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Revista de Geografía Agrícola núm. 43 / 87 Maquila y desarrollo agrícola: estudio en dos municipios del estado de Puebla, México Isidro Aguilar Díaz 1 José Pedro Juárez Sánchez 2 Benito Ramírez Valverde 3 Resumen En los últimos años la industria maquiladora en México también se ha orientado hacia los espacios rurales ante la crisis de la agricultura; las familias campesinas buscan mejorar sus condiciones de vida mediante el empleo rural no agrícola. En este contexto, la industria maquiladora desempeña un papel destacado en el medio rural. Esta investigación se realizó mediante entrevistas en los mu- nicipios Chalchicomula de Sesma y Tlachichuca, en el estado de Puebla, con la característica de que son importantes productores de maíz y han adoptado la industria maquiladora; dichas entrevistas revelaron que en estas empresas trabajan personas jóvenes, lo que origina que algunos campesinos abandonen paulatinamente la agricultura. Aproximadamente la mitad de los entrevistados no ha tenido relación con la agricultura y los salarios que perciben son bajos. Ellos, los agricultores-obreros invierten poco en la producción agrícola, pero han contribuido a mejorar la alimentación familiar con los sueldos que les pagan las maquiladoras, aunque continúan siendo insuficientes para satisfa- cer las necesidades de la vida doméstica campesina. Palabras clave: empleo no agrícola, agricultura, ingreso no agrícola, campesino. Maquila and agricultural development of two municipalities in the State of Puebla, Mexico Abstract In the last years, the maquila industry in Mexico has focused its attention on rural regions where, because of the agricultural crisis, peasants try to improve their living conditions by having a non- agricultural but still rural employment. The maquila industry plays a relevant role in this context. This piece of research took place in Chalchicomula de Sesma and Tlachichuca (state of Puebla), two mu- nicipalities which have adopted the maquila industry at the time they are important producers of corn. According to results of the interviews, most of the people working in the companies are young, which provokes a gradual abandonment of the farming work. Nearly 50 percent of the interviewed had not been related to agricultural activities and their wages were reported to be low. In their con- dition of peasant and industry workers, they do not make important investments on agriculture but contribute to feed their families with the salary obtained at the maquila company, a salary that does not meet the needs of the farming life. Key words: non-agricultural employment, agriculture, non-agricultural income, peasant. 1 Licenciado en Sociología Rural. Universidad Autónoma Indígena de México. [email protected] 2 Profesor Investigador Adjunto. Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. [email protected] 3 Profesor Investigador Titular. Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. [email protected] Recibido: septiembre 2009 Aceptado: diciembre 2009

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Revista de Geografía Agrícola núm. 43 / 87

Maquila y desarrollo agrícola: estudio en dos municipios del estado de Puebla, México

Isidro Aguilar Díaz1 José Pedro Juárez Sánchez2

Benito Ramírez Valverde3

ResumenEn los últimos años la industria maquiladora en México también se ha orientado hacia los espacios rurales ante la crisis de la agricultura; las familias campesinas buscan mejorar sus condiciones de vida mediante el empleo rural no agrícola. En este contexto, la industria maquiladora desempeña un papel destacado en el medio rural. Esta investigación se realizó mediante entrevistas en los mu-nicipios Chalchicomula de Sesma y Tlachichuca, en el estado de Puebla, con la característica de que son importantes productores de maíz y han adoptado la industria maquiladora; dichas entrevistas revelaron que en estas empresas trabajan personas jóvenes, lo que origina que algunos campesinos abandonen paulatinamente la agricultura. Aproximadamente la mitad de los entrevistados no ha tenido relación con la agricultura y los salarios que perciben son bajos. Ellos, los agricultores-obreros invierten poco en la producción agrícola, pero han contribuido a mejorar la alimentación familiar con los sueldos que les pagan las maquiladoras, aunque continúan siendo insuficientes para satisfa-cer las necesidades de la vida doméstica campesina. Palabras clave: empleo no agrícola, agricultura, ingreso no agrícola, campesino.

Maquila and agricultural development of two municipalities in the State of Puebla, Mexico

AbstractIn the last years, the maquila industry in Mexico has focused its attention on rural regions where, because of the agricultural crisis, peasants try to improve their living conditions by having a non-agricultural but still rural employment. The maquila industry plays a relevant role in this context. This piece of research took place in Chalchicomula de Sesma and Tlachichuca (state of Puebla), two mu-nicipalities which have adopted the maquila industry at the time they are important producers of corn. According to results of the interviews, most of the people working in the companies are young, which provokes a gradual abandonment of the farming work. Nearly 50 percent of the interviewed had not been related to agricultural activities and their wages were reported to be low. In their con-dition of peasant and industry workers, they do not make important investments on agriculture but contribute to feed their families with the salary obtained at the maquila company, a salary that does not meet the needs of the farming life.Key words: non-agricultural employment, agriculture, non-agricultural income, peasant.

