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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente Departamento de Educación y Valores Maestría en Gestión Directiva de Instituciones Educativas La Función Directiva en la Organización Educativa Número 1 Publicación interna Primavera del 2014 Equipo Coordinador de la MGDIE de ITESO Comité Editorial Miguel Angel Díaz Delgado (ITESO) María del Carmen Márquez Ramírez (Secretaría de Educación Pública, Veracruz) Publican en éste número: Gabriela Carranza Aviña Noa Rahel Castañeda Ibarra Ana Teresa Escamilla Peza José de Jesús Mares Sánchez Evaristo Carlos Miges Marín Gabriela Yuritzi Morales Hernández Maestría en Gestión Directiva de las Instituciones Educativas

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Instituto Tecnológico y de Estudios

Superiores de Occidente

Departamento de Educación y Valores

Maestría en Gestión Directiva de

Instituciones Educativas

La Función Directiva en la

Organización Educativa

Número 1

Publicación interna

Primavera del 2014

Equipo Coordinador

de la MGDIE de ITESO

Comité Editorial

Miguel Angel Díaz Delgado

(ITESO)

María del Carmen

Márquez Ramírez

(Secretaría de Educación

Pública, Veracruz)

Publican en éste número:

Gabriela Carranza Aviña

Noa Rahel Castañeda Ibarra

Ana Teresa Escamilla Peza

José de Jesús Mares Sánchez

Evaristo Carlos Miges Marín

Gabriela Yuritzi Morales Hernández

Maestría en Gestión Directiva de las

Instituciones Educativas

Editorial

En vísperas de la primavera del 2014, a través de la

asignatura La Función Directiva en la Organización

Educativa, de la Maestría en Gestión Directiva de

Instituciones Educativas en *ITESO los alumnos

desarrollaron una serie de textos académicos sobre la

dirección escolar, que se construyeron bajo la idea de poner

a prueba teorías y prácticas por medio de la reflexión y

variados ejercicios dialógicos.

La función directiva profesional y/o de aspiración fue la

base con la que que el grupo de maestría abordó el objetivo

de la asignatura: Analizar los principios y paradigmas

referentes a la función directiva y revisar los estilos propios

de actuación (…) logrando como trabajo final, esta

compilación de textos académicos sobre la dirección

escolar; tema central que, cuando menos desde los años

noventa del Siglo pasado en América Latina se ha

desenvuelto como un fenómeno de comprensión del

devenir de las organizaciones educativas.

Presentamos una publicación en dos números, los cuáles

se proyectan hacia la posterior colocación en revistas

académicas. El primer número, que tiene Usted en sus

manos, consta de seis textos hilados por la reflexión

praxiológica de la dirección escolar, su concepto, sus

dimensiones y su práctica, arrojando conclusiones sobre las

implicaciones de la misma si se le relaciona con

características de liderazgo y eficacia. Reconocemos que

éstos son mejorables, pero que en contraparte ofrecemos el

producto de un esfuerzo sostenido durante tres meses.

Miguel Angel Díaz Delgado

Profesor del *Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de

Occidente (ITESO).

Reflexión integral sobre las dimensiones de la función

directiva y el liderazgo escolar, hacia un trabajo colegiado.

Gabriela Carranza Aviña

Pueden existir muchos estilos de dirección, pues la manera

de dirigir está condicionada la mayoría de las veces por las

propias características del director, las personas a las que

dirige y el contexto en el que lo hace, de hecho el contexto

es en muchas veces determinante para definir cómo se

dirige a la institución. A continuación, se analizarán algunas

de las dimensiones de la función directiva, como parte de

ese contexto.

El director escolar y el contexto: las dimensiones de la

función directiva.

Existen muchas dimensiones de la función directiva, pero

en el curso la función directiva en la organización educativa

se optó por seleccionar aquellas que se consideraron de

mayor importancia: el de la administración, la dimensión

pedagógica, la de la promoción y cultura institucional, la de

evaluación y mejora continua y la de las relaciones

interpersonales como una dimensión transversal. A

continuación se hace una breve descripción de lo que se

entiende por cada uno de ellas.

Dimensión de la administración. Según Murillo (2006) Un

director escolar, debe velar por el buen uso de los

materiales, preocuparse por los presupuestos, los horarios,

el personal administrativo y por responder a las demandas

de información de los demás, entre otros. No por estar en

primer lugar, se considera prioritaria dicha dimensión, debe

ir a la par con la pedagógica.

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Algunos directores, parecen tener poco tiempo para tomar

decisiones sobre cuestiones pedagógicas y tienden a

involucrarse únicamente como respuesta a una crisis o a

una demanda concreta. El ámbito pedagógico, es

fundamental en la función directiva aunque aquí se

mencione en segundo lugar.

Al hablar de la dimensión pedagógica se hace referencia a

aquellas funciones en que el director, muestra su

preocupación por la eficacia de los programas, por mejorar

las competencias del personal docente y por desarrollar

procedimientos para llevar a cabo las tareas que aseguran

el éxito de los programas.

En la dimensión de la promoción de la cultura institucional,

el director escolar debe definir, fortalecer y articular aquellos

valores, creencias y raíces culturales que dan a la escuela

su identidad única. En el mundo actual, existen tantas

opciones formativas como escuelas para los alumnos; todos

los centros obligados a seguir ciertos programas, por lo que

la cultura institucional representa un punto clave para

cualquier instituto de educación. Algunas de las actividades

asociadas implican la sociabilización, el transmitir cómo

funciona el centro, desarrollar y manifestar un sistema de

símbolos a lo largo del tiempo, y recompensar a quienes

reflejan esta cultura.

La dimensión de evaluación y

mejora continua se ve

relacionada con un tipo de

liderazgo transformacional que

requiere el director del

centro educativo; ya que la

evaluación supone la posterior

búsqueda de medios para generar las mejores soluciones a

los problemas de la escuela, para desarrollar en los

profesores compromisos con la puesta en marcha de esas

soluciones y para fomentar el desarrollo del personal

(Murillo, 2006).

Como una dimensión transversal, se encuentra el ámbito de

las relaciones interpersonales. En esta dimensión, el

director concede importancia a las relaciones humanas, a la

competencia interpersonal y a las técnicas de motivación

instrumental. Se dedica a apoyar, animar y proporcionar

oportunidades de desarrollo profesional a los miembros de

la organización. Promueve la creación y mantenimiento de

una moral de centro y utiliza este proceso para la toma de

decisiones participativa.

De las cinco dimensiones señaladas anteriormente, se

puede entender, que un director escolar necesariamente

debe ser un líder, que de preferencia, sepa conjurar

diversos tipos de liderazgo; según las observaciones y

prácticas para este trabajo, se considera de suma

importancia traer a mención el tema del liderazgo

participativo.

Aunque un director quisiera hacerlo todo, tener el control de

cada aspecto o asegurar que la escuela marche a la

perfección según sus objetivos, es necesario, que

reconozca su tipo de liderazgo, con sus limitaciones

personales y que, desarrolle una forma de liderar en la que

los demás miembros de la comunidad educativa estén

comprometidos e implicados en la marcha, el

funcionamiento y la gestión de la escuela. Entender esto,

supone mucho más que una remodelación de tareas,

significa un cambio de cultura, para aprovechar las

habilidades de los otros en una causa común, de tal forma

4 3

que el liderazgo se manifiesta en todos los niveles (Harris y

Chapman, 2002, en Murillo 2006, p. 25).

