Powers, Tim - Cena en El Palacio de La Discordia

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    Tim Powers

    Cena en el Palacio de la Discordia

    Martnez Roca

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    Coleccin dirigida por Alejo Cuervo

    Traduccin de Cristina Maca

    Cubierta: Geest/Hoverstad

    Ilustracin: Jim Burns

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyrightbajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra porcualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, yla distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos, as como laexportacin e importacin de esos ejemplares para su distribucin en venta, fuera del mbitode la Comunidad Econmica Europea.

    Titulo original: Dinner at Deviant's Palace

    1985 by Tim Powers 1991, Ediciones Martnez Roca, S. A.

    2003, Centurion, revisin 1.0Gran Va, 774, 7., 08013 BarcelonaPublicado por acuerdo con Scott MeredithLiterary Agency, Inc., Nueva YorkISBN 84-270-1487-2Depsito legal B. 908-1991Impreso por Libergraf, S. A., Constituci, 19, 08014 Barcelona

    Impreso en Espaa Printed in Spain

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    Dedicado a la panda de los jueves por la noche:

    Chris Arena, Greg Arena, Bill Bailey, Jim Blaylock, Jenny Bunn,Pete Devries, Phil Dick, Jeff Fontanesi, Don Goudie, Chris Gourlay,

    Dashiell Hamster, Rick Harding, K. W. Jeter, Tom Kenyon, Dave Lamont,

    Tim Lamont, Steve Malk, Phil Pace, Brendan Powers, Serena Powersy Phil Thibodeau...

    ... y a los miembros honorarios: Russ Galen, Dean Koontz, Roy Squires,Joel Stein, Ted Wassard y Paul Williams...

    ... con mi gratitud hacia Beth Meacham, la ms perceptiva, persuasivay discreta de las editoras.

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    Li b r o p r i m er o

    Lo que pueda llevaren una mano

    Y de pronto, nuestro beso no tuvo sentidoy tu rostro iluminado crece, all donde yacemos

    ms solitario y terrible que la luz del sol,y sordo y loco y ciego como el cielo.

    RUPERT BROOKE

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    Acuclillado sobre la cima oxidada del camin, Modesto se cruz ms todava la chaquetasobre el pecho, se ech hacia atrs el sombrero y observ la ciudad. En aquel momento, nohaba nadie que resultara lucrativo de observar, pero al chico le gustaba subir all para estar altanto de las idas y venidas en general, slo para mantenerse en forma. Bajo l, a la izquierda,estaba la zona de la Puerta Sur, ni mucho menos tan frecuentada como de costumbre a causade la reciente lluvia, y ms all, hacia el sudeste direccin que casi siempre estaba a favordel viento alcanzaba a ver los senderos enlodados de Dogtown, cubiertos por los jirones dehumo que se alzaban de los fuegos eternos de las zanjas llenas de basura.

    El chico escal la ruinosa cabina para sentarse sobre la capota y mirar hacia el norte. Eldestrozado camin, tan inamovible como la pared de cemento contra la que estaba encajado,no se movi bajo su peso; en realidad, nunca se haba movido, o al menos nadie lo recordaba.

    Las torres eran desmaadas pinceladas negras contra el cielo grisceo del norte, y en laesqueltica cumbre de la Torre Crocker alcanzaba a ver brillantes puntos anaranjados quesaba eran antorchas; los vigilantes nocturnos haban llegado temprano, y Modesto sabia quesus catalejos estaran dirigidos hacia el este, a la espera de cualquier atisbo del ejercito que serumoreaba se aproximaba desde San Berdoo. Y aunque ni siquiera Modesto poda verlos desdeall, sabia que al norte, en las granjas del exterior, haba hombres armados a caballo,patrullando la Autopista Golden Age, desde la Autopista Berdoo, al norte, hasta la Ploman alsur.

    A diez metros por debajo de su posicin, vio un grotesco vehculo que avanzaba hacia el surpor la calle Fig en direccin a l, y con una sonrisa medio admirativa medio despectiva, loidentific como el carromato de Greg Rivas, el famoso pelicanista. Como la mayora de loschicos de su edad, Modesto consideraba que tocar el pelcano era una especie de curiosidadhistrica algo embarazosa, que conjuraba implausibles imgenes de los padres de uno cuandoeran jvenes y alocados... Desde luego, a Modesto le interesaban mucho ms los ritmos msconsistentes y definidos del Resto, y los nuevos bailes como el Desguace, la Tenacilla o el Pasode Insecto.

    Con un crujir de ejes y una alteracin del ritmo en el sonido de los cascos de los caballos, elvehculo gir hacia el oeste para entrar en el Bulevar Woolshirt, y Modesto comprendi queRivas llegaba temprano al espectculo musical de aquella noche en el bar de Spink.

    Aburrido, el chico centr su atencin otra vez en las luces excitantes y ominosas de la TorreCrocker.

    El carruaje consista en una carrocera de Chevrolet, vieja pero perfectamente pulimentada,colocada sobre una plancha de madera tirada por dos caballos, y aunque la lluvia de aquella

    tarde haba deslustrado los colores y empapado los gallardetes, era con mucho el vehculoms impresionante que circulaba por el Bulevar Woolshirt. Las viejas supersticiones, segn lascuales la lluvia era venenosa, haban hecho que la multitud habitual se quedara en casa aquelda, y slo dos chicos salieron de un portal apartado y se dispersaron.Rivas! Hurra, es Gregorio Rivas! gritaron, algo mecnicamente.Rivas apart a un lado la cortina de cuentas que colgaba en lugar de la puerta, largo tiempo

    desaparecida. Salt a la superficie plana del carromato y, entrecerrando los ojos bajo lallovizna, se afianz all mientras su conductor hacia restallar las riendas y detena el chirriantevehculo delante del edificio que era su destino.

    Como la mayora de las estructuras que se alzaban en la ciudad de norte a sur, esta era uncascarn de cemento bien conservado, con trozos de madera tallada rellenando los huecosdonde otrora el cristal se haba extendido a lo largo de metros y metros. El edificio tena tres

    pisos de altura y, tambin tpico de la zona, el muro superior, ahora decorado con multitud deestacas, adornos y banderas descoloridas por el sol, luca una grieta desigual. Sobre la puerta

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    haban colocado tiras de metal y cristal coloreado para formar, con letras de treintacentmetros, el nombre SPINK.Basta dijo Rivas a los chicos. Dejadlo por hoy, no hay nadie. Adems, creo que

    necesito un par de apuntadores nuevos... ltimamente, hasta los malditos loros parecen msentusiastas que vosotros.

    Como para darle la razn, uno de los loros que tena su nido en la copa de la palmera ms

    cercana, exclam:Rivas! Rivas!Hurra! aadi otro desde otra palmera, calle abajo.Lo veis? seal Rivas mientras buscaba en el interior del carromato su sombrero y la

    funda de vinilo de su pelcano. Creo que es porque trabajan gratis, por amor al arte.Se puso el sombrero, mir a su alrededor en busca de una zona de pavimento sin charcos,

    y salt.Pero nosotros no, to seal alegremente uno de los chicos.Los dos extendieron las manos.Pequeos asnos mercenarios murmur Rivas.Se sac un par de tarjetitas blancas del bolsillo del chaleco y entreg una a cada nio.Son de un vasito cada una, debera daros vergenza aceptar tanto.

    Nos la da, to, en serio.Los dos corrieron de vuelta hacia su refugio en el portal.Rivas se detuvo un instante bajo el toldo del restaurante para colocarse en un ngulo

    adecuado el antiguo sombrero y peinarse con los dedos la barba oscura estilo Van Dyke. Porultimo, empuj las puertas batientes y entr.

    Pero un momento despus frunca los labios en gesto de irritacin, porque habadesperdiciado su cuidadosa entrada... Los candelabros colgantes, que haban sido bajados trasel almuerzo, seguan en el suelo, apagados, y la habitacin estaba tan oscura que, de no serpor los leves olores de la cerveza y la grasa rancia, el lugar habra parecido una iglesia vaca.Maldita sea se quej al golpearse el pie contra uno de los candelabros, antes de

    saltarlo. Dnde ests, Mojo? Cmo es que an no has encendido estos trastos?Todava es temprano, Greg le lleg una voz desde la cocina. Ahora lo har.

    Rivas sorte las ruedas de madera que eran los candelabros para dirigirse a la barra,levant la seccin sujeta con bisagras y entr tras ella. A tientas, encontr la pila de vasoslimpios, y manej la bomba con impaciencia para llenar el grifo de cerveza. El sonido levantecos en la gran habitacin.Hay una botella abierta de Moneda Barrows le grit Mojo desde la cocina.Rivas frunci las comisuras de la boca en una especie de sonrisa invertida.Prefiero cerveza dijo con voz calculadamente indiferente.Abri el grifo y dej que el chorro de cerveza fra le llenara el vaso.El viejo Mojo sali de la cocina caminando pesadamente, con una temblorosa lmpara de

    aceite en la mano, y se inclin sobre el candelabro para encender las velas con ella.Claro dijo con aire ausente, no lo gusta mucho el Barrows, eh?Siempre bebo cerveza o whisky respondi Rivas como sin darle importancia. Han

    llegado ya Fandango o los gemelos?Fandango si..., ya ha dejado algunos de sus tambores en el escenario. Ha salido a por el

    resto.En aquel momento se oyeron unos pasos arrastrados en la habitacin de la parte de atrs,

    y les lleg una voz:Eres t, Greg? Te importa ayudarme con estos?Lo que pueda llevar en una mano, Tommy.Se coloc el maletn del pelcano bajo el brazo y, bebiendo la cerveza mientras caminaba,

    Rivas se dirigi parsimoniosamente a la habitacin trasera, cogi a Fandango uno de lostambores ms pequeos y volvi al escenario, ahora algo ms iluminado.

    Fandango dej cuidadosamente los tambores y se sec el sudor de la cara mofletuda.Ufdijo, inclinndose sobre el escenario elevado. Spink me pregunt esta maana

    cuando llegaras seal en tono confidente.

    Rivas dej el tambor que haba transportado y mir al hombre ms joven.Y?

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    Bueno, no se, pero pareca enfadado.Y cmo lo supiste? Seguro que hasta duerme con esa sonrisa.Quera hablarte sobre algo. Fandango evit mirar a Rivas concentrndose en apretar la

    clavija de un tambor. Eh... quiz sobre esa chica.Quien, la tal Hammond? Rivas frunci el ceo, incmodamente consciente de que

    Fandango haba estado saliendo con la chica y se la haba presentado. Oye, al final result

    que estaba chiflada.Si hay que fiarse de ti, todas lo estn.Bueno, es que la mayora estn chifladas le espet Rivas mientras suba al escenario.

    No es culpa ma.Desat los nudos que mantenan cerrado el maletn de vinilo, levant la tapa y sac el

    instrumento.Aunque no media ni sesenta centmetros de largo, se deca que era el mejor de Ellay. El

    clavijero estaba tallado en caoba, con trastes de cobre y monedas de cobre pulido en lugar declavijas. El cuerpo principal era una media esfera fabricada con diferentes maderascuidadosamente pulidas y enceradas. El arco de crin estaba enganchado a la parte trasera delclavijero, y el perfil del instrumento recordaba a la cabeza de un pelcano: el cuerpo era lagran bolsa, y el largo clavijero haba las veces de pico.

