32
REVISTA EUROPEA. NÚM. 221 19 DE MAYO DE 1878." AÑO v. LOS JESUÍTAS. (Conclusión.) * En 1550, Julio III, en una bula sancionó la propiedad del general para beneficio común de la Sociedad, y "esto permiso, concedido de este modo, fue usado con una libertad que no nece- sita comentarios. Con respecto al otro punto, no obstante, la conducta de los jesuitas ha sido harto prudente para acreditarles á los ojos de algunos graves escritores, por haber reusado dignamente los altos puestos, y sobre todo, por la honrosa distinción de no haberse relacionado en el tribunal de la Inquisición. La verdad es que aunque ordinariamente los jesuitas se han contentado con la posición poco brillante, pero muy influyente de confesores de los soberanos y personas de alto rango, no han rechazado las dignidades eclesiásticas cuando su aceptación no parecia inoportuna. Basta recordar los nombres de Lugo, Toletus Bellarmino, y recientemente Tarquini, los cuales se han elevado á la púr- pura. Y con respecto á la Inquisición, ea fácil presentar una lista de jesuitas de alta im- portancia por su enseñanza en la Orden, como Castro-Palao, Tamburini, Marin y Pereyra, que fueron miembros del Santo Oficio; mientras el P. Mtard fue durante algún tiempo gran in- quisidor en España. Tenemos además, consigna- do por mano de Loyola mismo, que los princi-. pios de este sanguinario tribunal están en com- pleta conformidad con los de su instituto. Las circunstancias que rodean esta declaración son demasiado curiosas para no ser manifestadas. Juan III de Portugal, el primer devoto regio de la doctrina de Loyola, estando deseoso de tener un confesor que perteneciese á la Orden, se diri- gió al P. González y después al provincial (') Véanse los números, 217 y 219 páginas 481, y555, TOMO XI, Mirón. Ambos consideraron la proposición in- compatible con la profesión de no aceptar dig- nidades ni distinciones, y dieron cuenta áLoyola de haber declinado el puesto. Loyola replicó en una carta eminentemente característica, y no contiene ninguna aprobación (1). San Ignacio hizo presente á González que aunque las digni- dades no deben ser solicitadas, era una obligación acceder á una petición de esta naturaleza, aun cuando fuese gravada con el peso de la residencia obligatoria en el recinto de una corte, opinión repetida en una carta al provincial, y que fue directamente comunicada al rey. Juan III, en- cantado con esta simpatía del santo varón por sus deseos, les concedió nuevos privilegios. Quiso que el tribunal, cuyo oficio era velar especialmente por la represión de la heregía, se confiara á estos fieles campeones de la fé. Acu- dió otra vez al provincial Mirón y otra vez Lo- yola se mostró solícito para cumplir los deseos del rey. Algunos obstáculos se atravesaron, sin embargo, en el camino. El Santo Oficio venia siendo del especial dominio de las antigxias co- munidades y su influencia en Roma, no era di- fícil que previniera la sustitución de una Orden nueva y usurpadora. En una carta escrita con habilidad consuma- da, expresó Loyola su disposición á aceptar los deberes propuestos y sugirió los medios para salvar la oposición; »No siendo tal Oficio, por ningún concepto, contrario á nuestra institu- ción,—escribia Loyola,—no hay razón para que la Sociedad rechace una empresa tan directa- mente relacionada con su servicio y con la pu- reza de la religión de este reino. Mas nos parece para evitar muchos inconvenientes, que si su Alteza lo juzga oportuno, debiera escribir al Papa, á fin de que éste noa impulsara á aceptar este Oficio; porque entonces Su Santidad podria ordenar á la Sociedad la ejecución del negocio en este país y se arreglaría, por tanto, con su coo- (1) La correspondencia relativa á esta transacción, se encontrará en la Vida de Loyola, altmana, por el jesuíta GenelJy, impresa en Innsbruck, 1848. 39

REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

  • Upload
    vannhan

  • View
    215

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

REVISTA EUROPEA.NÚM. 221 19 DE MAYO DE 1878." AÑO v.

LOS JESUÍTAS.

(Conclusión.) *

En 1550, Julio III, en una bula sancionó lapropiedad del general para beneficio común dela Sociedad, y "esto permiso, concedido de estemodo, fue usado con una libertad que no nece-sita comentarios. Con respecto al otro punto,no obstante, la conducta de los jesuitas ha sidoharto prudente para acreditarles á los ojos dealgunos graves escritores, por haber reusadodignamente los altos puestos, y sobre todo, porla honrosa distinción de no haberse relacionadoen el tribunal de la Inquisición. La verdad esque aunque ordinariamente los jesuitas se hancontentado con la posición poco brillante, peromuy influyente de confesores de los soberanosy personas de alto rango, no han rechazado lasdignidades eclesiásticas cuando su aceptación noparecia inoportuna. Basta recordar los nombresde Lugo, Toletus Bellarmino, y recientementeTarquini, los cuales se han elevado á la púr-pura. Y con respecto á la Inquisición, eafácil presentar una lista de jesuitas de alta im-portancia por su enseñanza en la Orden, comoCastro-Palao, Tamburini, Marin y Pereyra,que fueron miembros del Santo Oficio; mientrasel P. Mtard fue durante algún tiempo gran in-quisidor en España. Tenemos además, consigna-do por mano de Loyola mismo, que los princi-.pios de este sanguinario tribunal están en com-pleta conformidad con los de su instituto. Lascircunstancias que rodean esta declaración sondemasiado curiosas para no ser manifestadas.Juan III de Portugal, el primer devoto regio dela doctrina de Loyola, estando deseoso de tenerun confesor que perteneciese á la Orden, se diri-gió al P. González y después al provincial

(') Véanse los números, 217 y 219 páginas 481,y555,

TOMO XI,

Mirón. Ambos consideraron la proposición in-compatible con la profesión de no aceptar dig-nidades ni distinciones, y dieron cuenta áLoyolade haber declinado el puesto. Loyola replicó enuna carta eminentemente característica, y nocontiene ninguna aprobación (1). San Ignaciohizo presente á González que aunque las digni-dades no deben ser solicitadas, era una obligaciónacceder á una petición de esta naturaleza, auncuando fuese gravada con el peso de la residenciaobligatoria en el recinto de una corte, opiniónrepetida en una carta al provincial, y que fuedirectamente comunicada al rey. Juan III, en-cantado con esta simpatía del santo varón porsus deseos, les concedió nuevos privilegios.

Quiso que el tribunal, cuyo oficio era velarespecialmente por la represión de la heregía, seconfiara á estos fieles campeones de la fé. Acu-dió otra vez al provincial Mirón y otra vez Lo-yola se mostró solícito para cumplir los deseosdel rey. Algunos obstáculos se atravesaron, sinembargo, en el camino. El Santo Oficio veniasiendo del especial dominio de las antigxias co-munidades y su influencia en Roma, no era di-fícil que previniera la sustitución de una Ordennueva y usurpadora.

En una carta escrita con habilidad consuma-da, expresó Loyola su disposición á aceptar losdeberes propuestos y sugirió los medios parasalvar la oposición; »No siendo tal Oficio, porningún concepto, contrario á nuestra institu-ción,—escribia Loyola,—no hay razón para quela Sociedad rechace una empresa tan directa-mente relacionada con su servicio y con la pu-reza de la religión de este reino. Mas nos parecepara evitar muchos inconvenientes, que si suAlteza lo juzga oportuno, debiera escribir alPapa, á fin de que éste noa impulsara á aceptareste Oficio; porque entonces Su Santidad podriaordenar á la Sociedad la ejecución del negocio eneste país y se arreglaría, por tanto, con su coo-

(1) La correspondencia relativa á esta transacción,se encontrará en la Vida de Loyola, altmana, por eljesuíta GenelJy, impresa en Innsbruck, 1848.

39

Page 2: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

610 REVISTA EUJ1OPEA. 19 DE MAYO DE 1 8 7 8 . N.° 221

peracion. Al mismo tiempo, no dejaría de serprovechosa una carta á nuestro protector el car-denal Carpí, así como también al embajador delrey, para iniciarlo en el asunto, n Y despue3 deotros consejos, concluye Loyola con estas carac-terísticas sugestiones: "Si su Alteza juzga, sinembargo, que no es posible esperar la concur-rencia del Papa, entonces, por vía de enseyo,podria uno ó dos de nosotros desempeñar el Ofi-cio temporalmente, hasta que lograran hacerlooficialmente con sanción pontificia.n Intentardespués de estas palabras hallar una expresiónque confirme su falta de disposición á participarde las prácticas esenciales al principio de la In-quisición, es una tarea que pondria perplejo alcasuista más consumado.

Bien claro estará para el lector que hastaaquí nos ha seguido, que la organización de laSociedad de Jeáús es una creación que contieneuna armería á la disposición inmediata de ungeneral autócrata. Porque en tanto que ol ge-neral ejercite sus poderes en servicio de los in.tereses particulares, técnicamente designadospor »la mayor gloria de Dios, M es libre para ex-tenderlos, sin obstáculos ni trabas, á su discre-crecion. Únicamente si fuera tentado á desviar*-los de la línea de estos intereses, encontrarla elgeneral instantáneamente su fuerza incapaz deejercer impresión en la severa extructura de unsistema forjado con férrea rigidez y saturadocon una esencia sutil é indeleble. El efecto irre-sistible de un poder tan concentrado, es el queque se borre por completo la acción de toda otrafuerza, excepto la del general, cuya autoridad seaumenta de un modo insuperable con preten-siones despóticas, poco en consonancia con suprofesión de humildad. Sobre ambos asertos, laextraordinaria extensión délas facultades del ge-neral, y su incompetencia para efectuar ningunareforma en él siítema, pueden alegarse pruebasconeluyentes. Bajo la administración de Acqua-viva, los jesuitas españoles se resintieron fuerte-monte de I03 modos arbitrarios con que el ge-neral gobernaba y elevaron una exposición áClemente VIII. En este notable documento sesuplicaba al Papa que restringiese la acción in-tolerable de un hombre que se conducia comosi fuese el maestro délos maestros, inspirado pormu naturaleza infalible, capaz de hacer todocuanto quiera, dispensando favores á su capri-cho, adjudicando los puestos y los honores, ha-

ciendo y deshaciendo según los libérrimos dic-tados de su voluntad personal. Estas quejas ve-nían apoyadas en pruebas terminantes. Loscelos de nación por el ascendiente italiano(hasta entonces los generales habían sido espa-ñoles) pudieron quizá haber agriado el resenti-miento de loa exponentes, pero como despuésse ha visto por acontecimientos posteriores, laexposición debe considerarse únicamente comola expresión necesaria de la verdad y deun sentimiento característico de la generaciónque en realidad fundara y levantara la Orden.Puede psrmitirse ese orgulloso espíritu oligár-quico, que hace á Mariana exclamar que la mo-narquía porque era ilimitada estaba preparandola caída de la Sociedad, á los hombres que estu-vieron prestos á seguir con decidido entusiasmoá Loyola como á su comandante, pero que nuncallegaron á creer que un general fuera un califairresponsable. Ninguna consecuencia trajo lamanifestación, porque ya el general habia absor-vido la vida de la Orden y el Papa mismo ha-bla sido tan débil que no pudo obligar á la So-ciedad, como se habia probadoporlafaltade Ino-cencio XI, á abandonar las tendencias calvi-nistas. Él mismo, de inclinaciones jansenistas yansioso de reprimir la propagación de la doctri-na probabilista logró hacer general al P. Gonzá-lez, á quien conocía como un austero anti-pro-babilista. Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,pero que fue impreso más tarde. A pesar de lasvastas prerogativas que se le confirieron, Gonzá-lez no adelantó nada. La Orden mostró unaobstinación sediciosa, conspirando incesante-mente contra el general por las malévolas de-nuncias, hasta que los disgustos le mataron, que-dando destruidas las fuerzas unidas do un geno-ral y de un Papa, quienes por esta vez se halla-ban juntos para introducir una reforma.

i Cuan vano es el pensamiento de un Papa quese juzga capaz de haor que la Sociedad obedezcasus mandatos, cuando no son de su gusto, y elmodo de despreciar el juramento de especialobediencia que se le hace por todos los padresjesuitas profesos, como su obligación distintiva,se vio claramente en el curioso episodio conoci-do por la controversia acerca de los ritos chinos.

Nosotros no podemos discutir hasta qué pun-to están los jesuitas convictos de haber pagani-zado la doctrina cristiana, de haber falsificado

Page 3: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N," 221 QTJATERLY REVIEW. LOS JESUÍTAS. 641

los artículos esenciales de la fe para seguir eltemperamento y las inclinaciones de un puebloidólatra. Es claro el hecho de que ya en el si-glo xvil la más alta autoridad de la Iglesia hallórazón para abrigar los más grandes recelos so-bre el modo con que se habían producido lasconversiones llevadas á cabo por los jesuítas enuna escala tan vasta que revestían á la Sociedadcon la auréola del éxito supremo para la propa-gación de la fe. A pesar de que desde un prin-cipio Roma jamás se movia contra aquellos queeran los promovedores de su ascendiente, se con-sideró oportuno despachar personas con poderespara inquirir y corregir las doctrinas divulgadasy cuestionables de los misioneros jesuítas. Loaeclesiásticos enviados elegidos principalmenteen las órdenes franciscana y dominicana, com-prendían tres obispos y vicarios apostólicos. Asu llegada á aquellas distantes regiones encon-traron en los jesuítas una acogida tan indignapara ellos mismos como evidentemente irrespe-tuosa para la Santa Sede.

Existe un memorial dirigido á Inocencio XIpor Cerri, secretario de la Propaganda, el cualrelata detalladamente el injurioso proceder delos jesuítas. No tan sólo se mofaron de la au-toridad de estos directos emisarios de Roma,sino que llevaron su audacia hasta declarar quelas credenciales apostólicas eran falsificadas, ápersuadir á los naturales de que los recien lle-gados oran pseudo-cristianos, impostores cuyaspredicaciones no eran otra cosa que una paro-dia profana de los sagrados misterios, y aun áejercer su influencia sobre la corte de Pekin,para que estos venerables eclesiásticos fuesencogidos y trasportados por la fuerza á los cala-bozos de la Inquisición que los portugueses te-nian en su colonia de Goa. En vano Clemente Xy varios Papas siguientes lanzaron censuras con-tra tan señalada insubordinación. Conocedoresde su influencia local, los padres jesuítas en laChina se reían de los rayos pontificios.

Llegaron á consignar la notable afirmación deque, como ellos obraban bajo la particular auto-ridad de su general, las bulas y breves contra-rios del Pontífice no podían afectarlos. Despuésde algunos años de continuado escándalo y derechazar ostensiblemente las censuras del Pon-tífice, Clemente XI despachó por último al car-denal Touinou, con el solemne carácter de le-gado y con autoridad para deshacer este violento

estado de cosas, empleando para ello las facul-tades más severas que la Iglesia pasee. Despre-ciado su augusto carácter, Tournon se vio tanincapaz como sus predecesores para hacer cum-plir las órdenes del Papa. No tan sólo fue expul-sado de Pekin, sino que hubo varios atentadoscontra su vida, por instigación de loa jesuítas;y últimamente, hicieron que fuese confinadopor sus amigos los portugueses en el cruel esta-blecimiento de Macao, donde murió miserable-mente. Las circunstancias que acompañan áesta conducta extraordinaria se narran en unlibro muy raro ya, que publicó el célebre carde-nal Passionei, el cual sostiene sus asertos conlos extractos de las notas de Toumou y de susecretario Angelilla. La autenticidad discutidade estos documentos, ha sido plenamente esta-blecida, aunque las huellas de esta autorizadaconfirmación hayan sido tan cuidadosamenteborradas que la hicieran poco menos que inac-cesible. Los padrea de la misión, comunmentellamados lazaristas, cuya plana mayor se encuen-tra en París, prepararon, algunos años hace, éimprimieron en la actualidad, una colección derelatos de los misioneros. Un volumen referenteá las misiones de la China, coleccionado por elP. Theiner, bibliotecario entonces del Vatica-no, confrontaba con los textos dados por Pas-sionei con los documentos originales que se ha-llaban en los archivos y testimoniaba su absolu-ta identidad. Mas repentinamente, una ordenterminante de Roma prohibió la publicación delos volúmenes que ya estaban impresos, y tanrígidamente se llevó á cabo esta supresión, quebien puede decirse que los libros no existen.No ha sido posible adquirir una copia para elMuseo británico. El Dr. Hüber, sin embargo,hace referencia al libro como si fuera una publi-cación al alcance de todas las fortunas. Creemosque un volumen extraído de la colección (el mis-ma á qxie el Dr. Huber se refiere), existe enMunich, en la librería de un dignatario ecle-siástico de reputación europea, donde probable-mente el Dr. Huber lo habrá visto.

Tenemos, por último, sobre la autoridad deun hombre cuyo conocimiento de las bibliotecaseclesiásticas es quizá superior al de ninguna otrapersona, que es sabedor de que existe una copiacompleta en la librería de una comunidad reli-giosa, la cual, sin embargo, no es accesible A losque por ella preguntaran. Este hecho es digno

Page 4: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

612 REVISTA EUROPEA..—19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

de atención, porque indica el extraordinariocuidado con que los jesuítas trataron á toda costade extinguir cualquier testimonio desfavorableá los precedentes de la Sociedad, no importa enqué ocasión ni en qué período (1).

Las curiosas alegaciones en defensa de au des-precio contumaz de las censuras pontificias, ba-sadas por los jesuitas en la superior autoridaddo Jas instrucciones del general, no pueden esca-par al que lea el breve notable, por el cual Pió Vaseguró los privilegios de la Orden de una revo-cación, aunque fuese hecha por el Papa, y de lareconocida concesión de facultades por el ines-crutable medio, Oracula viven vocis, Con respectoá ambos puntos la actitud tómala por la Ordencuando fue suprimida por Clemente XIV esbien curiosa y significativa. Ninguna instruc-ción pontificia pudiera ser más enfática y so-lemne que la bula Dominus ac Redemptor. LaSociedad misma pareció celer á la sentencia, ysus miembros se dispersaron aparentemente enla oscuridad. Pero muy pronto se les halló con-gregados otra vez en los dominios de los herejessoberanos de Prusia y Rusia, donde ellos comen-zaron á propalar especies denigrantes evidente-mente para la Santa Sede, y en contradicciónflagrante con sus predicaciones anteriores. EnColonia el padre Feller, un jesuita con reputa-ción de santo, publicó un ataque tan directocontra la autoridad eclesiástica del Papa, que sehizo necesaria una defensa pública, mientras enla Universidad de Heidelberg otro jesuita sostuvopúblicamente la proposición do que el Papa notenia poder directo ni indirecto sobre los obis-pos, porque estos derivaban directamente suautoridad de Jesucristo. En Silesia el provin-cial, á posar de la bula del Papa, mantuvo suestablecimiento abierto para la recepción de loshermanos dispersos. En Rusia, á instigación delos jesuitas, la emperatriz Catalina amenazó conrepresalias á todas las fundaciones católicas, sise intentara por el Nuncio hacer cumplir el de-croto de supresión á los miembros que vivían ensus dominios; y después de abrir una casa denoviciado, los padres llegaron en 1782 á nom-brar un vicario general para la administraciónde la Orden, la cual habia sido suprimida ofi-

(1) La colección se compone de ocho volúmenes, yfue impresa por el aflo 1865, bajo el título de "Memoiresde la Congtégation de Mission. n

cialmentepor ]a Santa Sede. Recurrieron tam-bién á esparcir documentos falsos con el objetode hacer creer á Ia9 masas que lo que se lesachacaba era infundado, y que la Orden se ha-llaba bajo el peso de una censura psrmanente.Dos breves apócrifos circularon, llevando res-pectivamente las fechas del 9 y del 29 de Juniode 1774, el primero expresando la alegría delPapa por el restablecimiento de la Orden enRusia, y el segundo anunciando la inmediataderogación de la bula de su predecesor. "No hayerror en creer que la verdadera doctrina puedeser profesada por personas licenciosas, exaspe-radas, licenciosas y aduladoras del poder," sonlas palabras escritas por el Nuncio G-arampi enun despacho secreto (1) con fecha de Noviembrede 1773. No fue simplemente en el calor delesfuerzo hecho por la existencia cuando los je-suitas echaron mano de estratagemas censura-bles. La historia de estos documentos, comple-tamente falsos, fue seriamente confirmada porlos modernos escritores jesuitas más celebrados,cuya capacidad intelectual os una garantía paracreor que no es debido á falta de discerni-miento.

