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m COPIA D E C A R T A E N QUE UN AMIGO

refiere á otro con exactitud el hecho { con sus antecedentes y conseqüentes) relativo á la muer­te del memorable lidiador JOSEPHDELGADO, re­nombrado HILLO , causada por el séptimo tora de las corridas en la Plaza de Madrid la tarde: del i i de Mayo de i8or, en vista de la quál, para precaver en lo posible semejantes desgra­cias , se recopilan las mas oportunas reflexio­nes y aún añaden otras en Verso y Prosa , dig­nas de la atención de todos los aficionados. $ toreros.

A MIGO MÍO: E n la fiesta executada aquí antes de ayer,, estubieron demasiado expuestos ios toreros de á pié , y especialmente los. estoqueadores , con varios toros y libec-tándose. de ellos mas por un efecto casual y fe l i z , quQ por el de su notoria destreza , á causa de hallarse corridos anteriormente , y por lo mismo en el caso de no poderse burlar^ ó sortear , por medio d^;;ít os auxilios y reglas^ que p^ra conseguirlo son propias del arte » que con inne­gable cicdito desempeñan los insinuados Profesores»

Siempre que se han corrido toros de dicha clase y ha. presenciado el público idénticas contingr:ncias,CGmo nos l a recuerda la triste memoria de los. muchos que han sida víctimas da ellos, y sobre todo la que acabamos de ex­perimentar. ,

Unicamente me propondré por ahora hablar del menc.onado séptimo toro , que í ué e,l que cauíd el terrible sacrificio, de que, se hará la mas conipre-hensible demostración. Solo recibió tres o quarro varas» á las que entró siempre huyendo de los caballos * por ser para estos demasiadamente cobarde. Después con mucha maestría le puso un par de banderillas el aplau*

A d i -

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¿ido Antonio de ¡os Santos , y seguidamente le c la -Taroü otros tre¿ pares Joaquín D í a z y Manuel Xara-millo. Luego se presenró á maiarie JOSEPH D E L G A D O : le dio tres pases de m a b t a , los dos por el orden común

ó despid'éndole por su izquierda ) y el restante de los que llaman al pecho; con el qual se l ibertó del apu­ro contra los tableros , en que le encerró la mucha pron­titud con que se le revolvió el toro algo atravesado , de resultas de haberle dado el segundo pase , no hal lán­dose puesto aquél en la mejor situación.

Estando ya en la fatal de la derecha del to r i l , á corta distancia de él y la cabeza algo terciada á las barreras, se armó el matador para estoquearlo ; le tantéo , citándole , ó llamándole la atención á la muleta (deteniéndose, y sesgán­dose algo mas de lo regular ) , se arrojó á darle la esto­cada á toro-parado, y le introduxo superficialmente como media espada por el lado contrario, ó izquierdo. E n este ptopio acto le enganchó con el pi tón derecho por el ca­ñón izquierdo de los calzones, y le t iró por encima de la espaldilla al suelo , cayendo boca arriba. Bien por-* que el golpe le hizo perder el sentido , ó por el mu­cho con que pudo estar , para conocer que en aquel knce debió quedar sin movimiento; es lo cierto r que Careciendo de él , se mantubo en dicha forma Ínterin le recargó el toro con la mayor velocidad , y ensartándole con el cuerno izquierdo por la boca del estómago , le Suspendió en el ayre , y xampaneándole en distintas posiciones, le tuvo mucho mas de un minuto, des­trozándole en menudas partes quantas contiene la cabi-dad del vientre y pecho ( á mas de diez costillas fractu­radas ) , hast-a que le soltó en tierra inmóvil , y con solo algunos espíritus de vida. Esta la perdió, enteramente e» poco mas de un quarto de hora, eri cuyo intermedio se le subministráron todos los socorros espirituales , que son posibles á la piedad mas religiosa.

