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MÉDICOS POR LA SEGURIDAD VIAL Sistema nefro-urológico 6

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1. INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA Y SUS CUIDADOS AL VOLANTE ................................ 3

2. DIÁLISIS Y TRASPLANTE RENAL, Y SUS RECOMENDACIONES EN LA CONDUCCIÓN .... 6

3. ENFERMEDADES RENALES Y SUS LIMITACIONES AL CONDUCIR................................. 9

4. MALFORMACIONES E INFECCIONES DEL TRACTO URINARIO, Y SU INFLUENCIA EN LA CONDUCCIÓN ........................................................................................................ 12

5. ALTERACIONES DEL TRANSPORTE Y EL DRENAJE URINARIO, Y SU REPERCUSIÓN AL VOLANTE ..................................................................................................................... 16

6. ENFERMEDAD VASCULAR RENAL Y SU INTERFERENCIA CON LA CONDUCCIÓN ........ 18

7. UROLITIASIS, UROPATÍA OBSTRUCTIVA Y CONDUCCIÓN .............................................. 21

8. TUMORES DEL RIÑÓN Y DE LAS VÍAS URINARIAS Y SUS LIMITACIONES EN LA CONDUCCIÓN .................................................................................................................... 24

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tE1. INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA Y SUS CUIDADOS AL VOLANTE

La insuficiencia renal crónica (IRC) es un proceso irreversible caracterizado por la pérdida de la función renal, con síntomas y signos que caracterizan el síndrome urémico.

Las causas más frecuentes de IRC son la nefropatía diabética, la hipertensión arterial, la glo-merulonefritis y la poliquistosis renal.

La elevación de la urea puede ser causa de malestar, anorexia, laxitud, fatiga, vómitos y dis-minución de la agudeza mental.

La malnutrición proteica con hipertrigliceridemia conduce a una atrofia generalizada de los tejidos, típica de la uremia crónica.

En fases avanzadas se retiene sal de la dieta y se produce hipertensión arterial con sobrecar-ga de volumen con insuficiencia cardiaca congestiva y edema.

Hasta que la filtración glomerular no desciende a la mitad de los valores normales hay pocos cambios en el pH sanguíneo, aunque puede evidenciarse leve acidosis metabólica no progre-siva. En la IRC moderada es patente la acidosis hiperclorémica.

Al progresar la enfermedad renal se produce osteodistrofia por las alteraciones en el meta-bolismo del calcio-fósforo y de la PTH.

Clínicamente el hiperparatiroidismo secundario se caracteriza por dolores óseos, prurito, ne-crosis isquémicas y periartritis.

En pacientes con osteomalacia pueden aparecer dolores óseos con impotencia funcional pro-ximal en extremidades y fracturas óseas espontáneas.

La pericarditis puede ser debida a la uremia y producir taponamiento cardiaco. Son frecuen-tes la neumonitis y pleuritis.

La ateroesclerosis está acelerada en la IRC, contribuyendo a ello la hipertensión arterial, las alteraciones en los lípidos, las calcificaciones vasculares por el hiperparatiroidismo secunda-rio, la intolerancia a los hidratos de carbono, la diabetes y la diálisis.

Son más frecuentes los problemas cardiovasculares, porque la ateroesclerosis es más exten-sa y temprana, y se manifiesta con claudicación intermitente y gangrena, enfermedad coro-naria e ictus.

La anemia es frecuente y los trastornos de la coagulación pueden ocasionar complicaciones por predisposición al sangrado, como la hemorragia digestiva.

Las alteraciones neurológicas son habituales, con parestesias por polineuropatía de distribu-ción distal, bilateral y simétrica, sensación nocturna de quemazón, inquietud en las piernas y calambres musculares.

En casos avanzados se establece la encefalopatía urémica con asterixis, convulsiones y coma.

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tELos síntomas digestivos más comunes son anorexia, estreñimiento, náuseas y vómitos. Las úlceras superficiales de la mucosa, las úlceras pépticas y las diverticulitis pueden ser causa de hemorragia digestiva.

Es frecuente la intolerancia a la glucosa, el prurito urémico y las equimosis (los cardenales). Los pacientes diabéticos con IRC avanzada presentan disminución de las necesidades de in-sulina, con riesgo de hipoglucemia grave si no se ajusta la dosis. La retinopatía diabética se asocia a la evolución de la nefropatía.

Con frecuencia, se desarrollan trastornos psicológicos como depresión, irritabilidad y riesgo de suicidio.

El tratamiento específico de las complicaciones puede mejorar la reducción aguda de la fun-ción renal, pero la progresión de la enfermedad renal crónica tiene difícil terapia curativa.

La aparición de oliguria, hiperpotasemia progresiva y pericarditis indican que la situación es grave, aunque la diálisis o el trasplante pueden mejorar la evolución.

Consejo sobre insuficiencia renal crónica (IRC)

◗◗ Los pacientes con una reserva renal levemente disminuida no presentan síntomas y pueden conducir.◗◗ La insuficiencia renal leve a moderada puede cursar sólo con síntomas vagos como nicturia (necesidad de orinar durante la noche), que no interfiere la conducción, salvo el cansancio que produce no tener el adecuado descanso nocturno.◗◗ Las primeras manifestaciones de la uremia, como son laxitud, fatiga y disminución de la agudeza mental, disminuyen la capacidad de conducción, por lo que se desaconseja la misma hasta que el especialista con el tratamiento oportuno y la evolución favorable del paciente decida que puede conducir con seguridad.◗◗ Las manifestaciones neuromusculares como las contracciones musculares bruscas, las neuropatías periféricas con síntomas sensitivos y motores, los espasmos muscu-lares y las convulsiones impiden la conducción.◗◗ Las manifestaciones gastrointestinales como náuseas, anorexia y estomatitis son constantes y no interfieren con la conducción, aunque la hacen más incómoda y me-nos segura.◗◗ Los vómitos frecuentes pueden incapacitar al conductor. Se recomienda ante esta po-sibilidad ir acompañado en el vehículo y mantener la calma intentando aparcar en una zona sin riesgo de accidentes hasta que cese el episodio.◗◗ Se recomienda no conducir ante episodios de ulceración con hemorragia digestiva y riesgo de resangrado, que se producen en la enfermedad avanzada.◗◗ La malnutrición con atrofia de tejidos se observa en casos avanzados de uremia e impide conducir.◗◗ No se debe conducir con hipertensión mal controlada o que pueda llevar a insuficien-cia cardiaca congestiva y edemas de piernas.◗◗ La pericarditis, que es habitual en la uremia crónica, impide la conducción. Sin embar-go, en la uremia aguda si la pericarditis es reversible, el especialista, cuando confirme la ausencia de sintomatología y de lesión, podrá informar de cuándo puede volver a conducir.◗◗ El prurito es una manifestación extraordinariamente molesta para algunos pacientes y puede distraer la conducción.◗◗ Los pacientes con osteomalacia y dolores óseos que producen impotencia funcional proximal en extremidades no deben conducir.

