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Poetas y narradores en la Academia 2013

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Antología de creación artística. Alumnos de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán

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Editores

David Anuar González Vázquez (Cancún, Q. Roo, 1989). Licenciado en Literatura Latinoamericana (UADY). Becario de la revista Temas Antropológicos. Fue becario del PECDA (2012-2013), por el estado de Quintana Roo. Primer lugar en el “Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada” (2011). Autor de la plaquette de poesía Erogramas (2011, Catarsis Literaria-El Drenaje). Ha sido profesor adjunto en la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY), y profesor suplente en la licenciatura en Trabajo Social (IES).

Mónica Quintal Cortés (Mérida, Yucatán, 1979). Estudiante de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY). Becaria de la revista Temas Antropológicos. Segundo lugar en el “I Concurso Universitario de Crónica” (UADY, 2012). Investiga los procesos editoriales de Yucatán.

Logística

Natalia Macías Mendoza (Chetumal, Q. Roo, 1994). Estudiante del tercer semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY).

Salomé Ricalde Aranda (Mérida, Yucatán, 1991). Estudiante del tercer semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY). Desde 2008 se ha desenvuelto en el área del teatro así como en la adaptación de narrativa a dramaturgia. Ha participado en la difusión de la literatura a través de talleres para niños y adolescentes en Yucatán y Campeche.

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Poetas y Narradores en la Academia

2013

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Facultad de Ciencias Antropológicas

Dra. Genny Mercedes Negroe SierraDirectora de la Facultad

Mtra. Guadalupe del Carmen Cámara GutiérrezSecretaria Académica

Mtra. Arehmi Mendiburu CarrilloSecretaria Administrativa

Dr. Francisco Javier Fernández RepettoJefe de la Unidad de Posgrado e Investigación

Dr. Felipe Salvador Couoh JiménezCoordinador de Extensión, Cultura y Servicios

Martha Aremy Dorantes TzibPresidenta de la Sociedad de Alumnos

Briceth Daniela Rodríguez CantéConsejera Alumna

David Anuar González VázquezMónica Quintal Cortés

Editores

Diseño de portada, Natalia Macías MendozaTítulo, De-construcciones (superior)Técnica, grabado en linóleoD.R. © Natalia Macías Mendoza

Poetas y Narradores en la Academia 20131ª edición octubre 2013, con el apoyo deFacultad de Ciencias AntropológicasUniversidad Autónoma de YucatánSociedad de Alumnos 2013-2014Consejo Estudiantil 2013-2015Mérida, Yucatán, México.

D.R. © de la presente edición David Anuar González Vázquez Mónica Quintal Cortés

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Poesía

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Perseverancia y brío

El encargo de escribir el prólogo de la presente edición de Poetas en la Academia 2013, cuaderno de poesía publicado por la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán, ha traído consigo la hermosa responsabilidad de hablar de la vida del poeta que empieza a descubrirse, y quiero por ello señalar con fervor las dos virtudes que titulan el presente texto: perseverancia y brío. Imprescindibles ambas, solamente la segunda suele aparecer en los jóvenes que intentan escribir porque poesía, juventud y brío son muchas veces la misma cosa.

El amor apasionado, el desencanto, el afán de ser distinto y de saberse individual son el combustible de los poemas primeros. Se dice por ello, comúnmente, que a todos nos da por ser poetas en la juventud, y que es un sarampión que se cura, para no volver, cuando llegan la edad y la supuesta madurez. Hacer poesía es, pues, un acto adolescente, y un poeta adulto tiene siempre –para bien y para mal– algo de joven, de inmaduro y de niño.

¿Cómo llegaremos, entonces, a ser poetas después de ser jóvenes? Perseverando. Aquí aparece la primera y más extraña virtud que quiero abordar. Nacido con talento para convertir en palabra lo indecible (creo que el poeta nace con un talento especial, y que cada humano tiene el suyo), el poeta joven debe darse cuenta de que ni sus palabras, ni sus ideas, ni su pasión son nuevas ni definitivas, y que debe convertirse en esa especie de niño milenario que es quien escribe con asombro y lentitud, con sorpresa y aplomo, con excitación y calma. Borrando, tirando textos, leyendo y sintiéndose frustrado porque jamás será lo que fueron Dante ni Baudelaire ni Vallejo, el poeta joven se mira en el espejo condenado a ser quien es, y nada más, y empieza a envejecer con brío, acumulándose dentro de su propia piel, perseverando, dándose tiempo de llenar cada línea de su rostro adulto, que es con el que ha nacido.

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Los que han llegado a ser poetas (poetas a secas, no poetas jóvenes) son los que han atendido el llamado de la no-renuncia, de la preciada inmadurez del pino, siempre verde. Son los que se han empecinado en traspasar la lentitud y el vértigo con el mismo brío, y que a acabadas una y otra cosa, siguen con el entusiasmo intacto.

La vida del poeta, que es la vida de cualquier humano, tiene momentos de dolor, de humillación, de pobreza y de ternura. De cada uno de ellos el poeta sale con la necesidad de cantar. El mundo, en su constante contradicción práctica de un oficio trascendente, no puede callarlo, aunque lo intenta. El poeta persevera, se empecina, se conoce incapaz de vivir sin hacer eso para lo que ha nacido y sabe, además, que su trabajo es tan sencillo y necesario como el de cualquier otro. El poeta vive para su obsesión, y su obsesión siempre es joven y lo nutre. ¿Quiénes de los reunidos en este bello cuaderno de poesía serán poetas luego de ser jóvenes, y quiénes “madurarán”? El tiempo dirá. Por lo pronto podemos disfrutar su voz que está buscándose, apareciendo en estos frutos nuevos y antiguos. Sigan o no sigan, estos poemas serán siempre presentes.

