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EDICIÓN ESPECIAL

Semanario Coahuila: La Santa Muerte

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Las ventas de productos que rodean este culto se han disparado en los últimos tres años. Los fieles saltillenses están modificando su fe. Cada vez son más las veladoras que se prenden en esta ciudad para llamarla a ella, a la Flaquita, en búsqueda de un milagro. Las historias que aquí se cuentan lo comprueban.

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EDICIÓN ESPECIAL

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� VANGUARDIA Lunes 8 de junio de 2009

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La iglesia católica de Sal-tillo podría estar al bor-de de una severa crisis, debido al cada vez más creciente fenómeno del culto y la devoción por la figura de la llamada

Santa Muerte.Expertos en esoterismo, sociólogos

y propietarios de negocios dedicados al giro de la venta de imágenes y artículos relacionados con esta deidad, aseguran que al menos entre el 20 y el 30 por cien-to de la población saltillense ha adopta-do este credo, que era considerado hace apenas cinco años, como un culto de grupos marginales.

“La gente que viene a esta tienda no es mala, no tiene un giro negro, vienen a pedirle un favor de salud, de amor, de economía, de emociones a ella”, decla-ra Gilberto Castillo, devoto de la Santa Muerte y propietario de “La Santísima”, un negocio que expende productos eso-téricos

Los especialistas sostienen que a pe-sar de que esta figura ha sido prohibida por la Santa Sede y vetada por la Secre-taría de Gobernación, día con día son más los jóvenes, adultos, niños y fami-lias enteras pertenecientes a diferentes sectores de la sociedad, los que se enco-miendan a ella.

“Desde estudiantes, hasta personas públicas, políticos, familias completas”, apunta Gilberto Castillo.

Esto – advierten – como consecuen-cia de la crisis de credibilidad que en-frenta las instituciones de la iglesia y el Estado.

“Sociológicamente está demostrado que acuden a ella porque no ven sus ne-cesidades atendidas, satisfechas, ni por las autoridades ni por la propia religión y al no tener el apoyo de estas institu-ciones la gente acude a lo mágico, a lo desconocido. ¿Quién los puede ayudar?, la Santa Muerte”, señala Manuel Labor-de, sociólogo.

En tanto que para otros estudiosos podría tratarse simplemente del resurgi-miento de una tradición que nació hace miles de años, cobró auge en la época prehispánica y reapareció en la década de los sesentas.

“Nuestros ancestros honraban a Mic-tlantecuhtli, dios de los muertos y a Mictecacíhuatl, la señora de los muertos y tenían un lugar que se llamaba el Mic-tlán, lugar de los muertos. Creo que ha sobrevivido subterráneamente esa for-ma de culto, que están resurgiendo las raíces, ya que nunca desaparecieron.

“A fin de cuentas, nos va dando una identidad, cada vez hay más gente, una cosa colectiva muy fuerte, muy podero-

sa. Como dicen por ahí, hay que tener fe y creer en algo y la Santa Muerte como otros santos, son el puente entre el hom-bre y Dios, entre lo humano y lo divino”, expone Ramón Pérez Corral, tatuador profesional que ha plasmado en los de-votos muchas de estas figuras.

Lo cierto es que el aumento de fieles a esta devoción se ha reflejado en la cada vez más elevada venta de imágenes, sa-humerios, inciensos, oraciones, velado-ras, libros, rosarios y dijes, alusivos a la Santa Muerte.

“De tres, cuatro años para acá se ha estado empezando a mover mucho todo lo de la Santa Muerte”, explica Luisa Loera, vendedora del Mercado Damián Carmona.

Por su parte la Iglesia católica con-dena una vez más la adoración de esta Santa no canonizada por el Vaticano y defiende los principios de la fe cristia-na.

“La Iglesia es al mismo tiempo, como dice el Concilio Vaticano Segundo, ‘San-ta y Pecadora’, Santa porque tiene todos los recursos de santidad y salvación que Cristo dejó, y pecadora porque sigue siendo humana.

