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LATIRANÍADE LACOMUNICACIÓN ---------------------------------- TEMASDE DEBATE

Tirania de La Comunicacion-ignacio Ramonet

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LA TIRANÍA DE

LA COMUNICACIÓN---- - -- - - - ----------- - -- - ---------

TEMAS DE

DEBATE

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IGNACIO RAMONET

LA TIRANÍA DELA COMUNICACIÓN

TEMAS DE

DEBATE

Page 3: Tirania de La Comunicacion-ignacio Ramonet

© Ignacio Ramonet, 1998© De la traducción, Antonio Albiñana, 1998

© De la edición castellana, Editorial Debate, S.A .,O'Donnell, 19, 28009 Madrid

LS.B .N . :84-8306-106-6Depósito Legal: M .11 .555-1998

Compuesto en VERSAL A.G., S .L.Impreso en l Jnigraf, Arroyomolinos, Móstoles (Madrid)

Impreso en España (Printed in Spain)

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SUMARIO

Comunicación contra información 7

Prensa, poderes y democracia 29

Ser periodista hoy 45

Colección dirigida porJOSÉ MANUEL SÁNCHEZ RON

La televisión necrófila 69

Versión castellana deANTONIO ALBIÑANA

Ideología del telediario 83

Mitos y desvaríos de los media 121

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escritade los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas

en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra

La batalla Norte-Sur en la información 141

por cualquier medio o procedimiento, comprendidas la reprografíay el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de

ella, mediante alquiler o préstamo público .

Conflictos bélicos y manipulación de las mentes 169

La era de la sospecha 189

Primera edición : mayo 1998Segunda edición: septiembre 1998

Nuevos imperios mediáticos 205

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Comunicación contra información

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La irrupción del multimedia, cuyo impacto se haequiparado al de la invención de la imprenta por Guten-berg, sitúa al sistema informacional en el umbral de unaprofunda revolución, que coincide con su progresivapérdida de fiabilidad .

La articulación del televisor, el ordenador y elteléfono, ha creado una nueva máquina de comuni-car, interactiva y basada en las posibilidades del tra-tamiento digital de la información . Reuniendo losmúltiples avances que han experimentado los media'hasta ahora dispersos (a los que se agregan el fax, latelemática y la monética), el multimedia e Internetsignifican una ruptura y podrían transformar todo elcampo de la comunicación, no sólo en los aspectostecnológicos, sino también en la esfera económica,tal como espera el presidente norteamericanoWilliam Clinton, que lanzó el ambicioso proyecto delas autopistas de la información para reafirmar el

' El anglicismo media, incorporado ya a diversas lenguas comodenominación abreviada de «medios de comunicación de masas»,(mass-media), se usará a lo largo de todo el libro ante la ausencia deuna expresión adecuada en español que incluya, en una sola palabra,prensa, radio, televisión, cine . . . (N . del T)

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La tiranía de la comunicación

papel de Estados Unidos como líder de las industrias

del futuro .Se están produciendo en este momento gigantes-

cas fusiones entre los mastodontes de la telefonía, el

cable, la informática, la televisión, la publicidad, elvídeo y el cine . Se suceden absorciones y fusiones que

movilizan decenas de miles de millones de dólares . . .Algunos sueñan con un mercado perfecto de la infor-

mación y la comunicación, totalmente integrado gra-cias a las redes electrónicas y los satélites, funcionan-

do sin fronteras, en tiempo real y sin interrupción . Lo

imaginan construido según el modelo del mercado decapitales y de los flujos financieros, que se mueven

de forma permanente . . .Como ejemplo del futuro comunicacional se cita

con frecuencia el éxito (real) de Internet, una redmundial de microordenadores que dialogan entre

ellos gracias a la generalización de los módems .

