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III . LITERATURA EPISTOLAR Y GÉNEROS LITERARIOS

Polisemantismo y Polimorfismo de La Carta en Su Uso Literario 0 (1)

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  • III . LITERATURA EPISTOLARY GNEROS LITERARIOS

  • CABLES BASTONS I VIVANCO

    POLISEMANTISMO YPOLIMORFISMODE LA CARTA EN SU USO LITERARIO

    Ante un tema tan amplio y tan poco trabajado' de entrada caben dos opciones .La primera consiste en un aproximacin histrica de lo que ha sido la funcin de lacarta a lo largo de la historia literaria (por lo tanto, perspectiva histrica, visin diacrnica) . La segunda, en el anlisis de la carta como gnero literario que tiene unaspeculiaridades y unas caractersticas especiales . En este segundo caso, estudio casisincrnico en donde se conjugaran la teora y la critica literarias .

    Sin embargo, ambas opciones se entretejen y se condicionan. A efectos exposi-tivos y siempre con las limitaciones propias de toda ponencia, voy a lo largo de miintervencin a dividir mi trabajo en dos partes aunque con constantes referencias auna y otra. La primera tendr un carcter ms marcadamente histrico en el que seincluye la evolucin. del sentido y funcin de la epstola en su uso literario y no lite-rario y otra versar sobre el sentido moderno de la carta, sobre todo a partir delsiglo XVIII.

    Sin necesidad de remontarnos a las civilizaciones orientales en donde parece serque hay que buscar los primeros ejemplos, podemos centrar sus orgenes, como otrostantos gneros, en la cultura griega (Homero, Herodoto, Tucdides, cartas apcrifasde Aristteles y Demstenes)', en la Biblia, con las epstolas de San Pablo, y en laliteratura latina, con Plinio el Joven, con Cicern y con Horacio cn su Epstola adPisonem, sin olvidar a Ovidio en Las Herodas, y en Las Pnticas. En todos loscasos, poco tena que ver con la creacin literaria . En San Pablo, por ejemplo, es evi-dente la carga moral y aleccionadora, mientras queen las de Plinio ya destaca un sen-tido bismico (cartas de asuntos familiares y tonojocoso y de asuntos privados y tonograve', mientras que Horacio ya apunta una de las grandes posibilidades de toda

    ' No existe todava un estudio sistemtico sobre epistolaridad. Hay s artculos, prlogos, contuni-caciones . Vanse notas 17-21 .

    a Para la epistolografa griega vase la obra de 7. A. Lpez Prez, Historia de la literatura griega,Madrid, Ctedra, 1988, pp. 1145-1152.

    s VaseA. Gmez Moreno, Espaa y la Italia de los Humanistas, Madrid, Credos, 1994, p. 184(corresponde al captulo XI, titulado La epstola hwnanstica).

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  • misiva: vehculo de expresin de ideas literarias, es decir como soporte escrito depreceptiva literaria. Y Ovidio abre la perspectiva de la carta como documento de exi-lio, con todo lo que pueda tener de carga nostlgica, melanclica o de resentimiento .

    Haciendo un salto ya hasta la Edad Media, tal vez por este motivo en este largoperodo abundan los tratados y es objeto de estudio por parte de la Retrica medie-val . Se ha de dominar la tcnica epistolar dado que por ella se pueden transmitir noya teoras literarias sino toda clase de mensajes . E incluso si se quiere llegar mslejos, se podra afirmar que la carta asume un papel que luego recoger la prosa doc-trinal . La misiva sirve como espacio textual para expresar ideas : as se explica queexistan la epstola humanstica$ y las cartas prohemioss con sus variantes . Una decontenido erudito y' otra de corte puramente literario, con un destinatario y un emi-sor que pueden llegar a ser meras ficciones6 en donde la carta se mueve entre dosuniversos, el esttico y el jocoso, y anticipa as uno de los significados actuales : elgusto de escribir y el placer de leer. Y ello ya introduce la perspectiva que recogeun estudioso francs que nos parece lo suficientemente interesante para apuntarlapor lo menos' y que se centra en distintos aspectos, desde concebirla como un gene-ro literario menor hasta su carcter de ficcin, pasando por considerarla espejo delalma, etc . Y en este panorama humanstico no hay que olvidar la carta mensajera,fundamental para explicar la estructura, por ejemplo, del Lazarillo de Tomes.

