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Discursos de la Conferencia General LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS • MAYO DE 2005 Liahona

Mayo de 2005 Liahona - liahonasud.files.wordpress.com · 4 Discurso de apertura Presidente Gordon B. Hinckley 6 El Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo—Cosas ... Bednar,

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Discursosde laConferenciaGeneral

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Liahona

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La Primera Presidencia

Una nueva fotografía del presidente Gordon B. Hinckley (centro); del presidente Thomas S. Monson (izquierda), Primer Consejero; y del presidente James E. Faust

(derecha), Segundo Consejero, marca el décimo aniversario de su servicio en la Primera Presidencia. Fueron apartados el 12 de marzo de 1995.

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2 Informe de la Conferencia GeneralAnual número 175

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA

4 Discurso de aperturaPresidente Gordon B. Hinckley

6 El Libro de Mormón: OtroTestamento de Jesucristo—Cosasclaras y preciosasPresidente Boyd K. Packer

10 Un silbo apacible y delicado, y uncorazón vibranteObispo Richard C. Edgley

13 Todos tus hijos serán instruidosColeen K. Menlove

16 Ahora es el tiempo de preparaciónÉlder Russell M. Nelson

19 Verdades constantes para tiemposcambiantesPresidente Thomas S. Monson

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE

23 El sostenimiento de los oficiales dela IglesiaPresidente Thomas S. Monson

24 Informe del Departamento deAuditorías de la Iglesia, 2004Robert W. Cantwell

25 Informe estadístico de 2004F. Michael Watson

26 La virtud de la bondadÉlder Joseph B. Wirthlin

29 El poder de Predicad Mi EvangelioÉlder Richard G. Scott

32 El valor de las almasÉlder Harold G. Hillam

34 El diezmo: Un mandamientoincluso para los más pobresÉlder Lynn G. Robbins

36 Los frutos de la Primera VisiónÉlder Dieter F. Uchtdorf

39 Los matrimonios misioneros:Las bendiciones del sacrificio ydel servicioÉlder Robert D. Hales

SESIÓN DEL SACERDOCIO

43 Nuestra característica másdestacadaÉlder Jeffrey R. Holland

46 Cuídate de lo malo tras los ojos sonrientesÉlder Neil L. Andersen

48 ¿Quién sigue al Señor?Élder Robert C. Oaks

51 PerseveranciaPresidente James E. Faust

54 El sagrado llamamiento del servicioPresidente Thomas S. Monson

58 Los juegos de azarPresidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA

62 Permanezcamos en lugares santosPresidente James E. Faust

69 Uno másÉlder M. Russell Ballard

72 La fe es la respuestaÉlder David E. Sorensen

74 Quienes nos brindan su amor:amigos que tienen el amor de CristoKathleen H. Hughes

77 Teniendo entrelazados suscorazonesÉlder Henry B. Eyring

80 Las cosas grandes que Dios hareveladoPresidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE

84 ¿Qué buscáis?Élder L. Tom Perry

87 La pornografíaÉlder Dallin H. Oaks

91 Fortalece a tus hermanosÉlder Robert J. Whetten

94 Sed de buen ánimo y fieles en laadversidadÉlder Adhemar Damiani

96 El apreciar el consejo de los ya“entrados en años”Élder Stephen B. Oveson

99 Las entrañables misericordias delSeñorÉlder David A. Bednar

102 Comentarios finalesPresidente Gordon B. Hinckley

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERESJÓVENES

104 Alegres nuevas de CumorahSusan W. Tanner

107 Una obra para míJulie B. Beck

109 Él las conoce por su nombreElaine S. Dalton

112 Sean un ejemploPresidente Thomas S. Monson

64 Autoridades Generales de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días

116 Se dirigen a nosotros: Hagamos dela conferencia parte de nuestra vida

117 Enseñanzas para nuestra época

118 Guías de Fuentes de consulta parael Sacerdocio Aarónico y las MujeresJóvenes

121 Presidencias Generales de lasOrganizaciones Auxiliares

121 Noticias de la Iglesia

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SÁBADO POR LA MAÑANA, 2 DE ABRIL DE2005, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente James E. Faust. Primeraoración: Élder Earl C. Tingey. Última ora-ción: Élder Robert K. Dellenbach. Músicapor el Coro del Tabernáculo Mormón; CraigJessop y Mack Wilberg, directores; RichardElliott y John Longhurst, organistas: “Diosmanda a profetas”, Himnos, Nº 11; “Oh Diosde Israel”, Himnos, Nº 5, arreglo de Wilberg,inédito; “El Padre tanto nos amó”, Himnos,Nº 112, arreglo de Kasen, inédito; “Hijos delSeñor, venid”, Himnos, Nº 26; “Hazme an-dar en la luz”, Himnos, Nº 198; “Qué firmescimientos”, Himnos, Nº 40, arreglo deWilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 2 DE ABRIL DE2005, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder John M. Madsen. Últi-ma oración: Élder W. Rolfe Kerr. Música deun coro formado por los Institutos deReligión de Ogden y Logan, Utah; JonathanG. Woodstock, Jerald F. Simon y Brent T.Cottle, directores; Bonnie Goodliffe, orga-nista: “Señor, te necesito”, Himnos, Nº 49,arreglo de Simon, inédito; “Al leer lasEscrituras, Himnos, Nº 180; “Te damos,Señor, nuestras gracias”, Himnos, Nº 10;“¡Oh, está todo bien!”, Himnos, Nº 17, arre-glo de Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 2 DE ABRIL DE2005, SESIÓN DEL SACERDOCIOPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder D. ToddChristofferson. Última oración: ÉlderFrancisco J. Viñas. Música por poseedoresdel sacerdocio de la Universidad BrighamYoung; Ronald J. Staheli, director; ClayChristiansen, organista: “Jehová, sé nuestroguía”, Himnos, Nº 39, arreglo de Hall, inédi-to; “Un ángel del Señor”, Himnos, Nº 9;“Bandera de Sión”, Himnos, Nº 4; “Más san-tidad dame”, Himnos, Nº 71, arreglo deStaheli, publicado por Jackman.

DOMINGO POR LA MAÑANA, 3 DE ABRIL DE2005, SESIÓN GENERALPresidió y dirigió: Presidente Gordon B.Hinckley. Primera oración: Élder YoshihikoKikuchi. Última oración: Élder Shirley D.Christensen. Música por el Coro delTabernáculo Mormón; Craig Jessop y Mack

Wilberg, directores; John Longhurst y ClayChristiansen, organistas: “Ya regocijemos”,Himnos, Nº 3; “La oración del Profeta”,Himnos, Nº 14, arreglo de Wilberg, inédito;“¿Qué es lo que vieron en las alturas?”,Himnos, Nº 8; “Dulce tu obra es, Señor”,Himnos, Nº 84; “Pedimos hoy por ti”,Himnos, Nº 12, arreglo de Wilberg, inédito;“Loor al Profeta”, Himnos, Nº 15, arreglo deWilberg, inédito.

DOMINGO POR LA TARDE, 3 DE ABRIL DE2005, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Carlos H. Amado.Última oración: Élder William W. Parmley.Música por el Coro del TabernáculoMormón; Craig Jessop y Mack Wilberg, di-rectores; Linda Margetts, organista:“Alabemos al Señor Todopoderoso”, Hymns,Nº 72, arreglo de Wilberg, inédito; “¿Dóndehallo el solaz?” Himnos, Nº 69, arreglo de

Wilberg, inédito; “Haz tú lo justo”, Himnos,Nº 154; “Al partir cantemos”, Himnos, Nº 91,arreglo de Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 26 DE MARZO DE2005, REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERESJÓVENESPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Susan W. Tanner. Primera oración:Amy Engebretsen. Última oración: Ann M.Dibb. Música por un coro compuesto porlas Mujeres Jóvenes de estacas de SpanishFork y Salem, Utah; Kristi Frei, directora;Linda Margetts, organista: “Venid, regoci-jaos”, Hymns, Nº 9, arreglo de Unsworth,inédito; “Un ángel del Señor”, Himnos, Nº 9, arreglo de Margetts, inédito; “La ora-ción del Profeta”, Himnos, Nº 14, arreglo deKasen, publicado por Jackman; “Te damos,Señor, nuestras gracias”, Himnos, Nº 10,arreglo de Goates, inédito; “Los jóvenes santos de Sión”, Hymns, Nº 256; publicadoen Liahona de abril de 2000, pág. 24.

LAS GRABACIONES DE LA CONFERENCIA ADISPOSICIÓN DEL PÚBLICOEn los centros de distribución se puedenconseguir las grabaciones de las sesiones dela conferencia por lo general menos de dosmeses después de la conferencia.

DISCURSOS DE LA CONFERENCIA ENINTERNETPara tener acceso a los discursos de la confe-rencia en varios idiomas, por medio deInternet, conéctese con www.lds.org.Haga clic en “Gospel Library” y después en“General Conference”. Luego escoja el idio-ma que desee.

MENSAJES DE ORIENTACIÓN FAMILIAR Y DELAS MAESTRAS VISITANTESPara los mensajes de orientación familiar yde las maestras visitantes, sírvase seleccionaruno de los discursos que mejor satisfaga lasnecesidades de las personas a las que visite.

EN LA CUBIERTASe organizó la Iglesia de Jesucristo, 1830,por Joseph Brickey, prohibida su reproduc-ción.

FOTOGRAFÍAS DE LA CONFERENCIALas escenas de la conferencia general efec-tuada en Salt Lake City las tomaron CraigDimond, Welden C. Andersen, John Luke,Matthew Reier, Christina Smith, KellyLarsen, Tamra H. Ratieta, Scott Davis, LesNilsson y Robert Payne; en Bélgica,Alexander Stroobants; en Corea, LeeMinHee; en México, Sergio Maldonado; enNueva Zelanda, Richard Stephens; en lasFilipinas, Jaime N. Rivera; y en España,Sergio Díaz.

Resumen de la Conferencia General Anualnúmero 175

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LOS DISCURSANTES DE LACONFERENCIA POR ORDENALFABÉTICOAndersen, Neil L., 46Ballard, M. Russell, 69Beck, Julie B., 107Bednar, David A., 99Dalton, Elaine S., 109Damiani, Adhemar, 94Edgley, Richard C., 10Eyring, Henry B., 77Faust, James E., 51, 62Hales, Robert D., 39Hillam, Harold G., 32Hinckley, Gordon B., 4, 58,

80, 102Holland, Jeffrey R., 43Hughes, Kathleen H., 74Menlove, Coleen K., 13Monson, Thomas S., 19, 23,

54, 112Nelson, Russell M., 16Oaks, Dallin H., 87Oaks, Robert C., 48Oveson, Stephen B., 96Packer, Boyd K., 6Perry, L. Tom, 84Robbins, Lynn G., 34Scott, Richard G., 29Sorensen, David E., 72Tanner, Susan W., 104Uchtdorf, Dieter F., 36Whetten, Robert J., 91Wirthlin, Joseph B., 26

ÍNDICE DE TEMASActivación, 32, 54, 91Adicción, 58, 87Adversidad, 72, 94Albedrío, 16, 46Amistad, 74Amor, 91, 94Arrepentimiento, 16, 87, 94Bendiciones, 34, 99Bondad, 26, 74, 91Confianza, 72Convenios, 48, 54, 77, 104Conversión, 77, 84, 91Crecimiento de la Iglesia, 4,

91Deber, 54Deudas, 19Diezmos, 34, 58Dios el Padre, 80Dones espirituales, 99Ejemplo, 39, 112Enseñanza, 13, 29, 51, 69Esperanza, 94Espíritu Santo, 6, 10, 13, 36,

46, 99Estudio de las Escrituras, 6,

29Expiación, 10, 26Fe, 4, 6, 34, 39, 72, 94, 99,

102, 109Fondo Perpetuo para la

Educación, 4Gratitud, 4Herencia, 112Hipocresía, 87Historia familiar, 19, 77Hogar, 62Jesucristo, 6, 10, 26Juegos de azar, 58Libro de Mormón, 6, 10, 80

Matrimonios misioneros, 39Misericordia, 99Moralidad, 48, 58Muerte, 16Naturaleza divina, 109Niños, 13, 19Noche de hogar, 19Obediencia, 16, 32, 46, 48,

72, 99Obra misional, 29, 39, 69,

84, 107Oración, 6, 46, 109Paz, 13, 62, 72, 94, 99Perdón, 32Perseverancia, 51Personas mayores, 96Plan de salvación, 6, 29Pornografía, 87Predicad Mi Evangelio, 29Preparación, 16, 69Primera Visión, 36, 80Profetas, 96, 104Restauración, 10, 43, 84, 109Sabiduría, 96Sacerdocio, 43, 48, 54, 80Sacrificio, 34, 39, 58Santidad, 62Seguridad y confianza, 94, 99Servicio humanitario, 102Servicio, 39, 51, 54, 74, 91,

107Smith, José, 36, 80, 104,

107, 109Templos y obra del templo,

62, 77, 102Tentación, 46, 112Testimonio, 10, 13, 36, 69,

96, 107, 109, 112Valía individual, 32, 104Verdad, 19, 102, 112

L IAHONA MAYO DE 2005 3

LIAHONA, Mayo de 2005Vol. 29, Número 5 25985-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, en el idioma español.

La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. Faust

El Quórum de los Doce Apóstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring, Dieter F. Uchtdorf, David A. Bednar

Editor: Jay E. JensenAsesores: Monte J. Brough, Gary J. ColemanDirector administrativo: David L. FrischknechtDirector editorial y de planificación: Victor D. CaveDirector de artes gráficas: Allan R. Loyborg

Director editorial de la Revista: Richard M. RomneyEditor administrativo: Marvin K. GardnerPersonal de redacción: Collette Nebeker Aune, SusanBarrett, Shanna Butler, Ryan Carr, Linda Stahle Cooper,LaRene Porter Gaunt, Jenifer L. Greenwood, R. ValJohnson, Carrie Kasten, Melvin Leavitt, Sally J. Odekirk,Adam C. Olson, Judith M. Paller, Vivian Paulsen, Don L.Searle, Rebecca M. Taylor, Roger Terry, Janet Thomas, PaulVanDenBerghe, Julie Wardell, Kimberly Webb

Director ejecutivo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de producción: Jane Ann PetersPersonal de diseño y de producción: Howard G. Brown,Thomas S. Child, Reginald J. Christensen, Kathleen Howard,Denise Kirby, Tadd R. Peterson, Randall J. Pixton, Kari A.Todd, Claudia E. Warner

Gerente de mercadotecnia: Larry HillerDirector de impresión: Craig K. SedgwickDirector de distribución: Kris T Christensen

Coordinación de Liahona: Enrique Resek

Para saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del barrioo de la rama.

Los manuscritos y preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; o por correo electrónico a: [email protected]

Liahona (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, búlgaro, camboyano, cebuano, coreano, croata,checo, chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji,finlandés, francés, griego, haitiano, hindi, holandés,húngaro, indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés,kiribati, latvio, lituano, malgache, marshallés, mongol,noruego, polaco, portugués, rumano, ruso, samoano, sinalés, sueco, tagalo, tailandés, tahitiano, tamil, telugu,tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuencia delas publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)

© 2005 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.

El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre queno sea con fines de lucro. El material visual no se puedecopiar si aparecen restricciones en la línea de crédito delmismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto sedeben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correo elec-trónico: [email protected].

Liahona aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.lds.org. Si lo desea, pulse “Gospel Library”, luego“PDF”. Ahora haga clic en la cubierta que está debajo deLiahona “International” y después pulse “Select a language”.

Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número 5199,expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones yrevistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993. “Liahona”© es nombre registrado en la Dirección de Derechos deAutor con el número 252093. Publicación registrada en laDirección General de Correos número 100. Registro delS.P.M. 0340294 características 218141210.

For readers in the United States and Canada:May 2005 Vol. 29 No. 5. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription price is$10.00 per year; Canada, $16.00 plus applicable taxes.Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah, and at additional mailing offices. Sixty days’ notice required forchange of address. Include address label from a recent issue; old and new address must be included. Send USAand Canadian subscriptions to Salt Lake Distribution Centerat the address below. Subscription help line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa, MasterCard,American Express) may be taken by phone. (Canada PosteInformation: Publication Agreement #40017431)

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Mis amados hermanos y her-manas, de parte de los miem-bros de esta Iglesia por todo

el mundo, extendemos a nuestros ve-cinos y amigos católicos nuestras mássinceras condolencias en esta hora degran dolor. El Papa Juan Pablo II hatrabajado infatigablemente a fin deavanzar la causa del cristianismo, deacabar con la carga de los pobres y dehablar con intrepidez a favor de losvalores morales y de la dignidad hu-mana. Se le echará mucho de menos;particularmente las muchas personasque han dependido de su liderazgo.

Ahora bien, mis hermanos y her-manas, considero apropiado decir, alcomenzar esta conferencia, algunaspalabras para dar cuenta de nuestra

mayordomía durante los últimosdiez años.

El 12 de marzo de 1995, se nosconfirió la gran y sagrada responsabili-dad de la presidencia.

En la conferencia que siguió a esafecha, dije lo siguiente:

“Ahora, mis hermanos y hermanas,ha llegado el momento de erguirnosun poco más, de elevar la mirada yensanchar la mente para lograr unamayor comprensión y un mayor en-tendimiento de la gran misión mile-naria de ésta, La Iglesia de Jesucristode los Santos de Los Últimos Días. És-ta es una época en que debemos serfuertes, una época para avanzar sinvacilación conociendo bien el signifi-cado, la amplitud y la importancia denuestra misión. Es una época para ha-cer lo correcto sean cuales sean lasconsecuencias que puedan resultar.Es un tiempo en que debemos guar-dar los mandamientos. Es el períodopara extender los brazos con bondady amor a quienes se encuentren endificultades y anden errantes en la os-curidad y el dolor. Es una época paraser considerados y buenos, decentesy corteses hacia nuestros semejantes,en todas nuestras relaciones. En otraspalabras, es una época para llegar aser más como Cristo” (“Ésta es laobra del Maestro”, Liahona, julio de1995, pág. 81).

Ustedes deben juzgar en qué

medida hemos llevado a cabo el cum-plimiento de esa invitación de hace diez años.

La década que acaba de pasar ha si-do una etapa admirable de la historiade la Iglesia. Nunca ha habido otraque se la iguale. Ha habido una pros-peridad excepcional de la obra. Hahabido muchos logros trascendental-mente importantes.

Ese progreso considerable no es la obra de la Primera Presidencia, nidel Quórum de los Doce, ni de losSetenta ni del Obispado Presidentesolos, sino que es el resultado de lafe, de las oraciones, del trabajo y deldedicado servicio de todo miembrode presidencia de estaca y de todo su-mo consejo, de todo obispado y detoda presidencia de quórum, de todapresidencia de las organizaciones au-xiliares y de todo miembro fiel y acti-vo de esta Iglesia por todo el mundo.

A cada uno de ustedes, dondequie-ra que se encuentren, le expreso lossentimientos de mi corazón y le

Discursode aperturaP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Nuestra responsabilidad de seguir avanzando es enorme,pero nuestra oportunidad es espléndida.

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA2 d e a b r i l d e 2 0 0 5

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 5 5

agradezco su gran y dedicado servicio.¡Qué magníficas personas son ustedes!

La majestad y el prodigio delEvangelio de Jesucristo restauradopor conducto del profeta José Smithbrillan hoy día con un fulgor resplan-deciente.

Al encontrarnos al cabo de esosaños y mirar hacia atrás, nunca debe-mos sentirnos arrogantes ni orgullo-sos, sino humildemente agradecidospor lo que se ha llevado a cabo enuna variedad de tareas.

Por ejemplo, la Iglesia ha crecidopor todo el mundo hasta el punto enque el número de miembros de fuerade Norteamérica excede al de los deésta. Hemos llegado a ser una gran fa-milia internacional, repartidos en 160naciones.

En estos últimos diez años se hancreado más de 500 nuevas estacas ymás de 4.000 nuevos barrios y nuevasramas. Se han añadido tres millonesde nuevos miembros.

El número de alumnos de nuestro

sistema educativo se ha duplicado,aumentando en aproximadamente200.000. La mayoría de nuestros jóve-nes son más firmes y más fieles.

Se ha creado el Fondo Perpetuopara la Educación. Comenzamos connada más que esperanza y fe. Hoy díase ayuda a casi 18.000 personas jóve-nes que viven en 27 naciones diferen-tes, las cuales están recibiendoinstrucción y van saliendo del cenagalde la pobreza en el que tanto ellas co-mo sus antepasados han vivido duran-te generaciones. Están mejorando susconocimientos prácticos y sus ganan-cias se están multiplicando.

Hemos aumentado considerable-mente el número de templos. En 1995había 47. En la actualidad, hay 119, ytres más se van a dedicar este año.

El Libro de Mormón se había tradu-cido a 87 idiomas en 1995. Hoy día seencuentra disponible en 106 idiomas.

Durante los pasados diez años, sehan distribuido cincuenta y un millónde ejemplares del Libro de Mormón.

Hemos construido literalmente mi-les de edificios por toda la tierra, loscuales son de mejor calidad y son másadecuados a nuestras necesidades delo que lo eran los que se habían edifi-cado anteriormente.

Además, hemos construido esteextraordinario edificio desde el queles dirigimos la palabra hoy día, el singular y hermoso Centro deConferencias aquí, en Salt Lake City.

Aparte de ello, hemos tendido unamano de ayuda por toda la tierra paraauxiliar a los afligidos y a los necesita-dos en cualquier parte que se hayanencontrado. En los últimos diez años,hemos suministrado en dinero enefectivo y en mercancías cientos de mi-llones de dólares en ayuda humanitariaa personas que no son de nuestra fe.

Hemos viajado por la tierra dandotestimonio de ésta, la obra delTodopoderoso. Durante esos mismosaños, personalmente he recorrido ca-si un millón seiscientos mil kilóme-tros al visitar unos 70 países. Mi

Mientras el presidente Gordon B. Hinckley dirige la palabra, su imagen se proyecta en una gran pantalla en el auditorio del

Centro de Conferencias.

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amada compañera viajó conmigo hasta hace un año cuando falleció.Nuestros sentimientos de soledad nopueden describirse.

Pero nuestra esperanza es grande ynuestra fe es firme.

Sabemos que hemos visto sólomuy poco de lo que acontecerá en losaños que vienen.

Ya me encuentro en el año 95 de mivida. Nunca soñé que viviría tanto. Mivida me recuerda un cartel que colga-ba de una oxidada grapa en una viejaalambrada en Texas y que decía:

Quemado por las sequíasy anegado por las inundaciones,devorado por los conejos;decomisado por el juez.¡Todavía estoy aquí!

Espero tener el privilegio de relacio-narme con ustedes, mis amados ami-gos y colaboradores, durante todo eltiempo que el Señor lo permita. Y con-fío en que ese servicio será aceptable.

Nuestro fundamento es elEvangelio del Señor Jesucristo. La au-toridad del santo sacerdocio estáaquí, habiendo sido restaurada bajolas manos de los que la recibieron di-rectamente de nuestro Señor. Los cie-los han sido abiertos y el Dios delcielo y Su Amado Hijo hablaron al jo-ven profeta José al iniciarse ésta, la úl-tima y final dispensación.

Nuestra responsabilidad de seguiravanzando es enorme, pero nuestraoportunidad es espléndida.

Ahora repito lo que dije hace diezaños: “Tenemos que erguirnos un po-co más… elevar la mirada y ensancharla mente para lograr una mayor com-prensión y un mayor entendimientode la gran misión milenaria de ésta, LaIglesia de Jesucristo de los Santos deLos Últimos Días”.

Ésta, mis hermanos y hermanas, esmi invitación para ustedes esta maña-na. Les hago llegar mi amor, mi bendi-ción y mi gratitud al darse comienzo aesta gran conferencia. Que el Espíritudel Señor dirija todo lo que ocurra, esmi humilde oración, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

6

José Smith dijo: “Declaré a loshermanos que el Libro deMormón era el más correcto de

todos los libros sobre la tierra, y laclave de nuestra religión; y que unhombre se acercaría más a Dios al se-guir sus preceptos que los de cual-quier otro libro” (Introducción delLibro de Mormón, pág. V; véase tam-bién History of the Church, tomo IV,pág. 461).

La primera edición del Libro deMormón: Otro Testamento deJesucristo se imprimió en Palmyra,Nueva York, en marzo de 1830. JoséSmith —un muchacho campesino ysin instrucción— había cumplido 24años un poco antes de esa fecha. Elaño anterior había pasado un total de65 días traduciendo las planchas. Casila mitad de ese tiempo fue despuésque él hubo recibido el sacerdocio. Laimpresión había tardado siete meses.

Cuando leí el Libro de Mormón laprimera vez del principio al fin, leí lapromesa de que si yo “pregun[taba] aDios el Eterno Padre, en el nombrede Cristo, si [eran verdaderas las co-sas que había leído]; y si pedí[a] conun corazón sincero, con verdadera in-tención, teniendo fe en Cristo, él[me] manifesta[ría] la verdad de ellaspor el poder del Espíritu Santo”(Moroni 10:4). Intenté seguir esas ins-trucciones como las había entendido.

Si quizás yo esperaba que se produ-jese de inmediato una manifestaciónespléndida como una experiencia so-brecogedora, ésta no sucedió. No

El Libro deMormón: OtroTestamento deJesucristo – Cosas claras y preciosasP R E S I D E N T E B OY D K . PA C K E RPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles

El Libro de Mormón es un tesoro interminable de sabiduríae inspiración, de consejo y de corrección.

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obstante, experimenté un buen senti-miento y comencé a creer.

El siguiente versículo contiene unapromesa aún mayor: “…por el poderdel Espíritu Santo podréis conocer laverdad de todas las cosas” (Moroni10:5; cursiva agregada). Yo no sabíacómo actuaba el Espíritu Santo auncuando en el Libro de Mormón se ex-plica en un número de veces y en unadiversidad de formas.

Estudié y aprendí que los “ángeleshablan por el poder del Espíritu Santo;por lo que declaran las palabras deCristo”, y también decía que debemos“[deleitarnos] en las palabras deCristo; [con la promesa de que] las pa-labras de Cristo os dirán todas las co-sas que debéis hacer” (2 Nefi 32:3).

Y dice claramente que “si… no po-déis entenderlas, será porque no pe-dís ni llamáis” (2 Nefi 32:4).

También leí: “…si entráis por la sen-da y recibís el Espíritu Santo, él osmostrará todas las cosas que debéis ha-cer” (2 Nefi 32:5). Yo ya había hechoeso cuando fui confirmado miembrode la Iglesia por la “imposición de ma-nos para comunicar el don del EspírituSanto” (Los Artículos de Fe 4).

Si en mi inocencia de niño yo ha-bía esperado alguna experiencia espi-ritual especial, ésta no se verificó. A lo largo de los años, al oír sermonesy lecciones, y al leer el Libro deMormón, comencé a comprender.

Nefi, tras haber sido maltratadopor sus hermanos, les recordó queun ángel les había hablado [y añadió]“pero habíais dejado de sentir, demodo que no pudisteis sentir sus pa-labras” (1 Nefi 17:45). Cuando com-prendí que el Espíritu Santo podíacomunicarse a través de nuestrossentimientos, comprendí la razón porla que las palabras de Cristo, sean és-tas del Nuevo Testamento o del Librode Mormón o de las otras Escrituras,producen tan buenos sentimientos.Con el paso del tiempo, descubrí quelas Escrituras tenían la respuesta paralo que yo debía saber.

Leí: “Ahora bien, éstas son las pala-bras, y podéis aplicároslas a vosotros y a todos los hombres” (2 Nefi 11:8;

cursiva agregada; véase también 1 Nefi 19:23–24; 2 Nefi 6:5; 11:2).Comprendí que eso quería decir quelas Escrituras se aplicaban a mí perso-nalmente, y se aplican también a to-das las demás personas.

Cuando algún versículo que yo ha-bía leído varias veces llegaba a adqui-rir un significado personal para mí,pensaba que la persona que había es-crito ese versículo había tenido unaprofunda y madura comprensión demi vida y de lo que yo sentía.

Por ejemplo, leí que el profetaLehi participó del fruto del árbol dela vida y dijo: “…por lo que deseéque participara también de él mi fa-milia, pues sabía que su fruto erapreferible a todos los demás” (1 Nefi8:12). Había leído ese pasaje más deuna vez, pero éste no había significa-do mucho para mí.

El profeta Nefi también dijo quehabía escrito “las cosas de mi alma…y las escribo para la instrucción y elbeneficio de mis hijos” (2 Nefi 4:15).Yo había leído eso, pero no habíansignificado mucho para mí tampoco.Pero posteriormente, cuando tuve hi-jos, comprendí que Lehi y Nefi teníansentimientos tan profundos con res-pecto a sus hijos como los que yo ten-go para con mis hijos y mis nietos.

Esas Escrituras me parecieron claras y preciosas, y me pregunté

cómo el joven José Smith pudo ha-ber tenido tan agudos conceptos. Elhecho es que no creo que él haya te-nido tan profundos conceptos, pues-to que no tenía que tenerlos; él tansólo tradujo lo que estaba escrito enlas planchas.

Esa clase de conceptos claros ypreciosos se encuentran en todas par-tes en el Libro de Mormón, y mani-fiestan una profundidad de sabiduríay de experiencia que ciertamente noes característica de un joven de 23años de edad.

Aprendí que cualquier persona decualquier lugar podía leer el Libro deMormón y recibir inspiración.

Algunos conceptos han cobradosignificado para mí tras haberlos leí-do una segunda y aun una terceravez, y se han “aplicado” a situacionesque se me han presentado en la vidacotidiana.

Mencionaré otro concepto claro yprecioso que no tuvo gran significa-do para mí la primera vez que leí elLibro de Mormón. Cuando yo tenía18 años de edad, me llamaron al ser-vicio militar. Si bien hasta entoncesyo no había tenido motivo para in-quietarme en ese respecto, llegó apreocuparme mucho el asunto de siera correcto que yo fuese a la gue-rra. Hallé mi respuesta en el Libro deMormón.

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“…no estaban [los nefitas] luchan-do por monarquía ni poder, sino queluchaban por sus hogares y sus liber-tades, sus esposas y sus hijos, y todocuanto poseían; sí, por sus ritos deadoración y su iglesia.

“Y estaban haciendo lo que sentíanque era su deber para con su Dios;porque el Señor les había dicho, ytambién a sus padres: Si no sois cul-pables de la primera ofensa, ni de lasegunda, no os dejaréis matar por ma-no de vuestros enemigos.

“Y además, el Señor ha dicho:Defenderéis a vuestras familias aunhasta la efusión de sangre. Así que,por esta causa los nefitas luchabancontra los lamanitas, para defendersea sí mismos, y a sus familias, y sus tie-rras, su país, sus derechos y su reli-gión” (Alma 43:45–47).

Sabiendo eso, me fue posible servir con buena disposición y hono-rablemente.

Otro ejemplo: Una vez me enfrentécon tener que tomar una decisión im-portante. Cuando después de orar, to-davía no sabía qué hacer, fui a ver alélder Harold B. Lee. Él me aconsejóque siguiese adelante. Al percibir queyo aún me sentía muy indeciso, me di-jo: “El problema que usted tiene esque desea ver el final del camino antesde comenzar a recorrerlo”. En segui-da, me citó el siguiente versículo delLibro de Mormón: “no contendáisporque no veis, porque no recibís nin-gún testimonio sino hasta después dela prueba de vuestra fe” (Éter 12:6).

Y añadió: “Usted debe aprender acaminar unos pasos en la oscuridad y,entonces, se encenderá la luz y lemostrará el camino”. Aquélla fue unalección trascendental basada en unversículo del Libro de Mormón.

¿No les ha ocurrido a veces lo que aNefi, que dijo: “E iba guiado por elEspíritu, sin saber de antemano lo quetendría que hacer” (1 Nefi 4:6)? ¿No sehan sentido a veces muy débiles?

Moroni se sintió débil y temerosode que, dijo: “se burlen de nuestras pa-labras [a causa de nuestra debilidad].

“…el Señor [le] habló, diciendo:Los insensatos hacen burla, mas se

lamentarán; y mi gracia es suficientepara los mansos, para que no saquenprovecho de vuestra debilidad;

“y si los hombres vienen a mí, lesmostraré su debilidad. Doy a los hom-bres debilidad para que sean humil-des; y basta mi gracia a todos loshombres que se humillan ante mí;porque si se humillan ante mí, y tie-nen fe en mí, entonces haré que lascosas débiles sean fuertes para ellos”(Éter 12:25–27; cursiva agregada).

La vida pasa demasiado rápido.Cuando se sientan débiles, desani-mados, deprimidos o temerosos,abran el Libro de Mormón y lean. Nodejen pasar mucho tiempo antes deleer un versículo, un pensamiento oun capítulo.

La experiencia me ha enseñado queel testimonio no sobreviene de repen-te, sino que va creciendo, como dijoAlma, de la semilla de la fe: “…fortale-cerá vuestra fe, porque diréis: Sé queésta es una buena semilla; porque, heaquí, brota y empieza a crecer” (Alma32:30). Si la nutren, crecerá, pero si no la nutren, se secará (véase Alma32:37–41).

No se desilusionen si han leído yreleído, y todavía no han recibido untestimonio poderoso. Quizás les ocu-rra como a los discípulos de los quese habla en el Libro de Mormón quese hallaban llenos del poder de Diosen gran gloria “y no lo supieron” (3 Nefi 9:20).

Hagan lo mejor que puedan.Piensen en este versículo: “Y miradque se hagan todas estas cosas conprudencia y orden; porque no se exi-ge que un hombre corra más aprisade lo que sus fuerzas le permiten. Yademás, conviene que sea diligente,para que así gane el galardón; por tan-to, todas las cosas deben hacerse enorden” (Mosíah 4:27).

Los dones espirituales que se des-criben en el Libro de Mormón estánpresentes en la Iglesia hoy en día: in-dicaciones, impresiones, revelacio-nes, sueños, visitaciones y milagros.Tengan la seguridad de que el Señorpuede, y a veces lo hace, manifestar-se con poder y gran gloria. Los

milagros sí ocurren.Mormón dijo: “…¿ha cesado el día

de los milagros?“¿O han cesado los ángeles de apa-

recer a los hijos de los hombres? ¿O lesha retenido él el poder del EspírituSanto? ¿O lo hará, mientras dure eltiempo, o exista la tierra, o haya sobrela faz de ella un hombre a quien salvar?

“He aquí, os digo que no; porquees por la fe que se obran milagros…”(Moroni 7:35–37).

Oren siempre, a solas y con su fa-milia. Las respuestas se recibirán dediversas maneras.

Unas pocas palabras o una frase deun versículo, como por ejemplo: “lamaldad nunca fue felicidad” (Alma41:10), les hará saber de la realidaddel maligno y cómo éste trabaja.

“…porque de este modo obra eldiablo, porque él no persuade a nin-gún hombre a hacer lo bueno, no, nia uno solo; ni lo hacen sus ángeles; nilos que a él se sujetan” (Moroni 7:17).

Profetas de las diversas generacio-nes han enseñado las doctrinas delEvangelio sempiterno para proteger a“los pacíficos discípulos de Cristo”(Moroni 7:3).

Mormón vio nuestra época e hizoesta advertencia: “excepto que elSeñor castigue a su pueblo con mu-chas aflicciones, sí, a menos que lovisite con muerte y con terror, y con hambre y con toda clase de pestilencias, no se acuerda de él”(Helamán 12:3).

Cuando el Señor visitó a los nefitas,ellos le preguntaron

“el nombre por el cual [habían] dellamar esta iglesia; porque [había] dis-putas entre el pueblo concernientes aeste asunto.

“…el Señor les dijo… ¿Por qué esque este pueblo ha de murmurar ydisputar a causa de esto?

“¿No han leído las Escrituras quedicen que debéis tomar sobre voso-tros el nombre de Cristo, que es minombre? Porque por este nombre seréis llamados en el postrer día” (3 Nefi 27:3–5).

El objetivo central del Libro deMormón es su testamento de

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Jesucristo. Más de la mitad de los másde 6.000 versículos del Libro deMormón se refieren directamente a Él.

Por tanto, “hablamos de Cristo, nosregocijamos en Cristo, predicamos deCristo, profetizamos de Cristo y escri-bimos según nuestras profecías, paraque nuestros hijos sepan a qué fuentehan de acudir para la remisión de suspecados” (2 Nefi 25:26).

El Libro de Mormón es un tesorointerminable de sabiduría e inspira-ción, de consejo y de corrección,“adapta[do] a la capacidad del débil y del más débil de [entre nosotros]”(D. y C. 89:3). Además, es rico en ali-mento para los más instruidos si éstosse vuelven humildes (véase 2 Nefi9:28–29).

En el Libro de Mormón aprende-mos:

El plan de salvación, o sea, “el granplan de felicidad” (Alma 42:8; véasetambién Alma 42:5, 8, 12, 30).

La doctrina de Cristo y la Expiación(véase 2 Nefi 31:2–21; 32:1–6; 3 Nefi11:31–40; 27:13–21).

Por qué la muerte es necesaria (vé-ase 2 Nefi 9:4–6; Mosíah 16:8–9; Alma12:25–27).

La vida después de la muerte en elmundo de los espíritus (véase Alma42:11–14).

La forma en la que actúa el malig-no (véase 2 Nefi 2:27; Alma 28:13; 3 Nefi 2:2).

El orden del sacerdocio (véaseMosíah 29:42; Alma 4:20; 5:3, 44; Alma13:1–10).

Las oraciones sacramentales (véaseMoroni 4:3; 5:2).

La forma segura de discernir entreel bien y el mal (véase Moroni 7:16).

Cómo retener la remisión de suspecados (véase Mosíah 4:26).

Claras y proféticas advertencias ymuchas, muchísimas otras cosas rela-cionadas con la redención del génerohumano y con nuestras vidas. Todasellas son partes de la plenitud delEvangelio (véase D. y C. 20:9).

El Libro de Mormón confirma lasenseñanzas del Antiguo Testamento,confirma las enseñanzas del NuevoTestamento y restaura “muchas cosas

claras y preciosas” (1 Nefi 13:28) quese habían perdido o quitado de ellos(véase también 1 Nefi 13:20–42;14:23). Es en verdad otro testamentode Jesucristo.

Este año celebramos el aniversarionúmero 175 de la organización de laIglesia y el aniversario número 200 delnacimiento del profeta José Smith. Enla Iglesia, se escribirá y se dirá muchopara tributarle honores.

Como de costumbre, se dirá y seescribirá mucho para desacreditarlo.Siempre ha habido, hay hoy en día ysiempre habrá personas que remue-van el polvo de hace ya doscientosaños con la esperanza de hallar algoque se le adjudique a José haber dichoo hecho con el fin de desacreditarlo.

Las revelaciones nos hablan de“…todos los que alcen el calcañarcontra mis ungidos, dice el Señor, cla-mando que han pecado cuando nopecaron delante de mí, antes hicieron

lo que era propio a mis ojos y lo queyo les mandé, dice el Señor” (D. y C.121:16). Ellos efectivamente afrontanmuy severos castigos.

No tenemos que defender al pro-feta José Smith. El Libro de Mormón:Otro Testamento de Jesucristo lo defenderá por nosotros. A los que rechazan a José Smith como profetay revelador les queda buscar algunaotra explicación del Libro deMormón.

Y de la segunda y potente defensa:Doctrina y Convenios, y de la tercera:La Perla de Gran Precio. Al publicarsecombinados, esos libros de Escriturasconstituyen un testamento inque-brantable de que Jesús es el Cristo yun testimonio de que José Smith esun profeta.

Y me uno a los otros millones depersonas que tienen ese testimonio, ylo expreso a ustedes en el nombre deJesucristo. Amén. ■

El presidente Gordon B. Hinckley; el presidente Thomas S. Monson, Primer

Consejero de la Primera Presidencia y el presidente James E. Faust, Segundo

Consejero de la Primera Presidencia, saludan a miembros del Quórum de los Doce

Apóstoles.

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En 1995 se me invitó a dar labienvenida y dirigir unas pala-bras en un seminario científico

celebrado en Salt Lake City sobre eltema de la nutrición infantil, al queasistieron noventa y seis científicosde 24 países. Mientras observaba alos presentes al tomar la palabra, meimpresionó que hubiera tantos paí-ses representados, como lo demos-traban sus atuendos, el color de lapiel, los idiomas y otras característi-cas particulares.

Tres o cuatro meses más tarde,asistí a una conferencia de estaca enla costa este de los Estados Unidos ymientras me hallaba en el estrado,preparándome para la sesión de

liderazgo del sacerdocio, un hombrede África entró en la sala y se sentópróximo al pasillo. Me resultaba vaga-mente familiar, aunque no podía re-cordar dónde lo había visto. Meincliné hacia el presidente de estaca yle pregunté quién era aquel hombre.Él me respondió: “No es miembro dela Iglesia. Es un profesor de intercam-bio oriundo de África que enseña enuna prestigiosa universidad de la re-gión. Hace unos meses asistió a un se-minario científico en Salt Lake City. Ledieron un folleto de la Iglesia y eso lollevó a leer todo lo que pudo encon-trar sobre nosotros y ahora asiste a lasreuniones siempre que le es posible”.Y medio en broma, el presidente deestaca agregó: “No me extrañaría queasistiera también a las reuniones de laSociedad de Socorro”.

Después de la reunión de lideraz-go del sacerdocio, volví a presentar-me a aquel profesor, quien me afirmósu alegría por su recién descubiertafuente de verdad. Me explicó que sufamilia, que se hallaba en África, esta-ba recibiendo las charlas misionales yque se reunirían con él en EstadosUnidos en unas cuatro semanas parabautizarse todos juntos.

Al final de la sesión para los adultoscelebrada aquel mismo sábado por latarde, ese hombre se apresuró a irhasta el púlpito y, golpeándose el

pecho, dijo muy emocionado: “El corazón me vibra como si fuera a salírseme del pecho. No sé si podréaguardar las cuatro semanas para quese bautice mi familia”. Le aconsejéque se quedara tranquilo y esperara asu esposa y a sus hijos para que todospudieran bautizarse juntos.

Cuando Elías tuvo que huir parasalvar la vida de las garras de la malva-da princesa fenicia Jezabel, el Señor locondujo a un monte elevado en elque vivió una experiencia asombrosa.Mientras estaba en el monte ante elSeñor, sintió “un grande y poderosoviento… pero Jehová no estaba en elviento. Y tras el viento un terremoto;pero Jehová no estaba en el terremo-to. Y tras el terremoto un fuego; peroJehová no estaba en el fuego. Y tras elfuego un silbo apacible y delicado” (1 Reyes 19:11–12).

De vez en cuando, personas deotras religiones me preguntan porqué nuestra Iglesia crece tan rápido,tanto en el número de miembros co-mo en actividad, mientras que otrasiglesias, según se informa, declinan enambos aspectos. La respuesta a esapregunta es simplemente un silboapacible y delicado y después un cora-zón vibrante. En este mundo ajetrea-do, tumultuoso y aparatoso, no escomo un viento, ni como un terremo-to, ni como un fuego, sino que es unsilbo apacible y delicado, aunque bienperceptible, lo que produce un cora-zón vibrante. Es una calidez apacibledel corazón lo que testifica que éstees el Evangelio restaurado deJesucristo, con toda su doctrina, su sa-cerdocio y sus convenios que se habí-an perdido a lo largo de muchossiglos de oscuridad y confusión. Sí, esun silbo apacible y delicado y un cora-zón vibrante lo que testifica del mila-gro de la Restauración.

Es un silbo apacible y delicado y uncorazón vibrante lo que inspira a mi-llones de miembros a emular la vidade Jesús en palabra, obra y servicio.Es un silbo apacible y delicado, y uncorazón vibrante lo que motiva a mi-les de matrimonios jubilados a serviren misiones, por lo general de 18

Un silbo apacible y delicado, y uncorazón vibranteO B I S P O R I C H A R D C . E D G L E YPrimer Consejero del Obispado Presidente

Es un silbo apacible y delicado y un corazón vibrante loque testifica del milagro de la Restauración.

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meses o más, dejando a un lado lascomodidades de la vida para ir almundo y servir a los demás, costeán-dose sus propios gastos, algo que mu-chas personas considerarían un gransacrificio; sirviendo a menudo en zo-nas del mundo donde una ducha ca-liente y una cama cómoda son lujosque sólo quedan en el recuerdo.

Es un silbo apacible y delicado y uncorazón vibrante lo que hace quecientos de miles de jóvenes abando-nen una profesión prometedora, pos-pongan sus estudios (en ocasionesperdiendo sus becas escolares o atlé-ticas) o demoren sus noviazgos paraservir al Señor de su propio bolsillo, afin de declarar la restauración delEvangelio. Es un silbo apacible y deli-cado y un corazón vibrante lo que daa nuestros jóvenes el deseo y el valorde defender la pureza, la honradez ylos principios, aun a riesgo de ser aveces ridiculizados y rechazados. Esun silbo apacible y delicado y un cora-zón vibrante lo que nos inspira a guar-dar gozosos los mandamientos deDios y a compartir las cargas de losmenos afortunados. Sí, hay poder enel silbo apacible y delicado y en el co-razón vibrante.

Alma tenía una manera particular

de preguntar por la condición espiri-tual de nuestro corazón. Él pregunta:“¿Habéis nacido espiritualmente deDios?”. Y después: “¿Habéis recibidosu imagen en vuestros rostros?¿Habéis experimentado este grancambio en vuestros corazones?”(Alma 5:14; cursiva agregada). Enotras palabras, ¿vibra nuestro corazóncon un testimonio de Jesucristo?

Permítanme decirles de sólo tresde las muchas cosas que me hacen vi-brar el corazón. Primero, mi corazónvibra con el conocimiento de queJesucristo es mi Salvador personal yque Su amor por mí bastó para que Élsufriera un dolor inimaginable, aunhasta la muerte. Mi corazón vibracuando, estando a solas con mis pen-samientos, me doy cuenta de quepuedo ser limpiado, purificado y redi-mido por medio de la sangre deJesucristo. Mi corazón vibra cuandocontemplo el precio que se pagó: elsufrimiento que se soportó para evitarque yo pasara un dolor semejante pormis pecados y transgresiones.

Segundo, mi corazón vibra con elconocimiento de que un jovencito desólo 14 años de edad fue a una arbo-leda y, mediante su sencilla pero hu-milde oración, los cielos se abrieron,

Dios y Cristo se aparecieron y descen-dieron ángeles. Fue así que se restau-ró la plenitud del Evangelio deJesucristo con todo su sacerdocio, susconvenios y su pureza de doctrina. Micorazón vibra al pensar en lo que tuvoque pasar ese joven profeta para lle-var a cabo la plenitud del Evangeliorestaurado. Mientras descendían án-geles celestiales, los ángeles deSatanás también estaban trabajando.Comenzaron las persecuciones y, aligual que en la vida de los profetas dela antigüedad, la vida de José culminóen su martirio. A lo largo de sus prue-bas y persecuciones, el joven profetase mantuvo firme y decidido.

Gracias a José Smith, entiendo másplenamente la magnitud de la expia-ción de Cristo. Gracias al Profeta José,comprendo mejor la importancia delhuerto de Getsemaní, un lugar degran sufrimiento a medida que Cristotomó sobre Sí nuestro padecimientono sólo por nuestros pecados, sinotambién por nuestros dolores, debili-dades, pruebas y tragedias. Entiendola naturaleza infinita y eterna de Sugran y último sacrificio. Comprendomejor el amor de nuestro Salvadorejemplificado en Su último gran actode redención. Gracias a José Smith,

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mi amor y mi gratitud por el Salvadoraumentan y mi adoración tiene mayorsentido. Entre los muchos himnos denuestro himnario, escritos por W. W.Phelps, se encuentra el conocido him-no que dice: “Al gran profeta rinda-mos honores” (“Loor al Profeta”,Himnos, Nº 15). Mi corazón vibra alentonar ese himno.

Sí, porque cantamos con entusias-mo y con dicha: “Al gran profeta rin-damos honores”, cantamos sobre elSalvador con aun mayor reverencia,emoción y gratitud al decir: “Cuánasombroso es que por amarme asímuriera Él por mí. Cuán asombrosoes lo que dio por mí” (“Asombro meda”, Himnos, Nº 118). Mi corazón vi-bra gracias al conocimiento que elprofeta José trajo a mi vida en cuantoal efecto personal de la expiación demi Salvador.

Tercero, mi corazón vibra al estu-diar y meditar las sagradas escriturasdel Libro de Mormón, al complemen-tar a la Biblia y testificar de la divinidadde Jesucristo como el Hijo de Dios, elRedentor y el Salvador del mundo.Gracias a ese sagrado compañero dela Biblia, mi comprensión de la doctri-na de Cristo ha aumentado y así, mu-chas de las dudas que quedaban sinrespuesta en ésta, ahora se explican ami entera satisfacción. El Libro deMormón es la evidencia tangible deque José es un profeta de Dios, deque Cristo realmente se le apareció yde que el Evangelio ha sido restauradoen toda su pureza y plenitud.

Mi corazón vibra al contemplar elmilagro de la existencia del Libro deMormón: la laboriosa tarea de grabarsobre planchas de metal, la atentacustodia que durante siglos le diera elescogido de Dios, y su milagrosa tra-ducción. Ciertamente, encaja la per-fecta definición de Escritura sagrada.Debido al majestuoso amor de Diospor nosotros, Él nos proporcionó estaevidencia para que podamos tenerlaen nuestras manos, examinarla, estu-diarla y hasta ponerla en tela de juicio.Pero, sobre todo, Dios me ama lo suficiente para darme a mí, y a cual-quiera que sinceramente busque una

revelación personal de la veracidaddel Libro de Mormón, la evidenciatangible de la Restauración y de queJosé Smith fue un profeta verdadero.

Refiriéndose a este conocimientosagrado, Alma, un profeta del Libro deMormón, testifica:

“¿No suponéis que sé de estas co-sas yo mismo? He aquí, os testificoque yo sé que estas cosas de que hehablado son verdaderas. Y ¿cómo su-ponéis que yo sé de su certeza?

“He aquí, os digo que el SantoEspíritu de Dios me las hace saber. Heaquí, he ayunado y orado muchos dí-as para poder saber estas cosas por mímismo. Y ahora sé por mí mismo queson verdaderas; porque el Señor Diosme las ha manifestado por su SantoEspíritu; y éste es el espíritu de revela-ción” (Alma 5:45–46).

Al igual que Alma de antaño, cada uno de nosotros, miembros e

investigadores sinceros, puede sabercon certeza que estas cosas son verda-deras. Tenemos el gran privilegio desaber; es más que un privilegio; tene-mos la responsabilidad de saber.Constituye una enorme pérdida el nosaber cuándo se nos concede seme-jante privilegio. El Señor ha dicho:“…llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7).Jacob, un profeta del Libro deMormón, dice: “…[venid] con íntegropropósito de corazón” (Jacob 6:5). Notenemos que confiar en nuestro inte-lecto ni en nuestros sentidos físicos.Si estudiamos, oramos y, al igual queAlma de antaño, incluso ayunamos,entonces viene un silbo apacible y de-licado y un corazón vibrante.Imagínense recibir una revelaciónpersonal de Dios que les diga que es-tas cosas son verdaderas. Mi corazónvibra tan sólo con pensar en ello. Enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

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Las recientes catástrofes ocurri-das alrededor del mundo noshan conmovido. El sufrimiento

de los niños, que son víctimas inocen-tes, es lo que más nos entristece.Hemos visto a niños sin familiares quelos mantengan, los protejan y losamen. Deseamos de todo corazóntenderles una mano y ayudarlos de al-guna manera, de cualquier maneraque alivie su sufrimiento y les brindeesperanza. Nos sentimos agradecidaspor las oportunidades que tenemosde dar ayuda; nos alienta el empeñoque realizan muchas personas que es-tán ayudando a esos niños.

Sin embargo, no tenemos que mi-rar muy lejos para ver a niños que vi-ven en circunstancias diferentes y, sinembargo, problemáticas. Sin darnoscuenta, es posible que no prestemos

atención a los niños que nos rodean.¿Somos realmente conscientes de lascondiciones de peligro que rodean anuestros niños? Por lo general, nos esposible determinar si se satisfacen susnecesidades físicas, pero, ¿qué sucedecon sus necesidades espirituales?¿Saben ellos en cuanto a la luz y la pazdel Evangelio de Jesucristo? LasEscrituras enseñan: “…todos tus hijosserán instruidos por el Señor; y gran-de será la paz de tus hijos” 1.

Los niños necesitan la paz que serecibe al saber que tienen un amoro-so Padre Celestial, que envió a Su HijoJesucristo para traer luz y esperanza almundo. Como adultos, de nosotrosdepende guiar a los niños a esa paz ya esa luz.

El lamentable estado espiritual dealgunos niños en el mundo hoy día serepresenta en una pintura del artistadanés Carl Bloch, que ilustra magnífi-camente un relato de las Escriturasque se encuentra en el capítulo 5 deJuan. Cristo, el Sanador y Consolador,es la figura central de la obra. La pin-tura muestra cómo Él levanta la mantaque cubre a un hombre paralítico denacimiento que está esperando el mi-lagro de ser sanado en el estanque deBetesda, pero que no tiene a nadieque lo ayude. Mientras se queda allí,en espera de un milagro, Cristo se leacerca con el poder para sanarlo.

En la pintura hay varias personasen el fondo, ninguna de las cuales mi-ra directamente a Cristo. El Señor está

entre ellos, pero sólo un hombre love como a tal. Da la impresión de quetodos los demás siguen realizando suslabores diarias, totalmente ajenos algran poder de Jesús y al milagro queestá a punto de tener lugar en presen-cia de ellos. Un niño pequeño y unamujer, quizás su madre, a pesar deque Él estaba a la vista de ellos, aligual que los demás, tienen los ojospuestos en otro lado. En la presenciamisma del Salvador, esa mujer noguió al niño hacia el Salvador. Yo mepregunto: ¿Habríamos desaprovecha-do nosotros también la oportunidadde venir a Cristo? ¿Nos distraen y opa-can nuestra perspectiva espiritual lossucesos cotidianos que nos impidenconcentrarnos en lo que realmente esde más importancia? Pienso: ¿Nos es-tamos privando de las oportunidadesde aprender del Señor y de sentir Suamor? ¿Nos estamos privando de lasoportunidades de compartir con losdemás, especialmente con los niños,lo más importante: el Evangelio deJesucristo? Todos hemos visto a niñosy a jóvenes en medio de la multitud,confundidos y deseando conocer loque de verdad es importante.

Casi hasta puedo oír a ese niño y aotros niños exclamar las palabras quetantas veces nosotros hemos cantado:“Hazme andar en la luz”. Recordaránla letra:

Hazme en la luz de Su amorcaminar.

Muéstrame cómo a mi Padre orar. Quiero vivir como dijo Jesús. Dime cómo andar en la luz 2.

¿Estamos enseñando a nuestros hi-jos a conocer, a sentir y a disfrutar dela belleza, del poder y de los milagrosdel Evangelio de Jesucristo? El presi-dente Gordon B. Hinckley ha aconse-jado: “Nutramos a nuestros hijos en loque concierne a Él, a quien llamamosel Señor Jesucristo. Enseñemos anuestros hijos los grandiosos princi-pios de salvación del Evangelio”3. Losniños deben saber que si tienen fe enel Salvador y le siguen, recibirán pazen este mundo turbulento.

Todos tus hijosserán instruidosC O L E E N K . M E N LO V EPresidenta General de la Primaria

Los niños deben saber que, si tienen fe en el Salvador y lesiguen, recibirán paz en este mundo turbulento.

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¿Cómo enseñamos a nuestros hi-jos? Sigamos el ejemplo del Salvador.En el Libro de Mormón leemos acercade la aparición del Salvador resucita-do a la gente del HemisferioOccidental. Mientras enseñaba a lagente, Él reunió a los niños y se arro-dilló con ellos, y oró con ellos y porellos, y los bendijo uno por uno.Sintió gozo por la presencia de los pe-queños y abrió los cielos para que losniños fueran enseñados de lo alto.

Al incluir a los niños en la mesa fa-miliar, en el estudio de las Escriturasen familia y en las noches de hogar,ustedes están siguiendo el ejemplodel Salvador al amarlos y enseñarles.Al hacerlo, háganles saber que juntos,los integrantes de la familia se estánesforzando por guardar los manda-mientos y ser dignos de llegar a seruna familia eterna. Es posible que,

durante uno de esos momentos infor-males, a solas con uno de ellos, elEspíritu nos inspire a hacer las pre-guntas adecuadas o a decir precisa-mente lo que sea necesario paraayudar a nuestros hijos a saber y asentir la luz del Señor. Si tratamos deproporcionar los momentos propi-cios, el Espíritu nos guiará.

Tenemos a nuestro alrededor ni-ños maravillosos y capaces. Nosotrospodemos ayudarlos a encontrar la pazen esta vida y en la vida venidera.

Los niños deben sentir la Luz deCristo a fin de que escojan la luz y re-sistan las tinieblas. Moisés tuvo unaexperiencia milagrosa cuando fuetransfigurado y vio a Dios con sus ojosespirituales. Después de que Moisésrecibió instrucción de Dios y hubovisto Su Gloria y Su obra, Satanás se acercó a Moisés con tinieblas y

confusión. Debido a que Moisés habíaexperimentado la luz y la gloria deDios, se dio cuenta de la diferencia; semantuvo firme en contra de Satanás ydijo: “¿Quién eres tú? Porque, he aquí,yo soy un hijo de Dios”4.

Los niños deben estar llenos de laluz del Evangelio para que cuando lle-gue la tentación, digan: “Sé quien soy.Soy un hijo de Dios. Sé lo que debohacer. Voy a bautizarme, a recibir elEspíritu Santo y a guardar los manda-mientos”. Entonces los niños podrándecir: “Sé lo que puedo llegar a ser.Puedo convertirme en una joven rec-ta” o “puedo convertirme en un jovenrecto y recibir el sacerdocio de Dios”.Los niños que tengan ese conocimien-to y esa luz podrán tomar la decisiónde rechazar las tinieblas y volverse a laluz y a la paz del Evangelio.

Los niños que tienen el Evangelioarraigado en sus corazones recono-cen la mano del Señor en su vida. Losniños saben más de lo que nos imagi-namos y pueden hacer más de lo quea veces pensamos. He aprendido quelos niños que tienen la luz delEvangelio son creyentes; no tienendudas. Samantha, de 11 años, dijo:“Sé que el Evangelio es verdaderoporque así lo siento”. Benjamín, detres años, dijo: “Sé que mi PadreCelestial escucha y contesta mis ora-ciones porque me ama”. Los niñosque tienen la luz del Evangelio dicen:“Yo sé que el Espíritu Santo me dirigeporque me siento feliz cuando decidoseguir Su inspiración”.

Samuel está comenzando a com-prender los sentimientos que provie-nen del Espíritu Santo. Cuando sumadre le preguntó: ¿Quién es elEspíritu Santo?”, él dijo: “Es un cálidosentimiento dentro de mí”. Samueltambién comprendió que cuando suhermanito de dos semanas estuvo en-fermo, fue el Espíritu Santo el que loalentó a orar para pedir la ayuda delSeñor.

¿Perciben la paz de esos niños?Para enseñar a los niños se requiere

algo más que el deseo de hacerlo; senecesita diligencia de nuestra parte.Anteriormente mencioné la canción:

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“Hazme andar en la luz”, escrita porClara McMaster. La hermana McMasterme contó que mientras prestaba servi-cio en la mesa general de la Primariarecibió la asignación de escribir unacanción acerca de enseñar a los niños;pensó que ésa era una tarea de enor-mes proporciones y oró para sabercómo comenzar y llevar a cabo esaasignación.

Después de gran esfuerzo, entregósu trabajo, pero se le dijo que aún noestaba totalmente bien; no se le men-cionó qué debía cambiar, sólo que si-guiera trabajando hasta que estuvierabien. Se sentía extenuada espiritual-mente, sin saber cómo proseguir.Nuevamente buscó la guía del Señor,hizo cambios y envió otra edición.Esa labor tuvo lugar tres veces más,hasta que al fin, se le dijo que el tra-bajo estaba perfecto y que no debíacambiar nada.

A pesar de que hubo muchas vecesen que la hermana McMaster quisodarse por vencida, siguió trabajandodiligentemente en lo que se le habíapedido y en lo que esperaba sería unabendición en la vida de los niños. Suinspirada música la han cantado adul-tos y niños en muchos lugares y len-guas. Esa canción representa el deseode mi corazón: de que todos los niñosaprendan a caminar en la luz del

Evangelio de Jesucristo. Esa cancióncomienza con la súplica de un niño:“[Enséñame]en la luz de Su amor ca-minar” y termina con una promesa:“Juntos vamos a andar en la luz”5.

Se necesitará tiempo y esfuerzopara enseñar a los niños, pero no de-bemos distraernos ni darnos por venci-dos. Nuestros niños necesitan tanto el cumplimiento de la promesa: “…ygrande será la paz de tus hijos”6. Nopermitamos que ningún niño dude siél o ella es amado por nuestro PadreCelestial y Jesucristo. Permitamos quetodos sepan quiénes son, qué debenhacer y quiénes pueden llegar a ser.

Me siento agradecida por todos losque, con amor, tienden una mano alos niños, que los aman y les enseñanque, a pesar de sus circunstancias te-rrenales, pueden sentir paz en la luzdel Evangelio y recibir las promesasdel Señor.

Quisiera hablar en especial a los ni-ños de todo el mundo. He conocido aalgunos de ustedes aquí y a otros enlugares tales como África, Filipinas,Corea y, recientemente, en Ucrania yRusia. Los he visitado en la Primaria eincluso en los hospitales de niños.Ojalá sepan lo mucho que sus familiaslos quieren, sus maestros de laPrimaria y, por sobre todo, nuestroPadre Celestial y Jesucristo.

No se conformen con menos quelos privilegios y las bendiciones queDios les ofrece. Las normas que guar-den en el vestir, en el lenguaje y en elcomportamiento son señales externasde su cometido interior de seguir elplan que nuestro Padre Celestial tienepara ustedes.

La influencia que ustedes tienensobre mí es más grande de lo que seimaginan. Les agradezco el gozo y laesperanza que me brindan a mí y asus líderes de la Primaria, y especial-mente a sus padres. Por favor, recuer-den expresar agradecimiento aquienes les aman y les enseñan. Sé, yquiero que ustedes sepan, que sonhijos de Dios, que nuestro PadreCelestial los ama y que pueden orar aÉl en cualquier momento y en cual-quier lugar. Traten siempre de recor-dar y seguir a Jesucristo, lo cual lesbrindará luz y paz a su vida ahora yesperanza para la eternidad. De esotestifico en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. 3 Nefi 22:13.2. “Hazme andar en la luz”, Canciones para

los niños, pág. 70.3. “Messages of Inspiration from President

Hinckley,” Church News, 4 de septiembrede 1999, pág. 2.

4. Moisés 1:13.5. Canciones para los niños, pág. 70.6. 3 Nefi 22:13.

La Primera Presidencia (a la derecha) espera el comienzo de una sesión de la conferencia con tres miembros del Quórum de

los Doce Apóstoles (desde la izquierda): el élder David A. Bednar, el élder Dieter F. Uchtdorf y el élder Henry B. Eyring.

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Mis queridos hermanos y her-manas, desde nuestra últimaconferencia general, mi ama-

da, mi querida esposa durante 59años, falleció. Encontrándome en casaen uno de esos sábados poco comu-nes en los que no tenía ninguna asig-nación, habíamos trabajado juntos;ella había lavado nuestra ropa y yo ha-bía ayudado a llevarla, doblarla y po-nerla en su lugar. Después, mientrasestábamos sentados en el sofá, toma-dos de la mano y disfrutando de unprograma de televisión, mi preciosaDantzel pasó tranquilamente a la eter-nidad. Su deceso acaeció de repente yde forma imprevista. Sólo cuatro díasantes, el informe de nuestro médico,

en un chequeo de rutina, indicó quesus análisis del laboratorio eran bue-nos. Después de que mis esfuerzospor reanimarla resultaron infructuo-sos, me abrumaron sentimientos deconsternación y de dolor. Mi amigamás cercana, la angelical madre denuestros 10 hijos, la abuela de nues-tros 56 nietos, se nos había ido.

Dantzel no sólo fue una amada yamorosa compañera; fue una maes-tra: mediante su noble ejemplo ense-ñó la fe, la virtud, la obediencia y lamisericordia. Me enseñó a escuchar ya amar y, gracias a ella, conozco todaslas bendiciones que pueden venir aun esposo, padre y abuelo.

Agradezco profundamente la enor-me demostración de amor de amigosqueridos de todo el mundo. Nos hanenviado incontables cartas, llamadas te-lefónicas y otros mensajes, todos elloshomenajes expresados en amorosa ad-miración hacia ella y de condolenciahacia nosotros, a quienes dejó atrás.Esos mensajes fueron tan numerososque, lamentablemente, no pudimosresponder a todos en forma individual.Les agradezco a todos y a cada uno sugran bondad hacia nosotros. Gracias,muchas gracias. Sus expresiones hantraído mucho consuelo en esta épocade dolor para nuestra familia. ¡En ver-dad amamos a nuestra queridaDantzel! ¡La echamos de menos!

De su inesperada partida podemosaprender una lección muy importan-te: ahora es el tiempo de prepararnospara comparecer ante Dios. Mañanapuede ser demasiado tarde. A travésde las épocas, los profetas así lo handeclarado: “Esta vida es cuando elhombre debe prepararse para compa-recer ante Dios… no demoréis el díade vuestro arrepentimiento”1.

La necesidad de prepararnos ahoraAún así, muchos demoran2. Un

profeta nos advierte: “No podréis de-cir… Me arrepentiré, me volveré a miDios. No, no podréis decir esto; por-que el mismo espíritu que poseavuestros cuerpos al salir de esta vida,ese mismo espíritu… [poseerá] vues-tro cuerpo en aquel mundo eterno”3.Otro profeta agrega: “El que es impu-ro continuará siendo impuro; y el quees justo continuará siendo justo”4.

Grande es el conocimiento de que:“Cualquier principio de inteligenciaque logremos en esta vida se levanta-rá con nosotros en la resurrección”5.Del profeta José Smith tambiénaprendemos que “Dios tiene determi-nado… un… tiempo en que traerá asu reposo celestial a todos sus súbdi-tos que hayan obedecido a su voz yguardado sus mandamientos. Este re-poso6 es de tal perfección y gloria,que el hombre tiene necesidad, segúnlas leyes de este reino, de una prepa-ración antes que pueda entrar en él ydisfrutar de sus bendiciones… Diosha dado ciertas leyes a la familia hu-mana que son suficientes, si se obser-van, para prepararlos, a fin de heredareste reposo”7. ¡La hermana Nelson es-taba preparada de esa manera!

