Situación social y económica de los Revolucionarios del 16 de julio de 1809

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Situacin Social y Econmica de los Revolucionarios del 16 de Julio de 1809 en La Paz

Situacin Social y Econmica de los Revolucionarios del 16 de Julio de 1809 en La Paz

Roberto Choque Canqui

La Paz - Bolivia 2008

Roberto Choque Canqui Publicado por el Gobierno Municipal de La Paz

Gestin del Dr. Juan Del Granado Cosio Alcalde Municipal de La PazLic. Jaime Iturri Salmn Delegado Municipal para el Bicentenario de la Revolucin del 16 de Julio de 1809 Primera edicin: julio de 2008Diseo y diagramacin: Pedro C. Plata Jimnez Correccin de estilo: Jean Claude Eiffel Depsito Legal: 4-1-150-08 P.O. I.S.B.N. 978-99954-0-392-8 Produccin: Impresiones Grficas VIRGO c. Murillo N 1323 esq. Almirante Grau Tel. 2370501 La Paz, Bolivia

Impreso en Bolivia

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PRLOGO Si la Historia es siempre historia presente, segn apuntbamos en la presentacin del primer volumen de esta serie, glosando al notable historiador britnico E.H.Carr, no es menos cierto que la Historia son historias, puesto que las hay tantas, sobre el mismo episodio claro est, como puntos de vista puedan expresarse, partiendo en todos los casos de una visin general de las cosas a la cual adecuamos nuestra lectura de los hechos pretritos. Est por lo dems la Historia oficial, inevitablemente escrita por los vencedores, y estn las otras historias, ms o menos clandestinas, donde los vencidos guardan su propia memoria de los hechos, alimentando la ilusin del desquite, tan humana como cualquier otra. Las referidas generales de ley caben tambin por supuesto para los eventos del 16 de julio de 1809. Y en esta coleccin dedicada al Bicentenario de aquellos eventos queremos dar oportunidad a la mayor diversidad de interpretaciones que nos sea posible acoger, sabiendo de antemano que aun as no las abarcaremos todas. Esta apertura es por aadidura consecuente con la tarea que nos impusimos en el ao 2000 al comenzar nuestra primera gestin al frente del Gobierno Municipal de La Paz, modificando la tradicional denominacin de la Oficiala Mayor de Cultura, con el aadido de una s, cambio que lejos de constituir un gesto cosmtico entraaba el necesario reconocimiento de la pluralidad de culturas activas en el comn espacio geogrfico que nos toc gobernar.5

Aquella decisin expresaba asimismo la voluntad de poner los instrumentos y medios de la gestin al servicio del dilogo intercultural, anticipando lo que luego ocurrira en el escenario poltico nacional con la emergencia de nuevos liderazgos construidos como fruto de una larga acumulacin histrica fecundada por el reclamo de la inclusin. Nos adelantamos de igual manera a los hechos al establecer la obligatoriedad del bilingismo en todos aquellos espacios de la gestin donde el contacto fluido entre los servidores pblicos y la comunidad no poda seguir estando bloqueado por las barreras de carcter lingstico, cultural en ltima instancia. Estamos persuadidos por otra parte que las opiniones crticas, lejos de menoscabar el significado y la trascendencia de la gesta julia ms bien la enriquecen y permiten devolverle plena vigencia al instalarla en la vida cotidiana hoy y aqu como un referente pleno de lecciones tiles para conocer mejor el pasado y as ahondar en el proyecto compartido de un futuro comn. La visin aymara acerca del 16 de julio de 1809 no es en este sentido otra mirada, es parte de una misma, que tiene la obligacin de abrirse a todos los matices y lneas de interpretacin en una tarea de reflexin colectiva ineludible para mantener vivo el fuego de la libertad encendido entonces.PEDRO SUSZ K. DIRECTOR DE GOBERNABILIDAD GOBIERNO MUNICIPAL DE LA PAZ

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PRESENTACIN

La obra del destacado historiador aymar Roberto Choque Canqui, Situacin social y econmica de los revolucionarios del 16 de julio de 1809 en La Paz, originalmente una investigacin realizada durante siete aos para cumplir los requisitos de Tesis de Licenciatura en la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrs, constituye un trabajo crtico y tesonero, que permaneci indito durante casi tres dcadas. Ahora, en esfuerzo coordinado y gracias a la disposicin generosa que siempre ha caracterizado a su autor, se publica como parte de una coleccin de volmenes con la cual el Municipio Paceo contribuye a conmemorar el Bicentenario de las bsquedas de construccin de gobierno propio y democrtico, acuerdos consensuados y transformaciones sociales, mediante las cuales una generacin visionaria no libre de vacilaciones y contradicciones, respondi a la profunda crisis de la dominacin colonial. El estudio realizado por Choque Canqui tiene carcter altamente cuestionador y polmico, a la vez que riguroso y documentado. Est basado en dedicada labor en el Archivo de La Paz, Archivo Histrico de la Municipalidad, Archivo Nacional de Bolivia (Sucre) y Archivo General de la Nacin (Buenos Aires). La minuciosa revisin de centenares de expedientes judiciales, registros econmicos y transaccionales y procesos de carcter poltico, es para elogiar. Resulta en complejo entramado que se asemeja a tejido, en el cual mltiples elementos se combinan ofreciendo7

Antecedentes de los resentacin PRevolucionariosimgenes generales, sin que se pierda lo especfico o individual. As es que el autor se aproxima al perfil cuanto cotidianidad de la elite criolla y mestiza y allegados que encabezaron el movimiento revolucionario paceo de la primera dcada del siglo XIX. Lamenta que por carencia de fuentes, no pudiera reconstruir de igual manera, con abundancia de detalle, rasgos y circunstancias de las mayoras mestizas y originarias que participaron de diversas maneras en las acciones. Adems, en dinmica interaccin pasado-presente, constante es su llamada de atencin que est por debajo de la trama reconstruida, la cual se refiere a que la investigacin histrica al igual que los propios revolucionarios de 1809, no han tomado debidamente en cuenta los proyectos originarios. Un ya lejano 1979, en poca de recuperacin de la democracia y la autonoma universitaria, aunque tambin de amenazas golpistas y toma de poder que presagi lo que sucedera el siguiente ao, forma el intrincado marco en que Choque Canqui termin y defendi su trabajo de Licenciatura en San Andrs. Nuevas generaciones de historiadores/as, guiadas por comprometidos/as docentes, comenzaban a hacer contribuciones, revisiones y propuestas alternativas, dando nuevos o renovados sentidos al estudio del pasado. Unos aos antes, Alberto Crespo Rodas, Ren Arze Aguirre, Florencia Ballivin de Romero y Mary Money, haban publicado un volumen sobre la vida cotidiana en Chukiyawu Marka/La Paz durante la lucha por la Independencia. Tambin el segundo de los historiadores del equipo mencionado, present su Tesis viendo los esfuerzos independentistas desde abajo y destacando la participacin popular. Era tiempo en que se trataba de salir de una prolongada dictadura militar que hizo sus manejos de un conocimiento histrico autoritario, acadmico y heroico8

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como parte de la celebracin del Sesquicentenario de la Repblica. La Carrera de Historia respondi crtica e inteligentemente. No slo trabaj en contribuciones que tuvieran ms respaldo documental y profesionalismo, cual muestra el tratamiento de temtica tan tradicional pero tambin de tantas posibilidades como la Independencia, sino en historias que fueran ms democrticas y contribuyeran a la democratizacin del pas en proceso. Choque Canqui ha sido parte de ese empeo. Adems, por su identidad, perteneciente a una notable generacin de intelectuales e investigadores/ as aymaras, le ha preocupado de manera complementaria, una poltica y educacin propias, lo cual se ve en la Tesis que se publica. La instancia de defensa no estuvo libre de polmica. Sin embargo, el autor la asumi con el coraje y diplomacia que lo caracterizan. Solventemente respondi a observaciones e interrogantes. Adems, llevando adelante otros proyectos de investigacin sobre la poca colonial y sobre el siglo XX, les dio an ms fuerza y sentido, en lo que seran contribuciones a una historia aymara. As es que se empezaba a manifestar con fuerza, un historiador originario de la provincia Pakajaqi. En un septenio, ya en pocas democrticas y de afanes de recuperacin econmica as como de alternativas polticas, saldra su libro sobre la sublevacin de Jess de Machaqa de 1921 y sus repercusiones. Poco despus, publicara una compilacin de sus trabajos referidos a familias cacicales en la economa y sociedad de la colonia. Seguira con labor prolfica, y en co-autora con Esteban Ticona y Xavier Alb, preparara una coleccin de volmenes que contienen visin de largo alcance de la Marka rebelde machaquia. Recientemente, ha presentado un estudio centrado en las luchas polticas aymaras de las ltimas dcadas del siglo XIX y la primera mitad del XX y, conjuntamente con Cristina9

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Quisbert, un libro acerca de la educacin originaria en el veinte. Se puede decir, que la Tesis de 1979 y el dilogo que suscit, fueron acicate e impulso para el autor y nuevas generaciones, que han visto en l un referente tanto en investigacin como proyecto de vida. Situacin social y econmica de los revolucionarios de 1809 en La Paz, de Roberto Choque Canqui, es obra generadora. El contenido, comprende tres partes. Se concentra en el accionar poltico de los que se convertiran en revolucionarios, desde 1781 hasta 1809; adems, presenta un panorama de su ubicacin, lazos y papel social; culmina con cuadro de su actividad econmica y propiedades. La apertura detalla la participacin poltica de la elite criolla y mestiza a partir de la rebelin de Amarus y Kataris, enfocando varios momentos de fines del siglo XVIII e inicios del XIX, hasta el movimiento revolucionario. Analiza el papel de defensores del orden establecido y represores en 1781, que ya fuera conocido en la dcada de 1950 mediante documentos transcritos y editados en aquella poca. Considera, que se trat de decisin para proteger familias y propiedades, aunque tambin concluye que fue factor de derrota del mando qichwa y aymara rebelde. Ante situacin de arbitrariedades y discriminacin sufridas, presenta un viraje poltico de los que seran revolucionarios y su lucha contra autoridades peninsulares arrogantes, a mediados de la dcada de 1790. Se acerca a la intervencin en una frustrada subversin vinculada al Qusqu en 1805, que ya expresara el malestar y grado de la crisis. Explica cmo los afanes por parte de algunas autoridades, de entrega a la princesa Carlota Joaquina ligada a la corona portuguesa, en poca de invasin francesa a la pennsula y captura del rey espaol, fueron los que llevaron al estallido. Muestra cmo los10

