ornelia educadora - corneliaconnellylibrary.org e ideas. Como madre, educaba a sus hijos estudiando a cada uno para descubrir el secreto de su originalidad. Su experiencia como

134 135

ue sean ustedes mismas, pero hagan de ustedes todo lo que nuestro eñor quiere que sean. cc

ornelia educadora

No sabemos mucho sobre cómo fue educada Cornelia. Probable-mente vinieron tutores a la casa. Parece que jamás fue a una escuela o colegio. Pero era una persona educada en todo los sentidos de la palabra.

Cornelia aprovechaba las ventajas de una ciudad dinámica y culturalmente rica. Se casó con una persona educada y compartía sus intereses e ideas. Como madre, educaba a sus hijos estudiando a cada uno para descubrir el secreto de su originalidad. Su experiencia como maestra de música y de inglés en los colegios del Sagrado Corazón en Grand Coteau y Roma la vinculaba a la educación formal. En Roma estaba ávida de aprender de las personas que la rodeaban, y de las iglesias y museos mismos, y estudiaba italiano, francés, pintura, piano y voz. De sus directores espirituales aprendió la ciencia de los santos. Sabemos que Cornelia, cuando los Connelly volvieron a Natchez como católicos, estaba pensando en abrir una pequeña escuela para aumentar los ingresos de la familia. Cuando lanzó sus primeras obras educacionales en Derby, sin duda aprendió mucho de Emily Bowles, educadora de primera. En realidad, Cornelia siguió educándose toda la vida.

La originalidad de Cornelia en el campo de la educación consistía en su capacidad de absorber ideas de muchas personas en distintos lugares y combinarlas para crear un sistema totalmente suyo. Se mantenía al corriente con los mejores textos y estudios, sacando de

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:14 PM135

136 137

ellos lo que le servía. Aprovechaba de la experiencia de los expertos reconocidos para crear su propia síntesis.

El enfoque de su sistema era la persona, el ser único. Y su inspi-ración y modelo era el Hijo de Dios encarnado -el Santo Niño Jesús. Cada persona que pasaba por sus manos tenía un valor infinito porque Dios la había creado a su imagen y la había dignificado compartiendo con ella la misma humanidad de su Hijo encarnado. Cada persona, entonces, tenía su propio destino de crecer como expresión original del Modelo único, con talentos y dones perfectamente adaptados a su propia realización. Así que la meta del proceso -y la educación era para ella un proceso orgánico- era el desarrollo de esas capacidades para que la persona realizara su plenitud según el plan de Dios. Dio por sentado, entonces, que la educación empieza en la cuna y sigue durante toda la vida. Los años escolares, la parte formal del proceso, deberían organizarse de una manera tal que cuerpo, mente y espíritu se deleiten en el proceso y se preparen con el estímulo justo para abrirse a la próxima etapa de maduración. Empapada de la mística ignaciana, Cornelia reconoció a Dios en todas las cosas -un Dios que borraba las falsas divisiones entre lo sagrado y lo profano. Todo lo creado era de Dios. Una clase de geología tenía que ver con Dios igual que una clase de religión.

El año 1856 marcó un hito en la aplicación del sistema educa-cional de Cornelia. Se abrió la escuela normal en St Leonards (antes llamado All Souls), y ya Cornelia estaba juntando materiales para su Libro de estudios, una guía para las maestras con indicaciones detalladas en cada asignatura. Sabía con precisión lo que quería transmitir a sus jóvenes maestras, laicas y religiosas, y les daba amplia oportunidad, bajo supervisión, de poner en práctica lo que iban aprendiendo. De esta manera, Cornelia extendió por todo el país su influencia educacional, su filosofía y su método, a través de maestras formadas en su sistema.

Las autoridades reconocieron el éxito de las escuelas de la So-ciedad dispersas por distintas ciudades, que casi siempre recibieron elogios de los inspectores de escuelas. Cornelia fue reconocida por


136 137

ellos como una pionera, muy segura de sus métodos, sistemática-mente práctica, hasta atrevida.

En una época en que la educación femenina era superfi cial y aun banal, Cornelia concibió una educación integral y exigente abrazando todos las ramas, incluidas las de la educación masculina. (Una vez, cuando el gobierno mandó un examen para las muchachas distinto al de los muchachos en la misma asignatura, Cornelia se indignó.) La educación tenía que ver con la verdad, y por eso no había temas prohibidos u ocultos.