“Es frecuente encontrar la incoheren-cia entre lo que se cree y lo que se vive, por eso la iglesia insiste en tener cuida-do de decir una cosa y hacer otra, y de

querer hacer la combinación de recurrir a Dios y al demonio”, comenta José Luis del Río y Santiago, único sacerdote au-torizado por la Diócesis de Saltillo para realizar exorcismos.

Sin embargo, parece que nada de-tiene la expansión de la fe en La Niña, La Flaquita, La Santita, La Señora o La Doña, que hoy es honrada en capillas y altares de toda la ciudad.

“Ha aumentado la devoción por los milagros que a mucha gente le ha con-cedido”, cierra Maribel Morales, locata-ria del Mercado Damián Carmona.

Aquí las historias que revelan algu-nos de los rasgos sociales y culturales de ese fenómeno, que bien podría ser comparado con la devoción a San Judas Tadeo, San Martín Caballero o la Virgen de Guadalupe:

P O R j e s ú s P e ñ af O t O e n P O R t a d a : h é c t O R g a R c í av i d e O d O c u m e n t a l : R e g i n a l d O c h a P ad i s e ñ O w e b : O s c a R d e l a R O s a

las ventas de productos que rodean este culto se han disparado en los últimos tres años. Los fieles saltillenses están modificando su fe. cada vez son más las veladoras que se prenden en esta ciudad para llamarla a ella, a la flaquita, en búsqueda de un milagro. las historias que aquí se cuentan lo comprueban.

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Cada vez que a Azul Nájera le vienen esos accesos de tos y esa sensación de vaciar el estómago por la boca, sabe que Valeria, como ella le dice a su

“Santa”, quiere bajar para adueñarse de su cuerpo. Mientras se fuma una caja de cigarrillos marca Benson, se empuja una botella de tequila y echa albures.

Antes su “guardia” tuvo que haber prendido el incienso, ataviarse con una túnica blanca y atado a Azul con una de esas cadenas como las que venden en las ferreterías, para impedir que en el trance se vaya de este mundo.

“Valeria es como que la contra de Pancho Villa, cuando viene un tío que tiene los bigotes así como los de aquél y empieza a agarrárselos, ella le dice ‘ya déjate esos pinches bigotes’, porque no puede ver a Villa...”.

La primera vez le ocurrió hace tres meses, Azul se hallaba en casa de una tía haciendo una limpia espiritual, en eso le vino la tos, después las ganas de vomitar y no supo más.

Al cabo de un rato despertó sollozan-do y sin recodar nada.

“Mis familiares me cuentan que Vale-ria le había mandado hablar a una amiga que conozco desde el kinder y la eligió como mi guardia... Ellos me platican todo porque yo empiezo a toser muy fuerte y ya no sé de mí”.

Desde entonces, narra Azul, Valeria baja cada vez que le da la gana o que al-guien se lo pide para hacerle una con-sulta.

“Me cuentan que cuando baja cambia mi voz, ustedes están hablando con ella, no conmigo, le pueden preguntar lo que quieran y ella responde, es bien fuerte, bien altanera, alburera, platica con la gente. Fuma y toma mucho cuando está aquí.

“Es bien raro porque termino cansa-da y la mayoría de las veces llorando. Ella toma mucho, pero cuando se va yo no quedo ebria y vaya que es tequila. Cuando vuelvo en mí nomás miro las colillas regadas por el suelo”.

Un año atrás, Azul la había visto en sueños como un contorno de asteriscos celestes, cuando despertó supo que Va-leria la había aceptado y decidió cambiar a la sala de su casa el altar que mantuvo escondido en su cuarto por meses.

“Su altar debe estar para donde se oculta el sol, cae el sol y queda la oscu-ridad y a ella no le gusta mucho la luz”, suelta.

La entrevista transcurre en su casa de la colonia Pueblo Insurgentes, delan-te del altar que ella erigió a su “Santísi-ma”, encima de un ropero y sobre el que se aprecian ofrendas de flores, velado-ras, pan, agua, manzanas y dulces.

“Le gustan los cigarros Benson por-que son más largos, tequila del que le traigas”.

