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    TLLO U Boletn del Seminario

    El Emblema de Tlloc en Mesoamrica

    Ao 3 N 9 Enero-Marzo 2013

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    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    J os Narro Robles

    Rector

    Estela Morales CamposCoordinadora de Humanidades

    Renato Gonzlez MelloDirector del Instituto de Investigaciones Estticas

    Mara Elena Ruiz Gallut Titular del proyecto

    Mara Elena Ruiz GallutAmrica Malbrn PortoEnrique Mndez TorresEditores

    Amrica Malbrn PortoDiseo editorial Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo

    del ttulo, Direccin General de Derechos de Autor,Secretara de Educacin Pblica, nmero (entrmite ). Certificados de licitud de ttulo y de con-tenido, Comisin Certificadora de Publicaciones yRevistas Ilustradas, Secretara de Gobernacin,nmeros, (en trmite ), ISSN (en trmite ).

    Las opiniones expresadas en Tlloc Qu? Boletn del

    Seminario El Emblema de Tlloc en Mesoamrica son

    responsabilidad exclusiva de sus autores.

    Tlloc Qu? Boletn del Seminario El Emblema de Tlloc en Mesoamrica es una publicacin trimestral delProyecto El Emblema de Tlloc en Mesoamrica, delInstituto de Investigaciones Estticas de La UniversidadNacional Autnoma de Mxico, Circuito Mario de laCueva s/n, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, MxicoD.F. Tel. 5622-7547 Fax. [email protected]

    Portada y vieta: Lmina 14 Cdice Nutall. Nutall, Zelia , Cdice Nutall.Reproduccin del Facs-mile Editado por el Museo Peabody de la Universidad de Harvard. La Estampa Mexicana. Mxico1974.

    Consejo Editorial: J orge Angulo VillaseorMarie-Areti HersAlejandro VillalobosPatrick J ohansson K.

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    PRESENT CINCon este primer nmero del ao 2013 damos inicio al tercer ao de la publicacin de

    nuestro rgano de difusin. En l se conjuntan tres artculos que dan continuidad al es-fuerzo compartido de profundizar y dar a conocer parte de los trabajos que se realizanen el seno del Seminario Tlloc .Beatriz E. De la Torre Yarza da forma al estudio titulado Tlloc en la Cuenca del RoMagdalena, donde la autora analiza el territorio y la presencia de importantes cauces deagua en la zona montaosa del sur de la ciudad de Mxico y su nexo con la actividadvolcnica en distintos sitios arqueolgicos de la regin. Para ello utiliza ejemplos diver-sos provenientes de cdices y otros testimonios culturales, en los que presenta nombresde montaas, seala los efectos de las erupciones en el rea, datos que contrasta conrituales y ceremonias, tanto pasadas como actuales.El anlisis de la geografa local, mostrada en la imgenes que acompaan al documen-to, da pie para ubicar la relevancia de un paisaje sagrado estrechamente asociado conlos cerros, fuentes acuticas, ros y volcanes, as como para apuntar las conexionesagua/fuego con el inframundo mesoamericano, expresadas tambin, desde su propues-ta, en la pintura mural de Teotihuacn.

    La sociedad agrcola teotihuacana , trabajo que presenta Martn Cruz Snchez, analizael tema la agricultura en Teotihuacn vinculada fundamentalmente con el crecimientodemogrfico de la urbe. Sus consideraciones entrelazan datos sobre el medio ambientey del clima y sus repercusiones en tal actividad, as como informacin sobre el aprove-chamiento de los recursos naturales y el desarrollo de una tecnologa hidrulica. El pen-samiento religioso ligado a las prcticas ceremoniales sirve aqu para proponer que laancestral labor agrcola, sustento tambin de la consolidacin histrica y cultural teo-

    tihuacana, encontr voces en el arte de la ciudad para mostrar su importancia.Por su parte Ral Francisco Gonzlez Quezada escribe el texto denominado El glifoemblema del Dios de la Tormenta-Tlloc en Tlayacapan, Morelos, en el cual analiza loselementos iconogrficos de un objeto ubicado como parte del trabajo arqueolgico en lazona, elementos que identifica como parte del conjunto sgnico del llamado Dios de laTormenta: tres crculos, bigotera y quinterno.

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    Dicho anlisis sirve al autor para hacer una revisin de las mismas formas que aparecenen otros contextos y para presuponer que la presencia de tales expresiones en el sitiono pueden asegurar una continuidad de los significados entre el Clsico y el Posclsicoy que en el caso presentado ms bien podran sealar un reutilizacin de los mismoscon un sentido social y meramente local.

    Mara Elena Ruiz Gallut

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    TLLOC EN LA CUENCA DEL RO MAGDALENA

    Beatriz E. de la Torre Yarza1

    E l Ro Magdalena es un importantecauce cuyas aguas brotan en la cimade las montaas que forman parte de

    la Sierra de las Cruces, a los pies del CerroLas Palmas, al sur-poniente de la Cuenca deMxico (Figs.1 y 2). Conforme hace su recorri-do por las laderas de las montaas hacia laparte baja, va siendo alimentado constante-mente por mltiples ojos de agua y pequeosarroyos. Ya en el pie de monte se suman a lasaguas de ste las del ro Eslava que baja delsur, por la cordillera del Ajusco, y desde la

    misma Sierra de las Cruces se le unen varioscauces a lo largo de su recorrido hacia el no-reste incrementando su caudal, el cual era de-positado anteriormente en el inmenso lago deTezcoco. Entre estos afluentes estn el ro SanJernimo, el Providencia, la barranca de Tex-calatlaco, los ros Chico, San ngel, Guadalu-pe y, ms al norte, los importantes cauces deBarranca del Muerto y del ro Mixcoac, que ba-

    jan del lado del Desierto de los Leones. La ma-yora de estos ros han sido entubados ya, y amuchos se les modific su cauce original, al

    1. Lic. En Geografa en la UNAM y el Diplomado en Museonoma en el INBA. Ha trabajado por ms de diez aos en laInvestigacin Histrica y Cultural de la Delegacin La Magdalena Contreras de la cual es Cronista desde el 2005.

    Fig.1. Cascada en el ro Magdalena.Foto de la autora

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    poca colonial desde La Magdalena Atlitic has-

    ta Coyoacn, aprovechando las aguas de estero.Tanto en las partes altas de las montaas co-mo en la zona baja, en las orillas del cauce deeste majestuoso ro, se han encontrado vesti-gios de adoratorios dedicados a las deidadesdel agua, principalmente a Tlloc y a los tlalo-ques.En las cercanas y a lo largo del ro Magdalenahubo, desde la poca prehispnica, variosasentamientos humanos importantes y estosgrupos humanos construyeron diversos cen-tros ceremoniales y adoratorios. Como vestigiode ellos, podemos enumerar a Cuicuilco, Zaca-

    construirse las redes hidrulicas, con el creci-

    miento de la ciudad, la gran mayora de ellosreciben diferentes nombres segn los distintossitios que atraviesan a lo largo de su curso.El ro Magdalena fue fundamental para el de-sarrollo social y econmico de la poblacin deuna vasta regin del surponiente de la cuencade Mxico desde pocas remotas. Su cuencaha sido una zona privilegiada para el desarro-llo y explotacin de diferentes productos fores-tales, cultivos agrcolas, cra de ganado menor,establos, explotacin y trabajo de piedra basl-tica y de canto rodado entre otras actividades;aunado a esto, la produccin textil y papeleraque se desarroll intensamente a partir de la

    Fig.2. Lugar de nacimiento del ro en la Sierra de las Cruces.Foto de la Autora.

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    Tlloc es benvolo, es el dador del agua indis-pensable para los mantenimientos del hombre,

    aunque puede manifestar su enojo con fuertestormentas, granizo, heladas o nevadas quedestruyen las cosechas, provocan inundacio-nes, arrastran y destruyen los cultivos y losasentamientos humanos. O por el otro lado,como fuego que surge del vientre de las mon-taas, es la dualidad agua-fuego (Angulo co-municacin personal).Tlloc aparece representado a veces slo porsu rostro y en otras de cuerpo entero, en pintu-ras murales, en cermica, en esculturas, vasi-

    jas, petrograbados, y tambin ilustrado encdices. Como ejemplo de estas representa-ciones tenemos a Tlloc en el Cdice Borgia(1898), que aparece, en el tonalmatl, como

    Signo del da, Regente, Seor de la Noche,Nombre de una trecena, Regente de otra tre-cena, y en algunas otras lminas del famosocdice (Fig.3).Existe un importantsimo centro ceremonial de-dicado a esta deidad al oriente de la Cuencade Mxico, el Monte Tlloc, pero tambin hacia

    el sur poniente de esta cuenca, en las altascordilleras que sirven de barrera meteorolgi-ca, en donde vierten gran parte de sus aguaslas masas de nubes que anualmente vienen dedistintos rumbos, zona en la que descargansus imponentes relmpagos y rugientes true-nos, cumbres en las que se observan las dan-

    Elementos que surgen de las entraas de lasmontaas, de la Sierra del Ajusco. Por el Xitle

    brota material incandescente que cubre unagran extensin de tierras frtiles del Sur de laCuenca de Mxico en las que se asent el im-portante centro ceremonial de Cuicuilco. Estemagma, que sale del interior de la montaahacia el cielo en forma intempestuosa, prendefuego a su paso y cubre el suelo con una grue-sa costra de lava, que convierte la zona en am-plios Pedregales.Montaas rellenas de fuego, montaas rellenasde agua, en donde se manifiestan con su fuer-za las deidades del fuego Huehuetotl y el delagua Tlloc en esta importantsima regin de laCuenca de Mxico, lugar de florecimiento delgrupo cuicuilca.

    Existe la posibilidad de que este grupo humanofuera uno de los que predominaron en Teo-tihuacan y dejaran plasmados en sus muralesel paisaje y los recursos naturales de la zonageogrfica de donde procedan, y las manifes-taciones meteorolgicas y geolgicas con lasque se presentaban sus dioses.

    Tlloc est representado con atribuciones deserpiente, como corriente de agua, de nubes,pero tambin de fuego, como dios del agua ydel fuego, de la lluvia, del granizo, de losrelmpagos y truenos as como de esa podero-sa fuerza gnea de los volcanes que emana delinterior de las montaas, del Inframundo.

