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1 Nefropatía Membranosa Gustavo Aroca Martínez - Juan Carlos Conde - Luis Castillo Parodi Internistas Nefrólogos, Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, Colombia Alex Domínguez-Vargas MD; PhD (c) Sci Biomed, Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, Colombia INTRODUCCIÓN La nefropatía membranosa (NM) constituye una de las causas más frecuentes de síndrome nefrótico en sujetos adultos y ancianos no diabéticos, mientras que en niños y adolescentes es rara. La incidencia se sitúa en unos 5-10 casos por millón de población y año. Es una enfermedad causada por antígenos específicos y anticuerpos dirigidos contra ellos, que se depositan en la cara externa de la membrana basal glomerular. Clásicamente se han diferenciado dos grandes subtipos de NM, las NM primarias o idiopáticas (NMI) y las NM secundarias. En las primeras, el antígeno responsable era desconocido y no existía una enfermedad o fármaco relacionado con el desencadenamiento del cuadro, mientras que en las segundas el proceso era causado por enfermedades sistémicas, tumores, infecciones o fármacos diversos. En los últimos años se ha logrado identificar el antígeno podocitario contra el que se desencadena el proceso de formación de anticuerpos (autoinmunidad) en un 60 -75 % de los casos de NMI. ETIOLOGÍA Y PATOGENIA Nefropatía Membranosa primaria o Idiopática (NMI) La búsqueda del antígeno responsable de los casos primarios o idiopáticos ha sido infructuosa durante muchos años. El grupo de Ronco fue el primero en demostrar la participación decisiva de un antígeno podocitario, la endopeptidasa neutral paterna en casos de NM antenatal en niños de madres con deficiencia congénita de la endopetidasa1, aunque los casos de NMI atribuibles a este mecanismo son muy raros. Más recientemente, se ha demostrado que otra proteína podocitaria, el receptor de la fosfolipasa A2 del tipo M (PLA2R en sus siglas en inglés) constituye el antígeno responsable de un 70-80% de las NMI2. Los anticuerpos formados contra esta proteína (IgG4 principalmente) atraviesan el capilar glomerular y se unen a la proteína a lo

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Nefropatía Membranosa

Gustavo Aroca Martínez - Juan Carlos Conde - Luis Castillo Parodi

Internistas Nefrólogos, Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, Colombia

Alex Domínguez-Vargas

MD; PhD (c) Sci Biomed, Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, Colombia

INTRODUCCIÓN

La nefropatía membranosa (NM) constituye una de las causas más frecuentes de

síndrome nefrótico en sujetos adultos y ancianos no diabéticos, mientras que en niños

y adolescentes es rara. La incidencia se sitúa en unos 5-10 casos por millón de

población y año. Es una enfermedad causada por antígenos específicos y anticuerpos

dirigidos contra ellos, que se depositan en la cara externa de la membrana basal

glomerular.

Clásicamente se han diferenciado dos grandes subtipos de NM, las NM primarias o

idiopáticas (NMI) y las NM secundarias. En las primeras, el antígeno responsable era

desconocido y no existía una enfermedad o fármaco relacionado con el

desencadenamiento del cuadro, mientras que en las segundas el proceso era causado

por enfermedades sistémicas, tumores, infecciones o fármacos diversos. En los últimos

años se ha logrado identificar el antígeno podocitario contra el que se desencadena el

proceso de formación de anticuerpos (autoinmunidad) en un 60 -75 % de los casos de

NMI.

ETIOLOGÍA Y PATOGENIA

Nefropatía Membranosa primaria o Idiopática (NMI)

La búsqueda del antígeno responsable de los casos primarios o idiopáticos ha sido

infructuosa durante muchos años. El grupo de Ronco fue el primero en demostrar la

participación decisiva de un antígeno podocitario, la endopeptidasa neutral paterna en

casos de NM antenatal en niños de madres con deficiencia congénita de la

endopetidasa1, aunque los casos de NMI atribuibles a este mecanismo son muy raros.

Más recientemente, se ha demostrado que otra proteína podocitaria, el receptor de la

fosfolipasa A2 del tipo M (PLA2R en sus siglas en inglés) constituye el antígeno

responsable de un 70-80% de las NMI2. Los anticuerpos formados contra esta proteína

(IgG4 principalmente) atraviesan el capilar glomerular y se unen a la proteína a lo

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largo de la vertiente externa, o subepitelial, de la pared capilar, formando los típicos

depósitos subepiteliales2. Dado que el PLA2R es un constituyente normal del podocito,

podemos considerar la NMI como una enfermedad autoinmune, al menos en los casos

debidos a la formación de anticuerpos anti-PLA2R. Los mecanismos que ponen en

marcha estos procesos de autoinmunidad son desconocidos. Estudios recientes han

mostrado una base genética, asociada a determinados alelos HLA y a los genes que

codifican PLA2R, que predispone a la enfermedad3.

En el año 2014, se identificó un segundo anticuerpo contra un antígeno del podocito el

THSD7A (dominio de la trombospondina tipo 1 que contiene 7A), responsable del 5 al

10% de los casos primarios. Hoy en día, Larsen et al ha documentado pacientes que

pueden portar los dos tipos de anticuerpos. Los casos de NMI con anti-PLA2R y

antiTHSD7A negativos (10-20 %) probablemente son debidos a otros antígenos

específicos contra los que se desencadena un proceso similar, pero aún no han sido

identificados. Además de la citada neutral-endopeptidasa, se ha sugerido el papel

patogénico de la aldosa reductasa y la superóxido-dismutasa4. Recientemente, se ha

demostrado la participación de antígenos procedentes de la leche de vaca, plantados

en la vertiente externa de la pared capilar, como responsables de membranosas

primarias del niño5.

La determinación de anti-PLA2R ha supuesto un gran avance en el diagnóstico

diferencial rápido de las NM, que permite distinguir las formas primarias de las

secundarias. La positividad de anti-PLA2R en un paciente es fuertemente indicativa de

su carácter primario, aunque un porcentaje de NM secundarias puede tener también

anti-PLA2R positivos (Tabla 1).

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Tabla 1. Positividad de los anticuerpos contra el receptor de la Fosfolipasa A2

del tipo M (anti-PLA2R) en las entidades en los que han sido evaluados

Tipo de NM Porcentaje aproximado de

pacientes con anti-PLA2R positivos

Primaria o Idiopática 70 – 80 %

Asociada a Tumores 20 – 25 %

Lúpica 5 %

Infección por el virus de la

Hepatitis B

8 %

Fuente: Stanescu HC, Arcos-Burgos M, Medlar A y cols. Risk HLA-DQA1 and PLA (2)

R1 alleles in idiopathic membranous nephropathy. N Engl J Med 2011.

El sistema del complemento ejerce un papel patogénico importante en esta entidad.

Los anticuerpos, una vez depositados en la pared del capilar glomerular, activan dicho

sistema. Los factores terminales del complemento (C5b-9) o perforina alteran la

estructura podocitaria y distorsionan sus diafragmas de hendidura, provocando la

aparición de proteinuria masiva6.

Nefropatías Membranosas secundarias

La NM es un prototipo de enfermedad renal causada por complejos inmunes. Se acepta

que los antígenos implicados (de origen infeccioso, farmacológico, tumoral o de otras

diversas procedencias) se depositan primero entre la membrana basal glomerular

(MBG) y los podocitos; los anticuerpos específicos generados contra estos antígenos

atraviesan la MBG para acoplarse con aquellos, dando lugar a la formación in situ de

los complejos inmunes. Existen numerosas entidades que pueden desencadenar una

NM secundaria; las más importantes se muestran en la (Tabla 2). La identificación

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precisa de la causa es esencial, dado que el tratamiento específico de la enfermedad

(por ejemplo, resección del tumor, suspensión del fármaco desencadenante o

tratamiento de la infección responsable) conduce en muchos casos a la resolución del

síndrome nefrótico1,2.

Tabla 2. Causas más importantes de Nefropatía Membranosa Secundaria

Infecciones Paludismo, Filariasis, Esquistosomiasis, Sífilis, Lepra,

Infección por el virus de la hepatitis B o C.

Tumores Cáncer de colon, estómago, pulmón, melanoma, linfomas.

Fármacos Antiinflamatorios no esteroideos, Metales pesados (oro,

mercurio), Captopril, Penicilamina, Fluconazol, Probenecid,

Trimetadiona, Levamisol, terapia antiTNF.

Enfermedades

Sistémicas

Lupus Eritematoso Sistémico, Sjogren, Enfermedad mixta

del tejido conectivo, Sarcoidosis, Tiroiditis autoinmune,

Enfermedad por IgG4

Fuente: Fulladosa X, Praga M, Segarra A y cols. Glomerulonefritis membranosa.

Nefrología 2007; 27 (Supl 2): 70-86.