Contento, sorprendido de leer tantas palabras justas en cada uno de sus textos, les doy mi abrazo y mi amistad, mi solidaridad de hermano, a cada uno de los autores reunidos. Quiero señalar que la diversidad de estilos, que son maneras de concebir la poesía y su función, me ha dejado lleno de esperanza. Los felicito. Dejemos, pues, a estos autores hacer su trabajo y esperemos que cuando llegue el tiempo de decidir seguir adelante, que siempre llega, la ocasión los encuentre con el verso a punto.

Manuel IrisCincinnati, Ohio

Septiembre de 2013

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Cristian Celis

Ciudad luz(segunda versión con signo verde [ . . . . ] que da una secuencia de silencios extra al poema para que detenga su velocidad rítmica y se adecue a la métrica del verso y a su estrofa).

La lluvia pasó con sus vestidos oscuros, humeante en la tarde imaginaria. Los densos vapores se unieron para soplar un árbol de colores. Cuando salí de la casa oval, me encontré con el césped ahogado, las calles espejos, mis pies trajineras. Decidí navegar. Colonizadores del campo de flores danzantes se amotinaron a cantarle al vapor rojo. Me moví lo más que pude dejando escapar una palabra hiriente. Entonces mi semilla navegó por colores cálidos, ondas acuáticas movieron todo el cielo, caminaron con las verdes esferas de luz. Una llama se escapó, bailando como lenguas de fuego, como edificios ventilados por los nacidos. Me tomó por el vestido soleado y entonces amanecí serpiente. Dominio de los tiempos kamikaze, con la fusión de rayos sin nombre las aguas se congelaron de silencio, después el toque, arrullos de campanas floreales, en las hirientes calles.

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Visitas sin giros azules, las miradas de los pasos se hicieron esa tarde... sonantes colores subterráneos entre senos de luz. Ondulé por las semanas del poema, los gases se rompieron dentro, colgando cuerdas del suelo al cielo irradiaban las pistas del nuevo sol. Viajé corriendo con la ola, huyendo a las orillas amigas entre aeropistas digitales, dije aluminios que exterminaron los ecos. Campos dicientes, yo los vi; “cohete feliz” desde las barcas del eclipse adolescente, congelando, diciendo. Nubes. Tempestades. Selvas de la virgen celosa, vigilantes. En serio lo viví, entre las llamas durmientes y cien, medio día, a toda hora, sus varias pieles de neónEl Norte, el sur. El verde sol.

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Elías Hernández Escalante

Plegaria

Mamá cantó hoy pésame a la tierra denopal, a la tierra sin cielo, al mar antesfértil y sucio con mierda de pelícano.Papá murió de cáncer, el que desgasta:sus lunares hinchados, amorfos y susagujeros capilares sebosos anunciaronla presencia angustiosa de lamultidisciplianimalidad con que se mueven y dialogan los piesdel mundo, carentes de lazos neuronalesefectivos contra el engranaje moderno,sintético y laxante: entra y sale, sale y entrapor el mismo orificio antes llamado puerta,llamado ahora asterisco, fundillo, chiquito; por ahí penetramos al mundo laberinto,el intestino grueso de los grandes edificios que burlan al tele-espectador con programas demuchachos en problemas virginales yrosales que perfuman nuestra ropaantes de planchar y gustar de la humillación auna mujer cardenal de su propia piel;recordar dormir con el policía americano,la prostituta de ojos verdes, la gorda intelectual,una mano que habla, dos enfermos del cerebro,su dueño y una sarta de payasos.Así se va la vida, cantando el pésame a mi madreque ya se reúne con mi padre, mis abuelos y tíos,nos dejan solos, aforismos en la bolsa, los coloresrojo, blanco y verde; azul y blanco; amarillo y negro;se vive el progreso en la tierra del no mames,chingues y jodas; tierra de hombres que merecen oírel grito ¡libertad! morir en sus labios, reviviren condiciones nunca vistas por el ojo deláguila que devora otro siglocantando entre gusanos un nuevo himno,

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un nuevo grito que nadie escucha pero quetodos parecemos entender, y no queda másque mirarnos tristes por estar felices un día másen la tierra de los vivos: este suelo de sangre, plomo y miseria al que llamamos hogar.

Pasado mañana

La única bandera que me pone de pieson las bragas de una mujer

Jesús María Hernández Gil

Pasado mañana arderemos juntos:cenaremos, viviremos, haremos el amorentre las ollas, platos y tenedores; a fuego lento cocinarás mi cuerpoque desesperado estará buscandotu carne, tu palidez y tus uñas.Te derretirás al contacto de mi piel derretida,mis manos-tenedorbuscarán no dejarte iren el curso que trazas del aire a mi boca yde mis dientes a lo profundo de mis entrañasque nunca se cansarán de digerirte, deadherirse a tu consistencia salvaje, atu sazón de mujer en descontrol, a quien sostengode las caderas para afianzarla a mi cuerpo,tallar entre sus muslos el nicho de la virgenen la que ya no creo y en la que pasado mañanavolveré a confiar; excitados, riendo, estaremosconscientes del peligro juvenil de despertar a la noche con nuestros gritos: descubrirnosperturbando el sueño de todos los que hoy nohan decidido amarse, erguirse o abandonar la vida entre tus senos febriles, justos, eternos,fractales, hambrientos,

etcétera…

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Francisco Puch Mis

Quietud de piedra

La luz se burla, Me sonríe, Se disfraza, Me toca,Te busca, Reclamándole a la noche Tu ausencia.