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tE◗◗ La anemia y los trastornos de la coagulación hacen que el conductor sea más débil y vulnerable, con mayor riesgo de hemorragia por la propia enfermedad o ante peque-ños golpes. El paciente debe conocer estos riesgos y si la alteración es importante, se desaconseja la conducción.◗◗ El hiperparatiroidismo secundario, que produce dolores óseos, prurito, necrosis is-quémicas y periartritis, puede limitar la conducción.◗◗ El paciente con IRC estable con pocos síntomas puede descompensarse metabólica o circulatoriamente de forma aguda ante una enfermedad intercurrente, y deteriorarse bruscamente. No se podrá conducir hasta que el paciente se encuentre estabilizado y asintomático.◗◗ El paciente con nefropatía diabética que no ajusta las dosis de insulina a la evolución de la insuficiencia renal puede sufrir episodios graves de hipoglucemia, que si coinci-den conduciendo, pueden provocar la pérdida de control del vehículo.◗◗ La retinopatía diabética que disminuye la capacidad visual por debajo de los límites que marca la ley impide la conducción.◗◗ Los pacientes conductores con insuficiencia renal deben saber que muchos medica-mentos pueden producirles efectos secundarios que interfieren con la conducción si no se ajusta la dosis. Es el caso de medicamentos ansiolíticos, antidepresivos, anti-convulsivantes, etc.◗◗ El conductor con alteraciones psicológicas y depresivas no controladas se le desacon-seja la conducción temporal hasta comprobar la evolución favorable de su situación anímica.

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2. DIÁLISIS Y TRASPLANTE RENAL, Y SUS RECOMENDACIONES EN LA CONDUCCIÓN

El tratamiento de la insuficiencia renal crónica mediante diálisis se debe iniciar antes de que surjan complicaciones urémicas graves.

Se debe valorar comenzar con diálisis, si la disminución del filtrado glomerular se acompaña de náuseas, vómitos, anorexia, calambres, insomnio, prurito, parestesias en piernas, pericar-ditis, encefalopatía urémica o sobrecarga de volumen resistente a diuréticos.

HEMODIÁLISIS

Se realiza gracias a un acceso que se logra mediante la creación de una fístula o derivación A-V subcutánea.

La mayoría de los pacientes se dializan durante cuatro horas, tres veces por semana, y con una dieta pobre en proteínas, sodio y potasio.

Complicaciones

Localmente es posible la infección, la trombosis y el aneurisma del acceso.

Es frecuente la ateroesclerosis acelerada y la anemia que puede agravarse por hemorragia.

Los problemas cardiovasculares se relacionan con hipotensión, arritmia cardiaca, embolia aérea, taponamiento pericárdico, etc.

La intoxicación por aluminio puede causar la demencia de la diálisis, el síndrome de dispraxia verbal, convulsiones y mioclonía (sacudida o movimiento involuntario).

Los síntomas del sistema nervioso central se incluyen en el término de “desequilibrio”, y van desde las náuseas hasta las convulsiones, siempre en relación con problemas metabólicos.

La osteodistrofia renal puede progresar o aparecer en forma de osteomalacia con dolores óseos y fracturas.

DIÁLISIS PERITONEAL

No precisa acceso vascular, no tiene pérdidas hemáticas, tiene menor sobrecarga cardiovas-cular y le da mayor autonomía al paciente.

La colocación del catéter requiere un periodo posterior que será marcado por el especialista para conseguir el adecuado implante del mismo.

Complicaciones

Las complicaciones mecánicas más habituales relacionadas con la colocación del catéter son el hematoma, la hemorragia en cavidad abdominal, la perforación de una víscera, la obstruc-ción del catéter, etc.

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La más frecuente es la peritonitis. También la malnutrición por pérdida proteica, la hipertri-gliceridemia, la hiperglucemia y la obesidad.

Se puede producir hipernatremia y afectación cardiopulmonar con edema pulmonar, hipoten-sión y arritmias.

Otras complicaciones diversas son las convulsiones y las hernias abdominales e inguinales.

TRASPLANTE RENAL

Es la técnica de tratamiento de la insuficiencia renal terminal, cuyo principal riesgo es el rechazo inmunitario.

La mayoría de los pacientes trasplantados recuperan un estado de salud y de actividad que les permite volver a conducir, siempre que su médico informe favorablemente en este sentido.

Complicaciones médicas posteriores

Son diversos los problemas médicos, quirúrgicos, sociales y psiquiátricos que afectan al re-chazo del aloinjerto renal.

Los más tempranos son la insuficiencia renal aguda, la enfermedad tromboembólica, las in-fecciones y los trastornos gastrointestinales.

La hipertensión y la hiperlipidemia se manifiestan cerca de tres meses después y pueden persistir durante todo el periodo posterior al trasplante.

Las complicaciones tardías son la disminución progresiva crónica de la función del aloinjerto, la enfermedad cardiovascular ateroesclerótica, las lesiones malignas, la insuficiencia hepá-tica, la enfermedad renal recidivante, la diabetes, los problemas musculoesqueléticos y las lesiones cutáneas.

Los trastornos oculares asociados más frecuentes son las cataratas, las retinitis por CMV o toxoplasma, el glaucoma, la retinopatía diabética, la queratoconjuntivitis viral y la hemorragia vítrea.

Tratamiento inmunosupresor

Puede tener efectos tóxicos como leucopenia, trombopenia, ictericia y alopecia, como es el caso de la azatioprina.