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    ordinarios (Durn T.II, Cap.VIII, p.171,

    lm. 28).

    Estos cerros correspondan al inmenso territo-rio que antao tuvo Coyoacn, con una grancantidad de montaas que conforman las sie-rras del Ajusco y de Las Cruces que delimitanla Cuenca de Mxico hacia el surponiente.Tlloc aparece en el Mazatepetl, Cerro del Ve-nado, el venado quizs como nahual deTlloc, referido a la orientacin ponienteTlloc, como regente de uno de los signos delos das: Mazatl, venado. Tambin en el Cdi-ce Borgia (Op.cit.) el venado aparece vincula-do con el fuego, tal vez con el fuego emanadode ese volcn, con seres que provienen delcielo y con Tlloc como lluvia de fuego.Tlloc, signo de los das tiene como regente a

    Tonatiuh, el Sol, como fuego que cae del cielo,como tormenta elctrica, pero podra ser tam-bin en forma de gases y rocas ardientes quealcanzan grandes alturas por las fuertes explo-siones volcnicas que presenciaron los pobla-dores de Cuicuilco en esta zona. Fuego que seeleva hacia el cielo y cae, o escurre, en forma

    candente.Son varios y renombrados los arquelogos quehan descubierto y trabajado diferentes vesti-gios prehispnicos en esta importante zona delos alrededores de la cuenca del ro Magdale-na, entre ellos estn: Manuel Gamio (1920),Daniel Castaeda, Francisco Gonzlez Rul,

    zarinas y violentas centellas, cargas elctricasen forma de bolas de fuego, tambin aqu est

    presente Tlloc.Esto lo constatamos con el texto de DiegoDurn, de su Historia de las Indias de NuevaEspaa e Islas de Tierra Firme, que dice:

    Sin estos haba otros muchos cerros que

    pararme contallos sera necesario hacerun nuevo libro de mucho volumen perobasta decir de estos principales y nombra-dos entre los cuales podremos contar elque est en Coyoacn que era no menostemido y reverenciado donde iban todoslos de aquella comarca hacer sus adora-ciones y sacrificios y cumplir sus ordina-rios votos los cuales votos eran continuos y

    Fig.3 Tlaloc guerrero en la pgina 25 del cdiceBorgia. 1898

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    Cerro de San Miguel ArcngelEn la cspide del volcn San Miguel (Fig.4) co

    nocido como Cerro de San Miguel existi unimportantsimo adoratorio prehispnico. Estesitio localizado en la Sierra de las Cruces haciala parte alta del Santo Desierto de los Leones,fue referido por sus fundadores carmelitas (Dela Madre de Dios, 1986).

    Al visitar el sitio uno puede percatarse y admi-rar como este adoratorio est en un punto queocupa un lugar espectacular y de gran signifi-cado csmico religioso, sitio imponente a 3870msnm desde donde se contemplan, las altascumbres volcnicas del Nevado de Toluca, del

    Ajusco, del Popocatpetl y del Iztaczhuatl,tambin hacia el oriente se domina una granparte de la inmensa Cuenca de Mxico y

    Eva Edith Areizaga Macas, Eva Edith AreizagaMacas, Joel Santos y Francisco Rivas (Garca

    Garca, 1989 y Rivas y Santos, 2000).

    Sitios y vestigios arqueolgicosEntre los sitios que se sabe existieron o de losque permanecen algunos vestigios arqueolgi-cos como templos y adoratorios, puntos endonde se encontraron algunas ofrendas a lasdeidades prehispnicas como jarritas Tlloc,vasijas, platitos, figuras antropomorfas, cajas ournas de piedra, en esta regin del sudoestede la Cuenca de Mxico, y principalmente conrelacin a Tlloc, el dios que vive en la monta-a, en la cueva, el dios de la lluvia, de los true-nos, de los relmpagos, de las nubes, de la fer-tilidad estn los siguientes:

    Fig.4 Chimenea volcnica del SanMiguel. Foto de la Autora.

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    El hombre siempre ha mostrado una gran sen-

    sibilidad e inters por el conocimiento y respe-to a la naturaleza, a la que ve como morada delas divinidades y a las que honra con ofrendasy sacrificios en sitios significativos y extraordnarios como ste.En la cspide, de este magnfico sitio se en-cuentra la ermita del Arcngel Miguel, pequeaconstruccin de forma octagonal que posible-mente fue construida sobre un adoratorio pre-hispnico (Fig.6).El nombre del Arcngel Miguel,el fuerte, elvencedor del demonio, vencedor del demoniode la idolatra, es frecuente encontrarlo en lascumbres ms altas; no en vano en aquellos

    hacia el poniente el Valle de Toluca (Fig.5).

    Desde ah se observan, todava, hacia los cua-tro puntos, los maravillosos bosques en las la-deras de las montaas, mismos en los que na-cen infinidad de manantiales y arroyos.Esta protuberancia geolgica, relevante espa-cio geogrfico en la cima de la sierra, en elmismo parteaguas entre la Cuenca de Mxicoy el Valle de Toluca, cercano a los inimagina-bles manantiales que surgen en la cspide dela montaa para formar el ro Magdalena, eraun hecho que llamaba la atencin del hombredesde tiempos remotos, al observar cmo en lacumbre de la sierra, de su interior, del vientrede la montaa brotaba el agua.

    Fig.5. Vista desde San Miguel.Foto de la Autora.

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    o como agua obscura, cargada de nutrientes,de tierra negra, de material frtil, material pre-

    cioso y propicio para formar y alimentar suelospara los cultivos indispensables para el susten-to de la poblacin, agua sagrada que surge delvientre de la montaa y que es arrastradahacia la parte baja de la sierra, en donde estelimo se acumula.

    ngel Mara Garibay K., en su obra Teogona eHistoria de los Mexicanos, cita:

    El ao 176 creci tanto el agua de la lagu-

    na, especialmente el ro de Cuyuacan, quese anegaron todas las casas, y lleg a laprimera cinta del (templo de) Huitzilopochty las casas que eran de adobe cayeron, ydicen que vena el agua negra y llena deculebras, y que lo tuvieron por mila-gro (Garibay, 1979: 252).

    O es quizs el agua proveniente de los ne-gros y obscuros conglomerados de masas nu-bosas que el viento, Ehecatl, rene de mane-ra intensa en la zona y se precipitan extraordi-nariamente sobre estas montaas?Jos Ignacio Dvila Garibi en su obra Toponi-

    mias Nahuas anota:Atlitic, compuesto por las partculas: Atl =

    Agua; itic = el centro de la zona dondeabunda alguna cosa, interior, vientre; c =en (locativo) En los nombres geogrficos la partculai t ic seala interior, el centro de la zona

    sitios dedicados a adorar a las principales dei-dades prehispnicas, a las que haba que sus-tituir al imponer la nueva religin.A qu dios se ofrendaba y adoraba en estesitio? A Huitzilopochtli? A Tezcatlipoca Ne-

    gro? El mismo que posiblemente habitaba enla cueva de Chalma? O era Tlloc el de ros-tro negro?Podra relacionarse a esta agua negra , comoagua sagrada, agua proveniente de esta dei-dad que nos sugiere el topnimo de ATLITIC,

    Fig.6. Ermita octagonal del Arcngel Miguel. Foto de la Autora.

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    mo que en el flanco poniente de la Sierra delas Cruces como es el bien conocido adorato-

    rio de origen prehispnico de Chalma, espa-cios que corresponden a una misma y muyamplia regin cultural.En las faldas de la sierra del Ajusco existentambin tneles o cavidades formados por lascorrientes de magma, roca lquida a muy altastemperaturas, bajo las capas de roca ya solidi-ficada del exterior, que se utilizaron tambincomo sitios de culto.

    MazatepetlEl Mazatepetl es un pequeo volcn que sedistingue hacia el poniente de la Cuenca deMxico, escoltando a la Sierra de las Cruces.El nombre de Mazatepetl, Cerro del Venado,

    corresponde en la concepcin indgena alrumbo poniente que es hacia donde se en-cuentra esta protuberancia en la Cuenca deMxico.El cerro del Venado o Mazatepetl, tambin co-nocido en la actualidad como El Judo, que a

    pesar de estar registrado como un parque na-

    tural dentro del Distrito Federal y ser zona eji-dal, est casi en su totalidad invadido por vi-viendas y solo la cima en la que se localiza elcentro ceremonial fue rescatado por el INAH.En la cumbre de este cerro se encuentra unsitio arqueolgico de gran importancia en lazona (Fig. 7).

    donde abunda alguna cosa, donde nace -en este caso el agua- (Dvila Garibi, 1930).

    Para Dvila Garibi el topnimo Atlitic significaentonces: Lugar en donde nace y abunda elagua que corresponde plenamente con las ca-ractersticas y geografa del lugar, con esevientre de la montaa de donde brota y na-ce el agua .El pueblo situado a la salida del ro, por la Ca-ada de Contreras, recibi el nombre de SantaMara Magdalena Atlitic en el siglo XVI.El nombre de la Delegacin La MagdalenaContreras, creada en 1929, se compuso con elde la santa patrona del lugar y del apellido dela familia Contreras, dueos de una importantehacienda textil que se ubic en este lugar en elsiglo XVII.