1 Licenciado en Sociología Rural. Universidad Autónoma Indígena de México. [email protected]

2 Profesor Investigador Adjunto. Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. [email protected]

3 Profesor Investigador Titular. Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. [email protected]

Recibido: septiembre 2009 Aceptado: diciembre 2009

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Isidro Aguilar Díaz, José Pedro Juárez Sánchez y Benito Ramírez Valverde

IntroducciónHasta la década de los años treinta del siglo pa-sado México basaba su economía en el sector agropecuario, pero a partir del sexenio del ge-neral Lázaro Cárdenas (1934–1940) se impulsó la industrialización del país. En 1965, bajo el mode-lo de industrialización por sustitución de impor-taciones (isi) el gobierno autorizó, en principio, de manera limitada y provisional la instalación de maquiladoras bajo el Programa Nacional Fronterizo y el Programa Industrialización de la Frontera, con el objetivo de frenar la emigración ilegal de mexicanos a Estados Unidos ocasiona-da por la suspensión del Programa Bracero, que desde 1942 garantizaba la entrada regular de mexicanos a este país (De la O, 2006a; Morales y García, 2005).

En México, las cifras sobre la industria maqui-ladora son escasas y poco precisas, sin embargo con la información existente se puede observar que la industria maquiladora ha crecido a través del tiempo tanto en número como en la gene-ración de empleos. Ramos (1999) menciona que en 1965 existían 12 establecimientos que pro-porcionaban empleo a 3 000 personas; en 1970 se incrementaron a 120 con 20 327 trabajadores; para 1980 se registraban 620 establecimientos con 123 879 empleos; en 1990 la cifra subió a 1 703 industrias que empleaban a 446 436 perso-nas, y en 1995 ascendían a 2 130 con 648 263 tra-bajadores. En el año 2000 el número de plantas maquiladoras superó ampliamente las cifras an-teriores llegando a 3 590 establecimientos con 1 291 000 empleados (inegi, 2006a). Por su parte el Comité Fronterizo de Obreros (2008) menciona que a finales de junio de 2006, el total de em-presas maquiladoras en el país llegó a 2 822 y empleaba a 1 223 185 personas.

En los primeros años del Tratado del Libre Comercio (tlc) las maquiladoras crecieron no-tablemente; Vargas (2003) menciona que el tlc creó condiciones favorables para este creci-miento. Ante este marco la maquila adquiere

importancia en el empleo nacional, y de acuer-do con Carrillo y García (2002), se incrementó la inversión directa en esta industria debido al fomento de la reducción de los aranceles y a la flexibilización de la Ley Federal del Trabajo, para fortalecer el esquema de mano de obra barata y penetrar en el mercado norteamericano y lati-noamericano. Con esta reestructuración econó-mica se establecen industrias para la confección de ropa y electrónica que emplean mano de obra de baja remuneración.

La industria manufacturera se asentó en los centros urbanos del país predominando el Dis-trito Federal. Para 1970 generaba 32% del Pro-ducto Interno Bruto (pib) nacional, 66% de éste los estados de México, Nuevo León y el Distrito Federal (Trejo, 2008). Pero en el año 2000 co-menzó su decrecimiento, la producción repre-sentó 28.7% del pib y 87.3% de las exportacio-nes; la maquila y el sector en general entraron en crisis a partir de este año. El personal ocupa-do entre 2000 y 2003 se redujo 17.7% (-9.7% en 2004); el número de maquiladoras disminuyó 20.5% (-21.7% en 2004) (De la Garza, 2007). Las causas que incidieron en su decrecimiento son diversas pero destaca la caída en la demanda del mercado en Estados Unidos y el acuerdo del tlc que las hace pagar mayores impuestos a las empresas; las exportaciones de China y Centro-américa a ese país y el clima de inseguridad pú-blica (Hualde, 2003a; Carrillo, 2007). Los estados donde se perdió el mayor número de empleos en el año 2001 fueron Chihuahua (63 645), Baja California (58 422), Sonora (21 743) y Tamaulipas (18 267). En los dos primeros los despidos repre-sentaron 44 y 23% de la planta laboral respecti-vamente (Acevedo, 2002).

La industria maquiladora: ¿generadora de empleo y bienestar en las zonas rurales?El patrón espacial de las maquiladoras en Méxi-co, de acuerdo a De la O, (2006b) se desarrolla

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Maquila y desarrollo agrícola: estudio en dos municipios del estado de Puebla, México

en tres etapas, la primera la llama la frontera histórica, integrada por la ciudad de Matamo-ros, Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez y Nogales, donde se instalaron las primeras plantas de este tipo a fines de la década de los 60. La segunda a principio de la década de los 80, corresponde a la frontera en expansión, que abarca princi-palmente las ciudades de Mexicali, Hermosillo, Ciudad Acuña y Reynosa. La tercera se conoce como la frontera emergente, donde ya se incor-poran ciudades medias y localidades rurales no fronterizas; a fines de los 80 siguen Guadalajara y Mérida con sus áreas conurbadas, y en la dé-cada de los 90 las ciudades de Aguascalientes, Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, y varios muni-cipios del estado de Puebla, Guanajuato, San Luís Potosí, Zacatecas, México y Distrito Federal. En este periodo las maquiladoras realizan un desplazamiento hacia el centro-occidente y sur del país y se calcula que para abril de 2005, 26% se concentraba en entidades no fronterizas con más de 214 mil obreros (inegi, 2006b).