Los glucocorticoides se utilizan para el mantenimiento y favorecen las infecciones, la diabe-tes mellitus, el ulcus péptico, la hipertensión, la osteoporosis, la miopatía, y pueden producir euforia y psicosis.

La ciclosporina puede ser nefrotóxica con oliguria después del trasplante, elevación de la creatinina sérica, hipertensión, hiperpotasemia y acidosis tubular renal. Puede producir tam-bién hepatotoxicidad y temblor.

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Consejo sobre hemodiálisis

◗◗ La sesión de hemodiálisis incapacita la conducción por los posibles y frecuentes efec-tos secundarios que presentan los pacientes al término de la misma.◗◗ La seguridad de la conducción en los días intermedios entre las diálisis depende de los síntomas que el paciente manifieste propios de la insuficiencia renal, así como de la enfermedad causante de la misma.◗◗ En general, son pacientes vulnerables debido a la insuficiencia renal avanzada, por lo que se les recomienda correr el mínimo de riesgos, y entre ellos se encuentra la conducción.

Consejo sobre diálisis peritoneal

◗◗ La colocación del catéter conlleva un tiempo de observación que será indicado por el especialista, durante el cual no se puede conducir, hasta conseguir el correcto im-plante del mismo sin complicaciones.◗◗ La sesión de diálisis impide conducir durante unas horas, por los posibles efectos secundarios que produce consistentes en cefalea, náuseas, vómitos, mareos e insufi-ciencia cardiaca.◗◗ La diálisis puede descompensar las alteraciones cardiovasculares previas, sobre todo en presencia de anemia, pudiendo provocar arritmias, angor (angina de pecho) e hi-potensión.◗◗ Se desaconseja la conducción siempre que el paciente manifieste síntomas.

Consejo sobre trasplante renal

◗◗ El paciente trasplantado tiene un periodo de convalecencia debido a la propia cirugía, al riesgo de rechazo y a las posibles complicaciones. El especialista informará de la recuperación favorable del paciente que le permita conducir con seguridad.◗◗ Los pacientes que sufren disminución progresiva crónica de la función del aloinjerto no deben conducir por la hipertensión progresiva y el deterioro gradual de la función renal.◗◗ Las complicaciones tardías que incluyen la toxicidad farmacológica, la enfermedad re-nal subyacente recidivante, los efectos colaterales de la prednisona, y las infecciones limitan de forma importante la conducción.◗◗ Los trastornos oculares asociados no tratados o con mala evolución incapacitan al paciente para conducir.◗◗ En general, el paciente trasplantado es muy vulnerable y con riesgo de sufrir mu-chas complicaciones que le incapacitan significativamente para conducir. Son sujetos sometidos a múltiples tratamientos con efectos secundarios e interferencias con la conducción.◗◗ Los pacientes anticoagulados durante periodos prolongados por haber sufrido trom-bosis o embolias deben ser advertidos de los mayores riesgos que tienen de sufrir hemorragias ante pequeños golpes, y deben extremar las medidas de seguridad al conducir.◗◗ Será el especialista el que informe sistemáticamente en cada revisión de la capacidad del paciente para conducir.

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3. ENFERMEDADES RENALES Y SUS LIMITACIONES AL CONDUCIR

Muchas y variadas son las enfermedades renales, cuyos síntomas, bien en el episodio agudo o en su evolución progresiva, interfieren con la conducción.

GLOMERULONEFRITIS AGUDA (GNA)

Se caracteriza por la aparición rápida de hipertensión, edema, hematuria, proteinuria, hipe-razoemia y a veces oliguria.

Producida por patologías infecciosas bacterianas, virales o parasitarias, que afectan a otros órganos, enfermedades multisistémicas como el LES (lupus eritematoso sistémico, enferme-dad autoinmune no organoespecífica por excelencia), vasculitis, púrpura de Henoch-Schön-lein, etc., y afecciones glomerulares primarias, entre otras.

Formas clínicas

La GNA por LES se caracteriza por dolor articular (artralgias), inflamación de los tejidos que rodean a los órganos (serositis), etc. Tiene mal pronóstico y el tratamiento se basa en citotó-xicos y glucocorticoides.

La GNA por vasculitis como la poliarteritis nudosa causa hipertensión, artralgias, neuropatía e insuficiencia renal. En la angeítis por hipersensibilidad se asocia asma.

Algunos medicamentos como la penicilamina, la hidralacina, el alopurinol y la rifampicina pueden producir GNA rápidamente progresiva, que lleva a la mitad de los pacientes a diálisis en un periodo corto de tiempo.

SÍNDROME NEFRÓTICO (SN)

Se caracteriza por albuminuria e hipoalbuminemia, con edema e hiperlipidemia.

La mayoría de los casos se deben a enfermedad glomerular, y el resto se produce por enfer-medades sistémicas como la diabetes mellitus, LES, amiloidosis, medicamentos, neoplasias, etc.

Complicaciones

Trombosis de la vena renal, tromboembolismos, malnutrición proteica, infecciones, hiperten-sión, edemas, insuficiencia renal, etc.

GLOMERULONEFRITIS MEMBRANOSA

Los pacientes comienzan con edema, posteriormente aparece hipertensión e insuficiencia renal leve, y es frecuente la trombosis de la vena renal.

Se asocia al LES, hepatitis B, tumores y medicamentos como el captopril o la penicilamina. Los glucocorticoides pueden aminorar la insuficiencia renal.

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GLOMERULOESCLEROSIS FOCAL

Son frecuentes la hipertensión y la hematuria, con evolución variable.

Algunos casos se deben al consumo de heroína, SIDA o reflujo vesicoureteral.

GLOMERULONEFRITIS MEMBRANOPROLIFERATIVA

La función renal disminuye a lo largo de varios años.

NEFROPATÍA DIABÉTICA

Es una causa frecuente de SN que se caracteriza por hipertensión, proteinuria, bacteriuria, hiperazoemia y evolución a insuficiencia renal.

Tiene elevada mortalidad en diálisis, y los trasplantes evolucionan peor en este tipo de pa-cientes.

GLOMERULONEFRITIS CRÓNICA

Produce deterioro lento y progresivo de la función renal, y su evolución hacia la IRT se acorta en presencia de hipertensión o infecciones mantenidas.

