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-1- SAN ANTÓN 2013 Si el año pasado trajimos a colación relatos de diferentes autores, centrados todos en el siglo XX, este año queremos ampliar nuestra colección de imágenes recordadas por tres maestros de nuestras letras y nuestra cultura: don Pedro Sucías, Fernando Palop y Pepe Ciges. La razón de esta búsqueda de documentación no pretende otra cosa que dejar de lado, en relación a los festejos de San Antón, frases como “me dicen”, “me contaron” u otras similares. Es por ello que continuamos la búsqueda entre los autores del siglo XX. Es cierto que en la Revista del año 2.012 aparece un trabajo de Josele Aparicio en que se hace referencia a una fecha mucho más antigua que éstas en que andamos rebuscando referencias a la fiesta y, en consecuencia, más antigua que los documentos que ya publicamos, relativos todos ellos al siglo XX, a saber: * La referencia de Gumersindo Guerrero, la poesía de M. Marín Aparicio y la Crónica Local y General tomadas del número 22 del periódico El Enguerino, de fecha 18 de enero de 1908. * El manuscrito del Romancero Enguerino de Pepe Ciges, referenciado a los años veinte de mil novecientos. * Los trabajos de Jaime Barberán Juan, publicados en A Nuestros Jóvenes de 1949 y Valencia Atracción de 1953, bajo los títulos de La fiesta de San Antón y Tradiciones enguerinas, con subtítulo: Romance y Glosa de la Fiesta de San Antón, respectivamente. * Y finalizábamos con la aportación de Miguel Sanchiz Grau, bajo el título de Abanderados 1995. Este año pretendemos incrementar dicha colección, como venimos de afirmar, con tres nuevos Documentos: I.- El trabajo de don Pedro Sucías lo tomamos de su obra Apuntes Históricos de la Villa de Enguera, fechado como toda la obra en 1.908, que nos ha sido rescatada y primorosamente presentada por la Asociación Amigos de Enguera. El relato forma parte del capítulo XIII, bajo el título genérico de “Costumbres de Nuestra Villa” y el trozo que ofrecemos lo pueden encontrar en los folios 170 y s. El texto reza así: “Algunos días antes del 17 de enero numerosos grupos de chicos recorren las calles agitando picotes, arrancaderas, cencerros, collares de campanillas y cascabeles y todo aquello que puede hacer ruido y por la confusión de tantas voces, los que otra cosa no pueden alcanzar buscan una bieja (sic) sartén que ata por su mango por una cuerda y arrastran por el suelo aquel enser inútil aumentando el atronador ruido que hacen desear que pase pronto aquella infernal gritería.

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SAN ANTÓN 2013

Si el año pasado trajimos a colación relatos de diferentes autores, centrados todos en el siglo

XX, este año queremos ampliar nuestra colección de imágenes recordadas por tres maestros

de nuestras letras y nuestra cultura: don Pedro Sucías, Fernando Palop y Pepe Ciges.

La razón de esta búsqueda de documentación no

pretende otra cosa que dejar de lado, en relación a

los festejos de San Antón, frases como “me dicen”,

“me contaron” u otras similares. Es por ello que

continuamos la búsqueda entre los autores del

siglo XX.

Es cierto que en la Revista del año 2.012 aparece

un trabajo de Josele Aparicio en que se hace

referencia a una fecha mucho más antigua que

éstas en que andamos rebuscando referencias a la

fiesta y, en consecuencia, más antigua que los

documentos que ya publicamos, relativos todos

ellos al siglo XX, a saber:

* La referencia de Gumersindo Guerrero, la poesía

de M. Marín Aparicio y la Crónica Local y General

tomadas del número 22 del periódico El Enguerino,

de fecha 18 de enero de 1908.

* El manuscrito del Romancero Enguerino de Pepe Ciges, referenciado a los años veinte de mil

novecientos.

