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Música y retórica.
Encuentro y desencuentros de la música y el lenguaje
Rubén López Cano [email protected],
www.lopezcano.net Escola Superior de Música de Catalunya
Rubén López Cano 2008
Los contenidos de este texto están bajo una licencia Creative Commons. Consúltela antes de usarlo.
The content on this text is under a Creative Commons license.
Consult it before using this article.
Cómo citar este artículo: How to cite this article: López Cano, Rubén. 2008. “Música y retórica. Encuentros y desencuentros de la música y el lenguaje”. Eufonia. Didáctica de la música 43 (Número especial sobre música y lenguaje). pp. 87-99. Versión on-line: www.lopezcano.net (Consultado o descargado [día, mes y año]) (Accessed [Day Month Year of access])
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[p. 87] (para facilitar las referencias y citas de este artículo aparece en negrita y entre
corchetes el inicio de la página de la edición original en Eufonia 43, 2008. pp- 87-99).
Resumen: Las similitudes entre lenguaje y música han originado propuestas para el estudio de la música en sus aspectos teóricos, técnicos, pedagógicos, históricos o sociales, basados en modelos de las ciencias del lenguaje. Unas de las más interesantes son las teorías de la retórica musical de los siglos XVII y XVIII. Éstas generaron un espacio de convergencia interdisciplinar donde las experiencias de sentido de un área colaboraban a otorgar significado a las de otra. Este potencial se amplía cuando las figuras retóricas musicales se comparan con las literarias y las visuales. Sin embargo, las asimetrías entre música y lenguaje ponen límites a la aplicación de modelos lingüísticos. Palabras clave: Retórica musical, retórica visual, modelos lingüísticos
Las relaciones entre la música y el lenguaje son longevas y cercanas. Ambos son objetos
culturales, artefactos producidos por el hombre con poderes específicos para expresar,
comunicar e interpretar el mundo. Diversas investigaciones aseguran que es muy probable que
hayan tenido un origen común y que evolucionaran de forma paralela.1 Lenguaje y música
además son dos grandes aparatos modelizadores de las habilidades simbólicas fundamentales
del ser humano. Sin duda alguna, ambos han servido de catapulta para el ascenso del homo
sapiens como la especie más exitosa de los seres vivos. Y todo ello gracias a que ambos
logran la expansión de los mecanismos simbólicos que, paradójicamente, nos han dotado de
mejores posibilidades para apropiarnos de lo terreno. Música y lenguaje también colaboran,
aunque de manera distinta, a organizar las redes neuronales del cerebro. Así mismo, la
práctica de ambos trasciende los límites de la comunicación y nos permiten ejercitar
habilidades cognitivas superiores que luego se plasmarán [p. 88] en funciones básicas como la
abstracción, la proyección metafórica, el pensamiento analógico, la organización de emociones,
etc.
Teoría musical y las ciencias del lenguaje
El estudio de la música en sus aspectos teóricos, técnicos, pedagógicos, históricos o sociales,
frecuentemente ha tomado prestados modelos, procedimientos y paradigmas enteros de las
ciencias de lenguaje y los ha utilizado como plataforma de abordaje de sus problemas. En este
sentido, uno de los corpus teóricos musicales más interesantes basados en teorías del
3
lenguaje es el de la retórica musical de lo siglos XVII y XVIII. Si bien desde la edad media los
teóricos musicales se apropiaron de conceptos y términos de la retórica clásica, es hacia 1599
cuando se desarrolla en centroeuropa una tradición teórica sólida y relevante que se
prolongará hasta 1801 y que se conoce con el nombre de Musica poetica: la primer teoría
compositiva y el primer sistema de análisis musical conocidos. Como todo aparato teórico, la
musica poetica pretendía dotar de nombre, concepto y entidad en el discurso racional, a una
serie de fenómenos y procesos musicales que, si bien eran de todos conocidos, su aprendizaje
y transmisión dependían de la imitación y la oralidad. Sin embargo, el objetivo fundamental de
estas teorías, era el de suministrar a la música una serie de dispositivos capaces de gestionar
de manera eficiente las respuestas emotivas de los oyentes. Los teóricos sabían que no había
nadie que controlara mejor los afectos de una audiencia que los oradores por lo que intentaron
aprehender sus estrategias y armas persuasivas. Estos instrumentos llevaban siglos de
perfeccionamiento y estaban contenidos en la tradición de la retórica clásica.