En las escuelas de la Sociedad, las alumnas aprendían a compar-tir y relacionarse con sus pares. El método no escatimaba tampoco el tiempo para el recreo, días de fi esta, celebraciones espontáneas, hermosas liturgias, juegos, paseos y obras de teatro. Cada alumno aprendía a meditar y a experimentar la cercanía de Dios en el juego más entretenido, igual que en la capilla frente al Santísimo. Cada actividad promovía la formación moral y valórica, la formación del carácter.

St Leonards, 1887


138 139

Cornelia quería que el proceso de aprendizaje fuera dinámico y movido, lleno de satisfacción para los alumnos; quería que la experiencia gozosa del proceso trajera su propia recompensa. Una parte esencial de su método era la educación de los sentidos y las emociones. Arte, música, la expresión del cuerpo, y el drama, ayuda-ban a la alumna a ver, oír, tocar y gustar la belleza de lo Invisible escondido en lo visible.

El colegio internado de St Leonards para hijas de la clase alta y profesional, y la escuela para los pobres en el mismo sitio (que no se podían mezclar en la Inglaterra de entonces) sirvieron como ter-reno de pruebas para las teorías educacionales de Cornelia. Jóvenes de ambas clases estudiaban la misma materia y llegaban al mismo nivel de aprendizaje.

Siendo mamá, Cornelia sabía cuán importante era la atmósfera del hogar para favorecer el crecimiento de cada uno. En la compa-ñía de religiosas y alumnas, y hasta su vejez, ella proyectaba una imagen joven, entusiasta, contagiosamente alegre. En su sistema la disciplina de la escuela, lejos de ser rígida, debía convertirse en auto disciplina; y la vigilancia intrusa debía ceder el sitio a la confi anza, basada en el honor e integridad de cada uno. Esta confi anza fue la piedra angular de todo su trato con los alumnos.

Cualquier escuela de la Sociedad era un lugar feliz. Las herma-nas conseguían que así fuera por su manera natural y cariñosa con las jóvenes a su cargo. La relación era la de una madre con su hija querida. Por eso Cor-nelia quiso usar el tí-tulo “Madre” para las religiosas. Debían ser afectuosas sin crear dependencias y ex-clusividades, diri-giendo el afecto de los alumnos a Dios. Si el modelo era el Santo Niño Jesús, su St Leonards


138 139

atractivo y su propia dinámica de maduración, día tras día y paso tras paso, debía informar el crecimiento de cada alumna.

En todas las escuelas de la Sociedad regía el mismo clima de diligencia alegre, confianza, libertad de espíritu, afecto, y afán de dar lo mejor de sí mismo de parte de maestras y alumnos. La cuna de este típico “espíritu del Santo Niño” (Holy Child spirit) fue St Leonards. Desde allí, este espíritu llegaría a impregnar todas las escuelas a cargo de la Sociedad.

Una vieja alumna de St Leonards, recordando el sabor de este espíritu, lo calificó de “delicioso y celestial”. Con esto captó algo del espíritu de Cornelia. Es su legado a las escuelas del Santo Niño Jesús, transmitido de generación en generación hasta hoy mismo.

eflexión La educación que Cornelia experimentó y promovió constaba de muchos elementos no formales. ¿Puedes identificar algunos elemen-tos no formales que te han educado? ¿Cuáles serían?

Sabiendo algo del escándalo que persiguió a Cornelia y la de-saprobación de ciertos personajes eclesiásticos, es de maravillarse que tuviera ella el ánimo de armar, y la energía de llevar adelante, su proyecto educacional; y también que hubiera personas con su-ficiente confianza para poner en manos de ella a sus hijas. Si tienes o tuvieras una hija, ¿se la confiarías a Cornelia para educarla? ¿Por qué sí o no? ¿Cuáles son los aspectos del sistema de educación de Cornelia que valorizas más?

Acordándote del clima de tu colegio básico o medio, ¿en qué era parecido a una escuela del Santo Niño Jesús, y en qué diferente? ¿Cómo calificarías tú el espíritu de tu colegio?

Si tuvieras los medios para establecer un colegio para niños o jóvenes, ¿cómo sería? ¿Qué elementos querrías incorporar en la experiencia educacional? ¿Puedes describir tu colegio fantasma?


