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oriental 16lah is toria dela lit eratura uruguaya

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Este fascículo ha sido preparado por elDr. Carlos Martínez Moreno y adaptadopor el Departamento Literario del CentroEditor de América Latina.

la hi!itoria dI' laliteratura UI uquaya

16. Los narradores del Novecientos:Carlos Reyles.

CAPITULO ORIENTAL presentará semanalmente, en su,treinta )' ocho fasCículos, la historia de la literatma urugu;fya.El conjunto abarcará un panorama completo, desarrollado enexten.sión yen profundid?-d, de las obras más representativasde la producción literaria nacional, desde la Conquista 'j JaPatria Vieja hasta nuestros días. El lector"podrá coleccionarel texto ilustrado de estos fascícúlos, para contar con un vo!u~

meri completo al cabo de su publicación; simuJt~neamente.separando las tapas podrá disponer de una valiosa iconografíade Ja historia del país.Los libros que acompañan a los fascículos forma:;án la" Biblioteca Urug-u3Y3 Fundamenta!".

Reyles de viaje

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LOS.·.·\NARRADORESDEL NOVECIENTOS:CARLOSREYLES

DE LOS PRIMEROS TIEMPOS

En esos casi setenta años de una vida abi­garrada de hechos, veteada de buenos y ma­los golpes de la fortuna, lo había tenido todoy todo lo había dilapidado, regalado, menos­preciado o perdido: una mujer hermosa conla que se casó en años de adolescencia yabandonó pronto; amantes; campos como pié­lagos, que heredó de don Carlos Genaro Rey­les, trabajó, meioró y en definitiva liquidó;cabañas, haras, palacios en Buenos Aires y enParís; familia, incontcíbles viaies a Europa, po­siciones, riqueza.

El mismo origen uruguayo de su familia es"aventurero y novelesco. Parece establecido quesu abuelo, Genaro Raile, nació en 1786 ÉmManchester, condado de lancaster. Un barcode ultramar lo acercó a nuestras costas yRaile ganó nadando las playas de Maldonado,yendo a radicarse en San Carlos. Eso pasabaen 1806, el mismo año de las In­glesas. Allí se casa RoBe, allísu hijo Carlos Genaro; allí el inrnifllrant~

do abusivamente a la bebida­los años de 1830 y 1836.

Carlos Genaro esReyles, aunque su hijomayor grado. En" tiernp()sción de tierras yGuerra Grande, donapellido se había tralns"fOrmCldoobtuvo que le

Este año se cumple el centenario de CarlosReyles. El escritor nació en Montevideo (algu­nos de sus biógrafos pretenden que en Duraz­no I el 30 de octubre de 1868. Y se cumplenasimismo treinta años corridos desde su muerte:cuando tenía casi setenta, el 24 de julio de1938, moría completamente abandonado y alcabo del proceso de una enfermedad dolorosa(arteritis obliterante I en el parvo y triste re­fugio de su vejez desapacible y empobrecida:un apartamentito desmantelado del PalacioDíaz, sobre la avenida 18 de Julio.

Ese mismo "día murió también Pedro Figari.Ajena por igual al escritor y al pintor, unaenorme multitud manifestó esa tarde por 18,reclamando del Presidente Baldomir "nuevaConstitución y leyes democráticas". Al día si­guiente, todo Montevideo hablaba del mitiode Julio; pocos, muy pocos se acordaban deReyles o de Figari. los fastos del civismo tie­nen esa bárbara condición reductora. Y a Rey­les el calor popular nunca se le había dado;hombre nacido para dominar a otros tantocomo para escribir, había actuado en mediosrurales y -en sus años de apogeo- enam­bien tes mundanos. la ambición yla suerteno le habían dado tregua. la "Soledad, fielcompañera" -de que habló en uno de susensayos- velaba junto a su lecho en la horaúltima. Reylesla engañaba con la suposiciónilusoria de una vida galante, que ya habíadesaparecido en sus años crepusculares. Sólolo atendía un aya, y había dejado el aparta­mento para irse a descansar, cuando Reylesmurió, acaso en mitad del sueño.

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La primera juventud

campo, en Tacuarembó, cerca del Río Negro.Fueron el casco de su latifundio incipiente, !oque se llamó en su origen lo estancia .. BellaVista". Cuando Carlos Genaro Reylesla extien­de y puebla, la que pasa a ser estancia "ElParaíso" (hoy campos de Bordaverry) abarcacincuenta y tres suertes de campo, o sea<Jreintay dos mil cien cuadras cuadradas, pobl~das

con ganado fino eDurham,con fantasíasfol11()potreros de un solo pelo,. atc. Yo el estancieroemplea o da vivienda en ella a doscientasper­sonas, ocupadas en ganadería, huerta'iin~ul:la.­

dora, cria de avestruces, lechería, pulpería,carpintería y herrería. . .

El 27 de marzo de 1862, Carlos (;e l1aroReyle;y.de treinta y seis años, casa con Marí~

Gotiérrez, de veinte, hermosa carolina. Hay r.e­tratos de ambos, pintados por Blanes, actual­mente incorporados al Museo Municipal de Be­llas Artes.

La familia tiene un destino accidentado ytrágico. Nace un primer Carlos Reyles,quemuere al año. Y al Carlos Claudio que vendrádespués, lo suceden Rogelio Manuel Aurelio(muerto a los siete años en 1877) y CiriacoConrado Felipe Alberto (muerto a los doceaños, en 1884, de una caída de caballo, en"El Paraíso"). A los treinta y cinco de edad,también en el año 1877, muere la hermosamadre de Reyles, fulminada por una hemorra­gia cerebral, mientras se bañaba en las aguas

loS años mozos

del río ("El Paraíso" quedaba en el departa­mento de Durazno, y hacia el norte de la es­tancia corría el Río Negro).

Cuando en 1885 Carlos Reyles egresa delColegio Hispano-Uruguayo, regenteado porMontero Vidarrueta -a quien el rico joven hacomprado la 'Colección _de Clásicos de Rivad~­

neyra, que se ha leído en la soledad sin ami­°gos del pupilaje- no tiene más que a su pa­dre. Su padre, con quien ha mantenido unarelación azarosa, de afectos y rechazos: en1885 le ha reprochado haberlo visto en¡ el pros­tíbulo, ha sido golpeado por él y ha simuladoun suicidio. Desde esa época vive instalado porsu cuenta en la calle Sarandí, en Montevideo,como un rumboso dandy. El 5 de mayo de 1886muere don Carlos Genaro Reyles, que otorgaun testamento espectacular, con legados y ren­tas vitalicias muy cuantiosos. Sobre el últimoinstante, conjura a su hijo a que lo continúeen el mejoramiento de los ganados de "ElParaíso".

Para Reyles, comienzan años frívolos y dis­pendiosos. Pelea con albaceas y curiales, gas­ta en exceso, se le quiere embretar en pensio­nes judiciales. Lucha, interviene en la redacciónde sus alegatos, pide su habilitación de edad.La obtiene por matrimonio cuando el 21 dejunio de 1887 casa con Antonia Hierro, garbo­sa tiple de una compañía de zarzuelas que pa­sa por Montevideo.

