c e d i d o a t r e s m e t r o s d esus e spa ldas .

Inclinó la cabeza hacia adelante,para acercarse al oído de su supe-rior. De hecho, llegó a tocárselo conlos labios: una oreja grande, carno-sa, empapada. Y gritó, agitado:

brante cortina, extendida bajo lanegrura de las nubes y emitien-do un resplandor azulado, el ca-pitán MacWhirr atisbaba la de-solada visión de algunas man-chas diminutas, negras como elébano: la parte superior de lasescotillas, las escaleras inunda-das, los cabrestantes cubiertos,el pie de un mástil. Era todo loque podía ver de su barco. Laestructura central, cubierta porel puente en el que se hallabaél, su segundo de a bordo y lacabina con un hombre al timónencerrado por el temor de serlanzado al mar con todo lo de-más en un golpe gigantesco; suestructura central, decimos, quee ra como una roca cos te rabañada por la marea. Como unaroca adentrada en el mar, con elagua rebullendo a su alrededor,cubriéndola, golpeándola -comouna roca a la que se aferran losnáufragos, antes de dejarse ir-,pero con la diferencia de queesta roca se elevaba, se hundía,cabeceaba continuamente, sinrespiro ni descanso, como unpeñasco que se hubiera despren-dido milagrosamente de la tie-rra y flotase mar adentro.

E l N a n - S h a n e r a p a s t od e l a t o r m e n t a c o n u n a f u -r i a d e s t r u c t i v a y s i n s e n t i -d o ; e n u n p i l l a j e f u r i b u n d oq u e n o d e j a b a n a d a e n t e r o .D o s d e l o s b o t e s y a h a b í a nd e s a p a r e c i d o . N a d i e l o sh a b í a v i s t o u o í d o c a e r ,c o m o s i s e h u b i e r a n f u n d i -do en e l impac to y e l r e f l u -jo de l a o la . Jukes no se d ioc u e n t a d e l o q u e h a b í a p a -sado a t r e s me t ros de su e s -p a l d a h a s t a m á s t a r d e ,c u a n d o g r a c i a s a l d e s t e l l ob l a n c o d e o t r a o l a i n m e n s acerniéndose sobre el centro del na-vío, tuvo la visión de dos paresde serviolas saltando, negras y va-cías, de la sólida oscuridad._________________________________________________________________________________________________________________

Movió la cabeza hacia delan-te, buscando el oído de su ca-pitán. Sus labios tocaron laoreja, grande, carnosa, muymojada. Gritó con tono de inquietud:

under the b lackness o f theclouds and emitting a bluishg l o w, C a p t a i n M a c W h i r rc o u l d c a t c h a d e s o l a t eglimpse of a few tiny specksblack as ebony, the tops oft h e h a t c h e s , t h e b a t t e n e dcompanions, the heads of thecovered winches, the foot ofa mast . This was al l he couldsee of his ship. Her middles t ruc tu re , cove red by thebridge which bore him, hismate, the closed wheelhousewhere a man was steering shutup with the fear of being sweptoverboard together with thewho le th in g i n o n e g r e a tc rash — he r midd le s t ruc tu rew a s l i k e a h a l f - t i d e r o c ka w a s h u p o n a c o a s t . I t w a sl ike an ou t ly ing rock wi th thew a t e r b o i l i n g u p , s t r e a m i n go v e r , p o u r i n g o f f , b e a t i n ground — l ike a rock in the sur ft o wh ich sh ipwrecked peop l ec l ing be fo re they l e t go—onlyi t r o s e , i t s a n k , i t r o l l e dcon t inuous ly, w i thou t r e sp i t ea n d r e s t , l i k e a r o c k t h a ts h o u l d h a v e m i r a c u l o u s l ys t ruck ad r i f t f rom a coas t andgone wallowing upon the sea.

The Nan-Shan was beinglooted by the s torm with asenseless , des t ruct ive fury:trysails torn out of the extrag a s k e t s , d o u b l e - l a s h e dawnings blown away, bridgeswept clean, weather-c lo thsb u r s t , r a i l s t w i s t e d , l i g h t -screens smashed — and twoof the boats had gone already.They had gone unheard andunseen, melting, as it were, inthe shock and smother of thew a v e . I t w a s o n l y l a t e r ,when upon the whi te f l ashof another h igh sea hur l ingi t se l f amidships , Jukes hada v i s i o n o f t w o p a i r s o fdavits leap ing b l ack and emptyout of the sol id blackness, with oneoverhauled fal l f lying and an i ron-bound b lock caper ing i n t he a i r ,t ha t he became aware o f wha t hadh a p p e n e d w i t h i n a b o u t t h r e eya rds o f h i s back .

He poked his head forward,groping for the ear of h i scommander. His lips touched it— big, fleshy, very wet. Hec r i e d i n a n a g i t a t e d t o n e ,

overhaul 1 a take to pieces in order toexamine. b examine the condition of(and repair if necessary) 2 overtake.

a thorough examination, with repairs ifnecessary.

repasar por menudo (=con mucho de-talle y pormenor)

awash predic. adj.1 level with thesurface of water, so that it justwashes over. 2 carried or washedby the waves; flooded. Inundado,sumido, embebido, empapado, en-terrado.

90

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

-¡Estamos perdiendo los botes,señor!

Y de nuevo escuchó aquellavoz, forzada, que sonaba débilmen-te, pero con un enorme poder cal-mante en medio de la infernal dis-cordancia de los restantes sonidos,como si procediera de algún lugarremoto y pacífico, de más allá delvasto reino del temporal; de nuevoescuchó la voz de un hombre -elfrágil e indomable sonido que pue-de llegar a transmitir una carga in-finita de ideas, de decisiones y depropósitos, que seguirá pronuncian-do, . hasta el último día, palabrasconfiadas, cuando los cielos se des-plomen y se haga justicia-, la escu-chó de nuevo, gritándole, desdemuy lejos, desde muy lejos:

-¡Está bien!

Jukes supuso que no había lo-grado hacerse entender.

-¡Los botes! ¡Hablo de losbotes, señor! ¡Ya hemos perdi-do dos!

La misma voz, a un palmo desus oídos, pero tan remota, sin em-bargo, gritó sensatamente:

-¡Qué le vamos a hacer!

El capitán MacWhirr no ha-bía vuelto su rostro, pero Jukescaptó algunas palabras más apesar del viento.

-Que qu i e r e u s t ed . . . cone s t a . . . t e m p e s . . . A l g o . . . t e -n e m o s q u e p e r d e r . . . N oq u e r r á q u e . . . [ 4 9 ]

Jukes siguió con el oído alacecho, esperando algo más. Peroeso fue todo lo que pudo oír. Esoera todo lo que el capitánMacWhirr tenía que decir. Y Jukespodía adivinar, antes que ver, laancha y redondeada espalda allí,frente a sus narices. Una impene-trable oscuridad caía sobre el bri-llo fantasmagórico del mar. Desúbito, Jukes se vio ganado por elconvencimiento de que no habíanada que hacer.

Si el timón no cedía, si losinmensos volúmenes de agua noreventaban la cubierta o rom-pían las escotillas, si los moto-res no se . detenían, si era posi-ble mantener el rumbo en elcorazón de aquel terrorífico

-¡Estamos perdiendo los botes,señor! [41]

Y de nuevo escuchó aquellavoz, forzada y débil, pero con unpenetrante efecto calmante en laenorme discordancia de ruidos,como proveniente de algún re-moto remanso de paz, más alláde la negra inmensidad del tem-poral; de nuevo escuchó la vozde un hombre, el frágil e indo-mable sonido que puede servirde vehículo a una infinidad deideas, decisiones y propósitos,que pronunciará palabras confia-das el último día, cuando se hun-dan los cielos y se haga justicia;de nuevo la escuchó, y le estabagritando, como si estuviera le-jos, muy lejos:

-Está bien.

Creyó que no había consegui-do hacerse entender.

-¡Los botes! ¡He dicho los bo-tes, los botes, señor! ¡Hemos per-dido dos!

La misma voz, a un pal-mo de distancia, pero tan re-mota, gritó sensatamente:

-¡Qué le vamos a hacer!

El capi tán MacWhirr noh a b í a v u e l t o l a c a r a , p e r oJukes cazó algunas palabrasmás en el viento.

- Q u é q u i e r e . . . c o ne s t e t e m p o r a l . . . i n e v i t a -b l e . . . d e j a r a l g o a t r á s . . .e s l ó g i c o .

Jukes escuchó con atención,esperando oír más. Pero no hubonada más. Esto era todo lo que elcapitán MacWhirr tenía que de-cir; y Jukes podía imaginar, másque ver, la espalda ancha y re-choncha que tenía delante. Unaoscuridad impenetrable pesabasobre las fantasmagóricas lucescabrilleando en el mar. La som-bría convicción de que no habíanada que hacer se apoderó deJukes.

Si el timón no cedía, si lasinmensas masas de agua no re-ventaban la cubierta o hacíanañicos las escotillas, si los mo-tores no se paraban, si el bar-co conseguía mantener el rum-bo contra aquel viento espan-

“ O u r b o a t s a r e g o i n gn o w, s i r . ”

And again he heard thatvoice , forced and r ing ingfeebly, but with a penetratinge ffec t o f qu ie tness in theenormous discord of noises, asif sent out from some remotespot of peace beyond the blackwastes of the gale; again heheard a man’s voice — the frailand indomitable sound that canbe made to carry an infinity ofthought , reso lu t ion andpurpose , tha t sha l l bepronouncing confident wordson the last day, when heavensfall, and justice is done — againhe heard it, and it was crying tohim, as if from very, very far —“All right.”

H e t h o u g h t h e h a d n o tm a n a g e d t o m a k e h i m s e l fu n d e r s t o o d . “ Our boa ts —I say boats — the boats , s i r !Two gone!”

The same voice , wi th in af o o t o f h i m a n d y e t s or e m o t e , y e l l e d s e n s i b l y ,“Can’t be helped.”

C a p t a i n M a c W h i r r h a dn e v e r t u r n e d h i s f a c e , b u tJ u k e s c a u g h t s o m e m o r ewords on the wind.

“What can — expect —when hammering through -such— Bound to leave — somethingbehind — stands to reason.”

Watchfully Jukes listenedf o r m o r e . N o m o r e c a m e .T h i s w a s a l l C a p t a i nMacWhi r r had t o s ay ; andJ u k e s c o u l d p i c t u r e t ohimself ra ther than see thebroad squat back before him.An impene t rab le obscur i typ r e s s e d d o w n u p o n t h eghost ly gl immers of the sea.A d u l l c o n v i c t i o n s e i z e du p o n J u k e s t h a t t h e r e w a snothing to be done.

If the steering-gear did notgive way, if the immense volumesof water did not burst the deck inor smash one of the hatches, ifthe engines did not give up, ifway could be kept on the shipagainst this terrific wind, and she

92

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

vendaval, y el navío no se su-mergía bajo una de aquellasoleadas, de las que sólo podíaentrever, a veces, la terroríficavisión de sus crestas, entonces,sólo entonces, era posible queel Nan-Shan saliera con bien.Jukes sintió que algo se derrum-baba en su interior al pensarque, con toda evidencia , e lNan-Shan estaba perdido.

«Estamos listos», se dijo, conuna sorprendente agitación men-tal, como si al pronunciarlas hu-biera descubierto un inesperadosignificado en aquellas palabras.Una cualquiera de las cosas quehabía previsto sucedería. Ya nose podía evitar nada, ahora, ni po-nerle remedio. Los hombres abordo ya no contaban y el barcono podría aguantar. El vendavalera demasiado fuerte.

Jukes sintió como un brazo pa-saba, pesadamente, por encima desus hombros y correspondió al ges-to, con premura, aferrando al capi-tán por la cintura.

De es te modo quedaronabrazados en la ciega noche, lu-chando conjuntamente contra elviento, mejilla contra mejilla,los labios de uno en la oreja delotro, como dos embarcacionesamarradas juntas.

Y Jukes escuchó la voz de susuperior, apenas más alta que an-teriormente, aunque sí más cerca,ahora, como si, emprendiendo lamarcha a través de la prodigiosafuria del huracán, se hubiese acer-cado a él, sin perder su extrañoefecto sedante, como el suave res-plandor de un halo.

-¿Sabe usted dónde se han me-tido los marineros? -preguntó lavoz, vigorosa y evanescente al mis-mo tiempo, dominando la fuerza delviento, pero inmediatamente arre-batada del oído de Jukes.

Jukes no lo sabía, claro. Esta-ban todos en el puente cuando [50]el huracán se desencadenó sobre elbarco. No tenía ni idea de dóndepodían haberse refugiado. En talescircunstancias, era como si no es-tuviesen en parte alguna, para loque podían servir... Sin saber porqué, la actitud inquisitiva del capi-

toso y no se sumergía en aqueltremendo oleaje, del cual sólopodía percibir a veces, cer-niéndose sobre su proa, la tre-menda visión de sus blancascrestas, entonces habría unaposibilidad de salvación. Algoe n s u i n t e r i o r p a r e c i ódecantarse, dejando aflorar lasensación de que el Nan-Shanestaba perdido.

«Está perdido», se dijo a símismo con una sorprendenteagitación mental, como si hu-biera descubierto un sentido[42] inesperado en este pensa-miento. Inevitablemente, una deestas cosas iba a suceder. Nadapodía evitarse ya, ni remediarse.Los hombres a bordo no conta-ban, y el barco no podía aguan-tar mucho más. El temporal erademasiado fuerte.

Jukes notó cómo un brazo ro-deaba pesadamente sus hombros; yrespondió a este gesto, con muchotino, agarrando al capitán por lacintura. ,

Así enlazados permanecie-ron en la noche ciega, luchan-do unidos contra e l v iento,mejilla con mejilla y los la-bios contra la oreja del otro,como dos embarcaciones ama-rradas de costado.

Y Jukes oyó la voz de su ca-pitán, tan tenue como antes,pero más cercana, como si, ha-biendo atravesado la prodigio-sa furia del huracán, se le hu-biera aproximado, transmitién-dole aquel extraño efecto de se-renidad, como el tranquilo res-plandor de un halo.

-¿Sabe usted dónde están losmarineros? -preguntó, de forma vi-gorosa y evanescente a la vez, su-perando la fuerza del viento y per-diéndose con rapidez tras rozar eloído de Jukes.

Jukes no lo sabía. Estaban todosen el puente cuando el huracán habíaalcanzado el barco con todas sus fuer-zas. No tenía ni idea de dónde podíanhaberse refugiado. En aquellas cir-cunstancias, era como si no estuvie-ran en ninguna parte, teniendo encuenta lo inútiles que hubieran resul-tado. De alguna manera, el deseo del

did not bury herself in one ofthese awful seas, of whose whitecrests alone, topping high aboveher bows, he could now and thenget a sickening glimpse — thenthere was a chance of her comingout of it. S o m e t h i n g w i t h i nh i m s e e m e d t o t u r n o v e r ,b r i n g i n g u p p e r m o s t t h ef ee l i ng t ha t t he N a n -S h a nw a s l o s t .

“She’s done for,” he said tohimself, with a surprising mentalagi tat ion, as though he haddiscovered an unexpectedmeaning in this thought. One ofthese things was bound tohappen. Nothing could beprevented now, and nothingcould be remedied. The men onboard did not count, and the shipcould not last. This weather wastoo impossible.

Jukes felt an arm thrownheavily over his shoulders; and tothis overture he responded withgreat intelligence by catching holdof his captain round the waist.

They s tood c lasped t husin the b l ind n igh t , brac ingeach other agains t the wind,c h e e k t o c h e e k a n d l i p t oe a r, i n t h e m a n n e r o f t w ohu lks l a shed s t em to s t e rntoge the r.

And Jukes heard the voiceof his commander hardly anylouder than before, but nearer,as though, starting to marchathwart the prodigious rush ofthe hu r r i cane , i t hadapproached him, bearing thatstrange effect of quietness likethe serene glow of a halo.

“D’ye know where the handsgot to?” it asked, vigorous andevanescent at the same time,overcoming the strength of thewind, and swept away fromJukes instantly.

Jukes didn’t know. Theywere all on the bridge when therea l fo rce of the hur r icanestruck the ship. He had no ideawhere they had crawled to .Under the circumstances theywere nowhere, for all the usethat could be made of them.Somehow the Captain’s wish to

94

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

tán disgustó a Jukes.

-¿Los necesita usted, señor?-preguntó, con cierta aprensión.

-Me gustaría saber dóndeestán -dijo el capitán-. Agá-rrese fuerte.

Se agarraron fuerte, los dos.Una explosión de furia desen-cadenada, una maligna racha deviento equilibró de pronto elnavío, que se quedó columpián-dose, rápida y l igeramente,como una cuna, durante un te-rrorífico instante de angustia,mientras la atmósfera toda, o asíparecía, se lanzaba más allá, através del barco, entre el rugi-do del planeta tenebroso.

E 1 v i e n t o l e s a h o g a b ay , c o n l o s o j o s c e r r a d o s ,s e g u í a n a g a r r á n d o s e c o nt o d a s s u s f u e r z a s . U n ac o l u m n a d e a g u a q u e ,p o r l a m a g n i t u d d e l c h o -q u e , d e b í a s e r i n m e n s a ,s e d e s p l o m ó c o n t r a e lb a r c o c o n u n a f u e r z aa t e r r a d o r a .

A p e n a s u n c h o r r o d eaquel la masa s in fondo losenvolvió a ambos de la cabe-za a los pies, inundándoles laboca, los oídos y la nariz deagua salada. Les golpeó laspiernas y les retorció los bra-zos , des l izándoseles por labarbilla. Cuando abrieron losojos, vieron las montañas deblanca espuma corriendo deaquí para al lá , entre lo queparecían los restos del bar-c o . L a n a v e h a b í a c e d i d oba jo e l peso , a s í como loscorazones de los dos hom-bres , hundidos bajo el terr i -ble impacto. Pero, de pron-to , e l barco resurg ió de suzambul l ida , como de en t reun montón de ruinas .

Desde la oscuridad, las olassurgían en todas direcciones,como decididas a devolver al bar-co a las profundidades donde de-bía morir. Una especie de odiohacia la presa que asediaban,auténtica ferocidad en los golpesque le asestaban. El barco eracomo un ser viviente entregadoa la ira de una multitud que le

capitán inquietó a Jukes.

- ¿ L e s n e c e s i t a , s e ñ o r ?-gri tó , aprensivamente.

-Debería saber dónde están-afirmó el capitán MacWhirr-. Agá-rrese fuerte.

Se agarraron fuerte, los dos.Una explosión de furia desatada,una racha maligna del viento equi-libró de repente el navío, que sequedó suspendido, sólo con un ba-lanceo rápido y ligero como el deuna cuna, durante un terrible mo-mento de angustia, mientras pare-cía que la atmósfera entera les en-volviera como un torrente, aleján-dose de la tierra tenebrosa con unrugido infernal.

Se asf ixiaban, y con losojos cerrados se agarraron to-davía [43] con más fuerza .Algo, que a juzgar por la mag-nitud del choque debía de ha-ber sido una columna de aguainmensa, azotó el barco, rom-pió y se desplomó sobre e lpuente desde muy arriba, conun peso letal.

Un fragmento de aquellamasa derrumbada, un simplesalpicón, les envolvió en un re-molino de pies a cabeza, lle-nándoles la boca, la nariz y losoídos de agua salada. Les gol-peó las piernas y retorció losbrazos, rebulló bajo sus barbi-llas; y, abriendo los ojos, vie-ron las masas amontonadas deespuma correr de un lado a otrode lo que parecían ser fragmen-tos de un barco. La nave habíacedido bajo el enorme peso, ylos dos hombres, con el cora-zón palpitante, también se sin-tieron desfallecer; pero de re-pente el barco resurgió de sudesesperada zambullida, comosi intentara salir arrastrándosede entre las ruinas.

En la oscuridad, las aguasparecían confluir de todas di-recc iones para mantener e lbarco allí donde debía perecer.Había una especie de odio enla forma en que lo zarandea-ban y una gran ferocidad enlos golpes que le asestaban.Era como un ser viviente, arro-jado a la furia de la multitud:

know distressed Jukes.

“Want the hands, s ir?” hecr ied , apprehe n s i v e l y.

“Ought to know,” assertedCapta in MacWhir r. “Holdhard.”

T h e y h e l d h a r d . A noutburst of unchained fury, av i c i o u s r u s h o f t h e w i n dabsolutely steadied the ship;she rocked only, quick andlight like a child’s cradle, fora t e r r i f i c m o m e n t o fsuspense , wh i l e t he who lea t m o s p h e r e , a s i t s e e m e d ,streamed furiously past her,r o a r i n g a w a y f r o m t h etenebrous earth.

It suffocated them, and witheyes shut they tightened theirg ra sp . Wha t f rom themagnitude of the shock mighthave been a column of waterrunning upright in the dark,butted against the ship, brokeshort, and fell on her bridge,crushingly, from on high, witha dead burying weight.

A flying fragment of thatcol lapse, a mere splash,enveloped them in one swirlfrom their feet over their heads,f i l l ing violent ly their ears ,mouths and nostrils with saltwater. It knocked out their legs,wrenched in haste at their arms,seethed away swiftly under theirchins; and opening their eyes,they saw the piled-up masses offoam dashing to and fro amongstwhat looked like the fragmentsof a ship. She had given way asif dr iven s t ra ight in . Theirpanting hearts yielded, too,before the tremendous blow; andall at once she sprang up againto her desperate plunging, as iftrying to scramble out fromunder the ruins.

T h e s e a s i n t h e d a r kseemed to rush from all sidesto keep her back where shemight perish. There was hatein the way she was handled,and a feroci ty in the blowst h a t f e l l . S h e w a s l i k e aliving creature thrown to ther a g e o f a m o b : h u s t l e dterribly, struck at , borne up,

scramble n. 1 scamper, scurry rushingabout hastily in an undignified way 2scuffle, make one’s way to, pasarcomo se pueda an unceremoniousand disorganized struggle

v. 1 make unintelligible; “scramble themessage so that nobody canunderstand it” 2 beat, stir vigorously;“beat the egg whites”; “beat thecream” 3 jumble, throw togetherbring into random order 4 to movehurriedly arreglarse a toda prisa;“The friend scrambled after them” 5clamber, shin, shinny, skin, struggle,sputter climb awkwardly, as if byscrambling

scramble I v. tr. 1 mezclar 2 Tele (men-saje) codificar

II v. intr. 1 ir gateando to scrambleacross a field, cruzar un campogateando; to scramble up a tree, tre-par a un árbol 2 pelearse [for, por],andar a la rebatiña [for, por]: fanswere scrambling for the concerttickets, los fans se tiraban de los pe-los por una entrada para el concierto3 Dep hacer motocross

III n. 1 subida o escalada difícil 2confusión, rebatiña 3 Dep carrerade motocross

96

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

golpeaba, le pisoteaba y le mal-trataba implacablemente. El capi-tán MacWhirr y Jukes seguían afe-rrados el uno al otro, ensordecidospor el fragor, asfixiados por elviento. El magno tumulto físicoque se producía alrededor de suscuerpos provocaba, a su vez, unadesencadenada manifestación depasiones, una profunda turba-ción [51] en sus espíritus. Pasósobre el barco, como alado, unode esos chillidos salvajes y es-pantosos que a veces se sientenpasar misteriosamente por enci-ma de las cabezas, en medio delrugido del huracán. Jukes inten-tó hacerse oír:

-¿Cree usted que resistirá?

El grito pareció arrancado de sumismo pecho. Fue tan poco preme-ditado como el nacimiento de unaidea en la mente y ni siquiera élmismo lo escuchó. De todos mo-dos, se extinguió de inmediato-pensamiento, intención y esfuerzo-y la inaudible vibración de su gritose añadió a las tempestuosas olea-das del aire.

Lo cierto es que tampoco espera-ba nada del grito. Nada en absoluto. Yaque, en efecto, ¿qué respuesta podíadarse a su pregunta? Pero, después deun momento, escuchó con sobresaltola voz frágil y resistente que llegaba asu oído, aquel sonido minúsculo, ena-no, que el gigantesco tumulto no lo-graba dominar.

-¡Es posible!

Fue un grito mate, difícil decaptar, como un suspiro. Volvióa oírse la voz casi en seguida,sumergida entre los poderososestallidos, como el propio bar-co luchando contra las olas delocéano.

-¡Ojalá sea así! -formulóla voz, menguada, solitaria eimpávida, ajena a cualquiervisión de temor o de esperan-za; luego se desmenuzó en unconjunto de pa labras inco-nexas-: Barco... Este... Nun-ca . . . De cua lqu i e r modo . . .Mejor.

Jukes renunció a comprender-lo. Luego, como si de repente hu-biese descubierto lo único adecua-

azotado, golpeado, pisoteado.El capitán MacWhirr y Jukesseguían agarrados el uno alotro, ensordecidos por el es-t ruendo , as f ix iados por e lviento; y el gran tumulto físi-co que go lpeaba su cuerpoprovocaba también como unadesatada manifestación de pa-sión, un profundo malestar ensu espíritu. Uno de estos ala-ridos salvajes y atroces que aveces se escuchan misteriosa-mente por encima del bramidoconstante del huracán pasó,como sobre alas, por encimadel barco, y Jukes intentó gri-tar todavía más fuerte:

-¿Cree usted que resistirá?

El grito salió como arran-cado de su pecho. Era tan pocopremedi tado como e l nac i -miento de una idea, y él mis-mo no lo escuchó. Todo se ex-t ingu ió de r epen te -pensa -miento, intención, esfuerzo- yla inaudible vibración de sugrito fue a sumarse a las tem-pestuosas ondas del aire.

No esperaba nada. Nadaen absoluto. Porque ¿qué res-puesta podía tener su pregun-ta? Pero al cabo de un ratooyó, asombrado, la frágil y re-sistente voz en su oído, el so-nido [44] minúsculo, enano,indemne entre el gigantescotumulto.

-¡Quizá!

Era un grito apagado, másdifícil de captar que un murmu-llo. Y de nuevo volvió a oírsela voz, casi sumergida en laspoderosas explosiones, comoun barco luchando contra eloleaje del océano.

- ¡ E s p e r e m o s q u e s í !-g r i t aba , pequeña , so l i t a r i ae i m p a s i b l e , a j e n a a c u a l -qu ie r v i s ión de e spe ranza otemor ; y sonó in t e rmi ten tecon pa lab ras inconexas :

- B a r c o . . . E s t o . . .N u n c a . . . D e t o d a s f o r -m a s . . . , m e j o r .

Jukes renunció a entenderle.Entonces, como si hubiera des-

cubierto de repente lo único que

f l u n g d o w n , l e a p e d u p o n .Captain MacWhirr and Jukesk e p t h o l d o f e a c h o t h e r ,d e a f e n e d b y t h e n o i s e ,gagged by the wind; and thegreat physical tumult beatingabout their bodies, brought,l ike an unbridled display ofpassion, a profound troubleto their souls. One of thosewild and appal l ing shr iekst h a t a r e h e a r d a t t i m e sp a s s i n g m y s t e r i o u s l yoverhead in the steady roar ofa hurr icane, swooped, as i fb o r n e o n w i n g s , u p o n t h es h i p , a n d J u k e s t r i e d t ooutscream i t .

“Will she live through this?”

The cry was wrenched outo f h i s b r e a s t . I t w a s a sunintentional as the birth of athought in the head, and heheard nothing of it himself. Itall became extinct at once —thought, intention, effort —and of his cry the inaudiblevibration added to the tempestwaves of the air.

H e e x p e c t e d n o t h i n gf r o m i t . N o t h i n g a t a l l . F o ri n d e e d w h a t a n s w e r c o u l db e m a d e ? B u t a f t e r a w h i l eh e h e a r d w i t h a m a z e m e n tt h e f r a i l a n d r e s i s t i n gv o i c e i n h i s e a r , t h e d w a r fs o u n d , u n c o n q u e r e d i n t h eg i a n t t u m u l t .

“She may!”

I t was a dul l yel l , moredifficult to seize than a whisper.And presen t ly the vo icereturned again, half submergedin the vast crashes, like a shipbattling against the waves of anocean.

“ L e t ’ s h o p e s o ! ” i tc r i e d — s m a l l , l o n e l y a n du n m o v e d , a s t r a n g e r t o t h ev i s i o n s o f h o p e o r f e a r ;a n d i t f l i c k e r e d i n t od i s c o n n e c t e d w o r d s : “Ship.. . . . T h i s . . . . Never —Anyhow . . . for the best.” J u k e sg a v e i t u p .

T h e n , a s i f i t h a dc o m e s u d d e n l y u p o n t h eo n e t h i n g f i t t o w i t h -

1 gag, muzzle restraint put into a person’smouth to preventspeaking or shouting

2 gag joke, laugh, jest, jape a humorousanecdote or remarkintended to provokelaughter; «he told a veryfunny joke»; «he knows amillion gags»; «thanks forthe laugh»; «he laughedunpleasantly at hisownjest»; «even aschoolboy’s jape issupposed to have someascertainable point»

1 gag, heave, retch make an unsuccessfuleffort to vomit; strain tovomit

2 gag, choke cause to retch or choke3 gag, choke, strangle, suffocate struggle

for breath; haveinsufficient oxygen intake;«he swallowed a fishboneand gagged»

4 gag, quip make jokes or quips; «Thestudents were gaggingduring dinner»

5 gag, muzzle tie a gag around someone’smouth in order to silencethem; «The burglarsgagged the home ownerand tied him to a chair»

6 gag, choke, fret be too tight; rub orpress; «This neckband ischoking the cat»

7 gag, muzzle prevent from speaking out;«The press was gagged»

98

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

do para poder resistir el poder de latempestad, pareció como si la vozganara fuerza y firmeza en los gri-tos postreros interrumpidos:

-Sigue pintando... constructo-res... gente cabal... Y menos malque... máquinas... Rout... un buenhombre.

El capitán MacWhirr reti-ró su brazo de los hombros deJukes y, con este solo gesto,dejó de existir para su segun-do, tal era la oscuridad; Jukes,tras poner en tensión todos susmúsculos , se abandonó porcompleto. La carcoma de unaprofunda incomodidad coexis-tía en él con una inesperadapredisposición a la somnolen-cia, como si el maltrato reci-bido le hubiera dejado balda-do. El viento pretendía arran-carle la cabeza de sobre loshombros; la ropa, totalmenteempapada, caía sobre él comosi fuera [52] de plomo, fría ychorreando como una armadu-ra de h ie lo deshac iéndose :temblaba de la cabeza a lospies; con las manos aferradasa su punto de agarre, iba de-jándose hundi r p rogres iva-mente en las profundidades desu miseria corporal. Todos suspensamientos se concentraronen su propio yo y es taba apunto de perder la conscien-cia cuando algo que le empu-jó por detrás de las rodil lasl e ob l igó a pega r un s a l t ocomo una l iebre.

Al saltar hacia adelante, trope-zó con la espalda del capitánMacWhirr, que no se movió un ápi-ce; entonces una mano le asió porel muslo. Se había producido unapausa en el viento, como si la tem-pestad contuviese el aliento, y Jukessintió como la mano le palpaba dearriba abajo. Era el contramaestre.Jukes reconoció la mano, tangruesa y enorme que más bienparecía pertenecer a .una nuevaespecie de ser humano.

El contramaestre había llegadohasta el puente, avanzando a cua-tro patas contra el viento, y habíatopado con la cabeza en las corvasdel segundo de a bordo. Inmedia-tamente se incorporó y empezó apalpar toda la persona de Jukes,

podía resistir con éxito el poder dela tempestad, pareció ganar fuer-zas y firmeza para los últimos gri-tos entrecortados:

-Sigue marchando... cons-tructores.. . buena gente.. . Yp u e d e s e r. . . m á q u i n a s . .Rout... competente.

El capi tán MacWhir r re -t i ró su brazo de las espaldasde Jukes , y con e l lo de jó deexis t i r para su segundo de abordo, ta l e ra la oscur idad;Jukes , t ras tensar todos susmúsculos , volv ió a re la jar-los por comple to . Una pro-f u n d a i n q u i e t u d l e r o í a e la lma, unida a una incre íb lepredispos ic ión a la somno-lencia , como quien se s ien-te adormecer t ras una tandade bo fe t adas . E l v i en to s eapoderaba de su cabeza e in-ten taba ar rancárse la de loshombros ; sus ropas , empa-padas , pesaban como el p lo-mo, f r ías y goteantes comouna armadura de h ie lo fun-d ido : expe r imen tó un p ro -longado e sca lo f r ío y, aga -rrándose con fuerza a su asi-dero , se fue de jando hundi rlen tamente en las profundi -dades de la miser i a c o r p o -r a l . To d o s s u s p e n s a m i e n -t o s e s t a b a n v a g a m e n t ec o n c e n t r a d o s e n s í m i s m oy, c u a n d o a l g o l e e m p u j ól i g e r a m e n t e p o r d e t r á s d el a s r o d i l l a s , s a l t ó c o m o u nr e s o r t e .

En su brinco hacia delante, topócon la espalda del capitán MacWhirr,que no se movió; y luego una manole agarró el muslo. El viento se ha-bía permitido una pausa; una pausaominosa, llena de amenazas, comosi la tormenta retuviera el aliento. Ynotó que la mano le palpaba por todoel cuerpo. Era el contramaestre.Jukes reconoció [45] aquellamano, tan gruesa y enorme quemás bien parecía propia de unanueva especie humana.

El contramaestre había llegadoal puente, arrastrándose a cuatropatas contra el viento, y había to-pado de cabeza con las piernas delsegundo de a bordo. Inmediatamen-te se había acuclillado y había em-pezado a explorar la persona de

s t a n d t h e p o w e r o f as t o r m , i t s e e m e d t o g a i nf o r c e a n d f i r m n e s s f o rt h e l a s t b r o k e n s h o u t s :

“Keep on hammering . . .builders . . . good men. . . . .And chance it . . . engines. . . .Rout . . . good man.”

C a p t a i n M a c W h i r rremoved his arm from Jukes’s h o u l d e r s , a n d t h e r e b yceased to exist for his mate,so dark it was; Jukes, after at e n s e s t i f f e n i n g o f e v e r ymuscle, would let himself golimp all over. The gnawing ofprofound discomfort existeds i d e b y s i d e w i t h a ni n c r e d i b l e d i s p o s i t i o n t os o m n o l e n c e , a s t h o u g h h eh a d b e e n b u f f e t e d a n dworried into drowsiness. Thewind would get hold of hishead and t ry to shake i t offh i s shou lde r s ; h i s c lo thes ,ful l of water, were as heavyas l ead , co ld and d r ipp ingl i k e a n a r m o u r o f m e l t i n gice: he shivered — i t las teda l o n g t i m e ; a n d w i t h h i sh a n d s c l o s e d h a r d o n h i shold, he was letting himselfsink slowly into the depths ofb o d i l y m i s e r y . His mindbecame concentrate d u p o nh imse l f in an a imless , i d l ew a y, a n d w h e n s o m e t h i n gpushed l i gh t ly a t t he backo f h i s k n e e s h e n e a r l y, a sthe say ing i s , jumped out ofh i s sk in .

In t he s t a r t fo rward hebumped the back of CaptainMacWhirr, who didn’t move;and then a hand gripped histh igh . A lu l l had come , amenacing lull of the wind, theholding of a stormy breath —and he felt himself pawed allover. I t was the boatswain.Jukes recognized these hands,so thick and enormous that theyseemed to belong to some newspecies of man.

The boatswain had arrivedon the bridge, crawling on allfours against the wind, andhad found the chief mate’slegs with the top of his head.Immediately he crouched andbegan to explore Jukes’ per-

100

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

ascendiendo con un palpen respe-tuoso, como corresponde a un in-ferior.

El contramaestre era un mari-nero poco agraciado, de corta talla,áspero, de unos cincuenta años,peludo como un oso, corto de pier-nas y de largos brazos, que le ase-mejaban a un viejo simio. Tenía unafuerza física inmensa y, entre suspoderosas garras, que tenían el ta-maño de sendos guantes de boxeoa los extremos de sus peludos bra-zos, los objetos más pesados eranmanipulados como si fuesen jugue-tes. Aparte de la pelambreragrisácea de su pecho, su actitudamenazadora y su voz ronca, elhombre no tenía ninguno de los atri-butos clásicos de su aparente espe-cie. Su carácter bonachón casi al-canzaba la imbecilidad: la tripula-ción hacía de él lo que quería; sutalante estaba desprovisto de lamenor iniciativa, aunque siempreestaba de buen humor y era fácil deconvencer. Razones éstas por lasque a Jukes no le había caído engracia; el capitán MacWhirr, encambio, y para disgusto de Jukes,parecía considerarle un oficial deprimera.

El hombre se incorporó aga-rrándose a la chaqueta de Jukes, sibien tomándose esta libertad con lamayor moderación, y sólo hasta elpunto que le obligaba a hacerlo laviolencia del huracán.

-¿Qué hay, contramaestre, quépasa? -gritó Jukes, irritado. [53]

¿Qué diablos estaba hacien-do el contramaestre en el puen-te? El tifón había alterado losnervios de Jukes. Los bramidosdel otro, aunque eran completa-mente ininteligibles, parecíanexpresar un estado de inten-s a s a t i s f a c c i ó n . N o c a b í aerror alguno. Aquel comple-to imbécil estaba henchido deorgullo por algo.

La otra mano del contra-maestre había topado con otrocuerpo; lo probaba el hechode que su tono de voz cambia-ra y el que preguntara:

-¿Es usted, señor? ¿Es usted,señor?

El viento arrastraba sus brami-dos.

Jukes de abajo arriba, con toquesprudentes y respetuosos, como co-rresponde a un inferior.

El cont ramaes t re e ra unm a r i n o c i n c u e n t ó n p o c oagraciado, basto y de peque-ña talla, peludo, con las pier-nas cortas y los brazos largos,parecido a un simio viejo. Sufuerza era inmensa; y en susabultadas manazas, hinchadascomo guantes de boxeo en elextremo de peludos antebra-zos, los objetos más pesadosparecían juguetes. Aparte dela pelusa grisácea de su tor-so, su porte amenazante y suvoz ronca, no tenía ningunode los atr ibutos clásicos desu rango. Su benevolencia ro-zaba la imbecilidad: los ma-rineros hacían con él lo queq u e r í a n y e n s u c a r á c t e r ,complac ien te y par lanchín ,no había ni un atisbo de ini-ciativa propia. Por todas es-tas razones a Jukes no le caíam u y b i e n ; p e r o e l c a p i t á nMacWhirr, con gran disgustopor par te de Jukes , parecíaconsiderarle un suboficial deprimera.

S e i n c o r p o r ó r o z a n d oe l a b r i g o d e J u k e s , t o m á n -d o s e e s t a l i b e r t a d c o n l am a y o r m o d e r a c i ó n , y s ó l op o r q u e s e l a i m p o n í a e lh u r a c á n .

- ¿ Q u é p a s a , j e f e , q u ép a s a ? - g r i t ó J u k e s c o ni m p a c i e n c i a . ¿ Q u é d e m o -n i o s h a c í a e l c o n t r a m a e s -t r e e n e l p u e n t e ? E l t i f ó nl e h a b í a a t a c a d o l o s n e r -v i o s . L o s r o n c o s b r a m i -d o s d e l o t r o , a u n q u e i n i n -t e l i g i b l e s , p a r e c í a n s u g e -r i r u n e s t a d o d e a n i m a d as a t i s f a c c i ó n . N o c a b í ae r r o r. E l v i e j o i m b é c i l s ea l e g r a b a d e a l g o .

L a o t r a m a n o d e l c o n -t r a m a e s t r e h a b í a e n c o n t r a -d o o t r o c u e r p o , y a q u e e nu n t o n o d e v o z d i s t i n t oe m p e z ó a p r e g u n t a r :

- ¿ E s u s t e d , s e ñ o r ? ¿ E su s t e d s e ñ o r ?

El viento estrangulaba susaullidos.

son upwards wi th p ruden t ,a p o l o g e t i c t o u c h e s , a sbecame an inferior.

He was an i l l - favoured ,unders ized , gruff sa i lo r o ff i f ty, coarsely hairy, short -l e g g e d , l o n g - a r m e d ,resembl ing an e lder ly ape .His s t rength was immense;and in his great lumpy paws,b u l g i n g l i k e b r o w nboxinggloves on the end offurry forearms, the heaviesto b j e c t s w e r e h a n d l e d l i k ep lay th ings . Apar t f rom thegr i zz l ed pe l t on h i s ches t ,the menacing demeanour andt h e h o a r s e v o i c e , h e h a dn o n e o f t h e c l a s s i c a lat t r ibutes of his rat ing. Hisg o o d n a t u r e a l m o s tamounted to imbeci l i ty: themen did what they liked withhim, and he had not an ounceof ini t iat ive in his character,wh ich was ea sy -go ing andtalkat ive. For these reasonsJ u k e s d i s l i k e d h i m ; b u tCaptain MacWhirr, to Jukes’scornful disgust , seemed tor e g a r d h i m a s a f i r s t - r a t epet ty off icer.

He pul led h imself up byJ u k e s ’ c o a t , t a k i n g t h a tl i b e r t y w i t h t h e g r e a t e s tmoderat ion, and only so faras i t was forced upon him bythe hurr icane.

“What is it, boss’n, what is it?”yelled Jukes, impatiently. Whatcould that fraud of a boss’n wanton the bridge? The typhoon hadgot o n J u k e s ’ n e r v e s . T h eh u s k y b e l l o w i n g s o f t h eother, though unintel l igible ,seemed to sugges t a s ta te ofl ive ly sa t isfaction.

T h e r e c o u l d b e n om i s t a k e . T h e o l d f o o lw a s p l e a s e d w i t hs o m e t h i n g .

T h e b o a t s w a i n ’ so t h e r h a n d h a d f o u n ds o m e o t h e r b o d y , f o ri n a c h a n g e d t o n e h eb e g a n t o i n q u i r e : “ I si t y o u , s i r ? I s i ty o u , s i r ? ” T h e w i n ds t r a n g l e d h i sh o w l s .

102

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

-¡Sí! -gritó el capitánMacWhirr. [54]

CAPITULO IV

Lo único que e l cont ra-maestre, entre una gran profu-sión de gritos, consiguió hacerentender al capitán MacWhirrfue la extravagante noticia deque «todos los chinos se estánpeleando, señor».

Jukes, situado a favor delviento, escuchaba gritar a losdos hombres, a un palmo el unodel otro, del mismo modo que,en una noche silenciosa, puedeescucharse, a un quilómetro dedistancia, la conversación de doshombres al otro extremo de undescampado. Oía los exaspera-dos «¿Cómo? ¿Cómo?» del ca-pitán MacWhirr y los gritos agu-dos y roncos del otro: «Un tu-multo... yo mismo lo he visto...Terrible espectáculo, señor...pensado... decírselo».

Jukes permanecía indife-rente , como si la fuerza delhuracán le eximiese de todaresponsabil idad, al convertiren vana cualquier idea de ac-tuar. Ade m á s , a l s e r j o v e n ,e s t a b a t a n a b s o r b i d o p o r e le s fue rzo de enca ra r l o peo rc o n b u e n á n i m o , q u e e x -p e r i m e n t a b a u n a f u e r t eap rens ión con t ra toda o t r ac lase de ac t iv idad . No es ta -b a a s u s t a d o ; l o s a b í a p o r -que , a pesa r de e s t a r con -vencido de que no volver íaa v e r e l s o l j a m á s , e s t acreenc ia no le a l te raba .

Jukes estaba viviendo uno deesos momentos de heroicidadpasiva a la que ceden, a veces,

-¡Sí! -gritó el capitánMacWhirr. [46]

CAPÍTULO IV

Lo único que el contramaestre,entre una extrema profusión de gri-tos, logró hacerle llegar al capitánMacWhirr fue la extraña noticia deque «todos los chinos bajo la cu-bierta de proa se están peleando,señor».

Jukes, situado a favor delviento, podía oír a los dos hom-bres gritando a seis centímetrosde su cara, como puede oírse enuna noche tranquila conversar ados hombres del lado de un cam-po a otro, a medio kilómetro dedistancia. Oyó el exasperado:«¿Qué? ¿Qué?» del capi tánMacWhirr y la ronca voz delotro, forzada al extremo.«Amontonados... visto con mispropios ojos... terrible espectá-culo, señor... pensé... debía de-círselo. »

Jukes permaneció indiferente,como si la fuerza del huracán lehubiera quitado toda responsabi-lidad, y hubiera convertido elmero pensamiento de cualquieractividad en algo absolutamentevano. Además, siendo muy joven,había encontrado tan absorbentela ocupación de mantener el cora-zón blindado ante lo peor queexperimentaba un auténtico recha-zo contra cualquier otra forma deactividad. No estaba asustado; losabía, porque, aun creyendo fir-memente que no volvería a verningún otro amanecer, no se sen-tía alterado por esta idea.

Estos son los momentos deheroísmo pasivo a los que su-cumben incluso los mejores.

“Yes!” cr ied CaptainMacWhirr.

IV

ALL that the boatswain, outof a superabundance of yells,could make clear to CaptainMacWhi r r was the b i za r r ein te l l igence tha t “Al l themChinamen in the fore ‘tweendeck have fetched away, sir.”

J u k e s t o l e e w a r d c o u l dh e a r t h e s e t w o s h o u t i n gwithin six inches of his face,as you may hear on a s t i l lnight half a mile away twom e n c o n v e r s i n g a c r o s s af i e l d . H e h e a r d C a p t a i nM a c W h i r r ’s e x a s p e r a t e d“ W h a t ? W h a t ? ” a n d t h es t r a i n e d p i t c h o f t h eo t h e r ’ s h o a r s e n e s s .“ I n a l u m p . . . s e e nt h e m m y s e l f . . . . Aw f u ls i g h t , s i r . . . t h o u g h t .. . t e l l y o u . ”

Jukes remained indifferent,as if rendered irresponsible bythe force of the hur r icane ,which made the very thought ofaction utterly vain. Besides,being very young, he had foundthe occupation of keeping hishea r t comple t e ly s t ee l edagainst the worst so engrossingthat he had come to feel anoverpowering dislike towardsany o the r fo rm o f ac t iv i tywhatever. He was not scared;he knew this because, firmlybelieving he would never seeanother sunrise, he remainedcalm in that belief.