Cynthia GabrielaA ti, Margarita.

Cierro el labiocomo si fuera un órgano ajeno a mis palabras:Lo oculto en tu rostro, por debajo de tus senosen la marcha de tus piernas;

y le pido silencio.Los peatones le miran, el tiempo lo llena de polvo,con envidia, el fuego le persigue

y agotado, busca reposo bajo tu sombra.Cierro el labio como si fuera una extensión de mi sangre,como si nada bastara para saciarlo,una hoja entonces, el ruido de tus pasos

y la noche toda que nos bebe.

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Examen de la vista

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Mi (P)alma

A través de un espejo

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Janil Yumil Uc Tun

Katún

Es katún el flamboyán desparramadoes katún el simulacro de la primaveraes katún la flor muerta de la cuidades katún la mano suave de las carreteras.

Es katún el trémulo humo del cigarrilloes katún la fuerza de los muslos crispadoses katún la sonrisa humedecida del tedioes katún la violencia de párpados tapiados.

Es katún el recodo de la caída de Ícaroes katún la naturaleza infame de la promesaes katún el agostamiento de la lluviaes katún la bélica langosta extranjera.

Y es katún esta piedra que soyque se creyó flor,siendo la misma piedra.

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Jesús Balam Ruiz

Nada

No hay zapatosNo hay migajas

Tampoco hay pájaros en la cabezani galletas del infortunioni soles para hacer malabares

Porque el eco jaló el gatillo y se acabaron los pasosporque las palabras se fueron de naufragioy la brújula no supo más a dónde apuntar

Pero nos queda un vacíode silencios fragmentadoscomo juego de marionetassin piernas y sin hilos en que colgarse

Mientras tanto, el tiempo se mide en olvidosy el reloj espera la una con punto final.

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Jesús Alberto González Dzul

Carita Triste

Carita triste te hemos nombrado.Por tus ojeras y tu rincón oscuropor tus silencios en los columpios.Y tus manitas tibias, y tus zapatos rotostodo destruyen y nada logran.Carita triste te hemos llamadoy no cruzamos palabras nuncatan sólo insultos, tan sólo golpesy tú implorando nuestros perdones.Carita triste ya no te inquietesque van llegando las primaveras.Después veranos y luego otoños.Después inviernoscrudos inviernosMaduraremos.Carita tristeya no te inquietesque pronto todosnos moriremos.

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Artes visuales

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Cessna Chavira Garnica

Astros alternos

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Natalia Macías Mendoza

Papeles varios

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Sergio Aguilar Alcalá

Detalle Berlín

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Narrativa

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Deseo y escritura

¡Qué bello oficio el tuyo, de desvestirtey alumbrar la sala!

Jaime Sabines

La escritura como palabra polisémica, hace referencia al menos a tres realidades distintas aunque complementarias: la producción del mensaje; el escrito en sí mismo; así como la materia prima de elaboración: el signo lingüístico. La rae dice que la escritura es un acto e incluso un arte, lo cual nos sitúa en el polo de la producción del signo, en nuestro caso, narrativo y estético; también dice que la escritura es el sistema mismo con que se escribe, es decir, el código; finalmente, es el producto, el mensaje, el signo, ya sea obra literaria, legal (en el sentido de escritura notarial), o divina (la Escritura, la palabra de Dios).

Toda escritura es un deseo de decir algo para alguien, o en otras palabras, deseo de comunicar. En esta edición de Narradores en la Academia 2013, nos encontramos con la escritura narrativa-estética producida por seis alumnos de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán. Cada uno se apropia de la escritura como código, desde su subjetividad, y la usa para crear su personal escritura literaria narrativa, y así comunicarnos algo a todos nosotros, sus potenciales lectores.

Desde mi perspectiva e interpretación, lo que une de cierta manera a cada uno de estos cuentos cortos, es el deseo, expresado en distintos niveles y formas, siendo el primero de ellos, y el más abarcador, el deseo de comunicar, de compartir, de entrar en comunión con el lector, el deseo inherente de la escritura de ser nuevamente voz a través de la lectura, dejar de ser potencialidad y volver a ser creatividad, sentido.

Por otra parte, en las anécdotas y en los contenidos de cada escrito se manifiestan distintas formas del deseo. En “Polvo entre polillas” asistimos a la contemplación de un epitafio poético

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del deseo, y en “Frida”, deseo y dolor se entrelazan en una escritura críptica y conversacional a un mismo tiempo, ambos textos de Carmen Alvarado. En “Andrea”, de Cessna Chavira Garnica, nos golpea el deseo y la frustración del amor no cumplido. Jesús Koyoc Ku nos presenta en “¡Bingo!” un rostro ambiguo del deseo de justicia. En “Ese oscuro libro del deseo”, Joaquín Filio, explora los bordes borrosos del deseo y la catarsis, a través de una sátira del mundo académico. Juan Tec, en “La hoja ártica”, nos sitúa en un cuadro narrativo enmarcado por el deseo, la violencia, y la reflexión psicológica. Finalmente, en “Agua fría”, Mónica Quintal nos confronta con la ausencia como esa otra forma del desear, donde lo ausente permanece en cada rincón como una presencia deseada y no alcanzada.