– ¿Qué religión profesas?–“Soy católica, fui bautizada, de hecho

ella cuando baja dice que antes que ella está su padre y apunta ese cuadro, por eso lo tengo ahí”, responde señalando una imagen del Sagrado Corazón que cuelga de la pared.

Pocos hasta hoy conocían su secreto que, junto con el don para leer las cartas y abrir el tarot, supo más tarde, heredó de su abuela.

“Mucha gente no sabe de mí, la úni-ca es mi amiga, mi guardia, cuando yo bajo a la Santísima ella es la que me cui-da, pero es gente de mucha confianza y muy cercana a mí la que sabe.

Azul dice que su su Santa quiere ver más gente, pero “una vez comentó muy fuerte que no quería ni cabrones borra-chos ni putitas drogadictas”.

Asegura que Valeria, la “Santa” color negro que su guardia le regaló, baja tam-bién para hacer milagros.

“Vino una señora de San Antonio de las Alazanas que decía que veía muy bo-rroso, estábamos a una distancia de dos metros y no me veía. La barrí y cuando terminé, volteó y me vio a los ojos, sentí su mirada, dijo ‘ya la veo’. No fui yo, fue Valeria”, dice Azul mientras nos despi-de en la puerta de su casa con la preocu-pación de que de un momento a otro le venga uno de esos accesos de tos y baje Valeria.

Termino cansada y la mayoría de las veces llorando. Ella toma mucho, pero cuando

se va yo no quedo ebria y vaya que es tequila”.

Esta mujer cuenta que la Santa Muerte baja y se apodera de ella para hacer milagros. Dice que ya le devolvió la vista a una creyente

fotografía: héctor garcía

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Si doña Rosy Valero no le hubiera rezado su nove-na diaria, si no le hubie-ra ofrecido sus flores ni prendido sus veladoras a su “Bonita”, tal vez su so-brino, al que los médicos

estuvieron a punto de desconectar, no estaría vivo.

“Estuvo muy enfermo, era muy jo-ven y sus niños muy chiquitos y creo que ella le dio la oportunidad de reha-bilitarse, le pedimos mucho y le dio la oportunidad”.

Aún así, el barrio no se explica por qué gente venida quién sabe de dónde llega un día con otro a la capilla que doña Rosy le construyó a la “Santísi-ma” en el porche de su casa de la co-lonia Ampliación Buenos Aires, para traerle ofrendas y plegarias.

“Viene mucha gente de esa que llega del otro lado, porque dicen que ella les ayuda para que les vaya bien. Le dejan flores, veladoras, sus cigarros. Pasan, ven el altar y por eso llegan. Han apa-recido ramos de flores, velas, cigarros y todo allá afuera cuando nosotros no estamos, pero si estoy, a la hora que gusten las personas entran, le piden, se

están un rato y luego se van”, declara.La capilla es una promesa cumplida

por todos los milagros que la “Santa” ha concedido a su familia desde que se hicieron a esa devoción hace 10 años.

– ¿Quién le inició en esa fe?–“Sola, yo sentí mucho la muerte de

mi papá y ella me ayudó para entender que aquí estamos nada más prestados.

“La Niña no es un ser malo como mucha gente dice, se le llama el Ángel Exterminador de la Vida y es a quien Dios manda para llevarnos”, aclara mientras acaricia el escapulario con la imagen de la “Santísima“ que trajeron en su última visita a la capilla de Que-rétaro, donde hay un párroco – dice – que va y oficia misa cada semana.

Charlamos de frente a esta capilla en la que se ven varias imágenes de la Santa Muerte y al fondo un retablo que muestra un pasaje del Purgatorio plas-mado por un aerografista que la familia conoció pintando playeras en una feria de Torreón.

“Esto no me quita que yo sea cató-lica, le hago su rosario a San Francisco de Asís, a la Virgen de Guadalupe, al niño Dios. Tengo una hermana que es religiosa, sabe de mi fe en la ‘Bonita’ y

la respeta”.Rosy nos conduce ahora a un rincón

de la casa donde ha levantado otro al-tar, hay veladoras, más imágenes de la Santa y hasta un reclinatorio.