El trabajo colegiado

El trabajo colegiado es un tema poco asimilado, novedoso

en algunos aspectos, no obstante de suma importancia ya

que supone una profunda redefinición del papel del director

quien, en lugar de ser un mero gestor burocrático, pasa a

ser un agente de cambio que aprovecha las competencias

de los miembros de la comunidad educativa en torno a una

misión común. Esta capacidad del director, para “compartir

el liderazgo con su equipo e integrar a los maestros en

ciertos procesos de toma de decisiones compartida”

Maureira (2006, p. 2) implica involucrar a todos los

miembros de la institución escolar hacia los objetivos

comunes, además de hacerles parte de la misma definición

del rumbo, que estén en sintonía con el equipo directivo en

esos objetivos, que se haga un trabajo en conjunto. Ofrece

la oportunidad de reforzar el compromiso profesional

docente con la tarea pedagógica para generar situaciones

de enseñanza hacia la construcción de conocimientos por

parte de los alumnos.

Permite construir prácticas democráticas y de paz en la

solución de conflictos internos, a través de la participación y

el diálogo, contribuyendo así a la formación de los alumnos

como ciudadanos.

El trabajo colegiado es una oportunidad de mejorar la

calidad de la experiencia educativa cotidiana en la escuela

al propiciar espacios que permitan la claridad de objetivos

de la institución y del trabajo docente; al favorecer las

relaciones interpersonales más humanas, solidarias,

democráticas en la escuela. Implica proveer a los maestros

de herramientas necesarias para que se vayan enfrentando

a los cambios que les supone el contexto, a fin de resolver

satisfactoriamente los problemas de enseñanza.

Por tanto, el trabajo en el colectivo escolar es un medio

fundamental para conformar un equipo académico capaz de

dialogar, concertar, compartir conocimientos, experiencias y

problemas en torno a asuntos de interés común en un clima

de respeto y tolerancia; con la finalidad de logar un sistema

educativo valioso en el desarrollo de actitudes y valores

para la vida en sociedad.

De ahí que el puesto del director en las instituciones

educativas es clave tanto para promover y desarrollar

innovaciones como para dificultar y deshacerlas.

El liderazgo directivo debe asimilarse a una función de

distribución de poder; en el caso de la organización

educativa, lo que debería buscarse es el liderazgo múltiple

desde las distintas áreas fundamentales de actuación en la

formación de los alumnos, puesto que una organización “no

aprenderá mientras se continúe fomentando la dependencia

de una persona” (Maureira 2006, p. 3).

El liderazgo pedagógico y transformacional.

Al involucrar a cada miembro de la escuela la institución no

depende exclusivamente del director. El liderazgo en las

escuelas se debería manifestar “en la capacidad para

implicar a la comunidad educativa en un proyecto de futuro

que responda a los procesos clave del centro y proporcione

el incentivo y la ilusión necesaria para trabajar con objetivos

comunes” (Maureira 2006, p. 9), por lo tanto, es necesario

que el director sea un líder pedagógico y transformacional

para poder propiciar este trabajo colegiado. De acuerdo con

Rosales (2000), la calidad educativa, hacia la que debe 6 5

orientarse el trabajo del director pedagógico, tiene tres

dimensiones principales: la calidad, la relevancia de los

contenidos y el contexto educativo.

Por otro lado, en el liderazgo transformacional encontramos

un término muy utilizado: reestructuración. Según este tipo

de liderazgo, el líder deja de ser la cabeza de la pirámide,

como en el modelo burocrático, para redefinirse como

dinamizador de las relaciones interpersonales del centro y

con una función de agente de cambio y de recursos.

Reflexiones finales

Se percibe la dificultad de que un director cuente con todas

las características de liderazgo, actividades y trabajo; sin

embargo, tener una visión del “deber ser” de las

instituciones educativas, puede acercarnos al trabajo en

función de esta visión que busca mejorar la calidad

educativa, de acuerdo a las nuevas demandas de la

sociedad, y del contexto actual de cada centro escolar.

La formación de los directores es, de suma importancia y

necesaria para llevar a puerto seguro las instituciones que

dirigen; navegando en su contexto con decisión, implicando

a cada miembro de su comunidad educativa, dejando atrás

esa visión del director solitario, para empezar con el

necesario cambio de cultura del centro y del conjunto del

sistema educativo. Se comparte con Murillo (2006) la idea

de que este cambio de cultura supone una interesante

propuesta para la reflexión, un camino a seguir en el futuro,

en la conducción de las escuelas a puerto seguro.

Referencias

Antúnez, S. (1997) Formación de Directoras y Directores de

Centros Educativos. Barcelona, España. Capítulo 1 y 2 p. 1-

68. Disponible en:

http://sitiosescolares.miportal.edu.sv/12857/Doc.PDF/Modul

o_1.pdf

Murillo, (2006) Una Dirección Escolar para el Cambio: Del

Liderazgo Transformacional al Liderazgo Distribuido.Revista

Iberoamericana sobre la Calidad, Eficacia y Cambio en

Educación. Vol.4. No. 4e Disponible en:

http://www.rinace.net/arts/vol4num4e/art2_htm.html

Delgado, (2004). La función de liderazgo de la dirección

escolar: una competencia transversal. Universidad de

Granada. Disponible en:

http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/70773/1/La_funci

on_de_liderazgo_de_la_direccion_.pdf

Salazar, (2006). El liderazgo transformacional ¿modelo para

organizaciones educativas que aprenden? UNIrevista - Vol.

1, n° 3 Disponible en:

http://www.unirevista.unisinos.br/_pdf/UNIrev_Salazar.PDF

Maureira, O. (2006). Dirección y eficacia escolar, una

relación fundamental. Revista Electrónica Iberoamericana

sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 4(4e).

Disponible en: http://www.rinace.net/arts/vol4num4e/art1.pdf

Rosales, ¿Calidad sin Liderazgo? Maestría en Desarrollo

Pedagógico

http://www.uovirtual.com.mx/moodle/lecturas/caliedu/13/13.

pdf

Torres, Gloria Guadalupe (2004). El liderazgo en la función

directiva escolar. Revista de Universidad de Guadalajara,

Número 31. Disponible en:

http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug31/opinion3.html

8 7

La formación profesional del Director de Instituciones

Educativas.

Noa Rahel Castañeda Ibarra

“El desempeño de la función directiva constituye una de las

tareas más influyentes en los procesos y en los resultados

educativos de los centros escolares” (Antúnez 2003, s/p).

Dada la importancia que tiene el director del centro

educativo es preciso conocer la formación profesional, así

como las características y habilidades que debe desarrollar

el mismo, las cuales pueden contribuir para el logro de la

eficacia en el cumplimiento de los objetivos institucionales.

