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LA PRIMERA PRESIDENCIA Spencer W. Kimball N. Eldon Tanner Marión G. Romney
CONSEJO DE LOS DOCE APOSTÓLES Ezra Taft Benson Mark E, Petersen Delbert L. Stapley LeGrand Richards Howard W, Hunter Gordon B. Hinckley Thomas S. Monson Boyd K. Packer Marvin ). Ashton Bruce R. McConkie L. Tom Perry David B. Haight
COMITÉ ASESOR Howard W. Hunter David B. Haighl Robert D, Hales O. Leslie Stone
EDITOR DE LAS REVISTAS DE LA IGLESIA Dean L, Larsen
REVISTAS INTERNACIONALES Larry Hiller, Editor Gerente Carol Larsen, Ayudante Roger Gyl l ing, Diseñador
EDITORA RESPONSABLE DELIAHONA Raquel R.V, Tokarz
COMPAGINADOR Goff Dowding
(01976 by the Corporation of the President of the Church of lesus Christ of Latter-day Sainls. All rights reserved,
LIAHONA Número 9 Año 22 Septiembre de 1976
índice ARTÍCULOS DE INTERÉS GENERAL
1 Escudriñad las Escrituras, presidente Spencer W. Kimball 4 Dad vida a las Escrituras, Jeffrey R. Holland 6 Vuestra es la responsabilidad, Tom G. Rose 8 La historia empieza con la familia, Arthur R. Bassett
11 Preguntas y respuestas 12 Cuadro cronológico del Libro de Mormón 22 Diario mormón 27 Los siete linajes de Lehi, Ross T. Christensen 29 La relación entre el obispo y el presidente del quorum de élderes SECCIÓN PARA LOS NIÑOS 13 La paz interior 14 El niño que lo hacia todo mal, Blaine R. Worthen 16 Para tu diversión 18 José, Brenda Bloxham 20 Historias del Libro de Mormón NOTICIAS DE LA IGLESIA 30 Nuevos presidentes de misión 33 Nuevas estacas para América Latina
Una época de violencia
Mensaje de la Primera Presidencia
por el presidente Speneer W. Kímball
Mis amados hermanos, mi propósito al preparares-te mensaje es el de alentaros a que estudiéis las Escrituras. "Escudriñad las escrituras; porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi'." (Juan 5:39.)
Tal vez os hayáis percatado de que hace muchos años las Autoridades Generales han estado exhortando con insistente frecuencia a los miembros a adoptar un programa de estudio diario del evangelio, tanto en forma individual como familiar. Asimismo, los libros canónicos han reemplazado a los demás como texto en el programa de estudio para los adultos de la Iglesia, y pocas son las reuniones que finalicen sin la inspirada amonestación de los líderes del sacerdocio, para que los miembros lean y estudien las Escrituras.
Creemos que ha habido un aumento y una mejora notables. Muchos son los miembros de la Iglesia que llevan las Escrituras a las reuniones yendo así preparados, tanto para aprender como para discutir los temas del evangelio. De acuerdo con la inspiración divina, muchos padres están usando las obras canónicas para enseñarles a sus hijos las doctrinas del reino. Consideramos con placer y gran satisfacción estas cosas, sabiendo que muchas serán las bendiciones obtenidas como consecuencia de esa actitud.
Sin embargo, nos entristece saber, a medida que viajamos por las estacas y misiones de la Iglesia, que todavía hay muchos santos que no leen ni meditan las Escrituras en forma regular, y que asimismo tienen poco conocimiento de las instrucciones del Señor para los hijos de los hombres. Muchos
Liahona, septiembre de 1976
han sido bautizados y han fracasado en dar el paso adelante para "deleitarse en la palabra de Cristo perseverando hasta el ñn" (2 Neíi21:l9-20).
Solamente los fieles recibirán la recompensa que el Señor prometió, o sea, la vida eterna, ya que nadie puede recibirla sin llegar a ser "hacedor de la palabra" (Sant. 1:22), valeroso y obediente a los mandamientos del Señor;
Y nadie puede ser hacedor de la palabra sin llegar primero a ser oidor. Y no se llega a ser oidor permaneciendo ociosamente a la espera de migajas de informacijón y conocimiento que puedan recibirse por casualidad; hay que investigar, estudiar, orar y comprender. El Señor dijo: "Y aquel que no recibe mi voz, no conoce mi voz, y no es mío" (D. y C. 84:52).
Además del constante aliento y las exhortaciones que recibimos de nuestros actuales líderes de la Iglesia, los profetas antiguos parecen gritarnos desde casi cada una de las páginas de las Escrituras, instándonos a que estudiemos la palabra del Señor que se encuentra en ellas. ". . .las cuales le pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús." (2 Tim. 3:15.) Pero no siempre oímos y sería conveniente que nos preguntásemos porqué.
Muchas veces parecería que las tomáramos con ligereza, ya que no apreciamos completamente el raro privilegio que tenemos de poseerlas, y lo bendecidos que somos porque tenemos la oportunidad de leerlas. Parece que nos hemos conformado tan cómodamente a nuestras experiencias mundanas y hemos llegado a acostumbrarnos de tal forma a oír el evangelio, que nos es difícil imaginar que pudiera ser de otra forma.
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Escrituras las
Escudriñad
Pero debemos comprender que hace solamente 15.6 años que el mundo emergió de la larga noche de oscuridad espiritual que llamamos la gran apostasi'a. Debemos comprender algo de la profundidad de esas tinieblas que prevalecieron antes del día primaveral de 1820, cuando el Padre y el Hijo aparecieron a José Smith; esa oscuridad había sido prevista por el profeta Nefi y él la describe como "ese horrible estado de ceguedad" que sobrevino cuando le fue quitado al hombre el evangelio. (Véase 1 Nefi 13:32.)
Cuando el Libro de Mormón fue publicado en 1830, los restos de los pueblos cuya historia relata, habían permanecido en el continente americano por más de catorce siglos sin ninguna guía divina. El sagrado registro de sus pueblos había sido sellado para aparecer en esta dispensación del evangelio. Me conmuevo profundamente cuando leo el relato del gran. profeta Mormón parado en medio de los últimos momentos de la carnicería y destrucción de su pueblo, los nefitas, en una terrible escena de sangre y matanza; y porque aun cuando sabía, al igual que sucedió con todos los profetas del Libro de Mormón, que ía oscura edad de la apostasía debía tener lugar tal como se había profetizado, declaró con angustia en su alma:
"Pues he aquí, el Espíritu del Señor ha dejado de contender con sus padres; y están sin Cristo y sin Dios en el mundo; y son arrojados de un iado para otro como paja que lleva el viento. .. Mas ahora, he aquí, Satanás los arrastra como el tamo que se lleva el viento; o como el barco que sin vela, ancla o timón con qué dirigirlo, es juguete de las olas; y así como la nave son ellos." (Mormón 5:16-18.)
También en el Viejo Mundo la gente se encontraba vir-tualmente sin ancla, ya que la Iglesia primitiva se había sumido en la apostasía con la muerte de los apóstoles, y aun cuando existían los manuscritos de la Biblia, los mismos se encontraban en manos de unos pocos hombres que carecían de inspiración divina. Fue durante estos tiempos que muchas de las partes más preciosas de la Biblia se perdieron. (Véase 2 Nefi 13:28,32.)
Somos peregrinos sobre esta tierra, enviados aquí con la misión de llevar a cabo una gran obra, para la cua! necesitamos la guía del Señor. El hecho de que yo no naciera en los tiempos de la oscuridad espiritual en los cuales los cielos estaban silentes y el espíritu retirado, llena mi alma de gratitud. En verdad, el estar sin la palabra del Señor que nos dirija, es como ser vagabundo en un vasto desierto sin contar con señales que nos guíen, o como si nos encontráramos en una oscura caverna sin la luz necesaria para conducirnos al camino de salida.
Durante la guerra de Vietnam, algunos miembros de la Iglesia fueron hechos prisioneros y mantenidos en casi total aislamiento. No disponían de ningún libro de Escrituras, y más adelante dijeron cuan hambrientos de palabras de verdad estuvieron durante aquellos tiempos; más hambrientos que de alimentos y aun que de la libertad misma. ¡Qué no habrían dado por disponer de unos pocos fragmentos de la Biblia o del Libro de Mormón, que mientras tanto se encontraban acumulando polvo en nuestros estantes! Ellos aprendie
ron por dura experiencia algo de los sentimientos expresados por Nefi cuando dijo: "Porque mi alma se deleita en las escrituras, y las medito en el corazón y las escribo para la instrucción y beneficio de mis hijos.
He aquí, mi alma se deleita en las cosas del Señor, y mi corazón medita sin cesar lo que he visto y oído." (2 Nefi 4:15-16.)
En un pasaje de las Escrituras, cuando el profeta Isaías se refiere a la gran apostasía, dice: "Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de sueño y cerró los ojos de vuestros profetas, y puso velo sobre las cabezas de vuestros videntes." (Isaías 29:10.)
Sin embargo,.inmediatamente Isaías hace referencia directa al fin del oscurantismo y a la aparición del Libro de Mormón:
"Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeres: Lee ahora esto; él dirá no puedo, porque está sellado." (Isaías 29:11.)
Y fue así que comenzó la obra maravillosa, una obra maravillosa y un prodigio que el Señor prometió que llevaría a cabo. (Véase Isaías 29:14.)
Desde los comienzos de la restauración del evangelio a través del profeta José Smith, más de dieciséis millones de copias del Libro de Mormón se han impreso y distribuido en veintiséis idiomas; y en la actualidad se están preparando más de quince traducciones a otros idiomas; se han imprimido un sinnúmero de Biblias sobrepasando en cantidad a cualquier otra obra; tenemos también Doctrinas y Convenios y la Perla de Gran Precio. Además de tener acceso a esas preciosas obras de escritura, tenemos la oportunidad llevada a un extremo totalmente desconocido en otros tiempos de la historia del mundo, de recibir educación y habilidad para utilizarlas, si es que lo deseamos.
Los antiguos profetas sabían que después de la oscuridad vendría la luz. Nosotros vivimos ahora en esa luz, ¿pero acaso la comprendemos en su plenitud? Teniendo las doctrinas de salvación a nuestro alcance, me temo que hay muchos que todavía se encuentran dominados por un estupor, teniendo ojos que no ven y oídos que no oyen (Romanos 11:8).
A fin de que no fracasemos en el intento de pensar seriamente en lo que he dicho, quisiera hacer una pausa para destacar un error muy común en la mente humana: cuando alguien habla de fidelidad o éxito tenemos la tendencia a pensar inmediatamente en "nosotros", y cuando se habla de fracaso o negligencia, desasociarnos mentalmente de la situación pensando en "ellos", pero pido a todos que honestamente evaluemos nuestra actuación personal en el estudio de las Escrituras. Es bastante común ver casos de personas que dominan varios de sus pasajes, de tal forma que se hacen la ilusión de saber mucho acerca del evangelio. En este sentido, el tener un poco de conocimiento puede presentar en realidad un gran problema. Estoy convencido que cada uno de nosotros en algún período de nuestra vida, tiene que descubrir las "Escrituras por sí mismo, y no solamente una vez sino redescubrirlas muchas veces.
Respecto a esto, la historia del rey Josías en el Antiguo
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Testamento, es una de las más apropiadas y creo que una de las mejores que podemos encontrar. Josi'as tenia sólo ocho años cuando comenzó a reinar en Judá y aún cuando sus progenitores eran extremadamente inicuos, las Escrituras nos dicen que él "hizo lo recto ante los ojos de Jehová y anduvo todo el camino de David, su padre, sin apartarse a derecha ni izquierda" (2 Reyes 22:2). Esto es aún más sorprendente cuando nos enteramos que por esa época (solo dos generaciones antes de la destrucción de Jerusalén, en el 587 A. de J.) se había perdido la ley escrita de Moisés, que era virtualmen-te desconocida aun entre los sacerdotes del templo.
Pero en el año decimoctavo de su reinado, Josías dio órdenes para la reconstrucción del templo; en ese tiempo, Hilcías, el sumo sacerdote, encontró el libro de la ley que Moisés había colocado en el arca del convenio y se lo llevó al rey.
Cuando se le leyó el libro de la ley, Josías "desgarró sus ropas" y se lamentó delante del Señor:
" . . .porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito." (2 Reyes 22:13.)
El rey leyó entonces el libro delante de todo el pueblo y en ese momento hicieron el convenio de obedecer todos los mandamientos deí Señor, "con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro" (2 Reyes 23:13). Entonces el rey Josías procedió a limpiar el reino de Judá quitando todos los ídolos, destruyendo los bosques sagrados, los altares y todas las abominaciones que se habían acumulado durante los reinados de sus padres, y con los que se habían prostituido su país y su pueblo. Después de esto, observó una solemne pascua, cosa que no se había hecho desde los tiempos de Israel y de los reyes de Judá (2 Reyes 23:22). todo esto para que él ". . .cumpliera las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová. No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual" (2 Reyes 23:24-25).
Creo firmemente que al igual que lo hizo el rey Josías, todos debemos retornar a las Escrituras y permitir que sus enseñanzas obren poderosamente dentro de nosotros, compeliéndonos a una inquebrantable determinación de servir al Señor.
Josías tenía a su disposición solamente la ley de Moisés; en cambio nosotros, contamos con el evangelio de Jesucristo en su plenitud; y cualquier cosa justa que en parte sea buena, en su totalidad produce un gozo perfecto.