112 113

eflexión Como católica y religiosa en Inglaterra, Cornelia era parte de una minoría despreciada por muchas personas. La Causa la hizo fa-mosa como objeto de un escándalo público. Siguió con su misión, tenazmente, en medio de una atmósfera cargada de suspicacias, desprecios y odios. ¿Has vivido algo parecido -el tener que enfren-tar prejuicios religiosos o políticos y permanecer fiel a tus ideales y valores contra viento y marea?

Con su falta de experiencia, y siendo demasiado impetuoso, Asperti complicó la vida de Cornelia. Creó roces con Sing y con Jones. ¿Ha habido personas así, que, con buenos motivos pero por falta de discernimiento o tino, han complicado tu propia vida? ¿Qué te pasó?

Parece que la muerte repentina de Mister Jones fue una respuesta a las oraciones de la comunidad por una salida de su problema. ¿Crees tú que fue así, o fue una mera coincidencia?

Cornelia siempre rezaba esta novena “fuerte” a la Virgen Dolo-rosa cuando necesitaba algo importante. ¿Cuáles son las cosas que tú pides a Dios con mayor fuerza? Muchas personas hacen mandas para conseguir algo. ¿Estás de acuerdo con eso?

¿Qué piensas tú, que alguien había robado el testamento y lo devolvió en el último momento? ¿Que fue colocado en el escrito-rio milagrosamente? ¿O que simplemente no lo habían buscado en el lugar correcto? ¿Crees tú en milagros? ¿Conoces de cerca la circunstancia de algún acontecimiento milagroso como respuesta a la oración?


140 141

¿uál es la razón de no ser santas? olamente porque nuestros corazones no están fundamentados en ios. cc

ornelia y ios

El secreto de Cornelia es Dios. Pocas veces Cornelia dejó escapar un testimonio personal de lo que estaba pasando en su interior. Pero sus acciones hablan y traicionan su secreto. Sus reacciones espon-táneas a lo que le pasaba nos dan una pista que lleva a su interior. La energía y perseverancia con que se entregaba a hacer el bien nos dan otra pista. Las dos pistas, la una de carácter pasivo, la otra de carácter activo, nos conducen al Dios conocido y amado en la in-timidad de su alma.

Sigamos por un momento la pista pasiva. Llamémosle “la pista de Jesús crucificado”. Por este camino Dios se hizo conocer y Cornelia aprendió a acoger este modo de encontrarlo.

Muy temprano en su vida, Cornelia experimentó el sufrimiento -la pérdida de su padre, y después, de su madre y su hermano mayor, y la separación del círculo íntimo de la familia. Probablemente su fe protestante, con mucho énfasis en la cruz, le ayudaba a vivir y asumir esas pérdidas muy cristianamente, es decir, conformándose plenamente a la voluntad providencial de Dios. Luego perdió la seguridad de la Iglesia Episcopal y su rol en ella como esposa de un ministro, y con esto perdió, al cambiar de religión, la aprobac-ión de su familia. Cornelia abrazó esas pérdidas no sólo porque la llevaron a la Iglesia Católica sino también porque la colocaron más claramente, respecto a su Señor, en lo que La Imitación de Cristo


140 141

llama “El camino real de la cruz”. La trágica muerte de John Henry fue precedida por un movimiento interior de desprendimiento total: “Mi Dios, si toda esta felicidad no es por tu gloria, te la doy.” Y Dios le enseñó, durante esas cuarenta y tres horas de agonía con su hijo en sus brazos, que también ella era acogida más tiernamente que nunca en el abrazo de un Dios compasivo.

Esa experiencia, vivida como solamente una madre podía vivirla, podría haberla hecho rebelarse contra una divinidad que permitió la muerte de una víctima tan tierna. Por el contrario, en la cara de John Henry vio a aquel otro Hijo a quien el otro Padre permitiera compartir la muerte con aquellos de carne y hueso con quienes todo lo compartió. Desde entonces en adelante, la cruz fue para Cornelia lugar de encuentro y fuente de vida. Ella descubrió como nunca antes que el sufrimiento aceptado con fe lleva a la unión con un Dios que aceptó sufrir por amor. Y el fruto de esta unión era una rara efusión de gozo. Parece que este estado de unión interior con Dios la acompañó por el resto de su vida.