Nacido en Estados Unidos en 1969, y adoptado muyrápidamente por la comunidad científica y universi-

taria internacional, Internet constituye efectivamenteun modelo de convivialidad telemática, amenazado

cada vez más por los apetitos económicos que seciernen sobre los cerca de 100 millones de usuarios

conectados, maravillados habitantes de un ciberes-

pacio inmaterial .La prensa escrita no se encuentra a salvo de este

huracán de ambiciones desencadenado por el desafíodel multimedia y la nueva utopía tecnológica .

Muchos de los grandes periódicos pertenecen ya a

megagrupos de comunicación. Las escasas cabeceras

de prensa aún independientes que sobreviven en

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Comunicación contra información

Europa, fragilizadas por la caída de los ingresos

publicitarios, siguen siendo objetivo de la codicia de

estos nuevos amos del mundo .

Este moderno tinglado comunicacional y la vuel-ta de los monopolios, preocupan lógicamente a los

ciudadanos, que recuerdan las llamadas de alerta lan-

zados por George Orwell y Aldous Huxley contra elfalso progreso de un mundo administrado por una

policía del pensamiento . Y temen la posibilidad de

un condicionamiento sutil de las mentes a escala pla-

netaria .En el gran esquema industrial concebido por los

patronos de las empresas de entretenimiento, puede

constatarse ya que la información se considera antesque nada como una mercancía, y que este carácter pre-

domina ampliamente respecto a la misión fundamen-

tal de los media : aclarar y enriquecer el debate demo-

crático .A este respecto dos ejemplos recientes han mos-

trado cómo la sobreinformación no significa siempre

buena información : el asunto Diana y el affaire Clin-

ton-Lewinsky.La muerte en accidente de automóvil a fines de

agosto de 1997 en París de lady Diana y de su novio

Dodi Al Fayed, dio lugar a la tempestad informativa

más fenomenal en la reciente historia de los media .

Prensa escrita (diaria y periódica), radios y televisio-

nes otorgaron a este acontecimiento más espacio que

el dedicado a ningún otro asunto que afectara a unindividuo en toda la historia de los medios de comuni-

cación de masas .Millares de portadas de revistas, cientos de horas

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de reportajes televisados (sobre las circunstancias delaccidente, las especulaciones sobre su carácter acci-dental o criminal, las relaciones con la familia realinglesa, con su ex marido, con sus hijos, sus activida-des en favor de los desfavorecidos, su vida sentimen-tal, etcétera .) fueron consagrados a la muerte de«Lady Di» .

De Nigeria a Sri Lanka, de Japón a Nueva Zelan-da, su entierro fue difundido en directo por cientos decadenas de televisión del mundo entero . En Venezuelay Brasil, miles de personas pasaron toda la noche envela (a causa del desfase horario) para seguir en direc-to y en tiempo real sobre la pequeña pantalla las esce-nas de las honras fúnebres de Diana .

Esta tempestad mediática ha sido comparada conla que el mundo experimentó con motivo de trage-dias que afectaron a diversas personalidades : se tratade un error. Ni el asesinato de John Kennedy, ni elatentado contra Juan Pablo II tuvieron una repercu-sión mediática comparable (por no hablar más que dedos mega-acontecimientos) tratándose además dejefes del Estado y de la Iglesia, responsables políti-cos o espirituales, a la cabeza de países o de comuni-dades integradas por cientos de millones de personasque, por su función -presidente de Estados Unidosy papa de la Iglesia católica-, son personajes habi-tuales de los medios de comunicación y «ocupantes»casi de forma natural de los telediarios del mundo .

Diana no era nada de todo esto . Antes de su trági-ca muerte, era sobre todo la heroína de la «prensa delcorazón», que había construido de ella-como lo sabehacer la literatura popular- un personaje (en el senti-

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Comunicación contra información

do ficticio del término) : el de la «princesa triste»,melancólica, que lo tuvo todo para ser feliz (belleza,riqueza) pero a la que faltaba el amor de su esposo,seducido por una mala mujer ; y que transfería su capa-cidad de amor hacia sus hijos y hacia todos los desgra-ciados del mundo .

