Sperber y Wilson - La Teoria de La Relevancia

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  • Revista de Investigacin Lingstica. Vol. VII - 2004. Pgs. 237-286

    La teora de la relevancia*

    Deirdre Wilson y Dan Sperber

    RESUMEN: Este artculo ofrece una visin sin-tetizada de la teora de la relevancia. Comienza defendiendo el carcter fundamental de esta propiedad mental a la hora de explicar el cono-cimiento y la comunicacin humana. La expo-sicin se lleva a cabo en dilogo constante con otras teoras sobre la relacin entre semntica y contexto, especialmente con Grice y la corriente pragmtica neo-griceana. Finalmente, los au-tores sitan su visin sobre el signi cado en el marco de una teora modular de la mente. El tra-bajo se ve completado con una bibliografa rica y actualizada sobre todas estas cuestiones.

    Palabras clave: Pragmtica, Semntica, Relevan-cia, Modularidad.

    ABSTRACT: Deirdre Wilson and Dan Sperber o er a brief account of the Relevance Th eory. Relevance is considered to be a basic property of the human mind in order to explain knowledge and communication. Th e analysis of a wide ran-ge of topics regarding the relationship between Semantics and Pragmatics is made by discussing the Gricean and neo-gricean points of view. Moreover, the authors uphold the possibility to place the relevance within the frame of a modu-lar theory of mind. A substantial and updated bibliography on these matters is also provided.

    Keywords: Pragmatics, Semantics, Relevance, Modularity.

    1. INTRODUCCIN

    La teora de la relevancia puede entenderse como el intento de profundizar en una de las tesis fundamentales de Grice: que una caracterstica esencial de la

    * Aparecido originalmente en Laurence Horn y Gregory Ward eds., Th e Handbook of Pragmatics, Blackwell, Oxford, 2004, pp. 607-32. Derechos de traduccin al espaol y publica-cin cedidos por Blackwell Publishing. Traduccin espaola de Francisco Campillo Garca (con el debido agradecimiento a Francisco Yus, a quien no debe responsabilizarse de los posibles defectos que el lector pueda encontrar en esta traduccin).

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    mayor parte de la comunicacin humana es la expresin y el reconocimiento de intenciones (Grice, 1989: ensayos 1-7, 14, 18 y Retrospective Epilogue). Con el desarrollo de tal tesis, Grice sent las bases de un modelo inferencial de la comu-nicacin, alternativo al modelo clsico del cdigo. Segn ste ltimo, un emisor codi ca mediante una seal el mensaje que intenta transmitir, mensaje que es, a su vez, descodi cado a partir de esa seal por quien la recibe, gracias a sendas copias de un cdigo idntico que ambos comparten. Segn el modelo inferencial, en cambio, el comunicador proporciona una evidencia de su intencin de transmitir un cierto signi cado, que el interlocutor deber inferir a partir de esa evidencia suministrada. Desde luego, un enunciado es slo una parte de esa evidencia, un segmento que se ha codi cado de forma lingstica, por lo que la comprensin del lenguaje oral implica siempre un factor de descodi cacin. Pero, en cualquier caso, el signi cado lingstico al que se llegue mediante tal descodi cacin ser slo uno de los inputs que intervengan en un proceso de inferencia no-demostrativa que provocar una interpretacin particular del signi cado del hablante.

    El cometido de una pragmtica de carcter inferencial es explicar cmo el oyente deduce el signi cado del hablante a partir de la evidencia proporcio-nada por ste. La teora de la relevancia se basa tambin en otra de las tesis fundamentales de Grice: que las emisiones generan de manera automtica una serie de expectativas que encaminan al oyente hacia el signi cado del hablante. Grice describi esas expectativas en funcin de un Principio de Cooperacin y de una serie de mximas de Cualidad (sinceridad), Cantidad (informatividad), Relacin (relevancia) y Modo (claridad), cuyo cumplimiento por parte de los hablantes cabe esperar (Grice 1961; 1989: 368-72). Nosotros compartimos la intuicin de Grice de que las emisiones despiertan expectativas de relevan-cia, pero cuestionamos otros muchos aspectos de su teora: la necesidad de postular un Principio de Cooperacin y otras mximas; el excesivo acento puesto en las contribuciones de orden pragmtico al contenido implcito (en tanto opuesto a explcito); el papel de la violacin de una mxima a la hora de interpretar un enunciado y el tratamiento de los enunciados considerados

    gurativos1. La tesis central de la teora de la relevancia es que las expectativas de cumplimiento de la mxima de relevancia que suscita un enunciado de-

    1 Para encontrar las primeras formulaciones de los argumentos contra estos aspectos de la teora de Grice, vid. Sperber y Wilson (1981), y Wilson y Sperber (1981).

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    ben resultar tan precisas y predecibles que guen al oyente hasta el signi cado del hablante. Su objetivo es explicar en trminos cognitivos razonables a qu equivalen esas expectativas de relevancia, y cmo stas pueden contribuir a una visin emprica aceptable del proceso de comprensin. La teora se ha ido conformando en sucesivas etapas. Ya se public una versin detallada con el ttulo de Relevancia: Comunicacin y Procesos Cognitivos* (Sperber y Wilson, 1986; 1987a,b), actualizada en Sperber y Wilson 1995, 1998a, 2002; Wilson y Sperber, 2002. Aqu pretendemos esbozar las lneas principales de la versin actual de la teora y discutir algunas de sus consecuencias.

    2. RELEVANCIA Y COGNICIN

    Qu tipo de cosas son relevantes? De manera intuitiva, podemos decir que la relevancia es una propiedad que atae potencialmente no slo a los enunciados u otros fenmenos perceptibles, sino tambin a los pensamientos, a los recuerdos y a las conclusiones de las inferencias. En la terminologa pro-pia de nuestra teora, cualquier estmulo externo o representacin interna que sirva como input de un proceso cognitivo podr considerarse relevante para un sujeto en una ocasin determinada. Los enunciados suscitan una serie de expectativas de relevancia, y no porque se espere que los hablantes obedez-can el Principio de Cooperacin, las mximas o cualquier otra convencin comunicativa, sino porque la bsqueda de la relevancia es una caracterstica fundamental del conocimiento humano de la que los hablantes tienden a apro-vecharse. En esta seccin presentaremos esa nocin cognitiva bsica de rele-vancia y el Principio Cognitivo de Relevancia, que establecen los fundamentos de las tesis posteriores de la teora.

    Cundo un input es relevante? Cualquier input (una percepcin visual, un sonido, un enunciado, un recuerdo) es relevante para un sujeto cuando entra en contacto con una informacin previa de la que ste dispone, produ-ciendo con ello una serie de resultados que le incumben, como, por ejemplo, responder a una pregunta que tena en su cabeza, aumentar su conocimiento sobre cierto asunto, resolver una duda, con rmar una sospecha o corregir una

    * La citas de este texto que se hacen en este trabajo remiten a la paginacin de la traduc-cin espaola (vid. bibliografa).

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    impresin que ha resultado ser equivocada. En trminos de nuestra teora, un input es relevante para una persona cuando su procesamiento en el contexto de una serie de supuestos anteriormente disponibles produce un EFECTO COGNITIVO POSITIVO. Un efecto cognitivo positivo supone una diferen-cia signi cativa para la representacin mental que un sujeto tiene del mundo: una conclusin verdadera, por ejemplo. Las conclusiones falsas no merecen la pena; son efectos cognitivos, pero no de carcter positivo (Sperber y Wilson 1995: 3.1-2).

    Al tipo ms importante de efecto cognitivo lo denominamos una IM-PLICATURA CONTEXTUAL, una conclusin que se deduce del input y el contexto en conjunto, nunca de alguno de los dos por separado. Por ejemplo, al ver que llega mi tren, puedo mirar mi reloj y contrastar la hora con el co-nocimiento que tengo sobre los horarios de llegada, derivando la implicatura contextual de que llega con retraso (lo cual podr adquirir posteriormente su propia relevancia, si se combina con otros supuestos contextuales para obtener con ello otras conclusiones). Otros tipos de efecto cognitivo podrn ser la con rmacin, revisin o abandono de ciertos supuestos de los que se dispona con anterioridad. Por ejemplo, el ver cmo el tren llega tarde puede con rmar mi impresin de que el servicio de transportes funciona cada vez peor, o hacer que cambie los planes que tena de realizar algunas compras camino del traba-jo. De acuerdo con la teora de la relevancia, un input resulta RELEVANTE para un sujeto cuando, y slo cuando, su procesamiento produce esos efectos cognitivos positivos2.

    La relevancia no es slo cuestin de todo o nada, sino tambin de grado. Nos rodean innumerables inputs potencialmente relevantes, pero no podemos atenderlos a todos. Lo que hace que un input merezca nuestra atencin, entre toda esa multitud de estmulos que compiten por ser relevantes, no es slo que sea relevante, sino que es MS relevante que cualquier otro que se nos presenta alternativamente en una misma ocasin. Es lgico que, si no intervie-

    2 Unas primeras de niciones de los EFECTOS COGNITIVOS (o CONTEXTUALES) se encuentran en Wilson y Sperber (1981, 1986b). Para las de niciones estndar vid. Sperber y Wilson (1986a: 2.7, especialmente la nota 26). Sobre las inferencias deductivas, vid. Politzer (1990) y Sperber y Wilson (1990a). Puede haber otros tipos de efecto cognitivo positivo (aumento de la memoria o de la imaginacin, por ejemplo); cfr. Wilson y Sperber (2002).

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    nen otros factores, ciertas conclusiones a las que podamos llegar mediante el procesamiento de un input merezcan, ante otras semejantes, nuestra atencin en mayor grado segn nos resulten ms relevantes. Hablando en trminos de nuestra teora, cuanto mayores sean los efectos cognitivos positivos a los que se llegue procesando un input concreto, mayor ser la relevancia del mismo. As, el hecho de ver mi tren llegar con un minuto de retraso puede implicar una diferencia menos importante para mi representacin del mundo que si lo veo retrasarse media hora, cosa que quiz me haga reorganizar mi agenda; por tan-to, los respectivos grados de relevancia de ambas situaciones sern distintos.

    Lo que hace que un input merezca nuestra atencin no es slo el nmero y cualidad de los efectos cognitivos que provoque. Segn las circunstancias, el mismo estmulo puede ser de mayor o menor importancia, los mismos supuestos contextuales de mayor o menor accesibilidad, y los mismos efectos cognitivos ms fciles o ms difciles de derivar. Es igualmente lgico que cuanto mayor sea el esfuerzo requerido para una percepcin, recuerdo o inferencia, menor ser la re-compensa que alcancemos por su procesamiento y, por tanto, merecer en menor grado nuestra atencin. En trminos propios de la teora: si no intervienen otros factores, cuanto mayor sea el ESFUERZO DE PROCESAMIENTO requerido, menos relevante resultar el input. De tal manera, la RELEVANCIA puede ser concebida en trminos de efectos cognitivos y esfuerzo de procesamiento:

    (1) Relevancia de un input para un sujeto(a) Si no intervienen otros factores, cuanto mayores sean los efectos

    cognitivos positivos conseguidos al procesar un input, mayor ser la relevancia del input para el sujeto en una ocasin determinada.