La expansión de las maquiladoras a espacios diferentes a la frontera norte, se da dentro del esquema neoliberal y responde a la reestructu-ración económica del país y a la creciente rein-dustrialización, donde las micro, pequeñas y medianas empresas toman importancia en la producción flexible. Con respecto al origen de las empresas, éstas en un inicio eran estadouni-denses, posteriormente ingresaron de Japón, Corea del Sur, Taiwán y de algunos países euro-peos (Alonso, 2004) .

La clasificación de la industria maquiladora, de acuerdo a la cantidad de obreros, pueden ser empresas pequeñas, medianas o grandes, que inician, terminan o contribuyen en la ela-boración de ciertos productos destinados a la exportación. En función del número de traba-jadores las relaciones laborales se clasifican en maquila industrial, talleres y domiciliaria. Tam-bién se puede clasificar de acuerdo a su grado de desarrollo tecnológico. Al respecto Hualde

(2003b:88), en un estudio realizado en las ma-quiladoras fronterizas encontró una primera generación, que es la maquiladora tradicional, dedicada al ensamble con tecnología atrasada; la segunda está más orientada hacia la manu-factura, su tecnología tiende a la automatiza-ción, y la tercera se orienta sobre todo a la inves-tigación, desarrollo y diseño.

Se puede decir que el desarrollo de la in-dustria maquiladora de México se sustentó en tres elementos fundamentales: la proximidad geográfica con Estados Unidos, los bajos sala-rios y de acuerdo con Moreno, Santamaría y Ri-vas (2006), al favorable régimen fiscal diseñado para la industria maquiladora, el cual le permite disminuir o exentarse del pago de impuestos a la importación, al valor agregado y sobre la renta. Con esta política industrial México atra-jo diversas empresas y aprovechó —en las últi-mas décadas— la creciente desconcentración o relocalización industrial a escala mundial y se constituyó como el centro manufacturero de más bajo costo de América del Norte. Pero a cambio, las maquiladoras de exportación tenían como objetivo crear fuentes de empleo, mejorar la captación de divisas, la competitividad inter-nacional de la industria del país, la capacitación de los trabajadores y sobre todo, impulsar el de-sarrollo y transferencia tecnológica (Fernández, 2002).

En este sentido las condiciones laborales, específicamente su flexibilización, fue uno de los instrumentos para impulsar la maquila en el país. Pérez (2002) menciona al respecto que las relaciones industriales en México buscan conse-guir para las empresas mayor grado de moder-nidad con menores costos laborables. Méndez y Caravaca (1999) comentan que esta situación es aprovechada por algunas empresas para ins-talarse en áreas donde la fuerza de trabajo no se encuentra organizada para defender sus pres-taciones y donde las leyes correspondientes establecen restricciones en materia sindical o

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fomentan el desarrollo de condiciones de traba-jo precarias, donde regularmente las relaciones de trabajo son familiares, comunitarias y clien-telistas; situación a la que las grandes industrias recurren ampliamente. Se puede decir que la maquila en talleres y domiciliaria se caracteriza por beneficiarse de los bajos salarios así como de la disponibilidad y destreza de la mano de obra familiar, además de no otorgar prestacio-nes laborales que por ley les corresponde a los trabajadores (Barrientos, 2000).

Un proceso importante que está ocurrien-do en las comunidades rurales de México es el despliegue de trabajos manufactureros de las maquiladoras, muchos de ellos localizados en zonas urbanas de los distintos estados donde se han desplazado a las zonas rurales. Aquí las acti-vidades agrícolas dejaron de ser la única activi-dad económica y en ciertos casos es la principal fuente de ingresos para las familias. Algunos organismos internacionales mencionan que las maquiladoras se constituyeron como una alter-nativa para combatir la pobreza y el desempleo en los territorios rurales, para frenar la migra-ción y como un medio para mejorar el bienestar de sus habitantes. Pero la realidad es diferente, se instalan en estos espacios para aprovechar la mano de obra barata y marginarlos en sus pres-taciones laborales con la finalidad de incremen-tar sus ganancias. Corbera (1988) en este senti-do explica que en esos espacios los salarios son bajos porque las personas que trabajan en las maquilas tienen otros ingresos que provienen de la agricultura, lo que les permite no exigir sa-larios más altos.

El fortalecimiento del empleo rural no agrí-cola (erna) en los espacios rurales fue impulsa-do por la deslocalización industrial y por una política agrícola que desincentivó la produc-ción de cultivos básicos. Padilla (2004) señala que el modelo neoliberal se caracteriza por la ausencia del Estado en la promoción del desa-rrollo del campo que trajo consigo múltiples

consecuencias. Estas medidas se reflejaron en la baja rentabilidad económica del sector agríco-la, productor de granos básicos que a su vez im-pulsó el desempleo, la migración y la movilidad de la fuerza de trabajo. Es aquí donde el erna y el Ingreso Rural No Agrícola (irna) son propues-tos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional como una estrategia para contri-buir a la solución de algunos problemas de los espacios rurales latinoamericanos como: la po-breza, la modernización del sector agropecua-rio y el mejoramiento de la calidad de vida de la población rural (Berdegué et al., 2001). Es por ello que las familias rurales se incorporan cada vez más a las maquilas ya que representan un apoyo importante para compensar los bajos in-gresos agrícolas.