CUADRO CLÍNICO

En el 80 % de los casos la NM se presenta con un síndrome nefrótico completo

(proteinuria >3.5 g/24h, hipoalbuminemia, hiperlipidemia)7,8,9. La mayoría de los

casos, por tanto, son diagnosticados con relativa presteza, porque el paciente percibe

el edema típico del síndrome nefrótico. En el resto de los casos se detecta proteinuria

no nefrótica y el diagnóstico puede retrasarse considerablemente por la ausencia de

síntomas. Aunque la presencia de microhematuria es relativamente frecuente, la

hematuria macroscópica es muy rara y obliga a descartar la presencia de trombosis de

las venas renales o tumores urológicos.

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Las manifestaciones clínicas y complicaciones son las de un síndrome nefrótico

(edema, hiperlipidemia, hipercoagulabilidad). Las trombosis venosas y, en ocasiones,

el tromboembolismo pulmonar consecuencia de la hipercoagulabilidad pueden ser la

primera manifestación clínica. El edema suele instaurarse de manera menos progresiva

aunque existe una gran variabilidad. Analíticamente, los pacientes muestran las

anomalías características del síndrome nefrótico (hiperlipidemia, hipoalbuminemia y

descenso de proteínas totales). Los niveles de complemento sérico son normales1,2,3.

En el momento del diagnóstico, la mayoría de NM presenta una función renal normal y

la tensión arterial suele ser también normal. La aparición de hipertensión arterial suele

relacionarse con el desarrollo de insuficiencia renal crónica. Los casos con proteinuria

masiva e hipoalbuminemia grave pueden presentar un deterioro progresivo de función

renal en los primeros meses de curso clínico. Además, como en todos los tipos de

síndrome nefrótico grave, pueden desencadenarse episodios de fracaso renal agudo

reversible, por dosis excesivas de diuréticos o uso de bloqueantes del sistema renina-

angiotensina-aldosterona en pacientes con inestabilidad hemodinámica secundaria a la

hipoalbuminemia. En los casos más graves puede detectarse la presencia de glucosuria

renal y otras manifestaciones de tubulopatía10, lo que probablemente se deba a

tubulotoxicidad directa de la proteinuria masiva.

ANATOMÍA PATOLÓGICA

La NM se caracteriza por un engrosamiento uniforme y difuso de la pared de los

capilares glomerulares, sin proliferación celular asociada. El engrosamiento es debido a

la presencia de depósitos de complejos inmunes a lo largo de la pared capilar. La

microscopía óptica revela, con las tinciones apropiadas (plata) unas imágenes muy

características de la enfermedad, las llamadas “púas” o “spikes” en su expresión

inglesa (Figura 1). Se trata de prolongaciones espiculares de la membrana basal hacia

el exterior que tratan de englobar los depósitos inmunes. Se distinguen cuatro estadios

anatomopatológicos de la NM: en el estadio I, se observan los depósitos de

inmunocomplejos, pero la pared capilar es aún normal, sin engrosamiento o con un

mínimo ensanchamiento difícil de diferenciar de la normalidad óptica. En el estadio II,

son ya evidentes el engrosamiento de la pared capilar glomerular y las “púas” o

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“spikes” en las tinciones con plata. En el estadio III, las prolongaciones de la

membrana basal han logrado ya rodear los inmunocomplejos y las paredes capilares

muestran un claro engrosamiento y desestructuración. Finalmente, en el estadio IV se

observa una esclerosis avanzada, tanto de numerosos glomérulos como del

túbulointersticio1,2-5.

Figura 1. Imágenes características de los “spikes” o “púas” en la pared

capilar

Fuente: Fulladosa X, Praga M, Segarra A y cols. Glomerulonefritis membranosa.

Nefrología 2007; 27 (Supl 2): 70-86.

Es importante señalar que los estadios anatomopatológicos tienen una pobre

correlación con el pronóstico y con la respuesta al tratamiento, a excepción de la

fibrosis túbulointersticial7,8. Por otra parte, en el estadio I, la microscopía óptica no

permite la diferenciación con otras causas de síndrome nefrótico, como las lesiones

mínimas. Es necesaria la inmunofluorescencia, que muestra depósitos de IgG y C3 a lo

largo de la pared capilar, y la microscopía electrónica, cuyo hallazgo característico es la

presencia de depósitos electrodensos distribuidos homogéneamente por la vertiente

subepitelial de todos los glomérulos (Figura 2).