Es común que al asumir un puesto directivo en una

institución educativa, quien tome la función, carezca de

formación académica específica para desempeñar dicha

actividad. En algunos casos se considera suficiente haber

desempeñado la docencia durante algún tiempo en una

escuela, en otros, tener experiencia en dirección de

empresas; existe la creencia de garantizar con ello la

eficiencia en la función directiva de una institución

educativa. Además, se presenta una situación en el sector

público: hay pocos programas específicos para la formación

directiva, lo cual implica que el director del centro escolar se

vea obligado a invertir recursos económicos propios para su

formación profesional. Esta situación propicia

desconocimiento de funciones directivas que inciden

directamente en el desempeño de la dirección del centro

educativo.

Cuando el puesto de director ha sido el premio a una

trayectoria docente, el cambio de actividades de la docencia

a la dirección provoca, algunas veces, que el ahora director

sienta que se ha desligado de las aulas, incluso asume que

su trabajo es aislado al aspecto académico por

desconocimiento de las funciones directivas, propiciando un

desánimo que incluso por situaciones económicas persiste

en la dirección.

El director se ve obligado a trabajar con imprecisión de

funciones y actividades que la misma experiencia le

otorgue, a base de prueba y error, sin bases teóricas que

puedan influir en una autoevaluación para incidir de forma

efectiva en la ardua tarea de impartir una educación de

calidad. De acuerdo con, Antúnez (2003, s/p) “ese déficit en

la formación repercute negativamente en el cometido de la

tarea y también en la vida personal y profesional de unos

directores que deben aprender, basándose solo en su

experiencia y en la corrección de sus errores”.

El director del centro ha utilizado tradicionalmente el modelo

administrativo, que presenta patologías y desviaciones: “la

burocratización, el anonimato, la superposición de tareas, la

lentitud de los procesos, las pérdidas irracionales de

tiempo, la pérdida de calidad, la pérdida de sentido, la

frustración personal” (Pozner 2000, p.7); es un modelo de

dirección normativo, de autoridad vertical, situaciones

abstractas, determinadas, rígidas, homogéneas,

unidimensionales, donde no hay espacio para la pregunta,

la reflexión, que impide la creatividad y a su vez el avance y

transformación del sistema educativo.

Una forma en que se puede adquirir formación profesional

para un puesto directivo en una institución educativa, radica

en reconocer el poder de experto (Antúnez, 2003) que el

director del centro tiene para influir en la comunidad

educativa. Éste otorga credibilidad a través del

conocimiento y se obtiene desarrollando de manera

constante actividades relacionadas a la formación

profesional directiva: el conocimiento de sí mismo,

10 9

autoevaluación reflexiva sobre la propia práctica, con el fin

de trabajar sobre las áreas de oportunidad de la misma

práctica directiva.

Otra manera es, adquirir hábitos lectores de textos

relacionados con la práctica profesional, libros, revistas, o

cualquier texto académico que contenga información sobre

la formación directiva. Es de gran ayuda, intercambiar

experiencias visitando a directores de otras escuelas,

aprender recíprocamente, además de organizar y asistir a

conferencias, talleres, seminarios, sobre temas

relacionados a la gestión escolar. Funciones del Director

Escolar

Es preciso que el director conozca las tareas que son

fundamentales para la gestión del

centro educativo. Antúnez

(2003), divide en bloques de

tareas la labor directiva: tareas

personales, tareas

interpersonales, el bloque de

información y comunicación,

bloque de actividades centrales de la organización, bloque

de la gestión de recursos con el rol materiales y

económicos, el bloque de innovación como promotor del

cambio en la institución, y el bloque de contingencia como

gestor de anomalías y subalterno auxiliar. Además, este

autor diferencia entre diversos estilos de dirección según la

prioridad de actuación: tareas administrativas y

burocráticas, objetivos y atención a las personas, objetivos

de la organización y buen clima de trabajo (Antúnez, 2003).

¿Es necesario el liderazgo?

Si se desea cambiar las escuelas para mejorar la

educación, el director de la institución debe ejercer el

liderazgo desde su interior; debe incidir, impulsar, facilitar,

gestionar y coordinar el proceso de transformación.

Poseer una preparación técnica adecuada, actitud y

compromiso institucional, con la educación y con la

sociedad, ubicarse al frente del proceso de cambio (Murillo,

2006). El director en la institución educativa es fundamental,

toda vez que las acciones que él promueva con el personal

bajo su cargo incidirán en la calidad de los servicios que se

prestan. Dicha noción está relacionada al director que la

lidera.

Dado los impactos de la globalización, los cambios

vertiginosos de la tecnología, los cambios de la sociedad

del conocimiento, la democratización, la descentralización y

la modernización, se exige la transformación de los

sistemas educativos y su forma de dirigirlos, ya que las

formas tradicionales de administración no pueden

responder a las necesidades actuales de las instituciones.

Se necesita renovar las ideas y la práctica de la dirección

para adecuarse a los rápidos cambios tecnológicos y al

marco de una nueva sociedad globalizada. De acuerdo con

Pozner (2000, p.6) “Los sistemas educativos no escapan a

esta situación general. Al igual que el resto de las

organizaciones, la aceleración del cambio en todos los

órdenes de la vida social obliga a volver pensar tanto sus

finalidades como sus modos de organización”. Así han

surgido diversos tipos de liderazgo: el liderazgo facilitador,

el liderazgo persuasivo y el liderazgo sostenible.

Para Murillo (2006) el liderazgo distribuido es el que tiene

un futuro prometedor. Este proyecto supone una profunda

redefinición del papel del director, que trasciende del papel

burocrático a un agente que promueve el cambio

aprovechando para ello el potencial de los miembros de la

comunidad educativa. 12 11

“Este ejercicio de dirección como liderazgo se ve como una

práctica distribuida, más democrática, en el conjunto de la

organización, en lugar de algo exclusivo de los lideres

formales” Bennet, Wise, Woods, y Harvey, 2003 y Woods,

Bennett, Harvey y Wise 2004 en (Murillo 2006, p. 6).

Como lo señala Murillo (2006, p. 8), se debe replantear el

modelo de dirección desde sus bases “empezando por

reformular el concepto de liderazgo, quien y como se

asume”, así que es necesario un liderazgo compartido,

distribuido y bien formado en los procesos de cambio.

La habilidad para delegar responsabilidades, fomentar la

participación y compromiso de toda la comunidad

educativa, promover acciones de mejora en los procesos de

enseñanza y aprendizaje, acompañamiento con docentes,

gestionar los recursos que se requieran para facilitar los

procesos de enseñanza y aprendizaje, estar ocupado en las

decisiones pedagógicas, así como el trabajo colegiado con

los docentes son, como señala Murillo (1999) algunas

características que debe tener el director eficaz.

Quienes tengan un puesto directivo en una institución

educativa, deben desarrollar habilidades de liderazgo para

transmitir, entusiasmar, influir en toda la comunidad

educativa, a fin de cumplir con el objetivo principal de las

escuelas: el aprendizaje de todos sus alumnos.

Favoreciendo el cumplimiento de estrategias así como la

eficacia en el centro escolar. “Todo liderazgo que se aprecie

de tal buscará, como norte, estrategias y procesos que

influyan de manera significativa en la calidad de los

aprendizajes” Maureira (2006, p. 3).