These are the moments ofdo-nothing heroics to whicheven good men surrender at

104

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

times. Many officers of shipscan no doubt recall a case inthe i r exper ience when jus tsuch a trance of confoundedstoic ism would come al l a to n c e o v e r a w h o l e s h i p ’sc o m p a n y. J u k e s , h o w e v e r ,had no wide exper ience o fmen or storms. He conceivedh i m s e l f t o b e c a l m —i n e x o r a b l y c a l m ; b u t a s am a t t e r o f f a c t h e w a sdaun ted ; no t abjec t ly , bu tonly so far as a decent manm a y, w i t h o u t b e c o m i n gloathsome to himself.

I t w a s r a t h e r l i k e aforced-on numbness of spirit.The long , l ong s t r e s s o f agale does i t ; the suspense ofthe interminably culminatingca tas t rophe ; and there i s abod i ly f a t igue in the mereh o l d i n g o n t o e x i s t e n c ewithin the excessive tumult;a s e a r c h i n g a n d i n s i d i o u sfatigue that penetrates deepin to a man’s breas t to cas tdown and sadden his heart ,which is incorrigible, and ofall the gifts of the earth —e v e n b e f o r e l i f e i t s e l f -aspires to peace.

J u k e s w a s b e n u m b e dm u c h m o r e t h a n h es u p p o s e d . H e h e l d o n —very wet , very cold , s t i f f ine v e r y l i m b ; a n d i n amomentary ha l luc ina t ion ofswif t v is ions ( i t i s sa id tha ta d r o w n i n g m a n t h u sr e v i e w s a l l h i s l i f e ) h ebeheld al l sor ts of memoriesal together unconnected withh i s p r e s e n t s i t u a t i o n . H eremembered h is fa ther, fo rins tance : a wor thy bus inessman, who a t an unfor tunatec r i s i s i n h i s a f f a i r s w e n tq u i e t l y t o b e d a n d d i e df o r t h w i t h i n a s t a t e o fr e s i g n a t i o n . J u k e s d i d n o treca l l these c i rcumstances ,o f c o u r s e , b u t r e m a i n i n go t h e r w i s e u n c o n c e r n e d h eseemed to see d is t inc t ly thepoor man’s f ace ; a ce r t a ing a m e o f n a p p l a y e d w h e nqui te a boy in Table Bay onboard a ship , s ince los t wi tha l l h a n d s ; t h e t h i c ke y e b r o w s o f h i s f i r s ts k i p p e r ; a n d w i t h o u t a n y

Muchos oficiales de marina po-drán recordar sin duda habervivido alguna ocasión en la queun trance de este condenado es-toicismo se haya apoderado detoda la tripulación de un bar-co. Jukes, sin embargo, no te-nía gran experiencia de hom-bres ni de temporales. Se sen-tía tranquilo, inexorablementetranquilo; pero de hecho esta-ba aterrorizado, no de formaabyecta, [47] sino rozando jus-to el límite en el que un hom-bre puede empezar a odiarse así mismo.

Era más bien como una for-zada insensibilidad del espíritu.La prolongada tensión del tem-poral tiene este efecto; la expec-tativa de una catástrofe intermi-nablemente culminante; y luegosólo el cansancio corporal de afe-rrarse simplemente a la existen-cia en medio del extraordinariotumulto; un cansancio inquisiti-vo e insidioso que penetra muyadentro en el pecho de un hom-bre para deprimir y entristecer sucorazón, que es incorregible y, detodas las bondades de la tierra-incluso antes que a la vida mis-ma- sólo aspira a la paz.

Jukes estaba mucho mási n s e n s i b i l i z a d o d e l o q u ecreía. Aguantaba, empapado,helado, r ígido en todos susmiembros; y en una alucina-ción momentánea de velocesvisiones (se dice que el aho-gado revive así toda su vida),rememoraba toda clase de re-cuerdos absolutamente ajenosa su situación actual. Se acor-dó de su padre, por ejemplo:un digno hombre de negociosque tras una desgraciada cri-sis económica se metió silen-ciosamente en la cama y mu-rió poco después en un estadode resignación. Jukes no re-cordaba estas circunstancias,por supuesto, pero, s in queello le afectara demasiado, pa-recía ver claramente la cara delpobre hombre; cierta partidade cartas que había jugado, dejoven, en Table Bay, a bordode un navío que más tarde sehundiría con toda su tripula-ción; las pobladas cejas de suprimer capitán; v, sin ningunaclase de emoción, como si hu-

los mejores hombres. Numero-sos oficiales de navío recorda-rán, sin duda, algún caso vividoen que esta especie de estoicis-mo se haya apoderado de la to-talidad de la tripulación de unbarco. Pero Jukes no tenía ex-periencia ni en hombres ni entemporales. Creía estar tranqui-lo y sereno, inexorablemente se-reno, aunque la realidad es queestaba muerto de miedo; no deuna manera abyecta, sino sim-plemente como puede estarlo unhombre de bien s inmenospreciarse a sí mismo.

M á s q u e m i e d o , l o q u esent ía e ra a lgo as í como unentumecimien to de l esp í r i -t u . L a p r o l o n g a d a t e n s i ó nde un tempora l obra e fec tosp a r e c i d o s ; l a a n g u s t i a d euna catás t rofe interminable;la fa t iga corpora l que pro-voca e l hecho de a fer ra rse ala ex i s t enc ia en medio de lt rance , una fa t iga que pene-t ra has ta lo más hondo [55]en e l pecho de l hombre y lea b a t e e l c o r a z ó n , c o n v i r -t i e n d o e n d e s e a b l e , c o m ob i e n s u p r e m o , p o r e n c i m ade la propia v ida , l a paz .

Jukes se hallaba mucho másaturdido de lo que él mismo pensa-ba. Seguía sujeto fuertemente, em-papado de la cabeza a los pies, he-lado, todos sus miembrosacartonados, y en una momentáneaalucinación de rápidas visiones (sedice que las personas que muerenahogadas reviven de esta forma todasu vida pasada) contemplaba mul-titud de recuerdos que nada teníanque ver con la situación presente.Recordaba a su padre, por ejemplo:un probo hombre de negocios que,con motivo de una desgraciada cri-sis comercial, se fue silenciosamen-te a la cama y no se levantó de ellahasta morir completamente resigna-do. Jukes no recordaba estos deta-lles, naturalmente, pero, sin que sesintiera tampoco demasiado afecta-do, recordaba, le parecía ver clara-mente el rostro del pobre hombre.Una partida de cartas que había ju-gado, cuando muchacho, en TableBay, a bordo de un barco que mástarde había naufragado, desapare-ciendo con toda su tripulación; lasgruesas cejas de su primer patrón;y sin ninguna emoción especial, del

106

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

emot ion , as he might yearsago have walked l i s t l e s s lyin to her room and found hers i t t ing there wi th a book, heremembered h i s mo the r —d e a d , t o o , n o w — t h ereso lu te woman, le f t badlyof f , who had been very f i rmin h is br inging up .

It could not have lasted morethan a second, perhaps not somuch. A heavy arm had fallenabout his shoulders; CaptainMacWhirr’s voice was speakinghis name into his ear.

“Jukes! Jukes!”

He de tec ted the tone ofdeep concern. The wind hadthrown its weight on the ship,t r y i n g t o p i n h e r d o w namongst the seas. They madea clean breach over her, asover a deep-swimming log;and the gathered weight ofcrashes menaced monstrouslyfrom afar. The breakers flungout of the night with a ghostlyl ight on thei r cres ts — thel ight of sea- foam tha t in af e r o c i o u s , b o i l i n g - u p p a l eflash showed upon the slenderbody of the ship the topplingrush, the downfal l , and theseething mad scurry of eachwave . Never fo r a momentcould she shake herself clearo f t he wa te r ; Jukes , r i g id ,perceived in her motion theominous s ign of haphazardf l o u n d e r i n g . S h e w a s n olonger struggling intelligently.I t was the beginning of thee n d ; a n d t h e n o t e o f b u s yc o n c e r n i n C a p t a i nMacWhirr ’s voice s ickenedhim like an exhibition of blindand pernicious folly.

The spell of the storm hadfa l l en upon Jukes . He waspenetrated by it, absorbed by it;he was roo ted in i t w i th ar igour o f dumb a t t en t ion .Captain MacWhirr persisted inhis c r ies , bu t the wind gotbe tween them l ike a so l idwedge. He hung round Jukes’neck as heavy as a millstone,and suddenly the sides of theirheads knocked together.

“Jukes! Mr. Jukes, I say!”

biera entrado en su habitaciónsilenciosamente, años atrás, yla hubiera encontrado leyendoun libro, recordó a su madre-también difunta-, aquella re-suelta mujer que, habiéndosequedado viuda en precar iascondiciones, le había educadocon tanta firmeza.

No podía haber durado másde un segundo, quizá menos.Un pesado brazo había caídosobre sus hombros; la voz delcapitán MacWhirr le gritaba sunombre al oído:

-¡Jukes! ¡Jukes!

Detectó el matiz de profun-da preocupación. El viento ha-bía lanzado su peso contra elbarco con la intención de hun-dirlo en las olas, que de vez encuando lo cubrían [48] como sise tratara de un tronco flotan-do; y el peso acumulado de lascolisiones amenazaba monstruosamentea lo lejos. Los rompientes sur-gían furibundos de la nochecon una luz fantasmal en suscrestas, la luz de la espumamarina que, en un destello pá-lido, hirviente y feroz, dejabaver sobre el grácil cuerpo delnavío la ascensión de la ola, sucaída y su enloquecido corre-teo en cubierta. Nunca, ni porun momento, podía el barcoverse libre de las aguas; Jukes,rígido, percibía en su movi-miento la ominosa señal de unabandono total. El barco ya noluchaba de forma inteligente.Era el principio del fin; y lanota de apremiada preocupa-c ión en l a voz de l cap i t ánMacWhirr le repelió como laexhibición de una ciega y per-niciosa locura.

El maleficio del temporal ha-bía caído sobre Jukes. Le pene-t raba, le absorbía; es tabaenraizado en él con el rigor deuna atención insensible. El ca-pitán MacWhirr persistió en susgritos, pero el viento se interpu-so entre ellos como una sólidacuña. Colgaba del cuello deJukes tan pesado como una rue-da de molino, y de repente suscabezas chocaron de lado.

-¡Jukes! ¡Señor Jukes, escuche!

mismo modo que años atrás podíaentrar en su habitación distraída-mente y encontrársela sentada conun libro en las manos, recordó a sumadre -ahora muerta también-, unamujer decidida, abandonada en tandifícil situación y que se había mos-trado tan firme en todo lo que serefería a su educación.

Seguramente todos estos re-cuerdos no duraron más allá de unsegundo. Un pesado brazo habíavuelto a caer sobre sus hombros yel capitán MacWhirr gritaba sunombre junto a su oído:

-¡Jukes! ¡Jukes!

Jukes captó una profundapreocupación en el tono dela voz del capi tán. El vientoarrojaba todo su peso contrael barco, con la c lara inten-c i ó n d e h u n d i r l o e n l a saguas, que de vez en cuandolo cubrían como si se t ra ta-se de un t ronco med io su -mergido . Los rompientes sur-g ían de l a noche con una luzfantasmagórica en lo alto de suscrestas, la luz de la espuma que,con un r e sp l andor f e roz , h i r-v ien te y pá l ido , hac ía v i s ib lepor encima del flaco cuerpo delbarco la ascensión de la ola, sudescenso y el corrimiento de lasaguas. Ni por un solo momentop o d í a n l i b e r a r s e d e l a g u a , n iellos ni todo el barco. Jukes, rí-gido, captaba [56] en los movi-mien tos de l barco e l ominososigno de un abandono total. Laembarcación ya no luchaba de unmodo inteligente. Era el princi-pio del fin. Y el tono de preocu-p a c i ó n a c t i v a d e l c a p i t á nM a c W h i r r s o n ó , a o í d o s d eJukes, como la exhibición de unalocura ciega y perniciosa.

El encantamiento del temporalhabía hecho presa en Jukes. Se sen-tía totalmente penetrado por él, ab-sorto en él; atado a él con una es-pecie de rigor insensible. El capi-tán MacWhirr persistía en sus gri-tos, pero el viento se interponía en-tre los dos como un muro sólido.

E1 capitán había terminado porcolgarse del cuello de Jukes, como unapesada rueda de molino, y de golpesus cabezas tropezaron de lado.

-¡Jukes! ¡Mr. Jukes! ¡Escúcheme!

breach n. 1(often foll. by of) the breakingof or failure to observe a law, contract,etc. 2 a a breaking of relations; anestrangement. b a quarrel. 3 a abroken state. b a gap, esp. one madeby artillery in fortifications.

v.tr. 1 break through; make a gap in. 2break (a law, contract, etc.).

breach of the peace an infringement orviolation of the public peace by anydisturbance or riot etc.

breach of promise the breaking of apromise, esp. a promise to marry.

stand in the breach bear the brunt ofan attack.

step into the breach give help in a cri-sis, esp. by replacing someone whohas dropped out.

breach I nombre 1 brecha, grieta 2 Jur (de la ley) incumplimiento breach of contract, incumplimiento

de contrato breach of the peace, alteración del

orden público breach of trust, abuso de confianza

Jur prevaricación 3 Pol (de relaciones) ruptura II verbo transitivo incumplir

breach n. 1(often foll. by of) the breakingof or failure to observe a law, contract,etc. 2 a a breaking of relations; anestrangement. b a quarrel. 3 a abroken state. b a gap, esp. one madeby artillery in fortifications.

v.tr. 1 break through; make a gap in. 2break (a law, contract, etc.).

breach of the peace an infringement orviolation of the public peace by anydisturbance or riot etc.

breach of promise the breaking of apromise, esp. a promise to marry.

stand in the breach bear the brunt ofan attack.

step into the breach give help in a cri-sis, esp. by replacing someone whohas dropped out.

breach I nombre 1 brecha, grieta 2 Jur (de la ley) incumplimiento breach of contract, incumplimiento

de contrato breach of the peace, alteración del

orden público breach of trust, abuso de confianza

Jur prevaricación 3 Pol (de relaciones) ruptura II verbo transitivo incumplir

1 break through; make a gap in. 2 break(a law, contract, etc.). Hacer brecha (ba-llena, ejército), irrumpir, salir a la superfi-cie, whale breaching salto de la ballena breach of the peace an infringementor violation of the public peace by anydisturbance or riot etc. breach of promise the breaking of apromise, esp. a promise to marry. stand in the breach bear the brunt[brunt n. the chief or initial impact of anattack, task, etc. la mayor parte de, elgrueso de (esp. bear the brunt of), llevarel peso de, aguantar lo más recio,of an attack. step into the breach give help in a cri-sis, esp. by replacing someone who hasdropped out.

seethe 1 estar furioso 2 boil out, bu-llir, hervir: the square was seethingwith tourists, la plaza rebosaba deturistas 3 intr. (of a liquid) seethe,foam violently (the churning sea). 4tr. agitate or move (liquid) vigorously,causing it to foam. Encresparse

108

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

He had to answer that voice thatwould not be silenced. He answeredin the customary manner: “. . .Yes, sir.”

And d i rec t ly, h i s hea r t ,cor rupted by the s torm tha tbreeds a c raving for peace ,rebel led agains t the tyrannyof t ra in ing and command.

Captain MacWhirr had hismate’s head fixed firm in thec r o o k o f h i s e l b o w, a n dpressed it to his yelling lipsm y s t e r i o u s l y. S o m e t i m e sJ u k e s w o u l d b r e a k i n ,admonishing hast i ly: “Lookout, sir!” or Captain MacWhirrw o u l d b a w l a n e a r n e s texhor ta t ion to “Hold hard ,there!” and the whole blacku n i v e r s e s e e m e d t o r e e ltogether with the ship. Theypaused. She floated yet. AndC a p t a i n M a c W h i r r w o u l dr‚sum‚ his shouts. “. . . . Says. . . whole lot . . . fetched away.. . . Ought to see . . . what’sthe matter.”

Directly the full force ofthe hurricane had struck theship, every part of her deckbecame un tenab le ; and thesailors, dazed and dismayed,t o o k s h e l t e r i n t h e p o r talleyway under the bridge. Ithad a door a f t , which theyshut; it was very black, cold,and d i smal . At each heavyfling of the ship they wouldgroan [gemir] all together inthe dark, and tons of watercould be heard scuttling aboutas if trying to get at them froma b o v e . T h e b o a t s w a i n h a dbeen keeping up a gruff talk,but a more unreasonable lot ofmen, he said afterwards, hehad never been wi th . Theywere snug enough there, outof harm’s way, and not wantedto do anything, either; and yetthey did nothing but grumbleand complain peevishly likeso many s ick kids . Final ly,one of them said that if therehad been at least some lightto see each other ’s noses by,it wouldn’t be so bad. It wasm a k i n g h i m c r a z y, h edeclared, to l ie there in thedark waiting for the blamed

Tenía que contestar a aquellavoz que no quería ser silenciada.Respondió con el acostumbrado«Sí, señor».

Y, al momento, su corazón, vi-ciado por la tempestad, que engen-draba en él ansias de paz, se rebe-ló contra la tiranía del servicio yel deber.

El capitán MacWhirr teníala cabeza de su segundo firme-mente encajada en el hinco delcodo y la apretaba con premuracontra sus labios gritones. Devez en cuando, Jukes intervenía,adivirtiéndole: « ¡Cuidado, se-ñor! o el capitán MacWhirr vo-ciferaba la ansiosa exhortación:« ¡Agárrese fuerte, ahora!» y elnegro universo entero parecíatambalearse con el navío. Ha-cían una pausa. El barco toda-vía seguía a flote. Y el capitánMacWhirr continuaba entoncescon sus gritos.

-Dice... todos los chinos... pe-leando... Tenemos que ir... a ver quépasa.

Tan pronto como el huracánhabía caído sobre el barco, en laplenitud de su fuerza, resultó im-posible quedarse [49] en cubier-ta; y los marineros, aturdidos yconsternados, se habían refugia-do en el corredor de babor bajoel puente, cerrando la puerta dellado de popa; el interior estabamuy oscuro, lúgubre y frío. Acada sacudida importante del na-vío, gemían todos al unísono enla oscuridad, mientras oían pa-sar las toneladas de agua comosi trataran de alcanzarles desdearriba. El contramaestre habíaintentado controlarles con susórdenes tajantes, pero según di-ría más tarde, no había visto ja-más un grupo de hombres tanpoco razonables. Allí adentroestaban bien y a salvo, y tampo-co deseaban acometer nada; y,sin embargo, no hacían más querefunfuñar y quejarsefastidiosamente, como niños en-fermos. Al final, uno de ellosdijo que si por lo menos hubieraalgo de luz para poder verse lascaras, no estaría tan mal. Se es-taba volviendo loco, dijo, espe-rando tumbado en 1a oscuridadque aquel maldito barco se hun-

Jukes debía contestar ante aquellavoz que nada era capaz de enmudecer.Y contestó de la forma habitual:

-Sí, señor.

Su corazón, corrompido por eltemporal, que únicamente desper-taba en él un anhelo de paz, se re-beló inmediatamente contra la tira-nía del deber y del mando.

El capitán MacWhirr tenía lacabeza de su subordinado firme-mente encajada en el ángulo in-terior de su codo y la oprimíamisteriosamente contra sus la-bios, que no cesaban de gritar. Aintervalos, Jukes le interrumpíaafanosamente: « ¡Cuidado, se-ñor!», o el capitán MacWhirr la-draba una exhortación: « ¡Agá-rrese fuerte!», mientras todo elpeso del negro universo parecíahundirse junto con el barco. Lue-go se sucedía una corta pausa. Elnavío aún flotaba. Y el capitánMacWhirr volvía a sus gritos:

-Dice... todo el grupo... sepelean.. . Hay que ver. . . quépasa...

Cuando el huracán, en la ple-nitud de su fuerza, cayó sobre lacubierta del barco en toda su ex-tensión, ésta se volvió inhabita-ble. Y los marineros, medio ma-reados, desconcertados, se habíanrefugiado en el pasillo, bajo elpuente. El pasillo tenía una por-tezuela a popa, que los marineroscerraron, de modo que el lugarquedó a oscuras, frío y desapaci-ble. A cada ~ nueva zambullidadel barco, todos los del grupo re-negaban en la oscuridad mientrasescuchaban caer, sobre ellos, to-neladas de agua, como si el marse empeñase en invadir aquel re-fugio. El contramaestre había [57]intentado calmarlos, pero, segúnhabía dicho, nunca se había en-contrado con hombres tan pocoavenidos a razones. Donde se en-contraban estaban fuera de peli-gro y, no obstante, no paraban derenegar y de lamentarse, como sifueran niños asustadizos. Final-mente, uno de ellos dijo que, sipor lo menos tuvieran una luz paraverse las caras los unos a los otros,la situación no sería tan terrible.El mismo hombre dijo que estabaa punto de volverse loco, esperan-do, a oscuras, que el barco se hun-

110

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

hooker to sink.

“ W h y d o n ’ t y o u s t e pouts ide , then , and be donewith it at once?” the boatswainturned on him.

This called up a shout ofexec ra t ion . The boa t swa infound himself overwhelmedwith reproaches of all sorts.They seemed to take it ill thata l amp was no t i n s t an t lyc rea t ed fo r t hem ou t o fnothing. They would whine[gañir, gemir] after a light toget drowned by — anyhow!And though the unreason oftheir revilings was patent —since no one could hope toreach the lamp-room, whichwas fo rward — he becamegreatly distressed. He did notthink it was decent of them tobe nagging at him like this. Hetold them so, and was met bygeneral contumely. He soughtre fuge , therefore , in anembittered silence. At the samet ime the i r g rumbl ing andsighing and muttering worriedhim greatly, but by-and-by itoccurred to him that there weresix globe lamps hung in the‘tween-deck, and that therecould be no harm in deprivingthe coolies of one of them.

T h e N a n - S h a n h a d a na t h w a r t s h i p c o a l - b u n k e r ,which, being at t imes used ascargo space, communicatedby an iron door with the fore‘ tween-deck . I t was emptythen , and i t s manho le wast h e f o r e m o s t o n e i n t h ea l l e y w a y. T h e b o a t s w a i nc o u l d g e t i n , t h e r e f o r e ,without coming out on decka t a l l ; b u t t o h i s g r e a tsurpr ise he found he couldinduce no one to help him int a k i n g o f f t h e m a n h o l ecover. He g roped fo r i t a l lt h e s a m e , b u t o n e o f t h ec r e w l y i n g i n h i s w a yre fused to budge .

“Why, I only want to getyou that blamed light you arecrying for,” he expostulated[protested], almost pitifully.

S o m e b o d y t o l d h i m t og o a n d p u t h i s h e a d i n a

diera.

-¿Por qué no sales afuera,en tonces , y a cabas de unavez? - le había repl icado e lcontramaestre.

Esta respuesta había provo-cado una avalancha de insultos.El cont ramaes t re tuvo queaguantar reproches de todo tipo.Parecían tomarse muy a mal elque nadie pudiera crear instan-táneamente una lámpara de lanada. Lloriqueaban pidiendouna luz, ¡para ver cómo se aho-gaban! Y aunque lo irrazonablede su deseo fuera tan obvio -yaque nadie podía creer en la po-sibilidad de alcanzar la sala deluces, que se encontraba a proa-se sintió profundamente heridopor sus reproches. Le parecíamuy poco digno por su parteque le acuciaran de aquella ma-nera. Así se lo dijo, recibiendoen respuesta una reprobacióngeneralizada. Por ello, buscó re-fugio en un amargado silencio.Al mismo tiempo, los gruñidosy suspiros de los marineros leatormentaban; pero al cabo deun rato se le ocurrió que en elentrepuente había seis linternasencendidas y que no podía cau-sar ningún daño privar a loscoolies de una de ellas.

El Nan-Shan tenía una carbo-nera supletoria que, utilizada aveces come espacio para la car-ga, se comunicaba por una puer-ta de hierro con el entrepuente deproa. Se encontraba vacía enaquel viaje, y su ojo de buey erael que [50] más cerca estaba dela proa en el corredor de debajodel puente. El contramaestre po-día por lo tanto entrar sin tenerque salir a cubierta; pero, para sugran sorpresa, descubrió que noconseguía convencer a nadie paraque le ayudara a retirar la tapa delojo de buey. A pesar de todo, in-tentó acercarse, pero un miembrode la tripulación tumbado en sucamino se negó a moverse.

-¡Pero si sólo quieroconseguiros la condenada linternaque tanto me pedís! -exclamó, casilastimeramente.

Alguien le dijo que metierala cabeza en un saco y dejara de

diese de una vez.

-¿Por qué no salís afuera, en-tonces, y termináis para siem-pre? -había replicado el contra-maestre.

Lo que provocó una lluvia deinsultos. El contramaestre debiósoportar toda c lase dereprobaciones. Por lo visto, con-sideraban imperdonable el quealguien no fuera capaz de crear,de alguna manera, una luz, así,allí mismo, de la nada. Se mo-rían de ganas de tener una luz...¡Sólo para ver cómo se ahoga-ban! Y aunque su deseo era evi-dentemente irrazonable -todavez que no había posibilidad al-guna de conseguir una luz, queestaba en proa-, el contramaes-tre se sintió profundamente do-lorido. No presagiaba nada bue-no el que le acosaran de aquelmodo. Con estas mismas pala-bras lo dijo, sin conseguir másque una multiplicación de losinsultos. Buscó entonces refugioen un silencio amargado. Losgruñidos y los suspiros de losmarineros le atormentaban y,después de un rato, recordó queen el entrepuente había seis lu-ces encendidas y que, a los chi-nos, no les haría ningún mal elque les tomara una.

El Nan-Shan tenía una carbo-nera supletoria que a veces se em-pleaba como lugar de carga y quese comunicaba, por medio de unapuerta de hierro, con el entrepuentede proa. En esta ocasión estaba va-cía; su ojo de buey era el más cer-cano a proa de todo el pasillo bajoel puente. Así que el contramaestrepodía introducirse por él sin nece-sidad de subir a la cubierta paranada. Pero con gran sorpresa des-cubrió que nadie quería ayudarle aretirar el cierre del ojo de buey. Apesar de todo, intentó quitarlo élsolo, pero un miembro de la tripu-lación que estaba tendido en el sue-lo y que le dificultaba los movi-mientos, se negó a moverse.

-¡Pero si lo único que quie-ro es ir en busca de esa luz quetanto queréis! -explicó, casiexcusándose.

Alguien le dijo que fuera ameter la cabeza en un saco y que

112

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

b a g . H e r e g r e t t e d h e c o u l dn o t r e c o g n i z e t h e v o i c e ,a n d t h a t i t w a s t o o d a r k t os e e , o t h e r w i s e , a s h e s a i d ,h e w o u l d h a v e p u t a h e a do n t h a t s o n o f a s e a - c o o k ,a n y w a y , s i n k o r s w i m .N e v e r t h e l e s s , h e h a d m a d eu p h i s m i n d t o s h o w t h e mh e c o u l d g e t a l i g h t , i f h ew e r e t o d i e f o r i t .

Through the violence of theship’s rolling, every movementwas dangerous. To be lyingdown seemed labour enough. Henearly broke his neck droppinginto the bunker. He fell on hisback, and was sent shootinghelplessly from side to side inthe dangerous company of ah e a v y i r o n b a r — a c o a l -trimmer ’s sl ice probably —left down there by somebody.T h i s t h i n g m a d e h i m a snervous as though it had beena wild beast. He could not seei t , the inside of the bunkercoated with coal-dust beingperfect ly and impenetrablyblack; but he heard it sliding andclattering, and striking here andthere , a lways in theneighbourhood of his head. Itseemed to make an extraordinarynoise, too — to give heavythumps as though it had been asbig as a bridge girder. This wasremarkable enough for him tonotice while he was flung fromport to starboard [rightside] andb a c k a g a i n , a n d c l a w i n gdesperately the smooth sideso f t h e b u n k e r i n t h eendeavour to s top h imse l f .The door into the ‘tween-decknot fitting quite true, he sawa thread of dim light at thebottom.

B e i n g a s a i l o r , a n d as t i l l ac t ive man , he d id no tw a n t m u c h o f a c h a n c e t orega in h i s f ee t ; and as luckw o u l d h a v e i t , i ns c r a m b l i n g u p h e p u t h i sh a n d o n t h e i r o n s l i c e ,p i c k i n g i t u p a s h e r o s e .O t h e r w i s e h e w o u l d h a v eb e e n a f r a i d o f t h e t h i n gb r e a k i n g h i s l e g s , o r a tl e a s t k n o c k i n g h i m d o w na g a i n . A t f i r s t h e s t o o ds t i l l . He fe l t unsa fe in th i sd a r k n e s s t h a t s e e m e d t o

molestar. Lamentó no reconocerla voz y que estuviera demasia-do oscuro para ver, pues, en casocontrario, según dijo, y aunqueal final todos fueran a ahogarse,le habría partido la cara a aquelmalnacido. Sin embargo, habíadecidido demostrarles que eracapaz de conseguirles una linter-na, incluso si para ello debíaarriesgar la vida.

Con la violencia del cabeceodel buque, cada movimiento re-sultaba peligroso. El solo hechode permanecer tumbado en elsuelo ya parecía demasiado la-borioso. Casi se rompió el cue-llo al saltar en la carbonera.Cayó de espaldas, y fue lanzadode un lado a otro, indefenso, enla peligrosa compañía de unapesada barra de hierro -proba-blemente una pala de carbón-que alguien debía de haber de-jado allí. Su presencia le pusotan nervioso como si le hubie-ran encerrado con una fiera sal-vaje. No podía verla, puesto queel interior del recinto, cubiertode carbonilla, estaba absoluta eimpenetrablemente negro; perola oía deslizarse y traquetear,golpear aquí y allá, siempre muycerca de su cabeza. Parecía pro-ducir asimismo un ruido extraor-dinario, como si fuera una vigaenorme dando golpes. Ser cons-ciente de ello era ya bastanteextraño de por sí, puesto que seencontraba continuamente lan-zado de proa a popa y de popa aproa mientras intentaba desespe-radamente agarrarse a las lisasparedes para conseguir restable-cer el equilibrio. Sólo veía untenue hilo de luz en la base de lapuerta, que no cerraba herméti-camente.

Como era un marino y unhombre todavía ágil, no le costódemasiado encontrar el equili-brio y ponerse de pie, y la suer-te quiso que, al incorporarse, sumano encontrara la [51] barra dehierro y se apoderara al instantede ella. De no haber sido así, hu-biera temido que la herramientale rompiera las piernas, o por lomenos seguro que le hubieraderribado de nuevo. A1 princi-pio se mantuvo quieto. Se sen-tía inseguro en esta oscuridad,que parecía convertir los movi-

[58] no fastidiara más. El contra-maestre lamentó no haber podi-do reconocer la voz y que la os-curidad le impidiera ver a quienlo había dicho; de no ser así, tan-to si tenía que ahogarse como sino, le habría hecho. una cara nue-va. No obstante, decidió demos-trarles que era capaz de encon-trar una luz, aunque se dejara lapiel en el empeño.

Dada la violencia de las zam-bullidas del barco, el menor movi-miento resultaba peligroso. El sim-ple hecho de estar tendido ya exi-gía un esfuerzo considerable. Alsaltar por la carbonera, por pocose rompe el cuello. Cayó de espal-das y fue sacudido de un lado paraotro del tenebroso antro, en la pe-ligrosa compañía de una barra dehierro -tal vez una pala para elcarbónque alguien había dejadoabandonada. La herramienta llegóa ponerlo tan nervioso como si setratara de una fiera. No podía ver-la, ya que el interior de la carbo-nera estaba tapizado por el polvi-llo del carbón y era, por tanto, deuna negrura impenetrable, pero laoía rodar y sonar, dando golpes deun lado para otro, siempre en lasproximidades de su cabeza. Leparecía que había un ruido extraor-dinario, como si se tratara de unaviga enorme. Un asunto lo bastan-te importante como para que seimpusiera en medio de las sacudi-das del barco, que le llevaban tam-bién a él a la deriva, y a pesar delos esfuerzos que debía hacer, cla-vando las uñas en la lisa superfi-cie de la carbonera, toda vez quedebía evitar, en primera instancia,recibir un mal golpe. Afortunada-mente, la puerta que daba alentrepuente no ajustaba bien deltodo y dejaba filtrar un rayo de luz.

Siendo marinero, y lo sufi-cientemente activo aún, no tuvoque hacer ningún esfuerzo ex-traordinario para recobrar elequilibrio y ponerse en pie; susuerte consistió en que, en elmismo momento de incorporar-se, viniese a sus manos la barrade hierro, por lo que pudo co-gerla, evitando el peligro de quele partiera las piernas o le vol-viera a derribar al suelo. Se que-dó inmóvil por unos momentos.Se sentía inseguro en la oscuri-dad, pues ésta parecía hacer más

scramble n. 1 scamper, scurry rushingabout hastily in an undignified way 2scuffle, make one’s way to, pasarcomo se pueda an unceremoniousand disorganized struggle

v. 1 make unintelligible; “scramble themessage so that nobody canunderstand it” 2 beat, stir vigorously;“beat the egg whites”; “beat thecream” 3 jumble, throw togetherbring into random order 4 to movehurriedly arreglarse a toda prisa;“The friend scrambled after them” 5clamber, shin, shinny, skin, struggle,sputter climb awkwardly, as if byscrambling

scramble I v. tr. 1 mezclar 2 Tele (men-saje) codificar

II v. intr. 1 ir gateando to scrambleacross a field, cruzar un campogateando; to scramble up a tree, tre-par a un árbol 2 pelearse [for, por],andar a la rebatiña [for, por]: fanswere scrambling for the concerttickets, los fans se tiraban de los pe-los por una entrada para el concierto3 Dep hacer motocross

III n. 1 subida o escalada difícil 2confusión, rebatiña 3 Dep carrerade motocross

clatter estrépito n. a rattling noise (oftenproduced by rapid movement); “theshutters clattered against the house”;“the clatter of iron wheels oncobblestones”

v. clatter hacer ruido estrepitoso,clack, brattle make a rattling sound;“clattering dishes”

1 : to make a rattling sound <thedishes clattered on the shelf> 2 : totalk noisily or rapidly 3 : to move orgo with a clatter <clattered down thestairs> pound, thump

clutter 1 a crowded and untidy collectionof things. 2 an untidy state.

v.tr. (often foll. by up, with) crowd untidily,fill with clutter.

rattle nombre 1 (juguete) sonajero(de serpiente) cascabel (parafiestas) matraca 2 ruido (detren, carro) traqueteo (de cade-na, monedas, llaves) repiqueteo

v. tr. 1 (llaves, monedas) hacer sonar2 familiar desconcertar, poner ner-vioso: she gets rattled over nothing,se pone nerviosa por nada

vi (tren) traquetear: the train rattledpast, el tren pasó traqueteando(metal) repiquetear (ventana) vi-brar

114

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

m a k e t h e s h i p ’s m o t i o nunfami l ia r, unforeseen , andd i f f i cu l t t o coun te rac t . Hef e l t s o m u c h s h a k e n f o r am o m e n t t h a t h e d a r e d n o tm o v e f o r f e a r o f “ t a k i n gc h a rg e a g a i n . ” H e h a d n om i n d t o g e t b a t t e r e d t op ieces in tha t bunker.

He had s t ruck h i s headtwice; he was dazed a little. Heseemed to hear yet so plainlythe clatter and bangs of theiron slice flying about his earsthat he tightened his grip toprove to himself he had it theresafe ly in h is hand. He wasvague ly amazed a t t hepla inness wi th which downthere he could hear the galeraging. Its howls and shrieksseemed to t ake on , i n t heempt ines s o f t he bunke r,someth ing o f t he humancharacter, of human rage andpa in — be ing no t vas t bu tinfinitely poignant. And therewere, with every roll, thumps,too — profound, ponderous[weighty] thumps, as if a bulkyobject of five-ton weight or sohad got play in the hold. Butthere was no such thing in thecargo. Something on deck?Imposs ib l e . Or a longs ide?Couldn’t be.

H e t h o u g h t a l l t h i squickly, clearly, competently,l ike a seaman, and in the endr e m a i n e d p u z z l e d . T h i sn o i s e , t h o u g h , c a m ed e a d e n e d f r o m o u t s i d e ,t o g e t h e r w i t h t h e w a s h i n gand pouring of water on deckabove h is head . Was i t thewind? Must be. It made downthere a row like the shoutingof a big lot of crazed men.And he discovered in himselfa desire for a l ight , too - i fon ly to ge t d rowned by —and a nervous anxiety to getout of that bunker as quicklyas possible.

He pulled back the bolt: theheavy iron plate turned on itshinges; and it was as though hehad opened the door to thesounds of the tempest. A gustof hoarse yelling met him: theair was still; and the rushing ofwater overhead was covered by

mientos del barco en algo des-conocido, imprevisto y difícil decontrarrestar. Por un momento,se sintió tan conmocionado queno se atrevió a moverse temien-do «volver a cargársela». No te-nía ninguna intención de quedarhecho pedazos en el interior dela carbonera.

Se había dado un par degolpes fuertes en la cabeza; es-taba un poco aturdido. Y, sinembargo, le parecía oír tan cla-ramente los golpes y el tintineode la barra de hierro volando aras de oreja, que apretó el puñopara asegurarse de que la teníabien agarrada. Le sorprendíavagamente la nitidez con quepodía oír desde allí abajo elbramido del temporal. Sus au-llidos y alaridos parecían, en elvacío de la carbonera, teneralgo de humanos, del dolor yla rabia humanos; limitados,pero infinitamente conmovedo-res. Y a cada cabeceo del bu-que, sonaban también los gol-pes, golpes profundos, pesa-dos, como producidos por unobjeto de cinco toneladas. Peroen la carga del barco no habíaningún objeto de este calibre.¿Podía ser algo en cubierta?Imposible. ¿O tocando los flan-cos? No podía ser.

Pensaba todo esto con rapi-dez, claridad y competencia,como un buen marinero, pero alfinal seguía desconcertado. Elruido llegaba amortiguado, sinembargo, del exterior, junto conel del agua torrencial que anega-ba la cubierta sobre su cabeza.¿Sería el viento? Debía de serlo.Resonaba allí abajo como los gri-tos de un numeroso grupo dehombres enloquecidos. Y enton-ces descubrió que también él an-helaba una luz, aunque sólo fue-ra para ver cómo se ahogaba, yque le dominaba una ansiosa ne-cesidad de salir de aquella car-bonera lo antes posible.

Tiró del pestillo: la pesadapuerta de hierro giró sobre susgoznes; y fue como si hubieraabierto el paso a los sonidos dela tormenta. Una racha de roncosbramidos vino a su encuentro: elaire estaba quieto; y el sonido delagua arriba quedó cubierto por un

difícil aún el prever y contrarres-tar los movimientos del barco.Las sacudidas le impresionabande tal manera que no se atrevíaa moverse por el temor de vol-ver a golpearse. Desde luego notenía interés alguno en quedarhecho trocitos en el interior dela carbonera.

L o s d o s f u e r t e s g o l p e sque se había dado en la ca-beza le [59] habían de jadoun poco aturdido, tanto quele parecía seguir oyendo elgolpear de la barra de hierro,y con tanta c lar idad que laaferró con todas sus fuerzaspara asegurarse de que la te-nía bien sujeta . Se sorpren-d ió de e scucha r t an c l a r a -mente , desde a l l í aba jo , e lf r agor de l t empora l . En e lvac ío de l a c a rbone ra , l o sruidos de la galerna cobra-ban una especie de tono hu-mano, de i ra y dolor huma-nos. Y, a cada nueva zambu-l l i d a , s e n t í a c o m o r o d a b auna misa enorme, a lgún ob-jeto de peso, quizá de cincotone ladas , que pa rec í a en -contrarse a l l í cerca. Pero enel barco no había carga al-guna de esa clase . ¿Sería a l -g u n a c o s a d e c u b i e r t a ?Imposible .

Pensó en este misterio conclarividencia, reflexionó sobreél con su mejor juicio, el debuen marinero, y al cabo quedótan confuso como antes. Pero elruido llegaba amortiguado des-de fuera, junto con el fragor delagua en la cubierta. ¿Se tratabadel viento? Seguramente. Aun-que se hubiera dicho que eranlos gritos de una panda de lo-cos. Y, de golpe, el contramaes-tre se dio cuenta de que, tam-bién él, estaba deseando unaluz, aunque sólo fuera para vercomo se ahogaba. Y, sobre todo,estaba deseando salir de la car-bonera cuanto antes.

Se acercó a tientas a la puertade hierro que daba al entrepuentede proa y descorrió el cerrojo; lapesada puerta giró sobre sus bisa-gras y fue como si le hubiese abier-to la puerta al clamor de la tempes-tad. Una oleada de gritos saltó so-bre él y el fragor del agua arriba, en

116

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

a tumult of strangled, throatyshrieks that produced an effectof despera te confus ion . Hestraddled his legs the wholewid th of the doorway andstretched his neck. And at firsthe perceived only what he hadcome to seek: six small yellowflames swinging violently onthe great body of the dusk.

It was stayed like the galleryof a mine, with a row ofstanchions in the middle, andcross-beams overhead, penetratinginto the gloom ahead —indefinitely. And to port thereloomed, like the caving in ofone of the sides, a bulky masswith a slanting outline. Thewhole place, with the shadowsand the shapes, moved all thetime. The boatswain glared: theship lurched to starboard, anda great howl came from thatmass tha t had the s l an t o ffallen earth.

Pieces of wood whizzed[zumbar] past . Planks, hethought, inexpressibly startled,and flinging back his head. Athis feet a man went sliding over,open-eyed, on his back, strainingwith uplifted arms for nothing:and another came bounding likea detached stone with his headbetween his legs and his handsclenched. His [58] pigta i lwhipped in the air; he made agrab at the boatswain’s legs, andfrom his opened hand a brightwhite disc rolled against theboatswain’s foot. He recognizeda silver dollar, and yelled at itwi th as tonishment . With aprecipitated sound of tramplingand shuffling of bare feet, andwith guttural cries, the mound ofwrithing bodies piled up to portdetached itself from the ship’ss ide and s l iding, iner t andstruggling, shifted to starboard[rightside], with a dull, brutalthump. The cries ceased. Theboatswain heard a long moanthrough the roar and whistling ofthe wind; he saw an inextricableconfusion of heads andshoulders, naked soles kickingupwards, fists raised, tumblingbacks, legs, pigtails, faces.

“Good Lord !” he c r i ed ,horrified, and banged-to the

tumulto de gritos guturales y [52]sofocados que resonaban en unadesesperada confusión. Abrió laspiernas tanto como le permitía elmarco de la puerta y estiró el cue-llo. Al principio sólo distinguiólo que había venido a buscar: seisllamitas amarillentas oscilandocon violencia en la gran masa depenumbra.

El entrepuente parecía la ga-lería de una mina, con una hile-ra de montantes en el centro yvigas transversales en el techo,perdiéndose en la oscuridad in-finita. Hacia babor se distinguíauna masa, una especie de mon-tón informe. Todo el recinto, consus sombras y sus formas, semovía sin cesar. El contramaes-tre abrió los ojos de par en par:el barco se inclinó hacia estri-bos; y un gran aullido surgió deaquella masa, cuyo perfil recor-daba el de un montón de tierraapilada.

Varios trozos de madera pasa-ron volando a su lado. «Postes»pensó, indescriptiblemente sobre-saltado y echando la cabeza haciaatrás de forma violenta. A sus piespasó un hombre deslizándose deespaldas, con los ojos abiertos, losbrazos inútilmente extendidos; yluego vino otro, rebotando comouna piedra desprendida, la cabezaentre las piernas y apretando lospuños. La cola de su cabello azota-ba el aire; intentó agarrarse a laspiernas del contramaestre y de sumano abierta saltó un brillante dis-co blanco que fue a rodar contra elpie del contramaestre. Éste lo iden-tificó como un dotar de plata y lan-zó un grito de sorpresa. Con un pre-cipitado retumbar de pasos descal-zos y gritos guturales, el promon-torio de cuerpos amontonados ababor se desprendió del flanco delbarco y se desplazó hacia estribor,deslizándose, inerte, y debatiéndo-se, hasta producir un sordo choquebrutal. Los gritos cesaron. El con-tramaestre oyó un largo lamentoentre los aullidos y silbidos del vien-to; vio una inextricable confusiónde cabezas y hombros, plantas des-nudas de pies proyectándose haciaarriba, puños alzados, espaldas,piernas, colas y caras revueltas.

-¡Dios mío! -gritó, horrorizado,y cerró de golpe la puerta de hierro

la cubierta, fue acallado por un tu-multo de chillidos e imprecacionesque producían el efecto de unaconfusión desesperada. Sin mover-se de la puerta, alargó el cuello y loprimero que vio fue aquello queprecisamente iba a buscar: seis lla-mitas amarillas que se balanceabancon violencia por encima de la granmasa en la penumbra.

E l e n t r e p u e n t e p a r e c í al a g a l e r í a d e u n a m i n a ,c u y o f i n a l s e p e r d í a e n t i -n i e b l a s . H a c i a b a b o r s ed i s t i n g u í a u n a m a s a , u n ae s p e c i e d e m o n t ó n i n f o r -m e . To d o e l e s p a c i o , c o ns u s s o m b r a s y s u s f o r m a s ,s e m o v í a a l m i s m o t i e m p o ,d e m o d o c o n s t a n t e . E lc o n t r a m a e s t r e a b r i ó c u a n -t o p u d o l o s o j o s : e l b a r c os e i n c l i n a b a h a c i a e s t r i b o ry u n e s p e l u z n a n t e a u l l i d os u rg i ó d e a q u e l l a m a s a i n -f o r m e .