* Los trabajos de Jaime Barberán Juan, publicados en A Nuestros Jóvenes de 1949 y Valencia

Atracción de 1953, bajo los títulos de La fiesta de San Antón y Tradiciones enguerinas, con

subtítulo: Romance y Glosa de la Fiesta de San Antón, respectivamente.

* Y finalizábamos con la aportación de Miguel Sanchiz Grau, bajo el título de Abanderados

1995.

Este año pretendemos incrementar dicha colección, como venimos de afirmar, con tres nuevos

Documentos:

I.-

El trabajo de don Pedro Sucías lo tomamos de su obra Apuntes Históricos de la Villa de

Enguera, fechado como toda la obra en 1.908, que nos ha sido rescatada y primorosamente

presentada por la Asociación Amigos de Enguera. El relato forma parte del capítulo XIII, bajo el

título genérico de “Costumbres de Nuestra Villa” y el trozo que ofrecemos lo pueden encontrar

en los folios 170 y s. El texto reza así:

“Algunos días antes del 17 de enero numerosos grupos de chicos recorren las calles

agitando picotes, arrancaderas, cencerros, collares de campanillas y cascabeles y

todo aquello que puede hacer ruido y por la confusión de tantas voces, los que otra

cosa no pueden alcanzar buscan una bieja (sic) sartén que ata por su mango por una

cuerda y arrastran por el suelo aquel enser inútil aumentando el atronador ruido que

hacen desear que pase pronto aquella infernal gritería.

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Los vecinos arraigados para comprar el calendario tienen con este un aviso que les

señala la aproximidad de la fiesta de San Antón.

Los labradores tienen por patrón a este Santo y la víspera de su dia al toque de

animas encienden las hogueras en las calles delante de sus puertas y el humo denso

que se desparrama por las calles en el momento de las llamas se agitan sin cesar el

estruendo de las esquilas, unido al zumbar y estampido de los coetes producen tal

confusión que se necesita estar acostumbrado a este día para que no produzca un

mareo insoportable.

“También suelen los labradores en el día de su santo patrón llevar a la Iglesia panes

en forma de grandes tortas, que conducen en canastillos adornados para que sean

bendecidos el cual reparten después entre sus amigos, dándoles también a probar a

sus animales de labranza para que San Antonio los libre de enfermedades.

“Por la tarde tienen lugar la carrera de las caballerías que por fortuna ba (sic)

desapareciendo puesto que es muy raro el año que no hay desgracias, tanto

personales como por parte de algún animal.”

II.-

Este trabajo, tomado de la Revista Enguera de 1968, lleva por título De un cuaderno escolar y

tiene por objeto narrar cómo Fernando Palop

recuerda los Sanantones de su infancia.

Inicia el relato con una especie de misiva al que, a la sazón era Alcalde, Jaime Barberán Juan, en la que le recuerda que fue un antecesor suyo quien prohibió parte de los festejos, exactamente los que recogemos de su trabajo, que inicia de esta guisa: Mi querido amigo: Ha llegado a mis manos el

cuaderno de un alumno que fue del Colegio de las

Madres Teresianas. Te lo envío, pues relata un

aspecto de las fiestas de San Antón, el de los chicos

metamorfoseados en “muletas”, que hace años hizo nuestras delicias. Fuimos de los últimos que

corrimos por las calles con latas y cencerros, pues aún éramos niños cuando un antecesor tuyo –

cuyo nombre no olvido– lo prohibió.

Comprendo que esta faceta de la fiesta era excesivamente ruidosa y molesta para los graves

varones, mas, ¿no lo son la mayoría de los festejos populares?...

Con la incorporación de este trabajo lo que pretendemos es, retomar una idea básica en la

Fiesta de San Antón: cuando no son los dineros, alguien medió para “reconducir” los festejos.

¡Quina Crus, Señor… quina crus la d’este pueblo!