Nada menos que un hombre tan eminen-te como el padre Curci,—ilustre predicador dela Iglesia y de los más eminentes colabo-radores de la Civilti Cattolica, sobre la cualPió IX ha conferido la nunca vista distinciónde ser declarada en un breve apostólico el ór-gano especial de la verdad y de la sagrada doc-trina,—no ha vacilado en repetir la notoria fal-sedad de que dicho breve habia sido insertadoon la JFarsavv Gazeiie con la aquiescencia delNuncio residente: (2) y no es el padre Curci elsolo jesuita moderno que ha encontrado opor-tuno hablar de estas fabricaciones como si fue-sen documentos auténticos. El doctor Huber dáuna curiosa explicación sobre la inconcebibleinsubordinación de la Orden, cuya responsabi-lidad hacemos pesar sobre él, porque no están ánuestro alcance las autoridades que él pudo con-sultar.

Según esta explicación, aunque no fue res-taurada públicamente hasta 1814, vívia clan-

(1) Puede hallarse en la "Historia de Clemente XIV,do Theiner.n vol. II, p 409.

(2) Véase su obra uUna Divinazione aulle tre ulti-me opere di V , Gioverti,n París 1848.

Page 5: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 QTJATERIY BeVIEW. LOB JESUÍTAS. 613

destinamente desde mucho antea por nn Oracu-lum vivm vocis dado por Pió VI. Esto es lo que

"ha sido consignado expresamente, al decir deldoctor Huber, por el padre Roothan, el últimogeneral de la Orden, en una encíclica impresacon fecha del 27 de Diciembre de 1839, cuyaconsignación afirma el doctor Huber que jamásha sido rechazada por la Santa Sede. Si ostaafirmación es exacta,—y no tenemos razón paraponer en duda una relación tan circunstanciadadel doctor Huber,—os una cosa notable y seña-ladamente significativa, porque aun cuando su-pusiéramos que este particular Oracuhim ha sidouna invención del padre Roothan, el hechoqueda establecido (por darse por supuesto queel acto solemne de la pretendida creación se hi-zo por medio de un documento secreto) de queeste mismo instrumento, lejos de ser conside-rado como fuera de uso y como cosa secundaria,se reconoce como un factor capital en el orga-nismo presente de la sociedad.

La muerte de Clemente XIV ha sido atribui-da á un veneno que le administraron los jesui-tas. Tal idea no tendria nada de particular si laconsignase cierta clase de escritores; pero nossorprende ver que el doctor Haber dé créditoá una anécdota tan manifiestamente falsa. Nin-guno que recuerde las circunstancias que rodea-ron la muerte de Clemente, según la narracióndel doctor Huber, puede recibir otra impresiónque ésta; á pesar del certificado médico del doc-tor Salicetti, después de un examen hecho sobreel cadáver, las indicaciones acerca de una causamisteriosa de la muerte son todavía serias, y elhecho de que el Papa habia sido envenenado fuecreido un tiempo por algunos que estaban en lamejor posición para conocer lo que acontecia enel Vaticano Nosotros quisiéramos permanecerbajo la impresión de que el doctor Huber haobrado un poco de ligero en este punto; pero hayun no sé qué en sus referencias y consignacio-nes que dejan ver claramente vina estudiada in-

.tención. Según el doctor Huber, el embajadorespañol Monino expresaba su firme persuasión deque el Papa habia sido envenenado; esta creen-cia se hallaba esparcida por la corte de España,y en general por todos los Gabinetes de Euro-pa. Es un hecho que después de la muerte delPapa se encontraron antídotos en su cuarto. Esdigno de observarse que el doctor Huber no hacesino alusiones muy ligeras á la vida de Clemen-

te XIV, del P. Theiner, que no solamente es eltrabajo capital en este asunto, sino que está es-crita con un espíritu francamente hostil á losjesuitas. La razón de esto quizá se encuentreen la circunstancia de que el P. Theiner, á pe-sar de ser enemigo de la Compañía, la dejalibre de toda culpa en la muerte del Papa. Masel doctor Huber se refiere, en confirmación desu juicio, al historiador Ginzel. Sin embargo;bien pudiera exigírsele que hubiese leido concuidado y presentado con fidelidad las afirma-ciones de la autoridad citada. Hemos visto queel doctor Huber afirma "como un hechon el des-cubrimiento de medicinas en las habitacionesdel Papa, que resultaron ser antídotos. Si lee-mos á Ginzel (1) encontramos las siguientes pa-labras: 11 El Papa hacia uso de estas pildoras,por orden del doctor Bianchi, como medio su^dorífico y no como antídoto, n (2) ¡.Confirma estepárrafo la insinuación del doctor Huber? Muchomás importante, sin embargo, que la opinión deun escritor moderno, seria la prueba de que enaquel tiempo los embajadores extranjeros, talescomo los de España y Ñapóles, con sus excelen-tes medios de informarse, se hallarán convenci-dos de que se habia administrado el veneno, ysobre este punto la cuestión se encuentra resuel-ta en un libro del cual el Dr. Huber parece nohaber oido, la "Historia de Carlos I I I por Fer-rer del Rio.n El embajador de Ñapóles Janucci,es notorio que aceptó un lugar entre las influen-cias políticas que se levantaron para arrojar ála Compañía de Jesús.

Por tanto, éste no es un testigo á quien pue-"da inmutarse la parcialidad. Pues bien, en dosocasiones Tanucci expresó claramente su con-vicción de que no existia sombra de fundamentopara lanzar una acusación de envenenamiento,en cartas confidenciales y en una dirigida al reyCarlos, (3) se referia al mismo Monino, cuya

(1) Ginzel Kirchen historUche, v. 2.°, píg. 246.(2) Este doctor Biancbi era amigo personal del Papa

desde su juventud y natural de Rfmini.(3) Historia de Carlos III, porD. Antonio Ferrer

del Kio. Madrid 1856, vd. 2.°, pág. 505. Tanuooi es.cribió á Centomani el 8 de Octubre: "La reoibida confi-dencial con que V. S. I. me ha favorocido el 4 del cor-r iente concluye lo que yo creia del decantado veneno;esto es, que no es veneno criminal, sino veneno dialéc-tico el origen del deplorable suceso, n A Carlos III el 11de Octubre: "Mollino habrá referido la conjetura y lafama del veneno por obra de los jesuítas. Seria muy

Page 6: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

614 REVISTA EUROPEA..—19 DE MA.YO DE 1878 . N,° 221

autoridad invoca el Dr. Huber en apoyo de laafirmación que no tiene escrúpulo en introduciren su libro. Ya no puede caber duda de que elcargo hecho á los jesuitas de haber acelerado lamuerte de Clemente XIV por medio del venenono tiene ningún viso de verdad; y es lamenta-ble encontrar en un libro como el del Dr. Huberafirmaciones, por más que estén en parte vela-das y más bien insinuadas que expresadas direc-tamente, las cuales son indignas de un autorque tiene pretensiones de crítico.

Desgraciadamente no es este el único pasajeen que el Dr. Huber ha hecho graves afirma-ciones que no tienen sombra de fundamento.Un ejemplo notable de esto ocurre en su relaciónde lo que pasó con motivo de las discusiones enpresencia de Clemente VIII sobre la doctrinade la gracia, representada por Molina. La nar-ración del Dr. Huber es como sigue: »En la his-toria de estastransacciones, en que ambas partestuvieron que defender su causa, se dice que losjesuitas hicieron para esta ocasión una ediciónde San Agustin, en la cual alteraron ó expur-garon, todos los párrafos contrarios á su doctri-na. Así, en 1603, Valentía, hallándose delantede Clemente VIII afirmó en la misma cara deldominico Lemos, que habia citado un pasaje deSan Aguatin, que este pasaje no existia en susescritos. Oyendo esto Lemos pidió que se traje-ran las obras del Santo Padre. Pero Valentíaque las tenia á mano sacó la edición falsificada ypreparada por la Orden y leyó lo contrario delo que el dominico afirmaba. Sorprendido conesto Lemos, pidió que se sacaran las obras deSan Agustin de la biblioteca del Papa, y Cle-mente VIII pudo entonces convencerse por sus

- propios ojos de que la cita del dominico eraexacta. Descubierto de este modo el fraude, elPapa dijo á Valentía: njDeesta manera tratáis deengañar ala Iglesia de Dios?n Después de locual aquel se desmayó y á los dos diaa falleció. (1)Para todo esto Huber se refiere como única au-toridad á la iiHistoria Congreg. de Auxiliisn deSerry. Ahora bien; en primer lugar, se le puede

prolijo con el cual, después de haber considerado y leidomuchas cartas y minutas voluminosas de Roma sobreel asunto, ha llegado á la opinión de que ningún otroveneno han dado los jesuitas y tantos agentes suyos enaquella corte al buen Papa sino el de hacerle creer queestaba envenenado. n

(1) Véase Huber, p. 282.

preguntar ¿por qué se refiere á una autoridad desegunda mano? Serry fue simplemente un compi-lador que muy frecuentemente en la narraciónde estas discusiones se refiere y cita en un todoá lo relatado por Lemos, que era parte activadel debate y uno de los principales campeonesen las supuestas transaccioneí de que habla eldoctor Huber.

Es muy difícil de creer que ni en Serry ni enLemos exista una palabra que justifique la gra-vísima afirmación de que los jesuitas hayan fal-sificado una edición de San Agustin para traerlaen el momento de la discusión en apoyo de susdoctrinas. Se cuenta con tono dramático queValentía en el curso de su peroración citó unpasaje de la nCiudad de Diosn que Lemos, sor-prendido al pronto, pudo felizmente recordar;y reconociendo que la cita estaba falsificada,apeló al Papa para que éste la cotejase, convenciéndole así de la superchería del jesuíta (1).Según esto, es cierto el hecho de haberse falsi-ficado una cita (sin duda de capital importanciapara la materia discutida), pero al fin hecha depalabra y no por medio de un fraude trabajadoy preparado de antemano como seria la falsaedición que Huber explícitamente asegura quefue impresa por los jesuitas con el intento detorcer lo dicho por San Agastin; y hacerle apa-recer conforme con su teología favorita. Lareputación del doctor Huber está demasiado altapara que podamos suponer que hubiera dado ásabiendas pase á una pura invención, á un com-pleto mito. Nosotros, sin embargo, le juzgamosculpable de negligencia y abandono. Puesto quese ha contentado con una ligera referencia áSerry, en lugar de consultar detenidamente áLemos, podemos creer que se ha satisfecho condar una simple ojeada sobre esta autoridad/sinleer las relaciones detalladas donde se encuen-tran todos los incidentes referentes á esta no-table controversia. Nos dolemos sinceramentede tener que señalar manchas de esta naturalezaen un libro tan recomendable, que trata correc-ta y rigorosamente una materia tan delicada, y elcual constituye ciertamente una parte valiosaen nuestra literatura sobre la Sociedad de Jesús,

QüATERLY R E V I E W .

Traducido del inglés por A. P. V.

<1) El pasaje se encontrará en Lemos, uHistori»Congreg. de AuxiUis.u Lovaina 1702, p. 279.

Page 7: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 R. DE MEDINA.—EL TRANSVAAL. 615

EL TRANSVAAL.(ÁFRICA DEL SUR.)

Curiosísimas son, seguramente, las noticiasque, acarea do la región del Sur de África lla-mada el Transvaal, hemos hallado hojeando unmanuscrito fechado en Amsterdam en 1876, deM. F. C. Tromp. La autoridad que dan á éstepara ocuparse en sus escritos de cuanto se re-fiere al África Meridional los frecuentes viajesque á ella ha realizado, nos haca considerar demás interés el conocimiento de los datos á quealudimos; y la idea de que su reproducción hade ser oportuna y provechosa, porque sabido esque jamás carece de oportunidad ni deja de re-portar provecho para el hombre lo que tiende ycontribuye á perfeccionar una noción, nos esti-mula á ofrecer hoy á nuestros lectores losapuntes que sobre el particular hemos tomado.

El Transvaal, que se extiende entre 22 y 28°próximamente, de latitud Sur,, y 26 y 32° delongitud Este, data de 1860, y ocupa una su-psrficie de cerca de 150.000 millas inglesas, de1.670 yardas ó 1.527 metros.

Tiene por límites: al Norte, el rio Limpopo;al Este, el país de los Zulus y Amaswasis, quelo separa de la posesión portuguesa de Mozam-bique; al Sur, el rio Faal; y al Oeste el rioMarico.

Sus fronteras, sin embargo, no se hallan to -davía definitivamente señaladas: sobre todo alNorte.

Su suelo ofrece muchas montañas y colinas,y posee en gran parte una fertilidad poco co-mún, al mismo tiempo que diversas especiesminerales de valor.

Se encuentran rios más ó monos importantes,pero todos innavegables y sin puentes. En lo&campos cerca del Drakenberg, se viaja di as en-teros por praderas ó tierras cultivadas sin en-contrar un solo árbol.

Las granjas que en aquellos sitios valían hacecatorce años una libra esterlina, se venden aho-ra por 900 ó 1.000 al contado, generalmente álos Boers del Free State ó del Cabo.

Al Norte del Lepalule hay bosques centena-

rios, de donde se extrae la madera de hierro(Sider onylon) y la madera amarilla (taseuslongata) que "se emplea para las construcciones.

El Eticalyptus Globulus, importado de la Aus-tralia, se ha dado muy bien; lo cual es una granventaja para los Países Bajos, puesto que lafiebre disminuye en las comarcas donde se cul-tiva este árbol.

II

Él número de habitantes es próximamente elde 290-000, de los cuales cerca de 45.000 sonblancos, 40.000 descendientes de los holande-ses, y los demás de los kaffers ó nativos, de ra-zas diversas.

El total de los habitantes del África meri-dional es de cerca de 300.000 blancos, y másde un millón de los llamados nativos. La super-ficie total pasa do 500.000 millas inglesas.

No hay, pues, por término medio, más quecuatro hombres por milla, mientras que en mu-chos países de Europa viven de 350 á 400 hom-bres en ese espacio, y en el Asia hay sitios enque dicha cifra escede de 500.

Si una parte considerable del África no fuerainhabitable por su esterilidad y su clima, po-drian vivir en ella cien millones de hombres porlo monos.

Para visitar con éxito el pueblo interesantedel Transvaal es absolutamente preciso hablarsu lengua, que es casi la holandesa.

Los Boers (campesinos) que en' gran partedescienden de los colonistas holandeses del sigloXVII, forman la masa de los habitantes blancos;

Se distinguen por su carácter independiente,que les hace aparecer poco sumisos, á las leyeshechas por sus mismos diputados.

Son altos y fuertes, y en la mirada suelen re1

velar la idea que tienen de su propio valor. •Las mujeres son muy fecundas, y las familias

numerosas hablan en favor de la moralidad delpueblo.

La hospitalidad se practica en alto grado;todo extranjero que se conduce bien, puede es-perar una buena acogida entre aquellos habi-tantes.

Los Boers son cazadores y tiradores muy há-biles, lo cual es una garantía para la seguridaddel país, que sólo tiene algunos soldados de arti-llería á su servicio regular, pero en el que todo

Page 8: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

616 KEVISTA EUROPEA. 19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

hombre es un soldado cuando los sucesos exíjenuna fuerza más ó menos considerable. Puedenser llamados á las armas en tres épocas: de diezy ocho á treinta y cuatro años, de treinta ycuatro á cincuenta, y antes de los diez y ocho ódespués de los cincuenta. Cada cual está obliga-do á procurarse su armamento.

En caso de necesidad, el Transvaal puedecontar, pues, con un regular ejército de tirado-res, casi todos ejercitados.

Una guerra no podría, sin embargo, durarmucho tiempo, porque las tierras quedarían sincultivar y se arruinaría el país; y además porquelos Boers, como todos los soldados de este géne-ro, sin disciplina, no sabrían obedecer ni manio-brar y abandonarían pronto sus plazas paravolverse al seno de sus familias.

La manera que tienen los Boers de tratar al-gunas veces á los Nativos, deja algo que desear.Acordándose tal vez demasiado de los sacrificiosanteriores de sus familias, y no lo bastante desus propias acciones, consideran á los Nativoscerno si no fueran sus semejantes; los despreciancasi tanto como odian á los ingleses.

Los Boers, lo mismo que sus mujeres y sushijos se acuestan completamente vestidos; es unacostumbre que les ha quedado del tiempo enque no se estaba jamás seguro, ni de dia ni denoche, de no ser sorprendido y sacrificado porel enemigo, que no perdonaba á niños ni mu-jeres.

La limpieza, la actividad y el desarrollo in-telectual no figuran entre las cualidades de mu-chos Boers.

Comen generalmente mucha carne y muchopan, pero pocas legumbres. Beben atrozmentecafé.

La sencillez de aquel pueblo es proverbial yrecuerda los buenos tiempos antiguos. Paralas más importantes transacciones les basta lapalabra.

Es muy significativo que no solamente en elTransvaal, sino en todo el África meridionalrara vez se oye hablar de robos de importanciaó de asesinatos, á pesar de la presencia de tantosextranjeros que, atraídos por el oro y los dia-mantes, pertenecen en parte á la escoria de lasdiversas naciones. Hasta se dá el caso de remi-tir de un punto á otro, sin inquietud, por losmedios ordinarios de comunicación, paquetesconteniendo oro y piedras preciosas, que fácil-

mente se reconocen en la manera de envolverlos.M. Tromp, en sus numerosos viajes, ha teni-

do frecuentes ocasiones de observar que el valorde los hombres en un país disminuye á medidaque la naturaleza es en él más rica, y más fácilpara producir lo necesario á sus habitantes.

En el África meridional, esta observación nose halla más que parcialmente confirmada porlos hechos en cuanto á los blancos. Verdad esque la situación general es allí más ó menosanormal, y que no siempre ni en todas partesse recoje sin trabajo lo suficiente para vivir.

