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QUERIDOS HERMANOS - diocesisdecordoba.com · según mi corazón y mis deseos» (1 Sam 2, 35). En esta hora de gozo y esperan-za para la Iglesia, invito a todos los ... queridos hermanos

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II

QUERIDOS HERMANOSY HERMANAS:

A última hora de la tarde delmartes 19 de abril, en el balcóncentral de la Basílica Vaticana,ventana abierta a la ciudad de Romay al mundo, con emoción en losrostros y calor en los corazones,hemos contemplado la figura bienconocida del nuevo Papa, ilumina-da con una luz nueva. La Iglesia

católica ya tiene un nuevo Padre yPastor, que ha elegido como nom-bre Benedicto XVI. Nuestra transi-toria orfandad ha terminado. Diosha cumplido su promesa: «Yo mesuscitaré un sacerdote fiel, que obresegún mi corazón y mis deseos» (1Sam 2, 35).

En esta hora de gozo y esperan-za para la Iglesia, invito a todos losfieles de la Diócesis a recibir alnuevo Pontífice con espíritu de fe,que es la única forma de respondera las intervenciones de Dios en lahistoria. No dudemos que es elEspíritu Santo quien lo ha puestocomo Cabeza visible de toda laIglesia para regir la casa del Diosvivo. Acojámosle como el que vie-ne en nombre del Señor, porque«nadie se arroga tal dignidad, sinoel llamado por Dios» (Heb 5,4). Elgran acontecimiento que hemosvivido con gozo en la tarde de ayer,no se reduce a un mero relevo ins-titucional, porque como nos enseñael Concilio «la Iglesia terrestre y

la Iglesia enriquecida con los bienescelestiales, no deben ser considera-das como dos cosas distintas, sinoque más bien forman una realidadcompleja que está integrada de unelemento humano y otro divino(...)Esta es la única Iglesia de Cristo(...) que nuestro Salvador, despuésde su resurrección, encomendó aPedro para que la apacentara (cf.Jn 21,17), confiándole a él y a losdemás Apóstoles su difusión y go-bierno (cf. Mt 28,18 ss.)» (LG 8).

Con la proclamación de Su San-tidad Benedicto XVI como Obispode Roma y Pastor de toda la Iglesiacomienza una nueva etapa para lacomunidad cristiana extendida portodo el mundo, en continuidad es-trecha con su fecunda historia re-ciente y lejana, que se remonta has-ta el mismo Jesús. La Iglesia, pordisposición del Señor, está regida

por pastores humanos, el RomanoPontífice, sucesor de Pedro, y losObispos, sucesores de los Apósto-les. Todos ellos sirven a la Iglesiacon sus facultades y talentos paraacrecentar la vida cristiana de todoel Pueblo de Dios. El Papa Bene-dicto XVI, «un sencillo y humildetrabajador en la viña del Señor»como él mismo se presentaba ayertarde ante los fieles, con la graciade Dios, pondrá su sencillez, suhumildad, su finura espiritual yhumana y todas sus extraordinariascapacidades intelectuales en su ser-vicio primacial. Estad seguros deque se entregará sin reservas paraactualizar cada día la misión perma-nente e irrenunciable de la Iglesia,«continuar, bajo la guía del Espíritu,la obra misma de Cristo, quien vinoal mundo para dar testimonio dela verdad, para salvar y no parajuzgar, para servir y no para serservido» (GS 3).

En esta hora de gozo para to-dos los hijos de la Iglesia, exhortoa todos los católicos cordobeses aacoger con cariño y amor y conauténtico espíritu sobrenatural anuestro nuevo Papa, Su SantidadBenedicto XVI. De nuestra acogidaobsequiosa y sincera y de nuestroamor filial al Santo Padre cabe es-perar muchísimos bienes para laIglesia diocesana. Con estas actitu-des, como nos asegura el Conciliohablando de la comunión entre pas-tores y fieles, «se robustece en losseglares el sentido de la propia res-ponsabilidad, se fomenta su entu-siasmo y se asocian más fácilmentelas fuerzas de los laicos al trabajode los pastores.» (LG 37).

Pidamos todos al Señor queguarde y proteja al Papa, que le

«Bendito el que vieneen el nombre del Señor»

COMUNICADO DEL OBISPO DE CÓRDOBA

La Iglesia católica ya tiene unnuevo Padre y Pastor, que haelegido como nombre Bene-dicto XVI

Invito a todos los fieles a reci-bir al nuevo Pontífice con es-píritu de fe... Acojámosle co-mo el que viene en nombredel Señor

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III

conceda salud y ánimo redobladoen su tarea, que su palabra y ejem-plo sirvan para la edificación de laIglesia y de los fieles, que seaprincipio y fundamento visible dela unidad de todo el Pueblo de Diosy que aliente e impulse todo aquelloque la Iglesia puede comunicar ala sociedad actual, la luz de sudoctrina y, sobre todo, la personade Jesucristo, el único salvador y

redentor. El Santo Padre será unaayuda inestimable para que toda laactividad temporal de los fielesquede iluminada por la luz delEvangelio.

Por último, me dirijo a todaslas personas de buena voluntad queaunque no se sientan miembros dela Iglesia, son conscientes de lo queel magisterio del Papa representapara la humanidad inmersa en lacultura de la globalización. Lesinvito humildemente a recibir alnuevo Papa con respeto y con espe-ranza. Si bien es cierto que la mi-sión que Cristo confió a su Iglesiano es de orden político, económicoo social, no es menos verdad, comohemos comprobado en el fecundoPontificado de Juan Pablo II, queel Papa, por cuya voz habla la Igle-sia, desde su propia misión religiosaaporta luces y energías decisivaspara robustecer la unidad de la fa-milia humana, la justicia, la concor-dia y la paz entre los pueblos, cons-tituyendo un vínculo estrechísimoentre las diferentes naciones y co-munidades. En él encontraréis siem-pre fortaleza para luchar por todaslas causas nobles y firmeza interiorpara comprometeros con las justasaspiraciones de la sociedad, particu-larmente de los más pobres. En lapalabra del Papa podréis buscaraliento y orientación para trabajarpor los derechos fundamentales dela persona, de la familia y los impe-

rativos del bien común. En suma,el Papa será para todos fuente in-agotable de energías espirituales delas que tan necesitado está nuestromundo.