Por eso traemos este trabajo, que nos narra porqué desapareció una parte de la fiesta,

precisamente la que hemos seleccionado, dada la cantidad de detalles con que la relata el

autor.

“… ¡Para verbos estamos en clase! Más nerviosos que perros venteando un conejo

bullimos y rebullimos, esperando la salida, para correr por las calles las muletas de San

Antón y luego ver y saltar las hogueras.

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“… En la plaza están amontonando la brumbaja que los carros traen. En el centro, en

un hoyo, han clavado un tronco y alrededor colocan la leña, metiendo debajo

enchilagas secas para que todo arda bien. Me junto con mis amigos; todos traen algo

para hacer ruido: unos esquilas (de esas cabras blancas que hay por la sierra), otros

botes vacíos, pero Pepito el vaquero nos gana a todos con un esquilón de las vacas de

su padre, con tal badajo, que retumba como la batallá de la campana gorda. Con mis

dos colleras, envidio la suerte de Pepe y siento que mi padre no tenga vacas. Nos

faltan las petrolieras y vamos a buscarlas a la Barrancá. No es fácil encontrar nada,

pues somos muchos los que estamos buscando. Logramos dos bacenillas (una sin asa,

que no sé cómo vamos a atarla), pero lo bueno es un bidón de carburo que parece un

bombo. Lo sujetamos todo con alambres y cordeles, uno tira delante arrastrando los

cacharros y los demás, detrás, los golpeamos con branquetas.

“Subimos corriendo por la calle de los Desamparados y empezamos a dar vueltas por el

pueblo. El ruido que armamos es gordo, pues el bidón y las bacenillas, con el arrastre,

hacen lo suyo; los golpes de los palos hacen saltar chispas, las campanillas de los

collares, esquilas y cascabillos se dejan oir, pero lo bueno es el esquilón, que parece la

Micaela tocando a fuego.

“… Con todo esto, ya son cerca de las ocho de la noche y volvemos a la Plaza de la

Iglesia. El guirigay es tremendo; corremos dando vueltas, suenan cencerros, esquilas,

cascabillos, petrolieras y un par de caracoles; pero por encima de todo, las campanas

de la torre, pues parece que va a empezar la hoguera. Salen de la iglesia los festeros

con sus velas, y encienden las enchilagas que hay bajo la leña. Como la burumbaja está

verde, sale humo; mas tosiendo y lagrimeando nos mantenemos en primera fila, pues

la noche está fría; poco después las llamas toman altura, hace calor, tiramos dentro de

la hoguera las petrolieras y empezamos a apartarnos, pero la gente que hay detrás y

tiene frío espentea; al final salimos del corro y como por la calle San Juan se ven los

resplandores de hogueras, allá vamos, buscando las pequeñas para brincarlas, que

siempre me gustó hacerlo, pero con mucho miedo por dentro. Para no quemarme el

pelo, hago cuatro nudos en el pañuelo, me lo encasqueto y con el repicar de

campanillas y cascabillos, salto hogueras por todas las calles.

“Ya rendido vuelvo a casa, me quito las colleras, ceno y me acuesto. Desde la cama oigo algún

esquilón lejano y me duermo pensando que mañana el abanderado tirará dos sacos de

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caramelos y peladillas que tiene comprados y luego de la procesión, en la carretera correrá el

macho joven del Cardero que parece una centella…”

III.-

El tercer trabajo corresponde al Romancero Enguerino de Pepe Ciges en la versión, diríamos, “completa”, tal como se halla en este momento, en que se sigue trabajando para publicarla como número 3 de la Colección que la Fundación La Sierra de la CV viene ofreciéndonos cada verano.

