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“El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza” (Benedicto XVI, “Caritas in veritate”, 21).

Reflexión eurovegas

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Reflexión de la HOAC de Getafe (Madrid) sobre la construcción del complejo Eurovegas en la Comunidad de Madrid y sus repercusiones en el mundo obrero

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“El objetivo exclusivo del

beneficio, cuando es obtenido

mal y sin el bien común como fin

último, corre el riesgo de destruir

riqueza y crear pobreza”

(Benedicto XVI, “Caritas in veritate”, 21).

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“Eurovegas”: ¿Es primero el dinero que el bien común?

HOAC de la Diócesis de Getafe

“El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y

sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza

y crear pobreza” (Benedicto XVI, “Caritas in veritate”, 21).

La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la

Diócesis de Getafe queremos ofrecer al conjunto de nuestra Iglesia y

de nuestra sociedad, en particular a los trabajadores y trabajadoras,

nuestra reflexión a propósito de la pretensión de construir en terrenos

del municipio de Alcorcón el gran complejo de juego, ocio y

convenciones, conocido como “Eurovegas”.

Lo hacemos como movimiento eclesial de trabajadores y

trabajadoras cristianos, humildemente y sin pretender estar en

posesión de la verdad pero convencidos de lo que decimos,

profundamente preocupados por la enorme crisis moral, social y

humana que sufrimos. Mirando la realidad que vivimos y las

decisiones políticas adoptadas en torno a “Eurovegas” desde la

propuesta de vida del Evangelio de Jesucristo y desde los criterios que

nos ofrece la Doctrina Social de la Iglesia para construir una vida

social más humana, nos parece que proyectos de este tipo no son lo

que necesita nuestra sociedad.

Quienes defienden el proyecto de “Eurovegas”, incluidos

responsables políticos, utilizan

prácticamente como único argumento

para hacerlo el hecho de la gran

inversión económica que supone, la

importancia que esto tiene en una

situación como la que padecemos

porque hará circular mucho dinero, y

el empleo que puede crear una

inversión como está. Pensamos que este es un mal planteamiento y

que es necesario considerar otras muchas cosas. Nos parece un mal

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planteamiento sobre todo porque, precisamente, de la crisis económica

que nos ha conducido al actual desastre social y humano, en

particular al sufrimiento de tantas familias trabajadoras empobrecidas,

deberíamos aprender algo que es muy importante: la búsqueda del

dinero a costa de lo que sea, tan característica de nuestro modelo de

“crecimiento” económico anterior a la crisis, es lo que nos ha

conducido a la actual situación. Porque la búsqueda del

enriquecimiento a toda costa es un profundo mal moral que es

destructivo para las personas y para la sociedad. Por eso hemos

recordado al principio de esta reflexión una valoración del Papa

Benedicto XVI, en “Caritas in veritate”, a propósito de la crisis

económica: “El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido

mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir

riqueza y crear pobreza”. ¿No es eso lo que nos ha ocurrido? ¿No

queremos aprender nada de lo que nos ha ocurrido? Un proyecto

como el de “Eurovegas” nos parece que es reincidir en el mismo

error.

Nuestra opinión sobre “Eurovegas” se fundamenta, más en

concreto, en tres aspectos que nos parece necesario reflexionar con

detenimiento:

1º.- No toda actividad económica es buena ni deseable socialmente.

La economía necesita orientarse desde una ética favorable a la

dignidad humana y al bien común.

2º.- Hay actividades económicas que son especialmente cuestionables,

porque tienen efectos y consecuencias que son contrarias a la dignidad

humana y, por ello, son un mal para la sociedad, no un bien.

3º.- La forma en que se crea empleo debe respetar, siempre y en toda

circunstancia, la dignidad de la persona trabajadora.

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Sabemos que algunos dirán que esto es impropio de una

reflexión y de una valoración de un caso como éste, porque, según

ellos, la economía funciona de otra manera y no desde principios

éticos y humanos como estos. Creemos que no es así. Y por no

reconocer lo que la economía realmente es, las cosas nos van como

nos van: la economía es una actividad humana “y precisamente

porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada

éticamente”, “la economía tiene necesidad de la ética para su

correcto funcionamiento, no de una ética cualquiera, sino de una

ética amiga de la persona” (“Caritas in veritate”, 36 y 45).

Vamos a considerar, pues, cada uno de los tres aspectos que

hemos señalado.

1.- La economía debe orientarse a responder a las necesidades

humanas

Un principio fundamental que plantea con insistencia la Doctrina

Social de la Iglesia es que la economía debe orientarse a responder a

las necesidades humanas. Y, consecuentemente, que los beneficios

económicos son legítimos cuando se obtienen cuando se obtienen

respondiendo al bien común que reclama dedicar los recursos sociales

(privados y públicos) a cubrir las necesidades humanas, en primer

lugar las necesidades básicas de todas las personas.