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revolucionarios manejaron en diversos grados el argumento de defensa del monarca prisionero, pero tambin, con base en escritos subversivos, que buscaban construir un nuevo gobierno que tuviera un carcter paceo, chuquisaqueo y americano, el cual sigue dando que pensar, dadas las circunstancias de 1809. Un segundo bloque reconstruye la configuracin social en la cual se encontraba inmersa la plana mayor, si cabe el trmino, revolucionaria. Muestra sus orgenes criollos, en algunos casos espaoles, y mestizos entre los cuales estn races cacicales que no se debe perder de vista. Ofrece asimismo, un panorama de lugares de nacimiento, resaltando la ciudad de Chukiyawu Marka/La Paz y partidos de la provincia, especialmente los Yunqa. No deja de lado procedencia de Chuquisaca, Cochabamba, Oruro, regiones del Per, Ro de la Plata y Chile. Rastrea cuidadosamente antecedentes familiares, matrimonios, alianzas, redes sociales. Siendo el autor historiador de la educacin, otorga particular atencin a los estudios de colegio, seminario y universidad, en La Paz, San Francisco Xavier, Crdoba, Qusqu, Arequipa y Lima. Sigue los cargos polticos y militares en la ciudad y partidos que desempearon los revolucionarios, aparte de actividad productiva y comercial. Se detiene en el proceso contra Pedro Domingo Murillo, quien ejerca como abogado sin tener culminados estudios aunque contaba con matrcula de la Audiencia. Resalta la consiguiente prohibicin de dicho desempeo, que haba resultado exitoso y fuente de prestigio. Adems, da importancia a la actividad en partidos como el Pakajaqi o el de Umasuyu, que habra permitido vnculos con autoridades y poblacin originarias, y sensibilidades que explicaran decisiones y acciones posteriores como en el caso de Juan Manuel de Cceres y Pedro Cosso.11

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Cuadro de los recursos paceos y circunstancias econmicas de los revolucionarios, es el tercer bloque. Resalta la dinmica y diversidad productiva y comercial, en los rubros agrcola, ganadero y minero. Enumera y avala propiedades de diversas dimensiones, desde haciendas hasta chacarillas, en tierras yunqias, zonas de valle, el altiplano y alrededores de la ciudad. El comercio de la coca aparece como central en la actividad empresaria de los paceos insurrectos. La minera aurfera, a su vez, habra sido una fuente de garanta y seguridad. Tambin el estudio incluye relacin de viviendas y locales comerciales en Chukiyawu Marka/La Paz y poblaciones como Kuripata. De igual manera, brinda un esbozo del acceso a mano de obra esclava. Al igual que en la anterior seccin, explica cmo Murillo no pudo disponer de su herencia paterna en el altiplano y valle, lo cual lo llevar a dedicarse a labor minera en Chikani. El autor deja temas a trabajar. Algunos los ha retomado en trabajos despus de 1979. Otros quedan a las nuevas generaciones de investigadores/ as. Ah el carcter generoso y didctico de la obra de Choque Canqui. Est entre otra temtica, la explicacin de la crisis poltico-social y miserias humanas de la post-rebelin de 1782-83 en adelante. Tambin la presin que ejerce una pennsula embarcada en prolongadas guerras europeas en la transicin del siglo XVIII al XIX, agudizada por la sequa, hambruna y epidemia de 1804. Merecen ms tratamiento, los aprendizajes, sensibilidad, solidaridades y afanes de acercamiento y alianza que se dieron en pocas crticas como las sealadas. Las elites no fueron poder monoltico ni inmutable; tambin hubieron sufrimientos y nuevas actitudes. Deudas y presiones, humillaciones y persecucin tambin afectaron a las familias que adoptaron papeles revolucionarios no siempre con toda coherencia ni12

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permanentemente. Lneas familiares cacicales tuvieron su participacin en busca de un gobierno propio que conformaran o en su contra; hay que seguir investigando el porqu. Propuestas de inclusin/participacin y cambios como los que plante Manuel Victorio Garca Lanza en los Yunqa, que comprendan eliminacin de los servicios, educacin e igualdad fueron base de alianzas y acciones conjuntas. Ya esto fue tocado en estudios con nfasis en lo local como los de Humberto Fossati Rocha, de la dcada de 1940, respecto a la lucha en mbitos yunqios Los revolucionarios eran propietarios, es cierto; pero, cual muestra la propia investigacin de Choque Canqui, no invulnerables ni vivan en aislamiento. Al estar en contacto con la poblacin originaria y tambin atravesar por injusticias y humillaciones, seguramente buscaban algo mejor. El movimiento revolucionario de 1809, es trama humana que Roberto Choque Canqui ha retratado e interpretado con profundidad y dinmica. Incluso, hay secciones en las cuales aparece el manejo del estilo y sutil irona. Abundante informacin proveniente en su mayora de fuentes documentales, es presentada con ritmo, como la espiral de aquellos tiempos en los que las ansiosas expectativas se entremezclaban con temores y dudas. Reconstruccin polmica y con una opinin marcada, sin embargo, supera la trivializacin y llega a las complejas dimensiones de las decisiones y vacilaciones de un momento pasado de definicin y transicin. Es de algn modo expresin de los aportes de la Carrera de Historia y Archivo de La Paz, mbitos en los cuales el autor ha sido estudiante, investigador, docente y director. Sobre todo, al tener todo trabajo sentido autobiogrfico, da a conocer una historia y proyecto de vida. Acertada y pertinente su publicacin como homenaje al carcter humano de los revolucionarios y13

Presentacin sus familias que hace dos siglos se atrevieron, no libres de contradicciones, a pensar en gobierno, participacin, proyectos con carcter propio. Es una investigacin en la cual se marca una posicin desde el inicio, pero en la cual tambin se va ms all de una narrativa dominante y se invita a que cada persona se convierta en historiador/a y saque sus conclusiones respecto a un tema tradicionalmente tratado que es ms que local o regional, y al hacer pensar en el presente, con todas sus ambigedades y paradojas, todava sugiere, de una u otra manera, posibilidades en cuanto a democracia, acuerdos, identidades, diversidad y complementariedades.RAL CALDERN JEMIO DIRECTOR CARRERA DE HISTORIA UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRS

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INTRODUCCIN

Este estudio es el resultado de la investigacin realizada desde 1972 hasta 1979, alternando con tareas archivsticas en el Instituto de Investigaciones Histricas, dependiente del Centro de Planificacin y Coordinacin de la Investigacin Cientfica y Tecnolgica (CEPIC) de la Universidad Mayor de San Andrs de La Paz. La mayor parte de la documentacin indita consultada se encuentra dispersa en el Archivo de La Paz (UMSA), Archivo Histrico de la Municipalidad de La Paz, Archivo Nacional de Bolivia (Sucre) y Archivo General de la Nacin (Buenos Aires, Argentina). La revolucin del 16 de julio de 1809 en La Paz fue uno de los acontecimientos transcendentales que gener el movimiento independentista criollo en el Alto Per contra la dominacin de la Corona espaola. Durante la revolucin y despus de ella, las autoridades reales, con el propsito de establecer las causas que motivaron su estallido, con el fin de descabezarla castigando a los promotores y a los dems comprometidos en ella, acumularon una cantidad apreciable de documentacin entre expedientes judiciales, informaciones y correspondencia. Fuera de ello los revolucionarios produjeron otra serie de documentos como proclamas, correspondencia e instrucciones. La mayor parte de esa documentacin ha sido estudiada y publicada por prestigiosos historiadores como Manuel Carrasco, Rosendo Gutirrez, Manuel Mara Pinto, Humberto Vzquez Machicado, Valentn Abecia, Arturo Costa de la Torre y otros. Pero la15

Antecedentes de losntroduccin I Revolucionariossituacin social y econmica de los protagonistas de la mencionada revolucin pacea no estaba estudiada por algn historiador. Indagar sobre la problemtica socioeconmica de los actores del 16 de julio de 1809 es la mejor manera para conocer sus diferencias sociales y econmicas por estar involucrados en sus intereses familiares o particulares dentro de la sociedad colonial pacea. Los aspectos econmicos estaban relacionados a la tenencia de haciendas en Yungas y en los valles, y por lo tanto a la produccin agrcola consistente en la hoja de coca y la produccin de uvas con vista a su comercializacin. Por otra parte, es muy difcil conocer todos los antecedentes de los revolucionarios de extraccin popular (como los soldados, artesanos, etc.) por existir poca informacin, accesible slo en casos excepcionales por asuntos judiciales y policiales. Esto nos indica que esa mayora no tena posesiones de valor ni tuvo participacin en los cargos pblicos, sino que se desenvolvan al margen de los intereses del grupo pudiente involucrado en la administracin pblica, en el ejercicio profesional, comercial y en otros negocios de sus haciendas. Los datos encontrados acerca de la tenencia de tierras o fincas, casas, esclavos, etc. en la mayora de los casos estn consignados en la serie documental del Registro de Escrituras o en algunos expedientes sobre pleitos y visitas. Fuera de stos, es difcil encontrar alguna documentacin que nos proporcione una informacin completa y detallada, por ejemplo acerca de las cuentas sobre el empleo de la mano de obra, el precio y la cantidad de produccin de las haciendas o estancias pertenecientes a los hacendados, renta sobre la vivienda, etc, salvo en los casos de pleitos por motivos relacionados al pago de impuestos u otros asuntos. En suma, con este trabajo pretendemos aproximarnos a la realidad social y econmica de16

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los revolucionarios en el momento de convulsionar la ciudad de La Paz el 16 de julio de 1809. Para la presente publicacin, despus de 28 aos, el autor se ha visto obligado a revisar algunos aspectos de detalle y aadir algunos datos para poder tener una comprensin del tema tratado. Se ha visto por conveniente incluir algunos anexos de documentos de importancia histrica.

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ANTECEDENTES DE LOS REVOLUCIONARIOS

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La participacin de algunos revolucionarios de 1809 en la represin indgena de 1781 y 1782.

El gobierno colonial en los Andes, a fines del siglo XVIII, atravesaba su ltima etapa histrica. Las causas de fondo fueron dos: por una parte, la crisis econmica, por agotamiento de las vetas de plata y la reduccin de los tributos que resultaba insostenible y, por otra, la escasez de mano de obra indgena por su baja demogrfica, especialmente como consecuencia de la explotacin en las minas de Potos. Mientras el poder econmico y poltico de los criollos se mostraba bastante fuerte, compitiendo con los intereses de la Corona, la explotacin desmedida de los indios tributarios era una realidad social, aunque la Corona espaola trat de limitar la opresin indgena a travs de sus reiteradas cdulas, pero no se lograba contener los continuos abusos de los corregidores, subdelegados, curas, hacendados, obrajeros y caciques en las comunidades. El servicio de la mita en las minas y los obrajes haba ocasionado una parte de migracin del mitayo hacia los lugares donde poda declararse libre de ese servicio. Al fin de cuentas la poblacin indgena sometida a los mecanismos de explotacin colonial, se vea afectada en su estado21

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fsico y social empujndola a su pobreza1, especialmente en las provincias altiplnicas. Esto para los indios signific la prdida de su sensibilidad humana y su personalidad mellada por el opresor, convirtindose en verdaderos miserables parias2. Como consecuencia de esa situacin, la reaccin indgena desemboc en innumerables alzamientos parciales en diferentes lugares y aos3. Hasta que por fin se produjo en los virreinatos del Per y Ro de La Plata la llamada Sublevacin General de Indgenas de 1780 y 1781. Esta insurgencia, como es conocida, fue encabezada por los caudillos indios Toms Katari (en Chayanta, Potos), Tupak Amaru y Tupak Katari (en los distritos del Cuzco y La Paz). Este ltimo conmovi hondamente la sociedad colonial de La Paz4. Por otro lado, como coadyuvantes a los movimientos revolucionarios contra el rgimen colonial, aproximadamente a mediados del siglo XVIII, empezaron a aparecer los llamados pasquines redactados en un lenguaje accesible, como medio de expresin hbil de las ideas contrarias a la situacin reinante, y a travs de estos escritos dijo Lewin se manifestaba abiertamente el odio del nativo de Amrica contra el explotador forneo y proclamaba franca u ocultamente su propsito de libertad5. En la ciudad de La Paz, uno de los pasquines ms antiguos vio la luz pblica en enero de 1780, con un texto corto como ultimtum dirigido al administrador de la Aduana; otro se difundi el 4 de marzo del mismo ao contra el podero virreinal del Per6. La caracterstica de stos fueron las expresiones de carcter satrico contra el gobierno o el rgimen colonial imperante.1 2 3 4 5 6 Roberto Choque Canqui. Los mitayos de Pacajes y los azogueros de Potos. En: Retornos. Revista de Historia y Ciencias Sociales N 5. La Paz, La Pesada Ediciones, 2005, p. 23. Manuel Rigoberto Paredes. Tpac Catari. La Paz, Ediciones ISLA, 1973, p. 26. Gabriel Ren Moreno. La Audiencia de Charcas. La Paz, Ministerio de Educacin y Cultura, 1970a, p. 50. Paredes 1973, p. 84 y ss. Boleslao Lewin. La rebelin de Tpac Amaru y los orgenes de la independencia de Hispanoamrica. Buenos Aires, Sociedad Editora Latino Americana, 1967, p. 143. Carlos Montenegro. Nacionalismo y Coloniaje. La Paz, Alcalda Municipal, 1953, pp. 3 y 4.

