9

Click here to load reader

Parresía 4

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Tema 4 de nuestro método de griego

Citation preview

Page 1: Parresía 4

Parresía_4 1

TEMA 4

A) Nociones generales de morfología y sintaxis: La conjugación. Verbos atemáticos y verbos temáticos. Presente de indicativo del verbo eijmiv eijmiv eijmiv eijmiv y de los verbos temáticos. B) Etimologías. C) Traducción. D) La guerra de Troya: Paris, Helena, Agamenón, la ciudad de Micenas. A y B) GRAMÁTICA y ETIMOLOGÍAS EL SISTEMA VERBAL GRIEGO

El verbo griego consta de cinco categorías gramaticales: la persona, el número, el tiempo, el modo y la voz.

Números y personas. El verbo griego tiene tres números: singular, plural y dual. El dual, muy poco usado, indica que la acción es realizada por dos sujetos o por un solo sujeto en dual. Los tiempos. Los tiempos verbales del griego son seis: presente, pretérito imperfecto, futuro, aoristo, perfecto y pretérito pluscuamperfecto. Estos seis tiempos se dividen en primarios y secundarios. Los tiempos primarios son aquellos que no expresan tiempo pasado, es decir, el presente, el futuro y el perfecto (nótese que el perfecto griego no es un tiempo pasado, sino que se refiere esencialmente al presente y a una acción acabada). Los tiempos secundarios indican tiempo pasado y son el imperfecto, el aoristo y el pluscuamperfecto. El aoristo, en indicativo, corresponde a nuestro pretérito simple. El perfecto se refiere, como el presente, al momento en que se habla, pero expresando una acción acabada. Así, el presente luvw significa desato, mientras que el perfecto levluka se puede traducir por tengo desatado. Existía también un futuro perfecto, creación tardía, en algunos verbos. Los modos. Los modos del verbo griego son seis: indicativo, imperativo, subjuntivo, optativo, infinitivo y participio. En los modos griegos, el subjuntivo asume los valores de deseo y probabilidad, y el optativo los de deseo y posibilidad. Los cuatro primeros modos tienen la categoría de persona, son formas personales del verbo, en tanto que el infinitivo y el participio no la tienen y son, en consecuencia, formas no personales del verbo. Las voces. Las voces de la conjugación griega son tres: la voz activa, la voz media y la voz pasiva. La voz activa expresa que el sujeto realiza la acción del verbo. También puede expresar un estado del sujeto. Ej.: luvw, yo desato. La voz media expresa que el sujeto realiza la acción del verbo sobre sí mismo o en su propio interés. Ej.: luvomai, yo me desato o desato para mí. La voz pasiva expresa que el sujeto sufre la acción del verbo. Ej.: luvomai, yo soy desatado. Verbos temáticos y atemáticos.

Los verbos griegos se dividen en dos grandes grupos:

� Verbos en -mi o verbos atemáticos, en los que las desinencias se añaden directamente al tema. Un ejemplo puede ser el verbo copulativo eijmi, ser estar, existir, haber.

� Verbos en -w o verbos temáticos en los que las desinencias se añaden al tema mediante las vocales de unión o temáticas. Un ejemplo puede ser el verbo lu-w. Los verbos temáticos se dividen, a su vez, en dos grupos: los verbos consonánticos y los verbos vocálicos. Los verbos consonánticos son aquellos en que la -w w w w de la desinencia está precedida de una consonante. Los verbos vocálicos son aquellos en que la -w w w w de la desinencia está precedida de una vocal. Si esta vocal es i, ui, ui, ui, u, al verbo se le denomina vocálico no contracto y si la vocal precedente es a, e, oa, e, oa, e, oa, e, o, al verbo se le donomina vocálico contracto.

Veremos primero, por su importancia, el presente de indicativo del verbo eijmiv1 (atemático) y después el presente

de indicativo activo del verbo luvw2 (vocálico temático no contracto).

1. soy..., estoy..., existo... 2. desato... 1s. eij-miv luv-wwww 2s. ei\ luv-ei"ei"ei"ei" 3s. ejs-tiv(n) luv-eieieiei 1p. ejs-mevn luv-o-meno-meno-meno-men 2p. ejs-tev luv-e-tee-tee-tee-te 3p. ei\-siv(n) luv-ousi(n)ousi(n)ousi(n)ousi(n)

Tendremos que aprender el verbo eijmi dado su abundante uso. También tendremos que aprender las terminaciones (vocal temática + desinencias) del verbo temático. En esta ocasión, al tratarse de un verbo en tiempo presente (no pasado), hemos empleado desinencias primarias. En los verbos contractos la vocal final de la raíz al unirse a la vocal temática (o/e) o a las desinencias que empiezan por vocal, produce modificaciones llamadas contracciones