Los teóricos musicales adaptaron varias partes de la retórica.2 La principales son la
inventio o de la obtención de ideas y argumentos persuasivos; la dispositio o del modo de
organizarlos en las secciones del discurso más adecuadas; y la elocutio o la composición final
del discurso, en la cual destacan el aparato de las figuras retóricas, espina dorsal del sistema
retórico. En literatura una figura retórica es una expresión que se aleja o desvía de las normas
gramaticales correctas pero que dota al discurso de elegancia y eficacia persuasiva. Las
figuras son faltas a las normas pero que a su vez se normativizan en la teoría retórica. Las
figuras es el apartado más y mejor conocido de la retórica y con mucha frecuencia se reduce
toda ella a un elenco limitado de figuras importantes. Tal reducción se explica por el poder de
las figuras para expresar, conmover, atraer la atención y colaborar de manera fundamental en
el proceso de gestión retórica de la comunicación. Sus potencialidades no han sido exportadas
solamente a la música. La pintura también desarrolló teorías similares (la Ut pictura poiesis de
Horacio). [p. 89] En nuestros días, son los publicistas, los actuales maestros de la retórica, los
que más y mejor aplican las fuerza de las figuras a los mensajes visuales. Veamos cómo
funcionan las figuras en la música y en la medida de lo posible, comparemos sus recursos y
efectos con los de las figuras literarias, visuales y audiovisuales.
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La retórica musical en acción
Analicemos el breve Preludio en Re menor para laúd del compositor alemán Silvius Leopold
Weiss (1686-1750) (ejemplo 1).
Ejemplo 1. Preludio en Re menor de Silvius Leopold Weiss (1686-1750)
Exordium
Ellipse
Gradatio
Noema
Pathopoeia
Palillogia
Hipérbole-exclamatio
Catabasis Pathopoeia
Anabasis
Hipérbaton-saltus duriusculus Peroratio
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El gesto musical desarrollado durante el primer compás, cumple la función del exordium. Se
trata de la introducción al discurso y, por lo tanto, de la parte más comprometida para el orador.
En sólo unos instantes, éste debe captar la atención y ganar la confianza de auditorio al tiempo
que establece firmemente los contenidos de su discurso desde una perspectiva nada imparcial
que, sin embargo, no debe ser muy evidente. En esta pieza, el gesto afirma la tonalidad de Re
menor y enuncia, de algún modo, el carácter del preludio en su totalidad. Del tercer al cuarto
tiempo del segundo compás, el bajo se mueve de Re a Do sostenido: la sensible. La fuerza
tonal hace que la sensible genere una fuerte expectativa de resolución a la tónica. Sin
embargo, en el segundo tiempo del compás 3, el Do sostenido no regresa a Re sino que
desciende a Do becuadro y prosigue el movimiento descendente por grado conjunto hasta un
Sol. Esta ruptura de expectativas esta causada por una figura retórico musical conocida como
elipse. En literatura, elipse es la omisión de elementos que lógica y gramaticalmente deberían
aparecer en una frase pero que su ausencia no impiden entender su sentido: “Por una mirada,
un mundo;/ por una sonrisa, un cielo; / por un beso... yo no sé/ qué te diera por un beso”
(Bécquer) o “Sangrientas son sus palabras / y su sonrisa fatal; / sangrienta, el agua que bebe; /
sangriento, todo manjar” (L. Lugones). En música, la elipse es la interrupción de un fragmento
musical que luego retoma una nueva dirección. Por ejemplo, una secuencia interrumpida, una
cadencia evitada o una disonancia que no resuelve de manera habitual. Son muy comunes
también las elipses en el relato cinematográfico. Las películas no lo cuentan todo y dejan a la
competencia del [p. 90] espectador completar ciertos huecos. En el spot publicitario es
frecuente esta figura en los anuncios de autos en donde se pone énfasis en sus prestaciones
(velocidad, confort, estatus social que adquiere su dueño) en relatos audiovisuales
interesantes, divertidos y/o sofisticados donde no vemos ni un instante el auto anunciado, sólo
el logo e imagen corporativa del fabricante. En la pintura ocurren elipsis de diverso tipo:
plásticas, cromáticas e icónicas. Ejemplo de elipse icónica es Nuestra imagen actual (1942) de
David Alfaro Siqueiros: el rostro omitido pretende ser el rostro de todos los que se identifican
con el mensaje3 (ver figura 1).