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En esas circunstancias la ciudad de La Paz, ya en el mes de marzo de 1780, fue convulsionada con la sorpresiva sublevacin de los indios Eugenio Quispe y Jos Chino, quienes sorprendieron a las autoridades reales al vuelo de las campanas con sus manifestaciones revolucionarias, obligndoles a refugiarse en la casa del obispo. Pero la situacin se torn mucho ms grave cuando llegaron cantidad de contingentes indgenas a la ciudad. En vista de esta situacin, se convoc a un cabildo abierto en el que se convino en suspender los impuestos que eran la causa inmediata del motn7. Sin embargo, los insurgentes persistan en sus acciones subversivas y la sublevacin no fue controlada totalmente, a pesar del dicho acuerdo de transaccin, puesto que en el mes de septiembre del mismo ao el campamento de Quenco [Qinqu], ubicado en las alturas de Achocalla, fue asaltado por los rebeldes y sus ocupantes fueron derrotados irremediablemente8. El desarrollo de la sublevacin indgena de 1780-1781 es sumamente vasto y complejo; necesita un estudio aparte y ms detenido; por ahora se abordarn los hechos relacionados con los revolucionarios que participaron en la defensa real y represin de los indgenas en rebelin. Algunos prceres de la revolucin del 16 de julio de 1809 que intervinieron en la defensa de la causa real contra la mencionada sublevacin indgena, ms tarde protagonizaron una nueva lucha violenta contra las autoridades realistas en la ciudad de La Paz. En 1781 la organizacin defensiva de los criollo-espaoles contra la asonada indgena, tanto en la ciudad de La Paz como en las provincias, fue espontnea con el fin de resguardar los intereses de la Corona espaola y de ellos mismos. Caso7 8 Jos Fellman Velarde. Historia de Bolivia. Tomo I, La Paz-Cochabamba, Editorial Los Amigos del Libro, 1968, p. 222. ELP. EC. 1780 (2 fs.): Denuncia de Luis Maidana, cacique del pueblo de Achocalla, sobre el asalto del campamento de Quenco por los rebeldes.

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contrario, correran el riesgo de ser aplastados por esa temible insurreccin de los indios encabezados por Tupak Katari con el cerco a la ciudad de La Paz y los Amaru por el lado de Sorata. En la provincia de Yungas, con motivo del levantamiento del cacique de Tungasuca, Jose Gabriel Tupa Amaro, el corregidor Jos de Albizure para la mejor defensa de la poblacin criolla-espaola de Irupana nombr comandante de las Milicias a Jos Ramn de Loayza, vecino de la ciudad de La Paz y hacendado en el pueblo de Irupana, en reemplazo de Pedro de Flores Larrea. Dicho nombramiento se realiz el 17 de marzo de 1781 (en el pueblo de Chulumani) con aclamacin de vecinos y mujeres de aquel pueblo9. Jos Ramn de Loayza, antes de ser nombrado Comandante, realiz importantes preparativos para la defensa de la poblacin de Irupana. El 8 de marzo, luego de haber intentado una retirada hacia Caracato [Quraqhatu], se vio obligado a volver a Irupana, echado por los indios sediciosos que venan por el camino que baja a los Yungas despus de haber destrozado los pueblos de Caracato y Sapahaqui10. El da siguiente (9 de marzo), los habitantes de Irupana fueron puestos en estado de sobresalto y confusin con la vocera (grito de alarma) de uno de ellos, Francisco Carrasco, diciendo que los enemigos estaban prximos a la poblacin ejecutando varias muertes. Para conjurar este peligro, Loayza puso inmediatamente a la gente sobre las armas con el fin de repeler el supuesto ataque de los indios sublevados. Pero no hubo enfrentamiento alguno con los rebeldes, sino que se logr tranquilizar a los moradores del citado pueblo en aquel9 AGN (Buenos Aires). Divisin Colonia. Seccin Gobierno. Intendencia de La Paz. Leg. 8, 1800-1805 (5-6-3). Expediente testimonio de Jos Ramn de Loayza sobre su actuacin durante la sublevacin indgena de 1781 y 1782. La Paz, 16 de diciembre de 1801. 10 AGN (Buenos Aires). Ibid.

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da con castigo de algunos indios sindicados de espas. Despus de este incidente, Loayza, para una mejor defensa de la poblacin, organiz su ejrcito en base a sus 400 soldados y con el reclutamiento de ms gente logr juntar alrededor de 600 hombres combatientes. Pero stos, aunque provistos de armas (lanzas y hachas, bocas de fuego con sus respectivas municiones), no estaban aprovisionados suficientemente como para defenderse de los ataques de los insurgentes que se hacan cada vez ms peligrosos. Segn las declaraciones de los testigos, Jos Ramn de Loayza, como Comandante militar en Irupana, no reciba ningn sueldo ni otros intereses algunos por sus servicios, sino ms bien l subvencionaba la defensa con algn ganado de sus haciendas para la manutencin de sus soldados. En vista de esta realidad, y al hallarse imposibilitada aquella provincia con la prxima falta de vveres, Loayza determin la retirada de la gente a la villa de Cochabamba. Esta retirada en su primera fase se cumpli casi sin dificultad hacia los lmites con la provincia de Cochabamba. El 6 de abril Loayza, caminando a la vanguardia con un pequeo cuerpo de soldados, lleg al pueblo de Caxuata a las dos de la tarde. All recibi el aviso de que en el prximo pueblo, Suri, haban entrado ms de mil quinientos indios matando a algunos de sus habitantes, y que se acercaron con intrepidez hacia la gente que iba de la provincia. Ante esta noticia, el comandante Loayza inmediatamente acudi desde Caxuata, al alcance de los enemigos, con slo 14 hombres, y en la hacienda de Toxra resisti un fuerte combate; pero, con el refuerzo oportuno de otra parte de sus hombres, logr derrotar a los rebeldes ponindoles en precipitada fuga11. A pesar de este incidente de poca magnitud, los afligidos moradores de Irupana, con las fuerzas de los dems pueblos de los Yungas reunidos hasta ms de11 AGN (Buenos Aires) Ibid.

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cinco mil almas entre hombres y mujeres y nios, los curas doctrineros, vecinos y dems espaoles y mestizos, bajo el mando de Loayza lograron llegar a la mencionada villa sin mayor novedad, ponindose en salvo sus personas y bienes12. En esta empresa se encontraba Pedro Domingo Murillo (o Pedro Murillo) que fue, en el pueblo de Irupana, capitn de la primera compaa de fusileros y colaborador inmediato de Loayza en la retirada a la villa de Cochabamba13. Luego de la victoria de las tropas del Comandante General de la Audiencia de Charcas, Jos de Resegun, sobre las huestes de Tpak Katari, definitivamente socorrida la ciudad de La Paz del asedio que dur unos 173 das, con las fuerzas rebeldes replegadas en Peas, el comandante Jos Ramn de Loayza, desde Cochabamba, anunci a Resegun, su deseo de salir de aquella ciudad como voluntario en la prxima expedicin a la ciudad de La Paz con la intencin de castigar a los rebeldes. Su pedido fue aceptado y Loayza se traslad de la villa de Cochabamba a las proximidades de Peas, en calidad de voluntario en el ejrcito del rey, para ponerse inmediatamente a las rdenes de Resegun. El 28 de octubre de 1781, Resegun reciba en su campamento del Ingenio, en el Alto de La Paz, al embajador de Bastidas, Manuel Villca Apaza, en compaa de Jacinto Ziga, cura del pueblo de Santiago (Chukiyawu), quienes portaban cartas para el mencionado comandante: una de Diego Cristbal Tpak Amaru, una de Miguel Bastidas y otra de Tpak Katari. Como esas cartas traan una copia del indulto general librado por el virrey Juregui en Lima el 12 de septiembre, en el que conceda el perdn a Diego Cristbal Tpak Amaru y a los dems promotores del levantamiento en la12 AGN (Buenos Aires) Ibid. 13 Carlos Ponce Sangins y Ral Alfonso Garca. Documentos para la Historia de la Revolucin de 1809. Vol. I. La Paz, Biblioteca Pacea, Alcalda Municipal, 1953, pp. CII-CIV.

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provincias de su distrito en aplicacin a ese libramiento los mencionados caudillos solicitaron tambin la paz a Resegun. Asimismo le hicieron notar la existencia de la exencin de la contribucin de los Reales Tributos a los indios por el lapso de un ao. Resegun, luego de haber despachado a sus visitantes, ese mismo da comision al presbtero Bernardo Manchego y a Jos Ramn de Loayza, como peritos en ambos idiomas, para que pasara al santuario de Nuestra Seora de las Peas a tratar las paces con los caudillos del movimiento indgena, Miguel Bastidas (Tpak Amaru), Julin Apaza (Tpak Katari) y los dems mandones indios; esto lo hizo con el objeto de persuadir a los rebeldes puesto que no se poda estipular ni concertar por meras cartas sino hablando cara a cara y persona a persona14. El da 29 del mismo mes y ao, Bastidas escribe a Resegun manifestando que, hasta que llegue la respuesta del Comandante para su to Diego Cristbal Tpak Amaru, el licenciado Bernardo Manchego y Jos Ramn de Loayza se quedaban en su compaa, a fin de que determinen como embajadores de Resegun y se dirijan las cosas con mejor acuerdo para comunicar las novedades con prontitud15. El da 30, Resegun le contesta sobre las paces y le invita diciendo que venga a su campo a tratar y conferir la dicha paz en compaa de mis enviados doctor don Bernardo Manchego y don Jos Ramn de Loayza, a quienes despach para que me pusieren a V.M. de mis buenos deseos y del santo paternal amor con que me manda el soberano para que ejercite en los naturales ms la piedad que la justicia16. Ese mismo da, a las 7 de la maana llegaron al campamento del Alto de La Paz dos indios con cartas de Bastidas y de los enviados:14 AGI. Charcas 595. Diario de E. de Loza. Referencia proporcionada por Mara Eugenia de Siles. 15 AGI. Buenos Aires 319. Referencia proporcionada por Mara Eugenia de Siles. 16 AGI. Buenos Aires 319.