    Hacia los dos flancos de las Sierras, la del Ajusco y la del Chichinautzin hacia el Sur, y lade las Cruces al poniente de la Cuenca deMxico, que colindan con esta zona, se en-cuentran varias cuevas, cavidades o tnelesque comunicaban con el Inframundo del pen-samiento indgena, lugares propios para comu-

    nicarse y relacionarse con las deidades delmonte, del agua, de la fertilidad, espacios queservan como adoratorios, lugares sagrados endonde habitaban estos dioses prehispnicos.Hacia el flanco sur de la Sierra del Chichinaut-zin, hacia el estado de Morelos, se encuentranejemplos de estas cuevas-adoratorios, lo mis-

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    Al frente de la estructura principal y entre lasdos laterales sobresale un afloramiento de ro-ca que tal vez pudo servir de plataforma a otroelemento o a un altar al centro de la pequeaplaza.Llama la atencin cmo sus constructoresaprovecharon el afloramiento de la roca madrepara labrar y levantar con ella parte de la plata-forma de la estructura principal, parte de los

    primeros escalones y de una escultura ya des-truida que fueron esculpidos y trabajados enesta masa ptrea de la cima del pequeovolcn (Fig.8). Como parte de este afloramien-to rocoso, al frente de las escalinatas se obser-van los restos de una escultura que fue des-

    La ocupacin del sitio corresponde entrelas fechas 1250 - 1480 d. C. (periodo Posclsi-co) en el que la civilizacin mexica consi-gue su mayor esplendor.Este vestigio arqueolgico se localiza en los191917.28 latitud norte y los 991514 lon-gitud poniente, a una altitud de 2775 msnm.Las escalinatas de la pirmide principal estnorientadas a los 270, direccin al poniente,

    que se corresponde con una orientacin equi-noccial.La estructura B, al frente de la primera, mira

    hacia el norte, situada en los 191750 N y

    991352 W, la C del frente mira hacia el sur,180.

    Fig.7. Sitio Arqueologico Mazatepetl. Foto de la Autora.

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    da con el fuego y la erupcin magmtica de los

    volcanes, pues aparece en sitios cercanos aellos, y est representada por un anciano por-tando una gran vasija- sahumador sobre sucabeza.En el atrio del templo del pueblo de San Ber-nab Ocotepec, al que pertenecan tambin lastierras del Mazatepetl, se encuentran vestigiosprehispnicos: una vasija y un tlachtemalacatlo aro del juego de pelota, ambos trabajados enpiedra.En un grupo de rocas que se localizan hacia laparte oriente de la pirmide hay mltiples y di-versas figuras grabadas, entre ellas hay variasen forma de escalerillas y gran cantidad de

    truida casi en su totalidad, quedan slo rastros

    de las patas y la cola, que aparentan ser deuna tortuga pero que posiblemente pudierancorresponder al desplante de un felino, tal vezun jaguar, seor del monte y nahual de Tlloc,como lo menciona Francisco Rivas, arquelogoque trabaj el sitio, en su informe de los traba-

    jos realizados hacia el ao 2000, y quien sugie-re que se trata de un ser imaginario compuestopor elementos de una tortuga y de un jaguar.Tambin en la zona se encontr una figura deXiuhtecuhtli (Rivas,Op. Cit.), seor del fuego,asociado a Huehueteotl, deidad tambin pre-sente en esta importante regin, cuyo centrofue Cuicuilco. Esta deidad ha estado relaciona-

    Fig.8 Sitio Arqueolgico Mazatepetl. Foto de la Autora.

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    En una de estas rocas se aprecian unas

    pisadas grabadas en ella, stas miran hacialos 126 y estn situadas en los 191825 Nor-

    te y los 991456 Poniente.

    Tlloc, adems, est presente en forma majes-tuosa en la ladera del Mazatepetl, su rostroest grabado en una gran roca de forma cni-ca, como la representacin prehispnica deuna montaa o una cordillera (Fig. 9). Es unaimportante imagen del dios de la lluvia, cuyafaz mira tambin hacia los 270 y se sita alos 19193 Norte y 991430 Oeste. Esta valiosa imagen de la deidad ha subsistidoa pesar de haber quedado enclavada en mediode un conglomerado de casas que invadieron

    perforaciones como diminutas ollas (Fig. 8).

    Estas pequeas cavidades aparecen frecuen-temente en varios sitios de Mxico, y su signi-ficado todava se ignora. Se ha pensado quepudieran corresponder a constelaciones, posi-ciones astrales (Rivas, 2009), marcadores rela-cionados con otros sitios arqueolgicos, ubica-cin de manantiales; otras hiptesis sugierenque serviran como diminutos recipientes pararecibir la lluvia, agua sagrada donada por eldios de la lluvia, Tlloc, para colocar en ellosalguna bebida ceremonial, o tal vez, para ver-ter en ellos la sangre del sacrificio humano rea-lizado para agradar y satisfacer a los dioses,en espera de sus favores (Broda, 1997:60).

    Fig. 8. Detalle en rocas labradas en Mazatepetl.Foto de la Autora

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    las laderas de la zona arqueolgica del Maza-tepetl, sin el respeto y cuidado que ello ameri-

    ta.

    CoconetlaCoconetla significa: lugar de los nios, o Aco-conetla: lugar de las aguas de los nios. Con este nombre se conoce esta prominenciamontaosa espectacular; sus altas paredesverticales sobresalen entre las montaas de laSierra de las Cruces, cuya ladera sur mirahacia el cauce del magnfico ro Magdalena,zona conocida como Caada de Contreras(Fig. 10).

    En este lugar han sido encontrados tambinvarios objetos relacionados con ofrendas paraesta deidad, en una rocas existen dos petrogli-fos de Tlloc de hechura reciente (Fig. 11). Ser este punto, al poniente, uno de los si-tios no identificados, de los que mencionan losprimeros cronistas, como Sahagn y Durn,en el que se realizaban los sacrificios de niospara Tlloc?En el Libro II, Cap. I de Sahagn tenemos:

    El primero mes del ao se llamaba entrelos mexicanos atlcahualo, y en otras partesquauitleoa en el primer da de este mes

    celebraban una fiesta en honra, segn al-gunos, de los dioses Tlaloques que los ten-an por dioses de la pluvia; y segn otrosde su hermana la diosa del agua Chalchitli-

    Fig. 9. Tlloc de la regin montaosa.Foto de la Autora.

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    ban pronstico de que haban de tener mu-

    chas aguas ese ao.Tambin en este mes mataban muchoscautivos a honra de los mismos dioses delagua (Sahagn,Libro II, Cap.I, 1982).

    Por ser uno de los lugares ms significativosde la zona, podra ser as: por su geografa, suestructura, su espectacular vista y dominio delpaisaje, por tener sus despeaderos hacia elimponente ro y por persistir todava en estesitio vestigios de la deidad.En este sitio se encontraron diversos objetoscomo parte de ofrendas a esta deidad, realiza-das en pocas remotas, entre ellos jarritas ovasijas Tlloc, platitos, una imagen de rana

    cue;

    En este mes mataban muchos nios: sacri-ficbanlos en muchos lugares y en lascumbres de los montes, sacndoles loscorazones a honra de los dioses del agua,para que les diesen agua o lluvias.

    A los nios que mataban componanlos conricos atavos para llevarlos a matar, y llev-banlos en unas literas sobre los hombros, ylas literas iban adornadas con plumajes ycon flores: iban taendo, cantando y bailan-do delante de ellos.Cuando llevaban a los nios a matar si llo-raban u echaban muchas lgrimas, alegr-banse los que los llevaban, porque toma-

    Fig. 10. Vista panormica de Coconetla.Foto de la Autora

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    yo.

    Los vecinos de esta comunidad mencionanque el motivo que origin esta ceremonia fuepedir a Dios las lluvias necesarias para sus co-sechas, puesto que hubo una temporada degran escasez.Las ceremonias prehispnicas de peticin delluvia para obtener un buen temporal para lasiembra, el crecimiento y florecimiento de loscultivos y lograr una buena cosecha se reflejanen las fechas en que se hacen actualmentelos rituales: 3 de mayo, da de la Santa Cruzpara la peticin de agua, se celebra en diferen-tes sitios. Las fiestas patronales de los 4 pue-blos de la Delegacin La Magdalena Contre-

    con las anteojeras de la deidad y gran canti-

    dad de padecera de cermica, entre otros.Referan sus pobladores (los abuelos de los dehoy) que antiguamente se llevaban a este lu-gar ofrendas el 3 de mayo, pero tambin men-cionan que durante la celebracin a los muer-tos, en los primeros das de noviembre, se de-positaban en lo alto de esta cumbre tamales,mole, atole y flores, entre otros alimentos y re-galos para los nios.

    Desde tiempo atrs se coloc en este sitio unacruz en donde se oficia anualmente una misa ala que asisten principalmente los pobladoresde Santa Mara Magdalena Atlitic, quienes laorganizan y hacen un convivio el da 3 de ma-

    Fig. 11. Tlaloc en la Coconetla.Foto de la Autora.

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    Todos estos juegos y fiestas se hacan

    en un bosque que se haca en el patio del

    templo (mayor) delante de la imagen deldolo Tlloc , en medio de dicho bosque hin-caban un rbol altsimo, el ms alto que enel monte podan hallar al cual ponan pornombre Tota que quiere decir nuestro pa-dre es que iban todos los ministros y

    mancebos de los templos y recogimientos,escuelas, colegios y pupillos y todos sinquedar chico ni grande, mozo ni viejo ibanal monte de Cuihuacan (Coyoacn) y entodo l buscaban el rbol ms alto hermo-so y coposo que podan hallar y el ms de-recho y grueso (Sahagn, Libro II, Cap.

    III 1982).Mientras que en Pensamiento y Religin en el

    Mxico Antiguo, Laurette Sjourn refiere, encuanto a las fiestas a los dioses del agua losiguiente:

    En las calendas del primer mes mataban

    muchos nios, sacrificbanlos en muchoslugares y en las cumbres de los montes,sacndoles los corazones a honra de los

    dioses del agua () En el primer da deltercer mes hacan fiesta al dios llamadoTllocEn esta fiesta mataban muchos ni-

    os sobre los montes () En el primer da

    del cuarto mes hacan una fiesta a honradel diosde los macesy mataban mu-

    chos nios () En el sexto mes mataban

    ras: San Bernab (11 de junio), Santa MaraMagdalena (22 de julio), San Nicols (10 de

    septiembre) y San Jernimo (30 de septiem-bre) para que florezcan y prosperen los culti-vos, y las fiestas de los muertos (1 y 2 de no-viembre), corresponden al cierre del temporal yla recoleccin de las cosechas.Hasta hace unos aos (cuando todava habacampos dedicados al cultivo) el 15 de mayo,da de San Isidro Labrador tambin se hacauna importante ceremonia y recorrido de losagricultores por el pueblo de La Magdalenacon sus yuntas y carretas adornadas, y de re-greso a su cercana capilla.La fiesta prehispnica de Etzalcualiztli que secelebraba el 11 de junio, posiblemente fue re-tomada y aprovechada por los frailes evangeli-

    zadores, como lo hicieron en otros sitios, paranombrar a este pueblo San Bernab, por coin-cidir esa fecha con el da en que se festeja aese Santo y continuar esta celebracin encu-bierta por el cristianismo.Tambin en Sahagn encontramos otra refe-rencia a Coyoacn que dice:

    Al tercer mes llamaban tozoztontli: en elprimer da de este mes hacan fiesta al diosllamado Tlloc, que es dios de las pluvias.En esta fiesta mataban muchos nios sobrelos montes; ofrecanlos en sacrificio a estedios y a sus compaeros para que los die-sen agua.

