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REMA Hoja Parroquial Parroquia de la La Inmaculada y San Pedro Pascual de Jaén Domingo III de Adviento Ciclo C 13 de diciembre de 2015 nº 12 La palabra del Bautista des- de el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en mu- chos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando es- cuchamos una llamada radical y no sabe- mos cómo concretar nuestra respuesta. El Bautista no les propone ritos reli- giosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, vivir de forma más humana, de- splegar algo que está ya en nuestro cora- zón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna. Lo más decisivo y realista es abrir nue- stro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El Bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplici- dad y verdad: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple y claro. ¿Qué podemos decir ante estas pal- abras quienes vivimos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada día por sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con toda clase de túnicas y tenemos nuestros frig- oríficos repletos de comida? Y ¿qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan hu- mana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón para tomar con- ciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más hu- manos? Mientras nosotros seguimos preocu- pados, y con razón, de muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que vivimos «cau- tivos de una religión burguesa». El cris- tianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es esta la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro seguimiento a Cristo de valores tan gen- uinos como la solidaridad, la defensa de los pobres, la compasión y la justicia. Por eso, hemos valorar y agradecer mucho más el esfuerzo de tantas per- sonas que se rebelan contra este «cau- tiverio», comprometiéndose en gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo, austero y hu- mano. Repartir con el que no tiene Misericordiae Vultus BULA DE CONVOCACIÓN DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA S.S. PAPA FRANCISCO 17. La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimen- tar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a com- padecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destru- irás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cfr 7,18-19). Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad: « Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. En- tonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: “¡Aquí estoy!”. Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien re- gado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan » (58,6-11). La iniciativa “24 horas para el Señor”, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuares- ma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y en- tre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia seme- jante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el cen- tro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior. Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hace- mos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvide- mos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los peca- dos, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confe- sores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para ex- plicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún senti- do ante la misericordia del Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródi- go, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del pri- mado de la misericordia. Parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual Carretera de Jabalcuz, 2 23002 - JAÉN 953 23 11 08 [email protected] www.facebook.com/inmaculadaysanpedropascual AGENDA PARROQUIAL: 14 LUNES (San Juan de la Cruz) 19 h: Misa 15 MARTES 19 h: Misa 16 MIÉRCOLES 17h: Grupo de Cáritas 17’30 h: Legión de María 19 h: Misa 17 JUEVES 19 h: Misa 18 VIERNES 16’30 h: Catequesis 18 h: Exposición del Santísimo 19 h: Misa 21’30 h: Adoremus en las Bernardas 19 SÁBADO 17 h: Certamen de Navidad de los niños Salón de Actos Colegio Marcelo Spínola 19 h: Misa 20 DOMINGO IV Adviento 9’30 h: Misa 12 h: Misa 19 h: Misa Vienes en silencio y tus pasos, Señor, producen en mi, calma, seguridad y paz. Necesito, Señor, un poco de tu mundo: De tu gozo, para mi corazón triste De tu alegría, para mi alma esquiva De tu mano, en mis caminos inciertos ¡VEN, SEÑOR! Y hazme recuperar la alegría perdida El gusto por vivir, despertando cada mañana La esperanza en tanta hora triste Porque Tú, Señor, eres alegría haz que mis dos ojos brillen con el resplandor de la felicidad con el encanto de la fe con la virtud de la caridad MI ALEGRIA ERES TU, SEÑOR ORACIÓN DEL AÑO DE LA MISERICORDIA Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Rema 131215

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Hoja Parroquial de la Inmaculada y San Pedro Pascual de Jaén

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R E M AHoja ParroquialParroquia de la La Inmaculada y San Pedro Pascual de Jaén

Domingo III de AdvientoCiclo C 13 de diciembre de 2015 nº 12

La palabra del Bautista des-de el desierto tocó el corazón de las gentes.

Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en mu-chos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando es-cuchamos una llamada radical y no sabe-mos cómo concretar nuestra respuesta.

El Bautista no les propone ritos reli-giosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, vivir de forma más humana, de-splegar algo que está ya en nuestro cora-zón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.

Lo más decisivo y realista es abrir nue-stro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El Bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplici-dad y verdad: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple y claro.

¿Qué podemos decir ante estas pal-abras quienes vivimos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada día por

sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con toda clase de túnicas y tenemos nuestros frig-oríficos repletos de comida?

Y ¿qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan hu-mana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón para tomar con-ciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más hu-manos?

Mientras nosotros seguimos preocu-pados, y con razón, de muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que vivimos «cau-tivos de una religión burguesa». El cris-tianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es esta la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro seguimiento a Cristo de valores tan gen-uinos como la solidaridad, la defensa de los pobres, la compasión y la justicia.

Por eso, hemos valorar y agradecer mucho más el esfuerzo de tantas per-sonas que se rebelan contra este «cau-tiverio», comprometiéndose en gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo, austero y hu-mano.

Repartir con el que no tiene

Misericordiae VultusBULA DE CONVOCACIÓN

DEL JUBILEO EXTRAORDINARIODE LA MISERICORDIAS.S. PAPA FRANCISCO

17. La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimen-tar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a com-padecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destru-irás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cfr 7,18-19).

Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad: « Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. En-tonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: “¡Aquí estoy!”. Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien re-gado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan » (58,6-11).

La iniciativa “24 horas para el Señor”, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuares-ma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y en-tre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia seme-jante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el cen-tro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior.

Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hace-mos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvide-mos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los peca-dos, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confe-sores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para ex-plicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún senti-do ante la misericordia del Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródi-go, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del pri-mado de la misericordia.

Parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual

Carretera de Jabalcuz, 223002 - JAÉN

953 23 11 08

[email protected]

www.facebook.com/inmaculadaysanpedropascual

AGENDA PARROQUIAL: 14 LUNES (San Juan de la Cruz)

• 19 h: Misa15 MARTES

• 19 h: Misa16 MIÉRCOLES

• 17h: Grupo de Cáritas• 17’30 h: Legión de María• 19 h: Misa

17 JUEVES• 19 h: Misa

18 VIERNES • 16’30 h: Catequesis• 18 h: Exposición del Santísimo• 19 h: Misa• 21’30 h: Adoremus en las Bernardas

19 SÁBADO • 17 h: Certamen de Navidad de los niños

Salón de Actos Colegio Marcelo Spínola

• 19 h: Misa20 DOMINGO IV Adviento

• 9’30 h: Misa• 12 h: Misa• 19 h: Misa

Vienes en silencio y tus pasos, Señor,producen en mi, calma, seguridad y paz.Necesito, Señor, un poco de tu mundo:

De tu gozo, para mi corazón tristeDe tu alegría, para mi alma esquiva

De tu mano, en mis caminos inciertos¡VEN, SEÑOR!

Y hazme recuperar la alegría perdidaEl gusto por vivir, despertando cada

mañanaLa esperanza en tanta hora triste

Porque Tú, Señor, eres alegríahaz que mis dos ojos brillen

con el resplandor de la felicidadcon el encanto de la fe

con la virtud de la caridadMI ALEGRIA ERES TU, SEÑOR

ORACIÓN DEL AÑO DE LA MISERICORDIASeñor Jesucristo,

tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él.Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.

Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero;a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura;

hizo llorar a Pedro luego de la traición,y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.Haz que cada uno de nosotros escuche

como propia la palabra que dijiste a la samaritana:¡Si conocieras el don de Dios!

Tú eres el rostro visible del Padre invisible,del Dios que manifiesta su omnipotencia

sobre todo con el perdón y la misericordia:haz que, en el mundo, la Iglesia 

sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad

para que sientan sincera compasiónpor los que se encuentran en la ignorancia o en el error:

haz que quien se acerque a uno de ellosse sienta esperado, amado y perdonado por Dios.

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unciónpara que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor

y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobresproclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos

y restituir la vista a los ciegos.Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia,

a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

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PRIMERA LECTURALectura de la profecía de Sofonías 3, 14-18a

Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel, regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. El Señor ha revocado tu sen-tencia, ha expulsado a tu enemigo. El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temas mal alguno. Aquel día se dirá a Jerusalén:«¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas!» El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial.- Is 12, 2-3. 4bed. 5-6R/. Gritad jubilosos: «¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!»

V/. El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salva-ción. R/.

V/. Dad gracias al Señor, invocad su nom-bre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. R/.

V/. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad ju-bilosos, habitantes de Sión: «¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!» R/.

SEGUNDA LECTURALectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses 4, 4-7

Hermanos:Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de

Palabra de Dios para el Domingo

EL EVANGELIO EN CASAAmbientaciónLa esperanza es lo último que se pierde, pero se puede perder. Una persona que renuncia a la esperanza, renuncia a todo. Le da lo mismo vivir que no. No podemos ser personas que aceptemos la derrota o el mal tiempo en nuestras vidas. El signo que más necesita hoy nuestro mundo es el de la esperanza: creemos que otro mundo es posible.Nos preguntamos¿El mundo va a mejor o a peor? ¿Hay motivos para la esperanza? ¿Vamos a la destrucción o a la plenitud que nos da Dios? ¿Necesitamos profetas que nos mantengan despiertos y atentos? ¿Cuál es el mensaje urgente hoy de los profetas?Proclamamos la Palabra: Lucas 3,10-18.Nos dejamos iluminarEl tiempo de Adviento es propicio para mirar adelante. Es un tiempo para ilusionarnos sin dejar de ser críticos ni lúcidos. Nos preguntamos si hay futuro. Si el futuro es algo o es alguien. Juan Bautista es duro con sus contempo- ráneos; pero no cae en el desánimo. Les pide que miren al que viene, a Jesús. Pero les pide también que cambien su vida: ¿qué tenemos que hacer?, ¿estamos dispuestos a cambiar nuestra forma de vivir?Seguimos a Jesucristo hoyEn el seguimiento actual de Jesús nos topamos con dos serias dificultades. Una es la de los que creen que el mundo no tiene remedio, que vamos a la catástrofe; sin embargo, la fe nos dice que el futuro es de Dios y que no de- bemos temer. La segunda es que imaginamos un futuro sin rostro; para el cristiano, el rostro es Jesús.