III

El Transvaal está dividido en doce distritosá saber:

Potchefstroom, Pretoria, Eustemburg, Ly-demburg, Middelburg,Utrecht, Wakkerstroom,Heidelberg, Zontpansberg, Waterberg, Marikoy Bloemhos.

Potchefstroom es la capital, y Pretoria laresidencia.

Cada distrito nombra tres diputados paraformar el Volksraad (Parlamento.)

Las cuatro poblaciones principales, que sonla* primeras de las que hemos citado, nombrancada vina un diputado más, de modo que el totales 40, los cuales son elegidos por cuatro años.

El Volksraad nombra un Comité para el Go-bierno directo. Este Comité se compone de unsecretario de Estado, elegido por cuatro años, yde tres personas más de influencia y considera-ción, elegidas por tres años.

El presidente del Estado se elige por todos3os ciudadanos mayores de veintiún años, y di-rige el Poder ejecutivo durante cinco. Tiene elderecho de asistir á las sesiones del Volksraad yhacer uso de la palabra, pero sin voto. En casosurgentes y excepaionales puede presentar leyesal Volksraad sin someterlas previamente al Co-mité ejecutivo.

Por regla general, todo proyecto do ley debehacerse público, por medio del diario oficial,tres meses antes de ser presentado al Volksraad.

A pesar de esto, los ciudadanos tienen el de-recho de pedir por mayoría la suspensión porseis meses de toda ley nueva, aunque esté re-suelta por el Volksraad y aprobada por el pre-sidente.

El presidente Tomás Francisco Burgers, áquien M. Tromp ha tenido ocasión de conocer,

Page 9: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 R. DE MEDINA. EL TRANSVAA. 617

es un hombre superior, de cuarenta y cincoaños de edad, que ha merecido ya bien de supatria, por lo que ha sabido fundar, organizary preparar. Dotado de grandes talentos, de clarainteligencia, de elocuente palabra y do excelen-tes cualidades, tiene la firme creencia de que sumis on en este mundo es la de procurar el des-arrollo intelectual de su pueblo y el de los re-cursos materiales de su país. Abriga la confian-za de ver realizados sus proyectos y aspiraciones.Poro tal vez los sucesos le den1 algún desengaño;porque ssgun M. Tromp, carece de lo que sellama práctica de la vida. Y no es de extrañar,si se tiene en cuenta que antes de 1871, épocado su nombramiento, era un simple pastor enla pequeña aldea de Hanover, en la colonia delCabo, su país natal. Como si temiera no llegará vivir bastante, quiere vivir de prisa; y juzgaá los hombres y las cosas como desearía quefuesen, porque siempre se cree de muy buengrado lo que se anhela.

IV

El clima es muy sano y agradable en toda laparte elevada. En el verano, desde Octubre áAbril, cuando abundan las tormentas y las llu-vias, las regiones bajas son malsanas á conse-cuencia de las fiebres.

En el invierno (de Abril á Octubre) rara vezllueve, y el río Faal se puede pasar á pié confrecuencia.

En el N. O. del África meridional, trascurrenalgunas veces años enteros sin caer una gota deagua.

En el Cabo y en el Estado libre de Orange lasequía es en ocasiones desesperante, y entonceslos animales mueren á millares.

La temperatura media en Pretoria es de 14o,en el Cabo 13 l/3, en Natal 14 >/9, y en la costa16*/9, Reaumur.

En el Transvaal cae anualmente, por términomedio, una cantidad de 26 centímetros de llu-via; en Natal y la costa, de 32; y en el Cabode 24.

" V

La religión del pueblo es el cristianismo con-servador; pero la ley actual dá cabida en el paísá todas las religiones.

Hay, sin embargo, un partido bastante nu-meroso que desearla oponerse á la marcha y el

desarrollo irresistibles de las cosas, con relacióná las ideas religiosas; pero este partido carece dohombres capaces é ilustrados para dirigirle.

Los hombres educados intelectualmente esca-sean todavía demasiado en el Transvaal, y estacircunstancia podrá ocasionar dificultades y auncomprometer el porvenir del país.

El presidente no se vé suficientemente com-prendido y secundado, por falta de hombrescompetentes. No sólo tiene que dar las ideas yformar los proyectos, sino que casi se encuentrasolo para ejecutarlos y velar después por su mar-cha regular, lo cual no es soportable muchotiempo para un hombre.

Y si sucumbiera (su salud no es muy fuerte),jquién le reemplazarla? ¿Cuál seria la situacióny el porvenir de ese país tau hermoso, en fal-tándole, su aguja motora, su verdadero con-ductor?

El oro y los diamantes llevan á él continua-mente hombres de diversos países, y entre elloslos hay bien educados que no carecen de capaci-dad ni de inteligencia; pero cuyo pasado se*halíacon frecuencia comprometido por ésta ó la otracausa.

Confiar posiciones de importancia en el Go-bierno ó en el país á personas de tales condi-ciones, seria muy arriesgado, porque no se podriaesperar de ellos que tuviesen estímulo ni fueransecundados en el cumplimiento de sus deberespor el sentimiento del honor y del amor á lapatria; mientras que una conciencia elástica yuna reputación comprometida, ó arruinada, lesha r^ cuidarse de sus propios intereses materia-les con preferencia á los verdaderos intereses delpaís.

El presidente se esfuerza mucho por remediarel mal indicado, mejorando la instrucción pú-blica, que está muy atrasada y descuidada, é in-teresando á hombres de valor y de consideraciónen el extranjero á que entren á su servicio.

VI

El camino de hierro Lebombo, que hará deLorenzo Márquez el gran puerto del Transwaaly de otra buena parte del África, cambiarácompletamente la posición aislada y dependien-te de este país. Esa vía férrea será la verdaderallave de la cerradura, y el país tocará las venta-jas una vez comenzada la construcción.

Un minucioso examen de este important

Page 10: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

618 REVISTA EUROPEA.—19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

asunto, hace temer á M. Tromp que la cons-trucción no aera tan fácil y breve como se cree,y que costará más dinero de lo que se piensa.

Para obtener un resultado remunerador, creeM. Tromp que la línea debiera prolongarse hastala costa Oeste del Drakenbcrg, y mejor aun hastauno de los puntos de la Nueva Escocia, de dondeel trasporte para el interior es más fácil.

Según sus cálculos, la extensión de la líneaaumentaría en cerca de 125 millas y los gastosserian algo más que dobles, sin contar el paso dela referida montaña.

La fuerza de las circunstancias y el clamoreodel comercio, obligarán, sin embargo, en no lejano plazo, á continuar la vía férrea en el sentidoindicado.

Los trabajos marítimos de Lorenzo Márquez,necesarios para poder cargar y descargar conve-nientemente los navios, son poco costosos y muyfáciles.

Habiendo estado encargado M. Tromp, en1873, de una inspección en los principales puer-tos de Europa, tuvo ocasión de ver y estudiarlas mejores obras marítimas y comerciales delos tiempos modernos, y se aprovechó de ellopara comunicar lo que podría ser útil á los con-sabidos trabajos.

El puerto de Natal (Durban), dista de losGoldfields de Lydenburg 436 millas inglesas,mientras que Delagoabay sólo dista 151, pero,por el momento, el trayecto es todavía difícil,costoso y arriesgado, á causa del famoso TjetseFlis (Q-losinca Morsitans), que mata anual-mente en ese camino por valor de más de 12.000libras en bueyes de yunta, y del clima que pro-duce en el estío, con frecuencia, esa fiebre pe-ligrosa (Malaria), que se encuentra en muchossitios del África.

Cuando el camino de hierro de Lorenzo Már-quez esté en explotación, este puerto, con subella y siempre segura bahía, será el que susti-tuya en gran parte á los puertos ingleses. En-tonces se atravesará el terreno temido y peli-groso que hoy exije algunos dias, en unas cuan-tas horas, sin arriesgar los animales, ni tenerque hacer noche en los pantanos; el clima notendrá tiempo ni ocasión de ejercer su influen-cia; gradualmente irán desapareciendo los bos-ques donde reside el Tjetsefly, y el suelo serácultivado, y mejorado el terreno, á medida queel país vaya estando más poblado, por las conse-

cuencias y ventajas directas é indirectas del trá-fico de IID camino de hierro.

Inglaterra había hecho muy poco por sus po-sesiones en el África meridional, hasta la explo-tación seria de las minas de diamantes en 1870;pero desde entonces procura enérgicamente re-parar su abandono con su apoyo moral y ma-terial.

El camino de hierro Lebombo es la pesadilladel partido inglés en el África, y se hará, segu-ramente, cuanto sea posible por neutralizar susventajas y su resultado, bien por una competen-cia en los precios, ó bien por la abolición de losderechos de pasaje ó de importación, declarandolibre algún puerto.

La prosperidad de las posesiones inglesas po-drá verse gravemente comprometida en el Áfri-ca meridional cuando esta región pueda atener-se á sus propios recursos y á la libre concurren-cia de las dos repúblicas.

En 1876 no habia en la colonia del Cabo masque unas 300 millas inglesas de camino de hier-ro y cerca de 2.000 de líneas telegráficas en ex-plotación.

Siendo la colonia más importante, no hay enella otra industria de importancia que la lana,las plumas de avestruz y los minerales de cobre;de una mina en el N. O. (Namaqualand) queprodujo en 1875 por valor de 321.434 libras,y cuyas acciones, de cinco libras al principio,subieron rápidamente á 40 en cuanto una víaférrea local hizo más fácil y menos costoso eltrasporte.

El dia que faltasen á las colonias inglesas losderechos de importación impuestos á las dos re-públicas, se verían apuradas para pagar los in-te: eses de sus empréstitos.

Por eso los ingleses no omitirán esfuerzo al-guno para seguir monopolizando los provechosdel tránsito.

El ferro-carril Lebombo es muy popular enel partido progresista del Transwaal, y cuandose habla á éste de la posición actual dependientey aislada del país, la respuesta que dá es quetodo esto va á cambiar -con el citado ferro-carril.

Los caminos, las leyes y la situación en gene-ral en el Tramvaal, se hallan todavía para lamayor parte en un estado primitivo, y se necesi-tan muchos trabajos de cambios y mejoras.

Page 11: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

Ñ." 221 CARLOS RICHET.-~LOS VENEÍÍ03 DR LA INTELIGENCIA. 619

VII

Los elementos de primera necesidad paracrear y hacer prosperar en un país la industria yel comercio que de ella resulta, el hierro y elcarbón, abundan bastante en el Transvaal, espe-cialmente en las comarcas inmediatas al ferro-carril proyectado. Y, según el célebre minerálo-go Simonin, uno y otro son de superior calidad.

No seria mal negocio para una compañía or-ganizar un servicio regular de vapores entreAden y Delagoabay, á fin de poder funcionarcuando el ferro-carril en cuestión lo permitiera.Por este medio, en correspondencia con las lí-neas europeas, la distancia entre el África delSur y Europa para viajeros, mercancías, car-tas, etc., disminuiría y daría lugar al estableci-miento de un mercado de importancia y de al-macenes de depósito para diversas mercancías.

La explotación del carbón en el Transvaaldebe ser fácil y paco costosa durante muchosaños todavía, puesto que la materia se encuen-tra casi en la superficie.

El Transvaal produce ó puede producir ade-más: cobre, estaño, plomo, óxido de hierromagnético, mineral de lápiz; cobalto y nikel encantidad considerable; diamantes y otras piedraspreciosas que se hallan á los dos lados del rioFaal; oro, abundante en diversos sitios; plumasde avestruz, marfil, lana, pslo de cabras Ango-ra, bueyes, trigo, maíz, arroz, algodón, tabaco,café, caña de azúcar, remolacha, carneros, ca-bras, chivos, etc.; caballos, muías y asnos.

La busca de los diamantes se hace todavíapoco menos que á la ventura, y no como en losDiamondfields de Griqualand West, donde seencuentra, en medio de un verdadero desierto,una ciudad improvisada de cerca de 20.000 al-mas que se dedican con actividad febril á buscar,comprar ó vender piedras preciosas.

La explotación de estas piedras, va quedandoreducida en el África, con ligeras é insignifican-tes excepciones, á las gentes acomodadas, por-que no bien se descubre un terreno donde se su-pone que debe haberlas, se divido y reparte portrozos de 30 pies cuadrados, cuyos dueños seapresuran á venderlos á quienes los explotan porsu cuenta, encomendando la busca á personaspagadas, en vez de hacerla por sí mismos; Conel oro sucede casi otro tanto.

VIII

El sistema de tributación es injusto, y porningún concepto en armonía con los medk« delpaís y la capacidad material de los habitantes;

Una reforma razonable haria duplicar, cuandomonos, los ingresos desde el primer año; lo cualproporcionaría excelente ocasión de consignaranualmente en el presupuesto una buena sumapara caminos y otras obras públicas.

El total de ingresos y de gastos, que eraon 1872 de 36.698'5 y 33.321 libras esterlina»,respectivamente, se cilculó para 1876 en86.496<9 y 86.053*18.

En 1873 se negoció con el Banco Comercialde Cape-Town un empréstito de 60.000 librasal 6 por 100, reintegrable en- 20 años. Este di-nero se empleó en cambiar á la par el papel-moneda, cuya depreciación había llegado á hacerimposible toda transacción comercial.

En Enero de 1876 se realizó otro empréstitode 300.000 libras, parte del cual fue colocado enAmsterdam al íf por 100, reembolsable en 25años.

De cuanto dejamos consignado, y de otrosdatos más minuciosos en que abunda el aprecia-ble trabajo de M. Tromp, se deduce claramenteque, por más primitiva que sea todavía la sitna-cion del Transvaal, merece este país que se levisite y que su porvenir inspire interés. Mercedá la riqueza de su suelo, se halla en camino deprosperidad, y acaso llegue á ser, en breve plazo,comparece estar destinado, el depósito del co-mercio entie las Indias y Europa, y el gran pro-veedor ó mercado general de muchas primerasmaterias.

RICARDO DE MEDINA.

LOS VENENOS DE LA INTELIGENCIA.

IV

EL HA.CHICH.

Mientras que el cloroformo y el alcohol sonde un uso muy general en Europa, y se conocenmuy bien sus efectos, el hachich está casi por

* Véanse loa números 213, 219 y 220, págiuas 516,561 y 586.

Page 12: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

620 REVISTA. EWBQPEA.—19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

completo ignorado. La embriaguez que producees muy agradable, y presenta particularidadesque serian quizá muy apreciadas en París ó enLondres, como lo son en el Cairo ó Damasco;pero el haschich no existe más que en Oriente.Hará unos cuarenta años que M. Moreau (deTours) lo presentó á los sabios europeos, en unnotable libro (1). Algunos escritores, Balzac,Teófilo Gautier, Gerardo de Nerval, tuvieron enla fonda Pimodan algunos banquetes en los querepresentaba un gran papel el hachich. Eranesperimentos que tenian no sólo el atractivo delo desconocido, sino también el encanto de unaembriaguez puramente psíquica, más espiritualy activa que la del vino. Hubo un momento enque el hachich estaba de moda; pero ya hatranscurrido aquél, y hoy dia solo se encuen-tran algunos escasos aficionados.

El hachich, es el estractodelcáñamoindio. (2)Este estraeto, mezclado con aromas de todasclases y aceites vegetales, constituye el dawamesc,especie de nauseabunda confitura que se tomaantes de la comida. Hay también hachich quese fama en pipas ó en cigarrillos, y es el másusado en Oriente. El eatracto acuoso se llamahafioun, y es más activo que los otros dos prepa-rados. Es muy difícil saber más acerca del modocómo preparan los orientales el hachich, y estáuno ob igado á tomarlo tal y como lo disponenellos; pero, si no se tienen datos farmacéuticos

'suficientes sobre esta sustancia, en cambio, seconocen mucho mejor sus efectos psíquicos.

No solo hablaré del hachich por los datos queMr. Moreau me ha proporcionado, ó por lasnotables observaciones que refiere en su libro;yo mismo he tomado esta sustancia con bas-tante frecuencia y diferentes dosis, con variosamigos, y voy á describir las propiedades quetiene, refiréndome á mis impresiones personales.

Tomada á dosis moderadas, la embriaguezque origina es muy agradable, muy instructiva

(1) Ya Muasay, en su obra Aparatus medicaminum,dio á conocer los efectos del hachich. A los médicos in-gleses residentes en la India, somos también deudoresde interesantes trabajos. Los doctores O'Birert, Es-dale, O'Shauguessy, Kuleighy Leantand son los queprincipalmente se han ocupado de este agente.

(N.delT.)(2) Camabis indica, variedad del camabis sativa que

se cultiva en Europa, de la familia de las urtfceas yque se presenta con especialidad en Oriente y en Egipto.

(N. del T.)

para el cabal conocimiento de los fenómenosintelectuales, y no presenta graves inconvenien-tes. Una ligera perturbación en la digestión,un poco de pesadez en la cabeza con escitacioncerebral; hé aquí todo lo que hay que temercuando se toman con alguna cantidad, el dawa-mesc ó el hafiouín.

Cuando no se está provenido, los primerosefectos del hachich pasan desapercibidos. Esuna especie de escitabilidad motora y sensitivade la médula espinal. Siéntense lanzadas en lanuca, en la espalda, en las piernas, y escalofríosrecorren el cuerpo. Se tienen como bocanadas decalor ó de frió que suben á la cabeza; después detodo esto, se experimenta un bienestar que no sesabe á qué atribuir, y al mismo tiempo unasensación de satisfacción general semejante á laque goza todo el mundo, en un grado mayor ómenor, después de la absorción de cierta canti-dad de alcohol. La escitacion medular originapocoá poco, efectos más característicos. Se agitauno de aquí para allá, se dan paseos de arriba áabajo, se dirige uno en todos sentidos; esperi-méntase un vehemente deseo de bailar, de mover-se, de levantar pesos enormes, y en medio deesta escitacion esclvisivamente muscular, la in-teligencia permanece tranquila: pero de pron-to, por una palabra que dice casualmente a]güncircunstante, por una advertencia lógica y na-tural que acaben de hacer, sobreviene una risacasi involuntaria, risa prolongada, nerviosa,convulsiva,' que no se podría justificar y queparece interminable. Una vez terminada estainmensa carcajada, se siente que se ha hecho elridículo; recóbrase el sentido y se comprendeque si se ha reido de aquel modo, era por que seacaba de sufrir los primeros efectos del veneno., Desde entonces, las ideas son cada vez más

numerosas. Es un fuego artificial perpetuo, unaráfaga de chispazos que estallan en todas direc-ciones. Las ideas se suceden unas á otras conuna rapidez vertiginosa. Los pensamientos vany vienen, chocan desordenadamente, sin leyesaparentes y siguiendo en realidad, las reglas fa-tales de la asociación de las ideas y de las im-presiones. Se habla con verdadera agitación,casi con furor; se incomoda uno al ver en derredor personas que no participan de la embriaguezque ;uno experimenta, indignándose al ver lalentitud de sus concepciones. En vano querríasees presar lo que se siente; el lenguaje no es 1°

Page 13: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 CÁRIiOS KICHET.—LOS VENENOS DE LA INTELIGENCIA. 621

suficientemente rápido, pira significar la intneisa rapidez del pensamiento. Las ideas tristes óalegros, altivas ó humildes, generosas ó cobardessiempre exageradas. Como en la embriaguez, nose reconocen ya los reducidos y justos límites.