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    pero volvieron a ser abandonadas. Para el aode 1987 hubo otra intervencin por parte del

    INAH, institucin que comision al ArquelogFrancisco Gonzlez-Rul para hacer el estudiodel sitio, informacin que nos proporcionaGarca (Garca Garca, 1989).El sitio arqueolgico, si es que fuera de mayo-res dimensiones, posiblemente fue destruidodesde la poca colonial al realizarse las obrasde construccin de la presa, adems de quehaba la intencin de desaparecer los centrosde culto a las deidades indgenas, como lo eraTlloc en esta regin.

    La Otra Banda y CopilcoEn la parte baja del ro Magdalena, prxima aCopilco, en la colonia La Otra Banda que co-

    rresponde al tramo en donde se encontraba labella cada de agua o Cascada de Tizapn,San ngel, plasmada en una de las obras deJos Mara Velasco y Casimiro Castro (Fig.12),se encontraron varios objetos muy interesantescomo parte de ofrendas a las deidades delagua; entre ellos un cofre de piedra, que mues-

    tra en el interior de su tapa a los tlaloques, es-tos estn alrededor de un chalchihuitl, pintadocada uno de diferente color: negro, blanco,amarillo y rojo, acordes con los cuatro rumbosdel universo hacia los que estn dispuestos, ocomo lo anota Johanna Broda En el Cdiceborbnico, en el captulo de los ilhuitl , Tlaloc

    muchos cautivos y otros esclavos compues-tos con los ornamentos de estos dioses lla-

    mados Tlaloques (Sjourn, 1957:19).

    Sitio arqueolgico de AculcoDurante el siglo XVII, para evitar las inundacio-nes de la Ciudad de Mxico, adems de laapertura del Canal de Huehuetoca, se ordena-ba tambin construir represas para regular elagua de los ros del sur de la ciudad, que ali-mentaban la laguna. Una de stas fue la llama-da Presa del Rey que se situ sobre el caucedel ro Magdalena en la confluencia con el roSan Jernimo, en terrenos de la hacienda de

    Anzaldo. Al construir la cortina de la presa cercenaron elrea quedando la mayor parte de la estructura

    de la pirmide aguas abajo y el resto del sitiodentro del vaso de la represa.Estas estructuras prehispnicas se encontra-ron hacia el ao de 1934 cuando la Secretarade Obras Pblicas realiz nuevos trabajos enesta presa.Intervino en ello la Secretara de Educacin

    Pblica, que encarg al Instituto Panamericanode Geografa e Historia el total descubrimiento,consolidacin e identificacin de dicha zona.Tales obras fueron ejecutadas por el ingenieroy arquelogo Daniel Castaeda, quien las en-treg a la SEP a travs del profesor Noguera,Director de Monumentos en el ao de 1935,

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    Gamio en Copilco (1920), se encontraron res-tos humanos y otros objetos de antiguas ofren-

    das que quedaron como vestigios de una cul-tura que qued sumergida bajo las coladas delava de las erupciones del Xitle.

    Fig. 12. Cascada de Tizapan.Litografa de Casimiro Castro., 1869

    aparece cuatro veces sobre una montaa y tie-ne los cuatro colores de los tlalo-ques (2007:41) , que segn la Leyenda de losSoles abrieron con sus rayos la montaa de la

    abundancia para que comiera la humanidad denuestra era, el maz de cuatro colores(Velsquez, 1992:121). Esta caja se encuentraen el Museo Nacional de Antropologa e Histo-ria (Fig.13).Ms adelante, sobre la ribera de este ro, enlas excavaciones realizadas por Don Manuel

    Fig.13. Caja de Tizapan.Museo Nacional de Antropologa.

    Foto. Amrica Malbrn Porto

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    ra, sino una imagen del mximo lujo, ya

    que est constituida toda de agua y de ellasalen dos ros, en los que nadan algunosde los felices habitantes de ese para-so (Alfonso Caso, 1942).

    Ese mundo que creemos mtico o fantstico ,surgido de la imaginacin y las leyendas deesa poblacin corresponde quiz a ste otroque s es real? Podra ser ste el lugar endonde ellos tuvieron su asiento anteriormente yque debieron abandonar por la erupcin delXitle?

    A 2000 aos de distancia, tenemos todavala oportunidad de ver y sentir en la zonamontaosa de esta regin este paisaje, de vi-

    El Tlalocan?

    En el mural de Teotihuacn que Alfonso Casoidentific como el Tlalocan, (Fig. 14) encontra-mos elementos semejantes a los que se obser-van y corresponden con el paisaje del suroestede la Cuenca de Mxico, zona ocupada por loshabitantes de Cuicuilco hasta la erupcin delXitle, que cubri con su magma una enormeextensin.

    En el cielo de Tlloc, el Tlalocan, se en-

    cuentran todos los elementos simblicamen-te relacionados con el agua: mariposas,pjaros, plantas y flores () En el centro de

    la composicin, como dijimos, aparece unamontaa; pero no es una Montaa cualquie-

    Fig.14. Reproduccion del Tlalocan en el Museo Nacional de Antropologa.Foto Amrica Malbrn Porto

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    nahuatl y anlisis etimolgicos de tres cientos de ellos. Instituto Panamericano

    brar con su imponente y hermosa naturaleza,con la fuerza de sus espectaculares tormentas

    elctricas, sus torrenciales lluvias, los innume-rables brotes de manantiales: un paisaje quees real y es an hoy un verdadero paraso.

    La montaa rellena de agua y de donde

    brotan dos ros

    Corresponde a esta cadena montaosa y alas corrientes que forman el Ro Magdalena? Esos lugares que fueron plasmados en susobras artsticas en el otro sitio que les dio mo-rada: Teotihuacan habrn sido anteriormentesu morada? Desde luego, pensamos, cabe laposibilidad de haber sido no solamente la mo-rada de sus dioses, sino la de ellos mismos.

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    Martn Cruz Snchez

    E l propsito de este trabajo est encaminado en destacar el papel social que desempe laagricultura en Teotihuacn entre el ao 150 a.C hasta el 450 d.C, es decir, de lafase Patlachique hasta Tlamimilolpa Tardo. De acuerdo con los datos recabados por Re-

    ne Millon, sabemos que en el Preclsico Terminal la poblacin teotihuacana oscilaba entre los 5 mil

    a 10 mil habitantes y que aument notoriamente de 75 mil a 125 mil gentes hacia el Periodo Clsi-co (Millon, 1973). Las cifras de considerable magnitud originaron cuestionamientos de diversa ndole con respecto al crecimiento demogrfico en Teotihuacn Cmo explicar su poblamiento? Nu-merosos investigadores sealaron mltiples factores: Para Linda Manzanilla (1993) el fenmenodemogrfico teotihuacano se debi a dos razones principalmente: uno de carcter migratorio y otrovinculado con el medio ambiente.En cuanto al primero, menciona que la erupcin del volcn Xitle provoc un fenmeno migratorio al mismo tiempo un reacomodo poblacional, en la cuenca de Mxico, de grandes proporciones, siconsideramos que para el Preclsico tardo la poblacin de Cuicuilco era poco ms o menos de cer-ca de 20 mil a 40 mil almas (Millon,Op.Cit .). Gran parte de la poblacin cuicuilca se desplaz alsector noroeste de Teotihuacn 1, rea ocupada por pequeas aldeas agrcolas (Manzanilla, 1993:16- 19; vase tambin Prez Campa, 2007).Respecto al segundo argumento, el medio ambiente brind a los habitantes recin llegados distin-tas ventajas econmicas entre las que estaran el aprovechamiento de los recursos que haba en ellugar. Aunque para sorpresa de la autora, el sitio no era el ms idneo para habitar (careca de

    agua y de terrenos tiles para el cultivo pues eran de tezontle y basalto) y sin embargo los aprove-charon para la edificacin de las pirmides del Sol y de la Luna. Al comienzo de los dos primeros

    LA SOCIEDAD AGRCOLA TEOTIHUACANA

    ENTRE EL

    150A

    .CAL

    450D

    .C.

    1. Linda Manzanilla menciona que Cuicuilco era uno de los centros ms grandes del Formativo terminal y fue despoblado porque el rea sufri una devastacin ecolgica. Los reacomodos demogrficos surgidos a raz de este fenmenoprovocaron la migracin de gente de Texcoco hacia el valle de Teotihuacn, ya poblado por algunas aldeas agrcolas.Esta migracin masiva origin un nuevo patrn de asentamiento en el que la poblacin se concentr mayoritariamenteen el centro urbano y el resto se torn totalmente rural (Manzanilla: 1993,18).

