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POSIBILIDADES Y REALIZACIONES DEL SISTEMA LINGÜÍSTICO, POSICIÓN Y TRANSFERENCIA SINTÁCTICA Rubén Arboleda Toro Universidad Nacional de Colombia 1. Introducción El texto comienza con unas evocaciones personales, incluye en seguida una reflexión breve sobre el sistema y sus realizacio- nes posibles, para concentrarse luego en dos consideraciones fundamentales de la gramática general del profesor Páramo: 1. Los signos ocupan posiciones sintácticas en el texto. Dichas posi- ciones se transfieren mediante la acción de signos transferentes. Así las cosas, cualquier signo puede ocupar cualquier posición sintáctica. 2. Entre los signos en posición sintáctica hay relacio- nes de coordinación, de subordinación unidireccional (determi- nación o dependencia) y de subordinación recíproca (interdepen- dencia); entre el signo en posición sujeto y el signo en posición predicado la relación es de esta última clase; la oración es una es- tructura binuclear, lo que hace de ella la estructura sintáctica más compleja de las lenguas. Para terminar reseño brevemente otros escritos lingüísticos del profesor Páramo, posteriores a 1980. 2. Evocaciones Por encontrarme fuera de Bogotá, no supe de la muerte del profesor Páramo en la fecha del suceso. Pero sí supe de su vida desde 1976; de su pensamiento y su sentimiento. Y de ellos se- guiré sabiendo y de ellos me seguiré nutriendo por siempre.

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POSIBILIDADES Y REALIZACIONES DEL SISTEMA

LINGÜÍSTICO, POSICIÓN Y TRANSFERENCIA

SINTÁCTICA

Rubén Arboleda Toro Universidad Nacional de Colombia

1. Introducción

El texto comienza con unas evocaciones personales, incluye en seguida una reflexión breve sobre el sistema y sus realizacio­nes posibles, para concentrarse luego en dos consideraciones fundamentales de la gramática general del profesor Páramo: 1. Los signos ocupan posiciones sintácticas en el texto. Dichas posi­ciones se transfieren mediante la acción de signos transferentes. Así las cosas, cualquier signo puede ocupar cualquier posición sintáctica. 2. Entre los signos en posición sintáctica hay relacio­nes de coordinación, de subordinación unidireccional (determi­nación o dependencia) y de subordinación recíproca (interdepen­dencia); entre el signo en posición sujeto y el signo en posición predicado la relación es de esta última clase; la oración es una es­tructura binuclear, lo que hace de ella la estructura sintáctica más compleja de las lenguas. Para terminar reseño brevemente otros escritos lingüísticos del profesor Páramo, posteriores a 1980.

2. Evocaciones

Por encontrarme fuera de Bogotá, no supe de la muerte del profesor Páramo en la fecha del suceso. Pero sí supe de su vida desde 1976; de su pensamiento y su sentimiento. Y de ellos se­guiré sabiendo y de ellos me seguiré nutriendo por siempre.

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También en mí, el profesor Páramo es perenne. Su comprensión del lenguaje y otras comprensiones se instalaron en mi ser, gra­cias a la claridad de su palabra, a la precisión, al rigor de sus análi­sis y explicaciones. Gracias a su generosidad intelectual, gracias a las incontables horas que compartimos en las aulas o en nuestra oficina de Los Andes o en las caminadas de caer del día hasta la calle 17 con 13, donde solía tomar su colectivo para Chía. A ve­ces, después de algunas compras acostumbradas en Olímpica de la calle 19 con 3a, nos tomábamos un par de cervezas en el restau­rante Doña Herta, de la 19 con 9a, donde continuábamos conver­sando y fumando incansablemente. Él siempre supo y sabrá, hoy lo confirmo a ustedes, de mi agradecimiento sincero, de mi admi­ración no sumisa, de mi amor propiamente filial, de mi esfuerzo y trabajo continuo para serle un interlocutor mínimamente digno y para sobrevivir a nuestra percepción desnuda de la especie, a nuestra insatisfacción interna y desacomodo recurrentes, a nues­tra ironía y crudeza exorcizantes. Hoy me encuentro más solo que ayer. Pero con seguridad, en su ser, ahora más sutil, nuestra comunicación será también más sutil y profunda.1

Jorge Páramo Pomareda, maestro por excelencia, hombre silencioso, profundo, esencial, exigente, inconforme y valiente, dotado de un alto pensamiento formal, en convivencia natural con su pasión por la cultura griega, con la poesía de Kavafis, Sefe­ris, Elitis, a quienes tradujo. En una vivencia íntima, en un acto recreador o de creación paralela.

Creó conjuntamente una teoría gramatical que, en un mo­delo algebraico, retoma y avanza formulaciones de Hjelmslev y Tesniére, Harris y Chomsky. Aquiles Páramo Fonseca, consagra­do lingüista matemático, trabaja en el afinamiento de las formu­laciones lingüístico-matemáticas de su padre. Esperamos con an­siedad la publicación de esta obra.

Las realizaciones del profesor Páramo cuestionan en sí mis­mas los abismos pretendidos entre ciencia y poesía, o, como se dice en otros contextos, entre razón y sentimiento, razón y fanta-

1 Hasta aquí, una nota enviada a la familia el 2 de febrero del 2001. La muerte había acaecido el 4 de enero.

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sia, razón e imaginación, ciencia y humanismo, como si en el fon­do no se tratara de actividades coexistentes en la mente de todos los humanos. Probablemente los logros de esas facultades sean proporcionales a los niveles de cultivo y algunas veces llegan a ser equilibrados, como en el caso del profesor Páramo. Probable­mente se den tensiones en las personas, y se hayan dado en él, pero generadas no por la imposibilidad de cultivarlas simultánea­mente sino por las demandas del medio, consideraciones sobre prioridad y pertinencia, los niveles de gusto, satisfacción o emo­ción que producen y el tiempo que se les haya de consagrar, entre otros factores.

El profesor Páramo interiorizó de manera especial el princi­pio de la formación integral (humanista) e hizo de él un valor que verdaderamente orientó su vida, patente en la naturaleza de sus realizaciones (en filología, lingüística, matemática, arte...), en la educación de su familia, en la cual conviven en armonía dialéctica arqueólogos, matemáticos, artesanos, músicos, pintores y baila­rines. Entre septiembre y octubre de 1969 asistió al Primer Sim­posio Internacional de Humanismo, que tuvo lugar en Delfos, or­ganizado por la Asociación Humanística Griega. Sobre su partici­pación en este evento escribió el texto "No hay crisis en el huma­nismo: Validez de la paideia griega y romana".2 Destaca aquí:

La Asociación concibe el humanismo helénico no sólo desde el punto de vista científico, de la investigación y conocimien­to de la antigüedad, sino también desde el punto de vista de la paideia, de la educación integral humana, cuyo fin es hacer del hombre un verdadero hombre [...]. La línea directriz de la Universidad Humanística Popular (de la Asociación) es la de que el humanismo no debe convertirse en una técnica; antes bien, la técnica debe humanizarse. Y el humanismo consiste en la dedicación al hombre y la fe en él, en cuanto summum de la creación y ser libre al que son inherentes el vi­vir dignamente, el educarse e instruirse libremente y el crear y producir de manera verdaderamente humana, dentro de comunidades políticas ordenadas y dirigidas por principios de derecho.

A manera de conclusión del texto, el profesor Páramo plas­ma su ideario respecto de la relación humanismo-ciencia y de su papel en la educación, del cual extraigo algunos apartes:

2 Noticias Culturales, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 107, 1959, 1-6.

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[...] la educación contemporánea ha producido y ensancha­do una peligrosa escisión entre ciencias naturales y matemá­ticas, por un lado, y ciencias del hombre, por otro (divididas a su vez en ciencias lingüístico-literarias y ciencias históri-co-geográficas), y, por ende, entre el hombre mismo y la na­turaleza y entre diversas condiciones del hombre y de su his­toria: entre niño y adulto, entre individuo y sociedad, entre deber y conveniencia, entre presente y pasado. Pero esta educación está en abierta oposición con los principios fun­damentales de la formación humanística, pues ésta postula la unidad del ser y, por consiguiente, la unidad del hombre y la naturaleza, del individuo y la sociedad, en un universo cul­tural unitario, y, además, coloca en el centro de ese universo al hombre. Y el universo humano unitario (naturaleza y es­píritu), el mundo cultural, propio del hombre, y solamente en el cual el hombre se siente hombre, es un 'cosmos simbó­lico', integrado por el número, la palabra y la forma artística. Por consiguiente, las ciencias naturales y las ciencias socia­les; las matemáticas, la lingüística, la filología y el arte tie­nen que considerarse como partes funcionales de una totali­dad (énkyklos paideia), que debe ser instrumento adecuado para el dominio armónico que de 'su mundo' necesita alcan­zar el hombre.

Este ideario y sus realizaciones nos inclinan a decir que, en síntesis, el profesor Páramo fue un humanista por excelencia.