Se entiende por erna el empleo de alguna persona en una actividad fuera de la agricultura, como las manufacturas y los servicios; y el irna al ingreso generado por los habitantes rurales a través del autoempleo o el trabajo asalariado en los sectores secundario y terciario (Reardon et al., 1999:). De acuerdo con información dispo-nible en encuestas de hogares y censos de po-blación de América Latina, se estima que cerca de 19.6 millones de residentes rurales tienen un empleo fuera de la actividad agrícola, casi 40% de la población económicamente activa rural total (Naciones Unidas 2004). Bajo este contex-to, el desarrollo del erna ofrece una alternativa a la modernización del medio rural mediante el desarrollo in situ de la industria y los servicios como parte de un proceso de “urbanización” (Berdegué et al., 2001).

La motivación que tienen los miembros de los hogares para dedicarse a actividades rura-les no agrícolas son múltiples. Berdegué et al. (2001 ) explican que existen factores de deman-da, como buscar ingresos más altos que los del sector agrícola y de oferta, representado en el riesgo climático, tecnológico, financiero o insti-tucional que pueden presentase en el proceso

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productivo agrícola. Otros factores que inciden en el ingreso al erna, de acuerdo a Reardon, Cruz y Berdegué (1998) son la escolaridad, los conocimientos y las habilidades específicas, al-guna forma de riqueza liquidable, la ubicación del hogar y el acceso a un vehículo; también in-terviene la posesión de la tierra y la maquinaria (Pérez y Caballero, 2003). Entonces los hogares rurales más pobres tienen más dificultades para basar su desarrollo en la agricultura ya que sus ingresos son bajos y tienen una mayor depen-dencia del erna. Es por ello que recurren a él con la finalidad de mejorar su alimentación, incre-mentar su ingreso y aliviar su estado de pobre-za. Por lo regular los espacios rurales son menos dinámicos y predomina el erna de baja calidad.

Aquino et al. (2003) opinan que la industria maquiladora es una de las fuentes más impor-tantes en este tipo de empleos, sobre todo para personas jóvenes y mujeres que no tienen posi-bilidad de desarrollar su vida en la agricultura; ya sea porque la industria manufacturera se es-tablece en el ámbito rural o porque los jóvenes que emigran al norte del país encuentran en las maquiladoras la única opción de empleo. La di-versificación del erna implica que los miembros de una familia tengan múltiples trabajos o fuen-tes de ingreso.

Guzmán et al. (2005) mencionan que el erna se convierte en un instrumento de la unidad de producción familiar para diversificar su ingreso, además juega un papel cardinal en la falta de apoyo financiero y seguramente en las activi-dades agrícolas. Su promoción va a depender de la infraestructura y la riqueza de sus recursos naturales, es por ello que en algunos espacios el turismo o la industria maquiladora, adquie-ren relevancia, entonces su importancia tiende a circunscribirse a zonas específicas. El empleo y el ingreso rural no agrícola han transformado el paisaje rural de nuestro país, así también ha impactado notablemente en las características de los hogares y los habitantes rurales, y se han

convertido no sólo en un complemento sino en la actividad primordial de algunas personas.

Lo interesante es que las industrias maqui-ladoras en el país, a más de 50 años de haberse establecido, no han favorecido el desarrollo in-dustrial de México con bases tecnológicas pro-pias que pudieran asegurar el verdadero pro-greso, revertir los índices de pobreza y miseria y reducir la migración a Estados Unidos. Cada vez más son los jóvenes que se emplean en activi-dades no agrícolas de tiempo completo en sus comunidades o fuera de ellas, como obreros, albañiles, jardineros, en el trabajo doméstico y el informal. Los únicos beneficiados son los dueños de las maquiladoras y quien los contra-ta como obreros, ya que disminuyen sus costos de producción al emplear mano de obra barata y ahorrarse todo tipo de prestaciones laborales. El erna, así como la migración, contribuyen de manera importante a la transformación de los espacios rurales del país.

Materiales y métodosLa investigación tiene como objetivo conocer la relación entre la industria maquiladora y la ac-tividad agrícola, específicamente conocer si la generación del erna ha contribuido al desarro-llo de ésta y al bienestar de las familias. Para este fin se realizó una revisión bibliográfica sobre la maquila y el erna. Posteriormente se analiza-ron las regiones del estado Puebla en las cuales existen industrias maquiladoras y se hicieron re-corridos de campo para seleccionar la zona de estudio.