    Por todo ello, el arte epistolar estaba incluido en el ars dictaminis al que elprofesor J . J . Murphy dedica un captulo en su interesante y documentada obra LaRetrica en la Edad Medias . En l estudia y comenta los tratados de epistolografaen diversos pases, como Italia, Francia, Iriglaterra y Alemania . Destaca la escuelaitaliana centrarla en Bolonia con Hugo al frente (siglo xrr) 9 .

    Y no es lcito abandonar los tiempos humansiticos sin la alusin al corpus epis-tolar petrarduista, magistralmente estudiado por el profesor Francisco Rico en la nomenos magistral edicin de las obras del poeta italianos. En la introduccin a losepistolarios 't se leen unas afirmaciones que nos sirven de enlace entre la primeray la segunda parte de este trabajo . Se dice literalmente .

    . . .nias no se desorienteel lector: la materia fundamental de semejantes cartas no es tan-to la biografa externa como la cultura y las preocupaciones intelectuales de su autor.Las cartas petrarquescas apenas tienen relacin con la correspondencia erninentemen-te utilitarista que se estila en nuestra poca (. . .) antes bien se deleit en tratar de pol-tica, de religin, de literatura, con el mismo propsito erudito o raoraliaante . . .

    Vase nota anterior.s Carta Prohemio delMarqus de Santillana . En esta lnea se puede citar la de Boscn, por cierto

    recientemente publicada en edicin facsmil por la Universidad de Barcelona, Juan Boscn, Epstola a laDuquesa de Soma (Prlogo A . Vilanova), 1996 .

    Ob. rit., P . 180.' C. Haroche-Bouzinac, L'pistolaire, Hachette, Pars, 1995 . La informacin original e interesante

    que proporciona esta obra se complementa con los trabajos sobre epistolaridad recogidos en unas Actas,J . L . Bonatt (rec .), Problmatique et coaome d'an genre littraire : crire, publier, lire les correspon-dances, Nantes, PU, 1984.

    8 El arte epistolar, captulo V, Mjico, FCE, 1986 .Ob. rit., PP. 240-246 .

    ' Madrd, Alfaguara, 1978 .

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  • Una vez ms se justifica la modernidad de Petrarca que ya en el siglo xiv des-cubre el polimorfismo y el polisemantismo de una carta y anticipa muchos de losvalores que posteriormente tendr un texto epistolar.

    Pero antes del salto conviene hacer una mencin especial a Erasmo, otro granimpulsor de la epistolaridad. Corno recoge el profesor Joan Estruch i Tobella, elsabio de Rotterdam distingue cuatro tipos de cartas : las suasorias, las encomisticas,las judiciales y las familiares'.

    Por exigencias de espacio y tiempo dejo de lado la produccin epistolar delSiglo de Oro espaol, pero s que quiero apuntar que por lo menos en esta poca lacarta asume muchas funciones . Como tcnica literaria en prosa, sobre todo en laproduccin narrativa que afecta a una obra ntegra, la Crcel de autor; todava delsiglo xv. Como medio para manifestar ideas y preocupaciones estticas, el caso yacitado en nota de Boscan, cuyo precedente seria la carta Prohemio del Marqus deSantillana ; la carta como mini-pieza literaria interpolada, el caso de las que apare-cen en El Quijote. La carta en verso como vehculo de pensamiento ilsofico, elcaso de las Epstolas de Garcilaso, de la Epstola Moral a Fabio y todava la cartacomo panfleto, el caso de E de Quevedo en su Epstola censoria al Conde-Duque.No se olvide tampoco en el siglo anterior las Carteasfamiliares de Fray Antonio deGuevara ni las Coartas de Sta. Teresa de Jess, todas de gran y variado inters` .

    Como sntesis de todas las opciones epistolares del Siglo de Oro se podra acu-dir a la magnfica clasificacin que formula el profesor Claudio Guilln, uno de losmayores defensores y expertos del tena: la carta latina, la carta en prosa y en lengua verncula, la epstola en versos latinos, la epstola potica en lengua vulgar, arsdictaminis medieval, los manuales de correspondencia o de cartas mensajeras y lascartas intercaladas en diferentes gneros.