Conclusiones

El papel que desempeña el director de un centro escolar es

importante en la institución educativa a la que pertenece,

las acciones que realice, la forma de liderazgo que ejerza,

influirán directamente en las actividades del centro, por ello

debe procurar incidir de forma efectiva en la calidad de la

educación que se imparta, así como aprovechar al máximo

las habilidades de toda la comunidad educativa, dejando

hacia un lado algunas de las prácticas burocráticas,

ocupado en las decisiones pedagógicas, para el logro de los

objetivos institucionales, para lo cual debe prepararse

continuamente. Esto implica una reflexión profunda sobre

su práctica con miras a la mejora, desarrollar habilidades de

liderazgo, trabajar con dedicación y entrega para lograr el

poder de experto a fin de ejercer una influencia de poder

capaz de motivar a toda la comunidad educativa hacia las

metas institucionales. “La organización de los centros

educativos sólo tiene sentido si se dirige a la mejora”

(Gairin, 2003, s/p).

Referencias

Antúnez S. (2003). Formación de Directoras y Directores de

Centros Educativos. San Salvador: Ministerio de Educación

de El Salvador. Disponible en

http://sitiosescolares.miportal.edu.sv/12857/Doc.PDF/Modul

o_1.pdf

Gairín, J. (2003) Formación de directoras y directores

escolares. Gestión organizativa. (Módulo 2). San Salvador:

Ministerio de Educación de El Salvador.

Disponible en:

http://sitiosescolares.miportal.edu.sv/12857/Doc.PDF/Modul

o_2.pdf

Gairín J. (2013). Conferencia: “Retos actuales de las

organizaciones educativas”. (Video). Universidad ORT

Uruguay.

14 13

Disponible en http://youtu.be/E9i_TDZSGww

Maureira, O. (2006). Dirección de eficacia escolar una

relación fundamental. Revista Iberoamericana sobre la

Calidad, Eficacia y cambio en Educación. Vol. 4 No. 4 E.

Disponible en: http//www.ninace.net/arts/vol4num4e/art1.pdf

Murillo, F. (1999). Claves para la mejora de la eficacia

escolar (pp.34-38). Crítica, Junio. Disponible en:

http://www.uam.es/personal_pdi/stmaria/jmurillo/documento

s/criticaesi.pdf

Murillo F. (2006). Una dirección escolar para el Cambio. Del

Liderazgo Transformacional al Liderazgo Distribuido.

Revista iberoamericana sobre la Calidad, Eficacia y Cambio

en Educación. Vol. 4 No. 4 Disponible:

http://www.rinace.net/arts/vol4num4e/art2_htm.htm

Pozner, P. (2000). Competencias para la profesionalización

de la gestión educativa: Diez módulos destinados a los

responsables de los procesos de transformación educativa.

Buenos Aires: IIPE-UNESCO. Módulos 1 y 2

(http://www.iipe-buenosaires.org.ar).

Ser director, un honor que te invita a crecer.

Ana Teresa Escamilla Peza

Una institución educativa es un organismo integral que día

a día trata con seres humanos, cada uno tan diferente en

emociones, ideas, acciones y reacciones, las cuales

determinan la manera de desempeñar sus roles al interior

de la organización. Para lograr que esa extensa diversidad

camine hacia un objetivo en común, existe un actor

fundamental que marca la pauta para el desarrollo del

centro: el director escolar.

Antúnez (1997), afirma que los directores pueden ser

personas clave, tanto para promover y desarrollar

innovaciones, como para dificultarlas y deshacerlas. Es

decir que sus acciones pueden estar encaminadas a

favorecer el logro de las metas de la comunidad educativa o

a ser tropiezos que vayan en contra de lo que se predica y

de los resultados esperados.

Para el estudio de la Dirección Escolar, un grupo de

estudiantes de la Maestría en Gestión Directiva de

Instituciones Educativas, del Instituto Tecnológico de

Estudios Superiores de Occidente (ITESO), estructuró un

concepto colectivo de este término, el cual se basaba en la

experiencia personal y en el deber ser del director. En el

grupo se concluyó que un director escolar, es “el líder

visible de una institución, promotor de la gestión educativa,

que mediante un plan de acción, facilita y delega las tareas,

siendo el responsable de la consecución de objetivos,

mismos que impactan en distintas dimensiones”. Entre las

principales características personales que destacaron

fueron: responsabilidad, compromiso, innovación, diálogo,

aprendizaje continuo, capacidad de reconocer el talento de

16 15

su equipo, entre otras.

Se considera que las dimensiones que tienen mayor peso

en la dirección escolar son: la dimensión de desarrollo

personal, que involucra procesos de autoformación,

autoevaluación, organización de tiempos, planificación de

tareas, desarrollo de habilidades, actualización. La

dimensión pedagógica, aquí debería estar el enfoque de

toda la comunidad educativa, pero especialmente del

director, siendo parte de la gestión del currículo, dando

seguimiento a las evaluaciones de profesores y alumnos,

generando un ambiente académico.

La dimensión de relaciones interpersonales, en la que

participa el director con otros actores de la comunidad como

autoridades educativas, gobierno y padres de familia,

estableciendo vínculos y promoviendo la comunicación

asertiva; la dimensión de gestión y administración, es

necesaria para poder articular las otras dimensiones; y por

último la dimensión de contingencia, considerada como

transversal en todas las anteriores, refiriéndose a todas las

situaciones emergentes que pueden surgir en cualquier

momento y que requieren de la capacidad del directivo para

enfrentarlas. Antúnez (1997) propone siete bloques,

además menciona los roles que cumple en cada uno y por

último describe las actividades específicas que debe

realizar en ellos; él las categoriza en: tareas personales,

tareas interpersonales, Información y comunicación,

actividades centrales de la organización, gestión de

recursos, innovación y contingencia.

Aprendizaje entre pares, una oportunidad de crecimiento.

Cuando se está en la búsqueda de la delimitación de la

función directiva, una visita de observación a un

director con fundamentos teóricos y la experiencia previa,

puede ser la ocasión perfecta para comprender de una

forma más integral las implicaciones que este cargo

conlleva (...) es posible observar la función siempre y

cuando se definan los objetivos de la visita, se utilice un

instrumento de observación adecuado para el contexto, y

por último que el observador sea lo más descriptivo posible

para evitar inferir en la redacción.

Se reconoce que resulta imposible alcanzar a ver todo lo

que realiza un director, pues a cada instante surgen

situaciones nuevas que modifican las acciones. Aunado a

que en ocasiones los directores pueden llegar a modificar

su comportamiento al sentirse observados.

La observación de la práctica real entre pares, brinda al

observador la oportunidad de aprender del otro, se puede

reflejar en su práctica, logra identificar y categorizar las

tareas, y adquiere estrategias y herramientas distintas a las

que conoce o utiliza, permite aprender mucho más que la

teoría en un papel, desarrolla empatía y enriquece las

herramientas personales de ambos directores a través del

dialogo que se genera; creando oportunidades de

crecimiento no solo para los líderes de las organizaciones,

sino para las instituciones completas.

Una escuela inteligente, reflejo de un líder inteligente.