Esa gloriosa meta parece estar muydistante si uno se desanima con losproblemas y el pesimismo mundanos.Recuerdo cuando un amigo, que pasa-ba por un día difícil, exclamó: “¡Ay!¿Por qué habré nacido?”. El plan deDios responde a su pregunta. Vinimosa esta vida a adquirir un cuerpo físico.Nos podemos enamorar y casar, pode-mos tener hijos y experimentar laspruebas de la vida. (Por favor, perdó-nenme por mencionar a los hijos y las

Ahora es el tiempo de preparaciónÉ L D E R R U S S E L L M . N E L S O NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Ahora es el tiempo de prepararnos para comparecer anteDios. Mañana puede ser demasiado tarde.

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pruebas de la vida en la misma frase.Percibo que los dos son parte de nues-tro proceso de desarrollo.) La Iglesiase restauró, la tierra se creó para quelas familias pudiesen ser selladas enlos santos templos. De otro modo, to-da la tierra sería “totalmente asolada”8.

Vinimos para ser probados, paraser examinados y para tomar decisio-nes9. Nuestras decisiones determinannuestro destino. Somos “libres paraescoger la libertad y la vida eterna,por medio del gran Mediador… o es-coger la cautividad y la muerte”10. Esprobable que quienes escojan el sen-dero del Señor tengan que soportar lapersecución11, pero su galardón es se-guro. Quienes prueben ser fieles, “he-redarán el reino de Dios… y su gozoserá completo para siempre”12. ¡Lahermana Nelson se ha ganado ese ga-lardón! ¡Qué consuelo nos brinda esoa mí y a mi familia!

Las pruebas y las vicisitudes se apli-can a los ricos y a los pobres porigual. Hace años, se me pidió realizaruna operación quirúrgica a un hom-bre muy rico. Un examen de biopsiaconfirmó que tenía un cáncer avanza-do que se le había extendido por todoel cuerpo. Al informarle estas noticias,su reacción inmediata fue apoyarse ensu riqueza; iría a donde fuera o haríalo que fuese para tratar su afección.Pensó que con su dinero podría com-prar su salud de nuevo, pero al pocotiempo falleció. Alguien preguntó:“¿Cuánta riqueza dejó?”. Por supuesto,la respuesta fue: “¡La dejó toda!”.

Sus prioridades se basaban en lascosas de este mundo. Su escalera deléxito había estado apoyada en la pa-red equivocada. Cuando leo este pa-saje de las Escrituras pienso en él:“Mas he aquí, vuestros días de proba-ción ya pasaron; habéis demorado eldía de vuestra salvación hasta quees… tarde ya”13.

En radiante contraste, la hermanaNelson se preparó a lo largo de todasu vida para cuando regresara a Dios;vivió cada día como si fuera el último;valoró cada hora, sabiendo que eltiempo en la tierra es valioso.

Algunas personas viven como si no

hubiese un día de juicio; otras pierdenel tiempo presente con un temor pa-ralizante hacia el futuro o con una pre-ocupación desmedida por los erroresdel pasado. Todos haríamos bien enprestar oído a las palabras del poeta,las que aparecen en un reloj de sol:

La sombra de mi estileteEl futuro del pasado divide:Antes, duerme la hora por nacer,En la obscuridad, allende de tu

poder:Detrás de la línea que no regresa,La hora que se esfumó, ya no es

tuya:Sólo una hora en tus manos hay, —El AHORA, donde la sombra está14.(Traducción libre).

¿Cómo nos preparamos?Ahora es el tiempo, pero, ¿cómo

nos preparamos? ¡Empecemos con el arrepentimiento! El pasaje de lasEscrituras afirma: “Si habéis procura-do hacer lo malo en los días de

vuestra probación, entonces os halláisimpuros ante el tribunal de Dios…ninguna cosa impura puede morarcon Dios”15. Él dio esta sencilla nor-ma: “A menos que cumpláis mi ley, nopodréis alcanzar esta gloria”16.

Ahora es el tiempo de demostrarun reverente respeto hacia nuestrocuerpo físico, que sirve como taber-náculo de nuestro espíritu a través detoda la eternidad. Los apetitos físicosse deben controlar mediante la volun-tad de nuestro espíritu. Debemos“[abstenernos] de toda impiedad”17.Debemos “[desechar] todo lo malo y[allegarnos] a todo lo bueno, y… [vi-vir] de acuerdo con toda palabra quesale de la boca de Dios”18.

Debido a las frecuentes y aterrado-ras calamidades en el mundo, algunaspersonas dudan de la existencia deDios, pero, de hecho, Él está tratandode ayudarnos. Él reveló estas pala-bras: “¡Cuántas veces os he llamadopor boca de mis siervos y por la mi-nistración de ángeles, y por mi propia

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voz y por la de los truenos… y de…tempestades… de… terremotos… defuertes granizadas… de hambres ypestilencias de todas clases… y os hu-biera salvado con una salvación sem-piterna, mas no quisisteis!”19.

Lo que Él espera para nosotros esla vida eterna. Nos hacemos merece-dores de ella mediante la obediencia alos convenios y a las ordenanzas deltemplo para nosotros, para nuestrasfamilias y para nuestros antepasados.No podemos ser perfeccionados sinellos20. No podemos llegar a la presen-cia de Dios con sólo desearlo, debe-mos obedecer las leyes sobre las queesas bendiciones se basan21.

El plan de Dios es justo. Aún “todoslos que han muerto sin el conocimien-to de este evangelio, quienes lo habrí-an recibido si se les hubiese permitidopermanecer, serán herederos del rei-no celestial de Dios”22. Su plan tam-bién es misericordioso; Él “[juzgará] atodos los hombres según sus obras,según el deseo de sus corazones”23.

Ahora es el tiempo de inscribirnuestro nombre entre los del pueblode Dios. Lo hacemos al pagar el diez-mo. Él diezma a Su pueblo para ben-decirlo24. La hermana Nelson enseñóesta lección a nuestra familia, una yotra vez25.

Ahora es el tiempo de alinear nues-tras metas con las metas de Dios. Su obra y Su gloria: “Llevar a cabo la

inmortalidad y la vida eterna del hom-bre”26, puede llegar a ser la nuestra. Encuanto al matrimonio en el templo, elSalvador declaró: “Si un hombre se ca-sa con una mujer por mi palabra, lacual es mi ley, y por el nuevo y sempi-terno convenio… [heredarán] tronos,reinos, principados, potestades y do-minios… exaltación y gloria en todaslas cosas”27. Debemos emular el ejem-plo del Señor, de amar como Él amó,de orar como Él oró y de perseverarhasta el fin como Él lo hizo28.

La importancia de la muerte en elplan eterno de Dios

La muerte es un componente ne-cesario de nuestra existencia eterna.Nadie sabe cuándo va a venir, pero esesencial en el gran plan de felicidadde Dios29. Gracias a la expiación delSeñor, la futura resurrección es unarealidad y la vida eterna es una posibi-lidad para toda la humanidad30. Esaposibilidad se convierte en una reali-dad al obedecer la ley de Dios. Él dijo:“A menos que guardéis mis manda-mientos… de ningún modo entraréisen el reino de los cielos”31. Un día se-remos juzgados por el Señor32 e ire-mos a nuestra propia mansiónpreparada en la morada celestial denuestro Padre33. La gloria celestial lesespera a quienes hayan sido fieles alos tiernos mandamientos de Dios34.

Hermanos y hermanas, vivimos pa-ra morir y morimos para vivir, en otraesfera. Si estamos bien preparados, lamuerte no infunde terror. Desde unaperspectiva eterna, la muerte es pre-matura sólo para los que no estén pre-parados para comparecer ante Dios.

Ahora es el tiempo de preparación.Después, cuando venga la muerte, po-dremos avanzar hacia la gloria celestialque el Padre Celestial ha preparado pa-ra Sus hijos fieles. Mientras tanto, paralos apesadumbrados seres queridosque quedan atrás, tales como nuestrafamilia y yo, el aguijón de la muerte esmitigado por una fe firme en Cristo,por un fulgor perfecto de esperanza yamor por Dios y por todos los hom-bres y un profundo deseo de servir-les35. Esa fe, esa esperanza, ese amor

nos permitirán entrar en la sagradapresencia de Dios y, con nuestros cón-yuges y familias eternas, morar con Élpara siempre. De esto testifico en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Alma 34:32–33; véase también Alma 13:27.2. En las Escrituras se nos amonesta: “no [en-

durezcáis] más vuestros corazones; porquehe aquí, hoy es el tiempo y el día de vues-tra salvación; y por tanto, si os arrepentís…inmediatamente obrará para vosotros elgran plan de redención” (Alma 34:31).

3. Alma 34:34; cursiva agregada.4. Mormón 9:14; véase también 2 Nefi

9:15–16; D. y C. 88:27–32, 34–35; D. y C.130:2.

5. D. y C. 130:18.6. En el Nuevo Testamento, el término des-

canso se ha traducido del sustantivo feme-nino griego katapausis, que significa “elcelestial regocijo en el que mora Dios”. Deese modo, descanso, connota un elementode gloria.

7. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 58.8. Véase D. y C. 2:1–3; 138:48; José Smith—

Historia 1:39.9. Véase 2 Nefi 9:27; D. y C. 98:12; Abraham

3:24–26.10. 2 Nefi 2:27.11. Véase 2 Timoteo 3:12.12. 2 Nefi 9:18.13. Helamán 13:38.14. Henry Van Dyke, “The Sun-Dial at Wells

College”, en The Poems of Henry Van Dyke,1911, pág. 345. El reloj de sol y el poemase exhiben en Wells College, Aurora, NuevaYork.

15. 1 Nefi 10:21.16. D. y C. 132:21; véase también D. y C.

88:36–39.17. Moroni 10:32; véase también 2 Nefi 2:21;

Mormón 9:28.18. D. y C. 98:11.19. D. y C. 43:25.20. Véase D. y C. 128:15, 18.21. Véase D. y C. 130:20–21.22. D. y C. 137:7.23. D. y C. 137: 9.24. Véase Malaquías 3:10; 3 Nefi 24:10. El diez-

mo también prepara a la gente para un fu-turo día de venganza y fuego (véase D. y C.85:3).

25. Véase Spencer J. Condie, Russell M. Nelson,Father, Surgeon, Apostle, 2003, pág.104.

26. Moisés 1:39; véase también Moisés 6:59;Joseph Smith Translation, Génesis 6:62.

27. D. y C. 132:19; véase también D. y C. 75:5;101:65.

28. Véase 2 Nefi 33:4; 3 Nefi 15:9; 27:21–22; D. y C. 14:7.

29. Véase Alma 42:8–9.30. Véase 1 Corintios 15:50–54; 1 Juan 5:11,

20; Alma 12:25; Mormón 9:13; D. y C.46:14; 76:40–42, 50–59; 133:62.

31. 3 Nefi 12:20.32. Véase 1 Nefi 10:20; 2 Nefi 9:41–46; Alma

12:27.33. Véase Juan 14:2; D. y C. 98:18.34. Véase D. y C. 78:7; 131:1–3.35. Véase 2 Nefi 31:20; Mosíah 16:7–8; Moroni

7:38–48.

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Mis queridos hermanos y her-manas que se hallan aquí pre-sentes y en diversas partes

del mundo, solicito sus oraciones y sufe para responder a la asignación y elprivilegio de dirigirme a ustedes.

Comienzo felicitándolos a todos.En este mundo tan difícil, los jóvenesde hoy son los mejores que ha tenidola Iglesia. La fe, el servicio y las obrasde nuestros miembros son dignos dealabanza. Somos un pueblo de fe, que

se apoya en la oración y que se esfuer-za por ser decente y honrado.Cuidamos los unos de los otros y tra-tamos de amar a nuestro prójimo.

Sin embargo, y antes de que nosdurmamos en los laureles, permítan-me citar de 2 Nefi, en el Libro deMormón:

“En aquel día [el diablo]… losadormecerá con seguridad carnal, demodo que dirán: Todo va bien enSión; sí, Sión prospera, todo va bien.Y así el diablo engaña sus almas”1.

Se ha dicho que el árbol de la auto-complacencia tiene muchas ramas ycada primavera echa nuevos brotes.

No podemos permitirnos el lujo de ser indiferentes. Vivimos tiempospeligrosos; las señales están a todonuestro alrededor. Estamos extrema-damente atentos a las influencias ne-gativas de la sociedad que acechan a lafamilia tradicional. A veces la televisióny las películas representan a héroes y aheroínas mundanos e inmorales y tra-tan de poner como ejemplos a actoresy actrices cuyas vidas nada tienen deejemplar. ¿Por qué seguir a un guíaciego? Las emisoras de radio nos

aturden con música denigrante con le-tra descarada, invitaciones peligrosas ydescripciones de casi cualquier mal-dad imaginable.

Nosotros, los miembros de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días, debemos hacerfrente a los peligros que nos rodeantanto a nosotros como a nuestras fa-milias. A fin de auxiliarnos en estadeterminación, ofrezco varias suge-rencias, así como algunos ejemplosde mi propia vida.

Comenzaré con la noche de hogar.Nadie puede permitirse desatendereste programa inspirado que brindacrecimiento espiritual a cada miem-bro de la familia y le ayuda a resistirlas tentaciones que hay por todas par-tes. Las lecciones que se aprenden enel hogar son las que perduran. Tal ycomo han dicho el presidenteGordon B. Hinckley y sus anteceso-res: “El hogar es el fundamento deuna vida recta y ningún otro mediopuede ocupar su lugar ni cumplir susfunciones esenciales”2.

El Dr. Glenn J. Doman, destacadoautor y autoridad médica, escribió: “Elrecién nacido es casi una réplica exac-ta de una computadora vacía, aunquesuperior a dicha computadora casi encada aspecto… Aquello que se intro-duce en la [mente] del niño durantesus primeros ocho años de vida que-dará ahí para siempre. Si se le da in-formación errónea durante [esteperíodo], resulta sumamente difícileliminarla”. Y el doctor Doman agre-gó: “Los dos o tres primeros añosconstituyen el periodo más receptivode la vida humana”3.

Me gusta este pensamiento: “Lamente es un armario y cada uno abas-tece sus estantes”. Asegurémonos deque nuestros estantes, y los de nues-tra familia, cuenten con aquellas cosasque brindan seguridad al alma y nospermitan regresar a nuestro PadreCelestial. En esos estantes deberá ha-ber conocimiento del Evangelio, fe,oración, amor, servicio, obediencia,ejemplo y bondad.

Ahora abordo el tema de las deudas. Ésta es la época de pedir

Verdadesconstantespara tiemposcambiantesP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Nosotros, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días, debemos hacer frente a lospeligros que nos rodean tanto a nosotros como a nuestras familias.

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prestado, una época en la que cadasemana recibimos en el correo múlti-ples ofertas de tarjetas de crédito que,por lo general, suelen ofrecer un inte-rés bajo que tal vez se aplique duranteun breve periodo de tiempo. Pero nosolemos darnos cuenta de que, unavez que ese período se haya vencido,la tasa de interés aumenta drástica-mente. Comparto con ustedes unadeclaración del presidente J. ReubenClark, Jr., que fue miembro de laPrimera Presidencia hace muchosaños. Se trata de una verdad eterna.Él dijo:

“En todo el mundo rige una reglaeconómica y financiera por la que sepaga un interés por el dinero que setoma prestado…

“El interés nunca duerme, ni en-ferma ni muere; nunca va al hospital;trabaja los domingos y días festivos;nunca sale de vacaciones; nunca visi-ta ni viaja; no se complace en nada;nunca queda cesante ni le despidendel empleo; nunca le reducen el nú-mero de horas que puede trabajar…Una vez que contraemos una deuda,el interés es nuestro compañero ca-da minuto del día y de la noche; nopodemos huir ni escabullirnos de él;no podemos despedirlo; no cede an-te súplicas, ni demandas, ni órdenes;y si nos inmiscuimos en su vía o

atravesamos su camino o no cumpli-mos con sus exigencias, nosaplasta”4.

Mis hermanos y hermanas, me ho-rroriza ver toda esa publicidad abo-gando por los préstamos hipotecariosal consumo. Hablando en términos fi-nancieros: se trata de segundas hipo-tecas inmobiliarias que tienen comofin tentarnos a solicitar más dinero pa-ra adquirir más cosas. Pero lo quenunca se menciona es el hecho deque si no se es capaz de satisfacer ese“segundo” pago, se corre el riesgo deperder la vivienda.

Eviten la filosofía y la excusa deque los lujos de ayer son las necesi-dades de hoy; las necesidades noexisten a menos que nosotros lascreemos. En la actualidad, muchosde nuestros matrimonios jóvenesquieren empezar por disponer de va-rios vehículos y del tipo de viviendaque sus padres tardaron toda una vi-da en tener. En consecuencia, ad-quieren una deuda a largo plazorespaldada por sus dos sueldos, ypuede que sea demasiado tardecuando se den cuenta de que en lavida hay cambios, las mujeres tienenhijos, la enfermedad golpea a algu-nas familias, las personas se quedansin empleo o se producen desastresnaturales u otras circunstancias que

les impiden pagar la hipoteca quedepende de ambos sueldos.

Es esencial que vivamos de acuer-do con nuestros ingresos.

Siguiente punto. He recibido la im-presión de dirigirme a las madres, alos padres, a los hijos y a las hijas.

A cada madre y padre le digo: seanbuenos oyentes. La comunicación esvital en este mundo tan acelerado.Dediquen tiempo a escuchar. Y a us-tedes, hijos, les digo que hablen consus padres. Tal vez les cueste aceptar-lo, pero sus padres han pasado pormuchos de sus mismos problemas ycon frecuencia tienen una visión másclara de la situación que ustedes. Ellosoran por ustedes cada día y tienen de-recho a recibir inspiración de nuestroPadre Celestial para aconsejarles yasesorarles.

Madres: compartan las tareas de lacasa. A veces resulta más fácil hacerlotodo ustedes mismas que lograr quesus hijos les ayuden, pero para elloses vital aprender a hacer su parte.

Padres: les aconsejo que muestrenamor y bondad por su esposa. Seanpacientes con sus hijos; no los con-sientan en exceso, pues deben apren-der a labrarse su propio camino.

Los insto a estar a disposición desus hijos. He oído decir que ningúnhombre en su lecho de muerte se

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arrepiente de no haber pasado mástiempo en la oficina.

Me encanta el ejemplo siguiente,tomado de un artículo titulado “Undía en la playa”, de Arthur Gordon,quien dijo:

“Cuando tenía más o menos 13años y mi hermano 10, papá prometióllevarnos al circo, pero al mediodíasonó el teléfono; un asunto urgenterequería su atención. Nos preparamospara la desilusión, pero luego lo oí-mos decir en el teléfono: ‘No, no esta-ré allí; eso tendrá que esperar’.

“Cuando volvió a la mesa, mamásonrió y dijo: ‘El circo viene a cada rato, ¿no?’.

‘Lo sé’, dijo papá, ‘pero no laniñez’ ”5.

Mis hermanos y hermanas, el tiem-po del que disponen para estar consus hijos cada vez es menor; no pos-pongan el estar con ellos. Hay quienlo expresa así: Vive sólo para el maña-na y hoy tendrás muchos ayeres vacíos6.

Padres: ayuden a sus hijos a fijarsemetas educativas y profesionales.Ayuden a sus hijos varones a aprendermodales y a respetar a las mujeres y alos niños.

El presidente Hinckley ha dicho:“Según enseñemos a una nueva gene-ración, así será el mundo dentro deunos pocos años. Si les preocupa elfuturo, velen hoy por la crianza de sus hijos”7.

Aquí tendrían buena aplicación laspalabras del apóstol Pablo a su amadoTimoteo: “Sé ejemplo de los creyen-tes en palabra, conducta, amor, espíri-tu, fe y pureza”8.

Padres: vivan de tal modo que sushijos vean en ustedes un ejemplo dig-no de emular.

A todas las familias aconsejo:Escudriñen sus orígenes. En la medi-da de lo posible es importante queconozcamos a los que nos precedie-ron. Descubrimos algo de nosotrosmismos cuando aprendemos sobrenuestros antepasados.

Recuerdo oír de niño las experien-cias de la rama Miller de mis antepasa-dos. En la primavera de 1848, mis

tatarabuelos, Charles Stewart Miller yMary McGowan Miller, se unieron a laIglesia en su natal Escocia, dejaron suhogar en Rutherglen y cruzaron elAtlántico. Llegaron al puerto deNueva Orleans y ascendieron por elrío Misisipi hasta San Luis, Misuri,donde llegaron en 1849 acompañan-do a un grupo de santos. Margaret,una de sus 11 hijos, fue mi bisabuela.

Al llegar a San Luis hicieron planespara conseguir dinero suficiente parael viaje al valle del Lago Salado, cuan-do una plaga de cólera azotó la zona yafectó gravemente a los Miller. En elespacio de dos semanas fallecieron lamadre, el padre y dos de sus hijos. Mibisabuela, Margaret Miller, tenía 13años por aquel entonces.

Debido al elevado número de falle-cimientos, no había ataúdes suficientes

a ningún precio, así que los hijos ma-yores desmontaron el corral dondeguardaban los bueyes para hacer ataú-des rudimentarios para sus familiaresmuertos.

Los nueve hijos huérfanos de la fa-milia Miller y el esposo de una de lashijas mayores partieron de San Luisen la primavera de 1850 con cuatrobueyes y un carromato, y llegaron alvalle del Lago Salado ese mismo año.

Tengo una gran deuda de gratitudcon ellos y con otros nobles antepasa-dos que amaban el Evangelio y queamaron al Señor con tal intensidadque estuvieron dispuestos a sacrificartodo lo que tenían, incluso su propiavida, por La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días. Cuánagradecido me siento por las orde-nanzas del templo que nos unen por

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toda la eternidad.Recalco la importancia que tiene la

obra que realizamos en los templosdel Señor por nuestros antepasados.

Hoy hace dos meses que variosmiembros de mi familia nos reunimosen el Templo de Salt Lake para efec-tuar sellamientos por algunos denuestros antepasados. Fue una de lasexperiencias más espirituales que he-mos tenido, y contribuyó a aumentarel amor de los unos por los otros, asícomo nuestra obligación de vivir dig-nos de nuestros orígenes.

Años atrás, cuando nuestro hijomenor, Clark, asistía a una clase de religión en la Universidad BrighamYoung, el maestro le preguntó: “Clark,¿cuál es el mejor recuerdo que con-serva de su padre?”.

El maestro me escribió contándo-me la respuesta que había dado mi hi-jo: “Cuando yo era diácono en elSacerdocio Aarónico, mi padre y yofuimos a cazar faisanes cerca deMalad, Idaho. Era un lunes, el últimodía de la temporada de caza de faisán.Caminamos por varios campos enbusca de faisanes, pero sólo vimosunos pocos a los que no les dimos.Entonces mi padre me dijo: ‘Clark’, ymiró su reloj, ‘descarguemos las ar-mas y dejémoslas en esta zanja, paraasí arrodillarnos a orar’. Creí que papáiba a orar para que vinieran más faisa-nes, pero me equivoqué. Me explicó

que el élder Richard L. Evans, delQuórum de los Setenta, estaba grave-mente enfermo y que a las 12:00 delmediodía de ese lunes en cuestión,los miembros del Quórum de losDoce, dondequiera que se hallaran, searrodillarían y, en cierto modo, se uni-rían en ferviente oración de fe por elélder Evans. Así que nos quitamos lasgorras, nos arrodillamos y oramos”.

Recuerdo bien la ocasión, pero ja-más me imaginé que un hijo observa-ba, aprendía y edificaba su propiotestimonio.

Hace varios años tuvimos un jovenrepartidor de periódicos que no siem-pre los entregaba de la manera espera-da. En vez de dejarlos en la entrada dela casa a veces los arrojaba accidental-mente a los arbustos o cerca de la calle, así que algunos suscriptores deci-dieron formalizar una queja por escri-to. Un día llegó a nuestra casa unadelegación de estas personas y le pi-dieron a mi esposa, Frances, que firma-ra la petición, a lo que ella declinódiciendo: “No es más que un niño y losperiódicos son muy pesados para él.Jamás lo criticaría, pues se esfuerza porhacerlo bien”. Sin embargo, muchasotras personas firmaron la petición y laenviaron a los supervisores del joven.

A los pocos días llegué del trabajoy encontré a mi esposa llorando.Cuando finalmente fue capaz de arti-cular palabra, me dijo que acababa de

enterarse de que habían encontradoel cuerpo del pequeño repartidor deperiódicos en su garaje, donde se ha-bía quitado la vida. Aparentemente,las críticas recibidas habían sido algodemasiado duro de soportar. Quéagradecidos estábamos por no haberformado parte de esas críticas. Ésasiempre ha sido una lección muy vívi-da respecto a la importancia de nojuzgar a nadie y de tratar a todos conbondad.

El Salvador debe ser nuestro ejem-plo. Se escribió de Él que aumentó“en sabiduría y en estatura, y en graciapara con Dios y los hombres”9.“Anduvo haciendo bienes y sanando atodos los oprimidos por el diablo,porque Dios estaba con él”10.

Recuerden que, con frecuencia, lasabiduría de Dios quizás parezca locu-ra a los hombres; pero la lección mássignificativa que podemos aprenderen la vida terrenal es que cuando Dioshabla y el hombre obedece, ese hom-bre siempre estará en lo correcto.

Ruego que siempre sigamos alPríncipe de Paz, quien, literalmente,nos mostró el camino a seguir. Siobramos así, sobreviviremos a estostiempos turbulentos. Su plan divinonos salva de los peligros que nos ro-dean por doquier. Su ejemplo nos in-dica el camino. Cuando fue tentado,Él desechó la tentación. Cuando se leofreció el mundo, Él rechazó el ofreci-miento. Cuando se le pidió Su vida, Élla entregó.

Éste es el momento; éste es el lu-gar. Ruego que lo sigamos a Él, en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 2 Nefi 28:20–21.2. Carta de la Primera Presidencia, 11 de fe-

brero de 1999; véase Liahona, diciembrede 1999, pág. 1.

3. How to Teach Your Baby to Read, (1963,1964), págs. 43–45.

4. Véase “No codiciarás”, Liahona, febrero de1991, pág. 6.

5. Véase A Touch of Wonder, 1974, págs.77–78.

6. Veáse Meredith Willson y Franklin Lacey,The Music Man, 1957.

7. “Mirad a vuestros pequeñitos”, Liahona,marzo de 2001, pág. 2.

8. 1 Timoteo 4:12.9. Lucas 2:52.

10. Hechos 10:38.

Una familia de la Estaca Makati, Filipinas, asiste a una sesión de la conferencia

en su centro de reuniones local.

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Mis hermanos y hermanas, elpresidente Hinckley me hapedido que ahora presente a

las Autoridades Generales, a losSetenta Autoridades de Área y a laspresidencias generales de las organi-zaciones auxiliares de la Iglesia parasu voto de sostenimiento.

Se propone que sostengamos aGordon Bitner Hinckley como Profeta,Vidente y Revelador, y Presidente de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días; a Thomas SpencerMonson como Primer Consejero de laPrimera Presidencia; y a James EsdrasFaust como Segundo Consejero de laPrimera Presidencia.

Los que estén de acuerdo, sírvansemanifestarlo.

Los que estén en contra, si los hay,sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos aThomas Spencer Monson comoPresidente del Quórum de los DoceApóstoles; a Boyd Kenneth Packer como Presidente en Funciones delQuórum de los Doce Apóstoles; y alos siguientes como miembros de esequórum: Boyd K. Packer, L. Tom Perry,Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M.Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin,Richard G. Scott, Robert D. Hales,Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring,Dieter F. Uchtdorf y David A. Bednar.

Los que estén de acuerdo, sírvansemanifestarlo.

Contrarios, si los hubiera.Se propone que sostengamos a los

consejeros de la Primera Presidencia ya los Doce Apóstoles como profetas,videntes y reveladores.

Los que estén a favor, sírvanse ma-nifestarlo.

Opuestos, si los hubiese, por lamisma señal.

Se propone que relevemos a los si-guientes Setenta Autoridades de Áreaa partir del 1 de mayo de 2005:

Jorge O. Abad, Carlos E. Agüero,Marcos A. Aidukaitis, Gustavo A.Barrios, René J. Cabrera, Edison M.Cabrito, Tad R. Callister, Carl B. Cook,Reynaldo L. Cuyong, Jorge L. delCastillo, Benjamin De Hoyos, LindsayT. Dil, Fred C. Dimaya, Enrique R.

Falabella, Roberto Garcia, Larry W.Gibbons, C. Scott Grow, John A.Harris, Merrill F. Higham, R. RandallHuff, Michael L. Jensen, Paul V.Johnson, Won Yong Ko, Wilfredo R.López, Ronald L. Loveland, Jeffrey J.Marchant, Hans H. Mattsson, E. IsraelPérez, Holger D. Rakow, AlfonsoRamos, Carlos C. Revillo Sr., ManfredH. Schütze, J. Mitchel Scott, José A.Teixeira da Silva, Lowell M. Snow,Guillermo Torres, Roland N. Walker.

Los que deseen unirse a nosotrospara expresar agradecimiento por elservicio de estos hermanos, sírvansemanifestarlo.

Se propone que relevemos con unvoto de agradecimiento y de sinceroreconocimiento a la presidencia gene-ral de la Primaria, las hermanasColleen K. Menlove, Sydney S.Reynolds y Gayle M. Gregg.

Los que deseen unirse en un voto de agradecimiento, sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos al él-der Marlin K. Jensen como historiadory registrador de la Iglesia.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Opuestos, si los hubiese, por lamisma señal.

Se propone que sostengamos aBenjamín De Hoyos, David F. Evans, C. Scott Grow, Richard G. Hinckley,Paul V. Johnson, Paul E. Koelliker, PaulB. Pieper y Ulisses Soares, como nue-vos miembros del Primer Quórum delos Setenta; y a Won Yong Ko, WolfgangH. Paul, Lowell M. Snow y Paul K.Sybrowsky, como nuevos miembros elSegundo Quórum de los Setenta.

Los que estén a favor, sírvanse

El sostenimientode los oficiales de la IglesiaP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE2 d e a b r i l d e 2 0 0 5

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manifestarlo.Opuestos, si los hubiese, por la

misma señal.Se propone que sostengamos a los

siguientes como Setenta Autoridadesde Área:

Nelson L. Altamirano, Manuel Araiz,Sergio E. Ávila, Marcelo P. Bolfarini,Shayne M. Bowen, David R. Brown,Fernando E. Calderon, Milton daRocha Camargo, Daniel M. Cañoles, I. Poloski Cordón, Federico F. CostalesJr., John C. Dalton, Heber O. Diaz, LuisG. Duarte, Frerich Görts, Ronald J.Hammond, Miguel Hidalgo, PatrickKearon, Donald J. Keyes, Christiaan H.Kleijweg, Larry R. Lawrence, Robert W.Lees, F. Rene Loli, Glendon Lyons, JuanA. Machuca, Raymundo Morales, BrentH. Nielson, Carlos S. Obata, AlejandroM. Robles, Gerardo L. Rubio, GvidoSenkans, Fabian L. Sinamban, DirkSmibert, Hans T. Sorensen, EivindSterri, Miguel R. Valdez, Gary W.Walker, Richard C. Zambrano.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Si hay opuestos, por la misma señal.Se propone que sostengamos a

Cheryl Clark Lant, como PresidentaGeneral de la Primaria, con MargaretSwensen Lifferth, como PrimeraConsejera y Vicki Fujii Matsumori, como Segunda Consejera.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Si hay opuestos, por la misma señal.Se propone que sostengamos a las

demás Autoridades Generales, a losSetenta Autoridades de Área y a laspresidencias generales de las organi-zaciones auxiliares tal como estánconstituidas actualmente.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Si alguien se opone, puede mani-festarlo.

Todo indica que el sostenimientoha sido unánime y afirmativo.

Gracias, hermanos y hermanas,por su continua fe y sus oraciones.

Ahora pediremos a las recién lla-madas Autoridades Generales y a lapresidencia general de la Primaria quetomen su lugar en el estrado. ■

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Estimados hermanos: ElDepartamento de Auditorías dela Iglesia es independiente de

todos los demás departamentos y ope-raciones de la Iglesia, y tiene acceso atodos los registros y sistemas necesa-rios para evaluar si los controles de losrecibos, de los gastos de los fondos dela Iglesia y para salvaguardar los bienesde la Iglesia son adecuados. El perso-nal de auditoría está conformado porcontadores públicos acreditados, audi-tores internos acreditados, auditoresacreditados de sistemas de informa-

ción y otros profesionales acreditados.Tal como está prescrito en la sec-

ción 20 de Doctrina y Convenios, elConsejo Encargado de la Disposiciónde Diezmos autoriza el empleo de losfondos de la Iglesia. Este consejo estácompuesto por la Primera Presidencia,el Quórum de los Doce Apóstoles y elObispado Presidente. Después de re-cibir la autorización para emplear losfondos de la Iglesia, los departamen-tos de la Iglesia administran los presu-puestos aprobados y emplean losfondos de acuerdo con las normas ylos procedimientos de la Iglesia.

Basándonos en las auditorías lleva-das a cabo, el Departamento deAuditorías de la Iglesia es de la opi-nión que, en todos los aspectos mate-riales, los donativos recibidos, losgastos efectuados y los recursos de laIglesia del año 2004 se han adminis-trado y registrado de acuerdo con lasprácticas apropiadas de contabilidad,con los presupuestos aprobados ycon las normas y los procedimientosestablecidos por la Iglesia.

Presentado respetuosamente,Departamento de Auditorías de la IglesiaRobert W. CantwellDirector Ejecutivo ■

Informe delDepartamento deAuditorías de laIglesia, 2004P R E S E N TA D O P O R R O B E R T W. C A N T W E L LDirector Ejecutivo del Departamento de Auditorías de la Iglesia

Para la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

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Hermanos y hermanas, la PrimeraPresidencia ha hecho público el siguiente informe sobre el

crecimiento y el estado de la Iglesia enla fecha del 31 de diciembre de 2004:

Número de unidades de la IglesiaEstacas...........................................2.665Misiones ...........................................338Distritos............................................646Barrios y ramas ...........................26.670

Miembros de la IglesiaTotal de miembros ..............12.275.822Aumento de niños inscritos ......98.870Conversos bautizados ..............241.239

MisionerosMisioneros de tiempo

completo................................51.067

TemplosTemplos dedicados durante 2004 ......3

(Accra, Ghana, Copenhague,Dinamarca y Manhattan, Nueva York).

Templos rededicados durante 2004...................................2(Anchorage, Alaska y São Paulo, Brasil)

Templos en funcionamiento ..........119

Miembros prominentes que hanfallecido desde abril del año pasado

Élder Neal A. Maxwell, delQuórum de los Doce Apóstoles; élderDavid B. Haight, del Quórum de losDoce Apóstoles; la hermanaMarjorie Pay Hinckley, esposa delpresidente Gordon B. Hinckley,Presidente de la Iglesia; la hermanaRuby Olson Haight, viuda del élderDavid B. Haight; la hermana DantzelWhite Nelson, esposa del élder RussellM. Nelson, del Quórum de los DoceApóstoles; la hermana Sarah MelissaBroadbent Paulsen Sorensen, ex con-sejera de la Presidencia General de laPrimaria y esposa del élder Lynn A.Sorensen, ex miembro de los Setenta;la hermana Naomi MaxfieldShumway, ex Presidenta General dela Primaria; la hermana Olive EileenRobinson Dunyon Christensen, exconsejera de la Presidencia Generalde la Primaria; y la hermana JoanBlackhurst Spencer, ex SecretariaGeneral de la Sociedad de Socorro. ■

Informe Estadísticode 2004P R E S E N TA D O P O R F. M I C H A E L WAT S O NSecretario de la Primera Presidencia

La PrimeraPresidencia expresasus condolencias

Al comienzo de la sesión del sábado por la tarde, el presi-

dente Gordon B. Hinckley leyó lasiguiente declaración:

“Nos unimos al resto del mundoque lamenta el fallecimiento delPapa Juan Pablo II, un extraordina-rio hombre de fe, de visión y degran inteligencia, cuyos actos vale-rosos han enternecido a la humani-dad en aspectos que se harán sentiren las generaciones por venir.

“La voz del Papa se alzó firme endefensa de la libertad, de la familiay del cristianismo. En los asuntosrelacionados con los principios ycon la moral, se mantuvo tenaz; ensu compasión para con los pobresdel mundo, fue incansable”.

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Hace muchos años, la primeravez que fui llamado como obis-po, tuve el deseo de que el

obispado visitara a los miembros me-nos activos de la Iglesia y ver si podía-mos hacer algo para llevarles lasbendiciones del Evangelio.

Cierto día fuimos a ver a un hom-bre de unos cincuenta años, un mecá-nico bueno y respetado, que me dijoque la última vez que había ido a laIglesia había sido cuando era jovenci-to. Algo ocurrió aquel día. No se habíaportado del todo bien en clase y sumaestro se enojó con él, al grado deque lo echó fuera del aula y le dijoque no volviera.

Y nunca más volvió.Me sorprendió mucho que una pa-

labra poco amable pronunciada hacíamás de cuarenta años pudiera tener

un efecto tan profundo, pero así era.A consecuencia de ello, este hombreno había vuelto a la Iglesia, como tam-poco lo habían hecho su esposa nisus hijos.

Me disculpé con él y le expresé mipesar por el trato que se le había da-do. Le dije cuán lamentable era queuna palabra dicha sin pensar y hacíatanto tiempo privara a su familia delas bendiciones que se reciben al estaractivo en la Iglesia.

“Después de cuarenta años”, ledije, “es hora de que la Iglesia serectifique”.

Me esforcé por que así fuera. Leaseguré que era bienvenido y que sele necesitaba. Me dio una gran alegríacuando, finalmente, aquel hombre ysu familia volvieron a la capilla y seconvirtieron en miembros firmes y fie-les. Concretamente, este buen herma-no llegó a ser un maestro orientadoreficaz porque entendía cómo algo tanpequeño como una palabra poco ama-ble podía tener consecuencias queafectaran toda una vida y, tal vez, más.

La bondad es la esencia de la gran-deza y la característica fundamentalde los hombres y de las mujeres másnobles que he conocido. La bondades un pasaporte que abre puertas y daforma a los amigos; ablanda el cora-zón y moldea las relaciones que pue-den durar toda la vida.

Las palabras amables no sólo noslevantan el ánimo en el momento quese pronuncian, sino que permanecen

con nosotros durante años. Ciertodía, mientras me hallaba en la univer-sidad, un alumno que era siete añosmayor que yo me felicitó por mi ac-tuación en un partido de fútbol ame-ricano. No sólo me alabó por lo bienque había jugado, sino que se percatóde mi buen espíritu deportivo. Auncuando aquella conversación tuvo lu-gar hace más de sesenta años, y aun-que es muy probable que dichapersona ya no se acuerde de ella, yotodavía recuerdo las bondadosas pala-bras que me dijo Gordon B. Hinckley,el actual Presidente de la Iglesia.

Los atributos de la amabilidad y dela bondad están inseparablementeunidos al presidente Hinckley. Cuandomi padre falleció en 1963, el presiden-te Hinckley fue la primera personaque visitó nuestro hogar. Nunca olvi-daré su trato amable. Le dio una ben-dición a mi madre y, entre otras cosas,le prometió que aún le quedaba mu-cho por hacer y que la vida la trataríacon bondad. Estas palabras fueron unafuente de consuelo para mi madre ypara mí; nunca olvidaré su cariño.

La bondad es la esencia de la vidacelestial, es el modo en que una per-sona que se asemeja a Cristo trata alos demás. La bondad debe estar pre-sente en todas nuestras palabras yobras en el trabajo, la Iglesia y, espe-cialmente, en el hogar.

Jesús, nuestro Salvador, fue la per-sonificación de la bondad y de la com-pasión. Él curó al enfermo; dedicógran parte de Su tiempo a ministrarindividual y colectivamente; trató cari-tativamente a la mujer samaritana a laque muchos despreciaban; mandó aSus discípulos que dejaran a los niñosacercarse a Él; fue bondadoso con losque habían pecado, condenando sóloal pecado y no al pecador; ejerciógran bondad al permitir que miles denefitas se acercaran a Él y palparan lasmarcas de los clavos en Sus manos ySus pies. Aun así, Su mayor acto debondad reside en Su sacrificio expia-torio con el que nos liberó a todos delos efectos de la muerte y del pecadode acuerdo con las condiciones delarrepentimiento.

La virtud de la bondadÉ L D E R J O S E P H B . W I R T H L I NDel Quórum de los Doce Apóstoles

La bondad es la esencia de la vida celestial, es el modo enque una persona que se asemeja a Cristo trata a los demás.

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La vida del profeta José Smith tam-bién fue un ejemplo de bondad haciatodos, mayores y niños. Un pequeñoque se benefició de la bondad delprofeta recordó:

“Mi hermano y yo íbamos a la es-cuela que estaba cerca del edificio co-nocido como la tienda de ladrillos deJosé. El día anterior había llovido mu-cho, haciendo que el suelo quedaramuy embarrado, en especial a lo largode esa calle. Mi hermano Wallace y yonos quedamos con los pies atrapadosen el lodo y no podíamos salir. Asíque, como niños que éramos, nosechamos a llorar pensando que ten-dríamos que quedarnos allí. Pero al le-vantar la vista vi al cariñoso amigo delos niños, al profeta José Smith, quese acercaba a nosotros. Rápidamenteél nos alzó y nos puso en tierra firmey seca, y después se agachó y limpióel barro que cubría nuestros peque-ños pero pesados zapatos; luego sacóun pañuelo del bolsillo y secó las lá-grimas que bañaban nuestros rostros.Nos dijo unas palabras bondadosasque nos infundieron ánimo y nos en-vió contentos a la escuela”1.

No hay sustituto para la bondad en

el hogar, fue la lección que aprendí demi padre. Él siempre escuchaba elconsejo de mi madre, gracias a lo cualfue un hombre mejor, más sabio ymás bondadoso.

Me he esforzado por seguir elejemplo de mi padre y escuchar elpunto de vista de mi esposa, lo cualme ha permitido valorar su opinión.Por ejemplo, cuando mi esposa co-mienza una frase diciendo “Creo quedeberías…”, le presto atención inme-diata y comienzo a escudriñar mi men-te en busca de algo que pude haberhecho mal. Con frecuencia, antes deque mi esposa termine la frase ya ten-go preparada una magnífica disculpa.

Para serles sinceros, mi esposa esun modelo de bondad, amabilidad ycompasión. Sus pensamientos, su con-sejo y su apoyo me son inestimables.Gracias a ella, también yo soy una per-sona más sabia y más bondadosa.

Lo que digan, el tono de su voz, laira o la calma con que expresen suspalabras son aspectos que no pasandesapercibidos para sus hijos ni paralos demás. Ellos ven y aprenden tantolas cosas buenas que digamos o haga-mos, como las malas. Nada revela

mejor nuestro verdadero yo que eltrato que nos dispensamos unos aotros en el hogar.

A veces me pregunto por qué hayquienes consideran que deben criticara los demás. Supongo que se lleva enla sangre y que les resulta tan natural,que no suelen reflexionar al respecto.Nada ni nadie escapa a sus críticas: decómo dirige la música la hermanaJones o la manera de enseñar las lec-ciones o la forma de plantar el huertoque tiene el hermano Smith.

Aun cuando creemos que nuestroscomentarios críticos no son dañinos,siempre hay consecuencias. Me acuer-do de un niño que en cierta ocasiónentregó un sobre de donativos a suobispo diciéndole que era para él. Elobispo, queriendo hacer del momen-to una enseñanza, le explicó al niñoque debía marcar en el recibo si el di-nero iba destinado a diezmos, a ofren-das de ayuno o a otra cosa. Pero elniño insistió en que el dinero era parael obispo. Cuando éste le preguntópor qué, el pequeño respondió:“Porque mi padre dice que usted esuno de los obispos más pobrecitosque hemos tenido”.

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La Iglesia no es un lugar donde sereúnen personas perfectas para decircosas perfectas o tener pensamientosy sentimientos perfectos. Más bien esun lugar donde se reúnen personasimperfectas para brindarse ánimo,apoyo y servirse mutuamente, mien-tras proseguimos nuestro camino deregreso a nuestro Padre Celestial.

Cada uno seguirá un camino dife-rente en la vida; cada uno progresa asu propio ritmo. Puede que las tenta-ciones que afligen a un hermano notengan efecto alguno en los demás,mientras que sus puntos fuertes pue-den resultar inalcanzables para otrapersona.

Nunca menosprecien a los que sean menos perfectos que ustedes;no se enojen cuando alguien no cosa,ni juegue, ni reme, ni cultive tan biencomo ustedes.

Todos somos hijos de nuestroPadre Celestial y estamos aquí con elmismo propósito: aprender a amarlocon todo nuestro corazón, alma, men-te y fuerza, y a amar a nuestro próji-mo como a nosotros mismos2.

Una manera de calcular el valor deustedes en el reino de Dios es pre-guntar: “¿Cuán bien estoy ayudando alos demás a desarrollar su potencial?¿Apoyo a las personas en la Iglesia olas critico?”.

Si están criticando a los demás, están debilitando a la Iglesia, mientrasque si los edifican, están edificando el Reino de Dios. Así como el PadreCelestial es bondadoso, también no-sotros debemos ser bondadosos conlos demás.

El élder James E: Talmage, famosopor sus enseñanzas doctrinales, mostró una gran bondad hacia unaafligida familia vecina suya, completa-mente desconocida para él. Antes deser apóstol, siendo un joven padre,supo del gran sufrimiento que pade-cía un vecino cuya numerosa familiase hallaba enferma con la tan temidadifteria. No le importó que no fueranmiembros de la Iglesia; su bondad y su caridad lo motivaron a actuar. La Sociedad de Socorro buscaba de-sesperadamente personas que

pudieran ayudar, pero nadie se atre-vía dada la naturaleza contagiosa dela enfermedad.

Al llegar, James se encontró con unpequeñito que acababa de morir y ados niños más agonizando debido a laenfermedad. Inmediatamente se pusomanos a la obra y pasó todo el díalimpiando la casa, preparando el cuer-po del pequeño para ser enterrado ylimpiando y alimentando a los niñosenfermos. Regresó a la mañana si-guiente y vio que otro de los niñostambién había fallecido durante la no-che, y un tercero estaba sufriendo te-rriblemente. En su diario escribió:“Ella se aferró a mi cuello, a veces metosía [los gérmenes] en el rostro y laropa… pero no podía dejarla.Durante la media hora previa a sumuerte paseé por la casa con ella enbrazos. Después de una terrible ago-nía, murió a las 10:10 de la mañana”.Los tres niños partieron en menos de24 horas. Luego ayudó a la familia conlos preparativos para sepultarlos y ha-bló durante el entierro3. Esto es loque hizo por una familia a la que noconocía. ¡Qué gran ejemplo de bon-dad a semejanza de Cristo!

Cuando estamos llenos de bondad,no emitimos juicios. El Salvador

enseñó: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréiscondenados; perdonad, y seréis per-donados”4. También enseñó que “conel juicio con que juzgáis, seréis juzga-dos, y con la medida con que medís,os será medido”5.

Pero ustedes se preguntarán: “¿Y silas personas son groseras?”.

Ámenlos.“¿Y si son odiosos?”Ámenlos.“¿Pero si nos ofenden? ¿No debería-

mos entonces hacer algo?”Ámenlos.“¿Y si se descarrían?”La respuesta es la misma. Sean

bondadosos. Ámenlos.¿Por qué enseñó Judas en las

Escrituras: “A algunos que dudan, convencedlos”6.

¿Quién conoce la gran influenciaque podríamos ejercer si tan sólo fué-ramos amables y bondadosos?

Mis hermanos y hermanas, elEvangelio de Jesucristo trasciende a lamortalidad. Nuestra obra aquí no essino una sombra de futuras cosas ma-yores e inimaginables.

Los cielos le fueron abiertos al pro-feta José Smith. Él vio al Dios vivientey a Su Hijo, Jesucristo.

En la actualidad, un profeta, el pre-sidente Gordon B. Hinckley, está aquíen la tierra y nos brinda dirección para nuestra época.

Así como nuestro Padre Celestialnos ama, también nosotros debemosamar a Sus hijos.

Seamos ejemplos de bondad yamabilidad, y vivamos según las pala-bras del Salvador: “En esto conocerántodos que sois mis discípulos, si tuvie-reis amor los unos con los otros”7. Deestas verdades testifico en el sagradonombre de Jesucristo. Amén. ■NOTAS

1. Margarette McIntire Burgess, en JuvenileInstructor, 15 de enero de 1892, págs.66–67.

2. Véase Marcos 12:30, 31.3. Véase John R. Talmage, The Talmage Story:

Life of James E. Talmage—Educator,Scientist, Apostle, 1972, págs. 112–114.

4. Lucas 6:37.5. Mateo 7:1–2.6. Judas 1:22.7. Juan 13:35.

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Estoy muy agradecido por poderhablarles sobre un aconteci-miento emocionante que hará

más fácil para cada uno de nosotroscompartir con los seres queridos y losamigos el glorioso mensaje de la res-tauración de la Iglesia de Jesucristo, elcual ha infundido entusiasmo al cora-zón de nuestros misioneros, puestoque los prepara para enseñar su men-saje con poder y para dar testimoniodel Señor Jesucristo y de Su profetaJosé Smith sin la restricción de un diá-logo preestablecido. Aunque se creóprincipalmente para el uso de los mi-sioneros de tiempo completo, estematerial ha probado ser también degran beneficio para los padres que

desean ayudar a preparar a sus hijospara la misión. Los jóvenes y las joven-citas, así como algunos matrimonios,están empleando este material paraempezar a prepararse antes de entraren los Centros de CapacitaciónMisional. Algunos líderes del sacerdo-cio han confirmado su valor al prepa-rar a los hermanos del SacerdocioAarónico para prestar servicio misio-nal, y es de un valor incalculable parala labor del sacerdocio y de las organi-zaciones auxiliares en lo que respectaa ayudar a los miembros nuevos a for-talecer su testimonio y obediencia. Merefiero a este nueva guía, Predicad MiEvangelio, y a sus materiales adjuntos,como esta Agenda Diaria dePlanificación para el Misionero.

Quisiera decirles por qué estoy tan entusiasmado con Predicad MiEvangelio. Esta guía ha destacadonuestra labor misional como nuncaantes. Durante muchos años he pre-guntado a grupos de misioneros,“¿cuál es el propósito de su misión?”.Las respuestas diferían enormemente.La mayoría no contaba con un propó-sito específico para organizar su labor.La página 1 de esta guía permite quelos misioneros concentren su atenciónde manera poderosa en su verdaderoobjetivo: “Invitar a las personas a venira Cristo a fin de que reciban elEvangelio restaurado mediante la fe

en Jesucristo y Su expiación, el arre-pentimiento, el bautismo, la recepcióndel don del Espíritu Santo y el perse-verar hasta el fin”. Posteriormente, el contenido indica la forma de lograr-lo al dejarse llevar por medio delEspíritu.

Los materiales misionales anterioresfueron eficaces para su época, pero elmundo ha cambiado radicalmente; losvalores que forman el cimiento básicode la sociedad están bajo el ataque deSatanás y de sus aliados. Ha existido laapremiante necesidad de tener unamanera mejor de compartir la plenitudde la verdad que Dios ha puesto denuevo en la tierra; esto comprende unentendimiento del plan de felicidad deDios y de la forma en que ha sido res-taurado de nuevo en la tierra por con-ducto de Su extraordinario profeta,José Smith. También, que la Iglesia deJesucristo, con la autoridad del sacer-docio para actuar en Su nombre, se en-cuentra de nuevo sobre la tierra en suplenitud.

El presidente Hinckley lo enseñóbien: “Durante muchos años hemostenido un juego estándar de leccionesmisionales, de lo que han resultadomuchas cosas buenas, pero, lamenta-blemente, este método ha resultado,en demasiados casos, en una presen-tación memorizada que carece delEspíritu y de la convicción personal…

“[Los misioneros] deben dominarlos conceptos de las lecciones, perodeben… enseñarlos con sus propiaspalabras, bajo la influencia guiadoradel Santo Espíritu”1.

Ese principio es uno de los pilaresde Predicad Mi Evangelio. Por todoel mundo, los misioneros ahoraaprenden en su mente y en su cora-zón el mensaje de la restauración delEvangelio de Jesucristo, el plan de sal-vación, los mandamientos esencialesy las leyes y ordenanzas del Evangelio.Esas lecciones las presentan despuéscon sus propias palabras, según se loindique el Espíritu. Ese método hamejorado radicalmente la eficacia delos misioneros que las enseñan.

Predicad Mi Evangelio contiene capítulos que brindan información

El poder dePredicad MiEvangelioÉ L D E R R I C H A R D G. S C O T TDel Quórum de los Doce Apóstoles

Les aliento a descubrir la forma en que este material lospuede ayudar en sus labores misionales.

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sumamente valiosa en cuanto a la ma-nera de reconocer y entender la guíadel Espíritu Santo; hay pasajes de lasEscrituras sobre la forma de estudiarde manera eficiente y sobre cómo me-jorar las técnicas personales de ense-ñanza. En un capítulo se explica porqué el Libro de Mormón es la clave denuestra religión, cómo puede dar res-puesta a preguntas profundas del al-ma, cómo puede fortalecer la fe yayudar a los demás a acercarse a Dios.Hay enseñanza adicional que demues-tra cómo el Libro de Mormón es unafuente de consulta tangible que la persona puede utilizar para ratificar laveracidad de nuestro mensaje. Al mi-sionero se le enseña a buscar atributossemejantes a los de Cristo, como la es-peranza, la caridad y el amor puestoque el amor es el cimiento de todo ser-vicio misional significativo. Se dan su-gerencias excelentes para aprender elidioma de la misión; se proporcionanmedios claros y eficaces de planifica-ción a fin de ayudar al misionero a utilizar el tiempo con sabiduría. Secomparten métodos aprobados paraencontrar y preparar personas para en-señar. Se brinda guía práctica para ayu-dar a las personas a hacer y a guardarlos compromisos que conducen albautismo, a la confirmación y a la retención. Esta guía contiene materia-les para combinar la labor de los

misioneros de tiempo completo, delos líderes de estaca y de barrio, y delos miembros. Con esa ayuda, másmiembros nuevos pueden realizar unatransición más segura en la familia dela Iglesia. Hay una mayor garantía deque, las personas que mediante el bau-tismo y la confirmación toman sobre síel nombre de Jesucristo y se compro-meten a obedecer Sus mandamientos,reciban Sus bendiciones prometidas alo largo de su vida.

Al utilizar el contenido inspiradode Predicad Mi Evangelio, muchosmisioneros han logrado marcadas me-joras en su capacidad para enseñarcon convicción e invitar el testimonioratificador del Espíritu Santo. Hacepoco les pedí a los dos ayudantes deun presidente de misión que compar-tieran la visión de José Smith mientrasyo hacía el papel de investigador.Tenía pensado oponerme rotunda-mente a sus ideas para ver cómo reac-cionaban; sin embargo, la sinceridadde su mensaje, la pureza de sus inten-ciones, la destreza con la que lo pre-sentaron, incluso en una sesión depráctica, fueron tan convincentes queno pude hacerlo.

Pueden observar esta mejora porustedes mismos; inviten a los misione-ros a su hogar para que den la primeralección a su familia. Mejor aún, invitena los vecinos a su hogar para que los

misioneros les enseñen. Con la guíadel Espíritu, ellos explicarán con suspropias palabras la forma en que nues-tro Padre Celestial ha utilizado a travésde las edades a profetas para comuni-car Su plan de felicidad a Sus hijos.Sientan el testimonio de ellos a medi-da que dan testimonio de la sublimevisión en la que Dios el Padre y Su HijoJesucristo se aparecieron a José Smith.Con gran destreza, ellos presentaránlos sucesos subsiguientes que restaura-ron la plenitud del Evangelio con la au-toridad para actuar nuevamente en elnombre de Dios sobre la tierra.Pueden también acompañar a los mi-sioneros a medida que enseñan esasverdades inspiradoras a los demás. Supresencia brindará una gran fortaleza aaquellos que escuchen esas preciosasverdades por primera vez.

La labor intensa de la PrimeraPresidencia, del Quórum de los Doce,de otras Autoridades Generales y deequipos sumamente capaces com-puestos de personal dedicado y experimentado creó Predicad MiEvangelio y sus materiales de planifi-cación. Las personas que participaronen su creación son testigos de la di-rección inspirada del Señor, medianteel Espíritu Santo, en la concepción,elaboración y finalización de los mate-riales de Predicad Mi Evangelio.

Tras un extenso periodo de pruebaen 14 misiones, se hicieron adaptacio-nes en Predicad Mi Evangelio. El re-sultado lo revisó, lo modificó y loaprobó la Primera Presidencia y elQuórum de los Doce. El 15 de octu-bre de 2004, mediante una transmi-sión mundial vía satélite, se presentóPredicad Mi Evangelio a los presi-dentes de misión y a los líderes misio-nales. A cada misionero, por todo elmundo, se le dio un ejemplar en in-glés. Aunque muchos no hablaban in-glés, sintieron que tomaban parte enla renovación de la labor misional.Curiosamente, algunos misionerosque hablaban otros idiomas se sintie-ron motivados a aprender inglés. Aprincipios de este año, se distribuye-ron las versiones de Predicad MiEvangelio en español, portugués,

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coreano y japonés; y para finales deaño, tenemos previsto que la guía es-tará disponible en la mayoría de losidiomas que hablan los misioneros.

Los misioneros no son los únicosque se benefician de Predicad MiEvangelio:

• La esposa de un presidente demisión estudió y meditó totalmentePredicad Mi Evangelio, incluso cada una de las referencias de lasEscrituras. Entonces hizo algo que nohabía tenido el valor de hacer: invitó aun familiar a leer, estudiar y meditar elLibro de Mormón. Esa persona aceptósu invitación y ha logrado un gran be-neficio para sí.

• Otra familia utiliza Predicad MiEvangelio para preparar a sus hijospara ir a la misión. Después dijeron:“Nuestro hijo de 17 años fue el prime-ro que recibió una asignación. Comoera de esperarse, buscó el segmentomás corto del libro. Sin embargo, sulección de 20 minutos fue una expre-sión sincera de los principios, com-plementada con Escrituras ytestimonio”.

• De un padre que prepara a su hi-jo para el servicio misional: “PredicadMi Evangelio… me ha dado una pers-pectiva y un claro entendimiento delpropósito de la vida, de mis deberes yresponsabilidades como miembro dela Iglesia, como padre y como espo-so… También me ha dado recursosespecíficos para ejercer mejor esasresponsabilidades”. Su hijo fue llama-do ayer como misionero.

Se ha logrado un gran resultado en los breves siete meses que hantranscurrido desde que se presentóPredicad Mi Evangelio, pero lo me-jor está todavía por venir, cuando to-dos logremos ser más competentesen el uso de ese extraordinario mate-rial misional.

Los exhortamos a utilizar esos materiales en sus reuniones de presi-dencias, del comité ejecutivo del sa-cerdocio y de consejo de barrio a finde asegurarse de que aquellos que to-men sobre sí los convenios del bautis-mo reciban a lo largo de su vida todoslos frutos del ser miembro de la

Iglesia. Por medio del uso del nuevoInforme de progreso para las personasque se preparan para el bautismo sepuede coordinar de manera poderosala labor de los misioneros y de losmiembros. Confío en que a más nue-vos conversos les sea más fácil lograrsu deseo de permanecer activos a me-dida que los miembros y los misione-ros trabajan unidos utilizando losprincipios de Predicad Mi Evangelio.

El mensaje de la Primera Presiden-cia en Predicad Mi Evangelio brindauna gran motivación a los misioneros;y tal vez te dé aliento a ti en tus pro-pios esfuerzos misionales. Dice así:“No hay obra más importante que ésta… El objetivo de… Predicad MiEvangelio es ayudarle a estar mejorpreparado y a ser un misionero conun nivel más elevado de madurez espiritual y un maestro más persuasi-vo… Le instamos a tener una dedica-ción aún más firme de ayudar anuestro Padre Celestial en Su gloriosaobra… El Señor le recompensará y lebendecirá grandemente a medida quele sirva con humildad y un espíritu deoración”2.

¿Puedes captar la visión? Te sentirástan emocionado como yo lo estoycuando, en tu vida personal, empie-ces a entender y a utilizar estos mate-riales. A diferencia de fuentes deconsulta anteriores para misionerosde tiempo completo, Predicad MiEvangelio está a disposición de

cualquier líder o miembro por mediode los centros de distribución de laIglesia.

Probablemente el beneficio másgrande de Predicad Mi Evangelio seaprecie en la vida de los ex misionerosque llegarán a ser padres más fuertes,líderes de la Iglesia más capaces y me-jores profesionales, debido al progre-so que deriva del entender y llevar a lapráctica su contenido inspirado.

En nombre de nuestros misionerosde todo el mundo, expresamos pro-funda gratitud a todos los que hanparticipado en la preparación, impre-sión y distribución de Predicad MiEvangelio. Estamos agradecidos porcada presidente de misión y cada mi-sionero que esté dominando el usoeficaz de este material. Y finalmente,estamos agradecidos al Señor por Suinspiración. Les aliento a descubrir laforma en que este material los puedeayudar en sus labores misionales, yasea como padre que prepara a su hijopara servir en una misión, como líderde la Iglesia que ayuda a los nuevosconversos, como miembro que com-parte el Evangelio, o como una perso-na que se prepara para servir. Que elSalvador te bendiga y te inspire al rea-lizar esa obra, porque Él vive. En elnombre de Jesucristo. Amén. ■NOTAS

1. “El servicio misional”, Primera ReuniónMundial de Capacitación de Líderes, 11 deenero de 2003, pág. 21.

2. Predicad mi Evangelio, 2004, pág. V.

Misioneros de la Misión Auckland, Nueva Zelanda, esperan a que lleguen

investigadores, antes del comienzo de una transmisión de la conferencia, en el

Centro de Estaca Harbour, Auckland, Nueva Zelanda.

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Uno de los discursos que ha deja-do una huella imperecedera enmí es uno que se pronunció ha-

ce ya años en una sesión del sábadopor la noche de una conferencia deestaca. Una madre joven pronuncióese discurso y esto es lo que dijo:

“He estado haciendo la genealogíade mi bisabuelo. Él y su numerosa fa-milia de hijos e hijas fueron miembrosde la Iglesia.

“Mi bisabuelo”, explicó ella, “dejóla Iglesia un domingo con su familia ynunca más regresaron, sin dar ningu-na explicación del porqué”.

Y continuó: “En mi investigaciónhe descubierto que mi bisabuelo tie-ne más de 1.000 descendientes”.

Después ella dijo, y ésta es la parte que no he podido olvidar: “De

aquellos 1.000 descendientes, en laactualidad yo soy la única activa en laIglesia”.

Cuando ella dijo esas palabras, mequedé pensando: “¿Son sólo 1.000 opodría quizás haber más?”.

La respuesta es evidente. La influen-cia espiritual que aquella familia pudohaber tenido en sus vecinos y en susamigos no tuvo lugar. Ninguno de sushijos y ninguna de sus hijas sirvió co-mo misionero y las personas a quienespudieron haber conmovido con sustestimonios no se bautizaron y los queno se bautizaron no fueron a la misión.Sí, probablemente hay muchos milesque no están en la Iglesia en la actuali-dad, ni en esta reunión hoy día, debidoa la decisión de ese bisabuelo.

Al escucharla hablar me puse apensar: “¡Qué tragedia! Quizás si yohubiese estado allí en ese momento lehabría dicho algo al padre, a la familia,a los líderes del sacerdocio, que hu-biese ayudado a prevenir tal calamidada su familia y a tantos otros en las ge-neraciones futuras que les seguirían.”

Aquella oportunidad del pasado seha perdido, pero ahora podemos con-templar el presente y el futuro. Yo lesdiría a quienes se encuentren en lamisma situación de aquel bisabuelo:¿podrían considerar lo que le harían asu familia y a todos los que vengandespués de ustedes? ¿Podrían meditaren los efectos de sus pensamientos yde sus acciones?

Si tuvieran alguna preocupaciónacerca de la doctrina de la Iglesia,contemplen el consejo que brindó elpresidente Gordon B. Hinckley enuna gran reunión de más de dos milmiembros en París, Francia, el año pa-sado. Él dijo: “Les ruego, mis herma-nos y hermanas, que si tuvieranalguna duda acerca de cualquier doc-trina de esta Iglesia, la pongan a prue-ba. Pruébenla. Vivan el principio.Arrodíllense y oren al respecto, y Dioslos bendecirá con un conocimientode la veracidad de esta obra”.

Si sienten que han sufrido una in-justicia, estén listos para perdonar. Sipor alguna razón tuvieran un recuer-do desagradable, olvídenlo. Cuandosea necesario, hablen con su obispo;hablen con su presidente de estaca.

A todos, pero especialmente aquienes algún día serán bisabuelos ybisabuelas, sus bendiciones eternas ylas de su posteridad son mucho másimportantes que cualquier razón or-gullosa que les niegue esas bendicio-nes importantes a ustedes y a muchasotras personas más. En el Libro deMormón, el rey Benjamín nos recuer-da: “Y además, quisiera que conside-raseis el bendito y feliz estado deaquellos que guardan los mandamien-tos de Dios. Porque he aquí, ellos sonbendecidos en todas las cosas, tantotemporales como espirituales; y sicontinúan fieles hasta el fin, son reci-bidos en el cielo, para que así morencon Dios en un estado de intermina-ble felicidad” (Mosíah 2:41).

A quienes sean niños en hogaresde futuros bisabuelos descarriados,continúen fieles; sean un buen ejem-plo en el hogar y para quienes losrodean; hagan su parte para que ha-ya paz y armonía en el hogar y lastengan con quienes se relacionen.Ustedes pueden ser la solución y no la causa de los problemas.Recuerden, en el Libro de Mormón,cuando el padre Lehi empezó a mur-murar, fue su recto hijo Nefi quien ledio ánimo y encontró las solucionespara los problemas. Muchas veces,son los hijos rectos quienes son unafuente de calma y de paz en los

El valor de las almasÉ L D E R H A R O L D G. H I L L A MDe los Setenta

Cuando vemos el efecto que una persona puede tener…quizá no es de maravillarse que el Señor nos recuerde:“Recordad… el valor de las almas”.