Concluyo regresando al inicio, al no mencionado epígrafe de este prólogo, para decir: qué bello oficio el de la escritura, el de alumbrar y dar forma a la sala del deseo; camino que hoy nos presentan, a través de sus creaciones, cada uno de los narradores aquí reunidos.

David AnuarMérida, YucatánSeptiembre 2013

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Carmen Alvarado

Polvo entre polillas

Se posan en mi piel secando tus recuerdos, caen en forma de arena sulfurosa quemando las palmas de mis manos al escaparse; sonreír es lo único que resulta en este circo... los equilibristas del ayer en silencio caminan parados de manos entre la baba que escapa de nuestros labios cenizos.

Dejemos que las palabras sigan su camino, que se encarguen de separarnos en el viento.

Frida

Mirará el espejo, creyendo ser libre;en sus caderas revive

un rechazo prolongado.

Pensar que algún día te tuvo en sus manos; hoy, su corazón te pertenece. El sueño termina y la pesadilla entra. Suave su lengua remueve en tu mente escarabajos que revolotean en busca de una salida: finalmente, chocan con tu cráneo, caen al instante, reposando para encubar de nuevo aquella voz ronca y adormilada. Su dialecto mórbido irrumpió entre tus piernas fragmentando la luz de los dibujos, los vestidos de crinolina, las relaciones.

Lo miras tendido en la cama: quieto, es una mueca retorcida, sin lengua. El susurro de tus manos te acorrala como una hiena alimentándose de lo que queda de tu ayer, de la eterna soledad que te obliga a correr sin poder detenerte a disfrutar de un beso… sientes al insecto de la envidia entrar por tu nariz, con olor a añejo. ¿Por qué disfrutan de mi clítoris y no pueden ver al monstruo que se encuba en el pecho, que los muerde? ¿Acaso soy la causante de este mal que me persigue? No, ya no puedo ser sólo esto, necesito reconstruirme.

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Sentada en el borde de la cama, sin poder mirar a tu presa, con un remolino en la boca del estómago, tomas un cigarrillo. Observas la habitación en busca de una salida, te sonríe con forma de lamprea, espera devorarte; la voz del mañana vive aquí: aullidos de dolor, maldiciones e insultos retumban en tus oídos, intentas escapar, sabes que no podrás; el grito de tu mirada hace que tires la cabeza hacia atrás; miras en el espejo un bulto negro salpicado, ensangrentado. Encojes los hombros y lanzas un golpe a tu imagen, ¡puta madre!; el dolor recorre tu brazo, mientras la sangre de los nudillos calienta tu axila, no piensas, cortas con furia tus muslos, abres un abismo en el párpado derecho: no logras mirarte como pensabas, tu forma es la misma… levantas la mirada, te observas en lo que queda del espejo, encontrando tu nueva máscara. Frida, y con esto ¿cómo te sientes?

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Cessna Chavira Garnica

Andrea

Llena de todos sus vicios, de sus drogas, con todas sus pasiones, todos sus demonios, y ¿yo? Simplemente nunca seré la causa de su frenesí descontrolado, no importa cuánto lo intente. Aunque me devolviera momentáneamente a la vida, deseo no haberla conocido. Siempre tan desbordante y mal amada. Nunca debí encontrarla al final de la calle en medio del caos. Ahí, de pie contra la pared, buscando de manera torpe entre los bolsillos de su chamarra un cigarro más. Sé que nunca existí para ella. Un solo recuerdo de nuestro primer encuentro: la manera en la que sostenía el tallo corrosivo del blanco tabaco, acercaba el encendedor con el cuidado más romántico, como se le sujeta al primer amor. El chasquido de la piedra contra el tornillo resonó en toda la calle. Y yo, en ese momento, dejé de existir. Me hice una extensión de su marchitada vida y nunca recuperé mi historia. Sus intentos por convertir la tímida chispa en fuego me regresaron al ahora. Lo intentó más de una vez, sólo la miraba fijamente, era inútil intentar desviar la mirada, me encontré en el tormento de su infierno interior; finalmente la flama irrumpe, abrupta e intensa, en el silencio y la oscuridad; y yo aquí tan necesitado de su eterna imperfección. Se escuchan las brasas consumiendo poco a poco, muy lentamente, el papel del cigarro hasta convertirlo en ceniza ardiente. Intenté sanarla, la hubiera besado hasta su felicidad. Aspiró con absoluta delicadeza el veneno asesino y mis labios sienten ansias incontrolables de ella. El humo que escapa de su boca se convierte en interminables enredaderas; las palabras que jamás me dedicó se encontraban en esa exhalación, así que inhalé hasta el mareo, la inhalé hasta mi destrucción. Sé que estoy condenado. Me he destinado a observar su ritual durante el resto de mis días. Esos delicados dedos que tanto anhelo en mi piel envuelven el filtro cada cierto tiempo. Siempre tan adictiva. Tan entregada a todos menos a mí. Con un golpe de su yema al cuerpo del tabaco medio consumido, se desprende la ceniza y cae al suelo donde se hace polvo y

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desaparece; todo parecer durar una eternidad, suficiente tiempo ha pasado para que me imagine la vida con ella. No una buena, sólo una vida. Ojalá me amara como mis versos a ella. Esta existencia sin ser parte de su cuerpo es simplemente asesina. El cigarro se ha convertido en filtro y con una última bocanada nos desechó...