Aunque sorprehendidos los compañeros del desgracia­do , k presencia de una tan pavorosa gatáitiofe , y cono-

cien-

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C 1 " ) cielito ser fealmente punto menos que Inevitable el nes­go da perecer , á que se exponían , para quitar la fiera de la inmediación á el ya casi cadáver ( e n un parage tan sin recurso en aquel caso como es el de la puerta del T o r i l ) superó á esta previsión de su evidente precipicio e l ardor con que se metieron en él , mudando con las capas la situación del toro. También lo emprendió , c a quanto le fué dable , el zelo de Jutn L ó p e z , procuran­do ponerle una vara á caballo levantado. ( A su exemplo deben respectivamente executarlo todos los picadores, siempre que estén en peligro sus compañeros , ó los da á pié , así como estos lo hacen á cada instante con aque­l los ; á cuyo fin es indisculpable en unos y otros aun el menor descuido y falta de tino , para preveer e l resultad© de las buenas , y malas suertes ) .

Inmediatamente J O S E P H R O M E R O tomó su espa­da y muleta, y usando del superior manejo que tiene ea ésta , y de la intrepidéz que con aquella recibe los to­ros á la muerte , se la dió á la fiera de dos bien d i r ig i ­das estocadas, con todo el denuedo y serenidad de espí­r i tu que acostumbra , y pedia lo. arduo de la empresa, graduando las críticas circunstancias que la hacian m u l -tiplicadamente mas difícil.

Muchos son los lances que pudieran individualizar­se , en que constantemente dió pruebas nada equívocas de su sin exemplar valor el héroe de esta trágica memo­r i a , con singularidad después de haber sido gravemen­te herido con veinte y cinco cornadas ( en Otras tantas hazarosas suertes) que repartidas en todo el cuerpo re­cibió en el discurso de su vida ; pero en ninguna com­probó mas su gran presencia de animo , que en la u l t i ­ma explicada , en que con admiración le vimos force­jeando sobre los brazos., apoyadas las manos al pi tón que le tenia atravesado , para desprenderse de é l , hasta que ya quedó con la cabeza y demás miembros desco­yuntados , caídos, y hecho un objeto de la mas insigni-ficable compasíoa. Ésta se renovó en la muáana de hoy

A 2 por

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( T V ) por las innumerables gentes, que ocupiban las dllaf-acUs plazas y calles, que hay desde el Hospital General , en que estaba depositado el cadáver , . hasta la Parroquia de San Ginés , en que fué sepultado , y conducido coa ' una laud tble y edificante profusión, dispuesta por la gra­titud de su amado disc ípulo , é inseparable compañero A N T O N I O D E LOS S A N T O S .

N o hay documentos que mis impresión hagan para remedio de toda clase de infelicidades , que la-rep¡espu­tación de ellas mismas , analizando sus causas para con­trarrestarlas , y precaverlas en lo subcesivo con los an­tídotos que nos dicta la propia racionalidad, A la no­toria de V . ( unida á su extraordinaria pericia en e l pváftko y especulativo Arte de lidiar toros á en bailo y á pié ) , ju-^go sea de la mayor satisfacción darle una sucinta idea del fruto , que debería producir la fatal es­cena , que apenas me ha permitido detallar el acervo dolor con que á todas horas se representa en mi angustia­da imaginación. Libre .esta algún tanto de la aBiccioa que la agita me he puesto á meditar , que las corridas de toros no son otra cosa , que una especie de lucha ó bat.dla , que el valor de nuestros compatricios tiene adoptada como por galardón del que les es característico; Q u e baxo este concepto, y otros ( que por consultar la brevedad omito ) nos están permitidas lícitamente por l a Potestad suprema , en la inteligencia de que la de los Españoles , en virtud de su habilidad , constituyen re­moto el peligro de sus vidas; y que no verificándose así con los toros de la enunciada clase ; para salvar este g é ­nero de violación ; para no infringir las Sagradas L e ­yes de la naturaleza , y para que con sobrado fundamen­to las gentes, y naciones cultas no censuren de bárba­ra esta diversión , se hace indispensable apelar á los recursos , que nos dictan la razón , y la prudencia. Estos, pues son , el de prohibir en todo el Reyno , con jas com-minaciones que exige la importancia de la materia , que Ips criadores ó dueños de toros , que se: hayan corrido