Como muchos, tuve oportunidad de acercarme a su pensar poético, a sus traducciones, en el número 16 de la revista Texto y Contexto de la Universidad de los Andes (Bogotá, 1991) dedicada a recopilar poesía de profesores del claustro. Posteriormente, en 1994, en el libro Dignum Est, traducción suya de una de las obras de Odiseo Elitis (publicación conjunta de la Universidad de los Andes y el Instituto Caro y Cuervo), ilustrada con un dibujo a lá­piz de Elitis, obra de Ismene Páramo, y tres creaciones pictóricas de Aquiles, unas en rigor barrocas, como también podría imagi­narse la teoría lingüística del profesor Páramo, porque barroco es exuberancia, precisión, organización, detalle. A propósito, un texto de Constantino Cavafis me recuerda al profesor Páramo,

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justamente en traducción suya, publicada en el mencionado nú­mero de Texto y Contexto:

Los sabios, del pasado...

Los dioses, del futuro; los hombres, del presente; /los sabios, del pasado se dan cuenta. Filóstrato VII 7

Los hombres conocen ei presente. El futuro lo conocen los dioses, llenos de toda luz y dueños de ella. Del porvenir, lo que nos viene los sabios captan. Sus oídos a veces, en horas de hondo estudio, se conturban. La misteriosa voz les llega, de hechos que se acercan. Y la escuchan piadosos. Mientras fuera, en la calle, no oyen nada las gentes.

Tuve oportunidad de conocer la teoría lingüística del profe­sor Páramo durante mis estudios de maestría de lingüística espa­ñola en el Instituto Caro y Cuervo, donde fui alumno suyo; desde entonces no he dejado de aproximarme a ella, de pensarla y de aplicarla, de una u otra manera, al estudio de la gramática general y española. Trabajamos todo el año de 1976 en el curso de Gra­mática General, de cuatro horas de clase por semana, como lo disponía el plan de estudios. Pero atendiendo a la solicitud de al­gunos estudiantes, el Instituto autorizó la continuación del curso durante el año siguiente. Nos concentramos en la generación de oraciones compuestas y en la interpretación semántica de los textos. Algunas sesiones fueron orientadas por Aquiles. Asisti­mos también a algunas sesiones de un curso de lexicología orien­tado por el profesor Edilberto Cruz, fundamentado en las consi­deraciones sobre el signo lingüístico hechas por el profesor Pára­mo. En 1979, último año nuestro en el Instituto, participamos en

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el seminario "Aspectos de la elaboración simbólica de lo real", orientado también por el profesor Páramo.

Unas imágenes de esa época. Llegó una mañana a la Casa de Cuervo para la clase de los martes con saco de telar en lana, beige de entreveros café oscuro y bolsillo bajo, de tapa, a ambos lados. Uno de estos dejaba ver su entrañable paquete de Marlboro (cambió después a Royal); se dibujaba en el otro la caja de fósfo­ros (cambió después a encendedor desechable). Se dirigió al pri­moroso jardín central de la antigua casa bogotana, tomó una flor (como corazón herido la conozco; zarcillejo en otras variedades) y pasó de inmediato al salón. En la flor nos señaló diez partes dife­rentes y preguntó por los nombres de ellas. Corola, pétalos, cáliz, sépalos, estambres y pistilo, reunimos entre todos. Quedaron cuatro elementos no observados previamente por nosotros u ob­servados pero no denominados. Nos hacía ver de esa manera que mediante la sensación y percepción, los humanos hacemos del universo físico una realidad percibida, a la cual denomina refe­rente. Los referentes, r, son entonces directamente proporciona­les al universo, u, pero también al trabajo lingüístico, 1, realizado por los hablantes sobre u; entonces r = lu, de donde se obtiene que 1 = r/u. Si el universo que analizábamos constaba de 10 ele­mentos, y de ellos nominábamos seis, entonces seis de esos ele­mentos de u eran referentes nuestros, es decir, habían sido obje­to de nuestro trabajo lingüístico de hablantes, y, en consecuen­cia, nuestro trabajo lingüístico sobre dicho universo era hasta el momento de 6/10; 0.4 del universo no había sido linguistizado por nosotros; esto es, no habíamos realizado un trabajo lingüísti­co sobre él.

Tiempo después, nombrado Subdirector del Instituto Caro y Cuervo, lo vi por primera vez de corbata. No fue para mi mente, por supuesto, exactamente el mismo referente. Hubo ésta de re­constituirlo. El pantalón era gris oscuro; el saco, que me asfixiaba angustiosamente, de un paño espina de pescado, gris más claro, tendiente a un azul de firmamento azul.

En 1978 se realizó en Popayán el XI Congreso Nacional de Profesores de Español y Literatura. El profesor Páramo, quien re-

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presentaba al Instituto, fue designado presidente del evento por unanimidad. Nos encontramos allí con una fuerte polémica lide-rada por los profesores Luis Ángel Baena (de la Universidad del Valle) y Felipe Pardo (de la Universidad Pedagógica Nacional en­tonces, fallecido también en el 2001), respectivas cabezas visi­bles de lo que entonces se conoció como enfoque semanticista y enfoque sintacticista, que alcanzó a polarizar a algunos trabaja­dores del lenguaje, no siempre con conocimiento de causa. La po­lémica, el análisis, facilitaron sin duda el arribo a una síntesis es-clarecedora no excluyente, reflejada en el artículo de Pardo "Se-manticismo vs. Sintacticismo: Ficción vs. Ficción" (Revista Co­lombiana de Lingüística, Bogotá, Vol. II, No.l, 1982). En dicha sín­tesis, el significado y la sintaxis se conciben como componentes generativos regidos por sus propios principios; se considera, de otro lado, que entre los componentes tienen lugar relaciones de proyección o correspondencia, regidas también por reglas a las cuales se les da el nombre de reglas semióticas. Leech y Jackendoff cultivan esta orientación.

El año siguiente, el congreso tuvo lugar en la Universidad Surcolombiana, en Neiva. La clausura incluyó un exquisito con­cierto de guitarra clásica de nuestro colega de la Surcolombiana, Antonio Iriarte Cadena; el rostro del profesor Páramo no escon­día su emoción. Inolvidable noche de clausura. Horas más tarde, estereotipos aprendidos se conmovieron ante su bailar animoso y acompasado, en un alegre y reverberante club, de guadua y te­cho de palma. Observé allí que los científicos pueden también bailar incansablemente. Se hallan, de otro lado, en un "baile" permanente, por fuera del cual no les es posible vivir en paz.

En Neiva tuvo entrañables alumnos, que después lo visita­ban en Chía. Uno o dos años antes había compartido yo con pro­fesores de la Surcolombiana algunos de los conocimientos adqui­ridos en el curso del profesor Páramo. Desvinculado del Caro y Cuervo, fue invitado a dictar allá, su propio curso. Recuerdo unos pocos días que nos acompañamos en un modesto hotel, el Cen­tral. Salíamos de los cuartos a trabajar en los pasillos. Dos tierra­frías sufríamos el abrasante calor de Neiva, los ventiladores de te­cho que desparramaban los papeles y el sudor que nos pegaba los dedos a las hojas de los libros al pasarlas.

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En la conferencia que Aquiles ofreció en este homenaje, "Las facetas de Jorge Páramo Pomareda", recordó algo que su pa­dre le había confesado: entre las muchas lenguas extranjeras que conocía, se sentía muy a gusto en el francés e incluso con fre­cuencia se descubría pensando en lengua francesa. Comprendí en ese momento un cierto asombro que dejó traslucir un lunes de 1983, cuando le mostré un texto en esa lengua que, sin ser muy competente en ella, había surgido en mi mente el sábado ante­rior. Me hizo dos correcciones gramaticales.

Absence

Un nutre samedi...

Tu es la lune. Je ne t'aime pas quand tu es sur le toit.... quand je suis sous le toit - comme toujours -quand je ne peux te voir.

§

En 1979 comencé a trabajar en la Universidad de los Andes, institución a la que también se vinculó el profesor Páramo al principio de los ochenta, después de los sucesos que lo margina­ron del Instituto. Compartimos allí una oficina y varios proyectos hasta septiembre de 1985, año de mi vinculación a la Universidad Nacional y de mi retiro de Los Andes, que conllevó la siempre la­mentable pérdida de un contacto íntimo y sólido con el profesor Páramo. Durante todos esos años disfruté la excepcional oportu­nidad de tener a mi maestro al lado y de preguntarle todo lo que en la digestión de su pensamiento me iba surgiendo. Emprendi­mos actividades tendientes al desarrollo de la lectura y la escritu­ra; organizamos, en 1983, un seminario de lingüística y literatu­ra, en el que estuvo muy empeñada y juiciosa la recordada Mont­serrat Ordóñez; y, en 1984, un seminario conjunto con fonoau-diólogas y terapistas del lenguaje, donde constatamos que algu-

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nos comportamientos diagnosticados como patológicos eran nor­males desde una perspectiva lingüística, desde la perspectiva de las posibilidades expresivas que brinda un sistema lingüístico.

He considerado que mis notas de clase, otras que fui reco­giendo a lo largo de nuestros intercambios y mis reflexiones al respecto podrían, sistematizadas, convenir a la difusión del pen­samiento del maestro. Pero, dada la dimensión del trabajo que adelanta Aquiles, me he abstenido, no sin desazón y tristeza.