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Jesús Koyoc

¡Bingo!

18 y 25 van al casino. Es la primera vez que 18 va a un lugar como ése y tiene la impresión de que ahí el tiempo transcurre a una velocidad distinta. Más lento, afirma para sí mismo. Caminan hasta el área de fumadores. 25 escoge una máquina de bingo y compra quinientos créditos. 18 se sienta junto a él. Sólo tengo para tres mil, dice 25. 18 saca una cajetilla de cigarros y enciende uno mientras 25 presiona los botones de la máquina. ¿Quieres algo?, pregunta 25 sin desviar los ojos de la pantalla, al tiempo que un sujeto se sienta junto a él y recarga la máquina para jugar. Agua, contesta 18. Llaman al mesero. Dos aguas, por favor. El mesero toma la orden. Está a punto de irse cuando el hombre junto a 25 lo llama. 18 escucha el pedido desde lejos. Una Coca-Cola por favor. El mesero se va. 25 pide un cigarro. 18 se lo da. Junto a él juega una mujer de edad avanzada. No le interesa otra cosa que no sea la pantalla que de vez en cuando golpea y maldice con frustración. 18 pregunta cómo se juega. 25 explica. 18 no entiende nada. Enciende otro cigarro con la colilla que se apaga. El mesero regresa y sirve los dos vasos de agua. Gracias. Antes de irse les deja un cenicero sobre la máquina que ocupa 18. Luego va con el hombre junto a 25. Le sirve la Coca Cola, pero el sujeto lo mira conteniendo el enojo. Te pedí un café, le dice. El mesero deja de servir el refresco y contesta. No señor. Usted me pidió una Coca Cola. 18 escucha todo presionando cualquier botón de la máquina apagada frente a él. ¿Me estás diciendo tonto? dice el sujeto. 25 no deja de mirar la pantalla. El mesero saca su libreta de comandas y confirma que lo que le ha pedido el señor es un refresco. 18 aplasta su cigarro a medio fumar contra el cenicero y bebe de su vaso con agua. Quiero hablar con tu jefe, dice el hombre mientras 25 llama al tipo de las recargas para comprar quinientos créditos más. El mesero va por el gerente. Buena suerte, le dice el tipo de las recargas a 25. 18 sigue presionando los botones y mirando a todas partes sin saber qué hacer. El reflejo de las pantallas en el

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cenicero parece un incendio de juguete. 25 golpea un número en el monitor y casi tira su vaso con agua pero lo sostiene a tiempo. El gerente llega. Disculpe señor el mesero fue ya por su café. Y ¿no le vas a hacer nada porque me llamó mentiroso? La lata a medio servir está sobre la máquina. El hombre se pone de pie y encara al gerente. Le ofrezco disculpas y le regalo… Aparece el mesero con el café. ¿Azúcar, crema, señor? No gracias, dice el hombre, no quiero ni el café. Ya se terminaron mis créditos. Se da la vuelta y avienta la lata medio llena en dirección a la máquina de 25, quien lo mira de reojo y se limpia las gotas sobre el brazo, al tiempo que el hombre mira de nuevo al gerente y toma el café y lo derrama sobre el uniforme del mesero que grita y avienta la charola para defenderse. 18 se pone de pie. Vámonos, le dice a 25. Vámonos a la chingada, le contesta 25, que se levanta y saca las llaves de su bolsa mientras avanza hacia el hombre que no se da cuenta de nada y recoge sus cosas para irse. 18 camina a la salida. Escucha el grito del hombre. Gira la cabeza. 25 le ha clavado una llave en el brazo. Le grita muy fuerte también. El gerente los separa. 18 sabe que 25 no hará nada más. El hombre se sujeta la herida sangrante. El mesero se limpia el café como puede. El gerente pide calma y 25 la concede volviéndose a sentar en su lugar frente a la máquina de bingo mientras limpia la sangre de la llave y la devuelve a su bolsa. Está a punto de llenar una tarjeta. 18 escucha cómo el gerente llama a los hombres de seguridad por radio, y está a punto de salir cuando los ve correr en dirección contraria a él. 18 sale del casino. El tiempo corre con normalidad. Enciende otro cigarro. Total, susurra, ni quería estar aquí. Camina al estacionamiento. Encuentra su coche. Se pregunta cuándo volverá a ver a 25. Luego entra al auto, y se va.

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Joaquín Filio

Ese oscuro libro del deseoA Luis Buñuel

Ya tiene un buen rato desde que se corrió el rumor de que rondaba por los pasillos de la universidad un libro de los deseos. Algún descuidado dejó una de esas bitácoras de contador totalmente en blanco olvidada en las estructuras de concreto que la gente utiliza para sentarse. Seguro el primero en notar que este objeto estaba circulando por la escuela, atravesaba uno de esos colapsos de inseguridad y catarsis poética (ya se sabe que a esta aflicción se le conoce como depresión universitaria o hiperdesconfianza autista). Este tipo tuvo la brillantísima idea de escribir en las hojas en blanco uno de sus deseos –no está en mí contar cuál era aquél–, y de esta manera inauguró una forma de pragmatismo espiritual. De vez en cuando alguien tomaba la libreta, garabateaba un deseo o una maldición o un alegato o una hipótesis no patentada, y de esta manera ocurría el fantástico alivio del desahogo. Por un lado, la aptitud del universitario no debe de tomarse como paranoica o como fuera de sus cabales. Incluso podría decirse que el peso concreto del mundo suele ser, en ciertas ocasiones, lo que los exagerados denominamos como “demasiado”. La historia del mítico objeto (del deseo o no) iba y venía rápidamente. Pronto fue una notica que se sabía en todo el campus. Las multitudes escolares se aproximaban a los pasillos. Se colocaban formando una fila enorme, e incluso en ocasiones más eufóricas: se formaban lateralmente, franqueándose, como si se tratara de una bandera en el asta o uno de esos objetos totémicos alrededor del libro. No se sabe bien cómo ni cuándo, pero es verdad que alguien escribió una imploración de cambio en su vida para escapar de la aterradora rutina de las clases. Como acto divino, meses más tarde a esta persona se le concedió una beca de movilidad, y hoy en día debe estar disfrutando de los secos vientos etíopes. Fue tal el escándalo, que el comité académico tuvo que convocar a un debate –y esto por no decir congreso, coloquio, conferencia magistral, o demás eventos