Page 2: Parresía 4

Parresía_4 2

vocálicas. Estas contracciones siguen unas reglas, que es preciso saber antes de abordar la correspondiente conjugación. A continuación se detallan cuáles son las reglas de contracción para los verbos en -a, en -e y en -o. Reglas de contracción: Temático contracto en -a Temático contracto en -e Temático contracto en -o a+e = a e+e = ei o+e = ou a+h = a e+h = h o+h = w a+ei = a/ e+ei = ei o+ei = oi a+h/ = a/ e+h/ = h// o+h/ = oi a+o = w e+o = ou o+o = ou a+w = w e+w = w o+w = w a+ou = w e+ou = ou o+ou = ou a+oi = w/ e+oi = oi o+oi = oi Presente de indicativo activo -sin contraer- de los verbos timav-w3, poiev-w4 y dhlov-w5 (vocálicos temáticos contractos): 3. honro... 4. hago... 5. muestro... 1s. timav-wav-wav-wav-w poiev-wev-wev-wev-w dhlov-wov-wov-wov-w 2s. timav-eiav-eiav-eiav-ei" poiev-eiev-eiev-eiev-ei" dhlov-eiov-eiov-eiov-ei" 3s. timav-eiav-eiav-eiav-ei poiev-eiev-eiev-eiev-ei dhlov-eov-eov-eov-ei 1p. timav-oav-oav-oav-o-men poiev-oev-oev-oev-o-men dhlov-oov-oov-oov-o-men 2p. timav-eav-eav-eav-e-te poiev-eev-eev-eev-e-te dhlov-e-ov-e-ov-e-ov-e-te 3p. timav-ouav-ouav-ouav-ousi(n) poiev-ouev-ouev-ouev-ousi(n) dhlov-ouov-ouov-ouov-ousi(n) Tú mismo/a:

Presente de indicativo activo -ya contraído- de los verbos timav-w3, poiev-w4 y dhlov-w5 (temáticos contractos): honro... hago... muestro... 1s. timw'w'w'w' poiw'w'w'w' dhlw'w'w'w' 2s. tima'/a'/a'/a'/" poiei'ei'ei'ei'" dhloi'oi'oi'oi'" 3s. tima'/a'/a'/a'/ poiei'ei'ei'ei' dhloi'oi'oi'oi' 1p. timw'w'w'w'men poiou'ou'ou'ou'men dhlou'ou'ou'ou'men 2p. tima'a'a'a'te poiei'ei'ei'ei'te dhlou'ou'ou'ou'te 3p. timw'w'w'w'si(n) poiou'ou'ou'ou'si(n) dhlou'ou'ou'ou'si(n)

(Subraya dónde se han producido las contracciones y comprueba luego los resultados)

El acento circunflejo y las vocales largas o diptongos que presentan prácticamente todas las formas de los verbos timav-w3, poiev-w4 y dhlov-w5 son debidos a que se trata de verbos cuyo tema termina en vocal, que, al encontrarse con la vocal temática o/e o a las terminaciones que empiezan por vocal (-w, -ei", -ei), ha dado lugar a los fenómenos de contracción vocálida antes aludidos.

Ahora haremos dos tipos de ejercicios: en el primero veremos una relación de verbos etimológicamente derivados de los verbos griegos. Señalaremos de qué tipo son e indicaremos algunos de sus derivados etimológicos.

En la segunda actividad tendremos que mostrar nuestro dominio del presente de indicativo activo que acabamos de estudiar. Luego traduciremos algunas frases, para probar nuestra destreza en la declinación y en la conjugación. En la actividad siguiente, encontrarás una serie de verbos con su significado en infinitivo y una serie de derivados etimológicos en castellano. Completa el cuadro indicando de qué tipo de verbos se trata. Ej. ajgapavw: "temático vocálico contracto".

Page 3: Parresía 4

Parresía_4 3

VERBO TIPO SIGNIFICADO DERIVADOS ETIMOLÓGICOS ajgapavw amar ágape, Agapito a]gw conducir demagogo, pedagogía, sinagoga ajgeivrw reunir panegírico aiJrevw tomar, quitar aféresis, diéresis, sinéresis ajleivfw untar sinalefa ajlevxw alejar, defender Alejandro, alexifármaco ajllavssw cambiar enálage ajmeivbw cambiar, suceder ameba baivnw venir, ir, andar anábasis, acróbata baptivzw sumergir, bautizar anabaptista gignwvskw conocer diagnóstico, pronóstico gluvfw grabar glíptica, gliptoteca, jeroglífico gravfw escribir grafía, grafito, grafología, taquigrafía devw tem. no contracto (excepción) atar asíndeton, polisíndeton divdwmi dar anécdota, antídoto, apódosis i}sthmi poner en pie, colocar, detener éxtasis, metástasis, sistema kaluvptw ocultar, velar apocalipsis, eucalipto keravnnumi mezclar, templar crasis, crátera, idiosincrasia kinevw mover cinematógrafo, telequinesia klivnw inclinar clima, enclítica, proclítica, clínica krivnw juzgar, discernir, separar crisis, criterio, crítica, hipócrita kruvptw ocultar apócrifo, cripta, criptógama leivpw dejar, faltar lipotimia muvw cerrarse miope, misterio luvw desatar, liberar diálisis, electrolisis oJrivzw definir, limitar aforismo, horizonte plevw navegar periplo plhvqw estar lleno pletórico spavw tender a, extender espasmo stevllw enviar, poner en pie, vestir,