En este trabajo, de inconmensurables matices cromáticos, mantiene la totalidad de festejos, que acompañaron la fiesta del invierno enguerino. En tal sentido, ayudados por los epígrafes con los que acompaña, podemos ver cómo ha ido descargándose de elementos para quedar reducida a lo que hoy conocemos: las rifas y la arreplegá, la recogida de leña, la única hoguera en la plaza de la Iglesia, los pan – benditos, la Misa y la chocolatá, la Procesión, la tirá y el sorteo. Así la tenemos, cuando fue de esta manera. Y no todo es por causa de los dineros…

POEMA DE SAN ANTÓN

Invocación

La vieja hojalata está

afónica en su silencio rovellándose, asfixiada por el óxido de hierro. ¡Salid ya, viejos cacharros, salid de vuestro destierro, abandonad vuestros barrancos, dejad cambras y testeros! Salid, que ya San Antón, anda recorriendo el pueblo y os espera por las calles con música de cencerros, melodías de chatarra que despiertan a su cerdo de un sueño de botifarras y tocinillos de cielo… ¡Sonad, sonad, petrolieras, sonad ollas y pucheros, sonad bacines y cubos, jofainas y trastos viejos, sonad con el monorritmo del estridente concierto!.

¡Dejad que os aten y arrastren los chiquillos por los suelos cual se arrastran los hardachos por las peñas del terreno; sea vuestro grito rebelde

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el dolorido lamento, voz de venganza que clame la libertad del estrépito!.

Ruido

Suena el clásico esquilón con su ruido infernal; es la música ancestral de la vieja tradición. Verbo del zagal inculto poseso de ira vesánica, apoteosis del tumulto en una eclosión volcánica.

Voces de alegres chiquillos, tropel de bravos becerros, tintines de cascabillos y repiques de cencerros. Tin – tin – tin de cascabeles, tin – tin – tin de campanetas, trotar de ágiles corceles y galopar de muletas. Verdes varas de olivera, golpeando viejas latas y juveniles reatas arrastrando petrolieras. Y pim – pon – porrom – pon – pon fragor de combate y Guerra, ¡Pim – pon!, de trastos por tierra en bélica exaltación… ¡Dinguilin – dinguilindron! que el pueblo de ruido inunda, dinguilindron, baraunda de hojalata y esquilón…

Tin – tin – tin, de muletas en galopes infantiles; tin – tin… por las Moreretas, tin – tin – tin por las placetas del Convento y los Civiles. Y ¡pim – pon! de llanda rota que de el palo en golpe seco, ¡Pim – pon! Que repite el eco Por el Pencar y la Mota. Y el ruido, crece y engorda, y la villa es un rumor que va creciendo y engorda cuando la campana Gorda

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lanza al aire su clamor…

¡Don – Dolon…! ¡Dolon – Dolon…!

Es el clásico barullo de la vieja tradición que anuncia con bronco orgullo la fiesta de San Antón…

Pan – bendito

El ansia de golosina se despierta en cada casa y el ama hacendosa, amasa azúcar, huevo y harina. El lebrillo en la cocina, funde la dulce amalgama que amorosa pasta el ama poniendo el mayor esmero… ¡Ya va al horno en el tablero, y Pan – Bendito se llama!

Hoguera

En cada casa una pira, en cada calle un incendio, una hoguera gigantesca envuelve en llamas el Pueblo. Arde leña y burumbaja ante la puerta del Templo, y es la Plaza de la Iglesia una nube de humo denso impregnada del perfume de tomillos y romeros…

Son los vernáculos ritos del San Antón de mi pueblo, las viejas reminiscencias del antiguo culto labriego.

Anécdota de la Hoguera

La Comisión de la Fiesta, ya por las gradas desciende y rápida a un tiempo prende la leña en la plaza puesta.

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Bien arreglada y compuesta, siempre risueña y ufana, Amparito la Lozana está en el Ayuntamiento presidiendo el prendimiento que anuncia vieja campana.