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el licenciado Bernardo Manchego y Jos Ramn de Loayza, quienes manifestaron a Resegun que Tpak Katari haba desaparecido del Campo de las Peas y que Miguel Bastidas no poda deliberar sobre la propuesta hecha por no haber respondido el Comandante a la carta que le haba enviado Diego Cristbal Tpak Amaru17. Entretanto, Jos Ramn de Loayza y Bernardo Manchego, en cumplimiento de la misin encomendada por Resegun, ambos al pasar al campo enemigo haban logrado tratar las paces propuestas con los mencionados jefes rebeldes. El 31 de octubre, las fuerzas de Resegun trasladan su campamento y se dirigen a Patamanta a tres leguas del Alto de La Paz. Al llegar all encontr el Comandante al licenciado D. Bernardo Manchego y a D. Jos Ramn de Loayza que venan acompaados de dos indios de los rebeldes medio ladinos, y estaban de vuelta del santuario de las Peas de haber hablado y comunicado con Miguel Bastidas Tpac Amaru, y aseguraron que estaban constante l y todos sus indios en pedir el perdn18. Adems decan que volvan al campo de Patamanta con carta de Miguel Bastidas en que se ratificaba las paces. Al da siguiente, primero de noviembre,volvieron a partir los dichos emisarios para el campo enemigo con carta de su seora, y el tres, a ms de dos de la tarde, regresaron los susodichos en compaa de dicho Bastidas, seis cholos que se titularon coroneles, sus plumarios, que se nombraron, y miles de indios, y hasta por la noche quedaron las pases asentadas mediante las cuales pas el ejrcito al Santuario sin el menor embarazo19.

Recordemos que el campamento de los criollo-espaoles estaba instalado en Patamanta (a 3 leguas del Alto de La Paz) y el de las fuerzas17 AGI. Charcas 595. 18 AGI. Charcas 595. 19 AGN (Buenos Aires). Intendencia de La Paz. Leg. 8, 1800-1805 (5-6-3).

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rebeldes en la localidad de Peas, distante a pocos kilmetros de Patamanta. Una vez realizadas las paces, con mucha habilidad y sigilo, las fuerzas reales inmediatamente pasaron a ocupar el santuario de las Peas. Y, luego de esto, Jos Ramn de Loayza no encontr el menor obstculo para aprisionar a Miguel Bastidas y sus coroneles entregndoles a las manos de las autoridades reales20. En esta forma se logr el descabezamiento de la rebelin indgena mediante la detencin de sus principales jefes que estaban con el resto de las fuerzas indgenas en Peas luego de participar en los dos cercos referidos. De esta manera, Jos Ramn de Loayza, en cumplimiento de la misin encomendada por Jos Resegun, ejecut su labor, en compaa del licenciado Bernardo Manchego, en las citadas paces de paz con los jefes de la rebelin indgena contra la poblacin colonial de La Paz. Adems de Loayza, se tiene a dos personajes de la revolucin del 16 de julio de 1809 que aseguraron su participacin en la captura de Tpak Katari y sus cmplices. Uno de ellos fue el licenciado Romualdo Gemio (presbtero). Durante la rebelin de Tpak Katari actu en calidad de sargento en una de las compaas del comandante Jos de Resegun bajo el mando del capitn Martn Garca Lanza y tambin particip en el traslado de la poblacin de Yungas a Cochabamba. Despus de su retorno de Cochabamba a La Paz, le toc tomar parte en la captura de Julin Apaza, alias Catari, y lo entreg para su castigo21. El otro revolucionario aludido, Pedro Domingo Murillo, posteriormente afirm haber sido uno de20 AGN (Buenos Aires) Intendencia de La Paz, Leg. 8, 1800-1805 (5-63) ALP. EC. 1781 (85 folios). Declaraciones de los coroneles de Miguel Bastidas. CF. Alberto Crespo R. Coroneles de Tpac Catari, La Paz, UMSA, 1972. 21 ALP. EC. 1796, s/f. Lic. Romualdo Gemio, clrigo presbtero de dicesis, pide que mediante un sumario informativo reconozca sus mritos de haber contrado en la pasada general irrupcin de los naturales insurgentes. La Paz, 30 de enero de 1796.

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los comisionados para el prendimiento de los Quistes y dems coroneles y estar al reparto de las guardias en la prisin de Catari, otras dijo que se fiaron a mi cuidado conociendo mi amor al servicio y el esmero con que propend a llenar mis obligaciones segn todo consta por los documentos presentados22. Sin embargo, la captura de Tpak Katari fue lograda con la traicin de Toms Inca Lipe, puesto que ste con el destacamento de Ibez particip en la celada al caudillo en la noche entre el 9 y el 10 de noviembre de 1781 en el lugar llamado Chinchaya. La captura del caudillo fue comunicada por Fernando Mrquez de la Plata al virrey Juan Josef de Vrtiz el 10 de noviembre del mencionado ao:Acava de saverse, la prisin del rebelde Julin Apaza, alias Tpac Catari, con su concuvina, varios indios principales y cargas por un destacamento de nuestro Campo auxiliado de Indios fieles, cuya agradable noticia caus en la ciudad el jubilo correspondiente, como que ha sido el traidor que ms la ha afligido: parece ser ha descubierto asimismo la trama que tenan proyecto bajo del velo de solicitar perdn, cuya traicin sospechamos y viviendo con el mayor cuidado: estas noticias aunque se comunican V.E. por quien Corresponde las repito como tan interesado en las Armas de nuestro Augusto Soberano y de tanta complacencia para V.E.23.

A dos das de este suceso, el 12 de noviembre, Mariano Ibez, sin referirse a la captura del citado personaje aymara, comunic a Ignacio22 Ponce Sangins y Garca 1953, Vol. I. pp. CVI y CVII 23 AGN (Buenos Aires). Divisin Colonia. Seccin Gobierno. Intendencia de La Paz. Leg. 2, 1779-1782 (5-5-3). Carta de Fernando Mrquez de la Plata al virrey Juan Josef de Vrtiz. La Paz, 10 de noviembre de 1781.

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Flores (que se encontraba en Oruro) la misin cumplida por Jos Ramn de Loayza, en compaa del licenciado Bernardo Manchego, como embajador ante los rebeldes, el aprisionamiento de Miguel Bastidas y sus coroneles y al mismo tiempo particip que Resegun se encontraba enfermo24. Como es sabido, Tpak Katari, a los cuatro das de su apresamiento y luego de un corto proceso seguido por el criollo Francisco Tadeo Diez de Medina (oidor de la Audiencia de Chile) y del fallo del 13 de noviembre fue descuartizado por cuatro caballos, en presencia de muchos indios y espaoles, en Peas el 14 del mismo mes de 1781.25 Con la muerte de Tupak Katari y el apresamiento de los otros promotores de la insurreccin indgena en el distrito de La Paz, la situacin empero no fue controlada por completo; la rebelin an persista en varios pueblos, especialmente en las poblaciones de la quebrada de Ro Abajo. Con este motivo, el 6 de diciembre del mismo ao Loayza fue requerido por Ignacio Flores para que comandara la expedicin de una fuerza a los pueblos de Sapahaqui, Luribay y Caracato. Para su mejor empresa, Flores orden a todos los oficiales, tenientes de curas, caciques, alcaldes ordinarios y dems mandones de las provincias de Sicasica y Chulumani que le den y presten todo el auxilio que necesitaren gente, mulas y vveres para facilitar la marcha de su ejrcito sobre los indios rebeldes de los mencionados pueblos. Mientras tanto, Segurola comunicaba a Loayza que en la ciudad de La Paz se organizaba otra fuerza para realizar una expedicin a Ro Abajo, por Ovejuyo, contra los indios de Collana y Mecapaca, puesto que stos despus de haber recibido el indulto volvieron a sumarse a la rebelin.24 AGN (Buenos Aires). Intendencia de La Paz. Leg. 8, 1800-1805 (5-6-3). Citado anteriormente. 25 Coleccin documental de la Independencia del Per, Tomo II, Vol. 3. La rebelin de Tpac Amaru, 1971, p. 185.

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Esta fuerza sin duda estaba auxiliada con los indios de Yungas bajo el comando del capitn Martn Garca Lanza, y con los de Viacha y Achocalla. Segurola haba dispuesto su gente el 26 de diciembre de 1781 con los siguientes efectivos: una compaa de caballera de 151 hombres, 82 de infantera, 150 indios de Yungas y 1400 indios de Achocalla, Mallasa y Viacha26. Sin embargo, la cantidad de los mencionados efectivos era insuficiente; necesitaba ms refuerzo de soldados y armamentos para llevar a cabo una expedicin exitosa. Entretanto, las fuerzas rebeldes del Ro Abajo, amenazaban cada da con ms obstinacin en su rebelda, persiguiendo hasta las inmediaciones de la ciudad a todo gnero de gente espaola, mestizos y cholos, en donde eran frecuentes las muertes y robos, extendindose sus acciones a los pueblos de Yungas de la cordillera, de los valles y de muchas partes de la puna. En vista de esto, La Paz se vio en la necesidad de solicitar el auxilio de las tropas de Arequipa, que se encontraban en la provincia de Chucuito27. Respondiendo a ese pedido de refuerzo, el 18 de noviembre de 1781 Ramn Arias (Comandante de las tropas de Arequipa) sali de Arequipa a la pacificacin de las provincias sublevadas con 2200 hombres del Per28. Despus de haber recorrido varios das por la sierra peruana, lleg a Zepita, en donde dej un destacamento de 400 y ms hombres, con el propsito de asegurar la pacificacin de aquella provincia (Chucuito) y tener el paso franco a Arequipa y a las provincias de abajo, las que por su parte estaban ya pacificadas. Luego, desde el pueblo de Zepita, Arias march sobre La Paz con ochocientos hombres, entre los cuales estaban 350 hombres armados26 AGN (Buenos Aires). Intendencia de La Paz. Leg. 8, 1800-1805 (5-6-3). Citado anteriormente. 27 Gutirrez 1879, p. 130. Cf. Ballivin y Roxas 1978, p. 107. 28 ALP. EC. 1790-1791, ff. 4-5. Certificacin que otorga Ramn Arias a Pedro Benavente. Arequipa, 30 de agosto de 1782.