El Señor no bromea cuando nos da estas cosas, porque "a quien se le haya dado mucho, mucho se le demandará" (Lucas 12:48). Disfrutar de sus bendiciones pone sobre nuestros hombros una gran responsabilidad. Debemos estudiar las Escrituras de acuerdo con el mandamiento del Señor (véase 3 Nefi 23:1-5), y permitir que sus enseñanzas, gobiernen nuestra vida y la vida de nuestros hijos al poseerlas, debemos
Liahona, septiembre de 1976
asegurarnos de cumplir con la responsabilidad de volver nuestros corazones a nuestros amados antepasados, muchos de los cuales soportaron la larga noche de oscuridad para que nosotros pudiéramos existir, y ahora tal vez con más ansias, aún esperan con impaciencia nuestros esfuerzos en beneficio de ellos.
Las enseñanzas del Señor han sido siempre para aquellos que tienen ojos para ver y oídos para oír. La voz es clara e inequívoca, y seguro es el testimonio en contra de aquellos que son negligentes en aprovechar completamente esta gran oportunidad.
Por eso pido a todos hoy, que comencéis a estudiar diligentemente las Escrituras si es que todavía no lo habéis hecho. Tal vez la forma más fácil y eficaz de hacerlo sea participar en el programa de estudio de la Iglesia.
En el programa de esludios para los adultos de la iglesia, los quórumes del sacerdocio de Melquisedec y las clases de doctrina del evangelio de la Escuela Dominical, se estudian los libros canónicos en forma rotativa. Durante un lapso de ocho años, se estudia completamente el Antiguo Testamento, la Perla de Gran Precio, e! Nuevo Testamento, el Libro de Mormón y Doctrinas y Convenios. Esperamos que lodos apoyéis este estudio de las Escrituras para darle un mayor énlasis y asegurar que este bien correlacionado programa de la Iglesia no se vea disminuido con lecturas o asignaciones de estudios que provoquen desconcierto. Cada una de las obras. canónicas debe estudiarse intensamente en el año que le corresponde.
Este mes comenzamos a estudiar el Libro de Mormón; la Escuela Dominical lo presenta en su contenido histórico y cronológico y los quórumes del sacerdocio consideran las mayores obligaciones doctrinales y sacerdotales. Para el mes de agosto ya estudiaremos desde primer Neíi hasta Alma 29, y el resto del libro se estudiará en el período correspondiente a 1977-78.
Os invitamos a uniros a nosotros en esta excelente oportunidad, porque bien lo dijo el profeta José Smith: "El Libro de Mormón es el libro más correcto que se encuentra sobre la tierra y la piedra angular de nuestra religión, y cualquier hombre puede acercarse más a Dios por sus preceptos que por los de ningún otro libro".
Os aseguro que seréis bendecidos y enriquecidos por su contenido, ya que fue escrito para nuestra época para "los la-manitas, quienes son un resto de la casa de Israel, y también a los judíos y a los gentiles." Este es un hecho puesto de manifiesto en varias ocasiones por sus autores principales: Nefi, Mormón y Moroni. Aun cuando variadas son las formas en que podemos beneficiarnos con este libro, su principal mensaje y el más valioso que podamos recibir aparte de la historia de guerra y de paz, tal vez continúe siendo el de que Jesús es el Cristo, el Redentor del mundo.
Que con un profundo espíritu de oración podamos leer todos el Libro de Mormón, estudiarlo cuidadosamente, y recibir el testimonio de su divinidad, porque el Salvador mismo dijo de él: ". . . como vive vuestro Señor y vuestro Dios, es verdadero" (D. y C. 17:6).
3
Jeffrey R. Holland,
Comisionado de Educación de la Iglesia.
Y leían en c] libro de la ley de Dios claramente, y ponían el
sentido, de modo que entendiesen .su lectura". (Nehemías 8:8.)
La clave para leer cualquier libro, es mantenerse despierto. Naturalmente esto significa que usted tratará de mantener sus ojos abiertos y una porción razonable de su sangre circulando. Pero para leer de verdad, hace falla mucho más que eso: es necesario estar alerta. atento y activamente interesado, mientras página por página su mente absorbe el libro. Escribir un buen libro es tarea muy difícil; leerlo bien tampoco es cosa fácil.
Las Escrituras no se pueden leer en forma caprichosa, superficial ni rápida: se necesita tiempo, oración y sincera meditación. El primer capítulo del primer libro de Neíi, en el Libro de Mor-món, probablemente sea el material 4
que nos resulte más familiar, y aun así, 'si no.estamos alerta, perderemos mucho de su significado. Fue escrito muy cuidadosamente y en la misma forma debe leerse.
Supongamos que un padre está ayudando a leer ese primer capítulo a su hija de doce años, una deliciosa muchacha, amiga de la broma, que ha intentado unas pocas veces leer el Libro de Mormón, pero sin lograr interesarse demasiado. Quizás se produjera entre ambos una conversación más o menos como ésta:
Papá: Muy bien. Leamos el primer capítulo del primer libro de Neíi. Sólo consta de veinte versículos, menos de deis páginas. Piensa mientras Ices y hazte preguntas.
Rita: ¿Qué clase de preguntas? Papá: Oh, preguntas como, ¿por qué
tiene que ser éste el primer capítulo del libro? o ¿qué tiene que ver este versículo con aquel otro?
Rita: Bueno, yo no se nada sobre esas cosas, pero quiero saber porque no empezamos leyendo sobre los
jareditas. Ellos fueron los primeros que llegaron a Norteamérica.
Papá: Esla es exactamente la clase de preguntas que debes hacer . . . en este caso, has tardado como un minuto y medio para hacerla. Ahora bien cuando empieces a encontrar las respuestas a preguntas como ésta . . .
Rila: ¡Papá! Supongo que vas a decirme las respuestas si finalmente puedo pensar en las preguntas.
Papá: ¡Que impanciencia! Cuando tú empieces a encontrar respuestas a preguntas como ésa, todo el Libro de Mormón se te hará claro. Al leerlo muy atentamente sabrás porqué el Libro de Éter está donde está. Hablaremos de ello cuando llegue el momento, que es muy cerca del final del libro. Ahora, empecemos a leer.
Rita: Como quieras, papá. (Comienza la lectura, silenciosamente. Con un poco de dificultad en algunos pasajes, llega al final del primer capítulo.) Bueno, lo he leído.
Papá: Muy bien. ¿Qué piensas de lo que dice?
DAD VIDA A LAS ESCRITURAS
vuestros hijos Enseñad las Escrituras a
Rita: Papá, he dicho que lo he leído, no que sepa lo que dice.
Papá: Bien, entonces vamos a leerlo nuevamente , esta vez un poco más despacio y en voz alia. A medida que avancemos en la lectura haremos los comentarios.
Rita: Lo que digas, papá. (Lee en alta voz): "Yo, Nefi, nací de buenos padres . . . "
Papá: ¿Por qué piensas que Nefi comienza el liba) con esas palabras?
Rita: Quizás porque quería mucho a sus padres.
Papá: Puede ser. ¿Que más? Rita: Quizás vaya a hablar sobre su fa
milia.
Papá: Puede ser. ¿Qué más? Rita: Quizás deseara que supiéramos
quién cuenta la historia.
Papá: Puede ser, ¿Qué más? Rita: ¡Papá! Podemos estar así toda la
noche y yo tengo que ir a la escuela mañana. Si leyera en la clase tan lentamente como tú quieres que lea aquí, mi maestra se disgustaría conmigo. Ahora déjame leer sin detenerme y no me interrumpas a menos que te pregunte algo. ¿De acuerdo?
Papá: De acuerdo.
(Rita lee el capítulo en voz alta y lentamente, atenta a la expresión de su padre.)
Papá: Muy bien. Y ahora, ¿qué dice el capítulo?
Rita: (Con una picara sonrisa, porque sabía que su padre le iba a hacer esa pregunta): Trata de un hombre l lamado Lehi, que tuvo una visión y advirtió a su pueblo sobre su destrucción; pero ellos no le hicieron caso.
/Vi/já: (Sonriendo, porque sabía que esta vez ella iba a leer más atentamente): ¡Estupendo! ¿Cómo llamamos a un hombre como Lehi?
Rita: Profeta. Papá: ¿Qué hizo él para tener esa vi
sión? Rita: No sé. No lo dice. Papá: Sí que lo dice. Mira el versículo 5. Rita: (Lee) ¡Oh! Oró. No me había da
do cuenta. Creo que volví la página muy de prisa. Está casi escondido al pie de la hoja ¿sabes?
Papá: Está bien, tesoro. No eres la primera persona que, al leer con demasiada prisa, pasa por alto lo de la oración. Ahora dime, ¿qué vio exactamente Lehi en su visión?
Rila: Vio que Jerusalén iba a ser destruida.
Papá: ¡ Un momento! Te estás apurando demasiado! ¿Cómo vio que Jerusalén iba a ser destruida?
Rita: (Leyendo otra vez): Unos mensajeros celestiales le llevaron un libro y él lo leyó.
Papá: i Puedes decirme quiénes eran los tres mensajeros celestiales?
Rita: Creo que uno de los tres era Jesús.
Papá: Yo también lo creo. Dijiste que cuando Lehi trató de decir a los de su pueblo que Jerusalén seria destruida, no les gustó. ¿Qué hicieron?
Rita: (Releyendo): Se enfadaron y se burlaron de él.
Papá: ¿Hasta qué punto se enfadaron? Rita: Bueno, finalmente trataron de
matarlo. Papá: Vamos a hacer un pequeño re
sumen de este capítulo en una hoja de papel . Creo que podría ser así:
Un profeta ora. Tiene una visión. Ve Mensajeros celestiales (probablemente uno de ellos fuera Jesús).
Recibe un libro.
La mayor parte de la gente lo rechaza.
Esta es una idea aproximada de lo que se describe en el capítulo 1. ¿No le parece familiar?
Rila: No creo.
Papá: Piensa. Rita: Bueno, se parece algo a la expe
riencia de José Smilh. ¡Claro! ¡Se parece mucho a la experiencia de José Smilh! ¡Qué interesante! ¿Por qué es así, papá?
Papá: \Muy buena pregunta! Me parece, que una posible respuesta sería que todos los profetas generalmente pasan por experiencias muy similares. En todos los casos hay una cosa que sabemos tienen en común, y es que reciben revelaciones del Señor. José Smilh dijo una vez que la revelación es la roca sobre la cual siempre se cimentará la Iglesia de Jesucristo y que sin ella nunca habría habido salvación. Pienso, Rila, que en el libro entero encontraremos revelación tras revelación y que Jesucristo es el personaje central de todas ellas. Los primeros veinte versículos nos adelantan bastante de lo que va a continuar. No se puede saber mucho más que eso en un capítulo inicial. Puede ser
que haya otra razón para que el Libro de Mormón comience de esa manera. Quizás en un modo particular, ayude a enseñarnos que si aceptamos a Lehi y el Libro de Mormón, tenemos que aceptar a José Smilh como Profeta de Dios. Por otra parle, cuando aceptamos a José' Smilh como Profeta, debemos aeeplar y vivir fielmente las enseñanzas de este libro, que el tradujo. En una palabra, querida, esle registro no es solamente el testimonio de Nefi. Alma, Mormón y Moroni, sino también el testimonio de José Smilh, Brigham Young, Harold B. Lee y Spencer W. Kimball, Quizás fuera por eso que no se organizó la Iglesia hasta que el Libro de Mormón fue enteramente traducido y publicado. El profeta José Smilh lo l lamó en una ocasión "la base de nuestra religión", y creo que muchos de nosotros aún no comprendemos lo esencial que resultó esle Libro después que Moroni entregó las planchas al joven Profeta de diecisiete años. Cuando pienso en el desarrollo de la Iglesia desde la primera visión y la entrega del libro a José Smilh, siento deseos de gritar como Lehi en el versículo 14: "Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios Todopoderoso". Rila, amo este libro con lodo mí corazón y yo sé que es la palabra de Dios.
Rita: Papá, nunca le había oído habíalas i.
Papá: Bueno, es que mi hija nunca me
había leído el Libro de Mormón. Rita: ¡Son más de las diez! Hemos ha
blado más de 45 minulos sobre un corto capítulo. Tengo que ir a la cama. Si no, vas a regañarme.
Papá: Lo dudo ; pero puede ser . . . ¡Rápido! ¡Ahora mismo, a la cama!
Dándole un beso a su papá, Rita se mete en la cama mejor encauzada de lo que ella piensa en su camino a obtener un testimonio de la veracidad del Libro de Mormón y la realidad de la restauración. Natura lmenle , lo que el padre de Rila sabe — y lo que ella tendrá que descubrir, es que cada capítulo tiene un significado, a menudo muchos significados, que siempre iluminan e inspiran. Mientras a Rila la va venciendo el sueño, su padre se queda pensando y sin muchos des.eos de que esa experiencia llegue a su fin.
5
porTom G. Rose
A ún no llevábamos un año de casados Marilyn y yo, cuando el
presidente David O. McKay dijo en una conferencia general, "No hay éxito que compense el fracaso en el hogar" (Con-ference Repon, abril de 1964. pág. 5).
Eramos una ¡oven pareja que deseaba tener niños y nos sentimos muy impresionados por tan inspirada declaración y, como la mayor parte de los idealistas futuros padres Santos de los Últimos Días, nos sentíamos seguros de ser capaces de educar adecuadamente a nuestros hijos. Ahora, al mirar atrás, sonreimos y nos damos cuenta de que no sabíamos lo suficiente como para temer.
Vuestra es la responsabilidad de ver que estos espíritus encarnados no pierdan oportunidades, y viviendo en esta tierra puedan probar su dignidad y rectitud.
"Vosotros, padres, no podéis desear-
gar vuestra responsabilidad en nadie más." (.!. Reuben Clark, Conference Repon, octubre 1951, pág. 57.)
