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~ Metáforas metodológicas y la cientificidad de la antropología 1 LAURA CHÁZARO GARCíA'" A través de las siguientes líneas in ten taremos desarrollar algu- nos de los argumentos más rele- vantes que sostienen. desde la tl- losofia de la ciencia. dos antropó- logos en torno a una larga polé- mica: la lógica de la investigación científica. el progreso y la racio- nalidad de las teorías sociales. Este problema tiene ya una larga historia. Después de las ca- tegóricas -y no menos contro- vertidas- afirmaciones de A. Comte y J. S. MilIacerca de la po- sibilidad de obtener un conoci- miento de tipo "positivo-realista". tal y como. según ellos. 10 hacía la filosofía natural desde los si- glos XVI y XVII. especialmente des- de Newton. se inicia la carrera por la definición de la antropolo- gía como una disciplina que. pa- ra aspirar a ser parte del corpus de la ciencia. tendría que propo- ner los parámetros teóricos y me- todológicos "adecuados" que la hicieran pertenecer a tal corpus. La historia que permea la defi- nición de los términos en los que la antropología se ha instituido como ciencia se puede esquema- tizar ---con todos los riesgos que s u ponen las generalizaciones- a partir de dos fuentes: a) la que emana del trabajo del antropólogo en la comprensión de otras culturas. trabajo que supone un continuo proceso de autorreconocimiento y defini- ción de las fronteras temáticas propias de la disciplina. y b) la que resulta de las reflexiones de la filosofía de la ciencia. Podemos decir que de estas dos fuentes se ha construido la historia de la antropología. De estas dos fuentes han emanado inquietudes diversas. plantea- nlÍentos interesantes. Sin em- bargo. entre estas dos fuentes fundadoras de la antropología. hay un espacio que es producto de las incursiones que la filosofía de la ciencia ha hecho en la an- tropología. De este espacio resul- tan las reflexiones sobre la epis- temología. la lógica de la investi- gación y la demarcación teóricas • Maestría en Filosotla d,' la Clencl;¡ t Inlversidad AutlÍnoma Ml'Iropolltana. t ¡nielad lztapabpa. que se han venido discutiendo para las ciencias sociales en ge- neral y la antropología en parti- cular. Este artículo tiene el pro- pósito de reseÍlar algunas de las ideas que han resultado de estas relaciones. a veces demasiado poco claras, entre la filosofía de la ciencia y la antropología. Si revisamos rápidamente -una vez más: de manera esquemáti- ca- la historia de la mosofia de la ciencia. encontraremos que ésta ha proyectado desde sus fueros distintas respuestas y estrate- gias que contribuyan al reconoci- mien to y a la formación de un discurso científico para las cien- cias de la naturaleza y para las ciencias sociales. En un primer momento, la mo- sofía de la ciencia encontró bajo una mirada normativa una serie de supuestos y criterios teórico- metodológicos que, prescriptiva- mente, pudieran aparecer como los más adecuados para confor- mar un discurso científico. de tal forma que se eliminara de las vo- ces de la ciencia -hasta donde esto fuera posible- todo resabio metafísico e irracional. Todo es- to, finalmente. redundaría en la construcción de teorías como re- ales explicativas de los fenóme- nos naturales o sociales. Sin embargo. la fIlosofía de la ciencia normativa vio crecer a su alrededor una serie de críticas a sus planteamientos. Las objecio- nes vinieron desde la propia fIloso- fía de la ciencia. Se comenzó a ar- gumentar que para hacer alguna contribución interesante a las ciencias (sociales o naturales) no solamente era necesario tomar en cuenta el desarrollo interno de las teorías; debía considerarse ade- más el método que las había situa- do como objetivas y racionales. ya que de 10 primero -;se argumenta- ba- no se sigue la prescripción de los pasos más econólllÍcos y nece- sarios para arribar a la constitu- ción de una teoría científica. 133

Metáforas metodológicas y la cientificidad de la antropología

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Page 1: Metáforas metodológicas y la cientificidad de la antropología

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Metáforas metodológicas y lacientificidad de la antropología1

LAURA CHÁZARO GARCíA'"

A través de las siguientes líneasin ten taremos desarrollar algu-nos de los argumentos más rele-vantes que sostienen. desde la tl-losofia de la ciencia. dos antropó-logos en torno a una larga polé-mica: la lógica de la investigacióncientífica. el progreso y la racio-nalidad de las teorías sociales.

Este problema tiene ya unalarga historia. Después de las ca-tegóricas -y no menos contro-vertidas- afirmaciones de A.Comte y J. S. MilIacerca de la po-sibilidad de obtener un conoci-miento de tipo "positivo-realista".tal y como. según ellos. 10 hacíala filosofía natural desde los si-glos XVI y XVII. especialmente des-de Newton. se inicia la carrerapor la definición de la antropolo-gía como una disciplina que. pa-ra aspirar a ser parte del corpusde la ciencia. tendría que propo-ner los parámetros teóricos y me-todológicos "adecuados" que lahicieran pertenecer a tal corpus.

La historia que permea la defi-nición de los términos en los quela antropología se ha instituido

como ciencia se puede esquema-tizar ---con todos los riesgos ques uponen las generalizaciones- apartir de dos fuentes:

a) la que emana del trabajo delantropólogo en la comprensiónde otras culturas. trabajo quesupone un continuo proceso deautorreconocimiento y defini-ción de las fronteras temáticaspropias de la disciplina. y

b) la que resulta de las reflexionesde la filosofía de la ciencia.

Podemos decir que de estasdos fuentes se ha construido lahistoria de la antropología. Deestas dos fuentes han emanadoinquietudes diversas. plantea-nlÍentos interesantes. Sin em-bargo. entre estas dos fuentesfundadoras de la antropología.hay un espacio que es productode las incursiones que la filosofíade la ciencia ha hecho en la an-tropología. De este espacio resul-tan las reflexiones sobre la epis-temología. la lógica de la investi-gación y la demarcación teóricas

• Maestría en Filosotla d,' la Clencl;¡t Inlversidad AutlÍnoma Ml'Iropolltana. t ¡nielad lztapabpa.

que se han venido discutiendopara las ciencias sociales en ge-neral y la antropología en parti-cular. Este artículo tiene el pro-pósito de reseÍlar algunas de lasideas que han resultado de estasrelaciones. a veces demasiadopoco claras, entre la filosofía dela ciencia y la antropología.