de»-

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( V ) dbntro ó fuera de poblado desde que nacen , pnedíui venderlos , para lidiarlos en las plazas , á imitación de io que con notorio crédito de sus vacadas , y aumento, de sus intereses , executan los Señores , Giion , Bslhy Kyiiendidmn , Espinosa , Cabrera , Bazquez , M a r í n , Trapero , los Gallardos y otros. Que á los Asentistas , ó sus comisionados que los compran sin asegurarse hasta el último extremo de lo referido , se les castigue con e l indicado r igor ; y que este propio se observe con los to­reros 7que sin violencia (de la que será responsable su au­tor ) sigan trabajando en las funciones donde metan to­ros , que desde luego conozcan ( como es de su obliga­ción ) quví no están sencillos , y sí desengañados de los objetos, ardides y medios con que los burlan , acome-íiendo por lo común con aquel género de picardía , o probabilidad , que les infunde su natural instinto, para hacer casi inexcusable el peligro de los lidiado­res.

Es evidente, que á pesar de lo expuesto , podrá cor­rerse algún otro toro, que por razón de ser viejo , ( esto es de mas de cinco á seis años , que es quando están en su mayor poder y valentía ) por demasiado cobarde , ú otra accidental causa , se deba considerar comprehendido en la clase expresada. E n estos casos es muy consiguien­te , que la sabia y superior prudencia de los Magistra­dos , que presiden las plazas, ( prevenidos indirectamen­te por el lidiador , íi otra persona de su confianza , que en realidad tenga todo el conocimiento necesario al efecto) le mande echar perros ; en lo que ño solo se evita el riesgo cíe las inapreciables vidas de los Actores , sino es t|ue al propio tiempo se divierte el público en disfrutar de unas luchas , que le son de la mayor complacencia, y de tiempo inmemorial se han mirado como anexas , é in ­separables de las funciones de toros.

Aunque para la muerte de los que van reprobados pudiera usarse del hasta ó cuchilla , que llaman guada-íía ó media-luna , tiene entre otros inconvenientes , el

de

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( V I ) de que quanclo están distantes de las barreras, y no se les puede con las capas aproximar á ellas , es difícil y peligrosa la operación de desgarretarlos , tanto para los que la executen , como para los que es indispen­sable ayuden al efecto. A esto se sigue ser nece­sario asaetear los toros por las costillas con la espada , y después acabarles de matar con la puntilla ó cachetero^ Dichas maniobras son por lo común dilatadas , y como á esto se agrega lo fastidioso que es ver dar bueltas por la plaza sobre los corbejones á un animal (que digámoslo a s í ) se le ha asesinado con una especie de alevosía, opuesta al crédito de los toreros; no pueden menos los expectadores de mirar estos actos con desazón y repugnancia. L a que los estoqueadores del primer or­den siempre han tenido en consentir lo referido , es talf que repetidamente han representado, desistiéndose do trabajar antes que acceder á un taii mal recibido vexá -men de su opinión ; y como que aun quando no deba considerarse as í , siente el publico del mismo modo que ellos , han sido en todas épocas atendidos sus recursos, con el éxi to que se han propuesto.

Habiendo únicamente tratado de precaver el pro • ximo riesgo de los lidiadores de á pié , nos resta e l que con la misma concisión lo executemos de los de á caballo. Los propios sentimientos de humanidadyra-cional precisión , que hablando de aquellos quedan significados, me impulsan á hacerlo de estos. Y a queda expuesto, y convencido hasta la mayor evidencia , que la explicada diversión , ni es racional , ni lícita en los propuestos casos ; y ahora añado , que en los trágicos que continuamente ocurren con los picadores, se hace mas indispensable su corrección. Es cierto , que la cos­tumbre de ver á cada instante caer , y sacar estropea­dos de entre las garras de la muerte á los picadores, nos hace mirar sin toda la sensación que corresponde , el abandono de sus vidas , ni contemplar , que aunque po­cos las pierdan en las plazas , son muchos los que de sus

