LOS HAMPTONSENTRAMOS EN EL EXCLUSIVO ENCLAVE VERANIEGO DE

LAS FAMILIAS MÁS PODEROSAS DE LA COSTA ESTE NORTEAMERICANA

Kenneth y María Fishel, reyes inmobiliarios de Estados Unidos, nos reciben en su impresionante propiedad, de ciento sesenta mil metros cuadrados

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La casa, que tiene hasta campo de polo propio, está en una de las zonas más caras y Madonna es

vecina suya

Vista general de la mansión, ubi-cada en la exclusiva zona de Brid-gehampton (izquierda), con el «ja-cuzzi» y la piscina en primer térmi-no. A la izquierda de la imagen se aprecia la pista de tenis y, a la de-recha, los vestuarios. Al lado, Ma-ría, nacida en Guayaquil (Ecuador), nos recibe en su casa. que tiene, aparte de diez habitaciones para invitados, gimnasio y una gran

sala de juegos

Solo en la Gran Manzana de Nueva York, Kenneth controla un imperio de quince hectá-reas: «Fui uno de los primeros en incorporar Internet al mun-

do inmobiliario»

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PODRÍA decirse que la protago-nista de nuestra historia ha vivi-

do lo que podría considerarse una especie de cuento de hadas. Nacida en Ecuador y primogénita de Anto-nio Fuentes León, uno de los mayo-res productores de bananas en la historia de ese país, con solo veintiún años decidió darle un giro a su vida. Así las cosas, hizo las maletas y se mudó de Vinces —pequeña locali-dad, al oeste de Ecuador, en la que también creció María Clara Pesantes Becerra, madre de la princesa Marie- Chantal de Grecia— a Nueva York para comenzar a conocer el mundo. Desde muy pequeña, María soñaba con vivir en la Gran Manzana: quería aprender inglés, estudiar Arte, ser independiente y convertirse en una mujer moderna. Un sueño que no tardó mucho en cumplirse, ya que

nada más llegar a la ciudad de los rascacielos, consiguió un trabajo y se matriculó en la Universidad para aprender la lengua de Shakespeare a la perfección. Pero lo que ella nunca imaginó es que no solamente logra-ría adaptarse tan rápido a la vida de los Estados Unidos, si no que tam-bién encontraría un trabajo y cono-cería al hombre de sus sueños, Ken-neth Fishel, por aquel entonces un joven y apuesto hombre de negocios que tenía su oficina un piso más arri-ba de donde estaba el despacho de María. Sin embargo, al año de haber comenzado su noviazgo, María tuvo que regresar a Ecuador por razones familiares y la distancia sirvió para que se diera cuenta de que Ken, como lo llaman sus íntimos, era el hombre con el que quería compartir

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Salón principal, decorado en to-nos beis y azules, donde los Fishel reciben a sus in-vitados a lo largo de todo el verano. A la izquierda de la imagen, colec-ción de platos di-señados por John Dorian, que María (izquierda) ha ido coleccionando a lo largo de su v ida. Derecha, «hall» de entrada, con una gran al-fombra «animal print», dos con-solas antiguas y una enorme ara-ña de Baccarat

en el techo

La familia de Kenneth, que emigró desde Polonia y Australia, llegó a tener la mayor fábrica de trajes de baño de Estados Unidos y

hasta Spielberg les encargó el vestuario para «Tiburón»

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el resto de su vida. Dos años después, en 1988, se casaban, en un boda de ensueño, en el Waldorf Astoria, de Nueva York

LA HISTORIA DE LOS FISHEL

La historia de los Fishel en Estados Unidos se remonta a finales del siglo XIX, cuando sus an-tepasados, llegados desde Polonia y Australia, abrieron, en la década de los años cuarenta, una de las primeras fábricas de trajes de baño del país después de que el padre de Kenneth regre-sase de la guerra, donde tomó parte en treinta y tres misiones como piloto. La fama de la compa-ñía llegó a ser tal —se convirtieron en los mayo-res productores del país—, que cuando Steven Spielberg rodó «Tiburón», en 1974, les pidió que le diseñaran el vestuario para la pelicula. Sin embargo, con el paso del tiempo, y debido a la enorme competencia provocada por la globa-lización, la familia de Ken, al igual que los Roc-kefeller y los Trump, se dieron cuenta de que el negocio al que debían enfocar sus intereses esta-ba en los bienes raíces. Así fue como, en 1981, y con tan solo veintiún años, Kenneth decidió re-tirarse del negocio textil para entrar en el mun-do de la industria y la construcción, que estaban comenzando a vivir un auge pocas veces visto y que le ha llevado a controlar, solo en la Gran Manzana, más de ciento cincuenta mil metros cuadrados de espacios inmobiliarios a través de Renaissance Properties, un conglomerado de edificios. Una historia de éxito que le llevaría a lo más alto de la sociedad neoyorquina, convir-