    Puso el maletn en el suelo del escenario, se sent en un taburete con el pelcano sobre lasrodillas e hizo un punteo rpido, con ritmo de bala, casi tono; luego se lo puso al hombro,liber el arco y lo pas experimentalmente sobre las cuerdas, arrancndoles una notamelanclica.

    Satisfecho, dej el instrumento en el maletn abierto, y coloc el arco a un lado. Alz suvaso de cerveza.De cualquier manera dijo tras beber un sorbo, Spink no se molestara por una

    tontera as. Demonios, estamos en el undcimo ao del Sptimo As..., todo eso de la castidady la fidelidad eterna se largaron por la puerta Dogtown antes de que t y yo naciramos.

    Como suceda a menudo, sobre todo ltimamente, Fandango no supo decir si Rivas estabasiendo sincero o amargamente irnico, as que dej de lado el tema y se dedic a colocar lossoportes de los tambores en torno a su propio taburete.

    Oye

    aventur en voz baja unos minutos despus

    , quien es ese tipo que esta junto ala ventana?Mojo ya haba encendido gran numero de los candelabros colgantes, y el rincn de la sala

    donde estaba la cocina estaba suficientemente iluminado como para mostrar a un hombre deconstitucin recia, sentado junto a una mesa a la derecha de la ventana que daba a la calle.

    Rivas lo mir un momento, incapaz de saber bajo aquella luz incierta si el hombre miraba ono en su direccin, o siquiera si estaba despierto.

    Luego, se encogi de hombros.Jaybush sabe.Y no nos lo dir asinti Fandango. Oye, seguiremos haciendo sobre todo bala esta

    noche? He estado practicando algunas canciones ms recientes, unos cuantos nmeros deesos de paso de insecto, y me parece...

    Rivas apur la cerveza.Atrapa esto! exclam.Lanz el vaso en una parbola alta en direccin a Mojo, que alz la vista cansado, dej la

    lmpara en el suelo y cogi el vaso antes de que se estrellara contra el suelo.Maldita sea, Greg... murmur mientras se pona en pie y caminaba hacia el bar.Si dijo Rivas, frunciendo un poco el ceo al observar el paso cansino del anciano,

    bala. Nadie paga por ver a Rivas haciendo paso de insecto.No pens, para eso queris a esos chicos salvajes que vienen del sudeste de la ciudad

    Dogtown, los chicos que dependen de la ferocidad de sus voces y del caos de sus instrumentospara compensar su falta de habilidad musical.Por que lo dices? sigui.No tengo bien cogido el ritmo se quej Fandango. Si al menos me dejaras tocar al

    mismo tiempo que t, o al menos al mismo tiempo que cantas, se me dara mucho mejor.

    Pero eso de una tercera y una cuarta voz, todas a ritmos diferentes, pero teniendo quealcanzar los altos y los bajos al unsono...

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    Haremos bala replic Rivas con firmeza.Pasaron unos instantes.Vas a tocar Bebiendo solo? insisti Fandango. Es la ms difcil.Cristo, Tommy respondi Rivas, impaciente, es lo trabajo. S, pienso tocar esa

    cancin. Si no lo quieres aprender todo el repertorio, ya te puedes dejar crecer la barba yponerte a pedir en la calle.

    Bueno, claro, Greg, pero...Crees que llegue aqu desde Venecia trabajando as?No, Greg.Condenadamente cierto. Creo que ser mejor que la repasemos antes de que empiece el

    espectculo, para que practiques un poco.Antes de que Fandango pudiera replicar, una silla se desplaz en el rincn, y el hombre que

    ocupaba la mesa junto a la ventana se levant y habl.Seor Rivas, me gustara hablar con usted antes de que empiecen.Rivas mir al hombre con una ceja arqueada. Qu es esto? pens. Un desafo por

    alguna hija o esposa ultrajada? O un contrato para actuar en alguna fiesta privada? Almenos, el hombre vesta de una manera respetable, con una conservadora camisa de linoblanco, pantalones a juego y un cinturn Sam Brown de piel oscura... en contraste con el

    llamativo chaleco de plstico rojo y el sombrero de ala ancha que luca Rivas.Claro dijo este tras una pausa. Dispare.Es un asunto personal. Podramos discutirlo aqu, quiz con unas copas?De acuerdo.Mojo regres al escenario con el vaso de cerveza lleno, justo en el momento en que el

    pelicanista bajaba de un salto.Gracias dijo Rivas, cogindoselo. Y un vaso de lo que sea para aquel caballero.Mojo se volvi hacia el desconocido.Un trago de ese Moneda Barrows, por favor fue la respuesta de ste.Rivas se dirigi a la mesa del hombre, con la cerveza en la mano derecha para tener libre la

    del cuchillo. Cuando lleg, empuj con el pie otra silla para l.Mojo lleg un momento despus con el vaso de coac, lo coloc ante el desconocido, y

    retrocedi un paso mientras se aclaraba la garganta.A mi cuenta, Mojo dijo Rivas sin apartar los ojos del desconocido... que, segn advirti,

    no tena pelo en la cabeza, ni siquiera cejas o pestaas.No, insisto dijo el hombre. Y tambin la cerveza del seor Rivas. Cunto es?Eh..., media pinta.El desconocido sac un monedero de la bolsa de su cinturn, lo abri y tendi a Mojo una

    tarjeta de un quinto. Mojo la recogi y se march con paso cansino.No se preocupe por el cambio le dijo el hombre.Mojo aminor la marcha.Gracias, amigo respondi con una voz de la que no pudo eliminar una nota de

    agradable sorpresa.Y bien? dijo Rivas.El hombre dirigi a Rivas una sonrisa claramente glida.Me llamo Joe Montecruz. Me gustara contratar sus servicios.Aunque todava estaba algo asombrado, Rivas se relaj y se apoy en el respaldo.Bien, claro. Quiere tambin una banda de acompaamiento, o slo a m? Yo cobro veinte

    quintos por noche, y esta banda siete. Si reno un grupo mejor, costara ms, claro. Adems,tengo todas las fechas ocupadas hasta...

    Montecruz levant una mano.No, no. No me ha entendido. No quiero contratarle por su talento musical.Oh. Deb suponerlo , se dijo. Entonces, de qu se trata? pregunt como era su

    obligacin, solo para asegurarse de que estaba en lo cierto.Quiero que lleve a cabo una redencin.Estaba en lo cierto.Lo siento, me he retirado.

    La sonrisa no del todo amistosa de Montecruz no vacil.Creo que puedo hacerle una oferta que le sacara de su retiro.

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    Rivas ment la cabeza.Mire, no intentaba hacerle subir el precio. Lo he dejado. Ahora gano mucho con la

    msica..., y, de todos modos, tengo treinta y un aos. Ya no poseo los reflejos y la vitalidadque hacen falta. Ni tampoco la suerte, pens con amargura. Y han pasado aos desde laultima..., el terreno haba cambiado. Como siempre.

    Montecruz se inclin hacia adelante.

    Rivas dijo con tranquilidad, estoy hablando de cinco mil quintos de Ellay.Rivas alz las cejas con sincero respeto.Bonita cifra admiti. No hay ni cincuenta personas en Ellay que pudieran soar con

    conseguir un prstamo tan elevado. Bebi un largo trago de cerveza. Pero estoy retirado.Sencillamente, no quiero volver a arriesgar mi vida y mi cordura por desconocidos. Pero hayotros redentores. Demonios, por cinco mil podra contratar diez veces a Frake McAn.McAn es tan bueno como usted?Infinitamente mejor, puesto que yo ya no lo hago. Gracias por la cerveza... Y ahora, de

    verdad, tengo que ensear a ese estpido de tamborilero lo que quiero que haga.Se puso de pie.Un momento dijo rpidamente Montecruz, alzando la mano y empezando a parecer

    menos confiado. Usted es el nico que ha llevado a cabo ocho redenciones.

    Seis. Dos entraron en la Ciudad Santa antes de que los alcanzara.De acuerdo, seis. An sigue teniendo el rcord. El padre de la chica quiere al mejor, y

    escuche, esta no ser tan difcil como las otros. Lo nico que tiene que hacer es localizarla, lafamilia llevara a cabo el secuestro y la cura...La familia puede hacerlo todo replic Rivas, irguindose. He dicho que lo he dejado, y

    va en serio. Puede contratarme como pelicanista, o como escritor de canciones, siempre quequiera... Ahora, son mis nicas ocupaciones.

    Dio media vuelta y ech a andar hacia el escenario, pero Montecruz, gil para un hombretan grueso, rodeo la mesa y agarr a Rivas por el codo cuando ste slo haba dado cuatropasos.Subiremos a diez mil! sise.Exasperado, Rivas se volvi hacia el hombre.

    Ya le he dado mi respuesta.Durante un par de segundos, el rostro de Montecruz qued inexpresivo, con un aspectoextraamente infantil.Para cantar? dijo luego, con la voz aguda y cargada de un incrdulo desprecio. Ha

    dejado de salvar vidas..., almas!..., para sentarse en un bar a cantar? Pero claro, slo lo hizomientras necesitaba dinero, no? Y ahora que puede ganarlo tocando, los dems pueden...,pueden ser destripados, despellejados, que a usted no le molestara tanto como una arruga ensu precioso traje, eh? Debe de ser agradable ser la nica persona digna de su atencin.

    Una sonrisa retorcida, sin alegra, haba aparecido en el rostro del pelicanista durante eldiscurso de Montecruz.Por que no se va a casa y habla de cosas de las que entienda algo, mutante? dijo

    cuando hubo terminado.Haba hablado en voz baja, pero Mojo y Fandango le oyeron y alzaron la vista, alarmados.El insulto, especialmente cruel dado al aspecto de Montecruz, quedo suspendido en el aire

    durante varios segundos, y los msculos endurecidos de la barbilla de Montecruz hicieron quesu rostro, repentinamente plido, pareciera an ms ancho.

    Rivas se sacudi la presa del brazo y retrocedi dos pasos, con la piel tensa sobre lospmulos y la mano izquierda cerca de la funda del cuchillo.

    Por ultimo, Montecruz, cuya mano se haba dirigido velozmente hacia su propio cuchillo,tom aliento y luego lo dej salir para tranquilizarse.No lo olvidare, Rivas susurr. Espere y ver.Dio media vuelta y sali del edificio.Cuando las puertas batientes se hubieron cerrado tras l con un crujido, Rivas mir hacia el

    techo y emiti un largo silbido. He perdido el control se dijo. Mejor ser que dejes lacerveza, amigo..., ya has tomado suficiente aqu y en casa como para mantenerte engrasado

    toda la noche.

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    Dios, Greg dijo Fandango asombrado mientras el pelicanista volva al escenario,estabas enfadado, verdad? Me acabo de dar cuenta de que nunca lo haba visto enfadado...,slo gruir un poco cuando algo no sala bien, ya sabes. Qu te dijo para que le echaras as?A qu se refera con lo de cantar, y lo de lo ropa? Y qu vida quera que...?Oh, cllate, Tommy dijo Rivas, cansado.Mojo haba encendido las brillantes lmparas situadas frente al escenario, as que se las

    arregl para que su expresin slo fuera de cierto enfado mientras suba.No me puso furioso, vale? Estoy cansado de que todo el mundo piense que tiene

    derecho a mi tiempo, eso es todo. Y no pretenda echarlo.Recogi su instrumento y el arco de Grin, y le avergonz advertir que le temblaban las

    manos. Las baj rpidamente, y dirigi una mirada glida al tamborilero, pero Fandangosacuda la cabeza mientras marcaba un ritmo rpido en uno de sus tambores, y era obvio queno lo haba advertido.Pero le llamaste mutante dijo el tamborilero. O sea, a m tambin me lo llamas

    cuando meto la pata de vez en cuando, pero ese tipo lo era..., era calvo, lo vi desde aqu.Si no lo aprendes este ritmo, empezare a pensar que eres un mutante mental replic

    Rivas. Ahora, desde el principio, y que salga bien.Dio tres golpes con el pie mientras Fandango frunca el ceo en gesto de concentracin, y

    luego empezaron a tocar.