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momentos de aflicción.A ustedes que son los obispos y los

presidentes de estaca, cómo quisieraque hubiesen sido parte de la reunióna la que asistí con unos cuantos repre-sentantes regionales. Escuchamos alélder L. Tom Perry cuando comparó alos futuros élderes, y a quienes no es-tán activos —a los futuros bisabue-los— con un termómetro. Se nosrecordó que hay muchas de aquellaspersonas que son un poco más que ti-bias y que regresarían si tan sólo al-guien las animase y les mostrase elcamino.

Me gustaría contarles acerca deuna conferencia de estaca a la que seme asignó asistir. Era una reorganiza-ción en la que el presidente de estacay sus consejeros serían relevados y sellamaría a una nueva presidencia deestaca. El presidente era joven y ha-bía prestado servicio maravillosamen-te durante casi diez años. Era ungigante espiritual pero también eraun gigante administrativo. En mi en-trevista personal con él, me contó laforma en la que había delegado mu-cho de la responsabilidad de las fun-ciones de la estaca a sus consejeros y

al sumo consejo, y de ese modo ha-bía quedado libre para entrevistar aquienes necesitaban ánimo. Se invita-ba a personas y a parejas para quefueran a su oficina. Allí las llegó a co-nocer, las aconsejó y las invitó a sermejores, a poner su vida en orden y arecibir las bendiciones que están al al-cance de los que siguen al Señor. Lasayudó al ponerlas bajo el cuidado deun líder capaz, de un maestro que losayudara a entender las bellezas de ladoctrina. Después me dijo que enaquellas entrevistas a menudo lespreguntaba si deseaban una bendi-ción, y me contó: “He impuesto lasmanos sobre la cabeza de muchosmiembros de la estaca”.

Al día siguiente, en la sesión gene-ral de la conferencia de estaca, dudohaber visto tantas lágrimas, no por-que pensaban que el presidente nodebía ser relevado, sino por el pro-fundo amor de un joven presidentede estaca que había bendecido la vi-da de ellos. Me sentí impulsado apreguntar: “¿A cuántos de ustedes lesha impuesto él las manos sobre la ca-beza?”. Me sorprendí con la gran can-tidad de personas que levantaron lamano y me puse a pensar en ese mo-mento: “¿Cuántas de estas personasbendecirán el nombre de ese granhombre, no sólo ahora sino a travésde las eternidades?”. Sí, habrá bisa-buelos que, debido a este amorosolíder, dejarán un legado de genera-ciones de miles que lo llamarán “bienaventurado”.

Cuando vemos el efecto que unapersona puede tener en la vida de muchos, quizá no es de maravi-llarse que el Señor nos recuerde:“Recordad que el valor de las almases grande a la vista de Dios” (D. y C.18:10).

Ruego que todos podamos consi-derar lo que podemos hacer indivi-dualmente para ayudar a los queserán los futuros bisabuelos, ya seaque fuere un niño pequeño, un ado-lescente o un adulto, para que cadauno deje un legado de rectitud dequienes conocen y aman al Señor. En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

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En el cuento clásico de Charles Dickens, Canción deNavidad, Bob Cratchit anhe-

laba pasar el día de Navidad con lafamilia. “Si le resulta conveniente,señor”, le preguntó a su empleador,el Sr. Scrooge.

“ ‘No me resulta conveniente’, ledijo Scrooge, ‘y no es justo. Si yo leretuviera media corona por faltar, sedaría por mal servido’…

“ ‘Y sin embargo’, le dijo Scrooge,‘a usted no le importaría que le paga-ra un día no trabajado’.

“El empleado comentó que erauna sola vez al año.

“ ‘¡Mal pretexto para robarle a unocada veinticinco de diciembre!’, le re-plicó Scrooge”1.

Porque para Scrooge, como paratodos los “hombres naturales” y egoís-tas, el sacrificio nunca es conveniente.

El hombre natural tiene la tenden-cia a pensar sólo en sí mismo, no sóloa darse el primer lugar, sino, rara vez,a considerar en segundo lugar a nadiemás, incluso a Dios. Al hombre natu-ral no le nace abiertamente sacrificar-se porque tiene un apetito insaciablede tener más. Sus supuestas necesida-des siempre exceden a sus ingresos,por lo que tener “lo suficiente” esconstantemente difícil de alcanzar, talcomo lo era para el avaro Scrooge.

Debido a que el hombre naturaltiende a acapararlo o a consumirlo to-do, el Señor sabiamente no aconsejó alIsrael antiguo sacrificar el último y elmás endeble del rebaño, sino las primi-cias, no lo que sobrara del campo, sinolas primicias (véase Deuteronomio26:2; Mosíah 2:3; Moisés 5:5). El verda-dero sacrificio ha sido el sello distinti-vo de los fieles desde el principio.

Entre los que no se sacrifican hay

dos extremos: uno es el hombre ricoy glotón que no quiere hacerlo, y elotro es el hombre pobre que cree queno puede hacerlo. Pero ¿cómo puedeuno pedirle al que padece hambreque coma menos? ¿Hay algún nivel depobreza tan bajo que no se deba es-perar el sacrificio, o una familia tan in-digente a la que no se le debarequerir el pago del diezmo?

El Señor suele enseñarnos valién-dose de circunstancias extremas parailustrar un principio. La historia de laviuda de Sarepta es un ejemplo de po-breza extrema que enseña la doctrinade que, así como la misericordia nopuede robarle a la justicia, tampocopuede robarle al sacrificio. De hecho,la verdadera medida del sacrificio noes tanto lo que uno da como sacrificio,sino lo que uno se sacrifica para dar(véase Marcos 12:43). La fe no seprueba tanto cuando la alacena estállena, sino cuando está vacía. En esosmomentos determinantes, la crisis nocrea el carácter o modo de ser, sinoque lo pone de manifiesto. La crisisconstituye la prueba.

La viuda de Sarepta vivió en los días del profeta Elías, por cuya palabrael Señor mandó sobre la tierra una se-quía que duró tres años y medio (véa-se Lucas 4:25). La hambruna llegó aser tan seria que muchos estaban apunto de morir. Y en esas circunstan-cias encontramos a la viuda.

El Señor le dijo a Elías: “Levántate,vete a Sarepta… he aquí yo he dadoorden allí a una mujer viuda que tesustente” (1 Reyes 17:9). Cabe hacernotar que no fue sino hasta que la viu-da y su hijo estaban al borde de lamuerte que se le dijo a Elías que fueraa Sarepta. En ese momento extremo,al enfrentarse con la muerte por elhambre, sería probada la fe de ella.

Cuando Elías llegó a la ciudad, lavio recogiendo leña.

“…y él la llamó, y le dijo: Te ruegoque me traigas un poco de agua en unvaso, para que beba.

“Y yendo ella para traérsela, él lavolvió a llamar, y le dijo: Te ruego queme traigas también un bocado de panen tu mano.

El diezmo: Unmandamientoincluso para losmás pobresÉ L D E R LY N N G. R O B B I N SDe los Setenta

El verdadero sacrificio ha sido el sello distintivo de los fielesdesde el principio.

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“Y ella respondió: Vive Jehová tuDios, que no tengo pan cocido; sola-mente un puñado de harina tengo enla tinaja, y un poco de aceite en unavasija; y ahora recogía dos leños, paraentrar y prepararlo para mí y para mihijo, para que lo comamos, y nos de-jemos morir” (versículos 10–12).

Un puñado de harina sería en rea-lidad muy poco, quizá suficiente parauna sola porción, por lo cual es curio-sa la respuesta de Elías. Escuchen:“Elías le dijo: No tengas temor; vé, haz como has dicho; pero hazme a míprimero de ello una pequeña tortacocida…” (versículo 13; cursiva agregada).

Ahora bien, ¿no les parece egoístael que haya pedido no sólo el primerpedazo sino quizá el único? ¿No nosenseñaron nuestros padres a dejarque las otras personas se sirvieran pri-mero, y sobre todo que los caballerosdiesen el primer lugar a las damas, ypara qué decir a una viuda hambrien-ta? Y la decisión de ella… ¿come o sa-crifica su último bocado y apresura sumuerte? Tal vez sacrifique su propioalimento, ¿pero sacrificará el alimentode su hijo hambriento?

Elías entendía la doctrina de lasbendiciones que se reciben despuésde la prueba de nuestra fe (véaseÉter 12:6; D. y C. 132:5). Él no estabasiendo egoísta, sino que, en calidadde siervo del Señor, Elías estaba allípara dar, no para recibir. Y la narra-ción sigue:

“…pero hazme a mí primero [lasprimicias] de ello una pequeña tor-ta… y tráemela; y después harás parati y para tu hijo.

“Porque Jehová Dios de Israel hadicho así: La harina de la tinaja no es-caseará, ni el aceite de la vasija dismi-nuirá, hasta el día en que Jehová hagallover sobre la faz de la tierra.

“Entonces ella fue e hizo como ledijo Elías; y comió él, y ella, y su casa,muchos días.

“Y la harina de la tinaja no escaseó,ni el aceite de la vasija menguó, con-forme a la palabra que Jehová habíadicho por Elías” (versículos 13–16;cursiva agregada).

Una razón por la que el Señor sevale de circunstancias extremas parailustrar doctrinas es para eliminar lospretextos. Si el Señor espera que aunla viuda más pobre pague su blanca,¿qué les queda a los que creen que noes conveniente ni fácil sacrificarse?

Ningún obispo ni ningún misione-ro debe jamás vacilar ni carecer de fepara enseñar la ley del diezmo a lospobres. El sentimiento de que “nopueden darse el lujo de hacerlo”, sedebe reemplazar con: “No puedendarse el lujo de no hacerlo”.

Una de las primeras cosas que de-be hacer un obispo para ayudar a losnecesitados es pedirles que paguen eldiezmo. Al igual que la viuda, si unafamilia indigente se enfrenta con ladecisión de pagar su diezmo o de co-mer, ellos deben pagar su diezmo y elobispo les puede ayudar con los ali-mentos y con otros artículos necesa-rios básicos hasta que lleguen a serautosuficientes.

En octubre de 1998, el huracánMitch devastó muchas partes deCentroamérica. El presidente GordonB. Hinckley se preocupó mucho porlas víctimas de ese desastre, muchas delas cuales lo perdieron todo: alimen-tos, ropa y enseres domésticos. Visitó alos santos de las ciudades San PedroSula y Tegucigalpa, Honduras, y deManagua, Nicaragua. Y, al igual que laspalabras del amoroso profeta Elías a laviuda hambrienta, el mensaje de esteprofeta de nuestros días en cada unade las ciudades fue similar: el sacrificioy la obediencia a la ley del diezmo.

Pero, ¿cómo se le puede pedir a al-guien tan pobre que haga sacrificios?El presidente Hinckley sabía que losenvíos de ropa y de alimentos que re-cibieron les permitirían superar la cri-sis, pero el amor que sentía por ellosrebasaba esos límites. Tan importantecomo es la ayuda humanitaria, él sabíaque la ayuda más importante viene de Dios y no del hombre. El profeta

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deseaba ayudarles a abrir las ventanasde los cielos tal como lo ha prometi-do el Señor en el libro de Malaquías(véase Malaquías 3.10; Mosíah 2:24).

El presidente Hinckley les enseñóque, si pagaban el diezmo, siempretendrían alimentos en la mesa, ropaque ponerse y techo bajo el cual guarecerse.

Al servir los alimentos, es muchomás fácil apartar un plato al principiode la cena que buscar suficiente parael que llegue tarde una vez que hayaterminado la comida y que los alimen-tos ya se hayan servido. De igual ma-nera, ¿no es mucho más fácil darle alSeñor de las primicias que esperarque haya suficiente “de sobra” paradarle a Él? En calidad de organizadorde nuestro festín, ¿no debe ser Élnuestro invitado de honor, el primeroa quien sirvamos?

Mi amorosa madre, EvelynRobbins, me enseñó la ley del diezmocuando yo tenía cuatro años de edad.Me dio una cajita vacía con tapa de bi-sagras, y me enseñó a guardar allí lasmonedas de mi diezmo y llevárselas alobispo. Estoy eternamente agradeci-do por ella, por aquella cajita y por lasbendiciones que he recibido al pagarel diezmo.

En el cuento Canción de Navidad,el Sr. Scrooge cambió su modo de sery ya no fue el mismo de antes. Deigual manera, éste es el Evangelio dearrepentimiento. Si el Espíritu nosinsta a obedecer más cabalmente laley del sacrificio en nuestra vida, co-mencemos hoy mismo a hacer esecambio.

Estoy muy agradecido por elSalvador, que fue el ejemplo perfectode la obediencia mediante el sacrifi-cio, que se ofreció a Sí mismo en sa-crificio por el pecado, y llegó a ser, enlas palabras de Lehi, “las primicias pa-ra Dios” (2 Nefi 2:7, 9; cursiva agrega-da). Doy testimonio de Él y de estasdoctrinas Suyas, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTA1. The Annotated Christmas Carol, editado

por Michael Patrick Hearn, 1976, pág. 69;cursiva agregada. Traducción libre.

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Hace sólo seis meses, ustedes,los fieles miembros de laIglesia de Jesucristo, me sostu-

vieron como miembro del Quórumde los Doce Apóstoles. Ese llama-miento fue una gran sorpresa paramuchas personas, en especial paranuestros nietos, quienes dijeron:“¡Pero él es nuestro Opa!, una perso-na común que jugaba con nosotros ynos cortaba el pelo”.

Después de la conferencia generalde octubre, mi esposa y yo les habla-mos a nuestros hijos por teléfono, yuno de nuestros nietos me dijo: “Porestar tan lejos de ustedes y no haberpodido estar allí en Salt Lake City, porlo menos nos hubieras saludado conla mano cuando estabas dando tu dis-curso en la conferencia”. Hasta esta

conferencia general aún no hemospodido estar con nuestros hijos y nie-tos, de modo que mando un saludo,con la esperanza de hacer feliz a unnieto. También los saludo a todos us-tedes, maravillosos miembros, cuyasoraciones y amor son tan importan-tes, y que mi esposa y yo agradece-mos tanto.

Mientras crecía en Alemania, asistía la Iglesia en muchos y diferentes lu-gares y circunstancias: en humildeshabitaciones detrás de un edificio, enmansiones impresionantes y en capi-llas modernas y muy funcionales.Todos esos edificios tenían un impor-tante factor en común: En ellos estabapresente el Espíritu de Dios; el amordel Salvador se podía sentir a medidaque nos reuníamos en calidad de fa-milia de rama o de barrio.

En la capilla de Zwickau había unviejo órgano impulsado por aire.Todos los domingos se asignaba a unjovencito para que subiera y bajara lafirme palanca de los fuelles que hacíanfuncionar el órgano. Aun antes de quefuera poseedor del SacerdocioAarónico, a veces tenía el gran privile-gio de ayudar en esa importante tarea.

Mientras la congregación cantabanuestros amados himnos de laRestauración, yo bombeaba con to-das mis fuerzas para que al órgano nose le acabara el aire. Los ojos del or-ganista indicaban sin lugar a dudas siyo lo estaba haciendo bien o si debía

Los frutos de laPrimera VisiónÉ L D E R D I E T E R F. U C H T D O R FDel Quórum de los Doce Apóstoles

Incluyo a José Smith entre las personas cuyo testimonio de Cristo contribuyó a fortalecer mi propio testimonio del Salvador.

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aumentar mis esfuerzos. Siempreconsideré un honor la importancia deese deber y la confianza que el orga-nista había depositado en mí. Era ungran sentimiento de logro el teneruna responsabilidad y ser parte deese grandioso trabajo.

De esa asignación se derivaba unbeneficio adicional: el operador de losfuelles se sentaba en un asiento desdedonde se apreciaba un vitral que em-bellecía la parte del frente de la capi-lla. En el vitral se representaba laPrimera Visión, estando José Smitharrodillado en la Arboleda Sagrada,mirando hacia el cielo un pilar de luz.

Durante los himnos de la congrega-ción, e incluso durante los discursos ylos testimonios de los miembros, yosolía contemplar esa representaciónde uno de los momentos más sagra-dos de la historia del mundo. En mimente, veía a José en el momento enel que recibía conocimiento, testimo-nio e instrucciones divinas al conver-tirse en un bendito instrumento enlas manos de nuestro Padre Celestial.

Sentía un espíritu especial al con-templar la bella escena de ese vitral, lade un jovencito creyente en una arbo-leda sagrada, que tomó la valiente de-cisión de orar con fervor a nuestroPadre Celestial, quien lo escuchó y lerespondió con amor.

En ese entonces, era yo un jovenci-to de la Alemania de la posguerra, trasla Segunda Guerra Mundial, que vivíaen una ciudad en ruinas, a miles de

kilómetros de distancia de Palmyra,Estados Unidos, y a más de cien añosdespués de que ese hecho se llevó acabo. Por medio del poder universaldel Espíritu Santo, sentía en mi cora-zón y en mi mente que era verdad,que José Smith vio a Dios y aJesucristo, y oyó Sus voces. El Espíritude Dios le dio consuelo a mi alma aesa tierna edad, con la certeza de larealidad de ese momento sagradoque resultó en el inicio de un movi-miento mundial que había de “rodar,hasta que llene toda la tierra” (D. y C.65:2). En aquel entonces creí el testi-monio de José Smith sobre esa glorio-sa experiencia en la Arboleda Sagrada,y hoy día lo sé. ¡Dios le ha hablado denuevo a la humanidad!

Al mirar hacia atrás, estoy agradeci-do por los muchos amigos que meayudaron en mi juventud a obtenerun testimonio de la Iglesia restauradade Jesucristo. En primer lugar, ejercíuna fe sencilla en sus testimonios, ydespués recibí la confirmación divinadel Espíritu en la mente y en el cora-zón. Incluyo a José Smith entre laspersonas cuyo testimonio de Cristocontribuyó a fortalecer mi propio tes-timonio del Salvador. Antes de reco-nocer la enseñanza del Espíritu, queme testificaba que José Smith es unprofeta de Dios, en mi tierno corazónsentí que él era amigo de Dios y que,por lo tanto, y de una manera muy na-tural, era mi amigo también. Sabíaque podía confiar en José Smith.

Las Escrituras nos enseñan que losdones espirituales se dan a los que pi-den a Dios, que lo aman y guardanSus mandamientos (véase D. y C.46:9). En Doctrina y Convenios dice:“Porque no a todos se da cada uno delos dones; pues hay muchos dones, ya todo hombre le es dado un don porel Espíritu de Dios.

“A algunos les es dado uno y aotros otro, para que así todos se be-neficien” (D. y C. 46:11–12).

Hoy día, tengo la certeza de que mitierno testimonio se benefició grande-mente por el testimonio del profetaJosé Smith y de muchos amigos de laIglesia que sabían, por “el EspírituSanto… que Jesucristo es el Hijo deDios, y que fue crucificado por los pe-cados del mundo” (D. y C. 46:13). Susbuenos ejemplos, su atento cariño ymanos de ayuda me bendijeron pararecibir otro don especial del Espírituque se describe en las Escrituras co-mo un deseo de recibir más luz y ver-dad: “a otros les es dado creer en laspalabras de aquéllos, para que tam-bién tengan vida eterna, si continúanfieles” (D. y C. 46:14). ¡Qué don tanvalioso y maravilloso!

Si nos humillamos de verdad, sere-mos bendecidos con ese don para te-ner fe y tener esperanza en las cosasque no se ven pero que son verdade-ras (véase Alma 32:21). Al experimen-tar con las palabras que nos dan lasEscrituras y los profetas vivientes —incluso si sólo tenemos un deseo de

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creer— sin resistir al Espíritu delSeñor, nuestras almas se ensancharány nuestro entendimiento se iluminará(véase Alma 32:26–28).

El Salvador mismo explicó clara-mente este misericordioso principio atodo el mundo en Su gran oración in-tercesora, dada no sólo en beneficiode Sus Apóstoles, sino de todos lossantos, incluso nosotros hoy día, don-dequiera que vivamos. Él dijo:

“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que hande creer en mí por la palabra deellos,

“para que todos sean uno; comotú, oh Padre, en mí, y yo en ti, quetambién ellos sean uno en nosotros;para que el mundo crea que tú meenviaste” (Juan 17:20–21; cursivaagregada).

Ésta es la forma en que la PrimeraVisión de José Smith es una bendiciónpara nosotros, para nuestras familiasy, finalmente, para toda la familia hu-mana: llegamos a creer en Jesucristopor conducto del testimonio del pro-feta José Smith. Los profetas y apósto-les, a lo largo de la historia de lahumanidad, han tenido manifestacio-nes divinas semejantes a las de José.Moisés vio a Dios cara a cara y apren-dió que él era un hijo de Dios, “a se-mejanza de [Su] Unigénito” (véaseMoisés 1:1–6). El apóstol Pablo testifi-có que Jesucristo resucitado se le apa-reció en el camino a Damasco y lohizo uno de Sus grandes misioneros(véase Hechos 26:9–23). Al oír el testi-monio de Pablo sobre su visión celes-tial durante el juicio en Cesarea, elpoderoso rey Agripa admitió: “Por po-co me persuades a ser cristiano”(Hechos 26:28).

Y hubo muchos otros profetas anti-guos que también dieron un podero-so testimonio de Cristo. Todas esasmanifestaciones, antiguas y moder-nas, llevaron a los creyentes a la fuen-te divina de toda justicia y esperanza:a Dios, nuestro Padre Celestial, y a SuHijo Jesucristo.

Dios le habló a José Smith con elpropósito de bendecir a todos los hi-jos de Dios con Su misericordia y

amor, aun en tiempos de incertidum-bre e inseguridad, de guerras y rumo-res de guerras, de desastres naturalesy personales. El Salvador dijo: “Heaquí, mi brazo de misericordia se ex-tiende hacia vosotros; y a cualquieraque venga, yo lo recibiré” (3 Nefi9:14). Y a todos los que acepten esainvitación Él los circundará con “la in-comparable munificencia de su amor”(Alma 26:15).

Mediante nuestra fe en el testimo-nio personal del profeta José y en larealidad de la Primera Visión, median-te el estudio y la oración, profundos ysinceros, seremos bendecidos conuna fe firme en el Salvador del mun-do, quien le habló a José “por la ma-ñana de un día hermoso y despejado,a principios de la primavera de 1820”(José Smith—Historia 1:14).

La fe en Jesucristo y un testimoniode Él y de Su expiación universal noes simplemente una doctrina de granvalor teológico; esa fe es un don uni-versal, maravilloso para todas las re-giones culturales de esta tierra, sinconsiderar el idioma, la raza, el color,la nacionalidad ni las circunstanciassocioeconómicas. Se pueden utilizar

los poderes de la razón para intentarentender ese don, pero las personasque sienten sus efectos más profun-damente son las que están dispuestasa aceptar sus bendiciones, las queprovienen de una vida pura y limpia alhaber seguido el sendero del verda-dero arrepentimiento y del vivir losmandamientos de Dios.

Al recordar y tributar honores alprofeta José Smith, de todo corazónle expreso gratitud; él fue un jovenci-to bueno, honrado, humilde, inteli-gente y valiente con un corazón deoro y una fe inquebrantable en Dios.Tuvo integridad. En respuesta a su hu-milde oración, los cielos se abrieronde nuevo; José Smith en verdad habíavisto una visión; él lo sabía, y sabíaque Dios lo sabía, y no podía negarlo(véase José Smith—Historia 1:25).

Gracias a su obra y sacrificio, hoydía tengo una verdadera comprensiónde nuestro Padre Celestial y de SuHijo, nuestro Redentor y SalvadorJesucristo, y puedo sentir el poder delEspíritu Santo y saber en cuanto alplan que nuestro Padre Celestial tienepara nosotros, Sus hijos. Para mí, esosson, en verdad, los frutos de laPrimera Visión.

Estoy agradecido por que a tem-prana edad fui bendecido con la fesencilla de que José Smith fue un pro-feta de Dios, de que vio a Dios elPadre y a Su Hijo Jesucristo en una vi-sión. Él tradujo el Libro de Mormónpor el don y el poder de Dios. Ese tes-timonio se me ha confirmado una yotra vez.

Como uno de los más pequeñosentre ustedes, pero en mi llamamien-to como uno de los Apóstoles deJesucristo, testifico que Él en verdadvive, que Él es el Mesías. Tengo untestimonio personal de Jesucristo, elSalvador y Redentor de toda la huma-nidad, conocimiento que recibí pormedio de la paz y del poder indes-criptibles del Espíritu de Dios. El de-seo de mi corazón y de mi mente esser puro y fiel al servirle a Él ahora ypara siempre.

De ello testifico, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

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Hace cuatro años, hablé en estemismo lugar sobre los matri-monios que sirven en misiones

de tiempo completo. Mi ruego incluíaque “el Espíritu Santo conmueva loscorazones y en alguna parte uno o doscónyuges miren a su compañero… ysurja el momento de la verdad [el mo-mento de la decisión]”1. Una hermaname escribió sobre esa experiencia ydecía: “Nos hallábamos sentados en lacomodidad de nuestra sala de estardisfrutando de la conferencia por la te-levisión… Sus palabras me conmovie-ron profundamente. Miré a mi esposo

y él me miró a mí. Ese momento cam-bió mi vida para siempre”.

Si se encuentran o si pronto se vana encontrar en la edad de servir comomatrimonio misionero, esta tarde medirijo a ustedes para testificar de lasbendiciones que pueden cambiar susvidas para siempre. Su Padre Celestialles necesita. Su obra, bajo la direcciónde nuestro Salvador Jesucristo, preci-sa aquello que sólo ustedes puedenbrindar. Cada experiencia misional re-quiere fe, sacrificio y servicio, atribu-tos de los que siempre se desprendenabundantes bendiciones.

Mientras analizamos esas bendicio-nes, es natural que surjan cuatro impedimentos: el temor, la preocupa-ción por la familia, el encontrar laoportunidad misional correcta y las finanzas2. Permítanme agregar otroelemento más importante y más po-deroso: la fe. Sólo mediante la fe po-dremos dar oídos al consejo de Dioscuando dice: “Escogeos hoy a quiénsirváis”3. “Elegid hoy servir a Dios elSeñor que os hizo”4. Únicamente me-diante la prueba de nuestra fe recibi-remos las milagrosas bendiciones queanhelamos para nosotros y nuestrasfamilias: “Porque si no hay fe entre loshijos de los hombres, Dios no puede

hacer ningún milagro entre ellos; portanto, no se mostró sino hasta des-pués de su fe”5.

Permítanme exponer algunas de es-tas bendiciones milagrosas extraídasde las cartas y de los relatos que he re-cibido en los últimos cuatro años. Unasencilla pareja de Idaho empleó la fepara hacer a un lado su miedo cuandoel Señor los llamó a servir en Rusia.Escribieron la siguiente carta de acep-tación: “Nadie se hubiera imaginadoque recibiríamos esta asignación. Notenemos ni idea de cómo vamos aaprender el idioma o a desenvolver-nos para resultar útiles, y si bien acep-tamos con gran temor y totalmentepor la fe, sabemos que el Señor y Suprofeta saben mejor que nadie dóndedebemos servir”. Diez meses más tar-de, el Templo de Estocolmo, Suecia,recibió a treinta santos de una peque-ña rama de Rusia dirigidos por ese ma-trimonio de Idaho que apenas habíaempezado a defenderse en el idioma.Las Escrituras nos dicen: “Dios ha dis-puesto un medio para que el hombre,por la fe, pueda efectuar grandes mila-gros”6. De ese modo, los hijos de Diosllevan a cabo Su obra “para que tam-bién la fe aumente en la tierra… paraque la plenitud de mi evangelio seaproclamada por los débiles y sencilloshasta los cabos de la tierra”7.

Otro matrimonio empleó la fe parahacer frente a sus inquietudes familia-res. Una hermana fiel escribió: “La de-cisión de servir en una misión no fuedifícil, pero mi madre, de noventaaños, se mostraba reticente a nuestramarcha. Sin embargo, la consoló mu-cho saber que nuestros familiares se-rían bendecidos gracias a nuestroservicio”. Un hermano fiel expresóidénticas preocupaciones sobre elpartir del lado de sus ancianos padres,a lo que su padre respondió diciendo:“No nos utilices a tu madre ni a mí co-mo excusa para no servir en una mi-sión con tu esposa. Ora al respecto ysigue la guía del Espíritu”.

El Señor tranquilizó a una genera-ción anterior de misioneros que tuvie-ron que dejar atrás a sus familias conlas siguientes palabras: “…y si lo

Los matrimoniosmisionerosLas bendiciones del sacrificioy del servicioÉ L D E R R O B E R T D. H A L E SDel Quórum de los Doce Apóstoles

Su Padre Celestial les necesita. Su obra, bajo la dirección denuestro Salvador Jesucristo, precisa aquello que sólo ustedespueden brindar.

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hacen con corazones sumisos… yo, elSeñor, les prometo abastecer a sus familias”8.

Las preocupaciones por la familiason reales y no se deben tomar a laligera, pero también es cierto que nopodemos resolverlas sin las bendicio-nes del Señor; y si nos sacrificamospara servir como matrimonios misio-neros de tiempo completo, las bendi-ciones fluirán. Por ejemplo, a unapareja le preocupaba dejar a su hijamás joven que no estaba activa en laIglesia. Su fiel padre escribió:“Orábamos por ella constantementey ayunábamos con regularidad.Entonces, durante una conferenciageneral, el Espíritu me susurró: ‘Sisirves, no tendrás que preocupartepor tu hija nunca más’. Nos reuni-mos con el obispo y a la semana si-guiente de recibido el llamamiento,nuestra hija y su novio anunciaron suenlace. Antes de marcharnos a África,se celebró la boda en nuestra casa.[Entonces reunimos a nuestra familiay] realizamos un consejo familiar…Les di testimonio del Señor y de JoséSmith… y les dije que me gustaríadarle a cada uno una bendición depadre. Comencé por el hijo mayor,en seguida, bendije a su esposa y así

seguí hasta llegar a la hija menor…[incluido nuestro nuevo yerno]”.

Cuando tengamos en cuenta el ser-vicio misional como matrimonio, esconveniente hacer participar a nues-tros familiares de esa misma forma. Enlas reuniones de consejo familiar, po-demos dar a nuestros hijos la oportu-nidad de expresar su apoyo, de ofrecerla ayuda especial que tal vez nos hagafalta y de recibir bendiciones del sacer-docio que los sostengan durante nues-tra ausencia. Cuando sea apropiado,también podremos recibir bendicionesdel sacerdocio de parte de ellos.Cuando el fiel padre del caso que leshe contado bendijo a sus familiares, suyerno sintió la influencia del EspírituSanto. El padre escribió: “Antes del finde nuestro primer año, [el] corazón[de nuestro yerno] empezó a enterne-cerse hacia la Iglesia y justo antes denuestro regreso a casa una vez termi-nada nuestra misión, él y nuestra hijavinieron a visitarnos. En la maleta demi yerno estaba la primera ropa de do-mingo que se había comprado. Fuerona la Iglesia con nosotros y después devolver a casa se bautizó. Un año mástarde se sellaron en el templo”9.

Aun cuando los detalles de esta his-toria sean excepcionales, el principio

es verdadero para todos lo que le digan al Señor: “A donde me mandesiré”10. Testifico que si ponemos nues-tra confianza en el Señor, Él hallará laoportunidad misional indicada paranosotros. Como Él dijo: “Si alguno mesirve… mi Padre le honrará”11.

Al tener en cuenta las oportunida-des misionales, muchos de los matri-monios de todo el mundo tienenmuchos deseos de prestar servicio,pero no tienen los medios económi-cos. Si ésa es su situación, recuerdenque el indicado llamamiento misionalpuede no ser un país lejano de nom-bre exótico. El llamamiento indicadopara ustedes puede ser dentro de supropia estaca o área; “…vuestro Padrecelestial sabe que tenéis necesidad detodas estas cosas”12. Deliberen enconsejo con sus familiares y con suobispo o su presidente de rama. Alcomprender los siervos del Señor susituación temporal, ustedes podránrecibir las bendiciones eternas del ser-vicio misional de tiempo completo.

Si hay alguien que no pueda servira causa de algún grave problema desalud u otra circunstancia atenuante,piense tal persona en realizar unaaportación económica para ayudar alos que sí pueden servir. El sacrificiorazonable de sus medios no sólo ben-decirá a otros misioneros y a aquellosa quienes sirvan, sino que también lesbendecirá a ustedes y a su familia.

Ahora bien, quisiera hablar directa-mente a los que no pudieron prestarservicio misional en su juventud:Quizás a lo largo de los años se hayansentido acosados por sentimientos depesar, o tal vez se hayan sentido inep-tos por no haber tenido la oportuni-dad misional de prestar servicio y deprogresar cuando eran más jóvenes.El consejo que les doy es: miren haciael futuro y no hacia el pasado.¡Empiecen a preparase para su misióncomo matrimonio misionero mayorhoy día! Ahorren un poco de dinerocada mes. Estudien las Escrituras.Acepten llamamientos de la Iglesia.Oren para sentir el amor del Señorpor las demás personas y reciban Suamor y confianza en ustedes. ¡Ustedes

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podrán algún día reclamar todas lasbendiciones del servicio misional!

¡Y qué maravillosas bendicionesson ésas! Tras cincuenta y un años dematrimonio, me preguntaron: “¿Quéparte de su vida quisiera volver a vi-vir?”. No dudé en contestar: “El tiem-po en el que mi esposa y yo servimosjuntos en la gran obra misional delSeñor”. Los sentimientos de otro ma-trimonio misionero hacen eco a losde mi esposa y a los míos: “La deci-sión de servir en una misión nos pro-porcionó nuevo vigor, nuevasemociones, nuevos amigos, nuevoslugares y nuevos retos. Nos unió máscomo marido y mujer; teníamos unameta común y éramos compañerosde verdad. Y lo mejor de todo fue quenos brindó un nuevo progreso espiri-tual en vez de una jubilación espiri-tual”. Hermanos y hermanas, nocaigamos en la jubilación espiritual.

Ahora, permítanme extender undesafío a los obispos y a los presiden-tes de rama de todo el mundo. ¿Seríaposible que durante los próximos seismeses pudieran recomendar a uno oa más matrimonios misioneros ade-más de aquellos que actualmente ten-gan previsto servir? El recurso másimportante del que podrán echar ma-no para cumplir con este reto son losmiembros mayores de su barrio queya hayan servido como misioneros.En mi barrio, un obispo inspiradoconvocó una reunión especial de po-sibles matrimonios misioneros y de exmatrimonios misioneros. Al compartirnuestro testimonio del sacrificio y delservicio, el Espíritu nos testificó a to-dos que un llamamiento a servir es,de hecho, un llamamiento para “[dar-nos] Sus ricas bendiciones”13.

He oído de un presidente de esta-ca que organizó una clase para matri-monios misioneros y así inspirar a losposibles matrimonios misioneros yayudarles a prepararse para servir.Líderes del sacerdocio, cuando bus-quen con oración fomentar el serviciomisional de tiempo completo, recuer-den que cuando se llama a un matri-monio, éste no sólo contribuye allevar a cabo la obra del Señor en

todo el mundo, sino que planta en sufamilia la semilla del servicio que flo-recerá en las generaciones venideras.Aún me siento agradecido por la in-fluencia de mis padres, que sirvieroncomo matrimonio misionero enInglaterra y dieron un gran ejemplo asu posteridad.

Ahora bien, ustedes los posiblesmatrimonios misioneros, por favorno aguarden a que el obispo se reúnacon ustedes para tratar el tema deservir en una misión. Acudan a él,compartan sus sentimientos. En loque al servicio misional se refiere, elSeñor espera que expresemos nues-tros deseos. Así sabremos que el mis-mo Espíritu que nos mueve a solicitarel llamamiento misional inspirará alprofeta a llamarnos a la asignaciónadecuada.

¡Hay tantos llamamientos! Hay lla-mamientos para enseñar el Evangelioa los que desean recibir la verdad, in-cluidos los jóvenes del SistemaEducativo de la Iglesia; llamamientospara trabajar en el servicio humanita-rio y de bienestar, en los templos, encentros de historia familiar, en oficinasde misión y en emplazamientos histó-ricos; llamamientos para “[realizar] el

mayor beneficio para [vuestros] se-mejantes, y [adelantar] la gloria deaquel que es tu Señor”14.

Tengan en cuenta los siguientesejemplos: Un matrimonio que fue lla-mado a la India ayudó a una escuelapara niños invidentes a construir ins-talaciones sanitarias y a adquirir má-quinas de escribir en braille. En Hawaiun matrimonio nutrió a una pequeñarama que pasó de 20 miembros a 200y preparó a 70 de ellos para que fue-ran juntos al templo. En Perú, un ma-trimonio hizo todas las gestionesnecesarias para que se propocionasenmedicamentos y juguetes de Navidada quinientos cincuenta niños de unorfanato. Un matrimonio en Camboyaenseñó clases de instituto y propor-cionó liderazgo a una rama que, al ca-bo de tan sólo diez meses, crecióhasta alcanzar el número de cientoochenta miembros. En Rusia, un ma-trimonio ayudó a los granjeros de unalocalidad a aumentar sus cosechas depapas [patatas] en once veces más delo habitual, mientras que un matrimo-nio en las Filipinas ayudó a casi sete-cientas familias mal alimentadas acriar conejos y a cultivar hortalizas. EnPensilvania, otro matrimonio ayudó a

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sesenta personas, la mitad de ellaseran de otras religiones, a prepararlos registros genealógicos de sus fami-lias. En Ghana, un matrimonio ayudóa perforar y a acondicionar pozos paraque ciento noventa mil habitantes dealdeas y de campos de refugiados cer-canos tuvieran agua.

Sean o no los resultados de cadamisión así de evidentes al ojo huma-no, todos los que sirven realizan unacontribución incalculable a la vistadel Señor, pues a todos los “que du-dan, convencedlos”15. Los matrimo-nios misioneros son modelos yejemplos de fortaleza para los misio-neros de tiempo completo, así comopara los líderes del sacerdocio y delas organizaciones auxiliares en todoel mundo. Manifiesto mi gratitud por

todos ellos y por los miles más quesirven en tantas funciones, donandomillones de horas de servicio a suprójimo.

Mis hermanos y hermanas, si hansentido el deseo de participar en estaobra, sin importar lo callados que sean sus sentimientos, no posponganel día de su servicio. Éste es el mo-mento de prepararse; éste es el mo-mento de ser llamado, el momentode sacrificarse. Éste es el momento decompartir sus dones y talentos. Éstees el momento de recibir las bendicio-nes que Dios tiene reservadas para us-tedes y para sus familias. “Hay unanecesidad constante de más matrimo-nios misioneros”, ha dicho el presi-dente Hinckley16. A medida que laobra avanza, la necesidad aumenta.

Aprovechemos nuestros más ricosaños de experiencia, de madurez, desabiduría y, especialmente, de fe, parasatisfacer esa necesidad como sólonosotros podemos hacerlo.

Por encima de todo, tengan unmotivo especial para hacerlo. Graciasa las experiencias de nuestra vida po-demos volver la vista hacia atrás y re-conocer la bondad de nuestro PadreCelestial y de Su Hijo Jesucristo paracon nosotros y para con nuestras fa-milias. Un hermano fiel lo explicó así:“Mi esposa y yo deseamos servir cincomisiones: una por cada hermoso hijocon el que Dios nos ha bendecido”.Cualesquiera que hayan sido las ben-diciones recibidas individualmente,les testifico que hemos recibido lamás grande de todas: “De tal maneraamó Dios [nuestro Padre Celestial] almundo, que ha dado a su Hijo unigé-nito”17, y Su Hijo Jesucristo “ama almundo, al grado de dar su propia vi-da”18. Expreso mi testimonio especialde que Su sacrificio expiatorio es lamanifestación suprema de ese amor.

Los miembros de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días tenemos el gran privilegiode agradecer Su amor mediante el sa-crificio y el servicio, y de reclamar asíSu santa promesa: “Y el que diere suvida en mi causa, por mi nombre, lahallará otra vez, sí, vida eterna”19. Queactuemos así, es mi sincera oración enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. “Matrimonios misioneros: Una época para

servir”, Liahona, julio de 2001, pág. 28.2. Véase Liahona, julio de 2001, pág. 29.3. Alma 30:8.4. Moisés 6:33.5. Éter 12:12, cursiva agregada.6. Mosíah 8:18.7. D. y C. 1:21, 23.8. D. y C. 118:3.9. Véase D. y C. 31:1–2, 5.

10. “Adonde me mandes iré”, Himnos, Nº 175.11. Juan 12:26.12. Mateo 6:32; 3 Nefi 13:32.13. “Llamados a servir”, Himnos, Nº 161.14. D. y C. 81:4.15. Judas 1:22.16. “A los obispos de la Iglesia”, Reunión

Mundial de Capacitación de Líderes, 19 dejunio de 2004, pág. 27.

17. Juan 3:16.18. 2 Nefi 26:24.19. D. y C. 98:13.

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Hace casi 70 años, el presidenteDavid O. McKay, que en aquelentonces servía como conseje-

ro de la Primera Presidencia, pregun-tó lo siguiente a una congregaciónreunida para la conferencia general:“Si en este instante se le pidiera a ca-da uno [de ustedes] que resumiera enuna frase... la característica más desta-cada de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ¿quéresponderían?”.

“Mi respuesta”, dijo él, “sería: ...laautoridad divina mediante revelacióndirecta”1.

Esa autoridad divina es, en efecto,el santo sacerdocio.

El presidente Gordon B. Hinckleyha agregado su testimonio cuando di-jo: “[El sacerdocio] es una delegaciónde autoridad divina, diferente de to-dos los demás poderes y autoridadesque hay en la tierra... Es el único po-der sobre la tierra que traspasa el velode la muerte... Sin él podría haberuna iglesia sólo de nombre, faltándolela autoridad para administrar los asun-tos de Dios”2.

Hace sólo cuatro semanas, el presi-dente James E. Faust les dijo a losalumnos de BYU en su reunión devo-cional: “[El sacerdocio] activa y go-bierna todos los asuntos de la Iglesia.Sin las llaves del sacerdocio ni su au-toridad, no habría iglesia”3.

Comienzo mis palabras esta nochecon estas tres breves citas (a las quepodrían agregarse innumerables citasmás) para recalcar enfáticamente unsolo punto: que el sacerdocio de Dios,con sus llaves, sus ordenanzas, su ori-gen divino y su capacidad para atar enlos cielos lo que se ata en la tierra estanto indispensable como único parala Iglesia verdadera de Dios, y que sinél no habría Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días.

En este año en el que conmemora-mos el bicentenario del nacimientodel profeta José Smith y el 175 aniver-sario de la organización de la Iglesia,deseo añadir mi testimonio de la res-tauración de este sagrado sacerdocio,de esta sagrada prerrogativa, de estesupremo don, y del papel que desem-peña en nuestra vida a ambos ladosdel velo, y expresar mi eterna gratitudeterna por él.

La función esencial del sacerdociorespecto a enlazar el tiempo y la eter-nidad la demostró claramente elSalvador cuando formó Su Iglesia du-rante su ministerio terrenal. A Pedro,Su apóstol mayor, le dijo: “Y a ti te da-ré las llaves del reino de los cielos; ytodo lo que atares en la tierra será ata-do en los cielos; y todo lo que desata-res en la tierra será desatado en loscielos”4. Seis días más tarde llevó aPedro, a Santiago y a Juan a lo alto deuna montaña donde se transfiguró engloria ante ellos. Entonces se apare-cieron profetas de dispensaciones an-teriores, incluidos, por lo menos,Moisés y Elías el profeta5, quienesconfirieron las diversas llaves y pode-res que cada uno de ellos poseía.

Lamentablemente, poco despuéslos apóstoles fueron asesinados o deotra forma fueron quitados de la tie-rra y las llaves que poseían del sacer-docio se fueron con ellos, lo queoriginó más de 1.400 años de priva-ción del sacerdocio y de la ausenciade la autoridad divina entre los hijosde los hombres. Pero parte del mila-gro moderno y de la historia maravi-llosa que celebramos esta noche loconstituye el retorno de aquellos mis-mos mensajeros celestiales que vinie-ron a nuestra época, y la restauraciónde esos mismos poderes que poseye-ron para bendición de toda la humanidad.

En mayo de 1829, mientras tradu-cía el Libro de Mormón, José Smithencontró una referencia al bautismo.Comentó el asunto con su escriba,Oliver Cowdery, y ambos suplicaronanhelosamente al Señor respecto delasunto. Oliver escribió: “Nuestras al-mas se elevaron en poderosa oración

Nuestracaracterísticamás destacadaÉ L D E R J E F F R E Y R . H O L L A N DDel Quórum de los Doce Apóstoles

El sacerdocio de Dios... es tanto indispensable como únicopara la Iglesia verdadera de Dios.

SESIÓN DEL SACERDOCIO2 d e a b r i l d e 2 0 0 5

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a fin de saber cómo recibir las bendi-ciones del bautismo y del EspírituSanto... Buscamos diligentemente...la autoridad del santo sacerdocio yel poder de administrar en elmismo”6.

En respuesta a esa “poderosa ora-ción” vino Juan el Bautista y restaurólas llaves y los poderes del SacerdocioAarónico, el cual ha sido conferido alos jóvenes que nos acompañan estanoche. Pocas semanas después, Pedro,Santiago y Juan regresaron para restau-rar las llaves y los poderes delSacerdocio de Melquisedec, entre ellaslas llaves del apostolado.Posteriormente, cuando se hubo cons-truido un templo al que pudieran acu-dir otros mensajeros celestiales, el 3 deabril de 1836 tuvo lugar el equivalenteactual del antiguo Monte de laTransfiguración, una parte de algo queel presidente Hinckley denominó unavez “la cascada de revelación deKirtland”, donde el Salvador mismo,junto con Moisés, Elías y Elías el profe-ta se aparecieron en gloria al profetaJosé Smith y a Oliver Cowdery y lesconfirieron a estos hombres las llaves ylos poderes de sus respectivas dispen-saciones. Esta visita concluyó con estaresonante declaración que dice: “Portanto, se entregan en vuestras manoslas llaves de esta dispensación”7.

No es de extrañar que el profetaJosé incluyera en los breves pero elo-cuentes artículos de nuestra fe:

“Creemos que el hombre debe ser lla-mado por Dios, por profecía y la im-posición de manos, por aquellos quetienen la autoridad, a fin de quepueda predicar el evangelio y admi-nistrar sus ordenanzas”8. Obviamente,el obrar con autoridad divina requieremás que un mero contrato social. Noes el fruto de una formación teológicani una comisión de una congregación.No, en la obra autorizada de Dios de-be haber un poder superior al que yaposeen las personas en los bancos delas iglesias, o en las calles o en los se-minarios, un hecho que durante ge-neraciones, hasta el momento de laRestauración, habían sabido y recono-cido abiertamente los que buscaban lareligión.

Es cierto que algunas personas deesa época no querían que sus minis-tros alegaran una autoridad sacramen-tal especial, pero la mayoría de laspersonas añoraban un sacerdocioaprobado por Dios y se sentían frus-tradas al pensar a dónde podrían ir abuscarlo9. Con ese espíritu, el regresode la autoridad del sacerdocio porconducto de José Smith habría mitiga-do siglos de angustia, en especial paraaquellos que sentían lo que el célebreCharles Wesley tuvo el valor de decir.En la ruptura eclesiástica con su aúnmás célebre hermano John sobre ladecisión de éste de ordenar sin tenerla autoridad para ello, Charles escribiócon una sonrisa:

Con qué facilidad obispos nombraDel hombre o la mujer el antojo:Wesley las manos a Coke impuso,Pero, ¿quién a él lo ordenó?10

Al responder a esa desafiante pre-gunta, nosotros, los de la Iglesia res-taurada de Jesucristo, podemos seguirla línea de autoridad del sacerdocioque ejerce el diácono más nuevo delbarrio, el obispo que lo preside, y elprofeta que nos preside a todos. Esalínea se remonta, en una cadena in-quebrantable, a ministros angelicalesque vinieron de parte del Hijo deDios mismo trayendo del cielo estedon incomparable.

Y cuánto necesitamos sus bendi-ciones: como Iglesia, y como perso-nas y familias dentro de la Iglesia.Permítanme un ejemplo:

Antes hablé del período de la his-toria de la Iglesia en Kirtland. Losaños de 1836 y 1837 fueron los másdifíciles que la joven Iglesia había en-frentado, financiera, política e interna-mente. En medio de esa tensasituación, José Smith recibió la magní-fica impresión profética de enviar avarios de sus hombres más capaces(posteriormente a todo el Quórumde los Doce Apóstoles) a servir en mi-siones en el extranjero. Fue un movi-miento audaz e inspirado que al finalsalvaría a la Iglesia de los peligros delmomento, si bien a corto plazo impo-nía grandes cargas para los santos, do-lorosas para los que partieron,aunque tal vez más dolorosas para losque permanecieron en casa.

Cito al élder Robert B. Thompson:“Habiendo llegado el día señalado

para que los élderes partieran paraInglaterra, [me detuve] en la casa delhermano [Heber C.] Kimball para de-terminar cuándo iba a iniciar él [suviaje], ya que esperaba acompañarlodurante doscientas o trescientas mi-llas, porque tenía pensado trabajar enCanadá esa temporada.

“La puerta estaba entreabierta, asíque entré y me quedé sorprendidopor lo que vi. Pensé en retirarme,pues creí estar importunando, perosentí que no debía moverme. El

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padre estaba derramando su alma a...[Dios, suplicándole] que como Él‘cuida de los pajarillos y alimenta alos cuervos’, que velara por las nece-sidades de su esposa y de sus peque-ños en su ausencia. Entonces, al igualque los patriarcas, y en virtud de suoficio, puso las manos sobre la cabe-za de cada uno y les dio una bendi-ción de padre... encomendándolos alcuidado y a la protección de Dios,mientras él estuviera predicando elEvangelio en otro país. Mientras asíse hallaba [pronunciando estas ben-diciones], su voz se tornó casi imper-ceptible entre los sollozos de los quele rodeaban y que [se esforzaban, ensu manera juvenil, por ser fuertes,aunque les resultaba muy difícil]... Élcontinuó, pero su corazón estaba de-masiado afectado para hacerlo connormalidad... y a veces se veía obliga-do a detenerse a intervalos mien-tras... las copiosas lágrimas bañabansus mejillas, como muestra de lossentimientos que abrigaba en su inte-rior. Mi corazón no fue lo bastantefuerte para refrenarse”, dijo el herma-no Thompson. “A pesar de mis inten-tos, lloré y uní mis lágrimas a las deellos. Al mismo tiempo, me sentíagradecido por haber tenido el privi-legio de contemplar tal escena”11.

Esa escena se ha repetido de una uotra manera miles y cientos de milesde veces en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días,

sea por un temor, una necesidad, unllamamiento, un peligro, una enfer-medad, un accidente o una defun-ción. Yo he participado en momentosasí. He contemplado el poder deDios manifestándose en mi hogar yen mi ministerio. He visto que se ha reprendido el mal y que se hancontrolado los elementos. Sé lo quesignifica trasladar montañas de difi-cultades y dividir azaroso maresRojos. Sé lo que significa que el ángeldestructor “[pase] de ellos”12. El ha-ber recibido la autoridad y el haberejercido el poder del “SantoSacerdocio según el Orden del Hijode Dios”13 es para mí y para mi familiala mayor bendición que podría espe-rar en esta vida. Ése, en definitiva, esel significado del sacerdocio en pala-bras que todos podemos entender:una capacidad incomparable, intermi-nable y constante para bendecir.

Con gratitud por esas bendiciones,me uno a ustedes y a un coro de vivosy muertos que cantan en este añoconmemorativo: “¡Al gran profeta rin-damos honores!”14 y que conversócon Adán, Gabriel, Moisés, Moroni,Elías el profeta, Elías, Pedro, Santiago,Juan, Juan el Bautista y muchos más15.Ciertamente, “fue ordenado porCristo Jesús”16. Ruego que todos, jóve-nes y ancianos, niños y hombres, pa-dres e hijos, atesoren el sacerdocioque fue restaurado por conducto deJosé Smith; que atesoren las llaves del

sacerdocio y las ordenanzas mediantelas que únicamente se manifiesta elpoder de la divinidad y sin las cualesno puede ser manifiesto17. Testifico de la restauración del sacerdocio, la “característica más destacada” e in-dispensable de la Iglesia verdadera de Dios. En el nombre de Aquel aquien pertenece este sacerdocio, sí, el Señor Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. En Conference Report, abril de 1937,

pág. 121.2. “Priesthood Restoration”, Ensign, octubre

de 1988, pág. 71.3. “¿Dónde está la Iglesia?”, reunión devocio-

nal, Universidad Brigham Young, 1 de marzo de 2005, pág. 8.

4. Mateo 16:19.5. Véase Mateo 17:1–3.6. Citado en Richard Lloyd Anderson: “The

Second Witness of Priesthood Restoration”,Improvement Era, septiembre de 1968,pág. 20; cursiva agregada.

7. D. y C. 110:16; véanse también los versícu-los 1–15.

8. Artículos de Fe 1:5; cursiva agregada.9. Véase David F. Holland, “Priest, Pastor,

Power”, Insight, otoño de 1997, págs.15–22 para un exhaustivo examen de la si-tuación del sacerdocio en Estados Unidosen la época de la Restauración.

10. Citado en Reverendo C. Beaufort Moss, TheDivisions of Christendom: A Retrospect,pág. 22.

11. Citado en Orson F. Whitney, The Life ofHeber C. Kimball, págs. 108–109.

12. D. y C. 89:21. 13. Véase D. y C. 107:1–3.14. Himnos, Nº 15.15. José Smith conversó con muchos profetas y

mensajeros del otro lado del velo. Algunosde ellos se mencionan en D. y C. 128:20–21.

16. Himnos, Nº 15.17. Véase D. y C. 84:19–21.

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Esta noche me dirijo a ustedes,jovencitos, a quienes el presi-dente Gordon B. Hinckley ha

descrito como “la mejor generación”1.En todo el mundo vemos su bondad.Ruego que sientas que mis palabrasson personales, para ti, un hijo deDios, que se esfuerza arduamente pa-ra hacer lo correcto.

Quiero contarte una experienciade un fiel Santo de los Últimos Díasque es un buen amigo mío. Me referi-ré a él únicamente como “mi amigo”por razones que luego entenderás.

Como agente especial del FBI, miamigo investigaba grupos de crimenorganizado que transportaban drogas

ilegales a los Estados Unidos. En una ocasión, él y otro agente se

acercaron a un apartamento dondepensaban que un conocido narcotrafi-cante distribuía cocaína. Mi amigodescribe lo sucedido:

“Tocamos a la puerta del narcotrafi-cante. El sospechoso abrió la puerta y,al vernos, trató de interponerse paraque no pudiésemos ver, pero fue de-masiado tarde porque pudimos ver lacocaína sobre la mesa.

“El hombre y la mujer que se en-contraban frente la mesa empezaronde inmediato a quitar la cocaína.Debíamos evitar que destruyeran laevidencia, de modo que rápidamenteempujé a un lado al sospechoso quenos bloqueaba la entrada. Al hacerlo,los dos nos miramos a los ojos y, cu-riosamente, no parecía estar enojadoni tener miedo, y me sonreía.

“Su mirada y su sonrisa cautivadorame dieron la impresión de que él nole haría daño a nadie, por lo que mealejé de él y me dirigí hacia la mesa. Elsospechoso quedó a mis espaldas. Enese instante, vino a mi mente una im-presión clara y poderosa: ‘Cuídate delo malo tras los ojos sonrientes’.

“De inmediato me volví hacia elsospechoso; tenía la mano metida en el bolsillo grande de adelante. Ins-tintivamente, le agarré la mano y se la

saqué del bolsillo. Fue entonces queme di cuenta de que tenía firmementeagarrada una pistola semiautomática,lista para disparar. Tras un momentode conmoción, pude desarmarlo”.2

Más tarde, en otro caso, el narco-traficante fue declarado culpable deasesinato y se jactó de que tambiénhabría matado a mi amigo si éste nose hubiera dado vuelta en ese precisomomento.

A veces me he puesto a pensar enla impresión que acudió a su mente:“Cuídate de lo malo tras los ojos son-rientes”. De eso quiero hablarte estanoche.

Empecemos con lo que sabemos:Lo bueno proviene de Dios; lo maloproviene del diablo3. Sin embargo, noson fuerzas semejantes que luchanmutuamente en el universo. A la cabe-za de todo lo que es bueno estáCristo, quien es el Unigénito delPadre, quien creó nuestro mundo ymuchos otros. Nuestro Redentor esun ser resucitado y perfecto4. Yo séque Él vive.

El diablo, por otro lado, “persuadea los hombres a hacer lo malo”5. “[Ha]caído del cielo... [ha] llegado a ser mi-serable para siempre”6, y ahora quiere“que todos los hombres sean misera-bles como él”7. Él es un mentiroso yun fracasado8.

El poder del Salvador y el poder deldiablo en verdad no se comparan9.

Sin embargo, en este planeta se leha concedido a lo malo un lugar pro-minente a fin de darnos la oportuni-dad de escoger entre el bien y el mal.La Escritura dice: “...Dios le concedióal hombre que obrara por sí mismo...[y] el hombre no podía actuar por sí a menos que lo atrajera lo uno o lo otro”10.

La elección entre el bien y el mal esesencial en nuestra experiencia terre-nal. En el análisis final de nuestras vi-das, en realidad no importará sifuimos ricos o pobres, si fuimos atléti-cos o no, si tuvimos amigos o si se olvidaban de nosotros.

Podemos trabajar, estudiar, reír ydivertirnos, bailar, cantar y disfrutarde muchas diferentes experiencias,

Cuídate de lo malotras los ojossonrientesÉ L D E R N E I L L . A N D E R S E NDe los Setenta

A medida que aumentemos nuestro conocimiento y amorpor el Salvador, Su luz iluminará todo a nuestro alrededor,y entonces veremos lo malo por lo que realmente es.

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las cuales forman una parte maravillo-sa de la vida, pero que no son esen-ciales para lo que estamos aquí11. Laoportunidad de elegir lo bueno envez de lo malo es precisamente la ra-zón por la que estamos aquí12.

Ninguno de nosotros diría:“Quiero elegir lo malo”. Todos desea-mos elegir lo bueno.

No obstante, la elección de lo bue-no en vez de lo malo no siempre esfácil, ya que muchas veces lo malo seesconde tras ojos sonrientes. Escuchaestas advertencias:

“Tened cuidado... de que no juzguéis que lo que es malo sea de Dios”13.

“Debéis velar y orar siempre, nosea que entréis en tentación; porqueSatanás desea poseeros”14.

“Satanás ha intentado engañaros,para destruiros”15.

El mensaje es éste: “¡Cuídate de lomalo tras los ojos sonrientes!”.

He conocido a algunos jovencitosque empezaron con todas las inten-ciones de permanecer firmes en su

lealtad al Salvador, pero que se desvia-ron del camino porque no vieron lomalo tras unos ojos que aparentabanser muy inofensivos. Vieron la diver-sión, el placer, la aceptación, pero novieron las otras consecuencias.

Entonces, ¿cómo podemos discer-nir lo malo que se esconde tras algoque no parece ser malo?

Tú ya sabes las respuestas, peroaquí te presento unas ideas:

Primero, habla con tus padres. ¿Teparece esa una idea radical? Como pa-dres, sabemos que nos falta muchopara ser perfectos, pero te amamos y,junto con tu madre, hay un profundointerés en que elijas lo bueno.

En seguida, sigue al profeta. A estosquince hombres a quienes sostene-mos como profetas, videntes y revela-dores se les da poder divino para verlo que nosotros a veces no vemos. Elpresidente Hinckley nos ha dado con-sejos claros y específicos en cuanto a“lo malo tras los ojos sonrientes”16. Y cuentan con la guía inspirada del fo-lleto “Para la fortaleza de la juventud”17.

Si aplicas el consejo del presidenteHinckley, el Señor ha prometido que Él“dispersará los poderes de las tinieblasde ante vosotros”18. Podrás ver “lo ma-lo tras los ojos sonrientes” y su atracti-vo no te llamará la atención.

Algo de suma importancia es quepermitas que el Espíritu Santo sea tuguía. El Señor ha prometido que si vi-vimos rectamente, la voz suave y apa-cible vendrá a nuestra mente y anuestro corazón19. Tú has sentido esainfluencia; tú conoces esa voz20.

El don del Espíritu Santo es un donespiritual; es algo sensible que no serelacionará con la indignidad. No pue-des ofenderlo o despreciarlo un día, yesperar que te fortalezca al día si-guiente, pero, a medida que des oídoa sus impresiones y permanezcas dig-no, se fortalecerá en tu interior. Asícomo el Espíritu Santo previno a miamigo del peligro físico, así tambiénte advertirá del peligro espiritual.

Por último, logra tu propio testi-monio del Salvador; ora ferviente-mente; lee el Libro de Mormón

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cuando nadie te vea; toma tiempopara pensar en quién es Jesús enrealidad y la forma en que Su vida ySu sacrificio son importantes para ti.

Recuerda el ejemplo del joven JoséSmith. Cuando por la noche encendíala vela para leer la Biblia, era porquedeseaba hacerlo; cuando fue a la arbo-leda a orar, fue solo21.

A medida que aumentemos nuestroconocimiento y nuestro amor por elSalvador, Su luz iluminará todo a nues-tro alrededor, y entonces veremos lomalo por lo que realmente es22.

Sé que Jesucristo es nuestroSalvador. Las palabras no pueden des-cribir Su grandeza y gloria, Su majes-tad y magnificencia. Él se apareciócon Su Padre al profeta José Smith. Elpresidente Gordon B. Hinckley es elprofeta de Dios hoy día. Hermanos,nosotros poseemos Su santo sacerdo-cio. Si permanecemos dignos, sere-mos bendecidos para “ver lo malotras los ojos sonrientes”. De ello testi-fico en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. “Linaje escogido”, Liahona, julio de 1992,

pág. 76.2. Carta personal fechada el 7 de marzo de

2005.3. Véase Moroni 7:12.4. Véase, Lucas 24:36–39; Juan 1:14; 3 Nefi

12:48; D. y C. 76:23–24.5. Moroni 7:17.6. 2 Nefi 2:18.7. 2 Nefi 2:27.8. Véase D. y C. 93:25, véase también Guía

para el Estudio de las Escrituras, “Diablo”,pág. 52.

9. Véase Moisés 1:1–22.10. 2 Nefi 2:16.11. Véase Gordon B. Hinckley, “El consejo y la

oración de un profeta en beneficio de lajuventud”, Liahona, abril de 2001, pág.30; “Los conversos y los hombres jóve-nes”, Liahona, julio de 1997, pág. 53;“Sean dignos de la joven con la cual se vana casar algún día”, Liahona, julio de 1998,pág. 53.

12. Véase 2 Nefi 2:27.13. Véase Moroni 7:14.14. 3 Nefi 18:18.15. D. y C. 50:3.16. Véase Liahona, abril 2001, 30.17. En Internet, lds.org/Idiomas-Español/

Materiales para los jóvenes/Para la fortalezade la juventud.

18. D. y C. 21:6.19. Véase D. y C. 8:2.20. Véase D. y C. 18:36.21. Véase José Smith—Historia 1:11–20.22. Véase Moisés 1:1–22.

48

Esta noche me gustaría centrarmis comentarios en el entusias-ta llamado a servir de un himno

favorito: “¿Quién sigue al Señor? Tomatu decisión” (Himnos, Nº 170).

En ésta, la dispensación del cum-plimiento de los tiempos, al preparar-nos para las satánicas batallas finales,en previsión del regreso de Cristo a latierra, es muy importante saber quiénsigue al Señor. El Señor necesita saberen quién puede confiar.

Se esperaría que se pudiera contaren que todo poseedor del sacerdociose alistara para servir en las filas delejército del Señor. En la actualidad,hay cerca de tres millones de posee-dores del sacerdocio, distribuidos enpartes iguales entre el SacerdocioAarónico y el Sacerdocio deMelquisedec.

Lamentablemente, muchos de estoshombres, jóvenes y no tan jóvenes, no

están presentes, están ausentes sinpermiso.

Un día, cada uno se sentó humilde-mente mientras que hombres con au-toridad les impusieron las manossobre la cabeza y les confirieron el sa-cerdocio. Aquel día, todos ellos hicie-ron un convenio con el Señor deobedecer y de servir.

Para entender la importancia de es-tos convenios debemos preguntar-nos: “¿Qué es el sacerdocio?”. Cadadiácono alerta sabe la respuesta a estapregunta: El sacerdocio es el poderpara actuar en el nombre de Dios.

¿Qué significa eso para ustedes,diáconos, maestros y presbíteros?Primero, significa que ustedes estánautorizados para repartir, preparar ybendecir la Santa Cena. ¿Es esto algoimportante? ¡Absolutamente!

¿Quién estuvo a cargo de la prime-ra reunión sacramental de la que te-nemos registro? Por supuesto que larespuesta es: el Señor Jesucristo. Lanoche anterior a Su sufrimiento en elhuerto de Getsemaní, Cristo preparó,bendijo y repartió la Santa Cena a Susdiscípulos. Así que cuando llevamos acabo esta sagrada ordenanza, en reali-dad estamos en el lugar del Salvadormismo. ¡Eso es especial!

Juan el Bautista impuso las manossobre la cabeza de José Smith y deOliver Cowdery y les confirió elSacerdocio de Aarón y declaró:“Confiero el Sacerdocio de Aarón, elcual tiene las llaves del ministerio deángeles, y del evangelio de arrepenti-miento, y del bautismo por inmersión

¿Quién sigue alSeñor?É L D E R R O B E R T C . O A K SDe la Presidencia de los Setenta

El Señor necesita saber en quién puede confiar.

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para la remisión de pecados” (D. y C.13:1). Ésa es una responsabilidad importante para los hombres de cual-quier edad. Con ese encargo, clara-mente estamos del lado del Señor.

¿Y qué del Sacerdocio deMelquisedec? En la sección 84 deDoctrina y Convenios se lee: “Y estesacerdocio mayor administra el evan-gelio y posee la llave de los misteriosdel reino, sí, la llave del conocimientode Dios” (versículo 19). Este sacerdo-cio tiene el poder de administrar y dedirigir, de bendecir y de sanar, de en-señar y de sellar. Estas actividades deservicio del sacerdocio claramente co-locan a los hermanos que participandel lado del Señor.

Uno de los más grandes ejemplosdel poder del sacerdocio para sellar esla historia de Nefi, hijo de Helamán.Debido a su diligencia en declarar lapalabra de Dios, el Señor le dio el po-der para sellar para “que cuanto sella-res en la tierra, sea sellado en loscielos; y cuanto desatares en la tierra,sea desatado en los cielos” (Helamán10:7). Nefi habría sido un poderoso lí-der del ejército del Señor en cual-quier dispensación.

¡Qué gran acto de confianza es, departe de nuestro Padre Celestial, elcompartir con nosotros una parte deSu poder para que lo ayudemos en Sugran obra, a medida que se extiendepara llenar la tierra!

Noten cuán cuidadosamente hemossido instruidos acerca de cómo confe-rir la autoridad del sacerdocio. Cuandocumplí 12 años, mi padre, CharlesOaks, y mi obispo, George Collard, co-locaron sus manos sobre mi cabeza yme confirieron el Sacerdocio Aarónicoy me ordenaron diácono.

Varios años después, el entoncesélder Gordon B. Hinckley utilizó esemismo procedimiento dirigido de loscielos para ordenarme Setenta. Cadaordenación refleja una confianza divi-na adicional y una nueva oportunidadde servir del lado del Señor.

Cuando se forman los ejércitos,por lo general las batallas se peleanen vastos campos de batalla, pero es-ta batalla por las almas es totalmente

diferente. El conflicto sigue cada díaen la vida de toda persona y coloca alas tropas del Señor contra las fuerzasde la codicia, del egoísmo y de la lu-juria de Satanás.

Los musculosos 2.060 jóvenes gue-rreros de Helamán, hombro a hom-bro, dan a entender la necesidad deuna gran fuerza física para alistarse ensus filas. Pero hay lugar para toda al-ma tenaz en este empeño.

Tenemos un nieto, Andrew, de 11años, que está confinado a una silla deruedas, quizá para el resto de su vida.Él será ordenado diácono en el otoñoy se unirá al ejército del sacerdocio delSeñor. Su impedimento físico no seráun factor limitante en esta guerra por-que las armas seleccionadas no son laslanzas, ni las espadas empuñadas enun caótico campo de batalla.

Por el contrario, las armas de valoreterno que reflejan toda la armadurade Dios son la verdad, la rectitud, lafe, la oración y la palabra de Dios(véase Efesios 6:13–18). Estas armas seempuñan en nuestra mente, en nues-tros labios y en nuestras acciones.

Cada pensamiento, cada palabra y ca-da acción, buenos y rectos, son unavictoria a favor del Señor.

Es por eso que Andrew no tieneuna limitación en esta batalla. Sus padres le han enseñado bien y él estálisto para unirse a las filas de los her-manos del sacerdocio.

Lo que está en juego es extremada-mente importante. Los premios sonlas almas de los hijos y de las hijas deDios, su salvación eterna; y estas al-mas se ganarán o se perderán en basea la virtud y la pureza, a la caridad y alservicio, a la fe y a la esperanza.

Andrew se unirá al quórum de diá-conos de su barrio; ellos le enseñarána repartir la Santa Cena y a recabar lasofrendas de ayuno; lo cuidarán por-que de eso se tratan los quórumes delsacerdocio, de cuidarse mutuamente.De hecho, ésa es la forma en que elejército del sacerdocio del Señor estáorganizado: en quórumes.

Pasé la mayor parte de mi vida co-mo piloto en la Fuerza Aérea de losEstados Unidos. Los hombres de miescuadrón permanecen, hasta hoy,

Padres e hijos se reúnen en un centro de reuniones de México para asistir a la

reunión de sacerdocio.

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como un grupo muy unido y que semantiene en estrecho contacto des-pués de 40 años.

En nuestro entrenamiento comopilotos de combate, una de las prime-ras y más básicas normas era: “Cuidaal piloto de tu ala. Constantemente vi-gila su retaguardia para asegurarte deque el enemigo no se aparezca de re-pente detrás de él”.

Si es un buen consejo proteger alos compañeros de un escuadrón decombate, es un gran consejo el per-manecer cerca y proteger a los miem-bros de nuestro quórum, alesforzarnos por permanecer firmesdel lado del Señor. Debemos estar an-siosos por salir y buscarlos cuando sedesvíen.

El permanecer firmes del lado delSeñor es especialmente valioso en laactualidad. Nuestro profeta a menudorecalca que éstos son los últimos días.Sabemos, por las señales de los tiem-pos, que el fin se acerca y Satanás losabe también. Parece que él y susfuerzas nunca duermen.

En una reunión mundial de capaci-tación de líderes, el presidenteHinckley, al observar las condicionesinmorales del mundo, declaró: “No sési las cosas eran peores en los tiem-pos de Sodoma y Gomorra”.

Siguió diciendo: “Ellas y sus ini-cuos habitantes fueron aniquilados.

Vemos condiciones similares hoy endía, que reinan por todo el mundo.Pienso que nuestro Padre debe lloraral contemplar a Sus hijos e hijas des-carriados” (“El permanecer firmes einquebrantables”, Reunión Mundialde Capacitación de Líderes, 10 deenero de 2004, págs. 21–22).

No sé qué más nos tiene que decirnuestro profeta para que nos conside-remos advertidos.

En su discurso reciente de confe-rencia, el élder Dallin H. Oaks afirmó:“Esas señales de la Segunda Venidanos rodean y parecen ir aumentandoen frecuencia e intensidad... Aunqueno podemos hacer nada para alterarla realidad de la Segunda Venida y nopodemos saber el momento exactoen que ocurrirá, podemos acelerarnuestra propia preparación y tratar deinfluir en la preparación de quienesnos rodean. Tenemos que hacer pre-parativos tanto temporales como es-pirituales para los acontecimientosprofetizados para la Segunda Venida”(“La preparación para la SegundaVenida”, Liahona, mayo de 2004,págs. 7–9).

Y estas declaraciones de adverten-cia vinieron mucho antes de una épo-ca de destrucción sin precedentedebido a los huracanes en el área delCaribe y a la devastación del maremo-to en el este de Asia.

Nuestro himno: “¿Quién sigue alSeñor?”, nos enseña: “Toma tu deci-sión”. Ahora es el momento para per-manecer firmes en nuestra fe y ennuestros principios, como lo hizo elcapitán Moroni. Se nos necesita aho-ra, diáconos, maestros, presbíteros,obispos, élderes, sumos sacerdotes ypatriarcas. Ahora es el momento dedemostrar nuestro agradecimientopor el sacrificio expiatorio de nues-tro Señor Jesucristo. Ahora es eltiempo de demostrar nuestra fe me-diante nuestra obediencia a los man-damientos básicos, tales como lasleyes de la castidad y de los diezmos,la Palabra de Sabiduría y el guardar eldía de reposo.

Ahora es el tiempo de amonestar anuestro prójimo compartiendo elmensaje del Evangelio con ellos.Ahora es el momento de brindar almundo un ejemplo de decencia y de modestia, de virtud y de pureza.Nunca debemos desperdiciar nuestropoder del sacerdocio revolcándonosen la corruptora y destructiva sucie-dad y fango de la pornografía.

Ahora es el momento para repasarlos convenios que hemos hecho conel Señor en las aguas del bautismo,los convenios que hicimos cuandoaceptamos el juramento y conveniodel sacerdocio, y los convenios quehemos hecho en Sus santos templos.

Ahora, en verdad, es el momentode demostrar que estamos del ladodel Señor.

Hermanos, ésta es Su obra. ElEvangelio de Jesucristo ha sido res-taurado en su plenitud en estos últi-mos días mediante el profeta JoséSmith. Cristo permanece a la cabezade esta Iglesia, guiándola hacia ade-lante por conducto de Su profeta vi-viente, Gordon B. Hinckley. Cristoregresará a la tierra para gobernar yreinar, y cada uno de nosotros, undía, compareceremos ante Él paraser juzgados por nuestros pensa-mientos, nuestras acciones y losdeseos de nuestro corazón. Él esnuestro Salvador y nuestro Redentor,y así lo testifico en Su santo nombre.Amén. ■

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Deseo dar la bienvenida a lasAutoridades Generales que hansido llamadas y sostenidas esta

tarde como miembros del Primer ySegundo Quórum de los Setenta.Cada uno de ellos es un hombre de fe,de capacidad y de cometido, y les da-mos fe a ustedes de que son dignosen todo aspecto de tener estos oficios.

Mis queridos hermanos de estagran hermandad mundial del sacerdo-cio, los elogiamos por su fidelidad ypor su dedicación en la obra delSeñor. Les agradecemos su cometidoy su servicio devoto. Ustedes contribu-yen mucho a la fortaleza a la Iglesia.

Es maravilloso estar en esta reu-nión con todos ustedes que poseen elSacerdocio Aarónico. Cuando yo teníala edad de ustedes, solía preguntar-me: “¿Cuál será mi cometido en estemundo y cómo sabré cuál es?”. En esaépoca, mi única meta firme era serviren una misión, y cuando llegó mi

llamamiento para la misión, prestéservicio como misionero y mi misiónllegó a ser como la Estrella Polar, paraguiarme en otros aspectos de mi vida.Una de las cosas importantes queaprendí fue que si perseveraba con feen mis llamamientos de la Iglesia, elSeñor abriría el camino y me guiaríahacia otras oportunidades y bendicio-nes, más grandes de lo que hubierasoñado.

Jóvenes, el servir en una misiónpuede hacer eso por todos ustedes.Hace poco, un joven compartió con-migo cuánto aprendió de su perseve-rancia como misionero. He extraídode su experiencia algunas de las cosasque ustedes pueden aprender, quepodrían brindarles oportunidades ybendiciones:

1. Cómo organizar y utilizar el tiempocon sabiduría.

2. La importancia del trabajo arduo; deque se cosecha lo que se siembra.

3. Destrezas de liderazgo.4. Habilidad para tratar a la gente.5. El valor del estudio del Evangelio.6. El respeto hacia la autoridad.7. La importancia de la oración.8. La humildad y la dependencia en el

Señor1.

En 1930, cuando asistí a la escuelasecundaria Granite, en Salt Lake City,tuve algunos amigos que se destaca-ron en atletismo, drama, música y ora-toria. Algunos de ellos siguieronadelante para alcanzar el éxito en la vida, pero muchos de esos talentososy capaces jóvenes no perseveraron y

fracasaron en alcanzar su potencial.Por el contrario, varios jóvenes y va-rias jovencitas menos visibles de lamisma secundaria se esforzaron dili-gentemente, perseveraron y continua-ron sus estudios y llegaron a serextraordinarios doctores, ingenieros,profesores, abogados, científicos,hombres de negocios, artesanos, elec-tricistas, plomeros y empresarios.

Por lo general, el éxito se obtiene alperseverar y no desalentarse cuandose afrontan desafíos. Paul Harvey, el fa-moso comentarista noticioso y autor,dijo en una ocasión: “Algún día esperodisfrutar lo suficiente de lo que elmundo llama éxito para que si alguienme pregunta: ‘¿Cuál es el secreto desu éxito?’, yo simplemente le conteste:‘Me levanto cada vez que caigo’ ”2.

Un extraordinario ejemplo de per-severancia es el de Madame MarieCurie, que trabajó junto a su esposo yfísico francés, Pierre Curie, “en un de-pósito viejo, húmedo y abandonado,sin fondos y sin aliento ni ayuda denadie, tratando de separar el radio deun metal de uranio de baja gradua-ción llamado pecblenda. Cuando elexperimento número 487 hubo falla-do, Pierre levantó las manos desespe-rado y dijo: ‘Nunca se logrará; quizáen cien años, pero no en mis días’.Marie lo enfrentó con resolución ensu rostro y le dijo: ‘Si toma cien añosserá una lástima, pero mientras tengavida, no voy a dejar de intentarlo’ ”3.Finalmente, ella tuvo éxito y, gracias asu perseverancia, los pacientes decáncer se han beneficiado muchísimo.

La perseverancia la demuestranquienes siguen adelante cuando la si-tuación se vuelve difícil, quienes no sedan por vencidos aun cuando los de-más digan: “No se puede hacer”. En1864, la Primera Presidencia asignó alos apóstoles Ezra T. Benson yLorenzo Snow, junto con los élderesAlma Smith y William W. Cluff a unamisión a las islas hawaianas. DesdeHonolulú, ellos se embarcaron en undiminuto barco y se dirigieron haciael pequeño puerto de Lahaina. Alacercarse al arrecife, la marea estabaalta y una gran ola azotó contra el

PerseveranciaP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

La perseverancia la demuestran quienes siguen adelantecuando la situación se vuelve difícil, quienes no se dan porvencidos aun cuando los demás digan: “No se puede hacer”.

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barco, empujándolo unos 46 metros ydejándolo en una depresión formadapor dos enormes olas. Cuando azotóel segundo oleaje, el barco se volcóen el espumoso mar.

Las personas en tierra firme tripu-laron un bote salvavidas y recogierona tres de las Autoridades Generalesque estaban nadando cerca del botesumergido, pero no había señales delhermano Snow. Los hawaianos, acos-tumbrados a la marea, nadaron en to-das direcciones en su búsqueda.Finalmente, uno de ellos sintió algoen el agua y sacaron al hermanoSnow a la superficie; tenía el cuerporígido y parecía sin vida cuando lo su-bieron al bote.

El élder Smith y el élder Cluff recos-taron al hermano Snow sobre el rega-zo de ellos y le ministraron en vozbaja, pidiéndole al Señor que le salvarala vida para que pudiera regresar a sucasa y a su familia. Cuando llegaron ala orilla, llevaron al hermano Snowhasta unos grandes barriles vacíos quehabía en la playa y, acostándolo bocaabajo sobre uno de los barriles, lo hi-cieron rodar hacia adelante y haciaatrás para que expulsara el agua.

Después de que los élderes trata-ron de revivirlo durante un lapso detiempo, sin que diera señales de vida,los que estaban mirando les dijeronque no había nada más que se pudierahacer por él. Sin embargo, los élderes

estaban resueltos a no darse por ven-cidos; y oraron nuevamente, con latranquila seguridad de que el Señorescucharía y contestaría sus oraciones.

Se sintieron inspirados a hacer al-go fuera de lo común para esa época.Uno de ellos colocó su boca sobre ladel hermano Snow con la intenciónde inflarle los pulmones, aspirando yexpirando el aire en forma alternada,imitando el proceso natural de la res-piración. Turnándose, siguieron ha-ciéndolo hasta que lograron llenarlede aire los pulmones. Poco después,percibieron leves indicaciones de quehabía regresado a la vida. “Un ligeroparpadeo, cuando hasta entonces losojos los había tenido abiertos y sinexpresión, y un carraspeo casi imper-ceptible en la garganta fueron los pri-meros síntomas de su vuelta a la vida.Éstos se hicieron cada vez más defini-dos hasta que recobró completamen-te el conocimiento”. Por medio de superseverancia y del favor de laProvidencia, los cuatro siervos delSeñor sobrevivieron y pudieron ter-minar su misión4.

El élder Snow llegó a ser Presidentede la Iglesia. Mientras prestaba servi-cio en ese oficio, estabilizó los fondosde la Iglesia al instar a los miembros apagar el diezmo y las ofrendas.

Hermanos, quizás les interese sa-ber que el Alma Smith de esta historiafue el mismo muchacho que recibió

un balazo en la cadera en Haun’s Mill,el que le destrozó la articulación y elhueco de la cadera. Su madre le pusobálsamo y vendó la terrible herida, yse sintió inspirada a acostarlo bocaabajo durante cinco semanas. Un car-tílago flexible le creció en el lugar enel que había perdido la articulación yel hueco de la cadera y él pudo no só-lo vivir una vida normal sino tambiénservir en una misión en Hawai, y brin-dar una vida de servicio en la Iglesia5.

Todos nuestros profetas de los úl-timos días son ejemplos de determi-nación por medio del sacerdocio, dela oración y del trabajo. La perseve-rancia de José Smith hizo posible laRestauración de todas las cosas.Durante toda su vida lo trataron condesprecio y ridículo, desde el mo-mento en que relató por primera vezlo ocurrido en la Primera Visión a unministro de una prominente religión.Pero él nunca flaqueó y nos dejó sutestimonio inquebrantable:

“Yo efectivamente había visto unaluz, y en medio de la luz vi a dosPersonajes, los cuales en realidad mehablaron; y aunque se me odiaba yperseguía por decir que había vistouna visión, no obstante, era cierto...Porque había visto una visión; yo losabía, y sabía que Dios lo sabía; y nopodía negarlo, ni osaría hacerlo”6.

La vida de Brigham Young fue laverdadera esencia de la perseverancia.Él siempre fue fiel y decidido. Despuésde la muerte de José Smith, tomó laaudaz determinación de llevar a 60.000personas desde la comodidad de suscasas y sus tierras fructíferas a un de-sierto estéril. Ese grandioso éxodo fuecomo ningún otro en la historia mo-derna; vinieron en carretas, a pie y ti-rando de carros de mano. Él y quieneslo siguieron hicieron florecer el desier-to como una rosa.

En 1995, durante la primera confe-rencia de prensa en la que el presiden-te Gordon B. Hinckley fue presentadoa los medios como Presidente de laIglesia, se le preguntó en qué se con-centraría. Él contestó: “Seguir adelan-te. Sí, nuestra dirección será seguiradelante con la gran obra que nuestros

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antecesores hicieron avanzar”7. Ésa esuna gran directiva para todos noso-tros. Debemos seguir adelante y per-severar hasta el fin.

Uno de los grandes logros de la ad-ministración del presidente Hinckleyha sido su perseverancia extraordina-ria en la edificación de templos. Desdeque él asumió la presidencia de laIglesia se han dedicado, rededicado oanunciado 87 templos. Este notablelogro en la construcción de temploses sin igual en la historia del mundo.Los templos han tenido una gran re-percusión para bien y están siendouna bendición cada vez más grandepara el mundo. Como el presidenteGeorge Q. Cannon dijo: “Toda piedraangular que se coloca para el cimientode un templo, y todo templo que seerige de acuerdo con el orden que elSeñor ha revelado para Su SantoSacerdocio, disminuye el poder deSatanás sobre la tierra y aumenta elpoder de Dios y la santidad, conmue-ve los cielos con extraordinario poderpara nuestro beneficio, invoca y hacedescender sobre nosotros las bendi-ciones de los Dioses Eternos y deaquellos que moran en Su presencia”8.

Cada uno de nosotros debe prestarservicio fiel y diligente en nuestros lla-mamientos del sacerdocio, hasta el finde nuestros días. Algunos se podránpreguntar: “¿Cuánto tiempo tendréque ser maestro orientador?”. Mi res-puesta es que la orientación familiares un llamamiento del sacerdocio. Elprestar servicio en el llamamiento demaestro orientador es un privilegioen tanto que nuestro obispo y los lí-deres del sacerdocio piensen que po-demos seguir haciéndolo. Algunos denosotros conocimos al hermanoGeorge L. Nelson, un prominenteabogado de Salt Lake City, que prestóservicio como obispo, presidente deestaca y patriarca. Él estaba dedicadoplenamente a la Iglesia y fue maestroorientador hasta los 100 años. Enaquel tiempo dijo: “Me encanta sermaestro orientador y espero serlosiempre”9. Él murió a los 101 años yfue fiel hasta el fin de sus días.

A quienes deseen bautizarse en la

Iglesia, el Señor requiere de ellos la“determinación de servirle hasta elfin”10. El presidente Joseph FieldingSmith, a la edad de 94, dijo: “He pro-curado durante toda mi existenciamagnificar mi llamamiento en el sa-cerdocio y espero perseverar hasta el fin de esta vida y disfrutar de la hermandad de los fieles santos en la vida venidera”11. Como el Señor dijo, si vamos a ser Sus discípulos, debemos permanecer en Su palabra12.El Señor ha bendecido a la Iglesia y a sus miembros de manera notabledebido a su fidelidad y perseverancia.Testifico de la divinidad de la santaobra del sacerdocio, y lo hago en el santo nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Dan Kartchner, comunicación personal.2. Tal como lo citó el élder Marvin J. Ashton,

en “El fundamento de los Servicios deBienestar”, Liahona, febrero de 1982, pág. 159.

3. Sterling W. Sill, en Conference Report, octu-bre de 1974, pág. 86; o “Transfusion”,Ensign, noviembre de 1974, pág. 62.

4. Véase Eliza R. Snow Smith, Biography andFamily Record of Lorenzo Snow, 1884,págs. 276–281.

5. Véase “Amanda Smith”, en Andrew Jensen,comp., Historical Records, 9 tomos,1882–1890, tomo 5, págs. 83–88.

6. José Smith—Historia 1:25.7. Citado en Jeffrey R. Holland, “El presidente

Gordon B. Hinckley: Valiente y denodado”,Liahona, agosto de 1995, edición especial,pág. 2.

8. “The Logan Temple,” Millennial Star, 12 denoviembre de 1877, pág. 743; citado enCómo prepararse para entrar en el SantoTemplo, pág. 39.

9. Citado por Elinor G. Hyde, “At 100 YearsOld, He’s Faithful Home Teacher”, ChurchNews, 6 de junio de 1998, pág. 7.

10. D. y C. 20:37.11. En Conference Report, octubre de 1970,

pág. 92; o Improvement Era, diciembre de1970, pág. 27.

12. Véase Juan 8:31.

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Deseo expresar mi bienvenida alos que han sido llamados anuevas asignaciones en esta

conferencia y mis calurosas felicitacio-nes a quienes han recibido relevoshonorables de su servicio. La obra si-gue adelante. Los amamos a cada unode ustedes.

Mis queridos hermanos, me sientohonrado por el privilegio que tengode hablarles esta tarde. Qué gran go-zo es ver este magnífico Centro deConferencias completamente lleno dejóvenes y mayores que poseen el sa-cerdocio de Dios. El pensar en quemultitudes similares se encuentranreunidas por todo el mundo hace queme invada un profundo sentimiento

de responsabilidad. Ruego que la ins-piración del Señor guíe mis pensa-mientos e inspire mis palabras.

El presidente Joseph F. Smith hizola siguiente aseveración acerca del sa-cerdocio. Él dijo: “El santo sacerdocioes la autoridad que Dios ha delegadoal hombre, por medio de la cual éstepuede declarar la voluntad de Dios...Es sagrada, y los del pueblo debenconservarla sagrada; deben honrarla yrespetarla en quien la posea”1.

El juramento y convenio del sacer-docio nos concierne a todos. Para losposeedores del Sacerdocio deMelquisedec, es una declaración de laobligación que tenemos de ser fieles yobedientes a las leyes de Dios y demagnificar los llamamientos que reci-bamos. Para los poseedores delSacerdocio Aarónico, es una afirma-ción concerniente a su futuro deber yresponsabilidad, con el fin de que sepreparen ahora mismo.

El presidente Marion G. Romney,que fue miembro de la PrimeraPresidencia, dijo: “Todo poseedor delSacerdocio de Melquisedec debeprestar atención diligente y solemne alas implicaciones de este juramento yconvenio que recibió. El no cumplircon las obligaciones impuestas por éltraerán sin lugar a dudas desilusión,pesar y sufrimiento”2.

El presidente Spencer W. Kimball

agregó: “La persona viola [su] conve-nio del sacerdocio quebrantando losmandamientos, pero también al nocumplir con sus obligaciones. Porconsiguiente, para quebrantar eseconvenio basta con no hacer nada”3.

Un ministro famoso observó: “Elhombre trabajará arduamente por di-nero; [el hombre] trabajará con másintensidad para otros hombres, peroel hombre se esforzará al máximocuando esté dedicado a una causa...El deber nunca se cumple dignamen-te hasta que quien lo lleva a cabo estédispuesto a hacer más de lo que de-be, si sólo pudiera hacerlo”4.

El cumplimiento de nuestro deberbrinda sentimientos de felicidad ypaz. El poeta escribió:

Dormí y soñé que la vida era ungozo.

Desperté y vi que la vida era undeber.

Actué, y he aquí, El deber era un gozo5.

El llamado del deber puede llegar calladamente a medida que no-sotros, los poseedores del sacerdo-cio, respondemos a las asignacionesque recibimos. El presidente GeorgeAlbert Smith, aquel modesto peroeficaz líder, afirmó: “El deber de us-tedes es primeramente aprender loque el Señor desea y después, por el poder y la fuerza de [su] santo sa-cerdocio, magnificar [así] su llama-miento en la presencia de sussemejantes... para que éstos esténdispuestos a seguirles”6.

¿Qué significa magnificar un llama-miento? Significa edificarlo en digni-dad e importancia, hacerlo honorabley meritorio ante los ojos de todos loshombres, engrandecerlo y fortalecer-lo, dejar que la luz del cielo brille através de él para que otros hombreslo vean.

¿De qué manera puede uno magni-ficar un llamamiento? Sencillamenteprestando el servicio que le correspon-de. Un élder magnifica el llamamientoordenado de élder al aprender cuálesson sus deberes como élder y al

El sagradollamamientodel servicioP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

El cumplimiento de nuestro deber brinda sentimientos defelicidad y paz.

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cumplir con ellos. Así como lo es conel élder, lo es igualmente con el diáco-no, con el maestro, con el presbítero,con el obispo y con cada uno que posee un oficio en el sacerdocio.

El poeta y autor Robert LouisStevenson nos recuerda: “Sé lo que esla dicha, porque he hecho buenasobras”.

Hermanos, recordemos el consejodel rey Benjamín: “Cuando os halláisal servicio de vuestros semejantes, só-lo estáis al servicio de vuestro Dios”7.

Esforcémonos por rescatar a aque-llos que necesitan nuestra ayuda y ele-vémoslos al buen camino y a una vidamejor. Concentremos nuestros pensa-mientos en las necesidades de los po-seedores del sacerdocio y de susesposas e hijos que se hayan desviadodel sendero de la actividad. Prestemosatención al mensaje silencioso quebrota de sus corazones; les pareceráfamiliar: “Guíenme; enséñenme lasenda a seguir para que algún día yocon Él pueda vivir”8.

La obra de la reactivación no es ta-rea para el holgazán ni para el soña-dor. Los niños crecen, los padresenvejecen y el tiempo no espera a na-die. No pospongan un susurro delEspíritu, sino que procedan y el Señorabrirá el camino.

Con frecuencia, se requiere la vir-tud celestial de la paciencia. Cuandoera obispo, sentí un día la inspiraciónde ir a ver a un hombre cuya esposa,al igual que los hijos, estaban algo ac-tivos. Este hombre, sin embargo, nun-ca había sido receptivo. Un calurosodía de verano llamé a la puerta de telametálica de Harold G. Gallacher, aquien podía ver sentado en una sillaleyendo el periódico. “¿Quién es?”,preguntó sin levantar la cabeza.

“Su obispo”, le contesté. “Vine paraconocerlo y para alentarlo a que asistaa las reuniones con su familia”.

“No, estoy muy ocupado”, respon-dió con desdén. En ningún momentolevantó la cabeza. Le agradecí el ha-berme escuchado y me fui.

La familia Gallacher se mudó aCalifornia poco tiempo después.Pasaron muchos años, pero un día,

mientras trabajaba en mi oficina, sien-do miembro del Quórum de losDoce, mi secretaria me llamó para de-cirme: “Un hermano que se apellidaGallacher, que vivió una vez en su ba-rrio, se encuentra aquí en la oficina ydesea hablar con usted”.

Le respondí: “Pregúntele si sunombre es Harold G. Gallacher, quecon su familia vivió en Vissing Placeen West Temple y Cinco Sur”.

Ella dijo: “Sí, es él”.Le pedí que lo hiciera pasar.

Tuvimos una agradable conversaciónacerca de su familia. Luego me dijo:

“Vine para disculparme por no haber-me levantado y haberlo hecho pasaraquel día de verano, hace ya muchosaños”. Le pregunté si era activo en laIglesia. Con una sonrisa me respon-dió: “Soy segundo consejero del obis-pado de mi barrio. El recuerdo de suinvitación para asistir a la Iglesia y mirespuesta negativa no me dejaban enpaz, y decidí hacer algo al respecto”.

Harold y yo nos vimos en variasocasiones antes de que falleciera. LosGallacher y sus hijos sirvieron en mu-chos llamamientos de la Iglesia.

El presidente Stephen L Richards,

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que fue consejero del presidenteDavid O. McKay, dijo: “Por lo general,el sacerdocio se define sencillamentecomo ‘el poder de Dios delegado alhombre’ ”. Después continúa: “Creoque esa definición es correcta pero,por razones prácticas, me gusta definirel sacerdocio en términos de servicioy con frecuencia lo llamo ‘el plan per-fecto del servicio’. Es un instrumentode servicio y el hombre que no lo utili-ce es posible que lo pierda, pues senos dice claramente en una revelaciónque el que lo descuide ‘no será consi-derado digno de permanecer’ ”9.

En enero pasado, tuve el privilegiode ser testigo de un profundo acto deservicio en beneficio de una hermanaque había vivido en mi barrio cuandoyo prestaba servicio como obispo, ha-ce ya muchos años. Se llama Adele;ella y sus dos hijas, ya mayores, unade las cuales es minusválida, han vivi-do durante muchos años en la zonade Rose Park, en el Valle de LagoSalado. Adele, que es viuda, ha tenidoque luchar económicamente y su vidamuchas veces ha sido difícil.

Recibí una llamada telefónica deuna persona que participa en el pro-yecto humanitario GingerbreadHouse, para invitarme a la ceremoniainaugural de la renovación de la casade Adele, cuya labor se llevó a cabodurante tres días y tres noches porparte de muchas personas bondado-sas y generosas que trabajaron volun-tariamente con materiales donadospor varios comercios locales. Duranteel tiempo que duró la remodelaciónde su casa, Adele y sus hijas fueronhospedadas en una ciudad a varios ki-lómetros de distancia donde se lestrató con mucha amabilidad.

Me encontraba presente cuando lalimusina que llevaba a Adele y a sushijas llegó a la casa. Entre la gente queestaba esperándolas había no sólo fa-miliares y amigos, sino también mu-chos de los artesanos que habíantrabajado noche y día en el proyecto.Era evidente que estaban complaci-dos con el resultado y ansiosos de verla reacción de Adele y de sus hijas.

Las tres se bajaron del automóvil

con los ojos vendados. Qué momentoemocionante fue cuando les quitaronla venda de los ojos y Adele y sus hijasse volvieron para ver su nuevo hogar.Se quedaron atónitas al ver el magnífi-co trabajo que se había realizado, elcual abarcaba un nuevo diseño delfrente, una ampliación y un nuevo te-cho. El exterior de la casa lucía nuevoe impecable. Ellas no pudieron conte-ner las lágrimas.

Junto con otras personas acompa-ñé a Adele al interior de la casa y todosnos sentimos asombrados del trabajorealizado para embellecer y mejorar elentorno. Se habían pintado las pare-des, se había cambiado el revestimien-to de los pisos, se habían reemplazadolos armarios y el mostrador de la coci-na, y se habían colocado nuevos elec-trodomésticos. La casa entera estabaremodelada, los cuartos estaban impe-cables y hermosos. Tanto Adele comosus hijas se encontraban literalmenteembargadas por la emoción. No obs-tante, era también conmovedora yemocionante la expresión de los

rostros de quienes habían trabajadoincansablemente para renovar la casa.Con los ojos llenos de lágrimas, erantestigos de la dicha que habían brinda-do a Adele y a sus hijas. No sólo se ha-bía alivianado la carga de una viuda,sino que a lo largo del proyecto se ha-bía enternecido el corazón de muchaspersonas. Todos se convirtieron enmejores personas gracias al haber par-ticipado en esa labor.

El presidente Harold B. Lee, uno delos grandes maestros de la Iglesia, nosdio este consejo en términos fácilesde comprender acerca del sacerdocio.Él dijo: “Cuando se es poseedor delsacerdocio, uno se convierte en unagente del Señor, y debe considerarsu llamamiento como si estuviera enlos asuntos del Señor”10.

Quizás algunos de ustedes sean tí-midos por naturaleza o quizá se sien-tan inadecuados para responderafirmativamente a un llamamiento.Recuerden que esta obra no es única-mente de ustedes y mía; es la obra delSeñor, y cuando estamos al serviciodel Señor, hermanos, tenemos dere-cho de recibir Su ayuda. No olvidenque el Señor fortalecerá las espaldaspara que lleven la carga que se colo-que sobre ellas.

Aunque la sala de clases formal seaa veces intimidante, parte de la ense-ñanza más eficaz se realiza en otroslugares, aparte de la capilla y de lasaulas. Recuerdo muy bien que, duran-te la primavera hace algunos años, losmiembros de mi barrio y de un barriocontiguo, llevaron a todos los posee-dores del Sacerdocio Aarónico que es-peraban ansiosos la excursión anualpara conmemorar la restauración delSacerdocio Aarónico. En esa ocasiónen particular, viajamos por autobús150 kilómetros hacia el norte hasta elcementerio de Clarkston, Utah. Allí,en la quietud de ese hermoso entor-no, reunimos a los jóvenes alrededorde la tumba de Martin Harris, uno de los Tres Testigos del Libro deMormón. Mientras rodeábamos elhermoso monumento de granito queseñala el sepulcro, el élder Glen L.Rudd, en ese entonces obispo de otro

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barrio, habló sobre los antecedenteshistóricos de la vida de Martin Harris,leyó su testimonio y el de OliverCowdery y el de David Whitmer, en elLibro de Mormón. Los jóvenes escu-charon con gran atención al darsecuenta de que estaban junto a la tum-ba de alguien que había visto un ángely las planchas con sus propios ojos.Con reverencia palparon el monu-mento de granito que señalaba la se-pultura y meditamos en lo quehabíamos escuchado y sentido.

Después caminamos una corta dis-tancia hasta la tumba de un pionero.En la lápida estaba inscrito el nombrede John P. Malmberg y este poema:

“Se fue una luz de nuestro hogar; una voz que amamos ya no está. Hay un lugar vacante en nuestro

corazónque nada llenará”.

Hablamos con los jóvenes acercadel sacrificio, acerca de la dedicacióna la verdad. En esa lápida se enseñabasobre el deber, el honor, el servicio yel amor. En mi mente puedo ver a losjóvenes sacar los pañuelos para secar-se una lágrima. Todavía me parece es-cuchar sus suspiros emocionados quetestificaban de corazones conmovidosy de promesas hechas. Creo que todojoven tomó la determinación de serpionero, de alguien que va adelantemostrando el camino para que los de-más lo sigan.

Después nos fuimos a un parquelocal para disfrutar todos de un al-muerzo al aire libre; y antes de regre-sar, nos detuvimos en los jardines querodean el hermoso Templo de Logan.Era un día cálido; yo les sugerí a losjóvenes que se recostaran en el pradoy que conmigo contemplaran el cieloazul salpicado de blancas y algodona-das nubes que una suave brisa apresu-raba a seguir su rumbo. Admiramos la belleza de ese magnífico templopionero; hablamos de ordenanzas sa-gradas y de convenios eternos. Seaprendieron lecciones; se conmovie-ron corazones; y los convenios y laspromesas cobraron un significado

que va más allá de las palabras. El de-seo de ser dignos de entrar por laspuertas del templo se anidó en el tier-no corazón de ellos. Los pensamien-tos se volvieron al Maestro y Supresencia se sintió muy cerca y, de al-guna forma, se oyó y se percibió sucariñosa invitación: “Sígueme”.

A todos los que responden de bue-na gana al sagrado llamamiento delservicio les llega la promesa: “Yo, elSeñor, soy misericordioso y benignopara con los que me temen, y me de-leito en honrar a los que me sirven en rectitud y en verdad hasta el fin.Grande será su galardón y eterna serásu gloria”11.

Es mi oración sincera que todos seamos dignos de esta promesa divi-na, en el nombre de Jesucristo, nues-tro Salvador. Amén. ■

NOTAS1. Doctrina del Evangelio, pág. 135; citado

en Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, págs.148, 154.

2. En Informe de la Conferencia del Área de México y América Central, 1972, pág. 73.

3. The Teachings of Spencer W. Kimball, ed.Edward L. Kimball (Salt Lake City:Bookcraft, 1982), pág. 497; véase“Guardemos los convenios y honremos el sacerdocio”, Liahona, enero de 1994,págs. 45–46.

4. Harry Emerson Fosdick, en Vital Quotations,comp. Emerson Roy West, 1968, pág. 38.

5. Rabindranath Tagore, (1861–1941).6. En Conference Report, abril de 1942, pág.

14. Mosíah 2:17.7. Mosíah 2:17. 8. Naomi W. Randall, “Soy un hijo de Dios”,

Himnos, 196.9. En Conference Report, abril de 1937,

pág. 46.10. En Informe de la Conferencia del Área

de México y América Central, 1972, pág. 77.

11. Doctrina y Convenios 76:5–6.

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Mis queridos hermanos, hemostenido una excelente reu-nión. Deseo corroborar

todo lo que se ha dicho y dejarles mi bendición

Primero quisiera decir algo tocantea los hermanos a los que hemos sos-tenido esta tarde como miembros delos Quórumes de los Setenta.

Estoy convencido de que hay lite-ralmente cientos de hermanos dignosy capaces de servir como oficiales ge-nerales de la Iglesia. Los vemos portodas partes. Los que han sido soste-nidos el día de hoy fueron escogidospara cumplir con responsabilidadesprecisas. En la mayoría de los casos,ello supondrá sacrificio, el cual se ha-rá de buen agrado.

Uno de los que fueron sostenidos,como lo habrán notado, es mi hijo de63 años de edad. Les aclaro que yo nopropuse su nombre. Eso lo hicieronotras personas que tienen el derechode hacerlo. Me siento en extremo

sensible en cuanto al asunto del nepo-tismo. Como suelen decir los aboga-dos, rehusé participar en el asunto; noobstante, creo que él es digno y estáplenamente capacitado en todo senti-do. En primer lugar, tuvo una gran ma-dre que fue maravillosa. Ojalá pudierarecomendar también a su padre.

Menciono esto sólo por mi sensibi-lidad al asunto del nepotismo. Por fa-vor no le tomen a mal su parentescoconmigo, ya que no tiene manera dezafarse de ello.

Ahora, volvamos al tema que deseotratar esta noche. Lo hago en respues-ta a muchas peticiones de que diga al-go sobre la posición de la Iglesia encuanto a una práctica que se está ha-ciendo cada vez más común entre no-sotros, particularmente entre nuestrosjóvenes. Me refiero al tema de los jue-gos de azar en sus varias formas.

Se cuenta la historia de que undomingo, Calvin Coolidge, quien fuePresidente de los Estados Unidos, unhombre de pocas palabras, regresó asu casa de la iglesia. Su esposa le pre-guntó de qué había hablado el predi-cador, a lo cual él simplementerespondió: “Del pecado”. “¿Pero quédijo en cuanto al tema?”, inquirió lamujer. “Que se opone a él”, fue surespuesta.

Creo que podría responder a lapregunta en cuanto a los juegos deazar de la misma escueta manera:Que nos oponemos a ellos.

Podemos encontrar juegos de azarpor todas partes y cada vez se ven más;la gente juega póquer, apuesta en ca-rreras de caballos o de galgos, juegaruleta y en las máquinas tragamonedas.

Se reúnen para jugar en bares, en ta-bernas y casinos y a menudo hasta ensus propias casas. A muchos les resul-ta muy difícil abandonarlos; se vuel-ven adictivos. En muchísimos casosconduce a otros malos hábitos y aprácticas destructivas.

Vale decir que muchos de quienesjuegan no disponen del dinero que elvicio demanda, privando así a esposase hijos de su seguridad económica.

El juego de póquer está llegando aser una práctica popular en las univer-sidades y aún en escuelas secundarias.

Les leo de un artículo publicadoen el servicio de noticias del NewYork Times:

“Para Michael Sandberg, todo em-pezó hace algunos años con apuestasde cinco y diez centavos entre amigos.

“Pero el pasado otoño, diceMichael, se convirtió en la fuente deun ingreso de más de cien mil dólaresy una alternativa a ingresar en laFacultad de Leyes.

“Sandberg, de 22 años de edad, bá-sicamente divide su tiempo entre laUniversidad de Princeton, donde cur-sa el último año de ciencias políticas,y los casinos de Atlantic City, dondejuega póquer por grandes cantidadesde dinero...

“El ejemplo de Sandberg es una re-presentación extrema de la revolu-ción de los juegos de azar en lasuniversidades de los Estados Unidos.Sandberg lo denomina una explosiónincitada por los campeonatos de pó-quer que se muestran en la televisióny por la cantidad cada vez mayor dejuegos de póquer ofrecidos en líneaen sitios de Internet.

“Los expertos dicen que es difícilno reconocer la evidencia de la popu-laridad de los juegos de azar en lasuniversidades. En diciembre, porejemplo, una hermandad femeninade la Universidad de Columbia auspi-ció su primer torneo de póquer deochenta participantes, en el cual serequería una suma mínima de diezdólares para entrar, mientras que laUniversidad de Carolina del Norte lle-vó a cabo en octubre su primer cam-peonato, competencia en la cual

Los juegos de azarP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Si ustedes nunca han tomado parte en juegos de póquer oen cualquier otra forma de juegos de azar, no empiecen. Siestán participando, dejen de hacerlo ya, mientras pueden.

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participaron 175 jugadores. En amboscasos se llenó el cupo y hasta habíalistas de espera. En la Universidad dePensilvania, todas las noches se pro-mueven juegos privados en una listade correo electrónico del campus”(Jonathan Cheng, “Poker Is MajorCollege Craze”, en Deseret MorningNews, 14 de marzo de 2005, pág. A2).

Lo mismo está aconteciendo aquíen Utah.

Una madre me escribió lo siguiente:“Mi hijo de 19 años de edad juega

póquer en Internet, y a la gente enInternet no parece importarles el he-cho de que no tenga aún 21 años.Todo cuanto se necesita es tener unacuenta corriente activa; ha estado ju-gando regularmente durante casi unaño ya. Tenía un empleo pero lo dejódebido a que estaba tan adicto aInternet y a jugar póquer por dinero.Entra en torneos continuamente y, sigana, ése es el dinero que emplea pa-ra comprar las cosas que necesita.Todo lo que hace es sentarse a jugaren Internet”.

Me han dicho que Utah y Hawaison ahora los dos únicos estados enlos Estados Unidos que no han legali-zado las loterías ni los juegos de azarde varios tipos. Por las cartas que herecibido de miembros de la Iglesia,

parece ser que algunos de nuestrosjóvenes empiezan por jugar póquer yasí le toman el gusto a obtener algo acambio de nada y viajan fuera del es-tado donde pueden hacer apuestaslegalmente.

Alguien me escribió lo siguiente:“Puedo ver cómo este mal ha estadometiéndose en tantas vidas última-mente. Está por todas partes en la te-levisión. La cadena de deportes ESPNofrece algo llamado ‘Póquer de cele-bridades’ y ‘Campeonatos nacionalesde póquer’ ”.

Después continúa: “Uno de nues-tros amigos invitó a mi esposo a ins-cribirse en el campeonato local depóquer por una cierta cantidad de di-nero y le dijo: ‘No es un juego deapuestas porque todo el dinero va aun fondo general, y el que gana se lolleva todo’ ”.

¿Se le puede considerar a esto unjuego de azar? Claro que sí. Los juegosde azar son simplemente un procesopor medio del cual se toma el dinerosin ofrecer una equitativa devoluciónde bienes o servicios a cambio.

Hay ahora loterías estatales por to-das partes. En un tiempo la ley lasprohibía casi universalmente, peroahora es una operación con fines de lucro.

Hace unos veinte años, hablandoen una conferencia general, dije lo si-guiente: “La ‘fiebre’ por jugar a la lo-tería llegó hace poco al tope cuandoel estado de Nueva York anunció queentre tres boletos se repartiría el pre-mio mayor de cuarenta y un millonesde dólares. La gente hizo cola paracomprar boletos. Uno boleto gana-dor lo tenían veintiún trabajadoresde una fábrica, setecientas setenta yocho personas ganaron el segundopremio, y ciento trece mil ganaronpremios menores. Eso quizás suenetentador.

“Pero también hubo 35.998.956perdedores que pagaron por unaoportunidad de ganar [y no recibie-ron nada]” (“La causa del Señor”,Liahona, enero de 1986, pág. 42).

Algunos estados de los EstadosUnidos han aplicado pesados impues-tos a casinos como una fuente de in-gresos. La compañía administradoratambién debe tener su ganancia, des-pués está el boleto ganador, pero to-dos los demás compradores quedancon las manos vacías.

Estoy muy agradecido por quecuando el Señor estableció estaIglesia, nos dio la ley del diezmo. Enuna ocasión hablé con un oficial deuna iglesia que, según entiendo,

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depende del juego de lotería de car-tones para una buena parte de su sos-tén económico. Le pregunté a esehombre si alguna vez habían conside-rado el diezmo como forma de finan-ciar su iglesia, a lo cual me respondió:“Sí, y cuánto quisiera que pudiéramosseguir esa práctica en vez de jugar a lalotería, pero no creo que eso sucedamientras yo viva”.

Se han abierto casinos en reservasindígenas como una manera de obte-ner ingresos para sus propietarios.Algunos ganan, pero la mayoría pier-den, y es necesario que así suceda pa-ra que unos ganen y para que elestablecimiento genere ganancias.

Un joven miembro de la Iglesia di-jo recientemente: “Pagar cinco dóla-res para ver una película o pagarcinco dólares para jugar póquer es elmismo concepto”.

Pero no es lo mismo; en uno de loscasos uno recibe algo a cambio de loque paga, mientras que en el otro, so-lamente una persona se lleva la ga-nancia y los demás salen perdiendo.

La experiencia nos demuestra queel juego de póquer puede llevar a unaobsesión con los juegos de azar.

Desde los inicios de la Iglesia, losjuegos de azar fueron censurados.

Ya en 1842, José Smith describió deesta manera las condiciones de los san-tos que vivían en Misuri: “Hicimosgrandes compras de tierras, nuestrasfincas producían en abundancia y go-zábamos de paz y felicidad en nuestroshogares y vecindario, pero al no parti-cipar con nuestros vecinos... en sus di-versiones nocturnas, en sus actividadesque profanaban el día de reposo, enlas carreras de caballos y los juegos de azar, empezaron por burlarse de

nosotros, después nos persiguieron yfinalmente organizaron populachospara incendiar nuestras casas, para cu-brir con alquitrán y plumas y azotar amuchos de nuestros hermanos y final-mente, actuando contra la ley, la justi-cia y lo humano, expulsarlos de suspropiedades” (en James R. Clark,comp., Messages of the FirstPresidency of The Church of JesusChrist of Latter-day Saints, 6 tomos,1965–1975, tomo I, pág. 139).

En octubre de 1844, BrighamYoung dijo concerniente a la ciudadde Nauvoo: “Deseamos erradicar deentre nosotros las tabernas, las casasde juegos de azar y todos los demásestablecimientos y actividades de alte-ración del orden público y no permi-tir el consumo de alcohol ni ningúnvicio” (en Messages of the FirstPresidency, tomo I, pág. 242).

Los presidentes de la Iglesia y losconsejeros de la Presidencia se hanreferido repetidamente a este mal.George Q. Cannon, consejero de trespresidentes de la Iglesia, dijo: “Existenmuchos males en el mundo contra loscuales los jóvenes necesitan proteger-se. Uno de ellos es el juego de azar.Este mal se presenta de varias formasy todas ellas son indeseables y no sedeben practicar” (Gospel Truth:Discourses and Writings of PresidentGeorge Q. Cannon, sel. por Jerreld L.Newquist, 2 tomos, 1974, tomo II,pág. 223).

El presidente Joseph F. Smith de-claró: “La Iglesia no sólo desapruebalos juegos de azar, sino que enérgica-mente los condena como moralmen-te erróneos y clasifica como tales atodos los tipos de apuestas y loterías,rechazando toda participación que losmiembros de la Iglesia puedan teneren dichas prácticas” (“Editor’s Table”Improvement Era, agosto de 1908,pág. 807), .

El presidente Heber J. Grant acon-sejó: “La Iglesia se ha opuesto y sigueoponiéndose inalterablemente a losjuegos de azar de cualquier tipo. Seopone a cualquier juego de azar, ocu-pación o supuesto negocio que aceptedinero de una persona sin entregar a

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cambio el valor correspondiente. Seopone a toda práctica que tienda a...degradar o debilitar la elevada normamoral que los miembros de la Iglesia ynuestra comunidad en general hanmantenido siempre” (en Messages ofthe First Presidency, tomo V, pág. 245).

El presidente Spencer W. Kimballdijo: “Desde el principio se nos haaconsejado en contra de los juegos deazar de todo tipo. Ya sea que la perso-na gane o pierda, igual sufre deterioroy daño por obtener algo a cambio de nada, sin haber hecho esfuerzo alguno, recibiendo algo sin pagar suprecio completo” (en ConferenceReport, abril de 1975, pág. 6; oEnsign, mayo de 1975, pág. 6).

En 1987, el élder Dallin H. Oaks,que nos acompaña esta noche, dio unmagnífico discurso sobre este temaen lo que era el Colegio UniversitarioRicks, en Idaho. Lo tituló: “Los juegosde azar: Moralmente erróneos y políti-camente imprudentes” (véase Ensign,junio de 1987, págs. 69–75).

A esas declaraciones de la posiciónde la Iglesia, uno la mía. El participaren un juego de azar puede aparecercomo un pasatiempo inocente, perotrae aparejado una intensidad que dehecho se trasluce en el rostro de quie-nes juegan. Y en demasiados casos,esta práctica que parece ser inofensi-va, puede desembocar en la adicción.La Iglesia ha estado y continúa estan-do en contra de esta práctica. Si uste-des nunca han tomado parte enjuegos de póquer o en cualquier otraforma de juegos de azar, no empie-cen. Si están participando, dejen dehacerlo ya, mientras pueden.

Hay mejores maneras de pasar eltiempo; hay mejores cosas en las cua-les invertir esfuerzos y energía. Haytantos libros maravillosos para disfru-tar; nunca será demasiado lo que po-damos leer. Hay música para oír ygozar y también hay actividades en lasque podemos pasar momentos agra-dables juntos, bailando, en caminatas,andando en bicicleta, y en otras for-mas, muchachos y jovencitas disfru-tando juntos, de manera sana, de lacompañía mutua.

He estado leyendo un nuevo libropublicado recientemente por laEditorial de la Universidad de Oxford,el que ha recibido considerable aten-ción entre nosotros. Contiene un estu-dio llevado a cabo por miembros delcuerpo docente de la Universidad deCarolina del Norte en Chapel Hill y tie-ne que ver con la vida religiosa y espiri-tual de los adolescentes en los EstadosUnidos. Aquellos que efectuaron el es-tudio entrevistaron a jóvenes de variasdenominaciones y tradiciones religio-sas. (Véase Christian Smith y MelindaLundquist Denton, Soul Searching:The Religious and Spiritual Lives ofAmerican Teenagers, [2005].)

Llegaron a la conclusión de quenuestros jóvenes Santos de los Últi-mos Días saben más que otros jóve-nes en cuanto a sus creencias, tienenun compromiso más profundo haciaellas y se sujetan más a sus enseñan-zas en cuanto a la conducta social.

Una de las personas que llevó a ca-bo el estudio declaró: “La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días espera mucho de sus ado-lescentes y en la mayoría de los casos,éstos responden favorablemente” (enElaine Jarvik, “LDS Teens Rank Tops inLiving Their Faith”, Deseret News, 15de marzo de 2005, pág. A3).

También se concluyó que nuestrosjóvenes son más propensos a observarlas mismas creencias religiosas que suspadres, a asistir a los servicios religio-sos una vez a la semana para compar-tir su fe con otras personas, a ayunar oa hacer otros tipos de sacrificios per-sonales y a tener menos dudas encuanto a las cosas en las que creen.

Los que comentaron en cuanto alestudio se refieren al hecho de quenuestros jóvenes se levantan tempra-no en las mañanas para asistir a clasesde seminario. “Es difícil levantarse tantemprano”, dice un joven, “pero sonmuchas las bendiciones que se reci-ben por hacerlo. Es una excelente manera de empezar el día”.

Los autores del estudio señalan quenuestros jóvenes no son perfectos, pe-ro que en general se destacan de unamanera magnífica. Y yo agregaría que

estos adolescentes no tienen tiempopara jugar póquer.

Mis queridos jóvenes amigos, a quie-nes les hablo esta noche, ustedes signi-fican mucho para nosotros; son muyimportantes. Como miembros de estaIglesia y como poseedores del sacerdo-cio, tienen una responsabilidad enor-me. Por favor, por favor no malgastenel tiempo ni sus talentos en actividadesvanas. Si lo hacen, se debilitará la capa-cidad que tienen de hacer cosas dignasy hasta creo que interferirá con sus es-tudios. Decepcionarán a sus padres ycon el paso de los años, al mirar haciaatrás, ustedes mismos se sentirán de-cepcionados.

El sacerdocio que ustedes poseenconlleva el privilegio del ministerio deángeles y tal compañía es incompati-ble con cualquier participación en losjuegos de azar.

“Haz el bien; cuando tomes decisio-nes” (“Haz el bien”, Himnos, Nº 155).

Ruego humildemente que las ben-diciones de los cielos descansen sobreustedes y les dejo mi testimonio de es-ta obra y mi amor hacia todos los queestán embarcados en ella, en el sagra-do nombre de Jesucristo. Amén. ■

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Mis queridos hermanos, her-manas y amigos de todo elmundo, dirigirles la palabra

es un gozo y una gran responsabili-dad. Les expreso mi amor, respeto yaprecio.

De todos lados nos bombardeancon una cantidad de mensajes que noqueremos ni necesitamos. En un díase genera más información de la quepodamos absorber en toda una vida.A fin de que todos disfrutemos plena-mente de la vida, es preciso que ten-gamos momentos serenos y pazmental1. ¿Cómo lo logramos? Hay unasola respuesta. Debemos elevarnospor encima del mal que nos invade;

debemos seguir el consejo del Señor,que dijo: “He aquí, es mi voluntadque todos los que invoquen mi nom-bre, y me adoren de acuerdo con mievangelio eterno, se congreguen ypermanezcan en lugares santos”2.

Inevitablemente nos encontramosen tantos lugares impuros y estamossujetos a tantos elementos que sonvulgares, profanos y que destruyen elEspíritu del Señor que deseo animar anuestros santos de todo el mundo aesforzarse por permanecer más tiem-po en lugares santos, siempre que seaposible. Los lugares más santos sonnuestros sacros templos; en sus recin-tos se siente un consuelo sagrado.Debemos ser dignos de llevar nuestrafamilia al templo para ser sellados porla eternidad. Además, debemos buscarlos datos de nuestros parientes muer-tos a fin de que ellos también puedanser sellados a nosotros en un templo.Debemos procurar empeñosamente lasantidad para ser “ejemplo de los cre-yentes en palabra, conducta, amor, es-píritu, fe y pureza”3. De ese modo,podemos mantener y fortalecer nues-tra propia relación personal con Dios.

La santidad es la fortaleza del almay proviene de la fe por medio de laobediencia a las leyes y ordenanzas deDios. Él entonces purifica el corazónpor la fe y éste queda limpio de todo

lo que sea profano e indigno. Cuandose logra la santidad por conformarse ala voluntad de Dios, se sabe intuitiva-mente lo que es malo y lo que es bue-no ante el Señor. En el silencio, lasantidad nos habla animándonos a loque es bueno y reprendiendo lo malo.

La santidad es también una normade la rectitud. En algunos comenta-rios que hizo el presidente BrighamYoung en el Tabernáculo de Salt Lake,el 16 de febrero de 1862, empleó laexpresión “Santidad al Señor”. Luegoexplicó lo que esa expresión significa-ba para él, diciendo: “Treinta años deexperiencia me han enseñado que to-do momento de mi vida debe ser desantidad al Señor y que ésta provengade tener equidad, justicia, misericor-dia y rectitud en todas mis acciones,lo cual es el único comportamientopor el que puedo tener conmigo elEspíritu del Todopoderoso”4.

El año pasado uno de mis nietosfue con la esposa a la ciudad deNueva York con sus padres para asistiral hermoso y nuevo Templo deManhattan. En la calle, el constantetrajín y el ruido de miles de personasera ensordecedor. Al detenerse el taxidelante del templo, Katherine, la es-posa de mi nieto, se emocionó por-que, aunque todavía se hallaban fueradel templo, había percibido su santi-dad. Entraron, dejando atrás el ruido-so mundo, y adoraron al Señor en Sucasa. Fue una experiencia sagrada einolvidable para ellos.

Tal como nos lo enseñó el presi-dente Gordon B. Hinckley: “De vezen cuando, sentimos el deseo de de-jar atrás el alboroto y el tumulto delmundo y entrar en los recintos de lasanta casa de Dios, para sentir SuEspíritu en ese ambiente de santidady paz”5. Esta oración de José Smith enla dedicación del Templo de Kirtlandha sido, en verdad, contestada: “Y pa-ra que todas las personas que pasenpor el umbral de la casa del Señorsientan tu poder y se sientan constre-ñidas a reconocer que… es tu casa,lugar de tu santidad”6.

En el funeral del patriarca JosephSmith, padre, se describieron con las

Permanezcamosen lugares santosP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Deseo animar a nuestros santos de todo el mundo aesforzarse por permanecer más tiempo en lugares santos,siempre que sea posible.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA3 d e a b r i l d e 2 0 0 5

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Presidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero

Presidente Gordon B. Hinckley

Dieter F. Uchtdorf David A. BednarHenry B. EyringJeffrey R. HollandRobert D. HalesRichard G. Scott

LA PRESIDENCIA DE LOS SETENTA

LA PRIMERA PRESIDENCIA

AUTORIDADES GENERALES DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

Charles Didier John H. Groberg Robert C. OaksEarl C. Tingey D. Todd Christofferson Merrill J. BatemanDavid E. Sorensen

Abril de 2005

Presidente James E. FaustSegundo Consejero

EL QUÓRUM DE LOS DOCE APÓSTOLES

Boyd K. Packer L. Tom Perry Russell M. Nelson Dallin H. Oaks M. Russell Ballard Joseph B. Wirthlin

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Glenn L. Pace

Carlos H. Amado Neil L. Andersen Monte J. Brough Sheldon F. Child L. Whitney Clayton Gary J. Coleman

Gene R. Cook Quentin L. Cook Claudio R. M. Costa Benjamín De Hoyos Robert K. Dellenbach John B. Dickson

Walter F. González C. Scott Grow Bruce C. Hafen Donald L. Hallstrom F. Melvin Hammond Harold G. Hillam

Richard G. Hinckley F. Burton Howard Jay E. Jensen Marlin K. Jensen Kenneth Johnson Paul V. Johnson

Yoshihiko Kikuchi Paul E. Koelliker John M. Madsen Richard J. Maynes Lynn A. Mickelsen Dennis B.Neuenschwander

Paul B. Pieper Bruce D. Porter Carl B. Pratt

Richard C. EdgleyPrimer Consejero

H. David BurtonObispo Presidente

Keith B. McMullin Segundo Consejero

Spencer J. Condie

David F. Evans

W. Rolfe Kerr

EL OBISPADO PRESIDENTE

EL PRIMER QUÓRUM DE LOS SETENTA EL SEGUNDO QUÓRUM DE LOS SETENTA

Christoffel Golden Jr.

Mervyn B. Arnold Douglas L. Callister Craig C. Christensen Shirley D. Christensen Darwin B. Christenson Adhemar Damiani

James M. Dunn Daryl H. Garn D. Rex Gerratt H. Aldridge Gillespie Ronald T. Halverson Keith K. Hilbig

Won Yong Ko Gerald N. Lund Clate W. Mask Jr. Dale E. Miller Robert F. Orton

Stephen B. Oveson William W. Parmley Wolfgang H. Paul Wayne S. Peterson H. Bryan Richards

W. Douglas Shumway Dennis E. Simmons Lowell M. Snow Donald L. Staheli Robert R. Steuer

William R. Walker Robert J. WhettenDavid R. Stone

Spencer V. Jones

R. Conrad Schultz

H. Bruce Stucki Paul K. Sybrowsky Richard H. WinkelRonald A. Rasband Lynn G. Robbins Cecil O. Samuelson Jr. Steven E. Snow

Ulisses Soares Francisco J. Viñas Lance B. Wickman W. Craig Zwick Robert S. Wood H. Ross Workman

Ned B. Roueché

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Miembros de la Iglesia conversan en el exterior de un centro de reuniones en Antwerp, Bélgica.

Izquierda: Controlando la señal de satélite en la Estaca Madrid Este, España,

antes de la transmisión de la sesión del sábado por la tarde de la conferencia

general. Arriba: Este matrimonio se encontraba entre las personas que asistieron

a una transmisión de la conferencia en Makati, Filipinas.

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siguientes palabras los sentimientosque él tenía con respecto al templo:“El estar en la casa del Señor y apren-der en Su templo era su deleite coti-diano; y en él disfrutó de muchasbendiciones y pasó muchas horas en dulce comunión con su PadreCelestial. Ha recorrido sus pasillos sa-grados, solo y apartado de la humani-dad, mucho antes de que el soberanodel día apareciera por el horizonte; yentre sus paredes, mientras la natura-leza dormía, ha expresado sus aspira-ciones. Dentro de sus recintos santosse le han abierto visiones de los cielosy su alma se ha deleitado en los teso-ros de la eternidad”7.

Estoy agradecido de ver en todosnuestros templos las palabras: “LaCasa del Señor. Santidad al Señor”.Las raíces de ese recordatorio de luga-res santos se remontan a las épocasdel Antiguo Testamento. Zacarías nos recuerda que llegaría el día enque “estará grabado sobre las campa-nillas de los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ… Y toda olla en Jerusalén yJudá será consagrada a Jehová de losejércitos…”8. Admiro mucho los po-mos de las puertas del Templo de SaltLake, artísticamente diseñados, en ca-da uno de los cuales está grabado elrecordatorio “Santidad al Señor”.

Cuando era un muchachito, hacemás de sesenta y cinco años, y vivía enel sur de Utah, me conmovían las pala-bras “Santidad al Señor” que se halla-ban en algunos edificios de lospueblos pequeños. Esas palabras dora-das eran muchas veces el principaladorno de los edificios más importan-tes, como la tienda cooperativa y el al-macén del obispo. Tengo todavíaalgunos certificados de acciones deZCMI, una institución mercantil pione-ra, que llevan las firmas de John Taylor,Brigham Young, Wilford Woodruff,Joseph F. Smith, Lorenzo Snow, Heber J. Grant, George Albert Smith yDavid O. McKay. En cada certificado seencuentran impresas las palabras“Santidad al Señor”. Me pregunto quése habrá hecho de esos lemas de san-tidad. ¿Se han esfumado, como tantosotros recordatorios de fe y devoción?

Los días de nuestra vida se verángrandemente bendecidos si frecuen-tamos los templos para aprender so-bre las trascendentales relacionesespirituales que tenemos con laDeidad. Es preciso que nos esforce-mos más por encontrarnos en lugaressantos. Los convenios y observanciasceremoniales del templo son mediospara asegurarnos la santidad de carác-ter. Por el deseo que tenemos de crear en nuestro pueblo un compro-miso mayor hacia la obra sagrada deltemplo, debemos exhortarlos a con-templar más hondamente la profundaimportancia espiritual de encontrarseen él. Según nos dijo Pablo: “…por-que la letra mata, mas el espíritu vivifica”9.

Y en nuestros días el presidenteGordon B. Hinckley nos ha dicho: “Si todo hombre de la Iglesia que haya recibido el Sacerdocio deMelquisedec se hiciera digno de teneruna recomendación para el templo, yluego fuera a la Casa del Señor a reno-var sus convenios con solemnidad an-te Dios y los testigos, seríamos unagente mejor. Habría poca o ningunainfidelidad entre nosotros; el divorciocasi desaparecería y se evitaría granparte del dolor y el sufrimiento.Habría más paz, amor y felicidad en

nuestros hogares; habría menosmujeres y niños llorando. Existiría en-tre nosotros mayor aprecio y respetomutuos. Y estoy seguro de que elSeñor estaría más contento con noso-tros y nos favorecería más”10.

Los santos deben hacer su investi-gación de datos familiares y asistir altemplo porque se sientan movidospor el Santo Espíritu a hacerlo. Entreotras razones, debemos ir al templopara salvaguardar nuestra propia san-tidad y la de nuestra familia.

Además del templo, nuestro hogar debe ser, sin duda, otro lugarsanto en la tierra. Los sentimientos desantidad que había en mi hogar meprepararon para los sentimientos desantidad en el templo. Antes de irmeen mi primera misión a Brasil, mi ma-dre me confeccionó amorosamente amano una prenda de la ropa del tem-plo para que usara cuando fuera altemplo. Ahora está vieja y deshilacha-da, pero es un símbolo especial y sa-grado del amor de mi madre por loque es santo.

Gracias a mi amada esposa, Ruth,puedo decir que nuestro hogar ha sido un lugar donde hemos procura-do honrar el espíritu de santidad alSeñor. No siempre tuvimos éxito, porsupuesto. Pero hicimos el esfuerzo.

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Cuando era un padre joven y mesentía abrumado por la responsabili-dad de proveer lo temporal para mifamilia, atender a mis llamamientosde la Iglesia y a diversos deberes cívi-cos, Ruth me encaminaba amorosa ypacientemente hacia mi responsabili-dad paternal en nuestro hogar.

Por ejemplo, me recordaba cuandollegaba el momento de la noche dehogar y cariñosamente me sugería loque podría ser apropiado que estudiá-ramos en esa reunión. También meayudaba a mantenerme al día conasuntos familiares importantes, comocumpleaños y actividades de los hijosen las que necesitaran mi tiempo yapoyo. Todavía cumple ese serviciotan importante y apreciado. Si

queremos realmente que nuestro ho-gar sea un lugar de santidad, debemosprocurar con más empeño todo loque sea propicio al Espíritu del Señor.

Nuestras capillas se dedican alSeñor como lugares santos, y se nosdice que debemos ir a la casa de ora-ción y ofrecer nuestros sacramentosen Su día santo11. El tomar la SantaCena es un privilegio solemne y sagra-do. En nuestras capillas se nos ense-ñan principios del Evangelio, sebendice a los niños, se confirma a losmiembros y se les da el don delEspíritu Santo, y se expresan testimo-nios de la veracidad del Evangelio.Una conversa de Texas dijo que cuan-do entró por la puerta de la capilla,percibió un ambiente de santidad

que nunca en su vida había sentido.Debemos esforzarnos más por ser

un pueblo santo. Vivimos en la pleni-tud de los tiempos. Es mucho lo quese ha restaurado por medio del profe-ta José Smith. Todo eso nos coloca enuna relación especial con el Señor.Somos los beneficiarios, los guardia-nes y los protectores de estas respon-sabilidades bajo la delegación, laautoridad y la dirección del presiden-te Hinckley, que posee todas las lla-ves. Por ser hijos del Señor, debemosempeñarnos diariamente en elevar-nos a un nivel más alto de rectitudpersonal en todas nuestras acciones.Debemos protegernos constantemen-te de todas las influencias de Satanás.