Si revisamos rápidamente -unavez más: de manera esquemáti-ca- la historia de la mosofia de laciencia. encontraremos que éstaha proyectado desde sus fuerosdistintas respuestas y estrate-gias que contribuyan al reconoci-mien to y a la formación de undiscurso científico para las cien-cias de la naturaleza y para lasciencias sociales.

En un primer momento, la mo-sofía de la ciencia encontró bajouna mirada normativa una seriede supuestos y criterios teórico-metodológicos que, prescriptiva-mente, pudieran aparecer comolos más adecuados para confor-mar un discurso científico. de talforma que se eliminara de las vo-ces de la ciencia -hasta dondeesto fuera posible- todo resabiometafísico e irracional. Todo es-to, finalmente. redundaría en laconstrucción de teorías como re-ales explicativas de los fenóme-nos naturales o sociales.

Sin embargo. la fIlosofía de laciencia normativa vio crecer a sualrededor una serie de críticas asus planteamientos. Las objecio-nes vinieron desde la propia fIloso-fía de la ciencia. Se comenzó a ar-gumentar que para hacer algunacontribución interesante a lasciencias (sociales o naturales) nosolamente era necesario tomar encuenta el desarrollo interno de lasteorías; debía considerarse ade-más el método que las había situa-do como objetivas y racionales. yaque de 10 primero -;se argumenta-ba- no se sigue la prescripción delos pasos más econólllÍcos y nece-sarios para arribar a la constitu-ción de una teoría científica.

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Laura C/¡ázaro García

De este modo, la filosofía de laciencia comenzó una etapa críti-ca. Bajo esta nueva mirada sepretendería reconocer, valiéndo-se de la historia de las ciencias.los sucesos que efectivamente in-tervinieron para que un científico(o una comunidad cientíílca) lle-gara a talo cual resultado teóri-co, más allá de los deseos filosó-ílcos o estéticos de algunos. Estaposición filosóílca no busca des-deflar los criterios propios de lalógica de investigación científicasino condicionarlos a o situarlosen la historia externa en que lasteorías se gestan. Los paradig-mas de Kuhn, los programas deinvestigación cientíílca de Laka-tos, las genealogías de Koyré, lasexcursiones de \Vestfall a la al-quimia Newton; en fin, todos los"descubrimientos" históricos vi-nieron a reclamar a la filosofía dela ciencia atención a la historiade las ciencias y a criticar laaceptación acritica de los supues-tos y criterios con que algunos fi-lósofos hubieran querido quefueran nonnadas las ciencias.

Estas discusiones propias delámbito de la filosofía han sido de-terminantes para la historia de laantropología y en general paralas ciencias sociales. Pensamosque esto es así porque el espacioconstitutivo de la antropología.dado entre la filosofía de la cien-cia y la historia propia de las teo-rías antropológicas, es un espa-cio que existe como un pleno desilencios e incomprensiones.

Se puede decir que la filosofíade la ciencia, con todos sus te-mas y discusiones, no ha podidoconstruir (a pesar de que existeninteresantes y sugerentes esfuer-zos) un diálogo capaz de alimen-tarse de las ciencias sociales, desus intenciones y problemática.Los esfuerzos centrales de la filo-sofía ele la ciencia han girado al-rededor de las ciencias físico-na-turales. Sin olvidar los importan-tes e interesantes aportes ele flló-

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sofos como Nagel. Hartan oWinch a la antropología. Sin em-bargo, pensamos que, en un sen-tido generalizado. tanto la filoso-fía que hemos llamado normativacomo la crítica han formulado ypensado sus mejores ideas a par-tir de y para los casos "paradig-máticos" de las ciencias físico-naturales. Las ciencias socialesse convirtieron en un acto de ven-triloquía de esta filosofía.

Lo contrario también ha sidomuy difícil: los científicos socia-les consideran a la fllosofía de laciencia sólo como un "marco teó-rico", o un paso necesario al quees preciso darle expedita salida.sin mayor detenimiento y refle-xión.

Sin embargo, es prudente acla-rar que la frlosofía de la ciencia hasido, como parte constitutiva de laantropología, un punto de partidaobligado. Ha significado y dadosentido a muchas de las discusio-nes teóricas que, aún hoy, porejemplo. sostienen antropólogos ysociólogos en cuanto a su campode estudio y por lo tanto a su pro-pia actividad como científicos.

Entonces, no podemos abstraerdel proceso de formación de lasciencias sociales, de sus teorías yde sus objetos. el expediente frlo-sófico que sustenta en las relacio-nes entre la filosofía de la ciencia ylas ciencias sociales fuertes silen-cios, vacíos.

Quizá el mejor ejemplo de estasituación haya sido el siglo XIX.

Fue en este periodo cuando la fi-losofía y la antropología tuvieronsu nlejor rnornento.

Es en el siglo XIX cuando, porprimera vez, se extiende sobre lasciencias sociales el fantasma dela filosofía de la ciencia. Allí seabren una serie de problemáticasclaves que aún son una parte deimportantes disputas teóricaspara la antropología.

Estas discusiones al interiorde la filosofía se explicitaron enlas teorías sociales recién instic

tucionalizadas en el siglo XIX: enAlemania con la famosa Metf1o-denstreint. en Francia con lasdiscusiones de los espiritualistascontra las propuestas de los posi-tivistas-materialistas (Durkheim yUttré, por ejemplo); yen Inglaterraentre los seguidores del paraclig-ma danviniano y los de \.1nacerca-miento a un mundo mecánico;marcando. como un sello indele-ble, la historia y el desarrollo mis-mo de las teorías sociales.

En otro nivel y al mismo tiem-po las teorías sociales presenta-ron su propia experiencia. El si-glo XIX fue testigo también de loséxitos y tri unfos que estas teoríascornenzaron a obtener para supropia causa. Iniciaron así unabúsqueda muy seria para dar so-lución a los acertijos que le poníala filosofía de la ciencia y propo-ner argumentos. Sin embargo esteesfuerzo se fue enrareciendo. Lafilosofía y la antropología fueron,cada vez más. distanciando suscanlÍnos.

Así. se puede afirmar que a pe-sar de ese rico encuentro decimo-nónico entre la filosofía de laciencia y las teorías sociales. yeneste caso con la antropología, lossenderos se bifurcaron. Estos ca-minos, cada vez que intentanacercarse sólo se han desencon-trado. Se han perdido en un diá-logo que dice más por lo que callaque por lo que habla: en este ca-so, el silencio ha sido más revela-dor que las palabras.