preparar apóstol, sístole, diástole, epístola, estela, estola

scivzw separar, dividir cisma, chisme, esquizofrenia teivnw tender hipotenusa trivbw frotar, triturar, fregar diatriba faivnw mostrar, brillar epifanía, fanal, fantasía, fantasma,

fenómeno fevrw llevar ánfora, féretro, metáfora, periferia,

semáforo cwrevw retirarse anacoreta

Haz en clase los siguientes ejercicios: a) Analiza las siguientes formas verbales respondiendo a lo que se te pregunta o marcando con un círculo la opción correcta (indica la evolución fonética en caso de que haya habido contracciones). Observa más abajo el ejemplo en el verbo cwrev-w, retirarse.

(< EVOL.

FONETICA) PERSONA NÚMERO TIEMPO MODO VOZ SIGNIFICADO

1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P

ei\ 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P baivnomen 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P cwrei'te cwrev-eev-eev-eev-e-te 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P os retiráis

ejsmen 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P devw 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P muvomen 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P luvw 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P leivpei 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P oJrivzei 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P kinei'te 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P scivzomen 1ª-2ª-3ª S-P-D Pr-I-F-A-Pf-Pcf I-Imp-S-O-Inf-P A-M-P

Page 4: Parresía 4

Parresía_4 4

b) Pon la forma verbal correspondiente al análisis que se indica, dando luego su significado (en verbos contractos, pon la forma ya contraída):

FORMA VERBAL SIGNIFICADO 3s. pres. ind. act. v. dhlovw

2s. pres. ind. act. v. trivbw

2p. pres. ind. act. v. ajleivfw

3s. pres. ind. act. v. gravfw

3p. pres. ind. act. v. faivnw

1s. pres. ind. act. v. timavw c) Cambia del singular al plural y del plural al singular las siguientes formas, dando antes su significado: SIGNIFICADO SING><PLUR. SIGNIFICADO SING><PLUR.

aiJrei'te gignwvskei

ajlavssousi klivnousi

plevomen ajgapw'men

plhvqousi gluvfousi

eijsi kaluvptei

fevromen stevllei"

C) TRADUCCIÓN (presencial) Traduce al castellano: a) JH stratia; dia; th;n nivkhn th/' th'" cwvra" qea/' quvei. TRAD.:

hJ th;n th'" th/'0 cwvra"1: país stratia;1: ejército qea/'1: diosa dia; (prep. ac.): a causa de quvei2 (quvwJ: hacer un sacrificio): nivkhn3: victoria b) Th;n quvran th'/ bakthriva/ krouvomen. TRAD.: th;n th'/0: art. bakthriva/1 (-a -a", hJ: bastón): quvran1: puerta krouvomen2 (krouvw: golpear): c) jAnegovreuousin o{ti swthriva ejsti toi'" polivtai". TRAD.:

ajnegovreuousin2 (ajnagoreuvw: proclamar): ejsti1: oJvti: que toi'"0: swthriva1: salvación polivtai"5: ciudadano

kalhv tuvch!

Page 5: Parresía 4

Parresía_4 5

D) LA GUERRA DE TROYA (II): PARIS Y HELENA PARIS. Paris, llamado también Alejandro, es el hijo segundo de Príamo y Hécuba. Su nacimiento fue precedido de un prodigio. Cuando su madre estaba encinta y a punto de dar a luz, tuvo un sueño, en que se vio a sí misma echando al mundo una antorcha que prendía fuego a la ciudadela de Troya. Príamo pidió a su hijo Ésaco -que había tenido con otra mujer llamada Arisbe- la interpretación de este sueño, y Ésaco le aseguró que el niño que iba a nacer sería la causa de la ruina de Troya y le aconsejó que lo hiciese desaparecer en cuanto naciese. Pero Hécuba, en vez de dar muerte al niño, mandó exponerlo en el Ida. Paris fue criado por unos pastores, que lo recogieron y le dieron por nombre Alejandro (“el hombre que protege” o “el hombre protegido”), porque no había muerto en la montaña, sino que había sido “protegido”, al ser recogido. Según otra variante, Paris fue expuesto por un criado de Príamo, Agelao, por orden del rey. Durante cinco días, una osa acudió a amamantar al niño, y como, al cabo de este tiempo, Agelao lo encontró vivo, lo recogió y lo crió. Paris fue creciendo y se convirtió en un joven de extraordinaria belleza y gran valor. Protegía los rebaños contra los ladrones, lo cual le valió el sobrenombre de Alejandro.