Como lo enseñó el presidenteBrigham Young: “Todo momento de[nuestra] vida debe ser de santidad al Señor… lo cual es el único compor-tamiento por el que [podremos] te-ner [con nosotros] el Espíritu delTodopoderoso”. Que el Señor bendi-ga a cada uno de nosotros en esta res-ponsabilidad de ofrecer santidad alSeñor permaneciendo en lugares san-tos. Ahí es donde encontraremos laprotección espiritual que necesitamospara nosotros y para nuestra familia;es la fuente de ayuda para hacer avan-zar la palabra del Señor en nuestrotiempo. El permanecer en lugaressantos contribuirá a que nos eleve-mos por encima de las influencias malas de nuestra época y nos acer-quemos más a nuestro Salvador.Testifico que si lo hacemos, el Señornos bendecirá para siempre y sere-mos poderosos “en fe y en obras”12.En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase Jeff Davidson “ ‘Overworked

Americans’ or Overwhelmed Americans?”,Business Horizons, ene.–feb. de 1994,págs. 62–66.

2. D. y C. 101:22.3. 1 Timoteo 4:12.4. Deseret News, 2 de abril de 1862, pág. 313.5. Véase “Misiones, templos y responsabilida-

des”, Liahona, enero de 1996, pág. 64.6. D. y C. 109:13.7. History of the Church, tomo IV, pág. 194.8. Zacarías 14:20–21.9. 2 Corintios 3:6.

10. Liahona, enero de 1996, pág. 64.11. Véase D. y C. 59:9.12. Helamán 10:5.

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Hermanos y hermanas, haceunas semanas, mi esposa y yotuvimos el placer de dirigir la

palabra a los misioneros del Centrode Capacitación Misional de Provo.Nos emocionó vivamente ver sus ros-tros radiantes y deseosos de apren-der, y sentir la presencia del Espíritudel Señor. Esos excelentes misionerosya están en camino para llevar al mun-do el mensaje de la restauración delEvangelio de Jesucristo. Damos lasgracias a los padres, así como a losobispos, los presidentes de estaca ysobre todo a nuestra gente joven porhaber respondido bien a la peticióndel profeta de esmerarse más en supreparación espiritual para servir alSeñor.

Cuando “elevamos el nivel de losrequisitos” para el servicio misional, elpresidente Gordon B. Hinckley dijo:“Esta obra es rigurosa, exige fuerza y vitalidad; exige agudeza mental y

capacidad; exige fe, deseo y consagra-ción; exige manos limpias y un cora-zón puro”.

Además dijo: “Ha llegado la horade elevar los niveles de aquellos a losque se llama… como embajadores delSeñor Jesucristo… Sencillamente, nopodemos permitir que los que no sean completamente dignos vayan almundo a compartir las buenas nuevasdel Evangelio” (Primera ReuniónMundial de Capacitación de Líderes,11 de enero de 2003, pág. 19).

Hoy en día, pedimos misionerosmás capacitados, hombres jóvenesque se hayan preparado para servirhabiendo aceptado el reto de nuestroprofeta de “practi[car] la autodiscipli-na para vivir por encima de los bajosvalores del mundo a fin de evitar latransgresión y seguir un sendero máselevado en todas sus actividades”(Íbid., pág. 19).

La obra del Señor en nuestras 339 misiones está creciendo, por loque debemos intensificar nuestroempeño en ocuparnos de que todojovencito de 12 años de edad seadignamente ordenado diácono; deque todo joven de 14 años sea orde-nado maestro; de que todo joven de16 años sea ordenado presbítero yde que todo joven de 18 a 19 años reciba dignamente el Sacerdocio deMelquisedec. Lograremos eso si lle-namos el corazón de nuestros hom-bres jóvenes de amor por el Señor,de entendimiento de Su expiación y de gratitud por ella, y de una clara visión de la maravilla de laRestauración.

Si nuestros jóvenes llegan a com-prender la importancia de la restaura-ción del Evangelio y a saber por símismos que Dios es nuestro PadreCelestial y que Él ama a todos Sus hi-jos, así como que Jesús es el Cristo yque Ellos dos juntos visitaron a JoséSmith para abrir ésta, la última dis-pensación de los tiempos, desearánllevar ese mensaje al mundo. Si nues-tros jóvenes llegan a ver el Libro deMormón como evidencia tangible deque el mensaje de la Restauración esverdadero, se llenarán del deseo derealizar su parte en la enseñanza deesas verdades a los hijos de nuestroPadre Celestial.

Supimos por los misioneros delCentro de Capacitación Misional loque les habría servido más para pre-pararse para su misión. Por encima detodo, deseaban haber:

• Aprendido mejor la doctrina me-diante un estudio concentrado delas Escrituras.

• Aprendido el modo de estudiar yde orar sinceramente.

• Sido más disciplinados y haberseesforzado con mayor ahínco.

• Comprendido con mayor claridadlo que se esperaba de ellos.

• Tenido más oportunidades de enseñanza y

• Tenido entrevistas más escrutado-ras tanto por parte de los obisposcomo por los padres.

Hermanos y hermanas, juntos po-demos enseñar el Evangelio deJesucristo, en su sencillez y poder, atodos los jóvenes de la Iglesia. Al es-forzarnos junto con los padres, lesayudaremos a prepararse para el cam-po misional, así como para toda unavida de servicio. Sigamos adelante ybusquemos a cada uno de nuestrosvaliosos jóvenes, sea cual sea su nivelde actividad en la Iglesia y hagamosbrillar la luz de Cristo que está dentrode ellos. El presidente Boyd K. Packerdijo: “La luz de Cristo es tan universalcomo la luz del sol. Dondequiera quehaya vida humana, ahí está el Espíritude Cristo. Toda alma viviente la

Uno másÉ L D E R M . R U S S E L L B A L L A R DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Necesitamos más misioneros trabajadores y de firmetestimonio a fin de llegar a más de los hijos de nuestroPadre Celestial.

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posee… Es el inspirador de todo loque bendiga y beneficie a la humani-dad. Es lo que nutre la bondad mis-ma” (Liahona, abril de 2005, pág. 13).

Por tanto, sabemos que todas laspersonas tienen dentro de sí la luz deCristo. Nuestra responsabilidad en ca-lidad de padres, de maestros y de lí-deres es encender esa luz en nuestrosjóvenes hasta que la llama del testi-monio arda profundamente dentro desu corazón y de su alma, y, en segui-da, instar a cada uno de ellos a llevaresa llama y utilizarla para encender laluz de Cristo en las demás personas.

Desde luego, el adversario sabe esoy se está esforzando más que nuncapor ejercer su influencia en algunosde nuestros jóvenes para que hagancaso omiso de las enseñanzas de laIglesia. Por esa razón, los padres, los lí-deres y los maestros deben deliberarjuntos en consejo y conocer a todo jo-ven y a toda joven, a todos. Sean acti-vos o no, debemos conocerlos.

Es cierto que se ha elevado el nivelde los requisitos para nuestros misio-neros, y eso significa que el nivel delos requisitos también se ha elevadopara los padres y para los líderes.Tendremos que aumentar nuestra fe e intensificar nuestros esfuerzos afin de dar a todo hombre joven la

oportunidad de prestar servicio.El presidente Hinckley también ex-

presó su inquietud al respecto:“Necesitamos más misioneros. Elmensaje de elevar la norma en los re-quisitos misionales no fue una señalpara enviar a menos misioneros sinoun llamado para que los padres y loslíderes trabajen con los hombres jó-venes más temprano para prepararlosmejor para el servicio misional y man-tenerlos dignos de tal servicio. Todoslos hombres jóvenes dignos que seanfísica y emocionalmente capaces de-ben prepararse para servir en estaobra tan importante” (“A los obisposde la Iglesia”, Reunión Mundial deCapacitación de Líderes, 19 de juniode 2004, pág. 27).

Del mismo modo, en relación a lasmujeres jóvenes, el Presidente dijo:“Con respecto a las misioneras jóve-nes, ha habido un malentendido so-bre un consejo anterior acerca delservicio de las hermanas solteras co-mo misioneras. Necesitamos algunasjóvenes; ellas realizan un trabajo des-tacable y llegan a hogares a los quelos élderes no pueden llegar, pero de-be tenerse en cuenta que las herma-nas jóvenes no tienen la obligación deir a la misión. No deben pensar quetienen un deber comparable con el de

los jóvenes, pero algunas desearán ir”(“A los obispos de la Iglesia”, pág. 27).

Hermanos y hermanas, hay unacantidad extraordinaria de trabajo quees preciso llevar a cabo. El Espíritu delSeñor se está cerniendo sobre mu-chas de las naciones del mundo.Puertas de países que estaban cerra-das herméticamente ahora estánabiertas para nosotros. Necesitamosmás misioneros trabajadores y de fir-me testimonio a fin de llegar a más delos hijos de nuestro Padre Celestialque residen donde ahora podemosllegar a ellos. Éstos son nuestros her-manos y nuestras hermanas, y tene-mos la responsabilidad de enseñarlesel mensaje de la Restauración.

Sabemos que ocurren sucesos ex-traordinarios a quienes sirven fiel-mente en una misión de tiempocompleto. El servicio misional no esfácil, pero su valor es infinito. Los quesirven y vuelven a casa habiendo he-cho honor a su misión instituyen unmodelo de vida y de servicio que seráuna bendición tanto en su propia vidacomo en la de las generaciones quesigan. Regresan mejor preparados pa-ra ser grandes líderes y maestros enlas organizaciones de la Iglesia.Regresan mejor preparados para serrectos padres y madres y capaces deenseñar el Evangelio a sus hijos. Elservicio misional de tiempo completoes una bendición para las personas alas que los misioneros encuentran yenseñan, así como para los misione-ros mismos.

Ahora les vamos a hacer una peti-ción especial a ustedes, los obispos ylos presidentes de rama. Somos cons-cientes de que ustedes ya conocen alos que han llenado los requisitos denivel más elevado y se están preparan-do para aceptar el llamamiento misio-nal durante este año. Nuestra peticióna los líderes de todas las unidades esque deliberen juntos en consejo conlos padres y que oren para hallar almenos uno más, un joven más, ade-más de los que ya hayan hecho el co-metido, que pueda ser llamado aprestar servicio. Si los más de 26.000barrios y ramas de la Iglesia envían a

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todos los que ya tienen previsto en-viar al campo misional, más uno más,el número de nuestros misioneros detiempo completo aumentará y nosacercaremos en tanta mayor medidaal mandato divino que hemos recibi-do de llevar el Evangelio a toda na-ción, tribu, lengua y pueblo. Desdeluego, esos misioneros deben ser dig-nos, fieles, saludables y totalmentededicados. Quizás ese uno más noesté preparado ahora mismo. Por tan-to, pedimos a los padres y a los miem-bros de los consejos de estaca y debarrio que confíen en el poder discer-nidor del Espíritu Santo para saber aquién podrán ayudar a prepararse pa-ra ser llamado a la misión este año.

Al intentar llegar a ellos, por favorrecuerden lo que le ocurrió a un ami-go mío. Él nunca en su vida había te-nido un caballo hasta que se casó conuna mujer magnífica a la que le gusta-ban mucho los caballos. Deseandoimpresionar a su nueva esposa, unatardecer le dijo que iba al potrero adomar al potrillo para que se dejasellevar de la rienda. Él pesaba más queel potrillo y [creía] que sabía más queel potrillo. Supuso que todo lo quetendría que hacer sería tirar de la rien-da y que tarde o temprano el animalcedería. Estaba convencido de que elprocedimiento sería breve y sencillo.

Amarró la rienda a la brinda, se pu-so delante del potrillo y comenzó a ti-rar de él. El potrillo se resistió, miamigo tiró de él con más fuerza y elanimal plantó las patas en el suelocon mayor firmeza. Mi amigo tiró to-davía con mayor fuerza y el potrillocayó a tierra. Repitió varias veces elmismo procedimiento hasta que con-cluyó que en tan sólo cuatro o cincominutos había enseñado satisfactoria-mente al potro a caer a tierra, y quetodo lo que tenía que hacer era po-nerse delante del animal y tirar de larienda hasta que éste cayera al suelo.

Su esposa, que había estado obser-vando semejante proceder, por fin lesugirió que en lugar de ponerse de-lante del potrillo y tirar de él, pusierala correa alrededor del animal y senci-llamente caminase al lado de él. Para

gran vergüenza de mi amigo, eso diobuen resultado.

Al parecer hay algo dentro de cadauno de nosotros que se resiste a sermanejado, empujado o arrastrado a tirones. Pero si alguien rodea loshombros de un joven con un brazo ycamina al lado de él, es probable queéste siga adelante con el deseo de ser-vir. Por favor, recuerden eso al fortale-cer el testimonio de uno más quepueda servir.

¿Podría darles tres sugerencias paraque las tuvieran en cuenta al intentarestablecer una rica tradición de servi-cio misional en su familia, en sus esta-cas y en sus barrios o ramas?

Primero, asegúrense de que todosnuestros jóvenes comprendan quié-nes son. Desde su más temprana edaden la Primaria, nuestros hijos cantan“Soy un hijo de Dios” (Himnos, Nº196). Ayúdenles a comprender lo queen realidad significa ser un hijo deDios. Recuérdenles que ellos estánaquí, en esta época particular de la his-toria del mundo, con la plenitud delEvangelio al alcance de sus manos,por motivo de que fueron valientes alescoger lo que habían de hacer en laexistencia preterrenal. Nuestros jóve-nes deben defender los principios dela rectitud y de la verdad. Es precisoque tengan la visión de las bendicio-nes que pueden recibir si demuestran

su amor por nuestro Padre Celestial yel Señor Jesucristo mediante su buenadisposición para servir.

Segundo, enseñen la doctrina. Sibien las actividades y los aconteci-mientos sociales tienen su debido lu-gar en el programa global de nuestrajuventud, la doctrina es lo que con-vierte y lleva a la dedicación absolu-ta. Nuestros jóvenes tienen derechoa esperar que tanto sus padres comosus líderes y maestros de la Iglesiahagan todo lo que puedan por queellos conozcan y comprendan elEvangelio de Jesucristo. El EspírituSanto confirmará la verdad en el co-razón de ellos y encenderá la luz deCristo en sus almas. Y entonces uste-des tendrán uno más, un misioneromás plenamente preparado. Ayer, elélder Scott indicó que Predicad MiEvangelio, la nueva guía que nues-tros misioneros utilizan en la actuali-dad para enseñar el Evangelio,podría ser una buena fuente de con-sulta y de ayuda para ustedes.

Por último, reconocemos que nosería prudente que algunos de nues-tros hombres jóvenes y algunas muje-res jóvenes se enfrentaran con losrigores y los retos de una misión detiempo completo. Si los líderes del sa-cerdocio eximen a cualquiera de uste-des del servicio misional de tiempocompleto, les rogamos que ustedes ysus familiares acepten esa decisión ysigan adelante en la vida. Ustedes po-drán prepararse para participar en lasordenanzas de salvación del templo yhallar otras maneras de prestar servi-cio. Y pedimos a todos nuestrosmiembros que brinden todo su apoyoy manifiesten gran amor y compren-sión al ayudar a todos nuestros fielesjóvenes en sus diversos llamamientosen la Iglesia.

Hermanos y hermanas, añado mitestimonio de la divina misión delSeñor Jesucristo y ruego que Él nosbendiga a todos en nuestros empe-ños por inspirar y motivar a más denuestros jóvenes y matrimonios paraservir en una misión de tiempo com-pleto. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Aprincipios de la década de1950, Estados Unidos estaba enguerra en la península coreana.

Debido a las normas gubernamentalesde reclutamiento de esa época, a losjóvenes no se les permitía servir enmisiones, sino que se les requería queprestaran servicio militar. Al saber eso,cuando entré en la universidad meinscribí en el cuerpo de capacitaciónde oficiales de la reserva del ejército.Mi meta era llegar a ser uno de los ofi-ciales, como lo había sido mi hermanomayor. Sin embargo, durante una visi-ta que hice a casa durante las vacacio-nes de Navidad, el obispo de mibarrio, Vern Freeman, me invitó a ir averlo a su oficina; me dijo que un jo-ven líder de la Iglesia, un hermanoque se llamaba Gordon B. Hinckley,

había negociado un acuerdo con elgobierno, con el que se permitía quede cada barrio de la Iglesia en losEstados Unidos se llamara a un jovenpara servir en una misión, por lo queese joven recibiría un aplazamientoautomático del servicio militar.

El obispo Freeman dijo que habíaestado orando sobre ese asunto y ha-bía sentido la impresión de que debíarecomendarme para servir como mi-sionero de tiempo completo para re-presentar a nuestro barrio. Leexpliqué que ya tenía otros planes:que me había alistado en la reservadel ejército y que deseaba ser oficial.Con tacto, el obispo me recordó quehabía sentido la impresión de reco-mendarme para servir en una misiónen ese momento particular, y dijo: “Vea casa y habla con tus padres, y vuelvemás tarde con tu respuesta”.

Me fui a casa y les conté a mis pa-dres lo ocurrido. Dijeron que el obis-po estaba inspirado y que debíaaceptar con gusto la invitación delSeñor a servir. Mi madre, al darsecuenta de lo decepcionado que mesentí ante la posibilidad de no llegar aser oficial del ejército de inmediato,citó estas palabras:

“Fíate de Jehová de todo tu cora-zón, y no te apoyes en tu propia prudencia.

“Reconócelo en todos tus caminos,y él enderezará tus veredas”1.

Esa noche volví a la oficina del

obispo y acepté el llamado. Me dijoque fuera a la oficina de reclutamien-to y les hiciera saber mi decisión.

Al hacerlo, y para mi sorpresa, la da-ma que era la encargada de la oficinade reclutamiento me dijo: “Si ustedacepta un llamamiento misional, reci-birá el aviso de ser llamado a filas antesde que pueda volver a ingresar en lareserva militar, y prestará servicio co-mo soldado raso, y no como oficial”.

A pesar de ese cambio inesperado,mi misión fue maravillosa; cambió elcurso de mi vida, tal como les sucedea aquellos que sirven, pero, cumplien-do con lo prometido, el gobierno en-vió un aviso en el que se me reclutabaen el ejército de los Estados Unidos,aproximadamente un mes antes deser relevado de la misión.

Después del entrenamiento básicoy de asistir al colegio para policías mili-tares, fui asignado a una base para tra-bajar como policía militar. Una noche,recibí una asignación que duraría todala noche, la de escoltar a un convoy deprisioneros de un campo a otro.

Durante la noche, el convoy se de-tuvo a mitad de camino para descan-sar. El oficial encargado nos mandó iral restaurante a tomar café a fin deque pudiéramos permanecer despier-tos el resto de la noche. De inmedia-to, él se percató de que yo me negué.Él dijo: “Soldado, tiene que tomar ca-fé para que permanezca despierto elresto de este viaje; no quiero que seescapen los prisioneros o que causenalgún disturbio mientras yo esté almando”.

Le respondí: “Señor, con todo res-peto, no lo puedo hacer; soy mor-món, y los buenos mormones notoman café”.

Mi respuesta no le agradó, y volvióa aconsejarme que tomara el café.

De nuevo, y cortésmente, me ne-gué. Tomé mi lugar al fondo del auto-bús, con arma en mano, orando paraque pudiera permanecer despierto yno tuviese que usarla. El viaje conclu-yó sin ninguna novedad.

Unos días más tarde, ese mismooficial me llamó a su oficina para teneruna entrevista privada. Me dijo que a

La fe es la respuestaÉ L D E R D AV I D E . S O R E N S E NDe la Presidencia de los Setenta

[Recuerden] que la fe y la obediencia todavía son lasrespuestas, incluso cuando las cosas salgan mal; y quizás,especialmente, cuando ése sea el caso.

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pesar de que se había preocupado deque yo no pudiera permanecer des-pierto durante toda la noche, aprecia-ba que me hubiera mantenido firmeante mis convicciones. Luego, para misorpresa, dijo que su asistente seríatrasladado y que me recomendaría amí para que fuese su nuevo asistente.

Durante la mayor parte de los dosaños siguientes tuve muchas oportu-nidades en asignaciones de liderazgoy de administración, y al final, las ex-periencias positivas que tuve durantemi servicio militar fueron mejores delo que jamás creí posible.

De ese sencillo relato —y de mu-chos otros más como ése durante elcurso de mi vida— he aprendido quela fe es la respuesta a nuestras inquie-tudes, preocupaciones y sufrimiento.La fe en el Señor Jesucristo es en ver-dad el poder que puede cambiar nues-tras vidas y llevarnos hacia la salvación.

¿Cómo podemos fortalecer esa fe?Por medio de nuestras acciones.Debemos “ir y hacer lo que el Señor

ha mandado”2, tal como aconsejóNefi. Debemos fiarnos del Señor contodo nuestro corazón, tal como mimadre me enseñó de forma tan amo-rosa. Por fortuna, cuando ejercitamosla fe para hacer la voluntad del Señor,muchas veces nos damos cuenta deque somos sumamente bendecidospor nuestra obediencia.

Sin embargo, algunas veces nos da-mos cuenta de que aun cuando da-mos lo mejor para servir al Señor,pasamos sufrimientos. Tal vez conoz-can a alguien que afronte este tipo desituaciones difíciles: piensen en lospadres cuyo hijo cae enfermo, porquien todos oran y ayunan con todael alma y el corazón, pero que al finalmuere; o en el misionero que se sacri-fica para ir en una misión, y más tardecontrae una terrible enfermedad quelo deja seriamente discapacitado ocon dolor crónico; o en la mujer quevive de manera fiel y obediente peroque no puede concebir los hijos queha añorado; o en la esposa que se

esfuerza por tener un buen hogar pa-ra su familia y por criar a sus hijos, pe-ro cuyo esposo la abandona. En lasEscrituras hay muchos ejemplos depersonas que fueron salvas despuésde haber demostrado gran fe, comolo fueron Sadrac, Mesac y Abed-negoen el horno ardiente. Pero en ellastambién hay muchos ejemplos depersonas devotas para las que no hu-bo intervención divina durante unacrisis. Abinadí padeció la muerte porfuego, Juan el Bautista fue decapita-do, los seguidores de Alma y deAmulek fueron echados al fuego. Elhacer lo bueno no significa que todosiempre saldrá bien. La clave es recor-dar que la fe y la obediencia todavíason las respuestas, incluso cuando lascosas salgan mal; y quizás, especial-mente, cuando ése sea el caso.

Recuerden que el Señor ha prome-tido que Él nos ayudará al encarar ad-versidades; en particular, Él sientecompasión por los que sufren, y dijo:“Bienaventurados los que lloran, por-que ellos recibirán consolación”3.

Como parte de la Expiación, nues-tro Salvador sufrió todas las cosas; Élconoce el dolor físico y el emocional;Él conoce el pesar de la pérdida y dela traición, pero nos demostró que, alfinal, el amor, la paciencia, la humil-dad y la obediencia son el senderoque conduce a la paz y a la felicidadverdaderas. Jesús dijo: “La paz os de-jo, mi paz os doy”. Luego, a fin deamonestarnos para que buscásemosmás que simplemente el consuelo delmundo, Jesús agregó: “yo no os la doycomo el mundo la da”4. El mundoconsidera la paz como la ausencia delconflicto o del dolor, pero Jesús nosofrece solaz a pesar de nuestro sufri-miento. La vida de Él no estuvo librede conflicto ni de dolor, pero estuvolibre de temor y llena de significado.El apóstol Pedro escribió: “Mas si ha-ciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis,esto ciertamente es aprobado delantede Dios.

“Pues para esto fuisteis llamados;porque también Cristo padeció pornosotros, dejándonos ejemplo, paraque sigáis sus pisadas…

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“quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuandopadecía, no amenazaba, sino enco-mendaba la causa al que juzga justamente”5.

Nosotros, que hemos aceptado aJesucristo como nuestro Salvador, de-bemos confiar íntegramente en losméritos de Cristo, quien nos salvará,después de hacer cuanto podamos. Siejercemos nuestra fe con valor, si se-guimos adelante confiando en los mé-ritos de Cristo, Él nos bendecirá y nosguiará en todas nuestras obras; Él nosfortalecerá y nos dará paz en los mo-mentos de nuestras pruebas. “Porquepor fe andamos, no por vista”6. Ruegoque cada uno de nosotros aprenda aponer su confianza en el Señor y a in-crementar su fe en Él.

Para concluir, hermanos y herma-nas, quisiera mencionar un tema más.Durante los últimos años he sido ben-decido al poder observar de cerca alpresidente Hinckley, y deseo recor-darles que él no sólo es un profeta vi-viente, sino también un videnteviviente. Él ve cosas que otros no ven;él tiene el don del discernimiento; esuna persona optimista y realista.Quiero expresar mi gratitud al Señorpor preservar la vida del presidenteHinckley y por permitirle a él y a susnobles consejeros dirigir la Iglesia du-rante los últimos diez años. A travésde la guía divina del presidenteHinckley, la Iglesia ha recibido mu-chas bendiciones que han repercuti-do en el mundo, muchas de las cualesno son obvias. Encarecidamente lesaliento a que sigan más de cerca suconsejo y guía, ya que verdaderamen-te “El Señor ha levantado un vidente asu pueblo”7.

Jesús es el Cristo. José es el profetade la Restauración. Gordon B.Hinckley es nuestro profeta viviente.En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Proverbios 3:5–6.2. 1 Nefi 3:7.3. Mateo 5:4.4. Juan 14:27.5. 1 Pedro 2:20–21, 23.6. 2 Corintios 5:7.7. Moisés 6:36.

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Hace unas semanas, mi esposo yyo fuimos a una sesión del tem-plo. Al entrar, nos saludó una

obrera del templo, que es una queridaamiga de nuestro barrio. Ese saludofue el preámbulo de una extraordinariaexperiencia. Nos saludaron y ayuda-ron, más que en cualquier otra ocasiónque recuerde, muchas personas queconocíamos: amigos de barrios ante-riores, amigos de la localidad, hombresy mujeres con los que habíamos servi-do en diversos llamamientos. La últimapersona con la que me encontré fueuna joven a la que no reconocí. Era

encantadora y cuando comenzó a ha-blar, de inmediato la recordé: Robin,una de las mujeres jóvenes de mi clasede Laureles cuando fui por primera vezpresidenta de las Mujeres Jóvenes.Mientras hablábamos e intercambiába-mos recuerdos y sucesos de nuestrasvidas, me dijo cuánto había significadopara ella aquella época. También habíasido así para mí.

Salí del templo sintiéndome enter-necida con tanta amabilidad, teniendoplena conciencia de lo importantesque los amigos han sido para mí a lolargo de mi vida. El Señor ha conmo-vido mi espíritu una y otra vez, y, lamayoría de las veces, lo ha hecho pormedio de una mano amiga.

Hace treinta y ocho años este mes,Dean y yo, de recién casados, fuimosa Nuevo México a visitar a mis padres.Mientras nos hallábamos allá, mi pa-dre nos llevó a pasar el día a las mon-tañas de la parte norte del estado. Porla tarde, dimos con un automóvil de-tenido a un costado del camino conun neumático desinflado. El conduc-tor le dijo a mi padre que la rueda derepuesto también la tenía desinflada yque necesitaba que le llevasen en au-to a la ciudad más cercana para que se la repararan. Mi padre, al ver a la

Quienes nosbrindan su amor:amigos que tienen el amor de CristoK AT H L E E N H . H U G H E SPrimera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

Dios conoce las necesidades de Sus hijos y Él suele actuarpor conducto de nosotros, inspirándonos a ayudarnos unosa otros.

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familia de ese señor dentro del auto,le dijo: “No le será posible ir a la ciu-dad y regresar antes de que oscurez-ca. Óigame, las ruedas de su auto sondel mismo tamaño que las del mío.Tome usted mi rueda de repuesto y lapróxima vez que vaya a Albuquerque,me la devuelve”.

Aquel desconocido, impresionadopor la propuesta, le dijo: “Pero siusted ni siquiera me conoce”.

La respuesta de mi papá, típica deél, fue: “Usted es un hombre honradoy no creo equivocarme. Usted me de-volverá el neumático”.

Unas semanas después, le preguntéa mi papá con respecto al neumático,y me dijo que se lo habían devuelto.

Mi padre, que ya tiene noventaaños, todavía vive la vida del mismomodo. La mayoría de las personas desu edad reciben las comidas hechasde una institución que las lleva a do-micilio, pero mi papá reparte comi-das a los “ancianos” y suele estarjunto al lecho de amigos enfermos oagonizantes. También sale con su sie-rra eléctrica a ayudar a los del Club deRotarios en su obra de limpieza y em-bellecimiento anual. Cuando piensoen la vida de mi papá y en su formade actuar, recuerdo el pensamientodel presidente Boyd K. Packer: Él es“activo en el Evangelio” (véase “Laedad de oro”, Liahona, mayo de2003, pág. 82), y, como indica el him-no, “brinda su amor”, y al hacerlo,embellece la vida de los demás (véase “Quienes nos brindan suamor”, Himnos, Nº 188). Mi padrecomprende lo que es la amistad.

Como presidencia de la Sociedadde Socorro, a veces oímos a hermanasdecir que no sienten el amor delSeñor. Pero quizás sentirían más deSu amor si viesen la influencia de Élen los actos de las personas que lasatienden con cariño. Podrá ser unmiembro de su rama o barrio, algúnvecino o incluso una persona desco-nocida que les haga un bien y les ma-nifieste el amor de Cristo. El élderHenry B. Eyring nos dijo: “Se le ha lla-mado [a usted] para representar alSalvador. Cuando usted testifica, su

voz es la de Él, sus manos que auxilianson las de Él…” (“Elévense a la alturade su llamamiento”, Liahona, no-viembre de 2002, pág. 76). Si pode-mos auxiliar a los demás en el nombrede Cristo, sin duda, también nosotrosnos auxiliaremos.

Un maestro orientador que conoz-co visitaba fielmente todos los mesesa una viuda anciana. Pero más quelimitarse sólo a visitarla, cada otoño lepreparaba el aire acondicionado paraque resistiese el frío del invierno y lerevisaba el filtro del calorífero del aire[de la calefacción]. ¿Era eso el amorde Dios o el amor del maestro orien-tador? La respuesta, naturalmente, es:de los dos.

Nuestros amigos buenos sonun rico y divino don;su vida un ejemplo es,que fortalece nuestra fe.(Himnos, Nº 188).

He sido bendecida durante toda mivida con amigos que han reflejado elamor de Cristo: desde las amigas de

mi juventud hasta las muchas perso-nas que han sido una bendición parami familia en todos los barrios en losque hemos vivido. Su fe y dedicaciónal Evangelio de Jesucristo, su servicio,y su enseñanza acertada y discreta hanembellecido nuestra vida. Algunos demis amigos son muy diferentes de mí.Discrepamos en algunas cosas y aunpodemos irritarnos unos a otros. Perola amistad deja un amplio margen paralas diferencias; en realidad, las acepta.Me encanta visitar estacas compuestasde personas de toda condición, de di-versas edades y de distintos orígenesétnicos.

Ahora mismo estoy experimentan-do una dimensión especial de her-mandad y de amistad al servir con lashermanas Parkin y Pingree, y con lasdemás hermanas de las presidencias ymesas directivas de las organizacionesauxiliares. Ellas son mujeres buenas.¡Qué gran cariño les tengo! Al cabo detres años de trabajar juntas, mis queri-das hermanas de la presidencia meconocen bien. Conocen mi fe y mitestimonio, y también conocen mis

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inseguridades y mis inquietudes, y sa-ben que, cuando me siento cansadatras un largo viaje de capacitación, noestoy en mis mejores momentos. Perosiento su amor y su paciencia, y séque aun así me quieren bien. Su testi-monio y sus oraciones me fortalecen,y su risa me alegra el día. En todo sen-tido, somos hermanas.

He tenido experiencias semejantescon mis propios familiares. Una demis hermanas menores ha estado lu-chando contra el cáncer durante losúltimos meses. No vivimos cerca, peronos acercamos mediante las llamadastelefónicas. Hemos compartido nues-tro cariño, oraciones, recuerdos ynuestros respectivos testimonios alpasar ella por esta dura prueba. Mishermanas son mis preciadas amigas, al igual que lo son mis hermanos, miamado esposo, mis hijos y mis nietos(por bulliciosos que sean esos nietos).

En los primeros años de laRestauración, los miembros nuevos secongregaban para establecer a Sión, lacual era tanto un lugar como una fina-lidad: un espíritu. Ya no nos congrega-mos de la misma manera. Nuestrasramas y nuestros barrios son ahoranuestra Sión, pero éstos adquieren elespíritu de Sión sólo cuando losmiembros se cuidan con cariño losunos a los otros. Lamentablemente, aveces oímos de hermanas, y de her-manos, cuyos sentimientos han sidolastimados por otros miembros de laIglesia y se han alejado. Si ustedes seencuentran en cualquiera de los ladosde ese dilema —en el de ofensor o enel de ofendido— busquen el perdón;comprendan cuál haya sido su parteen el problema. Recuerden la admoni-ción que nos hizo Cristo: “…Yo os di-go: Sed uno; y si no sois uno, no soismíos” (D. y C. 38:27).

Hace poco, tuve la oportunidad de hablar con una dama que me pre-guntó con respecto a José Smith. Eraevidente que dudaba acerca del llama-miento y la misión de él. Al hablarle,acudieron a mi memoria las palabrasdel Señor a Oliver Cowdery: “…apoyafielmente a mi siervo José…” (D. y C.6:18). Espero que aquel día, y en cada

momento de mi vida, se haya dicho yse diga de mí: “Ella apoyaba a José”.Deseo ser su amiga.

El mismo José Smith fue un granamigo de muchas personas. Él dijo:“La amistad es uno de los grandesprincipios fundamentales del ‘mor-monismo’; [tiene por objeto] regene-rar y civilizar al mundo, y hacer quecesen las guerras y las contiendas, yque los hombres se conviertan enamigos y hermanos” (Enseñanzas delProfeta José Smith, págs. 386–387).

No obstante, él sabía que la amistades más que un concepto abstracto. Undía se enteró de que a un hermano dela Iglesia los enemigos le habían incen-diado su casa. Cuando los miembrosde la Iglesia dijeron que sentían triste-za por él, el Profeta se sacó dinero delbolsillo y dijo: “Siento tristeza por estehermano hasta la cantidad de cincodólares. ¿A qué suma asciende… latristeza que ustedes sienten [por él]?”(en Hyrum L. Andrus y Helen MaeAndrus, compiladores, They Knew theProphet, 1974, pág. 150).

¿Tenemos el concepto de amistadque tenía el profeta José? ¿Conver-timos nuestros buenos sentimientosen ayuda práctica? Dios conoce las ne-cesidades de Sus hijos y Él suele actuarpor conducto de nosotros, inspirándo-nos a ayudarnos unos a otros. Cuandoponemos en práctica esa clase de

inspiración, pisamos tierra santa, por-que se nos brinda la oportunidad deservir en calidad agentes de Dios enrespuesta a una oración.

Hermanos y hermanas, si somosamigos del profeta José Smith, entonces también somos amigos del Salvador. ¿Llevamos una vida que proclame devoción al nombre delSalvador? José Smith lo hizo y, en eltranscurso de este año, al tributar honores al hombre que inició la dis-pensación del cumplimiento de lostiempos, recordemos no sólo la amis-tad de él para con la humanidad, sinotambién su amistad con el Señor y sudedicación a Él. El profeta dijo:“Intentaré contentarme con mi parte,sabiendo que Dios es mi amigo. En Él hallaré consuelo” (The PersonalWritings of Joseph Smith, compiladopor Dean C. Jessee, 1984, pág. 239).

Debiera ser obvio para todos noso-tros que nuestra amistad fundamentaldebe ser con nuestro Padre Celestial ycon Su Hijo Jesucristo. El Salvador cariñosamente nos ha dicho: “…osllamaré amigos, porque sois mis ami-gos…” (D. y C. 93:45). Su mayor de-seo con respecto a nosotros, Sushermanos y hermanas, es llevarnos deregreso a nuestro Padre. Y el caminopara nosotros es evidente: cultivar ennuestro ser, en la medida que poda-mos, las cualidades y los atributos deCristo; obedecer Sus mandamientos,efectuar Su obra y hacer Su voluntad.

Al recordar el día en el que me sa-ludaron en el templo tantas personasa las que quiero, me agrada imaginarque nuestro cotidiano vivir podrá serigualmente bendecido. Tuve un senti-miento de amor que dejaba entreverel amor puro de Cristo: la caridad quedebe llenarnos el corazón. Me imagi-no barrios y ramas en los que amigosde todas las edades y de toda condi-ción están unidos y modelan su vidabasándose en las enseñanzas deJesucristo.

Hoy les doy mi testimonio de queCristo vive. Doy gracias por Él. Ruegoser siempre Su amiga y que, al serlo,también sea amiga de ustedes. En elnombre de Jesucristo. Amén. ■

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Mi mensaje es para los conver-sos de la Iglesia. Más de la mi-tad de los miembros de la

Iglesia de la actualidad han escogidoser bautizados después de los ochoaños de edad. Por tanto, ustedes noson una parte pequeña de la Iglesia. Austedes deseo decirles cuánto los amael Señor y cuánto confía Él en uste-des. Y, más aún, deseo decirles cuántodepende Él de ustedes.

Ustedes sintieron Su amor al me-nos en cierta medida cuando fueronbautizados. Hace años, yo llevé a unjoven, de veinte años de edad, a las

aguas del bautismo. Mi compañero yyo le habíamos enseñado el Evangelio.Era el primero de su familia que oía elmensaje del Evangelio restaurado, ypidió ser bautizado. El testimonio delEspíritu le hizo desear seguir el ejem-plo del Salvador, que fue bautizadopor Juan el Bautista aun cuando Él erasin pecado.

Cuando levanté a aquel joven delas aguas del bautismo, me sorpren-dió al lanzar sus brazos alrededor demi cuello y susurrarme al oído, mien-tras las lágrimas le surcaban el rostro:“Estoy limpio, estoy limpio”. Ese mis-mo joven, después que hubimospuesto las manos sobre su cabeza yque, con la autoridad del Sacerdociode Melquisedec le hubimos conferidoel Espíritu Santo, me dijo: “Cuandousted pronunciaba esas palabras, yosentí como un fuego que me recorríatodo el cuerpo desde la coronilla dela cabeza hasta los pies”.

La experiencia de ustedes en esemismo respecto habrá sido exclusivade ustedes, pero hasta cierto punto,habrán sentido la magnitud de la ben-dición que recibieron. Desde enton-ces, han experimentado la realidad delas promesas que se les hicieron, asícomo la de las promesas que ustedes

hicieron. Han sentido la limpieza queprovino de su bautismo, por motivode la expiación de Jesucristo. Y hansentido el cambio que se ha efectua-do en su corazón al haber llegado elEspíritu Santo a ser su compañero.Sus deseos han comenzado a cambiar.

Cuando alguien me dice que se haconvertido a la Iglesia, le pregunto:“¿Ha aceptado alguno de sus familia-res el Evangelio?”. Cuando la respues-ta es “sí”, sigue a ésta la emocionadadescripción del feliz milagro que seha efectuado en uno de los padres oen un hermano, o en una hermana oen uno de los abuelos. Las personassienten regocijo cuando saben que al-guno de sus familiares comparte subendición y su felicidad. Cuando larespuesta es: “No, hasta ahora soy elúnico miembro de la Iglesia”, la per-sona casi siempre menciona a sus pa-dres y dice algo así: “No, todavía no.Pero sigo intentándolo”. Y por el tonode su voz, uno se da cuenta de que elconverso nunca dejará de intentarlo,nunca jamás.

El Señor sabía que ustedes experi-mentarían esos sentimientos cuandoles permitió recibir los conveniosque ahora están bendiciendo su vida.Él sabía que ustedes sentirían deseosde que sus familiares tuviesen tam-bién las bendiciones que ustedes sin-tieron al unirse a la Iglesia. Aún más,Él sabía que ese deseo aumentaríacuando llegaran a conocer la dichade las promesas que Él nos hace enlos sagrados templos. En ellos, a losque se hacen merecedores de entrar,Él les permite hacer convenios conÉl. Prometemos obedecer Sus man-damientos y Él nos promete que, sisomos fieles, podremos vivir con Élen la gloria en familias para siemprejamás en el mundo venidero.

En Su amorosa bondad, Él sabíaque ustedes desearían estar unidospara siempre a sus padres y a los pa-dres de sus padres. Puede ser que ha-yan tenido ustedes un abuelo como elmío, que siempre apreciaba mucho lasvisitas que yo le hacía. Yo pensaba queera su nieto predilecto hasta que misprimos me dijeron que ellos creían ser

Teniendoentrelazadossus corazonesÉ L D E R H E N R Y B . E Y R I N GDel Quórum de los Doce Apóstoles

Cuando ustedes fueron bautizados, sus antepasados los contemplaron desde el mundo de los espíritus conesperanza… se regocijaron al ver a uno de susdescendientes hacer el convenio de buscarlos.

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los predilectos del abuelo. Él ya ha fa-llecido. Todos mis abuelos y sus ante-pasados han fallecido. Muchos de losantepasados de ustedes murieron sinhaber tenido nunca la oportunidad deaceptar el Evangelio ni de recibir lasbendiciones y las promesas que uste-des han recibido. El Señor es justo yes amoroso, y, por consiguiente, Él hapreparado tanto para ustedes comopara mí la manera de que se cumpla el deseo de nuestro corazón de brin-dar a nuestros antepasados todas lasbendiciones que Él nos ha brindado anosotros.

El plan para hacer eso posible haexistido desde el principio. El Señorhizo promesas a Sus hijos hace mu-cho tiempo. El último libro delAntiguo Testamento es el libro delprofeta Malaquías, y las últimas pala-bras de éste son tanto una grata pro-mesa como una severa advertencia.

“He aquí, yo os envío el profetaElías, antes que venga el día deJehová, grande y terrible. El hará vol-ver el corazón de los padres hacia loshijos, y el corazón de los hijos hacialos padres, no sea que yo venga y hie-ra la tierra con maldición”1.

Es de importancia fundamentalcomprender algunas de esas palabras.El día de Jehová, grande y terrible esel fin del mundo. Jehová, el Mesías,vendrá en gloria. Todos los malvadosserán destruidos. Vivimos en los últi-mos días. Quizás no nos quede tiem-po suficiente para hacer lo que hemosprometido hacer.

Es importante saber por qué elSeñor prometió enviar a Elías el pro-feta. El profeta Elías fue un gran pro-feta que recibió un extraordinariopoder de Dios. Él poseyó el mayorpoder que Dios da a Sus hijos: él tuvoel poder para sellar, el poder paraque todo lo que atara en la tierra fue-se atado en los cielos. Dios se lo dioal apóstol Pedro. Y el Señor cumplióSu promesa de enviar a Elías el profe-ta. El profeta Elías vino al profeta JoséSmith el 3 de abril de 1836, precisa-mente después de la dedicación delTemplo de Kirtland, el primer temploque se edificó tras la restauración del

Evangelio. José describió aquel sagra-do momento:

“…se nos desplegó otra visióngrande y gloriosa; porque Elías el pro-feta, que fue llevado al cielo sin gustarla muerte, se apareció ante nosotros, y dijo:

“He aquí, ha llegado plenamente eltiempo del cual se habló por boca deMalaquías, testificando que él [Elías elprofeta] sería enviado antes que vinie-ra el día grande y terrible del Señor,

“para hacer volver el corazón delos padres a los hijos, y el de los hijosa los padres, para que el mundo ente-ro no fuera herido con una maldición.

“Por tanto, se entregan en vuestrasmanos las llaves de esta dispensación;y por esto sabréis que el día grande yterrible del Señor está cerca, sí, a laspuertas”2.

Al unirse ustedes a la Iglesia, sintie-ron que su corazón se volvía a sus fa-miliares, tanto a los que viven como alos que están en el mundo de los es-píritus. El Señor proporcionó otra vi-sión a fin de hacerles saber a ustedesqué hacer con esos sentimientos.

Después de José Smith, el Señorllamó a otros profetas a dirigir SuIglesia, uno de los cuales fue Joseph F.Smith, quien vio en visión lo que su-cedió en el mundo de los espíritus

cuando el Salvador apareció allí, en eltiempo que transcurrió entre Sumuerte y Su resurrección3. El presi-dente Smith vio que los espíritus seregocijaron cuando se enteraron deque el Salvador había roto las ligadu-ras de la muerte y de que debido a Suresurrección ellos serían resucitados.Y vio al Salvador organizar a Sus sier-vos entre los espíritus para que predi-casen Su Evangelio a todos losespíritus y les brindasen la oportuni-dad de escoger los convenios y lasbendiciones que se les ha brindado austedes y la cual ustedes desean parasus antepasados. Todos habían de te-ner esa oportunidad.

El presidente Smith también vio a los líderes que el Salvador llamó para que llevasen el Evangelio a los hijos de nuestro Padre Celestial queestán en el mundo de los espíritus ynombró a algunos de ellos: nuestropadre Adán, nuestra madre Eva, Noé,Abraham, Ezequiel, Elías el profeta,profetas que conocemos del Libro de Mormón y algunos de los últimosdías, incluidos José Smith, BrighamYoung, John Taylor y WilfordWoodruff. Piensen en el poder deesos misioneros para enseñar elEvangelio y enternecer el corazón desus antepasados. No es de extrañarque Wilford Woodruff haya dichomientras vivía que él creía que pocos,si los había, de los antepasados de losSantos de los Últimos Días que se ha-llan en el mundo de espíritus escoge-rían rechazar el mensaje de lasalvación cuando lo oyeran4.

Muchos de los antepasados ya fa-llecidos de ustedes habrán recibidoun testimonio de que el mensaje delos misioneros es verdadero. Cuandoustedes recibieron ese testimonio,pudieron pedirles a los misioneros elbautismo; pero los que están en elmundo de los espíritus no pueden ha-cerlo. Las ordenanzas que ustedestanto apreciaron sólo se brindan eneste mundo. Alguien en este mundotiene que ir a un santo templo y acep-tar los convenios por la persona queestá en el mundo de los espíritus. Ésa es la razón por la que tenemos la

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obligación de buscar el nombre denuestros antepasados y asegurarnosde brindarles lo que ellos no puedenrecibir allá sin nuestra ayuda.

Para mí, el saber eso hace volver micorazón no sólo a mis antepasadosque esperan, sino también a los misio-neros que les enseñan. Yo veré a esosmisioneros en el mundo de los espíri-tus y ustedes también los verán.Piensen en el fiel misionero que esta-rá allá con aquellos a los que ha ama-do y enseñado y que son antepasadosde ustedes. Imagínense, como lo ha-go yo, la sonrisa que tendrá ese misio-nero en el rostro al caminar ustedeshacia él y hacia sus antepasados a losque él habrá convertido, pero que nopudieron bautizarse ni ser sellados ala familia sino hasta que ustedes efec-tuaron esas obras por ellos. No sé quéprotocolo se utilizará en ese lugar, pe-ro me imagino que recibirán ustedesabrazos con lágrimas de gratitud.

Si se imaginan la sonrisa del misio-nero y de su antepasado, piensen enel Salvador cuando se encuentren conÉl. Tendrán una entrevista con Él. Élpagó el precio de los pecados de uste-des y el de los de todos los hijos espi-rituales de nuestro Padre Celestial. Éles Jehová. Él envió a Elías el profeta.Él confirió los poderes del sacerdociopara sellar y para bendecir por motivode Su amor perfecto. Y Él ha confiadoen ustedes al haberles permitido oírel Evangelio durante su vida, dándolesla oportunidad de aceptar la obliga-ción de brindársela a aquellos de susantepasados que no tuvieron la inva-lorable oportunidad que tuvieron us-tedes. Piensen en la gratitud delSeñor para con los que pagan el pre-cio en trabajo y en fe para buscar elnombre de sus antepasados y que losaman a éstos y a Él lo suficiente parabrindarles la vida eterna en familias, elmayor de todos los dones de Dios. Élles brindó un sacrificio infinito. Élamará y agradecerá a los que hayanpagado el precio sea éste lo que hayasido para permitir a sus antepasadosescoger Su ofrecimiento de la vidaeterna.

Debido a que su corazón ya se ha

vuelto [a sus antepasados] el preciotal vez no sea tan alto. Empiecen porhacer cosas sencillas. Anoten lo que yasepan acerca de su familia. Tendránque anotar el nombre de sus padres yel de los padres de ellos con las fechasde nacimiento o de fallecimiento, o dematrimonio. Cuando puedan, querránanotar los lugares de esos aconteci-mientos. Algunos ya los sabrán de me-moria, y también podrán preguntaracerca de ellos a sus parientes. Es pro-bable que ellos aun tengan algunoscertificados de nacimiento, de casa-miento o de defunción. Saquen co-pias de ellos y organícenlos. Si seenteran de relatos de sus respectivasvidas, anótenlos y guárdenlos. No setratará tan sólo de reunir nombres.Aquellos a los que ustedes nunca co-nocieron en esta vida llegarán a sersus amigos a los que querrán mucho.Su corazón se unirá al de ellos parasiempre jamás.

Podrán comenzar a buscar a los delas primeras generaciones inmediata-mente anteriores a ustedes. Basándoseen eso, hallarán el nombre y los datosde muchos de sus antepasados quenecesitan su ayuda. Alguien de su pro-pio barrio o rama de la Iglesia ha sidollamado para ayudarles a preparar losnombres de sus antepasados para eltemplo. Allí se les brindarán a ellos losconvenios que los liberarán de su cár-cel espiritual y los unirán en familias…

su familia… para siempre.Sus oportunidades y las obligacio-

nes que éstas conllevan son extraordi-narias en toda la historia del mundo.Hay más templos por toda la tierra delos que ha habido nunca. En el mun-do, muchas personas han sentido elespíritu de Elías el profeta que las hamotivado a registrar el nombre y loshechos de sus antepasados. Hay hoyen día más fuentes de consulta parabuscar a sus antepasados de las que hahabido en la historia del mundo. ElSeñor ha derramado conocimientocon respecto a la forma de poner esainformación a la disposición de laspersonas en todo el mundo por me-dio de la tecnología que hace unos po-cos años hubiera parecido un milagro.

Con esas oportunidades se hacemayor nuestra obligación de cumplircon la confianza que el Señor ha pues-to en nosotros, porque a todo aquel aquien se haya dado mucho, mucho sele demandará5. Después de que hayanhallado las primeras pocas generacio-nes, el camino se tornará más difícil. Elprecio del esfuerzo se volverá mayor.Al remontarse a las épocas pasadas, losregistros se hacen más incompletos. Albuscar también otros de sus familiaresa los antepasados, descubrirán que alantepasado que hayan hallado ya se lehabrán brindado todas las bendicionesdel templo. Entonces ustedes tendránque tomar una difícil e importante

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decisión. Se sentirán tentados a dete-nerse y a dejar el difícil trabajo de bus-car nombres y datos en manos de losque sean más expertos en esa tarea o aposponerlo para otra etapa de su vida.Pero también sentirán el anhelo apre-miante en el corazón de proseguir enla obra por difícil que ésta sea.

Al tomar una decisión, recuerdenque los nombres que serán tan difíci-les de buscar son de personas reales,a las que ustedes deben su existenciaen este mundo y con las cuales volve-rán a encontrarse en el mundo de losespíritus. Cuando ustedes fueron bau-tizados, sus antepasados los contem-plaron desde allá con esperanza.Quizás, al cabo de siglos, se regocija-ron al ver a uno de sus descendienteshacer el convenio de buscarlos y debrindarles la libertad. Cuando se reú-nan con ellos, verán en sus ojos ya seagratitud o una terrible desilusión. Elcorazón de ellos está ligado a ustedesy su esperanza está en las manos deustedes. Ustedes tendrán más que sufortaleza natural si deciden seguir tra-bajando para buscarlos.

Hace unas pocas noches, tuve unsueño. Vi un trozo de papel blancoque tenía escrito un nombre que yo noconocía y una fecha que se veía sóloen parte. Me levanté y me dirigí a losregistros de mi familia. El apellido es-crito en aquel papel es de una línea ge-nealógica que se incorporó en el linajede mi madre hace trescientos años, enun lugar llamado Eaton Bray. Alguienestá deseoso de que termine su largaespera. Todavía no he hallado a esapersona, pero he vuelto a hallar la cer-teza de que nuestro amoroso Dios en-vía ayuda en respuesta a las oracionesen esta sagrada obra de redimir a nues-tros familiares, la cual es Su obra y Sugloria, y a la cual hemos comprometi-do nuestro corazón. De ello testifico,en el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Malaquías 4:5–6.2. D. y C. 110:13–16.3. Véase D. y C. 138.4.Véase “Discourse by President Wilford

Woodruff ”, Millennial Star, 21 de mayo de1894, págs. 339–340.

5. Véase Lucas 12:48.

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Mis hermanos y hermanas, co-mo se nos ha recordado, elpróximo diciembre conme-

moraremos el bicentenario del naci-miento del profeta José Smith.Entretanto, se realizarán muchas cosaspara celebrar esta importante ocasión.

Se publicarán libros, se efectuaránsimposios en los que participarán di-versos eruditos, habrá espectáculos,una nueva película y muchas otras actividades.

Previendo todo esto, y por ocuparel décimo quinto lugar de sucesióndesde que él lograra el punto culmi-nante de su labor, he sentido la im-presión de expresar mi testimonio desu llamamiento divino.

Tengo en mi mano un pequeño li-bro valioso que fue publicado enLiverpool, Inglaterra, por Orson Pratt,en 1853, hace 152 años. Es la narra-ción de Lucy Mack Smith sobre la vidade su hijo.

Relata, con algunos detalles, las di-versas conversaciones que José tuvocon el ángel Moroni y la salida a la luzdel Libro de Mormón.

En el libro dice que al enterarse delencuentro que José tuvo con el ángel,su hermano Alvin sugirió que la fami-lia se reuniera y lo escuchara detallar“las grandes cosas que Dios te ha revelado” (Biographical Sketches ofJoseph Smith the Prophet and HisProgenitors of Many Generations,pág. 84).

Utilizo esa afirmación como el temade mi discurso: las grandes cosas queDios ha revelado por conducto delprofeta José. Permítanme mencionaralgunas de las muchas doctrinas yprácticas que nos distinguen de todaslas demás iglesias, todas las cuales hanprovenido de la revelación dada al jo-ven Profeta. Ustedes las conocen, perovale la pena su repetición y reflexión.

La primera de ellas, por supuesto,es la manifestación de Dios mismo yde Su Hijo Amado, el Señor Jesucristoresucitado. Según mi opinión, estagrandiosa visión es el acontecimientomás sublime que ha acaecido desde el

Las cosas grandes que Dios ha reveladoP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Seguimos adelante en el firme cimiento del divinollamamiento del profeta José y de las revelaciones de Diosque se recibieron por medio de él.

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nacimiento, la vida, la muerte y la re-surrección de nuestro Señor en elmeridiano de los tiempos.

No existe registro de ningún otroacontecimiento que se le iguale.

Durante siglos, los hombres se hancongregado y han argüido en cuantoa la naturaleza de la Deidad. En el año325, Constantino convocó en Nicea aeruditos de varias facciones. Despuésde dos meses de enconado debate,llegaron a un acuerdo sobre la defini-ción que por generaciones ha llegadoa ser, entre los cristianos, la declara-ción doctrinal sobre la Deidad.

Los invito a leer esa definición y acompararla con la declaración del jo-ven José, que dice simplemente queDios apareció ante él y le habló. Joséle vio y le oyó; tenía la forma de hom-bre, un ser tangible; a Su lado estabael Señor resucitado, un ser distinto, aquien presentó como Su Amado Hijo,y con quien José también habló.

Yo creo que en el breve período deesa extraordinaria visión José apren-dió más en cuanto a la Deidad que to-dos los eruditos y los clérigos delpasado.

En esa revelación divina se reafir-mó, sin duda alguna, la realidad de laresurrección literal del SeñorJesucristo.

Este conocimiento de la Deidad,que estuvo escondido del mundo du-rante siglos, fue la primera cosa gran-diosa que Dios le reveló a Su siervoescogido.

Y sobre la realidad y la veracidadde esta visión descansa la validez deLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días.

Hablaré ahora de otra cosa muyimportante que Dios ha revelado.

El mundo cristiano acepta la Bibliacomo la palabra de Dios, pero la ma-yoría no tiene idea de cómo fue quela obtuvimos.

Acabo de terminar de leer un librorecién publicado por un famoso eru-dito. De la información que él presen-ta, se deduce que los diversos librosde la Biblia fueron organizados en loque parece ser un orden poco siste-mático. En algunos casos, los escritos

no se produjeron sino hasta muchodespués de ocurridos los hechos quedescriben. Uno se podría preguntar:“¿Es verdadera la Biblia? ¿Es en verdadla palabra de Dios?”.

Nosotros respondemos que lo es,hasta donde esté traducida correcta-mente. La mano del Señor tuvo quever con su creación; pero ya no estásola; hay otro testigo de las verdadespoderosas e importantes que en ellase encuentran.

La Escritura declara que “por boca

de dos o de tres testigos se decidirátodo asunto” (2 Corintios 13:1).

El Libro de Mormón ha salido a laluz por el don y el poder de Dios; ha-bla como una voz desde el polvo entestimonio del Hijo de Dios; habla deSu nacimiento, de Su ministerio, deSu crucifixión y resurrección, y de Suaparición a los justos en la tierra deAbundancia en el nuevo mundo.

Es algo que se puede palpar, quese puede leer, que se puede poner aprueba. Dentro de sus cubiertas lleva

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la promesa de su origen divino.Millones de personas ya lo han puestoa prueba y han descubierto que es unregistro verdadero y sagrado.

Ha sido designado por las perso-nas que no son de nuestra fe comouno de los veinte libros alguna vezpublicados en los Estados Unidos queha surtido la mayor influencia en laspersonas que lo han leído.

Así como la Biblia es el testamentodel viejo mundo, el Libro de Mormónes el testamento del nuevo mundo, yvan de la mano al declarar a Jesucristocomo el Hijo de Dios.

Tan sólo en los últimos 10 años se han distribuido 51 millones deejemplares, y está disponible en 106 idiomas.

Este libro sagrado, que salió a la luz como una revelación delTodopoderoso, es en verdad otrotestamento de la divinidad de nuestro Señor.

Creo que todo el mundo cristianodebe procurarlo, darle la bienvenida yabrazarlo como un testimonio vibran-te, ya que representa otro grandioso ybásico aporte que llegó como una re-velación al Profeta.

Otra de ellas es el sacerdocio res-taurado. El sacerdocio es la autoridadpara actuar en el nombre de Dios;esa autoridad es la clave de cualquierreligión. Recientemente leí otro libro,el cual trata de la apostasía de laIglesia Primitiva. Si la autoridad deesa Iglesia se perdió, ¿cómo se habríade restaurar?

La autoridad del sacerdocio provi-no del único lugar del que podía provenir, o sea, del cielo; se confirióbajo las manos de aquellos que loposeyeron cuando el Salvador andu-vo en la tierra.

Primero, estaba Juan el Bautista,quien confirió el Sacerdocio Aarónicoo menor; a esto le siguió una visita dePedro, Santiago y Juan, Apóstoles delSeñor Jesucristo, quienes confirieronsobre José y Oliver Cowdery elSacerdocio de Melquisedec, el cualhabían recibido estos Apóstoles de lasmanos del Señor mismo, cuando envida dijo:

“Y a ti te daré las llaves del reino delos cielos; y todo lo que atares en latierra será atado en los cielos; y todolo que desatares en la tierra será desa-tado en los cielos” (Mateo 16:19).

Cuán bello es el despliegue delmodelo de la restauración, que llevó ala organización de la Iglesia en el año1830, cumpliéndose esta semana 175años. El nombre mismo de la Iglesiavino por revelación. ¿De quién era laIglesia? ¿De José Smith? ¿Era de OliverCowdery? No, era la Iglesia deJesucristo, restaurada en la tierra enestos últimos días.

Otra grandiosa y singular revela-ción dada al Profeta fue el plan para lavida eterna de la familia.

La familia es una creación delTodopoderoso; representa la más sa-grada de todas las relaciones; repre-senta la más importante de todas lasempresas; es la organización funda-mental de la sociedad.

Mediante las revelaciones de Diosa Su Profeta provinieron la doctrina yla autoridad bajo las cuales las familiasson selladas no sólo por esta vida, sino por toda la eternidad.

Creo que si tuviésemos la capaci-dad de enseñar eficazmente esta doc-trina singular, atraería el interés demillones de esposos y de esposas quese aman el uno al otro y que aman asus hijos, pero cuyo matrimonio es enefecto únicamente “hasta que lamuerte los separe”.

La inocencia de los niños es otrarevelación que Dios ha dado por con-ducto del profeta José. La práctica ge-neral es el bautismo de los niños paraquitar los efectos de lo que se descri-be como el pecado de Adán y de Eva.Bajo la doctrina de la Restauración, elbautismo es para la remisión de nues-tros pecados individuales y persona-les; se convierte en un convenio entreDios y el hombre, y se lleva a cabo alllegar a la edad de responsabilidad,cuando las personas tienen la edadsuficiente para distinguir lo bueno delo malo. Se lleva a cabo por inmersióncomo símbolo de la muerte y de la se-pultura de Jesucristo y de Su salida enla resurrección.

Mencionaré otra verdad revelada.Se nos dice que Dios no hace acep-

ción de personas y, sin embargo, queyo sepa, en ninguna otra iglesia se hantomado medidas para que las perso-nas que están más allá del velo de lamuerte reciban toda bendición que seconcede a los vivos. La gran doctrinade la salvación de los muertos atañeexclusivamente a esta Iglesia.

Los hombres se jactan de que son“salvos”, y a la vez, reconocen que susantepasados no han sido y no puedenser salvos.

La expiación de Jesucristo en favorde todos representa un gran sacrificiovicario. Él estableció el modelo bajo elcual llegó a ser el representante de to-da la humanidad. Este modelo, me-diante el cual un hombre puede actuaren favor de otro, se lleva a cabo en lasordenanzas de la casa del Señor, lugardonde servimos en favor de aquellosque han muerto sin el conocimientodel Evangelio. Esas personas tienen laopción de aceptar o de rechazar la or-denanza efectuada; se encuentran almismo nivel de las personas que estánen la tierra. A los muertos se les da la

En Corea, una joven se prepara para

cantar un himno durante una sesión de

la conferencia.

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misma oportunidad que a los vivos.Repito, ¡qué glorioso y maravilloso esque el Todopoderoso haya tomadoesas medidas por medio de Su revela-ción a Su Profeta!

Se ha revelado la naturaleza eternadel hombre; somos hijos e hijas deDios. Dios es el Padre de nuestro es-píritu; vivimos antes de venir aquí; te-níamos una personalidad. Nacimos enesta vida bajo un plan divino, y esta-mos aquí para probar nuestra digni-dad, actuando con el albedrío queDios nos ha dado. Al morir, seguire-mos viviendo. Nuestra vida eterna secompone de tres fases: una, nuestraexistencia preterrenal; dos, nuestraexistencia terrenal; y tres, nuestraexistencia posterrenal. Al morir, sali-mos de este mundo y traspasamos elvelo hacia la esfera en la que somosdignos de entrar. Ésta, vuelvo a repe-tir, es una doctrina única, singular ypreciosa de esta Iglesia, la cual se harecibido por medio de la revelación.

Les presento este breve resumendel enorme derramamiento de cono-cimiento y autoridad de Dios sobre lacabeza de Su Profeta. Si hubiese mástiempo hablaría de otras, y hay unamás que debo mencionar. Es el princi-pio de la revelación moderna. El artículo de fe que el Profeta escribiódice:

“Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente re-vela, y creemos que aún revelará mu-chos grandes e importantes asuntospertenecientes al reino de Dios” (Los Artículos de Fe 9).

Una Iglesia que crece, una Iglesiaque se está extendiendo en la tierraen estos tiempos difíciles, necesita re-velación constante de los cielos paraguiarla y llevarla adelante.

Con oración, y con el afán de bus-car la voluntad del Señor, testificamosque se recibe dirección, que la revela-ción llega y que el Señor bendice SuIglesia mientras avanza en su senderoseñalado.

Seguimos adelante en el firme ci-miento del divino llamamiento delprofeta José y de las revelaciones deDios que se recibieron por medio de

él. Mucho es lo que se ha logrado alllegar al día actual, pero es mucho loque aún se tiene que hacer para llevareste Evangelio restaurado a “toda nación, tribu, lengua y pueblo”(Apocalipsis 14:6).

Me llena de alegría la oportunidadde relacionarme con ustedes a medi-da que avanzamos con fe. A veces lacarga es pesada, como bien lo saben,pero no nos quejemos. Andemos confe, y hagamos todos nuestra parte.

En este año de celebración, pormedio de nuestros propios hechos,honremos al Profeta por conducto dequien Dios ha revelado muchas cosas.

José Smith nació un día frío de1805 en el estado de Vermont; su vidaacabó una cálida tarde de 1844 en elestado de Illinois. Durante los breves38 años y medio de su vida recibió un torrente incomparable de conoci-miento, de dones y de doctrina.Desde un punto de vista objetivo, nohay nada que se le compare; desdeuno subjetivo, es la sustancia del testi-monio personal de millones deSantos de los Últimos Días de todo elmundo. Ustedes y yo tenemos el ho-nor de encontrarnos entre éstos.

Cuando era niño, me encantaba es-cuchar a un hombre cantar las pala-bras de John Taylor con su sonora vozde barítono:

¡El Vidente, el Vidente, José elVidente!…

Su amado recuerdo tengo siemprepresente.

Amigo del hombre y por Dioselegido,

de nuevo a la tierra el sacerdocioha traído.

El pasado veía, el futuro observó…y el plan celestial a todos mostró.(“El Vidente, José, el Vidente”, edición

de 1948 de Hymns, Nº 296).

Él fue un vidente de verdad; fue unrevelador; fue un profeta del Dios vi-viente que le ha hablado a su propiageneración y a todas las generacionesfuturas.

A esto agrego mi solemne testi-monio de la divinidad de su llama-miento, de la virtud de su vida y delsellamiento de su testimonio con sumuerte, en el sagrado nombre denuestro Redentor, el SeñorJesucristo. Amén. ■

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Siempre es difícil seguir a estemagnífico coro. Otra vez, gra-cias, coro, por su bella música.

“El siguiente día otra vez estabaJuan, y dos de sus discípulos.

“Y mirando a Jesús que andaba porallí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.

“Le oyeron hablar los dos discípu-los, y siguieron a Jesús.

“Y volviéndose Jesús, y viendo quele seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?”(Juan 1:35–38).