Las preocupaciones de los filó-sofos y teóricos sociales han hila-do una historia que aún no deve-la ni resuelve el carnina a tomar.Las posibilidades aún se ponde-ran a partir de soluciones dadaspor separado. Ello --quizá- ex-plica el cúmulo de interrogantes(a los que se ha irltentado ofrecerinfinitas respuestas) que aún seencuentran sill contestación:¿Existen dos formas de conocer.la que trata con 'objetos' socialesy la que maneja los naturales?

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MetáJoras metodológicas y la cientificidad ...

¿Es posible o dable conocer losfenómenos sociales bajo el mis-mo tipo de operaciones lógico-me-todológicas que se emplean en lasciencias naturales (vid modelonomológico-deductivoJ. o sólo seconoce por medio de procesospsíquicos, empáticos, no mecá-nicos corno los procesos henne-néuticos -la Verstel1eTl-, estoes, mediante procesos metodoló-gicos que se afirman como cuali-tativamente distintos de los na-turales?

Así, como una tonnenta queno cesa, la discusión se viene acernir sobre este espacio tensoentre la filosofía de la ciencia y laantropología.

A partir de este espacio surgenuna serie de miradas posiblesque hablan de las mejores formasde rendir o dar cuerpo a la cienti-ficidad de la antropología. Ha-blan, en un diálogo silencioso, delas posibles lógicas de la investi-gaCión científica. formas de "me-dir" o verit1car el progreso o la ra-cionalidad de las teorías sociales.

Sin embargo, la discusión secentra en el problema del funda-mento o método de la antropolo-gía para construir sus teorías y laevaluación de éstas en la inter-pretación de la cultura. Se abrela controversia sobre la posibili-dad de, por un lado, hablar de losocial como un objeto posible deser aprehendido bajo una lógicapositiva y realista unificada porun solo método, confiriéndole alo social la posibilidad de ser unobjeto capaz de someterse y ma-nejarse mediante fuerzas mecá-nicas reductibles a operaciones ypes rulados matemáticos: o por elotro lado, se presenta a la natura-leza de lo social como un objeto deconocimiento irreductible a expli-caciones de tipo causales-explica-tivas como lo proponían los fisicosde las fuerzas mecánicas. Así, ha-brá teóricos de la antropología queanularán la validez de leyes uni-versales, o de las generalizaciones

del tipo determinístico como lasdel progreso, de Comte, o las dela evolución, de Spencer.

El asunto consistió, entonces,en determinar si realmente la so-ciedad y los hombres que se de-senvuelven en ella como actoresreligiosos, políticos o culturales:podían ser reducidos a los princi-pios lógico-fIlosóficos bajo losque las ciencias físicas se habíanedificado: principios bajo los que,finalmente, quizá sólo a ellas -alas ciencias naturales- les co-rrespondía construirse.

Por ahora, antes de entrar areseüar dos libros que, desdenuestro punto de vista, intentanresponder y reflejan ese espacioque han construido las relacio-nes entre la filosofía de la cienciay las teorías antropológicas qui-siéramos recordar unas palabrasde Dante antes de entrar en el In-fierno, en La divina comedia:"Déjese aquí cuanto sea recelo ymátese aquí cuanto sea vileza".

Efectivamente, como lo dice laadvertencia de Dante, para ela-borar cualquier discurso acercade los problemas metodológicos ysu relación con la construcciónteórica en las ciencias sociales sedebe excluir la vía que calle lasmúltiples voces que han sosteni-do y contrargumentado desde di-ferentes puntos de vista este pro-blema.

En esta perspectiva, pensa-mos que los diálogos -y tambiénmuchas veces los monólogos quese han dado en torno a la lógicade la investigación científica, elprogreso y la comparación entreteorías, la necesidad y lo posibili-dad de formular leyes universal-mente válidas en las ciencias so-ciales, etc.- constituyen, en símismos, el debate que ha cons-truido y ela borado, pieza por pie-za, la historia de la antropologíay, por supuesto, de las cienciassociales.

Reseüaremos dos libros que,desde nuestro punto de vista son

rHuy valiosos para exponer unaparte de la historia de esta dispu-ta a partir de la Antropología. He-mos encontrado que cada autor,por su lado ha puesto una cuotade esfuerzo por restablecer el diá-logo entre la filosofía de la cienciay la antropología.

Se trata, respectivamente, delos libros de Aurora GonzálezEchevarría, La construcción teóri-ca en antropología y de EnriqueLuque Baena, Del conocimiento

t 1', 2an ropo oglCO.Ambos autores, con perspecti-

vas diferentes. están preocupa-dos por pensar y desarrollar, porun lado, los aportes de la filosofíade la ciencia a las ciencias socia-les en general, y por el otro el pa-pel de los principales referentesque tradicionalmente ha marca-do la filosofía de la ciencia para laantropología cultural y social.

oEl principal motivo que da vida aestos dos libros es el de discernir,junto con la filosofía. las mejoresforrnas o medios para la elabora-ción, formulación y crítica de lasteorías de la antropología cultu-ral y social. Tanto uno como otroestán preocupados por ofrecer,bajo la óptica de la historia inter-na, un amplio recorrido desde lasteorías antropológicas que apa-recen a principios del siglo XIX

hasta las modernas. Todo ellocon el fin de identificar los princi-pios lógicos y metodológicos quehan pretendido darle una carac-terización científica a la antropo-logía.

Luque Baena abre su libro ha-blando del Viejo problema delfundamento de las ciencias so-ciales. Este tema y más exacta-mente el de si las ciencias socialespueden o no poseer un Junda-mento o principio metodológicoque valide sus explicaciones y elresultado de sus predicciones co-

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mo objetivas y verdaderas. Quelas convierta en discursos científi-cos demarcables.

El autor sugiere que el proble-ma epistemológico del método hapartido a la antropología en dos.Esta ruptura se puede establecera partir de dos vertientes que secorresponden.