Quos ultra citraque naquit consistere rectum.Del mismo modo quo los módicos dicen al ha-

blar de un tejido que se ha hipertrofiado, cuan-do ha aumentado de volumen y de espesor, asítambién puede decirse que hay una hipertrofiaen las ideas. Lo que en el estado normal origi-naría una ligera incomodidad, conviértese enun temible dolor que no.3 hace llorar y quejarnosde nuestra suerte. Las cosas más sencillas secambian en efectos teatrales, hasta el extremode anunciar con trágico acento que es tardeó que hace viento. Todos estos disparates ins-piran una alegría infantil, que no se trata dedisimular, pasando de la risa á las lágrimas, sintransición de ningún género. Exagérase el amorpropio hasta el extremo, de temer siempre ver eldesprecio en el rostro de los circunstantes, ysin embargo, está uno • tentado á despreciarlespor su ignorancia; hasta tal punto se cree supe-rior á los demás hombres, el individuo que hatomado hachich.

De modo, que sin hablar aun de las alteracio-nes sensoriales, podemos decir que la persona-lidad moral está completamente transformada.No sé si habrá notado hasta qué punto todosesto.3 fenómenos, se asemejan á Jos que se ob-servan en el histerismo. Por regla general, lasmujeres históricas son muy inteligentes, tienenconcepciones brillantes, una imaginación vivay fecunda; pero es defectuosa por dos razonesdegranpeao: por la exageración de los sentimien-tos, y la falta de voluntad. Ahora bien, estedoble carácter se encuentra de igual modo en elhachich.

La exageración de los sentimientos, hace que,tanto en las históricas, como en las personasque han tomado hachich, todas las ideas, todoslos sentimientos sean desmedidos, lo mismo elplacer que el dolor. Exáltase su amor propiohasta el extremo, de que no se les puede hacerla más pequeña observación sin herirles mucho.A veces lo que toman por una ofensa «s unasencilla advertencia. Tratan además de drama-tizar la vida. La existencia vulgar, sencilla,que la necesidad de los hechos les impone, noles impide satisfacer esta tendencia teatral que

les domina. Representan con igual éxito la tra-jedia ó la comedia en las escenas más vulgares.El terror, la alegría, el dolor, la cólera, todo lodramatizan, sobreviniendo estas pasiones casi deimproviso, sorprendiendo á todo el mundo porsu movilidad brusca ó intensa. En lo que se re-fiere al hachich, como ya lo hemos dicho, seobserva la misma metamorfosis en los senti-mientos. Recuerdo que en uno de mis amigosque habia tomado esta sustancia, y había llega-do al período de embriaguez, quise esplorar susensibilidad mediante un alfiler, y sólo la vistade éste, le inspiró un terror profundísimo. Huyógritando, como si quisiera hacerle una graveherida y por último se echó á mis plantas ro-gándome en nombre de la amistad y de todo loque yo más quisiese en el mundo, que no le so-metiera á aquel cruel suplicio; y para implorarmi piedad ó para expresar su terror, hallaba losgestos y los acentos más trágicos, que hacian elefecto más ridículo que imaginarse puedo.

La impotencia de la voluntad es muy nota-ble en las históricas, son incapaces de contener-se y dominar sus sentimientos. Según una fraseconsagrada por el uso y muy exacta, dicen todolo que se les pasa por la cabeza; apenas han con-cebido un pensamiento, cuando los espresan in-mediatamente en alta voz, sin preocuparse delas consecuencias de su lenguaje, de modo que eldesbordamiento de frases y necesidades, dependeno tan sólo de la exaltación en las ideas, sinosobre todo, de que todas se expresan. De mo-do, que si se habla durante algún tiempo conuna histórica, compréndense al momento lascontradicciones, mentiras y disparates de suspensamientos, como quiera que ni el juicio nila voluntad, intervienen para rectificar lo quehay de defectuoso. Por la misma razón, un ac-ceso do cólera, de tristeza ó de alegría, no puededisimularse, y los sentimientos reinan por com-pleto. Las histéricas desconocen esa especie depoder ponderati vo, que hace juzgar que convienedecir una cosa y callar otra.

Ahora bien, en el hachich este poder sobreuno mismo, ha desaparecido por completo. Nose puede uno dominar, ya no se pertenece,abandonándose por completo á las concepcionesmáSjó monos razonables de la inteligencia.

Un dia que habia tomado una dosis muy dé-bil de hachich, no sintiendo efecto alguno, fuiá una reunión de confianza, donde escuchaba

Page 14: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

622 BE7ÍSTA EÜBOPEA.—19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

tranquilamente una conversación bastante seria,cuando de pronto, una frase de un comensal,me hizo prorrumpir en alegres demostraciones,expresando mi entusiasmo acerca de la origina-lidad del pensamiento que acababa de decir: miocurrencia no era absurda, sino exagerada, yapenas la concebí, se tradujo á pesar mió, sinmi, por decirlo asi, en un gesto esterior yen palabras que espresaban lo que yo esperi-mentaba: pero muy en breve, recobrando missentidos, me avergoncó de mi exageración, yverdaderamente no sé lo que pensarán aun demí los que han asistido á esta lamentable esce-na. Si hubiera tomado una dosis mayor de ha-chich, no me hubiera espuesto á semejante in-conveniencia, pues entonces se comprende per-fectamente que no es uno dueño de sí mismo.Origínase una especie de desdoblamiento delpensamiento, merced al cual, se dá uno cuentade que ya no es un acto consciente y voluntario,de las palabras que se dicen ni de los gestos queso hacen* Desconfíase de sí propio, y se te-men los propios pensamientos) hasta el puntode tratar de sustraerse cuanto antes al públicoy quedarse solo ó con personas de confianza, áfin de no dar un lamentable espectáculo. Uno demis amigos, que habia tomado una cierta can-tidad de hachich, agitábase convulsivamente ypedia con insistencia que le condujeran á sucasa, "lío sé lo que haré, decia, pero podriahacer necedades, M Cada vez que volvia á la lu-cidez, este temor, por otra parte justificadísimo,imponíasele nuevamente. En algunos casos pa-tológicos, hállase también esta impotencia de lavoluntad, y muy frecuentemente los médicos delas casas de locos, ven acercarse á ellos desgra-ciados que ruegan se les encierre, porque sien-ten, según dicen, que les vuelve la locura y quepodrían cometer algún acto reprensible.

Estos fenómenos psíquicos son, sin embargo,los más característicos del hachich. Hay otrosdos, que no se encuentran más que incompleta-mente, en todas las demás intoxicaciones, á sa-ber: la alteración de las nociones del tiempo ydel espacio. El tiempo parece de una estensiondesmesurada. Entre dos ideas claramente conce-bidas, se cree concebir una porción más, inde-terminadas é incompletas, de las que se tiene unaconciencia vaga, pero que admiran por su nú-mero y extensión. Parece, pues, que estas ideasson innumerables, y como el tiempo no se mid

más que por el recuerdo de las ideas, de aquíque aparezca prodigiosamente largo. Suponga-mos, por ejemplo, que, como sucede con el ha-chich," en el espacio de un segundo, concebimoscincuenta pensamientos diferentes; como porregla genera], para concebir esta serie de pen-samientos, necesitamos varios minutos, nos pa-recerá que estos minutos han pasado, y sóloconsultando con el inflexible reloj que señalacon regularidad el tiempo trascurrido, nos aper-cibiremos de nuestro error.

Con el hachich, la noción del tiempo estácompletamente equivocada; I03 segundos sonaños y los minutos siglos: pero aún parécemoinsuficiente ese lenguaje para expresar esta ilu-sión, y cr eo que no se comprenderá bien sino des-pués de haberlo exp erimentado. Parece que sepresencia la caida lenta y cadenciosa de las ho-ra», en el reloj de arena del tiempo.

Nada puede compararse á esta ilusión, y sinembargo, durante el ensueño, ó mejor dicho, en¡1 estado intermedio que ya no es vigilia porque

tampoco es sueño, se osporimenta algo parecido.Recuerdo que una noche, trabajando con unode mis amigos y abrumado por el cansancio, lerogué me dejara dormir durante algunos minu-tos; cuando me desparte, me aseguró que habiacerrado los ojos escasamente un segundo desper-tándome enseguida. Este reducido espacio detiempo, me pareció empero muy largo; habiapodido tener un sueño muy complicado y conmuchos detalles merced á la multiplicidad demis concepciones, y creía que la duración deltiempo trascurrido era considerable. Lo propiosucede cuando un individuo dormido se des-pierta sobresaltado, á consecuencia de la caidadel pabellón que cubre su cama.

El choque origina una serie de sueños máslargos de contar que de concebir. Nuestro indi-viduo se cree trasportado á una alta montaña,y se encuentra rodeado de una multitud que lees hostil. Le precipitan desde lo alto de unaroca, y después de una caida que le parece quedura siglos, va á romperse la cabeza en un valle;todas estas concepciones han tenido apenasmedio segundo de duración, tiempo suficientepara despertarse por la caida de un trozo demadera. Se puede también provocar fácilmenteuna ilusión parecida por una especie de espe-rimento psicológico. Así, por ejemplo,cuando sevá en coche, nos sentimos atacados por el sueño

Page 15: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N/ 221 CARLOS BICHET.—LOS VENENOS DE LA INTELIGENCIA. 623

y nos esforzamos por resistirle; se abrirán y cer-rarán los párpados muy frecuentemente, y tantoel espacio, como el tiempo recorrido, mientrasque los ojos han permanecido cerrados, nosparecerán enormes. Es más, hasta no es necesa-rio tener sueño, para originar esta ilusión acercadel espacio de tiempo trascurrido. Cerrando losojos, el camino que se recorro, es decir, el tiem-po durante el cual lo recorremos, nos pareceráinterminable.

El que conozca el trayecto y sepa que no esmuy. largo, creerá á cada paso que ha llegado yal abrir los ojos á cada momento, hallará unanueva decepción. Y es que efectivamente, alensimismarse sin ver ni oir nada, no se tienemás que una noción muy imperfecta del tiemporeal.

Por el contrario, cuando todos los sentidosse hallan despiertos y atentos, corrigen á cadapaso, la apreciación que se halle completamentebasada en datos psicológicos.

De modo quo no conocemos sino muy.inexac-tamente los servicios que nos presentan á cadamomento todos nuestros sentidos, y solo pormedio de la reflexión y del análisis de loa hechospsicológicos, llegaremos á darnos una cabalcuenta de I03 mismos.

Ssa lo que quiera, 011 el sueño y en el ensueñoesta ilusión acerca de la duración del tiempo, esvaga é indeterminada. Por el contrario, con elhachich, adquieren una claridad sorprendente.También lo es muy mucho, la ilusión de la vis-ta, que nos hac3 creer inmensas, distancias muycortas; yo no sé que haya sido observada 0.31ailusión on otras circunatancias, que on el enve-nenamiento par el hachich, y no podría, en ma-nera alguna, darso de ella una explicación ra-cional; hasta la descripción misma, es bastantedifícil. La ilusión hace quo un puente, una sen-da, no3 parezcan que no tienen fin y que se prolon-gan á distancias increíbles, inverosímiles. Cuandose sube una escalera, parece que los escalones seprolongan hasta el cielo. Un rio, d;;l cual sopercibe la orilla opuesta, parece tan ancho comoun brazo de mar. En vano se quiere uno darcuenta del error que padece. El juicio nopuede rectificar esta apariencia y se dice: héaquí un puente que tiene 100 metros, pero meparece tan largo como si tuviera 100.000.

Además de estas observaciones del espacio y

del tiempo, que son muy tenaces y persisten confrecuencia más de veinticuatro horas, despuésde la ingestión del veneno, existen otras ilusio-nes tan estrañas como queramos suponerla?. Sinembargo, las alucinaciones son rara?, por másque el Sr. Moroau haya observado un notableejemplo.

La distinción entre la ilusión y la alucinaciónes á veces muy difícil de establecer, pero, sinembargo, hay una diferencia entre estas dosmanifestaciones morbosas de la actividad psí-quica. Cuando un loco vé junto á sí, un espectroquo anda y habla, ea víctima de una alucina-ción. Si, por el contrario, cualquiera de noche,es un bosque umbrío, ante un tronco de árbolde estrañas formas, cree ver un espectro, en' estecaso es una ilusión.

La ilusión supone una sensación verdadera,cuya percepción es exagorada y falsa, mientrasque la alucinación sobreviene espontáneamente,sin que sea necesario para despertarla unasensa-cion precedente. Ahora bien, en el hachich lassensaciones son exageradas de tal manera, quedan lugar á innumerables ilusiones. Las perso-nas que nos rodean, parece como que adoptanfisonomías amenazadoras, que se burlan de nos-otros, oque nos desprecian... Se vé en sus ros-troi el terror, la cólera, el descontento, todoslos sentimientos que realmente están muy lejosde esperi mentar, y por una rara ilusión, crea-mos ver á cada instante cambiar las gesticula-doras fisonomías que nos rodean. El ruido másligero, retumba con estrépito; tan pronto soncaídas» do agua, como cataratas monstruosas,estrepitosas músicas ó brillantes armonías. Al-gunas notas musicales se convertirán en unconcierto de celestes acordes, que se escuchencon recogimiento ó con pasión. He visto perso-nas, por lo general muy poco sensibles á la mu-sica, que estaban sumidas con solo algunos so-nidos musicales;, en un estado de beatitud indes-criptible, muy semejante al estasis que se des-cribo en los libros sagrados, hallándose entoncesel cerebro en un estado de eretismo tal, que lamás pequeña escitacion procedente del esteriorle hace, por decirlo asi, vibrar completamente.Por lo demás, para describir todas estas sensa-ciones, no queda más que recomendarla lecturade las brillantes páginas que Teófilo G-authier,muy aficionado al hachich, les ha dedicadoen su relato titulado El club de los Hachichi-

Page 16: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

624 BEVISTA EUROPEA.—19 DE MAYO DE 4878. ••N.° 221

nos (1). Después de Teófilo Gauthier, cualquierensayo descriptivo seria dificilísimo; así qne noscontentaremos con insistir sobre otro punto fisio-lógico. Supongamos que la ilusión sea más pode-rosa que en todos los ejemplos precedentes, enlugar de ser una sencilla perturbación de la per-cepción, originará una perturbación del con-cepto. En la vida común y ordinaria, lasimpresiones esteriores despiertan en nosotrosideas múltiples, además de la asociación do lasideas, entre sí existe la unión de las impresionesy las ideas; por ejemplo, un sabor, un olor, unruido, dan lugar á una infminidad de conceptosque se suceden según el sentido á que los atri-buyamos. Aquí, aun persiste la facultad do laatención enteramente; merced á ella, podemosinterrumpir la serie de conceptos que posean unsabor, un olor ó un ruido. A veces, cuando sefija la atención sobre otro objeto, nada oímos,nada vemos de lo que pasa á nuestro alrededor;en realidad vemos y oimos, pero al propio tiem-po y sin que siquiera lo advirtámosla voluntady la atención eliminan y destruyen esta nuevasensación que pasa por la inteligencia sin dejarrastro alguno. Con el hachich, merced á la pér-dida de la voluntad, así comoá la intensidad dolas percepciones yálaescitacion cerebral que es-perimentamos y que se apodera poco á poco denosotros, una impresión esterna, origina una seriede conceptos delirantes, que nada puede dete-ner. De la misma manera que al caer unapiedra de lo alto de una montaña, no puede de-tenérsela y rebota de roca en roca, arrastran-do en pos de sí avalanchas de nieve y polvo,así también agrándase poco á poco una sen-sación y se trasforma, en el misterioso labo-ratorio de las facultades intelectuales. Porejemplo, durante el sueño la picadura de unalfiler nos hace soñar que nos dan de puñaladasen circunstancias rarísimas, y un movimiento dela cama, nos hace creer no sólo en un terremoto,sino en todo lo que con este fenómeno se rela-ciona. Podría citar análogos ejemplos respectoal hachich. Los calambres que se sienten en los

(1) También el hachich, bajo la forma de tinturaalcohólica, se ha empleado en Freno-patología, para d •sipar la tristeza morbosa. £1 doctor Giné (de Barcelona) lo emplea con frecuencia asociado á la belladona,y asegura en su obra, que de aquella especialidad trata,qne indudablemente su empleo ha ejercido una acciónbenéfica. (N. del T.)

miembros y en la espalda, son el punto de par-tida/las más de las veces, de una porción deideas absurdas. Undia, en la fonda Pimodan, elseñor X..., que habia tomado hachich, estabaen la mesa. Detrás de él, estaba colgado un gra-bado que reproducía el magnífico cuadro deSalvator Rosa, cuyo original se conserva en elLouvre, y que representa una batalla. Enprimer término, hay un gran caballo blanco ynegro, cuya vigorosa grupa se percibe en plenaluz, y el cual se endereza bruscamente ante Lalanza de un militar. De pronto, X... sintió uncalambre doloroso en el cuello, ó instantánea-mente por una concepción involuntaria y rápi-da, supuso que ora el caballo que estaba tras élque le habia dado una patada en la nuca. Demodo, que una sensación real, habia ocasionadoun concepto evidentemente falso; ahora bien, sila dosis de hachich hubiera sido más fuerte, noes dudoso que habría seguido en su error, peroX... no estaba más que al principio, y el juicio,hastaentónces, casi intacto, rectificó muy prontola idea delirante.

El Sr. Moreau insiste sobre la semejanza queexiste entre estas ilusiones del hachich y el de-lirio sistemático de los enajenados. En la mayo-ría de los locos, la idea delirante tiene un origenreal, una sensación, un dolor, una impresiónprocedente del esterior; los locos parten de ahícomo de un principio, para concebir, por unaespecie de inducción, muy lógica en la mayorparte de sus partes, todo un sistema de errores.