Lo que se produjo en el momento del accidentemortal de` Diana fue una especie de cortocircuitomediático . El personaje de folletín, de telenovela,accede de repente al estatus de personalidad digna dela prensa seria y de referencia . Diana abandona elmarco limitado y folclórico de «la prensa del cora-zón», de lo «popular», para entrar de lleno en las sec-ciones principales y en las columnas más nobles de losespacios de la prensa política. Por vez primera, Dianaes la información principal de un telediario. Y elcortocircuito se produce, en el mismo momento, entodos los media y a escala planetaria .

Se llegó a hablar a este respecto de «sicodramaplanetario», de «choque mediático total», de «globa-lización emocional». Lo que resulta evidente es que enaquella ocasión se vivió, indiscutiblemente, un acon-tecimiento mediático inaugural . Algo sucedía por vezprimera . Sabíamos que estábamos entrando en la erade la información global, en particular tras el desarro-llo -al final de los años 80- de la cadena planetariaCable News Network (CNN), pero esta expresión,más que constatar un nuevo estado de cosas, anuncia-ba en cierto modo una etapa que estaba al llegar. Elasunto Diana fue el primer episodio de esta nueva erade la información .

El segundo se produjo en enero de 1998, con

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La tiranía de la comunicación

motivo de las pretendidas relaciones entre el presi-dente de Estados Unidos con una ex becaria de la

Casa Blanca, Monica Lewinsky, que se convirtieronde repente en un tema mediático planetario, desenca-

denando una crisis de locura comunicacional incon-trolada.

Todo empezó cuando un tal Matt Drudge envió a

su servidor Internet el contenido de las conversacionestelefónicas grabadas por la amiga-denunciadora deLewinsky, Linda Tripp . La revista Newsweek habíadudado en difundir dichas conversaciones, tomándose

tiempo para verificar la información . Pero Matt Drud-ge no albergó ninguna duda. Y la irrupción de la histo-ria en la esfera de Internet volvió completamente loca

a la prensa escrita que, queriendo hacerse de nuevocon este asunto-choque se decidió a publicar cualquiercosa, lanzándose desesperadamente a la caza del scoop,con un solo objetivo: no dejarse ganar la mano porInternet .

Algún día se escribirá que el asunto Clinton-Lewinsky ha significado para Internet lo que el asesi-

nato de John Kennedy fue para la televisión : el acon-tecimiento fundador de un nuevo media de informa-ción (y no ya únicamente de distracción) .

En esta ocasión la prensa escrita ha querido recu-

perar su dinamismo de los tiempos del Watergate, tra-tando de escapar de los simples scoops para aportar elverdadero tempo de la información. Las cadenas-networks-, desbordadas por Internet y por la pren-sa de papel, se vieron obligadas a hacer sonar sus alar-

mas de llamada a las estrellas de los telediarios de la

noche, desde el momento en que estalló el escándalo .

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Comunicación contra información

Dan Rather, Peter Jennings y Tom Brokaw tuvieronque regresar de Cuba, donde cubrían la visita del papa

y su encuentro con Fidel Castro .Por una vez, los periodistas de la pequeña pantalla

tenían varios cuerpos de retraso respecto a sus colegas

de la prensa escrita, especialmente el Washington Post

y el Newsweek, que estaban preparando el informe

sobre las aventuras sentimentales de Clinton desde

hacía varios meses .De hecho, la prensa escrita buscaba su revancha

desde los tiempos de la guerra del Golfo, que significóel triunfo, el apogeo y el cenit de una información

televisada basada en la potencia de la imagen . Y la

obtuvo mediante la incursión en nuevos territorios

informativos : la vida privada de las personalidades

públicas y los escándalos ligados a la corrupción y a

los negocios: lo que podría denominarse periodismo

de revelación (y no periodismo de investigación). ¿Por

qué? Porque en la revelación de affaires de este tipo lo

decisivo es la producción de documentos, y estos son

casi siempre textos escritos, papeles comprometedo-res, cuyo valor-imagen es, por así decirlo, nulo, y de

los que la televisión puede sacar muy poco partido . En

un terreno como éste, la prensa escrita retorna la ini-

ciativa. Por ello desde hace una década en la mayorparte de los países se ha visto multiplicar los informes

y las revelaciones, sobre todo en materia de corrup-

ción. En casi todos los casos es la prensa escrita la quelos ha sacado, y prácticamente nunca la televisión .