    Tuvieron que detenerse unos minutos despus, cuando Mojo empez a girar las ruidosasruedas oxidadas que suban los candelabros encendidos hasta el techo. Pese a su resolucinanterior, Rivas dej el pelcano y se dirigi a la barra para volver a llenarse el vaso. Regres yse sent con las piernas cruzadas en el taburete, para limitarse a mirar con gesto ausente losrincones an sombros del techo, donde largos festones de polvorientos muecos de papelcolgaban como enormes telaraas por tres de las paredes.

    Para cuando Mojo termin su ronda por las ruedas, slo unos cuantos clientes habanllegado y estaban sentados, y Fandango mir a Rivas con gesto inquisitivo, pero el pelicanistapareca haber olvidado su disgusto con el tamborilero. Entr ms gente, y los candelabros

    dejaron poco a poco de girar mientras los jirones de conversacin tenan un tono cada vezms elevado, y las risas y el chocar de vasos se hacan ms frecuentes. Pero Rivas seguadistrado, y cuando lleg la pareja de gemelos chinos, tpicamente silenciosos, con la guitarray el carilln, la seal de saludo de Rivas fue tan inconsciente y automtica como elestremecimiento en el flanco de un caballo cuando una mosca se posa sobre el.

    Por ultimo, Fandango tuvo que darle un codazo.Atencin, Greg! susurr cuando apareci el propietario caminando entre las mesas, en

    direccin al escenario.Steve Spink y Rivas tenan aproximadamente la misma edad y constitucin treinta y

    tantos, esbeltos pero con cierta tendencia a la obesidad en la cintura, pero Spink, con susonrisa rpida y su indisciplinada mata de pelo rubio, irradiaba una alegra infantil, mientrasque el pelo oscuro de Rivas, la barba y las mejillas arrugadas le daban un aspecto casi teatralde desdn.

    Spink se inclin hacia el escenario mientras Rivas, sobresaltndose slo un momento, saltapresuradamente de su taburete, recogi su instrumento y parpade, sorprendido al encontrarla habitacin llena.Estas bien, Rivas? pregunt Spink con amabilidad.Eh? Qu? Rivas se dirigi al borde del escenario, y dio una patada involuntaria al

    olvidado vaso de cerveza. El vaso se rompi, y la cerveza salpic la costosa chaqueta de pielde Spink.Maldita sea, te he preguntado que si estabas bien. Pero no lo parece. An puedes tocar?Rivas frunci el ceo y se irgui en toda su estatura.Claro que puedo tocar! Qu quieres decir con eso de an? Dios mo, slo porque he

    roto un vaso barato...Desde cundo es barato el cristal? A la hora del almuerzo ha venido a hablar conmigo un

    tipo viejo. Dijo que en el pasado fuiste un jaybird. Es cierto?Si replic Rivas, desdeoso. No es ningn secreto. He sido muchas cosas en mi vida.

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    Pero de las dems sueles hablar. Tomabas el sacramento muy a menudo?Por segunda vez aquella noche, Rivas sinti que la rabia se apoderaba de l.Qu estas insinuando, Steve?Spink permiti que su sonrisa habitual se relajara para convertirse en un ceo fruncido.Lo siento, Greg. Pero estoy seguro de que comprendes mi preocupacin. No puedo

    permitir que la gente en la que confo se ponga birdy.

    Empieza a preocuparte por eso cuando no pueda llenar hasta los topes tu condenadolocal.Tienes razn, Greg. Perdona. No deb hacer caso al viejo.Se volvi hacia el publico, y Rivas vio como la sonrisa volva a relampaguear.Seoras y caballeros anunci Spink. Una vez ms, tenemos esta noche el privilegio de

    contar entre nosotros con Gregorio Rivas, de Venecia.El aplauso lleg en su debido momento, y tuvo un volumen y una duracin satisfactorios.

    Rivas sonri con la arrogancia acostumbrada mientras se inclinaba para recibir la ovacin...,pero, en el fondo, estaba intranquilo. Cmo sonara el aplauso si no hubiera colocado a unoscuantos apuntadores pagados entre la multitud? Y cunto tiempo ms podr contar con elpeligroso glamour de Venecia? Despus de todo, hace cinco aos que me marche de all, yaunque es cierto que la presentacin habitual de Steve sigue haciendo que los forasteros

    arqueen las cejas y susurren admirados, el viejo Mojo se sorprendi de verdad el otro dacuando mencione que haba trabajado en el bar Bom Sheltr de Venecia... Dijo que pensabaque la historia era para atraer a los turistas, como los falsos altavoces que colgaban deltecho.

    Cuando los aplausos empezaron a remitir, Rivas se volvi hacia Fandango y los gemelos e,impulsivamente, les hizo la seal de Todos quieren fumar mi Comoy, su cancin mscaracterstica, la que sola utilizar para animar a un publico aptico. Fandango hizo sonar elritmo rpido de la apertura de la cancin, y la multitud reaccion con un entusiasmoinconfundiblemente autntico, y durante los minutos siguientes Rivas olvid sus dudasmientras se concentraba por completo en tocar y cantar.

    Durante un largo dilogo entre la guitarra y el tambor una secuencia con la que Rivassabia que no tena problemas aprovech la oportunidad para escudriar la multitud..., no sin

    cierto nerviosismo, porque tema que la chica, Hammond, se presentara para hacer unaescena. A Spink le habra gustado, seria una prueba de que el pelicanista era un autenticocalavera veneciano, pero Rivas tema aquellos encuentros, por inevitables que parecieran.Examin todos los rostros que pudo distinguir a la luz de los candelabros y las velas situadassobre las mesas, y suspir aliviado al no verla.

    Y, desde luego, se habra sentado donde yo pudiera verla pens con un estremecimientoligeramente ebrio. Maldita sea. Por qu las chicas no asumen el hecho de que una rupturano puede parecer trgica a quien la ha provocado? Slo le parece trgica al que recibe lapatada; para el que la da, es... aire fresco, una carga que desaparece, nueva energa en elpaso y un silbido en los labios..., todo lo contrario a una tragedia.

    Que demonios pens, a mi tambin me lo han hecho; slo una vez, s, pero era taningenuo, haba invertido tanto aquella vez mucho ms de lo que nunca tendr estaHammond que an cargo con la perdida, igual que cargo con mi esqueleto, es inevitable. Ycomo el viejo acero inoxidable, no se oxida con el tiempo, su color no cambia para fundirsecon el entorno, sino que brilla siempre, despiadadamente, como si fuera nuevo.

    Rivas se volvi hacia el que tocaba el carilln y le dijo con su clave de seales: Recurdameluego... acero inoxidable... xido... colores de camuflaje. El hombre asinti.

    S, pens Rivas con cierta satisfaccin, bonita imagen. Encajara bien en una cancin, conuna manera dramtica de perder a la chica..., muerte, quiz... incluso suicidio...

    ... Cualquier cosa menos la manera en que haba perdido a Urania en la realidad...Intent esquivar la imagen de el mismo a los dieciocho aos, acurrucado tras un arbusto,

    vestido con las ruinas de un traje alquilado que apestaba a vmitos y a coac..., y, para sueterna vergenza, ladrando como un perro.

    A lo largo de los aos siguientes, en un par de ocasiones, durante sus escasos estados denimo objetivos, se le haba ocurrido que quiz algn da el recuerdo le resultara divertido.

    Ciertamente, tal da no haba llegado an.

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    En cualquier caso, le alegraba que la chica Hammond pareciera dispuesta a desaparecer demanera indolora. Le haba resultado interesante durante un tiempo, pero no era Urania.Ninguna lo era.

    Ya era casi el momento de que el pelcano interviniera de nuevo; acababa de coger elclavijero y situar el arco sobre las tensas cuerdas, cuando vio junto a la barra a un hombrebien vestido que le observaba.

    Se le hel la sangre varios segundos antes de comprender conscientemente quien era, yperdi el comps de entrada.

    El guitarrista alz la vista algo sorprendido, pero, sin titubear, inici la frase una vez ms.An as, tuvo que empezarla una vez ms, permitiendo que los espectadores ms atentos

    se dieran cuenta de que algo iba mal, porque Rivas recordaba ahora quien era el anciano quele miraba con asombro, odio y, despus de ms de una dcada, un poco de miedo.iGreg! susurr Fandango, apremiante. Entra ya!Rivas parpade, concentr parte de su atencin en la msica y, en el momento exacto,

    desliz el arco sobre las cuerdas, y la cancin sigui como de costumbre.Hizo una seal a los otros msicos para que esta vez dejaran de lado las largas florituras

    del final, y mientras Fandango, obediente, marcaba con el tambor una rpida conclusin,Rivas, ahora mucho ms sobrio que un minuto antes, baj su instrumento y se adelant hacia

    la parte delantera del escenario.Vamos a tomarnos un breve descanso dijo lacnico.Dej el pelcano junto al taburete, baj de un salto y se dirigi a la barra..., y consigui

    hacerlo con bastante rapidez, porque hasta el ms borracho de los clientes pareci percibiruna peligrosa tensin en l, y todos apartaron las piernas y acercaron las mesas a las sillaspara dejarle paso.

    Para cuando se detuvo frente al anciano, la sorpresa se haba mitigado lo suficiente comopara permitirle deducir lo que deba de haber pasado para que el hombre acudiera all.Hay una habitacin privada junto a la cocina le dijo Rivas con una voz a la que las

    emociones encontradas privaban de toda inflexin. Espera a que lleguemos all paracontrmelo. Whisky aadi en voz ms alta, dirigindose a Mojo. Doble, y con unacerveza.

    Mojo llen rpidamente los dos vasos, y Rivas los recogi y gui al anciano haba unapuerta, en un rincn sombro.Coge alguna lmpara espet el pelicanista al anciano, mientras tomaba los dos vasos

    con una mano para abrir la puerta con la otra. Venga, deprisa!El rostro del anciano tenia la expresin de quien ha descubierto que su cena consistir en

    los restos de los mozos del establo, y el cambio que sufri ahora fue como si le hubieran dichoque adems deba sentirse agradecido. Pero, sin decir palabra, hizo lo que se le deca, y cogiuna lmpara del rincn del bar.

    Rivas se qued junto a la puerta y la cerr tras ellos cuando el anciano hubo vuelto con lalmpara. La mayor parte de la superficie estaba ocupada por una mesa de plstico, con mediadocena de sillas entorno a ella. Rivas ocup una silla y coloc las bebidas ante l.Esta tarde debiste decirle a Spink quien eras dijo. Le habra impresionado conocer al

    hombre que destila el dinero de Ellay.La lmpara se pos sobre la mesa con un ruido seco, y la llama temblorosa hizo que las

    sombras de los dos hombres se fragmentaran sobre las paredes de madera.A ninguno de los dos nos conviene que se sepa que Irwin Barrows tiene algo que ver con

    Gregorio Rivas fue la seca respuesta.Rivas tom un sorbo de whisky y lo hizo bajar con un largo trago de cerveza.Cierto dijo framente. De hecho, para qu va a saberlo siquiera Rivas? Quin era tu

    negociador de esta noche? Algn capataz de destilera? No se puede decir que manejara elasunto como un profesional..., casi termin retndome a duelo.