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El escritor que cultivó la galanura

LOS VIAJES Y LAS OBRAS

En noviembre de 1888, cuando Carlos Reylestiene veinte años flamantes, edita en quinien­tos ejemplares su novela autobiográfica Porla vida. Es una obra de juventud, literaria­mente desprovista de valores. Reyles proce­dió, con los años, a requisarla de todas lasestanterías en que pudiera encontrarse, inclui­das las de la Biblioteca Nacional; pero fue unacto equivoco, entre la contrición filial y elorgullo literario: porque Por la vida da unaprimera y áspera estampa, que los años dul­cificarán después hasta la beatificación, dedon Carlos Genaro Reyles (el Pedro Crookerde La RMa de Caín, la matriarcal Mamagelade El Terruño, el feudal Don Fausto de ElGaucho Florido); y porque Por la vida es muymala.

Los años 89 y 90 son los años de la im­plantación feudal de Reyles: toma posesión desus bienes, vertiginosamente disminuidos, liqui­da deudas, otorga poderes y en 1891 ... viajaa España y particularmente a Sevilla.

En España publica en 1892 su ensayo sobreEl Gaucho; en 1893 ve la luz su cuento Man­silla, embriÓn de El Gaucho Florido de 1932 y,según algunos de sus críticos, su mejor narra­ción breve. En 1894, ya regresado al país,aparece Beba, que tira mil ejemplares y es,para la época, un "best-seller''oEsun canto

Posando en lobería

a la ganadería, al impulso pionero y subsidia­riamente al amor y al instinto fuera de lasconvenciones.

Se abre a partir de entonces una épocade su vida que se disputan los viajes, los ar­tículois periodísticos, a veces polémicos, loscuentos o novelas breves y las actividades ru­rales y ruralistas. En 1895 publica en Monte­video una primera versión de Sueño de Rapiñay La odisea de Perucho. Prilnitivo, novela corta(que entrará, como subtema, en El terruño) esde 1896, y el prólogo con que la presenta esun manifiesto modernista, sobre el que volveráluego y a través de los años (en- el artículo Lanovela del porvenir, de 1897, en Arte de no­velar, incluido en Incitaciones, de 1936).

En 1897, nuevamente en Europa, Reylescribe en la Villa Nicquet (en Arcachon,de) El Extraño, segunda novela corta deAcademias y la más estridente de lasmodernistas de su prosa. En Madrid, eseaño, 'se publica El Extraño. Juan Valera,triarca de las letras españolas, escribeJulio Guzmán, el héroe fatigado yEl Extraño, es un sujeto "insufrible, delgolilal1tey apestoso". Y el impetuosoveintinueve años trabavenerable autor

El 1898, vueltoen un episodio al queseñor feudal y su imloa~:ielrlte

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EL IDEOLOGO DE LA FUERZACarlos Reyles dijo uno vez: "Yo vivo mis

ideos"; lo dijo en un desplante, como ha­blaba o menudo, y poro desdeñar el doctri­narismo desasido de otros (de Rodó, espe­cialmente). También citaba con frecuenciauna frose de lules de Goultier: "El hombremoral es el que prefiere o lo vida lo con­cepción que él se ha f?rmodo de sí mismoy de lo vida".>~st.Cl.sentencio, poco optoporo la mejor r~ceptividad y la mayor aper­tura de' ur >.n>ovelistoi frente a lo realidad.que lo r?d~a, .. c01l1pendia o un tiempo locontinuidcs.dyla ergeblez del' Reyles enso­yisto..Í'orque, ••. e~'?fuflc;{0lTlental,. el pensa·miento de R~yles ensayista est.uvo siempre> de- •terminado por lo situación de Reyles comopersono. y la verdad del "Yo vivo mis ideos"explico las contradicciones que suelen existiren su pensamiento: lo que medio entre Lomuerte del. cisne y los Diálogos Olímpicos,explicable porque los sentimientos del ideó­logo de la fuerzo lo empujaban o desertardel lodo del más fuerte en lo Guerra.

Reyles leyó largamente, en su vida, aunoscuantos filósofos y abrevó decididamente ensu pensamiento: leyó a Hobbes (de quien ex­trajo la idea de lo lucho de todos controtodos y el deseo de poder), o Hume, Locke,Berkeley, Spilloza, Dorwin, Schopenhouer,Nietzsche (que lo morcó fuertemente), Foui·I/ée, Le Bon (vivir es cambiar), Le Dantec (seres luchar, vivir es vencer), Max Scheler.

Del positivismo celebraba el método ob·jetivo, pero no las conclusiones. Su credopropio estaba informado por principios dematerialismo, de vitalismo hed6nístico, deenergetismo (de élan vital). Difundía el cultode lo fuerza, del poder, del dinero: lo ideo­logía de la fuerza, lo metafísica del oro.

Desde muy joven, creyó percibir "el ca·rácter guerrero de todos los fenómenos" y"la tendencia del hombre o poseer y domi­nar". A sus diecisiete años, copió en uno desus cuadernos estos versos de Fray Luis daLeón: "Con rigor enemigo I todos los cosasentre sí pelean". De Heráclito, su preferidoentre los filósofos de la edad clásico, absor­bió el dinamismo. Profesó que todo es nue­vo y que la lucha es madre de todas loscosos. Esos ideos energéticas, esos implanta­ciones crudos y autoritarios condecíon con susituación personal de rico y con su condi­ción de pionero rurol, de realizador, deamo. Reyles, por eso, los asumió hasta el fin.En una' exégesis elemental, su concepción delmundo yde la vida ha sido categorizodade este modo: o) Lo Fuerzo es sustrotoúltimoy. causo> prirTlerade todClel universo; bJ PorFuerzas¡{entiend~ "e/.nombre común y. sin­tético de los energías noturo/es"; c) Materia

y Fuerzo son uno solo y mismo coso; d) Losfenómenos de lo conciencio no son más queformas de lo moterio.

Su ideología de lo fuerzo es, así, uno ideo­logía de lo materia, y como tal rimo con loépoca. "Lo constancia en Reyles del vitalis­mo como doctrino moral -se ha dicho- esno sólo inseparable sino también solidariode lo constancia de su materialismo comodoctrina metafísico. Este materialismo meta­físico es un materialismo de lo fuerzo; el vi­talismo ético ero un vitalismo de lo volun­tad". El libro central de este planteamientofilosófico -que no se elucido con el lenguajeadusto de los filósofos, sino con el recama­do estilo del esteto modernista que persistiósiempre en el Reyles de los ensayos- es Lamuerte del cisne (1910), correlato ensoyísti­co -o un decenio de distoncio- de La Rozade Caín (1900). Pero los circunstancias his­tóricos ("Yo vivo mis ideos") harán que enlos Diálogos Olímpicos (dos tomos de 1919)Reyles regrese o un criterio conciliador, in­vocando expresamente lo noción de "volun­tad de conciencio"; levanta entonces, frentea lo rozón universal, que es la Fuerzo, lorozón humano, que es lo justicia. Escribíaestos palabras en los años de lo PrimeroGuerra Mundial: Germanio ero lo fuerzo,Rey/es estaba sentimentalmente con Francia.

De allí en adelante -como ha escritoArdoo- "su metafísico seguía siendo mote­rialisia; su morol había dejado de ser nietz­cheona".

