Upload
others
View
1
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
Procedimientos del modo clásico en El auraAgustín Durruty
PUBLICACIÓN SEMESTRAL DEL SEMINARIO UNIVERSITARIO DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICONÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
Licenciatura en Artes Audiovisuales, orientación en Guion, Universidad Nacional de las
Artes (UNA)
Resumen
El siguiente análisis se propone comprender los principios del modo de narración clásico
y su funcionamiento específico en El aura (2005). A partir de la teoría de Bordwell se
procede con el análisis del filme y sus estrategias narrativas, con énfasis en las actividades
cognitivo-perceptuales del observador. Se describen diversos aspectos del filme, como su
estructura según los principios del formato de “historia canónica”, las caracterizaciones y
motivaciones de los personajes, las claves narrativas, la información visual y su relación con
los diálogos, la representación subjetiva, las subversiones estilísticas, la construcción espa-
cio-temporal, los plazos temporales, la identificación y el punto de vista. Se intenta compren-
der cómo el argumento ordena la historia de manera inteligible, subordinando la dimensión
estilística, guiando al espectador en su correcta comprensión y generando tensión dramática.
Palabras clave
Claves narrativas, composición anticipatoria, representación objetiva y subjetiva,
punto de vista, dilación.
Abstract
The following analysis aims to understand the principles of the classical narration mode and
its specific functioning in The aura (2005). Based on Bordwell's theory we proceed with the
analysis of the film and its narrative strategies, with emphasis on the viewer's perceptual-
cognitive activity. Various aspects of the film are described and analyzed, such as its structure
according to the principles of “canonical” story format, character motivations, narrative cues,
visual cues in connection with dialogue, subjective depiction, violation of stylistic assump-
tions, space-time construction, deadlines, identification and point of view. The objective is
to understand how syuzhet structurs fabula in an intelligible way, subordinating the stylistic
level, guiding the viewer in its correct understanding and generating dramatic tension.
Keywords
Narrative cues, anticipatory composition, objective and subjective depiction,
point of view, dilation.
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
Esta es una película sobre mirar,
es una película sobre ser espectador.
Fabián Bielinsky, sobre El aura.
(Porta Fouz, Estudio crítico sobre El aura, 2010, 71-83).
IntroducciónEl siguiente análisis se propone comprender los principios del modo de narración clásico y
su funcionamiento específico en El aura (Fabián Bielinsky, 2005), según la teoría desarrollada
por David Bordwell en La narración en el cine de ficción (Narration in the fiction film, 1985).
A partir de la teoría sobre los modos narrativos y de su aplicación de los conceptos en ca-
sos específicos –particularmente en La ventana indiscreta (Rear window, Alfred Hitchcock,
1954)–,1 se procedió con el análisis de la película y sus estrategias narrativas, tanto en el nivel
formal como en el argumental, con énfasis en las actividades cognitivo-perceptuales del ob-
servador durante su proyección.
Para intentar entender el funcionamiento intrínseco de la película y sus elecciones na-
rrativas se describen y analizan diversos aspectos del filme, como su estructura según los
principios de la “historia canónica”;2 las caracterizaciones y motivaciones de los personajes;
las claves narrativas; los modos en que la información visual es posteriormente ratificada
por el diálogo; los códigos diferenciados de la representación subjetiva; la motivación de las
subversiones estilísticas (más allá de la “motivación artística”); la construcción de un contexto
espacio-temporal coherente y consecuente con la acción; los plazos temporales; el trabajo
del espectador con base en inferencias e hipótesis; la generación de suspenso a partir de la
identificación y el punto de vista; y los efectos de primacía y de novedad.
Procedimientos del modo clásico en El auraAgustín Durruty
1 Bordwell, David, La narración en el cine de ficción, Barcelona, Paidós, 1996, 40-47.2 Bordwell denomina historia canónica al siguiente tipo de estructura: “introducción del escenario y los personajes-explicación del estado de las cosas-la acción se complica-se suceden los acontecimientos-desenlace-fin.” Ibíd., 35.
43A G U S T Í N D U R R U T Y
Con el fin de comprender cómo esta serie de elementos están en función de generar sus-
penso, sorpresa y de construir un relato comprensible y efectivo, se intenta entender la forma
en que el argumento ordena la historia de manera inteligible, subordinando la dimensión
estilística, guiando al espectador en su correcta comprensión y generando tensión dramáti-
ca. Esto puede ayudarnos a entender la influencia del cine de Hollywood en la constitución
de formas narrativas canónicas y las formas específicas en las que estas se implementan en
distintas filmografías.
El aura y el Nuevo Cine ArgentinoHubo tres acontecimientos que marcaron el inicio del Nuevo Cine Argentino (NCA).3 En
primer lugar, la realización del primer ciclo de Historias breves (1995), nueve cortometrajes
producidos por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y realizados por
directores que después se volverían emblemáticos del NCA (Bruno Stagnaro, Adrián Caetano
y Lucrecia Martel, entre otros). En segundo lugar, la presentación de Pizza, birra, faso (Stagna-
ro y Caetano ), en 1997, en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y sus posteriores
distinciones en los Premios Cóndor de Plata, de 1998. Y, en tercer lugar, un momento de con-
sagración con el Premio al Mejor Director para Pablo Trapero, por Mundo grúa, en la primera
edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), en 1999.
Esta nueva generación de realizadores encontró ciertos antecedentes que presentaban
modos alternativos de producción, financiación y representación. Entre ellos, películas como
Picado fino (realizada en 1993, pero estrenada en 1996), dirigida por Esteban Sapir; Labios de
churrasco (Raúl Perrone, 1994); y la influencia de Alejandro Agresti, con películas como El
amor es una mujer gorda (1987) y El acto en cuestión (rodada en Holanda; estrenada en 1993
en el Festival de Cannes y en 1996, en Argentina). A menudo señalada como la inauguración
del NCA, Rapado (1992, estrenada en 1996), dirigida por Martín Rejtman, se transformó en
una película de culto para jóvenes que no se sentían representados en el cine argentino de
la década previa.
Ante los reclamos del sector audiovisual por la falta de fondos, en 1994 se sancionó una
nueva Ley de Cine, que permitió el aumento y la diversificación de los recursos destinados al
fomento del cine, dándole lugar a nuevos realizadores. A su vez, hubo un pasaje del sistema
de coproducción artística típico de los años 80, a la financiación por parte de fundaciones
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
3 Gonzalo Aguilar, Otros mundos. Un ensayo sobre el nuevo cine argentino, Buenos Aires, Santiago Arcos editor, 2010, 14.4 Ibíd., 22
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
44
extranjeras en los años 90. Se trató de un cambio que supuso mayor libertad creativa (aun-
que, más tarde, se problematizaría la cuestión acerca de las nuevas formas de canonización
y estandarización estética que este cambio supuso). Otros factores fueron el desarrollo de
avances tecnológicos y la profesionalización de los realizadores, la mayoría formados en
escuelas de cine. Fabián Bielinsky, por ejemplo, estudió en la actual Escuela Nacional de
Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC).