Finalmente, Paris volvió a la ciudad y se dio a conocer del modo siguiente: un día, unos servidores de Príamo fueron en busca de un toro que formaba parte del ganado que guardaba Paris, y por el que éste sentía particular afecto. Al saber que el animal se destinaba a un premio en los juegos fúnebres instituidos en memoria del hijo de Príamo (que se creía muerto en su infancia y que no era sino él mismo), Paris siguió a los criados, resuelto a participar en la competición y rescatar su animal favorito. Y, en efecto, alcanzó la victoria en todas las pruebas contra sus propios hermanos, los cuales ignoraban quién era su contrincante. Uno de ellos, Deífobo, encolerizado, sacó la espada y quiso matarlo; entonces Paris acudió a refugiarse junto al altar de Zeus. Su hermana Casandra, la profetisa, lo reconoció y Príamo, feliz al encontrar al hijo que creía muerto, lo acogió y lo restituyó en el lugar que le correspondía en la casa real. Otras veces no es Casandra quien, milagrosamente, reconoce al joven, sino que éste, al llevar consigo las ropas en que estaba envuelto cuando fue expuesto en el monte, puede probar fácilmente su identidad.

El segundo episodio de la leyenda de Paris es el del Juicio, del que iba a surgir la guerra de Troya. Hallándose los dioses reunidos en ocasión de la boda de Tetis y Peleo, Éride (la Discordia) echó en medio de ellos una manzana de oro, diciendo que debía ser otorgada a la “más hermosa” de las tres diosas: Atenea, Hera y Afrodita. En seguida se suscitó una disputa, y como nadie quiso pronunciarse por una de las tres divinidades, Zeus encargó a Hermes que guiase a Hera, Atenea y Afrodita al monte Ida, para que Paris fallase el pleito. Cuando vio que las divinidades se acercaban, Paris tuvo miedo y quiso huir, pero Hermes lo persuadió de que nada tenía que temer y le expuso la cuestión, mandándole que actuase de árbitro, por ser ésta la voluntad de Zeus. Entonces, por turno, las tres diosas defendieron ante él su propia causa. Cada una le prometió su protección y determinados dones si fallaba en su favor. Hera se comprometió a darle el imperio de toda el Asia; Atenea le ofreció la prudencia y la victoria en todos los combates, y Afrodita se limitó a brindarle el amor de Helena de Esparta. La decisión de Paris fue que Afrodita era la más hermosa.

Hasta la llegada de las diosas y el momento del juicio, Paris había amado a una ninfa del Ida llamada Enone. Cuando Afrodita le prometió el amor de Helena - la más bella de todas las mujeres -, abandonó a Enone y partió para Esparta. Según una tradición, lo acompañó en este viaje Eneas, obedeciendo una orden de la propia Afrodita. Por más que Héleno y Casandra predijeron el resultado de la aventura, nadie los creyó. Cuando llegaron al Peloponeso, Eneas y Paris fueron recibidos por los hermanos de Helena, los Dioscuros, que los condujeron a la corte de Menelao. Éste los acogió hospitalariamente y los presentó a Helena. Después, habiendo sido llamado a Creta para asistir a los funerales de Atreo, Menelao encargó a su esposa que dispensara toda clase de atenciones a sus huéspedes, y le ordenó que los dejase permanecer en Esparta durante el tiempo que ellos desearan. No tardó Paris en enamorar a Helena y le prodigó regalos. Fue ayudado en su conquista por el fasto oriental que lo rodeaba y por su belleza, aumentada aún más por voluntad de su protectora Afrodita. Helena acudió a su lado, reunió todos los tesoros que le fue posible y, abandonando a su hija Hermíone, de nueve años, huyó con su amante durante la noche. De regreso a Troya, Paris fue bien recibido por Príamo y toda la casa real, pese a las lúgubres profecías de Casandra.

Durante la guerra de Troya, el papel de Paris no fue muy brillante. Al comienzo de la Ilíada, griegos y troyanos se habían puesto de acuerdo en zanjar el conflicto por medio de un combate singular entre Paris y Menelao. Paris fue vencido, y se salvó sólo gracias a la protección de Afrodita, que lo ocultó en medio de una espesa nube. Poco después se reanudó la lucha. Más tarde, como Paris continuaba ausente de la línea de combate, Héctor fue a buscarlo y lo encontró junto a Helena. Entonces le ordenó que tomara parte en la batalla. Paris obedeció, mató a Menestio, hirió a Diomedes, Macaón y Eurípilo, y participó en el asalto al campo atrincherado de los griegos. Dio muerte a Euquenor y luego a Déyoco.