Ese concepto dialéctico de lo vida comolucho (lo vida y el ring, descripción del matchCarpentier-Sul/ivon, lo vida y la pedona, elespíritu deportivo y el espíritu mercantil) sehizo también sustancio estético en Reyles, ylos páginas del ensayista literario, del ob­servador mundano y del creador novelescoasí lo registron.

Pero, en su formulación capital, este idea­rio se modulo en Lo muert!" del cisne y enlos dos volúmenes de Diálogos Olímpicos(A polo y Dionisio, Cristo y Mommon). El restode su producción ensayístico es, en ciertomodo, uno silva de vario lección. Panoramas.del mundo actual (1932) recoge los confe­rencias de lo cátedro, que Reyles incluiráfinalmente como parte de Ego Sumo Secontienen allí los reflexiones de su edadcrepuscular, aunque lúcido: El hombre hadejado de ser lo medido de todos los cosos.¿Qué somos, qué queremos, qué podemos?,¿Decadencia? Lo areno movediza y lo rocaduro del olmo, el rumbo fijo del destino hu­mano. Preocupado por el mundo que lorodeo, suficientemente desarbolado ·de su~

orgullos poro poder echarle -ounque desdeestructuras de olmo yo inmodificobles- uno

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ojeada melancólica y deseosa de penetra­ción, el Rey/es de las Conferencias es unser dramático, casi patético en su hieratismo.Estos Panoramas son su última versión comoespectador.

Incitaciones (1936) contiene reflexionesafectivas y éticas (Soledad, fiel compañera,La Vida y la Moral) y predominantementeensayos literarios: sobre el arte de novelar,sobre Quijote, sobre Don Juan, sobre Proust,sobre Va/éry; se cierra con la conferencia de1929, sobre Resonancias de Sevilla.

Ego Sum (póstumo, 1939) tiene por centroel texto de las conferencias ya editadas enPanoramas e incluye addendas literarias enlas que resplandece su definitiva fijación enla lectura del Quijote y sus valoraciones (endespedida) acerca de las posibilidades dela lengua y el estilo literario, junto a algunaconsideración galante, de la índole de lasque dominaron su vida como hombre deéxito e impregnaron imaginativamente lastristes horas finales del Palacio Díaz y ladebilísima insistencia novelesca de "A bata­llas de amor ... ".

Toda esta ideología de la fuerza, así comosu actitud de pionerismo, determinaron suactitud política ("Yo vivo mis ideas"): Rey/esfue congruentemente privatista, ruralista,anti-estatista, anti-batllista, oligarca, aristo­cratizante.

Sus ideas políticas, en cuanto referidas alpaís, pueden haber estado teñidas por elfracaso de su vocación o ambición política:no dejó de ser colorado pero habría trans­ferido con gusto los centros de poder desdelos partidos políticos a la Federación Rural.

En el mundo más vasto que le era con­temporáneo, su nietzschismo remanente (apesar de la "voluntad de conciencia") lohizo simpatizar con Mussolini y D'Annum;io,con Maurras, León Daudet y /'Action Fran­¡;aise; fue también partidario de Primo deRivera y enemigo de la República Española.Ardao le encuentra colindancias de pensa­miento con Marx y el Marxismo, GervasioGuillot Muñoz dice que sabía poco o nadade doctrina marxista. El anti-comunismo, queaparece en su última época de ens?yista,llega a extremos febricitantes en el d,scursode bienvenida a Marañón. Tenía al respectoideas un tanto arbitrarias y pueriles: "Elbolchevique es el troglodita tecnificado",recuerdan haberle oído decir sus amigos.

Gervasio Guillot Muñoz, en un libro cauti­vante (Lo conversación de Carlos Reyles) hareferido muy bien las atracciones y los recha­zos que caracterizaron el pensamiento _polí­tico del Rey/es de la última época. Seguíansiendo sus antiguos pensamientos de señorfeudal, pasados por el doble tamiz irritantede la pobreza y de- la soledad.

La no muy fielimagen que Zuloaga

creó para él.

coraje. En defensa de unos medianeros, escribeun panfleto injurioso contra el Escribano Piccar­do. Accidentalmente se encuentran ambos enla Estación de Molles y, en secuencia de wes­tem, se bolean en lo oscuro, porque la lám­para del despacho del jefe de estación ha vo­lado a los primeros tiros. Cuando se despejala confusión, Piccardo, un sobrino de Reyles yun negro han muerto; Reyles está ileso y cruzaa dormir a -la fonda de enfrente. Es el 2 dejulio de 1898. Al dio siguiente lo detienen, el19 de agosto, lo excarcelan bajo fianza y el20 de agosto, tras un peritaje balístico que 1.:>excluye como autor de las muertes, lo absuel­ven.

En 1900, Ollendorf publica en París La Razade Caín, que es acaso la más ceñido y mejorcompuesta de todas las novelas de Re-yles.Parcialmente, Reyles abjura allí de los exotis­mas modernistas que inspiraron El Extraño yJulio Guzmán es destituido a impotente en suspáginas; mata, no se anima a morir. lo ideo-

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DoñaAntonia

Hierro deReyles,

la esposa;

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logia de la fuerza, el culto del poder y deldinero exultan en La Raza de< Caín, donde los ri·cos son los seres saludables, mientras que los in·telectuales (Cacio, Guzmán, el caricatural Men·chaca): son débiles, perversos, c1audicantes oenfermos.

En 1901, Reyles es proclamado candidato ;)la presidencia del Club libertad (colorado)pero lo derrota el Dr. Juan María Lago. El 8de setiembre de ese año, funda el Club VidaNueva, siempre dentro del Partido Colorado, einvita a un fastuoso almuerzo en la CabañaReyles, de Melilla, a más de cuairocientos cin.cuenta jóvenes, que constituyen la élite socialy territorial de la época. Un tren expreso llevaa los invitados a Colón; desde allí se les tras·leda a Melilla. Reyles les dirige un apasiona·do discurso y tienta así una puerta para suactuación cívica; puerta que cláusurarán muypronto sus fracasos en este terreno.

Hacia fines de 1901, nuevo viaje a Europa.El año antes ha nacido Alma Reyles, la únicade sus hijos que hoy vive: su hija mujer, lapredilecta del padre.

En 1902, se publica en Buenos Aires elcuento Capricho de Goya, germen de El em­brujo de Sevilla, la novela andaluza de 1922.En 1903, Reyles edita el folleto El Ideal Nue­vo, "antes de volverme definitivamente a mijardín solitario", como empieza diciendo. Laideología pionera, rural, anti·motinera de Rey.les está allí trazada, y junto a la conferenciadicha en Molles, en diciembre de 1908, ElIdeal Nuevo significa la fundación de unacorriente de ideas que muchas décadas despuéscobraría cuerpo en un RUTalismo pseudo·gre.mial y de intenciones políticas, que jamás menocionó este papel iniciador de Reyles.

Reyles no creía en las patriadas; el romanoticismo de la patriada ("aire libre y carnegorda"), con sus cortes de alambrados y susvivacs donde se carnean reses requisadas osimplemente robadas, le repugnaba profunda.mente, como hombre de orden rural, como hom.bre de empresa estanciera. El romanticismode la patriada es un culto de los blancos yReyles (aunque ya muy descreído de partidosy de políticos) seguía siendo y moriría colo·rado. Cuando se compara al Reyles antiheroicode El Ideal Nuevo y El Terruño con el ZavalaMlJniz cantor de gesta de Crónica de Muniz,resulta inevitable que el más viejo nos parezcael más realista yel más actual.