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de fusil y bayoneta, los restantes de espada y lanza con sus municiones correspondientes y con un can de batalln con la metralla y bala rasa necesaria. El 27 de febrero de 1782, el citado comandante con sus fuerzas lleg a la ciudad de La Paz provocando el jbilo y la alegra entre los afligidos vecinos29. Y Segurola, que en ese momento se encontraba en la ciudad, habra recibido a la mencionada fuerza con mucha alegra, con la esperanza de recibir un valioso auxilio para la expedicin a Ro Abajo. No obstante, esta empresa fue retrasada con la salida de Segurola a la provincia de Omasuyos. El 1 de marzo de 1782, Fernando Mrquez de la Plata escribi al virrey Juan Josef de Vrtiz indicando que el comandante Segurola haba salido de la ciudad de La Paz a contener personalmente el fuego que volva a encenderse en los pueblos de Ancoraimes y Carabuco (jurisdiccin de la provincia de Omasuyos)30. En vista de esta situacin, el capitn Mariano Ibez, comandante del regimiento de Saboya, que comandaba un destacamento en las inmediaciones de La Paz, se traslad con su tropa de Cochabamba al campo de Achacachi para unirse el 23 de febrero con el comandante Sebastin de Segurola, y ste, despus de incorporar el destacamento a su fuerza march con l hacia Ancoraimes y otros pueblos que nuevamente se haban sublevado. Y el 6 de marzo ya se encontraba en la provincia de Larecaja con el objeto de pacificar algunos de los pueblos de ella, que volvieron a sublevarse. Entretanto, Ramn Arias, en la ciudad de La Paz, mantena sus fuerzas en espera del regreso de Segurola para disponer entre los dos el ataque a los pueblos sublevados del Ro Abajo,29 AGN (Buenos Aires). Intendencia de La Paz, Leg. 2, 1779-1782 (5-5-3). Carta de Ramn Arias al virrey Juan Jos de Vrtiz. La Paz, 6 de marzo de 1782. 30 AGN (Buenos Aires). Carta de Fernando Mrquez de la Plata al virrey Juan Jos de Vrtiz. La Paz, 1 de marzo de 1792.

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Antecedentes de los Revolucionariosdado que perturbaban la entrada de las fuerzas reales a los Yungas y tambin interceptaban los naturales de ellos al basto de la coca31. El 6 de abril, Segurola, luego de su regreso de Larecaja, preparaba en La Paz los ltimos detalles necesarios para la expedicin a Ro Abajo contra los indios cotos atrincherados en la quebrada. Pero Arias, antes de realizar la proyectada expedicin, fue requerido para auxiliar al pueblo de Pucarani y otros de su inmediacin, que estaban amenazados por los indios que salan de la quebrada; por aquella parte queran quemarles sus casas y llevarlas sus ganados. Frente a ello, Arias mand a Pucarani, con cincuenta soldados de caballera al capitn de caballera Francisco Suero que lleg a tiempo al lugar de los sucesos. Sus soldados atacaron a los rebeldes que bajaron de unos cerros, y, a pesar de las muchas piedras que las arrojaban, lograron derrotarlos sin mayores dificultades. La tropa y los oficiales, despus de secuestrar alguna porcin de ganados, coca y otras especies a los indios y de repartirse el botn entre ellos, volvieron a la ciudad. El 10 de marzo, los rebeldes de Ro Abajo, asomndose a las inmediaciones de la ciudad, empezaron a atacar a los arrieros y escolta de las tropas de Ramn Arias. Dicha escolta fue obligada a defenderse en forma ardua hasta que, con el refuerzo oportuno de ochenta fusileros, logr poner a los indios en precipitada fuga. Seguidamente, las fuerzas de Ramn Arias persiguieron a los rebeldes hasta una distancia de dos leguas, pero como eran las cuatro de la tarde y a causa de un fuerte aguacero, interpolado con granizo, no se pudo seguir ms adelante y Arias, orden la retirada de su tropa a la ciudad. A su regreso Arias se encontr con una escena que llam su atencin y que luego relat en los siguientes trminos:31 AGN (Buenos Aires). Carta de Ramn Arias al virrey Juan Jos de Vrtiz. La Paz, 6 de marzo de 1782.

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por todos los parajes por donde nos retiramos, no se encontraban sino muertos, y muchos por no entregarse se despeaban de los muchos precipicios que por todas parte ay; se les cojieron tres armas de fuego y algunas mulas de los que murieron; estas no reemplazan las muchas que los rebeldes nos han robado; no tuve por mi parte muerto, ni herido alguno en medio de la mucha confusin y gritera de los Indios, y las nubes de piedras que nos tiraban interpolados con un tal cual fusil y escopeta32.

La resistencia de los indios de Ro Abajo a la represin de las fuerzas reales parece no limitarse a una ciega demostracin de lealtad a los caudillos Tpak Amaru y Tpak Katari (muertos stos brbaramente en 1781), sino que ellos seguramente estaban impulsados por los ms caros ideales de su causa libertadora para seguir luchando hasta las ltimas consecuencias, porque saban que sus reclamos por la justicia nunca haban de ser escuchados ni el indulto ofrecido haba de ser cumplido por sus opresores. La lucha librada por los rebeldes de Ro Abajo fue interpretada por Ramn Arias con estas palabras: Aunque los indios ya no necesitan de Tpac Amaru ni Cataris para rebelarse, pues han quedado aficionados a la matanza y al robo33. Claro est, tanto la matanza como el robo no solamente eran atribuibles a los indios, puesto que las fuerzas reales en todos sus ataques mataban a una multitud de indgenas y tambin robaban cualquier cantidad de ganado y alimentos a los indios. El 20 de abril, Ramn Arias, con uno de los caones de campaa de su tropa, logr desalojar a buen nmero de insurgentes que estaban atrincherados en la estancia de Ovejuyo (camino a Palca), y luego persigui32 Ibid. Carta de Ramn Arias al virrey Juan Jos de Vrtiz. La Paz, 6 de abril de 1782. 33 Ibid.

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a los rebeldes empujndoles hacia el camino a Collana y Cohoni, hasta las faldas del cerro de Illimani, con slo uso de fusil y artillera34. Tanto la expedicin sangrienta al Ro Abajo como el desalojo de los indios del valle de Calacoto-Ovejuyo fueron planificados y ejecutados de comn acuerdo por Segurola y Arias, aunque Fernando Mrquez de La Plata slo reconoce la intervencin del primero declarando:todo a esfuerzos de su eficacia y desvelo, quien a pocos pasos hall los enemigos armados, atrincherados, y resueltos en oposicin a los que repetidas encuentros venci y castig, quemndoles sus pueblos, matando muchos rebeldes, quitndoles armas, ganados, comidas, sin prdida de un hombre hasta el presente, excepto dicho Comandante que persiguiendo un rebelde se hiri en un pie; hasta esta fecha se hallan castigados los pueblos de Obejuyo, Palca, Collana, Mecapaca, etc. 35.

Prosiguiendo con la expedicin hacia otro lado de la cordillera, Ramn Arias penetr a los Yungas con el objeto de pacificar a los pueblos sublevados de esa regin subtropical. Mientras tanto, en Ro Abajo la rebelin indgena an persista, de modo que el mismo Segurola tuvo que marchar al lugar de los acontecimientos y lo pacific sin combatir, y a mediados de junio de 1782 retorn a La Paz36. A pesar de ello, se sabe que el 11 de enero de 1783 los indios rebeldes del sector de Calacoto en una de sus incursiones al campamento real consiguieron sorprender y derrotar a sus ocupantes37. Sin embargo, en el altiplano, a fines de diciembre de 1781 la rebelin indgena logr ser controlada con la pacificacin de Ulloma, en la provincia34 ALP. EC. 1790-1791, fs. 4-5. Certificacin que otorga Ramn Arias a Pedro Benavente. Arequipa, 30 de agosto de 1782. 35 AGN (Buenos Aires). Intendencia de La Paz, leg. 2, 1779-1782 (5-5-3). Carta de Fernando Mrquez de la Plata al virrey Juan Jos de Vrtiz, La Paz, 28 de abril de 1782. 36 Valcrcel 1965, p. 200. 37 ALP. EC. 1783, s/f. Denuncia de Hilario Mamani sobre unos trastes.

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de Pacajes. Esta misin fue encomendada al cacique de Copacabana, Manuel Chuquimia, quien, en calidad de juez pacificador de la provincia de Pacajes, en el pueblo de Calacoto, levant las primeras diligencias sobre la participacin de algunos indios principales de Ulloma en la rebelin katarista. Tena como escribano a Juan Manuel de Cceres, un hombre quien acababa de participar como soldado voluntario en la defensa real durante los dos cercos a la ciudad de La Paz. En Ulloma los hermanos Pablo y Pascual Snchez, con la eficaz colaboracin de algunos hombres importantes del lugar, haban sublevado a la gente en apoyo al movimiento de Tpak Katari con slo mostrar las copias de los autos seguidos por Toms Katari, de Macha, y la carta de Gabriel Tupa Amaro. Este hecho fue confirmado por los testigos que prestaron su declaracin informativa al mencionado juez pacificador: con cuyos documentos echaban gente a los altos de la ciudad de La Paz a que diesen combate y los referidos papeles se encontraron con rara casualidad en poder de dicho Snchez cuyos originales no los ha querido manifestar38.

Pablo Snchez (natural de Ulloma) era plumario de los sublevados y Pascual Snchez (hermano de aqul) Capitn Mayor de la provincia de Carangas y del pueblo de Totora, Francisco Tito desempeaba el cargo de apoderado y Andrs Maldonado fue sargento mayor de la banda del rebelde Julin Apaza. Uno de los testigos asegur que Pablo Snchez y el cura Antajosa lograron reunir a los mozos en la estancia llamada Saiguana39, donde concentraron mucho gente para trasladarla a la ciudad de La Paz.38 ALP. EC. 1781, fs. 1-5. Autos seguidos contra los hermanos Pablo y Pascual Snchez, indios de Ulloma, ante el juez pacificador, Manuel Chuquimia, por promover la rebelin a favor de Julin Apaza. 39 Ibid.

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Antecedentes de los RevolucionariosPor otra parte, podemos sealar que, durante la sublevacin y despus de ella, hubo una serie de hechos violentos entre los contendientes, como ser asesinatos, saqueo de bienes, secuestro de ganado, traiciones, etc. En la regin del lago Titicaca, Melchor Condori, indio del ayllu Sapana de la jurisdiccin de Guaqui, despus de recibir el indulto en Peas, el 13 de noviembre de 1781 se enrol como soldado voluntario en una compaa real de naturales cuyo cuartel estaba en Tiwanaku. Al encontrarse en su nueva situacin, no tuvo reparo en denunciar a los indios de Chucuito que insistan en sublevarse despreciando el perdn e indulto general. Para demostrar su fidelidad a los espaoles y a la causa real, obsequi diez ovejas de Castilla a las autoridades para la manutencin de los soldados voluntarios que se encontraban encuartelados en el pueblo de Tiwanaku40. En Yungas uno de los principales capitanes de la insurgencia fue Eugenio Tarifa, quien sac del pueblo de Yanacachi y de los montes a los espaoles y espaolas, y a los dems que quedaron en el pueblo matndolos a palos. Despus de realizar estos actos, march sobre La Paz, unindose a los insurgentes de Chulumani y otros pueblos que llegaron hasta El Alto41. Entre los caciques que peleaban en Yungas contra los insurgentes, se distingui el cacique y gobernador de Chulumani, Dionisio Mamani, quien muri en una de las batallas de Ro Abajo. El Subdelegado de Yungas poco ms tarde alab sus mritos con estas palabras:Sin duda alguna son ciertos y constantes los mritos que contrajo Don Dionisio Mamani Indio Principal de la comunidad de Chulumani en todo el tiempo que sirvi de cacique y gobernador de las40 ALP. EC. 1782, s/f. Licenciamiento de Melchor Condori. 41 ALP. EC. 1783, s/f. Autos seguidos por las autoridades contra Jos Mamani, oriundo de Jess de Machaca, quien estuvo trabajando durante la rebelin en las chacras de Eugenio Tarifa, en Yungas.