Hallamos en la actualidad un mun-do que anda en pos de la respuesta ala pregunta “¿qué buscáis?”, en mu-chas formas diferentes. Demasiadaspersonas andan por allí sembrandosemillas de un fruto que no nutrirá elalma eterna.

Permítanme explicar eso con unaanécdota que tuvo la Presidencia del

Área Europa Central mientras sedirigía en tren a una reunión.Aprovechábamos el tiempo del tra-yecto para hablar de nuestras asigna-ciones, y a un señor que ocupaba unasiento lateral al nuestro, al otro ladodel pasillo, le pareció curiosa nuestraconversación. Por fin, nos preguntó:“¿Son ustedes protestantes o católi-cos?”. Le contestamos: “Ninguno delos dos; somos miembros de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días”. Tras indicar que ha-bía oído de la Iglesia, prosiguió di-ciendo: “Nunca lograrán progresarmucho en este país, puesto que elgobierno sólo reconoce a la IglesiaCatólica y a las Protestantes, que sonlas únicas que reciben respaldo eco-nómico del gobierno. Y no es posibleque Iglesia alguna exista sin respaldoeconómico gubernamental”.

Intentamos explicarle que nuestraIglesia se administra muy bien sin ayu-da gubernamental, que utilizamos elsistema del diezmo del Señor. Él insis-tió en que nuestra Iglesia no llegaríamuy lejos en su país y nos sugirió quetal vez debiéramos llevar nuestra obraa otra parte del mundo. Desde luego,le testificamos que el sistema delSeñor resulta muy bien y le hablamosde todas las capillas y de todos lostemplos que estamos construyendopor todo el mundo sin tener que re-currir a pedir dinero prestado paraconstruirlos. Si bien se sorprendiómucho no pareció muy convencido.

Al darnos cuenta de que no podía-mos convencerlo de que una Iglesia sípuede existir sin ser financiada por ungobierno, intentamos cambiar el te-ma. Yo le pregunté: “¿Qué sucederáen su país con todos los cambios quese están produciendo? La disminucióndel índice de natalidad y la llegada deun número cada vez mayor de inmi-grantes al final harán de ustedes unaminoría en su propio país”.

Con un gran orgullo patriótico, re-puso: “Eso no sucederá nunca”.

Le repliqué: “¿Cómo puede afirmareso si en su país la inmigración exce-de a la tasa de natalidad?”. Siguió in-sistiendo en que eso no ocurriríanunca en su país, que cerrarían laspuertas a la inmigración antes de per-mitir que eso sucediera.

Seguí insistiendo y le dije: “¿Cómovan a impedirlo con la marcha actualde los sucesos?”.

Su respuesta me sobresaltó:“Tengo 82 años de edad. Habrá pasa-do mucho tiempo después de mimuerte antes de que se presente eseproblema”.

Uno de los mayores problemas conque nos enfrentamos en la predica-ción del Evangelio en esta región delmundo es la apatía general que existepara con la religión y las cosas espiri-tuales. Demasiadas personas se sien-ten muy cómodas con su actual estilode vida y consideran que todo lo quetienen que hacer es “comer, beber ydivertirse” (Lucas 12:19). No se intere-san nada más que en sí mismas y en el“aquí y ahora”.

Los países desarrollados del mun-do se están volviendo tan mundanosen sus creencias y actos que piensanque el ser humano es totalmente librede hacer lo que desee, que no tieneque dar cuentas a nadie ni de nada ex-cepto a sí mismo y, sólo hasta ciertopunto, a la sociedad en la que vive.

Las sociedades en las que ese mun-dano estilo de vida echa raíces tienenun elevado precio espiritual y moralque pagar. La búsqueda de las deno-minadas libertades individuales, sinque se tengan en cuenta las leyes queel Señor ha establecido para gobernar

¿Qué buscáis?É L D E R L . TO M P E R R YDel Quórum de los Doce Apóstoles

Los que buscan sinceramente la verdad están hallandorespuesta a sus preguntas, están hallando al Señor pormedio de Su Iglesia restaurada.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE3 d e a b r i l d e 2 0 0 5

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a Sus hijos sobre la tierra, redundaráen la maldición de la extremada mun-danería y del excesivo egoísmo, asícomo en la decadencia de la morali-dad pública y privada, y en la falta derespeto a la autoridad.

Ese tipo de sociedades mundanasse describen en Doctrina y Convenios1:16: “No buscan al Señor para esta-blecer su justicia, antes todo hombreanda por su propio camino, y en posde la imagen de su propio dios, cuyaimagen es a semejanza del mundo…”

Por esa razón, a la Iglesia del Señorse le ha mandado seguir a los profetasy buscar algo diferente de lo que elmundo busca. Siguiendo con los ver-sículos 17 y 18 de la sección 1:

“Por tanto, yo, el Señor, sabiendolas calamidades que sobrevendrían alos habitantes de la tierra, llamé a misiervo José Smith, hijo, y le hablé des-de los cielos y le di mandamientos;

“y también a otros di mandamien-tos de proclamar estas cosas al mun-do; y todo esto para que se cumplieselo que escribieron los profetas”.

Por conducto del profeta JoséSmith, la Iglesia de Jesucristo fue restaurada en la tierra: “línea sobre línea, precepto tras precepto…” (D. y C. 98:12). Con ayuda divina, éltradujo y publicó el Libro de Mormón.El Sacerdocio Aarónico y el deMelquisedec les fueron conferidos aél y a Oliver Cowdery, y se restituye-ron ordenanzas sagradas para la salva-ción del género humano.

Con energía declaramos que LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días contesta a la pregun-ta “¿qué buscáis?”. Nuestra Iglesia esel medio por el cual hombres y muje-res hallan a nuestro Salvador y SuEvangelio. Ustedes, los que están reu-nidos aquí, en esta gran congrega-ción, al igual que los números aúnmás grandes de santos que están vien-do esta conferencia por todo el mun-do, son abundantemente bendecidosdebido a que todos ustedes han bus-cado y hallado la Iglesia restaurada.

La Iglesia llegó a existir como resul-tado de la restauración y no de la re-forma. Las experiencias que hace poco

he tenido en la parte central deEuropa indudablemente han profun-dizado mi respeto por la función quedesempeñaron los primeros líderescristianos que instituyeron la Reforma,la cual comenzó con los intentos deellos por corregir algunos errores doc-trinales que se habían introducido du-rante el largo periodo de la apostasíaque se produjo en la Iglesia que esta-bleció nuestro Salvador durante Suministerio terrenal. José Smith fue unprofeta de Dios, el portavoz del Señory el restaurador de todas las cosas im-portantes tanto para la edificación delreino de Dios como para la prepara-ción para la segunda venida del SeñorJesucristo. Al buscarle a Él, es impor-tante buscarle por medio de SuIglesia, puesto que, por conducto deSu Iglesia restaurada, recibimos todaslas ordenanzas de la salvación necesa-rias para volver a Él.

Deseo que todos los miembros dela Iglesia sepan que en mi actual asig-nación he aprendido que dar a cono-cer el Evangelio de Jesucristo suponeretos que yo nunca me había imagina-do. Pese a ello, todos los días veonuevos indicios de esperanza, que sedeben principalmente a las bendicio-nes del Señor y también a la labor delos líderes, de los miembros y de losmisioneros de esa área del mundo.Los que buscan sinceramente la

verdad están hallando respuesta a suspreguntas, están hallando al Señorpor medio de Su Iglesia restaurada.De los muchos ejemplos que podríapresentar, permítanme darles tres: Elde un padre de familia, el de un jovenadulto soltero y el de una hermanasoltera que han hallado una nueva fey esperanza en sus respectivas vidas.

Una familia de cuatro personas, conla que contactaron las misioneras; des-de el principio, la madre y los hijos leían a menudo el Libro de Mormón,oraban todos los días y deseaban ir ala Iglesia. Pero el padre, se resistía; adiferencia de su esposa, él no era deninguna fe cristiana y todavía no seconsideraba preparado para reevaluarsus creencias.

Las misioneras se sintieron inspira-das a concentrar sus enseñanzas enJesucristo. En las palabras de ellas:

“Enseñamos sobre José Smith, desu fe en Cristo, de lo que aprendemosacerca de Cristo de la Primera Visión ydel testimonio del Profeta respecto denuestro Salvador. Todo lo que leímoscon ellos o que los invitamos a leer enfamilia del Libro de Mormón los ins-truía más con respecto a nuestroRedentor. Entonces comenzamos aver un progreso. Pusieron orgullosa-mente a la vista una lámina enmarca-da de Cristo en la sala familiar, lamisma que les habíamos regalado…”

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En el corazón del padre de familiase efectuó un cambio cuando su espo-sa anunció que deseaba ser bautizaday sus hijos decidieron orar para sabersi también debían bautizarse. A partirde ese momento, comenzó a leer re-gularmente el Libro de Mormón y oróacerca del bautismo. Su deseo sincerode saber si la Iglesia es verdadera lecambió y llegó a ser el líder espiritualde su hogar. Justo antes de que él y sufamilia se bautizaran, él pidió una bo-leta de diezmos y un sobre, pues noquería retrasar el cumplir los manda-mientos ni siquiera un segundo.

Otro caso es el del joven hermanoque fue reactivado gracias al estableci-miento del Programa de Contacto en-caminado a activar a los jóvenesadultos solteros de 18 a 30 años deedad. La primera noche de las activida-des que se efectuaron en uno de losedificios de nuestra Iglesia, ese herma-no resultó ser el único joven que no era misionero y que asistió, pero

pocas semanas después, él ya habíallevado a 30 personas tanto a la nochede hogar como a otras actividades.

Ese hermano es diseñador de si-tios “web”. Él y un socio establecie-ron su propio negocio de Diseños“Web”. En la actualidad, comparte suresidencia con dos jóvenes que noson miembros [de la Iglesia], los cua-les trabajan en su empresa. Él es muyvaliente para expresar su testimonio.Uno de sus colegas había estudiadocon anterioridad teología cristiana yeste hermano se lo presentó a los mi-sioneros que trabajaban en el progra-ma de jóvenes adultos solteros.Ahora, ese colega suyo asiste regular-mente a las actividades y el hermanoreactivado ayuda a los misioneroscuando le enseñan a éste, añadiendosu testimonio de la veracidad delEvangelio al de ellos.

El otro caso es el de una joven deHamburgo, Alemania, que se esforzabaafanosamente por hallar un significado

espiritual a su vida. Comenzó a orar y apreguntarle a Dios qué debía hacer.Una mañana, después de tres días dealgo de ayuno y de mucha oración, sefue caminando desde su casa hasta laparada del autobús. Al llegar allí se diocuenta de que había dejado en casaunas llaves que iba a necesitar ese día.Regresó entonces a su casa a buscarlasy de nuevo volvió caminando hasta laparada del autobús. Se quedó conster-nada al ver que había perdido el quesolía tomar.

Mientras tanto, dos misioneros queviajaban en autobús cerca de la ciudadde Hamburgo, de pronto tuvieron laimpresión de que debían hablarle a laprimera persona que encontrasen trasbajarse del vehículo. Se bajaron del au-tobús y de inmediato vieron a esa jo-ven. Le hablaron brevemente acercade la Iglesia y concertaron una horapara enseñarle. Ella experimentó deinmediato el sentimiento de que dealgún modo los élderes habían sidoenviados a ella en respuesta a sus ora-ciones. Los buenos miembros de laIglesia se unieron a los misioneros pa-ra enseñarle y hacerla sentirse unaparte especial del barrio. Ella aceptó el Evangelio restaurado de Jesucristo y se bautizó tres semanas después.Ahora labora en el programa de lasMujeres Jóvenes del barrio.

El Señor, durante Su ministerio te-rrenal, vio la necesidad de estableceruna organización para cultivar la fe enel corazón de los miembros de SuIglesia y hacer que siguiesen progre-sando en Su Evangelio. Esa familia,ese hermano y esa hermana encontra-ron al Salvador gracias a haber halladoSu Iglesia y a haber sido fortalecidospor ella.

Tras la muerte de los apóstoles y yasin líderes centrales que la guiasen yla dirigiesen, la Iglesia fue cayendogradualmente en la apostasía. Esa lec-ción de la historia en particular es pa-tente y clara: es necesario contar conun gobierno centralizado de la Iglesiabajo la dirección del Salvador, queproporcione las doctrinas y las orde-nanzas indispensables para la salva-ción y la exaltación.

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La Biblia da abundantes evidenciasde que el Señor, durante su ministerioterrenal, estableció Su Iglesia con lasdebidas autoridad y organización. Porejemplo, Pablo especificó:

“Y él mismo constituyó a unos,apóstoles; a otros, profetas; a otros,evangelistas; a otros, pastores ymaestros

“a fin de perfeccionar a los santospara la obra del ministerio, para la edi-ficación del cuerpo de Cristo,

“hasta que todos lleguemos a launidad de la fe y del conocimientodel Hijo de Dios, a un varón perfecto,a la medida de la estatura de la pleni-tud de Cristo;

“para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera detodo viento de doctrina, por estrata-gema de hombres que para engañaremplean con astucia las artimañas del error,

“sino que siguiendo la verdad enamor, crezcamos en todo en aquelque es la cabeza, esto es, Cristo”(Efesios 4:11–15).

Nuestro sexto Artículo de Fe dice:“Creemos en la misma organizaciónque existió en la Iglesia Primitiva, estoes, apóstoles, profetas, pastores, ma-estros, evangelistas, etc.”

Por consiguiente, declaramos almundo que el sacerdocio ha sido res-taurado, que el gobierno de Dios estásobre la tierra y que se ha establecidoSu modelo que nos conducirá de regreso a Su presencia. Creemos quetenemos la mejor respuesta a la pre-gunta: “¿Qué buscáis?”. Como enseñóel Salvador: “Mas buscad primeramen-te el reino de Dios y su justicia, y to-das estas cosas os serán añadidas”(Mateo 6:33).

Del mismo modo que un edificiose construye colocándose un ladrillo ala vez, así también la Iglesia verdaderadel Salvador se edifica con una con-versión, un testimonio y un bautismoa la vez. Que todos busquemos, halle-mos y edifiquemos Su Iglesia donde-quiera que estemos es mi humildeoración, en el nombre de Él a quienbuscamos, vale decir, Jesucristo.Amén. ■

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El verano pasado, mi esposa y yo regresamos de las Filipinasdonde pasamos dos años. Nos

encantó servir en ese lugar, pero tam-bién nos agradó volver a casa. Cuandouno pasa un tiempo fuera de su tierra,al regresar ve las cosas desde una pers-pectiva distinta, con mayor gratitud y aveces con algunas preocupaciones.

Nos inquietó ver cuánto había escalado la pornografía en los EstadosUnidos mientras estuvimos fuera.Desde hace muchos años, los líderesde la Iglesia han estado advirtiendo encuanto a los peligros de las imágenes yde las palabras destinadas a despertardeseos sexuales. Ahora, la corruptorainfluencia de la pornografía, produci-da y diseminada con fines comercia-les, está arrasando nuestra sociedadcomo una avalancha maléfica.

En la pasada conferencia general,el presidente Gordon B. Hinckley de-dicó un discurso entero a este tema,

advirtiendo en los términos más cla-ros que “ése es un problema muy se-rio aun entre nosotros” (“Un maltrágico entre nosotros”, Liahona, no-viembre de 2004, pág. 61). La mayoríade los obispos con quienes nos reuni-mos en conferencias de estaca dicentener ahora mayores preocupacionesante este problema.

Mis compañeros poseedores delSacerdocio de Melquisedec y tambiénnuestros jovencitos, quisiera hablarleshoy sobre la pornografía. Sé que mu-chos de ustedes están expuestos aella y que muchos otros están siendomanchados por ella.

Al concentrar mis palabras en estetema me siento como el profeta Jacob,quien les dijo a los hombres de suépoca que le entristecía tener que ha-blar de manera tan audaz delante desus sensibles esposas e hijos. Pero noobstante la dificultad de la tarea, les di-jo que debía hablarles a los hombressobre ese asunto porque Dios se lohabía mandado (véase Jacob 2:7–11).Yo lo hago por la misma razón.

En el segundo capítulo del libro quelleva su nombre, Jacob condena a loshombres por sus “fornicaciones” (vers.23, 28). Les dijo que habían “quebran-tado los corazones de [sus] tiernas es-posas y perdido la confianza de [sus]hijos por causa de los malos ejemplosque les [habían] dado” (ver. 35).

¿En qué consistían esas extremada-mente inicuas “fornicaciones”? Sin du-da algunos de ellos ya eran culpablesde actos malignos, pero el enfoqueprincipal del gran sermón de Jacob no residía en los actos malignos

La pornografíaÉ L D E R D A L L I N H . O A K SDel Quórum de los Doce Apóstoles

Mejoremos nuestra conducta personal y redoblemosnuestros esfuerzos para proteger a nuestros seres queridos ynuestro entorno contra la embestida de la pornografía.

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ya efectuados, sino en aquellos pen-sados o maquinados.

Jacob dio comienzo a su sermón di-ciendo a los hombres: “hasta ahora ha-béis sido obedientes a la palabra delSeñor” (Jacob 2:4). Sin embargo, des-pués les dijo que conocía sus pensa-mientos y añadió: “ya empezáis a obraren el pecado, pecado que… es muyabominable… para Dios” (vers. 5).“[Tengo] que testificaros concernientea la maldad de vuestros corazones”(vers. 6), agregó. Jacob se expresó co-mo lo hizo el Señor cuando dijo:“quien mire a una mujer para codiciar-la ya ha cometido adulterio en su cora-zón” (Mateo 5:28; véase también 3 Nefi12:28; D. y C. 59:6; 63:16).

Hace más de treinta años, insté alos estudiantes de la UniversidadBrigham Young a evitar la literaturapublicitaria que promoviese las rela-ciones sexuales ilícitas en los materia-les que leían y veían, y les hice lasiguiente analogía:

“Las historias y fotografías porno-gráficas o eróticas son peores que losalimentos malsanos o contaminados.El cuerpo tiene defensas que le permi-ten librarse de los alimentos en malestado. Con algunas excepciones fata-les, la comida contaminada hará que lapersona enferme, pero no causará da-ño permanente. Por el contrario, lapersona que se deleita en historias in-decentes o en fotografías o literaturapornográficas o eróticas, las graba enese maravilloso sistema de almacena-miento al que llamamos cerebro. El

cerebro no vomitará lo indecente; una vez que lo graba, permanece a laespera de ser recordado, destellandoesas imágenes pervertidas por la men-te, apartando a la persona de las cosassanas de la vida”1.

Ahora, hermanos, debo decirlesque nuestros obispos y nuestros con-sejeros profesionales están observan-do un marcado incremento en lacantidad de hombres que están en-vueltos en la pornografía, muchos delos cuales son miembros activos.Algunos de ellos aparentemente lerestan gravedad a la pornografía ycontinúan ejerciendo el sacerdociode Dios porque suponen que nuncanadie se enterará de lo que hacen.Pero el que usa la pornografía lo sabe, hermanos, y también lo sabe el Señor.

Hay quienes han sugerido que eltema de la pornografía debería seruna pregunta más de la entrevista pa-ra la recomendación del templo. Ya loes; hay por lo menos cinco preguntasque deberían sacar a relucir una con-fesión de este asunto si la personaque está siendo entrevistada posee lasensibilidad espiritual y la honradezque esperamos de quienes deseanentrar en la casa del Señor.

Una de las enseñanzas más memo-rables del Salvador se aplica a loshombres que secretamente miranpornografía.

“¡Ay de vosotros, escribas y farise-os, hipócritas! Porque limpiáis lo deafuera del vaso y del plato, pero por

dentro estáis llenos de robo y de injusticia.

“¡Fariseo ciego! Limpia primero lode adentro del vaso y del plato, paraque también lo de fuera sea limpio”(Mateo 23:25–26; véase también Alma 60:23).

El Señor continúa censurando aaquellos que tratan lo que es visiblepero que no limpian lo interior:

“Sois semejantes a sepulcros blan-queados, que por fuera, a la verdad,se muestran hermosos, mas por den-tro están llenos de huesos muertos yde toda inmundicia.

“Así también vosotros por fuera, ala verdad, os mostráis justos a loshombres, pero por dentro estáis lle-nos de hipocresía e iniquidad” (Mateo23:27–28).

Las consecuencias espirituales in-mediatas de tal hipocresía son devas-tadoras. Aquellos que buscan lapornografía y se entregan a ella, re-nuncian al poder de su sacerdocio. ElSeñor dice que “cuando intentamosencubrir nuestros pecados… he aquí,los cielos se retiran, el Espíritu delSeñor es ofendido, y cuando se apar-ta, se acabó el sacerdocio o autoridadde tal hombre” (D. y C. 121:37).

Los que patrocinan la pornografíatambién pierden la compañía delEspíritu. La pornografía produce fan-tasías que destruyen la espiritualidad.“Ser de ánimo carnal es muerte”,muerte espiritual (Romanos 8:6; véa-se también 2 Nefi 9:39).

En forma repetida, las Escriturasnos enseñan que el Espíritu del Señorno morará en un tabernáculo impu-ro. Al participar dignamente de laSanta Cena, se nos promete quesiempre tendremos el Espíritu delSeñor con [nosotros]. Para ser mere-cedores de recibir esa promesa, hace-mos convenio de “recordarlesiempre” (D. y C. 20:77). Quienesbuscan y usan la pornografía comoestímulo sexual obviamente violanese convenio y también violan el con-venio sagrado de refrenarse de lasprácticas impuras y profanas. No pue-den tener el Espíritu del Señor consi-go y todos ellos deben y necesitan

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dar oídos a la súplica del apóstolPedro: “Arrepiéntete, pues, de esta tumaldad, y ruega a Dios, si quizás tesea perdonado el pensamiento de tucorazón” (Hechos 8:22).

Hermanos, se habrán dado cuentade que no estoy tratando los efectosde la pornografía en lo que conciernea la salud mental o a la conducta cri-minal, sino sus efectos en la espiritua-lidad, o sea, en nuestra capacidad detener la compañía del Espíritu delSeñor y en nuestra capacidad de ejer-cer el poder del sacerdocio.

La pornografía también causa heri-das mortales en las más preciadas rela-ciones personales. En su discurso a losvarones del sacerdocio, en la pasadaconferencia de octubre, el presidenteHinckley citó la carta de una mujer quele pedía que advirtiera a los miembrosde la Iglesia que la pornografía “llega alastimar el corazón y el alma de las per-sonas hasta lo más profundo y destru-ye la relación” (Liahona, noviembrede 2004, pág. 60).

En una reciente conferencia de es-taca, una mujer me entregó una cartasimilar. Su esposo también había ser-vido en llamamientos importantes dela Iglesia durante muchos años, almismo tiempo que era adicto a lapornografía. En su carta se refería ala enorme dificultad que había teni-do para que los líderes del sacerdo-cio tomaran el problema en serio:“Recibí todo tipo de respuestas, en-tre ellas, que estaba exagerando oque era mi culpa. Nuestro obispo ac-tual ha sido maravilloso y, despuésde quince años, mi esposo está tra-tando de hacer algo con respecto asu adicción, pero le está resultandomuy difícil dejarla y el daño ocurridoes incalculable”.

La pornografía atrofia la capacidadde disfrutar de una relación emocio-nal, romántica y espiritual normal conuna persona del sexo opuesto; corroelas barreras morales que se levantancontra la conducta inapropiada, anor-mal o delictiva. Cuando se insensibili-za la conciencia, los que hacen uso dela pornografía tienden a llevar a lapráctica lo que han visto, sin importar

el efecto que eso pueda tener en suvida y en la vida de los demás.

La pornografía también es adictiva,paraliza la capacidad de decidir y esclaviza a quienes la usan, haciéndo-los volver obsesivamente por dosis ca-da vez mayores. Un hombre quehabía sido adicto a la pornografía y alas drogas ilegales me escribió estacomparación: “En mi opinión, la co-caína ni se compara a la pornografía.Yo he sido adicto a ambas cosas… Eldejar de usar las drogas más potentesno fue nada en comparación con [tra-tar de abandonar la pornografía]”(carta del 20 de marzo de 2005).

Algunos tratan de justificar su viciodiciendo que lo que ven es indiscretopero no pornográfico. Un sabio obispocaracterizó este argumento comorehusarse a ver lo malo como tal, yañadió saber de hombres que se justifi-caban por las cosas que veían diciendo

que no eran “tan groseras como otras”o que “contenían apenas una escenamala”. Pero la manera de medir el malno es por su magnitud sino por susefectos. Cuando alguien permite queentren malos pensamientos en sumente, haciendo que el Espíritu se re-tire, pierde su protección espiritual yqueda sujeto al poder y a la guía deladversario. Cuando entran en contac-to con la pornografía de Internet o deotras fuentes, para lo que el obispo encuestión definió como “excitación se-xual al instante” (carta del 13 de marzode 2005), quedan profundamente can-taminados por el pecado.

El gran sermón del rey Benjamíndescribe las terribles consecuencias.Cuando nos alejamos del Espíritu delSeñor, nos transformamos en enemi-gos de la rectitud, nos llenamos deculpa y retrocedemos de la presenciadel Señor (véase Mosíah 2:36–38). “La

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misericordia no puede reclamar a esehombre;” declaró, “por tanto, su des-tino final es padecer un tormento sinfin” (ver. 39).

Piensen en el trágico ejemplo delrey David. Aun cuando era un giganteespiritual en Israel, volcó su miradahacia algo que no debería haber mira-do (véase 2 Samuel 11). Tentado por lo que vio, violó dos de los DiezMandamientos, empezando por: “Nocometerás adulterio” (Éxodo 20:14).De esa manera, un rey profeta cayó desu exaltación (véase D. y C. 132:39).

Las buenas nuevas es que nadie tie-ne la necesidad de descender por elmal camino que lleva al tormento.Todo aquel que se vea atrapado enesa terrible escalera mecánica tiene lallave para revertir su operación. Sepuede escapar y, por medio del arre-pentimiento, puede ser limpio.

Alma hijo lo describió así:“Sí, me acordaba de todos mis pe-

cados e iniquidades, por causa de loscuales yo era atormentado con las pe-nas del infierno;…

“… El sólo pensar en volver a lapresencia de mi Dios atormentaba mialma con indecible horror…

“Y aconteció que mientras así meagobiaba este tormento, mientras meatribulaba el recuerdo de mis muchospecados, he aquí, también me acordéde haber oído a mi padre profetizar alpueblo concerniente a la venida deun Jesucristo, un Hijo de Dios, paraexpiar los pecados del mundo.

“Y al concentrarse mi mente en es-te pensamiento, clamé dentro de micorazón: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, tenmisericordia de mí que estoy en lahiel de amargura, y ceñido con laseternas cadenas de la muerte!

“Y he aquí que cuando pensé esto,ya no me pude acordar más de misdolores; sí, dejó de atormentarme elrecuerdo de mis pecados.

“Y ¡oh qué gozo, y qué luz tan ma-ravillosa fue la que vi! Sí, mi alma sellenó de un gozo tan profundo comolo había sido mi dolor” (Alma36:13–14, 17–20).

A mis hermanos que estén atrapa-dos en esta adicción o atormentados

por la tentación les digo que hay una salida.

Primero, reconozcan el mal; no lodefiendan ni traten de justificarse.Desde hace, por lo menos, un cuar-to de siglo, nuestros líderes han su-plicado a los hombres y también alas mujeres y a los jóvenes que evita-ran este mal2. Nuestras actuales re-vistas de la Iglesia están llenas deadvertencias, información y fuentesde ayuda en cuanto a este tema, conmás de veinte artículos ya publica-dos o de futura publicación sólo en este año y el anterior3.

Segundo, busquen la ayuda delSeñor y de Sus siervos. Presten aten-ción a estas palabras del presidenteHinckley:

“Supliquen al Señor desde lo másprofundo de su alma que Él les quitela adicción que les ha esclavizado. Yruego que tengan la valentía de bus-car la amorosa guía de su obispo y, deser preciso, la asesoría de humanita-rios profesionales” (Liahona, noviem-bre de 2004, pág. 62).

Tercero, hagan cuanto puedan paraevitar la pornografía. Si alguna vez seencuentran en presencia de ella —locual puede sucederle a cualquiera enel mundo en que vivimos— sigan elejemplo de José en Egipto. Cuando latentación quiso asirlo, él huyó de in-mediato (véase Génesis 39:12).

No den cabida a ningún grado detentación. Prevengan el pecado y evi-ten tener que lidiar con la inevitabledestrucción que él causa. Así que¡apáguenlo!, ¡miren en otra dirección!y evítenlo a cualquier precio. Dirijansus pensamientos hacia senderos edi-ficantes. Recuerden sus convenios ysean fieles en la asistencia al templo.El sabio obispo a quien cité antes, co-mentó que “un poseedor del sacerdo-cio investido nunca cae presa de lapornografía durante períodos de asis-tencia regular al templo, sino que su-cede cuando se vuelve informal en suadoración en el templo” (carta del 13de marzo de 2005).

También debemos hacer algo paraproteger a quienes amamos. Los pa-dres instalan alarmas que les hacen

saber cuando su hogar se ve amena-zado por el fuego o por el monóxidode carbono. Debemos instalar tam-bién elementos de protección contralas amenazas espirituales tales comofiltros en las conexiones de Internety ubicar los monitores de computa-doras en lugares donde otras perso-nas vean lo que aparece en lapantalla. También debemos forjar lafortaleza espiritual de nuestra fami-lia, la relación amorosa, las oracio-nes familiares y el estudio de lasEscrituras.

Por último, no patrocinen la por-nografía. No usen su poder adquisiti-vo para respaldar la degradaciónmoral. Y ustedes, jovencitas, por fa-vor entiendan que si se visten inmo-destamente, lo único que hacen esempeorar el problema volviéndosepornografía a los ojos de algunos va-rones que las ven.

Por favor, presten atención a estas advertencias; mejoremos nues-tra conducta personal y redoblemosnuestros esfuerzos para proteger anuestros seres queridos y nuestro entorno contra la embestida de lapornografía que amenaza nuestra es-piritualidad, nuestros matrimonios ya nuestros hijos.

Testifico que esto es lo que debe-mos hacer para disfrutar de las bendi-ciones de Aquel a quien adoramos.Testifico de Jesucristo, la Luz y la Vidadel mundo, cuya Iglesia ésta es, en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Challenges for the Year Ahead (folleto,

1974); págs. 4–5; reimpreso en “ThingsThey’re Saying”, New Era, febrero de 1974,pág. 18.

2. Véase, por ejemplo, Gordon B. Hinckley,“Un mal trágico entre nosotros”, Liahona,noviembre de 2004, págs. 59–62; David E.Sorensen, “Con las serpientes de cascabelno se juega”, Liahona, julio de 2001, págs.48–50; Thomas S. Monson, “El propagadormortal”, Liahona, enero de 1980, págs.100–104; David B. Haight, “Moralidad per-sonal”, Liahona, octubre de 1984, págs.57–60.

3. Véase, por ejemplo, Rory C. Reid, “El cami-no de regreso: Cómo abandonar la porno-grafía”, Liahona, febrero de 2005, págs.28–33; Arianne B. Cope, “Internet Café”,New Era, marzo de 2005, págs. 34–37;Nycole S. Larsen, “The Decision”, Friend,marzo de 2004, págs. 40–41.

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Para responder a la pregunta:“Maestro, ¿cuál es el gran man-damiento en la ley?”, Jesús con-

testó: “Amarás al Señor tu Dios contodo tu corazón, y con toda tu alma, ycon toda tu mente. Este es el primeroy grande mandamiento. Y el segundoes semejante: Amarás a tu prójimo co-mo a ti mismo. De estos dos manda-mientos depende toda la ley y losprofetas”1.

Al antiguo Israel y a través de todaslas generaciones, Sus profetas pasa-dos y presentes han enseñado siem-pre la verdad que es eterna y todo loabarca de que, para heredar la vidaeterna, debemos tener amor en nues-tra alma: amor por Dios nuestroEterno Padre y amor por nuestros semejantes.

En las últimas horas de Su ministe-rio terrenal, Jesús dijo a Pedro: “Peroyo he rogado por ti, que tu fe no tefalte; y tú, una vez [convertido, forta-lece] a tus hermanos”2.

Pedro tenía un testimonio, prove-niente del Espíritu, de la divinidad deJesucristo. Pedro lo sabía, y recibió suconocimiento de la revelación; pero suconversión, el cambio de todo su estilode vida y de la naturaleza misma de suser, fue más evidente después del díade Pentecostés, cuando recibió el dony el testimonio del Espíritu Santo queefectúa el cambio en el corazón.

Sí, hermanos y hermanas, tal comoPedro, tenemos un testimonio, pero,¿es la conversión un proceso conti-nuo en tu vida? ¿Es cada uno de noso-tros una obra en formación en lasmanos de nuestro Hacedor? ¿EstáDios bendiciendo a otras personaspor medio de ti? ¿Oras y preguntas aquién quiere el Señor que bendigas, yle sobrelleves la carga? ¿Amas a los de-más como te amas a ti mismo?

Cuando Jesús le dijo al intérpretede la ley que para heredar la vida eter-na debía amar a su prójimo como a símismo, él le preguntó: “¿Y quién esmi prójimo?” Jesús le respondió conla parábola del buen samaritano y lue-go le preguntó: “¿Quién, pues, de es-tos tres te parece que fue el prójimodel que cayó en manos de los ladro-nes? Él dijo: El que usó de misericor-dia con él”3. Con esa parábola, Jesús

enseñó que cada uno de nosotros de-be demostrar amor activo y benevo-lencia hacia cada uno de los otroshijos de Su Padre.

El rey Benjamín enseñó a los san-tos de su época: “…a fin de retener la remisión de vuestros pecados dedía en día… quisiera que de vuestrosbienes dieseis al pobre… tal comoalimentar al hambriento, vestir al des-nudo, visitar al enfermo, y ministrarpara su alivio, tanto espiritual comotemporalmente”4. ¿Ministras alivio es-piritual y temporal a los que lo nece-sitan? ¿Extiendes la mano a los demásy fortaleces la fe de los que llegan alredil, tal como los profetas de nues-tros días nos lo piden?

La conversión significa consagrartu vida al cuidado y al servicio de losque necesiten tu ayuda, y compartircon los demás tus dones y bendicio-nes. El Señor no nos dijo que “apa-centemos Sus ovejas cuando seaconveniente, que las cuidemos cuan-do no estemos ocupados”, sino quedijo, “apacentad mis ovejas y mis cor-deros, ayudadles a sobrevivir en estemundo, mantenedlos cerca de voso-tros. Dijo que los lleváramos a lugarseguro, a la seguridad de las decisio-nes correctas que los prepararán parala vida eterna”5.

Todo acto abnegado de bondad yservicio aumenta tu espiritualidad.Dios trabajará por medio de ti parabendecir a otras personas. Tu incre-mento espiritual y progreso eternocontinuos están estrechamente liga-dos en tus relaciones, a la manera enque tratas a los demás. ¿De verdadamas a los demás y eres una bendiciónpara ellos? ¿No se mide el grado de tuconversión según la forma en quetratas a otras personas? La personaque haga en la Iglesia estrictamente loque le concierna y nada más, nunca al-canzará la meta de la perfección. Elservicio a los demás es el punto clavedel Evangelio y de la vida exaltada.

En tu jornada por la vida debes ex-tender tu vida hacia los demás y ben-decir la vida de tus compañeros decamino, dar de ti a los que te necesi-ten. “Porque todo el que quiera salvar

Fortalece a tus hermanosÉ L D E R R O B E R T J . W H E T T E NDe los Setenta

Debes hacer lo que nuestro Salvador y Sus profetas… hanenseñado siempre: servir, fortalecer la fe y nutrir a los queprecisan de tu amor y bendición.

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su vida”, dijo el Maestro, “la perderá; ytodo el que pierda su vida por causade mí y del evangelio, la salvará”6.

Santiago dirigió su epístola “a lasdoce tribus que están en la disper-sión”7. Sus enseñanzas pueden apli-carse a nosotros, el pueblo del Señorque en días postreros iba a aceptar elEvangelio restaurado, y nos instruyeen principios que debían guiar tus re-laciones con otros miembros de laIglesia. Él considera el mandamientode amar al prójimo como a sí mismouna “ley real”8. Para Santiago, el testi-monio en sí no es suficiente: elEvangelio tiene que ser una realidadactiva en tu vida. “…y yo te mostrarémi fe por mis obras”9. “Pero sed hace-dores de la palabra, y no tan solamen-te oidores”10. La definición que haceSantiago de la conversión es: “La reli-gión pura y sin mácula delante deDios el Padre es ésta: Visitar a loshuérfanos y a las viudas en sus tribula-ciones, y guardarse sin mancha delmundo”11. Y termina su breve epístolapara nosotros con estas palabras:

“Hermanos, si alguno de entre voso-tros se ha extraviado de la verdad, yalguno le hace volver, sepa que el quehaga volver al pecador del error de sucamino, salvará… un alma, y cubrirámultitud de pecados”12. Rescatando aun hermano errante se salvarán am-bos, él y tú mismo. Tus pecados se cubren o remiten porque habrás ministrado para la salvación de otrapersona.

He tenido la gran bendición de pa-sar mi vida en América Latina y depresenciar el cumplimiento de profe-cías y promesas hechas por los profe-tas del Señor y por Él mismo.

“…recogeré a mi pueblo de su lar-ga dispersión, oh casa de Israel, y esta-bleceré otra vez entre ellos mi Sión…

“…estableceré mi iglesia entreellos; y entrarán en el convenio, y se-rán contados entre este resto deJacob, al cual he dado esta tierra porherencia”13.

Cientos de miles de personas hansido literalmente recogidas de casi todas las naciones de América Latina,

y las profecías aseguran que ese au-mento continuará. El crecimiento dela Iglesia es nuestro desafío más gran-de, pero también una mayor oportu-nidad para cada uno de nosotros.

El apóstol Pablo dijo a los nuevosmiembros de su época: “Así que ya nosois extranjeros ni advenedizos, sinoconciudadanos de los santos, y miem-bros de la familia de Dios”14.

Parece que donde la Iglesia ha teni-do un crecimiento rápido todavía haymuchos a quienes se les hace pensarque son extranjeros y advenedizos yque han sido dejados junto al camino.Si queremos ver el cumplimiento delas promesas, debemos hacer lo queMoroni describió: “Y después que ha-bían sido recibidos por el bautismo…eran contados entre los del pueblo dela iglesia de Cristo; y se inscribían susnombres a fin de que se hiciese me-moria de ellos y fuesen nutridos… pa-ra guardarlos en el camino recto…”15.

Muchos miembros activos creenque los menos activos y los conversosque caen junto al camino se compor-tan así porque no creen en la doctrinade la Iglesia. Los estudios que se hanhecho no concuerdan con esa suposi-ción, sino que indican que la mayoríade los miembros menos activos aquienes se entrevistó creen que Diosexiste, que Jesús es el Cristo, que JoséSmith era Profeta y que la Iglesia esverdadera.

En infinidad de barrios y ramas haymuchos hombres y mujeres buenos,íntegros y honrados que simplementeno saben cómo volver a la Iglesia.Entre ellos hay madres y padres bue-nos. Se han apartado, y nadie ha ido aver qué les pasaba, haciéndoles pen-sar que nadie les daba importancia. Sihay hombres y mujeres de fe que visi-ten a esas personas y se conviertan ensus amigos, las fortalezcan, oren conellas y les enseñen el Evangelio, ellas ysu familia regresarán. “…en cuanto lohicisteis a uno de estos mis hermanosmás pequeños, a mí lo hicisteis”16. ¿Yquiénes son esos “hermanos más pe-queños”? ¿Se referiría el Señor a losmás nuevos que lleguen al redil, oquizás a los que se hayan desviado en

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las sombras de la inactividad y volverí-an si se les extendiera una mano deverdadera hermandad?

En esta gran batalla que libramospor las almas de los hombres, las re-glas para embarcarse en la obra misio-nal están claramente definidas paracada uno de nosotros. Los miembrosdeben acompañar a las parejas de mi-sioneros de tiempo completo cuandoéstos enseñen las lecciones y tenganuna función esencial en el proceso dela conversión de las personas. Los mi-sioneros deben “predicar mi evange-lio por el Espíritu”17 con palabras queles salgan del corazón, palabras deverdad atesoradas gracias al estudio y a la oración intensos. La función denuestros misioneros en el procesocontinuo de la conversión de otraspersonas no se termina con el bautis-mo. Ellos deben continuar enseñandoa los miembros nuevos y a otros quenecesiten nutrición espiritual.

Cartas recientes de la PrimeraPresidencia hacen recordar a los líde-res del sacerdocio la responsabilidadque tienen de fortalecer y apoyar a losmiembros nuevos. “Todos los miem-bros del barrio deben extender unamano de hermandad… los maestrosorientadores y las maestras visitantesdesempeñan una importante fun-ción… se deben considerar oportuni-dades para que los miembros nuevossirvan y contribuyan a la fortaleza delbarrio”18.

Hermanos y hermanas, si el proce-so de conversión y transformación vaa continuar en cada uno de nosotros,tanto los miembros nuevos como losantiguos, debemos amar, prestar ser-vicio y nutrir espiritualmente a los demás, ayudarles a recibir todas lasbendiciones de la Restauración, incluso las bendiciones del templo.

El profeta José Smith escribió unacarta a los santos de su época:“Queridos hermanos: Éste es un de-ber que todo santo debe cumplir ge-nerosamente con sus hermanos: el deamarlos siempre y prestarles ayuda.Para ser justificados ante Dios, debe-mos amarnos unos a los otros; pode-mos amar a nuestro prójimo como a

nosotros mismos y ser fieles en latribulación”19.

Nuestro presidente Gordon B.Hinckley ha dicho: “Ruego que cadauno de nosotros… tome la resoluciónde buscar a aquellos que necesitenayuda… y que los levanten, con el es-píritu de amor, hasta ser recibidos enlos brazos de la Iglesia, donde habrámanos fuertes y corazones tiernosque los reanimen, los consuelen, lossostengan y los encaminen hacia unavida feliz y productiva”20.

El amor no es simplemente una pa-labra ni una declaración, sino el primery gran mandamiento, un mandamien-to exige acción: “Si me amáis, guardadmis mandamientos”21, y “¿Me amas?…Apacienta mis ovejas”22.

Debes hacer lo que nuestroSalvador y Sus profetas, tanto del pa-sado como del presente, han enseña-do siempre: servir, fortalecer la fe ynutrir a los que precisan de tu amor ybendición. Tienes la promesa delSeñor: “Y quienes os reciban, allí esta-ré yo también, porque iré delante devuestra faz… mi Espíritu estará envuestro corazón…”23.

Hermanos y hermanas, al extenderuna mano de ayuda con amor parabendecir la vida de otra persona, lasdos partes recibiremos la bendicióndel Espíritu del Señor. El Señor enseña

que “nos comprenderemos el uno alotro, y ambos seremos edificados nosregocijaremos juntamente”24.

Es mi oración que nuestro PadreCelestial nos bendiga a cada uno denosotros con ese amor por los demás“que él ha otorgado a todos los queson discípulos verdaderos de suHijo…”25. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Mateo 22:36-402. Véase Lucas 22:32.3. Lucas 10:29, 36–37.4. Mosíah 4:26, cursiva agregada.5. Véase Juan 21:15–166. Marcos 8:35.7. Santiago 1:1.8. Santiago 2:8.9. Santiago 2:18.

10. Santiago 1:2211. Santiago 1:27.12. Santiago 5:19–20.13. 3 Nefi 21:1, 22.14. Efesios 2:19.15. Moroni 6:4.16. Mateo 25:40.17. D y C 50:14.18. Carta de la Primera Presidencia del 22 de

diciembre de 2004; véase también la cartade la Primera Presidencia del 11 de febrerode 2005.

19. History of the Church, tomo II, pág. 229.20. Hinckley, Gordon B., “Una mano extendida

para rescatar”, Liahona, enero 1997, pág. 96.

21. Juan 14:15.22. Juan 21:17.23. D y C 84:88.24. Véase D y C 50:22.25. Moroni 7:48.

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¿Cómo podemos encontrar pazen este mundo? ¿Cómo pode-mos perseverar hasta el fin?

¿Cómo podemos vencer las dificulta-des y las aflicciones que afrontamos?

El Salvador Jesucristo dijo: “Estascosas os he hablado para que en mítengáis paz. En el mundo tendréisaflicción; pero confiad, yo he vencidoal mundo”1.

Como parte de nuestra probaciónterrenal, experimentamos aflicción,dolor y desilusión. Sólo en Jesucristopodemos encontrar paz. Él puedeayudarnos a ser de buen ánimo y avencer los desafíos de esta vida.

¿Qué quiere decir ser de buen

ánimo? Significa tener esperanza, nodesanimarnos ni perder la fe, y vivir lavida con regocijo: “… existen loshombres para que tengan gozo”2.Significa encarar la vida con confianza.

El Evangelio de Jesucristo brinda lafortaleza y la perspectiva eterna parahacer frente, con buen ánimo, a loque venga. No debemos, sin embar-go, subestimar las dificultades que sehan profetizado para nuestro día.

¿Cuáles son algunas de esas difi-cultades? ¿Cómo podemos hacerlesfrente?

Algunas de estas dificultades son lafalta de esperanza, de amor y de paz.

El profeta Moroni enseñó: “Y si notenéis esperanza, os hallaréis en la de-sesperación; y la desesperación vienepor causa de la iniquidad”3. Para mu-chos, los años venideros pueden seraños de desesperación. Mientras másgrande sea la iniquidad, más grandeserá la desesperación.

El Salvador dijo: “y por habersemultiplicado la maldad, el amor demuchos se enfriará”4. A medida queaumente la iniquidad, el verdaderoamor desaparecerá. ¡Como resultado,aumentan el temor, la inseguridad y ladesesperación!

El Señor le dijo al profeta JoséSmith: “… quiero que todo hombresepa que el día viene con rapidez…

cuando la paz será quitada de la tie-rra, y el diablo tendrá poder sobre supropio dominio. Y también el Señortendrá poder sobre sus santos, y rei-nará en medio de ellos…”5. Vivimosen una época en la cual la paz ha sidoquitada de la tierra.

Por otro lado, vivimos en un tiempo glorioso, en una época en laque el Señor ha restaurado Su sacer-docio. Se ha restaurado el verdaderoEvangelio. ¡La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días es elreino de Dios sobre la tierra! Estamosayudando a preparar la tierra paracuando el Señor Jesucristo venga yreine personalmente.

¿Por qué debemos pasar por pruebas en esta vida?

El Señor no oculta que Él pondrá aprueba nuestra fe y nuestra obedien-cia. “Y con esto los probaremos”, dijoÉl, “para ver si harán todas las cosasque el Señor su Dios les mandare”6.

Aprendemos en el libro deEclesiastés: “Todo acontece de la mis-ma manera a todos; un mismo sucesoocurre al justo y al impío; al bueno, allimpio y al no limpio… como al bue-no, así al que peca… un mismo sucesoacontece a todos”7. Las tempestadespueden azotar la vida del hombre pru-dente que edificó su vida sobre la rocadel Evangelio así como también azotarla vida del hombre insensato que laedificó sobre las cosas de este mundo8.

¿De qué manera debemos reaccio-nar ante estas pruebas?

El Señor ha dicho: “Si alguno quie-re venir en pos de mí, niéguese a símismo, tome su cruz cada día, y síga-me”9. Cada día debemos tomar nues-tra cruz y seguir adelante, y noquedarse solamente al margen denuestro trayecto eterno.

¿Cómo podemos saber si estamossiendo probados o si el Señor nos es-tá castigando?

Las pruebas son oportunidades pa-ra nuestro desarrollo. El Señor dijo:“Es preciso que los de mi pueblo seanprobados en todas las cosas, a fin deque estén preparados para recibir lagloria que tengo para ellos, sí, la glo-ria de Sión; y el que no aguanta el

Sed de buenánimo y fieles enla adversidadÉ L D E R A D H E M A R D A M I A N IDe los Setenta

El Evangelio de Jesucristo no brinda la fortaleza y laperspectiva eterna para hacer frente, con buen ánimo, a lo que venga.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 5 95

castigo, no es digno de mi reino”10.Cuando estamos siendo probados,

debemos meditar y preguntar: “¿Quées lo que el Señor quiere que haga enesta situación?”.

El Señor le habló estas consolado-ras palabras al profeta José Smith: “…entiende, hijo mío, que todas es-tas cosas te servirán de experiencia, y serán para tu bien. El Hijo delHombre ha descendido debajo de to-do ello. ¿Eres tú mayor que él?”11.Tenemos que ver cada prueba comouna oportunidad para progresar.Algún día entenderemos su propósito.

El Señor ha dicho: “…a los queamo también disciplino para que lessean perdonados sus pecados, por-que con el castigo preparo un mediopara librarlos…”12. El Señor nos ama acada uno de nosotros. Él desea queseamos felices. Esa felicidad provienede nuestra fe en Jesucristo, mediantenuestro arrepentimiento sincero yverdadero, por medio de nuestra obe-diencia a Sus mandamientos y a travésde nuestra perseverancia hasta el fin.

A veces podemos pensar que elSeñor no oye ni contesta nuestrasoraciones. En esas ocasiones, debe-mos detenernos y meditar en lo quehemos hecho a lo largo de nuestra vi-da. Si fuere necesario, debemos po-ner nuestra vida en armonía con elEvangelio de Jesucristo. Mediante elprofeta José Smith, el Señor reveló:

“…yo, el Señor, he permitido queles sobrevenga la tribulación con quehan sido afligidos, por motivo de sustransgresiones…

“Fueron lentos en escuchar la vozdel Señor su Dios; por consiguiente,el Señor su Dios es lento en escucharsus oraciones y en contestarlas en eldía de sus dificultades.

“En los días de paz estimaron lige-ramente mi consejo, mas en el día desus dificultades por necesidad se alle-gan a mí”13.

Cuando tengamos el sincero deseode poner nuestra vida en armonía conla voluntad del Señor, Él siempre esta-rá listo para ayudarnos a aliviar nues-tras cargas.

¿Qué destruye nuestro buen ánimoy nuestra esperanza?

Jesucristo les dijo a los DoceApóstoles algunas de las cosas quepueden destruir nuestra esperanza yhacer que nos rindamos: el permitir-nos caer en la tentación, el no sopor-tar la aflicción ni la tribulación ni lapersecución, el temer a los afanes delmundo, el buscar la riqueza primero,el darnos por vencidos en vez de per-severar hasta el fin y el permitir quenos engañen los falsos profetas14.

¿Qué nos proporciona valor y esperanza?

La invitación del Señor para cadauno de nosotros es: “Venid a mí todoslos que estáis trabajados y cargados, yyo os haré descansar”15. Jesucristo tie-ne el poder para ayudarnos a descan-sar de nuestro dolor y de nuestrosufrimiento.

El profeta Mormón enseñó:“De manera que si un hombre tie-

ne fe, es necesario que tenga esperan-za; porque sin fe no puede haberesperanza…

Familiares ayudan a un joven al partir del Centro de Estaca Harbour, Auckland, Nueva Zelanda, una vez terminada la sesión

de la conferencia del domingo por la mañana.

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“…y si un hombre es manso y hu-milde de corazón, y confiesa por elpoder del Espíritu Santo que Jesúses el Cristo, es menester que tengacaridad…”16.

Si a diario ponemos en práctica lafe, la mansedumbre, la caridad y lahumildad de corazón, confesandoque Jesús es el Cristo y aceptandoSu expiación, seremos bendecidoscon el valor y con al esperanza que nos ayudarán a hacer frente y vencer las pruebas y los dolores de esta vida.

¿Cuáles son algunas de las prome-sas del Señor para cada uno de nosotros?

“…Sed de buen ánimo, hijitos, por-que estoy en medio de vosotros, y noos he abandonado”17.

“Sed de buen ánimo, porque yo osguiaré. De vosotros son el reino y susbendiciones, y las riquezas de la eter-nidad son vuestras”18.

Citando las palabras del profetaÉter: “de modo que los que creen enDios pueden tener la firme esperanzade un mundo mejor, sí, aun un lugar ala diestra de Dios; y esta esperanzaviene por la fe, y proporciona un an-cla a las almas de los hombres”19.

Dios es nuestro Padre. Nosotrossomos Sus hijos. Él nos ama y anhelanuestra felicidad aquí en esta vida ypara toda la eternidad. En la actuali-dad, somos guiados por un verdaderoprofeta de Dios. Jesús es el Cristo y,mediante Él, podemos hallar paz eneste mundo. En el nombre deJesucristo. Amén. ■NOTAS

1. Juan 16:33.2. 2 Nefi 2:25.3. Moroni 10:22.4. Mateo 24:12.5. D. y C. 1:35–36.6. Abraham 3:25.7. Eclesiastés 9:2–3.8. Véase Mateo 7:24–27.9. Lucas 9:23.

10. D. y C. 136:31.11. D. y C. 122:7–8.12. D. y C. 95:1.13. D. y C. 101:2, 7–8.14. Véase Mateo 13:19–23.15. Mateo 11:28.16. Moroni 7:42, 44.17. D. y C. 61:36.18. D. y C. 78:18.19. Éter 12:4.

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Mis queridos hermanos y her-manas, al prepararnos paraescuchar los comentarios fi-

nales del presidente Gordon B.Hinckley, al término de esta maravillo-sa conferencia general, deseo fervien-temente que cada uno de nosotrossienta cuán bendecidos somos al ha-ber recibido la sabiduría y la exhorta-ción combinadas de los profetas yapóstoles del Señor, las cuales, si lesprestamos atención y obedecemos,nos ayudarán a mantenernos más

cerca de nuestro Salvador. Debemosestar particularmente agradecidos porvivir en una época en la que nuestroslíderes de la Iglesia, aunque avanza-dos en años, continúan recibiendo larevelación y la inspiración que impul-san el reino hacia delante, día a día.

Cuando era joven, recibí por escri-to una amonestación muy firme deque demostrara ser un hijo fiel y obe-diente, a fin de que al crecer y al nece-sitar de consejo y asesoramiento,fuera a mis padres, aunque estuvieran“entrados en años”, para recibir deellos sabiduría, consuelo y guía. Mi pa-dre falleció hace más de veinte años,habiendo sido para mí una grande yejemplar fuente de sabiduría todos losdías de mi vida. Acabamos de enterrara mi madre de 101 años, en una tum-ba junto a su compañero eterno, el lu-nes pasado. Cuando cumplió 100años, ella aseveró su testimonio de to-da la vida con estas palabras: “ElEvangelio es un estilo de vida, es partedel plan para ayudarnos a evitar laamargura. Más que nunca, creo queesta vida es buena, pero que la vidavenidera es mejor” (“Growing OldGraciously: Lessons from a

El apreciar el consejo de los ya “entrados en años”É L D E R S T E P H E N B . O V E S O NDe los Setenta

Que tengamos una comprensión mayor y un aprecio másgrande por el poder del testimonio, especialmente cuandolo expresan [aquellos que tienen una edad avanzada].

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 5 97

Centenarian”, Religious Educator 5,Nº 1, 2004, pág. 11).

Mi madre a menudo me decía queella oraba todos los días por mí y pornuestra familia. Al acercarse más ymás a la muerte, para mí sus oracio-nes eran especialmente fervorosas ysignificativas. Mis dos progenitores,así como mis queridos suegros, perse-veraron y están perseverando hasta elfin en senderos de justicia, dejandoun legado de fiel dedicación para todasu posteridad.

Al presidente Ezra Taft Benson, enla revista Liahona de enero de 1990,se le cita como sigue: “El Señor co-noce y ama a la gente mayor de Supueblo; siempre ha sido así; y a ellosles ha conferido muchas de Sus ma-yores responsabilidades. En distintasdispensaciones ha guiado a Su pue-blo por medio de profetas de edadavanzada; Él ha necesitado la sabidu-ría y la experiencia de la madurez, ladirección inspirada de aquellos quepor largos años han demostrado fide-lidad a Su Evangelio” (“A la gente ma-yor de la Iglesia”, Liahona, enero de1990, pág. 4).

Estos pensamientos me han hechomeditar en los grandes sermones, enlas bendiciones, en los testimonios yen las advertencias que los profetas ylos apóstoles han dejado a lo largo deltiempo, especialmente cuando sintie-ron que envejecían o se preparabanpara “descender al polvo”. Algunos deestos pasajes finales están entre los pa-sajes de las Escrituras más notables ymás citados. Por ejemplo, en Moisés6:57, Enoc afirma sin lugar a dudas:“Enséñalo, pues, a tus hijos, que espreciso que todos los hombres, en to-das partes, se arrepientan, o de ningu-na manera heredarán el reino de Dios,porque ninguna cosa inmunda puedemorar… en su presencia”. Estos prin-cipios básicos del Evangelio se enseña-ron desde la época de Adán y Eva, ypasaron de generación en generación,tal como dan fe las Escrituras, una yotra vez.

José, que fue vendido para Egipto,dejó estas palabras de consejo para supueblo, Israel: “…Yo voy a morir; mas

Dios ciertamente os visitará, y os harásubir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob”(Génesis 50:24).

Varias generaciones más adelante,al estar por cumplirse la profecía deJosé, Moisés bendijo a todas las tribusde Israel y pasó el manto de liderazgoa Josué, quien guió al pueblo de re-greso a la tierra prometida. Al acercar-se el final de sus días, Josué dejó lasinmortales palabras: “…escogeos hoya quién sirváis… pero yo y mi casaserviremos a Jehová” (Josué 24:15).

Profetas posteriores, tales comoJeremías, Isaías y Malaquías dejaronde igual manera testimonios indele-bles mediante sus ministerios, profeti-zando de la venida del Mesías y de Suinfinita expiación.

Encontramos un patrón similar a lolargo del Libro de Mormón en el hinca-pié que se hace al final de los discursos

de Nefi, de Jacob y del rey Benjamín,cuyos poderosos discursos cambiaronel corazón de una nación entera, sindejar de mencionar las magistrales pa-labras de Abinadí, quien con denuedo,habló sabiendo muy bien que sus díasestaban contados: “…enseñadles quela redención viene por medio deCristo el Señor, que es el verdaderoPadre Eterno” (Mosíah 16:15). La listasigue con Alma y su hijo Alma, y tam-bién con Helamán, hijo de Helamán,quien le dio un invalorable consejo asus hijos: “Y ahora bien, recordad, hi-jos míos, recordad que es sobre la rocade nuestro Redentor, el cual es Cristo,el Hijo de Dios, donde debéis estable-cer vuestro fundamento… que es unfundamento seguro, un fundamentosobre el cual, si los hombres edifican,no caerán” (Helamán 5:12).

Éstos y los demás profetas delLibro de Mormón, incluso Mormón

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mismo, escribieron para nuestro día,sabiendo que necesitaríamos su cono-cimiento y sabiduría para ayudarnosen estos tiempos peligrosos. El Librode Mormón mismo finaliza con el in-comparable mandamiento de Moroni,el hijo de Mormón, que nos dice: “Sí,venid a Cristo, y perfeccionaos en él, yabsteneos de toda impiedad, y si osabstenéis de toda impiedad, y amáis aDios con toda vuestra alma, mente yfuerza, entonces su gracia os es sufi-ciente” (Moroni 10:32).

Tenemos “testimonios finales” si-milares en el Nuevo Testamento, talcomo la gran declaración de Pablo:“He peleado la buena batalla, he aca-bado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7), que testifica que per-severó hasta el fin.

Obtenemos una gran comprensióndel crecimiento (espiritual) de Pedro,poderoso apóstol mayor, en su decla-ración: “…revestíos de humildad;porque: Dios resiste a los soberbios, yda gracia a los humildes. Humillaos,pues, bajo la poderosa mano de Dios,para que él os exalte cuando fueretiempo” (1 Pedro 5:5–6).

Y, ciertamente, el más grande per-sonaje de todo los tiempos de quienaprender es el mismo Señor resucita-do, que encargó a Sus apóstoles y dis-cípulos: “Por tanto, id, y haceddiscípulos a todas las naciones, bauti-zándolos en el nombre del Padre, ydel Hijo, y del Espíritu Santo; ense-ñándoles que guarden todas las cosasque os he mandado; y he aquí yo es-toy con vosotros todos los días, hastael fin del mundo” (Mateo 28:19–20).

Qué caudal de convicción y de conocimiento nos bridan estasEscrituras en conjunto. ¿Podemos ha-llar temas inspiradores comunes encada una de ellas? Creo que se lespuede reconocer fácilmente:

• Que Cristo, el Hijo de Dios, vive yes nuestro Redentor y Salvador.

• Que debemos seguirlo y demostrarnuestro amor hacia Él al recordarloy al guardar con humildad Susmandamientos.

• Que mediante Su expiación

podemos arrepentirnos y ser purifi-cados.

• Que somos Su pueblo del conve-nio y que debemos siempre guar-dar los convenios que hayamoshecho.

• Que tenemos que propagar SuEvangelio por todo el mundo.

• Que debemos tener fe, arrepentir-nos, ser bautizados, recibir elEspíritu Santo y perseverar hastael fin.

En nuestra dispensación, los profe-tas modernos de la restauración reite-ran una y otra vez estos mismosprincipios. En las enseñanzas del pre-sidente John Taylor aprendemos que,“el Hijo del Hombre, padeció todo loque la carne y sangre puede resistir;como el Hijo de Dios, triunfó sobretodo y ascendió para siempre y sesentó a la derecha de Dios”(Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia, John Taylor, pág. 49).

Una de mis citas favoritas del presi-dente Spencer W. Kimball:

“A los testimonios de estos podero-sos hombres de la antigüedad —nuestros hermanos en el ministeriodel Maestro mismo — quiero agregarel mío. Sé que Jesucristo es el Hijo del

Dios viviente, y que fue crucificadopor los pecados del mundo. Él es miamigo, mi Salvador, mi Señor y miDios. Con todo mi corazón ruego pa-ra que los santos puedan… ganar suherencia eterna con Él, en la gloria ce-lestial” (véase “Cristo, nuestra eternaesperanza”, Liahona, febrero de 1979,pág. 106).

Nuestro profeta de la actualidad, elpresidente Gordon B. Hinckley, sigueguiándonos con sus poderosas con-vicciones, como lo declaró en un re-ciente discurso pronunciado en unaconferencia de estaca: “Tengo un tes-timonio verdadero, vibrante y vital dela veracidad de esta obra. Sé que Dios nuestro Eterno Padre vive, y queJesús es el Cristo, mi Salvador y miRedentor. Es Él quien está a la cabezade esta Iglesia. Lo único que deseo es seguir adelante con esta obra talcomo Él desearía que siguiera adelan-te” (“Pensamientos inspiradores”,Liahona, octubre de 2003, pág. 5).

Resumiendo los testimonios de to-dos los apóstoles y profetas, tanto an-tiguos como modernos, tenemos lasinmortales palabras del profeta JoséSmith, quien declaró: “Y ahora, des-pués de los muchos testimonios quese han dado de él, éste es el testimo-nio, el último de todos, que nosotrosdamos de él: ¡Que vive!

“Porque lo vimos, sí, a la diestra deDios; y oímos la voz testificar que éles el Unigénito del Padre” (D. y C.76:22–23).

Deseo agregar mi propia y humil-de aseveración de la veracidad de lostestimonios antes mencionados. Séque nuestro Padre Celestial es literal-mente el Padre de nuestro espíritu yque Jesucristo es nuestro Salvador,nuestro Redentor, nuestro Señor y, alobedecer Sus mandamientos: nues-tro amigo (véase Juan 15:14). Que alestudiar las Escrituras tengamos unacomprensión mayor y un aprecio másgrande por el poder del testimonio,especialmente cuando lo expresanaquellos que tienen una gran sabidu-ría y una edad avanzada, es mi ora-ción, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Hace seis meses, me encontréfrente a este púlpito por pri-mera vez, como el miembro

más nuevo del Quórum de los DoceApóstoles. Tanto en aquel entonces, eincluso aún más últimamente, he sen-tido y siento el peso del llamamientoa servir y de la responsabilidad de en-señar con claridad, así como de testifi-car con autoridad. Ruego contar conla ayuda del Espíritu Santo y la invitoal dirigirme ahora a ustedes.

Esta tarde deseo describir y exami-nar una impresión espiritual que recibímomentos antes de pasar a este púlpi-to durante la sesión del domingo porla mañana de la conferencia general

el pasado octubre. El élder Dieter F.Uchtdorf acababa de terminar su discurso y de declarar su poderoso tes-timonio del Salvador. Entonces proce-dimos a ponernos todos de pie paracantar el himno intermedio que pre-viamente había anunciado el presiden-te Gordon B. Hinckley. El himnointermedio aquella mañana fue “OhDios de Israel” (Himnos, Nº 5).

Ahora bien, la música para las di-versas sesiones de la conferencia sehabía determinado con muchas sema-nas de anticipación y, obviamente,mucho antes de mi nuevo llamamien-to a servir. Sin embargo, si se me hu-biese invitado a sugerir un himnointermedio para esa sesión particularde la conferencia —un himno que hu-biese sido edificante y espiritualmentetranquilizador, tanto para mí comopara la congregación, antes de pro-nunciar mi primer discurso en esteCentro de Conferencias— habría se-leccionado mi himno favorito “OhDios de Israel”. Los ojos se me llena-ron de lágrimas al entonar, junto conustedes, ese conmovedor himno de laRestauración.

Momentos antes de terminar decantar, acudió a mi mente este versícu-lo del Libro de Mormón: “Pero heaquí, yo, Nefi, os mostraré que las en-trañables misericordias del Señor se

extienden sobre todos aquellos que, a causa de su fe, él ha escogido, parafortalecerlos, sí, hasta tener el poderde librarse” (1 Nefi 1:20).

De inmediato mi mente se centróen la frase de Nefi: “las entrañablesmisericordias del Señor”, y en esepreciso instante me di cuenta de queestaba experimentando una de esasentrañables misericordias. Por mediode un himno que se había selecciona-do hacía varias semanas, el amorosoSalvador me estaba enviando un men-saje sumamente personal y oportunode consuelo y tranquilidad. Es posibleque para algunos esta experiencia seasimplemente una linda coincidencia,pero yo testifico que las entrañablesmisericordias del Señor son reales yque no ocurren al azar ni por pura ca-sualidad. Muchas veces, la hora exactaen la que el Señor muestra Sus entra-ñables misericordias nos ayuda a dis-cernirlas así como a reconocerlas.

¿Qué son las entrañablesmisericordias del Señor?