NEFRITIS INTERSTICIAL AGUDA (NI)

Es una forma de insuficiencia renal (IR) caracterizada por oliguria aguda, artralgias, exante-ma y a veces fiebre.

Se produce fundamentalmente por fármacos como la meticilina, sulfamidas, diuréticos, ri-fampicina, cimetidina, cefalosporinas, alopurinol, etc. La IR suele responder a la supresión del medicamento.

NEFRITIS INTERSTICIAL CRÓNICA

Es una forma de insuficiencia renal de origen muy variado, que puede producirse por el con-sumo prolongado de analgésicos como fenacetina y ácido acetilsalicílico.

Suelen ser mujeres con cefaleas, anemia y síntomas digestivos. La función renal se estabiliza al suspender los fármacos.

Otros fármacos causantes de NI crónica son el litio, el cisplatino y la semustina.

Las causas metabólicas más frecuentes son la hipercalcemia crónica, la hipopotasemia y la nefropatía por ácido úrico que se acompaña además de hipertensión y cálculos de ácido úrico.

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Las neoplasias como linfomas, mieloma múltiple y leucemias, así como trastornos inmuni-tarios, amiloidosis, SIDA y poliquistosis renal pueden favorecer el desarrollo de NI crónica.

Consejo sobre glomerulonefritis aguda (GNA)

◗◗ Evitar la conducción hasta que el cuadro clínico haya remitido, y siempre con informe del especialista.◗◗ Si la causa de la GNA no se controla, se desaconseja la conducción.

Consejo sobre síndrome nefrótico secundario

◗◗ Los pacientes con síndrome nefrótico secundario a enfermedades sistémicas no de-ben conducir hasta que la enfermedad causal se encuentre correctamente tratada con evolución favorable y sin aumento de los riesgos en la conducción.◗◗ Los pacientes con SN debido a enfermedad glomerular pueden tener manifestaciones de su enfermedad que imposibilitan la conducción, como la hipertensión de difícil con-trol, la pérdida progresiva de la función renal, los edemas, la trombosis venosa, etc.◗◗ El médico debe desaconsejar la conducción en todas las situaciones clínicas que cur-sen con insuficiencia renal avanzada, o complicaciones añadidas.

Consejo sobre glomerulonefritis crónica

◗◗ La pérdida progresiva de la función renal y las complicaciones añadidas obligan al paciente a dejar de conducir.

Consejo sobre nefritis intersticial aguda

◗◗ Durante el periodo de insuficiencia renal aguda no se puede conducir.◗◗ Si el cuadro clínico revierte y el paciente evoluciona favorablemente sin secuelas, el médico informará de cuándo el paciente puede volver a conducir.

Consejo sobre nefritis intersticial crónica

◗◗ Se desaconseja la conducción ante una insuficiencia renal sintomática, cefaleas, hi-pertensión mal controlada, causas metabólicas añadidas o tumores.◗◗ El especialista, ante la evolución favorable del tratamiento y de las patologías asocia-das en el paciente, informará sobre la indicación de volver a conducir con seguridad.

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4. MALFORMACIONES E INFECCIONES DEL TRACTO URINARIO, Y SU INFLUENCIA EN LA CONDUCCIÓN

MALFORMACIONES DEL RIÑÓN Y EL URÉTER

Degeneración renal poliquística

Es una enfermedad hereditaria con falta de desarrollo de los tubos colectores, los cuales no encuentran comunicación con los túbulos renales cuyos extremos son ciegos, y al permane-cer intacta la función de los glomérulos, entran en degeneración quística.

Clínicamente cursa con dolor lumbar poco característico, macrohematuria frecuentemente acompañada de cólicos, sensación de presión en el hemiabdomen superior, cefaleas si hay hipertensión, náuseas y vómitos cuando existe insuficiencia renal progresiva, y escalofríos y fiebre por las complicaciones infecciosas.

Alteraciones en la posición de los riñones

Se incluye una serie de malformaciones que sólo en algunos casos van a interferir con la con-ducción como malrotaciones, distopia renal y diferentes variedades de sínfisis renal.

Por lo general, estas anomalías no originan manifestaciones clínicas, ya que la función re-nal suele ser normal. Sin embargo, las posiciones alteradas en el trayecto de los uréteres y los vasos aberrantes producen alteraciones en la eliminación de la orina, que son res-ponsables de la formación de cálculos y de pielonefritis recidivantes. Por lo tanto, pueden ser manifestación de enfermedades secundarias como pielonefritis, nefrolitiasis y estasis urinaria.

Riñón móvil

Cuando la sujeción renal en el espacio retroperitoneal es muy laxa, los riñones pueden mo-verse de tal manera, que los uréteres y los vasos renales sufren acodaduras con la consi-guiente alteración funcional.

Puede producir dolor lumbar, proteinuria o hematuria después de esfuerzos, infección recidi-vante de las vías urinarias, hipertensión y estasis ureteral.

Malformaciones múltiples de los uréteres

Son alteraciones que se producen en el desarrollo embriológico constituyendo uréteres do-bles incompletos o completos, con posible duplicidad renal.

Son frecuentes las desembocaduras ureterales ectópicas, el reflujo vésicoureteral, la estasis urinaria, las infecciones recidivantes, las litiasis y en ocasiones la incontinencia urinaria por orificio ectópico ureteral.

Los síntomas dependerán de la anomalía concreta, pero en general se deben a las complica-ciones infecciosas por estasis, litiasis y reflujos.

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Ureterocele y estenosis del uréter

La dificultad del drenaje urinario produce estasis con infecciones recidivantes que pueden afectar al riñón correspondiente. El tratamiento es quirúrgico.

Infecciones del tracto urinario

La cistitis aguda produce disuria (dificultad o dolor en la evacuación de la orina), polaquiuria (aumento de la frecuencia en la necesidad de orinar), tenesmo (necesidad de orinar que se mantiene incluso después de haberlo hecho y tener la vejiga vacía) y dolor suprapúbico.

La pielonefritis bacteriana aguda causa fiebre, dolor lumbar, escalofríos, mal estado general, vómitos, disuria e íleo paralítico reflejo.

