24

REVISTA SILENCIO ok 2 .2009 REVISTA SILENCIO . N. 4static.esla.com/img/cargadas/2992/2008 revista.pdf · sido ya tomada por el órgano supremo de nuestra Hermandad, pero estoy conven-cido

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1

FU

NE

RA

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A. D

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EN

DIR

I

Incineración - Presupuestos personalizadosTraslados nacionales e internacionales

SE

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4 7

31

ZA

MO

RA

Carta del Presidente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2

Palabras del Obispo de Zamora

con motivo del juram

ento de Silencio. . . . . . . . . . . . . . 4

Gregorio Martínez Sacristán.

Obispo de Zamora

Juramento de la Sra. Alcaldesa

. . . . . . . . . . . . . . 6

Rosa Valdeón Santiago

Las Zapatillas Rojas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

10Ricardo Flecha Barrio

Sensaciones y sentimientos

. . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Rosa Valdeón

Se fue en silencio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

14Un am

igo

El pecho de amor m

uy lastimado

. . . . . . . . . . . 16

José Ángel Rivera de las Heras

Real Hermandad del Santísim

oCristo de las Injurias

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

La Junta Directiva

Un año sin el presidente,

un año sin m

i padre. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

24Jesús Payá de la Iglesia

Una infancia feliz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

26José M

arcos DíezCinco nom

bres propios de nuestra cofradía

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30

Luis Felipe Delgado de Castro

Elecciones a la presidencia de la cofradía del Silencio

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

Luis Vasallo Baladrón

23

Escribo estas lín

eas elú

ltimo día de u

n añ

oesp

ecialmen

te in

tenso

en

la vida

de n

uestra

Cofradía qu

e comen

zócon

la inesperada e irre-

parable pérdida de mi am

igo y Presiden

teJesú

s Payá, al qu

e Dios ten

ga en su

gloria.C

omo tu

ve ocasión de decir en

su día, se

fue en

silencio, dejan

do en n

uestros cora-

zones u

n vacío qu

e el tiempo irá colm

an-

do con los recu

erdos y el afecto que por

él sentíam

os, así como por el agradeci-

mien

to a su fecu

nda labor al fren

te de laH

erman

dad duran

te más de siete añ

os.

An

te la proximidad de la Sem

ana San

ta,los

comp

añeros

de

la an

terior Ju

nta

Directiva m

e encom

endaron

la responsa-

bilidad de dirigirla duran

te un

periodo dein

terinidad qu

e me propu

se fuera lo m

ásbreve posible por lo qu

e, tras cum

plir conlas obligacion

es relativas al desfile proce-sion

al y liquidación

de las obligaciones

del mism

o derivadas, formu

lé la convo-

catoria de elecciones cu

ando aú

n n

o seh

abían cu

mplido dos m

eses desde que el

cargo quedase vacan

te.

Qu

iero desde aquí agradeceros sin

cera ypú

blicamen

te tanto la elevada participa-

ción en

el proceso electoral, que llevó a

las urn

as a quin

ientos cin

cuen

ta herm

a-n

os, superan

do con creces cu

alquier pre-

cedente y dan

do con ello pú

blica noticia

de que la H

erman

dad está cada día más

viva, como la con

fianza depositada n

osolo en

mí, sin

o en el resto de los m

iem-

bros de la Jun

ta Directiva qu

e, como n

opodía

ser de

otra form

a, se

man

tiene

prácticamen

te en su

integridad. E

s mi

deseo también

dejar expresa constan

ciade m

i reconocim

iento h

acia José-An

tonio

Hern

ández A

rbeiza y José-Lu

is Albarrán

Ram

os, leales competidores en

las elec-cion

es, en las qu

e demostraron

su in

terésy am

or por la Cofradía qu

e a todos nos

un

e, así como agradecerles su

s felicita-cion

es y palabras de ánim

o al finalizar el

escrutin

io.

Un

a vez ratificado en el cargo por parte

del Excm

o. y Rvdm

o. Sr. Obispo de la

Diócesis, in

icié el ejercicio de la grata res-pon

sabilidad encom

endada por los H

er-m

anos agradecien

do a S.M. el R

ey Don

Juan

Carlos I la con

cesión del títu

lo deR

eal a nu

estra Herm

andad, aten

diendo la

solicitud realizada dos añ

os antes por la

Jun

ta Directiva en

cum

plimien

to de loacordado por la A

samblea G

eneral, en

lacon

fianza de qu

e seremos dign

os porta-dores del m

ás alto hon

or que la C

orona

española pu

ede conceder a u

na asocia-

ción de fieles com

o la nu

estra.

Pasado el parén

tesis estival, el trabajo dela Ju

nta D

irectiva se ha cen

trado duran

teel ú

ltimo trim

estre del año en

la redac-ción

del proyecto de nu

evos estatutos de

la ya Real H

erman

dad con el qu

e se pre-ten

de adaptar aquellos a las directrices

conten

idas en el D

ecreto del Obispado de

17 de Abril de 2006. D

el encom

iable tra-bajo realizado por la com

isión al efecto

designada en

tiendo destacable el especial

cuidado con que se ha confeccionado elartículo 5º, dedicado a los requisitos exigi-dos para ser m

iembro de la C

ofradía, quetiene una doble y alternativa redacciónpara posibilitar que la A

samblea G

eneral,de form

a libre y democrática (exenta de

condicion

antes

previamen

te im

puestos

por la Directiva) decida sobre la integra-

ción de las mujeres en nuestras filas.

La diferen

cia en el tiem

po entre estas

líneas y la aparición

de la revista hará qu

ecu

ando esta ten

ga lugar la decisión

haya

sido ya tomada por el órgan

o suprem

o den

uestra H

erman

dad, pero estoy conven

-cido de qu

e, sea cual sea la opción

elegi-da, h

abrá observado lo establecido por laau

toridad eclesiástica, reflejará fielmen

tela

volun

tad de

los h

erman

os -ya

que

todos podrán expresar su

opinión

-, debe-rá ser respetada y con

ello se habrá cu

m-

plido m

i in

icial com

promiso

-asum

idopor toda la Ju

nta- de som

eter el asun

to areflexión

y votación.

Mixta o n

o, entre todos lo h

abremos deci-

dido, lo que es in

dudable es qu

e forma-

mos parte de u

na C

ofradía señera en

laSem

ana San

ta de Zam

ora, con m

ás deoch

enta y cu

atro años de h

istoria y más

de dos mil doscien

tos herm

anos, qu

e ha

recibido el

público

reconocim

iento

detodos los sectores de n

uestra sociedad y

que es n

uestra respon

sabilidad conservar,

man

tener y -en

lo posible- engran

decer,para qu

e las futu

ras generacion

es puedan

contin

uar con

el fantástico legado qu

eh

oy ten

emos

en

nu

estras m

anos.

Para

ello cuen

to con la colaboración

de todosy cada u

no de vosotros, tan

to de los más

veteranos -cu

ya opinión

y especial sensi-

bilidad nos propon

emos ten

er mu

y encu

enta- com

o de los más jóven

es, pues en

vosotros está el futu

ro de la Herm

andad.

Termino deseando toda suerte de venturas

para el año que comienza y pidiendo al

Santísimo C

risto de las Injurias que nosilum

ine y nos guíe, tanto en nuestras vidascom

o en las trascendentes decisiones queen breves fechas hem

os de adoptar.

HE

RM

AN

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DE

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Carta del PresidenteR

ufo M

artínez de P

azPresidente

stimados H

erman

os:

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S

Palabras del Obispo de Zamora

Con motivo del juram

ento del Silencio

Acercaos con

fadamen

te al trono de la gracia.

Acercaos sin

miedo a la gracia.

Sólo que el tron

o no está arriba,

sino abajo, en

el suelo, en

la cruz.

Y en

el trono h

ay un

Siervo, un

o de los últim

os.A

somaos para ver al Señ

or.P

oneos an

te Él, cara a cara,

corazón con

corazón.

Sustitu

ir a Dios sin

ser Dios

es la más loca arrogan

cia,es la m

ás peligrosa aventu

ra.

Acercaos con

fiadamen

teal tron

o de la misericordia.

Jesús, T

ú eres u

n siervo,

pero tienes oídos para oir al otro,

tienes len

gua para decir palabras

de consu

elo, tienes rostro du

ro para soportartoda bu

rla, tienes espalda para cargar

con n

uestro pecado.

Acercaos con

fiadamen

te al trono del am

or.Tu

s heridas, Jesú

s, nos sigu

en cu

rando.

Coge tu

cruz y sigu

e a Jesús.

Ayu

da a llevar la cruz a los qu

e te rodean,

y sigue a Jesú

s.Trabaja por la cru

z, y sigue a Jesú

s.A

cércate a los enferm

os, y sigue a Jesú

s.A

tiende a las cru

ces que llevan

hoy día

los más pobres: en

sanch

a tu corazón

para enten

der a los distintos, y sigu

e a Jesús,

en cam

ino h

acia la vida.

+Gregorio M

artínez Sacristá

nO

bispo de Zam

ora

Por qu

é tenía qu

e llegar tu am

or hasta la cru

z?¿N

o pudiste decirn

os el amor de otra m

anera?

¿Tan aden

tro teníam

os el mal?

, tan reacio a qu

e te hicieran

Rey,

no tien

es incoven

iente en

que ah

ora te levanten

para que todos te m

iren cru

cificado.Tu

Cru

z, elevada en la colin

a,atrae las m

iradas de todos los ajusticiados de la vida

y un

a esperanza se abre paso.

Ah

í, crucificado perm

aneces,

testigo un

amor qu

e no deja qu

eel m

al diga la últim

a palabra.

Por Jesu

cristo, que h

aces partícipesde su

condición

de Hijo a todos

los habitan

tes de la tierra, que con

los brazosexten

didos y el cuerpo lacerado

ofrece el pan de la tern

ura,

¡gracias, Padre n

uestro!

Por Jesu

cristo, que lleva la cru

zpor las calles de Jeru

salén, qu

e vela enel h

uerto y su

da sangre en

medio de la n

oche,

que ve cóm

o su cu

erpo se rompe en

pedazospor los clavos, qu

e pasa por la mu

erte,ese m

al trago… para salvar a todos los

seres hu

man

os de la mu

erte,¡gracias, P

adre nu

estro!

Por Jesu

cristo,qu

realiza el éxodo hacia la V

ida:¡G

racias, Padre n

uestro!

45

Y si n

o lo fuera, C

risto de las Inju

rias, perdónan

os.Som

os débiles. Porqu

e tu te m

ereces que h

ablemos

de perdón, de perdón

y de esperanza en

la hu

man

idad. ¡Qu

é bella palabra!… H

um

anidad…

Estoy, en

nom

bre de nu

estra “ciudad del alm

a” para ofrecer este silen

cio, que n

o es sólo eso…E

s mu

cho m

ás. Es el silen

cio más son

oro que existe,

es el silencio qu

e dice todo, el que apren

demos a oír

desde niñ

os el que u

ne n

uestros sen

timien

tos,el de n

uestros padres, m

adres … y abu

elos, el de tan

tos y tantos qu

e fuim

os somos y serem

os y qu

e siguen

aquí, con

nosotros.