Cuando se orienta en ese sentido, la actividad económica es un

bien para las personas y para la sociedad. Cuando no lo hace se

convierte en un problema para la afirmación, el respeto y la

promoción de la dignidad humana, y para la construcción de una

sociedad humana. Porque la economía no es un fin en si misma, sino

un instrumento.

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Lo que justifica y da sentido humano a la economía es responder

a las necesidades humanas, no el enriquecimiento. Por eso, no

cualquier actividad económica, por muy rentable que sea, es buena

para la sociedad. El negocio por el negocio y el crecimiento por el

crecimiento, regidos sólo por el principio del máximo beneficio, y en

el que se considera que el progreso social es consecuencia de ese

buscar enriquecerse, son en realidad destructivos para la sociedad. La

economía debe someterse a fines humanos y sociales, orientada por

una ética del bien común, que es lo que permite que esté al servicio de

que las personas puedan vivir de acuerdo a su dignidad.

Orientar la economía en ese sentido es responsabilidad de todos

y del conjunto de la sociedad. La responsabilidad del Estado es

garantizar que, respetando la libre iniciativa económica, se prime esa

orientación de la economía, impidiendo además que la búsqueda del

propio enriquecimiento dañe el bien común, en particular que queden

sin atender las necesidades de los más débiles y vulnerables.

La Doctrina Social de la Iglesia es muy clara al respecto.

Veamos algunos ejemplos que nos parece pueden ayudarnos a

reflexionar:

La finalidad de la economía “no es el mero incremento de los

productos, ni el beneficio, ni el poder, sino el servicio del hombre, del

hombre integral, teniendo en cuenta sus necesidades materiales y sus

exigencias intelectuales, morales, espirituales y religiosas” (Concilio

Vaticano II, “Gaudium et spes”, 64).

“La actividad económica y el progreso material deben ponerse

al servicio del hombre y de la sociedad (…) La economía es útil a este

fin cuando no traiciona su función de instrumento para el crecimiento

integral del hombre y de las sociedades, la calidad humana de la

vida” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 326).

“La empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al

bien común de la sociedad mediante la producción de bienes y

servicios útiles” (Compendio…, 338).

“La actividad económica no puede resolver todos los problemas

sociales ampliando sin más la lógica mercantil. Debe estar ordenada

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a la consecución del bien común, que es responsabilidad sobre todo

de la comunidad política” (Benedicto XVI, “Caritas in veritate”, 36).

Nos parece que es más que evidente que “Eurovegas” no

responde a ninguna necesidad social. Los casinos de juego no

responden a ninguna necesidad social. Más bien son un negocio de

alta rentabilidad que no tienen sentido humano alguno. Son una

actividad económica que no responde en

absoluto a lo que debe ser una orientación

humana de la economía. Es bien triste que

administraciones públicas apuesten por

inversiones y por un modelo de

crecimiento económico que con

frecuencia se distancia de las

necesidades sociales. Creemos que están

faltando a su responsabilidad, que es

orientar los recursos privados y dedicar los

recursos públicos a actividades que tengan realmente utilidad social y

puedan generar empleos en condiciones dignas. Este tipo de

inversiones representan apostar por un futuro carente de un tejido

productivo de bienes y servicios sostenible y útil socialmente.

2.- Hay actividades económicas que deben ser controladas

estrictamente, porque generan o extienden importantes problemas

sociales

Una actividad como

“Eurovegas” no sólo es que no

responda a necesidades sociales y

que no tenga utilidad social

alguna. Es que, además, es un tipo

de actividad que puede generar y

extender importantes problemas

sociales. Comenzando por la

extensión de las ludopatías, la

adicción al juego, muy

preocupante en nuestra sociedad y

que es destructiva para la vida de

personas y familias. Por eso, los

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juegos de azar y los grandes complejos de juego deberían estar muy

estrictamente controlados, en lugar de ser alentados y apoyados por la

inversión económica que pueden representar. Nos parece muy

preocupante y fuera de lugar que en un caso como éste se haya

hablado incluso de posibles modificaciones legales y de normas para

facilitar la actividad de juego. El dinero no se pude poner por

encima del bien común.

Pero no sólo se trata de las ludopatías. La experiencia dice que

complejos de este tipo pueden generar en su entorno un aumento de la

prostitución, que ya es un problema bastante importante en nuestra

sociedad y constituye una grave negación de la dignidad de las

personas. Y también actividades delictivas con un grave carácter

antisocial, como el blanqueo de dinero, que atenta gravemente contra

el bien común.

Nos parece muy preocupante que se presenten complejos de

juego como éste como si fueran un bien social, por la inversión

económica que representan, porque cuando se hace esto se contribuye

a normalizar y extender “valores” muy negativos en un contexto

social en el que estamos muy necesitados de una profunda

recuperación ética y moral.

Consideramos que algunos responsables políticos no están

actuando como sería su obligación al apoyar proyectos como el de

“Eurovegas”. La Doctrina Social de la Iglesia también es muy clara al

respecto de la responsabilidad de las autoridades públicas: es

obligación fundamental del Estado poner los límites necesarios al

mercado, para que no dañe el bien común, y proteger los bienes

colectivos y un ambiente humano sano.

