8
Copyright © 2015 The New York Times DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015 Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY VENTANA MIKEY BURTON El reverdecimiento de los edificios genera zumbidos y cantos. Llega la naturaleza a la azotea Los bares y jardines en azoteas podrán ser lugares sociales de moda en las grandes ciudades, pero los humanos no son los úni- cos que disfrutan la vista desde arriba. Un lugar al que fluyen otras criaturas es el Centro de Convenciones Jacob K. Javits de Nueva York. Alguna vez, el centro fue conocido por ser mortal para las aves, que se estrellaban contra su fachada tipo espejo. Hoy, gracias a una remodelación de cinco años y 500 millones de dólares, el edificio se está convirtiendo en un refugio para aves, murciélagos y otros animales. Nuevos paneles de vidrio con dibujos han reducido las muer- tes de aves en un 90 por ciento, reportó The New York Times, y una nueva azotea verde con unas 2.5 hectáreas de sedum atrae a varias especies. Hasta ahora, 11 tipos de aves han sido detectadas, además de cinco tipos de murcié- lagos e insectos para que todos se alimenten. El objetivo de la renovación era reducir el consumo de energía, pe- ro los arquitectos también querían asegurarse de resolver “el proble- ma de los pájaros”, declaró a The Times, Bruce Fowle, director fun- dador de FXFowle Architects. Y ahora que las aves están feli- ces, también hay potencial para las abejas. Se han puesto tres colmenas en el techo. “Esperamos con gusto la miel Javits”, dijo a The Times, Alan Steel, presidente y director general del centro. Este verano, los aficionados a las abejas de la ciudad no tuvieron que ver más allá del Barclays Center, donde una “azotea sobre la azotea” está en construcción a unos 100 metros arriba de la can- cha de basquetbol usada por los Nets de Brooklyn. El espacio de 1.2 hectáreas de la azotea es sede de miles de plantas de sedum, favori- tas de las abejas. Y, durante unos cuantos días, “el espacio verde fue un destino de cuatro estrellas para cientos, quizá miles, de abejas que de repente hicieron acto de presencia para alimentarse del sedum”, escribió James Barron en The Times. Fue una visita fugaz: las abejas continuaron su viaje tras unos cuantos días. Pero su aparición fue “un efecto secundario inespe- rado e impresionante” del proyec- to de construcción, dijo Ashley Co- tton, vicepresidenta de Forest City Ratner Companies, que construyó el escenario. Otro proyecto que está llevando el mundo natural hacia el ambien- te urbano confía en tener un im- pacto más duradero: una granja en una azotea en St. Louis, Misuri, donde se cultivan vegetales orgá- nicos como parte del Food Roof Farm. Beau Reinberg, dueño del edifi- cio, planeaba abrir un restaurante en la azotea cuando lo compró en 2008. Pero cuando fue contactado hace tres años por Mary Ostafi, fundadora de la organización sin fines de lucro Urban Harvest STL, respecto a arrendar el espacio para una granja orgánica, cambió de planes. “Pasas por cuatro o cinco años de una economía difícil en bienes raíces y te vuelves muy creativo para calcular qué va a funcionar”, dijo a The Times. Hasta ahora, el proyecto incluye un invernadero y colmenas, con esperanzas de agregar un galli- nero más adelante. También hay planes de rentar jardines de suelo elevado a residentes cercanos. Y cuando el jardín cobre vida, Ostafi confía en que también ayudará a la comunidad vecina a florecer. TESS FELDER Sus comentarios son bienvenidos en [email protected]. INTELIGENCIA En Calais, biblioteca para refugiados. PÁG. 2 EL MUNDO Turistas ‘impiden’ que tortugas aniden. PÁG. 4 DINERO Y NEGOCIOS Prospera latino en Silicon Valley. PÁG. 5 ARTE Y DISEÑO El tour corporal de Matthew Barney. PÁG. 8 Siria vive una pesadilla diaria Por ALEX WILLIAMS Al escuchar la palabra “milenario”, muchas imágenes vienen a la mente. Allí está Mark Zuckerberg, de Facebook, en su camiseta con capucha, ganando sus primeros mil millones de dólares a los 23 años. Allí está la cantante Miley Cyrus, posando para las cámaras en un acto ex- hibidor de piel que recuerda a una sesión de sexting en Snapchat. Son valientes, son narcisistas y creen que el mundo les debe todo. O por lo me- nos eso dice el cliché. Pero, ¿qué hay de la Generación Z, la nacida después de los milenarios que está surgiendo como la generación en la mira de los investigadores de mercado, los ob- servadores culturales y los pronosticado- res de tendencias? Son los “siguientes grandes trastoca- dores del menudeo”, de acuerdo con la revista Women’s Wear Daily. Llevan “el peso de salvar el mundo y arreglar nues- tros errores pasados sobre sus pequeños hombros”, de acuerdo con un artículo en el sitio Co.Exist de Fast Company, escrito por Jeremy Finch, un consultor sobre in- novación. Lucie Greene, directora mun- dial del Grupo de Innovación en la agen- cia de publicidad J. Walter Thompson, los llama “milenarios en esteroides”. Está claro que un adolescente de 14 años en 2015 habita un mundo sustancial- mente diferente que uno de 2005. Después de todo, los milenarios fueron criados durante las épocas de auge y rela- tiva paz de los noventa, sólo para ver a su mundo soleado derrumbarse por los ata- ques terroristas del 11 de septiembre y dos cracks económicos, en 2000 y 2008. La de ellos es una historia de inocencia perdida. En contraste, la Generación Z ha tenido los ojos abiertos desde el principio, al na- cer en la estela de esos cataclismos en la era de la guerra contra el terrorismo y la gan recesión, dijo Greene. Claro, los milenarios eran digitales; sus años adolescentes fueron definidos por los iPods y MySpace. Pero la Gene- ración Z es la primera en ser criada en la era de los teléfonos inteligentes. Muchos no recuerdan una época anterior a que existieran los medios sociales. “Somos los primeros auténticos nativos digitales”, dijo Hannah Payne, una blo- guera y estudiante de la Universidad de California, en Los Ángeles. “Yo puedo ca- si simultáneamente crear un documento, editarlo, subir una foto a Instagram y ha- blar por teléfono, todo ello desde la inter- fase amigable con el usuario de mi iPhone. “La Generación Z asimila información instantáneamente”, dijo, “y pierde el in- terés con la misma velocidad”. Los mercadotecnistas están conscien- tes de ello. En una era de emojis y videos Vine de seis segundos, “les decimos a nuestros socios publicitarios que si no comunican en cinco palabras y con una imagen gigante, no se comunicarán con esta generación”, dijo Dan Schawbel, de Millennial Branding, una consultoría neoyorquina. Hasta ahora, suenan mucho como los milenarios. Pero quienes estudian las tendencias juveniles empiezan a discer- nir grandes diferencias en cómo las dos generaciones ven sus personas en línea, empezando con la privacidad. Mientras que la generación milenaria suburbios de Damasco hasta la ciudad norteña de Alepo— que dan testimonio de la escala de su éxodo. Esos bombardeos tienen años de ocurrir en zonas controladas por los insurgentes, como Douma, una de las primeras áreas en levantarse contra el Gobierno en 2011. Y sin embargo, la si- tuación aún puede empeorar. El último mes en Douma dejó eso en claro. Las fuerzas gubernamentales ini- ciaron una ofensiva aún más intensa que de costumbre, al usar no sólo los proyectiles de artillería que Douma ha llegado a esperar, sino también ataques aéreos. Quizá cuatro de cada cinco resi- dentes ya habían huido de lo que alguna vez fue una bulliciosa comunidad de al- rededor de medio millón de habitantes. Más de 550 personas, en su mayoría civiles, han muerto en el último mes en Douma y los suburbios cercanos, 123 de ellos niños, señalan rescatistas médi- cos de la Media Luna Roja. Agosto fue uno de los meses más sangrientos en el distrito, con al menos 150 lesionados por traumatismo tratados cada día del 12 al 31 de agosto, un número que inclu- ye sólo a los pacientes de 13 clínicas im- provisadas que trabajan con Médicos Sin Fronteras. Esta violencia tan concentrada ha sa- cudido las áreas de resistencia, dijo Ah- med, un paramédico. De los que queda- ban a principios de agosto, la mitad ha huido, indicó, mientras que el resto ca- mina diariamente para esconderse en los campos o permanecen “atrapados en casa, rezando que no los maten”. Mientras el enfoque internacional ha cambiado a la violencia altamente di- fundida del Estado Islámico y la ame- naza que representa más allá de Siria, se ha prestado menos atención a la lu- cha original entre el presidente Bashar al-Assad y los grupos insurgentes que se alzaron luego de que un movimiento de protesta fue aplastado en 2011. Sin embargo, los grupos que apoyan a la oposición siria, así como organis- mos de vigilancia como Human Rights Watch, tienen mucho tiempo afirman- do que el bombardeo de las fuerzas de seguridad contra áreas controladas por los insurgentes como Douma tiene más impacto sobre los civiles, al matar a muchas personas más que el EI. El gobierno sirio afirma que bom- bardea a terroristas. Douma se suble- vó temprano y muchos allí tomaron las armas. Ahora es un bastión del Ejérci- to del Islam, un grupo insurgente. El Frente Nusra, brazo de Al Qaeda en Si- ria, también está activo allí, mientras que no se conoce que el EI juegue un papel. Los insurgentes también usan Sigue en la página 2 Sigue en la página 2 FOTOGRAFÍAS POR ABD DOUMANY/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES La generación súper digital tiene los ojos abiertos Una niña herida en un hospital improvisado en Douma, suburbio de Damasco, en agosto. Escombro (sup.) de ataques aéreos del Gobierno. Por MAHER SAMAAN y ANNE BARNARD BEIRUT, Líbano TODAS LAS MAÑANAS, durante la llamada a la oración del amanecer, mujeres y niños se desplazan en silencio del suburbio damasceno de Douma a los campos agrícolas circundantes, tratando de salvarse de los bombardeos del día del gobierno sirio. La caminata es parte de una rutina surreal descrita por la fracción de residentes de Douma que suma: hacer compras en calles semidemol- idas, recolectar verduras silvestres y llevar a cabo entierros masivos. Pero ni siquiera los campos son seguros; recientemente, dijeron res- catistas médicos, las bombas mataron a dos familias allí: 10 personas, entre ellas 7 niños. Mientras que multitudes de sirios acaparan la atención del mundo con su fuga a Europa, esta clase de vida es una de las muchas pesadillas de las que huyen. Dejan atrás vecindarios cada vez más vacíos —desde los

Siria vive una pesadilla diaria - images2.listindiario.comimages2.listindiario.com/n/pdf/5_9x27x2015.pdf · ellos es una historia de inocencia perdida. ... una consultoría neoyorquina

Embed Size (px)

Citation preview

Copyright © 2015 The New York Times

DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY

VENTANA

MIKEY BURTON

El reverdecimiento de los edificios genera zumbidos y cantos.

Llega la naturalezaa la azotea

Los bares y jardines en azoteas podrán ser lugares sociales de moda en las grandes ciudades, pero los humanos no son los úni-cos que disfrutan la vista desde

arriba.Un lugar

al que fluyen otras criaturas es el Centro de Convenciones Jacob K. Javits de Nueva York. Alguna vez, el centro fue

conocido por ser mortal para las aves, que se estrellaban contra su fachada tipo espejo. Hoy, gracias a una remodelación de cinco años y 500 millones de dólares, el edificio se está convirtiendo en un refugio para aves, murciélagos y otros animales.

Nuevos paneles de vidrio con dibujos han reducido las muer-tes de aves en un 90 por ciento, reportó The New York Times, y una nueva azotea verde con unas 2.5 hectáreas de sedum atrae a varias especies. Hasta ahora, 11 tipos de aves han sido detectadas, además de cinco tipos de murcié-lagos e insectos para que todos se alimenten.

El objetivo de la renovación era reducir el consumo de energía, pe-ro los arquitectos también querían asegurarse de resolver “el proble-ma de los pájaros”, declaró a The Times, Bruce Fowle, director fun-dador de FXFowle Architects.

Y ahora que las aves están feli-ces, también hay potencial para las abejas. Se han puesto tres colmenas en el techo. “Esperamos con gusto la miel Javits”, dijo a The Times, Alan Steel, presidente y director general del centro.

Este verano, los aficionados a las abejas de la ciudad no tuvieron que ver más allá del Barclays Center, donde una “azotea sobre la azotea” está en construcción a unos 100 metros arriba de la can-cha de basquetbol usada por los Nets de Brooklyn. El espacio de 1.2

hectáreas de la azotea es sede de miles de plantas de sedum, favori-tas de las abejas. Y, durante unos cuantos días, “el espacio verde fue un destino de cuatro estrellas para cientos, quizá miles, de abejas que de repente hicieron acto de presencia para alimentarse del sedum”, escribió James Barron en The Times.

Fue una visita fugaz: las abejas continuaron su viaje tras unos cuantos días. Pero su aparición fue “un efecto secundario inespe-rado e impresionante” del proyec-to de construcción, dijo Ashley Co-tton, vicepresidenta de Forest City Ratner Companies, que construyó el escenario.

Otro proyecto que está llevando el mundo natural hacia el ambien-te urbano confía en tener un im-pacto más duradero: una granja en una azotea en St. Louis, Misuri, donde se cultivan vegetales orgá-nicos como parte del Food Roof Farm.

Beau Reinberg, dueño del edifi-cio, planeaba abrir un restaurante en la azotea cuando lo compró en 2008. Pero cuando fue contactado hace tres años por Mary Ostafi, fundadora de la organización sin fines de lucro Urban Harvest STL, respecto a arrendar el espacio para una granja orgánica, cambió de planes. “Pasas por cuatro o cinco años de una economía difícil en bienes raíces y te vuelves muy creativo para calcular qué va a funcionar”, dijo a The Times.

Hasta ahora, el proyecto incluye un invernadero y colmenas, con esperanzas de agregar un galli-nero más adelante. También hay planes de rentar jardines de suelo elevado a residentes cercanos. Y cuando el jardín cobre vida, Ostafi confía en que también ayudará a la comunidad vecina a florecer.

TESS FELDER

Sus comentarios son bienvenidos en [email protected].

INTELIGENCIA

En Calais, biblioteca para refugiados. PÁG. 2

EL MUNDO

Turistas ‘impiden’ que tortugas aniden. PÁG. 4

DINERO Y NEGOCIOS

Prospera latino en Silicon Valley. PÁG. 5

ARTE Y DISEÑO

El tour corporal de Matthew Barney. PÁG. 8

Siria vive una pesadilla diaria

Por ALEX WILLIAMS

Al escuchar la palabra “milenario”, muchas imágenes vienen a la mente. Allí está Mark Zuckerberg, de Facebook, en su camiseta con capucha, ganando sus primeros mil millones de dólares a los 23 años. Allí está la cantante Miley Cyrus, posando para las cámaras en un acto ex-hibidor de piel que recuerda a una sesión de sexting en Snapchat.

Son valientes, son narcisistas y creen que el mundo les debe todo. O por lo me-nos eso dice el cliché.

Pero, ¿qué hay de la Generación Z, la nacida después de los milenarios que está surgiendo como la generación en la mira de los investigadores de mercado, los ob-servadores culturales y los pronosticado-res de tendencias?

Son los “siguientes grandes trastoca-dores del menudeo”, de acuerdo con la revista Women’s Wear Daily. Llevan “el peso de salvar el mundo y arreglar nues-tros errores pasados sobre sus pequeños hombros”, de acuerdo con un artículo en el sitio Co.Exist de Fast Company, escrito por Jeremy Finch, un consultor sobre in-novación. Lucie Greene, directora mun-dial del Grupo de Innovación en la agen-cia de publicidad J. Walter Thompson, los llama “milenarios en esteroides”.

Está claro que un adolescente de 14 años en 2015 habita un mundo sustancial-mente diferente que uno de 2005.

Después de todo, los milenarios fueron criados durante las épocas de auge y rela-tiva paz de los noventa, sólo para ver a su mundo soleado derrumbarse por los ata-ques terroristas del 11 de septiembre y dos cracks económicos, en 2000 y 2008. La de ellos es una historia de inocencia perdida.

En contraste, la Generación Z ha tenido los ojos abiertos desde el principio, al na-cer en la estela de esos cataclismos en la era de la guerra contra el terrorismo y la gan recesión, dijo Greene.

Claro, los milenarios eran digitales; sus años adolescentes fueron definidos por los iPods y MySpace. Pero la Gene-ración Z es la primera en ser criada en la era de los teléfonos inteligentes. Muchos

no recuerdan una época anterior a que existieran los medios sociales.

“Somos los primeros auténticos nativos digitales”, dijo Hannah Payne, una blo-guera y estudiante de la Universidad de California, en Los Ángeles. “Yo puedo ca-si simultáneamente crear un documento, editarlo, subir una foto a Instagram y ha-blar por teléfono, todo ello desde la inter-fase amigable con el usuario de mi iPhone.

“La Generación Z asimila información instantáneamente”, dijo, “y pierde el in-terés con la misma velocidad”.

Los mercadotecnistas están conscien-tes de ello. En una era de emojis y videos Vine de seis segundos, “les decimos a nuestros socios publicitarios que si no comunican en cinco palabras y con una imagen gigante, no se comunicarán con esta generación”, dijo Dan Schawbel, de Millennial Branding, una consultoría neoyorquina.

Hasta ahora, suenan mucho como los milenarios. Pero quienes estudian las tendencias juveniles empiezan a discer-nir grandes diferencias en cómo las dos generaciones ven sus personas en línea, empezando con la privacidad.