En 1905 la familia Reyles se instala perdu·rablemente en París, Avenue d'léna, y en1906 Reyles se separa de Antonia Hierro, que,!,odrá seis años antes que él, en 1932, sinque hayan vuelto a reunirse.

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Reyles en yeso,por .Gervasío Furest

Carlos Reyles ensu haras de Lobería

LOS A~OS DORADOS, LOS A~OS NEGROS

Este año de 1906 es uno de los años dora­dos del apogeo parisino de Reyles, el año desus amistades fastuosas de la Belle Époque:Ana de Noailles, la Baronesa Rotschild, la Con­desa de Greffuble, MauriceBarres, EdmondRostand. Entre tanto, a sus vueltas de París, elcabañero paga 27.000 pesos argentinos porun toro, gasta, despilfarra, "progresa". De fi­nes de 1908 es el discurso en el CongresoRural de Molles; de 1909, la radicación argen­tina y la fundación del Horas Reyles en lobe­ría, ,FCS, Provincia de Buenos Aires. las me­didas jingoístas del Jockey Club Argentino loobligan a dejar de competir como turfman,pero no a abandonar el elevage de racers.El gentleman-rider se vuelve hacia la crianzay hacia la literatura: en lobería, donde hayun potrero que se llama Isonomy, en el centrode 435 hectóreas muy valiosas, escribe uno desus libros capitales, El Terruño.

En 1910, Ollendorf publica en París Lamuerte del cisne, su ensayo de vitaiismo energé­tico, donde ensalza la ideología de la fuerzay ,la metafísica del oro, haciendopendant con,la tesis novelística, editada diez años antes,de La Raza! de Caín.

En el año siguiente (1911) Reyles vende lacabaña de Melilla, liquida haciendas de "ElParaíso" y rumbosamente parte otra vez a.Europa, con el pretexto de comprar buenas ye­guas para refrescar las sangres del Haras deLobería.

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De 1913 a 1915 corren años negros en lavida de Reyles. El 15 de junio de 1915 escribe:"Arrancaría de mi existencia, si pudiera, ellapso que va desde febrero de 1913 hasta lafecha". Pero en medio a la adversidad, en1913 y 14 hay sendos viajes a Europa. Defines de 1915 es la organización del CongresoRural. Baltasar Brum sobreviene al Congresoy moteja a sus organizadores de latifundistas.Reyles contesta con un insulto inmencionable,que la posteridad ha suavizado con el dicteriode "señor Imbécil". Hay desafío a duelo, nohay acuerdo sobre las armas. Al cabo de losaños, Brum y Reyles se harán amigos.

En 1916 se publica en Montevideo la funda­mental novela El Terruño, que la gran mayoríade sus críticos tiene por la novela más impor­tante de Reyles. La estancia "El Paraíso" e? elescenario; Mamagela, la estanciera propulsora,es el retrato -transferido de sexo- de donCarlos Genaro Reyles; su abúlico marido Papa­goyo, el iluso y lamentable yerno, semi-intelec­tual y frustrado político, Tocles ("un tomadorde viento") y el anacrónico caudillo Pantaleón,son sus contrafiguras, sus apoggiaturasdialéc­ticas en el libro. Otra vez, y más caudalosa­mente que en Beba, se canta a la empresarural, al patriarcalismo feudal y pionero, altrabajo obstinado.

El Reyles auténticamente creador, ha llegadoa su cumbre, y acaso ha terminado de modu­larse allí; cOrPo ·novelista, se repetirá (El Gau­cho Florido) o se renovará en superficie (Elembrujo de Sevilla), antes de llegar ala mástorpe claudicación inventiva (A batallas deamor, campo de pluma, póstuma, 1939).

El año 1917 es de reajustes para el hacedorn¿ral; vende "El Paraíso", funda "El Charrúa"en Venado Tuerto, Santa Fe. El homme dumonde que se resiste a capitular en medio areveses de fortuna, se instala señorialmente enun petit-hotel bonaerense de la calle Montevi-deo. al 1733-37. .

De 1919 son los dos tomos de DiálogosOlímpicos (Apolo y Dionisos, Cristo y Mam­mon), el primero de ellos escrito en "El Cha­rrúa". Son los años de la Primera Guerra Mun­dial y Reyles es francófilo, al par que Aleme¡­nia es la representación insuperable de esdideología de la fuerza que arrebató al autotde la muerte del cisne. Reylesintroduce co­rrecciones sutiles en su ideario vitalista, mate­rialista, energético; la "voluntad de concien­cia", noción extraída de FouiIlée, aporta unade esas correcciones.

El embrujo de Sevilla, editado en 1922 enEspaña, es el más clamoroso éxito del Reylesnovelista. Pero aunque está escrito con indu­dable brío y, para ventaja de sus mejoresdones, el elemento de descripción prevalece

248

EnEl

Charrúa

sobre el coloquial, hoy nos resulta una teoríaestereotipada socre el carácter español, talcomo Reyles lo vio. Cuenca, Pura, Paco, ElPitoche, son simples ilustraciones de una misce­lánea andaluza. Reyles quiso escribir otra cosaque una visión de la España de pandereta;se quedó entre el 'turismo artístico y el tre­mendismo interpretativo.

La crisis de la fortuna personal de Reylesse ahonda: en 1926 remata la casa de Bl1enosAires con sus muebles, a principio de 1927vende "El Charrúa" y embarca rumbo a Fran­cia. Pero el perpetuo señor persiste en sus dis­pendiosas Husiones: compra un castillo en Fon­tenac, cerca de Burdeos. Mil novecientos veinti­nueve es el año de la Exposición de Sevilla.Reyles representa al Uruguay, es proclamadoHijo Adoptivo e Ilustre de la ciudad, diceaIlísu conferencia Resonancias de Sevilla:.

A fines de ese año regresa al Uruguay, esnombrado en 1930 asesor literario y artístico dela Comisión del Centenario y el 11 de marzose le confia la preparación del plan de lo queserá la Historia sintética de la literatura Uru­guaya, en tres tomos; es una ¡unción de ensa-

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yos firmados: en el primer tomo, Alvaro GuillotMuñoz escribirá sobre Reyles, en el terceroReyles escribirá sobre El nuevo sentido de lanarración gauchesca.

Empieza el largo crepúsculo que terminaráel 24 de julio de 1938. Reyles tiene una saludquebrantada, está solo, está pobre. Empiezana 1I0verle reconocimientos nacionales y hono·res oficiales que encubren mal esta fase dedecadencia. En abril-mayo de 1931 la revistaLa Cruz del Sur le dedica un número especialde homenaje; ese mismo año se edita la His­toria sintética, mazacote heterogéneo y olvi­dable.

También ese año Reyles vuelve a Europa,viaja por España y se detiene en París. En1932, en el barco de regreso, trabaja en ElGaucho Florido, que aparecerá ese afio, y enA batallas de amor ...