Vio como pasaban por sulado algunos trozos de madera.«Tablas», pensó, sorprendido. Asus pies se deslizaba un hombre,[60] boca arriba, los ojos abier-tos, alargando los brazos paraasir la nada; otro llegó rodando,como una piedra desprendida,con la cabeza entre las piernas ylos puños cerrados. La coletaazotaba el aire; el hombre se afe-rró a las piernas del contramaes-tre y de la mano abierta se escu-rrió un pequeño disco brillante,una moneda de a dólar, que cayóa los pies del contramaestre,quien, al identificar el objeto,lanzó un grito de sorpresa. Conun precipitado sonido de pisa-das de pies desnudos y gritos gu-turales, el montón de cuerposhumanos se separó del lado debabor y resbaló, inerte, deba-tiéndose, hacia estribor, con unchoque brutal. Los gritos se aca-llaron. El contramaestre sintióun prolongado gemido a travésdel rugido y los silbidos delviento; vio una inextricable con-fusión de cabezas y-de hombros,de pies desnudos que se agita-ban, de puños amenazadores, deespaldas, de piernas, de coletasy de rostros.

-¡Santo Dios! -exclamó.Y cerró de golpe la puerta para poner

whiz(z) n. 1 zumbido 2 fam (persona)genio [at, de] v.i. 1 silbar 2 to whizby/past, pasar zumbando; movealong very quickly; make a softswishing sound; “the motor whirred”;“the car engine purred”

118

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

iron door upon this vision.

T h i s w a s w h a t h e h a dcome on the bridge to tell. Hecould not keep it to himself;and on board sh ip the re i sonly one man to whom it isw o r t h w h i l e t o u n b u r d e nyourself. On his passage backt h e h a n d s i n t h e a l l e y w a yswore at him for a fool. Whydidn’t he b r ing tha t l amp?W h a t t h e d e v i l d i d t h ecool ies mat ter to anybody?And when he came out, theextremity of the ship madewhat went on inside of herappear of l i t t le moment.

At first he thought he hadleft the alleyway in the verymoment of her sinking. Thebridge ladders had been washedaway, but an enormous seafilling the after-deck floatedhim up. After that he had to lieon his stomach for some time,holding to a ring-bolt, gettinghis breath now and then, andswal lowing sa l t water. Hestruggled farther on his handsand knees, too frightened anddistracted to turn back. In thisway he reached the after-part ofthe whee lhouse . In tha tcomparatively sheltered spot hefound the second mate.

T h e b o a t s w a i n w a sp l e a s a n t l y s u r p r i s e d —h i s i m p r e s s i o n b e i n g t h a te v e r y b o d y o n d e c k m u s th a v e b e e n w a s h e d a w a y al o n g t i m e a g o . H e a s k e de a g e r l y w h e r e t h eC a p t a i n w a s .

The second mate was lyinglow, like a malignant little animalunder a hedge.

“Captain? Gone overboard ,after gett in g u s i n t o t h i sm e s s . ” The m a t e , t o o , f o ra l l h e k n e w o r c a r e d .A n o t h e r f o o l . D i d n ’ tm a t t e r . E v e r y b o d y w a sg o i n g b y - a n d - b y.

The boatswain crawled outagain into the strength of thewind; not because he muchexpected to find anybody, hesaid, but just to get away from“that man.” He crawled out as

para escapar a esta visión.

Por esto había subido al puen-te, para explicar lo que había visto.No podía guardarlo para sí mismo,y a bordo de un barco sólo hay unhombre con el que pueda uno des-cargar [53] su conciencia. En sucamino de regreso, los marinerosdel corredor le insultaron por im-bécil. ¿Por qué no había traído lalinterna? ¿A quién demonios le im-portaban esos coolies? Y cuandosalió afuera, la situación extrema enque se encontraba el barco hizo quetodo lo que sucedía en su interiorpareciera en comparación absolu-tamente sin importancia.

Primero pensó que había sali-do del corredor justo en el momen-to en que la nave se hundía. Lasescaleras del puente habían sidoarrebatadas por el agua, pero ungolpe de mar le llevó en volandashasta él. Después, tuvo que quedar-se un rato tumbado boca aba-jo, agarrado de una argolla,jadeando y tragando de vezen cuando agua salada. Siguióavanzando con dificultad, a cua-tro patas, demasiado asustado eimpotente para volver atrás. Así ha-bía llega, lo al lado de popa de la ca-seta del timón. En este lugar, relati-vamente resguardado, se había en-contrado con el segundo oficial.

El contramaestre se s int ióagradablemente sorprendido,ya que tenía la impresión deque hacía tiempo que todo elm u n d o a b o r d o h a b í a s i d oarrebatado por las aguas. Pre-guntó ansiosamente dónde sehallaba el capitán.

El segundo oficial estaba pega-do al suelo, como un maligno ani-malito bajo un seto.

- ¿ E l c a p i t á n ? C a í d op o r l a b o r d a , d e s p u é s d em e t e r n o s e n e s t e l í o . E ls e g u n d o d e a b o r d o s e -g u r a m e n t e t a m b i é n . O t r oi m b é c i l . Ta n t o d a b a . To -d o s a c a b a r í a n i g u a l .

El contramaestre volvió a sa-lir arrastrándose, luchando con-tra la fuerza del viento, no por-que esperara encontrar a nadie,dijo, sino sólo para apartarse de«aquel hombre». Avanzaba a cua-

fin a aquella horrísona visión.

Para explicar todo aquellohabía querido subir al puente.No podía guardarlo para sí solo.Y a bordo de un barco sólo hayuna persona a la que valga lapena confiarse. De vuelta, losmarineros del pasillo le grita-ron, tachándole de loco. ¿Porqué no había traído la luz? ¿Aquién demonios le importaba loque le pasara a los coolies? Alsalir a la cubierta, pensó que,realmente, nada de lo que pasa-ba allí dentro tenía importancia,ante la situación en que se en-contraba el barco.

En principio, creyó que habíaabandonado el pasillo bajo el puen-te en el preciso momento en que elbarco se hundía. Las escaleras delpuente habían sido arrastradas porun golpe de mar, pero una podero-sa oleada le puso allí arriba en unsantiamén. Tras haber permaneci-do durante un rato tendido bocaabajo, aferrado a una argolla, ja-deando y tragando agua salada devez en cuando, avanzó un pocomás, a cuatro patas, demasiadoasustado como para dar marchaatrás. De este modo llegó al ladode popa de la caseta del timón. Enaquel punto relativamente protegi-do halló al segundo oficial.

El contramaestre experimentó unaenorme alegría, toda vez que teníala impresión de que todos los quese hallaban en cubierta debían ha-ber sido arrastrados [61] por lasaguas desde hacía rato. Preguntó alsegundo oficial donde estaba e1capitán, anhelante.

El hombre estaba tendido en elsuelo, como una bestia maligna en-cerrado en una jaula.

-¿El capitán? Ha saltado por la bor-da, después de meternos en este mal paso.Lo mismo había hecho el segundo de a bor-do, según él sabía. La verdad es que le im-portaba un comino. Otro que estaba mal dela cabeza. Para lo que importaba. Al fin y alcabo, todos iban a terminar lo mismo. ‘

El contramaestre volvió a sa-lir a cuatro patas a cielo abierto.No porque tuviese mucha con-fianza en encontrar a alguien,dijo, sirio simplemente por ale-jarse de «aquel hombre». Avan-

distracted 1 : mentally confused,troubled, or remote 2 : maddenedor deranged especially by grief oranxiety

1 confuso, perplejo, aturdido, conster-nado 2 desconsuelo [distress], turba-do, fuera de sí,

distraído = absent-minded, dreamy,

120

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

outcasts go to face an inclementworld. Hence his great joy atfinding Jukes and the Captain.But what was going on in the‘tween-deck was to him a minormatter by that time. Besides, itwas difficult to make yourselfheard . But he managed toconvey the idea tha t theChinaman had broken adrifttogether with their boxes, andthat he had come up on purposeto report this. As to the hands,they were a l l r igh t . Then ,appeased, he subsided on thedeck in a s i t t ing pos ture ,hugging with his arms and legsthe stand of the engine-roomtelegraph — an iron casting asthick as a post. When that went,why, he expected he would go,too. He gave no more thoughtto the coolies.

Captain MacWhirr had madeJukes understand that he wantedhim to go down below — to see.

“What am I to do then, sir?”A n d t h e t r e m b l i n g o f h i sw h o l e w e t b o d y c a u s e dJukes ’ vo ice to sound l ikeblea t ing .

“ S e e f i r s t . . .B o s s ’ n . . . s a y s . . .a d r i f t . ”

“That boss ’n i s aconfounded fool ,” howledJukes, shakily.

T h e a b s u r d i t y o f t h ed e m a n d m a d e u p o n h i mrevo l t ed Jukes . He was a su n w i l l i n g t o g o a s i f t h emoment he had left the deckthe ship were sure to sink.

“I must know . . . can’t leave. . . .”

“They’ll settle, sir.”

“Fight . . . boss’n says theyfight. . . . Why? Can’t have . . .fighting . . . board ship. . . .Much rather keep you here . . .case . . . . I should . . . washedoverboard myself. . . . Stop it . . .some way. You see and tell me . . .through engine-room tube. Don’twant you . . . come up here . . . toooften. Dangerous . . . movingabout . . . deck.”

tro patas como un paria, para en-frentarse a un mundo despiada-do. De ahí su gran alegría al en-contrarse con Jukes y el capitán.Pero, llegado a este punto, lo queestaba sucediendo en elentrepuente ya no le parecía tanimportante. Además, resultaba di-fícil hacerse oír. A pesar de todo,consiguió transmitir el mensajede que los chinos se habían sol-tado, con sus baúles, y que habíavenido expresamente a comuni-cárselo. En cuanto a los marine-ros, estaban bien. Entonces, tran-quilizado, se dejó caer sentado[54] en cubierta, rodeando conbrazos y piernas el pedestal de lacabina del telégrafo, un objeto dehierro grueso como un poste.Cuando aquello cediera, él cede-ría también. Y dejó de pensar enlos coolies.

El capitán MacWhirr había he-cho entender a Jukes que deseabaque bajara a ver qué ocurría.

-¿Y qué debo hacer entonces, señor?Y el temblor de su cuerpo

entero empapado convertía lavoz de Jukes en una especie debalido.

- Ve r p r i m e r o . . . c o n -t r a m a e s t r e . . . d i c e . . . a lg a r e t e .

-Ese contramaestre es un con-denado imbécil -aulló Jukes con voztemblorosa.

Lo absurdo de lo que se le pe-día indignaba a Jukes. Estaba tanpoco dispuesto a ir como si supieraque, en el preciso momento en queabandonara el puente, el barco sehundiría sin remedio.

-Debo saber... no puedo ir....

-Se calmarán, señor.

-Pelean... contramaestre diceque pelean... ¿Por qué? No puedopermitir... peleas... a bordo... Pre-feriría tenerle aquí .... en caso... deque cayera yo mismo por la borda...Detenga la pelea... de alguna ma-nera. Vaya a ver y dígame... a tra-vés del tubo de la sala de máqui-nas. No quiero... que suba aquí...demasiado a menudo. Peligroso...moverse... por cubierta.

zó a rastras, como un paria anteun mundo inclemente. De ahí sualegría al encontrarse con Jukesy el capitán. Pero, a estas altu-ras, los acontecimientos delentrepuente ya no le parecían tanimportantes. Además, era impo-sible hacerse entender. No obs-tante, se las ingenió para expli-carle al capitán que los chinos es-taban armando un jaleo enorme,los chinos y sus baúles, y que ha-bía subido al puente justamentepara explicárselo. En cuanto a losmarineros, no podían quejarse,dada la situación. Luego, máscalmado, se dejó caer sentado encubierta, abrazándose con lospies y las manos a la base de lacabina del telegrafista, pensandoque en cuanto aquello cediesecedería él también. Y dejó depensar en los coolies.

El capitán MacWhirr consiguióhacer comprender a Jukes que deseabaque fuera a ver lo que sucedía.

-¿Y que debo hacer después?E l c u e r p o d e J u k e s t e m -

b l a b a d e t a l m a n e r a q u e s uv o z p a r e c í a e l b a l i d o d eu n a o v e j a .

-Antes que nada comprobarlo...El contramaestre... dice... que sehan vuelto locos...

-E l con t r amaes t r e e s una s n o - g r i t ó J u k e s ,e spasmódicamente .

La absurdidad de lo que sele mandaba le sacaba de qui-c io . Ten ía l a impres ión deque, en el mismo momento enque abandonara el puente, elbarco se hundiría.

-Quiero saber... No puedo consentir...

-Ya se calmarán, señor. [62]

-Pelean... el contramaestre diceque se pelean... ¿Por qué?... Nopuedo consentir... peleas... a bor-do... Será mejor que se quede us-ted allí... por si... se me llevase unaola... Arréglelo como pueda... Vayaa verlo e infórmeme, por el tubo dela sala de máquinas... No quiero quesuba aquí... demasiado a menudo...Peligroso... circular... por cubierta.

122

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

J u k e s , h e l d w i t h h i sh e a d i n c h a n c e r y , h a d t ol i s t e n t o w h a t s e e m e dh o r r i b l e s u g g e s t i o n s .

“Don’t want . . . you get lost. . . so long . . . ship isn’t. . . . .Rout . . . Good man . . . Ship . .. may . . . through this . . . allright yet.”

A l l a t o n c e J u k e su n d e r s t o o d h e w o u l d h a v et o g o .

“Do you think she may?” hescreamed.

But the wind devoured thereply, out of which Jukes heardonly the one word, pronouncedwi th g rea t ene rgy “ . . . .Always. . . .”

Captain MacWhirr releasedJukes, and bending over theboatswain, yelled, “Get backwith the mate.” Jukes only knewthat the arm was gone off hisshoulders. He was dismissedwith his orders — to do what?He was exasperated into lettinggo his hold carelessly, and onthe instant was blown away. Itseemed to him that nothingcould s top h im f rom be ingblown right over the stern. Heflung himself down hastily, andthe boa t swa in , who wasfollowing, fell on him.

“Don’t you get up yet, sir,”c r ied the boa tswain . “Nohurry!”

A s e a s w e p t o v e r .J u k e s u n d e r s t o o dt h e b o a t s w a i n t os p l u t t e r t h a t t h eb r i d g e l a d d e r sw e r e g o n e . “I’ll lowery o u d o w n , s i r , b y y o u rh a n d s , ” h e s c r e a m e d . H esh o u t e d a l s o s o m e t h i n ga b o u t t h e s m o k e - s t a c kb e i n g a s l i k e l y t o g oo v e r b o a r d a s n o t . J u k e st h o u g h t i t v e r y p o s s i b l e ,a n d i m a g i n e d t h e f i r e so u t , t h e s h i p h e l p l e s s . .. . The boatswain by his sidekept on yelling. “What? Whatis it?” Jukes cried distressfully;and the other repeated, “Whatwould my old woman say if

Jukes, con la cabeza aprisiona-da por el brazo del capitán, tenía queescuchar lo que le parecían horri-bles indicaciones.

- N o q u i e r o . . . s e p i e r -d a . . . m i e n t r a s . . . e l b a r c on o . . . R o u t . . . . c o m p e t e n -t e . . . B a r c o p u e d e . . . s a l v a r -s e . . . t o d a v í a .

D e r e p e n t e J u k e s c o m -p r e n d i ó q u e d e b í a o b e d e -c e r.

- ¿ C r e e q u e r e s i s t i -r á ?

Pero el viento devoró la res-puesta, de la cual Jukes sólo pudodistinguir una palabra, pronuncia-da con gran energía:

-Siempre.

El capitán MacWhirr soltó aJukes e inclinándose sobre el con-tramaestre, gritó:

-¡Acompañe al segundo de a bordo!Jukes sólo sabía que el brazo

le había soltado. Le mandaban[55] con unas órdenes, ¿con quépropósito? Estaba tan exasperadoque sin darse cuenta dejó de afe-rrarse a su asidero, y en el mismomomento le arrebató el vendaval.Le pareció que nada podría impe-dir que el viento le lanzara por laborda. Se tiró al suelo precipita-damente y el contramaestre, quele seguía, le cayó encima.

-¡No se levante todavía, señor!-gritó el contramaestre-. ¡No hayprisa!

Una ola barr ió el barco.Jukes entendió las palabrasentrecortadas del contramaestre,diciéndole que las escaleras delpuente habían desaparecido.

-¡Yo le ayudaré a bajar, señor,cogiéndole de las manos! -gritó elcontramaestre.

También gritó algo sobre lachimenea, que tenía todas lasprobabilidades de desaparecerigualmente. Jukes pensó que eramuy posible y se imaginó lascalderas apagadas, el barco in-defenso... A su lado, el contra-maestre seguía gritando.

-¿Qué? ¿Qué dice? -aulló, des-esperado, Jukes.

Y el otro repitió:-¿Qué diría mi parienta si me

Jukes, con la cabeza aprisiona-da por el brazo del capitán, no te-nía otro remedio que escuchar aque-llas terribles sugerencias.

-No quiero . . . perder le . . .mientras el barco... no... Rout...un buen elemento... Barco...puede resistir... perfectamentetodavía.

De golpe Jukes comprendió queno tendría otro remedio que obe-decer.

-Cree usted que resistirá, real-mente?

Pero el viento se llevó la res-puesta, de la cual Jukes sólo captóuna única palabra, pronunciada congran energía:

-¡Siempre. . . !

El capitán MacWhirr soltó aJukes y, agachándose hacia el con-tramaestre, le gritó:

-¡Acompañe al primer oficial!Lo único que sabía Jukes es

que el brazo se había retirado desus hombros. Era mandado conórdenes... ¿para hacer qué? Esta-ba tan exasperado que, sin darsecuenta, dejó de agarrarse e, inme-diatamente, fue arrastrado por elviento. Le pareció que nada po-día impedir que fuera lanzado porla borda. Se lanzó al suelo a todaprisa y el contramaestre, que ibatras él, le cayó encima.

-No se levante, señor -gritó elcontramaestre-. ¡No hay ningunaprisa!

Una ola les cubrió com-p le t amen te . Jukes e scuchócómo el contramaestre le de-cía que las escaleras del puen-te habían sido arrastradas.

- Yo l e a y u d a r é a b a -j a r , s e ñ o r . C ó j a m e l a sm a n o s - g r i t ó .

También gritó algo sobre la chi-menea, como que era muy posibleque también hubiese sido arrastra-da por el mar. Jukes se imaginó lascalderas apagadas, el barco indefen-so... El contramaestre seguía gritan-do desesperadamente algo que nolograba entender. [63]

-¿Cómo? ¿Qué dice usted? -gritóa su vez Jukes, desesperado también.

Y e1 otro repitió:-Digo que qué diría mi mujer

124

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

she saw me now?”

I n t h e a l l e y w a y, w h e r ea l o t o f w a t e r h a d g o t i na n d s p l a s h e d i n t h e d a r k ,t h e m e n w e r e s t i l l a sd e a t h , t i l l J u k e s s t u m b l e da g a i n s t o n e o f t h e m a n dc u r s e d h i m s a v a g e l y f o rb e i n g i n t h e w a y. Tw o o rt h r e e v o i c e s t h e n a s k e d ,eage r and weak, “Any chancefor us, sir?”

“What’s the matter with youfools?” he said brutally. He feltas though he could throwhimself down amongst them andnever move any more . Butthey seemed cheered; and int h e m i d s t o f o b s e q u i o u swarn ings , “Look ou t ! Mindt h a t m a n h o l e l i d , s i r, ” t h e yl o w e r e d h i m i n t o t h eb u n k e r . T h e b o a t s w a i nt u m b l e d d o w n a f t e r h i m ,and as soon as he had pickedh i m s e l f u p h e r e m a r k e d ,“ She would say, ‘Serve youright, you old fool, for goingto sea.’”

The boatswain had somemeans, and made a point ofalluding to them frequently.His wife — a fat woman —and two grown-up daughterskept a greengrocer ’s shop inthe East-end of London.

I n t h e d a r k , J u k e s ,u n s t e a d y o n h i s l e g s ,l i s t e n e d t o a f a i n tt h u n d e r o u s p a t t e r . Adeadened screaming went ons teadi ly a t h i s e lbow, as i tw e r e ; a n d f r o m a b o v e t h elouder tumul t o f the s tormdescended upon these nearsounds . His head swam. Tohim, too , in tha t bunker, themot ion of the sh ip seemedn o v e l a n d m e n a c i n g ,s a p p i n g h i s r e s o l u t i o n a st h o u g h h e h a d n e v e r b e e naf loa t before .

He had ha l f a mind toscramble out again; but theremembrance of Capta inMacWhirr ’s voice made thisimpossible. His orders were togo and see. What was the goodof i t , he wanted to know.Enraged, he told himself he

viera ahora?

En el corredor, donde habíaentrado una gran cantidad de aguasalpicando en la oscuridad, loshombres estaban quietos comomuertos, hasta que Jukes tropezócon uno de ellos y le insultó salva-jemente por dificultarle el camino.Dos o tres voces preguntaron en-tonces, inquietas y débiles:

-¿Qué probabilidades tenemos,señor?

- ¿ P e r o q u é o s p a s a , i m -b é c i l e s ? - c o n t e s t ó c o nb r u t a l i d a d .

Se sentía inclinado a dejarse caerentre ellos y no moverse nunca más.Pero ellos parecieron animarse; ycon toda clase de obsequiosas ad-vertencias, «¡Cuidado! ¡Vigi-le la por tezue la de l o jo debuey, señor! », le ayudaron abajar a la carbonera. El con-tramaestre se dejó caer tras ély, en cuanto se hubo incorpo-rado, observó:

-Me diría: «Te está bien em-pleado, viejo loco, por hacerte ala mar».

El contramaestre tenía algode dinero y no dejaba pasar [56]ocasión de recordarlo con fre-cuencia. Su mujer -muy entra-da en carnes- y dos hijas ya ma-yores regentaban una verdule-ría en el este de Londres.

En la oscuridad, Jukes, sin po-der guardar la estabilidad sobre suspiernas, escuchaba retumbar un le-jano y prolongado sonido pareci-do a un trueno. Le llegaba un gri-terío sofocado, se diría que rozan-do su codo, y desde arriba, el tu-multo más ruidoso del temporaldescendió sobre estos sonidos máscercanos. La cabeza le daba vuel-tas. También a él, en la carbonera,el movimiento del barco le pare-ció extraño y amenazador, soca-vando su determinación como sinunca antes se hubiera encontradoen alta mar.

Estaba deseando volver a salirde allí, pero el recuerdo de la vozdel capitán MacWhirr se lo impe-día. Sus órdenes habían sido ir a verqué pasaba. Le hubiera gustado sa-ber de qué diablos podía servir eso.Enfurecido, se dijo a sí mismo queiría a ver, por supuesto. Pero el con-

si me viera en este trance.

En el pasillo bajo el puente,donde había penetrado una bue-na cantidad de agua que se agi-taba en la oscuridad, los hombresestaban callados como muertos,hasta que Jukes tropezó con unode ellos, maldiciéndole de malamanera. Dos o tres de ellos pre-guntaron afanosamente:

-¿Queda alguna esperanza, se-ñor?

-¿Qué demonios os pasa, ton-tos de capirote? -contestó Jukes,brutalmente.

Le entraron ganas de dejarse caerentre aquel grupo y no ‘tener que volvera moverse. Pero los hombres parecíanmás animados y entre obsequiosas ad-vertencias como « ¡Cuidado!¡Atienda al cierre de ese ojo debuey, señor!», le ayudaron a bajarhasta la carbonera. El contramaes-tre se dejó caer a sus espaldas y,tan pronto se hubo recuperado dela caída, observó:

-Diría: «Te está bien emplea-do, pedazo de burro, por hacertea la mar».

El contramaestre tenía suapaño y no perdía la ocasiónpara hacer a lus ión a é l . Sumujer -una señora fondona-y dos h i jas ya mayores re-g e n t a b a n u n a d r o g u e r í a a leste de Londres .

A oscuras, inseguro sobre suspiernas, Jukes escuchó un débil ru-mor, parecido a un trueno lejano einacabable. Una especie de griteríoamortiguado resonaba allí mismo,según parecía, mientras, arriba, elviolento tumulto del vendaval in-tentaba ahogar todos los demás rui-dos, más cercanos. La cabeza ledaba vueltas. También para él, enla oscuridad de la carbonera, elmovimiento del barco le resultabanuevo y amenazador, minando sufuerza de voluntad, como si se tra-tara de la primera vez que se embar-caba.

Sintió , la tentación de darmarcha atrás; pero el recuerdode la voz del capitán MacWhirrse lo impidió. La orden era debajar y ver lo que pasaba. Jukeshubiera querido saber por qué.Irritado, se dijo que ciertamenteiría y lo vería. Pero el contra-

obsequious servile obedient, adulón,zalamero, lisonjero, adulador

obsequioso polite, obliging, helpful,courteous

scramble n. 1 scamper, scurry rushingabout hastily in an undignified way 2scuffle, make one’s way to, pasarcomo se pueda an unceremoniousand disorganized struggle

v. 1 make unintelligible; “scramble themessage so that nobody canunderstand it” 2 beat, stir vigorously;“beat the egg whites”; “beat thecream” 3 jumble, throw togetherbring into random order 4 to movehurriedly arreglarse a toda prisa;“The friend scrambled after them” 5clamber, shin, shinny, skin, struggle,sputter climb awkwardly, as if byscrambling

scramble I v. tr. 1 mezclar 2 Tele (men-saje) codificar

II v. intr. 1 ir gateando to scrambleacross a field, cruzar un campogateando; to scramble up a tree, tre-par a un árbol 2 pelearse [for, por],andar a la rebatiña [for, por]: fanswere scrambling for the concerttickets, los fans se tiraban de los pe-los por una entrada para el concierto3 Dep hacer motocross

III n. 1 subida o escalada difícil 2confusión, rebatiña 3 Dep carrerade motocross

126

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

would see — of course. But theboatswain, staggering clumsily,warned him to be careful howhe opened that door; there wasa blamed fight going on. AndJukes, as if in great bodily pain,desired irritably to know whatthe devil they were fighting for.

“ D o l l a r s ! D o l l a r s , s i r.A l l t h e i r r o t t e n c h e s t s g o tb u r s t o p e n . B l a m e d m o n e ysk ipp ing a l l ove r the p l ace ,and t hey a r e t umbl ing a f t e ri t h e a d o v e r h e e l s —t e a r i n g a n d b i t i n g l i k ea n y t h i n g . A r e g u l a r l i t t l eh e l l i n t h e r e . ”

J u k e s c o n v u l s i v e l yo p e n e d t h e d o o r . T h es h o r t b o a t s w a i n p e e r e du n d e r h i s a r m .

One of the lamps had goneo u t , b r o k e n p e r h a p s .R a n c o r o u s , g u t t u r a l c r i e sburst out loudly on their ears,and a strange panting sound,t h e w o r k i n g o f a l l t h e s estraining breasts. A hard blowhit the side of the ship: waterfe l l above wi th a s tunn ingshock, and in the forefront ofthe gloom, where the air wasreddish and thick, Jukes sawa h e a d b a n g t h e d e c kvio len t ly, two th ick ca lvesw a v i n g o n h i g h , m u s c u l a rarms twined round a nakedbody, a ye l low-face , open-mouthed and with a set wildstare, look up and slide away.A n e m p t y c h e s t c l a t t e r e dturning over; a man fell headfirst with a jump, as if liftedby a k ick ; and fa r the r o ff ,ind i s t inc t , o the r s s t r eamedlike a mass of rolling stonesdown a bank, thumping thed e c k w i t h t h e i r f e e t a n dflourishing their arms wildly.T h e h a t c h w a y l a d d e r w a sloaded with coolies swarmingon it l ike bees on a branch.They hung on the steps in ac rawl ing , s t i rr ing c l u s t e r,beating madly with their fiststhe underside of the battenedhatch, and the headlong rushof the water above was heardi n t h e i n t e r v a l s o f t h e i ryelling. The ship heeled overmore, and they began to dropoff: first one, then two, then

tramaestre, tambaleándose torpe-mente, le advirtió que debía tenercuidado al abrir la puerta; allí den-tro se estaba librando una batallacampal. Y Jukes, como si sufrieraun terrible dolor físico, deseó saber,con irritación, por qué diablos seestaban peleando.

- ¡Dó la r e s ! ¡Dó la r e s , s e -ñ o r ! L o s b a ú l e s p o d r i d o sse han r even t ado , e l ma ld i -t o d i n e r o c o r r e p o r e l s u e -l o , y e l l o s s e l a n z a n d e c a -b e z a p a r a r e c u p e r a r l o , am o r d i s c o s y d e m a l a m a n e -r a . U n v e r d a d e r o i n f i e r n o ,a l l í d e n t r o .

J u k e s a b r i ó l a p u e r t aconvulsivamente. El contra-maestre, más bajo, miró pordebajo de su brazo.

Una de las linternas se habíaapagado, probablemente rota. Ungriterío rencoroso y gutural explo-tó en sus oídos, con un sonido ex-trañamente jadeante, el de todosaquellos pechos trabajando a ple-na presión. Un fuerte golpe alcan-zó el flanco del navío: el agua lecayó encima con una enorme co-lisión y al fondo de la penumbra,donde el aire era rojizo y espeso,Jukes vio cómo una cabeza cho-caba violentamente con el suelo,dos gruesas pantorrillas se agita-ban en el aire, unos brazosmusculosos estrechaban un cuer-po desnudo y una cara amarilla,con la boca abierta y una salvajeexpresión fija en los ojos, mirabahacia arriba [57] y desaparecíadeslizándose. Un baúl vacío reso-nó al tumbarse; un hombre cayóde cabeza como si alguien le hu-biera empujado para que diera unavoltereta; y más allá,embarullados, otros aparecíancomo una avalancha de rocas ro-dando por la pendiente, pateandoel suelo y gesticulando insensata-mente con los brazos. La escalerade la escotilla estaba cubierta porun enjambre de coolies, comoabejas en una rama. Colgaban delos peldaños en un animado y si-niestro racimo, golpeando salva-jemente con los puños la escotillacerrada, mientras el prolongadoruido del agua se oía arriba, a in-tervalos, en medio de su griterío.El barco se encabritó, y empeza-ron a caerse; primero uno, después

maestre, vacilando torpemente,le dijo que llevara cuidado alabrir la puerta, que la lucha eraencarnizada, a l l í dentro . YJukes, [64] como víctima de unintenso dolor corporal, pregun-tó, irritado, por qué demonios seestaban peleando los chinos.

- ¡Por los dó la res , señor !¡Por lo s dó la re s ! Los baú -l e s , med io ca rcomidos , hanreven tado y e l d ine ro se haespa rc ido po r e l sue lo , y s ep e l e a n a m o r d i s c o s y s i nc u a r t e l p o r r e c o g e r l o s .Créame, una autént ica ba ta-l l a campa l .

J u k e s a b r i ó l a p u e r t aconvulsivamente. El pequeñocontramaestre espió por de-bajo de su brazo.

Una de las luces se habíaapagado, seguramente hecha tri-zas. A los oídos de Jukes y delcontramaestre llegaban gritossordos y guturales, así como unextraño jadeo, producido por uncoro de pulmones trabajando atoda presión. Una poderosa olagolpeó al barco de costado: elagua cayó sobre la cubierta conun golpe ensordecedor y, en laprofundidad de las tinieblas, enun punto donde el aire parecíarojizo y denso, Jukes alcanzó aver una cabeza que golpeabacontra el suelo con violencia,dos gruesas piernas que se agi-taban en e l a i re , unosmusculosos brazos que estrecha-ban un cuerpo desnudo, un ros-tro amarillo, boquiabierto y conla mirada de un loco. Uno de losbaúles se volcó; un hombre cayóal suelo, como si le hubiesenpropinado un puntapié, hacién-dole saltar por los aires. Másallá, indistintamente, otros hom-bres rodaron como una masa derocas por una pendiente, agitan-do locamente brazos y piernas.La escalera de la escotilla esta-ba repleta de coolies, como enun enjambre de abejas. Colga-ban de los escalones, en una es-pecie de racimo móvil, golpean-do con los puños el cierre de laescotilla. Durante las brevespausas del griterío, se imponíael fragor del agua, allá arriba. Elbarco se encabritó y uno de loscoolies cayó de la escalera, lue-

128

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

all the rest went away together,falling straight off with a greatcry.

J u k e s w a s c o n f o u n d e d .The boatswain, with g r u f fa n x i e t y , b e g g e d h i m ,“Don’t you go in there, sir.”

The whole place seemed totwist upon i tsel f , jumpingincessantly the while; and whenthe ship rose to a sea Jukesfancied that all these men wouldbe shot upon him in a body. Hebacked out, swung the door to,and with t rembling handspushed at the bolt. . . .

As soon as his mate hadgone Captain MacWhirr, lefta lone on the br idge, s idledand s taggered as far as thewheelhouse . I t s door beinghinged forward, he had to fightthe gale for admittance, andwhen at last he managed toe n t e r, i t w a s w i t h a ninstantaneous clatter and abang, as though he had beenfired through the wood. Hestood within, holding on to thehandle.

The steering-gear leakeds team, and in the conf inedspace the glass of the binnaclemade a shiny oval of light ina th in whi te fog. The windhowled, hummed, whis t led,with sudden booming guststha t rat t l ed t he door s ands h u t t e r s i n t h e v i c i o u spa t t e r o f sp rays . Two co i l so f l e a d - l i n e a n d a s m a l lcanvas bag hung on a longlanyard, swung wide off, andc a m e b a c k c l i n g i n g t o t h eb u l k h e a d s . The grat ingsunderfoot were nearly afloat;with every sweeping blow of asea, water squirted violentlythrough the cracks all round thedoor, and the man at the helmhad flung down his cap, his coat,and stood propped against thegear-casing in a striped cottonshirt open on his breast. Thelittle brass wheel in his handshad the appearance of a brightand fragile toy. The cords of hisneck stood hard and lean, a darkpatch lay in the hollow of histhroat, and his face was still andsunken as in death.

dos, después los demás, todos jun-tos, desprendiéndose con un ala-rido.

Jukes estaba desconcerta-do. El contramaestre, con brin-ca ansiedad, le suplicó:

-¡No vaya a entrar, señor!

El recinto entero parecía girarsobre sí mismo mientras saltaba sincesar; y cuando el barco se alzó acaballo de una ola, a Jukes le pare-ció que todos aquellos hombresiban a caerle encima como un solocuerpo. Se echó para atrás, cerró lapuerta de un golpe y con manostemblorosas pasó el pestillo...

Tan pronto como su segun-do de a bordo le dejó solo en elpuente, el capitán MacWhirr searrastró tambaleándose hasta lacaseta del timón. Como la puer-ta se abría hacia fuera, tuvo queluchar con el viento para abrir-la y cuando por fin consiguióentrar, la puerta se cerró a susespaldas inmediatamente, degolpe, como si hubiera atrave-sado la madera. Una vez dentro,se quedó quieto, aferrado alpomo de la puerta.

El engranaje del timón dejabaescapar bocanadas de vapor, y en elespacio cerrado de la cabina el cris-tal de la linterna dibujaba un óvalode luz en medio de una neblina blan-quecina. El viento aullaba, zumba-ba y silbaba, en rachas repentinas quehacían restallar puertas y venta-nas con malignas avalanchas deagua. Un par de rollos de cuerday una bolsa de lona colgaban deun largo acollador y oscilabancon violencia, topando con lasmamparas. El [58] enrejado delsuelo estaba prácticamente inun-dado; a cada golpe de las olas, elagua penetraba por las rendijasdel marco de la puerta, y el hom-bre al timón se había librado desu gorra y su chaqueta, y se en-contraba de pie, apoyado contrala rueda del timón, con la camisade algodón a rayas abierta sobreel pecho. En sus manos, la peque-ña rueda de latón parecía un ju-guete frágil y brillante. Los mús-culos del cuello le sobresalían,duros y tensos, dejando en lasombra la cavidad del cuello, ysu cara aparecía pétrea y hundi-da, como si estuviera muerto.

go otro y, finalmente, fueron to-dos los que rodaron con un gri-terío escalofriante.

Jukes no sabía qué hacer. Elcontramaestre, con voz angustiaday áspera, le pidió:

-¡No entre, señor!

El lugar entero parecía dar vuel-tas alrededor de un eje imaginario,entre saltos y sacudidas y, cuandoel barco se alzó a caballo de unaola, Jukes previó que toda aquellamasa de hombres se le vendría en-cima y lo aplastarían. Reculó, pues,cerró la puerta y, con manos tem-blorosas, pasó el cerrojo...

Apenas se quedó solo en elpuente, el capitán MacWhirr se [65]escurrió, vacilante, hasta la casetadel timón. Como sea que la puertase abría hacia fuera, tuvo que lu-char con el viento para poder en-trar y, cuando finalmente lo consi-guió, la puerta se cerró inmediata-mente a sus espaldas, de golpe, lomismo que si el capitán hubierapasado a través de la madera.MacWhirr se quedó de pie, ya en laparte de dentro, aferrado al pomode la puerta.

Del engranaje del timón surgíauna vaharada de vapor y en el re-ducido espacio de la caseta el cris-tal de la lámpara dibujaba un óvalode luz en medio de una neblinablancuzca. El viento aullaba, zum-baba y silbaba, con súbitas rachasque arrojaban una lluvia de espu-ma contra la puerta y losventanucos. Dos rollos de cuerda yuna pequeña bolsa de lona pendíande un colgajo, columpiándose conviolencia, chocando contra lasmamparas; el enrejado del sueloestaba a flor de agua. A cada nuevogolpe de mar, el agua penetraba conviolencia por las cuatro rendijasde la puerta y el hombre que esta-ba al timón se había quitado lagorra y la chaqueta, permanecien-do de pie, como estampado con-tra la rueda del timón, en mangasde camisa y despechugado. En susmanos, la pequeña rueda de latóncobraba la apariencia de un jugue-te grácil y brillante. Los múscu-los de su cuello sobresalían, du-ros y tensos, dejando en la som-bra la caverna del cuello, y su carapermanecía inmóvil y demacrada,como en la misma muerte.

[ronco (in voice) / brusco (inmanner)]

[walked cautiously]

rattleI n. 1 (juguete) sonajero (de serpiente)

cascabel (para fiestas) matraca 2 rui-do (de tren, carro) traqueteo (de ca-dena, monedas, llaves) repiqueteo

II v. tr. 1 (llaves, monedas) hacer sonar2 familiar desconcertar, poner nervio-so : she gets rattled over nothing, sepone nerviosa por nada

III vi (tren) traquetear: the train rattled past,el tren pasó traqueteando (metal) re-piquetear (ventana) vibrar

130

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

Captain MacWhirr wipedhis eyes. The sea that had nearlytaken him overboard had, to hisgreat annoyance, washed hissou’-wester hat off his baldhead . The f luffy, fa i r ha i r,soaked and darkened ,resembled a mean ske in[madeja] of cot ton threadsfestooned round his bare skull.His face, glistening with sea-water, had been made crimsonwith the wind, with the sting ofsprays. He looked as though hehad come off sweating frombefore a furnace.

“ Yo u h e r e ? ” h emut te red , heav i ly.

The second mate had foundhis way into the wheelhousesome time before. He had fixedhimself in a corner with his kneesup, a fist pressed against eachtemple; and this att i tudesuggested rage, sorrow,resignation, surrender, with a sortof concentrated unforgiveness.He said mournfully and defiantly,“Well , i t ’s my watch belownow: ain’t it?”

The steam gear clattered,stopped, clattered again; andt h e h e l m s m a n ’s e y e b a l l sseemed to pro jec t ou t o f ahungry face as if the compassc a r d b e h i n d t h e b i n n a c l eg l a s s h a d b e e n m e a t . G o dknows how long he had beenl e f t t h e r e t o s t e e r , a s i ff o r g o t t e n b y a l l h i sshipmates. The bells had notbeen struck; there had beenno reliefs ; the ship’s Routinehad gone down wind; but hewas trying to keep her headnorth-north-east . The ruddermight have been gone for allhe knew, the f i res ou t , thee n g i n e s b r o k e n d o w n , t h eship ready to roll over l ike acorpse. He was anxious nott o g e t m u d d l e d a n d l o s econtrol of her head, becausethe compass -card swung farboth ways, wriggling on thepivot, and sometimes seemedt o w h i r l r i g h t r o u n d . H esuffered from mental stress.He was horribly afraid, also,o f t h e w h e e l h o u s e g o i n g .Mountains of water kept on

El capitán MacWhirr se secólos ojos. El mar, que casi había lo-grado echarle por la borda, se ha-bía llevado, con gran disgusto porsu parte, el sombrero que le pro-tegía el despoblado cráneo. El ca-bello fino y claro, empapado y os-curecido, formaba una especie demiserable flequillo de algodón al-rededor de su calva. El viento ylos azotes del agua habían dadouna tonalidad escarlata a su ros-tro, brillante de agua marina. Suaspecto era el de alguien que seretira, sudando, de la boca abier-ta de una caldera.

-¿Usted aquí? -murmuró, pesa-damente.

El segundo oficial había con-seguido refugiarse en la casetadel timón poco antes. Se habíainstalado en un rincón, con lasrodillas alzadas, apretándose lassienes con los puños; su actitudsugería rabia, pena, resignación,abandono, con una especie deacusación concentrada.

-Bueno, es mi turno de guardia,¿no? -dijo, malhumorado, y con vozdesafiante.

El aparato de vapor repicó, sedetuvo, volvió a repicar; al timo-nel se le salieron los ojos de lasórbitas como si, desde una carahambrienta, viese un pedazo decarne en la brújula que tenía de-lante. Sólo Dios sabía cuánto tiem-po llevaba allí al timón, como ol-vidado por todos sus compañeros.Nadie había tocado las campanas;nadie le había relevado; la rutinadel barco se la había llevado elviento; pero él seguía intentandomantener el rumbo norte-noreste.Para él, el timón podía haber sidoarrancado de cuajo, las calderasapagadas, los motores parados, elbarco entero dispuesto para rodarsobre sí mismo como un cadáver.Lo único que le preocupaba eraconservar la cabeza clara y [59]mantener el rumbo, ya que la brú-jula oscilaba bruscamente de de-recha a izquierda, y a veces inclu-so parecía dar la vuelta completaal cuadrante. El hombre sufría unaintensa angustia mental. Estabaaterrorizado, también, por la posi-bilidad de que el mar se llevara lacabina entera. Montañas de aguaseguían azotándola. Cuando el bar-

El capitán MacWhirr se secólos ojos. El mar, que por poco nolo arroja por la borda, le había arre-batado, con gran disgusto por suparte, la gorra, dejando al descu-bierto su cabeza medio calva. Suscabellos rubios y sedosos, ahoraempapados y oscurecidos por elagua, le formaban una especie deflequillo alrededor del cráneo pe-lado. Su rostro, brillando por elagua del mar, estaba completamen-te rojo bajo el viento y las punza-das de la espuma. Se diría que ve-nía, empapado de sudor, de la bocade un horno.

-¿Usted aquí? -murmuró pesa-damente.

El segundo oficial había con-seguido refugiarse en la caseta deltimón momentos antes. Se habíainstalado en un rincón, acurrucadoentre sus rodillas y con las manosen las sienes, sugiriendo, con aque-lla actitud, ira, dolor, resignación,abandono, a la vez que una especiede acusación implacable.

-Bien, es mí turno de guardia,¿no es verdad? -dijo malhumorado,con cierto tono de desafío.

El mecanismo de vaportraqueteó, se detuvo, volvió a tra-quetear [66] y los globos de los ojosdel timonel parecieron proyectarsemás allá de su cara famélica, comosi la brújula situada detrás del cris-tal de la lámpara fuera un plato decarne. Sólo Dios sabía cuánto tiem-po hacía que el pobre hombre esta-ba allí, al timón, olvidado por to-dos sus compañeros. Nadie habíatocado campana alguna. No habíarelevos. La rutina del barco se ha-bía visto interrumpida. Y, a pesarde todo, el hombre seguía luchan-do por mantener el rumbonor-nordeste. Por lo que a él con-cernía, el timón podía haber sidoarrancado, las calderas apagadas ylas máquinas destrozadas. Lo mis-mo le daba. Su única preocupaciónera no perder la- cabeza y mante-ner el rumbo, mientras la brújulaoscilaba bruscamente de derecha aizquierda e incluso, a veces, pare-cía decidida a dar la vuelta completadel cuadrante. El hombre sufría unaintensa angustia mental. Además,estaba temiendo que la caseta deltimón fuera arrastrada por un gol-pe de mar. Montañas de agua se

132

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

tumbling against it. When thes h i p t o o k o n e o f h e rdesperate dives the corners ofhis l ips twitched.

Captain MacWhirr lookedup at the wheelhouse clock.Screwed to the bulk-head, it hada white face on which the blackhands appeared to stand quitestill. It was half-past one in themorning.

“ A n o t h e r d a y, ” h emuttered to himself .

The second mate heard him,and l if t ing his head as onegrieving amongst ruins, “Youwon’t see it break,” he exclaimed.His wrists and his knees could be seento shake violently. “ N o , b yG o d ! Yo u w o n ’ t . . . .”

He took his face againbetween his fists.

The body of the helmsmanhad moved sl ightly, but hishead didn’t budge on his neck,— like a stone head fixed tolook one way from a column.During a roll that all but tookhis booted legs f rom underhim, and in the very stagger tos a v e h i m s e l f , C a p t a i nM a c W h i r r s a i d a u s t e r e l y,“ D o n ’ t y o u p a y a n ya t ten t ion to wha t tha t mans a y s . ” A n d t h e n , w i t h a nindef inable change of tone ,very grave, he added, “He isn’ton duty.”

The sailor said nothing.

The hurr icane boomed,shaking the little place, whichseemed air-tight; and the light ofthe binnacle flickered all thetime.

“ Yo u h a v e n ’ t b e e nrelieved,” Captain MacWhirrwent on , look ing down. “ Iwant you to stick to the helm,though, as long as you can.You’ve got the hang of her.A n o t h e r m a n c o m i n g h e r em i g h t m a k e a m e s s o f i t .Wouldn’t do. No child’s play.And the hands are probablybusy with a job down below. .. . Think you can?”

co se hundió en otra de sus des-esperadas zambullidas, lascomisuras de sus labios dibuja-ron un rictus amargo.