    Irwin Barrows le mir con gesto especulativo.Haba considerado la posibilidad de no decirle esto respondi por ultimo, pero lo har,

    porque no creo que altere tu decisin. El acaloramiento de Montecruz tiene excusa..., estnprometidos. Van a..., iban a casarse el mes que viene.

    Rivas se sorprendi ante la rfaga de tristeza que amenaz su autocontrol e incluso llega estremecerlo, porque not que el color hua de su rostro rgidamente inexpresivo y

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    comprendi que el dolor que haba cultivado como un jardn durante trece aos haba dejadode ser salvaje, espontneo; era ahora algo domesticado. Y un momento despus, se dio ascopor concentrarse de una manera tan obsesiva en los sentimientos de Gregorio Rivas. Diosmo se dijo, ese hijo de puta de Montecruz tenia razn: para ti, todo existe en funcin desi complace o molesta a tu persona favorita: t. Pero no la rescatare para l.

    Se bebi rpidamente lo que quedaba de whisky, pero, en vez de la neblina difuminadora

    que esperaba, le trajo una indeseada claridad de ideas; y comprendi con desesperacin queno poda dejar que los jaybird se la llevaran.

    Ojal no lo supiera pens, ojal no hubiera sido uno de ellos durante casi tres aos,entonces probablemente podra rechazar su peticin. Ojal no hubiera visto como el jaybushdestroza metdicamente las mentes humanas, consume las almas como si fueran lea,entonces probablemente podra escupirle a Barrows en la cara y marcharme de aqu, podrarechazarle. T me apartaste de ella hace trece aos..., ahora soy yo quien te aparta de ella.Qu te gusta? S, pasrselo por esa nariz tan celestialmente superior hasta ahora..., mandarsu desprecio por la puerta Dogtown..., hacer que l me suplicara por ella, despedirlehumillado...

    Ojal no lo supiera!Pero cuando repiti el ultimo pensamiento y consider lo mucho que le defina, tuvo que

    reprimir un escalofro, porque, por un momento, el mero hecho de ser Gregorio Rivas le habadado nauseas.Por ultimo, alz la vista.Tienes razn dijo, deseando que su voz no sonara tan ronca para la ocasin. Eso no

    altera mi decisin. Lo har.Barrows inclin la cabeza.Gracias.Cuando la cogieron?Anoche, a ltima hora. Estaba en una fiesta, al norte de aqu, y no se sabe cmo pero

    qued sola, y una banda de ellos empezaron a decirle algo..., supongo que conoces susmalditos argumentos y trucos tan bien como cualquiera..., y cuando su perezosoguardaespaldas, que ha perdido su empleo, la alcanz por fin, lleg justo a tiempo para ver a

    Urania alejndose en un carromato jaybird.En que direccin?Hacia el este.Slo un carromato?Eso dice el guardaespaldas.Rivas se ech hacia atrs y tamborile con los dedos sobre la mesa.Se le fue la vista mientras, por primera vez, en tres aos, planeaba una nueva redencin.Debiste acudir a mi inmediatamente dijo, y no perder el tiempo intentando estropear

    mi trabajo aqu y enviando a ese payaso. Pero es buena seal que slo hubiera un carromatoy que se dirigiera al este. Eso quiere decir que el pastor quera reclutar al menos a una o dospersonas ms antes de volver al campamento de su caravana. Puede que an estn en lazona, acampando en alguno de los barrios olvidados, fuera de la muralla.Puedes averiguarlo esta noche?Rivas sonri ante lo ingenuo de la pregunta.Imposible. No se puede ir y preguntarle al jaybird ms cercano dnde ha ido uno de sus

    carromatos. Y aunque estuvieran ah fuera, aunque hubiera luna llena en vez de estar el cieloencapotado, sabes cuntos kilmetros cuadrados de ruinas hay?Entonces, maana por la maana. Bueno, supongo que Montecruz habr empezado a

    explicrtelo, todo lo que tienes que hacer es...... Localizarla. S, ya me lo dijo, pero no ser as. Yo me encargare tambin del secuestro

    y de la cura.Los ojos de Barrows se estrecharon y su rostro asumi la expresin de decisin ptrea que

    Rivas recordaba tan bien.No dijo con firmeza. Eso queda fuera de cuestin.Rivas ech la silla hacia atrs y se levant.

    Frake McAn vive en la pensin de Lou, en la calle Sandoval. No le digas que lo envo yo,slo servira para que albergara prejuicios contra ti. Y no pierdas tiempo aadi, sealando a

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    Barrows con un dedo. Algunas caravanas de reclutamiento van directamente hacia la CiudadSanta.

    Cogi el vaso de cerveza y se dirigi hacia la puerta.Barrows alz una mano frgil.De acuerdo dijo, cansado. Espera, sintate, lo haremos a tu manera. T te

    encargaras de todo.

    Rivas abri la puerta y se asom al exterior.Mojo! llam. Trae otra cerveza! Cerr la puerta y volvi a sentarse. Entonces,

    trato hecho. Sin darse cuenta, se pas los dedos por el cabello, despeinndose. Diez milquinientos de tu coac Moneda. Una transferencia bancaria de cinco mil ahora, y otra por elmismo valor cuando y si traigo a Urania dentro de los muros de Ellay.No lo entendiste bien. Cinco mil es el precio total.Montecruz subi a diez mil.Montecruz se dej llevar por la ansiedad, creo que es comprensible. Pero no...Eso aclralo con l ms tarde le interrumpi Rivas. Acepto la oferta que se me hizo.El precio que te ofrezco dijo Barrows, furioso sigue siendo mucho ms de lo que lo

    han pagado nunca.La puerta se abri desde fuera. Mojo entr renqueando, dej la cerveza sobre la mesa,

    recogi los vasos vacos y sali.Evidentemente, para ti ella vale cinco mil seal Rivas, pero no diez. Recuerdas la

    direccin de McAn? En la pensin de Lou, en...Barrows le miraba con desprecio.Esto es muy interesante le interrumpi con voz tensa. Yo crea que el uso abusivo del

    Sacramento jaybird se limitaba a erosionar la inteligencia del comulgante, pero ahora veo quees mucho peor..., veo que puede destruir la misma humanidad de la persona, dejando slo...una especie de insecto artero y astuto.

    Rivas saba que Barrows buscaba provocar su ira, as que se ech hacia atrs y dejescapar una carcajada.No esta mal, Barrows! Me gusta, escrbemelo para que pueda usarlo en alguna cancin.

    Se inclin hacia adelante y despleg su sonrisa. Y espero que comprendas que un insecto

    artero y astuto, como t lo has expresado tan diplomticamente, es exactamente lo quenecesitas ahora. S, fui un jaybird durante tres aos despus de que me echaras de la fincaBarrows, y tome su devastador Sacramento unas cuantas veces (como debe de estar haciendoUrania ahora mismo, bonita idea, eh?), aunque pronto descubr maneras de bloquear susefectos, de hacer que mi mente no fuera accesible a l. Pero por eso soy la nica persona queha conseguido con xito arrancar gente de manos del jaybush..., o de su plato, por as decirlo.Seguro que eso te gusta ms, te agradan las metforas, no?

    La puerta se abri de nuevo, pero esta vez fue un Steve Spink furiosamente sonrientequien se asom.Vas a volver, Greg? La gente empieza a marcharse, y an recuerdo eso que me dijiste

    sobre llenar el local hasta los topes.Involuntariamente, Rivas vio una rpida imagen de s mismo tal como sera si perda aquel

    trabajo y fracasaba en el asunto de la redencin..., un hombre ya no tan joven, tocando acambio de vasitos en una esquina de Dogtown, con la barba espesa y descuidada, adis alsmbolo viviente de que se poda cruzar la frontera entre la clase baja y la clase alta..., perobebi un sorbo pausado y se las arregl para que su voz sonara despreocupada.Volver dentro de un momento, Steve. No creo que se olviden de quin soy.Espero que ests seguro, Greg dijo Spink, aadiendo un par de dientes a su sonrisa.

    Entonces, vio al compaero de Rivas. Oye, se es el anciano que...Ya lo se, Steve. Un minuto ms.La puerta volvi a cerrarse, aislndolos del ruido de la multitud, y Rivas se volvi hacia

    Barrows con las cejas arqueadas.Y bien?De acuerdo accedi el anciano con tranquilidad. Diez. Cinco ahora y cinco cuando la

    traigas.

    Hecho. Renete conmigo cuando acabe el espectculo de esta noche para ultimar losdetalles.

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    Barrows asinti, se puso de pie y rode la mesa en direccin a la puerta, pero se detuvo.Oh, por cierto dijo, inseguro.Rivas alz la vista con evidente impaciencia.Eh..., hay algo que me ha estado... intrigando durante trece aos. Quiz no debera

    preguntarlo.Rivas se tema lo que se le avecinaba, pero consigui mantener un tono de indiferencia en

    la voz.S?Bueno..., perdona, no insistir en que me respondas..., pero aquella noche, cuando hice

    que te echaran, por qu estabas tras aquellos arbustos, a cuatro patas, vomitando y...ladrando?

    Rivas se sinti humillado al darse cuenta de que estaba enrojeciendo. Por qu nopodemos olvidar aquel condenado incidente? , pens.Llevas trece aos preguntndotelo? quiso saber.S.Rivas mene la cabeza y seal la puerta.Sigue preguntndotelo.

    En cuanto Barrows se march, Rivas se sent y alz de nuevo el vaso. De mala gana, serindi y se permiti recordar aquella desastrosa noche..., la primera y ultima vez que prob elcoac Moneda.

    Fue en el otoo del Rivas cont los aos con las menos sexto ao del Sexto As, yUrania Barrows haba decidido invitar a Gregorio, su amante campesino, a la fiesta de sudecimosptimo cumpleaos.

    Aunque no era ms que el hijo de un granjero, Gregorio, a sus dieciocho aos, habaconseguido ahorrar algo de dinero un quinto y algo de cambio, mucho para un pencampesino y el da de la fiesta se lo gast todo en alquilar un traje, hacerse cortar el pelo yconseguir un afeitado insolentemente aristocrtico. Acudi a la fiesta y, pese a sentirseterriblemente nervioso en compaa tan sofisticada, caus buena impresin... hasta que se

    sirvi el coac.El joven Gregorio haba bebido vino desde que era nio, pero desconoca por completo loslicores destilados, y no saba que deba beberlos con ms lentitud. Al final, se dio cuenta deque estaba estpidamente borracho, de que avergonzaba a Urania, as que abandon lafiesta..., y, en cuanto sali al aire fresco, comprendi que se encontraba mal.

    No quera que nadie le viera vomitar, y se sali del sendero hacia un pequeo claro, trasunos arbustos. All, apoyado sobre las manos y las rodillas, comenz el largo proceso deexpulsar el coac de su estmago.

    En un momento dado, cuando se detuvo a tomar aliento, oy a una dama en el sendero,preguntando a alguien sobre los extraos ruidos que se oan tras los arbustos. Una voz dehombre replic que pareca un perro.