re-

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( V I I ) resultas no llegan-á viejos, ó quedan lisiados y enfermos. Y si por desgracia la expresada inconsideración que nos conduce á estar como familiarizados en ser indo­lentes testigos de semejantes tragedias, no disminuye ea modo alguno la esencia de ellas, ni la de los consiguien­tes cargos á que su presencia nos conduce , ^por q u é no hemos de buscar el urgente medio de moderar aquellas? Este es el de que por ningún respeto se consienta la sa­lida de picadores aventureros , intrusos , de desconoci­d a , ó poco acreditada habilidad : Q u e los que se ad­mitan , se presenten en caballos de su entera satisfacción: Q u e las púas de las varas estén proporcionalmente des­nudas , y sin los extremados topes , que imposibilitan lá defensa de los hombres , y que en viendo que sin el ine­vitable riesgo de ser atropellados , caidos , y hechos una miseria por los toros, no puede contrarrestarlos la ha­bilidad y el poder , después de habérseles puesto seis u ©cho varas, quando mas, se mande banderillearlos.

A excepción de algún otro individuo de los pocos que suelen infamarse , en el hecho de precipitar á los toreros con abominables insultos , ó con indiscretos aplausos, en el acto de las corridas ; en sus concurrencias y tertulias; y aun esparciendo cartas y relaciones , en que tienen l a gran debilidad de no poder exagerar el mérito de los que ilaman sus apasionados , sin vituperar el de los demás l i ­diadores , censurándoles generalmente lo que debían elo­giar , ó por el contrario, en incalculable perjuicio de los mismos que su obstinada preocupación y capricho cele­bran : Repito , que á excepción de los insinuados enemi­gos de la humanidad, la de todo el pueblo racional y culto desea, que el valor y la destreza de los lidiadores triunfe de la terrible ferocidad die los toros , como ge­neralmente se logrará , haciendo el mérito debido de las precauciones manifestadas. • M u y interesantes son , sin disputa , todas las reflexio­

nes que van expuestas, si se atiende á su intergiversable esencia , y 4 la sinceridad y buen espíritu con que van

pro-

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( v m ) producidas. Nadie contemplo , cjne dexará de confesarlo as í , nunqu í eü el particular no tenga otras nociones que las generales , que inspira la racionalidad mas común. Tampoco m^ p-rsuado , que á la misma se oculte otro de los puntos, en que con incomparable superioridad á los tocados , se debe fixar la atención en honor de la huma­nidad. Esta clama por el executivo remedio de que al público no le veamos en muchas corridas ser el ob-jéto de la furia de los toros, que saltana los tendidos, y que aunque pocas veces , han subido algunas en dis­tintas plazas á la grada cubierta y balcones. Para impe­dir estos dolorosos resultados deben executivamentc ven-

' cerse todos los obstáculos que se puedan oponer , por mas dispendiosos é insuperables que parezcan.

N i son costosos, ni difíciles los necesarios al efecto. C o n solo distar las ante-barreras de éstas dos varas y media ; ( pues si fuese mas podrían desde el foso repetir el salto ). Que los pilarotes , en que están las maromas, se eleven sobre aquellas vara y media ; y que en ellos' se compartan tres andanadas; de cuerdas ^ se conseguirá un tan satisfactorio intento. Es mas del caso para su lo ­gro este arbitrio, que el de levantar una barrera de qua-tro varas de alto ; pues como el toro , por lo general, se inc'in.i únicamente á salvar lo que halla cerrado; dará con las miromas , y encontrando en ellas la fortaleza , y elasticidad que corresponde, le despedirán con-violen­cia entre barreras. Por este medio se evitarán también las muchas desgracias , que en la precipitación con que huyen las gentes , se ocasionan unas á otras, y las que el propio terror causa , particularmente á las mugeres qua están en cinta.