Mientras que la generación milenaria

suburbios de Damasco hasta la ciudad norteña de Alepo— que dan testimonio de la escala de su éxodo.

Esos bombardeos tienen años de ocurrir en zonas controladas por los insurgentes, como Douma, una de las primeras áreas en levantarse contra el Gobierno en 2011. Y sin embargo, la si-tuación aún puede empeorar. El último mes en Douma dejó eso en claro.

Las fuerzas gubernamentales ini-ciaron una ofensiva aún más intensa que de costumbre, al usar no sólo los proyectiles de artillería que Douma ha llegado a esperar, sino también ataques aéreos. Quizá cuatro de cada cinco resi-dentes ya habían huido de lo que alguna vez fue una bulliciosa comunidad de al-rededor de medio millón de habitantes.

Más de 550 personas, en su mayoría civiles, han muerto en el último mes en Douma y los suburbios cercanos, 123 de

ellos niños, señalan rescatistas médi-cos de la Media Luna Roja. Agosto fue uno de los meses más sangrientos en el distrito, con al menos 150 lesionados por traumatismo tratados cada día del 12 al 31 de agosto, un número que inclu-ye sólo a los pacientes de 13 clínicas im-provisadas que trabajan con Médicos Sin Fronteras.

Esta violencia tan concentrada ha sa-cudido las áreas de resistencia, dijo Ah-med, un paramédico. De los que queda-ban a principios de agosto, la mitad ha huido, indicó, mientras que el resto ca-mina diariamente para esconderse en los campos o permanecen “atrapados en casa, rezando que no los maten”.

Mientras el enfoque internacional ha cambiado a la violencia altamente di-fundida del Estado Islámico y la ame-naza que representa más allá de Siria, se ha prestado menos atención a la lu-

cha original entre el presidente Bashar al-Assad y los grupos insurgentes que se alzaron luego de que un movimiento de protesta fue aplastado en 2011.

Sin embargo, los grupos que apoyan a la oposición siria, así como organis-mos de vigilancia como Human Rights Watch, tienen mucho tiempo afirman-do que el bombardeo de las fuerzas de seguridad contra áreas controladas por los insurgentes como Douma tiene más impacto sobre los civiles, al matar

a muchas personas más que el EI.El gobierno sirio afirma que bom-

bardea a terroristas. Douma se suble-vó temprano y muchos allí tomaron las armas. Ahora es un bastión del Ejérci-to del Islam, un grupo insurgente. El Frente Nusra, brazo de Al Qaeda en Si-ria, también está activo allí, mientras que no se conoce que el EI juegue un papel. Los insurgentes también usan

Sigue en la página 2

Sigue en la página 2

FOTOGRAFÍAS POR ABD DOUMANY/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

La generación súper digital tiene los ojos abiertos

Una niña herida en un hospital improvisado en Douma, suburbio de Damasco, en agosto. Escombro (sup.) de ataques aéreos del Gobierno.

Por MAHER SAMAAN y ANNE BARNARD

BEIRUT, LíbanoTODAS LAS MAÑANAS, durante la llamada a la oración del amanecer, mujeres y niños se desplazan en silencio del suburbio damasceno de Douma a los campos agrícolas circundantes, tratando de salvarse de los bombardeos del día del gobierno sirio.

La caminata es parte de una rutina surreal descrita por la fracción de residentes de Douma que suma: hacer compras en calles semidemol-idas, recolectar verduras silvestres y llevar a cabo entierros masivos. Pero ni siquiera los campos son seguros; recientemente, dijeron res-catistas médicos, las bombas mataron a dos familias allí: 10 personas, entre ellas 7 niños.

Mientras que multitudes de sirios acaparan la atención del mundo con su fuga a Europa, esta clase de vida es una de las muchas pesadillas de las que huyen. Dejan atrás vecindarios cada vez más vacíos —desde los

INTERNATIONAL WEEKLY

NANCY LEE Editora ejecutivaTOM BRADY Editor en jefeALAN MATTINGLY Editor

The New York Times International Weekly620 Eighth Avenue, New York, NY 10018

CONSULTAS EDITORIALES: [email protected]

CONSULTAS DE VENTAS Y PUBLICIDAD:[email protected]

THE NEW YORK TIMES SE PUBLICA SEMANALMENTE EN LOS SIGUIENTES DIARIOS: SÜDDEUTSCHE ZEITUNG, ALEMANIA � CLARÍN, ARGENTINA � DER STANDARD, AUSTRIA � LA RAZÓN, BOLIVIA � FOLHA Y GAZETA DO POVO, BRASIL � GUELPH MERCURY, THE HAMILTON SPECTATOR, TORONTO STAR Y WATERLOO REGION RECORD, CANADÁ � LA SEGUNDA, CHILE � EL ESPECTADOR, COLOMBIA � EL PAÍS, ESPAÑA � THE DALLAS MORNING NEWS Y U-T SAN DIEGO, ESTADOS UNIDOS ��MANILA BULLETIN, FILIPINAS � PRENSA LIBRE, GUATEMALA � LA REPUBBLICA, ITALIA � ASAHI SHIMBUN, JAPÓN � DIARIO DE YUCATÁN, EL NORTE, EXPRESO Y REFORMA, MÉXICO � EL DIARIO, MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS � EL NUEVO DIARIO, NICARAGUA � CORREO, PERÚ � LISTIN DIARIO, REPÚBLICA DOMINICANA � TODAY, SINGAPUR

E L M U N D O

2 DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por BEN C. SOLOMON

KENEMA, Sierra Leona — Bajo el fuerte sol de mediodía, Erison Tu-ray sermoneaba a sus compañeros de equipo antes de su primer partido. “No luzcan felices”, dijo, mientras se encontraban allí parados en sus cami-setas negras con la leyenda “Sobreviví al ébola”, en grandes letras en blanco y rojo. “Tenemos que ser serios. Tene-mos que jugar en recuerdo de los que no están aquí”.

Sin embargo, al entrar a la cancha polvorienta, rodeada de cientos de afi-cionados y espectadores curiosos, Tu-ray no pudo evitar sonreír. Hace unos meses, la gente se cruzaba a la acera de enfrente cuando lo veían venir, temero-sos de acercarse demasiado a un sobre-viviente de ébola. Lo mismo les sucedía a sus compañeros de equipo. Ahora, eran recibidos cálidamente al salir a la cancha para su primer partido de fútbol.

Turay es uno de 16.000 sobrevivien-tes de la epidemia de ébola del año pa-sado que se extendió por toda África Occidental. Los sobrevivientes en gran medida fueron dejados a su suerte, con poca idea de cómo salir adelante en un mundo repentinamente poco hospita-lario en el que incluso sus familiares se rehusaban a recibirlos. Así que, pensó Turay, ¿qué es lo único en torno a lo que todos se podrían unir?

Ése fue el inicio del Club de Fútbol de los Sobrevivientes de Ébola de Kenema —KES F.C.— un equipo de fútbol con-formado totalmente por sobrevivien-tes, encabezado por Turay.

Ha transcurrido más de un año desde que el brote de ébola alcanzó su máximo nivel. Kenema, la tercera ciudad más grande en Sierra Leona, en gran medida ha vuelto a la normalidad, al tiempo que el número de casos se ha reducido a casi cero. Pese a la temible reputación del ébola, casi el 60 por cien-to de los infectados se recuperaron.

Sin embargo, a medida que se des-vanece la enfermedad, han crecido los problemas para los sobrevivientes. En el curso del último año, muchos sobre-vivientes han reportado ser echados de sus hogares y corridos de lugares públicos.

Cuando han pasado unos meses tras su recuperación, los sobrevivientes de ébola raras veces son contagiosos. Sal-vo rastros hallados en el semen y otros no contagiosos dentro del ojo, una vez que los pacientes son declarados libres de ébola ya no representan un riesgo pa-ra la gente a su alrededor. Sin embargo, más de un año después de que comenzó el brote, aún no se había comprendido

esa lección. “Me hace sentir como si tu-viera otro ébola”, comentó Turay.

Al formar un equipo, esperaba lu-char contra ello.

Turay, de 23 años, es bien conocido en Kenema. Aunque muchos en esa pe-queña ciudad se enfermaron, pocos en-frentaron tanta tragedia como él y su familia muy unida. En total, 38 de sus familiares murieron de ébola. Turay y su madre son los únicos que quedaron vivos.

En agosto de 2014, cursaba la univer-sidad en Freetown, la capital, cuando recibió una llamada de su padre.

“Me dijo: ‘debes venir ahora a casa. Todos estamos enfermos’”, recordó Turay.

Turay empezó a trasladar parien-tes enfermos al hospital a bordo de su motocicleta. Poco después, él también enfermó. Tras semanas de tratamien-to, Turay fue declarado libre de ébola y dado de alta. Cuando volvió a casa, descubrió que ya había muerto más de la mitad de su familia.

Cuando falleció su padre, Turay no es-taba seguro de cómo podría seguir adelante. Pero ahora cree conocer una manera.

“Si jugamos fútbol, pode-mos olvidarnos del pasa-do”, afirmó.

Fue en diciembre de 2014, cuando empezó a menguar la epidemia, que Turay tuvo la idea de practicar fútbol con sobrevivientes. Para abril, con la ayuda de algu-nos trabajadores humani-tarios extranjeros radica-dos en Kenema, KES F.C. tenía un sitio en internet, una página de Facebook, credenciales platificadas

para todos los jugadores y camisetas para partidos como local y visitante, logros asombrosos en una parte tan re-mota y subdesarrollada del país.

En mayo, jugó su primer partido, contra los Combatientes del Ébola, un equipo compuesto de enfermeras, cho-feres de ambulancia y trabajadores de la salud que habían cuidado de los juga-dores a principios de año. Las mujeres jugaron primero.  

Tras 45 minutos de juego, las Sobre-vivientes derrotaron a las Combatien-tes, 2-0.

Luego vinieron los equipos varoni-les. La acción fue un poco lenta y desor-ganizada, al tiempo que los Combatien-tes tomaron una ventaja tempranera en la primera mitad.

Las cosas no mejoraron mucho en el segundo tiempo y los Sobrevivien-tes perdieron, 5-0. Pero salieron de la cancha sonriendo y saludando a los es-pectadores, que para entonces suma-ban unos 500. Luego, para su sorpresa, fueron rodeados por sus oponentes y la incipiente muchedumbre. Celebraron juntos y se dieron palmaditas en la es-palda, sin temor a tocarse y abrazarse.

“¡Son nuestros hermanos!”, gritó un jugador, rodeando a Turay con el brazo. 

CALAIS, Francia“¿Le gusta el lugar?”.Eso es lo que la gente en la “Jungla” de

Calais pregunta una y otra vez. Quiere saber qué opino de este tramo de tierra sucio y sin electricidad debajo de una autopista, lleno de tiendas de campaña, cobertizos cubiertos de plástico y sani-tarios aterradores. Es un hogar tempo-ral para varios miles de personas, que en su mayoría han huido recientemente de África Oriental o Medio Oriente.

No estoy segura de cómo responder a esta pregunta. ¿Debería ser cortés y decir que la Jungla no está tan mal? Rápidamente me doy cuenta de que es la respuesta incorrecta. Estos hombres quieren escuchar lo mismo que yo que-rría oír si viviera ahí: que es deplorable e indigno de ellos.

“Ni siquiera queremos una oración larga. Sólo queremos ‘sí, está mal’”, ex-plicó Mohammed, un sudanés que estu-dió física y matemáticas en su país.

Estoy pasando el día en una parte relativamente cómoda de la Jungla: una biblioteca improvisada abierta hace tres semanas por una voluntaria británica llamada Mary Jones. Está hecha con tablones de madera y paneles de plásti-co, y tiene un techo de metal corrugado. (“Biblioteca es una palabra ambiciosa. Es un cobertizo”, dice Jones).

Un letrero en una pared exterior dice “Libros de la Jungla” en inglés, francés y

árabe. Está en un sendero sin pavimen-tar junto a la iglesia eritrea y a aproxi-madamente 14 kilómetros de la razón de ser de la Jungla: el túnel entre Francia e Inglaterra. Todas las noches, algunos residentes de la Jungla intentan invadir el túnel o escabullirse en —o sobre— un tráiler con destino a Gran Bretaña.

Adentro hay unos cuantos centenares de libros donados: un libro de texto de economía, “Los sueños de mi padre” de Barack Obama, “El cuerpo perfecto: el método Pilates”, “1000 sitios que ver an-tes de morir” y tres ediciones diferentes del Zohar, el texto místico judío.

A Jones se le ocurrió la idea de la bi-blioteca tras pasar tiempo en la Jungla y “conocer a tanta gente tan altamente calificada”.

Peter Bouckaert, director de emer-gencias en Human Rights Watch, dijo que muchos refugiados sirios son profesionales instruidos que piden ma-teriales de lectura, sobre todo libros de idiomas que les ayuden a integrarse. El grupo francés Bibliotecas Sin Fronteras manda “cajas de ideas” a los campa-mentos, llenas de libros, materiales de aprendizaje y una conexion para Wi-Fi.

Durante mi visita, los residentes bus-caban principalmente lecturas sencillas

en inglés y libros que les ayudaran a aprender francés.

“Dado que estoy en Francia, tengo que hablar el idioma”, dijo Babiker Mater, un sudanés que viste una blusa de mujer demasiado pequeña con estampado de cachemira, un donativo recibido du-rante su escala en París. El invierno se acerca. Vive en una tienda de campaña y no tiene abrigo.

Mater no tiene una historia simple y pulida de por qué vive en un sucio cam-pamento de tránsito, llevando consigo sólo una pequeña mochila. El gobierno sudanés bombardeaba a civiles en su estado, Nilo Azul. Había estudiado inge-niería, pero trabajaba en Sudán como al-bañil con un salario bajo, para mantener a su madre desempleada y a su hermano. Tiene 25 años. Ir a Europa le había pare-cido una oportunidad de hacer algo con su vida. Ahora, sentado en el purgatorio de la Jungla, sin dinero y usando una blu-sa de mujer, no está tan seguro.

Se me dificulta imaginar a los hom-bres de la biblioteca saltando sobre camiones en la noche. Uno de ellos, un esbelto eritreo de 22 años, habla en voz tan baja que tengo que inclinarme para escucharlo. En su país, era estudiante universitario antes de ser arrestado

en el campus y encarcelado durante 18 meses. “Quiero estar en Inglaterra porque en Inglaterra se tiene derecho a estudiar”, susurra. “Quiero continuar mi educación, quiero graduarme”.

Ahí cerca, una joven española guía a cuatro hombres africanos en una clase de francés. Sus libros de texto están abiertos en un capítulo sobre el sistema de castas de India. Pero la clase rápi-damente se convierte en una sesión de terapia grupal; los hombres hacen circular sus teléfonos para mostrar imá-genes desgarradoras de sus recientes trayectos en barco a través del Medite-rráneo.

Un sudanés dice que su barco se frag-mentó en tres partes frente a la costa libia. Nadó de vuelta a la costa, donde los mismos traficantes libios hicieron que todos los sobrevivientes subieran a otro barco a punta de pistola. Los traficantes no querían que nadie regresara al pobla-do y contara a otros migrantes sobre el accidente.

Para el final del día, me doy cuenta de que la biblioteca es, sobre todo, un lugar tranquilo para que la gente procese lo que ha sucedido y pondere qué hará a continuación. Jamal, un chofer de moto-taxi de la región sudanesa de Darfur, ha

estado sentado en una esquina, teclean-do en árabe en su iPad. (Lo recarga en Salam, una organización benéfica fran-cesa que también ofrece cenas). “Estoy haciendo mi trabajo”, fue lo único que dijo al respecto.

Al caer la tarde en la Jungla, Jamal finalmente revela en lo que ha estado trabajando: su autobiografía, desde su nacimiento hasta Calais. “Desde que crucé la frontera y el Mar Mediterrá-neo, comienzo a pensar en mi vida”, explica. No es la vida que anticipaba. “La vida son etapas: niño, joven. Ahora, refugiado en Europa. Y estoy realmente impactado”, dice. “En ocasiones siento que cometí un error al venir a Europa. De cualquier modo, no tengo opción, me fui por la fuerza”.

Dos niños eritreos, de 6 años, entran en busca de juguetes. Encuentran un ca-mión con semirremolque en miniatura y Jamal señala una puerta en la parte pos-terior. “Ahí se ocultan”, les dice. Cuando no comprenden, Jamal añade, “¿por qué estamos aquí? Para cruzar la frontera”.

“¡A Inglaterra!”, responde uno de los niños.

No estoy segura de cuánta gente en la Jungla llegará a Inglaterra. Algunos han solicitado quedarse en Francia. Pero al final del día, no tengo problemas en decir lo que pienso de esta inhóspita tierra de nadie. Nadie debería tener que vivir así. Debemos tratar a la gente con humanidad mientras tanto ella como nosotros averiguamos qué hacer a con-tinuación.

TARA TODRAS-WHITEHILL PARA THE NEW YORK TIMES

En Sierra Leona, los sobrevivientes del ébola con frecuencia son rechazados.

BASSAM KHABIEH/REUTERS

Los que quedan viven una pesadilla en Siria

Jugadores dan una patada al estigma del ébola

Generación súper digital tiene los ojos abiertos

EN LÍNEA: SOBREVIVEN Y JUEGANVea cómo Sierra Leona se solidariza gracias a un partido de fútbol:nytimes.com Busque ‘Ebola’

Viene de la página 1

Viene de la página 1

fue la pionera de la penosa selfie subida a Facebook, muchos en la Generación Z han acogido las plataformas anónimas de medios sociales, como Secret o Whis-per, así como Snapchat, donde cualquier imagen incriminatoria desaparece casi instantáneamente, dijo Dan Gould, con-sultor de tendencias en Sparks & Honey, una agencia de publicidad en Nueva York.