    (b) Si no intervienen otros factores, cuanto mayor sea el esfuerzo de procesamiento realizado, menor ser la relevancia del input para ese sujeto en esa ocasin concreta.

    Vamos a dar un ejemplo, tan breve como arti cial, de cmo puede com-pararse la distinta relevancia de varios inputs alternativos. Mara, a quien no le gusta la mayor parte de las carnes y es alrgica al pollo, telefonea a quien le ha invitado a cenar para averiguar qu hay de men. Su an trin podra respon-derle cualquiera de estas tres cosas, y las tres seran igualmente verdaderas:

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    (2) Tomaremos carne.(3) Tomaremos pollo.(4) O tomaremos pollo o (7-3) no son 46.

    De acuerdo con la caracterizacin de la relevancia que hemos hecho en (1), los tres enunciados resultaran relevantes para Mara, pero (3) lo sera en mayor grado que (2) o (4). Sera ms relevante que (2) en virtud de su efecto cognitivo: (3) implica (2), y adems conlleva todas las conclusiones que po-dran derivarse de (2). Pero an hay ms razones: sera tambin ms relevante que (4), a causa de su esfuerzo de procesamiento, ya que, aunque (3) y (4) sean lgicamente equivalentes y, por tanto, causen los mismos efectos cognitivos, estos efectos se derivan ms fcilmente de (3) que de (4), lo cual requiere un esfuerzo adicional de anlisis y de inferencia de cara a elucidar que la segunda clusula de la disyuncin es falsa y, por consiguiente, la primera es verdade-ra. De manera general, podemos decir que cuando se exige una cantidad de esfuerzo igual, el factor efecto resulta decisivo a la hora de determinar los correspondientes grados de relevancia, y cuando se alcanza una suma igual de efectos es el factor esfuerzo el que se convierte en determinante.

    Esta concepcin de la relevancia presenta un carcter ms comparativo que cuantitativo: nos permite realizar comparaciones de modo claro en al-gunos casos, pero no en todos . Aunque las caracterizaciones cuantitativas de la relevancia pueden sernos tiles desde un punto de vista formal3, es la comparativa la que est destinada con toda probabilidad a proporcionarnos el mejor punto de partida para elaborar una teora psicolgica vlida. En primer lugar, slo algunos aspectos del esfuerzo y el efecto (por ejemplo, el tiempo de procesamiento, nmero de implicaturas contextuales) son susceptibles de ser mensurables en trminos estrictamente cuantitativos; mientras otros no (por ejemplo, la fuerza de una implicatura, el grado de atencin). En segundo lugar, aun cuando existen formas de medicin claramente numricas (el peso y la distancia, por ejemplo), los seres humanos tambin tenemos acceso intuitivo

    3 Para algunas sugerencias sobre el modo en que se producen estas caracterizaciones, vid. Sperber y Wilson (1986a): 157 y ss. Las concepciones formales de relevancia se analizan en Merin (1999); Blutner (1998) (que combina ideas de Horn 1984, 1992; Levinson 1987a; 2000a; Hobbs et alt. 1993; y Sperber y Wilson 1986a); van Rooy (1999, 2001).

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    a mtodos de valoracin de carcter ms comparativo que cuantitativo, los cuales son tambin, en cierto sentido, ms bsicos. Adems, parece preferible tratar el esfuerzo y el efecto (y a la relevancia, en tanto funcin de ambos) como dimensiones no-representacionales de los procesos mentales: existen y desempean su papel en la cognicin, ya estn representados mentalmente o no; y cuando lo estn, lo es en forma de juicios comparativos intuitivos ms que en forma estrictamente numrica4.

    En el marco de esta teora, el propsito de maximizar la relevancia de los inputs que se procesan es un aspecto relacionado con usar los dispositivos de procesamiento de los que disponemos del modo ms e caz posible. Ciertamente esto es algo que todos desearamos hacer, si es que se nos permitiera elegir; pero la teora de la relevancia sostiene que los seres humanos tienen realmente una ten-dencia automtica a maximizar la relevancia, no porque sea algo que podamos elegir raramente lo hacemos-, sino a causa del modo en que ha evolucionado nuestro sistema cognitivo. El sistema cognitivo humano, forzado por el proceso natural de seleccin, ha ido perfeccionndose continuamente para aumentar su e cacia, y lo ha hecho de modo que nuestros mecanismos perceptivos tienden de modo automtico a escoger los estmulos que son potencialmente relevantes; nuestros mecanismos de recuperacin de recuerdos tienden de modo automtico a activar supuestos que son, asimismo, potencialmente relevantes; y nuestros mecanismos para realizar inferencias tienden espontneamente a procesar esos supuestos de la manera que resulte ms productiva. Esta tendencia universal viene recogida en el Primer Principio -tambin llamado Principio Cognitivo- de Relevancia (Sperber y Wilson 1995: 3.1-2):

    (5) Principio Cognitivo de RelevanciaEl conocimiento humano tiende a la maximizacin de la relevancia.

    Y la comunicacin inferencial tiene lugar en relacin con ese principio cognitivo.

    4 Para la distincin entre conceptos COMPARATIVOS y CUANTITATIVOS, vid. Sperber y Wilson (1986a): 102-8, 157 y ss. En cuanto a los factores que afectan las valoraciones comparativas de relevancia, vid. Sperber y Wilson (1986a): 3.2,3.5,3.6.

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    3. RELEVANCIA Y COMUNICACIN

    La tendencia cognitiva universal a maximizar la relevancia hace posible que, al menos en cierto grado, se puedan predecir y manipular los estados men-tales de los dems. Si yo soy consciente de que usted tiene tendencia a escoger los estmulos ms relevantes entre aquellos de los que dispone en su entorno y a procesarlos de tal modo que se maximice su relevancia, estoy entonces capacita-do para producir un estmulo que con toda probabilidad atraer su atencin, le incitar a la activacin de ciertos supuestos contextuales y le conducir hacia la conclusin a la que yo pretenda que usted llegara. Por ejemplo, puedo dejar mi vaso vaco dentro de su campo visual, intentando que se d cuenta y concluya que quiz yo desee algo ms de beber. Tal y como Grice seal, ste no es to-dava un caso de comunicacin inferencial, porque, aunque yo pretend in uir en su mente en cierto sentido, no le di evidencia de que tena esa intencin con-creta. Cuando dejo silenciosamente mi vaso al alcance de su vista, yo no estoy comprometindome con usted en una comunicacin inferencial, sino tan slo aprovechndome de su tendencia natural a maximizar la relevancia.

    La comunicacin inferencial, lo que la teora de la relevancia llama, por razones que enseguida resultarn evidentes, COMUNICACIN OSTENSI-VO-INFERENCIAL, lleva consigo un nivel extra de intencin:

    (6) Comunicacin ostensivo-inferenciala. Intencin informativa: La intencin de informar a un interlocutor de algo.b. Intencin comunicativa: La intencin de informar a un interlocutor de una intencin infor-

    mativa propia5.

    5 Esta es la ms sencilla de las dos caracterizaciones de la comunicacin ostensivo-inferen-cial que se ofrecen en Sperber y Wilson (1986a): 43,76,80. La caracterizacin ms detallada supone las nociones de MANIFESTACIN y MANIFESTACIN MUTUA. En particular, defendemos que para que la comunicacin sea realmente abierta, la intencin informativa del comunicador debe convertirse en algo mani esto no slo para un interlocutor (es decir, capaz de ser reconocida y acepta-da como verdadera o posiblemente verdadera), sino en algo mani esto para el emisor y su destinata-rio. Sobre las intenciones comunicativas e informativas vid. Sperber y Wilson (1986a): 1.9-12; sobre la nocin de manifestacin mutua vid. Garnham y Perner (1990); Sperber y Wilson (1990a).

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    La comprensin se consigue cuando se cumple la intencin comunicativa, o sea, cuando su destinatario reconoce la intencin informativa. (Que la inten-cin informativa propiamente dicha se cumpla es algo que depende de cunto un destinatario confe en su comunicante).

    Cmo sugiere el emisor a su interlocutor que est intentando comuni-carse de ese modo abierto, intencionado? En vez de dejar el vaso al alcance de su vista de manera disimulada, yo podra tocarle en el hombro sealando mi vaso vaco, agitarlo ante usted, colocndolo ostensivamente ante sus ojos, mirndolo signi cativamente; o tambin decir: Mi vaso est vaco. En gene-ral, la comunicacin ostensivo-inferencial supone el uso de un ESTMULO OSTENSIVO, producido para atraer la atencin del receptor y concentrarla en el signi cado del emisor. La teora de la relevancia sostiene que el uso de un estmulo ostensivo puede generar unas expectativas de relevancia ms pre-cisas y predecibles de las que otros inputs podran crear. En la presente seccin describiremos estas expectativas y mostraremos cmo pueden ayudar a un receptor a identi car el signi cado del hablante.

    El hecho de que los estmulos ostensivos generen expectativas de relevan-cia es algo que se deriva del propio Principio Cognitivo de Relevancia. Un est-mulo ostensivo est concebido para atraer la atencin de un destinatario. Dada la tendencia universal a maximizar la relevancia mencionada con anterioridad, un interlocutor determinado slo prestar su atencin a un estmulo que le resulte lo su cientemente relevante. Al producir un estmulo ostensivo, el emi-sor anima, por tanto, al receptor a sospechar que el estmulo es tan relevante que su procesamiento merece la pena. Esto no necesita interpretarse como un caso de cooperacin al estilo griceano: tambin un emisor egosta, mentiroso o incompetente intenta de modo mani esto que su interlocutor asuma que se trata de un estmulo cuya relevancia merece que se esfuerce en procesarlo: por qu debera prestarle atencin si no?6. Esta es la base del Segundo Principio

    -tambin llamado Principio Comunicativo- de Relevancia:

    6 Sobre cooperacin y comunicacin en sentido griceano, vid. Kasher (1976), Wilson y Sperber (1981), Sperber y Wilson (1986a: 202-3) Smith y Wilson (1992), Sperber(1994,2000), Sperber y Wilson (2002).

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    (7) Principio Comunicativo de RelevanciaTodo estmulo ostensivo conlleva una presuncin de su relevancia ptima

    propia.

    El uso de un estmulo ostensivo crea, por tanto, una PRESUNCIN DE RELEVANCIA PTIMA. La nocin de relevancia ptima aspira a predecir lo que el receptor de un acto de comunicacin ostensiva est legitimado a es-perar en funcin de su esfuerzo y del efecto:

    (8) Presuncin de relevancia ptimaa. El estmulo ostensivo es tan relevante que merece el esfuerzo de

    procesamiento a cargo del receptor. b. El estmulo ostensivo es el ms relevante teniendo en cuenta las

    capacidades y preferencias del emisor.

    De acuerdo con la clusula (a), el receptor est legitimado a esperar que el estmulo ostensivo sea, al menos, lo su cientemente relevante como para que su procesamiento valga la pena. Teniendo en cuenta lo a rmado en la seccin anterior, que un estmulo merece ser procesado slo si es ms relevante que cualquier otro input alternativo presente en la misma ocasin, esta a rmacin dista mucho de ser trivial. As, de cara a satisfacer la presuncin de relevancia transmitida por un estmulo ostensivo, el destinatario puede verse obligado a extraer una conclusin ms fuerte, que de otro modo habra sido obvio dedu-cir. Por ejemplo, si usted acaba de darse cuenta de que mi vaso est vaco, es-tar justi cado para concluir que yo puedo querer una bebida; pero si lo agito deliberadamente delante de sus ojos, normalmente tendr razones su cientes para pensar que yo quiero una bebida.

