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E n nuestras reflexiones anteriores hemos estado analizando las destrezas que se miden en los tiempos de lucha y de grandes tribulaciones, así como en un nuevo tiempo. Ya hemos visto que el desarrollo del carácter del creyente gira alrededor de siete (7) áreas o dimensiones que pueden y deben ser examinadas con mucha frecuencia. Las primeras cinco de estas áreas han sido examinadas en las reflexiones anteriores a esta. Estas áreas son las siguientes: el área del amor (a quién amamos y cuánto lo amamos), el área de la fe (a quién le hemos creído y cuánto confiamos en Él), el área de la obediencia (cuánto estamos dispuestos a obedecer), el área del sacrificio (cuánto estamos dispuesto a sacrificar) y el área de la humildad (si en realidad somos humildes y cuán humildes podemos ser). E n esta reflexión trabajaremos con la sexta materia o asignatura en la que somos puestos a prueba en cualquier temporada: la paciencia. La paciencia como concepto ha sido objeto de nuestro análisis en muchas reflexiones anteriores. Por ejemplo, decíamos en las reflexiones de Abril del 2011 que la “paciencia” (hupomone, G5281), es definida por el Diccionario Teológico Kittel del Nuevo Testamento como la capacidad para enfrentar el mal con valentía. En el mes de Mayo de ese mismo año decíamos que el Apóstol Pablo usa parte de la experiencia, de la inspección y el análisis de circunstancias parecidas a las que enfrentaba en el momento en el que escribía la carta a la Iglesia en Roma (Rom 5:3-5) para poner sobre la mesa una propuesta celestial: “sabemos que estos momentos que producen angustia y tribulación pueden producirnos herramientas y actitudes adecuadas para pelear contra el mal” (hupomone, G5281). E l Diccionario Kittle señala que la raíz de este concepto (meno, G3306) es usada en el Nuevo Testamento para hablar acerca de la inmutabilidad de Dios (que Dios no cambia) y de las cosas de Dios. Esto es, su consejo (Heb 6:17), Su Palabra (Isa 40:8), etc. Este Diccionario continua diciendo que el Apóstol Juan usa ese concepto para expresar la inmutabilidad e inviolabilidad de la relación que tenemos con la inmanencia de Dios (Dios no puede ser separado de su esencia). Siendo esto así, el Cristianismo es superior a todo lo que el Helenismo presentaba y superior a la relación de Dios con Israel. Israel nunca ha podido participar de una relación con Dios como la que tenemos los creyentes en Cristo. Esto es, el Padre mora en el Hijo (Jn 14:10) y los creyentes permanecen en Cristo (Jn 6:56; 15:4–7; 1 Jn. 2:6, 27 f.; 3:6, 24) y Cristo permanece en los creyentes (Jn. 15:4–7; 1 Jn. 3:24). Dios permanece en los creyentes (1 Jn. 4:16), y los creyentes permanecen en Dios (1 Jn. 2:24; 4:16). Sabiendo todo esto, entonces hay que concluir que la “paciencia” (hupomone, G5281) tiene que ser definida de la siguiente manera: es la capacidad para pelear contra el mal que proviene de nuestra permanencia en Dios, en Cristo Jesús. O sea, que ser paciente es el producto directo de nuestra permanencia en el Señor a través de la presencia de Cristo Jesús en nosotros. Dicho de otro modo, cuando nuestra paciencia es puesta a prueba, lo que realmente están midiendo es cuánto hemos decidido

para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú … · esperar la venida del Señor. La Biblia dice lo siguiente en Stg 5:7-9: 7 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta

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En nuestras reflexiones anteriores hemos estado analizando las destrezas que se miden en los tiempos de lucha y de grandes

tribulaciones, así como en un nuevo tiempo. Ya hemos visto que el desarrollo del carácter del creyente gira alrededor de siete (7) áreas o dimensiones que pueden y deben ser examinadas con mucha frecuencia. Las primeras cinco de estas áreas han sido examinadas en las reflexiones anteriores a esta. Estas áreas son las siguientes: el área del amor (a quién amamos y cuánto lo amamos), el área de la fe (a quién le hemos creído y cuánto confiamos en Él), el área de la obediencia (cuánto estamos dispuestos a obedecer), el área del sacrificio (cuánto estamos dispuesto a sacrificar) y el área de la humildad (si en realidad somos humildes y cuán humildes podemos ser).

En esta reflexión trabajaremos con la sexta materia o asignatura en la que somos puestos a prueba en cualquier temporada: la paciencia. La paciencia como concepto ha sido objeto de

nuestro análisis en muchas reflexiones anteriores. Por ejemplo, decíamos en las reflexiones de Abril del 2011 que la “paciencia” (hupomone, G5281), es definida por el Diccionario Teológico Kittel del Nuevo Testamento como la capacidad para enfrentar el mal con valentía. En el mes de Mayo de ese mismo año decíamos que el Apóstol Pablo usa parte de la experiencia, de la inspección y el análisis de circunstancias parecidas a las que enfrentaba en el momento en el que escribía la carta a la Iglesia en Roma (Rom 5:3-5) para poner sobre la mesa una propuesta celestial: “sabemos que estos momentos que producen angustia y tribulación pueden producirnos herramientas y actitudes adecuadas para pelear contra el mal” (hupomone, G5281).