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Figura 1. Nuestra imagen actual (1942) de David Alfaro Siqueiros
Regresemos al preludio. La figura que domina el resto del compás 3 y hasta el principio del
cuatro, es una secuencia cuyo diseño melódico se repite de forma ascendente por grado
conjunto. Se trata de elemento estilístico muy común en el compositor y en toda la época y que
se repite en esta pieza con diferentes trazos y direcciones en los compases 5-6, 10-11 y 13-15.
En retórica musical se le conocía como gradatio y es sumamente importante por su
expresividad. El teórico Johannes Nucius [p. 91] describía hacia 1613 un caso muy similar al
que aparece en nuestro preludio en los compases 3 al 4: "esta figura tiene gran efecto sobre
todo al final de una unidad cuando se quiere sorprender a un escucha que espera la
conclusión" (Civra, 1991: 128).
En literatura, la gradación es el incremento de énfasis por medio de la repetición
continua del último elemento de la unidad anterior, al principio de la siguiente (una anadiplosis
continuada). El efecto intensificador puede conducir a una persuasión completa: “Al poseedor
de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas; y no el gastarlas como quiera,
sino el saberlas gastar” (Cervantes). Pero también puede expresar una desolación extrema:
“Ojalá que yo espirara antes que os viera, / o ya que os vi de paso os contemplara, / o ya que
os contemple no os deseara, / o ya que os desee que os mereciera./ O pues no os merecí que
no naciera, / o al mismo punto que nací espirara, / o ya que no espiré que no aspirara /mi
corazón a cosa que no espera./ Si espera algún remedio es de la muerte,/ muerte sola podrá
darme la vida,/ la vida es para mí triste y pesada, /pesada carga trabajosa y fuerte. /Fuerte
trago de un alma despedida,/ Despedida de verse remediada” (Diego de Mendoza).
En el audiovisual, la gradación es muy común en los gags de las películas mudas o en
los dibujos animados. Recuérdese alguna escena típica del Gordo y el Flaco: alguno de los dos
pretende clavar un cuadro en la pared, torpezas y malentendidos propician peleas entre ambos
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y que estragos que se van acumulando. Primero estropean la pintura de la pared, después
dañan más profundamente el ladrillo, luego el marco de la puerta, la puerta, el muro entero, y
así sucesivamente hasta que el gag termina con la destrucción total de la casa. En publicidad
la gradación se utiliza de modo similar, por ejemplo, al exaltar el sabor a jalapeño de una lata
de atún (ver figura 2).