    Me permito afirmar que en el siglo xvill aparece la carta en el sentido moderno.Curiosamente en una de los ms recientes estudios literarios sobre esta centurials nose contempla el gnero epistolar. Y s, en cambio, algunos escritores todava utilizan la carta segn los cnones clsicos . Pinsese, por ejemplo, en Juan MelndezValds en sus Epstolas, escritas en verso, de fuerte contenido doctrinal y por cier-to poco conocidas y estudiadas . Sin embargo, otro escritor del xviii Leandro Fer-nndez Moratn ya escribe cartas en sentido contemporneo ' . Y tambin a partir deesta poca se echan de menos tratados tericos sobre la misiva. Y desde .esta pocala epistolografa carece ya de estudios sistemticos hasta llegar a nuestros das . Enlengua castellana se reducen a breves ensayos 17 , a prlogos`, a artculos espordi-

    " Qb, cit p. 225.z` Retrica y confesin personal era las Cartas Familiares de Francisco Manuel de Meso, en

    Arquivos do Centro Cultural Portugus, XXXII, Lisboa-Pars, 1993, p. 77 .'3 Vase la obra de J. Trueba, El arte epistolar era el Renacimiento espaol.'1 Teoras de la historia literaria, Col. Austral, Madrid, 1989, pp . 294-295.'s VVAA., Historia literaria de Espaa era el siglo XVIII, Madrid, Trotta, 1995.is Es de agradecer la magnfica edicin de sus cartas hecha por Ren Aaldioc (Madrid, Casta-

    lia, 1971).'7 P. Salinas, Defensa de la carta misia y de la correspondencia epistolar en El Defensor Madrid,

    Alianza, 1983, pp . 19-113 .'a F, Lpez Estrada, Prlogo a Cartas a los Machado, Diputacin de Sevilla, 1981 .

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  • cos o de revistal 9 o a artculos perodsticos2O. Y dada esta carencia, el investigadortiene que moverse en lucubraciones tericas apoyadas en la escasa bibliografa ylanzar ideas que exigen, desde luego, una profundizacin ulterior o, en otro aspec-to, replanteamientos crticos .

    En primer lugar, es indiscutible que una carta es una pequea pieza literaria queobviamente tiene autor y receptor -mejor sera llamarlo narratario- como cual-quier otra . Ahora bien, ya surge un primer elemento de especificidad : la carta tienetres lectores : el propio autor, el destinatario de la misma -o sea el narratario- ylos lectores annimos contemporneos del autor, de la carta y tambin lectores detiempos presentes y futuros . Una carta tambin ocupa unos espacios y tiene unaestructura que difiere de otros gneros . Sin regresar a las partes de la retrica trtedie-val, toda carta en el sentido moderno lleva -o debera llevar- fecha, encabeza-miento, texto, frmula de despedida, etc. Y tambin la carta plantea problemas dedifusin, transmisin, conservacin, falsedad y falsificacin, diferentes a los deotros gneros literarios . He aqu pues unos aspectos tcnicos, slo esbozados, peroque conviene tener muy en cuenta.

    La carta tambin es gozne, eslabn entre la oralidad yla escrituridad, segn afir-ma Claudio Guillnlz. Y siguiendo con las sugerencias de este especialista en eltema la carta exige alfabetismo, literariedad y poeticdad`.

    En otro sentido, son muy vlidas las aportaciones de Pedro Salinas y FranciscoLpez Estrada, ya citados en nota . El poeta y ensayista del 27 llega a hablar del granhallazgo, de la gran invencin de la carta' . Por su parte, el catedrtico de la Universidad de Madrid enuncia una definicin reveladora : la carta es la conversacinde los ausentes, la negacin de ese pozo sin fin que es la ausencia, la voluntad depersistir y permanecer en el lmite humano24 y lanza un mensaje casi angustiado :hay que salvarlas siempre ( . . .) pues el espritu permanece en estos papeles frgilese irrecuperables si se pierdenZ5 .