La m

uerte siem

pre intem

pestiva,¡Tan

tos jóvenes qu

e no deberían

morir!

Dan

os fuerza Señ

or para soportar tantas au

sencias.

Te has llevado ya a m

uch

os de los nu

estros.

Hoy los recordam

os en Jesú

s, desde h

ace pocos días jun

to a ti, su

“Ch

iquito”, el C

risto del Silencio .

Allí n

os iremos en

contran

do todos y… ese día,

también

será miércoles san

to con el

cielo cubierto de rojo y blan

co.

Mi voz, n

uestra voz, n

o puede callar an

tela in

justicia del h

ambre, de las gu

erras. ¡C

uán

tas mu

ertes sin sen

tido!¡C

uán

to dolor evitable!.

Por eso debemos unirnos, con la fuerza de un pueblo.

Con la fuerza que nos da el C

risto de los Zam

oranos,¡Q

ué gran

pueblo…

!,u

n pu

eblo de emigran

tesqu

e sabe acoger a otros,qu

e hace h

erman

os, herm

anos en

“su paso” de vida

a quien

es vienen

de lejos., P

ueblo de igu

ales, de todas las mu

jeres yde todos los h

ombres de Z

amora.

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DE

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S

Juramento de la Sra. Alcaldesa

ilencio. U

n añ

o más, C

risto de las Inju

rias, n

uestro silen

cio… el silen

cio que lo dice todo.

Aqu

í estamos, todos los zam

oranos, fieles a n

uestra

tradición, y en

la primera ocasión

para un

a mu

jer.Todo igu

al y todo distinto.

Con lealtad venim

os a recordar nuestro comprom

iso,el com

promiso de todo u

n pu

eblo.P

ueblo de m

ujeres y h

ombres a los qu

eC

risto mira y h

abla.

Y h

abla y mira, de u

na form

a especial, a los men

osvisibles a los ojos del h

ombre,

a los que n

osotros no oím

os.

Habla y m

iraa los qu

e sufren

a las víctim

as de la violencia

a los refugiados

a los sin tech

o a los n

iños sin

derecho a ser n

iños

a las mu

jeres…, qu

e ,también

, querem

os camin

ar asu

lado. Mu

jeres visibles e iguales a los ojos de D

ios. ¿A

lguien

ha olvidado qu

e Cristo tu

vo entre su

s discí-pu

los mu

jeres?¿A

lguien

cree que

Cristo n

o amó por igu

al a hom

bres y mu

jeres?

Cristo tam

bién lloró.

Por eso h

oy estamos todos aqu

í.Z

amora ciu

dad, Zam

ora templo,

Zam

ora fortaleza y lugar de en

cuen

tro Z

amora qu

e sabe, como n

adie,expresarse con

el silencio.

Silencio del qu

e ya sólo nos separan

estas palabras,qu

e quieren

ser la conju

ra de los recuerdos, del res-

peto, pero también

de los sueñ

os…H

ablamos con

un

a ún

ica voz que

quiere ser la voz de todos…

.

67

Rosa V

aldeónA

lcaldesa de Zam

ora

Al oír tu

nom

bre en el silen

cio nos estrem

ecemos.

En

tramos en

tu dolor…

dolor que n

os duele a todos,

que com

prendem

os como sólo las m

adres sabemos

hacerlo. D

olor del que su

rge la esperanza,

dolor del amor, del qu

e nacen

todas las familias.

Y tam

bién ven

imos a dar,

a dar lo que u

na tierra ,au

stera y generosa, recon

oce.T

ierra del pan y del vin

o,tierra en

la que se va ocu

ltando este sol qu

e , ya enretirada , con

sum

a nu

estra conju

ra del silencio…

Por eso te m

ostramos n

uestras m

anos…

Te pedimos qu

e nos ayu

des a saber tenderlas…

Por eso cam

inam

os a tu lado

y querem

os que en

tres en n

uestras alm

as

por eso te damos nuestra oración en form

a de silenciopero esperam

os que n

os enseñ

es a saber amar

No som

os ricos, ni lo preten

demos.

Pero sí som

os generosos.

Sólo querem

os vivir en esta tierra.

Tierra de cosech

a, tierra de libertad y comprom

isoqu

e contigo será m

ás justa, m

ás solidaria. La m

ejor.P

orque esta es n

uestra bú

squeda de la verdad en

lavida y de la vida en

la verdad.

Al ver tu

rostro, bello y misterioso, n

os pregun

ta-m

os ¿quién

te hizo? ¿qu

ién?

y tu silen

cio nos su

surra…

. Dios.

¡Tuvo qu

e ser Dios!

Cristo de las In

jurias, C

risto de todos, Cristo de los

zamoran

os, nos presen

tamos con

hu

mildad y te

pedimos lo ú

nico qu

e necesitam

os: en n

ombre de

todas las mu

jeres,de todos los h

ombres

danos ese am

or que siem

pre has ten

ido,con

eso, y sólo con eso,

nos sen

tiremos recom

pensados.

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CR

IS

TO

D

E

LA

S

IN

JU

RI

AS

8

Juramento de la Sra. Alcaldesa

Primera directiva C

ofradía Silencio. Fotografía de Salvador Calabuig C

ustodio

-”Dios m

ío, Dios m

ío”.

Ya no eran

lágrimas de dolor las qu

e caíanah

ora sobre la cabeza del niñ

o.

Ella m

isma le h

izo su prim

era tún

ica cuan

-do apen

as podía sostener el h

achón

de laprocesión

. Recordaba a su

hijo en

los años

que desfiló, la n

oche de M

iércoles Santo,

jun

to al Cristo de las In

jurias…

y los guan

-tes qu

e siempre se olvidaban

en casa y qu

eella presu

rosa se los pasaba a hu

rtadillasen

tre las verjas del claustro de la catedral.

Su en

fermedad estu

vo surcada de rezos a la

bendita im

agen.

-”Mam

á, mam

á, no m

e enterréis con

elh

ábito. El n

iño…

”.

Apretan

do con su

s man

os la imagen

delD

ios de las Inju

rias dio su cu

erpo a lah

úm

eda tierra de San A

tilano.

La im

agen de su

nieto vestido de cofrade

dolía como el escozor de la sal sobre u

na

herida en

la man

o.

-”Abu

ela, el capuch

ón m

e queda gran

de,n

o veo”.

Con

paciencia, despacio, fu

e empequ

eñe-

ciendo el cartón

hasta adaptarlo a la cabe-

za del niñ

o.

-”Ah

ora sí, abuela. ¿V

as a venir a verm

e?Yo te salu

daré.

-¡Pero n

o hables!

- N

o abu

ela, n

o h

ablaré. M

i padre

no

hablaba pero yo siem

pre sabía quien

era él.

El n

iño volvió a sen

tir el roce suave de u

ngu

ante de algodón

sobre sus m

ejillas.

-”Es papá, es papá”.

No du

rmió la n

oche del M

artes Santo. Sin

-tió caer la llu

via sobre el alfeizar de su ven

-

tana. Siem

pre llueve en

Zam

ora en M

artesSan

to, como si se qu

isiera limpiar el aire de

la ciudad para qu

e en la soleada tarde del

Miércoles, el C

risto mu

erto de las Inju

riasextien

da con su

s brazos su am

or por lasestrech

as calles zamoran

as.

Su abu

ela lo dejó en el atrio de la catedral

con u

n beso qu

e sabía a lágrimas.

-”Los gu

antes, los gu

antes”.

Estaba perdido entre tanta gente. E

l rojo delcaperuz encendía la bóveda de la catedral.

-”¡Qu

e nadie en

cienda las velas h

asta estaren

el atrio!”

Había abrazos de am

igos que se volvían aver com

o todos los años. Padres que ajusta-ban las túnicas a los que heredaban su tradi-ción. M

uchachos que esperaban nerviosos ala hora de salir. A

lguien triste que recordabaun no sé qué y ese olor a lana de estam

eña,a rancio alcanfor, a hum

o espeso de velas.

Se encon

traba completam

ente tapado por

la gran can

tidad de cofrades que se apiñ

a-ban

en las n

aves de la iglesia. Su ú

nica

referencia

eran

las baldosas

blancas

yn

egras que veía en

el suelo. A

rriba eraim

posible divisar nada. P

or eso fue com

ou

n gran

susto en

contrarse de repen

te conla im

presionan

te imagen

del Cru

cificadode las In

jurias, exh

alando el calien

te halo

de su ú

ltimo su

spiro, el cuerpo m

uerto

desplomán

dose ante su

mirada asu

stada.

No dijo n

ada, quiso m

ostrarle su tú

nica,

pero la presencia del C

risto le impon

ía detal m

anera qu

e le impedía rezar, n

i siquie-

ra el “Dios m

ío” que salió de los labios de

su abu

ela hace cu

arenta añ

os.

Se volvió despacio para ocupar el rincónm

ás pequeño de toda la catedral. Un ruido

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S

Las Zapatillas Rojas

l recuerdo más fuerte de su

infancia era el olor a sangre ycien

o qu

e se

respiraba la

mañ

ana

del D

omin

go de

Ram

os en la plaza del Pilar. El

tronar ensordecedor

de los

tambores por la calle Fernan-

do reson

aba en

su

s oídos

como preludio de lo que eran

para él las fechas más espera-

das, las

de Sem

ana Santa,

poder asistir a los desfiles pro-cesionales de Z

amora. D

esdeque su m

adre se había ido avivir a Z

aragoza, el viaje aZ

amora era para él un rito,

todo un viaje iniciático a susorígenes,

a la

tierra de

supadre, a la casa de sus abue-los. Por eso el sonido de losbom

bos camino de la iglesia

de San Cayetano en la proce-

sión de “La Borrica” y el olor a sangre de lospuños de los cofrades que teñían de rojo elparche del tam

bor y salpicaba alguna vez sucara, tenía para él olor de felicidad.

Desde la estación

de “Santa E

ulalia” a la de

Zam

ora iba quieto y m

enu

do en el asien

-to, sin

atender las palabras de su

herm

ana

que le vigilaba en

el asiento de al lado. Su

srecu

erdos de Zam

ora estaban ligados a la

Seman

a Santa y a su

padre. Aú

n sen

tía suh

ombro por la C

uesta de San

Pedro tras los

pasos del Nazaren

o de San F

rontis. Su

salm

endras garrapiñ

adas deshacién

dose ensu

s man

os gordezuelas la m

añan

a del Vier-

nes San

to y el rezo de la Salve a Nu

estraM

adre de las An

gustias en

la iglesia de SanV

icente. E

ran recu

erdos de cirios, de piesdescalzos, de M

isereres ahogados de silen

-cio al paso del Jesú

s Yacente.

Pero

este añ

o iba

a ser

distinto, qu

izás más espe-

cial. Había crecido y ya le

valía la

tún

ica d

e su

padre. Su abu

ela le había

“apun

tado” a la procesiónde “E

l Silencio”.