“En cuanto a privacidad, están cons-cientes de su marca personal y han visto a miembros de la Generación Y meter la pata al subir cosas con demasiada aper-tura”, dijo Gould.

Sin embargo, la diferencia entre ge-neraciones es mucho más profunda que elegir Snapchat por encima de Facebook.

Han cambiado las actitudes sobre pro-blemáticas sociales, en algunos casos de manera sísmica, en la década desde que los milenarios eran adolescentes.

Por ejemplo, el matrimonio entre per-sonas del mismo sexo ha pasado de ser un asunto político controvertido a un de-recho constitucional en Estados Unidos. Y el primer presidente afroamericano de EE.UU. es menos un hito histórico que un hecho de la vida.

“Estados Unidos se vuelve más multi-cultural día a día”, dijo Anthony Richard Jr., de 17 años, de Gretna, Luisiana. “Es exponencial en comparación con genera-ciones anteriores”.

Los padres de los adolescentes de la Generación Z juegan un papel poderoso en darle forma a su visión colectiva. Los

milenarios, con frecuencia retratados, injustamente o no, como consentidos nar-cisistas que esperan que el jefe les sirva el café, fueron criados por la generación de postguerra (los nacidos entre 1946 y 1964) quienes, dicen muchos, componen la ge-neración más iconoclasta, ensimismada y con delirios de grandeza de la historia.

En contraste, la Generación Z tiende a ser producto de la Generación X, una generación relativamente pequeña y que no se sorprende con nada, que llegó a la edad adulta en los tristes años post Watergate y post Vietnam de los seten-ta, cuando los horizontes parecían limi-tados. Ese grupo, que creció con discos de Nirvana y películas de horror san-grientas mientras sus padres estaban trabajando, ha tratado de dar a sus hijos la niñez segura y con cimientos que ellos nunca tuvieron, dijo Neil Howe, econo-mista y coautor de más de una docena de libros sobre las generaciones de EE.UU.

“Uno ve los blogs de mamás de miem-bros de la Generación X y la seguridad es una gran preocupación: los vasos en-trenadores de acero inoxidable libres de BPAs y la preparación casera de alimen-to para bebés”, dijo Howe.

“Definitivamente creo que el crecer en una época de penurias, conflicto global y problemas económicos ha afectado mi futuro”, dijo Seimi Park, una estudiante de secundaria de 17 años en Virginia, quien siempre soñó con una carrera en el mundo de la moda, pero recientemente ha cambiado su enfoque a las leyes, por-que parece menos riesgoso.

“Eso se aplica a todos mis amigos”, dijo. “Creo que hablo por mi generación cuando digo que nuestro optimismo hace mucho fue reemplazado por el pragma-tismo”.

Esa sobria sensibilidad aparentemen-te va más allá del campo profesional. Un reporte de tendencias de Sparks & Honey afirmó que la Generación Z pone gran én-fasis en ser “maduro y estar en control”.

Si se junta todo —la privacidad, la cau-tela, el enfoque en carreras sensatas— la Generación Z empieza a parecerse me-nos a los arrojados milenarios y más a sus abuelos, dijo Howe.

Pero esa comparación tiene sus lími-tes para una generación predispuesta a hacer videos Vine de sí mismos haciendo volteretas sobre sus gatos.

“Somos testigos de compañías en de-sarrollo que tienen gran éxito instantá-neamente vía los medios sociales”, dijo Andrew Schoonover, de 15 años, en Ola-the, Kansas.

“No queremos trabajar en el verano en un negocio local de comida rápida”, dijo. “Queremos fundar nuestro propio nego-cio porque vemos al puñado de afortuna-dos que se sacan la lotería”.

tácticas indiscriminadas.Pero en términos de escala, el bombar-

deo del Gobierno de áreas rebeldes está en otro nivel. Ha devastado grandes sec-ciones del centro de Homs en el oeste de Siria, Alepo y los suburbios de Damasco. En Alepo, el arma preferida es la bomba de barril cargada de metralla, no dirigi-da y lanzada desde helicópteros.

No son sólo los bombardeos deforman la vida en Douma. Años de sitio guberna-mental han obligado a los residentes a de-pender de túneles y contrabandistas para conseguir artículos diarios. La ayuda hu-manitaria es bloqueada en gran medida, y pocas personas pueden entrar o salir.

Algunos insurgentes actúan como je-fes militares. Así que escaparse significa tratar con traficantes y nuevos riesgos. Los que sí llegan a la capital pueden ser acosados por fuerzas de seguridad que sospechan de la gente proveniente de las

áreas de oposición.Eso lleva a muchos a Líbano, Jorda-

nia o Turquía, que albergan a la mayoría de los 4 millones de sirios oficialmente registrados como refugiados en el ex-tranjero. Pero esos países se han vuelto menos hospitalarios, con requisitos más estrictos para obtener la residencia y ca-da vez menos prestaciones. Así que los refugiados pueden dirigirse más lejos, tal vez a Europa. O pueden regresar a Douma y a una guerra que ha matado a un cuarto de millón de sirios.

Sólo se puede tener un vistazo a la vida allí en videos subidos a los medios socia-les por insurgentes, activistas y trabaja-dores de rescate. En un clip reciente, un voluntario —quizá un adolescente— se echó al hombro el cuerpo inerte de un ni-ño. En otro, un joven desentierra un cadá-ver sangriento de debajo de unas piedras.

Los residentes de Douma llaman al 16 de agosto el “Domingo Negro”. Por lo me-nos 122 personas fallecieron en ataques

aéreos contra un mercado de verduras, según funcionarios de rescate, la Red Si-ria de Derechos Humanos y otros grupos de monitoreo. El médico Adnan Tobaji realizó cirugías en una clínica improvi-sada, a veces sobre el piso, sin anestesia ni materiales estériles.

La caída libre de Douma ha instado a Tobaji y varios cientos de colegas y resi-dentes a firmar una petición que hace un llamado a una tregua humanitaria total, con la esperanza de que motive conver-saciones y termine la guerra. El llamado es impresionante por venir del Douma rebelde. No establece precondiciones para la suerte de Assad, un punto de con-flicto durante mucho tiempo.

“La suerte de Assad para nosotros no es nada comparada con la suerte de Siria el país, el pueblo y los niños”, dijo Tobaji. “En este instante mientras hablamos, un sirio está siendo abatido. Necesitamos una solución por cualquier medio para detener el combate”.

Antes de un reciente aumento en los ataques del gobierno sirio, alrededor de cuatro de cada cinco residentes de Douma habían partido. La ciudad tenía una población preguerra de medio millón. Habitantes reaccionan frente a los ataques aéreos el 24 de agosto.

INTELIGENCIA/PAMELA DRUCKERMAN

Los refugiados leen, y esperan

Envíe sus comentarios [email protected].

Son adolescentes que miran el mundo como lo hicieron sus abuelos.

E L M U N D O

DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015 3THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

La desazón crece en Turquía al aproximarse las elecciones

DIARIO DE SELJORD

Noruega celebra a

los vikingos

Rompe con Rusia paraayudar a Ucrania

Piden a soldados de EE.UU. ignorar abusosPor JOSEPH GOLDSTEIN

KABUL, Afganistán — En su última llamada telefónica a casa, el soldado de primera Gregory Buckley Jr. le dijo a su padre lo que le inquietaba. Desde su lite-ra en el sur de Afganistán, podía oír a po-licías afganos que abusaban sexualmen-te de niños que habían llevado a la base.

“En la noche podemos oírlos gritar, pero no se nos permite hacer nada al res-pecto”, recordó Gregory Buckley padre, que le dijo su hijo antes de morir a tiros en la base, en 2012.

Instó a su hijo a decirles a sus superio-res. “Mi hijo comentó que sus oficiales le dijeron que hiciera la vista gorda porque era su cultura”.

El abuso sexual desenfrenado de me-nores ha sido un problema durante mu-cho tiempo en Afganistán, particular-mente entre comandantes armados que dominan gran parte del paisaje rural y pueden acosar a la población. La práctica se llama bacha bazi, literalmente “juego de niños”, y los soldados y marines esta-dounidenses han recibido instrucciones de no intervenir, de acuerdo con entrevis-tas y registros del tribunal.

“La razón por la que estábamos aquí es porque escuchamos cosas terribles que los talibanes le hacían a la gente, y cómo abusaban los derechos humanos”, dijo Dan Quinn, ex capitán de las Fuerzas Es-peciales que golpeó a un comandante de la milicia respaldada por Estados Unidos por mantener a un niño encadenado a su

cama como esclavo sexual. “Pero está-bamos poniendo a gente en el poder que hacía cosas peores que las que hacían los talibanes: eso fue algo que me contaron los ancianos del pueblo”.

La política de instruir a los soldados a que ignoren el abuso sexual infantil co-metido por sus aliados afganos hoy reci-be un nuevo escrutinio, en particular a medida que se sabe que miembros de las fuerzas armadas, como el capitán Quinn, han enfrentado castigos, incluso el fin de su carrera, por desobedecerla.

Tras la golpiza, el Ejército relevó al capitán Quinn de su mando y lo sacó de Afganistán. Luego dejó las fuerzas mili-tares.

Cuatro años más tarde, el Ejército también intenta retirar por la fuerza al sargento de primera clase Charles Mart-land, miembro de las Fuerzas Especiales que se unió al capitán Quinn en la golpiza al comandante.

Cuando se le cuestionó sobre la políti-ca militar estadounidense, el vocero del comando de Estados Unidos en Afganis-tán, el coronel Brian Tribus, escribió en un email: “Generalmente, los alegatos de abuso sexual infantil por parte de mi-litares o policías afganos sería un asunto de la ley criminal afgana”.

Algunos soldados creían que la política tenía sentido, aun cuando personalmen-te estaban angustiados.

“El principal objetivo era combatir a los talibanes”, reflexionó un soldado de

primera de los marines. “No era detener el abuso sexual”.

Para el verano de 2011, el capitán Quinn y el cargento Martland, realizan-do

su segunda misión en la provincia de Kunduz, empezaron a recibir quejas sobre las unidades de la policía local afgana a las que ellos entrenaban y apo-yaban.

Después de cada caso, Quinn reunía a los comandantes afganos y los alecciona-ba sobre derechos humanos.

En septiembre de 2011, una mujer afgana, con moretones visibles, se pre-sentó en una base de Estados Unidos con su hijo, quien cojeaba. Uno de los comandantes de policía del área, Abdul

Rahman, había raptado al niño y lo había obligado a convertirse en esclavo sexual, encadenado a su cama, explicó la mujer. Cuando solicitó el regreso de su hijo, ella misma fue golpeada. Finalmente, su hijo fue liberado, pero temía que volviera a suceder.

Así que Quinn mandó llamar a Abdul Rahman y lo confrontó sobre lo que había hecho. El comandante policial reconoció que era cierto, pero le restó toda impor-tancia.

“Lo levanté y lo arrojé al suelo”, narró Quinn. Martland se le unió, dijo. “Hice eso para asegurarme de que se entendie-ra el mensaje de que si regresaba por el niño, no iba a tolerarlo”, recordó Quinn.

El padre del soldado Buckley cree que la política de ignorar el abuso sexual fue un factor en la muerte de su hijo.

El soldado de primera Buckley y otros dos marines fueron asesinados en 2012 por un séquito de niños que vivían en su base con un comandante de la policía afgana de nombre Sarwar Jan.

Buckley le contó a su padre sobre la presencia de los niños durante su última llamada. Jan ha negado mantener escla-vos sexuales.

Unas dos semanas después, uno de los muchachos más grandes tomó un rifle y mató a Buckley y los otros marines.

“Para los muchachos, los marines es-tán permitiendo que suceda, así que son culpables por asociación”, dijo Buckley padre.

Por ANDREW HIGGINS

SELJORD, Noruega — Durante años, Jeppe Nordmann Garly ha sido un “vikin-go recreativo”, un miembro entusiasta de una fraternidad alternativa de aspiran-tes a guerreros nórdicos que se visten con ropa del siglo 10, asisten a ferias de artesanías los fines de semana y compar-ten información vía Internet sobre dónde conseguir un casco o espada auténtica.

Ahora, se ha convertido en un vikingo de tiempo completo. Garly es el director del primer curso financiado por el gobier-no de Escandinavia sobre cómo vivir co-mo un vikingo.

Pero como uno políticamente correcto, depurado de la agresión sanguinaria que hizo a la Era Vikinga sinónimo de violen-cia machista.

“Nunca he saqueado nada”, dijo Garly, un danés de 36 años cuya estatura mo-desta, actitud jocosa y figura rechoncha contradicen su entusiasmo por los anti-guos guerreros.

“La violación y el pillaje no son parte del plan de estudios”, añadió.

Lo que también está vetado en el cam-pos en Seljord, un bonito poblado junto a un lago 185 kilómetros al oeste de Oslo, son los símbolos nazis de origen nórdi-co, que la Alemania nazi y un gobierno fascista títere utilizaron en Noruega du-rante la Segunda Guerra Mundial como emblemas de su credo racista.

En lugar de ello, los estudiantes inscri-tos en el nuevo curso en una universidad de educación continua en Seljord apren-den sobre el amor de los vikingos por el arte intrincado y los objetos hermosos.

Además, confeccionan sus propias prendas estilo vikingo y botas artesana-les de cuero.

En un país que otorga el Premio Nobel de Paz cada año y se deleita con su reputación por la tolerancia, el cambio de imagen de los vikingos es parte de un resurgimiento mayor de interés por un periodo histórico antes acogido princi-palmente por nacionalistas de extrema derecha.

Todo ello ha ayudado a convertir el orgullo en la Era Vikinga en algo respe-table en una época en que los noruegos buscan reforzar las identidades que han sido sacudidas por alarma ante la inmi-

gración y el impacto de la globalización.Una casa editorial noruega acaba de

iniciar una nueva revista en Internet lla-mada “El vikingo feliz”, un director cine-matográfico noruego acaba de terminar lo que se promociona como un éxito taqui-llero vikingo programado para estrenar-se a principios de 2016 y se han disparado las visitas a los museos en Oslo y Lofoten que tienen barcos vikingos en exhibición.

Arve Husby, director de la universidad en Seljord, dijo que el interés serio en los vikingos ayudaría a empujar a los extre-mistas “a los márgenes” y reclamar una parte importante del pasado de Norue-ga, que incluyó logros importantes como navegar a América del Norte unos 500 años antes que Colón.

El curso de nueve meses cuesta 18.000 kroner, unos 2.200 dólares. Los 14 estu-diantes dijeron que los había atraído la oportunidad de trabajar con sus manos y reconectarse con la historia.

“Fueron grandes guerreros y muy buenos para matar, pero eso es sólo una pequeña parte de lo que hicieron”, señaló Alexander Fredriksen, de 20 años.

Se enorgullecen de su historia sin simbolismo nazi.

KIRSTEN LUCE PARA THE NEW YORK TIMES

El soldado Gregory Buckley Jr. fue asesinado por un esclavo sexual.

Henrik Pryser Libell contribuyó con reportes a este artículo

Por SALLY McGRANE

ODESA, Ucrania — Detrás de una reja de barrotes metálicos, los pasi-llos del desvencijado edificio de dos pisos conducían a salones de juego deteriorados, pero limpios, decora-

dos con melancó-lico arte socialista realista y algunos pósters de “Bob Es-ponja”. Divididos por edades, grupos de ni-ñas y niños de hasta 7 años jugaban en el calor, portando sólo

su ropa interior.Los chicos más grandes clamaban

ser cargados. Maria Gaidar asintió y luego escuchó mientras uno de sus inspectores reportaba que habían contado sólo 39 niños, no los 50 que estaban declarados en la papelería del orfanato.

“¿Y acaso ves que haya 250 perso-nas trabajando aquí?”, contestó Gai-dar, en referencia a las cifras oficiales de la nómina.

Gaidar es hija de uno de los refor-mistas más famosos de Rusia, Yegor Gaidar, el primer primer ministro post soviético. También es la nueva asesora en cuestiones sociales y de salud para el gobernador en la región ucraniana de Odesa. Ella se cuenta entre varios extrajeros que han llega-do al área con la esperanza de trans-formarla en una sala de exhibición de la democracia ucraniana.

Las inspecciones de detección de fraudes, como ésta, son parte de los muchos planes de Gaidar para ayudar a su jefe, el ex presidente de Georgia, Mijeil Saakashvili, en su lu-cha contra la corrupción desmedida ,que es uno de los legados de la era so-viética de esta región potencialmente volátil y mayoritariamente de habla rusa. Se espera que Saakashvili ins-pire a residentes que se inclinan por Moscú a cambiar su lealtad a Kiev.

Gaidar se está enfocando en pro-yectos como el listado en línea de lugares disponibles en jardines de ni-ños para eliminar los altos sobornos que hoy pagan los padres de familia, y mantener operando el suministro eléctrico en los sanatorios de la era soviética que albergan a refugiados discapacitados del este de Ucrania golpeado por la guerra.

Sin embargo, su labor con los huér-fanos ucranianos y las compañías de

luz también es parte de un mensaje anti Kremlin más amplio, que ha he-cho olas en su natal Rusia.

“Esto manda el mensaje de que a Ucrania le está yendo mejor, y los ru-sos vienen a ayudar”, comentó Sergei Konoplyov, de Harvard.

En Rusia, la noticia de que la here-dera de 32 años de una famosa familia rusa tomaba un empleo administrati-vo en Ucrania enfureció a los medios noticiosos operados por el Estado.