    Ahora, Rivas se estremeci mientras apuraba la cerveza. Record que haba deseadodesesperadamente que olvidaran los ruidos y se marcharan, y de alguna manera lleg a laconclusin de que lo mejor que poda hacer para convencerlos de que slo se trataba de unperro, y as no investigaran, era... ladrar.

    El Rivas del presente se levant y abri la puerta, pero no pudo evitar rememorar el resto,sus ltimos momentos conscientes de aquella desastrosa velada... cuando por fin abri losojos y vio las botas de Irwin Barrows a menos de quince centmetros de su rostro.

    Sali de la pequea habitacin, cerrando la puerta de golpe tras l, y, mientras volva alescenario el alcohol haba vuelto a dominarle, sus ojos contemplaron slo a medias el baren penumbra, el escenario y los rostros intranquilos que le observaban. Tras aquella escena,como una segunda transparencia, vea tambin la Autopista Uno-a-Uno, a la que la espesaniebla hacia parecer un sendero solitario a travs del cielo fro..., un sendero por el que lhaba huido a pie, aquel terrible amanecer de hacia trece aos. Haba estado muerto de fro;mareado tanto por el golpe como por la resaca, ya que el airado Irwin Barrows le haba dado

    una buena patada en la cabeza antes de sacarlo de entre los arbustos y encargar al personalde la cocina que se lo llevaran fuera de sus posesiones.

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    Camin todo aquel da y, mientras se alzaba el sol, dispersando gradualmente la niebla, viopor primera vez las ruinas cubiertas de vegetacin de la vieja Ellay, donde slo se oa elparloteo de loros y monos. El tiempo haba dado a los edificios, an imponentes, un aire degrandeza trgica que no pudieron tener en vida, y su inmenso nmero se extendan comohileras de tumbas descuidadas hasta el horizonte asombr al joven Gregorio; en muchasocasiones la curiosidad super al malestar fsico y mental, y se dedic a explorar habitaciones,

    subiendo y bajando por escaleras alarmantemente viejas. Para cuando por fin avist el altomuro oeste de Ellay, el bajo sol rojizo solo iluminaba ya las almenas de su cima. El ro bajo deverano, ms all de la ciudad, quedaba invisible en la penumbra, y el temor a los ululantes y alos hemogoblins le hizo olvidar el dolor de cabeza y recorrer los tres ltimos kilmetros a todavelocidad.

    Aquella haba sido la primera noche que pasaba fuera de casa de su padre y, tras un par dehoras de vagar por las calles, se cobij en un rincn de un cobertizo de Dogtown. No habasido el nico vagabundo en buscar refugio all, y despert bruscamente varias veces,consciente de las afectuosas atenciones de uno y otro de sus compaeros, rechazndolas concansancio. Un joven, ofendido por el rechazo, pregunt a Gregorio si quera marcharse de laciudad inmediatamente por la puerta Dogtown. Rivas se haba negado con educacin..., y sealegr de hacerlo cuando descubri, aos ms tarde, que no exista tal puerta, y que la frase

    Largarse por la puerta Dogtown significaba desaparecer, literal o figuradamente, en una delas mltiples zanjas de basura ftida de Dogtown.A la maana siguiente, acuciado por el hambre y el agotamiento, sigui caminando, y en la

    zona de la Puerta Sur, junto a la calle Sandoval, conoci al grupo de zelotes llamadospopularmente jaybird..., los jaybird, tan maravillosamente comprensivos, tan simpticos, tansonrientes.

    Steve tena razn pens intranquilo mientras suba al escenario y echaba un vistazo a lamultitud..., se ha marchado bastante gente. Cuanto tiempo he pasado en esa habitacinhablando con Barrows? Sera un error preguntarlo, admitir que no lo se. Maldito whisky. Seacabaron el whisky y la cerveza por esta noche, to!

    Empez a hacer la seal para tocar Todos quieren fumar mi Comoy, y entonces record queya la haba usado; en su lugar, indic Bebiendo solo.Fandango dej escapar un sonoro suspiro cuando comenz la cancin. Vamos, Tommy,

    mralo por el lado bueno pens Rivas..., seguro que el prximo artista que traigan noquerr tocar ms que Resto y Paso de Insecto.

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    De alguna manera, el cielo azul que se divisaba a travs de las ventanas sin cristales soloserva para hacer que el interior de la habitacin de la Dientes Parlantes pareciera an msdestartalada. Hasta la misma Dientes Parlantes, segn se le ocurri a Rivas, pareca un trozoms de desechos antiguos que esquivar. La idea le hizo sonrer pese al dolor de cabeza. Spens, entre todos estos cuadros, y jarros, y libros medio podridos, y trozos deincomprensible maquinaria vieja, ella parece una momia disecada. La mandbula inferior, quizdebido a algn error en la tcnica taxidermica, se ha separado gradualmente de la cara,mientras la momia se secaba, dejando la efigie congelada para siempre en un grito tanesforzado como inaudible.

    Una momia que aadi cuando una vez ms obsequi a sus huspedes con elescalofriante gorgoteo que tan bien se le daba se hubiera tragado una familia de ratonesbartonos. Pese a estar irritable y tener los ojos enrojecidos tras una noche casi sin dormir,Rivas tuvo que ahogar la risa. El esfuerzo empeor el dolor de cabeza.

    Mir la silla junto a la suya, y vio que Irwin Barrows estaba sentado inclinado haciaadelante, observando con ansiedad a la vieja gorgoteante. Rivas se sorprendi... Habapensado que la insistencia de Barrows en que consultaran a un Dientes Parlantes antes de queRivas iniciara la redencin no era ms que una formalidad, un gesto tradicional, como dejarque un carromato se calentara unos minutos en las maanas fras antes de sacudir lasriendas y ponerse en marcha... Pero, obviamente, el viejo financiero era tan crdulo como elms estpido de los traperos que haban subido por la escalera de aquella torre para or el

    juicio del mundo de los espritus sobre que barrios del exterior de los muros estaban msfavorecidos o castigados por las estrellas.

    Al comprenderlo, Rivas se sinti casi traicionado. Vamos pens, eres uno de loshombres ms ricos de Ellay. Si yo se que esto no son ms que tonteras, lo tambin tienes que

    saberlo.Se echo hacia atrs en la silla y contempl por la ventana el paisaje, iluminado por el sol

    pero an hmedo. Hacia el oeste, alcanz a ver una franja verde que era el lmite de lasgranjas del sur, pero hacia el sur no haba nada aparte de los edificios vacos en ruinas, comosi faltara una escena entre el paisaje. de ciudad y el paisaje de campo, animada porvegetacin rodante y algn que otro trapero andrajoso, demasiado dbil como paraaventurarse mucho ms all de los muros de la ciudad.

    Ms al sur alcanz a ver el brillo del puerto San Pedro. Y, an ms all, sabia que estaba laisla Long Beach, el mar abierto y, costa abajo, junto a la desembocadura del ro Santa Ana,Irvine.

    Espero poder alcanzarla antes de tener que viajar demasiado en esa direccin, pens. Seestremeci al recordar una redencin una que no haba tenido xito que le llev a ver los

    altos muros blancos de la Ciudad Santa de Jaybush en Irvine. No quiero volver a estar tancerca de ese maldito lugar nunca pens con firmeza. No sera tan malo si no sospecharaque es una especie de mesas. Mi padre sola jurar que haba visto la lluvia de estrellasfugaces que ilumino el cielo la noche en que fue concebido Jaybush, hace treinta y tantosaos, y hasta las religiones rivales admiten que, antes de retirarse de la vida publica,resucit gente delante de testigos...; aunque claro, las religiones rivales dicen que contabacon la ayuda de Satn.

    Un parche de luz matinal se haba ido deslizando milmetro a milmetro por la pared, ycuando Rivas mir otra vez a la anciana del rincn, vio que la luz haba alcanzado su rostro, yque en su boca abierta brillaban todos los trozos de metal pegados a sus dientes. Bueno,Barrows no puede decir que no le estn ofreciendo un buen espectculo. Debe de llevar uncuarto de kilo de metal ah dentro. Rivas saba y evidentemente, Barrows ignoraba que

    aquello no era ms que una muleta llamativa, que se supona que los autnticos dientesparlantes eran consecuencia de unos pequeos rellenos metlicos. En el pasado, algunaspersonas con tales rellenos haban asegurado or voces lejanas dentro de sus bocas; pero

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    tambin decan que suceda muy raramente, y solo en la cima de las montaas, y Rivas nohaba odo hablar de ningn caso verificado en los ltimos diez aos.

    Pero, para los adivinos, era un valiossimo fragmento de la supersticin popular.Rivas bostez ostentosamente de manera que por un instante la anciana y l parecieron

    bostezar al unsono, pero cerr la boca de golpe cuando Barrows le dirigi una miradafuriosa, y tuvo que conformarse con sentarse ms cmodamente en la silla. La noche anterior,

    haba desistido de intentar dormir cuando un sueo sobre Urania le hizo levantarse de golpejusto cuando sonaba la campana que sealaba la una. Se haba pasado el resto de la noche enel tejado de su edificio, con el pelcano, tocando improvisaciones cada vez ms fantsticassobre la meloda de Pedro y el lobo.

    Quiz porque Rivas no pareca impresionado con su espectculo hasta el momento, la viejaDientes Parlantes relajo la mandbula y corri hacia un armario del que sac, tras apartar unascuantas cosas, un telfono de plstico amarillo con un receptor que empez a zumbar y ahacer ruidos metlicos en cuando lo sacudi un par de veces. Mirando a Rivas con unreprobador ceo fruncido, comenz a susurrar algo al receptor.

    Durante unos minutos intent prestar atencin, aunque slo fuera para averiguar que decasobre l al mundo de los espritus, pero el sueo interrumpido de la noche anterior parecaasirse a l como un ligero olor desagradable, del que se poda hacer caso omiso la mayora de

    las veces, pero que destacaba cuando uno cambiaba de posicin. Por ultimo, suspir y serindi, y dej que el recuerdo se adueara de l.En el sueo, Urania haba estado en una fila de gente arrodillada, en un tpico nido jaybird,

    una habitacin destartalada en unas ruinas, llena con todas las cosas que nadie quiere. Elsacerdote llamado jaybush, porque durante la administracin del sacramento se supona quese converta en una extensin literal, real, del mesas, del mismo Norton Jaybush recorra lafila, detenindose delante de cada comulgante el tiempo justo para tocarlo en la frente.

    Cada una de las figuras arrodilladas se estremeca como mnimo al ser tocada, y muchassufran violentos ataques. Rivas an recordaba con claridad la primera vez que recibiera elsacramento..., recordaba como haba visto al jaybush avanzar hacia l recorriendo la fila,recordaba haberse preguntado hasta que punto los estertores serian simple histeria odirectamente fraude; y entonces el jaybush llego hasta l, y le toc en la frente, y la

    conmocin fsica le haba hecho perder el sentido; despert hora y media ms tarde en elsuelo, mareado, contusionado y asombrado.En el sueo, cuando el jaybush lleg a Urania y la toc, ella empez a exhalar una nube de

    vapor rosa, y sigui exhalndola mucho despus de que sus pulmones se hubieran agotadopor completo, y cuando Rivas corri hacia ella preocupado y la tom en sus brazos, not comola carne disminua bajo la ropa como la marea retirndose; durante largo rato, acuno a lachica, que segua exhalando imposiblemente, cada vez ms ligera, y cuando por fin aquelloces y le levanto la cabeza para mirarle el rostro, no vio ms que un crneo desnudo que lemiraba sin ojos.