“Le rezo diariamente una novena, la Novena de la Santísima se le reza por día, pero yo ya tengo tiempo que la rezo completa todos los días”, dice al tiempo que exhibe las ofrendas que ha puesto en éste, su altar privado.

“La manzana, el incienso, el cigarro, el vaso de agua, su aceite, su loción. Aquí tengo con ella un poquito de las cenizas de mi padre, para que nos cui-de”.

Rossy señala un detalle que – afirma – no debe de faltar en los altares de todo buen creyente.

“El mago, dicen que siempre debe estar cerca de ella, es el Mago Merlín y es para que te brinde la magia de poder creer, de saber que las cosas existen, que hay magia en todo”.

La puerta de la casa de Rosy se cie-rra detrás de nosotros, a través de la ventana de la capilla que da a la calle, la figura de un ser descarnado y con el mundo en una mano y la guadaña en la otra nos ve alejarnos.

La Niña no es un ser malo como mucha gente dice, se le llama el Ángel Exter-

minador de la Vida y es a quien Dios manda para llevarnos”.

Doña Rosy le hizo una capilla en su casa, que ahora es visitada por todo el barrio

fotografía: héctor garcía

fotografía: héctor garcía

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He conocido gente que hace amarres, hechizos, que la utiliza para hacerle daño a otros, que ‘quiero que tal persona se ponga

enferma’ y desgraciadamente resulta, ella es muy fuerte y muy poderosa’, y hay gente que hace mal uso de su fe. Nosotros la usamos para bien”.

Spartan Boy, luchador profesional

Imagino a Spartan Boy tre-pado en la última cuerda, el público expectante. Una, dos, tres y el luchador, de melena negra y hombros volumino-sos, se avienta una plancha sobre Capitán Yamamoto,

que lo recibe con estrépito en la lona, la ovación hace estallar el Gimnasio Municipal de Ramos Arizpe

Pero algo ha salido mal, Spartan queda tirado sobre el cuadrilátero, de cara al suelo y parece que tiene frac-turado el brazo izquierdo. El gladia-dor no entiende qué es lo que pasa si cuando salió al ring se persignó con la “Niña”.

“De eso hace tres años, me decían que iba a perder el 90 por ciento de movilidad, que ya no iba a funcionar mi brazo. Ella nos ayudó a salir de la deuda en el hospital y para que mi brazo quedara lo mejor posible, sigo luchando.

“Mucha gente me pregunta que por qué creo en la Doña, y les digo ‘ah pos quiero estar bien con ella para el día de mañana que me lleve, me lleve tran-quilo, que no sea una muerte muy apa-ratosa’”, platica sosteniendo entre sus

dedos la figura de un cráneo humano, mientras enseña los dibujos de demo-nios y calaveras que lleva tatuados por todo el cuerpo.

“Me gustan las calaveras como una representación de ella, no por otra cosa. Me gustan los demonios, pero no soy satánico, yo paso frente a una iglesia y me persigno, me gusta todo lo que tiene que ver con la oscuridad, con los nombres místicos.

“De hecho la Santa no tiene nada que ver con el satanismo, dicen ‘es que la usan los narcotraficantes, las prosti-tutas’, yo conozco gente que se dedica a los malos negocios y les he visto un San Judas Tadeo, un San Charbel col-gando del cuello”.

– ¿Castiga? –“Dicen que te quita a la persona

más querida, no es cierto, ella no cas-tiga ni es vengativa”.

La charla transcurre en su casa de la colonia Tierra y Libertad, junto a un altar en el que se impone la imagen de la Santa de un metro 25 centímetros de estatura, que hace algunos años le regaló su mujer, la misma imagen ante la que el luchador pidió el milagro de que su hijo le naciera sano.

“Y ahí está el tremendo, yo le que-ría poner Astarot, que significa ‘emisa-rio del príncipe de las tinieblas’, pero no me dejaron, ni modo.

“Le puse Osiris, que significa ‘en-viado de la muerte’ , todo es por ella, porque ella nos ha ayudado a estar bien”.