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parcialidades de Yunca y Taxma; supo desde luego distinguirse entre sus connaturales tanto por sus nombres procedimientos cuando por sus notorias aplicaciones al servicio del Rey y la Patria42.

Los indios que no colaboraban a la causa de la rebelin corran la misma suerte que los criollo-espaoles. Por ejemplo, un indio principal de Curahuara de Pacajes fue muerto por los rebeldes a la vista de su esposa. Sus bienes fueron saqueados hasta el extremo de dejar la casa vaca y sin ningn corto polvo de utilidad. Los participantes en esta represalia fueron los de Curahuara y Callapa43. El indulto otorgado por la Corona a los insurgentes no fue respetado por algunos caciques. As, un indio comerciante de la provincia de Pacajes despus de haber sido indultado regres a su comunidad y luego reinici sus acostumbrados viajes al valle de Cochabamba, llevando los productos del altiplano para trocar con los productos del mencionado valle. Pero cuando regresaba ste a su casa en compaa de su hermano, con cinco fanegas de trigo embolsado en diez costales, fue apresado por el cacique Francisco Carvajal. Este ltimo, inmediatamente y sin dar cuenta ni razn ni conocimiento de causa, lo mand ahorcar en la plaza pblica de Caquiaviri en presencia de su hermano, y a ste dej libre luego de secuestrar todo el cargamento de trigo44. Despus de la muerte de los caudillos indgenas Toms Katari, Jos Gabriel Condorcanqui (Tpak Amaru) y Julan Apaza (Tpak Katari), a pesar de la persistencia blica de los indios en algunas regiones andinas,42 AGN (Buenos Aires). Intendencia de La Paz, leg. 6, 1795-1796 (5-6-1). Expediente de Martn Romero Mamani sobre la confirmacin en el cacicazgo de Chulumani, Partido de Yungas. La Paz, 17 de octubre de 1796. 43 ALP. EC. 1783, s/f. Andrea Apaza, viuda de Bernardo Mamani, pide la satisfaccin de sus bienes y la muerte de su esposo, daos ocasionados por los rebeldes. 44 ALP. EC. 1786 (hoja suelta). Denuncia ante el Gobernador Intendente de La Paz de Agustn Condori contra Francisco Carvajal por la muerte de su hermano. La Paz, 26 de enero de 1786.

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la rebelin indgena fue controlada por la fuerza regular. En 1784, entre las provincias sublevadas, se encontraban apaciguadas las de Tinta, Quispecanchi, Calca, Paucartambo, la mitad de Paruro, Lampa, Azangaro y Caravaya en el Per, y, en el Obispado de La Paz, Puno, Achacachi, Pacajes, Sicasica y dems provincias. Acerca de esta realidad, Rafael Sahuraura Tito Atauchi comentaba que todas las provincias predichas, con sus pueblos, hoy gozan de tal suavidad con sosiego, comunicacin, confraternidad y una total sujecin, con rendimiento a la Corona de Espaa; presumo estar hoy mejor sus gentes y ms humildes que antes; porque estn muy convertidos, con rendimiento serviciales45. Sin embargo, la sublevacin indgena dej una profunda impresin en los grupos sociales, en todo caso en el sector criollo. A la Corona seguir preocupando la crisis de la mano de obra indgena que afectaba a la explotacin de las minas de Potos, porque su conservacin dependa de la contribucin de la tasa real. 1.2. Las conspiraciones contra las autoridades reales en La Paz Las conspiraciones criollas contra las autoridades reales eran frecuentes a fines del siglo XVIII en la ciudad de La Paz, aunque no llegaban a producirse levantamientos como en las ciudades de Cochabamba y Oruro, con Calatayud en 1730, Flores en 1731, y Juan Vela de Crdoba, Pachamira y Castro en 1739. Las conspiraciones adems estaban secundadas con unos panfletos llamados pasquines que a veces movilizaban a las45 AGI. Audiencia de Lima, leg. 76. Cita en la coleccin documental de la Independencia del Per. Tomo II, Vol. I. Lima, 1971.

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autoridades para dar con sus autores annimos. Esas hojas escritas en un lenguaje popular y humorstico, criticaban a las autoridades, sus actos de gobierno y sus privilegios. Los protagonistas de estos hechos sin duda eran los criollos y podan ser los mismos chapetones. Estos grupos formaban dos partidos polticos de tendencias opuestas mostrando sus diferencias ideolgicas o de clase en sus manifestaciones pblicas. As, los criollos se sentan -dice Otero- postergados, llenos de resentimiento frente a los llamados aristcratas46. Es decir, su descontento se mostraba a travs de la protesta abierta contra la situacin reinante con acciones de hecho a veces sin mayor trascendencia popular, mientras que otros se sentan ofendidos o atacados por aqullos. Es cierto que en principio todos actuaban en nombre de la Corona, y slo ms tarde uno de esos grupos manifest su deseo por la independencia de las colonias hispanas. Desde mucho tiempo atrs los criollos haban estado reclamando su participacin activa en los puestos claves de la administracin y poltica del gobierno colonial. Muchas veces, como no conseguan sus objetivos, reaccionaban contra las autoridades del gobierno real con ms indignacin. Pero la sociedad criolla, que necesitaba la mano de obra indgena para sus granjeras, por sus intereses econmicos, no tena inters en la liberacin de las masas indgenas que estaban sometidas a pesadas cargas de trabajo desde hacan dos siglos de coloniaje. Como hemos visto anteriormente, el indgena supo demostrar su descontento al levantarse en armas contra sus opresores en 1781 y 1782 porque despus de ese acontecimiento, las manifestaciones de protesta contra el rgimen colonial se generalizaron a todas las capas sociales del Alto Per. Una46 Gustavo Adolfo Otero. Vida Social en el Coloniaje. La Paz, Biblioteca del sesquicentenario de la Repblica, 1975, p. 4.

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de las demostraciones del antagonismo entre criollos y espaoles, que se menciona a continuacin, fue protagonizada por un grupo de anticriollos. El 24 de enero de 1776 un grupo de europeos (apodados chapetones) encabezado por tres caudillos (Manuel Franco, Juan Bautista y Antonio Hano y Protacio de Armentia) del regimiento de dragones de las fronteras de San Antonio Abad de Zongo (provincia de Larecaja), alteraron el orden pblico en la catedral de La Paz, al disputar el uso de las sillas con los miembros del cabildo en ocasin de la fiesta de la Patrona de Nuestra Seora de La Paz47. Este incidente no termin ah, sino que los citados europeos, luego de abandonar la catedral, realizaron una manifestacin pblica contra los miembros del cabildo originando un escndalo en las plazas y calles de la ciudad. No contentos con esto, adems, a voz en cuello insultaron a los del cabildo en forma pblica sin reservar a nadie, y que brotaban sentimientos de quejas contra el cabildo. Segn uno de los testigos confidenciales, Manuel Franco vocifer que tena sus papeles en su casa de quin era su persona; que mejor era la suela de su zapato que todos los del cabildo eran esos unos pardos, unos cholos y unos hijos de P48. Este tipo de manifestaciones de los europeos contra los criollos sin duda eran frecuentes, particularizando a los cholos, lo cual demuestra la clara diferencia social que exista no solamente en la vida cotidiana o particular, sino tambin en todos los actos oficiales y religiosos. Por otra parte, Manuel Franco quien fue uno de los europeos que particip en la defensa de la causa real durante la rebelin de Tpak Katari, fue acusado de ser usurpador de tierras y cocales que tenan47 AGN (Buenos Aires). Intendencia de La Paz, leg. 7, 1797-1799 (5-6-2). Testimonio de los autos seguidos por el Ayuntamiento contra los oficiales de plana mayor y dems subalternos de la doctrina de Zongo. 48 Para los europeos o chapetones, la gente del cabildo era una mezcla racial; hasta cierto punto los mismos criollos parecan unos pardos.

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descubiertos unos indios miserables del pueblo de Zongo de la provincia de Larecaja. Tambin se acus a los chapetones que, encabezados por Jos de Castillo (montaes de nacionalidad), haban suscitado un motn de indios en la provincia de Pacajes49. Se dijo que la ciudad estaba infectada de confederaciones que se prestaban fcilmente para levantar y fulminar con cualquier pice. Otro de los desrdenes que conmovi a La Paz, aunque sin mayores consecuencias fue el conato de Jos Pablo Conti, Gobernador Intendente de la ciudad. El 8 de enero de 1795, Conti, despus de conocer los supuestos planes conspirativos del Comandante Militar de La Paz, Joaqun Antonio Mosquera, contra su gobierno, denunci a ste por haber intentado consternar y conmover la ciudad aumentando la municin de guerra y poner sobre las armas la guarnicin de tropa para prender al gobernador, luego de haber realizado largas y secretas conferencias en su casa con Diego Quint Fernndez Dvila50. Ese mismo da, Conti, en la casa del seor Tiburcio Len de la Barra, se ocup de la situacin creada por el comandante llamando a su presencia a los caciques de las parroquias de San Pedro y San Sebastin, con el propsito de prevenir cualquier desorden que pudiera producir contra su persona y gobierno. Para esto, orden que estuvieren prevenidos cada rato unos cuatro hombres buenos para aprehender una cuadrilla de ladrones que entraran en la ciudad a protagonizar robos. Pero como no ocurri nada, los caciques de dichas parroquias se retiraron a sus casas. El presunto tumulto por producirse fue considerado como consecuencia de la eleccin de alcaldes, en la que49 AGN (Buenos Aires) Intendencia de La Paz, leg. 1797-1799. Citado anteriormente. 50 Carlos Ponce Sangins. El conato de Jos Pablo Conti en La Paz. En: Jornadas peruano-bolivianas de estudio cientfico del altiplano y del sur del Per, Tomo V. La Paz, Editorial Casa Municipal de la Cultura Franz Tamayo, 1977, p. 37.

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uno de los candidatos electos fue desconocido por Conti por ser deudor de reales tributos. En esa ocasin fue elegido el seor Juan Pedro Indaburo como alcalde ordinario de segundo voto. La supuesta conspiracin de Mosquera contra el mencionado gobernador queda cuestionable, a pesar de que se rumoreaba que el comandante sera en breve gobernador y que era evidente la alerta puesta a la tropa sobre las armas. Hasta el momento de la aparicin de un pasqun annimo en el mismo sentido, la denuncia de Conti pareca reducirse slo a su persona. Pero, luego de conocerse el contenido del pasqun, la cosa cambi inmediatamente, porque el movimiento criollo estaba conspirando contra Mosquera, tal como se puede apreciar en un texto annimo que deca: los padecimientos de los miserables criollos se han experimentado todos los das de los tiranos europeos, como hasta el da de hoy bien sabe el hecho del triste albail que lleg ayer, que ya quiere ejecutar ha ejecutado de prender un seor gobernador. Ms adelante agrega: si el seor Doctor Conti no le cuelga, sern colgados todos sus inicuos perversos y sayones soldados, y el Comandantillo servir de vadajo con el se dar una campanada para trofeo de nuestra dicha y no decimos mas hasta otras ordenes51. Como no poda ser de otra manera, el tribunal de la Audiencia de Charcas, una vez analizados los antecedentes y la conducta de cada uno de los jefes, reprob la del gobernador calificndola de punible, pues preferido evitar el atentado que figuraba contra su dignidad, y carcter la quietud pblica expuso aquella ciudad an trastorno y conmovi Adems, el tribunal solicit al virrey Nicols de Arredondo el nombramiento de un nuevo gobernador interino y tambin otro comandante51 Ibid. p. 157.