Los cambios en los modos de producción vinieron acompañados de nuevas formas de
representación. En general, se trabajaba con actores no profesionales (sobre todo, para los
personajes jóvenes), en espacios con mayor fuerza referencial. Gonzalo Aguilar señala cierta
desprolijidad estratégica en la búsqueda de realismo.4 Hubo, a su vez, un cambio en el len-
guaje: de la tendencia a la grandilocuencia y los diálogos sentenciosos a una oralidad más
reconocible y coloquial. Los sujetos representados pasaron a ser los jóvenes y se visibilizaron
sectores sociales marginales que no tenían lugar en el cine hasta ese momento.
Estas nuevas películas alcanzaron rápidamente un lugar de prestigio gracias, en parte, a
cierta alianza con la crítica, ávida de renovación. Esto se dio, sobre todo, por revistas como
El Amante. Dos de los directores más destacados fueron Martel y Lisandro Alonso, con sus
respectivas La ciénaga y La libertad, ambas de 2001. La pluralidad y diversidad de estilos llevó
a la clasificación de los directores en dos grandes grupos: los “realistas” (entre ellos, Caetano
y, sobre todo, Trapero) y los “no realistas” (encabezados por Rejtman). Pero lo que más los
unía era un rechazo general al cine argentino previo –el de los ochenta– y sus directores
más representativos: Eliseo Subiela, Fernando Solanas y Adolfo Aristarain, entre otros (en una
línea que continuaría en directores como Marcelo Piñeyro, Carlos Sorín, Eduardo Mignogna
e, incluso, Bielinsky).
El NCA encontró una “renovación” hacia mediados de los 2000, con directores como
Rodrigo Moreno, Diego Lerman, Juan Villegas y Mariano Llinás. A su vez, comenzaron a
surgir ciertos síntomas de agotamiento del NCA, marcados por la reflexividad –en el caso
de Estrellas (León y Martínez, 2007)– y por la parodia –sobre todo, en UPA! Una película ar-
gentina (Garateguy, Giralt y Toker, 2007)–.5 Posteriormente, varios de los directores del NCA
se adaptaron a estándares de producción institucional, como en los casos de las películas
Relatos salvajes (Szifron, 2014), El clan (Trapero, 2015) o La cordillera (Mitre, 2017), contri-
buyendo tanto a una renovación del cine industrial (con un cine de género y "de autor"; es
P R O C E D I M I E N T O S D E L M O D O C L Á S I C O E N E L A U R A
4 Ibíd., 225 Sergio Wolf, “El Nuevo Cine Argentino no ha muerto”, publicado en el sitio Otros cines, 2008.
45
decir, popular y de prestigio) como generando un giro inesperado y reprochado por algunos
sectores de la crítica.
Bielinsky ocupó un lugar ambiguo dentro del mapa del NCA. Sin dudas contribuyó a una
renovación, pero mantuvo una afinidad muy fuerte con la primacía del argumento del “cine
clásico”, que lo diferenciaba del resto de los realizadores. Como directores de generaciones
anteriores, recorrió un largo camino hasta la realización de su primer largometraje. Previa-
mente, hizo cortometrajes (El péndulo, 1980, y La espera, 1983), publicidad y participó como
asistente de dirección en largometrajes de Sorín y Subiela, entre otros. Narración de las pe-
ripecias de dos estafadores en las calles de Buenos Aires, Nueve reinas (2000) fue recibida
como una película diferente a las películas argentinas del momento. Fue un éxito de público
y de crítica, tuvo su remake en Hollywood, Criminal (Jacobs, 2004), e instaló también a una
estrella, Ricardo Darín, que terminaría de consagrarse de la mano de Juan José Campanella.
El aura, clasificada por la crítica como “thriller psicológico”, marcaba un cambio de tono
respecto a su primera película: menos vertiginosa, con menos humor y un clima “más oscu-
ro”.6 Aunque con menos éxito de público, mantenía la misma precisión, destreza y contun-
dencia narrativa de Nueve reinas, confirmando el talento de Bielinsky, su rigurosidad formal
y agregando elementos más “artísticos” a su cine, tales como la reflexividad y la problema-
tización de la mirada, que ayudaron a consolidar el prestigio de un director cuya muerte
prematura dejó un espacio vacío en el cine argentino.
Las teorías cognitivas.Las teorías cognitivas surgen en la década de los 80. Su principal referente es Bordwell, pero
también incluyen a teóricos como Noël Carroll, Gregory Currie, Torben Grodal, Edward Bra-
nigan, Trevor Ponech o Murray Smith. El principal antecedente que se suele señalar es el de
Hugo Münsterberg, un teórico procedente del campo de la psicología, que en The photoplay:
A psychological study (1916) se especializó en los procesos mentales que suponía la expe-
riencia cinematográfica respecto a la ilusión de movimiento de la imagen fílmica. Como en
Münsterberg, el objeto de estudio de las teorías cognitivas es la recepción del filme, buscan-
do mayor precisión y rigor científico –en un momento en el que las teorías estaban domina-
das por los enfoques del “ala izquierda” lingüístico-semiológica, apoyada en el marxismo de
Althusser, la teoría semiótica del significado de Saussure y la teoría psicoanalítica de Lacan–.
6 Además de secuencias de transición extensas, “tiempos muertos”, escenas en las que se sigue el deambular del per-sonajes.
A G U S T Í N D U R R U T Y
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
46
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
Las teorías cognitivas rechazan la consideración del “cine como lenguaje” de la filmolin-
güística, junto a la abstracción de la teoría psicoanalítica del inconsciente. Rechazan, tam-
bién, el recelo de la teoría semiótica y althusseriana hacia la doxa o el “sentido común”, la
noción posmoderna del “fin de las narrativas” y la “sobrepolitización” general de las teorías,
en favor de una distancia reflexiva y de la noción de progreso científico. Es decir, según los
cognitivistas, la teoría del cine debía ser científica y basarse en confirmaciones empíricas.7
De esta manera, relegan las teorías psicoanalíticas a la interpretación de temas específicos
y a los aspectos emocionales del filme (incluso considerando a algunos de ellos poco aptos
para el enfoque cognitivista).8
Estos autores no toman el cognitivismo como teoría, sino como enfoque, considerando la
semejanza de la representación fílmica con la percepción humana del espacio, y poniendo
énfasis en la recepción cognitiva y en los procesos de representación mental. No se conside-
ra que haya una teoría cognitivista, ya que no todos los autores suscriben las mismas doctri-
nas y esquemas de trabajo. En general, tienden a combinarlas con otras teorías y disciplinas,
pero todos comparten ciertas premisas, como la preocupación por el trabajo racional de
interpretación por parte del espectador y su coincidencia con los procesos cognitivos de la
mente humana.