– ¿Es cierto que mucha gente la usa para hacer mal?–

“He conocido gente que hace ama-rres, hechizos, que la utiliza para ha-cerle daño a otros, que ‘quiero que tal persona se ponga enferma’ y desgra-ciadamente resulta, ella es muy fuerte y muy poderosa’, y hay gente que hace mal uso de su fe. Nosotros la usamos para bien”, aclara.

Por eso es que Spar-tan tiene la esperanza de que en su próxima lucha contra el gladia-dor Piloto sus rituales no fallen:

“Antes de subir al ring me persigno con ella y le pido que así como subo, así baje y me ha ido bien, gracias a Dios bajamos ilesos”.

Semanario te invita a visitar un por-tal especial y ver el documental que se realizó a la par de este reporta-je. Escucha en voz de los creyentes sus historias. Fieles, vendedores, cajitas espirituales y curanderos hablan sobre su fe.

Para este luchador la Santa Muerte está presente no sólo en la pelea que da sobre el ring, sino en la batalla misma de la vida

fotografía: marco medina

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Quién como doña Eliza-beth, mujer de oficio curandera y cartoman-ciana, tuviera la suerte de presumir a los cuatro vientos que se codea con la muerte.

“Cundo yo era adolescente, usté sabe que por los novios, ‘que te gusta y que no te habla, que préndele veladoras y que rézale’ y te funcionaba”.

“Así nació mi devoción por ella, lue-go ya me olvidé un tiempo y me dediqué a hacer curaciones, barridas, trabajitos, pero sin tocarla a ella, aunque de vez en cuando, porque era mi amiguita, mi ami-guita secreta”.

Y cómo no, si su “Chiquita”, como ella le dice, la ha ayudado a salir de muchas. La última fue hace 10 años, cuando Eli-zabeth pasaba por una racha de apuros económicos y enfermedad.

“Casualmente llegó hasta a mí una doctora de Monterrey que yo ya ni re-

cordaba. Me dice ‘¿se acuerda que me re-galó usted esta Santísima?, pues ya no la quiero, porque mis pacientes la ven y me preguntan que qué es, y que qué rarita, y que qué feíta y se la vengo a regalar’, le dije ‘n’ombre, llévesela’ y dice ‘es que ya no la quiero’, y le dije ‘vente chiquita, si la doctora no te quiere, yo sí te quiero’, y me la quedé”.

Elizabeth asegura que desde aquel día su situación empezó a cambiar:

“Ocurrió algo muy raro, no raro, sor-prendente, todo empezó a cambiar en mi, yo me sentí muy bien de salud a los pocos días y empezamos a trabajar bien y le dije, ‘eso te lo debo a ti chiquita’”.

Nuestro encuentro tiene lugar en un cuarto apenas iluminado por la flama de las veladoras que aluzan el altar plagado de túnicas de colores y rostros enjutos.

“Hay una santita que es la Niña Blan-ca, la bonita, la buena, la de nosotros; y hay otra negra. Esta negrita te protege contra los enemigos, lo oscuro, te prote-

ge con su manto, la oración lo dice: ‘cú-breme con tu manto y escóndeme de mis enemigos’.

“Esta es la mía, la chiquita, a ella la baño y la perfumo. Estas otras las he ido acumulando porque a raíz de que empe-zaron a decir que era mala, la gente co-menzó a deshacerse de ellas y ahora sí que me convertí como en un centro de acopio, me las traen, ‘no pues es que ya no la quiero, le tengo miedo’, y les digo ‘bueno pues ahí déjenmelas, yo sí las quiero’”.

– ¿Cómo se le manifestó?–“Un día soñé a una señora de falda

roja y blusa blanca que llegaba hasta mí y me abrazaba y me daba un beso, pero era un beso frío. En sueños yo dije ‘esto no es normal, pero qué bonito, me gusta’.

“Cuando salí de aquel sueño sentía la presencia de alguien, de algo hermoso, aunque frío, pero era algo muy bonito, me gustó, dije ‘es ella’ y empecé a ado-rarla y a pedirle”.

Elizabeth nos lleva ahora a otra estan-cia de su casa, donde ha colocado una imagen de la “Santísima” que a diario recibe de la gente súplicas de papel y al-gunas monedas.