-”Si viviera tu padre, ¡qu

éorgu

lloso estaría! Tú

consu

tún

ica…, ¡si eres ya u

nh

ombre!, apen

as he ten

i-do qu

e tocarla”.

Su

abuela

lloraba p

orden

tro al

contem

plarlo.R

ecordaba

cuan

do

fue

madre,

las pen

urias

que

pasó:

sin

din

ero, sin

recursos…

y sobre todo elh

ambre, el h

ambre qu

e no

le dejaba

dormir

y qu

etorció su

embarazo.

-”Estás m

uy débil. Tu

hijo n

acerá mu

erto.Será

mejor

así, si

no

sufrirá

o pu

edesm

orir tú”.

Se abrazaba como arañ

ando la verja de la

capilla de San B

ernardo, lloran

do a los piesdel C

risto de las Inju

rias, sabía a sal el hie-

rro de la verja.

-”Dios m

ío, Dios m

ío”.

Su m

ano calien

te y sudorosa qu

ería derre-tir la frialdad del h

ierro, mien

tras introdu

-cía su

cabeza por los barrotes en u

n van

oin

tento de en

juagar su

s lágrimas en

lospies de la sagrada im

agen.

-”Dios m

ío, Dios m

ío”.

Pero el n

iño n

ació, pequeñ

o y delicadocom

o un

a flor de hin

iesta. Aú

n dolién

doleel vien

tre lo llevó a la capilla del Cristo.

1011

Ricardo F

lecha B

arrio

de roce de hierros y un golpe seco resona-ron al abrirse la cancela de la puerta m

ien-tras la im

agen avanzaba hasta el atrio. Pocoa poco fueron saliendo los herm

anos en unainterm

inable fila hacia la puerta. Él se colo-

có el caperuz y con más m

iedo que ánimo

avanzó hacia el mar de capuchones rojos.

-”¿Pero dón

de vas, tú?

Sintió u

na m

ano sobre su

hom

bro.

- “Vam

os a ver, ¿quien

eres tú?

Notó qu

e alguien

le desprendía de su

cape-ru

z. Un

hom

bre gordo, con gafas de den

-tista le con

templaba patern

almen

te.

-”Pero ¿adónde vas así? ¿Tú te has visto?”

Señaló al su

elo. Bajo la blan

ca tún

ica apa-recieron

sus zapatillas rojas.

-”¿Pero n

o has leído la carta qu

e te envia-

mos? ¿N

o sabe tu m

adre que es obligatorio

desfilar con zapatos y calcetin

es negros?

-¿Qu

é pasa?

- “Aqu

í hay u

n n

iño qu

e viene con

un

aszapatillas rojas”.

El de la capa roja le m

iraba con ojos tu

r-bios.

-”Nada, así n

o puede desfilar, qu

e salga dela fila y apren

da para otro año”.

El hom

bre de la capa roja se marchó dando

voces a otros hermanos. E

l hombre de las

gafas se le quedó mirando, frunció los labios

y se fue también. É

l no lloró, intentó volver

a ponerse en la fila pero no lo dejaron. No

entendía nada. Aún así volvió otra vez a colo-

carse entre los hermanos. E

sta vez fue acom-

pañado por un vara hasta el fondo de la cate-dral. Sentado en un banco con el caperuzentre las piernas bajaba la cabeza y callaba.N

o dijo nada, ni siquiera cuando los herma-

nos juraron silencio en el atrio de la catedral.

Por

Tras-Castillo

se en

camin

ó h

asta el

Mu

seo. Mien

tras oía a lo lejos el estriden-

te lamen

to de los clarines arrastraba los

pies llenan

do de polvo sus zapatillas rojas.

An

duvo despacio su

biendo la cu

esta deSan

Martín

, como si él solo form

ase la más

triste de las procesiones.

Se sentó a esperar la procesión en las piedrasde Santa M

aría la Nueva. Poco a poco llegó

la gente. Después, los prim

eros cofrades.

No h

abía llegado la imagen

cuan

do apare-cieron

su abu

ela y su h

erman

a.

-¿Don

de estabas?. no te h

emos visto.

-Sois tantos qu

e te hem

os perdido”.

Seguía callado. L

os herm

anos del San

toE

ntierro esperaban

con h

achon

es de cerapara recibir la im

agen. Su

abuela le reten

íaen

su regazo, am

parándole del frío aire de

la noch

e. La im

agen pasó a su

lado y paró.

Qu

iso volver a mirar la im

agen y su

s ojosse detu

vieron en

sus pies descalzos atrave-

sados por el hierro. A

parecieron m

ás rojosqu

e nu

nca. L

a sangre h

abía inu

ndado los

dedos. Cristo descalzo con

lospies rojos de am

or te contem

-plaba desde su

martirio.

Sólo enton

ces el niñ

o rompió a

llorar.

-”Dios m

ío, Dios m

ío”.

RE

AL

H

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EL

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SI

MO

C

RI

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O

DE

L

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IA

S

1213

Sensaciones y sentimientos

Rosa V

aldeón San

tiagoA

lcaldesa de Zam

ora

a Directiva de la C

ofradíam

e invita a trasladar a tra-

vés de estas páginas la difí-

cil tarea de contar las sen

sa-cion

es y sentim

ientos qu

eexperim

enté con

motivo del

juram

ente

del Silen

cio en

mi prim

er año com

o Alcal-

desa de Zam

ora.

Fu

eron, sin

duda, m

omen

-tos cargados de profu

ndas

emocion

es que difícilm

en-

te se pueden

evocar y revi-vir con

la fuerza de la pala-

bra. De m

odo que com

enzaré por desear

que m

i Ofren

da haya estado a la altu

ra delo qu

e de mí esperaban

cofrades y ciuda-

danos.

Com

enzado el añ

o, cuan

do las Cofradías

inten

sifican su

actividad, la Directiva del

Santísim

o Cristo de las In

jurias acu

dió alA

yun

tamien

to para encom

endarm

e, como

es costum

bre en la C

ofradía, que ofreciera,

como A

lcaldesa, el Juram

ento de la C

iudad

ante el C

risto del Silencio. N

o dude en

aceptar, con satisfacción

y orgullo, la ofer-

ta que se m

e hacía, con

tribuyen

do de estem

odo a man

tener u

na tradición

arraigadaen

Zam

ora desde hace m

ás de 60 años.

Estaba asu

mien

do, desde el ejercicio dem

i cargo, un

a labor de representatividad, y,

al mism

o tiempo, la respon

sabilidad deser la voz de la C

iudad an

te un

a imagen

que despierta tan

ta devoción y sen

timien

-

tos. A esa respon

sabilidad, que

habían

asum

ido mis predeceso-

res, se sum

aba el hech

o de serla prim

era mu

jer en participar

de esta ceremon

ia, lo que sin

du

da

desp

ertaba u

na

mayor

expectación an

te el men

saje.

Dediqu

e mu

chas h

oras a orga-n

izar un

a plegaria que preten

-día ser de todos y qu

e no qu

eríaolvidar a n

adie. Qu

ería expresarel sen

tir de todos los cofrades ya la vez erigirm

e en portavoz

de los mu

chos an

helos y deseos

de zamoran

as y zamoran

os, defendien

doen

su n

ombre valores tan

hu

man

os como

un

iversales.

La n

oche del ú

ltimo M

iércoles Santo fu

eespecialm

ente gélida pero el frío se dilu

yórápidam

ente en

un

sentim

iento de iden

ti-dad con

la inm

ensa m

ultitu

d de ciudada-

nos y cofrades. Y

se disipó, la inqu

ietud de

las horas previas, an

te la solemn

idad delm

omen

to. No estaba sola fren

te a la ima-

gen del C

risto. La ciu

dad entera se h

abíafu

ndido con

él, compartía viven

cias, emo-

ciones y sen

timien

tos, entregan

do el secre-to de su

s corazones y el su

eño de la vida.

Fu

e un

o de los m

omen

tos más em

ocio-n

antes y em

otivos de p

rimer añ

o al fren-

te de la A

lcaldía y qu

e nos p

ermite a

todos com

pren

der la p

rofun

did

ad con

laqu

e se vive y se sienta la Sem

ana San

ta enZ

amora.

Las Zapatillas Rojas

te: puedes pasar por O

bispo, ya que por

detrás te parecías a nu

estro querido cape-

llán D

. José. Pu

es mira com

o son las cosas,

casi tuviste u

n fu

neral de obispo. Te acom

-pañ

ó mu

cha gen

te, canón

igos, autoridades,

presidentes de cofadrías y sem

anasan

teros.A

tu llegada, an

tes de entrar en

la Catedral,

te tocaron los clarin

es y a todos se nos h

izou

n poco m

ás pequeñ

o el corazón. L

as flo-res

te rodeaban

, fu

eron

trece coron

as y

mu

chísim

os ramos de flores qu

e por deseode tu

esposa e hijos fu

eron repartidos por

todas las imágen

es de culto, algu

nos tam

-bién

se llevaron al M

useo de Sem

ana San

tapara las im

ágenes de devoción

.

Por aqu

í todo sigue com

o siempre, sabes

que en

esta tierra nu

estra es así, buen

o, sih

ay novedad, ya som

os Real C

ofradía, hace

poco llegó el titulo, te h

abría gustado. Ya

hu

bo elecciones, apoyam

os a Ru

fo y segui-

mos todos. P

or lo demás todo bien

, han

querido qu

e sea “Vice” pero lo qu

e más

agradezco es que m

e dejen segu

ir limpian

-do “el C

risto” (me m

antien

en ese privile-

gio). El otro día con

motivo del tridu

oestu

ve limpián

dolo, y desde allí subido, al

mirar h

acía abajo, me faltabas allí, sen

tadoen

el arcón esperan

do para tomar u

n café

donde Toñ

o.

Siempre qu

e entro en

la capilla me vien

e ala m

ente tu

recuerdo y rezo por todos los

mom

entos

que

compartim

os, bu

enos

ym

alos, de crispación y de calm

a, pues u

na

cosa m

e d

emostraste

a través

de

losm

uch

os años de am

istad, y es, que para ti,

la palabra rencor, n

o existía.

ra la madru

gada del vier-n

es 29 de Febrero, sobre

las dos y veinte son

ó elteléfon

o. El sobresalto fu

etrem

endo.

A

esas h

oraslas n

oticias nu

nca su

elenser bu

enas, la verdad es

que pen

sé en fam

iliares deavan

zada edad cuya salu

dn

o es

mu

y bu

ena,

peron

un

ca espere

la n

oticiaqu

e me dieron

.

Fu

e tu sobrin

a Mayka la

encargad

a d

e d

arme

lan

oticia, no en

tendía n

ada,o

tal vez,

me

negaba

aen

tenderlo,

la verdad

esqu

e a Mayka n

o le salíanlas palabras en

tre sollozoy sollozo, “h

a mu

erto mi tío Jesú

s” me

dijo, y ya ves, paradojas de la vida, al dedi-carte este recu

erdo estarás en com

pañía de

tu qu

erida herm

ana C

armen

, que a los seis

meses de tu

mu

erte, decidió ir en tu

busca

y al encu

entro de tu

herm

ano José L

uís.

