DIOSY

MAYA ILUSIÓN

RECREACIÓN

DE UN CUENTO HINDÚ

VYASA ISHAYA

e

Dios y

Maya Ilusión

o uno muy antiguo que sólo creció a tr avés denuevas experiencias.

Ojalá que la voz que lo dictó resuene en us-tedes y les haga recordar quiénes son y qué par-te les toca jugar en este mar avilloso juego. Séque al final sabrán de quién se trata.

¡Ah! Por favor, no se crean el juego…; ¡sólojuéguenlo!

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Vyasa Ishaya

EN EL PRINCIPIO sin principio Dios esta-ba solo. Vagaba solo por Sí y en Sí en

la totalidad indiferenciada que era Él mismo. Noexistía nadie más que Él en la soledad.Y en estasola soledad de Dios en Sí mismo se amaba conun gozo indecible. Pero no sabía cómo demos-trarse su Amor. Era un niño inocente que le en-cantaba jugar a solas Consigo. Llegó un instan-te en esa eternidad sin Conciencia de Sí en elque deseó tener con quién jugar. Y se dio cuen-ta, al moverse en su infinita quietud, que podíacrear y creó a un ser llamado Maya Ilusión. Y ledijo:

—Te creé para que juguemos juntos el juegoque tú prefieras.

—Ahora sí —le dijo a Maya Ilusión— ya te-nemos dónde jugar.

Ésta estaba asombrada contemplando la Crea-ción de Dios.

—Bien, te estoy esperando —le dijo Dios, sa-cándola de su embeleso—; ya deseo que empece-mos a jugar.

Maya Ilusión se lo quedó mirando unos ins-tantes muy emocionada, y le contestó:

—Ya sé a qué vamos a jugar y adónde . Megusta aquel planeta azul para que sea nuestro cam-po de juego. Pero tienes que crear en él infinidad deseres por todas partes.

Y Dios creó a los animales que se arrastran,saltan y caminan por la Tierra recién nacida; alos que vuelan en el aire recién salido de su alien-to, y a los que nadan en el agua recién brotadade sus lágrimas de gozo.

Ella, que había sido creada para que tuvieseel poder del pensamiento, le contestó:

—Qué maravilla que me hayas creado parajugar. Me encanta jugar porque vengo de tu partemás gozosa.

Dios, en el mismo instante que la escuchó,vivió su felicidad y supo de su omnipotente po-der para crear lo que deseara.

—¿Qué juego deseas que juguemos? —le pre-guntó a Maya Ilusión.

Ésta sintió, desde ese instante de la eternidad,el inconmensurable Amor Incondicional de Dios.

—Antes de empezar el juego —le dijo ella—,tienes que crear el espacio donde vamos a jugar yquiero que éste sea infinito, como Tú.

Y Dios creó el Sol, la Luna, las estrellas, losplanetas y todo el universo en toda su belleza yarmonía. Y se dio cuenta que todo lo que crea-ba era Él mismo expandiéndose.

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Vyasa Ishaya Dios y Maya Ilusión

—Ahora sí —le dijo a Maya Ilusión— ya te-nemos dónde jugar.

Ésta estaba asombrada contemplando la Crea-ción de Dios.

—Bien, te estoy esperando —le dijo Dios, sa-cándola de su embeleso—; ya deseo que empece-mos a jugar.

Maya Ilusión se lo quedó mirando unos ins-tantes muy emocionada, y le contestó:

—Ya sé a qué vamos a jugar y adónde . Megusta aquel planeta azul para que sea nuestro cam-po de juego. Pero tienes que crear en él infinidad deseres por todas partes.

Y Dios creó a los animales que se arrastran,saltan y caminan por la Tierra recién nacida; alos que vuelan en el aire recién salido de su alien-to, y a los que nadan en el agua recién brotadade sus lágrimas de gozo.

Ella, que había sido creada para que tuvieseel poder del pensamiento, le contestó:

—Qué maravilla que me hayas creado parajugar. Me encanta jugar porque vengo de tu partemás gozosa.

Dios, en el mismo instante que la escuchó,vivió su felicidad y supo de su omnipotente po-der para crear lo que deseara.

—¿Qué juego deseas que juguemos? —le pre-guntó a Maya Ilusión.

Ésta sintió, desde ese instante de la eternidad,el inconmensurable Amor Incondicional de Dios.

—Antes de empezar el juego —le dijo ella—,tienes que crear el espacio donde vamos a jugar yquiero que éste sea infinito, como Tú.

Y Dios creó el Sol, la Luna, las estrellas, losplanetas y todo el universo en toda su belleza yarmonía. Y se dio cuenta que todo lo que crea-ba era Él mismo expandiéndose.

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Vyasa Ishaya Dios y Maya Ilusión

males también fueron macho y hembr a. A ellano le quedó otra alternativa que empezar a reír-se también. Al fin y al cabo era sólo un juego.

—Ahora las condiciones —le dijo a Dios—.La primera, como ya te dije, es partirte en peda-citos y ponerte en el interior de cada uno de esosseres. La segunda es que van a poder jugar variasveces hasta que te encuentren. Y para esto van atener que estar cambiando de traje. Es decir, voya hacerles creer que se salen del juego con algoque voy a llamar muerte. Y al dejar el traje, alque llamaré cuerpo, se van a dar cuenta que si-guen vivos y que sólo se trata de eso, de un cam-bio de estrategias y de trajes. Estos últimos van apoder ser de ambos sexos. Si a uno le tocó jugarde hombre en una de sus venidas, puede regresaren otra de mujer, y viceversa. La tercera condiciónes en la que yo entro a jugar Contigo en ellos mis-mos. Tú, escondido, y yo haciéndoles creer que noestás en ellos. Y les voy a hacer muy complicadoel juego. Les crearé algo que se va a llamar mie-do y que, como todo lo que yo creo, va a ser comomi propio nombre: una ilusión. Y a todo el juegole vamos a llamar el sueño de la vida, y de éste

—Ya está todo listo —le dijo—. Ahora sí, ¡ajugar!

Maya Ilusión se quedó mirando a todos losseres y se dio cuenta que faltaba uno.

—Falta el ser en el que vamos a jugar Tú y yojuntos —le dijo a Dios, y agregó que el juego ibaa tener algunas condiciones. Ella se las murmu-ró al oído y Dios , desde su infinito Amor, lasaceptó.

—Está bien, todo lo que tú desees —le dijo,ansioso por empezar el juego—.Ahí tienes al seren el que quieres que juguemos.

Maya Ilusión volvió su rostro hacia la Tierray se quedó asombrada al ver al hombre y a lamujer.

—Yo te dije que uno, no dos.

Y Dios empezó a reírse como un niño felizpor su travesura, pero sabiendo por qué habíacreado dos. En ese instante, todos los demás ani-

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