El capitán MacWhirr levan-tó la vista hacia el reloj de la ca-bina. Atornillado a la pared, ensu esfera blanca, las manecillasnegras parecían estar absoluta-mente quietas. Era la una y me-dia de la mañana.

- U n d í a m á s - m u r m u r ópara s í mismo.

El segundo oficial le oyó y, le-vantando la cabeza como quien selamenta entre las ruinas, exclamó:

-¡No verá amanecer! -Sus rodi-llas y muñecas temblaban visible-mente y con violencia-. ¡No, porDios! No lo verá...

1' volvió a hundir la cara entrelos puños.

El cuerpo del timonel se ha-bía desplazado ligeramente, perosu cabeza no se había movido enel cuello, como una cabeza depiedra soldada sobre una colum-na, mirando hacia una direcciónconcreta. Durante un cabeceo queestuvo a punto de derribarle, ymientras luchaba todavía para re-cuperar el equilibrio, el capitánMacWhirr dijo, escuetamente:

-No haga ningún caso de loque dice este hombre. -Y, con uncambio de tono casi indefinible,muy gravemente, añadió-: Noestá de servicio.

El marinero no dijo nada.

El huracán empujaba con todassus fuerzas, sacudiendo el pequeñorecinto, que parecía hermético; y laluz de la bitácora parpadeaba todoel rato.

-No le han relevado -con-t inuó e l capi tán MacWhirr,con la vista baja-. Y quieroque siga al t imón, mientraspueda. Le ha cogido el pulso,cualquier hombre que le rele-vara podría estropearlo todo.No puede ser. Esto no es nin-gún juego. Y los marinerosestán probablemente ocupa-dos abajo ... . ¿Cree que podrácontinuar? [60]

estrellaban de continuo contra ella.Cundo el barco hacía una de susdesesperadas zambullidas, torcía laboca con un gesto amargo.

El capitán MacWhirr levantósus ojos para mirar el reloj de lacaseta del timón. Atorníllalo a lapared, mostraba su cara blanca, enla que las negras agujas parecíancompletamente inmóviles. Era launa y media de la madrugada.

-Otro d ía más -murmurópara s í .

Al oírle, el segundo oficial le-vantó la cabeza como quien se la-menta entre las ruinas y exclamó:

-No veremos salir el sol -lasmanos y las piernas le temblabanviolentamente-. No lo veremos. Nolo veremos, no...

Y escondió de nuevo la caraentre los puños.

El cuerpo del t imonel sehab ía movido l ige ramen te ,pe ro l a cabeza no se g i ró ,como si fuese una cara de pie-dra fijada al extremo de unacolumna. En el curso de unazambullida que a poco no learroja por los suelos, y mien-tras seguía luchando por man-tener el equilibrio, el capitánMacWhirr dijo austeramente:

-No haga caso alguno de loque diga este hombre -y con uncambio indefinible de tono,gravemente, añadió-: No estáde servicio.

El marinero no abrió la boca.[67]

E l h u r a c á n e m -b e s t í a c o n t o d a ss u s f u e r z a s y l al u z d e l a l á m p a r av a c i l ó .

-Ya sé que no le han relevado---continuó el capitán MacWhirr,con la mirada baja-. Pero le ruegoque permanezca al timón tantotiempo como le sea posible. Ahoraya le ha cogido usted el pulso albarco y, si toma el timón cualquierotro, podría echarlo todo a rodar.No estamos para bromas. Aparte deque las demás seguramente tendrántrabajo, allá abajo... ¿Le parece quepodrá seguir?

134

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

The steering-gear leapedinto an abrupt short clatter,stopped smouldering like anember; and the still man, w i t ha m o t i o n l e s s g a z e , b u r s to u t , a s i f a l l t h e p a s s i o n i nh i m h a d g o n e i n t o h i s l i p s :“ B y H e a v e n s , s i r ! Ic a n s t e e r f o r e v e ri f n o b o d y t a l k s t om e . ”

“Oh! aye! All right. . . .”The Captain lifted his eyes forthe first time to the man, “. . .Hackett.”

And he seemed to dismissthis matter from his mind. Hestooped to the engine-roomspeaking-tube, blew in, and benthis head. Mr. Rout belowanswered, and at once CaptainMacWhirr put his lips to themouthpiece.

With the uproar of the galea r o u n d h i m h e a p p l i e dalternately his lips and his ear,a n d t h e e n g i n e e r ’s v o i c emounted to him, harsh and asi f o u t o f t h e h e a t o f a ne n g a g e m e n t . O n e o f t h es t o k e r s w a s d i s a b l e d , t h eothers had given in, the secondengineer and the donkey-manw e r e f i r i n g - u p . T h e t h i r dengineer was standing by thesteam-valve. The engines werebeing tended by hand. Howwas it above?

“Bad enough. It mostly restswith you,” said CaptainMacWhirr. Was the mate downthere yet? No? Well, he wouldbe presently. Would Mr. Rout lethim talk through the speaking-tube? — through the deckspeaking-tube, because he — theCaptain — was going out againon the bridge directly. There wassome t rouble amongst theChinamen. They were fighting,i t seemed. Couldn’t a l lowfighting anyhow. . . .

Mr. Rout had gone away, andCaptain MacWhirr could feelagainst his ear the pulsation ofthe engines, like the beat of theship’s heart. Mr. Rout’s voicedown there shouted somethingdis tant ly. The ship pi tchedheadlong, the pulsation leaped

La barra del timón saltó brus-camente de las manos del timonelcomo un ascua ardiente y el hom-bre, silencioso, con una mirada pe-trificada, exclamó, como si toda lapasión de la que era capaz le hubie-ra subido a los labios:

- ¡ C i e l o s a n t o , s e ñ o r !P u e d o s e g u i r a l t i m ó n p a r as i e m p r e , s i n a d i e m e d i r i -g e l a p a l a b r a .

-¡Oh, muy bien! Muy bien...-el capitán alzó por primera vezla vista para mirarle-, muy bien,Hackett.

Y pareció olvidarse por com-pleto del asunto. Se dirigió haciael tubo acústico de la sala de má-quinas, sopló en él e inclinó lacabeza. El señor Rout le contes-tó desde abajo y el capitánMacWhirr aplicó en seguida suslabios a la abertura.

Envuelto por el rugido del tem-poral, el capitán aplicaba alternati-vamente sus labios y su oído al tubo,y la voz del jefe de máquinas subíahasta él, áspera y como salida de unaairada discusión. Uno de los fogo-neros había quedado inútil, los de-más se habían dado por vencidos,el maquinista segundo y el fogone-ro de la caldereta alimentaban lascalderas. El tercer maquinista vigi-laba la válvula del vapor. Las má-quinas se mantenían en marchamanualmente. ¿Cómo estaba todoallí arriba?

-Bastante mal. Puede decirseque todo depende de vosotros -res-pondió el capitán MacWhirr.

¿Había ya llegado abajo su se-gundo de a bordo? ¿No? Bueno,pues estaría a punto de llegar. ¿Se-ría tan amable el señor Rout de de-jarle hablar por el tubo acústicode cubierta? En efecto, él -el ca-pitán- volvería a salir a cubiertaen seguida. Había problemas conlos chinos. Se peleaban, al pare-cer. No podía permitírselo, de nin-guna manera...

El señor Rout se había separa-do del tubo acústico, y el capitánMacWhirr pudo escuchar la pulsa-ción de las máquinas como si fuerael latido del corazón del navío. Lavoz del señor Rout, allá abajo, gri-tó algo en la distancia. El barcohundió la proa, la pulsación saltó

La barra del t imón sal tóbruscamente entre las manosdel timonel, que se afanó pordominarla. Luego, con la mi-rada fija e inmóvil, el hombreestalló, como si toda su pasiónse le escapara por los labios:

-¡Por todos los dioses, se-ñor! Puedo seguir todo el tiem-po que haga falta, mientras na-die me hable.

-Muy bien, muy bien... -Elcapitán miró por primera vez alhombre- . Está muy bien,Hackett.

Y pareció dejar de pensaren el asunto. Se agachó para to-mar el tubo acústico de la salade máquinas, sopló por él yacercó el oído. Abajo, Mr. Routcontestó y, de inmediato, el ca-pitán MacWhirr acercó los la-bios al tubo.

Rodeado por el rugido deltemporal, el capitán aplicaba al-ternativamente los labios y el oídoal tubo, mientras la voz del jefede máquinas le llegaba áspera ycomo en medio de una batallacampal. Uno de los fogoneroshabía quedado fuera de combatey los demás se habían dado porvencidos. El segundo maquinistay el fogonero de la caldereta ali-mentaban las calderas. El tercermaquinista cuidaba de las válvu-las del vapor. ¿Cómo iban las co-sas por allá arriba?

-Bastante mal. Se puede decirque todo depende de ustedes -dijoel capitán MacWhirr.

¿Habían visto al primer ofi-cial? Todavía no. Bien, no tarda-ría en llegar. ¿Sería tan amable,Mr. Rout, de permitirle que habla-ra por el tubo acústico? Por el decubierta, sí, ya que él, el capitán,volvía a cubierta en este precisoinstante. A lo que parecía, habíajaleo entre los chinos. Se estabanpeleando. No se podía tolerar unapelea a bordo...

M r. R o u t s e h a b í a a l e -j a d o d e l t u b o a c ú s t i c o y e lc a p i t á n M a c W h i r r s e n t í ae n s u o í d o e l l a t i d o d e l a sm á q u i n a s , c o m o s i [ 6 8 ]f u e r a e l d e l c o r a z ó n d e lb a r c o . A l o l e j o s , l a v o zd e M r. R o u t g r i t a b a a l g o .

136

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

with a hiss ing tumult , andstopped dead. CaptainMacWhirr’s face was impassive,and his eyes were f ixedaimlessly on the crouching shapeof the second mate. Again Mr.Rout’s voice cried out in thedepths, and the pulsating beatsrecommenced, with slow strokes— growing swifter.

M r . R o u t h a dr e t u r n e d t o t h e t u b e .“ I t don’t mat te r much whatthey do ,” he sa id , has t i l y ;a n d t h e n , w i t h i r r i t a t i o n ,“She takes these d ives as i fshe never meant to come upagain .”

“Awful sea,” said theCaptain’s voice from above.

“Don’t le t me dr ive heru n d e r , ” b a r k e d S o l o m o nRout up the p ipe .

“ D a r k a n d r a i n . C a n ’ ts e e w h a t ’ s c o m i n g , ”u t t e r ed t he vo i ce . “Mus t —k e e p — h e r — m o v i n g —e n o u g h t o s t e e r — a n dc h a n c e i t , ” i t w e n t o n t os t a t e d i s t i n c t l y.

“I am doing as much as I dare.”

“We are — getting — smashedup — a good deal up here,”proceeded the voice mildly.“Doing — fairly well — though.Of course, if the wheelhouseshould go. . . .”

M r . R o u t , b e n d i n g a na t t e n t i v e e a r, m u t t e r e dpeevishly someth ing underhis breath.

But the deliberate voice upthere became animated to ask:“Jukes turned up yet?” Then,after a short wait, “I wish hewould bear a hand. I want himto be done and come up here incase of anything. To look afterthe ship. I am all alone. Thesecond mate’s lost. . . .”

“ W h a t ? ” s h o u t e d M r .Rou t in to the eng ine - room,tak ing h i s head away. Thenup the tube he cr ied, “Goneoverboard?” and clapped hisear to .

con un silbido y se detuvo. La caradel capitán MacWhirr permanecíaimpasible y sus ojos estaban fijos,en apariencia sin ningún objetivo,en la forma encogida del segundooficial. De nuevo la voz del señorRout llegó de las profundidades delbarco, y [61] el latido de las máqui-nas volvió a oírse, lento primero,acelerándose luego cada vez más.

El señor Rout había regresadoal tubo acústico.

- N o i m p o r t a m u c h o l oque hagan -di jo, apresurada-mente; y luego, irritado-: Elbarco hunde la proa como sino qu i s i e r a vo lve r a sub i rnunca más.

-Muy mala mar -dijo la voz delcapitán desde arriba.

- N o m e g u s t a r í ah u n d i r l o - l a d r ó e l s e -ñ o r R o u t .

-Está muy oscuro y l lue-v e . N o p u e d e v e r s e n a d a- p r o n u n c i ó l a v o z - . D e b e -mos. . . mantenerlo. . . en mar-cha.. . para poder. . . gobernar-lo. . . s i hay suerte . . . -cont i-nuó diciendo, claramente.

-Hago todo lo que puedo.

- A q u í a r r i b a e s t a m o se m p a p a d o s - s i g u i ó s u a v e -m e n t e l a v o z - . P e r o . . . n o sa r r e g l a m o s . . . b a s t a n t eb i e n . Claro que si el mar selleva la caseta del timón...

El señor Rout, inclinándosepara escuchar con atención, mur-muró malhumorado algo para símismo.

Pero la voz pausada, desde arri-ba, se animó al preguntar:

-¿Ha llegado ya el señor Jukes?-Luego, tras una corta pausa-. Oja-lá se diera prisa. Quiero que acabede una vez y suba al puente, por siacaso. Para encargarse del barco.Estoy completamente solo. Hemosperdido al segundo oficial...

-¿Cómo? -gr i tó e l señorRout hacia la sala de máquinas,separando la cabeza del tuboacústico. Volvió a acercarsepara preguntar-: ¿Se ha caídopor la borda?

E l n a v í o s e c l a v ó d e p r o a ,l a p u l s a c i ó n d e l a s m á q u i -n a s s a l t ó , c o n u n s i l b i d o ,y s e d e t u v o e n s e c o . D en u e v o l a v o z d e M r. R o u tg r i t ó a l g o y e l l a t i d o d el a s m á q u i n a s e m p e z ó d en u e v o , l e n t a m e n t e a l p r i n -c i p i o , m á s r e g u l a r m e n t ed e s p u é s .

Mr . R o u t h a b í a v u e l t oj u n t o a l t u b o .

- E s i n ú t i l c u a n t o s eh a g a - d i j o d e c o r r i d o ;l u e g o a ñ a d i ó i r r i t a d o - :E l b a r c o s e z a m b u l l ec o m o s i n o f u e r a a v o l -v e r a s a l i r .

-Mala mar --dijo la voz del ca-pitán desde arriba.

- N o m e g u s t a r í a h u n -d i r l o - l a d r ó S o l o m o nR o u t .

-Entre la l luvia y la oscu-ridad no hay quien vea nada-dijo la voz del capitán-. Hayque.. . hacerlo. . . avanzar. . . lobastante para. . . poder. . . go-bernarlo. . . Y que haya suerte-concluyó.

-Se hace todo lo que se puede.

-Aquí arriba estamos em-papados hasta los huesos -si-guió la voz-, pero* por lo de-más todo va bien. Claro quesi un golpe de mar se l levapor delante la cabina. . .

M i e n t r a s e s c u -c h a b a , M r . R o u tm u r m u r ó a l g op a r a s í .

Pero la voz del capitán se ani-mó de pronto al preguntar:

-¿Ha llegado ya Jukes? -Ytras una breve pausa-: A ver siya lo ha arreglado y puede su-bir aquí, en cualquier caso.Hay que dirigir el barco. Yoestoy completamente solo. Elsegundo oficial no cuenta.

-¿Cómo? -gritó Mr. Rout por eltubo-. ¿Acaso se ha caído al mar?

-No, ha perdido el control desus nervios -siguió la voz desdearriba, con la mayor naturalidad-.Mala suerte.

138

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

“Lost his nerve,” the voicefrom above cont inued in amatter-of-fact tone. “Damnedawkward circumstance.”

Mr. Rout, listening with bowedneck, opened his eyes wide at this.However, he heard something like thesounds of a scuffle and brokenexclamations coming down tohim. He strained his hearing; andall the time Beale, the thirdengineer, with his arms uplifted,held between the palms of hishands the rim of a little blackwheel projecting at the side of abig copper pipe.

He seemed to be poisingit above his head, as thoughit were a correct att i tude insome sort of game.

To steady himself, he pressedhis shoulder against the whitebulkhead, one knee bent, and asweat-rag tucked in his belthanging on his hip. His smoothcheek was begrimed and flushed,and the coal dust on his eyelids,like the black pencilling of amake-up, enhanced the liquidbrilliance of the whites, givingto his youthful face something ofa feminine, exot ic andfascinating aspect. When theship pitched he would with hastymovements of his hands screwhard at the little wheel.

“ G o n e c r a z y , ” b e g a nt h e C a p t a i n ’ s v o i c es u d d e n l y i n t h e t u b e .“ R u s h e d a t m e . . . . J u s tn o w . H a d t o k n o c k h i md o w n . . . . T h i s m i n u t e .Yo u h e a r d , M r. R o u t ? ”

“The devil!” muttered Mr.Rout. “Look out, Beale!”

His shout rang out like theblast of a warning trumpet,between the iron walls of theengine-room. Painted white,they rose high into the duskof the skylight, sloping like ar o o f ; a n d t h e w h o l e l o f t yspace resembled the interiorof a monument , d ivided byfloors of i ron grat ing, withlights flickering at differentlevels, and a mass of glooml i n g e r i n g i n t h e m i d d l e ,within the columnar s t i r of

- N o , e s t á a c o b a r d a d o- c o n t i n u ó l a v o z d e a r r i -b a c o n l a m a y o r n a t u r a l i -d a d - . M a l a s u e r t e .

El señor Rout, escuchando conla cabeza inclinada, abrió los ojos depar en par al enterarse de esta noti-cia. Sin embargo, ovó algo parecidoa los ruidos de una escaramuza y unasexclamaciones entrecortadas. Se es-forzó en escuchar; mientras tantoBeale, el tercer maquinista, con losbrazos en alto, sujetaba entre las pal-mas de las manos un pequeño volan-te negro que sobresalía de una enor-me tubería de cobre. Parecía mantenerlo en equil i -br io sobre su cabeza, como s ifuera la actitud correcta de al-gún juego desconocido. [62]

Para mantener el equilibrio, elhombre apoyaba el hombro con-tra la mampara blanca, doblandouna rodilla, y un pañuelo para en-jugarse el sudor le colgaba de lacintura. Su cara barbilampiña es-taba sucia y enrojecida, y la car-bonilla que le cubría los párpadoscomo un maquillaje realzaba elbrillo líquido de sus ojos, dandoa su rostro juvenil un aspecto va-gamente femenino, exótico y fas-cinante. Cuando el barco cabecea-ba, hacía girar con fuerza el pe-queño volante con rápidos movi-mientos de sus manos.

-Se ha vuelto loco -empe-zó de repente la voz del ca-p i tán a t ravesando e l tubo- .Se me ha echado encima . . .ahora mismo. He tenido qued e r r i b a r l e . . . ¿ M e h a o í d o ,señor Rout?

-¡Demonios! -murmuró el señorRout-. ¡Cuidado, Beale!

Su grito resonó como unatrompeta de alarma entre lasparedes de hierro de la sala demáquinas. Pintadas de blanco,se elevaban hasta muy arriba,en la penumbra de la clarabo-ya, inclinadas como un tejado;y todo el espacioso recinto pa-recía el interior de un monu-mento, dividido por pisos derejilla metálica, con luces par-padeando a distintos niveles yuna sombría masa de aire sus-pendida en el centro, con el

Mr. Rout , con el oído pe-gado al tubo acúst ico, escu-chó a cont inuación una r is-t ra de exclamaciones ahoga-das y como el rumor de lu-c h a . E n t r e t a n t o , B e a l e , e lt e r c e r m a q u i n i s t a , c o n l o sbrazos alzados, sujetaba en-tre las palmas de sus manosu n p e q u e ñ o v o l a n t e n e g r oque sobresal ía de una enor-me tuber ía de cobre. Parecía mantenerlo en equili-brio sobre su cabeza, como sifuera la actitud correcta en unaespecie de juego desconocido.

Al objeto de conservar el equi-librio, el hombre se apoyaba contrala mampara blanca, con una rodillaen tierra, con un pañuelo para se-carse el sudor colgando de su cin-tura. Tenía las mejillas rojas y su-cias y el polvo del carbón se habíapegado a sus párpados, como unaespecie de rímmel, haciendo resal-tar el brillo [69] del blanco de susojos y dándole a su rostro un as-pecto ligeramente femenino y exó-tico. Cuando el barco cabeceaba, seafanaba en darle vueltas al volantecon rápidos movimientos de lasmanos.

-Se ha vuelto loco -volvióa oírse la voz del capitán dep ron to , a t r avés de l t ubo- .Se me acaba de tirar encima... aho-ra mismo. No he tenido más reme-dio que ponerle fuera de combate...¿Lo ha oído usted, Mr. Rout?

-¡Maldita sea! -murmuró Mr.Rout-. ¡Cuidado, Beale!

S u g r i t o r e s o n ó c o m ou n g r i t o d e a l a r m a e n t r el a s p a r e d e s d e p l a n c h a d eh i e r r o d e l a s a l a d e m á q u i -n a s . P i n t a d a s d e b l a n c o , s ep e r d í a n e n l o a l t o e n t r e l ap e n u m b r a d e l a c l a r a b o y a .L a s a l a d e m á q u i n a s p a r e -c í a e l i n t e r i o r d e u n m a u -s o l e o . E l a i r e c a l i e n t e o l í aa m e t a l r e c a l e n t a d o , aa c e i t e y a v a p o r. L o s g o l -p e s d e l m a r r e s o n a b a n s o r -d a m e n t e , e n t r e e l r u m o r

140

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

machinery under the motion-less swelling of the cylinders.A loud and wild resonance,made up of all the noises ofthe hurr icane , dwel t in thestill warmth of the air. Therew a s i n i t t h e s m e l l o f h o tmetal, of oil, and a slight mistof steam. The blows of the seaseemed to t raverse i t in anunringing , s tunning shock,from side to side.

G l e a m s , l i k e p a l e l o n gf l ames , t r emb led upon thep o l i s h o f m e t a l ; f r o m t h ef l o o r i n g b e l o w t h ee n o r m o u s c r a n k - h e a d semerged in the i r turns wi tha f lash of brass and s tee l —g o i n g o v e r ; w h i l e t h ec o n n e c t i n g - r o d s , b i g -jointed, l ike skele ton l imbs,seemed to thrus t them downand pul l them up again wi tha n i r r e s i s t i b l e p r e c i s i o n .And deep in the ha l f - l igh to t h e r r o d s d o d g e dd e l iberate ly to an d f r o ,c r o s s h e a d s n o d d e d ,d i s c s o f m e t a lr u b b e d s m o o t h l y a g a i n s te a ch other, s l o w a n d g e n t l e ,i n a c o m m i n g l i n g o fs h a d o w s a n d g l e a m s .

Somet imes a l l t hosepower fu l and une r r ingmovements would slow downsimultaneously, as if they hadbeen the functions of a livingorganism, stricken suddenly bythe blight of languor; and Mr.Rout’s eyes would blaze darkerin his long sallow [pale] face.He was fighting this fight in apair of carpet slippers. A shortshiny jacket barely covered hislo ins , and h is whi te wr is t sprotruded far out of the tights l eeves , a s t hough theemergency had added to hiss ta ture , had lengthened hislimbs, augmented his pallor,hollowed his eyes.

He moved, climbing highup, disappearing low down,wi th a res t l ess , purposefu lindustry, and when he stoodst i l l , holding the guard-rai lin front of the starting-gear,he would keep g lanc ing tothe right at the steam-gauge,a t t h e w a t e r - g a u g e , f i x e d

ruido de la maquinaria bajo lainmóvil hinchazón de los cilin-dros. Una resonancia salvaje yensordecedora, compuesta portodos los sonidos del huracán,llenaba el aire cálido y estan-cado, l igeramente neblinosopor el vapor, que olía a metalcaliente y aceite. Los golpesdel mar parecían atravesar lasala, de un lado a otro, con unchoque sordo y contundente.

Sobre la pulida superficie delmetal brillaban los reflejos, comolargas lenguas de fuego; a veces, losmovimientos sincronizados de lasmáquinas parecían ralentizarse to-dos a la vez, como si fueran los ór-ganos de un ser vivo afectado súbi-tamente por un ataque de languidez;y en la cara alargada y hundida delseñor Rout se hacían más ardienteslas llamas de sus ojos. El señor Routse había lanzado a aquella luchadesigual calzando un par de zapati-llas de fieltro y con una chaquetillabrillante que apenas le cubría losriñones y cuyas mangas estrechasdejaban al [63] descubierto granparte de sus antebrazos, como siaquella situación de emergenciahubiera agrandado su estatura, alar-gado sus miembros, aumentado supalidez, hundido sus ojos.

s u a v e d e l o s e n g r a n a j e s ,l o s e j e s y l a s b i e l a s .

A veces los sincronizados mo-vimientos de las máquinas cedían almismo tiempo, como si fuesen losórganos de un ser viviente afectadode súbito por la languidez. Enton-ces los ojos de Mr. Rout despedíanllamaradas. Mr. Rout se había lan-zado a aquella lucha desigual calza-do con las zapatillas de felpa y ves-tido con una chaqueta brillante, muycorta, que apenas le llegaba a la cin-tura; las largas y huesudas muñecasle sobresalían ostentosamente de lasmangas, como si la desesperada si-tuación hubiese aumentado todavíamás . su estatura, alargándole losmiembros, aumentando su palidez yhundiendo en mayor medida los ojosen su cara.

142

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

upon the whi te wal l in thelight of a swaying lamp. Themouths of two speakingtubesgaped stupidly at his elbow,and the dia l of the engine-room telegraph resembled ac l o c k o f l a r g e d i a m e t e r ,bearing on its face curt wordsi n s t e a d o f f i g u r e s . T h eg r o u p e d l e t t e r s s t o o d o u th e a v i l y b l a c k , a r o u n d t h epivot-head of the indicator,emphatically symbolic of loudexclamations: AHEAD, ASTERN,SLOW, Ha l f , S TA N D B Y;a n d t h e f a t b l a c k h a n dp o i n t e d d o w n w a r d s t o t h ew o r d F U L L , w h i c h , t h u ss i n g l e d o u t , c a p t u r e d t h ee y e a s a s h a r p c r y s e c u r e sa t t e n t i o n .

The wood-encased bulk oft h e l o w - p r e s s u r e c y l i n d e r,frowning portly [corpulent]from above, emitted a faintwheeze at every thrust, andexcept for that low hiss thee n g i n e s worked the i r s tee llimbs headlong or slow with asilent, determined smoothness.And all this, the white walls,the moving s tee l , the f loorplates under Solomon Rout’sfeet, the floors of iron gratingabove his head, the dusk andthe gleams, uprose and sankcontinuously, with one accord,upon the harsh wash of thewaves against the ship’s side.The whole lo f t iness o f theplace, booming hollow to thegreat voice of the wind, swayedat the top like a tree, would goover bodily, as if borne downth i s way and tha t by thetremendous blasts.

“You’ve got to hurry up,”shouted Mr. Rout, as soon as hesaw Jukes appear in thestokehold doorway.

J u k e s ’ g l a n c e w a swandering and tipsy; his redface was puffy , as though hehad overslept himself. He hadhad an arduous road, and hadtravelled over it with immensevivacity, the agitation of hismind co r re spond ing to theexertions of his body. He hadrushed up out of the bunker,s t u m b l i n g i n t h e d a r ka l l eyway amongs t a l o t o f

- ¡ Ti e n e s q u e d a r t e p r i -s a ! - g r i t ó e l s e ñ o r R o u t a lj o v e n J u k e s e n c u a n t o l ev i o a p a r e c e r.

Jukes tenía la miradaerrabunda y extraviada; su caraenrojecida estaba hinchada ,como si hubiera dormido dema-siado. Su camino había sido ar-duo, ciertamente, y lo había re-corrido con inmensa energía,con una agitación mental para-lela al esfuerzo físico exigido.Había salido a tumbos de la car-bonera, tropezando en el oscurocorredor con el grupo de hom-

- ¡ D e s e u s t e d p r i s a ! - l eg r i t ó M r . R o u t a l j o v e nJ u k e s , a p e n a s l e v i o e n -t r a r .

Jukes presentaba una miradavacilante y extraviada, el rostrohinchado, como si hubiera dormi-do en exceso. Su travesía habíasido ciertamente ardua, y la habíaefectuado con una inmensa viva-cidad, con una agitación mentalque corría pareja con el esfuerzofísico necesario para llevarla acabo. Al salir de la carbonera a todaprisa, se había caído, en el pasillo,en medio de un grupo de hombres

puffy 1 swollen, esp. of the face etc. 2fat. 3 gusty. 4 short-winded; puffedout.

puffy hinchado, abotargado, presun-tuoso, orondo, modesto, pocoimaginativo

144

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

b e w i l d e r e d m e n w h o , t r o dupon, asked “What’s up, sir?”i n a w e d m u t t e r s a l l r o u n dh im; — down the s tokeho ldl a d d e r, m i s s i n g m a n y i r o nr u n g s in his hurry, down intoa place deep as a well, blackas Tophet, tipping over backand forth like a see-saw. Thewater in the bilges thunderedat each roll, and lumps of coalskipped to and fro, from endt o e n d , r a t t l i n g l i k e a nava l anche o f pebb le s on aslope of iron.

S o m e b o d y i n t h e r em o a n e d w i t h p a i n , a n dsomebody else could be seencrouching over what seemedthe prone body of a dead man;a lusty voice blasphemed; andthe glow under each fire-doorwas l ike a pool of f lamingblood radiating quietly in avelvety blackness.

A gust of wind struck uponthe nape of Jukes’ neck and nextmoment he felt i t streamingabout his wet ankles . Thestokehold ventilators hummed:in front of the six fire-doors twowild figures, stripped to the waist,staggered and stooped, wrestlingwith two shovels.

“ H a l l o ! P l e n t y o fd r a u g h t n o w, ” y e l l e d t h es e c o n d e n g i n e e r a t o n c e ,a s t h o u g h h e h a d b e e n a l lt h e t i m e l o o k i n g o u t f o rJ u k e s . T h e d o n k e y m a n , adapper l i t t le chap with adazzling fair skin and a tiny,gingery moustache, worked in asort of mute transport. Theywere keeping a full head ofsteam, and a profound rumbling,as of an empty furniture vantrotting over a bridge, made asustained bass to all the othernoises of the place.

“Blowing off all the time,”went on yelling the second.W i t h a s o u n d a s o f ah u n d r e d s c o u r e ds a u c e p a n s , t h e o r i f i c e o f av e n t i l a t o r s p a t u p o n h i ss h o u l d e r a s u d d e n g u s h o fs a l t w a t e r, a n d h e v o l l e y e da s t r e a m o f c u r s e s u p o n a l lt h i n g s o n e a r t h i n c l u d i n gh i s o w n s o u l , r i p p i n g a n d

bres perplejos que, al pisarles, lepreguntaban: «¿Qué pasa, señor?»entre murmullos intimidados; había baja-do la escalera de la cámara de las calderascon tanta prisa que se había saltado variosbarrotes de hierro gin siquiera darse cuen-ta, para llegar a un lugar profundo como unpozo, negro como la boca del lobo, oscilan-do continuamente como una sierra de vai-vén. En las bodegas, el agua no cesabade agitarse, y t r ozos de ca rbónresba laban de un lado a o t ro ,r ep ique teando como una ava -lancha de gui ja r ros sobre unapendiente de hierro.

Alguien gimió de dolor allí den-tro, y a otro podía vérsele agacha-do sobre lo que parecía ser el cuer-po yacente de un muerto; una vozrecia no dejaba de blasfemar; y elresplandor que salía de debajo delas portezuelas de las calderas eracomo un charco de sangre irradian-do sus llamas en la negruraaterciopelada.

Una bocanada de viento al-canzó la nuca de Jukes, e inme-diatamente después la notó en sustobillos mojados. Los ventilado-res de la sala de calderas zumbaban:delante de las seis calderas, dos figu-ras salvajes, con el torso desnudo,t r a b a j a b a n a f a n o s a m e n t econ sendas palas.

-¡Hola! ¡Ahora sí que haycorriente de aire! -gritó el se-gundo maquinista en seguida,como si hubiera estado espe-rando a Jukes. El fogonero dela caldereta , un hombreci toatildado, de piel muy blanca yfino bigote pelirrojo, trabajabacomo preso de una especie desilencioso trance. Las calderasfuncionaban a todo vapor, y unestruendo [64] sordo, como elde un carro de mudanzas vacíoatravesando un puente, servíade fondo continuo a los restan-tes ruidos de la sala.

-¡No para de soplar! -siguió gri-tando el segundo.

Con un sonido como el decien sartenes restregadas a lavez, el orificio de un ventila-dor le escupió súbitamente alhombro un chorro de agua sa-lada, y el hombre soltó un ro-sario de maldiciones contra to-das las cosas del mundo, in-cluida su propia alma, ________

alarmados que no cesaban de pre-guntar: « ¿Qué pasa, señor?» Habíabajado la escalerilla de la cámara delas calderas con tanta prisa que ni si-quiera se había dado cuenta de quese saltaba algunos de los peldañosde hierro, para desembocar enun lugar oscuro como la bocade un lobo que no cesaba [70]de moverse. En las bodegas, elagua se agitaba continuamen-te y los trozos de carbón co-r r í an de un l ado pa ra o t rocomo piedras sobre una plan-cha de hierro inclinada.

Alguien estaba gimiendo allímismo y podía distinguirse a otrapersona inclinada sobre lo que pa-recía un cadáver. Una voz podero-sa no paraba de blasfemar. El res-plandor que se escapaba por deba-jo de las rendijas de las calderasparecía un charco de sangre en lla-mas en mitad de la oscuridadaterciopelada.

Un golpe de viento llegó hastala nuca de Jukes, e inmediatamentedespués lo sintió en los tobillos. Losventiladores de la sala de calderaszumbaban: frente a las seis porte-zuelas de las calderas dos figurassalvajes, desnudas de cintura paraarriba, trabajaban afanosamente consendas palas.

-¡Hola! Ahora sí que hay co-rrientes de aire -gritó el segundomaquinista de inmediato, comosi hubiera estado esperando aJukes durante todo el rato. El fo-gonero de la caldereta, un hom-bre muy pulcro, i n c l u i d o s ub i g o t i t o , t r a b a j a b a e nu n a e s p e c i e d e m u d o é x -t a s i s . L a s c a l d e r a s f u n -c i o n a b a n a t o d o v a p o r yu n r u m o r s o r d o p o n í a u nf o n d o d e g r a v e d a d a t o -d o s l o s r e s t a n t e s r u i d o sq u e p o d í a n e s c u c h a r s ee n e l l u g a r .

-No cesa de resoplar -siguiógritando el segundo.

Con un ruido semejante alde cien cacerolas rebañadas, elorificio de un ventilador escu-pió por encima de sus hombrosun chorro de agua salada, y elhombre dedicó toda una ristrade maldiciones a cuanto existíasobre la faz de la tierra, inclu-yendo su propia alma, _______

gust : asudden brief rush of wind/outburst (arrebato) of emotion

ripping adj. Brit. archaic colloq. veryenjoyable (a ripping good yarn).

dapper 1 neat and precise, esp. in dressor movement; dashing, jaunty, natty,raffish, rakish, smart, spiffy, snappy,spruce, apuesto, pulcro, atrac-tivo, marked by smartness indress and manners; «a dapper youngman»; «a jaunty red hat» 2sprightly, animoso, fogoso, vivo

raffish disipado, disoluto, licencioso Aadjective 1 devil-may-care, raffish,rakish marked by a carefreeunconventionality ordisreputableness; “a cocktail partygiven by some...raffish bachelors”-Crary Moore 2 dapper, dashing,jaunty, natty, raffish, rakish, smart,spiffy, snappy, spruce marked bysmartness in dress and manners; “adapper young man”; “a jaunty redhat”

146

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

r a v i n g , a n d a l l t h e t i m e a t -t e n d i n g t o h i s b u s i n e s s .With a sharp clash of metalthe ardent pale glare of thef ire opened upon his bul leth e a d , s h o w i n g h i ssplut ter ing l ips , his insolentface, and with ano the r c l angc l o s e d l i k e t h e w h i t e - h o tw i n k o f a n i r o n e y e .

“Where ’s t he b loomingship? Can you tell me? blast myeyes! Under water — or what?It’s coming down here in tons.Are the condemned cowls goneto Hades? Hey? Don’ t youknow anything — you jollysailor-man you . . . ?”

Jukes, after a bewilderedmoment, had been helped by aroll to dart through; and assoon as his eyes took in thecomparative vastness, peaceand brilliance of the engine-room, the ship, setting her sternheavily in the water, sent himcharging head down upon Mr.Rout.

The chief ’s arm, long likea tentacle, and straighteningas if worked by a spring, wentout to meet him, and deflectedhis rush into a spin towardsthe speak ing- tubes . A t t hesame time Mr. Rout repeatedearnestly:

“ Yo u ’ v e g o t t o h u r r yu p , w h a t e v e r i t i s . ”

J u k e s y e l l e d “ A r e y o ut h e r e , s i r ? ” a n d l i s t e n e d .N o t h i n g . S u d d e n l y t h eroar of the wind fel l straightinto his ear, bu t p r e s e n t l ya s m a l l v o i c e s h o v e da s i d e t h e s h o u t i n ghurr icane quie t ly.

“You, Jukes? — Well?”

Jukes was ready to talk: it wasonly time that seemed to bewanting. It was easy enough toaccount for everything. He couldperfectly imagine the cooliesbattened down in the reeking‘tween-deck, lying sick and scaredbetween the rows of chests. Thenone of these chests — or perhapsseveral at once — breaking loosein a roll, knocking out others,

___ ______ aunque s in dejarde trabajar un solo momento.

-¿Dónde está este malditobarco? ¿Me lo puedes decir?¡Maldita sea! ¿Bajo el agua, oqué? Aquí caen toneladas deagua . ¿Y l a s ch imeneas?¿Adónde han ido a parar? ¿Eh?No sabes nada . . . Vayamarinerito estás hecho...

Jukes, tras un momento de es-tupefacción, había aprovechado elimpulso de un cabeceo para atrave-sar la sala de calderas; y tan prontocomo sus ojos tropezaron con larelativa paz, claridad y espacio dela sala de máquinas, el barco, hun-diendo pesadamente la popa en elagua, le lanzó con la cabeza gachacontra el señor Rout.

El brazo del jefe de máqui-nas, largo como un tentáculo yextendido como por un resorte,salió a su encuentro y desvió sucarga, dirigiéndole hacia los tu-bos acústicos. Al mismo tiem-po, el señor Rout repetió, afa-nosamente:

-¡Tienes que darte prisa, aunqueno sé para qué!

Jukes gritó:-¿Está usted ahí, señor?Y e s c u c h ó . N a d a . D e

r e p e n t e , e l r u g i d o d e lv i e n t o p e n e t r ó e n s u s o í -d o s , p e r o e n s e g u i d a , u n av o c e c i t a s e i m p u s o a l g r i -t e r í o d e l h u r a c á n .

-¿Usted, Jukes? ¿Y bien?

Jukes estaba dispuesto a hablar,pero parecía que le faltara el tiem-po. No era nada difícil explicarlotodo. Podía imaginarse perfecta-mente a los coolies encerrados enel apestoso contrapuente, mareadosy muertos de miedo, acostados en-tre las hileras de baúles. Y uno deestos baúles, o quizá varios de ellosa la vez, soltándose con el movi-miento del barco, chocando con

____ _____ aunque sin dejar detrabajar por un solo instante.

-¿Me puede usted decir dón-de está metido este maldito bar-co? ¡Me cago en... ! ¿Bajo elagua o qué? Nos está cayendoencima a toneladas. ¿Y las chi-meneas? ¿Dónde han ido a pa-rar? ¿Eh? ¿No sabe nada? Puessí que estamos listos...

Jukes , t r as un momentode estupefacción, se vio ayu-dado por una cabezada de lbarco a a t ravesar con todarapidez la sala de calderas .Y en el preciso momento deentrar en la sala de máqui-nas, una nueva zambullida learrojó de cabeza contra Mr.Rout .

El brazo del primer maqui-nista, tan largo como el tentácu-lo de un pulpo, se disparó comoaccionado por un muelle, salióa su [71] encuentro y desvió suacometida en dirección a los tu-bos acústicos, al tiempo que Mr.Rout repetía:

-¡Dese usted prisa!

Jukes gritó por el tubo:-¿Está usted ahí, señor?Y aguzó el oído. Nada. El rugi-

do del viento le ensordeció por unosmomentos, pero casi de inmediatoresonó una vocecilla, tranquilamen-te, paralelamente al bramido de loselementos.

-¿Es usted, Jukes? ¿Qué?

Jukes estaba muerto de ga-nas por explicarse. Unicamentele parecía faltar tiempo para ha-cerlo. La cosa no era difícil deentender. Se imaginaba perfec-tamente a los coolies muertos demiedo, tendidos encima de susbaúles, en el entrepuente. Depronto, uno de los baúles, o qui-zá más de uno a la vez, se habíadespanzurrado, como conse-

148

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

sides splitting, lids flying open,and all these clumsy Chinamenrising up in a body to save theirproperty. Afterwards every flingof the ship would hurl thattramping, yelling mob here andthere, from side to side, in a whirlof smashed wood, torn clothing,rolling dollars. A struggle oncestarted, they would be unable tostop themselves. Nothing couldstop them now except main force.It was a disaster. He had seen it,and that was all he could say.Some of them must be dead, hebelieved. The rest would go onfighting. . . .

H e s e n t u p h i s w o r d s ,t r i p p i n g o v e r e a c h o t h e r ,c rowding the na r row tube .They moun ted a s i f i n to as i l e n c e o f a n e n l i g h t e n e dc o m p r e h e n s i o n d w e l l i n galone up there wi th a s torm.A n d J u k e s w a n t e d t o b ed i smissed f rom the f ace o ft h a t o d i o u s t r o u b l ein t rud ing on the g rea t needof the sh ip .

otros, reventando, y a todos aque-llos chinos tan torpes levantándosecomo un solo [65] hombre para sal-var sus pertenencias. Después, cadamovimiento del barco había lanza-do a aquella masa humana de unlado para otro, atropellándose y gri-tando, en un remolino de maderaastillada, ropa arrancada y dólaresrodando. Una vez empezado, ya nohabía quien parara aquello. Nadapodría detenerlos, excepto la fuer-za bruta. Un verdadero desastre. Éllo había visto, y era todo lo quepodía decirle. Seguramente algunosya habrían muerto. Los demás se-guirían luchando...

Jukes lanzó sus palabras,atropelladas y llenando el an-gosto tubo. Subieron al en-cuentro de un silencio de ilu-minada comprensión, suspen-dido allí arriba, solitario, enmedio del temporal. Y Jukessólo deseaba que le permitie-ran olvidar aquel odioso asun-to, que venía a añadirse a ladramática situación en que seencontraba el navío. [66]

cuencia de un golpe de mar, yen-do a estrellarse contra los res-tantes, despanzurrándolos a suvez. Momento en que los chinosdebieron lanzarse en pos de susbienes dispersos. Los movi-mientos del barco debieron co-laborar a organizar el jaleo y,una vez iniciada la lucha, ya nohubo modo de ponerle final. Yano existía fuerza humana capazde detenerla, ahora. Era un de-sastre. Esto era cuanto podíadecir sobre lo que había visto.Probablemente habría muertosincluso. Los demás seguían pe-leándose...

Jukes envió hacia cubiertasus palabras, llenando el tuboacústico, pisándose las unas a lasotras. Era como si ascendiesen auna zona de silencio compresivo,una zona aislada en mitad deltemporal. Y Jukes únicamentedeseaba que le fuera permitidoolvidarse de aquel odioso proble-ma, que venía a sumarse a la si-tuación ya de por sí dramática delbarco. [72]

150

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

V

HE WAITED. Before hiseyes the engines turned withslow labour, that in the momentof going off into a mad flingwould stop dead at Mr. Rout’sshout, “Look out, Beale!” Theypaused in an inte l l igentimmobility, stilled in mid-stroke,a heavy crank arrested on thecant, as if conscious of dangerand the passage of time. Then,with a “Now, then!” from thechief, and the sound of a breathexpelled through clenched teeth,they would accomplish theinterrupted revolution and beginanother.

There was the prudentsagacity of wisdom and thedel iberat ion of enormousstrength in their movements.This was their work — thispatient coaxing of a distractedship over the fury of the wavesand into the very eye of thewind. At times Mr. Rout’s chinwould sink on his breast, and hewatched them with kni t tedeyebrows as if lost in thought.

T h e v o i c e t h a t k e p tt h e h u r r i c a n e o u t o fJ u k e s ’ e a r b e g a n : “Takethe hands with you . . . ,” and leftoff unexpectedly.

“What could I do with them,sir?”

A h a r s h , a b r u p t ,i m p e r i o u s c l a n g e x p l o d e dsuddenly. The three pa i rs ofe y e s f l e w u p t o t h et e l e g r a p h d i a l t o s e e t h eh a n d j u m p f r o m F U L L t oSTOP, a s i f sna t ched by adev i l . And then these th reemen in the eng ine room hadthe in t ima te sensa t ion o f ac h e c k u p o n t h e s h i p , o f as t r ange sh r ink ing , a s i f shehad ga the red he r se l f f o r adespera te l eap .

“Stop her!” bellowed Mr. Rout.

Nobody — not even CaptainMacWhirr, who alone on deckhad caught sight of a white lineof foam coming on at such aheight that he couldn’t believehis eyes -nobody was to know

CAPÍTULO V

Esperó. Ante sus ojos lasmáquinas trabajaban con lenti-tud; en el momento preciso enque el barco se zambullía lo-camente, y al grito del señorRout, «¡Cuidado, Beale!», separaban de súbi to , con unainmovi l idad in te l igente , enmedio de una revolución, comosi fueran conscientes del peli-gro y del paso del tiempo. Lue-go, con un « ¡Ahora! » del jefey el sonido de una respiraciónexpel ida entre unos dientesapretados, finalizaban la revo-lución interrumpida e iniciabanotra.