“La Doctrina Social de la Iglesia, aun reconociendo al mercado

la función de instrumento insustituible de regulación dentro del

sistema económico, pone en evidencia la necesidad de sujetarlo a

finalidades morales que aseguren y, al mismo tiempo, circunscriban

adecuadamente el espacio de su autonomía. La idea que se puede

confiar sólo al mercado el suministro de todas las categorías de

bienes no puede compartirse, porque se basa en una visión reductiva

de la persona y de la sociedad. Ante el riesgo concreto de una

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“idolatría” del mercado, la Doctrina Social de la Iglesia subraya sus

límites” (Compendio…, 349).

“Es deber del Estado promover la defensa y tutela de los bienes

colectivos como son el ambiente natural y el ambiente humano, cuya

salvaguardia no puede estar asegurada por los simples mecanismos

de mercado” (Juan Pablo II, “Centesimus annus”, 40).

3.- La forma en que se crea empleo debe respetar siempre la

dignidad y los derechos de la persona en el trabajo

El argumento más importante que se utiliza para defender un

proyecto como el de “Eurovegas” es el empleo que se dice creará.

Incluso se ha hablado de dar todas las facilidades a los inversores para

que puedan contratar y gestionar el empleo sin respetar una legislación

laboral como la española que ya es,

de por sí, muy desfavorable a los

derechos de los trabajadores. Nos

parece que esto es algo

absolutamente inaceptable, más si

tenemos en cuenta que los inversores

de “Eurovegas” se caracterizan en

otros lugares del mundo por las

condiciones extremadamente injustas

que imponen a los trabajadores

Somos conscientes de que esto

que decimos no resulta fácil de

entender para familias que están

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desesperadas por el drama del paro que sufren. Desde luego, la

primera necesidad de nuestra sociedad es la creación de empleo. Pero

de empleo que respete la dignidad y los derechos de los trabajadores.

Justificar, como a veces se hace, cualquier condición de empleo como

respuesta al paro nos parece que es un chantaje indecente y aceptar

socialmente algo inaceptable: la violación de la dignidad de las

personas. Desde esa perspectiva sólo se puede construir un futuro

peor.

Como ha subrayado Benedicto XVI a propósito de la actual crisis

económica y social, el mercado ha extendido prácticas injustas y los

Estados toman decisiones injustas para atraer inversiones extranjeras,

“como una fiscalidad favorable y la falta de regulación del mundo del

trabajo. Estos procesos han llevado a la reducción de la red de

seguridad social a cambio de la búsqueda de mayores ventajas

competitivas en el mercado global, con grave peligro para los

derechos de los trabajadores, para los derechos fundamentales del

hombre y para la solidaridad” (“Caritas in veritate”, 25). Y el Papa

recordaba que, si queremos construir un presente y un futuro digno y

humano, “el primer capital que hay que salvaguardar y valorar es el

hombre, la persona en su integridad” (“Caritas in veritate”, 25), y que

“reducir el nivel de tutela de los derechos de los trabajadores (…)

impide consolidar un desarrollo verdadero” (“Caritas in veritate”,

32).

Ya llevamos demasiado tiempo destruyendo, a la vez, empleo

y condiciones dignas en el empleo. El desempleo empobrece, pero la

negación de los derechos de las personas en el trabajo también. Las

condiciones precarias de trabajo son un mecanismo de

empobrecimiento y sometimiento de los trabajadores. El empleo en

condiciones decentes es fundamental para luchar contra el

empobrecimiento.

Si queremos un presente y un futuro más justo y humano, es

imprescindible asumir la responsabilidad social, también de los

dirigentes políticos, de crear empleo en condiciones justas. Porque

la persona debe ser siempre lo primero, también en el trabajo. Si

no es así, la economía nunca servirá a las necesidades humanas:

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“El trabajo humano (…) es muy superior a los restantes

elementos de la vida económica, pues estos últimos no tienen otro

papel que el de instrumentos” (“Gaudium et spes”, 67).

“Los deberes de justicia han de respetarse (…) también en

cuanto afecta a las condiciones laborales en que se desenvuelve la

actividad (…) Si el funcionamiento y las estructuras económicas de un

sistema productivo ponen en peligro la dignidad humana del

trabajador (…) hay que afirmar que este orden económico es injusto”

(Juan XXIII, “Mater et magistra”, 82 y 83).

“La realización de los derechos del hombre del trabajo no

puede estar condenada a constituir solamente un derivado de los

sistemas económicos, los cuales(…)se dejen guiar sobre todo por el

criterio del máximo beneficio. Al contrario, es precisamente la

consideración de los derechos objetivos del hombre del trabajo (…) lo

que debe constituir el criterio adecuado y fundamental para la

formación de toda la economía” (Juan Pablo II, “Laborem exercens”,

17).

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HOAC de la Diócesis de Getafe

Mayo de 2013