En la investigación se aplicaron 40 cuestiona-rios a personas que laboran en la maquila indus-trial, taller y maquila domiciliaria de los munici-pios de Chalchicomula de Sesma y Tlachichuca, en el estado de Puebla. En la selección de los entrevistados, en primer lugar, se consideraron las maquiladoras establecidas en los municipios de estudio y posteriormente se seleccionó a los

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informantes. Realizada la entrevista se revisa-ron, codificaron, capturaron y editaron dichos cuestionarios. Para el análisis de la información se crearon dos grupos: los agricultores-obreros y los que sólo trabajan en la industria maquila-dora.

Los municipios de estudio se localizan entre los 18º 52’ 42” y 19º 19’ 54” de latitud norte y los meridianos 97º 10’ 24” y 97º 35’ 36”de longitud oc-cidental. Con un clima sub-húmedo con lluvias en verano, la temperatura media anual va de los 12° a 18°C. Presentan altitudes que oscilan de los 2 520 a 2 700 msnm, la precipitación pluvial va-ría de 600 a 1000 mm anuales. En la figura 1 se aprecia la ubicación espacial de los municipios de estudio.

En 2005 los municipios de Chalchicomula de Sesma y Tlachichuca tenían una población de 41 952 y 35 810 habitantes respectivamente, su grado de marginación es medio y ocupan el lu-

gar 194 y 149 con respecto al resto de los muni-cipios del estado. La tasa de natalidad de Chal-chicomula es de 24% y en Tlachichuca de 30.2% (Conapo, 2005). En el año 2000 la población eco-nómicamente activa (pea) en los municipios de estudio ascendía a 45.3%, de ésta 99.3% estaba ocupada. El sector primario absorbe 68% de la pea; el secundario 11.8%, y el terciario 19.3% (inegi, 2000). El sector agrícola produce granos como maíz, frijol, avena, haba, trigo, alberjón, girasol grano y cebada. El secundario está com-puesto por pequeñas empresas dedicadas a la elaboración de productos alimenticios, pieles y cueros, así como artefactos y muebles de ma-dera, fundición, purificadores y suministro de agua y gas. En la rama textil existen maquilado-ras para la confección de suéteres y ropa, talle-res para la elaboración de calzado entre otros. En la prestación de servicios destaca el hospe-daje, restaurantes, venta de gasolina, así como

Figura 1. Localización de los municipios de Tlachichuca y Chalchicomula de Sesma, Puebla.Fuente: Elaboración propia en base a datos tomados de http://www.e-local.gob.mx y http://www.ofspue.gob.mx

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Maquila y desarrollo agrícola: estudio en dos municipios del estado de Puebla, México

tiendas de abarrotes, misceláneas, pollerías, rosticerías, carnicerías, panaderías, pastelerías, tortillerías, entre otros.

Resultados y discusiónEn México la industria maquiladora está crecien-do en los últimos años hacia distintos espacios rurales de la república,y algunos planteamien-tos teóricos apuntan a que la generación de empleo tiene un impacto positivo en el desarro-llo rural, específicamente en la agricultura y el bienestar familiar. Para el análisis definimos dos grupos: el primero formado por aquéllos que se dedican a actividades agrícolas y no agríco-las, al que denominamos agricultores-obreros conformado por 42.5% de los entrevistados; el segundo integrado por los que únicamente rea-lizan actividades secundarias al que llamamos obreros con 57.5%.

La edad promedio de los entrevistados fue de 26.7 años. El grupo agricultores-obreros tie-ne en promedio 28.8 años de edad, y en el caso de obreros fue de 25.2 años, no se encontró dife-rencia estadística en la edad de estos grupos (t= 1.529; p=0.135). Juárez y Ramírez (2006), encon-traron que los agricultores de esta región tienen una edad promedio de 51.7 años, por lo tanto, son los responsables de las actividades agríco-las de las unidades familiares y corresponderá a los jóvenes buscar alternativas fuera de la agri-cultura y esto se observa claramente en la edad promedio de los jóvenes que trabajan en la in-dustria maquiladora regional.

Las personas que trabajan en el campo y son obreros tienen en promedio 8.6 años de es-tudio; los obreros 8.4 años. El promedio de es-colaridad nacional y estatal es de 8.1 y 7.4 años respectivamente (inegi, 2005). Mediante una prueba estadística se demostró que no existe diferencia entre la escolaridad nacional y la de los trabajadores de la maquila (t= .905; p=0.371), ni con la del estado (t= 2.396; p=0.21). En un es-

tudio realizado en el 2000 en la zona de estudio se encontró que los agricultores tenían en pro-medio 3.7 años de escolaridad (Juárez y Ramí-rez, 2005), se puede observar que la escolaridad de los entrevistados dedicados a actividades no agrícolas es mayor a la de los responsables de las actividades agrícolas.

De los entrevistados 55% fueron mujeres, re-sultado bastante similar al encontrado a escala nacional que demuestra que su participación en la maquila ha disminuido y que los hombres van ocupando mayores puestos de trabajo, ya que esta industria se caracterizaba por emplear regularmente a mujeres. En 1990 ocupaban 60.7% del total de los puestos de trabajo y en 2006 su participación fue de 54.3%, en 16 años disminuyó su participación seis puntos porcen-tuales (inegi, 2006c). Con respecto al estado civil de los entrevistados, 37.5% de las personas que trabajan en la maquila son casados, 22.5% son madres solteras, 5% vive en unión libre y 35.5% son solteros, lo cual indica que la mayoría de en-trevistados sostienen a una familia. Las familias de los entrevistados en promedio están integra-das por 5.3 personas.