La Ilíada presenta a veces a Paris revestido de armadura pesada - coraza, escudo, lanza y espada -. Pero frecuentemente era considerado como arquero, y en calidad de tal desempeñará un papel en la muerte de Aquiles. Este episodio fue el último de la leyenda de Paris, antes de su propio fin, que le había sido predicho por Héctor al morir. Cuando Aquiles, después de inmolar a Memnón, obliga a los troyanos a retroceder hasta las murallas de la ciudad, Paris lo detiene con un flechazo en el talón, único punto vulnerable de su cuerpo. Pero no se está de acuerdo en si la flecha fue disparada por Paris o su trayectoria fue trazada por el propio Apolo. Otra versión pretendía que el arquero no fue Paris, sino el mismo Apolo, que había adoptado sus rasgos. Más tarde, cuando el episodio de los amores de Aquiles y Políxena, se supuso que el héroe, dispuesto a traicionar a los griegos por el amor de la joven, y a combatir al lado de los troyanos, fue objeto de una emboscada y muerto por Paris en el templo de Apolo Timbreo. Paris se habría ocultado entonces detrás de la estatua del dios. De este modo se justificaba la predicción de Héctor moribundo cuando dijo que su enemigo sería muerto a la vez por Paris y Apolo.

Paris fue muerto a su vez por una flecha de Filoctetes, que le atravesó la ingle. Se lo llevaron herido mortalmente del campo de batalla. Entonces mandó llamar a Enone, que poseía conocimientos médicos, para que le diese un

Page 6: Parresía 4

Parresía_4 6

remedio contra el veneno que impregnaba las flechas de Filoctetes; pero Enone, de momento, se negó a salvar al que la había abandonado, y luego, cuando se compadeció de él, era ya demasiado tarde. HELENA. Incluso los antiguos no supieron jamás cómo juzgar a la mujer que, en la tierra, había representado la máxima perfección de belleza. Los sabios modernos ven en ella la forma helenizada de una antiquísima diosa de la vegetación, y es muy posible que estén en lo cierto. Pero los griegos habían olvidado, desde mucho tiempo atrás, este origen, cuando tratan de explicar su historia. Helena era hija de Leda y de Zeus, quien, para conseguir su propósito, tomó la forma de un cisne; de esta unión nacieron cuatro gemelos, encerrados en dos huevos por parejas: Cástor y Pólux, Clitemnestra y Helena. El hecho ocurrió en Esparta, donde los Dioscuros permanecerían como protectores y cuya reina sería Helena. Apenas contaba siete años cuando ya fue raptada por Teseo: fue devuelta a Esparta por sus hermanos y, poco después, Tindáreo, el esposo de Leda, creyó conveniente casarla. Tan numerosos fueron los pretendientes que, por prudencia y en previsión de lo que pudiera ocurrir, Tindáreo hizo jurar a todos que aceptarían la decisión de Helena y acudirían en auxilio del esposo que ella eligiera si algún día dejaba de serle fiel. El afortunado elegido fue Menelao, y el día previsto por Tindáreo llegó cuando un joven príncipe troyano, Paris, atracó en las riberas de Esparta. Levó anclas llevándose a la mujer, así como los tesoros de Menelao, y regresó al palacio de su padre, Príamo, donde Helena habría de permanecer, con su consentimiento, durante diez años.

Cuando Menelao se enteró de su desgracia, invocó el juramento que habían prestado todos los pretendientes y, acaudillados por su hermano Agamenón, los griegos fueron a poner sitio a Troya. Desde el otro lado de la muralla, Helena vio el ejército que combatía para recuperarla, reconoció a Ulises cuando éste se introdujo en la ciudad cumpliendo una misión secreta, se dejó admirar, complacida, por los ancianos de Troya, cuyos hijos morían por conservarla para Paris y, cuando fue tomada Troya, en medio de la matanza, desarmó a Menelao, desnudando lascivamente su pecho, cuando aquél se precipitaba furioso hacia ella con la espada en alto para castigarla. Volvió a Esparta con su esposo legítimo y, como era una gran señora, recibió la visita de Telémaco cuando éste recorría Grecia en busca de su padre y se dedicó a la práctica de todas las virtudes domésticas.