3. «Dieron el vamonos», una realización del sistema

El 15 de noviembre de 1965 el profesor Páramo leyó su es­tudio "Dieron el vamonos: Ensayo de interpretación lingüística", al tomar posesión como miembro correspondiente de la Acade­mia Colombiana de la Lengua. ¡Dieron el vamonos! era una expre­sión "usada por locutores deportivos de Bogotá, para anunciar a los radiooyentes que en el hipódromo se ha dado la orden de par­tir a los caballos de una carrera". No lo dice el texto, pero intui­mos que la expresión podría ser, entonces, objeto de sanción en­tre los "defensores del idioma". Y el profesor Páramo ingresa jus­to a la Academia de la Lengua con un riguroso análisis lingüístico de la expresión. Un análisis científico, descriptivo, que lo lleva a concluir: "Dar el vamonos es un hecho del habla, una realización concreta del sistema lingüístico español. Los elementos y relacio­nes que intervienen en dar el vamonos preexisten en la lengua, pero su organización como forma de un contenido es la obra de un hablante dotado de excelente sentido de su idioma". Sin de­cirlo explícitamente, el profesor Páramo deja sentada aquí la po­sición de que las valoraciones del uso idiomático deben derivar de análisis lingüísticos pertinentes y no de actitudes idiomáticas prejuiciadas; en una perspectiva lingüístico-teórica, revela que un hecho de habla es una realización del sistema lingüístico por parte del hablante.

Posición que conviene continuar recordando cuando mani­festaciones normativas acallan todavía explicaciones lingüísticas que, a mi modo de ver, en cambio de constituir factor de anarquía y degradación, serían factor de comprensión, por parte de la co­munidad, de la dinámica de nuestra lengua española y, en esa medida, factor de su cultivo. Leía hace poco en Vigía del Idioma,

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No. 2, agosto de 2002 (publicación de la Academia Colombiana de la Lengua, Comisión de Lingüística), lo siguiente: "Con algu­na frecuencia se escucha decir a los bogotanos: La primer vez que vine estaba cerrado, La primer vez que la cité me incumplió. El ad­jetivo primero está mal utilizado puesto que rompe con una de las reglas de la concordancia que dice que el adjetivo debe concordar en género y número con el artículo y el sustantivo."

Podría ser constructivo para los lectores un comentario lin­güístico del tenor del siguiente: Primero(a), tercero(a), veintiu­no^), cualquiera son la forma singular habitual de estos adjetivos en posición postnominal: El día primero, la semana primera; el día tercero, la semana tercera; el congreso veintiuno, la etapa veintiuna, un día cualquiera, una semana cualquiera. Lo mismo sucede en los com­puestos con primero(a) y tercero(a) y en los demás cardinales con uno(a): décimoprimero(a), vigésimoprimero(a), etc.; decimotercero (a), vigésimotercero(a), etc.; treintaiuno, cuarentaiuno, etc., como se ob­serva en los SSNN el aniversario décimoprimero, la etapa vigésimoter-cera, el artículo treintaiuno, la regla cincuentaiuna. Pero porque es una convención completamente establecida, nadie censura que de­lante de sustantivo masculino singular se pierda el morfema de género, como se puede constatar en los sintagmas el primer concur­sante, el tercer milenio, veintiún cargos, cualquier día. Ante sustantivo femenino singular, en cambio, el morfema de género ha sido más resistente, y por tanto sintagmas como la primera figuración, la ter­cera semana, veintiuna acusaciones constituyen norma académica y sintagmas como cualquiera decisión gozan aún de prestigio. No obstante, entre los hablantes de todos los niveles y en diferentes estilos se hacen cada vez más comunes enunciados donde la for­ma adjetival sin morfema de género antecede también a constitu­yente nominal femenino, tal como se observa en los siguientes textos (o partes de texto), tomados de medios de comunicación hablados y escritos:

Se hizo la primer organización. (TV, Señal Colombia).

... mi primer actuación... (Cantante, origen campesino, Car­tago (Valle), entrevista TV).

... ya cobró la primer víctima. (Lectura noticias.TV).

La tercer fase es donde definimos la estrategia de venta. (Ad­ministrador de empresas, radio).

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Veintún personas muertas es el saldo que deja... (Lectura de noticias, Caracol TV).

Hasta enero los guerrilleros habían volado cientoún torres. (Comentario periodístico, Noticias de TV).

Cualquier pintura de esas es real. (Radio).

Tuvo una idea que en cualquier otra parte hubiera parecido excéntrica. (El Tiempo).

En realidad lo que estos usos reflejan es un cambio lingüís­tico en marcha, resultante de un proceso de ajuste, de simplifica­ción, de perfeccionamiento del sistema mismo; resultante de un proceso tendiente a que esas formas adjetivales sin morfema de género antecedan a constituyente nominal tanto masculino como femenino, lo que precisamente se posibilita por no llevar dicho morfema: el primer concursante - la primer concursante, el tercer día - la tercer semana, veintiún cargos - veintiún acusaciones, cualquier país, cualquier comunidad. Es procedente diferenciar entre usos in­correctos y usos como éstos, que corresponden a procesos de ajuste del sistema, a cambios lingüísticos en marcha, concepto nuclear en la teoría de William Labov que, a mi modo de ver, tie­ne antecedentes importantes en cultores de la lingüística españo­la como Menéndez Pidal y Salvador Fernández Ramírez. Tam­bién en el empleo de los elídeos verbales ha habido en la lengua española un movimiento de la enclisis a la proclisis, razón por la cual cada día se nos hace menos común y, en consecuencia, se re­clama menos el empleo de construcciones como "Pregúntele yo que de qué se reía, y respondióme que de una cosa que tenía aquel libro escrita en el margen" (subrayado mío), así hayan sido em­pleadas en su momento por Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha, Barcelona, Editorial Juventud, 1958, Primer tomo, p. 93) .3

En 1984 publiqué el artículo "Las normas lingüísticas", donde expongo ampliamente un punto de vista como el esbozado en estos últimos párrafos (Universidad de los Andes, Texto y Con-

3 Es oportuno recordar ahora la tesis del lingüista danés Loüis Hjelmslev sobre el cambio lingüístico, matizada hoy, eso sí, por las investigaciones de Labov, según la cual los cambios lingüísticos corresponden a proce­sos de ajuste del sistema, que se ven precipitados o retardados por otros factores sociales, como por ejemplo las actitudes lingüísticas (ver su li­bro Sistema lingüístico y cambio lingüístico, Madrid, Gredos, 1976).

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texto, 2). En 1985 el profesor Páramo lo comenta favorablemente en el número 4 de la misma revista. Algunas afirmaciones suyas sobre el artículo reflejan también su punto de vista sobre el asun­to: "... el tema tratado por Arboleda Toro ha reclamado desde hace más de un siglo la atención de algunos colombianos que se han ocupado de cuestiones del lenguaje, como Cuervo, Caro, Suárez, Flórez, etc. Bajo esta luz, el trabajo a que me estoy refi­riendo debe tomarse como una contribución reciente a un sector de la investigación lingüística que ha tenido siempre mucho inte­rés para Colombia. (...). Después de un siglo, el problema de la norma lingüística, visto en forma general, alcanza en nuestro país un planteamiento libre de criterios 'puristas' y muy acorde con los conocimientos que la lingüística tiene hoy de los aspectos 'pragmáticos' y sociolingüísticos del acto de habla" (pgs. 243, 244).

4. Posición y transferencia sintáctica

Pero, en fin, dejemos de lado ese atractivo atajo, sólo por­que pretendo ahora destacar que en el ensayo del profesor Pára­mo comentado en la sección anterior, están presentes ya algunas ideas gramaticales de Lucien Tesniére y de Hjelmslev que, desa­rrolladas y enmarcadas por él, serían componente fundamental de su modelo gramatical. 4.1 En 1961 hace el profesor Páramo una presentación e ilus­tración en español de los conceptos fundamentales de la obra de Tesniére Elements de syntaxe structurale, y le aplica a la poesía La li­mosna, de Rafael Pombo, el análisis sintáctico allí propuesto, de manera por demás magistral. En el cierre del artículo considera el estructuralismo de Tesniére "más práctico que teórico", juicio que aún conviene examinar. El libro del lingüista francés, falleci­do en 1954, había sido publicado postumamente en 1959; apenas dos años antes de la presentación efectuada por el profesor Pára­mo. En 1994 la editorial Gredos publicó la obra en español (dos tomos), en pulcra traducción de Esther Diamante, obedeciendo seguramente a su enorme influjo en la gramática funcional y a los desarrollos de que ha venido siendo objeto en la llamada gramáti­ca de valencias de la Escuela de Leipzig.

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Tesniére establece la categoría de palabras llenas y la de pala­bras vacías. La primera, en donde se encuentran los sustantivos, adjetivos, verbos y adverbios, conlleva una función semántica. La segunda comprende instrumentos gramaticales para indicar, pre­cisar o transformar la categoría de las palabras llenas y reglamen­tar sus relaciones. Las palabras vacías modifican la estructura de la frase ya cuantitativamente, ya cualitativamente. La función que modifica cuantitativamente la frase es la junción, que permite añadir a cualquier núcleo un número teóricamente ilimitado de núcleos de igual categoría; se da el nombre de juntivos a los indi­cadores morfológicos de la junción.

La función que modifica cualitativamente la frase es la transferencia, que "permite diferenciar los términos hasta el infi­nito, transmutando cualquier núcleo en una variedad teórica­mente ilimitada de núcleos de categoría diferente"; se da el nom­bre de transferente al indicador morfológico de la transferencia. Actúan como transferentes no sólo las conjunciones subordina-doras, también las preposiciones, el pronombre relativo y el ar­tículo, entre otros.