Diez

min

utos

más

tarde dejábam

os el

coche a la pu

erta de tu dom

icilio, allí, cer-qu

ita de la Catedral, al lado del “C

hiqu

ito”com

o tu le llam

abas, decías que para esa

zona h

abía más “D

ios”.

El pan

orama al en

trar era desolador. Trági-co. U

na fam

ilia rota de dolor. Y allí estabas

esperando

a tu

s am

igos; se

adelantaron

Juan

y Pili, n

adie se explicaba nada, y yo

men

os ya que acabábam

os de hablar por

teléfono a las och

o de la tarde para comen

-

tar algo. No podía m

ás y me baje solo a la

calle, me dirigí a la plaza de la C

atedral, no

recuerdo si h

acía frío, yo no lo sen

tía, y allíagarrado a los barrotes de la pu

erta delatrio, le pedí “a ese C

risto” al que tan

tosañ

os le habíam

os jurado silen

cio, que te

hiciera u

n sitio al lado de fam

iliares y ami-

gos que te an

tecedieron, y la com

pañía de

los herm

anos de la cofradía. M

e dijo que

ya se había en

terado, pues h

acía rato que

los seman

asanteros an

daban algo revu

el-tos

y al

pregun

tar le

habían

dich

o: h

am

uerto Jesú

s, el del Silencio, y “él” con

tes-tó, cu

ando llegu

e que pase y se sien

te contodos a la derech

a de Padre.

Al día sigu

iente 1 de M

arzo, te acompañ

a-m

os en tu

fun

eral. Fu

e en la C

atedral, teacordarás qu

e te tomaba el pelo dicién

do-

RE

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S

Se fue en silencio

1415

Un

amigo

a contem

plación de la célebre im

agen del

Cristo de las In

jurias, ven

erada en la capi-

lla de

san

Bern

ardo de

la San

ta Iglesia

Catedral de Z

amora, su

ele producir en

lasperson

as un

fuerte im

pacto visual y em

o-cion

al, particularm

ente cu

ando se en

cuen

-tran

ante ella por prim

era vez. En

estafigu

ra se conju

gan de m

odo privilegiado elarte y la devoción

. Desde el pu

nto de vista

plástico, se trata de un

a obra escultórica

magistral,

que

ha

suscitad

o los

más

encu

mbrados elogios en

tre los historiado-

res del arte, y, desde la perspectiva de lapiedad popu

lar, ha m

otivado en los fieles,

especialmen

te en

tre los

zamoran

os, u

nh

ondo sen

timien

to devocional.

El escu

ltor ha plasm

ado de modo adm

ira-ble la m

uerte de C

risto en la cru

z a travésde u

na im

ponen

te figura de tam

año m

ayorqu

e el natu

ral. Más aú

n, h

a utilizado sabia-

men

te ciertos recursos efectistas -a los qu

econ

tribuye su

espléndida policrom

ía- parain

vitar a quien

es la contem

plan a la m

edi-tación

de la pasión salvadora de C

risto y am

over su corazón

al sentim

iento de com

-pasión

y

al deseo

de con

versión.

Esos

recursos se cen

tran en

la espina qu

e tras-pasa la piel de la fren

te, los ojos entorn

a-dos con

un

a mirada perdida, la boca abier-

ta, y la profun

da llaga en el costado dere-

cho de la qu

e cae un

a caudalosa lám

ina de

sangre qu

e atraviesa el paño de pu

reza yrecorre su

pierna.

Respondiendo am

ablemente a la invitación

de la Real H

ermandad del Santísim

o Cristo

de las Injurias, quiero compartir con los lec-

tores de esta revista unas breves reflexiones,invitando a los herm

anos de la Cofradía del

Silencio, a los devotos y a cuantas personasadm

iren detenidamente la im

agen, a aden-trarse en las riquezas doctrinales y espiri-tuales que contienen la llaga del costado y elcorazón del crucificado.

Según

el cuarto evan

gelio, aquel viern

esen

que Jesú

s fue cru

cificado era la Paras-

ceve, día en qu

e los judíos h

acían los pre-

parativos de la cena pascu

al, que debía

tener lu

gar después de la pu

esta del sol.P

ara que n

o quedaran

los cuerpos en

lacru

z el sábado, rogaron a P

ilato que les

quebraran

los hu

esos de las piernas para

acelerar su m

uerte, y así lo h

icieron con

los malh

echores cru

cificados con él, "pero

al llegar a Jesús, como lo vieron ya m

uerto,no le quebraron las piernas, sino que uno delos soldados le atravesó el costado con unalanza y al instante salió sangre y agua"(Ju

an 19, 33-34). D

e este modo, la tran

s-fixión

permitió el cu

mplim

iento de u

na

prescripción

ritual

referente

al cordero

pascual, asim

ilado a Cristo: "no le quebra-

réis hueso alguno"(É

xodo 12, 46 y Nú

me-

ros 9, 12), un

versículo sálm

ico referidoal

justo

persegu

ido:

"todos sus

huesosguarda, no será quebrantado ni uno solo"(Salm

o 33, 21), y un

a profecía de Zacarí-

as: "mirarán... a aquél a quien traspasaron"

(Zacarías 12, 10 / Ju

an 19, 37)) a la qu

ealu

de el libro del Apocalipsis evocan

do lagloriosa ven

ida del Mesías: "todo ojo le

verá, hasta los que le traspasaron"(A

poca-lipsis 1, 7).

El m

ismo evan

gelio joánico n

arra la apari-ción

de Cristo resu

citado a sus discípu

losy la osten

sión de las h

uellas de su

pasiónen

man

os y costado (cf. Juan

20, 20), ym

ás tarde a Tomás, in

vitándole a qu

e pal-pase y creyese: “extiende tu m

ano y métela

en mi costado, y no seas incrédulo sino cre-

yente”(Ju

an 20, 27).

Los escritos n

eotestamen

tarios, por su par-

te, vincu

lan la san

gre y el agua vertidos del

costado de Cristo con

los miem

bros de laIglesia y, au

nqu

e de forma velada, con

lossacram

entos del B

autism

o y de la Eu

carís-tía: “C

risto amó a la Iglesia y se entregó a sí

mism

o por ella, para santificarla, purificán-dola m

ediante el baño del agua”(E

fesios 5,25-26), y “esos son los que vienen de la grantribulación, han lavado sus vestiduras y lashan blanqueado con la sangre del C

ordero”(A

pocalipsis 7, 14).

Mu

chos P

adres de la Iglesia han

visto en el

agua el sím

bolo del Bau

tismo, en

la sangre

el de la Eu

caristía, y en am

bos el caráctersacram

ental de la Iglesia, “pues del costado

de Cristo dorm

ido en la cruz nació el sacra-m

ento de la Iglesia entera”(cf. San

Agu

stín,

Enarratio in Psalm

um138, 2 y C

onstitu

-ción

Sacrosanctu

m C

onciliu

m 5). D

e estem

odo, siguien

do el relato genesíaco (cf.

Gén

esis 2, 21-22) y los escritos paulin

os(cf. R

oman

os 5, 12-21), la Iglesia se ha

convertido

simbólicam

ente

en

la n

ueva

Eva, qu

e nace del costado de C

risto, eln

uevo A

dán.

Desde el punto de vista de la espiritualidad,

la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es

una de las más difundidas y queridas de la

piedad eclesial.

El

corazón de

Jesús no

designa una parte de su cuerpo, sino la tota-lidad de su ser, de su persona, es decir, elm

isterio mism

o de Cristo,

“manso y hum

il-de de corazón” (M

ateo 11, 29) y su amor

divino y humano hacia los

hom

bres.

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AN

SI

MO

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O

DE

L

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NJ

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IA

S

El pecho de amor m

uy lastimado

1617

FO

TO

Y T

EX

TO

S:José Án

gel Rivera de las H

erasD

elegado Diocesano para el Patrim

onio y la Cultura

HE

RM

AN

DA

D

DE

L

SA

NT

ÍS

IM

OC

RI

ST

O

DE

L

AS

I

NJ

UR

IA

S

18

Gran

des escritores espirituales y m

ísticos,com

o san

B

ernardo,

san

Bu

enaven

tura,

santa G

ertrudis o san

ta Catalin

a de Siena

contem

plaban el costado de C

risto y sucorazón

traspasado con gran

devoción. D

eldoctor seráfico son

estas herm

osas pala-bras: “F

ue herido el corazón para que por laherida visible veam

os la invisible herida deam

or. Pues quien ama ardientem

ente estáherido de am

or...¿Qu

ién n

o amará ese cora-

zón tan

herido? ¿Q

uién

no devolverá am

orpor am

or a quien

tanto am

a?... Pen

etremos

en

el corazón

h

um

ildísimo

del excelso

Jesús, a través de la pu

erta abierta por lalan

za en el costado. A

llí está escondido el

tesoro inefable y deseable de la caridad, allí

se encu

entra la devoción

, se obtiene la gra-

cia de las lágrimas, se apren

de la man

se-du

mbre y la pacien

cia en las adversidades,

la compasión

de los afligidos y, sobre todo,u

n

corazón

contrito

y h

um

illado” (San

Bu

enaven

tura, L

a vid mística, cap. 3, n

n. 5

y 6, y cap. 24, n. 3)

Y gran

des santos, com

o san F

rancisco de

Sales, san Ju

an E

udes o san

ta Margarita

María de A

lacoque expan

dieron su

devo-ción

a toda la comu

nidad eclesial.

Actualm

ente, la Iglesia de rito romano cele-

bra la solemnidad del Sagrado C

orazón deJesú

s el

viernes

siguien

te al

segun

dodom

ingo después de Pentecostés, en cuyoprefacio nuestra fe se expresa de m

odo tanbello: “E

l cual, con amor sincero se entregó

por nosotros, y elevado sobre la cruz hizo quede su corazón traspasado brotaran, con elagua y la sangre, los sacram

entos de la Igle-sia;

para que

así, acercándose

al corazón

abierto del Salvador, todos puedan beber congozo de la fuente de la salvación”.

Recien

temen

te, la Con

gregación para el

Cu

lto Divin

o y la disciplina de los Sacra-

mentos, en el núm

ero 173 de su Directorio

sobre la piedad popular y la liturgia. Princi-pios y orientaciones (17 de diciem

bre de2001),

afirmaba

lo siguiente:

“La piedadpopular tiende a identificar una devoción consu representación iconográfica. E

sto es algonorm

al, que sin duda tiene elementos positi-

vos, pero puede también dar lugar a ciertos

inconvenientes: un tipo de imágenes que no

responda ya al gusto de los fieles, puede oca-sionar un m

enor aprecio del objeto de la devo-ción, independientem

ente de su fundamento

teológico y de contenido histórico salvífico.

Así ha sucedido con la devoción al Sagrado

Corazón: ciertas lám

inas con imágenes a

veces dulzonas, inadecuadas para expresar elrobusto contenido teológico, no favorecen elacercam

iento de los fieles al misterio del

Corazón del Salvador.