¿Fue Helena una dócil e irresponsable servidora de Afrodita, quien la entregó a Paris para recompensarlo por el juicio por él pronunciado en el concurso de belleza que un día tuvo lugar en el monte Ida? Por el contrario, ¿representa la perfidia femenina y fue ella, de una manera consciente, la causa de todos los males que padecieron griegos y troyanos? Si bien los poemas homéricos ven en ella un instrumento de la fatalidad, Hesíodo, mucho más severo, y Eurípides, con la excepción de una de sus obras, la condenan sin apelación. Filósofos y rétores discutieron su caso y, hasta los tiempos modernos, Helena no ha dejado nunca de ser una de las figuras más enigmáticas y atractivas que la imaginación humana haya creado.

Jack Sernias y Rossana Podestá en u na escena de Helena de Troya, película dirigida por Robert Wise en 1955. AGAMENÓN. Agamenón aparece en la leyenda como el rey por excelencia, encargado, en la Ilíada del mando supremo del ejército aqueo. En la tradición más tardía, Agamenón era rey de Lacedemonia, con capital en Amiclas. Agamenón estaba casado con Clitemnestra, que desempeña en su historia un papel importantísimo. Clitemnestra, hermana de Helena y, como ella, hija de Leda y Tindáreo, había sido antes esposa de Tántalo, hijo de Tiestes; pero, Agamenón había dado muerte al marido al propio tiempo que a un niño recién nacido, hijo de Tántalo y de Clitemestra. Como consecuencia de este doble asesinato y del casamiento, aceptado a disgusto, de Clitemestra con Agamenón, los Dioscuros, Cástor y Pólux, hermanos de aquélla, persiguieron al rey, que hubo de buscar refugio junto a su suegro, Tindáreo. Finalmente, Cástor y Pólux consintieron en reconciliarse con Agamenón; pero la unión con Clitemnestra, iniciada con un crimen, estaba maldita, como lo prueba el curso de la leyenda. Con Clitemnestra, Agamenón engendró tres hijas: Crisátemis, Laódice e Ifianasa y, en último lugar, un hijo, Orestes. Tal es la primera forma de la leyenda. Pero luego aparece una hija, Ifigenia, distinta de lfianasa y, finalmente, en lugar de Laódice, los poetas trágicos mencionan a Electra, totalmente desconocida del autor de la Ilíada. De estos hijos, los trágicos conocen sobre todo a Ifigenia, Electra y Orestes.

Agamenón es conocido, sobre todo, por su papel en la guerra de Troya. Todo empezó con la ocasión en que un gran número de pretendientes solicitaban la mano de Helena. Tindáreo, aconsejado por Ulises, los ató por un juramento, en virtud del cual se comprometían a respetar la decisión de Helena y a no disputar la posesión de la

Page 7: Parresía 4

Parresía_4 7

doncella al pretendiente elegido. Más aún: si era atacado, los demás debían acudir en su auxilio. Cuando Paris hubo raptado a Helena, Menelao fue a pedir ayuda a Agamenón. Éste recordó a los jefes el juramento prestado, y así se formó el núcleo del ejército destinado a atacar Troya. Agamenón fue elegido, de común acuerdo, comandante supremo, ya debido a su valor personal, ya por efecto de una campaña electoral llevada con habilidad. Las tropas se concentraron en Áulide. En la llíada, Zeus envía en seguida un presagio favorable: después de un sacrificio a Apolo, una serpiente se lanzó desde el altar a un árbol vecino y devoró ocho gorrioncillos que había en un nido, así como a la madre, o sea, nueve en total. Luego la serpiente se transformó en una piedra. Calcante dijo que Zeus quería significar con ello que Troya sería conquistada al cabo de un período de diez años. Según un poema posterior a la llíada (sin duda, los Cantos Ciprios), los griegos, por ignorar la ruta de Troya, son dispersados por una tempestad, regresando cada cual a su país. Ocho años después de este revés, vuelven a reunirse en Áulide; pero el mar queda cerrado a los barcos por una persistente bonanza. Preguntado entonces el adivino Calcante, responde que aquella calma se debe a la cólera de Ártemis. Esta cólera tiene varias causas: bien porque Agamenón, al matar una cierva, se había jactado de que Ártemis no lo habría hecho mejor; bien porque Atreo no había sacrificado en otros tiempos el cordero de oro a la diosa, o todavía porque Agamenón había prometido a ésta ofrendarle el producto más bello del año en que naciera su hija Ifigenia y no le había sacrificado a la joven. Por todos estos motivos, la diosa exigía un sacrificio: el de Ifigenia. Agamenón accedió, ya por ambición, ya por el bien público; pero ello acrecentó aún más el odio de Clitemnestra hacia su marido. Habiéndose puesto en marcha, por fin, la expedición, la flota hizo escala en Ténedos, donde, por primera vez, se manifestó la hostilidad latente entre Aquiles y Agamenón en una disputa que prefigura la que, ante Troya, pondrá en peligro a los griegos. Por aquel tiempo, Agamenón mandó que fuese abandonado en Lemnos Filoctetes, cuya herida despedía un hedor nauseabundo y cuyos gritos perturbaban los sacrificios. Transcurrieron los nueve primeros años del asedio. En el décimo año, Agamenón participa, con Aquiles, en diversas incursiones de piratería contra las ciudades de los contornos. Del botín cobrado, Aquiles se quedó con Briseida, y Agamenón, con Criseida, hija del sacerdote de Apolo, Crises. Éste reclamó a su hija contra rescate, Agamenón rehusó, y, en castigo Apolo envió una peste al ejército griego. Aquí empieza la narración de la Ilíada. La asamblea de los soldados obliga a Agamenón a restituir a Criseida; pero el rey pide, a cambio que Aquiles le entregue a Briseida. Ello da pretexto a la cólera de éste: Aquiles se niega y se retira a su tienda. Entonces Agamenón manda reclamar oficialmente a Briseida por dos heraldos, Taltibio y Euríbates. Aquiles no tiene más remedio que entregar a la doncella, pero se niega a combatir. A petición de Tetis, Zeus envía a Agamenón un sueño engañoso, haciéndole creer que tomará Troya sin el concurso de Aquiles. Por otra parte, un antiguo oráculo había revelado al rey que la ciudad caería cuando se produjese la discordia en el campamento de los aqueos.