    Y, ahora lo recordaba con algo parecido a la repugnancia, aquel descubrimiento no habaalterado en absoluto su decisin de llevarla de vuelta a Ellay y casarse con ella. Se frot losojos y se coloc bien un mechn de pelo.Ah dijo la anciana, asintiendo y caminando de arriba abajo con el receptor del telfono

    apretado contra la oreja. Neutrones, dices? Maldicin. Y... cilindros maestros? Dios seapiade de nosotros.

    Mir de reojo a Rivas para ver si estaba debidamente impresionado con aquellos trminosesotricos. El advirti que la mujer no se haba molestado en conectar a algo el extremo delcable telefnico, y lo arrastraba por el suelo tras ella. Se pregunt si tropezara.Diez-Cuatro dijo la mujer por fin.Dejo el telfono en la repisa de la ventana, al parecer para que se enfriara, y se volvi

    hacia sus invitados.Bueno, los espritus tenan mucho que decir. Usted, seor dijo sealando a Rivas, es

    el foco de mucha inseguridad. Ver, en cada ecuacin hay un factor desconocido el hechizo,como decimos los matemticos y para desenmaraar las diferentes lneas vitalesinvolucradas y ver cuales quedan sanas al final, es necesario...

    Se embarc en un largo discurso, lleno de resonancias de identidad y velocidadesorbitales del alma , sealando con frecuencia hacia la polvorienta coleccin de libros viejos,

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    obviamente recogidos al azar, para apoyar sus afirmaciones. Al final, sac un mazo de cartasy, mientras lo barajaba, explic que Matt Sandoval, el legendario Primer As de Ellay, habadiseado las cincuenta y dos cartas en su lecho de muerte, para permitir que las personas conaptitudes msticas pudieran consultarle tras su defuncin. Los cuatro ases, inform a susinvitados, se llamaban as porque representaban las cuatro naturalezas del As. Empez aextender las cartas sobre la mesa, siguiendo una pausa de aspecto imponente, murmurando y

    asintiendo cada vez que colocaba una.Rivas dej de prestar atencin. Durante los ltimos aos, con mucho trabajo, haba

    aprendido a leer la vieja escritura, con sus letras silenciosas, sus superfluos tiempos verbalesy sus fabulosas palabras increbles; haba llegado a leer buen numero de los libros y revistasque servan como decoracin en las casas importantes, y como cebo a los adivinos. Y, aunqueno consigui comprender demasiado bien el mundo brillante, tumultuoso, elctrico de hacams de un siglo hasta sus mapas describan una lnea costera al sur de California que noexista aprendi suficiente como para saber que la mayora de las personas que se ganabanla vida asegurando conocer las maravillas del pasado, en realidad saban an menos que el.

    La historia sobre que Sandoval haba inventado las cartas, por ejemplo, y que haba puestosu nombre a los ases, era, como bien saba Rivas, exactamente al revs. Rivas haba ledo unperidico publicado durante el reinado del Primer As, y haba descubierto que los ciudadanos

    de Ellay quisieron dar el ttulo de rey al hombre que haba instaurado el uso de la moneda,construido el muro, acabado con el terror de los motociclistas piratas llamados ululantes yreinstituido la agricultura. Sandoval acept el trabajo, pero no el ttulo: Ya ha habidodemasiados reyes contest; y Reina, Sota o Comodn no me van bien..., as que ser elprimer As.

    Pareca que la anciana estaba acabando.Veo xito para ustedes dos dijo. Los espritus dicen que cocinan con gas. Para usted

    sigui, sealando a Barrows veo un incremento en su fortuna, veo botellas de coacrodando hacia usted.

    Rivas miro a Barrows. S, la mencin casual del coac haba afianzado el anzuelo de laDientes Parlantes..., el anciano tena los ojos bien abiertos y los nudillos blancos sobre losbrazos de la silla.

    Y para usted

    sigui, sealando ahora a Rivas, observando su desnudo dedo anular

    veo... una reunin con un amor largo tiempo perdido, una boda... y seis nios no mutantes.Rivas parpade. Vieja farsante pens en un momento de pnico, no digas eso, l cree

    en tus estpidas predicciones! El msico mir al anciano con aprensin y, desde luego,Barrows le observaba framente al tiempo que asenta.Me preguntaba hasta que punto sera arriesgado murmur Barrows.De pronto, Rivas decidi que ira en busca de Urania gratis e independientemente si era

    necesario..., pero marcharse para llevar a cabo una redencin le costara su empleo casi contoda seguridad, y la paga de Barrows significaba la diferencia entre un par de aos prsperosmientras elega otro trabajo por una parte, y pobreza, hambre, tener que vender todas susposesiones y suplicar indignamente cualquier empleo por la otra. Y adems tendra queimpedir que Barrows contratara a otro redencionista, que no conseguira ms que enturbiar lasaguas y poner en guardia a los jaybird.Mira dijo con tranquilidad, esta mujer es un fraude, tiene tanto poder de ver el futuro

    como yo. Solo porque haya...No digas eso, Rivas le espet Barrows. Ella ha adivinado...Lo nico que dijo era que ibas a ganar mucho dinero! Maldita sea, eso y lo que me

    pronostic a mi es lo que siempre dicen los adivinos! Ella no sabia que t lo destilas.La Dientes Parlantes, desconcertada al ver el alboroto provocado por una prediccin tan

    inofensiva, haba escuchado con toda atencin, y alz las cejas al or la ultima frase de Rivas.Si, lo sabia dijo al momento. Las dimensiones vibratorias me lo contaron todo. Sois

    Greg Rivas e Irwin Barrows.Maldiciendo entre dientes, Rivas salt de su silla, se dirigi hacia la ventana y cogi el

    auricular del telfono, que haba permanecido silencioso pero volvi a zumbar cuando lo agit.Maldita sea grit a Barrows, todo esto es falso.

    Desenrosc la tapa de plstico perforado y una gran avispa sali volando. Traz un confusoocho ante sus ojos, y luego se le pos en la mejilla y le pic.

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    Ay, maldicin.Lo ve? exclam la Dientes Parlantes, triunfante. No se puede jugar impunemente

    con la maquinaria cientfica!La avispa encontr la ventana y desapareci hacia el exterior.Mire lo que ha hecho, he perdido mi..., mi receptor de alta frecuencia.Rivas vio que Barrows, que evidentemente no sabia nada sobre como haban funcionado los

    telfonos, estaba ahora todava ms impresionado con los poderes de la Dientes Parlantes.Santo cielo exclam el anciano, Rivas no ira a morir, verdad?De una picadura de avispa? empez a decir Rivas, despectivo.Pero la vieja, con los reflejos de una artista veterana acostumbrada a aplacar a pblicos

    problemticos, se sac una pistola de agua de entre los pliegues de la tnica y dispar unchorro de ginebra pura al rostro de Rivas. Este grit, retrocediendo a ciegas hacia la ventana,y se agarr a la repisa atragantndose y escupiendo.Habra muerto dijo ella con serenidad si no hubiera hecho eso. Licor de radio,

    destilado a partir de istopos. Ha sido muy afortunado de que lo tuviera a mano..., no era unaavispa cualquiera.

    Sintindose derrotado, Rivas se irgui, respir profundamente y mir a Barrows.Escucha dijo, prometo traerla de vuelta a lo casa..., suponiendo que pueda

    arrebatrsela a los jaybirds,.., si t prometes dejarla venir conmigo siempre que ellacomprenda lo que hace..., y si quisiera venir, despus de tantos aos. Qu te parece?Dejaremos que Uri decida si las predicciones de esta seora han sido acertadas o no.

    Barrows empez a hablar, pero Rivas le interrumpi agarrando con ms firmeza el receptor,que por alguna razn no haba soltado, y estrellndolo con firmeza contra la repisa decemento. El receptor explot, y los fragmentos de plstico amarillo zumbaron por la habitacinmezclndose con los montones de chatarra incomprensible.Y por supuesto sigui Rivas, no olvides que yo soy el nico redencionista que tiene

    una oportunidad de rescatarla.Barrows le mir atentamente durante largos segundos, y a Rivas le sorprendi advertir que

    el anciano pareca inseguro, hasta un poco enfermo..., como si el precio de esta redencin leestuviera costando ya algo ms que Moneda.

    Pones las cosas muy difciles para los dos

    dijo Barrows con suavidadRivas no estaba seguro de entender lo que deca el anciano.Me limito a repartir la carga replic. Se adelant hacia Barrows y extendi la mano

    derecha. Lo prometes?Barrows suspir.Espero sinceramente que no quiera unirse a ti. Si, lo prometo.Alz el brazo y, con el lento nfasis de un juez cansado dejando caer su mazo, estrech la

    mano de Rivas.

    Pocos de sus sofisticados amigos habran reconocido a Gregorio Rivas en el tipo de aspectoextraviado que estaba de pie en la plaza llena de charcos de lluvia, junto a la Puerta Sur. Sehaba pasado la hora transcurrida desde que saliera de la casa de la Dientes Parlantes en unsastre y en una barbera. Ahora que pareca aos ms joven sin la mitad de la barba, con elpelo echado hacia atrs y recogido en la nuca, y su llamativa ropa sustituida por un limpiotraje de lino blancuzco, era la viva imagen de un joven de buena familia extraado deencontrarse solo, sin siquiera un vasito y con resaca, en la zona ms desagradable de la granciudad.

    No era la nica persona que remoloneaba por all. En general, la Puerta Sur consista entoda la zona que la rodeaba y en la puerta en s, a travs de la cual la calle Sandoval entrabaen la ciudad amurallada, y eran quiz los cincuenta metros cuadrados ms poblados al sur deCalifornia. En aquel momento, el trapero ms prspero de Ellay entraba en la ciudad convarios carromatos, todos llenos de vigas de madera, la mayora grises y manchadas decemento, pero algunas todava brillantes gracias a la vieja pintura. El olor a moho de lamadera recin rescatada luchaba en el aire matutino con el aroma de los tacos calientes que

    se vendan en muchas esquinas, con el hedor que llegaba de Dogtown cada vez que cesaba elviento y con el olor a carbn quemado proveniente de Woolshirt; y los viejos edificios antiguos

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    al oeste de Sandoval resonaban con la cacofona de la vida cotidiana entre las chozas,barracones y cobertizos del otro lado. La cabeza dolorida de Rivas sufri el ataque de unsubastador lanzando su discurso desde el gran almacn de madera que era el Cambio deReliquias, de los martillos trabajando en las diversas casetas de herreros, y hasta le parecior el sonido de las herramientas y las maldiciones de los mineros que luchaban por rescatarenormes vigas de acero situadas bajo la calle en todo el este de Ellay. Incluso haba, segn

    advirti Rivas con una sonrisa burlona, un artista callejero tocando el pelcano y cantando conineptitud Todos quieren fumar mi Comoy. Rivas se frot la suave barbilla y se pregunt si noestara dejando en aquella ciudad ms de lo que recoga de ella.

    Y dado que las tarjetitas blancas que representaban coac cambiaban de manos con tantafrecuencia en aquel barrio, buena parte de la multitud estaba compuesta por trabajadores deuna clase mucho menos respetable que los mineros o los traperos. Rivas siguicomportndose como un joven asustado en un lugar desconocido, pero observ con diversindisimulada la experta danza de un ratero, cuyos roces vacilantes y la rpida caza ulterior lerecordaron el comportamiento de un insecto, y los andares indolentes de una prostitutaenvejecida que ya haba aceptado las consecuencias del tiempo y sabia sacar el mximopartido de las sombras y la ropa selectivamente reveladora. A Rivas se le ocurri que l mismoteja su red, que era un pescador tan paciente como cualquiera de ellos.