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Figura 2. Microscopia electrónica en un caso de nefropatía membranosa.

Depósitos de inmunocomplejos (flecha) distribuidos regularmente a lo largo

de la cara externa de la membrana basal

Fuente: Fulladosa X, Praga M, Segarra A y cols. Glomerulonefritis membranosa.

Nefrología 2007; 27 (Supl 2): 70-86.

La (Tabla 3) resume los datos histológicos que deben orientar hacia la sospecha de una

NM secundaria11,12, como son la presencia de marcadores de activación de la vía

clásica del complemento, la presencia de inmunocomplejos en mesangio o

subendotelio, además de los típicos depósitos subepiteliales, y la predominancia de

IgG1-3 en lugar de la IgG4 característica de la NMI. La presencia de proliferación

celular glomerular y los cuerpos tubuloreticulares en células endoteliales son también

datos de sospecha de membranosa secundaria, sobre todo lúpica1.

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Tabla 3. Datos Histológicos diferenciales entre las nefropatías membranosas

primarias y secundarias.

Nefropatías Membranosas Primarias

o Idiopáticas

Nefropatías Membranosas

Secundarias

Depósitos de C3 en la

inmunofluorescencia; ausencia de C1q y

otros marcadores de activación de la vía

clásica del complemento

Depósitos de C1q y otros marcadores de

activación de la vía clásica del

complemento

Depósitos de Inmunocomplejos

exclusivamente en localización

subepitelial e intramembranoso

Depósitos de inmunocomplejos en

mesangio y subendotelio además de

subepitelio

Predominancia de IgG1 y 3, también

otros tipos IgA, IgM

Predominancia de IgG4

Ausencia de Proliferación celular en

glomérulo

Puede existir proliferación celular

mesangial y endotelial

Presencia de estructuras tubuloreticulares

en las células endoteliales (sobre todo en

la membrana Lúpica)

Fuente: Yoshimoto K, Yokoyama H, Wada T y cols. Pathologic findings of initial

biopsies reflect the outcomes of membranous nephropathy. Kidney Int 2004; 65:148-

153.

CURSO CLÍNICO

Los pacientes con proteinuria no nefrótica presentan, en su mayoría, una evolución

favorable, con función renal estable y sin hipertensión7,8. En algunos casos, la

proteinuria puede aumentar hasta el desarrollo de un síndrome nefrótico completo,

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pero por otra parte la aparición de remisiones espontáneas es más frecuente que en

los pacientes con síndrome nefrótico. Entre los pacientes con síndrome nefrótico, se

pueden distinguir tres modos diversos de evolución: aparición de remisión espontánea,

persistencia del síndrome nefrótico con función renal conservada y persistencia del

síndrome nefrótico con deterioro progresivo de función renal.

La aparición de remisiones espontáneas es una característica clave en la NM,

observable en un 30-45 % de los casos13,14. Se entiende por remisión espontánea la

desaparición del síndrome nefrótico con mantenimiento de la función renal, en

ausencia de tratamiento con corticosteroides o cualquier tipo de tratamiento

inmunosupresor. Las remisiones se definen como parciales cuando la proteinuria

disminuye por debajo del límite nefrótico (3.5 g/24 h) pero continúa siendo superior a

0.3 g/24h (algunos autores prefieren situar el límite en 0.5 g/24h) y completas cuando

la proteinuria se estabiliza por debajo de 0.3 g/24h1,5.

La frecuente aparición de remisiones espontáneas es un hecho conocido desde las

primeras descripciones de la NM. Las mujeres y los enfermos con escasa proteinuria

tienen una probabilidad mayor de remisión espontánea, así como los pacientes con

función renal completamente preservada. En un estudio multicéntrico español reciente,

que revisó la evolución a largo plazo de más de 300 casos de NM con síndrome

nefrótico que no habían sido tratados con corticosteroides u otros inmunosupresores15,

se confirmaron estos datos, pero se observó también que la aparición de remisión

espontánea puede verse en pacientes con graves proteinurias al comienzo de la

enfermedad (Tabla 4). Así, un 26 % de los pacientes con proteinurias iniciales > 8

g/24h y un 21% de los casos con más de 12 g/24h desarrollaron estas remisiones en

ausencia de tratamiento inmunosupresor. Como se observa en la (Tabla 4), un elevado

porcentaje de los enfermos que desarrollaron remisión espontánea recibieron

tratamiento con IECA o ARA II. Otros aspectos interesantes a destacar son que la gran

mayoría de remisiones aparecieron en los primeros dos años de la enfermedad y que la

proteinuria no desapareció abruptamente, sino que mostró un descenso gradual.

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Los factores que significativamente predijeron una remisión espontánea fueron la

función renal y la cuantía de la proteinuria en el momento del diagnóstico de la

enfermedad, el tratamiento con IECA o ARA II y la reducción de más de un 50% de la

proteinuria basal durante el primer año de evolución. El pronóstico a largo plazo de los

enfermos con remisión espontánea completa o parcial fue excelente, con muy escasas

recaídas (6%) y una supervivencia renal del 100%. No se conocen los mecanismos

implicados en estas remisiones espontáneas1,9,10.

Tabla 4. Aparición de remisiones espontáneas según la proteinuria inicial.

Influencia del

tratamiento con IECA o ARA II

Proteinuria basal

(g/24h)

Remisión espontánea

(%)*

Pacientes tratados**

con IECA/ARA II (%)

3.5 – 8 (n=186) 69 (37.1) 59 (85.5)

8 – 12 (n=91) 24 (26.3) 17 (70.8)

> 12 (n=51) 11 (21.5) 7 (63.6)

• Número y porcentaje de pacientes con remisión espontánea según nivel de

proteinuria

** Número y porcentaje de pacientes con remisión espontánea tratados con

IECA/ARA II

Fuente: Du Buf-Vereijken PWG, Branten AJW, Wetzels JFM. Idiopathic membranous

nephropathy: Outline and rationale of a treatment strategy. Am J Kidney Dis 2005;

46:1012-1029.

Por el contrario, un 15-20% de los casos presenta un curso clínico agresivo, con

proteinuria masiva y un rápido declinar (a lo largo de los primeros 12-24 meses de

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evolución) de la función renal16,17. Es importante diferenciar estos casos de evolución

agresiva, de los casos de fracaso renal agudo por factores reversibles, como puede ser

el uso excesivo de diuréticos o factores funcionales sobreañadidos al proceso

(hipotensión, depleción de volumen). El pronóstico de los casos agresivos, en ausencia

de tratamiento, es pobre16,17 aunque algunos presentan remisiones espontáneas de la

proteinuria seguidas de una estabilización o mejoría de la función renal18.

Finalmente, el resto de pacientes (40-60 %) presenta un síndrome nefrótico

mantenido, sin desarrollar remisión espontánea ni deterioro de función renal. Aunque

esta situación puede persistir años, el pronóstico renal es malo en caso de no remitir el

síndrome nefrótico, y el enfermo está expuesto a las complicaciones típicas del

síndrome nefrótico: trombosis venosas o un mayor riesgo de accidentes

cardiovasculares por la persistente dislipemia.

El conocimiento de estas variables evolutivas de la enfermedad es clave para un

correcto manejo de los pacientes con NM y para la prescripción de tratamientos

inmunosupresores.

MARCADORES PRONÓSTICOS

Los pacientes con NM necesitan un seguimiento inicial muy estrecho, con revisiones

cada 1-2 meses, para seguir la evolución de proteinuria y función renal. Los cambios

en estos parámetros van a anunciar la aparición de remisión espontánea o de un curso

agresivo, y estas evoluciones dispares suelen definirse en los primeros meses de

observación. La evolución de la proteinuria y la función renal durante los primeros 6

meses ha sido formulada matemáticamente por el Toronto Registry of

Glomerulonephritis para ser aplicada a cada caso individual, con el conocido Toronto

Risk Score19. El modelo ha sido validado en varios países y ofrece una seguridad de un

85-90 % para predecir un curso clínico desfavorable. Los pacientes, según este

modelo, se agruparían en las siguientes categorías: bajo riesgo de progresión (función

renal normal, proteinuria persistentemente < 4 gr/24h durante 6 meses), riesgo medio

(función renal normal y proteinuria 4-8 g/24h durante 6 meses) y riesgo elevado

(proteinuria > 8 g/24h durante 6 meses, independientemente de la función renal).

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El grupo de Wetzels ha realizado varios estudios mostrando que una excreción urinaria

elevada de IgG y de algunas proteínas de bajo peso molecular como la α-1

microglobulina y la ß2-microglobulin es un marcador excelente para predecir el

desarrollo de insuficiencia renal, con una sensibilidad del 88 % y una especificidad del

91%20,21. La ventaja de estos marcadores urinarios respecto al Toronto Risk Score es

que no necesitan ser evaluados a lo largo de un periodo de tiempo, sino que su

medición única al comienzo del proceso arroja una muy importante información

predictiva. Sin embargo, no han sido aún validados por otros grupos.