Cornelia tendría que soportar todavía más. Ya hemos visto lo que le pasó en Derby y All Souls, cómo la Causa Connelly convirtió el amor abnegado de pareja en pesadilla, cómo se enfrió la temprana amistad de Emily Bowles y Nicholas Wiseman, y cómo los aprietos financieros frustrarían algunos de sus planes apostólicos más que-ridos. Por medio de estas pruebas Cornelia trazó el camino hacia el Dios secreto de su vida interior. Y cada cruz en el camino sirvió para reafirmar y profundizar esa vida interior con Dios. Ahí se radicó su espíritu misteriosamente alegre.

Es imposible penetrar el santuario interior de una persona para describirlo. ¿De qué color, de qué sabor es esta unión con Dios que Cornelia llevaba adentro? Podemos fijarnos en su uso de palabras como “escondido”, que tanto le gustaba, y “humilde”, “amor”, “ardor”, “unión”, “unir”, “corazón sin división”, “verdad”, “silencio”, “deleite”, “belleza”, “atención”, “paz”... Esas palabras indican algo sagrado pero a la vez íntimo, familiar y manuable, el mueble de su cuarto interior. Señalan un amor mutuo, privado, que está más allá de las palabras, en el que busca derramarse la una por el Otro. La vida conyugal de


142 143

Cornelia con Pierce le había proporcionado un símbolo potente de lo que llegó a experimentar en la unión con Dios.

También nos podemos fijar en lo que la atrae en la intimidad de su alma. Sus devociones, por ejemplo: la Encarnación, el Santísimo, el Santo Niño Jesús, el Sagrado Corazón, la cruz, la Virgen Dolorosa al pie de la cruz, la comunión sacramental, los santos especialmente conocidos por su gran amor -Teresa, Francisco, Catalina, Ignacio, Gertrudes. Cornelia dijo que su propio corazón se ubicaba en el cielo mientras sus pies pisaban la tierra. En la liturgia reconoció un pre-gusto del cielo. Hasta el Papa Pío IX le pareció “un pedacito del cielo desvaneciéndose” frente a sus ojos cuando se retiraba luego de una conversación con ella. Para Cornelia, esas realidades eran signos palpables del Dios encarnado, Dios presente, Dios induciéndola a “acercarse al agua” en el centro de su propio corazón. Servían para transportarla hacia sus orígenes en el mundo de más allá -un mundo que llevaba dentro. Sus devociones adornaron con sus propios colores y gustos esta unión tan particular de Cornelia con Dios.

La respuesta de Cornelia a la vida con sus contradicciones in-eludibles era fíat, “sí, Señor, siempre sí”, “que se haga en mí lo que has dicho”. Lejos de indicar algún tipo de fatalismo, esas expresiones revelaban la actitud más profunda de su alma. Es como si dijera: “Aquí, en este momento y a través de esta cosa que cruza mi vida, te digo que sí con todo mi ser.” En su actitud obediencial Cornelia se aferró a Cristo obediente hasta la muerte. Y lo hizo incontables veces. Esta unión en obediencia era la fuente de toda la energía que la animaba para hacer y producir grandes cosas. Paradójicamente, esta vía pasiva hacia la unión con Dios -el padecer- llevaba hacia la fuente de su energía. La empujaba a actuar con una audacia que escandalizaba a sus detractores y pasmaba a sus admiradores. .

Sigamos ahora la pista positiva, que también nos lleva al santuario interior de Cornelia. Porque allí nació su dinamismo, su impulso activo hacia el mundo. Llamémosla “la pista del Niño”.

Cornelia dio a luz cinco veces. Como sabe toda mamá, la expe-riencia del parto, con todos sus dolores, es algo eufórica, milagrosa. Es ver en la cara del recién nacido la marca de Dios creador. Después


142 143

de este momento, Cornelia acompañó cada paso del desarrollo de cada hijo. Tuvo tiempo para contemplar el proceso de crecimiento orgánico, y de reconocer una dinámica adentro empujando al niño hacia la madurez. Sabía que el destino y derecho de cada niño es la adultez.