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protocolarios que podrían prestarse a los malentendidos–. Entonces, un lunes por la mañana, las clases fueron suspendidas y el grupo de doctores, maestros y administrativos entraron en disputa por la situación bibliográfico-fantástica que acontecía. El primer tema que se debatió fue el del tipo nominal. En un principio no sabían cómo referirse al objeto. Algunos sugirieron que fuera una antología del pensamiento y aspiración psicológica; sin embargo, los sociólogos determinaron que éste era más bien un fenómeno político que se insertaba en el horizonte del imaginario colectivo. Lo siguiente por determinar era si este objeto –equivocadamente llamado libro– tenía o no un contenido altamente estético. Esto en particular llamó la atención de los lingüistas, quienes propusieron realizar un glosario con el que se pudiera aclarar qué tipo de efecto hermenéutico-divino producía esta sensación fisiológica en los alumnos. En algún momento del debate, Henrik Van Strotenmeyer –semiólogo de alta trayectoria occidental–, propuso que se liberara al libro en su hábitat natural; quizás el hecho de que permaneciera durante tantas generaciones en cautiverio había propiciado que los significados libro y deseo –en algún momento de la historia sinónimos– deformaran a sus significantes, y éstos a su vez entraran en conflicto. Además, según el docto en los significados de las cosas, podría verse también cómo en un estado natural y neutro, el libro podría reproducirse, envejecer, y quizá morir. A ciencia cierta no se sabe con exactitud del paradero del libro en la actualidad. Se ha convertido en una especie de mitos. Lo que sí es verdad es que los académicos en las últimas décadas se ven un poco más apresurados, como si el tiempo se agotara más rápido. Y también es verdad que ahora abundan más y más tesis sobre la poesía creacionista de Vicente Huidobro.

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Juan Tec

La hoja ártica

La noche se ha ido; queda poco de ella, un resquicio detrás de la cortina corrida. Tal vez otro saldo esté oculto dentro del cajón donde escondo mis miserias. Mis ojos me duelen al abrirlos, y mi cuerpo me pesa como si cargara muchos cuerpos extraños. En mis palmas abiertas hay costras de sangre seca, como si fuera yesca a punto de arder.

Me levanto de la cama tratando de espantar toda esa pesadez, masajeando mi cabeza fuertemente con mis manos. Poco a poco mi memoria se vuelve clara, la obnubilación del sueño y los bostezos interminables se desvanecen, las escenas toman una magnitud tangible, como tu cuerpo que yace en el suelo.

Perdí la cabeza inexplicablemente. Ningún jurado, ni un solo juez me dará el beneficio de la duda si confesara algo tan absurdo: no sé lo que pasó, no comprendo por qué actué de esa manera, me volví loco. Habrá investigaciones, mis antecedentes, un militar intachable. Tú, mi mujer, una buena mujer, ama de casa impecable. Una pareja sin hijos. Y una noche el hombre pierde la cabeza, aparentemente sin explicación, y asesina a su mujer a golpes. Diré que no lo entiendo porque siempre me he considerado un hombre cuerdo, que se conduce lógicamente en su universo, y allí, romperle el cuello a mi mujer no está contemplado dentro de esa lógica.

Los estudios psicológicos se centraran en mi trabajo, la violencia interminable en medio de la que me muevo día a día, exigirán los antecedentes y el número, indefinido, de delincuentes que he asesinado; no obstante, no encontrarán un asesinato a mano limpia, a sangre fría, todos mis muertos los he hecho con la sangre caliente, con ellos a metros de distancia tratando de matarme. Nunca había atacado a alguien indefenso, más débil que yo para romperle el cuello.

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Quizás he enloquecido y no quiero aceptarlo. Me esfuerzo por recordar lo que sucedió exactamente mientras observo tu cuerpo; no siento gran pena por mirar tus despojos, entonces me digo que tengo la sangre fría, helada; la lógica dicta, o sugiere, que debería de estar postrado junto a tu cuerpo lamentándome, quizá llorando arrepentido por haber hecho lo que hice.

Recuerdo una noche húmeda y pegajosa. Como todas las noches el coito duró algunos minutos. Al eyacular sentí ese mismo vacío que sentía desde hace un tiempo. El problema no fue la sensación de vacío que sentí, sino el que me cuestionara sobre ese vacío. Desde cuándo lo había sentido. Lo sentía únicamente en esta cama dentro de esta mujer. Entonces me di cuenta de que no quería mis días de licencia, porque sin los patrullajes diarios estaría envuelto dentro de este vacío, una vida hogareña e insulsa. Quería ponerle fin a algo.