    De acuerdo con la clusula (b) de la de nicin de relevancia ptima, el receptor de un estmulo ostensivo tiene todo el derecho a albergar expectati-vas incluso ms fuertes. El emisor quiere ser entendido; ser, por tanto, de su inters algo dentro de los lmites de sus capacidades y preferencias- hacer su estmulo ostensivo tan fcil como sea posible para que su receptor lo entienda, y proporcionar evidencias no slo para los efectos cognitivos que pretende lo-grar, sino tambin para otros efectos cognitivos posteriores que, si mantiene la

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    atencin de su interlocutor, le ayudarn a conseguir su objetivo. Por ejemplo, el propsito de cierto emisor podra ser informar al receptor de que ha comen-zado a escribir su artculo. Podra ser provechoso para l, siempre con las miras puestas en la consecucin de su n, ofrecer una informacin ms espec ca y decir: Ya he escrito un tercio del artculo. En tales circunstancias el receptor se ver justi cado para entender que aqul le ha dicho que ha escrito slo un tercio del artculo, porque si hubiera escrito, por ejemplo, dos tercios, normal-mente se esperara que lo hubiera dicho as, teniendo en cuenta la clusula (b) de la de nicin de relevancia ptima.

    Los participantes en un acto comunicativo no son, por supuesto, omnis-cientes, y no se espera de ellos que vayan en contra de sus propios intereses y preferencias. Es posible que haya porciones de informacin relevante que sean incapaces de proporcionar o que no deseen comunicar; igualmente, es posible encontrar estmulos ostensivos que podran transmitir sus intenciones de ma-nera ms econmica, pero que ellos no deseen producir o sean incapaces de pensar en un momento determinado. Todas estas variables estn previstas por la condicin (b) de la de nicin de relevancia ptima, que a rma que el est-mulo ostensivo es el ms relevante que el emisor DESEA Y PUEDE producir (vid. Sperber y Wilson 1995: 3.3 y 266-78).

    Esta aproximacin explica algunos de los paralelismos existentes entre la conducta ostensiva y la no-ostensiva que la teora de Grice no aclara. Suponga-mos que usted me hace una pregunta y yo permanezco en silencio. El silencio, en esas circunstancias, puede constituir o no un estmulo ostensivo. Cuando no lo es, normalmente lo tomar como seal de que soy incapaz o no estoy dis-puesto a responder a la pregunta. Si estoy claramente dispuesto a responder, se ver empujado a concluir que soy incapaz de hacerlo, y si soy claramente capaz de responder, usted se ver obligado a pensar que no lo deseo. Dada la pre-suncin de relevancia ptima, un silencio ostensivo puede ser analizado sim-plemente como algo que lleva consigo un nivel extra de intencin y, por tanto, que COMUNICA -o IMPLICA- que el interpelado es incapaz de responder o no desea hacerlo7. De esto se puede dar cuenta adecuadamente dentro de

    7 Sobre los silencios ostensivos, vid. Morgan y Green (1987: 727) y Sperber y Wilson (1987b: 746-7).

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    una teora como la nuestra, si tenemos en cuenta la presuncin de relevancia y la de nicin de relevancia ptima ofrecida en (8). En el marco de una teora como la de Grice, por el contrario, la buena disposicin cooperadora del emi-sor para proporcionar la informacin requerida es algo que se da por sentado, y los paralelismos entre los silencios ostensivos y no-ostensivos se ignoran. En una teora como la griceana, la violacin de la primera mxima de Cantidad se atribuye indefectiblemente a la INCAPACIDAD, ms que a la NO-DIS-POSICIN, de suministrar la informacin requerida. Esa no-disposicin a realizar la propia contribucin tal como sea necesario se adecua al Principio de Cooperacin, ya que se origina a partir de un choque con la mxima de Cualidad. La no-disposicin para hacer la contribucin al acto comunicativo

    tal como sea necesaria supone una violacin del Principio de Cooperacin; y como las implicaturas conversacionales se recuperan slo si se asume la obe-diencia al Principio de Cooperacin, resulta imposible, por tanto, dentro de la teora de Grice, pensar de alguien que no est dispuesto a suministrar la informacin requerida8. As que, mientras la cooperacin es para Grice algo que se da por sentado, nosotros defendemos que no tiene un carcter esencial ni para la comunicacin ni para la comprensin (vid. nota 6).

    Esta visin que la teora de la relevancia ofrece sobre el conocimiento y la comunicacin conlleva tiles implicaciones para la pragmtica. La tarea global de inferir el signi cado del hablante puede descomponerse en toda una serie de subtareas pragmticas. Quiz nos encontremos con ciertas ambivalencias o ambigedades referenciales que debamos resolver, elipsis que sacar a la luz, y otros factores del contenido de los que dar cuenta. Puede haber implicaturas que identi car, indeterminaciones pertenecientes al mbito de lo ilocucionario que resolver, metforas e ironas que interpretar. Todo esto requiere un con-junto apropiado de supuestos contextuales que el oyente, por su parte, debe tambin aportar. El Principio Comunicativo de Relevancia y la presuncin de relevancia ptima nos ofrecen un procedimiento prctico para llevar a cabo

    8 Esta simetra entre la incapacidad y la no-voluntad para proporcionar informacin re-levante es algo que el anlisis de Grice sobre las implicaturas escalares deja tambin sin explicar. Vid. Sperber y Wilson (1995: 276-8), Green (1995), Matsumoto (1995), Carston (1995, 1998b) y la seccin 6, ms abajo. Para un trabajo experimental al respecto, vid. Noveck (2001), Papafragou (2002), Papafragou y Musolino (2002).

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    esas subtareas y llegar as a una hiptesis concreta sobre el signi cado del ha-blante. El oyente deber tomar el signi cado oracional que ha sido codi cado en forma lingstica; siguiendo la ley del mnimo esfuerzo, lo enriquecer en el nivel explcito y lo complementar en el implcito hasta que la interpretacin resultante se adapte a sus expectativas de relevancia:

    (9) Procedimiento de comprensin de la teora de la relevancia

    a. Siga la ley del mnimo esfuerzo al calcular (to compute) los posibles efectos cognitivos: compruebe las hiptesis interpretativas (desam-biguaciones, identi caciones de referencia, implicaturas, etc.) por orden de accesibilidad.

    b. Detngase cuando sus expectativas de relevancia queden satisfechas (o defraudadas).

    Teniendo en cuenta la clusula (b) de la de nicin de relevancia ptima ofrecida en (8), resultar razonable que el oyente siga esa ley del menor esfuer-zo, ya que se espera que el hablante (dentro de los lmites de sus habilidades y preferencias) realice, a su vez, su emisin de forma que sea fcilmente com-prendida. Puesto que la relevancia es inversamente proporcional al esfuerzo, el hecho de que una interpretacin resulte ms accesible le otorga un grado inicial de plausibilidad. Del mismo modo, es tambin razonable que el oyente se detenga en la primera interpretacin que satisfaga sus expectativas de rele-vancia, ya que slo debera haber una. Un hablante que quiera que su emisin resulte tan fcil de entender como sea posible, debera formularla (dentro de los lmites de sus habilidades y preferencias) de tal modo que la primera in-terpretacin que satisfaga las expectativas del oyente sea la misma que intent transmitir9. Una emisin en la que compitieran dos interpretaciones en apa-

    9 En algunos lugares se ha sugerido (por ejemplo en Morgan y Green 1987: 726-7) que los juegos de palabras y las equivocaciones presentan una seria di cultad para esta idea. Nosotros analizaramos estos casos como de solapamiento (layering) en la comunicacin, un amplio fen-meno que se ajusta perfectamente a nuestra teora. As como el error a la hora de dar la informa-cin relevante en un nivel puede usarse como un estmulo ostensivo en otro, del mismo modo la produccin de una emisin aparentemente no-interpretable en un nivel puede ser usada como estmulo ostensivo en otro (vid. Sperber y Wilson 1987b: 751; Tanaka 1992).

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    riencia igualmente satisfactorias causara al oyente un esfuerzo suplementario innecesario al tener que escoger entre ambas, y la interpretacin resultante (si la hubiera) no satisfara la clusula (b) de la de nicin de relevancia ptima.

    De tal modo, cuando un oyente que siga la ley del mnimo esfuerzo llegue a una interpretacin que satisfaga sus expectativas de relevancia, y en ausencia de evidencia alguna de lo contrario, la considerar como la hiptesis ms plausible sobre el signi cado del hablante. Puesto que la comprensin es un proceso inferencial no-demostrativo, tal hiptesis puede perfectamente ser falsa; pero es todo lo que un oyente racional puede hacer (sobre el procedi-miento de comprensin en la teora de la relevancia desde una aproximacin modular en al mbito de la pragmtica, vid. seccin 5, ms abajo).

    4. RELEVANCIA Y COMPRENSIN

    En muchos casos de comunicacin no-verbal (sealar el vaso vaco, no res-ponder a una pregunta, etc.), lo nico que supone el uso de un estmulo ostensi-vo es la adicin de un substrato extra de reconocimiento de una intencin a otro de carcter ms bsico que el receptor deber en cualquier caso haber captado. En otras ocasiones (invitar a alguien a beber algo simulando llevar un vaso a los propios labios, etc.), la conducta del comunicador no proporciona evidencia directa de lo que se pretende que el receptor concluya, y ser slo la presuncin de relevancia que el estmulo ostensivo lleva consigo la que animar a un interlo-cutor a usar los mecanismos de procesamiento necesarios para decidirse sobre el signi cado. En cualquiera de los dos casos, la gama de signi cados que pueden ser transmitidos de modo no-verbal se ve necesariamente limitada por la serie de conceptos que el emisor puede evocar en la mente de su destinatario, haciendo que la atencin de ste se dirija hacia caractersticas observables del entorno, ya sean stas preexistentes o producidas espec camente para este propsito.

    En la comunicacin verbal, en cambio, el hablante puede transmitir una gama muy amplia de signi cados, a pesar de que no haya un nivel bsico de informacin identi cable de modo independiente que el oyente pueda captar. Lo que hace posible que el oyente reconozca la intencin informativa del ha-blante es que las emisiones codi can formas lgicas (representaciones concep-tuales, aunque sean fragmentarias o incompletas) que el hablante ha elegido

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    La teora de la Relevancia

    de modo mani esto para suministrarlas como input de los procesos de com-prensin inferencial del oyente. Como consecuencia de esto, la comunicacin verbal puede alcanzar un grado de explicitud que la comunicacin no-verbal no ofrece (comparemos el acto de sealar hacia una mesa que tiene vasos, ce-niceros, platos, etc., con el de decir: Mi vaso est vaco).