En nuestro tiem

po se ha visto con agradola

tendencia a

representar el

SagradoC

orazón remitiéndose al m

omento de la

Crucifixión, en la que se m

anifiesta en gra-do m

áximo el am

or de Cristo. E

l SagradoC

orazón es Cristo crucificado, con el cos-

tado abierto por la lanza, del que brotansangre y agua”.

Tenien

do en

cuen

ta estasorien

taciones, ojalá qu

ienes

contem

plen

la

imagen

d

elC

risto de

las Inju-

rias pen

e-tren

en el

miste

riod

e C

risto y

de su

amor a los

ho

mb

res, sim

bo

li-zad

o en su

Sagrado

Corazón

, med

iante la

pu

erta abierta

de

sucostad

o. El pecho de amor m

uy lastimado

Otro año Señor ante tus plantas

Implorando perdón alm

a mía,

Dejando tu piedad en m

i fatigaEn la noche de astros horada.

En la noche del Miércoles Santo

Las calles iluminan tu silencio,

Transparente cristal y fino aceroLlevando paz a tu corazón cansado .

Yo me siento som

bra en la nochePara adorarte hum

ilde hasta el delirioV

ivir sin tu amor, no tiene sentido

Y en blanca luz divina se transfunde.

El mundo volverá sum

iso a tiPidiendo tu perdón a sus injuriasO

lvidando con tu ayuda su locuraY en su fe volverá a creer en ti.

Cristo del silencio yo en ti creo,Verte en cuerpo m

ortal no es necesarioYo se que estás vivo en el SagrarioPues en los ojos del alm

a yo te veo

Al C

ristode las Injurias

Isabel Salazar Aribayos

Martín

Avedillo, qu

e tuvieron

a bien, en

los albores de su rein

ado, ofrecerle el car-go de H

erman

o Mayor de H

onor a S.M

.D

on Ju

an C

arlos I, que fu

era expresamen

-te aceptado por éste con

forme acredita la

credencial qu

e fuera expedida en

fecha 9

de abril de 1976.

Aqu

el ofrecimien

to y posterior aceptaciónde Su

Majestad, u

nido por su

puesto a la

petición u

nán

ime de la C

ofradía plasmada

en el acu

erdo de la Jun

ta Gen

eral de 12 defebrero de 2006 y al n

ecesario Aval qu

efu

era obtenido del O

bispado de Zam

ora,fu

e determin

ante para el bu

en fin

de lam

isma, lo qu

e finalm

ente vin

o a hacerse

realidad el pasado día 5 de jun

io de 2008en

que se expidiera por el Jefe de la C

asade Su

Majestad del R

ey la credencial qu

eacredita la con

cesión del títu

lo de Real

para nu

estra Herm

andad.

Lástim

a que h

aya llegado con tres m

esesde retraso y qu

e su m

ayor artífice, el recor-dado Jesú

s Payá, n

o viviera la experiencia

de ver

cum

plido su

deseo,

el cu

ál fu

eexpresam

ente ren

ovado a la Casa R

eal eldía 4 de m

arzo de 2008 cuan

do, el enton

-ces

Presiden

te en

fu

ncion

es D

on

Ru

foM

artínez de P

az, comu

nicó a Su

Majestad

el fallecim

iento

de Jesú

s, pero

estamos

seguros qu

e allá donde esté h

a disfrutado

como el qu

e más con

su con

cesión.

Tan sólo n

os queda desear, para term

inar,

y parafraseando a n

uestro Secretario en

lacom

un

icación qu

e el pasado mes de ju

nio

de 2008 dirigiera a todos los directivospara in

formarles de la con

cesión del títu

lo

de R

eal para

nu

estra H

erman

dad, qu

etodos

los qu

e com

ponem

os la

Cofradía

hagam

os h

onor

a este

reconocim

iento

pues, si h

emos sido m

erecedores del mis-

mo, debem

os portar el título con

la digni-

dad que requ

iere, por cuan

to se convierte

en la m

ás alta distinción

que otorga la

Coron

a.

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Real Hermandad

del Santísimo Cristo de las Injurias

La Ju

nta D

irectiva

uch

os han

sido los acontecim

ientos qu

eh

an afectado a la C

ofradía del Silencio a lo

largo del 2008 pero, sin olvidar el falleci-m

iento de Don Jesús Payá G

rau, q. e. p. d.,el que tiene una relevancia especial sobrelos dem

ás es sin duda la concesión del títu-lo de R

eal por parte de Su Majestad E

l Rey

Don Juan C

arlos I de España que, constitu-

yendo un anhelo de nuestro anterior Presi-dente, contando para ello con el respaldo desu Junta D

irectiva, empezó a tom

ar cuerpoen la Junta G

eneral Ordinaria de la H

er-m

andad del

12 de

febrero de

2006 por

cuanto, según reza el Acta de la m

isma, se

adoptó por unanimidad el acuerdo de tra-

mitar ante la C

asa Real la solicitud de la

concesión del referido título.

Con

dición la de R

eal de nu

estra Herm

an-

dad a la que se h

a hech

o merecedora a ju

i-cio de Su

Majestad en

virtud de la h

istoriaqu

e nos avala, tan

to en los an

tecedentes

fun

dacionales com

o en la actu

alidad de lam

isma, la cu

al fue resu

mida en

la docu-

men

tación rem

itida a la Casa de S.M

. El

Rey con

referencia expresa al estu

dio reali-zado por n

uestro h

erman

o Don

Pedro G

ar-cía A

lvarez, publicado en

el libro del 75an

iversario, y

gracias a

la labor

-entre

otros- de los rectores de la Cofradía en

elya lejan

o año 1976, en

cabezados por aquél

enton

ces por el Presiden

te Don

Marcelin

o

2021

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2223

ción, tras llegar al M

useo de Sem

ana San

ta.

Al pasar los añ

os y como a m

uch

os zamo-

ranos, m

e toco salir de Zam

ora. Por su

erteo por desgracia, yo aparecí en

An

dorra.D

emasiado lejos de Z

amora para m

i gusto

y esa lejanía se vu

elve incom

oda cuan

don

o p

ued

es esta

con

los tu

yos en

los

mom

entos

mas

señalados.

Un

o de

esosm

omen

tos fu

e la

elección

de m

i padre

como P

residente de la C

ofradía. La alegría

y el orgullo qu

e sentía se la tran

smití en

se-gu

ida por teléfono pero n

o era lo mism

oqu

e estar a su lado.

Es cu

rioso, tenía al presiden

te de la Cofra-

día en casa pero el qu

e no estaba en

casaera yo. A

un

así, siempre la com

un

icacióncon

él

fue

fluida.

H

ablábamos

mu

cho

sobre la Cofradía, daba lo m

ismo la esta-

ción del añ

o que fu

era. La verdad, y n

o lodigo por alabar a m

i padre, pero creo que

algun

as veces el Presiden

te de Silencio

empezaba a estar operativo an

tes de poner-

se las zapatillas por la mañ

ana.

Es cierto qu

e se desvivía por la Cofradía,

pero eso no lo digo yo, lo dicen

todos loqu

e lo conocían

, los que pasaban

por elP

asaje de Olm

edo y echaban

un

“parlao”sobre el Silen

cio o sobre nu

estra Seman

aSan

ta. Y es qu

e a veces la verdadera sede dela cofradía parecía su

despacho.

Días an

tes de su fallecim

iento, coin

cidien-

do con su

cum

pleaños, le com

entaba qu

eeste añ

o seria posible que en

Seman

a San-

ta no fu

era a Zam

ora por motivos de tra-

bajo, no paso n

i un

a seman

a y volvimos a

hablar y m

e comen

taba que com

o iba a

fallar el Miércoles San

to, lo cierto que a las

pocas horas ya estaba m

irando el plan

nin

gpara in

tentar organ

izar la pequeñ

a escapa-da para ir el M

iércoles Santo.

Cu

ando m

i herm

ano m

e dio la fatídican

oticia del fallecimien

to de mi padre, salí

ensegu

ida para Zam

ora. Al llegar a Z

amo-

ra, jun

to con los m

íos inten

te pasar el tra-go. L

as mu

estra de cariño de fam

iliares yam

igos fueron

incesan

tes, pero también

elm

un

do de la Seman

a Santa estaba m

uy

presente, esa Sem

ana San

ta a la que in

ten-

to servir le hacia u

n "gu

iño" dán

dole lasgracias en

el mom

ento de su

adiós.

Desde m

i pun

to de vista, la Seman

a Santa

de Zam

ora la llevamos todos m

uy den

troy siem

pre esperamos qu

e los herm

anos y

herm

anas qu

e forman

parte de las directi-vas de las distin

tas Cofradías y H

erman

da-des lo h

agan lo m

ejor posible y solo sequ

e mi padre, D

. Jesús P

ayá Grau

lo hizo

lo mejor qu

e pudo y qu

e le enseñ

aronotros, arropado por su

directiva, por sus

amigos de verdad, pero siem

pre, siempre

con el corazón

. Solo el tiempo lo ju

zgara yn

os dirá si pudo com

eter algún

error. Pero

eso lo podrá decir alguien

que n

o lo cono-

ció pues los qu

e hem

os vivido con el y

hem

os participado de su com

pañía en

laSem

ana

Santa

de Z

amora

conocem

os y

sabemos qu

e se desvivía por la Real H

er-m

andad del San

tísimo C

risto de las Inju

-rias "C

ofradía del Silencio", a la qu

e quería

con toda su

alma.

Un

beso Papa, de tu

hijo qu

e te quiere y te

esta agradecido.

icen que

a

veces te

dascu

enta

de lo

que

tienes,

cuan

do lo

has

perdido.H

uelga comentar lo que per-

dí como hijo, pues es lo m

ásíntim

o, pero si comentar lo

que supuso la persona de D.

Jesús Paya Grau, m

i padre,un gran sem

anasantero.

El día qu

e falleció mi padre

era también

el Presiden

te dela H

erman

dad del Santísi-

mo

Cristo

de las

Inju

rias"C

ofradía del Silencio". A

l igual qu

e yo,m

uch

os de los herm

anos de esta C

ofradíalo som

os de otras Cofradías y H

erman

da-des, n

o quiero faltar a n

adie, pues m

e fal-taría

a m

i m

ismo

al respeto,

todas las

cofradías son distin

tas y las querem

os dem

anera diferen

te y especial con n

uestros

recuerdos, con

nu

estras sensacion

es. Así es

como se h

ace la Seman

a Santa de Z

amora.

Pero, h

erman

os y amigos m

íos, La C

ofra-día del Silen

cio tiene algo de especial.

Si, de verdad, tiene algo de especial, y es

que

el M

iércoles San

to es

la pu

erta de

entrada a los días de m

as movim

iento de la

Seman

a Santa, don

de empiezan

a llegar acasa los qu

e están fu

era de Zam

ora, donde

nos reu

nim

os todos los amigos y fam

iliaresy com

o todos los años, sigu

iendo la tradi-

ción

nos

dirigimos

a

la C

atedral para

acompañ

ar a

nu

estro San

tísimo

Cristo,

como si fu

era obligación de todo zam

ora-n

o el estar ahí y acom

pañar al San

tísimo

Cristo de las In

jurias.

Tradición y cariñ

o, eso es loqu

e todo padre quiere tran

s-m

ite a

sus

hijos.