. ,al· se le confíaVoz Fer'reirt'L

cimarrona y del gaucho crudo", libro informe,repetitivo y nostálgico, fuera de tiempo en losdías en que se publica pero· ocasionalmentehermoso en sus fragmentos descriptivos (el va·do de la tropa en el Río Negro). Un Reylesya senil se despide de un campo que ya notiene.

Ese· mismo año recoge, en Panoramas delmundo actual, las conferencias

En 1933, Paco Espí.nola lesobre la tierra. En 1935 se(ElIauri 881) y en 1dente del SODRE.

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Su última aparlclOn en público ocurre en elSalón de Actos del Ministerio de Salud cuan­do, en plena guerra española, presenta alDr. Gregorio Marañón, con una arenga trémulade odio anticomunista.

En julio de 1938 renuncia al Sodre, porrazón de enfermedad. El. 23 de julio terminay empaca, con destino a Ercilla, su libro deensayos Ego Sum, presintiendo que no loiverápublicado. Como la de A batallas de amor ..•..campo de pluma, la edición póstuma de EgoSum saldrá en 1939. Al día siguiente de.estepunto final, muere entre paredes solas. Se levela en el Estudio Auditorio, va poca gente asu entierro:

En julio de 1940, al cumplirse dos años deesa muerte, se transfieren sus restos al PanteónNacional. Tiempo después,la Estación de Mo­lles, dondé fue muerto Piccardo, pasa a lla­marse Carlos Reyles.

Publicitado enlos tiempos"en-que" fue

nombrado hiloadoptivo de Sevilla.

250

EGO SUM CARLOS REYlESEn el capítulo VI de El Gaucho Florido se

refiere este diálogo entre el estanciero Faustoy su hijo Faustito: "Cierta vez, teniéndoloen brazos para que viese mejor, lo interrum­pió el niño preguntándole con inocentecrueldad:

-Papá. .. y después que tú te muerastodo esto será para mí, ¿no?

Por la mente de don Fausto cruzó fulgu­rante la idea de arrojarlo de la azotea abajo,pero se dominó en seguida y, estrechándolomás, respondió dulcemente:

-Sí, mi hijito ..-Yo seré el dueño, el que manda .....Como tantas otras veces, Reyles transfiere

a la ficción sus experiencias personales: lasituación ocurrió en la infancia del novelistay los personajes tenían, como en el libro,el mismo nombre de pila: eran Carlos Ge­naro Reyles y su hijo.

En La Raza de Caín se narra cómo ArturoCrooker, joven consentido y adinerado, do­minaba a todos sus condiscípulos en la es­cuela aun al precio de la crueldad (restre­gando estiércol en la cara de Cacio). Eljoven Carlos Reyles se imponía parecidasformas del rigor para dominar, sin conver­tirlos jamás en sus compañeros y amigos, alos condiscípulos del Colegio Hispano-Uru­guayo.

Así, mantuvo también una relación preve­nida, distante y disuasoria con sus contem­poráneos. Cuando Herrera y Reissig y Ro­berto de las Carreras se proponían satirizarQ sus conocidos desde las Tolderías de Ton­tovideo, Reyles anunció: "Si ésos se metenconmigo, los mato como a perros"; y no 59

metieron con él.No hay evidencia de que se haya querido

con sus estrictos coetáneos: a Zorrillo deSan Martín lo maltrató en El Extraño; la re­lación con Rodó fue cortés pero distante;,Quiroga estampó en su Diario un juicio in­diferente sobre Rey/es; con Voz Ferreira, ha­cia el fin de la vida, hubo una emulaciónpor la cátedra en la cual, si bien Reyles lIe- •vó la parte más airosa, fue de los dos el queestuvo solo. Los críticos que se ocuparon desu obra y podían verse con él, recataron-con la honrosa excepción de Zum Felde­sus disidencias, deslizándolas en la formamás incidental y en letra menuda (caso deLauxar). Nadie quiso nunca enfrentar a Re}'-

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les, con su agresividad, su coraje, su conte­nida y subyacente violencia.

Pero detrás de Reyles egotista, feudal enlo criollo, dandy en lo cosmopolita, habíaun Reyles ocasionalmente tierno y locuaz (apesar de su voz pequeña y de timbre pocosimpático), un Reyles menos arrogante, aun­que sin sentido del humor. Gervasio GuillotMuñoz lo conoció y lo describe.

Alvaro Guillot Muñoz -en su nota deLa Cruz del Sur- retrata así a Reyles: "Po­queño de estatura, pálido y magro, livianoy musculoso, Carlos Reyles tiene cierto pa­recido exterior con Amado Nervo y conaquel gonfalonero florentino del siglo XIV,Nicolo Da Uzzano, que inmortalizó Donate­110, después de la guerra de los Médicis, 8nun busto policromado, íntegro de vida inte­rior. El rostro enjuto, el ademán displicente,la mirada tajante como hoja toledana, !a

osatura y rasgos de busto romano, la ele­vación castellana de la ceja derecha, los la­bios apenas hilvanados, el empaque de avesolitaria, tal como lo estampó lu/oaga".

Lauxar da de él (en 1918, cuando Reylestiene 50 años) esta imagen: "Tiene en su fiso­nomía y su temperamento mocho de españoly de andaluz: une su figura al empaque se­ñorial cierto garbo de mojo; el cuerpo chicoy ágil, ancho de espaldas, parece, por sumovilidad nerviosa, hecho con rabos de '0­gartijas, según la expresión que él mismoaplica a uno de sus personaies: una osaturafina $e marca reciamente, a flor de piel, enlos pómulos, en el caballete de la nariz, olos lados de la mandíbula inferior, en elmentón hundido al medio, en el cráneo des­carnado, voluntarioso, bajo de frente, desienes amplias y nuca alta; los ojos, vivoscomo dos gotas de acero, en cuencas hon­das y grandes, miran con dureza bajo elarco firme de las cejas hoscas; con frecuen­cia un gesto de altivez, una sonrisa despec­tiva, comprime sus labios delgados sobre ladoble hilera blanca de sus dientes iguales ymenudos; la nariz es fuerte como una afir­mación terminante. Debe dar a quien no loconoce, la impresión áspera, violenta, casiprovocativa, de un espíritu vehemente, desentimientos secos, movido por el deseo deimponer su orgullo a la consideración humi­llada o al odio.-todo menos la indiferen­cia- de los circunstantes".

En el capítulo XVII de El Gaucho Florido,Reyles (en una de las varias veces en quelo hace) se describe así: "No es tan altoy garrido como el padre. Pero sus propor­ciones son justas, musculoso y de una agili­dad felina. Maneja todas las armas, practicatodos los deportes, ha viaiado mucho y andasiempre con algún libro, que lee en los bre­tes, mientras se marca,. o en los rodeos, es­perando e/ ganado, cenIa casa, reformaday amueblada a la inglesa. ... Durante el .. día,si no .escribe, trabaia..pictaJascartaspa­seándose y de untirón.pefJ2/dosdepen­dientes y un dactilógrafo.Elplácidoescri­torio de don Fausto es ahoraoficina.Conti­nuamente se oyenrepicari las/letras .. de lamáquina sobre el paP21 blanco.•X.cdpl? hacede prisa y bien; frecuentelTIentese/eoyecle­cir: "Ligerito, muévanse".iHq\heredado .. ·lanerviosidad de misiaCarl?taXil?·.volu.nta~

afilada de don Fausto.Alq.leguas2ixeq[jees gallo de riña, presa de e~traña.inquietud".