Sus movimientos contenían laprudente sagacidad de la sabidu-ría y la deliberación de una fuer-za enorme. Éste era su trabajo,esta paciente persuasión de unbarco amenazado en medio de lafuria de las olas y en el ojo mis-mo del huracán. A veces, el señorRout hundía el mentón en el pe-cho y se quedaba observándolas,frunciendo el entrecejo y comoperdido en sus pensamientos.

L a v o z q u e c o n s e g u í avencer a l huracán en e l o ídode Jukes empezó :

-Llévese con usted a los mari-neros... -y calló inesperadamente.

-¿Qué quiere que haga conellos, señor?

Una especie de ruido metá-lico, brusco, repentino e impe-rioso, estalló de repente. Lostres pares de ojos saltaron ha-cia la esfera para ver cómo laaguja brincaba de «Todo va-por» a «Stop» como movida porel diablo. Y entonces los treshombres, en la sala de máqui-nas, experimentaron la íntimasensación de que el barco seencogía extrañamente, como sise preparara para dar un saltodesesperado.

-¡Parad! -bramó el señor Rout.[67]

Nadie -ni tan siquiera el ca-pitán MacWhirr que, solitario encubierta, había visto llegar lablanca línea de espuma a una al-tura tan increíble que no podíadar crédito a sus ojos-, nadie po-

CAPITULO V

E s p e r ó . D e l a n t e d e s u sojos las máquinas funcionabancon un movimiento pausado;en el mismo momento de dis-pararse locamente quedaroninmóviles al grito de: «Cuida-do, Beale», proferido par Mr.Rout . En tonces de jaban ensuspenso sus movimientos ,como si fueran conscientes delpeligro y del paso del tiempo.Luego, con un «¡Ahora!» deljefe, y el sonido de un jadeoexhalado por entre los dientesapretados, terminaban la revo-l u c i ó n i n t e r r u m p i d a yreiniciaban otra.

En sus movimientos se halla-ba la prudente sagacidad de la sa-biduría y la deliberación de unafuerza enorme. Aquél era su tra-bajo: el solícito cuidado de un po-bre barco perdido entre la furiade las olas y del viento. De vez encuando, Mr. Rout hundía su bar-billa en el pecho. y se quedabacontemplando las máquinas con elentrecejo fruncido, como absortoen sus pensamientos.

La voz que lograba ven-cer al huracán l legó de nue-vo a los oídos de Jukes:

-Tome a los marineros con usted y...Y se perdió inesperadamente.

-Qué quiere usted que haga conlos marineros, señor?

Una especie de sonido me-tálico, brusco, abrupto, impe-rioso, estalló súbitamente. Lostres pares de ojos se dirigierona la esfera a tiempo de ver comola aguja saltaba de « a todo va-por» a «stop», como movida porel mismísimo diablo. Y en aquelmomento los tres hombres quese hallaban en la sala de máqui-nas tuvieron el presentimientode que el barco se encogía, seaprestaba para dar una saltodesesperado.

-¡Parad! -bramó Mr. Rout.

Nadie -ni tan siquiera elcapitán MacWhirr, que solo encubierta había avistado la lí-nea blanca de espuma a unaaltura increíble-, nadie podíasaber hasta dónde se alzaría

[arrestado/cautivado]

distracted 1 : mentally confused, troubled,or remote 2 : maddened or derangedespecially by grief or anxiety

1 confuso, perplejo, aturdido, 2 des-consuelo [distress], turbado,

152

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

the steepness of that sea and theawful depth of the hollow thehurr icane had scooped outbehind the running wal l ofwater.

It raced to meet the ship,a n d , w i t h a p a u s e , a s o fgi rd ing the lo ins , the Nan-S h a n l i f t e d h e r b o w s a n dleaped. The flames in all thel amps s ank , da rken ing t heengine-room. One went out.With a tear ing crash and aswirling, raving tumult, tonsof water fell upon the deck, asthough the sh ip had dar tedunder the foot of a cataract.

Down the re they lookeda t each o the r, s tunned .

“Swept from end to end, byGod!” bawled Jukes.

She dipped into the hollowstraight down, as if going overthe edge of the world. Theengine-room toppled forwardmenacingly, like the inside of a towernodding in an earthquake. An awfulracket, of iron things falling, camefrom the stokehold. Sh e h u n go n t h i s appalling slant longenough for Beale to drop on hishands and knees and begin tocrawl as if he meant to fly on allfours out of the engine-room,and for Mr. Rout to turn his headslowly, rigid, cavernous, withthe lower jaw dropping. Jukeshad shut his eyes, and his facein a moment became hopelesslyblank and gentle, like the face ofa blind man.

A t l a s t s h e r o s es l o w l y , s t a g g e r i n g , a s i fs h e h a d t o l i f t a m o u n t a i nw i t h h e r b o w s .

Mr. Rout shut his mouth;Jukes blinked; and little Bealestood up hastily.

“Another one like this, andthat’s the last of her,” cried thechief.

He and Jukes looked at eachother, and the same thought cameinto their heads. The Captain!Everything must have been sweptaway. Steering-gear gone —s h i p l i k e a l o g . A l l

día saber hasta dónde se alzaríaaquella ola, ni la espantosa pro-fundidad del valle abierto por elhuracán detrás de aquella inmen-sa pared de agua.

Llegó con todo su ímpetu hastael barco y, con una pausa, como sise ciñera el cinturón, el Nan-Shanse levantó de proa y saltó. Las lla-mas de todas las linternas se enco-gieron, dejando la sala de máqui-nas en la penumbra. Una de ellas seapagó. Con un estallido monstruo-so y un tumulto arremolinado y fe-roz, toneladas de agua cayeron encubierta, como si el barco se hubie-ra introducido bajo una catarata.

allá abajo, los hombres se mi-raron, aturdidos.

-¡Barrido de arriba abajo, porDios! -bramó Jukes.

El navío se hundió de cabezaen la hondonada, como si se lan-zara por un precipicio. La sala demáquinas se inclino hacia delanteamenazadora mente, como el in-terior de una torre durante un te-rremoto. De las calderas llegó unestrépito infernal de hierros, y elbarco mantuvo aquella increíbleinclinación el tiempo suficientepara que Beale cayera de cuatropatas y empezara a gatear como siquisiera huir de la sala de máqui-nas, mientras que el señor Routgiraba la cabeza lentamente, rígi-do, con la mandíbula inferior caí-da. Jukes había cerrado los ojos,y su cara había adquirido de pron-to una expresión blanda y ausen-te, como la de un ciego.

Por fin, el barco se enderezólentamente, tambaleante, como situviera que levantar una montañacon la proa.

El señor Rout cerró la boca;Jukes parpadeó; y el pequeño Bealese levantó de un salto.

-Ot ra como és t a , y e s t a -mos l i s tos -g r i tó e l j e fe demáqu inas .

Jukes y él se miraron y tuvie-ron el mismo pensamiento. ¡El ca-pitán! La ola debía de haberlo ba-rrido todo en cubierta. Hasta el ti-món. El barco era como un troncoa la deriva. El mar debía de

realmente aquella ola, ni quéprofundidad tendría el valleabierto por el huracán inme-diatamente detrás de aquellainmensidad de agua.

La ola se precipitó contra elbarco y, tras una pausa, como [73]para ceñirse bien el cinturón, elNan-Shan se levantó de proa y sal-tó. Las llamas de todas las luces seacortaron, dejando la sala de má-quinas en la penumbra. Incluso unase apagó. Con un aspecto monstruo-so, ensordecedor, toneladas de aguacayeron sobre la cubierta, como siel barco se hubiera metido debajode una cascada.

Abajo, los hombres se miraron,con los ojos desorbitados.

-¡Inundados hasta los topes!-gritó Jukes.

El barco se hundió en el va-lle de agua, como si se hubiesecaído por el borde de un abis-mo. La sala de máquinas se in-c l inó hac ia ade lan teamenazadoramente, como unatorre bajo un terremoto. De lascalderas llegó un estrépito dehierros lanzados contra los mu-ros. El barco se mantuvo enaquella inclinación forzada bas-tante tiempo como para queBeale cayera de cuatro patas alsuelo y empezara a gatear, comosi quisiera escaparse de la salade máquinas, mientras Mr. Routvolvía la cabeza, rígidamente,con la mandíbula inferior caí-da, y Jukes cerraba los ojos ypalidecía intensamente.

Por fin el barco se equilibró len-tamente, aunque tremolando, comosi estuviera levantando a pulso unamontaña de agua.

Mr. Rout cerró la boca; Jukesparpadeó; y el pequeño Beale selevantó de un salto.

-Otra como ésta y estamos alcabo de la calle -gritó el primermaquinista.

El y Jukes se miraron y am-bos tuvieron el mismo pensa-miento al mismo tiempo. ¡El ca-pitán! A la fuerza el mar se lohabría llevado, junto con el ti-món. El barco era como un tron-

154

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

o v e r d i r e c t l y .

“ R u s h ! ” e j a c u l a t e d M r.Rou t th i ck ly, g lar ing w i then l a rged , doub t fu l eyes a tJ u k e s , w h o a n s w e r e d h i mby an i rreso lute g l ance .

The clang of the telegraphgong soothed them instantly.The black hand dropped in aflash from STOP to FULL.

“Now then, Beale!” criedMr. Rout.

The steam hissed low. Thepiston-rods slid in and out. Jukesput his ear to the tube. The voicewas ready for him. I t sa id:“ P i c k u p a l l t h em o n e y . B e a r a h a n d n o w.I ’ l l w a n t y o u u p h e r e . ”A n d t h a t w a s a l l .

“S i r ?” ca l l ed up Jukes .There was no answer.

He staggered away like adefeated man from the field ofbattle. He had got, in some wayor other, a cut above his lefteyebrow — a cut to the bone. Hewas not aware of it in the least:quantities of the China Sea, largeenough to break his neck forhim, had gone over his head, hadcleaned, washed, and salted thatwound. It did not bleed, but onlygaped red; and this gash over theeye, his dishevelled hair, thedisorder of his clothes, gavehim the aspect of a man worstedin a fight with fists.

“ G o t t o p i c k u p t h edollars.” He appealed to Mr.R o u t , s m i l i n g p i t i f u l l y a trandom.

“What’s that?” asked Mr.Rout, wildly. “Pick up . . . ? Id o n ’ t c a r e . . . . ” T h e n ,quiver ing in every musc le ,but with an exaggeration ofpaternal tone, “Go away now,for God’s sake. You deckpeople’ll drive me silly. There’sthat second mate been going forthe old man. Don’t you know?You fellows are going wrong forwant of something to do. . . .”

A t t h e s e w o r d s J u k e sd i s c o v e r e d i n h i m s e l f t h e

habérselo llevado todo.

-¡Corra! -exclamó el señor Routcon voz espesa, mirando [68] aJukes con los ojos desorbitados ytitubeantes, mientras éste le con-testaba con una mirada indecisa.

El gong de la esfera lesc a l m ó i n m e d i a t a m e n t e . L aaguja negra había sal tado de«Stop» a «Todo vapor».

-¡Vamos allá, Beale! -gritó elseñor Rout.

El vapor silbó, bajito. Los pis-tones iniciaron su vaivén. Jukesacercó el oído al tubo acústico. Lavoz le estaba esperando. Decía:

- R e c o j a t o d o e l d i n e -r o . D é s e p r i s a . L e n e c e -s i t o e n c u b i e r t a .

Y eso fue todo.

- ¿ S e ñ o r ? - l l a m ó J u k e s .Pero no obtuvo respuesta.

Se alejó vacilando, como unhombre derrotado abandonando elcampo de batalla. Sin saber cómo,se había herido en la cara, encimade la ceja izquierda, un corte hastael hueso. Ni se había dado cuenta:cantidades de agua del mar de Chi-na, suficientes para romperle el cue-llo, le habían caído encima, habíanlimpiado y restañado con sal aque-lla herida. No sangraba, pero per-manecía abierta y roja; y este tajoen la ceja, el pelo alborotado y eldesorden de su ropa, le daban elaspecto de un hombre vencido enuna reyerta a puñetazos.

-Tengo que ir a recoger los dó-lares -dijo con una vaga y lastime-ra sonrisa, apelando a la simpatíadel señor Rout.

-¿Qué dices? -preguntó irrita-do el señor Rout-. ¿Recoger...? Amí qué me importa. -Luego, contodos los músculos tensos, peroexagerando un tono paternal-, vetepues, por Dios. La gente de cubier-ta me sacáis de quicio. Aquel segun-do oficial que quería acabar con elviejo. ¿Te das cuenta? A vosotroslo que os pasa es que os volvéis lo-cos porque no tenéis nada que ha-cer...

Al oír estas palabras, Jukes sin-tió brotar en su interior una ira in-

co a la deriva.

-¡Deprisa! -gritó Mr. Rout, conla lengua morada y los ojos fuerade las órbitas.

Jukes le devolvió una miradaindecisa.

E l gong de la es fera lesc a l m ó d e g o l p e . L a a g u j an e g r a h a b í a p a s a d o d e l«s top» a l «a todo vapor» .

-¡Vamos, Beale! -gritó Mr.Rout.

El vapor silbó débilmente. Lospistones se pusieron en movimien-to. Jukes acercó el oído al tubo. Lavoz sonó de inmediato.

-Recojan todo el dinero ymanden a un marinero. Les ne-cesito aquí arriba.

Eso fue todo. [74]

-¿Señor? -gritó Jukes.Pero no hubo respuesta alguna.

Jukes abandonó el tubo acústi-co, vacilando sobre sus piernas,como el derrotado en un campo debatalla. Sobre su ceja izquierda ha-bía un profundo corte, que le dejabael hueso al descubierto. Ni sabíacómo se lo había hecho ni siquiera sehabía dado cuenta: cantidades ingen-tes del mar de China le habían lava-do la herida, que ya no sangraba, aun-que permanecía abierta y completa-mente roja; con aquella herida, elcabello en desorden y la ropa man-ga por hombro, se diría que acaba-ba de salir maltrecho de una peleaa puñetazos.

-Debo ir a recoger los dóla-res --dijo, dirigiéndose a Mr.Rout, con una lamentable son-risa en los labios.

-¿Pero qué está diciendo? -pre-guntó Mr. Rout, irritado-. ¿A reco-ger...? ¿Y a mí que me cuenta? -Lue-go, con los músculos en tensión,pero afectando un tono paternal,continuó-: Vaya, vaya, en nombredel cielo. Ustedes, la gente de cu-bierta, me sacan de quicio. Ese se-gundo oficial que quería matar alviejo... ¿No lo sabía? Lo que lesestropea a ustedes es que tienenpoco que hacer, eso es lo que pasa...

Al oír estas palabras, Jukes,con sorpresa, descubrió en ~ lo

gash 1 1 a long and deep slash, cut, orwound. 2 a a cleft such as might bemade by a slashing cut. b the act ofmaking such a cut.

make a gash in; cut. hender, rajar,acuchillar

gash 2 adj. Brit. sl. spare, extra. de so-bra, gratuito

gush 1 tr. & intr. emit or flow in a suddenand copious stream. 2 intr. speak orbehave with effusiveness or senti-mental affectation. Chorrear,bobotonear

1 a sudden or copious stream. 2 aneffusive or sentimental manner. Cho-rro, efusión

worsted 1. lo peor, 2. sometida,vencida, dominada, derrotada, 3.tela, cordón o hilo de estambre he-cho con hebras largas [general-mente de algodón] retorcidas.worsted n. a) a fine smooth yarnspun from combed long staple wool.b) fabric made from this. EtymologyWorste(a)d in S. England

Xglare A 1. mirada feroz o llena de odio2. luz deslumbrante, resplandor. Bverbo intransitivo 1 mirar enfureci-do [at, a] staring angrily and fiercely,(fulminándole con la mirada) 3. des-lumbrar 1. To stare fixedly andangrily. See synonyms at gaze. 2.To shine intensely and blindingly: Ahot sun glared down on the desert.3. To be conspicuous; stand outobtrusively: The headline glaredfrom the page. To express by staringangrily: He glared his disapproval.

156

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

beginnings of anger. Want ofsomething to do — indeed. .. . Full of hot scorn againstthe chief, he turned to go thew a y h e h a d c o m e . I n t h es t o k e h o l d t h e p l u m pdonkeyman to i l ed wi th h i ss h o v e l m u t e l y, a s i f h i stongue had been cut out; butthe second was carrying onl i k e a n o i s y, u n d a u n t e dmaniac, who had preservedhis skill in the art of stokingunder a marine boiler.

“Hal lo , you wander ingofficer! Hey! Can’t you getsome of your slush-slingers towind up a few of them ashes? Iam getting choked with themhere. Curse i t ! Hallo! Hey!Remember the articles: Sailorsand firemen to assist each other.Hey! D’ye hear?”

Jukes was cl imbing outfrantically, and the other, liftingup his face after him, howled,“Can’t you speak? What are youpoking about here for? What’syour game, anyhow?”

A frenzy possessed Jukes.B y t h e t i m e h e w a s b a c ka m o n g s t t h e m e n i n t h edarkness of the al leyway, hefel t ready to wring al l theirnecks at the s l ightest s ign ofh a n g i n g b a c k . T h e v e r yt h o u g h t o f i t e x a s p e r a t e dhim. He couldn’t hang back.They shouldn’t .

The impetuosity with whichhe came amongst them carriedthem along. They had alreadybeen excited and startled at allhis comings and goings — by thefierceness and rapidity of hismovements; and more felt thanseen in his rushes, he appearedformidable -busied with mattersof life and death that brooked nodelay. At his first word he heardthem drop into the bunker oneafter another obediently, withheavy thumps.

They were not clear as to whatwould have to be done. “What isit? What is it?” they were askingeach other. The boatswain triedto explain; the sounds of a greatscuffle surprised them: and themighty shocks, reverberating

cipiente. No tener nada que hacer,vaya por Dios. Embargado por unardiente desprecio hacia el jefe demáquinas, dio la vuelta para regre-sar por donde había venido. En lasala de las calderas, el rollizo fo-gonero de la caldereta paleaba ensilencio, como si le hubieran cor-tado la lengua, mientras el segun-do maquinista trabajaba como unruidoso e impertérrito maníaco,que hubiera conservado [69] lahabilidad de alimentar el fuegobajo las calderas del barco.

-¡Hola, oficial errante! ¡Eh!¿No podrías mandarme algúnmarinero para que se llevara lascenizas? Me están ahogando.¡Maldita sea! ¡Oye! ¡Eh! ¿Re-cuerdas lo que dice el reglamen-to: «Marineros y fogoneros seayudarán mutuamente»? ¡Eh!¿Me has oído?

Jukes trepaba frenéticamente,y el otro, alzando la cara haciaél, aulló:

-¿Te has quedado mudo? ¿Quéhas venido a fisgonear? ¿Se puedesaber qué has venido a hacer aquíabajo?

Una especie de frenesí se apo-deró de Jukes. Regresó al corredordonde se refugiaban los marinerosdispuesto a retorcer el cuello aquienquiera que diese la más míni-ma muestra de desobediencia. Seenfurecía sólo de pensarlo. Él nopodía desobedecer ni abandonar.Pues ellos tampoco.

El ímpetu con el que había lle-gado se contagió a los marineros.Ya de antemano se encontraban so-bresaltados y excitados por todassus idas y venidas y la virulencia yrapidez de sus movimientos; másintuido que visto en sus aparicio-nes, les parecía formidable, ocupa-do en asuntos de vida o muerte queno admitían demora alguna. Tanpronto abrió la boca, pudo oírlessaltar, obedientes, en la carbonera,uno tras otro, con fuertestrompazos.

No sabían lo que tenían quehacer. Se preguntaban unos aotros: «¿Qué pasa? ¿Qué pasa?».El contramaestre intentó expli-cárselo; el ruido de una violentarefriega les sorprendió, y losfuertes golpes, resonando terri-

más hondo de su interior un prin-cipio de ira. Poco que hacer, es loque faltaba... Enojado contra elprimer maquinista, se dio la vuel-ta para volverse por donde habíavenido. En la sala de calderas elfogonero le daba a la pala en si-lencio, como si le hubieran corta-do la lengua; el segundo, por elcontrario, se comportaba ruidosa-mente, como un loco que hubieraconservado, no obstante, la habi-lidad en el arte de alimentar lascalderas del barco.

-¡Hola, oficial errante! ¡Eh!¿No me podría mandar a algunode los de arriba para que me so-plara un poco el fuego? ¡Me es-toy ahogando! Recuerde lo quedice el reglamento: «Los marine-ros y los fogoneros deben ayu-darse mutuamente». ¡Eh! ¿Es queno me oye?

Jukes subía frenéticamentela escalera y el otro, mirándoledesde abajo, gritó:

-¿No tiene usted lengua? ¿Aqué ha venido por aquí, entonces?¿Se puede saber qué idea le rondapor la cabeza?

Jukes se sintió poseído por unaespecie de frenesí. Cuando [75] llegóde vuelta al corredor oscuro donde sehallaban los marineros, se sentía dis-puesto a romperles el cuello al menorsíntoma de desobediencia. Sólo de pen-sar en esa posibilidad, resoplaba. « El»no podía desobedecer, ni hacerse el ton-to. Pues los demás tampoco.

El ímpetu con que cayó so-bre ellos les arrastró. Ya les ha-bía excitado previamente contantas idas y venidas y con larapidez y el nerviosismo de susmovimientos; más «sentido»que visto, se les aparecía comoalgo formidable, ocupado enasuntos de vida o muerte queno admitían demora. Apenasdicha la primera palabra, sin-tió como saltaban hacia la car-bonera, uno tras otro, obedien-tes, a golpes secos.

No es. que estuvieran muy se-guros de lo que iban a hacer.«¿Qué pasa? ¿Qué pasa?», se pre-guntaban entre sí. El contramaes-tre intentó explicarlo; el rumor deun frenético estruendo les sor-prendió, y el sonido de los gol-

brook digest, endure, stick out, stomach,bear, stand, tolerate, support, abide,suffer, put up put up with somethingor somebody unpleasant; «I cannotbear his constant criticism»; «Thenew secretary had to endure a lot ofunprofessional remarks»; «helearned to tolerate the heat»; «Shestuck out two years in a miserablemarriage»

158

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

awfully in the black bunker, keptthem in mind of their danger.When the boatswain threw openthe door it seemed that an eddyof the hurricane, stealing throughthe iron sides of the ship, had setall these bodies whirling likedust: there came to them aconfused uproar, a tempestuoustumult, a fierce mutter, gustsof screams dying away, andthe tramping of feet minglingwith the blows of the sea.

For a moment they glareda m a z e d , b l o c k i n g t h ed o o r w a y. J u k e s p u s h e dt h r o u g h t h e m b r u t a l l y. H es a i d n o t h i n g , a n d s i m p l yd a r t e d i n . A n o t h e r l o t o fc o o l i e s o n t h e l a d d e r ,struggling suicidally to breakthrough the battened hatch toa swamped deck, fell off asbefore , and he d isappearedu n d e r t h e m l i k e a m a novertaken by a landslide.

T h e b o a t s w a i ny e l l e d exc i t ed ly : “Comea l o n g . G e t t h e m a t e o u t .He’ l l be t rampled to dea th .Come on.”

They charged in, stampingo n b r e a s t s , o n f i n g e r s , o nfaces, catching their feet inheaps o f c lo th ing , k i ck ingbroken wood; but before theycould get hold of him Jukese m e r g e d w a i s t d e e p i n amultitude of clawing hands.In the ins tan t he had beenlost to view, all the buttonsof h i s j acke t had gone , i t sback had got split up to thecollar, his waistcoat had beent o r n o p e n . T h e c e n t r a lstruggling mass of Chinamenwent over to the roll , dark,ind is t inc t , he lp less , wi th awild gleam of many eyes inthe dim light of the lamps.

“Leave me alone — damn you.I am all right,” screeched Jukes.“Drive them forward. Watch yourchance when she pitches. Forwardwith ‘em. Drive them against thebulkhead. Jam ‘em up.”

The rush of the sailors into theseething ‘tween-deck was like asplash of cold water into a boilingcauldron. The commotion sank for

blemente en el negro recinto,alumbraron en sus mentes la sen-sación de peligro. Cuando elcontramaestre abrió la puerta degolpe, pareció que un remolinodel huracán, atravesando las pa-redes de hierro del barco, hubie-ra arrebatado todos aquelloscuerpos livianos como motas depolvo; les llegó un confuso bra-mido, un tempestuoso tumulto,sembrado de gritos, chillidos ygemidos agónicos.

Durante un momento se que-daron observando paralizados,obstruyendo la puerta. Jukes seabrió paso a empujones. No dijonada, simplemente entró. En laescalera, [70] otro grupo decoolies, asestando golpes suici-das a la puerta de la escotilla quellevaba a la cubierta inundada,se desprendió y cayó, y Jukesdesapareció bajo ellos como unhombre alcanzado por un corri-miento de tierras.

E l c o n t r a m a e s t r e g r i -t ó , e x c i t a d o :

- ¡Vamos! ¡Tenemos ques a c a r a l o f i c i a l ! ¡ M o r i r áaplastado! ¡Vamos!

Los hombres se lanzaron sobrela montaña .humana, pisoteandopechos, dedos, caras, tropezandocon ropa revuelta y madera astilla-da; pero antes de que pudieran al-canzarle, el torso de Jukes surgióde entre una multitud de manoscomo garras. En el momento enque había desaparecido de la vis-ta, habían saltado todos los boto-nes de su chaqueta, la espalda sehabía abierto hasta el cuello y elchaleco se había desgarrado. Elnúcleo central de la masa de chi-nos enzarzados rodó con el cabe-ceo del barco, oscuro, informe, in-defenso, con el brillo salvaje deuna multitud de ojos a la tenue luzde las linternas.

-¡Dejadme estar, maldi tas e a ! ¡ E s t o y b i e n ! - c h i l l óJukes-. Empujadles hacia de-lante . Aprovechad el próxi-m o c a b e c e o . H a c i a p r o a .¡Rodeadles!

La carga de los marineros en elhervidero del entrepuente fue comoun chorro de agua fría en una cal-dera en ebullición. El tumulto se

pes, que resonaban terriblementea través del túnel, les imbuyó laidea del peligro. Cuando el con-tramaestre abrió la puerta parecióque el huracán, penetrando a tra-vés de los flancos de hierro delbarco, obligara a girar como unremolino un montón de cuerpos,cual si se tratara de polvo. Hastalos oídos de los marineros llegóun confuso rugido, un tumultotempestuoso, sembrado de chilli-dos, gritos y gemidos agónicos.

Por un momento se quedaron pa-ralizados, con los ojos fuera de las ór-bitas, tapando la puerta. Jukes se abriópaso a través de la masa, brutalmente.No dijo nada; simplemente, entró.Otro grupo de coolies, encaramados ala escalera de hierro, bregaban con afánsuicida por abrir la escotilla que dabaa la cubierta inundada. Como la vezanterior, el racimo humano se despren-dió de pronto y Jukes desapareció bajoel montón de sebo como bajo un co-rrimiento de tierras.

El contramaestre, completa-mente excitado, gritó:

¡Vamos! ¡Hay que sacar al ofi-cial! ¡Van a matarlo! ¡Loespachurrarán! ¡Vamos!

Los hombres se lanzaron sobrela montaña humana, pisoteandocajas torácicas, dedos, rostros..., ytropezando con envoltorios de ropay trozos de madera; pero antes deque pudieran alcanzarlo, Jukes sur-gió, de cintura para arriba, de entrela multitud de manos engarfiadas.Durante el breve instante en que lehabían [76] perdido de vista, le ha-bían arrancado todos los botones dela chaqueta, rasgada por la espaldahasta el cuello, y hecho trizas elchaleco. El montón de chinos en-redados entre sí rodó impelido poruna nueva cabezada de la nave y, ala pálida claridad de las luces, sevieron sus ojos brillando de ira sal-vaje.

-¡Déjenme en paz, por -todos losdemonios! ¡No me pasa nada! -gritóJukes-. Oblíguenlos a que se dirijana proa. Y cuidado con las cabeza-das. ¡Denles la vuelta! ¡Que se arri-men a las mamparas! ¡A proa!

La irrupción de los marinerosen la sala de los chinos fue comouna ducha de agua fría en una cal-dera hirviendo. El alboroto cesó

seethe 1 estar furioso 2 boil out, bu-llir, hervir: the square was seethingwith tourists, la plaza rebosaba deturistas

160

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

a moment.

T h e b u l k o f C h i n a m e nwere locked in such a compacts c r i m m a g e [ e s c a r a m u z a ]that , l inking their arms andaided by an appalling dive ofthe ship, the seamen sent i tforward in one great shove,l i ke a so l id b lock . Beh indtheir backs small clusters andloose bodies tumbled f romside to side.

The boatswain performedprodigious feats of strength.With his long arms open, andeach great paw clutching at astanchion, he stopped the rushof seven entwined Chinamenrolling like a boulder. His jointscracked; he said, “Ha!” and theyflew apart. But the carpentershowed the greater intelligence.Wi thout say ing a word toanybody he went back into thealleyway, to fetch several coilsof cargo gear he had seen there— chain and rope. With theselife-lines were rigged.

T h e r e w a s r e a l l y n or e s i s t a n c e . T h e s t r u g g l e ,h o w e v e r i t b e g a n , h a dtu rned i n to a s c ramble ofb l ind pan ic . I f t he coo l i e sh a d s t a r t e d u p a f t e r t h e i rsca t te red dol la rs they wereby tha t t ime f i gh t ing on lyfor the i r foot ing . They tooke a c h o t h e r b y t h e t h r o a tmere ly to save themse lvesf r o m b e i n g h u r l e d a b o u t .W h o e v e r g o t a h o l danywhere would k ick a t theo t h e r s w h o c a u g h t a t h i slegs and hung on , t i l l a ro l ls e n t t h e m f l y i n g t o g e t h e racross the deck.

The coming of the whi tedevils was a terror. Had theycome to k i l l? The indiv idu-a ls torn out of the ruck be-came very l imp in the sea-men’s hands: some, draggedaside by the heels , were pas-s ive , l ike dead bodies , wi thopen, f ixed eyes . Here andthere a cool ie would fa l l onhis knees as i f begging form e r c y ; s e v e r a l , w h o m t h eexcess of fear made unruly,were h i t wi th hard f i s t s be-t w e e n t h e e y e s , a n d c o w -

calmó por un momento.

El grupo de chinos forma-ba una masa tan compacta que,e n t r e l a z a n d o l o s b r a z o s yaprovechando una nueva zam-bullida del navío, los marine-ros consiguieron empujarla deun solo golpe como un bloqueabsolutamente sólido. A suse s p a l d a s , a l g u n o s c u e r p o ssueltos daban tumbos por elsuelo.

El contramaestre realizó pro-digiosas demostraciones de fuer-za. Con sus largos brazos abier-tos y cada manaza aferrada a unmontante, paró la carga de sietechinos entrelazados que rodabancomo una roca. Sus articulacio-nes crujieron; dijo: «¡Ah!», y elgrupo se desintegró. Pero quiendio muestras de mayor inteli-gencia fue el carpintero. Sindecir palabra, regresó al corre-dor para buscar varios rollos decuerdas y cadenas que habíavisto allí. Con esas jarcias lossujetaron. [71]

En realidad, no opusieronmayor resistencia. La lucha,que quién sabe cómo empezó,había degenerado en un pánicogeneral . Si a l pr incipio loscoolies se peleaban por susdólares dispersos, llegados aeste punto luchaban sólo paraponerse en pie. Se agarrabanmutuamente por el cuello conel único propósito de salvarsedel terrible zarandeo, y cuan-do alguno de ellos conseguíaalgún asidero, pateaba a losque colgaban de sus piernashasta que un nuevo cabeceo loslanzaba a todos volando al otrolado de la bodega.

La llegada de los demoniosblancos había causado verdaderopavor. ¿Habían venido a matar?Los individuos arrancados al ra-cimo humano quedaban inertes enmanos de los marineros: algunos,apartados a un lado arrastrándo-les sobre los talones, se mostra-ban pasivos, como cadáveres conla mirada paralizada en los ojosabiertos de par en par. De vez encuando, alguno de los coolies calade rodillas, como pidiendo cle-mencia; otros, desquiciados por elexceso de temor, quedaban neu-

por un instante.

La masa de chinos formaba uncuerpo tan compacto y entrelaza-do, que los marineros, aprove-chando un nuevo movimiento delbarco, la empujaron hacia proatoda junta, con un solo impulso,como si se tratara de un cuerposólido. Por detrás, algunos cuer-pos sueltos iban de un lado paraotro, sacudidos por la fuerza delas olas.

El contramaestre llevó a caboproezas prodigiosas de fuerza física.Con los largos brazos abiertos y lasenormes garras aferradas a sendosbarraganetes, detuvo por sí solotodo el alud de siete chinos entrela-zados, que rodaban como una rocasólida. Le crujieron las articulacio-nes y, exhalando un « ¡Ah! », los se-paró de una única sacudida. Pero elcarpintero de a bordo demostró sermás inteligente que nadie. Sin deciruna sola palabra, volvió al corredoren busca de unos cuantos rollos decadenas y de cuerdas y, con ellos,metió en cintura a los coolies.

En realidad, no opusieron ex-cesiva resistencia. La lucha, quenadie sabía realmente cómo habíaempezado, degeneró en un pánicogeneralizado. Si los coolies habíanempezado persiguiendo sus dólares,a aquellas alturas ya sólo luchabanpor salvarse de la confusión gene-ralizada. Se aferraban mutuamentepor el cuello simplemente para con-servar la vida. El hombre que lo-graba asirse a un punto más o me-nos seguro, no cesaba de dar pun-tapiés a quienes intentaban, a suvez, aferrarse a él, hasta que unanueva cabezada del barco los man-daba, todos juntos, a la otra bandade la bodega.

La llegada de los diablosblancos sembró el terror. ¿Esque se proponían matarlos atodos? Los individuos separa-dos del [77] racimo humano,se volvían totalmente inofen-sivos en manos de los mari-neros . Algunos, arras t radospor los pies, se mostraban pa-sivos como cadáveres, con losojos abiertos de par en par yl a m i r a d a f i j a . D e v e z e ncuando un coolie caía de ro-dillas, como en demanda depiedad; algunos, que seguían

rig 1 1 a provide (a sailing ship) with sails,rigging, etc. b prepare ready forsailing. 2 (often foll. by out, up) fit withclothes or other equipment. 3 (foll. byup) set up hastily or as a makeshift.4 assemble and adjust the parts of(an aircraft)

1 : to fit out (as a ship) with rigging 2 : CLOTHE, DRESS — usually used

with out 3 : to furnish with special gear : EQUIP 4 a : to put in condition or position for

use : ADJUST, ARRANGE <a carrigged for manual control> b :CONSTRUCT <rig up a temporaryshelter>

scramble n. 1 scamper, scurry rushingabout hastily in an undignified way 2scuffle, make one’s way to, pasarcomo se pueda an unceremoniousand disorganized struggle

v. 1 make unintelligible; “scramble themessage so that nobody canunderstand it” 2 beat, stir vigorously;“beat the egg whites”; “beat thecream” 3 jumble, throw togetherbring into random order 4 to movehurriedly arreglarse a toda prisa;“The friend scrambled after them” 5clamber, shin, shinny, skin, struggle,sputter climb awkwardly, as if byscrambling

scramble I v. tr. 1 mezclar 2 Tele (men-saje) codificar

II v. intr. 1 ir gateando to scrambleacross a field, cruzar un campogateando; to scramble up a tree, tre-par a un árbol 2 pelearse [for, por],andar a la rebatiña [for, por]: fanswere scrambling for the concerttickets, los fans se tiraban de los pe-los por una entrada para el concierto3 Dep hacer motocross

III n. 1 subida o escalada difícil 2confusión, rebatiña 3 Dep carrerade motocross

162

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

ered; whi le those who wereh u r t s u b m i t t e d t o r o u g hhand l ing , b l i nk ing r ap id lyw i t h o u t a p l a i n t . F a c e ss t reamed wi th b lood; therewere raw places on the shavenh e a d s , s c r a t c h e s , b r u i s e s ,torn wounds , g a s h e s . T h eb r o k e n p o r c e l a i n o u t o ft h e c h e s t s w a s m o s t l yr e s p o n s i b l e f o r t h e l a t -t e r . H e r e a n d t h e r e aC h i n a m a n , w i l d - e y e d ,w i t h h i s t a i l u n p l a i t e d ,n u r s e d a b l e e d i n g s o l e .

T h e y h a d b e e n r a n g e dc l o s e l y, a f t e r h a v i n g b e e ns h a k e n i n t o s u b m i s s i o n ,c u f f e d a l i t t l e t o a l l a y[ c a l m a r ] e x c i t e m e n t , a d -dressed in gruff words ofencouragement that soundedlike promises of evil. They saton the deck in ghastly, droop-ing rows, and at the end thecarpenter, with two hands tohelp him, moved busily fromplace to p lace , se t t ing tautand h i tching the l i fe - l ines .The boatswain, with one lega n d o n e a r m e m b r a c i n g as tanchion, s t ruggled with alamp pressed to h is breas t ,t r y i n g t o g e t a l i g h t , a n dgrowling all the time like anindustrious gorilla. The fig-ures of seamen s tooped re-peatedly, with the movementsof gleaners , and everythingwas being flung into the bun-ker: clothing, smashed wood,broken china, and the dollars,too, gathered up in men’s jack-ets. Now and then a sailor wouldstagger towards the doorwaywith his arms full of rubbish;and dolorous, slanting eyes fol-lowed his movements.

With every roll of the shipthe long rows of s i t t ingCelestials would sway forwardbrokenly, and her headlongdives knocked together the lineof shaven polls from end to end.When the wash of water rollingon the deck died away for amoment, it seemed to Jukes, yetquivering from his exertions,that in his mad struggle downthere he had overcome the windsomehow: that a silence hadfallen upon the ship, a silence inwhich the sea struck thunder-

tralizados con un fuerte puñetazoen la frente; mientras que los queestaban heridos se dejaban maltra-tar, parpadeando frenéticamentepero sin una queja. La sangre co-rría por las caras; las cabezas ra-padas mostraban heridas abiertas,arañazos, magulladuras, contu-siones y cortes. Estos últimosproducidos principalmente porla porcelana rota de los baú-les. Aquí y allá, un chino, con losojos desorbitados y la cola des-hecha, intentaba curarse la plantadel pie ensangrentada.

Los marineros los pusieron muyjuntos y en hileras, tras haberlossometido por completo con la ayu-da de algunos bofetones para cal-marlos y algunas palabras de áni-mo que les sonaban más bien aaugurios malignos. Se quedaronsentados en el suelo enfantasmagóricas hileras, y, en unextremo, el carpintero, con la ayu-da de dos marineros, se movía rá-pidamente de uno a otro aseguran-do los nudos de las cuerdas y lascadenas. El contramaestre, asido aun montante con una sola pierna yun solo brazo, y con una linternaapretada contra el pecho, se esfor-zaba en desatarla y llevársela, mien-tras gruñía sin cesar como un labo-rioso gorila. Las figuras de los ma-rineros se agachaban [72] una y otravez, con los movimientos de unespigador, recogiendo todo lo queencontraban en la carbonera: ropa,madera astillada, porcelana rota, ytambién las monedas de un dólarrecogidas en las chaquetas de loshombres. De vez en cuando, uno delos marineros se tambaleaba en di-rección a la puerta con los brazosllenos de escombros, seguido porla mirada dolorida de muchos ojosalmendrados.

Con cada cabeceo del barco, laslargas hileras de ciudadanos del celesteimperio sentados en el suelo oscilabanhacia delante, y sus cráneos afeitadosentrechocaban de un extremo a otro dela línea, cada vez que el Nan-Shan hun-día su proa. Cuando el ruido del aguabarriendo la cubierta se apagó por unmomento, a Jukes, todavía temblandopor el esfuerzo realizado, le pareció quesu insensato combate en las entrañasdel buque había conseguido de algunamanera vencer al viento; que un silen-cio se había abatido sobre el barco, unsilencio en el cual el mar golpeaba

defendiéndose por puro terror, re-cibían implacables puñetazos en-tre las cejas, mientras que los he-ridos se dejaban zarandear, par-padeando convulsivamente, perosin quejarse. Podían verse rostrosensangrentados, arañazos, contu-siones, desgarraduras, cortes yh e r i d a s __________ ____ __p r o d u c i d o s _____ ____ p o rl a s t a z a s r o t a s __________ .Algún que otro chino se presen-taba con ____ ____ la coleta des-hecha, acariciándose la planta delpie ensangrentada.

Los marineros lograron co-locarlos a todos juntos, alinea-dos, sometidos, previas unascuantas bofetadas para calmarlos nervios. Los chinos estabanahora sentados en el suelo, enhileras apretadas, y el carpinte-ro, con la ayuda de otros dosmarineros, iba asegurando lasligaduras. El contramaestre, su-jeto a un barraganete con unasola pierna y un solo brazo, su-jetaba contra su pecho una luz,en el intento de desatarla y lle-vársela, entre grandes bufidos ymascullando como un gorila al-terado. Las figuras de los marine-ros se agachaban rítmicamente,como si fueran espigadores, ytodo cuanto recogían del sueloiba a parar a la carbonera: ropa,trozos de madera o de porcela-na, y hasta los dólares sacadosde las chaquetas de los coolies.De vez en cuando, un marinero,tambaleándose, se dirigía conlos brazos colmados hacia lapuerta, seguido por la doloridamirada de una multitud de ojosrasgados. A cada nueva cabeza-da del barco, las largas hilerasde chinos sentados se balancea-ba hacia adelante.

Cuando el estruendo del aguaen cubierta cedía por un momento,a Jukes le parecía, aunque temblan-do aún por el esfuerzo realizado,que en su loca lucha había vencidoal viento, en cierta manera, y queen el barco se había hecho un si-lencio, un silencio en medio del cualel mar golpeaba atronadoramente

wild-eyed 1 : having a wild expressionin the eyes, furious, (frenético) 2 :consisting of or favoring extremeor visionary ideas <wild-eyedschemes>

Mirada feroz

gash 1 1 a long and deep slash, cut, orwound. 2 a a cleft such as might bemade by a slashing cut. b the act ofmaking such a cut. Tajo, brecha,herida

v.tr. make a gash in; cut.

[ronco (in voice) / brusco (in manner)]

164

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

ously at her sides.

E v e r y t h i n g h a d b e e ncleared out of the ‘tween-deck— al l the wreckage, as themen said . They s tood erectand tottering above the levelo f h e a d s a n d d r o o p i n gshoulders. Here and there acoolie sobbed for his breath.W h e r e t h e h i g h l i g h t f e l l ,Jukes could see the sa l ientr i b s o f o n e , t h e y e l l o w,w i s t f u l f a c e o f a n o t h e r ;bowed necks; or would meeta dul l s ta re d i rec ted a t h isf a c e . H e w a s a m a z e d t h a tthere had been no corpses; butthe lot of them seemed at theirlast gasp, and they appearedto h im more p i t i fu l than i fthey had been all dead.

S u d d e n l y o n e o f t h ecoolies began to speak. Thelight came and went on hislean, straining face; he threwh i s h e a d u p l i k e a b a y i n ghound. From the bunker camethe sounds of knocking and thetinkle of some dollars rollingloose ; he s t re tched out h i sarm, his mouth yawned black,a n d t h e i n c o m p r e h e n s i b l eguttural hooting sounds, thatdid not seem to belong to ahuman language, penetratedJukes with a strange emotionas if a brute had tried to beeloquent.

Tw o m o r e s t a r t e dm o u t h i n g w h a t s e e m e dt o J u k e s f i e r c ed e n u n c i a t i o n s ; t h e o t h e r ss t i r r e d w i t h g r u n t s a n dg r o w l s . J u k e s o r d e r e d t h eh a n d s o u t o f t h e‘ t w e e n d e c k s h u r r i e d l y. H el e f t l a s t h i m s e l f , b a c k i n gth rough the doo r, wh i l e t heg r u n t s r o s e t o a l o u dm u r m u r a n d h a n d s w e r ee x t e n d e d a f t e r h i m a sa f t e r a m a l e f a c t o r . T h eb o a t s w a i n s h o t t h e b o l t ,a n d r e m a r k e d u n e a s i l y ,“ S e e m s a s i f t h e w i n d h a dd r o p p e d , s i r. ”

The seamen were glad to getback into the alleyway. Secretlyeach of them thought that at thelast moment he could rush outon deck — and tha t was a

atronadoramente sus flancos.

El entrepuente había queda-do limpio, limpio de escombros,como decían los hombres. Losmarineros permanecían en pie,tambaleándose por encima decabezas y hombros caídos. Aquíy allá un coolie recuperaba elaliento sollozando. Según las os-cilaciones de las linternas, Jukespodía ver las costillas prominen-tes de uno, la nostálgica caraamarilla de otro, las cabezas ga-chas, o se encontraba con unosojos apagados que le sosteníanla mirada. Estaba asombrado deque no hubiera ningún cadáver;pero todos parecían a punto deexhalar el último aliento y le die-ron más lástima que si hubieranestado muertos.

Súbitamente, uno de loscoolies se puso a hablar. La luz ilu-minaba de vez en cuando su carademacrada _y tensa; el hombreechaba la cabeza hacia atrás comoun perro aullante. El ruido y el tin-tineo de algunos dólares rodandollegó de la carbonera; el hombreestiró el brazo, su boca se abrióconvertida en un negro agujero ylos sonidos guturales e incompren-sibles, que no parecían pertenecera un lenguaje humano, penetraronen el espíritu de Jukes con [73] unaextraña emoción, como si escucha-ra una bestia bruta que intentara serelocuente.

Otros dos chinos empeza-ron a expresar lo que a Jukesle parecieron ser airadas de-nuncias; los demás se agitaronentre gruñidos. Jukes ordenó alos marineros que abandonaranel entrepuente al momento. Élfue el último en salir, retroce-diendo de espaldas a la puerta,mientras los gruñidos iban au-mentando hasta formar un rui-doso murmullo y las manos seextendían hacia él como si setratara de un malhechor. Elcontramaestre pasó el pestilloy observó, inquieto:

-El viento parece haber amai-nado, señor.