“Me quedé sorprendida”, apuntó Gaidar, conocida por su labor como una destacada activista de la opo-sición en la incipiente escena de las manifestaciones en Moscú de 2005, junto con reformistas como Alexei Navalny e Ilya Yashin.

Al emigrar, Gaidar se une a acti-vistas y ex activistas rusos que optan por marcharse de su país —aunque muchos, a diferencia de ella, se mu-dan a naciones de Occidente, donde por lo general no juegan un papel po-lítico. En casa, los rusos son inunda-dos con el mensaje de que el cambio de régimen en Ucrania ha llevado al caos. No obstante, muchos observan lo que sucede en Odesa, un lugar con el que comparten vínculos lingüísti-cos e históricos.

“La gente realmente se pregunta qué puede cambiar tras una revolu-ción”, expresó Roman Dobrojotov, di-rector de The Insider Russia, un perió-dico en línea con sede en Moscú. “Los rusos que usan internet ven a Mijeil Saakashvili en YouTube confrontar a un oligarca con una villa ilegal en la playa y luego derribar su pared que bloquea el acceso a la playa, y piensan, ‘queremos algo como esto en Rusia’”.

“Si Ucrania tiene éxito en las refor-mas, ése será el final de Putin”, coin-cidió Saakashvili.

Ésa también es la esperanza de Gaidar. “Si todo hubiera estado bien, estaría en Rusia, trabajando como una tecnócrata o una política”, dijo. “Pero con esta guerra, siento que si no estoy haciendo algo contra ello, entonces estoy participando”.

Gaidar está en proceso de renun-ciar a su ciudadanía rusa, según lo requieren las leyes ucranianas. Ase-guró que la decisión fue difícil de to-mar. “No se sintió bien en lo absoluto. Definitivamente tengo un alma rusa. Pero es importante que yo esté aquí ahora, y que esté aquí por completo”.

Por CEYLAN YEGINSU

ESTAMBUL — Multitudes naciona-listas y a favor del Gobierno llenaron du-rante dos noches las calles de Estambul y Ankara hace poco, mientras coreaban “Dios es grande” al tiempo que irrum-pían en un periódico prominente y le prendían fuego a las oficinas de un par-tido político kurdo.

La economía de Turquía se ha desace-lerado y el valor de la lira turca sigue ca-yendo día a día. Los cruceros han dejado de atracar en Estambul y muchos resi-dentes evitan el metro debido a amena-zas de bomba.

Un sentido de desazón se propaga por Turquía al tiempo que se reaviva el con-flicto de décadas de antigüedad entre los milicianos kurdos y las fuerzas de segu-ridad turcas en la volátil región sureste. Crecen los temores de que el país pueda regresar a los días oscuros de los noven-ta.

En años recientes, Turquía ha busca-do influir y moldear a Medio Oriente, al retratarse como todo lo que la región no es: democrático, próspero y seguro. Pe-ro la inestabilidad económica y política se profundizan antes de que el gobierno interino realice una elección anticipada en noviembre, los terceros comicios na-cionales en poco más de un año.

Los detractores dicen que la campa-ña militar de Turquía contra los kurdos

es parte de la estrategia del presidente Recep Tayyip Erdogan de avivar el sen-timiento nacionalista para ayudar a que su Partido de la Justicia y el Desarrollo, o AKP, recupere la mayoría parlamentaria que perdió en las elecciones del 7 de junio.

En el distrito de Besiktas, en el centro de Estambul, las visitas al Palacio de Dolmabahce, donde milicianos detona-ron explosivos hace varias semanas y dispararon contra oficiales de policía, ha disminuido.

“Tras enterarse del incidente, muchos amigos cancelaron por completo sus via-jes a Turquía”, dijo Gemma Haighton, una turista de Londres, mientras espe-raba entrar al palacio.

La industria turística de Turquía ha re-gistrado una caída de casi un 14 por cien-to en sus ingresos en el segundo trimes-tre, en comparación con el año anterior, de acuerdo con cifras del Gobierno.

Las crecientes preocupaciones sobre seguridad llegan tras el colapso, en julio, de un cese al fuego de dos años entre re-beldes del Partido de los Trabajadores de Kurdistán y el estado turco. A eso se suman mayores amenazas y ataques del Partido Revolucionario de Liberación Nacional-Frente y el Estado Islámico, el grupo miliciano sunita que se cree es responsable de un atentado suicida que causó la muerte de más de 30 activistas kurdos en la ciudad de Suruc, en el sur del

país, en julio.Los críticos de Erdogan señalan que la

inestabilidad bien podía actuar a su favor y permitirle persuadir al público de que vuelva a votar por un gobierno unipar-tidista. De hecho, su campaña se basa en ello: de acuerdo con el periódico pro gubernamental Daily Sabah, el lema del partido para la elección será “Voten por el AKP para tener estabilidad”.

En la ciudad vieja de Estambul, mu-chos operadores turísticos y negocios se quejan de una “sequía de turismo”.

“Con cada bomba que estalla en el

sureste llega un correo electrónico o lla-mada telefónica de un cliente que pide un reembolso”, dijo Yusuf Karaca, de 52 años, dueño de Karaca Tur, un operador turístico.

Un día reciente, un amigo irrumpió en su oficina, lamentándose del funeral de soldados caídos que acababa de ver en la televisión.

“Malditos sean esos terroristas”, dijo el hombre, Ahmet, quien sólo dio su pri-mer nombre, “y maldito sea el hombre que arrastró a este país a la guerra por su propia agenda política”.

FOTOGRAFÍAS POR MAURICIO LIMA PARA THE NEW YORK TIMES

ILYAS AKENGIN/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

Las banderas kurdas cubren los ataúdes de los muertos tras choques entre el Ejército y los rebeldes que luchan en el sureste de Turquía.

El curso de vikingos enseña habilidades

como metalurgia. Jeppe Nordmann Garly y su novia

Linnea Bang-Madsen (en la foto

de arriba).

“Si todo hubiera estado bien, estaría en Rusia”.

MARIA GAIDAR

La hija de un reformista ruso

E L M U N D O

4 DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

CHINAÁNÁN

Hong Kong

ManilaBahíade Súbic

s

320 KMS.

v

Mar de China Meridional

Océano Pacífico

Golfo de

Reclamadopor las Filipinas

Islas

Las misiones de pacificación generan dudas

ANÁLISIS NOTICIOSO

Los guatemaltecosluchan por los cambios

Turistas frustran a tortugas en Costa Rica

Filipinas debate el regreso de las bases norteamericanasPor JAVIER C. HERNÁNDEZ

BAHÍA DE SÚBIC, Filipinas — En un destello de fervor anticolonialista hace casi 25 años, los legisladores de las Filipi-nas expulsaron a Estados Unidos de una enorme base naval en este lugar, enton-ces el puesto de avanzada más grande de las fuerzas armadas estadounidenses en el extranjero. Prometiendo liberarse de “los grilletes de la dictadura”, decla-raron que las tropas extranjeras nunca regresarían.

Sin embargo, con China presionando con fuerza su reclamo de una extensión de mar al oeste de aquí, Filipinas debate si recibe de vuelta a la Marina de EE.UU. en la Bahía de Súbic.

También está solicitando a Washing-ton cientos de millones de dólares para fortalecer su propio ejército, uno de los más débiles de Asia.

El cambio de opinión es una señal de los variables cálculos estratégicos en la región al tiempo que el presidente chi-no Xi Jinping ha buscado reforzar el re-clamo de Beijing de casi todo el Mar de China Meridional al convertir arrecifes en islas y establecer instalaciones mili-tares en ellas. Recientes fotos satelitales parecen mostrar a China preparándose para construir una tercera pista aérea en una de las islas nuevas.

Aun cuando China ha acelerado la

construcción, el go-bierno estadouni-dense ha batallado para coordinar una respuesta en Asia, donde muchos líde-res no están seguros de cuán duro deben presionar en res-puesta contra China y cuánto deben de-pender de EE.UU.

Varias naciones reclaman partes del Mar de China Meridional, por el que pasan algunas de las rutas marítimas más transitadas del mundo y que se cree contiene depósitos importantes de petróleo y gas natural. Pero el impulso de China para establecer al mar como propio ha tocado más cerca a Filipinas que a cualquier otra parte. Una isla con una población civil filipina se en-

cuentra en el área disputada, y fuerzas chinas han ocupado arrecifes y bancos de arena que Filipinas alguna vez controló.

“La pelea aún no se ha iniciado y parece que el gobierno de Filipinas ya se rindió”, dijo Renato Etac, capitán de un barco pes-quero que dice que embarcaciones chinas rutinariamente tratan de embestir su

barco. “Ni siquiera puedo contar los bar-cos chinos que veo porque son muchos”.

El gobierno de Manila firmó el año pasado un acuerdo de 10 años que per-mitiría a Estados Unidos ubicar tropas, armas y material bélico en bases por to-das las Filipinas. Sin embargo, el pacto ha estado atado de manos por un desafío legal. Hay ambivalencia sobre permitir que tropas estadounidenses estén posi-cionadas en el país —una preocupación amplificada por la historia de Filipinas como territorio estadounidense de 1898 a 1946— y ansiedad por cómo podría res-ponder China.

Rene Augusto V. Saguisag, ex senador que votó para expulsar a las tropas esta-dounidenses, ha solicitado a la Suprema Corte de Filipinas que bloquee el acuerdo militar. “EE.UU. y China deben dejarnos en paz y no involucrarnos en las peleas de los fuertes”.

No se espera que el caso sea decidido en la Suprema Corte de Filipinas hasta más adelante este año.

Si avanza, el pacto brindaría a Estados Unidos la posibilidad de operar una base en las costas del Mar de China Meridio-nal, a unos 800 kilómetros de las nuevas islas construidas por los chinos. Hoy, las fuerzas de EE.UU. en la región depen-den en gran medida de bases a más de 2.400 kilómetros de distancia, en Japón

y Guam, para hacer reparaciones.Otro obstáculo para la cooperación mi-

litar es el estado decrépito de las fuerzas armadas filipinas, que durante mucho tiempo han sufrido de despilfarro y co-rrupción. A pesar de un reciente esfuer-zo para modernizar su ejército, Filipinas aún carece de equipo básico, incluyendo submarinos y aviones de combate.

En la isla Thitu, hogar de unos 100 re-sidentes en territorio reclamado por los chinos, el alcalde Eugenio B. Bito-onon Jr. ha prometido resistir lo que él llama la “invasión china”.

“Ésta es una cuestión de preservar nuestra existencia”, afirmó.

Filipinas ha desplegado barcos de la guardia costera para proteger arrecifes y bancos de arena contra los avances chi-nos y ha anunciado planes para empla-zar aviones de combate y fragatas en la bahía de Súbic el próximo año.

También ha interpuesto una queja ante un tribunal internacional en La Haya, ar-gumentando que el reclamo de China de casi todos los 3.6 millones de kilómetros cuadrados del Mar de China Meridional viola la ley internacional.

Las autoridades chinas han dicho que ignorarán el fallo del tribunal, afirmando que las disputas territoriales deben ser resueltas mediante negociaciones direc-tas entre los dos países.

Por ELISABETH MALKIN

CIUDAD DE GUATEMALA — Poco después de las 5:00 horas recientemen-te, un guardia de seguridad abrió la entrada del Hospital Roosevelt en esta ciudad a los pacientes que tenían más de

una hora haciendo fila en la oscuridad y el frío de las montañas.

Se abrieron paso a empujones para asegu-rarse los primeros luga-res en los bancos afuera de puertas marcadas

con las palabras “urología” o “neuroci-rugía”. Algunos habían viajado hasta ocho horas, atesorando papelitos de mé-dicos que habían referido a sus pacientes al otro lado del país al mejor hospital de especialidades que puede ofrecer el sis-tema de salud pública de Guatemala.

“Éramos un pueblo que nunca se que-jaba”, dijo Arnoldo López, un cirujano pediátrico en el hospital, al describir las batallas de los médicos para obtener los presupuestos que necesitaban. “Los pacientes creen que la atención que reci-ben es normal”.

Pero en espacio de unos cuantos in-creíbles meses, los guatemaltecos se sacudieron esa resignación.

En respuesta a un creciente escán-dalo de corrupción, un movimiento de protesta masiva obligó al presidente, Otto Pérez Molina, a dejar su cargo a principios de septiembre. Días después, los guatemaltecos rechazaron al punte-ro manchado de corrupción en las elec-ciones para reemplazarlo, diluyendo el poder de los partidos tradicionales.

Jimmy Morales, un comediante sin experiencia política, ganó la primera ronda de la votación, al hacer campaña bajo el lema, “Ni corrupto, ni ladrón”.

La verdadera prueba ahora es si esa nueva audacia y optimismo resultarán

en una diferencia tangible en las vidas de los guatemaltecos.

Lo que yace detrás de la agitación política es la brecha en Guatemala entre ricos y pobres que ha evolucionado has-ta convertirse en una maraña de favores y corrupción entre los políticos, las fuerzas armadas y la clase empresarial privilegiada.

Ese sistema ha agotado los recursos públicos —Pérez Molina ha sido acu-sado de ser cabecilla de un plan para desviar millones de dólares en ingresos aduaneros— y fomentado poderosos monopolios.

“Queremos crear esperanza”, señaló Andrés Quezada, de 23 años, uno de los organizadores de la primera marcha de protesta en abril. “El futuro es incierto”.

Quezada y unos amigos iniciaron el movimiento. Su página en Facebook, Justicia Ya, se ha convertido en un cen-tro de debate. El hashtag del grupo es: “#EstoApenasEmpieza”.

Guatemala tiene la economía más grande en Centroamérica, según el Ban-co Mundial, pero casi el 50 por ciento de sus niños sufre malnutrición, una de las

tasas más altas del mundo. ¿La razón? Guatemala cobra los impuestos más bajos en el mun-do y gasta lo menos en salud y educación en proporción de su economía.

Morales aprovechó su es-tatus como ajeno a la clase política para ganar la primera ronda de la votación presi-dencial y enfrentará a Sandra Torres, una ex primera dama izquierdista, en una segunda vuelta el 25 de octubre.

El presidente interino, Ale-jandro Maldonado, prometió cambios. Los grupos cívicos sugieren empezar por el pre-supuesto de 2016, particular-mente el gasto en la salud.

Pero en el hospital Roose-velt, los resultados parecen lejanos.

Juan Pu Us, un campesino de Quiché en el noroeste del país, ha pedido más de 1.300 dólares prestados desde que su hi-ja de 18 años, María Elena, se desfalleció en diciembre por una hemorragia cere-bral, y pagó para que una ambulancia la transportara a la capital, un trayecto de ocho horas.

Los doctores en el nosocomio la ope-raron con éxito, y volvió recientemente para un chequeo. Tal vez fue por eso que Pu Us se sentía optimista acerca del fu-turo tras la zozobra de los últimos meses, tanto para su familia como para el país.

“Guatemala mejorará, si Dios quiere”, expresó. “Es bueno protestar. Los líde-res tienen que enderezarse”.

Por SOMINI SENGUPTA

NACIONES UNIDAS — En Darfur, los pacificadores de las Naciones Unidas han encubierto evidencia de ataques en-cabezados por el Gobierno contra civiles y, en ocasiones, incluso ataques contra ellos mismos.

En las regiones inhóspitas del norte de Malí, 42 cascos azules han muerto en ataques contra ellos tan sólo en los últi-mos dos años, dificultando a los pacifica-dores allí a reabastecer sus bases.

Y en la República Centroafricana, los pacificadores han enfrentado una sórdi-da acusación de abuso sexual tras otra.

Setenta años tras la fundación de la ONU, la labor de pacificación es más im-portante y costosa que nunca, y enfrenta una crisis de identidad.

Desde el examen de conciencia que vi-no después de Ruanda y Srebrenica, hace

20 años, cuando la ONU no pudo evitar dos genocidios consecutivos, las campa-ñas de pacificación no habían estado bajo tanto escrutinio. Los altos líderes y do-nadores de la organización preguntan: ¿qué está logrando la pacificación hoy y cómo se puede hacer que funcione en al-gunas de las peores zonas de guerra del mundo, donde por lo común no hay paz qué mantener?

Ban Ki-moon, el secretario general de las Naciones Unidas, propuso una serie de cambios para renovar las operaciones de pacificación en un reporte dado a co-nocer este mes, llamando a las potencias mundiales a hacer más para solucionar los conflictos diplomáticamente y pro-metiendo volver a las operaciones de pa-cificación “más rápidas, más receptivas y más responsables de rendir cuentas a países y personas en conflicto”.

El Gobierno de Estados Unidos, que aporta más de una cuarta parte del pre-supuesto de 8.270 millones de dólares para la pacificación, está presionando a otros países a dedicar más de sus tropas a misiones de pacificación.

La mayoría de las tropas de pacifica-ción proviene del mundo en desarrollo; los países del sur de Asia, junto con Etio-pía y Ruanda, son los principales contri-buyentes.

Ha crecido la tensión entre estos apor-tadores de tropas, que afirman que son tratadas como carne de cañón, y los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, que les dicen qué hacer.

La pacificación dista mucho de ser lo que era hace 70 años, cuando la ONU en-viaba a un puñado de observadores mili-tares, en su mayoría desarmados, a mo-nitorear acuerdos de cese al fuego. Hoy

hay casi 124.000 soldados y policías des-tacados en 16 misiones de pacificación, entre ellos países asolados por terribles conflictos étnicos, como la República Centroafricana, y por grupos terroris-tas, como Malí.

En algunos sitios, destaca con entusias-mo la ONU, la presencia de pacificadores

ha salvado vidas. Pero en otros lugares, los pacificadores han sido depredadores o por lo menos notoriamente ineficaces.