La pielonefritis crónica se produce por infecciones recidivantes que curan por fibrosis (forma-ción patológica de tejido fibroso en un órgano), llevando a la esclerosis renal por insuficiencia progresiva de su función. El cuadro infeccioso se controla con antibioterapia oral e hidrata-ción.

En los casos graves se requiere ingreso hospitalario para la administración intravenosa de antibióticos, obtención de un flujo urinario libre y control de las posibles complicaciones.

Prostatitis bacteriana aguda

La inflamación aguda de la glándula prostática produce fiebre, escalofríos, disuria y dolor perineal con tenesmo rectal. Es frecuente la retención urinaria.

El enfermo debe permanecer en reposo durante la fase aguda con hidratación y tratamiento antibiótico, hasta que el cuadro clínico ceda.

Prostatitis crónica

Puede causar dolor lumbar bajo, molestias perineales o testiculares, disuria y dificultad en la micción.

El tratamiento antibiótico revierte el cuadro clínico, aunque con frecuencia hay resistencias, y se requieren tratamientos prolongados o cambio de medicamentos. Se deben asociar medi-das preventivas para evitar infecciones.

Orquioepididimitis aguda

Esta enfermedad se caracteriza por la evolución rápida del dolor, edema del epidídimo (tubo estrecho y alargado, situado en la parte superior del testículo), fiebre, mal estado general y escalofríos.

Con frecuencia se acompaña de infección de las vías urinarias, con polaquiuria (aumento de la frecuencia en la necesidad de orinar), urgencia y disuria (dolor al miccionar).

Durante la fase aguda, el enfermo debe permanecer en reposo con tratamiento antibiótico hasta que el cuadro clínico ceda.

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Consejo sobre degeneración renal poliquística

◗◗ En los periodos sin síntomas el paciente puede conducir.◗◗ Cuando surgen complicaciones como el sangrado o la infección se desaconseja la con-ducción, hasta que el episodio esté resuelto.◗◗ La hipertensión arterial mal controlada contraindica la conducción.◗◗ La insuficiencia renal progresiva, por los síntomas asociados, incapacita al paciente para poder conducir con seguridad.◗◗ El especialista desaconsejará la conducción ante cualquier complicación, siempre que lo considere oportuno y por el tiempo que estime adecuado, por la seguridad del pa-ciente.

Consejo sobre alteraciones en la posición de los riñones y riñón móvil

◗◗ Las alteraciones de la posición y movilidad de los riñones, si no producen síntomas, permiten la conducción.◗◗ En los casos sintomáticos con dolor, infección, hipertensión o hematuria, se desacon-seja la conducción hasta que el tratamiento médico o quirúrgico haya solucionado el cuadro clínico.◗◗ El especialista informará al paciente en cada caso de la evolución favorable que le permita poder conducir con seguridad.

Consejo sobre malformaciones múltiples de los uréteres

◗◗ En los episodios sintomáticos se requiere tratamiento antibiótico, reposo y estudio por el especialista, que informará de la evolución favorable del cuadro clínico, que permita la conducción.◗◗ La solución definitiva de la malformación suele ser quirúrgica y de complejidad va-riable dependiendo del caso. El urólogo informará de la recuperación del paciente sin secuelas para poder conducir.

Consejo sobre ureterocele y estenosis del uréter

◗◗ Durante los procesos febriles infecciosos se recomienda no conducir.◗◗ El tratamiento definitivo con buen resultado permitirá la conducción sin incidencias, siempre con informe favorable del especialista en este sentido.

Consejo sobre infecciones del tracto urinario

◗◗ Durante el periodo agudo febril no se puede conducir.◗◗ Al comenzar la mejoría del cuadro clínico, se debe conducir realizando recorri-dos cortos que permitan evacuar la vejiga siempre que el conductor lo necesite, evitando retenciones de orina que perjudican la evolución favorable del cuadro clínico.◗◗ La insuficiencia renal progresiva incapacita al paciente para poder conducir si no se establece el tratamiento adecuado y se elimina la causa de las infecciones de repeti-ción.

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Consejo sobre prostatitis bacteriana aguda

◗◗ El episodio agudo de prostatitis impide la conducción.

Consejo sobre prostatitis crónica

◗◗ Se recomienda conducir viajes cortos, con asientos tapizados en paño, evitando la po-lipiel y la piel, y con ropa ligera y transpirable.◗◗ Si es necesario viajar, se deben realizar más paradas para descansar, beber agua y evacuar la vejiga.

Consejo sobre orquioepididimitis aguda

◗◗ El episodio agudo de prostatitis impide la conducción.

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…5. ALTERACIONES DEL TRANSPORTE Y EL DRENAJE URINARIO, Y SU REPERCUSIÓN AL VOLANTE

Todas las alteraciones del transporte de la orina de origen funcional conducen a la estasis urinaria con el desarrollo de hidronefrosis progresiva y pérdida de la función renal.

Se caracterizan, en general, por dolor lumbar, hematuria, síntomas gastrointestinales, esca-lofríos, fiebre, disuria, pérdida de peso y síndrome urémico.

Reflujo vesicoureteral

Se produce el relleno retrógrado desde la vejiga urinaria hasta las vías canaliculares superio-res, debido a una insuficiencia del mecanismo esfinteriano vesicoureteral.

Cursa con infección urinaria recidivante con dolor irradiado después de la micción hacia hi-pogastrio y región lumbar.

Su evolución lleva a la pielonefritis progresiva, con hipertensión arterial y síntomas de insu-ficiencia renal.

Los pacientes deben habituarse a realizar micciones frecuentes cada dos horas sin presión o con sonda vesical temporal, siempre que no haya estasis urinaria superior. En este caso, la cirugía es la indicación.

Alteraciones del vaciamiento vesical

Se deben a la falta de espacio del cuello vesical por adenoma de próstata o esclerosis del cuello, a las alteraciones del flujo por estenosis uretral o litiasis vesical, o bien a una falta de la capacidad de contracción del detrusor en las hipotonías y dilataciones de la vejiga.

Se produce un residuo postmiccional importante con riesgo de infecciones de repetición.

La hipotonía de la vejiga puede provocar un auténtico globo vesical con estenosis funcional del uréter y desarrollo de hidronefrosis.