En los municipios donde se realizó el estudio se encontró que 55% de los obreros en alguna ocasión trabajaron en la agricultura. De este porcentaje, 77.3% sigue laborando en el cam-po y como obrero en la industria maquiladora. Quienes participaron alguna vez en la agricultu-ra y los que ya no lo hacen tienen en promedio una edad de 27.73 y 25.56 años respectivamen-te; la prueba de t arrojó que no existe diferencia estadística (t= .478; p=0.369) entre estos grupos. Tampoco se encontró diferencia estadística en la escolaridad entre quienes participan y deja-ron la agricultura, en promedio tienen una es-colaridad de 9 y 7.94 años respectivamente. Con respecto a la actividad agrícola, se encontró que los agricultores-obreros la practican de tipo mi-nifundista bajo condiciones de temporal, con un promedio de 3.81 ha, lo cual es inferior al pro-

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medio regional (6.25 ha) de los agricultores en el periodo de 1995 al 2000 (Juárez, et al. 2006).

Por lo que concierne a la antigüedad laboral de los agricultores-obreros que trabajan actual-mente en las maquiladoras, 58.3% mencionó que tienen más de 6 años; antes de ingresar a las maquiladoras, 35.3% eran campesinos, 17.6% ya era obrero, 11.8% se encontraba estudiando y el porcentaje restante trabajaba en un salón de be-lleza, era electricista o estaba desempleado. Es importante destacar que 29.4% de las personas que trabajan actualmente en la agricultura en la región son mujeres. El paso de la agricultura a actividades no agrícolas se explica por la crisis del modelo productivo y el cambio en la política agrícola que trajo consigo la marginación de las actividades agrícolas que derivaron en el decli-ve de sus ingresos y en el surgimiento de la plu-riactividad como un mecanismo para resarcir la caída de los ingresos agrícolas (Rubio, 2002:25). El origen laboral del grupo que no trabaja en el campo, 43.5% mencionó que era obrero, 34.8% era desempleado, 8.7% estaba estudiando y el porcentaje restante tenía algún oficio.

Las causas por las que los agricultores-obre-ros tienen erna, 88.3% mencionó que fue por mejorar su salario para sostener a su familia y 11.7% dijo que ya trabajaban en las maquilado-ras y por el trato que reciben. En este mismo sentido, el grupo de obreros, 82.4% comentó que es una oportunidad para sostener a su fa-milia; el porcentaje restante afirmó que es por el buen trato que reciben y porque ya habían tra-bajado en empresas similares. Los que en años anteriores trabajaron en la agricultura (63.61%) la abandonaron porque consideran que ya no es rentable porque sus tierras de cultivo son de temporal, otros (18.1%) mencionaron que los precios de sus productos son bajos, entre ello-sel maíz, el porcentaje restante argumentó que es muy cansado trabajar en el campo y que lo que obtienen de ahí ya no les alcanza para vivir. Las personas que dejaron la agricultura comen-

taron que si existieran condiciones favorables para el campo regresarían a trabajar sus terre-nos. Pero necesitan que el gobierno cambie su política agrícola actual, que los subsidie con insumos a precios más bajos que los actuales, que mejoren los precios de sus productos y que vuelvan a tener la facilidad de un crédito.

Actualmente, en los municipios de estu-dio la agricultura dejó de ser la única actividad económica. La industria maquiladora instalada en esas zonas emplea preferentemente a gen-te joven, por consiguiente, su participación en el campo es cada vez menor, prefieren trabajar en sectores diferentes al agrícola. Los agriculto-res-obreros mencionaron que los responsables de la actividad agrícola son los padres (41.2%), los esposos de las mujeres que trabajan como obreras (29.4%), la madre (17.6%) y los herma-nos (11.8%). En el caso de los que ya no trabajan en la agricultura dicen que el responsable de las actividades agrícolas son sus padres (80%) y la persona a la que le rentan sus tierras (20%). Se puede decir que uno de los impactos del erna en el campo es la disminución del tiempo que los agricultores-obreros dedican a la agricultura. Al respecto se tiene que 30.1% de los agriculto-res-obreros trabajan en la agricultura sólo los fi-nes de semana; un porcentaje similar respondió que lo hace cuando lo necesita el campo; 15.4% cuando no trabajan en la fábrica, y el porcentaje restante opinó que sólo un rato por las tardes. Estos resultados ponen de manifiesto que la in-dustria maquiladora está siendo una fuente al-ternativa importante al empleo agrícola.

Respecto a los ingresos que perciben los agricultores-obreros, se encontró que en pro-medio ganan semanalmente 682 pesos y 655 los que no laboran en la agricultura. Se aplicó una prueba de t e indica que no existe diferencia sig-nificativa entre los salarios de los grupos anali-zados (t= .620; p=0.790). Es importante destacar que hay gente que gana 2 000 pesos semanales del grupo que también labora en la agricultura.