Dentro del argot educativo la palabra “calidad” se ha

convertido en un foco de atención para la sociedad, los

padres de familia, alumnos e instituciones educativas que

se encuentran en la búsqueda de una educación más

sólida. Una escuela es efectiva o de calidad cuando en ella

se encuentran presentes: 1) Las Normas y objetivos

comunes asumidos en un proyecto educativo, 2) El Trabajo

18 17

en equipo del profesorado y toma de decisiones

compartida, 3) La Organización y funcionamiento ágiles con

claro liderazgo de la dirección, 4) La Estabilidad del

profesorado, 5) Los Programas de formación en función de

las necesidades del centro, 6) Una Planificación y

coordinación curricular entre el profesorado con

mecanismos para la evaluación continua de los alumnos, 7)

Un Alto nivel de participación de los padres, 8) El Espíritu

de escuela, 9) La Utilización racional del tiempo y 10) El

Apoyo efectivo de las autoridades de las que dependen.

(Casanova, 1992, en Rosales, s/f).

Analizando los puntos mencionados, se observa que el

elemento en común que determina el logro, es el director

escolar como líder, debido a que su presencia,

participación, colaboración y gestión de los mismos,

impulsará o detendrá el proceso.

Es necesario que se trascienda de aquella concepción del

director escolar como figura desvinculada de la comunidad

educativa, la cual se difuminaba entre roles burocráticos y

administrativos; a una enfocada en la consideración del

director como líder de la organización, como motor y como

reflejo de la misma. Concientizándose de las implicaciones

que este rol conlleva, pues entendamos que no solo por ser

director, se es líder; y en ocasiones se exige un crecimiento

personal y profesional para poder ejecutarlo.

“Para que el directivo escolar pueda llevar a la práctica las

habilidades que lo constituyen un buen líder, es necesario

que posea ciertas características imprescindibles para tal

fin; entre éstas destacan la visión, el amor a la actividad, el

coraje y el valor, la gran capacidad de comunicación, la

capacidad de saber identificar las oportunidades y el vencer

el temor a los errores, así como la energía” (Torres 2004,

p.7).

Por ello, alcanzar la calidad en una escuela implica que el

director desarrolle no solo las capacidades cognitivas para

promover una inercia colectiva hacia la calidad, sino que

además posea principios y bases humanas que lo motiven

a contagiar al equipo que dirige. Que diseñe de manera

inteligente las estrategias necesarias para llevar a su

comunidad al logro de los objetivos.

Este “nuevo liderazgo” es un liderazgo carismático,

visionario, transformativo, más flexible e inclusivo,

comunitario y democrático. El que en lugar de acentuar la

dimensión de influencia en los seguidores o en la gestión,

se enfoca en la línea de ejercer el liderazgo mediante

significados (visión, cultura, compromiso, etc.) de un modo

compartido con los miembros de una organización(Salazar

2006, p. 3).

Para finalizar. Es una realidad que la formación inicial con la

que la mayoría de los directores llegan a desempeñar su

cargo, resulta insuficiente para enfrentar el reto de alcanzar

la calidad en las organizaciones. Debido a que no todos

provienen del ámbito educativo u otros sólo fueron

formados como profesores; ambos teniendo que adquirir y

desarrollar las habilidades y conocimientos necesarios a

través de la práctica, del ensayo y error, de la

autoeducación y de la reflexión de la propia práctica.

Afortunadamente hoy en día existen cursos, seminarios,

maestrías u otros estudios que se especializan en la

capacitación directiva y permiten a los directores aprender

de este nuevo paradigma de liderazgo, ampliar su visión y

enriquecerse de herramientas para desarrollar su labor.

20 19

Referencias

Antúnez, S. (1997). Gestión Institucional. El Salvador:

Algiers Impresores.

Rosales, M. (s.f.). ¿Calidad sin Liderazgo? Obtenido de

Maestría en Desarrollo Pedagógico:

http://www.uovirtual.com.mx/moodle/lecturas/caliedu/13/13.

pdf

Salazar, M. A. (s.f.). El liderazgo transformacional ¿modelo

para las organizaciones educativas que aprenden?

Obtenido de UNI revista - Vol. 1, nº 3:

http://www.unirevista.unisinos.br/_pdf/UNIrev_Salazar.PDF

Torres, G. (2004). El liderazgo en la función directiva

escolar. Obtenido de Revista de Universidad de

Guadalajara, Número 31:

http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug31/opinion3.html

La dirección escolar reflexionada: Concepto, dimensiones y

prácticas.

José de Jesús Mares Sánchez

El ser director de una institución educativa tiene alto sentido

de responsabilidad personal y social. Quien ejerce este

puesto tiene en sus manos la posibilidad de trabajar cada

una de las dimensiones directivas, como lo son las áreas

pedagógicas y el acompañamiento a los equipos de trabajo,

de forma que impacte en la enseñanza aprendizaje de los

alumnos, el sector educativo, y por ende en la sociedad.

Ejercer la dirección tiene sentido personal y social cuando

el líder tiene claro y esta convencido de su función ante la

sociedad teniendo como base los principios u objetivos

institucionales de la institución en la que labora.

El presente documento aborda el punto de vista personal

sobre el concepto de la dirección escolar y sus

implicaciones para dirigir una institución educativa partiendo

de la experiencia como docente frente a grupo hasta

describir una serie de actividades y conceptos desde la

perspectiva actual. Posteriormente se analizará de forma

sintetizada el concepto, dimensiones y su práctica,

componentes que dan sentido al quehacer de la dirección

escolar con base en la consulta de textos varios sobre la

“Dirección Eficaz”, para finalmente emitir una conclusión al

respecto, considerando el marco conceptual bibliográfico y

la propia experiencia laboral.

El significado de la dirección escolar

“La mayoría de los directivos aprenden sus funciones a

través de la práctica, por descubrimiento (ensayo y error) o

22 21

bien, tomando como referentes los modelos aprendidos con

sus directores anteriores, tanto como modelos a seguir,

como en otras ocasiones, como modelos a evitar” (Torres,

1998, p. 158).

Desde la perspectiva propia hasta antes de iniciar con la

maestría en gestión directiva del Instituto Tecnológico y de

Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y de acuerdo a

la experiencia laboral en el ámbito educativo; el concepto

de la dirección se limita a pensar que quienes dirigen una

institución educativa son meramente administradores de la

mismas, en donde se da prioridad a recabar información y

su procesamiento.

Información que tiene que ver principalmente con el número

de ingreso y egreso de los alumnos en el centro educativo,

así como otro tipo de actividades como pueden ser la

gestión de recursos ante las instancias correspondientes, el

control del inventario del plantel y la propia administración

de todo el personal dejando de lado los procesos

pedagógicos.

El director escolar

La dirección escolar, sus efectos sobre la eficacia y

productividad de la escuela, son aspectos cada vez más

prioritarios en las políticas de los gobiernos y han sido

considerados en las últimas reformas de nuestro Sistema

Educativo.

Los sistemas han promovido más autonomía a los centros

educativos, generando una mayor participación de los

agentes (ejecutores de roles y tareas predefinidas

externamente) y actores educativos (sujetos que actúan

siguiendo sus propias decisiones y motivaciones).