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    el Posclsico cuando volvieron a incrementar-se las lluvias. En el Clsico las especies arb-

    reas sobrevivieron slo sobre los escarpes ele-vados, mientras buena parte de las laderas ba-

    jas y algunas porciones de la planicie, fueronocupadas por una alfombra de gramneasacompaadas de diversos elementos arbusti-vos del gnero Acacia (Angulo, 2001: 73).En cuanto a sta ltima aseveracin, podemoscompararla actualmente con el paisaje rural enTeotihuacan por la semejanza que muestracon pocas anteriores, donde los campos des-tinados a la labranza estn circundados porpequeos arbustos, magueyes, nopales y piru-les entre otras especies.Los datos que proporciona Angulo son de par-ticular inters para nuestro ensayo porque des-

    taca la importancia social y religiosa que tuvola agricultura en Teotihuacn (ibd .: 65-186).Refleja la necesidad de los teotihuacanos porresolver el reto de produccin agrcola a mayorescala, no obstante la adversidad de los cam-bios climticos en la regin y sus alrededores.Mediante el trabajo comunitario la poblacin

    atrajo mayores beneficios a la urbe. Las labo-res del campo, impregnadas por un pensa-miento religioso desplegado por la elite teo-tihuacana, fueron uno de los temas que conmayor frecuencia observamos en el arte sacrode esta ciudad. A travs de la arquitectura, lapintura mural, la escultura y la cermica los

    siglos de la era cristiana construyeron la Calza-da de los Muertos y por consiguiente la gente

    que viva en el sector noroeste se desplaz yestableci a lo largo de esta avenida siguiendoun patrn axial norte-sur de poblamiento. Conel tiempo, Teotihuacan sigui aumentando detamao hasta alcanzar 20 km 2 de superficie einvadi la llanura aluvial del ro San Juan, ante-riormente destinada para el cultivo (Manzanilla,Op.cit.: 18).Otros investigadores mesoamericanistas consi-deraron que al crecimiento de la poblacin ur-bana contribuy el clima. Jorge Angulo (2001)apoya esta visin en un trabajo indito de Lau-ro Gonzlez Quintero quien al respecto aseve-ra que durante las etapas formativas pre y pro-to teotihuacanas, conocidas como Cuanalan y

    Patlachique, en la Cuenca del Valle de Mxicola temperatura era templada y las condicionesclimticas de pluviosidad fueron relativamenteelevadas hasta los inicios de la era cristiana.Pero que a partir de las etapas Tzacualli y Mic-caotli (1200 d.C) el clima se deterior de mane-ra paulatina con lo cual el lago de Chalco des-

    apareci. A consecuencia de ese incrementotrmico el descenso pluvial en la planicie sehizo visible pues otros lagos se evaporaron y elde Texcoco redujo su extensin, como resulta-do de este periodo de sequa la concentracinsalina sufri un aumento en el periodo Clsicoy los niveles de salinidad descendieron, hasta

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    cin de esteras y cestos. Pero tambin losbancos de arcilla en el valle de Teotihuacn

    fueron tiles en la elaboracin de cermica. Laroca volcnica y grava, materias primas para laedificacin, sirvieron para mltiples recintourbanos (Winning, 1987: 25-29).

    Algunos ms, como David R. Starbuck, sea-lan que los recursos forestales y la fauna vin-culados con las laderas montaosas tambinproporcionaron a los teotihuacanos otros bene-ficios por encima de cualquier prctica agrco-la. Argumenta que los teotihuacanos aprove-charon los recursos forestales como el pino yel roble, plantas silvestres y animales como elvenado cola blanca, el conejo, el guajolote y elperro, adems de aves acuticas migratorias(Starbuck, 1987; vase tambin McClung,1993).

    En consecuencia todos estos factores se com-binaron e hicieron posible que Teotihuacnfuera un importante emporio econmico, poltico, social, cultural y artstico como ningn otropueblo mesoamericano contemporneo a ste.

    A travs de los datos arqueolgicos hoy tene-

    mos la certeza de que esta urbe controlaba yconsegua localmente importantes artculos decomercio: sal mineral, obsidiana y excelentematerial, incluyendo piedra dura, para la cons-truccin. Tambin dominaba el acceso a lasmaterias primas, con una superioridad en laorganizacin y el control del transporte. Los

    teotihuacanos expresaron su vnculo con lasdivinidades propiciatorias de la vida, de la lluvia

    y la fertilidad por encima de cualquier otro as-pecto temtico que sin duda alguna rigi laexistencia de los hombres.Es de suponer que ante la escasez de lluviasde temporal, los teotihuacanos enfrentaron elreto de producir mayores alimentos a pesar delas limitaciones del agua y aprovecharon losrecursos disponibles en la zona y reas aleda-as e hicieron acopio de todos los conocimien-tos tecnolgicos en ingeniera hidrulica y losaplicaron al campo y a la produccin agrcola.Hay quienes destacan la importancia que tuvie-ron los recursos naturales para que Teotihu-acn se posicionara como un emporio econ-mico y mercantil de primer orden. Michael W.

    Spence considera que la proximidad de las mi-nas de obsidiana de Otumba y de la Sierra delas Navajas en Pachuca constituy uno de losrecursos de gran impacto en la economa deTeotihuacn por la utilidad que sta ofreca enla elaboracin de distintos artefactos (Spence,1987: 429-450).

    Otros autores como Hasso von Winning consi-deraron que la existencia de manantiales deagua dulce ubicados en la regin suroeste delvalle fueron aprovechados por la gente de estaantigua metrpoli. La cercana del sistema la-custre de Texcoco posibilit a los teotihuaca-nos la extraccin de sal y caa para la elabora-

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    Hasta aqu mencionamos algunos factores quecontribuyeron de distinta manera al aumento

    de la poblacin en Teotihuacn. Y centraremosnuestro inters en el que consideramos de ma-yor peso: La agricultura vinculada con la religin pues el impacto social en Teotihuacn sehizo evidente.Insistimos que para el periodo que nos ocupala agricultura fue, junto con la religin, preponderante en la vida de los teotihuacanos por en-cima de cualquier otra actividad humana. Fun-damentamos nuestra opinin con base en losdatos arqueolgicos, botnicos y de pinturamural que citamos en este ensayo.

    A) La agricultura La produccin de alimentos proporcion segu-

    ridad no slo a la existencia cotidiana de la po-blacin sino tambin al Estado teotihuacano.La agricultura estuvo vinculada con el pensa-miento religioso del grupo dominante ya que, atravs de este mecanismo de control social,evit potenciales levantamientos de la pobla-cin derivados de la hambruna que posible-

    mente conocieron los pueblos mesoamerica-nos a lo largo de su historia. Satisfecha estanecesidad inmediata seguramente realizaronotras actividades distintas a las del campo. Su-ponemos que cuando los sembrados requer-an de mayores cuidados la elite teotihuacanacentraba toda su atencin y energa en el cam-

    comerciantes teotihuacanos desplazaron pro-ductos terminados tales como la cermica Ana-

    ranjado Delgado, navajas de obsidiana y vasosestucados que no slo producan en las zonasurbanas de esta ciudad mesoamericana sinotambin en otras regiones que estaban bajo sudominio como Matacapn, en Veracruz y Kami-naljuy, en Guatemala. A travs del comercioTeotihuacn atrajo la atencin e inters de pro-pios y extraos procedentes de las regiones deOaxaca, de la costa del Golfo y posiblementetambin mayas (Rattray, 1987; vase Parsons,1987: 27-75).

    Rubn Morante Lpez seala que la posicinprivilegiada del valle de Teotihuacn como rutade acceso directa entre la Costa del Golfo y laCuenca de Mxico posibilit no slo su creci-

    miento demogrfico sino tambin el poltico yeconmico. La diversidad de climas y produc-tos naturales separ e integr al mismo tiempoestas regiones durante su historia. Los flujoshumanos y los productos fueron en ambas di-recciones, a travs del Golfo de Mxico, inte-grando otras zonas de Mesoamrica, entre

    ellas las mayas y zapotecas e incluye tambinlos llamados bienes culturales de tipo informati-vo y tecnolgico fueron empleados en la agri-cultura como resultado de los intercambios ma-teriales y culturales que se dieron entre el Alti-plano Central y la Costa del Golfo (Morante,2004: 23-43).

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    una caa de maz. El ingenio de los pintoressin duda es extraordinario por la sencillez del

    trazo y la precisin con la cual rescata los ele-mentos ms significativos que identifican a es-ta gramnea: el fruto semiredondo, casi ovala-do con la caracterstica natural de que estaplanta es trepadora. La belleza del dibujo esexcepcional porque miramos la exactitud conla cual los tlacuilos pintaron asimismo los fru-tos del maz, con sus respectivas mazorcasmostrando las hiladas continuas del valiosograno y el pelo sobresaliente en el extremoexterior.

    po, vigilando y controlando a los agricultorespara que efectuaran las acciones necesarias y

    lograr de este modo una buena produccin. Elesfuerzo final llegaba cuando se acercaba ellevantamiento de la cosecha, hasta ese mo-mento el trabajo colectivo renda sus frutos.Debo advertir que seguramente el Estadoteocrtico teotihuacano ide mecanismos decontrol social tan efectivos como para lograr elcontrol de los estratos de la poblacin menosfavorecidas. Suponemos tambin que las labo-res agrcolas en campo abierto fueron exclusi-vas de los hombres y que tal vez las mujerescomo el resto de los dems miembros de lafamilia, ancianos y nios solo participaroncuando los productos del campo fueron lleva-dos a la urbe o una parte a sus hogares,

    brindndoles la oportunidad de emprenderotras actividades que rindieran distintos satis-factores econmicos y materiales.

    B) Cultivos Ligada a la agricultura est el conocimiento delas especies o gneros que podan sembrar en

    la regin, tomando en cuenta el medio ambien-te y el clima. Al respecto mencionamos que lostlacuilos fueron hbiles al representar en lapintura mural de Teotihuacn plantas de maz,frijol y calabaza, alimentos que constituyeronla base de su alimentacin (Fig.1). Se trata deuna planta de frijol trepando sobre el tallo de

    Fig. 1. Planta de frijol trepando sobre una de maz.Pintura mural de Tepantitla, Teotihuacn. Tomada

    de Jorge Angulo, 2001, Tomo II, 117.

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    todo si consideramos que el crecimiento de lapoblacin iba en aumento.