1) La que llamaremos dimensiónfilosófico-metodológica. Éstaha dividido a los antropólogosentre aquellos que defiendenuna antropología guiada por unfundamento positivista y los quese oponen a esta posición. Desdeesta vertiente, según el autor,encontrmnos un continutunque'va del extremo patrocinado porlas figuras de Bacon, Comte,Mill. hasta Nadel y Nagel y Pop-per, al extremo opuesto repre-sentado por los que el autor lla-ma los diltheyanos.

ii) A su vez, el autor supone otravertiente, a la que llamaremos ladisciplinar -metodológica. Éstaha supuesto una división entrelos que comparten la idea deque la antropología es unaciencia unificada en un para"digma y los que refutan tal ca-racterización. Dicha distinciónse desarrolla con la aparicióndel libro de T.S. Kuhn. La es-tructura de las revolucionescien tij7cas, obra que -sugiereel autor- dividió a los antropó-logos en dos bandos: los que sehan debatido por defender laposición de que su disciplinavive una era paradigmática.tan clara y completa como laque viven las ciencias fisicas. yquienes sostienen que la antro-pología. ya sea por las caracte-rísticas propias de su objeto deestudio o por las de sus méto-dos. no podrá apelar al califica-tivo de ciencia explicativa-de-ductiva (en el mismo sentido quese piensa para las ciencias de lanaturaleza). pues el estudio dela cultura no puede ser reducido

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a las características de la expli-cación nomológica-deductiva.

De esta forma. según nuestroautor, la antropología, vista des-de la historia de sus teorías, hasido pensada ya sea. como laciencia de la cultura plenamenterealizada. o como un proyecto. afuturo, de una ciencia de la cul-.~tura.'

Dentro de esta última posiciónestán aquellos antropólogos quese reservaran la posibilidad deque en el futuro se pueda llegar auna época paradigmática para laantropología. todo esto si se lograla unificación de las teorías queactualInente concursan para daruna explicación de los fenóme-nos de la cultura.3

Antes de que apareciera la obrade Kuhn había antropólogosque defendían a ultranza -yen general. con criterios de cor-te positivista- el carácter cien-tífico de la disciplina (piense enNadel o en Leslie White, porejemplo), mientras que otros(en la órbita diltheyana, por asídecirlo) apuntaban al carácterfundamentalmente humanís-tico e histórico de la antropolo-gía; Kroeber y Benedict [oo.) Laobra de Kuhn ha venido a com-plicar las cosas. y una frase deeste autor ('queda todavía enpie la pregunta de qué partesde las ciencias sociales han ad-quirido ya tales paradigmas')ha desarrollado todo tipo deespeculaciones. Hay quienes, apartir de entonces, se dedicana buscar cuáles son esos para-digmas o más modestamente arecalcar el carácter paradig-mático de la antropología.4

Ahora bien. es necesario esta-blecer con toda claridad que pa-ra Luque Baena. esta doble dis-yuntiva bajo la cual se fracciona-ron y dividieron los trabajos delos antropólogos es recíproca. es

decir. ambas tendencias consti-tuyen un mismo eje divisorio:

Por un lado están aquellosque, retomando una visión meto-dológica positivista, más fácil-mente tenderán a pensar que laantropología ha constituido susteorías dentro de un paradigmacientífico; por otro lado yen sen-tido inverso. se encuentranaquellos que disputan al positi-vismo la autoridad para convert-irse en el fundamento metodoló-gico de la antropología. Estos úl-timos pensarán que la antropolo-gía sólo puede ser consideradacomo una ciencia preparadigmá-tica.

Estas divisiones y subdivisio-nes entre los antropólogos hanproliferado desde hace ya más de30 a11os. La aparición de la obrade Kuhn y. en generaL de las crí-ticas al positivismo de Popper.Feyerabend. Polanyi, Hanson o elnúsmo Bachelard impusieron unreacomodo que se tradujo en di-ferentes perfiles teóricos entrelos antropólogos.

Tales diferenciaciones --queentre otras la de Kuhn surtió unfuerte efecto sobre la antropolo-gía-. nos obligan, desde la pers-pectiva del autor. a reconsiderar larelación entre la antropología y lafilosofia de la ciencia.

Para lo anterior. y en discre-pancia con Aurora González, Lu-que no pretenderá dar una solu-ción o principio normativo que,desde la filosofia de la ciencia.permita a la antropología poseerprincipios que demarquen a lasteorías y determinen. por lo tan-to, el "grado" de progreso (Pop-per) o de degeneración (Lakatos)de las teorías antropológica:::. Elautor más bien tiene el propósito-al parecer- de mostrar queante tales disyuntivas no hayotra posibilidad que aprender adistinguirlas. Constituirlas o ele-varlas a formas de evaluar y con-siderar el trabajo teórico antro-pológico.

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MetáJoras metodológicas y la cientificidad ...

La antropología, al igual que to-das las otras ciencias sociales, sedebate en la actualidad por no "caeren las garras de la Escila de la obje-tividad, fisicalista y reduccionista, yla Ca!;bdis del más puro subjetivis-mo, que hipervalora la configura-ción del objeto por el sujeto que lopercibe y lo concibe (Morín)""

Para ello tenemos, por un lado,a la filosofía que desde la pers-pectiva del autor se muestra másbien como una metáfora. La filo-sofía (como lo es la distinciónkuhniana entre paradigma y pre-paradigma) sólo guiará heurísti-camente a las ciencias sociales areconocer el estado en que éstase encuentra, así como a queellas se reconozcan en tal estado.

Así. las diferencias entre cien-cia paradigmática y preparadig-mática. e igualmente entre losantropólogos positivistas y losdiltheyanos, sólo pueden servircomo una metáJora que nos guíeen la labor de categorizar y dife-renciar los cambios disciplinaresy no como una forma de hablarde la mayor o menor cientificidadde una teoría. Se trata entoncesde considerar el modelo de ciencianormallrevolución científica-cambio / ciencia normal... de Kuhnpara poder evaluar las teOlias quehasta hoy se han propuesto en laantropología explicar los diversosfenómenos de la cultura.

Más matizada que unas y otras(y más adecuada para enten-der lo que es y lo que ha sido laantropología) me parece la so-lución adoptada por George W.Stoking. Para él, aun aceptandoque pueda plantearse el términopreparadigmático para definir elestado actual al pasado de laantropología, advielie no obs-tante: "Yo diría, sencillamente,que me inclino a considerar elesquema de Kuhn no como unmodelo preciso para todo cam-bio científico, sino más bien co-mo una metáfora heluistica que

pueda ayudarnos a entendermovirnientos particulares en lahistoria de las ideas",6

De alguna manera, cualquierdiferenciación, la kuhniana o lapopperiana para demarcar lo ob-jetivo y certero de lo erróneo seconstituyen, para el autor, enuna metáfora que guía a la inves-tigación antropológica. Ello por-que se ha conformado en un idealque, regulativamente, tensionahacia ella todo el trabajo antro-pológico.