Yo desde

pequeñ

o, siempre vi com

o mi

padre trabajaba para la Sema-

na San

ta, al principio en

La

Herm

andad

de

Jesús

en

suTercera C

aída, luego ya en

La

Cofradía del Silen

cio. Y a m

i ya m

i herm

ano, siem

pre nos lle-

vaba con él. E

se ir y venir, para

arriba y para abajo, preparan-

do velas, yendo a con

ventos a

por los enseres de la C

ofradía, ayudan

docon

el man

to de la Virgen

de la Am

argura,

colocando

faldillas, lim

piando

faroles y

clarines, preparan

do banderas,…

. , cosasqu

e hacia com

o un

niñ

o y que h

oy como

hom

bre tengo com

o gratos recuerdos. G

ra-tos recu

erdos que n

o lo serian, si en

su día

no se h

ubieran

hech

o con ilu

sión pero

sobre todo cariño y eso se lo deberé eter-

nam

ente a m

i padre, sin darm

e cuen

ta me

estaba enseñ

ando a am

ar nu

estra Seman

aSan

ta.

Con

el tiempo, el n

iño se h

ace joven, se

cree que lo sabe todo, tom

a sus decision

espero siem

pre con la tu

tela del padre. Com

oel día qu

e decidí solicitar ser el Jefe delP

ebetero Torre del Salvador, donde siem

-pre m

e mostró su

apoyo a mí y m

as tarde,a los qu

e luego resu

ltaron ser los cargado-

res del pebetero. Cierto es qu

e nu

nca olvi-

dare el primer desfile del P

ebetero, peropor en

cima de todo lo qu

e nu

nca olvidare,

seguro, es el abrazo qu

e nos dim

os con m

ipadre y yo sin

poder de controlar la em

o-

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Un año sin el

presidente, un año sin m

i padre

2425

Jesús P

ayá de la Iglesia

omo es lógico, bastan

tes de las narrativas

de esta revista de la Cofradía del Silen

cio,se destin

an a glosar la figu

ra y la obra desu

fallecido

Presiden

te, Jesú

s P

ayá, yo

mism

o ante tan

luctu

oso hech

o he cam

-biado tan

to el título com

o el conten

ido dem

i artículo.

La trayectoria de Jesú

s, bien en

su vida y

al frente de la C

ofradía, serán am

plia ydetalladam

ente com

entarios en

esta publi-

cación com

o lo fueron

ya en los distin

tosm

edios

de

comu

nicación

, d

ond

e h

anresaltado la calidad h

um

ana y dedicación

a su C

risto de este hom

bre ejemplo de

bondad y excelen

te trato para todos losqu

e lo conocíam

os.

No obstan

te yo no voy a segu

ir por estecam

ino, ya lo h

acen plu

mas m

ás ágiles ym

ás doctas que la m

ía, yo voya expon

er algo que siem

pre ha

intrigado a pen

sadores e his-

toriadores, la infan

cia de losp

ersonajes

relevantes,

buen

ejemplo de ello lo ten

emos en

Jesús

de N

azaret, don

de su

vida oculta y su

infan

cia enm

uch

os aspectos

están

aún

por desvelar,

cosa qu

e con

nu

estro querido y recordado

Presiden

te no ocu

rre así.

En

efecto, Jesús y yo desde

pequeñ

os crecimos ju

ntos por

años 40 y 50, en

Santa C

lara yen

las Cortin

as de San M

iguel

cuan

do esta calle estaba sinasfaltar con

bastante tierra en

toda su exten

sión y San

ta Clara con

aceras,casas bajas y em

blemáticos edificios com

oel G

obierno C

ivil, El M

useo y el C

onven

tode las C

larisas.

Por

aquel

enton

ces, Jesú

s y

los am

igosju

gábamos

a los

entreten

imien

tos de

laépoca, recu

erdo que cu

ando llegaba Sem

a-n

a Santa in

terrum

píamos el asidu

o partidode fú

tbol el domin

go de Ram

os por la tar-de, despu

és de presenciar la procesión

dela B

orriquita, para ver por la calle de San

Pablo al N

azareno de San

Fron

tis en su

traslado a la iglesia de San A

ndrés. N

o sem

e olvida la asistencia de todos los am

igoslos M

iércoles Santos a la C

atedral a versalir al C

risto de las Inju

rias. O esperar u

nañ

o, el Jueves San

to en San

An

drés, a que

dejara de llover para que la procesión

lle-

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Una infancia feliz

gara a nu

estro Prim

er Templo. -L

os Vier-

nes San

tos no n

os perdíamos la R

everencia

y por la tarde nu

estros grandes ojos, dirigí-

an su

mirada a “E

l Caballo L

ongin

os” ytodos n

os pregun

tábamos…

¿Por qu

é no

se cae el caballo, si sólo lo sujetan

las dospatas traseras?-.

Por m

ayo, Jesús y todos los com

pañeros,

elaborábamos, u

nas artísticas cru

ces conm

uch

as lilas

solicitando

un

as m

onedas

que se depositaban

en la cajita con

ranu

rah

abilitada para este fin en

el centro de la

cruz. L

legado el verano cu

antas veces des-

de el

establecimien

to qu

e regen

taba su

familia en

la calle de Santa C

lara, nos obse-

quiaba con

los deseados helados qu

e nos

sabían a gloria.

Tanto

por las

Cortin

as de

San

Migu

el,com

o por las calles de San M

iguel, la B

ra-sa o Traviesa, éram

os mu

y felices en aqu

e-llos añ

os, los 40 y 50 donde se carecía de

mu

chas cosas, pero con

un

a entrada para

la matin

al o la infan

til del cine B

arrueco y

el paseo por Santa C

lara era la diversión de

los domin

gos y todos tan con

tentos.

Estas viven

cias que acabo de com

entar y

mu

chas m

ás las evocábamos en

las fre-cu

entes ch

arlas que en

su tien

da del Pasa-

je de Olm

edo tenían

lugar m

uy asidu

a-m

ente. E

n prin

cipio el motivo de m

i visita,com

o no, era la Sem

ana San

ta y su qu

eridoC

risto de las Inju

rias, pero ensegu

ida deri-vábam

os, sin solu

ción de con

tinu

idad, an

uestros prim

eros años, am

bos crecimos

jun

tos y nu

estra amistad era sin

cera y des-de el cielo explicará a su

Cru

cificado, que

para un

a trayectoria en la vida recta y ju

s-ta, an

tes hay qu

e haber pasado u

na in

fan-

cia feliz con u

n padre de eficaz proceder y

un

a madre, com

o son todas, llen

as de bon-

dad y ejemplo de trabajo, abn

egación y

sacrificio.

2627

José Marcos D

íezM

aestro Nacional E

mérito

El cuchillo de la sangreA

borbotonesincendiará Jerusalem

y Rom

ay la carne del m

undoy la blanca palom

a y su ram

a de olivo.

Muerte vendrá.

De cada espina de la corona

Sangre manará.

Señor Cristo del Dolor

Y tu Madre D

olorosa.M

uerte vendrá.D

e cada estigma y del costado

Sangre manará.

Señor Cristo del Dolor

Y tu Madre D

olorosa.M

uerte vendrá.D

e las llagas de San Roque

Sangre manará.

Señor Cristo del Dolor

y tu Madre D

olorosa.M

uerte vendrá.D

e los mártires decapitados

Semana Santa

Sangre manará.

Y de la pústula de mi pecado

Sangre manará.

La sangre donde me anego

Rojo río de fuego

Lavaque le brota del cuelloA

l apuñalado cordero.Sufre y bala.“¿Por qué m

e has abandonado?”D

olor, dolor.Cordero m

ísticodegolladoen su regazo.Cordero Santísim

oaterido.Cordero PascualTe ronda un besoque es un cuchillo.M

uerte vendrá.Señor Cristo del D

olory tú M

adre Dolorosa.

Mariano A

guirreM

adrid

dos presidentes de tan

ta solera como los

dos Marcelin

os, Martín

Lu

elmo y P

ertejoSeseñ

a. Man

olo era de estatura n

ormal, de

modales exqu

isitos, cortés, de un

a elegan-

cia supin

a en su

man

era de vestir y devivir. U

n m

odelo de educación

y de finu

ra.Se h

abía distingu

ido como directivo eficaz

en otras h

erman

dades como la B

orriquita

que coadyu

vó a refun

dar y en la del San

toE

ntierro en

la que era u

no de su

s más fir-

mes

pilares. M

anolo

Rafael,

en

nu

estracofradía, era la voz de esa n

oche de silen

-cios. P

or obligación y devoción

. Era por

enton

ces la labor del secretario, entre otras

mu

chas. C

on todos los h

erman

os en el

atrio, él se encargaba de qu

e hin

casen la

rodilla en tierra para el ju

ramen

to. Su voz,

matizada

por el

veludillo,

sonaba

recia,com

o un

a orden, en

érgica, firme: “H

erma-

nos, de rodillas”. Y

así lo hacíam

os. Casi

con u

n ritm

o marcial, al u

níson

o, sin en

sa-yos, con

idéntico m

ovimien

to, casi sete-cien

tos herm

anos clavábam

os las rodillasen

las frías y destartaladas losas. En

1985,el prim

er año qu

e ya faltó, un

escalofríorecorrió las elevadas crestas de los caperu

-ces de m

uch

os de los herm

anos, am

igos ycon

ocidos tantos de ellos, cu

ando otra voz,

omo si no hubiera pasado el tiem

po, regre-san a m

enudo hasta mi m

emoria, siem

prenuevos gracias al am

or, los retratos de algu-nas personas, para m

í muy queridas, que

tuvieron un importante papel en nuestra

cofradía y un día dejaron su puesto, sumer-

gidos inevitablemente en los rem

olinos deltiem

po. Eran los años de la adolescencia y

de la juventud, en los que unía la bella lito-grafía de nuestras procesiones a rostros con-cretos,

definidos,

y los

mom

entos m

asem

ocionantes y las estampas m

as hermosas

a personas con nombres y apellidos, que

eran los verdaderos artífices y responsables,o al m

enos eso creíamos entonces y era cier-

to, de que aquella nuestra Semana Santa

saliera a la calle tan bonita y gozase ya porentonces de tanta fam

a.

Precisam

ente en

nu

estra querida cofradía

del Silencio, h

ubo algu

nas person

as cuya

labor, empeñ

o y entu

siasmo fu

eron dign

osde adm

iración. P

ara quien

es han

ingresado

en las filas de esta P

asión, en

razón de la

edad, hace pocos añ

os, estos nom

bres no

les dicen n

ada. Pero, ¡cu

ánto valor tien

enpara n

uestra qu

erida cofradía!…

Escribo em

ocionado, viendo aún sentadoen el despacho de su vieja casa de Las TresC

ruces, a don Marcelino M

artín Luelmo, a

la que yo acudía cada año, puntual en cua-resm

a, para entrevistarle como presidente

de la cofradía para el programa “R

edención”de

la C

OP

E,

cuya

redacción

me

había

encargado don Bernardo Monforte, el direc-

tor. Com

enzaba la década de los setenta.