    La diferencia entre nosotros pens mientras levantaba la mochila y vagaba al parecersin rumbo fijo hacia otra esquina es que yo pesco depredadores.

    Durante los siguientes quince minutos, vio tambin buen nmero de personas que seencontraban de verdad en la misma situacin que el finga. Acurrucado en un portal cercano,donde antes haba estado de pie, Rivas advirti la presencia de un chico apenas adolescente,obviamente mal alimentado, que hablaba airado con varios compaeros imaginarios. Rivas sepregunt que haba llevado al chico a aquel estado.

    El alcohol y la sfilis solan tardar dcadas en destrozar la mente de una persona, pero ladroga poda ser la causa sobre todo la Sangre veneciana, as como el sacramento jaybird.Pero los jaybird nunca dejaban que los desconocidos vieran a sus comulgantes ms

    deteriorados.Tambin se tambaleaba por all una chica ebria, que al principio pareca acompaar alinexperto pelicanista, pero luego se la llev un sonriente mutante calvo que, Rivas lo sabia,era un traficante de Sangre. Qu pasa? pens Rivas con amargura. La droga da poco ytienes que pacer de chulo en lo tiempo libre? La rescatara si no supiera que volvera convosotros en cuando pudiera.

    Sencillamente, algunas personas no tienen voluntad de sobrevivir; son entremesesandantes, esperando que alguien tenga un rato para devorarlos. Y aunque lo ms probable esque haya sido alguna cualidad tan poco atractiva como el egocentrismo, o la vanidad, lo queme ha salvado de esa... relajacin catastrfica, gracias a eso sigo vivo y puedo pensar, eintentare que las cosas no cambien.

    Rivas sonri, recordando su reaccin tras tomar por primera vez el Sacramento jaybird...Mientras el resto de los comulgantes se recuperaban, alababan al Seor Jaybush y seaseguraban de cuando volvera a administrarse el sacramento para no perdrselo, el jovenGregorio Rivas, aunque agotado, conmocionado y encantado de haber encontrado refugio ycompaa, valoraba framente la situacin. No dudaba que el misterioso Norton Jaybush fueraalgo ms que un hombre, probablemente un dios, pero la perspectiva de abandonar suindividualidad para fundirse con el Seor le repugnaba.

    La banda jaybird que le haba recogido le llev a un nido en una de las estructuras msdescuidadas del exterior del muro y le present el estilo de vida jaybird. Aquel da vio a variosde los comulgantes ms idos hablar en lenguas, y no le turb tanto el parloteoincomprensible que surga de los rostros inexpresivos como el hecho de que lo hicieran alunsono, sin esfuerzo aparente, como si Rivas record la imagen que se le haba ocurrido enaquel momento cada uno de ellos fuera una ondulacin de un solo gusano gigantesco,vibrante. Rivas no tena el menor deseo de integrarse, y pronto descubri que una mente

    adormecida por el alcohol resultaba inaccesible al sacramento. Por tanto, pese a la prohibicindel Mesas contra el alcohol, tuvo buen cuidado de tomar el sacramento slo cuando estuviera

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    discretamente borracho. Esto le permita evitar los destructivos efectos de la comunin...,pero slo cuando se le ocurri aportar su habilidad musical a los servicios religiosos jaybirddescubri un sistema que le permita replicar, aunque slo fuera furtivamente.

    Y luego, cuando por fin abandon a los jaybird y vag hacia el noroeste, en direccin aVenecia, encontr la Sangre.

    Venecia era una ciudad en perpetuo carnaval salvaje, que haba brotado como los cristales

    en una solucin saturada en torno a la baha semicircular conocida como la Fosa Ellay, en elcentro de la cual estaba la poza submarina que se deca brillaba con un arco iris de coloresfantsticos en determinadas noches. Una persona que tuviera mucho dinero y supiera cuidarsesola poda probar algunos placeres sorprendentes, segn se deca, en las habitacionessituadas sobre la zona portuaria y los bares de los canales... Rivas haba odo historias sobregaleras de aspiracin, donde uno poda estrangular hasta la muerte a personas voluntarias,motivadas frecuentemente, pero no siempre, por el dinero que despus se pagara a susfamilias; de establecimientos mutantes, burdeles cuyas pupilas tenan deformaciones fsicaserticas; de restaurantes de marisco mutante, cuyos clientes ms antiguos tenan que serguiados al interior con cierta dificultad, pues acababan ciegos, putrefactos y confinados enacuarios con ruedas..., pero ansiosos por devorar otra comida mortfera y fabulosamente cara;y por supuesto, haba odo comentar en susurros la quintaesencia de los clubes nocturnos de

    los condenados, el lugar sobre el que no haba dos historias que coincidieran, pero todasatribuan un glamour horrible y venenoso al recinto llamado Palacio de la Discordia.En su condicin de joven vagabundo sin un vasito, Rivas no estaba en situacin de

    comprobar la existencia de aquellos lugares fabulosos, y hasta una tortilla con habichuelas erael producto de un duro da de trabajo..., pero la Sangre era barata.

    La droga era un polvo de color marrn rojizo que se poda aspirar, tomar en infusin, fumaro comer, y llevaba al consumidor a un estado semicomatoso, confortablemente baado por latriple ilusin de grandes hazaas realizadas, tiempo para descansar y color; los usuarioshabituales aseguraban sentir tambin unos cuidados atentos, amorosos, como si el mismodios meciera la cuna.

    En Venecia era atrevidamente llamativo probar Sangre, quiz porque los autnticos adictoseran gente muy poco atractiva. Muchos moran de hambre, por no querer comprar comida con

    un dinero que poda usar para conseguir ms droga, y ninguno coma demasiado, ni sebaaba, ni se relacionaba ms que con gente a la que pudiera sacar un vasito o dos con losque acudir a la tienda de Sangre.

    En cuanto Rivas encontr un trabajo fijo lavando platos en uno de los muchos restaurantes,y consigui algo de dinero, se dirigi una noche a una pequea tienda de Sangre junto a unode los canales. Senta curiosidad por la droga, ya que en Ellay era ilegal y extremadamentecara. El hombre que llevaba la tienda era un consumidor, y le hizo un panegrico tandeslumbrante de la mercanca que Rivas huy, presintiendo que aquella droga le robara suvanidad cuidadosamente erigida, sus dolorosos recuerdos de Urania, sus nacientes ambicionesmusicales..., en resumen, todo lo que hacia de el Gregorio Rivas.

    Bonita maana, eh?Rivas se sobresalt de manera muy realista, y observ esperanzado al hombre que se haba

    detenido junto a l. No era tan alto como Rivas, pero si mucho ms corpulento y, a excepcinde la nariz y los ojos, todo su rostro apareca cubierto por un sombrero y una poblada barbarojiza.Eh..., srespondi Rivas con tono nervioso, mientras se colocaba la mochila al hombro

    en una postura m as cmoda. Aunque hace un poco de fro.S, es cierto. El hombre bostez y se apoy en la pared junto a Rivas. Esperas a

    alguien?Oh, S replic Rivas rpidamente. Yo... Se detuvo, y luego se encogi de

    hombros. Bueno, no.El hombre dej escapar una risita.Ya veo. Escucha, voy a comer algo. Tienes hambre?

    Rivas esper que el rpido gesto de tocarse la cartera pareciera espontaneo.Eh..., no, creo que no.

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    Seguro? En el lugar al que voy nos darn un buen plato de huevos revueltos, a cargo dela casa, gratis. Pestae. Y puedo conseguir una mesa junto al fuego.

    Rivas frunci el ceo. Aquello no sonaba bien.S? Dnde es?Oh, es un pequeo local en Spring, lo dirigen unos amigos mos.El hombre bostez de nuevo, estir los brazos sobre la cabeza y luego los dej caer..., uno

    de ellos aterriz, y permaneci, sobre los hombros de Rivas.La boca de Rivas se convirti en una lnea fina.Spring esquina con qu?Eh? Ah, slo a un par de manzanas de aqu. Spring esquina con Main. En cinco

    minutos...Ya. Rivas se apart del brazo del otro. Llegaramos al Club de Chicos. No, gracias.Busc otra pared en la que apoyarse. Pero el hombre corri tras l.As que conoces el lugar, eh? Escucha, hijo, no es momento para falso orgullo. Deja que

    te...Rivas se dio la vuelta para enfrentarse a l, y dej que el hombre viera el cuchillo que se

    haba sacado de la manga derecha.Puedo clavrtelo en el corazn tan deprisa que ni siquiera tendrs tiempo de gritar

    seal no sin cierta amabilidad. Lrgate.Jess, chico! exclam el hombre, retrocediendo. De acuerdo!Una vez fuera del alcance del cuchillo, se permiti alejarse con tranquilidad.Pero habramos sido amigos! le grit por encima del hombro.Vaya pens Rivas casi sinceramente asombrado mientras volva a guardar el cuchillo en

    la funda de la manga, todo el mundo parece creer que su amistad vale algo. Dios mo, si deverdad fuera un chico hambriento y arruinado, me habra dolido mucho ms la perdida de esedesayuno.

    Poco antes, Rivas haba advertido la presencia de una panda de jvenes sentados en tornoa un fuego, bajo un arco de piedra junto al Cambio de Reliquias, y cuando volvi a mirar enaquella direccin, vio que una de las chicas se diriga hacia l sonriente, con las manos en losbolsillos del largo vestido con el que barra el suelo.

    Has perdido a un amigo, eh?

    pregunt cuando estuvo suficientemente cerca comopara hablar en voz baja y ser oda.Oh replic Rivas vagamente. No le conoca. Se me acerc y empez a hablarme.Tienes hambre? Ven a compartir nuestro desayuno.El corazn de Rivas lata a toda velocidad, porque aquello pareca el anzuelo cebado que

    haba estado buscando.Bueno, no tengo dinero... se oblig a decir.La chica le puso la mano en el hombro y le mir a los ojos.El dinero no es ms que las fichas en un juego al que juegan nios desgraciados le dijo

    rpidamente.l se volvi de lado por si la rfaga de salvaje satisfaccin se reflejaba en su rostro...,

    porque haba reconocido la frase como uno de los lemas de captacin jaybird ms habituales,no haba cambiado desde que la oyera aquella maana solitaria de haca trece aos. Tambinl la haba usado ms adelante, cuando participaba en las expediciones de reclutamiento.Puede que sea cierto dijo, recitando una respuesta que, segn recordaba, tena una

    replica sencilla, pero se necesita dinero para vivir.No respondi ella con amabilidad mientras le empujaba hacia el arco, ests muy

    equivocado. Se necesita dinero para morir. Para vivir, lo que se necesita es amor.l dej escapar una carcajada superficial.Eso es an ms difcil de encontrar.Todo es difcil de encontrar respondi ella si no sabes lo que es, o dnde buscarlo.La chica no esta mal pens Rivas mientras permita que le llevara hasta el grupo de

    jaybirds, todos los cuales alzaban la vista hacia el y le sonrean; la mugre que tiene en elcuello y en las muecas lleva ah su tiempo, y ha dormido con el vestido puesto, pero tienebuen tipo, recita sus frases con bastante sinceridad y, a pesar de los dientes, la sonrisa es tan

    brillante como una lmpara en la ventana durante una noche de tormenta. Adems, es lonico que notara un vagabundo hambriento.