Comienza la lucha, en la que Agamenón interviene personalmente y realiza diversas hazañas destacadas; pero cae herido y ha de retirarse de la batalla. Después del ataque al campamento, y viendo que todo está perdido a menos que Aquiles vuelva a combatir a su lado, se reconcilia con él y le envía a Briseida, prometiéndole, además, la mano de una de sus hijas y valiosos regalos. Desde este momento no se habla apenas ya de Agamenón en la llíada, y todo el interés se concentra en Aquiles. Las epopeyas posteriores relataban otras intervenciones de Agamenón en los acontecimientos que siguieron a la muerte de Héctor y a la de Aquiles, especialmente en los combates que se entablaron en torno al cadáver de éste y las disputas por la posesión de las armas del héroe. La Odisea refiere que, después de la caída de Troya, recibió como parte de su botín a la profetisa Casandra, hija de Príamo, de la que tuvo dos hijos gemelos: Teledamo y Pélope. El retorno de Agamenón y su partida de Tróade habían dado origen también a narraciones épicas. La Odisea alude ya a una querella que se produjo entre Agamenón y Menelao al querer éste partir tan pronto como hubo terminado la guerra, mientras que aquél deseaba quedarse el tiempo necesario para congraciarse con Atenea ofreciéndole presentes. Los poemas de los Retornos cuentan también cómo, en el momento de embarcar, se le apareció la sombra de Aquiles y trató de retenerlo prediciéndole sus futuras desdichas. Al mismo tiempo, la sombra le exigió el sacrificio de Políxena, una de las hijas de Príamo. Al llegar a su patria, Agamenón fue acechado por un espía que había apostado Egisto, amante de Clitemestra. Egisto invita a Agamenón a un gran banquete y lo asesina, así como a sus compañeros, ayudado por veinte hombres ocultos en la sala del festín. Otras versiones de la misma leyenda presentan a Clitemnestra participando en el crimen y matando también a Casandra, su rival. Píndaro añade que, en su odio contra la estirpe de su marido, quiso incluso dar muerte a Orestes, su propio hijo. En los poetas trágicos, las circunstancias varían: unas veces Agamenón, es herido estando en la mesa, otras veces es inmolado en el baño en el momento en que, enredado en la camisa que le diera su mujer, y cuyas mangas había ésta cosido, no podía defenderse. Higino dice que el instigador del asesinato fue Éax, hermano de Palamedes, deseoso de vengar así la lapidación de éste, ordenada por Agamenón. Parece que Éax había contado a Clitemnestra que su marido se disponía a colocar a Casandra en su lugar. Esto habría impulsado a Clitemnestra a cometer el crimen, hiriendo a Agamenón con un hacha cuando ofrecía un sacrificio, y matando al mismo tiempo a Casandra. Más tarde, Agamenón fue vengado por su hijo Orestes. MICENAS. Entre todas las ciudades de la Grecia continental, Micenas era, en el II milenio, una de las más célebres y también de las más esplendorosas, por ello su nombre ha servido para designar un tipo de civilización que en ella tuvo su desarrollo antes de que irradiara sobre todo el Mediterráneo central. Con todo, Micenas no llegó a ser nunca la capital de un imperio semejante al de los egipcios o al de los hetitas. Aunque hubo ocasiones en que sus jefes, como Agamenón durante la guerra de Troya, asumieron la jefatura de una confederación, jamás ejercieron sobre los demás reyes una verdadera soberanía; podían mandar una expedición -en cuyo caso gozaban de una autoridad militar absoluta-, pero no se inmiscuían en absoluto en el gobierno de las ciudades que combatían bajo su mando ni percibían impuestos de los pueblos aliados. Era, en general, el amor por la independencia lo que habría de caracterizar a los griegos de época histórica. No debemos asombrarnos por ello, ya que los creadores de la civilización micénica, los