Así, en el SN día de fiesta, la palabra vacía transferente de transfiere la palabra fiesta de su usual función sustantiva a la fun­ción adjetiva que aquí desempeña en relación con el sustantivo día, que, él sí, está desempeñando función sustantiva. Nótese que la función del sintagma de fiesta en día de fiesta es la misma de festivo en día festivo y que -iv- es un morfema sufijo transferente adjetivador, que desempeña una función análoga al transferente preposicional de; festivo es un adjetivo derivado desustantival. Así pues, la función transferente de la preposición de en día de fiesta es como la función transferente del morfema sufijo -iv- en día festivo. Pero no todas las palabras desempeñan una función, en este caso la función adjetiva, por transferencia. Palabras como triste y fácil en los sintagmas día triste y día fácil, desempeñan función adjeti­va, pero, como se observa, no poseen ni transferente preposicio­nal ni transferente sufijal.

En los SSNN la sartén de freír los huevos y el botón de apagar, constituyentes de los enunciados Páseme la sartén de freír los huevos y El botón de apagar es el gris, el transferente de transfiere el sintag­ma/reír los huevos y la palabra apagar de su habitual función verbal

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a la función adjetiva que aquí desempeñan en relación con los sustantivos sartén y botón, respectivamente.

En el SN La montaña de allá el transferente de transfiere al ad­verbio allá de su habitual función adverbial (la que desempeña, por ejemplo, en Allá viene su prima) a la función adjetiva, que de- * sempeña en relación con el sustantivo montaña en la montaña de allá.

En el SN el ahora, la palabra el transfiere a la palabra ahora de su usual función adverbial (la que realiza en el enunciado Ahora vamos a revelar el secreto) a la función sustantiva que realiza en el enunciado El ahora anuncia el porvenir, por ejemplo.

En consonancia con esta formulación, Páramo encuentra en la expresión Dieron el vamonos, la forma de verbo dieron y el sintag­ma nominal por transferencia el vamonos, donde el, artículo, transfiere la función de vamonos de verbal a sustantiva!. Queda así ubicada la expresión dentro de las realizaciones posibles del sis­tema español.

Tesniére muestra que entre las palabras constitutivas de la frase hay conexiones, que las palabras no se encuentran ahí aisla­das como en el diccionario. Hay entre las palabras, por ejemplo, relaciones de dependencia entre un término regente (subordina-dor) y un término regido (subordinado). El término subordinado depende del subordinador o, vista la relación desde el otro ángu­lo, el término subordinador rige o gobierna al término subordi­nado. Así, dice, en Mon ami parle ('Mi amigo habla'), la palabra mon es subordinada a ami y ami es subordinada a parle. Pero Tes­niére no define explícitamente las relaciones de subordinación y no muestra que, como se verá adelante, la subordinación entre ami y parle es diferente de la subordinación entre mon y ami.

Hjelmslev caracteriza las relaciones de subordinación (de­pendencia) y coordinación en términos del requerimiento o no requerimiento de la presencia de un constituyente dado en la ca­dena hablada. En la sílaba española, por ejemplo, la relación en­tre la categoría de los fonemas consonantes y la categoría de los fonemas vocales es de dependencia o subordinación de la prime­ra categoría a la segunda, subordinación unilateral, puesto que la presencia de un fonema consonante exige la presencia de un fo­nema vocal, pero no al contrario, como se observa en las sílabas o y au de las palabras tío y auge respectivamente. En el sintagma día

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triste la presencia de triste, subordinado, requiere la de día, subor­dinador, pero no al contrario, como se observa en el enunciado Un día decidí no volver más, donde aparece el sustantivo día sin que sea necesaria la presencia de un adjetivo que se le subordine o lo determine. En el ejemplo de Tesniére, la presencia del adjetivo posesivo mon requiere la de un sustantivo, como ami, pero no al contrario, como se observa en el texto L'ami vient aujourd'hui ('el amigo viene hoy').

Además de la unilateral, existe también la dependencia o subordinación bilateral o recíproca (interdependencia), que se da entre dos elementos A y B cuando la presencia de A requiere la de B y, a su vez, la presencia de B requiere la de A. Hjelmslev anota que la relación entre el significante y el significado del signo es bilateral o recíproca: si hay significante, hay significado; si hay significado, hay significante. Anotemos que la representación mental asociada a significante es significado y que, en esa medi­da, es dable pensar en representaciones mentales no asociadas a significante, es decir, en representaciones mentales que no son significado, esto es, que no han sido asociadas a significante en una comunidad y, en cuanto tales, no susceptibles de comunica­ción lingüística.

Páramo formula explícitamente que en una oración la rela­ción entre el constituyente en posición sujeto y el constituyente en posición predicado es de subordinación recíproca. Formula­ción ya esbozada por Hjelmslev, quien a su vez tiene un antece­dente determinante en la noción de nexus de Otto Jespersen, tam­bién danés. Tesniére no explicita que en Mon ami parle la presen­cia de parle requiere la presencia de un constituyente nominal como mon ami, ni que la presencia de mon ami, como constituyen­te sujeto, requiere la presencia de un constituyente predicado como parle. Y, por tanto, no diferencia la subordinación recíproca entre, por ejemplo, parle y mon ami y la subordinación unilateral entre mon y ami. Sobre este asunto volveremos luego.

Digamos algo de las relaciones de coordinación. Entre dos elementos, A y B, hay relación de coordinación cuando la presen­cia de A no exige la presencia de B y la presencia de B no exige la presencia de A. La relación entre los fonema vocales a y u de la sí­laba au constitutiva de la palabra auge es de coordinación porque a constituye sílaba sin la presencia de otro fonema vocal, como en

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la palabra apurar; lo mismo sucede con u, como puede observarse en la palabra utopía.

En la palabra compuesta sordomudo la relación inicial entre los constituyentes es de coordinación porque ni el primero re­quiere al segundo ni el segundo al primero para aparecer en un texto; podríamos tener los textos No haga tanto ruido que me voy a quedar sordo y Ese niño es mudo de nacimiento, donde ninguno de los dos adjetivos en mención requieren de otro. En general, se podría afirmar que entre dos adjetivos que funcionan como tales la rela­ción es de coordinación. Especificamos que entre dos adjetivos las relación es de concordancia cuando funcionan como tales, porque cuando adquieren otra función la relación puede variar. Así en la oración Asistió a la reunión un loco gozón, el adjetivo gozón funciona como tal, pero el adjetivo loco funciona como sustantivo por la transferencia del artículo un. La relación entre ellos es de subordinación.

De todo lo anterior se desprenden distintas consideracio­nes básicas en las formulaciones de Páramo y fundamentales para la comprensión de la productividad, de la economía de los sistemas lingüísticos fundada en la transferencia, tanto afijal como preposicional. Una primera consideración es que cualquier signo puede ocupar cualquier posición sintáctica (= cualquier signo puede desempeñar cualquier función sintáctica). En el SN día triste, por ejemplo, la posición de subordinación la ocupa el adjetivo triste, pero dicha posición es ocupable también por otro sustantivo, un verbo o un adverbio, mediante la transferencia, como en día de fiesta, día de celebrar, día de hoy, respectivamente. A su vez, la posición de subordinador la desempeña el sustantivo día, pero es ocupable por un adjetivo, un verbo o un adverbio en función sustantiva, mediante transferencia, como en un necio tris­te, un vivir triste, un mañana triste, respectivamente.

Digamos de nuestra parte que a la posición de subordina­ción a constituyente nominal le conviene el nombre de adjetiva, en cuanto es susceptible de ser desempeñada por un adjetivo no constituido por transferencia preposicional, como sucede en el SN día triste; y a la posición de subordinador en SN le conviene el nombre de sustantiva, en cuanto es susceptible de ser desempe­ñada por un sustantivo no constituido por transferencia, como sucede en el mismo sintagma día triste. El sustantivo y el adjetivo

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realizan entonces de manera típica (esto es, no por transferencia) la función sustantiva y la adjetiva, respectivamente. De manera análoga, a la posiciones que ocupan verbo y adverbio sin transfe­rencia les conviene el nombre de verbal y adverbial, respectiva­mente, como en el ejemplo ya comentado Ahora vamos a revelar el secreto, donde el adverbio ahora depende del verbo revelar (aquí en su forma de futuro vamos a revelar), se subordina a él sin transfe­rencia, y el verbo revelar desempeña, también sin transferencia, la función verbal: subordina al adverbio, en este caso ahora, no lo re­quiere para aparecer en el enunciado, como en Los testigos revela­ron todo lo que sabían, donde se encuentra un constituyente verbal, en este caso revelaron, sin que ello exija la presencia de adverbio alguno.

Los adjetivos/estivo, lejano y aburridor también ocupan la po­sición adjetiva sin transferencia preposicional, por ejemplo en los SSNN día festivo, día lejano, día aburridor. Pero en el nivel morfoló­gico se han constituido por transferencia sufijal: el sufijo -i'vo, subordinado a fiesta transfiere la categoría de la palabra de sus­tantivo a adjetivo; el sufijo -ano, subordinado a lejos transfiere la categoría de adverbio a adjetivo; el sufijo -dor, subordinado a abu­rrir transfiere la categoría de verbo a adjetivo. Así, festivo, lejano y aburridor son adjetivo desustantival, adjetivo deadverbial y adjeti­vo deverbal, respectivamente. De un sustantivo se derivan adjeti­vo, verbo y adverbio; de un adjetivo se derivan sustantivo, verbo y adverbio; de un verbo se derivan sustantivo, adjetivo y adverbio; de un adverbio se derivan sustantivo, adjetivo y verbo. He aquí, otro factor de economía o de rendimiento del sistema.

El adjetivo triste desempeña la función adjetiva sin transfe­rencia sufijal ni preposicional; es una palabra simple. El adjetivo festivo desempeña la función adjetiva sin transferencia preposi­cional pero con transferencia sufijal. El sintagma de fiesta desem­peña función adjetiva sin transferencia sufijal pero con transfe­rencia preposicional. Digamos de nuevo que al comparar los sin­tagmas día de fiesta y día festivo, observamos que la función de la preposición de es la misma del sufijo -ivo; esto es, transferir la ca­tegoría de fiesta de sustantivo a adjetivo.

En el enunciado En Sibundoy vive el mudo José se observa un hecho interesante. El adjetivo mudo en posición sustantiva me­diante la transferencia ejercida por el artículo y, de manera con-

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trastante, el sustantivo José en posición adjetiva, indicada por la posición: cuando dos elementos nominales en subordinación se encuentran en secuencia, la posición del segundo es adjetiva. Esto se observa más nítidamente en el sintagma El hombre máqui­na, donde la ubicación del sustantivo maquina constituye para los hablantes indicación convencionalizada de su función adjetiva.

En el sintagma El abusivo del especulador aumentó el interés el adjetivo abusivo ocupa la posición sustantiva por transferencia del artículo el y el adjetivo especulador inicialmente en posición sus­tantiva mediante la transferencia del artículo el, se sitúa ahora en posición adjetiva por una nueva transferencia, la de la preposi­ción de. En cambio, en el enunciado Esa corporación es una especula­dora de miedo, el adjetivo especuladora se queda en la posición sus­tantiva, alcanzada por la transferencia del artículo indefinido una, y el sustantivo miedo se sitúa en posición adjetiva, mediante la transferencia de de.

El profesor Páramo lleva la formulación hasta las últimas consecuencias. En el sintagma el pro y el contra encuentra dos pre­posiciones en posición sustantiva, en relación de coordinación; en el sintagma los ismos de la historia de la filosofía: idealismo, realis­mo, materialismo, encuentra un sufijo transferente, ismos, en posi­ción sustantiva; en el sintagma el sí y el no encuentra morfemas gramaticales en posición sustantiva, en relación de coordinación; en el enunciado El de de luz de luna transfiere la función del sustantivo luna, encuentra un morfema gramatical transferente, de, en posi­ción sustantiva.

Si no se atendiera a la función de las palabras que inicial-mente constituyen el sintagma carrotanque podría llegarse a afir­mar que como son dos sustantivos que, en cuanto tales, no se re­quieren mutuamente, su relación sería de coordinación. Pero si tenemos en cuenta que la posición de tanque es indicadora de po­sición adjetiva, observamos que su relación es de subordinación.

Tesniére introduce el concepto de índice (de categoría). El índice, a diferencia del transferente, no transfiere la categoría, se limita a indicarla, a subrayarla. Dice que en la frase el libro de Alfredo, de es transferente que transfiere la palabra Alfredo de la categoría sustantivo a la categoría adjetivo, pero que en ella la pa­labra el no transfiere la categoría, puesto que Alfredo es ya palabra sustantivo, sino que la indica, la subraya. En algunas variedades

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del español se emplea el artículo ante sustantivo propio; así, ¿Dónde está el Rubén?, se le oye decir a una niña hablante de espa­ñol andino. En el texto, el artículo es índice de categoría; subraya la categoría sustantiva del nombre propio Rubén. Esa estructura artículo-nombre propio, que no goza de mucho prestigio, es una realización del sistema español.

Como se observa, hechos como los mencionados en los pá­rrafos precedentes, confusos en otros modelos, encuentran acá una adecuada y cómoda descripción.

El profesor Páramo representa las categorías léxicas sustan­tivo, adjetivo, verbo y adverbio mediante las letras S, Q V, W, respectivamente. Pero como la función típica de una categoría puede ser desempeñada por otra, por ejemplo mediante la trans­ferencia, introduce el concepto de clase de equivalencia sintácti­ca. Así, a la clase de equivalencia sustantiva, representada [S], pertenecen s (ss=s), qs, vs, ws, por ocupar igual posición en el tex­to; a la clase de equivalencia adjetiva, representada [Q], pertene­cen sq, q(qq=q), vq, wq, por ocupar igual posición en el texto; a la clase de equivalencia verbal, representada [V], pertenecen sv, qv, v (v,=v), wv, por ocupar igual posición en el texto; a la clase de equivalencia adverbial, representada [W], pertenecen sw qw, vw, w (ww=w), por ocupar igual posición en el texto.4

Establece las distintas posiciones sintácticas que un signo puede ocupar en el texto, caracterizables en términos del requeri­miento o no requerimiento de la presencia de un determinado signo en el enunciado. A cada una la representa por una letra que se coloca como subíndice del constituyente que la ocupa. Enu­mero enseguida las posiciones; entre paréntesis, la letra que la representa: sustantiva-sujeto (-s), verbal-predicado (-v), deter­minante de sustantivo (-q), cuantificador de adjetivo (-u), com­plemento circunstancial de verbo (-w), determinante de adverbio

4 Un antecedente fundamental al respecto lo constituye el capítulo 33 de Tesniére: Les symboles et la phrase virtuelle, donde introduce los símbolos O, A, I, E para representar al sustantivo, adjetivo, verbo y adverbio, y donde muestra la conveniencia de ellos para la constitución de "estemas virtuales", que, en cuanto tales, representarán una estructura sintáctica correspondiente a innumerables frases de una lengua. De otro lado, las formulaciones de Tesniére sobre la translación (= transferencia) fueron, seguramente, un elemento básico para que el profesor Páramo llegara a la noción de clase de equivalencia sintáctica.

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(-p), aposito de sustantivo (-a), aposito de verbo, predicativo (-b), complemento directo (-c), complemento indirecto (-d), complemento destinativo (-e) y complemento agente (-f). En el enunciado Los reporteros le solicitaron al Ministro para los usuarios de servicios públicos las disposiciones más recientes se encuentran consti­tuyentes en posición sujeto, predicado, complementos indirecto, destinativo y directo.

Se establecen doce posiciones, pero, en realidad, se trata de subclases de las posiciones fundamentales: subordinación y coordinación. Las posiciones -q, -w, -u, por ejemplo, son de sub­ordinación a constituyente nominal, a constituyente verbal y a constituyente adjetival (tal vez, también adverbial), respectiva­mente.

Para significar que cualquier signo desempeña cualquier función, el profesor Páramo introduce las variables X, Y, que re­presentan los signos que van a ocupar las distintas posiciones de un texto, en tanto no se han generado. La oración, representada como X0 está constituida por (y se reescribe como) XsYv.

Aun cuando, como se dijo, las distintas posiciones se carac­terizan en términos de requerimiento o no requerimiento, en las notas de clase que poseo no se encuentran explícita ni exhausti­vamente caracterizadas cada una de ellas. Pero en todo caso un constituyente en posición determinante de sustantivo (adjetiva), por ejemplo, requiere a uno que, en cuanto tal, ocupa posición sustantiva, pero no al contrario, como se observa al comparar el enunciado gramatical Construyó una gramática generativa con Cons­truyó una gramática, los cuales muestran que la presencia de un sustantivo como gramática no requiere la presencia de un adjetivo como generativa; un constituyente en posición cuantificador de adjetivo requiere a uno que, en cuanto tal, ocupa posición adjeti­va, pero no al contrario, como se observa al comparar los enun­ciados Realizó un trabajo muy proyectiva con Realizó un trabajo pro­yectiva, los cuales muestran que la presencia de un adjetivo como proyectiva no requiere la de un cuantificador como muy; un consti­tuyente que ocupa posición adverbial requiere a uno que, en cuanto tal, ocupa posición verbal, pero no al contrario, como se observa al comparar el enunciado Trabajó todos los días denodada­mente con Trabajó todos los días, los cuales muestran que la presen-

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cia de un verbo como trabajó no requiere la de un adverbio, como denodadamente.

Páramo considera tarea fundamental de la gramática la de­terminación de todas y cada una de las posiciones diferentes e in­sinúa que no todas han sido determinadas en la tradición grama­tical. En varias ocasiones le escuché que tal vez ahí no estaban enumeradas todas las posiciones, que era probable encontrar po­siciones no identificadas aún. Al respecto he planteado algunos interrogantes a los que voy a hacer referencia. La preposición se subordina a constituyentes de diferente categoría. En los sintag­mas por las razones anotadas, por tonto, por jugar, por debajo, la pre­posición por se subordina a constituyente nominal, adjetival, ver­bal y adverbial, respectivamente; incluso en el sintagma por entre las tiendas, la preposición por se subordina a un sintagma que, a su vez, posee la preposición entre, subordinada en este caso al cons­tituyente nominal las tiendas.

Planteemos de paso que en este contexto no encaja la no­ción de sintagma preposicional, puesto que en los sintagmas así denominados, la preposición no es el elemento subordinador o elemento núcleo, como sí lo es el sustantivo en el sintagma no­minal, SN, el adjetivo en el sintagma adjetival, SAj, el verbo en el sintagma verbal, SV y el adverbio en el sintagma adverbial, SAv. Utilizaré ahora entonces la expresión sintagma encabezado por preposición, abreviado Senc.P, que, a su vez, se subcategoriza: SNenc.P, SAjencP, SVEnc.P, SAvencP.

El Senc.P se subordina, a su vez, a constituyentes de dife­rente categoría. A constituyente nominal se subordinan SNencP (día de fiesta, dolor de ausencia), SVenc.P (máquina de coser, miedo de viajar), SAvencP (la casa de allá, la comida de siempre, amor de lejos). A constituyente adjetival se subordinan SNenc.P (grande de corazón, Necesitamos una persona rápida en com­prensión de lectura), SVenc.P (Usted me vendió un vidrio fácil de romper), SAvencP (Esa es una persona atractiva de lejos), SAjencP (Sale loco de contento con su cargamento para la ciu­dad) . A constituyente verbal se subordinan SNenc.P (Conduzca con precaución), SAjencP (Lo cogió a usted de bobo), SVenc.P (habló sin gritar), SAvencP (Mire para allá) y a constituyente ad­verbial se subordinan SNenc.P (El baño está lejos de la sala), SVenc.P (El partido está cerca de empezar), SAvencP (El parque

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está lejos de aquí). En la mayoría de los casos, la preposición es sólo transferente de función.

Veamos otros ejemplos: en Nosotros vinimos en avión, el SN enc.P en avión se subordina al constituyente verbal Nosotros vini­mos; el empleo de este constituyente verbal no requiere S enc.P. En En Bogotá peligran los canos sin alarma y Muchas personas sin cabe­llo usan sombrero, los SN enc.P sin alarma y sin cabello se subordinan a los sustantivos carros y personas, respectivamente; de otro lado, el SN enc.P en Bogotá, se subordina al constituyente verbal peli­gran los carros sin alarma. Los sintagmas Peligran los carros y Muchas personas usan sombrero tienen la capacidad de constituir enunciado sin que sea necesario por ello introducir algún S enc.P. En Un niño cansado de trabajar buena parte del día, no puede rendir en la escuela, el SV enc.P de trabajar buena parte del día se subordina al adjetivo can­sado; a su vez, el SAj cansado de trabajar buena parte del día, se sub­ordina al sustantivo niño. En Queme esa basura lejos de aquí, el SAv enc.P de aquí se subordina al adverbio lejos; a su vez el SAv lejos de aquí se subordina al SV Queme esa basura. Entonces, ni la preposi­ción ni el S enc.P seleccionan la categoría del constituyente al cual se subordinan; lo hacen indistintamente ante constituyente nominal, adjetival, adverbial, verbal y preposicional.

Como podemos observar, existe una posición sintáctica que es la de subordinación a constituyente adjetival, ilustrada mediante los sintagmas grande de corazón, fácil de romper, atractiva de lejos, donde el sustantivo corazón, el verbo romper y el adverbio lejos, se subordinan a los adjetivos grande, fácil, atractiva, respecti­vamente, mediante el transferente de. Existe, de otro lado, una posición sintáctica que es la de subordinación a constituyente ad­verbial, ilustrada mediante los sintagmas lejos de la sala, cerca de empezar, lejos de aquí, donde el sustantivo la sala, el verbo empezar y el adverbio aquí, se subordinan a los adverbios lejos, cerca, lejos, respectivamente, mediante el transferente de. Me pregunto, ¿co­rresponden estas funciones a algunas de las doce establecidas por el profesor Páramo? Si ello no fuera así, habría que pensar en dos posiciones más: subordinación a adjetivo (= complemento de ad­jetivo) y subordinación a adverbio (= complemento de adverbio).

Me pregunto si estas posiciones debieran considerarse uni­das a las de cuantificación de adjetivo y determinante de adver­bio, por cuanto estas últimas también son posiciones de subordi-

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nación a adjetivo y adverbio. En los enunciados Me sugirieron un li­bro muy interesante y Mire para acá, el cuantificador muy se subordi­na al adjetivo interesante y la preposición para se subordina al ad­verbio acá, como lo muestra la gramaticalidad de los enunciados donde no aparecen: Me sugirieron un libro interesante y Mire acá; donde el adjetivo se actualiza sin cuantificador y el adverbio sin preposición.

Pero de todas maneras habría que diferenciar las posicio­nes, como lo insinúa el hecho de que en un sintagma estén ocu­padas ambas. Así en el texto Ese es un material muy fácil de romper se encuentra el sintagma adjetival muy fácil de romper, con cuantifica­dor muy y complemento adjetival de romper; muy se subordina al sintagma adjetival fácil de romper, originándose así un sintagma adjetival cuantificado. Y en el texto La cocina queda muy lejos de la sala, el sintagma adverbial muy lejos de la sala posee cuantificador muy y complemento adverbial de la sala; muy se subordina al sin­tagma adverbial lejos de la sala, originándose así un sintagma ad­verbial cuantificado.

He buscado con insistencia y no he encontrado en mis no­tas de clase ejemplos analizados donde se presente la función de subordinación a adjetivo y a adverbio por transferencia preposi­cional.

Las funciones de subordinación del cuantificador y la pre­posición (P en P=Pp) serían sin transferencia y las otras, de sub­ordinación por transferencia. Claro que ante esta perspectiva ha­bría que precisar si en los enunciados Está loco de remate, Está loco de amarrar los constituyentes de remate y de amarrar se consideran o no cuantificadores por transferencia; precisión que comprome­te la dimensión sintáctica y la semántica. Está loco de remate y Está loco de amarrar son sinónimos de Está completamente loco, Está de­masiado loco o Esta muy loco, donde completamente, demasiado y muy ocupan posición de cuantificador.

También me pregunto si al lado de la posición cuantificador de adjetivo, habría que incluir la de cuantificador de adverbio; al lado de un enunciado como Me comí un helado muy delicioso, donde el cuantificador muy se subordina al adjetivo delicioso, está el enunciado Usted vive muy lejos, donde el mismo cuantificador muy se subordina al adverbio lejos.

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4.2 De lo dicho hasta aquí se desprende algo que también es fundamental en las formulaciones del profesor Páramo: la rela­ción de requerimiento se da no entre signos aislados sino entre signos situados en posiciones determinadas, tal como éstos se presentan en los textos. Así, si -q, entonces -s : -q-s; si -u, enton­ces -q, entonces -s: (-u, -q)-s; si -v, entonces -s: -s -v; si -w en­tonces -v, entonces -s : -s(-w-v); y si -p, entonces -w, entonces -v, entonces -s : -s[(-p-w)-v]

El texto Juan, respuesta a la pregunta ¿Quién llegó?, no está constituido sólo por un sustantivo, sino por un sustantivo en po­sición sujeto, que en cuanto tal requiere un constituyente en po­sición predicado, llegó, en este caso, que el hablante no expresa por cuanto significa información dada. El texto está estudiando, respuesta a la pregunta ¿Dónde está María Victoria?, no está consti­tuido únicamente por una forma verbal, sino por una forma ver­bal en posición predicado, que en cuanto tal requiere un consti­tuyente en posición sujeto, María Victoria, en este caso, que el ha­blante no expresa, por la misma razón. El texto Mañana, respues­ta a la pregunta ¿Cuándo empieza la carrera?, no está constituido sólo por un adverbio, sino por un adverbio en posición adverbial que, en cuanto tal requiere un verbo, empieza, en este caso, el cual, a su vez, requiere un constituyente sujeto, la carrera, en este caso, no generados por la misma razón.

De este análisis se concluye que todas las respuestas consi­deradas atrás son textos constituidos por oración y no por un sustantivo solo, Juan, o una forma verbal sola, está estudiando, o un adverbio solo, mañana, como lo pretenden algunos manuales de lingüística textual; están constituidos por oración, debido a que en cada uno de los coloquios, el sustantivo, la forma verbal y el adverbio están situados por el hablante en posiciones que, dadas las relaciones de requerimiento, constituyen la unidad oracional en la mente del interlocutor, que interpreta el constituyente en posición, y, por supuesto, del hablante, que precisamente lo ge­nera en posición. Por ejemplo, el texto mencionado, Juan, res­puesta a la pregunta ¿Quién llegó? es oración porque es un ss que, en cuanto tal, rige constituyente en posición predicado, yv, con el cual constituye la oración que podemos representar como ssyv

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(que es igual a syv). El texto mañana, respuesta a ¿Cuándo empieza la carrera? es oración porque es un w en posición w (ww=w), que en cuanto tal rige constituyente en posición verbal, yv, el cual, a su vez, rige constituyente en posición sustantiva; constituyen ellos una oración que se representa así: xs(wyv). Podría pensarse que el interlocutor escuchó w en w que lo llevó a pensar en un constituyente en -v, el cual, a su vez, lo llevó a pensar en un cons­tituyente en -s; los constituyentes en -v y en -s , no expresados pero regidos, los extrajo de la información compartida; de esta forma, la estructura sintagmática el texto es, repito, xs(wyv).

Con la anterior afirmación no pretendo sostener ahora que todos los enunciados sean oracionales, pero sí, que los mencio­nados lo son.

Así sea mínimamente, este esbozo de análisis deja entrever la concepción de Páramo según ia cual lo sintáctico de un texto consiste esencialmente en el cómputo de funciones gramaticales.