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    Los jaybird del crculo se movieron para dejar sitio a Rivas, y ste mir a su alrededormientras se sentaba en la tierra hmeda, pero Urania no estaba entre ellos. Pareca una bandatpica..., en su mayora gente joven, con rostros cuyas expresiones oscilaban entre el tmidooptimismo del recin resultado a la confianza de los que, como la chica que le haba captado,llevaban un tiempo en la fe, y tambin haba un par de comulgantes habituales cuya sonrisaobligatoria era como un felpudo de bienvenida ante una casa abandonada.

    Tenemos un nuevo amigo dijo su gua al grupo mientras se sentaba junto a l, que hatenido la amabilidad de aceptar nuestra invitacin a desayunar.

    Hubo tranquilas exclamaciones de alegra, y desde todas partes se asegur a Rivas que sullegada haba iluminado el da. Rivas se dispuso a darles las respuestas que esperaban de l.

    De pronto, se dio cuenta de que estaba estrechando manos y sonriendo como un idiotaespontneamente... Al menos durante algunos segundos, no haba fingido. Sinti una leverfaga de intranquilidad no, de autentico miedo en su interior, porque eso, aquella clida yvoluntaria rendicin de su personalidad, slo le haba sucedido dos veces en su vida: una treceaos antes, cuando el asustado fugitivo se haba acercado por primera vez a los jaybird, y laotra hacia tan slo tres aos, cuando intentaba su ultima redencin. Por fin haba localizado a

    la chica para cuyo secuestro estaba contratado, haba ultimado su plan para escapar aquellanoche a ltima hora, y se permiti incautamente relajarse mientras tanto en el nido jaybird.En ambas ocasiones haba sido un breve desliz, y si haba resultado vulnerable era a causa dela terrible fatiga... pero, que excusa tenia esta vez?Qu sucede, hermano?Una delgada chica jaybird haba advertido el repentino escalofro de Rivas y se inclinaba

    solcita hacia l acaricindole la mejilla con una mano y, segn advirti por el rabillo del ojo,haciendo furtivamente a sus compaeros la seal de estrechar la red. Al momento, la bandase cerr sobre l, expresando su preocupacin y bloqueando como por casualidad todas lasdirecciones en las que podra huir.

    Rivas mir a su alrededor y decidi que era hora de averiguar quin mandaba all.Yo, eeeh..., slo estaba pensando titube. Tendra que estar buscando la manera de

    regresar a casa. Con mi familia.Sabia que aquello exiga una respuesta firme, y que ahora descubrira quien era el jefe. Talcomo haba intuido, era la hermana Sue, la chica que le haba captado y que ahora estaba derodillas ante l. Le cogi las manos y se acerc casi hasta poder besarle, y le mirdirectamente a los ojos.Confa en ti mismo le dijo con voz grave, vibrante, que Rivas sinti en la raz de los

    dientes. Te diste cuenta de que no eran tu verdadera familia, verdad? Viste que teniascualidades, cosas que ellos no podan compartir o reconocer, preguntas que ellos no slo nopodan responder, ni siquiera podan comprender. Por eso los dejaste..., no, no meinterrumpas. Pinsalo y te dars cuenta de que tengo razn. En cuanto te vi me di cuenta deque tenias un alma de verdad, que buscabas una familia a la que pudieras unirte porcompleto. No te digo que confes en mi, ni en ellos, ni en nadie; te digo que slo puedesconfiar en ti mismo. Y adnde te llev tu necesidad de encontrar amor? A mi. A nosotros.

    Los ojos le brillaban a causa de las lagrimas, y los otros jaybird, incluso los deteriorados,asentan al tiempo que emitan una nota gutural, la mitad de ellos grave, muy aguda la otramitad, y el insidioso zumbido bitonal pareci clavrsele tras los ojos y convertir todo elcontenido de su cerebro en una mancha borrosa.

    Era difcil recordar algo..., casi imposible aferrarse a una idea durante ms de unossegundos..., pero ahora tampoco le hacia falta. Por fin poda relajar la consciencia de simismo, la vigilancia exhaustiva sobre sus actitudes personales.

    Se senta cansado tenia las rodillas mucho ms flojas que de costumbre, pero eralgico, ya que la noche anterior no haba descansado mucho. Adems, nada le obligaba aseguir despierto. Estaba entre gente en la que poda confiar.

    Era consciente de algunas contradicciones entre su memoria y sus percepcionesrecordaba que aquella banda de jaybirds estaba compuesta por gente diferente, y le pareca

    que haban estado sentados en otra esquina, y el cielo lluvioso de sus recuerdos habadesaparecido, y por alguna razn volva a tener la ropa limpia y planchada, ya sin costras de

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    barro y sangre seca, pero sus recuerdos y percepciones ya no parecan crucialmenteimportantes.

    Sonri a los ojos que parecan llenar el mundo entero, y comprendi que ya se sentamejor. La perdida de Urania le dola tan poco como si todo hubiera sucedido hacia aos, yhasta las magulladuras de la paliza que le haban dado la noche anterior los hombres deBarrows, tras la fiesta de cumpleaos de Urania, se haban esfumado.

    Ahora has encontrado a tu verdadera familia, verdad? le pregunt suavemente lahermana Sue.

    Si haba una parte de su mente que lo negaba, horrorizada, estaba bien enterrada. Rivas,completamente en paz por primera vez en muchos aos, suspir agradecido una sola palabra:S.

    Cuando la banda jaybird sali de la ciudad a medioda, se llevaron a Rivas con ellos. Uno delos guardias de la puerta Sur, un veterano curtido que haba visto aquello muchas veces a lolargo de los aos, sali con paso cansino de la caseta de guardia y tendi el bastn paradetenerlos.Alto dijo. Eeh.

    La hermana Sue le mir.Sucede algo?El guardia seal a Rivas, que haba chocado con el hombre que le preceda cuando el

    grupo se detuvo, pero ahora sonrea benevolente a todos.Quien es el muchacho mareado? pregunt el guardia, testarudo.Es uno de los nuestros respondi la chica. Su nombre es hermano Boaz.Es cierto eso, hijo? pregunt en voz ms alta. Hijo? Por favor, que alguien le d un

    codazo. Eso es. Escchame, quieres marcharte de la ciudad? Nadie te obliga.Quiero ir con ellos explic Rivas.Adnde van?No lo se.Cmo te llamas?

    Eh..., me lo dijeron, pero se me ha olvidado.Vaya, que bien dijo el guardia con amargura, golpeando el bastn contra las piedras.

    Mir a la chica. Y an viste como una persona respetable. No habis perdido el tiempo conl, eh?Algunos estn ms preparados que otros para entregarse al Seor respondi ella con

    serenidad.El guardia abri la boca para replicar, pero al parecer no se le ocurri nada.Marchaos dijo simplemente, antes de volver a la caseta.Vamonos indic la hermana Sue.Gui a su grupo bajo el alto arco de la puerta, y luego cruzaron el camino de guijarros del

    muro hacia la pendiente que se diriga al oeste, hacia el Puerto de la Autopista. Era un daclaro y soleado, y haba gran nmero de tiendas y casetas en la cabina, como setas coloridasque hubieran brotado tras la lluvia del da anterior. Algunos vendedores se dirigieron al grupode peregrinos.Eh, seora! exclam un viejo tendero gordo al ver a la hermana Sue. Deje que le d

    un bao y un poco de carmn en los labios, y le juro por Jaybush que podr ganar tres quintosal da!

    Los vendedores que lo oyeron se echaron a rer, y las carcajadas se redoblaron cuando unoaadi:Un vasito cada vez!Algunos de los nuevos jaybird parecan avergonzados o furiosos mientras se abran camino

    a travs de aquel gento irreverente, pero las sonrisas en los rostros de la hermana Sue, Rivasy los comulgantes deteriorados no vacilaron ni un momento.

    Un proveedor modesto salt el mostrador de su caseta y corri ladera abajo en direccin aRivas, para agitar ante l un trozo de papel.

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    Era una ajada fotografa en blanco y negro de una mujer desnuda, una muestra pobre de laclase de reliquia que, ms grande, ms explcita y en color, podra venderse por muchosquintos en la galeras elegantes de la ciudad.Te gusta, eh? cloque el mercader.Rivas recorri la ilustracin con los ojos y, por primera vez en un par de horas, consigui

    enfocar los ojos, relaj la sonrisa y la sustituy por un ceo fruncido.

    Vaya, no te gustan las chicas, eh? dijo el mercader en voz alta, dirigindose a unpublico encantado. Apuesto a que es esto lo que te gusta, verdad?

    Se meti la mano en el bolsillo, sac una botellita de ginebra Ventura barata, y se lamostr, tentador.

    Rivas se detuvo, y el hombre que le segua tropez contra l, mientras el pelicanista tendala mano titubeante hacia la botella. Los vendedores rugieron, golpeando los mostradores desus casetas.Vaya, an no esta del todo birdy! aull el comerciante.Tenda la botella al hombre cuando un fuerte manotazo se la arranc de las manos. Ahora

    la hermana Sue estaba delante de l, se inclinaba sobre l, con una sonrisa tan deslumbranteque el hombre parpade como si se tratara de una luz insoportable.

    Ella sise unos segundos.

    Volveremos a por ti, hermano dijo al final. Luego se volvi hacia Rivas y su voz pas aser suave. Sgueme, hermano Boaz.El asinti y ech a andar al mismo tiempo que todo el grupo entre los vendedores ahora

    silenciosos, pero la hermana Sue volva la vista para mirarle de cuando en cuando, porque laspequeas arrugas del ceo no se haban borrado de su rostro.

    El proveedor, que haba seguido tambalendose desde que la hermana Sue se alejara de l,se dej caer pesadamente sobre la gravilla, y el viejo recorte de revista se le escap de losdedos. El viento se lo llev ladera abajo.

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    Durante toda la maana, el pequeo grupo avanz hacia el sur por la orilla del gran marinterior que, pese a que su amplia superficie se extenda ahora hacia el norte, casi hasta losmuros de Ellay, segua llamndose Baha de San Pedro; y aunque Rivas no retrasabademasiado al grupo trepaba por edificios cados, vadeaba calles inundadas ocupadas por elmar y caminaba por las ocasionales extensiones de polvo gris tan incansablemente comocualquiera de ellos sigui andando como un sonmbulo, con la vista desenfocada.

    Se haban adentrado en el Desierto Inglewood, una ancha franja que se extenda hacia eleste desde Venecia; apenas crecan plantas en el Desierto, pero la principal razn de queestuviera casi despoblado era el espectro de enfermedad que sufran los residentes habituales,y la imposibilidad de tener all nios no mutantes. Varias veces a lo largo de la caminada,mltiples rostros les miraron ansiosos desde ventanas sin cristales, o desde las entradas delas alcantarillas, pero las criaturas encorvadas, hambrientas, apenas humanas que habranatacado a otros viajeros dejaron pasar al grupo de la hermana Sue sin molestarles, porque los

    jaybird fingan ser pacifistas slo en las ciudades y en sus alrededores, y los habitantes delDesierto haban aprendido a mantenerse al margen incluso del grupo de aspecto msindefenso.

    Pasaron junto a unos cuantos malecones construidos recientemente, tanto como para nohaber sido engullidos an por las aguas crecientes, pero slo se poda especu