Varias otras veces, a lo/argo del mismolibro (cap. XII, páginas fip?l~s)Jos peoneslo describen, con la ópt.icade/las·. mismasvirtudes duras, autoritarias,emprendedorqs.Ésa fue la imagen que. Carlos Reyles quisodeiar en todos: Guill.?tMuñoz, Lauxar'is1escultor Gervasio furest¡ e/pintor luloaga(que halagó su vanidad, estirando su estam­pa largamente, estilizándolo/viéndolo extre­madamente longi/íneo, esbelto>a lo Greco,elegantlsimq y altísimo en<un frac) trabaia­ron para ese mismo monumento de la volun­tad, del desdén obstinado, de la severidadsin amigos.

Pero este adusto, este distante, este solita­rio era también un hedonista, un gustadorde la vida, un ávido de emociones (en elamor, en el toreo, en los negocios). En !aextraña confluencia de la vanidad y el in­voluntario humor, se cuenta que en la ado­lescencia rindió exámenes ante la vista deun torero, "El Regaterín", que -vestido consu traje de luces- saludaba con vistosos"Olé" las contestaciones del estudiante. Estamezcla de ceremonia, de orgullo y de secretocandor está en muchos actos de su vida. Y,a medida que el espectáculo va desmontán­dose -en los últimos años- la ingenuidaddel hombre cargado de recuerdos que trafi¿acomo hazañas actuales, va resplandecien­do como un dato infantil, en la vecindadsegura de la muerte.

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LA FORTUNA .DEL NARRADOR CARLOS REYLES

252

En Areachon, a fines dela década del veinte.

No puede decirse que, a pesar de su agiotoda vida, Reyles haya escrito poco. Y escri­bió, como hemos visto, literalmente hastael último día de su existencia. Eso no significaque haya sido un escritor en constante evo­lución, un creador proteiforme, un espíritusometido de leyes de poderosa dinámicainterna. Por el contrario: aunque como lectorhaya estado "Ilamativamente al día (habíaleído a Proust, a JoyC(~,' o Thomas Mannentre los novelistas, a Valéry entre los ensa­yistas, o Max Scheler y o Husserl entre los

filósofos) como novelista y como pensadorse repetía, volvía continuamente sobre unosmismos temas, trabaiaba sobre asuntos e imá­genes recurrentes.

Eso explica que sus cuentos hayan sidolos núcleos iniciales de sus novelas posterio­res: El Extraño lo fue de La Raza de Caín,Primitivo de El Terruño, Capricho de Gayade El embrujo de Sevilla y MansiIla de ElGaucho Florido.

Por lo demás, a lo largo de todos esoslibros, carga a los personaies con sus pro­pias cargas. La persona Reyles en muchoscasos y la situación Reyles en otros, inficio­nnn a sus criaturas novelescas. Y "los pensa­mientos de Reyles siempre están bañados ensu propia sangre", como se ha dicho.

En Beba, Reyles es a un tiempo Beba yGustavo Ribeiro¡ en La Raza de Caín losCrooker -poderosos, adinerados, magnáni­mos, protectores incontrastables de los demásen un mundo en el que la pobreza y el re­sentimiento de los otros sólo señala su de­fectuosa adaptación a la vida- representanla situación Reyles, aunque Julio Guzmán (elantiguo extraño) l1eve las cargas de la perso­na Reyles, sus lecturas, sus refinamientos, sudandysmo modernista, su visión amplia ydesencantada del mundo. En ,El Terruño, quees de 1916, Reyles ya ha quemado sus sueñospolíticos y los personaies proclaman esechasco (Mamagela) o lo escarmientan (To­cles). En El embrujo todos los personaies son10 que Reyles -ledor de Unamuno y parro­quiano de tascas andaluzas- cree· que esEspaña, y actúan como un coro ese pensa­miento, dramatizándolo. En El Gaucho Flo­rido está la exaltación del latifundio, la vi­sión patriarcalista de la estancia, tal comoReyles la sintió y vivió. En A batallas deamor .. ' los personaies retratan el pesimis­mo crepuscular y el erotismo en memoriade un Reyles casi septuagenario: Pepe Arbizaes -como Reyles- un antiguo rico, derro­chador y empobrecido¡ y lo que el autorl10mó "mis fantasmas de Lobería" muevenlos hilos de una historia que, por momentos,repite situaciones de libros anteriores.

Ya hemos dicho que, en varias novelas,un personaie retrata a don Carlos GenaroReyles¡ y el autor mismo, como el hiio delpatrón, se describe reiteradamente -hastael detal1e de la estampa física- en El Gau­cho Florido, que es la virtual despedida(1932) a su mundo más auténtico: el delcampo feudal.

Esa definitiva incapacidad parasí es, sin duda, un límite sensible

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facundia novelesco de Reyles. También 10fue, como creador, poro su comprensión delmundo. En ese campo que el estanciero rige!.on tuición bondadoso, no hoy más proble­mas que aquéllos que se ven desde el án­gulo del señor; incluso lo pobreza que lospeones sobrellevan como uno fatalidad, pa­rece importar poco, más allá de alguno re­flexión pintoresco y del humor arriscado quedicto en ciertos tronces.

Lo situación novelesco existe siempre opartir de uno raíz conc;eptua/;y./os persa­naies preexisten o su peripecia. La novelo,como todo, busco ilustrar alguno ideo previodel creador; yeso ideo puede tener desarro­llos paralelos, o veces casi o lo letra, en no­velos, ensayos, folletos y discursos rurales.

Esto su~rte de determinismo novelesco quesignifico, poro sus propios hechuras, lo per­sono de Reyles (yen alguno de sus ensayostranscribió uno frase de Mauriac en que seproclamo 01 novelista como el ser más po­deroso de lo creación) va o ir acentuándose,con el tiempo, por los precoces fiiaciones,adversos o propicios, que informan el pensa­miento del autor. Reyles desdeña lo pobreza,desprecio el espíritu pueblero, desconfío delo ciudad, odio o los intelectuales, detestao la Universidad; dice y' repite que el paísdepende en mucho mayor grado de sus ve­llones que de sus políticos; exalta la riqueza,el poder, lo voluntad de dominio, lo "voli­ción viril". Todo su mundo está ilustrado portales rechazos y por toles adhesiones. Pocoimporto que se trate de la estancia cimarronao de la plaza de toros: la visión raigalmenteno cambio.

En el prólogo de las Academias (publi­cado originariamente con Primitivo) y enla novela del porvenir, el ioven Carlos Reylesexpuso férvidamente su ideario modernista:lo novela debe registrar los estremeeimien­tos e inquietudes de lo sensibilidad más refi­nado y compleia, escuchar hasta los másdébiles latidos del corazón moderno, tanenfermo y cansado; para eso, debe tomarcolores de todas las paletas, estudiando pre­ferentemente al hombre sacudido por los ma­les y pesores, porque ellos son lo mejor pie­dra de toque para descubrir el verdaderometal del almo.

En Arté de novelar, cuarenta años después,vuelve o decirlo casi con las mismas pala­bras. Pero para entonces ya no es ciertoen él como creador.

Hay criaturas modernistas en el Reyles quese centra alrededor del 900: Julio Guzmán,La Taciturno, Cacio, en algún instante de en­soñación el inepto Tocles. Pero el modernis­mo de Reyles, que informará su larga acti-

tud vital de dandy, deia de alimentar suobra más allá de El Terruño. El embrujotranscurre en J898, en los días de lo guerrade Cubo y de lo quiebra del poder español:no obstante, lo visión del mundo y de suspersonaies no se acomoda 01 canon moder­nista, que precisamente se engendró allí.. Se ha acusado a Reyles de cortedad, sele ha reprochado no habernos dado nuncahasta el fin el duro ideal (plutocrático, au­toritarista) que profesaba en lo vida y aso­maba o sus libros. La verdad es que esareticencia acaso hoya ido resultando un efec­to, a medida que la imaginación del autor-agresiva y hasta antipático, pero tambiénpoderosa, en los páginas de lo Raza deCaín- fue deteriorándose y la sustancionarrativo propiamente dicha enfriándose ensus manos. El Reyles que suele escribir bri­llantes y caudalosas tirados descriptivas, fuehaciéndose cada vez más desproliio del di­seño de la peripecia, más elíptico en puntosfundamentales (por eiemplo, omite lo visióndel clan Crooker luego de los dos asesinatosque lo diezman, en la Raza de Caín) hastallegar a lo escrituro estática y recurrente deEl GCfucho Florido, uno novela con páginashermosas pero sin centro novelesco: pocomás que una crénica tendenciosa.

Sus limitaciones de estilo fueron muy ob­vias:" las barrancos son invariablemente agriasen libros que están separados por decenasde años, y los árboles son copudos; estasanotaciones elementales bastan a un escritorque no se exige, a un autor que no se cotejacon otros, a un hombre que ha decidido noescuchar a nadie. Si a lo largo de años laleche sigue siendo blanco licor y el matenocional brebaje es porque si Reyles circula­ba intensamente por lo vida, lo vida no circu­laba intensamente a través de los filtros delcreador.

Si nos atenemos o uno antología de susmeiores páginas -la creciente y el retratodel Coronel Quiñones en Beba, el abandonodel pueblo a la madrugada por Menchaca,en la Raza de Caín, el capítulo XIV delcombate y lo muerte de Pantaleón en ElTerruño, el vado de la tropo en El GauchoFlorido, el cuento MansHla- puede afirmar­se que Reyles narrador está a la mayor al­tura que hoya alcanzado lo prosa de ficciónen la literatura uruguaya. Pero las reitera­ciones, los falsedades, los sonidos a huecoy los arbitrariedades de Reyles novelisla ac­túan duramente contra su mejor fortuna /i­teraria en el Tiempo. Hombre arrogante ydifícil de contradecir en su época, la poste­ridad ha hecho algo peor que contradecirlo:ha decidido olvidarlo. Lo cual es injusto.

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BIBLlOGRAFIA

Editio printepsdeula

raza de Cain"

OBRAS DEL AUTOR

PRIMERAS EDICIONES:

Por la vida (noviembre 1888), Imprenta de ElFerrocarril, novela, hoy inencontrable: Beba,novela, 1894, Dornaleche y Reyes, Montevideo¡Academias, Primitivo y Prólogo, Dornaleche yReyes, Montevideo, 1896¡ El sueño de Rapiña, .Montevideo, sin fecha¡EI Extraño, librería deR. Fe, Madrid, 1897¡ La Raza de Caín, novela,París, Ollendorf, s/f., 1900¡ Vidai Nueva,. dis­curso, publicado bajo los auspicios del ClubColorado Vida Nueva, Montevideo, Dornalechey Reyes, 1901 ¡El Ideal Nuevo, la situación, lateoria, la acción práctica, Montevideo, Dorna­leche y Reyes, 1903¡ La muerte del tisne, <en­sayo, París, Ollendorf, s/f., 191 OjEI Tel'l1Jño,novela, Montevideo, Ed. Renacimiento, 1916,con prólogo de José Enrique Rodó¡ Diál()g~s

Olímpicos, 1, Apolo y Dionis()s, 11, Crist()'fMammon, ensayos, Buenos Aires, Ed.Ja~obo

Peuser, 1919¡ El embrujo de Sevillf',.novela,ediciones de 1922¡ Buenos Aires, AsociaciónGeneral de librerías y Publicaciones, Madrid,Sociedad General Española deLibrerí~ yCAlpe¡El Gaucho Florido, novela, Montevideo, Irnpre~

sora Uruguay, 1932¡ Panoramas del mundo Clc7tual conferencias Montevideo, Impresora Uru­gua~a, 1932¡ Incitaciones (ensayos) Santiagode Chile, Editorial Ercilla, 1936¡Ego Sum (en­sayos), Buenos Aires, Sopena, 1939¡ A, ~lIas

de amor. .. campo de pluma, novela, BuenosAires, Sopena, 1939.

EDICIONES ACTUALMENTE MÁS ACCESIBLES:

Para la totalidad de los Ensayos, la ediciónen 3 tomos de Biblioteca Artigas¡ en la mismaBiblioteca Artigas, igualmente, las novelas

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Beba, la Raza de Caín, y El Terruño; Acade­mias y otros ensayos, en Claudio Garda, Mon­tevideo, s/f. y, más recientemente, edición deCuentos completos, por Arca, Montevideo, 1968¡El embrujo de Sevilla, Biblioteca Mundial So­pena, Buenos Aires, 1954¡ El Gaucho Florido,5~ ec\ición, Espasa-Calpe Argentina, BuenosAires, enero 1953. Discurso de Molles, Ediciónde la Sociedad Criolla Carlos Reyles, de Du­razno con el titulo de "Homenaje a CarlosReyle~", Durazno, 1958.

SOBRE LA OBRA DE REYLES

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Carlos Reyles, Ed. Inial, Montevideo, 1955 (hayedición más reciente de Arca, Montevideo l.Guillot Muñoz, Gervasio: Obras hléditas deCarlos Reyles, en Rev., la Cruz del Sur, N9 31.Lasplaces, Alberto: Opiniones Literarias.Lasplaces, Alberto: Carlos Reyles, Rev. la Cruzdel Sur, N9 27, enero-febrero 1930.Lauxar: Carlos Reyles, Montevideo, 1918,142 pp. Incluido en Motivos de Crítica, 4 ts., pu­blicados por Biblioteca Artigas, Nros. 58 a 61.Lerena Acevedo de Blixen, Josefina: Re-yles,176 pp., Montevideo, 1943.Luisi, Luisa: Carlos Reyles,novelista, pp. 13 e108 de "A través de libros y de autores", Bue­nos Aires, 1925.Martínez Moreno, Carlos: Prólogo a La Razade Caín, en Biblioteca Artigas, N9 94.Menafra, Luis Alberto: Carlos Reyles, 344 pp.,Montevideo, Ed. de la Universidad, 1957.Montero Bustamante, Raúl: Carlos Reyles, enAntología y Crítica, de Fusco Sansone.Oribe, Emilio: Homenaje a Reyles, en Rev.Cruz del Sur, N9 31 Y Antología y Crítica deLit. Uruguaya, de Fusco Sansone.Pereira Rodríguez, José: En torno de CarlosReyles, supl. de la Nación de Buenos Aires,30 de agosto 1964.Petit Muñoz, Eugenio: Una cátedra de confe­rencias para Carlos Reyles" en Rev. La Cruzdel Sur, N9 31.Piquet, Juan Francisco: Perfiles literarios.Rama, Ángel: Prólogo a El Terruño, en Biblio­teca Artigas, N9 3.Rela, Walter: Prólogo a Beba, en BibliotecaArtigas, N9 62.