Por ejemplo, tienen náuseas y dolores gástri-cos, y deducen que les han envenenado, que seles quiere matar, que por todas partes se agitansus enemigos, los cuales mezclan veneno con susalimentos. Las mejores razones del mundo caenpor su base, ante la fijeza de un delirio semejan-te, y sería inútil pretender refutarles, pues ácada momento repiten que tienen la prueba delo que dicen, y que ya notan perfectamente quese les envenena. Hó aquí precisamente, lo quese encuentra en la embriaguez del hachich.Cada sensación origina un loco pensamiento, ómejor dicho, mil pensamientos desprovistos derazón. Parece como que entonces se rasga ver-daderamente un velo, y que se nos concede conesta preciosa sustancia e) don de presenciar eltrabajo intelectual. Ese engendro misterioso ysilencioso á la par, que en el estado normal pro-duce nuestros pensamientos y juicios, no tiene

Page 17: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N." 221 CÁELOS RICHET.—LOS VENENOS DE LA INTELIGENCIA.

ya ni misterio ni silencio, se vé el modo de unióny encadenamiento de todo, siendo testigo delbrote délas ideas; desgraciadamente ya no somosdueños de ellas, y nos vemos obligados á seguir-la^ en su desordenada carrera. Así es que lostres estados de sueño, locura é intoxicación porel hachich son tan análogos que no se puedenestablecer entre ellos diferencias esenciales. Lasimpresiones esteriores son, por decirlo así, todopoderosas, y la inteligencia está sometida sinfreno alguno á la escitacion sensorial. Es ciertoque en el estado de vigilia, las escitaciones es-ternas trasforman ciertas ideas y despiertanotras, pero no tenemos más conciencia que la jque queremos, la atención y la voluntad cubrencon denso velo todo este trabajo inconsciente, yen medio de la confusa actividad de las opera-ciones intelectuales, la inteligencia no vé másque lo que quiere ver. (1)

Lo que diferencia la embriaguez del hachich,de las del alcohol y del cloroformo, es que la

. memoria permanece intacta. Recuérdase conasombrosa exactitud todo lo que sa visto, hechoy dicho. Sin embargo, si la dosis del veneno esmayor, la pérdida de la memoria es completa,en cuyo caso hay delirio, y delirio furioso. Elhachich, es peligroso á estas dosis, por más queno creo que se haya consignado en Europa unsólo caso de muerte debida á esta causa. Noobstante, se ha visto que el delirio persistía du-rante algunos di as y afectaba formas alarmantes.Por lo domas, como cuando se toma hachich, nose sabe nunca con precisión qué dosis de sus-tancia verdaderamente activa se absorverá, esprudente que alguien en pleno uso de su razónle vigile, y acaso tenga necesidad de impedir quesu amigo se tire por el balcón, pues se sienteuno tan ligero y vivo que se cree fácilmente quese poseen alas, y podríamos ser víctimas desata ilusión. Además de esta forma de delirioque es bastante común, hay aun otras muchastan raras, como más no pueden ser, y que enmomentos dados acarrean graves consecuen-cias.

En Oriente, el uso del hachich está muy ge-

(1) Los que deseen profundizar más en todo loqueá los estados intermedios y ala locura se refiere, puedenleer las magnificas lecciones que pobre la Razón huma-na en sus tres estados, pronunció el malogrado Dv. Ma-ta en el Ateneo Científico y Literario de Madrid y queconstituyen una obra acabadísima, sobre la materia.

(N. del T.)IOMC XI

neralizado. Casi siempre se fuma en grandespipas que circulan en ronda. El humo es muyagradable y exhala un olor aromático particu-lar. Cuando en el Cairo ó en Damasco Be pene-tra en ciertos cafes árabes, siéntese ese aromapenetrante que se agarra á la garganta y em-briaga aún á los que no fuman. En esta débildosis, el hachich produce una especie de Boño-lencia, durante la cual, los objetos esterioresafectan formas fantásticas y pasan como unsueño ante la abotagada inteligencia. Una músi-ca monótona y gangosa, sume dulcemente eneste sueño. En los muros están groseramentepintados figuras rara», azules y rojas, como ca-mellos, muñecos grotescos (karagheuz), ó pura ysimplemente líneas cuadradas ó triángulos entre-cruzados. Para los fumadores, estos rudimenta-rios dibujos despiertan deliciosas ilusiones, y secreen trasportados al Paraíso de Mahoma; sinembargo, para deleitar con narraciones la ociosi-dad de los concurrentes, un cantador entona unlargo cuento, medio religioso y medio heróicojcompuesto de coplas, entre las cuales la músicavuelveá empezar su interminable ritmo. A vecesuno de los fumadores se levanta titubeante, f,casi aullando se estasía ante úri ob'jetd fantás-tico que acaba de percibir en su delirio, enco-miando la dicha de la embriaguez del hachich.Entonces todos los demás se echan á reir estrepi-tosamente, y enseguida, con ese profundo senti-miento religioso que nunca abandona á los orien-tales, y que nosotros desconocemos por completo:¡que Allah sea contigo! ¡loor á Allah! dicen al queacaba de hablar. Con frecuencia el cantor, de-seosd%e participar del común : beneficio, deseafumar á su vez; le dan la bienaventurada pipa,y con una verdadera delicia aspira algunas bo-canadas, y en algunas ocasiones para divertir laconcurrencia hace al fumar gestos grotescos queencantan á los fumadores, volviendo después áempezar el canto entrecortado por música, y »inque ni el canto, ni la música, ni el hachich, pa-rezca que hastían á nadie. Nunca olvidaré esteespectáculo, que un oscuro rincón de los tu-multuosos bazares de Damasco, al resplandor deuna lámpara humeante y al son del tamborily de la guitarra de tres cuerdas, me ha dado áconocer una de las maneras de ser del Oriente.

CARLOS EICHET.Traducción d« M. Toloia Latour.

i (Concluirá.)

40

Page 18: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

626 REVISTA EUROPEA.—19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

LA CRISIS INDUSTRIAL,

EXCMO. SR. D. EMILIO CASTELAR:

Usted que ha presidido en momentos difícilespara la patria una Asamblea y un gobierno,dando públicas muestras de patriótica energía yde iniciativa vigorosa en defensa del orden y ríela unidad nacional, con aplauso de todas lasclase» y de todas las fortunas, y que presideahora una reunión de representantes catalanespara aminorar en lo posible la crisis agrícola,fabril y manufacturera por que atraviesa elpaís, tiene el derecho de oír todas las opinio-nes, y los escritores públicos tenemos la obli-gación ineludible é irrecusable de exponer todoslos pareceres.

Cataluña sufre quebrantos, quebrantos que seextienden poruña ley económica al resto de lapenínsula. Las guerras civiles dejan siemprecomo herencia fatal, los desniveles. en los pre-supuestos y el deseqiiilibrio transitorio entre laproducción y el consumo. Las conspiracionesde 1824 á 1832, el estado de guerra desde 1834á 1839, los desórdenes desde 1840 á 1843 y lasegunda campaña carlista desde 1870 á 1875,tenían que producir, y produjeron, en las tran-sacciones agrícolas, fabriles y manufacturerasuna paralización mayor ó menor, pero siemprepeligrosa para el trabajo y para el obrero.

Y esa paralizacion/más sentida que pensada,se atribuyó, y se atribuye al resultado ó á laineficacia de las leyes arancelarias, cuando esprincipio constante y permanente de que laclausura de las fábricas y la suspensión de lostalleres se debe á otras causas, y responde ádistinto origen.

Francia, que ha pasado por una guerra re-ciente; la Graa Bretaña, que se prepara á otra,no menos ruda que la de 1855; Alemania, en laplenitud metálica de su vida nacional; Italia,engrandecida por el territorio y por la pobla-ción; Portugal, en vías de- progreso, merced alorden y á la paz interior; todas esas nacionesson víctimas en estos momentos de una grancrisis mercantil. ¿Pueden y deben achacarse áleyes y procedimientos aduaneros las dificulta-des que la industria y el comercio soportan conadmirable resignación? De ninguna suerte. Laindemnización satisfecha por la Francia con

detrimento de su numerario; el cobro de 5.000millones de francos por la Alemania, destru-yendo la relación de los cambios y la armoníadel presupuesto; el papel-moneda y la deudacontraída por Italia, que asciende á sumas im-portantes; los gastos hechos y los créditos vota-dos para material de guerra por el Parlamentoinglés,, y la extensión de los impuestos sobre elconsumo en Portugal, tenían que traer un des-nivel entre las fuerzas productoras y consumi-doras de los Estados. Y no se diga que la pro-ducción es la misma de antes, y que el consumotiene que ser el mismo de siempre, no. La pro-ducción en Europa se ha aumentado considera-blemente, merced á los adelantos de la maquina-ria, y á los inventos industriales. A medida queel trabajo del hombre se utiliza menos y losmotores mecánicos se emplean más, resulta unadisminución de fuerzas humanas, y un aumentode medios productores. Y la prueba es la si-guiente: dado el aumento de producción que hatenido el mundo industrial en el trascurso delos últimos veinte años, averiguar el aumentode población que tuvieron los Estados europeosen ese mismo período de tiempo. Sin alejarnosde la madre patria, fijémonos en España. Dadoel censo de 1857 y el de 1877, jqué aumento depoblación ofrece el segundo sobre el primero?Dada la fabricación de 1857 y la producción de1877, jqué aumento de materia elaborada y fa-bricada resulta entre la una y la otra?

Haciendo esas sumas y restas, que los hom-bres de Estido se hallan en el caso de practicar,se ve de una manera clara y perceptible que laproducción nacional aumenta en proporcionessuperiores, pero muy superiores, ala población.Y de aquí esas crisis, lentas siempre, pero temi-bles en momentos dados, que las ciudades y lospueblos industriales arrastran con pacienciaunas veces, y con mal disimulada desesperaciónotras.

Y ya que hablo á Vd., Sr. Castelar, de fábri-cas españolas, limitaré, por el pronto, mis indi-caciones á los establecimientos industriales deBéjar, una de las más cultas y de las más labo-riosas ciudades de la histórica Salamanca. Piv sbien; Béjar tiene el privilegio, muy merecidopor cierto, y llamo privilegio, porque los pro-ductos extranjeros no admiten ni se presentan ála competencia, de vender sus paños al ejércitopara el vestuario del soldado. Durante la guerra

Page 19: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 M. FERNANDEZ Y GONZÁLEZ.—LA CRISIS INDUSTRIAL.

civil, la fabricación estaba sostenida de dia y denoche por los pedidos militares, como que habíaque vestir á 400.000 hombres, defensores todosde la libertad y de la patria. Terminada la lucha,espedidas las licencias semestrales, creadas lasreservas, mermados los regimientos y escuadro-nes, y dispuesto por la ley que sólo 100.000 sol-dados estén con las armas en la mano, hubo deceder la fabricación en un 75 por 100, quedandoreducida á la cuarta parte de loa años anterio-res.

Durante la guerra, la industria pañera bejaranaprospsraba; durante la paz, de esa bendita pazque tanto apetecíamos, esa misma industriase encuentra sin vida, sin movimiento, sin tran-sacciones. ¿Puede achacarse el resultado adversoá las leyes arancelarias? ¿Puede achacarse, sininjusticia notoria, á causas políticas?

Pues bien; Cataluña se encuentra en una si-tuación parecida, pero por motivos diversos, ylo lamento como español y como hijo de Galicia.Tengo tal predilección por las provincias delantiguo Principado, quiero tanto á los natura-les dé aquella tierra, ennoblecida por el trabajo,admiro con tal sinceridad los productos de susuelo y las procedencias de sus talleres, que,fuera de España, bendigo á Cataluña por la ac-tividad de sus hijos y por el propio valer deaquellos habitantes.

A todas partes del mundo llevan su iniciati-va, y en todas partes se esponen sus productos.¡Ah! IÍOS catalanes exportan riquísimos vinos,sal, tejidos, jabones y calzado en gran cantidadpara América; tejidos de algodón, lana y sedapara el resto de Europa; pañería fina para lospuerto» del Plata; objetos de quincalla paraAsia, y lujosas impresiones para lejanas tierras.Hasta el mercado algodonero de Galicia, que an-tes beneficiaba Inglatera sin rival, por ó sinconducto de la Aduana, está dominado en aquelextenso territorio por la industria española, cu-yos productos aventajan en baratura á los dela Gran Bretaña,

Así es que la crisis industrial de Catajuña es,ly por qué no decirlo? la crisis industrial de todoel país. Sí, esa crisis nació, y esa crisis sobre-vino, ya por intestinas discordias, ya por se-quías prolongadas, ya por gastos inevitables dela guerra, ya por el desenvolvimiento mages-tuoso de la fabricación.

Y cómo contener su marcha y cómo se debi-

litarán sus efectos; hó ahí la cuestión que debe-mos examinar.

Aún dado caso que fuera posible echar portierra la reforma arancelaria de 1869, volvien-do á las antiguas prohibiciones aduaneras, niel consumo se aumentarla ni el movimientomercantil encontraría alicientes en el mercado.La prohibición legal crea el fraude, la protec-ción desmesurada aviva el contrabando, fuentede toda inmoralidad. En el momento que la leyimpide ó imposibilita la entrada de productosextranjeros, la iniciativa privada busca porotros medios las facilidades de surtir los alma-cenes nacionales. De aquí esa serie de penalida-des, casi siempre ilusorias, en que la codiciavence, por desgracia, á la conciencia.

La escuela proteccionista, cuando se dirige ácolocar los artículos nacionales y extranjeros encondiciones de honrosa competencia, suele dis-pensar un bien, pero cuando busca en las tari-fas aduaneras el medio de favorecer el statn quoá costa del país consumidor, en ese caso, ere*una industria artificial, sin base de existencia yde progreso. Por el contrario, la escuela libre-cambista dejándolo todo á la iniciativa de losparticulares y viendo en las aduanas sólo unorigen de renta, dificulta toda iniciativa y haceimposible el empleo de nuevos capitales en I03establecimientos manufactureros del país.

Si no queremos ser tributarios del extranjeroes de todo punto indispensable que los poderespúblicos protejan las verdaderas industrias, aquelias que t:enen elementos de vida, y esa protec-cioivfciene que ser gradual, según las circuns-tancias y los tiempos, y tiene que sujetarse áreformas útiles y duraderas.

Pero vengamos ya á los remedios que podrianemplearse para detener, y solo para detener, lacrisis existente.

En mi sentir son varios los procedimientos ylas medidas que pudieran emplearse. Ante todoconviene facilitar la navegación de altura. Sineste poderoso auxilio nada adelantaríamos.

Usted sabe, Sr. Castelar, que los buques mer-cantes españoles cuando salen para nuestras pro-vincias ultramarinas ó para las repúblicas hia-pano-americanas, llevan carga de productos na-cionales, con objeto de aprovechar el flete deretorno, ya en la compra y conducción de azú-car colonial, ya de cacaos Caracas ó Guayaquil.De esta suerte compensan la baratura del precio

Page 20: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

628 REVISTA EUROPEA. 19 DE MAYO DÉ 1878. N°. 221

de ida con la ganancia do la mercancía traspor-tada á la vuelta. Pero desde hace algún tiempoles es imposible adquirir azúcares y cacaos porvarias razones; la primera porque el azúcar pe-ninsular y el procedente de los puerto3 de Europa (Marsella. Liverpool y Londres) se vendeen la Península á más bajo precio que el traidodirectamente de Cuba ó Puerto-Rico, y la se-gunda porque los cacaos han tomado un valoren las naciones productoras á causa de la pérdi-da de cosecha, que nuestros fabricantes de cho-colate piensan ya utilizar los procedentes deotros países. Para favorecer el comercio con lasprovincias españolas de Ultramar y la navega-ción de altura es preciso:

1 ¡° Rebajar los derechos arancelarios á losazúcares coloniales que se introduzcan en la Pe-nínsula é islas Baleares, poniéndolos en análo-gas condiciones tributarias que sus similares, yasean de lai provincias de Andalucía y Murcia,ya procedan de los depósitos de Europa.

2° Estimular la navegación de altura, ofre-ciendo primas á los buques que, sin tocar enningan puerto extranjero, hagan viajes redon-dos con carga completa, desde los puertos de laPenínsula á los de la Habana, Puerto-Rico, Fi-lipinas y Repúblicas hispano-americanas, y vice-versa.

3." El beneficio de la igualdad de banderarespecto á la Península é islas Baleares, sólodeben disfrutarlo los buques que procedan direc-tamente de puntos de sus respectivas naciona-lidades, y guarden á nuestra bandera la mismareciprocidad ó igual tratamiento, es decir, quelos terceros pabellonea quedan fuera del alcancede este beneficio, porque los tratados de comer-cio sólo nos obligan á conceder la igualdad altráfico mutuo entre las naciones contratantes.

4." Todo producto de Asia y América, queproceda de loa depósitos de Europa, ya venga enbandera española, ya en bandera oxtranjera, es-tará sujeto á un recargo, en la forma que seconsidere oportuno y con arreglo á la autoriza-ción contenida1 en el art. 36 de la ley vigente dePresupuestos.

5,° Revisar el arancel de Puerto-Rico, Cubay Filipinas, en el sentido de favorecer la nave-gación directa de la marina mercante españolaá las provincias de Ultramar.

Y 6.° Limitar todo lo posible los impuestos,ya permanentes, ya transitorios, que sufren los

buques en todos ó algunos de nuestros puertos.Orea usted, Sr. Castelar, que la decadencia

marítima es lo primero á que hay que atendercon solícita perseverancia. De lo contrario, sepudrirán nuestros buques mercantes 'en lospuertos de Barcelona, Bilbao, Cádiz, Málaga,Santander, Coruña, Vigo y San Sebastian, querepresentan una gran riqueza y que señalan ungran progreso.

Desde el momento en que la marina mercantesalga de esta crisis gravísima, todas las demásindustrias nacionales se irán reponiendo de pa-sados quebrantos. Nuestros baques exportan losartículos y productos del país, nuestros buquesfacilitan la venta de objetos elaborados, nues-tros buques llevan á todas partes y recuerdanen todas las naciones el estado comercial doEspaña.

Bien sé, Sr. Castelar, que los tejidos de lana,por errores valorables y por introduccionesfraudulentas, luchan en el morcado con los pro-ductos extranjeros; pero esos errores, en todotiempo y ocasión, deban subsanarse y esas in-troducciones, que el contrabando y la guerrahan facilitado, tienen que mermar por la vigi-lancia de los poderes públicos y por la paz quefelizmente disfrutamos.

Bien sé, Sr. Castelar, que las fábricas de al-godón, que á tanta altura han colocado en-pocosaños el nombre industrial de España, se ven pa-ralizadas unas y á punto do suspender sus traba-jos otras; pero débese en parte á la disminucióndel caudal de aguas, cuyas corrientes dan fuerzaimpulsora á la maquinaria, y en parte tambiéná la falta de venta y de pedido en el comercio na-cional, y esas causas, generales ó transitorias, nodesaparecerían, como alguien supone, por unamplio, generoso y armónico proteccionismo.

Bien sé, Sr. Castelar, que los fabricantes deobjetos de bronce y otros metales sufren resig-nados el monopolio del mercado de París; puesmientras nosotros exportamos como primera;materias el cobre y el zinc, los franceses y losingleses nos los devuelven manufacturado yconvertido en infinidad de objetos, que por eltrabajo á ellos incorporado representan un va-lor cincuenta veces mayor: pero esa dificultad,prevista y lamentada, tiene su compensaciónrectificando las valoraciones y clasificacionesdel arancel hasta el punto de que disfruten laprotección legal del 25 por 100.

Page 21: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 M. FERNANDEZ Y GONZÁLEZ. LA CBÍSIS INDUSTRIAL. 629

Bien sé, Sr. Castelar, que otras industriaspadecen, y otros obreros se hallan sin trabajo,y otros establecimientos permanecen en clausu-ra; pero todo depende, más que del error de lasvaloraciones, de la exigencia do la ley y de lafalta de equidad de los impuestos, del desnivelentro la producción y consumo y de los efectosinevitables que dejan en po3 de sí las guerrasciviles ó nacionales.