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Maquila y desarrollo agrícola: estudio en dos municipios del estado de Puebla, México

El salario promedio de los obreros en la maqui-la industrial es el más alto (740 pesos), le siguen los talleres (643 pesos) y los talleres familiares (540 pesos). La retribución al trabajo es menor en los talleres familiares, 20% de los entrevista-dos mencionó que gana menos de 500 pesos; y en los talleres 25% se ubica en el mismo rango. En los municipios de estudio los agricultores-obreros y los obreros tienen un salario superior al mínimo ($49.50 diarios para el estado de Pue-bla) cantidad insuficiente para satisfacer sus ne-cesidades de alimentación.

La aportación de la maquila en el desarrollo de la agricultura no tuvo el impacto esperado, tanto en el número de agricultores a quienes proporciona empleo, como en la capitalización e inversión del proceso productivo. Los resulta-dos arrojan que, del total de entrevistados, sólo 42.5% trabaja actualmente en la agricultura, y de este porcentaje, 41.2% invierte parte de su sa-lario en ella. Las causas por las que no emplean su dinero en el campo se debe a que 76.5% con-sidera regular el salario que devengó, el porcen-taje restante dijo que son muy bajos sus ingre-sos. Como era de esperarse, las personas que invierten en el campo son las que consideran regular su sueldo, y los que menos lo hacen son quienes tienen un bajo salario. Entonces, si los agricultores-obreros tuvieran mejores remune-raciones en las maquiladoras, la agricultura se beneficiaría con los recursos provenientes de ese sector e impactaría realmente en el campo. Se reveló que el porcentaje que destinan a la agricultura oscila entre 5 y 20%; 42.9% invirtió 10%, y en promedio destinaron 12.1% de su sa-lario. La inversión anual en la agricultura ascien-de a $3 571.4. Esto corrobora que si tuvieran un mejor salario manteniendo estos porcentajes la inversión en la agricultura sería mayor. A pesar de ello, la inversión realizada es similar a la del gobierno a través del programa Oportunidades (10.2%), y superior a la de Procampo (3.8%).

Con respecto al tipo de inversión que reali-

zan en la agricultura, 42.9% de los entrevistados financió el barbecho, 14.3% pagó los jornales para levantar la cosecha, un porcentaje similar al anterior cubrió los trabajos de preparación de los terrenos y compró insumos, y 28.6% buscó invertir en la totalidad del proceso productivo. Esto indica que el erna puede financiar las ac-tividades agrícolas, pero los salarios que per-ciben actualmente los obreros-agricultores impiden o representan un obstáculo para que la agricultura se vea mayormente beneficiada. Los entrevistados mencionan que es pequeña la inversión destinada a la agricultura debido a que los ingresos que perciben de la maquila son bajos y por consiguiente, prefieren emplearlos en la alimentación de sus familiares. Esta es la verdadera causa por la que invierten muy poco dinero en el campo.

Otro tipo de inversión la representa el incre-mento de la superficie agrícola. Debido a los ba-jos salarios que paga la industria maquiladora, sólo 5.9% logró rentar una hectárea de terreno por 800 pesos. Por lo que atañe a la compra de tierras, se observó que no se incrementó el nú-mero de hectáreas en su unidad de producción familiar. Las causas por las que no se adquirie-ron tierras son diversas, 82.4% mencionó sus bajos salarios, 11.8% comentó que no le alcan-za el sueldo y que además es muy laborioso el campo, y 5.9% explica que no le alcanza el sueldo para invertir en el campo y que en estos momentos no es rentable trabajarlo. La mayoría expresó que trabajar en el campo es muy des-gastante, ya que implica invertir mucho tiem-po y energías. Por lo que atañe a la compra de maquinaria y equipo es interesante comentar que 5.9% logró comprar un tractor. Este tipo de agricultores gana en promedio 500 pesos en la maquila; 11.8% compró implementos agrícolas como bombas, aspersoras, machetes, coas, pi-cos, etc. Estos resultados confirman que los que trabajan en la agricultura destinan en promedio 71.7% de su salario para alimentación.

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Esto ha traído como consecuencia el aban-dono paulatino de la agricultura, al respecto se encontró que 11.8% de los que la laboran en ella vendieron parte de sus terrenos y 40% los que ya no lo hacen. Los que trabajan en la agricul-tura vendieron en promedio 2.7 hectáreas y los que no, 2.5 hectáreas. Estas causas obedecen a que tenían compromisos económicos y nece-sitaban dinero. Otra consecuencia de su incor-poración a las fábricas fue la contratación de personal para realizar actividades productivas del campo, 52.9% dijo que en el último año con-trató gente porque es muy laborioso y solos no pueden sacar adelante sus cultivos.