El Alcalde en el balcón charla con el Secretario de la próxima sesión. Y un bullicio extraordinario denuncia la animación del público congregado. Al Consistorio ha llegado la juventud enguerina, y unas risas cristalinas entre alaridos chillones anuncian por los balcones a Botecarias, Pepinas, Canetas, Minchas, Muñozas… y un sin fin de guapas mozas que derrochan su contento.

En la calle está el Tio Sento, jerarca de los serenos que el chuzo por alabarda la Casa – la – Villa guarda del popular desenfreno.

Cerca de la hoguera en rogle, tocan con severidad un alegre pasodoble los músicos del Tío Abad que, serio con su batuta, ni con el fuego se inmuta en su docta seriedad.

Gritos de júbilo exhala un público bullanguero, y la pared de la Ayala se convierte en reverbero donde la gente se abrasa. Y al fuego que la retrasa comprimiéndola en el muro, siente la turba el apuro de una asfixia general, y rápida se derrama, con el calor de la llama hacia la calle L’Hospital…

Ya el mástil que arde en la cumbre de la hoguera, con la lumbre, cede en blando movimiento,

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y ante el ídolo abatido, la exaltada muchedumbre cumple el rito de costumbre de saltar sobre el caído…

Cuando el pueblo está dormido, cuando del fuego extinguido la hoguera es sólo una brasa, el Tío Aliaga que pasa a despertar a Bertoldo, encuentra, junto al rescoldo que el crudo invierno atempera de los fríos escarchones, a Llorens y a Sarrión – los noctámbulos de Enguera – velando con devoción los tizones… ¡Los tizones de la hoguera del día de San Antón!

Alborada

Amanecer de cristales en la mañana de Enero. El Gallo, buen pregonero, saluda a los animales con ¡Ki – ki – ri – kí! altanero de gentil evocación. Es el ritual pregón de zoológicos lares, las liturgias seculares de la fauna a San Antón.

Miscelánea de la mañana

de San Antón

La aurora con su hermosura va iniciando la mañana que abre al toque de diana la batuta de Ventura. ¡Pasacalle bullanguero! Bombo, tabal y platillos despiertan un avispero de saltarines chiquillos.

Bajo el paso marcial, marcando el ritmo en la marcha, se va partiendo la escarcha

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en trocitos de cristal.

La banda modera el paso ante el portal del cacique y al clarinete de Maso, dejan que alegre se explique modulando el contrapunto de la dulce melodía. Sube de tono el conjunto, y se oye una algarabías de discordantes sonidos que entablan un duelo a muerte por ver quien toca más fuerte sus estridentes pitidos. Y Loriano Cagajón, diletante de oído experto, selecciona en el concierto los picados del trombón, la trompeta y el flautín que sin mirar el papel toca el hijo de Daniel, el Chuto y Jaime Chapín…

Serranos endomingados, de salud el cuerpo lleno, forman corros apiñados en la puerta de Gimeno donde Batiste, las lleves agita con gran destreza soltando sonoros ¡Sabes! y ¡Duro y a la cabeza!. Y en el portal de la casa inundado por el sol, D. José María Fillol –pulcritud hecha sin tacha con fragancia de heliotropo– tiene en su boca un hisopo que a cada chica que pasa bendice con un piropo…

En esta anual tradición de todo labrador bueno, el gran Batiste Gimeno rinde culto a San Antón, y en su carácter prolijo obsequia siempre a sus machos. ¡Allá viene Lagartijo portando el regio presente! Delante, Vicente el Chacho, le abre el paso entre la gente

y le aparta a los chiquetes

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que lanzan jocundos gritos al ver los panes benditos cuajados de cipreretes…

Galas

“MIÑÓN”, sastre de animales, brinda su alma de modisto y en ENGRA nunca se ha visto tan lucidos cabezales. Los artísticos jaeces relucen como otras veces sobre las brillantes pieles y otra vez los oropeles y cintas multicolores, ofrecen lindos primores adornando arreos y bridas. Y las burras presumidas, lucirán en la reata collares de campanillas, cascos de papel de plata, cintas verdes y amarillas que han de ser la maravilla de la bestial cabalgata.