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María creció en la misma localidad ecuatoriana que la madre de la princesa Marie-Chantal Miller y su padre fue uno de los mayores productores

de bananas en la historia de Ecuador

En la otra página, la amplia cocina y el «office», decorado con un aire «shabby-chic». Como se puede comprobar, es evidente la afición de la dueña de la casa por la re-posteria. Al lado, el comedor, presidido por una gran mesa redonda y sillas de bambú lacadas en blanco. La vajilla, pintada a mano, es de la fábrica húngara Herend y per-teneció a la Reina Victoria de Inglaterra. La cubertería de plata es de la firma france-sa Sabre. La mantelería, que María mandó hacer a medida en Brujas (Bélgica), es de lino bordado a mano. Arriba, el matrimonio con su hijo Bradley, de veintisiete años,

que ya se ha convertido en la mano derecha de su padre en los negocios

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En la otra página, arriba, para la habitación principal los Fishel eligieron telas en tonos claros y muebles de caoba, en claro contraste con el rojo carmesí de su cuarto de baño (sobre estas líneas). Derecha, cuartos de invitados, uno de ellos (al lado) decorado con un papel rosa chicle. «Le pedí a la decoradora que utilizara pa-pel de colores fuertes en algunas de las habitaciones para contrarrestar el resto de las otras, que son un poco más clásicas y menos coloridas. Queríamos una casa en la que nos sintiéramos cómodos y en la que

toda nuestra familia y nuestros amigos pudiesen convivir felizmente», afirma Ken

tiéndole en uno de los nombres más representativos de los Hamp-tons, el exclusivo enclave donde pasan sus vacaciones las familias más poderosas de la costa este es-tadounidense y donde el matri-monio nos ha abierto las puertas de su mansión, junto a su hijo Bradley

—María, ¿como llegó esta casa a vuestras vidas?

—La compramos hace más de diez años, y desde entonces es nuestro refugio. Nada más mudar-nos, y como quería tener la casa de mis sueños, decidí contratar a la reconocida decoradora Wendy Va-lliere, que sabía que me interpre-taría a la perfección. Tuvo la casa lista en tan solo tres meses. Toda-vía recuerdo que, cuando la llamé, cogió un avión privado desde Ver-mont con cuatro empleados y fue a ver la casa. Tomó medidas de todo y a los pocos días ya me esta-ba enviando propuestas para cada uno de los ambientes. Al tener el terreno dieciséis hectáreas, pudi-mos construir un gran jardín y un

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«Ver morir a mi padre de cáncer hizo que me involucrara más con todo lo que tiene que ver con la lucha contra esa enfermedad»

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campo de polo, donde cada año organizamos torneos para recaudar fondos y ayudar a organi-zaciones benéficas, entre ellas, una que se dedica a rescatar caballos maltratados, y a la Samuel Waxman Cancer Research Foundation, algo que nos llena de orgullo. También, desde hace dos años, organizamos una feria llamada Art Hamp-tons, enfocada a promover a artistas de más de cuarenta y cuatro países.

—María, tu padre fue toda una institución en Ecuador. ¿Cómo era tu relación con él?

—Fue un hombre muy educado y se parecía muchísimo al actor Clark Gable. Un verdadero caballero.

—¿Pudo conocer a tu marido y a sus nietos?—Sí, por supuesto. Recuerdo que cuando fui

a Ecuador con mis hijos pequeños, se le llenaron los ojos de lágrimas nada más verme. Ver morir a mi padre de cáncer hizo que me involucrara más con todo lo que tiene que ver con la lucha con-tra esa enfermedad.

—A mí me pasó algo similar —interviene Ken—, ya que mi madre también murió de cán-cer. Por eso, María y yo estamos convencidos de lo importante que es ayudar para que cada día haya menos gente con esa enfermedad. De he-cho, mi hija decidió estudiar Medicina —ya está en segundo año— y se ha inclucrado en uno de los proyectos de investigación más ambiciosos del mundo para erradicar el cáncer de mama.

«Para mí, la f ó r m u l a d e l éxito es ser fiel a tus valo-res, creer en ti mismo y tener confianza en tus propias de-

cisiones»

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Izquierda, divertida imagen de María en el cuarto de lavado, donde imita la actitud de la lavandera del gran cuadro que tiene detrás. Para decorar la biblioteca (junto a estas lí-neas), María eligió maderas oscuras y tapizados rosados. El toque de vanguardia lo aporta uno de los grandes retratos de Marilyn Monroe que el rey del arte pop, Andy Warhol, realizó en 1962 y que preside la chimenea. Abajo (derecha), los Fishel en el cine de su casa viendo una película de terror. Diseñado por Richard Charschan, este peque-ño cine ganó el premio al mejor «home theater» de los Estados Unidos a principios de la

década de los años noventa

—¿Cómo vives el gran momen-to empresarial que estás atravesan-do?

—Tuve la visión de ser uno de los primeros empresarios inmobi-liarios en incorporar Internet en su negocio. Fue algo que me dife-renció del resto de mis competido-res y que me hizo crecer enorme-mente.

—¿Cuál se podría decir que es tu fórmula para el éxito?

—Lo primero, ser fiel a tus valo-res y creer en ti mismo. Tener con-fianza en tus propias decisiones.

—¿Y el mejor consejo que le da-rías a tu hijo el día que se ponga al frente de tu empresa?

—Que sea diligente, trabajador y honesto. Y lo más importante: que trate a los demás como le gus-taría que le tratasen a él. De cual-quier forma, estoy muy tranquilo ya que Bradley es sumamente res-ponsable. Se preocupa por ser cada día mejor y es una persona ética. Realmente estoy muy orgu-lloso de él.Realización y texto: RODOLFO VERA

CALDERÓN Fotos: ANDREA SAVINI

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