Don

Marcelin

o, un

hom

bre buen

o, afable,

servicial, me aten

día aún

con la bata blan

-ca pu

esta y el fonen

doscopio colgado alcu

ello, al termin

ar las consu

ltas del día, ensu

despacho, en

aquel sillón

tallado de ricam

adera. Allí, en

un

pesado y viejo magn

e-tófon

o, contestaba, eso sí por escrito para

ser fiel a sus ideas, a las pregu

ntas qu

e leh

abíamos h

echo llegar días an

tes. Su ven

e-rable porte y su

s educados adem

anes m

eim

presionaban

. E

staba an

te u

no

de los

médicos m

ás prestigiosos y queridos de la

sociedad zamoran

a, del que tan

to y tanelogiosam

ente

había

oído h

ablar a

mis

padres, ante u

na de las figu

ras mas repre-

sentativas de la sociedad zam

orana de la

época. Pero sobre todo, don

Marcelin

o erael presiden

te de mi cofradía de la n

iñez, el

sucesor de don

Joaquín

Ram

os, el conti-

nu

ador de la labor de Pedro A

lmen

dral,B

ernardo

Am

igo, H

eriberto H

ernán

dez,C

ésar Cortada, Ju

lio Santos F

un

cia, Dacio

Crespo y aqu

ellos otros prohom

bres sobrecu

yas espaldas había gravitado el peso de

la cofradía desde su fu

ndación

y de los que

había oído h

ablar con tan

ta admiración

como respeto a m

uch

os zamoran

os. Y res-

pondía an

te el micrófon

o con voz pau

saday apagada y h

ablaba de su cofradía con

lam

ás su

ave pero

convin

cente

expresión.

Com

o si supiera qu

e a su C

risto había qu

erezarle desde los corazon

es y no desde las

gargantas, él, qu

e enten

día tanto de ellas.

También

en

los

miércoles

infin

itos del

Silencio zam

orano, descu

brí la figura de

otro gran h

ombre, in

timo am

igo de mi

padre, Man

olo Rafael C

alvo, que llegó a ser

secretario de la cofradía a las órdenes de

RE

AL

H

ER

MA

ND

AD

D

EL

S

AN

SI

MO

C

RI

ST

O

DE

L

AS

I

NJ

UR

IA

S

Cinco nombres

propios de nuestra cofradía

3031

Don M

arcelino Martín Luelm

oDon M

anuel Rafael C

alvo

Lu

is Felipe D

elgado de Castro

Herm

ano nº 72 de la Cofradía. Salam

anca, enero de 2009.

naron

por hacerse am

igos, de verdad, decorazón

. Y n

o había m

irada más h

um

ana y

más verdadera qu

e la que se cru

zaban los

dos, al empezar la procesión

y termin

ar elju

ramen

to. C

omo

si R

icardo le

dijera:“Señ

or, perdona, ah

ora man

do yo en este

rato”. Y el C

risto le contestase: “h

az que lo

que ten

gas que h

acer pero llévame a ver la

ciudad qu

e tanto qu

iero”. Cu

ando perdió

la ilusión

por vivir, tras irse Fan

ny, R

icardosolam

ente ya le m

iró a través de las foto-grafías y el breve esbozo de su

cruz, cada

noch

e de

miércoles

santo

cuan

do pasaba ante su

bal-cón

de la avenida de A

lfon-

so IX. E

nton

ces, un

instan

-te, el C

risto tenía u

na m

ira-da

compasiva

y am

orosa,com

o un

a bendición

, sólopara el bu

eno de R

icardo,em

ocionado en

su sillón

.

José Fern

ández C

astaño, ya

en

la segu

nda

generación

de los “Labajo”, era u

n eba-

nista de categoría qu

e ima-

ginaba,

trazaba lín

eas y

diseñaba m

uebles para las

man

siones solariegas y los

más ren

ombrados e ilu

stresh

ijosdalgos de la ciudad. D

e su taller de la

calle de San P

ablo salían m

uebles de per-

fección

y riqu

eza artísticas

admirables,

verdaderas maravillas de la orfebrería de la

madera

que

aún

h

oy día

conservan

los

hijos de los h

ijos de aquellos su

s clientes

de antañ

o. Añ

os y años de perseveran

ciaen

la calidad de la madera y en

la filigrana

de la talla. Pero el lu

nes san

to, siempre el

lun

es san

to y

sin

apenas

espectadores,tran

sformaba

la capilla

del C

risto y

lasn

aves del templo en

un

calvario de escale-

ras, cuerdas y poleas. Su

voz, norm

almen

-te m

enu

da, salía clara y enérgica al dictar

las órdenes a los su

yos mien

tras dirigía ypresidía la san

ta ceremon

ia de izar desdesu

altar el santo cu

erpo de Cristo y pon

er-lo en

el trono. Yo le llam

é en la radio u

ndía

Arim

atea, José

también

de

nom

bre,porqu

e tenía m

uch

o que ver con

el delE

vangelio. Se n

os fue u

n m

al día de jun

iode 1973 cu

ando aú

n n

o se había despedi-

do, por razón de la edad, de su

querido

Cristo. A

quel día su

cedió al revés. Fu

e elC

risto el que se bajó de la cru

zpara

venir

a bu

scarlo a

lacarretera y llevárselo con

Él.

Y

finalm

ente,

Marcelin

o. E

lotro M

arcelino de la C

ofradía.M

arcelino P

ertejo Seseña. E

lh

ombre

tranqu

ilo, parsim

o-n

ioso, ap

arentem

ente

frágilp

ero d

e en

ergía y

corazóngen

erosamen

te esforzados.

Bajo la tu

tela y responsabili-

dad de don M

arcelino estu

votod

a la

Seman

a San

ta casi

treinta añ

os. Fu

eron tiem

posd

ifíciles, com

plicad

os p

erofru

ctíferos. C

uen

ta con

u

na

espléndida h

oja de servicios ala Sem

ana San

ta que por gratitu

d, si somos

como

somos

y debem

os de

ser, n

un

cadeberem

os olvidar ni tratar de ocu

ltar. En

principio

padeció las

penu

rias de

todoorden

de los años cin

cuen

ta, después las

inqu

ietudes y sobresaltos de su

gran obra,

el nu

evo Mu

seo, que llegó a tiem

po de sal-var “in

extremis” los pasos m

as valiosos dela P

asión, en

peligro inm

inen

te de destruc-

ción en

viejas y ruin

osas paneras, y fin

al-m

ente padeció el fu

erte viento litú

rgico yreform

ador que levan

tó el Con

cilio Vatica-

no recu

erdo ahora cu

ál, nos dio la m

isma

orden an

tes del rito del Prelado. E

l instan

-te perdió su

originalidad y desde en

tonces

aquel m

andato, au

nqu

e conten

ga las mis-

mas palabras y parecida fu

erza, ya no m

eparece el m

ismo. A

quella voz n

os acom-

pañará siem

pre en ese in

olvidable instan

-te, en

ese segun

do de nu

estra vida cofra-diera a los pies del C

risto de las Inju

rias.Y

cada año al escu

char o solam

ente in

tuir

ese instan

te, aun

que sea lejos del atrio y

de Z

amora,

allá don

de m

e en

cuen

tre,sien

to nu

eva y cálida su in

confu

ndible

voz jun

to a mi tú

nica, al lado del h

achón

,casi en

cima de m

i caperuz, com

o cuan

doera u

n n

iño. Y

comien

zo a su lado m

i pro-cesión

de la nostalgia.

Al fren

te del trono, desde qu

e fui u

n ch

a-valín

, n

o con

ocí otra

figura

que

la de

Ricardo G

ómez San

doval. Ricardo “P

intas”

era incon

fun

dible, de rolliza fisonom

ía ycorta estatu

ra, de cabellera nívea y sedosa,

de palabra atropellada y cariñosa, de u

na

bondad in

nata, poseía u

na en

ergía impro-

pia de su edad. E

ra un

puro n

ervio. Y u

nh

ombre de bien

que defen

dió siempre con

gallardía su vocación

de seman

asantero.

Repartió su

corazón en

tre varias herm

an-

dades a las que sirvió con

la mejor volu

n-

tad y tuvo, sobre todo, u

n in

contestable

amor a la V

irgen de la Soledad, el gran

amor de todos los “P

intas”. L

levó la sagra-da im

agen del C

risto el miércoles y el vier-

nes san

to tantos añ

os que Jesú

s y él termi-

RE

AL

H

ER

MA

ND

AD

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EL

S

AN

SI

MO

C

RI

ST

O

DE

L

AS

I

NJ

UR

IA

S

3233

1973. En el altar, junto a su padre están

José Fernández Castaño

y su hijo.

Cinco nombres propios de nuestra cofradía

Don R

icardo Góm

ez SandovalDon M

arcelino Pertejo Seseña

no. Su

frió, perdonan

do como su

Cristo le

enseñ

ó, la posición h

ostil, en ocasion

essolapada y en

otras descarada, de la iglesiadiocesan

a que tan

tos disgustos le acarreó.

Tuvo qu

e atemperar las decision

es de lascofradías con

las imposicion

es eclesiales.In

compren

siones y aciertos acom

pañaron

su paso. Salió airoso de aqu

ella dura etapa

y termin

ó sus días sem

anasan

teros, (Don

Marcelin

o prefería decir seman

asantista, y

discutía

conm

igo por

ello, com

o si

no

supiera qu

e nin

gun

a de las dos palabrasfigu

raban en

el diccionario y sigu

en por

cierto sin figu

rar en él), com

o Presiden

te

de nu

estra Cofradía, pon

iéndole n

aturali-

dad y sencillez para qu

e, por raro que pare-

ciera, creciera en solem

nidad y categoría.

Fu

eron los añ

os de la Transición

democrá-

tica en los qu

e supo situ

ar a la Seman

aSan

ta y a su cofradía por en

cima de los

lógicos desajustes qu

e un

cambio tan

radi-cal de vida en

el país impon

ía a toda lasociedad.

Su

venerable

presencia,

en

los ú

ltimos

años de su

vida, ante la im

agen del C

ristoen

esa nu

estra noch

e, era la de un

pastor,bu

eno, en

trañable, qu

e podía decir en alta

voz con legítim

o orgullo y h

onda satisfac-

ción, señ

alando a todos los h

erman

os arra-cim

ados en el Ju

ramen

to allí en el atrio,

ante él: “Señ

or, aquí los tien

es. Ben

dícenos

y que n

un

ca escondam

os tu presen

cia y tucru

z de nu

estra vida”.

Porqu

e ésa era, además de M

ary y de sufam

ilia, la razón de su

existencia. Y

lo fue

hasta el fin

al.

Y así llegó a la orilla de la m

uerte, a los bra-

zos de su C

risto, con la m

isma n

aturalidad

y sencillez con

que labró para Z

amora los

mejores añ

os de la Seman

a Santa.

Así recu

erdo yo estos cinco n

ombres in

sig-n

es de nu

estra Cofradía.