    D) Religin Mediante una ideologa religiosa basada en uncomplejo de deidades agrcolas propiciatoriasde la vida y del bienestar de toda la humanidadla elite teotihuacana logr producir ms de lonecesario. La presencia de sacerdotes en dis-tintos niveles de la vida de los hombres fue ne-

    cesaria. En distintos contextos arqueolgicosobservamos la presencia de diversas deidadesagrcolas vinculada con Tlloc (Cabrera,2001a: 131- 138, vase De la Fuente, 2001b,259- 311). Por su parte, Noel Morelos Garcaseala al respecto que en la organizacin delcomplejo ceremonial teotihuacano se maneja-

    ron mltiples representaciones con rasgoscompartidos. Que estos posiblemente se re-produjeron de manera sistemtica hasta quefueron parte inseparable del mito y la cosmovi-sin teocrtica. Y que conforme se consolid elEstado teotihuacano, se estableci a la vez uncentralismo religioso que originalmente fue diverso y amplio, pero que poco a poco se cen-traliz en una sola imagen divina que es la

    que pasa al Posclsico en la forma de Tlloc(Morelos, 1987: 59-67). A la deidad de la Lluvia

    la identificamos por sus tpicas anteojeras cir-culares, colmillos y dientes adems de estarasociada con otros elementos acuticos: chal-

    go permanente denominado apantli o canaldonde observamos la triloga mesoamericana.

    Ms debo advertir que de acuerdo con los da-tos arqueolgicos los teotihuacanos emplearondistintos sistemas de riego a saber: irrigacinpor inundaciones, Irrigacin permanente inclu-yendo los cultivos en chinampas, terrazas y elcultivo por temporal basado en las lluvias(McClung, 1984; vase Rojas: 1988,133-154).Rojas menciona que la clasificacin de los sis-temas de riego, estos han sido agrupados porlos autores segn diversos criterios, las ms delas veces considerando el tipo y la naturalezadel agua que los nutre y el mtodo de distribu-cin de sta. Distinguen los siguientes: 1. Rie-go permanente por canales, de manantiales yros perennes. 2. Riego temporal de ros per-

    manentes. 3. Riego temporal por inundacin oavenidas, con o sin canales. 4. Riego a brazo.5. Riego permanente tipo chinampas y campos

    drenados, se combina riego manual y por filtra-cin. 6. Otros sistemas, como los depsitospluviales en cimas, galeras filtrantes, etctera(Rojas, op.cit.: 133).

    En otras secciones de este mural los pintoresmanifestaron el aprovechamiento de los ojosde agua o manantiales para la agricultura, locual es de gran inters para nuestro estudioporque hace referencia a las tcnicas agrco-las empleadas por los teotihuacanos para obte-ner mejores resultados en la produccin, sobre

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    mo parecen sugerirlo los artfices teotihuaca-nos en un mural de Teopancaxco, en Teotihu-

    acn (Cabrera, 2001b: 158; 2001, Tomo I: 203-256, vase Pasztory, 1993:135 -158; Manzani-lla, 1993:19).Se trata de dos sacerdotes ricamente atavia-dos desplegando oraciones a sus dioses. Su-gerimos que los tocados que llevan sobre sucabeza, vistos de perfil asemejan el rostro deun felino y el de una serpiente, ambos con ele-mentos acuticos estelares. Las encas muysimilares a las del dios Tlloc. Suponemos queestos yelmos estuvieron asociados con los ele-mentos tierra-agua y por consiguiente con lafertilidad. Las vrgulas emergen de la boca en-treabierta de ambos personajes. Presentanpuntilleantes gotas de agua y flores. La co-

    rriente de agua representada con diminutasgotas va intercalada con algunas semillas. Unalnea curva con ganchos en espiral da el as-pecto de conchas marinas cortadas de perfil.

    Ambas figuras convergen al centro en direc-cin a un altar de base trapezoidal, en cuyacima se mira un disco solar con diseos ge-

    omtricos entrelazados cuyo borde ostenta losrayos solares. En la cenefa exterior de dicha

    pintura mural hay diversos gneros de plantas

    con frutos de formas redondeadas, cuadradasy ovaladas y algunas conchas que se interca-lan a lo largo de la gua (Cabrera, 2001b: 158)Como esta imagen hay otras tantas referentes

    chihuites, caracolas, estrellas, etctera (Fig. 3).Ms cabe advertir que en el arte de Teotihu-

    acn muchos estudiosos han asociaron indis-criminadamente con el dios de la Lluvia varia-das imgenes y figurillas con bigoteras, chal-chihuites, orejeras circulares, anteojeras, crcu-los concntricos sin dar oportunidad de recono-cer la existencia de otras deidades que segura-mente estuvieron vinculadas con la agriculturay la fertilidad, aunque de ellas desconozcamossu nombre.Otras imgenes de carcter religioso (Fig. 4)tuvieron el propsito de elevar plegarias a lasdivinidades de la lluvia, posiblemente aludien-do el comienzo anual del ciclo agrcola tal co-

    Fig. 3. Tlloc sembrador segn Arthur Miller. Za-cuala, Teotihuacn. Tomado de De la Fuente2001:323).

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    relos propone que hay ms que una deidadcentral Tlloc-, de la que se deriva una cos-movisin, se presenta una integracin comple-

    ja de formas asociadas a la agricultura. Estaintegracin supone a la vez la asociacin consmbolos bsicos y auxiliares como el agua yel fuego, aunque tambin se ha propuesto quehay una trascendencia simblica del complejode deidades relacionadas con la fertilidad de latierra, hacia las formas humanas primero yhacia las animales despus (Morelos, op.cit .:60). En efecto, contrariamente a lo que pudiera

    pensarse de que solo existi una divinidad dela lluvia en Teotihuacn, estamos seguros deque hubieron otras, posiblemente femeninas,asociadas con la agricultura y su presencia sedebe probablemente a la naturaleza dual delos dioses dentro de la cosmovisin de los pue-

    a las divinidades de la lluvia, de la agricultura yla fertilidad, como la que vemos al inicio delartculo de Pasztory. Se trata de un fragmentode pintura mural fechado entre 600-750 d.C.pertenece al acervo arqueolgico de The ArtInstitute of Chicago. En l se observa un sacer-dote de la lluvia, procedente de Teotihuacn.El personaje est arrojando flores y orando poragua, el sacerdote aparece frente a un atadode caas que simbolizan la terminacin de unciclo de tiempo y el inicio de un nuevo periodo.Este ideograma complejo, que se repeta a lo

    largo de las paredes de un aposento, formabaparte de una letana para pedir agua y fertili-dad. Lo incluimos en este trabajo por la seme-

    janza que tiene con la figura anterior. A partir de la evidencia arqueolgica in situ,adems de la pintura mural teotihuacana, Mo-

    Fig. 4. Teopancaxco. Cuarto I, mural 1.Sacerdotes frente a disco solar, segn Peafiel en Gamio 1922.Tomado de Cabrera, 2001c:157.

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    Fig. 5. Lmina 28 del Cdice Borgia. 1898.

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    te, de forma cuadrangular, compuestas por doscuerpos arquitectnicos en cuyo centro hayuna apertura. Ambas poseen almenas en laparte superior. A ambos lados de estas cons-trucciones tenemos varias lneas onduladasque manifiestan el movimiento de las aguasprovenientes de ojos de agua o manantiales.

    A manera de conclusin, diremos que granparte de la pintura mural de carcter religiosoestuvo enfocada en la agricultura, en la fertili-dad, en el ciclo agrcola y, sobre todo, en lasdeidades asociadas con el agua y la lluvia deall que consideremos a la como una actividadde gran impacto social y su vnculo con el arte

    Fig. 6. Zona 2, Templo de los caracoles emplumados.Tomado de De la Fuente, 2001a:113.

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    Ral Francisco Gonzlez Quezada 1

    A l interior de los procesos de trabajos del Proyecto de Investigacin y Conservacin de laZona Arqueolgica El Tlatoani, Tlayacapan, Morelos, realizados desde 2012, convivimopor largo tiempo con una familia de entusiastas de la historia local. Ellos conservan en su

    hogar ciertas piezas arqueolgicas que, con seguridad, son solamente unas cuantas entre cientos o

    miles de piezas que se encuentran en manos de los vecinos de esta comunidad. De entre ellas, nosllam fuertemente la atencin una escultura circular que, en ese momento, serva de base para unamaceta, en el solar de la casa de su poseedor, con un signo que reconocimos presente en Teo-tihuacan y en Xochicalco.Su estado de conservacin es precario y el proceso de deterioro se ha agravado derivado del usoque le propinan sus poseedores. Las plticas densas y continuas con ellos han buscado el conven-cimiento para que se le otorgue un cuidado ms cercano a la conservacin que nos permita contarcon la pieza por ms tiempo. Ellos reconocen la responsabilidad de su custodia pero el proceso deregistro formal de la pieza an no se realiza. A pesar de ello, pudimos realizar el registro tcnico ar-queolgico de la misma.Las versiones del lugar preciso del que fue extrada nunca se aclararon con firmeza, al parecer pro-viene de la zona urbana de la zona arqueolgica de Tlayacapan, ubicada en la seccin baja inme-diata de la falda oriental de la Sierra de Tepoztln, en esta zona de Tlayacapan, justo en relacindirecta con los cerros El Tlatoani y Huixtlaltzin. Ambos cerros cuentan con zonas arqueolgicas ensus respectivas cimas. Precisamente El Tlatoani es el sitio al que le hemos dedicado ya, dos mo-

    mentos de investigacin arqueolgica.En el ao 2012 los esfuerzos de investigacin y conservacin se centraron solamente en la seccinalta del cerro El Tlatoani. En ese espacio logramos determinar momentos ocupacionales a partir, al

    EL GLIFO-EMBLEMA DEL DIOS DE LA TORMENTA- TLLOC

    EN TLAYACAPAN, MORELOS

    1. Investigador en el Centro INAH- Morelos. Mtro. En Arqueologa por la Escuela Nacional de Antropologa eHistoria.

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    se localizaron 139 orejeras de piedra verdeasociadas a 4 tumbas con mltiples entierros

    en el complejo de sacrificio masivo, relaciona-do claramente al efecto de procesos militaris-tas hegemnicos en el espacio construido(Sugiyama, 2007:143). En la Pirmide de laLuna se han localizado en tres de los siete mo-mentos constructivos de ampliacin, magnasofrendas de artefactos, ecofactos y hombresasesinados en procesos tambin vinculados aldesarrollo militarista; asimismo se han encon-trado en asociacin con estos sujetos, orejerasde piedra verde. Cabe mencionar que los indi-viduos a los que les fue detenida la vida eranfundamentalmente hombres entre 14 y 60 aosde edad, muchos de ellos eran forneos a laciudad y dos de ellos fueron claramente deca-

    pitados (Sugiyama y Lpez 2007; Spence yPereira 2007).El fechamiento por radiocarbono y la determi-nacin del ndice de Istopos de estroncio delos restos seos del entierro nos permitir de-terminar la cronologa y la procedencia del su-

    jeto decapitado e inhumado en Tlayacapan

    que tentativamente por el momento considera-mos que pertenece al Clsico, y eventualmen-te tena nexos importantes con desarrollos deestrategias blicas militaristas y de afirmacinhegemnica simblica local a travs del asesi-nato y la ofrenda ritual.Es de este espacio, quiz, de donde fue extra-

    daron rastros. Su muro perimetral es en talud ylimita en lo alto con una cornisa que sostena

    un entablerado. Al interior, asociada a este mo-mento del Clsico, localizamos una cista fune-raria con un individuo que, por las calidades desu ajuar funerario y la ubicacin de su inhuma-cin, podra tratarse de un sujeto que participde alguna manera con la clase hegemnica dela sociedad tlayacapanense de su poca. Suatavo consta de orejeras y un collar con cuen-tas de piedra verde, otros artefactos tambinde este material, as como una serie de vasijaspertenecientes al Complejo Cermico delClsico Tardo morelense.