Sin embargo, tal metáforaorientará a la antropología y asus teorías si en su propio senose resuelve un problema másprofundo: la polisemia de losconceptos de cultura y de métodoantropológico. Para el autor lamáxima expresión de la diversi-dad y confusión de significadospara un término es el de cultura:"Tal vez pocos términos haya enciencias sociales que, como al decultura se le hayan atribuido sig-nificados tan diferentes e inclusoopuestos [... J Cabe, no obstante,apelar a ese carácter preparadig-mático del que se habla en los úl-timos tiempos", Este carácter demúltiples significados, de múlti-ples referentes empíricos para unconcepto, es la parte fundamen-tal a la que hay que referirse, sialgo podemos aportar para el co-nocimiento antropológico:

Simplemente queda destacar lanecesidad de contar con algúntérmino que nos sirva -pese atodas las dificultades que sequiera- para expresar, a untiempo, esa multiplicidad de ám-bitos -() de mundos-en los quemoran los seres humanos y loque los distingue de otros seresvivos; [y]no Sirl ciertas resisten-cias y rechazos, el término cul-tura ha sido el candidato queparece haber obtenido el mayornúmero de puntos para ocuparese lugar. Pero, insisto, no ha

sido unánimemente aceptado,ni --cabría esperarlo en unadisciplina no paradigmática-aun aceptándolo como dejie-niendum se acepta en modo al-guno el mismo deflniens.7

La cultura es la noción poUsé-mica que ha provocado en la an-tropología, para decirlo en térmi-nos de Wittgenstein, una "enfer-medad lingüística".

El autor recorre, de forma ex-haustiva, los perfiles antropoló-gicos acerca de la cultura: prime-ro están los deterministas cultu-rales y los relativistas culturales.Después se extiende por sobrelas incursiones de los antropólo-gos contemporáneos: la cultura yel simbolismo, el debate entre losdefensores de la interpretación yla comprensión del significadosobre las estructuras o sobre ellenguaje (o el lenguaje como es-tructura).

A estos análisis de la cultura,plenos de diversas referencias ysignificados contrapuestos -porno decir- diferentes-, les corres-ponde el desacuerdo metodológi-co.

Las formas diversas de abor-dar la cultura, para Luque Bae-na, corresponden a las formasmetodológicas (también diver-sas) en las que se ordena el tra-bajo etnográfico y el etnológico.

Así, el descuerdo metodológicoque ha prevalecido en antropolo-gía se puede representar a travésde dos dimensiones, mutuamen-te dependientes:

i) El método que se plantea comoel medio para establecer pau-tas que permitan comparar lasdiversas formas sociales y cul-turales a través del tiempo y / oespacio, esto es, el que buscasubrayar lo "único" de la reali-dad sociocultural;8 y

ii)Su opuesto. Este último es paraLuque el complemento del pri-mero. Es el método que ha abo-

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Laura Cházaro García

gado por afirmar la divisa me-todológica holista: la posibili-dad de los estudios comparati-vos que plantean la posibilidad-ya sea epistemológica o re-al- de la comparación cultu-ral. En esta dimensión, el tra-bajo de campo no es el objetivoúltimo --como lo es para el pri-mer método-o sino más bienun medio de recolección de da-tos empíricos que permiten re-futar o corroborar la teoría.

Estas dos dimensiones meto-dológicas constituyen, en sentidoestricto. la expresión de dos op-ciones metodológicas extremasbajo las cuales, como un péndu-lo, se ha construido la antropolo-gía.

La primera posición metodoló-gica, el método comparativo -queaboga por "relegar el trabajo decampo a la más modesta tarea deofrecer síntesis comparativas"-,frente a la segunda opción. el mé-todo de investigación in siLu -que"supone invertir los ténninos ypostergar la hipotética síntesis,como mucho, a un futuro Inás o

,,0 f1menos relnoto -. con 19uran,según el autor, fundamental-mente las fronteras difusas. elcamino siempre impreciso bajo elcual se ha construido la metáforade la cientificidad de la antropo-logía.

El autor ofrece las azarosas yno menos largas historias de losdiversos caminos que aportan lasinvestigaciones de cada uno delos extremos.

El comparativismo es asumidocomo el método que ha abrazadouna serie de discursos cambiantesque proponen, igualmente. cam-biantes estrategias para abordar y"encontrar" los principios y puntosde comparación entre las culturas.Los puntos de vista que discute elautor respecto al comparativis-1110 van de los evolucionistas conTylor al comparativismo organi-cista a la Radcliffe-Brown (10 que

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él llama la sociología compara-da). la generalización comparati-va de Leach, el estructuralismode Lévi-Strauss.

Estos comparativismos pro-pugnan por criterios generali-zantes que establezcan la compa-ración a gran escala; son modifi-cados por la especial propuesta:un método histórico. del métodorelativista.

La reacción relativista ante lasexageradas generalizaciones delevolucionismo, vino a colaborar.sin embargo, a un reforza mientodel comparativismo. Boas pro-pugnará a su vez por la elabora-ción de un fuerte material etno-gráfico que, finalmente, reforzólos alientos comparativistas. Es-to es claro con los intentos de laescuela de Murdock con losCross Cultural SLudies. que sibien -insiste el autor- destie-rran -después de Boas y Rad-cliffe-Brown- la palabra métodocomparativista. constituyen unmaterial etnográfico (clasificadoa partir de las unidades de cultu-ras o étnicas) que apoya las tesiscomparativistas. Así, y siguiendoel curso de la antropología. Enri-que Luque dirá que uno de los úl-timos intentos por desarrollar es-tas ideas comparativistas es elestructuralismo de Lévi-Strauss.Este último, al igual que Leach-ya diferencia de Radcliffe-Brown-plantearía la necesidad metodoló-gica de que la antropología se baseen un método contextual y compa-rativo. en tanto que es necesarioque el análisis de las estructuras. oel análisis formal sólo se hace justi-ficable o peliinente en tanto que lasestructuras hacen inteligibles losdatos empíricos del trabajo etno-. 'fi 10gra lCO.

Sin embargo. el comparativismono se queda en el e.'>tructuralismo.Los puntos de referencia paraconstruir las comparaciones ya noserían únicamente el papel de lasestructuras que ordenan el desor-den que presenta el mundo social.

Para el autor. desde el funciona-lismo se vuelve a intentar propo-ner una forma de comparativis-mo: el funcionalismo. o específi-camente el estructural-funciona-lisnlO.