El Diccionario Kittle señala que la raíz de este concepto (meno, G3306) es usada en el Nuevo Testamento para hablar acerca de la inmutabilidad de Dios (que Dios no cambia) y de las

cosas de Dios. Esto es, su consejo (Heb 6:17), Su Palabra (Isa 40:8), etc. Este Diccionario continua diciendo que el Apóstol Juan usa ese concepto para expresar la inmutabilidad e inviolabilidad de la relación que tenemos con la inmanencia de Dios (Dios no puede ser separado de su esencia). Siendo esto así, el Cristianismo es superior a todo lo que el Helenismo presentaba y superior a la relación de Dios con Israel. Israel nunca ha podido participar de una relación con Dios como la que tenemos los creyentes en Cristo. Esto es, el Padre mora en el Hijo (Jn 14:10) y los creyentes permanecen en Cristo (Jn 6:56; 15:4–7; 1 Jn. 2:6, 27 f.; 3:6, 24) y Cristo permanece en los creyentes (Jn. 15:4–7; 1 Jn. 3:24). Dios permanece en los creyentes (1 Jn. 4:16), y los creyentes permanecen en Dios (1 Jn. 2:24; 4:16). Sabiendo todo esto, entonces hay que concluir que la “paciencia” (hupomone, G5281) tiene que ser definida de la siguiente manera: es la capacidad para pelear contra el mal que proviene de nuestra permanencia en Dios, en Cristo Jesús.

O sea, que ser paciente es el producto directo de nuestra permanencia en el Señor a través de la presencia de Cristo Jesús en nosotros. Dicho de otro modo, cuando nuestra

paciencia es puesta a prueba, lo que realmente están midiendo es cuánto hemos decidido

ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.

Ese pasaje bíblico enseña que la falta de paciencia le costó el trono al Rey Saúl. O sea, que la paciencia es

una de las herramientas que garantiza que no echaremos a perder nuestras bendiciones. En nuestra próxima reflexión analizaremos la última materia en la que somos examinados en un nuevo tiempo. Decidimos el concepto de la perseverancia para cerrar este ciclo de reflexiones.

permanecer en Cristo Jesús. Es innegable que la paciencia es retada en los tiempos de prueba y tribulación. Es más, San Pablo dice que la tribulación la produce. Esto es, nos apega a Dios cada vez más. Esta es la misma tesis del Apóstol Santiago (Stg 1:2-4), con la salvedad de que Santiago añade que esa paciencia tiene un trabajo perfecto que completar; hacernos perfectos y cabales. O sea, que el examen de la paciencia seguirá siendo repetido hasta que el creyente obtenga como resultado que es cabal y que es perfecto.La Biblia nos dice lo siguiente en Stg 5:10-11:

10 Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. 11 He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.

Esto puede parecer algo imposible de alcanzar hasta que recordamos que la fuente para generar la paciencia es permanecer en Dios. ¡Alabado sea el Señor! Es por esto que

Santiago nos dice que el asunto de la paciencia es un asunto de sabiduría (Stg 1:5). ¡Los entendidos entiendan!. Es también por esto que el escritor de la carta a los Hebreos nos dice lo siguiente:

35 No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; 36 porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Heb 10:35-36. ¿Por qué hace falta examinar y ensayar la paciencia en un nuevo tiempo? Hace falta formular esta pregunta aunque para muchos parezca que esta es innecesaria. Hay varias respuestas para esta pregunta. La primera respuesta es que se necesita paciencia para esperar la venida del Señor. La Biblia dice lo siguiente en Stg 5:7-9:

7 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. 8 Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. 9 Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.

La segunda respuesta para esta pregunta la extrapolamos leyendo Gn 16:1-2

1 Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. 2 Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai.

En ese pasaje encontramos a una de las parejas más ricas y poderosas de su época: Abram y Sarai. No hay dudas acerca de su prosperidad ni tampoco acerca de sus tratos con Dios. Sin embargo, ese pasaje nos deja ver que la falta de paciencia para esperar

el cumplimiento de la promesa de Dios le llevó a tomar una decisión que produjo unos resultados que todavía afectan a todo el planeta. En otras palabras, la paciencia es necesaria para no crearnos problemas innecesarios ni desarrollar enemigos gratuitos de las promesas y los planes de Dios. Por último, la tercera respuesta a esa pregunta la podemos extrapolar leyendo 1 Sam 13:8-14:

8 Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. 9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. 10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. 11 Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, 12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me

esforcé, pues, y ofrecí holocausto. 13 Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. 14 Mas