Pienso que sólo me queda arreglar este desorden. Tendré que pedir algunos favores para que me ayuden a deshacerme del cuerpo, y pueda así huir. En cierto modo me siento vivo e invencible. Me siento capaz de matar hombres y mujeres sin sentir nada desde ahora, a mano limpia, pulverizar la lógica con golpes, ser independiente. Es más, podría revivir a mi esposa y matarla una y otra vez.

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Mónica Quintal

Agua fría

Hacía meses que teníamos la misma rutina. Yo llegaba a la casa primero, iba directamente al baño, abría la regadera mientras me sentaba en el inodoro para quitarme las botas, me deshacía las agujetas con urgencia para poder sacarme los pantalones, los hacía a un lado y tiraba la camisa encima de ellos. Cada uno de mis movimientos parecía estar hábilmente calculado para coincidir con el punto exacto en que el agua se volvía líquido feroz resistiéndose a no convertirse por completo en humo; al principio me dolían los hombros al meterlos debajo de la regadera, la cara me ardía, tenía que hacerlo poco a poco, primero un brazo, después las nalgas, la cabeza, por último la espalda, pero una vez debajo del chorro era casi imposible salir de ahí. Después de un tiempo inmóvil, mis piernas comenzaban a cansarse, me sentaba en el suelo pegando mi barbilla a mis rodillas, y ahí dormitaba un rato, hasta que mi piel se entumecía por el repicar de las gotas cayendo sobre mí. Era entonces cuando oía la reja abrirse, oía cómo metías la llave en la cerradura y le dabas vuelta, oía tus pasos subiendo la escalera y mi propia voz preguntando: ¿eres tú?, ¡estoy en el baño! Esperaba medio minuto, un minuto entero, dos. Me ponía la toalla en la cabeza y asiéndome el pecho caminaba despacio para no resbalar. Otra vez mi voz: ¿Dónde estás? Otra vez tu silencio. Acechaba por la ventana del estudio, el único coche estacionado era el mío, aun así me secaba rápidamente y me ponía un vestido, bajaba corriendo las escaleras, iba a la cocina por las llaves, abría la reja y miraba a ambos lados de la casa. Nada. O lo mismo de siempre: los coches de los vecinos, alguien en bicicleta, la maleza de enfrente sobrepasando la barda. Nada. Al menos nada de ti. Ya estando afuera, reunía fuerzas para ir hasta la tienda, ahí traficaba con la lástima que sentían por mí para llevarme una cajetilla de cigarros con la promesa de pasarlos a pagar mañana.

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De regreso a casa el cielo se hacía negro, envuelta en su obscuridad, procurando no romper su cobijo enciendo una vela en la sala, acerco el primero de los cigarros, absorbo hasta no poder más; aprovecho tu ausencia para fumarme despacio cada uno, aspiro la primera bocanada, mis pulmones le dan la bienvenida, me consuelan con el aviso de que nada es para siempre. Nada. Sólo la espera. La espera que no acaba, que se repite de la misma manera todos los días:

Sigo siendo yo la que llega primero a casa, me sigo metiendo al baño, tardándome en quitar la ropa como si se tratara de mi propio pellejo, me meto debajo de la regadera con la intención de evaporarme con el agua. Oigo la reja, el girar de tu llave, el eco de tus pasos atrapados en el tragaluz de las escaleras. Te espero medio minuto, uno entero, dos. Todos los días espero la llegada de esos dos minutos donde la nada, se convierte en duda, en esperanza de que correrás la cortina y te meterás a bañar, tratando, como siempre, de convencerme que cambie el agua caliente a fría.

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COLABORADOES

Carmen Alvarado (Mérida, Yucatán, 1989). Estudiante del octavo semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY). Becaria en el departamento de Coordinación de la licenciatura en Literatura Latinoamericana. Escritora por convicción, apasionada, y amante de los gatos.

Cessna Chavira Garnica (Ciudad de México, 1992). Estudiante del séptimo semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY). Participó en la mesa de creación del ENELL (2013), y ha sido publicada en la revista Desconocidos (2013).

Cristian Celis (Mérida, Yucatán, 1993). Estudiante del tercer semestre de la licenciatura en Antropología Social (UADY). Música ETNIAS (COBAY), Pantomima, Teatro experimental, Casa de la Cultura del Mayab (2009-2010). ESAY, Teatro (2011). Casería de venado. Dirección: Jorge Chablé. Pastor Góngora (SEDECULTA, 2012). Deletéreo, poesía, <http://deletereo.com> (2013).

Elías Hernández Escalante (Monterrey, Nuevo León, 1993). Estudiante del quinto semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY). Primer lugar en el Concurso Estatal de Cuento Retorno a Gutenberg (2012). Segundo lugar en el Concurso de cuento universitario de la Facultad de Ciencias Antropológicas (2012). Publicó en la revista Caravana de Rutas Literarias (segunda edición, 2012). Antologado en Nuevos valores de la literatura yucateca.

Francisco Puch Mis (Cancún, Q. Roo, 1991). Estudiante del séptimo semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY).

Janil Yumil Uc Tun (Ticul, Yucatán, 1994). Estudiante del tercer semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY).

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Jesús Alberto González Dzul (Mérida, Yucatán, 1993). Estudiante del quinto semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY). Ha sido publicado como narrador en la plaquette del Colectivo L.G.S. (2013), y en el suplemento cultural “El comentario” (2013), de la ciudad de Colima. También ha impartido diversos talleres de fomento a la lectura.