Además nuestro carácter español es muy dadoá usar artículos extranjeros. La moda se impo-ne de tal suerte á nuestros compatriotas, que sedespepitan por una etiqueta, una marca ó uncertificado extranjero. El vestido, el moviliario,el tocado, todo lo que venga de Francia y deInglaterra, de Bélgica ó de Alemania, es bueno,ó todo lo que parezca que procede de esos países,sin tener en cuenta que el paño usado en nues-tros trajes y el adorno que lleva el bailo sexosuele ser, y es, por punto general producciónespañola poro con cierto parecido extranjero

Por si usted lo ignora, le diré que en lasgrandes poblaciones la gente elegante tiene ágala vestirse con paños y telas inglesas, belgas óalemanas, porque son las más caras. Pero es elcaso que esas telas y esos paños, muchos de ellos,proceden de Tarrasa, Olessa y Sabadell, y elcomprador cree inocentemente, porque vé elmarchamo de Irún ó Santander y la marca de lafábrica extranjera, que fue confeccionada enotros telares y por manos no españolas. La ideade que procede de fuera del país, hace subir elkilogramo en cinco ó diez pesetas; es decir, queaumenta la estimación del género en el mor-cado.

Más de una y más de diez veces he podidohacer prácticamente el experimento. Compradogénero de Tarrasa, ya delgado, ya grueso, segúnla estación, con el dibujo «propósito, puesta latela en obra, y terminada la prenda, los másexpertos y aun entendidos, dudaban de la na-cionalidad del género y suponian un coste dobledel que era en realidad.

Hay, pues, cierta manía en usar patenes ycastores extranjeros, cuando aquí se producentan buenos, si se pagaran al precio de los doallá. Pero como el consumo de los géneros finoses insignificante en el país, las fábricas nacio-nales, perfectamente montadas, limitan su pro-ducción á la clase media, ó sea á las verdaderasnecesidades del consumo.

No falta quien crea, y vamos ya á otro punto;que el establecimiento del cabotaje con nuestrasprovincias ultramarinas, el derecho diferencialde bandera, la reforma arancelaria en absoluto,y la denuncia de los tratados de comercio haríadesaparecer la crisis existente. No falta quiencrea tampoco, y personas muy doctas, que lasuspensión de apremios, la reforma de laa tarifa»industriales, la apertura de obras públicas, labaratura en los trasportes y las relaciones conlas Repúblicas hispano-americanas, facilitaríael término de las dificultades que todos sentimosy que todos lamentamos.

Algunas de las medidas propuestas seríanoportunas para el dia de mañana, mas no parael momento presente. ¿Quién duda de la con-veniencia de los tratados de comercio con lasRepúblicas Argentina, Bolivia, Chile, CostaRica, Ecuador, Honduras, Méjico, Nicaraguay San Salvador? Pero esos tratados deben nego-ciarse con gran espíritu de tolerancia, sin men-gua de la dignidad nacional. ¿Quién duda queol impuesto de subsidio ha menester de reformas?Pero esas variantes necesitan estudio para queno suceda lo quo con las anteriores, realizadasde momentoybajo la presión del tiempo. ¿Quienduda de la conveniencia de abaratar la comu-nicación y los trasportes? Pero esos propósitosluchan algunas veces con el interás de empresa,cuyos derechos son respetables bajo el punto devista de la ley.

Lo que, á mi juicio, traería más dificultadesque benefic os, es la denuncia de los tratados decomercio, la reforma arancelaria, con ó sin pro-teccionismo armónico y la declaración de cabo-taje. Al denunciar los tratados y convenios decomercio, y al quedar en libertad de hacer ódeshacer, habia que legislar de nuevo sobre unpunto delicado, en que las escuelas económica»luchan con afán y quizá con más pasión del quedebieran. La actual reforma, ó sea la de 1869,es producto de una transacción, es un acomoda-miento entre aspiraciones encontradas, eñ elque no hubo ni vencedores ni vencidos, en elque no aparecen ni libre-cambistas ni protec-cionistas. Y respecto al comercio de cabotajecon las provincias españolas de Ultramar, ¿enqué momentos íbamos á declararlo? cuando eltesoro de la Península y el tesoro de Cuba pasanestrecheces metálicas y ambos presupuestos sesaldan con déficit, es decir, que la renta de

Page 22: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

630 REVISTA EUROPEA..—19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

Aduanas, aquí y allá, sufriría quebrantos mone-tario» y se privarla de recursos muy cuantiososy saneados.

La crisis agrícola, industrial y manufacture-ra existe y se siente con más intensidad en Ca-taluña que en el resto de España, no sólo por lafalta de consumo sino porque gran parto de laclase media de aquel país empleó sus modestosahorros en ferro-carriles y en la deuda dol Es-tado, y como las empresas apenas pudieron repaTtir dividendos y la nación se ha visto en lanecesidad de suspender el pago de intereses ómermarlos en un 66 2[3 por 100, de ahí que lacrisis se sienta más en el antiguo Principadoque en otras regiones de la Península.

A mi ver, la primera cuestión que debe plan-tearse, en la de la marina mercante, la más ca-pital y quizá la más decisiva.

A ella se subordinan todas las demás.Y este consejo que me permito dar á usted,

al Sr. Balaguer y demás representantes catala-nes, no entraña ninguna mira interesada, por-que soy un humildísimo español que vive exclu-sivamente de sus escritos, sin tener relacionesde ninguna clase con empresas ó sociedades in-dustriales.

Creo que la crisis puede debilitarse algo, de-bido a] concurso patrótico de todos los partidos;pero por Dios que no lo pidamos todo ni loespn-emos todo de la acción del Estado. La ini-ciativa particular y colectiva, es un gran bien,ni encerrándonos en nuestras propias necesidadesbuscamos por nosotros mismos los medios deconllevar las dificultades presentes, y prevenirlas contingencias futuras.

Dispense usted Sr. Castelar, que haya moles-tado su atención, quien admiró su talento y susaber en la Universidad como discípulo, y quienle respeta siempre como escritor.

MODESTO FERNANDEZ Y G-ONZALKZ.

DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA.

(Continuación. )*

XX.

El capital, hemos dicho, no es, como muchoshan creído, una especie de abstracción que puedaaumentar ó reducir, á su voluntad, la imaginación!es siempre riqueza, y por lo mismo consumiblesiempre. Cuando no está inactivo, ó en vías deformación, añadiremos ahora, como un productoentre las manos de su productor, se consume ince-santemente.

Sin embargo, el nombre capital dá ocasión áque se forjen algunas ilusiones; se admite que seasiempre riqueza esencialmente consumible: perono faltan muchos que le quieran atribuir unanaturaleza particular, y que no siendo así, noproduciría interés . En realidad, la riqueza notoma el nombre de capital sino cuando sirve ópuede servir á la producción de una manera cual-quiera; pero como casi todos los productos puedenservir para eso, casi todos también pueden consti-tituir capitales. La eiencia sin embargo, no haga-nado mucho con que se hayan utilizado tanto losanálisis sobre la naturaleza del capital.

Lo cierto es, que la sociedad no tiene otrosprocedimientos para formar su capital, sino losque emplea para producir toda especie de riqueza,como lo es igualmente que no acumula más, nimás pronto, sino en la razón que se lo permitanlos arreglos sociales que tome, así para su produc-ción como para su consumo. Desechemos de unavez para siempre esa hipótesis irracional de des-proporción entre el capital y la, producción; (nonos referimos á empresas particulares ni á colo-nias nuevas que participan muchas veces de esecarácter); y aseguremos sin temor que la parte delos capitalistas en la distribución de la riqueza,no puede aumentar sin medida como se ha supues-to sinrazón.

Por la economía se forman los capitales, y cadauno economiza en las condiciones que le permitela naturaleza de los medios de su existencia, con-sumiendo menos de lo que le permiten esos medios;sin embargo, y á pesar de eso, no habrá formaciónde capital sino cuando esas economías sean consu-midas por otro, puesto que en otro caso, esto es,

* Véanse los números 218, y 229, páginas 516 y 561.

Page 23: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 X...—DISTKIBUCIÓN DE LA RIQUEZA.

no sirviendo para nadie, no constituirán riqueza,ni capital por consiguiente.

Creerán quizá algunos que hay contradicciónentre la definición de la economía y la de capital;se engañarían. Todo lo que se produce se consume;solo para que se consuma se produce, pero no todo •se consume tan pronto como se produce, y de esadiferencia de tiempo entre la producción y el con-sumo resulta la acumulación de capitales. Muchascosas, es yerdad, se consumen en monos tiempo quese producen, como los fuegos artiAciales, por ejem-plo, y al parecer sucede lo mismo con todas lassustancias alimenticias; pero esto consiste solo enla manera de considerar el consumo de esas sus-tancias. Un agricultor consume en pan una, librade trigo en pocos instantes; pero no consumirásino 500 ó 600 libras al año, y en el mismo tiempoproducirá ciertamente mucho más. En cuanto ávestidos, habitación, vías de comunicación, etc.,su consumo es en general mucho más lento que laproducción; y si fuera de otro modo, '.cómo podríanhacerse economías?

Bastiab manifestó tenor una idea harto confusade la acepción de la palabra economía ó ahorro aldecir: ¿parguer c'est mettre voluntairement un in-tervalle entre le moment OH l'on rend des services ála societé, et celiu ou Ion en, retire des serviceséquivalents. En rigor podría traducirse su pensa-miento de vina manera conforme á la verdaderanaturaleza de l'espargne: pero, puesto que él no lotradujo mejor, debemos concluir, que no lo perci-bia bien. En efecto, su modo de expresarse nospermite suponer que una generación económicapodría dejar á cargo de la siguiente una enormedeuda por los servicios que hubiese hecho aquellaá la sociedad, sin sacar inmediatamente la debidaremuneración. La economía no impone obligacio-nes á nadie; y bien que sea más fácil por mediodel crédito, no tiene necesidad absoluta del créditopara obtenerse.

Si no se hubiera economizado, jamás habríamossalido del estado salvaje; habiendo consumidosiempre cuanto se produjera, viviendo al día, comosuele decirse, la riqueza no habria aumentadojamás, y nos veríamos exactamente en igual con-dieion á las bestias. Al economizar, nos hacemos ánosotros mismos y á la sociedad un inmenso ser-vicio; y de ahí se ha querido sacar la razón de serdel interés del capital, y aún vá más lejos M. Gouxcelle Senerril, diciendo expresamente: que economi-zar es trabajar, y gue el interés del capital no es otracosa que el salario de los que economizan. MM. Miliy Seniox, cuya opinión ha sido exaj erada porMr. Courcelle, dicen igualmente que el interésdel capital e3 la remuneración de una abstinencia,y que á no ser por esa remuneración el capitalista

no se abstendría; así que, según ellos, el ahorro easiempre una privación, un sacrificio, una penaque merece indemnización.

Es difícil comprender cómo un rico capitalista,que tiene gran mesa, gran tren, que disfruta habi-taciones lujosísimas, que viste cuanto quiere y co-mo quiere, etc., etc., se prive y haga un sacrificiopor no comer más, por no habitar mejor casa, porno vestir mejor, etc.. etc. En cuanto al que sin serrico, pero teniendo en mira un consumo futuromás agradable ó más necesario, ó bien en mira sólodel mismo consumo que puede serle incierto seabstiene realmente, se debe decir: que es previsor,prudente y juicioso; pero que se impone privacio-nes, que hace un sacrificio involuntario, no: enotro caso, ¡so podría decir: que nos privábamos decomer cuando bebemos ó de beber cuando come-mos, porque sin comer ó sin beber podríamos co-mer ó beber más; se podría decir que nos privába-mos de alimento cuando tomábamos habitación,de habitación y alimento cuando nos hacemos ro-pa, y de todo cuando viajamos, etc., etc. En talconcepto, no hay consumo que no represente mu-chas privaciones, puesto que siempre ge podríaconsumir más de una sola cosa, consagrándole todanuestra fortuna. Se olvida cuando se razona así,que tenemos muchas necesidades, y que el bien-es bar consiste en satisfacerlas todas conveniente-mente, es decir, en arreglar con prudencia la eco-nomía de nuestra producción y su consumo. Lalegitimidad del interés del capital no depende,felizmente, de tantas sutilezas. •

No es difícil concebir que el ahorro ó la econo-mía es una necesidad creada por la naturaleza delas cosas, y que, por consiguiente, no tenemos paraqué ser estimulados por el atractivo del interés delcapital para economizar, bien que podamos admi-tir qué'ese cebo entre por algo en los motivos dehacerlo. La naturaleza de las cosas nos designa laespecie de producción á la cual debemos dedicar-nos, y la naturaleza de las cosas producidas, haceque esos productos se consuman lenta ó rápida-mente é independientemente de nuestras previsio-nes. Kesulta, pues, que cuando el consumo de esascosas es más iento que su producción, economiza-mos al producirlas ó economiza otro con este mo-tivo.

La necesidad de alimento, por ejemplo, designalas cosas que se deben producir para satisfacerla;y la naturaleza de las cosas quiere que su consumosea casi tan rápido como su producción; por lomismo, pues, su producción no dará lugar necesa-riamente al ahorro. La naturaleza de la necesidadde abrigo, designa igualmente los productos quedeben satisfacerla; pero la naturaleza de estos pro-ductos hace que su consumo sea sensiblemente más

Page 24: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

632 REVISTA EUROPEA.—19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

lento que su producción: por consiguiente, se eco-nomiza al producirlos. Otro tanto se puede decirde la necesidad de abrir vías de comunicación, de1» de mejorar las tierras, la de utilizar los metales;en una palabra, en producir todas aquellas cosascuya producción es más rápida que su consumo.La economía ó el ahorro, aun en grande escala, es,lo repetimos, una necesidad impuesta por la natu-raleza do las cosas, á la cual añade poco, si es queañade algo, el atractivo del interés del capital;porque, sin semejante atractivo, se sentiría quizácon más viveza la necesidad de ahorrar.

Hay también, prescindiendo de ese cebo, pode-rosos motivos de economizar, aun en las cosas deconsumo rápido; en efecto, el deseo de reposo, eltemor de huelgas ó enfermedades, • el de la vejezate., etc., nos conduce á guardar, coma las abejasy las hormigas; y todavía nos veríamos obligadosá proceder así por la naturaleza de ciertas pro-ducciones á las cuales no podemos dedicarnos sinouna vez por año, como el cultivo de los frutos dela tierra, de los cuales debemos proveernos paratodo un año. "Si la Inglaterra y la Francia pueden«cultivar su suelo este año, dice M. Mili es evi-dentemente porque ambos países han acumuladoHprovisiones suficientes para subvenir á lasub-nsistencia de su población hasta la próxima cose-cha. Si pueden, durante ese intervalo, dedicarse

i.á producir otro9 mil objetos diversos para su«consumo, es debido á que las provisiones quenhan acumulado son suficientes no sólo para ali-ntnentar los agricultores, sino también á todos losnque han producido esos otros mil objetos.

Príncipes ch. 2.°; hé ahí ciertamente una econo-mia, en la cual no influye nada el atractivo delinterés del capital. ¿Porqué no dice M. Mili, res-pecto á , sta economía, que los agricultores se hanprivado de consumir con ellos solos su produc-ción?

No digamos, pues, que el ahorro es un trabajoparticular, una pena que merece salario. Si algu-nas veces es el resultado de una privación, en-cuentra, no un salario, porque tal palabra no es-taria bien usada en este caso, sino su recompensa,en la seguridad que le procura para lo futuro, con-tando con pan para llevarse á la boca, como sueledecirse vulgarmente. En todo caso, no hallamosrazón para qua el interés porqué esa pena ó toa-bajo de ahorrar, y la hallamos aun menos para queel deber de pagarlo incumba al que toma prestado.Este ne debe pagar sino el servicio que se le hace,permitiéndole el uso del capital; y, á no suponerque deba pagar más de lo que vale ese servicio, nose puede admitir que pague al capitalista su pre-tendido trabajo de economizar.

El crédito permite utilizar las economías en pe-

queño; por consiguiente, puede ser muy favorableá la acumulación de capitales, es decir, al desarro-llo de la riqueza; pero es muy desconsolador pen-sar que esas pequeñas economías no Lengan engeneral cómo colocarse, á no ser en las cajas deahorros, cuyas cajas no existen en la inmensa ma-yoría de las poblaciones; y eso es tanto más des-consolador, cuanto esas cajas de ahorros, si bienhacen servicios de consideración álos deponentes,no les hacen de gran importancia á la sociedad,porque de ordinario colocan esos ahorros de unamanera poco productiva. Creemos, pues, que lalibertad de crédito produciría mejores resultados.

Las economías en grande se colocan natural-mente en la posesión de grandes capitales comotierras ó casas. Hoy las compañías industrialesdan colocación á muchas; y, como nada impide álas economías medias seguir la misma dirección,debamos creer qxie las industrias facilitan consi-derablemente el ahorro.

¿En qué se habrían podido colocar eñ la EdadMedia, cuando solo la apariencia de un bienestarexponia á toda especie de riesgos y atropella-mientos de parte de un físico tan impío comopoco escrupuloso*! En instales preciosos para enterrarios: y de ahí que se economizara poco. SegúnVauban y Boisquilbert, no se podia economizarmás que en la Edad Media, en tiempos del GranKey: y hasta J. J. Eousseau nos dice, en una desus confesiones, que otro tanto sacedla al correrel siglo xvni. Parece, pue3, de toda evidencia queen nuestra época se ha empezado á economizar,por lo menos de una manera científica y perma-nente.

La desigualdad de fortunas, la pobreza sobretodo de las clases laboriosas, constituyen, aún ennuestros días, grandes obstáculos para que losahorros sean mayores; porque los pobres no pue-den ahorrar: pero no es esto lo peor, sino que larpobreza impide economizar en muchos casos alque no es pobre. En efecto, para cada cosa econo-mizada es preciso un consumidor, puesto que, nosiendo así, eareceria de valor, no seria riqueza;y por consiguiente, no constituiría un verdaderoahorro; y como el pobre consume poco, no dá oca-sión á que se economice para él. Hé ahí precisa-mente el por qué de que las grandes economías denuestros áias engendren el lujo bajo todas susformas. A no ser por eso, no habria consumidorespara ella?. Es, pues, preciso no admirarse ni hor-rorizarse exagaradamente del lujo, ya que hallasu razón de ser en nuestra economía de fortunasdemasiado desiguales. Bajo este punto de vistase comprende fácilmente que un país pueda sufrirgrandes pérdidas, sin que sufran las fuentes másesenciales de su producción de una manera pavo-

Page 25: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 X...—DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA. 633

rosa. Las industrias del lujo son las primerasque sufren las pérdidas que la sociedad experi-menta, y sus sufrimientos amortiguan, por de-cirlo así, el golpe que amenaza á las otras. Si to-dos son semi-pobres, una gran pérdida causaráuna gran mortalidad, porque cegará inmediata-mente las fuentes de la vida.

XXI

El trabajo, por humilde que sea, supone siem-pre un capital propio del trabajador. ¿Cuál dee t̂os no posee una herramienta? Preciso seriaa ;udir á los primeros tiempos de la humanidadpara hallar un trabajador sin capital, porque aúnel salvage más desprovisto, debió tener por lomonos instrumentos de caza ó pesca, y por consi-guiente capital. En las condiciones de nuestraindustria moderna, algunas empresas exigen uncapital enorme; hay compañías de caminos dehierro en las cuales se hallan colocados miles demillones. Y en vista de tales hechos, ¿se podráponer en duda el gran papel que representan loscapitales? Y en todo caso, ¿corresponde á los obre-ros poner en duda su gran influencia ni formarlespor ello un cargo1?