Si, como observamos atrás, constituyente en posición predi­cado requiere constituyente en posición sujeto y al contrario, en­tonces la relación entre ellos es de subordinación recíproca, tal como lo argumenta el profesor Páramo recurrentemente, y la ora­ción será, en esa medida, una estructura binuclear, bimembre; un sintagma nominal-verbal o nominoverbal, podríamos decir.

En las demás clases de sintagma de palabras no se presenta la subordinación bilateral. Si se presenta un constituyente en función adjetiva se presenta también un constituyente nominal, pero si se presenta un constituyente en función sustantiva no ne­cesariamente tiene que presentarse un constituyente en función adjetiva; si se presenta un constituyente en función de cuantifica­ción gradativa se presenta también un constituyente en función adjetiva o adverbial, pero no al contrario; si se presenta un consti­tuyente en función adverbial se presenta también un constitu­yente verbal, pero no al contrario. Es decir, que la relación de subordinación entre estos constituyentes es unidireccional o unilateral.

Una formulación fundamental de la obra de Tesniére es que la frase (= oración) es un nudo verbal (más o menos equivalente a SV) donde el verbo es el elemento que regenta, gobierna todos los demás constituyentes, entre los cuales se encuentran los ac­tantes (participantes en el estado o proceso significado por el ver-

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yo de interpretación lingüística leído en la Academia de la Len­gua en 1965:

Las personas, o mejor dicho, los formantes del morfema per­sona, expresan un contenido semántico cuya forma, en espa­ñol como en muchas lenguas, se funda en un contraste entre subjetividad y objetividad. Según este contraste, las tres per­sonas del español pueden distribuirse en dos grupos: subje­tiva la primera, y objetivas, la segunda y la tercera. Respecto de las otras dos, la tercera persona señala el grado máximo de la objetividad en el contraste y este carácter objetivo suyo permite despersonalizarla hasta el punto de otorgarle la ca­pacidad de no señalar sujeto, como en llueve, relampaguea o truena. Otras veces la despersonalización llega solamente hasta la posibilidad de señalar una persona indeterminada, como en cuentan, se hace lo que se puede, etc.. En dieron el vamo­nos encontramos uno de estos casos. El hablante, en efecto, no se detiene en el sujeto de la acción, pues no interesa, y, en cambio, concentra su atención en la acción misma, en el dar el vamonos.

Del tema ya se había ocupado en una nota para la sección Vida del Lenguaje del Boletín de la Academia, titulada "Sujeto ideo­lógico y sujeto gramatical", aprobada por la Corporación, según se lee, en sesión ordinaria del 12 de julio de 1965. Decía enton­ces:

Las oraciones sin sujeto, como las demás, presentan los morfemas de aspecto, voz, modo, tiempo, número y perso­na. En llueve, existe el morfema persona (no debe confundir­se esta categoría gramatical con 'la persona que ejecuta la ac­ción'), y su desinencia indica que se trata de la tercera. Esto significa que la acción se atribuye a un ser de la esfera con­ceptual objetiva del 'ello', distinta y opuesta a la subjetiva del 'yo' y a la subjetiva-objetiva del 'tu', pero sin que se de­termine dicho ser. Cuando la tercera persona sitúa la acción en la esfera objetiva señalada, se da la posibilidad de múlti­ples sujetos. Cuando el sujeto es pensado, se expresa me­diante un sustantivo que lo denomina y distingue de otros sujetos posibles. Esto sucede en casos como el perro corre, el agua corre, el tiempo corre. Cuando el sujeto no es pensado, como ocurre en llueve, truena, amanece, etc., consecuentemen­te no se expresa. Esto no significa sin embargo, que el verbo carezca de persona, considerada como morfema, o que el verbo en este sentido sea impersonal (...) En amo, al contra-

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rio de lo visto en llueve, pensamos y expresamos el sujeto. La desinencia-o es aquí la expresión del sujeto, como en el perro corre lo es el sustantivo perro. Decimos que amo está en pri­mera persona, es decir, que el morfema de persona es en este caso el de la primera. La primera persona es única, y por tan­to es innecesario distinguirla con un sustantivo (considérese que tanto yo como los otros pronombres personales son sus­tantivos), bastando al efecto la presencia de la desinencia -o. Por esto cuando, en lugar de amo, decimos yo amo, no añadi­mos un sujeto al verbo o le determinamos a este su sujeto, sino lo repetimos por énfasis.

Todas estas consideraciones refuerzan su concepción de la oración como estructura binuclear o bimembre, que, piensa él, no se pierde por el hecho de que en un determinado momento el hablante no genere el constituyente en posición sujeto o genere oraciones sin sujeto, obedeciendo a cualquiera de los factores ya mencionados. Todas estas consideraciones ponen en cuestión el concepto de verbo avalente de Tesniére.

Entrando a contemplar las oraciones de verbo val ente, diga­mos de nuestra parte que el análisis de las relaciones de subordi­nación en términos de requerimiento de presencia en la cadena entre signos, también muestra inconvenientes desde la perspec­tiva mononuclear de Tesniére.

Bajo ese marco se diría que en la oración El viento corre siem­pre, el Av siempre no es constituyente seleccionado (requerido) por V, pero El viento sí lo es ya que la generación de corre, en esta acepción, conlleva la generación de un constituyente como él, sea expreso u omitido, del cual tradicionalmente se ha dicho que de­sempeña la función sintáctica de sujeto. Si al generarse el verbo corre en esa acepción, selecciona (requiere) un constituyente como el mencionado, parecería tener que concluirse que el verbo no es el único constituyente subordinador (núcleo) del sintagma al cual pertenece, puesto que requiere de otros constituyentes que, a su vez, también lo requieren a él, y que dicho sintagma, en consecuencia, no es sólo verbal. El constituyente seleccionado por el verbo tampoco es subordinador único, porque al generar­se, selecciona (requiere) al constituyente verbal, produciéndose así una relación de subordinación en las dos direcciones. Enton­ces, la relación de subordinación entre él y el verbo no sería unila­teral sino recíproca: el verbo en su función verbal selecciona

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constituyente en función sujeto y el constituyente en su función sujeto selecciona verbo en función verbal. Recuérdese el princi­pio según el cual en el enunciado las relaciones de subordinación son entre constituyentes en una determinada posición o función; en este caso el verbo en función verbal y el otro constituyente en función sujeto.

Así las cosas, el sintagma resultante no sería sólo verbal, pero tampoco de la categoría de los constituyentes seleccionados por el verbo; sería un sintagma bicategorial, que podría ser cómodo, de acuerdo con una tradición gramatical, denominar sintagma oración, entendido como sintagma nominal-verbal o nominoverbal.

En gramáticas de gran arraigo hoy, como la de casos, la gra­mática funcional, la gramática de valencias o dependencias, es fundamental la noción de predicado (posición ocupada por el verbo, aunque no sólo por él) y de argumentos del predicado, co­rrespondientes, cuando la unidad oracional es el objeto de análi­sis, a lo que hemos venido denominando constituyentes seleccio­nados o requeridos por el verbo. También es de gran arraigo la clasificación de los verbos según su número de argumentos (se­gún la valencia, en Tesniére). Se distinguen así, entre otros, ver­bos de uno, dos y tres argumentos. Si de hecho hubiese verbos de dos argumentos y analizáramos su relación en términos de re­querimiento, habríamos de concluir que su relación es de subor­dinación recíproca: la presencia del verbo requiere la presencia de los argumentos y la presencia de los argumentos requiere la pre­sencia del verbo.

Bajo este marco se diría que en la oración Las arañas atrapan mosquitos muy hábilmente, el SAv muy hábilmente no es constituyen­te seleccionado por V, pero las arañas y mosquitos sí lo son, porque la generación de atrapar, en esta acepción, conlleva la generación de dos constituyentes como ellos, expresos u omitidos, de los cuales tradicionalmente se ha dicho que desempeñan la función sintáctica de sujeto y complemento directo, respectivamente; en Comedidamente entrego a usted la documentación solicitada, el Av come­didamente no es constituyente seleccionado por V, pero (yo), a us­ted y la documentación solicitada sí lo son porque la generación de entregar, en esta acepción, conlleva la generación de tres constitu­yentes como ellos, sean expresos u omitidos, de los cuales tradi­cionalmente se ha dicho que desempeñan la función sintáctica de

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sujeto, complemento directo y complemento indirecto, respecti­vamente.

Bajo estos parámetros habría que decir que en la oración la relación de dependencia recíproca no es sólo entre el constitu­yente en posición predicado (el verbo, con frecuencia) y el consti­tuyente en función sujeto, sino también entre aquél y los consti­tuyentes en función complemento directo e indirecto, entre otros.

En el modelo del'profesor Páramo la relación de subordina­ción recíproca sólo se da entre el constituyente en posición sujeto y el constituyente en posición predicado. Los constituyentes en posición complemento directo, indirecto, destinativo y agente, establecen relación de subordinación unilateral con el verbo. Como se encuentra cierta correspondencia entre dichas posicio­nes y la noción de argumento, se generan dudas sobre el carácter recíproco o unilateral de su relación con el verbo. En las notas de clase del profesor Páramo no he encontrado una argumentación explícita de su posición.

En varias ocasiones le manifesté esta inquietud y la de que me parecía que le otorgaba a la posición adverbial un rol similar al de las posiciones complemento directo, indirecto, destinativo y agente, que, a mi modo de ver, no le corresponde, pero no re­cuerdo que hubiésemos llegado a una argumentación conclusiva.