Figura 2. Gradatio en una imagen publicitaria
Volvamos a la música. Desde el último tiempo del compás 6 hasta el compás 9, se introduce
una sección de acordes. Se trata de una irrupción con alto valor retórico pues rompe con la
lógica del discurso que hasta este momento era contrapuntístico. Por el lugar que ocupa en el
preludio-discurso, podemos decir que se trata de la confutatio: zona retórica [p. 92] del
discurso en el que se introducen argumentos contrarios a la tesis fundamental o
contrargumentaciones a tesis contrarias a las nuestras. Al cambio de textura precisamente
cuando en un contexto polifónico se inserta un fragmento homofónico se le llama noema. En
oratoria existe una figura con el mismo nombre pero con otro significado: neuma es la
expresión de un concepto por medio de movimiento o señas. Con esto reparamos en otra
característica de la retórica musical: muchas de las figuras retóricas musicales fueron
importadas de la literatura conservando su nombre y más o menos su mismo funcionamiento;
otras conservaron el nombre pero cambiaron su sentido o mecanismo (es el caso del noema) y
otras tantas fueron inventadas ex profeso y no se conocían en la literatura u oratoria. En
retórica visual la figura equivalente podría ser el contraste de texturas, densidad o color. Un
ejercicio de continuidades y rupturas de texturas, colores e iconismo en el audiovisual, lo
encontramos en las películas de la trilogía "Qatsi" del director Godfrey Regio con música de
Philip Glass: Koyaanisqatsi: Life out of balance (1983); Powaqqatsi: Life in transformation
(1988) y Naqoyqatsi: Life as war (2002).
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En nuestro preludio, el fragmento de acordes además se caracteriza por contener
disonancias muy fuertes. A la acumulación de disonancias se le llamaba pathopoeia. Los
retóricos distinguían dos tipos de afectos o pasiones: los pertenecientes al ethos que son
afectos moderados y los pertenecientes al pathos que son las pasiones más intensas. Los
oradores aconsejaban comenzar la gestión de las emociones con el ethos pues emociones
fuertes al principio del discurso pueden alterar el proceso de persuasión. En la cultura visual la
pathopoeia se encarna en escenas paroxísticas como el célebre cuadro El grito (1893) de
Edvard Munich (ver figura 3) o en los primeros planos del cine expresionista (ver figura 4).
Figura 3. El grito (1893) de Edvard Munich
Figura 4. Fotograma del “El Doctor Mabuse” (1922) de Fritz Lang (1890 – 1976)
[p. 93] Después de la gradatio de los compases 10 y 11, en el compás 12, ocurre algo
retóricamente interesante. El movimiento en gradatio se rompe y aparece una repetición literal
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del mismo fragmento en la misma altura. A las repeticiones literales se les llama palillogia. En
literatura es la repetición de la misma palabra con el mismo significado por razones de
vehemencia: “Los amorosos andan como locos/ porque están solos, solos, solos” (Jaime
Sabines). En pintura tenemos casos de reiteración como en El Che Guevara (1962) de Andy
Warhol (ver figura 5).
Figura 5. El Che Guevara (1962) de Andy Warhol.
En el compás quince ocurre una nueva gradatio que asciende hasta alcanzar la cima en el c.
16: un Re que es la nota más aguda de toda la pieza. A estas notas extremas de les llamaba
hipérbole: una exageración retórica. En literatura, hipérbole es la exageración has ta lo
inverosímil que se toma como licencia: "Érase un hombre a una nariz pegado" (Francisco de
Quevedo). En publicidad, la hipérbole es una figura bastante común (ver figuras 6a, 6b y 6c).
Figuras 6a, 6b y 6c. Hipérboles publicitarias
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Era habitual que en la música vocal, las hipérboles musicales fueran acompañadas de
exclamaciones como “¡Ah!”, “¡oh!”, por lo que también recibían el nombre de exclamatio.
Después de este ascenso y arribo a la cima, en el mismo compás 16, la melodía experimenta
un descenso: como un objeto que se desploma, la melodía cae hasta colisionar [p. 94] contra
una nueva muralla armónica formada por un acorde disonante. A estos diseños descendentes
se les llama catabasis y es un remanente de la tradición renacentista del madrigalismo o
descripción musical de los contenidos del la letra. La retórica musical codificó una serie de
figuras descriptivas bajo el nombre genérico de hipotiposis y las extendió a la música
instrumental. En el caso de la catabasis, los valores alegóricos que puede adquirir pueden ser
“descenso al infierno”, “tristeza” o “humillación”.