Por lo común, una misión de apoyo toma meses. A menudo carecen de las herramientas de los ejércitos modernos, desde walkie-talkies hasta vehículos blindados de transporte de personal. Son obstaculizados por gobiernos hostiles y criticados por no hacer lo suficiente para proteger a civiles, como lo establece su mandato.

No será fácil arreglar el sistema, y con el periodo de Ban llegando a su fin el año entrante, su sucesor deberá tomar las de-cisiones difíciles.

“Hay muy pocas tareas fáciles que Ban Ki-moon pueda desempeñar”, sostuvo Richard Gowan, investigador en el Con-sejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Por ELISABETH MALKIN y PAULINA VILLEGAS

CIUDAD DE MÉXICO — Los visitan-tes invadieron en tropel la playa Ostio-nal en la costa pacífica de Costa Rica para ver a cientos de miles de tortugas golfinas que emergían del mar para de-

positar sus huevos en la arena.

Las tortugas no que-rían la compañía. Ahu-yentados por los miles de turistas que toma-ban selfies y sentaban a sus hijos sobre sus lo-

mos, los reptiles simplemente se dieron la vuelta y regresaron al mar.

“Fue un desastre”, dijo Yamileth Bal-todano, una guía turística.

Lo que sucedió durante el primer fin de semana de septiembre fue un suce-so singular, cuando una confluencia de factores permitió que lo totalmente inesperado tuviera lugar. Sin embargo, fue una lección de advertencia para los conservacionistas encargados de pro-teger a las tortugas. Ahora los funciona-rios costarricenses se esfuerzan para asegurarse de que no vuelva a ocurrir.

“Estamos reevaluando la manera en que trabajamos y la manera en que

abordamos el asunto”, dijo Mauricio Méndez, subdirector del Área de Con-servación de Tempisque, que incluye la playa Ostional.

La temporada de anidación de la tortuga golfina, de agosto a octubre, coincide con la temporada de lluvias de Costa Rica, que normalmente brinda una barrera natural que protege a estos animales. Durante esa época, la playa

está prácticamente aislada por la ma-rea crecida del desbordado Río Nosara, que bloquea el acceso en los puentes. Incluso en la temporada seca, la playa sólo es accesible en un vehículo de doble tracción conducido por un guía local.

Pero este año, la poca precipitación causada por El Niño dejó el río prácti-camente seco, facilitando el trayecto a la playa.

Méndez afirmó que los funcionarios trabajan en algunos cambios antes de la siguiente llegada, prevista para el 4 de octubre.

Pese a la conmoción, las tortugas lograron poner algunos huevos, quizá de noche. Méndez y su equipo hallaron muchos huevos más de lo que espera-ban después de que los entusiasmados turistas se fueron a casa.

“Puede ocurrir un tornado y conti-núan depositando los huevos, cavan el agujero, anidan, y vuelven al mar”, dijo.

Las tortugas, que ponen sus huevos durante un periodo de tres a cuatro días cada mes, empezaron a llegar a temprana hora el 4 de septiembre. Las fotografías del fenómeno rápidamente comenzaron a difundirse en los medios sociales.

Desde una distancia, a bordo de un barco, Vanessa Bézy, una bióloga de tor-tugas marinas, observaba consternada cómo las hordas de turistas atascaban la playa, abrumando a los guardias.

“Casi me dio un ataque de pánico porque estaba tan atiborrada”, dijo Bézy, quien tiene cinco años estudian-do el comportamiento de anidación en la playa Ostional. “Básicamente fue un tumulto”.

SINDICATO DE TRABAJADORES DE MINAE

La falta de lluvia permitió que los turistas llegaran a la playa Ostional, y su presencia ahuyentó a las tortugas.

Los medios sociales y El Niño casi arruinan el ritual de anidación.

LUIS SOTO/ASSOCIATED PRESS

Los guatemaltecos destituyeron al presidente y rechazan el viejo orden político. Manifestantes en el Palacio Nacional.

IAN WILLMS PARA THE NEW YORK TIMES

Soldados de las Naciones Unidas en Haití. Los pacificadores fueron acusados de llevar cólera al país.

China reclama su derecho al Mar de China Meridional

y convierte arrecifes en islas

y pone bases militares en ellas.

THE NEW YORK TIMES

D I N E R O Y N E G O C I O S

DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015 5THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por VINOD SREEHARSHA

PALO ALTO, California — Jonathan Gheller pasó de vender tequeños, un refrigerio venezolano frito y relleno de queso, en Caracas, a desarrollar una compañía que vendió a Facebook. Hoy, trabajando en sus apacibles oficinas ge-nerales, en Menlo Park, California, le ad-judica el crédito del cambio en su suerte principalmente a una persona.

Asimismo, Kenneth Lin batalló en los inicios de Credit Karma, una compañía de finanzas personales en línea que fun-dó en 2007, en San Francisco.

El campo llamado fintech, tecnología financiera, es ahora muy socorrido por los inversionistas. Pero en 2012 recaudó sólo 2.5 millones de dólares. El panora-ma de la compañía cambió en 2013, luego de que Lin halló un espíritu afín. 

Ambos se sienten en deuda con Meyer Malka, de 41 años, un venezolano conoci-do como Micky. En 2012, fundó la firma de capital de riesgo Ribbit Capital, en Pa-lo Alto. Desde entonces, se ha convertido en una fuerza creciente en Silicon Valley y uno de los pocos latinoamericanos en

abrirse paso hasta sus ni-veles más altos.

En apenas poco más de tres años, Ribbit ha asegu-rado 446 millones de dóla-res, lo que la convierte en la cuarta cantidad más alta recaudada por firmas de capital de riesgo con sede en EE.UU. iniciadas desde 2012, reportó la firma de in-vestigación Preqin.

Entre los inversionistas de Ribbit figuran nombres estelares en Silicon Valley: SVB Capi-tal, el fondo de dinero del Silicon Valley Bank; Sequoia Heritage; e Iconiq Capi-tal, el hermético grupo de manejo de ri-queza personal con clientes como Mark Zuckerberg, de Facebook, y Reid Hoff-man, cofundador de LinkedIn.

El auge de Malka ha beneficiado a mu-chos emprendedores latinoamericanos que tienen mucho tiempo de batallar. La explicación del propio ascenso de Malka es que el sector de la tecnología financie-ra hoy es popular.

Malka le apostó al campo cuando pocos más lo hicie-ron y, de una manera poco común, al dedicarle una firma entera de capital de riesgo. Eso le ganó el respe-to de fundadores de compa-ñías en desarrollo.

De joven en Venezuela, Malka conocía a poca gen-te a la que podía llamar en busca de consejo. No obs-tante, empezó a pensar en las finanzas y el espíritu emprendedor siendo un niño, comprando acciones de Berkshire Hathaway, de Warren E. Buffett, con di-nero que recibió por su bar mitzvah.

Ribbit ahora ha respal-dado 27 compañías, en su mayoría en EE.UU, entre ellas Coinbase y Lendin-gHome. Pero continúa siendo alcista en mercados emergentes grandes como Brasil, donde el mes pasado respaldó a GuiaBolso, una compañía en desarrollo con sede en São Paulo.

En general, los inversionistas de Ribbit parecen complacidos con Malka. Irwin Gross, director de operaciones de Sequoia Heritage, señaló que, aunque “aún es muy pronto, Malka ha hecho precisamente o algo muy cercano a lo que dijo que haría”.

Los chinos ricos le vuelven la espalda al lujo

Un venezolano que se destaca en Silicon Valley

Los rivales le apuntan amonopolio de Wall Street

Se adentran en territorio enemigo para derrotar hackersPor NICOLE PERLROTH

CHANTILLY, Virginia — Una mañana reciente, 100 analistas de inteligencia se aglomeraron en una sala de conferencias en Chantilly y participaron en una llama-da en conferencia con 100 contrapartes en Argentina, Brasil, Chipre, India, Holanda, Rumania, España, Taiwán y Ucrania.

Los analistas compartieron los suce-sos más recientes en la “Red oscura”. Una firma de seguridad en Pakistán estaba vendiendo herramientas de es-pionaje en tan sólo 500 dólares. Varias compañías estadounidenses de servicios públicos estaban siendo atacadas. Un grupo infectaba a las víctimas con una forma nueva de “ransomware”, un tipo de programa que encripta PCs hasta que la víctima paga un rescate.

Los analistas, empleados de iSight Partners, una compañía que brinda inte-ligencia sobre amenazas a la seguridad computacional de manera muy parecida a la que exploradores del Ejército brindan inteligencia sobre tropas enemigas, tuvie-ron cuidado de no mencionar nombres o clientes, en caso de que alguien estuviera escuchando en la línea abierta. En menos de 30 minutos, todos habían regresado a sus teclados, monitoreando charlas clandestinas, analizando código compu-tacional, vigilando las redes de agresores potenciales y escudriñando los medios sociales en busca de indicios de ataques.

Durante ocho años, iSight ha reunido discretamente lo que podría ser el equipo privado más grande de expertos en una industria naciente llamada inteligencia de amenazas. De los 311 empleados de la compañía, 243 son lo que se conoce como profesionales de ciberinteligencia. Pa-san sus días descifrando las intenciones, blancos y técnicas de los hackers para emitir advertencias a sus clientes. El en-foque es lo que John P. Watters, director ejecutivo de iSight, llama “left of boom”, un término militar para el momento

antes de que detone un artefacto explo-sivo. “Nuestro negocio es rastrear a los comerciantes de armas y fabricantes de bombas para que podamos estar antes de la explosión y evitar el impacto por completo”, dijo Watters, de 51 años.

La mayoría de las compañías de segu-ridad se centra en bloquear o detectar incursiones al momento en que ocurren o responden a los ataques después de que suceden. Los analistas de iSight —muchos de ellos con dominio del ruso, mandarín u otros 22 idiomas— infiltran

redes clandestinas, donde observan có-mo los criminales arman sus estrategias y venden sus herramientas.

Los reportes de los analistas ayudan a que los clientes —entre los que figuran 280 dependencias gubernamentales, así como bancos, minoristas y otras compa-ñías— prioricen las amenazas más inmi-nentes y posiblemente destructivas. Los expertos en seguridad dicen que la nece-sidad de este tipo de inteligencia nunca ha sido mayor.

Durante los últimos tres años, los ne-gocios han invertido en herramientas analíticas de “grandes datos” que hacen sonar alarmas en el momento en que al-guien hace algo extraño, como extraer cantidades inusualmente grandes de da-tos de una red corporativa.

La organización promedio recibe 16.937 alertas por semana. Sólo el 19 por ciento se considera “confiable” y sólo el 4 por ciento se investiga, de acuerdo con un estudio dado a conocer en enero por el Ponemon Institute, que rastrea filtracio-nes de datos. Pueden pasar meses antes de que los criminales causen suficiente ruido como para ser descubiertos.

“Simplemente generar más alertas está derrochando miles de millones de dólares de capital de riesgo”, dijo David Cowan, inversionista de iSight. Lo último que ne-cesita un ejecutivo a cargo de seguridad es más alertas, dijo: “Necesitan inteligen-

cia humana sobre amenazas factibles”.La firma de investigación Gartner cal-

cula que el mercado para la inteligencia de amenazas, como la de iSight, podría crecer a mil millones de dólares en dos años, de 255 millones en 2013. ISight es-pera sacarle provecho a eso, al igual que docenas de otras organizaciones de inte-ligencia que ahora inundan el mercado. Dicha proliferación de compañías en de-sarrollo ha llevado a una nueva queja de los directores de seguridad informática: información repetida en los reportes que reciben, ninguno de ellos barato.

ISight le cobra a sus clientes en base al tamaño y aunque no revela sus políticas para fijar precios, algunos clientes dicen pagar 500.000 o más dólares al año por los servicios de la firma. La competencia más reciente de la compañía proviene de sus clientes de más antigüedad, sobre to-do bancos, que han estado contratando a ex analistas de inteligencia para que inicien operaciones internas. Pero la ma-yoría de las empresas no cuenta con esa habilidad.

Muchos de esos negocios permanecen paralizados por las alarmas emitidas en sus redes. En el centro de amenazas de iSight, el enfoque de la compañía es resu-mido quizás de mejor forma por un logo-tipo estampado en una camiseta usada por uno de sus principales analistas: “Al-guien debería hacer algo”.

GABRIELLA DEMCZUK PARA THE NEW YORK TIMES

Uno de los numerosos analistas de inteligencia que trabajan en la sede de la firma de seguridad iSight, ubicada en el estado de Virginia.

Por NATHANIEL POPPER

Durante casi tres décadas, las par-padeantes pantallas de color naranja sobre negro de la terminal Bloomberg han sido omnipresentes en los pisos de operaciones y los escritorios de las suites ejecutivas de Wall Street, man-teniendo una vía vital de datos y comu-nicación.

Al entretejer el mundo de las finan-zas, esas terminales de 21.000 dólares al año han generado miles de millo-nes de dólares para Bloomberg LP, al pagar casi por sí solas las ambiciones periodísticas de la compañía, así como la fortuna, la carrera política y la ge-nerosidad filantrópica de su fundador, Michael R. Bloomberg.

Ahora la terminal Bloomberg es blanco de nuevos competidores en un momento en el que Wall Street busca reducir sus gastos agresivamente.

Una empresa en desarrollo llamada Symphony, creada por Goldman Sachs y respaldada por los bancos grandes, ha introducido una alternativa a lo que muchos operadores afirman es la parte más valiosa de la terminal Bloomberg: el programa de chat.

En Goldman, más de la mitad de las

personas que tienen terminales Bloom-berg las usa principalmente para cha-tear y otras funciones sencillas, según personas enteradas del tema.

Money.Net, una compañía en desa-rrollo construida por un ex ejecutivo de alto nivel de Bloomberg, busca retar a Bloomberg de frente y le está robando clientes.

David G. Bullock, ex ejecutivo de Lehman Brothers que ahora dirige su propia firma de asesoría financiera, dice que Money.Net cuesta una vigési-ma parte de lo que cuesta una terminal Bloomberg.

“Todas las personas con quienes hablo me dicen, ‘oye, tengo que probar esta cosa porque no me gusta pagar 25.000 dólares por una Bloomberg”, comentó.

Las terminales generan el 75 por ciento de los ingresos de Bloomberg.

Todos los proveedores de servicios para Wall Street están particular-mente vulnerables en este momento. La industria financiera está en medio de una agresiva campaña de reduc-ción de costos al tiempo que lidia con nuevas regulaciones y cambios en los mercados. Un contrato de Bloomberg puede costar más de 100 millones de

dólares en las instituciones más gran-des.

El número de terminales de Bloom-berg creció sólo 1.9 por ciento, a 325.000, el año pasado. En los 10 años antes de la crisis financiera, el número de terminales creció a un ritmo prome-dio de 12 por ciento.

Bloomberg pasó a primer plano en los noventa al reemplazar ágilmente a anteriores compañías de datos de Wall Street, como Quotron y Telerate, que no cambiaron con suficiente rapidez para proteger su dominio de mucho tiempo en el mercado.

Morgan Downey, el ex ejecutivo de Bloomberg que está construyendo Money.Net, dijo que decidió salir de Bloomberg a finales de 2013 y crear un rival de bajo costo tras ver cuán lenta-mente cambiaba Bloomberg.

“Se han vuelto muy flojos y gordos”, expresó.

Bullock, uno de los nuevos clientes de Downey, dijo que sus colegas critican la renuencia de Bloomberg a negociar el precio de las terminales, incluso cuando las compañías pagan cientos de ellas.

Bloomberg ha podido mantenerse firme respecto a sus precios porque las terminales han tenido pocos riva-les significativos aparte de Thomson Reuters.

Pero las terminales de Thomson Re-uters no son notablemente más baratas que las de Bloomberg.

Downey mencionó que los bancos tie-nen mucho tiempo de estar frustrados con los precios de Bloomberg, pero se han vuelto más activos en buscar alter-nativas desde que Bloomberg fue acu-sado en 2013 de permitir que sus perio-distas husmearan en algunos detalles personales de sus clientes.

Hasta ahora, Bloomberg ha sido un blanco difícil para los rivales debido a su amplia gama de ofrecimientos. Sus terminales dan acceso no sólo a datos de los mercados de bolsas en todo el mundo, sino también a documentos so-bre casi todos los valores que existen, plataformas de transacciones que per-miten que los clientes compren y ven-dan valores, programas de mensajería y noticias.

Downey afirmó que es más fácil en-frentarse a Bloomberg ahora que en el pasado debido a la creciente populari-dad del software de código abierto y la computación en la nube barata.

Hamza Khan, director de estrategia de materias primas en ING Bank en Amsterdam, dijo que incluso si Money.Net no tiene éxito, para su generación el prestigio de la terminal costosa pier-de su encanto.

Refiriéndose tanto a Bloomberg como a Thomson Reuters, Khan dijo: “son como el Abuelo Simpson: antes estaban ‘en onda’, pero luego eso cam-bió”.

Principal fuente de ingresos de Bloomberg luce muy vulnerable.

FRED DUFOUR/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

El gasto de lujo chino bajó 1 por ciento en 2014, a unos 18 mil millones de dólares. Una tienda de Rolex en Beijing.

Por HIROKO TABUCHI y AMIE TSANG

Una de las calles comerciales más ac-tivas de Hong Kong se extiende más allá del centro comercial Times Square, bajo elegantes rótulos de marcas como Mont Blanc, Cartier, Gucci y Burberry.

Sin embargo, en el interior del impo-nente centro comercial de lujo, el mur-mullo de la multitud abajo se desvanece entre las hileras silenciosas de boutiques en su mayoría vacías.