En las exequias de Juan PabloII, el nuevo Papa, en su condiciónde Cardenal Decano del Colegiode Cardenales, recordaba el títulode uno de los últimos libros auto-biográficos del Pontífice fallecido,«Levantaos, vamos», y nos decíaque "con esas palabras (Juan PabloII) nos ha despertado de una fecansada, del sueño de los discípulosde ayer y de hoy". En esta tareaempeñará su ministerio. Os recuer-do que son justamente las palabrasque titulan nuestro Plan Diocesanode Pastoral: «¡Levantaos! ¡Vamos!».Retomemos con ánimo ilusionadoen la Iglesia de Córdoba el trabajopor la Nueva Evangelización, uni-dos al nuevo Pastor de toda la Igle-sia. Despertemos de la somnolenciaque esteriliza, del desánimo y de ladesesperanza. Con el nuevo Papa,nos espera una tarea apasionante:

anunciar a Jesucristo en esta socie-dad como camino, verdad y vidade los hombres y única esperanzapara el mundo.

Por mi parte, como Pastor yObispo de esta venerable Iglesiade Córdoba, renuevo de todo cora-zón mi comunión con el RomanoPontífice Benedicto XVI, sucesorde San Pedro. (…) Pido a todos lossacerdotes que en todas las parro-quias y comunidades cristianas secelebre una Eucaristía especial paraagradecer al Señor el regalo de nues-tro nuevo Padre y Pastor y parainvocar sobre él los dones del Es-píritu Santo.

Con ánimo ilusionado, a todosos envío mi saludo fraterno y mibendición.

Benedicto XVI pondrá susencillez, su humildad, su fi-nura espiritual y humana, ytodas sus extraordinarias ca-pacidades intelectuales en suservicio

Pidamos todos al Señor queguarde y proteja al Papa

ESTATUA DE SAN PEDRO, DE ARNOLFO DI CAMBIO, EN LA BASÍLICA DEL VATICANO

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IV

CRÓNICA DEL CÓNCLAVE

LUNES 18 DE ABRILEl lunes comenzaba el Cónclave. Un

total de 115 cardenales procedentes de52 países, en representación de los cincocontinentes, iniciaban el proceso paraelegir al 265 Papa de la historia de laIglesia Católica. Desde la tarde anteriorlos purpurados ya estaban alojados enla Casa Santa Marta. A las 10 de la mañana, en la Basílicade San Pedro, se celebró la Santa Misa«pro eligendo Pontífice» (para la elec-ción del Romano Pontífice), presididapor el cardenal Joseph Ratzinger, decanodel colegio cardenalicio y concelebradapor los demás cardenales. A ella asistie-ron miles de fieles, que rezaron confervor por el Cónclave. La hermosahomilía del todavía Cardenal Decano,recordaba el momento sagrado que sevivía en la Iglesia, la gran responsabilidadde los participantes en la elección yrecordaba en síntesis magistral los retosque la Iglesia y el nuevo Papa tenían pordelante en el mundo actual.

Tras la mañana de oración en tornoa la mesa eucarística, los cardenales setrasladaron de nuevo a la Casa SantaMarta para almorzar. A las 4 de la tarde,reunidos en la Sala de las bendiciones,comenzaba la procesión de todos loselectores hacia la Capilla Sixtina, mar-cada por el profundo recogimiento y lasúplica a Dios mediante el rezo de lasLetanías de los Santos y el Veni Crator(oración al Espíritu Santo).

Una vez en la Capilla Sixtina se iniciópropiamente el cónclave con el jura-mento para la elección del nuevo Ro-

mano Pontífice. El cardenal Joseph Ra-tzinger, como decano del colegio carde-nalicio, pronunció íntegramente y envoz alta la fórmula, que, a continuación,cada Cardenal elector, prestó individual-mente.

A las 17:25, finalizado el juramento,el Maestro de las CelebracionesLitúrgicas, Piero Marini, pronunció elextra omnes, pidiendo que todos losajenos al Cónclave abandonaran la Ca-pilla Sixtina. Continuaron con una me-ditación del Cardenal Tomas Spidlik,S.I., responsable de la meditación últimaantes de proceder a la votación. Desde la plaza de San Pedro, tras laprimera votación, miles de fieles pudie-ron contemplar a las 20:04 de la tarde,el resultado de la primera votación conla fumata negra. Los cardenales se reti-raban a cenar y a descansar a la residenciacercana de Santa Marta. La primerajornada de Cónclave se apagaba con unainusitada expectación.

MARTES 19 DE ABRILA las 7,30 de la mañana, los Carde-

nales celebraron la Santa Misa en la

Capilla de la Residencia. Y a las 9:00 dela mañana, comenzaba ya en la CapillaSixtina la sesión con el rezo de Laudes.Inmediatamente después tuvieron lugarlas dos votaciones previstas según elritual para la mañana. Todo el procesoha estado marcado por una clave, laliturgia; cada momento era precedidopor la súplica a la asistencia divina.

En el atrio de San Pedro la expectaciónde fieles aumentaba, los medios de co-municación retransmitían a todos loslugares del mundo, a las 11:52, el resul-tado de la segunda y la tercera votación:de nuevo fumata negra. Las oracionesde los fieles de todo el mundo, y parti-cularmente en el Vaticano, continuaban.

A las 4 de la tarde, tras el almuerzo,los cardenales se disponían de nuevo en

Estas últimas tres semanas nuestros ojos han estado puestos en Roma. Hemosdespedido con amor filial al que ha sido un padre para todos: Juan Pablo II, elGrande. Y de manera única en la historia hemos asistido al Cónclave, acontecimientosingular en la Iglesia, que en esta ocasión ha estado marcado por la brevedad delmismo. Casi sin espacio a la súplica al Espíritu Santo, la fumata blanca y lascampanas al aire anunciaban una gran alegría: ¡ya hay Papa! Se abrían las ventanasdel Balcón de la Basílica de San Pedro para que pudiéramos ver a Benedicto XVI.Todos estábamos allí, el corazón único de la Iglesia gritaba ¡viva el Papa!, labendición del Padre y Pastor era derramada en toda la Iglesia Universal, y nuestraoración a Dios para que le auxilie en su ministerio subía al cielo, al único cielo.

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V

la Sixtina a la cuarta y si era necesarioquinta votación. La plaza de San Pedrose iba llenando de fieles que esperabancon los ojos puestos en la chimenea delatón y con el corazón suplicante en elcielo. A las 17,50 horas, un tenue humoblanco se distingue a duras penas porel mal tiempo, pero no puede ser de otramanera cuando las campanas de laBasílica repican: ¡Tenemos Papa! Eljúbilo inundó aquella plaza y como unreguero de pólvora la noticia dió lavuelta a toda la Cristiandad. Un gentíode fieles se agolpó a los pies del bacóncentral de la fachada de San Pedro. LaIglesia expectante esperaba ver el rostroy conocer al que iba a ser el Sucesor deSan Pedro y el Vicario de Cristo en latierra.

LOS PRIMEROS MOMENTOSDEL PONTIFICADO

Antes de abrirse el balcón, el nuevoPontífice ha vivido sus primeros momen-tos de Pontificado según establece laConstitución Apostólica Universi Do-minici Gregis.

Tras haber alcanzado los dos terciosde los votos necesarios para ser elegidoPapa, el cardenal Joseph Ratzinger eraya obispo de Roma y sucesor de SanPedro. El último de los cardenales diáco-nos, el italiano Attilio Nicora, llamó ala Capilla Sixtina al Secretario del Cole-gio de los Cardenales, arzobispo Fran-cesco Monterisi, y al Maestro de lasCelebraciones Litúrgicas, Piero Marini.Ambos fueron testigos, junto con los114 purpurados, de cómo el nuevo Papadio el consentimiento para el Pontificado.Se levantó acta de la aceptación del nue-vo Pontífice y del nombre que habíatomado. Dicen que el ya Papa Benedictono pudo contener las lagrimas.

El nuevo Papa, acompañado del Maes-tro de Ceremonias, se dirigió a la sacris-tía de la Capilla Sixtina y se vestía lasotana blanca y la estola papal. Ya reves-tido, regresaba al aula y ocupaba porprimera vez la Cátedra. Junto al restode los cardenales escuchó la palabra deDios, el texto del Evangelio de Mt 16,13-19 («Tú eres Pedro, y sobre esta piedraedificaré mi Iglesia») o Jn 21,15-17 («A-

pacienta mis ovejas»). A continuaciónse rezó la oración por el Sumo Pontífice,tras un instante de oración en silencio: Oh Dios, que en el proyecto de tusabiduría has edificado a tu Iglesia sobrela roca de Pedro, cabeza del colegioapostólico, protege y sostén a nuestroPapa Benedicto XVI, Tú que lo haselegido como sucesor de Pedro, haz quesea para tu pueblo principio y fundamen-to visible de la unidad en la fe y de lacomunión en la caridad.

Los cardenales electores se acercaronuno por uno para expresar un gesto derespeto y obediencia al recién elegidoSumo Pontífice. Al terminar, dierongracias a Dios en la misma Capilla Sixti-na con el solemne canto del himno TeDeum laudámus (a ti Dios te alabamos).Y se trasladaron a la Sala de las bendi-ciones, a cuyo balcón saldría el Papa.

PRESENTACIÓN Y BENDICIÓNA las 18,43 horas se abría la loggía o

balcón central de San Pedro, situadasobre el pórtico de la Basílica de SanPedro y que da a la plaza. El cardenalchileno Jorge Medina, Protodiácono,anunciaba al mundo entero el nombredel nuevo Papa según la fórmula:

Os anuncio un gran gozo, tenemosPapa: el Eminentísimo y ReverendísimoSeñor Joseph Ratzinger, Cardenal de la

Santa Iglesia Romana, quien se ha dadoel nombre de Benedicto XVI. Eran aproximadamente las 18,48 ho-ras cuando el Santo Padre BenedictoXVI se asomó al balcón de la Basílica,precedido por la Cruz, para impartir suprimera Bendición Apostólica Urbi etOrbi (desde la urbe al mundo). Antes,nos dirigió unas breves palabras:"Queridos hermanos y hermanas: Des-pués del gran Papa Juan Pablo II, loscardenales me han elegido a mí, un sen-cillo y humilde obrero de la viña delSeñor. Me consuela el hecho de que el Señorsabe trabajar y actuar incluso con herra-mientas insuficientes y sobre todo meconfío a vuestras oraciones.

En la alegría del Señor Resucitado,confiados en su ayuda permanente, pro-sigamos. El Señor nos ayudará y María,su Madre Santísima, estará a nuestrolado. Gracias".

Fueron sus primeras palabras a losfieles, que respondieron con un calurosoaplauso, corearon el nombre del nuevoPontífice y agradecieron las palabras decariño con las que se refería a Juan PabloII, gritando "Viva el Papa" y prorrum-piendo en aplausos. Ante una plaza llenade banderas de todos los colores, sepresentó nuestro amado Benedicto XVI.

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Biografía de Benedicto XVIEl cardenal Joseph Ratzinger, Papa

Benedicto XVI, nació en Marktl amInn, en la diócesis de Passau (Alema-nia), el 16 de abril de 1927. Su padrefue comisario de la gendarmería yprovenía de una humilde familia deagricultores de la Baja Baviera. Pasóla adolescencia en Traunstein. Durantela II Guerra Mundial fue enviado a lafrontera de Austria. Abandonó elejército alemán en 1945, lo que le pudocostar la vida al ser considerado de-sertor por dejar el frente. En este añofue capturado por el ejército americanoy enviado a un campo de prisionerosde guerra.

ETAPA DE FORMACIÓNTras concluir su formación fue or-

denado sacerdote el 29 de junio de1951. Estudió filosofía y teología enla universidad de Munich y en la es-cuela superior de Filosofía y Teologíade Freising. En el año 1953 se doctoraen Teología con la disertación «Puebloy casa de Dios en la doctrina de laIglesia de San Agustín». Cuatro añosmás tarde obtenía la cátedra con sutrabajo sobre «La Teología de la His-toria de San Buenaventura».

LABOR ACADÉMICATras conseguir el encargo de Dog-

mática y Teología Fundamental en laescuela superior de Filosofía y Teo-logía de Freising, prosiguió la en-señanza en Bonn, de 1959 a 1969,Münster, de 1963 a 1966, y Tubinga,de 1966 a 1969. En este último añopasó a ser catedrático de Dogmáticae Historia del Dogma en la Universi-dad de Ratisbona y vicepresidente dela misma universidad. En 1962 aportóuna notable contribución en el Con-cilio Vaticano II como consultor teo-lógico del cardenal Joseph Frings, ar-zobispo de Colonia.

NUMEROSAS PUBLICACIONESEntre sus numerosas publicaciones

ocupa un lugar particular «Introduc-ción al Cristianismo», recopilación delecciones universitarias publicadas en1968 sobre la profesión de fe apostólica;«Dogma y revelación» (1973), anto-logía de ensayos, predicaciones y re-flexiones, dedicadas a la pastoral. Ob-tuvo una notable resonancia eldiscurso pronunciado ante la Acade-mia Católica bávara sobre el tema

«¿Por qué sigo todavía en la Iglesia?»,en la que afirmaba: «Solo es posibleser cristiano en la Iglesia y no al ladode la Iglesia». En 1985 publica «Infor-me sobre la fe», un auténtico best-

seller mundial, y en 1996 «La sal dela tierra». Ha escrito una breve auto-biografía que lleva por título: «Mi vida.Recuerdos (1927-1977)».

FOTO FAMILIAR, EL PEQUEÑO JOSEPH ES EL PRIMERO DE LA IZQUIERDA.

EN EL SEMINARIO JUNTO A SU HERMANO RECIÉN ORDENADO

JOSEPH RATZINGER, OBISPO DE MUNICH

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VII

LABOR MINISTERIALEl 24 de marzo de 1977, Pablo VI

lo nombró arzobispo de Münchenund Freising. El 28 de mayo siguienterecibía la consagración episcopal. Fuecreado cardenal por el Papa Pablo VIen 1977, a los pocos meses de su con-sagración episcopal.

En 1980 fue relator en la V Asam-blea General del Sínodo de los Obis-pos sobre el tema: «Los deberes de lafamilia cristiana en el mundo contem-poráneo»; a los tres años, 1983, repetíaun papel protagonista como presidentedelegado de la VI Asamblea sinodalsobre «Reconciliación y penitencia enla misión de la Iglesia».

El 25 de noviembre de 1981 fue nom-brado por Juan Pablo II prefecto dela Congregación para la Doctrina dela Fe, presidente de la Pontificia Co-misión Bíblica y de la Pontificia Co-misión Teológica Internacional. Car-gos que ha desempeñado con granfidelidad y brillantez, por encima delos numerosos detractores que se haencontrado en esta tarea no siempregrata.

El 6 de noviembre de 1998 fue elegi-do vicedecano del colegio cardenalicio.El 30 de noviembre de 2002 el SantoPadre aprobó la elección de decanodel colegio cardenalicio, realizada porlos cardenales del orden de los obispos.Fue presidente de la Comisión para

la preparación del Catecismo de laIglesia Católica, que tras seis años detrabajo (1986-1992) pudo presentar alSanto Padre el nuevo Catecismo.

El 10 de noviembre de 1999 recibióel doctorado «honoris causa» en Dere-cho por la Universidad italiana LUM-

UN PAPA SENCILLO

Al nuevo Pontífice se le ha tachadode frío. Sin embargo, al conocer su vida,esa frialdad se torna en sencillez.Cuando el mundo conoció la afición almontañismo de Juan Pablo II y su gustopor el piragüismo, muchos vieron porprimera vez actitudes de cualquierhombre en la vida de un Pontífice dela Iglesia católica. Sin embargo, su su-cesor Benedicto XVI tampoco es, pre-cisamente, un hombre altivo.

Hijo de un gendarme alemán, Joseph,y de una jornalera, María, se crió en elseno de una familia humilde de Baviera.En diciembre de 1932, y por las abiertascríticas de su padre hacia el nacional-socialismo, la familia Ratzinger tuvoque huir y mudarse a un pueblecito alpie de los Alpes. Allí comenzó a cultivarsu afición por el piano y por las compo-siciones de Mozart, afición que hace delPapa un virtuoso de este instrumento.

Fue en la ciudad de Traunstein dondeel joven Ratzinger y su hermano Georgeentraron en el seminario y juntos seordenaron en 1951. En 1943, él y todossus compañeros de clase fueron recluta-dos al Flak, escuadrón antiaéreo delejército nazi. La Segunda Guerra Mun-dial tocaba a su fin y Hitler, nervioso,llamó a todos los jóvenes a filas. En

cuanto pudo, regresó al hogar y al se-minario. Pero cuando el ejército ameri-cano llegó hasta su ciudad, los aliadosidentificaron a Joseph como soldadoalemán y lo enviaron a un campo deprisioneros de guerra. Allí estuvo variosmeses y allí vio cómo su salud se debili-taba día tras día. Pronto salió, se recu-peró y continuó sus estudios de Teología,materia que domina a la perfección.

Benedicto XVI resulta tremendamen-te cercano por su carácter sencillo y casicampechano. Hace pocos años, cuandoera más jóven, no era extraño verle enel metro de Roma como un viajero más.

PORTADA EN LA PRENSA MUNDIAL

CELEBRACIÓN EN LA CATEDRAL DE MUNICH

POR LA PLAZA DE SAN PEDRO

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VIII

SA. Desde el 13 de noviembre de 2000era Académico honorario de la Ponti-ficia Academia de las Ciencias.

Era miembro de la Secretaría deEstado, de las Congregaciones paraslas Iglesias Orientales, para el CultoDivino y la Disciplina de los Sacramen-tos, para los Obispos, para la Evange-lización de los Pueblos, para la Educa-ción Católica; del Pontificio Consejopara la Promoción de la Unidad delos Cristianos y de las Pontificias Co-misiones para América Latina y«Ecclesia Dei». Aunque, por lo quemás se le conoce es por haber sidohasta su elección papal prefecto de laCongregación para la Doctrina de laFe, presidente de la Pontificia Comi-sión Bíblica y de la Pontificia Comi-sión Teológica Internacional.

Todo esto nos habla de su indudablecapacidad intelectual, su enorme pre-paración, su fidelidad y amor a la Igle-sia, en una constante entrega al minis-terio, y su amistad con Juan Pablo II,que le llamaba «hermano», y al querecordó en el balcón de la Basílica deSan Pedro en su saludo y primera ben-dición «Urbi et orbe».

NOMBRE ELEGIDO:BENEDICTO XVI

Al escoger el nombre de BenedictoXVI, el Papa enlaza su pontificadocon dos grandes evangelizadores, elPapa Benedicto XV, y san Benito (enlatín y otros idiomas es el mismo nom-bre), fundador de los benedictinos, ypatrón de Europa.

Si Benito evangelizó la primera EdadMedia, Benedicto XV evangelizó laEdad Moderna. Benedicto XV cuyopontificado tuvo lugar entre 1914-1922,sucedió a Pío X nada más comenzarla I Guerra Mundial. En su encíclicaprogramática, «Ad beatissimi aposto-lorum principis» (1914), lanzó un lla-mamiento por la paz e indagó en lascausas de la guerra. Uno de sus objeti-vos principales fue la formación y lasantificación del clero. Durante la gue-rra desarrolló una intensa actividadasistencial y promulgó el Código deDerecho Canónico. En el campoecuménico instauró en la Iglesia católi-ca la octava de oración para la unidadde los cristianos, en 1916.Ahora, en el inicio del Tercer Milenio,el primer Papa del siglo XXI, retomaesta intensa labor evangelizadora conel nombre de Benedicto XVI y con lamisma misión que el nombre de Cristosea conocido en el mundo de hoy.

Benedicto XVI vivió su primer comonuevo Pontífice. Una misa, reuniones,visitas, firma de documentos... La jor-nada fue bastante ajetreada y en todomomento se encontró arropado porcientos de fieles que le aclamaban.

La primera jornada de Benedicto XVIcomo Papa ha estado marcada por unaserie de actos en los que no ha dejadode estar rodeado de cientos de fieles. Suprimera misa como Papa la celebró a las9:00 horas en la Capilla Sixtina paratodos los cardenales.

Una vez concluida la misa, el nuevoPontífice se subió en su coche y se diri-gió a la gruta de la Virgen de Lourdes,ubicada en el interior del Vaticano,donde pasó unos momentos rezando.

Quiso aprovechar la primera mañanadel pontificado para acudir al edificiode la Congregación para la Doctrina dela Fe, lugar en el que saludó a todas laspersonas que durante 24 años han traba-jado con él. Numerosas personas le re-cibieron con aplausos y gritos de «¡Vivael Papa!». Luego, tuvo tiempo tambiénpara charlar con los cardenales.

Ante las continuas aclamaciones, Be-nedicto XVI se vio obligado a bajarsede su coche para saludar a los fieles ycompartir con ellos unos minutos. Fina-lizado su recorrido matutino, su Santi-dad compartió la comida con algunos

de los colaboradores de la Curia Ro-mana y decidió algunos de los actosprevistos para los próximos días.

Benedicto XVI también tuvo tiempopara visitar la que había sido su antiguacasa, en la plaza de la Citta Leonina. Allí,el Pontífice permaneció varias horas,visitando a los demás inquilinos delinmueble. A la salida del edificio, unamultitud de personas que se encontrabanen la calle comenzaron a aplaudirle y avitorearle. Antes de subir de nuevo a suautomóvil saludó a la gente que le rodea-ba. Acabó su jornada rodeado por fami-lias que querían mostrar su amor por elVicario de Cristo.

PRIMER DÍA DEL PONTÍFICEJUNTO A JUAN PABLO II, DESDE EL CÓNCLAVE DE SU ELECCIÓN (1978) HASTA SUS ÚLTIMOS DÍAS

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IX

Homilía de Benedicto XVI en la misa de iniciooficial de su pontificado

Señores cardenales, venerables her-manos en el episcopado y en el sacer-docio, distinguidas autoridades ymiembros del Cuerpo diplomático,queridos hermanos y hermanas:

Por tres veces nos ha acompañado enestos días tan intensos el canto de lasletanías de los santos: durante los fune-rales de nuestro Santo Padre Juan PabloII; con ocasión de la entrada de los car-denales en cónclave, y también hoy,cuando las hemos cantado de nuevo conla invocación: «Tu illum adiuva», asisteal nuevo sucesor de San Pedro. He oídoeste canto orante cada vez de un modocompletamente singular, como un granconsuelo. ¡Cómo nos hemos sentidoabandonados tras el fallecimiento deJuan Pablo II! El Papa que durante 26años ha sido nuestro pastor y guía enel camino a través de nuestros tiempos.Él cruzó el umbral hacia la otra vida,entrando en el misterio de Dios. Perono dio este paso en solitario. Quien cree,nunca está solo; no lo está en la vida nitampoco en la muerte. En aquellos mo-mentos hemos podido invocar a lossantos de todos los siglos, sus amigos,sus hermanos en la fe, sabiendo queserían el cortejo viviente que lo acom-pañaría en el más allá, hasta la gloria deDios. Nosotros sabíamos que allí seesperaba su llegada. Ahora sabemos queél está entre los suyos y se encuentrarealmente en su casa. Hemos sido con-solados de nuevo realizando la solemneentrada en cónclave para elegir al queDios había escogido. ¿Cómo podíamosreconocer su nombre? ¿Cómo 115Obispos, procedentes de todas las cul-turas y países, podían encontrar a quienDios quería otorgar la misión de atary desatar? Una vez más, lo sabíamos;sabíamos que no estamos solos, queestamos rodeados, guiados y conducidospor los amigos de Dios. Y ahora, en estemomento, yo, débil siervo de Dios, hede asumir este cometido inaudito, quesupera realmente toda capacidad huma-na. ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo serécapaz de llevarlo a cabo? Todos vosotros,queridos amigos, acabáis de invocar atoda la muchedumbre de los santos, re-presentada por algunos de los grandesnombres de la historia que Dios teje conlos hombres. De este modo, también enmí se reaviva esta conciencia: no estoysolo. No tengo que llevar yo solo lo que,en realidad, nunca podría soportar yo

solo. La muchedumbre de los santos deDios me protege, me sostiene y me con-duce. Y me acompañan, queridos amigos,vuestra indulgencia, vuestro amor, vues-tra fe y vuestra esperanza. En efecto, ala comunidad de los santos no pertene-cen sólo las grandes figuras que nos hanprecedido y cuyos nombres conocemos.

Todo nosotros somos la comunidad delos santos; nosotros, bautizados en elnombre del Padre, del Hijo y del Espíri-tu Santo; nosotros, que vivimos del donde la carne y la sangre de Cristo, pormedio del cual quiere transformarnosy hacernos semejantes a sí mismo. Sí, laIglesia está viva; ésta es la maravillosaexperiencia de estos días. Precisamenteen los tristes días de la enfermedad y lamuerte del Papa, algo se ha manifestadode modo maravilloso ante nuestros ojos:que la Iglesia está viva. Y la Iglesia esjoven. Ella lleva en sí misma el futurodel mundo y, por tanto, indica tambiéna cada uno de nosotros la vía hacia elfuturo. La Iglesia está viva y nosotros

lo vemos: experimentamos la alegría queel Resucitado ha prometido a los suyos.La Iglesia está viva; está viva porqueCristo está vivo, porque él ha resucitadoverdaderamente. En el dolor que apare-cía en el rostro del Santo Padre en losdías de Pascua, hemos contemplado elmisterio de la pasión de Cristo y tocadoal mismo tiempo sus heridas. Pero entodos estos días también hemos podidotocar, en un sentido profundo, al Resu-citado. Hemos podido experimentar laalegría que Él ha prometido, después deun breve tiempo de oscuridad, comofruto de su resurrección.

La Iglesia está viva: de este modo ossaludo con gran gozo y gratitud a todosvosotros que estáis aquí reunidos, vene-rables hermanos cardenales y obispos,queridos sacerdotes, diáconos, agentesde pastoral y catequistas. Os saludo avosotros, religiosos y religiosas, testigosde la presencia transfigurante de Dios.Os saludo a vosotros, fieles laicos, inmer-sos en el gran campo de la construccióndel Reino de Dios que se expande en elmundo, en cualquier manifestación dela vida. El saludo se llena de afecto aldirigirlo también a todos los que, rena-cidos en el sacramento del Bautismo,aún no están en plena comunión connosotros; y a vosotros, hermanos delpueblo hebreo, al que estamos estrecha-mente unidos por un gran patrimonioespiritual común, que hunde sus raíces

Precisamente en los tristes díasde la enfermedad y la muertedel Papa, algo se ha manifesta-do de modo maravilloso antenuestros ojos: que la Iglesiaestá viva. Y la Iglesia es joven

MOMENTOS INICIALES DE LA CEREMONIA

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X

en las irrevocables promesas de Dios.Pienso, en fin -casi como una onda quese expande- en todos los hombres denuestro tiempo, creyente y no creyentes.

¡Queridos amigos! En este momentono necesito presentar un programa degobierno. Algún rasgo de lo que consi-dero mi tarea, lo he podido exponer yaen mi mensaje del miércoles, 20 de abril;no faltarán otras ocasiones para hacerlo.Mi verdadero programa de gobierno esno hacer mi voluntad, no seguir mispropias ideas, sino ponerme, junto contoda la Iglesia, a la escucha de la palabray de la voluntad del Señor y dejarmeconducir por Él, de tal modo que seaÉl mismo quien conduzca a la Iglesiaen esta hora de nuestra historia. En lugarde exponer un programa, desearía másbien intentar comentar simplemente losdos signos con los que se representalitúrgicamente el inicio del MinisterioPetrino; ambos signos reflejan tambiénexactamente lo que se ha proclamadoen las lecturas de hoy.

El primer signo es el palio, tejido delana pura, que se me pone sobre loshombros. Este signo antiquísimo, quelos obispos de Roma llevan desde elsiglo IV, puede ser considerado comouna imagen del yugo de Cristo, que elobispo de esta ciudad, el siervo de lossiervos de Dios, toma sobre sus hombros.El yugo de Dios es la voluntad de Diosque nosotros acogemos. Y esta voluntadno es un peso exterior, que nos oprimey nos priva de la libertad. Conocer loque Dios quiere, conocer cuál es el ca-mino de la vida, era la alegría de Israel,su gran privilegio. Ésta es tambiénnuestra alegría: la voluntad de Dios, envez de alejarnos de nuestra propiaidentidad, nos purifica -quizás a vecesde manera dolorosa- y nos hace volverde este modo a nosotros mismos. Y así,no servimos solamente a Él, sino tam-bién a la salvación de todo el mundo, detoda la historia. En realidad, el simbo-lismo del Palio es más concreto aún: lalana de cordero representa la oveja per-dida, enferma o débil, que el pastor llevaa cuestas para conducirla a las aguas dela vida. La parábola de la oveja perdida,

que el pastor busca en el desierto, fuepara los Padres de la Iglesia una imagendel misterio de Cristo y de la Iglesia. Lahumanidad -todos nosotros- es la ovejadescarriada en el desierto que ya nopuede encontrar la senda. El Hijo deDios no consiente que ocurra esto, nopuede abandonar la humanidad a unasituación tan miserable. Se alza en pie,abandona la gloria del cielo, para ir enbusca de la oveja e ir tras ella, incluso

hasta la cruz. La pone sobre sus hom-bros, carga con nuestra humanidad, noslleva a nosotros mismos, pues Él es elbuen pastor, que ofrece su vida por lasovejas. El Palio indica en primer lugarque Cristo nos lleva a todos nosotros.Pero, al mismo tiempo, nos invita allevarnos unos a otros. Se convierte asíen el símbolo de la misión del pastordel que hablan la segunda lectura y elEvangelio de hoy. La santa inquietudde Cristo ha de animar al pastor: no esindiferente para Él que muchas personasvaguen por el desierto. Y hay muchasformas de desierto: el desierto de lapobreza, el desierto del hambre y de lased; el desierto del abandono, de la sole-dad, del amor quebrantado. Existe tam-bién el desierto de la oscuridad de Dios,del vacío de las almas que ya no tienenconciencia de la dignidad y del rumbodel hombre. Los desiertos exteriores semultiplican en el mundo, porque se hanextendido los desiertos interiores. Poreso, los tesoros de la tierra ya no estánal servicio del cultivo del jardín de Dios,en el que todos puedan vivir, sino sub-yugados al poder de la explotación y la

Mi verdadero programa de go-bierno es no hacer mi voluntad,no seguir mis propias ideas, si-no ponerme, junto con toda laIglesia, a la escucha de la pala-bra y de la voluntad del Señory dejarme conducir por Él

Hay muchas formas de desier-to: el desierto de la pobreza,el desierto del hambre y de lased; el desierto del abandono,de la soledad, del amor que-brantado, de la oscuridad deDios, del vacío de las almasque ya no tienen concienciade la dignidad y del rumbodel hombre. Los desiertos ex-teriores se multiplican en elmundo, porque se han exten-dido los desiertos interiores

IMPOSICIÓN DEL ANILLO DEL PESCADORIMPOSICIÓN DEL PALIO

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XI

destrucción. La Iglesia en su conjunto,así como sus Pastores, han de ponerseen camino como Cristo para rescatar alos hombres del desierto y conducirlosal lugar de la vida, hacia la amistad conel Hijo de Dios, hacia Aquél que nosda la vida, y la vida en plenitud. El sím-bolo del cordero tiene todavía otro as-pecto. Era costumbre en el antiguoOriente que los reyes se llamaran a símismos pastores de su pueblo. Era unaimagen de su poder, una imagen cínica:para ellos, los pueblos eran como ovejas

de las que el pastor podía disponer a suagrado. Por el contrario, el pastor detodos los hombres, el Dios vivo, se hahecho Él mismo cordero, se ha puestode la parte de los corderos, de los queson pisoteados y sacrificados. Precisa-mente así se revela Él como el verdaderopastor: «Yo soy el buen pastor [...]. Yodoy mi vida por las ovejas», dice Jesúsde sí mismo (Juan 10, 14s.). No es elpoder lo que redime, sino el amor. Éstees el distintivo de Dios: Él mismo esamor. ¡Cuántas veces desearíamos queDios se mostrara más fuerte! Que actua-ra duramente, derrotara el mal y crearaun mundo mejor. Todas las ideologíasdel poder se justifican así, justifican ladestrucción de lo que se opondría alprogreso y a la liberación de la humani-dad. Nosotros sufrimos por la pacienciade Dios. Y, no obstante, todos necesita-mos su paciencia. El Dios, que se hahecho cordero, nos dice que el mundo

se salva por el Crucificado y no por loscrucificadores. El mundo es redimidopor la paciencia de Dios y destruido porla impaciencia de los hombres.

Una de las características fundamen-tales del pastor debe ser amar a los hom-bres que le han sido confiados, tal comoama Cristo, a cuyo servicio está. «Apa-cienta mis ovejas», dice Cristo a Pedro,y también a mí, en este momento. Apa-centar quiere decir amar, y amar quieredecir también estar dispuestos a sufrir.Amar significa dar el verdadero bien alas ovejas, el alimento de la verdad deDios, de la palabra de Dios; el alimentode su presencia, que Él nos da en elSantísimo Sacramento. Queridos amigos,en este momento sólo puedo decir: ro-gad por mí, para que aprenda a amarcada vez más al Señor. Rogad por mí,para que aprenda a querer cada vez mása Su rebaño, a vosotros, a la Santa Iglesia,a cada uno de vosotros, tanto personalcomo comunitariamente. Rogad por mí,para que, por miedo, no huya ante loslobos. Roguemos unos por otros paraque sea el Señor quien nos lleve y no-sotros aprendamos a llevarnos unos aotros.

El segundo signo con el cual la liturgiade hoy representa el comienzo del Mi-nisterio Petrino es la entrega del anillodel pescador. La llamada de Pedro a serpastor, que hemos oído en el Evangelio,viene después de la narración de unapesca abundante; después de una nocheen la que echaron las redes sin éxito, losdiscípulos vieron en la orilla al Señorresucitado. Él les manda volver a pescarotra vez, y he aquí que la red se llenatanto que no tenían fuerzas para sacarla;había 153 peces grandes y, «aunque erantantos, no se rompió la red» (Juan 21,11). Este relato al final del camino te-rrenal de Jesús con sus discípulos, secorresponde con uno del principio:tampoco entonces los discípulos habíanpescado nada durante toda la noche;también entonces Jesús invitó a Simóna remar mar adentro. Y Simón, que to-davía no se llamaba Pedro, dio aquellaadmirable respuesta: «Maestro, por tupalabra echaré las redes». Se le confióentonces la misión: «No temas, desdeahora serás pescador de hombres» (Lu-cas 5, 1.11). También hoy se dice a laIglesia y a los sucesores de los apóstolesque se adentren en el mar de la historiay echen las redes, para conquistar a loshombres para el Evangelio, para Dios,para Cristo, para la vida verdadera. LosPadres han dedicado también un co-

No es el poder lo que redime,sino el amor. Éste es el distin-tivo de Dios: Él mismo esamor. El mundo es redimidopor la paciencia de Dios y des-truido por la impaciencia delos hombres.