“Le dejan recaditos ‘que cúrame esta enfermedad’, ‘que tengo un hijo el penal’. Yo sé que la iglesia está enojada, pero nosotros también estamos enojados por muchas cosas, decepcionados de nues-tras creencias, tanto que nos inculcan y a final de cuentas es un fraude”.

Elizabeth vuelve a su lugar en la os-curidad y se apura a cerrar la entrevista con uno de esos rituales que hay en tor-no a la “Santísima”.

“El día que ya no la quiera, nada de que ‘te le regalo’. Hace un pocito, la deja paradita mirando hacia el norte y le pone un jarro nuevo con un poco de agua y unas semillas de frijoles, maíz. Luego la entierra, pero eso sí, ya no le vuelva a pe-dir favores, se acabó la relación con ella y ahora sí que la amistad”.

Un día soñé a una señora de falda roja y blusa blanca que

llegaba hasta mí y me abrazaba y me daba un beso, pero era un

beso frío. En sueños yo dije ‘esto no es normal, pero que bonito, me gusta”.

Doña Elizabeth

Para esta curandera, la muerte más que una Santa, es su compañera de vidafotografía: miguel sierra

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Yo no sé si sea verdad lo que Deteyneiyanira Gon-zález me cuenta, pero ella jura que más de una vez sus ojos han visto la sombra de su “Flaquita” vagar como ánima en

pena por los rincones de la casa.“Se ve la sombra de su túnica, la siente

uno, la sientes detrás de ti, yo la he sentido muchas veces y no me da miedo.

“A veces oigo que mueven los trastes o cuando salgo del baño veo que pasa su som-bra, nomás volteo y le digo ´¡ay aquí andas!, no me asustes porque no quiero tener mie-do`”.

Y de plano no sé qué creer cuando Carlos, su marido, me platica que a diario la “Flaqui-ta” se fuma un cigarro, se come una manza-na roja y de paso se avienta un farolazo de tequila.

“Le prendemos su cigarro y se ve cuan-do le da el toquecillo; le pones una manzana y se la come, no a mordidas, pero la chupa. Ella toma mucho tequila, le dejas, por ejem-plo, un caballito y amanece medio o a veces vacío”.

Deteyneiyanira está sentada en un banco de plástico, delante de altar que hace algu-nos años le edificó a su “Santa” y del que so-bresale un cuadro con las fotografías de sus familiares fallecidos, girasoles, veladoras, incienso, monedas y hasta una figura de la Santísima ataviada con el uniforme del Cruz Azul.

“Yo empecé curioseando como muchos, pero después cuando ya la tuve en mi casa empecé a pedirle y gracias a Dios todo me lo

ha dado, es muy milagrosa”.Y Carlos su esposo bien que lo sabe:“Ahorita que mi esposo está apurado por

conseguir trabajo yo le rezo a ella y, gracias a Dios, ya le hablaron para una entrevista. Es como con los narcos y las prostitutas, sus ra-zones tendrán para pedirle”.

Con todo y que profesar esta fe ha con-vertido a la familia en blanco de la discrimi-nación:

“Estoy en trámites de una adopción, quie-ro darles mi apellido a las hijas de mi esposa y nos piden que tengamos una religión espe-cífica. La persona de la Procuraduría a la que le dijimos que éramos devotos nos dice que eso está mal para las niñas, porque pueden confundirse.

“Nos han rechazado muchas veces, pero nos da igual, cada quien sus creencias, y así como nosotros respetamos a los católicos, cristianos y demás queremos que nos res-peten a nosotros”, reclama Carlos, al tiempo que nos lleva de nuevo al altar y comparte algunas de las cosas que ha aprendido sobre esta devoción leyendo revistas y artículos de internet.

“No le prometas algo que no le vayas a poder cumplir, porque ella toma cierto enojo y ella es celosa en ese tipo de cuestiones, le gusta que le sean fiel”.

– ¿Cómo le rezan, qué le piden?–Responde Deteyneiyanira:“Todos los días vengo aquí con ella y me

persigno ‘buenas noches, buenos días’, o me salgo y le digo ‘ahí te encargo’, le encargo mi casa, que me cuide, que siempre esté detrás de mí”, dice mientras nos acompaña hasta la calle.