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de armas, en reemplazo de los seores Conti y Mosquera, para evitar las futuras consecuencias que pudiera causar un trastorno violento en La Paz. A este incidente no fueron ajenos algunos revolucionarios del 16 de julio como ser Juan Pedro Indaburo (alcalde ordinario de 2. Voto), Toms de Orranta (administrador general de las Reales Renta de tabacos y naipes) y Josef Ignacio Ortiz de Foronda (alcalde de 1er. Voto de la Santa Hermandad). Ese mismo ao, en la madrugada del 29 de marzo de 179552, en ocasin de la fiesta de Ramos, fueron pegados dos pasquines en la ciudad de La Paz; uno en la puerta del coronel Diego Quint y el otro en la puerta de la catedral. Estos pasquines estaban dedicados al seor comandante Mosquera. La ciudad de La Paz, ya alarmada por la mencionada denuncia de Conti, adems y desde el da anterior 28 de marzo, se encontraba sobrecogida por la noticia de haberse avistado bajeles francesas en la costa del ocano Pacfico cerca al puerto San Marcos de Arica. Efectivamente, la aproximacin de estos supuestos navos de guerra de origen francs al citado puerto inquiet a las autoridades reales porque, aunque no poda cometer al centro de la sierra, poda motivar a la gente revoltosa a aprovechar circunstancias con el objeto de crear desasosiego en la poblacin pacea53. Los antecedentes referidos nos permiten ver a Mosquera, en dos oportunidades, como el blanco de los criollos de La Paz. Y es que los pasquines, como manifestacin annima de ideas contrarias a la situacin reinante, trataban de reflejar la realidad social y poltica colonial en crisis. Por ello calificaban a Mosquera de triste albail, comandantillo,52 Roberto Choque Canqui. Dos pasquines de 1795. Presencia Literaria. La Paz, 28 de noviembre 1976. 53 Ibid.

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Moscon. Acudan a un lenguaje metafrico como ste: Vivid con todo recelo y si quereis perecer Mosquera os podr ofrecer con su comandancia el cielo y acab con su sentencia54. Las conspiraciones que acabamos de mencionar, si bien no se pudo comprobar si tenan alguna conexin con otras similares en otros lugares del Alto Per, de cualquier modo marcaban los pasos progresivos hacia un movimiento revolucionario criollo identificado con el suelo americano. Apenas transcurrida una dcada despus del supuesto complot de Mosquera contra el gobernador Jos Pablo Conti, este ltimo y los criollos de La Paz Toms Rodrguez Palma (uno de los destacados comerciantes entre las ciudades de La Paz, Oruro y Cochabamba), Carlos Torres, Romualdo Herrera, Pedro Domingo Murillo y otros, se vieron comprometidos en un frustrado complot contra las autoridades reales de La Paz. Hasta ese momento, no se haba producido una conjura de mayor alcance revolucionario y vinculado con otra similar en la ciudad del Cuzco. Pero, como se indic en la primera parte de este captulo, en La Paz existan varias confederaciones polticas. Indudablemente Toms Rodrguez Palma perteneca a uno de esos grupos, ya que con frecuencia reuna gente en su tienda con el propsito de proclamar la repblica en la provincia de La Paz. Y la idea de un gobierno republicano fue difundida, adems de otros medios, a travs de los pasquines que eran pegados en las esquinas o en las puertas de los edificios de la ciudad para encender la revolucin. Sin embargo, el movimiento revolucionario del Cuzco fue develado antes de su estallido a causa de la delacin del teniente de granaderos del regimiento de Pacuartambo, Mariano Lechuga, quien ante las autoridades en su declaracin del 27 de junio de 1805 confes ser el principal delator:54 AGN (Buenos Aires). Intendencia de La Paz. Leg. 6 (5-6-1).

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Que los motivos de hacer la declaracin son los sentimientos de fidelidad, que le son imprescindibles, en memoria de las cenizas de sus predecesores, que notoriamente han acreditado el mayor amor al soberano. Que no tiene evidencia de poder acreditar su aserto, por no ser fcil y si imposible que los acusados hayan comunicado su pensamiento a persona alguna; y que con la advertencia el declarante de esta dificultad hizo la declaracin precaucin, y por no parecerle regular pasar en silencio cosas de tanto peso, aunque de ridculos principios, por lo que repite el declarante se resolvi la declaracin para solo cortar las consecuencias o perjuicio que tal vez pudiera seguirse la Corona, y los fieles vecinos de esta repblica55.

A consecuencia de esta declaracin, los principales cabecillas del movimiento revolucionario fueron capturados y sometidos a un proceso penal. El 5 de diciembre de 1805 los prceres del movimiento revolucionario Jos Aguilar y Manuel Ubalde fueron ejecutados en la plaza mayor de la ciudad del Cuzco56. En conocimiento de esta conjura, el movimiento conspirativo paceo fue fcilmente develado por el gobierno con la delacin de Carlos Torres a su cuado Francisco Monterior que a su vez lo denunci a las autoridades de la Intendencia. Para evitar su inmediato estallido, el Gobernador Intendente Antonio Burguny decret la detencin de los Palma y Carlos Torres, con el allanamiento de sus domicilios e incautacin de papeles y armas que pudieran existir. En cumplimiento de esta orden, el 30 de julio de 1805 a las 11 de la noche el ayudante mayor de batalln Juan Pedro Indaburo, con55 AGN (Buenos Aires). 1805. Proceso seguido a Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde por la conspiracin cuzquea de 1805. Transcripcin de G.C. Balsa y Carlos Ponce Sangins. En: Illimani, No. 2, p. 118, 1972. 56 Revista Histrica del Cuzco, No. 1, p. 231, 1950.

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varios soldados, sorprendi a Toms Rodrguez Palma en su casa cuando ste se encontraba enfermo de hernia, sin que sus hermanos se hallaran presentes57. A pesar de su enfermedad, lo llevaron a la crcel en una manta58. Mientras tanto, el chulumaeno Carlos Torres Siete Jetas logr escapar por los texados, ayudado por su amigo Manuel Rodamonte con quien se encontraba en ese momento, hasta acogerse en el convento de San Francisco. Pero Rodamonte fue tomado preso, aunque se figur enfermo para no ser apresado, y fue conducido al cuartel de la tropa veterano por seis hombres en una manta en forma pblica cumpliendo el encargo particular del gobierno para prevenir su fuga59. Indudablemente tanto Rodamonte como Torres vivan en una misma casa60, stos adems de Murillo, eran papelistas e intrpidos pasquineros. El apresamiento de los conjurados por Indaburo suscit el rencor de ellos y del mismo Murillo contra su captor. Evidentemente Indaburo se percat de ello y se quej al virrey Marquez de Sobremonte, en su oficio del 17 de mayo de 1806, diciendo:Formose por el seor Gobernador Intendente un proceso de insurreccin contra algunos que la premeditacin: comisionaseme como Ayudante mayor del Batalln de milicias disciplinadas de esta ciudad, la captura de los reos: se me encarga la prisin de Pedro Murillo: aseguro a los unos, se me oculta este, y las activas diligencias que practic en su solicitud, lo irritas y exasperas, y hacen que me constituye el blanco de sus iras y el objeto de sus venganzas61.

Como no logr Indaburo la captura de Pedro Domingo Murillo,57 Valentn Abecia Baldivieso. La revolucin de 1809. La Paz, Biblioteca Pacea, Alcalda Municipal, 1954, p. 49. Cf. ALP. EC. 1808, s/f. Declaracin de Justo Saavedra. 58 ALP. EC. 1808, s/f. Auto criminal seguido por Manuel Rodamonte contra Angel Claros. tra 59 Ibid. 60 Ibid. 61 AGN (Buenos Aires). Intendencia de La Paz. Leg. 6 (5-6-1).

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molesto contra ste, solicit al Intendente que ordenara su destierro de La Paz a fin de que deca fuesen menos los enredos y disgustos. Adems, para justificar su actitud, inform al virrey sobre los antecedentes familiares de Murillo y su prctica del oficio de abogaca frente a los juzgados, en los siguientes trminos:No es menester agitar esta causa para que el celo de V.E. pueda ordenar su salida de esta Provincia; Pedro Murillo es casado: su consorte se halla en la Villa de Potos hace aos; y el vive entregado en esta aun pblico y escandaloso concubinato, de cuias resultas tiene una prole bastante crecida, con total abandono de sus principales obligaciones. Como es dable sufrir tantas calumnias de un sugeto de esta naturaleza, sin hacer presentes sus excesos esa superioridad... No crea V. E. que Pedro Murillo sea profesor del derecho; no es mas que un atrevido pendolista, que a la frente de los juzgados mantiene mas despacho que los abogados de la mejor nota, sin temor el castigo que merece, segn las Leyes, como ruinas de los Pueblos62.

Por su parte, el intendente Burguny comunic al virrey del Ro de La Plata haber ordenado a Murillo que saliese de La Paz para juntarse con su mujer que se encontraba en Potos desde hace un ao. En cuanto a la queja de Indaburo contra Murillo, manifest que no tena claro los motivos de acusacin. Al contrario, asegur que su autoridad no encontr nada serio sobre la pretendida participacin de Murillo en la conspiracin premeditada de 1805: debo exponer V.E. que desde mi ingreso esta Provincia encontr en ella con pblica residencia Murillo, no obstante que en tiempos pasados hubiese cometido el delito de falsario, segn de62 Ibid.

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asegura; Por mi parte, no hubiera sido interrumpido su reposo si no ocurre el grave suceso de la insurreccin que premedit en ella; pues mediante haberse recelado de la conducta de ste individuo, fue uno de los que se trataron de asegurar hasta ver el resultado de la pesquisa; y como lo obrado no presentase para ms que un serio apercibimiento, se decret su soltura en los trminos que contiene el provedo que en copia incluy V.E. Sin embargo de hallarse en la causa principal remitida y a sa superioridad, en la qual advertir su alta penetracin, se tuvo tambin presente corregirle sobre los excesos por incidencia pudieron translucirse, y tal vez sean los mismos de que ahora le acusa Indaburo; ello es que, despreciado el pretexto que me expungo de que tena promovida su instancia de divorcio, le obligu que precisamente saliera de sta ciudad a la villa de Potos, o unirse con su mujer o seguir la instancia insinuada63.