Si el capitales una condición esencial para eltrabajo, ¿por qiiá extrañan que se le tome prestadocuando no se le posee, y que se pague su aprove-chamiento? No se puede negar que el prestamistahaga un servicio al que aprovecha su capital, yeso basta para justificar el interés. No todos losservicios son pagados, se dice; no se pagan losservicios benévolos, es verdad: pero, en primerlugar, esos servicios ni son obligatorios, ni cons-tituyen categoría en los servicios económicos; yen segundo lugar, ¿qué suerte habría corrido laindustria, si hubiera estado atenida á los capita-les que le proporcionara la simple benevolencia delos benévolos capitalistas?

Uno de los más graves balcones dirigidos alinterés del capital, eonsiste en que muchas veceses más elevado cuanto más apremiante es la ne-cesidad del que demanda el préstamo; porque entales casos, entra en su composición una partepor el mayor riesgo á que se expone el prestamis-ta,. ¿Se querría más que el capital, tan necesario ála sociedad, se expusiera á los azares de la te •meridad ó de la mala fe? Esta circunstancia, porsensibte que sea, no es una especialidad del prés-tamo á interés; por el contrario, es compañera in-separable de las necesidades más apremiantes, sinque tenga la escusa que el préstamo á interés.Los consumos alimenticios, por ejemplo, son ge-neralmente tanto más costosos, cuanto menores

son los medios de pagarlos; porque no siempre sepueden comprar en tiempo oportuno, ni en canti-dades suficientes para obtener las ventajas del pormayor, ó del precio medio siquiera. Y aún hayalgo que es más grave todavía: un operario des-conocido encuentra trabajo en general con mayordificultad, cuanto mayor aparece su miseria; estoes, cuando aparece con necesidad más apremiantede trabajar.

Al pobre contra una esquina, suele decirse; conlo cual se dá á entender que la naturaleza huma-na no fraterniza con la miseria, y que castiga alque se deja dominar por ella. La necesidad es ma-dre de la industria, dice el proverbio; con lo cualse quiere hacer comprender que el hombre es dadoá la pereza, y que necesita enérgicos estimulantesque le obliguen á trabajar. Tales máximas noproceden verdaderamente de esa fuente, preciosasin duda y saludable también, que ha inspiradotantas páginas elocuentes sobre la miseria, ó seade la compasión; pero expresan la verdad, y laverdad no debe dejarse oscurecer por ninguna pa-sión, sea eata buena ó sea mala.

Es preciso, pues, que nos familiaricemos con laidea de la necesidad impersonal ó insensible, quese nos impone á pesar nuestro, en tanto que noencontremos en nuestra inteligencia y en nuestraactividad los medios de sustraernos de ella; sepreciso despreciar, como utopías ó supercherías,todos los medios que, para sustraernos de ella, senos proponen en nombre de creencias místicas óde sistemas insensatos; es preciso, sobre todo, re-chazar como cosa odiosa, errónea ó calumniosa, lainsinuación de que tal necesidad es debida á lamalevolencia ó al egoísmo de semejantes nues-tros. Sin duda que los males que afligen á la hu-manidad, en gran parte por lo monos, puedenatribuirse á la voluntad, mal aconsejada por elerror ó la pasión, como nos lo demuestran los es-cesos revolucionarios provocados alguna vez porGobiernos que desconocieron su función. ¿Y debeadmirarse eso cuando vemos aún en nuestrosdias un enjambre de reformadores que profesanla más desdeñosa piedad por la experiencia delgénero humano, que pretenden erigirse en sobe-ranos pontífices de la humanidad, y ofrecerleabundancia y dicha sin cuento, echando á sus es-paldas tantos humillantes testimonios como te-nemos de nuestra falibilidad en todo y por todo?No hay razón para forjarnos ilusiones; es precisoreconocer una vez para siempre, que por todaspartes nos estrecha esa necesidad, y que no tene-mos otra cosa que oponerle para sustraernos deella, ó para neutralizarla siquiera, sino nuestrainteligencia y nuestra actividad, reguladas por lajusticia.

Page 26: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

634 REVISTA EUROPEA.—19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

El interés del capital, como el trabajo, es unefecto de la necesidad, y la necesidad no se dis-cute. Si se pregunta á Fulano por qué trabaja,porque del trabajo depende mi existencia, contes-taría; si se preguntase á Zutano por qué tomabaprestado, respondería también, porque mi traba-jo, ó, lo que es lo mismo, mi modo de existir de-pende de eso. Lo repetiremos, no se discute la ne-cesidad. Sin embargo, se nos repondrá aun, lanecesidad que se impone al que toma prestado tie-ne algo de personal y de interesado, que se pruebacon la ganancia del prestamista; ewto es sólo aparente.- Eate utiliza evidentemente la necesidad queapremia á aquél; pero no ha creado en general esanecesidad; además, es de igual modo evidente,que el que recibe el préstamo saca también prove-cho de él, así como lo obtiene en todo caso la so-ciedad, según veremos luego. Esta necesidad, dí-gase lo que se quiera, es impersonal, como la deltrabajo; y, resignándonos con ella, es precisocumplir los deberes que impone. Así lo quiere lanaturales» de las cosas, y todos los deberes tienenel mismo origen.

No robes, no mates, no hagas á otro lo que noquieras te hagan á tí, no son sino preceptos dedu-cidos, por nuestra razón, de la naturaleza de lascosas. La razón no tiene necesidad de decir: paga-rás el interés del capital; pero noa dice: serás fielá la fe jurada, y este precepto justifica plenamen-te la obligación de pagar el interés del capital,puesto que no hay más obligación en tomar pres-tado cuando hay de ello necesidad, que en robarun pan cuando se tiene hambre.

No conocemos nada que justifique el interés delcapital, á no ser la necesidad y la conveniencia:pero ó eso es muy suficiente, ó debemos sublevar-nos contraía necesidad del trabajo, y contra otrasmuchas que no son menos severas. Para convencer-nos de la necesidad, y por consiguiente de la jus-tificación del interés del capital, examinaremossucesivamente dos hipótesis en las cuales se supri-miera. Para conceder lo más que es posible á laopinión que niega esa justificación, supondremosque fuera legal, que no siempre es sinónimo dejusto, la supresión del interés del capital, y mástodavía, que la sociedad no se opone á ella siste-mática 6 malévolamente.

Por la primera hipótesis queda prohibido el in-terés, y eesa el préstamo; porque no se comprendecómo pueda obtenerse gratuito y voluntario departe del prestamista. Por la segunda concedere-mos que el préstamo gratuito sea obligatorio.

La primera traería en pos, forzosamente, el des-embarazo, la cesación de todas las empresas poracciones, como caminos de hierro, canales de riego,minas, grandes forjas, compañías de gas, bancas,

seguros y otra infinidad de mayor ó menor impor-tante, esparcidas por todas partes; todos los pro-pietarios que alquilan tierras ó casas, despediríaná sus arrendatarios ó inquilinos, el Estado deberíapagar á sus acreedores ó presentarse en quiebra; ladeuda hipotecaria debería amortizarse. En unapalabra, desaparecería el crédito y sobrevendría lamás espantosa de las liquidaciones. Pero, demospor hecho que se presentara tan monstruoso cata-clismo social: ¿qué especie de economía ú organiza-ción se establecerla? Claro es, que sólo los capitalis-tas podrían dirigir la producción y el comercio, ca-paces ó no, inteligentes ó estúpidos, activos ó indo-lentes, serian los únicos encargados de proveer lasnecesidades de todos. Los simples trabajadores,por el contrario, cualesquiera que fueran sus cua-lidades, sus aptitudes y su justificada ambiciónde prosperidad, serian inexorablemente condena-dos á una condición subalterna, si ya no servil, yun régimen de castas, más opresivo aun que el delantiguo Egipto y el de la India, sería el resultadode tan bellísimo cambio de la economía social.Además, los capitales que escedieran á las necesi-dades de algunos emprendedores permaneceríanociosos, al mismo tiempo que otros emprendedorescarecerían de los necesarios y la producción iria demal en peor, y la miseria y la mortalidad arrecia-rían irremisiblemente. En cuanto á los capita-listas que abandonarían los negocios, se retoba-rían (1) en su opulencia como el ratón de la fábu-la en su queso. Se promueven exajerados quejidoscontra las desigualdades del régimen actual, yesas desigualdades serian nada al lado de las quelas sucederían; y además, el poder de los unos noaliviaría la debilidad de los otros, sino por mediode la caridad, cuyas consecuencias económicas co-nocemos ya.

La segunda hipótesis, no sólo destruiría el prin-cipio en que se funda la propiedad, sino tambiénla misma propiedad. Siendo el préstamo gratuitoy obligatorio, j,á quién incumbiría darlo? ¿á quiénse daría? Siendo todos más ó menos capitalistas,puesto que hasta los mendigos poseen algo, seriade necesidad marcar un límite, por encima delcual todo capitalista estuviera obligado á prestar,y lo que hoy se hace con tanta sencillez, daría lu-gar en esta hipótesis á toda suerte de medidas ve-jatorias y ruinosas, j, A quién se prestaría? Tenien-do por fundamentóla obligación de prestar gratui-tamente, la necesidad de los que hayan de recibirel préstamo, los más necesitados de estos tendríanmás derecho á reclamar capitales. ¿Qué uso harian

(1) Retobar, en Sud-América es meter la quina ócualquiera otra cosa, en un cuero de vaca humedecido,para coserlo después y formar fardo.

Page 27: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 J. ALVAREZ PÉREZ.—Utí DRAMA EN EL DESIERTO. 635

de ellos1? ¿Qué garantías darían de su conserva-ción1! ¿Y si los perdian, si los malgastaban en sa-tisfacciones personales sin hacerlos fructificar?

Si tales consideraciones no convencen de la jus-tificación del interés del capital, de su ineludiblenecesidad, ténganse por no presentadas. Además,lo que prueba mejor que todo razonamiento su ca-rácter indiscutible es, que esa necesidad no se opo-ne á ningún esfuerzo honroso para sustraerse á ella,y á pesar de ello, el préstamo á interés continúa.

La ley que limitaba la tasa del interés ha con-tribuido mucho á que se incurriera en los erroresque combatimos. Dominada por una vaga razón deequidad, de la cual no siempre tiene conciencia, laopinión pública comprende con dificultadla inter-vención del legislador al limitar un derecho reco-nocido; por consiguiente, cuando no se opone á lohecho por el legislador, se cree que lo que la leypositiva limita, lo limita ó lo tolera la opinión:pero lo que esa ley hace, otra ley puede deshacer-lo; y lo que la ley tolera es un mal del cual espreciso procurar librarse, con ó sin ayuda. Elinterés del capital es, pues, á virtud de este razo-namiento de la opinión, una cosa que la ley hace ótolera; es, pues, en todo caso, y siempre en virtudde ese mismo razonamiento, una cosa que podriano ser.

X...(Concluirá.)

UN DRAMA EN EL DESIERTO.

(Continuación.) *

La penetrante voz de la perra hizo abrir los ojosá todos los viajeros.

—Gooi bles your dog (1)—murmuró entre dien-tes mister Cugnigan, restregándose los ojos.

—¿Harás callar á ese animal?—exclamó Menesesincorporándose en su catre de campaña.

—¡Aquí, Diana, aquí!—gritaba Gómez avergon-zado por la imprudente conducta de su perra.

—¿Qué sucede?—dijo la dulce voz de miss Dé-bora á través del tabique de lienzo.

—Nada,—contestó Meneses,—Diana que se haempeñado en despertarnos.

—Sin embargo,—objetó Gómez,—no acostum-bra á hacerlo, y sin un motivo...

• Véanse los números 202, 203, 204, 205, 207, 210,211, 212, 216, 217 y 220, páginas 23,59, 91,125,183,283,316, 345, 478, 511 y 600.

(1) Dios maldiga vuestra perra.

—Tenéis razón; tal vez nos amenace algún pe-ligro,—añadió miss Débora.

—Veamos,—dijo mistar Cugnigan levantándosey cogiendo su carabina, colgada de uno de lospalos que sostenian la tienda.

Gómez y Meneses se armaron igualmente, y alsalir se encontraron con miss Débora.

No era posible suponer que Diana se hubieraequivocado, ni mucho menos que hubiera queridodivertirse á costa de los viajeros.

Diana era una perra muy formal, acostumbradaá las maneras de la buena sociedad; y cuando sehabia permitido ladrar con tanta furia, era quehabia percibido algún rumor sospechoso.

Sin embargo, la causa, cualquiera que fuera laque habia llamado la atención de Diana obligan -dola á dar la alarma, debia haber desaparecido.

Todo estaba tranquilo, silencioso ó desierto.En primer término, se descubrían las oscuras

siluetas de los caballos y camellos, percibiéndosesólo el ruido que haeian al triturar con sus anchosdientes los últimos restos de su pienso.

Más allá se percibian confusamente algunasmanchas oscuras; eran los grupos de palmerasenanas que tapizaban la llanura.

La bóveda celeste, de un color cobalto oscuro ylimpio, desarrollaba magestuosamente auna alturainmensa su misterioso esplendor.

Casi ningún ruido turbaba el poético silenciode la noche.

Tan sólo allá en el lago saltaba de vez en cuandofuera del agua algún pescado, y los juncos de 1»orilla, movidos por el agua y agitados por la. brisadejaban escapar un tenue murmullo.

—¿Qué hora es?—preguntó miss Débora.—Las dos y media,—contestó Meneses después

de haber consultado la esfera de su reloj conayudare un fósforo.

—Entonces, si os parece, podríamos ponemos enmarcha y gozar de esta deliciosa noche de Áfricasin perjuicio de detenernos más tarde para dejarpasar las horas del calor.

Como siempre, los deseos de miss Débora fue -ron cumplidos imediatamente.

Media hora después la caravana marchaba si-lenciosamente costeando el lago y los viajerosrespiraban con delicias un aire fresco y cargadode perfumes.

En cuanto se pusieron en marcha, Menesespicó su caballo yendo á ponerse á la cabeza de lacarabana al lado del Bicestino, á quien dijo en vozbaja:

—¿Has hecho eso?—Ya está todo arreglado.—¿Te sintió alguien?]—Esa maldita perra; pero, sin embargo, pude

Page 28: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

636 KEVISTA EUROPEA.—19 BE MAYO DE 1878. N.:° 221

volver á la tienda sin que me viera nadie; todosdormían.

El Bicestino, á pesar de las seguridades queacababa de dar se equivocaba grandemente.

El otro guía lo habia sentido levantarse caute-losamente, lo había seguido y habia visto cómosaltó sobre su caballo sin tomarse el trabajo deensillarlo, lanzándose después á escape por laoscura pradera.

Esto picó la curiosidad del guía, el cual se quedóde centinela hasta que vio volver á su compañero,dejar el caballo en su sitio y arrastrarse hasta latienda, mientras que Diana despertaba á los via-jeros con sus fuertes ladridos.

Desde el primer dia pudo notarse que á pesarde ser del mismo oficio no reinaba la mejor ar-monía entre los dos moros.

Ali, que asi se llamaba el segundo guía, mirabacon desconfianza á su compañero, poro no sabien-do una palabra de italiano no podia comunicarlasmas que al cocinero ó á Meneses.

El cocinero era, como hemos dicho, judio, y losmoros, que no tienen en ellos gran confianza, evi-tan siempre tomarlos por confidentes; como porotro lado no habia dejado de notar las frecuentesconversaciones que el comisionista y el Bicestinosostenían en voz baja, el buen Alí guardaba su se-creto contentándose con vigilar á Mohamel y Meneses, de los cuales sospechaba que tramaban algo.

Al amanecer, cuando ya la luz del crepúsculoempezaba á ser suficiente para distinguir el colorde los objetos, notó Ali que el caballo de su co-lega pareeia estenuado de fatiga y conservabaseñales inequívocas de haber sudado copiosa-mente.|"íEste indicio confirmó las sospaehas de Alí, in-dicándole al propio tiempo que la escursion secre-ta que su compañero habia hecho la noche ante-rior, debió ser larga.

(,A dónde habia idoí ¿Tendría aquel viaje mis-terioso relación con los cuchicheos que sosteníael Bicestino y Meneses?

Este era el problema que Alí, con la perseveran-cia del hombre semi-salvaje se proponía resolver.

Entretanto los viajeros seguían su marcha y,según todas las probabilidades, antes de las tresde la tarde llegarían á Kebilli.

A las once, después de haber trepado por unaescarpada colma, entraron los viajeros en unavasta llamira'cubierta de una espesa yerba, tenien-do el gusto de ver á lo lejos un gran rebaño de an-tílopes parecidos á las gacelas, pero con los cuer-nos retorcidos de otro modo.

Inmediatamente los viajeros prepararon su» ca-rabinas y lanzaron sus caballos á todo escape.

Únicamente quedaron con la caravana el Bices-

tino, cuyo caballo apenas podia andar; el cocineroy los camellos. :

Los antílopes, al verse perseguidos, dieron pro-dijiosos saltos, lanzándose en el aire perpendicu-larmente, con el cuerpo plegado y agitando en elespacio los largos mechones de pelo gris-blanco quetenian en el cuello y los costados, lo cual les dabaun aspecto más aéreo.

A cada salto se elevaban diez ó doce pies y avan -zaban cuatro metros, volviendo á saltar en cuantosus delicadas pezuñas tocaban el suelo.

Después de haber recorrido de es' a suerte algu-nos centenares de metros, adoptaron un trote lige-ro y elástico, que mantuvieron hasta que el rebañodesapareció en el horizonte.

Pero los cazadores no se mostraban menos dili -gentes, yendo á la cabeza de todos Miss Débora,que logró alcanzar al rebaño, y galopando á su la-do hizo sobre el lijoro montón algunos disparos.

Un antílope, herido sin duda, se quedó detrásde sus compañeros, dando lugar á que Gómez lecerrara el paso obligándole á cambiar de caminoy galopar solo por la llanura hostigado por Dianay por el resto de los cazadores.

Después de una larga carrera, el pobre animalcayó para ao volverse á levantar más, herido enel pecho por un disparo de Mister Cugnigan, quedurante la caza se habia permitido lanzar algunosentusiastas hurras.

Entonces los cazadores rodearon á su víctima yse pusieron á examinarla, mientras que llegabanlos camellos, y el rebaño envuelto en una nube depolvo se perdía en el horizonte.

El animal que acababan de matar era de un ta-maño bastante mayor que el de ordinario tienenlas gacelas, con el pelo del cuello muy largo, gran-des rayas blancas y crecidos cuernos lisos y retor-cidos.

Pertenecía á una especie muy común en el Áfri-ca meridional donde la conocen con el nombre despring-boh que significa macho saltarín, dándolelos naturalistas el de Antílope strepsiceros.

Poco después llegó la caravana, cargaron el an-tílope sobre un camello y prosiguieron la marchallegando aquella tarde á la pequeña aldea de Ke-billi, término de su viaje y hospedándose en casade un Mattes á quien los habia eficazmente reco-mendado el Signor Pistolettí.

Allí debían incorporarse con una carayana debuscadores de oro, que según les dijo su huéspedse disponía á salir á los dos ó tres dias.