Los marineros se alegraron deregresar al corredor. Secretamen-te, cada uno de ellos pensaba queen el último momento podría aba-lanzarse hacia la cubierta, y este

las bandas del buque.

El entrepuente había quedadolimpio, limpio de escombros,como decían los marineros. Es-tos permanecían de pie, sobre-saliendo por encima de las ca-bezas y los hombros de los chi-nos sentados. Algún que otrocoolie hipaba. Según las osci-laciones de las luces, Jukes atis-baba las marcadas costillas deuno, el rostro [78] amarillo deotro, las nucas abatidas, o unosojos que le miraban con fijeza.Estaba sorprendido de no habertropezado con cadáver alguno,pero todos juntos parecían apunto de expirar, inspirándoleuna compasión mayor de la quehubiera sentido ante la vista desus cuerpos sin vida.

De pronto, uno de los cooliesarrancó a hablar. La tenue luz ilumi-naba, intermitentemente, su cara páli-da, demacrada y tensa; el hombreechaba la cabeza hacia atrás, emitien-do un aullido intenso, siniestro. Des-de la carbonera llegaba el rumor de laquincalla y de los dólares que corríande un lado para otro; el chino alargóun brazo, abrió una boca negra, y lossonidos incomprensibles y guturalesque de ella salían, impropios de cual-quier lenguaje humano, penetraron enel espíritu de Jukes, provocándole unaextraña emoción, como frente al es-pectáculo de un animal que intentarala elocuencia.

Otros dos chinos empeza-ron a expresarse en términosq u e J u k e s c r e y ó a d i v i n a rc o m o d e a i r a d a d e n u n c i a .Jukes ordenó a todos los ma-rineros que se retirasen rápi-damente del entrepuente. Elfue el último en hacerlo, re-trocediendo hacia la puerta,mientras los gruñidos subíande tono hasta convertirse enun poderoso murmullo. Lasmanos empezaban a extender-se en actitudes amenazadoras.El contramaestre corrió el ce-rrojo y dijo, inquieto:

-Parece que el viento ha amai-nado, señor.

Los marineros se alegraron depoder volver al corredor. En elfondo, todos pensaban que en undeterminado momento podríansalir a cubierta, lo cual constituía

166

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

comfort. There is somethinghorribly repugnant in the ideaof being drowned under a deck.Now they had done with theChinamen, they again becameconscious of the ship’s position.

Jukes on coming out of thealleyway found himself up to theneck in the noisy water. Hegained the br idge, anddiscovered he could detectobscure shapes as if his sight hadbecome preternaturally acute.He saw faint outlines. Theyrecalled not the familiar aspectof the Nan-Shan, but somethingremembered -an old dismantledsteamer he had seen years agorot t ing on a mudbank . Sherecalled that wreck.

There was no wind, not abreath, except the faint currentscreated by the lurches of theship. The smoke tossed out ofthe funnel was settling downupon her deck. He breathed it ashe passed forward. He felt thedeliberate throb of the engines,and heard small sounds thatseemed to have survived thegreat uproar: the knocking ofbroken f i t t ings , the rapidtumbling of some piece ofwreckage on the bridge. Heperceived dimly the squat shapeof his captain holding on to atwisted bridge-rail, motionlessand swaying as if rooted to theplanks. The unexpected stillnessof the air oppressed Jukes.

“ W e h a v e d o n e i t ,s i r , ” h e g a s p e d .

“Thought you would,” saidCaptain MacWhirr.

“Did you?” murmured Jukesto himself.

“Wind fell all at once,” wenton the Captain.

J u k e s b u r s t o u t : “ I fy o u t h i n k i t w a s a n e a s yj o b — ”

B u t h i s c a p t a i n ,c l i n g i n g t o t h e r a i l ,p a i d n o a t t e n t i o n .“ A c c o r d i n g t o t h e b o o k st h e w o r s t i s n o t o v e r y e t . ”

pensamiento los confortaba. Hayalgo terriblemente repugnante enla idea de ahogarse bajo cubierta.Ahora que habían acabado con loschinos, volvían a ser conscientesde la situación del barco.

Al salir del pasillo, Jukes seencontró sumido hasta el cuello enel estruendo del agua. Llegó has-ta el puente y descubrió que po-día distinguir formas oscuras,como si su vista hubiera adquiri-do poderes paranormales. Veíaperfiles borrosos que sugerían, noel aspecto habitual del Nan-Shan,sino algo que recordaba haber vis-to, un viejo vapor desmanteladopudriéndose en un banco fango-so. El Nan-Shan recordaba aque-lla nave en ruinas.

No había ni un soplo deviento, a excepción de las dé-biles corrientes de aire creadaspor los bandazos del barco. Elhumo que salía de la chimenease extendía por la cubierta. Loinhaló al pasar. Sintió el latidoacompasado de las máquinas yoyó leves ruidos que parecíanhaber sobrevivido al gran es-truendo: los golpes de aparatoshechos añicos, alguna piezasuelta rodando con rapidez porel puente. Distinguió vagamen-te la forma cuadrada del capitánasido a una baranda retorcida,inmóvil y osci lante , comoenraizado en las tablas de made-ra. Jukes se sintió oprimido porla calma inesperada del aire.

- L o h e m o s c o n s e g u i d o ,señor -jadeó.

-Sabía que lo harían -contestóel capitán MacWhirr. [74]

-¿Ah, sí? -murmuró Jukes parasí mismo.

-El viento ha cesado de repente-continuó el capitán.

- ¡ S i c r e e u s t e d q u e h as i d o t a r e a f á c i l . . . ! - e x c l a -m ó J u k e s .

P e r o s u c a p i t á n ,a f e r r a d o a l a b a r a n d a ,n o l e p r e s t ó a t e n c i ó n .

-Según los libros, lo peor no hapasado todavía.

un consuelo. La perspectiva demorir ahogados bajo la cubiertaera ciertamente repulsiva. Ahoraque ya habían dejado listo el asun-to de los chinos, volvían a pensaren la situación del barco.

Al salir del pasillo, Jukes seencontró con que el agua le llega-ba al cuello. Subió al puente y ad-virtió, entre la confusión, vagasformas oscuras, como si su vistahubiera cobrado una penetraciónanormal. Los perfiles borrososque veía no le parecían los fami-liares contornos del Nan-Shan,sino los de un viejo vapor desar-bolado que, años atrás, había vis-to pudriéndose en una fangosaorilla. El Nan-Shan le recordabaaquel desecho.

No hacía ni una pizca de aire, ni unsoplo, exceptuando las débiles corrien-tes producidas por el propio balanceo delbuque. [79] El humo que surgía de laschimeneas se quedaba inmóvil sobre lacubierta. Jukes se tragó una buena por-ción cuando se dirigió hacia proa. Escu-chaba el mesurado pálpito de las máqui-nas y una mezcla de pequeños rumoresque parecía haber sobrevivido al enor-me estrépito: el golpeteo de los apara-tos rotos, alguna pieza suelta que roda-ba por el puente... Entrevió oscuramen-te la forma cuadrada de su capitán, afe-rrado a una baranda retorcida, inmóvil,balanceándose acompasadamente conlos movimientos del barco, como si hu-biera echado raíces en la cubierta. La in-esperada calma del aire producía unasensación opresiva en Jukes.

- L o h e m o s c o n s e g u i d o ,señor -jadeó.

-Estaba seguro -dijo el capitánMacWhirr.

¿Sí? -murmuró Jukes, casi parasí mismo.

-El viento ha amainado de gol-pe -continuó el capitán.

Jukes estalló:-No le habrá parecido cosa fá-

cil...

P e r o e l c a p i t á n , a f e -r r a d o a l a b a r a n d a , n ol e h i z o n i n g ú n c a s o .

-Según los libros, aún no hapasado lo peor.

168

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

“If most of them hadn’t beenhalf dead with seasickness andfright, not one of us would havecome out of that ‘tween-deckalive,” said Jukes.

“Had to do what’s fair bythem,” mumbled MacWhirr,stol idly . “You don’t f indeverything in books.”

“Why, I believe they wouldhave risen on us if I hadn’tordered the hands out of thatpretty quick,” continued Jukeswith warmth.

After the whisper of theirshouts, their ordinary tones,so distinct, rang out very loudto their ears in the amazingstillness of the air. It seemedto them they were talking in adark and echoing vault.

Through a jagged aperturein the dome of clouds the lightof a few stars fell upon the blacksea , r i s ing and fa l l ingconfusedly. Sometimes the headof a watery cone would toppleon board and mingle with therolling flurry of foam on theswamped deck; and the Nan-Shan wallowed heavily at thebottom of a circular cistern ofc louds . This r ing of densevapours, gyrating madly roundthe ca lm of the cen t re ,encompassed the ship like amotionless and unbroken wallof an aspec t inconce ivablysinister. Within, the sea, as ifag i ta ted by an in te rna lcommotion, leaped in peakedmounds that jostled each other,slapping heavily against hers ides ; and a low moaningsound, the infinite plaint of thestorm’s fury, came from beyondthe limits of the menacing calm.Captain MacWhirr remainedsilent, and Jukes’ ready earcaught suddenly the fa in t ,longdrawn roar of someimmense wave rushing unseenunder tha t th ick b lackness ,which made the appal l ingboundary of his vision.

“Of cou r se , ” he s t a r t edresentfully, “they thought wehad caught at the chance top l u n d e r t h e m . O f c o u r s e !Yo u s a i d — p i c k u p t h e

-Si no hubiera sido porque lamayoría estaban medio muertos,mareados y aterrados, ninguno denosotros habría salido con vida delentrepuente -dijo Jukes.

- H a b í a q u e h a -c e r l o - m u r m u r ó ,i m p á v i d o , MacWhirr-. No todoestá en los libros.

-Creo que estaban a punto desaltarnos encima, si no hubiera or-denado a los hombres que salieranen seguida de allí... -continuó Jukes,acaloradamente.

Tras los gritos que el temporalconvertía en susurros, el timbre ha-bitual de sus voces, tan nítidas enla calma increíble del aire, resona-ba con fuerza en sus oídos. Les pa-recía estar hablando bajo una bó-veda oscura y sonora.

A través de un desgarro en lacúpula de nubes, la luz de algu-nas estrellas cayó sobre el marnegro, subiendo y bajando de for-ma confusa. A veces la punta deun cono de agua se derrumbabasobre cubierta para fundirse con________la espuma que la inun-daba; y el Nan-Shan se hundíapesadamente en el fondo de unacisterna circular de nubes. Esteanillo de densos vapores, giran-do de un modo alocado alrede-dor de la calma del centro, rodea-ba el navío como una pared in-móvil y sin fisuras, de un aspec-to inconcebiblemente siniestro.Adentro, el mar, como si estuvie-ra agitado por alguna conmocióninterior, saltaba formando mon-tañas y picos que entrechocabansordamente y golpeaban los flan-cos del barco; y un extraño que-jido, el gemido infinito de la fu-ria del temporal, llegó proceden-te de más allá de los límites de lacalma amenazadora. El capitánMacWhirr siguió guardando si-lencio, y el oído atento de Jukescaptó de repente el tenue y pro-longado rugido de una ola inmen-sa, invisible tras aquella negruraespesa en la que su vista se per-día.

-Por supuesto -empezó a de-cir con resentimiento-, [75] pien-san que hemos aprovechado laoportunidad para desplumarles.¡Claro! Usted dijo: «Recoja el di-

-Si la mayoría de ellos no hu-biera estado medio muerta de ma-reo y de terror, ni uno solo de no-sotros habría salido con vida delentrepuente -dijo Jukes.

-No había más remedio quehacerlo -murmuró MacWhirrimpávido - . Los l ib ros no lod icen todo . .

-Creo que se nos hubieranechado encima, si no llego a orde-nar a los marineros que se retira-sen a toda prisa --continuó Jukes,apasionadamente.

Tras los desaforados gritos an-teriores, ahogados por el temporal,sus voces normales de ahora sona-ban fuertemente en sus oídos, en lacalma suspensa del aire. Les pare-cía estar hablando bajo una bóvedaoscura y resonante.

A través de una rendija de lacúpula de nubes, la luz de unascuantas estrellas iluminaba elmar negruzco, que subía y baja-ba irregularmente. De vez encuando la cresta de una ola su-bía a bordo y se mezclaba con________la espuma que cubría lacubierta. Entonces, el Nan-Shanse hundía pesadamente hasta lohondo de una cisterna circularde nubes. Un anillo de densosvapores, que giraba locamentealrededor de la calma del cen-tro, rodeaba al barco como unamuralla compacta e inmóvil, deaspecto inconcebiblemente [80]siniestro. En su interior, el mar,como agitado por una conmo-ción intestina, brincaba forman-do picos o castillos que se gol-peaban pesadamente entre sí ocontra los costados del buque, yun sordo gemido, el lamento in-finito de la furia del temporal,raspaba los límites de la calmaamenazadora . El capi tánMacWhirr permanecía silencio-so y el oído atento de Jukes per-cibió, de pronto, el débil y leja-no rugido de una ola inmensa,invisible en la oscuridad, queconstituía los temibles límites desu visión.

-Naturalmente -dijo, resen-tido-, han creído que nos apro-vechábamos de la ocasión paradesplumarlos. Usted dijo querecogiéramos el dinero, cosa

flurry n. 1 (de viento, nieve, granizo)ráfaga: snow flurries are expectedtonight, se esperan nevascas estanoche 2 agitación: there has beena flurry of protests, hubo una olea-da de protestas.

flurry 1 a gust or squall (of snow, rain,etc.). 2 a sudden burst of activity.3 a commotion; excitement;nervous agitat ion (a f lurry ofspeculation; the flurry of the city).

- confuse by haste or noise; agitate,aturullar

170

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

m o n e y. E a s i e r s a i d t h a nd o n e . T h e y c o u l d n ’ t t e l lwhat was in our heads . Wecame in, smash — right intothe middle of them. Had todo i t by a rush.”

“As long as it’s done . . . ,”mumbled the Captain, withoutattempting to look at Jukes.“Had to do what’s fair.”

“We shall find yet there’sthe devil to pay when this isover,” said Jukes, feeling verysore. “Let them only recovera b i t , and you’ l l see . Theywil l f ly a t our throa ts , s i r.Don’t forget, sir, she isn’t aBritish ship now. These brutesknow it well, too. The damnedSiamese flag.”

“We are on board, all thesame,” remarked CaptainMacWhirr.

“The trouble’s not over yet,”insisted Jukes, prophetically,reeling and catching on. “She’sa wreck,” he added, faintly.

“The t roub le ’s no t overye t , ” a s sen ted Cap ta inMacWhirr, half aloud.... “Lookout for her a minute.”

“Are you going off the deck,sir?” asked Jukes, hurriedly, asif the storm were sure to pounceupon him as soon as he had beenleft alone with the ship.

He watched her, battereda n d s o l i t a r y, l a b o u r i n gheav i ly in a wi ld scene o fmountainous black waters litb y t h e g l e a m s o f d i s t a n twor lds . She moved s lowly,breathing into the still core ofthe hurr icane the excess ofher strength in a white cloudo f s t e a m — a n d t h edeeptoned v ibra t ion of theescape was l ike the defiantt r u m p e t i n g o f a l i v i n gcreature of the sea impatientfor the renewal of the contest.It ceased suddenly. The stilla i r m o a n e d . A b o v e J u k e s ’head a few stars shone into apit of black vapours. The inkye d g e o f t h e c l o u d - d i s cfrowned upon the ship underthe patch of glittering sky.

nero». Más fácil de decir que dehacer. Los chinos no podían sa-ber cuáles eran nuestras intencio-nes. Nos hemos lanzado encimade ellos de repente. Teníamos quehacerlo muy rápido.

-Lo importante es que ya estáhecho -murmuró el capitán, sin in-tentar mirar a Jukes-. Había quehacer lo que es justo.

-Todavía nos tocará pagarl a s c o n s e c u e n c i a s , c u a n d oesto su acabe -dijo Jukes, conamargura-. Deje que se recu-peres un poco, y ya verá. Nossaltarán al cuello, señor. Nolo olvide, señor, ya no es unb a r c o i n g l é s . E s t o s b r u t o sbien que lo saben. La conde-nada bandera siamesa.

-De cualquier manera, segui-mos a bordo -observó el capitánMacWhirr.

-Todavía no se han acabadolos problemas -profetizó Jukes________________ y añadió débil-mente-, el barco está destrozado.

-Todavía no se han acabado losproblemas... -asintió el capitánMacWhirr, a media voz-. Vigile unmomento, por favor.

-¿Deja usted la cubierta, se-ñor? -preguntó con ansiedadJukes, como si estuviera seguro deque el temporal le caería encimatan pronto estuviera solo.

Jukes se quedó vigilando el na-vío inundado y solitario, esforzán-dose trabajosamente por avanzaren un salvaje escenario de monta-ñosas aguas negras, iluminadas porresplandores de mundos lejanos.Se movía con lentitud, exhalandoen el quieto centro del huracán suexceso de fuerza bajo forma de unablanca nube de vapor, y la vibra-ción grave de este escape era comoel trompeteo desafiante de unacriatura del mar esperando con im-paciencia que se reanudara la ba-talla. De repente, cesó. El aire quie-to gemía. Encima de su cabeza,Jukes vio brillar algunas estrellasentre la sima de vapores negros. Elborde negruzco del disco de lasnubes pareció mirar el barco conel ceño fruncido, bajo la manchade cielo estrellado. También las

más fácil de decir que de hacer.Ellos no podían adivinar nues-tras intenciones. Nos hemosechado encima de ellos de gol-pe y porrazo. Había que coger-los por sorpresa...

-Bien, el caso es que la cosa yaestá hecha... -murmuró el capitán,sin mirar a Jukes-. Hemos hecho loque había que hacer.

-De todos modos, está porver si no acabaremos por pa-gar lo -d i jo Jukes , amarga-do- . Esperemos a que se re-hagan y ya veremos. Se nosecharán encima, señor. No loolvide: no estamos en un bar-co br i tánico ahora . Y es tosbergantes lo saben. La mal-dita bandera siamesa.

-No obstante, -nosotros esta-mos a bordo -observó el capitánMacWhirr.

-No se han terminado aún los pro-blemas -insistió Jukes-. _____ _________________ E l b a r c o h a q u e d a d oh e c h o u n a c a l a m i d a d .

-No se han terminado aún losproblemas -repitió en voz baja elcapitán MacWhirr-. Quédese unmomento al cuidado, por favor.

-¿Abandona usted la cubier-ta, señor? -preguntó Jukes, alar-mado, como si el temporal se lefuera a echar encima de nuevo,apenas se quedara solo.

Jukes se quedó vigilando el bar-co inundado y solitario, que seguíaavanzando pesadamente entre lasagitadas y negras aguas, iluminadaspor el resplandor de los mundos dis-tantes. El buque navegaba con len-titud, alentando en el interior delnúcleo central e inmóvil del hura-cán el exceso de su fuerza en unanube blanca de vapor; la profundavibración del tubo de escape eracomo el [81] desafiador trompeteode un ser viviente, impaciente porreemprender la lucha. De repen-te, todo cesó. El aire inmóvil, gi-mió. Por encima de la cabeza deJukes, unas cuantas estrellas bri-llaban sobre los negruzcos vapo-res. Los negros límites del discode nubes le daban un mal aspectoal barco, bajo aquella mancha decielo despejado. También las estre-glitter : brillo, oropel, tinsel, sparkle, glint,

destello; relucir, centellear, fulgir, fulgente,centelleante, chispeante, flashing

reel 1 bobinar, devanar 2 dar un tras-piés perdiendo el control,trastabillar o tambalearse sin con-trol, swing stagger or tot terviolently or very much out of con-trol, balancearse como un barco enuna tormenta, irse la mente, aturdir-se,

X X

172

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

The stars, too, seemed to lookat her intently, as if for thelast time, and the cluster ofthe i r sp l endour s a t l i ke adiadem on a lowering brow.

Captain MacWhirr had goneinto the chart-room. There wasno light there; but he could feelthe disorder of that place wherehe used to l ive t id i ly. Hisarmchair was upset. The bookshad tumbled out on the floor: hescrunched a piece of glassunder his boot. He groped forthe matches, and found a box ona shelf with a deep ledge. Hestruck one, and puckering thecorners of his eyes, held out thel i t t l e f lame towards thebarometer whose glittering topof glass and metals nodded athim continuously.

I t s tood very low —incredibly low, so low thatCaptain MacWhirr grunted. Thematch went out, and hurriedly heextracted another, with thick,stiff fingers.

Again a little flame flared upbefore the nodding glass andmetal of the top. His eyes lookedat it, narrowed with attention, asif expecting an imperceptiblesign. With his grave face heresembled a booted andmisshapen pagan burningincense before the oracle of aJoss. There was no mistake. Itwas the lowest reading he hadever seen in his life.

C a p t a i n M a c W h i r re m i t t e d a l o w w h i s t l e . H ef o r g o t h i m s e l f t i l l t h ef l a m e d i m i n i s h e d t o ab l u e s p a r k , b u r n t h i sf i n g e r s a n d v a n i s h e d .P e r h a p s s o m e t h i n g h a dgone wrong wi th the th ing!

There was an aneroid glassscrewed above the couch. Heturned that way, struck anothermatch, and discovered the whiteface of the other instrumentlooking at him from the bulkhead,meaningly, not to be gainsaid, asthough the wisdom of men weremade unerring by the indifferenceof matter. There was no room fordoubt now. Captain MacWhirrpshawed at it, and threw the

estrellas parecían observarle aten-tamente, como si fuera por últimavez, y el racimo de su esplendorformaba una diadema ceñida sobreuna frente vencida. [76]

El capitán MacWhirr habíaentrado en la caseta de derrotay, aunque estuviera a oscuras,podía intuir e l desorden deaquel lugar donde había vividotan ordenadamente. La butacaestaba tumbada. Los libros ha-bían caído al suelo: pisó un tro-zo de cristal roto con la bota.A ciegas, buscó las ceril las yencontró una caja en un es-t a n t e c o n u n r e b o r d e m u yprofundo. Frotó una, y acer-có la l lami ta a l barómetro ,cu ya bri l lante cub ie r t a decris tal y metal se incl inabahacia él continuamente.

Seguía muy bajo, increíble-mente bajo, tan bajo que el ca-pitán MacWhirr dejó escapar ungruñido. La cerilla se apagó, yde inmediato sacó otra con losdedos entumecidos.

D e n u e v o b r i l l ó u n al l a m i t a a n t e e l b a r ó m e t r oo s c i l a n t e . L o m i r ó c o na t e n c i ó n , c o m o e s p e r a n d ou n a s e ñ a l i m p e r c e p t i b l e .C o n e l s e m b l a n t e t a n g r a -v e , q u e p a r e c í a u n p a g a n oq u e m a n d o i n c i e n s o a n t eu n o r á c u l o . N o c a b í ae r r o r . E r a l a l e c t u r a m á sb a j a q u e h a b í a v i s t o e nt o d a s u v i d a .

E l c a p i t á n M a c W h i r remit ió un tenue s i lbido. Seolvidó de sí mismo hasta quela l lama disminuyó y se con-virt ió en una chispa azulada,le quemó los dedos y se des-vaneció. ¡Quizá el barómetrose había estropeado!

Encima del camastro, un baró-metro aneroide colgaba de la pa-red. Se acercó a él, encendió otracerilla, y descubrió la blanca fazdel instrumento mirándole fija-mente desde la mampara, sinposibilidad de contradicción,como si la sabiduría de los hom-bres hubiera vuelto infalible laindiferencia de la materia. Aho-ra va no cabía la menor duda. Elcapitán MacWhirr volvió a silbar

llas parecían mirarlo de un modo ex-traño, como si lo vieran por última vez,y el ramillete de luces esplendorosasaparecía como una diadema por enci-ma de una testa vencida.

El capitán MacWhirr se había idoal cuarto de derrota. No había luz al-guna en su interior, pero le bastó en-trar para percibir el desorden de aquellugar, donde había vivido tan orde-nadamente. Su butaca estaba tumba-da. Los libros estaban esparcidos porel suelo. Sin advertirlo, pisó un t ro -zo de v id r io de l sue lo , quese h i zo añ icos ba jo l a sue -l a d e s u b o t a . A t i e n t a s ,buscó cer i l las y encontró enun ampl io anaquel una ca ja .E n c e n d i ó u n a y a c e r c ó l av a c i l a n t e l l a m a a l ______b a r ó m e t r o , q u e a ú n o s -c i l a b a .

Seguía estando muy bajo, in-creíblemente bajo, tanto que el ca-pitán MacWhirr no pudo evitar elmascullar. La cerilla se apagó y seapresuró a sacar otra de la caja, conlos dedos ateridos.

D e n u e v o b r i l l ó l a l l a -m i t a f r e n t e a l b a r ó m e t r o .E l c a p i t á n l o e s t u d i ó c o na t e n c i ó n , c o m o a g u a r d a n -d o u n s i g n o e s p e c i a l . C o ns u r o s t r o g r a v e , t r a s c e n -d e n t a l , p a r e c í a u n p a g a n oq u e m a n d o i n c i e n s o f r e n t ea u n o r á c u l o . N o , n o h a b í ae r r o r p o s i b l e . E r a l a l e c t u -r a m á s b a j a q u e h a b í a v i s -t o e n t o d a s u v i d a .

El capitán MacWhirr dejóescapar un silbido, muy bajito.Se olvidó de sí mismo hasta quela llama quedó reducida a unpuntito azul, le quemó los dedosy se extinguió. También cabía laposibilidad de que el barómetrose hubiese estropeado.

Sobre l a l i t e ra , en l a pa -r ed , s e encon t raba un r e lo ja n e ro i d e . S e a c e r c ó a é l ,encend ió o t r a ce r i l l a y des -cubr ió la pá l ida faz de l o t roins t rumento mi rándo le des -de l a mampara , f i j amen te ,c o n e v i d e n t e s i n t e n c i o n e sde no de j a r le marchar. No,ya no e ra pos ib l e l a duda .E l cap i t án MacWhirr volvióa deja r e scap a r e l s i l b i d o y

crunch 1 crujir 2 retortijar (retorcermucho), arrebujar

crunch A 1 (al comer) morder algo cru-jiente: he crunched on potato chips,comía ruidosamente unas patas fri-tas 2 (la tierra) hacer crujir 3 USfam to crunch numbers, hacer mu-chos cálculos

B verbo intransitivo crujir C nombre punto decisivo: when it co-

mes to the crunch, a la hora de laverdad

scrunch A 1 a crunching noise B 1 wrinkle, ruckle, crease, crinkle,

scrunch, scrunch up, crisp makewrinkles or creases into a smoothsurface; «The dress got wrinkled»

2 squat, crouch, scrunch, scrunchup, hunker, hunker down sit on one’sheels; “In some cultures, the womengive birth while squatting”; “Thechildren hunkered down to protectthemselves from the sandstorm”3 crump, thud, scrunchmake a noisetypical of an engine lacking lubricants

174

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

match down.

The wors t was to come,then — and if the books wereright this worst would be verybad. The experience of the lasts ix hours had en la rged h i sc o n c e p t i o n o f w h a t h e a v yweather could be like. “It’ll bet e r r i f i c , ” h e p r o n o u n c e d ,m e n t a l l y. H e h a d n o tc o n s c i o u s l y l o o k e d a tanything by the light of them a t c h e s e x c e p t a t t h ebarometer; and yet somehowh e h a d s e e n t h a t h i sw a t e r b o t t l e a n d t h e t w otumblers had been flung out oftheir stand. It seemed to giveh i m a m o r e i n t i m a t eknowledge of the tossing thes h i p h a d g o n e t h r o u g h . “ Iwouldn’t have believed it,” hethought . And h is tab le hadbeen cleared, too; his rulers,his pencils, the inkstand — allthe things that had their safeappointed places — they weregone, as if a mischievous handhad plucked them out one byone and flung them on the wetf l o o r. T h e h u r r i c a n e h a dbroken in upon the order lyarrangements of his privacy.T h i s h a d n e v e r h a p p e n e db e f o r e , a n d t h e f e e l i n g o fdismay reached the very seato f h i s composure . And theworst was to come yet! He wasglad the trouble in the ‘tween-deck had been discovered intime. If the ship had to go afterall, then, at least, she wouldn’tbe going to the bottom with alot of people in her fightingteeth and claw. That wouldhave been odious. And in thatfeeling there was a humaneintention and a vague sense ofthe fitness of things.

T h e s e i n s t a n t a n e o u sthough t s we re ye t i n t he i re s s e n c e h e a v y a n d s l o w,partaking of the nature of theman. He extended his hand toput back the matchbox in itscorner of the shelf. There werealways matches there — by hisorder. The s teward had h isinstructions impres s e d u p o nhim long before . “A box . . .j u s t t he re , s ee? Not so ve ryfu l l . . . where I can pu t myhand on i t , s t eward . Migh t

y tiró la cerilla.

Entonces, lo peor todavíaestaba por l legar, y si los l i-bros tenían razón, lo peor se-ría verdaderamente terrible.La experiencia de las últimasseis horas había ampliado suconcepción de lo que podíasignificar un temporal. «Seráhorroroso», se dijo. No habíamirado conscientemente nin-gún objeto de su alrededor ala luz de las ceril las, sólo elbarómetro; y, sin embargo, dea lguna manera , había v is toque la botella de agua y losdos vasos habían caído delestante. Aquel detalle parecióa p o r t a r l e u n c o n o c i m i e n t omás íntimo del maltrato su-frido por el barco. «No lo hu-b i e r a [ 7 7 ] c r e í d o n u n c a » ,pensó. Y su mesa también ha-bía sido arrasada; reglas, lá-pices, tintero, todas las cosasque tenían allí su lugar reser-vado hab í an desapa rec ido ,como s i una mano mal ignalas hubiera levantado de unaen una para lanzarlas al sue-lo empapado. El huracán ha-bía irrumpido en su ordena-da intimidad. Nunca le habíasucedido algo igual, y se sin-tió profundamente consterna-do. ¡Y lo peor todavía estabapor l legar! Se alegró de quela trifulca del entrepuente sehubiera descubierto a tiempo.Si a pesar de todo, el barconaufragaba, entonces, por lomenos, no se iría a pique conun montón de gente luchan-do encarn izadamente en sui n t e r i o r. E s o h u b i e r a s i d oodioso. Y en este sentimien-to había una intención huma-na y un vago sent ido de loque era adecuado.

Estos pensamientos instantá-neos resultaban sin embargoesencialmente pesados y lentos,acordes con el carácter de aquelhombre. Extendió la mano paradevolver la caja de cerillas a surincón en el estante. Allí siem-pre había cerillas, por ordensuya. Hacía ya tiempo que elcamarero había sido convenien-temente instruido. «Una caja...precisamente aquí, ¿ve usted?No demasiado llena... que estésiempre a mano. Puedo necesi-

t i r ó l a c e r i l l a .

Así, pues, aún cabía espe-rar lo peor. Y si los l ibros nomentían lo peor sería terriblerealmente. La experiencia delas últ imas seis horas habíaampl iado su concepto de adónde puede l legar una tem-pestad. «Será terrorífico», sedijo. A la luz de las [82] ce-ri l las no había mirado cons-cientemente sino los baróme-tros, pero, aún sin querer, ha-b ía v i s to que la bo te l la deagua y los dos vasos se ha-bían caído del estante. El de-talle le pareció que aportabaun conocimiento más íntimode lo mal que lo había pasa-do el barco. « Nunca lo hu-b i e r a c r e í d o » , p e n s ó . S umesa hab ía quedado igua l -mente despejada: las reglas,los lápices, e l t intero, todocuanto tenía su sitio determi-nado , f i j o y s egu ro , hab í adesapa rec ido , como s i unamano maligna hubiese retira-do aquellos objetos, uno poruno, de enc ima de la mesapara t irarlos por el suelo. Latempestad había irrumpido ensu ordenada intimidad. Nun-ca le había sucedido nada pa-recido. ¡Y pensar que lo peoraún estaba por venir! Se ale-g ró de que e l a lboro to de lentrepuente se hubiera des-cubierto a t iempo. Si el bar-co tenía que acabar por irsea las profundidades, al menosque no lo hiciera l levándosea una multi tud en plena pe-lea. Habría sido odioso. Y eneste sentimiento anidaba unaintención humana y, a la vez,una especie de vaga sensa-ción de la adecuación de lascosas.

Aunque instantáneos, estospensamientos eran, en su- esencia,pesados y lentos, como propios delhombre que los tenía. Alargó lasmanos para volver a dejar la cajade cerillas en su sitio. Allí siemprehabía fósforos, cumpliendo órdenessuyas. El camarero había recibidolas adecuadas instrucciones desdehacía mucho tiempo, y no las habíaolvidado. «Una caja... precisamen-te aquí, en este sitio, ¿entiende? Queno esté llena del todo... Al alcancede mi mano. Puedo necesitar la luz

176

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

w a n t a l i g h t i n a h u r r y .C a n ’ t t e l l o n b o a r d s h i pw h a t y o u m i g h t w a n t i n ahur ry. Mind , now.”

And of course on his sidehe would be careful to put itback in its place scrupulously.He did so now, but before heremoved his hand it occurred toh im tha t perhaps he wouldnever have occasion to use thatbox any more. The vividness ofthe thought checked him andfor an infinitesimal fraction ofa second his f ingers closedagain on the small object asthough it had been the symbolof all these little habits that chainus to the weary round of life. Hereleased it at last, and lettinghimself fa l l on the settee ,listened for the first sounds ofreturning wind.

Not yet. He heard only thewash of water, the heavy splashes,the dull shocks of the confusedseas boarding his ship from allsides. She would never have achance to clear her decks.

But the quietude of the airw a s s t a r t l i n g l y t e n s e a n dunsa fe , l ike a s l ender ha i rholding a sword suspendedover his head. By this awfulpause the storm penetrated thed e f e n c e s o f t h e m a n a n dunsealed his lips. He spoke outin the solitude and the pitchdarkness of the cabin, as ifa d d r e s s i n g a n o t h e r b e i n gawakened within his breast.

“I shouldn’t like to lose her,”he said half aloud.

He sat unseen, apart fromt h e s e a , f r o m h i s s h i p ,isolated, as if withdrawn fromthe very current of his ownexistence, where such freaksas talking to himself surelyh a d n o p l a c e . H i s p a l m sr e p o s e d o n h i s k n e e s , h eb o w e d h i s s h o r t n e c k a n dpuffed heavily, surrenderingt o a s t r a n g e s e n s a t i o n o fw e a r i n e s s h e w a s n o te n l i g h t e n e d e n o u g h t or e c o g n i z e f o r t h e f a t i g u eo f m e n t a l s t r e s s .

From where he sat he could

tar luz en cualquier momento.A bordo de un barco, nunca sesabe lo que puede hacer falta derepente. Acuérdese, pues.»

Él, por su parte, se encargabade dejarla siempre cuidadosamen-te en su sitio. Y esto es lo que hizoentonces, pero antes de soltarla,se le ocurrió que quizá no tendríanunca más la ocasión de utilizaraquella caja. Fue un pensamientotan vívido, que se quedó paradoy, por una fracción infinitesimalde segundo, sus dedos se cerraronde nuevo alrededor del pequeñoobjeto como si hubiera sido elsímbolo de todas esas pequeñascostumbres que nos encadenan ala tediosa ronda de la vida. A1 fi-nal, la soltó y dejándose caer enel sofá, escuchó atentamente paracaptar los primeros sonidos delviento que regresaba.

Todavía no. Sólo oía el chapoteodel agua, las fuertes salpicaduras, losgolpes sordos de los mares revueltosatacando al barco por todos sus flan-cos. Nunca más volvería a ver lascubiertas libres del agua. [78]

Pero la calma del aire erasorprendentemente tensa y preca-ria, como un fino cabello del quecolgara una espada sobre su ca-beza. Con esta terrible pausa, eltemporal penetró en las defensasdel hombre y rompió el sello desus labios. Habló entonces, en lasoledad y completa oscuridad dela cabina, como si se dirigiera aalguien que acabara de despertar-se en su propio pecho.

-No me gustaría perder el bar-co -dijo a media voz.

Permaneció allí sentado, invi-sible, separado del mar, de su bar-co, aislado, como si le hubieran re-tirado del fluir mismo de su propiaexistencia, en la que algo tan extra-vagante como hablar a solas no hu-biera tenido jamás cabida. Las pal-mas de las manos reposando en lasrodillas, inclinó su corto cuello yresopló con fuerza, abandonándo-se a una extraña sensación de can-sancio que él no tenía suficientesconocimientos para reconocercomo la fatiga propia del agota-miento mental.

Desde el lugar donde se en-

en un momento de prisas. Y a bor-do de un barco nunca puede saber-se qué es lo que vas a necesitar conurgencia. No lo olvide.»

Por su parte, nunca se olvida-ba de devolver la caja a su sitio,cuidadosamente. También lo hizoahora, pero antes de retirar lamano se le ocurrió la idea de que,tal vez, nunca más tendría la opor-tunidad de volver a utilizar aque-lla caja. Lo vívido del pensamien-to le impresionó y, por espacio deuna fracción infinitesimal de se-gundo, sus dedos volvieron a ce-rrarse alrededor del pequeño ob-jeto, como si fuera el símbolo detodos los pequeños hábitos quenos encadenan a la realidad de lavida. Finalmente dejó la caja, sedejó caer en la litera y aguzó eloído, esperando volver a oír elviento.

Aún no. Unicamente escu-chaba el chapoteo del agua y el[83] estallido de las olas queinundaban de vez en cuando elbarco. Nunca más volvería a versecas aquellas cubiertas.

La inmovilidad del aire era ten-sa e inquietante, como un cabellodel que pendiese una espada sobresu cabeza. Aún así, aquella horri-ble pausa permitió al temporal pe-netrar en las defensas del hombre yromper el sello de sus labios. Elcapitán habló en la soledad y en laoscuridad densa de la cabina, comosi se estuviera dirigiendo a otro ser,surgido de improviso del interior desu propio pecho:

-¡No me gustaría nada perder-lo! -dijo, en voz casi normal.

Permanecía sentado allí, in-visible, lejos del mar, de su bar-co, aislado, como retirado de to-das las corrientes de su propiaexistencia, en la que no sucedíancosas como aquella de hablar en-voz alta consigo mismo. Teníalas palmas de las manos encimade las rodillas y el corto cogoteun tanto inclinado. Respirabaafanosamente, jadeando un poco,cediendo a la extraña sensaciónde cansancio que era incapaz deidentificar con la fatiga causadapor la angustia mental.

Desde el lugar donde se en-

settee n. a seat (usu. upholstered), witha back and usu. arms, for more thanone person. Sofá, tresillo.

sofa n. a long upholstered seat with aback and arms, for two or morepeople.

178

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

reach the door of a washstandlocker. There should have beena towel there. There was. Good.. . . He took it out, wiped hisface, and afterwards went onrubbing h is wet head . Hetowelled himself with energy inthe dark, and then remainedmotionless with the towel on hisknees. A moment passed, of astillness so profound that noone could have guessed therewas a man sitting in that cabin.Then a murmur arose.

“She may come out of it yet.”

When Captain MacWhirrcame out on deck, which he didbrusquely, as though he hadsuddenly become conscious ofhaving stayed away too long,the calm had lasted alreadymore than fifteen minutes —long enough to make i t se l fi n to l e rab le even to h i simagination. Jukes, motionlesson the forepart of the bridge,began to speak at once. Hisvoice , b lank and forced asthough he were talking throughhard-set teeth, seemed to flowaway on a l l s ides i n to theda rkness , deepen ing aga inupon the sea.

“I had the wheel relieved.Hackett began to sing out thathe was done. He’s lying inthere alongside the steering-gear with a face like death. Atfirst I couldn’t get anybody tocrawl out and relieve the poordev i l . Tha t boss ’n ’s worsethan no good, I always said.Thought I would have had togo myself and haul out one ofthem by the neck.”

“Ah, well,” muttered theCaptain. He stood watchful byJukes’ side.

“ T h e s e c o n d m a t e ’ si n t h e r e , t o o , h o l d i n gh i s h e a d . I s h e h u r t ,s i r ? ”

“No — crazy,” said CaptainMacWhirr, curtly.

“Looks as if he had a tumble,though.”

“I had to give him a push,”

contraba, podía alcanzar la puer-ta de un armario de tocador. Te-nía que haber una toalla. Allí es-taba. Bien... La sacó, se secó lacara y continuó luego frotándosela cabeza mojada. Se secó enér-gicamente en la oscuridad, y lue-go se quedó inmóvil, con la toa-lla en las rodillas. Pasó un mo-mento de una calma tan profun-da que nadie hubiera podido adi-vinar la presencia de un hombresentado en aquella cabina. Lue-go, se alzó un murmullo.

-Todavía puede salvarse.

C u a n d o e l c a p i t á nMacWhirr sa l ió a cubier ta ,bruscamente, como si de gol-pe se hubiera dado cuenta deque l levaba demasiado ratoausente, la calma había dura-do ya más de quince minutos,tiempo suficiente para volver-se intolerable, incluso para suimaginación. Jukes, inmóvil aproa del puente, empezó enseguida a hablar le . Su voz,átona y forzada, como si ha-blara apretando fuertementelos dientes, parecía fluir entodas direcciones hacia la os-curidad que volvía a intensi-ficarse sobre el mar.

-He ordenado que relevaran altimonel. Hackett había empezado areconocer que no podía más. Aho-ra está tumbado [79] con cara demuerto en la caseta del timón. Alprincipio no pude encontrar a na-die que quisiera arrastrarse hasta allíy relevar al pobre diablo. Este con-tramaestre es peor que un inútil,siempre lo he dicho. Pensé que ten-dría que ir yo mismo y agarrar a al-guno por el cogote.

-¡Ah, bien! -murmuró el capitán.Permanecía de pie, atento, al

lado de Jukes.

-El segundo oficial también estáen la caseta del timón, con la cabe-za entre las manos. ¿Está herido,señor?

-No... loco -dijo el capitánMacWhirr, secamente.

-Pero parece haberse hechodaño.

-Tuve que darle un empujón

cont raba , a lcanzaba con lamano -la puerta del lavabo. Allíhabría una toalla. Estaba. Estu-pendo... Se secó la cara y luegosiguió refregándose toda la hú-meda cabeza. Se secó enérgica-mente a oscuras, y luego se que-dó inmóvil, con la toalla sobrelas rodi l las . Transcurr ió untiempo en un silencio tan pro-fundo que nadie habría podidoadivinar que en la cabina sehallaba un hombre. Luego sur-gió un murmullo:

-Todavía es posible salir de ésta.

Cuando el capitán MacWhirrabandonó la cabina, cosa quehizo súbitamente, con brusque-dad, como si de golpe se hubieradado cuenta de que había pasadodemasiado tiempo, la calma yahacía más de quince minutos queduraba, demasiado para no hacer-se intolerable incluso para suimaginación. Jukes, inmóvil en laproa del puente, empezó a hablarapenas le vio aparecer. Su voz,átona y forzada, como si hablaraa través de los dientes apretados,parecía derramarse en todas di-recciones, penetrando en la os-curidad, que volvía a ser densasobre el mar.

-He ordenado relevar al timo-nel. Hackett parecía confesar queestaba en las últimas. Ahora estádescansando en la cabina del timón,con la cara de un muerto. Al princi-pio, no había manera de que subie-ra alguien para relevarlo. El con-tramaestre [84] es peor que un in-útil, lo tengo dicho. He llegado acreer que tendría que bajar yo, per-sonalmente, y coger a cualquierapor el gañote.

-Ah, bien -murmuró el capitán.Permanecía de pie, quieto, jun-

to a Jukes.

-El segundo oficial también estáen la cabina del timón, con la cabe-za entre las manos. ¿Le ha pasadoalgo, señor?

-No; se ha vuelto loco -dijo elcapitán MacWhirr, escuetamente.

-Pues no parece sino que le haya pasa-do algo, que se haya hecho daño.

-He tenido que darle un peque-

curt adj. noticeably or rudely brief.Curtly, short, shortly; in a curt, abrupt[brusco] and discourteous manner.Escuetamente (shortly), tajantemen-te, secamente, lacónicamente

180

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

explained the Captain.

Jukes gave an impat ients igh.

“It will come very sudden,”said Captain MacWhirr, “andfrom over there, I fancy. Godonly knows though. These booksare only good to muddle yourhead and make you jumpy. It willbe bad, and there’s an end. If weonly can steam her round in timeto meet it. . . .”

A minute passed. Some ofthe stars winked rapidly andvanished.

“You left them pretty safe?”began the Captain abruptly, asthough the s i lence wereunbearable.

“Are you thinking of thec o o l i e s , s i r ? I r i g g e dl ifelines all ways across that‘tween-deck .”

“Did you? Good idea, Mr.Jukes.”

“I d idn’t . . . th ink youc a r e d t o . . . k n o w, ” s a i dJukes — the lurching of theship cut his speech as thoughsomebody had been jerkinghim around while he talked— “how I got on with . . .that infernal job. We did i t .And i t may not matter in theend.”

“ H a d t o d o w h a t ’s f a i r ,f o r a l l — t h e y a r e o n l yC h i n a m e n . G i v e t h e m t h es a m e c h a n c e w i t ho u r s e l v e s — h a n g i t a l l .S h e i s n ’ t l o s t y e t . B a de n o u g h t o b e s h u t u pb e l o w i n a g a l e — ”

“ T h a t ’s w h a t I t h o u g h twhen you gave me the job,s i r , ” i n t e r j e c t e d J u k e s ,moodily.

“ — w i t h o u t b e i n gbat tered to pieces,” pursuedC a p t a i n M a c W h i r r w i t hrising vehemence. “Couldn’tle t that go on in my ship, i fI k n e w s h e h a d n ’ t f i v em i n u t e s t o l i v e . C o u l d n ’ tbear i t , Mr. Jukes.”

-explicó el capitán.

Jukes exhaló un suspiro de irri-tación.

-Llegará repent inamente-dijo el capitán MacWhirr-, yde allí, supongo. Aunque sóloDios lo sabe. Esos libros nosirven más que para enredar-te y ponerte nervioso. Serám u y d u r o y l u e g o c e s a r á .Mient ras nos dé t i empo deponer proa al viento...