Sin embargo, no se sabe si Murillo, acatando la orden del gobernador Burguny, sali de la ciudad de La Paz para unirse con su mujer en Potos o se qued en ella con su concubina luego de divorciarse. En cuanto al referido ejercicio de falso abogado o profesor de derecho, es evidente que en 1787 algunos abogados de La Paz le siguieron un juicio al respecto en la intendencia de esta ciudad, asunto al cual se volver con mayor detalle ms adelante. Las autoridades, una vez presos Toms Rodrguez Palma y sus cmplices, tomaron las respectivas declaraciones a los conjurados con el objeto de averiguar el grado de participacin de cada uno de ellos en la mencionada conspiracin. Segn las confesiones de Jos Mariano Montesinos, uno de los asistentes a las reuniones en la casa de Toms63 Ibid. Carta del seor Intendente Burguny al seor virrey Mrquez de Sobremonte. La Paz, 17 de diciembre de 1806.

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Rodrguez Palma asegur que las conversaciones versaban sobre el establecimiento de un nuevo gobierno, y esto se deba lograr a travs de una revolucin. Los principales motivos de esa revolucin, segn Montesinos, fueron los siguientes: 1. No exista Rey en Espaa, por consiguiente era la mejor oportunidad para quitarles de una vez por todas los pechos, es decir los impuestos consistentes en alcabalas y sisas. 2. Y la Corte no se haba dignado comunicar las novedades al Per sobre los acontecimientos en la pennsula y slo lo hacan a otras Naciones. El nuevo gobierno, luego de la revolucin, deba adoptar las medidas econmicas y sociales en los siguientes aspectos: 1. A ningn particular se le deba quitar un medio real; vale decir nadie poda ser objeto de algn despojo por causa de la revolucin, sino participaba en ella. 2. La plata depositada en las Cajas Reales, deba servir para el bien de la Repblica, y debiendo esta institucin en adelante llamarse LA CAJA NACIONAL. 3. Los llamados pechos, que hemos mencionado, deban quitarse o abolirse. 4. Los indios deban seguir pagando los tributos con los cuales poda correr el mismo seor Intendente si se avena a ser republicano, quedando siempre superior de todos. Pero el tributo no solamente deba ser para el beneficio de la Repblica, sino tambin para los mismos indios64.64 Ponce Sangins y Garca 1953. Vol. I, p. IV.

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Como se acaba de ver en la parte anterior, segn las declaraciones de Montesinos, la incidencia de los acontecimientos blicos que acontecan en Europa determin a los revolucionarios acelerar sus acciones conspirativas puesto que en esas circunstancias la derrota de Francia y Espaa en Trafalgar, frente a Inglaterra (21 de octubre de 1805), fue un suceso adverso para la Corona espaola; como consecuencia de ello, el primer ministro de Carlos IV, Manuel Godoy cambi su actitud al separarse de su aliado Francia para aliarse con Inglaterra. En vista de ese semejante comportamiento de Godoy, Napolen Bonaparte tom la resolucin de acabar con la dinasta borbnica en Espaa, lo cual precipit a la Corona espaola en su total crisis. Los postulados de la revolucin de 1805, segn Manuel M. Pinto, fueron resumidos en los siguientes puntos: confederacin de cabildos, constitucin de repblicas, municipales independientes, administracin propia en los rdenes de justicia, hacienda, polica y gobierno; rehabilitacin de la raza mediante el propio gobierno de los nativos sin excluir del advenedizo supedito por el elemento nacional65. Los referidos postulados sin duda favorecan ms a los criollos que a otros sectores sociales, puesto que a los indios se mantena en el gobierno de sus caciques, perpetuando la servidumbre y el pago de los tributos. Mientras, para los criollos se propugnaba la liberacin del pago de alcabalas y sisa, llamados los pechos, con el objeto de beneficiar sus intereses econmicos, ya sea en el comercio y los productos de sus haciendas. Las juntas o reuniones, como dijimos, se realizaban en la tienda de Toms Rodrguez Palma, de donde indudablemente Torres y Rodamonte sacaban los pasquines y las cartas para enviar a diferentes provincias. Los65 Manuel M. Pinto (h). La Revolucin de la Intendencia de La Paz. En: Carlos Ponce Sangins y Ral Alfonso Garca. Documentos para la Historia de la Revolucin de 1809, Vol. I. La Paz, Biblioteca Pacea, Alcalda, 1953, p. 57.

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conjurados, para extender mejor sus acciones revolucionarias, organizaban varias comisiones que iban a diferentes lugares con el objeto de convocar a la gente a reuniones en las cuales comunicaban los propsitos de la revolucin. Los hermanos Nicols y Melchor Palma se encargaban de recorrer los lugares comprendidos entre La Paz, Oruro, Cochabamba y Potos. Adems tenan personas comisionadas, en Oruro, a Montesinos; Potos, a Jacinto Loayza y Cochabamba, a Pascual Mendoza; mientras Romualdo Herrera iba comisionado a Sorata para alistar tropas y comprar armas. Puesto que, segn la denuncia, el movimiento conspirativo ya contaba con unos 800 hombres y armas66. Luego de terminar su recorrido los mencionados Palma todos se dirigan a La Paz y remataban en la tienda de Toms Rodrguez Palma67. Las referidas comisiones debieron estar encaminadas para interpretar los postulados de la revolucin y ms que todo informar sobre los ltimos acontecimientos generados en la pennsula ibrica y la situacin crtica del rgimen espaol en Amrica. Toms Rodrguez Palma, a pesar de su activa participacin en el proyectado plan de declarar Repblica a la provincia de La Paz, despus del resultado de los acontecimientos en la ciudad del Cuzco y en Espaa, en su confesin ante el teniente asesor Dr. Juan de la Torre Monje y Ortega, al principio trat de no revelar la existencia de un levantamiento premeditado en La Paz. Pero no pudo ocultar lo que estaba sucediendo en la capital incaica al manifestar los acontecimientos convulsivos y las noticias que llegaron a La Paz sobre el apresamiento de varios sujetos en el Cuzco por haber stos querido levantarse contra las autoridades reales en aquella ciudad. En vista de esto, los seores Carlos Torres, Romualdo66 Pinto 1953, p. 47. 67 Ibid. p. 47.

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Antecedentes de los RevolucionariosHerrera, Jos Montesinos y Toms Rodrguez Palma se reunieron una noche en la tienda de ste para tratar sobre lo ocurrido en el Cuzco. De la pltica sali un acuerdo determinando de seguir lo mismo que en el Cuzco, y aunque al parecer esto hacan cada uno -dijo Palma- por va de jocosidad. Desde luego la declaratoria de Repblica a la provincia de La Paz era un hecho; lo cual deba realizarse, segn Palma, sin derramamiento de sangre y robos en los bienes de europeos, porque segn Carlos Torres, Palma haba manifestado hasta cundo hemos de estar sufriendo tantos pechos, y as hemos determinado hacer la Repblica, porque el Rey est muerto68. La frustrada revolucin de 1805 tuvo otro personaje que fue Pedro Domingo Murillo que no hizo mucha novedad en esa ocasin. Los seores Montesinos, Rodrguez Palma y Torres hicieron notar en sus declaraciones que Murillo tambin tuvo su participacin en la mencionada conspiracin, aunque Rodrguez Palma y Torres en algn momento de sus confesiones trataron de disimular manifestando haber averiguado lo que haba a fondo69, y que era difcil encontrar a Murillo a solas para saber si exista su implicacin. Sin embargo, se dej entrever que ellos estaban sujetos a las disposiciones de Murillo; para el asalto, haber ordenado ste a los conjurados que esperasen la resulta del Cuzco y las de Espaa de la coronacin del Prncipe. Esta presunta complicidad de Murillo fue despejada por l mismo cuando, despus de despistar a su captor Juan Pedro Indaburo, se present en forma voluntaria en el cuartel para someterse a disposicin de las autoridades. Como no podra ser de otra68 Ponce Sangins y Garca 1953, Vol. I, p. XVII. Declaracin de Carlos Torres. 69 Ponce Sangins y Garca 1953, vol. I, p. XVIII.

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manera, inmediatamente fue interrogado por el teniente asesor Dr. Juan de Torre Monje y Ortega para averiguar s era evidente su complicidad en el frustrado levantamiento. Sin embargo, el mencionado asesor no logr encontrar en Murillo ningn indicio de haber tenido parte en la frustrada conjura, tal como ratific el gobernador Burguny al virrey poco despus de haber ordenado su libertad. Mientras tanto, Toms Rodrguez Palma, personaje principal del movimiento de 1805, estuvo recluido en la crcel pblica de La Paz. El ao siguiente (1806), desde la crcel, diriga una nota al secretario del comercio de la ciudad de La Paz, Crisstomo de Vargas, solicitando que le extendiera un poder general con el nombre en blanco para todos sus asuntos en la Villa de Oruro y dems lugares70. Por otra parte, algunas personas, que pretendan tener asuntos pendientes con Rodrguez Palma, presentaban sus solicitudes a las autoridades para que atendieran los reclamos que tenan con el sindicado. As un vecino de la ciudad de La Paz reclamaba que Toms Rodrguez Palma haba comprado una capa de pao que era suya y la cual fue robada por un salteador en la noche del carnaval de 1804. Dijo adems que este individuo, segn notorio y constante a este gobierno, no ha sido la primera vez que ha comprado especies robadas ocultando ladrocinios y amparando a sus autores como que por ello fue excluido de las milicias, y que se le sigui causa criminal71. Evidentemente el ao 1804 Rodriguez Palma estuvo preso por esa causa72. Atendiendo a ese reclamo, el gobernador Antonio Burguny orden la bsqueda de la mencionada capa diciendo siempre que esta se70 ALP. RE. 1806, s/f. Solicitud de Toms Rodrguez Palma al seor secretario Crisstomo de Vargas. 71 ALP. EC. 1806, s/f. Juicio seguido por Juan Santayana contra un indio salteador, sobre el robo de una capa. 72 Ponce Sangins y Garca 1953, Vol. I, p. XVI. Declaracin de Toms Rodrguez Palma ante el Dr. Juan de la Torre y Ortega. La Paz, 16 de agosto de 1805.

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Antecedentes de los Revolucionarioshalle secuestrada en los bienes de Toms Rodrguez Palma73. Pero no se sabe si hallaron la reclamada especie o prenda puesto que entre los bienes secuestrados a Rodrguez Palma, inventariados por Mariano Graneros, no solamente se hallaban las capas sino tambin haban ponchos, pieles de chinchilla, vicua, tigre y otras especies o mercaderas74. Posteriormente, otro salteador famoso, nombrado Francisco Ros, alias QUITA CAPAS, se confes ante las autoridades el 17 de agosto de 1810 de haber quitado en La Paz (a horas 8 de la noche en el ao 1809), la capa a un caballero nombrado Larramendi, sobrino del finado gobernador Antonio Burguny, en compaa de un platero llamado Toribio, la misma que vendi a Toms Palma en veinte y seis pesos, de quien el dueo la recogi cuando el confesante, que declar la verdad, y a su virtud el comprador entreg la capa perdiendo los veinte y seis pesos75. Por su parte, Gabriel Cordero (padre de Juan Cordero, futuro revolucionario de 1809, en 1806 segua un juicio ejecutivo contra los bienes de Toms Rodrguez Palma por una deuda de cien pesos, importe de varias especies que haba dado al fiado con destino a la venta en la tienda de ste76. El proceso seguido por las autoridade