No es por casualidad que Cornelia eligió para la Sociedad el nombre del “Santo Niño Jesús”. El nombre puede haber sido dado, pero también saltó del tejido de su propia carne. Sus experiencias le dijeron que los niños son un don y manifestación de Dios, y que el Santo Niño Jesús fue el don supremo de Dios. En este Niño Cor-nelia se encontraba con Dios, un Dios accesible, tierno, acogedor. Le encantaba la contemplación de un Dios todopoderoso, eterno, invisible, que se nos acerca como Niño -débil, temporal, visible, suficientemente pequeño para recibirle en las manos. Ese Dios le mostraba otro modo de identificarse con Él, el de la humildad. El acceso a Él a través del Niño la unía a un Dios que actúa, que mueve las cosas desde dentro, que lleva a las personas a su plenitud. La unión con Dios Niño le abría un sendero seguro al crecimiento hacia “la plena estatura de Cristo”, el sendero de la humildad.

Esta percepción de la fuerza expansiva del Niño, la potencialidad de la Encarnación para llevar todas las cosas hacia su plenitud, hizo de ella una observadora reverente y una participante entusiasta en la acción de Dios. Su percepción de la Encarnación como proceso progresivo le permitió a Cornelia ser una contemplativa en acción. Cada tarea, cada proyecto, aun el más prosaico, visto como una ex-tensión de la Encarnación, podía ser un sitio de encuentro con Dios. Cornelia se identificó con el deseo de Dios de revelarse en medio de toda acción constructiva del reino. Así, el amor activo de Cornelia la animaba a correr por el camino de la acción, sin perder jamás la visión de Él, en cuya compañía se encontraba. Lo que Cornelia pedía era “un amor lleno de acción”. Y es lo que recibía.

Las jóvenes religiosas, las alumnas y las ya formadas, también podían seguir creciendo como crecía Él. El niño dentro de cada una tendría que estirarse hacia la meta -la realización plena de su propia potencialidad en Dios.


144 145

Cornelia y Dios, Dios y Cornelia, un dúo inseparable porque, como dijo ella, “pertenezco totalmente a Dios”. Sería interesante imaginar a una Cornelia no separada nunca de Pierce, los dos siem-pre en Grand Coteau con sus hijos creciendo a su lado. No habría sufrido las mismas persecuciones ni dejado un legado institucional como la Sociedad del Santo Niño Jesús, pero su vida habría sido igualmente escondida “con Cristo en Dios”. El efecto de esta con-junción de su alma con Dios habría enriquecido la Iglesia de una manera más oculta, pero no menos eficaz. Dios tiene sus razones. Nos dio una Cornelia muy pública para mostrarnos cuando menos dos vías por donde Él nos espera en nuestro propio interior: la vía pasiva del Cristo crucificado, y la vía activa del Niño destinado a crecer hacia la plena madurez.


144 145

eflexión Sería un error pensar que Cornelia llegó a una unión muy fuerte con Dios porque era religiosa. Por supuesto, ciertas prácticas de la vida religiosa la ayudaron a mantener su enfoque solamente en Dios, pero sabía aprovecharlo todo en la vida como “tierra sagrada” de encuentro con Dios. Su gran deseo de Dios era la lámpara que rev-elaba a Dios en todas partes. ¿Cuán fuerte es el deseo con que buscas tú a Dios? Piensa en las veces en que has encontrado a Dios. ¿Puedes recordar cómo fue el encuentro?

La vía pasiva que llevó a Cornelia al encuentro con Dios no era una pista elegida sino asumida. Su gran “Sí” a lo que no podía cam-biar abrió la puerta interior a un Dios consolador, misericordioso, dador de paz. Tú, en medio de alguna gran prueba, ¿has vivido algo semejante?

Como conversa, Cornelia amaba las devociones tradicionales de la Iglesia Católica. A través de ellas, sus cinco sentidos entraron en la experiencia de Dios dándole color, gusto y calidez. Y quiso que las alumnas en las escuelas de la Sociedad experimentaran lo mismo. ¿Cuáles son las devociones que más te atraen? ¿Tienes alguna devo-ción favorita que te permita “ver y gustar” la bondad de Dios?

Cornelia compartió con el Niño Jesús algunos rasgos muy atractivos -su sencillez, su gozo, su confianza, su energía, su es-píritu juvenil, su optimismo, su disposición de experimentar, su humildad, su encanto. Las personas que se sienten atraídas a ella y a la Sociedad tienen muchos de los mismos rasgos. ¿Cuáles son los rasgos o cualidades que tú compartes con Cornelia y con el Santo Niño Jesús?