Después que nuestro primer hijo comenzó a desarrollar su propia personalidad y nosotros obtuvimos un poco de experiencia como padres, empezamos a ver imperfecciones en nosotros mismos y en nuestros hijos, lo cual nos alarmó. Esto nos ayudó a comprender que el éxito con los hijos no se logra por el solo hecho de desearlo. Se necesita creatividad, inspiración y trabajo.
¿Habéis tenido vosotros esa clase de sentimientos? Casi, todos los padres los tienen en una u otra época, y cuando se llega a ese punto ya no valen los principios generales, se necesitan ejemplos específicos.
Una de las cosas más efectivas que hemos hecho para cumplir esta importantísima responsabilidad de ser padres, ha sido establecer en nuestro hogar la tradición de la lectura diaria de las Es-
crituras. Cada mañana, levantábamos temprano a nuestros hijos como para poder pasar quince minutos leyéndolas. Del mismo modo que nuestros cuerpos físicos necesitan nutrición diaria y ejercicio, nuestra espiritualidad también requiere, fortalecimiento diario, mediante el estudio de las Escrituras. El sistemático plan de estudio de las organizaciones de la Iglesia, complementa el que podamos realizar nosotros diariamente y nuestras lecciones en las noches de hogar.
A fin de preparar a los hijos de Israel para entrar en la Tierra Prometida, Moisés aconsejó a los padres:.
"Por tanto pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma . . .
Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuanto te levantes." (Deuteronomio 11:18-19.)
Siguiendo este consejo, muchas familias han tenido maravillosas experiencias.
El presidente Marión G. Romney en una conferencia general en 1949 relató lo siguiente:
"Os insto a que os familiaricéis con este gran libro (el Libro de Mormón). Lecdlo a vuestros hijos; ellos no son tan jóvenes que no puedan comprenderlo. Recuerdo haberlo leído con uno de mis hijos cuando él era niño. En una ocasión, me acosté en la parte inferior de dos camas superpuestas y él en la superior. Nos turnábamos leyendo en voz alta el Libro de Mormón, especialmente esos maravillosos pasajes que se encuentran al final de segundo Ncfi. Escuché que su voz parecía quebrarse y creí
RESPONSABILIDAD VUESTRA ES LA
que tenia un resfriado, pero cuando terminamos los tres capítulos, me dijo: 'Papá, ¿has llorado alguna vez al leer el Libro de Mormón?'
'Sí,, hijo', le contesté. 'Algunas veces el Espíritu del Señor testifica fuertemente a mi alma que el Libro de Mormón es verdadero, y entonces tengo el deseo de llorar.' 'Eso es exactamente lo que me ha sucedido esta noche.'
Yo sé que no lodos vuestros hijos responderán de la misma manera, pero algunos sí, y os digo que este libro nos fue. dado por Dios para que lo leamos y sepamos conducir nuestra vida; él nos mantendrá más cerca del Espíritu del Señor que ningún otro. ¿Lo leeréis?" (Conference Repon, abril de 1949, pág. 41.)
El presidente Spencer W. Kimball también nos ha dicho que cuando él era joven ¡as Escrituras se leían regularmente en su hogar.
"Recuerdo que cuando era joven quedaba muy impresionado ai leer las conmovedoras narraciones de los antiguos apóstoles y de otros hermanos. Cuando era tan sólo un niño y aún no era diácono, solía subir las escaleras que conducían al desván de nuestra casa. Allí, en aquel oscuro y tosco cuarto, noche tras noche, leía la Biblia a la luz de una lámpara de queroseno; recuerdo cómo se emocionaba mi alma al leer las epístolas de Pedro .. . ." (Liahona, junio de 1976.)
Estos relatos nos han impresionado mucho. Cuando Steven, nuestro hijo mayor, tenía ocho años, le regalamos un ejemplar del Libro de Mormón, y comenzó lo que para un niño de esa edad es una verdadera tarea: ia lectura del mismo. Steven y yo nos levantábamos
temprano cada mañana antes de que los pequeños lo hicieran, y nos turnábamos en la lectura de los versículos. Nos deteníamos a menudo, debido a su limitado vocabulario, y comentábamos sobre una palabra o frase, o repasábamos lo que sucedía en la escritura que estábamos leyendo.
A los dos meses de comenzar nuestro programa de lectura, sucedió algo que nos agradó muchísimo. Mientras mi esposa y yo asisü'amos a una conferencia de padres y maestros en la escuela, el profesor de Steven vino y muy entusiasmado nos preguntó si sabíamos el progreso que había hecho nuestro hijo; durante las pasadas semanas la habilidad de Steven en la lectura, había aumentado tres grados.
La lectura del Libro de Mormón ya había pagado un dividendo. ¿Qué dividendos quedan todavía por delante? Estamos esperando ansiosamente para verlos. Pero podemos testificar sobre la siguiente declaración del presidente George Albert Smith:
i i
"En nuestros hogares,, hermanos y hermanas, tenemos el privilegio, es más, tenemos la obligación, de reunir a nuestra familia para enseñarle las verdades de las Sagradas Escrituras. En cada hogar se debería animar a los niños para que lean la palabra del Señor, que nos ha sido revelada en todas las dispensaciones. Deberíamos leer la Biblia, el Libro de Mormón, Doctrinas y Convenios y la Perla de Gran Precio. No sólo deberíamos leerlas, sino explicarlas a nuestros hijos, para que puedan entender las relaciones de Dios con los pueblos de la tierra." {Conference Repon, abril 3914, pág. 12.)
Las lecciones de lectura para los
niños pueden comenzar en edad temprana. Aun cuando sólo tengan diez o quince meses, pueden sentarse en las rodillas del papá o la mamá, mirar los dibujos de un libro y sentir amor.
Este es el ingrediente clave para enseñar las Escrituras a nuestros hijos: el amor. Como dijo el presidente Joseph F. Smith, podéis "enseñarles como a un loro, a repetir versículos y recitar al unísono toda clase de cosas; ellos lo harán mecánicamente, sin sentimiento y sin tener en su alma el efecto que deseáis que tenga."
Pero "si solamente podéis convencer a vuestros hijos de que les amáis, de que estáis preocupados por ellos y por su bienestar, de que sois sus verdaderos amigos, ellos a su vez os amarán, y tratarán de complaceros." (Conference Repon, abril 1902, pág. 98.)
En estos días, cuando Satanás está atacando a nuestros hijos y a nosotros por todos lados, creemos, como Nefi enseñó, que las Escrituras son las palabras de Cristo y si las escuchamos, nos mostrarán lo que debemos hacer. (Ver 2 Nefi 33:10-11; 31:20; 32:3.) Del mismo modo que ¡a Liahona guió a Lehi y a su familia a la tierra prometida, las Escrituras pueden guiarnos "más allá de este valle de dolor a una tierra de promisión mucho mejor" (Ver Alma 37; 45).
Vosotros sois ios padres. Esta es vuestra responsabilidad. A través de la Escuela Dominical, la Primaria, el Sacerdocio Aarónico y Mujeres Jóvenes y el programa de Seminarios e Institutos, la iglesia provee efectiva y sistemática instrucción para el plan de salvación con sus correspondientes bendiciones, y lo hace para ayudaros a cumplir con vuestra responsabilidad.
7
E n una ocasión, el presidente Brigham Young hizo una intere
sante declaración que todavía me fascina:
"¿Leéis las Escrituras, mis hermanos y hermanas, como si estuvierais escribiéndolas hace mil, dos mil o cinco mil años? ¿Las leéis como si estuvierais en el lugar de los hombres que las escribieron? Si no os sentís de este modo, sabed que tenéis el privilegio de hacerlo, a fin de familiarizaros con el espíritu y el significado diarios, con vuestros compañeros de trabajo o con los miembros de vuestra familia."
Luego continuó con la promesa: ''Podréis comprender lo que los pro
fetas comprendieron y pensaron, lo que decidieron sacar a luz para el beneficio de sus hermanos. Cuando os sintáis de este modo, entonces empezaréis a pensar que podéis descubrir algo acerca de Dios y asi', empezar a aprender quién es El. (Journal oí'Discoiirses 7:333.)
Muy frecuentemente, muchos de nosotros nos acercamos a las Escrituras como observadores desapasionados: deseamos recibir instrucción sin ningún esfuerzo de nuestra parte. Esta es una era de espectadores, una era que nos proporciona todo sin requerirnos demasiado: las Escrituras sin embargo, no nos brindarán la emoción que encierran sin que pongamos nuestro esfuerzo. El presidente Young sugirió que necesitamos leerlas con una actitud creadora. formar parte de ellas: al principie) no será fácil, pero una vez que se logra, empiezan a lomar vida.
Algunas partes del Libro de Mor-món son tan antiguas como la torre de Babel; sin embargo, sus temas son tan actuales como el presente. Los cuadros históricos podrán variar, la gente podrá vestir diferente y el ambiente que nos
rodea quizás cambie, pero la humanidad continúa siendo en genera! la misma. Con cada generación renacen los mismos problemas del hombre; esto hace que el Libro de Mormón siga siendo emocionante y fascinador.
La primera mitad de este libro, pro
vee una oportunidad excelente para que las familias analicen algunos de los problemas eternos del hombre y compartan las perspectivas de quienes vivieron en otras épocas y lugares. El profeta José Smith ha dicho que si lo estudiamos y nos adherimos a sus preceptos, podre-
por Arthur R. Basse t t
La historia empieza con la familia
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ginas uno recorre las calles de Jeru-salén, camina fatigosamente por el desierto, se hace a la mar en medio de las grandes tormentas del océano, se deleita en las regiones frescas y llenas de vegetación, visita los palacios de los reyes y las chozas de los pobres. Y aunque el punto céntrico del libro se enfoca en el nivel de la nación, se pueden apreciar grandemente la vida y las relaciones familiares de aquellas épocas. De todos los libros canónicos, éste es el que está más orientado hacia la familia. Sólo la primera parte del Antiguo Testamento proporciona en parle tal comprensión de los problemas y gozos de las familias.
Lehi no fue sólo un gran Profeta, sino también un padre que se preocupaba y luchaba con muchos de los mismos problemas que tíenan los padres en la actualidad. Uno necesita recordar esta faceta de su vida, y comparar con los nuestros sus perspectivas y problemas. Muchas veces tratamos de leer las Escrituras sin imaginarnos nosotros en ¡a misma situación, y sin tener en cuenta que cobran más valor a medida que mezclamos nuestras propias experiencias con aquellas que se presentan en el libro. Podemos sacar gran provecho de la sugerencia de Nefi: "Apliqué las escrituras a nosotros mismos para nuestro provecho c instrucción" (1 Nefi 19:23),
Por ejemplo, los padres probablemente verán en el Libro de Mormón cosas que escaparán a aquellos que no han tenido la experiencia de la paternidad; quizás entiendan más fácilmente porqué Lehi, en su visión de! Árbol de la Vida, no notó la suciedad del agua como lo hizo Nefi, a pesar de que a ambos profetas se les mostró la misma visión. Nefi registra: "Se hallaba tan preocupado por tantas cosas, que no se fijó en la asquerosidad del agua" {1 Nefi 15:27). Como padre, Lehi Lema preocupaciones que Nefi no compartía, entre ellas, su responsabilidad como cabeza de su familia. En el momento en que a Lehi le fue mostrado el río en la visión, empezó a preocuparse por su familia; vio a su esposa y dos de sus hijos y les hizo una seña de que fueran hacia él. Más tarde, cp preocupó porque Laman y Lemuel
) estaban con ellos, y dirigió toda su
atención a la búsqueda de los dos hermanos perdidos, descuidando los detalles de la visión.
Por otra parle, Nefi aún no había tenido la experiencia de la paternidad y pudo captar la visión desde un diferente punto de vista. El estaba más interesado en los detalles y se fijó en algunos como la suciedad de la corriente, que su padre también había visto, pero que no había observado detenidamente a causa de su preocupación por su familia.
Las madres podrán comprender la pesada carga de Saríah al dejar el hogar, pertenencias, amistades y lanzarse a las incertidumbres de la vida en el desierto simplemente a causa de la fe que tenía en su marido, a quien los demás llamaban visionario. Recordad que no fue ella la que recibió la visión. Una madre podrá comprender mejor las murmuraciones de Saríah cuando su paciencia llegó al límite en el desierto, temiendo no sólo haber perdido su hogar y pertenencias, sino también a sus cuatro hijos. (Véase 1 Nefi 5:1-7.)
Los padres comprenderán las penas igualmente pesadas que Lehi soportó, siendo su fe minada y probada por las dudas y preocupaciones legítimas de su esposa. El saber que el Señor nos ha dirigido, y que las cosas probablemente culminarán en una manera positiva, no nos alivia las frustraciones y perplejidades del momento. Pese a que Lehi era un Profeta y tenía gran fe, se vio obligado a luchar continuamente con sus preocupaciones como padre. Su papel era bastante complejo, y reconocer este aspecto nos ayuda en nuestra comprensión de muchos aspectos de la vida. Aquellos que ven a Lehi únicamente en su papel de Profeta, pierden mucho de lo que el libro revela acerca de la paternidad.
Los hermanos encontraran que algunas fases interesantes de su vida resultan más claras al compararlas con las fricciones que se desarrollan entre los hijos de Lehi y Saríah. Algunos serán capaces de comprender la frustración de Nefi al no poder entender totalmente a sus hermanos errados, quienes no creen en su padre, el Profeta del Señor; otros comprenderán el enojo de Laman y Lemuel contra su hermano menor por su
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mos acercarnos más a Dios, que a través del estudio de cualquier otro libro. Esta es una promesa estimulante que merece toda nuestra atención.
El Libro de Mormón es rico en verdades teológicas, pero es mucho más que un manual teológico. Al leer sus pá-
aparente actitud de superioridad, y quizás otros puedan identificarse con Jacob y su posición, deseando amar y respetar a todos sus hermanos mayores y buscar en ellos el buen ejemplo, únicamente para encontrar discordia.
Si al leer los escritos de Jacob uno olvida el trauma de su vida temprana, perderá lo patético de sus sermones en la descripción que hace de la familia. Habiendo presenciado un conflicto familiar y experimentado la terrible jornada a través del océano—con el disturbio adicional de la pelea entre sus hermanos, la tristeza que sintió cuando Le-hi y Saríah estuvieron a punto de morir, las oraciones y súplicas de la esposa y los hijos de Nefi-—, y habiendo visto la división de la familia después de la muerte de Lehi, Jacob incluye en sus sermones una profunda perspectiva sobre la vida familiar; los que escribió más tarde reflejan la sensibilidad que desarrolló en su juventud.
Así como el niño se convierte en padre, la familia da origen a la nación en el Libro de Mormón. Al leerlo, no debemos olvidar estas relaciones familiares, que brindan gran interés y nuevos aspectos al relato. Cuando ocurre la división entre los hermanos y empiezan las batallas entre nefitas y lamanitas, debemos recordar que aquellas luchas no se efectuaban entre extraños, sino entre primos y gente que se conocían bien.
Cuando leemos que Sherem se opone a Jacob (véase Jacob 7), tengamos en cuenta que este último probablemente conocía a sus padres, o por lo menos a sus abuelos. Al encontrar al hijo o nieto de un amigo, la mayoría de nosotros tiene la tendencia a mirar a esa persona como pariente de aquei amigo y mucho más intensa es nuestra preocupación por ella si es rebelde, o mayor nuestra felicidad si por sus cualidades se da crédito a sus padres, aquellos que conocimos.
El parentesco entre Jacob y Sherem añade gran impacto ai relato. Cuan interesante es observar a los hijos de nuestros hermanos, de primos o de amigos íntimos, y verlos madurar y tomar sobre sí responsabilidades. El Libro de Mormón nos permite hacer algo semejante. Esas personas tenían preocupaciones tal
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como nosotros, y debemos tener esto presente constantemente, ellos también eran, hasta cierto grado, producto de su ambiente familiar, El Libro de Mormón nos permite seguir a estas familias a través de varias generaciones y presenciar los problemas que surgen entre ellas después de largo tiempo, muy pocos registros en la historia lo hacen con tanta eficiencia.
Los jóvenes cuyos padres ocupan puestos de responsabilidad en la Iglesia, encontrarán un interés especial en la historia de Enós, pudiendo sentir la carga moral que llevó consigo al bosque, siendo hijo, sobrino y nieto de profetas. Al alcanzar la madurez, uno debe descubrir algunas cosas por sí mismo. Aquellos que hoy en día se encuentran en la misma situación, podrán captar parte de la urgencia en la oración de Enós.
Algunas veces esta carga se les hace a algunos demasiado pesada, y erróneamente llegan a la conclusión de que para ser diferentes, deben abandonar el sendero de los padres. Desafortunadamente, la historia del hijo rebelde se repite con mucha frecuencia entre las autoridades de la Iglesia, en su intento de probar su libertad ante sus compañeros, se lanzan al ataque en contra de los principios de sus padres. Estos jóvenes podrían aprender de las experiencias de Alma, el hijo, y de los hijos de Mosíah. Siendo unos hijos de un rey y el otro de un Profeta de Dios, descubrieron que la rebelión no es el camino a la felicidad y el logro verdadero.
Y habrá padres que se encuentren en la misma situación que Alma, el padre, habiendo sido ellos mismos jóvenes rebeldes, que se han arrepentido y ajustado su vida al evangelio, para luego descubrir que sus propios hijos caen en los mismos errores. ¿Qué sabía Alma, el hijo, acerca de la vida de su padre, como uno de los sacerdotes malvados del rey Noé? ¿Estaría justificando sus propias acciones, basándose en las experiencias de la juventud de su padre? ¿Cómo puede un padre que ha tenido problemas en su propia juventud, aconsejar a un hijo errado, conociendo íntimamente los problemas y deseos que estimulan tal rebelión? ¿Quién de nosotros, que
haya tenido este problema, puede leer este relato de Alma, sin un interés personal en el mismo?
Algunas veces los abuelos ejercen mayor influencia en los nietos que los propios padres. Aunque no quisiera implicar que éste era el caso de los hijos de Mosíah, nunca puedo leer el relato de sus esfuerzos misionales sin recordar el último sermón de Benjamín a su pueblo. (Véase Mosíah 1-4.) Frecuentemente me he preguntado si los hijos de Mosíah tendrían una copia de ese sermón. Ciertamente, su abuelo se hubiera sentido muy orgulloso por la manera en que los nietos adoptaron sus valores y pusieron sus principios en acción.
El Libro de Mormón está repleto de parentescos semejantes, muchos de los cuales sólo se insinúan. Por ejemplo, ¿quién era la esposa de Alma, el padre? ¿Existió una mujer que lo acompañara en su experiencia por el desierto y luchara con él durante la rebelión de su hijo? ¿o su esposa habría muerto quedando Alma solo para llevar esta pena? ¿Y qué hemos de decir de la esposa de Alma, el hijo, quien crió tres hijos (por lo menos), mientras él estaba ausente la mayor parte del tiempo sirviendo como misionero del Señor? Ella tiene que ser una de las grandes almas de que hablan las Escrituras.
Algunos de los aspectos más interesantes del Libro de Mormón son estas partes que no aparecen escritas. Es necesario que rellenemos estos espacios y tratemos de reconstruir esos parentescos que no se mencionan específicamente, 'pero que son parte de la historia familiar de aquella gente.
Las preocupaciones más importantes para estas familias en el Libro de Mormón son sumamente aplicables a nuestra era, porque son eternas y se centran en los aspectos de la vida que nunca cambian. Ciertamente el Libro de Mormón es un texto para nuestros días; sin embargo, a fin de aprovecharlo al máximo, debemos aprender a leerlo positivamente. Tal como lo sugiere el presidente Young, debemos leerlo como si lo hubiésemos escrito. Entonces podremos empezar a comprender lo que los profetas comprendieron, y empezaremos a descubrir algo acerca de Dios.
Estas respuestas se dan para brindar ayuda y orientación a los miembros, y no como pronunciamiento de doctrina de la Iglesia
Monte S. Nyman, profesor adjunto de escritura antigua en la Universidad de Brigham Young.
¿Por qué es el Libro de Mormón el "más correcto", y en qué forma contiene la plenitud del evangelio?
E l profeta José Smith dijo que el Libro de Mormón es el "más correcto de todos los libros sobre la tierra"
(Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 233). Desafortunadamente, algunas veces la gente piensa que la palabra "correcto" es sinónimo de perfecto, y esperan que el Libro de Mormón sea perfecto en gramática, ortografía, puntuación, claridad de frases y en toda otra manera; cuando se enteran de que ha habido un gran número de cambios en el texto desde la primera edición, se desilusionan. Los cambios que se han efectuado son justificados cuando se considera que el manuscrito original fue escrito a medida que se dictaba y luego era enviado para su publicación, sin seguir ninguna regla de puntuación. El Profeta mismo llevó a cabo dos revisiones para corregir éstos y otros errores técnicos y para aclarar ciertas frases.
De manera que cuando dijo que el Libro de Mormón era el libro "más correcto", se refería a algo de mucho más importancia que la mecánica superficial, un hecho que queda afirmado con el resto de su declaración; dijo que es "la clave de nuestra religión; y que un hombre se acercaría más a Dios por seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro" (En-
Liahona, septiembre de 1976
señanzas del Profeta José Smith, págs. 233-34). Tomada en su totalidad, la declaración del Profeta se refiere a la exactitud del libro en su doctrina religiosa; es correcto en el hecho de que contiene la plenitud del evangelio.
¿Qué significa la plenitud del evangelio? Algunos podrían objetar de que como el Libro de Mormón no contiene cada doctrina del evangelio resíaurado, por ejemplo, el matrimonio eterno y los tres grados de gloria, por lo tanto no contiene la plenitud del evangelio.
Pero el ángel Moroni ie dijo a José Smith que "se hallaba depositado un libro, escrito sobre planchas de oro, que en él se encerraba la plenitud del evangelio cual el Salvador lo había entregado a los antiguos habitantes" (José Smith 2:34). Más aún, en Doctrinas y Convenios el Señor dice varias veces que el Libro de Mormón contiene la plenitud del evangelio. (Véase Doctrinas y Convenios 20:9; 27:5, 35: ¡7; 42:12.)
¿Qué quiere decir el Señor con plenitud del evangelio? Tal como se encuentra definido en 3 Nefi 27:13-22, es que Jesucristo vino a ¡a tierra a hacer la voluntad del Padre en proveer la expiación a fin de que el hombre se arrepienta y vuelva a El.
Por lo tanto, los que llenen los requisitos establecidos por el Señor serán,considerados sin culpa ante el Padre en el día del juicio. Dichos requisitos son: (1) tener fe en su sacrificio expiatorio; (2) arrepentirse de todos sus pecados; (3) ser bautizados en su nombre, por medio de la debida autoridad y el método que El ha señalado; y (4) ser santificados mediante la recepción del Espíritu Santo, lo que requiere que se, purifiquen y abandonen toda maldad. De tal modo, la plenitud del evangelio es el plan o el conjunto de principios y ordenanzas necesarios para el hombre, a fin de que pueda volver a la presencia del Padre.
Estos mismos principios se enseñan en la Biblia, pero no tan claramente como se encuentran en el Libro de Mormón. El presidente Harold B. Lee dijo: "Con el propósito de prepararnos espiritual mente no podríamos hacer nada mejor que leer el Libro de Mormón. Muchas de las doctrinas que sólo se aclaran parcialmente en la Biblia, se encuentran hermosamente explicadas en este libro, en Doctrinas y Convenios y en la Perla de Gran Precio" (Improvement Era, Enero de 1969, págs. 13-14).
Doctrinas y Convenios y La Perla de Gran Precio proporcionan conocimiento adicional sobre las doctrinas que el hombre necesita para ser exaltado en el reino celestial; pero los preceptos básicos, la plenitud del evangelio, se encuentra en el Libro de Mormón. Debemos lograr el conocimiento de dichos preceptos antes de que podamos andar por el sendero que lleva hacia la exaltación.
Mediante la identificación y aplicación de los preceptos del Libro de Mormón, he presenciado grandes cambios en la vida de las personas. Si tan sólo lo estudiamos, nos daremos cuenta de que es el libro más correcto, y nos acercará a Dios si observamos y vivimos sus preceptos.
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Preguntas y respuestas
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La traducción de los antiguos y raros escritos de las planchas de oro no era tarea que cualquier persona pudiera efectuar. Era necesario que
ese trabajo lo hiciera alguien que estuviese especialmente preparado por el Señor.
A causa de su naturaleza espiritual y el deseo de conocer la verdad, José Smith fue probado y encontrado digno de ser el traductor del Libro de Mormón. Para ayudarlo con la traducción, junto con las planchas de oro José encontró "un raro instrumento al cual los antiguos llamaban Urim y Tumim, el cual consistía de dos piedras transparentes, fijadas en un aro que se aseguraba alrededor del pecho."
También usó en la traducción una piedra color castaño, en forma de huevo, llamada "piedra vidente". La traducción se llevó a cabo en la casa de Peter Whitmer, amigo del Profeta, donde Oliverio Cowdery, Erama Smith (esposa del Profeta), uno de los Whitmer y Martin Harris escribían las palabras pronunciadas por el Profeta.
Martin Harris dijo que sobre la piedra vidente "aparecían frases que el Profeta leía y que eran escritas por la persona encargada; cuando terminaba de escribir decía 'escrito', y si estaba escrita correctamente, la frase desaparecía, apareciendo otra en su lugar; pero si no estaba escrita correctamente, permanecía hasta que era corregida, de manera que la traducción era exactamente
Liahona, septiembre de 1976
como se encontraba grabada en las planchas." Aun con la ayuda del Urim y Tumim y la piedra vi
dente, no era fácil traducir el registro sagrado, que requería la máxima concentración y fortaleza espiritual del Profeta.
David Whitmer, amigo del Profeta, decía que a veces, cuando éste trataba de traducir "era cegado espiri-tuaimente" y no podía hacerlo. José explicó que cuando ocurría eso, era a causa de que su mente "se concentraba demasiado en las cosas terrenales".
Una mañana, José estaba disgustado con su esposa Emma por un asunto de familia. Ai ir arriba, donde lo esperaban Oliverio Cowdery. y David Whitmer para continuar con la traducción, guardaba aún resentimiento contra su esposa; cuando trató de traducir no percibió ni siquiera la silaba de una palabra; y él sabía la razón. Fue abajo y salió a la huerta, donde oró al Señor.
Después de aproximadamente una hora, José regresó a la casa sintiéndose humilde y arrepentido; le suplicó a Emma que lo perdonara por su incomprensión, y luego volvió arriba donde pudo continuar traduciendo sin ninguna dificultad.
David Whitmer. también sabía, porqué el Profeta no había podido traducir hacía apenas una hora. "Ahora vemos cuan estricto es el Señor", dijo, y cómo requiere que el corazón deí hombre se encuentre en paz ante su vista, antes de que pueda recibir revelaciones de El."
13
La paz interior
N ada le salía bien a Enrique! Cuando ayudaba a su madre a poner la mesa, se le caía la botella de la
leche, o rompía un plato o una taza. Cuando trataba de ayudar a su padre en el jardín arrancando hierbas, junto con éstas arrancaba también alguna planta, o pisaba las flores, o quebraba algún gajo tierno. Cuando Alfredo,-su hermano mayor, le permitía remontar la cometa, ésta siempre terminaba enredada en algún árbol. Enrique ni siquiera podía atarse los cordones de los zapatos sin que se le anudaran.
Una mañana, el niño resolvió que ese día lo haría todo bien. Se levantó, se vistió, hizo su cama y guardó toda la ropa que estaba desordenada. Mientras se encontraban todos reunidos tomando el desayuno, su madre le pidió:
—Enrique, pásame la azucarera, por favor. Al tratar de alcanzar lo que se le pedía,
Enrique golpeó con el codo el vaso de leche de Alfredo, haciéndolo caer y derramando todo su contenido sobre el mantel y sobre el pantalón de su hermano.
—¿Por qué no puedes hacer nada bien? — le reprochó éste mientras trataba de limpiarse.
A Enrique le temblaron los labios y los ojos se le llenaron de lágrimas de frustración. Su madre, notándolo, dijo serenamente:
—Fue un accidente, Alfredo. ¿No podrías tratar de ser un poquito más comprensivo con tu hermanito?
—Hmm. Espero que aprenda a hacer mejor las cosas antes de que cumpla los siete años —murmuró aquél en el momento que se alejaba para cambiarse de ropa.
El pequeño terminó su desayuno en silencio y después se fue para el jardín, donde se sentó meditabundo a la sombra de un árbol. No puedo hacer nada bien, se dijo. ¡A pesar de lo que me esforcé esta mañana! Pero es inútil; todo me sale mal. Tendría que quedarme todo el día aquí, sin hacer nada. ¡No haciendo nada, nada me saldría mal! Cuanto más le daba vueltas a aquella idea, más le gustaba.
—¡No haré absolutamente nada en todo el día! —exclamó en voz alta.
Decidido a llevar a cabo su plan, se recostó cómodamente contra la cerca. El calor del sol era muy agradable y las lilas llenaban el aire
por Blaine R. Worthen ilustrado por Stephanic Clark
El niño que la hacía todo mal
con su perfume dulzón. Enrique comenzó a observar dos hormigas que estaban tratando de llevar hasta su hormiguero una hojita, que parecía un paraguas abierto. No hacer nada era muy placentero; además, en esa forma podía estar seguro de que nada le saldría mal.
En ese momento algo le zumbó junto a la oreja, dándole un gran susto; aunque en seguida vio que sólo era un colibrí*, el corazón empezó a latirle aceleradamente. Mientras lo contemplaba revolotear entre las flores, un pensamiento lo hizo sonreír: Aunque yo no haga nada, mi corazón sigue latiendo como siempre. Y de pronto se dio cuenta de que había estado haciendo algo más: ¡había mirado todo lo que lo rodeaba! Cerró los ojos para no ver, pero entonces sintió un suave roce en la mano; así que abrió los ojos y miró: una oruga amarilla se arrastraba perezosamente sobre sus dedos. Enrique volvió a sonreír, mientras colocaba la oruga sobre una hoja de lila. Sentir también es hacer algo, pensó. Es difícil estar sin hacer NADA.
El niño dejó escapar un suspiro: después respiró profundamente y comenzó a pensar si respirar no sería también hacer ALGO. Y pensar. Pensar era HACER ALGO también. Y él no había dejado de pensar desde que se había sentado allí.
Tal vez si no pienso en nada, pensó, pueda parar de pensar. Por lo tanto, se quedó
*Pájaro mosca: Pequeña avecilla cuyo largo pico le sirve para extraer el néctar de las flores. Según el país, recibe también el nombre de picaflor,
sentado con los ojos cerrados, tratando de no pensar en nada. Mientras estaba así, un pájaro empezó a cantar y Enrique se dio cuenta de que estaba oyéndolo, y oír era HACER ALGO.
A los pocos minutos oyó otra cosa: la voz de su madre que lo llamaba para el almuerzo; y supo que había estado "haciendo" algo más, había estado sintiendo hambre. Se levantó de un salto y entró corriendo a la casa; después de lavarse las manos, se sentó a la mesa. Su mamá le preguntó qué había estado haciendo durante la mañana.
—Me fui afuera y me senté sólito, recostado a la cerca, y decidí no hacer nada, porque siempre estoy haciendo todo mal. Pero me di cuenta de que no se puede no hacer nada.
—Sí —contestó su madre—. Supongo que debe ser muy difícil. Entonces, ¿qué hiciste?
—Bueno —replicó Enrique—, olí el perfume de las lilas, sentí una oruga que me pasó por la mano, vi un picaflor, observé a dos hormigas, oí el canto de un pájaro y tu llamado para que viniera a comer. Y además, durante todo el tiempo respiré, mi corazón siguió latiendo y mi estómago empezó a sentir hambre ¡
Su mamá se inclinó sobre él, lo abrazó y le dio un tierno beso.
—A pesar de todo tu esfuerzo por no hacer nada —le dijo—, hiciste unas cuantas cosas interesantes y nada te salió mal.
Y Enrique tuvo que reconocer que su mamá tenía razón.
Liahona, septiembre de 1976 15
por Brenda Bloxham
C uando el Señor le dijo a Lehi que la ciudad de Jerusalén iba a ser destruida y que debía llevar su familia a una nueva tierra, él obedeció.
Su difícil viaje a través del desierto duró ocho años. (Véase 1 Nefi 17:4.) Después, el Señor los instruyó para que construyeran un barco y los guió hasta la tierra que había preparado para ellos.
En esa nueva tierra, Lehi envejeció. Un día llamó a todos sus hijos, uno por uno, para darles su bendición
final antes de morir. A Laman, Lemuel, Nefi, Sam y Jacob les dio bendiciones especiales, haciéndoles grandes promesas si ellos vivían con rectitud. Finalmente, le llegó el turno a José, que era el menor de los hermanos; él y su hermano Jacob habían nacido mientras la familia atravesaba el desierto.
Lo primero que su padre le dijo fue que lo amaba mucho y que él había sido para sus padres fuente de gran gozo, en medio de todas las penurias que habían
tenido que soportar durante la larga travesía. Después, Lehi le hizo a su hijo José una gran promesa: sus descendientes jamás serían completamente destruidos.
También le habló de otro José, uno de sus antepasados, que siendo un muchachito había sido vendido a Egipto por sus propios hermanos; con el tiempo, aquel otro José se había convertido en un personaje muy importante en Egipto, casi tan importante como el mismo Faraón. A pesar de ello, siempre se había mantenido cerca del Señor, tratando de hacer lo que él creía sería la voluntad divina, por lo que el Señor lo había bendecido permitiéndole, entre otras cosas, salvar a su pueblo de una época de terrible escasez, incluyendo a su padre y sus hermanos. También había tenido una visión en la cual había visto a sus descendientes que aún no habían nacido; entre éstos, había visto a Lehi y a su hijo José, y la visión había sido anotada en registros para que otras personas pudieran leerlos y saber lo que había sucedido.
En sus visiones José había visto también que muchos de sus descendientes serían destruidos, pero el Señor le había prometido que algunos de ellos quedarían y su posteridad permanecería en la tierra. Lehi y su hijo José estaban entre estos últimos y ese era uno de los motivos por los cuales el Señor los había sacado de Jerusalen., antes de que la ciudad fuera destruida; así se cumplía la promesa que había hecho a José de Egipto.
Aquel José también había visto dos registros sagrados, uno de los cuales contendría la historia de sus descendientes y recibiría el nombre de "palo de José". Al mismo tiempo, en el Viejo Mundo también se llevaba un registro con la historia de los descendientes de Judá,
uno de los hermanos de José, y dicho registro llevaría el nombre de "palo de Judá". Los dos registros contendrían los mandamientos y las leyes que Dios había dado a sus profetas y las promesas de bendiciones a los descendientes de José y Judá; cada uno testificaría del otro y juntos, llevarían la paz al pueblo.
José de Egipto vio además que en los últimos días nacería entre sus descendientes uno que llegaría a ser un gran hombre, un Profeta de Dios, y traduciría el "palo de José", o sea, la historia de su posteridad; también tendría el poder de convencer a mucha gente de que ese registro contenía la palabra de Dios. Este Profeta se llamaría José, al igual que su padre. (Actualmente sabemos que el Profeta a quien se refiere la escritura es José Smith y que el "palo de José", que él tradujo, es el Libro de Mormón.)
Después de contarle a su hijo esta historia, Lehi le hizo otra gran promesa:
"Por lo tanto, bendito eres a causa de esta alianza; porque tus descendientes no serán destruidos, pues escucharán las palabras del libro." (2 Nefi 3:23.)
También le prometió que su descendencia no sólo permanecería, a fin de poder recibir el Libro de Mormón, sino que gran parte de ella lo comprendería y lo aceptaría.
Como José era todavía un niño, su padre le aconsejó que siguiera el ejemplo de Nefi, su hermano, y que obedeciera los mandamientos de Dios, a fin de que tanto él como sus descendientes pudieran recibir las bendiciones especiales que se les habían prometido. (Véase el capítulo 3 de 2 Nefi.)
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Las experiencias diarias de vivir el evangelio y amar al Señor, se encuentran escritas en el corazón de cada Santo de los Últimos Días y son comunes a muchas personas. Comparta con otros miembros de la Iglesia las experiencias que hayan fortalecido su testimonio: respuestas a oraciones, bendiciones del sacerdocio, influencia de familiares o amigos amorosos, etc. Envíelas a;
Liahona Magazine 50 East North Temple Salt Lake City, Utah 84150 U.S.A.
Un capítulo que cambió mi vida
por Elmer J. Barberi
Y o era un cascarrabias; ciertas experiencias que había tenido en mi juventud me habían dejado amargado y
desconfiado de la humanidad en general, y puesto que siempre me estaba quejando, la gente no me aceptaba fácilmente. En lo que concernía a la religión, la consideraba una muleta para el débil; me sentía inmensamente orgulloso de mis propias habilidades y no me importaba si Dios existía o no.
Entonces una nueva secretaria vino a trabajar a nuestra oficina; era una persona feliz, alegre y con confianza en sí misma; ella, era todo lo que yo no era. No era presumida, pero no parecía necesitar el sostén de la aceptación de los demás; poseía cierta fortaleza interior y algo muy especial irradiaba de su ser, como si fuese una luz. Supe que era miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de ios Últimos Días.
Llegamos a ser muy buenos amigos, y a medida que pude conocerla mejor, empecé a darme cuenta del vacío de mi vida; también me di cuenta de que la religión formaba una parte muy importante en su vida. ¿Podría eso relacionarse de alguna manera con aquel "algo especial" que ella poseía? No
hablaba mucho de religión conmigo porque, como me enteré más tarde, no se imaginaba que yo me convertiría a la Iglesia. Por cierto, mi actitud y manera de vivir no le daban ninguna razón para creer que yo pudiera interesarme, pero lo poco que me dijo del mormonismo me dejó intrigado.
Decidí llevar a cabo mi propia investigación. Vanaglorián-dome de mi razonamiento lógico y una investigación objetiva, fui a la biblioteca pública donde conseguí cuatro libros sobre el mormonismo, dos a favor y dos en contra. (Quería asegurarme de obtener dos diferentes opiniones sobre el asunto.) Pero a medida que comencé'a leer, ocurrió algo muy raro. Ninguna de las cosas que nunca había podido aceptar de la religión, formaba parte del mormonismo; de igual rao-
22
DIARIO MORMON
do, a pesar de que encontraba nuevos conceptos y doctrinas, éstos parecían ser verdaderos y me sonaban vagamente familiares.
Para mi asombro, empecé a pensar que quizás pudiera aceptar esta filosofía mormona, En estos libros se hablaba mucho del Libro de Mormón, la mayor parte en su defensa o atacando su origen; pero muy poco era lo que se. revelaba de su contenido. Un autor antimormón comentaba que era un libro muy peculiar porque los que lo leían sentían que, o era la clase de fraude más vil y obvio, o era divinamente inspirado. Decidí leerlo yo mismo y descubrir qué tenía de peculiar.
Al empezar a leerlo, otra cosa rara comenzó a sucederme. Tuve algunas experiencias que no comprendía, pero que me hacían sentir bien; más tarde me di cuenta de que el Espíritu Santo me estaba testificando de la veracidad de lo que estaba leyendo. Continué, hasta que llegué a Alma capítulo 32, un pasaje muy especial para mí. En el versículo 17 dice: "Sí, hay muchos que dicen: Si nos muestras una señal del cielo, de seguro sabremos; y entonces creeremos".
¡Exactamente!, pensé. Eso era lo que yo sentía. Si hay un Dios, ¿por qué simplemente no desciende y se manifiesta a todo el mundo? Luego leí la respuesta de. Alma:
"Pero yo os pregunto: ¿Es fe esto? He aquí, os digo que no; porque si un hombre sabe una cosa, no tiene necesidad de creer, porque sabe." (Versículo 18.)
Lo leí una y otra vez; nunca lo había considerado de tal manera, pero era una verdad muy evidente y presentía que iba a tener serías repercusiones en mi vida. El siguiente versículo significativo para mí, fue el 27:
"Mas he aquí, si despertáis vuestras facultades hasta poner a prueba mis palabras, [me fascinan los experimentos, porque proporcionan conocimiento directo, algo realmente tangible] y ejercitáis un poco de fe, [ni siquiera pide demasiada, sólo un poco] sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros, hasta creer que hay lugar en vosotros para una porción de mis palabras." (Cursiva agregada.)
A pesar de todo lo que sentía y la vida que llevaba, tenía un verdadero deseo de creer.
Alma continúa explicando su experimento: compara el evangelio a una semilla, y dice que si tan sólo plantáis la semilla en vuestro corazón y la nutrís, tratando de vivir el evangelio, crecerá y germinará en vuestro interior, y sabréis que es buena.
Pues bien, terminé de leer el Libro de Mormón, y deseaba tener mi propia copia del mismo. Llamé a los misioneros, quienes gustosamente fueron a hablar conmigo y me dieron las seis lecciones; luego, tenía que tomar una decisión. Poseía un testimonio, pero me sentía débil; no sabía si me sostendría, pero decidí tomar la palabra de Alma y tratar su experimento; me bautizaría y trataría de ser completamente obediente por un año; si el experimento daba resultado, sería maravilloso; si resultaba lo contrario, no habría perdido mucho.
Eso sucedió hace cinco años. Después que empecé a guardar la Palabra de Sabiduría, pagar el diezmo y progresar en el
evangelio,, y las personas empezaron a decirme cosas que nunca había oído: que tenía aspecto feliz, que era muy amigable, que me admiraban y respetaban mucho. De pronto, me pareció como si iodos fuesen mis amigos y comencé a progresar en maneras que nunca creí posible. En menos de tres años conocí a la joven con la que me casaría, empezamos a criar una familia y más tarde, a construir la casa de nuestros sueños.
Sé que el evangelio cambia la vida de las personas que lo aceptan, y si nos esforzamos por vivir sus principios, nuestro Padre Celestial nos bendecirá abundantemente.
Un inmigrante sueco y el Libro de Mormón
por Gerald E. Jones
Quizás nunca lleguemos a saber quién depositó una copia del Libro de Mormón en la biblioteca pública de! condado de Gettysburg, Dakota del Sur (con menos de 2.000 habitantes), pero la Rama de Gettysburg le debe su existencia a ese libro y a la mente inquisitiva de un sueco alto y delgado, que ha influido en mi vida durante treinta años.
Siendo un adolescente, Karl Ivar Sandberg abandonó Sue-cia para buscar su fortuna en el noroeste de los Estados Unidos; mas cuando se fastidió de la vida ardua en los aserraderos y decidió aventurarse en la agricultura, se estableció en Dakota del Sur y por un tiempo llevó su vida solitaria de soltero en una cabana; pero trabajó arduamente, prosperó y muy pronto construyó una casa y adquirió tierras.
Observando la germinación de las semillas en la primavera y el milagro del nacimiento entre los animales de la granja, fue cuando empezó a preguntarse acerca de la religión y acudió a la Biblia en procura de respuestas.
Mientras desempeñaba mis tareas, acostumbraba ir a casa varias veces al día a leer la Biblia por un rato—dice—Si leía alguna nove/a no me preocupaba por quitarme la gorra, pero lo hacia si leía la Biblia, porque consideraba que era un libro muy sagrado.
Sintiendo la necesidad de unirse a una iglesia a fin de aprender más acerca de Dios y sus obras, Ivar visitó cinco iglesias diferentes en Gettysburg, aproximadamente a veinticinco kilómetros de distancia de su granja, y discutió religión con los ministros; pero en vez de sentirse satisfecho, estas conversaciones lo desalentaban. Ninguna de ellas satisfacía su concepto de lo que era la Iglesia en el Nuevo Testamento; las doctrinas que enseñaban no parecían ser verdaderas. Impulsado por su afán en la búsqueda de la verdad, fue a la biblioteca pública del condado y leyó todos ios libros religiosos que pudo encontrar; desalentado con el cristianismo, decidió leer
Liahona. septiembre dfí 1976 23
el Corán. Mientras la bibliotecaria esperaba que otra persona devolviera ese übro, le sugirió que quizás le interesara leer otro libro "pagano", aunque a algunas personas les había resultado aburrido. Así fue como Ivar llevó a su casa el Libro de Mormón. En las siguientes palabras él relata la experiencia que tuvo al leerlo;
Comencé a leer el Libro de Mormón y, naturalmente, pensé que era un libro de ficción. No había leído muchas páginas cuando descubrí que había encontrado una obra sumamente extraordinaria. Las lágrimas me empezaron a rodar por las mejillas y sentí la presencia de un espíritu muy especial. Cuando empecé a leerlo llevaba la gorra puesta, pero al poco rato pensé que una persona debía leer tal libro con la cabeza descubierta.
Según recuerdo, ¡o leí todo en tres días aproximadamente y parecía contener un espíritu muy hermoso. Hasta ese momento pensaba que quizás fuera verídico, pero no obstante tenía la sensación de que tarde o temprano encontraría algunas contradicciones.
Pensé que era un libro maravilloso, de modo que se lo llevé a un vecino muy religioso creyendo que se entusiasmaría con él; mas cuando regresé tres días después, se mofó diciendo que todo era inventado con nombres tomados de la Biblia. Lo devolví a la biblioteca, pero durante todo el verano pensé en su contenido, sin poder recordar ningún pasaje donde se contradijera o estuviera en desacuerdo con la Biblia.
Ese año mi hermano Swen estaba trabajando para mi, y un sábado otoñal por la noche, mientras se preparaba para ir a Get-¡ysburg, le pedí que fuera a la biblioteca y solicitara el Libro de Mormón. A la mañana siguiente, un domingo, empecé a leerlo tan pronto como le di de comer a! ganado; esa noche, antes de acostarme, ya habíalo leído todo. Me sentí más impresionado que nunca; lo leí una vez más antes de devolverlo a la biblioteca, cuando lo ¡levé, ya sabía que era verdadero.
La biblioteca no tenía ningún otro libro que tratara sobre el mormonismo, de modo que le indicaron la tienda Deseret Book en Salt Lake City. Durante los dos años siguientes, Ivar solicitó un gran número de libros, se convirtió plenamente y logró bastante conocimiento de la doctrina de la Iglesia. Aun no había conocido a un sólo Santo de los Últimos Días y con el tiempo decidió que debía ir a Salt Lake City y ser bautizado.
El viaje en el destartalado auto a través de muchos kilómetros de campos desiertos en Wyoming, fue de todo menos alentador, y frecuentemente se detenía y oraba pidiendo fuerzas para seguir. Su primer contacto mormón fue con un miembro inactivo que trabajaba en una gasolinera en el norte de Utah; y de nuevo se preguntó si debía continuar adelante. Pero a la mañana siguiente llegó a Salt Lake City, estacionó el vehículo enfrente a la Manzana del Templo y le dijo a uno de los guias que había ido para unirse a la Iglesia. Ese domingo, Ivar dio su testimonio en la primera reunión de Santos de los Últimos Días a la que había asistido.
¡Cómo me regocijó escuchar a los santos dar su testimonio!—dijo—por fin me encontraba entre verdaderos hermanos, Después de la reunión, casi todos se acercaron a saludarme.
Ivar fue bautizado el 1° de octubre de 1934 y, deseando permanecer en la ciudad de los santos, trabajó por un tiempo en Salt Lake City; pero después de haber sido ordenado élder, se le aconsejó que volviera a Dakota del Sur para ayudar a establecer allá la Iglesia. Se fue a tiempo para sembrar sus campos en la primavera siguiente.
Obtuvo permiso del Presidente de la Misión de los Estados Centrales del Norte para efectuar una Escuela Dominical en su casa. Poco después, convirtió a una hermosa maestra de escuela, Mildred Nelson, y contrajeron matrimonio. Más adelante, otros vecinos empezaron a aceptar el evangelio.
Más o menos en ese tiempo, un vecino le contó a mi padre los raros acontecimientos que estaban sucediendo a unos ocho kilómetros de nuestra casa. Mi padre pensaba que la mayoría de las iglesias eran como clubes sociales, donde las mujeres iban a presumir con la última moda, y los hombres daban la apariencia de honrados a fin de prosperar en sus negocios durante la semana; así que aceptó de "enseñarle unas cuantas cosas a ese raro e ignorante sueco".
Nuestra primera reunión se efectuó en una escuela de un solo cuarto, con cerca de veinte personas presentes, siendo la mitad investigadores. Apenas podía entender el marcado acento de aquel converso sueco, pero en cambio, sentí su espíritu; era cálido y estimulante. Mi padre y yo tuvimos muchas discusiones al respecto, y en menos de un año él fue bautizado en un estanque en la pradera. Los demás de nuestra familia fueron bautizados en fechas subsiguientes.
Cuando la Rama de Gettysburg fue organizada en 1948 con veinticuatro conversos, Ivar Sandberg fue su primer Presidente, cumpliéndose así una promesa que recibió cuando fue confirmado miembro de la Iglesia muchos años antes. Mi padre fue su primer consejero.
Esta era la rama más peculiar en toda la Misión. A pesar de que se componía totalmente de familias de granja, muchos tenían educación universitaria; casi siempre se convertían familias enteras, por lo general el jefe de la familia antes que los demás. Había suficiente dirección por parte del sacerdocio, y casi todas las mujeres podían tocar el piano y dirigir la música.
Típico resultado de la influencia del hermano Sandberg era la familia Thompson, originaria de Texas. Ambos cónyuges eran sumamente educados, habían sido maestros de escuela secundaria, se dedicaban a la agricultura como segundo trabajo y eran activos en una iglesia protestante, como tenían cinco hijos, todos varones, habían decidido adquirir una granja en Dakota del Sur. En su viaje notaron una pequeña capilla aproximadamente a ocho millas de Gettysburg. Sintiendo curiosidad, y un tanto influenciados por un sueño que la señora de Thompson había tenido en Texas, se pusieron en contacto con Ivar, para mostrarle el error de sus enseñanzas; pero antes de que pasara un año eran miembros activos de la rama.
La Rama entera de Gettysburg le debe su existencia a Ivar Sandberg y a una copia del Libro de Mormón. En el día de su fallecimiento, acaecido por un accidente de automóvil en 1949, tuve el privilegio de salir como misionero, el primero
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llamado de la Rama. Desde entonces, han sido muchos los que han cumplido misiones por todo el mundo, incluyendo a cinco de sus propios hijos y su esposa, Mildred. La Rama es aún pequeña, con unas dieciocho familias y más de cincuenta miembros. Pero hay presidentes de rama, obispos, varios oficiales de barrios y estacas—todos convertidos por Ivar y el mensaje que él les llevó—, que viven actualmente en otros lugares de la Iglesia y continúan enseñando el evangelio de Cristo.
Mi abuela soñó que estaba leyendo
(de los escritos de Lucetta María Marler Aíkinson)
Cuando mi abuela, Lydia Downer Gates (nacida en 1810), era joven, se levantó una mañana y le comuni
có a su familia que durante toda la noche en sueños había estado leyendo un libro; no podía recordar el nombre dei libro ni lo que había leído, pero recordaba claramente su apariencia.
A la mañana siguiente Lydia anunció que de nuevo había estado leyendo el libro en sueños, comenzando donde había quedado la noche anterior y continuando toda esa noche. A pesar de que no podía recordar hada de lo que había leído, tenía la profunda impresión de que el libro contenía un mensaje importante para la familia, algo que sería de gran valor para todos ellos.
Noche tras noche el libro aparecía en sus sueños, hasta que lo leyó por,completo. Esto le llevó algún tiempo y hasta que lo terminó, Lydia se levantaba cada mañana con sueño y exhausta, como si no hubiese dormido en toda la noche. Detalladamente describió el libro a su familia: largo, ancho, espesor, cubierta, todo lo que pudiese ayudarlos a reconocerlo en caso de que lo viesen; todos lo buscaron en librerías a dondequiera que iban; y si alguien llegaba a la casa vendiendo libros, los examinaban cuidadosamente para ver si había alguno que se asemejara a la descripción de Lydia, quien nunca dejaba de buscarlo en las casas de sus conocidos. Ella no podía olvidar que el libro contenía información de sumo valor para lodos sus familiares.
Transcurrió el tiempo, y un día una de sus tías le preguntó si podría ir a cuidarle la casa por unos días, mientras ella hacía un viaje; Lydia aceptó de inmediato. Antes de partir, la tía de dijo:
—Lydia, si deseas leer mientras estoy ausente, hay unos libros en esa cómoda—y señaló hacia un mueble del dormitorio.
Tan pronto como terminó con sus tareas, la joven se dirigió hacia la cómoda y empezó a hojear los libros; echó un vistazo a uno y luego a otro y los dejó a un lado. Entonces, en el momento que trataba de alcanzar otro libro, vio ante sus ojos aquél de sus sueños. Los dedos le temblaban al agarrarlo y acercarlo; un sentimiento de gozo inundó su ser. Al relatar la
experiencia un tiempo después, dijo: Me senil ligera como una pluma; me parecía que flotaba. Abrí el libro, empecé a leer y mientras lo hacia, recordé haberlo leído antes; lo leí lodo, y fue como si lo hubiese leído por segunda vez. ¡Era el Libro de Mormbn!
Cuando los misioneros llegaron a Livonia, Michigan, en 1838, Lydia y su esposo, Samuel Gates, fueron bautizados. Emprendieron su jornada hacia el oeste con los santos y se establecieron en Lynne (actualmente Ogden), Utah. Siempre como ejemplar Santo de los Últimos Días, Lydia crió una familia grande y vivió hasta los ochenta y cuatro años de edad.
Enviado por Karen Babcock, nieta en cuarto grado áe Lydia Gates
ES Libro de Mormón me enseñó la Biblia
por John F. Heidenreich
Siendo un converso en la Iglesia y habiendo estudiado sobre la divinidad y pasado varios años como pastor en
otra iglesia, mi primera lectura del Libro de Mormón me causó un gran impacto. Es un libro que no se puede leer casualmente; sus afirmaciones tienen demasiada magnitud para ser ignoradas.