El Cortejo

Ya viene el Cortejo…

Fragor de corceles con sus cascabeles se escucha a lo lejos, y llegan reflejos de sus oropeles. Ya viene el cortejo de los labradores…

Y al frente el más viejo, con regios honores… Jinetes baturros de vivos colores, van marcando el paso luciendo en sus burros los finos primores de sedas y raso. Y ante esta cohorte de caballería, de guía y de norte de la correría, viene Paco Puza

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sembrando alegría como el moro Muza por la morería…

La Procesión

¡Procesión de San Antón! Algaradas de chiquillos, tres curas, tres monaguillos y la imagen del Patrón. Y detrás, la Comisión de los viejos labradores que le tributan honores con férvida devoción que a nadie igualarla cupo…

Mirad, mirad el Tío Pupo ungido con el prestigio de sabihondo labrador… Mirad, mirad a Remigio que aún conserva algún vestigio de la Mesta, el buen pastor… Mirad, mirad a Laureano que con el cirio en la mano tiene el aire cortesano de antiguo Corregidor… Mirad, el gesto severo, de fiel y honrado escudero de Paco el Esquilador…

¡Apartarse por favor!

Ya desfila el batallón de bestias, con su majeza, que el Tío Paco Ná, encabeza vistiendo el corto calzón y el pañuelo a la cabeza al estilo de Aragón.

Sobre el caballo alazán que le prestó Don Ramón, –estampa de percherón como pocos se verán–, lleva orgulloso el pendón con el aire de un sultán, y a cada lado un serón repleto de confituras que, con aire fanfarrón, echará a las criaturas

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al pasar la procesión.

Y entre un montón de chiquetes que bullen como hormigueros, van pasando los jinetes como altivos caballeros…

Y vemos a los Carderos, Jícaras y Calzonetes, Maxims y Faracuateros…, viejos labriegos de ley amantes de nuestra gleba.

Y el Zorrico Cristo – Rey en su muleta, que lleva los simbolicos trebejos, primor de talabarteros…

Y a los dos Aguardenteros en machos enjaezados relucientes como espejos, luciendo sus aparejos de colorines bordados…

Y la mula de Caliendas redonda como una bola con flores desde las riendas a la punta de la cola…

Y detrás, con el empaque de carreteros seguros a Selento y a Chirlaque fumándose sendos

puros…

Y detrás Pepe Granero con rumbo de abanderao tirando al aire el dinero…

Y detrás Pepe el Granao con Paquito el Tintorero que lleva el puro apagao…

Y los machos de Gimeno, que siempre son de lo bueno que sale en la procesión, que es capricho de Bautista, que Montero, que es artista, se luzca en esta ocasión…

Y pasa Ricardo el Rullo que ante Concha la Montera encabrita con orgullo la mejor jaca de Enguera…

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Y sigue luego en las filas confundiéndose entre sí los caballos de los Vila y las bestias del Fadrí; las jacas del Castellano y los machos de Laureano, Palopet y Canalí…

E inadvertido en el grupo a caballo de su rocín pasa Agustinet el Pupo dándose mucho postín…

Remate de este desfile de andante caballería, se recortan los perfiles de hornera burrología. Y allá van Llebreros, Giles, Nazarios y Barreretas, Providencios y Loilas, dándoles fin a las filas de las clásicas muletas… Y rezagado en la cola pasa dormido a caballo –porque habrá cogido “bola” – borracho perdido El Gallo, el popular Minchasola…

********************

¡Procesión de San Antón!

Sierpe de vivos colores, cortejo de labradores que arrastras la devoción de un pueblo noble y cristiano, eres como un culebrón que te enroscas a la mano de la vieja tradición.

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Con el deseo de haberles alegrado y como recopilador de lo trascrito Pepe Cerdá