146 147

omos lo que somos a la vista de ios, ni más ni menos. cc

ornelia, ¿quién eres tú?

Uno de los dichos más conocidos de Cornelia es: “Que sean ustedes mismas, pero hagan de ustedes todo lo que nuestro Señor quiere que sean.” Esta combinación de “sean” y “hagan” nos da una clave para descifrar quién es Cornelia. En parte Cornelia es lo que los genes y las circunstancias de su vida dictaron -mujer, filadelfiana, del siglo diecinueve, protestante, miembro de una familia acomo-dada y cariñosa, dotada de belleza e inteligencia, delicada de salud, madre, separada, fundadora, víctima, cosmoplita, etcétera. En al-gunos de estos elementos hay una dosis de consentimiento, de “hagan”’, pero la iniciativa no era suya.

Por otro lado, en parte Cornelia es lo que hizo de sí -esposa, católica, religiosa, formadora, experta en negocios, educadora, autora, directora teatral, defensora de la justicia, negociadora, ad-ministradora, artista, músico, arquitecta, constructora, liturgista, contemplativa en acción, radicalmente abierta a todo lo que Dios le pidió.

Pero todavía no la conocemos. ¿Cómo es su voz, su risa, su manera de escucharte, la rapidez o lentitud con que camina o hace cosas, sus gestos y peculiaridades, su postura en la capilla, en el recreo, en la sala de clase? Ya la hemos visto en su juventud, cuando se casó. Ahora escuchemos a algunas personas que vivieron con ella o la conocieron bien. Y no olvidemos a sus detractores.

Francis Bellasis conoció a Cornelia como alumna en St Leonards y después como miembro de la Sociedad y maestra de novicias. Dice


146 147

de ella: ”No era nada cobarde—procedía sin tomar en cuenta lo que otros dirían de ella, sin cuidado en cuanto a lo que pensaran de ella personalmente, al perseguir un curso de acción que ella consideraba correcto, o al defender a individuos o la Sociedad. Y, aun más, cu-ando ella sentía que estaba en juego un principio, hablaba con un grado de valentía que iba más allá de la comprensión de muchos.” Así, la “beata esposa”, el “ángel de mujer” de Pierce se transformaba en una persona independiente y fuerte, una luchadora por la verdad y la justicia. Pero Cornelia no tenía nada de hombruna. “Sería casi imposible”, decía otra hermana, “transmitir en palabras una idea adecuada de su espíritu radiante y gozoso”. Y seguía comentando el “encanto de su personalidad, su fuerza tranquila y reverente que comunicaba algo de su unión con Dios.” Una vez, alguien la escuchó leer en voz alta: “Cristo nos ha amado con un amor imperecedero”, en un tono de voz tan impresionante que jamás lo olvidaría.

No cabe duda de que Cornelia era bella, vivaz, amena y espon-tánea, la “vida y alma” del convento. Pero, a la vez, estaba investida de un aire de autoridad -rasgo natural de su personalidad. Una joven comentó: “Si la Reverenda Madre me pidiera que besara sus pies, tendría que hacerlo.” Y un padre de cuatro alumnas en St Leonards dijo que si tuviera cien hijas, las confiaría todas en las manos de Cornelia. Pero esa autoridad, que era tan necesaria al comienzo, y también después, para mantener la Sociedad unida durante los años difíciles, llegó a ser algo negativo a la vista de un pequeño grupo rebelde en la Sociedad. A sus espaldas, tachaban a Cornelia de autoritaria y arbitraria. Sin embargo, ya en su vejez, motivaba en una compañera de muchos años esta observación: “La he visto profundamente afligida y puesta a prueba en grado extremo, pero jamás la he visto olvidar esa tranquila dignidad y ese apacible com-portamiento tan admirado en una persona de autoridad.”