    Al individuo inhumado en Tlayacapan, que os-tentaba orejeras de piedra verde, le fue sepa-rada la cabeza, muy probablemente decapita-

    do en vida o quiz retirada del cuerpo en mo-mentos muy cercanos al proceso de descom-posicin del sujeto despus de muerto. De co-rroborarse que se trata de decapitacin enton-ces nos encontramos ante un sacrificio, es

    decir, un asesinato asociado al ejercicio del po-der hegemnico local. Considerando que el en-

    tierro es muy probable que pertenezca a pero-do Clsico, se tratara de una prctica anlogaquiz, a las practicadas en los grandes ele-mentos arquitectnicos hasta ahora investiga-dos en Teotihuacan, tanto en la Ciudadela co-mo en la Pirmide de la Luna. En la Pirmidede la Serpiente Emplumada o de Quetzalcatl

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    muestra en altorrelieve tres crculos semejan-tes en magnitud y parsimonia ejecutados en

    altorrelieve cuyo centro ha sido horadado; enla seccin media divide a este crculo el diseoen bajorrelieve de una lnea que ondula en tra-yectoria horizontal al centro y semicircular deabajo hacia arriba simtricamente en cada ex-tremo; bajo sta, un signo cruciforme en bajorelieve con un crculo al centro en altorrelieveEl crculo intermedio sirve de marco al crculointerior, mientras que el externo se encuentrasegmentado en cuadrngulos semejantes entamao (Figs.1y 2).Este signo ya ha sido reiteradamente descritoe interpretado por diversos autores, se le hadenominado quinterno (Winning, 1987), insig

    da la pieza que ahora describimos. De formacircular en su origen, alcanza en la actualidad

    37 cm. de ancho por 48 cm. de largo y unmximo de 6 cm de espesor. Muestra signostallados en ambas caras. Tras un registro fo-togrfico y un dibujo pudimos advertir con ma-yor precisin la configuracin de los signos. Enel artefacto de ltica pulida se puede advertirque se ha ejecutado el mismo signo en ambascaras del artefacto, en una de ellas el diseocasi se ha perdido mientras que en la otra anse puede descubrir su configuracin. Los com-ponentes icnicos del signo se ordenan en trescrculos concntricos. El interior marca un di-metro que abarca casi la mitad de toda la su-perficie de la cara, en su seccin superior

    Fig.1 Fotografas con luz rasante de la escultura.Foto. Enrique Mndez.

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    con las sociedades que habitaron las tierrasdel actual estado de Morelos se han supuestode manera sistemtica desde el llamado Clsi-co Tardo (450-650 d.n.e.), a partir de la faseTlamimilolpa Tardo, y Hasso von Winninhaba considerado que en Teotihuacan el sig-no provena de las fases Xolalpan y Metepec(Gutirrez, 1990:22), por lo que la analoga for-mal de este signo en Tlayacapan puede prove-

    nir de estas fases cuando ms temprano. En laurbe teotihuacana se han encontrado en mlti-ples soportes semiticos este signo, tanto encermica, escultura en piedra y en pintura mu-ral en Tetitla, Totometla (Fuente, 1995:191;Jurez, 2010), Xalla (Manzanilla, 2008) y en

    nia del Dios de la Tormenta (Langley, 1986) yglifo del llamado Tlloc B o Tlloc de la Guerra,El Jaguar y tambin el Relmpago, segnPasztory (1974).El signo fue identificado hace dcadas y el pri-mer punto donde se analiz fue en el rea ma-ya, Edward Thompson lo relacion metafrica-mente con la turquesa, lo precioso y el agua(Langley, Op.Cit .:279); Alfonso Caso lo asoci

    al nivel de metfora con el glifo turquesa y dia-gramticamente con los cinco puntos de mun-do en Teotihuacan (Caso, 1967). Este signo seremonta a la poca del Clsico y su origen alparecer se encuentra precisamente en la Ciu-dad de Teotihuacan. Las relaciones de sta

    Fig.2. Dibujo naturalista elaborado por la P. A. Berenice Garca Vzquez.

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    Fig.3. Signos del glifo de Tlloc B procedentes de Teotihuacan, los primeros cuatro de izquierda a de-recha fueron tomados de Caso (1962); el quinto es Tomado de Langley (1992, detalle de la figura 7), el sexto

    proviene de Totometla, ac se nota claramente que es el escudo del llamado Tlloc B (Tomado de Jurez2010:76); el sptimo caso es una figurilla procedente de Zacuala (Tomada de Winning 1987). El octavo ejem-plar es un artefacto procedente de la estructura 2 de Xalla designado como iconografa del Dios de las Tor-

    mentas (Tomado de Manzanilla (2008:120). Signo esgrafiado en el fondo de una vasija con base anular del

    tipo anaranjado delgado procedente de Oztoyahualco (Tomado de Millon, 2008:767-768).

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    Ms tarde Langley (2002) reducira la identificacin de los signos como regularidades sgni-

    cas a 100 signos, con posibilidad de hasta un85% de analoga formal y quiz de contenidode significacin con otros signos presentes enotros puntos de Amrica Media.Tras estos trabajos de Langley, Pasztory du-dara sobre la posibilidad de establecer lmitesprecisos entre el Tlloc A y el B (Pasztory,1997:68,104). En general, estos autores han

    adoptado la denominacin de Dios de la Tor-menta para Teotihuacan ( Storm God ). Paszto-ry indica que este Storm God estuvo relaciona-do no solamente con la fertilidad y el rayo, sinotambin con la guerra y el sacrificio. Esta dei-dad habra existido, desde la fase Tzacualli, enprimeros atisbos sgnicos donde an no se fi-

    gurara la totalidad de sus componentes sgni-cos y fcilmente se convertira en el Tlaloc delPosclsico Tardo (ibid.:95, 250).El uso particular del quincunce o quinterno ba-

    jo la bigotera ha sido asociado en general co-mo signo panregional en el desarrollo de Am-rica Media y su sistema de valores, relaciona-

    do con los cinco puntos fundamentales delcosmos, en un elemento metafrico de un pro-ceso cosmognico cuyas unidades generalesparecen compartir mltiples sociedades de

    Amrica Media dentro de su sistema de valo-res (Lpez Austin, 2010).

    A este elemento cruciforme Langley (2002

    Oztoyahualco (Millon, 2002) (Fig.3).En la dcada de 1970 Esther Pasztory propuso

    una clasificacin de Tlloc en los signos pre-sentes en Teotihuacan estableciendo dos tiposque han tenido fuerte eco en mltiples investi-gaciones posteriores, prcticamente hasta laactualidad. Nombr a aquellos ejemplos deTlloc vinculados con el agua de lluvia, elrelmpago y el cocodrilo como Tlloc A, stemostrara un nenfar en la boca, la bigoterahacia abajo y cinco colmillos. Como Tlloc Breconoci a aquellos ejemplares vinculadoscon las armas, revelara tocado de tres borlas,presencia del quinterno, la bigotera hacia arri-ba y tres o cuatro colmillos (Pasztory, Op.cit .).La presencia de las tres borlas y el sentido mili-tar de las representaciones en lugares fuera de

    la ciudad de Teotihuacan, llev a Hasso vonWinning (1984:7) a considerar que el Tlloc Bestaba involucrado como signo de comercian-tes y militares fuera de Teotihuacan.Poco ms de una dcada despus se presentel trabajo de James Langley (Op.cit.) donde sedio a la tarea de generar conjuntos ( clusters)

    de signos a travs de un anlisis de atributosen Teotihuacan. Esto le permiti identificar 229signos que para comienzos del presente siglose asumiran en incremento de complejidadderivado de los descubrimientos en el Patio delos Glifos de La Ventilla (Langley, Op.cit. y1992).

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    Schele y Parker 1993:301). Millon (Op.Cit.:283) argumenta que en Copn y Tikal exis-

    ten representaciones de un pendiente nasalasociado al Dios de la Tormenta, anlogo alpendiente que fue localizado en la Pirmide deQuetzalcatl en Teotihuacan en la ofrenda

    masiva de asesinados en esa estructura, lo

    cual demostrara tenuemente el vnculo de es-ta deidad ligada con la guerra y el sacrificio

    introducida desde Teotihuacan hasta el reaMaya (Fig.4).De Escuintla, Guatemala, procede un espejode pirita, asociado a las fases Xolalpan y Mete-pec de Teotihuacan con la representacin deun personaje -mariposa que porta al centro elmismo singo (Lpez Lujn, Neff y Sugiyama,

    283) lo denomina quincross. Se le ha traducidoal espaol como quinterno y alude en este ca-

    so, al numeral cinco. Langey lo habra preferi-do sobre el signo denominado Kan cross locali-zado en el rea Maya. El signo Kan cross es-tara asociado a los colores amarillo y verde-azul, simbolizara sangre (cfr. Stross, 1985)aparte de agua y Langley (dem.) propone queen Teotihuacan tambin simbolizara un ele-mento anlogo al presentar dos ejemplos designos donde el quinterno se intercambia porgotas de sangre.Schele y Parker encuentran el signo del quin-terno asociado a la Guerra en Tikal, mencionanque en Teotihuacan el quinterno est relacio-nado en la pintura mural al sacrificio (Freidel,

    Fig.4. A la izquierda el emblema del

    Tlloc de la Guerra en una figurilla queporta un estandarte procedente de Tikal.El segundo es el final del marcador del

    juego de pelota en Tikal ( redibujado de-Langley 2002:282,) Los tres ltimos ejem-

    plares son signos asociados aestandartes en Teotihuacan sin especifi-

    car material o procedencia exacta(Redibujado de Freidel, Schele y Parker

    1993:301).