En gran medida, ha llegado a su fin la época de auge para el lujo en China, tras la reciente caída del mercado accionario y la devaluación de la moneda, agravado por una economía ya en desaceleración y una ofensiva gubernamental contra los regalos suntuosos. El efecto de esos problemas en los consumidores chinos —que componen hasta una tercera parte del gasto en artículos de lujo a nivel mun-dial— ha sacudido tanto a los inversionis-tas como a las marcas de lujo globales.

Tras un crecimiento de dos dígitos en la última década, el gasto en artículos de lujo en China se contrajo por primera vez el año pasado a unos 18 mil millones de dólares, una disminución del 1 por ciento, reportó la firma consultora Bain & Com-pany.

Además de la agitación en el mercado,

las acciones del Gobierno chino para de-valuar el renminbi y las inquietudes so-bre más rondas de devaluación proyec-tan una nueva sombra sobre el mercado opulento.

“Esto va a propinar un duro golpe”, aseveró David Friedman, presidente de Wealth-X, una firma de inteligencia so-bre el lujo. 

La Gran China (que comprende China, Hong Kong, Macao y Taiwán) represen-ta hasta el 25 por ciento de las ventas en Burberry, y el 20 por ciento de las ventas en Prada, de acuerdo con Exane BNP Paribas.

Esos porcentajes serían incluso más altos si se tomaran en cuenta todos los bienes de lujo que los turistas chinos compran en el extranjero, donde los ar-tículos a menudo son más baratos que en Beijing o Shanghai.

Un renminbi más débil haría que fuera más costoso para los consumidores chi-nos viajar al extranjero para ir de com-pras. Aún así, es importante mantener las cosas en perspectiva, apuntó Luca Solca, director de análisis mundial de artículos de lujo en Exane BNP Paribas. De acuerdo con sus simulaciones, una devaluación del 5 por ciento del renminbi disminuiría las ventas menos del 1 por

ciento en la mayoría de las marcas a las que da seguimiento. Incluso, una deva-luación del 20 por ciento apenas haría una mella en sus ventas de un 5 por cien-to, calcula.

A final de cuentas, el futuro del gasto de lujo chino —y quién puede atraer más de éste— depende de cambios a largo plazo en las monedas mundiales, así co-mo del crecimiento económico en casa.

La eurozona y Japón han recibido un impulso del influjo de turistas chinos, gracias a la debilidad de sus monedas. El dólar, por otro lado, se ha fortalecido ante monedas importantes en el último año.

El dólar fuerte está afectando el gasto del turismo en EE.UU.

Mika Tsuruta, de 25 años, una emplea-da en Samantha Vega, marca japonesa de carteras, fue enviada a la tienda del minorista en Hong Kong para capacitar al personal.

Durante su estancia en Hong Kong, notó que las clientas chinas buscan una alternativa más económica a las gran-des marcas de lujo. Samantha Vega es idónea; una cartera Vega se vende por unos 2.200 dólares de Hong Kong (280 dólares), una fracción de los 25.000 dó-lares de Hong Kong (3.225 dólares) que puede costar una bolsa Chanel.

BRENDAN MCDERMID/REUTERS

JIM WILSON/THE NEW YORK TIMES

Ribbit, bajo Meyer Malka, ha apoyado a 27 compañías en el área de la tecnología financiera.

Una terminal de Bloomberg

como ésta en la Bolsa de

Nueva York cuesta

21.000 dólares al año a sus usuarios.

C I E N C I A Y T E C N O L O G Í A

6 DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por CARL ZIMMER

En el norte, en el estado de Maine, el nú-mero de langostas alcanza niveles récord.

Más al sur, es otra historia. En el sur de Nueva Inglaterra, se ha desplomado la cifra de langostas a los niveles más ba-jos jamás registrados, llevando a muchos pescadores a la quiebra.

Las poblaciones de langostas aumen-tan y disminuyen por muchas razones. Sin embargo, en su nuevo reporte, la Co-misión de Pesca Marina de los Estados Atlánticos de Estados Unidos identificó un factor: se está calentando el mar.

En el extremo norte del hábitat de las langostas, las temperaturas más altas po-drían estar acelerando su metabolismo, lo que lleva al auge en la población. Pero en el extremo sur del hábitat, las aguas se po-drían estar calentando demasiado, some-tiendo a los animales a un estrés extremo.

Las langostas de Nueva Inglaterra son parte de una tendencia mundial. Los ma-res se han estado calentando en décadas

recientes, en gran medida a raíz de gases invernadero que atrapan calor. Muchas especies marinas en todo el mundo han reaccionado, mudándose a aguas más cómodas.

De acuerdo con un estudio de 2013, las especies marinas están moviendo las fronteras de sus hábitats hacia los polos, alejándose del Ecuador, a una velocidad promedio de 7.25 kilómetros por año.

Los científicos desarrollan modelos computacionales para determinar a dónde irán a parar diversas especies, y el panorama que emerge es

sombrío.El calentamiento global va a reconfi-

gurar los ecosistemas marinos a un gra-do que no se ha visto en millones de años. 

En la revista Nature Climate Change, un equipo internacional de científicos re-portó sobre su estudio de los hábitats ac-tuales de casi 13.000 especies de peces, in-vertebrados y otros organismos marinos.

Los trópicos perderán una parte con-

siderable de sus especies para 2100, des-cubrieron los investigadores. Y no habrá ninguna especie nueva que emigre a los trópicos para tomar su lugar.

A medida que más especies se alejan del Ecuador, se mudarán a nuevos eco-sistemas más cerca de los polos. Esta migración creará combinaciones de especies sin precedentes en los últimos millones de años.

Es difícil predecir el efecto que el in-flujo de especies adicionales a regiones marinas de alta latitud tendrá sobre esos ecosistemas.

Malin L. Pinsky, biólogo marino en la Universidad Rutgers, en Nueva Jersey, ve señales ominosas para la humanidad.

“Muchas especies se alejan de los tró-picos y es muy probable que eso tenga consecuencias de seguridad alimenti-cia”, dijo. “En muchos de estos países, los mariscos son una fuente muy importante de nutrición. El cambio climático podría dejar un enorme hueco en los mares”.

Por DIANE CARDWELL

Igual que muchas mujeres embaraza-das, Tracy Mizraki Kraft, de Portola Va-lley, California, estaba preocupada por cómo dormiría su recién nacido. Así que puso atención cuando su doctor le entre-gó una lámpara que, dijo, ayudaría a su hijo a hacer precisamente eso.

La pequeña lámpara ámbar, llamado Sleepy Baby, pareció funcionar bien, dijo, al crear un ambiente relajante para Leo, hoy de 16 meses, mientras se quedaba dormido.

La bombilla es parte de una revolución tecnológica que está llegando a hogares, oficinas, hoteles y escuelas mediante iluminación diseñada para deshacer los efectos nocivos de la luz artificial —tan-to la del techo como la de la pantalla— y ayudar a regular el sueño, el estado de alerta e incluso el estado de ánimo de la gente.

“En realidad, la iluminación ya no tie-ne que ver con un accesorio en el techo”, dijo Mariana Figueiro, quien dirige la in-vestigación de luz y salud en el Lighting Research Center del Instituto Politécni-co Rensselaer. “Tiene que ver con ofrecer a la gente tratamientos individualizados de luz”.

Los científicos tienen años de com-prender que diferentes niveles y colores de luz pueden tener poderosos efectos biológicos en los humanos. Sin embargo, ese concepto ha sido aplicado sólo con

lámparas costosas, que cuestan hasta 300.000 dólares, para aplicaciones es-pecializadas como imitar el ciclo de 24 horas para astronautas o para tratar ic-tericia en recién nacidos.

Ahora que la tecnología de ilumina-ción, especialmente la LED, se vuelve más sofisticada y menos costosa, las compañías están desarrollando la lla-mada iluminación biológica para consu-midores cotidianos.

El Lighting Science Group fabrica el Sleepy Baby y se encuentra entre las compañías que están más dedicadas al creciente mercado de la iluminación pa-ra intensificar el descanso o el estado de alerta. Otras incluyen a General Electric, Philips, Digital Lumens y LumiFi.

Las compañías también se enfocan en aplicaciones de salud para iluminación, indicó Milos Todorovic, que encabeza la investigación bioelectrónica en Lux Re-search.

Entre éstas están el cambiar el ánimo de una persona y afectar los procesos físicos reales dentro del cuerpo, explicó, incluyendo intensificar la regeneración de colágeno para ayudar a sanar heridas.

Las nuevas lámparas están diseña-das para regular la necesidad básica del cuerpo de descansar y despertar al esti-mular receptores presentes en los ojos. Cuando son expuestos a la luz de onda corta —el extremo azul del espectro— esos receptores suprimen la liberación

de la hormona melatonina que induce el sueño. Puesto que la luz artificial blanca, particularmente la LED usada en focos y pantallas iluminadas, es típicamente alta en azul, la exposición después del oscurecer tiende a incrementar el estado de alerta.

“Tan sólo en los últimos 50 años se ha multiplicado por 10 la cantidad de luz artificial que es usada per cápita”, dijo Charles A. Czeisler, director de la Divi-sión de Trastornos Circadianos y del Sue-ño en el Hospital Brigham and Women’s de Boston, “así que todo es mucho más brillante entre cuando se pone el sol y cuando nos vamos a la cama”.

Eso ha tenido el efecto de retrasar el re-loj interno del cuerpo de tres a cinco ho-ras, agregó, lo que significa que la gente se acuesta más tarde, pero “aún trata de

levantarse con las gallinas”.Usar lámparas después del anochecer

que emiten luz de onda más larga, que se ve más amarilla, puede ayudar a frenar ese ciclo, indicó.

La línea de productos Align, de Gene-ral Electric, tiene como finalidad auto-matizar la iluminación de acuerdo con el ciclo natural del sueño. Las lámparas Align AM y PM cuestan entre 25 y 20 dó-lares, respectivamente.

El Lighting Science Group vende su lámpara Good Night en unos 60 dólares, mientras que su bombilla Awake and Alert se vende en alrededor de 70 dóla-res.

Con Sleepy Baby, que cuesta unos 30 dólares, es posible que la compañía haya dado con los clientes ideales: padres des-esperados por tener un bebé dormilón.

Cómo tratarel pesarprolongado

El calentamiento global altera gradualmente a la vida marina

Diseñan nuevas lámparaspara dormir y para sanar

Prefieren a robots para explorar mar profundo

Una terapia para quienes no soportan la vida tras una muerte.

Por PAULA SPAN

Había cuidado a su esposo duran-te los últimos ocho años de su vida, cuando padecía de ceguera, cáncer e insuficiencia cardiaca. Después de que murió, en 2002, vendió la casa que habían compartido, al encontrar-la demasiado llena de recuerdos, y su mudó a su casa de campo en el norte del estado de Nueva York.

Sus amigos creían que Anne Scho-maker estaba lidiando bien con su pérdida, recordó. “Me ofrecía como voluntaria para salir de la casa y ha-cía cosas para llenar los huecos”, di-jo. “Tenía muchos intereses”. Salía de viaje e incluso hizo la prueba de salir en citas de nuevo.

“Pero realmente no estaba bien”, dijo Schomaker, de 73 años. “Sentía terribles espasmos de tristeza y des-aliento. Extrañaba tanto a mi mari-do”.

Incluso tras ver a un terapeuta, lo cual sí fue de ayuda, sufría pesadillas y no soportaba oír arias de las óperas favoritas de la pareja. “El dolor sim-plemente no desapareció”, expresó.

La muerte de alguien amado a me-nudo conlleva una tristeza profunda. Sin embargo, usualmente el pesar intenso de la primera etapa del luto empieza a retroceder con el paso de los meses, y las personas alternan entre la tristeza continua y una cre-ciente capacidad de redescubrir los placeres de la vida.

Lo que distinguió el sufrimiento de Schomaker fue su simple dura-ción. Tenía nueve años envuelta en la tristeza cuando vio un anuncio de la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde unos investigadores que habían desarrollado un tratamiento para el “duelo complicado” buscaban participantes en un estudio.

Tal vez este nuevo enfoque podría ayudar, pensó Schomaker.

El duelo complicado o prolongado puede asaltar a cualquiera, pero es un problema particular para los adul-tos mayores, porque sufren muchas

pérdidas: cónyuges, padres, herma-nos, amigos. “Acompaña a la pérdida de los seres queridos”, dijo Katherine Shear, psiquiatra que dirigió el estu-dio de la Universidad de Columbia. “Y el predominio de pérdidas impor-tantes es mucho mayor en las perso-nas de más de 65 años”.

En la revista The New England Journal of Medicine a principios de este año, Shear enumeró varios sín-tomas característicos del duelo com-plicado: una intensa añoranza o an-helo, pensamientos y recuerdos per-sistentes, y la incapacidad de aceptar la pérdida y de imaginar un futuro sin la persona que falleció.

Severo y prolongado comparado con las reacciones típicas, el duelo complicado afecta la capacidad de funcionar de la persona afligida.

“Adaptarse a una pérdida es tanto una parte de nosotros como el due-lo mismo”, dijo Shear, quien dirige el Centro del Duelo Complicado en la Universidad de Columbia. Con el duelo complicado, “algo interfiere con esa adaptación”, señaló.

La incidencia del problema pare-ce ser mayor cuando una muerte es inesperada o violenta; cuando la per-sona que falleció fue el cónyuge, la pareja romántica o el hijo; y cuando la persona afligida presenta un his-torial de depresión, ansiedad o abuso de sustancias.

La terapia del duelo complicado —que se enfoca en los síntomas del pesar e incorpora recuerdos, foto-grafías y grabaciones— mostró una mayor efectividad entre los adultos mayores que la psicoterapia inter-personal en pruebas clínicas.

Schomaker se siente sustancial-mente recuperada. Voluntaria y asi-dua a los museos, agradece la terapia del duelo complicado que recibió.

“Te hace pensar sobre tu pérdida de una manera diferente”, indicó. “Te alienta a seguir adelante, porque hay felicidad en tu futuro”.

KARSTEN MORAN PARA THE NEW YORK TIMES

Tras perder a su marido, Anne Schomaker siguió afligida durante nueve años.

FOTOGRAFÍAS POR KENT NISHIMURA PARA THE NEW YORK TIMES; ARRIBA DERECHA, LABORATORIO DE INVESTIGACIÓN SUBMARINA DE HAWAI

Los submarinos Pisces podrían ser víctimas de cortes presupuestarios. Fueron usados para encontrar este submarino nipón. Terry Kerby (izq.) piloteando el Pisces V.

Por CHRIS DIXON

HONOLULÚ — Entrar al hangar del Laboratorio de Investigación Submari-na de Hawai es semejante a poner un pie en un set cinematográfico. La estructura metálica es como muchas otras, pero el in-terior está repleto de botes Zodiac. Al cen-tro, dos submarinos Pisces, de 6 metros de largo, yacen como naves extraterrestres.

El laboratorio, parte de la Universidad de Hawai y mejor conocido por las siglas HURL, ha sido el único puesto de investi-gación en aguas profundas basado en na-ves sumergibles de EE.UU. en el Pacífico medio desde los ochenta. Al timón está Terry Kerby. Con una tripulación de cinco personas, él y los submarinos Pisces han descubierto más de 140 naufragios y arte-factos, recuperado decenas de millones de dólares en equipo perdido y realizado me-diciones de atolones y montes marinos.

Sin embargo, Kerby hoy enfrenta la po-sible jubilación de su flotilla. Las fuerzas en acción son las mismas que aquejan a otros campos de la ciencia —presupues-tos decrecientes, por supuesto. Y robots. Los submarinos robóticos pueden per-manecer sumergidos durante días y al-canzar profundidades extraordinarias, transmitiendo a los científicos sus hallaz-

gos al instante.Sin embargo, muchos científicos argu-

mentan que estudiar las profundidades del mar sin la observación humana direc-ta arroja un entendimiento incompleto. “No puedes reemplazar a Terry con un robot”, dijo Andy Bowen, ingeniero titu-lar en el Instituto Oceanográfico Woods Hole, en Massachusetts.

Kerby, de 65 años, tiene más de tres dé-cadas de pilotear submarinos en Makai, empezando a mediados de los setenta cosechando coral. Se mudó a la Universi-dad de Hawai con la Administración Na-cional Oceánica y Atmosférica (NOAA), que compró las instalaciones en Makai para extender las capacidades estadou-nidenses en mar profundo.

En 1985, Kerby encontró al submarino Pisces V inactivo en Edimburgo y con-venció a la universidad de adquirirlo por 500.000 dólares. El trabajo de Pisces jun-to al barco de investigación de la Univer-sidad de Hawai, el Ka’imikai-O-Kanaloa, y una plataforma sumergible construida en casa, permitió a Kerby realizar misio-nes demasiado dificultosas para cual-quier otro submarino. En 2000, Kerby adquirió en Canadá un submarino her-mano, el Pisces IV, por 80.000 dólares.

Explorar juntos volvió las inmersiones más seguras y permitió a los camaró-grafos mostrar descubrimientos en el contexto de los submarinos.

En 2013, NOAA anunció que ya no fi-nanciaría el programa Pisces. HURL tie-ne suficiente dinero para costearlo hasta principios de 2016. Después de eso, la universidad podría verse forzada a ven-der los submarinos. “Sólo quedan ocho submarinos de inmersión profunda ope-rando en el mundo” que puedan llegar a más de 2.000 metros de profundidad, dijo John Wiltshire, director de HURL. “Así que estamos a punto de perder una cuar-ta parte de la flotilla mundial”.

¿Qué sucedió? En palabras del oceanó-grafo Robert Ballard, el cambio comenzó durante una inmersión a bordo del sub-marino Alvin, frente a las costas de las islas Galápagos. Ballard notó a un colega poniendo más atención al monitor de la cámara que a las diminutas ventanas. Más tarde, Ballard dijo haber caído en la cuenta de que los vehículos robóticos podrían desempeñar la misma labor por menos dinero.