Pero muy probablemente el marcador que va a cambiar nuestra sistemática de

monitorización de la NM es la determinación seriada de anti-PLA2R, en los enfermos

con positividad para estos anticuerpos22,23. Varios trabajos han descrito que el

tratamiento inmunosupresor disminuye significativamente los títulos de anti-PLA2R, y

que los pacientes que van a desarrollar una remisión, bien espontánea o inducida por

tratamiento, muestran un descenso de los títulos. Interesantemente, la disminución de

anti-PLA2R precede en varias semanas-meses el inicio de mejoría clínica, manifestada

por disminución de proteinuria. Los valores elevados de anti-PLA2R pueden predecir

también la recidiva de la enfermedad tras el trasplante renal.

TRATAMIENTO

El mejor conocimiento de la historia natural de la membranosa y un número discreto,

aunque importante, de estudios clínicos controlados, ha mejorado en los últimos años

el enfoque terapéutico de la entidad. Se acepta hoy en día que el tipo de tratamiento

debe adaptarse a las características de cada paciente, teniendo sobre todo en cuenta

las tres variantes evolutivas que comentamos en el apartado de “Curso Clínico”:

posibilidad de remisión espontánea, presentaciones agresivas y persistencia del

síndrome nefrótico sin deterioro de función renal por periodos prolongados de tiempo.

Tratamiento conservador. Periodo de observación sin tratamiento

inmunosupresor

Las recientemente publicadas guías KDIGO sobre tratamiento de las enfermedades

glomerulares24 recomiendan la instauración de tratamiento inmunosupresor solamente

en aquellos pacientes que mantienen proteinuria nefrótica tras un periodo de

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observación de al menos 6 meses, y siempre que la proteinuria no tenga una clara

tendencia a la disminución durante dicho periodo. En esta fase de observación deben

instaurarse una serie de medidas conservadoras encaminadas a disminuir los riesgos

del síndrome nefrótico, disminuir el edema o facilitar la aparición de remisiones

espontáneas como los IECA o ARA II15. De este periodo de observación deberían

excluirse aquellos pacientes en los que se observa un progresivo deterioro de función

renal (incremento de la creatinina >30 % del valor basal durante los primeros 6-12

meses de evolución), los que presentan complicaciones causadas por el síndrome

nefrótico (por ejemplo tromboembolismo pulmonar) o los casos con hipoalbuminemia

extrema.

Durante el periodo de observación los pacientes deberían seguir una dieta baja en sal y

recibir diuréticos (Tiazidas, Furosemida, Antagonistas mineralocorticoides) en las dosis

y combinaciones requeridas para disminuir el edema y permitir una vida normal. El

tratamiento con IECA o ARA II, además de su indicación en pacientes hipertensos,

disminuye la cuantía de la proteinuria y facilita la aparición de remisiones espontáneas,

como se comentó anteriormente. Sin embargo su uso debe de ser cauteloso,

particularmente en enfermos sin hipertensión o con un volumen circulante efectivo

comprometido por hipoalbuminemia severa. La terapia hipolipemiante se debe

instaurar en pacientes con dislipidemia.

Un tema controvertido es la indicación de tratamiento anticoagulante. A pesar de que

la evidencia se basa solamente en estudios observacionales, las guías KDIGO

recomiendan su instauración en pacientes con hipoalbuminemia importante12, aunque

se ha desarrollado un algoritmo que genera una relación riesgo-beneficio para

anticoagulación profiláctica en pacientes con Glomerulopatía membranosa, y que

puede consultarse en: www.UNCkidney center.org\GN tools-team

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Tratamiento de los casos con persistencia del síndrome nefrótico y sin

deterioro de función renal

La combinación de corticosteroides y Ciclofosfamida o Clorambucil, administrados de

forma cíclica durante 6 meses (meses 1, 3 y 5, corticosteroides; meses 2, 4 y 6, el

agente alquilante) se conoce como pauta o esquema de Ponticelli (Tabla5). Estudios

multicéntricos liderados por este autor han demostrado de manera concluyente la

efectividad de este tratamiento, cuando se compara con el manejo exclusivamente

conservador. En base a esta evidencia, las guías KDIGO24 recomiendan el esquema

cíclico de Ponticelli como la primera opción terapéutica en la NM. La tasa de remisiones

completas o parciales alcanza el 70-80 % de casos25,26,27, y el efecto favorable del

tratamiento se ha demostrado con seguimientos prolongados. Los efectos secundarios

pueden ser, no obstante, graves.

El equipo de Ponticelli demostró en otro estudio prospectivo que la Ciclofosfamida

conllevaba un menor número y gravedad de complicaciones, por lo que se ha tendido a

abandonar el uso de Clorambucil, a favor de la Ciclofosfamida bien sea oral o en pulsos

IV mensuales, inicialmente propuesto por Falk et al (2002). Medidas preventivas como

el Trimetroprin-Sulfametoxazol para prevenir infección por Pneumocystiis, Nistatina en

enjuagues bucales para prevención de micosis mucosa, y bifosfonatos en pacientes con

riesgo de osteoporosis son necesarias.

Algunos autores prefieren el uso paralelo, no cíclico, de los corticosteroides y agentes

alquilantes16,17, sin que existan estudios que hayan comparado qué pauta es superior.

Estudios prospectivos, por otra parte, han mostrado que el tratamiento único con

corticosteroides, sin agentes alquilantes, no es efectivo28.

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Tabla 5. Tratamiento cíclico con corticoides y ciclofosfamida (Esquema

Ponticelli)

Mes 1 Metilprednisolona IV: 1 g diario durante los días 1,2 y 3. Prednisona

oral (0.5mg/kg/día) durante los 27 días restantes

Mes 2 Ciclofosfamida oral (2 mg/kg/día)

Mes 3 Igual que el Mes 1

Mes 4 Igual que el Mes 2

Mes 5 Igual que el Mes 1

Mes 6 Igual que el Mes 2

Fuente: Kidney Disease: Improving Global Outcomes (KDIGO) Glomerulonephritis

Work Group. KDIGO Clinical Practice Guideline for Glomerulonephritis. Kidney Int

Supplements 2012; 2: 139274.

Anticalcineurínicos

Estudios prospectivos randomizados han demostrado que tanto la Ciclosporina29 como

el Tacrolimus30 son efectivos en la NM, induciendo remisión completa o parcial en más

del 70-80% de casos. Algunos estudios retrospectivos sugieren que el efecto favorable

de los anticalcineurínicos puede ser más rápido y acompañado de menores efectos

secundarios que la pauta de Ponticelli, pero no se han realizado estudios comparativos

de suficiente duración. La dosis inicial habitual de Ciclosporina es 3.5-5.0 mg/kg/d,

acompañada de esteroides, mientras que la de Tacrolimus es 0.05-0.075 mg/kg/d y no

necesita ir acompañada de esteroides30. Las dosis subsiguientes de ambos fármacos

deben de ser ajustadas según niveles sanguíneos. La duración recomendada del

tratamiento se sitúa en 12-18 meses y la suspensión debe ser gradual.

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Además de su efecto inmunosupresor, los anticalcineurínicos ejercen un efecto

antiproteinúrico directo sobre la estructura del podocito a través de su interacción con

la Sinaptopodina31.La principal limitación en el uso de anticalcineurínicos en la NM es la

elevada tasa de recaídas, cercana al 50 %, que se observa al suspender el fármaco.

Estudios preliminares muestran que la administración de Rituximab antes de iniciar la

reducción de Tacrolimus puede disminuir significativamente el número de recaídas32.

Existen estudios en marcha para evaluar la eficacia de esta terapia secuencial con

Tacrolimus-Rituximab.

Rituximab

Diversas series de casos tratados con Rituximab, algunas de ellas con un número

importante de casos33,34, muestran que el Rituximab induce remisión completa o

parcial del síndrome nefrótico en un 50-60 % de los casos, con una buena tolerancia y

con una tendencia al aumento en el número de remisiones con un seguimiento más

prolongado34. Las dosis empleadas han oscilado entre 375 mg/m2/semana en cuatro

semanas consecutivas o bien 1 gramo cada 15 días por dos dosis. No existe una

correlación entre la depleción de linfocitos CD20 que el fármaco produce y la aparición

de remisiones o recaídas.

Aunque los datos acumulados en los últimos años son muy prometedores, se requieren

estudios controlados para demostrar de forma concluyente el efecto favorable del

Rituximab, aislado o combinado con otras terapias32. En pacientes sensibilizados al

Rituximab una alternativa seria la utilización de anticuerpos monoclonales contra CD20

de 2 y 3 generación Ofatumumab y Obinutuzumab.

Micofenolato

Estudios observacionales sugirieron la eficacia del Micofenolato en la NM35 . Sin

embargo, el único estudio controlado publicado hasta la fecha36 no demostró que los

enfermos tratados tuvieran un menor número de remisiones que los controles tratados

conservadoramente. Otros estudios observacionales sugieren que el Micofenolato

puede jugar un papel beneficioso en casos resistentes a otras terapias o que presentan

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ya grados diversos, no avanzados, de insuficiencia renal37, pero se requieren más

estudios con este tipo de pacientes.

ACTH

La administración subcutánea de ACTH sintético ha mostrado una estimable eficacia en

pacientes con NM y síndrome nefrótico en series retrospectivas de casos y en un

estudio piloto prospectivo38,39. Estudios controlados actualmente en marcha informarán

de su eficacia a largo plazo y los efectos secundarios causados por el fármaco.

Tratamiento de las formas agresivas con deterioro progresivo de función renal

En este tipo particular de pacientes, el uso de anticalcineurínicos es difícil dada la

posible nefrotoxicidad de estos fármacos, y no existe experiencia con Rituximab,

Micofenolato u otros fármacos. Por ello, la opción terapéutica más aceptada es la pauta

de Ponticelli16, 17. Un estudio prospectivo controlado, recientemente publicado40, que

comparó la pauta de Ponticelli con la Ciclosporina y el tratamiento conservador en este

tipo de enfermos han confirmado esta postura, al mostrar que los primeros tuvieron

unos resultados estadísticamente superiores a los de los otros dos grupos.

Tratamiento de los casos con proteinuria no nefrótica

Dado el buen pronóstico de estos casos, no existe indicación de tratamientos

inmunosupresores. El uso de IECA o ARA II en dosis apropiadas para mantener una

TA< 130/80 mmHg y ejercer un efecto antiproteinúrico sostenido, es la base del

tratamiento37,38.

Objetivos del tratamiento

Es importante recalcar que, mientras que en otras entidades como la nefropatía IgA el

pronóstico de pacientes con proteinuria >1g/24h es desfavorable, en la NM existe una

tolerancia mayor a cuantías superiores de proteinuria41,42. De hecho la inducción de

remisión parcial (proteinuria Figura 3), pueden considerarse satisfactoria.

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Figura 3. Supervivencia renal según la evolución a remisión completa (RC),

remisión parcial (RP), o ausencia de remisión (NR)

Fuente: Troyanov S, Wall CA, Miller JA y cols. Idiopathic membranous nephropathy:

definition and relevance of a partial remission. Kidney Int 2004; 66:1199-1205

Estrategias globales de tratamiento

Dadas las diferencias evolutivas de la NM que hemos reflejado hasta ahora, es

importante diseñar una estrategia global de tratamiento que permita adaptarlo a las

características particulares de cada caso. En la (Figura 4) se esquematiza una de estas

estrategias.

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Figura 4. Estrategias terapéuticas en la nefropatía membranosa según las

diferencias formas de presentación

Fuente: Kidney Disease: Improving Global Outcomes (KDIGO) Glomerulonephritis

Work Group. KDIGO Clinical Practice Guideline for Glomerulonephritis. Kidney Int

Supplements 2012; 2: 139274.

Estrategias terapéuticas en la nefropatía membranosa según las

diferentes formas de presentación

(1) Todos los casos, salvo los descritos en (2)

Periodo de observación de al menos 6

meses, con tratamiento Conservador:

dieta sin sal, diuréticos, IECA/ARB.

Seguimiento estrecho. Posibilidad de

Remisión Espontánea

(2) Presentaciones agresivas, con

pérdida progresiva de función

renal o riesgo de complicaciones

graves del Síndrome Nefrótico:

Esteroides + Ciclofosfamida

(Esquema Ponticelli)

(3) Persistencia del Síndrome Nefrótico > 6 – 12

meses, sin tendencia a la disminución de

proteinuria y con función renal estable:

Esteroides + Ciclofosfamida

Anticalcineurinicos (Ciclosporina, Tacrolimus)

Rituximab

Micofenolato

ACTH

(4) Pacientes con proteinuria no

Nefrótica:

IECA, ARB

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NM y transplante renal

No existen estudios controlados acerca del tratamiento más efectivo en los pacientes

con recidiva de NM o NM de novo en el riñón trasplantado. Algunos estudios

observacionales sugieren que el Rituximab puede ser una opción efectiva en un

elevado porcentaje de estos casos43.

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