Si tanto en este punto , como en los demás expresa^ dos, y que convengan tocarse, se lograra la reforma que eg de esperar i las obras pías , y públicas , interesa­das en los productos de las,funciones, los multiplicarian con superabundancia en la mayor concurrencia de las in­numerables gentes, que por no verse en ios explicados

con-

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( I X ) conflictos personales, ni mirar en los demostrados á lo5 lidiadores , dexan de asistir á las corridas.

Contestando á lo que la bondad de V . se sirve pre­guntarme en razón de lo que me parece de las estoca­das á toro-parado , y aun quando arrancan á despropor­cionada distancia; como también ¿en q u é sostengo la opi ­nión de ser útilísimo , que los lidiadores de á 'pie, igual--mcnte que los de á caballo , fuesen ambi-dextros? digo; Que las estocadas á vuela-pies ( inventadas por la refi­nada y original destreza de J O A Q U I N R O D R I G U E Z C O S T I L L A R E S con el fin de que las clases de toros que se designarán , y antes se mataban de muchas esto» cadas, con demasiado nesgo , en el dia se rematen coa incomparable ménos que quando embisten , y con la prontitud que vemos ) únicamente deben usarse con los que por cobardes, cansados, d é b i l e s , rendidos de las varas y banderillas, ú otra inopinada causa , no parten, y consienten que el lidiador se les aproxime lo necesa­rio al efecto , estando en la suerte que corresponde ; en cuyo acto no debe detenerse en arrojarse á él , por las muchas y poderosas razones, que por no dilatarme re­servo.

Los toros en que no militan dichas circunstancias, deben estoquearse arrancados , y abanzahdo de mas ó ménos retirado , según lo pida la proporción oportuna que se presente. E n este supuesto , los que se hayan de estoquear a s í , conviene queden con el poder > que es úti l pierdan punto ménos que del todo , para verificarlo á vuela-pies. E n los estoqueadores notamos , que unos los matan con mas lucimiento y facilidad de aquel modo , y otros de éste. Penetrada por el Magistrado dicha variedad, infiero hará la debida su docta transcendencia, para medir, y disponer al indicado efecto quanto debemos persuadir­nos , dirigido á la mayor complacencia del pueblo , y á la seguridad y brillantez de los estoqueadores.

Estos al propio tiempo deben cortar el abuso de las muchas capas, que por lo común Vemos arrojar; hacer quites , y correr los toros fuera de propósito , enseñando-

B los

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los á qile traigan las cabezas altas > no obedezcan al en­g a ñ a y le desarmen con incensantes derrotes , y en una palabra les. conviertan de sencillos en picaros , reparados y detenidos para el estoque , banderillas y demás suertes. A l mismo tiempo conseguirán, que libre la plaza de tantos objetos como distraen la atención de los toros ; les partan sin la incertidúmbre , que aumenta impondeniblemente el riesgo de unos y otros Udiadores; y por ultimo a se excu­sará el indecente tropel y confusión, que causa el concur­so de un gran número de operarios, que deben existir entre barreras hasta que les toque el turno de su salida.

Por lo que mira á las razones en que fundamento las ventajasque produciría el que los lidiadores fuesen ambi­dextras, no es necesaria otra prueba,que la de reflexionar, que casi en todas partes de la plaza se hallarían en suer­te ; pues la que fuese mala á una mano , seria por lo general forzosamente buena para la otra; por lo que, ni los toros tuertos del ojo derecho , ni el estar picar­deados ó resabiados por el propio lado , ni otros mu­chos inconvenientes que se tocan en el dia y se gra-duarian de tales por los que indistintamente usasen de ambas manos. Por hacerlo as í , en lo respectivo á la suerte de banderillas Sebastian de fiargas , y otros de los que componen las quadrillas de • esta plaza, no solo los ha constituido en la esfera de sobresalien­tes , sí también en la de trabajar con mucha menos con­tingencia que los que únicamente parean por un la­do.