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    hasta el momento no hemos localizado ningn

    juego de pelota y quiz algn espacio suficien-temente amplio entre las terrazas donde sedespliega la zona arqueolgica habra podidofuncionar como tal, con el uso de marcadoresmviles.En el Popol Vuh Hunahp y Xbalanqu jueganmomentos mticos incoativos en el juego depelota (Coe 1989:162-163, 171). En un vasode la Coleccin de Kerr se observan en esteproceso del juego mtico con un estandarteque parece rematar ambos lados del espacio,a pesar de ser solamente uno, sin embargo, enla secuencia circular de la vasija podra consi-derarse que existe el estandarte como remate

    2002) (Fig.5).

    El signo de Tlayacapan tiene como soporte se-mitico la escultura en piedra y no tiene la fun-cin de observarse solamente desde una desus caras, sino en ambas. Aunque la pieza noest completa quiz se trate, al igual que lapieza encontrada en Tikal, de un finial de mar-cador de juego de pelota (Fig.6). Este tipo demarcadores sirven como parte de una estrate-gia de colocacin de juegos de pelota tempora-les, puesto que se combinan con una serie depiezas que en sistema de caja-espiga se apilanrematando en la seccin alta con un finial,quiz como fue el de Tlayacapan, si acaso stahubiera sido su funcin. Cabe mencionar que

    Fig.5. Personaje-mariposa con elglifo del quinterno y el Dios de laTormenta al centro. Tomado deLpez Lujn, Neff y Sugiyama,

    2002:745.

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    esa por definir elementos calendricos y escri-turales en Xochicalco, cuando interpreta el sig-nificado del quinterno asume que no se tratade un da o ao, pero asume que tendra algu-na referencia con los signos que aparecen enTeotihuacan (Caso 1962:73-75).El signo en las estelas de Xochicalco, quiztransformacin formal y continuidad de contenido simblico del glifo del quinterno.En las faldas de la Sierra de Tepoztln, al otrolado de la sierra en que se localiza Tlayaca-pan, se encuentra la zona arqueolgica de Cin-teopa , excavadas originalmente por CarmenCook de Leonard. Esta investigadora asever

    a cada lado de cada gemelo divino. Este rema-te podra funcionar de manera anloga como elmarcador del juego de pelota Teotihuacano.En 1961 Csar Senz excava la Estructura A

    de Xochicalco y localiza tres estelas. El signodel quinterno se localiza en la estela 1, en elsigno marcado como B 7, y tambin en la este-la 3, en los signos marcados como B 4 y B 7.Senz los relaciona con el sol, con Venus, lorefiere a la pintura mural teotihuacana y afirmaque podra tratarse del Da 4 E, por presentarcuatro crculos y cercana con el glifo E zapote-co (Senz 1961:45,50-51,56 y 60). A raz delde este descubrimiento Alfonso Caso se inter-

    Fig.6. La imagen de la izquierda es un fragmento del mural 2 del prtico 2 de Tepantitla, en Teotihuacan don-de se muestra segn Baudez (2007) el juego de baln con bastones, en la seccin superior derecha se pue-de observar el marcador de juego de pelota (Fotos Amrica Malbrn Porto y Bernal, 1978 respectivamente)

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    punto del peregrinaje. Arqueolgicamente las

    relaciones entre Tepoztln y Tlayacapan estnpor dilucidarse a detalle, pero los nexos debenser ineludibles, arquitectura sobre peas, ocu-paciones desde el Preclsico Tardo al menos,nicos dos puntos donde han sido localizadoscontextos primarios del Posclsico Tempranohasta el momento en el estado de Morelos,

    unen fuertemente a estas dos zonas que seencuentran en distintos puntos de la mismaserrana.Las almenas son cinco y estn elaboradas conla pasta del tipo cermico denominado BlancoGranular. A pesar de ser anlogas en la repre-sentacin de un sacerdote con anteojeras de

    en el lmite de la metfora, que si Amatln se

    trataba del lugar real del nacimiento de Quet-zalcatl y a la fecha incluso le ha sido cambia-do el nombre a la comunidad por el de Amatlnde Quetzalcatl (Zamora 2007). En las excava-ciones de un adoratorio se localizaron una

    serie de almenas cermicas con signos anlo-gos a los localizados en Teotihuacan, pero con

    estructura simblica propia (Canto 1998:1-3).Entre Amatln y una comunidad del norte deTlayacapan llamada actualmente San Jos delos Laureles, existe una relacin ceremonialviva, las peregrinaciones hacia Chalma sehacen a travs de la sierra desde San Joshasta Amatln y ah los reciben como primer

    Fig. 7. Almena de Cinteopa,ejemplar del museo comunitariode Amatln. Tomado de DD MStaff Junio 5 de 2013. Diario deMorelos

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    ado hasta el momento hasta 15 zonas arque-olgicas con elementos rupestres pictricos.

    En la cima del Cerro Grande o Cihuapapalot-zin, un equipo formado por el Arquelogo Enrique Mndez Torres y el P.A. Adrian Fuentes

    Aguirre orientados por guas locales de la fami-lia Carmona, localizaron un conjunto de signospracticados en tinta plana roja. En uno de ellosse observa con mucha claridad icnica un sig-no del Dios de la Tormenta-Tlloc (Fig.8), aso-ciado a otros como Venus y el Ojo de Reptil. Alsigno le han sido aadidas lneas rojas en laparte baja que eventualmente podran asociar-se a chorros de sangre, en el sentido analgicode los elementos encontrados anteriormenteen Teotihuacan.

    Tlloc frente a un templo con talud-tablero, conun bastn en cada mano de los cuales penden

    corazones sangrantes, el ejemplar que se ex-hibe en el museo local es ligeramente diferente(Fig.7). ste tiene en su tocado emplumado unrectngulo formado por lo que parece ser lapiel de una serpiente, en el cual encierra cincoquinternos. Esto sera parcialmente compatiblecon los contenidos sgnicos de los llamadosTlloc de Jade del prtico 11 de Tetitla que tie-nen en sus tocados un elemento de cuchillossacrificiales sangrantes (cfr. Milln 2002:285-286).

    En un proceso paralelo de bsqueda y registrode pintura rupestre en la seccin tlayacapanen-se de la Sierra de Tepoztln se han identifica-

    Fig.8. El signo del Tlaloc Ben una pintura rupestre deTlayacapan del Clsico-Epiclsico. Foto de EnriqueMndez Torres y dibujo deBerenice Garca Vzquez.

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    cubrieron bajo toros de columnas en edificiosvirreinales y sobrevivieron en la memoria de

    algunos durante algn tiempo, antes de que laausencia del ritual y los efectos de la invasinlos colocaran en el olvido (Vase Matos yLpez Lujn 2012:74).Quiz en Tlayacapan haya sucedido un proce-so anlogo entre el Clsico Tardo y el Poscl-sico Temprano, como eventualmente podemosobservar en algunos ejemplos cermicos comolos recurrentes ejemplares de Tlloc que han

    La presencia en distintos soportes semiticosdel mismo signo nos permite aventurar la im-

    portancia del contenido sgnico de este ele-mento en Tlayacapan, del Clsico Tardo alEpiclsico (450-650 d.n.e. al 1100 d.n.e.). Setratara del signo que preferimos denominarcomo el Glifo-Emblema del Dios de la Tormen-ta-Tlloc. Nos mantenemos coincidentes con laidea de no nombrar Tlloc a esos atisbos de loque Langley y Pasztory han decidido denomi-nar Dios de la Tormenta para el Clsico por nocontar con todos los elementos de lo que des-pus denominaramos como unidad de des-cripcin antropolgica, no slo arqueolgicahacia el Posclsico como Tlloc. No se tratapor otro lado de todo el orden incnico canni-co de Tlloc, s es que hay uno de manera lapi-

    daria, ni del Dios de la Tormenta en sus mlti-ples configuraciones, solamente de una sec-cin, de un emblema, esto es en trminossgnicos, el emblema es solamente un ndice.Gutirrez Solana (Op.cit.) hace un ejercicio deinterpretacin donde muestra la posibilidad deque en el Centro de Mxico el Glifo-Emblema

    del Dios de la Tormenta-Tlloc del Clsico sehaya transformado hasta el llamado Tlloc-Tlaltecuhtli de los mexica tenochca, conservan-do el tocado con tres crculos, la bigotera y elquinterno. De estos existen magnficos ejem-plares como el localizado en la seccin basalde la Coatlicue, o incluso aquellos que se en-

    Fig.9. Tlaltecuhtli masculino, se puede observar eltocado con tres crculos y al centro el quinterno.Museo del Templo Mayor. Tomado de Matos y

    Lpez 2012:437.

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    mo periferia, a fuerzas hegemnicas como

    Xochicalco, el Cuauhtenco, y al final a la Tripl Alianza, esto debi modelar el contenido designos que emergieron en los centros hegem-nicos y el que se les otorg en la periferia tla-yacapense.En efecto, se observa que existe en Tlayaca-pan un momento en el Clsico Tardo asociadoa la decapitacin, anlogo a la postura de laMetrpoli teotihuacana frente al militarismo, lguerra y los asesinatos sancionados por el or-den religioso. Que el juego de pelota tambinestuvo asociado a procesos de sacrificio

    humano y que el Emblema del que hablamos

    sugiere estar relacionado con ello, con el juego

    sido localizados en la cima del cerro Tlatoani,

    como aplicaciones cermicas de vasijas mayo-res. En stas se m