Liahona, septiembre de 1976 25
Antes de mi conversión, había sido instruido con razonamiento moderno e interpretaciones liberales de la Biblia de tal manera, que gran parte de las escrituras parecían inconclusas; me era difícil pensar claramente puesto que escuchaba un sinnúmero de teólogos que señalaban en diferentes direcciones y exclamaban, "¡Esta es la verdad!"
Sabía que no poseía la verdad unifícadora que tan tremendamente deseaba, y en mi búsqueda me topé con el Libro de Mormón; lo encontré sumamente esclarecedor. Como resultado de mi ansiedad por conocer la verdad, lo leí cinco veces durante un período de siete meses, haciendo un estudio comparativo con la Biblia. Esta fue la labor más fructífera de mi vida; más útil que cualquier otra inversión de tiempo queja-más haya hecho.
Mi más asombroso descubrimiento acerca del Libro de Mormón fue la luz que arroja sobre la Biblia; al principio me sorprendió que fuese así, pero más tarde me di cuenta de que Dios lo planeó de esa manera; la Biblia y el Libro de Mormón necesitaban unirse a fin de complementarse mutuamente, en cumplimiento de la profecía de Ezequiel 37:16-17: "Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano".
Sabía que el palo al que se refería Ezequiel eran rollos o libros enrollados en palos. La referencia no podía aludir al Antiguo y el Nuevo Testamento, como han sugerido algunos eruditos, porque la tribu de José hasta Efraín tuvo muy poco que ver con el cometido de sacar a luz la Biblia; sin embargo, la tribu de Judá se relaciona íntimamente con toda la Biblia. La tribu real de David vino a través de Judá, al igual que otros grandes reyes y profetas de la Biblia, incluyendo Jesús de Nazaret. Por otra parte, el Libro de Mormón fue escrito o compilado por grandes profetas, reyes y jueces nefitas, todos los cuales eran descendientes de José de Egipto. La respuesta era obvia: la profecía de Ezequiel se refiere a la Biblia y el Libro de Mormón.
Entonces cobraron vida muchas otras enseñanzas básicas de la Biblia con las que yo estaba intelectualmente familiarizado.
Nunca había comprendido el verdadero significado de la caída de Adán como un paso necesario hacia la salvación eterna del hombre. Cuando leí el Libro de Mormón, aprendí que Adán no es el villano responsable por la caída de la humanidad tal como lo interpreta el cristianismo ortodoxo, sino que él y Eva, representando nuestra condición humana, abandonaron su estado de inocencia y asumieron voluntariamente la tremenda responsabilidad de escoger entre el bien y el mal.
¡Cuan maravillosamente dulce es un niñito en su inocencia y pureza! Al mismo tiempo, cuan terriblemente trágico sería que ese pequeño conservara su inocencia y pureza siendo para siempre un niño, y nunca creciera para asumir la responsabilidad de sus acciones. Estas palabras del Libro de Mormón fueron preciosas y significativas, en cuanto a lo que hubiera pasado si Adán y Eva no hubiesen transgredido:
"Y no hubieran tenido hijos; por consiguiente, habrían permanecido en un estado de inocencia, sin sentir gozo, por no tener conocimiento de la miseria: sin hacer bien, por no conocer el pecado . ..
Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo." (2 Nefi 2:23, 25.)
Indudablemente Adán y Eva sufrieron las consecuencias de hacer decisiones incorrectas, tal como nosotros; asimismo, experimentaron el mismo gozo que nosotros podemos tener al hacer lo correcto.
También encontré que el Libro de Mormón era especialmente útil en ayudarme a comprender el libro de Isaías y la magnitud espiritual de este gran Profeta del Antiguo Testamento. Muchas de sus extraordinarias profecías quedaron tan perfectamente aclaradas bajo !a luz del Libro de Mormón, que no era posible interpretarlas mal.
Además, aprendí el importante papel que los gentiles deben desempeñar en ayudar a Israel a reclamar las grandes promesas que Dios les hizo en el Antiguo Testamento: son un instrumento en sus manos para llevar la redención a toda la raza humana. (Véase 1 Nefi 22:3-12.)
Existen relatos de fe en el Libro de Mormón que apoyan esas mismas enseñanzas en la Biblia. Hay a la vez en él ciertos aspectos únicos que se encuentran en la Biblia, tales como el que presenta el capítulo 32 de Alma, donde la fe se compara con el conocimiento y se iguala a una buena semilla. Este gran capítulo sobre la fe, que se encuentra en el Libro de Mormón, agregó mucho a mi comprensión de las enseñanzas de la Biblia sobre ese importante tema.
El núcleo del Libro de Mormón es su testimonio de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y nuestro Salvador; éste es también uno de los temas principales de la Biblia. El concepto del Libro de Mormón en cuanto a la naturaleza divina de Cristo como Salvador, pone de manifiesto también al Jesús histórico de quien se habla en las páginas del Nuevo Testamento. La idea de algunos oponentes del Libro de Mormón de que tenemos una Biblia y no necesitamos otro testigo de Cristo, es tan lógica como decir que teniendo el Evangelio de Mateo, no necesitamos los otros tres, que dicen esencialmente la misma cosa. El Libro de Mormón da apoyo y testimonio individual a la Biblia tal como los cuatro Evangelios se apoyan el uno al otro.
El ministerio de Jesús en Palestina duró tres años y entre los nefitas sólo unos días; pero al ver la compasión del Señor por las multitudes nefitas y la forma maravillosa en que éstos le respondieron, tal como se halla registrado en Tercer Nefi, añade mucho al panorama de su vida terrenal. Aprendemos que Jesús no sólo enseñó a su pueblo en una parte del mundo, sino también a los que vivían en otro lado del continente. Su declaración en el Nuevo Testamento: "También tengo otras ovejas que no son de este redil" (Juan 10:16), adquiere valor y significado al leer el Libro de Mormón.
Esta Escritura, está saturada con el Espíritu del Señor, y cualquiera que lea el libro con ese mismo Espíritu, sabrá que es verdadero. Sí amáis a Jesucristo, amaréis el Libro de Mormón ya que éste testifica de El.
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¿Cómo puedo explicarles a mis amigos que no son miembros de la Iglesia, el que Nefi haya dado muerte a Labán? Algunos rechazan firmemente el hecho de que aparezca en Sas Escrituras. Jeffrey R. Holland, Comisionado de Educación de la Iglesia.
H e aquí unos cuantos puntos que trato de considerar cuando se discute sobre la forma en que perdió la vi
da Labán: 1. Nefi registra intencionalmenle esta experiencia con
sumo detalle, pese a que sus pequeñas planchas eran limitadas tanto en tamaño como en el tema. ¿Por qué razón habría de esforzarse por preservarlas para los futuros lectores con un acto que le fue tan difícil llevar a cabo, y que ha sido tan mal interpretado? ¿Por que simplemente no lo omitió? ¿Por qué, puesto que las planchas iban a ser restringidas a las cosas "que agradan a Dios" y son de "valor para los hijos de los hombres"? (1 Neii 6:5. 6). Quizás haya una razón en todo esto.
2. Es un error suponer que Nefi hubiese tenido el deseo de quitarle la vida a Labán. El era un joven, y aunque vivía en un mundo lleno de tensiones y represalias por el año 600 A.C., nunca había "vertido sangre humana" (! Nefi 4:10). Ninguna acción en su vida parecía haberlo preparado para esta tarea. De hecho, entre los mandamientos que se le habían enseñado desde su niñez estaba el de "no matarás"; y sintió repugnancia por lo que debía hacer, rehusando inicial-mente obedecer los susurros del Espíritu.
3. Los que estudian la Biblia recordarán que Moisés, que recibió en el Monte de Sinaí este mismo mandamiento de no quitar la vida, también declaró en un cántico que el Señor podía matar, así como hacer vivir; herir igual que sanar (Deute-ronomio 32:39). Ciertamente, Moisés mismo, al descender de la cima del Sinaí con los Diez Mandamientos, tan frescos en su mente como lo estaban en sus manos, inmediatamente mandó malar a tres mil israelitas idólatras. Considerándolo desde un punto de vista completamente imparcial, uno no puede limitarse a mirar con repulsión el hecho de que Nefi tomó la espada de Labán y lo mató para proteger a toda una nación. Y, por otra parte, aplaudir entusiastamente el que David tomara la espada de Goliat y con el mismo propósito, "sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza" (1 Samuel 17:51). La Biblia y el Libro de Mormón se apoyan claramente en este asunto.
4. Labán, en completo estado de ebriedad ante Nefi. no estaba sin culpa en sus asuntos con la familia de Lehi. De lo poco que se nos dice de este hombre, sabemos por lo menos que, (1) fue infiel en guardar los mandamientos de Dios; (2) acusó falsamente a Laman de robo; (3) codició las propiedades de Lehi; (4) robó abiertamente dichas propiedades; (5) trató en dos ocasiones de matar a Nefi. y/o sus hermanos. Por la propia declaración del Espíritu Santo, era un hombre "malvado" que fue entregado a Nefi por la mano del Señor (1 Nefi 4:13).
5. Aun cuando no nos rigiéramos por el modelo de juicios legales del Antiguo Testamento en contra de los "malvados", en las leyes que gobiernan nuestra dispensación todavía encontraríamos la base para el estricto mandamiento dado a Nefi. El Señor declaró al profeta José Smith:
"a! que no se arrepintiere de sus pecados ni los confesare . . . haréis con él conforme con lo que la escritura os dijere, sea por mandamiento o por revelación.
Y haréis esto para que Dios sea glorificado—no porque no perdonáis, no teniendo compasión, sino para que seáis justificados en los ojos de la ley, para que no ofendáis a aquel que es vuestro legislador." (D. y C. 64:12-13; cursiva agregada.)
El juicio en contra de Labán se recibió "por revelación", y Nefi tuvo que matarlo por la misma razón que inicialmente lo hizo estremecerse: para no ofender al Dios que dio la ley.
6. Nos damos cuenta, entonces, que la aplicación de las leyes cambia, según el mandamiento del legislador. Nuestra única seguridad—y la de Nefi—es conocer y obedecer a ese Santo Espíritu que susurra la verdad. El profeta José Smith enseñó: "Dios dijo: 'No matarás.' E n otra ocasión, mandó: 'Del todo destruirás.' Este es el principio de acuerdo con el cual funciona el gobierno de los cielos: por revelaciones que se adapten a las circunstancias en que se hallaren los hijos del reino. Todo cuanto Dios requiere es justo, no importa lo que sea, aunque no podamos ver la razón por ello sino hasta mucho después que se hayan verificado los hechos . . . Todo cuanto Dios nos da es lícito y recto . . . " (Enseñanzas de!profeta José Smith, pág. 312-313.)
Finalmente, parecería que el punto céntrico de esta historia no fuera la muerte sino la obediencia a la revelación divina. Dios puede restaurar la vida de una persona en tiempo y eternidad; pero es muy poco lo que puede hacer por aquel que desobedece obstinadamente. La calidad de nuestra obediencia a los mandamientos de Dios continúa siendo la expresión más evidente de nuestra fe en El.
Por último, después de lodo esto (y la lista de justificaciones para dicho incidente podría ser mucho más larga), llegamos por lo menos a una respuesta parcial a la primera pregunta que se hizo: ¿para qué se menciona el hecho en el registro? Además de los mencionados significados y aparentes razones legítimas, este relato tiene un efecto realmente esencial: recalca la importancia monumental de la Sagrada Escritura, de los registros que contienen las "palabras que han salido de la boca de . . . santos profetas" (1 Nefi 3:30).
Aquel que no entienda la implacable determinación de Nefi de entrar en la ciudad y obtener esos registros, no obstante lo que le costara a él u otros, nunca comprenderá porqué era tan fundamentalmente necesario sacar a luz el Libro de Mormón en esta dispensación, porqué las fuerzas del infierno trataron tan tenazmente de quitarle las planchas al joven Profeta, o porqué cada uno de nosotros debe escudriñar las Escrituras y vivir de toda palabra de Dios. Tal como el pueblo de Nefi que viajaba por el desierto, es "la sabiduría del Señor" que en nuestra jornada hacia la tierra prometida, también llevemos con nosotros los registros sagrados (Véase 1 Nefi 5:22). Nuestra única alternativa sería perecer "en la incredulidad" (1 Nefi4:13).
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Preguntas y respuestas
La relación entre el obispo y el presidente del quorum de élderes ha sido aclarada en una comunicación expedida por la Primera Presidencia y el Gonsejo de los Doce, que dice asi':
A fin de aclarar ciertas preguntas que han surgido concerniente a la relación entre el obispo del barrio y el presidente del quorum de élderes, y para que haya una máxima eficacia en la jurisdicción de estos dos directores del sacerdocio, recalcamos los siguientes puntos:
OBISPO 1. Es el presidente del Sacerdo
cio Aarónico. 2. Es el sumo sacerdote presiden
te en el barrio y preside sobre todos los miembros del barrio: varones (incluyendo todos los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec), mujeres y niños.
3. Es presidente del comité de Servicios de Bienestar del barrio y tiene la entera responsabilidad de los Servicios de Bienestar y otros asuntos temporales en el barrio.
4. Es un juez común en Israel y tiene la responsabilidad de entrevistar para las recomendaciones del templo y determinar la dignidad de todos los miembros del barrio. Los transgresores pueden ser llamados ante el tribunal del obispo, el cual puede suspender los derechos de cualquier miembro o excomulgarlo, excepto a un poseedor del Sacerdocio de Melquisedec. Si alguno de és-
Liahona, septiembre de 1976
tos necesita acción disciplinaria adicional, debe ser enviado por eí obispo a la presidencia de estaca.