En el compás 17 realiza un ascenso melódico llamado anabasis. Del mismo modo que la
catabasis, la anabasis puede adquirir significados alegóricos. Esta se asocia a conceptos como
“ascenso al cielo”, “nobleza”, “esperanza”, etc. Pero en el último tiempo del c. 17 se realiza un
cambio de registro en el diseño melódico ascendente: del La, pasa el Si, de la octava inferior y
de ahí al Do# y al Re final. El cambio de octava o registro en un trazo melódico se conoce
como hipérbaton. En literatura un hipérbaton es el cambio de orden de los elementos de una
frase y fue muy común en la poesía culterana del siglo de oro: "de verdes sauces hay una
espesura" (Garcilaso de la Vega). En retórica visual el hipérbaton es una figura común en la
poética del surrealismo. En varias obras, el lugar en que “deben” aparecer los objetos en el
lienzo, según las reglas de la perspectiva y continuidad del espacio real, es alterada (ver figura
7).
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Figura 7. Le Blanc-Seing [el cheque en blanco] (1965) de Rene Magritte.
Así mismo, el salto descendente de séptima menor del La al Si becuadro es una figura.
Los saltos melódicos a disonancias o de extensión mayor a una sexta se llamaban saltus
duriusculus, mientras que los cromatismos o pasos a segundas aumentadas se llamaban
passus duriusculus. En su conjunto, los compases 16-18 constituyen la peroratio: parte
conclusiva del discurso donde emociones y argumentos confluyen en la persuasión final. En
ésta se logra la aceptación irrestricta de todas las tesis del orador gracias a la producción de un
estado afectivo determinado en el auditorio, distinto al que tenía antes de comenzar el discurso.
Fuerza y limites de la retórica musical
Como se puede apreciar en este breve recuento de figuras en el preludio de Weiss, la retórica
musical nos ofrece conceptos muy útiles [p. 95] para señalar y caracterizar ciertos procesos
expresivos. De alguna manera todos somos sensibles a estos procedimientos, pero al darle
nombres a través de las figuras, podemos realizar un mapa del recorrido expresivo de
determinada música. Al poner en relación fenómenos verbales y musicales, (y en este caso
también visuales) se logra un punto de intersección interdisciplinaria muy efectiva. Permite una
suerte de intercomunicación de significados que se dan en experiencias distintas como la
literaria, visual, musical y audiovisual, haciéndolos complementarios. La experiencia de
significado en la poesía colabora a comprender el significado que obtengo de la experiencia
musical y la visual, haciendo que se complementen mutuamente. Es en este espacio de
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intersección de la comunicación interdisciplinaria en que los teóricos de la retórica musical
aportaron mucho y el sistema de la retórica musical es más productivo.
De este modo, la retórica musical es un excelente instrumento para el escucha
aficionado o el estudiante en iniciación en tanto permite conceptualizar ciertos fenómenos que
de hecho conoce y experimenta de manera inconciente todo el tiempo. La función de las
figuras retóricas es modelar las intuiciones del oyente, confirmando sus competencias y
potenciando su capacidad de escucha estructural o taxonómica. El mismo músico profesional
se puede ayudar de las figuras para planificar su ejecución y detectar los puntos que debe
resaltar y enfatizar. De hecho, durante los años de mayor éxito de la música antigua en las
décadas de los ochenta y noventa del Siglo XX, los músicos vieron en la retórica musical una
especie de código secreto recobrado que les permitiría reconstruir los significados ocultos de
las obras escritas antes de la revolución francesa.4 Y en nombre de la retórica se cometieron
interpretaciones y sobre interpretaciones en algunos casos muy efectivas, pero en otros
claramente abusivos. En efecto, el entusiasmo se evaporó cuando tanto musicólogos como
intérpretes, repararon que la retórica musical no es un sistema de códigos cerrados y
definitivos.