Desde el pasado octubre, he refle-xionado reiteradamente en la frase“las entrañables misericordias delSeñor”. Creo que por medio del estu-dio personal, de la observación, la me-ditación y la oración he llegado acomprender mejor que las entraña-bles misericordias del Señor son lassumamente personales e individualiza-das bendiciones, la fortaleza, la protec-ción, la seguridad, la guía, la amorosabondad, el consuelo, el apoyo y losdones espirituales que recibimos delSeñor Jesucristo, por causa de Él y por medio de Él. Verdaderamente, elSeñor acomoda “sus misericordias alas condiciones de los hijos de loshombres” (D. y C. 46:15).

Recordarán que el Salvador instru-yó a Sus apóstoles, diciéndoles que nolos dejaría huérfanos. No sólo enviaríaa “otro Consolador” (Juan 14:16), osea, el Espíritu Santo, sino que elSalvador dijo que Él vendría a ellos(véase Juan 14:18). Yo sugeriría queuna de las maneras por las que elSalvador viene a cada uno de nosotroses por medio de Sus abundantes y

Las entrañablesmisericordias delSeñorÉ L D E R D AV I D A . B E D N A RDel Quórum de los Doce Apóstoles

Testifico que las entrañables misericordias del Señor estánal alcance de todos nosotros y que el Redentor de Israel estáansioso por conferirnos esos dones.

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entrañables misericordias. Por ejem-plo, al hacer frente, ustedes y yo, a losdesafíos y a las pruebas de la vida, eldon de la fe y el sentido apropiado deconfianza personal que sobrepasanuestra propia capacidad son dosejemplos de las entrañables misericor-dias del Señor. El arrepentimiento, elperdón de los pecados y la concienciatranquila son ejemplos de las entraña-bles misericordias del Señor; y la cons-tancia y la fortaleza que nos permitenseguir adelante con alegría a través delas desventajas físicas y las dificultadesespirituales son ejemplos de las entra-ñables misericordias del Señor.

En una reciente conferencia de es-taca, se manifestaron las entrañablesmisericordias del Señor en el conmo-vedor testimonio de una joven esposay madre de cuatro hijos, cuyo maridoperdió la vida en Irak, en diciembredel 2003. Esa fiel hermana relató quedespués de que le notificaron de lamuerte de su esposo, recibió la tarjetay el mensaje de Navidad de él. En me-dio de la brusca realidad de una vidaque cambiaría radicalmente, llegó aesa buena hermana el oportuno ytierno recordatorio de que, en ver-dad, las familias pueden ser eternas.Con el permiso de ella, cito lo si-guiente de esa tarjeta de Navidad:

“¡A la mejor familia del mundo!Que se diviertan mucho juntos y re-cuerden el verdadero significado de laNavidad! El Señor ha hecho posibleque estemos juntos para siempre; demodo que, aunque estemos separa-dos, aún así seguiremos juntos comofamilia.

“Que Dios los bendiga y los prote-ja, y que permita que esta Navidadsea nuestro regalo de amor para Élen lo alto.

“Con todo mi amor, su papi y espo-so que los quiere mucho”.

Obviamente, la mención que él hi-zo en su saludo de Navidad del hechode estar separados se refería a la sepa-ración ocasionada por su destacamen-to militar, pero, como si hubiese sidouna voz que salía desde el polvo, deleterno compañero y padre fallecido, aesta hermana le llegaron el consuelo y

testimonio espirituales que tanta faltale hacían. Tal como indiqué anterior-mente, las entrañables misericordiasdel Señor no ocurren al azar ni porpura casualidad. La fidelidad, la obe-diencia y la humildad traen las entra-ñables misericordias del Señor anuestra vida, y muchas veces es el ho-rario del Señor lo que nos permite re-conocer y atesorar esas importantesbendiciones.

Hace algún tiempo, conversabacon un líder del sacerdocio que sintióla impresión de memorizar los nom-bres de todos los jóvenes de su esta-ca que tenían entre 13 y 21 años deedad. Con las fotografías de todosellos hizo tarjetas a modo de juegode revisión, las cuales estudiaba enviajes de negocios y otros momentoslibres. Ese líder del sacerdocio no tar-dó en aprender los nombres de todoese grupo de jóvenes.

Una noche, ese hermano tuvo unsueño acerca de uno de los jóvenes aquien sólo conocía por medio de lafotografía. En el sueño, vio al jovenvestido de camisa blanca y con la pla-queta misional de identificación conel nombre. Con el compañero senta-do a su lado, el joven enseñaba a unafamilia y sostenía en la mano un ejem-plar del Libro de Mormón, y daba laapariencia de que testificaba de la ve-racidad del libro. En ese momento, el

líder del sacerdocio despertó.En una reunión del sacerdocio que

se llevó a cabo posteriormente, el lí-der se acercó al joven que había vistoen el sueño y le pidió hablar con élunos momentos. Una vez que se pre-sentaron, el líder se dirigió al jovenpor su nombre y le dijo: “No soy unsoñador; nunca he tenido un sueñosobre ningún miembro de esta estaca,excepto sobre ti. Te contaré el sueño,y después me gustaría que me ayuda-ras a entender lo que significa”.

El líder le relató el sueño y le preguntó al joven su significado.Ahogado por la emoción, el jovencitosimplemente contestó: “Significa queDios sabe quién soy yo”. El resto de laconversación entre ese jovencito y sulíder del sacerdocio fue de lo másprovechosa, y acordaron reunirse pa-ra deliberar en consejo, de vez encuando, durante los meses siguientes.

Ese jovencito recibió las entraña-bles misericordias del Señor por conducto de un inspirado líder del sa-cerdocio. Vuelvo a repetir: las entra-ñables misericordias del Señor noocurren al azar ni por pura casualidad.La fidelidad y la obediencia nos per-miten recibir esos importantes donesy, con frecuencia, el horario del Señornos ayuda a reconocerlos.

No debemos subestimar ni pasarpor alto el poder de las entrañablesmisericordias del Señor. La sencillez,la dulzura y la constancia de las entra-ñables misericordias del Señor seránde mucho provecho para fortalecer-nos y protegernos en los tiempos di-fíciles en los que actualmente vivimosy en los que aún viviremos. Cuandolas palabras no pueden proporcionarel solaz que necesitamos ni expresarel gozo que sentimos, cuando es sim-plemente inútil intentar explicar loinexplicable, cuando la lógica y la ra-zón no pueden brindar el entendi-miento adecuado en cuanto a lasinjusticias e irregularidades de la vida,cuando la experiencia y la evaluaciónterrenales son insuficientes para pro-ducir el resultado deseado, y cuandoparezca que quizás nos encontramostotalmente solos, en verdad somos

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bendecidos por las entrañables mise-ricordias del Señor que nos fortale-cen hasta tener el poder deliberarnos (véase 1 Nefi 1:20).

¿Quiénes son los que el Señor haescogido para recibir Susentrañables misericordias?

La palabra escogido en 1 Nefi 1:20es fundamental a fin de comprenderel concepto de las entrañables miseri-cordias del Señor. Según el dicciona-rio, la palabra escogido da la idea deselecto, a lo que se da preferencia ose escoge; también se utiliza para re-ferirse a los elegidos o escogidos deDios (Diccionario Oxford en inglés,en línea, segunda edición, 1989).

Es posible que algunas personasque oigan o lean este mensaje, erró-neamente pasen por alto o descartenla idea de tener a su alcance las entra-ñables misericordias del Señor, alpensar que nunca han sido escogidasni lo serán. Tal vez pensemos equivo-cadamente que esas bendiciones yesos dones están reservados paraotras personas que parecen ser másrectas o que sirven en llamamientosde importancia en la Iglesia. Testificoque las entrañables misericordias delSeñor están al alcance de todos noso-tros y que el Redentor de Israel estáansioso por conferirnos esos dones.

El ser o el llegar a ser elegidos noes una condición exclusiva que se nosconfiere; por el contrario, ustedes yyo somos los que determinamos, al fi-nal, si somos escogidos. Tengan abien tomar nota del empleo de la pa-labra escogido en los siguientes versí-culos de Doctrina y Convenios:

“He aquí, muchos son los llama-dos, y pocos los escogidos. ¿Y por quéno son escogidos?

“Porque a tal grado han puesto sucorazón en las cosas de este mundo, y aspiran tanto a los honores de loshombres…” (D. y C. 121:34–35; cursi-va agregada).

Creo que lo que implican esos ver-sículos es algo bastante sencillo. Diosno tiene una lista de personas favori-tas a la que esperamos que algún díase añada nuestro nombre. Él no limita

“los escogidos” a unos cuantos; por elcontrario, son nuestro corazón, nues-tras aspiraciones y nuestra obedien-cia lo que definitivamente determinasi somos contados entre los escogidosde Dios.

El Señor instruyó a Enoc sobre este punto particular de la doctrina.Adviertan el uso del derivado de la pa-labra preferir en estos versículos:“…He allí a éstos, tus hermanos; sonla obra de mis propias manos, y les disu conocimiento el día en que loscreé; y en el Jardín de Edén le di alhombre su albedrío;

“y a tus hermanos he dicho, y tam-bién he dado mandamiento, que seamen el uno al otro, y que me prefie-ran a mí, su Padre” (Moisés 7:32–33;cursiva agregada).

Tal como aprendemos en esos ver-sículos, los propósitos fundamentalesdel don del albedrío eran que nosamáramos unos a otros y escogiéra-mos a Dios. De ese modo, llegamos aser los escogidos de Dios y damos ca-bida a sus entrañables misericordias a

medida que utilizamos nuestro albe-drío para escoger a Dios.

Uno de los pasajes de las Escriturasmás conocidos y que se cita con másfrecuencia se encuentra en Moisés1:39. En ese versículo se describe demanera clara y concisa la obra delPadre Eterno: “Porque, he aquí, éstaes mi obra y mi gloria: Llevar a cabola inmortalidad y la vida eterna delhombre” (cursiva agregada).

En un pasaje correlacionado que seencuentra en Doctrina y Convenios, sedescribe con igual claridad y concisiónnuestra obra primordial como hijos ehijas del Dios Eterno. Es interesantenotar que este pasaje no parece sertan conocido ni se cita con tanta fre-cuencia. “He aquí, ésta es tu obra:Guardar mis mandamientos, sí, contoda tu alma, mente y fuerza” (D. y C.11:20; cursiva agregada).

Por tanto, la obra del Padre es lle-var a cabo la inmortalidad y la vidaeterna de Sus hijos; nuestra obra esguardar Sus mandamientos con todanuestra alma, mente y fuerza, y de ese

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modo llegar a ser escogidos y, me-diante el Espíritu Santo, recibir y reco-nocer las entrañables misericordiasdel Señor en nuestro diario vivir.

Esta misma conferencia en la queestamos participando este fin de se-mana es también otro ejemplo de lasentrañables misericordias del Señor.Hemos sido bendecidos al recibirconsejo inspirado de los líderes de laIglesia del Salvador, consejos oportu-nos para nuestros tiempos, nuestrascircunstancias y nuestros desafíos.Hemos sido instruidos, inspirados,edificados, exhortados al arrepenti-miento y fortalecidos. El espíritu deesta conferencia ha fortalecido nues-tra fe y avivado nuestro deseo de arre-pentirnos, de obedecer, de mejorar yde servir. Al igual que ustedes, estoyansioso de proceder de acuerdo conlos recordatorios, el consejo y la inspi-ración con los que hemos sido bende-cidos durante esta conferencia. Y enunos momentos, cada uno de noso-tros recibirá una de las entrañablesmisericordias del Señor al oír las pala-bras de clausura y el testimonio delpresidente Gordon B. Hinckley. Enverdad: “Bueno es Jehová para con to-dos, y sus misericordias sobre todassus obras” (Salmos 145:9).

Estoy agradecido por la restaura-ción del Evangelio de Jesucristo porconducto del profeta José Smith, ypor el conocimiento que tenemoshoy día de las entrañables misericor-dias del Señor. Nuestros deseos, fide-lidad y obediencia nos invitan y nosayudan a discernir Sus misericordiasen nuestra vida. Como uno de Sussiervos, testifico que Jesús es elCristo, nuestro Redentor y nuestroSalvador. Sé que Él vive y que Sus en-trañables misericordias están al alcan-ce de todos. Cada uno tiene ojos paraver claramente, y oídos para oír per-fectamente las entrañables misericor-dias del Señor a medida que nosfortalecen y nos ayudan en estos últi-mos días. Ruego que nuestros corazo-nes estén siempre llenos de gratitudpor Sus abundantes y entrañables mi-sericordias. En el sagrado nombre deJesucristo. Amén. ■

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Mis queridos hermanos y her-manas, hemos tenido unaconferencia maravillosa. El

Espíritu del Señor ha estado con nosotros. Se nos han enseñado mu-chas verdades. Nuestro testimoniose ha fortalecido, nuestra fe se haacrecentado.

Mediante el milagro —y es un mila-gro— de la tecnología moderna, estasreuniones se han transmitido a todoel mundo. El noventa y cinco porciento de los miembros de la Iglesiaen todo el mundo ha participado connosotros.

Ha sido un tiempo para la renova-ción de nuestra fe acerca de las gran-des y eternas verdades que hemosrecibido mediante el profeta JoséSmith. Cuán bendecidos somos.Cuán afortunados somos por tener

el conocimiento de esas transcenden-tes verdades.

Pero me gustaría decir, como lo hedicho en el pasado, el ser miembrosde esta Iglesia, que nos hace elegiblespara todas las bendiciones que de ellaprovienen, nunca debe ser ningúnmotivo para una actitud de superiori-dad, de arrogancia, para denigrar aotras personas o menospreciar a losdemás. Toda la humanidad es nuestroprójimo. Cuando se le preguntó alSeñor cuál era el gran mandamiento,Él dijo: “…Amarás al Señor tu Dioscon todo tu corazón, y con toda tu al-ma, y con toda tu mente… [y] Amarása tu prójimo como a ti mismo”(Mateo 22:37, 39).

Sea cual fuere el color de nuestrapiel o la forma de nuestros ojos o elidioma que hablemos, todos somoshijos e hijas de Dios y debemos ten-dernos una mano el uno al otro conamor y preocupación.

Donde sea que vivamos, podemosser vecinos amigables. Nuestros hijospueden relacionarse con los hijos dequienes no sean de esta Iglesia y per-manecer firmes si se les enseña apro-piadamente; e incluso pueden llegara ser misioneros para sus amigos.

Encomiamos a nuestros maravillo-sos jóvenes que le hacen frente a losmales del mundo, que rechazan esosmales y que viven de una maneraque agrada al Señor. Constante-mente oramos para que sus padres,de igual manera, vivan en forma

ComentariosFinalesP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

En verdad, el Señor nos está bendiciendo como pueblo ynosotros debemos hacer el esfuerzo para bendecir a Susnecesitados dondequiera que estén.

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digna en todos los aspectos.Repetimos lo que hemos dicho an-

tes, hagan de su asistencia a la casa delSeñor un hábito. No hay mejor manerade asegurarnos de vivir en forma apro-piada que asistiendo al templo, quevencerá los males de la pornografía,del abuso de estupefacientes y de laatrofia espiritual; y fortalecerá el matri-monio y las relaciones familiares.

Como Iglesia hemos aprendido atrabajar con otras personas para aliviarel pesar y los sufrimientos de quienesestán afligidos. Nuestros esfuerzos hu-manitarios literalmente han bendecidola vida de muchos miles de personasque no son de nuestra fe. En el terribledesastre del maremoto, y en otros de-sastres causados por conflictos, enfer-medades y hambre, hemos realizadouna obra grande y maravillosa ayudan-do a otras personas, sin preocuparnosquién obtiene el reconocimiento.

En febrero de este año, el presiden-te de la Cruz Roja Americana otorgó a la Iglesia el premio “Circle of

Humanitarians” (El círculo humanita-rio), que es el honor más elevado conferido por esa institución, en reco-nocimiento por el dinero provisto por la Iglesia para vacunar contra el sarampión a miles y miles de niños yjovencitos.

El Club de Rotarios Internacionalha reconocido a la Iglesia por la con-tribución de fondos para llevar a cabola erradicación de la poliomielitis enlos países del tercer mundo, en don-de todavía exista.

Muchas vidas se han salvado y se haevitado mucho dolor y sufrimiento.

Hasta donde sea posible, mediantelos recursos que provienen de la ge-nerosidad de nuestros miembros, es-tamos extendiendo una mano deayuda para socorrer a quienes esténen dificultades.

En verdad, el Señor nos está ben-diciendo como pueblo y nosotrosdebemos hacer el esfuerzo para ben-decir a Sus necesitados dondequieraque estén.

Ahora, al partir para nuestras casas, invoco sobre ustedes las bendi-ciones del cielo. Sean fieles a losmandamientos del Señor y Él abrirálas ventanas de los cielos y derramarásobre ustedes bendiciones. Dejo conustedes mi bendición y mi amor. Lesdejo mi testimonio de que Dios,nuestro Eterno Padre, vive, que esuna persona individual y real, que Éles en verdad nuestro Padre y que es-cucha y contesta nuestras oraciones.Les testifico que Jesús es el Cristo, elRedentor del mundo, el único nom-bre bajo el cielo por medio del cualpodemos ser salvos, y les dejo mi tes-timonio de que Dios y el Señor Jesúsle hablaron en persona al joven José y descorrieron las cortinas que die-ron inicio a esta grandiosa y final dispensación.

Que Dios los bendiga, mis amadoshermanos y hermanas. Que la paz seacon ustedes ahora y siempre, es mihumilde oración en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén. ■

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A l visitar la pequeña y humildevivienda restaurada de troncosde José Smith, percibí que me

encontraba en un lugar santo; me en-contraba en el lugar donde el ángelMoroni se le apareció por primeravez a José Smith para iniciar esta obragrande y maravillosa de la restaura-ción del Evangelio de Jesucristo. Alreflexionar en la conexión que huboentre esos dos grandes profetas:Moroni, el último profeta de su época, y José, el primer profeta denuestra dispensación, he pensado en experiencias en las que me heidentificado con lo que ellos pasaron.Quisiera relatar algunas de esas

lecciones a medida que testifico deesta “obra grande y maravillosa”.

Cuando José vio a Moroni por pri-mera vez, tenía sólo 17 años, la edadque tienen muchas de ustedes.Sabemos la hora y el lugar específicos;fue la noche del 21 de septiembre de1823, en una habitación superior,mientras cinco de sus hermanos dor-mían. José oró “para saber de [su] con-dición y posición ante [Dios]” (JoséSmith—Historia 1:29); se sentía ineptoe indigno ante Dios. Dijo que no eraculpable de “cometer pecados graves o malos”, pero que “cometía muchasimprudencias y manifestaba las debili-dades de la juventud” (José Smith—Historia 1:28), de modo que oró para pedir tranquilidad del alma.Comprendo perfectamente los senti-mientos del joven José, al igual quemuchas de ustedes. ¿Cuántas vecesnos hemos puesto de rodillas al sentir-nos incompetentes y necesitar tranqui-lidad del alma de una fuente divina?

En respuesta a la oración contrita yfiel de José, Moroni, un mensajero ce-lestial, se le apareció. José registra:“Me llamó por mi nombre, y me di-jo… que Dios tenía una obra para mí”(José Smith—Historia 1:33). José semaravilló “grandemente de lo que [le]había dicho este mensajero extraordi-nario” (José Smith—Historia 1:44).

Nosotras, también, podemos reci-bir tranquilidad espiritual en respuestaa nuestras oraciones; podemos recibiruna confirmación de que nuestroPadre Celestial nos conoce por nues-tro respectivo nombre y de que Él tie-ne una misión terrenal para nosotras.

El ángel Moroni se le apareció aJosé dos veces más durante la noche,después, una vez más en el campo yen la colina al día siguiente, y cadaaño durante los próximos cuatro añosen lo que ahora conocemos como elcerro de Cumorah. Ese primer día,Moroni repitió el mismo mensaje unay otra vez. ¿Les parece esto semejantea lo que ustedes pasan? A veces, mishijos se ríen de mí porque les repitolas cosas una y otra vez. No sean de-masiado duras con sus padres ni consus líderes cuando repitamos las co-sas. El Señor hizo que Moroni instru-yera a un joven profeta mediante larepetición, ya que ésta graba los prin-cipios del Evangelio en la mente y enel corazón.

Por medio de esas visitas habitua-les del ángel, nació un magnífico vínculo entre ese antiguo profeta queselló las planchas y el profeta moder-no que fue escogido para sacarlas denuevo a la luz. Creo que también de-bemos fomentar en nuestros corazo-nes el amor por los profetas, tantoantiguos como modernos. Cuán apro-piado es que una estatua del ángelMoroni se encuentre en lo alto de lamayoría de nuestros templos moder-nos; esas estatuas sirven de recorda-torios de que Moroni es ese glorioso“ángel del Señor [que] del cielo des-cendió” (Himnos, Nº 9) sobre quiencantará el coro esta noche.

Fue mucho lo que José Smithaprendió de Moroni, y posteriormen-te, en la seguridad y santidad de esacasa de troncos donde se aparecióMoroni, José compartió con su recep-tiva familia gran parte de lo que habíaaprendido. Su madre dijo:

“José siguió recibiendo instruccio-nes de cuando en cuando, y todos losatardeceres reuníamos a nuestros hi-jos a fin de escucharlo contar con res-pecto a ellas… Supongo que nuestra

Alegres nuevas de CumorahS U S A N W. TA N N E RPresidenta General de las Mujeres Jóvenes

Tanto ustedes como yo no sólo podemos sobrevivir, sino salirtriunfantes, como Moroni, al esforzarnos por defender laverdad en tiempos peligrosos.

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERES JÓVENES2 6 d e m a r z o d e 2 0 0 5

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familia tenía un aspecto más singularque cualquier otra que viviera sobre lafaz de la tierra: todos sentados en uncírculo… prestando nuestra más pro-funda atención a las enseñanzas reli-giosas de un muchacho de dieciochoaños” (véase “El testimonio que hedado es verdadero”, Liahona, diciem-bre de 2002, pág. 44).

Como resultado de esas noches dehogar diarias, Lucy Mack Smith dijoque ésa fue una época de cariñosaunidad, felicidad y tranquilidad en suhogar. ¡Qué gran modelo es el jovenJosé acerca del fortalecimiento delhogar y de la familia!, ya que no guar-dó para sí mismo su testimonio y ex-periencias espirituales, sino que loscompartió a menudo con sus padres yhermanos. Nosotras podemos hacerlo mismo en nuestros hogares.

Los miembros de la familia Smithtenían que permanecer unidos debi-do a que las persecuciones en contrade José y de ellos eran constantes. Talvez las enseñanzas y el ejemplo deMoroni le hayan servido al profetaJosé para aprender a ser testigo en unmundo inicuo. Moroni vivió en la cla-se de mundo que él predijo que exis-tiría en tiempos modernos, un “día enque habrá… asesinatos, y robos, ymentiras, y engaños, y fornicaciones,y toda clase de abominaciones”(Mormón 8:31).

Moroni también había experimen-tado la soledad y el desaliento.Después de una grande y terrible bata-lla entre los nefitas y los lamanitas, enla que todo su pueblo fue destruido,se lamentó, diciendo: “…me hallo so-lo. Mi padre ha sido muerto en la bata-lla, y todos mis parientes, y no tengoamigos ni adónde ir; y cuánto tiempoel Señor permitirá que yo viva, no losé” (Mormón 8:5). ¿Pueden percibir lasoledad y el desaliento de Moroni?

Sé que a veces muchas de nosotrastambién nos sentimos solas y sin ami-gos en un mundo inicuo; algunas denosotras pensamos que no tenemos“adónde” acudir al enfrentarnos connuestras pruebas, pero tanto ustedescomo yo no sólo podemos sobrevivir,sino salir triunfantes, como Moroni, al

esforzarnos por defender la verdad en tiempos peligrosos. ¿Qué hizo él alenfrentarse con un mundo solitario yhostil? En fiel obediencia a las instruc-ciones de su padre, terminó el regis-tro en las planchas de oro; sefamiliarizó con los escritos de los pro-fetas y, sobre todo, salió de su estadode desánimo al aferrarse a las prome-sas del Señor para el futuro; se aferróa los convenios que Dios había hechocon los de la casa de Israel para ben-decirlos para siempre.

Moroni ejerció la fe en las bendicio-nes prometidas para las generacionesfuturas. El élder Jeffrey R. Holland ex-plicó que esa gloriosa expectación delos profetas antiguos, incluido Moroni,se debía a que habían visto nuestrosdías en visión. Vieron a jóvenes fuer-tes, que guardaban sus convenios,

como ustedes, que llevarían a cabo laobra del Señor en esta última dispen-sación. El élder Holland dijo: “Los líde-res de esas épocas pasadas pudieronseguir adelante… no porque supieranque ellos tendrían éxito, sino porquesabían que ustedes lo tendrían… unacongregación magnífica de [jovenci-tas] como ustedes… en un esfuerzofirme de ver al Evangelio reinar ytriunfar” (“Terror, triunfo y una fiestade bodas”, Transmisión vía satélite, delSEI, 12 de septiembre de 2004; véasewww.ldsces.org). Nosotras tenemosesa enorme responsabilidad de llevara cabo esa “gloriosa expectación” deMoroni.

Nosotras, las que pertenecemos aLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, estamos obligadaspor convenio al Señor; Él ha dicho:

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“…yo nunca me olvidaré de [uste-des]… en las palmas de las manos[las] tengo esculpida[s]” (Isaías49:15–16; véase también 1 Nefi21:15–16).

El poder unificador y fortalecedorque los convenios tienen en nuestravida se volvió algo muy real para mícuando hace poco unos queridos amigos sufrieron una terrible pérdidaen su familia. Cuando Catherine yKimball Herrod, y sus cuatro hijitos,entre las edades de nueve meses y sie-te años, regresaban a casa después deuna cena familiar en casa de los abue-los, el neumático doble de un enormecamión que iba por el lado contrariode la supercarretera (autopista), depronto se soltó, salió volando hacia elotro lado y fue a estrellarse en la ca-mioneta familiar, del lado del conduc-tor. Kimball, el conductor, esposo ypadre, resultó gravemente herido yquedó inconsciente. De algún modo,Catherine guió el vehículo hasta un la-do de la carretera y solicitó ayuda deemergencia. Mientras observaba alequipo médico atender a su esposo ya los dos hijos mayores, se sentó enun auto de la policía, con los dos ni-ños más pequeños en el regazo, y oróen voz alta: “Padre Celestial, sabemosque tienes el poder para curar aKimball, si es Tu voluntad; pero si noes así, tenemos fe en que, de algunamanera, Tú nos darás fortaleza en to-do esto”. Kimball fue transportado porvía aérea al hospital, adonde no llegócon vida.

Una vez que se atendieron los cor-tes, las magulladuras y otras heridas le-ves de los niños, y que fueron dadosde alta del hospital y cuando ya se en-contraban descansando en casa,Catherine regresó al hospital para dar-le el último adiós terrenal a su marido.No obstante lo difícil que fue hacerlo,les dijo a sus padres que la acompaña-ban: “Sé que Kimball y yo estamos se-llados por nuestros convenios deltemplo y que algún día volveremos aestar juntos”. En la prueba más durade la vida de una joven madre, losconvenios le infundieron ánimo.

Durante el funeral, se nos recordó

el poder que tienen los conveniospara sostenernos en momentos de“tristezas y pesar”. Al entonar el últi-mo himno, oímos por encima de to-dos la voz de Taylor, el hijo de cincoaños, que cantaba en alto: “Las fami-lias pueden ser eternas” (Himnos,Nº 195). Fue un gran gozo para lacongregación saber que a un niño sele había enseñado en cuanto a losconvenios selladores que lo ataban asu padre y a su madre.

A nosotros también se nos enseñósobre el poder de los convenios en eldiscurso que pronunció el padre deCatherine, quien citó un pasaje del va-lioso registro que Moroni había selladoy que después le llevó al profeta José,recordándonos que el Evangelio nospromete una roca en las tormentas yen los torbellinos, y no un paraguas.

“…recordad… recordad que es so-bre la roca de nuestro Redentor, elcual es Cristo, el Hijo de Dios, dondedebéis establecer vuestro fundamento,

para que cuando el diablo lance susimpetuosos vientos… no tenga poderpara arrastraros al abismo de miseria…a causa de la roca sobre la cual estáisedificados, que es un fundamento se-guro” (Helamán 5:12).

La gran fortaleza que demostró lafamilia proviene del conocimiento deque están eternamente unidos el unoal otro como familia, y de que estánatados a nuestro Padre Celestial y nopueden ser separados de Él.

Al igual que Moroni, José Smith yCatherine y Kimball, nosotras tambiénpodemos salir victoriosas de las tribu-laciones, de la iniquidad y de las per-secuciones. Los convenios delsacerdocio nos atan eternamente anuestra familia terrenal y celestial, ynos arman de rectitud y poder.

¡Qué agradecida estoy de vivir enesta época grande y maravillosa en laque el Evangelio ha sido restaurado!Expreso mi testimonio y mi gratitudpor los dos grandes profetas, Moroniy José Smith, que se reunieron enaquella habitación superior y trabaja-ron juntos para sacar a luz el Libro deMormón. Para concluir, permítanmehacer eco a la gloriosa exclamacióndel profeta José en cuanto alEvangelio restaurado:

“Ahora, ¿qué oímos en el evangelioque hemos recibido? ¡Una voz dealegría!…

“…¡Alegres nuevas de Cumorah!Moroni, un ángel de los cielos, de-clarando el cumplimiento de los profetas: el libro que había de ser revelado…

“Hermanos [y hermanas], ¿no he-mos de seguir adelante en una causatan grande?… ¡Regocíjense vuestroscorazones y llenaos de alegría!…

“…Ofrezcamos, pues, como igle-sia y como pueblo… una ofrenda alSeñor en rectitud” (D. y C. 128:19,20, 22, 24).

Sé que ésta es la Iglesia deJesucristo. Ruego que permitamosque el Evangelio se arraigue profun-damente en nuestras almas a fin deque amemos y sirvamos a Dios coníntegro propósito de corazón, en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

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Recuerdo la lección de una no-che de hogar, en la que, de ni-ña, mi padre nos enseñó acerca

de la visita del ángel Moroni al profetaJosé Smith. Nos dijo que, después deuna sincera oración, un ángel se apa-reció junto al lecho de José. Era unmensajero enviado de la presencia deDios, su nombre era Moroni, y le co-municó a José que Dios tenía una obrapara él (véase José Smith—Historia1:33). Recuerdo que mi padre explicóque “José no dijo: ‘Pero ángel, yo sóloquería saber qué iglesia era la verdade-ra. ¡No sabía que tenía que hacer al-go!’ ”. Pero claro está que José debíahacer algo; él había sido llamado porel Señor.

Lo que José hizo fue extraordina-rio. Comenzó su vida como un simplecampesino, pero por su intermedio,salió a luz el Libro de Mormón y éstefue traducido, se restauraron en la tierra el sacerdocio y sus llaves, se

organizó La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días y se co-menzaron a construir los santos tem-plos. Mediante José Smith, todas lasordenanzas necesarias para que los hi-jos de nuestro Padre Celestial recibansu salvación ya están sobre la tierra.Ése era el día de los milagros que semenciona en Moroni (véase Moroni7:35–37) y de la obra grande y maravi-llosa que se predijo a Nefi siglos atrás(véase 1 Nefi 14:7).

La obra que José comenzó la conti-nuaron los primeros miembros de laIglesia que tuvieron fe en el SeñorJesucristo y en Su Evangelio restaura-do. Mediante sus labores, el Evangeliode Jesucristo comenzó a difundirsepor toda la tierra. En verdad, ellos rea-lizaron una obra maravillosa.

Pero el día de los milagros no haterminado y la obra maravillosa sigueadelante. Al bautizarnos, cada uno denosotros pasó a formar parte de esaobra.

Durante este último año, he con-versado con miembros de la Iglesia yhe visto que, por medio de la fe y dela obra de personas débiles y senci-llas, el convenio del Señor se está es-tableciendo sobre la tierra (véase D. y C. 1:17–23).

Una jovencita de Corea, que es elprimer miembro de la Iglesia de su fa-milia, mientras sujetaba firmementesu muy gastado libro del ProgresoPersonal, dijo que soñaba con teneruna familia centrada en el Evangelio.Una presidenta de las MujeresJóvenes de Armenia cumple fielmen-te con el programa de las Mujeres

Jóvenes, a pesar de no tener elManual de Instrucciones de laIglesia en su idioma.

Miembros de Rusia van al templocon regularidad; ellos ahorran su di-nero y viajan días en autobús, en treny por barco hasta llegar al templo máscercano que está en Suecia.

Mi sobrina Kimberly, de nueveaños, le habló con tanto entusiasmo asu amiga acerca de la Iglesia que éstale dijo: “Quiero inscribirme en tuIglesia. ¿Qué tengo que hacer parainscribirme en ella?”.

Los jóvenes y las jovencitas de mipropio barrio están cultivando aptitu-des y talentos de liderazgo; están dis-puestos a cantar, a tocar instrumentosmusicales, a dar discursos, a participaren proyectos de servicio y a efectuaruna gran cantidad de otras cosas con el fin de participar en esta obramaravillosa.

Un joven de Bogotá dijo: “Habloen nombre de los hombres jóvenesde Colombia. ¡Somos dignos y nos es-tamos preparando para servir!”.

He estado en lugares en donde laIglesia tiene pocos miembros y endonde tiene muchos, en donde esnueva y en donde está bien estableci-da, pero la responsabilidad de cadauno de nosotros es igual: somosparte del verdadero y restauradoEvangelio de Jesucristo; tenemos unaobra que llevar a cabo; prestamos ser-vicio de un modo sencillo, nuestrotestimonio crece y somos parte deeste día de milagros.

A lo largo de mi vida, he visto losmilagros del Evangelio restaurado.Siendo pequeña, mi familia se mudó aSão Paulo, Brasil, a donde mi padrehabía sido llamado para presidir laMisión Brasileña. Fue una época felizpara mí y un lugar magnífico para cre-cer. Uno de los juegos preferidos, tan-to para mis hermanos como para mí,era disfrazarnos y jugar a que éramosmisioneros. Pasábamos horas hacien-do nuestros propios folletos misiona-les, “predicando” y “trasladándonos”de un lado al otro del patio. Durantecinco años, las conversaciones que teníamos alrededor de la mesa, a la

Una obra para míJ U L I E B . B E C KPrimera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

El Señor envió un ángel a José Smith para que le dijera quetenía una obra que llevar a cabo. La obra continúa hoy endía con nosotros.

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hora de comer, se centraban en laobra misional; yo escuchaba con granatención las historias de fe que relata-ban los misioneros. Incluso a esa tier-na edad, sabía que yo era parte deuna gran obra.

Cuando llegamos a Brasil, había só-lo tres mil miembros de la Iglesia enese país. Recuerdo haber asistido auna Primaria muy pequeña con otrospocos niños y que cantábamos todaslas semanas las mismas cinco cancio-nes, ya que eran las únicas traducidasal portugués. Dos de mis cancionespreferidas eran “A luz divina”, o sea,“La luz de Dios” (Himnos, Nº 200) y laotra era acerca de un conejito que es-taba en medio del bosque.

En muchos sentidos, nuestra expe-riencia fue similar a la de los primerospioneros. No teníamos himnarios niláminas, ni manuales de lecciones en-viados por las Oficinas Generales de la Iglesia. Todo lo necesario para enseñar el Evangelio en portugués se

escribía e imprimía en nuestra casa dela misión. Todos nosotros, incluidoslos niños, debíamos ayudar a prepararlos boletines informativos y las leccio-nes. Nadie nos mandaba ningún ma-terial de la Iglesia. El profeta no nosenviaba presidentes de estaca ni obis-pos; ni presidentas de la Sociedad deSocorro ni programas para la juven-tud. La Iglesia en Brasil se formó conel mismo material con el que los pio-neros comenzaron. El material paraedificar la Iglesia estaba en la gente.

Durante nuestros años en Brasil, vi-mos un gran crecimiento en la Iglesia.Miles se convirtieron en Santos de losÚltimos Días; poco después la misiónse dividió, se organizaron distritos y ra-mas, y se construyeron nuevas capillas.Los miembros nuevos eran entusiastas,progresaron en fe y adquirieron másexperiencia en el Evangelio.

Mucho tiempo ha transcurridodesde entonces, y el año pasado,cuando regresé a Brasil para asistir a la

rededicación del Templo de São Paulo,supe que había ciento ochenta y sieteestacas en Brasil, y que ahora hay vein-tiséis misiones, cuatro templos y casiun millón de miembros. Imagínensemi sorpresa al entrar en un estadio lle-no con más de 60.000 miembros quese habían congregado para oír al presi-dente Gordon B. Hinckley y celebrar ladedicación del templo. Para mí fue unmilagro ver a miles de jóvenes bailan-do y cantando juntos. Al presenciar esafeliz celebración, me repetía: “¡Esto esasombroso! ¡Es un milagro! ¿Cómo su-cedió este milagro?”.

Toda esa noche me sentí maravilla-da por lo que había visto y, a la maña-na siguiente, en la dedicación deltemplo, me reuní con mi maestra dela Primaria, la hermana Gloria Silveira,y fue entonces cuando supe cómo ha-bía sucedido ese milagro. Siendo unanueva conversa, sin experiencia previaen la Iglesia, la hermana Silveira llegóa la Primaria preparada para compartir

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su sencillo testimonio y enseñarme losArtículos de Fe en portugués. Ella y suesposo, Humberto, se mantienen fie-les y, a lo largo de los años, han presta-do servicio en muchos llamamientosde la Iglesia y todavía siguen prestan-do servicio. Cuando vi a la hermanaSilveira, comprendí que la Iglesia enBrasil había crecido gracias a ella y amiles de miembros como ella. Ella y elhermano Silveira representan a perso-nas de todas partes que tienen fe en elSeñor Jesucristo y en Su Evangelio.Ellos han progresado en conocimien-to y en aptitud, y han servido en laIglesia (véase D. y C. 88:80). Han com-partido el Evangelio con sus amigos(véase D. y C. 30:5). Han trabajado enel templo (véase D. y C. 138:48). Hanenseñado principios correctos a suscinco hijos (véase D. y C. 68:28). Desus cuarenta y tres descendientes,quince han servido en misiones detiempo completo. Actualmente, susnietos se están casando en el templo ysus bisnietos son la cuarta generaciónde Silveiras que forman parte de estaobra maravillosa que empezó con JoséSmith. Gracias a ellos, la fe ha aumen-tado sobre la tierra, y son un ejemplodel milagro del que el Señor hablócuando dijo que Su Evangelio seríaproclamado por los débiles y los senci-llos (véase D. y C. 1:23), y de que porpequeños medios se pueden realizargrandes cosas” (véase 1 Nefi 16:29).

El Señor envió un ángel a JoséSmith para que le dijera que tenía unaobra que llevar cabo. La obra continúahoy en día con nosotros y la dirige elpresidente Gordon B. Hinckley, unprofeta viviente, que dijo: “Esta obraes gloriosa, y bendecirá la vida de todohombre, mujer, niño y niña que laacepte” (“El servicio misional”,Primera Reunión Mundial deCapacitación de Líderes, 11 de enerode 2003, pág. 24). “Gracias sean dadasa Dios por Su maravilloso otorgamien-to de testimonio, autoridad y doctrinarelacionados con ésta, la Iglesia restau-rada de Jesucristo” (“El maravillosofundamento de nuestra fe”, Liahona,noviembre de 2002, pág. 81). En elnombre de Jesucristo. Amén. ■

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Era “la mañana de un día hermo-so y despejado, a principios dela primavera de 1820” cuando

José Smith, de catorce años de edad,fue a la arboleda, se arrodilló en ora-ción y vio “en el aire arriba de [él] ados Personajes, cuyo fulgor y gloriano admiten descripción”. José dijo:“Uno de ellos me habló, llamándomepor mi nombre, y dijo, señalando alotro: Éste es mi Hijo Amado:¡Escúchalo!”1. ¿Se imaginan lo que eljoven José, de catorce años, habrásentido al ver a Dios el Padre y a SuHijo Jesucristo, y oír al Padre Celestialllamarle por su nombre?

Cuando fui a la Arboleda Sagrada,traté de imaginarme cómo habría sidohaber sido José Smith. En la serenidadde aquellos momentos, el Espíritu le

susurró a mi palpitante corazón que yoestaba en tierra santa y que todo loque el profeta José Smith había dichoera verdadero. En seguida, comprendícon toda claridad que todos somos losbeneficiarios de su fe, de su valentía yde su firme deseo de obedecer a Dios.Él recibió una respuesta a su humildeoración y vio al Padre y a Su HijoAmado. Allá, en la Arboleda Sagrada,comprendí que nuestro Padre Celestialno sólo conocía a José Smith por sunombre, sino que Él también conoce acada una de nosotras por su nombre,y, al igual que José Smith tuvo unaparte importante que desempeñar enesta obra grande y maravillosa, tam-bién nosotras tenemos una parte im-portante que desempeñar en éstos, losúltimos días.

¿Sabían que nuestro Padre Celestiallas conoce personalmente, por sunombre? Las Escrituras nos enseñanque eso es verdadero. De cuandoEnós fue a los bosques a orar, él mis-mo escribió: “Y vino a mí una voz, di-ciendo: Enós, tus pecados te sonperdonados, y serás bendecido”2.Moisés no sólo oró, sino que tambiénhabló con Dios cara a cara, y Dios ledijo a Moisés: “…tengo una obra parati, Moisés, hijo mío”3. El Señor sabía elnombre de Jacob y se lo cambió por elde Israel, a fin de reflejar con mayorexactitud su misión sobre la tierra4.Del mismo modo, cambió los respecti-vos nombres de Pablo, de Abraham y

Él las conoce porsu nombreE L A I N E S . D A LT O NSegunda consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Puede ser que no hayan oído al Señor llamarlas por sunombre, pero Él las conoce, individualmente, y Él sabe sunombre.

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de Sara. En Doctrina y Convenios, enla sección 25, se da a Emma Smith unabendición de consuelo y orientaciónen la vida. El Señor comienza esa ben-dición, diciendo: “Escucha la voz delSeñor tu Dios mientras te hablo,Emma Smith, hija mía…”5.

Puede ser que no hayan oído alSeñor llamarlas por su nombre, peroÉl las conoce, individualmente, y Élsabe su nombre. El élder Neal A.Maxwell dijo: “Les testifico que Dioslos ha conocido individualmente…durante mucho, mucho tiempo (véa-se D. y C. 93:23). Él los ha amado du-rante mucho, mucho tiempo. Él nosólo sabe el nombre de todas las es-trellas (véase Salmos 147:4; Isaías40:26), sino que Él sabe sus nombresy todos sus pesares y sus alegrías”6.

¿Cómo pueden llegar a saber quetanto su nombre como lo que les ha-ga falta lo conoce nuestro PadreCelestial? El élder Robert D. Hales di-jo: “Acudan a las Escrituras, arrodíllen-se en oración, pidan con fe, escuchenal Espíritu Santo… vivan el Evangeliocon paciencia y perseverancia”7.

Eso fue lo que hizo José y, gracias asu testimonio, todas sabemos que so-mos conocidas y amadas por nuestroPadre Celestial. En verdad somos “hi-jas de un Padre Celestial que nosama”8. El élder Jeffrey R. Holland nosha dicho: “…ninguno de nosotros esmenos preciado o menos valoradopor Dios que otro… Él ama a cadauno de nosotros: a cada cual con susinseguridades, afanes, imagen de símismo y todo… Él aclama a cada co-rredor y hace saber que la carrera esen contra del pecado y no de unoscontra otros”9.

Una vez que José Smith hubo reci-bido ese conocimiento, su vida no fuemás fácil. En realidad, se vio enfrenta-do con el intenso asedio tanto de lagente de su edad como de los adul-tos. La historia de José Smith constitu-ye un modelo importante para cadauna de nosotras. Podremos poner enpráctica sus enseñanzas cuando nosepamos qué hacer, cuando nos en-frentemos con la presión de la gentede nuestra edad, cuando nos sintamos

rodeadas de tentaciones o nos sinta-mos indignas o solas. ¡Podemos orar!Podemos invocar a Dios en el nombrede Su Santo Hijo Jesucristo y buscarconsuelo, orientación y guía. ¿Han te-nido alguna vez algún problema anteel cual no sabían qué hacer? José dijo:“…invadieron mi mente una seria re-flexión y gran inquietud”. Y dijo ade-más: “…a menudo me decía a mímismo: ¿Qué se puede hacer?”10.

¿Cómo recibió él consuelo y orien-tación? Estudió las Escrituras, meditóen las promesas de éstas y entonces,dijo: “…Al fin tomé la determinaciónde ‘pedir a Dios’ ”11. La respuesta querecibió aquel hermoso día primaveralcambió su vida y su rumbo. Él llegó asaber. Adquirió un testimonio deDios y de Jesucristo, y ese testimonio

le hizo posible vivir el Evangelio conpaciencia y con perseverancia. Nuncase dejó intimidar por la presión de lagente ni por la persecución, puestoque con sus propias palabras dijo:“había visto una visión; yo lo sabía, ysabía que Dios lo sabía; y no podía ne-garlo…”12. Él se mantuvo firme pormotivo de su testimonio, y ustedestambién pueden hacerlo.

Si han sentido la coacción de lagente de su edad, oren, pidan con fe ypresten oídos al Espíritu Santo, y pon-gan en práctica el Evangelio. José eramuy consciente de sus imperfeccio-nes y debilidades. De nuevo… oró.En respuesta a esa oración, le visitó elángel Moroni. José contó: “Me llamópor mi nombre, y me dijo que Diostenía una obra para mí”13.

Si oramos, el Señor nos guiará y nospreparará para realizar nuestra tarea.Un verano, mientras hacía una gira porEuropa con el conjunto de baile folcló-rico internacional de la UniversidadBrigham Young, aprendí una lecciónimportante. Me puse enferma y me lle-né de desaliento; quise abandonarlotodo e irme a casa. Nos encontrába-mos en Escocia para hacer nuestra pre-sentación a los miembros de la Iglesia,a los investigadores y a los misioneros.Fuimos a la casa de la misión para ofre-cer una oración. Al entrar, reparé enuna piedra que había en el jardín de laentrada y que tenía cinceladas las pala-bras: “Seas lo que seas, haz bien tu ta-rea”. Ese mensaje me llegó al corazóncomo un golpe eléctrico. Me parecióque la piedra me hablaba a mí y esome cambió. Comprendí en aquel ins-tante que tenía una tarea que realizarno sólo en aquella gira de baile, sino alo largo de mi vida y que era muy im-portante “hacer bien” mi tarea14.

¿Qué espera el Señor que haga-mos? Espera que desempeñemosbien nuestra parte en las últimas esce-nas del mundo antes de Su venida. Élespera que demostremos ser dignasde volver a morar con Él. Espera quelleguemos a ser como Él. Sigan elejemplo del José. Me gusta mucho elmensaje del himno que el coro acabade cantar: “Pero sin intimidarse, en su

Elaine S. Dalton, de la presidencia

general de las Mujeres Jóvenes,

recuerda cómo la alentó el mensaje

que estaba cincelado en esta piedra:

“Seas lo que seas, haz bien tu tarea”.

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Padre Celestial confió”15. Sin intimi-darse nos indica su propósito inque-brantable y su valiente resolución.José dijo de sí mismo que estaba des-tinado a “perturbar” el reino del ad-versario. Indicó: “…Parece que… eladversario sabía que yo estaba desti-nado a perturbar y molestar su rei-no”16. Por mi parte, he escrito almargen de mis Escrituras: “¡perturbaal adversario!”. Confíen en el amparode su Padre Celestial.

Cada una de nosotras desempeñaráuna parte importante si sigue el mode-lo que estableció José Smith. El Señorfortaleció a José Smith para su divinamisión. Él las fortalecerá a ustedes parasus respectivas misiones. Y hasta podráenviar a Sus santos ángeles para ense-ñarles. Ahora bien, el reto es éste: ¿Sehallarán en un lugar en el que los ánge-les puedan entrar? ¿Tendrán la quietudnecesaria para oír? ¿Confiarán en Diossin dejarse intimidar?

Vivimos en la época en la que laplenitud del Evangelio ha sido restau-rada en la tierra por conducto del pro-feta del Señor, José Smith. Vivimos enla época en la que tenemos el Libro deMormón para guiarnos. Vivimos en laépoca en la que tenemos un profetaviviente, el poder del sacerdocio sobrela tierra y el poder para sellar a fin deunir a las familias por la eternidad enlos santos templos. En verdad, éstosson “días inolvidables”17.

Es mi oración que cada una de no-sotras sea firme en la fe, que cada unapueda seguir el modelo que JoséSmith estableció para nosotras parallegar a tener un testimonio. Tambiénruego que cada una de nosotras re-presente dignamente al Salvador al to-mar Su nombre sobre sí. Él haprometido: “…como los cielos nue-vos y la nueva tierra que yo hago per-manecerán delante de mí… asípermanecerá… vuestro nombre”18.

Mi testimonio del Evangelio restau-rado de Jesucristo me ha servido deguía y de áncora en mi vida. Me sientoagradecida por estar ante ustedes hoydía y decir con todas las fuerzas de micorazón: “Te damos, Señor, nuestrasgracias por el profeta”19. Me siento

muy agradecida por la integridad deljovencito de catorce años que oró pi-diendo respuesta a sus preguntas yque después se mantuvo fiel al cono-cimiento que recibió.

Cada una de ustedes tiene una par-te que desempeñar en esta obra gran-de y maravillosa. El Salvador lasayudará y las llevará de la mano20. Éllas conoce por su nombre. De ellotestifico en el sagrado nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. José Smith—Historia 1:14, 17; cursiva

agregada.2. Enós 1:5; cursiva agregada.3. Moisés 1:6; cursiva agregada.4. Véase Guía para el Estudio de las

Escrituras, “Israel”, págs. 101–102.5. D. y C. 25:1; cursiva agregada.6. “Recordemos cuán misericordioso ha sido

el Señor”, Liahona, mayo de 2004, pág. 46.7. “Cómo recibir un testimonio del Evangelio

restaurado de Jesucristo”, Liahona,noviembre de 2003, pág. 31.

8. Véase el lema de las Mujeres Jóvenes.9. “El otro hijo pródigo”, Liahona, julio de

2002, pág. 72.10. José Smith—Historia 1:8, 10.11. José Smith—Historia 1:13.12. José Smith—Historia 1:25.13. José Smith—Historia 1:33; cursiva agregada.14. El presidente David O. McKay se sintió mo-

tivado por el mensaje cincelado en esa mis-ma piedra cuando estaba en su misión enEscocia. Posteriormente, la piedra se com-pró y se colocó a la entrada de la casa de lamisión de Escocia a fin de que fuese unafuente de inspiración para los misioneros.En la actualidad se encuentra en el Museode Historia y Arte de la Iglesia, en Salt LakeCity, Utah.

15. “Joseph Smith’s First Prayer”, Hymns,N° 26.

16. José Smith—Historia 1:20.17. José Smith—Historia 1:71, nota al pie de la

página.18. Isaías 66:22.19. Himnos, Nº 10.20. Véase D. y C. 112:10; Abraham 1:18.

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Mis queridas hermanas, tantoustedes, las que están reuni-das en el magnífico Centro

de Conferencias, como las que reci-ben esta transmisión vía satélite en to-do el mundo, les ruego que merecuerden en sus oraciones para quepueda cumplir con la medida de laresponsabilidad que descansa sobremí de dirigirles la palabra.

Hemos sido edificados e inspiradospor los mensajes de la Presidencia delas Mujeres Jóvenes, la hermosa músi-ca y el espíritu mismo de esta reunión.Se nos ha infundido un renovadoagradecimiento por el profeta JoséSmith, así como por su vida y por elEvangelio restaurado de Jesucristo.

La Primera Presidencia de la Iglesialas ama y tiene confianza en ustedes yen sus líderes. Ustedes son un ejem-plo de rectitud en un mundo que ne-cesita desesperadamente suinfluencia y su fortaleza.

Tal vez el grito de batalla de uste-des se compare a la admonición quele dio el apóstol Pablo a su amadohermano Timoteo: “…sé ejemplo delos creyentes en palabra, conducta,amor, espíritu, fe y pureza”1.

En nuestra época, la permisividad,la inmoralidad, la pornografía y el po-der de persuasión de las amistadeshace que muchos jóvenes sean echa-dos a un mar de pecado y arrojadoscontra los recortados arrecifes de lasoportunidades perdidas, de las bendi-ciones desperdiciadas y de los sueñosdestrozados.

Quisiera dejar con ustedes, selectasjovencitas, madres, líderes y asesorasde las Mujeres Jóvenes, un código deconducta que les sirva de guía seguraen esta vida terrenal y en el caminoque las lleve al reino celestial de nues-tro Padre Celestial. He dividido mi có-digo de conducta en cuatro partes:

• Tienen un patrimonio; hónrenlo.• Se enfrentarán con tentaciones;

rechácenlas.• Conocen la verdad; vivan de acuer-

do con ella.• Poseen un testimonio; compártanlo.

Primero, tienen un patrimonio;hónrenlo. Como un trueno llegan anuestros oídos las palabras del monteSinaí: “Honra a tu padre y a tu madre”2.

¡Ah! Cuánto las aman sus padres ycuánto oran por cada una. Hónrenlos.

¿Cómo honran a sus padres? Meagradan las palabras de WilliamShakespeare: “Los que no sabenmanifestar su amor, no aman”3. Hay

innumerables formas en las que uste-des pueden demostrar el amor quetienen por su madre y por su padre.Pueden obedecerles y seguir sus ense-ñanzas, ya que ellos nunca las guiaránpor mal camino. Pueden tratarlos conrespeto; ellos han sacrificado muchopor ustedes y seguirán haciéndolo.

Sean honradas con su madre y consu padre. Una de las manifestacionesde esa honradez con los padres es eltener una buena comunicación conellos. Eviten el distanciamiento y el si-lencio. El tictac del reloj se hace en-sordecedor, las manecillas de éste semueven más lentamente cuando afue-ra está oscuro, ya es tarde y la queridahija aún no ha llegado a casa. Si sehan retrasado, llamen a sus padrespor teléfono: “Mamá, papá, estamosbien. Nos hemos detenido a comer al-go. No se preocupen; estamos bien.Llegaré pronto a casa”.

Hace unos cuantos años, mientrasme encontraba con un grupo de jóve-nes en el cementerio de Clarkston,Utah, cada uno de ellos observó dete-nidamente el monumento que marcala tumba de Martin Harris, uno de losTres Testigos del Libro de Mormón.Cerca de ella, había otra lápida peque-ña en la que figuraba un nombreacompañado por esta conmovedorarima: “Una luz de nuestro hogar se hamarchado; una voz querida ya nuncamás se oirá. En el corazón un vacío haquedado que nadie jamás llenará”.

No aguarden hasta que esa luz delhogar se marche; no esperen hastaque esa voz querida deje de oírse paradecir: “Te quiero, mamá; te quiero,papá”. Éste es el momento de pensary el momento de agradecer; confío enque van a hacer las dos cosas. Tienenun patrimonio; hónrenlo.

El siguiente código de conducta:Se enfrentarán con tentaciones; re-chácenlas.

El profeta José Smith se enfrentócon tentaciones. ¿Se imaginan el ridículo, el desprecio, la burla de quedebe de haber sido blanco cuandodeclaró haber visto una visión?Supongo que tiene que haber sidocasi insoportable para el muchacho.

Sean un ejemploP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Ustedes pueden compartir su testimonio de muchas formas:por medio de lo que hablen, por el ejemplo que den y por laforma en que vivan.

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Él sabía sin duda que sería muchomás fácil retractarse de lo que habíadicho en cuanto a la visión y seguircon su vida normal. Sin embargo, no se dio por vencido y de este mo-do se expresó en cuanto al asunto:“Yo efectivamente había visto unaluz, y en medio de la luz vi a dosPersonajes, los cuales en realidad mehablaron; y aunque se me odiaba yperseguía por decir que había vistouna visión, no obstante, era cierto…había visto una visión; yo lo sabía, ysabía que Dios lo sabía; y no podíanegarlo”4. José Smith enseñó el valorpor medio de su ejemplo, se enfren-tó con la tentación y la rechazó.

Muchas de ustedes conocerán laobra Camelot. Quisiera compartir conustedes uno de mis pasajes predilec-tos de esa producción. Al escalar lasdificultades entre el rey Arturo, SirLancelot y la reina Ginebra, el rey ad-vierte: “No debemos permitir quenuestras pasiones destruyan nuestrossueños”. Esta misma súplica quisieradejar con ustedes hoy: No permitanque sus pasiones destruyan sus sue-ños. Rechacen las tentaciones.

Recuerden las palabras del Librode Mormón: “la maldad nunca fuefelicidad”5.

El siguiente consejo es esencial pa-ra su éxito y felicidad: “Escojan susamistades con cuidado”. Tenemos latendencia a volvernos como las per-sonas a las que admiramos y ellasson, generalmente, nuestros amigos.Debemos relacionarnos con personasque, al igual que nosotros, no tenganuna visión limitada de las cosas de lavida, ni tengan metas sin sentido niambiciones vanas, debemos relacio-narnos con personas que valoren lascosas que tienen mayor importancia,o sea, personas que tengan objetivoseternos.

Mantengan una perspectiva eter-na que incluya el casamiento en eltemplo. No hay escena más grata, ni momento más sagrado que el día especial en que se casen, pues en éltendrán una pequeña visión de la di-cha celestial. Estén alerta y no per-mitan que la tentación las prive de

esa bendición.Antes de tomar cualquier decisión,

háganse estas preguntas: ¿Cómo meafectará?, ¿cómo me beneficiará?, y vean que su código personal de con-ducta no recalque tanto el “¿qué pen-sarán los demás?”, sino, más bien, el“¿qué pensaré yo de mí misma?”.Déjense influenciar por la voz apaci-ble y delicada del Espíritu; tenganpresente que hace algunos años, unhombre con la debida autoridad pusolas manos sobre la cabeza de ustedesen el momento de la confirmación ydijo: “Recibe el Espíritu Santo”. Abranel corazón, abran el alma misma, a lossusurros de esa voz que testifica de laverdad. Como prometió el profetaIsaías: “…tus oídos oirán… palabra

que diga: Este es el camino, andadpor él”6.

El tenor de estos tiempos es la per-misividad. A nuestro alrededor vemoslos ídolos del cine, los héroes delmundo de los deportes —aquellos aquienes los jóvenes quieren imitar—haciendo caso omiso de las leyes deDios y justificando procederes peca-minosos, argumentando que no tie-nen mayores efectos negativos. ¡No locrean! Un día tendremos que rendircuentas y poner nuestros actos en losplatillos de la balanza. Toda Cenicientatiene su medianoche, momento al queconocemos como el día del juicio fi-nal, el gran examen de nuestra vida.¿Están preparadas? ¿Están satisfechascon su propia actuación?

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La ayuda puede provenir de mu-chas fuentes, y una de ellas es la bendición patriarcal. Tal bendicióncontiene los capítulos de su propio li-bro de posibilidades eternas. Lean subendición con regularidad, estúdienladetenidamente, déjense guiar por susadvertencias y vivan dignas de suspromesas.

Ahora bien, si alguna ha dado untraspié, hay forma de regresar pormedio del proceso del arrepentimien-to. Nuestro Salvador murió a fin deofrecernos a todos nosotros ese ben-dito don. Aunque el sendero es difícil,la promesa es real: “…si vuestros pe-cados fueren como la grana, como lanieve serán emblanquecidos”7; “…yno me acordaré más de [ellos]”8. Esmi oración que, al enfrentarse ustedescon las tentaciones, las rechacen.

A continuación en nuestro códigode conducta: Conocen la verdad; vi-van de acuerdo con ella.

Después de su visión en la ArboledaSagrada, José Smith no recibió ningunaotra comunicación durante tres años.¿Se imaginan qué sentirían si vieran aDios el Padre y a Jesucristo, Su Hijo, si

Cristo les hubiera hablado y despuésno escucharan ni una palabra durantetres años? ¿Empezarían a dudar?, ¿sepreguntarían por qué? El profeta JoséSmith no cuestionó ni dudó del Señor;había recibido la verdad y vivió deacuerdo con ella.

Mis queridas jóvenes amigas, a ustedes se las reservó para nacer enesta época en particular en la que elEvangelio de Jesucristo ha sido res-taurado en la tierra. Refiriéndose alEvangelio y al testimonio, el presiden-te Gordon B. Hinckley dijo: “Eso, quellamamos testimonio… es tan real ypotente como cualquier otra fuerzaen la tierra… Se encuentra tanto enlos jóvenes como en los viejos… Nosda la seguridad de que la vida tieneun propósito, de que hay cosas quetienen mucha más importancia queotras, de que estamos en una jornadaeterna, de que somos responsablesante Dios”9.

A ustedes, sus padres y los maes-tros de la Iglesia, les han enseñadolas verdades del Evangelio. Seguiránencontrando verdades en lasEscrituras, en las enseñanzas de los

profetas y mediante la inspiraciónque reciban al arrodillarse para pedirla ayuda de Dios.

Recuerden, la fe y la duda no pue-den existir en la mente al mismo tiem-po, porque una hará desvanecerse ala otra. Desechen las dudas, cultivenla fe, esfuércense siempre por conser-var esa fe como la de los niños capazde mover montañas y de acercar loscielos al corazón y al hogar.

Si está bien arraigado, su testimo-nio del Evangelio, del Salvador y denuestro Padre Celestial influirá en to-do cuanto hagan a lo largo de su vida.Les ayudará a determinar cómo em-pleen el tiempo y con quiénes deci-dan relacionarse. Influirá en la manerade tratar a sus familiares y en su inte-racción con otras personas. Traeráamor, paz y dicha a su vida y les ayu-dará a determinar ser modestas en elvestir y en su forma de hablar. En elúltimo año, más o menos, hemos no-tado un cambio dramático en la formaen la que algunas de nuestras jóvenesse visten. Los estilos de llevar la ropacambian; las modas van y vienen, pe-ro si tales estilos son poco recatados,

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es importante que nuestras jóveneslos eviten. Cuando ustedes se vistenmodestamente, demuestran respetohacia nuestro Padre Celestial y haciaustedes mismas. En la actualidad, enque la moda refleja el estilo de vesti-menta escasa de tela que usan algu-nos de los ídolos actuales del cine yde la música, podría ser difícil conse-guir ropa modesta en las tiendas. Sinembargo, es posible y es importante.El apóstol Pablo dijo: “¿No sabéis quesois templo de Dios, y que el Espíritude Dios mora en vosotros?… el tem-plo de Dios, el cual sois vosotros, san-to es”10. Ustedes conocen la verdad,¡vivan de acuerdo con ella!

Finalmente, ustedes poseen un tes-timonio, compártanlo. No subestimennunca la influencia trascendental queéste tiene. Pueden fortalecerse mu-tuamente; tienen la capacidad de re-parar en las personas en las que losdemás ni siquiera reparan. Si tienenojos para ver, oídos para oír y corazónpara sentir, les es posible extenderuna mano de ayuda y rescatar a gentede la edad de ustedes.

Con el fin de ilustrar eso, les voy acontar un suceso que tuvo lugar hacevarios años, cuando mi esposa estuvointernada en el hospital a consecuen-cia de una caída. Ella me pidió que fue-ra al supermercado, cosa que yo nuncahabía hecho antes. Tenía las cosas ano-tadas en una lista, entre ellas, papas.Encontré en seguida un carrito y pusevarias papas dentro; no tenía ni idea deque había bolsas de plástico para po-ner las cosas dentro. Al empujar el ca-rrito, las papas se cayeron al suelo porlas dos pequeñas aberturas que teníaen la parte de atrás. Una diligente em-pleada se apresuró a socorrerme y medijo: “¡Permítame ayudarlo!”. Traté deexplicarle que mi carrito estaba defec-tuoso. Sólo entonces se me explicóque todos tienen dos orificios en laparte de atrás para que los niños pe-queños que se sienten en el carritopasen por allí las piernecitas.

En seguida, la empleada tomó mi lista y me ayudó a buscar todo.Después, me dijo: “Usted es el obispoMonson, ¿verdad?”.

Le respondí que, verdaderamente,muchos años atrás había sido obispo.Ella siguió diciendo: “En esa época yovivía en la calle Gale, en su barrio, yno era miembro de la Iglesia. Usted seaseguró de que las jovencitas queeran miembros se pusieran en contac-to conmigo todas las semanas y mellevaran a la Mutual y a las demás acti-vidades. Eran unas jóvenes encanta-doras, cuya amistad y bondad meconmovieron. Quiero decirle que elhermanamiento que usted organizópara mi beneficio llevó a que me bau-tizara y se me confirmara miembro dela Iglesia. Ésa ha sido una gran bendi-ción en mi vida y yo le agradezco subondad”.

Ustedes pueden compartir su testi-monio de muchas formas: por mediode lo que hablen, por el ejemplo queden y por la forma en que vivan.

Ruego que cada uno de nosotrosemule el ejemplo grandioso del profe-ta José. Él enseñó la verdad; él vivióde acuerdo con la verdad; él compar-tió la verdad. Ustedes poseen un testi-monio; compártanlo.

Mis queridas hermanas, que Dios las bendiga. Las amamos y ora-mos por ustedes. Recuerden que ustedes no están solas. El Señor lesha prometido: “…yo… iré delante de

vuestra faz. Estaré a vuestra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu estará en vuestro corazón, y mis án-geles alrededor de vosotros, parasosteneros”11.

Mañana es Pascua de Resurrección.Ruego que esta víspera de la Pascuanuestros pensamientos se vuelvan aÉl que expió nuestros pecados, quenos mostró la forma de vivir, el modode orar y que demostró, mediante Suspropios hechos, la forma de hacerlo.Habiendo nacido en un establo y ha-biendo sido acunado en un pesebre,el Hijo de Dios nos invita a todos no-sotros a seguirlo. “Gozoso, canto confervor: Yo sé que vive mi Señor”12.Que Su Espíritu esté con ustedessiempre, ruego en Su santo nombre,sí, el del Señor Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 1 Timoteo 4:12.2. Éxodo 20:12.3. Véase William Shakespeare, Los dos hidal-

gos de Verona, Acto I, Escena II, Aguilar, S. A. de Ediciones, Madrid, 1997, pág. 190.

4. José Smith—Historia 1:25.5. Alma 41:10.6. Isaías 30:21.7. Isaías 1:18.8. Jeremías 31:34.9. Gordon B. Hinckley, “El testimonio”,

Liahona, julio de 1998, págs. 75–76.10. 1 Corintios 3:16–17.11. D. y C. 84:88.12. Samuel Medley, “Yo sé que vive mi Señor”,

Himnos, Nº 73.