Page 8: Parresía 4

Parresía_4 8

aqueos, como ellos mismos se llamaban, son ya griegos. Lo poco descifrado de sus escritos, cuya clave fue hallada en 1953 por el inglés Ventris, demuestra que la lengua que se hablaba en Creta y el Peloponeso en el siglo XV, es, aunque más arcaica, la misma de Homero, y que, además, el panteón helénico se hallaba ya esencialmente constituido. Los dorios, que a fines del II milenio bajarían de las llanuras del Danubio hacia la península balcánica, son, según la opinión general, los hermanos menores de los aqueos que en los primeros siglos del mismo milenio realizaron su invasión a través de la misma ruta. Cuando los que habrían de fundar la civilización micénica llegaron al Peloponeso sólo encontraron en su camino pueblos dotados de una cultura rudimentaria: necesitaron seguramente varias generaciones para alcanzar un género de vida un tanto elevado que les permitiera cierto desarrollo espiritual y artístico. A finales del siglo XVI dependen culturalmente de Creta, inician, con Egipto y Oriente, unas relaciones que, al paso que les proporcionaban riqueza, les ayudaban a crear una civilización. Llegado el momento en que cuentan con los suficientes medios materiales, los aqueos, mediante el envío de colonos a países lejanos, representan un papel importantísimo en la difusión de una cultura que, si bien no habían creado, sí supieron imprimir en ella los caracteres de su personalidad. Es difícil determinar en qué consistía la religión micénica: numerosos documentos atestiguan la supervivencia de la diosa de la naturaleza adorada ya por los cretenses en las cumbres de las montañas o en lo profundo de los bosques: sin embargo, no podemos dudar que los dioses homéricos eran ya objeto de culto y que la mitología griega presentaba ya sus rasgos característicos; también parece seguro que en la época micénica estas divinidades eran consideradas como patronas de ciudades determinadas, por lo cual tenían un carácter nacional. La arquitectura y las artes plásticas micénicas nos son mejor conocidas. Aunque volvemos a encontrar características cretenses en los palacios micénicos, se trata sólo de rasgos externos, Ya que responden a un espíritu diferente. Los reyes, jefes de pueblos guerreros, se preocupan menos por su propia comodidad que los príncipes minoicos, prefiriendo la seguridad. Cnosos es la residencia de un rico propietario que ni siquiera vislumbra el temor a invasión. En cambio, los palacios micénicos, suspendidos en las alturas, presentan frecuentemente el aspecto de castillos; la disposición interna del palacio es menos homogénea, articulado con menor flexibilidad que en Creta. Finalmente, existen algunos detalles técnicos aportados por los invasores: los tejados son en doble vertiente y no en forma de terraza, ya que en los Balcanes, de donde los aqueos proceden, son frecuentes la lluvia y la nieve. Al igual que los cretenses, los aqueos practicaron la pintura: pero tanto a este arte como a la cerámica aportan una rigidez radicalmente opuesta a la espontaneidad llena de fantasía propia de los minoicos. Las formas y los temas son más o menos los mismos; sin embargo, no hay lugar a engaño en cuanto al origen de unos y otros documentos. No es necesario esperar a la llegada de los dorios para que veamos introducirse en el arte el gusto por la geometría, no exenta de cierta aridez. Como los cretenses, los micénicos fueron aficionados a los adornos y practicaron la orfebrería; sin embargo, entre los objetos que de ellos nos han quedado predominan las armas, espadas y puñales. Como pueblo guerrero que era, gustaba sobre todo de cuanto se relacionara con la vida militar; durante su vida se encerraban en la ciudadela y después de muertos se llevaban a la tumba el equipo de soldado. Tal vez haya que pensar que la sociedad micénica se hallaba más jerarquizada, al estilo militar, que la sociedad cretense; la documentación de que disponemos presenta grandes lagunas y no nos permite precisar sobre este punto. Pero cuando ponemos nuestra atención en las sólidas murallas de los palacios, en el aspecto majestuoso de la Puerta de los Leones, en la imponente grandeza del Tesoro de Atreo, y sobre todo cuando consideramos la enorme cantidad de oro acumulada en su sepultura por los soberanos, tenemos la impresión de que estos jefes, codiciosos y avarientos, estaban muy lejos de los príncipes cretenses que habitaban en palacios abiertos y que en sus amplios patios recibían a toda la población que llegaba a aclamar las proezas de acróbatas y toreros.

Recopilación: Antonio López Gámiz

Page 9: Parresía 4

Parresía_4 9

notas personales: