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Nash Comemos a Las Minas y Las Minas Nos Comen a Nosotros

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  • IIComemos a las minas y las. ,,

    minas nos comen a nosotros

    Dependencia y explotacin enlas minas bolivianas de estao

    June Nash

  • ndice

    Prefacio a la primera edicin (1979) '" o o o Prefacio a la edicin 2008 . o o

    .........................

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    23Introduccin

    .......................................................... 27

    Nombre del original en ingls: We eat the mines and the mines eat usPrimera edicin en ingls: 1979, Columbia University Press

    "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros"ISBN 978-987-1238-50-7Primera edicin en espaol: Editorial Antropofagia, noviembre de 2008www.eantropofagia.com.ar

    Foto de tapa: Palliri trabajando, foto de June NashFoto de contratapa: Juna Nash entrevistando a Domitila Barrios de Chungara, foto deEduardo Ibarguen

    Nash, June"Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" : dependencia y explo- .tacin en las minas de estao Bolivianas. - la ed. - Buenos Aires: Antropofagia,2008. 360 p. ; 23x15 cm.

    La historia de los mineros........................................................

    Pasado mitolgico............ '" .

    Perodo colonialLa primera indust~i'a~i~~;i~~ .Los primeros aos de organiza~~'~i~~i~~l': '1~~-'1~~ .

    ...................

    La Guerra del Chaco .Y sus secuelas: 1930-1951El l\Iovimiento Populista y la Revolucin: 1944-1~~ .

    ....................

    Creencias y comportamientos en la vida familiar..............................

    Composicin del hogar y relaciones familiares...........................

    Relaciones matrimoniales .El ms amplio sistema de pa~~~t~~c~' . ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ .Disparidad ideolgica entre las lnetas familiares y cole~t~~~' . ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

    La integracin de la comunidad y la solidaridad de los trabajadoresEl centro minero de GruroServicios sociales en las min~' .Educacin, salud y seguridad soc'i~l' .

    ...............................

    Juegos, deportes y distraccionesReciprocidad de la comunidad e i~t~;c~~b'i~ .

    ..........................

    Asociacin de Amas de Casa

    Desarrollo de la comunidad y d~ ;~ ;~l~i~ : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : :Definiciones internas y externas de la comunidad

    .....................

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    100109116

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    Traducido por: Catalina LasernaISBN 978-987-1238-50-7

    1. Antropologa. 1. Laserna, Catalina, trad. IIo TtuloCDD 306

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723. No se permite la repro-duccin total o parcial de este libro ni su almacenamiento ni transmisinpor cualquier medio sin la autorizacin de los editores.

    El orden natural y sobrenatural l

    El sistema de creencias.......................... " .

    El carnaval .El ciclo de la vida y la muerte

    ...................................

    El mes de Supay..... " " .

    Ritual e ideologa .Rituales en las creencias y los comportamientos contem~~r~~~~s' . ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

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  • 6 "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros"

    Las condiciones de trabajo en la mina 201El ritmo de trabajo en las minas 202Jerarqua social en la mina 211El To y los supervisores gringos 220La mecanizacin 223C~oca 228Enfermedades, accidentes y muerte 230Condiciones de trabajo y conciencia 239

    Salarios, precios y la acumulacin de capital en la minera 241Sala.rios 247El costo de vida 261Costos de produccin 275La relacin entre sa.larios, precios y ganancias 285

    Conflicto laboral y sindicalizacin 287El trabajo y el Gobierno Nacional 288La FSTl\IB y los problemas de sindicalismo 323

    Comunidad y conciencia de clase 341Las races culturales de la identidad de la clase obrera 342Conciencia de clase 351Dependencia y explotacin 361

    Apndice 365

    Para Herbert, quien viva cuando escrib este libroLaura, que comparti conlnigo la vida en las comunidades'

    Eric, porque nos visit en Oruro'Frank, quien ha odo toda la historia de este libro~

    Bibl iografa 369

  • Prefacio a la primera edicin (1979)Cuando trabajaba en la comunidad lninera de Oruro, en 1970, durant~uno de los nUluerosos rituales que presenci en las minas, un minero dijo:"Comemos a las luina.'3 y las luinas nos comen a nosotros. Por esta razndebemos brindar estos rituales al espritu de las montaas de modo quecontine mostrndonos sus vetas de metal para que podamos vivir". Enesa ocasin, una llalua fue sacrificada cotno ofrenda a Supay, el espritude la luontaa que controla la riqueza de las minas. La ceremonia tuvolugar luego de que un accidente fatal se llevara las vidas de tres luinerosjvenes. Para los trabajadores, estas muertes fueron la consecuencia deuna falta, ya que la direccin de la luina les haba impedido llevar ade-lante los rituales regulares de sacrificio que alimentan al espritu de lasmontaas y satisfacen su apetito, de modo que no tenga que "comer" alos trabajadores.

    Tal afirmacin parece sintetizar la situacin de dependencia que los lui-neros viven respecto de las minas, de las cuales deben obtener su sustento,y el sentimiento de explotacin, constatado tanto en la prdida y deteriorode la salud por las enfenuedades pulmonares COIUO en la baja retribucinde sus salarios. Est en la raz de las contradicciones de sus conciencias:la idea que la dependencia de las minas y quienes las controlan los lle-van a la conformidad con las condiciones de trabajo a ellos impuestas.Al miSlUO tiempo, su rechazo de estas mismas condiciones los lleva a lasacciones militantes que han caracterizado su historia desde el comienzola industria minera. Entender cmo manejan estas contradicciones es elobjeto central de este libro.

    Esta conciencia de un proletariado indgena contrasta con la de losMnong Gar, tal como fueron descriptos por Georges Condominas, en sumonografa Nous avons mang la {oret. Su ttulo, tomado de la expresinMnong Gar para marcar el paso del tiempo en la sucesin de la roza yquema para el cultivo de sus cosechas, puede ponerse en paralelo con elcomienzo de la frase del minero, "Comemos a las minas... ". Sin embargo,como horticultores de roza y quema an no atrapados por el mercadomundial, no han todava experimentado la explotacin que los trabajado-res industriales expresan en la parte final de la frase "...y las minas noscomen a nosotros".

    Llegu a Bolivia por primera vez en 1967 y volv en el verano de 1969.Luego estuve un ao completo durante 1970, volv en junio de 1971 por dos

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  • 10 "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Prefacio a la primera edicin (1979) 11

    meses y, aos despus, retorn en el invierno de 1985. En 1986 regres parala nueva edicin de la autobiografia de la falnilia Rojas. Mi investigacinfue posible gracias al Social Science Research Council, que financi iniestada de campo en aquel verano de 1969 y a la beca Fulbright-HayesTitle V, que recib para poder llevar a cabo mis doce meses de trabajo decampo en 1970. Una beca Guggenhern, en 1971, rne penniti organizarel material de dos autobiografas que fueron publicadas en castellano:He agotado mi vida en la mina, por Juan Rojas y June Nash (BuenosAires, Nueva Visin, 1976) y Dos lnujeres indgenas: Basilia, Facundina(Mxico, Instituto Indigenista Americano, 1976). Tengo una deuda conestas instituciones por haberme pennitido completar estos trabajos.

    Espero que este libro satisfaga a los hombres y mujeres que trabajanen las minas y que lne dieron su tielnpo y apoyo para que fuera posible.No doy sus nonlbres a consecuencia de las posibles represalias que po-dran sufrir en el fluctuante ambiente poltico en el que trabajan. Quieroagradecer en particular a mis cOlnadres y compadres que creyeron en mcuando fui acusada de ser un agente de la contrainsurgencia y que mepidieron que continuara mi trabajo. Gracias tambin a los intelectualesde Oruro que apoyan las ricas tradiciones folclricas de la ciudad. Ten-go una deuda intelectual con ellos porque me abrieron a una tradicinplena de sentido que ha resistido la erosin de la modernizacin y de laindustrializacin. Entre ellos, a Eduardo Ibaez, que comparti conmigosu visin artstica de las minas y que tom algunas de las fotografas quese incluyen en este libro, y a Josermo Murillo de quien cito su profundoartculo sobre el Carnaval. Como cualquier estudioso del movimiento detrabajadores en Bolivia, tengo una gran deuda con Guillermo Lora, cuyoslibros, artculos y conferencias me han permitido tener un conocimientobsico de los principales movimientos histricos.

    Mi permanencia en el campo se vio iluminada por la presencia de mihija, Laura, y por la visita de mi hijo, Eric. Doris Widerkehr y AnnetteThorne, estudiantes que me acompaaron en distintas etapas de mis es-tadas en Oruro, en 1969 y 1970, as como Andrew Weiss, que obtuvo suprimera experiencia de campo en Bolivia antes de realizar su investigacinen Cochabamba en 1970, me ayudaron en la investigacin preliminar delestablecimiento minero y compartieron conmigo sus impresiones y cono-cimientos sobre la comunidad minera. Mis colegas Judith Marie Buechlery Hans Buechler hicieron numerosas sugerencias que mejoraron una pri-mera versin de este libro. Billie Jean Isbell y sus estudiantes formularon

    agudas observaciones que ayudaron a mejorar el captulo sobre ritualesreligiosos. Jorge Dandler y Ernest Feder contribuyeron a arnpliar el con-texto en el que se sita el trabajo de calnpo. Espero habenne rnantenidofiel a la visin que los mineros cornpartieron conmigo sobre el mundo enque viven y la vida que llevan. Es con la esperanza de compartir sus visio-nes con otros trabajadores alrededor delrnundo que he tratado de reflejaresa realidad y relacionarla con los problemas que deben enfrentar todoslos trabajadores.

    En retrospectiva, puedo ver que los diecisis meses que pas en Boliviacoincidieron con una extraordinaria apertura de las fuerzas polticas delpas. Las energas dinlnicas de esta gente, que ha soportado las fonnaslns extremas de explotacin econmica y de represin poltica en el con-tinente sudarnericano, se revela en el hecho de que, tanto el presidenteOvando en los primeros rneses de su mandato, desde septielnbre de 1969hasta septiembre de 1970, como el presidente Torres, que lo sucedi enoctubre de ese ao y fuera Presidente hasta el golpe militar de agosto de1971, encontraron necesario pedir apoyo a los trabajadores y a los cam-pesinos. Los siete aos de extrema represin bajo el gobierno del coronelHugo Banzer, que lleg al poder en agosto de 1971 1 , no pudieron terminarcon la resistencia de la gente. Acciones intermitentes de protesta tuvieronlugar luego del asesinato de ms de un centenar de carnpesinos y trabaja-dores en el valle de Cochabamba, en 1974, y de numerosos trabajadores en1976. Una extraordinaria explosin de esta resistencia latente sobrevinoen enero de 1978.

    El proceso mediante el cual Banzer, paso a paso, reprirni el movimientopopular desde el golpe de 1971 se encuentra docurnentado en varios in-formes que tratar de sintetizar brevemente. El primero es un informe dela Comisin de Paz y Justicia (1974) titulado "La masacre del valle" querelata la masacre de campesinos y trabajadores en Cochabamba, en enerode 1974. El segundo es un informe de la COB (Central Obrera Boliviana),de 1976, sobre la eliminacin de los sindicatos. El tercero es una carta es-crita por un grupo de ciudadanos norteamericanos, residentes en Bolivia,presentada al representante del Departamento de Estado estadounidense,Terence Todman, cuando visit Bolivia en abril de 1977 (Annimo, 1977).El cuarto es un documento producido por la Sociedad Anti-esclavista de

    1 En el informe anual al Congreso (Report to the Congress: Bolivia-an Assessment of U. S.Policies and Programs), presentado por el Procurador General de los Estados Unidos el 30de enero de 1975, ste asume el crdito por el golpe de Banzer, en virtud de los prstamos ysubsidios dados y por apoyo de los asesores militares.

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    Gran Bretaa (1977), titulado "Informe sobre una visita para investigaracusaciones de esclavitud", basado en las investigaciones de un miembroque fue a Bolivia en 1977. Los datos sobre las condiciones de los campesi-nos en este informe se complementan con otro informe sobre los minerosbolivianos hecho por representantes de la Unin de Trabajadores MinerosBritnicos, luego de su visita en 1977. Finahnente, existen dos informesdel Grupo de Trabajo Internacional para Asuntos Indgenas (1978) sobrelos movimientos indgenas de liberacin y de derechos sociales, y sobreel proyectado programa de colonizacin para colonizadores blancos pro-venientes de frica. Para contextualizar la investigacin de este trabajo,sintetizar a continuacin los eventos polticos ocurridos en Bolivia du-rante la dcada de 1970, tal como estn documentados en los informescitados.

    Bolivia ha vivido bajo regmenes militares~ con variados grados de re-presin desde el golpe del general Barrientos, en 1964. Una ley de seguri-dad interna, que daba a las fuerzas armadas derechos casi ilimitados paraarrestar e interrogar ciudadanos, ha estado en vigencia desde ese perodo.Un breve intervalo durante los pocos lneses del perodo del general Ovan-do como Presidente y los nueve meses de la presidencia del general Torrespermitieron breves aperturas democrticas. Esto termin con el golpe deestado de Hugo Banzer en agosto de 1971. Cientos de personas fueron ase-sinadas en los tres das del golpe y, en los das subsiguientes, estudiantes,trabajadores, lderes sindicales y opositores polticos al rgilnen de Banzerfueron encarcelados sin juicio y torturados. Ms de cinco mil opositoresse exiliaron en el exterior en donde han permanecido sin papeles oficiales.Todas las universidades fueron cerradas por lns de un ao entre 1971y1972 y por varios meses en 1974. Se organizaron campos de concentracin,a veces en las mismas universidades cerradas como respuesta a la protestaestudiantil. La universidad Gabriel Ren Moreno, en el estado de SantaCruz, es uno de estos casos. La prisin femenina de Obrajes, La Paz, setransform en otro campo de concentracin junto al Panptico Nacionalen la plaza de San Pedro y otros en Chonchocoro, a 25 kilmetros de LaPaz y en Puesto "E", en Viacha.

    La asistencia econmica y los prstamos militares llegaron inmedia-tamente desde los Estados Unidos y Brasil para ayudar al rgimen. Laayuda econmica americana incluy el regalo inmediato de 10.6 millonesy de otros 4. 5 para programas especiales: el reacondicionamiento de laplaza del mercado y la nivelacin de una colina afuera de las barracas

    militares de Miraflores para impedir el rpido acceso de rnanifestantesantigubernamentales.

    En octubre de 1971, el peso boliviano fue devaluado de doce pesospor dlar a 20. Las pequeas alzas en los salarios de los trabajadoreslnineros no alcanzaron a cubrir las presiones inflacionarias creadas poreste cambio artificial en la tasa de cambio, en el momento en el que el dlarperda terreno a nivel mundial. El incremento de los precios que afectabalos bienes importados no benefici a los calnpesinos, cuyos cultivos desubsistencia fueron mantenidos en precios artificialmente bajos. Al mismotiempo que haba un incremento del cien por ciento en los precios delazcar, el arroz, los fideos y el aceite, el gobierno estableca controlessobre los precios de los productos locales. Esto deriv en un levantamientocampesino que bloque las rutas que salan del valle de Cochabamba, enenero de 1974.

    La efectividad de esta accin no violenta, apoyada por trabajadores fa-briles y por mineros que llamaron a una huelga en sus centros de produc-cin, termin en un enfrentamiento con las tropas de Banzer. Prornetiendoencontrarse con los lderes lnineros, el Presidente mand tropas y tanquesque arrasaron con ms de cien manifestantes desarmados. Esta accin de-liberada, documentada ampliamente por la Comisin Catlica de Paz yJusticia en el informe "La masacre del Valle", dio mpetu al desarrollodel Movimiento de Liberacin y de Derechos Sociales para los Indgenas.Esta reaccin ante la amenaza genocida, en una matanza en la que elejrcito us ametralladoras y morteros para asesinar a hombres, mujeresy nios reunidos en una protesta pacfica, se combin con la toma de con-ciencia general de que la vida no poda ser mantenida y reproducida enlas condiciones a las que fueron reducidos los campesinos y trabajadoresindgenas.

    No obstante, la cruda realidad se impone an en Bolivia. De acuerdocon un informe del Ministerio de Salud, publicado en Presencia, el cincode enero de 1977, el promedio de vida de un campesino boliviano es me-nor a treinta y cinco aos. Slo el nueve por ciento del campesinado tieneacceso regular a una fuente de agua cercana. El consumo de caloras percpita, que en 1962 llegaba a 1870 cal. por da -un nivel 16 por cientomenor del mnimo generalmente aceptado-, declin a 1834 caloras porda en 1970. Cuando el gobierno de Banzer impuso estrictos controles deprecio sobre los productos de los pequeos campesinos, durante un tiem-po de creciente inflacin luego de la devaluacin de la moneda boliviana,

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    las dietas llegaron al nivel de inanicin. Esta fue la causa para la pro-testa y el bloqueo de las carreteras en el rea del valle de Cochabamba.Los manifestantes se volvieron completarnente conscientes de la amenazaque pesaba sobre sus vidas slo cuando Banzer despreci sps demandashaciendo uso extrerno de la violencia. Uno de los resultados positivos deesto fue el rechazo del acuerdo que los lderes campesinos haban finnadocon el general Barrientos, en 1965, y su posterior realineamiento con otrostrabajadores que haban sido el blanco de los militares en los ltimos aos.

    En noviembre de 1974 se suspendi toda actividad poltica a travs deldecreto 11 947. La Central Obrera Boliviana (COB) fue declarada ilegaly todas las federaciones que la corrlponan y los sindicatos adheridos aellas fueron prohibidos. Asimismo, las huelgas y cualquier otra accinreivindicativa de los trabajadores quedaban fuera de la ley. El rnismodecreto estableca un servicio civil, rnediante el cual se poda requerirlos servicios de todo boliviano de ms de 21 aos para servir al estadopor un perodo no detenninado, sin ninguna excepcin y bajo la penade dos aos de prisin o de exilio indefinido. El decreto suprerrlO 11 952,del doce de noviembre de 1974, estableca la nominacin compulsiva decoordinadores laborales, corno colaboracionistas de las ernpresas minerase industriales, para reemplazar a los lderes sindicales. Varios artculos deldecreto indicaban indisirnuladamente el propsito de destruir la posicinpoltica y econmica de las organizaciones laborales. Los directores de laFederacin de Sindicatos de Trabajadores Mineros Bolivianos (FSTMB),Vctor Lpez Arias, Oscar Salas Moya, Ireneo Pimentel y otros, fueronencarcelados cuando rechazaron su nominacin como coordinadores.

    Los militantes mineros persistieron en su lucha organizando un congresoen Corocoro, en mayo de 1976. En l, los trabajadores demandaron unincremento en sus salarios de 1, 50 $ bolivianos a 4 $ b por da y tambinla repatriacin del cadver del presidente Torres, que haba sido asesinadodurante su exilio en la Argentina. Sus salarios se haban reducido a untercio del que reciban los trabajadores rurales de explotaciones ganaderasen el Beni, en donde un pen ganaba 3 $ b por da ms comida, bebiday vivienda. Incluso los trabajadores estacionales del algodn ganaban 2,50 $ b por da. Como resultado, los centros mineros de Oruro y Potosfueron declarados zonas militares y el ejrcito se estableci en ellos deforma permanente. Cincuenta mineros fueron enviados al exilio en Chiley otros fueron encarcelados. El gobierno puso una completa veda a losderechos constitucionales de libre asociacin y trabajo voluntario.

    Adems del acoso que deban soportar cotidianarnente los mineros, laSociedad Contra la Esclavitud informaba que los campesinos eran sujetosconstantes de arrestos por rnotivo de no querer integrar las asociacionescampesinas oficiales controladas por el gobierno (1977). Unos setecien-tos carnpesinos aproximadamente fueron engaados para trabajar en laconstruccin de carninos, al este de Cochabamba, a carnbio de tierras,slo para constatar que un oficial militar, el capitn Galindo, se estabaquedando con las mejores extensiones.

    Durante el rgimen de Banzer, Bolivia obtuvo una posicin favorablecorno uno de los mayores beneficiados por la ayuda rnilitar nortearnerica-na en Sudarnrica. En 1971 Bolivia recibi 14, 3 millones de dlares enprstarnos y subsidios, de los cuales slo 2, 6 millones eran para progra-rnas rnilitares. La ayuda subi a 66, 2 millones en 1972, de esa cifra 6, 2millones fueron para las fuerzas armadas. En 1973 el rnonto baj a 32, 4millones, 5, 1 rnillones corresponda al presupuesto militar. Creci nueva-mente en 1974 a 54, 9 rnillones, con 7, 9 rnillones destinados a las fuerzasarmadas. En 1975 se dieron 33, 2 rnillones, de los cuales 7, 4 rnillonesles fue otorgado a los militares CWilkie y Reich, 1977. Tabla 3100). Losprstarnos totales de fuentes independientes fueron, entre 1962 y 1971,19 rnillones de dlares mientras que en el rgimen de Banzer (1972-76)Bolivia recibi 47 rnillones, el doble en la rnitad del tiempo. Las inversio-nes subieron de un total de 37 millones en la dcada de 1960-69 a 46, 5millones de dlares en 1971; 82, 3 millones en 1972; 28 millones en 1973y 41, 9 millones en 1974 (Wilkie y Reich, 1977. Tabla 3006, p. 417).

    Estos prestarnos y subsidios no llegaron nunca a la gente. La mortalidadpara nios entre 1 y 4 aos, que era de 16, 8 en 1960-62, lleg a 27, 6 en1970, superada solamente por las tasas de Hait y Guatemala (Wilkie yReich, 1977: 31). Los salarios, que haban subido un cuatro por cientodurante el ao previo, en 1971, a consecuencia de algunos de los cambiosproducidos por el gobierno de Torres, decrecieron un 0,8 en 1972, 19, 5por ciento en 1973 y llegaron a una baja record de 35 por ciento en 1974(Wilkie y Reich, 1977. Tabla 1412). Slo Chile tuvo una cada superior,con un 33, 6 % de baja salarial en 1973.

    Los periodistas que publicaban noticias sobre las violaciones de los de-rechos humanos del rgimen fueron encarcelados o debieron exiliarse. En1977 haba 58 periodistas bolivianos en el exilio y dos en prisin. La infor-macin que las estaciones de radio tenan permitido lanzar al aire estabadirigida casi completamente por el gobierno. Las radios de la Iglesia fue-

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    ron destruidas. Radio '"Po XII", una de las pocas estaciones que pasabanoticias sobre la represin a los mineros durante el rgimen del generalBarrientos de 1964 a 1969, no pudo operar ms. Ningn periodista te-na perlnitido visitar los centros mineros y ni la Cruz Roja, ni AmnistaInternacional obtuvieron permiso para visitar el pas.

    Estas violaciones a los derechos humanos fueron denunciadas en unacarta escrita por ciudadanos estadounidenses residentes en Bolivia y pre-sentada a Terence Todman en su visita oficial a La Paz, en abril de 1977.Rechazaban especficamente el informe sobre derechos hum,anos de la em-bajada norteamericana por su tono ambiguo e inconsistente. Objetabanla afirmacin de ese informe de que en Bolivia se producan "ocasionales"violaciones de derechos humanos, aduciendo que haban sido testigos debrutales y continuas represiones que afectaban las vidas de la mayora delos trabajadores, campesinos y profesionales bolivianos. Asesinatos, en-carcelamientos sin juicio previo, tortura') sobre prisioneros, allanamientode viviendas sin rdenes judiciales, robo de bienes personales eran los pro-cedimientos habituales que haban observado en la prctica del gobiernode Banzer. Solicitaron al representante del departamento de Estado queentregara dicho informe al presidente Carter, quien haba afirmado suinters en los derechos humanos durante la atmsfera renovadora de suasuncin como mandatario.

    Junto a este informe de testigos norteamericanos, est el de los repre-sentantes del Sindicato Minero Britnico (1977), que visitaron La Paz yel centro minero Siglo XX, en abril de 1977. Se encontraron con una fuer-za de trabajo empobrecida que ganaba solamente dos tercios del salariomnimo calculado para mantener a una familia de cinco integrantes. Conuna tasa de inflacin de 159 % en los ltimos seis aos, el salario bsico sehaba reducido, e incluso con '"incentivos" dados en bonos por asistenciaperfecta, no alcanzaba los niveles pagados durante la presidencia de To-rres. Las pensiones promediaban los 30 dlares al mes para trabajadoresretirados a consecuencia de la silicosis o de avanzada edad, muy por deba-jo de lo mnimo necesario para la compra de alimentos. Los sindicalistasbritnicos pudieron comunicarse con los lderes mineros bolivianos queoperaban en la clandestinidad, quienes indicaron que los coordinadoresnombrados por el gobierno operaban ms como una fuerza de polica quecomo sindicalistas. Los mineros britnicos observaron las casas, descriptaspor ellos como campos de concentracin, y hablaron con Domitila Chun-gara, lder de la Asociacin de Amas de Casa de Siglo XX. Esta mujer,

    crtica de los regmenes militares desde Barrientos, que haba pasado va-rios meses en la crcel y cuyo esposo haba sido echado de la cOlnpaa,les habl de la desnutricin infantil y de las dietas de hambre con las queapenas sobrevivan.

    Como resultado de este informe, combinado con el de la Sociedad Con-tra la Esclavitud, los minero britnicos tuvieron xito en bloquear un prs-tamo de 19 millones de libras esterlinas que el gobierno de su pas estabaconsiderando para el mejoramiento del capital de las minas. El sindicatode mineros solicit a su gobierno que no concediera ningn prstamo has-ta que su par boliviano no retirase las tropas de las minas, liberase a losmineros presos, devolviese las estaciones de radio y discutiera los salarioscon los legtimos representantes de los mineros bolivianos.

    Para 1977, el programa del gobierno de Banzer para el desarrollo detierras agrcolas vrgenes fue revelado por el subsecretario de inmigracinDr. Guido Strauss. El gobierno pretenda promover el ingreso en Boliviade un iI?portante nmero de inmigrantes blancos procedentes de Nami-bia, Zinbabwe-Rhodesia y Sudfrica. El diario Presencia inform que lasautoridades nacionales esperaban encontrar lugar para unos 150.000 blan-cos con 150 millones de dlares ofrecidos por el gobierno de la RepblicaFederal Alemana. Ms de 800.000 hectreas seran entregadas, sin cargo, alos inmigrantes. El DI. Strauss no haca ninguna mencin de las 41 tribusindgenas, con una poblacin total de 120.000 personas que habitaban enla zona especificada para la colonizacin en el este de Bolivia. El Gru-po de Trabajo Internacional para Asuntos Indgenas public el informedel corresponsal britnico Norman Lewis como el Documento 31 (1978).Cuando Lewis le pregunt a Strauss cul era la disposicin de los ind-genas al respecto fue derivado al los misioneros del Instituto Lingsticode Verano. En una entrevista con uno de ellos, Victor Halterman, la na-turaleza de la intervencin del Instituto hacia los indgenas qued clara:los misioneros juntaban a los indgenas que vivan all y los asignaban ahaciendas locales, en las que trabajaban sin recibir salario, sobreviviendoen condiciones infrahumanas. Lewis tambin averigu a travs de JurgenRiestler, un antroplogo que trabajaba en el este de Bolivia sobre las con-diciones de vida de los indgenas del altiplano en las haciendas de SantaCruz de la Sierra, que haban sido trados all con falsas promesas detierra y salario. Los indios chiriguanos trabajaban en las haciendas azu-careras de Abapo Izozog, una de las principales reas para la planeadacolonizacin blanca, cortando caa quince horas al da con la excepcin

  • 18 "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Prefacio a la primera edicin (1979) 19

    del da domingo, cuando lo hacan slo por trece horas. Si bien sus con-tratos estipulaban que el agua, la lea y las medicinas seran provistaslibres de cargo, lo cierto es que se encontraron con que no haba lea,slo conseguan un agua barrosa de pozo y aspirinas para ~ratar la gas-troenteritis, la tuberculosis y la mordida de vboras que sufran. La nicapreocupacin expresada por el Dr. Strauss con relacin a los indgenasfue que los inmigrantes blancos "sin duda encontrarn a nuestros indiostan estpidos y vagos COlno a sus propios negros". Los indgenas del alti-plano eran considerados ms adaptables a las condiciones de trabajo enlas plantaciones que los indios "no integrados" de las reas selvticas. Losindgenas Ayoreo resistieron el reclutalniento que los mismos periodistasbolivianos describieron COlno "campos de esclavos" (Excelsior, junio 23,1977). Las lnayores protestas contra el trato a los trabajadores provenade los sacerdotes catlicos, quienes, a pesar de las severas alnenazas yacosos, se lnovilizaron incansablelnente para lograr que estas condicionesde trabajo captaran la atencin internacional.

    En 1977, Bolivia pareca no estar en el lote de los pases sudamericanosresponsables de las violaciones de derechos humanos ms flagrantes, comoChile, Brasil o Argentina. Sin embargo, la apariencia de una paz polticabajo el rgimen de Banzer fue ganada a travs de la total represin de laprotesta, tanto dentro como fuera del pas. Cuando el ex presidente Torresfue asesinado en Argentina en julio de 1976, qued claro que el rgimenno estaba slo preocupado por la oposicin cOlnunista, sino talnbin porla oposicin de centro e incluso de derecha. El coronel Selich, uno de losconspiradores junto a Banzer en el golpe de agosto de 1971, muri tres aosdespus de su mOlnento de gloria mientras soportaba el "interrogatorio"de la polica de Banzer. Durante este rgimen, lderes polticos de todoslos partidos y miembros de organizaciones de profesionales y trabajadoresfueron forzados al exilio. Esto inclua no slo exiliados de izquierda comoJuan Lechn Oquendo, sino tambin Vctor Paz Estenssoro, presidentedurante el periodo 1952-56 y 1960-64, Hernn Siles Suazo, presidente de1956 a 1960, Benjamn Miguel, lder del Partido Demcrata Cristiano ynumerosos ex ministros del movimiento popular como Marcelo QuirogaSanta Cruz del Partido Socialista.

    Como resultado de las presiones del presidente norteamericano Car-ter para el reconocimiento de los derechos humanos en el hemisferio Sur,Banzer proclam -el da de los mineros, el 31 de diciembre de 1977- laamnista para prisioneros polticos y exiliados. Sin embargo, no hizo nada

    para garantizar la seguridad de las personas que queran volver del exilioni tampoco liber prisioneros. De hecho, la accin heroica de media do-cena de mujeres con sus hijos, esposas de mineros del estao que habansido encarcelados en las acciones de protesta en las rninas en 1976, setradujo finalmente en una verdadera alnnista. Estas mujeres comenzaronuna huelga de harnbre en las corllunidades lllineras, pero llegaron hastaLa Paz, en donde buscaron refugio en la arquidicesis de la Iglesia Cat-lica y en las oficinas del peridico Presencia. Se les unieron cientos mslnientras dernandaban la amnista de los prisioneros polticos y el retornode los exiliados y obtuvieron el apoyo de lderes corno Hernn Siles Suazoy el cardenal de La Paz. Las demandas incluan talnbin la legalizacinde los sindicatos, la recuperacin de las radios de los campos mineros ytenninar con la ocupacin militar de las rninas. Para rllediados de enero,el nlllero de los huelguistas de hambre era de 1283, y adelns, huelgas dehalnbre sinlblicas eran llevadas a cabo por exiliados bolivianos en Europay Arnrica Latina. En enero, diecisis mil mineros, desafiando la ocupa-cin rnilitar, organizaron una huelga de dos das. Trabajadores fabriles enManaco, de la fbrica de calzado Bata, dejaron caer sus herranentas pararealizar una huelga de veinticuatro horas. Banzer respondi con un raidpolicial en los centros en donde se realizaba la protesta, que para entoncesinclua la universidad, las oficinas de Presencia, las oficinas de la FAO yla arquidicesis. Esto slo logr provocar ms protestas por parte de losperidicos y las estaciones de radio y la fbrica textil ms importante delpas realiz una huelga de veinticuatro horas.

    Teniendo en cuenta la magnitud del reclamo, Banzer se vio obligado aceder ante las demandas de los huelguistas de hambre. Luego de la am-nista, varios lderes exiliados volvieron para participar en la campaaelectoral que Banzer haba prometido para julio de 1978. La Unin De-mocrtica Popular, con su lder, Hernn Siles Suazo, y el candidato delPartido Demcrata Cristiano, el general Ren Bernal, eran los principa-les contendientes que se oponan al sucesor de Banzer, elegido a dedo, elgeneral Juan Pereda Asbn. Pereda fue ministro del interior de Banzer yhaba probado su lealtad durante todo el rgimen. Dado que representabaa un relativamente dbil segmento de las fuerzas armadas, como generalde la Fuerza Area, se dice que Banzer lo consideraba una persona quepoda manipular fcilmente.

    Las elecciones tuvieron lugar de acuerdo con lo prometido el nueve dejulio de 1978. Cuando ms de la mitad de los votos haban sido contados

  • 20 "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Prefacio a la primera edicin (1979) 21

    Pereda estaba ganando con 513. 653 votos sobre 283. 824 de Hernn SilesSuazo. Sin embargo, algunos testigos, incluyendo dos miembros del grupode observadores internacionales, el representante britnico Lord Aveburyy el abogado norteamericano Robert Goldman, afirmaron que las urnaselectorales fueron llenadas por los partidarios de Banzer y que campesi-nos y trabajadores fueron alnenazados si no votaban por Pereda (LatinAmerican Political Report, 27 de Julio, 1978). El mismo Pereda suspendiel recuento de los votos y luego se instal como Presidente. Ms all delresultado de los votos en decidir o no un ganador, todos los observadoresinfornlados estn de acuerdo en que los campesinos se haban moviliza-do masivamente para apoyar aSiles Suazo. Es ms, observaron cmo losdelegados campesinos acompaaban a los votantes de reas rurales paraimpedir que sus votos fuesen llenados por los militares, el color de esasboletas era naranja, que era el color de Siles Suazo. Si bien se esperabaque los mineros, los obreros fabriles y los pobres urbanos votasen por SilesSuazo, el apoyo campesino fue una sorpresa.

    Luego del golpe de mano de Pereda, el elnbajador sovitico fue el prime-ro en reconocer al gobierno, mientras que el de EEUU, por su declaradointers en la poltica de derechos hUlnanos, dudaba. Diez das despus, re-conoci al gobierno de Pereda. Se dice que Pereda tuvo un enfrentamientocon Banzer a consecuencia de que este ltno no estuvo de acuerdo con elgolpe a las elecciones. Luego de un encuentro entre los dos, Banzer afir-m que su forma de nacionalismo haba llegado a su fin (Latin AmericanReport, 10 de septiembre, 1978). La vulnerabilidad del rgimen de Peredaqued demostrada con su rpida renuncia cuando el general Padilla tomel control. En los meses posteriores a las elecciones se abrieron espaciospara la movilizacin pblica en todo el pas. Ni Pereda ni Padilla se atre-vieron a usar las fuerzas armadas contra le gente. Algunos de los decretosy leyes ms represivos de Banzer fueron abolidos: la ley de seguridad in-terna, que otorgaba poder ilimitado a las fuerzas armadas y la ley delservicio civil.

    Por otra parte, en respuesta a la protesta de los estudiantes univer-sitarios contra el rector elegido por Banzer, se debieron realizar nuevaselecciones en la universidad en octubre de 1978. Los sindicatos se reorga-nizaron y Juan Lechn Oquendo ocup nuevamente su cargo como lder dela FSTMB y de la COB. Padilla gan el apoyo de los cuatro grupos quese oponan a su predecesor -la Unin Democrtica Popular, la AlianzaDemocrtica Revolucionaria y los partidos Socialista y Democristiano-

    cuando acept poner una nueva fecha para nuevas elecciones en 1979 envez de posponerla (Latin American Report, 10 de septiembre, 1978). Larespuesta norteamericana a esta situacin fue descorazonadora para losobservadores interesados en el afianzalniento de los derechos humanos yque posean un claro conocimiento de la situacin boliviana. Al poco tiem-po de los pequeos triunfos en esta materia, en enero de 1978, el Congresode los Estados Unidos recibi un pedido de autorizacin para que el go-bierno pudiera vender las miles de toneladas de estao almacenadas aconsecuencia del acuerdo internacional para las reservas de ese mineral.Este hecho dej en claro, por un lado, las reCOlnpensas que le fueron otor-gadas al rgimen de Pinochet por llevar a cabo una farsa de eleccin, quede un modo efectivo lnpidi toda movilizacin democrtica y, por el otro,el castigo impuesto a Bolivia que, con su turbulenta realidad a cuestas,se encoentraba inmersa en un proceso democrtico real.

    Este libro cuenta la historia de la gente en su lucha por mantener sumodo de vida. La informacin aqu recopilada y su anlisis corresponden,desde una perspectiva temporal, a un contexto diferente del presente. Sibien fue escrito tiempo atrs, hoy recobra vigencia, teniendo en cuentael trasfondo de masacres, resistencias y protestas que han acolnpaadoen todas estas dcadas al pueblo boliviano -y que an lo acompaan-,poniendo en evidencia el coraje demostrado por sus protagonistas. Deberaser una inspiracin para aquellos que afirman que el progreso slo puedetener lugar cuando los trabajadores son los arquitectos de las institucionesen las que trabajan y viven. Y una refutacin para quienes rechazan el rolprincipal de los trabajadores en construir ese futuro.

  • Prefacio a la edicin 2008

    :Nli encuentro con la comunidad minera de OnJro (Bolivia) cornenz en1967. Regres luego en 1970 y permanec all el ao completo; volv otravez en 1971. Fue un largo tiempo de trabajo que incluy distintas etapas,la ltima de ellas abarc diecisis meses corridos y coincidi con la sig-nificativa apertura deluocrtica de las fuerzas polticas del pas. Durante1972 y 1978 me dediqu a ordenar luis notas de trabajo y darle~ formade libro; al ao siguiente publiqu la primera edicin, fruto de aquellainvestigacin. Entre los aos 1971 y 1985 no volv a Bolivia. J\1is amigosme haban dicho que lui nombre estaba en una lista negra del gobiernode Banzer y no quise perjudicarlos a ellos con mi presencia. Adems, yolue encontraba envuelta en un estudio sobre la industria electrnica enPittsfield (MA.).

    En 1985 regres a Oruro para trabajar con la familia de Juan Rojas, unode los luineros que conoc all, para escribir su autobiografa recopilandolos acontecimientos sobre cmo haban sobrevivido durante los catorceaos que dur lui ausencia. Estaba muy contenta de haberlos encontradoen buen estado de salud; Juan se haba recuperado algo de su silicosis yhaba conseguido trabajo como guardia en la cancha de soccer. Su hijomayor, Facundo, se encontraba casado y tena cuatro hijos, trabajabacomo tenedor de libros en la oficina de minas en Oruro. Su hija Mauratambin se haba casado y era luadre de un nio y Elvira tena un beb.Juan Manuel, que haba sido apresado por el ejrcito, y acababa de huirde ste, se encontraba refugiado en la casa. Aniceto estaba trabajandoen la concentracin de mineral en Machacamarca; era la gran victoria delos mineros durante la breve presidencia de Jos Torres, quien inaugurla concentracin del metal en Bolivia. Acababa de casarse con la hija deun lder del sindicato, exiliado durante el tiempo de Banzer en Suecia; eljoven estaba haciendo los preparativos para viajar all con su esposa.

    Durante estos aos tambin les haba nacido otro nio a Juan y Petrona,se llamaba Vctor Hugo y ya haba cumplido los ocho aos. Petrona estabaen la crcel; haba estado trabajando con un comerciante inmobiliario,quien por contrato se dedicaba a vender las casas de los mineros en elcampamento y haba hecho una estafa al vender ms casas que las quese haban construido. Razn por la cual se vio obligado a huir, dejando aPetrona sola para enfrentar la polica. Cada noche, su carcelero la liberaba

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  • 24 "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Prefacio a la edicin 2008 25

    para que pudiera ir a su casa a dormir, porque en la prisin no haba celdaspara damas. Y nosotras nos juntbarnos en el dormitorio de su hogarpara lnirar su telenovela favorita, con una calidad de ilnagen realmentetonnentosa.

    Para esa poca, Victor Paz Estenssoro ya haba regresado del exilioy se encontraba lanzando su candidatura a la presidencia, en oposicin aBanzer. Finahnente, fue el vencedor de la eleccin y, con lnucha esperanza,los lnineros anticipaban un futuro bueno. Pareca que la vida de la familiaera exitosa despus de los duros aos de Banzer durante la dcada del 80.

    Cuando regres el ao siguiente, el panorama era otro. Jeffrey Sachs ha-ba impuesto las condiciones del Fondo Monetario Interamericano, y unade las primeras fue establecer que Bolivia deba cerrar las minas naciona-les. En consonancia con esto, despus de ganar la eleccin, Paz Estenssoroprocedi a revocar todos sus progralnas previos, los mismos que iniciaracon la Revolucin de 1952, y su primer acto estuvo dirigido a clausurar lasminas nacionalizadas. Las cOlnunidades mineras se lnovilizaron inmedia-talnente en una gran marcha que incluy a los maestros, los comerciantes,cuyo cOlnercio dependa de las conlpras de los lnineros, y los campesi-nos que, por primera vez desde el golpe de Banzer, cooperaban con losmineros.

    Yo fui a Oruro acompaando a algunas maestras hasta Calamarca; alltuvimos que pernoctar todos en la iglesia, en las tierras de los campesinosy en los patios de los vecinos. A la nlaana siguiente, el pueblo amanecicercado por cuatro regimientos de soldados. Por medio de un megfono seles anunci a los presentes que no tenan perrniso para llegar a la capitaly deban regresar a sus comunidades. Durante todo el da, los marchantesrechazaron la orden de regresar a sus pueblos. Hasta la noche, cuandomandaron autobuses civiles para transportarlos 1.

    Era el fin de la Revolucin y la dispora de las comunidades mineras.Decid irme; no volv hasta 1994. Cuando visit la mina San Jos, enGruro, todo el campamento estaba abandonado y ninguno de la familiaRojas se encontraba all. La mayora de las familias mineras haba buscadorefugio en Cochabamba, El Alto o Chapare. Un vecino me dijo que Juan,Petrona y sus tres hijas se haban ido a Cochabamba. Tiempo despus,cuando visit esa ciudad, me pude reencontrar con la familia, viviendode prestado en una casa. Todos se haban convertido a la fe mormona.1 He tratado de sintetizar las diversas interpretaciones de este fenmeno a travs de entrevistasa quienes participaron de esa marcha, a los lderes y a polticos en La Paz, luego de producidoel evento (Nash 1992).

    Aniceto permaneca en Suecia con su esposa, sus tres hijos, su suegro, ysu herrnano Vctor Rugo. Facundo haba recalado en Santa Cruz con suesposa y sus cuatro hijos, y trabajaba en un hotel. Juan Manuel estabade guardia civil en la ciudad de Cochabamba.

    Visit la ciudad de El Alto, a donde han ido tambin muchas de lasfamilias mineras. Desde una panlpa casi vaca, cuando la vi por primeravez, en 1970, haba crecido ahora hasta formar una ciudad con ms deun milln de habitantes 2 . Los ex mineros me contaron que los estuvieronacarreando en autobuses para quitarlos de los campalnentos, y su primeramovilizacin fue reclanlar contra las descargas de basura, como los haacostulnbrado la ciudad de La Paz.

    Por su parte, los mineros que fueron a Chapare se organizaron en sin-dicatos para defender el derecho de cultivar coca, a pesar de la crimina-lizacin de este producto por la guerra contra el narcotrfico, defendidapor los Estados Unidos. Y otros supieron ejercer su habilidad en las orga-nizaciones sindicales para formar el MAS, el partido base de Evo Moralesy de la nueva poltica del estado boliviano.

    June NashOctubre de 2008

    2 Ver, por ejemplo, Gill, Lesley. 2000. Teetering on the Rim: Global Restructuring, and the Ar-med Retreat ofthe State. New York, Columbia Unversity Press. Nash, June. 1992. "InterpretingSocial fvlovements: Bolivian Resistence to Economic Conditions Imposed by the Internationaltvlonetary Fund", American Ethnologist, Vol. 19(2): pp. 275-93

  • Captulo 1Introduccin

    La paradoja de Bolivia est en la raz de los problemas que asolan a to-dos los pases sudalllericanos. El segundo productor mundial de estao,con grandes reservas de hierro y zinc, as como de bauxita, cobre, mag-nesio, oro, y el remanente de la plata dejada por los espaoles, tiene unode los ndices llls bajos de ingreso per cpita, alfabetislllo y expectativade vida. En los tielllpos de la conquista, los espaoles extrajeron tantaplata de sus lninas como para construir un puente transatlntico hastaMadrid, vaciaron los centros mineros de donde provino esa riqueza, salvola casa de la llloneda en Potos y algunas reliquias religiosas. En el sigloXX, la penetracin del capital extranjero en ese pas gener una de lasclases trabajadoras ms duramente explotadas y, al miSl1l0 tielllpo, a unode los hOlnbres lns ricos del siglo, Simn Patio, un criollo boliviano quetrabaj junto a su lnujer para fundar el complejo de procesamiento deestao rns grande del mundo. La historia de la lucha boliviana, desde elalzamiento contra los espaoles de Tupac Amaru y de su aliado TupacCatari, en 1781, hasta el advenimiento del movimiento guerrillero del CheGuevara en 1967, revela que su pueblo es uno de los ms proclives poltica-mente a la ideologa revolucionaria, aunque, en simultnea contradiccin,parece ser tambin de los ms vulnerables a reacciones contra todo tipode reformas o de cambios fundamentales. A lo largo del siglo XX, Boli-via ha visto derribar gobiernos no representativos y tambin ha gestadouna importante revolucin en 1952, en la que campesinos y trabajadoresiniciaron un cambio estructural. A.un as, Bolivia ha estado gobernada lamayor parte del tiempo por oportunistas o por lderes militares que op-taron por ceder a los dictados de polticas externas antes que respondera las propias demandas internas.

    La paradoja boliviana representa el caso ms extremo en Sudamri-ca de naciones integradas de modo incompleto en un mercado mundialdel cual resultan completamente dependientes. Al igual que sucede conlos productores de monocultivos de Amrica Central, el hecho de basarseen las exportaciones mineras ~specialmente del estao- incrementa lavulnerabilidad de la dependencia nacional en el intercambio con el ex-terior para sobrevivir. Encerrada en el corazn del Cono Sur, Bolivia escontrolada por sus vecinos, quienes limitan su acceso al mar y permiten

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  • 28 ll(omemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Introduccin 29

    que su comercio exterior sea manipulado por los pases transportadoresy compradores. A pesar del potencial interno para el creciIniento en lascasi inhabitadas reas tropicales y subtropicales, el capital generado 'enlas minas ha sido invertido en la produccin de petrleo en Santa Cruzque sirve a intereses o capitales externos. En vez de promover una mayorelaboracin industrial de sus productos ruineras, las ganancias bolivianashan sido invertidas en fundiciones britnicas y sus minerales transpor-tados a un alto costo como materia prima no elaborada hasta puertosdistantes.

    Los mineros del estao boliviano tienen la reputacin de ser el segmentoms revolucionario de la clase trabajadora. Comparten una experienciade vida que les da una profunda identidad corno comunidad y clase. Enlos setenta aos de explotacin de las minas de estao han modificadosu concepcin de poblacin campesina, con una visin local del mundo,para transformarse en un proletariado consciente del mercado mundial,donde venden el producto de su labor y en el que cornpran la mayorade los productos que consumen. A pesar de que constituyen solamente eldos por ciento de la fuerza de trabajo, tienen un profundo efecto en elmovimiento sindical de la nacin.

    La transformacin cultural es una continuacin del proceso de absor-cin en la fuerza de trabajo y en la sociedad nacional que comenz con laconquista. Desde el tiempo de la independencia nacional hasta la revolu-cin de 1952, esta transformacin signific obtener un cierto dominio dela lengua y de la organizacin del trabajo

    industrial conformado a la tecnologa moderna, lo que permita unaparticipacin limitada en la sociedad nacional como cholo o chola. En Bo-livia la categora cholo es ms cultural que racial, al revs de lo que sucedeen Per o Chile. La "cholificacin" se inici con la inmigracin indgenahacia reas urbanas y centros industriales. El grupo cultural cholo mostrresistencia as como aceptacin selectiva a la cultura dominante. El centrode esta resistencia es el reconocimiento de la Pachamama, un conceptoespacial y temporal anterior a la conquista, relacionado a una comunidadque constantemente refuerza sus creencias y rituales, obteniendo de estemodo una identidad diferenciada. Al contrario de lo que sucede con otrasfuerzas de trabajo en otros centros industriales, los indgenas de hablaquechua y aymar que fueron llevados a las minas no perdieron contactocon sus races.

    La fuerza de su identificacin con creencias precololnbinas les proveelas bases de su autodeterminacin en la nueva definicin de clase a nivelnacional. Los hombres difieren de las mujeres en el grado en que puedenobtener una ventaja de las nuevas oportunidades del perodo posrevolucio-nario, pero la solidaridad del grupo, que tiene sus races en una comunidaden la que las mujeres definen en gran rnedida el estilo y la motivacin, losentronca con la continuidad de la cultura indgena. La interseccin entrela conciencia social basada en races indgenas con sofisticadas ideologasde clase ser el centro de este libro.

    La participacin de los cholos en la') instituciones nacionales, polticasy econmicas, se encuentra limitada por la pobreza y la falta de educa-cin. La atraccin que tienen las minas y las ciudades est basada en laesperanza de superar ambas limitaciones. Los indgenas ingresaron en elnuevo sistema econmico, basado en la minera, como el segmento ms ex-plotado de la clase trabajadora. Desde la guerra del Chaco de los aos 30,muchos obreros y calnpesinos rompieron el aislamiento de la cultura cholapara entrar en la actividad poltica nacional. El Movimiento NacionalistaRevolucionario (MNR), de carcter populista, en el que los cholos partici-paron y se convirtieron en lderes en los aos cuarenta y cincuenta, fue elcamino para superar el analfabetismo y la pobreza que los detena. Cuan-do se quiso impedir que Vctor Paz Estenssoro -lder del MNR- ocupara lapresidencia luego de su eleccin, fueron los mineros cholos y los obreros delas fbricas los que tomaron las calles~ requisaron armas de los cuarteles yganaron la revolucin que los llev al poder en abril de 1952. Los lderes dela Federacin de Sindicatos de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB)y los de los recin formados sindicatos de campesinos se convirtieron ensenadores nacionales y representantes departamentales. Sin embargo, laintegracin de los lderes cholos e indgenas termin cuando el MNR fuedominado por una clase media de comerciantes interesada en el merca-do externo. La influencia de los Estados Unidos, especialmente luego de1957, y la imposicin de un plan de estabilizacin (ver captulo 8) produ-jeron un rechazo dentro del mismo movimiento. Para los primeros aos dela dcada del sesenta, aquellos lderes que continuaban representando losintereses de los trabajadores fueron asesinados, exiliados o encarcelados,mientras que otros terlninaron cooptados dentro de un nuevo sistema dedependencia, apoyando a "los gobiernos de turno".

    Cuando llegu a La Paz en julio de 1967, en mi primera visita a Bolivia,el Che Guevara estaba todava luchando en los trpicos de Santa Cruz.

  • 30 "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Introduccin 31

    Una de las mayores rnasacres, en una larga historia de represin minera,acababa de ser llevada a cabo por las tropas de Barrientos en las rninas deSiglo XXI y Catavi, en las que ochenta y siete hornbres, mujeres y ninosfueron asesinados --y muchos rns que no fueron contados por estar suscuerpos demasiado destrozados por las granadas- el 24 de junio, el da deSan Juan.

    Tom un bus hasta el viejo centro minero de Oruro, all me encontrcon que la mina San Jos haba sido paralizada a consecuencia de unareorganizacin del trabajo, de acuerdo con un programa del Banco In-teramericano de Desarrollo (BID). El BID exigi estos carnbios luego deotorgar un prstamo a la nacionalizada Corporacin Minera de Bolivia(COMIBOL). La Corporacin acababa de echar a varios centenares demujeres, que haban estado trabajando en la concentracin de metales, ylos haba reerTIplazado por hombres operadores de rnquinas en la nue-va planta de separacin de metales. Habl con unas pocas personas: unamaestra en la escuela de la rnina que simpatizaba con los trabajadores,una vendedora de dulces y frutas y un cuidador que no poda trabajar msadentro de la mina a consecuencia de la silicosis. Todos ellos hablaron encontra del gobierno y de la administracin nacionalizada. Le las pintadasen las paredes que llamaban a la "lucha contra el imperialismo" y pe-dan la "muerte de los militares asesinos y de los parsitos", firmadas conlas iniciales de los partidos polticos y las federaciones sindicales: MNR,FSB, PRIN, PCB, MCB, COB, FSTMB. Escrita en grandes letras rojas,la palabra "liberacin" dominaba las paredes del almacn de la compa-a. Era como si el lema de la Revolucin Francesa, libertad, igualdad yfraternidad, hubiese sido reducido a su demanda mnima: libertad parapoder llevar a cabo su propio destino. Ms tarde asist a una exposicinde pinturas en la Universidad de Oruro, trabajo del hijo de un minero.Las paredes parecan internarse en los tneles pintados de la mina. Enellas, sentado dentro de su nicho, se destacaba el To -o diablo, a quienlos mineros le dan ofrendas para que les ayude en su trabajo--; la bellezay el misterio de las minas aparecan reflejados en las estalactitas y lasrocas. Estaba determinada a volver all para hacer mis estudios, un lu-gar que revelaba, aun en una corta visita, la turbulencia de una sociedadque mantena sus tradiciones al mismo tiempo que trataba de resistir unsistema impuesto de explotacin.

    Pude volver a Bolivia para un trabajo de campo de verano en juniode 1969, con una beca del Social Science Research Council, para llevar a

    cabo un estudio sobre la ideologa de los mineros bolivianos del estao.Barrientos haba rnuerto en un accidente areo haca dos meses. Su vice-presidente, Siles Salinas, careca de lo que los periodistas norteamericanosdenominaron "carisrna" para mantener a la gente bajo un rgimen repre-sivo militar de sometirniento. Muchas de las minas eran, como lo habansido por varios aos, deficitarias, descapitalizadas por una administracinineficiente y por la transferencia de incontables ganancias a la comprade equipamiento militar. Los trabajadores pensionados no reciban suscheques que, incluso cuando llegaban, no alcanzaban a cubrir su subsis-tencia. Los maestros de escuela no reciban sus sueldos durante meses. Loslderes sindicales nneros seguan en la clandestinidad o en el exilio y sin-dicalistas "amarillos" servan como espas de la administracin. La policade las minas reciba una paga extra si encontraba "jucos", trabajadoresdesempleados que entraban en socavones desiertos durante la noche para"robar" lo que consideraban eran derechos nacionales sobre los restos deminerales extrados.

    En este segundo encuentro, percib que Bolivia representaba el puntorns bajo de un proyecto de desarrollo industrial que, a pesar de la nacio-nalizacin de algunas'empresas, estaba ms interesado en el equilibrio dela balanza de pagos que en el bienestar de los productores. Volv en enerode 1970 para continuar nli investigacin sobre el proceso de decadenciaque llegaba a su clmax, luego de cien aos de explotacin industrial delas minas.

    Desde el comienzo de la minera industrial, los hombres y rnujeres quefueron trados de los valles agrcolas de Cochabamba y de los ayllus delaltiplano, a fines del siglo XIX y en los primeros aos del siglo XX, de-bieron resistir condiciones extremas de trabajo y de vida en las minas.Cada vez que los trabajadores se unieron en accin colectiva para mejo-rar sus condiciones de vida, el ejrcito, acuartelado en barracas cercanasa los principales centros mineros, reprimi las protestas. Una historia demasacres y de asesinatos o exilio para los lderes de las protestas ha crea-do conciencia de la necesidad de accin poltica en defensa de interesesde clase. Las ideologas importadas de una accin revolucionaria dirigi-das hacia el socialismo han encontrado un campo frtil entre los mineros,donde las tesis de la inevitabilidad de la lucha de clases y de la victoriafinal del proletariado se basan en un presente de miseria y en sus visionesutpicas sobre el futuro. Bolivia es uno de los pases del mundo -cuyonmero, en realidad, se acrecienta cada vez ms-, en los que la otrora

  • 32 "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Introduccin 33

    repudiada tesis marxista sobre el constante incremento de la miseria de laclase trabajadora puede ser medida en una declinacin real de los nivelesde subsistencia, y no solamente en trminos proporcionales, a una prdidade los ingresos en relacin a la expropiacin capitalista. .

    En la ideologa de la produccin capitalista, los problemas morales dela explotacin del trabajo son considerados extraos a la racionalidad delas relaciones de mercado, dado que el trabajo es tomado COIno un factor.ms de la produccin, comparable a la renta o al capital. Sin embargo,la moralidad de la necesidad cuenta, de algn rnodo, en el mercado la-boral teniendo en cuenta que el salario determina si una vida humana essustentable y reproducible a un nivel correspondiente con valores socia-les mnnos. La tesis de Weber de una sociedad Hloderna basada en unaeficiencia racional (Gerth y MilIs, 1946: 56) y una sociedad tradicionalirracional, con valores basados en el afecto y en las relaciones personales,niega la importancia que tiene el pasado en dar forma a la concienciahunlana y en provocar resistencia en perodos de carnbio rpido.

    El creciente reconocimiento de, en palabras de Singer (1973: 2), "Laclsica dicotoma entre sociedades tradicionales y Inodernas era mayor-mente una definicin conceptual de tipos ideales y no una descripcin derealidades empricas" ha llevado a repensar los enfoques antropolgicosdel estudio del cambio. Evidencias provenientes de India (Singer, 1973;Ames, 1973), Japn (Abegglen, 1958) e Indonesia (Peacock, 1968) nosmuestran que la transformacin de la cultura tradicional no solo no esuna condicin necesaria para la modernizacin, sino que, por el contrario,su mantenimiento hace que la transicin hacia la modernizacin sea msfcil.

    En mi estudio sobre una comunidad minera boliviana, estaba convenci-da de que la transicin no solamente se hace ms fcil con el mantenimien-to de valores tradicionales; sino que, incluso, la oportunidad de avanzarms all de los modelos impuestos de modernizacin aumenta en virtudde retener un poco de autodeterminacin para adaptarse bien a las nuevase innovadoras lneas que no estn contenidas en los viejos paradigmas.

    Consideraba que las ideologas contemporneas del socialismo y el co-munismo se combinan con creencias en fuerzas mticas primordiales, demodo tal, que las personas no queden alienadas de sus races culturales.Al contrario de los trabajadores de la mayora de los centros industria-les del mundo, los mineros bolivianos no han perdido su sentido de valorpersonal y su fe en el potencial humano.

    Cuando hay ms de una sola corriente de influencia cultural, como suce-de con los indgenas del altiplano, las races de la conciencia deben apare-cer disonantes para un extrao. A menos que los individuos se vean forza-dos a tener que elegir entre ideologas diferentes, son capaces de sostenermodos cOInpletarnente contradictorios de pensar. Dado que la motivacinpara actuar deriva de mltiples y, a menudo, contradictorias fuentes de laconciencia, cada acto se transfornla en la resolucin de una crisis interna.Dno de los dualismos bsicos de la visin del mundo de los mineros esla que diferencia los mundos bajos de los altos, con deidades cristianasactuando en los mundos de arriba del suelo y con espritus precolombinosoperando abajo. Los dos Inundos se encuentran en armona. Esta habili-dad para abrazar sistemas de creencias aparentemente contradictorios sebasa no en el sincretismo usualmente descrito para los pueblos indgenasdel nuevo mundo, sino ms bien en una cOlnpartimentacin del tienlpo ydel espacio. El martes y el viernes son los das para reconocer las fuerzasindgenas, mientras que el domingo y el da de Todos los Santos en el ca-lendario catlico estn asignados a las deidades cristianas. Las ceremoniasy los srnbolos apropiados para cada categora estn contenidos en esferasdiferentes. Los mineros hacen la seal de la cruz a su santo en la capilla delpiso O cuando entran en la mina. Pero, una vez que entran en el ascensorque los lleva a las profundidades de la mina para trabajar ingresan en eldomino del Diablo, o el To, trmino espaol para la deidad precolombinaSupayo Huari. No pueden pronunciar los nombres de los santos cristianosni llevar consigo smbolos como cruces, y hasta temen trabajar cerca delas vetas de metal con una pica, que se parece a una cruz, porque el Topodra hacer desaparecer las riquezas que ha revelado.

    Durante el transcurso de mi investigacin pude constatar que, a pe-sar de que muchos lderes polticos y sindicales rechazaban las creenciasespirituales del pasado al abrazar las ideologas polticas seculares, losmineros, en general, haban sabido mantener esas creencias y prcticasjunto con los programas marxista-leninistas 1 -hayan sido estos maostaso pro-moscovitas-, sin tener ninguna sensacin de disonancia. La diso-nancia, en realidad, emerga cuando haba que elegir entre fines que com-petan entre s. Desde la perspectiva de los trabajadores, por ejemplo, noexista consciencia de conflicto entre la convivencia de los rituales de laPachamama o del To y la observancia de las ceremonias cristianas. Los

    1 Como ya se aclar en el Prefacio a esta edicin, el libro fue escrito entre 1972 y 1977, Y todoslos aspectos polticos, sociales e ideolgicos que aqu se tratan corresponden a esa poca.

  • 34 "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Introduccin 35

    lderes seculares, en calnbio, integrados en partidos polticos y sindica-tos, repelan otras orientaciones lnundanas ya que estas cOlnpetan consus programas de accin revolucionaria para poder alcanzar el socialislno.Por su parte, los lderes religiosos rechazaban las creenci9-s prnordialesporque entraban en disputa con la ortodoxia cristiana.

    De este modo, el sentido de disonancia apareca reforzado por quienesdeseaban mantener el control sobre un grupo con una ideologa unifica-dora. En el pasado, el sacerdocio haba lnarcado su programa para lasalvacin contra el plan marxista-leninista. Sin embargo, las nuevas r-denes de curas misioneros, que venan trabajando con los mineros, losllamados "Sacerdotes para el Tercer Mundo", intentaron buscar formasde sintetizar los esfuerzos de la Iglesia con los de los movimientos revolu-cionarios. En su cometido por encontrar un terreno de encuentro comncon aquellos que propugnaban una ideologa revolucionaria para los opri-midos, abrieron sus mentes a algunas de las creencias indgenas de lostrabajadores, aunque fueron, sin elnbargo, cautelosos con los rituales quelas acompaaban. As, la alianza establecida con la Iglesia fue interpreta-da como una alianza temporal, como sostenan los lderes del sindicato,puesto que an perduraba el telnor de que la Iglesia intentara recuperarsu antiguo poder con invocaciones sobrenaturales.

    Estas orientaciones bsicas, que han creado un nivel de concienciacindentro de grupos colectivos encauzados hacia la accin, proporcionan elorigen de diferentes propuestas ideolgicas. La accin podra paralizar-se con contradicciones subyacentes si el confiicto no se reconoce, se haceexplcito o se resuelve de alguna manera. Tal resolucin ocurrira para im-poner una jerarqua de valores que sugiriera prioridades dentro del campode accin. Otra determinacin se tomara para forjar hegemonas, de mo-do que las prioridades de un grupo social fuesen tradas en alineacin conotro grupo, formando as una alianza y una cierta meta colectiva. Para losmineros del estao, as como para muchos otros trabajadores, la culturade clase discrepa con la conciencia de clase por ser promovida en orga-nizaciones de trabajadores. La raz de ello se debe al nfasis cultural enel esfuerzo individual, la competencia y en tener propsitos familiares enlugar de colectivos. Mientras ms exitoso sea un trabajador como asala-riado, ms probabilidades tendr para fomentar la ambicin de sus hijos,dejando as los rangos de la clase trabajadora. Dadas estas condiciones,la clase trabajadora pierde aquellos miembros que, por cuenta de su ener-ga e inters por mejorar sus propias condiciones de vida, seran los ms

    dedicados a la hora de rnejorar el bienestar general. Otra contradiccinrecae sobre el sentido de explotacin laboral que tienen los trabajadoresCOlno nica lnanera para llevar adelante sus vidas. La tendencia ha sidola de suprirnir o negar esta discrepancia y no la de reconocer su origen ygenerar algn tipo de resistencia.

    Los sindicatos cultivan la cOlnprensin de la explotacin a travs dela cOlnparacin de figuras salariales o sealando las diferencias entre lautilidad de la e111preSa y lo que cada empleado gana a cambio. Es la basepara la movilizacin de una accin militante. Lo que queda del discursode los sindicatos es lo que cada trabajador percibe: sin trabajo no hayvida. Esto cultiva nna estrategia de compromiso y de bsqueda de lafigura de un patrn que pueda proteger los intereses de cada individuo.La vulnerabilidad de la vida familiar, con la entrada de un nico salario,agudiza la dependencia, ya que la vida de todos los lnielnbros est enjuego si el asalariado pierde su empleo. La compaa se da cuenta delefecto que la ansiedad tiene dentro del trabajo y juega con los lniedos deltrabajador cada vez que hay una accin lnilitante. Por ello, la solidaridadentre los compaeros en el lugar de trabajo est en desacuerdo con laresponsabilidad ante la unidad familiar. Hasta que esto no est claramentereconocido, la latente cOlnpetitividad de exigencias establecidas en la casay en el trabajo ser un medidor para la accin militante.

    La dialctica bsica entre el oportunismo individual y la ideologa colec-tiva nace en la falnilia. La familia propone una serie de reglas para llevarsebien con los otros, para lninimizar el confiicto y para maximizar los logrosindividuales, pero, al lnismo tiempo, esto manifiesta la necesidad de lacooperacin y provee la mnima unidad para la realizacin de la accincolectiva. La cultura chola de los mineros proporciona una forma familiar,adaptada al choque de la transicin que hubo de un entorno agricultora uno industrial. Esta forma es fiexible, susceptible de expandirse tantocomo la prosperidad econmica lo permita, o tanto como la muerte sbitade un trabajador lo requiera. Es expansible dentro de la institucin de uncompadrazgo, el cual permite la adicin de aliados y benefactores dentrode un ritual de padrinazgo. Provee una complementariedad de roles entrehombres y mujeres, de lnanera tal que las mujeres no estn tan subordi-nadas como para no poder mantenerse a ellas mislnas y a sus hijos, encaso de que el hOlnbre deba desertar o si muere.

    Los roles que se juegan en la familia dramatizan la tensin entre indivi-dualismo y cooperacin, entre control y subordinacin. La rivalidad entre

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    hermanos es constantelnente agravada por la lnanifestacin de favoritismopor parte de los padres. En una econorna de escasez~ la rivalidad~ hastapor la comida, es una manera de desplegar preferencias. Dicho tratarnentopreferencial, especialmente entre la distribucin de las oportunidades edu-cativas, probablelnente tiene un valor para la supervivencia cuando hayque concentrar los recursos limitados de la familia para permitir que solouno de los hijos pueda ser exitoso. Esto tiende a reforzar las relaciones dedominacin en una sociedad que se alnpla, especialmente desde los valoresque se le dan a las elecciones por preferencia -tez blanca, lnasculinidad, y,cuando el nio posteriormente socializa, la habilidad para integrarse conlos de alto rango- cultivados en una sociedad en expansin.

    AllnisIT10 tiempo, la familia ensea el significado que ha tenido el sacri-ficio de las generaciones anteriores para proporcionarles una mejor calidadde vida a los jvenes. Los grandes lderes laborales del pasado vieron lamagnitud que tuvo el esfuerzo de sus padres para ofrecerles una buenavida y la esperanza en un futuro mejor, y fueron capaces de traducir esesentido de la responsabilidad para con los dems a la lealtad de clase. LaSagrada Familia, con sus contradicciones internas: un padre infiel y unamadre convertida en un agente pasivo para criar bastardos, fue el mejorlnodelo que se pudo ofrecer para los roles idealizados. Los trabajadoresde las lninas de San Jos rechazan su santo patrono con todo el humorbrechtiano de su clase y responden al vigoroso entusiaslno que la cholaindependiente, ficcionalizada en el Chaskailawi (Medinacelli~ 1935) y mi-tificada en los cuentos de La viuda (ver captulo 5), podra darles pararecuperar el inters por la vida.

    La educacin es vista por los mineros como el prner medio para as-cender de nivel dentro de la clase trabajadora. La esencia de la filosofaeducacional -tomada del periodo colonial- trata de denigrar la culturaindgena y de ejemplificar los valores e ideales de la cultura predominanteeuropea. La educacin se convirti en un proceso de enajenacin de lasraces familiares y culturales. Hasta hace poco, el espaol era la nicalengua utilizada en los colegios. Los ttulos extranjeros, al tener ms acre-ditacin que cualquier otro adquirido dentro del pas, se convirtieron enun producto de comercializacin til para regatear los excesivos salariosque tenan los tcnicos. El hecho de que las minas les ofrezcan a los mine-ros la oportunidad de educar a sus hijos, les da un lnayor incentivo paratrabajar all, y la nica gran esperanza que muchos de ellos expresan es lade "comprarles" a los hijos la salida de la minas con el sacrificio personal.

    Despus de la reorganizacin de la Federacin Sindical de TrabajadoresMineros de Bolivia (FSTMB), y an reprimidos por el general Barrientos,los lderes del sindicato trataron de conseguir el control sobre el proce-so educativo, organizando institutos para el entrenalniento tcnico en loscentros mineros, donde sus hijos pudieran tambin forlnarse. As espe-raban liberarse de los enajenados tcnicos de la clase Inedia que, segn

    todos~ abusaron de ellos ms que los profesionales extranjeros anteriores.Estos proyectos y todo el resto de aspiraciones de la clase trabajadorafueron suprimidos en el golpe de Banzer del 22 de agosto de 1971.

    Una vez~ despus de haber dado un discurso sobre las lninas, me pre-guntaron si los mineros estaban alienados. Dije que no, y al pensar lapregunta un buen tiempo despus, sigo convencida de que no estn alie-nados por su situacin laboral ni por la cOlnunidad que ha crecido deestas relaciones de trabajo, sino por el sistema de explotacin en el cualestn asentados. Para traducir los deseos y metas de los trabajadores aun lnovimiento revolucionario se debe agudizar el sentido de alienacincontra un sistema de explotacin, sin alienar a los trabajadores de lasprincipales lealtades que tienen ante su grupo, ya que estas les dan elvalor para actuar colectivamente. Corno Thompson (1963: 54) sealabapara el movimiento ingls de trabajadores~ las tensiones entre intelecto,entusiasmo y amor se complementan entre s en las tradiciones revolucio-narias del proletariado. Para sentir amor y compartir los logros colectivos,los trabajadores no pueden estar totalmente enajenados.

    La accin, dirigida o no hacia fines revolucionarios o simplemente ha-cia el lnantenimiento propio y familiar, depende de las motivaciones quesurgen del respeto a s mismo y del alnor por los integrantes del grupoprincipal. Una persona totalmente enajenada es incapaz de atender suspropias necesidades, fsicas o emocionales, y las de aquellos que lo o larodean. A pesar del sistema de explotacin salarial y de pobreza en lascomunidades mineras, no me encontr con personas alienadas. Una raznpara esto es que hay un escape que se reflej a en la necesidad de expresi-vidad -por lo menos para la poblacin masculina- ms que en otros tiposde ocupacin. Hay una emocin por el peligro en el trabajo en s mis-mo, que aade un cierto mpetu a la imagen propia de los trabajadores.Adems de esto, est el misterio y la elnocin de la mina, donde es fcilimaginarse bajo el hechizo de los demonios que habitan en la imaginacinde los mineros. Cuando le pregunt a uno de ellos sobre los miedos quesenta al entrar a la mina, me respondi:

  • 38 'Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Introduccin 39

    No tengo ningn temor. Nac para ser rninero! Me gusta la rnina. Megusta la emocin de ponerme en riesgo para probar mi hombra y 11capacidad. Me gusta cuando, despus de trabajar duro y de sudar,despido agua de mi cabeza, siento frescor e imagino tpdo tipo de po-deres dentro de m. Me gusta la carnaradera. Creo que todos debernosvivir como hermanos en una farnilia , as es corno nosotros, los traba-jadores, nos sentimos dentro de la mina. Algn da espero proponersoluciones a los problemas sociales que tenemos en el sindicato, perotengo primero que ganarme el respeto del resto de los trabajadores.

    La solidaridad entre compaeros de trabajo que se manifiesta por losmineros, capta la efusin de la experiencia compartida, de la que Marxhabla como bsica para la conciencia de clase. En la rnina, los trabajado-res se llaman entre ellos ilaiia (herrnano); cada uno tiene un apodo quecontiene sus cualidades caractersticas.

    No ocurre lo rnismo con las rnujeres, quienes cuentan con rnenos opor-tunidades para poder encontrar canales propios para expresarse con li-bertad y, 111enos an, de conseguir aprobacin de la comunidad para ello.Una mujer casada est sujeta a las lnitaciones del hogar: la crianza desus hijos y el control de las necesidades del hombre a quien se dedica aatender constituyen sus mayores prioridades. Las mujeres que trabajancomo palliris, pulverizando rninerales y seleccionando de ah los metales,obtienen algunas de las satisfacciones que trae consigo la independencia,pero les cuesta mucho rns trabajo rnantener una relacin domstica conun hombre respetable en la comunidad. El hecho de que una mujer tra-baje es, para un trabajador industrial, un indicio de que trabaja paramantener una familia. Existe una dicotoma entre los roles de hombres ymujeres dentro de la comunidad rninera, y todava existe una rnstica queimpide que las mujeres entren en la mina. Sin embargo, esto no fren elreclutamiento de mujeres como rnineras cuando los hombres tuvieron quemovilizarse dentro del ejrcito durante la Guerra del Chaco.

    En las prneras qcadas del siglo XX, cuando la industria minera es-taba apenas comenzando, la extraccin y procesos de concentracin eranun trabajo intenso, las mujeres -y los nios- eran una parte integral pa-ra la fuerza laboral. Su trabajo se perdi cuando las rnquinas fueroninstaladas en el proceso de separacin y seleccin de minerales en losaos sesenta, cuando el gobierno del Movimiento Nacional Revolucionario(MNR) acept el Plan Triangular para conseguir capital y hacer crecerlas minas. Luego, en los sesenta, viudas y mujeres sin un hombre que las

    mantuviera, pelearon por el derecho a trabajar. Se les perrniti el pesadotrabajo de estar en la pila de la escoria, seleccionando las rocas que con-tenan algn tipo de rnineral, y se les pagaba por saco, con un promediode 80 centavos de dlar por da, sin derecho a hospitalizacin ni cualquierotro beneficio.

    El dominio de las mujeres se extendi al mercado, donde a111bos se-xos entraron corno compradores y vendedores. Algunos bienes, particu-larmente productos alimenticios perecederos y ropa producida en casa,son transportados por las cholas de altitudes bajas, para luego ser vendi-dos en comunidades mineras de altas altitudes. En estas esferas, los rasgosde individualismo, competitividad y el cultivo de relaciones limitadas, osnplemente de pareja, florecen dentro de la cultura chola. Estos rasgosestn en oposicin cornple111entaria con los intereses colectivos sostenidosen el trabajo de los hombres y en las esferas sindicalistas. Algunas de lasestrategias interpersonales cultivadas en la cultura chola son utilizadaspor los hombres, especiahnente por aquellos que buscan carninos menostransitados para ascender socialmente y ganar as una mejor posicin enla vida. Paradjicarnente, es en el sindicato donde se ha creado la escalerade ascenso para algunos lderes, especialmente en el periodo del MNR,donde las tcticas de clientelismo junto con enmiendas favoritistas, porparte de los lderes del sindicato o de la administracin, estn combinadascon una retrica que promueve una moral colectiva, haciendo hincapi enel igualitarismo y en el progreso de la clase trabajadora.