Una posición análoga a la del profesor Páramo se encuentra en Noam Chomsky:

En (2) (una secuencia de reglas de reescritura mencionada antes por el autor) está implícito el supuesto de que se pre­senta una asimetría en la relación de sujeto y objeto con el verbo transitivo: el objeto se empareja directamente con el verbo, mientras que el sujeto se relaciona con el verbo sólo indirectamente, emparejándose directamente con el sintag­ma verbal constituido por el verbo y su objeto. Este supuesto es empírico y, por tanto, controvertido, pero parece suficien­temente justificado por datos translinguísticos de diferentes tipos."5

También se encuentra, en una dimensión complementaria, en la obra del español Juan Carlos Moreno Cabrera, donde se lee:

5 El conocimiento del lenguaje, Barcelona, Ediciones Altaya, 1994, p. 73.

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Las estructuras lingüísticas están materialmente motivadas, pero, una vez creadas, son independientes de esa base mate­rial. Partamos de la división entre sintagma nominal sujeto y sintagma verbal. ¿Qué motivación material puede tener esta estructuración? Cuando en la realidad observamos que un animal mueve una piedra, el animal salta inmediatamente al primer plano, ya que sin la acción del mismo la piedra segui­ría en su sitio; por su parte, la piedra se ve como aquello que se mueve, aquello que está ligado indisolublemente al movi­miento, que es interno al movimiento. El animal es externo al movimiento, es la entidad que lo controla desde fuera. No es, pues, extraño que el sintagma que denota la piedra esté más íntimamente unido a la palabra que denota la acción de mover que el sintagma que denota el animal, y que el sintag­ma que denota el animal se distinga del conjunto formado por el verbo y el objeto. La idea de que el objeto está más li­gado al verbo que el sujeto ha sido enunciada como principio universal por Tomlin [...] y justifica la idea de que la estruc­tura de la oración se establece en dos niveles: por un lado, el sintagma nominal sujeto y, por otro lado, el sintagma verbal compuesto de verbo más objeto. Desde el punto de vista de la génesis del lenguaje humano se insiste en lo mismo en Aitchison [...].

Una vez que esta estructuración se establece, pasa a ser usa­da independientemente de su motivación semántico-refe-rencial y puede utilizarse para casos en los que no existe tal motivación. Compárese, por ejemplo, Eí animal mueve la pie­dra con La piedra aprisiona la pluma. En la segunda oración no hay acción alguna, sino un estado en el que la pluma está to­tal o parcialmente debajo de la piedra. La estructura sintácti­ca de las oraciones es sin embargo la misma.6

Podría pensarse, no obstante, que considerar a una oración como SV o como una estructura donde SN y SV establecen rela­ción de subordinación recíproca, podrían no ser posiciones anti­téticas, sino el resultado de enfocar dos propiedades del mismo objeto. En efecto, puede pensarse que la primera posición enfoca el hecho, comúnmente aceptado, de que todos los constituyentes oracionales inmediatos establecen una relación sintáctica con el elemento verbal, sea como elementos seleccionados por él o como elementos que no son seleccionados pero lo seleccionan.

6 Introducción a la lingüística: Enfoque tipológico y universalista, Madrid, Edito­rial Síntesis 1997: cap. 10, numeral 2, pp. 242-243.

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La segunda posición enfoca el hecho de que en una oración de predicado verbal haya por lo menos un constituyente selecciona­do por el verbo, el constituyente sujeto, que, a su vez, lo seleccio­na a él; enfoca, asimismo, el hecho de que en una oración haya un objeto de predicación, también denominado sujeto, no sin algu­nos inconvenientes, como se verá en la sección siguiente.

Como se ha reiterado, el profesor Páramo es exponente de la segunda posición; no obstante, en una de sus representaciones de la estructura sintáctica oracional: (Sm V)e, queda insinuada también la dimensión enfocada en la primera posición. S y V re­presentan los constituyentes en función sujeto y predicado, res­pectivamente, entre los cuales hay dependencia recíproca; mye representan en su orden la flexión nominal y verbal. Pero como lo insinúa la posición extraparéntesis del exponente verbal -e, los morfemas verbales dominan toda la oración, hecho que, a su vez, insinúa la propiedad aglutinante del verbo en relación con los de­más constituyentes oracionales.

5. Otros escritos lingüísticos

En 1982, el profesor Páramo preparó el documento La lin­güística para el Segundo Foro Interdisciplinario organizado por la Universidad de los Andes, donde se refiere a "su objeto, sus co­nocimientos, sus métodos y teoría, todo ello con un propósito central: poner de manifiesto el hecho simple de que la lingüística es una ciencia, y mostrar las características que, en cuanto tal, la particularizan dentro del campo del saber". Se le había solicitado a los participantes "una tematización del estado concreto del es­pacio del conocimiento en el que cada uno desempeña su activi­dad".7 Lo menciono ahora porque al releerlo siento que es de in­dudable actualidad, no obstante los veintiún años transcurridos y los desarrollos de los estudios del lenguaje en el marco de los mo­delos matemáticos del habla y de la ciencia de la mente. O tal vez por esto mismo. Transcribo algunos pasajes relacionados de una u otra manera con lo que he expuesto aquí. En una sección del ar­tículo titulada La descripción lingüística se lee;

Los documentos leídos en el foro fueron publicados en: Universidad de los Andes, Foros Interdisciplinarios 2: Campos del Saber, Bogotá, 1982.

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La descripción sintáctica estructural [...] ha permitido decir, en el marco de una teoría formal bien desarrollada, cómo está hecho cualquier texto de una lengua, y la concepción ge­nerativa de la sintaxis ha añadido a lo anterior la posibilidad de mostrar, también dentro de una teoría formal, cómo el hablante ha ido construyendo su texto y, aunque con bastan­te menor seguridad, cómo el oyente lo reconstruye o, más precisamente, cómo lo va contruyendo a medida que oye lo que le dicen. El concebir (v.gr. en la forma en que yo lo he hecho) lo sintáctico de un texto como el valor de una función gramatical computable por medio de un generador, da a la descripción sintáctica una precisión no alcanzada antes, al mismo tiempo que confiere a la sintaxis (grammar) el carác­ter de un algoritmo y de un modelo matemáticos que permi­ten replantear la teoría lingüística general a la luz de nuevos principios epistemológicos y operacionales.

La descripción lingüística es, como quedó dicho, descripción de textos y, luego, descripción de la lengua. Pero cuando ésta se concibe como un sistema, en sentido matemático, se hace posible no solo [sic] describir sus paradigmas, sino también —aunque de manera indirecta— el acto mismo de habla que ha quedado cristalizado en el texto. De ahí que la lingüística actual haya podido avanzar considerablemente en la búsque­da de una adecuada respuesta a la pregunta básica: ¿qué ocu­rre cuando una persona habla y otra escucha?

Sin embargo, mientras sepamos tan poco como ahora del funcionamiento cerebral de los hablantes, nuestras descrip^ ciones de lo más pertinente e íntimo del comportamiento lingüístico humano estarán limitadas a lo que podamos ob­servar en el texto y a cuanto de ahí podamos inferir. Por con­siguiente, la formulación de modelos matemáticos del ha­bla, bajo el supuesto de que ésta consiste esencialmente en el cómputo de funciones gramaticales, es lo mejor que pode­mos hacer hoy. Pero, al proceder así, debemos forzosamente basarnos en los textos, y no, como sería deseable, en el fun­cionamiento del cerebro, que, en buena parte, desconoce­mos todavía. Es verdad, entonces, que la descripción lingüís­tica que con el mayor derecho puede calificarse de rigurosa y científica, sigue siendo más la descripción inmediata de lo que los hablantes producen al hablar, que la de la actividad interna que realizan cuando hablan y escuchan.8

8 Universidad de los Andes, Foros Interdisciplinarios 2: Campos del Saber, Bo­gotá, 1982, 75-76.

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En el seminario interdisciplinario La noción de tiempo, convo­cado enl983porel Departamento de Filosofía y Letras de la mis­ma universidad presentó el estudio La lingüística y el tiempo. El tiempo y las lenguas, publicado en Cuadernos de Filosofía y Letras, Bo­gotá, Universidad de los Andes, Vol. VIII, números 1,2,1985 (al­guna vez me comentó que tenía ya una versión corregida y au­mentada) . Pensamos que la reunión y contrastación de las consi­deraciones de este estudio con planteamientos de Luis Ángel Baena y Tito Nelson Oviedo sobre la misma temática sería fruc­tuosa; así como una publicación de ello.

En 19 8 9 termina el escrito, inédito, Los sistemas gráficos y sus relaciones con las lenguas naturales (93 páginas).

Entre noviembre y diciembre de 1999, a instancias de su hijo Aquiles y su nieto Juan Sebastián, redactó, ya enfermo, los tres primeros capítulos de su teoría, ya no bajo el título de Curso de gramática general, como era cuando fui su alumno, sino Curso de lingüística general, lo que, dado el contenido, me parece completa­mente apropiado. La petición de que redactara la obra había sido una constante, pero los distintos quehaceres la posponían. Ade­más, muchas circunstancias lo desalentaban o lo detenían. Segu­ramente su elevado nivel de autoexigencia fue un factor determi­nante.

Propongo, para la Universidad Nacional, una cátedra de lin­güística matemática, o un curso de profundización, o un curso nuclear dedicado a la lingüística general del profesor Páramo: la cátedra Jorge Páramo Pomareda.