Muchas figuras diferentes se pueden aplicar al mismo pasaje. Además, no todos los
fenómenos clasificables como figuras son necesariamente significativos o importantes. La
aplicación de una figura depende de una estrategia de interpretación, una lógica o coherencia
que no depende de la obra ni de la retórica sino de las elecciones y criterios del intérprete o
analista. Por otro lado, el poder teórico de las figuras es más bien limitado y su gestión del
análisis musical es muy discutible. Analíticamente se limita a señalar algunos puntos de una
obra ignorando muchos otros momentos de la sustancia musical. En este sentido, es un
sistema de análisis taxonómico simple: se limita a [p. 96] señalar algunos momentos sin
organizarlos o jerarquizarlos. Otros métodos de análisis taxonómicos extraídos también de las
ciencias del lenguaje ofrecen mejores prestaciones.
Uno de los mejores conocidos de éstos, es el método paradigmático propuesto
originalmente por el lingüista Nicolas Ruwet y desarrollado por el semiólogo musical Jean
Jaques Nattiez. Consiste en segmentar una línea melódica en diversas unidades para luego
agruparlas en clases o paradigmas según su parentesco morfológico o proporción de duración.
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En el ejemplo del análisis de Sirynx de Debussy propuesto por Nattiez se puede apreciar como
el paradigma A (la columna de la izquierda) recoge eventos similares (ver ejemplo 2). El
paradigma B (columna de la derecha) agrupa a otra clase. En cambio, las fórmulas designadas
con las últimas letras del alfabeto (X, V, W, en la parte de en medio del gráfico), recogen
elementos residuales que no se pueden aglutinar en una misma clase. La construcción de
clases o paradigmas permite la articulación de jerarquizaciones de mayor alcance teórico.5
Ejemplo 2. Análisis paradigmático de Sirynx de Debussy de Nattiez
Por otro lado, están los métodos que siguen el principio de la gramática generativa: un
número limitado de normas gramaticales pueden producir un número ilimitado de expresiones
correctas y comprensibles por una competencia lingüística adecuada. Un ejemplo es el estudio
de Baroni, Dalmonte y Jacobioni quienes analizaron una serie de canciones del compositor
Giovanni Legrenzi (1626-1690). Por medio de un análisis detallado, extrajeron las reglas
gramaticales de sus melodías. Posteriormente programaron un ordenador con las mismas
reglas para que produjera melodías diferentes que cumplieran con la misma gramática y, por lo
tanto, preservaran el estilo.6 Estos métodos siguen la dialéctica análisis-síntesis: en el análisis
los mensajes son reducidos a las reglas del código que lo sustenta; mientras que en la síntesis
el código sirve para reconstruir mensajes similares dentro de un mismo rango de posibilidades.
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Otros métodos recuperan los modelos arborescentes jerarquizados de la gramática
generativa para caracterizar la pregnancia tonal de un pasaje. En su trabajo, Lerdhal y
Jackendoff combinan las reglas de la armonía con la gestalt para caracterizar los momentos en
que un pasaje [p. 97] permite al oyente establecer con mayor contundencia las fuerzas tonales.