“Comparte con alegría”gracias, vuestras peticiones sean presen-tadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

EVANGELIOLectura del santo Evangelio según San Lucas 3, 10-18

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:-«¿Entonces, qué tenemos que hacer?»Él contestaba:-«El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.»Vinieron también a bautizarse unos publi-canos y le preguntaron:-«¿Maestro, qué tenemos que hacer nosotros?»Él les contestó:-«No exijáis más de lo establecido.»Unos soldados igualmente le pregunta-ban:-«¿Y nosotros, qué tenemos que hacer?»Él les contestó:-«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino con-tentaos con la paga.»Como el pueblo estaba expectante, y to-dos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les re-spondió dirigiéndose a todos:-«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus san-dalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.

Palabra del Señor.

Queridos fieles diocesanos:1. En vísperas del jubileo extraordinario de la Misericordia podemos

ya captar, si nos detenemos a pensarlo, que Dios quiere acercarse de una forma especial a nuestras vidas, durante este año. No se trata de una metáfora, sino de una gran verdad que nos llena de esperanza, en este Adviento. La historia del amor de Dios con el pueblo de Israel, goza de la

misma actualidad que en tiempos pasados.Tenemos la ocasión, durante este tiempo, camino de la próxima Navidad, para detenernos a pensar cómo el

corazón misericordioso de Dios se fijó en el profeta Isaías, en Juan el Bautista, en su madre Santa Isabel, en el Patriarca san José y muy especialmente en la Virgen María para sus proyectos de salvación. Fueron fieles a su voz y la misericordia de Dios se derramó entre nosotros: El Verbo se hizo carne.

2. Ahora Dios fija sus ojos misericordiosos en ti y en mí no para decirnos al corazón: Prepara tu encuentro navideño, tu encuentro diario con la misericordia de Dios encarnada, el Hijo de Dios hecho hombre, el mayor de los dramas de amor de la historia humana.

La liturgia de la Iglesia nos invita ya, nada más pisar la Puerta Santa de la misericordia, a tener la audacia y decisión de buscar la presencia misteriosa de Dios en el Niño de Belén, en el Portal de la Eucaristía. Penetrar en nuestra interioridad, tierra poco conocida, y cerrados los ojos encontrarnos con la luz de Dios que nos quiere y cuenta con nosotros. Unir nuestros pasos al grupo de pastores de Belén que, vigilantes en la Noche, llegaron hasta el portal, fiándose de la voz de los ángeles.

3. En el “he aquí la esclava del Señor” (Lc 1, 38) de María Virgen podemos contemplar la respuesta de toda la humanidad a la misericordia divina. Desde el corazón abierto de María a la propuesta y a la voz de Dios. Se hizo presente en este mundo la Misericordia. Cristo Jesús pisó nuestro suelo y experimentó en su cuerpo nuestra misma vida.

Junto con María Inmaculada, de su mano, dispongámonos a abrir las puertas de nuestro corazón a la voz y propuestas de Dios en nuestras vidas. Pronunciemos con humildad “nuestro” “sí” a la voluntad de Dios y será Navidad. Irá encarnándose en nosotros la Misericordia divina.

¡Santo Adviento y Feliz Navidad en el Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Dará comienzo, en Roma, el día 8, solemnidad de la Inmaculada, y, en las demás Diócesis de la Iglesia, el día 13, tercer domingo de Adviento. Recibirán información en sus parroquias sobre los actos de apertura en esas fechas y de otros momentos espe-ciales durante el jubileo.

Les saluda en el Señor.

+ Ramón del Hoyo LópezObispo de Jaén

Si quieres recibir esta Hoja Parroquial por correo electrónico, manda un correo pidiéndola a [email protected]

Carta Pastoral: “Abramos las puertas

de la misericordia

El logo del Año Jubilar es un compendio teológico de la misericordia

El logo y el lema del Año Jubilar son una buena síntesis de lo que será este año de la Misericordia. Con el lema “Misericordiosos como el Padre” se propone vivir la misericordia siguiendo  el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar, sino perdonar y amar sin medida.  El  logo  –obra  del  jesuita  Marko I. Rupnik–  se  presenta  como  un  pequeño compendio teológico de la misericor-dia. Muestra, en efecto, al Hijo que carga sobre sus hombros  al  hombre  ex-traviado,  recuperando así una  imagen  muy  apreciada  en  la  Iglesia  antigua,  porque  indicaba el amor de Cristo que lleva a término el misterio de su encar-nación con la redención.

El  dibujo se destaca el Buen Pastor que toca en profundidad la carne del hombre, y lo hace con un amor capaz de cambiarle la vida. El Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la humanidad, pero sus  ojos se confunden con los del hombre. La escena se coloca dentro la mandorla que es también una figura  importante en la iconografía  antigua y medieval por cuanto evoca la presencia de las dos naturaleza, divina y humana, en  Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el externo, sugieren  el movimiento de Cristo que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra  parte, la profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable del amor del  Padre que todo lo perdona.