5. El obispo preside y dirige la reunión del comité ejecutivo del sacerdocio del bario, como sumo sacerdote presidente. Asimismo preside y dirige la reunión del consejo de correlación del barrio, donde correlaciona todos los programas para eí beneficio de los miembros.
6. Como sumo sacerdote presidente, es director dei comité ejecutivo de sacerdocio del barrio y preside el programa de orientación familiar en el mismo. Se asegura de que cada familia sea asignada a un quorum o grupo del Sacerdocio de Melquisedec para los propósitos de la orientación familiar. Los directores del quorum, grupo o unidad dei Sacerdocio de Melquisedec, tienen a su cargo la orientación familiar e informan los resultados de la misma al obispo en entrevistas personales mensuales y por separado.
7. El obispo tiene la responsabilidad de mantener informado al presidente de estaca en cuanto a las actividades del barrio.
PRESIDENTE DEL QUORUM DE ÉLDERES
1. Respecto a las actividades del quorum de élderes, su presidente informa directamente al presidente de estaca, y es llamado y relevado por él.
2. El presidente del quorum de élderes preside sobre los miembros
de su quorum y a la vez es responsable por los futuros élderes, un gran número de los cuales son poseedores del Sacerdocio Aarónico.
3. Tiene el deber de entrenar a cada miembro del quorum y ayudar a los élderes y futuros élderes a ser activos y responsables. Le informa al obispo sobre el progreso y actividad de cada miembro del quorum o futuro élder.
4. Para llevar a cabo su responsabilidad para con los élderes y los futuros élderes, podrá solicitar al obispo y otros directores del Sacerdocio de Meíquisedec, que asignen sumos sacerdotes como maestros orientadores, a fin de ayudar a reactivar élderes, futuros élderes y sus familias. En tales casos, los sumos sacerdotes le informan al presidente del quorum de élderes sobre los contactos de esta naturaleza.
5. Es responsable, directa e indirectamente a través de los maestros orientadores, de ver que los padres atiendan a sus deberes familiares y religiosos. No obstante, no preside sobre las familias de estos hermanos. Por ejemplo, no tiene autoridad para llamar a los cónyuges para aconsejarlos en problemas maritales, ni para impartir consejo a los hijos de los miembros del quorum. Debe referir tales asuntos al obispo.
6. El presidente del quorum de élderes tiene la responsabilidad de mantener informado al presidente de estaca en cuanto a las actividades del quorum.
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La relación entre el obispo y el presidente del quórum de élderes
En el mes de abril del corriente año, la Primera Presidencia anunció la formación de las siguientes nuevas misiones de habla hispana: El Salvador-San Salvador; España-Barcelona; España-Sevilla y Perú-Lima Norte. Estas misiones se organizaron en el mes de julio.
La Misión de El Salvador-San Salvador se formó por la división de la Misión de Guatemala, que queda ahora separada de la primera por las fronteras naturales de ambos países. En la nueva misión, el número de miembros es de aproximadamente 12.000 personas y en la de Guatemala quedan unos 17.000.
Las Misiones de España en Barcelona y Sevilla son producto de la división de la Misión de España-Madrid. Las misiones de la Iglesia en este país son relativamente nuevas y cuentan con aproximadamente 1.000 miembros.
La Misión de Perú-Lima se dividió a su vez para dar origen a las nuevas misiones de Lima Norte y Lima Sur, ambas con cabecera en Lima. La cantidad de miembros de la Iglesia en estas misiones es de aproximadamente 8.000 en el norte y 7.000 en el sur. . Los siguientes hermanos han sido
llamados por la Primera Presidencia para presidir sobre estas misiones: Eddy L. Barrillas, para la Misión de El Salvador; Smilh B. Griffin, para la de Barcelona; Hugo A. Catrón, para la de Sevilla; y Rodolfo Wim-miam Mortensen, para la de Lima Norte. A continuación aparecen las fotografías y una breve información sobre estos hermanos:
La división de las misiones de Guatemala y El Salvador ha de facilitar la obra misional en estos países.
El trabajo en España se acelerará, coi la adición de las nuevas misiones en Sevilla y Barcelona.
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El presidente Eddy L. Barrillas y su esposa
El presidente Eddy L. Barrillas nació en El Rancho, Guatemala. En septiembre de 1957 se casó con Juana María Méndez, siendo la ceremonia solemnizada más tarde en el Templo de Arizona; el matrimonio tiene 4 hijos. El hermano Barrillas se convirtió a la Iglesia y fue bautizado en agosto de 1961, siendo siempre activo en la Iglesia. La hermana Barrillas es también natural de Guatemala.
El presidente Smith B. Griffin y su esposa
El presidente Smith B. Griffin nación en Ogden, Utah, y se casó con Manan Hussey en octubre de 1933, en eí Templo de Salt Lake City; la pareja tiene 3 hijos. El presidente Griffin lleva a esta misión la experiencia de haber servido como Presidente de la Misión de Francia-París y Representante Regional del
Liahona, septiembre de 1976
La nueva misión en Perú servirá a loda la parte norte de este país.
Consejo de los Doce, La hermana Griffin es maestra y ha servido en la Iglesia ocupando diferentes cargos en barrio v estaca.
El presidente Hugo A. Catrón y su esposa
E! presidente Hugo Ángel Catrón, de la Estaca de Buenos Aires, Argentina, nació en la ciudad de Buenos Aires. Es un converso a la Iglesia, habiendo sido bautizado en mayo de 1957. En octubre de 1962 se casó con María Rosario Surache y el matrimonio tiene 3 hijos. El hermano Catrón ha servido fielmente a la Iglesia y ha ocupado, entre otros cargos, el de Presidente de la Estaca de Buenos Aires. La hermana Catrón, una maestra también conversa a la Iglesia, nació en Mendoza, Argentina, y fue bautizada en agosto de 1960.
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Lake City, y tienen 5 hijos.
El presidente Rodolfo W. Mortensen y su esposa
El presidente Rodolfo W. Mortensen nació en Ciudad Juárez, México, y contrajo matrimonio con .loarme Smith en octubre de 1952, en el Templo de Arizona; la pareja tiene 2 hijos. El hermano Mortensen Ira servido activamente a la Iglesia en varios cargos, entre los cuales se cuentan los de obrero del templo y presidente de estaca. Su esposa también ha servido constantemente en las distintas organizaciones.
Otros hermanos, también llamados como presidentes de misión
El presidente David W. Ferré! y su esposa
El presidente David W. Ferrel, para la Misión de Ecuador-Quito, El hermano Ferrel nació en Modesto, California. El y su esposa, Laurel J. Fisher, contrajeron matrimonio en mayo de 1963 en el Templo de Salí
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El presidente John R. Poulton y su esposa
El presidente John R. Poulton, para la Misión de México-México D.F. El presidente Poulton nació en Salt Lake City, Utah, y se casó con Nancy J. Richards en octubre de 1945 en el Templo de Salt Lake City. La pareja tiene 5 hijos. Ambos han sido siempre activos en la Iglesia y en el presente, el hermano Poulton desempeña el cargo de Representante Regional del Consejo de los Doce.
El presidente Gene R. Cook y su esposa
El presidente Gene R. Cook, para la Misión de Uruguay, la misma donde hizo su servicio misional. El élder Cook, miembro del Primer Consejo de los Setenta, nació en Le-hi, Utah; en noviembre de 1963 contrajo matrimonio con Janelle Schlink en el Templo de Arizona y la pareja tiene cuatro hijos. Los hermanos Cook han servido activamente a la Iglesia y, antes de ser llamado como Autoridad General, el presidente Cook era Representante Regional del Consejo de los Doce.
El presidente George S. Nixon y su esposa
Ei presidente George S. Nixon, para la Misión de España-Madrid, lugar donde trabajó como miembro de la Fuerza Aérea y donde más tarde se graduó en idioma español en la Universidad de Madrid. El hermano Nixon nació en Holden, Utah, y contrajo matrimonio con LaRue Holbrook en agosto de 1952, en el Templo de Salt Lake: City; tienen 3 hijos. Ambos han trabajado en la Iglesia y en presidente Nixon fue maestro de seminario en España.
El presidente John F. O'Donnal y su esposa
El presidente John F. O'Donnal, para la Misión de Guatemala, país donde ha residido por muchos años. En el momento de su llamamiento, el presidente O'Donnal era miembro del sumo consejo y Patriarca de la Estaca de Quetzaltenango, Guatemala. Además, ha servido en otros cargos, como presidente de distrito y consejero en la presidencia de la misión. El hermano O'Donnal nació en La Madera, Nuevo México, y en junio de 1943 contrajo matrimonio con Carmen Calvez en Retalhuleu, Guatemala. Su esposa fue bautizada en 1948 y desde entonces ha servido en la Iglesia constantemente. Los hermanos O'Donnal tienen 4 hijos:
Durante los meses de abril y mayo del corriente año, se formaron las siguientes nuevas estacas en Latinoamérica: Estaca de República-Santiago, Chile. Se organizó el 18 de abril bajo la dirección del élder Bruce R. McCon-kie, del Consejo de los Doce. El hermano Julio H. Jaramillo fue sostenido como su presidente, con Polibio E. Gonzáles y Gabriel A. Campos como consejeros. Estaca de Providencia-Santiago,
Chile. Fue organizada por el élder Bruce R. McConkie, el 11 de abril, con Jaime F. Villalobos como presidente y Gustavo A. Barrios y Armando Ide como consejeros. Estaca de Tijuana-México. Organizada el 23 de mayo bajo la dirección del élder Howard W. Hunter, del Consejo de los Doce, se formó de la Misión de México-Hermosillo. El hermano Carlos Méndez S. fue sostenido como presidente de la nueva estaca, con Jesús Gallardo L. y
Fausto López M. como sus consejeros.
Nuevo presidente de estaca El hermano Servando Rojas O., Primer Consejero en la presidencia de la Estaca Zarahemla, México, fue llamado como Presidente de la Estaca Arbolillo de México D.F. Sus consejeros son Lino Alvarez V. y Javier Di'az M. El élder Mark E. Peler-sen, del Consejo de los Doce, presidió la conferencia de estaca.
Q ué podemos hacer para luchar contra la violencia que parece cundir como mala hierba en
las naciones de todo el mundo? Expertos observadores temen que dentro de una década el ser humano se encuentre totalmente sumido en el crimen; esta posibilidad es, sin duda alguna, atemorizante, porque en el crimen y la violencia se encuentran las semillas del caos e incluso, de la ruina de las civilizaciones.
Demasiado a menudo contemplamos la violencia como algo que afecta a otras personas o a otros países, o como a un vicio característico del hampa. Pero nada puede estar más lejos de la verdad; la corrupción ha invadido los altos círculos sociales, la deshonestidad ha corroído el mismo corazón de nuestra estructura social; y si estos males no se examinan y tratan de eliminarse, no podremos sobrevivir como raza civilizada.
El Señor ha amonestado firmemente a toda América mediante el Libro de Mormón; sus páginas están repletas de evidencias sobre la destrucción de aquellos pueblos que se alejaron de la justicia. La advertencia es clara y directa: o los habitantes de la tierra se arrepienten, o serán destruidos.
Ahora bien, nos hacemos la pregunta: ¿Quiénes son los culpables de la violencia? La primera respuesta que se nos ocurre es "los criminales". Y es indudable que ellos practican la violencia. Pero, ¿son ellos los únicos?
Quizás nos sorprendiera mucho comprender que cada persona que viola la ley y los preceptos divinos del Señor es un violador y, hasta cierto punto, un "violento". Si violamos las leyes de rectitud y justicia nos estamos poniendo nosotros mismos en esa posición. Y si nosotros, que profesamos "obedecer, honrar y sostener la ley", cedemos aunque sea en forma ínfima a esa tentación, ¿podremos acaso criticar a otros porque hagan cosas peores que nosotros?
El individuo fuerte formará una familia fuerte; las familias fuertes fortalecerán a la comunidad y las co-
Liahona, septiembre de 1976
munidades fuertes, harán poderosa a la nación. Si cada persona dejara de robar, de mentir y de esta
far; si cada uno de nosotros cesara en las prácticas pervertidas e hiciera a un lado el egoísmo y la ambición, entonces habríamos dado un gran paso para eliminar la violencia en todos sus aspectos. Si realmente deseamos alcanzar esa meta, debemos comenzar en nuestro propio hogar, con nuestra propia familia, en una base individual y personal.
Debemos tratar de eliminar la violencia de nuestro carácter, de nuestras palabras, de nuestras acciones; erradicarla de nuestros televisores, de nuestra música, de nuestra lectura; borrarla totalmente de nuestros pensamientos y sentimientos; y substituirla con honestidad absoluta, amor y tolerancia.
Desde el principio del mundo el Señor ha repudiado la violencia y a través de las épocas ios profetas han hablado contra ella, y por causa de ella se ha prometido la destrucción de los pueblos:
Y miró Dios la tierra, y he aqui que estaba corrompida . . ." '(Gen. 6:11-12.)
"Por tanto, el Santo de Israel dice asi: Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en violencia e iniquidad, y en ello os habéis apoyado;
por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared e/evada, cuya caída viene súbita y repentinamente. "(Is. 30:12-13.)
"Porque asi dijo Jehovci de los ejércitos: Cortad arboles, y levantad vallado contra Jerusalén; esta es la ciudad que ha de ser castigada; toda ella está llena de violencia.
Como la fuente nunca cesa de manar sus aguas así ella nunca cesa de manar su maldad; injusticia y robo se oyen en ella.. .
Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra inhabita-da."(Jer. 6:6-8. Véase también Proverbios 10.)
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Nuevas estacas para América Latina
Una época de violencia
Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá,
y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo
y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda
la casa de Israel sus compañeros. Júntalos luego el uno
con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano.
EZEQUIEL 37:16, 17