El proyecto de Mis Dóbora era asomarsa al de-sierto y volver después á Túnez para poder deciral regresar á su patria que habia visto ese granocéano de arena que ocupa el centro de África im-pidiendo con sus terribles y misteriosos peligros

Page 29: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

J. ALVARES PÉREZ.—UN DRA.ltA,'ES EL DESIERTO. 637

que la eienoia y la civilización panefcren en aquelladarte del mundo.

CAPÍTULO XV.

Kebüli.—Riquezas del desierto.—Bscursion nootuma.— AJÍ espiando.—Un verdadero árabe.—Los bedui-nos.—El guía y el bíiluiíio.— Hll matrimonio, — Simi*lia similibas curantur.—Sidi Mohamed Ben-Ab-daU.—Loa jn-elii

Kebilli e3 una paqusña aldea situada á orillasdel lago, y no lejos del desierto de Sahara, queocupn casi una tercera parte del África, y sin em-bargo tiene una gran importancia mercantil.

El des'erto, como toio lo creado, como todo loque es grande, encierra en sus revueltas olas dearanas incalculables riquezas que la insaciableavidez del hombre ha sabido encontrar.

El marfil, las plumas de avestruz, el oro en pol-vo y los preciados rubíes que en la lista de laspiedras preciosas se colocan inmediatamente des-pués que el diamante, se encuentran enere lasabrasadas arenas del desierto mezcladas con loshuesos calcinados de los que diariamente van ábuscarlas.

La principal riqueza de Kebilli consiste en elcomercio de polvo de oro, de cuyo artículo surte álos bazares de Túnez; sin contar las pieles de leóny de pantera, que forman una parle no desprecia-ble de sus rentas.

LA primera idea del viaje se había despertadoen la imaginación de miss Débora al ver, visitandouno'1 de los bazares de Túnez, la inmensa cantidadde oro en polvo que tenia el mercader, y la relaciónque éste hiz > del modo de adquirir tan preciosamercancía.

Desde entonces nació en ella un vehemente de-seo de ver á los buscadores de oro y el viaje quedódecidido.

A la sazón sólo esperaban que la caravanaque debia marchar al desierto estuviera lista, paraacompañarla en su espedicion que debia durar so-los tres dias.

Entre tanto descansaban de las fatigas dol via-je y pasaban una vida que hubiera sido monótonasi la belleza del paisaje y la abundancia de cazales hubiera dado lugar para aburrirse.

Esto en cuanto á miss Débora y G-omez, porqué-mistar Cuignigan, dadas las condiciones de su ca-ráetsr, lo mismo debia divertirse en el desierto queen loa más animados salones de Londres, yMene-ses parecía tan preocupado desde su aventura conel águila, que tampoco podía sentir los ataquesdel fastidio.

Da los moros no hablamos, porque tienen el se-creto de no aburrirse nunca mientras no les faltetabaco y cafó.

Con estos artículos y con la obligación de nohacer nada, puede un moro pasarse dias, semanasy aun meses enteros entregado á contemplacionesabstractas sin sentir un momento de hastío.

Sin embargo, en la caravana habia dos árabesque, preocupados poruña idea fija, robaban no po-cas horas al descanso.

Estos eran el Bicestiuo y Alí.El primero, la misma noche de su llegada,

cuando creyó dormidos á sus compañeros, salió dela casa donde se alojaban, se descolgó por las mu-rallas y corrió largo trecho por el campo hasta lle-gar á un grupo que formaban tres palmeras á dostiros de fusil de la población.

Pero esta vez no estaba solo; Alí habia salidotras él, siguiéndolo paso á paso y ocultándose trasunos matorrales se pitso desde allí á vigilar á sucolega.

Llegando al grupo de palmeras, el Bicestino setendió soBre la tierra, sacó su pipa y empezó á fu-mar.

Así una trns otra pasaron las silenciosas horasde la noche y cuando el alba empezó á teñir depúrpura y nácar el lejano horizonte, Mohametguardó su pipa y regresó á la ciudad seguido siem-pre por Alí.

A la noche siguiente y á la otra sucedió lo mis-mo. Alí estaba desconcertado; no podia comprenderque el Bicestino abandonara el lecho con tantasprecauciones, saltara las murallas y corriera hastalas palmeras p >r el solo gusto de fumar al pió desus elevados troncos, contemplando las estrellas; ysin embargo esto era lo que hacia todas las noches.

A fuerza de astucia, arrastrándose como un rep •til, el honrado Alí habia llegado á establecer suescondite á pocos pasos del Bicestino sin que éste 'pudiera sospechar su presencia.

Al fiírcer dia el Bicestino salió como siemprede la casa, escaló las murallas y corrió hacia laspalmeras seguido por Alí.

Pero esta vez al pió de las esbeltas hijas del de-sierto habia un árabe á caballo.

Envuelto en los magestuosos pliegues de su jai-que, con su larga espingarda en la mano, inmóvilcomo una estatua, sobre su caballo tordo finocomo un galgo, parecía un f antasmajecuestre evo-cado por el genio del África.

Aquel era un verdadero árabe del desierto, unbeduino nacido sobre las abrasadas arenas, cu-bierto por una tienda tejida con pelo de cabra, or-gulloso, libre ó independiente, como lo eran hacemuchos siglos sus antapasados, que vivían comoél bajo el régimen patriarcal.

Los beduinos no pueden en efecto clasificarse enninguna de las castas que forman la población delas naciones de Levante y Berbería.

Page 30: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

638 REVISTA EUROPEA. 19 DE MAYO DE 1878. N.° 221

Su vida errante, su carácter belicoso y aventu-rero los ha librado de toda dependencia, y lo mis-mo hacen pastar sus ganados en las fértiles orillasdel caudaloso Nilo que en las feraces llanuras deGuad-Nun, recorriendo el gran desierto en todossentidos, viviendo un poeo de la agricultura, otropoco de la cria de ganados y mucho del fruto derobos perpetrados en grande escala á las órdenesdel patriarca ó jefe de familia.

En esto los árabes son lógicos; saben que des-cienden del patriarca Abraham cuyo hijo Ismaelfue el primero de la raza.

Saben que el ángel del Señor anunció á Agarque su hijo Ismael sería un vagamundo enemigode todos los hombres, así como todos los hombresserían enemigos de él y de su posteridad.

Creen además que el desierto es suyo y funda-dos en esa creencia ponen á contribución á cuan-tos se establecen ó transitan por él.

De esta suerte se cumplió la profecía, y los hijosde Ismal, conservando puras á través de un perío-do de más de 3.500 años sujraza, su lengua, suscostumbres, su traje y su independencia territo-rial, han llegado hasta nuestros dias siendo azotede los países vecinos, terror de los mercaderes quela codicia impulsa á atravesar el desierto y la ad-miración de los pensadores que no pueden menosde contemplar con asombro á ese pueblo siemprebárbaro, siempre feroz, resistir los estragos deltiempo; y cuando todo cae, se derrumba en tornosuyo, permanecer fuerte, brioso en medio déla general ruina como la gigantesca ceiba que se agitaerguida sobre el bosque que arrasa el huracán.

Un hombre de esta raza era el que esperaba alBicestino al pié de las palmeras.

El guia y el beduino cambiaron un apretón demanos, besáronse después la punta de sus propiosdedos y el segundo, echando pié á tierra, ató su ca-ballo al tronco de una de las palmeras, y se sentóal lado del Bicestino.

Ali, en tanto arrastrándose como una serpiente,fue acercándose poco á poco y sin meter ruidohasta que estuvo en sitio" desde donde con secretoy comodidad podia oir cuanto hablaban los dosmoros.

Mientras esto sucedia en el campo, miss Débora,su padre y sus dos amigos asistían á una intere-sante y curiosa ceremonia que tenia lugar en laciudad.

Tratábase nada menos que del matrimonio deuna hija del Cadí, con uno de los moros más ri-cos de Kebilli.

Dadas las costumbres del pueblo árabe y el pre-eepto religioso que prohibe á las mujeres presen-tarse con el rostro descubierto delante de cualquier

hombre, el matrimonio se contrae á ciegas y porlo tanto es una cosa grave.

Es, como dijo la señorita de Lespinaase, jugaratrevidamente á una lotería; en la cual son muyraros los números premiados.

Entre nosotros, que podemos ver á nuestrasnovias lo mismo á la luz del gas que á la del solsin que ningún velo importuno oculte sus facciones:entre nosotros, que tratamos muchos meses ánuestras futuras antes de darles nuestro nombre,el casamiento es un compromiso sagrado libre-mente contraido, y de cuyo resultado somos losúnicos responsables.

Sucede á veces que el hombre ó la mujer se casanpor interés, por conveniencia, como si hicieran unuegoeio, ó bien por satisfacer un capricho.

En este caso, faltando el amor, ese sentimientoextraño al par que sublime, ese loquillo que salta,rie, baila y se agita en nuestros corazones, hacien-do desaparecer las distancias y embelleciendo lavida, la necesidad de vivir juntos y el deber deamarse produce necesariamente el deseo de hacertodo lo contrario, y entonces el matrimonio es unacosa muy triste; es una condena á cadena perpetua,y sea cualquiera la conducta de los esposos, nin-guno puede con razón quejarse del otro.

Pero los moros que toman sus mujeres aun másá ciegas que los cristianos, encuentran un preser-vativo en el exceso mismo del mal.

No sabemos si el gran profeta MohameJ. c^rsóen las aulas de Esculapio, pero lo que no cabeduda es que conoeia aquel aforismo módico similiasimillibus curantur.-

Mohamet creyé'que una mujer podia ser elenemigo más terrible del hombre, y por eso le haautorizado á tener cuatro legítimas sin perjuiciode aprovechar cuantas pueda mantener.

Hanneman se empeñó en curar las dolenciasfísicas de los hombres administrándoles las medi-cinas en dosis casi inapreciables, y Mahoma paralibrar á sus sectarios del poder del sexo bello lesrecetó considerables dosis de mujer, y la cuestiónquedó resuelta satisfactoriamente.

Cuando un moro piensa en casarse, jamás pien-en su mujer.

Si la que ha elegido no le conviene, toma otra,y queda todo zanjado.

Si una no basta, toma otra, y luego otra y otrahasta encontrar una á su gusto.

Con las mujeres les sucede lo mismo que con laquina. Las intermitentes siempre se curan; la cues-tión es tomar más ó menos pildoras.

Tienen además la ventaja de poder repudiar ásus mujeres legítimas y casarse con otras, lo cualles permite prolongar la experiencia por un tiem-po ilimitado.

Page 31: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

N.° 221 C. SOLSONA. LA NOVIA DEL BOT1CABIO. 639

Y, cosa rara, á pesar de tantas facilidades hayalgunos desgraciados que no encuentran mujer áau gusto.

En Mascara, lugar de Argel, se hizo memorableun marroquí llamado Sidi Mohamed Ben-Abdalá,que murió á los noventa anos por un disgusto quele proporcionó su esposa.

Es decir, la última de sus esposas, porque elbuen señor no habia tenido nada más que noventay cuatro mujeres que le hicieron padre de cin-cuenta hijos.

¡Esto es horrible!Sin embargo, no todos los moros van tan á cie-

gas al matrimonio como pudiera creerse en vistadel anterior ejemplo.

Jamás les falta alguna vieja que haga cerca deellos el mismo oficio que sirvió á Schems-Eddin,el héroe de los cuentos Tártaros, para conocer á labella Zebd-el-Caton, y siempre, sobre poco más ómenos, saben de oidas si la novia es ó no fea.

Como los hombres circulan por las calles con elrostro descubierto, sucede muchas veces que lasmoras se enamoran de ellos y emplean toáa su as-tucia para hacer que las elijan por esposas.

Cuando esto sucede empiezan los preliminaresde la boda, yendo el padre ó un amigo del novio ápedir en debida forma la mano de la. joven elejida,y ajustando de paso el precio que el novio ha desatisfacer por la esposa que piensa adquirir.

Puestos de acuerdo el que ha ido .en representa-ción del novio, paga inmediatamente la mitad delprecio pactado y recita con el futuro suegro el pri-mer capítulo del Coran, con cuya ceremonia quedael ajuste.

Al otro dia reúne el suegro en su casa á susamigos y los del novio y todo#juntos fijan el diade la boda.

Esta fiesta, á la cual no asisten ni el novio ni lanovia, se habia celebrado pocos dias antes de lallegada de los viajeros, que no pudieron presenciarsino el final de la función que empieza el primerdia que concluye el plazo, para terminar tres des-

. pues.JOSÉ ALVAREZ PÉREZ.

(Continuará.)

LA NOVIA DEL BOTICARIO.

Este es el sucedidoque me.contó una tarde, dolorido,triste y sin intención, pobre y sin gracia,un amigo, estudiante de Farmacia.

"Es rubia como el sol. Mujer divina,causa de mi pasión y de mi anhelo;tiene loa ojos del color del cielo,y escultural garganta alabastrina;los labios encendidos;la mano breve tersa y nacarada;en la frente, los rizos suspendidosformando arcos de triunfo á su mirada,y la mejilla hermosa,del color de la nieve y de la rosa....

Al caer de la tarde,cuando se agita la memoria inquieta,y vacila el espíritu cobarde,y el pensamiento ardeen la mente abrasada del poeta,la vi que se cruzaba en mi camino,y que ante mi pasión se detenia,á disipar con su fulgor divinoesa noche fatal del alma mia,eterna maldición de mi destino!jPor qué en aquél momentodominó á la razón el sentimiento'?

Yo la quise decir que la adoraba,que por ella vivia,y el corazón del pecho se saltaba,y mi pupila ardiente enrojeciay la voz en mis labios se apagaba.¿Por qué cuando un amantequiere jurar su amor firme y sincero,aun siendo decidido y arrogantecomo ella esté delantese deja lo mejor en el tintero?Reñida es la batalla,y pierde el alma en ilusiones rica8;más adora el que calla,y ellas hacen más caso al que se explica..,Crucé á su lado, la mandé un suspiro,disitoiulo con arte,la dejé en el estanque del Retiro,y me fui con la música á otra parte

"Mujer encantadora,y de mi corazón reina y señora.Tú sabes de aste afán cómo se siente,pues todas lo sabéis perfectamente.Cómo vive soñando el que enamora,y cómo el sueño que al amor convidaimagen de la muerte, dá la vida!

La vi en un baile y con el son tuidosodel wals suelto y corrido,la referí al oidolo que verá el curioso:

—Me muero, niña, cuando no te veo,suspiro amargo, cuando tú suspiras,

Page 32: REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · los de la línea de estos intereses, encontrarla el ... Habia escrito un tratado en e^te senti-do, que aun estaba en manuscrito á su elección,

640 REVISTA EUROPEA. 19 BE MAYO DE 1878. N.° 221

y me voy á quedar si no me miras,lacio, ojeroso, y delgaducho y feo.

Haró que me presenten en tú casa,tú la reina serás de mi albedrío,y cuando empiece el frióte llevaré á la calle de la Pasa.

Te quiero porque si; buena personami conducta me abona.

Ni al vicio ni al pecado abrió la puerta ,y llevo un dote para tí ganado,treinta duros al mes, café pagado,sastre que fia y... ¡la botica abierta!

Así la dije triste y sin ventura,en alas del amor y del deseo,y ella me contestó: ¡pobre criatura!

—¡Si no quisiera á otro, ya lo creo!"

El estudiante aquel, ambicionabaamar, sentir, por la mujer queridacon el alma y la vida,la finjió en su ilusión y la adoraba;y lo que al fin le sucedió del baileera la quinta vez que le pasaba.

Una mujer vulgar sólo quería,y habiendo tantas en la patria mia,ciego por una, loco, delirante,siempre llegaba tarde el estudiante.

¡Alentar el afán que nos provoca,dar forma á la pasión que nos convida,buscar el ideal con ansia loca,no encontrarlo jamás... esa es la vida!

CONRADO SOLSONA.

Madrid, 1878.

MISCELÁNEA.

TEATROS.

Para la compañía de zarzuela que ha de fun-cionar este verano en el teatro de los jardines delBuen Eetiro, están ya contratadas las Sras. Mo-riones, Peral, Ferreti y Eodriguez, y los señoresFernandez (D. Maximino), Carratalá, Rihuet yBosch.

—La orquesta de la Union Artístico-musical,que bajo la dirección del Sr. Bretón obtuvo tanlisonjero éxito en sus primeros conciertos, verifi-ficará una serie de tres durante la próxima feria,en el teatro del Príncipe Alfonso. En ellos dará áconocer Le Bonetd' Ompale y Faetón, del célebreSain-Saens, autor de la Danse Maeabre; un nuevoconcierto para orquesta y piano, del Sr. Power; el

cálebre quinteto de Schumann, y otras obras deautores españoles, ejecutando también la Gran sinfonla Pastoral.

—El apropósito en dos actos, de D. MiguelEchegaray, titulado: ¡Al Santo, al Sanio! que seestrenó hace pocas noches en el teatro de Apolo,cantinúa mereciendo grandes aplausos del nume-roso público que asiste á su representación. Esuna obra agradable, abundante en chistes y sitúaciones cómicas, en cuya ejecución se distinguenlas Sras. Tuban, Zapatero, Fernandez y García ylos Sres. Morales y Guerra.

En este mismo coliseo, se están ensayando paraofrecerlas al público á la mayor brevedad algunasobras nuevas, éntrelas cuales figuran un drama delSr. Zorrilla, otro del Sr. Zapata y una comediatitulada El don de errar, arreglada del francés porun conocido periodista.

—La compañía Arderius, que en estos últimosdias ha vuelto á poner en escena la popular zarzue-la Los sobrinos del capitán Grant, dispone contoda actividad para la próxima feria la obra deespectáculo Cuento de hadas, con la que obtendrá,á no dudar, grandes entradas, su afortunada em-presa.

—Mr. Parish, actual director del circo de Priceno omite ninguna clase de sacrificios, en su cons-tante deseo de complacer al público. Ayer, dia demoda, presentó una nueva artista, la señoritaAdelina Samelle, muy aplaudida en los principa-les circos extranjeros; y en breve harán tambiénsu debut los notables gimnastas hermanos Leonésy la familia Aguimaff.

Con motivo de las fiestas que tendrán lugar du-rante las ferias, se están preparando nuevos tra-bajos por todos los ifcrtistas, á fin de dar algunasfunciones extraordinarias.

—La preciosa ópera Crispino é la contare, cuyainmejorable interpretación ha proporcionado des-de el primer dia, en el teatro de la Comedia, unaovación merecidísima á los pricipales artistas dela compañía lírica que en él funciona/bajo la di-rección del Sr. Fiorini, y especialmente á esteconcienzudo cantante y á su digna compañera, se-ñorita Ferni, será hoy reemplazada por.ü<« Pas-quale. Celebraremos que en su desempeño halle elpúblico ocasión de tributar á sus intérpretes tanjustificados aplausos como los que ha prodigado ádichos artistas en Crispino é la comare.

El tenor Sr. Stagno, que viene á Madrid poruna corta temporada, cantará en este mismo teatrouna ópera del género ligero, no ejecutada aquí,producción clásica de respetable antigüedad.

Sábado 11 de Mayo.