    Aunque la forma lgica descodi cada de un enunciado constituya una pista importante para identi car las intenciones del hablante, no es menos cierto que cada vez ms se reconoce que el contenido explcito de un enuncia-do puede tambin ir mucho ms all de lo codi cado lingsticamente10. Lo que est an abierto a debate es cmo se recuperan esos aspectos del contenido explcito dependientes del contexto. Grice invoc fundamentalmente su Prin-cipio de Cooperacin y las mximas a la hora de hablar de la recuperacin de implicaturas, y muchos estudiosos de la pragmtica le han seguido en ello11. Hay, por tanto, una tendencia, tambin en mucha de la literatura reciente so-bre pragmtica, a tratar los procesos primarios implicados en la recuperacin del contenido explcito como algo signi cativamente distinto -es decir, menos inferencial, o menos directamente dependiente de las intenciones del hablante o de principios pragmticos- de los procesos secundarios, es decir, los que estn involucrados en la recuperacin de implicaturas12.

    10 Por contenido comunicado explcitamente (o EXPLICATURA), entendemos una proposicin recuperada mediante una combinacin de descodi cacin e inferencia, que propor-ciona una premisa para la derivacin de implicaciones contextuales y otros efectos cognitivos (Sperber y Wilson 1986a: 220-8; Carston, 2002b, 2004). A pesar de los muchos desacuerdos existentes respecto a la terminologa (vid. notas 17 y 18), la existencia de aportaciones pragmticas a este nivel se ve ampliamente reconocida (vid. Wilson y Sperber, 1981, 1998, 2002; Kempson y Cormack 1982; Travis 1985, 2001; Sperber y Wilson 1986a: 4.2-3; Kempson 1986, 1996; Blake-more 1987; Carston 1988, 2000, 2002a, 2002b; Recanati 1989, 2002a; Neale 1992; Bach 1994a, 1994b, 1999a; Stainton 1994, 1997,2004; Bezuidenhout 1997; Levinson 2000a; Fodor 2001).

    11 En su Retrospective Epilogue y en otros lugares de manera ocasional, Grice parece reconocer la posibilidad de contribuciones pragmticas intencionales al dictive content (Grice 1989: 359-68). Para una discusin, vid. Carston 2002b; y Warthon (en prensa).

    12 Sobre la distincin entre procesos pragmticos primarios y secundarios, vid. Breheny (2002); Recanati (2002a); Carston (2004); Sperber y Wilson (2002). Algunas de las investiga-ciones sobre implicaturas conversacionales generalizadas y pragmtica del discurso aluden a una distincin similar (cfr. Hobbs, 1985b, Lascarides y Asher 1993, Lascarides et alt. 1996, Levinson 2000a). Vid. tambin notas 17 y 18.

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    La teora de la relevancia considera que la identi cacin del contenido explcito es algo tan inferencial y tan igualmente dirigido por el Principio Comunicativo de Relevancia como lo es la recuperacin de las implicaturas. El procedimiento de comprensin defendido por la teora de la relevancia funcio-na del mismo modo de cara a la resolucin de indeterminaciones lingsticas tanto en el nivel implcito como explcito. El objetivo del oyente es elaborar una hiptesis sobre el signi cado del hablante que satisfaga la presuncin de relevancia transmitida por el enunciado. Tal y como hemos apuntado ante-riormente, esta tarea global puede ser descompuesta es un cierto nmero de subtareas:

    (10) Subtareas del proceso global de comprensina. Elaborar una hiptesis apropiada sobre el contenido explcito (EX-

    PLICATURAS) mediante la descodi cacin, desambiguacin, asignacin de referente y otros procesos pragmticos de enriqueci-miento.

    b. Elaborar una hiptesis apropiada sobre los supuestos contextuales que se desean transmitir (PREMISAS IMPLICADAS).

    c. Elaborar una hiptesis apropiada sobre las implicaciones contex-tuales que se pretenden transmitir (CONCLUSIONES IMPLICA-DAS).

    Estas subtareas no deben entenderse de modo secuencial: el oyente no descodi ca PRIMERO la forma lgica de la oracin emitida, DESPUS ela-bora una explicatura y selecciona un contexto apropiado y FINALMENTE deriva por implicacin una serie de conclusiones. Por el contrario, la compren-sin es un proceso on-line, y las hiptesis sobre las explicaturas, premisas y conclusiones implicadas se elaboran en paralelo, sobre un fondo de expectati-vas susceptibles de ser revisadas o elaboradas al tiempo que el enunciado vaya desplegando su autntico signi cado13. En particular, el oyente puede aportar a los procesos de comprensin no slo la presuncin general de relevancia,

    13 Vid. por ejemplo Sperber y Wilson (1986a): pr.4.3-5, especialmente pp.250-4; Wilson y Sperber (2002).

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    sino tambin otras expectativas ms espec cas sobre el sentido en el que se pretende que el enunciado sea relevante (qu efectos cognitivos se pretenden conseguir), que pueden contribuir, mediante una inferencia retroactiva, a la identi cacin de explicaturas y premisas implicadas. Por tanto, cada una de las subtareas re ejadas en (10 a-c) supone un proceso inferencial no-demostra-tivo situado dentro del proceso total de construccin de una hiptesis sobre el signi cado del hablante.

    Para poner un ejemplo, consideremos el dilogo recogido en

    (11) a. Pedro: Te ha devuelto Juan el dinero que te deba?b. Mara: No. l se ha olvidado de ir al banco.

    Hagamos ahora un esbozo esquemtico de cmo Pedro puede usar el procedimiento de comprensin defendido por la teora de la relevancia para interpretar el enunciado de Mara, l se ha olvidado de ir al banco:

    (a) Mara le ha dicho a Pedro: lx se ha olvidado de ir al BANCO1 / BANCO2[lx =pronombre no interpretado][BANCO1=entidad nanciera][BANCO2=asiento pblico]

    Inclusin de la forma lgica (incompleta) descodi cada del enunciado de Mara en una descripcin de la conducta ostensiva de Mara.

    (b) La emisin de Mara ser ptimamente relevante para Pedro.

    Expectativa causada por el reconocimiento de la conducta ostensiva de Mara y la aceptacin de la presuposicin de relevancia que lleva consigo.

    (c) La emisin de Mara alcanzar su relevancia cuando consiga explicar por qu Juan no le ha devuelto el dinero que le deba.

    Expectativa causada por (b), junto con el hecho de que tal explicacin sera la ms relevante para Pedro en ese momento.

    (d) Olvidarse de ir al BANCO1 puede incapacitar a alguien para devolver el dinero que debe.

    Primer supuesto que se le ocurre a Pedro, el cual, junto con otras premisas apropiadas, puede satisfacer la expectativa (c). Aceptada como una premisa implcita del enunciado de Mara

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    (e) Juan se olvid de ir al BANCO1 Primer enriquecimiento de la forma lgica del enunciado de Mara que se le ocurre a Pedro, y que puede combinar con (d) para llegar a la satisfaccin de (c). Aceptada como explicatura de la emisin de Mara.

    (f) Juan no ha podido devolverle a Mara el dinero que le debe porque se ha olvidado de ir al BANCO1.

    Inferida a partir de (d) y (e), satisfaciendo (c) y aceptada como una conclusin implcita del enunciado de Mara.

    (g) Juan puede devolverle a Mara el dinero que le debe cuando vaya al BANCO1.

    A partir de (f) ms el conocimiento previo. Una de las varias implicaturas dbiles posibles del enunciado de Mara, que, junto con (f), satisface la expectativa (b).

    Pedro asume en (12b) que el enunciado de Mara, descodi cado tal y como se ha hecho en (12a), goza para l de relevancia ptima. Puesto que lo que l quiere saber en este momento es por qu Juan no ha devuelto el dinero que deba, Pedro asume en (c) que el enunciado de Mara adquirir relevancia respondiendo a esta pregunta. Una de las formas lgicas codi cadas proporciona un fcil acceso al supuesto contextual de (d): que olvidarse de ir al banco puede impedir a alguien devolver un dinero que debe. Esto podra ser usado como una premisa implcita a la hora de derivar la explicacin que se espera de la conducta de Juan, puesto que el enunciado es interpretado de manera explcita (via desambiguacin y asig-nacin de referente) cuando transmite la informacin contenida en (e): que Juan ha olvidado ir al BANCO1. Combinando la premisa implcita en (d) y la premisa explcita de (e), Pedro llega a la conclusin implcita en (f), a partir de la cual po-drn derivarse otras implicaturas posteriores y ms dbiles, incluyendo (g) u otras ms. La interpretacin total resultante satisface las expectativas de relevancia de Pedro. Por tanto, a las explicaturas y a las IMPLICATURAS (es decir, premisas implcitas y conclusiones) se llega mediante un proceso de ajuste paralelo mutuo, con hiptesis sobre ambas consideradas por orden de accesibilidad14.

    14 En bene cio de la explicacin, hemos escogido un ejemplo en el que el contenido lin-gstico del discurso, y en particular la emisin precedente (No), crea una expectativa de rele-vancia bastante precisa, permitiendo que el proceso de interpretacin se vea derivado de manera fuerte por las expectativas de un efecto. En una respuesta indirecta tal como la(1b), donde la forma lingstica de la emisin es compatible con dos implicaturas diferentes (positiva o negativa),

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    Este esbozo del proceso de comprensin que acabamos de ofrecer se nos anto-ja sin duda considerablemente simpli cado15. En concreto, diremos que omite una amplia gama de procesos lxico-pragmticos que contribuyen de modos diversos e igualmente importantes a la elaboracin de explicaturas. Tomemos por ejemplo la palabra banco en (11b). Al interpretar este enunciado, Pedro probablemente habr considerado que Mara se refera no slo a una institucin nanciera, sino tambin a un tipo espec co de la misma, una que trata directamente con clientes particulares y, ms concretamente, con Juan. A menos que la denotacin de banco se concrete (narrow) de esta manera, el contenido explcito de la emisin de Mara no garantizara la conclusin de (12f), necesaria para satisfacer las expectativas de relevancia de Pedro (es difcil ver cmo el hecho de que Juan hubiera olvidado ir al Banco Mundial, por ejemplo, podra explicar que no haya devuelto el dinero que deba). Igualmente, al interpretar el predicado ir al banco, l podra haber considerado que Mara se estaba re riendo no slo a una mera visita al banco para sacar dinero, sino adems a obtener ese dinero de modo normal (legalmente, en vez de, por ejemplo, robarlo). A menos que el contenido explcito del enunciado sea concretado de esta manera, no podr respaldar la conclusin de (12f), que es la que se necesita para satisfacer las expectativas de relevancia de Pedro.

    Algunos de estos tpicos procedimientos de concrecin conceptual (narrowing) se han descrito en la literatura pragmtica como implicaturas conversacionales generalizadas, o se han analizado como interpretaciones requeridas por defecto (by default), que podran deducirse via una serie de reglas aplicadas por defecto16.

    las consideraciones relativas al esfuerzo y en particular la accesibilidad de los supuestos contextua-les juegan un papel mucho ms importante. En una emisin que supone el inicio de un discurso tal como (2), o en el contexto de un cuestionario, las valoraciones sobre el esfuerzo probablemente desempean un papel decisivo a la hora de limitar las posibles lneas de interpretacin:

    (1) a. Pedro: Ha devuelto Juan el dinero que deba? b. Mara: l se ha olvidado de ir al banco.(2) l se ha olvidado de ir al banco.15 En primer lugar, aclaremos que los supuestos que Pedro considera en los diferentes momen-

    tos del proceso de comprensin no las representa en espaol, sino en algn sistema de representacin conceptual o lenguaje del pensamiento. Hemos dejado tambin de un lado problemas semnticos como el anlisis del artculo determinado y las descripciones de nidas (por ejemplo, el banco).