Otro punto importante de la investigación fue conocer si la maquila contribuye a mejorar la alimentación de las personas que laboran en ella, fundamentalmente las que trabajan en la agricultura, 76.5% afirmaron que desde que trabajan en las maquiladoras tiene una mejor alimentación su familia, 69.6% de los obreros comenta que también mejoró su alimentación. De acuerdo con la prueba de Mann-Whitney (U de Mann-Whitney=145.0; p=0.123) no se encon-tró diferencia estadística en la opinión sobre la alimentación en ambos grupos. Los alimentos

que consumen diariamente los entrevistados son tortilla de maíz (100%), frijoles (70.6%), sopa (65%), huevos (37.5%), leche (65%), frutas y verduras (77.5%), carne de pollo (22.5%), carne de puerco (12.5%), carne de res (5%) y pescado (2.5%). El consumo de carnes es menor debido a su costo elevado y por eso es poco accesible para la población. 47.5% de los entrevistados considera que su alimentación es regular, 45% dice que es buena y sólo 5% menciona que es muy buena, ver figura 2.

Otro beneficio de trabajar en las maqui-ladoras es la compra de electrodomésticos, 64.7% agricultores-obreros y 52.2% obreros. De acuerdo con la prueba de chi cuadrada (χ2=.628; p=0.428) estadísticamente no existe diferencia significativa en la adquisición de estos artícu-los entre estos dos grupos. El tipo de electro-domésticos adquiridos fue diverso, al igual que sus costos, de manera general compraron los si-guientes: estufas (100%), radios (90%), televiso-res (97.5%) lavadoras (67.5%), comedor (57.5%), microondas (27.5%), licuadora (100%), plancha (100%), refrigerador (72.2%), dvd (77.5%), cama (97.5%), ropero (90%), sala (60%). Como puede observarse, trabajar en la maquila ha beneficia-

Figura 2. Opinión sobre la alimentación de participantes y no participantes en la agricultura expresada en porcentajes. Fuente: Elaboración propia con base en datos tomados de http://www.e-local.gob.mx y

http://www.ofspue.gob.mx

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do a los trabajadores de ambos grupos. Pero se-ría importante regular y mejorar sus salarios, ya que así el erna impactaría en el sector agrícola y en el bienestar de la población rural.

ConclusionesLa industria maquiladora en los municipios de estudio adquirió importancia en la generación de empleos entre sus habitantes. La mayoría de los entrevistados fueron contratados como obreros en 2007. Convenientemente emplea a personas jóvenes y su participación en el cam-po podría decirse que es nula, prefieren trabajar en otros sectores diferentes al agrícola, debido a que éste no representa una alternativa de de-sarrollo económico para quienes la practican, por esta razón los jóvenes deciden abandonarla o simplemente no se interesan por esta activi-dad económica. La agricultura es practicada por personas mayores y por consiguiente esta res-ponsabilidad recae en sus padres, y en el caso de las mujeres, en sus esposos.

El nivel de instrucción que tienen los trabaja-dores es de secundaria, rebasando los requisitos necesarios para desarrollar las actividades parti-culares que desempeñan en las maquiladoras. Los entrevistados trabajan en la maquila para mejorar el bienestar de sus familias ya que los ingresos que obtenían de la agricultura no eran suficientes. La industria maquiladora instalada en la zona de estudio tuvo un impacto positivo —a pesar de explotar (vía salarios) a los obre-ros— en el bienestar de sus familias y lograr una mejor alimentación. Esto también contribuyó en la prosperidad de las familias rurales, lo que los tiene contentos.

La industria maquiladora no es complemen-taria a la agricultura, ya que al convertirse en la principal fuente de ingresos se le dedica mayor tiempo, caso contrario de la agricultura, que se ha convertido en una actividad secundaria a la

que se dedica el tiempo que no está compro-metido con la maquila. También se observa que en ella se involucran principalmente personas que nunca han tenido que ver con la agricultu-ra. Ante este escenario sería importante que el gobierno modifique la política agrícola que vie-ne implantando desde décadas pasadas, princi-palmente en el precio del maíz y la compra de insumos, ello traería consigo el incremento de la producción y podría mejorar el ingreso de los agricultores y contribuir a alcanzar la auto-suficiencia alimentaria; además motivaría a los jóvenes para que la retomen, ya que el sector secundario no será capaz de absorber la mano de obra que se incorpora año con año a la acti-vidad laboral. La incorporación de los agriculto-res al sector secundario responde a la crisis de la agricultura que los ha orillado a buscar otras fuentes de empleo como las maquiladoras.

La alimentación de las familias entrevista-das ha mejorado, principalmente en las perso-nas que diversifican sus actividades laborales, es decir, que tienen dos trabajos. En cambio los obreros, sólo dependen de los ingresos que ob-tienen de la maquila que son insuficientes para mejorar su alimentación y para cubrir los gastos de educación de sus hijos, de vivienda y de sa-lud, entre otros.

Las maquiladoras constituyen una fuen-te de empleo importante, principalmente en la población joven de los espacios rurales. Las empresas descentralizan sus procesos manu-factureros en esos espacio y traen consigo la generación de empleo donde los principales beneficiaros son los dueños, ya que margina a sus trabajadores —vía salario— mediante todo tipo de prestaciones laborales. Es fundamental trabajar para mejorar los salarios de los obreros ya que será una excelente oportunidad para ca-pitalizar al campo mediante la inversión de los agricultores-obreros.

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