E n innumerables oficios y artes de mayor dificultad que el de torear ( para lo que es la agilidad de ambas manos) vemos , que las exercitan con igual manejo^ sin embargo de que les interesa su individual provecho y seguridad incomparablemente menos que á el lidiador. L u e g o , ¿por qué éste no debia esmerarse en una adqui­sición que tanto le inrere>a?

N o pudiendo olvidar las dolorosas consecuencias á cpe conducen unas desgracias semejantes á las mencio­

na-

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( X I ) liadas , creo firmemente, que si llegase el afortunado dia , en que los toreros reflexasen como deben , esta-biecerúm un Monte -P ío para los que se retirasen , i n -utilizáran , y viudas y huérfanos de los que fallecieran; cuya fundación es quizá mas urgente que todas las de su dase, que hay creadas, atendidas las razones en que se han cimentado.

En fin concluyo/ofreciendo á V v , como apetece, que en permitiéndomelo mis quehaceres, coordinaré ( con agregación de las oportunas láminas ) las comple­tas observaciones de torear á caballo y á pié , que para disminuir extraordinariamente su riesgo , y que con bre­vedad y perfección se instruyan todos los aptos al efec­to , nos dexó el nunca bien celebrado J O S E P H C A N ­D I D O . E n esta obra maestra se establecerán reglas ba-xo diferente plan , que el de la colección de las escri­tas por varios curiosos, y publicadas con el título de T A U R O M A Q U I A .

Reitero á V . el inalterable deseo de que en todas distancias y situaciones me dispense preceptos en su ob­sequio. Madr id 13 de M a y o de 1801. — B . L . M . de V . su mas apasionado amigo, y servidor J . T . É S. V . de M .

B i S O -

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( X I I )

P.D. D E C. L

S O N E T O S .

I

Se precipita al caudoloso río

E l nadador jugando con las olas,

Y del centro registra las mas solas

Alcobas de Neptuno sin desvío:

Llega el lance de dar en un vacío

A donde la olla, que el remanso oculta.

Le arrebata y le lleva, y le sepulta

En su muy arenoso centra frió:

A este moda PEPEILLO jugueteaba

Con los toros, burlando su brabeza,

A los unos rendia % y á otros daba

La muerte con ardid j con destreza^

Mas quanda menos su valor pensaba.

Le sepulta de un toro la fiereza.

II.

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m ( X U I )

I I .

Hombre, tanto en la suerte desgraciado,

Quanto animoso en la difícil suerte:

¿Quántas veces en brazos de la muerte

Te vio el Expectador por arrestado?

Lidiador, que á las fieras presentado

Con arte , y gracia , osabas atreverte,

Despreciando el peligro de exponerte,

Por agradar á tanto Apasionado:

¿Qué-mucho que tu muerte yo temiera,

Si para tí guardaba yo mi glorial

Escena tal, | Oh nunca yo la viera!

Mas no podré olvidar tu triste historia.

Que aunque postro tu vida , horrible fiera.

Eterno vivirás en la memoria»

I I I .

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m

J

i. ni:

Aquí yace, mortales , quien vencieudo

Del feroz bruto la violenta saña.

Triunfó mil veces con destreza extraña

Víctores repetidos consiguiendo:

Murió, por fin, al golpe mas tremendo,

Que en su cerco gentil miró la España,

Y aun viéndolo discurre que se engaña,

Y que no escucha el popular estruendo:

Vosotros , lidiadores, que animados

De aplausos necios, é intereses pocos,

A igual riesgo corréis precipitados:

Dexad en el momento de ser locos,

Conociendo en tan trágica experiencia,

Que no hay arte á frecuente contingencia,

IV.

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Aquel valiente Toreador, que el pueblo

Aclamó justamente veces tantas,

A cuyo brazo diestro , é irtvencible,

Despojos abortó Tajo y Xaráma:

Aquel , que á la cerviz mas fulminante

De Gijón , Colmenar 5 y Guadarrama,

Vió rendida á sus pies, los que gloriosos

En raudales de púrpura pisaba:

Yáce al golpe fatal de armada testa;

No el miedo lo causó, sí la desgracia.