El listado puede seguir. El autortermina con una fuerte crítica a loscomparativistas a través de las po-siciones de la opción metodológicaopuesta. Aquella que pretende dar-le una función detennil1ante a lalabor etnográfica para abordar laparticularidad. sin generalizar, delas sociedades y sus culturas, con-textualizando. a partir del estudiode sus resultados en una socie-dad.

Lo interesante de este segui-miento. apmie de las minuciasque recoge de cada posición, es fi-nalmente la perspectiva que el au-tor vendrá a recoger: las posibili-dades de éUlUlar los espaciosabier-ios por las constantes críti-cas o defensas a cada una de lasopciones de los extremos del pén-dulo metodológico que han cons-truido las teorías antropológicassólo se pueden dar si se opta poruna ftlosofia de la ciencia que. co-mo una metáfora heurística. hagallegar a un acuerdo o unifique a laantropología.

Las fronteras entre la defensa yel ataque entre los positivistas ylos diltheyanos, la aclamación poruna ciencia antropológica para-digmática o el juicio que la con-dena como una ciencia prepara-digmática parecen desdibujarseen una sola idea: sólo podemos po-seer, a nivel filosófico. una guíaque, como metáfora -insisti-mos- vaya (re)construyendo elcamino hacia la formulación deteorías de la cultura.

La tarea que queda al autorconsiste en aclarar la relaciónentre la antropología y la ftlosofiade la ciencia a costa de dos com-promisos: En primer lugar. la fi-losofía de la ciencia guiará heu-rísticamente. esto es. se erigiráCOlnouna Inetáfora capaz de ten-

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MetáJoras metodológicas y la cientificidad ...

sionar hacia el ideal de cienciaparadigmática y unificada a laantropología. Lo segundo le tocaa la antropología. A ella le corres-ponde defmir los términos en losque deben tratarse su objeto (lacultural y la forma de abordar eseobjeto (el método de investiga-ción antropológica).

La anterior es una idea suge-rente. Sin embargo. la guía de lafilosofía como una metáfora pue-de llevarnos. igual que otros ca-minos. a perder la capacidad dehablar y de discutir. Y esto puedeser así porque de la comprensiónde las metáforas como de todoslos sentidos figurados no se pue-de partir para la construcción delconocimiento antropológico.

Si bien es cierto que la cienciaes una actividad donde intervie-nen l!luchos ideales, COlIlOlos deverdad (como diría Popper) y ob-jetividad. pensamos que de laevaluación de una metáfora. eneste caso de unidad de las teoríaspara la antropología. no se si-guen claramente las formas deevaluar, criticar o refutar cadauna de las teorías científicas queen este mOlllento concursan porser incluidas en el corpus de loque llamamos antropología.

En este caso, como en muchosde los espacios que forman palie dela relación entre la antropología yla filosofía de la ciencia. se re-quiere de una reflexión y una ela-boración mayores. Por el mo-mento. las ideas de Luque Baen<lcontribuyen dar continuidad aesta reflexión.

00En cuanto al libro de AuroraGonzález. lo podemos situar. re-tomando la idea de Luque Saena.dentro de la tradición que piensaa la antropología como una cien-cia paradigmática.

En este libro, la autora manejaulla posición mucho más Ilorma-

tiva que Luque Saena. Ella pro-pone que es posible desarrollaruna serie de principios metateó-ricos o filosóficos tales que nospermitan formular toda una es-trategia metodológica normativade la construcción teórica en lasciencias particulares. en especialla antropología. Esto es. que ha-ga de la ciencia antropológica undiscurso "paradigmático".

Es necesario que el fundamen-to sobre el cual se erijan las dis-cusiones en torno a la metodolo-gía, filosofía y antropología tengacomo base el principio gradualis-ta de Moulines y el falsacionistade Popper. El primero se refiere ala posibilidad de encontrar tér-minos medios en las discusionesque extrenlan sus posiciones.por ejemplo: o se es relativista ose es comparativista; o es cienciao no lo es. o hay método o no exis-te tal. Es necesario considerarque todos los conceptos genera-dos a partir del positivismo encuanto a la lógica de la investiga-ción científica. los problemas deldesarrollo y la racionalidad delprogreso científico. de algunamanera han estado emparenta-dos. Deduciendo sus rasgos defamiliaridad será posible crearuna estrategia empírico-metodo-lógica que permita elaborar con-ceptos lo más falseables posible.Esto es. de conferirle a la antro-pología el carácter de cientifici-dad que postulara Popper.

Sin pretender anular el otroextremo, la autora partirá de laidea de que la opción metodológi-ca que ella ha encontrado comola más viable es la del comparati-vismo. A esta dimensión es nece-sario fundamentarla metodológi-ca y filosóficamente. En su librose buscará. entonces. esclarecerde qué forma una metodología dela comparación intercultural noshace posible poner a prueba (co-rroboración/falsación) las teo-rías antropológicas de la culturaque han competido en la explica-

ción de los diversos fenómenosde la cultura. Ello fácilmente nosllevaría a una evaluación y falsa-ción teóricas que Popper proponecomo criterios de demarcación. 1I

Esta toma de posición presupo-ne. según la autora. la existenciade otros posibles acercamientos alproblema. tanto desde la filosofíade la ciencia como desde la mismaantropología. Sin embargo. asumeque pueden desarrollarse -antela disyuntiva o posibilidad de ele-gir entre varios métodos- su-puestos teórico-filosóficos que ha-gan posible la elección de uno deellos en los términos más clarosposibles. Y ello para que. a suvez. la crítica teórica sea posibleen términos de sus supuestos,para que. finalmente. el contras-te entre teorías no se torne incon-mensurable.