    16 Vid. por ejemplo Horn (1984a,1992); Levinson (1987a,2000a); Hobbs et alt.(1993); Las-carides, Copestake y Briscoe (1996), Lascarides y Copestake (1998); Blutner (1998, en prensa).

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    A pesar de la riqueza y perspicacia de mucha de la literatura existente sobre las implicaturas conversacionales generalizadas, la teora de la relevancia adopta una perspectiva de anlisis diferente, por dos importantes razones. En primer lugar, tal y como hemos apuntado ms arriba, trata la concrecin lxica como un tipo de proceso de enriquecimiento pragmtico que contribuye a las explicaturas, ms que a las implicaturas17. Como todo proceso de enriquecimiento, la concrecin lxica se gua por la bsqueda de la relevancia, que produce la derivacin de efectos cognitivos y, en particular, de implicaciones contextuales. Por de nicin, una im-plicacin contextual debe seguirse lgicamente de las explicaturas del enunciado y del contexto. A veces, como en (11b), de cara a poder derivar una implicacin esperada, el contenido explcito del enunciado debe enriquecerse hasta el punto de justi car la conclusin esperada. En toda teora donde las conclusiones implicadas se consideren como algo respaldado lgicamente por el contenido explcito, habr entonces una buena razn para tratar la concrecin lxica como algo perteneciente al campo de lo explcito antes que al de lo implcito18.

    En segundo lugar, la concrecin lxica es un proceso mucho ms exible y dependiente del contexto de lo que su tratamiento mediante las implicaturas

    17 Tal y como hemos apuntado anteriormente (nota 10), hay cierta controversia sobre cmo debera trazarse la distincin explcito-implcito (vid. Horn 1992; Sperber y Wilson 1986a: 4.1-4; Wilson y Sperber 1993; Bach 1994a,b, 1997, Levinson 2000; Carston 2002a, 2002b, 2004). El problema es parcialmente terminolgico, pero se convierte en terico cuando se combina con la a rmacin de que la comunicacin explcita e implcita lleva consigo procesos inequvocamente pragmticos (como puede verse en mucha de la literatura sobre implicaturas generalizadas, por ejemplo Levinson 2000a).

    18 Levinson (2000a: 195-6) rechaza la distincin entre explicaturas e implicaturas, aduciendo que no se da ningn criterio para la distinguir unas de otras. Nuestra nocin de explicatura viene, entre otras cosas, motivada por ciertas evidencias que demuestran cmo ciertos procesos pragmticos contribuyen al contenido veritativo, mientras otros no (Wilson y Sperber 1986b: 80; 2002, Ifantidou 2001). La distribucin del material inferido de modo pragmtico en explicaturas e implicaturas viene motivada, por un lado, por nuestras de niciones tericas de explicatura e implicatura (Sperber y Wil-son 1986a: 226, Carston, 2002b), y, por otro, por el hecho de que las conclusiones que satisfacen las expectativas de relevancia deben estar garantizadas por el contenido explcito de la emisin junto con el contexto. Vid. Sperber y Wilson (1986a): 4.3; Sperber y Wilson (1998a); Carston (1995,1998,2000, 2002b, 2004); Wilson y Sperber (1998, 2002). Puede encontrarse trabajo de carcter experimental sobre el particular en Gibbs y Moise (1997), Matsui (1998, 2000); Nicolle y Clark (1999); Wilson y Matsui (2000); Noveck (2001); Papafragou (2002), Papafragou y Musolino (2003).

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    generalizadas o las interpretaciones aplicadas por defecto parecen sugerir. Bar-salou (1987, 1992) aporta un considerable nmero de evidencias experimenta-les que demuestran que incluso las concreciones aparentemente estereotipadas, como las que realizamos con trminos como pjaro, animal, mueble, comida, etc., varan considerablemente segn las situaciones, sujetos y ocasiones, y se ven fuertemente afectadas por el contexto del discurso y por otros factores per-tenecientes al mbito de la relevancia. Segn Barsalou, sus resultados pueden explicarse mejor si se asume que las unidades lxicas dan acceso no a prototipos ya con gurados, que podran asignarse mediante reglas por defecto, sino a un vasto conjunto de informacin enciclopdica cuyo grado de accesibilidad vara segn cada ocasin, con diferentes subconjuntos seleccionados ad hoc para determinar la interpretacin de una palabra espec ca en cada circunstancia. Segn esta teora, banco en (11b) puede ser entendido no como si transmitiera el concepto codi cado BANCO1, sino ese otro concepto BANCO*, dotado de una entrada enciclopdica ms restringida y una denotacin ms concreta, elaborada para esa ocasin particular.

    En opinin de Barsalou, la construccin ad hoc de conceptos se ve afectada por una gran variedad de factores, que incluyen el contexto, la accesibilidad de los supuestos enciclopdicos y otras consideraciones vinculadas a la relevancia. El procedimiento de comprensin que presenta la teora de la relevancia puede as entenderse como una hiptesis concreta sobre cmo puede funcionar ese proceso de interpretacin lxica, de carcter exible y gobernado por criterios de relevancia. El oyente trata el concepto codi cado lingsticamente (por ejemplo BANCO1 en (11b)) slo como una pista hacia el signi cado del hablante. Guiado por sus expectativas de relevancia, y mediante el uso de supuestos contextuales a los que se accede por la entrada enciclopdica del concepto lingsticamente codi cado (por ejemplo, que olvidar ir al banco donde uno guarda su dinero puede impedirle devolver el dinero que debe), comienza a derivar efectos cognitivos. Cuando tiene los su cientes efectos para satisfacer sus expectativas de relevancia, se detiene. Los resultados seran semejantes a (12), salvo que el supuesto contextual de (d), la expli-catura de (e) y las implicaturas de (f) y (g) no contuvieran el concepto codi cado BANCO1, sino ese otro BANCO* ad hoc, dotado de una denotacin ms concre-ta que justi cara la derivacin de los efectos cognitivos requeridos para satisfacer las expectativas de relevancia del oyente.

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    El resultado de un proceso de interpretacin tan exible puede tambin ser una imprecisin (loosening), en vez de una concrecin del signi cado codi cado, dando as lugar a una denotacin ms amplia en vez de a otra de carcter ms concreto. Entre los casos claros de imprecisin podemos encontrarnos con el uso de una marca muy conocida (por ejemplo, Castella-no, Chiruca, Adidas) denotando una categora que contiene tambin otras marcas menos pupulares, y tambin los casos de uso impreciso de trminos bien de nidos como cuadrado, indoloro o silencioso; pero el fenmeno es muy general. Pensemos en banco en (11b). Dada la prctica bancaria habitual, la palabra puede ser usada de modo indiferenciado para denotar una categora que incluye no slo las o cinas bancarias sino tambin los cajeros automti-cos. Sin duda que, de cara a satisfacer sus expectativas de relevancia en (11b), Pedro probablemente tendra que entenderlo de este modo, o sea, queriendo decir, aproximadamente banco-o-cajero-automtico (si Juan normalmen-te saca su dinero de un cajero, la a rmacin de que se ha olvidado de ir al BANCO1 puede ser, estrictamente hablando, falsa, y, en cualquier caso, no explicara adecuadamente que an no haya pagado a Mara). De este modo, banco en (11b) puede ser entendido como si expresara no el concepto codi- cado BANCO1, sino un concepto ad hoc BANCO**, de una denotacin ms amplia, que comparte con BANCO1 el relevante atributo enciclopdico de ser un lugar donde se va para acceder al dinero de una cuenta propia. La interpretacin de un enunciado tan corriente como (11b) puede, por tanto, envolver procesos tanto de imprecisin como de concrecin del signi cado codi cado.

    Los usos imprecisos del lenguaje presentan un problema para la teora griceana. Estrictamente hablando, las caras no son cuadradas, las habitaciones, generalmente, no son silenciosas, y describirlas como tales violara la mxima de sinceridad (No diga lo que crea que es falso). De cualquier modo, estos distanciamientos de la verdad no caen en ninguna de las categoras de viola-cin de una mxima reconocidas por Grice (Grice 1989: 30). No son como las mentiras, violaciones encubiertas dirigidas a engaar al oyente hacindole creer lo que se ha dicho. No son como los chistes y los cuentos, que suspenden las mximas por completo. Dadas sus similitudes intuitivas con la metfora y la hiprbole, sera tentador analizarlas, al igual que los tropos, como viola-

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    ciones abiertas (burlas) de la mxima de sinceridad, producidas para guiarnos hacia la bsqueda de una implicatura relacionada (en este caso una versin encubierta de lo dicho). El problema es que estos usos imprecisos del lenguaje no son generalmente percibidos como violaciones de la mxima de sinceridad. Aunque todos nos demos cuenta, si es que re exionamos sobre ellos, de que no son estricta y literalmente ciertos, estos distanciamientos de la verdad pasan inadvertidos en el ujo normal del discurso. Puede decirse, por tanto, que la teora de Grice los deja sin explicar19.

    Los usos imprecisos del lenguaje no son el nico defecto del que adolece una explicacin de estos fenmenos en el marco de la mxima de sinceridad de Grice. Hay otras objeciones, referentes incluso a cmo propia la mxima debe entenderse, y toda una serie de di cultades que tienen que ver con el anlisis de los tropos como violaciones abiertas de las mximas (cfr. Wilson y Sperber 2002). Debemos tener tambin en cuenta que existen ciertas simili-tudes intuitivas entre ese hablar impreciso, la metfora y la hiprbole que no pueden ser explicadas dentro de su teora, ya que la metfora y la hiprbole se entienden como violaciones abiertas de la mxima de sinceridad, mientras que los usos imprecisos no. Por nuestra parte, defendemos que la mejor solu-cin es abandonar la mxima de sinceridad, y tratar cualquier expectativa de veracidad que surja en la interpretacin del enunciado no como resultante de una mxima, norma o convencin de sinceridad independiente, sino como el subproducto de una expectativa de relevancia de carcter mucho ms bsico. Desde esta aproximacin, el lenguaje impreciso, la metfora y la hiprbole no implican violacin alguna de una mxima, sino que son, simplemente, rutas alternativas para alcanzar la relevancia ptima. Si un enunciado se entiende literal, imprecisa o metafricamente ser algo que dependa del ajuste mutuo

    19 La imprecisin lxica puede estabilizarse a lo largo del tiempo en una comunidad, dan-do lugar a un sentido extra, el cual puede, a su vez, verse concretado o usado de modo impreciso, debido a razones pragmticas, en una ocasin espec ca. Hay demasiadas interpretaciones espec- cas propias de una situacin concreta como para permitir dar cuenta de ellos en trminos pura-mente semnticos o pragmticos por defecto (Searle 1979, 1980; Horn 1984; Lako 1987; Franks y Braisby 1990; Sweetser 1990; Hobbs et elt. 1993; Bach 1994a,b, 1997; Recanati 1995; Carston 1997, 1998b, 2002b, 2004; Sperber y Wilson 1998a; Traugott 1999; Wilson 1998; Lasersohn 1999; Asher y Lascarides 2001; Papafragou 2000; Wilson y Sperber 2002).

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    entre contenido, contexto y efectos cognitivos, en su esfuerzo para satisfacer la expectativa completa de relevancia del hablante20.

    Para ilustrar esta visin uni cadora, consideremos el dilogo de (13):

    (13) a. Pedro: Qu piensas de la ltima novela de Andrs?b. Mara: Me hace dormir.

    Segn la teora de Grice, el enunciado de Mara en (13b) tendra tres interpretaciones distintas: como asercin literal, como hiprbole o como met-fora. De entre ellas, Pedro debera comprobar primero la interpretacin literal, y cambiarla por una interpretacin gurativa slo si la interpretacin literal violara descaradamente la mxima de sinceridad. Pero en la actualidad goza-mos de una cantidad considerable de evidencias que sugieren que las interpre-taciones literales no tienen que ser examinadas y rechazadas cronolgicamente antes de tomar en consideracin una posible interpretacin gurativa21; segu-ro que, cuando interpreta (13b), con toda probabilidad a Pedro no se le ocurre plantearse si Mara se queda, literalmente, dormida al leer el libro.

    Nuestro anlisis tiene estos aspectos en cuenta. En primer lugar, no hay obligacin alguna de que el signi cado literal sea el primero en ser contempla-do. Como suceda con banco en (11b), el texto conceptual codi cado es tra-tado slo como un punto de entrada a un conjunto ordenado de informacin enciclopdica, de la que se espera que el oyente seleccione lo necesario para elaborar una interpretacin global satisfactoria. Si esta interpretacin es literal o imprecisa depender de qu tipos de supuestos seleccione. Al procesar (13b), Pedro esperar que se derive una respuesta a su pregunta: esto es, una opinin valorativa sobre el libro. En tales circunstancias, el primer supuesto contextual

    20 Pueden ya encontrarse argumentos iniciales contra un supuesto papel central de la mxima de sinceridad en Wilson y Sperber (1981). Para crticas ms detalladas vid. Wilson y Sperber (2002). Para evidencias empricas, vid. Matsui (1998, 2000); Wilson y Matsui (2000); van der Henst et alt. (2002)

    21 Vid., por ejemplo, Gibbs (1994), Noveck et alt. (2001); Glucksberg (2001). La teora de Glucksberg de que la interpretacin de la metfora implica la construccin de una categora ms amplia que la determinada por el signi cado codi cado se ajusta perfectamente a nuestro anlisis.

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    que se le ocurra ser posiblemente que un libro que haga a alguien dormirse ser extremadamente aburrido y poco atrayente. Una vez usado tal supuesto para obtener una respuesta a su pregunta, y viendo satisfechas de este modo sus expectativas de relevancia, deber entonces detenerse. As como cuando in-terpreta banco en (11b) no se le ocurre preguntarse si Juan ha sacado su dinero de un banco o un cajero, del mismo modo, al interpretar (13b), no se le ocurri-r cuestionarse si el libro ha hecho literalmente a Mara dormir, casi dormir o simplemente le aburre de manera extraordinaria. Por tanto, el proceso de ajus-te mutuo en (13) debera elaborar una explicatura que contuviera el concepto ad hoc HACER DORMIR*, el cual no slo denota los casos literales en los que se hace dormir a alguien, sino tambin esos otros que comparten la propiedad enciclopdica de ser exageradamente aburrido y poco atractivo. Slo si tal in-terpretacin imprecisa dejara de satisfacer sus expectativas de relevancia, Pedro se vera justi cado a hacer el esfuerzo que se requiere para buscar supuestos contextuales posteriores y encontrar una interpretacin ms literal22.

    El contenido explcito de los usos imprecisos, y en particular de las me-tforas, es hasta cierto punto indeterminado. Comparemos el concepto CUA-DRADO, CUADRADO* y CUADRADO**, transmitidos respectivamente por el sintagma literal gura geomtrica cuadrada, el uso impreciso cara cua-drada, y el metafrico cabeza cuadrada. Esta indeterminacin relativa de las explicaturas est vinculada a la fuerza relativa de las implicaturas.

    Una proposicin puede verse ms o menos implicada. Estar FUERTE-MENTE IMPLICADA (o ser una IMPLICATURA FUERTE) si su recu-peracin es esencial de cara a conseguir una interpretacin que satisfaga las expectativas de relevancia del receptor. Estar DBILMENTE IMPLICADA si su recuperacin ayuda a la elaboracin de tal interpretacin, pero no es esencial en s misma, ya que el enunciado sugiere un conjunto de implicaturas similares posibles, cualquiera de las cuales sera aceptable (Sperber y Wilson 1986a: 1.10-12, 4.6). Por ejemplo, (11b) implica fuertemente (12f), ya que sin esta implicacin (o una variacin adecuadamente concreta-e-imprecisa), (11b)

    22 Mientras que la tesis de que la metfora es una variedad de uso impreciso ha venido formando parte de nuestra teora desde hace tiempo (vid. Sperber y Wilson 1985/6, 1986a, pr.4.7-8, 1990b), los detalles de tal anlisis son ms recientes. Para una discusin vid. Recanati (1995); Carston (1997, 2002b, 2004); Sperber y Wilson (1998a); Wilson y Sperber (2002).

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    Deirdre Wilson y Dan Sperber

    no constituira una rplica relevante a (11a). Adems, (11b) animara al inter-locutor a derivar una implicatura posterior al estilo de (12g) (que Juan puede devolverle el dinero a Mara en cuanto vaya al banco); pero aqu el destinatario debe asumir cierta responsabilidad para llegar a tal conclusin, en puesto de, por ejemplo, la conclusin de que Juan VA A devolverle el dinero a Mara en cuanto vaya al banco u otra parecida.

    Los usos imprecisos en general, y las metforas en particular, provocan normalmente una cierta cantidad de implicaturas dbiles. As, Juan es un cabeza cuadrada implica de modo dbil que Juan es algo rgido en su modo de pensar, no cambia de opinin con facilidad, es un hombre de rmes prin-cipios, etc. Ninguna de esas implicaturas se requiere de modo aislado para que el enunciado tenga sentido, pero sin algunas de ellas no tendra senti-do alguno. Si entendemos la palabra cuadrado como expresando el concepto CUADRADO**, que se combina con informacin contextual para producir esas otras derivaciones, entonces el concepto CUADRADO** exhibe en s cierta indeterminacin o confusin, y el enunciado en su totalidad exhibir la correspondiente debilidad de su explicatura. Los usos imprecisos y las metfo-ras presentan de manera especial ese carcter confuso para el que la teora de la relevancia proporciona una visin original.

    La distincin entre implicaturas fuertes y dbiles arroja una considerable luz sobre la variedad de modos en los que un enunciado adquiere relevancia. Algunos enunciados (las instrucciones de uso, por ejemplo) alcanzan relevan-cia transmitiendo ciertas implicaturas de carcter fuerte. Otros la alcanzan sugiriendo dbilmente un amplio conjunto de implicaciones posibles, cada una de las cuales resulta ser una implicatura dbil. Esto es tpico de los usos poticos del lenguaje, y viene contemplado en la teora de la relevancia bajo el ttulo de EFECTO POTICO (Sperber y Wilson 1986a: 4.6-9, Pilkington 2000; para las cuestiones relacionadas de EFECTO ESTILSTICO Y EFEC-TO PRESUPOSICIONAL VID. Sperber y Wilson 1986a: 4.5-6).

    En la teora de Grice (y, sin duda, tambin en todas las discusiones prag-mticas y retricas sobre la irona como gura literaria, anteriores a las ideas contenidas en Sperber y Wilson 1981), el tratamiento de la irona es paralelo al de la metfora y la hiprbole. Para Grice, la irona, como la metfora y la hi-prbole, es una violacin abierta de la mxima de sinceridad, y se diferencia de

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    La teora de la Relevancia

    la metfora y la hiprbole slo en el tipo de implicatura que conlleva. Nosotros hemos discutido no slo el anlisis griceano de la irona, sino tambin la tesis ms general de que metfora, hiprbole e irona deban recibir tratamientos paralelos.

    El anlisis de Grice de la irona es una variante de la teora retrica cl-sica sobre la irona, entendida como decir literalmente algo queriendo decir, guradamente, lo opuesto. Los argumentos contra est opinin son bien co-nocidos. Es inadecuada desde un punto de vista descriptivo, ya que la ltotes, las citas y alusiones no pueden analizarse como si estuvieran queriendo decir lo opuesto a lo literalmente dicho. Es inadecuada desde un punto de vista te-rico, porque decir lo contrario de lo que uno quiere decir es algo claramente irracional; y en este anlisis resulta difcil de explicar por qu la irona en el lenguaje cotidiano resulta ser algo generalizado y que parece surgir de manera espontnea, sin que se ensee o se aprenda (Sperber y Wilson 1981, 1998b; Wilson y Sperber 1992).

    De acuerdo con la explicacin que propone la teora de la relevancia, la irona no lleva consigo ningn mecanismo o procedimiento que no se haya necesitado ya para dar cuenta de un uso bsico del lenguaje, USO INTER-PRETATIVO, adems de otro uso que supone una forma espec ca de ste, el USO ECOICO23. Un enunciado puede ser usado de modo interpretativo para (meta)representar otro enunciado o pensamiento que se le asemeje en contenido. El caso ms conocido de este uso interpretativo es el estilo indirec-to. Un enunciado es ecoico cuando alcanza la mayor parte de su relevancia no mediante la expresin de las propias opiniones del hablante, ni informando de los enunciados o pensamientos de otro, sino expresando la actitud del hablante hacia las opiniones que atribuye tcitamente a otro. A modo de ejemplo, su-pongamos que Pedro y Mara se estn marchando de una esta, y tiene lugar uno de los dilogos siguientes:

    23 Sobre la nocin de uso interpretativo vid. Sperber y Wilson (1986a): 4.7; Blass (1990); Gutt (1991); Sperber (1997); Wilson (2000); Noh (2001); Papafragou (1998, 2000). Sobre la no-cin de uso ecoico, vid, Sperber y Wilson (1986a): 4.9; Blakemore (1994); Carston (1996, 2002b); Noh (1998); Wilson (2000).

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    Deirdre Wilson y Dan Sperber

    (14) Pedro: Ha sido una esta fantstica.(15) Mara: a. [feliz] Fantstica.

    b. [extraada] Fantstica?c. [despectivamente] Fantstica!

    En (15a), Mara se hace eco del enunciado de Pedro con el n de hacer saber que est de acuerdo con lo que l ha dicho; en (15b), ella aparece con-fundida por la a rmacin de su amigo; y en (15c) da a entender que est en desacuerdo con su opinin. Las interpretaciones resultantes pueden ser las de (16):

    a. Ella cree que yo estaba en lo cierto al decir/pensar que la esta ha sido fantstica.

    b. Ella se pregunta si yo estaba en lo cierto al decir/pensar que la esta ha sido fantstica.

    c. Ella cree que yo me he equivocado al pensar/decir que la esta ha sido fantstica.