Pasó un minuto. Algunas estre-llas parpadearon rápidamente y des-aparecieron.

-¿Los ha dejado bien seguros?-empezó con brusquedad el capitán,como si el silencio le resultara in-soportable.

-¿Se refiere usted a los coolies, señor?He ordenado a los hombres que ataranunas cuerdas de lado a lado delentrepuente.

-¿Ah, sí? Buena idea, señorJukes.

-Creía... creía que no le in-teresaba... saber... -dijo Jukes.El bamboleo del barco cortabasus palabras como si alguien leestuviera zarandeando mientrashablaba- saber cómo había re-suelto este asunto infernal. Loconseguimos. Aunque al fin yal cabo quizá no importe en ab-soluto.

-Había que hacer lo que es justopara todo el mundo; aunque sólo seanunos chinos. Darles las mismas opor-tunidades que tenemos nosotros. ¡PorDios! El barco todavía no está perdi-do. Ya es bastante terrible tener queestar encerrado en la bodega en me-dio de un temporal...

-Esto es precisamente lo quepensé yo cuando usted me encargóel asunto, señor -interrumpió Jukes,con malhumor. [80]

-... para que encima te hagantrizas -continuó el capitánMacWhirr con creciente vehemen-cia-. No podía permitir que suce-diera algo así en mi barco, aunquesupiera que sólo le quedaban cincominutos de vida. No hubiera podi-do soportarlo, señor Jukes.

ño golpe -explicó el capitán.

Jukes exhaló un suspiro de irri-tación.

-Llegará de pronto -dijo el ca-pitán MacWhirr-, y de aquel lado,calculo. Aunque eso sólo lo sabeDios. Estos libros sólo sirven parallenarte la cabeza de tonterías y paraponerte los nervios de punta. Nosqueda una mala racha, y luego todoterminado. Con tal de que tengamostiempo de ponerle proa al viento...

Pasó un minuto. Unas cuantasestrellas parpadearon rápidamentey desaparecieron. -

-¿Los han dejado seguros? -ha-bló bruscamente el capitán, comosi de pronto el silencio se le hicierainsoportable.

-¿Se refiere usted a los coolies,señor? He mandado que cierren conunas cuerdas los lados delentrepuente.

- A h , b u e n a i d e a , M r .J u k e s .

-Yo..., yo no creí que..., que a ustedle interesara... -dijo Jukes, a trompiconesprovocados por los movimientos del bar-co, como si alguien le estuviera sacudien-do de la cabeza a los pies mientras habla-ba-. Quiero decir saber como he resuel-to... este asunto de todos los demonios.El caso es que lo hemos conseguido. Y,después de todo, a lo mejor resulta queno hubiera hecho falta

-Había que hacerlo, aun-que solamente sean chinos.Había que darles las mismasopor tunidades que tenemosn o s o t r o s . E l b a r c o a ú n n oestá perdido. Ya es bastantemalo estar encerrado abajo,en pleno temporal. . .

-Eso es p rec i samente loque he pensado cuando meencargó usted e l t rabajo , se-ñor -d i jo Jukes . [85]

-...para que, además, se haganpedacitos -continuó el capitánMacWhirr con creciente vehemen-cia-. Yo no podía permitir algo pa-recido en mi barco, aunque hubie-ra sabido que sólo nos quedabancinco minutos de vida. No podíatolerarlo, Mr. Jukes.

rig 1 1 a provide (a sailing ship) with sails,rigging, etc. b prepare ready forsailing. 2 (often foll. by out, up) fit withclothes or other equipment. 3 (foll. byup) set up hastily or as a makeshift.4 assemble and adjust the parts of(an aircraft)

instalar, aparejar 1 : to fit out (as a ship) with rigging 2 : CLOTHE, DRESS — usually used

with out 3 : to furnish with special gear : EQUIP 4 a : to put in condition or position for

use : ADJUST, ARRANGE <a carrigged for manual control> b :CONSTRUCT <rig up a temporaryshelter>

182

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

A hollow echoing noise, likethat of a shout rolling in a rockychasm, approached the ship andwent away again. The last star,blurred, enlarged, as if returningto the fiery mist of its beginning,struggled with the colossal depthof blackness hanging over theship — and went out.

“Now for i t !” mutteredCaptain MacWhirr. “Mr. Jukes.”

“Here, sir.”

T h e t w o m e n w e r eg r o w i n g i n d i s t i n c t t oe a c h o t h e r .

“We must trust her to gothrough it and come out on theother side. That’s plain andstraight. There’s no room forCap ta in Wi l son ’s s to rm-strategy here.”

“No, sir.”

“She will be smothered andswept again for hours ,”mumbled the Captain. “There’snot much left by this time abovedeck for the sea to take away —unless you or me.”

“Both, sir,” whispered Jukes,breathlessly.

“You are always meetingtrouble half way, Jukes,” CaptainMacWhirr remonstratedq u a i n t l y . “ T h o u g hit’s a fact that the second mate isno good. D’ye hear, Mr. Jukes?You would be left alone if. . . .”

Captain MacWhirrinterrupted himself, and Jukes,glancing on all sides, remainedsilent.

“Don’t you be put ou t bya n y t h i n g , ” t h e C a p t a i ncont inued , mumbl ing ra therf a s t . “ K e e p h e r f a c i n g i t .T h e y m a y s a y w h a t t h e yl ike , bu t t he heav ies t s easrun wi th the wind . Fac ing i t— a lways fac ing i t — tha t ’sthe way to ge t th rough . Youare a young sa i lo r. Face i t .Tha t ’s enough fo r any man .Keep a coo l head .”

Una especie de eco vacío, comoel de un grito resonando en una cue-va rocosa, se acercó al navío y seretiró de nuevo. La última estrella,borrosa, ampliada, como si regre-sara a la terrible neblina primigenia,luchó contra la densidad colosal dela negrura que se cernía sobre elbarco y se apagó.

-Y, ahora, escuche, señor Jukes-murmuró el capitán MacWhirr.

-Sí, señor.

L e s r e s u l t a b a c a d a v e zmás d i f íc i l d is t ingui rse mu-tuamente .

-Debemos confiar en que el bar-co pueda atravesar el tifón y salirpor el otro lado. La cosa está muyclara. Aquí no cabe ninguna estra-tegia del capitán Wilson para evitarlas tormentas.

-No, señor.

- E l b a r c o v o l v e r á a s u -f r i r d u r a n t e h o r a s - m u r m u -r ó e l c a p i t á n - . Ya n o q u e -d a m u c h o e n c u b i e r t a q u ee l m a r p u e d a b a r r e r , a p a r -t e d e u s t e d o y o .

-O ambos, señor -susurróJukes, desalentado.

-Usted siempre sale al en-c u e n t r o d e l o s p r o b l e m a s ,Jukes -sermoneó el capitán,c u r i o s a m e n t e - . A u n q u ees cierto que el segundo oficial es uninútil. ¿Me oye usted, señor Jukes?Se quedaría usted solo si...

El capitán MacWhirr se in-terrumpió y Jukes, mirando asu alrededor, permaneció si-lencioso.

-No se deje inmutar por nada-continuó el capitán, hablando enmurmullos pero cada vez más rápi-do-. Mantenga el barco proa al vien-to. Que digan lo que quieran, perolas olas más grandes siempre vie-nen con el viento. Proa al viento,siempre proa al viento, es la mane-ra de salir de ésta. Usted es joven.Ponga proa al viento. Es un buenconsejo para cualquiera. Y no pier-da la cabeza.

Una especie de eco vacío, comoel de un grito que resonara en unacueva rocosa, se acercó al barco yvolvió a alejarse. La última estre-lla, borrosa, ampliada, como si re-gresara a la neblina primigenia, lu-chaba con la colosal negrura sus-pendida encima del buque. Hastaque se apagó.

-Y ahora escúcheme, Mr. Jukes-murmuró el capitán MacWhirr.

-Sí, señor.

Los dos hombres se confundíancada vez más entre sí, en medio dela creciente oscuridad.

-Debemos confiar en queel Nan-Shan cruzará el tem-poral y saldrá al otro lado. Lacosa está muy clara. Aquí nosirven las estrategias del ca-pitán Wilson.

-No, señor.

-El barco tendrá que aguan-tar otra buena embestida -mur-muró el capitán-. Esta vez elmar no encontrará gran cosa encubierta que llevarse..., apartede a usted y a mí.

-Los dos, señor -silabeó Jukes,desalentado.

-Usted siempre se adelanta a re-cibir los obstáculos y las malas no-ticias, Jukes -sermoneó el capitánMacWhirr, con curiosa filosofía- Yestá dicho que el segundo oficial esun inútil. ¿Me oye usted, Mr. Jukes?Se quedará usted solo si...

El capitán MacWhirr se in-terrumpió. También Jukes, mi-rando a ambos lados, permane-ció silencioso.

-No pierda usted la serenidaden ningún momento -siguió al finel capitán, hablando de prisa-. Man-tenga siempre la proa al viento. Quedigan lo que quieran, pero las olasmás fuertes siempre corren con elviento. Proa al viento, proa al vien-to es la mejor manera de salir conbien. Usted es un marinero joven.Ponga proa al viento. Es un buenconsejo para cualquiera. Y no pier-da la cabeza.

remonstrate v. 1 intr. (foll. by with) makea protest; argue forcibly(remonstrated with them over thedelays). 2 tr. (often foll. by that +clause) urge protestingly. Protestar,objetar,

remonstrate : scold, regañar, protestar,(= protest); quejarse (= argue) dis-cutir, objetar

to remonstrate about something pro-testar contra algo; poner reparos aalgo

to remonstrate with somebody re-convenir a alguien

expostulate v. intr. (often foll. by with aperson) make a protest;remonstrate earnestly.

184

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

“ Ye s , s i r , ” s a i d J u k e s ,w i t h a f l u t t e r o f t h e h e a r t .

I n t h e n e x t f e w s e c o n d st h e C a p t a i n s p o k e t o t h ee n g i n e - r o o m a n d g o t a na n s w e r.

F o r s o m e r e a s o n J u k e se x p e r i e n c e d a n a c c e s s o fconfidence, a sensation thatcame from outside like a warmbrea th , and made h im fee lequal to every demand. Thed i s t a n t m u t t e r i n g o f t h edarkness stole into his ears. Henoted it unmoved, out of thatsudden belief in himself, as aman safe in a shir t of mai lwould watch a point.

The ship laboured withouti n t e r m i s s i o n a m o n g s t t h eblack hills of water, payingwith this hard tumbling theprice of her life. She rumbledin her depths, shaking a whiteplummet of s team into then i g h t , a n d J u k e s ’ t h o u g h tskimmed like a bird throughthe engine-room, where Mr.R o u t — g o o d m a n — w a sr e a d y. W h e n t h e r u m b l i n gceased it seemed to him thatthere was a pause of everysound, a dead pause in whichCap ta in MacWhi r r ’s vo i cerang out startlingly.

“What’s tha t? A puff ofw i n d ? ” — i t s p o k e m u c hlouder than Jukes had everheard i t before — “On thebow. That’s r ight . She maycome out of it yet.”

The mutter of the windsdrew near apace . In theforefront could be distinguisheda drowsy waking plaint passingon, and far off the growth of amultiple clamour, marching andexpanding. There was the throbas of many drums in it, a viciousrushing note, and like the chantof a tramping multitude.

J u k e s c o u l d n o l o n g e rs e e h i s c a p t a i n d i s t i n c t l y.T h e d a r k n e s s w a sa b s o l u t e l y p i l i n g i t s e l fu p o n t h e s h i p . A t m o s t h em a d e o u t m o v e m e n t s , ah i n t o f e l b o w s s p r e a d o u t ,o f a h e a d t h r o w n u p .

-Sí, señor -dijo Jukes, con elcorazón agitado. [81]

En los segundos siguien-tes, el capitán habló con lasa la de máquinas y rec ib iórespuesta.

Por algún motivo, Jukes sin-tió que le embargaba la confian-za, una sensación que le venía defuera como un cálido aliento y lepermitía sentirse capaz de reaccio-nar ante cualquier eventualidad.El distante rumor de la oscuridadse infiltró en sus oídos. Registróeste hecho sin inmutarse, graciasa aquella súbita creencia en sí mis-mo, como si se encontrara prote-gido por una coraza.

El barco se abría trabajosamentecamino, sin darse un respiro, entre lasnegras montañas del agua, pagandocon aquel duro cabeceo el precio desu vida. Sus entrañas roncaban, s a -c u d i e n d o u n b l a n c openacho de vapor en la noche, yel pensamiento de Jukes aleteócomo un pájaro a través de la salade máquinas, donde el señor Rout-aquel binen hombre- se encontra-ba preparado. Cuando cesó el ron-quido, le pareció que todos los de-más sonidos también enmudecían,una pausa muerta en la que reso-nó, sobresaltándole, la voz delcapitán MacWhirr:

- ¿ Q u é h a s i d o e s o ?¿ U n a r á f a g a d e v i e n t o ?- J u k e s n o l e h a b í a o í d o j a -m á s h a b l a r t a n a l t o - . Ap r o a . E s o e s . To d a v í a p o -d r á s a l i r s e d e é s t a .

El murmullo de los vientosse acercaba a toda velocidad,precedido por una especie de la-mento soñoliento y, mucho máslejos, un creciente clamor, avan-zando y extendiéndose. Parecíael redoble de múltiples tambo-res, apresurados y malignos, jun-to con las pisadas de una multi-tud que avanzaba.

Jukes ya no podía distinguirclaramente a su capitán. La os-curidad iba amontonándose so-bre el barco. Lo único que po-día ver a duras penas era algúnmovimiento, atisbar unos co-dos sepa rados , una cabezaechada hacia atrás.

-Sí, señor -dijo Jukes, con elcorazón como una locomotora.

En los segundos siguientes, elcapitán habló por el tubo acústicocon la sala de máquinas, obtenien-do una respuesta. [86]

Sin saber a qué se debía, Jukessintió como una oleada de con-fianza y seguridad le invadía; unasensación que le llegaba del exte-rior, como un cálido aliento, y quele hacía sentirse capaz de enfren-tarse con cualquier circunstancia.El lejano murmullo de la oscuri-dad penetró en sus oídos. Jukeslo escuchó impávido, seguro de símismo, como sintiéndose prote-gido por una coraza.

E l b a r c o a v a n z a b a , s i npausas, entre las negras mon-tañas de agua, pagando con lasterribles cabezadas el preciode su vida. Roncaba en susentrañas y dejaba escapar unpenacho de vapor en la noche.El pensamiento de Jukes se con-centró por un momento en la salade máquinas, donde Mr. Rout-buen elemento- reinaba. Cuan-do el ronquido de las máquinasse interrumpió, a Jukes le pare-ció que habían cesado todos lossonidos, produciendo una pausamuerta en la cual la voz deMacWhirr sonó claramente:

- ¿ Q u é e s e s o ? ¿ U n g o l -p e d e v i e n t o ? - h a b l a b a e ne l t o n o m á s a l t o q u e J u k e sl e h a b í a o í d o j a m á s - . Poramura . Pe r fec to . Aún sa l -dremos de ésta .

El murmullo del viento seacercaba a toda velocidad. Haciaproa se escuchaba una especie delamento soñoliento, como si al-guien estuviera despertándose, ymás lejos un clamor múltiple, queavanzaba y crecía, un estruendocompuesto por miles de tamboresy de pasos, los pasos de una mul-titud que avanzaba.

A Jukes le era imposible dis-tinguir al capitán con claridad. Laoscuridad se adensaba frente albarco. Unicamente adivinaba al-gunos de los movimientos de susuperior, como si estuviera levan-tando los codos y echando la ca-beza hacia atrás.

rumble 1 A ) noun [of traffic etc] ruidosordo; retumbo m; rumor

[of thunder, heavy vehicle] estruendoB ) intransitive verb [thunder] retumbar

[guns] hacer un ruido sordo[stomach] sonar; hacer ruidos the train

rumbled past el tren pasó con es-truendo

C ) compound rumble seat noun (US)asiento m trasero exterior

rumble strip noun banda f sonora

rumble 2 (informal) [+ person] calar; pi-llar

intransitive senses1 : to make a low heavy rolling sound

<thunder rumbling in the distance>2 : to travel with a low reverberating sound

<wagons rumbled into town>3 : to speak in a low rolling tone4 : to engage in a rumbletransitive senses1 : to utter or emit in a low rolling voice2 British : to reveal or discover the true

character ofdesultory or long-windedwandering fashion 3 : to grow orextend irregularly

transitive senses : to wander over : ROAM

plummet n. 1 a plumb or plumb-line. 2a sounding-line. 3 a weight attachedto a fishing-line to keep the floatupright.

v.intr. (plummeted, plummeting) fall orplunge rapidly.

Si Conrad quería haber dicho pe-nacho tenía que haber escritoplume. De lo contrario los tra-ductores deberían haber puestosonda o caída en picado. Al-guien se ha colado.

?? ?

?

186

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

C a p t a i n M a c W h i r r w a strying to do up the top buttono f h i s o i l s k i n c o a t w i t hu n w o n t e d h a s t e . T h ehurricane, with its power tom a d d e n t h e s e a s , t o s i n ks h i p s , t o u p r o o t t r e e s , t oo v e r t u r n s t r o n g w a l l s a n ddash the very birds of the airto the ground, had found thistaciturn man in its path, and,d o i n g i t s u t m o s t , h a dmanaged to wring out a fewwords . Before the renewedwrath of winds swooped onhis ship, Captain MacWhirrwas moved to declare , in atone of vexation, as it were:“I wouldn’t like to lose her.”

He was spared thatannoyance.

El capitán MacWhirr estabaintentando abrocharse el primerbotón de su impermeable conuna prisa insólita. El huracán,con su poder para enloquecermares, hundir barcos, arrancarárboles de cuajo, derribar pare-des y estrellar contra el sueloincluso a los pájaros del aire,había topado con aquel hombretaciturno en su camino y, esfor-zándose al máximo, había con-seguido arrancarle unas pala-bras. [82] Antes de que la reno-vada ira de los vientos barrierasu barco, el capitán MacWhirrsintió la necesidad de decir, concierto tono de vejación:

-No me gustaría perderlo.

Aquel disgusto le fue per-donado. [83]

El capitán MacWhirr estabaintentando abrocharse el botónsuperior de su impermeable, conuna prisa insólita. El huracán, consu capacidad para enloquecer a losmares, para hundir buques, paraarrancar árboles de cuajo, paraabatir murallas y derribar los pá-jaros al suelo, había topado en sucamino con aquel hombre tacitur-no y, en un supremo esfuerzo, ha-bía logrado arrancarle unas cuan-tas palabras. Antes de que las irasrenovadas de los vientos volvie-sen a abatirse sobre el barco, elcapitán MacWhirr se sintió impul-sado a declarar, con cierto tono devejación:

-No me gustaría perderlo.

S e l e a h o r r ó t a l d i s -g u s t o . [ 8 7 ]

[chubasquero]

188

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

VI

ON A bright sunshiny day,with the breeze chasing hersmoke far ahead, the Nan-Shancame into Fu-chau. Her arrivalwas at once noticed on shore,and the seamen in harbour said:“Look! Look at that steamer.What’s that? Siamese — isn’tshe? Just look at her!”

She seemed, indeed, to havebeen used as a running target forthe secondary batteries of a cruiser.A hail of minor shells could nothave given her upper works a morebroken, torn, and devastatedaspect: and she had about her theworn, weary air of ships comingfrom the far ends of the world —and indeed with truth, for in hershort passage she had been veryfar; sighting, verily, even the coastof the Great Beyond, whence noship ever returns to give up hercrew to the dust of the earth. Shewas incrusted and gray with salt tothe trucks of her masts and to thetop of her funnel; as though (assome facetious s e a m a n s a i d )“ t h e c r o w d o n b o a r d h a dfished her out somewhere fromthe bottom of the sea and broughther in here for salvage.” Andfurther, excited by the felicity ofhis own wit, he offered to givefive pounds for her — “as shestands.”

Before she had been quitea n h o u r a t r e s t , a m e a g r elit t le man, with a red-tippednose and a face cas t in anangry mould, landed from asampan on the quay of theF o r e i g n C o n c e s s i o n , a n dincontinently turned to shakehis fist at her.

A tall individual, with legsmuch too th in for a ro tunds t o m a c h , a n d w i t h w a t e r ye y e s , s t r o l l e d u p a n dremarked, “Just left her — eh?Quick work.”

He wore a soiled suit of blueflannel with a pair of dir tycricketing shoes; a dingy graymoustache drooped from his lip,and daylight could be seen intwo places between the rim andthe crown of his hat.

CAPÍTULO VI

El Nan-Shan llegó a Fu-chau undía claro y soleado, con la brisaarrastrando muy lejos el humo dela chimenea. Su llegada fue en se-guida observada desde tierra, y losmarineros del puerto dijeron:

-¡Mirad! ¡Mirad aquel vapor!¿De dónde es? ¿Siamés, verdad?¡Pero mirad cómo viene!

En efecto, el barco parecía habersido utilizado como blanco móvil paralas baterías secundarias de un guar-dacostas. Una salva de cañonazos nohubiera dado a su estructura superiorun aspecto más ruinoso y devastado;y tenía, el aire de un barco proceden-te de los lugares más remotos delmundo. Con razón, sin duda, puestoque había viajado muy lejos en sucorta trayectoria; llegando a avistarincluso la costa del Mas Allá, de lacual ningún navío regresa jamás paradepositar a su tripulación en el polvode la tierra. Su color era gris por lacostra de sal que lo recubría por com-pleto, hasta la punta de los palos y elextremo de la chimenea; como si (esodijo algún marinero burlón) «sutripulación lo hubiera pesca-do del fondo del mar y lo hu-biera t raído hasta aquí paravenderlo como chatarra». Y,a d e m á s , e x a l t a d o p o r l oacertado de su ingenio, ofre-ció por él c inco l ibras , «talcomo está».

No hacía ni una hora que ha-bía echado anclas, cuando un en-juto hombrecito, con la punta dela nariz roja y un rictus airado ensu expresión, desembarcó de unsampan en el muelle de la Conce-sión Extranjera y empezó inmedia-tamente a amenazar al Nan-Shancon el puño.

Un individuo alto, con unas pier-nas exageradamente delgadas para lorotundo de su vientre y con unos ojosacuosos, se le acercó y le dijo: [84]

-Acabas de dejarlo, ¿no?Qué rapidez.

Llevaba un traje de franelaazul lleno de manchas y un parde zapatos sucios rotos por de-lante. Tenía un deslucido bigotegris y se tocaba un sombrero quedejaba transparentar, en más deun lugar, la luz del día.

CAPITULO VI

El Nan-Shan llegó a Fu-chou unradiante día de sol, con una brisa quearrastraba alegremente la humareda dela chimenea. Su arribada fue advertida,de inmediato, desde tierra, por los ma-rineros del puerto, que exclamaron: ‘

-¡Mirad! ¡Mirad ese vapor!¿Qué es eso? ¿Siamés, verdad?Pero..., ¡miradlo!

Realmente se diría que habíahecho las veces de blanco móvilpara las baterías secundarias deun guardacostas. Una andanadade cañonazos no habría causadomás estragos en la estructura delbuque, dándole el aspecto de lle-gar desde el fin del mundo. Enverdad, en su breve travesía ha-bía llegado muy lejos: hasta lasentrevistas costas del Más AlláEterno, de donde ningún barcoregresa para conceder reposo, entierra, a su tripulación. El buqueestaba completamente gris y cu-bierto de sal, hasta el remate delos palos y la punta de la chime-nea. Como si (dijo un marinerochistoso) «la gente de a bordolo hubiera repescado del fondodel mar y lo hubiera traído apuerto para reconstruirlo». Aúnmás, exaltado por el acierto desu ingeniosa observación, elmismo marinero llegó a ofrecercinco libras por el barco, «talcomo estaba».

Apenas hacía una hora que ha-bían echado el ancla cuando un hom-brecillo delgado, con la punta de lanariz roja y una expresión airada yrígida en el rostro, desembarcó de unsampán en el muelle de las consigna-ciones del extranjero e, inmediata-mente, se volvió para amenazar albarco con el puño cerrado.

Un individuo alto, con unaspiernas demasiado delgadas para larotundidad de su vientre, de ojos acuo-sos, se le acercó interpelándole:

-Acaba usted de abandonarlo,¿no? Por Dios que se ha dado prisa.

Iba vestido de franela azul,lleno de manchas, y calzado conunos zapatos rotos; lucía -si pue-de decirse así- un bigote gris ypiojoso, y en el sombrero pre-sentaba dos agujeros de tamañomás que regular. [89]

190

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

“Hallo! what are you doinghere?” asked the exsecond-mateof the Nan-Shan, shaking handshurriedly.

“ St a n d i n g b y f o r a j o b— c h a n c e w o r t h t a k i n g —got a qu ie t h in t , ” exp la inedt h e m a n w i t h t h e b r o k e nh a t , i n j e r k y , a p a t h e t i cw h e e z e s .

The second shook his fistagain at the Nan-Shan. “There’sa fellow there that ain’t fit tohave the command of a scow,”he declared, quivering withpassion, while the other lookedabout listlessly.

“Is there?”

But he caught sight on thequay of a heavy seaman’s chest,painted brown under a fringedsailcloth cover, and lashed withnew manila line. He eyed it withawakened interest.

“ I wou ld t a lk and ra i set roub le i f i t wasn’ t fo r tha td a m n e d S i a m e s e f l a g .N o b o d y t o g o t o — o r Iwou ld make i t ho t fo r h im.T h e f r a u d ! To l d h i s c h i e fe n g i n e e r — t h a t ’s a n o t h e rf r aud fo r you — I had los tmy ne rve . The g rea te s t l o to f ignoran t foo l s tha t eve rs a i l e d t h e s e a s . N o ! Yo ucan’ t th ink . . . ”

“ G o t y o u r m o n e y a l lr i g h t ? ” i n q u i r e d h i sseedy acquaintance suddenly.

“ Ye s . P a i d m e o f f o nb o a r d , ” r a g e d t h e s e c o n dmate . “ ‘Get your breakfas ton shore,’ says he.”

“ M e a n s k u n k ! ”c o m m e n t e d t h e t a l l m a n ,vaguely, and passed his tongueon his lips. “What about havinga drink of some sort?”

“ H e s t r u c k m e , ” h i s s e dt h e s e c o n d m a t e .

“ N o ! S t r u c k ! Yo ud o n ’ t s a y ? ” T h e m a n i nb l u e b e g a n t o b u s t l ea b o u t s y m p a t h e t i c a l l y .“ C a n ’ t p o s s i b l y t a l k h e r e .

-¡Hola! ¿Qué estás haciendoaquí? -preguntó el exsegundo ofi-cial del Nan-Shan, dándole un rá-pido apretón de manos.

-Esperando encontrar algúntrabajo -vale la pena intentarlo-llevo una temporada muy baja-explicó el hombre del sombre-ro roto, entre resuellos apáticosy entrecortados.

El segundo volvió a amenazaral Nan-Shan con el puño.

-El capitán de este barco nosería capaz ni de gobernar unabarcaza -declaró, temblando deemoción, mientras el otro le es-cuchaba distraído.

-¿Ah, no?

Pero acababa de ver en el mue-lle un pesado baúl de marinero, pin-tado de marrón, bajo unadeshilachada funda de lona, y ata-do con una cuerda recién estrena-da. Lo contempló con gran interés.

-Si no fuera por esta malditabandera de Siam, no me callaríay le causaría problemas. No ten-go a quien recurrir, si no se lasharía pasar muy negras. ¡Vayaimbécil! ¡Le dijo al jefe de má-quinas (otro imbécil, si quieressaberlo) que yo me había acobar-dado! ¡La panda de ignorantesmás rematados que hayan surca-do jamás los mares! ¡No! No pue-des imaginarte...

- ¿ P e r o t e h a n p a g a d o ?- p r e g u n t ó d e r e p e n t e s udesastrado conocido.

-Sí, me han pagado a bordomismo -respondió con rabia el se-gundo oficial-. «Vaya a desayunaren tierra», me ha dicho.

-¡Qué miserable! -comen-tó vagamente el hombre alto,pasándose la lengua por loslabios-. ¿Y si nos fuéramos atomar un trago?

-Me pegó -dijo entre dientes elsegundo oficial.

-¡No! ¿Te pegó? ¡No medigas! -El hombre vestido deazul empezó a agitarse, dan-do muestras de simpatía [85]Pero no podemos hablar aquí.

-¡Hola! ¿Qué está haciendopor aquí? -preguntó e lexsegundo oficial del Nan-Shan,estrechándole la mano.

-Buscando trabajo, aunquesin prisas -explicó el hombredel sombrero arruinado.

El segundo volvió a amena-zar al Nan-Shan con el puño.

-El capitán de este vaporno sirve ni para mandar unabarcaza -di jo temblando depasión, mientras el otro le es-cuchaba distraídamente.

-¿No?

Pero acababa de ver en elmuelle un baúl de marinero,pintado de color marrón, bajouna lona a rayas y atado conuna cuerda flamante. Lo mirócon enorme interés.

-Si no fuera por esa malditabandera siamesa, me las pagaría.Serte tiene de que no pueda re-currir a nadie, que si no las iba apasar negras. ¡Será imbécil! Ledijo al primer maquinista, otroimbécil de tomo y lomo, que yohabía perdido el control de losnervios. La banda de ignorantesmás borricos que haya surcadojamás los mares... No se lo pue-de imaginar...

-¿Pero ha cobrado usted lo quele debían? -preguntó de pronto su________ conocido.

-Sí. Me han pagado a bordo-contestó el segundo oficial, irri-tado-. «Vaya a desayunarse a tie-rra», me ha dicho el capitán.

-¡Vaya rata! --comentó elhombre alto, vagamente; luegose pasó la lengua por los la-bios-. ¿Qué le parece si vamosa remojarnos el gaznate?

-Incluso llegó a pegarme -dijoel segundo oficial, entre dientes.

-¡Qué barbaridad! ¿De ve-ras? -el hombre vestido de azulse mostraba, aparentemente,muy afectado-. Pero no pode-mos quedarnos hablando aquí.

seedy adj. fam 1 (persona) pachucho:you look a bit seedy today, no tienesbuen aspecto hoy 2 (apariencia) des-aseado 3 (sitio) cutre, sórdido, mu-griento

mangy seedy, shabby 1 (perro) sarno-so, 2 fam (tela) raído

192

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

I want to know al l about i t .S t r u c k — e h ? L e t ’s g e t

a f e l l o w t o c a r r y y o u rc h e s t . I k n o w a q u i e t p l a c ew h e r e t h e y h a v e s o m eb o t t l e d b e e r. . . . ”

Mr. Jukes, who had beenscanning the shore through a pairof glasses, informed the chiefengineer afterwards that “our latesecond mate hasn’t been long inf inding a fr i e n d . A c h a plooking uncommonly l ike abummer. I saw them walk awaytogether from the quay.”

T h e h a m m e r i n g a n db a n g i n g o f t h e n e e d f u lr e p a i r s d i d n o t d i s t u r bC a p t a i n M a c W h i r r . T h es t e w a r d f o u n d i n t h el e t t e r h e w r o t e , i n a t i d yc h a r t - r o o m , p a s s a g e s o fs u c h a b s o r b i n g i n t e r e s tt h a t t w i c e h e w a s n e a r l yc a u g h t i n t h e a c t . But Mrs.MacWhirr, in the drawing-room oft h e f o r t y - p o u n d h o u s e ,stifled a yawn — perhaps outof self-respect — for she wasalone.

She recl ined in a plush-bot tomed and gi l thammockchair near a t i ledfireplace, with Japanese fans onthe mantel and a glow of coalsin the grate. Lifting her hands,she glanced wearily here andthere into the many pages. It wasnot her fault they were so prosy,so completely uninteresting —from “My darling wife” at thebeginning, to “Your lovinghusband” at the end. Shecouldn’t be really expected tounderstand all these ship affairs.She was glad, of course, to hearfrom him, but she had neverasked herself why, precisely.

“. . . They are called typhoons. . . The mate did not seem to likeit . . . Not in books . . . Couldn’tthink of letting it go on. . . .”

The paper rustled sharply. “.. . . A calm that lasted more thantwenty minutes ,” she readperfunctor i ly ; and the nextwords her thought less eyescaught, on the top of anotherpage, were: “see you and thechildren again. . . .” She had a

Q u i e r o q u e m e l o c u e n t e stodo. Te pegó, ¿eh? Vamos abuscar a alguien que te llevee l baú l . Conozco un l uga rtranquilo donde sirven cerve-za embotellada...

El señor Jukes, que había es-tado observando el muelle conunos prismáticos, informó des-pués al jefe de máquinas que«nuestro antiguo segundo oficialno ha tardado mucho en haceramistad. Un tipo con muy malapinta. Los he visto abandonarjuntos el muelle».

El martilleo de las repara-ciones necesarias no molesta-ba al capitán MacWhirr. En lacarta que había escrito desdela caseta de derrota, ahora yaordenada, el camarero pudoleer pasajes de un interés tanabsorbente que casi le pillaroncon las manos en la masa. Perola señora MacWhirr; en la salade estar de la casa de cuarentalibras, ahogó un bostezo, qui-zá por puro respeto hacia símisma, va que se encontrabasola.

Estaba reclinada en una butacadorada con tapicería de felpa, cercade una chimenea de azulejos concarbones encendidos en el hogar yunos abanicos japoneses en la repi-sa. Alzando las manos, contempla-ba con desaliento las numerosaspáginas de la carta. No era culpasuya si eran tan prosaicas, tan com-pletamente faltas de interés, desdeel «Mi querida esposa» del princi-pio al «Tu amante esposo» del fi-nal. Nadie podía exigirle que enten-diera todos estos asuntos de barcos.Estaba contenta, por supuesto, derecibir noticias suyas, aunque nun-ca se había preguntado a sí mismaexactamente por qué.

«... Se llaman tifones... al se-gundo de a bordo no le hacía mu-cha gracia... no está en los libros...no podía permitir que...»

La hoja de papel crujió secamen-te. «... Una calma que duró másde veinte minutos», leyó ladama, sin ningún interés; y lassiguientes palabras que sus ojosdistraídos leyeron, al principiode otra página, fueron: «Verte ati y a los chicos de nuevo...». No

Tiene que contármelo todo.¿Llegó a pegarle, realmente?Busquemos a alguien que le lle-ve el baúl. Me sé de un sitiotranquilo donde tienen una cer-veza embotellada que...

Mr. Jukes, que había estado es-crutando la costa con los binocula-res, informó al primer maquinista,más tarde, que «nuestro ex-segundooficial no ha tardado mucho en en-contrar un amigo. Un tipo con todala pinta de ejercer como vago deoficio. Los he visto como se aleja-ban juntos del muelle». [90]

Los golpes de martillo efec-tuando las necesarias reparacionesno estorbaron al capitánMacWhirr. El camarero halló enla carta que su superior escribióen el cuarto de derrota -ordenadode nuevo- pasajes de un interéstan absorbente que, por dos ve-ces, estuvo a punto de ser atrapa-do con las manos en la carta. Mrs.MacWhirr, en cambio, en la salade estar de su casa de cuarenta li-bras, ahogó un bostezo, sin dudapor respeto a sí misma, ya que sehallaba completamente sola.

Estaba sentada en una butacadorada y tapizada en pelfa, cerca delfuego, con abanicos japoneses en-cima de la repisa y brasas de car-bón sobre la parrilla. Levantandolas manos, echaba ojeadas distraí-das y casuales a las páginas de lacarta. No era por culpa suya por loque eran tan prosaicas, de tan esca-so interés, desde el «Querida espo-sas del encabezamiento hasta el «tu querido marido» de la despedi-da. Nadie podía exigirle que se in-teresara por los asuntos de aquelbarco. Naturalmente se alegraba detener noticias de su marido, aunquenunca se había preguntado concre-tamente el por qué.

«Los llaman tifones... Al segundode a bordo no parecía hacerle muchagracia... Desde luego que no en los li-bros... No me podía permitir...»

La hoja de papel crujió secamente.«...Una calma que duró más deveinte minutos», leyó la dama, sininterés alguno. Las siguientes pa-labras de sus distraídos ojos leye-ron, al inicio de otra página, fue-ron: «verás, a ti y a los niños...»Mrs. MacWhirr no pudo reprimir

194

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

movement of impatience. Hewas always thinking of cominghome. He had never had such agood salary before. What wasthe matter now?

It did not occur to her to turnback overleaf to look. She wouldhave found it recorded there thatbetween 4 and 6 A. M. onDecember 25th, CaptainMacWhirr did actually think thathis ship could not possibly liveanother hour in such a sea, andthat he would never see his wifeand children again. Nobody wasto know this (his letters gotmislaid so quickly) — nobodywhatever but the steward, whohad been greatly impressed bythat disclosure. So much so, thathe tried to give the cook someidea of the “narrow squeak we allhad” by saying solemnly, “ T h eo l d m a n h i m s e l f h a d ad a m ’ p o o r o p i n i o n o f o u rc h a n c e . ”

“ H o w d o y o u k n o w ? ”asked, contemptuous ly, thec o o k , a n o l d s o l d i e r. “ H ehasn’t told you, maybe?”

“Well , he did give me ah i n t t o t h a t e f f e c t , ” t h esteward brazened i t out .

“Get along with you! Hewill be coming to tell me next,”jeered the old cook, over hisshoulder.

Mrs . MacWhir r g lancedfarther, on the alert. “. . . Dowhat ’s fa i r. . . . Miserableobjects . . . . Only three, with abroken leg each, and one . . .Thought had better keep thematter quiet . . . hope to havedone the fair thing. . . .”

She let fall her hands. No:there was nothing more aboutc o m i n g h o m e . M u s t h a v eb e e n m e r e l y e x p r e s s i n g apious wish. Mrs. MacWhirr ’smind was set at ease, and ablack marble clock, priced byt h e l o c a l j e w e l l e r a t& p o u n d ; 3 1 8 s . 6 d . , h a d adiscreet stealthy tick.

The door f l ew open , anda g i r l i n t h e l o n g - l e g g e d ,s h o r t - f r o c k e d p e r i o d o f

pudo reprimir un movimiento deirritación. Siempre estaba pen-sando en volver a casa. Nuncahabía ganado un salario tan alto.¿Qué le pasaba, pues?

No se le ocurrió volver atrásen la carta. Si lo hubiera [86] he-cho, se habría enterado de que en-tre las 4 y las 6 de la mañana del25 de diciembre, el capitánMacWhirr había creído firmemen-te que era imposible que su barcopudiera sobrevivir una hora másen aquel temporal y que ya no vol-vería a ver a su esposa y a sus hi-jos nunca más. Nadie llegaría a sa-berlo jamás (sus cartas seextraviaban tan rápidamente) ex-cepto el camarero, profundamen-te impresionado por aquella reve-lación. Tanto, que intentó trans-mitir al cocinero la idea de que«nos hemos salvado por un pelo»,diciéndole solemnemente: «Inclu-so el viejo pensaba que no saldría-mos de ésta».

-¿Y tú, cómo lo sabes? -pregun-tó despectivamente el cocinero, unexmilitar-. ¿No te lo habrá dicho élmismo, verdad?

-Bueno, algo insinuó en estesentido -mintió descaradamente elcamarero.

- ¡Anda ya! ¡Como s i v i -n iera a dec í rmelo a mí! - sebur ló e l coc inero por enc i -ma de l hombro.

La señora MacWhirr siguióechando un vistazo a la carta, peroahora con mayor atención. «... Hicelo que era justo... desgraciados...sólo tres se rompieron la pierna, yuno... He pensado que sería mejorguardar silencio... espero haber ac-tuado correctamente... »

Dejó caer las manos. No, nodecía nada más de volver a casa.Debía de haber expresado simple-mente un deseo piadoso. El espíri-tu de la señora MacWhirr se tran-quilizó, y un reloj de mármol ne-gro, valorado por el joyero local entres libras, dieciocho chelines y seispeniques, siguió marcando su dis-creto tictac.

La puerta se abrió de golpe yuna muchacha, que atravesaba elperíodo de su existencia de piernas

un movimiento de irritación. ¡Aquelhombre no pensaba en otra cosa queen volver a casa! Nunca había ga-nado tanto dinero como ahora.¿Qué le pasaba, entonces?

Ni se le ocurrió volver la hojapara’ retroceder un poco en la lec-tura. Si lo hubiera hecho se habríaenterado de que, entre las cuatro ylas seis de la madrugada del día 25de diciembre, el capitán MacWhirrllegó a creer que su barco no resis-tiría ni una hora más y que nuncajamás volvería a ver a su mujer y asus hijos. Nadie llegaría a sabernunca tal cosa (la carta se extravióen seguida), nadie, excepto el ca-marero, que se había sentido fuer-temente impresionado ante el des-cubrimiento. Hasta tal punto, queintentó transmitirle al cocinero una«idea del peligro que habían corri-do todos juntos» diciéndole solem-nemente que «hasta el propio viejollegó a pensar que no saldríamos deésta». [91]

-¿Y usted cómo lo sabe? -lepreguntó despectivamente el coci-nero, un ex-militar-. Supongo queno se lo ha dicho él mismo, ¿no?

-Bueno, l a verdad es queme lo ha in s inuado - r ep l i -có e l camare ro .

- ¡ Ve n g a , h o m b r e , v e n -g a ! ¡ A m í c o n e s a s ! - e x -c l a m ó e l c o c i n e r o , e c h á n -d o s e a r e í r.

Mrs. MacWhirr siguió pico-teando en la carta, aunque ahora conmayor atención: «...Hice lo que eranecesario... Desgraciados... Sola-mente tres con una pierna rota...Pensado que era mejor no remover-lo... Confío en que hicimos lo quehabía que hacer...»

Mis. MacWhirr bajó las ma-nos. No, no hablaba de volvera casa. Debió ser la simple ex-presión de un deseo piadoso.Mis. MacWhirr se tranquilizódel todo. El reloj de mármolnegro, valorado por el joyerolocal en tres libras, dieciochochelines y tres peniques, deja-ba oír su discreto tic-tac.

La puerta se abrió de golpe yuna muchacha, en ese período dela existencia en que se tienen las

196

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

e x i s t e n c e , f l u n g i n t o t h eroom.

A lot of colourless, rather lankyhair was scattered over hershoulders. Seeing her mother, shestood still, and directed her paleprying eyes upon the letter.

“From father,” murmured Mrs.MacWhirr. “What have you donewith your ribbon?”

The gir l put her hands upto her head and pouted .

“ H e ’s w e l l , ” c o n t i n u e dM r s . M a c W h i r r l a n g u i d l y.“ A t l e a s t I t h i n k s o . H enever says .” She had a l i t t lel a u g h . T h e g i r l ’ s f a c ee x p r e s s e d a w a n d e r i n gi n d i f f e r e n c e , a n d M r s .M a c W h i r r s u r v e y e d h e rwi th fond p r ide .

“Go and get your hat,” shesaid after a while. “I am going outto do some shopping. There is asale at Linom’s.”

“Oh, how jolly!” uttered thechild, impressively, in unexpectedlygrave vibrating tones, and boundedout of the room.

It was a fine afternoon, witha gray sky and dry sidewalks.Outs ide the draper ’s Mrs .MacWhir r smi led upon awoman in a black mantle ofgenerous proportions armouredin jet and crowned with flowersb looming fa l se ly above abilious matronly countenance.They broke into a swift littlebabble of g ree t ings andexclamations both together,very hurried, as if the streetwere ready to yawn open andswallow all that pleasure beforeit could be expressed.

B e h i n d t h e m t h e h i g hglass doors were kept on theswing. People couldn’t pass,m e n s t o o d a s i d e w a i t i n gp a t i e n t l y, a n d Ly d i a w a sabsorbed in poking the endof her paraso l be tween thestone f lags. Mrs. MacWhirrta lked rapidly.

“Thank you ve ry much .He’s not coming home yet. Of

largas y faldas cortas, entró corrien-do en la habitación.

Una cabellera incolora y laciale cubría los hombros. Al ver asu madre, detuvo su carrera yf i jó sus o jos c la ros einterrogantes en la carta.

-De tu padre -murmuró la se-ñora MacWhirr-. ¿Qué has hechocon la cinta?

La muchacha se llevó las ma-nos a la cabeza con un mohín. [87]

-Está bien -continuólánguidamente la señoraMacWhirr-. O eso creo, por lo me-nos. Él no dice nunca nada.

Soltó una risita. La cara de lamuchacha expresaba total indife-rencia, y la señora MacWhirr sequedó observándola con cariñosoorgullo.

-Vete a buscar el sombrero -ledijo al cabo de un momento-. Voya salir de compras. En Linom’shacen rebajas.

-¡Oh, qué bien! -exclamó lamuchacha, en un tono inesperada-mente grave y vibrante, y salió co-rriendo de la habitación.

Era una tarde preciosa, conun cielo gris y las aceras practi-cables y secas. Delante de lat ienda de ropa, la señoraMacWhirr sonrió a una mujer degenerosas proporciones, vestidade negro y con flores artificia-les en el sombrero que corona-ban un semblante bilioso de ma-trona. Rompieron a hablar con unparloteo rápido, intercambiandosaludos y exclamaciones apresu-radas, como si la calle estuvieraa punto de abrirse y engullir todoaquel placer antes de que pudie-ran expresarlo.

A sus espaldas, las altaspuertas de cristal quedaron in-utilizadas. Nadie podía pasar,unos hombres esperaban pacien-temente a un lado, mientrasLydia, absorta, introducía lapunta de su sombrilla entre lasl o s a s d e p i e dra. La señoraMacWhirr hablaba rápidamente.

-Muchísimas gracias. No, to-davía no vuelve a casa. Por su-

piernas largas y se llevan las faldascortas, entró en la habitación.

El cabello, pálido y lacio, le caíasobre los hombros. Al ver a sumadre se detuvo en seco y diri-gió la mirada de sus ojos páli-dos hacia la carta.

-De papá -murmuró Mrs.MacWhirr-. ¿Qué has hechode la cinta?