Para llegar a la formulación deesta serie de principios metateóri-cos que guíen. contrastando y eva-luando la actividad teórica antro-pológica. la autora recorrerá losenfoques filosóficos de la teOlia es-tructuralista de Moulines. así co-mo los del falsacionismo de Pop-per y Lakatos. Asimismo. consi-dera COlllOnecesarios los nuevosproblemas planteados por lasteorías de Kuhn. Lal<atos y Sneeden cuanto a la idea del desarrolloy la racionalidad del progresocientífico que éstos proponen:

Mi propósito es analizar y pro-poner que bajo el término"orientación metodológica" searticulen los componentes delas opciones metodológicas yepistémicas que caracterizancada proyecto antropológico[oo.] Pienso que la existencia dedistintas orientaciones meta-teóricas en antropología no só-lo es una cuestión de hecho.sino una cuestión racional. yque es deseable explicitar loscontenidos de cada orientaciónmetateórica para que sea posi-ble la crítica y la elección, para

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Lallra Cl1ázaro García

que se puedan comparar orien-taciones meta teóricas desdepresuRuestos y objetivos explí-citos. 2

La autora, al reconocer las dife-rentes vías que la filosafia del mé-todo ha abierto para la antropolo-gía, propone constituir un com-pendio o srntesis de los principaleselementos heurísticos de éstas.Con esta síntesis o compendio setendrían los principios funda-mentales que en los niveles filo-sófico y teórico se han dado comolos más importantes a considerarpara conferir al estudio de la cul-tura un carácter científico.

Aquí es necesario aclarar quetal "compendio" o síntesis deprincipios que propone la autorase derivarán primero de la filoso-fía de la ciencia, pero también dela misma teoría antropológica.

La autora parte del supuestode que todas estas filosofías de laciencia poseen, dentro de sí mis-mas, una familiaridad. Una vezmás, retomando a Wittgenstein,la autora supone que tales prin-Cipios filosóficos y teóricos, porposeer aires de familia entre sí, sepueden emparentar y condensar.Esto significa que los principiosfilosóficos, aunque a simple vistaposean una enorme variedad deformas y de vocablos. se están re-fIriendo a los mismos hechos oproblemas, solamente que condiferentes nombres.

Lo anterior posibilita que se lo-gre hacer una especie de resu-men de tales principios queguíen, desde la filosofia de laciencia, la posibilidad de evaluar,refutar y/o aceptar los resulta-dos de la actividad etnológica yetnográfica en la antropología.

Los principios 'meta' que pro-vienen de la filosafia (y con "airesde familia") se sustentan, según laautora, en cielios hechos que defi-nen la investigación en general pa-ra cualquier ciencia. Por tales he-chos Aurora González se refiere al

1-10

reconocimiento de lógicas dife-rentes de conocimiento, la im-portancia que se le dé a los valo-res en la evaluación del conoci-miento, el contexto institucional(políticas de investigación, de pu-blicación, etc., los objetos de in-vestigación, que se traducen endiferentes lenguajes teóricos), lavigencia de los conceptos de ladisciplina. 1:3

Estos hechos son referidos, oson atrapados por toda una fami-lia de conceptos fIlosóficos que sesolapan. Ellos son: la tradición deinvestigación (Bames y Laudan);disciplina (Toulmin); orientaciónteórica (Kaplan, Merton y Man-ners); matriz disciplinar (Kuhn);estrategia de investigación (Ha-nis); y el concepto de red teólica deMoulines.14Establecer la familia-ridad entre éstos pennitirá a cual-quier ciencia, -sugiere la auto-ra- toda una labor de compara-ción teórica entre los diferentesdesalTollos científicos. 15 Es nece-sario aclarar que cada uno de losconceptos o principios teóricosmencionados son, para la autora,elementos de una clase no celTa-da. Conforme avanza nuestra in-vestigación teólico-filosófica pode-mos aumentarla o corregirla.

Lo anterior es posible porquecada uno de estos conceptos, se-gún la autora, si los sometemos aun "análisis componencial", en-contrarenlOS que poseen una se-rie de "atributos". Estos atribu-tos son compartidos más o me-nos entre todos los conceptos. Deahí su familiaridad.

Por ejemplo, el concepto "tra-dición de investigación" de Bar-nes posee (o refIere) los siguien-tes atributos:

a) procedimientos,b) representaciones,

el) conceptos ye2) clases de problemas.

De estos cuatro atributos, el a)está presente en los conceptos de

Laudan y de Toulmin. Ello quieredecir que existe un nexo familiarentre el concepto tradición de in-vestigación de Barnes y Laudan yel de disciplina de Toulmin. Laautora recorre cada uno de losconceptos exponiendo sus atri-butos. Del cruce entre los con-ceptos y cada uno de los atribu-tos que los integran, Gonzálezconstruye una matriz a partir dela cual se pueden establecer losprincipales criterios para compa-rar y evaluar las teorías.

Tenemos, entonces, que losatributos compartidos entre losconceptos se reducen a:

a) los métodos y técnicas de cadadisciplina particular;

b) orientaciones teóricas;e) teorías y conceptos teóricos;d) valores metodológicos y evalua-

tivos;e) valores sociales; yj) presupuestos epistemológicos

sobre las variables a estu-diar.16

Ahora bien, a dichos concep-tos, que derivan de la filosofía,podemos incluirlos como orien-taciones metateóricas para la an-tropología. De la incorporaciónde éstos podremos entender lasdistintas líneas de trabajo en talcampo del conocimiento.

Las orientaciones que la auto-ra encuentra se pueden explici-tar en dos conjuntos: el conjuntoA. formado por Jl y d) -a esteconjunto le llama orientacionesmetateóricas-, más el conjuntoB --que le llama orientacionesteóricas metateóricas-, formadopor bl. a) y e). 17

A partir de estos dos conjuntosde orientaciones (que considera-dos como un solo conjunto cons-tituyen lo que se llama la lógicade la investigación Científica) sepodrán hacer explícitos los con-tenidos de estas orientaciones encada una de las teorías antropo-lógicas, para poder comparar y

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Melq[oras metodológicas y la cientificidad ...

elegir objetiva y racionalmentecada una ele las teorías antropo-lógicas de la cultura que existen.

De esta forma. la posibilidadde desarrollo y comparación teó-ricos se establece desde dos di-mensiones: la filosófica y la an-tropológica. A partir de ahí la au-tora buscará exponer a través eletres antropólogos: Meillasseaux.Heritier y Marwick, las orienta-ciones metateóricas que presen-tan éstos, respectivamente. Aho-ra bien, aquí es necesario aclararque cada una de estas orientacio-nes posee en sí miSlna un conte-nido que dcbe ser valorado, puesimplica una carga teórica. Conesto se quiere decir que, porejemplo, los elementos a), b) y j)tienen determinado "valor" o car-ga, según del autor qne se trate.No será lo mismo: Lévi-Strauss oRadcliffe-Brow, Hanis u otro cual-quiera.