    Aqu vemos cmo la proposicin expresada por los enunciados de (15), (la esta ha sido fantstica) est integrada en la descripcin de un acto de habla o de una actitud proposicional de orden superior, que indica, por un lado, que la proposicin bsica est siendo usada para interpretar la opinin que Mara atribuye a alguien ms, y, por otro, la actitud de Mara hacia esas opiniones. Para poder entender lo que Mara quiere decir, Pedro debe reconocer no slo la proposicin bsica expresada, sino tambin el hecho de que est siendo usada atributivamente y la actitud psicolgica que Mara pretende transmitir.

    La gama de actitudes psicolgicas transmitidas por el uso de un enun-ciado ecoico puede ser muy rica y variada. El hablante puede mostrar que respalda o se distancia del pensamiento o el enunciado del que se hace eco: que se siente confundido, enfadado, divertido, intrigado, escptico, etc., o una posible combinacin de todos esos estados. Segn la teora de la relevancia, la irona verbal implica la expresin de una actitud tcitamente distante irnica, escptica, amarga o burlona- hacia un pensamiento o enunciado atribuidos a alguien. Consideremos el enunciado de Mara en (15c): es, sin duda, tan irni-co como ecoico. Es ms, creemos que es irnico PORQUE es ecoico: la irona

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    verbal consiste en hacerse eco de un pensamiento o emisin que se atribuye de modo tcito, mediante una actitud distante y tambin tcita respecto a ella24.

    Este acercamiento al problema aclara muchos de los casos de irona que ni la teora clsica ni la griceana abordan. Pensemos en el enunciado de Mara:

    l se ha olvidado de ir al banco en (11b). Habr situaciones en las que ste puede ser con justicia considerado como irnico, aun cuando sea descarada-mente falso ni se use para querer decir lo contrario de lo que se ha dicho. Su-pongamos que tanto Pedro como Mara saben que Juan ha dejado de devolver su dinero a Mara de manera reiterada, ofreciendo toda una serie de excusas tan conmovedoras como poco convincentes. Entonces (11b) podr entenderse como un eco irnico, en el que Mara se distancia tcitamente de la ltima de las excusas ofrecidas. Por tanto, todo lo que se necesita para hacer de (11b) un enunciado irnico es un contexto en el que pueda ser entendido como un eco burln de un enunciado o un pensamiento atribuidos25.

    Una consecuencia de este anlisis es que la irona supone una habili-dad metarrepresentacional de un orden superior al de la metfora. Segn la teora de la relevancia, tal y como lo ilustra el ejemplo (16), la interpreta-cin de enunciados ecoicos en general supone la habilidad para reconocer que el hablante est pensando, no directamente en un estado de cosas, sino en otro pensamiento o enunciado que atribuye a alguien ms. Esta consecuencia de nuestra teora se ve con rmada por la evidencia emprica que recogen las investigaciones sobre el autismo, el desarrollo cognitivo infantil y los daos producidos en el hemisferio derecho, que muestran que la comprensin de la irona est relacionada con habilidades metarrepresentacionales de segundo

    24 Este modo de entender la irona se plante en primer lugar en Sperber y Wilson 1981. Fue posteriormente ampliado y desarrollado en Sperber y Wilson (1986a), Sperber y Wilson (1990b, 1998b); Wilson y Sperber (1992), Curc (1998). Para una discusin crtica, vid. Clark y Gerrik (1984), Kreuz y Glucksberg (1989); Gibbs y OBrien (1991); Martin (1992); Kumon-Nakamura, Glucksberg y Brown (1995); y los artculos de Seto, Hamamoto y Yamanashi en Cars-ton y Uchida, eds. (1998). Para las correspondientes contrarrplicas vid. Sperber (1984); Sperber y Wilson (1998b).

    25 Esta aproximacin al problema ha sido sometida a comprobaciones empricas: vid. Jor-gensen et alt.(1984); Happ (1993); Gibbs (1994); Kreuz y Glucksberg (1989); Gibbs y OBrien 1991; Kumon-Nakamura et alt.(1995); Langdon et alt. (2002).

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    grado, mientras la comprensin de la metfora requiere tan slo habilidades de primer orden26. Esta diferencia no queda aclarada en el marco de las teoras clsica y griceana27.

    Otro campo en el que las habilidades metarrepresentacionales juegan un papel importante es en la interpretacin de los actos ilocucionarios. Veamos el dilogo re ejado en (17):

    (17) a. Pedro: Vas a devolver el dinero para el martes?b. Mara: Lo habr devuelto para entonces.

    Tanto (17a) como (17b) expresan la proposicin de que Mara devolver el dinero para el martes. En la interrogativa (17a), dicha proposicin es expre-sada pero no comunicada (en el sentido de que Pedro no lo presenta como algo cierto, o probablemente cierto)28: hablando en trminos de la teora de la relevancia, no estamos ante una explicatura de la emisin de Pedro. Incluso intuitivamente podemos ver que (17a) es un acto de comunicacin no menos explcito que (17b). Nuestra teora sostiene que lo comunicado de modo expl-cito por (17a) es la EXPLICATURA DE NIVEL SUPERIOR que se re eja en (18):

    26 Sobre el desarrollo evolutivo de la metfora y la irona, vid. Winner (1988). Sobre la re-lacin entre irona, metfora y habilidades metarrepresentacionales, vid. Happ (1993), Langdon et alt.(2002). Para discusiones posteriores sobre la relacin entre habilidades comunicativas y me-tarrepresentacionales, vid. seccin 5, ms abajo.

    27 Levinson (2000a: 239) cree, equivocadamente, que sostenemos que las ironas son implicaturas interpretadas como ecos de lo que alguien puede haber dicho: no son, claramente, explicaturas. Objeta que nuestra teora no permite la posibilidad de que el uso irnico de una expresin referencial pueda acarrear una diferencia en las condiciones de verdad, como en su simptico ejemplo Si necesitas un coche, puedes tomar prestado mi Porsche (en referencia al Volkswagen Escarabajo del hablante). En realidad, tales ejemplos no suponen sino un fuerte respaldo para nuestras ideas, segn las cuales la irona est relacionada con el uso metalingstico, y que, por tanto, contribuye de modo directo a la explicatura. Es ampliamente aceptado que el uso metalingstico de una palabra puede causar una diferencia en las condiciones de verdad (vid. Horn 1989; Sperber y Wilson 1981; 1986a: 4.7; Carston 1996, 2002b; Cappelen y Lepore 1997; Noh 2000; Wilson 2000). El ejemplo de Levinson se ajusta perfectamente a nuestra explicacin.

    28 Para una discusin al respecto, vid. Sperber y Wilson (1986a): 1.9-12.

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    La teora de la Relevancia

    (18) Pedro le est preguntando a Mara si devolver el dinero para el martes.

    Como todas las explicaturas, (18) se recupera mediante una mezcla de descodi cacin e inferencia, justi cada por una variedad de pruebas lings-ticas y no-lingsticas (por ejemplo, el orden de las palabras, modalidad, tono de voz, expresin facial)29. En (17b), por el contrario, las explicaturas pueden incluir tanto (19a), la EXPLICATURA BSICA, como explicaturas de un nivel superior, como las (19b) y (19c):

    (19) a. Mara habr devuelto el dinero para el martes.b. Mara est prometiendo que devolver el dinero para el martes.c. Mara cree que ella devolver el dinero para el martes.

    Por tanto, un enunciado puede transmitir diversas explicaturas, cada una de las cuales puede contribuir a la relevancia y justi car la derivacin de im-plicaturas posteriores30.

    Segn esta aproximacin terica, la irona verbal tiene ms en comn con los enunciados sobre actos ilocucionarios y actitudes proposicionales que con la metfora o la hiprbole. Reconocer una irona, como reconocer actos ilocucionarios o expresiones de actitudes psicolgicas, lleva consigo un tipo de habilidades metarrepresentacionales mayor que el mero reconocimiento de la proposicin bsica expresada por una emisin, ya sea sta literal, imprecisa o metafrica.

    De modo general puede decirse que, tanto en el marco de la teora de la relevancia como en el de Grice, la interpretacin de TODO enunciado supone un alto grado de desarrollo de las capacidades metarrepresentacionales, puesto

    29 En la teora de la relevancia, los indicadores de modo se encuentran entre los elementos con signi cado procedimental en vez de conceptual. Vid. Blakemore (1987, 2002, 2004); Whar-ton (2001, en prensa), Iten (2000b).

    30 Sobre explicaturas de nivel superior, vid. Blakemore (1991); Wilson y Sperber (1993); Ifantidou (2001). Sobre el anlisis de emisiones no-declarativas, vid. Sperber y Wilson (1986a): 4.10; Wilson y Sperber (1988); Wilson (2000); Noh (2001). En Bird (1994) y Harnish (1994) puede encontrarse una discusin crtica.

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    que la comunicacin descansa en la atribucin de estados mentales de carc-ter complejo, compuestos de muchos niveles de interpretacin (vid. seccin 3, arriba). Esto suscita la cuestin de cmo se adquieren las habilidades pragm-ticas y cmo se sitan en la arquitectura global de la mente.

    5. TEORA DE LA RELEVANCIA Y ARQUITECTURA MENTAL

    El anlisis griceano de la comunicacin como expresin y reconocimiento de intenciones considera la comprensin como una variedad de la denominada LECTURA DEL PENSAMIENTO (mind-reading) o TEORA DE LA MEN-TE: la capacidad para atribuir estados mentales a los dems con el n de poder explicar y predecir su conducta31. El vnculo entre lectura del pensamiento y comunicacin se ve con rmado por una abundante cantidad de evidencias per-tenecientes tanto al campo de la psicologa evolutiva como a la neuropsicologa32. De todos modos, conviene matizar que la lectura del pensamiento ha sido inter-pretada de modos bastante diversos. Los lsofos la describen a menudo como un ejercicio de razonamiento re exivo (un proceso central de pensamiento, en trminos de Fodor 1983), y gran parte de las consideraciones de Grice sobre pragmtica son coherentes con tal idea. Segn tal perspectiva, la reconstruccin racional de cmo se produce la derivacin de las implicaturas conversacionales constituira un perfecto ejemplo de la psicologa creencia-deseo:

    l dijo que P; no lo habra hecho a menos que pensaraque Q; l sabe (y sabe que yo s que l lo sabe) queyo me dar cuenta de que es necesario suponer que Q;l no ha hecho nada para impedir que yo piense que Q;as que l pretende que yo piense, o al menos no tendra inconveniente en que yo pensara que Q.

    (Grice,1989:30-31)

    31 Vid., por ejemplo, Whiten (1991); Davies y Stone (1995a,b); Carruthers y Smith (1996); Malle, Moses y Baldwin (2001).

    32 Vid., por ejemplo, Perner, Frith, Leslie y Leekam (1989); Happ (1993); Baron-Cohen (1995); Mitchell, Robinson y Th ompson (1999); Happ y Loth (2002); Papafragou (2002); y los trabajos en Mind and Language 17.1-2 (2002).