Sus esquemas arborescentes jerarquizan diferentes momentos del flujo musical según su
importancia tonal (ver ejemplo 3).7
Ejemplo 3. Análisis generativo de la Sonata Op. 31 Nº 2 de Beethoven por Lerdhal y
Jackendoff
Todos estos métodos analíticos se fundamentan en modelos lingüísticos y son
descendientes, en mayor o menor medida de la vieja retórica musical. Si bien superan sus
limitaciones también repiten algunas de sus aporías, por ejemplo: el lenguaje posee referentes
(objetos del mundo representados) más o menos estables mientras que la música el referente
es una mera posibilidad; en la música, la construcción de sentido prioriza la pragmática (usos
contextualizados del lenguaje) por encima de la semántica (estructura de significados
jerarquizados preestablecidos); las obras de arte tienden a proponer una y otra vez, nuevas
codificaciones que se escapan a las reglas claras y tan pronto establecen una regla, proponen
una alteración a la misma; de hecho, los dispositivos estéticos no son reductibles a un elenco
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de reglas unidireccionales y si en el análisis se obtienen reglas muy específicas, en la síntesis
se tenderá a reconstruir el mismo mensaje una y otra vez; etc.8
[p. 98]
Limites de las aproximaciones translinguísticas al estudio de la música
Si los límites de la retórica musical los comparten muchos otros desarrollos teóricos recientes
que importan metodologías desarrolladas en el lenguaje verbal, quizá sea porque más allá de
su parecido, música y lenguaje también poseed diferencias fuertes. La música posee una
inmediatez que el lenguaje no alcanza: burla la razón y penetra de un modo misterioso en
nuestras emociones haciendo de armazón simbólico que las organiza. Música y lenguaje
utilizan áreas distintas en el cerebro. De hecho, la música posee un modo particular de generar
coherencia que no siempre comparte con el lenguaje. La música nos permite instalarnos en el
mundo de un modo específico: lo comprendemos e interpretamos con lógicas que se escapan
al logos unidireccional. Si bien ambos involucran nuestra inteligencia racional, la música tiene
modos privados de relacionarse y relacionarnos con nuestro cuerpo. Y mucha de la
investigación musical reciente esta focalizando el estudio del cuerpo en música por todas las
consecuencias teóricas, simbólicas, sociales y pedagógicas que ello trae consigo.9
Música y lenguaje son dispositivos a un tiempo paralelos, complementarios,
contradictorios y hasta excluyentes. Como el propio ser humano. Intentar comprenderlos es
nuestro trabajo.
1 Véase por ejemplo MITHEN, S. (2005): Los neandertales cantaban rap: los origenes de la musica y del lenguaje. Barcelona: Critica, 2007. 2 Para una introducción completa a la retórica musical con abundante bibliografía y ejemplos véase LÓPEZ CANO, R. (2000). Música y retórica en el Barroco. México: UNAM. Versión on-line en www.lopezcano.net 3 Ejemplo citado en CARRERE, A. y SABORIT, J. (2000): Retórica de la pintura. Madrid: Catedra. 4 Véase por ejemplo HERREWEGHE, P. (1985). "Bach et la rhètorique musicale". Notas al CD J.S. Bach Matthäus Passion. París: Harmonia mundi. CD901155-7. pp.14-21; e IMMERSEEL, J. Van (1995). "Música y retórica en los conciertos para piano y orquesta de Mozart". Pauta 55/56. 137-161. 5 Véase NATTIEZ, J. J. (1975): Fondements d'une sémiologie de la musique. París: Union générale d'editions y (1987): “Syrinx di Debussy. Un’ analisi pradigmatica” en Marconi, Luca y Stefani, Gino, Il senso in musica. Bologna: Clueb. pp. 93- 137. 6 Véase BARONI, M., DALMONTE, R. y JACOBIONI, C. (1999). Le regole della musica. Indagine sui meccanismi della comunicazione. Torino: EDT. 7 Véase LERDAHL, F. y JACKENDOFF, R. (1993): Teoría generativa de la música tonal. Madrid: Akal, 2003. [p. 99] 8 Para una explicación de los límites de estos métodos véase LÓPEZ CANO, R. 2004. De la retórica a la ciencia cognitiva. Un estudio intersemiótico de los tonos humanos de José Marín (ca. 1618-1699). Tesis Doctoral. Universidad de Valladolid. Versión on-line: www.lopezcano.net.
16
9 Véase LÓPEZ CANO, R. 2005. “Los cuerpos de la música. Introducción al dossier Música, cuerpo y cognición”. TRANS-Revista Transcultural de Música 9 (artículo 8) http://www.sibetrans.com/trans/trans9/cano2.htm [Consultado 12.07.]