Que si del gran ROMERO la fortuna

PEPEILLO , el animoso /disfrutara,

Ni la fama de aquél fuera tan una,

Ni éste en la sepultura se mirára.

I E P I -

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( X V I )

E P I T A F I O .

Pasagero, aquí va.ce sepultado >

Aquel fámbíso HILLO , aquel Torero,

Que habien^p-stdx) siempre celebrado.

Tuvo al fin desgraciado paradero:

Deten el paso ^ míralo postrado.

No celebres su orgullo lisongero^

Pues toda gloria vana desfallece,

Y el que busca el peligro, en él perece.

B A R C E L O N A i A N O D E M D C C C L

Donde se hal lará a dos reales en la Librería de Sastres: En Madr id , en la de Hurtado> calle de las Carretas-. En Sevilla,^«/¿Í6^ Pastor, calle Genova : En Córdoba ,^«/¿ í de Berard: En Granada, en la de Cea: En Valencia^w la de Marín: En Cádiz, en la de Pajares, y en M á l a g a , en la de Carrera, Plaza de Armas*

Page 25: Tí - jcyl.es

ESPAÑOL . 1 ^iMífra/i/c t/iie demuestra e¿ norfei niuac/on de /a P/aXa.

menie t/fi/duados"

3 F¿ier¿í7ddel fanl^i/tru/ters/fecf/iw,

. íre/ifar údoctidaj en faj tend/doj'

Syfajfaronw i/ ¿ar're/'dJ

.7//8 Cofitf'/t ¿xnremj y eb/rívw para Jfiliarlas

. Q Jaeo//ida. de JJ1//0 a l dar la eséoeaday xo Jh fp/hrie/pn m i/ue de resultas de aquella qu&h en el

suelo, (fuandajlíe ensartado por el pecho

H Acción ea ¡p/e proeurala. desprenderte deleuefno, m pee di¿>

^ / in asu.trapica suerfiij.—.

TRANCAIS 1 Eyuille tpii7?iaryue le riordatlq situ<itiou,de lalVaee

2 / íe l ie l lepon/ ' nietruren la d'uitnnee Mepectine Je tous-

/es" olyets - /

3 Potfcetperspeettne de /¿1 Inpedoii so/fentlestan/'eaiuv

(fpeetatenrsplíices dn/is lamplntl/en/re,

5 6 Cables-etiarrte/w

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mente' (p'aduart ?

3 I'orte del tone/e c di loroProspetfy

^ Persone colloente //elle o-ca-li'natíe-,

O Gcindee /'a/ze/e

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g P/Yt/lo col/'oolw//ceno/A' •l/u/l/'n neldon' la estoeata

IO ífiluaXione n/cn/s/ /•/'//•anana /// te/ra t/un/nlo /¿foro ¿fli

d/ede la notvie/M m l p c t í o

H /ncl/e n/an/eraprae/nu/'a á^/l/e/s/e/allco/no mctti d/ede

, /tne al/a suu //tn//e/n/ so/ A' 1

PORTUCrTJES 1 yiniílno c/z/e den/a/vao nortee a s/t/n/^aodaprasa

1 Bsvala c¿>//i t/ne todos os seus ol//etns se: ael/a/n respetíi oa -

nunte graduados.

3 Portas do to//-/'lc'a snn pe/spe////'// .

¿if Jbsoasjoostos nos pala nones

S 6 Maro/nns e ¿arretras

7 ^ (h^uA/r/vm/s c cst/ilospa/asa/ti/las

C) /'/ 7///e//,a coll//da de /////o // da/ • n estocada •

10 2>/spos/fao /ni </nc de /csnlt/is dn/p/ella //con ca///do //o

w/iñip/ti/ido ll/c>//c/c<> o corn¡>pc/opc/ln

J l ^Jkfaócení onep/ocn/ala lo/ya/se <lo corhó em ¿pte, den

p///i ti s/ui /naóiai SW/P,

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