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Edilio princepsde "Beba".

Edilio princepsde .. El lerru ño"

Menú de homenaje1m el 900.

PRIMER MILLAR

._-..--

~

MEN tiPoTAGE

BLSQUE D·E'~IVIS.s-ES

R,ELEve'f"'EUILLe.TÉ NOl{MA.t·me

POISSON.sflLET DE SeU: AUG~ATINHAUTE .sAUTE~NES

Eu

PRÓLOGO OH

CARLOS Rf.YLES

JOSÉ ENRIQUE RODÓ

ONlt'. frnoON AlrroRllArJA POtt' fJ .l1l10H

PAUQORE..U..5YCIOROUi'".

BAE

CARLOS REYL~JS

Fl\OID~10u,);:¡elJe FOIE. C.~A5

pUNlH l\UNAI \lE:

R,éiTl(HAPON Bl\Af.5Se

~Al;\Oé

L.EéW~Il:s.... SPEf\CE.S eN BI\,AN(HE:

.sA.oc.e HOLLANJ)"I~~

ENTI\E METSPA'lfLAIT 1-. LA l<. u5Se

TIM,BALE De BI\,hl<"HI!!" PA1\.IS,e.N~e.

F"UITSLIQUe.Uf\S

e NTl\iese j11V:~:;;~;:'~;;~~~:~.~.~~~~:¡~D

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1894

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DOR.'l.,\Ll,ClJlE y REYES, IMPRF.80RES

CALLE 18 DE JUIJO, 77 y ifl

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EL PRECURSOR RURAUSTA" .. •el día que se inicie la exportación de

animales en pie a Europa; confío en el por­venir y voy preparándome para cuando esedía llegue "

"-¿Y 'usted cree que la exportación deanimales en pie vendrá?- interrumpió Be­navente."

"-No tiene otro remedio. Lo que faltaes que los gobiernos lo entiendan así y seden prisa en secundar los esfuerzos de loscriadores progresistas, en allanarles el ca­mino, en favorecer por todos los medios ima­ginables la multiplicación de las razas desebo acreditadas en Europa, tales como elDurham y el Hereford" ... "lo que no vengade ahí, de nuestra industria natural y espon­tánea, será progreso falso y por consiguiente'efímero".

" ... Nosotros no tenemos agricultura engrande ni industrias de ninguna clase; todo,pues, debemos esperarlo de la ganadería:gracias a ella llegaremos a ser fuertes ylibres".

" ... en esa gran obra deben esperarsemayores beneficios del último cabañero quede todos los políticos, lefrt:'-J~< e industrialesque pululan por ahí".

De este modo bizarro, desafiante perotambién menospreciativo hablaba en Bebael Reyles de 26 años. Y así seguiría hacién­dolo toda su vida. En El Terruño, Mamagelaarenga a su gente inculcándoles que el por­venir del país está enJOs.vellones de susovejas. Lo hace con u?a copa de champa­gne en la mano yenvuelta~n\/a banderanacional. La bandera.des~parec2a partir de

~~r::sg~:~dur~~.ción, ...pero.l~sic~~iOSos;.~is-El Reyles ya senildeElc;aucho Flori.do

prolonga los asertos del. j9yerrde 26 años.Hacia el final del capituloUlhablade lasguerras civiles y los estancias: HA pesar delas hordas de bárbaros, que destruían en ..unsantiamén lo que hobía.costado años cons­truir, el latifundio, de cuya psicología y fun­ción constructiva el 'mismísimo don Faustosólo llegaba a tener vagos vislumbres, setransformaba de cosa cimarrona en obra ci­vilizada y civilizadora. Surgió una especiede diminuto estado con su capital: la es­tancia".

Estas visiones de feudalismo habían pasadode padre a hijo: don Carlos Genaro Reylesya había propuesto que se eximiera del ser­vicio militar a quienes desempeñaran tareas

de conscripción agraria. Era el modo de pa­sar de la patriada 01 ideal ruralista.

En el discurso de Molles, de diciembre de1908, Reyles propone algo más: el lazo fede­rativo entre las asociaciones rurales.

"Digámoslo sin ambages -proclama-: loserio e importante entre nosotros, hoy porhoy, son los rodeos y las majadas; lo tras­cendente, el esfuerzo y la inteligencia rural;las sístoles y diástoles del país, la produc­ción y el cambio de los productos agrícolas.Por todo el/o, organizar esa producción yrobustecer las energías productoras, elevandopor acción refleja, al mismo tiempo, el nivelintelectual de los hombres del campo, paré­ceme la tarea más noble, más patriótica ymás inteligente a que puede consagrarse todoaquél que haya nacido en tierra uruguaya".

Y luego: "Si la clase rural quiere que supalabra se escuche, es necesario articularladistintamente; si pretende que sus interesessean respetados, es preciso hacerlos invulne­rables; si aspira a pesar en los destinos delpaís, como es justo, desde que representael tipo social más favorable a la existenciade la nación, es menester que cumpla susdeberes cívicos y sepa imponer su ideal. Ydebe hacerlo así, porque puede hacerlo.Su política no será, ni conviene que sea, lade los profesionales de la cosa pública. Laclase rural no quiere ni posiciones políticas nisinecuras ni el predominio de un partidosobre otro, sino la paz, el trabajo, el pro­greso del país, y está moralmente obligadaa apoyar con sus votos a los elementos rojoso blancos que encarnen de alguna maneratales aspiraciones".

Estas fórmulas -el considerar el campocomo una sola clase solidaria, y no comootro escenario de lucha de clases, el propo­ner el apoyo a los políticos blancos y colo­rados que· mejor sirvan ese presunto idealcolectivo del campo, que es formulado aquío nivel de estancieros y ¡¿atronos pero comoverdad de todos, el pregonar el lazo fede­rativo- significan, en diciembre de 1908, lafundación virtual de un ruralismo federativo,con implicaciones de infiltración y predomi­nio dentro de los cuadros de los partidostradicionales. Este papel de precursor nuncale fue reconocido, con el correr de los años,a Carlos Reyles. Y debió pasar el medio si·,glo que corre entre diciembre de 1908 anoviembre de 1958 para que las proposicio­nes del señor feudal de la estancia "El Po·raíso" l1evadas a la práctica produjeran -alcabo de 94 años- lo rotación de los grandespartidos tradicionales en el ejercicio del poder.

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:ti:n CAPITULO ORIENTALN9 17.HORACIO QUIROGA:VIDA y OBRAy junto con el fascículo, el libro"A LA DERIVA Y OTROS RELATOS".

Indice:

-LA VIDA DE QUIROGA-LA OBRA-LA EPOCA

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Este fasci(ulo~ (on el libroLA RAZA DE CAINconstituye la entrega N.o 16de CAPITULO ORIENTAl.

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