Redefiniendo el concepto de lo que significa ser director y

su inminente relación con el movimiento de las escuelas

eficaces.

El movimiento de las escuelas eficaces, en sus primeros

estudios y hallazgos, determina una serie de factores que

identifican a aquellos centros que cumplen con sus

propósitos, caracterizado a través del rendimiento

académico de los estudiantes en las áreas básicas, como

son matemáticas y lenguas.

El concepto de la dirección escolar converge en la

importancia de la eficacia de la dirección de las instituciones

educativas a través del liderazgo, y llevándolo a cabo lo

más objetivamente posible a través de desarrollar la

finalidad y los objetivos, promover un clima de aprendizaje,

gestionar la función de producción educativa, desarrollar un

ambiente de apoyo al trabajo, ejercer y promulgar los

objetivos institucionales, acompañamiento a los equipos de

trabajo (liderazgo instructivo), es decir , a través de la

dimensiones de la gestión escolar.

De forma tal que todos estos aspectos tengan un impacto

social, especialmente en el contexto donde se encuentra

inmersa la institución. En este marco, la aparición de la

dirección escolar a través del liderazgo en la organización

escolar y su relación con la eficacia tiene que ver con los

primeros estudios y hallazgos sobre la eficacia en las

escuelas.

La Dirección, pues, (unipersonal o en equipo) es el

elemento clave para promover o impedir cambios en los

centros escolares, por las siguientes dos razones: la

primera, simplemente por el lugar que ocupan esas

personas en la organización, (por el nivel jerárquico,

24 23

autoridad que se asocian al cargo, al menos formalmente).

La segunda tiene que ver con el hecho de que las personas

que están en la dirección, son las personas que conocen y

manejan más información relativa al centro y disponen de

un mayor número de contactos y relaciones internos y

externos.

Esta última circunstancia tiene como inconveniente el

problema que supone el relevo en la dirección para una

persona habituada a manejar mucha información oral y

escrita, sin registrarla: Cuando abandona la dirección

escolar suele llevarse consigo a “toda la organización” ya

que “la tiene en su cabeza” y este órgano

irremediablemente tendrá que acompañar a la persona

cuando se vaya a su nueva ubicación.

Las personas que ocupan la dirección son también

elementos clave porque son quienes tienen oportunidad de

influir favorable o desfavorablemente en la conducta de los

demás. Sin negar la importancia del protagonismo de las

otras personas que colaboran en el cambio (Torrington y

Weightman, 1989, p. 91) y considerando que su

contribución es imprescindible, ésta no será efectiva si no

existe una aceptación, promoción y advocación del cambio

por parte de quienes tienen el poder formal, incluso en los

casos en los que el poder efectivo lo tengan otras personas

líderes informales.

El papel del directivo será eficaz y contribuirá al cambio si

es capaz de ayudar a encontrar respuesta adecuadas a:

qué, por qué, cuándo, dónde, cómo, para qué y para

quiénes cambiar e innovar.

Para ejercer la dirección escolar de manera eficaz con

miras a repercutir en una enseñanza donde el aprendizaje

sea significativo, en un marco crítico, se tiene que contar

con parámetros o indicadores que nos permitan verificar o

contrastar si los procesos que se están llevando acabo en

la institución logran los objetivos institucionales y repercuten

en un bienestar social de toda la comunidad educativa

incluyendo el contexto social donde ese encuentre.

Considerando que los procesos educativos deben de ser

dinámicos es preciso inmiscuirse en las dimensiones de la

dirección escolar, y que conforme se desarrollen,

responderá a las políticas sociales de educación en un

marco institucional escolar, de forma que se logre en

conjunto los objetivos institucionales. Pero sobre todo que

los resultados se puedan visualizar por la sociedad en su

conjunto y se tenga de la institución una buena imagen

como escuela de calidad.

Conclusiones

Las trabas administrativas

impiden la innovación, cuando

entre un grupo de profesores

y profesoras existe una

voluntad clara, generalizada

y compartida por innovar no suele haber restricción que

pueda evitarlo.

En la función que desempeño (Coordinación de la Unidad

Móvil de Capacitación), lo aprendido en las sesiones

correspondientes a la Maestría en Gestión Directiva de las

Instituciones Educativas y el análisis de diferentes autores

que hablan sobre el liderazgo y la eficacia escolar, me

servirá para desempeñar mucho mejor el trabajo que

desarrollo en la institución, con la finalidad de impactar en

las demás personas involucradas en los procesos

26 25

educativos de forma eficaz. Por supuesto esto se logra

entre otras muchas otras cosas aquí tratadas con el propio

ejemplo, pero también con evidencias de calidad visibles.

Referencias

Antúnez, S. (1997) Innovación y cambio en los centros

escolares (cap 8). En Claves para la organización de

centros escolares (pp. 199-232). Barcelona: ICE Horsori.

Disponible en:

http://terras.edu.ar/aula/cursos/8/biblio/ANTUNEZ-Serafin-

CAP8-Innovacion-y-Cambio-en-los-Centros-Escolares.pdf

Antúnez, S. (s/f). ¿Qué tiene de particular dirigir un centro

escolar? Consecuencias para la formación de directores.

Avances en Supervisión Educativa. Disponible en:

http://www.adide.org/revista/index.php?option=com_content

&task=view&id=292&Itemid=99999999

La Dirección Escolar reflexionada: Conceptos, dimensiones

y prácticas.

Evaristo Carlos Miges Marín

Con referencia al concepto de dirección abordado en el

curso de Función Directiva de organizaciones educativas,

se han construido algunas nociones basadas en distintas

ideas que intentan conformar este proceso de trabajo. Han

sido elaboradas desde las concepciones personales,

pasando por algunas reflexiones definidas en el grupo, y

otras revisadas por distintos autores.

Para enriquecer el concepto de dirección se incluyen

posturas referentes al uso de habilidades y competencias

que permiten hablar de un área multidisciplinar en la función

directiva, donde además de pedagogía se incluye el

conocimiento de campos como la psicología, la

administración, además de habilidades como la negociación

y el manejo de conflictos. Todo ello regido por el interés de

alcanzar los objetivos planteados en un proyecto rector de

la organización específica, donde se pretenden lograr

ciertos indicadores en particular.

Características

El concepto se reconstruye en la perspectiva personal de

acuerdo a criterios grupales: Dirección se refiere al líder

visible de una institución, artista y promotor de la gestión

escolar, el cual facilita y delega las tareas a realizar, siendo

el principal responsable de la consecución de objetivos, así

como una persona en constante aprendizaje.

El director a su vez, debe estar designado por una

autoridad superior, reconocido por la institución, además de

28 27

contar con conocimiento, es decir, el saber hacer las cosas;

implementar las funciones directivas, así como contar con el

poder de influencia que pasa por saber dirigir al personal,

en este caso, su equipo de trabajo, con miras a lograr

objetivos concretos.

Estas características desembocan en la capacidad de

liderazgo, autoridad, don de mando, arte, ciencia,

administración y otras, que posibilitan a una persona ser

llamada director y ejercer las funciones que implica este

cargo, además que se ha demostrado que lo que impulsa

un buen clima en el centro educativo, colaboración en la

planificación de estrategias de la instrucción y en la

organización y distribución de los recursos de la escuela en

pro de conseguir los objetivos académicos propuestos, es

precisamente, el papel del liderazgo activo del director

(Weber, 1971 en Maureira, 2006).