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    En nuestros primeros planteamientos tambin tratamos la interpretacin pragmtica como un proceso central, inferencial (opuesto a su consideracin como parte de un mdulo perifrico del lenguaje); si bien la entendimos como un proceso de carcter espontneo, intutitivo, ms que consciente o re exi-vo (Sperber y Wilson 1986a: cap. 2; Wilson y Sperber 1986b). Sin embargo, recientemente puede constatarse una tendencia en las ciencias cognitivas a abandonar esa tajante distincin de Fodor entre procesos modulares, por un lado, y procesos centrales relativamente indiferenciados, por otro, desplazn-dose hacia una concepcin de la mente cada vez ms y ms modular33. En esta seccin hablaremos de cmo el proceso de comprensin de nido por la teora de la relevancia se ajusta mejor a las explicaciones modulares de la inferencia, y en particular al de la lectura del pensamiento34.

    Una de las ventajas que presentan los mdulos espec cos de un dominio es que pueden controlar procesos inferenciales con objetivos muy concretos (heurstica rpida y ligera, en trminos de Gigerenzer et alt. 1999), sensibles a las caractersticas peculiares de su dominio. Por ejemplo, en las versiones modulares de lectura del pensamiento, la psicologa de la creencia-deseo es-tndar se ve reemplazada por procesos inferenciales con objetivos espec cos, tomando como justi cacin para hacerlo las regularidades existentes slo en ese dominio. Ejemplos de ello seran el Detector de Direccin Ocular, que in ere estados perceptivos y de atencin a partir de la direccin de la mirada, y el Detector Intencional, que interpreta el movimiento autopropulsado en trminos de nes y deseos (Leslie 1994, Premack y Premack 1994, Baron-Cohen 1995). Todo esto suscita la cuestin de si puede haber regularidades cognitivas propias de un dominio que correspondan a un mdulo que tenga a la comprensin como objetivo espec co.

    La mayor parte de las aproximaciones al campo de la lectura del pensa-miento, ya sea sta modular o no-modular, suelen dar por sentado que no hay necesidad de procedimientos de comprensin inferencial para propsitos con-

    33 Usamos modulo en un sentido algo ms impreciso que el de Fodor, re rindonos en nuestro caso a un mecanismo computacional autnomo de alcance o tarea espec ca (para una discusin vid. Sperber 1996: cap.6).

    34 Vid., por ejemplo, Leslie (1991); Hirsch eld y Gelman (1994); Barkow, Cosmides y Tooby (1995); Sperber (1996, 2002); Fodor (2000).

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    cretos, ya que las atribuciones de estados mentales que requiere la compren-sin se veran automticamente generadas por otros mecanismos generales de lectura del pensamiento, aplicables igualmente al mbito ms general de la accin intencional. En cualquier caso, la teora segn la cual el signi cado del hablante puede inferirse a partir de enunciados mediante los mismos procedi-mientos que se usan para inferir intenciones a partir de acciones plantea pro-blemas. En primer lugar, la gama de acciones que un agente puede pretender llevar a cabo de modo racional en una situacin concreta es en la prctica muy limitada; circunstancia que, por otra parte facilita enormemente la atribucin normal de intenciones. Pero, por el contrario, tal y como hemos sealado en un epgrafe anterior (vid. seccin 3, ms arriba), el abanico de signi cados que un hablante puede intentar transmitir de manera racional en una situa-cin dada es virtualmente ilimitado. Simplemente, no resulta claro cmo los procedimientos estndar para la atribucin de intenciones pueden igualmente producir atribuciones del signi cado de un hablante, excepto en casos senci-llos y triviales (para una discusin ms profunda vid. Sperber 2000; Sperber y Wilson 2002).

    En segundo lugar, la comprensin inferencial lleva consigo varios niveles superpuestos de metarrepresentacin (cfr. secciones 4 y 5 ms arriba), mien-tras que en la lectura del pensamiento con un solo nivel suele ser su ciente. Esta desigualdad se hace particularmente evidente en el desarrollo cognitivo infantil. Resulta difcil de creer que nios de dos aos, que se equivocan, por ejemplo, al realizar tareas que implican creencias falsas de primer orden, pue-dan sin embargo reconocer y comprender las tan peculiares representaciones, pertenecientes a tantos niveles, implicadas en la comprensin verbal, teniendo como herramienta tan slo una cierta habilidad general para atribuir intencio-nes a los agentes con el n de poder explicar su conducta. Por estas razones, merece la pena considerar la posibilidad de investigar la existencia de un sub-mdulo especializado dedicado a la comprensin (Sperber 1996, 2000, 2002; Origgi y Sperber 2000; Wilson 2000; Sperber y Wilson 2002).

    Hemos defendido (siguiendo a Sperber 1996) que las regularidades des-critas en el Principio Comunicativo de Relevancia plasmado en (7), que los actos de comunicacin ostensiva crean presunciones de relevancia, respaldan la existencia de un mecanismo de comprensin inferencial espec co de un

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    La teora de la Relevancia

    dominio. Bajo esta aproximacin modular, el procedimiento de comprensin propio de la teora de la relevancia, tal y como es propuesto en (9), podra ser considerado como una heurstica rpida y frugal, que computara auto-mticamente una hiptesis sobre el signi cado del hablante basndose en la evidencia suministrada, ya sea lingstica como de otro carcter.

    Esta tesis contempla esos distintos grados de complicacin en las expec-tativas de relevancia del oyente. En una versin no-so sticada (aquella que presumiblemente usan los nios pequeos), lo esperado es la relevancia ptima real. En una versin ms so sticada ( la usada por interlocutores adultos y competentes, que son conscientes de que el hablante es capaz de equivocarse en lo que es relevante para el oyente, o que por mala fe intentan slo parecer relevantes), lo que se espera podra ser tan slo la relevancia ptima pretendi-da. Los comunicadores adultos podran, a pesar de todo, esperar la relevencia ptima real por defecto (Sperber 1994, Bezuidenhout y Sroda 1998, Wilson 2000, Happ y Loth 2002).

    La complejidad de las inferencias que exige el modelo griceano de comu-nicacin ha sido entendida a veces como un argumento en contra del modelo inferencial mismo en su totalidad. Aqu sugerimos una postura alternativa, segn la cual, as como los nios no tienen que aprender su lengua sino slo nacer con un importante equipamiento innato, del mismo modo no tiene por qu aprender qu es la comunicacin ostensivo-inferencial, sino nacer con un correspondiente aparato innato destinado a tal propsito.

    6. CONCLUSIN: UNA TEORA COGNITIVA EMPRICAMENTE VERIFICABLE

    La teora de la relevancia es una teora psicolgica cognitiva; en particular, trata la interpretacin de los enunciados como un proceso cognitivo. Al igual que otras teoras psicolgicas, tiene consecuencias veri cables: puede animar a la investigacin experimental, estando asimismo abierta a su correspondiente con rmacin, invalidacin o ajuste a la luz de la evidencia emprica. Tal y como sucede con otras teoras de objetivos semejantes, sus postulados ms generales pueden comprobarse slo de modo indirecto. Por ejemplo, el Principio Cogniti-vo de Relevancia permite realizar predicciones veri cables slo en combinacin

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    Deirdre Wilson y Dan Sperber

    con descripciones de mecanismos cognitivos particulares (percepcin, catego-rizacin, memoria o inferencia, por ejemplo). Dada una descripcin de un me-canismo tal, y mediante su comparacin con otras hiptesis alternativas o, al menos, con una hiptesis cero, ser posible comprobar la a rmacin, propia de la teora de la relevancia, de que ese mecanismo contribuye a una mayor distri-bucin de los recursos cognitivos ante los inputs potencialmente relevantes.

    El Principio Comunicativo de Relevancia es una generalizacin de ca-rcter cuasi-normativo que se sigue del Principio Cognitivo de Relevancia, en combinacin con una visin inferencial, en sentido amplio, de la comunica-cin. La validez del Principio Comunicativo de Relevancia podra verse cues-tionada si se encontraran actos genuinamente comunicativos que, no obstante, no llevaran consigo una presuncin de su relevancia ptima (pero que, por el contrario, s supusieran una, por ejemplo, presuncin de sinceridad literal, o informatividad mxima, o ninguna presuncin en absoluto). Cuando se com-bina con descripciones de tipos espec cos de actos comunicativos y sus co-rrespondientes propiedades, el Principio Comunicativo posibilita predicciones precisas, algunas de las cuales han sido comprobadas empricamente.

    A lo largo de este anlisis hemos procurado hacer referencia a casos don-de las predicciones de la teora de la relevancia di eren de aquellas otras que han sugerido ms o menos claramente aparatos tericos alternativos, y hemos dirigido nuestra atencin a numerosos casos donde los anlisis en trminos de la teora de la relevancia han sido comprobados empricamente y sus predic-ciones con rmadas. Vamos a acabar con dos ejemplos ms de cmo la nocin bsica de relevancia ptima, caracterizada en trminos de efecto y esfuerzo, permite predicciones veri cables.

    Tal y como apuntbamos ms arriba (seccin 2), la teora de la relevancia no proporciona una medida absoluta del esfuerzo mental o del efecto cogniti-vo, y no asume que tal medida sea algo accesible a las tareas espontneas que nuestra mente lleva a cabo. Lo que s asume es que la relevancia efectiva o espe-rada de dos inputs puede a menudo compararse. Tales posibilidades de compa-racin ayudan a los sujetos a distribuir las tareas de sus mecanismos cognitivos, y a los comunicadores a predecir e in uir en los procesos cognitivos de los dems. Tambin pueden hacer posible que los investigadores manipulen los factores de efecto y esfuerzo en situaciones empricas concretas.

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    La teora de la Relevancia

    Consideremos un enunciado condicional (20), que habla de una serie de cartas con letras o nmeros en su anverso y reverso:

    (20) Si una carta tiene un 6 en su anverso, tiene una E en su reverso.

    En la seleccin de tareas de Wason (Wason 1966, el paradigma experi-mental ms famoso en la psicologa del razonamiento), a los participantes se les presentan cuatro cartas con, por ejemplo, un 6, un 4, una E y una A, y se les pregunta a cul de esas cartas se le debe dar la vuelta para que deje ver el nmero o la letra escondida y comprobar as si el enunciado condicional (20) es verdadero o falso. La respuesta correcta es escoger las cartas con el 6 y la A. En 1995, literalmente miles de experimentos con tales instrumentos no conse-guan obtener una mayora de respuestas correctas. La mayor parte de la gente escoga slo el 6, o el 6 y la E slo. En Relevance theory explains the selection tasks (1995), Sperber, Cara y Girotto defendieron que los participantes en el experimento derivaban del enunciado condicional consecuencias veri cables siguiendo el orden de accesibilidad, se detenan cuando sus expectativas de relevancia se haban visto satisfechas y seleccionaban ciertas cartas basndose en tal interpretacin. Trabajando con esta idea, Sperber et alt. pudieron, me-diante la variacin del contenido y el contexto de (20), manipular los factores de esfuerzo y efecto de modo tal que se produjeran elecciones correctas o incorrectas a voluntad.

    Un enunciado condicional Si P entonces Q adquiere normalmente rele-vancia al hacer posible derivar la consecuencia Q en los casos donde el ante-cedente P se ve satisfecho. En el caso de (20) esto nos lleva a escoger la ca