El tratamiento se basa en eliminar el obstáculo de salida mediante cirugía y en tratar con técnicas diversas la hipotonía de vejiga, con resultados variables.

Incontinencia urinaria

La emisión involuntaria de la orina se produce por la falta de sincronización entre la presión intravesical y el mecanismo de cierre.

Es frecuente en cistitis y tumores vesicales con necesidad imperiosa de orinar y también después de traumatismos y operaciones puede aparecer una insuficiencia del mecanismo de cierre, así como en insuficiencias del suelo de la pelvis y en enfermedades neurológicas.

El tratamiento es el indicado en infecciones y tumores. La vejiga irritable e hipertónica no es fácil de tratar, y requiere tratamiento médico con fármacos tónicos o sedativos.

La cirugía se selecciona en los descensos del suelo pélvico.

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…Consejo sobre reflujo vesicoureteral

◗◗ El paciente puede conducir en recorridos cortos.◗◗ Si necesita viajar, se recomienda que haga paradas con frecuencia para evitar reten-ciones de orina peligrosas.◗◗ En las complicaciones infecciosas, no se puede conducir hasta la resolución completa del cuadro clínico.◗◗ La insuficiencia renal incapacita la conducción por la hipertensión mal controlada y los síntomas urémicos.

Consejo sobre alteraciones del vaciamiento vesical

◗◗ Con globo vesical no se puede conducir. Cualquier golpe o presión brusca del cinturón de seguridad en un impacto puede romper la vejiga.◗◗ La infección urinaria asociada impide la conducción hasta que el cuadro clínico haya desaparecido con el tratamiento.◗◗ La frecuente necesidad de parar para realizar la micción incapacita al paciente para conducir libremente, cuando no tiene los medios necesarios a su alcance en las vías públicas.◗◗ La falta de descanso nocturno por tener que levantarse múltiples veces para evacuar la vejiga favorece el cansancio al volante, con el riesgo de la falta de control del vehí-culo.◗◗ La insuficiencia renal incapacita la conducción por la hipertensión mal controlada y los síntomas urémicos.

Consejo sobre incontinencia urinaria

◗◗ La necesidad imperiosa de orinar limita en gran medida la conducción si el paciente tiene que parar con mucha frecuencia. Esta situación incómoda produce nerviosismo y riesgo si el paciente no encuentra fácilmente dónde evacuar la vejiga.◗◗ Mientras se esté en tratamiento por infección y existan síntomas no se debe conducir.◗◗ El tratamiento quirúrgico tumoral de la vejiga, asociado en ocasiones a lavados in-travesicales con quimioterápicos, hace que el paciente no pueda conducir hasta que su médico le informe de que se encuentra recuperado sin síntomas o secuelas que le incapaciten.◗◗ El paciente debe conocer los efectos secundarios que los medicamentos pueden tener en la conducción, como algunos analgésicos, espasmolíticos y sedantes.

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…6. ENFERMEDAD VASCULAR RENAL Y SU INTERFERENCIA CON LA CONDUCCIÓN

OCLUSIÓN AGUDA DE UNA ARTERIA RENAL POR TROMBOSIS O EMBOLIA

Las embolias renales se pueden producir por enfermedad valvular, endocarditis, trombos murales o arritmias auriculares, y se localizan en los pequeños vasos renales.

En casi un tercio de los casos pueden ser bilaterales, y la insuficiencia renal se establece de forma rápida o gradual.

Se acompaña habitualmente de embolias en otros órganos produciendo isquemia retiniana, gastrointestinal, gangrena en los dedos de los pies, hipertensión, etc.

Como consecuencia de la obstrucción de la arteria renal, se produce un infarto en el riñón que si es grande ocasiona dolor, vómitos, HTA, fiebre, etc. La función renal se puede mantener gracias al otro riñón.

El tratamiento quirúrgico eliminando la oclusión, mediante embolectomía o derivación según el origen sea embólico o trombótico, posibilitará la recuperación del riñón y el control de la HTA.

Con frecuencia, si afecta a pequeñas arterias, se recomienda tratamiento conservador con he-parinización y fibrinolíticos. La nefrectomía se reserva para casos de isquemia renal irreversible.

ESTENOSIS DE LA ARTERIA RENAL

Es la principal causa de hipertensión renovascular debida a ateroesclerosis en varones de más de 60 años con retinopatía avanzada, o en mujeres menores de 45 años por displasia fibromuscular.

Su aparición suele ser brusca, maligna y refractaria al tratamiento.

ESCLERODERMIA

Puede causar insuficiencia renal brusca e hipertensión grave por oclusión de pequeños vasos en pacientes que se encontraban estables.

Requiere tratamiento enérgico con inhibidores de la enzima convertidora y control estrecho de la función renal.

NEFROESCLEROSIS ARTERIOLAR

Se produce por lesión en las arteriolas renales por hipertensión persistente.

La evolución maligna se caracteriza por la elevación acelerada de la TA e insuficiencia renal.

El control estricto de la hipertensión por lo general mejora el cuadro clínico y la función renal.

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…TOXEMIA DEL EMBARAZO

La preeclampsia se caracteriza por hipertensión, edema, coagulopatía de consumo, retención de sodio e hiperreflexia. La eclampsia es la aparición posterior de convulsiones. Se produce insuficiencia renal.

El tratamiento requiere reposo en cama, sedación, control de las convulsiones y de la hiper-tensión.

VASCULITIS

Las complicaciones renales son frecuentes y graves en la mayoría. El tratamiento es el de la enfermedad de base.

Consejo sobre oclusión aguda de una arteria renal por trombosis o embolia

◗◗ Es un cuadro clínico grave que imposibilita conducir hasta la completa resolución que será indicada por el médico especialista.◗◗ En los casos de cirugía abierta, las heridas quirúrgicas incapacitan la conducción has-ta el alta definitiva.◗◗ No se podrá conducir hasta que el foco embolígeno se encuentre controlado y el pa-ciente estabilizado.◗◗ El paciente anticoagulado debe ser advertido del mayor riesgo que tiene de sufrir he-morragias ante pequeños golpes, por lo que debe extremar su seguridad en la con-ducción.