Los esfuerzos en mar profundo de NOAA están enfocados en dos naves: el Okeanos Explorer y el E/V Nautilus.

Ballard describió una reciente expe-dición con el Nautilus que envió a sus submarinos a una profundidad de 4 kiló-metros en la Fosa de las Caimán. En una inmersión pilotada, al descenso y ascen-so tomarían seis horas cada uno, dejan-do sólo minutos para la exploración del lecho marino. “Ahora estamos llegando a 6.100 metros (6 kilómetros) y nos pasa-mos días allí”, dijo.

En la opinión de la mayoría de los cien-tíficos marinos, incluyendo a Kerby, los robots claramente han ganado la guerra del mar profundo. Ahora es una cuestión de si las ventajas restantes de la explora-ción pilotada deben ser desechadas.

Dados todos los factores submarinos —corrientes, sonidos, accidentes geo-gráficos, interacciones entre los anima-les y su entorno— los humanos aún son mejores para sintetizar qué está suce-diendo en el mar profundo, dijo Bowen, quien supervisa los programas robóticos y piloteados en Wood Hole. “Eso siempre nos queda claro de los investigadores que han visto los monitores de video y las pantallas de datos del Jason, pero luego también han bajado en el Alvin. Es im-presionante lo distinto que es su percep-ción del entorno”.

DAMON WINTER/THE NEW YORK TIMES

Las lámparas “amarillas”, con luz de onda más larga, interfieren notablemente menos con las neuronas y las hormonas que provocan sueño.

ROBERT F. BUKATY/ASSOCIATED PRESS

La pesca de langosta ha alcanzado niveles récord en su hábitat norte en Maine, aunque ha bajado en el sur. Un langostero, en 2012.

M O D A

DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015 7THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Jovencitas en la pasareladetonan un nuevo debate

Las gorras de ciclista, cada vez más de moda

Reinventan gran evento de moda para las masas

Los estilos unisex reflejan actitud actual frente al género

EN LÍNEA: OPCIONES DIFUSASSi quiere ver algunas imágenes más de prendas de género ambiguo visite:nytimes.com Busque ‘gender-free’

Por RUTH LA FERLA

Cada vez que Kimberly Wesson se qui-ta sus pantalones de costumbre y su blu-sa con botones para ponerse un vestido de estampado floral, sospecha que algo está mal.

“Siento como que me estoy poniendo la ropa de alguien más”, dijo Wesson el otro día en su estudio, en el centro de Manha-ttan. Su enfoque adverso al adorno en el vestir ha puesto a prueba la tolerancia de amistades bien intencionadas. “Ha lle-gado el punto en que me suplican, ‘ponte una falda de lentejuelas’”, comentó.

Es poco probable que suceda. Después de todo, Wesson y Aimee Cho, su socia de negocios, han invertido sus convicciones de estilo en 1.61, una marca libre de géne-ro basada principalmente en pantalones holgados, abrigos amplios y blusas có-modas —prendas que ellas mismas vis-ten y ofrecen en una variedad de tallas tanto para hombres como para mujeres.

Ellas son las más recientes de un cú-mulo de diseñadores que sacan provecho de la falta de definición de género en la moda, ese acortamiento de la brecha se-xual que surgió a principios de este año en las pasarelas de importantes diseña-dores como Rick Owens y Alessandro Michele de Gucci, cada uno empeñado en erosionar la otrora rígida demarcación entre prendas convencionalmente feme-ninas y masculinas.

Cierto, la tendencia hoy deriva gran parte de su ímpetu de la fijación de la mo-da con los fines de los sesenta y principios de los setenta, al tiempo que consumido-res más jóvenes resucitan un momento en que lo unisex era en gran medida el campo de la realeza del rock, de gente como Jimi Hendrix y David Bowie, que usaban lentejuelas y kimonos.

La noticia es que el movimiento tiene ahora una medida de buena onda que no conoció en su encarnación original.

“Hace cinco años no estábamos listos para esto”, dijo Humberto Leon, funda-dor de la tienda neoyorquina de vanguar-dia Opening Ceremony y proponente de mucho tiempo de la moda del género flui-do.

“La diferencia hoy es que esta tenden-

cia tiene una marca”, se-ñaló Leon. “Y ha ganado aceptación con un públi-co masivo”.

Ken Downing, direc-tor de modas de Neiman Marcus, fue más enfá-tico. “Lo que estamos viendo ahora es un cam-bio radical en la moda, una amplia aceptación de un estilo sin límites, el mismo que refleja la manera en que visten los jóvenes”.

Es un concepto que armoniza con el pensa-miento de diseñadores como Rad Hourani, cuya exhibición libre de género en enero inclu-yó modelos con máscaras que ocultaban el género; da esencia a Nicopanda, la co-lección de ropa de calle de género neutro de Nicola Formichetti; ha inspirado a Hood by Air y Public School y, antes de ellos, a Mr. Owens y Martin Margiela.

Y ahora un puñado de estadounidenses más jóvenes —entre ellos las diseñado-ras de 1.61, Telfar y 69 Worldwide, en Los Ángeles— promueven la causa, mostran-do prendas idénticas dirigidas a ambos sexos.

“Toda la percepción de orientación sexual está siendo desafiada por los mi-lenarios”, dijo Lucie Greene, directora mundial de JWT Intelligence, división de pronósticos de tendencias de J. Wal-ter Thompson. “Entre los chicos de 12 a 19 años que definen a la Generación Z, las líneas entre masculino y femenino se vuelven cada vez más difusas”.

Es una generación atraída por las mar-cas, pero escéptica del branding y de los looks preempaquetados.

Las narrativas transgénero están in-gresando a la corriente principal vía mo-delos transgénero, como Andreja Pejic y Lea T, que lideran importantes campa-ñas de belleza y moda; mega celebrida-des como Caitlyn Jenner, y programas televisivos como “Transparent”, la serie de Amazon, cuyo personaje principal Mort (Jeffrey Tambor) revela su transe-

xualismo a sus hijos como Maura.Este año, la tienda departamental

Selfridges de Londres dedicó un área significativa de su espacio de venta a Agender, una tienda dentro de la tienda donde conviven marcas de género fluido como Nicopanda, Ann Demeulemeester y Yang Li.

“Dedicar toda una serie de escapa-rates y todo ese espacio para algo que podría ser un éxito o un fracaso era un riesgo”, señaló Ed Burstell, gerente ge-neral de la gran tienda Liberty, de Lon-dres. “Pero obligó a esa conversación que necesitamos tener”.

Esta tendencia recibe el impulso de artistas y los que han convertido en pro-fesión el no encajar.

“Esto es muy femenino”, expresó Cole-man Feltes, DJ y curador musical, acerca de su camisa con exuberante estampado de margaritas, rosas y mariposas.

Feltes, que se dirigía a casa en el dis-trito financiero con sus hijos la semana pasada, le había dado a su look un toque callejero al combinarlo con shorts con es-tampado de camuflaje.

FOTOGRAFÍAS POR CHRISTELLE DE CASTRO PARA THE NEW YORK TIMES

El movimiento unisex de los 60 y 70 ha recuperado la buena onda en el 2015. Izq., los diseñadores aprovechan el estrechamiento de la brecha sexual.

CAROLINE BLUMBERG/EUROPEAN PRESSPHOTO AGENCY

Sofia Mechetner, una chica israelí de 14 años, encabeza el desfile de alta costura de Dior en julio.

Por VANESSA FRIEDMAN

Es un “cuento de hadas”, un “total mo-mento de Cenicienta”. Pero ¿verdadera-mente lo es?

“No es un cuento de hadas, eso es un cliché”, dijo Sara Ziff, fundadora de la Model Alliance, hablando de la nueva narrativa favorita de la moda, la de una chica israelí de 14 años que fue a París en busca de una carrera como modelo, conoció al diseñador Raf Simons en una tienda Dior y terminó abriendo el desfile de alta costura de Dior en julio. “Nueva-mente es utilizar a niñas para vender ro-pa a mujeres”.

Una temporada después de que se cele-bró ampliamente a modelos más madu-ras en campañas publicitarias como la de Céline (con Joan Didion) y Saint Laurent (Joni Mitchell), el péndulo de la moda aparentemente ha oscilado dramática-mente en la dirección opuesta.

Aparte de Sofia Mechetner, el nuevo hallazgo de Dior, Chanel ha anunciado que el rostro de su campaña de lentes será Lily-Rose Depp, de 16 años, hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis. Y Kaia Gerber, la hija de 13 años de Cindy Craw-ford, se ha agenciado un despliegue foto-gráfico en el número de septiembre del CR Fashion Book.

Indudablemente hay una mayor con-ciencia dentro de la industria, sin men-cionar dentro de la ley, en cuanto a la necesidad de proteger a las menores de edad que trabajan en un mundo adulto.

Hace tres años, las 21 Vogues interna-cionales firmaron y publicaron un pacto comprometiéndose a no utilizar a mode-los menores de 16 años (aunque ocasio-nalmente ha sido evadido, como en el ca-so de Kaia Gerber, quien recientemente apareció en Vogue Italia como parte de un “número especial”). En 2007, tanto el Consejo de Diseñadores de Moda de Es-tados Unidos y el Consejo de Moda Britá-nico emitieron lineamientos de salud que recomendaban enfáticamente (en el caso del gremio estadounidense) y exigían (el consejo británico) que los diseñadores utilizaran en sus desfiles modelos que tuvieran por lo menos 16 años.

Y sin embargo, independientemente de cuántos chaperones adultos se citen y sin importar que estas chicas sean el extre-mo, más que la regla, esto no resuelve el problema de la percepción pública: que, como dice Ziff, “cuando vistes a niñas con maquillaje y tacones, la implicación es que son objetos sexuales y con mucha

frecuencia el pú-blico así interpre-ta las imágenes”.

Estas chicas son celebradas

porque no lucen ni remotamente la edad que realmente tienen. No importa qué tanto se las proteja, esta desconexión en-tre la realidad y la imagen es chocante.

Es revelador que hasta las modelos más exitosas han abordado públicamente el asunto. Las modelos jóvenes son coloca-das en una situación “que las trata como adultas y no saben cómo lidiar con eso”, dijo Coco Rocha en 2011. “Sólo están pen-sando ‘¿Cómo hago para agradarte?’”.

Entonces, ¿cuál es el atractivo? Pre-suntamente el imperativo de lo nuevo, aunque puedes ser lo nuevo a los 21 años. Quizás también sea la presión por parte de las chicas mismas.

“Las adolescentes son muy ambiciosas hoy en día”, dijo Michelle Tan, editora de la revista Seventeen. “No puedes culpar a Sofia de eso, aunque quizás yo hubiera deseado que esperara un poco. Es un re-flejo del momento”.

A la moda le encanta reflejar el mo-mento. También adora transgredir. Sin embargo, ya que eso de la juventud en ropa de mujer es una historia bastante común, realmente no transgrede mucho.

Quizás finalmente sea hora de que ten-ga un nuevo final feliz.

Por VANESSA FRIEDMAN

Ahí está uno, relajándose en casa, cambiando de canales, cuando te to-pas con un programa que presenta a Maria Sharapova, Charlize Theron y Kobe Bryant.

Están sentados en un depósito, ha-blando junto a una pasarela, cuando la cámara cambia de imagen a una esce-na tras bastidores donde la maquillista Gucci Westman y el estilista Orlando Pita están transformando a Karlie Kloss y Miranda Kerr en diosas ama-zónicas y, tal vez, el fotógrafo Craig McDean está haciendo una crónica de todo. Es como si estuviera en medio de un desfile de modas. Y uno ve la ropa, y quiere la ropa.

Este es el futuro de la moda, o una versión de él, tal como lo imagina WME/IMG, el coloso de la represen-tación de talento de entretenimiento y deporte que hoy es propietario, opera o representa a 13 semanas de la moda en todo el mundo, entre ellas las de Nueva York, Londres y Milán (además de representar a todas las celebridades mencionadas). Y el futu-ro comenzó este mes en la Semana de la Moda de Nueva York.

Ya no simplemente un evento por y para la industria, la Semana de la Moda es tratada por WME/IMG como algo totalmente distin-to. Contenido. “Cuando observamos el mundo, vemos moda, deportes, películas, televisión, li-bros: todos son aspectos diferentes del consumo global de entretenimien-to”, dijo Ariel Emanuel, director ejecutivo de WME/IMG.

Esto introdujo un nue-vo look para la Semana de la Moda de Nueva York, uno no tan abiertamente comer-cial, con más énfasis en lo creativo, diseñado para seducir a espectadores tanto dentro como fuera de la industria. Después de casi cinco años en el Lin-coln Center, los desfiles principales se trasladaron a dos ubicaciones: Skyli-ght at Moynihan Station y Skylight Clarkson Sq, en la zona de SoHo. Hubo menos desfiles, una lista más selecta de diseñadores y el nombre era ahora simplemente Semana de la Moda de Nueva York: los desfiles.

Hubo pantallas con video en strea-ming para ser vistas por los transeún-tes y ocasiones en que los consumido-res podían convivir con la gente de la industria. Hubo una app que transmi-tía videos en vivo de los desfiles WME/IMG. Unas semanas después de que los desfiles de ropa lista para usarse ter-minen en octubre, WME/IMB estre-nará su primera cadena en un acuerdo exclusivo con Apple TV.

La Semana de la Moda comenzó como un aglomerado de muestras de colecciones organizadas por los dise-

ñadores cuándo y dónde ellos querían. No fue hasta 1990 que Fern Mallis, en-tonces directora ejecutiva del Consejo de Diseñadores de Moda de EE.UU. (CFDA, por sus siglas en inglés), deci-dió poner a la situación en orden.

En 1993, la Semana de la Moda se trasladó a unas carpas en Bryant Park y, en 2001, IMG adquirió el evento de CFDA. En 2010, lo trasladó al Lincoln Center. Entonces, los medios sociales llegaron a la moda, desde el estilo calle-jero hasta los bloggers y las celebrida-des se unieron a la multitud; de pronto, los consumidores querían participar. Allí es cuando llegó el nuevo WME/

IMG. Si pudiera ofrecer a los diseña-dores algo que no podían obtener por sí mismos, podría volver a atraerlos. Y lo que WME/IMG podía ofrecer era paquetes.

Es, en teoría, una situación donde todos los involucrados salen ganan-do. No obstante, sólo un tercio de los desfiles programados para la semana de la moda fueron parte de la lista de WME/IMG; el resto, y la mayoría de los nombres importantes como Marc Jacobs, Proenza Schouler y Diane von Furstenberg, tuvieron desfiles inde-pendientes.

“Sabemos que la semana de la mo-da ha sido esta enorme oportunidad perdida”, dijo Alex Bolen, director ejecutivo de Óscar de la Renta, que no presentó su desfile en una locación de IMG. “Nuestro propósito es llamar la atención, pero en este momento sólo lo sopesamos. ¿Hay un peligro de que el contenido sea empaquetado de forma errónea y resulte incoherente? Claro. Por eso es que queremos ver cómo se desenvuelve”.

MARILYNN K. YEE/THE NEW YORK TIMES

WME/IMG busca convertir la Semana de la Moda en un gran evento de entretenimiento. Carpas en Bryant Park, en 1998.

Los desfiles tienen app gratis, nueva sede y streaming en vivo.

Por WILLIAM VAN METER

En el desfile de modas para caballeros de Moschino, en junio, los modelos lucie-ron coronas doradas o gorras de ciclista. En algunos looks, las coronas iban pues-tas encima de las gorras. Ilustró qué tan lejos ha llegado la gorra y fue un gesto personal del diseñador Jeremy Scott, quien portó una mientras recibía la ova-ción del público.

Scott tiene unos 10 años de usar las gorras. “Me sorprende que ésta sea la primera vez que las hago”, declaró. “Son preciosas, y la visera pequeña va bien con la proporción de mi nariz y el som-breado de mi rostro”.

El precio de las gorras de algodón de Moschino comienza en los 310 dólares.

Para un creciente conjunto de hombres modernos, las gorras de ciclista se han convertido en el accesorio preferido para la cabeza, así tengan una bicicleta o no. El que siquiera se hayan vuelto populares más allá de la carretera es sorprendente. Su belleza yace en su fealdad. Normal-mente elaboradas de colores primarios chocantes y cubiertas de logotipos, no combinan con nada y, por lo tanto, van con todo. 

Las gorras bordadas con la palabra “Brooklyn” se han extendido por todo el mundo. Sorprendentemente, están he-chas por la compañía de bicicletas italia-

na Giordana. Brooklyn Gum, una marca italiana, patrocinó un equipo de carreras en los setenta. Y ahora que el distrito neo-yorquino es equiparado con lo de moda, han proliferado las gorras.

Versiones de la gorra de ciclista actual han existido desde principios del siglo 20. Eran sobrias, blancas y estaban hechas únicamente para cumplir su función: proteger los ojos del sol y de los elemen-tos y absorber el sudor. A veces, los ciclis-tas se colocaban abajo una hoja de repo-llo mojada para refrescarse.

Tras la Segunda Guerra Mundial, las compañías italianas modernizaron el estilo y empezaron a aparecer en ellas logotipos de fabricantes de bicicletas y de patrocinadores de equipos.

Ésta no es la primera vez que las go-rras de ciclista han pasado al ámbito cíclico de la moda. En la cinta “Los mu-chachos del verano” (Breaking Away), de 1979, la gorra hacía que se destacara el protagonista, un aspirante a ciclista profesional. A principios de los noventa, fueron asociadas con Wesley Snipes en “White Men Can’t Jump”, y eran un ac-cesorio esencial en la calle y la discoteca.  