MÁS DE 500.000 FIELES SE DIERON CITA EN LA PLAZA DE SAN PEDRO

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mentario muy particular a esta tareasingular. Dicen así: para el pez, creadopara vivir en el agua, resulta mortalsacarlo del mar. Se le priva de su elemen-to vital para convertirlo en alimento delhombre. Pero en la misión del pescadorde hombres ocurre lo contrario. Loshombres vivimos alienados, en las aguas

saladas del sufrimiento y de la muerte;en un mar de oscuridad, sin luz. La reddel Evangelio nos rescata de las aguasde la muerte y nos lleva al resplandorde la luz de Dios, en la vida verdadera.Así es, efectivamente: en la misión depescador de hombres, siguiendo a Cristo,hace falta sacar a los hombres del marsalado por todas las alienaciones y lle-varlo a la tierra de la vida, a la luz deDios. Así es, en verdad: nosotros existi-mos para enseñar Dios a los hombres.Y únicamente donde se ve a Dios, co-mienza realmente la vida. Sólo cuandoencontramos en Cristo al Dios vivo,conocemos lo que es la vida. No somosel producto casual y sin sentido de laevolución. Cada uno de nosotros es el

fruto de un pensamiento de Dios. Cadauno de nosotros es querido, cada unoes amado, cada uno es necesario. Nadahay más hermoso que haber sido alcan-zados, sorprendidos, por el Evangelio,por Cristo. Nada más bello que cono-cerle y comunicar a los otros la amistadcon él. La tarea del pastor, del pescadorde hombres, puede parecer a veces gra-vosa. Pero es gozosa y grande, porqueen definitiva es un servicio a la alegría,a la alegría de Dios que quiere hacer suentrada en el mundo.

Quisiera ahora destacar todavía unacosa: tanto en la imagen del pastor comoen la del pescador, emerge de maneramuy explícita la llamada a la unidad.«Tengo, además, otras ovejas que noson de este redil; también a ésas las tengoque traer, y escucharán mi voz y habráun solo rebaño, un solo Pastor» (Juan10, 16), dice Jesús al final del discursodel buen pastor. Y el relato de los 153peces grandes termina con la gozosaconstatación: «Y aunque eran tantos, nose rompió la red» (Juan 21, 11). ¡Ay demí, Señor amado!, ahora la red se haroto, quisiéramos decir doloridos. Perono, ¡no debemos estar tristes! Alegrémo-nos por tu promesa que no defrauda yhagamos todo lo posible para recorrerel camino hacia la unidad que tú hasprometido. Hagamos memoria de ellaen la oración al Señor, como mendigos;sí, Señor, acuérdate de lo que prometiste.

¡Haz que seamos un solo pastor y unasola grey! ¡No permitas que se rompatu red y ayúdanos a ser servidores dela unidad!

En este momento mi recuerdo vuelveal 22 de octubre de 1978, cuando el PapaJuan Pablo II inició su ministerio aquíen la Plaza de San Pedro. Todavía, ycontinuamente, resuenan en mis oídossus palabras de entonces: «¡No temáis!¡Abrid, más todavía, abrid de par en parlas puertas a Cristo!». El Papa hablabaa los fuertes, a los poderosos del mundo,los cuales tenían miedo de que Cristopudiera quitarles algo de su poder, silo hubieran dejado entrar y hubieranconcedido la libertad a la fe. Sí, Él cier-tamente les habría quitado algo: el do-minio de la corrupción, del quebranta-miento del derecho y de la arbitrariedad.Pero no les habría quitado nada de loque pertenece a la libertad del hombre,a su dignidad, a la edificación de unasociedad justa. Además, el Papa hablabaa todos los hombres, sobre todo a losjóvenes. ¿Acaso no tenemos todos dealgún modo miedo -si dejamos entrara Cristo totalmente dentro de nosotros,si nos abrimos totalmente a Él-, miedode que Él pueda quitarnos algo de nues-tra vida? ¿Acaso no tenemos miedo derenunciar a algo grande, único, que hacela vida más bella? ¿No corremos el ries-go de encontrarnos luego en la angustiay vernos privados de la libertad? Y to-

davía el Papa quería decir: ¡no! quiendeja entrar a Cristo no pierde nada, nada

-absolutamente nada- de lo que hace lavida libre, bella y grande. ¡No! Sólo conesta amistad se abren las puertas de lavida. Sólo con esta amistad se abrenrealmente las grandes potencialidadesde la condición humana. Sólo con estaamistad experimentamos lo que es belloy lo que nos libera. Así, hoy, yo quisiera,con gran fuerza y gran convicción, apartir de la experiencia de una larga vidapersonal, decir a todos vosotros, queri-dos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cris-to! Él no quita nada, y lo da todo. Quiense da a Él, recibe el ciento por uno. Sí,abrid, abrid de par en par las puertas aCristo, y encontraréis la verdadera vida.Amén.

No somos el producto casualy sin sentido de la evolución.Cada uno de nosotros es elfruto de un pensamiento deDios. Cada uno de nosotroses querido, cada uno es amado,cada uno es necesario

A todos vosotros, queridosjóvenes: ¡No tengáis miedo deCristo! Él no quita nada, y loda todo. Quien se da a Él, re-cibe el ciento por uno

AL FINAL, QUISO SALUDAR DE CERCA A LOS ALLÍ CONGREGADOS