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Al hacer de la conferencia gene-ral de abril de 2005 parte de tupropia vida y de la de tu fami-

lia, tal vez desees utilizar las siguientesideas para tu estudio personal y la no-che de hogar; o quizás desees creartus propias preguntas, actividades eideas para analizar. (Los números depágina se refieren al comienzo de losdiscursos.)

1. ¿En cuántos idiomas seha traducido el Libro deMormón? ¿Cuántos templosestarán en funcionamiento pa-ra finales del año? (pág. 4)

2. Este año celebramos elciento setenta y cinco aniversario deun importante acontecimiento y el bi-centenario del nacimiento de un pro-feta. ¿Cuál fue ese acontecimiento y

quién fue el profeta? (pág. 43)3. ¿Qué piensa el Señor sobre el

póquer, las loterías, las máquinas tra-gamonedas y otros tipos de juegos deazar? (58)

4. Se nos ha dicho que “permanez-camos en lugares santos”. ¿Cuáles sonesos lugares? ¿Por qué son santos?

¿Qué puedeshacer para es-tar seguro de

que perma-nezcan siem-pre santos?(pág. 62)

5. ¿Qué puedes hacer ahora paraser un “misionero más trabajador y defirme testimonio”? (pág. 69)

6. ¿Cuáles son las siete “cosas gran-des que Dios ha revelado” por mediodel profeta José Smith y que distin-guen a nuestra Iglesia de las demás?¿Qué verdades adicionales agregaríastú? (pág. 80)

7. ¿Cuáles son las cuatro formasque se sugieren para librarse de lapornografía? (pág. 87)

8. ¿Te sientes aveces deprimido?Fíjate en lo quehizo Moronicuando tuvo queenfrentarse con“un mundo solita-rio y hostil”. (pág.104) ■

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Una compositoraescribe: “Hazme an-

dar en la luz”, 13.

R E L AT O S PA R A L E E R Y C O M PA R T I REn los discursos de la conferencia, a partir de las páginas que aparecen a continuación,encontrarás historias que puedes relatar e impresiones que puedes compartir.

Un hombre que no veía la hora de bautizarse, 10.Una familia pionera afronta dificultades, 19.José Smith demuestra bondad hacia los niños, 26.James E. Talmage ayuda a una familia enferma, 26.Cuando era jovencito, el élder Dieter F. Uchtdorf hacía funcionar

los fuelles del órgano, 36.Los matrimonios misioneros prestan servicio por todo el

mundo, 39.Heber C. Kimball partió de junto a su familia para prestar servicio

misional, 43.A un hermano se le advierte de un peligro, 46.Marie Curie persevera hasta lograr un descubrimiento, 51.Un joven que había recibido un balazo en Haun’s Mill

presta servicio misional, 51.Unos élderes salvan a Lorenzo Snow, 51.Un hermano volvió a ser activo en la Iglesia después de no haber

permitido la entrada del obispo a su casa, 54.Un hombre trata de domar un potrillo, 69.El joven David E. Sorensen escogió prestar servicio misional, 72.Un soldado se niega a beber café, 72.Un padre de familia da un neumático de repuesto a unas perso-

nas desconocidas, 74.Una joven pierde el autobús y conoce a unos misioneros, 84.Una esposa recibe una tarjeta de Navidad de su esposo después

de la muerte de él, 99.Un líder del sacerdocio sueña acerca de un joven de su estaca, 99.Un esposo y padre muere en un accidente automovilístico, 104.

Se dirigen a nosotrosHagamos de la conferencia parte de nuestra vida

FOTOGRAFÍA DE LA SANTA CENA POR CRAIG DIMOND; FOTOGRAFÍA DEL TEMPLO DE MELBOURNE, AUSTRALIA, POR MICHAEL MILNER; FOTOGRAFÍADEL TEMPLO DE GUAYAQUIL, ECUADOR, POR EDUARDO LEDENO PÉREZ; EL HERMANO JOSÉ, POR DAVID LINDSLEY, PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

Page 119: Mayo de 2005 Liahona - liahonasud.files.wordpress.com · 4 Discurso de apertura Presidente Gordon B. Hinckley 6 El Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo—Cosas ... Bednar,

Las siguientes instruc-ciones para las leccio-nes del Sacerdocio de

Melquisedec y de laSociedad de Socorro para elcuarto domingo reempla-zan a las que se impartieronen Información para los lí-deres del sacerdocio y delas organizaciones auxi-liares sobre los cursos deestudio, 2005 al 2008.

Las reuniones delSacerdocio de Melquisedecy de la Sociedad de Socorroque se llevan a cabo el cuar-to domingo del mes se de-ben concentrar en las“Enseñanzas para nuestraépoca”. Todas las leccionesde “Enseñanzas para nues-tra época” deben enseñarseen base a los discursos de laconferencia general más re-ciente que aparezcan en larevista Liahona. Esos ejem-plares se publican en mayoy noviembre. Los discursostambién se pueden accederen línea (en muchos idio-mas) en www.lds.org.

Cada lección se puedepreparar basándose en unoo más discursos. Los presi-dentes de estaca y de distri-to pueden elegir cuálesdiscursos se deberán utili-zar, o pueden asignar esaresponsabilidad a los obis-pos y a los presidentes derama. Esos líderes del sa-cerdocio deberán hacerhincapié en que los herma-nos del Sacerdocio deMelquisedec y las herma-nas de la Sociedad deSocorro estudien los mis-mos discursos el mismodomingo. Los maestros

deberán acudir a sus líderesen busca de consejo encuanto a algún hincapié es-pecial.

Se insta a las personasque asistan a las leccionesdel cuarto domingo que lle-ven a la clase el ejemplar dela revista de la conferenciageneral más reciente. Los lí-deres de barrio y de ramase deberán asegurar de quetodos los miembros tenganacceso a las revistas de laIglesia.

Sugerencias parapreparar una lecciónbasándose en losdiscursos• Ore para que el Espíritu

Santo esté con usted amedida que estudie yenseñe el(los) discur-so(s). Es probable que aveces se sienta tentado adejar de lado los discur-sos de la conferencia ypreparar la lección utili-zando otros materiales.Sin embargo, los discur-sos de la conferenciaconstituyen el curso deestudio aprobado. Laasignación que usted tie-ne es la de ayudar aotras personas a apren-der el Evangelio y a vivir-lo, tal como se enseñódurante la conferenciageneral de la Iglesia másreciente.

• Repase el(los)discurso(s) para buscarprincipios y doctrinasque satisfagan las necesi-dades de los miembrosde la clase. Asimismo,busque en el(los) discur-

so(s) relatos, referenciasde las Escrituras y decla-raciones que le serán deayuda para enseñar losprincipios y las doctrinas.

• Haga un bosquejo de laforma en que desea en-señar los principios y lasdoctrinas; en ese bos-quejo se deberán incluirpreguntas que les ayu-den a los miembros dela clase a hacer lo si-guiente:–Buscar los principios ylas doctrinas en el(los)discurso(s) que esté enseñando.–Pensar en el significadode los principios y lasdoctrinas.–Compartir su entendi-miento, ideas, experien-cias y testimonio de losprincipios y las doctrinas.–Aplicar en su vida esos principios y esas

doctrinas.• Repasar los capítulos

31–32 de La Enseñanza:el llamamiento más im-portante.

“Lo más importante esque los miembros sientanla influencia del Espíritu,aumenten su comprensióndel Evangelio, aprendan aaplicar los principios delEvangelio en su vida y for-talezcan su compromiso devivir el Evangelio” (Guíapara la enseñanza, 2001,pág. 13).

Sírvase enviar comenta-rios sobre “Enseñanzaspara nuestra época” aCurriculum Development,50 East North TempleStreet, Room 2420, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; e-mail: [email protected]. ■

Enseñanzas para nuestraépoca

*Estos discursos se pueden acceder en línea (en muchos idiomas) en www.lds.org.

Meses

Mayo–Octubre de

2005

Noviembre de

2005–Abril de 2006

Materiales para las lecciones delcuarto domingo

Discursos publicados en la revista Liahona

de mayo de 2005*

Discursos publicados en la revista Liahona

de noviembre de 2005*

L IAHONA MAYO DE 2 0 05 117

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118

Las siguientes fuentes de consultase pueden utilizar para comple-

mentar las lecciones del SacerdocioAarónico: Manual 3 y MujeresJóvenes: Manual 3, pero no para re-emplazarlas. Las referencias a Deber aDios se refieren a las guías SacerdocioAarónico: Cumplir nuestro deber aDios y las referencias a El ProgresoPersonal se refieren al cuadernillo ElProgreso Personal para las MujeresJóvenes. Algunas de las actividadesenumeradas en las guías Deber a Diosy El Progreso Personal se pueden utili-zar durante el tiempo de la lección, oalentar a los miembros del quórum ode la clase a que las terminen en casa.En la revista Liahona, en la sección“Cómo utilizar la revista Liahona” y enLa enseñanza: El llamamiento másimportante, aparecen sugerencias adi-cionales para la enseñanza.

Tenga a bien enseñar las leccionesen el orden en que aparecen impresas.El manual no contiene una lección es-pecífica para la Navidad. Si usted deseaenseñar una lección especial sobre laNavidad, considere utilizar lasEscrituras, los discursos de las confe-rencias, los artículos de la revistaLiahona, las láminas y los himnos quese centren en la vida y la misión delSalvador.

Para buscar en línea versiones delas guías de fuentes de consulta enotros idiomas, conéctese conwww.lds.org y haga clic en el mapadel mundo y luego seleccione el idio-ma. Haga clic en la revista Liahona ydespués en el ejemplar de mayo de2005.

Para la versión en inglés de lasguías de fuentes de consulta, conéc-tese a www.lds.org y luego haga clicen “Gospel Library”. En la columnade la derecha hay enlaces que llevan alas guías de fuentes de consulta másactuales.

Las futuras guías de fuentes deconsulta se imprimirán en los ejempla-res de mayo y de noviembre de la re-vista Liahona. Las revistas de la Iglesia(en algunos idiomas) se encuentran enlínea conectándose a www.lds.org.

SacerdocioAarónico: Manual 3

Las siguientes Fuentes de consultase pueden utilizar para complementar

las lecciones 26–49, pero no para reemplazarlas.Lesson 26: Las bendiciones de laley de castidad

Gordon B. Hinckley, “Un mal trági-co entre nosotros”, Liahona, noviem-bre de 2004, pág. 59. Considere utilizarel consejo del presidente Hinckley pa-ra complementar la lección.

Richard G. Scott, “Preguntas se-rias, respuestas serias”, Liahona, sep-tiembre de 1997, pág. 28. Utilice elformato de pregunta y respuesta paraanalizar los temas acerca de la morali-dad que se mencionan en la lección.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 5.Lección 27: El cuerpo es un templo

Gordon B. Hinckley, “El consejo yla oración de un profeta en beneficiode la juventud”, Liahona, abril de2001, pág. 30. La sección “Sean lim-pios”, se podría utilizar para dar co-mienzo a la lección.

Boyd K. Packer, “Cocodrilos espi-rituales”, Liahona, octubre de 2002,pág. 8. La analogía y el relato de esteartículo ilustra las consecuencias de ladesobediencia.

Deber a Dios (Diácono),“Desarrollo académico, personal y deorientación profesional o vocacional”,Nº 12.Lección 28: Cómo resistir las tentaciones

Gordon B. Hinckley, “Un estan-darte a las naciones y una luz al mun-do”, Liahona, noviembre de 2003,pág. 82. Considere añadir el consejodel presidente Hinckley a la lección amedida que analiza la función quecumplen los profetas modernos.

James E. Faust, “La garganta deldiablo”, Liahona, mayo de 2003, pág.51. La analogía y el comentario de es-te relato le ayudarán para suplemen-tar la lección.Lección 29: Observancia del día dereposo

Earl C. Tingey, “Santificar el día dereposo”, Liahona, febrero de 1999,pág. 48. Considere utilizar este artícu-lo para dar inicio a la lección.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 2.Lección 30: El poseedor delSacerdocio Aarónico respeta a lamujer

James E. Faust, “El ser mujer: elmás alto lugar de honor”, Liahona,

julio de 2000, pág. 116. Incluya ideasacerca de los dones especiales de lamujer a la sección de la lección “Dioshizo diferentes a la mujer y al hombre”.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo cívico y social”, Nº 2.Lección 31: La elección de unacompañera eternal

Dallin H. Oaks, “Todo tiene sutiempo”, Liahona, octubre de 2003,pág. 10. Agregue la parte del artículo“Aplicaciones a nuestra vida” a la sec-ción de la lección “El momento apro-piado para el matrimonio”.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo cívico y social”, Nº 4.Lección 32: Preparación para reci-bir la investidura del templo

Howard W. Hunter, “Un pueblo de-seoso de asistir al templo”, Liahona,marzo de 2004, pág. 40. La sección deeste artículo : “El símbolo supremo delser miembros de la Iglesia” daría real-ce al análisis de la sección de la lección“Propósitos de los templos”.

Deber a Dios (Presbítero),“Actividades familiares”, Nº 10.Lección 33: El matrimonio celes-tial: una preparación para la eternidad

Richard G. Scott, “Recibe las ben-diciones del templo”, Liahona, juliode 1999, pág. 29. Considere utilizar elprimer párrafo del artículo junto conla introducción de la lección.

F. Burton Howard, “El matrimo-nio eterno”, Liahona, mayo de 2003,pág. 92. Las tres obligaciones que seanalizan en el artículo podrían realzarla presentación de la lección.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo cívico y social”, números2, 4.Lección 34: La obediencia

R. Conrad Schultz, “La obedienciade la fe”, Liahona, julio de 2002, pág. 32. El relato y las ideas sobre “Laobediencia de la fe”, podrían comple-mentar la sección de la lección: “El poseedor del Sacerdocio Aarónico quesea obediente recibirá bendiciones”.

Deber a Dios (Diácono),“Desarrollo cívico y social”, Nº 5.

Deber a Dios (Presbítero),“Actividades familiares”, Nº 1.Lección 35: Fe en el SeñorJesucristo

Gordon B. Hinckley, “Por fe anda-mos”, Liahona, julio de 2002, pág. 80.Utilice la analogía del tren para apo-yar el material de la conclusión de lalección.

L. Whitney Clayton, “Ayuda mi in-credulidad”, Liahona, enero de 2002,pág. 31. Utilice uno o dos de los rela-tos de las Escrituras que se encuen-tran en este artículo para reemplazaro complementar los relatos de lalección.

Deber a Dios (Maestro),“Actividades familiares”, Nº 1.

Lección 36: La bendición patriarcalBoyd K. Packer, “El patriarca

de estaca”, Liahona, noviembrede 2002, pág. 42. Utilice pasajesdel discurso del presidentePacker para complementar la sec-ción “¿Qué es una bendición pa-triarcal?”.

“Acerca de las bendiciones pa-triarcales”, Liahona, marzo de2004, pág. 18. Utilice el artículocomo repaso para complementarel material de la conclusión de lalección.

Deber a Dios (Maestro,Presbítero), “Actividades familia-res”, Nº 3.Lección 37: Los frutos y los donesdel Espíritu

Joseph B. Wirthlin, “Inefabledon”, Liahona, mayo de 2003,pág. 26. La explicación del élderWirthlin acerca del don delEspíritu Santo se podría utilizarpara presentar la lección.Lección 38: El amor puro de Cristo

William W. Parmley, “Ven, sígue-me”, Liahona, noviembre de 2003,pág. 93. Elija uno de los relatos de es-te artículo para ilustrar el servicio asemejanza de Cristo.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo cívico y social”, Nº 3.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo espiritual”, Nº 4.Lección 39: Deleitaos en la palabrade Cristo

Robert D. Hales, “La curación delalma y del cuerpo”, Liahona, enerode 1999, pág. 16. El consejo del élderHales acerca de la meditación se po-dría incluir en la sección de la lección“Podemos ser nutridos por la palabrade Dios”.

W. Rolfe Kerr, “Las palabras deCristo: nuestra Liahona espiritual”,Liahona, mayo de 2004, pág. 36.Considere añadir algunas ideas de esteartículo al final de la sección “El estu-dio de las Escrituras nos ayuda a acer-carnos más a nuestro Padre Celestial”.

Deber a Dios (Diácono, Maestro,Presbítero), “Actividades familiares”,Nº 1.Lección 40: La obra misional

Dallin H. Oaks, “Compartir elEvangelio”, Liahona, enero de 2002,pág. 7. Los tres puntos principalesdel élder Oaks se podrían agregar a lalección.

Gary J. Coleman, “¿Todavía estáaquí?”, Liahona, julio de 2000, pág.34. Considere incluir ejemplos de có-mo encontrar gente para enseñar.

Deber a Dios (Presbítero),“Actividades del quórum”, Nº 3;“Desarrollo espiritual”, Nº 11.Lección 41: La manera de llegar aser como nuestro Salvador

James E. Faust, “Nacer de nuevo”,Liahona, julio de 2001, pág. 68. El

Guía de fuentes de con-sulta para el SacerdocioAarónico y las MujeresJóvenes

Page 121: Mayo de 2005 Liahona - liahonasud.files.wordpress.com · 4 Discurso de apertura Presidente Gordon B. Hinckley 6 El Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo—Cosas ... Bednar,

relato de Atiati se podría agregar alanálisis acerca de la venida de Cristo.

L. Lionel Kendrick, “Fortaleza enmedio de las dificultades”, Liahona,marzo de 2002, pág. 28. La seccióndel artículo “Un Salvador personal”complementaría el análisis acerca delSalvador.Lección 42: Ser humilde y dócil pa-ra aprender

Marlin K. Jensen, “Humillarte antetu Dios”, Liahona, julio de 2001, pág.9. Use algunos de los ejemplos del ar-tículo acerca de la humildad despuésde utilizar la historia de la lección.

Athos M. Amorim, “Palabras deJesús: La humildad”, Liahona, marzode 2003, pág. 38. Considere rempla-zar el relato que se da en la leccióncon el ejemplo del Salvador y las en-señanzas sobre la humildad que seanalizan en el artículo.Lección 43: Los pensamientos y ellenguage

Robert K. Dellenbach, “El lenguajeindecente”, Liahona, septiembre de1996, pág. 28. Este artículo daría real-ce a la sección “Debemos usar un len-guaje limpio en toda circunstancia”.

“¡Peligro a la vista! Evitemos latrampa de la pornografía”, Liahona,octubre de 2002, pág. 12. Algunas delas sugerencias y citas de este artículoampliarían la parte de la lección acer-ca de mantener nuestros pensamien-tos y lenguaje limpios.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 5.Lección 44: El servicio al prójimo

“La restauración del sacerdocio: ElSacerdocio Aarónico”, Liahona, abrilde 2004, pág. 30. Se podrían utilizarideas de este artículo para demostrarcómo los poseedores del sacerdociopueden prestar servicio a los demás.

Deber a Dios, “Desarrollo cívico ysocial”, (Diácono), Nº 10; (Maestro),Nº 12.Lección 45: Al compartirlo, fortale-cemos nuestro testimonio

Adam C. Olson, “Resistiendo elpaso del tiempo”, Liahona, febrerode 2004, pág. 36. Utilice las citas delos jóvenes que se encuentran en elartículo con el fin de sugerir formasde fortalecerle el testimonio personal

Deber a Dios (Diácono),“Desarrollo espiritual”, Nº 5.

Deber a Dios (Presbítero),“Actividades del quórum”, Nº 5.Lección 46: La orientación familiareficaz

John L. Haueter, “El compañeromenor”, Liahona, noviembre de 2001,pág. 28. Sería conveniente incluir esterelato en el análisis de por qué loscompañeros deben trabajar juntos.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 3.Lección 47: La honradez

Dallin H. Oaks,

“Arrepentimiento y cambio”,Liahona, noviembre de 2003,pág. 37. Si lo desea, utilice el co-mentario que el élder Oaks haceen medio de su discurso acercade ser honrado para enseñar lasección “La honradez es la basepara todas las buenas relaciones”.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo espiritual”, Nº 1.Lección 48: La preparación paraservir mediante la educación

John K. Carmack, “El FondoPerpetuo para la Educación: Unbrillante rayo de esperanza”,Liahona, enero de 2004, pág. 32.Considere incluir este artículo alanalizar por qué una buena pre-paración académica nos preparapara conseguir empleo.

Deber a Dios (Diácono,Maestro, Presbítero), “Desarrolloacadémico, personal y de orien-tación profesional o vocacional”,Nº 1.Lección 49: Poseemos un legadomaravilloso

Russell M. Nelson, “Raíces y ra-mas”, Liahona, mayo de 2004, pág.27. Utilice si lo desea el testimoniodel élder Nelson que se encuentra enel artículo para finalizar la lección.

Deber a Dios (Diácono, Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 6.

Mujeres Jóvenes:Manual 3

Las siguientes Fuentes de consul-ta se pueden utilizar para comple-mentar las lecciones 26–47, pero nopara reemplazarlas.Lección 26: El arrepentimiento

Richard G. Scott, “Paz de concien-cia y paz mental” Liahona, noviembrede 2004, pág. 15. Considere añadir lasenseñanzas de los pasos para el arre-pentimiento de la sección de la lec-ción “El arrepentimiento proporcionapaz y felicidad”.

Henry B. Eyring, “No demores”,Liahona, enero de 2000, pág. 38.Incluya el consejo del élder Eyring ala sección “Debemos arrepentirnostodos los días”.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor “Elección yresponsabilidad”, Nº 4.Lección 27: Debemos perdonarnosa nosotros mismos

Neal A. Maxwell, “El testificar dela grande y gloriosa Expiación”,Liahona, abril de 2002, pág. 6.Considere añadir el testimonio del él-der Maxwell al analizar lo difícil queresulta perdonarse a uno mismo.

Jeffrey R. Holland, “Enseñando,predicando, sanando”, Liahona, ene-ro de 2003, pág. 12. La sección de es-te artículo “Cristo conoce el camino”podría serle de utilidad para enseñarsobre el don del perdón.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Fe”, Nº 5.Lección 28: La consagración y el sacrificio

Neal A. Maxwell, “Consagr[ad]vuestra acción”, Liahona, julio de2002, pág. 39. Utilice el consejo delélder Maxwell a medida que analiza lacita de José Smith que se encuentraen la lección.

Keith B. McMullin, “Una invita-ción con promesa”, Liahona, julio de2001, pág. 75. Considere utilizar elconsejo acera de evitar las cosas mun-danas después de la presentación delmaestro sobre las leyes celestiales.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Fe”, Nº 7.Lección 29: Un cambio de corazón

Ezra Taft Benson, “De máximo va-lor”, Liahona, febrero de 1990, pág.2. Como parte de la aplicación de lalección, incluya los párrafos de porqué el testimonio prepara mejor a losmisioneros

El Progreso Personal,“Experiencias con el ValorIntegridad”, Nº 2.

Lección 30: El estudio de lasEscrituras

Russell M. Nelson, “El vivirmediante la guía de lasEscrituras”, Liahona, enero de2001, pág. 19. Utilice las ideas delartículo para complementar lasección “Las Escrituras nos guíany nos ayudan a hacer frente a losproblemas del diario vivir”.

Julie B. Beck, “Mi alma se de-leita en las Escrituras”, Liahona,mayo de 2004, pág. 107.Considere compartir las experien-cias de la hermana Beck acercade su estudio de las Escrituras.

El Progreso Personal,“Proyecto con el Valor Fe”, puntonegro 4.Lección 31: El servicio que presta-mos en la Iglesia

Henry B. Eyring, “Con la fuerza delSeñor”, Liahona, mayo de 2004, pág.16. Comparta una de las experienciasque se mencionan en el artículo con elfin de ilustrar la disposición para elservicio en la Iglesia.

Susan W. Tanner, “Todas las cosasobrarán juntamente para vuestrobien”, Liahona, mayo de 2004, pág.104. Considere utilizar el ejemploacerca del servicio que se encuentraen el artículo.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Buenasobras”, Nº 1.Lección 32: El servicio a la comuni-dad

James E. Faust, “¿Cómo me bene-ficia a mí?” Liahona, noviembre de2002, pág. 19. Utilice uno de los rela-tos del artículo para ilustrar los ejem-plos de servicio a los demás.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Buenasobras”, Nº 6.Lección 33: Toda persona tiene unanaturaleza divina y eterna

Gordon B. Hinckley, “Cada uno... una persona mejor”, Liahona,

L IAHONA MAYO DE 2 0 05 119

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noviembre de 2002, pág. 99. El consejosobre la naturaleza divina se podríautilizar para presentar la lección.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Naturalezadivina”, Nº 1.Lección 34: Para evitar la falta dehonradez

Gordon B. Hinckley, “El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la juventud”, Liahona,abril de 2001, pág. 30. La sección del artículo “Sean verídicos” daría realce a la presentación de la lección.

Thomas S. Monson, “Paz, cálmen-se”, Liahona, noviembre de 2002,pág. 53. Utilice las dos preguntasacerca de la falta de honradez para finalizar la lección.

El Progreso Personal,“Experiencias con el ValorIntegridad”, Nº 4.Lección 35: Las decisiones que setoman sobre el noviazgo

Susan W. Tanner, “Un prenoviazgoagradable”, Liahona, octubre de2004, pág. 42. Complemente la sec-ción de la lección que habla sobre elafecto físico con los cuatro principiosde este artículo.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Elección yresponsabilidad”, Nº 2.Lección 36: Normas en el matrimonio

Gordon B. Hinckley, “¿Cómo pue-do convertirme en la mujer en quiensueño?” Liahona, julio de 2001, pág.112. Considere añadir ideas de esteartículo a la sección de la lección“Debemos ser fieles a las normas derectitud”.

Número especial dedicado alnoviazgo y al matrimonio en el tem-plo, Liahona, octubre de 2004.Repase este ejemplar para obtenerideas para complementar la lección.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Individual”,Nº 2.Lección 37: La palabra de Dios co-mo norma

Gordon B. Hinckley, “Sigamos uncurso firme”, Liahona, enero de 2005,pág. 2. Utilice la sección “Sigamos uncurso firme” después de analizar losdesafíos que afronta cada jovencita.

Jan Pinborough, “Todo lo bueno yhermoso”, Liahona, marzo de 2003,pág. 14. Utilice este artículo para ana-lizar las normas de la modestia.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Elección yresponsabilidad, Nº 2.Lección 38: Los hábitos de la buenasalud

Boyd K. Packer, “Sois templos deDios”, Liahona, enero de 2001, pág.85. Utilice las ideas de este artículopara complementar la sección de lalección “El Señor nos ha dado pautaspara el cuidado de la salud”.

El Progreso Personal, “Proyectocon el Valor conocimiento”, puntonegro 3.Lección 39: Reconozcamos nuestrovalor individual

Sydney S. Reynolds, “Él nos cono-ce; Él nos ama”, Liahona, noviembrede 2003, pág. 76. Considere añadir unrelato del artículo a la historia delCampo de Sión.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Individual”,Nº 1.

Lección 40: Debemos amarnos anosotros mismos y a los demás

“Preguntas y respuestas”,Liahona, diciembre de 2004, pág. 40.Complemente su análisis acerca deamarnos a nosotros mismos con ide-as de este artículo.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Individual”,Nº 3.Lección 41: Seamos dignas de confianza

“La administración del tiempoy el mantener el equilibrio”,Liahona, abril de 2003, pág. 33.Utilice esta lista para enseñaracerca de ser dignas de confianza.

El Progreso Personal,“Proyecto con el ValorIntegridad”, punto negro 1.Lección 42: Debemos prepararnospara aceptar los cambios

Reneé Harding, “No soy la única”,Liahona, febrero de 2004, pág. 26.Considere reemplar el relato de la lección con la experiencia deReneé.

Juli Housholder, “No es más quecabello”, Liahona, agosto de 2003,pág. 18. El artículo se podría utilizar alcomienzo de la sección “Podemosaprender a adaptarnos a los cambioscon éxito”.

El Progreso Personal,“Experiencias con el ValorIntegridad”, Nº 4.Lección 43: Las amistades

James E. Faust, “La necesidad delequilibrio en nuestra vida”, Liahona,marzo de 2000, pág. 2. Considere uti-lizar este artículo para complementarel análisis acerca de la crítica a los demás.

Richard H. Winkel, “La red de laamistad”, Liahona, agosto 2003, pág.32. La analogía de los árboles secuo-yas ayudaría al análisis sobre el hechode acercarnos a los demás.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Naturalezadivina”, Nº 7.Lección 44: Es posible llevar una vida ordenada

Richard G. Scott, “Cómo ad-quirir conocimiento y la enterezade utilizarlo con sabiduría”,Liahona, agosto de 2002, pág. 12.Las ideas que contiene este artículo podrían realzar el análisisacerca de hacer todas las cosascon prudencia y orden.

Paula J. Lewis, “Cinco formasde aliviar la tensión”, Liahona,septiembre de 2000, pág. 24. Esassugerencias se podrían utilizarcon la sección “Es posible llevaruna vida ordenada”.

El Progreso Personal,“Experiencias con el ValorIndividual”, Nº 2.Lección 45: Para escoger una ocupación

Gordon B. Hinckley, “El consejo yla oración de un profeta en beneficiode la juventud”, Liahona, abril de2001, pág. 30. Considere utilizar lasección “Sean inteligentes” para real-zar el análisis acerca de escoger unaocupación.

John K. Carmack, “El FondoPerpetuo para la Educación: Un bri-llante rayo de esperanza”, Liahona,enero de 2004, pág. 32. Agregue la in-formación que contiene este artículoa la sección “Hay ciertas pautas quepodemos seguir para escoger una carrera”.

El Progreso Personal, “Proyectodel Valor Conocimiento”, punto negro 2.Lección 46: La administración deldinero

“Hasta que sobreabunde”,Liahona, diciembre de 2003, pág. 18. Considere añadir un relatode este artículo a la sección sobre eldiezmo.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor conoci-miento”, Nº 2; “Experiencias con elValor “Elección y responsabilidad”,Nº 7.Lección 47: Los mensajes de losprofetas Santos de los ÚltimosDías

Gordon B. Hinckley, “El consejo yla oración de un profeta en beneficiode la juventud”, Liahona, abril de2001, pág. 30. Escoja consejos de esteartículo que sean apropiados para uti-lizar en la lección.

El Progreso Personal,“Experiencias con el Valor Fe”, Nº 1. ■

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Este próximo julio, el él-der Benjamín De HoyosEstrada, del Primer

Quórum de los Setenta, y susfamiliares celebrarán cienaños desde que su bisabuela,por parte de la familia de sumadre, se unió a la Iglesia en1905.

Pero la larga historia deellos en la Iglesia no provienesólo del legado familiar, sinoque son una familia de maes-tros que han sido una gran influencia en un sinnúmerode personas.

La madre del élder DeHoyos fue maestra. Dos desus tíos enseñaron en laUniversidad Brigham Young.Sus tres hermanas son maes-tras y ahora la profesión hallegado hasta la tercera gene-ración por medio de una desus hijas.

El élder De Hoyos pensa-ba ser ingeniero, pero des-pués se graduó en pedagogíay pasó 26 años en el SistemaEducativo de la Iglesia. “Lamano del Señor estuvo en midecisión de cambiar de inge-niero a maestro”, dice el élderDe Hoyos. “Todos somos

maestros en la Iglesia. Mi pro-fesión ha sido para mí un me-dio que me ha permitidoprestar un mejor servicio”.

El élder De Hoyos y su es-posa, Evelia Genesta MendivilDe Hoyos, han vivido en casitodos los estados de Méxicodurante el tiempo que él traba-jó para el SEI en calidad demaestro de seminario, de co-ordinador, de director de insti-tuto, de director adjunto deárea y de director del ÁreaMéxico Sur. En esa misma épo-ca, prestó servicio como presi-dente o consejero en cuatropresidencias de estaca; comopresidente de la Misión TuxtlaGutiérrez, México; Setenta de Área y segundo consejerode la presidencia del ÁreaMéxico Sur.

Él y Evelia contrajeron ma-trimonio el 4 de junio de 1975,en el Templo de Mesa,Arizona. Ellos y sus hijos man-tuvieron la unidad familiar du-rante todas las mudanzas y lashoras de servicio a la Iglesiapor medio del estudio de lasEscrituras en familia y planean-do tiempo para estar juntos.

A pesar de haber dejado suempleo para prestar serviciodurante todo el tiempo, no de-jó de enseñar. “Nunca se dejade enseñar o de aprender”, di-ce el élder De Hoyos. “El sermaestro es un gran privilegio”.

El élder De Hoyos nació el20 de febrero de 1953, enMonterrey, México, y sus pa-dres son Alfredo De Hoyos ySarah Estrada De Hoyos. Élprestó servicio misional en laMisión México Hermosillo. ■

Élder Benjamín De HoyosDe los Setenta

N O T I C I A S D E L A I G L E S I A

Charles W. Dahlquist IIPresidente

Dean R. BurgessPrimer Consejero

Michael A. NeiderSegundo Consejero

A. Roger MerrillPresidente

Daniel K JuddPrimer Consejero

William D. OswaldSegundo Consejero

Bonnie D. ParkinPresidenta

Kathleen H. HughesPrimera Consejera

Anne C. PingreeSegunda Consejera

Susan W. TannerPresidenta

Julie B. BeckPrimera Consejera

Elaine S. DaltonSegunda Consejera

Cheryl C. LantPresidenta

Margaret S. LifferthPrimera Consejera

Vicki F. MatsumoriSegunda Consejera

ESCUELA DOMINICAL

SOCIEDAD DE SOCORRO

MUJERES JÓVENES

PRIMARIA

HOMBRES JÓVENES

L IAHONA MAYO DE 2 0 05 121

Presidencias Generales de lasOrganizaciones Auxiliares

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“Haz lo mejor que pue-das, mientras puedas”.El élder David Frewin

Evans, del Primer Quórum delos Setenta, siempre ha recor-dado estas palabras de sabi-duría que su padre compartiódurante una época de retoscerca del final de su vida.

Todos tenemos pruebas ydificultades, pero “la clave estener fe en el Señor”, dice elélder Evans. “Él ha hecho po-sible que todos recibamos, nosólo las bendiciones eternas,sino las maravillosas bendicio-nes de paz, de felicidad y deoportunidad hoy día”. Y unavez que tenemos un testimo-nio del Evangelio, “¡debemoscompartirlo!”, nos anima.

La obra misional ha sidouna gran parte de la vida delélder Evans, empezando consu primera misión en elJapón a comienzos de la dé-cada de 1970 y de nuevomientras fue presidente de laMisión Japón Nagoya, desde1998 hasta 2001. Él y su es-posa, Mary Dee ShepherdEvans y sus ocho hijos, hancontinuado con sus esfuer-zos misionales desde que regresaron a casa en SaltLake City.

Además del servicio misio-nal, el élder Evans ha servidoen varios llamamientos, queincluyen: presidente de esta-ca cuando fue llamado comoSetenta. Anteriormente sirviócomo consejero de una presi-dencia de estaca, presidentede los Hombres Jóvenes deestaca y obispo.

Nació en Salt Lake City, el11 de agosto de 1951. Sus pa-dres son David C. Evans y JoyF. Evans. El élder Evans rápi-damente les da el mérito asus padres ejemplares. Su es-posa, Mary, con quien se casóen el Templo de Salt Lake el24 de enero de 1973, ha sidouna gran fuente de fortaleza.

Dedicado a la educaciónsuperior, el élder Evans obtuvo una licenciatura eneducación de la salud de la co-munidad y un título en dere-cho. Ha sido socio y abogadoactivo con varias firmas legalesde Utah y también ejecutivoen el negocio de la banca deinversiones.

El élder Evans sabe que lasbendiciones le seguirán acualquier vicisitud que surjaen la vida, pero él planea “se-guir adelante con fe”, tal como lo ha enseñado el presi-dente Hinckley. Cuando hace-mos eso, dice él, “en últimainstancia reconocemos que elSeñor ha estado con nosotrosy que está con nosotros”, después de hacer cuanto podamos. ■

El élder Cecil Scott Grow,del Primer Quórum delos Setenta, dice que su

testimonio empezó a florecercuando tenía siete años deedad y asistía a la EscuelaDominical. Al cantar “La ora-ción del Profeta” (Himnos, Nº14), obtuvo un testimonio deque José Smith fue un profetade Dios.

Desde aquel entonces, elentendimiento del Evangelioque tiene el élder Grow haflorecido, fortaleciendo su tes-timonio y proveyéndole unfundamento firme. “Nunca hedudado de que Jesucristo esnuestro Salvador y Redentor”,dice el élder Grow.

El élder Grow y su esposa,Rhonda Lee Patten Grow, secasaron el 10 de octubre de1969 en el Templo de SaltLake. Aunque ambos se cria-ron en la ciudad, siguen elconsejo que les diera el élderL. Aldin Porter (en aquel en-tonces representante regio-nal). Construyeron una casaen una propiedad de dos hec-táreas donde pudieron criarcaballos, vacas, gallinas y ove-jas con el propósito de culti-var en sus hijos un apreciopor el trabajo.

Posteriormente, el élderGrow y su esposa se mudarona Uruguay con sus ocho hijosdonde él sirvió como presi-dente de la Misión UruguayMontevideo.

La hermana Grow dice: “Aél se le han dado los donesdel optimismo y del entusias-mo. Es afectuoso y amorosocon las personas y ellas res-ponden a eso”.

Los padres del élder Growson Cecil Wood Grow y ElsieMay Lee Grow y nació el 5 demayo de 1948, en Moscow,Idaho. Se crió en Boise,Idaho, y vivió en Meridian,Idaho. Se graduó en laUniversidad Brigham Youngen contabilidad y trabajó endestacadas firmas de contabi-lidad y de asesoría de nego-cios antes de establecer supropio negocio de contabili-dad en sociedad. Antes de sureciente llamamiento a servira la Iglesia a tiempo completo,el élder Grow sirvió comoSetenta de Área y como presi-dente del Área Idaho.También sirvió como conseje-ro de la presidencia del ÁreaNorteamérica Noroeste, presi-dente de estaca en dos presi-dencias de estaca, presidentede misión, miembro del sumoconsejo, presidente deHombres Jóvenes de estaca,consejero de obispo y misio-nero de tiempo completo enla Misión México Sureste. ■

Élder David F. EvansDe los Setenta

Élder C. Scott GrowDe los Setenta

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El élder Richard GordonHinckley, del PrimerQuórum de los Setenta,

dice que sus sentimientosacerca de su llamamiento co-mo miembro de los Setentano son diferentes de los quesintió como un tímido diáco-no asignado para recolectar lasofrendas de ayuno o como unnuevo presidente de misión.

“Recolectar las ofrendasde ayuno era amedrentador,pero fue una gran experien-cia”, dice. “El ser llamado co-mo presidente de misión esalgo para lo que uno no pue-de prepararse totalmente.Sentí que el barco se iba ahundir durante los primerosmeses, pero después fue ma-ravilloso”.

Ahora que va a abordar sunuevo llamamiento, el élderHinckley dice que se sienteabrumado e inadecuado, pero que ha aprendido algunas cosas en su servicioanterior. “No podemos decirno a estos llamamientos.Aprendemos que cuando de-cimos sí, el Señor nos va aayudar a aprender y a desa-rrollarnos y, en el trayecto,podremos hacer una peque-ña contribución”.

El élder Hinckley nació, secrió y sigue viviendo en SaltLake City. Como presidentede misión presidió la MisiónUtah Salt Lake City.

Con un título en economíade la Universidad de Utah yuna maestría en administra-ción de negocios de laUniversidad Stanford, enCalifornia, el élder Hinckleyha sido ejecutivo o propieta-rio, o ha servido en mesas deasesoramiento, de varias em-presas y organizaciones regio-nales y nacionales de riesgo.Sirvió como misionero enAlemania y ha viajado en for-ma extensa.

Como presidente de mi-sión presidió a misioneros de42 países y de 46 estados delos Estados Unidos. “Sentimosque era una misión interna-cional”, dice. Acerca de la ex-periencia, declara: “Me diouna enorme confianza en elfuturo de esta Iglesia”.

El élder Hinckley tambiénha servido como sellador enel Templo de Salt Lake, presi-dente de estaca, consejero dedos presidencias de estaca ydos veces obispo. Nació el 2de mayo de 1941 y sus padresson Gordon Bitner Hinckley yMarjorie Pay Hinckley. Él y suesposa, Jane Freed Hinckley,se casaron el 28 de julio de1967 en el Templo de SaltLake y tienen cuatro hijos. ■

En la universidad, el élderPaul Vere Johnson, delPrimer Quórum de los

Setenta, se preparaba para lafacultad de odontología y ha-cía planes para hacerse cargodel consultorio de su padre.

Él también estaba ense-ñando en la misión de capaci-tación de idiomas, precursoradel Centro de CapacitaciónMisional. El élder Johnson nose acuerda de ningún mo-mento en el que no haya sabi-do que la odontología ya noestaba en su futuro, pero sírecuerda la reacción de dospersonas importantes cuandoél les dijo que el enseñar en seminario estaba en su futuro.

Primero, la de su padre: “Sihubiese escogido algo dife-rente hubiera sido maestro”.

La segunda fue la de sunovia. Ella empezó a llorar. Ensecreto había deseado casarsecon un maestro de seminariodebido a una familia que unavez conoció. A ella siempre lehabía agradado el sentimien-to en su hogar.

El élder Johnson nació enGainesville, Florida, el 24 dejunio de 1954 y sus padresson Vere Hodges Johnson y

Winefred Amacher Johnson.Se crió en Logan, Utah, y con-trajo nupcias con Leslie JillWashburn en el Templo deLogan, Utah, el 18 de agostode 1976.

El élder Johnson obtuvouna licenciatura en zoologíade la Universidad BrighamYoung, una maestría en orien-tación y asesoramiento deBYU y un doctorado en tec-nología pedagógica de laUniversidad Utah State.

El élder Johnson enseñóseminario durante 12 años enArizona y en Utah. Desde en-tonces ha trabajado en variospuestos de desarrollo del curso de estudios y de admi-nistración en el SistemaEducativo de la Iglesia en SaltLake City, incluyendo el ser eladministrador de educaciónreligiosa.

Sus años de trabajo con losjóvenes y con los jóvenesadultos le han enseñado porlo menos una cosa: el futurode la Iglesia es brillante. “Losprofetas se refieren a esta ge-neración y lo que dicen esverdad. En la Iglesia hay jóve-nes extremadamente fuertes”.

Antes de ser llamado co-mo miembro de los Setenta,el élder Johnson sirvió comoSetenta de Área, consejero deuna presidencia de estaca,miembro del sumo consejo,obispo y presidente de losHombres Jóvenes de barrio.Fue misionero en la MisiónNoruega Oslo. ■

Élder Richard G. HinckleyDe los Setenta

Élder Paul V. JohnsonDe los Setenta

L IAHONA MAYO DE 2 0 05 123

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No es ninguna sorpresaque el élder PaulEdgard Koelliker, del

Primer Quórum de losSetenta, como padre de sietehijos y ex director ejecutivodel Departamento de Templosde la Iglesia, crea que la familiaes todo y que todo de lo quese trata el templo es nutrir yapoyar a la familia.

“El Señor, en Sus entraña-bles misericordias, ya ha ben-decido nuestra vida”, dice elélder Koelliker. “Tenemosreuniones familiares periódi-cas y asistimos al templo.Nuestros hijos cuentan con eldon que tiene el abuelo paracontar historias y nos hacenreír durante horas”.

Nació el 12 de marzo de1943, en Pittsburg, Californiay es el mayor de los cinco hi-jos de Edward C. y Lois B.Olson Koelliker. La familia semudó a Salt Lake City, Utah,en 1945.

El élder Koelliker asistió ala secundaria con su futuraesposa, Freda Ann Neilson,pero no salieron juntos sinohasta que fueron alumnos dela Universidad de Utah en1964. Para ese entonces, el él-der Koelliker había regresado

de su misión en Berlín,Alemania. Él y Ann se casaronen el Templo de Salt Lake el18 de marzo de 1966.

De su misión, él dice:“Conocimos a personas quehabían sido expulsadas de sushogares. El significado de lafamilia se me hizo evidente alenseñar a familias cuyos pa-dres estaban en el otro ladodel Muro de Berlín”.

Estando agradecido porlas oportunidades de serviren la Iglesia como presidentede estaca y obispo, el élderKoelliker reconoce que esasexperiencias le ayudaron aprepararse para su trabajo enel Departamento de Templos.

“Me encanta servir en elDepartamento de Templos”,dice el élder Koelliker, quien,con un título en administra-ción de negocios, ha trabaja-do para la Iglesia en variospuestos desde 1966. “Se hanconstruido sesenta y nuevetemplos desde que he estadoen este puesto. He sido testi-go presencial de lo que pien-sa el presidente Gordon B.Hinckley y de su energía.Creo que su corazón está enla obra de los templos y loapoyo en este sagrado encar-go. Él es un hombre especial-mente preparado para estostiempos y es un recurso de laverdad. Mi testimonio acercade su llamamiento proféticoes fuerte”. ■

Debido a que la vida delélder Paul Pieper, delPrimer Quórum de los

Setenta, ha transcurrido tra-bajando y desarrollando uni-dades de la Iglesia, tiene unfuerte testimonio de la guíadel Señor en el crecimientodel reino.

“El Señor conoce a quién yqué se necesita para el creci-miento de Su reino y preparael camino”, dice el élderPieper. “Él nos brinda el privi-legio de participar si tenemosun corazón y una mente dispuestos”.

Cuando el élder Pieperservía como presidente de ra-ma, tuvo el sentimiento dellamar como consejero a unhombre menos activo. Aquelhombre es ahora presidentede estaca y ha apoyado el re-establecimiento de la Iglesiaen Nicaragua. El élder Pieperha visto que se ha repetidoeste patrón en otros países enlos que ha servido.

Durante los pasados seisaños, el élder Pieper y su fa-mita han vivido en la antiguaUnión Soviética y han sidotestigos del surgimiento de laIglesia en Kazajstán y en otrospaíses de la parte central de

Asia. Al momento de recibirsu llamamiento, el élderPieper servía como presiden-te de la Misión Rusia SanPetersburgo. “Ésta es laIglesia del Señor”, dice el él-der Pieper. “Él la ama y deseadifundirla en todo el mundo”.

Aparte de darle el mérito asus padres y a sus abuelos, elélder Pieper le da el mérito asu esposa, Melissa TuttlePieper, con quien se casó el 7de noviembre de 1979 en elTemplo de Salt Lake, y a susseis hijos, por haber recibidode ellos la ayuda para desa-rrollarse como digno padre yposeedor del sacerdocio.

El élder Pieper nació el 7 de octubre de 1957 enPocatello, Idaho. Sus padresson Dee Myers Pieper yNorma Bowen Pieper. Estudiórelaciones internacionales enla Universidad BrighamYoung y después obtuvo unalicenciatura en ciencias políti-cas de la Universidad de Utahdonde también recibió su tí-tulo en derecho. Ha trabajadocomo abogado y asesor dedesarrollo internacional.

Ha servido en una presi-dencia de estaca, en sumosconsejos, en presidencias derama y como misionero detiempo completo en la MisiónMéxico Monterrey. ■

Élder Paul E. KoellikerDe los Setenta

Élder Paul B. PieperDe los Setenta

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La fe y la obediencia, es-tos dos principios, hansido primordiales en la

vida del élder Ulisses Soares,del Primer Quórum de losSetenta.

Oriundo de São Paulo,Brasil, el élder Soares y su es-posa, Rosana FernandaMorgado Soares, viajaron devez en cuando a los EstadosUnidos para ser capacitadocomo director de asuntostemporales del Área BrasilSur. Con el compromiso deasistir a la Iglesia cada vez queviajaban, los Soares recuerdanun domingo cuando un buensamaritano les extendió suamistad en la Iglesia. Muyagradecidos por ese amigoinstantáneo, el élder y la her-mana Soares se dieron cuentade una bendición adicionalcuando esa noche necesita-ron la ayuda de él otra vez. Lahermana Soares, que espera-ba un bebé, sufrió un abortoespontáneo.

Con lágrimas, el élderSoares recuerda: “No conocíaa nadie; no conocía el sistemamédico, pero el Señor nosprotegió”. Su nuevo amigoprobó ser la respuesta delSeñor a sus oraciones,

ayudándolos a conseguir eltan necesario cuidado médi-co. “Fuimos protegidos”, tes-tifica el élder Soares, “porqueasistimos a la Iglesia ese día”.

Él ha servido en varios lla-mamientos, incluyendo presi-dente de misión, presidentede estaca, miembro del sumoconsejo y misionero en laMisión Brasil Río de Janeiro.También ha obtenido una maestría en administraciónde empresas y dos licenciatu-ras: en negocios y contabili-dad, y en economía.

Sus padres sonApparecido y MercedesCarecho Soares, y nació el 2de octubre de 1958, en SãoPaulo, Brasil. El élder Soaresaprendió de ellos la impor-tancia de obedecer los man-damientos del Señor. Se sellóa su esposa, Rosana, en elTemplo de São Paulo Brasil, el30 de octubre de 1982 y hansido bendecidos para criar atres hijos. Su familia reside enBountiful, Utah.

El élder Soares está porsiempre agradecido por lasbendiciones que ha recibidomediante la obediencia y la feen nuestro Padre Celestial y enSu Hijo, Jesucristo. “Es todauna maravilla ver cuánto po-demos progresar mediante laExpiación. Si la aplicamos confe”, dice él, “tendremos una vida feliz, para siempre”. ■

Casi desde que se unió ala Iglesia en 1962, el él-der Won Yong Ko, del

Segundo Quórum de losSetenta, dice que le ha costa-do llenar sus trajes, pero quesus retos no han provenidode un sastre telestial.

“Mis llamamientos siem-pre han sido más grandes quemi capacidad”, dice él. “Cadallamamiento parece ser untraje más grande de lo quepuedo usar, pero siempre hetratado”.

El élder Ko nació el 15 deoctubre de 1945, en Busan,Corea. Sus padres son ChangSoo Ko y Sang Soon Lee. Elpertenecer a la Iglesia en losaños 1960 no fue fácil porquehabía muchas ideas falsas quea menudo perpetuaban losmedios de comunicación.Pero el élder Ko aprendióque el Señor honra a quieneslo honran a Él. El ser miem-bro de la Iglesia le ayudó ensu asignación militar que du-ró tres años y después, a me-dida que avanzó desdeingeniero de sistemas hastagerente general y presidentedel directorio.

El élder Ko ha servido co-mo presidente de estaca,

representante regional y, másrecientemente, como Setentade Área donde fue asignadocomo segundo consejero dela Presidencia del Área AsiaNorte desde 2003.

El élder Ko y su esposa,Eun Hee Kim Ko, se casaronel 1 de abril de 1978 y se sella-ron en el Templo de Seúl,Corea. Él dice que su esposay sus dos hijos han sido unimportante apoyo y tambiénle da el mérito al Salvador porapoyarlo en sus llamamientosy retos.

“Él no tenía que hacerlo,pero Jesucristo descendió aun nivel que nadie más ha ex-perimentado para que Él pue-da entender nuestrosufrimiento, nuestros retos ynuestras dificultades”, dice elélder Ko. “Él en verdad esnuestro Salvador y Redentor”.

El élder Ko dice que tieneque apoyarse en el Salvador alaventurarse en su nuevo lla-mamiento y tratar de llevarotro traje que parece ser muygrande.

“No he buscado este lla-mamiento”, dice el élder Ko.“Viene del Señor, así que Élme ayudará si le sirvo ‘con lamira puesta únicamente en lagloria de Dios’ (D. y C.4:5).Amo esa frase. Ése es mi compromiso. Ése es mi testimonio de los 40 añostranscurridos”. ■

Élder Ulisses SoaresDe los Setenta

Élder Won Yong KoDe los Setenta

L IAHONA MAYO DE 2 0 05 125

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Al crecer en Alemaniacomo integrante de laúnica familia miembro

de la Iglesia de su pueblo, elélder Wolfgang Heinz JürgenPaul, del Segundo Quórumde los Setenta, cultivó la apti-tud para mantenerse firme enuna posición y defenderla.

Mientras sirvió en las fuer-zas armadas, el testimonio delélder Paul se fortaleció me-diante el estudio intensivo delLibro de Mormón y la oración.

“Después que obtuve mitestimonio propio, apliqué ami vida la máxima de ponersiempre al Señor primero”, di-ce el élder Paul. “Sé que cuan-do pongo al Señor primero, elresto cae en su lugar”.

El élder Paul también diceque ese testimonio fortaleci-do le sirvió para concentrarseen las cosas que le eran másimportantes en la vida. Se tra-zó el cometido de casarse conuna joven que fuese miembrode la Iglesia, de criar a sus hi-jos en el Evangelio y de con-centrarse en las cosascorrectas.

El élder Paul demostró serfirme en esos cometidos.Contrajo matrimonio conHelga Klappert, el 2 de abril

de 1964, en el Templo deBerna, Suiza, y criaron a sustres hijos en el Evangelio. Sucometido de concentrarse enlo correcto continúa.

El élder Paul ha servidocomo Setenta de Área en elÁrea Europa Central. Se gra-duó de la Academia delGobierno Federal deAlemania y trabajó como ofi-cial gubernamental. Hace po-co se jubiló y también fueempleado de la Iglesia en di-versos puestos de gerencia yde administración en Europa.

Su experiencia en la Iglesiaincluye su servicio comoSegundo Consejero de laPresidencia del Área EuropaEste, como representante re-gional, presidente de misión,consejero de una presidenciade estaca, presidente de losHombres Jóvenes de estaca,obispo, líder de grupo de su-mos sacerdotes, presidentede rama y presidente de quó-rum de élderes.

En 1988, el élder Paul fuellamado a servir como presi-dente de la Misión AlemaniaHamburgo. En marzo de1989, su llamamiento cambióy sirvió en el otro lado delMuro de Berlín hasta 1991,como el primer presidente dela Misión Alemania Dresden.Nació el 28 de febrero de1940, en Muenster, Alemania.Sus padres fueron JohannPaul y Berta Starbati Paul. ■

En los casi 10 años en losque el élder LowellMiller Snow, del

Segundo Quórum de losSetenta, ha servido como mi-sionero de tiempo completo,ha cultivado un testimoniodel poder de la Expiación yde la importancia de la obramisional.

“Todo lo bueno que tengoen mi vida se debe a laExpiación”, dice el élderSnow. “Por esa razón me gus-ta tanto la obra misional.Quiero que los demás experi-menten las mismas bendicio-nes que yo he recibido”.

Él se siente agradecido por quienes han bendecidosu vida. “Cuando crecía, mi familia enseñaba y vivía elEvangelio”, dice el élderSnow. “Mi esposa es conversaa la Iglesia con un testimoniomaravilloso. Los líderes delsacerdocio, los maestros, mishermanos mayores, los obis-pos, los presidentes de mi-sión y los presidentes deestaca, todos ellos me hanguiado y elevado”.

Aunque el élder Snow haservido en muchos llama-mientos, para él sus funcio-nes más importantes son ser

“papá, esposo y discípulo deCristo. Ésas son las únicas co-sas que me interesan”.

El élder Snow nació el 2de enero de 1944, en SaintGeorge, Utah. Sus padres sonRulon A. y Marian M. Snow.Conoció a su esposa, TamaraAnn Means Snow, cuandoambos estudiaban en laUniversidad Brigham Young;se casaron el 8 de septiembrede 1966, en el Templo de LosÁngeles, California, y tienencinco hijos.

El élder Snow servía comoSetenta de Área en el ÁreaUtah Norte antes de ser lla-mado a servir como miembrode los Setenta de tiempocompleto. Se graduó en laUniversidad Brigham Youngcon un título en zoología yquímica, y obtuvo la maestríaen guía y orientación de laUniversidad Wayne State y untítulo en derecho en laUniversidad de Utah. Ha tra-bajado como abogado y ase-sor de negocios.

El resto del servicio del él-der Snow en la Iglesia incluyeel de secretario ejecutivo deárea, director de recepcionesde la Iglesia, presidente demisión, presidente de losHombres Jóvenes de estaca yde barrio, consejero de unapresidencia de estaca, obispo,consejero de obispo, presi-dente de rama y misionero detiempo completo en la MisiónAlemania Oeste. ■

Élder Wolfgang H. PaulDe los Setenta

Élder Lowell M. SnowDe los Setenta

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La obra misional siempreha sido una gran partede la vida del élder Paul

Kay Sybrowsky, del SegundoQuórum de los Setenta.Cuando era joven sirvió comomisionero en la Misión delGran Canadá, desde 1964 has-ta 1966. El año pasado fue re-levado como presidente de laMisión Canadá TorontoOeste. Aún ahora, el amor delélder Sybrowsky por la obramisional es evidente en la vi-da de sus hijos.

El élder Sybrowsky y su es-posa, Lynne Prior Sybrowsky,son padres de nueve hijos.Mientras que dos todavía vi-ven con ellos, siete han servi-do o sirven en misiones en laactualidad.

“Pienso que si los jóvenesy las jóvenes supieran el valordel servicio misional sabríanque es una de las cosas másvaliosas que una persona pue-de realizar”, dice el élderSybrowsky. “Mi primera mi-sión fue un ancla en mi vida;fue un cimiento”.

Dice que ha sido “maravi-lloso” ver a sus hijos servir enmisiones y atribuye muchodel deseo de ellos de servir alcometido de su esposa de

orar, estudiar las Escrituras,comer y realizar la noche dehogar en familia.

Aunque el élderSybrowsky se crió en una fa-milia menos activa, su testi-monio del Evangeliorestaurado siempre se mantu-vo firme. “Siempre he sabidoque Cristo vive; ese don deun testimonio lo obtuvecuando era muy joven”, dice.“Ese testimonio se ha fortale-cido mediante muchos mila-gros y experiencias quepromueven la fe”.

El élder Sybrowsky nacióen Salt Lake City, el 22 deagosto de 1944. Sus padresson Paul H. Sybrowsky y BettyAnn Sybrowsky. Él y su esposase casaron en el Templo deSalt Lake el 15 de mayo de1968.

Cursó estudios en laUniversidad Brigham Young yse graduó con una licenciatu-ra en ciencias sociales. Ha tra-bajado como ejecutivo enmuchas empresas multinacio-nales de servicios informáti-cos y de desarrollo desoftware, y en la actualidadtiene su propio negocio. El él-der Sybrowsky ha servido enla Iglesia como presidente deestaca, consejero de una pre-sidencia de estaca, comomiembro de sumo consejo ycomo obispo. ■

La undécima presidentageneral de la Primaria,Cheryl Clark Lant, sabe

cómo trabajar con los niños.“Mi vida entera me ha prepa-rado”, dice, lo que incluye asu familia, su instrucción aca-démica, su profesión y sus lla-mamientos anteriores en laIglesia. Ella dice que el Señorsabe lo que tiene reservadopara nosotros y que “nos guíaen nuestra vida, si tenemos eldeseo, mediante experienciasque nos preparan”.

En parte, dicha prepara-ción se dio mediante la crian-za de nueve hijos. “Cuandonuestros hijos eran peque-ños, les contábamos cuentosa la hora de dormir”, dice lahermana Lant, y los niñospreguntaban: “¿Ese cuento esreal?”. Nos les tomó a los Lantmucho tiempo para decidir:“Utilicemos ese tiempo paraenseñar la verdad a nuestroshijos” y en lugar de cuentos,comenzaron a narrarles rela-tos de las Escrituras.

“Cuando contamos unahistoria de las Escrituras a lahora de ir a dormir, el si-guiente día, cuando un niñoquiere tomar sus propias decisiones y no seguir el

consejo de ustedes, le pue-den decir: ‘¿Quieres ser comoNefi o como Lamán yLemuel?’. Los niños estable-cen la relación”.

Sus padres son CharlesVerl y Vivian Keller Clark, ynació el 30 de enero de 1944.Creció en Provo, Utah, y asis-tió a la Universidad BrighamYoung donde estudió desa-rrollo del niño en la primerainfancia. El 17 de septiembrede 1963 contrajo nupcias consu amor de la escuela secun-daria, John Glenn Lant hijo,en el Templo de Salt Lake.Juntos fundaron un jardín deinfantes grande y elaboraronun exitoso sistema de ense-ñanza basado en la fonética.

“Me gustan mucho los ni-ños”, dice ella. “Su corazón estierno, pero su espíritu esfuerte”.

Ella cree que, al enseñarlesel Evangelio a los niños, sen-cillamente se les hace recor-dar la verdad que su espírituya conoce. “Nunca subesti-men la capacidad de los niñospara sentir el Espíritu y enten-der las cosas espirituales”.

La hermana Lant ha servi-do como miembro de la mesa directiva general de laPrimaria, como presidenta dela Primaria de barrio y de esta-ca, consejera de una presiden-cia de la Sociedad de Socorrode estaca, presidenta de lasMujeres Jóvenes de barrio ycomo maestra de la Primaria.Espera con anhelo servir en laorganización que procura“bendecir la vida de los niñosde tal manera que sepan queson hijos de Dios”. ■

Élder Paul K. SybrowskyDe los Setenta

Cheryl C. LantPresidenta General de la Primaria

L IAHONA MAYO DE 2 0 05 127

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Madre de siete hijos,Margaret SwensenLifferth recalca que

los padres deben estar pre-sentes en todos los momen-tos pequeños de la vida desus hijos. Ella se acuerda delmomento en que uno de sushijos, de cuatro años, entróllorando en la casa despuésde haber tenido un desacuer-do con uno de sus compañe-ros de juego. “Lo acerqué ami regazo y le dije: ‘¿Qué po-demos hacer?’. Pensamos enllevar un plato con galletas asus amigos y se resolvió elproblema.

“Son los breves momentoscomo aquél que en verdadson los momentos para ense-ñar, que fijan el ejemplo de laforma en la que nuestros hi-jos le van a hacer frente almundo”, dice ella.

La hermana Lifferth nacióel 30 de marzo de 1947, enWashington, D.C. Sus padresson Jenny Romney Swensen yAlbert Swensen. Creció enProvo, Utah, y obtuvo un títu-lo en inglés en la UniversidadBrigham Young. El 16 deagosto de 1968 contrajo nup-cias con Dennis Lifferth en elTemplo de Salt Lake.

Desde que era niña, la her-mana Lifferth ha tenido untestimonio de la oración, re-forzado por experiencias sen-cillas. Por ejemplo, en unaoportunidad, sus padres sehabían ido al templo y la jo-ven Margaret estaba acostaday preocupada por la seguridadde ellos debido al mal tiempo.Se había quedado con tosdespués de un resfrío y sinpoder dormir. “Recuerdo queme bajé de la cama como pu-de, me arrodillé y oré paraque dejara de toser y para quemis padres llegaran a casa sa-nos y salvos”, dice ella. Paróde toser y pudo dormir tran-quilamente. A la mañana si-guiente se dio cuenta de quesus padres sí habían llegadosanos y salvos a casa.

“El Padre Celestial ama alos niños y contestará sus ora-ciones y los fortalecerá paraque le hagan frente a los re-tos de su época”, dice la her-mana Lifferth. “La Primaria lesayuda a los niños a adquirirese entendimiento al guardarlos mandamientos, hacer con-venios y seguir el plan delPadre Celestial”.

La hermana Lifferth ha ser-vido como miembro de lamesa directiva general de laPrimaria, como consejera dela presidencia de la Sociedadde Socorro de estaca y comoconsejera de la presidenciade la Primaria de barrio. ■

La hermana Vicki FujiiMatsumori asistió a laPrimaria aun antes de

ser miembro de la Iglesia. Suspadres querían que asistiera auna Iglesia cuando era niña ysu casa en Murray, Utah, esta-ba cerca de un centro de reu-niones de La Iglesia deJesucristo de los Santos de losÚltimos Días.

“Siempre supe que eraverdad”, dice la hermanaMatsumori. Cuando se enteróacerca del diezmo, ella quisopagarlo. Cuando se enteródel ayuno, ella quiso ayunar.Cuando cumplió sus ochoaños, quiso bautizarse.

Sin embargo, cuando lespidió permiso a sus padrespara bautizarse, GeorgeYasuyuki Fujii y YoshieMatsumoto Fujii, le dijeronque deseaban que ella supie-ra más acerca de la Iglesia a laque se iba a unir. Su padre co-nocía la Iglesia un poco y ledijo que ella debería aprenderlos Artículos de Fe antes de laentrevista con el obispo parasu bautismo. Así lo hizo.

El obispo no le pidió querecitara ninguno, pero la her-mana Matsumori todavía ate-sora el conocimiento del

Evangelio que obtuvo cuandoasistía a la Primaria.

Sus padres siguieron apo-yándola tanto a ella como asu hermana menor en su asis-tencia a la Iglesia y finalmentese unieron a la Iglesia cuandola hermana Matsumori asistíaa la escuela secundaria.

La hermana Matsumori na-ció el 15 de diciembre de1950, en Murray, Utah; asistióa la escuela secundariaGranite y después de graduóde la Universidad de Utahcon una licenciatura en perio-dismo e inglés en 1973.También obtuvo su certifica-ción de docencia y enseñó enla escuela secundaria y tam-bién en otros establecimien-tos educativos.

El 6 de junio de 1973 se ca-só con James Matsumori en elTemplo de Salt Lake. Tienendos hijas y un hijo. Ella diceque su llamamiento como ma-dre es el llamamiento que me-jor la ha preparado para sullamamiento como segundaconsejera de la PresidenciaGeneral de la Primaria. Entreotros llamamientos que la hanayudado a prepararse se cuen-tan el haber sido maestra dela Primaria, presidenta de laPrimaria de barrio y líder delobatos de los Scout. Tambiénha servido en la mesa directi-va general de la Primaria du-rante más de cinco años. ■

Margaret S. LifferthPrimera Consejera de la Presidencia Generalde la Primaria

Vicki F. MatsumoriSegunda Consejera de la Presidencia Generalde la Primaria.

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Maid of Iowa (La doncella de Iowa), por Joseph Brickey.

El profeta José Smith da la bienvenida a los conversos británicos que viajaron por el río Misisipí, desde Nueva Orleáns, Luisiana,

hasta Nauvoo, Illinois, a bordo del vapor Maid of Iowa. Capitaneado por el dinámico galés Santo de los

Últimos Días, Dan Jones, el vapor Maid of Iowa sirvió a los santos entre 1842 y 1845.

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“Cuán bello es ver desenvolverse

el modelo de la restauración,

que llevó a la organización

de la Iglesia en el año 1830,

cumpliéndose esta semana

175 años”, dijo el presidente

Gordon B. Hinkley en la

Conferencia General Anual

Nº 175, que se llevó a cabo

del 2 al 3 de abril de 2005.

“El nombre mismo de la Iglesia

provino por revelación. ¿De

quién era la Iglesia? ¿De José

Smith? ¿Era de Oliver Cowdery?

No, era la Iglesia de Jesucristo,

restaurada en la tierra en estos

últimos días”.