Consejo sobre estenosis de la arteria renal

◗◗ En esta situación no se puede conducir hasta que el diagnóstico esté confirmado y la hipertensión controlada por el tratamiento médico con antagonistas del calcio e inhi-bidores de la enzima convertidora.◗◗ En los casos seleccionados, se debe realizar la revascularización quirúrgica o la an-gioplastia renal.◗◗ El especialista evaluará el resultado de los tratamientos establecidos e indicará cuán-do el paciente se encuentra capacitado para la conducción, con cifras tensionales con-troladas y sin repercusión orgánica.

Consejo sobre esclerodermia

◗◗ Con esta complicación clínica se desaconseja conducir hasta que el episodio haya re-vertido y el paciente se encuentre asintomático sin recaídas.

Consejo sobre nefroesclerosis arteriolar

◗◗ En el periodo de hipertensión maligna no controlada no se puede conducir.◗◗ El especialista confirmará la evolución favorable del paciente y el control mantenido de la TA, que dará seguridad en la conducción.

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…Consejo sobre toxemia del embarazo

◗◗ No se puede conducir.◗◗ Después del parto, con la recuperación funcional de la paciente sin secuelas, se per-mitirá la conducción, y siempre con informe favorable del especialista, que así lo es-pecifique.

Consejo sobre vasculitis

◗◗ La insuficiencia renal como complicación en cualquier forma de vasculitis impide la conducción hasta que el tratamiento de la enfermedad causal controle el cuadro clí-nico.◗◗ El especialista informará de la evolución favorable del paciente en este sentido.

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7. UROLITIASIS, UROPATÍA OBSTRUCTIVA Y CONDUCCIÓN

UROLITIASIS

Los cálculos renales son frecuentes y recurrentes, y en reposo no originan síntomas, salvo que obstruyan la salida de la orina.

Cuando el cálculo se mueve, es típico el dolor cólico intenso con hematuria, náuseas y vómi-tos. Puede haber infección urinaria y obstrucción.

Las complicaciones incluyen la pielonefritis ascendente y la hidronefrosis con atrofia del pa-rénquima renal.

El tratamiento depende de la localización del cálculo, en el riñón o en las vías urinarias, y se prescriben analgésicos, espasmolíticos, sedantes y antibióticos, para disminuir los síntomas y favorecer la expulsión.

En ocasiones, se necesita realizar una manipulación instrumental o cirugía para la extracción de los cálculos.

La litotricia (pulverizar las piedras o cálculos de la vejiga urinaria, el riñón o la vesícula biliar, a fin de que puedan salir por la uretra o las vías biliares) es una buena alternativa a la cirugía, siempre que esté indicada.

UROPATÍA OBSTRUCTIVA (UO)

El impedimento a la libre evacuación de la orina a cualquier nivel del tracto urinario, desde el riñón hasta la uretra, tiene unas consecuencias que dependen de la duración, la gravedad y de que la obstrucción sea unilateral o bilateral.

La UO mantenida produce un efecto deletéreo sobre el riñón con pérdida de su función, situa-ción que puede evitarse con el adecuado tratamiento.

Las causas intrínsecas de UO son variadas, como tumores, cálculos, mieloma, coágulos, es-tenosis, alteraciones funcionales, entre otras.

Las extrínsecas pueden ser de origen retroperitoneal, inflamatorio, tumoral, infeccioso, vas-cular, ginecológico, prostático o gastrointestinal.

El dolor es variable dependiendo del sitio y de la rapidez de la obstrucción.

En casos de obstrucción ureteral bilateral completa, o unilateral en paciente con un solo ri-ñón, se produce anuria. Si la obstrucción es parcial, puede mantenerse la diuresis, mientras que de manera gradual se va instaurando una insuficiencia renal.

La obstrucción aguda a nivel del cuello vesical o uretra producirá un cuadro de retención aguda de orina con globo vesical.

Las infecciones sobreañadidas producen sintomatología miccional.

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La retención de sal y agua provoca hipertensión arterial, igual que pasa cuando se activan los mecanismos renindependientes en las obstrucciones unilaterales.

La hematuria se produce por la propia causa de la obstrucción, por la distensión del tracto urinario o ex vacuo.

Uropatía obstructiva baja

Requiere la colocación de un catéter vesical mediante sondaje retrógrado uretral o a través de punción suprapúbica. A continuación, se corrigen las alteraciones del medio interno que la UO haya podido producir.

Posteriormente, cuando la situación general del paciente lo permita, se debe realizar el estu-dio diagnóstico que indique el tratamiento para la causa de la obstrucción.

Uropatía obstructiva alta

Si la uropatía obstructiva es unilateral completa o incompleta, acompañada de infección o dolor importante, se impone el drenaje de la vía excretora obstruida mediante nefrostomía o cateterismo ureteral retrógrado, o cirugía, junto a los antibióticos.

En caso de obstrucción alta bilateral o unilateral con riñón único, puede ser necesaria la diá-lisis previa o posterior a la actuación instrumental o quirúrgica. Se recomienda derivar ambas vías excretoras.

Consejo sobre urolitiasis

◗◗ El episodio agudo de cólico pieloureteral imposibilita la conducción.◗◗ La expulsión espontánea del cálculo que no se acompaña de fiebre o hematuria hace que el paciente pueda conducir prácticamente de inmediato.◗◗ Si el paciente mejora del episodio agudo, pero continúa con tratamiento analgésico-sedante, tiene que saber los efectos secundarios que la medicación le puede producir en la conducción.◗◗ Si el proceso de expulsión del cálculo es dificultoso o se acompaña de complicaciones, debe ser el médico quien indique cuándo el cuadro clínico ha remitido y el paciente puede volver a conducir.◗◗ La extirpación mecánica de los cálculos requiere la valoración directa del especialista, que informará de la evolución favorable del paciente y de la ausencia de complicacio-nes que pudieran limitar la conducción.◗◗ La litotricia requiere de un periodo de reposo y expulsión de piedras que incapacita la conducción. Será el especialista quien indique la efectividad del tratamiento y la vuelta a las actividades cotidianas, incluida la conducción.◗◗ La extracción quirúrgica de los cálculos es un proceso variable en su complejidad, que requiere las indicaciones precisas del urólogo en cuanto a los condicionantes para desarrollar actividades habituales como la conducción.