Jesús Balam Ruiz (Tizimín, Yucatán, 1988). Estudiante del tercer semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY).

Jesús Koyoc Kú (Cancún, Q. Roo, 1992). Estudiante del tercer semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY). Impartió talleres en la FILEY, en el VIII Encuentro Internacional de Escritores, en la Región de los Ríos, en Campeche; y en la 1er feria del libro “Fuente del conocimiento”, en Cancún, Quintana Roo. Ha publicado recientemente en la revista Simulacro, de Tijuana.

Joaquín Filio (Mérida, Yucatán, 1991). Estudiante del séptimo semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY).

Juan Tec (Sacalum, Yucatán, 1986). Estudiante del tercer semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY).

Mónica Quintal (Mérida, Yucatán, 1979). Estudiante de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY). Becaria de la revista Temas Antropológicos. Segundo lugar en el I Concurso Universitario de Crónica (UADY, 2012). Investiga los procesos editoriales de Yucatán.

Natalia Macías Mendoza (Chetumal, Q. Roo, 1994). Estudiante del tercer semestre de la licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY).

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Sergio Aguilar Alcalá (Mérida, Yucatán, 1992). Pasante de la licenciatura en Comunicación Social (UADY). Es productor del Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror Mórbido Mérida. Es miembro del Consejo Editorial de la revista Miopía. Ha impartido talleres de cine y fotografía los últimos años, y se ha desarrollado como gestor cultural en varios ámbitos, siendo el cine el más cultivado.

DICTAMINADORES

Dolores Almazán, Doctora en Humanidades por la Universidad Carlos lll de Madrid. Profesora investigadora titular de la UADY. Directora Editorial de la revista Temas Antropológicos. Autora de la columna semanal “Lecturas” en la sección de opinión “El poder de la pluma” del periódico Milenio Novedades.

Lilián Rivera, Egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. Ha recibido diversos reconocimientos, como por ejemplo el Premio de Plata en Qingdao International Print Bienal Exhibition (China, 2000). Cuenta con siete exposiciones individuales y más de cincuenta exposiciones colectivas nacionales e internacionales. Actualmente expone su obra en United Nations “Nations- Water- Cultures” (Nueva York, 2013).

Manuel Iris, Poeta. Premio Nacional de Poesía Mérida (2009). Autor de Cuaderno de los sueños (Tierra Adentro, 2009), y compilador de En la orilla del silencio, ensayos sobre Alí Chumacero (Tierra Adentro, 2012). Licenciado en Literatura Latinoamericana (UADY); Maestro en Literatura Hispanoamericana (Universidad Estatal de Nuevo México); Doctor en Lenguas Romances (Universidad de Cincinnati).

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Marco Antonio Murillo, Estudiante de la maestría en Creative Writing (Universidad de El Paso). Premio Nacional de Poesía Rosario Castellanos (2009). Premio de Ensayo de Crítica Universitaria (CONARTE, 2011), segundo lugar en el Premio Regional de Poesía José Díaz Bolio (2011). Publicó Las formas de la nube: Antología de poetas yucatecos nacidos en la década de los ochenta (2011). Autor del poemario Muerte de Catulo (El Drenaje 2011, Rojo Siena 2013). Fue incluido en el libro En la orilla del silencio: Ensayos sobre Alí Chumacero (Tierra Adentro, 2012). Actualmente es editor de la revista bilingüe Río Grande Review.

Mariela Motoya Sandoval, Egresada de artes plásticas con énfasis en pintura por el Conservatorio de Castella (2004) y de la Universidad de Costa Rica (2011). Su obra en pintura, muralismo, ilustración y diseño, ha sido expuesta en forma individual y colectiva en Costa Rica, Nicaragua y Cuba. Actualmente continúa sus estudios de arte en la Universidad Nacional de Costa Rica.

Rosely Quijano León, Licenciada en Ciencias Antropológicas con la especialidad en Lingüística y Literatura; maestra en Español por la Escuela Normal Superior de Yucatán (ENSY). Publicó Los olvidos de la literatura yucateca: Pedro I. Pérez Piña (2012, CONACULTA/SEDECULTA), y editora de Yucatán en su literatura. Apuntes y perspectivas (2013, UADY). Miembro de la Asociación Mexicana de Profesores de Lengua y Literatura.

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ÍNDICE

5 |Poesía 6|Perseverancia y brio

8 |Cristian Celis 10 |Elías Hernández Escalante 12 |Francisco Puch Mis 15 |Janil Yumil Uc Tun 16 |Jesús Balam Ruiz 17 |Jesús Alberto González Dzul

19 |Artes visuales 20 |Cessna Chavira Garnica 21 |Natalia Macías Mendoza 22 |Sergio Aguilar Alcalá

23 |Narrativa 24 |Deseo y escritura

26 |Carmen Alvarado 28 |Cessna Chavira Garnica 30 |Jesús Koyoc Ku 32 |Joaquín Filio 34 |Juan Tec 36 |Mónica Quintal

38 |Colaboradores

40 | Dictaminadores

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Esta obra se terminó de imprimir en octubre de 2013, con un tiraje de 150 ejemplares, en Impresos PROAR S.A. de C.V., calle 31

número 213 por 20 y 22, colonia México Oriente,

Mérida, Yucatán.

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