La muchacha se llevó las ma-nos a la cabeza e hizo un mohín.

- E s t á b i e n - c o n t i n u ó M i s .M a c W h i r r l á n g u i d a m e n t e - .M e l o s u p o n g o . E 1n u n c a d i c e n a d a .

Se le escapó una breve risita.El rostro de la muchacha expresa-ba una profunda indiferencia y Mis.MacWhirr la miró de arriba abajo,con cierto afectuoso orgullo.

-Ve a ponerte el sombrero-le dijo, al cabo de un momen-to-. Salimos de compras. Hayrebajas en Linom.

-¡Oh, estupendo! -exclamó lamuchacha, con un tono inesperada-mente grave y vibrante.

Y salió corriendo de la habitación.

Hacía una hermosa tarde.El cielo estaba gris y las ace-ras secas. A la puerta de lat i e n d a d e r o p a , M i s .MacWhirr le dirigió una son-risa a una señora portadora deuna capa negra de generosasproporciones y coronada deflores artificiales. Ambas se[92] enzarzaron en una charlainterminable e ininterrumpida,iniciada con copiosas saluta-ciones y exclamaciones, y lle-vada a ritmo rápido, apresura-do, como si temieran no tenertiempo de darle término.

A s u s e s p a l d a s , l a sp u e r t a s d e c r i s t a l q u e d a -r o n i n m o v i l i z a d a s . L a g e n -t e n o p o d í a p a s a r. Ly d i ae s t a b a a b s o r t a , h u r g a n d oc o n l a c o n t e r a d e l p a r a -g u a s l a s j u n t u r a s d e l a s l o -s e t a s . M r s . M a c W h i r r h a -b l a b a r á p i d a m e n t e .

-Ay, muchas gracias. No, aún no re-gresa. Naturalmente que es muy triste te-

198

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

puesto, es muy triste tenerle tanlejos, pero también es un consue-lo saber que está tan bien. -Laseñora MacWhirr recuperó elaliento-. Aquel clima le sientamuy bien -añadió, como si elpobre MacWhirr estuviera deviaje en la China por motivosde salud.

Tampoco el jefe de máquinasiba a regresar a casa todavía. El se-ñor Rout conocía demasiado bienel valor de un buen empleo.

-Solomon dice que no se acaba nun-ca de ver cosas prodigiosas -gritó ale-gremente la señora Rout a la ancianasentada en su butaca al lado del fuego.

La madre del señor Rout, con lasmanos marchitas enfundadas en unosmitones negros y reposando en elregazo, se movió ligeramente. [88]

Los ojos de la esposa del jefe de má-quinas aletearon vivamente por el papel.

-El capitán del barco dondese encuentra (aquel hombre tansimplón, ¿se acuerda, madre?)ha hecho algo muy inteligente,dice Solomon.

-Sí, bonita -contestó débilmen-te la anciana, sentada con la platea-da cabeza inclinada y aquel aire dequietud interior que caracteriza a losmuy viejos, que parecen perdidosen la contemplación de las últimasllamitas de la vida-. Me parece quesí lo recuerdo.

Solomon Rout, el viejo Sol,el padre Sol, El Jefe, «el buenode Rout», el señor Rout, el con-descendiente y paternal amigo delos jóvenes, había sido el benja-mín de su numerosa prole, y erael único de ellos que todavía vi-vía. Le recordaba sobre todocuando tenía diez años, muchoantes de que se marchara para cur-sar su aprendizaje en unos gran-des talleres mecánicos del Norte.Le había visto tan poco desde en-tonces, tantos años habían pasa-do, que ahora la anciana tenía queretroceder muy atrás en su cami-no para reconocerle claramente enla neblina del tiempo. A veces leparecía que su nuera hablaba dealgún desconocido.

La señora Rout joven se sintiódecepcionada.

-Ilum... hum... -Pasó la página-.

course it’s very sad to havehim away, but it’s such a comfortto know he keeps so well.” Mrs .M a c W h i r r d r e w b r e a t h .“The climate there agrees withhim,” she added, beamingly, as ifpoor MacWhirr had been awaytouring in China for the sake ofhis health.

Ne i the r was the ch i e fengineer coming home yet. Mr.Rout knew too well the valueof a good billet.

“So lomon says wonderswill never cease,” cried Mrs.Rout joyously at the old ladyin her armchair by the f i re .M r. R o u t ’s m o t h e r m o v e dsl ight ly, her withered handsly ing in b lack ha l f -mi t tenson her lap.

The eyes of the engineer’swife fairly danced on the paper.“That captain of the ship he isin — a rather simple man, your e m e m b e r, m o t h e r ? — h a sdone something rather clever,Solomon says.”

“Yes, my dear,” said the oldwoman meekly, si t t ing withbowed silvery head, and thata i r o f i nward s t i l l nes scharacteristic of very old peoplewho seem lost in watching thelast flickers of life. “I think Iremember.”

Solomon Rout , Old Sol ,Father Sol, the Chief, “Rout,good man” — Mr. Rout, thecondescending and paternalfriend of youth, had been thebaby of her many children —all dead by this time. And sheremembered him best as a boyof ten — long before he wentaway to se rve h i sapprenticeship in some greatengineering works in the North.She had seen so little of himsince, she had gone through somany years, that she had now toretrace her steps very far back torecognize him plainly in the mistof time. Sometimes it seemedthat her daughter-in-law wastalking of some strange man.

M r s . R o u t j u n i o rw a s d i s a p p o i n t e d .“H’m. H’m.” She turned the

ner lo t an le jos , pe ro también es unc o n s u e l o s a b e r q u e s e e n c u e n t r ap e r f e c t a m e n t e . - M r s . M a c W h i r rasp i ró una buena porc ión de a i rep a r a p o d e r c o n t i n u a r - . El clima deaquellas tierras le sienta la mar de bien-añadió radiante, como si el pobreMacWhirr se hubiera ido a dar una vueltapor la China por motivos de salud.

Tampoco el primer maquinistaregresaba todavía a casa. Mr. Routconocía de sobras lo que valía unabuena colocación.

-Solomon dice que nunca se ter-mina de ver cosas maravillosas -gri-tó Mrs. Rout, alegremente, a la an-ciana señora sentada junto al fuego.

La madre de Mr. Rout seagi tó levemente , l as manosc u b i e r t a s p o r m i t o n e s n e -gros sobre la fa lda .

Los ojos de la mujer del primer ma-quinista recorrían la carta con ansiedad.

-El capitán de su barco, sí,aquel hombre tan buenazo, ¿re-cuerda, madre?, ha hecho algomuy intel igente, según diceSolomon.

-Sí, querida -dijo la vieja, débil-mente, con la cabeza plateada un pocoinclinada y el aspecto característicode las personas muy ancianas, quedisfrutan de paz interior y parecenperdidas en la contemplación de lasúltimas chispas de la vida-. Me pare-ce que sí me acuerdo.

Solomon Rout, el «Viejo Sol»,el «Padre Sol», el jefe, «Rout, buenelemento», Mr. Rout el condescen-diente y paternal amigo de los jó-venes, había sido el último de to-dos sus hijos y era el único super-viviente. Ella lo recordaba especial-mente de cuando tenía diez años,mucho antes de que se fuera deaprendiz a unos [93] talleres mecá-nicos muy importantes del norte. Lehabía visto tan escasas veces, des-de entonces; habían pasado tantosaños... Ahora la anciana debía re-hacer, paso a paso, todo el camino,hasta muy atrás, para poder reco-nocerlo claramente por entre la ne-blina del tiempo. A veces tenía laimpresión de que su nuera le ha-blaba de un desconocido.

La joven Mrs. Rout se sentíadecepcionada.

-Hum... Hum... -volvió la

flicker 1 brillar con luz mortecina, trému-la, temblorosa; quiver, waver. Vaci-lar, oscilar, titilar, centellear, fla-mear,

1 (of light) shine unsteadily or fitfully. 2(of a flame) burn unsteadily, alternatelyflaring and dying down. 3 a (of a flag,a reptile’s tongue, an eyelid, etc.)move or wave to and fro; quiver;vibrate. b (of the wind) blow lightly andunsteadily. 4(of hope etc.) increaseand decrease unsteadily andintermittently.

200

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

page . “How provoking! Hedoesn’t say what it is. Says Ic o u l d n ’ t u n d e r s t a n d h o wmuch there was in it. Fancy!W h a t c o u l d i t b e s o v e r yclever? What a wretched mannot to tell us!”

She read on without furtherremark soberly, and at last satlooking into the fire. The chiefwrote just a word or two of thetyphoon; but something had movedhim to express an increasedlonging for the companionship o ft h e j o l l y w o m a n . “ I f i thadn’t been that mother must belooked after, I would send youyour passage-money to-day. Youcould set up a small house outhere. I would have a chance to seeyou sometimes then. We are notgrowing younger. . . .”

“ H e ’s w e l l , m o t h e r , ”s ighed Mrs . Rou t , r ous ingherself.

“He always was a strongheal thy boy,” said the oldwoman, placidly.

Bu t Mr. Jukes ’ a ccoun twas really animated and veryf u l l . H i s f r i e n d i n t h eWe s t e r n O c e a n t r a d ei m p a r t e d i t f r e e l y t o t h eo the r o f f i ce r s o f h i s l i ne r.“A chap I know writes to meabout an extraordinary affairthat happened on board hisship in that typhoon — youknow — that we read of inthe papers two months ago.It’s the funniest thing! Justsee for yourself what he says.I’l l show you his letter.”

There were phrases in i tc a l c u l a t e d t o g i v e t h eimpression of l ight-hearted,i n d o m i t a b l e r e s o l u t i o n .J u k e s h a d w r i t t e n t h e m i ngood fai th , for he fe l t thuswhen he wrote. He describedwith lurid effect the scenesin the ’tween-deck. “ . . . I ts t r u c k m e i n a f l a s h t h a tthose confounded Chinamencou ldn ’t t e l l we weren ’ t adespe ra t e k ind o f robbe r s .’ T i s n ’ t g o o d t o p a r t t h eChinaman from his money ifhe is the s t ronger par ty. Wen e e d h a v e b e e n d e s p e r a t e

¡Qué provocación! No dice de quése trata. Dice que no podría enten-der toda la importancia del asunto.¡Imagínese! ¿Qué podría ser tanincreíblemente ingenioso? ¡Quéhombre, mira que dejarnos tanintrigadas!

Siguió leyendo sobriamente, sinningún comentario, y al final sequedó absorta mirando el fuego. Eljefe de máquinas sólo escribía unpar de frases sobre el tifón, peroalgo le había impulsado a expresarun anhelo creciente de la compañíade su alegre esposa.

«Si no fuera porque mi madrenecesita alguien que la cuide, hoymismo te mandaría el dinero parael pasaje. Podrías establecerte aquí,en una casita, y así podría verte devez en cuando. Nos estamos hacien-do viejos y...»

-Dice que está bien, madre-suspiró la señora Rout, ende-rezándose.[89]

-Siempre ha sido un muchachofuerte y saludable -contestó, pláci-damente la anciana.

El relato del señor Jukes, porel contrario, era muy vívido y lle-no de colorido. Su amigo en lamarina mercante del Océano Oc-cidental compartió generosamen-te su contenido con los demás ofi-ciales de su transatlántico.

-Un amigo mío me escribeexplicándome un caso extraordi-nario que se produjo a bordo desu barco durante el tifón -aqueltifón que salió en los periódicos,sabéis, hace un par de meses-.¡Es algo increíble! Ya veréis loque dice. Os leeré su carta.

En la carta del señor Jukes ha-bía frases calculadas para dar laimpresión de un coraje y determi-nación indomables. Jukes las habíaescrito de buena fe, porque así sehabía sentido al redactar su carta.Describía de forma efectista las es-cenas sucedidas en el entrepuente:

... De repente comprendí queaquellos malditos chinos no po-dían saber si éramos un atajo debandidos desesperados dispuestosa robarles. No es muy sensato in-tentar quitarles el dinero a los chi-nos, sobre todo si su grupo es másnumeroso. Claro que hubiéramostenido que estar desesperados de

hoja-. ¡Oh, qué rabia! No dice dequé se trata. Dice que yo no po-dría entender toda la importanciaque tiene la cosa. ¡Ay, caramba!¿Qué debió ser eso tan inteligen-te? ¡Hay que ser malo para no de-cirnos nada!

Siguió leyendo, sin hacer nin-guna otra observación y luego sequedó sentada, mirando al fuego.El primer maquinista sólo decía unpar de cosas sobre el tifón, perohabía algo que le había inducido aexpresar el deseo creciente de disfrutarde la compañía de su alegre mujer.«Si no fuera porque madre necesitaque alguien cuide de ella, hoy mis-mo te habría enviado el dinero parael pasaje. Tú podrías buscarte unacasita de por aquí, con lo que po-dríamos vernos con más frecuencia.Nos hacemos viejos y... »

-Dice que está bien, ma-dre -suspiró Mrs . Rout , le-vantándose.

-Siempre fue un chico robustoy sano dijo la anciana señora, plá-cidamente.

E l r e l a to de Mr. Jukes ,por el contrario, resultó muycompleto y lleno de colorido.Su amigo de l océano occ i -d e n t a l h i z o p a r t í c i p e s d e lmismo a los restantes oficia-les de su trasatlántico.

-Un amigo mío me escribeexplicándome un caso extraor-dinario que se produjo a bordode su barco, durante aquel ti-fón del que hablaron los perió-dicos hace un par de meses.¡Fue un caso realmente gracio-so! Os voy a leer su carta.

En la carta de Mr. Jukes habíafrases calculadas para producir laimpresión de un coraje y una deci-sión indomables. Jukes las habíaescrito de buena fe, porque así eracomo se sentía cuando las redacta-ba. Describía de modo efectista lasescenas del entrepuente:

«...En seguida comprendí queaquellos malditos chinos no podíansaber que no éramos una banda defascinerosos dispuestos [94] aesquilmarlos por completo. No esmoco de pavo quitarle el dinero a unchino, cuando se sabe el más fuerte.Naturalmente hubiéramos tenido queestar muy mal de la cabeza para po-

202

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

indeed to go thieving in suchw e a t h e r , b u t w h a t c o u l dthese beggars know of us?S o , w i t h o u t t h i n k i n g o f i ttwice, I got the hands awayi n a j i f f y . O u r w o r k w a sdone — that the old man hadset his heart on. We clearedo u t w i t h o u t s t a y i n g t oinquire how they fel t . I amconvinced tha t i f they hadn o t b e e n s o u n m e r c i f u l l yshaken , and a f ra id — eachindividual one of them — tos t a n d u p , w e w o u l d h a v ebeen torn to p ieces . Oh! I twas pre t ty comple te , I cantel l you; and you may run toand f ro across the Pond tothe end of t ime before youfind yourself with such a jobon your hands.”

After this he a l ludedprofessionally to the damagedone to the ship, and went onthus:

“It was when the weatherquieted down that the situationbecame confoundedly delicate.It wasn’t made any better byu s h a v i n g b e e n l a t e l ytransferred to the Siamese flag;though the skipper can’t seethat it makes any difference —‘as long as we are on board’ -he says. There are feelings thatthis man simply hasn’t got —and there’s an end of it. Youmight just as well try to makea bedpost understand. But apartfrom this i t is an infernallylonely state for a ship to begoing about the China seaswith no proper consuls, noteven a gunboat of her ownanywhere, nor a body to goto in case of some trouble.

“My notion was to keep theseJohnnies under hatches foranother fifteen hours or so; as weweren’t much farther than thatfrom Fu-chau. We would findthere, most likely, some sort of aman-of-war, and once under herguns we were safe enough; forsurely any skipper of a man-of-war — English, French or Dutch-would see white men through asfar as row on board goes. Wecould get rid of them and theirmoney afterwards by deliveringthem to their Mandarin or Taotai,

verdad para pensar en robar en se-mejante temporal, pero ¿qué sa-bían de nosotros aquellos desgra-ciados? De manera que, sin pen-sarlo dos veces, conseguí que losmarineros salieran corriendo. Ha-bíamos cumplido nuestra tarea, laque el viejo tenía tan a pecho.Salimos de allí sin perder tiempoen preguntarles cómo se sentían.Estoy convencido de que si nohubieran estado tan terriblementeconmocionados -todos y cada unode ellos- demasiado aterrorizadospara rebelarse, nos hubieran he-cho pedazos. ¡Oh! Fue todo unespectáculo, te lo juro; y puedesestar seguro de que por mucho quecruces el Gran Charco una y otravez, hasta el fin de los tiempos,no te encontrarás jamás con unatarea semejante en las manos.

Después de aludir, desde unpunto de vista profesional, a losdaños sufridos por el barco, conti-nuaba: [90]

Cuando el temporal amainó,entonces sí que nos encontramosen una situación terriblemente de-licada. Además, para empeorar lascosas, hacía poco que habíamospasado a navegar bajo la banderasiamesa; aunque el capitán no levea ninguna diferencia...«en tan-to nosotros estemos a bordo»,como acostumbra a decir. Estehombre carece por completo deciertos sentimientos, y punto. Escomo querer hacerle entender algoa un poste de la cama. Pero apartede esto, navegar por los mares dela China sin el apoyo de algúncónsul, sin una simple lancha ca-ñonera propia, ni instancia a laque recurrir en caso de necesidad,es una situación terriblemente so-litaria para un barco.

Mi propósito era mantener aesos chinos atados bajo cubiertadurante por lo menos otras quincehoras, ya que éste era el tiempoaproximado que tardaríamos en lle-gar a Fu-chau. Allí encontraríamos,probablemente, algún barco de gue-rra y, una vez al alcance de sus ca-ñones, estaríamos a salvo; ya quecualquier capitán, ya sea inglés,francés u holandés, ayudaría sinduda a una tripulación de blancoscon problemas a bordo. Luego po-dríamos librarnos de los coolies yde su dinero entregándolos a su

nernos a robar en medio de aquel tem-poral, pero, ¿qué podían saber aque-llos desgraciados sobre nosotros? Espor lo que, sin pensármelo dos ve-ces, les ordené a los marineros quese retirasen a toda prisa. Habíamoscumplido con nuestra obligación, conlo que nos había ordenado el capitáncon tanto interés. Así que nos hici-mos humo, sin preguntarles qué talestaban. Estoy convencido de que, sino llegan a estar tan asustados y za-randeados, todos y cada uno de ellos,hasta el punto de que no podían nitenerse en pie, nos habrían converti-do en picadillo. Te aseguro que fueun espectáculo digno de verse. Yapuedes pasearte de arriba abajo porel Gran Charco, hasta el fin de lostiempos, que no creo te encuentresnunca con una faenita como esa en-tre las manos».

Tras aludir, desde un puntode vista profesional, a los estra-gos sufridos por el barco, con-tinuaba así:

« Cuando el tiempo mejoró, lasituación se hizo extremadamentedelicada. El hecho de haber sidotransferidos recientemente a la ban-dera siamesa no hacía sino empeo-rar las cosas, aunque según el capi-tán eso no tuviera nada que ver,«mientras nosotros sigamos a bor-do», decía. Hay sentimientos queese hombre no ha experimentadonunca, y no hay nada que se puedahacer. Sería como intentar explicar-te la cuestión a la propia cabecerade la cama. Pero, eso aparte, la ver-dad es que la situación de un bar-co, navegando por los mares deChina, sin los socorros debidos, sinuna sola lancha cañonera propia enparte alguna, sin ninguna corpora-ción a la que recurrir ante un malpaso, es ciertamente delicada.

»Yo había pensado en mantenera los chinos bajo cubierta unas quin-ce horas más, aproximadamente, queera el tiempo que tardaríamos en lle-gar a Fu-chou. Con toda seguridadnos hallaríamos, allá, con algún bu-que de guerra y, una vez al alcancede sus cañones, podíamos conside-rarnos salvados, ya que cualquiercapitán de un buque de guerra in-glés, francés u holandés estaría dis-puesto a ayudar a una tripulación deblancos. Después podríamos desha-cernos de los coolies y de su maldi-to dinero, entregándolos a su

in a jiffy in a momment, in a instant,en un satiamén, in a blink of an eye,en un periquete, enseguida

slang or colloq., meaning ‘soon’.

204

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

or whatever they call these chapsin goggles you see being carriedabout in sedan-chairs throughtheir stinking streets.

“The old man wouldn’t seeit somehow. He wanted to keepthe matter quiet. He got thatnot ion into his head, and asteam windlass couldn’t drag itout of him. He wanted as littlefuss made as possible, for thesake of the ship’s name and forthe sake of the owners — ‘forthe sake of all concerned,’ sayshe, looking at me very hard.

It made me angry hot. Ofcourse you couldn’t keep athing like that quiet; but thechests had been secured in theusual manner and were safeenough for any earthly gale,whi le th i s had been anal together fiendish business Icouldn’t give you even an idea of.

“ M e a n t i m e , I c o u l dh a r d l y k e e p o n m y f e e t .N o n e o f u s h a d a s p e l l o fa n y s o r t f o r n e a r l y t h i r t yh o u r s , a n d t h e r e t h e o l dm a n s a t r u b b i n g h i s c h i n ,rubb ing the top o f h i s head ,a n d s o b o t h e r e d h e d i d n ’ te v e n t h i n k o f p u l l i n g h i slong boo t s o f f .

“‘I hope, sir,’ says I, ‘youwon’t be letting them out ondeck before we make ready forthem in some shape or other.’Not, mind you, that I felt verysanguine about cont ro l l ingthese beggars if they meant totake charge. A trouble with ac a rg o o f C h i n a m e n i s n oc h i l d ’s p l a y . I w a s d a m ’t i r e d , t o o . ‘ I w i s h , ’ saidI, ‘you would let us throw thew h o l e l o t o f t h e s e d o l l a r sdown to them and leave themto fight it out amongst themselves,while we get a rest.’

“ ‘ N o w y o u t a l k w i l d ,J u k e s , ’ s a y s h e , l o o k i n gu p i n h i s s l o w w a y t h a tm a k e s y o u a c h e a l lo v e r , s o m e h o w . ‘ W em u s t p l a n o u t s o m e t h i n gt h a t w o u l d b e f a i r t o a l lp a r t i e s . ’

“ I h a d n o e n d o f w o r ko n h a n d , a s y o u m a y

mandarín, o Taotai, o como quieraque se llamen esos tipos con gafitasque recorren las apestosas callejue-las en sillas de manos.

Pero el viejo no quería verlode esta forma. Quería echan tie-rra sobre aquel asunto. Se le ha-bía metido esta idea en la cabe-za y no se la podías arrancar nicon una grúa de vapor. Queríaque se armara el menor revueloposible, por el bien del barco ypor el bien de sus propietarios,«por el bien de todos», me dijo,mirándome con dureza.Me sentí profundamente indignado.Por supuesto, era imposible silen-ciar un asunto como aquél; pero losbaúles habían sido sujetados comode costumbre y deberían haberaguantado cualquier temporal delmundo, mientras que aquello habíasido algo tan infernal que no puedosiquiera darte una idea.

Mientras tanto, yo apenaspodía tenerme en pie . No tu-vimos ni un respiro durantecerca de treinta horas, y [91]todo este t iempo el viejo noh a c í a m á s q u e r a s c a r s e e lmentón, rascarse la coroni-l l a , t an p reocupado que n is iqu i e ra pensó en qu i t a r selas botas al tas .

«Espero, señor, que no pien-se soltarlos en cubierta antes deque hayamos previsto algunaforma de controlarlos.» Por su-puesto, no es que yo estuvieramuy entusiasmado con la ideade tener que controlar a esosdesgraciados si se les ocurríaatacarnos. Un cargamento dechinos con problemas no es nin-gún juego de niños. Además, yoestaba agotado. «Desearía -ledije- que nos dejara echarles losdólares para que se peleen en-tre ellos allí abajo, y nos dejentranquilos un rato».

«No diga tonterías, Jukes-me contestó, alzando la. vistade aquella manera tan lenta que,de alguna manera, consigue po-nerte los nervios de punta-. Te-nemos que planear algo que seajusto para todas las par tesinvolucradas.»

Yo estaba muy atareado,como puedes imaginarte, por

mandarín o a su Taotai o como dia-blos se [95] llamen esos individuoscon gafas que se pasean en literaspor callejuelas apestosas.

»Pero el viejo no estaba de acuer-do conmigo. El quería que se le echa-ra tierra al asunto. Se le había metidoesa idea en la cabeza y ni con unagrúa de vapor hubiera habido modode sacársela de ella. Quería que sehiciera el menor escándalo posible,por el buen nombre del barco y desus propietarios y de todos los quehemos tenido algo que ver», me dijo,mirándome duramente-.Lo cual me indignó. Una cosa detal naturaleza no es posible mante-nerla oculta; aunque los baúles ha-bían sido asegurados a conciencia,como de costumbre, y habrían so-portado cualquier temporal corrien-te, el tifón que nos azotó fue algoendiablado, que me veo incapaz dedescribirte.

» Y entretanto yo apenas po-día tenerme en pie. Ninguno denosotros tuvo un salo momentode reposo a lo largo de más detreinta horas, mientras que elviejo no hacía otra cosa que ras-carse la barbilla y la mollera,preocupado hasta el punto deque incluso se olvidó quitarselas botas de agua.

»-Espero, señor -le dije yo-, queno permitirá usted que suban a cubier-ta hasta que no estemos en condicio-nes, de un modo u otro, de hacerlesfrente. -Y que conste que no tenía elmenor deseo de encararme con aque-lla banda de bergantes, si es que sedisponían a atacarnos. Una batalla conun cargamento de chinos no es lo quellamaríamos una diversión. Por otraparte, estaba muerto de cansancio-. Amí me gustaría -le dije-, a mí me gus-taría que nos permitiera tirarles esemontón de dólares y que se las apaña-ran entre ellos. Así nosotros podría-mos descansar, entretanto, un poco.

» - N o d i g a t o n t e -r í a s , J u k e s - m e d i j o ,m i r á n d o m e d e e s em o d o q u e m i r a , q u e n os a b e s d ó n d e m e t e r t e - .D e b e m o s h a l l a r u n as o l u c i ó n q u e s e a j u s t ap a r a t o d o s .

»A mí no me faltaba el trabajoprecisamente, como te puedes supo-

206

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

i m a g i n e , s o I s e t t h e h a n d sg o i n g , a n d t h e n I t h o u g h t Iw o u l d t u r n i n a b i t . Ih a d n ’ t b e e n a s l e e p i n m yb u n k t e n m i n u t e s w h e n i nr u s h e s t h e s t e w a r d a n db e g i n s t o p u l l a t m y l e g .

“ ‘ F o r G o d ’s s a k e , M r .J u k e s , c o m e o u t ! C o m eo n d e c k q u i c k , s i r . O h ,d o c o m e o u t ! ’

“The fellow scared all the senseout of me. I didn’t know what hadhappened: another hurricane — orwhat. Could hear no wind.

“‘The Captain’s letting themout. Oh, he is letting them out!Jump on deck, sir, and save us.The chief engineer has just runbelow for his revolver.’

“That’s what I understoodthe fool to say. However, FatherRout swears he went in thereonly to get a c lean pocket-handkerchief. Anyhow, I madeone jump into my trousers andflew on deck aft. There wascertainly a good deal of noisegoing on forward of the bridge.Four of the hands wi th theboss’n were at work abaft. Ipassed up to them some of therifles all the ships on the Chinacoast carry in the cabin, and ledthem on the bridge. On the wayI ran against Old Sol, lookings ta r t led and sucking a t anunlighted cigar.

“‘Come along,’ I shouted to him.“We charged, the seven of

us, up to the chart-room. Allwas over. There stood the oldman with his sea-boots sti l ldrawn up to the hips and ins h i r t - s l e e v e s - g o t w a r mth ink ing i t ou t , I suppose .Bun Hin’s dandy clerk at hiselbow, as dir ty as a sweep,was sti l l green in the face. Icould see directly I was in forsomething.

“‘What the devil are thesemonkey tricks, Mr. Jukes?’ asksthe old man, as angry as ever hecould be. I tell you frankly itmade me lose my tongue. ‘ForGod’s sake, Mr. Jukes,’ says he,‘do take away these rifles fromthe men. Somebody’s sure to get

eso di órdenes a los marinerosy me dispuse a descansar unrato. Pero no llevaba durmien-do en la litera más de diez mi-nutos cuando llegó corriendoel camarero y empezó a tirar-me de la pierna.

« ¡ P o r D i o s , s e ñ o rJ u k e s , s a l g a ! ¡ S a l g a a c u -b i e r t a , s e ñ o r ! ¡ P o r f a v o r ,sa lga ahora mismo! »

El tipo me dejó aterroriza-do. No sabía qué podía haberpasado: ¿otro huracán, o qué?No se oía señal de viento.

«¡El capitán los deja salir! ¡Oh,los está dejando salir! ¡Corra a cu-bierta, señor, y sálvenos! ¡El jefe demáquinas acaba de bajar a buscarsu revólver!»

Esto es lo que le entendí de-cir, pero el padre Rout jura yperjura que sólo fue a buscar unpañuelo limpio. En todo caso,me puse los pantalones de unsalto y salí corriendo a cubiertade popa. A proa del puente seoía un buen jaleo, ciertamente.Me encontré con cuatro marine-ros y el contramaestre; les paséalgunos de los rifles que todoslos barcos que costean la Chinadeben llevar en la cabina y lesconduje hacia el puente. En el[92] camino también tropecécon el viejo Sol, que nos miróasombrado, mientras chupabaun puro apagado.

«Ven con nosotros», le grité.Entramos corriendo los siete en lacaseta de derrota. Todo había ter-minado. Allí estaba el viejo, con lasbotas altas todavía hasta la cadera,y en mangas de camisa. Debía ha-berse acalorado sólo con pensar ensu plan, supongo. A su lado, el ele-gante empleado de Bun-hin, suciocomo un deshollinador, todavía te-nía verde la cara. En seguida me dicuenta de que me había metido enproblemas.

«¿Qué demonios significa estafantochada, señor Jukes? -me pre-gunta el viejo, tan enfadado comopueda estarlo. Confieso que mehizo perder el habla-. En nombrede Dios, señor Jukes -me dice-,quíteles los rifles a los marineros,antes de que alguien pueda hacer-

ner, de modo que les di las órdenespertinentes a los marineros y luegocreí que podría descansar un rato. Nohacía ni diez minutos que había caí-do como un tronco en mi litera, cuan-do entró a toda prisa el camarero yempezó a tirarme de una pierna.

»-¡Por todos los santos, sal-ga usted, Mr. Jukes! ¡Suba usteden seguida a cubierta, señor!¡Salga, salga! [96]

» El tipo me dejó sin aliento.No tenía ni idea de lo que pasaba.¿Otro huracán? ¡No! Por lo demás,no se oía ni un soplo de viento.

»-¡El capitán los deja salir! ¡Losdeja salir! ¡Suba usted a cubierta,señor, y sálvenos! ¡El primer ma-quinista ha bajado a toda prisa enbusca de su revólver!

»Eso es lo que yo entendí queme estaba diciendo aquel pánfilo.Pero «Papá Rout» jura y perjura quesólo bajó en busca de un pañuelolimpio. El caso es que me metí enlos pantalones de un salto y subí acubierta. Lo cierto es que, a proadel puente, se escuchaba un albo-roto considerable. Por el camino metropecé con cuatro marineros y elcontramaestre, entre los que distri-buí unos cuantos rifles; todos losbarcos de la costa de China los lle-van. De manera que, asípertrechados, me di de bruces conel «Viejo Sol», quien nos miró es-pantado, sin dejar de chupar un ci-garro apagado tiempo ha.

»-¡Venga usted! -le grité.» Irrumpimos los siete en el cuar-

to de derrota. Ya había pasado todo. Elviejo estaba allí, erguido, aún con lasbotas de agua y en mangas de camisa(me imagino que habría entrado en ca-lor de tanto darle al caletre) y a su ladoestaba el elegante empleado deBun-hin, sucio como un deshollinadory con el rostro completamente verdetodavía. De inmediato me di cuenta deque había hecho el ridículo, de que ha-bía metido la pata, vamos.

»-¿Qué diablos significa estecarnaval, Jukes?

»Te aseguro que no supe quécontestar.

» - P o r e l a m o r d e D i o s ,Jukes -cont ínuó el capi tán- ,quí te les a es tos hombres losr i f les de las manos, no sea

208

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

hurt before long if you don’t.Damme, if this ship isn’t worsethan Bedlam! Look sharp now.I want you up here to help meand Bun Hin’s Chinaman tocount that money. You wouldn’tmind lending a hand, too, Mr.Rout, now you are here. Themore of us the better.’

“He had settled it all in hismind whi le I was having as n o o z e . H a d w e b e e n a nEnglish ship, or only going toland our cargo of coolies in anE n g l i s h p o r t , l i k e H o n g -K o n g , f o r i n s t a n c e , t h e r ewould have been no end ofinquiries and bother, claimsfor damages and so on. Butthese Chinamen know theirofficials better than we do.

“The ha t ches had beentaken off already, and they wereall on deck after a night and aday down below. It made youfee l quee r t o s ee so manygaunt, wild faces together. Thebeggars stared about at the sky,at the sea, at the ship, as thoughthey had expected the wholething to have been blown topieces. And no wonder! Theyhad had a doing that wouldhave shaken the soul out of awhite man. But then they say aChinaman has no soul. He has,though, something about himthat is deuced tough. There wasa fellow (amongst others of thebadly hurt) who had had his eyeall but knocked out. It stoodout of his head the size of halfa hen’s egg. This would havelaid out a white man on hisback for a month: and yet therewas that chap elbowing hereand there in the crowd andta lk ing to t he o the r s a s i fnothing had been the matter.They made a great hubbub[tumult] amongst themselves,and whenever the o ld manshowed his bald head on theforeside of the bridge, theywould all leave off jawing andlook at him from below.

“ I t s e e m s t h a t a f t e r h eh a d d o n e h i s t h i n k i n g h em a d e t h a t B u n H i n ’ sf e l l o w g o d o w n a n de x p l a i n t o t h e m t h e o n l yw a y t h e y c o u l d g e t t h e i r

se daño. ;Este barco es peor queun manicomio! Ahora, escúchemebien. Quiero que se quede aquípara ayudarme a mí y al emplea-do de Bun-hin a contar el dinero.Ya que está aquí, ¿no le importa-rá echarnos también una mano,verdad, señor Rout? Cuantos másseamos, mejor.»

Lo había decidido todomientras yo echaba un sueñecito.Si nos hubiéramos encontrado abordo de un barco bajo banderainglesa, o simplemente tuviéra-mos que descargar a los cooliesen un puerto inglés , comoHong-Kong, por ejemplo, lasquejas y reclamaciones no hu-bieran tenido fin. Pero estos chi-nos conocen a sus autoridadesmejor que nosotros.

Las escotillas ya estabanabiertas y lodos habían subidoa cubierta, tras una noche y undía en las bodegas. Producíauna extraña sensación ver tan-tas caras desencajadas y salva-jes. Los desgraciados no hacíanmás que mirar asombrados elcielo, el mar, el barco, como sino hubieran esperado encontrar-se con nada de todo ello. ¡Nome extraña! Acababan de teneruna experiencia capaz de sacu-dir hasta el alma a un hombreblanco. Pero dicen que el chinono t iene alma. Aunque algodebe de tener para ser tan resis-tente. Había un individuo -en-tre los demás malheridos- queparecía a punto de perder [93]un ojo. Le salía de la cara, hin-chado como medio huevo degallina. Un hombre blanco enestas condiciones hubiera debi-do guardar cama durante unmes; y, sin embargo, él avanza-ba dando codazos entre 1a mul-titud, hablando con la gentecomo si no le hubiera pasadonada. Los doscientos cooliesproducían un zumbido constan-te, pero cada vez que el viejoasomaba su calva por e1 puentese callaban todos y se quedabanmirándole desde abajo.

Parece ser que , despuésde habérse lo pensado, le p i -d ió a l empleado de Bun-hinque ba jara a la bodega y lese x p l i c a r a l a ú n i c a m a n e r aque ten ían de recuperar su

que alguien tome daño. ¡Estebarco parece un manicomio!B i e n , e s c ú c h e m e . Q u i e r oque me ayude, a mí y a es techino de Bun-hin , a contares te d inero . Us ted tambiénpodría ayudarnos, Mr. Rout ,s i n o l e i m p o r t a . C u a n t o smás seamos, mejor.

»El viejo lo había decidido todomientras yo estuve dormido. Si nos hu-biéramos encontrado en un vapor in-glés, o por lo menos hubiéramos ido adesembarcar a un puerto inglés, comoHongKong, por ejemplo, las investiga-ciones y molestias habrían constituidoun rosario inacabable, con todas las re-clamaciones por daños y perjuicios, et-cétera, etcétera. Pero aquellos chinosconocían a sus oficiales mejor que no-sotros mismos. [97]

»Las escotillas ya se habíanabierto y los chinos estaban encubierta, tras un día y una no-che encerrados abajo. Causauna impresión en verdad extra-ña el ver tantas caras demacra-das juntas. Los desgraciadosmiraban el cielo, el mar y elbarco, como si aún no se cre-yeran del todo que estuvieranvivos. No era raro. Habían pa-sado por un trance que ningúnhombre blanco habría sabidosoportar. Dicen que el chino notiene alma. Pero tiene, por lomenos, una resistencia maravi-llosa. Uno de aquellos tipos(entre otros gravemente heri-dos) por poco no había perdi-do un ojo. Lo tenía casi salidode la órbita, hinchado comomedio huevo de gallina. Unblanco habría tenido que guar-dar cama un mes, cauro míni-mo; el chino, en cambio, nocesaba de ir de un lado paraotro, charlando como una co-torra, como si no le hubiera pa-sado nada . Los dosc i en toscoolies producían un zumbidoconstante, y cada vez que elviejo asomaba la azotea por laparte de proa del puente, todosse quedaban callados y le mi-raban desde abajo.

»Según pa rece , una veztomada su dec i s ión , e l ca -p i tán había ordenado a l em-p leado de Bun-h in que ba -j a ra a exp l i ca r l e s e l ún icomodo por e l que podr ían re -

210

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

m o n e y b a c k . H e t o l d m ea f t e r w a r d s t h a t , a l l t h ec o o l i e s h a v i n g w o r k e d i nt h e s a m e p l a c e a n d f o r t h es a m e l e n g t h o f t i m e , h ereckoned he would be doingt h e f a i r t h i n g b y t h e m a snear as possible i f he sharedal l the cash we had pickedu p e q u a l l y a m o n g t h e l o t .You couldn’t te l l one man’sdo l l a r s f rom ano the r ’s , hesaid, and i f you asked eachm a n h o w m u c h m o n e y h eb r o u g h t o n b o a r d h e w a safraid they would l ie , and hewou ld f i nd h imse l f a l ongw a y s h o r t . I t h i n k h e w a sr ight there . As to g iv ing upt h e m o n e y t o a n y C h i n e s eof f ic ia l he could scare up inF u - c h a u , h e s a i d h em i g h t j u s t a s w e l l p u tt h e l o t i n h i s o w np o c k e t a t o n c e f o r a l lt h e g o o d i t w o u l d b e t ot h e m . I s u p p o s e t h e yt h o u g h t s o , t o o .

“ We f i n i s h e d t h edis t r ibut ion before dark . I twas ra ther a s ight : the sear u n n i n g h i g h , t h e s h i p aw r e c k t o l o o k a t , t h e s eChinamen staggering up onthe bridge one by one for theirshare, and the old man sti l lb o o t e d , a n d i n h i s s h i r t -s leeves, busy paying out att h e c h a r t r o o m d o o r ,perspiring like anything, andnow and then coming downs h a r p o n m y s e l f o r F a t h e rR o u t a b o u t o n e t h i n g o ranother not quite to his mind.He took the share of thosewho were disabled himself tot h e m o n t h e N o . 2 h a t c h .There were three dollars leftover, and these went to thethree most damaged coolies,o n e t o e a c h . We t u r n e d - t oafterwards, and shovelled outon deck heaps of wet rags, allsorts of fragments of thingswithout shape, and that youcouldn’t give a name to, andlet them settle the ownershipthemselves.

“This certainly is comingas near as can be to keepingt h e t h i n g q u i e t f o r t h eb e n e f i t o f a l l c o n c e r n e d .W h a t ’s y o u r o p i n i o n , y o u

d ine ro . Más t a rde me d i j oq u e , p u e s t o q u e t o d o s l o schinos habían es tado t raba-jando en e l mismo lugar yduran te e l mismo lapso det i e m p o , c r e í a q u e l o m á sjus to ser ía repar t i r equi ta t i -vamente ent re todos e l los e ldinero que habíamos recogi-d o . E l d ó l a r d e u n o e r ae x a c t a m e n t e i g u a l a l d e lo t r o , d i j o , y t e m í a q u e l emint ie ran s i le preguntaba acada hombre cuánto d inerot e n í a a l e m b a r c a r , c o n l oque no le l legar ía n i muchom e n o s p a r a t o d o s . P i e n s oque en es to ten ía razón. Encuan to a l a pos ib i l i dad dee n t r e g a r e l d i n e r o a c u a l -qu ie r func ionar io ch ino deFu-chau, d i j o q u e p a r a e s t oY¿ pod ía me té r se lo é l en e lbo l s i l lo , po r e l poco p rove-c h o q u e s a c a r í a n l o sc o o l i e s , y s u p o n g o q u ee l l o s p o r s u p a r t e c o m p a r-t í a n e s t a o p i n i ó n .

Terminamos el reparto an-tes del anochecer. Fue todo unespectáculo: el mar todavíaencabritado, el barco hechouna ruina, estos chinos avan-zado tambaleándose hacia elpuente para recibir su parte, yel viejo, todavía calzado consus botas y en mangas de ca-misa, atareado pagando en lapuerta de la caseta de derrota,sudando como un condenado yreconviniéndonos de vez encuando al padre Rout o a mípor una cosa i1 otra que nofuera exactamente de su agra-do. A los coolies que no po-dían valerse, les entregó per-sonalmente su parte en la bo-dega número 2. Sobraron tresdólares, que fueron entregadosa los tres coolies que habíansalido peor parados, uno paracada uno. [94] Después, lan-zamos a paladas en cubiertamontones de andrajos empapa-dos, toda clase de restos sinforma ni nombre y dejamosque ellos mismos se los repar-tieran.

C i e r t a m e n t e , f u e l a f o r -m a m á s e f i c a z d e s i l e n c i a re l a s u n t o p a r a e l b i e n d et o d o s . ¿ T ú q u é o p i n a s ,d a n d y m i m a d o d e b a r c o

cupe ra r su d ine ro . Más t a r-de me d i jo que , pues to quet o d o s l o s c o o l t e s h a b í a nt r aba jado en l a misma em-p r e s a y d u r a n t e e l m i s m op e r í o d o d e t i e m p o , h a b í ac a l c u l a d o q u e n o p o d r í ae q u i v o c a r s e e n m u c h o s ir epa r t í a e l d ine ro a pa r t e si g u a l e s e n t r e t o d o s e l l o s .Di jo que e ra impos ib l e d i s -t i ngu i r l o s dó l a r e s de unode los dó la res de o t ro y quese t emía que , s i l e p regun-t a b a a c a d a c u a l c u á n t o sdó la res t en ía an tes de l t em-pora l , l e hab r í an engañado ,con lo que l e hub ie ra f a l t a -do una buena suma . Me pa -rece que en e s to l l evaba ra -zón . En cuan to a l a pos ib i -l i dad de en t r ega r l e e l d ine -r o a u n f u n c i o n a r i o c h i n ode Fu-chou , d i jo que se r í acomo s i é l mismo se los em-b o l s a s e d i r e c t a m e n t e , y aque se r í a de l a misma u t i l i -dad pa ra l o s coo l i e s .

»Terminamos con el repartoantes de que oscureciese. Fue unverdadero espectáculo: el maraún estaba rizado, el barco he-cho trizas, los chinos avanzan-do en fila india, procurandoguardar el equilibrio, y subien-do al puente uno a uno para co-brar su parte. Y el viejo, con lasbotas puestas y en mangas de ca-misa, muy atareado y conscien-te pagando en el cuarto de de-rrota, sudando como un negro ydirigiéndonos, a mí o a «PapáRout», una [98] reprimenda ,cuando hacíamos algo que no leparecía bien. La parte correspon-diente a los que habían quedadoinmovilizados por sus heridas, lallevó él mismo hasta la segundabodega. Sobraron tres dólares,que se entregaron a los trescoolies más malheridos, unopara cada uno. Luego sacamos acubierta, a paletadas, montañasde harapos empapados y todaclase de restos de cosas infor-mes, inidentificables, para queellos mismos hicieran el corres-pondiente reparto.

»La verdad es que fue elmejor modo de echar tierra alasunto, sin que nadie salieraespec ia lmente per jud icado .¿Qué te parece a ti, lechugui-

212

Notes Conrad’s Typhont tr. de Elisabet Norell tr. de Diego Hernández

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

55

60

65

pampered mai l -boa t swel l?The o ld ch ief says tha t th iswas p la in ly the on ly th ingt h a t c o u l d b e d o n e . T h eskipper remarked to me theother day, ‘There are thingsy o u f i n d n o t h i n g a b o u t i nbooks.’ I think that he got outo f i t v e r y w e l l f o r s u c h astupid man.”

End of The Project Gutenberg

Etext of Typhoon, by Joseph Conrad

Typhoon by Joseph Conrad

December, 1997 [Etext #1142]

c o r r e o ? E l v i e j o S o l d i c eq u e e r a s i n d u d a l o ú n i c oq u e p o d í a h a c e r s e . E l c a -p i t á n m e d i j o e l o t r o d í a :«Hay c i e r t a s cosas que noencon t ra rá j amás en un l i -bro». Por mi parte, creo que,para ser un hombre tan estú-pido, supo salir muy bien delapuro. [95]

no del barco correo? El «Vie-jo Sol» dice que era la únicamanera de hacer las cosas quehabía, eso estaba claro. El ca-pitán me decía la otra maña-n a : « h a y c o s a s q u e n o l a saprenderá usted en ningún li-bro». Por mi parte, creo quese las apañó muy bien, paraser tan zote». [99]