Este rasgo esencial de la dirección se encuentra

relacionado con la capacidad de transformar

organizaciones, al involucrarse activamente en la vida

escolar: “El comportamiento y la actitud de la persona que

asume las funciones de dirección en la escuela son

elementos fundamentales que determinan la existencia, la

calidad y el éxito de los procesos de cambio en la

institución. Así mismo, si una de las metas es cambiar las

escuelas y, con ello, mejorar la educación, se necesita

contar con personas que ejerzan un liderazgo desde su

interior; que inicien, impulsen, faciliten, gestionen y

coordinen el proceso de transformación, que posean una

preparación técnica adecuada y, sobre todo, que cuenten

con una actitud y un compromiso con la escuela, la

educación y la sociedad, capaces de ponerse al frente del

proceso de cambio” (Murillo 2006, p.1).

El liderazgo y la calidad

Cuando se hace referencia al término de dirección, se

encuentra siempre a la par de conceptos complementarios

tales como el liderazgo y su relación con la eficacia, de

acuerdo con Maureira: “todo liderazgo que se precie de tal,

buscara como norte propiciar estrategias y procesos que

influyan de manera significativa en la calidad de los

aprendizajes” y más adelante remata diciendo que “se

busca que el liderazgo abrace un modo de trabajo

pedagógico de vanguardia y manifestación esencial en la

dirección de los centros hacia la eficacia” (2006, p.3).

Todo director debe ser un líder, es decir, una persona que

tenga la capacidad suficiente de influenciar positivamente a

otros mediante su habilidad de dirigir y sus conocimientos

en el área, para alcanzar los objetivos y metas

institucionales. Como ejemplo de los objetivos que se

pretenden alcanzar en el ámbito escolar dentro de cualquier

institución educativa se pueden mencionar: la

transformación de la práctica, el aprendizaje de los

alumnos, la calidad del servicio que se presta, entre otros.

Estos indicadores de calidad en la educación son más

factibles de alcanzar si existe liderazgo en la escuela, ya

que el equipo directivo influye significativamente en la

calidad de la misma: “la investigación y la experiencia han

demostrado que el comportamiento y la actitud de la

persona que asume las funciones de dirección en la

escuela son elementos fundamentales que determinan la

existencia, la calidad y el éxito de los procesos de cambio

en la escuela” (Murillo 2004 p.1).

Murillo plantea que “si queremos cambiar las escuelas y,

con ello, mejorar la educación, necesitamos contar con

30 29

personas que ejerzan un liderazgo desde su interior; que

inicien, impulsen, faciliten, gestionen y coordinen el proceso

de transformación, que posean una preparación técnica

adecuada y, sobre todo, con una actitud y un compromiso

con la escuela, la educación y la sociedad, capaces de

ponerse al frente del proceso de cambio” (2004, P. 1),

mientras que Delgado (2004) sostiene que esta

característica se considera una competencia básica del

director. Si el dirigente escolar no es un líder, carece de una

parte importante de su misión al frente de una organización

educativa.

El liderazgo no descansa en una

sola persona, sino que forma parte

de un trabajo conjunto, una

estrategia, una tarea de todos.

Delgado señala que este concepto

implica una perspectiva de

competencia transversal o clave

de dirección, que se integra a su vez por competencias

específicas o concretas que están relacionadas en la

práctica con actividades de la función directiva. Afirma

también que “el liderazgo se conceptualiza como una

función, una cualidad y una propiedad que reside en el

grupo y que dinamiza la organización” (2004, p. 195).

El liderazgo implica una construcción comunitaria de un

proyecto institucional en orden a las necesidades del

entorno, tomando en cuenta las distintas voces con el

objeto de alcanzar la mejora mediante el compromiso

personal de cada uno de los miembros de un equipo de

trabajo, guiados en este caso por un director, que más que

un guía o un maestro, sirve de elemento catalizador del

desarrollo de la escuela.

En la función directiva existen dos tipos de liderazgo: el

pedagógico y el transformacional. Es decir, se debe poner

énfasis en la educación de los alumnos, crear un clima

centrado en este proceso de enseñanza-aprendizaje,

responsabilizarse en la docencia, fijar objetivos, observar la

práctica docente; a la vez que se reestructura el trabajo del

director en lo administrativo, se delegan las funciones y se

promueve un liderazgo compartido (Torres, 2004).

El liderazgo se debe comprender como parte de un

conjunto de relaciones ambientales, personales y

organizativas que, combinadas, influencian el buen

funcionamiento del centro escolar (Torres, 2004).

No existe un liderazgo único y definitivo, dependiente solo

de las características individuales del líder, sino que está en

función del contexto institucional, el cual plantea desafíos

específicos según las propias necesidades. El liderazgo es

“la función de dinamización de un grupo o de una

organización para generar su propio crecimiento en función

de una misión o proyecto compartido” (Delgado 2004,

p.196).

Consideraciones finales

La dirección escolar, puede ser considerada como el

desempeño de un liderazgo por parte del responsable de un

centro, que permita lograr objetivos y metas de la

organización, mediante la designación de sus funciones, el

conocimiento con el que se cuenta y el poder de influencia

en el equipo de trabajo.

El impacto que tiene la dirección escolar en un centro

educativo es muy importante, ya que su capacidad de

liderazgo, el conocimiento con el que cuente y su habilidad

32 31

para empujar a su equipo de trabajo está íntimamente

relacionada con los resultados de la escuela, pedagógica y

administrativamente hablando.

Es por ello esencial prepararse para ocupar este cargo, ya

que constituye una función catalizadora para conjuntar

todos los elementos a trabajar en búsqueda del logro del

aprendizaje de los alumnos y los fines de cada centro

escolar.

Referencias

Antúnez, S. (1997) Innovación y cambio en los centros

escolares (cap. 8). En Claves para la organización de

centros escolares (pp. 199-232). Barcelona: ICE Horsori.

Disponible en:

http://terras.edu.ar/aula/cursos/8/biblio/ANTUNEZ- Serafin-

CAP8-Innovacion-y-Cambio-en-los-Centros-Escolares.pdf

Delgado, Manuel (2004). La función de liderazgo de la

dirección escolar: una competencia transversal. Universidad

de Granada. Puedes encontrarla en la red a través del

siguiente link:

http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/70773/1/La_funci

on_de_liderazgo_de_la_direccion_.

Maureira, O. (2006). Dirección y eficacia escolar, una

relación fundamental. Revista Electrónica Iberoamericana

sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 4(4e).

Disponible en: http://www.rinace.net/arts/vol4num4e/art1.pdf

Murillo, F. J. (2006). Una dirección escolar para el cambio:

del liderazgo transformacional al liderazgo distribuido.

Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia

y Cambio en Educación, 4(4e). Disponible en:

http://www.rinace.net/arts/vol4num4e/art2_htm.htm

Rosales, Mariela. ¿Calidad sin Liderazgo? Maestría en

Desarrollo Pedagógico

http://www.uovirtual.com.mx/moodle/lecturas/caliedu/13/13.

pdf

Torres, Gloria Guadalupe (2004). El liderazgo en la función

directiva escolar. Revista de Universidad de Guadalajara,

Número 31. Disponible en:

http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug31/opinion3.html

34 33

Teoría, práctica y reflexión hacen a un buen director

Gabriela Yuritzi Morales Hernández

La función directiva es la encargada de manejar una

escuela con ayuda de todo el personal que labora en ella, la

que ejerce el liderazgo de tal manera que la calidad

educativa se vea reflejada en los trabajos que se realizan

en la institución. Describir la función directiva de acuerdo a

las experiencias que se viven en el día a día es lo que hace

complementar el triángulo del que habla el título del texto

que a continuación se presenta, “Teoría, práctica y reflexión

hacen un buen director” es decir la teoría es lo que se

maneja dentro del aula y de los libros y la práctica son las

experiencias, la combinación de ambas permite una

reflexión acerca de la función logrando así un mejor

desempeño.

Experiencia, aprendizaje y práctica.

El compartir experiencias podría ser menos complicado que

formar una definición de esta, ya que es una tarea amplia

donde la explicación tendría que ser clara, concisa y

aplicable, dicha experiencia permite complementar

significados y lograr realizar de una mejor manera la

función, aumentando el conocimiento y ayudando a realizar

una mejor práctica.

Cuando se tiene convivencia con un director, las actitudes

positivas (liderazgo, confianza, trabajo en equipo,

responsabilidad) o negativas (autoritario, individualista, mal

humorado, negativa) quedan a la luz, lo que permite realizar

una retroalimentación de la función que se está llevando

dentro de la dirección.

La función directiva según los estudiantes de la Maestría en

Gestión Directiva en Instituciones Educativas (MGDOE) se

define como el liderazgo que tiene la responsabilidad de

llevar a cabo el proceso de desarrollo, toma de decisiones y

aprendizajes de cada uno de los que conforman la

institución, teniendo como objetivo, la educación en valores

de todo el personal no solo de los educandos. “Con esto

nos damos cuenta que la función directiva es necesaria y

que cubre un conjunto de tareas igualmente imprescindibles

para la organización (…) se requiere de formación y

preparación especìfica” (Antunez, 1997, p.22).

La función directiva tiene muchas implicaciones dentro de

su labor, las cuales de acuerdo a la experiencia y algunos

autores, requieren el desarrollo de distintas capacidades

como son: responsabilidad, liderazgo, valores, entrega,

conocimiento, buena actitud, apertura al cambio, teoría,

experiencia, vocación, paciencia, organización, retos,

riesgos, compromiso. No todas las personas cuentan con

todas estas capacidades, es por eso que se debe estar

preparado y poder decir donde, como y cuando resolver las

distintas situaciones que se van presentando dentro de la

institución.

El aplicar las capacidades antes mencionadas es ideal

para, sin embargo en la práctica los directores tienen tantas

ocupaciones administrativas que pierden el objetivo

educativo no porque así lo quieren si no porque eso les

exigen sus funciones y es difícil crear un equilibrio entre lo

que se debe y lo que se tiene que hacer sin opción. Por

ejemplo: A las directoras les gusta convivir con los niños y

pasar el mayor tiempo posible con ellos, conociendo sus

intereses sin embargo la función implica estar a cargo del

papeleo, llevar y traer documentos lo que impide compartir

el tiempo con los niños y equipo de trabajo.

36 35

Es aquí en el desequilibrio de funciones donde se ve la

importancia de la reflexión, al comparar el ideal de la

función directiva y la realidad de esta, se puede hacer una

autoevaluación y ver que se hace en el día a día y cómo se

realiza, analizar el contexto en el que se desenvuelve y

poner en práctica todos los conocimientos que se

adquieren, verificando que pueden ser aplicables y

modificarlos dependiendo el estilo de dirección poniendo en

equilibrio todas las dimensiones.

La autoevaluación es compleja porque se está

acostumbrado a la rutina, difícilmente se ven los errores

personales y aciertos. Observar a otro director es una

buena opción, en MGDOE se realizó esta actividad. Cada

alumno observó a uno de los compañeros en un día laboral

con la finalidad de retroalimentar y autoevaluar la propia

práctica teniendo una perspectiva diferente. El poco tiempo

que se estuvo en la escuela permitió conocer otro tipo de

cultura, la función directiva se lleva de manera diferente en

cada institución.

Director no es sinónimo de líder

No todos los líderes pueden ser directores y tampoco todos

los directores pueden ser líderes, esta es una competencia

que se va adquiriendo y reforzando por medio de la

experiencia, conocimiento y práctica, dependiendo de las

circunstancias y vivencias. Para Kotter (1996) liderazgo es

un proceso que implica una dirección clara y sensata, con

visión de futuro y estrategias para realizar esa visión y en

este proceso motivan a los demás para lograr esta visión

superando dificultades y adaptándose a los cambios.

En la clase La Función Directiva en la Organización

Educativa dentro de la maestría, invitamos a dos directores

para entrevistarlos y saber acerca de su experiencia, el

profesor eligió a dichos directores porque piensa que tienen

como base en su función: el liderazgo.

Uno de los directores hizo énfasis en que un director es

aquel que triangula la información (comparte los

compromisos y objetivos al mismo nivel sin ser

precisamente el que dirige y manda), para él, el trabajo en

equipo consiste en que todos sean los responsables de

formar la comunidad educativa en este caso. Esto se

relaciona con la competencia profesional, la cual según

Maureira (2006) es una característica esencial para

establecer una ascendencia sobre los maestros. No se trata

de gestionar los procesos curriculares, sino

fundamentalmente de crear reflexión acerca de las

estrategias, actividades educativas y seguimiento de los

alumnos. También llevar adelante procesos de evaluación

del trabajo de los maestros, brindándoles apoyo y

asistencia técnica.

La vida es un eterno aprendizaje

El liderazgo es parte fundamental de la función directiva en

la que se tiene que poner especial empeño para entender el

concepto. No porque se esté frente a un grupo de personas

se es líder, el liderazgo requiere de capacidades y buenas

actitudes para lograr el buen desempeño no solo de su

papel sino de todo el personal que conforma su labor.

En conclusión se puede decir que la vida es un eterno

aprendizaje no es permitido limitarse y realizar solo lo que

dicta la teoría, es necesario empaparse de las experiencias

del día a día tomando el tiempo que se requiera para

reflexionar sobre ambas y así poder llegar a ser un director

líder, querido y no temido.

38 37

Referencias

Antúnez, S. (1997). Formación de directores y directoras de

centros educativos. San Salvador: Ministerio de educación.

Maureira, O. (2006). Dirección y eficacia escolar, una

relación fundamental. Revista electrónica iberoamericana

sobre calidad, eficacia y cambio en educación.

Murillo, F.J. (2006). Una dirección escolar para el cambio: el

liderazgo transformacional al liderazgo distribuido. Revista

electrónica iberoamericana sobre calidad, eficacia y cambio

en educación.

Murillo, F.J. (2009, agosto 14). Factores asociados a la

eficacia escolar en América Latina. Blog: Calidad educativa.

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