Bordwell toma el cognitivismo y el constructivismo como ejes de su teoría. Según Bord-
well, las películas ofrecen claves e indicaciones que son percibidas y procesadas por el es-
pectador mediante esquemas (es decir, conjuntos de conocimiento organizado) de distintos
tipos (prototipos, patrones, modelos de procedimiento). Según esta teoría, el proceso de
recepción es completamente dinámico: el espectador aplica esquemas y realiza hipótesis,
asunciones e inferencias. Por eso, Bordwell insiste en señalar el error de ciertas teorías que
consideran al espectador pasivo y objeto de engaño.
Algunas de las características de la teoría de Bordwell son su clasificación en modos
narrativos (clásico, arte y ensayo, histórico-materialista y paramétrico) y la diferenciación de
tres niveles narrativos (historia, argumento y estilo).9La precisión de la teoría de Bordwell y
sus aportes a la comprensión de la narración clásica la hacen especialmente apropiada para
el análisis de una película como El aura, que adquirió y mantiene un lugar privilegiado en
cualquier revisión del cine argentino de los últimos años.
7 Stam, Robert, “Teoría cognitiva y analítica” en Teorías del cine, Barcelona, Paidós, 2001, 278.8 Ibíd., 277. 9 Bordwell toma del formalismo ruso la distinción entre syuzhet y fábula (o “argumento” e “historia”, entendido el primero como la selección y orden de los acontecimientos de la segunda).
P R O C E D I M I E N T O S D E L M O D O C L Á S I C O E N E L A U R A
47
Características generales.Partiendo de las proposiciones preliminares de Bordwell sobre el modo de narración clásico,
en la introducción al desarrollo de su teoría, podríamos pensar El aura como ejemplo para-
digmático. Los personajes están psicológicamente definidos y sus acciones están condiciona-
das por sus caracterizaciones. El protagonista es el taxidermista (Ricardo Darín). Es con quien
compartimos el punto de vista de los acontecimientos y el agente causal principal. Cuando
accidentalmente asesina a Dietrich durante una cacería, el taxidermista intencionalmente de-
cide ocupar su lugar en el entramado de un plan delictivo que debe ir decodificando a partir
de diferentes pistas y claves. El protagonista desencadena causalmente la acción dramática:
sin su participación, el plan se interrumpiría. Después de desentramar una serie de datos que
encuentra en la cabaña secreta de Dietrich, el taxidermista es descubierto por la banda de
delincuentes con el teléfono del hombre asesinado, responsable de la logística del plan. A
partir de allí, trabaja en conjunto con los delincuentes, con un objetivo claramente indicado:
el asalto a un camión blindado que transporta la recaudación semanal de un casino. Pero su
objetivo constante radica en que no se descubra su impostura y en la construcción de una
lógica causal a partir de una serie de datos e inferencias, a modo de detective clásico.
Secuencia de apertura. Primeras escenas.La película está estructurada según los principios de lo que Bordwell llama "historia canóni-
ca": una situación inalterada que es perturbada, resultando en una lucha que se desencadena
con el objetivo de eliminar la perturbación. Empieza con el taxidermista inconsciente en
el piso de la sala de un cajero automático, a modo de prólogo. Es decir, comienza con una
pregunta. Esta es una primera clave narrativa que nos incita a preguntarnos qué le sucedió.
Podríamos inferir, por ejemplo, que ha sufrido un asalto. Sin embargo, no hay claves que
muestren indicios de que haya habido violencia en la escena. Más tarde, la narración confir-
mará que el protagonista sufre ataques epilépticos.
En la secuencia de títulos de apertura, se presenta al taxidermista trabajando de forma-
meticulosa. Su caracterización será reiterada por comentarios de otro personaje: su colega,
Sontag (Alejandro Awada). Vemos en el escritorio de su taller un conjunto de recortes de
artículos periodísticos de la sección de policiales. Como corroboraremos más tarde, el prota-
gonista tiene fantasías recurrentes, casi obsesivas, de asaltos planificados y ejecutados crono-
A G U S T Í N D U R R U T Y
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
48
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
métricamente. En este sentido, la película trabaja de manera similar a La ventana indiscreta:
como señala Bordwell, la información visual es posteriormente ratificada por el diálogo. El
taxidermista es caracterizado en oposición a Sontag que, mediante sus comentarios, nos da
algunas claves del personaje: suele reiterar sus cálculos y fantasías pero, a pesar de la convic-
ción en sus deduccciones, nunca las ejecuta. En los diálogos con Sontag, se nos informa que
el protagonista tiene una mirada atenta y una memoria visual muy desarrollada (representada
después en la narración por medio de inserts en el montaje). Así, vamos asociando al prota-
gonista con una serie coherente de rasgos, cualidades y conductas. A esto se suma una clave
transtextual que influye en la determinación probabilística de las posibilidades dramáticas del
protagonista: está interpretado por Darín. La configuración de los roles de las estrellas de cine
nos predispone a esperar funciones dramáticas prototípicas ajustadas a un papel específico.
En el caso de Darín, es poco probable que nos encontremos con un villano.
La escena en la que el taxidermista y Sontag charlan mientras hacen fila en la adminis-
tración familiariza al espectador con una norma intrínseca de la película: los relatos de las
fantasías y planificaciones del protagonista van a estar escenificados de manera contigua en
el espacio diegético "real". Es decir, la representación subjetiva va a estar diferenciada y co-
dificada por la incidencia de música extradiegética, la voice over del personaje, movimientos
de cámara "excesivos" (paneos que rotan en torno a determinados objetos de interés) y saltos
en el montaje no motivados por el movimiento, sino por el dinamismo de la acción.
Efecto de redundancia. Motivación artística. La invitación de Sontag a la cacería funciona como "llamado a la aventura". Como es típico,
el llamado es rechazado, en principio, por el héroe. El protagonista es abandonado por su es-
posa en la escena posterior, motivando su aceptación del llamado. La ausencia de la mujer es
denotada mediante el efecto de redundancia: el taxidermista la llama sin obtener respuesta,
en el armario falta su ropa, hay una carta en la mesa de luz y el protagonista le miente a su
amigo mientras habla por teléfono. Algunos de estos recursos serán reiterados en la escena
consecutiva al clímax para denotar la ausencia de Diana (la esposa de Dietrich, interpretada
por Dolores Fonzi).