    Las minas, desde el punto de vista de los trabajadores y sus familias,son un gran almacn de riquezas al que tienen un acceso restringido. Losprincipales receptores son los bancos, los burcratas o los gobiernos mili-tares que destinan las ganancias al ejrcito. Les siguen los administrativosde menor categora, como los tenedores de libros, con la habilidad paradesviar algunos fondos para uso personal. Detrs de estos estn los con-tratistas, sobre todo perforadores, quienes, explotando su propio trabajoal operar con las mquinas, son capaces de producir de alguna manerams ingresos que los pobres oficinistas o los pr0fesores que trabajan enla superficie. Luego siguen los trabajadores, con un salario mnimo, sinposibilidad de explotar a otro y con el peso de tener que trabajar todoslos das del mes para ganar una pequea compensacin. Estos hombres,por lo general, son trabajadores de tiempo completo que han gastado sufuerza y juventud perforando o trabajando en medio de explosivos y queterminan sus das como carteros, operadores de guinches, o, cuando ya son

  • 40 Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" Introduccin 41

    incapaces de entrar a la mina por enfermedades pulmonares, se convier-ten en vigilantes de piso. Sin contar con los trabajadores que se beneficiande algunas provisiones de la ayuda social obtenida desde la revolucin de1952.

    Perifricalnente, estn los hOlnbres y lnujeres que trabajan para contra-tistas privados que compran sus derechos para calentar el metal flotantede los ros que nacen en las colinas, o que recogen de las piedras en lapila de la escoria, raspando una escasa sustancia para mantenerse ellos ysus hijos. El espacio en las minas es como un hormiguero gigante con uncuerpo de trabajadores cada vez ms desesperados, que da a da recibenmenor reconocimiento por su rendimiento y esfuerzo.

    Cuando se trabaja en un proceso de investigacin reuniendo informacinhay un momento en el que los datos que se recopilan parecen fortuitos.Pero as COlno la suerte interviene en el descubrimiento de las vetas cla-ves de una mina, todo consiste en seguir las variadas pistas que se vanrecopilando para llegar al ncleo del significado. Del lnismo modo, el in-vestigador va recogiendo declaraciones, reflexiones, hasta poder acceder aesa zona de conciencia que la gente tiene acerca de sus pensamientos yactitudes, y que desea comunicar al cientista. Alexandro, Basilia, Celso,Domingo, Efraim, Jorge y Manuel, productos de la experiencia minera,reflejan un tipo de conciencia que difiere de la del resto. El hijo mayor deJuan dice, hablando de su padre: "Eres como un trozo de mineral; eresuna parte de la mina". Sin duda, esto es verdad para todos los hombres ymujeres que trabajan en la mina. En la experiencia que comparten, ellosaprenden a apreciar su propia fuerza cuando logran perforar y penetrarla resistencia de la roca. Lo ms impresionante para m es que han trans-formado su dura, y casi siempre amarga experiencia, en algo significativoy gratificante para la vida.

    Esta percepcin llega en momentos raros dentro de la investigacin et-nogrfica. La primera vez que la sent fue en el principio de mi prctica,mientras celebraban la Fiesta de los Compadres. Una emisora que trans-mita las veinticuatro horas del da anunci que el escenario de la fiestasera en la casita de la viuda de un hombre que haba quedado encargadode hacer el evento. Poco tiempo despus de haber prometido pagar la fies-ta, qued paraltico por un accidente en la mina y muri en el transcursodel ao. La chicha circulaba y la comida se haba servido poco antes demi llegada. En medio del movimiento que imperaba en el lugar, la emi-sora anunci en vivo la cueca. Un hombre delgado e inseguro, vestido de

    negro y con un sOlnbrero de fieltro, tomando la mano de su acolnpaante,una chola enorme con unas gafas de sol que sostena un sonlbrero hongo,comenz un baile en serpiente bajo la lluvia; luego nos fuimos sumandounos detrs de otros. Mientras bailbamos por el canlino lleno de barrode la terminal de buses, con los bailarines bien tomados de las manos desus parejas, saltando y girando a su antojo, sent de pronto urgencia desu reivindicacin, no slo con la vida, sino tambin con poder expresarselibremente.

    Experiment esa sensacin muchas veces durante el ao, en la Fiesta dela Papa, del Corpus Christi, durante el sacrificio de la llalna el 31 de julio,despus de un accidente que se llev la vida de tres hombres, y en el Dade los Muertos, mientras me sentaba en la sala donde un hOlnbre acababade morir en la fracasada revuelta de octubre. Pude ver el carnaval como lapersonificacin del sufrirniento. En los trajes prdigos, los enormes gastosdel esfuerzo y los salarios que se disponan de manera lnagnnima, hacanvaler un profundo respeto por su trabajo, sus vidas y una lnornentneanegacin de su pobreza.

    Las minas son una sincdoque 2 para la edad moderna de la industria-lizacin. Su historia se inserta en el surgiIniento de la expansin interna-cional del capitalismo, que exporta capital y maquinaria desde los centrosmetropolitanos hasta los ms recnditos lugares del mundo, absorbiendovorazmente el trabajo y los recursos naturales para el beneficio de unospocos; contexto en el cual, por causa de la disminucin de la materia pri-ma del petrleo para generar sintticos, los minerales naturales tomaronel lugar de lnateria prima. La concentracin del poder militar y econlni-ca en los centros mineros, desde tiempos coloniales hasta el presente, haimpedido la distribucin de

    la riqueza creada en la mina entre los trabajadores. Como las necesida-des y las esperanzas de los trabajadores en la extraccin de los recursosde primera lnano han crecido, el recurso base ha quedado en nada. Dentrode la estructura de un mercado mundial, dominado por la explotacin delcapital privado, no hay espacio reservado al trabajador que ha sufrido unatransicin en el deterioro de sus motivaciones. Las pilas de la escoria hansido ya arrendadas a las compaas estadounidenses

    que se estn aprovechando de este recurso, considerado por los trabaja-dores la base para poder recuperar mineral cuando las vetas se encuentranya agotadas.

    2 Figura que consisten denominar la parte por el todo o viceversa.

  • 42 "Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros"

    La nica solucin que la ideologa del desarrollo del actual capitalismoofrece para el futuro es lns del luismo proceso de alnenaza a los recur-sos naturales con los que ha prosperado desde siernpre. Las comunidadesmineras se estn acercando rpidaluente a ese da de destruccin previstoen los mitos precolombinos, cuando el Inundo natural, luego de perdersu balance, luanifieste su molestia y disgusto, y los monstruos prinlitivossean desatados por el espritu de las colinas, para devorar a la gente queabandon su vida agro-pastoril para trabajar en las rninas (ver captu-lo 2). Esto es slo una redefinicin de cmo el hecho de apuntar haciael proceso de desarrollo pondr las cosas al revs: situar a las personas-que han sido nlarginadas por la explotacin de las riquezas naturales yque han vivido para obtener ganancias a corto plazo- en el centro de laurbanizacin.

    Hasta tanto este vaticinio rntico se cumpla, Bolivia, COIUO rnuchos otrospases dependientes, no puede responder a los problenlas internos queasaltan a su poblacin por los controles que operan sobre ella, Ins allde sus fronteras.

    Captulo 2La historia de los mineros

    La entrada de Bolivia dentro de la historia mundial cOlnienza con lasluinas. Los luineros perciben esa historia COIUO la explotacin de las ri-quezas nacionales y de sus propias fuerzas fsicas para el enriquecimientode otros. Es una historia compuesta de mitos recibidos de la preconquista,de lnitos histricos que sostienen los sentimientos nacionalistas enseadosen las escuela~, y de los recuerdos que los padres tienen de sus vivencias yque han ido contando a lo largo de sus vidas. Todo esto, proyectado bajouna estructura de hechos nacionales e internacionales cornunicados porenlisiones radiales, la prensa y las reuniones de sindicatos o partidos pol-ticos. La seleccin de aquello que vale la pena recordar viene del irupactoque un hecho puede producir en la vida de las personas, en la lnedida enque est filtrado por los principales canales de cornunicacin; es decir, lafalnilia, el sindicato, los partidos polticos y el orden religioso. Esta histo-ria lnitificada y memorizada moldea la visin de los aconteciruientos delrnonlento y da una base lgica para la accin de cada individuo.

    No intentar hacer una reconstruccin de la historia de la minera enBolivia l. Mi tarea aqu es la de reunir los hechos que formaron el desa-rrollo de la industria minera junto con los personalmente experimentadosy socialmente transluitidos, los cuales han tenido un impacto en los mi-neros y sus familias. La participacin que tuve en esos acontecimientosfue a travs de las autobiografas que recopil. Despus de interrogar a di-ferentes lniembros de la comunidad minera sobre la experiencia que msrecuerdan de sus vidas, pregunt a veinte mineros sobre aquellos momen-tos que me haban contado como significativos e indagu acerca de lo quecada cual se encontraba haciendo por aquel entonces. Este "anlisis delos hechos" (Turner, 1957) no slo brinda un punto de partida dentro delos procesos de cambio, sino que tambin explica las orientaciones polti-cas construidas en cada generacin (Mannheim, 1936). La segunda fuente

    1 Blanco public un relato de la minera en los periodos de la colonia e independencia que vahasta la primera dcada del siglo XX en un libro que, ms all de pretender hacer un recuento dehechos histricos, est dedicado a hacer publicidad sobre las ventajas que tiene invertir capitalen la minera boliviana (1910). Ibez C. (1943) y Ruiz Gonzlez (1965) incluyeron las ltimastendencias econmicas de la historia boliviana. Hanke (1956) resumi datos relacionados con elPotos y Klein ha hecho muchos aportes que dan una idea sobre la historia poltica antes de larevolucin de 1952 (1969). Sin embargo, un recuento histrico an queda por hacerse.

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  • 44 "(amemos a las minas y las minas nos comen a nosotros" La historia de los mineros 45

    de informacin es el mito -heredada del pasado y creada en el procesohistrico que cada minero vivi. Sin pretender equiparar el mito con lahistoria, podenlos encontrar en el primero esas persuasiones generales queinfluencian la interpretacin de las personas acerca de los acontecimientoshistricos. La tercera fuente ha sido la participacin directa en algunos delos cambios que se dieron durante el perodo de junio de 1969 a diciembrede 1970, tiempo en el cual mi estudio fue llevado a cabo. Este materialest incluido en los captulos subsiguientes. Aprend a ver lo que ocurradesde la percepcin de los lTIineros, nlientras observaba la reorganizacindel movimiento obrero y los hechos que condujeron a dos golpes de go-bierno y a la formacin de un tercero durante el corto viaje que realic en1971.

    Pasado mitolgico

    El siguiente mito, que viene de la preconquista, trata de cmo ocurnola transicin entre la agricultura del pasado y la minera, e incorpora lasegunda transicin entre la conquista incaica y la espaola. Esta es unaversin parafraseada por Beltrn Heredia.

    La comunidad Uru Uru [nombre prehispnico para Oruro] estaba cons-tituida por pescadores y pastores dedicados a adorar al Sol. Cada da,Huari [el espritu de los cerros] se despertaba por la primera y recinnacida hija del Sol, usta. Se enalTIOr de ella y la persigui un da consus brazos de humo y fuego volcnico. Su padre, para salvarla, la es-condi dentro de las cuevas. Huari jur venganza contra aquel puebloy convirti sus creencias en contra de la verdadera religin. Predicandocontra Pachacamac y contra todo su trabajo social y religioso, Huarise convirti en el apstol de la nueva r