La mera presencia de Cornelia ejerció muchas veces una in-fluencia notable. Una ex-alumna, recordando su experiencia en St Leonards, escribió: “La Reverenda Madre tenía un carácter magistral, un maravilloso amor a Dios, y gran poder de influencia sobre los demás”. Las novicias solían entrar en la capilla para espiarla sum-


148 149

El Papa Gregorio XVI


150 151

eflexión “Que seas tú misma”. Este dicho de Cornelia apunta a su valori-zación de la transparencia, la sencillez, la sinceridad, la auto-acep-tación, y mucho más. Es lo que habría de aconsejar a Merty en cierta ocasión en que él quiso que su mamá practicara un pequeño truco (engañar al prefecto de alumnos escondiendo plata en un tarro de cocoa). Explica también su reacción visceral frente a la duplicidad. Pensando en la tentación de aparecer diferente de lo que uno es, ¿puedes identificar tu tentación particular? ¿En qué campo está—en lo físico, lo intelectual, lo económico, etc.? ¿Cuán-do te sientes más cómoda o cómodo siendo la persona que eres?

“Que hagan de ustedes mismos todo lo que nuestro Señor quiere que sean.” Cornelia creyó firmemente en el libre albedrío. Pensaba que la santidad dependía del ejercicio de esa libertad para elegir el bien y rechazar el mal. Piensa en lo que has hecho de ti -dueña de casa, hombre de negocios, cocinera, trabajador, experta en contabi-lidad, militar, titulado o titulada en una u otra disciplina, etc. ¿Qué parte o potencialidad de tu persona está todavía por desarrollarse para realizar tu destino? ¿Qué te lo impide? ¿Te es posible realizarte en el ambiente en que vives? ¿Qué opinas tú?

Cornelia era una persona que provocaba reacciones opuestas. Algunos chocaron con su integridad inamovible, y la culparon. Otros, atraídos por ella, terminaron encontrándose con el Dios de sus propias vidas. No era tan diferente de Jesucristo. ¿Has conocido a personas así -personas fuertes, con admiradores y detractores? ¿Puedes nombrar a alguna? ¿Cómo te sientes en su presencia?

Cornelia tenía sus debilidades -las de una persona de carácter fuerte. Cabe decir también que algunos de sus detractores tenían grandes virtudes. ¿Es posible ser santo o santa sin eliminar las de-bilidades? ¿Qué piensas tú?


148 149

ergida en la oración. Todas tenían la impresión de que “pasaba sus días en oración continua”. Un pastor protestante, al oírla cantar en la capilla, se convirtió al catolicismo. Tenía en su voz una calidad espiritual que llegaba al corazón.

Hemos vislumbrado en Cornelia un lado perseverante, persistente y, para decir la verdad, porfiado. Ejercía su legítima autoridad para defender una y otra vez la Sociedad que el Papa mismo había lanzado a la vida. Americana en país extranjero -país que casi la condenó a volver a un marido apóstata-, tenía que ser fuerte. Su responsabili-dad a veces la colocaba en una posición opuesta a algunos obispos. Aunque Newman reconoció en ella “una persona entusiasta en el mejor sentido de la palabra”, y mandó a Emily Bowles a unirse a Cornelia, cambió de opinión cuando Emily cayó en desgracia. En-tonces Cornelia era “esa yanqui”. Wiseman la admiraba y a la vez se sentía contrariado por ella; la reconoció como “una mujer de gran ingeniosidad y carácter fuerte, pero dócil y lista para someterse a cualquier condición que se le imponga”. Sin embargo, después de algún contratiempo con ella, se refirió al “carácter dominante e ingobernable de esa señora americana”. Por el hábito de Cornelia de hablar directamente, con “sí” y “no”, el hermano de Emily dijo: “Jamás he visto una mujer tan insolente como Madre Connelly”. Para el Obispo Ullathorne era un hueso duro de roer: “Hay que controlarla con mano dura. Habla como pagana. Con ella no va el agua de rosas.”

Esa mujer “atrevida” logró trazar, entre elogios e imprecaciones, entre admiración y desprecio, una trayectoria muy recta -como una flecha al blanco. Sus admiradores no la sedujeron, y sus enemigos no la amargaron. Dios, y sólo El, la mantenía enfocada y bien equili-brada sicológica y espiritualmente.

¿Quién eres tú, Cornelia?... Ella no demora en dar la respuesta: “Pregúntaselo a Dios, porque pertenezco totalmente a Él”. Y Dios responde: “Cornelia es alguien que hizo de sí misma todo lo que yo quise que fuera”.


Documents

ornelia educadora - corneliaconnellylibrary.org e ideas. Como madre, educaba a sus hijos estudiando a cada uno para descubrir el secreto de su originalidad. Su experiencia como