En el asunto Clinton-Lewinsky, a falta de imáge-nes (los protagonistas se atrincheraban en sus territo-

rios), las cadenas y la CNN se resignaron a organizar

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platós en los que aparecían los periodistas de la prensaescrita. Michael Isikoff, autor del artículo de News-week y el único periodista norteamericano del momen-to en haber oído una de las famosas grabaciones de lasconfidencias telefónicas de Monica Lewinsky, llevaba acabo en esos días una especie de vaivén entre la CBS,la NBC y la ABC. Únicamente la cadena de televisiónpública PBS ofreció una primera imagen realmenteinteresante : la entrevista-choque entre Clinton y JimLehrer, su presentador estrella .

Todas las demás cadenas interrumpieron inmedia-tamente sus programas para difundir extractos de laentrevista en la que el presidente norteamericano negócategóricamente haber mantenido relaciones culposascon la joven becaria de la Casa Blanca. A pesar detodo, la prensa del día siguiente tituló : «Sexo, menti-ras y cintas magnetofónicas . »

Efectivamente, la televisión ha dado la impresiónde estar fuera de juego en todo este asunto . Las reve-laciones se iban conociendo a través de fugas y deinformadores anónimos, no se dejaban filmar . Apesar de todo, la televisión no dejó de tratar de entraren el acontecimiento, desdeñando al mismo tiempoel resto de la actualidad internacional . Por ejemplo,durante la rueda de prensa que siguió al encuentroentre Clinton y Yasir Arafat, no retuvo ni difundiómás que las preguntas planteadas al presidente norte-americano respecto a . . . ¡sus relaciones con MonicaLewinsky! La imagen de Arafat asistiendo, impasi-ble, a la travesía de Clinton sobre el fuego de susentrevistadores, constituye una de las pruebas másdelirantes de la actual deriva de los media .

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Comunicación contra información

Desbordadas por los rumores y carentes de imáge-nes, las redes de televisión se han visto obligadas aafrontar un dilema sencillo : cómo hablar de la sexuali-dad presidencial sin hacer «telebasura» (TV trash) . El«sexo presidencial»: los periodistas de la televisiónsólo hablaban para referirse a éste . . . En la ABC, Bar-bara Walters, la gran sacerdotisa de las entrevistas«del corazón», se refería sin pestañear al «semen pre-sidencial» que Monica Lewinsky habría conservadosobre uno de sus vestidos, explicando, con aire grave,que los futuros análisis de ADN podrían traicionar aClinton .

La televisión norteamericana no aportó ningúnelemento nuevo a la investigación . Las cámaras corríansiempre detrás de los reporteros de la prensa . Acaba-ron por encontrar su salvación en los archivos de laCNN : el famoso achuchón de Clinton a MonicaLewinsky durante una fiesta en los jardines de la CasaBlanca, difundido repetidamente y diseccionado porlos expertos del body language («lenguaje del cuer-po») : «La mirada amorosa de Monica», «La palmadi-ta cómplice en su hombro» . Estas imágenes venían aconfirmar a posteriori que las cadenas de televisiónno habían podido mostrar ni una sola imagen signifi-cativa desde el inicio del asunto .

A partir de ese momento la rivalidad prensa escri-ta-televisión llegó al paroxismo . Y los desvaríosmediáticos fueron multiplicándose . Los periódicosempezaron a publicar todo lo que se les ocurría . ElDallas Morning News llegó al extremo de anunciarque poseía «la prueba» de que Clinton había sido sor-prendido con Monica Lewinsky en una situación

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embarazosa, y la CNN no dudó en repicar inmedia-tamente esta falsa información para la pequeña panta-lla . En fin, en la Fox, experta en telebasura, loscomentaristas se preguntaban con un aire glotón :«¿Será Clinton un adepto al telefono sexual?»

La desproporción entre el supuesto acontecimien-to y el estrépito de los media, llegó a tal extremo quellevó a hacer sospechar que Clinton había montadotodas las piezas de la crisis contra Bagdad para desviar

sobre Irak y Saddam Hussein la potencia maléfica delos media . A pesar de todo, después de cinco días dedelirios ,e histerias mediáticas, Clinton obtenía el 57

por 100 de opiniones favorables entre los norteameri-canos. Los mismos norteamericanos que se mostraban

sin embargo persuadidos de que había mantenido rela-ciones sexuales con Monica Lewinsky.

Vemos así que, en la era de la información virtual,únicamente una guerra real puede salvar del acosoinformacional. Una era en la que dos parámetros ejer-cen una influencia determinante sobre la información :el mimetismo mediático y la hiper-emoción .

El mimetismo es la fiebre que se apodera súbita-mente de los media (con todos los soportes confundi-dos en él) y que les impulsa, con la más absolutaurgencia, a precipitarse para cubrir un acontecimiento

(de cualquier naturaleza) bajo el pretexto de que otros

-en particular los medios de referencia- conceden adicho acontecimiento una gran importancia .

Esta imitación delirante provoca un efecto de bolade nieve, funciona como una especie de intoxicación.Cuanto más hablan los media de un tema, más se per-suaden colectivamente de que ese tema es indispensa-

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Comunicación contra información

ble, central, capital, y que hay que cubrirlo mejortodavía, consagrándole más tiempo, más medios, más

periodistas . Los media se autoestimulan de esta forma,

se sobreexcitan unos a otros, multiplican la emulación

y se dejan arrastrar en una especie de espiral vertigi-nosa, enervante, desde la sobreinformación hasta la

náusea .La hipen-emoción ha existido siempre en los

media, pero se reducía al ámbito especializado de cier-

tos medios, a una cierta prensa popular que jugabafácilmente con lo sensacional, lo espectacular, el cho-

que emocional . Por definición, los medios detteferen-cia apostaban por el rigor y la frialdad conceptual, ale-

jándose lo más posible del pathos para atenerse

estrictamente a los hechos, a los datos, a las pruebas .

Todo esto se ha ido modificando poco a poco, bajo la

influencia del media de información dominante que es

la televisión . El telediario, en su fascinación por el

«espectáculo del acontecimiento» ha desconceptuali-

zado la información y la ha ido sumergiendo progresi-

vamente en la ciénaga de lo patético . Insidiosamente

ha establecido una especie de nueva ecuación infor-

macional que podría formularse así : si la emoción que

usted siente viendo el telediario es verdadera, la infor-

mación es verdadera .Este «chantaje por la emoción» se ha unido a la

otra idea extendida por la información televisada : bas-

ta ver para comprender. Y todo esto ha venido a acre-

ditar la idea de que la información, no importa de qué

información se trate (la situación en el Oriente Próxi-mo, la crisis del sureste asiático, los problemas finan-

cieros y monetarios ligados a la introducción del euro,

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La tiranía de la comunicación

conmociones sociales, informes ecológicos, cte .),siempre es simplificable, reductible, convertible en

espectáculo de masas, divisible en un cierto númerode segmentos-emociones . Sobre la base de la idea,muy de moda, de que existiría una «inteligencia emo-cional», esta concepción de la información rechaza

cada vez más el análisis (factor de aburrimiento) y

favorece la producción de sensaciones .Todo esto convergió y tomó forma de repente a

escala planetaria en el asunto Diana . En aquelmomento se perdieron todas las referencias, se trans-

gredieron todas las fronteras, todas las secciones yestilos periodísticos se pusieron patas arriba . Dianase convertía en un «fenómeno mediático total» ; unacontecimiento a la vez político, diplomático, socio-lógico, cultural, humano . . . que afectaba a todas las

capas sociales en todos los países del mundo . Esto eslo radicalmente nuevo . Y cada medio (escrito, habla-do o televisado) a partir de su propia posición, se sin-tió en la obligación de tratar este asunto en beneficio

de su público .

La consecuencia principal de este mimetismomediático y de este tratamiento mediante la hiper-

emoción es que (sin que incurramos en una paranoiaprimaria), todo está preparado para la aparición de

un «mesías mediático» . Como vino a anunciar indis-cutiblemente el asunto Diana. El dispositivo está lis-to, no solamente desde el punto de vista tecnológico,

sino sobre todo psicológico . Los periodistas, losmedia (y, en cierta medida, los ciudadanos) seencuentran a la espera de una personalidad portadorade un discurso de alcance planetario, basado en la

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Comunicación contra información

emoción y la compasión . Una mezcla de Diana y de

la Madre Teresa, de Juan Pablo II y Gandhi, de Clin-ton y Ronaldo, que hablaría del sufrimiento de los

excluidos (4.000 millones de personas) tal como

Paulo Coelho de la ascesis del espíritu . Alguien que

transformaría la política en tele-evangelismo, que

soñaría con cambiar el mundo sin pasar jamás aactuar en esa dirección, que plantearía la apuesta

angélica de una evolución sin revolución .

Por otra parte, la prensa escrita está en crisis . En

España, en Francia y en otros países está experimen-

tando un considerable descenso de difusión y una gra-

ve pérdida de identidad . ¿Por qué razones y cómo se

ha llegado a esta situación? Independientemente de lainfluencia, real, del contexto económico y de la rece-

sión, las causas profundas de esta crisis hay que bus-carlas en la mutación que han experimentado en los

últimos años algunos conceptos básicos del perio-

dismo .En primer lugar, la misma idea de la información .

Hasta hace poco informar era, de alguna manera, pro-porcionar no sólo la descripción precisa -y verifica-

da- de un hecho, un acontecimiento, sino tambiénaportar un conjunto de parámetros contextuales que

permitieran al lector comprender su significado pro-

fundo . Era responder a cuestiones básicas : ¿quién ha

hecho qué?, ¿con qué medios?, ¿dónde?, ¿por qué?,

¿cuáles son las consecuencias?Todo esto ha cambiado completamente bajo la

influencia de la televisión, que hoy ocupa en la jerar-

quía de los medios de comunicación un lugar domi-nante y está expandiendo su modelo . El telediario,

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La tiranía de la comunicación

gracias especialmente a su ideología del directo y deltiempo real, ha ido imponiendo, poco a poco, un con-cepto radicalmente distinto de la información . Infor-mar es ahora «enseñar la historia sobre la marcha» o,en otras palabras, hacer asistir (si es posible en direc-to) al acontecimiento. Se trata de una revolucióncopernicana, de la cual aún no se han terminado decalibrar las consecuencias y supone que la imagen delacontecimiento (o su descripción) es suficiente paradarle todo su significado .

Llevado este planteamiento hasta sus últimas con-secuencias, en este cara, a cara telespectador-historiasobra hasta el propio periodista . El objetivo prioritariopara el telespectador es su satisfacción, no tanto com-prender la importancia de un acontecimiento comoverlo con sus propios ojos . Cuando esto ocurre, se halogrado plenamente el deseo .

Y así se establece, poco a poco, la engañosa ilu-sión de que ver es comprender y que cualquier aconte-cimiento, por abstracto que sea, debe tener forzosa-mente una parte visible, mostrable, televisable . Esta esla causa de que asistamos a una, cada vez más fre-cuente, emblematización reductora de acontecimien-tos complejos . Por ejemplo, todo el entramado de losacuerdos Israel-OLP se reduce al apretón de manosentre Rabin y Arafat . . .

Por otra parte, una concepción como ésta de lainformación conduce a una penosa fascinación por lasimágenes «tomadas en directo», de acontecimientosreales, incluso aunque se trate de hechos violentos ysangrientos .

Hay otro concepto que también ha cambiado : el

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Comunicación contra información

de la actualidad ¿Qué es hoy la actualidad? ¿Qué acon-tecimientos hay que destacar en el maremágnum dehechos que ocurren en todo el mundo? ¿En función dequé criterios hay que hacer la elección? También aquíes determinante la influencia de la televisión, puestoque es ella, con el impacto de sus imágenes, la queimpone la elección y obliga nolens volens a la prensa aseguirla. La televisión construye la actualidad, provo-ca el shock emocional y condena prácticamente alsilencio y a la indiferencia a los hechos que carecen deimágenes . Poco a poco se va extendiendo la idea deque la importancia de los acontecimientos es propor-cional a su riqueza de imágenes . O, por decirlo de otraforma, que un acontecimiento que se puede enseñar (sies posible, en directo, y en tiempo real) es más fuerte,más interesante, más importante, que el que permane-ce invisible y cuya importancia por tanto es abstracta .En el nuevo orden de los media las palabras, o los tex-tos, no valen lo que las imágenes .

También ha cambiado el tiempo de la informa-ción. La optimización de los media es ahora la instan-taneidad (el tiempo real), el directo, que sólo puedenofrecer la televisión y la radio . Esto hace envejecer ala prensa diaria, forzosamente retrasada respecto a losacontecimientos y demasiado cerca, a la vez, de loshechos para poder sacar, con suficiente distancia,todas las enseñanzas de lo que acaba de producirse . Laprensa escrita acepta la imposición de tener que diri-girse no a ciudadanos sino a telespectadores .

Todavía hay un cuarto concepto más que se hamodificado: el de la veracidad de la información. Hoyun hecho es verdadero no porque corresponda a crite-

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La tiranía de la comunicación

ríos objetivos, rigurosos y verificados en las fuentes,sino simplemente porque otros medios repiten las mis-mas afirmaciones y las «confirman» . . . Si la televisión(a partir de una noticia o una imagen de agencia) emi-

te una información y si la prensa escrita y la radio laretoman, ya se ha dado lo suficiente para acreditarlacomo verdadera. De esta forma, como podemos recor-dar, se construyeron las mentiras de las «fosas deTimisoara», y todas las de la guerra del Golfo . Losmedia no saben distinguir, estructuralmente, lo verda-dero de lo falso.

En este embrollo mediático, nada más vano queintentar analizar a la prensa escrita aislada de los res-tantes medios de comunicación . Los media (y losperiodistas) se repiten, se imitan, se copian, se contes-tan y se mezclan, hasta el punto de no constituir másque un único sistema de información, en .cuyo seno escada vez más arduo distinguir las especificaciones de

tal o cual medio tomados por separado .En fin, información y comunicación tienden a

confundirse . Los periodistas siguen creyendo que son

los únicos que producen información, cuando toda lasociedad se ha puesto frenéticamente a hacer lo mis-mo. Prácticamente no existe institución (administrati-va, militar, económica, cultural, social, etc .), que no sehaya dotado de un servicio de comunicación que emi-

te -sobre ella misma y sus actividades- un discursopletórico y elogioso. A este respecto, en las democra-cias catódicas, todo el sistema social se ha vuelto astu-to e inteligente, capaz de manipular sabiamente losmedios y de resistirse a su curiosidad.

A todas estas transformaciones hay que añadir un

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Comunicación contra información

malentendido fundamental . . . Muchos ciudadanos

estiman que, confortablemente instalados en el sofá desu salón, mirando en la pequeña pantalla una sensacio-

nal cascada de acontecimientos a base de imágenes

fuertes, violentas y espectaculares, pueden informarse

con seriedad. Error mayúsculo . Por tres razones : la pri-mera, porque el periodismo televisivo, estructurado

como una ficción, no está hecho para informar sino

para distraer; en segundo lugar porque la sucesión

rápida de noticias breves y fragmentadas (una veinte-na por cada telediario) produce un doble efecto negati-

vo de sobreinformación y desinformación; y final-

mente, porque querer informarse sin esfuerzo es una

ilusión más acorde con el mito publicitario que con la

movilización cívica . Informarse cuesta y es a ese pre-

cio al que el ciudadano adquiere el derecho a partici-

par inteligentemente en la vida democrática .

Numerosas cabeceras de la prensa escrita continúan

adoptando, a pesar de todo, por mimetismo televisual,por endogamia catódica, las características propias

del medio audiovisual : la maqueta de la primera pági-

na concebida como una pantalla, la reducción del

tamaño de los artículos, la personalización excesiva de

los periodistas, la prioridad otorgada al sensacionalis-mo, la práctica sistemática del olvido, de la amnesia,

en relación con las informaciones que hayan perdido

actualidad, etc. Compiten con el audiovisual en mate-

ria de marketing y desprecian la lucha de las ideas .

Fascinados por la forma olvidan el fondo . Han simpli-

ficado su discurso en el momento en que el mundo,

convulsionado por el final de la guerra fría, se ha vuel-

to considerablemente más complejo .

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La tiranía de la comunicación

Un desfase tal entre este simplismo de la prensa y lanueva complicación de los nuevos escenarios de la polí-tica internacional desconcierta a muchos ciudadanos,que no encuentran en las páginas de su publicación unanálisis diferente, más amplio, más exigente, que el queles propone el telediario. Esta simplificación resulta tan-to más paradójica cuando el nivel educativo continúaelevándose y aumenta el número de estudiantes superio-res. Al aceptar no ser más que un eco de las imágenestelevisadas, muchos periódicos mueren, pierden su pro-pia especificidad y como consecuencia sus lectores .

Informarse sigue siendo una actividad productiva,imposible de realizar sin esfuerzo y que exige una ver-dadera movilización intelectual . . . Una actividad tannoble en democracia como para que el ciudadanodecida dedicarle una parte de su tiempo y su atención .Así lo entendemos en Le Monde diplomatique . Sinuestros textos son, en general, más largos que los deotros periódicos y revistas es porque resulta indispen-sable mencionar los puntos fundamentales de un pro-blema, sus antecedentes históricos, su trama social ycultural y su importancia económica, para poder apre-ciar mejor toda su complejidad .

Cada vez son más los lectores que se interesan poresa concepción exigente de la información y que sonsensibles a una manera sobria, austera y rigurosa deobservar el mundo . Las notas a pie de página, queenriquecen los artículos y les permiten eventualmentecompletar y prolongar la lectura, no les perturban enabsoluto. Al contrario, muchos ven en esto un rasgo dehonestidad intelectual y un medio para enriquecer sudocumentación sobre los temas .

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Comunicacion contra información

De esta forma puede construirse una reflexión exi-gente sobre este mundo en mutación, donde lasreferencias sobre el presente se difuminan al tiempoque se oscurecen las perspectivas del futuro . Un mun-do más difícil de comprender que exige del periodistahumildad, duda metódica y trabajo. Y que pide al lec-tor, como es lógico, más esfuerzo, más atención .

A este precio, y únicamente a este precio, la pren-sa escrita podrá abandonar las zonas confortables delsimplismo dominante y salir al encuentro de todos loslectores que desean entender para poder actuar mejorcomo ciudadanos en nuestras democracias aletar-gadas .

«Serán necesarios largos años», escribe VáclavHavel, «antes de que los valores que se apoyan en laverdad y la autenticidad morales se impongan y selleven por delante al cinismo político ; pero, al final,siempre acaban venciendo .» Esta debe ser también lapaciente apuesta del verdadero periodismo .

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