Le prendemos su cigarro y se ve cuando

le da el toquecillo; le pones una manzana y

se la come, no a mordidas, pero la chu-pa. Ella toma mucho tequila, le dejas, por ejemplo, un caballito y amanece

medio o a veces vacío”.

Carlos

Cuentan que en la casa de esta pareja más de una vez se ha visto a la Santa Muerte

fotografías: marco medina

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¿Podrá una deidad inspirar tanta fe como para llevar-la tatuada en el cuerpo, construirle una finca en su honor o agasajarla con un gran festejo cada 2 de No-viembre?

La familia de don Jesús Robles Estrada, devoto de la “Santa” desde hace 15 años, dice que sí.

“Toda mi familia, mi esposa, mis hijos, mi mamá, mis hermanos, son creyentes de la Santa Muerte, yo se los transmití y se han ido acercando a ella por los milagros que nos ha concedido de tener paz, tranquili-dad, amor, armonía en la casa”, suel-ta Jesús, quien se dedica a la venta de automóviles.

Es una tarde ardiente de mayo. La

entrevista tiene lugar en “La Santí-sima”, una finca que está rumbo a Derramadero y que don Jesús y su familia bautizaron con ese nombre – aclaran – para rendirle honores a su “Niña Blanca”.

“Siempre lo hice pensando en ella y lo poquito que hay es gracias a Dios nuestro señor y a ella, y yo a las personas que creen en la Santa les ofrezco esta quinta, todo seguidor aquí va a tener su casa...”, detalla.

En tanto sus hijos se ocupan en colocar ramilletes de flores en las dos capillas que a la entrada del ran-cho hizo levantar don Jesús.

“Desde el principio que se empe-zó a fincar aquí se hicieron los dos altares, fue lo primero que se levan-tó, para darle un poco más de fuer-

Toda mi familia, mi esposa, mis hijos, mi

mamá, mis herma-nos, son creyentes de

la Santa Muerte, yo se los transmití y se han ido acercando a ella por los

milagros que nos ha concedido”.

Jesús Creyente

Esta familia además de tatuarse a la Santísima y hacerle una fiesta cada año, le construyó una capilla en la carretera

fotografías: miguel sierra

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za...”, explica.Y dice que es aquí donde cada

2 de Noviembre una multitud de devotos de toda la región vienen para festejar con la familia Robles a la “Señora”, en un rito que em-pieza con danzas por la mañana, rosario en la tarde y tamalada en la noche.

“Hemos tenido casa llena, po-nemos croquis en las tiendas eso-téricas para que la gente venga el 2 de Noviembre. Aquí ofrecemos comida para todos los que nos acompañan.

“Hacemos almuerzos, ya sea barbacoa, para la comida asado y en la noche damos tamales. Es una celebración bastante grande. La mayoría llega con flores, con

dulces, con cigarros, con vino para ella ”, platica.

Más allá sus familiares se dan a la tarea de clavar en las paredes los cuadros con la imagen de la “Santa Muerte“ que han traído de Saltillo.

“De hecho mis hijos lo prime-ro que me regalan el día del padre o el día de mi santo es una Santa Muerte”.

Pero la devoción de los Robles hacia esta imagen prohibida por el Vaticano, ha ido más lejos. Don Jesús, su esposa María Guadalupe, Claudia y varios de sus hijos han decidido convertir su cuerpo en un altar perpetuo para su “Niña”.

“Nos nació tatuárnosla, en mi caso particular es una forma de

demostrarle mi agradecimiento por lo que hace por mí”, dice al tiempo que él y algunos de sus familiares muestran los tatuajes con la figura de la “Santa Muerte” que llevan impresos en hombros y piernas.

– ¿Se la va a seguir tatuando?–“Yo creo que todavía más. El

próximo va a ser en la espalda, y va a ser el símbolo de la ´San-ta Muerte` que viene caminando conmigo, la que me cuida la espal-da, yo voy y ella va detrás de mí, abriendo caminos, librándome de malos enemigos”.