Es más, cuanelo se está ha-blando desde las orientacionesmeta teóricas es necesario teneren cuenta que se está haciendoreferencia a "supuestos sobre ob-jetivos explicativos y métodosadecuados para resolverlos". Así.Aurora Gonzidez identifica lasorientaciones relativistas y lascomparativistas. Estas orientacio-nes están sometidas a la evalua-ción. Pero no sólo ellas. Es necesa-rio considerar, además, las orien-taciones teóricas. Estas últimas"son modelos heurísticos, hipoté-sis generales, que guían la fonnu-lación de hipótesis teóricas con-cretas y que deben probar su valor[con] la generación de hipótesisque soportan la contrastación" 18

En todo caso, lo importanteaquí es contribuir a la demarca-ción y elección racional de lasteorías; ello sin necesidad de ela-borar un nuevo principio metafí-sico que guíe la investigacióncientífica.

Está por demás insistir en quela autora considera posible. a

través de esta serie de principioscontrastadores y evaluadores dela actividad de la antropología,definir las pruebas tanto teóricascomo empíricas para poder deci-dir, en el caso del matrimonioque revisan estos tres autores.

Esto es parte de su convicciónpopperiana de que es necesariopensar a la actividad científicacomo una actividad racionaldonde se argumenta y debate pa-ra evaluar la capacidad de refu-tación o contrastación de nues-tras teorías.

000Uno de los encuentros más difíci-les de asimilar para las cienciassociales fue el de su propia ima-gen. El espejo en el que podíanmirarse para autoconstruirse,está roto. Hay mil posibilidades,en la multiplicidad de imágenesque arroja ese espejo, de auto-nombrarse, en fin, de poderconstituirse.

El espejo que refleja a las cien-cias de la naturaleza parece, conmucho. el más claro para la ma-yoría. Sin embargo. hay otras po-sibilidades de reflexión. La filoso-fía, que forma parte de este juegode imágenes, ha pretendido seralgunas veces la nítida luz sobrela cual se reflejen las ciencias, yotras veces el rayo crítico que ha-ce buscar otras imágenes quepuedan guiar a las ciencias so-ciales en el trabajo de autoconfir-marse e identificarse dentro delos sa beres.

Quizá este pequeüo recorridohaya arrojado imágenes y figuraspoco claras y definitorias. Yaca-so lo único que queda es no pre-tender encontrar una imagenúnica, un único camino hacia laconstitución de las ciencias so-ciales. Hablar de la antropologíay de su fundamento metodológi-co como un espejo perfecto de la

naturaleza de lo social y de lo cul-tural nos dejará con poco entrelas manos.

De ahí la riqueza de los inten-tos de Aurora González y LuqueSaena. Ellos representan un es-fuerzo por plantear, cada unoen su extremo, las posibles imá-genes que puede arrojar el espe-jo y, por lo tanto, mostrarse co-mo guía en el caso del quehacerconstructivo de las teorías an-tropológicas.

Pensamos que cualquier in-cursión hacia la filosofia de laciencia, desde la antropología yen general desde las ciencias so-ciélles necesita encontrar puntos,espacios de apoyo a partir de loscuales construir un verdaderodiálogo. Las dos sugerentes pro-puestas que hemos venido rese-ñando son sólo una vía posibledesde la cual se puede comenzara construir estos espacios.

Así, recorrimos la propuestade la metáfora que, desde la filo-sofía, podrá marcar un caminopara la ciencia antropológica. Es-te camino que se aleja -por nocomprometerse- de los proble-mas que entraí1aría tomar unaposición en cuanto a las teoríascomo competidoras de la explica-ción de los fenómenos de la cultu-ra, lo enfrentamos a otra senda.

La segunda vía posible queaq uí revisamos nos propone unmáximo acercamiento al com-promiso filosófico. Pero éste pecaen el sentido de que, si lo toma-mos hasta sus últimas conse-cuencias, caeremos en la norma-tividael filosófica que acabaráperdiendo de vista la riqueza dela historia del trabajo antropoló-gico mismo.

Lo único que nos queda pordecir es que esto es sólo un co-mienzo, importante e interesan-te, para un mejor y más claroacercamiento entre los discursosque tejen las ciencias sociales yla filosofía de la ciencia.

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Laura Cházaro García

Notns

I Agradezco a Rodrigo Díaz susobservaciones y sugerencias, sin ellaseste artículo no hubiera sido posible.

2 González Echeverría. Aurora.La construcción teórica en antropolo-

gía. Barcelona. Anthropos. 1987. Lu-que Baena. Enrique. Del conocimien-to antropológico. Madrid. Siglo XXI.

1985.:~ Por unificación el autor enten-

dería que. algunos antropólogos comoNade\. Marvin Harris o Margan. sostie-nen que sólo bajo un fundamento me-todológico común a las teOlías antro-pológicas será posible hablar de unaciencia paradigmática, esto es unifica-da. vid. Introducción y capítulo v.

4 Luque Baena, Op. Cit .. pp. 53-54.5 [bid .. p. 82.G

Ibid .. p. 54.7 Ibid .. p. 86.

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8 lbid .. p.113.fJ Ibid .. p. 178.

10 Ibid .. Vid. pp. 202-210.II González. A. Op. Clt. La autora se

propone discernir estos problemas es-pecíficamente para las acusaciones debrujería. los recursos de la adivina-ción. pp. J 5-17.

12 González. Op. Cit. p. 1513 lbld. p. 1314 lbid. p. 1615 La autora citando a Scheineider

usaba con precauciones los términosacm-lados por Dumont y que al hablarde ..teOlía de la alianza" y ..teoría de lafiliación". sólo quería significar que 'enciertos aspectos cuidadosamente de-tnninados (cursivas del autor) LéviStrauss. Dumont. Leach y Needhal es-tán generalmente de acuerdo entre síy en desacuerdo con Fortes. Goody.

Gough y Gluckman, que a su vezestán más de acuerdos en ciertospuntos entre sí que con los anteriores.Dilucidar cuáles sean estos acuerdos.('~ un tema que es necesario abordarpara discutir si es posible o no la com-paración entre los diferentes desarro-llos científicos. Aunque por su natura-leza creo que no sena posible estable-cer un inventat;o exhaustivo de todosellos". pp. 162

ti) lbld. p. 175

17 Los elementos O. d). b), a) y clcorresponden. en el orden que se men-cionan. a: presupuestos epistemológi-cos sobre las variables a estudiar: va-lores metodológicos y cánones de eva-luación: orientaciones teóricas: méto-dos y técnicas de cada disciplina par.ticular.

18 Ibid .. p. 189