    Un texto del ensayista cataln actual Albert Manent nos introduce en otros aspec-tos de la carta, El gnero epistolar es escaso y minoritario, pero revela la madurezde un pas y de una cultura . A veces la historia poltica o la cultural encontraron enuna carta la clave de una hiptesis o de un enigma . Los epistolarios, al margen de suvalor de creacin, completan biografas, matizan cosas, descubren intimidades y enconjunto nos dan la medida de la calidad espiritual y humana de quien los escribe26 .E insiste a continuacin en el mismo mensaje del profesor Lpez Estrada: hay quehacer un esfuerzo colectivo para salvar todas las cartas posibles.Y ahora ya conese repaso a la historia y a un breve estado actual de la cuestin,

    s que es el momento de ir enumerando cada uno de los rasgos intrnsecos de unacarta y su posible relacin con otros gneros literarios .

    '9 C . Guilln, Al borde de la literariedad : literatura y epistolaridad, Tropelas, nm. . 2,pp . 71-92 .

    2 A. Manent, Epistolarios, La Vanguardia, 12-XT-9D .2 ' C . Guilln, art, cit ., incluido en Teoras de la historia literaria, p . 340.22 C . Guilln, artculo publicado en Tropelas .23 Ob . cit ., p . 27 .aa Ob. cit, p. 9.2s Qb. cit ., p . 10 .zs Vase nota 20.

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    1991,

  • Toda carta contiene una carga subjetiva importante, por lo que coincidira con elconcepto clsico de la lrica -y del ensayo, como se ver luego- como expresinde unos sentimientos y de unas vivencias . En efecto, la carta es intimidad, confidencia, es autobiografa, utiliza en general la primera persona verbal . Y por tanto,conecta asimismo con el gnero de las memorias y los diarios, con lo que reciente-mente se llama egodocumentacin . En este sentido, el Departamento de Literatu-ra Espaola de la Facultad de Filologa de la Universidad de Barcelona es uno de laspioneros al haber creado la Unidad de Estudios Biogrficos y editar tambin unBoletn27 en el que tiene cabida todo lo relacionado con lo biogrfico . Y por estecamino, se podra llegar a afirmar, tal vez audazmente, pero recojo la idea de unaponencia de Claudio Guilln, que algunas sintonizan tanto con el ser querido al cualvan destinadas que podra hablarse de comunin o xtasis epistolar.

    Esta confidencia puede conducir a las reflexiones morales por lo que la carta tie-ne tambin un fuerte componente conativo o apelativo . En cuntas cartas, sean de lanaturaleza que sean, se dan consejos, advertencias, mensajes aleccionadores, etc.

    La carta es crnica de las ms diversas realidades por lo que se aproxima algnero periodstico, a la historia . Es lo que se podra llamar el carcter documentalde la carta.

    Ya se ha aludido a que en otras pocas asuma el papel de prosa doctrinal oensaystica. Y este aspecto es el que analiza Soria Olmedo apropsito de la corres-pondencia Salinas-Guilln 28 . Y va ms lejos : repasa definiciones sobre la carta,destaca dos de sus rasgos ms interesantes -amistad y ausencia- e insiste en queel gnero comparte muchos aspectos del gnero ensaystica, sobre todo en la expre-sin de la subjetividad con lo que coincidira tambin con la lrica, segn se hadicho ya .

    La carta puede actuar tambin como tcnica literaria al servicio de la creacinnarrativa o del quehacer potico. Slo dos ejemplos : Pepita Jimnez de Valera en elsiglo xix y el poema a Jos Mara Palacio de Antonio Machado en el siglo xx sonbuenas muestras de la larga tradicin del gnero epistolar ya que conenctan con lanovela epistolar y la epstola en verso, respectivamente.

    Ofrece otros aspectos tcnicos, corno su valor paleogrfico -en su momento-,caligrfico, grafolgico si se trata obviamente de textos manuscritos . Y en otras oca-siones, entran en juego factores muy distantes de lo puramente literario: la capacidad detectivesca para localizar una carta, la fuerza persuasiva para convencer aalgn propietario o heredero que ceda fotocopias del original, etc., aspectos quelgicamente escapan del propsito de esta comunicacin .

    Sin embargo, creo que merece la pena considerar la carta como un texto litera-rio, acaso perteneciente a uno de los gneros menore0 en cl que convergen muchosaspectos . Esta afirmacin plantea nuevos interrogantes . Las cartas son literarias perse o por el autor que las ha escrito? Y todava otras cuestiones corno la nocin de

    z~ Nmero 1, enero de 1996 .ze Pedro Salinas : el exilio, los ensayos, las cartas, 1616, VI-VII, 1988, pp . 219-224 . Recurdese,

    adems, que es el responsable de la edicin de la correspondencia P Salinas-Jorge Guilln .1 Sin embargo, en un libro reciente editado en Francia (A . Moutandon, Les formes brves, Pars,

    Hachette, 1992) no se incluye la carta como gnero menor ni siquiera se alude a l .

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  • tiempo en la carta, lo que se podra llamar reloj epistolar y la situacin epistolarcomentados ambos por un estudioso francs3.

    Cota todo ello se est demostrando casi inconscientemente el polisemantismo yel polimorfisino de la carta y, por extensin, del gnero epistolar. A la vista de estapolifuncionalidad, por qu queda tan marginado de los estudios literarios?, porqu no han aparecido antologas de epistolarios famosos`?, por qu no se trabajaen las clases de literatura, sean del nivel que sean -primaria, secundaria, universi-taria- con textos epistolares? Son interrogantes que planteamos y que hoy por hoyno encuentran respuesta en los planes de estudio . De momento nos hemos de con-solar saludando los diferentes epistolarios que van apareciendo en el mercado sobreescritores modernos y contemporneos que nos permiten saber ms de su biografa,de su personalidad y del contexto histrico, poltico, social, econmico, cultural yartstico . Sean bienvenidos y lo sern tambin todos los tratados rigurosos y siste-nlticos sobre epistolaridad y epistolografa, Conformmonos, pues, saboreando eltono tierno y entraable de las cartas de AntonioMachado a Pilar Valderrama inclui-dos neologismos del tipo tuysimo 32 o de Benito Prez Galds a Teodosia Gan-darias 33 ; o las documentadas cartas cruzadas entre Pedro Salinas y Jorge Gui11n34,crnica de una poca y testimonio de exilio al igual que las dirigidas a Rosa Cha-cel3s; o la magnifica y rigurosa edicin de las callas a Vctor Balaguer3s o leyendodos de los reas recientes epistolarios relacionados ambos can el 2731 ; o investigan-do sobre corpus epistolares inditos; o reflexionando sobre la frase aplicada a Una-muno de que escriba tanto que no se saba de dnde sacaba el tiempo para leersy lea tanto que no se saba de donde sacaba el tiempo para escribir o, simplemen-te, intentando evitar que el telegrama, el telfono, el fax, el correo electrnico einformtico no las conduzcan a una sepultura definitiva .

    so Tout auteur de lettre sait que le prsent de l'criture correspond au futur de la rception, aoutrcepteur sait gaiement que le prsent de la rception renvoie au pass de de l'expdition, ob . cil.,p . 77, nota 7 .

    3' La nica existente es muy monogrfica . C. Bravo Viliasante, 25 mujeres a travs de sus cartas,Madrid, Almena, 1975 .

    ss A . Machado, Cartas n Pilar (ed . de G. Depetris), Madrid, Amaya-Mucharik, 1994.33 S, De La Nuez, El ltimo grana amor de Galds. Cartas a Teodosa Gandariaas desde Safita7tdCr

    (1907-1915), Ayuntamiento de Santander, 1993 .' P. Salinas y 3 . Guilln, Correspondencia (1923-1951) (ed . de A. Soria Olmedo), Barcelona, Tus-

    quets, 1992 .3s Carros a Rosa Chacel (ed . de Ana Rodrguez), Madrid, Ctedra, Col . Versal, 1992 .36 E . Miracles, Cartas a Vcior Balaguer, Barcelona, Puvill, 1995 .37 Correspondencia {1920-1983}. Pedro Saiincas, GeraMO Dego . Jarge Guilln, Valencia, Pre-Tex-

    tos, 1996, Gerardo Diego y Jos Mana De Cosso, Epistolario. Nuevas claves de la generacin del. 27,Mjico, Ed . Universidad Alcal-FCE, 1996 .

    sa En la (Casa Museo Miguel de Vnamuno de Salamanca se conservan unas veinte mil cartas.Leerlas y contestarlas justifica en mucho la afirmacin.

    Nota final :En una comunicacin de estas caractersticas me lie tenido que centrar en epistolarios modernos cas-

    tellanas. Por razones obvias tse excluido las referencias a escritores no castellanos : existen magnficos ytiles corpus de correspondencia epistolar en cataln, francs, ingls . etc_

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