Consejo sobre uropatía obstructiva (UO)

◗◗ La retención urinaria es una situación que requiere atención médica urgente y que impide la conducción.

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◗◗ Las obstrucciones parciales sintomáticas por causa de las infecciones, la hiperten-sión, la insuficiencia renal, el dolor, etc., limitan la conducción, por lo que se desacon-seja la misma hasta que se realice el diagnóstico y se haya establecido el adecuado tratamiento, con evolución favorable.

Consejo sobre uropatía obstructiva alta

◗◗ La uropatía obstructiva alta unilateral con riñón contralateral funcionante, cuando no es completa, no se acompaña de infección y no se ha producido lesión renal importan-te, permite la conducción.◗◗ En el resto de las uropatías obstructivas altas, se desaconseja la conducción hasta que se realice el diagnóstico, se establezca el tratamiento y el especialista informe de la resolución del cuadro clínico que permita conducir al paciente.

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8. TUMORES DEL RIÑÓN Y DE LAS VÍAS URINARIAS Y SUS LIMITACIONES EN LA CONDUCCIÓN

TUMORES DEL RIÑÓN Y DE LAS VÍAS URINARIAS ALTAS

Los tumores del parénquima renal y de las vías urinarias altas pueden ser benignos y sólo cuando adquieren determinado tamaño, provocan síntomas clínicos caracterizados por dolor y hematuria con dolor cólico.

La invasión de los órganos vecinos, trombosis de la vena renal, fiebre, anemia, pérdida de peso, varicocele, etc., es más característico de malignidad.

El tratamiento es quirúrgico y se asocia terapia oncológica coadyuvante en los casos que se requiera.

TUMORES VESICALES

Producen hematuria, polaquiuria, dolor al orinar, tenesmo, disuria.

El tratamiento se encamina a la resección local por vía transuretral en los benignos y resec-ciones vesicales en los malignos.

La radioterapia y las instilaciones intravesicales con quimioterápicos son otras alternativas.

HIPERPLASIA BENIGNA DE LA PRÓSTATA

Produce grados variables de obstrucción en la salida de la vejiga, originando síntomas que interfieren con las actividades diarias incluida la conducción y con el sueño.

Síntomas

Los síntomas más habituales son polaquiuria progresiva, urgencia en la micción, sensación de vaciamiento incompleto y nicturia. En cualquier momento puede producirse una retención urinaria completa.

En algunos casos la vejiga se distiende mucho conduciendo a incontinencia por rebosa-miento.

El aumento de la presión vesical, debido a la retención urinaria prolongada, se transmite hacia los uréteres y los riñones produciendo hidronefrosis y posterior lesión renal progresiva parenquimatosa.

El escozor en la micción, los escalofríos y la fiebre indican infección urinaria.

En ocasiones, se producen episodios de retención urinaria aguda consecuente con los prolon-gados intentos para retener la orina, el frío ambiental, la inmovilización, los medicamentos anticolinérgicos y simpaticomiméticos, y la ingestión de bebidas alcohólicas.

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Tratamiento

Cuando la obstrucción en la salida de la orina se acompaña de infección urinaria o insuficien-cia renal, se recomienda antibioticoterapia, estabilizar la función renal y drenar con catéter la vejiga.

Los medicamentos anticongestivos prostáticos indicados para disminuir los síntomas tienen como riesgo ocasional la cefalea, el mareo, la náusea y el trastorno del sueño.

La terazosina produce somnolencia por lo que se recomienda al paciente que conduzca con precaución.

La alfuzosina puede producir vértigo, mareo, trastornos gastrointestinales y astenia sobre todo al principio del tratamiento. Si se asocia a antihipertensivos, puede favorecer la hipoten-sión ortostática.

La tamsulosina puede provocar mareo.

El tratamiento definitivo es quirúrgico mediante resección transuretral de la próstata siempre que sea posible por su mejor recuperación.

En ciertos casos se requiere realizar cirugía abierta de la próstata.

Consejo sobre tumores del riñón y de las vías urinarias altas

◗◗ El periodo sintomático incapacita la conducción, hasta que el especialista informe al paciente de la recuperación sin secuelas después del tratamiento, que le permita vol-ver a conducir.◗◗ El abordaje quirúrgico requiere un periodo de recuperación hasta la cicatrización com-pleta sin secuelas, que permita volver a conducir con plena seguridad, y siempre con informe del especialista en este sentido.

Consejo sobre tumores vesicales

◗◗ El paciente no puede conducir con síntomas.◗◗ Después del tratamiento indicado para erradicar la tumoración, será el médico quien informe de la posibilidad de volver a conducir sin incremento de los riesgos.◗◗ El abordaje quirúrgico requiere un periodo de recuperación hasta la cicatrización com-pleta sin secuelas, que permita volver a conducir con plena seguridad, y siempre con informe del especialista en este sentido.

Consejo sobre hiperplasia benigna de la próstata

◗◗ El conductor con síntomas prostáticos debe realizar trayectos cortos con su vehículo que le permitan no forzar la retención de orina.◗◗ No conviene el aire acondicionado en el interior del coche.◗◗ No se debe consumir alcohol, y en particular cerveza, porque puede producir un epi-sodio de retención aguda de orina.◗◗ Como la inmovilización puede producir retención de orina, se recomienda a estos con-ductores que realicen paradas frecuentes y aprovechen para vaciar la vejiga.

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◗◗ El paciente debe conocer los efectos secundarios de algunos medicamentos, por lo que se recomienda que extreme la precaución en la conducción, y ante el menor sínto-ma, aparque el vehículo en una zona libre de accidentes y pida ayuda.◗◗ Siempre que al paciente con síntomas prostáticos le receten medicamentos anticoli-nérgicos o simpaticomiméticos, debe saber que puede empeorar su sintomatología e incluso llegar a una retención aguda de orina. Esta situación complicará aún más la conducción, por lo que debe, ante la mínima sospecha, ponerlo en conocimiento de su médico.◗◗ El abordaje quirúrgico requiere un periodo de recuperación, hasta la cicatrización completa sin secuelas que permita volver a conducir, y siempre con informe del espe-cialista en este sentido.