Cayendo la tarde nos despedi-mos y salimos de “La Santísima” con la promesa de volver para la fiesta del Día de Muertos.

fotografías: miguel sierra

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La noche que a Aquiles Valtierra López le raja-ron el estómago de una cuchillada en una riña entre malandros de la colonia Flores Magón, supo que no le que-

daría otra más que encomendarse a la Muerte.

“Nosotros íbamos llegando de casua-lidad, se para la patrulla, nos bajamos y ya nos estaba esperando un señor, me tiró un cuchillazo, pero como yo traía el chaleco nada más me alcanzó a cor-tar un pedazo.

“Fue la primera vez que me enco-mendé a ella, le dije ‘si me ayudas, voy a estar contigo toda la vida, no voy a creer en nadie más que en ti, y le pro-metí que la iba a traer tatuada, ‘me voy a tatuar para estar siempre contigo y que tú andes conmigo en el trabajo y en todos lados’”.

Ocurrió cuando Aquiles trabajaba como efectivo en el ya desaparecido Grupo de Acción Rápida de la Policía Municipal, un batallón destinado a so-focar riñas de pandillas.

“Aquí mínimo en un sábado por la noche había unos 20 o 30 pleitos, ese era nuestro trabajo, no había otra cosa que las riñas de pandilleros. Entonces

mis compañeros empezaron, ‘vamos a rezarle a la Santa Muerte’.

“Andábamos siempre en mucho pe-ligro y ellos me decían ‘con ella, con la Santa Muerte, es muy milagrosa, te ayuda mucho en el trabajo, nos va a ayudar aquí, donde andamos’”.

Hasta entonces Aquiles, había regis-trado cerca de ocho ingresos al hospi-tal a causa de las lesiones que recibía durante los enfrentamientos entre las bandas más pesadas de esta metrópoli.

“Al principio me era indiferente lo que pensaran mis compañeros, no creía en ella, hasta que pasó lo del cuchillazo, mis amigos me decían ‘cree en ella, cree en ella’. Ellos veían todo lo que me pa-saba y decían ‘andas cerca de la muerte tú más que nadie’”, platica mientras en-ciende una a una las veladoras del altar que hace siete años levantó a la Santí-sima en la sala de su casa en la colonia Bellavista .

Le pido entonces que descifre el significado del tatuaje que carga en su hombro derecho:

“Es la imagen de la Santa Muerte, está cubierta con nubes y unos rayos cortándola, eso significa que ni el agua ni la electricidad pueden parar-la, siempre va a estar conmigo, nada le puede impedir que esté conmigo,

de día y de noche, lloviendo. Muchos compañeros creen en ella y la mayo-ría se la tatúa, es la creencia, debemos traerla siempre con nosotros”.

En eso le viene a la memoria otra de esa noches de riñas callejeras. El Grupo de Acción Rápida había apre-hendido a unos pandilleros que soste-nían una batalla campal en la colonia Tierra y Libertad.

Justo cuando se iba el convoy, Aquiles recibió un pedrada que le tro-zó la mandíbula en cuatro partes y le tumbó cinco piezas dentales.

“Salió una señora y empezó a llorar que le diéramos a su hijo, que su hijo no hacía nada y se lo dimos. El hijo se metió a su casa, se subió al techo y empezó a tirar piedras.

“Ahí sí le pedí mucho, porque yo sentía que el labio lo traía suelto y me desmayé. Cuando desperté le digo ‘yo estoy más cerca de ti que de nadie, tú sabes si me ayudas o me voy contigo’. Con el tiempo sané”.

Es mediodía, Aquiles se mete en su uniforme y está por salir a trabajar, pero antes:

“Le pido que me ayude en mis labores, cuando llego del trabajo le doy gracias por la oportunidad de llegar bien”.

Aquí mínimo en un sábado por la noche

había unos 20 o 30 pleitos... Yo no

creía en ella, hasta que pasó lo del cuchillazo”.

Aquiles

Aquiles vive en constante peligro por su trabajo, de ahí nació su devoción

fotografía: miguel sierra

1� VANGUARDIA Lunes 8 de junio de 2009

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Lunes 8 de junio de 2009 VANGUARDIA 1�

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