Ojalá

que

su

testimon

io de

amor

a la

Seman

a Santa y a n

uestra C

ofradía se pro-lon

gue, m

as allá de los años, en

sus h

ijosy n

ietos y en las restan

tes generacion

esqu

e nos releven

. Es será la m

ejor señal de

que n

uestra Sem

ana San

ta, y en particu

larn

uestra cofradía, con

tinu

arán exten

dien-

do la devoción al San

tísimo C

risto de lasIn

jurias por en

cima de los tiem

pos que

lleguen

, por mu

y inciertos y com

plejosqu

e sean.

RE

AL

H

ER

MA

ND

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D

EL

S

AN

SI

MO

CR

IS

TO

D

E

LA

S

IN

JU

RI

AS

3435

1973. Ricardo G

ómez Sandoval

“limpia” la im

agen ya el su

elopara ser izada posteriorm

ente en

el tronco. A

su espalda, el res-

ponsable de la operación

, José Fern

ández C

astaño, “L

abajo”

Cinco nombres propios de nuestra cofradía

Foto Cristo de las Injurias. Propiedad de R

icardo Flecha Barrio.

Por prim

era vez se presentaban

tres candi-

datos, con la pecu

liaridad de que dos de

ellos, concretam

ente R

ufo y José A

nton

io,form

aban

parte de

la an

terior directiva

como V

icepresidentes.

Ello, por si solo, era m

otivo suficien

te paraqu

e en los círcu

los seman

asanteros de la

ciudad

se vivieran

estas

elecciones

dem

anera in

tensa. E

n los foros de la w

eb sereflejaban

diariamen

te las diversas opinio-

nes de los zam

oranos.

Percibíam

os qu

e serían

u

nas

elecciones

especiales.

Lo qu

e nadie pu

do prever fue la m

asivaaflu

encia de votan

tes, con u

n record h

istó-rico

de

particip

ación,

destacan

do

el

ambien

te de cordialidad y herm

anam

iento

que rein

o duran

te el tiempo en

el que per-

man

ecieron abiertas las u

rnas.

Finalizada la votación y tras un recuento de

más de una hora, que tuvo com

o testigo auna nutrida presencia de público, resultoelegido Presidente de nuestra C

ofradía Rufo

Martínez de Paz quien obtuvo el respaldo

del 76,04 % de los votos em

itidos, siendo elresultado oficial de las votaciones:

Votos emitidos:..........................................................551

Votos Ru

fo Martín

ez de Paz:

....................419Votos José A

. Fern

ández A

rbeiza:........103

Votos An

gel Lu

is Albarrán

Ram

os: ..........16Votos en

blanco:

..........................................................10Votos n

ulos:..........................................................................3

inalizaba febrero y todo tran

scurría con

aparente n

ormalidad.

Faltaban

apenas 15 días para qu

e celebrá-ram

os la Seman

a de Pasión

y los preparati-vos, para n

uestra procesión

del Miércoles

Santo, ya estaban

en m

archa.

Am

aneció el 29 de febrero y lo qu

e parecíaiba a ser u

n bisiesto m

ás dio paso a un

díatriste

para todos

los qu

e con

ocíamos

yqu

eríamos a Jesú

s Payá.

Nos dejó sin

avisar.

Vivía de m

anera in

tensa la Sem

ana San

ta,qu

e por raíces no le correspon

día y la hizo

suya. P

ero por encim

a de todo amaba al

Santísim

o Cristo de las In

jurias, a su

“Ch

i-qu

ito”, y a la Cofradía del Silen

cio.

En

la mem

oria de todos los que, de vez en

cuan

do, íbamos a visitarle h

allaremos im

á-gen

es de su oficin

a, en las qu

e nu

nca falta-

ba encim

a de la mesa algu

na foto del C

ris-to, de la procesión

o simples dibu

jos deproyectos qu

e él ya nu

nca verá.

Nos dejo sin

avisar, pero sabíamos lo qu

eél esperaba qu

e nosotros llegado ese triste

mom

ento y qu

e no era otra cosa qu

e pen-

sar en la C

ofradía.

Y a ello n

os encom

endam

os desde ese mis-

mo día. A

las 20.30 horas n

os reun

imos

toda la directiva en la sede social y con

elapoyo de todos R

ufo M

artínez, u

no de los

dos Vicepresiden

tes, era elegido Presiden

-te en

fun

ciones, tal y com

o así lo estable-cen

los estatutos.

La Sem

ana San

ta estaba próxima y la direc-

tiva en fu

ncion

es consideró qu

e no sería

oportun

o convocar precipitadam

ente u

nas

elecciones.

En

un

a reun

ión posterior se con

vocaronpara el día 15 de m

ayo.

Desde el prim

er mom

ento R

ufo M

artínez

de Paz in

formo a la directiva su

inten

ciónde presen

tarse como can

didato. La m

ayo-ría de la Ju

nta directiva le ofreció el apoyo

que n

os solicitó.

Posteriorm

ente se recibieron

las candida-

turas de José A

nton

io Hern

ández A

rbeiza yÁ

ngel L

uis A

lbarran R

amos.

RE

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S

AN

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C

RI

ST

O

DE

L

AS

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NJ

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IA

S

Elecciones a lapresidencia de la cofradía del Silencio

3637

Mayo de 2008

Lu

is Vasallo B

aladrónV

ice-administrador responsable de inform

ática

3839

JULITACHILLÓN

Carta al CieloQ

uerido P

adre,S

antísim

o Cristo de las In

jurias,

este año ya tien

es a Jesús P

ayásen

tado a tu derecha.

Qu

eridísimo Jesú

s Payá,

todos los zamoran

osal cru

zar el Pasaje,

de lárimas se llen

an las m

aletas,las qu

e tú n

os vendías

para ir de viaje.

En

silencio

rezamos u

n P

adre nu

estroy al S

antísim

o Cristo de las In

juri as

le pregun

tamos:

¿Por qu

é Dios m

ío,por qu

é nos lo llevaste?

Su

respuesta n

os dice:“Q

uise traer aqu

í un

gran tesoro

para que escribáis la carta

con letras de oro”

Cam

inam

ospor las calles de Z

amora,

cargados c on la C

ruz,

aceptando con

resignación

todos los planes,

que É

l, de antem

ano

nos tien

e preparados.

Este añ

o te pedimos,

le des mu

cha salud

a Su

Majestad Ju

an C

arlos,al qu

e damos m

uchas gracias

por hacernos tan

to s favores

Y n

o en S

ilencio,

sino levan

tando m

ucho el ton

o,para qu

e nos oigáis en

el cieloa todos los he rm

anos,

nos despedim

os gritando

¡Viva, viva el rey de E

spaña!U

n beso

Estas fueron las palabras más sentidas y

hermosas que jam

ás oí. Pronunciadas en

el pregón de la década de los cincuenta

por el insigne periodista escritor y prego-

nero, Enrique del Corral (Q

.E.D.) , refi-

riéndose a la majestuosa salida del C

risto

de las Injurias al pórtico catedralicio,

Zamora enm

udece, la campana m

ayor

de la torre del Salvador, nos convoca a

guardar silencio. El alcalde de la ciudad

lo jura, y el obispo lo confirma.

Entre escalofrio y emoción los clarines

anuncian ¡Ya! La marcha de la procesión.

¡Dios que instante!

Estas palabras, calaron tan hondo en mi

corazón, que desde entonces, pertenezco

a esta procesión.(Procesión del silencio)

Abril, 1968.

19 de marzo de 1961D

. Gonzalo G

onzález Ram

osacom

pañado

de su sobrin

o Tito “R

evolver”(Q

.E.D

)

¡Dios que instante!G

onzalo González Ram

os

Añoranzas de m

i Sem

ana Santa

4041

Qu

erido Padre,

San

tísimo C

risto de las Inju

rias,este añ

o ya tienes a Jesú

s Payá

sentado a tu

derecha.

Qu

eridísimo Jesú

s Payá,

todos los zamoran

osal cru

zar el Pasaje,

de lárimas se llen

an las m

aletas,las qu

e tú n

os vendías

para ir de viaje.

En

silencio

rezamos u

n P

adre nu

estroy al S

antísim

o Cristo de las In

juri as

le pregun

tamos:

¿Por qu

é Dios m

ío,por qu

é nos lo llevaste?

Su

respuesta n

os dice:“Q

uise traer aqu

í un

gran tesoro

para que escribáis la carta

con letras de oro”

Cam

inam

ospor las calles de Z

amora,

cargados c on la C

ruz,

aceptando con

resignación

todos los planes,

que É

l, de antem

ano

nos tien

e preparados.

Este añ

o te pedimos,

le des mu

cha salud

a Su

Majestad Ju

an C

arlos,al qu

e damos m

uchas gracias

por hacernos tan

to s favores

Y n

o en S

ilencio,

sino levan

tando m

ucho el ton

o,para qu

e nos oigáis en

el cieloa todos los he rm

anos,

nos despedim

os gritando

¡Viva, viva el rey de E

spaña!U

n beso

Carta al CieloJULITACHILLÓN

42

Actos de la

cofradía del Silencio

Misa

Sábado, 7 d

e febrero de 2009, a las 18,00 h

oras,

en su

fragio por los h

erman

os fallecidos.

Asam

blea, extraordinaria y ordinariaD

omin

go, 8 de febrero d

e 2009, a las 10,00 horas,

en el Salón

de A

ctos de la Su

bcentral d

e Caja E

spañ

a,

sito en C

alle San Torcu

ato, nú

mero 19.

ProcesiónM

iércoles Santo, d

ía 8 de abril, a las 20,30 h

oras.

TriduoA

l Santísim

o Cristo d

e las Inju

rias los días

12, 13 y 14 de sep

tiemp

re de 2009, a las 20,30 h

oras

en la cap

illa de San

Bern

ardo d

e la S. I. Cated

ral.

www.cofradiadelsilencio.net

[email protected]

PARA MÁS INFORM

ACIÓN

SI QUIERES PONERTE EN CONTACTO CON LA COFRADÍA

Durante el tiempo de Cuaresma nuestra sede permaneceráabierta T TODOS LOS VIERNES DE 20,30 A 21,30 H.C/ M

AGISTRALERRO, LOCAL4 (SOPORTALES) 49001 ZAMORA

DEDICADO A TODOS LOS CARGADORES DEL PEBETERO TORRE DEL SALVADOR

N.º 7 - AÑ

O 2008

Cofradía del Silencio

Imprenta Jam

brina. Zamora

Dep. Leg.: ZA-34-2006

Alberto Ramos del Pozo

Fernando Palacios Ortiz

Estudio Mynt, y

Ana María Herrero

D. José Ángel Rivera de las Heras

D. Ricardo Flecha Barrio

D. Luis Felipe D

elgado de CastroD

. Mariano Aguirre

D. José M

arcos Díez

D. Gonzalo González Ram

osR.R. M

.M. Clarisas del Corpus Christi

Dña. Isabel Salazar Aribayos

Dña. Julita Chillón

Dña. Rosa Valdeón

Estudio Mynt

Y A TODAS LAS PERSO

NAS

QU

E HAN H

ECHO PO

SIBLELA EDICIÓ

N DE ESTA REVISTA

FU

NE

RA

RIA