La disrupción estilística de la secuencia de montaje del viaje al sur podría adjudicarse a la
“motivación artística”. Una serie de planos funden los espacios de transición mientras el pro-
tagonista permanece estático, generando una impresión de "parálisis" del personaje respecto
P R O C E D I M I E N T O S D E L M O D O C L Á S I C O E N E L A U R A
49
a su entorno. Esta secuencia resume la temporalidad histórica del traslado del espacio de la
introducción al del desarrollo del resto de la acción, articulando el trayecto de una manera
entretenida y sofisticada, con mayor autoconciencia narrativa y reforzando la identificación
afectiva al incorporar la dimensión de las emociones del personaje al nivel formal de la na-
rración.10
El taxidermista y Sontag se enteran de que no hay vacantes en el hotel donde pensaban
hospedarse. En esta escena se nos brinda una clave narrativa fundamental: se trata de un fin
de semana especial, ya que son los últimos días de actividad del casino de la zona. Más tarde,
este será una de las variables que determinarán la acción, al implicar la impostergabilidad
del conflicto.
Claves narrativas. Motivaciones convergentes. La llegada del protagonista y Sontag a la cabaña de Dietrich nos genera una serie de inte-
rrogantes: ¿Por qué nadie los recibe? ¿Quién está a cargo? ¿Dónde está Dietrich? Junto con
varias claves narrativas: el taxidermista no se registra en el libro de la recepción (es decir,
nada lo va a unir a los hechos); se indica que, gracias a una antena instalada por el casino,
hay señal de telefonía móvil en toda la zona (los teléfonos van a ser un elemento importante
en el desarrollo de las tramas); a los personajes se les indica que nadie va a cazar en la zona
a la que piensan ir (entonces, inferimos que van a estar aislados y que no habrá testigos).
En la escena de la cacería, la narración aporta nuevas claves: el protagonista también tiene
desarrollada su memoria espacial, de manera que es capaz de orientarse en el bosque. Y las
provocaciones de Sontag nos permiten hacer una nueva inferencia sobre el protagonista: es
alguien que necesita probarse, demostrar que es capaz de llevar sus fantasías a la práctica.
Esta es la necesidad dramática del personaje de Sontag: sus interacciones con el protagonista
generan un efecto de redundancia que denota la motivación del taxidermista. Motivación
que difiere de las de los demás personajes: Julio (el hermano de Diana, interpretado por
Nahuel Pérez Biscayart) necesita el dinero para escapar de Dietrich; Urien (Jorge D'Elía),
el miembro de la banda que se encarga del trabajo interno en el casino, quiere cobrar una
deuda de Dietrich; Sosa (Pablo Cedrón) y Montero (Walter Reyno) también deben dinero. Los
personajes tienen distintas motivaciones, pero todas convergen en un mismo objetivo que los
lleva a actuar en grupo (como suele suceder en los denominados heist films).
10 Otra secuencia disruptiva en el plano estilístico es la del tiroteo en Cerro Verde, en la que el punto de vista se mantiene rigurosamente con el protagonista. Se trata de una secuencia larga con relación a su importancia dramática. Esto puede deberse a motivos estructurales (es una secuencia que aporta acción en un punto del argumento alejado de los demás tiroteos). Es, a su vez, una escena que funciona como transición en el arco del personaje (de la fantasía a la acción). Pero resulta interesante, sobre todo, por la reflexividad que propone: el protagonista, como espectador, trata de darle sentido a acciones caóticas, representadas en una serie de planos discontinuos.
A G U S T Í N D U R R U T Y
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
50
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
Representación objetiva y subjetiva. Composición anticipatoria.La representación subjetiva está a disposición del marco objetual de la narración. El proceso
deductivo está representado, como se dijo antes, por medio de imágenes insertadas en las
escenas, que representan la memorización e interpretación por parte del protagonista de di-
versas claves visuales. Los ataques epilépticos están representados en la forma que suele de-
nominarse estilo indirecto libre: la incorporación de la dimensión subjetiva de los personajes
a la narración. El “aura”, una especie de vértigo o mareo previo a los desmayos, se representa
por movimientos de cámara en torno al protagonista, sumados a distorsiones auditivas. Junto
con las escenificaciones de las fantasías del protagonista, estos serían los tres motivos recu-
rrentes de la narración para transgredir la uniformidad estilística. Se trata de los momentos de
mayor nivel de autoconciencia narrativa, además de la secuencia de montaje del viaje al sur
y el tiroteo en Cerro Verde.11 En otras palabras, durante la mayor parte de la narración el estilo
se encuentra subordinado al argumento. Las subversiones estilísticas están motivadas por la
identificación afectiva con el personaje (en el caso de los ataques epilépticos, la memoria
visual y el viaje al sur) y tienen la función de incrementar la tensión dramática (especialmente
en el caso de las fantasías del protagonista) y orientar al espectador en la correcta compren-
sión del argumento. La narración establece estos códigos intrínsecos, que hacen a la compo-
sición anticipatoria: el espectador reconoce la aproximación del ataque epiléptico cuando el
nivel estilístico de la narración representa el aura, generando suspenso. Sin embargo, no se
trata de la típica composición anticipatoria a la que se refiere Bordwell, sino de una variante
subjetiva de la misma: en este caso, más que la anticipación de los movimientos proxémicos
de los personajes, se anticipan procesos internos. Es decir, estas alteraciones formales tam-
bién tienen una motivación realista, ya que sabemos que el corte abrupto a la pantalla en
negro representa la pérdida de conciencia.
Plazo temporal. Dilemas. La película reitera información para dramatizar el efecto del plazo temporal. El taxidermista
escucha una conversación privada entre Diana y Julio. Diana le pregunta a Julio cuándo va
a volver Dietrich. Julio evita responder y ella le pregunta si Dietrich tiene otro lugar. Esta es
una clave que nos ayudará a reconocer la cabaña aislada en el bosque como la oficina de
Dietrich, confirmada con la presencia del trofeo ausente en la recepción (el "colorado de ca-
torce puntas" por el que interrogó el protagonista al ver una foto de Dietrich con un ciervo).
11 Podrían sumarse algunos detalles digresivos como el uso del ralentí, por ejemplo, en la escena en la que el protagonista inspecciona los camiones blindados.
P R O C E D I M I E N T O S D E L M O D O C L Á S I C O E N E L A U R A
51
Julio le dice a Diana que "aguante un fin de semana más". Esta clave se suma al dato de que
estos son los últimos días del casino. El protagonista lo aclara cuando es interrogado por Sosa
y Montero: "es ahora o nunca". En privado, Julio le pregunta al taxidermista si Dietrich va a
volver. El protagonista miente: dice que sí. Este es un ejemplo que muestra cómo hace avan-
zar la acción. El protagonista va a volver a enfrentarse a este dilema por la compasión que
siente por Diana. Estos dilemas dan la pauta de un conflicto interno en el personaje, entre la
empatía por los hermanos y su voluntad de “seguir jugando el juego”. Dan la pauta, también,
de un conflicto en el propio espectador, ya que se siente tanta empatía por Julio como cu-
riosidad por ver el desarrollo del plan delictivo. Cuando Diana le dice que no escapa de los
abusos de su marido porque sabe que siempre la va a encontrar, el protagonista duda. Más
adelante, cuando ve que Julio empieza a ser violento con ella y que su destino puede estar
condenado a un nuevo ciclo de abusos, el taxidermista se apiada de ella y le confiesa que
Dietrich no va a volver.
Tal como Jeff (James Stewart) en La ventana indiscreta, el protagonista de El aura podría
representar de manera reflexiva la actividad cognitivo-perceptual del espectador frente a la
narración. En ninguno de los dos casos se trata de personajes pasivos. El taxidermista, por un
lado, no tiene la capacidad de confrontar físicamente a sus antagonistas. La manera que tiene
de equiparar la relación de fuerzas es operando con la información y con estrategias que lo
sitúan como partícipe necesario del plan. Y, por otro lado, reflejando las propias operaciones
del espectador del cine clásico, realiza de manera continua un trabajo cognitivo. El personaje
está inmerso en una interacción de mutua influencia con el contexto y los personajes que lo
rodean. Realiza asunciones, inferencias, aplica esquemas, ratifica y rectifica hipótesis: cons-
truye sentido y le da coherencia a una serie de signos fragmentados de distinta naturaleza.
Trama de Diana.La línea causal de la trama secundaria de Diana propone una serie de hipótesis a lo largo de
la narración. La información se revela gradualmente en las escenas que el protagonista com-
parte con ella, estableciendo una relación personal. Diana, en un principio, debe aclarar que
Dietrich no es su padre, sino su marido. Esto genera varios interrogantes, sintetizados en una
pregunta que el protagonista le formula: ¿Cómo fue a parar a ese lugar? Diana cuenta que se
casó con Dietrich para escapar de la violencia de su padre. En la secuencia previa, el taxider-
A G U S T Í N D U R R U T Y
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
52
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
mista había espiado a Diana mientras se desvestía, descubriendo marcas de golpes en toda su
espalda. Como espectadores, inferimos que Dietrich es un maltratador. La información visual
es ratificada por el diálogo cuando Diana cuenta su historia. El protagonista había alcanzado
a Diana a la iglesia del pueblo, que utiliza como refugio emocional. Cuando regresan, la
camioneta se queda en el medio de la ruta. Un recurso dilatorio para que personajes que en
circunstancias normales tienen un trato formal se vean obligados a interactuar y a construir
un vínculo. La historia de Diana conmueve al protagonista, que se ve enfrentado al dilema
de confesar o no que Dietrich no va a volver. Se lo confiesa antes de partir hacia el asalto. Al
regresar, sucede una escena similar a la del abandono de su esposa en el segmento inicial.
La subtrama de Diana insinúa una trama romántica. Pero se trata de una trama más bien
"fraternal", de confidentes. Es una relación de complicidad, amarga, no idealizada, más cer-
cana a la primacía de la motivación realista característica de una de las ramas del Nuevo
Cine Argentino, que a la típica trama romántica del cine clásico hollywoodense. El carácter
emotivo de las escenas de esta trama no está enfatizado por la utilización de música extra-
diegética, a diferencia de las escenas de suspenso o transición. A su vez, esto denota una
subversión genérica,12 ya que el personaje de Diana no se corresponde con el prototipo de
la femme fatale, típico del film noir. A diferencia de la femme fatale, Diana es una víctima
pasiva, un tipo relacionado más al melodrama que al policial noir. Sus acciones solo son per-
mitidas y posibilitadas por la voluntad de un hombre, ya sea Dietrich, Julio o el taxidermista.
Efecto de novedad. Dilación. Cuando el taxidermista va a cumplir con su rol durante el asalto (la supervisión de la salida
del camión blindado), se encuentra con la presencia sorpresiva de Urien. El protagonista
había logrado engañarlo en su primer encuentro, pero esta vez va a ser delatado por un
error. El taxidermista había calculado que todo lo que necesitaba de Vega (el participante
del plan que resulta asesinado en la secuencia del tiroteo en la fábrica Cerro Verde) era la
llave a la caja fuerte. Pero Urien le comunica que Vega era el "tercer hombre", el guardia
extra que cuida la caja fuerte del camión blindado los fines de semana largos. Una serie
de inserts (anotaciones sobre el tercer hombre y una foto de Vega vestido de uniforme, que
corrobora la información de Urien) recrean el proceso mental del protagonista, que se da
cuenta de su error: se le escapó un dato. La revelación de esta información genera un efecto
12 Cynthia Tompkins señala una serie de transgresiones genéricas. Ver Tompkins, Cynthia, “Fabián Bielinsky's El aura [The aura]: Neo-noir inscription and subversion of the action image” en Confluencia, vol. 24, University of Northern Colorado, 2008, 17-27. Bielinsky, por otra parte, señala que su voluntad consistía en tomar diversos elementos del género policial y desestructurarlos. Ver Porta Fouz, Estudio crítico..., 79.
P R O C E D I M I E N T O S D E L M O D O C L Á S I C O E N E L A U R A
53
de novedad sobre la trama y sobre el personaje. Sobre la trama, porque no se trata solo de
una complicación: es un punto de inflexión del argumento, generado por el desplazamiento
de la ratificación verbal de la información visual (los inserts de la memoria visual del prota-
gonista fueron claves visuales en una escena anterior). La información es ratificada (para el
espectador y para el protagonista) cuando ya es demasiado tarde. Este punto de inflexión
determina el fracaso del plan. Por otro lado, se genera un efecto de novedad que actualiza
la información sobre el protagonista, fundada por el efecto de primacía (la prioridad que el
espectador le da a las primeras claves narrativas). Hasta este momento, los cálculos y la me-
moria del personaje eran perfectos. A partir de esta escena, inferimos que el protagonista no
es infalible: puede equivocarse. La verosimilitud de su equivocación consiste en que, por un
lado, las confirmaciones verbales de la información visual funcionan de manera "aleatoria".
Es decir, según lo que los demás personajes le preguntan al protagonista. Por otro, porque
el armado del "rompecabezas" no se muestra. Permanece en la subjetividad del personaje.
Solo cuando él habla la narración comunica la información pertinente al espectador y lo
pone a la par del personaje. Frente al detective clásico, el espectador espera que la lógica
final de los acontecimientos se le comunique de manera verbal.
La clave narrativa provista por Urien está seguida de una clave visual. El tercer guardia, que
reemplaza a Vega (es decir, que no forma parte del plan), tiene un rifle. En este momento su-
cede otra complicación: cuando el protagonista se dispone a alertar a sus compañeros, sufre
un ataque de epilepsia. Esta coincidencia resultaría inverosímil si no se tratara de un rasgo
característico y constitutivo del personaje que, a su vez, le da el título a la película. Cuando
despierta, el protagonista se encuentra con que su teléfono se rompió con la caída. El efecto
dilatorio del desmayo acorta el plazo temporal (el tiempo de traslado hacia El Edén, donde
se ejecutará el asalto).
La escena del asalto se representa de manera muy distinta a las que ilustran los planes
y fantasías del protagonista. Tiene el mismo nivel de fragmentación y velocidad, pero con
menos continuidad. Se trata de un desvío del modo clásico justificado por la necesidad de
transmitirle al espectador las sensaciones del personaje y de la situación: confusión y caos, ya
que el contraataque resulta totalmente inesperado para los delincuentes. El efecto disruptivo,
en este caso, no tiene que ver con la necesidad de diferenciar niveles de realidad, sino con la
desorientación propia de la situación. El caos visual está contrarrestado en el plano sonoro,
A G U S T Í N D U R R U T Y
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
54
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
que genera un efecto de distanciamiento que se corresponde con el del protagonista, en
estado de conmoción por la situación.
Identificación. Punto de vista. Hipótesis principales. En la secuencia del enfrentamiento entre los miembros de la banda, volvemos a presenciar
un momento de subjetividad en la narración. El taxidermista, escondido detrás de un árbol,
se imagina a sí mismo disparándole a Sosa antes de, efectivamente, asesinarlo.13 Es una forma
muy efectiva de generar identificación con el protagonista. Un personaje hermético, del cual
no conocemos demasiado. Tenemos datos básicos de su vida personal y de sus motivaciones.
Podemos decir que realiza su trabajo con profesionalismo, que sufre ataques repentinos y que
tiene una peculiar afición por imaginar asaltos ejecutados meticulosamente. La representa-
ción de sus fantasías y el hecho de que se enfrente a personas cuya moral puede resultarnos
reprobable (no se enfrenta a Julio ni a Diana, sino a Sosa, Montero y Dietrich; un maltratador
el último, dos traidores los primeros), enfatizan la empatía del espectador. Esto tiene que ver
con lo que suele denominarse sentimiento humanitario,14 que consiste en la aceptabilidad o
rechazo por parte del espectador del triunfo o fracaso del héroe y del villano, desprendido de
la simpatía y la antipatía por uno y por el otro. Pero el factor fundamental de identificación
es el punto de vista. Ninguna escena prescinde del protagonista, con el que transitamos el
desarrollo de todo el argumento. Y esta es la clave del suspenso. La principal hipótesis que
formula el espectador es a través de una pregunta: ¿será descubierto el protagonista? La pro-
babilidad de que sea descubierto disminuye a medida que avanza la trama, pero el riesgo
aumenta. Cuando el protagonista (y el espectador) tienen pocas claves de la situación, la
probabilidad es alta y el suspenso se genera a partir de las pruebas que el taxidermista debe
superar. Después del segundo punto de inflexión, el suspenso pasa por los enfrentamientos
internos del grupo, la planificación y ejecución del asalto y las hipótesis se formulan en torno
al riesgo de vida. Las hipótesis que la narración propone son exclusivas: el protagonista puede
o no ser descubierto, el asalto puede o no funcionar, el protagonista va o no a salvar su vida.
Comunicabilidad. Omnisciencia. Lagunas causales.A pesar de que la película comienza con un grado bajo de comunicabilidad (el protagonista
despierta después de un ataque, in medias res: no sabemos qué le sucedió), la narración
13 En este caso, la representación subjetiva no está diferenciada en el plano estilístico, permitiendo generar un efecto sorpresivo. Tompkins propone una interpretación psicoanalítica de esta escena (ver Tompkins, “Fabián Bielinsky's...”, 24).14 Definición de Eduardo Sinnott en Aristóteles, Poética, 2009, 87.
P R O C E D I M I E N T O S D E L M O D O C L Á S I C O E N E L A U R A
55
mantiene un grado alto en su totalidad. Las claves narrativas son brindadas al espectador en
la misma medida que al personaje. Hay un grado menor de comunicabilidad en la primera
escena en la cabaña de Dietrich, que se justifica con el rol del detective clásico. La narración
dispone una serie de datos que son recopilados por el personaje. Los planos detalle ilustran
el registro visual de esas imágenes por parte del protagonista. El taxidermista tiene más infor-
mación que el espectador. Él detecta las pistas, él arma las piezas. Y esto genera el suspenso,
ya que no podemos prever si tiene la información necesaria como para no ser descubierto.
El espectador no tiene la información suficiente, en esta serie de planos, como para generar
hipótesis, ya que los datos le resultan inconexos, mostrados de manera apresurada: libretas,
carteles, apuntes, nombres, datos, cifras. Y una clave: un arma escondida detrás del trofeo,
con la que el protagonista se va a defender de Sosa cuando sea traicionado. Es una serie de
datos que el espectador no llega a decodificar. Necesita la ratificación de la información
visual por medio del diálogo. De esta manera, los interrogatorios que sufre el taxidermista no
solo generan suspenso: clarifican el estado de la situación al espectador.15
Entonces, la omnisciencia restringida al punto de vista del personaje (como el confina-
miento al departamento de Jeff en La ventana indiscreta) es la fuente del suspense y de
la sorpresa. La revelación de Urien sobre el "tercer hombre" funciona como anagnórisis,
sorprendiendo al personaje y al espectador. El tiempo de inconsciencia del protagonista se
traduce en elipsis en el argumento. Preguntas en forma de clave como "¿ya está?", "¿se hace?",
"¿cómo es?", dejan afuera al protagonista y al espectador e incrementan la tensión dramática.
Las lagunas causales se van resolviendo sucesivamente (cuál es el plan secreto, por qué
Diana no escapa, quiénes son Sosa y Montero, qué es El Edén, qué es Cerro Verde, etcétera)
y todas se narran con recursos específicamente cinematográficos, por medio de la acción.
Cuando el protagonista le dispara a un hombre, inferimos que es Dietrich por una foto que
lleva con Diana;16 cuando vemos que Sosa lleva un revólver, inferimos que es un hombre
peligroso; cuando el taxidermista llega a su cabaña, apresurado por atender el teléfono que
le sustrajo a Dietrich, y nos encontramos con Sosa y Montero, inferimos que lo descubrieron.
Estilo subordinado al argumento. La narración presenta la información necesaria y pertinente de manera dosificada, sin exce-
sos de redundancia, con el fin de orientar y generar preguntas por parte del espectador. La
15 Y también al protagonista, ya que termina de armar las piezas durante los interrogatorios. Por ejemplo, durante el interrogatorio de Urien: solo cuando su interlocutor da la clave de la deuda el taxidermista comprende el sentido de un número (67 mil) y obtiene la confirmación. Ver Tompkins, “Fabián Bielinsky's...”, 23.16 En este caso, la imagen (la foto con Diana) corrobora la información textual (el nombre de Dietrich en su documento de identidad).
A G U S T Í N D U R R U T Y
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
56
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
construcción del espacio está configurada por la motivación realista y por las necesidades
genéricas y composicionales. Suele apelar a la fragmentación, recortando objetos relevan-
tes en planos detalle. La composición de los planos prioriza las funciones dramáticas. Por
ejemplo, el cartel de los camiones blindados, que funciona como clave: "La llave del co-
fre interior se encuentra en el punto de destino. Los conductores no pueden abrirlo". Esto
genera una hipótesis: la llave que el taxidermista le sustrajo a Vega debe ser para abrir el
cofre. Hipótesis que se reitera de forma visual, con un travelling in hacia el cartel, mientras
el protagonista lo observa y saca de su bolsillo la llave. La narración conduce la mirada del
espectador de manera que nada resulte ambiguo. Por otro lado, la manipulación temporal
es prudentemente selectiva. El argumento respeta el orden cronológico de la historia, el
tiempo de la historia está señalado por subtítulos al comienzo de las secuencias (la acción
transcurre durante una semana), los días ordenan las secuencias. La duración está ligera-
mente expandida en los momentos "auráticos", previos a los desmayos, y resumida en las
secuencias de montaje.
¿Final clásico?Cuando la sangre que cae del interior del camión blindado nos hace inferir que el último
testigo está muerto, el protagonista se retira del lugar. A pesar de disponer de las herra-
mientas y llaves para quedarse con el dinero del cofre, regresa a su trabajo. La última esce-
na, de manera cíclica, es similar a la de la secuencia de apertura. El elemento perturbador
está resuelto y la estabilidad, reconstituida. No parece haber un arco de transformación,
simplemente, la fantasía del protagonista concretada. Al contrario de lo que suponía Son-
tag. Pero la clave podría estar en la profesión del personaje: el taxidermista construye un
disfraz perfecto. Y el plano final es el del perro que lo acompañó en la aventura. El perro
es un motivo recurrente, una suerte de presencia onmisciente en la que el personaje en-
cuentra un espejo o un guía de rango casi espiritual que lo ayuda a reafirmar sus decisiones,
que le asegura que está en el camino correcto. La clave que asegura que el personaje logró
su objetivo último está en ese plano final de la mirada del perro. Por un momento, parece
ser otro animal embalsamado, pero pestañea. No es una perfecta imitación: es un perro
auténtico.
P R O C E D I M I E N T O S D E L M O D O C L Á S I C O E N E L A U R A
57
Conclusiones.La teoría cognitiva fue criticada por una serie de cuestiones, como su excesiva fe en la ciencia
y el progreso; su visión universalista de los públicos (o de un espectador hipotético neutro,
implícitamente masculino, blanco, etcétera); su concepción, en cierta medida naturalista,
del clasicismo;17 sus “lagunas teóricas” con relación a los aspectos emotivos e irracionales;
su negación de las lecturas políticas, culturales e históricas, y su rechazo de la condición
ideológica del filme.
Puede considerarse a la teoría cognitiva excesivamente racional y sus puntos débiles pro-
bablemente sean aquellos en los que se focalizan las críticas. Y, aunque algunas de estas
cuestiones (como señala Stam)18 fueron puestas en cuestión desde las propias teorías cogniti-
vas –algunas de las cuales han tendido (en los casos de Smith y Grodal) a aminorar el enfoque
racionalista de Bordwell–, puede decirse que, sin relacionarse con otras disciplinas y pers-
pectivas teóricas, corren el riesgo de resultar reduccionistas y parciales. Y probablemente no
tengan respuestas a preguntas fundamentales sobre el cine, relativas al gusto, al deseo, a las
reacciones emocionales, a la ideología o a la identificación (Stam señala, además, la noción
de heteroglosia de Bajtín: los niveles de conflicto discursivo que presenta cada obra).
Por otro lado, resulta difícil de rebatir sus puntos fuertes, que consisten en la investigación
y complejización de conceptos como “identificación” (originalmente, más ligado al psicoaná-
lisis) o incluso la división entre comprensión y respuesta emocional. En definitiva, se trata de
una teoría que probablemente resulte poco explicativa del goce que trasciende los procesos
de comprensión, pero brinda herramientas para entender esos procesos que posibilitan aquel
placer. En otras palabras, la respuesta a Bordwell no puede ser la negación de su teoría en
conjunto.
El análisis de una película como El aura a partir de su modo narrativo posibilita la com-
prensión de ciertos sistemas de narración y, a su vez, el carácter específico de ciertas con-
venciones ligadas a un período histórico. Concretamente, en este caso, ligadas a cuestiones
relativas al verosímil instaurado por el NCA y al cambio de paradigma que supuso en el cine
argentino.
El análisis de la narración nos permitió comprender varias cuestiones: que el personaje
protagonista es activo y tiene un objetivo constante que radica en no ser descubierto (siendo
esta la principal fuente del suspenso y de la formulación de hipótesis); la probabilidad de
17 Oubiña, David, “David Bordwell. El imperio cognitivo y el emporio académico” en Kilómetro 111. Ensayos sobre cine núm.7 Teoría contemporánea, Buenos Aires, Santiago Arcos editor, 2008.18 Stam, Teorías del cine, 281 y 282.
A G U S T Í N D U R R U T Y
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
58
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
que sea descubierto disminuye, pero el riesgo de vida aumenta; la información visual es
ratificada posteriormente por el diálogo; la narración propone normas intrínsecas para la
representación subjetiva; el uso reiterado de una serie de recursos como las claves visuales
y la composición anticipatoria; los dilemas que denotan un conflicto interno en el protago-
nista; la trama de Diana como transgresión genérica; la revelación del “tercer hombre” como
efecto de novedad simultáneo sobre la trama y sobre el personaje principal, por medio del
desplazamiento de la ratificación verbal de la información visual; el proposito de la variación
de los grados de comunicabilidad (y el doble papel de los interrogatorios: generar suspenso
y transmitir información), siendo la omnisciencia restringida al punto de vista del personaje
lo que posibilita el suspenso y la sorpresa; los efectos de la dilación sobre el plazo temporal
en la secuencia final; la ambigüedad en la decisión del punto de vista con relación a la iden-
tificación; y, finalmente, una serie de subversiones estilísticas con tres motivos recurrentes (la
representación del proceso deductivo, los momentos previos a los desmayos y las fantasías
del protagonista) y tres excepciones (la secuencia del viaje al sur, la secuencia de Cerro Verde
y la escena del tiroteo durante el robo del camión).
Podríamos arriesgar que lo más interesante de este ejercicio es la detección de los límites
interpretativos de ciertas teorías aplicadas a determinadas películas. Podemos tomar como
ejemplo los momentos “auráticos”. ¿A qué se deben? O, ¿por qué los ataques epilépticos
suceden cuando suceden? Comprendemos que los dos primeros ataques están situados de
manera “aleatoria” para justificar la "casualidad" en la coincidencia del tercer ataque con el
segundo punto de inflexión en uno de los momentos de mayor intensidad dramática. El pri-
mero, en el punto de ataque, está situado para estimular desde el comienzo la actividad del
espectador. Y podemos entender al segundo como un emblema de la película, en una escena
que condensa los motivos centrales del filme: el bosque, la cacería, el aura, la soledad del
protagonista en un entorno desconocido y hostil. El tercero es un obstáculo, una fuerza que
se opone a la voluntad del protagonista en un momento decisivo. Pero, desde un punto de
vista interpretativo, ¿esconden algún sentido en otro nivel?
O tomemos los fundidos encadenados del viaje al sur, que denotan la flaqueza del con-
cepto de motivación artística: ¿cómo interpreta el espectador ese fundido (más allá de la
ostentación o del exceso estilístico, que Bordwell considera característicos del modo de arte
y ensayo)? Oubiña señala la noción de exceso estilístico como resto incatalogable.19 El exceso
19 Oubiña, “David Bordwell...”, 83.
P R O C E D I M I E N T O S D E L M O D O C L Á S I C O E N E L A U R A
59
sería una especie de “satélite decorativo”, un elemento que excede, justamente, la clasifica-
ción. En el caso de esta secuencia, se trata de una subversión que se diferencia de las demás,
ya que no tiene una motivación realista (no se corresponden con aspectos objetuales de la
narración), ni composicional (no son simplemente fundidos de transición), ni transtextual (no
tienen que ver con convenciones del género). A parte, no tienen una función dramática. Ni
tampoco terminan de explicarse en su papel argumental de resumir la historia. ¿Se trata de
un efecto de redundancia que reitera el carácter o estado emocional del protagonista? ¿Es
una manera de establecer un clima emocional, o de reforzar la identificación afectiva en el
preámbulo del desencadenamiento de la trama?
El paneo final que culmina en el primer plano del perro es otro “desvío”. Ese movimiento
no está motivado por la acción ni por los personajes. Puede interpretarse como comentario
narrativo, pero resulta atípico que una narración clásica culmine de esta manera (interrum-
piendo la lógica causal de las acciones denotando la "notoria autoridad externa” mediado-
ra).20 Es un plano cuya opacidad en la significación (que va más allá de la anécdota de que
el taxidermista se haya llevado al perro a su hogar) necesita de otro tipo de enfoque para ser
comprendido.
La cuestión estilística, aun en una película que opera sobre todo mediante procedimientos
clásicos, no puede quedar relegada en el análisis. Tal vez sea justamente la “subversión” esti-
lística aquello que causa fascinación en el espectador en una escena argumentalmente poco
relevante como la del tiroteo en Cerro Verde.21 Y quizás por eso sea el "clima" aquello que
más queda grabado en la memoria del espectador.
20 Bordwell, David, La narración en el cine de ficción, Paidós, Barcelona, España, 1996, 210.21 Porta Fouz, Estudio crítico..., 74.
A G U S T Í N D U R R U T Y
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61
60
MONTAJES, REVISTA DE ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
Bibliografía.
Aguilar, Gonzalo, Otros mundos. Un ensayo sobre el nuevo cine argentino, Buenos Aires, Santiago
Arcos editor, 2010.
Aristóteles, Poética (traducción, notas e introducción de Eduardo Sinnott), Colihue, Buenos Aires,
Argentina, 2009.
Bordwell, David, La narración en el cine de ficción, Barcelona, Paidós, 1996.
Oubiña, David, “David Bordwell. El imperio cognitivo y el emporio académico”. Kilómetro 111.
Ensayos sobre cine núm.7 Teoría contemporánea, Buenos Aires, Santiago Arcos editor, 2008, 71-87.
Porta Fouz, Javier, Estudio crítico sobre El aura, Buenos Aires, Picnic editorial, 2010.
Stam, Robert, “Teoría cognitiva y analítica”, en Teorías del cine, Barcelona, Paidós, 2001, 273-285.
Tompkins, Cynthia, “Fabián Bielinsky's El aura [The aura]: Neo-noir inscription and subversion of
the action image”. Confluencia, vol. 24, University of Northern Colorado, 2008, 17-27.
Wolf, Sergio, “El Nuevo Cine Argentino no ha muerto”, publicado en el sitio Otros cines, 2008. Disponible
en: https://www.otroscines.com/nota-201-la-estetica-el-nuevo-cine-argentino-no-ha-muerto
Filmografía.
Rear window, La ventana indiscreta, Alfred Hitchcock, 1954, Estados Unidos.
El aura, Fabián Bielinsky, 2005, Argentina.
Referencias sobre Nuevo Cine Argentino.
El péndulo, Fabián Bielinsky, 1980.
La espera, Fabián Bielinsky, 1983.
El amor es una mujer gorda, Alejandro Agresti, 1987.
Rapado, Martín Rejtman, 1992.
El acto en cuestión, Alejandro Agresti, 1993.
Picado fino, Esteban Sapir, 1993.
Labios de churrasco, Raúl Perrone, 1994.
Historias breves, vv. aa., 1995.
P R O C E D I M I E N T O S D E L M O D O C L Á S I C O E N E L A U R A
61
Artículo recibido 12 de noviembre de 2017 y aprobado 22 de enero de 2018
Pizza, birra, faso, Adrián Caetano y Bruno Stagnaro, 1997.
Mundo grúa, Pablo Trapero, 1999
Nueve reinas, Fabián Bielinsky, 2000.
La ciénaga, Lucrecia Martel, 2001.
La libertad, Lisandro Alonso, 2001.
Estrellas, León y Martínez, 2007.
UPA! Una película argentina, Garateguy, Giralt y Toker, 2007.
Relatos salvajes, Damián Szifron, 2014.
El clan, Pablo Trapero, 2015.
La cordillera, Santiago Mitre, 2017.
A G U S T Í N D U R R U T Y
NÚMERO 006 ENERO-JUNIO DE 2018, P. 41-61