Hoy ha disminuido la prominencia de las gorras en el deporte, pues la Unión Ciclista Internacional ha hecho que sea obligatorio el uso de cascos.

El mercado de las gorras está domina-do por compañías italianas como Bianchi y Cinelli, pero han empezado a florecer marcas independientes, como Rothera Cycling, de Austin, Texas. Milltag, de Londres, fabrica gorras personalizadas y de edición limitada. Ha acaparado el nicho de la música, al hacer gorras para grupos como los Pixies, Ride y The Fall.

“Indudablemente, es chistosa”, dijo Bill Strickland, editor de la revista Bicy-cling. “La visera es pequeña y tiene un ajuste raro, pero es emblemática de ser un ciclista”.

DEIDRE SCHOO PARA THE NEW YORK TIMES

Las gorras de ciclista se han vuelto muy populares. Un ciclista con una gorra Castelli rojinegra.

A R T E Y D I S E Ñ O

8 DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por RANDY KENNEDY

El estudio del artista Matthew Bar-ney, en el vecindario de Long Island City en el distrito neoyorquino de Queens, se encuentra entre depósitos indistingui-bles entre sí donde la visión más infer-nal es por lo general un perro guardián encadenado. Pero en diversos momen-tos durante los últimos años, el estudio fue transformado en una versión de un inframundo tan demoníaca que inclu-so Barney, quien tiene estómago para esas cosas, estuvo cerca de llegar a sus límites. Estaban, por ejemplo, los cerdos muertos que eran devorados por gusa-nos. Y el cadáver eviscerado de una va-ca, descansando en una charca de poca profundidad. “Esa agua era bastante re-pugnante al final”, recordó Barney hace poco.

Las escenas fueron creadas para “Ri-ver of Fundament”, una película de casi seis horas de duración y estructurada en torno a una lectura creativa de la novela “Noches de la antigüedad”, de Norman Mailer, publicada en 1983 y ambientada en su mayoría en Egipto en el siglo 13 an-tes de Cristo, un libro duramente reseña-do por los críticos, aunque en ocasiones con un respeto reticente por el intento de Mailer de llevar el Libro de los Muertos a las letras contemporáneas.

“River of Fundament” es la iniciativa más ambiciosa de Barney desde el ciclo

“Cremaster”, los filmes saturados de símbolos realizados desde principios de los noventa y que lo establecieron como uno de los artistas más importantes de su generación.

Al igual que con esos filmes y gran par-te de su obra desde los primeros días de su carrera, la película funciona de forma autónoma, pero también como dínamo para generar, moldear y superponer sig-nificado sobre un acervo de esculturas. Ese acervo, conformado por alrededor de 85 obras y que tardó más de siete años en realizarse, se exhibe por primera vez en Estados Unidos, en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles. La ex-posición se inauguró el 13 de septiembre y será la única parada en EE.UU. de la obra, mostrada primero en Munich y en Hobart, Tasmania.

“River of Fundament” se centra en la versión profundamente carnal de Mai-ler de la cosmología egipcia, en la que los muertos que buscan reencarnar deben pasar por un río de heces —un sustituto del colon— donde el sustento es proce-sado para convertirse en desechos que tienen a su vez el poder de fertilizar ali-mento nuevo.

Barney dijo que se esforzó por reducir el sexo y la escatología con que Mailer atiborró casi todas las páginas. Pero el filme —organizado en torno a actuacio-nes en vivo filmadas en Los Ángeles,

Detroit y Nueva York— presenta defeca-ción, micción, sexo anal, una bolsa bur-bujeante de colostomía y una escena en la que un ave emerge de una vagina.

Desde su estreno el año pasado, la re-cepción de los críticos no ha sido particu-larmente amable. “Barney nos debe imá-genes más inspiradas a cambio de seis horas de nuestras vidas que es poco pro-

bable que podamos arrancarles de vuelta a los gobernantes del Inframundo”, dijo The Hollywood Reporter.

Barney, de 48 años, dijo que durante años sintió que se había acorralado en un rin-cón conceptual. Su última pieza impor-tante fue “Drawing Restraint 9”, una his-toria con influencias japonesas sobre per-

sonajes a bordo de un barco ballenero, realizada en colaboración con Björk, su ex pareja.

Para Barney, la altamente improbable salida de ese rincón creativo terminó siendo “Noches de la antigüedad”. Le dio a Mailer un papel en la serie “Cremaster” y Mailer, quien falleció en 2007, se con-virtió no sólo en su mentor sino también

en una especie de demiurgo estadouni-dense en la mitología de Barney. Mailer le pidió a Barney que leyera el libro egip-cio.

Ambientada en un momento en el que los egipcios realizaban grandes avan-ces en la metalurgia, “Noches de la an-tigüedad” motivó a Barney a comenzar a pensar en materiales y en la historia de la escultura en formas en que no ha-bía hecho jamás —y a pensar en un pro-yecto en el que la escultura impulsara al proceso cinematográfico más que en el pasado.

Algunas de las esculturas en la mues-tra parecen una explosión de metal líqui-do congelado en pleno estallido, que es básicamente lo que son. Se logró al usar un nuevo proceso en el que bronce fundi-do se vierte en un pozo lleno de arcilla y agua. Estas esculturas buscan evocar al río Nilo o las lágrimas de Isis que lo inun-dan anualmente.

Barney se arriesga al fracaso mucho más que en el pasado, con la sombra de Mailer como su guía desafiante. “Una de mis principales razones para sentirme atraído a Norman fue lo que yo conside-raba su disposición a fracasar, a arries-garse a un tipo de fracaso que fuera útil para el resto de nosotros”, dijo. “Cono-ciendo a Norman, estoy seguro de que se estaría revolcando en su tumba si me escuchara decir eso”.

Bailarines taiwaneses tienen gran misión

Un ‘Otelo’ sin maquillaje negro sacude una tradición operística

Regresa Bill Withers,en sus propios términos

Un artista explora el inframundo creado por un novelista

Por AMY QIN

NUEVO TAIPEI, Taiwán — La mayo-ría de las personas en Taiwán probable-mente esté enterada de la existencia del Cloud Gate Dance Theater, el grupo de danza preeminente de la isla. Aborde un autobús o el metro en la Ciudad de Nue-vo Taipei, y podría ver imágenes de los bailarines de la compañía adornando sus costados.

Visitar el popular distrito Tamsui po-dría ofrecer una vista al reluciente nuevo hogar de 22 millones dólares de la com-pañía. Si viaja en China Airlines, incluso podría volar en el avión adornado con imágenes de Cloud Gate. La aerolínea lo presentó el año pasado, afirmando que el grupo de danza representaba “el pinácu-lo de la cultura taiwanesa”.

Fundada en 1973, Cloud Gate fue la pri-mera compañía de danza profesional de Taiwán. Y 42 años después, se ha conver-tido en un símbolo itinerante e insepara-ble de esta isla. Acaba de abrir el festival anual Next Wave, en la Academia de Mú-sica de Brooklyn, con la premiere esta-dounidense de “Rice” (Arroz), una obra de 2013.

La visita fue su primera parada en una gira que incluirá presentaciones en Los Ángeles, Washington y París.

Promover la imagen de Taiwán en el extranjero es una responsabilidad que Lin Hwai-Min, de 68 años, fundador, di-rector artístico y coreógrafo principal de

Cloud Gate, no toma a la ligera.“Debido a la situación política con Chi-

na continental, es muy difícil que nues-tros líderes políticos estén activos en el extranjero, así que mucha gente lo ve no sólo como un artista, sino como una espe-cie de embajador cultural para Taiwán”, explicó Yatin Lin, catedrática de estu-dios de danza en la Universidad Nacional de Artes de Taipei.

Ese compromiso quedó de manifies-to cuando el coreógrafo entró al nuevo

complejo de la compañía, enfundado en su uniforme característico (camiseta y pantalones negros) para ver a los 22 bai-larines de Cloud Gate ensayar “Rice”.

Los bailarines daban pisadas sonoras, saltaban y doblaban y desdoblaban sus cuerpos en una demostración de la esté-tica híbrida de Cloud Gate, que combina técnicas de la danza clásica occidental con movimientos “redondeados” de Oriente que toman de las artes marcia-les y del tai chi.

Luego de que los bailarines hicieron sus reverencias finales, Lin trabajó ajus-tes menores con cada bailarín indivi-dualmente.

Mucho ha cambiado desde que Lin na-ció en Taiwán, en 1947. Chiang Kai-shek y su Ejército Nacional Revolucionario del Kuomintang huyeron a Taiwán luego de perder la guerra civil contra los comunis-tas chinos de Mao. El Kuomintang gober-nó Taiwán hasta 1996, cuando los votan-tes eligieron a su presidente por primera vez. A partir de entonces, Taiwán ha sido considerada una democracia, pero la isla sigue siendo un territorio en disputa.

Lin se volcó en múltiples pasiones an-tes de decidir estudiar coreografía en Estados Unidos. Al regresar a Taiwán, fundó Cloud Gate. A medida que creció la reputación de la compañía, igual lo hizo la escena de la danza moderna en Taiwán.

Cuando se le preguntó sobre su posible retiro, Lin admitió que el nuevo complejo de la compañía le permitiría a su compa-ñía perpetuar la “energía de Cloud Gate”, facilitando que él se haga a un lado.

No obstante, “no quiero ninguna es-tatua”, comentó. “Soy budista. Creo que todo es sólo ilusorio, particularmente en el caso de los bailarines.

“Sabemos que la danza ocurre, pero también se esfuma cuando ocurre”, ma-nifestó. “Todo lo que creamos es aire. Le damos a la sociedad un aire diferente, eso es todo”.

Un grupo de bailarines que también son embajadores culturales.

JAKE MICHAELS PARA THE NEW YORK TIMES

Bill Withers es conocido por sus éxitos “Lean on Me” y “Ain’t No Sunshine”.

EMILY BERL PARA THE NEW YORK TIMES

Por BEN SISARIO

LOS ÁNGELES — Para las estrellas musicales de cierta edad, ingresar al Salón de la Fama del Rock normal-mente es un trampolín para revivir su trayectoria: giras, álbumes nuevos y contratos publicitarios.

No así para la leyenda del soul Bill Withers, quien se convirtió en miem-bro del sacrosanto club este año, pero que ha pasado las últimas tres décadas en una especie de retiro musical. Cuan-do se realice un tributo a su música en el Carnegie Hall, el 1 de octubre, con un grupo de estrellas entre las que figuran Ed Sheeran, D’Angelo, Michael McDo-nald, Aloe Blacc y Dr. John, es poco probable que el propio Withers entone una sola nota. “No respondí a la presión de otra gente cuando tenía 35 años”, co-mentó. “No he mejorado a los 77”.

El espectáculo en el Carnegie Hall y el ingreso al Salón de la Fama marcan un año inusualmen-te público para Wi-thers, quien lanzó su álbum más re-ciente en 1985, pero cuya producción se ha mantenido om-nipresente. Sus ma-yores éxitos, “Lean on Me” y “Ain’t No Sunshine”, son can-ciones clásicas de devoción y pérdida capaces de sostener toda una película de Hollywood.

Rasgaba una gui-tarra acústica como lo hacía cualquier otra cantidad de cantautores de prin-cipios de los setenta, pero la simpleza pura de sus grabacio-nes puede escucharse en samples de fi-guras tales como Dr. Dre, Kanye West y Kendrick Lamar.

Ed Sheeran a menudo incorpora “Ain’t No Sunshine” a popurrís en sus conciertos. “Él es una de esas personas como Stevie Wonder, Michael Jackson o The Beatles, que nadie puede negar que han sido una influencia en uno”, aseveró Sheeran.

En una carrera discográfica que du-ró apenas 14 años, comenzando con el álbum “Just As I Am”, en 1971, Withers desarrolló un estilo que tomaba del blues áspero, el R&B y el estilo confe-sional de los cantautores de la época. Tuvo éxitos bailables como “Use Me”; el romanticismo meloso de “Just the Two of Us”, que lanzó junto con Grover Washington Jr.; y el detalle poético de “Grandma’s Hands”.

A través de los años, Withers no ha

ocultado su desdén por lo que él ve co-mo una industria discográfica capri-chosa y manipuladora. Al mismo tiem-po, se ha beneficiado de su control de un catálogo de composiciones extremada-mente valiosas que con frecuencia se escuchan en películas y comerciales de televisión.

No obstante, Withers calla cuando se le pregunta sobre su proceso musical o su decisión de incursionar en la música a una edad relativamente tardía. Tenía treintaitantos años cuando empezó a grabar, tras crecer en un pueblo mine-ro segregado en Virginia Occidental, servir en la Marina y trabajar como mecánico de aeronaves. “No sé tocar la guitarra ni el piano, pero hice una trayectoria componiendo canciones en guitarra y piano”, recordó. “Nunca aprendí música. Simplemente lo hice”.

Withers surgió como una especie de hombre común musical, retratado en la

portada de “Just As I Am” en su trabajo en Weber Aircraft, en Burbank, Cali-fornia, con lonchera en mano.

Incluso ahora, un residente acomo-dado de Hollywood Hills quien convive con Wonder y John-ny Mathis, disfruta de su anonimato en la calle y se apega a un punto de vista práctico respecto a la vida.

Al principio, es hosco al hablar de los obstáculos que ha enfrentado. “Soy un hombre de raza

negra de 77 años y he vivido las expe-riencias de un hombre de raza negra de 77 años”, expresó Withers. “Fui mecá-nico aéreo en la Marina en los cincuen-ta, cuando nadie creía que ni siquiera eras lo suficientemente bueno para fil-trar el aceite de un avión”.

Sin embargo, se sincera al hablar so-bre música, raza, cultura pop y su tema favorito, la historia estadounidense. Ve su propia historia como una parábola “inusitada”, al ascender de desempe-ñar empleos de clase obrera a la fama, con ecos de discriminación que conti-núan hoy cuando la policía cerca de su hogar le pregunta qué hace sentado en su auto. “He visto a Estados Unidos y todas las fases extrañas por las que ha pasado, toda la crueldad y toda la bon-dad”, manifestó Withers.

Y quizás no ha terminado con la mú-sica. Tiene un estudio en casa, donde trabaja en sus proyectos.

Por MICHAEL COOPER

En un reciente ensayo general en la Ópera Metropolitana (o Met) de Nueva York, algo estaba ausente cuando el te-nor letón Aleksandrs Antonenko cantó el papel titular del “Otelo” de Verdi: el maquillaje teatral que las compañías de ópera utilizan desde hace más de un siglo para oscurecer los rostros de los pálidos cantantes que interpretan el papel.

“El Met rompe con la tradición y seré blanco”, dijo Antonenko encogiéndose de hombros mientras era empolvado en su vestidor.

Era una forma displicente de resumir un cambio sísmico. El que las principales casas de ópera hayan continuado utili-zando “blackface” podría ser más sor-prendente para muchas personas que el hecho de que el Met le está poniendo fin a la práctica, tras 124 años, en la nueva

producción de “Otelo”.Esto se da más de una generación des-

pués de que las principales compañías teatrales dejaron de “ennegrecer” a los actores que interpretan a Otelo en la obra de Shakespeare.

Desde el debut de “Otelo” en el Met, en 1891, hasta la reposición más reciente, en 2013, protagonizada por José Cura, ha persistido el uso de maquillaje oscuro para el rostro. Antonenko ha cantado el papel —descrito en la ópera, así como en la obra, como un “moro”— en maquillaje oscuro por toda Europa.

El cambio ha dividido a los amantes de la ópera. Después de que el Met subió a su página en Facebook un video de un ensa-yo reciente, un comentario decía, “Otelo debería tener su maquillaje oscuro”, a lo que otra persona sugirió que el quejoso “debería vivir en el siglo 19”.

Bartlett Sher, director del nuevo “Ote-lo” del Met, dijo que “realmente no tuve muchos bemoles” respecto a la decisión de no utilizar maquillaje en Antonenko.

“Nunca se me ocurrió que alguna vez consideraríamos hacerlo con el maquilla-je. El ‘blackface’ tiene una resonancia his-tórica en nuestra cultura y esa resonancia es negativa y, como una tradición sobre el escenario, es una que ya dejamos atrás”.

En eso, la ópera se está poniendo a la par, tardíamente, con el teatro. Uno de

los últimos actores blancos de peso en interpretar el papel en ‘blackface’ fue Michael Gambon, en 1980. Pero en déca-das recientes, el papel en el teatro ha sido interpretado casi exclusivamente por actores negros.

Sin embargo, asignar los papeles para la ópera es más difícil. Pocos tenores dra-máticos, independientemente de raza o antecedentes, son considerados capaces de cantar el exigente papel de Otelo como lo escribió Verdi.

Francesca Zambello, directora artísti-ca de la Ópera Nacional de Washington, dijo que toda la discusión en torno a “Ote-lo” y el maquillaje destacaba la persisten-te falta de diversidad en la ópera.

“Las grandes historias y personajes nos fascinan porque reconocemos algo de nosotros en ellos —para bien o para mal— y no debido al color de su piel”, dijo.

SARA KRULWICH/THE NEW YORK TIMES

A Aleksandrs Antonenko, que hace el papel principal en “Otelo” en una nueva puesta, lo maquillan ligero.

LIU CHEN-HSIANG

Cloud Gate Dance Theater, grupo de danza profesional de Taiwán, promueve la imagen de la isla en el extranjero.

El moro se vuelve blanco al imponerse las sensibilidades modernas.

Matthew Barney con piezas de su serie “Water Cast”, en el Museo de Arte Contemporáneo en Los Ángeles.